NICOS POULANTLAS • JEAN POUILLON . JEAN~PAUL SARTRE - CLAUDE UVI-STRAUSS
SARTRE Y EL ESTRUCTURALISMO
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NICOS POULANTLAS • JEAN POUILLON . JEAN~PAUL SARTRE - CLAUDE UVI-STRAUSS
SARTRE Y EL ESTRUCTURALISMO
Jauoclucd6n,selecd6n
JOSE
y
traducd60 de
SAZBON
EDITORIAL QUINTARIA BUENOS AIRES, 1968
SARTRE Y EL ESTRUCTIJRALISMO
JOSB SAZBON SAR.TU Y LA RAZON BSTRUCTUllALISTA
''Ellenguaje de Ia refIex16n ha cambiado. La filosoHa. triunfante hace quince alios, se ec1ipsa. ahora [rente a las ciencias humanas, y a este eclipse acompafia Is. aparid6n de un nuevo vocabulario. Ya no se babla de 'condenda' ode ·sujeto·, sino de 'reglas', de 'c6digos', de 'sistemas'; ya . no se escucha dedr que el hombre 'hace el sentido', sino que el sentido 'viene at hombre'; ya no se es existenda· list&, sino esINl()/tN,.aUJtlJ~" Bsras reflexiones, volunrsria· mente esquematicas, abren la edid6n que una revista francesa consagrara a Jean-Paul Sartre hace algo mas de un alio 1. Bien. entendido -y el pronombre indefi· nido es .bastante explfdto: "se habla", "se escucha"-, aquf hay una referenda al favor que deno publico otorga a una u otra cocriente de pensamiento, noa con· quistas definitivas 0 a entierros suntuosos que protago· nizarlan, respeetivamente, las dencias humanas y la Ii· losofla. 5i en dertas audiencias se da por descontado que aqueUas estan perfectamente consolidadas, es prudente recordar que precisamente uno de sus mas notorioS jefes de fila ha declarado (en oportunidad de una encuesta de la Unesco sobre las tendendas principales de la investigaci6n en las ciencias humanas y sociaIes): "BI .autor del presente articulo ha consagrado toda SU vida a la pd.ctica de las dencias sociales y humanas. . Pero no tiene ninguna difieultad en reconocer que entre 1
L'ArcJ nQ 30, Aix-en.Provence. 2eme. edition, 1966, p. 1.
,·7
estas y las ciendas exacta5 y naturales no se podrfa simular una verdadera paridad: las ultimas son ciencias y las otcas no 10 son, y . .. 5i no obstante se las designa con el rnisrno termino, es en virtud de una ficci6n sernantica y de una esperanza filosOfica que careee aun de confirmacion ...". Y mas adelante: ", .. se olvida que elIas estan aun en su prehistoria. Suponiendo que alguna vez puedan ser puestas al servido de la acd6n pea.ctica, elIas no tienen, por el momento, nada casi nada que ofrecer" 2. Esta circunspecci6n de Levi-Strauss guarda una correJaci6n estricra con el espiritu que ha presidido sus investigaciones; s1 a pesar de esto el medio cultural frances, tan apto para este tip de operadones, ha prefeeido ideOlogizar su pensamiento, ello corre por cnenta de ese medio, de sus 6rganos, etc., y no de los dendficos. En cuanto a Sartre, sus posiciones no se han desplazado, salvo p~ratadicalizarse en la perspectiva marxista.: de la conciencia a la praxis, de la ontologIa fenomeno16gica a la "totalizaci6n en curso". Y si se rehusa a que la filosoHa quede anegada por Ia masa de metodos y procedimientos no /undados (en el sentido husserliano) de las ciendas sodales, es porque "si se admite, como yo . 10 hago, que e1 mo"imiemo hist6rico es una totalizad6n . perpetua, que cada hombre es en todo momento totaHzador y totalizado, la filosofia representa el esfuerzo del hombre totalizado para recuperar el sentido de la totaHzad6n" 2 bis. Se ve c6mo las Hneas de fuerza del pensamiemo de Sartre siguen areaigadas en su proyecto inicial: elaborar una fiIosoffa de Ia Iibertad. S610 que ahora Claude Levi-Strauss: C,ite1"8S Ic;enti/iques dans leI dilciplines s()(.iates et humaineI, en "Revue internationale des sciences sociales". Unesco. vol. XVI, n Q 4, 1964, dedicado a los "problemas planteados por' un estudio de las cienciaS sociales y humanas"; pp. 580 y 582. 2 bis: Jean-Paul Sartr. '8ponJ, 'TArc", de.• p. 95. 2
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i:"
esta Iibertad esta enfremada a los mecanismos de II,. I. socialmente estructtwadOJ que Ie vienen de su 1'1" 1'1,\ praxis invertida, par Ia mediaci6n. de la materia trabajada. Para jiberarse, debe triunfar de la rareza, es derto, pero tambien de las estructuras que no Ia teroatizan, aunque Ia suponen. Luego, todo el campo de las mediadones y de las disciplinas auxiliares que estudian la realidad humana, debe a su vez encontrar su fundamemo en una antropologla estructural e hist6rica, cuya inteligibilidad no puede ser sino dialectica, ya que la dialectica es "Ia radonalidad de la praxis". Pero, did LeviStrauss, la raz6n dialectka s610 es pertinente en una etapa subordinada de la investigaci6n. No podria fundar el conocimiemo antropo16gico, ya que "el fin ultimo de las ciencias humanas no es constituir al hombre, sino disolverlo" 8, Disolverlo: es decir, hacer estallar la praxis totalizante y recoger sus fragmentOS, a los que ,"er .esfuerzo propiamente dendfico [recompondraJ conforme a otro plan" 4. Luego, mientras para Sanre Ia COmpeensi6n funda a la intelecci6nll , para Levi-Strauss' Ia intelecci6n es el fin ultimo del conocimiento antropo16gico, que se sirve de la comprensi6n como de una materia prima para fa manipulaci6n conceptual. &1, en Levi-Strauss se disuelve la homogeneidad. entte el sujeto de la observaci6n y eI objeto consdtuido. Ciertamente nos dice que "en una cienda en la que eI observador tiene Ia misma naturaleza que su objeto, el obsef'vador m;smo es tm(I p~te de suo observaci6n", pero s610 para recomendar un distanciamiento progresivo en S paude Levi-Strauss: El penI~mientoIalvaje, F.C.E., 1964. p.357. 4 Idem, p. 362. Ii Jean-Paul Sanre: C,.itica de la razon dialectica, Losada•. 1963, tomo I, p. 150. Igualmentc, Jean-Paul Sartre: Entretien lit' l'Anthropolog;e, en "Cahiers de Philosophie". Pads, nQ 2-3. fevrier 1966, pp. 7-8.
el que el sujeto Iograria un desasimiento cad'll vet mtyor en provecho de una objetivaci6n de sf mismo que ida a consolidar I'll del objeto estudiado. Mas alia de este, mas alla del hombre y de sus obras en cuaDto proIongaciones de una praxis intentional, son las estruetu.ras inconscientes las que interesan a Levi·Strauss. &tas, en decto, permiten el "encuentro" de 10 subjetivo y 10 objetivo en un plano en el que "sin hacernos saUe de nosotros mismos, nos hace coinddir Con formas de actividad que son a I'll vez nuestf'dS y otf'tM, condiciones de toda I'll vida mental de todos los hombres y de todos los tiempos" ". De est'll maner'll, el objeto de I'll antropologla se constiruye por un permanente. desplazamiento del horizonte praxico de cada sociedad, que deja Iugar a las invarianres estrucmrales. Estas invariantes no sao, sin embargo, las que ponCa al descubierto el analisis fundonalista, Iimirado a la depuraci6n y puesta en claro de las formas organizativas de I'll estrucrura social. Esta escuela, demasiado adherida a la vida social inmeJit#1I que estudiaba el etn6grafo, no sobrepasaba los marcos de un empirismo psicologista 0 biologisra: la 16gica que descubria no iba mas alla del lenguaje mdnifieIto en el sistema de roles. Ahora bie~ de 10 que se trata es de atravesar est'll superficie y descubrir las reglas que pre:siden toda comunicaci6n human'll, reglas cuya especilicaci6n se encuentra en una sociedad concrera: esta. 50- . ciedad no puede entregar su "secreto" sino a quieo posea el sistema total de diferencias T que I'll constituyen como tal sociedad particular. Difereocias, separaciones diferenciales: I'll materia social s610 aparece en su verdad , a naves de las oposidones que engendra, a traves .de
a
6 Claude Levi-Strauss: 1"".,oaNeli01l l'oetlflfll J(1 MtWClJ1 MatlSs, en Mucel Mauss: "Sociologie et Anthropologie~', P.U.F., Pads, troisieme edition augmentee, pp. XXVII y XXIX.' XXXI, 1966. 7 Claude Levi-Strauss: Bl penjamiento sal1Jaje, cit., p. 361.
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·Ia 16gica de sus av'lltareS:' ~ ramn esttueturalista .distiogue, clasifica y opone: una prestaci6n, uo rol, un mito, una forma de alimenraci6n, son realidades no iDteligihIes POt sf mismas; la intelecci6n empieza cuando' ella~ son restituidas a1 juego riguroso de las regJas que delimicaran tliferencidlmente tal mito, tal rol. Pero estas diferencias, a su vez, 8610 10 son en cuanto engendradas eo el seno de un campo unitario de posibilidades, rigurosamente estrucmrado. De este modo, sed'll posible reconducir todas las forroas sociales de las que se ocupa la anrropolog{a, a un c6digo universal, suficientemente . estricto y econ6mico como para' que su. operatividad este asegurada, y suficientemente ·flexible como para dar cuenca de las estruetutas espedficas de cad'll nivel. Si la elaboraci6n de .este c6digo es faetible, ello depen. de, en primer lugar, de la postulada unidad del espfrint . humano, uni4ad que no s610 no exc1uye, sino que implica I'll diversidad de sus manifestaciones 8. .Pero tal retorno -al kantismo, eSt'll vez "sin sujeto trasceooental" 9, lno nOs sima en las mismas ant~podas del 8 "El fin de la etDologia es anibar... a un inventario de posibilidades inconscientes... cuyo repertorio... suministre una arquitectura logica a desarrollos hist6ricos que pueden sec impreVisibles,· pero nunca .rbitrariol." aaude Levi-Strauss: Anlh.,opoJogh Ill11dN.,1I16, PIon, Pads, 1965, pp. 30-31. 9 "Kanrismo sin sujeto trascendental": la fonnula ha sido propuesta par Ricoeur y aceptada, sin sobresalto5, por Uvi~ Strauss. C/. Rkoeur: SINJ~IN"6 III hHmltJnJJiqNIJ y Uvi-Strauss: RIpOnJlll q1lIJJqNIJl q1lIlS';01l1, en "Esprit", nO 11, 1963, pp. 618 y 633. Vease tambienesta otra declaraci6n (Paolo Caruso, InleNlist" II CIIHdIJ U11i-S"auss, "Aut·Aut", n9 71, 1963, p.29): "lEn que consiste, en el londo, la revoluci6n filos6· fica bodana? Ene! intento de tomar como punto de partida del conocimiento, los Hmites mismos del conocimiento, 0 mas bien de apayal todala filosoffa en un inventario de las im· . posiciones mentales. Ahora bien, yo no .creo hacer otta cosa. Trato, precisamente, . de individualizar un derto nfunero de cimposiciones» que se apliquen al esp£riru hurnano en su conjUnt0, pero en vez de partir -como Kant- de una ceflexi6n
a
11.
pensamien.ro de Sartre? Para este, en efeeto, e1 desple-. gamiento de un sentido no puede no ser coextensivo de la pnictica que 10 instaura. Y si Sanre puede aceptar en el inconsciente la trastienda de un conocimiento no sabido, aunque aecesible, no aceptara en cambia en ese inconsciente un sentido que, a espaldas del hombre, sepa par ella ley de sus constrkciones. Se did. que ya no se trata de sentido, sino de un "IM£ es y no de otra manera". Pero entonees eI viejo sueiio filos6fico de la integraci6n entre necesidad y libertad se desplomara, corrofdo por 1a tensi6n entre sus terminos, y el hombre retornanl a sus reductos "ideoI6gicos" sin posibilidad de trascenderlos; para Sartre, se trata en cambio de canacer la historia que e1 hombre hace "sin saberlo". iCwil es, enronees, la situaci6n de ambos pensadores . respecto al marxismo? La deuda de Levi-Strauss para can Marx radica en la negativa de este ultimo a edificar una ciencia social en el nivel de los acomecimientos: solo el modelo nena, en este campo, las condiciones de una pnktica ciendfica; es dedr, una canstruccion de laboratoria, no apegada a las significaciones manifiestas y conscienres de los fen6menos sociales, independiente del discurso social de los actores y ajena a la verdad sabidtl de las instituciones. Por 10 demas, para Levi-Strauss, el marxismo comparte con el psicoanaHsis y la geologia algunos rasgos esenciales: "Los tres demuestran -dice en Tristes Tropiquef- que comprender consiste en reducir un tipo intema. 0 quizas de un estudio del desarrollo del pensamiento dentifico en la sodedad y en la culrura en que nad. trato en cambio de situarme 10 mas posible en el limite, en las socieclades mas diversas buscando despcender una suerte de coroun denominador de t~do pensamiento y de toda ceflexi6n". (No se puede decir. parafraseando. que Levi-Strauss quiere restablecer al formalismo kantiano sobre sus pies. 10 que en este caso implica borrar las huellas de un subjetivismo J;ltlmJo?
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de tealidad a otro; que la realidad verdadera no es nunea la mas manifiesta. y que la naturaleza de 10 verdadero se trasluce ya en el afan que pone en ocultarse" 10. Armado de esta triple convicci6n, en El pemamiento sa/vaje se permite amonestar a Sartre: It... de la lecci6n combinada de Marx y de Freud, Sartre no ha retenido mas que la mitad. Nos enseiiaron que el hombre no tiene sentido mas que a condicion de colocarse en el puma de vista del senddo; hasta aquf, esramos de acuerdo con Sanre. Pero hay que aiiadir que este sentido nunca es el bueno; las superestructuras son aetos fallidos que han 'tenido exiro' socialmente" 11. Y a continuad6n, desalienta su "historicismo": "Par tanto, es vano indagar el semido mas verdadero bllsdndolo en la eondenda historica". Toda la argumentacion de este capItulo final del Pensamiento salvaje radica en la imposibilidad de una raz6n dialectica tal como Sartte la concibe: 1) como fundamenro de la razon anaHtica; 2) como primado de la totalizacion sobre la toraHdad; 3) ~omo imeIigibiIidad presenre ante S1 de la praxis hist6rica. Ahora bien, estos atributos son jusramente irrenunciables si se pretende. como Sartre. suministrar al marxismo su fllndacion 16gica en una dialecrica materialista desplegada en interioridad. ItLa diaIeetica, como logica viviente de la acci6n, no puede aparecer a una razon contemplativa" 12: en otras palabras, la discondnuidad del ser y del saber debe ser abolida en provecho de un mismo movimiento que se descubre precisamente en las condiciones de posibiJidad de su objeto. Diversas circunstancias biJt6ricas impidieron que el. marxismo funde su propia radonalidad en eI interior de Ia Histo10 Oaude Levi-Strauss: TriIJfJS Tropiques (955), reimp. . Union Generale d'Editions. Paris. 1963. p. 44. 11 Claude Uvi-Strauss: El pemlJmienlo sakafe, cit., p. 367. 12 Jean-Paul Sance: CnticfI ... , cit., t. I, p. 186. . .
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ria, euya condenda es. La experiencia "critica" de Sartre pretende desplazar del maodsmo los enclaves de una epistemologfa demasiado inclinada a la analiticidad y~ por ello, demasiado dispuesta a confundirse, en cuanto a la Historia, con la temporalidad discontinuisca del positivismo. Pero devolver el marxismo a su intencion original no implica que en el rrayeeto se haga un rodeo que bordee, sin toearIos, los des.arrollos del discurso anaHtico. Esta es una pretension vada, puesto que el lenguaje pertenece al campo de 10 practico.jnerte y pues, to que vivimos "en una sociedad que, en su conjunto, confuade aun el conodmiento y su contemplaci6n"18. De 10 que se trata, en cambio, es de hacer cisrto uso del pensamiento anaHtico: precisamente, un usa dialeetico 14. Tampoco quiso Sanre opaner la razon anaHtica a la razon dialectica como "al error y la verdad y aun a1 diablo y el buen Dios·'. En este terreno hay un energico malentendido de parte de Levi·Strauss, y se comprende la reaccion de Sarrre: .. [En la Critical cada frase repcesenta la unidad de un movimiento dialeaico. LeviStrauss no sabe 10 que es e1 pensamiento dialectico: no 10 sabe y no puede saberlo. EI hombre que escribe Ia diaJectica de esta dicotomla es, evidentemente, incapaz de comprender un pensamiento diaIeetico... C6mo puede dedc Levi·Strauss: 'EI pensamiento es anaHtico, (I'0r que adoptar entonees una forma diaIectica?', puesto que la dialectica no es 10 contrario del analisis: es ' el control del anaIisis en nombre de una totalidad" 115. Se ve enronces que, en su relacion con el marxismo, Uvi-Strauss y Sanre se ubican en eI centro de su desfasamiento original respecto de sf mismo. Ambos pueden la Idem., p. 247. H Es 10 que Sartre aclara en su dialogo con Verstraeten: Jean-Paul Sance: L'ec1'wam et sa langue, en "Revue d'Estherique", Paris, t. XVIII, fase. 34, 1965, p. 330; Hi Idem., pp. 229-30.
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encontrar en el aquello que buscan. En un caso se acep~ tan los aspectos que 10 empareritan con la geologia: "comprender consiste en reducir un tipo de realidad a otro". En otro caso, se acentUa la irreductibilidad de la praxis situada: "el marxismo concreto debe profundizar a los hombres reales en Iugar de disolverlos en un bafio de acido suJfUrico" 18. Si tuvieramos que vincular a ambos con las Hneas de desarrollo posibles de la teor fa marxista, dirfamos que sus posiciones son simetricamente inversas en cuanto una deja .filtear 1a temporalizaci6n del sujero hist6rieo, mientras la otra hace de esta temporalizaci6n el pivote de una antropologfa dialectica. Y si en un easo esta decantacion pone de manifiesto los sistemas que a su vez reenvianln a las invaciaates de estrucrura, en el otro caSo esos sistemas aparecen como eI dominio de pasividad que la historia disolvera a su tiempo. Estas posiciones complementarias se radicalizaran polemicamente. Y asi, cuando Sartre pregunta, definiendo su ernpresa: "len que condiciones es posible el eonocimiento de una msto,.ia?"17, Levi-Strauss traduce: "En efecto, el problema planteado por la C,.'lica puede reducirse a eSte: en que condiciones es posible el milo hubrayado mio, J.SJ de la Revolucion Francesa?" 18. Jean-Paul Sartce: Cr#ica ... , cit., p. 47. Idem., p. 189. Oaude Levi-Strauss: BI pensam;ento salt/aie, cit., p. 368. Poc otto Jado, la misma raz6n dialtktica fue calificada de miro, s610 que esta vez en nombre de ouo mito: el refor· mismo moral y poUtico. Cf. Raymond Ruyer: Le m1the Je Iii raisotJ JiaJec#que; "Revue de meraphysique et de morale" Paris, 66 annee, nQ 1-2, 1961: "... Ia noci6n de una caron dialectica .. , no es mas que un mito milos6fico y en ocasiones, un azote para el pensamiento comempoCllneo... La boga del pensamiento dialeccico represenra un peligro practico real... La dialecclca... disminuye [al 'hombre] en exceso estimandolo incapaz -social e historicamente-- de adaptaci6; inteligerite y de reformas cumplidas a tiempo" (pp. 1 Y 33). 18 17 18
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Por derto, para Levi-Strauss el posible hist6rico que la praxis quiere encarnar no es el correlato de una constitucion privilegiada del sentido: no hay un pumo focal que sirlie una derta latencia de la verdad social, y designe al grupo (0 los grupos) que pueden volverla rnanifiesta. Para lograr que el conocimiento y la accion se puedan recubdr, nuestra sociedad es tan indigenre como cualquier orra. En esas condiciones, y puesro que las significaciones corresponden a campos tematicos no unificables en ningun momento de la historia, en cuanro reapropiaci6n total de 10 humano que hay en ella y 10 humano que falraria restituirle, solo 1a plenitud sinterica del mito esta en condiciones de acordar aquello que el saber cienrifico cetacea. EI mito cumpliria el papel de idea reguladora de una accion practica que haria el objeto de las dencias humanas, esencialmente consagradas a compartimentar 10 unificado y a inventariar la multivocidad de los sentidos depositados. De este modo, la razon esrtucruralisra asegura cornprender mejor las producciones del hombre; cuamo mas alejada este del hombre producror. Pero el campo ontOlogico que abandona es precisamente el apuntado por la razon diaIectka, que hace de la permeabilidad de ese campo para un conocimiemo totalizante, su principio de validez. Y mienrras la primera niega la posibilidad de una genesis hist6rica 0 16gica de la sociedad a partir de la praxis constitutiva de los individuos y de los grupos, pues considera que esta praxis se desarrolla siempre en un universo ya simbolizado 111, Sartre s610 '3cepta una unidad estrucrural en tamo es mantenida por una praxis unitaria, fuera de 10 cual, plameadas en sf, las estructucas son "falsas sfnresis" 20. La razon es18
Lucien Sebag: MMxisme
~t
itrllctll1'alirm" Payor, Pads,
1964, p. 126. 20
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Jean-Paul Same: Bnt1'elien
SNr
l'Anth1'o/Jololi., cit., p.5.
trustante, una adecuada con* cepcion de la estructura dominante y una adecuada concepcion de la historia. La concepcion, por el contrario, puramenre externa de la dominancia de 10 ecOnamico Heva en Levi-Strauss, a la vez, a un gestaltismo de Ia estructura de un nivel particular y a una eoncep* cion pluralista empfrica del conjunto mismo ae Ia estruetura de una, formaci6n social, estando las correlaciones entre los diversos 6rdenes referenciales determinadas por ese "tipo" gesraltisra que seda el "orden de los 6rdenes". En este caso, la historia se reduce, en el limite, a un modelo "apriorfstico" universal de reproduccion de las estructuras, que exduye necesariamente d problema de sus relaciones "hist6ricas", de Ia relacion de las historicidades particulares. Como dice .A.1thusser: "Esta concepcion (ideologica) de la historia y de Sl1 relacion al tiempo esta todavia viva entre nosotros, como se puede ver en la distinci6n, tan difundida actuaImente, de la sincron£a y Ia diacronia. Es Ia concepcion de un tiempo hist6rico continuo-homogeneo, contemporaneo a sl mismo, Ia que esta en el fundamento de esta distinci6n. 10 sincr6nico es la contemporaneidad misma, Ia copresencia de la esencia a sus determinaciones y el presente puede sec lefdo como estruetura en un corte esencial, puesto que el presente es la exi5tencia misma de la estrucrura esencial. Lo sincr6nico supone pues esta concepci6n ideol6gica de un tiempo continuo-homogeneo. Lo diacronico, entonees, no es mas que el devenir de ese presente en la s~encia de una continuidad temporal, donde los cacontecimientos» a los que se reduce la historia en sentido esuicto (d. Levi-Strauss) no son sino presencias sucesivas en el
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conrenido del tiempo" (Esquisse d'u" concepJ u- fm loire, "La Pensee", juin 1965, p. 7). De este modo, a partir de los enunciados de Airhusser, poddamos ver Ia posibilid~d d~ una nueva pro~le matica que opere, en su proplO mvel, el c?t:te eplstemo16gico y que permits. disce~nir l~s relaclo?-es ;entre Sarue y Levi-Strauss. Sus onentaelones arrtbanan a posiciones opuestas: historicidad del sujeto-agente que reduce en Sartre el problema de las estruccuras al caso d~ una prim;da de esencia de la historia; hip6stasis de las estrueturas que, en Levi-Strauss, reduce el problema de la historia al caso de una primac~a de esencia de las estructuras. As!, estOS dos pensamlentos se excluidan redprocamente en Ia med~da ~n q~e ser!an dos aspectos de una misma problematlca lOvaIlable. La. tarea de Ia nueva problemitica seda pues estableeer, per el redescubrimiento de Marx, el earaaer. noproblematico de las relacion~ entr~ estructura e hlStoria, sin reeaer en el pasado Ideol6glCO que Sf encuentra detras de Sarcre y de Levi-Strauss; en una palabra: estabIecer una verdadera relaci6n entre ambos eonceptos, cambiando s~ comenido mismo. NICOS POULANTZAS 6 Se podda.,. por derto, ademas de e~t~ tematie,a estmcrorahistoria, deseubrir tambien la problematica comun de Same y de Levi-Strauss. en oposid6n ~ Ia de Althusser, .e? .sus posiciones epistemo16gicar eoneermentes a la especlfteldad ~e la "teoda" y de su "objeto", posicion,~ t~mati:z:ada.s en la,d!seusi6n "raz6n dialeetica-ra:z:6n analtnea. Su problematiea epistemol6gica surgida todavfa mas si. se la vincuhl.ra con la famosa discusi6n hom61oga en Alemama, entre Theodor Ador* no (razon dialtktica) y Karl Popper (ra:z:6n analitiell) en el Kolne-rZeitschrift 1#1' Soziologie, de 1962-63. No obstante, esto serfa tendencioso, ya que las posiciones ePistemol~gicar de Althusser estan aun en una etapa de poea elaborac16n. De todos modos. incluso aqtd. el merito de Sar~re y de Levi-Strauss habda sido el de establecer, en su perspeetlva. el caracrer pro. blemJeicQ de la relaci6n entre la "teoria" y su "objeto".
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JEAN POUILLON
CONFRONTACION DE 005 M.aTOOOS: SARTRE Y UVI·STRAUSS
EI existendalismo, escribe Sartte,' "es la antropologfa misma, en tanto esta trata de darse un fundamento" 1. Este fundamento, el 10 ve en "el descubrimiento capital de la experiencia dialeccica el descubrimiento de una mediad6n redproca: "el hombre esta «mediado» por las cosas en la medida misma en que las COlSas estan cmediadas» por el hombre" 2. Que esta mediad6n sea posible y sobre todo que pueda ser objeto de una experiencia, de nuestra experienda, depende de que las fJf'tlxiJ individuales rea-licen, para cada uno, ests. dialectica primordial de Ja exteriorizaci6n del hombre y de la interiorizaci6n de las relaciones objetivas, "movimiento original de la totalizaci6n" de los multiples aspectos de las experiencias ooncretas. Esra totaliza· ci6n constituye el fin de la "antropologfa estntctural e hist6rica Al menosen apariencia, no se esta tan lejos de la manera en que Levi-Strauss caracteriza la anrcopologia cuando hace de ella una denda de la significaci6n y de rt ,
rt
•
1 ]. P. Sartre: CrJticll tie 1A fllzon JilJUctitA, Losada, 1963. Tomo I, p. 146. 2 Op. cit., p. 231.
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la totalidad. "Ya sea que la antropologill se proclame «social- 0 «cultural», clJa aspira siempre a conocer al hombre total} considerado en un caso a partir de sus producciones} y en el ottO a partir de sus «fepresenttSciones».s" "Para los etn610gos esta exigencia de totaBzadon ni se discute"", como por otro lado 10 reconoeta Sartre, mucho antes de escribir la CNtica . .. Ii. Y si as! ocurre, no es simplemente porque el antrop6Iogo habda de tener en cuenta los resultados obtenidos por las diversas disciplinas que versan sobre las actividades del hombre 0 sus productos, a fin de reagruparlos en "conjuntos signi£icativos"; es tambien y sobre todo porque el trata de recuperar en e1 hecho mas pequeno, en la actividad individual mas estrictamente situada y fechada, la mediadon que menciona Sartre. EI "fen6meno social total'> cuya nodon introduce Mauss, puede ser una sociedad concreta considerada como un conjllOto; e igualmente por ejemplo, "d melanesio de tal 0 cual isla", un ser singular, por deno, pero a1 que hay que aprehender Utotalmente" 6. Dieho de otro modo, para el antrop610go el elemento es menos el producto de un recorte, que un modo particular de concentraci6n del todo. Es esta relad6n, que bien puede llamarse dialec· tica, la que garantiza la validez del tmJUs;s estructuraJ: sin ella, enefecro, no se podrfa afirmar que la moclificacion de un elemento suscita y significa la de los otros. No deberfa asombrar, pues, que en vadas oportuni3 Claude L{:vi~Str:auss: Anthropologie structurale, PIon, Paris. 1958, p. 391. 4 Claude Levi-Strauss: El pensamiento salvaie, F.C.E., 1964, p. 362. 5 Les Temps Moderns!, oct.·nov. 1952, p. 729, nota.1 (induido en Problemas del marxismo 1, Losada, 1966). 6 Marcel Mauss: Euai Jur Je don; cf. C. Levi Strauss, "Introduction a l'oeuvre de Mauss", en Soci%gie el Anthro· p%gie, Paris, P.U.F., 1950, pp. 26-28.
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dades .Ja Cr#ica ape1e de buena gana a ejempfos emo..... grMicos, 5i el ultimo capItulo de El Pensamiento salvaje no marcara, de la manera mas clara posible, el des· acuerdo entte Levi-Strauss y Sauce, precisamente sabre e1 problema del fundamenro filos6fico de Ia antropolo. gta, y no rechazara la interpretacion sartreana de los ejemplos en cuesti6n. Que exista all£ un malenrendido, no es dudoso, aunque careee de importancia. La verdadera cuesti6n es saber 10 que se descllbre al disiparlo. las obsecvaciones que signen pretendeD sugerir 7 que entre estas dos empresas de comprensi6n del universo humano, 0 si se prefiere, entre estas dos empresas igualmente "criticas" (ya que pudo hablarse del "kantismo" de Levi·Strauss), la oposici6n es sin duda irreductihle, pero ella reviste ·lao forma de una parad6jica correlacion: una exclusion por inversion, y luego un recubrimienro. Algunas formas de la oposidon, no obstante, se reducen a complementariedades; pot ejemplo, aquella de Ia "razon analftica" y de Ia "razon diaIeetica". En 10 que Levi-Strauss llama el universo de las reglas, 0 sea el de la cultura (por oposici6n al universo de las Ieyes, el de Ia ollaturaIeza), no hay puros datos que la. raz6n analltica tendrfa, simplemente, que reconocer y de,componer. Aun cuando no se sepa de d6nde viene, y en cualquier direcci6n que se busque su genesis, una regIa es aquello que podda no ser y que para ser, debe ser puesto. Ella no puede ser deducida, a menos que 10 sea de otra regIa. Que un hombre deba casarse con tal prima e induso que tal mujer pueda ser 0 no considerada como prima, que el poder de un jefe este calificado de tal 0 cual manera en el interior de un dominio predsamente delimitado, todo esto no 10 impone ni 10 explica la namraleza de las cosas. Por supuesto, el mun7
No era posible hacer
mas, en el marco de este articulo. 37
do cultural se consticuye, no fuera 0 por endma, sino en e1 senD de la naruraleza, y el hombre es un agente material. En cuanto tal, el no puede !nas que reorganizar los condicionamientos naturales, pero esta reorgan'izaci6n no esta ella misma condicionada, sino en eJ sentido de que no puede ser otra cosa que una organizaci6n, es dedr, un sistema de reglas, y en el sentido tambien de que el hombre no puede eludir estepoder cultural. Una vez mas, esta claro que el sistema es vivido como necesario, la regIa es sufrida como ley y Fuente del etnocentrismo- la cultuca es experimentada como naturaleza. La distincion de las dos razones se articula segun esta relaci6n imerna de 13 cultura a la naturaleza: Ia raz6n dialectica, motor de la culttira, determ ina campos, establece aIH relaciones que la razon analitiea puede luego demostrar como sistemas naturales. La dialectica constituye 10 que el analisis conoceo Es preciso distinguirlos, pero no se puede disodarlos. . La pretendida oposicion de la sincronfa a la diacro.nia, de la estructura a la historia, tampoco toea el fondo del desacuerdo. La razon de esto, por otra parte, ya ha sido impli'citamente sefiaIada. Para que la historia tenga un sentido, es decir, para que todo momento aparezca como la recuperacion y la transformacion, la consecuencia y la negaci6n del pasado, es preciso que eada momento anterior sea justiciable de un analisis estructural.· En efecto, sj no fuera asf, los diferentes factores evolucionarian de manera independiente los unos de los orros, y cada acontecimiento hist6rico apa· receda como la resultante ininteligible de una multiplicidad de series causales CLIyO entrecruzamiento serfa siempre un hecho del azar. Porque la siocronfa esta estructurada, es que la diacronfa esta hecha. de modificaciones significativas. Sin embargo, esta doble complememariedad -del
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analisis y de la dialeetica. de la. estruetura y de la historia- haee que se pueda, indiferentemenre, compren.. dec un termino a partir del ottO. y esto conduce al primer aspeeto de ]a paradoja aludida: la Critica de ItS raz6n diaJectica puede ver en EJ Pensamiento sa/vaje un caso particular y una confirmadon, puede tomar a Ia antropologfa estrucrural como un' instrumenro entre otfOS; pero inversamente, eI anrropologo puede tratar a la razon dialectka como un modo de pensamienro del que debed. dar cuenta, como de toda otra realidad etnogdJica. Para Sarrre, la etnologfa, asf como la 50ciologia oel psicoanalisis, entca en 10 que el llama "las discipJinas auxiliares" de la antropologfa que quiere fundar. Pero la filosofia sartrea.na, responde LeviStrauss eomo un eco invertido, "representa (como todas las demas) un documento etnografico de primer orden cuyo estudio es indispensable si se quiere comprender la mitologfa de nuestro tiempo" 8. Y tambien, la razon anaHtica -escribe Levi-Strauss- debe "dar cuenta de la razon dialectica", mientras que esta "no puede dar cuenta de sf misma, ni de la razon ana:Htica'fl 9 ; y Sartre: "la dialectica. .. debe darse ella misma como una inteligibilidad iniraspasable... La raz6n diaIectica es en sf misma 1a imeJigibiIidad de la razon posidvista [es decir, anaHtka rIo. En suma: predsamente porque se induyen redprocamente,estas dos concepciones se excluyen radicalmente; nunea son pensables coojuntamente, al mismo tiempo, en el mismo nivel. Esta exclusion que, siendo mutua, las liga, 0 este enlace que persiste en su incompatibilidad, responde por otro lado a esa relad6n ambigua que une y opone a las sociedades .temologicas" y a la nuestra: cuanto mas c.L.S.: Et pensamiento salvelje, p. 361, nota. 9 Idem, p. 367. 10 }.-P. S.: Critic~ ... , Torno I, Pl'. 185 Y 191.
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se lOs1ste en sus cfiferencias, mas se haee al mismo tiempo surgir el hecho mismo de I~ (omunicaci6n, ya que es esta la que permite al em6logo sefialar aquellas. Contrariamente a 10 que se dice a menudo, el problema" no reside en que las primeras sedan sociedades "sin historia", 0 como dice Sartre, "de repetici6n", mientras que la nuestra seria hist6rica. Levi,Strauss ha denunciado la iIusi6n que haee pasar por arcaicas las sociedades que estudia el etn6grafo, siendo que ellas llevan, tanto como la nuestra, "la marca del acontecimiento" 11; e inversamente, Sartre se niega a definir al hombre por la historicidad 12, y consagra el segundo capitulo de la Cr#ica a esas relaciones humanas "trlinshist6ricas", "que· son la consecuencia inmediata de la j>'raxis" y que constit\l~el\ "una. realidad. de hecho permanence.. en cuatquier momento de la Historia. en qtJe nos coloquemos, aun entre individuos separados, que pertenezcan a so-. ciedades de regimenes diferentes y que se ignoren la una a la otra"18. No obstante, esca. claro que se trata de la historia, en el sentido de que esta relaci6n entre sociedades diferentes se establece en el curso y en raz6n de una historia que, al comienzo particular ~s la nuestra-, se convierte, por el hecho mismo de esta relad6n, en universal. En un mundo fragmentado como e1 anterior. cada sociedad (0 grupo de sociedades) vivia s610 su propia duraci6n y no totalizaba mas que su. propia complejidad, en un campo cerrado. Pero como dice Sartee no en que lugar, a partir del momento en que "la malla de la historia hilo" en alguna parte del Medio Oriente un unico movi.rniento de totalizaci6n, se extendi6 poco a poco a todas las sociedades
se
11 Claude Levi-Strauss: LA nOlion d'archtfjsm8 8n ethnologic, en "Cahiers intetnarlonaux de Sociologie", vol~ 12, 1952. (Induido en Anthropologi6 Jt,uclU1ale, pp. 113-132.). 12 J.-P. S.: C"ti", ... , Tomo I. p. 145. nota. 18 Idem., p. 251.
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y, rechazando el sentido aut6nomo que cada una de esta~ ultimasse daba, las ha traru;formado. " a las ha liquidado, suponiendo que esto no signifique 10 mismo. Desde su punto de vista, en efecto, Ia totalizaci6n aparece tambi61 como un rechazo y, justamente por esra razon, lno es conveniente colocarse fuera de ella 0, mas exactamente. antes que ella, para saber 10 que es el hombre? En arras palabras, se puede definir a la humanidad 0 bien por aquello en que se va transformando, 0 bien por el sistema de las multiples maneras en que ella se ha realizado temporaria y localmente. EI sistema cs 10 contrario de la totalidad: aquel mantiene, a veces quiZlis ficticiamenre, las difecendas que esta conserva 5610 traspasandolas, es decir. sin duda borrandolas easi siernpre. Entre la actitud sistematica y la actitud tOtalizante~ la oposid6n es la misma, por ejemplo, que aquella entre una comparaci6n atemporal de las estructuras del latin y del frances, y una investigad6n etimol6gica que recupere en la segunda de esas lenguas los vestigios a la vez conservados y suprimidos de la primera. lPero realmenre es posible colocarse antes 0 fuera de la historia, poner entre parentesis la totalizaci6n? iNo es esta 1a condid6n de su peopio cuestionamiento? .Sartre y Levi-Strauss son contemporaneos y la actitud etnol6gica del segundo, asi como la dialectica del primero, riene sus fuentes en la historia de las relaciones entre el Occidente y los pueblos que el ha colonizado 14. En una palabra, la "situaci6n" del observador determina su comprensi6n de 10 observado, comprensi6n, por otro lado, que par .puramente ernografica que se pretenda no deja de ser uno de los multiples factores que hacen presi6n sobre la sociedad esrodiada, para integrarla, aunque no fuera mas que negativamente, en 14 &OII'S
Ver. ademas: Claude Levi-Strauss: LSfon inaugurale Ju d'tmth,opologis sociale au Comgs de P,ance, Paris, 1960.
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un universo comnn. Levi-Strauss no esta en desacll~rd(l con esto, al parecer, aunque puede responder