Biblioteca Javier Coy drestudis nord-americans
POSTMODERNISMO y
METAFICCIÓN HISTORlOGRÁFICA:
Directora
UNA PERSP...
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Biblioteca Javier Coy drestudis nord-americans
POSTMODERNISMO y
METAFICCIÓN HISTORlOGRÁFICA:
Directora
UNA PERSPECTIVA INTERAMERICANA
Carme Manuel
Santiago Juan Navarro
Biblioteca Javier Coy d'estudís nord-americans
Departament de Filologia Anglesa Í Alemanya
Universitat de VaUmcÍa
Este libro cuenta con una ayuda de la Direcció General del Llibre, Arxius í Biblioteques de la Consellería de Cultura i Educació de la Generalitat Valenciana
Navarro, 2002 metaftcetón hi.rt()rlMraruu:
1a edición de 2002 Reservados los derechos de autor Prohibida su reproducción total o ISBN: 84-370-5438-9 Depósito legal: V -3496-2002 Diseño portada: MINIM Maquetación: Vicente Andreu Edita: Deoartament de UlúverSltat de Valencia
y Revelados S. L.
Menéndez Pelayo, 29
46010 Valencia
tlf y fax: 96 361 23 46
'¡'¡p-nf¡/l!'f;1Ji1
interatllC1icana
sin consenrimiento escútodel autor
A mis padres
Agradecimientos
Quisiera agradecimiento a todos aquellos que leyeron el manuscrito dellíbro en sus diferentes etapas: José María Pozuelo, Antonia Cabanilles, Joan Oleza, Javier Coy, Julio Aróstcgui, Jaime Féliz Martínez-Bonati, Eloise Quiñones-Keber, Asunción Gómez Stade. Todos ellos expresaron comentarios y observaciones que ayudaron a llevar a buen término el proyecto. Este libro no hubiera sido posible sin la dirección intelectual de Jenaro Talcns, la amistad inquebrantable de Patricia Bou y el apoyo entusiasta de Canne Manuel. Mi gratitud finalmente a Enriaue García Diez, Quien me enseñó el camino.
Índice
Introducción .................................................................................................................................... 13
L La metaficción historiográfica en el contexto de la teoria postmodelllista:
una perspectiva interamericana ........................................................................................... 17
L l. Conceptos anglo-americanos del postmodemismo ................................................. 18
L 2. El debate sobre el postmodemismo en Latinoamérica............................................ 29
l. 3. El texto autorreflexivo .................................................................................................34
l. 4. La escritura de la historia en la era postmodema 2. El Teatro de la Memoria de Carlos Fuentes 2. 1. Revisionismo histórico y metatextualidad: Terra Nostra ....................................... 51
2. 2. ConchL~iones ............................................................................................................... 102
3. lshmael Reed y el revisionismo afro americano de la historia ........................................... 105
3. l. Revisionismo histórico y meta textualidad: Mumbo Jumbo .................................. I13
3.2. Conclusiones ............................................................................................................... 155
4. De libros y utopías: la novela política postmodernista
en el Nuevo Mundo .................................................................................................. 159
de una conciencia histórica ............................................. 160
4. L Julio Cortázar: el 4. 2. E. L. Doctorow: radicalismo político y relativismo historiográfico ................... 186
4.3. Conclusiones 5. Revisionismo histórico, literatura y resistencia en las Américas ...................................... 211
5. 1. La historia bajo 1
5. 2. Metafieción y autoconciencia narrativa 5.3. La metaficción historiográfica en las Américas .................................................... 220
Conclusiones................................................................................................................................. 231
Abreviaturas
En las referencias a las obras AAAC
ce'L EE LM BD EC MJ NCP NNH NTVD SIONO
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UR VAUM VDOlv! WIF
se han utilizado las siguientes abreviaturas:
años de alambradas culturales Cervantes o la crítica de la lectura (Carlos El espejo enterrado (Carlos Libro de Manuel (Julio Cortázar) The Book o/Daniel L Doctorow) Rssays and Conversations (E. L Doctorow) Mumho Jumbo (IsIunael Reed) New and Collected Poems (Ishmael Reed) La nueva novela hispanoamericana (Carlos Nicaragua tan violentamente dulce (Julio Shrovetide in Old New Orleans (IsIunael Reed) Terra Nos/ra (CarIo round (Julio Viaje alrededor de una mesa (Julio Cortázar) La vuelta al dia en ochenta mundos (Julio Cortázar) Writín' ls Fightin ': Thirty Seven Years o/Boxing on Pape (IsIunael Reed)
Todas las traducciones son del autor de este estudio, salvo que se indique lo contrario.
Introducción Hacia una lectura interamericana de la narrativa postmodemista
Los estudios comparados en las Américas han estado tradicionalmente orientados hacia el análisis de la relación entre obras producidas en el Nuevo Mundo y sus modelos europeos. que se ha discutido la relación entre las tradiciones de Norte y Sudamérica, la tendencia ha sido a señalar las diferencias, cn lugar de las semejanzas. Como reconoce Gustavo Pérez Filmat, los estudios literarios interamericano s son todavía una terra incognita, un campo que aún necesita ser explorado (1990: 2).1 Esta escasez de estudios comparados panamericanos se debe muy probablemente a las rigidas fronteras entre las disciplinas académicas. Tanto en las universidades europeas, como en las latinoamericanas y norteamericanas, los departamentos de filología híspánica e inglesa raramente ínteractúan. Las conferencias y encuentros entre "americarlÍstas" y "latinoamericanÍstas" han sido muy esporádicos, por no decir inexistentes. 2 "América" y"lo americano" son conceptos frecuentemente tratados dentro de una perspectiva anglófona y nacionalista que excluye la mayoría de los países del continente. Este fenómeno, que tiene su efecto más visible en la apropiación de la palabra "América" como sinónimo de los Estados Unidos, es sólo uno de los muchos ejemplos de cómo la hegemonía política y económica llega a afectar incluso nociones de carácter geográfico. Los latinoamericarristas, por su parte, míran con sospecha cualquier intento de conectar su propia tradición literaria con la de los Estados Unidos, arguyendo que tina historia de dominación económica y cultural hace imposible cualquier interacción positiva entre ellos. Tanto los "americanistas" como los "[atínoamericanistas" parecen más preocupados por establecer el carácter único y distíntivo de sus respectivas culturas que por íniciar un diálogo que permita comprender tales culturas dentro de contextos que vayan más allá de estrechas perspectivas nacionalistas. El campo de la narrativa hístórica postmodernísta en las Am6rícas es problemático en éste y en otros sentidos. Como la literatura latinoamericana se resiste a ser encasillada dentro de los modelos tradicionales de la hístoria literaria occidental, muchos híspanistas sc han mostrado recelosos del debate en tomo al postmodernismo. Por otro lado, y dado el uso de una epistemología crecienlemente subjetiva, la narrativa postmoderna es a menudo considerada como ahistoricista. Como resultado de esta doble complejidad, la mayor parte de los estudios existentes sobre el tema tienden a la lectura descontextualizada de las obras, a [os meros inventarios de técnicas formales. Los ejemplos aducidos en tales estudios son cn su mayoría
1 Hay, sin embargo, algunas excepciones a esta regla. En 105 ultimos años varios críticos han mostra:do un creciente interés por los estudios literarios panamericanos. Véanse Chevigny y Laguardia, Reinventmg the Americas (1986); MacAdam, Textual Confrontalions (1987); Zamora, Wrilíng the Apocalypse (1989) y The Usable Pasl (1997); Saldívar, The Dialeclics ofOur America (1991); Fitz, Redíscoveríng Ihe New World (I 991); Y Paylle, Conquesl oflhe New World (1993). , El único erlcuentro de este tipo fue el celebrado en la Universidad de Colorado en Boulder en 1989. Las actas de la conferencia fuer'on recogidas por Leslíe Williams en The Novel in ¡he Amerlcas (1992).
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norteamericanos. Las obras latinoamericanas, o bien son ignoradas, o mencionadas como exóticas ilustraciones de teorías construidas sobre modelos europeos o estadounidenses. El presente estudio, que analiza un grupo selecto de narrativas históricas y políticas escritas en Hispanoamérica y los Estados Unidos durante los años setenta, aspira, en última instancia, a corregir algunos de estos desequilibrios. Una gran parte de las novelas históricas escritas en este periodo se caracteriza por una paradójica combinación de autorreferencialidad y meditación historiográfica. Son obras que ponen en primer plano su condición de artificio, mientras que simultáneamente reafirman su condición histórica. Linda Hutcheon ha acuñado el término historiographic metafiction para referirse a este tipo de práctica narrativa (una de las más extendidas dentro de las obras de ficción postmodernistas). Partiendo de la base de su poética del postmodemismo, así como de la teoría del texto autorreflexivo de Lucien Dallenbach y de las nuevas filosofías de la historia, examinaré esta problemática articulación en las obras de cuatro autores representativos de este periodo en las Américas: el mejicano Carlos Fuentes, el argentino Julio Cortázar y los norteamericanos Ishmael Reed y E. L. Doctorow. Estos cuatro autores ejemplifícan una serie de tendencias dominantes en la teoría y práctica de la metafícción historiográfica en las Américas: la recuperación de la marginalidad, el uso de filosofías políticas que dejan espacio a la heterodoxia y la disidencia, el concepto de la literatura como una experiencia comunal abierta a la participación del lector, y la reescritura paródica de las tradiciones históricas y literarias, con la intención de desmitificar los sistemas de representación dominantes. A través de un análisis textual de las metaficciones historiográficas más destacadas de estos autores, intentaré establecer algunos de los rasgos distintivos de este modo narrativo en las Américas. Dado lo complejo del debate postmodemista, el primer capítulo se dedica a un detenido análisis de los conceptos de postmodernidad más comunes en el ámbito interamericano. La primera parte discute la naturaleza de este debate en las Américas, dedicando especial atención a los conceptos desarrollados por los críticos angloamericanos y al controvertido uso del término "postmodernismo" en las letras hispánicas. El capítulo se completa con una reconceptualización de la filosofía de la historia dentro del marco de la postmodernidad y un breve recorrido por las teorías más destacadas en tomo a la autorreferencialidad textual. La finalidad de este capítulo introductorio no es analizar en profundidad todas las posibles interpretaciones de este fenómeno ni desarrollar un concepto completamente nuevo del postmodernismo, sino ofrecer una visión panorámica de aquellas perspectivas teóricas empleadas en mi análisis. El capítulo 2 analiza la obra de Fuentes en el contexto de la narrativa histórica postmodemista. El capítulo se centra en Terra Nostra y comprende los tres temas teóricos de la novela: la reconsideración que Fuentes hace de la España imperial y su imposición sobre Hispanoamérica ("EI-"), la reinvención de los mitos prehispánicos y crónicas de la conquista ("El mundo nuevo") y la representación de los movimientos de oposición que se enfrentan a las instituciones monolíticas de la metrópoli colonizadora ("El otro mundo"). El análisis de estos tres motivos históricos se lleva a cabo a la luz de los ensayos históricos del propio Fuentes, los cuales son cotejados con las fuentes bibliográficas empleadas y obras historiográficas que confirman o niegan las propuestas de la novela. Al análisis histórico sucede un examen de la forma en que se expresan estos temas mediante metáforas autorreflexivas y un estudio de la visión cultural que se desprende de ellas. El capítulo 3 interpreta el revisionismo histórico de Ishmael Reed como un modo de desplazar las perspectivas dominantes sobre el papel del mundo negro en la historia. En Mumbo Jumbo, Reed construye una nueva mitología que aspira a socavar los estereotipos existentes en tomo a la supuesta inferioridad de la cultura afroamericana. Historiográficamente el capítulo se centra en dos temas: los orígenes de la cultura afroamericana y su variada 14
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expresión durante el Renacimiento de Harlem en los años veinte. Como Fuentes, que reescribe la historia de España desde la perspectiva de los colonizados, Reed invierte la dinámica del imperialismo cultural imponiendo una perspectiva periférica y marginal sobre la cultura judeocristiana dominante. A continuación se examina la radical autorreferencialidad de la estrategia metaficticia de la novela que es creada mediante el uso de duplicaciones paradójicas. Por medio de su estructura autorreflexiva, Mumbo Jumbo pone en primer plano la naturaleza textual de su universo referencial, incluyendo el referente histórico. El capítulo 4 analiza la obra de dos autores, Julio Cortázar y E. L. Doctorow, que intentan articular una prosa experimental con temas políticos. A diferencia de los capítulos sobre las obras de Fuentes y Reed, cuya dimensión enciclopédica requiere de una exhaustiva clarificación, el foco de este capítulo se limita al estudio de dos de los rasgos más sobresalientes de Libro de Manuel y The Book of Daniel: la politización del collage y el montaje modernistas en la novela de Cortázar y la mise en abyme de la escritura de la historia y la ficción en la novela de Doctorow. El análisis de motivos históricos específicos en estas dos novelas (Argentina bajo la dictadura militar y los Estados Unidos durante el periodo de la Guerra Fria) es completado con una discusión de sus preocupaciones epistemológicas. Tanto Cortázar como Doctorow luchan por incorporar su relativismo histórico dentro de la búsqueda de una historiografía correctiva, una narrativa histórica con el poder de superar la represión política y llevar a cabo cambios sociales específicos. E! capítulo 5 ofrece un repaso de las semejanzas y diferencias entre las obras comentadas en relación con su uso de la metaficción y la historiografía dentro del contexto de las Américas. En este apartado se identifican cuatro rasgos característicos de la novela histórica postmodernista en el Nuevo Mundo: el utopismo, la búsqueda de la identidad cultural, la hibridez y el intento de crear una cultura pedagógica y política dentro de un marco dominado por la falsificación de la realidad y el simulacro de la historia. El capítulo sintetiza las paradojas reveladas a través del análisis textual y establece las bases para una perspectiva interamericana de la novela histórica postmodernista. Aunque la organización interna varia de acuerdo con cada uno de los temas discutidos, los tres capítulos centrales (el análisis textual de los autores y obras escogidos) responde a un patrón semejante. En primer lugar, se ofrece un breve repaso de la producción literaria de cada escritor en cuanto a su uso de la autorreferencialidad y la historia. A continuación, se estudia en profundidad una de sus metaficciones historiográficas desde esta perspectiva dual (autorreflexiva e histórica). El foco en este caso reside en las formas en que determinados motivos históricos son presentados en cada obra y en la visión histórica que se desprende de ellas. El rastreo de fuentes bibliográficas es imprescindible para un cabal entendimiento de obras que, aunque no pretenden ser fieles al registro histórico, usan la historia como principio organizador. De hecho, algunas de estas novelas llegan a sugerir que la ficción es un sistema de conocimiento superior al de la historia académica, una pretensión que será debidamente puesta a prueba a través de un detenido análisis tanto literario como historiográfico. El estudio del componente metaficticio sigue las pautas establecidas por Lucien Dallenbach en su gramática de la mise en abyme. Con tal término se designa el recurso mediante el cual un elemento dentro de la obra refleja la obra en su conjunto. Dallenbach ofrece un análisis sistemático de los diferentes tipos y niveles de reflexión que es útil para el análisis de la narrativa autoconsciente. Mi interés, sin embargo, no está en la descripción ahistórica de esta dimensión especular del texto, sino en demostrar que las metáforas y tramas autorreflexivas son recurrentemente empleadas en estas novelas para subrayar y sintetizar una visión histórica particular. Mediante el uso de síntesis autorreferenciales, "autocitas" del contenido, debates estéticos y mitos del origen, estas obras no sólo reflexionan sobre sí mismas, sino también sobre la naturaleza discursiva-y, por tanto, mediatizada-de sus referentes históricos. 15
Como el presente estudio la forma en que un problema narrativo la ficción postmodemista articula autorreferencialidad e historiografia) se resuelve en un contexto determinado (las Américas), su enfoque teórico combina el análisis formal y contextua!. Mediante el examen del impasse cultural en el que fueron producidas estas obras, intentaré contestar algunas de las más importantes-yen gran medida inexploradas-cuestiones sugeridas por la teoría contemporánea. Como acertadamente sugiere Roberto Gom:álezEchevama (1990: 28), se ha convertido en un clisé casi acritico el referirse a la importancia de la autoconciencia en la narrativa contemporánea. Pocos, sin embargo, han investigado sus funciones distintivas en obras específicas. Algo podria decirse en relación con la nueva novela histórica. es muy común oir hablar de un renovado interés por materias históricas en la narrativa contemporánea, no son comunes, o al menos no en igual medida, los estudios en tomo a a las funciones y consecuencias del uso de temas históricos concretos. Estc trabajo explora el tratamiento de estos dos elementos en la novela histórica postmodemista de HISp¡m()aJnéI los Estados Unidos. A diferencia de gran parte de la teoria escrita en este campo, que celebra o rechaza el fenómeno del postmodemismo, mi intención es ofreeeruna evaluación critica de los logros y contradicciones de esta nueva sensibilidad estética.
Capítulo 1 La metaficción historiográfica
en el contexto de la teoría postmodernista:
una perspectiva interamericana
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Gran parte de las novelas históricas producidas durante las tres últimas décadas se caracterizan por una paradójica combinación de autoconciencia narrativa y reflexión hl;;tonogr¡ltH~a. Son textos intensamente autorreflexivos abiertamente su condición de artefactos que aluden a una realidad histórica Desde el punto de vista que se manifiesta en un referencial, responden a dos impulsos divergentes: lffiO aparente narcisismo narrativo; otro centrífugo, que los lleva a explorar el contexto en el que se inscriben. Linda Hutcheon ha acuñado el término de historiographic metajiction para referirse a estas formas ambivalentes, que, a su modo de entender, constituyen la manifestación dominante del postmodemismo literario. Autores como E. L. Doctorow, Robert Coover e Tshmael Reed, en el marco estadounidense y Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes o Abel Posse, en el latinoamericano, son sólo algunos de los ejemplos más obvios de este tipo de
práctica que ha tenido una especial difusión en las Américas. En el presente capítulo se
estudiará el contexto teórico en el que surge la metaficción un contexto que es
indisoluble del debate en tomo a la postmodemidad.
A pesar de la desconfianza inicial de muchos criticos, el término "postmodernismo" ha
acabado por en gran parte del ámbito académico. Usado
de secuencia en relación con elmodemísmo, el prefijo ha
cuando no conceptualizaciones divergentes. Para se trata del término más apropiado
para una ruptura radical con la estética modernista; para otros, no es sino una
extensión de las premisas del propio modernismo. Si hay escaso acuerdo para establecer su
relación con movimientos o periodos precedentes, lo mismo podria decirse en tomo a su cronología. La década de los cincuenta (Jameson 1991: 1), lade los sesenta (Hutcheon1988: 8) y la de los setenta (Harvey 1989: 7) son sólo algunos de los referentes temporales que se han barajado como sus periodos inaugurales. Todos estos temas adquieren mayor complejidad, si cabe, debido a la perspectiva critica y la orientación ideológica de cada analista. Mientras algunos consideran el postmodemismo como un estilo que puede existir independientemente de un momento histórico determinado 1989), otros afIrman que se trata de la expresión cultural de un estadio particular en el desarrollo de la econoilÚa mundial (Jameson 1983, 1984a, 1991). Dada la ubicuidad y la mutabilidad de este témlÍno y su asociación con la meta[¡cción lugar, se examinan una de sus teorizaciones. En conceptos más influyentes de la postmodemidad literaria en el contexto anglo-americano: los desarrollados por Ihab Hassan, Brian MclIale, Linda Hutcheon y Fredric Jameson. Si bien estos conceptos parten de lecturas dispares, juntos representan dos de las actitudes dominantes en el debate postmodemista: la visión esencialísta, que busca diferenciar lo estético de otros 17
ámbitos (Hassan y McHale), y la poslclon historicista de aquellos que sitúan el postmodernismo más allá de lo estrictamente literario, emplazándolo dentro de un corpus más díscursi vas (H utcheon y Jameson). Desde una perspecti va interamericana, amp l io de este análisis no sería completo sin tener en cuenta las posiciones que el debate ha suscitado en donde el uso del térnlÍno "postmodernismo" ha sido frecuentemente cuestionado. Por último, las secciones 3 y 4 estudian los dos componentes caracteristicos de la metaficción historiográfica (la autorreflexión y la historiografía) y el modo en que estos elementos han sido contemplados por la teoria contemooránea.
l. ]. Conceptos anglo-americanos
postmodcmismo
l. 1. l. lliab Rassan: estrategias de la deconstrucción Ihab Hassan es uno de los primeros criticos en intentar establecer un concepto del postmodernismo desde una perspectiva propiamente literaria. Para ello ofrece una relación si~temática del repertorio postmoderrlÍsta en comparación con el modernismo y las vanguardias. Para Hassan, los tres movimientos constituyen tres manifestaciones del cambio artístico en el presente siglo. La adscripción de obras y autores a cada una de estas corrientes es, ciertamente, problemática, y refleja los problemas típicos de toda obra pionera. En cualquiel caso, Hassan es irónicamente consciente de tres linlÍtaciones fundamentales en su estudio: el carácter artificioso de todo modelo literario, las inconsistencias que suelen ir aparejadas a toda descripción de nuevos y "the difticulty of giving a 'deconstructioni~t' canon for post-modernism" (Rose 43).3 En el epílogo a la segunda edición (1982) de su ensayo The Dismemberment (197l), lIassan lleva a cabo su más completa sistematización de un concepto del postmoderrlÍsmo. Tras establecer la necesidad de distinguir el postmodernismo como fenómeno nacido en el seno del modernismo, no como ruptura sino como revisión, Hassan ofrece una larga lista de nombres procedentes de las más variadas disciplinas (filosofía, historia, psicoanálisis, teoria política, filosofia de la ciencia, teoria literaria, danza, música, artes plásticas, arquitectura y literatura) que iluminarian un posible concepto del postmodemismo. 5 Como señala el propio Rassan, la variedad y heterogeneidad de tales nombres hacen imposible su Ínclusión bajo un nlÍsmo movinlÍento, paradigma o escuela. Sin embargo, evocan una serie de tendencias culturales relacionadas, una constelación de valores, un repertorio de procedimientos y actitudes de lo que conocemos como postmodemismo.
Pmeba del pensamiento dialéctico y deconslruccionislll de Hassan, así como de su conciencia irónica, es uno de sus últimos libros, The Righl Promelhean Fíre (1980), donde el propio autor aVaIl71' posibles objeciones a sUS postulados sobre la postmooernídad. 4 Es dificil establecer fechas y prioridades erl la obra de un critico como Hassan, que, no ha cesado de reescribir su teoría acerca del p alejado del mensaje multicultural que se desprende constantemente de su obra. '35 La actitud de Reed debe entenderse dentro del contexto postrnodemista de lucha "homeopática" contra las formas culturales dominantes. Como vimos que apuntaba Jameson, una de las escasas forrnas de acción política combativa en manos del intelectual contemporáneo es la de deshacer la lógica cultural dominante desde dentro, es decir, sabotearla usando sus mismas formas de expresión. Esta actitud combativa esta siempre presente en Mumbo Jumbo pero, por si esto no fuera suficiente, el propio autor la ha dejado bien clara en sus ensayos y entrevistas. Sus comentarios sobre su novela anterior, Yellow Back Radío Broke Down, son perfectamente aplicables a Mumbo Jumbo: So this is what we want: lo sabotagc hislory. They won'l kno w whether we'rc seriou, oc whether we are writing fictÍon. llley made thcir own fictÍon, just Jíke we make our own, Bul they can't teU whethL"f oOI ficlÍons are the real thing oc whethcr they'ce merely fictionaL Always keep them guessíng. That'U bug them, probably drive the!1l up thewalls (O'Brien 1973: 179).
De las declaraciones de Reed se desprende, en primer lugar, su carácter oposicional. El uso de "nosotros" frente a "ellos" le sirve para enmarcar su obra dentro de una lucha generalizada en la que el pronombre plural de tercera persona define a los agentes del establishment histórico y cultural, mientras que el "nosotros" agrupa a los intelectuales de oposición como él mismo. El pasaje establece, además, la epistemología profundarnente subjetivista que caracteriza la obra de Reed y que considera toda historia como una ficción, una construcción cultural en la que es imposible delimitar la linea divisoria entre la "realidad" y la pura Rced ha reconocido su tendencia a convertir los personajes en tipos, algo que considera coherente con la artística afTOumericana: "l'm not a big man on characterization, Ideal in typcs· I'm intcrested in sculpture, or 'heathen'" (SIONO 232). Para una discusión de la importancia que Reed concede al multiculturalismo en las fOl1nas de norteamericana, veánse sus ensayos" America: 'Ibe Multínational Socíety" (WI F 49-56) Y wlbe Multi·Cult A New Phase in American Writíng" (SIONO 252-54).
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invención. Es más, Reed parece mostrarse especialmente interesado en difuminar al máximo y tal frontera, confundiendo así los ámbitos discursivos de la ficción y de la historia. Para ello, aspira a presentar una versión histórica alternativa, pero sin apartarse por completo de los mecanismos de producción del discurso histórico oficial. De hecho, la narrativa de Mumbo Jumbo combina las fantasías más extravagantes con las formas tradicionales de documentación historiográfica. La novela incluye, por ejemplo, una extensa bibliografia en donde se indican las fuentes utilizadas; numerosas notas a pie de página que amplían la información del texto principal o respaldan la tesis expuesta con nuevas referencias bibliográficas; fotografias, titulares, comunicados y recortes de prensa que ilustran y confmnan el cuerpo narrativo de la novela. En Mumbo Jumbo Reed se apropia de los métodos de representación documental del discurso historiográfico para denunciar las versiones de la realidad que se nos presentan como "verdaderas". Los mismos recursos de validación de dichas versiones son puestos al servicio de otras completamente distintas, cuando no antitéticas. El objetivo de Reed es desmontar el aparato legitinlador de la cultura occidental. Tres niveles temporales sirven para articular el discurso histórico en esta obra: el presente de la narración, que se sitúa en los Estados Unidos durante los años veinte; el presente de la novela, escrita por Reed durante un periodo que abarcaría desde 1969 a 1971; y la genealogía de estos dos presentes que se remonta nada menos que al Antiguo Egipto. El vaivén entre estos tres niveles (pasado, presente y futuro de la narración) le permite ejemplificar su concepto "necromántico" de la historia. En lma "autoentrevista" usa este concepto para explicar-el origen de Mumbo Jumbo: "1 wanted to write about a time like ilie presen! Of to use ilie past to prophesy about the future-a process our ancestors called necromancy" (SIONO 130). En el siguiente apartado se analizarán estas tres dimensiones temporales de la novela, con especial énfasis en las dos primeras, que se corresponden con los niveles históricos explícitamente comentados al nivel de la diégesis (el origen de la cultura afroamericana y el renacimiento de dicha cultura durante los 3110s veinte).
3. 1. 1. 1. Las raíces afric311as de la civilización occidental:
una herencia olvidada
El núcleo historiográfico de Mumbo Jumbo se encuentra en el capítulo 52 de la novela. Se trata del largo discurso de PaPa LaBas sobre el origen de la civilización, lo que los criticos conocen eOlllo la leyenda egipcia. En este singular episodio LaBas presenta la historia de la religión y la cultura desde el punto de vista de la negrítud. 136 Aunque las alusiones a momentos clave en la historia de la humanidad recorren toda la novela, y aunque los mitos y rituales de la tradición popular afroamericana juegan un papel fundamental en su compleja trama intertextual, muchas de tales alusiones e intertextos sólo encuentran explicación en la digresión que PaPa LaBas lleva a cabo en lo que es el capítulo más extenso de la novela. Ante una audiencia compuesta por los personajes más importantes de la obra, LaBas se propone aclarar el misterio central de la misma: el origen y significado de la epidemia deJes Grew, o lo que es lo mismo, el origen y significado del renacimiento cultural afroamericano. Para ello se remonta nada menos que al Egipto predinástico, momento en el que se establecen las bases de la dinámica mítica e histórica que habrá de repetirse a lo largo de los siglos, hasta el presente mismo de la narración. La importancia de este episodio nos obliga a detenemos en su comentario. El análisis que se presenta a continuación se ajusta, en términos generales, a las ])6 Esta finalidad queda aún más clara en la edición publicada por Doubleday_ Allí se presenta una espiral de citas en las que escritores tan variados comO Godfrey H iggins, Zora Neale Hurston, Louis Mars, Aleister Crowley, Diodorus, J. P. Johnson, Carl Jung o el propio Ishmael Reed comentan la importancia del mundo Ilegro en la configw-ación de los simbolos y mitos de la cultura occidental (1992: 161 J
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dos partes en que aparece dividido el relato de LaBas: 1) la leyenda de Osiris sobre el origen negro de la cultura occidental, y 2) la apropiación de los misterios de Osiris por las civilizaciones clásica y judeo-cristiana. Tras un breve resumen de la relación de LaBas, se estudiará en cada una de estas p31ies el uso del mito y la historia. El análisis del apartado documental se realizará a la luz de las fuentes reconocidas en la novela y de otras perspectivas históricas que confmnan o niegan la visión de los hechos que presenta Mumbo Jumbo.
La leyenda de Osiris En la verSlOn que LaBas presenta del mito, Osiris es un principe negro del Egipto predinástico despreocupado de los asuntos políticos e interesado, en cambio, en el aprendizaje intelectual. Tras estudiar agricultura en Nysa (Arabia), viaja a Etiopía y Sudán para adquirir la sabiduría del África negra. Allí descubre la importancia del baile y los cantos en los ritos de fecwldación que acompaflan a los ciclos agricolas. Su amor por la naturaleza es tan grande que popularmente se le asocia con los mitos del origen, siendo venerado como hijo del cielo (Nut) y de la tierra (Geb). En su faceta humana LaBas presenta a Osiris como un héroe cultural, cuyo reinado florecen las artes, se inventan nuevas técnicas agrícolas y se prohibe el canibalismo. Según el personaje de Reed, Osiris file un bailarín tan consufnado que se le llegó a conocer como "the man who díd dances that caught on" (MJ 162). La paz y prosperidad que vive Egipto bajo el reinado de Osms sólo se ven enturbiadas por los primeros brotes de Jes Grew. De acuerdo con el artista Thoth, esta epidemia de baile frenético e incontrolado se debe a la ausencia de un texto o libro que alimente a los espíritus. Por esta razón, Osms consagra su esfuerzo a la tarea de enseñar a Thoth toda la sabiduría aprendida en relación con los bailes. Thoth transcribe las enseñanzas de Osiri~ en un libro de letanías a las que pueden añadirse variaciones personales. Aunque esto trae la calma de nuevo a Egipto, no ocurre lo mismo con el resto de la humanidad. Conmovido por este sufrimiento universal, Osms decide viaj ar por el mundo junto a 1'hoth y Dionisos, divulgando su mensaje de paz y hennandad cultural. Osiris visita en su viaje la región de África Occidental y pasa a tierras americanas, donde se encuentra con los indios navajos y los imperios olmeca, azteca e inca. Mientras tanto Egipto es víctima de un complot orquestado por Set, hennano de Osiris. Aquel hace correr el rumor de que éste viaja por el mundo bebiendo y fornicando. Si Osms, asociado con la procreación y la feliilidad representa la vida misma, su hermano Set emblema tiza las fuerza~ de la destrucción y de la muerte. Set personifica lo artificial, la censura, las reglas, la confonnidad; encam.a, en definitiva, el origen del atonismo. Cuarldo Osms regresa a Egipto, Set le desafia a demostrar su valor como símbolo de fertilidad. Osms debe ser enterrado en el Nilo y renacer de las aguas, haciendo valer así su título de "semilla humana". En efecto, Osiris es encerrado en un ataúd y alTojado al Nilo; pero esa misma noche los lacayos de Set desentierran a Osms y lo descuartizan, dividiendo su cuerpo en catorce partes. Tras la muerte de Osirís, Set desata una persecución entre sus seguidores. Thoth huye al exilio y entrega el libro sagrado a Isis, la esposa de Osiris. Al igual que 1'hoth, los iniciados en los misterios de Osiris escapan del país y se instalan, entre otros lugares, en Ife (Nigeria) y Grecia (como ocurre en el caso de Dionisos). Poco después de que se anuncie la muerte de Osiris corren rumores de que ha sido visto en muchos lugares al mismo (allí donde se encontraban los distintos miembros mutilados de su cuerpo), con lo cual hace honor finalmente a su condición de "semilla humana". Bajo el gobierno de Set, se impone un régimen militar que glorifica la muerte y desprecia las artes y toda manifestación de la vida. Desde su residencia en Helíópolís Set establece su propia religión basada en el culto a Atón (el disco solar). Con la ayuda de un grupo de 119
legisladores los documentos históricos existentes, a sí mismo como héroe y a Osiris como villano. Las reformas de Set no tienen, sin embargo, arraigo en el Por el los egipcios vuelven a los cultos de Isis y Osiris, pero sin el Libro de las prácticas mistéricas no tienen los efectos deseados. La historia del drama de Osirís coincide en lo fundamental con las versiones canónicas de Plutarco y Díodoro que Budge recoge en Osiris and Lhe Egyptian Resurrect;on (1911: 1,1-23). El aprendizaje intelectual de Osiris en Nysa es mencionado por Díodoro. Tanto Plutarco como Diodoro señalan su mítico como hijo de Keb y Nut. Ambos también aluden a la caracterización de Osirís como héroe cultural. En su faceta humana (como rey de Egipto), estos dos hist0l1adorcs lo representan como reformador de las costumbres, creador de la agricultura, Su gusto por la música es comentado con mayor extensión en la las leyes y el culto versión de Plutarco, quien alude al uso de himnos y canciones con acompañamiento musical en sus enseñanzas. La figura de Thoth, en cambio, recibe más atención eIlla historia de Diodoro, entrando en conflicto a veces con los atributos del propio Osiris. Thoth es, en esta versión, el otro gran héroe cultural Además de ser el escriba de Osíris y uno de sus favoritos por su ingenio e Thoth es el creador del lenguaje, la literatura, los ritos religiosos y ciencias como la astronomía. Los viajes de Osiris por todo el mundo también ambos historiadores. En las dos rciaciones Osirís viaja por otros y continentes con la intención de divulgar sus refol1nas culturales. Antes de marchar el gobierno en manos de su esposa Isis, quien tiene que sufrir el asedio del ambicioso Typhon los griegos). En cuanto al itinerario de su viaje, Diodoro menciona Etiopía, Arabia, India y Europa (Budge 1911: 11). Es curioso que en su reconstrucción de la historia y religión del Antiguo Egipto Reed se uno de los egiptólogos más racistas y no precisamente uno de los valga de E. A. Wallis más fidedignos. 13"1 su impacto en el marco de la popular es innegable, la obra de Budge presenta una visión antitética a la de Reed. Debido a lo que Budge considera un caso evidente de inferioridad racial, las civilizaciones africanas se han encontrado siempre en un estadio de desarrollo muy por debajo del mundo occidental. En The Gods por ejemplo, establece una distancia insalvable entre los logros espectacl civilización griega v lo que considera las limitaciones lingüísticas al! ¡he virtues and vices no! to be held for a moment Ihat any African couId become metaphysicians in ilie modero sense of Ihe word. In Ihe flrSt place, no Janguagc is suitable for giving express ion to lheoJogical and phiJosophical specuIatíons, and even 3n Egyptiall priesl of the highes! intellectual attainments would have been unabIe to render a treatÍse of Aristode into language which rus brolher priests, wilhout teaching, couId understand. The mere construclÍon of the language would make such a thing an impossibilíty, to say nothing of the ideas of Ihe grcat Greek philosopher, which belong to a domain oflhought and culture wholly foreign lo Ihe EgyptÍan (citado en BernaI 1987: n, 261).
Bemal cita otros fragmentos de la obra de Budge en donde éste insiste en la imposibilidad de comparar las ideas de un pueblo "semi-civilizado" como el egipcio y las de "naciones cultivadas" como Grecia y Roma (Bemal 1987: ideas se comprenden a la luz de la británica de Egipto, de la que fue un ferviente defensor, pero que Reed recurra a este egiptólogo y no a otros más afines con su reconstrucción de la historia de Osiris.
J'UgUIlUS de los elementos de la leyenda en Jvfumbo Jumbo se apartan, sin embargo, de las versiones canónicas de la vida de OsiIis recogidas por Budge. El aspecto más llamativo de la historia de Reed es su tono sarcástico e irreverente, lo que De Filippo llama su "hip style" (1989: 152). Haciendo uso del anacronismo creativo tan común en su obra, el narrador (aparentemente LaBas) elabora un pastiche en el que se mezclan varias versiones mitológicas con elementos de la cultura popular contemporánea. Todo ello, a su vez, es expresado mediante un lenguaje que parece más propio de la calle que de los tratados históricos o religiosos que se preocupan de estos temas. Además de esta obvia diferencia entre el estilo de la leyenda de Reed y las relaciones clásicas del mito, existen importantes en cuanto al contenido. En la versión de por se convierte en una gira músico-cultural por África y Reed el viaje de América en la que Dionisos como director del coro. En este el novelista también hace contemporáneas toda una serie de civilizaciones separadas entre de distancia. Asimismo, introduce elementos fantásticos (como el alunizaje de naves espaciales en 'cotihuacán), más propios de la ciencia ficción y otros subgéneros populares que de una historia de las religiones. Algunas de las singularidades más destacadas en la relación de Reed encuentran su explicación dentro de la visión global de la cultura y el mito que se desprende de Mumbo Jumbo. Tres de los temas en que se desvía de las versiones canónicas se corresponden con algunos de los motivos más significativos para la visión cultural que ofrece en su obra. Me refiero a la descripción de la muerte y desmembramiento de Osiris, como metáfora de la diáspora africana, la visión de un Egipto ne¡:''Toide, en que el arte y la sabiduría son patrimonio del África negra; y la elaboración desproporcionada del Egipto de Osiris como utopía cultural, que habrá de materializarse de nuevo bajo la forma de la religión yoruba en occidental, el vudú haitiano y el hoodoo norteamericano. Ninguna de las dos versiones canónicas del mito de Osiris anteriormente mencionadas presentan la muerte y resurrección simbólica del héroe-dios en los términos en que lo hace Reed. En la historia de Plutarco Osiris es engañado por TyphonlSet, construye, de acuerdo con las medidas de una hermosa arca ricamente decorada. En un banquete en honor de Osirís Set declara ante setenta y dos conspiradores que regalaria el arca a aquel que yacer cómodamente en ella. Uno tras otro lo intentan infructuosamente h.asta que le toca el tumo a Osiris, momento en el cual los conspiradores se abalanzan sobre el arca y la cierran. El arca es arrojada al Nilo para que, llegada al Mediterráneo, se pierda allí para siempre; pero esto no ocurre así, sino que es arrastrada por la marea hasta la ciudad de Biblos en Fenicia. En ese mismo lugar crece un gran árbol que acaba por contener el arca con el cuelpo del dios. Tras una compleja búsqueda, Isis consigue recuperar el cuerpo de su esposo y lo lleva de vuelta a Egipto, donde espera poder devolverle la vida a sus poderes mágicos. Habiendo dejado el arca descuidada una noche, Set la descubre y decide acabar para siempre con su rivaL Para ello descuartiza el cuerpo de Osiris en catorce partes que esparce por todo el territorio de Egipto. Comienza entonces un larga peregrinación en la recorre el en busca de los miembros de su esposo. Finalmente, recupera casi todas las partes del cuerpo de Osms, que es usado desde entonces en las fiestas en honor del dios 138 la relación de Reed aparentemente la de Plutarco, hay, sin variaciones En primer lugar, se por completo la astucia de Set en el mito. Casi todas las versiones de la leyenda presentan a Set como un malvado ingenioso. En este sentido, Set una función semeíante a la de Tezcatlipoca en el mito nahua de la caída de
Sobre la ideología colonialista y racista de Budge, véase Bernal1987: 261-62. En relación con el carácter intuitivo y poco riguroso de los trabajos del egiptólogo británico, véas" Lesko 1987: 67.
'" Hasta aquí la versión de Plutarco. Oiodoro ofh.-cc una versión muy similar, pero otros textos muestran un final alternativo. Así, por ejemplo, de acuerdo con algunas leyendas egipcia>, Isi5 consigue revivir el cuerpo y ambos conciben a Horus (Thomas 1986: 46).
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QuetzacóatL 139 En ambos casos nos eneontramos con la figura del trick~ter que enga:iía al héroe cultural de la comunidad. El Set de Reed, por el contrario, sirve a su autor para ejemplificar una actitud que reaparece encamada en otros personajes: es el gobemante cruel e intolerante que busca imponer una visión del mundo monolítica sobre una realidad que se resiste a sus esquemas. Pero ante todo, Set es la antítesis de Osiris, Si Osiris es ingeruoso y emocional, Set es, por el contrario, torpe y frío. La virtud de la astucia y el ingeruo la reserva Reed a sus héroes culturales favoritos como Osiris, Thoth y LaBas, La personalidad del trickster en todas sus novelas es indisociable del artista subversivo eternamente enfrentado al poder. El valor más importante del mito del desmembramiento de Osiris está en su valor metafórico. Como ha señalado Fox (1987: 54), el descuartizamiento y dispersión del cuerpo del dios evoca principalmente la gran diáspora de los africanos, arrancados de sus tierras, separados de los suyos y disgregados en países extra:iíos donde rara vez habrán de volver a encontrar algún miembro de sus comunidades originales. Como consecuencia, tres narrativas se superponen metafóricamente en Mumbo Jumbo: el mito de Osiris, la búsqueda de LaBas y la estética de Reed. La búsqueda de los miembros de Osiris a cargo de Isis sugiere también la búsqueda que el novelista lleva a cabo de los fragmentos que configuran la cultura afroamericana, una búsqueda que el personaje de LaBas dramatiza a ruvel diegético. LaBas busca el llamado Texto que es, sin duda, algo más que el Libro de Thoth. LaBas igualmente intenta resolver un misterio que es también algo más que una epiderIÚa de baile. En la novela el Texto es destruido tras haber sido dividido en catorce secciones. En la visión canónica del rIÚto el cuerpo de Osiris muere tras ser descuartizado en idéntico número de partes. Pero en ambos casos existe la esperanza de una regeneración. Tal regeneración se produce bajo la forma de los renacirrúentos culturales que han terudo lugar en el siglo XX. Como ya observara C. G. Jung a comienzos del presente siglo, las forma~ de expresión del pueblo afroamericano han conseguido "infectar" la cultura blanca occidental (1930: 196). El primero de estos grandes renacirrúentos culturales tiene lugar en los años veinte (el llamado Harlem Reínassance) y coincide con el presente de la narración en Mumbo .!umbo; el otro ocurre durante los años sesenta (momento culminante del movimiento de afirmación cultural negra). La riqueza de la novela de Reed reside precisamente en esta compleja interrelación de ruveles literales y metafóricos, diegéticos y extradiegéticos, legendarios e históricos. La afirmación del poder cultural negro y su impacto en la conformación de las manifestaciones eulturales universales no se limita, sin embargo, a la era contemporánea. La importancia del mundo negro en la Antigüedad tiene en la obra de Reed un valor que va más allá de la metáfora, y recibe en la leyenda egipcia su tratarrúento más exhaustivo. Por si esto no quedara suficientemente claro en la leyenda rIÚsma, la edición de tapa dura de Mumbo Jumbo (Doubleday 1972) incluye una serie de citas en espiral que preceden a la historia de LaBas y que avanzan su contenido. La primera de estas citas (de Godfrey Higgíns, A nacalypsis) afirma tajantemente: "Osiris and !lis Bull were black; all the Gods and Goddesses of Grecce were black, at least this was the ease with Jupiter, Bacchus, Hercules, Apollo, Ammon. The Goddesses Venus, Isis, Hecate, Diana, Juno, Metis, Ceres, Cybele are black" (161).140 El resto
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de las citas inciden en el mismo tema: la idea de un Egipto mayoritariamente negroide en el que las manifestaciones más elevadas de la cultura y el conocimiento proceden de Etiopía y Sudán. Si a ello añadimos la importancia concedida a la influencia de la civilización egipcia en la formación de la Antigüedad clásica tenemos las bases para una historia de la humanidad desde el punto de vista negro. Aunque los detalles de esta historia son en muchos casos el resultado de la marupulaeión del novelista, la tesis general no carece de defensores dentro y fuera del marco académico. De hecho, las últimas décadas han visto el surgimiento de una amplia corriente afrocentrista en la interpretación de la historia. Lo que a algunos puede parecer descabellado en la versión satirica de Reed, es objeto de una tenaz y seria argumentación por parte de investigadores actuales. Una de las últimas obras en esta orientación (y una de las primeras en recibir amplio eco académico) es el ensayo de Martín Remal Black Athena (1989). En Black Athena Bcrnal discute con gran despliegue documental la inlluencia de Ja~ culturas egipcia y ferucÍa en la Antigüedad clásica. !41 Tales influencias se manifestarían en la rcligión y en todas las marufestaciones de la vida cultural que cíclicamente tenderían a volver a los modelos egipcio y ferncio como fuentes que griegos y romanos consideraban "oríginales".142 El impacto del cristianismo y otros cultos orientales sólo se dejó sentir en el Mediterráneo tras la decadencia de la religión egipcia en el siglo II d. C. Incluso con el auge del cristianismo como religión dominante en Occidente, no se descartó el impacto de Egipto en la configuración de la Antigüedad clásica. Los llamados padres de la Iglesia, como San Agustín, siguieron valorando el papel civilizador de Egipto, aunque establecieran la superiorídad de las versiones bíblicas y restaran originalidad a la civilización egipcia, señalando su deuda con Mesopotamia y Persia. A lo largo de toda la Edad Media, según Bernal, habría de considerarse a Hernles Trismegistos (la versión racionalizada de Thoth), como fundador de la cultura no-bíblica o gentil (1987: 24). En el Renacimiento, se reanuda la tradición hermética como consecuencia del movimiento neoplatóruco encabezado por Marsilio Ficino. A esta misma tradición se adscriben igualmente las diferentes fOfinas de la masonería (especulativa y radical), que alcanzaron esplendor en el siglo XVIII, yen cuyo ritual ocupa un papel fundamental la simbología y religión egipcias. La exclusión del componente egipcio y serrutico en la civilización occidental está relacionada, según Bemal, con la oleada de racismo que dominó el movirruento romántico del Norte europeo a rnmles del siglo XVIII. El paradigma de la pureza de razas empezó a aplicarse a todas las áreas de la humarustica, y con especial énfasis a la historia. Para que se produjera el esplendor creativo de una civilización era una condición indispensable la pureza de su raza. Con esta presuposición, dificilmente podía tolerarse la idea de una Grecia cuyos orígenes consistían en una mezcla híbrida de culturas europeas, africanas y serruticas. La postergación de Egipto y F euicia dentro de las lluevas constmcciones históricas de Occidente sería resultado de un conjunto de circunstancias filosóficas, políticas y socio-económícas. Entre otras, Bemal
!lO De hecho, las semejanzas entre la versión que Recd presL"Ilta de Osíris y la imagen que Fuentes ofrece de QUlcl¡:.al"ó.tl son muy llamativas, Al margen de las feservas que merece una obfa tan extravagante como la de Higgins. lo cierto es que el fragmento citado POf Reed se insclibe en W1 contexto que contradice. en cierto sentido, la visión del novelista norteamericano. En AnacalypslS no sólo los dioses egipcios y grecorromanos son negros sino también Cristo, Buda y Krisna, Es más, el pasaje citado aparece en la obra del erudito británico bajo el curioso titulo de "Christ Black" (1, 138), Y en otro momento afirma que Cristo pfocedía de una tribu judía negra (1, 751), Para ello ofrece como prueba esculturas y cuadros en que Cfisto aparece representado con rasgos negroides. El problema de la tesis de Higgins es que no parece discfiminaf entre la repfesentación y el objeto de la fepfesentación, entre el nivel simbólico y c11iteral. El hecho de que haya numerosos ejemplos de Madonas negfas 00 tieoe POf qué significar que la Virgen y el Niño fueran negros. sino
que detenninados cultos afrícanos, como el culto de lsis, pudieron habef influido en la fonua en fepresentaba a la Sagrada Familia (Redd 1985). Por supuesto, Recd omite la feferencia a la enturbiar su visión de la historia como la eterna lucha L"Iltre el potencialliberadof la cultura judco- en ejemplos característicos de la cultura postmoderna. Al margen de la efectividad y coherencia de sus modelos culturales, los autores estudiados aspiran a desmantelar la cultural y política dominante , es decir, valiéndose de sus formas de expresión. Como se ha mOlcanao, el valor transformador de las metaficciones historiográficas estudiadas radica lpalmente en su carácter oposicional. ante todo socavar, deconstruir, para que sobre las ruinas de los sistemas imperantes construirse nuevos proyectos de representación. La metaficción historiográfica aparece así envuelta en un proceso de remitologización de las Américas como paso previo a la transformación colectiva de sus condiciones socio-políticas y culturales.
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3. Una de las formas en que las obras comentadas revelan la estética de sus autores es mediante el uso de ciertas fuentes y motivos históricos. En su reescritura de la hlstoria, el escritor postmodemista tiende a preferir las versiones más sensacionalistas, espectaculares y excéntricas del mito y de la hlstoria. Al menos, éste es claramente el caso de Fuentes y Reed, quienes coneiben la historia como una guerra cultural entre bandos radicalmente enfrentados. Por un lado, el poder político y militar de signo autoritario que tiene su correlato estétieo e hlstoriográfico en el realismo. Por el otro, el poder de la imaginación, representado por las fuerzas del pluralismo y la diversidad, y materializado culturahnente a través de contrasistemas flexibles y abiertos. En su descripción de la genealogía de este enfrentamiento imnemorial, Fuentes y Reed reeurren a las fuentes más dispares: los mitos canónicos y las rarnifieaciones altemativas de tales mitos, crónicas oficiales y heterodoxas, las obras hlstoriográficas académicas y las populares, las versiones constatadas y las apócrit1S. Todo material que virtualmente pueda corroborar la visión del autor y contribuir a la efectividad de la narración es aceptable en el omnívoro repertorio de estos dos novelistas. Una tradición especialmente favorecida por ambos es la del pensamiento mágico. A diferencia de la ciencia, que se vale de conceptos abstractos, e! pensamiento mágico trata directamente de los fenómenos inmediatos de la experiencia (Lévi-Strauss 1962), de ahl que sea especialmente apropiado para los contrasistemas intuitivos de Fuentes y Reed. En Terra Nostra, Fuentes recupera la tradición esotérica con fines estéticos e historiográficos. De hecho, las artcs de la memoria, cultivadas por las doctrinas herméticas del Renaeimiento, configuran la metáfora centTal de la novela (el Teatro de la Memoria de Valerio Camilla) y son vistas como parte de una larga tradicíón heterodoxa. La novela reconstruye momentos significativos en la historia de dicha tradición, centrándose en las herejías y movimientos milenaristas de la Edad Medía, que constituyen sus más inmediatos precedentes. No es por ello casual que Reed dirija también su atención en Mumbo Jumbo a explorar esa historia del pensamiento heterodoxo que, si bien silenciada, surge periódicamente e influye en la realidad cultural de las Américas. En los casos de Cortázar y Doctorow, aunque las referencias a las tradiciones herméticas son prácticamente inexistentes en las novelas estudiadas, sí podemos apreciar una clara preferencia por los modelos subjetivistas de conocimiento y los mecanismos intuitivos del pensamiento mágico. En Cortázar esta preferencia se manifiesta como resultado del impacto de! surrealismo en su obra. Frente al racionalismo dominante en la cultura occidental, Cortázar propone vías excepcionales de acceso a la realidad profunda de las cosas. Esta es la razón por la que el mensaje político central de Libro de Manuel se manifiesta por medio de sueños e intuiciones, algo inusual en una novela política. Por lo que se refiere a Doctorow, éste lleva hasta sus últimas consecuencias la visión maniquea de Fuentes En "False Docwnents" la distinción entre un poder autoritario y monolítico, cuya epistemología y estética asocia igualmente con el realismo, y un poder libertario que aswne en sus formas expresivas la tradición ancestral de los contadores de historias. En las obras de los cuatro autores estudiados, la historia-ya sea la hístoriografla canónica o las versiones esotéricas del devenir-es sometida a un proceso de simplificación en el quc el criterio de selección viene dado por la agenda cultural y estética dc cada autor. En su intento por favorecer su punto de vista particular, Fuentes reduce el levantamiento de las Comunidades de Castilla, por ejemplo, a una revuelta de la burguesía en favor de la democratización y modernización de España. Para ello favoreee una interpretación de los sucesos (la de José Antonio Maravall) que tiene origen en una visión histórica opuesta a la de otros historiadores que también él usa para apoyar otras de sus tesis (la teoría de las castas de Américo Castro, por Algo parecído hace Reed, quien se vale indistintamente de fuentes docwnentales o reaeeionarias, académicas o populares para comunicar su visión de la historia como guerra entre culturas La simplificación de la historia en ambos escritores 214
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en ocasiones a extremos caricaturescos que obligan al lector a mantener una actitud escéptica ante los hechos narrados. Este reduccionismo es sin duda menos exagerado en Cortázar y Doctorow, cuyas novelas tienen ambiciones historiográficas mucho más precisas. El interés de Libro de Manuel y The Book of Daniel está no tanto en la elaboración de un gran diseño altematívo, como en el análisis del proceso mediante el cual algunos fenómenos son textualizados. Ambas novelas exploran además motivos históricos específicos, como la evolución del radicalismo en las Américas y cl papel del intelectual en relación con los nuevos movimientos insurgentes. Aunque el uso de fuentes documentales se ajusta de la misma fonna a los intereses particulares de estos autores, la precisión de los rderentes permite un mayor grado de complejidad en el tratamiento de su repertorio historiográfico. A través de múltiples narradores se comunica una versión del pasado que no es nunca defmitiva y que se resiste a posicionamientos estéticos y políticos maniqueos. 4. Una de las paradojas centrales que se ha venido examinando a lo largo de todos los capítulos tiene su origen en la ambivalencia que estos autores muestran a la hora de decidirse entre las visiones globales de la historia y las microhistorias de fenómenos específicos. Frente al caos dominante en la realidad contemporánea de las Américas, construyen sistemas de orden dentro de sus obras. Son, sin embargo, conscientes de lo arbitrario y provisional de estos sistemas y lo ponen de manifiesto en sus obras. Al presentar en toda su las construcciones de la realidad que regulan nuestra experiencia diaria, estas obras cuestionan la legitimidad de las fonnas culturales que aceptamos como naturales. El impulso a la totalización se da en todos los autores, incluso en los no enciclopédicos eomo Cortázar y Doetorow. En Cortázar se aprecia a través de la búsqueda de imágenes y visiones epifánicas de la totalidad en la que aparecen envueltos los personajes de muchas de su obras. Esta tendencia se materializa igualmente en la metáfora autorreferencial del libro que los personajes de su última novela confeccionan para Manuel. En Doctorow, la novela se presenta como el discurso privilegiado ("total") para la representación de la experiencia humana, idea que alcanza su primera manifestación en The Book ofDaniel y que será llevada a mayores niveles de virtuosismo en Ragtime. El Teatro de la Memoria ftmciona en Terra Nostra como metáfora totalizante (speculum mundi) al Aleph borgeano, y lo mismo podríamos decir del Libro de Thoth en Mumbo Jumbo. Si bien esta tendencia a la totalización es insoslayable, habría que matizar la actitud de cada uno de estos autores hacia el tema. En ninguno de las casos se trata de una búsqueda ingenua de nuevas narrativas maestras que puedan dar cuenta de la complejidad de los fenómenos hlstóricos. El mito de una historia total es una utopía imposible, tal y como harl eoncluido los filósofos postmodernistas de la historia. Lo que las obras de Fuentes, Cortázar y Doctorow representan es el impasse en que se encuentran la hlstoriografia y la literatura en el mundo postmodemo y, en concreto, la dificultad de posicionamos temporal y espacialmente en un universo en el que se han venido abajo todas las grandes metarlarrativas. El concepto de totalidad en estos autores tiende a identificarse no con la totalidad monolítica de las narrativas históricas y literarias tradicionales, sino con la fragmentación y el plur&lismo característicos del pensamiento postmodernista. El Teatro de la Memoria de Fuentes articula un marco de posibilidades virtualmente infinitas que es asociado en última instancia con el número igualmente infinito de interpretaciones de la realidad histórica o literaria. Al que el Libro de Thoth, este Teatro metafórico funciona como utopía deseable pero inalcanzable dentro del marco de los objetos textuales. De fOlma similar los libros de Manuel y Daniel eIllas obras de Cortázar y Doctorow aspiran a ser totales en cuanto a su disposición hacia la multiplicidad de perspectivas y su potencial significativo.
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Esta aspiracJOn a fonnas de totalidad antiorgánicas lleva a los autores discutidos a profundizar en la rrucrohistoria de los seres anónimos. Los protagonistas son a menudo seres marginales o movimientos alternativos que surgen en los intersticios del registro oficial. En Terra Nostra, junto al poder monolítico del Señor, Fuentes nos muestra cómo este universo marginal y (ex-)céntrico ha estado siempre a la vanguardia del cambio histórico en el mundo hispánico. Una visión similar se desprende de MumboJumbo, donde Reed celebra los poderes creativos del mundo negro a través de algunas de las figuras ignoradas en la historiografla canónica. Por último, tanto Cortázar como Doctorow prestan especial atención al impacto de los seres anónimos en la historia de las Américas y 10 hacen a través de narrativas polivocales y discontinuas. La utopía historiográfica que proponen todos ellos se identifica a menudo con su concepto de la novela ideal, concebida ésta como una construcción global abarcadora del mayor número posible de voces y perspectivas, como espacio privilegiado de encuentro entre aquellos tradicionalmente excluidos de la historia.
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5. 2. Metaficción y autoconciencia narrativa Si bien el componente historiográfico tiende a expandir su espectro referencial, el alto nivel de autoconciencia de estas novelas hace que a menudo se replieguen sobre sí rrusmas. Esta Lnírada interiori..zallte obedece a diferentes propósitos en cada novelL~ta. Sin embargo, podemos establecer algunas generalizaciones en tomo al componente metaticticio de estas obras sobre la base del análisis textuaL La división cuatripartíta de este segundo apartado se corresponde con los cuatro niveles de autorreferencialidad que se han venido comentando a lo largo de cada capítulo: (1) las reflexiones del enunciado como recurso unificador de las obras; (2) la teoría de la lectura que presentan las mise en abyme de la enunciación; (3) la nueva estética de la obra abierta que se desprende de las reflexiones del código; y (4) la rrutologización de la novela y de la figura del novelista que se aventura a través de las ficciones del origen. l. La mise en abyme del enunciado funciona nonnalmente como recurso unificador del componente no solo estético sino también historiográfico. Al establecer auto citas y resúmenes de la novela dentro de la novela misma, se dirige la atención del lector hacia sus aspectos centrales. Las autorreferenCÍas al enunciado de la novela son especialmente útiles en obras dorrunadas por la discontinuidad y la alta densidad intertextual. Fuentes, por ejemplo, incorpora al principio de Terra Nostra una lista de los personajes, agrupados de acuerdo con su funcionalidad. Este recurso, que imita el reparto de papeles dentro de las obras dramáticas, ofrece una orientación al lector dentro de la maraña de personajes y acontecimientos que pueblan la novela. Algo similar OCUlTe en Mumbo Jumbo, Libro de Manuel y The Book o/ Daniel, donde encontramos prólogos o segmentos narrativos que introducen la acción y los personajes. Estas referencias al contenido de la propia novela se llevan también a cabo mediante metáforas que condensan en muy breve espacio aspectos significativos del proyecto global. Las pesadillas del Señor en Terra Nostra, la leyenda egipcia en Mumbo Jumbo, el misterioso sueño de Andrés en Libro de Manuel y la red de metáforas eléctricas en The Book o/ Daniel no sólo perrrúten reforzar ideas cruciales del texto, sino que contrarrestan su tendencia a la diseminación, confiriéndole además una unidad y coherencia ejemplares. Esta dimensión unificadora de la mise en abyme del enunciado puede observarse también en términos historiográficos. En Terra Nostra la llamada "Superjoda" consiste en una partida de naipes que resunle la historia hispanoamericana y en la que los participantes son, significativamente, los protagonistas de algunas de las más grandes novelas hispanoamericanas. El episodio concentra en unas líneas un gran número de sucesos históricos a los que, en otros momentos, la novela alude directa o indirectamente. Tales sucesos aparecen
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ahora bajo el control omnisciente de varios personajes de obras de ficción que, a su vez, componen el marco intertextual de Terra Nostra. La complejidad especular del episodio deriva del hecho de que, por una parte, condensa los referentes histó11cos y literarios de la obra en que aparece inmerso y, por otra, cuestiona las divisiones ontológicas entre ficción e lústoria, así como entre autor, personaje y lector. Una relevancia semejante tiene el relato mítico de PaPa LaBas en el capítulo 52 de Mumbo Jumbo y, en concreto, la espiral de citas que lo inicia. En dicha espiral Reed avama el tema central de la digresión de LaBas (la negritud de los rrutos universales del origen), la cual es, a su vez, resumen y explicación de los acontecimientos más importantes de la novela. En muchas de estas reflexiones del enunciado se produce el fenómeno que Genette denomina metalepsis, y que consiste en la transgresión de la lógica y niveles narrativos (1972: 289). Las novelas de Cortázar y Doctorow acaban significativamente con una de estas rupturdS de marcos. El enigmático episodio fmal de Libro de Manuel (la escena del depósito de cadáveres) es uno de los recortes o fichas que los personajes de la novela reúnen en el álbum que preparan para Manuel. The Book o/Daniel termina cuando la escritura de la novela por parte de uno de sus personajes es interrumpida por otro personaje y por una voz omnisciente situada en un nivel superior al de los acontecimientos centrales. La transgresión de los marcos estructurales en estas novelas, sin embargo, va más allá del mero artificio narrativo. Como ha señalado Patricia Waugh, la metaficción equipara constantemente la organización de la obra literaria con la organización de la realidad socio-histórica, de modo que toda transgresión de las jerarquías ontológicas y estructurales de la novela tiene repercusiones explícitas en esa otra esfera con la que la obra literaria está en permanente diálogo (1984: 48-61). Al presentar la posibilidad de subvertir las reglas que configuran las narrativas de corte realista, muchas de estas obras sU!,,'1eren la posibilidad~cuando no la necesidad-de transgredir las nonnativas sociales que sustentan dichas narrativas. Al desvelar la reversibilidad de las estructuras jerárquicas en el texto, se sugiere igualmente la artificiosidad--y por tanto la vulnerabilidad-de las construcciones de la realidad que aceptamos como "nonnales". 2. Dentro del proceso de la comunicación literaria, la novela postrnodemista en general tiende a favorecer el papel activo del lector en la creación del objeto estético. A diferencia de movírruentos anteriores que privilegiaban al autor, al referente extratextual, o al texto mismo, la literatura postrnodernísta celebra explícitamente el poder creativo de la lectura (Hutcheon 1984: 138-52; McHale 1987: 222-27; MacAdam & Schiminovich 1985: 253-54). Las reflexiones de la enunciación tienden así a concentrarse en la descripción de los mecanismos y posibilidades del acto de leer. La metáfora central en Terra Nos/ra es, de hecho, una metáfora de la lectura. El Teatro de la Memoria de Valerio Calnillo concentra magistralmente la teona historiográfica y estética de Fuentes. La apertura del teatro es un indicador de la flexibilidad que Fuentes busca para su propia obra e invierte el sistema de relaciones entre el lector y la obra a que estamos acostumbrados. En el teatro de Valerio Camillo el lector no contempla pasivamente la acción que tiene lugar en el escenario, sino que es emplazado en el escenario núsmo, es decir, se convierte en actor de su propia obra, en agente de su propio destino. En MumboJumbo, Reed se vale de los sistemas religiosos yoruba y vudú para ejemplificar metafóricamente su concepto participativo de la cultura y el arte. La relación entre el lector y la obra es concebida en ténninos espirituales y vivenciales, más que racionales y objetivos. Cortázar se vale de una teoría diferente, pero que incide por igual en la participación activa del lector. Aunque este énfasis en el lector "activo" había estado siempre presente en su obra, en Libro de Manuel aparece revestido de una significación claramente política. A través del sueño de Andrés conocemos la evolución estética y política del personaje-paralela a la del propio Cortázal'~y asistimos a su compromiso crítico tlnal con la realidad histórica de Latinoamérica. La participación del lector se consigue mediante efectos de distanciamiento brechtianos que le
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a adoptar una actitud crítica frente a los sucesos narrados y a buscar una altemativa política a los mismos. El lector activo se convierte así en lector activista implicado no sólo en el proceso de creación de la obra, sino también en el proceso de transformación de la realidad a la que dicha obra pertenece. De forma similar, la novela de Doctorow plantea igualmente la necesidad de que el lector colabore tanto en el ensamblaje de los segmentos discontinuos que configuran The Book ofDaniel como en el proyecto político radical por el que aboga su autor. también a entender su La poética de la lectura que se desprende de todas estas obras tendencia a la totalización. La utopía de una novela aglutinante, abarcadora de todas las perspectivas posibles y abierta asimismo a futuras variaciones es obviamente imposible al IÚvel de la escritura. Una empresa de estas dimensiones sólo puede materializarse dentro del ámbito de la lectura, concebida como parte integral del proceso de creación de la obra. De hecho, Fuentes, Reed, Cortázar y Doctorow tematizan en sus novelas este problema teórico para el que encuentran soluciones semej antes. La obra total sin posibilidades de transfonnación la encama en Terra Nostra el mausoleo del Señor, un monumento que aspira a la totalidad pero que fracasa por su rigidez y clausura. En el proyecto estético de Fuentes la totalidad se concibe, por el contrario, como una construcción fluida y abierta a nuevas posibilidades de transfonllación. La única obra que se aproxima a este ideal amalgamante es el Teatro de la Memoria de Valerio Camillo, donde la totalidad no es el resultado de una fuente original única sino que es sometida a nuevas revisiones por sus espectadores/actores. En MumboJumbo la escena de Villa Lewaro en que LaBas presenta a los personajes el Libro de Thoth comunica una idea semejante. El Libro como esencia y cifra de la cultura afroamericana es un imposible como 10 demuestra simbólicamente su desaparición. En cambio, el Libro es una realidad como objetivo utópico a en el proceso de construcción de una cultura realmente autóctona. El Libro es además una obra colectiva que sólo puede materializarse mediante variaciones incesantes que garanticen su polivalencía y apertura. En Libro de Manuel Cortázar insiste igualmente en este concepto colectivo y amplio del "libro" que aquí es resultado de la participación de todos los miembros del grupo revolucionario y que tiene como destinatario inmediato a Manuel, encarnación de la nueva humanidad a la que aspiran autor y personajes. Pero además de este lector inscrito, la novela sugiere un lector potencial que debe participar de modo similar en el ensamblaje y construcción del objeto estético. Esta idea es consolidada mediante el uso de la metalepsis que convierte a los pcrsonaj es de Libro de Manuel en protagoIÚstas de otro "líbro" que supuestamente habría de reconstruir el futuro lector de la novela. La labor militante del lector que propone la obra de Cortázar es asimismo invocada en The Book ofDaniel, donde la revisión crítica de la memoria individual y colectiva constituye el paso a la acción política. Al igual que el protagoIÚsta, envuelto en una incesante lucha por establecer conexiones entre la realidad histórica y la fonna en que dicha realidad es textuali7..ada, el lector de la novela es forzado a producir sistemas de coherencia en un texto discontinuo. 3. Si la mise en abyme dcl enunciado funciona principalmente como resumen del conterúdo y la mise en abyme de la enunciación alude al proceso de producción o recepción, la mise en abyme del código explora la estética subyacente a cada novela Tal exploración se lleva acabo a través de discusiones y manifiestos que desvelan los mecanismos que alientan el repertorio fonnal de las obras y su consiguiente tilosofia. Entre los elementos configuradores del código de las novelas estudiadas, algunos de los más recurrentes son el antirrealismo feroz, la discontinuidad narrativa, la apertura. En Terra N ostra las discusiones estéticas se canalizan a través del escritor al que se alude como el Cronista, el pintor renacentista Fray Julián, el estudiante de teología Ludovico y el humanista veneciano Valerio Camilla. Por medio de sus monólogos interiores y diálogos, estos personajes dan voz a las ideas estética,> del propio Fuentes. En la mayoría de los casos, su estética plural se define por oposición a la cosmovisión representada en la figura autoritaria del 218
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Señor y su sombrio mausoleo. El contraste entre las visiones históricas y estéticas encarnadas por estos dos grupos se materializa en un sinfín de digresiones. Esta dinámica de en el que mediante dos largas listas conceptuales enfrentarIÚento cultural culmina en un se sintetizan los fundamentos políticos y estéticos de cada una de estas dos cosmovisiones (TN 761 La visión maniquea de Fuentes tiene un claro paralelo en la expresada por Reed en Mumbo Jumbo. El poder monolítico y dogmático encarnado por el Señor en Terra Nostra se corresponde al que Reed atribuye a la cultura judeo-cristiana en general. El equivalente estético Von y político del Señor y Julián en Mumbo Jumbo viene dado por las figuras de Set, Vampton y los críticos social-realistas. Frente a la rigidez de las fonnas que abanderan estos personajes, Reed propone la apertura y heterogeneidad que caracterizan las estéticas de Thoth, Jethro, y Lallas. Un nuevo elemento de unión entre las obras de Reed y Cortázar viene dado por la predioción de la virtual reacción de los críticos. Tanto Mumbo Jumbo como Libro de Manuel previenen desde el principio al lector acerca de las críticas que habrán de recibir estas novelas. Las objeciones de un editor frente a la traducción del Libro de Thoth o las que un critico marxista formula tras la conferencia de PaPa LaBas son sólo dos de los más claros ejemplos de reflexión sobre el código que inscribe la recepción virtual del texto dentro del texto mismo. De modo similar, Cortázar anticipa en &'\1 prólogo que los "propugnadores de la realidad en la literatura" calificarán su novela de fantástica, mientras que los partidarios del arte por el arte verán su conteIÚdo político como incongruente y fuera de lugar (LM7). Al plantear criticas tan contradictorias, Reed y Cortázar desenmascaran los intereses personales que hay detrás de cada una de estas posiciones. El recurso es, por tanto, una forma clara de neutralizar tales críticas al ser expuestas y rebatida" dentro de los limites de la obra; pero esta fonna de autoconciencia penIÚte además explorar dialéctícamente los mecanismos de funcionarIÚento de las novelas dentro del marco de su recepción, Otros dos elementos recurrentes en la totalidad de las obras estudiadas es su uso innovador de las técnica del artístico yel montaje cinematográfico, En todas ellas se superponen materiales narrativos heterogéneos, formas diversas de documentación y perspectivas narrativas móviles. El híbrido resultante no es, sin embargo, descontextualizado, como ocurría en las formas ahistóricas del modernista, sino imbuido de ideología e historia. De todas estas novelas son Mumbo Jumbo y Libro de Manuellas que presentan un uso más agresivo del collage. La novela de Reed combina el texto narrativo con fotografias y reproducciones de pósters, folletos y grabados directamente relacionados con la acción centraL En el texto de Cortázar se trata en su mayoría de recortes periodísticos que son generalmente comentados (y en ocasiones traducidos) por los personajes de la ficción. Los materiales insertados en ambas novelas no tienen una función puramente estética, sino ante todo política En el caso de Mumbo Jumbo buscan invertir los estereotipos en tomo a la inferioridad cultural del mundo negro. En Libro de Manuel dan testimonio de la violencia política en Latinoamérica y de la proliferación de movimientos insurgentes durante los años setenta. L{lS fragmentos y perspectivas múltiples que componen las novelas estudiadas requieren usualmente del lector una labor similar a la del montaje cinematográfico, es decir, estimulan un ensamblaje que ponga a la obra en movimiento y permita percibir la posibilidad de una síntesis final. El uso de téeIÚcas narrativas procedentes del medio cinematográfico está asimismo reforzado por numerosas alusiones a fihnees y por el empleo de metáforas especulares procedentes del séptimo arte. Este es el caso del Teatro de la Memoria de Valerio Camilla en Terra Nos/ra, del uso del lenguaje propio de los guiones cinematográficos en Mumbo Jumbo, del episodio central de Libro de Manuel, (el sueño de Andrés), y de las metáforas tomadas del cine surrealista en The Book of Daniel. 219
4. Una de las fonnas de autorreferencialidad más característica de la novela histórica postmodemista se manifiesta en la mitificación tanto del género de la novela como de la figura del novelista. Esta mitificación se lleva a cabo en algunos de los casos a través de narrativas que recrean de modo imaginario los orígenes de la escritura y del proyecto estético de sus autores. El entramado mítico en Terra Nostra se centra en la historia de Quetzalcóatl. De entre los numerosos atributos que las diferentes versiones del mito atribuyen al multifacético héroe-dios de los aztecas, Fuentes se centra en su representación como héroe cultural. Quetzalcóatl es, en la versión amalgamante del novelista, el dios benévolo y fundador o patrón de las artes, reformador del ritual religioso y garante de la paz de su pueblo. Su caracterización es sorprendentemente similar a la de Osiris en Mumbo Jumbo. Como Quetzalcóatl, Osiris es descrito como inventor de la escritura, mecenas del arte e innovador de las ceremonias religiosas. Al i!,'1Ial que el dios azteca, el gobierno de Osiris coincide con el periodo de esplendor, paz y prosperidad de su pueblo. Incluso el relato de la caída de estos dos seres míticos tiene claros paralelos. Los dioses-héroes son engarlados gracias a la astucia de sus en,emlg()S (Tezcatlipoca y Set, respectivamente). La lucha entre estos dos grupos de divinidades claramente evoca el enfrentamiento cultural que articulan las novelas de Fuentes y Reed. En ambos casos se describe el combate entre una visión híbrida, abierta y flexible y otra monolítica, cerrada y dogmática. Desde sus origenes, la escritura que abanderan Fuentes y Reed aparece asociada a fonnas políticas plurales y tolerantes en constante lucha contra actitudes despóticas y excluyentes. Además de usar las narrativas míticas existentes para idealizar su propia estética, de los autores estudiados tienden a sobrevalorar el género mismo de la novela, elevándolo a la categoria de sistema total de conocimiento. En "False Documents" y La nueva novela ideal para expresar la hispanoamericana, Doctorow y Fuentes conciben la novela como realidad heterogénea y cambiante de las Américas. Las posiciones en este sentido de todos los autores estudiados han de ser entendidas como reacción ame las fonnas canónicas y el concepto de mimesis en la novela histórica tradicional. En la visión mimética de teóricos como Lukács, la ficción carecía de poder cognitivo específico. Para Lukács, "fiction telIs nothing that cannot" (Foley 1986: 79). Desde esta perspectiva, la literatura era siempre configurada por la realidad social y carecía por tanto de potencial creativo al margen de dicha realidad. Lo que la novela histórica postmodemista hace, como hemos visto, es invertir estos presupuestos teóricos. Para empezar, la ficción dice aquello que la historia calla, tanto por razones ideológicas como por las propias limitaciones del discurso histórico. Aunque estas novelas no nieguen nunca la influencia del contexto social, la relación entre ambos es concebida en ténninos dialécticos. La realidad social condiciona la creación literaria que a su vez a confonnar la realidad social. La idea última es que la imaginación literaria y el marco socio-histórico se materializarl textualmente en fonnas discursivas dialógicas en las que resulta cada vez más dificil establecer la línea divisoria entre ficción e historia.
5.3. La metaficción historiográfica en las Américas
socio-culturales en que surgen y no constituyan un obstáculo para sus fines específicos. Un elemento recurrente en todas ellas es el concepto de la tlcción histórica como fonna discursiva opuesta a las prácticas de representación hegemónicas. Aunque comparten el relativismo histórico y el escepticismo epistemológico caracteristicos del pensamiento postmodernista, las metaficciones historiográficas estudiadas reaccionan igualmente ante el nihilismo a que ha llevado la radicalización de estas tendencia~. En última instancia, las posturas relativistas son concebidas no como un obstáculo en la lucha por la transfonnación social y cultural, sino como parte inherente de su programa revisionista. En estas obras la técnicas fonnales del postmodemismo y su metodología son puestas al servicio de una agenda política que concibe la transfonnación de las fonnas culturales, como paso previo a una transformación social de más largo alcance. En esta última sección se estudian los cuatro rasgos en los que sc manifiesta el proyecto cultural de resistencia de tales obras dentro de un contexto últeramericano: (1) la visión de las Américas como espacio utópico en que el escritor está Ilanlado a desempeñar un papel de liderazgo político y cultural; (2) la creación de un sistema cultural autóctono sobre la base de la apropiación paródica de las forma~ de expresión hegemónicas con fines oposicionales; (3) el uso de la hibridez y la amalgama en construcciones semióticas inclusivas, múltiples y heterogéneas; y (4) la creación de una cultura pedagógica y política como alternativa a las fonnas culturales dominantes. . Desde el "descubrimiento" y colonización de las Américas, la producción cultural en los Estados Unidos e Hispanoamérica ha estado marcada por ideales utópicos. América fue pronto considerada como un espacio vacío donde los europeos proyectaron su imaginación desbordada (Pagden 1982, Fuentes 1990). El historiador mexicano Edmundo O'Gonnan (1958) llega incluso a afínnar que en 1492 América no fue descubierta sino "inventada," aludiendo a las fantasías que provocaron en el occidente europeo las primeras exploraciones de! Nuevo Mundo. 239 De hecho, no podemos olvidar que el discurso utópico occidental se estructura racionalmente en el momento del descubrimiento de América. Tanto para los europeos como para los propios americanos América ha tenido los dos ingredientes básicos de la utopía: espacio y tiempo, territorio donde fundarse y una historia con un pasado a recuperar o un futuro donde proyectarse con facilidad. América pennitió la objetivación de la utopía concretando los sueños abstractos de la Antigüedad y la Edad Media, sirviendo así de objeto real al sujeto imaginante en un proceso de identificaciónmulua (Ainsa 1992: 10). Este sentimiento habría de prolongarse a través de los siglos. Durante la época de la Ilustración, el descubrimiento constituía para pensadores como Voltaire una "nueva creación", y aún en e! siglo XIX, Tocqueville (1969: 507) (1988: 90) describían América como un continente orientado hacia el futuro. "País del porvenir", como 10 bautizara el Nuevo Mundo es posibil idad, esperanza de vida nueva que se propone a partir de un simbólico "empezar desde cero". Pero, como nos recuerda Ainsa, la contrapartida de esta juventud exultante se paga con la negación o la ignorancia del pasado reducido a la arqueología de civilizaciones prehispánicas o a un inventario de "culturas muertas" (1992: 11). Durante la primera mitad del siglo XIX las teorias y prácticas del socialismo utópico europeo se materializaron no en Europa sino en los Estados Unidos. Allí [ueronlos discípulos de Owen y de Fourier y allí surgieron las apasionantes experiencias autárquicas de New Harmonv. Freedom Colony, Utopia, Brook Farm, Equity, Valley Farm, Nashoba y tantas otras
En los dos apartados anteriores se ha explorado el uso de la historia y la metaficción en las obras de Fuentes, Reed, Cortázar y Doctorow. De estos usos se desprenden caracteristicas comunes que nos ayudan a comprender las formas particulares que la metaficción historiográfica ha venido adoptando en las Américas. Como hemos señalado, las obras de estos autores adoptan una postura revisionista de la cultura postmoderna. Si bien comparten muchas de sus tendencias dominantes con el postmodernismo internacional, lo hacen siempre de una forma crítica, de manera que tales tendencias puedan acomodarse a las condiciones
En una celebre frase, Alfonso Reyes señaló que Amé¡;ca "antes de dejarse sentir por su presL'Ilcia, se dejaba sentÍr por su ausencia," aludiendo al concepto del espacio amencano COIrlO pum virtualidad donde los europeos quisieron realizar sus sueños y frustrados ideales. Antes incluso de ser descubierta, América había sido soñada y había acomodar la realidad al sueño, lo soñado no fue la realidad amelicana, aún dL'Sconocida, sino el construir un topos imaginario para negar el topos europeo existente (Cemttí Guldberg 1989: 227),
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prolongadas hasta nuestros días bajo diversos nombres. 24ú A finales del siglo XIX y comienzos del XX se produjeron vastos movimientos migrd.lorios del espíritu fundacional del pensamiento ut6pico. La funei6n de la utopía en este periodo fue nuevamente espacial y geográfica. Se aspiraba a colonizar una América en la que se reconocía la Tierra Prometida. De golpe, se descubrieron nuevos espacios para la conquista, territorios donde grupos étnicos, religiosos o políticos podían instalarse libremente. Las localidades que en su mismo nombre evocaban el Paraíso perdido empezaron a configurar la nueva geografía humana del continente (Puerto Alegre, Ciudad Paraíso, Puerto Edén, Valparaíso) y la idealización de América como tierra de promisión econ6mica se manifestó en la expresión popular "haeer las Américas". La función de la utopía en este periodo fue importante para que muchos de los flamantes estados americanos consolidaran sus sociedades. Especialmente en la Argentina, ..."I"'''·II''V Uruguay y, posteriormente, en Brasil y Venezuela, el mito configur6 el paisaje nacional, lo que habria de reflejarse inevitablemente en la literatura. Las dietaduras que entonces surgieron en América Latina generaron un movimiento de reehazo que produjo numerosas "repúblicas ideales". Juan Montalvo, en sus Catilinarias, combati61a teocracia del dictador García Moreno en Ecuador, José Mart! acuñó la expresión "Nuestra América", en lucha por la libertad e independencia de Cuba y Benito Juárez imaginó otro México, libre del despotismo. La tendencia y latencia de lo utópico americano que empezó siendo expresión de la utopía de los otros se fue progresivamente transformando en "el derecho a nuestra utopía," dentro de un desarrollo hacia la autonomia cultural de las Américas. Los ensayos de Alfonso Reyes ([Íltima Thule o No hay tal o La utopía de América de Henriquez Ureña son ejemplos paradigmáticos del renacimiento del discurso utópico americano del siglo XX. Esa misma línea de un pensamiento utópico americano, aunque difiere en los modelos propuestos, resurge con una misma preocupación en los proyectos americanistas de José Martí, Eugenio María de Hostos, José Enrique Rodó, especialmente en Ariel, así como en las obras de Manuel González Prada, Manuel y José Vasconcelos. Aún hoy día nos repetimos que América es un "nuevo mundo", un "continente joven" donde su "espacio virgen" está lleno de "posibilidades". Y, sin embargo, la realidad social de las Américas se acerca más a la antiutopía que los escritores postmodcmistas recrean en sus ficciones. El sueño americano deviene a menudo la pesadilla americana. Esta dimensión de una Arnérica ideal que se contrapone en su desmesura a la América real resulta más evidente, si se tiene en cuenta que toda utopía se proyecta a partir de la relación binaria de un espacio disociado entre el real y el anhelado (Ainsa 1992: 10). El territorio de la utopía que "no está aquí" supone el esfuerzo de creación de otro mundo, alteridad que recupera las virtudes del se proyecta sobre el futuro o, simplemente, se representa como ya dado en otro lugar. Ese otro mundo, en tanto que alteridad representa una contraimagen critica de esa realidad a la que pretende imponiendo modificaciones a lo injusto de su estructura. Esta tensión histórica entre teoría utópica y praxis distópica es que distingue la producción literaria de las Américas de otras tradiciones culturales. En ninguna otra área geográfica se da una reflexión tan recurrente y obsesiva sobre el encuentro entre sueños y esperanzas individuales y realidades colectivas. Ningún otro espacio ha sido objeto de una proyección tan desmesurada de fantasías utópicas sistemáticamente socavadas. Esto es algo que lógicamente ha de marcar la producción literaria de La ficción postrnodemista no es una excepción en este sentido. Si teóricos como Linda Hutcheon niegan en el postmodernismo intemaciQnalla existencia de un impulso utópico (1988: 215), la práctica de la
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metaficción historiográfica en el Nuevo Mundo contradice claramente tal aserción. De es precisamente en la obra de escritores postmodernistas como los estudiados aquí en donde el utopismo se presenta de forma más crítica y exacerbada. En todas las novelas comentada.", dicho utopismo se manifiesta a través de la visión de las Américas como laboratorio en el que el escritor postrnodemist'1 ensaya nuevos proyectos de cambio. Tanto Fuentes como Reed son particularmente explícitos en su descripción de sociedades perfectas que, traspuestas a un pa.~ado mítico, se convierten en guías a seguir dentro de sus agendas culturales. En Terra Nostra el pueblo tolteca bajo el liderazgo del héroe-dios Quetzalcóatl constituye la primera gran utopía del Nuevo Mundo. Con ella se inicia uncido en e! que los latinoamericanos ven renacer y frustrarse periódicamente sus esperanzas de acceso a una sociedad justa e igualitaria. La utopía fmstrada de Quetzalcóatl es además una utopía cultural, en donde artistas e intelectuales disfrutan de un poder efectivo, La vuelta a una sociedad corno la descrita en el mítico prehispánico tiene que llevarse a cabo, según Fuentes, mediante una lucha en la que estos mismos intelectuales y artistas ocuparían un pape! destacado, Una visión similar puede apreciarse en la novela de Reed. El de Osiris es en Mumbo Jumbo una sociedad ideal en la que las artes plásticas, la literatura y la música desempeñan una labor central. Este paraíso cultural perdido constituye iguahnente para Reed el de una dinámica en la que las fuerzas del oscurantismo, la represión y el autoritarismo se I1l1ponen periódicamente sobre los sucesores del espíritu de Osiris. En ambos casos, se manifiesta la compleja dinámica temporal del pensamiento utópico: por muy proyectada al futuro que parezca, la utopía en realidad se nutre de la nostalgia de un pasado irrecuperable. 241 En la obra de Cortázar la visión del escritor como héroe cultural es mucho más critica y matizada. En Libro de Manuel el utopismo se manifiesta más bien a través de las esperanzas de cambio revolucionario que todavía existían en Latinoamérica durante los años setenta. El mismo destinatario del álbum de recortes, Manue!, es a menudo presentado como arquetipo del "hombre nuevo" que buscan crear los protagonistas. La sociedad comunal hacia la que se orienta la lucha de los personajes principales de la novela se identifica con una forma crítica del socialismo que podriamos encuadrar dentro del proyecto global de la nueva izquierda. Como una gran parte de los movimientos neo izquierdistas contemporáneos en la novela, la visión política de Andrés y Marcos sintetiza corrientes tan variadas como el marxismo, el auarquismo, el el psicoanálisis y la contracultura. Cunl0 señalamos anterioflllente, la utopía culturd.l en Cortázar habría de materializarse en el plano de la realidad geopolítica como consecuencia de la revolución sandinista en Nicaragua. De hecho, la forma en que el novelista describe los logros culturales de esta revolución son semejantes a las utopías de Fuentes y Reed, si bien el énfasis en un concepto popular y abarcador de la cultura es mayor en el caso de Cortázar. Una forma muy sitnilar de utopismo la encontramos en la obra de Doctorow. En "False Documents" éste proyecta sobre un vago tiempo primigenio su concepto de una edad dorada para el mundo de la cultura. En tiempos remotos el contador de historias tenia el poder de educar y transmitir la memoria colectiva de los pueblos. En cambio, en la actualidad el escritor ha dejado de tener un peso social decisivo en las sociedades industrializadas. Sometido a un aislamiento progresivo, el novelista moderno se ha convertido en productor de entretenimiento sin apenas poder en la vida de la colectividad. La obligación moral del novelista hoy día es, según Doctorow, luchar para devolver a la ficción su poder transformador inicial.
240 Los movimientos comunales de inspiración numerosos estudios. La rfried. 1979. "Basic Concepts." Film Theory and Criticism. Ed. G