Desplazados, migraciones internas y reestructuraciones territoriales
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Desplazados, migraciones internas y reestructuraciones territoriales
© 1999 Centro de Estudios Sociales, CES Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de Colombia Carrera 50 No. 27-70 Unidad Camilo Torres - Bloques 5 y 6 Teléfono: 3681321 Fax; 2225737 Correo electrónico: ces@bacata usc.unal.edu.co
Primera edición, 1999 ISBN: 958-8063-02-7 Coordinación editorial Martha Luz Tirado Este libro fue publicado con recursos provenientes del contrato RC#565-98 celebrado entre Colciencias y la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá, CES. Programa Implantación proyectos de inversión en Ciencia y tecnología. SNCT. Suhproyecto apoyo a Centros y grupos de excelencia Ley 29/90. Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia
Desplazados, migraciones internas y reestructuraciones territoriales Eds. Fernando Cubides y Camilo Domínguez
Observatorio Socio-Político y Cultural Centro de Estudios Sociales Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de Colombia
Contenido
Presentación Diana Obregón
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Nota introductoria Camilo Domínguez y Fernando Cubides
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Problemas territoriales, migraciones internas y petróleo Estructuración socioespacial de la Amazonia colombiana, siglos XIX-XX Augusto Gómez
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Petróleo y reordenamiento territorial en la Orinoquia y la Amazonia Camilo Domínguez
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Migraciones en torno al petróleo en Casanare Carmen Elisa Flórez
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Migraciones internas y violencia en Colombia: el precio de los equilibrios regionales Norma Rubiano y Eduardo Granados
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Pérdida de lugar, despojo y urbanización: un estudio sobre los desplazados en Colombia Michel Agier y Odile Hoffmann
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DESPLAZADOS, MIGRACIONES INTERNAS Y REESTRUCTURACIONES TERRITORIALES
Redes polifónicas deshechas y desplazamiento humano en el afropacífico colombiano Jaime Arocha
227
Conflictos territoriales y desplazamiento en el litoral Caribe colombiano y el Sinú Jorge Gracia
148
Comentarios Gustavo Montañez
272
Conflicto, paramilitarismo y desplazamiento Civilización y barbarie en el proyecto paramilitar: una mirada desde el sentido común Carlos Guillermo Páramo
293
Una mirada al despeje como experimento Fernando Cubides
208
Cultivos ilícitos, fumigación y desplazamiento en la Amazonia y la Orinoquia Aura María Puyana
240
Universalización del fenómeno de drogas Fernando Franco
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Comentarios Alejo Vargas
290
Migraciones, desplazamientos y crecimiento urbano Población afrocolombina y no afrocolombiana en Cali: segregación, diferenciales sociodemográficos y condiciones de vida Oliver Barbary, Héctor Fabio Ramírez y Fernando Urrea
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CONTENIDO
Dinámica del poblamiento y algunas características de los asentamientos populares con población afrocolombiana en el oriente de Cali Fernando Urrea y Fernando Murillo
337
Desplazamiento forzado y género: trayectorias y estrategias de reconstrucción vital Donny Meertens
406
Desplazados, migrantes y excluidos: actores de las dinámicas urbanas Martha Nubia Bello y Claudia Mosquera
456
Comentarios Luz Gabriela Arango
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Presentación
El sociólogo Norbert Elias afirma que aunque en la sociedad contemporánea existe una gran confianza en la capacidad de las ciencias naturales para someter y controlar a las fuerzas de la naturaleza, no ocurre lo mismo con las ciencias sociales. Predomina una suerte de fatalismo acerca de lo humano que conduce a aceptar la ocurrencia de los fenómenos sociales como si éstos, a diferencia de los naturales, estuviesen más allá de cualquier control. No obstante, convencidos de las posibilidades de las ciencias sociales para comprender los problemas nacionales y para contribuir a indicar posibles salidas a las difíciles circunstancias por las que el país atraviesa, la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, sede de Bogotá, creó el Observatorio socio-político y cultural con el fin de contribuir al análisis de las transformaciones que la sociedad colombiana ha experimentado durante los últimos años. El Observatorio promueve el debate académico sobre situaciones de coyuntura apoyado en las investigaciones que se adelantan en la Facultad. De esta manera se ofrecen al país, desde las ciencias sociales, nuevas perspectivas e interpretaciones sobre temas de interés nacional. Es así como en el año de 1997 se realizó el primer encuentro del Observatorio, dando como resultado el libro La crisis sociopolítica colombiana: un análisis no coyuntura! de la coyuntura compilado por Luz Gabriela Arango. El segundo encuentro, con
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PRESENTACIÓN
el nombre que da título a este libro, tuvo lugar durante los días 5 a 7 de mayo de 1999. En éste se examinó el problema de los desplazamientos de población en una perspectiva tanto de larga como de corta duración. En el simposio se analizaron no solamente los fenómenos de desplazamiento provocados por el conflicto armado, sino también un conjunto de problemas como las migraciones internas producidas por el auge petrolero, las cuestiones planteadas por el despeje como situación inédita y los procesos de colonización relacionados con los cultivos ¡lícitos y con las políticas de represión. Así mismo se examinó el tema de la defensa de territorios ancestrales por parte de grupos no-blancos y se analizaron las consecuencias que acarrean los flujos de población en los sectores urbanos que los acogen, así como los efectos de los desplazamientos desde el punto de vista de las relaciones sociales y familiares. El presente libro reúne la mayoría de las ponencias que se presentaron en el simposio. Hubiésemos querido publicar todos los trabajos, pero ni el espacio ni los recursos lo permitieron, así es que debimos realizar una selección. En cualquier caso, deseo agradecer a todos los ponentes por sus presentaciones, a Fernando Cubides, a quien se debió la ¡dea original de este simposio, y a los demás miembros del comité académico, Luz Gabriela Arango, Camilo Domínguez y Augusto Gómez, por su compromiso con una actividad académica que trasciende los límites del campus universitario, al profesorTelmo Peña, decano de la Facultad de Ciencias Humanas, y al Consejo Directivo de la Facultad por su apoyo permanente a esta iniciativa. Igualmente estamos reconocidos con el Ministerio de! Interior por su oportuna ayuda y con la Federación Nacional de Cafeteros por su contribución durante la realización del simposio. Así mismo, mis agradecimientos al equipo del CES conformado por Sonia Alvarez, Fernando Visbal, Rosalba Meló, Ángela Díaz, Margarita Villada y Miller Mora, quienes dedicaron largas jornadas a la organización de este evento. 12
DIANA OBREGÓN
Ahora bien, el día 4 de mayo de 1999, en vísperas de iniciar el encuentro que dio lugar a este libro, cayó asesinado, en su propia oficina del instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia, el antropólogo Hernán Henao. En esos mismos días nos preguntábamos aterrados por la suerte que habría corrido el historiador Darío Betancur, profesor de la Universidad Pedagógica Nacional, sólo para enterarnos algunos meses más tarde que había sido asesinado después de haber sido secuestrado y torturado cruelmente. Y en el momento de editar este volumen, nos abate la noticia del asesinato del profesor Jesús Antonio Bejarano, frente a su propio salón de clase de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional en Bogotá. Tres destacados científicos sociales, profesores de universidades públicas, son asesinados en menos de cuatro meses ante la mirada atónita de colegas y estudiantes. Si se trata, como parece, de silenciar de una vez por todas la voz de las ciencias sociales, respondemos al unísono que por ningún motivo estamos dispuestos a suspender el estudio y análisis de la sociedad colombiana, aunque en ello nos vaya la vida. Que este libro sea un modesto homenaje a su memoria. Diana Obregón Directora CES Universidad Nacional
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Nota introductoria
En Colombia ha sido tanta la violencia y la sangre vertida que muchos han llegado a la aceptación de una tesis pseudocientífica sobre una supuesta criminalidad genética en la mayor parte de nuestros connacionales. El desconcierto nos ha llevado a desempolvar los tratados de biocriminalística para explicarnos, con ayuda de los genes, aquello que sólo puede explicarse como historia de la desigualdad y el abuso del poder. Al hablar de "criminales natos" en realidad estamos escondiendo las profundas fallas sociales que propician y encubren el crimen. Desde la colonia nos acostumbramos al Estado patrimonial, donde unos pocos tienen el usufructuó de prebendas amparadas en el poder estatal, mientras que a la gran mayoría se le aplican leyes casuísticas, que cambian constantemente de acuerdo con los intereses de la clase parasitaria. Un efecto similar se consigue dejando de aplicar la ley para favorecer los mismos intereses individuales, destruyendo así el principio de igualdad legal que es básica para mantener la hegemonía estatal en el uso de la fuerza. Cuando existe el desamparo legal tiende a procucirse la "vendetta" particular del ofendido, dando inicio a un círculo vicioso de retaliaciones que sólo puede ser detenido cuando el Estado asume el papel de arbitro con justicia para todos. El ciudadano del Estado-nacional moderno solamente existe cuando está amparado en el principio de la igualdad ante la ley.
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NOTA INTRODUCTORIA
Lo más grave del patrimonialismo en Colombia es que generalmente se ha utilizado para expropiar las tierras valorizadas por el trabajo del indígena o el campesino, por medio de títulos fraudulentos o fomentando la violencia. En gran medida, las guerras civiles del siglo pasado fueron guerras de expropiación en las cuales el botín de guerra de los vencedores eran las tierras de los vencidos. La Violencia (con mayúscula) de los años cincuenta se realizó casi exclusivamente en las regiones cafeteras, con ayuda de paramilitares (pájaros), buscando la expropiación de los pequeños caficultores y su migración a ia ciudades. Actualmente, la violencia de fin de siglo, con sus migraciones forzadas hacia los grandes centros urbanos, esconde principalmente las expropiaciones de tierras agrícolas para tornarlas ganaderas, o el control territorial de las regiones productoras de coca o amapola con el objetivo de adueñarse de la producción, el "gramage" o el tráfico. El Estado se debilitó a sí mismo al aceptar durante muchos años la violencia parainstitucional, pues el Leviatán descontrolado generó otras violencias, cada una con su propia autonomía, que, finalmente, inutilizaron el aparato, ya que ninguna de las fuerzas en conflicto lo acepta hoy como arbitro neutral. Fueron algunos investigadores, en principio, y luego un ente como la Conferencia Episcopal de Colombia quienes encendieron las alarmas acerca de la naturaleza y dimensiones del desplazamiento forzado. No se trataba ya de flujos episódicos, de fluctuaciones muy localizadas en tanto duraran los combates, sino de un movimiento de mayor amplitud y de mayor durabilidad que sólo podía equipararse (habida cuenta de las proporciones) con los que se habían producido en períodos anteriores de intensa y abierta confrontación armada, como la guerra de los Mil Días. Pero además de sus características protuberantes denotaban que, por parte de los actores armados, inducir, propiciar y forzar el despalzamiento es pieza de
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CAMILO DOMÍNGUEZ - FERNANDO CUBIDES
una estrategia de control territorial. Tras la brutalidad hay un cierto método, un cálculo de los efectos y de los dividendos y se hace imperativo entonces referirlo a ciertas constantes en la construcción del territorio de nuestras regiones como un espacio social. Los primeros recuentos estadísticos acerca de la ola más reciente del desplazamiento, presentados en una publicación de la Conferencia Episcopal en 1994 y editados como libro en 1995, además de los trabajos previos de Diego Pérez y de Flor Edilma Osorio, conmovieron por la magnitud y lo amplio de la cobertura regional del problema. A partir de allí nuevos estimativos mostraban el incremento sostenido de la cifra inicial (cercana al millón de personas) y una expansión regional también sostenida. De ahí que la formulación temática del presente Observatorio tenga un rango de generalidad y apunte a estas constantes, procurando abarcar en alguna medida la "larga duración" a la vez que regiones fisiográficas y geográficas en su sentido más amplio, pero sin escatimar la posibilidad de abordar lo más puntual y lo más inmediato. La representatividad de los "casos" puntuales puede discutirse, y eso está desde luego dentro de los presupuestos. A la vez, se ha ¡do construyendo un consenso acerca de la necesidad de una mirada amplia en el tiempo y en el espacio acerca de la regiones expulsoras netas de población y las regiones receptoras, el viejo tópico de las "dos colombias". Eso implica una mirada sobre el grado de integración social y regional del país, que de cuando en cuando llega a filtrarse en la retórica de los políticos más visionarios, y que es tomada aquí para comenzar a ofrecer lincamientos explicativos. El gigantesco problema de los desplazados y la reestructuración violenta del territorio nacional es de una gran complejidad. Sin embargo, necesitamos entenderlo a muy corto plazo ya que la solución no da espera y para obtenerla debemos sa-
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NOTA INTRODUCTORIA
ber cómo enfrentar un fenómeno tan complejo. Pero tal como lo demuestran los numeroso enfoques presentados en el Observatorio, son tantos los aspectos que se deben analizar que se requiere un verdadero ejército de investigadores para lograr acercarnos a un diagnóstico general válido. Lastimosamente, en nuestro país sobran ejércitos de numerosos tipos pero siempre falta el de investigadores. Camilo Domínguez Fernando Cubides CES - Universidad Nacional
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Problemas territoriales, migraciones internas y petróleo
Estructuración socio-espacial de la Amazonia colombiana, siglos XIX-XX Augusto Gómez Profesor asociado - IMANI Instituto Amazónico de Investigaciones
Presentación Dentro de la historia regional amazónica, uno de los fenómenos más importantes ha sido la creciente ocupación de su espacio desde la década de 1870, cuando se adelantó la explotación de las quinas silvestres en el piedemonte del Caquetá y Putumayo, a la que le siguió la del caucho, lo mismo que sostenidos procesos de colonización, especialmente en el piedemonte, que pronto dieron lugar a establecimientos, fundaciones y núcleos de población permanentes, que fueron adquiriendo la condición de centros político-administrativos regionales. La dramática disminución de la población nativa que se observa desde entonces, ha estado asociada, sin duda, con los patrones laborales coercitivos impuestos a la población aborigen durante los ciclos extractivos, lo mismo que por el contacto y el contagio de enfermedades y con las presiones territoriales ejercidas por las crecientes olas de inmigrantes que, a partir de esa época, ingresaron a la región. En el piedemonte del Caquetá surgieron asentamientos de colonos, lo mismo que fundaciones y pueblos a comienzos del siglo XX, cuando ya la población indígena prácticamente se había extinguido: el contacto y el contagio de enfermedades, lo mismo que la trata de esclavos
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ESTRUCTURACIÓN SOCIO-ESPACIAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA
nativos fueron, inicialmente, las causas de su extinción desde el siglo XVII. De todas maneras, es observable la disminución de la población amazónica aborigen, en su conjunto, al ritmo de los procesos de ocupación emprendidos desde finales del siglo XIX y a lo largo del siglo XX. En el Putumayo, y específicamente en el Sibundoy, más que la extinción misma de la población aborigen, es notorio el desplazamiento interno de familias indígenas al ritmo del avance de la ganadería vacuna, desde que las misiones capuchinas ingresaron en el Putumayo. Los documentos aluden a las quejas reiteradas de los indios por el avance de los ganados en detrimento de sus cultivos y, desde luego, de su territorialidad. El profesor Camilo Domínguez nos ha mostrado cómo la población amazónica colombiana creció ocho veces y media en cuarenta y siete años: pasó de 50.738 hectáreas en 1938 a 428.069 hectáreas en 1985. Este crecimiento puede atribuirse, en parte, al estímulo causado por las inversiones y por la apertura de nuevas vías de comunicación que dejó la guerra con el Perú, pero fundamentalmente debe atribuirse al descenso, desde el claustro andino, de un gran número de personas y de familias expulsadas durante el período de la llamada "violencia en Colombia", lo mismo que por el avance de la agricultura capitalista, especialmente en los valles del Tolima, Huila y Valle del Cauca, obligando a esas masas campesinas a buscar parcelas de recomposición en las áreas de colonización del Oriente durante las décadas de 1950 y 1960 (DOMÍNGUEZ, 1989; p.99). Los procesos de colonización y de surgimiento de centros de población, es decir, de creación de espacios permanentes, se ha concentrado esencialmente en el piedemonte del Putumayo y Caquetá: "La Amazonia Occidental muestra una mayor dinámica poblacional. Entre 1938 y 1985 creció diez veces, pasando de 36.602 habitantes a 369.593 habitantes; de ahí que concentra el 86.3% de toda la población amazónica"
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AUGUSTO GÓMEZ
(DOMÍNGUEZ, 1989; p.99). Según el censo de 1993, "la población del Caquetá (con una extensión de 88.965 km2) era de 311.464 habitantes, de los cuales 143.144 corresponden a las cabeceras municipales y 168.320 al sector rural" (SINCHI, 1998; p.3). En cuanto al Departamento del Putumayo, con una extensión de 24.885 km2, y según el censo de 1993, su "población era de 204.309 habitantes, de los cuales 70.718 correspondían a las cabeceras municipales, y 133.591 al sector rural" (SINCHI, 1998; p.4).
Además de la distribución no homogénea de la ocupación del espacio amazónico, debe establecerse que esa ocupación regional ha estado ligada a dos procesos estructuralmente diferenciados: de un lado a procesos económicos y sociales extractivos y del otro a procesos de colonización, es decir de construcción de espacios rurales y urbanos de carácter permanente. La comprensión de estos dos procesos cualitativamente diferenciados es central para el cabal conocimiento histórico de la región, lo mismo que para el entendimiento de los conflictos regionales. Consideraciones acerca de las características de la ocupación reciente de la Amazonia y los conflictos regionales En el curso de las últimas décadas la región amazónica ha sido considerada "ZONA ROJA", como se ha acostumbrado llamar, en lenguaje militar a las áreas caracterizadas por intensos conflictos, incluidos los enfrentamientos de tipo bélico. En efecto, la historia regional amazónica reciente se ha caracterizado por los recurrentes enfrentamientos del ejército con la guerrilla, y de la guerrilla con los narcotraficantes y grupos paramilitares, dentro de un espacio que alberga la mayor superficie sembrada de cultivos ¡lícitos en Colombia y a cuya siembra, recolección, procesamiento y comercialización se ha ve23
ESTRUCTURACIÓN SOCIO-ESPACIAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA
nido vinculando, a partir de los años setenta, una considerable población que, atraída por la bonanza o simplemente desplazada de otras áreas en conflicto, ha confluido en la región. Las llamadas "marchas de campesinos cocaleros del Guaviare, Caquetá y Putumayo" realizadas a mediados del año 1996, mostraron al país la intensidad y gravedad de uno de los conflictos sociales que agobian la región. Desde tiempo atrás, la Amazonia arrastra otros conflictos sociales igual de graves, que secularmente enfrentan a indígenas con colonos y a colonos con grandes y medianos especuladores de tierra, dentro de un contexto en el cual el Estado, en el mejor de los casos, expide leyes y normas que no tienen efecto alguno sobre la realidad regional, sencillamente porque allí son otras las fuerzas que ejercen el control social. Pero, ¿cómo hemos llegado a hacer de la Amazonia el principal productor de coca, y el escenario principal de la guerra o de las guerras que hoy vive Colombia?... el problema no es la geografía amazónica: el problema fundamental es el tipo de sociedad que hemos venido construyendo en esa región, a la cual secularmente hemos convertido en tierra de los desterrados. Ya a finales del siglo XVIII confluían allí esclavos huidos de las minas y haciendas del Cauca, que dieron lugar, por entonces, a los establecimientos de Cascabel y Cascabelito (véase Palenques: A.G.N.; Sección Colecciones; Colección Bernardo J. Caicedo; volumen único; caja No. 23; folios 1-91; años: 1 7951803; Documento No. 3, "Misiones"). En el transcurso del siglo XIX, las guerras civiles expulsaron allí a muchos de quienes huían de las derrotas y de la persecución política. El caso de José María Obando ha sido el más conocido, pero fueron muchos los individuos que, huyendo de las retaliaciones políticas, encontraron en las selvas orientales un lugar de refugio. El caso de los hermanos Gutiérrez, quienes
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AUGUSTO GÓMEZ
crearon los establecimientos de La Perdiz (base de la posterior fundación de Florencia) y Tres Esquinas, constituye otro ejemplo de lo que debió ser un fenómeno más frecuente. A finales del siglo XIX, un número indeterminado de familias indígenas del Alto Ñapo tuvieron que internarse en el Putumayo, cuando los jesuítas quemaron sus viviendas para obligarlos a poblar en el lugar donde éstos fundaron sus misiones. Desde la década de 1920, las presiones que sufrieron y sufren los indígenas y campesinos de Nariño por sus tierras de resguardo y sus minifundios,, lanzó y sigue lanzando a muchos de ellos hacia el Putumayo. A comienzos del siglo XX, la expulsión de los indígenas de sus tierras del Caguán y Caguancito, cerca de Neiva, , los obligó a buscar nuevas tierras en el piedemonte, lugar que hoy se conoce, precisamente, como El Caguán. También ios desplazamientos promovidos por el mismo Estado, como el de Yaguará, Caquetá, realizado mediante el traslado de varias familias indígenas desde el resguardo de Ortega, Tolima, por parte del ejército en su acción contrainsurgente durante la violencia de los años cincuenta, han contribuido deliberadamente a configurar la región amazónica como espacio de los desplazados (citado por: FAJARDO, Darío en su obra Espacio y Sociedad, 1993; pp. 245-246). La persecución sistemática de las Fuerzas Armadas a los campesinos del Sumapaz durante los años cincuenta (Pandi, Icononzo, Carmen de Apicalá y Cabrera), que más tarde darían fundación a las FARC, desplazados y refugiados en El Pato, San Vicente del Caguán, Puerto Rico y Guacamayas (VALENCIA, 1998; pp. 134,135) es otro de los ejemplos de la historia regional reciente que caracteriza las condiciones en las cuales han confluido allí los "forasteros", que poco a poco fueron dando lugar a nuevos establecimientos temporales y/o permanentes.
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ESTRUCTURACIÓN SOCIO-ESPACIAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA
Éstos y otros muchos ejemplos, como el desplazamiento hacia el Caquetá y Putumayo de gran parte de los miembros del M-19 por el año 1979, después del robo de las armas del Cantón Norte, advierten la condición de perseguidos, de desplazados, de una apreciable porción de individuos, familias y grupos humanos que han confluido en la Amazonia, convirtiéndola en tierra de los desterrados. No ha sido, entonces, la geografía amazónica, "la selva devoradora de gentes", como literariamente lo expresara el autor de La Vorágine, sino las circunstancias políticas y sociales bajo las cuales se ha condenado y obligado a desplazarse a un significativo número de familias y grupos humanos hacia la Amazonia, lo que históricamente la ha convertido en el lugar de los despojados, de los desplazados, de los indeseados, en "ZONA ROJA", en una región de intensos conflictos. Ese "lugar", que hoy sigue manteniendo la Amazonia dentro del contexto geopolítico colombiano, como espacio de los perseguidos y de los condenados, ha sido también el resultado de políticas carcelarias estatales... el Estado mismo eligió la Amazonia como espacio de confinamiento, como el lugar óptimo para la reclusión de personas consideradas, social o políticamente peligrosas, y creó allí sus colonias penales. Desde finales del siglo XIX se pensó en los territorios orientales para la fundación de colonias penales y agrícolas. El padre José de Calazans Vela, sugirió de manera específica, la creación de dos colonias, una en San Pedro de Arimena y otra sobre el Ariari (CALAZANS, José de, 1988, Dos viajes por la Orinoquia colombiana.1889-1988. Ediciones Fondo Cultural Cafetero. pp.177-178). A comienzos del siglo XX (en el año 1906), Villavicencio fue escogida como capital de la Intendencia Nacional del Meta, por Decreto 290 del 8 de marzo, unidad político-administrativa "creada por el general Reyes como territorio sometido a un "régimen militar especial", dependiente del 26
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Ministerio de Guerra, con ciertos fines de previsión política y de escarmiento para los desafectos con la dictadura" (MOLANO, Alfredo; 1988, Dos viajes por la Orinoquia colombiana.18891988. Ediciones Fondo Cultural Cafetero, p. 186). El mismo general Reyes convertiría a Orocué en la prisión de sus enemigos políticos, y allí fue recluido el mismo Miguel Abadía Méndez, quien más tarde fuera presidente (LEMAITRE, Eduardo, 1981, Rafael Reyes. Biografía de un Gran Colombiano. Banco de la República. Bogotá). En el año 1910 se creó la "Colonia Penal de San Martín"; con ella el Gobierno esperaba "dar muerte a la vagancia, a los disturbios políticos y a nuestras frecuentes guerras civiles" (véase Colonia Penal: "Dato verídico e imparcial rendido al Gobierno para la creación de la Colonia Penal de San Martín". Año 1910. Archivo General de La Nación, Sección República, Fondo: Ministerio de Gobierno, Sección Primera, tomo 645, folios: 425,427). En el año 1919 se creó una colonia penal en el "varadero de la Tagua" con el fin de recluir allí a los penados del departamento del Huila y en 1922 se fundó la colonia penal de Caucayá buscando también, con ello, "hacer presencia en la frontera" con el Perú (véase MONTOYA, 1919; A.G.N. Sec. Rep. Fondo: Mingobierno; Sec. Primera, tomo 842, folios 122-153 y MORA, 1922, A.G.N. Fondo Mingobierno, Sec. Primera; tomo 887, folios 100-118, respectivamente). En 1923 se proyectó la creación de la colonia penal de Puerto Asís y en 1930 fray Fidel de Montclar propuso la creación de la colonia penal y agrícola de La Tagua para confinar allí a "perniciosos y penados de otros lugares": en el artículo 3 que dio creación a dicha colonia se determinó enviar allí a "todos los reos condenados a más de dos años de reclusión o presidio por los tribunales y juzgados de los departamentos del Valle, Caldas, Cauca y Nariño, y los individuos de ambos sexos que por resolución de los Jefes de policía municipales o departamentales, debidamente aprobadas por sus superiores, fueren declarados vagos y perniciosos" (véase MORA, 27
ESTRUCTURACIÓN SOCIO-ESPACIAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA
1923; A.G.N. Sec. República, Fondo Mingobierno, Sec. Primera, tomo 922, folios 34-39 y PINELL, 1930; Mingobierno, tomo 992, folios 158-160, respectivamente). Algunas de estas colonias penales funcionaron por algún tiempo, pues pronto sobrevino el conflicto colombo-peruano y los escasos recursos para su sostenimiento debieron ser destinados para la guerra. No obstante, concluido el conflicto limítrofe se emprendió la tarea de crear de una de las más temidas, la colonia penal de Araracuara. De todas maneras, establecimientos militares como La Tagua siguieron teniendo el papel, a veces subrepticiamente, de lugar de reclusión. En la década de los años 30, en un ambiente caracterizado por las tensiones políticas bipartidistas y por conflictos agrarios y urbanos, las reformas políticas y sociales no se hicieron esperar: concluyó la "hegemonía conservadora", se aprobó la "reforma constitucional" (de 1936), se introdujeron reformas laborales y se establecieron cambios en cuanto a la posesión, propiedad y usufructo de la tierra mediante la expedición de la ley 200 de 1936. Con estas reformas se intentó frenar los conflictos sociales y políticos por entonces existentes y "...fueron los gobiernos liberales a partir de aquí los que más legislación punitiva desarrollaron en corto tiempo y, específicamente, sobre las colonias penales. Fue precisamente el gobierno de López Pumarejo el que dio existencia legal a la colonia penal y agrícola en el Amazonas, bajo el nombre de Nocaimaní, por medio del decreto 2329 de 1935" (USECHE, Mariano; 1993. "El Concepto de Amazonia y la Colonia Penal de Araracuara", p. 87, en: Pasado y presente del Amazonas: su historia económica y social. Departamento de Antropología, Universidad de los Andes). Esta colonia penal funcionó desde el año 1938 hasta 1971, y en ella purgaron sus penas cientos de colombianos acusados de los más diversos delitos y, virtualmente, perseguidos políticos. Debe destacarse que esta reiterada actitud del Estado de
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crear centros de reclusión en la Amazonia, terminó por asociar la región con la delincuencia, como un espacio de condena, imagen que aún persiste en la conciencia de ciertas generaciones de colombianos. Economía extractiva y estructuración socio-espacial de la Amazonia Una buena parte de los problemas de estructuración socioespacial amazónica también está íntimamente asociada con imágenes negativas que hemos interiorizado acerca del espacio amazónico, como tierra inhóspita... una considerable porción de quienes descienden allí, no tiene entre sus planes establecerse de manera permanente en la región, aun viéndose obligados a estar en ella por muchos años... gran parte de este tipo de "pobladores" siempre está de paso, siempre abriga la esperanza de hacer fortuna y retornar a su región de origen, al interior del país, o a otros países... entre sus expectativas no está crecer allí, hacer familia y prosperar junto a ella... Esta situación, que ha caracterizado dramáticamente la historia de la ocupación amazónica en los últimos dos siglos, está tipificada, si se quiere, por lo que Richard Collier expresaba acerca del mismo Julio César Arana, quien hizo su fortuna y vivió gran parte de su vida en la selva amazónica, la que "de principio a fin odió". De hecho, la historia de la "ocupación" (pues en este contexto no puede hablarse propiamente de poblamiento) de la Amazonia colombiana de los dos últimos siglos ha estado marcada por el ingreso de individuos (especialmente de hombres, lo cual también ha sido decisivo, y a veces conflictivo, en cuanto a la configuración social regional) ligados a actividades extractivas, a momentos o ciclos de efímera prosperidad, que podemos resumir en las llamadas "bonanzas" quineras, caucheras, de las pieles, las maderas, el petróleo (Orito-Putumayo), del 29
ESTRUCTURACIÓN SOCIO-ESPACIAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA
oro (Taraira) y, actualmente, de la coca... Acabada la bonanza, la efímera prosperidad, una gran porción de esos individuos abandona la región. Debe insistirse en este fenómeno histórico regional, pues en asocio con imágenes negativas fomentadas acerca de la región amazónica se tiene la convicción de que allí la vida humana, la vida social permanente, no es posible, de tal forma que los grandes crecimientos demográficos regionales que históricamente han acompañado a esos momentos de bonanza, tan sólo son un espejismo, pues con la aparición de los primeros signos de crisis esos habitantes, generalmente de vida trashumante, que no arraigan ni construyen infraestructura permanente, migran hacia otras regiones en busca de mejor suerte. Este comportamiento, que ha caracterizado buena parte de las corrientes de inmigrantes en la Amazonia desde las últimas décadas del siglo pasado, está también asociado con el reiterado patrón extractivo que ha caracterizado secularmente la economía regional amazónica. Se trata, en lo fundamental, de la explotación de los recursos naturales regionales (minerales, animales y vegetales) silvestres o cultivados, que en diferentes momentos históricos han adquirido fuerte demanda en los mercados internacionales, alcanzando en ocasiones fabulosos precios, pero con la característica fundamental de que los beneficios obtenidos de la explotación, transporte y comercialización de esas riquezas, "no se materializan en la región misma" y, por el contrario, fluyen a otras regiones y a otros países (véase al respecto DOMÍNGUEZ, GÓMEZ, 1990). Ese patrón, el del extractivismo, constituye la constante histórica económica regional de los últimos siglos, y hasta el presente, y explica en el largo plazo la pobreza y la miseria de sus habitantes, tanto indígenas como mestizos... Más aún: ha sido ese patrón de la economía extractiva el que ha empobrecido la región hasta el punto de que la principal riqueza existente en 30
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ésta, su gente, ha sido también traficada, vendida y trasladada a otras regiones y a otros países, como fuerza de trabajo esclava. Entonces no ha sido el supuesto aislamiento de la región amazónica lo que la ha mantenido en la pobreza, ni mucho menos que por este supuesto aislamiento sus recursos no hayan sido explotados. De hecho, desde el mismo siglo XVI se ha extraído de allí, del Putumayo, oro, de donde desde entonces no ha dejado de extraerse. La fiebre del oro volvió a reactivarse en años recientes con motivo del descubrimiento de los yacimientos aluviales de Taraira, y en épocas pasadas se obtuvo también de Curiplaya o "Playa del Oro". El intercambio y el comercio de las pieles de animales tiene una larga historia (desde el período prehispánico) y, en el contexto de la economía de mercado, dicho comercio fue más intenso durante las décadas de los años cincuenta y sesenta del presente siglo, cuando estuvo de moda entre las damas de Europa y de los Estados Unidos llevar literalmente un tigre o jaguar en sus hombros, o cuando el calzado italiano cobró gran fama internacional, lo mismo que las carteras de cuero y otros muchos elementos en que resultaban convertidas las pieles de animales amazónicos. Los casos de la quina, del caucho, de las maderas, de la fauna viva (peces, mariposas, serpientes, loros, guacamayas, tucanes, pájaros de todas las especies, etc.), del petróleo y ahora la coca, hacen parte de la extensa lista de productos que, históricamente, han sido objeto de extracción y de comercialización, procedentes de la selva amazónica colombiana, sin que esa riqueza efectivamente se haya traducido en bienestar para sus habitantes. Ha sido esa economía extractiva el patrón dominante con base en el cual se ha hecho la explotación de los recursos regionales, y ese mismo patrón es el que impera hoy en el cultivo, recolección, transporte y comercialización de la base de coca y de la cocaína. En este orden de ¡deas, y más allá del carácter ¡lícito de esta actividad, es decir, en términos estrictamente eco31
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nómicos, lo que queda en la Amazonia es exiguo, de tal manera que los grandes beneficios económicos que por este concepto se generan, no se fijan, no se materializan en la región misma, pero su producción sí genera ostensibles transformaciones socio-espaciales y, por supuesto, dramáticos impactos y conflictos sociales, además del drástico daño ambiental. Las acciones represivas ejercidas por la Policía en los últimos años contra los cultivadores y los cultivos de coca en el piedemonte amazónico, incluidas, claro está, las fumigaciones con gl¡fosato, han generado un desplazamiento progresivo de los cultivos hacia las partes más orientales de la selva, alejándose cada vez más del piedemonte. Este hecho tiene varias implicaciones de carácter medioambiental, siendo una de ellas la devastación acelerada de la selva con el fin de establecer cultivos de coca en nuevas áreas, donde aún no se realizan las fumigaciones. De otro lado, el desplazamiento de dichos cultivos hacia el Oriente significa la utilización de suelos considerablemente mucho más frágiles y pobres que los del piedemonte, (en especial cuando tocan los suelos arenosos que han sido producto del aplanamiento del Escudo de las Guayanas, como casi todos los suelos del Vaupés, sur del Guaviare y oriente del Caquetá), suelos con una productividad comparativamente mucho más baja, lo cual podría estimular la destrucción de áreas más amplias, como virtualmente parece estar ocurriendo. De tal manera que, de persistir la demanda internacional y los precios favorables, y de persirtir la política de fumigación de los cultivos, el impacto de los venenos se extendería cada vez más hacia el interior de la selva. Como quiera que sea, quedarán las consecuencias del más diverso orden, entre ellas las de los venenos fumigados. De todas maneras, y desde un punto de vista histórico regional, la bonanza de la coca constituye otro de los ciclos extractivos que no sembrará riqueza en la región, sino, por el contrario, entra32
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remos al siglo XXI intentando vislumbrar las consecuencias dejadas por dicha bonanza, entre las cuales vale la pena llamar también la atención sobre las nuevas enfermedades y epidemias que por ahora no tienen identificación clínica, porque pasivamente hemos permitido el envenenamiento de nuestros territorios. También, y como parte de los efectos del ciclo de la coca, es previsible el surgimiento de nuevas enfermedades, porque allí donde han confluido miembros de grupos humanos tan diversos, habitando en condiciones de extrema miseria, con hambre, sin las mínimas condiciones sanitarias, en medio de ambientes cantineros y de prostitución, además de las fumigaciones, es factible prever graves patologías... Por lo pronto, la leishmaniasis, la hepatitis "B" y el sida son enfermedades en aumento en nuestra Amazonia, aunque dichas enfermedades no sean hoy las principales causas de la morbilidad y mortalidad en la región, como sí lo siguen siendo las enfermedades respiratorias como la tuberculosis, las enfermedades diarreicas, de la piel diferentes a la leishmaniasis y muchas otras enfermedades asociadas fundamentalmente con el hambre y con la falta de infraestructura sanitaria (véase al respecto GÓMEZ, SOTOMAYOR, LESMES, 1998). La c o n s t r u c c i ó n d e espacios p e r m a n e n t e s : colonización-urbanización Además de los conflictos territoriales y sociales inherentes a la producción y comercialización de la coca, la Amazonia colombiana viene arrastrando otros conflictos ya seculares, relacionados con la posesión, uso y propiedad de la tierra. Estos conflictos tienen su origen desde el siglo XIX, cuando el Estado adelantó la concesión de extensos terrenos, los cuales, bajo la figuras jurídicas de "Baldíos" y de "Bosques Nacionales", fueron objeto de explotación, especialmente para la extracción de quinas y gomas silvestres. Más tarde, en el curso del siglo XX, 33
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con el progresivo proceso de colonización, surgieron posesiones de hecho, en su mayoría carentes de títulos notariales y registros, lo cual sirvió a los "geófagos" o "comedores de tierra', a los especuladores fundíanos para apropiarse de terrenos valorizados por las mejoras ya realizadas por colonos, repitiéndose allí lo que comúnmente ocurre en las fronteras de colonización: la expulsión reiterada de los primeros ocupantes que han incorporado valor a la tierra, surgiendo, en consecuencia, fuertes conflictos pues, como ya lo sabemos, toda frontera de colonización es espacio de conflictos y de violencia. En el curso de las últimas décadas, con la creación legal de resguardos y reservas indígenas (recuérdese que durante el gobierno de Virgilio Barco, mediante resolución No. 030 del 6 de abril de 1988, expedida por la Junta Directiva del INCORA, se hizo entrega a los indios del resguardo del Predio Putumayo, "con una extensión de 5.230.000 hectáreas", en favor de los indígenas huitoto, bora, ocaina, etc. (véase República de Colombia, 1988), con la creación legal de Parques Naturales Nacionales (como el parque natural nacional de Chiribiquete, con una extensión de 1.280.000 ha, el parque nacional más grande del país, y el Parque de Amacayacu) con reservas forestales, "...con la creación de reservas campesinas destinadas a la dotación de tierras a campesinos y colonos a partir de los baldíos nacionales" y con la creación de nuevos municipios cuyo nacimiento como tales "...ha obedecido históricamente a consideraciones de tipo político-burocráticas" (como Carurú, Pacoa, Taraira, Miraflores y Cumaribo" éste y otros aspectos afines han sido planteados por FRANCO, Fernando en su texto Municipio Amazónico: un modelo sin armar, 1997; pp. 1,6,7,9), "sin posibilidades reales de sobrevivencia", y creados sobre grandes extensiones territoriales, todo esto, ligado con la informalidad jurídica del uso y propiedad de la tierra fomentada por los cultivos ¡lícitos (FRANCO, 1997; pp. 9,10). Todo esto hace que hoy en la Amazonia el uso y propiedad de la tierra sean factores de conflicto y de violencia cotidianos. 34
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En síntesis, la frecuente superposición de territorialidades entre las jurisdicciones municipales, parques nacionales, reservas forestales, reservas y resguardos indígenas, etc., es y será motivo de intensas disputas, sumadas a las que surgirán en el inmediato futuro con las concesiones que el Estado ha hecho y hará a empresas petroleras para la exploración y explotación de hidrocarburos y virtualmente de otros recursos mineros. Por último, es necesario destacar que, dentro del contexto histórico regional amazónico del siglo XX, uno de los hechos más significativos es el proceso de urbanización de la selva, ligado al surgimiento de una sociedad mestiza de profunda raigambre amazónica, fenómeno social que ya advirtiera en años pasados el investigador Darío Fajardo ("Territorialidad y Estado en la Amazonia colombiana", pp. 249,250; en Espacio y Sociedad, 1993). Apenas iniciándose el presente siglo, fueron surgiendo establecimientos de carácter permanente en el piedemonte amazónico cuyos fundadores o pioneros se habían ¡do desprendiendo de los Andes. Oriundos de Nariño, del Cauca, del Huila y del Tolima y desplazados por otras violencias (la guerra de los Mil Días, por ejemplo), fueron animando la vida regional sobre la base del cultivo, de la ganadería y del comercio, dando lugar a aldeas y pueblos que poco a poco tuvieron su fundación formal, como Florencia en 1912, Puerto Asís, también en 1912, lo mismo que Puerto Rico y San Vicente del Caguán (véase DOMÍNGUEZ, GÓMEZ, 1994; pp.231237). Años más tarde, pasado el conflicto colombo-peruano y después, durante el período llamado de "La violencia", otros individuos y familias contribuyeron a fomentar las poblaciones originales e incluso fueron la base para el surgimiento de nuevas poblaciones. Dentro del contexto de la Segunda Guerra Mundial, surgieron otras fundaciones o sencillamente algunas de ellas se fueron consolidando, como Mitú, Calamar y San José del Guaviare.
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ESTRUCTURACIÓN SOCIO-ESPACIAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA
Han transcurrido casi cien años desde que este importante proceso de conformación de establecimientos permanentes se iniciara allí en la selva, y hoy esas poblaciones, junto con Leticia, Puerto Leguízamo y Mocoa de vieja fundación [dei siglo XVI] constituyen un anillo a partir del cual se ha venido realizando, y sin duda se seguirá realizando, el proceso de incorporación permanente de la selva. En este orden de ¡deas, el futuro mismo de la selva dependerá fundamentalmente de las condiciones de vida que padezcan o disfruten estas poblaciones, es decir, de la inversión social que se haga en favor de estos núcleos de población. Recuérdese que la miseria sólo crea más miseria, de tal manera que la consolidación de esas poblaciones mediante la creación de empleo productivo, y mediante inversiones en salud, educación, recreación, etc., prometerán una relación más armónica de esa población típicamente amazónica con su entorno. Se trata de una población fuertemente arraigada en la región, e incluso nacida allí hace dos o tres generaciones, orgánicamente integrada a la selva, cuya reproducción económica ha sido posible gracias a la agricultura, a la cría de animales, al transporte fluvial, al comercio en poblaciones ribereñas, etc. En síntesis, desde la segunda mitad del siglo XIX se han venido produciendo apreciables movimientos de población hacia la región amazónica colombiana, tanto por la atracción generada por las bonanzas económicas de ciertos productos, como por el extrañamiento de individuos y familias desde el claustro andino. El Estado también ha contribuido con sus políticas de traslados masivos de grupos humanos, lo mismo que con sus políticas carcelarias y de confinamiento a ia construcción de una región, hoy caracterizada por la existencia de grupos insurgentes y cultivos ¡lícitos, a lo que se suman otras problemáticas sociales como la precariedad, inestabilidad y miseria de los establecimientos humanos vinculados a la producción de la coca
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y a la extracción del oro, lo mismo que la pobreza y hacinamiento en los centros urbanos. Todo esto dentro de un contexto de presiones internacionales, de acciones paramilitares, de ajustes de cuentas, de justicia privada, de conflictos étnicos y territoriales. Hoy continúan llegando allí aventureros, buscadores de fortuna, lo mismo que los despojados, los perseguidos y los desplazados por otras violencias, por otra de las guerras civiles no declaradas, que, como las del siglo pasado o la de las décadas de los años cuarenta y cincuenta, ha tenido por finalidad desterrar de las áreas rurales económicamente activas (y hoy también de las áreas urbanas), en acelerado proceso de valorización, a indígenas y campesinos, sobre cuyas tierras continúa el proceso de expansión de empresas agrícolas, de haciendas y plantaciones.
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Petróleo y reordenamiento territorial en la Orinoquia y la Amazonia Camilo Domínguez CES - Universidad Nacional
R e o r d e n a m i e n t o en el P u t u m a y o Debido a las gigantescas ganancias que produce y a las enormes transformaciones que ocurren sobre las regiones en donde actúa, el petróleo tiene efectos explosivos sobre una sociedad y su espacio. En regiones como la Orinoquia y la Amazonia, en donde hay muy bajas densidades demográficas y la presencia del Estado es prácticamente simbólica, las compañías petroleras se convierten en el factor determinante en los procesos de ordenamiento espacial. Directa o indirectamente destruyen grandes superficies y las vuelven a recrear para adecuarlas a sus demandas; igualmente, destruyen, reubican y, especialmente, crean nuevas comunidades que se convierten en sus fuentes de labor y de servicios. La dependencia económica de esas comunidades se vuelve tan asfixiante que las compañías petroleras se convierten en la verdadera ley1. En la década de los 50, cuando se inician las prospecciones petroleras en la intendencia del Putumayo, ese territorio amazónico sólo tenía el antiguo carreteable, construido entre los años de 1934 a 1954, que llegaba de Pasto a Puerto Asís pasanVéase al respecto: DOMÍNGUEZ, Camilo. 1969. Puerto Asís, Putumayo. Migración, urbanización y conflicto. Monografía de grado, Dpto. de Sociología, Universidad Nacional. KIMERLING, Judith. 1993. Crudo amazónico. Abya-Yala, Quito. GÓMEZ, Nelson et al. 1992. Tempestad en la Amazonia ecuatoriana. CIESA, Quito.
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do por Mocoa. Según el censo de 1 951, en toda la intendencia había una población de 28.105 habitantes2 -con una densidad un poco mayor de 1 hab/km 2 - concentrados en su mayoría a lo largo de la vieja carretera y de los ríos navegables cercanos a ella 3 . Entre los años de 1952 y 1956, cuando se completó la carretera de Pasto a Puerto Asís, el número de fincas en la zona aumentó de 5.388 a 17.911, siendo el período de mayor crecimiento porcentual en los asentamientos agrarios4. A finales de los años 50, el Putumayo comienza a recibir una ola creciente de migrantes provenientes del interior. Inicialmente campesinos expulsados por la violencia y por la tecnificación del campo y, luego, colombianos de todas las categorías y estratos atraídos por la posibilidad de conseguir trabajo bien remunerado en las petroleras y como negociantes y especuladores urbanos y rurales. Visto en retrospectiva resulta imposible sopesar la intervención de los factores que expelieron o impelieron esas migraciones; más aún cuando ellos se combinaban en forma de expulsión-atracción 5 . A partir de 1964, cuando se inician las explotaciones definitivas en los campos de Orito y El Temblón (La Hormiga), se da un nuevo impulso a las migraciones. Debido a que los pozos requieren de vías de comunicación, tanto para entrar la maquinaria como para el mantenimiento de las bombas y los oleoductos que llevan el petróleo a los tanques de almacenamiento,
1
DAÑE. Censo de 1951. Bogotá. 1952. ' Véanse al respecto: BRUCHER, Wolfgan. 1974. La colonización de la selva pluvial en el piedemonte amazónico de Colombia: el territorio comprendido entre el río Ariariy el Ecuador. IGAC, Bogotá. CRIST, Raymond; NISSLY, Charles. 1974. Eastfrom the Andes. University of Florida. Social Sciences Monograph, number 50. 1 WESCHE, Rolf. 1980. Receñí Oil Production, Export and Transpon in Columbia and Ecuador. Inédito. ' Al intentar aplicar Las leyes de la migración de E. G. Ravenstein o Las teorías sobre la migración de Everett Lee, encontramos fuertes inconsistencias entre la teoría y la realidad.
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esas carreteras estimularon nuevas corrientes de colonos que buscaban tierras para incorporarse o reincorporarse a la producción campesina6. Muy pronto la pequeña ciudad de Puerto Asís, que fue el núcleo primario de mercado para los colonos, quedó muy lejos, alcanzándose el límite de rentabilidad 7 . Para restablecer el equilibrio entre producción, circulación y consumo, los mismos colonos y los comerciantes se encargaron de impulsar la colonización urbana8, creando nuevos pueblos al occidente del río Putumayo, como Orito, La Hormiga y San Miguel, ampliando la malla económica y demográfica regional e introduciéndose en la economía mundo 9 . Esa colonización, vinculada totalmente al mercado, estructura un espacio continuo rural-urbano, buscando reducir al máximo la distancia entre el productor y el consumidor, minimizando así los costos del transporte. Por la misma razón no deja vacíos dentro de la malla, convirtiendo el total de la tierra en mercancía. Los espacios sin "dueño" (como los parques nacionales) o en poder de comunidades sin vínculo con el mercado (como los resguardos o reservas) aumentan la distancia al mercado o dificultan las comunicaciones; por eso, son un blanco permanente de la hostilidad por parte de los colonos rurales o urbanos. En mayo de 1969, cuando se completó el oleoducto de 282 km entre Orito y Tumaco, con capacidad para transportar hasta 100 mil barriles de crudo al día, se inició también el pago de las regalías petroleras a los municipios y a la región, las cuales produjeron cambios profundos en el ordenamiento socio-espa-
5
BRUCHER, W. Op. cit, pp. 160-170.
7
Este concepto fue desarrollado por GUHL, Ernesto. Colombia: bosquejo de su geografía tropical. Colcultura, Bogotá, 1975. 8 Forma concentrada de colonización, aplicando trabajo y capital en espacios aún no valorizados para crear nuevas estructuras urbanas. 9 Cuando la colonización sale de la subsistencia se articula a los mercados planetarios recibiendo mercancías de todos los continentes. El concepto es de Immanuel Wallerstein.
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cial del Putumayo. Los nuevos centros de poblamiento crecieron rápidamente y los políticos locales buscaron la autonomía con el objetivo de usufructuar las regalías de los pozos ubicados en su localidad. Por lo tanto, el municipio de Puerto Asís se fragmentó en cuatro, surgiendo los nuevos municipios de Orito, Valle del Guamuez (La Hormiga) y San Miguel. En la práctica Puerto Asís dejó de ser petrolero y se convirtió en un centro de servicios. En lo regional las regalías departamentales se concentran en Mocoa, la capital. Después de cuatro siglos de vegetar tuvo la fuerza económica para convertirse en ciudad y liderar una jerarquización urbana bajo su predominio en todo el departamento. Tal predominio se consolidó en los años 80 con la terminación de la carretera Mocoa-Pitalito, que permitió su acceso privilegiado a la región Andina y a la costa Atlántica.
R e o r d e n a m i e n t o e n A r a u c a , Casanare y M e t a Las explotaciones petroleras en los tres departamentos del piedemonte orinoquense cuyas capitales se encuentran sobre la planicie oriental 10 , han sufrido un proceso de reordenamiento territorial que guarda mucha semejanza con el caso del Putumayo. Sin embargo, presentan diferencias de tiempo y espacio que resultan muy valiosas de analizar para comprender las tendencias de su ordenamiento. Aunque el piedemonte orinoquense ha sido una de las regiones con más antiguo poblamiento en Colombia, ha tenido una historia trágica que le ha producido tres grandes catástrofes demográficas: primero, la conquista alemana y española que arra-
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El departamento de Cundinamarca es parcialmente orinoquense y está iniciando explotaciones petroleras en el piedemonte. Su capital, Bogotá, se encuentra fuera de la cuenca del Orinoco.
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só con la mayor parte de la población indígena; segundo, las guerras de independencia que arrasaron los pueblos coloniales, y; tercero, la violencia en el Llano -1948 a 1953- que arrasó con los pueblos republicanos11. Sólo a partir de los años 60 se inició un crecimiento poblacional continuo que, luego se aceleró extraordinariamente con los descubrimientos petroleros. La Orinoquia ha sido una de las válvulas más utilizadas para movilizar a los desplazados por ia violencia del interior del país y a los excedentes de población generados por la explosión demográfica que se produjo entre los años 50 y 60, cuando alcanzó el 3.2%, llegando a ser la tasa más elevada del mundo12. La mayor parte de tales desplazados llegó a las ciudades y pueblos, pero una parte importante buscó la ubicación rural a lo largo del piedemonte y a orillas de los grandes ríos navegables. Esa colonización fue en su mayor parte espontánea, aunque hubo algunos intentos de realizar colonización dirigida en la zona del Ariari (Avichure, Canaguaro y Charco de Indio) por parte de la Caja Agraria en 1955, pero con resultados muy pobres, y por ei Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, INCORA, en Arauca, Casanare y Meta, entre 1964 y 1980, con resultados igualmente minúsculos. En Arauca se hicieron algunas parcelaciones en Arauquita, Tame, Saravena y Fortul; en Casanare se entregaron algunas tierras en Aguazul, La Salina y Sácama, y; en el Meta se continuó la pacelación del Ariari-Guejar que había iniciado la Caja Agraria13. El lento y burocrático accionar de los organismos oficiales resultaba patético ante el flujo de los sin tierra que, oleada tras oleada, ocupó y sigue ocupando cualquier espacio que les permita sobrevivir y, si es
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12
Véase DOMÍNGUEZ, Camilo. 1994. "Procesos y conflictos en la estructuración territorial de Casanare " Cuadernos de Geografía, Universidad Nacional, vol 5, n° 1, pp. 99-112. BRUCHER. Op. cit, p. 43.
" INCORA-IICA. 1974. La colonización en Colombia, una evaluación del proceso. Bogotá, vol 1.
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posible, lograr un mínimo de bienestar. La colonización más que recomposición campesina busca la recomposición humana de aquellos que lo han perdido todo o nunca han tenido nada. Excepto Villavicencio y las regiones cercanas, conectadas por carretera con Bogotá desde 1936, las otras regiones tuvieron una lenta transformación hasta los años ochenta, cuando el descubrimiento de ricos yacimientos petrolíferos produjo rápidos cambios demográficos y económicos, unidos a la multiplicación de carreteras que vincularon las regiones entre sí y con el resto del país. * Las explotaciones petroleras comienzan en los años 50 en Arauca, con el descubrimiento de pozos muy pequeños en Puerto Rondón y Tame, y en los años 70 con los pozos de Castilla y Chichimene en el Meta, con resultados igualmente pequeños que sólo tuvieron impactos mínimos sobre la estructura regional14. Pero a partir del 7 de diciembre de 1985, cuando se inicia la producción del campo Caño Limón en Arauca, la situación cambia dramáticamente. Luego de ese pozo gigante, que produjo 193 mil barriles diarios entre 1986 y 199615, aparecen los yacimientos de La Yuca y Matanegra (Arauca), Cusiana y Cupiagua (Casanare) y la intensificación extractora sobre los campos de Castilla y Apiay (Meta). Desde 1986 el piedemonte orinoquense empieza a generar la mayor parte de los petrodólares colombianos y, por lo tanto, a recibir un buen porcentaje de ellos por concepto de regalías municipales, departamentales y del Corpes-Orinoquia. En el caso de Arauca el efecto resultó explosivo: el departamento, que tenía un presupuesto de un millón de dólares en 1985, pasó a recibir cien millones de dólares en 1991. Tal cambio
" AGUILAR, Orlando et. al. 1988. «Petróleo y desarrollo». Colombia Orinoco. Fondo FENColombia, pp. 289-301. 15
AGUILAR, O. et al. Op. Cit., p. 293.
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produjo enormes recursos para realizar obras necesarias en infraestructura y servicios, pero también gran derroche y corrupción. Igualmente, el departamento se convirtió en la meta de migraciones masivas que hicieron crecer geométricamente las necesidades en servicios, reduciendo así los beneficios petroleros16. Algo semejante está ocurriendo en Casanare, que desde hace poco es el mayor departamento petrolero de Colombia tras los descubrimientos de los campos de Cusiana y Cupiagua. Allí los migrantes se han concentrado especialmente en las ciudades ubicadas a lo largo del piedemonte. El caso más llamativo ha sido Yopal, que pasó de ser un soñoliento pueblo de 10.378 habitantes en 1985 a una ciudad de 33.790 habitantes en 1996, con un dinamismo sorprendente. Un grave problema que enfrenta actualmente el Casanare es la monopolización de la tierra por poseedores de "títulos reales", empresarios agroindustriales, ganaderos e inversionistas con fortunas posiblemente vinculadas al narcotráfico. Eso explica que, no obstante el aumento observado en la población entre 1985 y 1996, pasando de 110.253 a 158.149 hab., la población rural sólo haya crecido en 1.255 hab., pasando de 70.341 a 71.595 hab., es decir, con un crecimiento casi igual a cero. Como el acceso a la tierra fue cerrado artificialmente eso traerá consecuencias graves para el futuro. La situación en el departamento del Meta ha sido menos dramática, porque sus transformaciones socio-económicas se produjeron en un lapso más largo y no se concentraron totalmente en el petróleo. En 1 985 el Meta ya contaba con 412.312 hab. y producía el 5% del petróleo nacional. Además, las colonizaciones en el Ariari, Duda y Upía seguían absorbiendo desplazados de todo el país. No obstante el gran peso 11
En el censo de 1985 Arauca tenía 70.085 habitantes y de ellos 21.279 en la capital; y para 1996 ya contaba con 137.193 habitantes, con 38.916 de ellos en la capital.
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poblacional de Villavicencio que concentraba el 39% del total departamental de población (161.166 hab.), el resto se equilibraba entre un 35,5% de población rural (146.124 hab.) y un 25,5 de población urbana (105.022 hab.), garantizando la producción agrícola y ganadera. Para 1996 el DAÑE calculó una población de 561.121 habitantes en el Meta, con porcentajes muy parecidos en la distribución de la población en 1985. Si esa tendencia verdaderamente se ha mantenido, el departamento continúa creciendo armónicamente y el acceso a la tierra continúa abierto.
Coca y reordenamiento territorial Fuera de las migraciones ocasionadas por la violencia, la pobreza y la atracción ejercida por las explotaciones petroleras, un nuevo factor migratorio se hizo presente en los departamentos orientales a principios de los ochenta: la siembra y el procesamiento de la coca. Ese cultivo ¡lícito penetró inicialmente en el departamento del Caquetá, aproximadamente en 197617, y se difundió aceleradamente, a partir de 1979, por toda la Amazonia y la Orinoquia, especialmente en los frentes de colonización selváticos. La semilla de la coca cayó como un maná salvador para los miles de colonos que pasaban por una de las crisis de miseria más agudas desde los años 50, debido al abandono del Estado y a los bajos precios de sus productos. La siguiente cita de Jaramillo, Mora y Cubides resume bien la situación en la época: Pero esto es una cuestión que lo hizo la comunidad como por instinto de conservación; estas tierras aquí no compensan el gasto con la producción que uno siembra, porque si se siembra maíz o arroz, vale más la siembra y '' JARAMILLO, Jaime, et. al. 1986. Colonización, coca y guerrilla. Alianza Editorial, Bogotá.
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la cogida que lo que le van a dar por ello. Entonces, por instinto de conservación la gente sembró coca18. Los precios iniciales del alcaloide en bruto, llamado base, llegaron a sobrepasar el millón de pesos por kilogramo en 1980, y eso produjo una gran movilización tanto de colonos, como de comerciantes, transportadores y hasta de las autoridades buscando participar en la bonanza. También muy pronto se sintieron los efectos perversos de la coca cuando se implantó ese cultivo como la economía dominante regional, desalojando la agricultura legal como alternativa. No es posible, por ejemplo, sembrar maíz para el mercado donde los salarios son establecidos por los cultivadores de hoja, la gasolina para el transporte adquiere los altos valores pagados por los coqueros, y los insumos agrícolas se inflacionan a precios astronómicos. El colono que desee permanecer en un área coquera tiene que sembrar, cosechar o procesar coca, porque las leyes del mercado lo obligan a ello; los cultivos de pancoger se deben limitar al consumo familiar o como seguro para una posible modificación en el precio del alcaloide. Hay que tener en cuenta que un cultivo lícito en área coquera resulta varias veces más costoso que el mismo cultivo fuera de ellas; por lo tanto, no puede competir. Así como la moneda mala desplaza a la buena, según la ley de Febles; el cultivo ¡lícito desplaza al lícito, según las leyes del mercado. Los cultivos ¡lícitos invierten la renta diferencial por ubicación, ya que entre más alejados e inaccesibles estén resultan más rentables. Pero, al mismo tiempo, someten a los cultivos lícitos a la pérdida de su rentabilidad aunque se encuentren muy cerca del mercado. No obstante que la coca es un cultivo, funciona parcialmente como una economía extractiva, ya que extrae el valor gene1
Ibidem. p. 142.
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PETRÓLEO Y REORDENAMIENTO TERRITORIAL EN LA ORINOQUIA Y LA AMAZONIA
rado y lo realiza casi totalmente fuera del espacio donde se produce 19 . Igualmente, tiene la característica, compartida con las formas extractivas puras, de absorber grandes contingentes de población durante las bonanzas y expulsarlas masivamente durante las crisis20. El cultivo y procesamiento de la coca es intensivo en el uso de mano de obra y paga salarios altos para conseguir los trabajadores que necesita. Se calcula que un cultivo de tres hectáreas y un pequeño laboratorio artesanal para el procesamiento de la base, requieren una media de seis trabajadores permanentes; por eso, un frente coquera de unas tres mil hectáreas puede concentrar fácilmente seis mil trabajadores en época de bonanza. Durante las crisis -como ocurrió en 1 983-84 cuando el precio de kg de pasta cayó a $80 mil, por exceso de oferta 21 -esos frentes coqueros pierden toda su población flotante. Salen los "raspachines" (colectores de hoja), los "cocineros" (extractores de base) y los "chichipatos" (compradores locales de base); sólo permanecen los campesinos pobres, que regresan a los cultivos de subsistencia mientras esperan una nueva bonanza22. El capital "golondrina" y el trabajo "golondrina" tienen movilidad permanente, mientras que el campesinado se convierte en el único factor estabilizador del espacio. Algo importante que debe tenerse en cuenta es que la represión y la fumigación de los cultivos ¡legales sólo dañan al colono permanente; los coqueros pueden recibir pérdidas indivi19
20
Para ampliar el concepto de economía extractiva como valor trabajo realizado en otro espacio: DOMÍNGUEZ, Camilo; GÓMEZ, Augusto. 1990. La economía extractiva en la Amazonia colombiana 1850-1930. Corporación Araracuara-Tropenbos. Bogotá. DOMÍNGUEZ, C ; GÓMEZ, N. op cit, p. 10.
21
ARCILA, Osear. 1992. «Diagnóstico económico de la colonización en la reserva de La Macarena». Colonización del bosque húmedo tropical. COA-Colcultura, Bogotá, p. 208. 22 El campesino, a diferencia del empresario agrícola, no abandona su actividad cuando no tiene ganancias durante un período. Véase REMENTERÍA, Iban de. 1981. «La economía campesina y el mercado agropecuario». Estudios rurales Latinoamericanos. Vol 4, n°. 3, pp. 221-234.
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duales pero se benefician en grupo, porque la represión aumenta el precio del producto al restringir la oferta. En otras palabras, la represión sostiene las bonanzas. El narcocultivo es una relación social sin arraigo espacial; por eso, el capital y el trabajo migran hacia donde puedan encontrar condiciones apropiadas para reproducirse con sus mafiosos, sus "cambuches", sus "raspachines" y sus prostitutas. Es un espacio social provisorio que hace un grave daño al ordenamiento social y ambiental de la Orinoquia y la Amazonia, porque volatiliza el arraigo al territorio y a la cultura, dificultando la identidad colectiva, o Weltanschauung 23 y el control de la gente sobre sus vidas y entornos. Los departamentos petroleros son, en mayor o menor medida, departamentos coqueros. Especialmente Putumayo tiene grandes superficies de cultivo y las actividades privadas y públicas se ven interferidas permanentemente por el tráfico y sus secuelas. En la región, como en La Macarena, Meta, la coca adquirió un estatus de negocio semiclandestino, ya que muchos cultivos se realizan abiertamente a la orilla de las carreteras o caminos, existen cuotas de insumes y la cotización diaria del gramo de coca es una información primordial para el grueso de la población, porque con ese dato se organiza casi todo el ritmo de la economía, incluyendo los sobornos. En Casanare los cultivos de coca no son numerosos, pero grandes superficies territoriales pertenecen a reconocidos mafiosos del país, que han lavado sus ganancias comprando tierras24. En el piedemonte araucano hay áreas productoras que coinciden con los antiguos y nuevos frentes de colonización,
' Manuel Castells enfatiza sobre el papel fundamental de la cultura en la era de la globalización. Para él son decisivas las identidades de resistencia y las identidades proyecto para reconstruir un nuevo tipo de sociedad civil. GÁSTELES, M. 1999. La era de la información. Vol 2. El poder de la identidad. Siglo XXI Editores, México. 1
FAJARDO, Darío; MONDRAGÓN, Héctor; MORENO, Osear. 1997. Colonización y estrategias
de desarrollo. IICA, Ministerio del Medio Ambiente, IEPRI, Bogotá.
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conformando una región muy desestabilizada, en donde los conflictos por la coca se combinan con la guerra de insurgencia convirtiendo a los indígenas tunebo y a los colonos en víctimas. Petróleo, colonización, coca, paramilitarismo y guerrilla son los ingredientes explosivos que se combinan allí para crear un espacio del terror. I m p a c t o s sociales En la actualidad, los frentes de colonización en áreas petroleras de la Orinoquia y la Amazonia se encuentran a merced de las dos actividades económicas más poderosas del planeta, que manejan sumas astronómicas con las cuales pueden colocar cualquier grupo humano a su servicio: el petróleo, que es manejado por compañías transnacionales, bien en la producción, en la comercialización, o en ambas o por la compañía ECOPETROL que es muy dependiente del mercado generado por las trans-nacionales; y la coca, que no tiene patria, y cuyas ganancias son manejadas en los paraísos fiscales de la banca internacional. En medio del vórtice creado por esas enormes fuerzas sin control flota una débil sociedad a la deriva: campesinos semi-analfabetos golpeados constantemente por la miseria; funcionarios desarraigados viviendo de las sobras que les arrojan los opulentos; guerrilleros sin brújula y sin principios tratando de encontrar salidas a la nada, y; paramilitares al servicio del poder, cuyo oficio es mantener el vórtice en movimiento para que puedan pescar, desde afuera, los "capitanes de industria". En los departamentos petroleros del Oriente ocurre un fenómeno que es muy común en el nivel individual: el parvenú o nuevo rico, que carece de la formación empresarial y las estructuras administrativas necesarias para el manejo de una fortuna recibida intempestivamente. Entre más pobre y deshabitado ha sido un departamento o municipio, son mayores las necesidades represadas y menos los administradores capacita-
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dos para el manejo de grandes capitales. Por eso, cuando surgen las regalías petroleras, se despilfarran en su mayor parte, porque se carece de una planificación empresarial basada en la acumulación ampliada de la riqueza social. Como ejemplifica magistralmente el investigador Roberto Briceño-León, para Venezuela el petróleo genera efectos perversos al convertir las sociedades receptoras de regalías en rentistas25. Se alquila el suelo y el subsuelo a cambio de un porcentaje de las ganancias y ese lucro transforma una sociedad productora en una sociedad derrochadora. Los incentivos para generar riqueza por otros medios se acaban, ya que es difícil encontrar alguna actividad que dé ingresos tan altos como el petróleo, excepto la coca. "Ya no es rentable producir y, por eso, la economía se concentra en el sector terciario. Otro problema concomitante es la transformación de los puestos públicos en una forma de participar en la renta petrolera. La corrupción administrativa deja de ser un delito para convertirse en un derecho adquirido a fin de sacar la parte que cada cual cree que le corresponde de la riqueza colectiva. Ello no solo produce corrupción sino que, además, anarquiza la administración pública conduciéndola a la parálisis26". No es raro que se presenten caso como el de Puerto Asís, Putumayo, donde las obras públicas fundamentales, como el acueducto, el alcantarillado y el arreglo de las calles, se contratan seis, siete o más veces y nunca se terminan. Bajo tal administración el objetivo no es realizar las obras, porque se acabaría el negocio de contratarlas nuevamente. En estos departamentos y municipios se acumulan obras suntuarias inútiles mientras que las útiles difícilmente se terminan.
' BRICEÑO-LEÓN, Roberto. 1990. Los efectos perversos del petróleo. Fondo Editorial Acta Científica Venezolana, Caracas. ' DOMÍNGUEZ, Camilo. 1998. «Del editor académico al lector». Colombia Orinoco. Fondo FEN-Colombia. Bogotá.
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PETRÓLEO Y REORDEN AMIENTO TERRITORIAL EN LA ORINOQUIA Y LA AMAZONIA
El departamento del Meta presenta una situación más controlada que Arauca, Casanare y Putumayo. Ello se debe a que las regalías petroleros representan el 55% de los ingresos27, mientras que Arauca, Casanare y Putumayo dependen casi exclusivamente de ese producto. Además, el Meta ya tenía un sector agrícola consolidado y la red básica de carreteras ya existía al iniciarse la bonanza. Igualmente, sus principales municipios habían organizado sus servicios y contaban con un buen número de funcionarios experimentados que pudieron manejar el boom con relativo éxito. Si bien la corrupción existe, ella es controlable y no mantiene la región al borde de la parálisis como ocurre con otros departamentos petroleros del Oriente.
Impactos ambientales Sólo al comprender que un territorio es la resultante de la permanente reconstrucción del espacio28, podemos explicarnos los graves daños ambientales que sufren los departamentos petroleros. Cuando un grupo humano pierde el control de su cultura, pierde simultáneamente el control de su medio ambiente, ya que no es posible separar lo uno de lo otro. El petróleo y la coca son fuerzas alóctonas enormes que sólo responden al interés por el lucro y carecen de arraigo local. Para ellas los recursos naturales y las personas son bienes fungibles que se utilizan y luego se desechan cuando están exhaustos. El subsuelo, el suelo, las aguas y la selva sólo son valiosos mientras generan riqueza rápida. Igualmente, las personas sólo significan mano de obra o un estorbo y, en tal sentido, son usadas o desechadas. 7
AGUILAR, O. et al . Op. cit. p. 299
K
Darío Fajardo enfatiza sobre este aspecto al analizar la región de la Orinoquia. FAJARDO, D. "Orinoquia, colonización, frontera y estructuración territorial". Colombia Orinoco. Fondo FEN-Colombia, Bogotá, 1998.
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Los procesos de extracción petrolera, unidos a la siembra y procesamiento de coca, han talado y promovido la tala de casi medio millón de hectáreas de selva en el Putumayo. Sobre los suelos al descubierto se han derramado millones de toneladas de desechos tóxicos de las perforaciones; igualmente, en los cocales se esparcen toda clase de productos químicos, sin ningún control, con el objetivo de matar plagas o aumentar la fertilidad de los suelos, unido a las fumigaciones efectuadas por las autoridades intentando controlar su expansión. Pero el daño mayor lo están sufriendo ias aguas, que reciben toda clase de venenos de estas dos actividades. Posiblemente el efecto más dañino proviene de las llamadas piscinas de desechos petroleros, que es donde se botan los lodos lubricantes que han sido usados en las perforaciones, las aguas subterráneas extraídas de los pozos y los restos de petróleo que botan los taladros. Las aguas, mezcladas con petróleo, que brotan del subsuelo profundo contienen gran cantidad de sales y elementos tóxicos, tales como sulfatas, bicarbonatos, sulfuras de hidrógeno, dióxido de carbono, cianuro y metales pesados como arsénico, cadmio, cromo, mercurio, vanadio y zinc 29 . Cada pozo tiene una o dos piscinas de desechos que fácilmente se desbordan con las lluvias o que se comunican con el nivel freático, contaminando los ríos y quebradas. En ciertas regiones del Putumayo las aguas se encuentran excesivamente contaminadas y ya no son potables. Igualmente, la pesca desapareció hace muchos años, hasta del río Putumayo. Tal situación se presenta también en varios municipios de Arauca, Casanare y Meta. Allí algunas autoridades y grupos ecológicos hacen demandas y protestas esporádicas; sin embargo, la excesiva dependencia de los ingresos petroleros impide que se puedan tomar medidas drásticas para controlar estos daños ambientales. Por lo general, a quien protesta lo acusan de enemigo del progreso, saboteador o comuKiMERi.iNG,Judith. 1993. Crudo amazónico. Abya-Yala, Quito, p. 38,
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nista y sufre el ostracismo de su comunidad y hasta la pérdida de su trabajo. El miedo de una sociedad a perder sus privilegios de rentista del petróleo o las ganancias directas o indirectas de la coca, conducen a la pérdida de los valores comunitarios y a la destrucción ambiental. La sociedad pierde su autonomía al quedar atomizada en intereses individuales manejados externamente y, por eso, sacrifica los recursos futuros, al aceptar que se realicen actividades que destruyen masivamente el medio ambiente sin dejarle opción a las generaciones venideras. Bajo tales condiciones, la colonización campesina no tiene futuro. Ei migrante queda condenado a sufrir la vorágine del petróleo y la coca-con sus secuelas guerrilleras y paramilitaresy a ver destruidos los recursos con los cuales esperaba crear su futuro y el de sus hijos. El único camino posible es la identidad territorial basada en un proyecto colectivo de resistencia cultural y, por lo tanto, política, al gran poder disociador y debilitante de los espejismos de las bonanzas.
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Migraciones en torno al petróleo en Casanare Carmen Elisa Flórez CEDE - Universidad de Eos Andes
Introducción El descubrimiento y explotación de los pozos petroleros de Cusiana y Cupiagua, desde 1989, convirtieron al departamento del Casanare en el principal productor de petróleo crudo en Colombia y llevaron a que se duplicara la producción petrolera nacional en menos de 10 años: el país pasa de producir 1 76 mil barriles diarios en 1 985 a 404 mil en 1989 y a algo más de 900 mil en 1 998 (DNP, 1996). El auge financiero generado por las actividades petroleras de Cusiana y Cupiagua convirtió al Casanare en una región estratégica para la nación, atrayendo fuerzas y actores externos a la dinámica regional. Los medios de comunicación produjeron expectativas económicas y de desarrollo atrayendo población en forma masiva a los municipios aledaños a los pozos petroleros (Tauramena, Aguazul y Yopal). En esta ponencia nos centraremos en el impacto poblacional de la explotación petrolera en los tres municipios casanareños de influencia petrolera directa: Yopal, Aguazul y Tauramena, considerando tres aspectos: las tendencias recientes del crecimiento poblacional, la migración hacia las tres ciudades, y las tipologías de trayectorias migratorias. Los resultados presentados se basan en la serie de informes que se han producido dentro del proyecto "Movilidad espacial en zonas de expansión: 57
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los casos de Yopal, Aguazul y Tauramena, Casanare", que se desarrolla desde 1996 en el marco de un convenio interinstitucional entre el CEDE (Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico de la Universidad de Los Andes) y el IRD (ORSTOMInstituto francés de Investigación para el Desarrollo)1. Utilizamos la información censal disponible (1973, 1985 y 1993) y la encuesta CEDE-ORSTOM sobre movilidad espacial realizada en 1996 en las tres ciudades casanareñas, dentro del proyecto mencionado. La encuesta toma en consideración el conjunto de las formas de movilidad espacial, con un enfoque longitudinal, y se consideran las prácticas migratorias al nivel de los individuos y de las unidades familiares.
Tendencias recientes en el c r e c i m i e n t o d e la población Varios estudios han documentado ampliamente, en diversos contextos mundiales, que el desarrollo de proyectos petroleros viene acompañado por movimientos migratorios que producen altas tasas de crecimiento poblacional, especialmente durante la etapa de explotación (REVEIZ y OTERO, 1977; NECRETE, 1 984; ZAVAEA, 1980). Esta observación se confirma plenamente en las tres ciudades bajo estudio, de acuerdo con las fases del ciclo de explotación petrolera en que se encuentran. Además, el crecimiento acelerado de la población está acompaña de cambios importantes en la composición de la población residente en las ciudades. El proyecto contó con un grupo de investigadores: Carmen Elisa Flórez (CEDE) y Francoise Dureau (IRD) como investigadoras principales; y con la colaboración de los investigadores: Olivier Barbary y Bernard Lortic del IRD; Regina Méndez, Luis Mauricio Cuervo, María Mercedes Maldonado, Juan Carlos Guzmán y Argemiro Morales del CEDE. También se contó con la colaboración en una etapa de proyecto de Martha Lucía Corrales y Campo Elias Pardo de la Universidad Nacional. La serie de informes se presentan en las referencias bibliográficas.
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CARMEN ELISA FLÓREZ
Una realidad demográfica más compleja que la que captan los censos La población captada en los censos de población y encuestas de hogares del DAÑE corresponde a los residentes habituales, es decir, a las personas que "residen habitualmente" en una de las viviendas del lugar donde se realiza la recolección. Implícitamente, se supone que la residencia es permanente y única. Sin embargo, una cierta proporción de la población no desarrolla su actividad de residencia en un lugar único, sino más bien en varios lugares, efectuando desplazamientos continuos entre sus diferentes lugares de residencia. Las actividades petroleras, dadas las dinámicas temporales que generan, tienden justamente a aumentar la proporción de población que no reside en forma permanente en la ciudad de la influencia petrolera: inmigrantes que alternan permanencias en la ciudad y permanencias en el lugar donde reside su familia, personas que alternan permanencias en la ciudad y permanencias en el lugar mismo donde realizan su oficio en la actividad petrolera (en el CPF - Center of Production Facilities), etc. Para captar esta población "flotante", incluimos en la definición del universo de la encuesta CEDE-ORSTOM, además de los residentes habituales, todas las personas que no residen habitualmente en las viviendas de la muestra, pero que cumplieron la condición de haber permanecido por lo menos 28 días en la vivienda durante el año de referencia (12 meses anteriores a la encuesta). Así abarcamos todas las personas cuyo sistema residencial incluye una permanencia en las viviendas de la muestra, con las siguientes categorías de sistema residencial: £ Unipolar: un sólo lugar de residencia durante el año de referencia. f; Bipolar: alternancia entre dos lugares de residencia en los cuales la persona reside por temporadas durante el año de referencia, con migraciones temporales entre éstos. 59
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
% Itinerante: serie de lugares de residencia durante el año de referencia, pero con migraciones residenciales definitivas (tipo "trasteo") entre éstos. Combinando estas categorías de sistema residencial con la información sobre la duración y la frecuencia de la permanencia en la vivienda encuestada, se puede estimar: 1. La población permanente, en el sentido de los «residentes habituales» del DAÑE. 2. La población no permanente, compuesta por las personas que corresponden a la categoría demográfica tradicional de "visitantes" y de aquellas que tienen un sistema de residencia bipolar. Con base en esta clasificación, y considerando sólo ia población permanente, se pueden comparar los datos de la encuesta con los datos de los censos, y analizar la evolución del total de población de las tres ciudades a lo largo del período 1973-1996. Esta clasificación obligatoria, dadas las definiciones censales, oculta una dimensión importante del impacto demográfico de la explotación petrolera: el desarrollo de prácticas residenciales basadas en unas permanencias cíclicas o temporales en las ciudades. Los resultados presentados (Cuadro No. 1) demuestran la importancia del sesgo que implica una observación exclusiva del componente permanente de ia población. Más del 8% de la población total de Yopal yTauramena es población no permanente, mientras que en el caso de Aguazul, el 6% de su población es no permanente. Al nivel de los hogares en viviendas particulares, el fenómeno es aún más evidente: la proporción de hogares en viviendas particulares con presencia de personas no permanentes alcanza 13% en Tauramena, 16% en Aguazul y 18% en Yopal. La situación en los hoteles refleja el déficit de vivienda en Tauramena, producto del ritmo de crecimiento demográfico y
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CARMEN ELISA FLÓREZ
Cuadro No. 1. Población permanente y no permanente en viviendas particulares y hoteles Yopal, Aguazul, Tauramena. 1996 CIUDAD
POBLACIÓN
POBLACIÓN
POBLACIÓN
PERMANENTE
NO PERMANENTE
TOTAL
YoPAt Personas Hogares en Viv. part. Hogares en Hoteles
91.3 % 81.9 % 3.9%
8.7 % 18.1 % 96.1 %
1 0 0 . 0 % (47218) 1 0 0 . 0 % (11675) 100.0% (469)
94.0 % 84.0 % 7.5 %
6.0 % 1 6.0 % 92.5 %
1 0 0 . 0 % (11 644) 1 00.0 % ( 2967) 1 00.0 % (63)
91.5 % 87.0 % 21.2 %
8.5 % 13.0% 78.8 %
1 0 0 . 0 % (7715) 1 0 0 . 0 % (2209) 1 00.0 % (95)
96.5 %
3.5 %
AGUAZUL
Personas Hogares en Viv. part. Hogares en Hoteles TAURAMENA
Personas Hogares en Viv. part. Hogares en Hoteles PUENTE CUSIANA
Personas
100.0 %
(489)
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6.
del comportamiento de la población que duda en invertir en la construcción de viviendas sabiendo el carácter temporal de la demanda: 21 % de los hogares que viven en hoteles están compuestos sólo de personas que viven en forma permanente en la ciudad. Claramente, en Tauramena, la habitación en hoteles es una solución de sustitución a la vivienda particular en un mercado donde la oferta no es suficiente. Además de la presencia de población no permanente en estas ciudades, fenómeno que se está acentuando con la actividad petrolera, otro factor distorsiona la evaluación del crecimiento demográfico con base en los datos censales de las poblaciones urbanas: la presencia de asentamientos poblacionales fuera del perímetro urbano. En el caso de Tauramena, hemos considerado como parte del universo de la encuesta la invasión de Puente Cusiana. Al momento de la encuesta, en 1996, cerca de quinientas personas (489) residían en esta invasión. Así, los datos censales ocultan otro efecto demográfico de la
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MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
actividad petrolera: el crecimiento que se da en una invasión que existe desde los años 70, pero que experimenta un crecimiento acelerado en los últimos 10 años. Y este proceso esta claramente relacionado con la actividad petrolera: en 1996, 60% de la población masculina ocupada de Puente Cusiana trabaja en petróleo. Los sistemas residenciales de la población en 1996 Solamente entre un 82% y un 89% de la población es unipolar, es decir, tienen como única residencia la vivienda donde fueron encuestados. Tauramena es la ciudad con una mayor proporción de población itinerante, 1 1 % , lo cual puede explicarse en términos del tipo de migrantes que atrae, asociados al mercado de trabajo petrolero, sin ningún sentido de pertenencia o de perspectiva de permanencia en la ciudad (HOYOS M.C. y SALAZAR, O.l. 1997). Los patrones de sistemas de residencia bipolares son bien diferentes según la ciudad, lo cual evidencia que cada una ejerce atracción sobre distintos grupos de población y genera distintas formas de prácticas residenciales. De una parte, una gran proporción de los residentes bipolares de Tauramena tiene su residencia alterna (polo residencial) en Bogotá (25%) o en otro departamento diferente a Boyacá y el mismo Casanare (42%). Es decir, para la mayoría (68%) su residencia alterna está localizada en un espacio geográfico distante. Sólo un 25% de los residentes bipolares deTauramena tienen su residencia alterna dentro del mismo departamento de Casanare. Así mismo, la vivienda alterna para los residentes bipolares de esta ciudad es principalmente su vivienda o vivienda de familiares, razón por la cual viven allí (31%) o es una vivienda de descanso (43%). Esto implica, entonces, que gran parte de los residentes bipolares de Tauramena tienen un sistema en el que su espacio residencial está conformado por Tauramena (ciudad en la cual probablemente trabajan o al menos buscan oportunidades de empleo) y
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CARMEN ELISA FLÓREZ
otra ciudad distante en la que "viven" y realizan las actividades asociadas a la vida familiar. Esto es razonable si tenemos en cuenta que las actividades petroleras en Tauramena atraen principalmente adultos jóvenes. En Yopal, 50% de los residentes bipolares tienen su residencia alterna en el mismo departamento de Casanare, mientras un 40% la tiene en Bogotá o en otro departamento distinto a Casanare o Boyacá. La vivienda alterna está fundamentalmente asociada a razones de residencia habitual (vive allí: 31%) o de trabajo (32%). Así, en Yopal coexisten dos clases de residentes bipolares: £ Los residentes del mismo departamento y que, dada la infraestructura y los servicios, utilizan a Yopal como su residencia habitual y tienen su trabajo en el resto del departamento (por ejemplo, ganadería o agricultura como el arroz). £ Los residentes bipolares que tienen en Yopal su sede de trabajo pero residen habitualmente en otro sitio, Bogotá u otro departamento distante, y que podrían estar vinculados a actividades económicas de la administración pública, a ias actividades petroleras o a la misma actividad ganadera y arrocera de la región. Se debe mencionar la importancia en Yopal de los residentes bipolares que salen de allí por razones de estudio, 7%, mientras que en Aguazul yTauramena esta proporción es sólo de 4% y 1 %, respectivamente. Más allá de las diferencias entre ciudades, productos de las distintas composiciones socioeconómicas, esta situación refleja la deficiencia del departamento del Casanare en cuanto a la oferta educacional. En Aguazul, sobresalen los residentes bipolares con residencia alterna en el resto rural del departamento (24%), que junto con los que tienen su residencia alterna dentro del mismo Casanare conforman el 50% de los residentes bipolares. Si consideramos que Boyacá es un departamento cercano del que hizo 63
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
parte Casanare hasta 1991, podemos decir que, contrario a Tauramena, la mayoría de los residentes bipolares de Aguazul tienen su residencia alterna en un sitio geográficamente cercano (67%). Sólo un 3 2 % tiene su residencia alterna en Bogotá o en otro departamento diferente a Casanare y Boyacá. La mayoría de los residentes bipolares tiene su residencia alterna por razones de residencia habitual (vive allí 44%) o por motivos de familia (30%); mientras que para menos de un 20%, la residencia alterna es por trabajo. Esto sugeriría que los residentes bipolares de Aguazul en su mayoría tienen su polo de residencia habitual fuera de Aguazul y están vinculados a la ciudad por razones de trabajo. U n crecimiento demográfico de la población permanente acorde con el ciclo petrolero (1973-1996) La información del Censo de población de 1993 mostró ya un acelerado crecimiento poblacional, entre 1985 y 1993, mayor en las ciudades de Tauramena y Aguazul que en el resto de las zonas urbanas del departamento (FLÓREZ, DUREAU y MÉNDEZ, 1996). Esto claramente eran los efectos iniciales del descubrimiento (1989) y comercialización (1993) de los pozos Cusiana-Cupiagua. Para 1996, tres años después de la comercialización de los pozos, los efectos son mucho más intensos y más claros: la población de Tauramena se duplica entre 1993 y 1996, aumentando en 1.5 veces su tamaño, mientras que la población de Aguazul aumenta pero en una proporción mucho menor (Cuadro No. 2). Esta dinámica poblacional diferencial entre las dos ciudades está asociada al ciclo de explotación del petróleo en que se encuentra cada una. De una parte, Cusiana estaba en 1996 en la parte final de la etapa de explotación, ejerciendo una mayor atracción poblacional haciaTauramena; mientras que en Cupiagua (Aguazul) apenas se iniciaba esta etapa con la construcción actual del CPF.
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CARMEN ELISA FLÓREZ
Cuadro No. 2. Evolución de la población total en las ciudades de Yopal, Aguazul, Tauramena 1973-1996. AÑO
POBLACIÓN
TASA DE
ÍNDICE DE
TOTAL
CRECIMIENTO %
MASCULINIDAD
YOPAL 85.7
1973
4.846
1985
15.221
9.5
105.0
1993
36.490
10.9
101.4
1996
43.159
6.0
91.4
AGUAZUL 97.4
1973
2.745
1985
4.710
4.5
100.8
1993
9.367
8.6
106.1
1996
10.943
5.6
95.2
TAURAMENA 1973
661
1985
946
1993 1996
76.9 3.0
96.5
2.873
13.9
125.2
7.047
32.0
109.4
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6.
La explotación del petróleo ha introducido, en un tiempo demasiado corto, una dinámica demográfica en estas ciudades que se traduce en un aceleramiento intenso en sus tasas de crecimiento pblacional. Así, Tauramena pasa de tener una tasa de crecimiento de 3 % promedio anual entre 1973-85, a 13.9% promedio anual entre 1985-93 y a 32% promedio anual entre 1993-96 (Cuadro No. 2). Con una tasa de crecimiento del nivel alcanzado por Tauramena, cualquier ciudad duplica su población en tan sólo un poco más de 2 años. Es de esperar, sin embargo, que este ritmo de crecimiento poblacional empiece a disminuir una vez se inicie la fase de extracción (producción bombeo) en el pozo Cusiana. Aguazul, por el contrario, muestra una tasa de crecimiento que casi se duplica entre los períodos 1973-85 y 1985-93, al pasar de 4.5% a 8.6% promedio anual, pero baja nuevamente a 5.6% promedio anual entre 1993-96 (Cuadro No. 2). Este desa65
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
celeramiento en su crecimiento puede explicarse por la cercanía a Tauramena y por la alta atracción que Cusiana ejercía hacia esta ciudad. Sin embargo, es de esperarse que este crecimiento se acelere a medida que se avance en la fase de explotación del pozo de Cupiagua y que Cusiana entre en la fase de extracción. Aunque Yopal no es actualmente una zona de influencia petrolera directa, sí se ha visto afectada demográficamente por el descubrimiento y explotación de los pozos de Cusiana-Cupiagua, no sólo por ser la capital del departamento y centro de las actividades administrativas y financieras, sino por su cercanía a las ciudades de Aguazul y Tauramena, y por ofrecer mejores condiciones de infraestructura y servicios. La ciudad de Yopal alcanzaba los 43 mil habitantes en 1996. Su población creció entre 197385 al 9.5% y 1985-93 a una tasa cercana al 11 % promedio anual, mientras que para 1993-96 su tasa de crecimiento disminuye al 6% promedio anual (Cuadro No. 2). A pesar del fuerte descenso en su ritmo de crecimiento, con la tasa actual su población se estaría duplicando en aproximadamente 11 años. El mayor crecimiento de las décadas de los 70 y 80 podría asociarse a la dinámica originada por elementos importantes que se dieron en esa época como: la apertura de vías, especialmente la Marginal de la Selva que pasa por Yopal, a la expansión de la frontera agrícola, y a los anuncios elevados a raíz dei descubrimiento de los pozos Cusiana-Cupiagua en 1989.
La m i g r a c i ó n hacia las tres ciudades La intensidad del proceso migratorio (1973-1996) La primera aproximación a los flujos migratorios debe hacerse considerando los números absolutos de migrantes que llegan a las ciudades. Entre enero y agosto de 1996, llegaron más de 6 mil personas a Yopal, 1.800 a Aguazul y 2.300 a Tauramena (Cuadro No. 3). Si se relacionan estas cifras de inmigrantes con
66
CARMEN ELISA FLÓREZ
el tamaño de la ciudad del Cuadro No. 2, se dimensiona la amplitud del problema que deben afrontar las administraciones municipales en términos de gestión urbana: el número de migrantes que llegaron en 1 996 es mayor en Tauramena que en Aguazul, y, relativamente a su tamaño, Yopal recibe flujos migratorios menos importantes. La alta asociación entre la intensidad de las corrientes inmigratorias y la explotación petrolera se evidencia al analizar la distribución de los inmigrantes por año de llegada a cada ciudad: el 33% de los inmigrantes llegó a Tauramena en 1996, y el 49% entre 1992-95. Es decir, el 82% de los inmigrantes llegó a esta ciudad hace menos de 5 años, después del descubrimiento del pozo Cusiana. En el caso de Aguazul y Yopal, algo más de la mitad de los inmigrantes (entre el 58% y el 55%) ha llegado después de 1991. Esta creciente contribución de la inmigración reciente en la inmigración total de cada ciudad tiene claramente un impacto en la composición de la población total y permite entender las altas tasas de crecimiento observadas en los últimos años. Los índices calculados dividiendo el número de migrantes del último año por el número de migrantes de los tres últimos años (última columna del Cuadro No. 3) sugieren también que además de la intensificación reciente de la migración, podría existir un menor asentamiento de los inmigrantes en Tauramena que en Yopal y Aguazul. La gran atracción de población que la explotación petrolera ha ejercido en Tauramena lleva a que ia proporción de nativos del municipio en la población total se vea reducida. Así, en 1996, la proporción de nativos en el municipio de Tauramena era del 30%, mientras que en 1993 era cercana al 45%, y en 1 973 al 59% (Cuadro No. 4). En los casos de Yopal y Aguazul, el impacto de la migración sobre la población de estas ciudades es menor: el 4 0 % de la población es nativa del
67
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
Cuadro No. 3. Número de inmigrantes por fecha de llegada a la ciudad según sexo. Yopal, Aguazul, Tauramena 1996. Inmigrantes de toda la vida (a)
Inmigrantes 1994-1995-1996 Número Inmigrantes (b)
(b)/(a)
(%)
Inmigrantes último año (1996) Número Inmigrantes (c)
(c)/(b)
(%)
YOPAL Hombre s Mujeres TOTAL
15.970 17.193 33.163
12.895 13.321
81 77 79
3.008 3.194 6.202
23 24 24
26.216
3.896 4.253 8.149
3.484 3.237 6.721
89 76 82
849 991 1.840
24 31 27
3.593
2.850 2.573 5.423
79 77
1.264
44 41 43
AGUAZUL Hombre s Mujeres TOTAL TAURAMENA (inc. PTE. C
US.)
Hombre s Mujeres TOTAL
3.346 6.939
78
1.058 2.322
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6. Los inmigrantes 1994-1995-1996 incluyen migrantes de retorno.
municipio en 1996, o sea una proporción mucho mayor que en Tauramena. Y la menor intensificación de las corrientes migratorias recientes ha tenido, obviamente, un menor impacto: la proporción de nativos en 1996 es casi igual a la proporción observada en 1993 (39%). Sin embargo, el concepto de población nativa tal como lo consideran los censos de población tiene limitaciones: los migrantes intramunicipales rural-urbano se incluyen como nativos en los censos de población. La encuesta CEDE-ORSTOM sí permite evaluar la migración interna al municipio en 1996. En Yopal y Aguazul, alrededor de 10% de la población residente en viviendas particulares y en hoteles ha nacido en la parte rural del mismo municipio. En Tauramena, esta proporción es
68
CARMEN ELISA FLÓREZ
aún mayor: 1 4 . 1 % (Cuadro No. 4). Estos resultados evidencian la importancia de la migración de muy corta distancia desde el resto rural de cada municipio, que no se puede cuantificar con los datos censales. Tomando en cuenta la migración intramunicipal, sólo un 30% de la población actual de los cascos urbanos de Yopal y de Aguazul es verdaderamente nativa de la ciudad, y en Tauramena, solo 15% de los residentes en 1 996 nacieron en la misma ciudad. Estas tres ciudades, y aún más Tauramena que las otras dos, son en forma evidente el producto de unos flujos migratorios recientes, lo que implica obviamente una población con una identidad todavía en proceso de construcción. Cuadro No. 4. Distribución de la población según lugar de nacimiento Yopal, Aguazul, Tauramena 1973-1993-1996 (%). 1973
1993
1996
YOPAL
Ciudad de Yopal Resto rural del municipio TOTAL MUNICIPIO
Fuera municipio TOTAL
40.6
39.0
29.8 9.8 39.6
59.4
61.0
60.4
100.0
100.0
100.0
38.7
30.0 10.2 40.2
AGUAZUL
Ciudad de Aguazul Resto rural del municipio TOTAL MUNICIPIO
29.7
Fuera municipio
70.3
61.3
59.8
100.0
100.0
100.0
TOTAL TAURAMENA SIN PTE. CUSIANA
TOTAL MUNICIPIO
58.5
44.6
16.3 14.1 30.4
Fuera municipio
41.5
55.4
69.6
100.0
100.0
100.0
Ciudad de Tauramena Resto rural del municipio
TOTAL
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6.
69
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
Origen y procedencia de los migrantes La sección anterior claramente evidenció la importancia de los inmigrantes dentro de la población total de cada ciudad: en 1996, el 70% en Yopal y Aguazul, y el 85% en Tauramena eran inmigrantes, es decir era población nacida fuera de la ciudad respectiva (Cuadro No. 4). Estos inmigrantes, en las tres ciudades, tienen una característica en común: provienen principalmente de la zona circundante, que corresponde a otras partes del departamento del Casanare (incluyendo la zona rural del mismo municipio), Boyacá y los departamentos que integran la región Oriental (entre los que sobresalen Meta y Santander)2. Así, en 1996, alrededor del 60% de los inmigrantes a estas ciudades tenían como origen (lugar de nacimiento) el departamento del Casanare y Boyacá (Cuadros 5-A, 6-A, 7-A). La importancia relativa de Boyacá se explica no sólo en términos de su proximidad sino del hecho de que el departamento de Casanare formó parte de Boyacá hasta 1973 cuando se constituyó en Intendencia. Dado el carácter circundante de la mayor parte de la migración a Yopal, podemos decir que son típicamente migraciones de corta distancia. Esta característica se refuerza aún más si consideramos la migración intramunicipal, que no es posible captar con los censos. En las tres ciudades, Casanare es el principal departamento de origen de los migrantes (37%). En el caso de Yopal, estos provienen en forma equilibrada de la zona rural del mismo municipio de Yopal, de otra ciudad del Casanare y del resto rural del departamento. En Aguazul, estos migrantes casanareños en su mayoría son rurales provenientes de la parte rural del mismo municipio de Aguazul o de la zona rural del resto del Casanare. Para Tauramena, la zona rural, y en especial la del mismo municipio de Tauramena, es el principal origen dentro del departamento.
2
La regionalización aquí utilizada corresponde a las regiones DAÑE.
70
CARMEN ELISA FLÓREZ
Cuadro 5-A. Distribución de los inmigrantes a la ciudad de 5+ años de edad por región de nacimiento 1973-1993-1996 Yopal. 1973
1993
1996
LUGAR
INMIGRANTES
INMIGRANTES
INMIGRANTES
INMIGRANTES
INMIGRANTES
INMIGRANTES
NACIMIENTO
TODA LA VIDA
ÚLTIMO AÑO
TODA LA VIDA
5 AÑOS
TODA LA VIDA
ÚLTIMO AÑO
(FUERA MUN. YOPAL)
16.4
20.3
58.1
44.9
27.8 35.7
27.0
BOYACÁ
27.4
27.0 32.1
BOGOTÁ
4.2
4.2
6.6
8.6
5.9
7.5
REG. CENTRAL
5.7
8.1
7.8
9.4
9.2
14.1
10.4
14.2
13.9
17.3
16.4
17.9
1.3 4.8
2.3
3.3
3.2
4.1
RLG. PACÍFICA
1.0 3.2
2.4
3.1
2.4
3.8
ANT. TERR. NAC.
1.0
2.2
3.1
3.5
3.1
2.9
CASANARE
REG. ORIENTAL REG. ATLÁNTICA
OTRO PAÍS TOTAI
20.3 28.5
nd
nd
0.4
0.4
0.6
0.8
100.0
100.0
100.0
100.0
100.0
100.0
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6. Cuadro 5-B. Distribución de los inmigrantes recientes de 5 + años de edad por región de procedencia 1973-1993-1996 Yopal. LUGAR PROCEDENCIA
1973
1993
1996
INMIGRANTES ÚLTIMO AÑO
INMIGRANTES 5 AÑOS
INMIGRANTES ÚLTIMO AÑO
CASANARE (FUERA MUN YOPAL)
26.1
27.6
26.9
BOYACÁ
39.1
21,1
18.5
BOGOTÁ
10.7
16.1
15.6
2.3
5.7
7.8
14.5
17.3
16.5
REG. CENTRAL REG. ORIENTAL
0
3.4
2.8
RFG. PACÍFICA
4.8
2,2
3.9
A N T . TFRR. NAC.
2.5
5.5
7.0
nd
1.1
0.9
100.0
100.0
100.0
REG. ATLÁNTICA
OTRO PAÍS TOTAL
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6. Para efecto de comparación con los censos, no se incluyen en 1996 como inmigrantes los nacidos en la parte rural del municipio de Yopal.
Sin embargo, la inmigración reciente a las tres ciudades evidencia un cambio en la intensidad y composición geográfica de los flujos inmigratorios hacia estas ciudades: Casanare y el departamento de Boyacá pierden importancia como origen de la migración. Otras regiones más alejadas, como la Atlántica, Bogotá, y la misma región Oriental incrementan su participa-
71
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
Cuadro 6-A. Distribución de los inmigrantes a la ciudad de 5+ años de edad por región de nacimiento 1973 - 1993 - 1996 Aguazul. 1973
LUGAR NACIMIENTO
Inmigrantes toda la vida
1993
Inmigrantes Inmigrantes último año toda la vida
1996
Inmigrantes Inmigrantes Inmigrantes 5 años toda la vida último año
Casanare (fuera mun.Aguazul)
27.0
26.4
29.0
24.9
26.4
19.6
Boyacá
46.4
42.3
34.9
29.5
34.6
25.4
Bogotá
2.1
3.3
4.0
5.1
3.2
2.5
Reg. Central
6.8
7.3
9.3
12.2
9.9
10.0
Reg.Oriental
13.7
14.2
16.0
18.3
15.3
26.7
Reg.Atlántica
0.5
1.1
2.4
3.7
5.0
9.8
Reg.Pacífica
2.1
5.4
1.8
2.8
1.8
3.4
Ant.Terr.Nac.
1.4
0.0
2.6
3.3
3.8
2.6
Otro país
nd
nd
0.0
0.2
0.0
0.0
100.0
100.0
100,0
100.0
100.0
100.0
TOTAL
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6.
Cuadro 6-B. Distribución de los inmigrantes recientes de 5+ años de edad por región de procedencia 1973-1993-1996 Aguazul. LUGAR PROCEDENCIA
1973
1993
1996
INMIGRANTES ÚLTIMO AÑO
INMIGRANTES 5 AÑOS
INMIGRANTES ÚLTIMO AÑO
CASANARE (FUERA MUNI. AGUAZUL)
40.9
28.6
45.2
BOYACÁ
36.6
21.9
14.7
BOGOTÁ
8.1
10.0
7.1
REG. CENTRAI
2.9
8.5
2.6
REC.ORIENTAL
7.8
17.5
15.7
REG.ATLÁNTICA
0.7
4.3
4.2
REG. PACÍFICA
1,5
2.0
1.0
ANT.TERR.NAC.
1.5
6.7
9.4
OTRO PAÍS TOTAL
nd
0.5
0.1
100.0
100.0
100.0
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6.
don como origen de los inmigrantes. Los Cuadros 5, 6 y 7 muestran el origen y la procedencia de los inmigrantes del último año. Aunque en las tres ciudades, Casanare y Boyacá siguen siendo el principal origen y procedencia de la migración reciente, se intensifican los flujos de migración de regiones más lejanas: Bogotá, los departamentos de la región Central (como 71
CARMEN ELISA FLÓREZ
Cuadro 7-A. Distribución de los inmigrantes a la ciudad de 5+ años de edad por región de nacimiento 1973-1993-1996 Tauramena. 1993
1973
LUGAR NACIMIENTO
1996
INMIGRANTES
INMIGRANTES
INMIGRANTES
INMIGRANTES
INMIGRANTES
TODA LA VIDA
ÚLTIMO AÑO
TODA LA VIDA
5 AÑOS
TODA LA VIDA
INMIGRANTE!
MUN. TAURAMENA)
26.0
32.0
22.6
18.7
23.4
20.7
BOYACÁ
57.2
39.4
37.1
30.8
20.0
15.5
BOGOTÁ
3.3
1.8
4.9
5.6
4.4
3.8
REG. CENTRAL
6.5
16.1
7.2
9.2
7.9
10.4
REG.ORIENTAL
6.1
7.1
19.8
24.5
26.4
29.0
REG. ATLÁNTICA
0.0
0.0
1.8
2.4
5.7
9.2
REG.PACÍFICA
0.9
3.6
3.4
4.6
3.2
5.3
ANT. TERR. NAC.
0.0
0.0
3.0
4.1
8.7
5.3
nd
nd
0.2
0.1
0.4
0.9
100.0
100.0
100.0
100.0
100.0
100.0
ÚLTIMO AÑO
CASANARE (FUERA
OTRO PAÍS TOTAL
Fuente: Flórez, Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6. Para efecto de comparación con los censos, no se incluyen en 1996 como inmigrantes los nacidos en la parte rural del municipio de Tauramena.
Cuadro 7-B. Distribución de los inmigrantes recientes de 5+ años de edad por región de procedencia 1973-1993-1996 Tauramena. LUGAR PROCEDENCIA
1973
1993
1996
INMIGRANTES ÚLTIMO AÑO
INMIGRANTES 5 AÑOS
INMIGRANTES ÚLTIMO AÑO
CASANARE (FUERA MUN.TAURAMENA)
49.9
28.2
29.2
BOYACÁ
35.2
21.5
10.6
BOGOTÁ
1.9
10.8
11.3
REG. CENTRAL
0.0
3.9
4.1
REC.ORIENTAI
13.0
23.8
25.9
REG.ATLÁNTICA
0.0
1.3
5.7
REG. PACÍFICA
0.0
2.9
4.2
ANT.TERR.NAC.
0.0
7.2
8.2
nd
0.4
0.6
100.0
100.0
100.0
OTRO PAÍS TOTAL
Fuente: Flórez Dureau, Maldonado, 1998. Documento No. 6. Para efecto de comparación con los censos, no se incluyen en 1996 como inmigrantes los nacidos en la parte rural del municipio de Tauramena.
Antioquia) y la región Pacífica (como Val le) en Yopal; los departamentos de las regiones Atlántica, Pacífica y Oriental, en Aguazul y Tauramena. Estos hechos conjuntamente evidencian la 73
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
existencia de diferencias no sólo en la intensidad sino en la modalidad de las corrientes migratorias según la distancia. Por un lado están las migraciones cercanas, de Casanare y Boyacá, que son las más intensas y antiguas; de otro están las migraciones lejanas, menos intensas y más recientes. Sin embargo, es necesario resaltar aquí el hecho de que en Tauramena, contrario a Yopal y Aguazul, es mínima la importancia de las migraciones anteriores a 1992. Es decir, las migraciones son en su mayoría recientes, de los últimos 5 años. A pesar de este hecho, las migraciones más recientes, del último año, son más lejanas, mientras que las más antiguas son más cercanas. Selectividad en los migrantes Las biografías permiten caracterizar a la población de estudio en diferentes momentos en el tiempo de vida de los individuos encuestados3. De una parte, muestra una mayor concentración de hombres entre los inmigrantes (57.2%) que entre los nativos (47.8%); y una población nativa más joven (edad promedio 29 años) que la inmigrante (edad promedio 34 años). Estas características son el reflejo de los flujos migratorios selectivos por edad y sexo que se han dado hacia estas ciudades en la última década. Esta conclusión es ampliamente confirmada por la distribución por edad de llegada de los inmigrantes, el año de llegada al área y el número de años en estas ciudades. El Gráfico No. 7 muestra una concentración de inmigrantes llegando entre los 1 7 y los 37 años. El Gráfico No. 2 evidencia cómo los flujos migratorios se aceleraron a partir de 1991, año en que se descubren y comercializan los pozos petroleros de Cusiana y Cupiagua ubicados en el área de estudio. La población migrante tiene sólo 8 años en promedio en el área de estudio al momento de la encuesta (1996). Estos 1
Las biografías hacen referencia a la población de estudio de 18+ años y más.
74
CARMEN ELISA FLÓREZ
Gráfico No. 1. Distibución de los migrantes por edad de llegada al área. Historias de Vida. Población de 18+ años.
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Gráfico No. 2. Distibución de los migrantes por año de llegada al área. Historias de Vida. Población de 18+ años.
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inmigrantes no han llegado directamente de su sitio de origen a estas ciudades, sino que han realizado una migración por etapas: en promedio han realizado tres etapas antes de llegar al área de estudio; es decir han vivido previamente, en promedio, en tres sitios diferentes, incluyendo su lugar de nacimiento. Cada una de estas etapas puede referirse a sitios dentro o fuera de Casanare, pero fuera de la cabecera de los tres municipios estudiados. La duración media de cada etapa es de 12 años, indicando una estadía más o menos larga en cada sitio4. La selectividad por edad y la complejidad de las trayectorias migratorias se reflejan también en una población inmigrante más educada y con mayor trayectoria laboral. De una parte, la población inmigrante muestra un mayor nivel educa' Los promedios están afectados por los valores extremos de una distribución. Claramente, el máximo de duración de cada etapa es muy alto, lo cual jalona el promedio hacia arriba.
75
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
tivo frente a la población nativa: una proporción mucho mayor de inmigrantes ha alcanzado el nivel universitario (14% contra 7%), mientras que la población nativa se concentra en el nivel secundario (54% contra 40%). Así mismo, la población inmigrante muestra unas historias laborales más complejas que las de los nativos: aunque han iniciado su vida laboral a una edad no muy diferente (1 5 años), han experimentado un mayor número de trabajos (3.5 contra 3), en promedio sus trabajos han sido más estables (de mayor duración: 5.2 contra 4.6), y han tenido, en promedio, por lo menos dos trabajos antes de llegar al área de estudio. De otra parte, el 15% de los nativos nunca ha trabajado, mientras que dicha proporción es de sólo el 5% entre los inmigrantes; tan sólo una quinta parte de los inmigrantes ha llegado al área sin ninguna experiencia laboral previa, mientras que el resto (75%) ha trabajado por lo menos una vez antes de su llegada.
Las tipologías de las trayectorias migratorias Utilizando el Análisis Armónico Cualitativo (AAC) y el de Clasificación se hizo un análisis tipológico5 de la movilidad residencial de los inmigrantes antes de llegar al área de estudio (ciudades de Yopal, Aguazul yTauramena, incluyendo Puente Cusiana), independientemente de la edad de los individuos a la fecha de la encuesta o de la fecha de inmigración. El análisis es sobre una submuestra biográfica de las personas no nativas del área durante 25 años antes de la primera llegada al área, dividiendo el período en 5 quinquenios. La variable activa, o variable de estado, mide las características del lugar de residencia para cada etapa antes de la llegada al área (combinando variables de: tamaño de localidad, zona urbana/rural, región geográfica, y explotación o no de petróleo, cada una referida al momento de la 5
Para metodología véase: Informe 8; y BARBARY, 1996; PINZÓN, 1998.
76
CARMEN ELISA FLÓREZ
etapa). La variable de estado, para cada período del tiempo de análisis, indica el lugar de residencia (modalidad) de mayor permanencia de los individuos de la clase. El análisis generó 13 clases, cada una de las cuales corresponde a una tipología de trayectoria migratoria. Adicionalmente, tenemos una clase definida previamente que corresponde a aquel grupo de individuos que llegaron directamente al área, es decir migraron en una sola etapa. La caracterización de las 14 tipologías de las trayectorias migratorias (clases) identificadas se basa en la variable activa, o variable de estado, y en variables ilustrativas longitudinales y transversales demográficas y socioeconómicas (edad, nivel educativo, condición socio-ocupacional, tenencia de la vivienda, estado civil, entre otras). El análisis de las características de cada clase, tanto por la variable activa como por las variables ilustrativas, permite identificar siete grandes tipos de trayectorias migratorias, algunas de las cuales están conformadas por subgrupos a su interior. Estas son: Casanareños rurales y de pueblos pequeños cercanos Este grupo está conformado únicamente por la clase 14, es decir, por aquellos inmigrantes que llegaron directamente al área de estudio. Provienen casi en su totalidad de zonas muy cercanas al área de estudio, de la zona rural o de pueblos de menos de 10 mil habitantes del mismo departamento del Casanare. En promedio son inmigrantes antiguos que llegaron muy jóvenes, y que actualmente tienen un bajo perfil educativo y laboral (vendedores, dependientes, obreros no calificados), con una alta proporción de inactivos. Casanareños con etapas intermedias Este grupo reúne individuos provenientes del mismo departamento del Casanare pero que han migrado a otros lugares antes 77
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
de llegar al área de estudio, principalmente a ciudades intermedias de Boyacá o a Bogotá. Está conformado por dos subgrupos que corresponden a las clases l y 4. % Clase l : Casanareños rurales de baja calificación: la mayoría proviene de la zona rural del Casanare, y realizaron en promedio menos de 2 etapas antes de llegar al área. Principalmente pasaron por ciudades intermedias de Boyacá o por Bogotá. Son inmigrantes antiguos, actualmente adultos jóvenes que llegaron al área en el inicio de su vida laboral. En general, son de bajo nivel educativo y de bajo perfil socio-ocupacional (obreros sin calificación, empleados domésticos, trabajadores agrícolas, y de servicios personales), con alta proporción de inactivos. Tienen condiciones actuales similares al promedio, es decir, viven en alto nivel de hacinamiento y son propietarios de sus viviendas o viven en usufructo. £ Ciase 4: Casanareños móviles clase alta: la mayoría proviene de pueblos pequeños del Casanare que realizaron en promedio 2.5 etapas antes de llegar al área, pasando principalmente por ciudades intermedias de Boyacá o por Bogotá. Son inmigrantes no muy antiguos, que llegaron al área como adultos jóvenes, con un nivel educativo intermedio alto. Dado las bajas condiciones del sistema educativo de la región, la edad a la cual llegaron al área de estudio, y su nivel educativo logrado, puede interpretarse que estos inmigrantes salieron del Casanare en busca de mejorar su educación. Actualmente tienen un perfil socio-ocupacional medio (predominancia de técnicos y docentes), pero con una gran proporción de inactivos. En este grupo hay una proporción de mujeres mayor al promedio.
Inmigrantes de Boyacá Este grupo caracteriza los individuos provenientes principalmente del departamento de Boyacá, que en promedio han realiza-
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CARMEN ELISA FLÓREZ
do 2.5 etapas antes de llegar al área de estudio, pasando por ciudades intermedias del mismo departamento, por Bogotá y por otras ciudades grandes del país. Está conformado por las clases 3, 2 y 5. £ Clase 3: Boyacá rural: esta clase reúne individuos que básicamente vienen de la zona rural del departamento de Boyacá, con un promedio un poco menor a 2.5 etapas previas, pasando por ciudades intermedias del mismo departamento y por ciudades grandes del país. Son inmigrantes antiguos, que llegaron al área como adultos jóvenes y actualmente son adultos mayores. Tienen un nivel educativo menor al promedio y con diversas ocupaciones laborales. En general tienen condiciones similares al promedio. £ Clase 2: Boyacá ciudades pequeñas: esta clase se caracteriza por individuos que provienen de pueblos de Boyacá (menos de 1 0 mil habitantes), que pasaron por otras ciudades del mismo departamento y por Bogotá, con un promedio de 2.5 etapas antes de llegar al área. Son inmigrantes relativamente antiguos, actualmente adultos mayores que llegaron como adultos jóvenes. Sus características son similares al promedio, y su condición socio-ocupacional muestra una diversidad de actividades. £ Clase 5: Boyacá de perfil alto: en su mayoría provienen de ciudades pequeñas de Boyacá (entre 10 y 50 mil habitantes), que pasaron por ciudades intermedias del mismo departamento y por Bogotá antes de llegar al área, con un promedio de 2.5 etapas. Actualmente son adultos mayores, que llegaron al área como adultos jóvenes, y que tienen un nivel educativo relativamente alto (10% tiene nivel universitario). Esta clase se caracteriza por tener una proporción de hombres mayor al promedio, con perfil laboral alto (patronos, cargos directivos), y que residen en hoteles o en arriendo, con niveles de hacinamiento menores al promedio.
79
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
Inmigrantes no m u y lejanos, en cargos intermedios no relacionados con las actividades petroleras Este grupo está definido sólo por la clase 8, que caracteriza a los inmigrantes provenientes de pueblos (menos de 10.000 habitantes) de la región circundante que pasan por ciudades pequeñas (entre 10 y 50 mil habitantes) también de la región circundante y por Bogotá, con un promedio de 2.5 etapas antes de llegar al área de estudio. Son inmigrantes relativamente recientes, que llegaron ya en edades económicamente productivas, con nivel educativo medio. Muestra una proporción de hombres mayor que el promedio, en cargos laborales intermedios (supervisores, obreros calificados y empleados administrativos y contables). Por sus trayectorias migratoria y laboral puede deducirse que sus cargos no tienen relación con las actividades petroleras. Actualmente viven en condiciones de hacinamiento menor que el promedio, principalmente en hoteles y en arriendo. Inmigrantes lejanos, m u y móviles, conectados a Bogotá, sin vinculación con actividades petroleras Este grupo está integrado por las clases 10, 9 y 7 7, y caracteriza los inmigrantes provenientes de Bogotá, o de grandes ciudades u otros países que pasan por Bogotá en etapas previas. En general son muy móviles ya que han realizado entre 3 y 3.5 etapas en promedio antes de llegar al área de estudio. £ Clase 10: Inmigrantes de Bogotá en altos mandos del sector público: este grupo viene principalmente de Bogotá, con una alta movilidad previa, han realizado en promedio 3.5 etapas antes de llegar al área. Son inmigrantes relativamente recientes, que llegaron al área en edad adulta (alrededor de los 30 años) económicamente activos, con niveles educativos altos (un alto porcentaje con universitaria respecto al promedio). Muestra una proporción de hombres mayor al promedio. Tie-
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CARMEN ELISA FLÓREZ
nen bajos niveles de inactividad y ocupan categorías socio-ocupacionales altas (profesionales, técnicos y docentes). Dada su trayectoria educativa y laboral, probablemente están en actividades relacionadas con el sector público. Una alta proporción se aloja en hoteles, con condiciones de hacinamiento bajas. % Clase 9: Inmigrantes lejanos que pasan por Bogotá y que no tienen vinculación con las actividades petroleras: este grupo viene principalmente de ciudades grandes (entre 50 y 250 mil habitantes) lejanas al área, o vienen de otros países. Son inmigrantes relativamente recientes, con un promedio de etapas mayor a 3, y que han pasado por Bogotá antes de llegar al área de estudio. Tienen un nivel educativo alto, y desempeñan actividades laborales de alta calificación y posición socio-ocupacional (cargos directivos, profesionales, patronos, técnicos), tal vez sin vinculación con actividades petroleras. Muestra una proporción de inactividad menor al promedio. Una alta proporción se aloja en hoteles. % Clase 7 7; Inmigrantes de pueblos lejanos, con bajo perfil y no vinculados previamente en actividades petroleras: este grupo viene principalmente de pueblos (menos de 10 mil habitantes) lejanos, pero pasan por Bogotá antes de llegar al área. En promedio tienen 3.3 etapas previas. Son inmigrantes relativamente recientes que llegaron en edad adulta (30 años). Tienen un nivel educativo más bajo que el promedio, vinculados a actividades laborales de bajo perfil (empleados domésticos, vendedores y dependientes) sin relación directa con el petróleo. Muestran un nivel de inactividad mayor que el promedio. Una baja proporción se aloja en hoteles, y la ocupación de la vivienda indica niveles de hacinamiento mayores al promedio. Inmigrantes no m u y lejanos de ciudades intermedias que se conectan con e l petróleo Este grupo está conformado sólo por la clase 13, la cual se caracteriza por individuos que parten principalmente de ciuda81
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
des intermedias del área circundante 6 sin explotaciones petroleras, pero que realizan en promedio 3 etapas previas antes de llegar al área de estudio, y en este recorrido pasan por ciudades intermedias de la misma región circundante pero que tienen actividades petroleras. De esta forma, durante su trayectoria se conectan al petróleo. En promedio son inmigrantes recientes que llegaron en edades económicamente productivas (alrededor de los 30 años), con una proporción de hombres mayor que el promedio. Tienen un nivel educativo mayor que el promedio, y tienen posiciones laborales relativamente altas (patronos, cargos directivos, técnicos, empleados administrativos). Un alto porcentaje de este grupo vive en hoteles con índices de hacinamiento bajos. Claramente, es un grupo que tiene alta relación con las actividades petroleras del área de estudio. Inmigrantes altamente relacionados con el petróleo Este grupo caracteriza aquellos inmigrantes que estrechamente tienen vinculación con la explotación petrolera, y está conformado por las clases 6, 12, y 7. % Clase 6: Profesionales en petróleo: este grupo proviene de ciudades lejanas o de la región circundante con explotaciones petroleras. Es la clase de inmigrantes más reciente y de mayor edad (promedio a la llegada 34 años). Han realizado un poco más de 3 etapas previas antes de llegar al área. Un porcentaje alto ha vivido en viviendas colectivas, tal vez en unidades de vivienda en los enclaves petroleros (conocidos como CPF - Central Production Facilities). Tienen un porcentaje con nivel educativo universitario mayor al promedio. Una alta proporción se aloja en hoteles o en viviendas en arriendo con bajo nivel de hacinamiento. Este grupo muestra una proporción de hombres 6
La región circundante está integrada por los departamentos de Meta, Arauca, Santander y Cundinamarca.
82
CARMEN ELISA FLÓREZ
mayor al promedio. Su vinculación laboral indica una alta proporción de profesionales, técnicos, y empleados administrativos, es decir cargos altos en la escala socio-ocupacional. £ Clase 12: Malleros: este grupo tiene procedencia diversa, pero todos los lugares por los que ha pasado están asociados con explotaciones petroleras. Así, provienen principalmente de ciudades pequeñas (entre 10 y 50 mil habitantes) vinculadas a la explotación petrolera, independientemente de la región (con excepción del mismo departamento del Casanare). Son inmigrantes recientes, relativamente móviles, con 3 etapas en promedio antes de llegar al área de estudio. Llegaron en edad adulta, económicamente productivos. Muestran una proporción mayor de hombres que el promedio. Tienen bajo nivel educativo y la actividad laboral indica una clase mediana y baja en su condición socio-ocupacional (no hay cargos directivos ni patronos, pero tampoco empleados domésticos). Por su trayectoria residencial, educativa y laboral, puede asociarse esta clase a los "malleros", que son obreros no calificados de las actividades petroleras. En general, un porcentaje mayor al promedio se aloja en viviendas en arriendo. f Clase 7: Inmigrantes beneficiados de las externalidades del petróleo: esta clase agrupa a los inmigrantes provenientes de pueblos, ciudades pequeñas e intermedias, de zonas lejanas y de la zona circundante, pero con explotaciones petroleras. Son inmigrantes recientes que llegaron en edad económicamente productiva. En promedio han realizado un poco más de 2 etapas antes de llegar al área. Este grupo tiene un nivel educativo bajo, y muestra un porcentaje de mujeres mayor al promedio. Una proporción mucho mayor que el promedio vive en arriendo, en hogares no nucleares. El perfil laboral es medio y bajo, sin presencia de categorías socio-ocupadonales altas. Hay empleados administrativos y contables, trabajadores independientes, pero también hay vendedores, obreros no calificados y
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MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
empleadas domésticas en porcentajes mayores al promedio. Dado su trayectoria residencial, laboral y educativa, este grupo podría asociarse con aquellos individuos que migran detrás de las explotaciones petroleras pero realizan actividades del sector terciario que se benefician de la dinámica económica que genera el petróleo. Tal es el caso de los vendedores, trabajadores independientes y mujeres en prostitución. Resumen La expansión de la frontera agrícola y la apertura de vías de acceso terrestres en el Casanare, como la marginal de la selva, originaron un alto crecimiento de su población en la década de los ochenta, especialmente de aquella localizada en las zonas urbanas (FLÓREZ, DUREAU, MÉNDEZ, 1996). La reciente explotación de los pozos petroleros de Cusiana y Cupiagua (descubiertos en 1989 y comercializados en 1993), llevaron a un aceleramiento en ese crecimiento, especialmente en las ciudades localizadas en la zona de influencia directa, como son Tauramena y Aguazul. Yopal, por ser la capital del departamento y dada su cercanía a Aguazul y Tauramena, ha recibido también gran parte de ese dinamismo poblacional. Sin embargo, a pesar de sus ritmos acelerados de crecimiento, las tres ciudades continúan siendo pequeñas aglomeraciones. Así, en 1996, Yopal contaba con una población total cercana a los 50 mil habitantes, mientras que en Tauramena la población sólo llegaba a los 8 mil habitantes. El crecimiento poblacional ha estado acorde con los ciclos petroleros. Así, Tauramena, dada la etapa más avanzada en que se encuentra la explotación de Cusiana, muestra la mayor tasa de crecimiento de su población. La dinámica demográfica de Yopal, Aguazul y Tauramena muestra también que la explotación petrolera ha llevado a que se acentúen las prácticas residenciales basadas en unas permanencias cíclicas o temporales en las ciudades.
84
CARMEN EL;SA FLÓREZ
Los flujos migratorios acumulados hacia las tres ciudades tienen una característica en común: provienen principalmente de la zona circundante, que corresponden a otras partes del departamento del Casanare (incluyendo la zona rural del mismo municipio), Boyacá y los departamentos que integran la región central, entre los que sobresalen Santander y Meta. La importancia relativa de Boyacá se explica no sólo en términos de su proximidad sino del hecho de que el departamento de Casanare formó parte de Boyacá hasta 1973 cuando se constituyó en Intendencia. Sin embargo, la inmigración reciente a las tres ciudades evidencia un cambio en la intensidad y composición geográfica de los flujos inmigratorios hacia estas tres ciudades, en donde cada vez son más importantes las migraciones de larga distancia, como aquellas provenientes de los departamentos costeros del país. De hecho, se evidencian la existencia de diferencias no sólo en la intensidad, sino en la modalidad de las corrientes migratorias según distancia: por un lado están las migraciones cercanas, de Casanare y Boyacá, que son las más intensas y antiguas; y de otro lado están las migraciones lejanas, menos intensas y más recientes. Claramente, las explotaciones petroleras del Casanare generaron nuevas corrientes migratorias, que se caracterizan por individuos en su mayoría hombres, altamente móviles, de migración reciente, que llegaron en edad adulta, económicamente productivos. Dentro de estas corrientes vinculadas al petróleo se identifican dos grupos: primero, individuos con nivel educativo alto, en categorías socio-ocupacional alta y posiblemente llegan al área con contratos previamente establecidos; un segundo grupo, de individuos de bajo perfil educativo y laboral, que se vinculan a actividades petroleras o se benefician de dichas actividades. En las corrientes migratorias no asociadas con las actividades petroleras, que son migraciones más antiguas y en edades 85
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
más jóvenes, las tipologías de las trayectorias migratorias muestran una relación muy estrecha con el nivel socio-ocupacional alcanzado por el individuo. Aquellos migrantes provenientes de la misma región casanareña, que han tenido pocas oportunidades educativas en la región, no logran insertarse en categorías altas de la escala laboral. Por el contrario, quienes vienen de regiones externas al departamento, de ciudades grandes, que han tenido oportunidades de acceder a la educación, son quienes logran estar en las categorías más altas de la condición socio-ocupacional.
86
Referencias bibliográficas Informes del Proyecto de Investigación CEDE-ORSTOM (IRD) FLÓREZ, C E . ; DUREAU, F. 1996. Movilidad espacial en ciudades de zonas de expansión: los casos de Yopal, Aguazul y Tauramena (Casanare). Documento No. 2: Metodología de la encuesta cuantitativa sobre movilidad espacial y de la encuesta ambiental. Bogotá, CEDE - ORSTOM, 102 p., mas anexos. FI.OREZ, C E . ; DUREAU, F ; MÉNDEZ, R. 1996-a. Movilidad espacial en ciudades de zonas de expansión: los casos de Yopal, Aguazul y Tauramena (Casanare). Documento No. 1': Análisis de la información secundaria. Bogotá, CEDE - ORSTOM, Documento CEDE, n° 96-03, 268 p.
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dad espacial en ciudades de zonas de expansión: los casos de Yopal, Aguazul y Tauramena (Casanare). Documento No. 6: Informe final. Bogotá, CEDE - ORSTOM, 278 p. 87
MIGRACIONES EN TORNO AL PETRÓLEO EN CASANARE
FLOREZ, CE.; DUREAU, R; GUZMÁN,J.C 1998. Movilidad es-
pacial y pobreza en el contexto de un mercado regional. Documento No. 1 (7): Impacto de la migración sobre los niveles de pobreza y de calidad de vida de las ciudades de Yopal, Aguazul y Tauramena. Bogotá, CEDE - ORSTOM, 96 p. FLOREZ, C E . ;
DUREAU, E; GUZMÁN, J . C ;
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Migraciones internas y violencia en Colombia: el precio de los equilibrios regionales Norma Rubiana^ Eduardo Granados2
Presentación Durante 1998 tuvimos la oportunidad de realizar un trabajo de investigación sobre migración interna y fuerza de trabajo3, a partir de la información del censo de población de 1993. Este trabajo mostró no sólo la existencia de grandes movimientos de población, movimientos que se han acentuado en el último período, sino una muy estrecha relación entre migración y empleo. Marcados equilibrios regionales entre empleo y desempleo se logran gracias a la enorme movilidad de la fuerza de trabajo. De la observación de estos equilibrios surgieron muchos interrogantes, uno de los cuales tenía que ver con los costos sociales del mantenimiento de los equilibrios regionales. En este artículo tratamos de explorar, entonces, la relación entre violencia y migración, en un intento por documentar algunas
1
Socióloga, doctora en Demografía, investigadora del Centro de Investigaciones sobre Dinámica Social. Universidad Externado de Colombia. 1 Estadístico, master en Estadística Matemática, investigador del Centro de Investigaciones sobre Dinámica Social. Universidad Externado de Colombia. ' RUBIANO, Norma; GONZÁLEZ, Alejandro; GRANADOS, Eduardo. Estudio Nacional sobre migración interna y fuerza de trabajo en Colombia. Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, Centro de Investigaciones sobre Dinámica Social. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, junio 1998. Informe final.
MIGRACIONES INTERNAS Y VIOLENCIA EN COLOMBIA
hipótesis sobre el impacto que genera la alta movilidad de la población en edad de trabajar (Cuadro No. 1). Los f l u j o s m i g r a t o r i o s internos La población colombiana se caracteriza por el alto grado de movilidad entre departamentos y entre municipios de un mismo departamento. Entre los mayores de 10 años censados en 1993, el 25.9% ya no residía en el departamento de su nacimiento, habiendo migrado el 6.5% en los últimos cinco años. Cuadro No. 1. Población de 10 años o más según migración de toda la vida, períodos migratorios y sexo 1993 - Colombia CATEGORÍA
POBLACIÓN
%
TOTAL POBLACIÓN 1 993
CON INFORMACIÓN
NATIVOS NO MIGRANTES
23.723.572
100
17.140.259
72.2
450.646
1.9
MIGRANTES (NO NATIVOS))
6.132.667
25.9
ANTIGUOS (ANTES 1 988)
4.590.617
19.4
RECIENTES (DESPUÉS
1.542.050
6.5
6.583.313
27.8
1.992.696
8.4
NATIVOS MIGRANTES RETORNO
1988)
SUBTOTAL MIGRANTES TODA LA VIDA SUBTOTAL MIGRANTES RECIENTES (DESPUÉS
1988)
N A T I V O S MÁS N O NATIVOS
Fuente: con base en el Censo Nacional de Población DAÑE 1993. Tabulados Centro de Investigación sobre Dinámica Social. Universidad Externado de Colombia.
Cuando se toman en consideración además, los movimientos entre municipios de un mismo departamento, se observa que casi uno de cada dos colombianos (46.2%) es un migrante, y entre el nacimiento y el momento del censo, uno de cada cinco ha cambiado de departamento, y uno de cada cuatro ha cambiado de municipio al interior del mismo departamento. Así, del total de migrantes, más de la mitad (60.1%) han cambiado de departamento, mientras el 39.9.1 % solo se ha desplazado al interior del mismo departamento (Cuadro No. 2).
90
NORMA RUBIANO - EDUARDO GRANADOS
Cuadro No. 2. Población de 10 años y más migrantes, ínter e intra departamentales según frontera migratoria. Censo 1993. Colombia. POBLACIÓN CON INFORMACIÓN
23.723.572
N O MIGRANTES
12.762.488
53.8
MIGRANTES
10.961.084
46.2
100.0
DIRECTOS
9.205.985
38.8
84.0
INTRA
3.894.933
16.4
35.5
ÍNTER
5.311.052
22.4
48.5
INDIRECTOS
1.305.683
5.5
11.9
INTER-INTER
587.594
2.5
5.4
INTRA-INTER
195.157
0.8
1.8
INTER-INÍRA
211.470
0.9
1.9
INTRA INTRA
311.462
1.3
2.8
449.416
1.9
4.1
SUBTOALINTRA
4,377.771
18.5
39.9
SUBTOTAL ÍNTER
6.583.313
27.8
60.1
RETORNO
Fuente: con base en el Censo Nacional de Población 1993. Tabulados Centro de Investigaciones sobre Dinámica Social. Universidad Externado de Colombia
Pero la intensidad de los flujos migratorios, varía enormemente de un lugar a otro, dada la gran diversidad económica y cultural del país, de manera que mientras las zonas más deprimidas económicamente pierden proporciones importantes de su población por efecto de la migración (Nariño, Córdoba, Sucre, Cauca), las zonas de mayor desarrollo o en proceso de expansión económica, ganan y se saturan de inmigrantes (Bogotá, Caquetá, San Andrés). Por lo que hemos podido observar, las migraciones internas en Colombia están estrechamente asociadas con la búsqueda de mejores condiciones de vida y de trabajo. Entre los inmigrantes de los cinco años anteriores al censo, se observan las tasas más altas de desempleo, ya se trate de los migrantes recientes (4.5%) o de los migrantes de retorno (5.6%), y en casi todos los departamentos las tasas de inmigración del período 88-93 son superiores para los desempleados e inferiores para los empleados.
91
MIGRACIONES INTERNAS Y VIOLENCIA EN COLOMBIA
Sin embargo, el dato más sorprendente es que la migración resulta jugando un papel importante en la construcción de los equilibrios laborales regionales, pues cuando en una región recibe grandes flujos de desempleados, que pueden amenazar la relación entre ocupados y desocupados, se activan los mecanismos de expulsión de estos últimos, de manera que el juego de compensación que se da entre ganancias y perdidas de unos y otros, termina por asegurar cierto equilibrio en los mercados laborales. Obsérvese (Gráfico No. 1) cómo los departamentos resultan alineándose alrededor de una línea de equilibrio, cuando tasas altas de inmigración entre los ocupados se compensan con tasas altas de inmigración entre los desocupados. Gráfico No. 1. Tasas migratorias por departamentos (RECIENTES 1988-1993). OCUPADA, NO OCUPADA, TOTAL
0.45
+
0.4 _ 0.35 B z O)
u
0.3
QJ
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±. y +
£ 0.25
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0.05 0.05
0i
0.15
i •2
X: OCUPADOS Inmigrantes (recientes) • Y: Observados — Y A : Estimados
92
0.25
0.3
„,. 0.35
NORMA RUBIANO - EDUARDO GRANADOS
La importancia y diversidad de los movimientos entre unidades geopolíticas del país, como el papel que juegan las migraciones en el mantenimiento y distribución de los excedentes de fuerza de trabajo, de suerte que las economías locales pueden disponer de los flujos requeridos de mano de obra en los lugares y en los momentos apropiados, sugiere necesariamente la pregunta sobre: ¿qué costos tiene para la población migrante y no migrante, el mantenimiento de esos equilibrios laborales? ¿Cómo se resuelve la tensión que se genera cuando en cortos períodos de tiempo llegan contingentes importantes de migrantes a una determinada región? ¿Cómo se dan los procesos de inserción social y económica de los nuevos llegados? Y si los mecanismos de inserción no son suficientes, ¿se convierte la migración en un factor de conflicto y de violencia? Para tratar de explorar estos interrogantes hemos establecido la relación entre las tasas de migración y dos indicadores de violencia: las tasas de delitos en general, y las tasas de muertes violentas.
La violencia en zonas de alta migración Con el fin de explorar las posibles relaciones entre la intensidad de los flujos migratorios y el comportamiento violento de la población, hemos calculado la correlación de Pearson entre 15 indicadores de migración y dos indicadores de violencia: las tasas promedio de delitos de cualquier índole, y las tasas promedio de muertes violentas para 25 departamentos de los cuales se disponía de información. Para asegurar la relación de correspondencia entre migración y violencia tomamos los datos de migración correspondientes a los 5 años anteriores al censo (1988-1992), o migración reciente, y las tasas promedio de delitos y muertes violentas ocurridos también en los 5 años anteriores ai censo (1988 a
93
MIGRACIONES INTERNAS Y VIOLENCIA EN COLOMBIA
1992), según registros de la Policía Nacional 4 . Los resultados de este ejercicio pueden observarse en el Cuadro No. 35. La hipótesis inicial planteaba que seguramente las zonas con mayor movilidad geográfica tendrían también mayores índices de violencia, es decir que las correlaciones serían positivas. Lo primero que pudimos constatar es que existe una estrecha correspondencia6 entre las variables de migración y la presencia de muertes violentas en las regiones, pero que no se observan asociaciones con las tasas de delito. Es decir, que la mayor o menor movilidad de la población no se relaciona con cambios significativos en los niveles de delincuencia de los distintos departamentos, mientras que si se relaciona con cambios importantes en los niveles de mortalidad por violencia (Cuadro N°3). El segundo elemento para tomar en consideración es que esta asociación es más clara cuando se trata de la inmigración, pero muy débil o ¡nexitente cuando se trata de la emigración (Gráficos 2 y 3). Sugiriendo así, a título de hipótesis, que la presión social producida sobre un territorio con la llegada de nuevos moradores puede terminar generando roces y enfrentamientos que se resuelven finalmente por vía violenta. Este tipo de respuesta estaría mostrando a su vez que en esas regiones, las estructuras económicas, sociales y políticas no tienen la capacidad para dar salidas constructivas a la tensión, y ofrecer alternativas no violentas a la resolución de los conflictos. 1
Criminalidad. Revista de la Policía Nacional, 1988-1993. ' Hemos excluido de los cálculos a Antioquia por tener un comportamiento atípico en cuanto a las tendencias migratorias y de violencia, lo que distorciona la relación. Este departamento debería ser objeto de un trabajo particular, por cuanto en el período en consideración Antioquia fue particularmente afectada por la violencia del narcotráfico. 6 El coeficiente de Pearson es un indicador de la fuerza de la relación entre dos variables (covariación) pero no indica necesariamente causalidad de una sobre otra. Para demostrar una relación de causalidad se requiere, además de la covariación, orden de precedencia en el tiempo de una de las características y finalmente, que esa covariación no pueda ser explicada por una tercera variable. Por consiguiente las cifras sobre correlación que aquí se presentan no deben ser interpretadas como relaciones de causalidad.
94
NORMA RUBIANO - EDUARDO GRANADOS
En concordancia con lo anterior, la escasa asociación entre tasas de emigración y muertes violentas, (-0.2678 para la emigración reciente de nativos, y 0.1374 para la emigración reciente de nativos y no nativos) puede entenderse si se tiene en cuenta que en las zonas de alta emigración (que por lo regular son aquellas económicamente más deprimidas), la salida de población constituye un escape que permite liberar las tensiones internas que las precarias condiciones de vida pueden generar. Si bien el desplazamiento de la población que, como se sabe, generalmente es la más activa y calificada, puede agudizar las situaciones de precariedad, por otra parte contribuye a disminuir la probabilidad de confrontación entre los individuos, por simple sustracción de materia.
Gráfico No. 2. Porcentaje de muertes violentas departamentales contra Tasa de emigración reciente \ 61 muertes violentas ANT
ARO SAP
GLIA CES C A Q
VAL
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Sin CHÜ
°
>R
RÍS
CAL MAG
Qui
Boo
T. HÜLTOL
BOY CUN
Sou
NAR 6
7
ATL
BOL S
1
10
II
12
13
14
15
x 32 tasa inmigra, reciente 83-93
95
MIGRACIONES INTERNAS Y VIOLENCIA EN COLOMBIA
Gráfico No. 3. Porcentaje de muertes violentas departamentales x 6i mueries contra Tasa de emigración reciente ANT
ARO C SAP
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-
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x 32 tasa emigra, reciente 83-93
Cuando se comparan los índices de atracción reciente (o índices que permiten ordenar a los departamentos de mayor a menor según sus tasas de ¡migración sean superiores, ¡guales o ¡nfreriores al promedio nacional), con las tasas de muertes violentas se encuentran coeficientes de correlación muy similares a los ya descritos para las simples tasas de inmigración. Es decir, que los departamentos que ocupan los primeros lugares como los más atractivos para los inmigrantes, son justamente aquellos que enfrentan también un mayor conflicto, y en consecuencia alcanzan las tasas más elevadas de violencia. Así, podemos plantear en primera instancia, como hipótesis general, que la inmigración puede convertirse en un factor exhacerbador o generador de violencia en los centros en donde terminan instalándose los inmigrantes. A partir de esta hipótesis 96
NORMA RUBIANO - EDUARDO GRANADOS
podría adelantarse un trabajo de investigación en profundidad a fin de demostrar su validez, propósito que desborda los límites de este ensayo. La pregunta que surge ahora, entonces es, ¿quiénes son estos inmigrantes? ¿Existe alguna relación entre el tipo de inmigrantes que llegan a un determinado lugar y los niveles de violencia que allí se generan? Puesto que no disponíamos de las identidades ni de los inmigrantes ni de los autores de muertes violentas, utilizamos como indicador el lugar de procedencia. Así dividimos a los inmigrantes entre aquellos provenientes del mismo departamento (inmigración ¡ntra-departamental o inmigración entre municipios del mismo departamento) y aquellos provenientes de otros departamentos (inmigración ¡nterdepartamental). En este caso el resultado es sorprendente y muy sugestivo. Mientras la correlación entre las muertes violentas y la tasa de inmigración ¡ntra-departamental (Gráfico No. 4) es prácticamenGráfico No. 4. Porcentaje de muertes violentas departamentales contra Porcentaje de inmigrantes intra-intradepartementales \ 61 muertes violentas ANT
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MIGRACIONES INTERNAS Y VIOLENCIA EN COLOMBIA
Gráfico No. 5. Porcentaje de muertes violentas contra Porcentaje de inmigrantes inter-interdepartamentales x 61 muertes violentas 35 34 -
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te inexistente (-0.221), la correlación con la inmigración interdepartamental es fuerte y positiva (+0.638) (Gráfico No. 5). Este dato sugeriría otra hipótesis en el sentido que no todo desplazamiento de población es fuente de conflicto y violencia. Cuando se trata de migrantes oriundos de la misma región y que cambian de municipio dentro del mismo departamento, por intensos que sean los desplazamientos, estos no parecen generar mayor confrontación. Quizás conocen mejor la zona, comparten la misma cultura, los mismos intereses, tienen los mismos hábitos y en consecuencia parecen ser bien recibidos en el lugar de destino, o logran insertarse rápidamente, y se adaptan adecuadamente, de manera que su presencia en el lugar no genera mayores tensiones, y no impacta negativamente las pautas de convivencia.
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NORMA RUBIANO - EDUARDO GRANADOS
De hecho, cuando se relacionan los porcentajes de nativos no migrantes en las distintos departamentos, con los indicadores de violencia, se observa claramente que a mayor porcentaje de raizales, no solo se encuentran menores tasas de muertes violentas (-0.7384) sino que también la relación con las tasas generales de delincuencia, que no se asociaban en otros casos, aquí presentan coeficientes de correlación negativos (-0.58626). Afinando un poco más el análisis, quisimos observar si la relación entre la inmigración de no nativos al departamento y muertes violentas se mantenía para distintos tipos de movimientos: aquellos ocurridos antes de 1988, y después de 1988, y si Gráfico No. 6. Porcentaje de muertes violentas departamentales contra Porcentaje de población nativa no migrante x 61 muertes violentas
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Gráfico No. 7. Porcentaje de muertes violentas contra Porcentaje de población inmigrante directa reciente interdepartamental x 61 muertes violentas ANT
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el movimientos se realizaba dentro o fuera del departamento. Las correlaciones muestran que cuando se trata de inmigrantes provenientes de otros departamentos, las asociación entre inmigración y muertes violentas cobra importancia y es positiva. Valdría la pena indagar si los nativos tienen dificultades en aceptar a los recién llegados, o si los nuevos habitantes, frente a las dificultades de inserción que experimentan, terminan abriéndose un espacio por la vía violenta, imponiendo a los nativos exigencias, costumbres, comportamientos, que chocan con los suyos (Cuadro No. 4). Los coeficientes de correlación alcanzan el mayor nivel cuando la inmigración se realiza entre distintos departamen-
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NORMA RUBIANO - EDUARDO GRANADOS
Cuadro No. 4. Movimientos intra e ínter departamentales y correlación con tasas de violencia MODALIDADES MIGRATORIAS
DEPARTAMENTO NACIMIENTO
RECEPTOR Y/O
COEFICIENTE DE RECEPTOR
CORRELACIÓN
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tos y en el último período (88-92). Así, si la inmigración interdepartamental se produjo antes de 1988 y en el último período solo se realizan desplazamientos al interior del mismo departamento, la correlación es apenas de 0.433. Parecería que con el tiempo los migrantes interdepartamentales lograran superar las dificultades iniciales, encontraran un espacio propio y, finalmente, tanto nativos como migrantes lograran adaptarse a las nuevas circunstancias. Pero si antes del 88 la migración se dio entre municipios del mismo departamento, para luego cambiar de departamento, la correlación sube a 0.651 2. En cambio, cuando las migraciones se producen al interior del mismo departamento, ya se trate de uno o varios movimientos (antes o después del 88), estas no guardan relación con los índices de violencia (coeficientes de -0.028 y -0.221). Pero cuando el patrón migratorio cambia, para combinar una migración intra- departamental previa, con una experiencia de migración inter-departamental posterior, los índices de violencia alcanzan máximos coeficientes de correlación (+0.651). Algo similar ocu-
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MIGRACIONES INTERNAS Y VIOLENCIA EN COLOMBIA
rre cuando se combina un movimiento inter-departamentalcon otro intradepartamental. Podríamos entonces pensar ahora, que son las dificultades de interacción entre migrantes de distintos departamentos)/ entre estos y los nativos, lo que convierte a la migración en un factor de violencia. La alta correlación (+0.765) entre emigración de no nativos y muertes violentas, viene a apoyar esta ¡dea. En general la emigración no guarda relación con los altos índices de violencia, excepto cuando se trata de emigración de no nativos. Así podemos plantear como hipótesis, que lo que define un mayor conflicto no es sólo la presencia de inmigrantes de otros departamentos, sino la rotación de población originaria de otras culturas. Esta relación puede entenderse mejor cuando se consideran ciertas características de los migrantes. Por lo regular se trata de personas jóvenes (cerca de la mitad tienen entre 18 y 34 años), con altas tasas de desempleo, y que deben recurrir a la solidaridad familiar mientras logran establecerse independientemente, de manera que conviven en hogares de mayor tamaño y de estructuras más complejas, donde comparten con parientes y no parientes quizás un espacio reducido. Pero por otra parte, los migrantes son más calificados, y seguramente sus mayores aspiraciones los llevaron a tomar la decisión de buscar mejores condiciones de vida en otro lugar7. Si en el nuevo lugar de residencia no encuentran satisfacción a sus necesidades y aspiraciones, la frustración será aún mayor. El sentimiento de exclusión no tarda en hacer parte de su identidad, y en manifestarse en forma de agresión. Bien sabido es que la violencia es la forma extrema de la exclusión. Si, por otra parte, la cultura que los recibe maneja dosis elevadas de intolerancia, si el extraño es considerado peligroso, y ' Véase: Estudio nacional sobre migración interna y fuerza de trabajo en Colombia. Op. Cit.
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los estereotipos regionales asignan a los recién llegados todas las características negativas y encuentran en estos un chivo expiatorio a sus propias debilidades, dificultades y frustraciones, el terreno está abonado y la confrontación no se hará esperar. Unos y otros, negados en sus derechos elementales y en su identidad, sin un soporte institucional que permita mediar en el conflicto, resolver pacíficamente las diferencias y construir una nueva cultura, se ven abocados a dirimir la confrontación por sí mismos y por la vía no sólo de la negación del otro, sino de su destrucción física.
Conclusión Las relaciones que hemos podido observar entre migración y violencia, sin duda muestran que por sí misma la migración no genera violencia, sino bajo ciertas condiciones y en determinados contextos. Quedan planteadas entonces algunas hipótesis que sería necesario someter en contraste con información más detallada sobre las características de los migrantes, inter e ¡ntradepartamentales, sobre las características de los victimarios, sobre las relaciones económicas y sociales que se instauran entre migrantes y entre estos y los nativos, y sobre las formas de inserción social que se dan en una y otra región del territorio nacional. La exploración de los patrones culturales de tolerancia, solidaridad, y exclusión, vigentes en las distintas regiones es un trabajo muy prometedor y permitiría profundizar en la comprensión de las complejas relaciones que se tejen entre migración, empleo y violencia en el país.
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Pérdida de lugar, despojo y urbanización. Un estudio sobre los desplazados en Colombia Michel Agier Odile Hoffmann
El tema de los desplazamientos forzados ha adquirido, en la actualidad colombiana reciente, una importancia y una notoriedad sin precedentes. Se estima que hoy hay más de un millón de desplazados por la violencia. Cerca de cuarenta organizaciones no gubernamentales trabajan en el tema; existe una revista, Éxodo, publicada por el Grupo de Apoyo a Organizaciones de Desplazados; y, recientemente, el tema de los desplazados fue objeto de reconocimiento, aunque tímido, por parte del poder público nacional y local. El gobierno adoptó una ley parlamentaria por la que reconoce la importancia sociodemográfica y humanitaria del problema (Ley 387 de junio de 1997). Sin enbargo, dicha ley carece de marco de aplicación práctica. En el primer semestre de 1999 se creó, en Cali, un Comité Municipal de Desplazados conformado por representantes de la alcaldía y diversas instancias municipales (entre ellas el servicio de salud) así como de organismos que prestan asistencia a los desplazados (Desepaz, Cruz Roja, etc.), a pesar de la resistencia de la alcaldía a reconocer la presencia de desplazados en dicha ciudad y a ocuparse de ellos2. 1
Este texto es la versión escrita de la ponencia presentada en el simposio del Observatorio Sociopolítico y Cultural. "Desplazados, Migración Interna y Reestructuralción Territorial" del CES (Centro de Estudios Sociales), Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, mayo 5 al 7 de 1999. 1 Con 50,000 desplazados, Cali sería la tercera ciudad de llegada de los desplazamientos forzados, después de Bogotá (300 mil) y Medellín.
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MIGUEL AGÍER - ODILE HOFEMANN
A partir de material de primera mano basado en encuestas directas en el litoral Pacífico y Cali, y la consulta de documentos recientemente publicados sobre el tema 3 , el objeto de este documento es establecer hasta qué punto es posible identificar los efectos sostenidos de este fenómeno - q u e de por sí ha perdido su naturaleza provisional- sobre la estructura social y la construcción de identidades. De forma más precisa aún, el autor se propone describir y comprender la emergencia de nuevas formas de movilidad, urbanización e identidad ciudadana, e intentar dilucidar lo que representa un desplazamiento violento cuando se pierde una tierra, un techo, un sitio propio y un lugar en la sociedad. En otras palabras, se pretende entender qué significa vivir sostenidamente en situación de tránsito y cómo es posible rehacerse, reconstituirse como persona dotada de identidad social, a partir del despojo. En fin, qué tipo de inserción urbana, individual o colectiva, se construye en esos contextos 4 . Estos ámbitos de reflexión deberían permitirnos pasar del tema de actualidad en torno a la categoría difusa de "desplazados" a una problemática antropológica que se construye en torno a la relación entre pérdida de lugar, despojo y reconstrucción de identidad. En mi opinión el análisis de esta problemática se hace aún más necesario, en la medida en que la aparición de situaciones de despojo, según procesos más o menos brutales (guerras, violencia política, delincuencia violenta, expoliación económica, pérdida de derechos sociales, etc.) tiende a convertirse en un 3
En particular los resultados de las encuestas realizadas por la Iglesia católica, cuyas "Pastoral Social" y "Comisión Vida, Justicia y Paz" son, hasta el momento, los organismos mejor informados sobre el tema. 4 Esta última pregunta remite al caso de las poblaciones refugiadas, en especial cuando se estabilizan los campos de refugiados, los cuales terminan por constituirse en nuevas formas de "ciudades desnudas" compuestas por varias decenas de miles de habitantes. Véase: AGIER, Michel. "Lo spettro della cittá nuda", África e Mediterráneo, Bologne, n° 1/99, junio 1999.
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PÉRDIDA DE LUGAR, DESPOJO Y URBANIZACIÓN
problema generalizado en el mundo 5 . En este contexto, nuevo por su dimensión masiva, sostenida y mundial, cabe preguntarnos ¿qué tan posible es, para los seres humanos despojados, reconstruir sus lazos sociales y simbolizar su relación con el mundo material?
Pérdida de t i e r r a , p é r d i d a de lugar La violencia como contexto Las dificultades y desavenencias entre instituciones internacionales, nacionales y locales para definir la categoría de "desplazados de la violencia", se fundan en dos consideraciones. De una parte, la caracterización de la violencia como acto específicos o como un contexto de violencia generalizada y, de otra, el carácter heterogéneo de las poblaciones desplazadas. El ACR propone una definición restringida del fenómeno, considerando como "personas deplazadas en el interior" a aquellas contra quienes se ha atentado o a quienes han sido amenazadas de manera personal y directa por hechos violentos específicos: se trata de "personas que, debido a persecuciones, conflicto armado o actos de violencia, se han visto obligadas a abandonar su casa y dejar su lugar de residencia habitual, y que permanecen dentro de las fronteras de su propio país"6. Por su parte, la Conferencia Episcopal de Colombia, que en 1995 ' Es así como, de una parte, la Conferencia de la ONU sobre Establecimientos Humanos (Habitat II, Istambul, junio de 1996) evaluó en cien millones el número de ciudadanos "sin techo" en el mundo y, de otra, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados contabilizó en 1995 trece millones de refugiados, entre veinticinco y treinta millones de personas desplazadas en el interior de sus países, y por lo menos cien millones de desplazamientos inducidos por el desarrollo, que han provocado expropiaciones violentas de tierra. (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Les refugies dans le monde (Los refugiados en el mundo), Paris, HCR/La Découverte, 1997). 6 "Conflit interne et déplacement" (Conflicto interno y desplazamiento), in H C R op. cit., p. 99.
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MIGUEL AGIER - ODILE HOFFMANN
realizó una encuesta sobre el tema a escala nacional y, más recientemente, el gobierno colombiano, en el texto de la ley de 1997, adoptaron una definición más amplia que retoma la del Instituto Interamericano de Derechos Humanos. Según dicha definición, los desplazados son personas que han sido obligadas a migrar dentro de su propio país, debido a que "su vida, su integridad física y su libertad" han sido objeto de ataque o amenaza. Las situaciones evocadas como causas de desplazamiento incluyen: "Conflicto armado interno, disturbios o tensiones interiores, violencia generalizada, violaciones masivas de los Derechos Humanos, infracciones al Derecho Internacional Humanitario u otras circunstancias que emanen de ia situaciones anteriores y que puedan alterar o alteren drásticamente el orden público" 7 . La situación colombiana insta a considerar una definición ampliada del fenómeno de los desplazados, a imagen de la violencia generalizada que origina dicho fenómeno. La prolongación, por años, del conflicto armado interno, la ausencia de una solución política por parte de los gobiernos sucesivos, la consolidación y la profesionalización de los actores armados ilegales (guerrilla y paramilitares) y su dependencia económica del narcotráfico, la pérdida de confianza en el Estado y el ejército oficial para resolver el conflicto, han hecho olvidar las causas originales de la violencia en el país y la han instituido como un estado continuado en la vida de todos. La violencia política se remonta a finales del siglo XIX, cuando liberales y conservadores se distribuían los espacios de poder, y a los conflictos que durante décadas suscitó dicha distribución. La violencia se intensificó tras el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, en 1948, hecho que desencadenó una larga serie de arreglos de 7
Véanse: Conferencia Episcopal de Colombia. Derechos humanos. Desplazados por violencia en Colombia, Bogotá, 1995, p. 40; y ROJAS,J. "Violencia y desplazamiento: el drama continúa". Revista Foro, Bogotá, n" 34, junio 1998, p. 37.
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PÉRDIDA DE LUGAR, DESPOJO Y URBANIZACIÓN
cuentas y venganzas entre las milicias liberales y conservadoras durante la llamada Época de la Violencia (1948-1964), que dejara un saldo de 200.000 muertos y dos millones de desplazados. El inicio de la guerra clandestina, a fines de ios años cincuenta, de la guerrilla de extrema izquierda y, luego, a comienzos de los años ochenta, de las organizaciones paramilitares contra la guerrilla, han producido hasta hoy en día una "confiscación" por el enfrentamiento violento de las tendencias políticas radicales. En los últimos años la violencia ha tomado el aspecto de un fenómeno unificado: ha perdido el carácter regional y temático que la caracterizó hasta los años ochenta (violencia política en las regiones rurales andinas y orientales), para adquirir mayor presencia en la ciudad 8 y en regiones hasta entonces consideradas relativamente tranquilas9, diversificándose al mismo tiempo. Es así como los secuestros con exigencia de pago de rescate son perpretados tanto por la guerrilla y los paramilitares como por bandas de delincuencia común; en los barrios pobres de las ciudades, donde la policía oficial tiene escasa presencia y sólo acude al cabo de una fuerte escalada de violencia, las milicias populares se reproducen profusamente para proteger a los habitantes contra las bandas de delincuentes, antes de convertirse, ellas mismas, en bandas criminales que cumplen ei papel de policía entre las familias,ex¡g¡endo rescates en los barrios. De otra parte, suele ocurrir que los mismos policías de la fuerza pública (llamados "la Ley") se comporten con un principio similar al de las bandas de delincuentes y las milicias de barrio, respondiendo (luego de enmascararse y convertirse en 1
Véase, en el primer semestre de 1999, los secuestros del ELN en una iglesia situada en un barrio del sur (los más ricos) de Cali y de un avión de una línea aérea colombiana que había salido de Bucaramanga. ,J Por ejemplo, los paramilitares anunciaron públicamente su llegada a la ciudad de Tumaco ¡cerca de la frontera ecuatoriana), en enero de 1999, y en el departamento del Valle del Cauca en julio de 1999.
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"encapuchados") al asesinato de algunos de los suyos con venganzas criminales contra los asesinos y sus parientes cercanos. Las personas armadas (por lo general muy jóvenes, a partir de los 12 o 13 años) circulan entre pandillas delincuentes y milicias de barrio, y entre éstas, la guerrilla y los paramilitares. Esta diversificación convierte la distinción entre crímenes "políticos" y otro tipo de crímenes en algo aleatorio y crean para el conjunto de la población, un clima generalizado de terror, donde es complejo y muchas veces no tiene sentido distinguir a los actores violentos, y donde la posibilidad de escapar al flujo de violencia es cada día menor10. Es ese clima de terror, en el que los atentados o las amenazas directas a la vida de las personas son apenas un aspecto, el que constituye el contexto dentro del cual se definen, hoy, las prácticas diarias y los proyectos, y ante todo, las decisiones de desplazarse. Una encuesta realizada en 1995 por la Comisión Vida, Justicia y Paz, de la arquidiócesis de Cali, entre 521 cabezas de familia desplazadas a Cali, ¡lustra esta diversificación y generalización de la violencia. Las milicias urbanas son las causantes de cerca de una cuarta parte (23%) de los desplazamientos forzosos, en este caso intraurbanos; los otros responsables identificados son la guerrilla (21%), los paramilitares (13%), los narcotraf¡cantes (4%), el ejército, la policía y los servicios de seguridad (8%). Las causas de los desplazamientos son las amenazas, las persecuciones, el despojo de la tierra o la inseguridad, todo originado en las acciones de los actores ya mencionados. Además, en cerca de la tercera parte (29%) de los casos de desplazamientos, no se identifica como responsable a nin-
"PÉCAUT, D. "Sur la question des déplacés en Colombie" (Sobre el tema de los desplazados en Colombia), marzo 1999; véanse también, PÉCAÜT, D. "Réflexions sur la violence en Colombie" (Reflexiones sobre la violencia en Colombia), in De la violence (Seminario de F. Héritier), París, Odile Jacob, 1996, pp. 223-271; URIBE, M.V. Matar, rematar, contramatar. Las masacres de la Violencia en el Tolima (1948-1964), Bogotá, CINEP, 1990.
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guna de las partes del conflicto armado; estos casos se atribuyen a la delincuencia, a la violencia o al miedo en general. Lugares conquistados, lugares perdidos y violencia: el caso del río Caunapi (en el Pacífico colombiano) La pérdida de tierras, como consecuencia de las amenazas, de un clima de miedo, de despojos brutales o de la concatenación de distintas causas, adquiere un profundo sentido social y de identidad, en la medida en que se atenta contra una relación establecida con la tierra a lo largo de un período relativamente prolongado, donde los espacios perdidos se han instituido como "lugar antropológico" 11 . Es lo que se observa en el caso de los campesinos del río Caunapi, al sur del litoral Pacífico. La población de este río, una de las vías fluviales que desemboca en la ensenada deTumaco, se encuentra dispersa en caseríos y pueblos, a excepción de la localidad de la Espriella (con 1.300 habitantes en 1 995), situada al borde de la carretera, a unos 45 km al sureste deTumaco. Una primera oleada de colonizadores se estableció allí al terminar el siglo XIX. Las genealogías de los habitantes locales más "legítimos" muestran que descienden, por filiación indiferenciable, si se quiere (por línea paterna o materna), de personas provenientes de Barbacoas (antigua zona aurífera aguas arriba por el río Patía, lugar de origen de la mayoría de los fundadores de las poblaciones de la región) y, más precisamente, de una de las cuatro familias consideradas como fundadoras de este pueblo, cuyos respectivos ancestros llegaron allí a fines del siglo XIX y principios del XX. A partir de entonces, según una temporalidad relativamente lenta y, como en toda la región, se estableció una territorialidad sin territorio fijo basada en el trabajo, en la 1
En este sentido: en ese lugar se inscribieron relaciones, una memoria y una cierta identidad (véase AUGE, M. Non-lieux, París, Seuil, 1992).
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pertenencia a las redes de relaciones familiares establecidas y al hecho de compartir, día tras día, la existencia social de pueblos y caseríos 12 . Además de los cultivos de subsistencia, una importante parte de la superficie de este territorio era ocupada por selva virgen disponible para la caza, la pesca y la explotación maderera o la extracción de caucho silvestre. Entre los años 1920 a 1930, llegó una segunda oleada de pobladores: los obreros del ferrocarril construido en los años veinte (que continuó en servicio hasta 1 962, fecha en la que fue reemplazado por la carretera) y que dio origen a la aglomeración de la Espriella, que se convirtió en la principal localidad vectora de la modernización de dicho territorio. El lugar de origen de los trabajadores superaba el único "territorio" de las actividades de las familias de esa parte del río Caunapi. Provenían de otros ríos de la misma región. Sin embargo, las alianzas matrimoniales con mujeres de la Espriella les permitieron vincularse con los cuatro linajes ancestrales de la localidad y considerarse como nativos, al igual que los demás. Desde finales del siglo XIX y hasta fines de la década de los años 40, la relación entre este lugar y lo que aún podría considerarse como "externo" a la región adquirió la forma de un intercambio de índole comercial, con los compradores (de tagua, caucho y madera) que venían de la pequeña población de Tumaco. Se trataba, sin duda, de una relación desigual que, sin embargo, preservaba el derecho de quienes, a pesar de todo, se consideraban como nativos en territorios repartidos por consenso y según una relación bastante flexible, en la que no poseían los títulos de propiedad de los terrenos, que por esta razón eran considerados como "tierras de la nación". Después, a 12
HOFFMANN, O. "Territorialidades y Alianzas: construcción y activación de espacios locales en el Pacífico". De montes, ríos y ciudades: territorios e identidades de la gente negra en
Colombia. (J. Camacho y E. Restrepo eds.), Bogotá, Fundación Natura/ECOFONDO/ ICAN, 1999, pp. 7,5-94.
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partir de la década de los años 50, la historia se aceleró. Comenzaron a acumularse los problemas y se trasformaron radicalmente las condiciones de vida y las relaciones territoriales de los campesinos del río Caunapi y, en términos generales, de toda esta región. Varias oleadas de violencia y despojo resultaron, al cabo de veinte años, en la pérdida casi total de dichas tierras. En primer lugar, la violencia de los años cincuenta obligó a muchos campesinos a abandonar sus pueblos y dirigirse a Tumaco, o a Ecuador para regresar años más tarde a Tumaco. Luego, el período que va desde 1960 a 1980 estuvo marcado por un proceso de desalojo y expulsión de las zonas rurales, benefició a grandes corporaciones ganaderas, bananeras, criaderos de camarones y plantaciones de palma, controladas por empresarios provenientes de Cali, de Bogotá o dei exterior. Los campesinos perdieron sus tierras, ya fuera por falta de un título catastral en regla, o porque se endeudaban intentando adaptarse a la modernización agrícola, obteniendo créditos rurales que los llevaban a perder sus tierras hipotecadas, o porque físicamente eran "desplazados" por el avance de las maquinarias de las plantaciones. Todos se fueron acercando a la carretera; así, la Espriella se fue desarrollando como un pueblo de agrupación a todo lo largo de la carretera y de la ciudad principal de la región, Tumaco, cuyo crecimiento en los últimos veinte años se debe, esencialmente, a este push rural de gran proximidad, que ha provocado una urbanización informal, precaria y marginal13. Hoy, los hijos adultos ocupan en Tumaco empleos urbanos o trabajan como asalariados de empresas agroindustriales (y viven en Tumaco o en la Espriella), o han emigrado, a su vez, a otras ciudades (principalmente a Cali) a trabajar en la construcción, en la policía, como vigilantes o empleadas del servicio doméstico. Las reivindicaciones de recuperación territorial son presentadas ahora 1
Véase: AGIER, M., ALVAREZ, M., HOFFMANN, O., RESTREPO, E. Tumaco: haciendo ciudad.
Historia, cultura, identidad Bogotá, ICAN/IRD/UNIVALLE. 1999.
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desde la ciudad, por personas que ya han perdido su identificación con la selva y con la forma de vida que les correspondía. En efecto, la respuesta de los campesinos a la pérdida de sus tierras fue la invasión de terrenos vírgenes en el interior de la selva, más allá del río Caunapi. La invasión territorial se llevó a cabo en 1975; rápidamente se abrieron caminos y se construyeron chozas. Luego los conflictos con los vecinos awa (grupos indígenas que terminaron por obtener un resguardo en una parte de los terrenos invadidos por los campesinos negros del río Caunapi) y con una gran empresa cultivadora de palma (cuyo gerente fue físicamente atacado por los campesinos para obligarlo a retirar sus camiones y tractores de una parte del territorio), ocasionaron problemas a la asociación que se había formado para el reconocimiento de esas tierras. Dentro de ese contexto, la Ley 70 de 1993 (ley que permitía la adjudicación de títulos de propiedad colectivos a la "comunidades negras" rurales del litoral Pacífico) representó un recurso inesperado para aquellos campesinos ahora convertidos, en su mayoría, en citadinos o asalariados agrícolas. Sin embargo, aunque los campesinos neocitadinos hayan tenido acceso a una identidad "más" directa, como la que les ofrecía la nueva constitución pluriétnica, hasta el momento la recuperación de los terrenos perdidos ha desembocado en el fracaso. De la existencia concreta de los antiguos campesinos ya ha desaparecido la relación lugar-identidad "selva/nativos", sin que haya surgido, en los mismos espacios, una nueva relación de carácter más "étnico": las tierras de las comunidades negras. La región está en proceso de convertirse en una especie de mosaico territorial surgido de las transformaciones de las últimas décadas. Después de la invasión de las plantaciones agroindustriales (de las que sólo una parte de los terrenos se ha legalizado) llegaron los narcotraficantes. Éstos explotaron unas extensiones de tierra considerables (no contabilizadas hasta la
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fecha) con cultivos ¡lícitos, sin prestar atención al aspecto de la propiedad legal, dado que su uso de la tierra se basa en amenazas y en el imperio de un clima de terror. En ciertos ríos (al menos en los mismos de los cultivos de droga), también está presente la guerrilla, que controla las ¡das y venidas de los habitantes de los pueblos. Por último, desde comienzos de 1 999, los paramilitares anunciaron su llegada a Tumaco poniendo fin así, de forma definitiva, a la imagen de una región todavía relativamente pacífica. Después de la Constitución de 1991 y de las leyes que se expidieron con base en la misma, los negros y los indios han intentado, cada cual con su ley específica, reivindicar su derecho a los títulos colectivos de propiedad territorial cosa que, por lo general, logran después de mucho tiempo y siempre rodeados de conflictos, cuando no de violencias en las que , según los distintos ríos, las "comunidades negras" se enfrentan con los resguardos indígenas (o con familias indígenas aisladas), con los narcotraficantes o con las grandes plantaciones14. Por consiguiente, de aquí en adelante, la situación estará marcada por un clima de miedo, persecución, "problemas y tensiones interiores" y "alteración del orden público". Todo parece indicar que, a nivel local, aumentarán los desplazados por la violencia a todo lo largo y ancho de esta región.
Trayectorias. La h e t e r o g e n e i d a d de las p o b l a c i o n e s desplazadas En Cali, en Aguablanca, la invasión de Sardi, a donde se han dirigido las encuestas urbanas, se cuenta con unas 400 habi" En febrero de 1998, Francisco Hurtado, representante legal de un Concejo Comunitario Negro de la región de Tumaco, fue asesinado por sicarios en el límite entre el territorio que representaba y un gran palmeral. Véase; AGIER, M.; HOFFMANN, O. "Le particularisme noir au risque de la violence territoriale". Le Monde diplomatique, febrero 1999. 15 Investigación realizada con la colaboración de Fernando Murillo, miembro de la Asociación Etnoeducativa y Cultural Ashanty del Distrito de Aguablanca, Cali.
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taciones y un total de 2.500 habitantes15. Establecida en forma ilegal desde finales de los años 70, la población vive en construcciones precarias (pisos de tabla, tejas plásticas, muros parciales en ladrillo) y conexiones con los servicios de agua y electricidad clandestinas. La invasión tiene, en términos generales, una función de puerta de entrada de los emigrantes del litoral Pacífico hacia el barrio Charco Azul ( al que pertenece como un asentamiento más precario), donde los habitantes encuentran condiciones de vida algo mejores y, ante todo, viviendas e infraestructura legalizadas, y más generalmente hacia el distrito de Aguablanca que, con las laderas en el lado opuesto (occidental) de la ciudad, es una de las principales zonas de pobreza de Cali16. A pesar de su carácter provisional e ¡legal, la invasión de Sardi ha sido testigo de la estabilización de un núcleo de habitantes que, durante casi 20 años, se ha mantenido en un estado de precariedad crónica. En 1996, una encuesta realizada por la arquidiócesis de Cali entre la población desplazada reveló la presencia de 106 desplazados en Sardi. Tres años después, la mayoría ya no se encontraba allí. Además de que los numerosos desplazados ya no se declaran como tales, estos traslados a otros lugares se deben, según las informaciones obtenidas de los habitantes de la invasión, a simples movilizaciones hacia otros barrios por el temor a las acciones de los grupos de "limpieza social", o al clima de violencia generalizada dentro de la invasión, y al hecho de ser perseguidos por la policía.
Guerrilla, paramilitares y delincuencia: tres vías A modo de resumen, presentamos aquí tres itinerarios de las familias desplazadas que se encuentran en Sardi y que ¡lustran dis'" Véase: URREA, F.; MURILLO, F. "Dinámica del poblamiento y algunas características de los asentamientos populares con población afrocolombiana en el oriente de Cali", ponencia presentada al Observatorio Sociopolítico y Cultural: Desplazados, migraciones internas y reestructuraciones territoriales. Centro de Estudios Sociales (CES), Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 5-7 de mayo de 1999.
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tintos tipos de desplazamiento forzado. El primero se relaciona con los campesinos aterrorizados por la llegada de la guerrilla a las proximidades de sus viviendas. El segundo desplazamiento tiene que ver con la "delincuencia común" y las milicias urbanas. El tercero, menos común en Cali que los otros dos, tiene como origen ¡a violencia de ios conflictos territoriales entre la guerrilla y los paramilitares en el departamento de Antioquia. A fines de 1997, el señor M., de unos 60 años, en compañía de su mujer y cuatro hijos dejó su tierra, cerca de Boca de Satinga, en la desembocadura del río Sanquianga, al norte de la península deTumaco, donde había vivido por cerca de treinta años. Originarios del río Guapi, un poco más al norte, habían migrado hasta allí para trabajar en la tala y comercialización de madera aserrada; durante los últimos años habían vivido de ia producción y venta de carbón de palo, de la pesca y de algunos cultivos de productos alimenticios. Se fueron por el "temor a la guerrilla". Ella dice con frecuencia que tenía miedo, él que ya no se podía trabajar por el miedo a la guerrilla. La guerrilla se había instalado en Boca de Satinga. Ellos no tuvieron que ver directamente con los guerrilleros que estaban en el pueblo. Su casa quedaba al frente, al otro lado del río. No sabían de qué grupo guerrillero se trataba: si de las FARC o del ELN. Tampoco entienden eso de los paramilitares a quienes confunden con los militares, y a las autodefensas con la guerrilla.También hay militares que queman los cultivos de coca, un poco más arriba (hacia el río Patía), no exactamente en la región de Boca de Satinga. Sus dos hijos mayores ya se habían ¡do para Cali. El mayor, de 45 años, vivía en el barrio Marroquín y la hija mayor en la invasión de Sardi (Charco Azul), dos barrios que forman parte del distrito de Aguablanca, en su gran mayoría poblados por emigrantes pobres que empezaron a llegar del litoral Pacífico desde mediados de los años 70. Como las cosas no andaban bien y el
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señor y la señora M. tenían miedo, sus hijos les dijeron que se fueran para Cali. Cuando lo decidieron vendieron de prisa, en 200 mil pesos, la pequeña parcela y el rancho que tenían. Abandonaron además otro terreno de su posesión. El viaje a Cali les costó 50 mil pesos, incluidos 10 mil pesos que les cobró el taxi por llevarlos del terminal de transporte hasta la casa de su hija. Los 150 mil pesos restantes se terminaron en poco tiempo. Su yerno tenía un pariente que les subalquiló una pieza en Marroquín, en el mismo barrio donde vivía su hijo mayor. Durante 3 meses M. trabajó en la construcción, y luego, se quedó sin empleo. Sigue desempleado hasta la fecha. El mayor de los cuatro hijos que se vinieron con ellos, de 35 años, tampoco tiene trabajo. Vive con ellos en Sardi, donde se instalaron ilegalmente, cerca de su hija mayor: al principio, alquilaron una pieza en una casa de invasión, después, hace diez meses, M. vio "un lugar vacío" en el extremo de una calle destapada: "Puse allí un plástico y ahí dormimos". Construido con plástico, tablas y guadua, este lugar es ahora su rancho. M. y su esposa viven ahí con su segundo hijo, su señora y cuatro niños, y con sus tres hijos que están entre los 12 y los 20 años (dos de los cuales tienen un hijo cada uno). Estos muchachos son considerados por los jóvenes del barrio como demasiado "rurales", un poco atrasados. En total son siete, entre adultos y adolescentes, y seis niños pequeños. Ninguno tiene trabajo. El hijo mayor que vive en Marroquín trabaja en la construcción, y cada quincena le da 10 mil pesos a su madre. Este es, por el momento, su único ingreso fijo. Para comer buscan sobras en los mercados y mendigan. El año pasado, la casa de su hija mayor y vecina fue incendiada por una pandilla de ladrones de otro barrio del mismo distrito de Aguablanca. Ella había participado personalmente en el linchamiento de un ladrón perteneciente a esa banda, quien por venganza incendió varias casas. Los seis miembros de su hogar murieron quemados.
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No expresan ninguna exigencia, no tienen ningún proyecto. Esto es lo que, en mi opinión,, los diferencia de los demás pobres de la misma invasión. Lo importante para M. y su familia es ser aceptados por su entorno inmediato, por su vecino, por los de la cuadra, por quienes atienden el puesto de salud más cercano. Dentro de la misma invasión, igual incertidumbre caracteriza la vida de R, quien a los 32 años ya cuenta con una trayectoria delincuencial marcada por múltiples robos, agresiones y homicidios cometidos desde los 13 años, y una vida jalonada por la huida ante las persecuciones y venganzas de sus víctimas o de sus antiguos asociados. Hasta hace poco realizó varios viajes de ¡da y vuelta entre Buenaventura, una ciudad del litoral Pacífico donde nació y vivió con su madre hasta la edad de diez años (cuando "me independicé", señala) y Cali, donde una vez vivió con su padre, otra vez por unos días en casa de una hermana, y el resto del tiempo en lugares o habitaciones que compraba y vendía al poco tiempo. En 1990, después de comprar una casa en la invasión de Sardi, cerca de la de su hermana, se encontró con un antiguo compañero de pandilla que venía de Buenaventura, y con él y otras cuatro personas creó una "organización" de defensa del barrio contra los robos y las agresiones de las bandas provenientes de otros barrios del distrito de Aguablanca. Con el tiempo obtuvieron el apoyo de los habitantes y del comité del barrio, comenzaron a recibir remuneración de los vecinos, y luego, los comerciantes de los barrios circundantes les pidieron que intervinieran como sicarios contra los ladrones callejeros. Por disenciones internas importantes, la organización llegó a su fin, cuando la madre de P (que lo acompañó a Cali durante su último viaje) fue asesinada por un miembro de la banda "porque ella pisó el pie". Viéndose él mismo amenazado por sus acólitos, P. se marchó de nuevo a Buenaventura, donde al querer montar un negocio, se encontró frente al almacén de un comerciante a quien había herido gravemente doce años antes. Temeroso de ser
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víctima de una ejecución por encargo ("con miedo a la sicaría", dijo él), regresó a Cali donde trabajó por algún tiempo en la construcción, antes de quedar de nuevo sin empleo. Separado de su mujer y siendo padre de dos hijos, viviendo en una piecita en la invasión de Sardi con su hijo mayor, de 13 años, su hermana (quien trabaja en un restaurante) y el marido de ésta (carpintero), no tiene más perspectiva que la familia anterior: "Y ahora, no sé qué viene", dice. Desde hace tres meses asiste a un culto evangelio o en la Iglesia Cristiana Evangélica "Nueva Vida en Cristo", situada en el límite entre el barrio Charco Azul y el barrio relativamente más acomodado y blanco de Villa de Lagos17. Dice que el asistir todas las tardes a la iglesia le ha ayudado a ser menos agresivo y, sobre todo que: "las personas empiezan a tratarme como amigo". Aparentemente, se forja así, de urgencia, una nueva imagen de honestidad y de integración social, sin abandonar el barrio ni perder la relativamente "buena" reputación que ha logrado con algunos de los habitantes del sector como defensor ¡legal de la invasión. Por último, L. originario de Istmina, sobre el río San Juan, un poco más al norte de Buenaventura, negro chocoano (del departamento del Chocó, en la parte norte del litoral Pacífico), desde hacía siete años trabajaba como obrero agrícola en una gran bananera de Urabá. A comienzos de 1996 ("el 13 de febrero de 1996", recuerda con exactitud, cuando tenía 29 años), una masacre de trabajadores de la plantación, perpetrada por guerrilleros de las FARC, dejó once personas muertas mientras 17
Se trata de una iglesia local que corresponde al movimiento de la Cruzada Cristiana, una iglesia evangélica bastante cercana a la Iglesia católica en cuanto a sus fundamentos teóricos. Los cultos (diarios a las 7 p.m.) tienen una duración de hora y media y consisten principalmente en alabanzas a Dios, canciones con ritmos modernos acompañadas por batería, guitarra y piano eléctricos, seguidas de lecturas comentadas de la Biblia. A nivel local es una iglesia "bien" frecuentada; más de la mitad de los asistentes son blancos y mestizos y el resto negros, lo que se explica por la ubicación de la iglesia en una calle limítrofe entre dos barrios diferentes desde el punto de vista social y "racial".
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que él pudo escapar de la muerte al huir con otros compañeros hacia el campo. Este ataque de la guerrilla ocurrió como respuesta a otro perpetrado contra las FARC por un grupo de paramilitares. Ese grupo paramilitar, llegado a fines de 1995, había establecido fuertes vínculos tanto con los soldados del ejército oficial como con los "comandos populares" de ex guerrilleros reinsertados del EPL18, dos grupos de entre los cuales pudo reclutar a una parte de sus propios elementos. El conflicto entre las FARC y el EPL, y luego con los paramilitares, tenía como objeto, desde hacía años, controlar la zona tanto desde el punto de vista político como económico, y extraer beneficios de las grandes haciendas bananeras y ganaderas (boleteo, vacunas). Durante un tiempo, después de muchos años de conflictos, y antes de la llegada de los paramilitares, los habitantes gozaban de una relativa seguridad mientras permanecieran dentro de sus territorios asignados (caserío, barrio de un pueblo o hacienda). Pero esto cambió con la llegada de los paramilitares, cuyo objetivo era eliminar toda presencia de la guerrilla y todo apoyo a la misma, haciendo caso omiso de ias particiones establecidas y aplicando sus propios métodos de guerra. "Los paramilitares son verdaderos asesinos, no son humanos", dice L., quien describe cómo, sin "averiguación" previa, matan a quienes consideran colaboradores de la guerrilla (comerciantes, líderes sindicales), decapitan a sus víctimas y exhiben sus cabezas en los pueblos, ensartadas en cuerdas, para atemorizar a la población e imponer su propio orden. La hacienda en la que L. trabajaba estaba bajo el control de los "reinsertados" del EPL (grupo al que pertenecían el gerente y el supervisor) y, por consiguiente, de los paramilitares, "pero los
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Ejército Popular de Liberación, que después de la "reinserción" (abandono oficial de las acciones guerrilleras, con ayuda gubernamental para la reinserción, pero, en ese caso, sin desarme sistemático de los ex guerrilleros), cambió su nombre por el de "Esperanza, Paz y Libertad".
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trabajadores", insiste L., "nada tenían que ver con ia pertenencia a estos grupos". Los paramilitares atacaron una hacienda muy grande que estaba bajo el control de las FARC, mataron a muchos trabajadores y se llevaron a un dirigente de esa organización la que, a su vez, en represalia, cometió la masacre de la que L. escapó por muy poco en febrero de 1996. Muchos trabajadores abandonaron la plantación después de ese ataque. El ejército se instaló allí durante dos meses para garantizar la protección de la bananera, y luego abandonó de nuevo la zona. L. cuenta que entonces vivía con la angustia de nuevas matanzas, que se sentía amenazado al menor ruido o por cualquier encuentro, y por eso también decidió irse. Cuando abandonó la plantación con su mujer y sus hijos pequeños contaba con un escaso capital equivalente a cerca de un sueldo mensual en la plantación (750.000 pesos). Dejó la vivienda y la parcela de tierra que había comprado hacía unos años por unos dos y medio millones de pesos a un primo, quien, muchos meses después, la vendió por 400 mil pesos. En Cali, L. llegó a Sardi donde desde los años 50 vivía un tío (quien trabajaba en la construcción). Allítambién habían venido a vivir más recientemente su madre y un hermano. A su llegada, lo que le quedaba de su salario le permitió comprar un lote de terreno (sin título de propiedad) en la invasión, donde, en los años siguientes, pensaba construir su casa (de ladrillo y madera). Habiendo escapado de los controles territoriales de los protagonistas del conflicto armado en las plantaciones de Urabá, L. logró estar a salvo en Cali, ingresando a otras dos formas de red y control. Una religiosa, la iglesia Cruzada Cristiana, perteneciente al mismo movimiento de aquella a la que asistía R, ya mencionada. Dicha institución permitió que la esposa de L. encontrara trabajo como instructora en la escuelita de la iglesia, por un sueldo de 150.000 pesos mensuales. La otra es de carácter político y se compone de la clientela de un concejal municipal de Cali, con quien el padre de L. tiene vínculos des-
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de hace tiempo. Este político le consiguió un puesto de mensajero en una empresa subcontratista de la Empresa Municipal de Energía. Además, trabaja en forma más aleatoria en la compra y reventa de chontaduro (nuez de palma). Estos distintos empleos no permiten que la familia obtenga el mismo salario que recibía en la bananera, pero se le aproxima. En términos generales, en su entorno nunca dice que es desplazado. "Para conservar la vida hay que ser resignado", sostiene, "y no meterse en situaciones que uno sabe que son peligrosas". Por ejemplo, salir de noche por el barrio cuando uno sabe que a esa hora hay asesinos que matan para robar o por venganza. L. es un ejemplo de las víctimas de la violencia que han reducido al mínimo su espacio de libertad y sólo conservan la vida colocándose como voluntarios o aceptando, bajo el control de grupos o redes, violentos o no, trabajos informales cuando no ¡legales. De cierta forma, se esconde o se "arrincona" en los espacios sociales y territorios reducidos que le asigna el funcionamiento social actual, fragmentado por la repartición entre los grupos armados, guerrilleros o paramilitares, las redes políticas y "comunitarias". Todo dentro de una ciara conciencia de los actores e intereses en juego, sin más opción que pasar de una sujeción a otra, "sin más recurso que el de adoptar el más bajo perfil posible con la esperanza de sobrevivir al cambio de amo. Dentro de ese contexto, cualquier ¡dea de derecho es absurda" 19 . A pesar de su considerable número, los desplazados no constituyen una colectividad ni una categoría homogénea. Hay entre ellos tanto ex guerrilleros como paramilitares, pudiendo, unos y otros, estar aún eventualmente activos en sus respectivos grupos urbanos en ciertos barrios; delincuentes que huyen tanto de sus acólitos como de las pandillas o de las milicias de "lim!,
PÉCAUT, D. "Sur la question des déplacés en Colombie" (Sobre el tema de los despla dos en Colombia), 1999, op. cit.
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pieza social" (compuestas ellas mismas por delincuentes provisionalmente reconvertidos); campesinos que, aterrorizados por la llegada de la guerrilla, han abandonado sus tierras y sus casas, así como otros campesinos que han huido de la represión del ejército por haber cedido a la obligación, brutalmente impuesta por los narcotraficantes, de convertir sus cultivos en plantaciones de coca. La encuesta realizada por la arquidiócesis de Cali, en 1996, entre 521 desplazados en la ciudad, confirmó la confusión de esta categoría, resultado heterogéneo y contradictorio de una violencia generalizada. Considero que vale la pena transcribir la cita en su totalidad. "En general, la población desplazada a la que se refiere este estudio es población joven, improductiva, compuesta por campesinos pobres, pequeños propietarios obligados a salir de sus sitios de trabajo por múltiples amenazas contra sus vidas y los miembros de sus familias, por colaborar o negarse a hacerlo a uno y otro bando en conflicto; adolescentes habitantes de los barrios más pobres de la ciudad inmersos o alejados de las diferentes formas de violencia, algunos miembros de pandillas y organizaciones de jóvenes que ocasionalmente participan en acciones delictivas con el fin de conseguir algo para el sustento de su familia, jóvenes recién llegados a los barrios marginales que por negarse a pertenecer a determinados grupos o pandillas son amenazados con perder sus vidas y las de sus familiares más cercanos, miembros de organizaciones sindicales y comunitarias, miembros de comunidades religiosas, líderes comunitarios, soldados del ejército y ex guerrilleros, entre otros sectores sociales"20. La heterogeneidad de la población de desplazados es reflejo de la violencia multiforme que abruma a este país, que acusa, según datos oficiales, los más altos índices mundiales de homi-'" Arquidiócesis de Cali. Desplazados en Cali. Entre el miedo y la pobreza. Cali, Comisión Vida, justicia y paz, 1997, p. 43.
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cidios cometidos fuera de estado de guerra (80 por 100.000 habitantes, a mediados de los años 90; en Cali, durante 1995, ese índice fue de 124 homicidios por 100.000 habitantes). Según muchos de los desplazados, la ciudad es el sitio donde es posible esconderse. Pero si, como lo hemos visto en los relatos ya presentados, P. ha hecho quince viajes de ida y vuelta entre Buenaventura y Cali, es porque no se ha sentido seguro de ir de un barrio de Cali a otro; y si por último se ha quedado durante algunos años en Sardi es porque ha encontrado cierto apoyo. L. sólo ha logrado sobrevivir en Cali gracias a haber establecido sin demora vínculos con un político local proveedor de favores. Por el contrario, la ausencia de numerosos desplazados que tres años antes estaban en el barrio de invasión, se debe, entre otras cosas, a las persecuciones de las milicias de "limpieza social" y de la policía. Los recientes intentos de las organizaciones no gubernamentales locales, nacionales e internacionales por exigir la toma a cargo oficial de la "comunidad" de desplazados, se han visto entorpecidos no sólo por su heterogeneidad sino por la dificultad de localizarlos, contactarlos y establecer un diálogo con ellos. Esta dificultad se basa en la característica que es, sin duda, la única que le confiere uniformidad a esta "categoría", es decir, su ingreso brutal a una situación de despojo en el que las energías se concentran en una estrategia de simple supervivencia biológica, con ausencia de todo proyecto de vida individual o familiar. Se trata de un mínimo derecho a la humanidad que se concreta en la ilegalidad, en la medida en la que la pérdida original (agresión o desalojo violento) y la ausencia de protección a la altura del nivel de despojo21, privan a las personas y a las familias de todo reconocimiento social: como una identi-' Hay algunas excepciones evidentes, como la reinstalación de 80 familias de desplazados en el sitio conocido como La hacienda de la Miel (Ibagué, Departamento del Tolima), exigida y obtenida por los mismos campesinos ante instancias gubemamen-
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dad vergonzosa, o despreciable, o clandestina, la "identidad" del desplazado acumula una serie de estigmas entre los que el de la violencia y el de la ¡legalidad despiertan en los habitantes de las zonas de acogida una actitud de sospecha que éstos hacen recaer sobre los desplazados. De hecho, los desplazados se encuentran en una situación de ausencia de nomos (conocimiento de su situación)22, sin un lugar social previsto, en un estado de flotación liminar y de abandono que no saben, a ciencia cierta, si será transitorio o permanente. ¿Cómo restablecerse dentro de ese marco, cómo redefinir un sitio, unas relaciones, una identidad? Se puede establecer un paralelo entre las estrategias desarrolladas por las poblaciones desplazadas y reubicadas en distintos sitios, unas en las proximidades de territorios perdidos, otras en lugares remotos, dentro de la gran ciudad. En ambos casos, ya se trate de estrategias rurales o urbanas, la ¡legalidad es la principal respuesta al desplazamiento y a la necesidad inmediata de sobrevivir. Adopta la forma de invasión de tierras, ya sea para cultivarlas o para "colocar un plástico" y construir allí un albergue; y, eventualmente, adopta la forma de asignaciones voluntarias o por consentimiento, de medios o recursos territoriales, informales o clandestinos, que garanticen la seguridad. Varias encuestas realizadas en Cali han revelado el acelerado estado de descomposición que caracteriza a las familias desplazadas no solamente por razón del desplazamiento (ya tales, después de un desplazamiento colectivo como respuesta a las masacres perpetradas y las amenazas proferidas por grupos paramilitares en Bellacruz, (Cesar) (Véase, TABORDA OCAMPO, F. "De la infamia a la esperanza, la incertidumbre persistente: el caso La Miel", Revista Faro, Bogotá, n° 34, junio de 1998, pp 12-17). El carácter colee tivo y la unidad del hecho que dio origen al desplazamiento hicieron posible que, a diferencia de los esfuerzos individuales y heterogéneos, se formaran grupos de intereses definidos, asociaciones de desplazados y una organización de acciones colectivas que, a pesar de todo, no dejan de ser muy minoritarias, si se tiene en cuenta el conjunto de la población desplazada. -- Véase: AGAMBEN, G. Homo sacer: le pouvoir souverain et la vie nue. París, Seuil, 1997.
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que los grupos familiares con frecuenciase escinden cuando el abandono del lugar se debe al asesinato de un miembro de la familia) sino también como consecuencia de la llegada, donde la fragilidad de las relaciones cotidianas en el nuevo contexto implica separaciones, dispersión de los hijos, conflictos y ausencia de proyectos familiares25. Lo que hemos podido observar en la invasión de Sardi, en Aguablanca, es que si los parientes que se encuentran en el lugar permiten que se establezca el primer contacto con el entorno urbano, la "solidaridad familiar" no adquiere el carácter de permanencia ni de multifuncionalidad que sería de suponer en ese caso. Los parientes de la ciudad, como los vecinos de los barrios pobres y de invasión, a donde en general llegan los desplazados, no gozan, ni mucho menos, de una situación económica más estable (son obreros de la construcción, en situación precaria o desempleados, vendedores ambulantes, empleadas domésticas, etc.), ni tampoco gozan de mejor seguridad física que los recién llegados. Las manifestaciones de apatía, agresividad o intolerancia detectadas por los psicólogos en los grupos de desplazados24, nos remiten de nuevo a ese estado de flotación, de indefinición y, por último, a un espacio-tiempo más o menos duradero de anomia, que claramente se manifiesta en la ausencia de proyectos individuales, familiares o comunitarios.
a 21
Arquidiócesis de Cali. Desplazados en Cali. Op. cit., pp. 62-63 Arquidiócesis de Cali. Desplazados en Cali. Op. cit., pp. 67-72 ("Aspectos psicosociales del desplazamiento").
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Redes polifónicas deshechas y desplazamiento humano en el afropacífico colombiano Jaime Arocha Rodríguez, PhD Profesor Asociado CES - Universidad Nacional
Introducción Cuatro lustros de mirar al litoral Pacífico colombiano con ojos de antropólogo, le van enseñando a uno que, en esa región, el desplazamiento forzado de los afrodescendientes es la fase culminante de un ciclo cuyas etapas previas tienen que ver con la modernización. Desde 1982, todas las administraciones presidenciales tratan de implantar modelos de desarrollo basados en la extracción de recursos naturales y la consecuente construcción de vías y puertos que hagan más eficiente la exportación 1 . No obstante la legitimación de la territorialidad étnica El geógrafo Gustavo Montañez fue el comentarista de esta presentación durante el seminario sobre Desplazamiento forzado que se llevó a cabo como parte del Observatorio Sociopolítico y Cultural del Centro de Estudios Sociales de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. Fustigó mi argumentación alegando que la modernización de las carreteras era una necesidad sentida por las propias poblaciones locales y no necesariamente una imposición externa. No cabe duda de que la élite afrocriolla y sus seguidores representan un puntal importante para el modelo de desarrollo basado en la apertura económica (GONZÁLEZ 1999). No obstante, también hay más adherentes del desarrollo sostenible basado en las polifonías sistémicas locales. La interacción e interlocución de ellos con los pueblos que han evolucionado esas polifonias busca contribuir al perfeccionamiento y difusión de ellas. El conflicto entre esos dos modelos de desarrollo enmarca la lucha que llevan a cabo las comunidades locales en pro de sus territorialidades étnicas, legitimadas éstas por la constitución de 1991. Sin embargo, debido a la forma como operan las máquinas de guerra, hoy por hoy parece improbable el que se dé la resolución de ese conflicto en favor de la sustentabilidad humana y ambiental.
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que introdujeron la Ley 31 de 1967 y la Constitución de 1991, esos gobiernos han asumido con timidez la "institucionalidad en la asignación de [los] derechos agrarios" que les corresponden a las llamadas "comunidades negras"2. Ellos, y el sector privado que apoya sus políticas para la región, desprecian o no perciben la complejidad y eficacia de los sistemas locales de producción y distribución (AROCHA 1992; GONZÁLEZ 1990). Por lo tanto, contribuyen a arrasarlos sin que las alternativas que ofrecen restituyan la capacidad que esos sistemas tienen para integrar e intercalar en el tiempo y el espacio múltiples actividades económicas y, en cosecuencia, alcanzar niveles demostrables de sustentabilidad ambiental (AROCHA 1992, 1999). Su desmembramiento aumenta los niveles de riesgo económico y social que enfrentan quienes los crearon y operan. Estas personas parecerían tener verdaderos dolientes, tan sólo después de haber sido víctimas de las atrocidades antecedentes al éxodo que las convierte en comunidades localizadas y compactadas y, por lo tanto, en nuevos capitales políticos. A continuación, me referiré al funcionamiento y desintegración de parte de la polifonía sistémica del sur del litoral Pacífico. Con base en esa descripción, interrogaré al saber académico-universitario por su capacidad de vincularse a la curación de los desplazados, mas no a la prevención del desplazamiento forzoso.
Redes p o l i f ó n i c a s en Tumaco 3 Pocos estudios acerca del litoral Pacífico han dado cuenta de la complejidad e interdependencia que presentan los sistemas locales de producción. Aquí los denomino polifom'as sistémleas y 1
Aquí parafraseo a PALACIOS (1999: 77). ' Esta sección se basa en AROCHA 1991, 1992, 1999 (Capítulo II); FRJEDEMANN y AROCHA 1986: 301-378, y MACHADO 1996, 1997.
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JAIME AROCHA RODRÍGUEZ
los ilustro aproximándome, en primer lugar, a la integración que se daba en la ensenada deTumaco entre la pesca y agricultura, y en segundo lugar, a su equivalente entre minería y agricultura, según las observaciones que en 1990 llevó a cabo el antropólogo Hernando Bravo Pazmiño en el bajo Patía. La siguiente hipótesis guía esta reflexión: La permanencia de las personas y el entorno del litoral Pacífico dependen del funcionamiento de los sistemas polifónicos de producción. Mediante ellos se intercalan tareas productivas en el espacio local y regional, según la época del año. Si el sistema polifónico entra en crisis, el riesgo de ser desplazado también puede aumentar. En la ensenada de Tumaco, se pesca durante las quiebras o bajamares, y se hace agricultura durante las pujas o pleamares. La gente zonificó el mar, de modo tal que la cultura material, la tecnología y la organización social varían de acuerdo con la distancia desde la costa y, por lo tanto, con la especie que intentan capturar. Así, en el manglar, las mujeres recolectan conchas. Se valen de embarcaciones simples para desplazarse desde barrios tumaqueños como Viento Libre, hasta los esteros, y usan sus propias manos para extraer del barro las llamadas pianguas y chiripianguas, moluscos muy apreciados en el Ecuador, cuya comercialización corre por cuenta de intermediarios que les compran la producción a las concheras. En lugares como La Caleta, Viento Libre, los pescadores se valen de largas líneas de anzuelos de calibres bajos, que tienden cerca de la orilla, usando canoas de vela; emplean pedazos de anguila (anguiya) que por su dureza hacen que las jaibas se demoren destrozando cada carnada y que haya tiempo suficiente para recorrer la misma línea, capturando ios cangrejos mediante una pequeña red llamada chayo. Por su parte, en El Chajal sobre la desembocadura del río Chagüí, los pescadores se desplazan a los bajos que descubre la "vaciante" mediante canoas de vela y calan chinchorros camaroneros (y jaiberos) en grupos de tres o cuatro personas por cada manga. Para internarse un poco más aden-
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tro, usan canoas impulsadas por motores de 40 caballos que arrastran sobre el fondo del océano otras redes camaroneras (y jaiberas) que se conocen como changas y que hacen posibles hasta 4 lances diarios. En la mediamar, los pescadores forman equipos de tres personas que llegan al sitio escogido en canoas motorizadas y mediante las cuales extienden palangres, o líneas largas de anzuelos de gran calibre, para capturar tiburones toyos y rayas. Por su parte, en las caletas y bajos también se usan chinchorros pejeros que se lanzan mediante el concurso de dos canoas motorizadas que transportan entre 10 y 1 5 pescadores por cada manga, cuya longitud puede llegar a los 1 500 metros. Así como los afrotumaqueños sectorizan el mar para llevar a cabo sus actividades, también lo hacen con sus fincas. Éstas estaban localizadas en las laderas empinadas que se yerguen a pocos metros del estero y de las desembocaduras de ríos y quebradas. Pese a que no había monocultivos, formaban sectores dentro de los cuales primaban ciertas plantas sobre otras. De ahí que hablaran por lo menos de tres segmentos fundamentales, el de frutales, el del chocolate y el colino para el plátano. Las llamadas chontas consitían en uno de los puntos nodales que integraban este sistema que intercalaba un conjunto complejo de actividades productivas tanto en el espacio, como en el tiempo. Las chontas eran galpones de madera, cuyos pisos estaban hechos de la madera llamada chonta. Allí llegaban los pescadores de camarón y jaiba al final de su jornada. Lavaban y cocinaban los animales capturados, dejando aparte los que venderían a otras personas de la localidad o los que llevarían a sus casas para el consumo familiar. Tal era el caso del camarón que se conocía como pomadilla. No se lo vendían a las camaroneras porque se descompone rápido. En las chontas, las mujeres se ocupaban de pelar camarones y langostinos o de sacarle a caparazones y quelas la carne de jaiba, la cual -como la de los cama-
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roñes- congelaban y llevaban a Tumaco para vender. En las chontas también había plátano, chontaduro, chocolate y los productos agrícolas que correspondieran con la respectiva estación. Quienes los ofrecían podían cambiarlos por productos de mar o embarcarlos con la producción congelada hacia Tumaco. Nunca medí las cantidades de plátano o chontaduro que se negociaban, pero era evidente que no se trataba de grandes volúmenes, sino de producciones más bien constantes a las cuales se les sumaban las de las pequeñas fincas campesinas de la zona que denomina la carretera, para nombrar las franjas a lado y lado de la vía que comunica a Pasto con Tumaco. El auge en la producción de pescado y en la recolección de moluscos compensaban las bajas en la producción agrícola y viceversa, de tal modo que, a lo largo del año, los afrotumaqueños contaban con un suministro adecuado de pescado y plátano. Posibles escaseces tendían a equilibrarse mediante la integración de estas dos polifonías con otras comparables, las de la minería y la agricultura.
M i n e r í a patiana 4 La red que forman la minería y la agricultura fue ideada por mineros tradicionales de lugares como el río Maguí, afluente del Patía, tomando como base organizativa la cantidad de lluvia anual. La abundancia de agua hacía posible la actividad de lo que de Friedemann (1971, 1984) encontró en el río Güelmambí con el nombre de mina compañía, es decir aquella que convocaba a todos los miembros de la parentela bilineal conocida con el nombre de tronco. Un capitán cuya autoridad era reconocida por Restrepo y del Valle (1996) usan el concepto de "filigrana" para referirse a otro conjunto muy significativo de polifonías sistémicas, identificadas en el bajo Patía por el equipo congregado alrededor del proyecto Bosques de Guandal, que durante el decenio de 1990 desarrolló la sede de Medellín de la Universidad Nacional de Colombia.
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todos, organizaba el trabajo a lo largo del canalón que los hombres habían construido. Éstos eran los encargados de ir lavando y separando las piedras más grandes, hasta que al final del zigzag de esa quebrada artificial, las mujeres ya podían comenzar a menear sus bateas para serparar el oro de la jagua. Durante esos períodos, el trabajo en los colinos era esporádico. Sin embargo, cuando las lluvias escaseaban y no había suficiente agua para alimentar los canalones por medio de los cuales lavaban arenas aluviales, los mineros se iban para el colino. Durante esas semanas, la minería se convertía en un barequeo individual llevado a cabo a orillas de ríos y quebradas (AROCHA 1992e). De nuevo, los auges de la producción minera compensaban las caídas de la producción agrícola y viceversa. Sin duda, había excedentes de plátano, porque a los racimos verdes se les veía navegar a bordo ya fuera de las enormes balsadas o chorizos que se hacían con troncos derribados del bosque y se llevaban por el río Patía hacia los aserraderos (RESTREPO 1995: 258), o de largas canoas motorizadas llenas de plomo a boya, como se denomina esa situación en cual es tal el peso de la carga, que el nivel del agua tan sólo está a unos milímetros por debajo de los bordes de la embarcación. Polifonías erosionadas El que a lo largo de todo un año hubiera plátano y pescado es una manera de simplificar ei resultado de la integración e intercalado, en primer lugar de las actividades producticas y comerciales llevadas a cabo por los afrodescendientes de los ríos Chagüíen la ensenada deTumaco y Maguí, en la hoya del Patía, y, en segundo de las dos subregiones del sur dei afropacífico. Esta seguridad alimentaria que se había alcanzado al margen de las políticas del Estado, en un ámbito de marcada segrega132
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ción espacial y socioracial, tampoco comprometía la seguridad del entorno físico y orgánico, no sólo debido a su moderada escala extractiva y económica, sino a su amplia dispersión espacial. Hoy por hoy, estas polifonías sistémicas serían paradigma nacional e internacional de la utopía del desarrollo sustentable o sostenible consagrada por la constitución de 1991. Su desaparición se inició a mediados del decenio de 1980 en respuesta a varios factores, entre los cuales destaco: jf El desarrolo que hasta finales del decenio de 1980 tuvo la camaricultura en la ensenada de Tumaco. La construcción de los estanques necesarios para la cría de larvas involucró buena parte de las tierras, muy pocas veces tituladas a nombre de los campesinos-pescadores de la ensenada. La consecuente ola especulativa desplazó a estos cultivadores hacia los barrios marginales de Popayán y Cali. Una política agraria que hubiera tenido en cuenta la defensa de estos campesinos, quizá habría permitido contrabalancear el poder de los capitalistas del cultivo de camarones. Mientras que éstos últimos sí se les consultaba en referencia a los planes para modernizar el litoral, a los anteriores se les excluía tanto como hoy. % Desde finales del decenio de 1980, tiene lugar la expansión de los cultivos de palma africana en la zona de la carretera. Otra ola de especulación con la finca raíz tuvo lugar en estas últimas tierras de campesinos, quienes no pocas veces también fueron desplazados a bala. La partida de ellos -como la de los primeros- significó un golpe severo a la red polifónica que formaban pesca y agricultura. La distribución local de los excedentes que produjeran la una y la otra desapareció en favor de la exportación hacia otras regiones del país o hacia el extranjero, ya fuera de camarones y filetes de corvina, entre otros pescados, o de frutos de palma para hacer aceite. Los espaguetis fueron ocupando el lugar que tenía el plátano en la dieta de los afrotumaqueños, a costos significativos para la economía familiar. 133
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% Por el lado del río Maguí, a finales del decenio de 1 980, profesionales de Corponariño comenzaron a promover la modernización de la minería artesanal (BRAVO 1990). Otorgaron créditos para la compra de motobombas que propulsaban por los canalones el agua de las quebradas, y pequeñas dragas que absorbían y luego zarandeaban las arenas del fondo de los ríos, hasta dejar la jagua lista para ser tratada con mercurio y así separar el oro que antes se obtenía meneando la batea. Entonces, mientras que mineras y mineros se independizaban de las lluvias y podían lavar oro todo el año, abandonaron sus colinos. Éstos se fueron enmontando, hasta que dejaron de producir. Entretanto, sus dueños racionalizaban el fracaso de la agricultura diciendo que la malaria había atacado los cultivos. Cuanto más palúdicas sus matas de plátano, más tenían que aprovisionarse desde lugares que -como las costas de la región ecuatoriana de Esmeraldas- nunca habían figurado dentro de su noción de mercados para comprar los alimentos que antes cultivaban5. Los costos de los productos traídos de otras regiones se sumaron a los del combustible, mantenimiento y reposición de equipos y, juntos, absorbieron las ganancias que provenían de la mecanización de la minería. Los créditos se hicieron onerosos y la emigración surgió como alternativa al fracaso. A principios del decenio de 1990, la relación entre endeudamiento y éxodo poblacional era tan evidente que uno se preguntaba si la modernización de la minería no habría sido parte de una conspiración malévola para expulsar a los mineros tradicionales de la región de río Patía (AROCHA 1990). En 1 995, la comunicóloga Martha Luz Machado comprobaba que la dieta de las concheras, con quienes había trabajado en Tumaco, comenzaba a consistir en gaseosas y galletas de soda, con sardinas en lata para ocasiones especiales, y que meses ' Esta región ecuatoriana también ha ido desapereciendo de la cartografía alimentaria del Pacífico sur, debido a la expansión de la camaricultura en esas tierras (VEACH 1996).
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más tarde, debido a los trastornos del aparato digestivo ocasionados por esos alimentos "plásticos", moría Tomasa Preciado. Esta mujer protagonizó buena parte de La flor del mangle, el vídeo que Machado hizo sobre la autonomía que -con todo y la precaridad de su situación económica- aún disfrutaban las concheras del barrio Viento Libre. Mi propósito no consiste en despertar sentimientos de lástima hacia Tomasa porque se murió de una forma muy particular de hambre, sino el de señalar que la erosión de las polifonías sistémicas puede tener efectos tan concretos como el de esa muerte. Que esas muertes aumentan la vulnerabilidad de las poblaciones afrodescendientes del litoral Pacífico, y que esa vulnerabilidad debe tenerse en cuenta dentro de los estudios sobre desplazamiento forzado. El novelista Javier Echeverry traza un panorama de estas relaciones complejas para una región del norte del Chocó, la cual él llama Caimanfrío. Para Echeverry, la modernización es inseparable del narcotráfico y éste, de lo que el antropólogo Agusto Gómez llama geofagia. En el relato de Echeverry, una de las primeras presencias de los dineros calientes consistió en retroexcavadoras para la minería del oro. La pobreza sin precedentes fue echando raíces a medida que la nueva tecnología dejaba, por una parte, "(...) la tierra acabaíta y sin ganas (...) y el monte desolao como brazo de cruz (...)" (ibid.: 42), y por otra parte, a muchas personas como bambos temblones "(...) di oler mercuriato (...)" (ibid.). Quedaban hechos trizas los acuerdos entre las familias extendidas de mineros de almocafre y batea para trabajar en el canalón; ahora, ellos tan sólo pueden barequiar el sobrado de arena que dejaron las enormes motobombas. A medida que la presencia de guerrilleros y de paramilitares, llegados con los "compratierras", se convertía en parte de la cotidianidad, las familias hacían como si no fuera con ellas el que a unos hermanos les hubiera tocado tomar partido por un 135
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bando y a otros por la facción opuesta. Echeverri habla de un muleque que va a galope tendido para alertar a la gente sobre una patrulla que persigue a un guerrillero a quien todos conocen en Caimanfrío. Pasa por el caserío de (...) la Pamba donde se ve mucha cruz agraria clavada encima de las puertas y ventanas para atajar cosa mala (...) (ibid.: 45). Y ya en su destino, el jinete sostiene un diálogo con doña Justina Palacios quien narra qué es esa "cosa mala": ¡Ay burrones llevaos del oro, la coca y la guerra, todos galopan a morir! Y la que siempre gana es La Vaca di Oro, que luego viene y compra la tierra de los muertos con un cheque de Merellín. Chilapos y cholos se pasan abriendo selva, macaniando monte y criando yerba en sabanales de vaquería pa La Vaca di Oro. Y luego viene ese capataz don Rogé, pelicandela gordo y pecoso en un jeep de llantas gordas y vidrios di ataúd, muy peinao atrás. Hace traer su caballo fino que llaman judas con jáquima di oro y lo bañan, le dan champú, así como una blanca en piluquería, le peinan la cola dos chilapos y le brillan una pomada pa' pelo. Y don Rogé pasea a judas y dice a carajiar ese caballo por todo Caimanfrío y el caballo baila al son de la música del jeep. Y esos tierrales comprados a puños di oro y droga (ibid.: 47).
El vacío de la c u e s t i ó n agraria Descritos algunos efectos de las formas de modernización que han tenido lugar en el litoral Pacífico, planteo ahora interrogantes acerca de la investigación reciente sobre desplazamiento forzado. El primero de ellos se relaciona con la forma como en los proyectos de grado sobre desplazados, la reflexión posmoderna acerca de la "construcción de sujeto" desplaza la relacionada con el transfondo de lo que Palacios denomina el "problema agra-
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rio no resuelto". Si bien es muy positivo que en el caso de los estudiantes de antropología haya tantos interesados por uno de los problemas nacionales más apremiantes, inquietan las pocas reflexiones sobre los impedimentos estructurales del retorno. Durante el primer semestre de 1998, tuve a mi cargo el Laboratorio de investigación social del plan curricular de antropología, ámbito que por lo general sirve para completar el diseño de los proyectos de grado. De los 16 estudiantes que tomaron el curso, cuatro elaboraron proyectos relacionados con el desplazamiento forzado. Entre los temas a desarrollar, mediante las respectivas investigaciones, sobresalen el impacto del terror, la construcción de nuevas identidades -incluida la del ser mujer- en el contexto de estigmatizadones cotidianas, ya sea por haber sido perseguidos en calidad de auxiliadores de la guerrilla o -con menos frecuencia- de los paramilitares. Las propuestas de trabajo señalan que este estigma se traduce en que los anfitriones discriminen o segreguen a ¡os refugiados y a que, para pasar desapercibidos, éstos últimos inhiban expresiones de su identidad. No obstante la relevancia de interrogarse por el problema del reajuste individual que involucra el desplazamiento forzado, existen vacíos de marcos explicativos que incluyan la cuestión agraria y propuestas relacionadas con el retorno. Parecería que cunde el pesimismo en cuanto a analizar opciones para recuperar el territorio perdido o para aplicar los medios legales que harían más próxima la opción del regreso a casa. Profesionales del d e s p l a z a m i e n t o y desplazados profesionales Así como me inquietan el coyunturalismo y particularismo de algunos estudios6, me interrogo acerca del por qué las organi"Jaques Aprile también se quejó del asistencialismo y ahistoricidad que permearon la mayoría de los trabajos presentados en el seminario del cual hizo parte este trabajo.
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zaciones neogubernamentales7 nacionales e internacionales que tienen que ver con los derechos humanos aparecen en el escenario del desplazamiento, pero no en el que lo antecede, el de la la lucha en pro de la legitimación política y de la territorialidad ancestral que hizo posible para indígenas y afrodescend¡entes la reforma constitucional de 1991. Hace pocas semanas, Lina Peña, estudiante de mi curso sobre afrodescendientes invitó a don Marco Fidel Velasco, perteneciente a quienes, el 27 de febrero de 1997, los paramilitares expulsaron de la región del río Cacarica -afluente del Atrato- y quienes se dividieron en varios grupos. Uno de ellos salió despavorido hacia Panamá, desde donde fue deportado a Cupica; otro a Pavarandó; un tercero a Turbo, el cuarto hacia Quibdó, y hay un quinto grupo cuya suerte se desconoce (véase PADILLA y VÁRELA 1997). Me conmovió el conocer por primera vez a uno de los protagonistas del éxodo forzado que -en marzo de 1997- motivó la redacción de un comunicado y el consecuente acopio de firmas que la antropóloga Nina S. de Friedemann (q.e.p.d) le entregó al presidente Ernesto Samper durante el vuelo que los llevaba a ambos en visita oficial por varios países de África (AROCHA et al. 1997). La situación de los desplazados del bajo Atrato era tan grave que la antropóloga había solicitado una entrevista especial para llamarle la atención al mandatario sobre el nexo que parecía ineludible de trazar entre ese desplazamiento forzado y el anuncio que él había hecho tanto de impulsar la construcción de una nueva conexión interoceánica por la vía del ríoTruando, también afluente del Atrato, como la de continuar la carretera Panamericana por el llamado Tapón del Darién (Presidencia 1996; AROCHA 1998b). Luego de agra' Me identifico con el sociólogo Manuel Castells (1999) en cuanto a la urgencia de reemplazar la noción de organizaciones no gubernamentales por la de organizaciones neogubernamentales, en aras de ofrecer una representación más acertada de las transformaciones políticas acarreadas por la globalización y la informática.
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decerle a la antropóloga su interés por el asunto, el entonces primer mandatario le aseguró que le prestaría particular atención a esa tragedia. El Consejero Presidencial para los Desplazados respondió el comunicado a nombre del presidente, insistiendo que muy pronto los refugiados regresarían a sus tierras, debido al interés que para ese gobierno revestía la titulación colectiva a las "comunidades negras", según lo disponía la Ley 70 de 1993 (GARCÍA 1997). Esa ley le dio vida al articulado contitucional de 1991 en lo ateniente a territorialidad y derechos étnico-políticos de los afrocolombianos. Ha sido evidente la falta de voluntad política de las administraciones de los presidentes Gaviria y Samper para resolver el problema de la territorialidad de los afrodescendientes del litoral Pacífico, dentro del nuevo marco consitucional (AROCHA 1998a). De ahí que el cinismo en la respuesta que por persona interpuesta ofreció el entonces primer mandatario diera para vaticinar que el retorno de esas personas a su patria chica sería demorado. Dos años más tarde, las palabras que don Marco Fidel Velasco pronunciaba en un aula de la Universidad Nacional de Colombia, retomaban como las bombas que -según su relato- las fuerzas militares habían dejado caer sobre su comunidad, luego de que paramilitares liderados por alias El Alacrán hubieran ejecutado en público a quienes acusaron de auxiliadores de la guerrilla, y escoltado a los sobrevivientes aterrorizados hasta el respectivo retén militar. Según don Marco Fidel, allí los desplazados se sorprendieron porque las fuerzas armadas del Estado no manifestaron sorpresa alguna ante el encuentro con el grupo irregular. Don Marco Fidel había llegado a Turbo con otras 2500 personas, donde oenegés de la Iglesia católica y de varios países europeos les habían comenzado a ayudar para sobrevivir en el estadio de la ciudad. Luego, habían empezado a organizarlos para que continuaran el trámite que habían iniciado para que el go-
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bierno legitimara sus dominios colectivos de acuerdo con lo estipulado por la Ley 70 de 1993. Habían constituido un Consejo Mayor y 24 consejos comunitarios locales; el primero, con la responsabilidad de representar los intereses de toda la comunidad de Cacarica ante el Estado, mientras que a los segundos les correspondían las tareas de iniciar los estudios cartográficos y socioeconómicos que requiere la ley para las localidades específicas. No era fácil imaginar cómo ellos podrían llevar a cabo semejante tarea en el exilio. Cuando la Asociación Campesina del medio Atrato (Acia) inició ese mismo proceso, se requirieron decenas de visitas a las comunidades; el apoyo de varios profesionales que interpretaran la etnocartografía en términos de la de los expertos, y además contribuyeran a preparar, diligenciar y analizar las encuestas requeridas (AROCHA 1998a, 1998b). ¿Cómo hacer estas labores desde Turbo o Cupica? Velasco explicó que la memoria era una ayuda, pero que también habían logrado visitar la región mediante escoltas gubernamentales exigidos por las organizaciones no gubernamentales. La crónica del señor Velasco daba fe del esfuerzo desplegado por esas entidades: organizaron a los desplazados en calidad de comunidad de paz, mediante la acción de varios comités, incluyendo el de diálogo para "interlocutar" con el Estado; los de salud, educación, matriarcas y patriarcas, familias de las víctimas, quienes hacen un libro de la memoria; el de jóvenes quienes se ocupan de lo cultural, incluyendo una emisora y un grupo folclórico; el de niños; el de la ecoprodución; el de la bodega; el llamado "local" que se ocupa de recibir a los visitantes y el de pesca, a fin de aprovechar los recursos del mar.
Prevención y c u r a c i ó n Mientras escuchaba al señor Velasco, pensaba en la aterradora perspectiva de que nuestra situación de violencia llevara a que,
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por una parte hubiera profesionales en la atención a los desplazados y que, ante la sinsalida, los propios desplazados se convirtieran en una especie de profesionales del desplazamiento. Al mismo tiempo, trataba de imaginar cuál sería el destino actual de la gente de Carabea, además de la del Truandó o la de Ríosucio, entre otros puntos del bajo Atrato, si todo ese conjunto de agencias humanitarias hubiera concurrido mucho antes a la región. No en apoyo de los desplazados, sino en soporte de la legitimación de los territorios que humanizaron los antepasados de las víctimas. Me venían a la memoria varias luces rojas que se habían encendido en el pasado, alertando ia crisis que se avecinaba, si el Estado seguía posponiendo el reordenamiento étnico-territorial que requería la constitución de 1991. Uno de esos eventos tuvo lugar en agosto de 1995. Lo convocó ia gobernación del departamento del Chocó y entre sus invitados figuraban el ministro de Defensa y su asesor en Derechos Humanos, el del Interior, el director general del Incora, representantes de las oenegés de derechos humanos, rectores universitarios y representantes de las organizaciones de la base (AROCHA 1998b). Como no concurrieron ni ministros, ni sus asesores, ni adalides de oenegés, ni rectores universitarios o sus delegados, la reunión pasó a ser un debate entre las organizaciones de la base acerca de la forma como la modernización de la re-gión debilitaba la posición de las comunidades o agravaba las tensiones que ya existían entre ellas. Tal sucedía con la intensificación de las explotaciones madereras en lugares como Jurado o con la incapacidad del Ministerio del Interior para resolver el problema que había causado el que el título original del resguardo del alto Andágueda hubiera desconocido la exitencia de varias comunidades de afrodesdendientes, de modo tal que los linderos hubieran sido trazados incluyéndolas, y por lo tanto, ignorando los límites de ellas. Para entonces, se planteaba la "compra de mejoras" como única salida al requeri-
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miento de sanear todos los resguardos indígenas. Como es comprensible, a los afrodescendientes nos les parecía que el traslado de los cinco pueblos que habían fundado sus antepasados fuera una buena alternativa para resolver el problema causado por el fundamentalismo étnico de los profesionales que -en el decenio de 1970- contrató el Estado para realizar los estudios socioeconómicos requeridos por el Incora para titular un resguardo indígena (AROCHA 1998b). El desdén con el cual fue tratada la invitación del gobernador del Chocó -entre otras alertas de la crisis que se veía venirdeja flotando el interrogante referente a si -en el caso de las violencias que compromenten a los pueblos étnicos- el saber académico-profesional, representado por altas figuras del ejecutivo, líderes de oenegés y académicos nacionales, está para prevenir el conflicto o para curar los males que éste ocasiona. En otras palabras, ¿no era ésa una hora inclusive ya tardía para apoyar la titulación colectiva que contempla la constitución de 1991 ? Y hoy ¿no estaremos a destiempo para brindar ese apoyo, considerando que la comunidad de posibles beneficiarios ya está en un exilio del cual parece difícil retornar? Hay que subrayar en este punto que cuando El Alearán llegó a Cacarica -según el testimonio de don Marco Fidel- se subió a un colina, desde la cual oteó el horizonte y le dijo a uno de sus lugartenientes: "ya se dónde va a ser esa finca mía". Se han descrito las fases por las cuales pasa la ampliación de la frontera agrícola en las regiones selváticas de frontera (Comisión de Estudios sobre la Violencia en Colombia 1987). Hay una sustitución sucesiva de poblaciones que se inicia con la de los grupos indígenas, pasa por la del colono que desmonta un claro, sigue con la del ganadero quien le ha comprado al anterior, hasta llegar a la gran empresa monopólica que ya tiene la capacidad para hacer inversiones en infraestructura e insumos agropecuarios. Uno tiende a imaginar que la descripción de 142
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esta secuencia ha tenido la meta de cambiarle el rumbo a su implacabilidad y crueldad, pero parecería que -con el tiempoha dejado de objetarse y que el experto no se concentra en cambiar su dirección, sino en proponer alternativas de participación política y económica de sus protagonistas más desvalidos (GONZÁLEZ 1998). En otras palabras, y ya para terminar, parecería que a los científicos sociales -invitados a proponer fórmulas para detener la creciente sangría que envuelve al paísles sucede algo parecido a lo que Palacios describe para quienes se ven involucrados en las negociaciones de paz, ya sea a nombre de la guerrilla o del Estado: se concentran en el diseño de fórmulas para repartir "la caja de galletas" (1999: 67-71) y no para contrarestar "los efectos estructurales de las políticas agrarias referentes a la propiedad de la tierra, muchas de las cuales se originan (...) en la legislación de baldíos de la década de 1870 que, en últimas han llevado a una alta concentración -de las mayores del mundo según el Banco Mundial- y a la poca generación de empleo con la consabida expulsión de la población" (ibid.: 76).
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Conflictos territoriales y desplazamiento en el litoral Caribe colombiano y en el Sinú Jorge Gracia Departamento de Geografía CES - Universidad Nacional
Tres conceptos básicos se utilizan aquí para examinar el tema del presente ensayo, estos son: territorialidad, difusión de la población y morfologías rurales. Todos producto de las relaciones sociales entre los individuos. ParaTuan (1971), la territorialidad consiste en el control que un individuo o grupo de individuos ejercen sobre una porción del espacio. Esta actitud de controlar el espacio para reservarlo a un grupo, se observa con gran fuerza en el reino animal, cuando defienden sus territorios para mantener a sus crías lejos de los depredadores o para conservar el dominio sobre los recursos que aseguran la supervivencia de la especie. En el ser humano, la territorialidad presenta refinamientos matizados por la cultura, aunque podría pensarse que tiene las mismas bases biológicas. La aceptación de ésta idea, permitiría defender el derecho que los individuos tienen al territorio, como imperativo para conservar sus vidas. En el Caribe colombiano diversos grupos humanos ejercen la territorialidad sobre la tierra cultivable, las ciénagas, los ríos y sobre las aguas del litoral. Los grupos humanos que residen allá, aprecian esos espacios porque les permite: bien la supervivencia o la acumulación de renta.
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La actividad espacial de los actores sociales define formas de apropiación del espacio (MONTAÑEZ y DELGADO, 1988 ), que dependen del nivel de poder que manejan. Tres fuentes alimentan el poder: el conocimiento, el dinero y la fuerza o la violencia (TOFFLER, 1990). En el presente caso, se observan diversas formas de apropiación del espacio, que van desde las posesiones de predios que respaldan con títulos legales, hasta las ocupaciones de hecho de terrenos privados o de espacios públicos. Los grupos que se asientan allí son de diversas categorías: hacendados, grupos económicos, pescadores y pequeños campesinos, entre otros. En cada caso, el poder de control del espacio es diferencial. Esa diferenciación en el control del espacio, se fundamenta en la cantidad de poder que posee cada grupo y como resultado del ejercicio diferencial del poder, unos grupos son excluidos, lo que se traduce en una injusticia distributiva del espacio. Cuando se examina el poblamiento en el litoral Caribe se aprecia un crecimiento por esparcimiento de la población sobre la superficie, seguido de la concentración espacial. Esta dinámica espacio-temporal se le denominará, de ahora en adelante, difusión de la población. Gould (1961), afirma que el hombre y sus obras existen en el espacio y en el tiempo. La fuerza de la declaración está en la conjunción "y" que liga el espacio con el tiempo, porque se trata de considerar al hombre y sus obras habitando en dos dimensiones. Por otra parte, tiempo y espacio son constructos sociales que responden a las necesidades materiales de supervivencia de los individuos (HARVEY, 1996). En consecuencia el espacio-tiempo son producto de todo el conjunto de relaciones sociales. La morfología o forma de los espacios rurales hace referencia a la disposición y forma de los campos, se trata de encontrar unas pautas regulares en la forma y localización del espacio de
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produción cuando el hombre se apropia de él y le agrega trabajo y capital para ponerlo a producir. Hornby y Melvin (1991), destacan que la morfología espacial es producto de las condiciones socioeconómicas. Santos ( 1996), propone que el espacio es producto de las estructuras productivas y técnicas de las sociedades. Como estas relaciones son cambiantes, también la morfología espacial es cambiante. En este trabajo se pretende: £ Destacar la variación espacio-temporal de la población a nivel regional y local, como producto de los conflictos por el territorio. % Señalar de que manera la morfología de los espacios rurales reflejan la injusticia social. El trabajo se divide en los siguiente temas: Poblamiento y definición de conflictos; la morfología de los asentamientos rurales y la justicia social y; el destino de los desplazados.
P o b l a m i e n t o d e l espacio l i t o r a l y d e f i n i c i ó n de c o n f l i c t o s Aquí se examina el proceso de ocupación del territorio del Caribe colombiano, desde 1938 hasta 1993, que es el período del cual disponemos de datos censales. A partir de dichos datos se elaboraron mapas diacrónicos que permiten obtener una visión espacio-temporal del proceso de poblamiento en un lapso de un poco más de 50 años. Cuando se examina el poblamiento en el Litoral Caribe se aprecia un crecimiento de la superficie demográfica, seguido de la contracción de la misma. Como afirma Santos (1996), la distribución de la población y el espacio construidos, no tienen un papel neutro en la vida y en la evolución de las formaciones económicas y sociales sino que constituyen su producto.
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La difusión de la población en escala regional El tratamiento cartográfico de los datos censales, constituye un registro visual del proceso de ocupación y apropiación del espacio. En este momento resulta adecuado formular tres preguntas que se relacionan con ia apropiación espacial: 1. ¿Quiénes tienen derecho, en general, sobre los espacios productivos? 2. ¿Quiénes poseen en la actualidad el derecho sobre los espacios productivos? 3. ¿En virtud de qué criterios se otorgó el derecho sobre los espacios productivos? La primera pregunta tiene que ver con el deber ser, significa: a quienes, por derecho natural, les podría corresponder espacio. Esta manera de encarar la pregunta tiene dos elementos importantes: por un lado, implica una visión que no se conforma con la respuesta superficial que supone recurrir a lo que ya se encuentra funcionando en la realidad, sino que invita a recrear la realidad, a pensar en otros mundos posibles; por otro, esta pregunta implica asumir una posición ética y recuerda que la historia nos demuestra que en muchas ocasiones lo justo está por encima de lo legal. Las siguientes preguntas, son complementarias y hacen pensar en el poder excluyente que pueden llegar a tener las instituciones cuando el espacio social presenta características multitemporales, y multiculturales. Como es el caso que nos ocupa, donde habitan comunidades que conservan antiguas tradiciones, valores y creencias que se heredaron desde la colonia o aún que se importaron desde África; en oposición a aquellos grupos para los que tiene vigencia todos los valores y creencias de la vida moderna. Esto indica la existencia de diversos espacio-tiempos. Entre los dos extremos se encuentran gradaciones, pero quizás lo fundamental es que de acuerdo con la cercanía cultural
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que los individuos tengan a la modernidad o mejor al sistema espacio-temporal vigente, tienen mayor poder sobre el espacio ya que manejan el conocimiento, el dinero y la fuerza que requiere el control del mismo. Los gráficos diacrónicos (Figuras l y 2) permiten identificar seis focos iniciales de mayor poblamiento: Tierra Alta, Valencia y Montería en Córdoba; Morales en Bolívar; El Paso en Cesar; Sitionuevo en Magdalena y San Marcos en Sucre. Además, la superficie demográfica que representan los mapas muestra tres tipos de cambios en el espacio-tiempo: concentración, crecimiento y contracción; de manera que es posible identificar etapas en las que domina cada uno de esos procesos, como se explica a continuación: Figura No. 1. Proceso de concentración de la población rural en el litoral Caribe y Sinú
ALIA
MEDIA
BAJA
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Figura No. 2. Evolución de la superficie demográfica rural 1938
1. Ciénaga - Valledupar 2. Tierralta y Valencia 3. Montería 4. El Paso 5. San Juan Nepomuceno 6. San Pablo
40.00 20.00
7. Lorica
8. Sahagún Fuente: DAÑE, C E N B 0 G 103B; 1973-1993
Definición de los focos de poblamiento En el transcurso de trece años, que abarcan desde 1938 hasta 1951, se produce la definición de los focos de poblamiento y la dispersión de la población que se realiza en forma muy lenta. En este proceso fueron protagonistas: transnacionales, terratenientes, pequeños campesinos, entre otros. Todos obraron en forma casi simultánea sobre el espacio disponible. Algunos de los antecedentes de los asentamientos rurales del río Sinú y su delta están relacionados con el papel que jugaron las transnacionales del siglo pasado como factor de localización de la población. Las operaciones que realizó la firma George Emery Company entre 1883 y 1915 explotando maderas finas, abrió el espacio que posibilitó el posterior repoblamiento en el valle del Sinú (PARSONS 1989). Igual papel jugó el grupo franco-belga La Societe Francaise du río Sinú que se estableció en el municipio de Montería en 1882 (POSADA 1994). También la iniciativa nacional participó de este auge empresarial así en 1913, unos capitalistas antioqueños fundaron La com-
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pañía del Sinú y compraron al grupo franco-belga, los terrenos de la hacienda Martha Magdalena (POSADA 1994). Si los anteriores autores destacan el papel de las transnacionales como factor de localización de la población, para Legrand (1994) los pequeños campesinos jugaron un papel protagonice en la adecuación de los mismos espacios. La autora señala que este fenómeno : £ Ocurrió como proceso amplio de expansión de la frontera en la Costa Caribe en los siglos XIX y XX. % En la mayoría de las áreas de colonización los campesinos no fueron los únicos. Inicialmente, los campesinos de subsistencia abrieron el territorio virgen y lo pusieron a producir, unos años más tarde fueron presionados por los capitalistas, que en busca de rentabilidad concentraron la tierra en grandes propiedades y convirtieron a los colonos en arrendatarios. Esto significa que coexisten un espacio-tiempo históricamente tradicional, en cuanto a las estructuras productivas y tónicas que poseen los hombres y, un espacio-tiempo actual, en el que las técnicas imponen nuevos ritmos de producción. La dispersión de la población, obedece a que los pequeños campesinos ocuparon terrenos que encontraron libres y los usufructuaron, ya que la tierra y las ciénagas proporcionaban todo lo que requería la comunidad. Etapa de consolidación de los focos y expansión de la población Esta etapa abarca desde 1964 hasta 1985, en estas dos décadas coexisten dos tendencias espacio-temporales en la población rural: a. La concentración alrededor de los focos urbanos. b. El esparcimiento de población en áreas más apartadas de los centros, con bajas densidades de población. Estas tenden-
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cias en apariencia contradictorias, son la expresión de relaciones de competencia de los dos espacio-tiempos descritos arriba. El espacio-tiempo actual, fuertemente articulado a un espacio funcional como lo describen Sánchez y Arce (1986) en el que Medellín y Barranquilla operan como centros metropolitanos; Cartagena, Santa Marta, Valledupar y Sincelejo como centros subregionales; Riohacha y Magangué como centros de relevo principal y; Fundación, El Banco, Maicao y Ciénaga como centros de relevo secundario. El espacio-tiempo tradicional, débilmente articulado o completamente desarticulado con ias regiones funcionales dominantes. Como ya se indicó, corresponde a la supervivencia de economías de subsistencia, los procedimientos utilizados para hacer producir la tierra eran primitivos y heredados por generaciones. La cartografía muestra que estos espacios demográficos a partir de 1973 comenzaron a encogerse; al parecer, el elemento jurídico fue decisivo en este aspecto ya que las leyes de tierras que pretendían presionar a los hacendados para que las pusieran a producir, los obligó a expulsar a los arrendatarios ante el temor de perder parte de sus propiedades. Por otro lado, en opinión de Aranda (1994), en la práctica la Ley 200 de 1936 se convirtió en un instrumento para adjudicar baldíos a terratenientes. En términos espacio-temporales esto significó: la consolidación de los espacio-tiempos actuales, controlados principalmente por hacendados y la reducción o disminución de los espacios libres para el usufructo de las comunidades campesinas más tradicionales, mediante el marginamiento espacial de los últimos. Aunque en téminos regionales esta afirmación es verdadera, eso no significa que exista una separación absoluta de los dos espacio-tiempos; en la escala local se observa casi la coexistencia de ambos. En este caso, las relaciones pueden variar desde
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la simbiosis al comensalismo. En el primer caso se presenta una relación que aparenta un armonioso y mutuo beneficio porque la presencia de algunos campesinos en terrenos de las haciendas pueden evitar eventuales invasiones de los terrenos libres y a su vez, los campesinos usufructan esos terrenos. Sin embargo, cuando ambos tienen que competir por algún recurso común como el agua, la relación se torna en comensalismo y obviamente, los propietarios de la tierra hacen uso de los derechos que la ley les concede para sacar de las tierras a los campesinos. De otra parte, la aplicación de la ley como criterio para solucionar los conflictos sobre tierras, puso en clara ventaja a los terratenientes sobre los pequeños campesinos, no sólo por los privilegios que las mismas otorgaban a los terrateniente, sino además porque quienes conocían los canales de comunicación y los procedimientos para acceder a las autoridades eran los hacendados. Por otra lado, los hacendados también eran poseedores de la fuerza que estaba representada no sólo por organismos del estado sino, por grupos particulares pagados por los dueños de la tierra. En consecuencia, queda claro que el trabajo en esa tierra y durante varios años no otorgó derechos sobre el espacio a los pequeños campesinos, pues como se afirma en la cita de Legrand, unos fueron los que prepararon la tierra, vale decir, los que aplicaron energía humana para transformar ambientes naturales en espacios de producción y otros fueron los que adquirieron derecho sobre esos espacios, bien porque la ley falló en su favor o poque los adquirieron por diferentes procedimientos que incluyen la compra y la invasión de terrenos. Aquí lo interesante es que quienes trabajaron se quedaron sin tierra y sin dinero, porque existía una separación entre trabajo y derecho a la tierra y entre trabajo y derecho a la remune-
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ración. En últimas, el trabajo no otorgaba al pobre más que la posibilidad de usufructuar temporalmente el suelo. Una vez que se elimina la posibilidad de usufructuar la tierra, no hay motivos para trabajar; a esto hay que sumarle el hecho que las nuevas generaciones tienen el recuerdo de que sus abuelos y padres ocuparon libremente territorios y que fueron desalojados por quienes poseían títulos legales. Podemos afirmar que este fenómeno es un claro enfrentamiento entre dos sistemas de autoridad: la autoridad personal que reside en las comunidades y la autoridad territorial que es impuesta por el Estado (NISBET 1975). Es decir, se impuso una autoridad con base en las categorías de ciudadano colombiano o de cordobés, en detrimento de la autoridad que regía como miembro de una comunidad cuyas reglas se habían heredado por tradición. El desconocimiento absoluto de la autoridad tradicional, por parte del Estado, enfrentó dos actores sociales: pequeños campesinos contra hacendados, y definió un conflicto por el territorio. Bajo estas circunstancias los desposeídos adoptaron la violencia como la forma de asumir el conflicto territorial. La izquierda apoyó la iniciativa campesina que pretendía desconocer los títulos de propiedad de los terratenientes mediante la invasión de predios (ROMERO, 1998: 72). De acuerdo con (NECRETE, 1994), estas alianzas entre campesinos y guerrilla no tienen un carácter de permanencia. Este punto, del carácter temporal de las alianzas, es de gran importancia porque en últimas io que se está definiendo son territorios mediante la aplicación de violencia como elemento para mantener el control sobre los espacios. En este sentido vale la pena traer aquí las preguntas que formula Legrand (1994: 25) refiriéndose al papel que ha jugado la guerrilla en las zonas de colonización ya que abren un panorama de inquietudes nuevo:
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¿Está el Estado de alguna manera abierto o irrevocablemente cerrado a la expresión de nuevas demandas sociales?, si lo segundo es cierto, ¿es la guerrilla la única alternativa?, ¿representa la guerrilla a grupos populares que creen que la única manera de defender sus intereses socioeconómicos es mediante la lucha armada?, ¿o está la guerra de guerrillas divorciada de, y por tanto es un obstáculo a la emergencia de movimientos sociales eficaces? No se intenta responder estas preguntas sino más bien, abrir nuevos horizontes en la concepción del tema. El geógrafo Marshall (1985: 113) afirma que la ciencia es, en esencia, una forma de hacer buenas preguntas, más que un conjunto de resultados concluyentes. Los interrogantes de Legrand, sugieren caminos que ubican el problema de la tierra en un lugar que permite sacudir nuestras mentes de añejos estereotipos interpretativos y volver a repensar el problema tratando de buscar salidas más justas. Etapa de contracción En los doce años que van desde 1 985 hasta 1993, cambió drásticamente la estructura de la distribución de la población rural. Los mapas muestran como tendencia general la contracción de las áreas que antes estaban ocupadas por población dispersa y la fuerte concentración de la población rural alrededor de los principales centros urbanos. Esto puede describirse como la tendencia espacial de la población rural a nuclearse. Pero más que un posible fortalecimiento del espacio-tiempo actual, la estructura espacial refleja un conlicto violento. Romero (1998: 8081), describe la conformación de grupos paramilitares, que en apoyo de hacendados ejercieron violencia contra campesinos invasores de tierras de haciendas. La violencia de la lucha por la tierra, adquirió un nuevo rumbo con la aparición de nuevos actores de la violencia, es un mo158
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mentó complejo en el que los conflictos se enmarcan en un panorama en el que por lo menos cuatro ejércitos distintos entran en juego: los paramilitares, las autodefensas, la guerrilla y los grupos armados a cargo de los narcotraf¡cantes (NEGRETE, 1994 y ROMERO, 1998).
A nivel regional, la contracción de los espacios ocupados por la población dispersa y la concentración de la población alrededor de los principales focos constituye la expresión cartográfica de la dimensión espacio-temporal de los desplazamientos de poblaciones rurales. Difusión de la población a nivel local Los mapas de flujos dan cuenta de la difusión de la población por relocalización. En este caso la población movilizada corresponde exclusivamente a desplazados. Se tomó el departamento de Córdoba como ejemplo representativo de expulsión de la población rural y la ciudad de Montería como una importante receptora de desplazados. El mayor número de desplazados proviene de las áreas rurales (Figuras No. 3A y 3B), porque éstas son el escenario común de los bandos enfrentados: ganaderos, hacendados, paramilitares, grupos armados privados, autodefensas, guerrilla, ejército y narcotráfico (NEGRETE, 1994). La presencia de estos actores, tiene como finalidad establecer el control sobre el territorio y sobre la población. Para cumplir este objetivo emplean métodos que les exige efectuar trabajo de inteligencia, conformar organizaciones y adelantar proselitismo. Hasta el punto que arman redes de militantes, activistas, colaboradores, simpatizantes. Aunque la mayor parte de la población se mantiene alejada pero con la obligación de mantenerlos informados Negrete(1994), Es común que los grupos violentos asuman el control absoluto de la vida en los sectores rurales, se convierten en autoridad y
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Figura No. 3A. Municipios expulsores de población
NECHI, CAUCASIA, JARDIN, PTO. VALDIVIA, ZARAGOZA, MEDELLÍN