ERIC BOBSBAWM y TERENCE RANGER
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ERIC BOBSBAWM y TERENCE RANGER
(EDS.)
LA INVENCION DE LA TRADICION ~
I
CRITICA BARCELONA
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MUNICIPALIDAD DE ROSIIRIO BIBLIOTECA ARGENTINA "DR. JUAN A LVAR;"Z"
REGISTRO
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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizaci6n esc rita de los titulares del CO[)VTlPhl bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccion total 0 parcial de esta por cualquier medio 0 procedimiento, comprendidos 1a reprografia y el tratamiento infonn;
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1: 22. Gwyn Thomas, «A Study of the Change in Tradition in Welsh Poetry in North Wa les in the Seventeenth Century» (Oxford, tesis doctoral, 1966). 23. Sian Prichard Prys, Difyrrwch Crefyddol (Diversiones religiosas) (Shrewsbury, 1721), prefacio. 24. Ellis Wayne, Gweledigaetheu y Bardd Cwsc (Visiones del bardo durmien te) (Lon dres, 1703). Carl Schorske, German Social Democracy, 1905-17: The Development ofthe Great
Schism (Nueva York, edici6n de 1965), pp. 91-97. 44. M. Ermers, Victor Adler: Au/stieg u. Grosse e!ner sozialistischen Parte! (Viena y Leipiig,1932), p.195.
LA FABRICACION EN SERlE DE TRADICIONES
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Es claro que los enemigos de la nueva tradici6n se dieron cuenta de su fuerza. Hitler, con su agudo sentido del simbolismo, juzgo deseable no s610 adoptar el rojo de la bandera de los obreros, sino tambien el Prime ro de Mayo, convirtiendolo oficialmente en «dia nacional del trabajo» en 1933, y atenuando luego sus asociaciones proletarias. 45 A este prop6sito, podemos sefialar que se ha convertido en una fiesta general del trabajo en la CEE. EI Primero de Mayo y otros rituales obreros parecidos se encuentran a medio camino entre las tradiciones «politicas» y «sociales»: pertenecen a las primeras por su asociaci6n con organizaciones y partidos de masas que podian -y, de hecho, pretendian- convertirse en regimenes y esta dos; a la segunda, por ser la expresi6n autentica de la conciencia de los trabajadores como clase aparte, dado que esto era inseparable de las or ganizaciones de dicha clase. Si bien en muchos casos -tales como la So cialdemocracia austriaca 0 los mineros britanicos-, la clase y la organi zaci6n se hicieron inseparables, nO se sugiere que fueran identicas. «El movimiento» creo sus propias tradiciones, que eran compartidas por los Ji deres y los militantes, pero no necesariamente por los votantes yios se guidores, y, a la inversa, la c1ase podia crear sus propias «tradiciones in ventadas», que 0 bien eran independientes de los movimientos organizados 0 incluso resultaban sospechosas a ojos de los activistas. Dos de elIas, que eran claramente fruto del perfodo que noS ocupa, merecen un breve examen. La primera es la aparici6n --especialmente en Gran Bretana, pero es probable que tambien en otros de la indumen taria como demostraci6n de clase. La segunda tiene que ver con los de portes de masas. No es casual que la historieta que satirizaba amablemente la trallicio nal cultura obrera masculina de las antiguas regiones industriales de Gran Bretafia (en especial el noreste) escogiera como titulo y simbolo la pren da que practicamente constituia la insignia con que el proletario britanico indicaba, fuera de las horas de trabajo, su pertenencia a una clase: «Andy Capp».* Una ecuaci6n parecida entre clase y gorra existfa hasta cierto punto en Francia,46 y posiblemente tambien en algunas partes de Alema nia. En Gran Bretana, al menos, la iconograffa sugiere que el proletario y la gorra no se identificaban de manera universal antes del decenio de 1890,
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45. Helmut Hartwig, "Plaketten zum 1. Mai 1934-39»,Aesthelik und Kommunikation., num. 26 (1976), pp. 56-59. 46. «L'ouvrier meme ne porte pas ici la casquette et la bTouse» obse~v(') Jules Valliili en Londres en 1872, distanciandose asf de la conciencia de c1ase parisina. Paul Martinez, The French Communard Re~ees in Britain, 1871-1880 (Universidad de Sussex, tesis docto
VII,
ral, 1981), p. 341.
"'"Gorra» en ingles es cap. (N. del t.)
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LA INVENCION DE LA TRADICION
pero que a finales del periodo eduardiano -como confirman las fotogra flas en que aparecen las multitudes que sal en de los estadios de futbol 0 los mitines de masas-, la identificacion ya era casi total. EI auge de la gorra proletaria espera su cronista. Cabe sospechar que quien escriba la cronica se encontrara con que su historia esta vinculada a la de los deportes de ma sas, toda vez que este tipo de prenda en particular aparece en primer lugar como parte de la indumentaria deportiva entre las clases altas y medias. Fueran cuales fuesen sus origenes, es claro que paso a ser caracteristica de la clase obrera, no solo porque los miembros de otras dases, 0 quienes as piraban a serlo, serian reacios a que los tomaran por proletarios, sino tam bien porque los trabajadores manuales no optaron por cubrirse la cabeza (exceptuando, sin duda, las ocasiones muy protocolarias) con alguna de las otras prendas, que existian e? gran numero. La significativa entrada de Keir Hardie en el parlamento tocado con una gorra (1892) indica que se reconocfa el elemento de afirmacion de claseY No es irrazonable suponer que las masas no eran inconscientes de ello. De alguna forma misteriosa adquirieron con bastante rapidez el habito de llevarJa en las ultimas deca das del siglo XIX y la primera dei xx como parte del sfndrome caracteristi co de la «cuItura obrera» que tomo forma en dicho periodo. La historia equivalente de la indumentaria proletaria en otros paises no se ha escrito aun. Lo unico que podemos hacer aquf es senalar que sus implicaciones politicas se entendian ciaramente, si no antes de 1914, con toda seguridad en d pedodo de entreguerras, como demuestra la siguien te memoria del primer desfile (oficial) del Primero de Mayo nacionalso cialista celebrado en Berlin en 1933: Los obreros llevaban trajes limpios y muy usados y aquelJas gorras de marinero que en aquel tiempo eran signo general de reconocimiento ex· terno de su clase. Las gorras estaban adornadas con una discreta correa, la mayorfa de laca negra, aunque sustituida a menudo por una correa de cue ro con hebillas. Los socialdem6cratas y los comunistas lIevaban este tipo de correa en sus gorras; los naciona1socialistas, otro tipo, dividida por el centro. Esta minuscula diferencia saltaba de pronto a 1a vista. El hecho ba nal de que mas obreros que nunca lIevaran la correa dividida en la gorra transmitia el mens. fatidico de que la batalla estaba perdida. 48
La asocjacion.politi~el obrero y la gorra en Francia durante el pe dodo de entreguerras (fa salopette) tambien se ha demostrado, pero su historia antes de 1914 est a pendiente de ser estudiada. 47. La misma gorra de cazar ciervos de Hardie represent a una fase tnmsitoria hacia la gorra universal de «Andy Capp". 48. Stephan Hermlin, AbendlicJu (Leipzig, 1979), p. 92.
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La adopcion de los deportes, y en particular del flitbol, como cuIto proletario de masas es igualmente oscura, pew sin duda igualmente rapi da.49 En este caso es mas facil determinar el momento. Entre mediados del decenio de 1870, como fecha mas temprana, y mediados 0 finales del de 1880 el flitbol adquiri6 todas las caracteristicas institucionales y rituales con las que todavfa estamos familiarizados: el profesionalismo, la Liga, la Copa, con su peregrinacion anual de los fieles para las manifestaciones de triunfo proletario en la capital, la asistencia regular al partido del domin go, los «hinchas» y su cultura, la rivalidad ritual, normalmente entre mita des de una ciudad 0 conurbacion industrial (Manchester City y United, Notts County y Forest, Liverpool y Everton). Ademas, a diferencia de otros deportes con bases proletarias regionales 0 locales -tales como el rugby en el sur de Gales 50 el criquet en algunas partes del norte de Ingla terra-, el flitbol funcionab;:t a escala tanto local como nacional, de tal ~do que los partidos del dfa proporcionaban tema comlin de conversa N cibn entre pnicticamente cualquier pareja de obreros en Inglaterra 0 Es ~ cqcia, y unas cuantas docenas de jugadores celebres representaban un