LAS CONSTRUCCIONES CON SE
CRISTINA SÁNCHEZ LÓPEZ (ed.)
LAS CONSTRUCCIONES CON SE
Visor Libros
Colección Gramática...
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LAS CONSTRUCCIONES CON SE
CRISTINA SÁNCHEZ LÓPEZ (ed.)
LAS CONSTRUCCIONES CON SE
Visor Libros
Colección Gramática del Español, nO 8 DIRIGIDA POR IGNACIO BOSQUE
© Cristina Sánchez L6pez © VISor Libros, S. L. Isaac Peral, 18 28015 Madrid www.visor-libros.com ISBN: 84-7522-966-2 Dep6sito Legal: M. 8.089-2002 Impreso en Espafia
Gráficas Murid. CI Buhigas, s/n. Getafe (Madrid)
Sumario
PRIMERA PARTE. ESTADO DE LA CUESTIÓN
1.
LAs CONSTRUCCIONES CON SE. EsTADO DE LA CUESTIÓN. Cristina Sánchez López 1. Construcciones impersonales con s~ ...................................... 1.1. Propiedades formales y semánticas de las impersonales con s~ ......................................................................... . 1.2. La interpretaci6n inespeclfica de las impersonales con s~ .. 1.3. Construcciones impersonales transitivas con ~ ............. . 1.4. Las construcciones impersonales con ~y la Rexi6n verbal. Se impersonal y formas no finitas ................................. . 2. Las construcciones pasivas con se ........................................ .. 2.1. La pasividad de las construcciones con s~ ..................... . 2.2. La estructura argumental de las pasivas con s~ ............ .. 2.2.1. El sujeto gramatical. El problema de la animacidad ..................................................... . 2.2.2. El sujeto nocional. Los complementos con por .. 2.3. S~ pasivo y aspecto genérico: las construcciones medio-pasivas ....................................................................... . 2.3.1. El valor modal de las construcciones medio-pasivas 2.3.2. El sujeto de las construcciones medio-pasivas .... 2.3.3. El agente de las construcciones medio-pasivas .. 3. Las construcciones medias con se ......................................... . 3.1. Usos paradigmáticos de se. El S~ medio y las construcciones reflexivas ........................................................... . 3.2. Los verbos de cambio y las construcciones inacusativas con S~ medio .............................................................. .. 3.2.1. Los verbos de cambio de estado o posici6n. Las construcciones anticausativas ........................... . 3.2.2. Construcciones causativas sin s~ ....................... . 3.2.3. Los verbos de reacci6n emocional ..................... .
18 18 27 35 43 50 50 53 53 58 62 64 66 69 72 72
80 80 89 93
7
3.3. Los verbos pronominales puros .................................... 3.4. Construcciones doblemente pronominales ....... ............. 3.5. Recapitulaci6n .............................................................. 4. ¿Existe un s~aspectual? Usos expletivos de s~ .......................... 4.1. S~ aspectual con verbos transitivos ................................
4.2. S~ aspectual con verbos intransitivos e inacusativos ...... 4.3. Recapitulaci6n .............................................................. 5. Uno o varios s~s. La cuesti6n de la unicidad ................................ 5.1. El desarrollo hist6rico de las construcciones reflejas ...... 5.1.1. Las construcciones medias: de la situaci6n latina
96 103 107 108 109 115 122 123 123
a las medias actuales .......................................... 124
5.1.2. El desarrollo de las pasivas e impersonales con s~ 5.1.3. El origen de la impersonalidad con s~ ................ 5.1.4. Recapitulaci6n .................................................. 5.2. Las propiedades formales de s~ ...................................... 5.2.1. Propiedades morfol6gicas .... .............. ................ 5.2.2. ¿Qué clase de palabra es se? •••••••••••••••••••••••••••••••• 5.2.3. ¿C6mo influye s~ en las propiedades de las
131 134 137 137 138 138
construcciones en que aparece? ............ ........... ... 140 5.3. A modo de conclusi6n .................................................. 142
11.
Carlos P. Ot"O 1. Propiedades de s~ .................................................................. 2. La sintaxis de s~ ..•................................................................... 2.1. Estructuras no exclusivas de la 'no persona' .................. 2.1.1. Funci6n pronominal ........................................ 2.1.2. Funciones sintácticas ...... ......... ............ ..... ........ 2.2. Estructuras exclusivas de la 'no persona' ........................ FACETAS DE SE.
168 176 176 176 177 181
SEGUNDA PARTE. CONSTRUCCIONES IMPERSONALES
III. LAs
PASIVAS CON SE IMPERSONAL Y LA LEGrnMACIÓN DE LAS CATEGORíAS
VAcfAs.
Margarita Sufíer
1. Las estructuras implicadas ....... ........ .... .................... ............... 1.1. La pasiva ...................................................................... 1.2. Se impersonal ............................... .... ...... ............... ........ 1.3. El objeto nulo arbitrario ..............................................
210 210 212 216 2. Pasivas con s~ impersonal .................... ....... ................................. 223 3. Conclusi6n ............................................. ................................... 232 IY. LA sEMANTICA DE LA IMPERSONALIDAD. Amaya Mmáiko~txea 1. La interpretaci6n Universal y existencial en las construcciones con s~/si: aproximaciones basadas en la teoría temática .......... 239 2. PR0arb Y los SSNN indefinidos ............................................ 245 2.1. El análisis de Diesing (1992) para los SSNN indefinidos 245
8
2.2. La interpretación de PRO en las construcciones con St •• 3. Interpretación universal y predicados mInimos .. .................... 4. El papel del argumento 'LOC' en la interpretación semántica: la distinción entre predicados individuales y episódicos .......... 4.1. El argumento Loe como sujeto de la predicación .......... 4.2. La ausencia de interpretación existencial en las estructuras con St con predicados mInimos ........................................ 4.3. El papel de Loe en la interpretación de los predicados no-mInimos en las estructuras con st .•..••.•..•••.... .••.•...•.. 5. Conclusiones ........................................................................
247 248 255 255 256 262 267
TERCERA PARTE. CONSTRUCCIONES PASNAS Y MEDIAS
V. LA CONSTRUCaÚN MEDIA CON
SE.
Maria Marta Gama Ntgroni
1. Los 'ses' dd español .............................................................. 2. El Se medio o Se con interpretación de tipo 'propiedad' ........ 2.1. SM y la restricción aspectual ........................................ 2.2. SM y las expresiones adverbiales de modo .................... 2.3. SM y su FN .................................................................. 3. Conclusiones ........................................................................
VI.
ORACIONES TRANSITIVAS CON
se EL
276 286 286 294 298 304
MODO DE ACCIÚN EN LA SINTAXIS.
Montstrrat Sanz e Itziar úzka 1. Modos de acción ................ ..... ......... ............... .... ..... ............ 2. Oraciones transitivas con St .................................................... 2.1. Análisis previos ............................................................ 2.2. Un enfoque nuevo ........................................................ 2.3. Complementos y modos de acción de las oraciones con St 3. La sintaxis de las realizaciones con st ..•••....••••...••.•...•...•...•...... 3.1. El modo de acci6n es una categoría funcional .............. 3.2. Otros efectos de la telicidad en la sintaxis ...................... 4. Conclusiones ........................................................................
311 316 316 318
324 328 328 331 333
CUARTA PARTE. ESTUDIOS DIACRÓNICOS
VILlAs FRASES PRONOMINALES DE SENTIDO IMPERSONAL EN ESPAÑOL. Félix Mongt 1. La situación latina .......... ..... ...................................... ........... 343 1.1. La interpretación idealista ..................... .......... ............. 345 1.2. El reflexivo medio de la construcci6n intransitiva . ......... 1.3. Dd valor intransitivo al pasivo ...................................... 2. La pasiva refleja en español antiguo ...................................... 2.1. Pasiva refleja con sujeto de cosa ....................................
346 348 353 353
9
2.1.1. Frases con infinitivo .......................................... 2.1.2. Pasividad de las construcciones st'tinfinitivo ...... 2.1.3. Frases con el verbo en forma personal ................ 2.1.4. Frases con determinaciones adverbiales .............. 2.1.5. La expresión del agente .................................... 2.2. Pasiva refleja con sujeto de persona .............................. 2.2.1. Frases con infinitivo ............. ............................. 2.2.2. Frases con el verbo en forma no personal .......... 2.2.3. Persistencia del valor medio en las construcciones pronominales con sujeto de persona .................... 2.2.4. La equivalencia de las construcciones pronominales y la perífrasis ser+participio en la lengua medieval ............. .......... ........ ......... .................... 3. El valor activo impersonal ...................................................... 3.1. La falta de concordancia ................................................ 3.2. St'tverbo+a I st'tle.ks+verbo .......................................... 3.3. Se habla ele / Se dice ...................................................... 3.4. La construcción intransitiva .......................................... 4. Conclusión ..........................................................................
VIII.
365
368 370 374 374 377 379 381
PARA UNA CARACTERIZACIÓN DIACRÓNICA DE LAS ORACIONES
PASIVAS REFLEXIVAS.
10
353 355 357 359 359 361 363 364
Agustín Vera Luján ..... ........ ....................... 393
PRIMERA PARTE. ESTADO DE LA CUESTIÓN
l. LAS CONSTRUCCIONES CON SE. ESTADO DE LA CUESTIÓN Cristina Sánchez L6pez Uni"ersúltul Complutense de MaJriJ
INTRODUCCIÓN 1
La forma se es un clítico de tercera persona (singular o plural) que puede aparecer en un considerable número de construcciones diversas. He aquí una muestra: (1) a. Aquí se trabaja bien. b. Se vio a los novios tomados de la mano.
1 La investigaci6n que condujo a este libro ha sido financiada parcialmente por los proyectos PB95-0178 de la DGICYT Y06/0010/1999 de la CAM. Quiero agradecer a los autores que han colaborado en él -bien con trabajos elaborados ex profoso, bien permitiendo la reproducci6n de otros ya publicados- su excelente disposici6n hacia un proyecto que ha ido tomando fonna poco a poco. Muy especialmente agradezco al director de la colecci6n, el profesor Ignacio Bosque, su iniciativa, ánimo y ayuda constante, así como sus detallados comentarios a una versi6n previa de este capítulo introductorio. Mi gratitud es también para Amaya Mendikoetxea, OIga Femández Soriano y C. Otero, que me proporcionaron valiosas críticas y sugerencias. Naruralmente, ninguno de ellos será responsable de las interpretaciones erróneas que pueda contener. No quisiera dejar de mencionar aquí a mis hijas: Blanca, que naci6 mientras se preparaba este libro, y Cristina, que en este tiempo ha aprendido a hablar; a ellas se lo dedico porque, sin saberlo, han sido también un acicate para culminar esta tarea.
13
c. d. e. f. g. h.
Se venden casas. Esa novela se lee con agrado. La ropa se secó rápidamente. El conferenciante se arrepintió de haber dicho aquello. Andrés se bebió una copa de vino. El jefe se ha ido ya.
El caudal bibliográfico dedicado a la delimitación, clasificación y caracterización de tales construcciones es tan ingente como variopint0 2• Detenernos aquí en la comparación de unas y otras clasificaciones resultaría tan largo como poco útil. La principal razón es la redundancia de que adolecen muchos de los trabajos al respecto. Pero además, las diferencias entre las clasificaciones son, en la mayoría de los casos, más terminológicas que conceptuales. Ciertamente, podríamos citar una larga lista de denominaciones de los distintos tipos de se, así como de los diferentes agrupamientos de las construcciones de las que forman parte; sin embargo, sólo parcialmente las distintas 'etiquetas' obedecen a auténticas diferencias de análisis. En este estado de la cuestión daremos cuantas indicaciones sean precisas para que la terminología no oscurezca un tema ya de por sí complejo. Pero, en cualquier caso, será el análisis de las propiedades que oponen o relacionan unas construcciones con otras lo que acapare nuestro interés.
2 Los estudios de conjunto de las distintas construcciones con se son muy numerosos y también muy diferentes en cuanto a la finura y grado de detalle de los análisis. Podemos citar enue ellos los de L. Contreras (1966), Fish (1966), Foster (1970), Roldán (1971), Otero y Suozer (1973), H. Contreras (1974), Alarcos (1978) y (1994) - sobre éste último, Martín Zorraquino (1994)-, Fazio (1971), Cartagena (197la, 1971b), Schroten (1972, 1979), Bobes Naves (1974), Garda (1975, 1977), Nymark (1977), Martín Zorraquino (1979), Green (1972, 1975), Ortiz (1978), Cantero (1978), Miyoshi (1980, 1982), Martínez (1981), Garda Miguel (1985), Millán Chivite (1990); los capítulos VII y VIII de Fernández Ramírez (1987); Vera Luján (1990); los capítulos III y VII§3 de Cano Aguilar (1981), De Kock y Gómez Molina (1990a), el capírulo X de Hernández Alonso (1984), Rodríguez Díez (1996), Mendikoetxea (1992). Pueden hallarse estados de la cuestión fundamentalmente bibliográficos en Stéfanini (1962, 1971), Tollis (1978, 1987), Melis (1990), Iglesias Bango (1991) y Devís Márquez (1993). Contienen ejercicios de reconocimiento y análisis de las distintas construcciones los trabajos de Molina Redondo (1974), Álvarez Martinez (1989: 55-62), Millán Chivite (1990) y el completo Gómez Torrego (1992). Por último, son especialmente detallados los capítulos 23 (Otero, 1999),25 (Mendikoetxea, 1999a) y 26 (Mendikoetxea, 1999b) de Bosque y Demonte (1999).
14
Nos servirá como punto de partida uno de los aspectos en que parece haber un acuerdo general. Las construcciones de (1 a, b, c, d,) no pueden tener una flexión verbal de primera o segunda persona; las de (le, f, g, h) en cambio, sí, en cuyo caso se alterna con los pronombres átonos correspondientes (me, te, nos, os). Esta diferencia ha hecho que se considere el se de las primeras como no paradigmático (Otero, 1965; Su.ñ.er, 1973), o 'no pronominal' (Gómez Torrego, 1992) ya las construcciones en que aparece 'exclusivas de la no persona' (Otero, en este volumen); el se de las segundas, por el contrario, es un se paradigmático, con valor pronominal o no exclusivo de la no persona. Tanto unas como otras coinciden, sin embargo, en la obligatoria concordancia del clítico con el sujeto de la oración. Pueda ésta o no presentar otra persona distinta de la tercera, lo cieno es que en todas ellas el pronombre habrá de tener los mismos rasgos de persona y número que el sujeto (y por tanto, que la flexión verbal). Esto permite diferenciarlas de los usos del pronombre se ejemplificados a continuación: (2) a. Juan se afeita (a sí mismo). b. Las vecinas se insultaron (unas a otras). En los ejemplos de (2) se funciona como un pronombre reflexivo (recíproco en (2b», correferente con el sujeto de la oración; la diferencia crucial entre estos ejemplos y los de (1), en especial (le, f, g, h), es que los clíticos de (2) pueden alternar con pronombres no reflexivos ljuan me afeita; las vecinas nos insultaron). Considerada como concordancia de rasgos gramaticales, la reflexividad aparece tanto en las construcciones de (1) como en las de (2), ya que, en ambos casos, se tiene los mismos rasgos formales que un sujeto de tercera persona -singular o plural-o Sin embargo, esta coincidencia es una propiedad inherente de las construcciones de (1) mientras que en las de (2) es, en cambio, una posibilidad más frente a la no reflexividad, que parece ser el resultado de una no necesaria correferencia de sus argumentos. Esta, ciertamente, sutil distinción nos permitirá trazar aquí la línea de separación de unas y otras y dejar de lado las construcciones reflexivas y recíprocas como las de (2), que por su propia complejidad merecen un estudio aparte. No obstante, no se nos escapa ni la evidente relación histórica entre unas y otras (no parece haber duda de que las de (1) son un desarrollo ulterior de los usos puramente reflexivos) ni las propiedades formales y semánticas que ambas com15
parten. Tendremos ocasión de detallar una y otras en los §§5.1 y 3.1. respectivamente 3• A menudo el análisis de cuestiones gramaticales complejas no puede hacerse sin una clasificación previa que delimite los tipos de estructuras. Este es un caso típico en que partir de tal clasificación no sólo es usual sino también necesario. Consideraremos aquí cuatro principales tipos de construcciones con se. En primer lugar, denominamos 'impersonales' a las construcciones con se que carecen de sujeto explícito y cuya interpretación implica que el predicado se refiere a una pluralidad inespecífica de personas; son impersonales las oraciones (la, b). En segundo lugar, llamamos 'pasivas reflejas' o 'pasivas con se' aquellas construcciones que se caracterizan por tener como sujeto gramatical al objeto nocional o paciente, y que pueden, si bien de forma restringida, hacer explícito el agente mediante un complemento con la preposición por; son pasivas con se los ejemplos (1 c, d). Bajo la denominación de 'medias' incluimos una serie de construcciones diversas que tienen en común que sus predicados denotan procesos internos al sujeto, que se desarrollan sin la participación efectiva de ningún agente externo; se incluyen aquí construcciones que alternan con otras estructuras transitivas que pueden tener interpretación causativa (cf. la ropa se seed / el sol seed la ropa) o no causativa (cf. se
3 Tampoco hablaremos aquí de se como mera variante formal de los pronombres le/les cuando estos preceden a otro pronombre, como en se /o regali. Se trata de una variante formal ajena al resto de estructuras que estamos considerando; su origen se ha atribuido a un proceso de fonética sintáctica, pero no faltan explicaciones de índole gramatical (cf. Brakel (1979), Hewson (1981) y Bonet (1995)). 4 Como decíamos más arriba, el terminológico no es el menor de los problemas con que puede tener que enfrentarse quien se acerca a este aspecto de la gramática. Las construcciones que denominamos 'impersonales' han recibido también la denominación de 'impersonales reflejas', etiqueta que a veces puede también incluir a las pasivas. Pero el término probablemente más controvertido es el de 'medio'. Éste se usa en la tradición francesa para referirse a las construcciones pasivas, y en la anglosajona para definir las construcciones pasivas con interpretación genérica (que estudiaremos en el §2.3.). Este segundo sentido es el que permite a Mendikoetxea (1999b) y Garda Negroni (en este vol.) llamar 'medio' al se que nosotros denominamos pasivo o medio-pasivo. Femández Ramlrez (1987), en cambio, llama 'medias' a todas las construcciones con se. Así y todo, conviene no perder de vista que las divergencias terminológicas no encierran muchas veces diferencias de análisis sustanciales, y que en muchos casos se trata únicamente de 'etiquetas' distintas para denominar construcciones en cuya descripción existe un acuerdo muy general. Tendremos ocasión de detallar otros aspectos terminológicos relevantes al tratar cada una de ellas.
16
confesó de sus pecados / confesó sus pecados); a esta clase pertenecen también los verbos que no pueden prescindir del clítico, a los que la tradición gramatical denomina pronominales puros o inherentemente reflexivos, como arrepentirse, jactarse, etc. Finalmente, llamamos se aspectual' al que puede aparecer de forma opcional tanto con verbos transitivos (cf. (lg» como con intransitivos (cf. (lh» sin que ello modifique sustancialmente las propiedades formales de la oración, aunque sí su interpretación aspectual 4• Repetimos a continuación los ejemplos de (1) con la etiqueta que los identificará a partir de ahora: (1) a. b. c. d. e. f.
Aquí se trabaja bien. Se vio a los novios tomados de la mano. Se venden casas. Esa novela se lee con agrado. La ropa se secó rápidamente. El conferenciante se arrepintió de haber dicho aquello. g. Andrés se bebió una copa de vino. h. El jefe se ha ido ya.
Impersonal Impersonal Pasiva. Pasiva. Media. Media Aspectual. Aspectual
En este estado de la cuestión abordaremos separadamente el estudio de cada uno de estos tipos y tendremos ocasión de delimitar algunos subtipos relevantes. Presentaremos en cada caso junto a la descripción de sus propiedades, una revisión crítica de los análisis propuestos, y en ocasiones las líneas que habrían de seguirse para adentrarse en las cuestiones aún sin analizar. Ahora bien, los lúnites entre unas construcciones y otras son inestables y, por decirlo así, porosos, lo que nos obligará a veces a compararlas y relacionarlas entre sí. Esto nos llevará directamente al que es el problema central, y también el más complejo: la unicidad de las construcciones con se. ¿Hay varios ses que determinan construcciones diferentes, o se trata de un solo elemento que aparece en construcciones diversas? Si no hay más que uno ¿qué tienen en común estas estructuras para presentar la misma marca formal? Las respuestas a estas preguntas dependerán del punto de vista adoptado. Intentaremos presentar las soluciones que se les han dado desde un punto de vista diacrónico y sincrónico, lo que nos permitirá detenemos con mayor detalle en los análisis formales más elaborados, que compararemos y revisaremos críticamente a la luz de los paradigmas ya vistos en las secciones anteriores. Definido así nuestro campo de estudio, hemos querido plantear este volumen como un compendio de trabajos que sirviese al mismo tiempo como punto de llegada del inmenso caudal bibliográfico que estas cons17
uucciones han merecido y como muestra de las investigaciones punteras que se realizan actualmente sobre ellas. Al primer aspecto obedece este estado de la cuestión introductorio, en el que nos parecía necesario aunar la presentación ordenada de datos y la comparación de los análisis. La combinación de ambos aspectos -descripción y explicación, comparación y crítica de los análisis--- no resulta siempre fácil, y menos en un campo tan vasto y desigualmente trillado como este. Confiamos, no obstante, en haber sabido encontrar el hilo dentro del laberinto y poder guiar al lector por una senda tan intrincada. La antología consta de siete trabajos sobre diversos aspectos de las construcciones con se. Cuatro de ellos han sido elaborados ex profeso para este volumen por destacados especialistas; los otros tres son reproducciones de aportaciones de especial imponancia y vigencia. La selección no ha sido fácil a tenor de los numerosos aspectos relevantes que ofrecen estas consuucciones, así como los puntos de vista desde los que afrontarlos. Hemos querido que esta diversidad quedase reflejada, de ahí que hayamos dado cabida tanto a trabajos dedicados a aspectos concretos de un tipo de construcciones (así los de Mendikoetxea, Suñer, Garcia Negroni) como a otros de carácter general o globalizador (Otero); también a trabajos históricos (Monge y Vera Luján) y de estricta sincronía, así como de diversas orientaciones teóricas. Creemos que el conjunto da una idea cenera del campo de estudio que analizamos y de las líneas de investigación que se siguen para explicarlo.
1.
CoNSTRUCCIONES IMPERSONALES CON SE
1.1. Propiedades formales y semánticas de las impersonales con se
La noción de impersonalidad se utiliza en gramática para referirse a muy diversas construcciones y no siempre con el mismo sentido. En general, se suele considerar impersonal toda oración que 5 Este matiz hace que no se consideren impersonales oraciones en las que puede «reponerse» un sujeto implícito u omitido, cuya presencia hacen innecesaria los rasgos de persona y número de la flexión verbal. No son, pues, consideradas impersonales oraciones como canto o vendrmws. pero sí (*11) llueve o (*él) se vive bien Ikfuí. Sobre d lugar que ocupan las impersonales con se en d cuadro general de las construcciones impersonales pueden consultarse Chocheiras et alii (1985) Y Riviére (1981), entre otros.
18
carece necesariamente de sujeto explícito 5. La ausencia de sujeto puede deberse bien a que el predicado excluye cualquier argumento con esta funci6n (como sucede con los predicados meteorol6gicos: llueve, hace frio), bien a que el argumento que ese predicado exige con la funci6n de sujeto no tiene una referencia definida. A este segundo grupo pertenecen las impersonales con se como las que aparecen en los siguientes ejemplos: (3) a. Aquí se duerme muy bien en verano. b. Se encontró al alpinista desaparecido. c. Cuando se llega siempre tarde, se adquiere fama de impuntual. d. Se es feliz cuando se es honesto. e. Se sufre mucho cuando se es traicionado por los amigos. Los verbos en cursiva de (3) carecen de un sujeto explícito. Sin embargo, asignan la funci6n semántica prevista por su estructura argumental, e interpretemos por tanto que hay alguien que duerme, encuentra, llega, etc. N6tese, además, que, salvo alguna muy rara excepci6n (véase Mendikoetxea, en este vol.), cualquier predicado -intransitivo(3a), transitivo (3b), inacusativo o ergativo (3c)6, copulativo (3d) o pasivo (3e)- admite esta consnucci6n. 6 Los verbos ergativos o inacusativos forman una clase especial caracterizada por tener un único argumento (como los intransitivos) que tiene, en cambio, las propiedades semánticas y formales de un objeto (es decir, tiene propiedades similares al complemento directo de un verbo transitivo). La naturaleza mixta de tal argumento se ha atribuido al hecho de que ocupe la posici6n de un objeto (esto es, sea un argumento interno al SV). Por eso puede, en ocasiones, aparecer sin determinante si sigue al verbo (llega gente) y ser el sujeto de construcciones absolutas de participio (llegado ti momento, nos foimos al cine). A diferencia de los complementos directos, en cambio, estos sujetos internos no reciben caso acusativo del verbo (de ahí que éste se denomine 'inacusativo'), por lo que la única forma de legitimarse es mediante el caso propio del sujeto, el nominativo. Estos rasgos, bien conocidos y estudiados desde los trabajos ya cMsicos de Perlmuter (1978) y Bunio (1981), parecen ser la manifestaci6n de la forma en que se proyectan en la sintaxis las propiedades léxicoaspectuales de los verbos. Todo ello convierte a los inacusativos o ergativos en una clase bien delimitada, que en algunas lenguas presenta incluso marcas formales explícitas (por ejemplo, en la selecci6n del verbo auxiliar para formar los tiempos compuestos. como en italiano, francés o espafíol antiguo). Puede encontrarse un completo estudio de la inacusatividad en el libro de Levin y Rappaport-Hovav (1995). Para el español es fundamental el trabajo de Mendikoetxea (1999a).
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La particularidad que ofrecen estas construcciones es que ese sujeto no explícito no tiene una referencia determinada7: su significado puede acercarse al de un indefinido no específico 'alguien', o al de un genérico 'todo el mundo'. En ambos casos, su referencia es no espedfica 8. Esta interpretación se atribuyó, propuesta que creó cierta polémica en su momento, a la naturaleza de se como sujeto indeterminado, equiparable al francés on, al alemán man, al antiguo espafiol omme, o al actual uno. Esta hipótesis, planteada por primera vez por Oca (1914) y defendida por Lozano (1970, 1972) YJordan (1973), resulta adecuada desde un punto de vista semántico, puesto que es la presencia de se lo que implica o desencadena la interpretación no específica del argumento sujeto; sin embargo es inadecuada desde el punto de vista morfofonológico. La naturaleza de se como dítico o afijo verbal impide que pueda ser considerado un sujeto, y esa naturaleza parece quedar fuera de toda duda: se trata de un elemento átono, dítico del verbo flexivo del que no puede separarse (*se siempre llega tarde); tampoco puede preceder a la negación (*se no puede dormir aqul), ni elidirse sin que cambie el significado de la oración 9. 7 Coinciden en ello todos los estudios dedicados a estas construcciones. De la larguísima lista podemos citar estos tírulos: Quicoli (1971), Suñer (1974, 1976), Knowles (1975), Strozer (1975), Naro (1976), Lo Cascio (1976), González Mena de Lococo (1976), Llorente (1977), Lozano y Sommers (1979), Westphal (1979a, 1980a, 1980b), Takagaki (1981), Hernando Cuadrado (1988), Moreno Cabrera (1990a, 1990b), MasuUo (1990), Mendikoetxea (1992), y Raposo y Uriagereka (1994). 8 Muchos estudios califican esta interpretaci6n y los elementos que la tienen con el adjetivo 'arbitrario', calco del inglés arbitra? Sin embargo, el significado de este adjetivo en espafiol es muy diferente; según el DRAE, 'arbitrario' es 'que depende del arbitrio; que procede con arbitrariedad o la incluye', y 'arbitrariedad' es 'acto o proceder contrario a la justicia, la razón o las leyes, dictado sólo por la voluntad o el capricho'. Según esto 'interpretar arbitrariamente una construcci6n' no es sino interpretarla caprichosamente. Por esta raz6n no utilizaremos aquí este término, y usaremos en su lugar inespecífico o no específico. 9 Rebaten la idea de que se es sujeto Moellerling (1971), Davis (1972), Luján (1975) y Prado (1975); véase también Sabatini (1971, 1973, 1974. 1977) y, más recientemente, Balari y Bel (1990). En Prado (1975) pueden encontrarse los principales argumentos formales y es el que plantea la cuesti6n en sus términos más interesantes: ~c6mo se derivan las oraciones impersonales con se si no hay un objeto subyacente que se relacione con el clítico? Esta cuesti6n está íntimamente relacionada con otra polémica igualmente antigua pero sólo recientemente formulada en términos te6ricos precisos: el caso del pronombre. Volveremos sobre ello en el §5.2.3.
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Si el ditico se no es el sujeto de la oración ¿cuál es el sujeto? Se puede responder esta pregunta de dos formas distintas, aunque no contradictorias. De un lado, puede afirmarse que el sujeto es la flexión verhal (es la postura que defiende, por ejemplo, Fernández Rarnfrez (1987), Yque se mantiene, en general, entre los gramáticos funcionalistas). Desde este punto de vista, los rasgos de persona del verbo constituyen una entidad semipronominal y son el sujeto flexivo de la oración. Quienes asf opinan afirman que en las impersonales con se, el sujeto formal es la flexión verbal, y el clítico aporta la información necesaria para que ésta sea interpretada de forma genérica o no específica. De otro lado, quienes defienden la existencia de categorías vacías, esto es, de elementos que tienen rasgos formales y semánticos pero carecen de realización fónica, afirman que el sujeto de las impersonales con se es un pronombre nulo (denominado pro por convención) que ocupa la posición de argumento externo --esto es, la posición que ocuparía un pronombre explicito o un sintagma nominal-o Nuevamente, la presencia de se es lo que desencadena la interpretación impersonal de la construcción, al hacer que la flexión pierda sus rasgos definidos, esto es, al hacer que los rasgos de persona y número no puedan ser interpretados como referenciales. La necesaria concordancia del pronombre nulo con la flexión hace que aquél se interprete como no específico (cf. Otero, 1986)10. Como puede verse, ambas posturas coinciden en atribuir al dftico las propiedades de las impersonales con se, aunque difieren en el tipo de análisis y en los fundamentos teóricos sobre los que los sustentan. En ambos casos, la cuestión central es cómo se obtiene la interpretación no específica; a la discusión de este problema dedicaremos el § 1.2. Antes, veremos algunas propiedades formales y semánticas relevantes, a lo que nos ayudará la comparación con otras formas de impersonalidad. a) En primer lugar, las construcciones de se impersonal requieren una flexión verbal finita de tercera persona del singular. Sobre la 10 Esta es la postura defendida por la Gramática Generativa, en especial dentro del modelo de Principios y Parámetros (Chomsky 1981). La justificaci6n de las categorías vacías es te6rica y se halla en los requisitos configuracionales de las estructuras sintácticas. Puede encontrarse éste y otros argumentos a favor de las categorías vacías en el capítulo 4 de Hernanz y Brucart (1987). Sobre sujetos nulos en espatíol y los aspectos formales relacionados con ellos pueden verse Bosque (1989) y Fernández Soriano (1989).
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incompatibilidad de esta construcción con formas no finitas trataremos en detalle en § 1.4. En cuanto a la tercera persona de singular, parece lógico suponer que la forma no marcada del sistema, la no persona, sea la idónea para identificar un sujeto con interpretación no específica. De hecho, las construcciones impersonales con se comparten este rasgo con aquellas en que la flexión de tercera persona de plural se interpreta de forma indefinida 11: (4) Uaman a la puerta. En cuanto al número, parece que en español éste es obligatoriamente singular aun cuando pueda interpretarse el sujeto como un grupo 12: II Sobre las propiedades de estas construcciones en comparación con las impersonales con se, véase Sufíer (1983). En Jaeggli (1986) se analizan ambas y adem:is los otros tipos de construcciones con sujetos no especIficos que mencionaremos aquí: las de segunda persona de singular y las que tienen como sujeto e! indefinido uno. Sobre las primeras véase especialmente Hernanz (1990, 1994); las diferencias y similitudes entre se impersonal y uno pueden encontrarse en Gómez Molina (1981), Takahashi (1982) YMorales (1992). 12 En cambio, en italiano e! si impersonal tiene por defecto número plural, lo que posibilita rambién la presencia de pronombres recíprocos o cuantificadores flotantes referidos al sujeto tácito: (i) Non si e mai contenti. lit. No se está nunca contentos. 'No se est~ nunca contento'. (ii) Si era parlato l' uno con l'altro. lit Se había hablado e! uno con e! otro. 'Hablaron unos con otros'. (iii) Si e reagito a sproposito tutti. lit. Se ha reaccionado en contra todos. 'Reaccionaron todos en contra'. La imposibilidad de tener datos como estos en espafíol, como demuestra la desviación de las traducciones literales, parece probar que e! sujeto t~cito de las impersonales con se no es plural en nuestra lengua aunque su interpretación semántica implique pluralidad. No es una prueba en contra de esta afirmación e! hecho de que algunos predicados que exigen sujetos plurales -simétricos, recIprocos, colectivos - admitan se, como en (iv), ejemplo de Sufíer (1983), y (v); recuérdese que estos predicados también admiten construcciones en singular, por lo que los ejemplos siguientes pueden interpretarse de forma que e! sujeto implícito converge o pelea con otro argumento también implícito. (iv) Se convergió en la oficina de! decano. (v) Se peleó mucho en las calles aquel invierno.
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(5) a. Se estuvo esperando (*todos) a tu hermano. b. Cuando se está cansado(*s) no se puede trabajar bien. c. Se está embarazada o no se está esperando. Finalmente, (5c) muestra que la especificaci6n de género parece condicionada por factores más pragmáticos que gramaticales, pues siendo el masculino el género no marcado, puede en cambio aparecer el femenino si el contexto lo hace necesario, bien porque se generalice sobre un grupo femenino, bien porque los requisitos semánticos del predicado así lo exijan. b) Se ha notado reiteradamente en la bibliografía 13 que el sujeto tácito de las construcciones con se es interpretado necesariamente como humano. Este es el motivo de que sean agramaticales o an6malas oraciones como *se ladra mucho aqul o *en esta casa se muerde a los invitados continuamente, que resultarían adecuadas, sin embargo, con un sentido traslaticio, es decir, si quisiésemos dar a entender que las personas se comportan como animales. Según Jaeggli (1986: 55), esta interpretaci6n humana es obligatoria para todos los sujetos nulos, generalizaci6n que Rizzi (1986) ya propuso para los objetos. Tal principio parece tener, sin embargo, bases de naturaleza no tanto sintáctica como pragmática. Kañsky (1992) observa que la asignaci6n de este rasgo 'humano' se da por una especie de convenci6n según la cual si no hay indicaci6n contextual explícita, hablar de propiedades de individuos equivale a hablar de propiedades de individuos humanos. Esta convenci6n parece tener un origen discursivo: los elementos no referenciales -y el sujeto de las impersonales con se lo es en cualquier casotoman su referencia del discurso, de ahí que hayan de ser primera o segunda persona, pues son las que representan los participantes en la comunicación. Esto explica que un no humano al que convirtamos en interlocutor pueda ser un referente válido para los argumentos inespecíficos: una oraci6n como no se ladra a los invitados resultará aceptable si se pronuncia dirigiéndose uno a su propiO perro.
13 En español, el primero en hacerlo es Molina Redondo (1974). También Napoli (1976a: 134), Suñer (1983) y Jaeggli (1986: 55).
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e) Una de las características de la construcci6n de se impersonal consiste en la posibilidad de incluir o excluir al hablante. Frente a ella, las construcciones inespecíficas de segunda persona y las que tienen por sujeto el indefinido uno tienden a incluirlo siempre, mientras que las de tercera persona de plural lo excluyen de forma sistemática 14. Así lo corroboran los datos estadísticos ofrecidos por Morales (1997) sobre un extenso corpus de muestras orales. La versatilidad de las construcciones con se hace que puedan intercambiarse tanto con las formas incluyentes como con las excluyentes. Esta es la conclusi6n a la que llega la autora citada, de quien tomamos el siguiente ejemplo (los subrayados son nuestros): (6) Esa es una de las penas del departamento. Como los estudiantes tienen tantos requisitos, no se les puede exigir que tengan muchos requisitos previos, así es que a veces usted tiene un estudiante cogiendo arte contemporáneo que no han tomado clásicos ... van a que uno les enseñe todo (Morales, 1997: 419). Las diferencias entre las distintas construcciones con sujetos inespecíficos respecto a este punto parecen estar en su distinto origen. Las formas uno y túincsp. fueron inicialmente meros mecanismos formales para no mencionar al hablante y parece que carecieron de interpretaci6n no referencial hasta épocas muy recientes l5 . Ésta pudo llegar en virtud de una generalizaci6n que el hablante elabora sobre su propia experiencia. El uso genérico no es, por tanto, más que una forma de alusi6n indirecta al hablante que hace extensivo el predicado que le afecta a otros posibles sujetos. Las de tercera persona de plural, por su parte, implican una elecci6n deliberada de la flexi6n de la no persona (y por definici6n excluyente del hablante (cf. Jaeggli (1986: 54» para hacer referencia a un sujeto inespecífico. 14 Nos hace notar Ignacio Bosque que el sujeto inespeclfico del francés on incluye con frecuencia al hablante, lo que hace que deba traducirse por una primera persona de plural, pero no por una impersonal con se. On-y-va? no significa , ),., )' ése va. , SIDO évamos. . 15 Esta es la conclusión a la que llega Morales (1997), quien observa que en el s. XVI únicamente se utilizaban como fórmulas de referencia inespeclfica del sujeto la tercera de plural y se impersonal, siendo las formas incluyentes uno y t'Úinesp. mucho más modernas.
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Las construcciones impersonales con se no siguen ni uno ni otro camino: su origen está en la generalización de uno de los mecanismos que la gramática ofrecía para ignorar al argumento agente (véase el §5.1), de ahí que no fuera ni excluyente ni incluyente por definición. En otras palabras, las construcciones impersonales con se no hacen referencia al hablante más que como miembro de una generalidad a la que se alude en toda su extensión. De ahí puede venir el que, pese a la interpretación incluyente, no suponga nunca una experiencia directa, como muestra el siguiente contraste de Otero (en este vol.): (7) En los paises victimizados por el Evil Empire {uno I se}
sufre mucho. Nótese que mientras uno sí implica experiencia directa, se impersonal no lo hace. Al mismo tiempo, la inclusión del hablante puede explicar que éste último pueda estar asociado con uno, pero no con si, mientras que un sujeto tácito referencial sólo es compatible con sI, pero no con uno, ejemplos de Otero (en este vol.): (8) a. Siempre se quiere hablar sobre {*síluno} mismo. b. Siempre quiere hablar sobre {síl*uno}. d) Hay otra diferencia entre los cuatro mecanismos que no deja de resultar misteriosa. La construcci6n de sujeto inespecífico de tercera de plural se da únicamente con predicados que no tengan sujetos derivados sintácticamente. Por eso es posible en oraciones transitivas e intransitivas, pero no en pasivas, medias o ergativas, construcciones todas ellas cuyos sujetos sufren un proceso derivacional por el cual se les asignan las propiedades formales de un sujeto a pesar de ser nocionalmente objetos 16. Esta restric-
16 Es la llamada generalización de Bunio (1981, 1986): un predicado que no asigna papel temático a su argumento externo no asigna tampoco caso a su argumento interno, de ahí que los predicados que seleccionan un único argumento y éste es interno no lo legitimen con el caso acusativo --que sería el propio de la posición en la que se generan-o Como no pueden legitimarse como complementos lo hacen como sujetos, y -sea o no por movimiento-- terminan concordando con el verbo y recibiendo el caso que la flexión asigna al argumento externo. Por eso se les considera sujetos derivados.
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ción, observada por primera vez por Jaeggli (I986: 49-50) se muestra en los siguientes ejemplos: (9) a. Fueron asesinados por criminales [+def] I #[-def]. b. Llegan cansados después de un viaje tan largo [+def] I #[-def]. c. Dijeron que habría huelga esta semana [+def] I [-def].
Las dos primeras oraciones de (9) no admiten una interpretación inespecífica del sujeto, es decir, en (9a) se habla de personas introducidas en el discurso anterior pero en ningún caso podríamos utilizar esta frase para aludir a un grupo indeterminado de personas que no se ha presentado previamente, y lo mismo para (9b). En cambio, la oración transitiva (9c) admite las dos interpretaciones: o bien hablamos de un grupo específico de personas ya mencionado, o bien nos referimos de forma genérica a un grupo inespecífico. Esta restricción no se da en las impersonales con se, como prueba la gramaticalidad de se llega cansado después de un viaje tan largo o se fue asesinado sin piedad. Por el contrario, la tercera persona de plural con interpretación no definida sí puede aparecer en contextos de ascenso, que le están vedados a sel?: (lO)a. Parecen haber forzado la puerta para entrar. b. *Se parece haber forzado la puerta para entrar. Volveremos sobre esta cuestión al hablar de las construcciones con se impersonal en oraciones no finitas. en el § 1.4. 17 Se denominan 'verbos de ascenso' aquellos que tienen como sujeto formal el sujeto semántico del verbo no finito que toman como complemento. En espafiol, el verbo parecer da lugar a construcciones de ascenso cuando selecciona como complemento no una oraci6n flexiva (como en (i», sino una oraci6n de infinitivo. Dado que el infinitivo no puede legitimar su sujeto con un caso adecuado (cf. (ii», éste "sube" a la posici6n del verbo principal, cuya flexi6n finita sí lo legitima y con el que concuerda (cf. (üi». Sobre estas construcciones en espafiol, véase Fernández Leborans y Dfaz Bautista (1990):
(i)
Parece que los niños ya han venido.
(ii)
"'Parece los niños haber venido ya.
(iii) Los niños parecen haber venido ya.
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1.2. La interpretación inespedfica de las impersonales con se Como queda dicho, el rasgo más sobresaliente de estas construccic:r nes es que su sujeto tácito recibe una interpretación inespecffica. Estudios recientes han venido a demostrar que esta generalización, lejos de agotar la descripción, no hace sino abrir nuevas cuestiones aún no muy bien conocidas. La más importante es, sin duda, en qué consiste realmente esa interpretación inespedfica, en virtud de qué propiedades formales o semánticas de las construcciones puede surgir y qué factores la restringen, si es que hay alguno. En este apartado intentaremos mostrar lo complejo de estas preguntas viendo algunos de los análisis propuestos. El primer hecho que salta a la vista es que la interpretación inespecífica no es unitaria, sino que esconde al menos dos posibilidades a las que ya nos hemos referido de manera informal: una interpretación 'genérica' y una interpretación 'existencial' 18. En el primer caso, d sujeto tácito tiene una lectura cuasi-universal, según la cual la oración tiene el valor de un aserto genérico incompatible con la existencia de un único individuo que satisfaga la descripción; se interpreta entonces que el predicado afecta a un grupo sin especificar, similar a 'todo el mundo' o 'cualquiera'. En la lectwa existencial, por el contrario, el sujeto tácito se interpreta de forma similar a 'alguien' y la oración es compatible con la existencia de un único individuo que satisfaga la descripción. La primera interpretación sería la más adecuada para (tIa), la segunda para (tlb) : (tl)a. Siempre se llega pronto a la primera cita. b. Se ha protestado por la sentencia, aunque no sabemos quién exactamente. Lo curioso es que ambas interpretaciones no son posibilidades abiertas e irrestrictas dependientes de factores más o menos contextuales, sino que parecen restringidas por distintos factores. La delimitación de éstos es interesante porque ha condicionado las hipótesis sobre la forma en que se obtiene la interpretación inespecífica del sujeto tácito. Veremos a continuación algunos de ellos. 18 Los términos 'genérico' y 'existencial' están tomados de Cinque (1988), y los utiliza también Mendikoetxea (1992, 1999b Y en este vol.). La primera autora, que sepamos, en discernir ambas posibilidades fue Napoli (1976a), para quien la diferencia consistía en la especificidad de la lectura existencial frente a la inespecificidad de la genérica.
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a) Las interpretaciones genérica y existencial están relacionadas con las propiedades léxico-semánticas del predicado. Esta es la postura que defiende Cinque (1988), quien muestra que los predicados transitivos e intransitivos admiten en cualquier caso la doble interpretación, mientras que los verbos inacusativos y estativos únicamente reciben interpretación genérica. Obsérvese que los siguientes ejemplos sólo pueden interpretarse genéricamente: (universal! #existencial) (12)a. Se entra por aquí. b. Se llega tarde sólo cuando es inevitable. (universal! #existencial) c. Siempre se nace con poco pelo. (universal! #existencial) d. Se es honrado en este banco. (universal! # existencial) Obsérvese que resultaría anómalo añadir a los ejemplos anteriores una frase como aunque no sabemos quién exactamente, porque forzaría una interpretación existencial al igual que lo hace en (11b). Cinque (1988) atribuyó esta restricción a la distinta naturaleza de se, que tendría valor argumental en el caso de las construcciones con verbos transitivos o intransitivos pero sería no argumental en las construcciones con verbos inacusativos yestativos1 9• Esta hipótesis, además de resultar excesivamente estipulativa, pierde solidez si suponemos, como hace Dobrovie-Sorin (1998), que las diferencias entre se argumental y no argumental esconden, en realidad, las que existen entre se impersonal y se pasivo. Volveremos sobre este punto en el § 1.4. b) Las interpretaciones genérica y existencial tienen que ver con la naturaleza tempo-aspectual del predicado. Esta es la hipóte-
19 Cinque propone que la diferencia entre St argumental y no argumental tiene como correlato una diferencia estructural: el primero se generaría en Flex, y el sujeto tácito (pro) ocuparía la posición de argumento externo; en cambio, el segundo se correspondería con un sujeto nulo generado en la posición de argumento interno. Basa su argumentación a favor de la existencia de dos ses en las diferentes posibilidades de combinación del St impersonal con predicados no finitos; sólo el st argumental puede aparecer en oraciones no finitas y, en consecuencia. sólo podrán aparecer en ellas los verbos que pueden asignar papel temático al pronombre nulo asociado con se. Volveremos sobre esta cuestión en el §1.4.
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sis de De Miguel (1992). Según esta autora, la interpretaci6n genérica o universal aparece asociada a una flexi6n verbal con un tiempo/aspecto no específico (en español, el presente de indicativo, que aparece en todos los ejemplos de (12», que permite que la oraci6n se interprete como la formulaci6n de una verdad de carácter general no ligada al tiempo. En cambio, la interpretaci6n existencial se da con un tiempo/aspecto específico. La imposibilidad de que los verbos inacusativos reciban esta interpretaci6n existencial (cf. (12» se debería, según De Miguel, a que denotan procesos y son intrínsecamente imperfectivos, incompatibles por tanto con un tiempo/aspecto específico. Ahora bien, este análisis hace algunas predicciones err6neas. De él se sigue, en primer lugar. que no podrá haber impersonales con se que tengan verbos inacusativos con tiempos específicos. es decir, con tiempos verbales distintos del presente; pero la gramaticalidad de una oraci6n como ayer se llegó tarde a trabajar demuestran que esto no se cumple. En segundo lugar. como observa Mendikoetxea (en este volumen), sí son posibles lecturas existenciales en contextos con tiempo genérico si el cuantificador universal liga una variable situacional; en otras palabras. si lo que se interpreta genéricamente es el tiempo. no uno de los argumentos: (13)a. En estas reuniones siempre se habla de lo mismo. b. Ayer se hab16 de política en la facultad. En (13a) es posible una interpretaci6n existencial del sujeto inespecífico si el aspecto genérico del predicado incide sobre el adjunto en estas reuniones; según esta lectura. siempre sucede que en esas reuniones hay alguien -interpretaci6n existencial- que habla de lo mismo; de forma paralela, (13b) puede interpretarse genéricamente a pesar de que no hay referencia tempo-aspectual genérica: ayer todo el mundo habló de polltica en la facultad. Estos datos parecen mostrar que no es determinante el vínculo entre la interpretaci6n genérica o específica del sujeto tácito y las propiedades aspectuales de la oraci6n. c) La diferencia entre las interpretaciones genérica y existencial tiene que ver con la forma en que se restringe la denotaci6n del suje-
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to tácito. Este es el análisis que propone Mendikoetxea (en este volumen). La idea central es que las oraciones que contienen un sujeto tácito asociado a se son secuencias temáticamente incompletas porque el predicado afecta a una entidad cuya denotaci6n no está restringida y que no tiene, en consecuencia, contenido semántico. Para hacer la oraci6n semánticamente interpretable pueden utilizarse dos mecanismos distintos; la elecci6n de uno u otro determinará que la interpretaci6n sea genérica o existencial.
La primera posibilidad consiste en interpretar que el predicado lo es del argumento locativo. Se trata de un argumento espacio-temporal, conocido también como argumento-e o argumento davidsoniano, que aparece en los predicados que denotan propiedades temporales y que contienen algún SN referencial. El argumento locativo actúa como una especie de anclaje en la situaci6n comunicativa y puede ser el sujeto de la predicaci6n, de tal forma que la construcci6n se interpreta como un aserto acerca del dominio del discurso y el sujeto tácito recibe una lectura existencial. Este mecanismo interpretativo es posible en las construcciones impersonales con verbos transitivos e intransitivos porque tienen argumentos referenciales 20. En cambio, los predicados inacusativos y atributivos no contienen argumentos referenciales que permitan el anclaje temporal, y por lo tanto carecen de argumento locativo que pueda servir de sujeto de la predicaci6n. Esta es la raz6n, según Mendikoetxea (en este vol.) de que no tengan interpretaci6n existencial. La segunda posibilidad es que la oraci6n se interprete como una relaci6n de inclusi6n entre dos predicados, cuyo resultado será siempre un aserto genérico. Basándose en Kariski (1993), Mendikoetxea propone que este es el mecanismo interpretativo que se aplica opcionalmente a las impersonales con se cuyo verbo es transitivo o intransitivo (como (14», y obligatoriamente a las que contienen verbos inacusativos o estativos (como (15»: 20 En el caso de los intransitivos, este argumento referencial correspondería siempre con un objeto cognado que puede hacerse explícito opcionalmente, como en vivir (la vida) (compárese con el inacusativo *llegar la llegada). El carácter diádico de los verbos intransitivos ha sido defendido por Hale y Keyser (1993) y Levin y Rapappon-Hovav (1995) y resulta sumamente creíble a la vista de la posibilidad de construir pasivas a partir de intransitivos en algunas lenguas. Véase el §1.4.
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(14)a. Se canta {x: canta(x)} e {z: canciones(z)} b. Se admira a las personas inteligentes. {x: admiracx)} e {z: personas inteligentes(z)} 'Vx, personas inteligentes (y)1 admirar y (x)21
(15)
Se es feliz de vacaciones. i. [se es feliz] 1 [de vacaciones] sujeto predicado ii. {x: feliz(x)} e {z: de vacaciones(z)}
La diferencia entre este mecanismo y el anterior consiste en que en este caso el sujeto de la predicación no es una entidad referencial (ni nominal, puesto que el sujeto tácito representa una entidad irrestricta, ni locativo, puesto que no hay cerrado existencial) sino otro predicado. Con este análisis Mendikoetxea quiere dar cuenta del hecho de que las impersonales con se que contienen verbos inacusalivos o estativos exigen además algún tipo de complementación. Obsérvese que los ejemplos de (16) --excepto el primero, tomados de De Miguel (1992: 157)- resultarían agramaticales sin los sintagmas en curS1va: (I 6) a. b. c. d.
Se es feliz de vacaciones. Se llega tarde sólo cuando es inevitable. Siempre se nace con poco pelo. Se muere sin dignidad cuando se ha vivido sin amor.
Según la autora, una oración como se es feliz denota un predicado incompleto que no dice nada acerca del mundo y cuyo valor de
21 Mendikoetxea no es explícita respecto a la representación semántica de este tipo de oraciones con interpretación universal. Si bien es ciena la intuición de que en tales casos también obtenemos la lectura universal porque de alguna forma se deduce que admirar incluye 'admirar a las personas inteligentes', no resulta obvio cuál habría de ser la formalización correcta. Parece que más que establecer una relación de inclusión entre dos predicados independientes 'admirar' y 'personas inteligentes' (piénsese que todo SN puede interpretarse como un predicado, esto es, como un conjunto de propiedades) se establece una relación de inclusión entre 'admirar' y 'admirar a personas inteligentes' de manera que la interpretación de (14b) sería: 'siempre que se admira se admira a personas inteligentes'.
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verdad es imposible verificar, puesto que es imposible concebir el conjunto de los entes existentes como igual al conjunto de los entes felices. La presencia de los adjuntos hace que la oración pueda interpretarse como una relación verificable entre dos predicados: uno está incluido en el otro, o, dicho en términos no formales, siempre que se produce cierto evento, se produce también el otr0 22 • Las pasivas impersonales con se como las que estudia Suñer (en este volumen) tienen las propiedades de construcciones inacusativas -puesto que se trata de oraciones pasivas- y deberían, por tanto, tener las mismas restricciones que los verbos inacusativos: necesitan algún tipo de complementación y excluyen necesariamente la interpretación existencial. Las oraciones de (17a, d) parecen incompletas semánticamente frente a (17b, c) y (17d), respectivamente. ÉStas, a su vez, sólo pueden ser interpretadas genéricamente: (17) a. #Se es mimado. b. Se es mimado en extremo en esta guardería. c. Cuando se es mimado en extremo, se sienten celos de los hermanos menores. d. #Se es conocido. e. Se es conocido por los propios hechos. Suñer (en este vol.) atribuye la lectura genérica a la presencia de un operador no selectivo que liga el sujeto tácito. De hecho, en estas estructuras el sujeto inespecífico es, en realidad, un objeto nocional puesto que el predicado es pasivo, y estos objetos nulos no pueden tener interpretación referencial. Un análisis que no suponga ningún operador como activador de la lectura genérica del sujeto tácito, como el de Mendikoetxea, puede también dar cuenta de los datos, pero se enfrenta con la paradoja de por qué un predicado pasivo se
22 Este análisis es equivalente al que Hernan:z. (I994) propone para los infinitivos no controlados como los que aparecen en (i); el sujeto de estos infinitivos, que aparentemente es una variable libre, esto es, una entidad nominal cuyo significado no está restringido, puede interpretarse porque estas construcciones esconden una oración condicional que supone una relación de predicación entre dos eventos:
(i)
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Escribir es llorar. (x: escribir(.)} e (:z.: llorar(z)} 'r/x, escribir(x) I llorar (x).
comporta como un predicado mínimo, y un verbo intransitivo no. En otras palabras, si un objeto cognado sirve para convertir en diádico un predicado ¿por qué un objeto nulo de interpretación inespedfica no lo hace? En el apartado siguiente revisamos esta y otras cuestiones que el análisis de Mendikoetxea deja abiertas. Lo haremos al valorar las tres hipótesis examinadas hasta ahora a la luz de nuevos datos. d) Tal vez el problema más conspicuo con que se enfrentan t¡uienes tratan de dar cuenta de la interpretación inespecífica de las impersonales con se es la tajante delimitación de las interpretaciones genérica y existencial por un lado, y su asociación con cierto tipo de predicados por otro. Ambos hechos, sin embargo, son, en nuestra opinión, controvertidos. De un lado, parece que no sólo los predicados inacusativos y estativos son semánticamente incompletos sin la presencia de ciertos adjuntos. También las oraciones transitivas e intransitivas parecen requerir algún tipo de complementación para 'significar algo', y ello independientemente de que su interpretación sea genérica o existencial: (I8)a. b. c. d.
?Se telefonea. Aquí se telefonea a todas horas. ?Se llamó a la puerta. Al llegar, se llamó a la puerta para ver si había alguien.
Igualmente, oraciones con sujetos genéricos que no tienen se impersonal exigen también este tipo de complementación (el ejemplo (19a) nos lo sugiere 1. Bosque): #La gente {nace / llega}. La gente {nace con poco pelo / llega tarde los lunes} tUno se cansa. Uno se cansa cuando trabaja mucho. #El hombre es conocido. f. El hombre es conocido por sus hechos.
(I9)a. b. c. d. e.
Obsérvese que el indefinido uno resulta adecuado en (19c) si se interpreta como referencial, ya sea como una anáfora ligada por un sintagma introducido previamente (varios corredores inician el mara33
tón pero uno se cansa enseguida y abandona), ya sea como sustituto de la primera persona de singular. En cambio, en (19d) puede interpretarse como no referencial o genérico. Lo mismo se aplica a (19d) respecto a la interpretación genérica de el hombre. Estos datos sugieren que la exigencia de complementación en las oraciones con se impersonal no atañe tanto a las condiciones que restringen la delimitación de una categoría vacía, como supone Mendikoetxea, sino a los principios generales que han de satisfacer los enunciados para poder ser interpretados genéricamente. En cuanto a la relación entre las propiedades tempo-aspectuales del predicado y su interpretación genérica y/o existencial, parece que alguna debe de haber a la vista de la incuestionable agramaticalidad de ejemplos como los de (20), en los que la interpretación genérica es incompatible con un tiempo específico: (20)a. *Se murió sin dignidad cuando se vivió sin amor. b. *En el Medioevo se fue explotado por los poderosos. Suñer (en este volumen), atribuye dicha incompatibilidad a que el operador nulo responsable de la lectura genérica del sujeto liga también al tiempo y exige que éste se interprete también genéricamente. Mendikoetxea, por su parte, da cuenta indirectamente de estos datos porque la relación entre predicados exige tiempo genérico. Ambas explicaciones asocian, pues, la interpretación genérica de la oración y la del tiempo. Se enfrentan, sin embargo, con el hecho de que nada impide un aserto genérico en el pasado si no se trata de impersonales con se (cf. Si naciste para martillo del cielo te caen los clavos) y también con la posibilidad de tener impersonales con se genéricas en pretérito perfecto, como muestran los siguientes contrastes: (21)a. *Si se estuvo en la cárcel, es muy difícil encontrar trabajo después. b. Si se ha estado en la cárcel es muy difícil encontrar trabajo después. c. *Cuando se fue engañado una vez, se tiene más cuidado. d. Cuando se ha sido engañado una vez, se tiene más cuidado. Parece, pues, que alguna conciliación debe haber entre las dos formas de legitimar un aserto genérico -por un operador nulo y por predicación- que permita explicar estos datos. 34
1.3. Construcciones impersonales transitivas con se
Las construcciones impersonales con se y verbos transitivos planlean cuestiones específicas por su posible solapamiento con las consrrucciones pasivas. La confusión entre una y otra clase de se -impersonal y pasivo-- hace que presenten un alto grado de inestabilidad. Considérese el siguiente par: (22)a. Se busca a los culpables de esta catástrofe. b. Se buscan camareros para ese puesto.
Las dos oraciones comparten varias propiedades. Ambas tienen explícito el paciente o argumento interno pero callan el argumento externo. En otras palabras, el agente que el verbo buscar prevé en su estructura argumental no tiene realización explícita en ninguno de los dos casos; de ahí que ambas se consideren semánticamente impersonales. Dicho agente parece estar implícito de forma distinta en cada caso: en (22a) como un sujeto tácito con interpretación inespecífica, en (22b) como un adjunto que puede aparecer precedido por la preposición por (se buscan camareros por eIINEM). Las diferencias entre los ejemplos de (22) son, fundamentalmente, formales, y atafien a la función sintáctica que atribuyen al argumento interno o paciente. En (22a), éste es también complemento directo y exige la presencia de la preposición, no concuerda con el verbo y puede ser sustituido por un pronombre (cf. (23a,b,c,) respectivamente); se trata, pues, de oraciones impersonales con se transitivas. En las de (22b), en cambio, el paciente tiene la función de sujeto: concuerda con el verbo, no puede pronominalizarse y tampoco admite la preposición a (cf. (24a,b,c) respectivamente); son, por tanto, construcciones pasivas: (23)a. *Se busca los culpables de esta catástrofe. b. *Se buscan a los culpables de esta catástrofe 23 • c. Se les busca.
23 Oraciones como esta son agramatica1es pero no inexistentes. Todos los estudios estadísticos acerca de las construcciones impersonales con se y verbos transitivos mencionan la existencia de un exiguo número de datos en las que el verbo concuerda con el complemento.
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(24)a. Se buscan camareros por el INEM. b. *Se les buscan. c. *Se buscan a camareros.
Las construcciones con se y verbos transitivos se construyen bien como (22a) bien como (22b), bien como ambas indistintamente: unas, sólo pueden dar lugar a impersonales; otras sólo a pasivas reflejas y un buen número de ellas están a caballo entre unas y otras. Los factores que influyen en la determinación de a qué tipo se adscribe una construcción transitiva con se tienen que ver con el tipo de complemento y con el tipo de predicado. Respecto al tipo de predicado, aquellos verbos transitivos que rigen a de forma obligatoria sólo pueden construirse como impersonales transitivas. Entre ellos están avisar, amenazar, convencer, proteger y otros muchos. Los análisis históricos parecen indicar que fueron los predicados de este tipo, que regían dativo en latín, los que propiciaron la extensión de la preposición a otros verbos transitivos. En cuanto al tipo de objeto, se construyen sólo como (22a) las construcciones transitivas que tienen objetos definidos y hurnanos24• Volveremos en el §2.2.1 sobre las razones que impiden a estos SSNN ser sujetos pacientes de construcciones pasivas con se. Nos interesa ahora ver qué sucede con la extensa área de fluctuación delimitada por las dos restricciones anteriores. En efecto, todas las construcciones transitivas que no caen en ninguno de los dos casos anteriores (es decir, no contienen verbos que rigen a y no tienen objetos humanos y definidos) parecen permitir tanto la construcción impersonal (es decir, como (22a» o la pasiva refleja (como (22b». Esto es, parecen coexistir los dos tipos de estructuras de (25): (25)a. Se busca camareros I Se vende flores. b. Se buscan camareros I Se venden flores. Sobre las posibilidades anteriores se han hecho algunos análisis pormenorizados que parecen confirmar el predominio de la segunda frente a la primera25 • DeMello (1995), en un minucioso 24 Es decir, los mismos SSNN que requieren la preposición a para ser complementos de un verbo transitivo. Véase Pensado (1995). 25 Véase, por ejemplo, el estudio sociológico de Nymark (1977), quien afirma que no hay extensión de la no concordancia en detrimento de la concordancia; trata la cuestión tempranamente Hodcroft (1961) y la desarrollan por extenso Manín Zorraquino (1979), Westphal (1980a), DeMello (1995) y De Kock (1997).
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estudio basado en los datos del proyecto de la norma culta de las capitales hispanas, concluye que la concordancia en la estructura se venden flores es predominante (con un porcentaje aproximado del 90%) incluso cuando el paciente es personal, en cuyo caso los porcentajes no varían significativamente. Se corrobora, además, la relaci6n entre definitud del objeto nocional y tendencia a no concordar: de los casos de no concordancia, el 66% tiene determinante y el 34% no lo tiene. El estudio de DeMello afíade otro dato que parece intervenir crucialmente: el orden de los elementos resulta decisivo, pues no hay casos de no concordancia con el SN antepuesto al verbo, excepto si se trata del antecedente de una oraci6n de relativo (como en las flores que se vende(n) 26. Si bien los datos estadísticos muestran una acusada tendencia al uso de la construcci6n pasiva (concordada) cuando el objeto no es humano y definido, desde un punto de vista te6rico no puede eludirse el problema planteado por la existencia de construcciones no concordadas. ¿Son igualmente posibles las dos construcciones?; si lo son, ¿se trata de construcciones equivalentes o distintas? En las respuestas que se han dado a estas preguntas se han mezclado a menudo criterios dispares. Sin duda el más problemático ha sido el que delimita la gramaticalidad, la aceptabilidad y la correcci6n de las construcciones27 • Podemos diferenciar tres posturas diferentes.
26 A similar conclusión llega Martín Zorraquino (1978), quien, sobre recuentos estadísticos, afirma que el objeto nocional determinado tiende a concordar con el verbo cuando se interpreta como tópico y ocupa la posición preverbal. 27 Como es sabido, se consideran gramaticales las oraciones o frases que se ajustan a las reglas y principios de la gramática y agramaticales las que no lo hacen. De otra pane, un enunciado es aceptable si es admisible o adecuado en una situación concreta de habla, en función de factores no exclusivamente gramaticales, como pueden ser la adecuación al contexto, la conformidad con un registro apropiado con la situación comunicativa, etc. La corrección, finalmente, es un concepto normativo que mide la conformidad de las expresiones con las normas de uso. Los tres conceptos pueden solaparse: con frecuencia lo correcto es también lo gramatical y aceptable, pero conviene no perder de vista que se trata de nociones independientes. Mientras que la gramaticalidad atafíe a la propiedades intrínsecas del sistema lingüístico, la corrección atafíe a normas externas a él.
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a) La tradición gramatical sanciona la construcción no concordada como una incorrección que debe evitarse. Desde tal punto de vista, la construcción concordada (cf. (25b» es la única admisible y ha de ser analizada como una pasiva refleja. Dado que la elección entre ambas estructuras se basa en criterios de corrección, la existencia de construcciones no concordadas no supone un hecho que haya de ser explicado, sino un defecto que ha de corregirse. Pero bajo este punto de vista late un problema que a menudo ni siquiera se plantea: si hay construcciones impersonales transitivas con objetos determinados ¿por qué no con objetos indeterminados? b) La construcción no concordada (cf. (25a» es gramatical y se analiza como una oración activa impersonal. La construcción concordada sería una especie de epifenómeno, un caso especial de concordancia con el objeto, que los hablantes aceptan pero que es contraria a las reglas del sistema lingüístico (es, por tanto, una construcción agramatical pero aceptable). La consecuencia lógica de este planteamiento es que las construcciones pasivas con se no existen. Esta hipótesis fue defendida por primera vez en Otero (1965, 1966) Y alimentó una larga polémica. Frente a Contreras (1973) y Knowles (1974), Otero defiende en varios trabajos (1972, 1973, 1976) que la alternancia se vende(n) casas esconde, en realidad, una sola estructura en la que un complemento directo puede llegar a concordar con el verbo. En el fondo de la polémica están cuestiones centrales relativas a los criterios con que se determina qué es y qué no es un sujeto -poco se sabía entonces acerca de las propiedades híbridas de los sujetos internos al SV-, así como a los criterios de delimitación de distintos tipos de construcClones con se. c) Las construcciones de (25) son diferentes y ambas posibles. Entre quienes defienden esta postura, unos suponen que las diferencias son formales, pero hay una equivalencia semántica (Mendikoetxea,1999b). Otros, en cambio, parecen inclinarse por una diferenciación no sólo formal sino también semántica: en los casos de concordancia prevalecería la noción de pasividad y la construcción tendría las propiedades formales de la pasiva (concordancia, no asignación de acusativo, etc.) mientras que en la construcción no concor-
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dada prevalecería la interpretación de la oración como una impersonal con un sujeto inespecífico y el verbo mantendría las propiedades de cualquier verbo transitivo (cf. Otero, en este volumen). La opción por una de estas tres posibilidades está relacionada con el análisis que se haga de las construcciones impersonales transitivas en las que el complemento es un SN definido introducido por la preposición a. Estas construcciones no pueden ser consideradas más que impersonales, porque el argumento interno paciente no tiene ninguna propiedad de sujeto. Si se admite que se trata de un auténtico complemento directo, no parece haber ninguna razón teórica que excluya la existencia de complementos directos definidos (y por tanto, el sistema tendría de alguna forma prevista la existencia de oraciones impersonales como se ve las casas desde aqul). Ahora bien, cabe también la posibilidad de que ese argumento no sea un auténtico complemento directo, de modo que la construcción no sería una impersonal con se transitiva sino otra cosa. Pero ¿qué otra cosa? Bolinger (I969), quien tercia en la polémica a la que nos referíamos más arriba, afirma que la obligatoria presencia de la preposición y la pronominalización mediante un clítico dativo permite cuestionar el estatuto del argumento interno de (25a) como complemento directo. En efecto, la mayoría de los autores que han estudiado las secuencias de clíticos en construcciones impersonales con se28 están de acuerdo en que la construcción impersonal transitiva regía originariamente un clítico dativo, de modo que la serie se le(s) es la primigenia frente al uso actual de se la{s) y se Io(s). Fernández Ordóñez (1999: 1336) concluye tajantemente que la secuencia <se impersonal + le(s» no puede considerarse leísmo, sino uso etimológico de le{s).
28 Desde Bello (1847) y Cuervo (1950 y nota 106 a la gramática de Bello), se han ocupado de las secuencias de clíticos en construcciones impersonales Fernández Rarnfrez (1964). Santiago (1975), Fernández Lagunilla (1975), Garda González (19%); véase también Marcos Marfn (1978: 291-299) y Martín Zorraquino (1978), así como la comparación de ambos análisis por Torreblanca (1982). Puede encontrarse una revisión actualizada con nuevos datos en Fernández Ordóñez (1999: §21.2.1.6), donde se refleja también la variación dialectal sobre el fenómeno. Sobre este aspecto, véase además Contreras y Rojas (1972), Morales de Walters (1977) y MartfnezAlvarez (1991).
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La razón de ese uso etimológico está, según Cuervo (1874), en el proceso histórico que da lugar a la formación de las impersonales con se. Las frases con se y sentido pasivo se utilizaban con sujetos de cosa, por el riesgo de que los sujetos de persona se confundiesen con reflexivos y recíprocos (esto es, para evitar que una oración como se creen los mdgicos significase que los magos se creían a sí mismos o unos a otros, en lugar de que eran creídos por otros; volveremos sobre esta cuestión en el §5.1.3.). Por tanto, para este tipo de sujetos se prefería la pasiva perifrástica (cf. los mdgicos eran creidos). Pero al extenderse la pasiva con se a los sujetos de persona en los siglos XVI y XVII se dejaba al contexto la determinación del sentido. La ambigüedad se deshizo por dos caminos. En primer lugar, anteponiendo la preposición a al paciente, lo que dio origen a. estructuras concordadas pero con preposición como en este ejempl029: (26)Fue recibido con grandes juegos e danzas, como se suelen recibir a los reyes que de alguna conquista vienen victoriosos [Crónica de Juan JI, afio VII, cap. XXI; tomado de Cuervo (1950: 225)].
En segundo lugar, eliminando la concordancia por semejanza a las construcciones como se dice, se manda, se hace agravio u ofensa, que son semánticamente impersonales y llevan su complemento en dativo con a. Por eso originariamente el pronombre utilizado es Ie(s) y no Ia(s), lo(s). Así pues, Cuervo atribuye el origen dativo del clítico a la analogía con construcciones que regían dativo etimológico, es decir, que regían en origen a y Ie(s). El mismo tipo de explicación asume Santiago (1975), para quien el origen del problema está en la relación con el uso obligatorio de a con los verbos que comienzan usándose como impersonales: tratar, poner, obligar, estrechar, despojar, reintegrar, pellizcar. .. Bien diferente es la razón aducida por Bello (1847). Según él, la construcción impersonal con se tiene un sentido pasivo: se sobreentiende un paciente que funciona como sujeto de la construcción pasiva, de manera que la función reservada para la frase introducida por a es la de complemento indirecto; de ahí que se pronominalice con dativo. Según el gramático, se les admira equivale a 'se siente admiración por ellos'; se le alaba es 'se le dan alabanzas' ... etc.
29 Este tipo de estructura parece pervivir de forma restringidIsima; DeMello (1995) afirma que sólo lo utilizan cuatro personas del corpus estudiado por él.
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La hipótesis de Bello tiene la ventaja, frente a la explicación analógica de Cuervo y Santiago, de crear un vínculo formal -no únicamente semántico- entre las construcciones pasivas y las impersonales. Dicho vínculo formal consistiría en la posibilidad de pasivizar un verbo que tiene un complemento directo implícito o cognado. Este procedimiento, precisamente, es el que se ha aducido para dar cuenta de la existencia de construcciones impersonales con se en lenguas como el rumano, que presenta la particularidad, frente al resto de lenguas romances, de permitir impersonales con se únicamente con verbos intransitivos3o • Dobrovie-Sorin (1998) lo explica analizando estas construcciones como 'falsas' impersonales, es decir, como construcciones pasivas en las que lo que se pasiviza es un verbo intransitivo. Este tipo de pasivización, existente en otras lenguas, es posible por tener los intransitivos un lugar previsto en su estructura léxico-conceptual para un posible objet0 31 • Si la hipótesis de Dobrovie-Sorin está en lo cierto, es posible que la extensión de las construcciones pasivas a las impersonales en espafíol también siguiera el mismo camino, es decir, comenzase por los verbos intransitivos y se extendiese a otros tipos de verbos. Si esto es así, es lógico que se asignase a los complementos el caso dativo, porque el acusativo era el caso 'absorbido' por la morfología pasiva aún presente en dichas construcciones 32 • 30 En esta lengua, hay aparentes construcciones impersonales con se con verbos intransitivos, pero no con verbos copulativos ni pasivos. En cuanto a los verbos transitivos, pueden dar lugar a construcciones impersonales si no tienen sujeto c:xplícito; por el contrario, si tienen complemento directo explícito, sea o DO definido, humano o no, sólo dan lugar a construcciones pasivas. Véase Dumitresru (1983), Dobrovie-Sorin (1994a, 1994b, 1998) yel § lA. de este capítulo. 31 Dobrovie-Sorin (1998) basa su análisis en la hip6tesis de Hale y Kayser (1993) sobre la estructura léxico--conceptual de los verbos intransitivos, según la cual éstos tienen prevista una posici6n vacía en la que puede hacerse explícito un objeto cognado; de ahí la posibilidad de expresiones como vivir la vida, andar el camino, etc. La naturaleza gradual de la transitividad, según la cual no hay una nítida frontera entre verbos transitivos e intransitivos sino que existe un extenso número de verbos que admiten ambas construcciones, ha sido defendida desde otcos planteamientos te6ricos. Véase Cano Aguilar (1981). 32 También hallaría explicaci6n el hecho de que la construcci6n no concordada y marcada con la preposici6n a fuese en principio exclusivamente personal, puesto que sería este carácter personal lo que permitiría considerar indirecto al complemento.
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Sea cual sea la explicación para el origen del dativo de las impersonales con se, y fuesen en origen pasivas o activas, lo cierto es que hoy han de considerarse construcciones impersonales transitivas cuyo complemento tiene las mismas marcas formales que un complemento directo. Prueba de esta consolidación son la extensión de la construcción a los objetos no humanos y el uso de pronombres en acusativo; ambos procesos no pueden estar más que íntimamente relacionados. Santiago (1975) recoge datos del espafíol actual y observa la extensión de se la(s) para complementos de cosa o persona, yel escaso uso de se Io(s) a favor de se /e(s) con complementos tanto de cosa como de persona33 • Prolifera el uso de la preposición con objetos de cosa, sea cual sea el pronombre que se utilice (aunque es extensísimo el uso de se /e(s) con objetos de cosa), como en los siguientes ejemplos:
(27) a. A las guerras civiles se las denomina luchas fraticidas [Ya. «Humor y política», 31-V-73, pág. 7; tomado de Santiago (1975: 90)]. b. A la violencia en el mundo de hoy se la ha disfrazado de varios nombres [La Codorniz, 17-Vl-73, pág. 25; tomado de Santiago (1975: 90)]. c. A tal hecho se le califica de expulsión [Ya, Carta del Doctor Peces Barba, 10-VlI-73, pág. 44; tomado de Santiago
(1975: 92)]. d. A los caballos se les alimenta bien [TVE, «Cannon», 6VI-73; tomado de Santiago (1975: 91)]. La pérdida de la concordancia con objetos inanimados y el uso de los pronombres en acusativo son el índice que sefíala la plena transitivización de las construcciones con se, y la prueba de que han
33 Santiago supone, como Cuervo, que la secuencia se Ia(s) comenro a utilizarse como un caso de laísmo, es decir, un uso incorrecto de la en lugar de le, que tuvo éxito y se difundi6 con cierta rapidez. Cuervo alude a «furibundos» laístas, como el padre Isla, quien en la misma página, según cita el autor, escribe diciéndola y se la conocia. En cuanto al uso de se /O, parece el de más difícil extensi6n. Fernández Ord6fíez (1999: 1384-1385) observa el frecuentísimo uso de se k{s) con objetos de cosa y la reticencia a usar /o en estas construcciones, salvo cienas zonas (vid. infra, n. 29).
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perdido completamente su valor pasivo a favor de uno activo e impersonal. La desigual distribuci6n de este proceso según las variedades geográficas, e incluso, según variedades individuales, son la prueba de que se trata de un proceso lingüístico 'en marcha'. Fernández Ord6ñez (1999: 1339) señala que en ciertas zonas ese proceso ya ha concluido mientras que en otras está en diferentes grados de :lvance34 .
lA. Las construcciones impersonales con se y la flexión verbal. Se impersonal y formas no finitas Tanto desde el punto de vista formal como semántico, el rasgo definitorio de las construcciones impersonales con se es la relaci6n entre la presencia del clítico y la interpretaci6n del sujeto tácito como no referencial e inespecífico, y, en consecuencia, la relaci6n entre el clítico y la flexi6n verbal. Los análisis propuestos coinciden en atribuir a se la capacidad para neutralizar los rasgos nominales de dicha flexi6n, de modo que pierdan el rasgo de definitud que la caracteriza y pasen a denotar una entidad no referencial. La cuesti6n que se plantea entonces es '¿es compatible el clítico con una flexi6n no finita?'. Otero (1986) supone que el sujeto inespecífico de las construcciones impersonales tiene una naturaleza similar al sujeto de las formas no finitas: ambos representan entidades humanas no específicas, que tienen incluso la misma concordancia por defecto (3a persona del singular en español)35. Si se trata de formas equivalentes, se predice que estarán en distribuci6n complementaria, o, lo que es lo mismo, que serán incompatibles porque ello supondría una sobrespecificaci6n del rasgo [-def]. Los datos que ofrece Otero (1986) parecen probar que esta predicci6n se cumple:
34 La rona de plena consolidación abarca, según la autora, el Perú y los paises del cono Sur, Argentina, Chile y Uruguay, en los que han sido desterradas del uso casi completamente las oraciones impersonales con se Ie(s) y predomina la no concordancia. 35 En el caso de los infinitivos, estos rasgos se manifiestan en la concordancia con un predicado secundario: es preflrible desayunar sentado. Es de destacar que las lenguas que eligen el plural por defecto, como el italiano, lo presentan también en este tipo de construcciones.
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(28)a. Es posible PRO comer todos los días. b. Posiblemente proinelp. se coma todos los días. c. *Es posible comerse todos los días. Ahora bien, no faltan ejemplos que pongan en duda esta generalización. Cabe distinguir tres casos que plantean, a su vez, tres tipos de problemas. a) En las construcciones en las que un infinitivo forma parte de una perífrasis con un verbo modal o aspectual, esperamos que pueda aparecer se junto al verbo flexivo para indicar un sujeto inespecífico. Así sucede a la vista de los ejemplos de (29): (29)a. Se podría vivir mejor aquí. b. Se empez6 a trabajar cada vez menos. c. Se va a suspender el partido de fútbol si sigue lloviendo tanto. d. Se {debe/suele/puede} llegar antes por aquí. La enclisis es, en cambio, claramente rechazada en algunos casos (cf. (30a, b». Este comportamiento es el esperable, ya que si existe una relación estrecha entre el clítico y la flexión verbal, la posición en la que se satisfaría más adecuadamente sería la preverbal. Sin embargo, la enclisis es aceptada en ciertos casos como (30c, d, e): (30)a. b. c. d.
??Podría vivirse mejor aquí. ??Empez6 a trabajarse cada vez menos. {Debe/suele/puede} llegarse antes por aquí. Debe comerse las castañas con vino caliente [tomado de Zubizarreta (1982: 151)]. e. Puede comerse las manzanas [tomado de Otero (1986: 103)].
b) Encontramos construcciones impersonales con se en oraciones de infinitivo que dependen de verbos como parecer. Este tipo de verbos, conocidos en la gramática generativa como verbos de ascenso, tienen la propiedad de no asignar papel temático a su argumento externo ni caso al interno, lo que hace que el sujeto de la oración no
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personal pueda 'ascender' a la posición de sujeto del verbo principal, l:on el que concuerda. El resultado es una estructura compleja cuyo sujeto es argumento del verbo subordinado, del que recibe papel Icmático, pero es legitimado como sujeto por la flexión que se comhina con el verbo parecer, que le asigna caso nominativo, como en (3Ia)36. La agramaticalidad de una oración como (3tb) se debería a que el sujeto no puede recibir caso del verbo que le asigna papel tcmático: (31)a. Los nifios parecen estar cansados. b. *Parece los nifios estar cansados. Lo curioso es que estos verbos permiten como complemento oraciones no finitas impersonales con se, pero en ningún caso admiten que el se impersonal les preceda: (32)a Parece no haberse encontrado todavía al responsable de estos desmanes. b. *Se parece no haber encontrado todavía al culpable. c. Parece no trabajarse lo suficiente en esta fábrica; por eso han decidido cerrarla. d. *Se parece no trabajarse lo suficiente en esta fábrica.
La agramaticalidad de (32b,d) no puede atribuirse a la imposibilidad de tener un sujeto inespecífico, ya que las construcciones con verbos de ascenso sí permiten construcciones de tercera persona de plural. Como muestra Jaeggli (1986), una oración como parecen haber forzado la puerta para entrar admite tanto una lectura referencial del sujeto como una inespecífica. Así pues, los datos de (32) plantean dos preguntas, ninguna de ellas respondida por la bibliografía existente: ¿por qué es imposible el ascenso del clítico? ¿por qué en este caso la incapacidad del infinitivo para asignar caso a su sujeto no es incompatible con la presencia de se como lo es con la de un sujeto explícito (cf. (3tb»? 36 Estas construcciones no son, frente a lo que pudiera parecer, perífrasis verbales. Obsérvese que parecer puede tener como complemento no solo una oración de infinitivo sino una oración flexiva: parece que los nifios estlÍn cansados. Véase Hernanz y Rigau (1984) sobre las diferencias entre perífrasis y verbos de ascenso, así como el ya citado Fernández Leborans y Díaz Bautista (I990).
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e) En las oraciones de infinitivo introducidas por algún tipo de subordinante puede aparecer un se impersonal con bastante libenad. Los siguientes ejemplos están tomados de De Kock y Gómez Molina (1990a): (33)a. Suele tomarse como anécdota el hecho de llamarse indianos, con dejo despectivo, a quienes hadan una fonuna en las Indias (... ) [Cas 41, De Kock y Gómez Molina (1990a: 20)]. b. Hasta convenirse a Buenos Aires en Capital Federal de la República, convivían en él (... ) [Martínez Estrada 19, tomado de De Kock y Gómez Molina (1990a: 50)]. c. Hasta el punto de llamarse a la segunda ensefianza -que no es segunda para abajo, sino que es segunda para arriba- ensefianza secundaria [Unamuno, 28, tomado de De Kock y Gómez Molina (1990a: 77)]. d. Porque no corresponden esas obras a la literatura ersatz (... ) como considerándoseIas en el Index Librorum Expurgatorius [Mar 342, tomado de De Koek y Gómez Molina (1990a: 60)]. Quienes suponen que en las oraciones de infinitivo se es agramatical por ser un elemento que necesita un caso que una flexión no temporal no le puede asignar, predicen la posibilidad de tener este tipo de datos. Burzio (1986: 44), Zubizarreta (1982: 146), Manzini (1983, 1986), afirman que la agramaticalidad de una oración como * es posible comerse todos los dias se debe a que el clítÍco debería formar pane de una cadena marcada con caso y en las estructuras de control ningún elemento puede asignárselo. En los ejemplos de (33), sin embargo, hay un elemento que se mueve a Comp y que rige la posición de sujeto y le asigna caso excepcionalmente 37 • Dejando al margen la cuestión de qué caso habría que asignársele, parece que tiene que haber algo más, y ello por dos razones. La primera es que se produce un curioso paralelismo entre la imposibilidad de tener construcciones impersonales con se y construcciones con infinitivos no controlados. Los siguientes ejemplos muestran que tanto PRO
37 De ahí que coincidan con las construcciones que permiten un verbo en forma no personal con un sujeto explícito.
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mmo se impersonal no pueden aparecer en oraciones de infinitivo no Il'gidas; pero este contraste no sería de esperar porque PRO no necesira caso; esto demuestra que en la legitimación de estos sujetos inespccíficos hay algo más que se escapa a los análisis propuestos. (34)a. *Sería mejor descubrirse pronto al culpable. b. De no descubrirse pronto al culpable, se producirá un gran revuelo entre la población. c. *Llover mañana sería una tragedia. d. De llover hoy iremos al cine con paraguas. La segunda es que no todos los verbos admiten se en construcdones como las de (34). Cinque (I988) notó que sólo los transitivos l' intransitivos -pero no los inacusativos, estativos o pasivospodían hacerlo. Los siguientes datos son suyos:
(35)a. Non essendosi ancora scoperto il vero colpevole... 'No habiéndose descubierto todavía al verdadero culpable .. .' b. Non essendosi lavorato a sufficienza... 'No habiéndose trabajado lo suficiente.. .' c. *Non essendosi arrivati troppo tardi .... 'No habiéndose llegado demasiado tarde .. .' d. *Non essendosi benvenuti qui ... 'No siéndose bienvenido aquí...' e. *Non essendosi stati invitati da nessuno... 'No habiéndose sido invitado por nadie.. .' Según Cinque (1988) la asimetría entre las oraciones finitas y no finitas no está en el caso (puesto que se produce en todos los verbos cuando hay asignación excepcional de caso, es decir, con verbos de ascenso y en estructuras de movimiento de un elemento a Comp) sino que se debe a la teoría temática. Asume que hay dos tipos de se impersonal: uno que exige que su sujeto sea un argumento (compatible por tanto con verbos transitivos o intransitivos); otro no argumental que no necesita que el argumento externo tenga papel temático; este no argumental es el que se utiliza como un mero medio para marcar que los rasgos de persona de la flexión verbal tienen referencia inespecífica. Lógicamente, es éste último el que se combina con una flexión personal.
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Los datos del español parecen corroborar el paradigma que ofrece Cinque para el italiano. Los que se han presentado antes (cf. (33» contienen todos verbos transitivos. Con inacusativos, pasivos o estativos es mucho más dudosa la posibilidad de tener se impersonal: (36)a. No habiéndose descubierto al culpable, resulta imposible determinar.... b. No habiéndose trabajado lo suficiente hasta ahora, la dirección decidió ... c. ??No habiéndose' dormido hoy lo suficiente, será imposible trabajar bien. d. ??No habiéndose llegado a tiempo de solucionar el conflicto ... e. *No naciéndose en un país rico, no es posible asegurarse un futuro sin problemas. e. *No siéndose feliz en el matrimonio, ... f. *Habiéndose sido maltratado, es difícil volver a fiarse de nadie. ¿A qué se deben estas restricciones? Según Cinque (1988) cabe atribuirlas al hecho de que el único se que admiten los verbos inacusativos y atributivos es el no argumental, justamente aquel que exige obligatoriamente una flexión personal. Esta explicación, que resulta consistente con las restricciones sobre la interpretación de los sujetos en las distintas clases de verbos 38 , no deja de resultar circular: se atribuyen las propiedades de un tipo de construcciones a un tipo de se cuya existencia se prueba únicamente por las propiedades que parece desencadenar. Recientemente, Dobrovie-Sorin (1998) ha puesto en duda el análisis de Cinque. Según la autora, las restricciones de (35) y (36) se deben a que el se impersonal no puede aparecer en ningún caso con oraciones no finitas. Lo que parecen oraciones no finitas impersonales con se no son más que construcciones pasivas. La razón de que también los verbos intransitivos puedan resultar gramaticales 38 Recuérdese que para Cinque la interpretaci6n existencial estaba desencadenada por un se argumental. mientras que la universal podía combinarse con ambos. Como los verbos inacusativos y estativos solo admiten se no argumental se predice que solo tendrán interpretaci6n universal y que solo aparecerán con se en oraciones finitas. Véase el §1.3.
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(d. (35b) Y (36c» es que estos verbos se pueden pasivizar porque son diádicos (argumento que ya vimos en el § 1.2). Esta hipótesis "xplica, por una parte, las restricciones observadas por Cinque (1988); por otra, el curioso hecho de que algunas lenguas como el rumano, puedan tener se impersonal con verbos intransitivos y transilivos con objetos nulos, pero no con transitivos si sus objetos están "xplícitos, ni con inacusativos, estativos o pasivos (los ejemplos siguientes están tomados de Dobrovie-Sorin (1988: 405»: (37)a. Se cintaJdoarme/munce~te/ma:ninci. , Se canta/duerme/trabaja/come.' b. *In ~coala asta se predepse~te pe elevi. 'En esta escuela se castiga a los alumnos.' c *In aceasti universitate se preda: ~tiintele umane. 'En esta universidad se enseña las ciencias humanas.' d. *Nu se este niciodati multumit. 'No se está nunca satisfecho.' e. *Adesea se este tradat de prieteni f'a.4i. 'A menudo se es traicionado por falsos amigos.'
La hipótesis de Dobrovie-Sorin, pese a resultar convincente en muchos de sus aspectos, deja sin explicar, sin embargo, la existencia en español de oraciones no fintas transitivas con se impersonal. Es posible que la construcción impersonal comience a extenderse a las estructuras no finitas precisamente por aquellas en las que interpretación de la impersonal con se no coincide exactamente con la de los sujetos genéricos de los infinitivos. Cinque (1988) predice que tendrán interpretación cuasi-existencial, puesto que esta es la que desencadena el se argumental. De Miguel (1992: 174) por el contrario, predice que sólo una concordancia fuerte, esto es especificada LOn rasgos de tiempo, podrá regir un sujeto nulo de manera que éste pueda recibir una interpretación referencial o definida. En los casos anteriores, notamos que en los ejemplos de los textos son todos existenciales (son verbos transitivos o intransitivos). Puesto que esta interpretación es la menos adecuada para los infinitivos no controlados, cabría la posibilidad de que se recurriese a las impersonales con se cuando se quiere subrayar esta interpretación. El hecho de que esta interpretación no surja nunca con inacusativos y estativos explicaría que la extensión comience a producirse por transitivos e intransitivos. En cualquier caso, no deja de ser este más que otro de 49
los problemas que las construcciones no finitas con se impersonal plantean. 2. LAs CONSTRUCCIONES PASNAS CON
SE
2.1. La pasividad de las construcciones con se Se consideran construcciones pasivas aquellas cuyo sujeto gramatical corresponde con un objeto nocional. Se forman, pues, con verbos transitivos que tienen dos argumentos, uno de los cuales --el sujeto nocional- deja de ser requerido por el verbo cuando éste se combina con la morfología pasiva. Si bien en español no existen morfemas especificos de voz pasiva, se considera que hacen las veces de ellos la perífrasis formada por el auxiliar ser más el participio (construcción llamada de 'pasiva perifrástica', como en el engaño fue descubierto) y el clítico se (en la 'pasiva con se' o 'pasiva refleja' de se descubrió el engaño). En ambos casos, la pasividad de las construcciones se debe a que el verbo transitivo se comporta, en virtud de la presencia de dicha «morfología» pasiva, como un verbo inacusativo que no asigna función semántica al argumento externo ni caso al argumento intern039 • De ahí que este sólo pueda ser legítimo si recibe el caso nominativo y termina siendo el sujeto gramatical de la oración. Esta especial estructura argumental explica que este sujeto gramatical, que es un objeto nocional, pueda aparecer en posición postverbal sin determinante (38a,b), cosa que también sucede con los verbos inacusativos (38c): (38)a. Aquel año fueron descubiertos importantes yacimientos arqueológicos. b. Se descubrieron importantes yacimientos arqueológicos. c. Llegaron nuevos inquilinos a la casa.
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En realidad, este tipo de enfoque no hace sino formalizar de manera explíci-
ta la intuición de la gramática tradicional de que la pasiva no es sino una construc-
ción derivada de una activa mediante la eliminación de uno de sus argumentos (el sujeto agente). Véanse Belletti (1992), Roberts (1987) y Baker (1989), entre otros. De Miguel (1992: 201-218) analiza con detalle los problemas teóricos y empíricos de tal análisis.
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Para las gramáticas tradicionales, el hecho de que el verbo transitivo deje de tener como sujeto gramatical al sujeto nocional hace que las pasivas sean consideradas construcciones semánticamente impersonales, y uno de los recursos que ofrece la gramática para callar el agente (o experimentante, fuente o destinatario, pues cualquiera de estos papeles temáticos puede tener ese argumento) cuando se desea. Dicho argumento puede, sin embargo, reaparecer en forma de un adjunto introducido por la preposici6n por. Si bien existen diferencias entre la pasiva perifrástica y la pasiva con se, en ambos casos es posible su presencia: (39)a. Se prohibi6 fumar por orden gubernamental. b. Fueron descubiertos nuevos indicios por la brigada de investigaci6n.
Las propiedades compartidas por las dos construcciones pasivas esconden notables divergencias, que obedecen, en opini6n de Mendikoetxea (1999b), a un proceso de especializaci6n de la pasiva perifrástica, más restringida, frente a la pasiva con se, más irrestricta40 . Estas diferencias han sido detalladas minuciosamente por Fernández Ramírez (1987: cap. VIII), De Miguel (1992) y la propia Mendikoetxea (1999b: §36.3.1)41. Su repaso nos pondrá en camino para el análisis detallado del se pasivo. Mientras que casi todos los verbos transitivos admiten pasiva con se, con independencia de la funci6n semántica que tenga su objeto nocional, la pasiva perifrástica s610 es compatible con ciertos verbos. Entre los que admiten la primera pero no la segunda se encuentran los ditransitivos (40a), los intransitivos con objetos cognados (40b), los de movimiento con objetos locativos (40c), los verbos livianos (40d) y los de entendimiento, lengua o sentido que toman como complemento una oraci6n (40e)42: 40 También su frecuencia de uso es diferente. Casi todos los autores que estudian este tipo de construcciones coinciden en señalar el escaso empleo de la pasiva perifrástica frente al muy abundante de la refleja. Véase Sepúlveda Barrios (1988: 90). 41 También se ocupa de las diferencias entre pasiva refleja y perifrástica Truji110 (1988) y, en francés, Dobrovie-Sorin (1986). Véase también Letelier (1893), Hansen (1912), Alfonso (1941), Alonso Conés (1939), Rodrigues Lapa (1945), Manacorda de Rosetti (1961, 1969), Chevalier (1978), Akiyama (1982), Ponillo y Garela Santiago (1990), Hernández Sacristán (1991) y Devís Márquez (1993). 42 Delbecque y Lamiroy (1999: 2017) muestran que algunos verbos transitivos que toman como complemento directo una oración sustantiva no admiten la
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(40)a. {Se regalaron I ??fueron regaladas} flores a las primeras actrices. b. A menudo la vida {se vive I ??es vivida} demasiado alegremente c. En Seúl {se corrieron I ??fueron corridos} los 200 metros más rápidos de la historia [Tomado de De Miguel (1990: 220)]. d. A veces se dan buenos consejos I ??Los buenos consejos son dados por los ancianos. e. {Se dijo I ??fue dicho} que habría huelga aquella tardé 3• Las razones de tan dispar distribución se han buscado en el tipo de argumento interno que seleccionan estos verbos. Mendikoetxea (1999: 1670) afirma, siguiendo a Fernández Ramfrez (1987), que en todos los casos la exclusión de la pasiva perifrástica se debe a que esta requiere que su objeto sea externo a la acción verbal misma. Hay, además, importantes diferencias aspectuales entre ambos tipos de pasivas. Fernández Ramfrez (1987: cap. VIII) señala que la pasiva perifrástica es una pasiva dinámica o evolutiva, que expresa generalmente una acción singular y raramente un juicio de validez general (sólo cuando se combina con participios imperfectivos, como en esa cualidad es poselda por todo el mundo, pero no *la paella es comida por todo el mundo). En cambio, la pasiva refleja suele utilizarse para expresar enunciados de validez general; esta propiedad está relacionada con el hecho de que suela combinarse con frecuencia con formas modales que atenúpasiva con se. Entre ellos están achacar, susu"ar, chapu"ear, chillar, cuchichear, enaltecer, encarecer, espetar, valer, vituperar, lanzar, largar... etc. Otros verbos que seleccionan subordinadas sustantivas también admiten con restricciones la pasiva refleja. En cualquier caso, parece que estas restricciones son, pese a todo, menores que las que afectan a la pasiva perifrástica, mucho más limitada. 43 Siguiendo a Mendikoetxea (1999b: §26.3.2.3) consideraremos este tipo de oraciones como pasivas con se (y no como impersonales) porque la oraci6n no puede sustituirse por un pronombre en acusativo, lo que demuestra que no es el complemento directo, sino el sujeto 'paciente': (i) *Fue dicho que se tratarla a fondo el problema. (ii) Se dijo que se tratarla a fondo el problema. (iii) *Se lo dijo / Se dijo eso.
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los elementos sensibles e intensionales. Cabe afiadir a ello que ti pasiva refleja puede tener un valor medio-pasivo cuando sirve para expresar la acción del verbo como una propiedad del sujeto, C'1l cuyo caso desaparece casi completamente la noción de un .I~cnte y se acentúa un valor medio del que hablaremos más adelante. Estas diferencias aspectuales están relacionadas con las restricciones sobre el tiempo verbal que afectan a los distintos tipos tll' pasiva: la pasiva perifrástica raramente se combina con tiempos de presente y si lo hace es para expresar valor durativo, habilual o iterativo. La pasiva refleja, en cambio, no parece tener rest ricciones respecto a los tiempos verbales con los que puede comhinarse. A continuación veremos con más detalle las propiedades de cada 11110 de los argumentos que forman parte de la pasiva con se. .111
2.2. La estructura argumental de las pasivas con se Como decíamos, se acepta generalmente que en las construcciones pasivas el argumento interno del verbo transitivo se convierte en el sujeto de la oración porque la morfología pasiva --en las pasivas reflejas, el c1ítico s~ absorbe el caso acusativo y el papel temático externo (proceso conocido como 'generalización de Burzio' (véase la nota 15». De este proceso derivativo se siguen las propiedades del sujeto (objeto nocional) y la supuesta impersonalidad de las construcciones. Veremos detenidamente unas y otra.
2.2.1. El sujeto gramatical El problema de la animacúIaJ El sujeto gramatical de las pasivas con se está sometido a dos restricciones de diferente naturaleza, aunque relacionadas: en primer lugar, su posición no marcada es la postverbal, única posible, además, si se trata de un SN sin determinante; en segundo lugar, no puede ser un SN definido y animado. Veamos cada una de ellas, Las construcciones pasivas pueden, en general, tener sujetos postverbales no determinados debido a la naturaleza particular de este sintagma como argumento interno del verbo. Comparten esta
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propiedad con los sujetos de algunas construcciones in acusativas o ergativas44 : (41) a. b. c. d.
Se construyeron edificios inmensos. Fueron descubienos importantes restos arqueológicos. Falta café. Llegaron viajeros de todo el mundo.
Estos sujetos indeterminados están legitimados en esa posición por la inmediata rección del verbo y serían agramaticales si apareciesen delante de é1 45 • Cuando este argumento está determinado, se supone que es legitimado con el caso propio del sujeto, el nominativo, y entonces puede preceder o seguir al verbo (los edificios se construyeron/ se comtruyeron los edificios). La elección entre ambas posibilidades depende de factores relativos a la estructura informativa de la oración. Cuando el sujeto precede al verbo, se interpreta como información conocida; si lo sigue, en cambio, se interpreta como información novedosa y las oraciones tienen una estructura tética, en la que todo el contenido proposicional se considera remático o novedoso. Las diferencias entre pasivas con se y pasivas perifrásticas respecto a la posición del sujeto -mayoritariamente postverbal en las primeras y preverbaI en las últimas- podría obedecer a la diferente estructura informativa de ambas construcciones46 • 44 Concretamente, con los verbos inacusativos de movimiento, existencia o apariencia, pero no con los inacusativos pronominales, como veremos en el §3.2. Estos se comportan como los verbos transitivos o intransitivos: no pueden tener sujetos no determinados ni pre ni postverbales: (i) *Comen niños manzanas. (ii) *Duerme gente. (iii) *Se seca ropa. Véase Belleti (1982) y Torrego (1989) sobre este tipo de construcciones. 45 Siguiendo a Belletti (1982) suponemos que los verbos inacusativos, que no pueden asignar acusativo a su argumento interno, sí pueden en cambio asignarle caso panitivo; éste se manifiesta en algunas lenguas morfológicamente, en otras, como en espafiol, en la posibilidad de aparecer sin determinante. 46 Las obras que ofrecen datos estadísticos no dejan lugar a dudas: Barrenechea y Manacorda de Rosetti (1977) dan un 100% de anteposición del sujeto en la pasiva perifrástica, frente a un 79,47% de postposición en la pasiva con se. Este dato parece confirmar que la pasiva con se se utiliza preferentemente para expresar proposiciones de naturaleza tética. Véase también Hatcher (1958) y Pierce (1992).
S4
La segunda restricci6n a que nos referíamos se conoce como lofecto de animacidad y consiste en que el sujeto paciente puede ser un SN animado únicamente si se trata de SSNN indefinidos, nunca si son definidos. Se muestran los datos en (42): (42)a. *?Los cocineros se necesitan con urgencia. b. *Se necesitan los cocineros con urgencia. c. Se necesitan cocineros con urgencia. Tradicionalmente se ha atribuido la imposibilidad de que los sujetos determinados y animados sean sujetos de las pasivas reflejas a la posible confusi6n con las construcciones recíprocas. Según esto, una oraci6n como (42a) podría interpretarse de forma que los cocineros fueran sujeto agente y se un pronombre recíproco (es decir, supondría que se necesitan unos a otros). La posibilidad de confusi6n habría hecho descartar esta construcci6n y favorecer la aparici6n de las impersonales con se en las que la marca de acusativo a señala explícitamente que este argumento es paciente, no agente, de la acci6n. Este análisis, sin embargo, parece insuficiente porque en lenguas que tienen pasivas con se esta restricci6n no existe aunque sí se da la misma posibilidad de confusi6n, como en italiano, lengua en la que las oraciones equivalentes a (42a) tienen tanto una interpretaci6n pasiva como una recíproca47 • Ante esto cabe pensar que son motivos de carácter formal los que explican esta restricci6n. Mendikoetxea (1999b: 1688) afirma que la restricci6n sobre la animacidad es completamente paralela a la
47
Tampoco en las lenguas eslavas que tienen construcciones de S~ impersonal
y s~ pasivo reflejo tienen restricción de animacidad. Por ejemplo, en esloveno una oración como "se obedece a los padres" puede tener forma de activa impersonal o de pasiva refleja (i), mientras que en servo-croata, lengua que Carece de se impersonal, únicamente puede ser una pasiva refleja (ii). Los siguientes datos están tomados de Rivero (1998) y en ellos puede verse la inexistencia de restricción de animacidad en estas lenguas (Nom= caso nominativo; Ac= caso acusativo): (i)
(ii)
Starsi se ubogajo I StarSe se uboga. 'Padres-Nom se obedecen' I 'Padres-Ac se obedece.' (Se obedece a los padres). Roditdji se postuju I *Roditdje se postuje. 'Padres-Nom se obedecen' I 'Padres-Ac se obedece' (Se obedece a los padres).
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que impide tener complementos directos sin preposición en espafiol: los complementos directos que exigen preposición en castellano son los mismos que no pueden ser sujetos pacientes de pasivas con se (43a,b). Por eso los verbos que exigen complementos preposicionales nunca pueden formar pasivas con se (43c)48: (43)a. Necesitamos (*a) camarerosl Se necesitan camareros. b. Necesitamos *(a) los camareros 1 *Se necesitan los camareros. c. Los médicos ayudan *(a las) personas I*Se ayudan personas. Este paralelismo parece indicar que alguna relación existe entre la asignación de caso y la estructura interna de los argumentos. Si los SSNN definidos y animados en espafiol no pueden recibir caso acusativo del verbo si no es mediante una preposición a, que funciona como asignador o marca de caso, el hecho de que no puedan aparecer en construcciones pasivas reflejas indicaría que en estas la legitimación del complemento no se da por asignación de nominativo a distancia sino de acusativo. Esto estaría de acuerdo con la hipótesis de que en realidad las construcciones pasivas reflejas y las impersonales (en las que, como veíamos más arriba, sí parece darse la asignación de acusativo) son en realidad una misma estructura. Ahora bien, una hipótesis así deja ángulos oscuros en el problema; uno de ellos es por qué sólo se produce esta constricción en las pasivas con se y no en las pasivas perifrásticas (si se supone que ambas son igualmente inacusativas). La cuestión se complica, además, a la vista de datos en los que sí parece posible tener sujetos determinados y animados si se da una interpretación de tipo, lo que regresa el problema a la especificidad del argumento: 48 Observa Mendikoetxea que los verbos que cambian de significado según el régimen del complemento directo admitirán pasivas con se, pero sólo en el significado que no exige preposici6n. Tal es el caso del verbo querer, que significa 'desear' sin preposici6n y 'amar' con ella; la oraci6n se quiere una esposa solo tiene el primero de estos significados. Tal vez una explicaci6n similar pueda dar cuenta de que un verbo como temer pueda en ocasiones construirse con pasivas con se que son imposibles en otras; obsérvese el contraste entre *se temen l4s tormentas y se temen nuevas tormentas en l4s próximas horas; ahora bien, el matiz significativo que separa a ambos usos del verbo es sutil y demuestra una vez mú el estrecho lindero entre impersonales y pasivas con se.
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(44)a. Los cocineros se necesitan con urgencia, pero las camareras no corren prisa. b. *Los cocineros se necesitaron sólo hasta las ocho. c. A los cocineros se les necesitó sólo hasta las ocho. d. Los actores se veían muy bien desde aquel palco, pero el decorado apenas se vislumbraba. e. *Se vieron los actores ensayando la obra. f. Se vio a los actores ensayando la obra. Los contrastes anteriores muestran que los sujetos de las pasivas nm se pueden ser definidos y humanos si tienen una interpretación de tipo, forzada probablemente por la estructura contrastiva (44a,d); en cambio, si la interpretación es necesariamente específica, es obligatoria la construcción impersonal (44b,f). Obsérvese, además, que en los ejemplos gramaticales el sujeto paciente tiene una posición preverbal, es decir, ya no sería un argumento interno al SV, y actuaría como parte temática de la oración (de ahí la importancia de la estructura contrastiva para legitimar estas conslrucciones). Estos datos parecen sugerir que en la constricción de la animacidad opera una especie de jerarquización de los argumentos, de manera que resulta anómalo que un SN humano, definido, y además específico encarne un argumento que no es jerárquicamente el más prominente, esto es, que no es el argumento externo del verbo. Las construcciones impersonales no están sometidas a tal constricción porque en ellas hay un argumento más prominente que el objeto, el sujeto inespecífico, que es temáticamente un agenre y además se interpreta, por las razones discursivas que veíamos en § 1.1, como humano. Esto explicaría la paradoja de que la constricción de la animacidad no se dé en las pasivas perifrásticas. La razón sería que en este tipo de estructuras el sujeto paciente no ocupa la posición de argumento interno al Sv, sino que su posición no marcada es la preverbal; además, en tales estructuras el sujeto paciente coincide con la posición de tópico. No hay, pues, un argumento jerárquicamente superior49 •
49 Una jerarquizaci6n de este úpo es defendida en Anderson (1997), y acude a ella también Maldonado (1999).
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2.2.2. El sujeto nocional: los complementos con por Según el análisis generalmente aceptado de las pasivas, estas construcciones se caracterizan por eliminar el argumento externo de un verbo transitivo. Ello supone hacer que el agente o experimentan te que requiere ese verbo deje de ser un argumento y sólo pueda hacerse explícito en forma de un adjunto introducido por la preposición ;or 50 • Esta propiedad semántica hace que sean construcciones cercanas a las impersonales, puesto que el resultado es una proposición tal que uno de los actantes queda oculto, lo que les ha valido el que muchos las consideren impersonales 51 • Ahora bien, el argumento supuestamente elidido parece tener una cierta entidad sintáctica puesto que puede aludirse a él mediante adverbios agentivos (45a), u oraciones finales de infinitivo cuyo
50 Actualmente parece que esta es la única preposici6n que puede introducir un complemento agente en las construcciones pasivas con se. En ello se diferencian de las pasivas de panicipio, que pueden tener complementos agentes introducidos por la preposici6n de (cf. Bosque (1999: 295». En castellano antiguo también eran posibles estos complementos en las pasivas reflejas. Obsérvense los siguientes ejemplos:
Al fin se ha descubieno de muchos su pretensión, y a mí no me la ha excusado [1649, Nieremberg, Epístola XI. pág. 69; tomado de Sepúlveda Barrios (1988: 306)). (ii) Déle cien coces y no se le haga entender; es un pobreto y se comerá en la cárcel de piojos" [Alemán; tomado de Sepúlveda Barrios (1988: 294)]. (iii) Del saber y del valor se adecua un príncipe perfecto [1640, Gracián. pág. 55; tomado de Sepúlveda Barrios (1988: 281)]. (iv) Con cuánta temeridad se recibe de los necios el magisterio pastoral [Nieremberg, tornado de Sepúlveda Barrios (1988: 281)]. (i)
La desaparición de esta fórmula en castellano actual no sorprende a la luz del escasísimo uso que tenía aun en épocas pasadas. Si la expresión del agente en las pasivas con se ya resulta minoritaria, el empleo de la preposición de alcanzaba apenas un 1% de los casos, según recuentos de Sepúlveda Barrios (1988). 51 De hecho. la mayoría de las clasificaciones incluyen ambos tipos de se (impersonal y pasivo reflejo) en un mismo grupo caracterizado por la indeterminación del sujeto. Así lo hacen Molina Redondo (1974), que considera las construcciones pasivas-reflejas como la versión pasiva de las impersonales con se; también Manteca (1976). Álvarez Manínez (1989) y G6mez Torrego (1992). En Frajzyngier (1982) puede encontrarse un estudio tipológico de las relaciones entre pasivas e impersonales.
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,,,jeto coincide con dicho agente implícito (45b); finalmente, incluso puede estar explícito mediante un complemento preposidonal (45c)52: (45)a. Se retrasó la reunión deliberadamente. b. Se retrasó la reunión para esperar a los que faltaban. c. Se retrasó la reunión por los responsables del acto. En el análisis de las oraciones pasivas perifrásticas se ha propuesque el papel temático de agente que no asigna el verbo es absorbido por el morfema de participio, que resulta así ser un argumento ~·;tpaz de legitimar el adverbio de (45a) y de controlar al infinitivo de (4Sb). Este análisis, además de resultar problemático para las pasivas reflejas puesto que no hay morfología pasiva y habría que suponer 'llIe el papel temático externo lo absorbe se, predice la incompatibilid¡ld con el complemento con por, dado que no esperamos que el mismo papel temático se asigne dos veces. Dejando a un lado la polémica sobre si la morfología pasiva es o no un argumento -véase De Miguel (1992)- lo cierto es que la posibilidad de añ.adir el complemento con por es una de las cuestiones más debatidas en la bibliografía acerca de las pasivas con se. Gili Gaya (1943:73) defiende esta construcción con un ejemplo tlue se ha hecho paradigmático: se firmó la paz por los embajadores. ()tros autores ponen en duda la aceptabilidad de oraciones como esta (Havertake, 1980; Jordan, 1973; Cano Aguilar, 1981: 295), o cuestionan su valor agentivo. Lenz (1935: 57), por ejemplo, observa tlue en la frase se vigilaba a los prisioneros por negros el sintagma introducido por por no es agente sino un instrumento por medio del cual se ejecuta el acto. Los estudios estadísticos acerca de la aceptabilidad de este sintagma son especialmente ilustrativos. DeMello (1978, 1997) llega a la conclusión de que esta construcción, aceptada por los gramáticos, es sin embargo rechazada por el uso; solo se utiliza en varianres muy marcadas y poco populares. A similar conclusión llegan De Kock y Gómez Molina (l990b), quienes, sobre un corpus de lo
52 Las mismas características tienen las pasivas de participio: la reunión foe retrasada deliberadamente por el director para incluir un nuevo punto en el orden del dla.
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100.000 ocurrencias, concluyen que la frase con por es excepcional. Aparece solo con sujetos no humanos expresando medio, instrumento, procedimiento o causa; y suele denotar sujetos implícitamente animados como embajada, critica, etc. 53 Cuando este sintagma aparece lo hace con unas características precisas que reiteran todos los analistas. Se trata en la mayoría de los casos de un plural, muchas veces sin determinar. Cuando denota entes no animados expresa el medio, instrumento, procedimiento o causa; si son animados, se trata generalmente de nombres colectivos o de referencia generalizada, lo que Omori (1997: 129, n.15) llama un 'agente esquematizado', fácilmente predecible por el evento (fir-
mar la paz ..por los embajadores; dictar la sentencia...por el tribuna4. Es inusual y casi agramatical, en cambio, la presencia de agentes específicos 54. Esto explica los siguientes contrastes: (46)a. Esta obra se escribi6 por {un autor totalmente desconocido/*Cervantes} . b. Este cuadro se pint6 por un expeno retratista. c. *Este cuadro se pint6 por Goya [tomado de DeMello (1978: 325) 55]. Estos rasgos del complemento agente aparecen incluso en aquellos textos en que es más frecuente su uso, como en los de carácter jurídico. Sobre un extenso corpus, Ric6s (1998) concluye que el empleo de la pasiva refleja con agente es abundantísimo en este tipo de documentos. La raz6n, según la autora, se debe a la combinaci6n de dos factores. De un lado, las pasivas reflejas son estructuras téticas que no focalizan ni el agente ni el paciente, lo que explica su preferencia frente a las pasivas perifrásticas en las que el paciente suele ser el tema o informaci6n dada; de otro, la presencia del complemento agente con por permite evitar cualquier tipo de ambigüedad al hacer explícitos todos los argumentos de la oraci6n. La pasiva refleja con
53 Fox y Grodzinsky {1998} muestran la especial complejidad del proceso de adquisición de los complementos agentes de las construcciones pasivas; véase también Pierce (1992) sobre la adquisición de pasivas con sujetos pre y postverbales. 54 Pero no imposible. DeMello cuenta 2 casos de 31; DeKock y Gómez Molina (l990b) encuentran 5 ejemplos de 28. 55 Que a su vez lo atribuye a Martínez Amador (l953: 1102).
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.I~cnte
se construye no solo con verbos desinentes con los que la pasiva perifrástica no es posible, sino también con gerundios y preté,ilOS perfectos: (47)a. La amplitud de la tutela jurídica, de lo que el juez debe conceder o negar, es decir, el objeto del proceso, se fija taxativamente por las partes [Albacas L6pez (1987: 7), tomado de Ricós (1998: 198)]. b.... ya que habiéndose solicitado y acordado por el ayuntamiento la inclusión en el Registro de Solares... [Aranzadi (1970: 2.064), tomado de Ricós (1998: 199)]. En cualquier caso, los agentes, tan abundantes en estos textos,
Ni~uen teniendo una interpretación genérica: se refieren a entida-
,b abstractas, inespedficas, o tienen interpretación de tipo. Esto avala la hipótesis de que el complemento con por no representa, mmo ya observó Lenz, un verdadero agente (de lo que no cabría duda si se tratase de un SN definido y específico) sino un medio, instrumento o causa que de forma secundaria contribuye al cumplimiento de la acción. Si esta interpretación es cierta, y parece sl'rlo, podría explicar la observación de Mendikoetxea (1999b) de 'Iue los sujetos de verbos transitivos con papel semántico de fuente n destinatario no pueden encarnar un complemento agente de la pasiva56 : (48)a. Se recibió el premio con entusiasmo (*por el ganador). b. Se enviaron telegramas de condolencia (*por los familiares).
Así pues, podemos concluir que las construcciones pasivas con se lienen un agente implícito que raramente se hace explícito en forma de adjunto introducido por la preposición por. Esta propiedad las vincula estrechamente a las construcciones impersonales con se: tanto unas como otras son estructuras eventivas, es decir, denotan eventos que implican un argumento agente o experimentante, pero dicho argumento tiene una interpretación genérica o indefinida,
56 Pero véase De Miguel (1992: 208) para una explicación de estas restricciones basada en el aspecto perfectivo o no perfectivo del verbo,
61
Ello se manifiesta en el caso de las pasivas en el rechazo del complemento agente con por; en las impersonales, en la interpretación inespecífica de su argumento sujeto. Este vínculo no resulta en absoluto extraño si tenemos en cuenta que fue precisamente esta propiedad compartida la que propició el paso de una a otraS? Esta propiedad, además, las diferencia de las construcciones medias, que, como veremos, son no eventivas y excluyen ese tipo de argumento implícito.
2.3. Se pasivo reflejo y aspecto genérico: las construcciones medio-pasivas
Las construcciones pasivas con se tal como las hemos considerado hasta ahora tienen naturaleza eventiva, es decir, denotan actividades, logros o realizaciones tal como éstas afectan a un objeto que, sintácticamente, tiene las marcas funcionales de un sujeto. Pero además de esta interpretación eventiva, las pasivas con se pueden tener una interpretación estativa y denotar propiedades que describen al objeto. Son las llamadas construcciones medio-pasivas o pasivas genéricas (Otero, en este volumen)S8. Obsérvese el siguiente par: (49)a. Se leyeron muchos libros durante aquel semestre. b. Este libro se lee fácilmente. Ambas oraciones pueden considerarse pasivas: su sujeto gramati-
cal se corresponde con el argumento que el verbo transitivo tomaría
57 A este respecto es de destacar el notorio contraste entre la pasiva refleja y la perifrástica respecto a la aceptación del complemento agente. Según los recuentos de Sepúlveda Barrios (1988). la pasiva refleja con agente no alcanza más que un 0,09 % mientras que la perifrástica con agente llega al 300/0. 58 En la tradición anglosajona. sin embargo, se denomina a estas oraciones simplemente 'medias', uso que se ha extendido recient~mente a los estudios sobre las lenguas romances (véase sobre el francés Zribi-Henz (1982». Este es el mismo uso que hace Mendikoecxea (1999b) y Garda Negroni (en este vol.) para referirse a lo que aquí denominamos medio-pasivas y la tradición considera simplemente pasivo reflejo'. La tradición española usa el término 'medio' con un valor de completamente distinto, independiente de la interpretación de propiedad, para referirse a otro uso de se diferente del pasivo-reflejo, al que nos referiremos inmediatamente. Mantendremos, sin embargo. la denominación 'medio-pasiva' para referirnos al se pasivo-reflejo con interprecaci6n de propiedad y 'm~o-impersonal' para referirnos al se impersonal con interpretaci6n de propiedad.
se
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complemento directo en la oración activa correspondiente 59. I )ifieren, sin embargo, en aspectos cruciales relativos a su interpreta,j,'m. La principal diferencia es que la oración pasiva de (49a) denota 1111 evento o proceso, que tiene lugar en un momento determinado 'lile puede especificarse mediante expresiones temporales y es comp;llible con cualquier denotación temporal (en este caso, se trata de li"mpo pasado con aspecto perfectivo). En cambio, la oración IIll'oio-pasiva de (49b) denota una propiedad del sujeto que tiene ,;Inkter atemporal y sólo es compatible con tiempos verbales que Il('rmitan una interpretación atemporal o genérica (el presente o el I111 perfecto} 60. Por esa razón, la interpretación de propiedad no Pllede surgir en oraciones con tiempos perfecivos (50a) o progresivos (50b); tampoco admite imperativos (50c) ni puede ser predicado rll oraciones reducidas o cláusulas mínimas (50d}61: lO 111 O
(50}a. b. c. d.
??EI suelo se ha lavado fácilmente. #¡Suelo, lávate! 62 #EI suelo se está lavando. #Veo al suelo lavarse fácilmente.
La razón de estas restricciones temporales se halla en el hecho de tille las oraciones medio-pasivas no refieren a eventos sino a estados; el predicado no denota una acción sino una propiedad del sujeto, indepcndiente de la realización o no del hecho. Esta característica fue ya observada por Fernández Ramírez (1987: 405), quien afirma que "cnuncian procesos o acciones como propiedad inherente de las l'OSas», es decir, enuncian hechos de validez general con independencia de la actividad de los hombres; igualmente Babcock {1970: 44} subraya que estas construcciones focalizan el ((phora», el estado de ser hecho 59 Así lo hace Mendikoetxea (1999b); para otros autores como Fernández Ramírez (1987) es el sentido medio el que prevalece en ambas. Trata las similitu,les y diferencias entre las construcciones medias con s~ y la morfología pasiva en francés Zribi-Henz (1982). 60 Estas diferencias pueden explicar que la pasiva de panicipio disuene en una oraci6n como (55b), pero no en (55a). Compruébese: Fueron leidos muchos libros Jurante aqu~l semestre / ??*Est~ libro ~s leido fácilmente. Recuérdese las especificaciones aspectuales de la pasiva perifrástica de las que hablamos en el §2.1, 61 Observan estas restricciones Kayser y Roeper (1984) y las corrobora para el espafiol Mendikoetxea (1999b). 62 El símbolo # quiere indicar que estas oraciones no son agramaticales pero sí inaceptables por razones de naturaleza extralingüística.
63
s,
algo, no la acción. En palabras de Mendikoetxea (1999b: 1663), el medio-pasivo conviene un verbo transitivo que denota una realización en un verbo estativo o imperfectivo que denota una propiedad. Vere~ mos a continuación las propiedades de estas construcciones. 2.3.1. El valor modal de las construcciones medio-pasivas.
El aspecto imperfectivo y la interpretación de propiedad de las construcciones medio-pasivas están íntimamente ligados a su valor modal. Estas estructuras implican una lectura de posibilidad, de ahí que una oración como esta camisa se lava fácilmente no signifique que se esté lavando ahora sino que se puede lavar. Este valor modal, central para algunos análisis como el de Otero (en este volumen) y Garda Negroni (en este volumen), se ha explicado suponiendo la existencia de un operador de posibilidad en su estructura eventiva63 • Según Doron y Rappaport (1991) la estructura eventiva de una oración como esta puerta se abre sería así: (51)PODER (condiciones normales (e), CAUSA (e, abrir (y))) El argumento de causa no aparece en la estructura argumental porque está cuantificado por el operador de posibilidad, aunque puede aparecer como adjunto. Dicho operador es responsable, según Condoravdi (1988) y Massam (1988) de la interpretación genérica de las medio-pasivas. Se trata de una cuantificación genérica sobre eventos, que liga las variables de evento y de argumento64 • 63 Este es el análisis que proponen, entre otros, Massam (1988), Condoravdi (1988) y Doron y Rappapon (1991). 64 Las oraciones pasivas con se en presente pueden tener una lectura normativa o habitual que puede confundirse con la interpretaci6n de propiedad. Esta interpretaci6n consiste en considerar las oraciones como asertos sobre la forma en que deben o suelen llevarse a cabo los procesos denotados por el predicado, como en la gripe se cura con reposo o hache se escribe con hache [ejemplo de Garda Negroni, en este vo1.]. Este valor normativo es diferente del de posibilidad y deriva de la conversi6n de los hábitos en normas. Sin embargo, la oraci6n carece de muchas de las propiedades de las medio-pasivas; la principal es que no tiene interpretaci6n de 'propiedad' (remitimos al trabajo de Garda Negroni para una detallada descripci6n de las diferencias formales y semánticas entre ambas). Los valores normativos o habituales explicarían que verbos pronominales puedan dar lugar a oraciones pseudo-medio-pasivas cuando se presentan en tiempo presente y reciben interpretaci6n habitual, como los cipreses se levantan majestuosos.
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Se ha asociado la interpretación genérica de estas oraciones con la III'l'sencia de ciertas modificaciones adverbiales que resultan a menu,lo imprescindibles para que ella sea posible. Se trata de adverbios lOmo ¡dei/mente, difici/mente, bien, maL.. cuya ausencia hace inviable IIlIa interpretación genérica de la oración65 • Como hace notar Garda N('groni (en este volumen), tales modificaciones parecen únicamente prescindibles cuando la propiedad descrita por el predicado afecta al 1I0mbre en cuanto denotador de una clase. En los ejemplos siguientes (52)a. Esta silla se pliega. b. Esta silla se pliega fácilmente. ,,1 primero presenta el predicado como una propiedad que describe la a la que está adscrito el sujeto, y equivale por tanto a 'esta silla es plegable', o 'pertenece a la clase de sillas plegables'. El segundo, en camhin, significa que cierto elemento de esa clase tiene la propiedad específil'" de satisfacer con facilidad la propiedad de la totalidad de la clase a la 'lile pertenece. Esta diferencia explica, creemos, que la mayoría de las oraciones medio-pasivas exijan modificadores adverbiales que marquen dichas propiedades específicas: tal obligatoriedad se da cuando la enunriación de la propiedad de la clase a la que pertenece el sujeto es vacua o informativamente poco pertinente. Así, no tiene mucho sentido decir '('ste libro se lee' (con interpretación de propiedad, exclúyase por tanto la interpretación eventiva) porque, en condiciones normales, poder ser leído forma parte de la naturaleza de un libro. Las diferencias entre las construcciones pasivas (eventivas) y las medio-pasivas en lo referente a su aspecto y a su interpretación están Inrimamente relacionadas con la diferente naturaleza de los argumentos del verbo en ambas construcciones. Comencemos por el sujeto sintáctico (argumento interno paciente) para pasar después a las divergencias que atañen al agente. d;L'ie
65
También la negación puede desencadenar la lecrura genérica:
(i) *Su letra se lee (exclúyase la interpretación eventiva). (ii) Su letra se lee con dificultad. (iii) Su letra no se lee.
Que la negación haga innecesatia la presencia del adverbio de manera para que sea posible la interpretación genérica puede deberse a que lo que resulta negado es precisamente el operador de posibilidad, de manera que lo que se predica es la ausencia de la propiedad 'ser legible'.
65
2.3.2. El sujeto de las construcciones medio-pasivas Por lo que respecta al sujeto gramatical (el paciente u objeto nocional), sucede que en las pasivas eventivas aparece generalmente en posición posrverbal y puede ser indeterminado, mientras que en las medio-pasivas, en cambio, suele ocupar la posición preverbal y está necesariamente determinado. Ambas propiedades parecen deberse a que este argumento es, en las medio-pasivas, un tema oracional, mientras que en las pasivas funciona como un elemento remático. En segundo lugar, no parece operar sobre el sujeto de las mediopasivas la restricción de la animacidad de la misma forma que en las pasivas eventivas. Martín Zorraquino (1979: 236) recoge los siguientes ejemplos de pasivas con se que tienen sujetos animados y definidos. Estas oraciones deberían ser agramaticales, pues, como hemos visto, no se admiten en español pasivas reflejas con sujetos humanos y definidos. Sin embargo, pueden resultar aceptables con una interpretación medio-pasiva: (53)a. Los hijos no se escogen. b. Los maridos no se encueritran fácilmente. c. Las mujeres no se conocen nunca bien. Obsérvese que las oraciones anteriores resultarían anómalas con el verbo en pretérito indefinido (debido a que ello forzaría la interpretación pasiva e impediría la medio-pasiva). Curiosamente, en este caso el sujeto humano y definido tiene interpretación genérica, incluso si se trata de un determinante indefinido (el sujeto de un marido no se encuentra asl como asl no es un marido en particular sino cualquier marido); por eso los SSNN determinados por un demostrativo han de tener interpretación de tipo para poder aparecer en tales construcciones (este (tipo de) profesor no se encuentra fácilmente)66.
66 Mendikoetxea (1998 Y 1999a) propone, sin embargo, que la restricción de definitud afecta de igual modo a las medio-pasivas que a las pasivas, de tal manera que cuando el objeto nocional es humano y definido la única posibilidad de expresión es mediante una oración impersonal. Estas también tienen, en opinión de la autora, variante medio-impersonal, con similares caracterfsticas interpretativas que las medio-pasivas, aunque con las diferencias formales existentes entre pasivas e impersonales. A una impersonal como no se encontró 4 los maritlos. le correspondería una medio-impersonal como 4 los maritlos no se les encumtm fácilmente.
66
En tercer lugar, d sujeto de las medio-pasivas (y de las medias tam"it-Il. como veremos), aW1 siendo W1 paciente o W1 tema, se convierte
un semi-agente (en términos de Hale y Keyser (l988), W1 'agente wllstruccional'), porque sus propiedades son concebidas como respon\.Ihlcs de la acción dd verbo (véase van Oosten (1977», Además, como II('mos visto este argumento tiene a menudo W1a interpretación de tipo: 1.1 oración se convierte así en W1a generalización sobre d tipo de objeto, Esta tercera propiedad está rdacionada estrechamente con una I II:lrta que restringe, además, d tipo de predicados transitivos que pueden dar lugar a construcciones medio-pasivas, Se ha observado I"t-pctidas veces que las construcciones medias de inglés y alemán .Iparecen únicamente con verbos que denotan realizaciones pero no l"Oll aquellos que denotan actividades, estados o logros (los ejemplos tll' (54) los tomamos de Mendikoeexea (2000»: C'I\
(54)a. *Metal hammers easily. [actividades] 'El metal se golpea fácilmente.' [estados] b. *The answer knows easily. 'La respuesta se sabe fácilmente.' [realizaciones] c. Detective novels read easily. 'Las novelas de detectives se leen fácilmente.' d. *The lottery wins easily. [logros] 'La lotería se gana fácilmente.' Frente a estos datos, en español (y otras lenguas romances)67 parece que las medio-pasivas y medio-impersonales admiten cualquier tipo de verbo excepto los estativos: (55)a. *Los datos históricos se saben difícilmenté8 b. A Pierre se le reconoce por su nariz roja
[estado]. [logro].
67 Sobre
el francés, véase Gross (1975) y Zribi-Hertz (1982), Pero repárese en la gramaticalidad de la historia de España se sabe bien o no se sabe. Parece que con ciertos verbos que denotan estados o logros opera la misma restricción que con el se llamado aspectual (como veremos): la interpretación media es posible, (y también la presencia de un se aspectual) cuando el verbo denota no un estado sino una realización, es decir, un proceso que tiene un estado final y que es fruto de la voluntad de un agente que opera deliberadamente en el proceso. Compárese: (i) *Juan se sabe conducir camiones I *Conducir camiones se sabe fácilmente. (ii) Juan se sabe la historia de España I La historia de España se sabe bien si se estudia lo suficiente. 68
67
c. La torre Eiffel se ve desde lejos d. A las sirenas se las oye desde aquí
[actividad]. [actividad];
Ahora bien, Mendikoetxea observa que en estos casos las oraciones de (55b,c,d) no corresponden a verdaderas oraciones medias, sino que denotan procesos, esto es, serían verdaderas pasivas o impersonales con se, que no denotan propiedades sino procesos. Hecha esta distinción, puede concluirse que las oraciones de propiedad se combinan únicamente con predicados que denotan realizaciones. La pregunta ahora es ¿por qué?, especialmente si tenemos en cuenta que en las pasivas y en las impersonales no existe este tipo de restricciones. La respuesta puede estar bien en el tipo de predicado, bien en el tipo de argumento que ese predicado selecciona. Keyser y Roeper (1984), Roberts (1987) y Fagan (1988) suponen que sólo las realizaciones pueden dar lugar a oraciones medio-pasivas porque sólo ellas tienen objetos afectados. Parece que este requisito se sigue del hecho de que la habilidad o posibilidad expresada por el predicado dependa crucialmente de las propiedades del objeto nocional es decir, son las características de un objeto afectado las que pueden hacer que sea o no cierta la propiedad que de él predica la oración media. Esto explicaría que ciertos predicados transitivos puedan entrar en esta construcción. Obsérvese que frente a la buena formación de las pasivas no genéricas de (56), las genéricas de (57) muestran un contraste relevante: (56) a. Se vendieron varios libros de Cela. b. Se compraron varios libros de Cela. (57)a. b. c. d.
Estos libros se venden bien. *Estos libros se compran bien. Este tejido se corta con mucha facilidad. *Esta pared se golpea con dificultad.
Estos hechos, observados por Omori (1996: 123-124),sugieren que el se medio-pasivo o genérico sólo puede aparecer en eventos que pueden ser instigados por las cualidades del objeto afectado. Sin embargo, pueden argüirse algunos contraejemplos a este tipo de explicación. El primero es que verbos con objetos no afec68
lados pueden dar lugar a construcciones medio-pasivas si las espeificaciones semánticas del predicado hacen que éste pueda ser lIInsiderado una propiedad suya. Compárese (57b) con una oral ión como los dólares se compran bien en el mercado negro de muchos países. De otro lado, la imposibilidad de tener construcl iones medio-pasivas con verbos estativos parece que ha de ser rdacionada con otras propiedades. Una es que carecen de valor ;I~entivo, por lo que excluyen en cualquier caso la presencia de los modificadores adverbiales que facilitan la interpretaci6n mediopasiva (compárese (55a) con *Juan sabe diflcilmente matemdticas). (>tra es que estos verbos parecen tener un valor factivo que excluye en cualquier caso una interpretaci6n de posibilidad; repárese 'Iue de Juan baila tangos puede deducirse que lo hace de hecho o 'llIe puede hacerlo si quiere, en cambio Juan sabe la historia de Hspaña s610 puede tener la primera interpretaci6n. Datos como C'stos, que requerirían, desde luego, un estudio más detallado, parecen indicar que la cuesti6n de fondo que late tras estas restricdones es qué predicados, y cuáles no, pueden recibir una interpretaci6n genérica, sea cual sea la forma gramatical que ésta lenga. 4
2.3.3. El agente tÚ 1m construcciones medio-pasivas
Otra diferencia importante respecto de las oraciones medio-pasivas (y medio-impersonales) radica en la relevancia gramatical del sujeto nocional, es decir, del que debería ser sujeto del verbo transitivo en la oraci6n activa correspondiente. A diferencia de las construcciones pasivas con se, en las medio-pasivas este argumento no s610 no puede aparecer expreso en un adjunto introducido por la preposici6n por, sino que no puede tampoco interpretarse como un elemento impHcito. La ambigüedad de una oraci6n como (58a) entre una interpretaci6n media pasiva y pasiva, que se desharía con la presencia de uno de los adjuntos entre paréntesis, no existe en (58b) que se interpreta únicamente como pasiva: (58)a. Ese libro se vende {fácilmente I s610 en la librería de la Universidad) . b. Ese libro se escribi6 para dar a conocer la verdadera teoría de la relatividad.
69
Surge, así pues, la siguiente cuestión. Dadas las diferencias entre las oraciones pasivas con se y las medio-pasivas, ¿podemos seguir hablando de ambas como variantes interpretativas de una misma estructura o bien se trata de dos estructuras diferentes? Las respuestas que se han dado a esta pregunta han utilizado como principal argumento precisamente la naturaleza del agente implícito. Podemos diferenciar dos corrientes. Una es la de quienes suponen que las oraciones medio-pasivas son un tipo de pasivas, derivadas como ellas de las correspondientes activas y cuyas características especiales pueden explicarse por razones independientes. La otra es la de quienes suponen que se trata de estructuras independientes, no relacionadas; quienes defienden esta postura suponen que las construcciones medio-pasivas no derivan de las activas correspondientes sino que obedecen a la existencia de verbos con significado medio. Veremos con detalle los argumentos de una y otra postura. Entre los que defienden un mismo análisis para las oraciones medio-pasivas y las pasivas están Keyser y Roeper (1984), Roberts (1987), Fellbaum (1986) y Hale y Keyser (1987, 1988), Condoravdi (1988), Stroik (1992, 1995) Y Hoeckstra y Roberts (1993). Suponen que las construcciones medio-pasivas (la mayoría las denomina simplemente 'medias') derivan de las correspondientes transitivas por un procedimiento sintáctico que 'elimina' el argumento externo y convierte en sujeto al argumento interno -es decir, el mismo procedimiento derivacional que veíamos en el caso de las pasivas reflejas-o Su principal argumento es la presencia sintáctica de ese argumento 'eliminado' que se manifiesta en la posibilidad de interpretar un agente implícito. A ese agente aluden, según ellos, los adverbios de facilidad o dificultad que propician la interpretación de propiedad lfdcilmente, bien, rdpidamente, etc.) y que requieren necesariamente un benefactivo (Massam, 1988). Stroik (1992, 1995) muestra, además, que este benefactivo puede hacerse explícito mediante un adjunto introducido por la preposición for 'para' (59a), puede funcionar como antecedente de expresiones anafóricas contenidas en el sujeto de la oración media (59b) e incluso controlar al sujeto de un infinitivo siempre que se den cienos requisitos estructurales, lo que demostraría que hay efectivamente control y no simple reinterpretación semántica: (59)a. This book reads easily for Bill. 'Este libro se lee fácilmente para Bill'. 70
b. Los libros sobre uno mismo se leen difícilmente. c. La mayoría de los libros de física se leen difícilmente incluso después de PRO haberlos leído varias veces. d. *La mayoría de los libros de física se leen difícilmente para PRO hacerse una idea. De otro lado, quienes mantienen la independencia de las oraciom's de propiedad respecto a las pasivas niegan la existencia de ese ,.rgumento implícito. Fagan (1988, 1992), Zribi-Hertz (1993) y At.:kema y Schoorlemmer (I995) afirman que los datos anteriores no prueban que las oraciones de propiedad deriven de las correspondientes transitivas activas; la presencia semántica del agente implíci10 no tiene por qué deberse a un proceso sintáctico, sino que puede ser una propiedad semántica de los verbos correspondientes; en otras palabras, ese argumento quedaría saturado en el léxico y no se proyectaría en la sintaxis, de forma que los verbos transitivos en las mnstrucciones de propiedad se comportarían como verbos con un .'mico argument069 • El resultado es que el sujeto sintáctico ocupa la posición de sujeto en la base y no es necesario postular ningún movimiento. El análisis de estas construcciones en espafiol que propone Mendikoetxea (2000) supone una conciliación de ambas posturas. Propone la autora que el sujeto nocional del verbo transitivo en las l"Onstrucciones medio-pasivas está presente, al menos semánticamente, y se interpreta como genérico o universal7o • La presencia de este argumento implícito permite, además, unificar el análisis de las medio-pasivas y las medio-impersonales. Observa Mendikoetxea
69 En este sentido, es relevante la diferente interpretaci6n de cuál es el resultaJo de la eliminaci6n de ese argumento. Para Fagan (1988) ese proceso léxico convierte a los verbos medios en verbos inacusativos o ergativos, con sujeto interno al SV; en cambio, para Ackema y Schoorlemmer (1995) los verbos medios son verda(Ieros intransitivos cuyos sujetos son auténticos sujetos profundos, esto es, argumentos externos. Esto tiene consecuencias interesantes a la hora de explicar las propiedades de las construcciones medias, ya que según este análisis no habría ningún movimiento del sujeto de la posici6n de objeto nocional a la de sujeto gramatical, como supone Fagan (1988) siguiendo a Keyser y Roeper (1984) y Roberts (1987). 70 Su presencia, según la autora, diferencia las construcciones medio-pasivas de las incoativas (que nosotros llamaremos simplemente medias). Volveremos sobre este punto en el §3.2.
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(2000) que las construcciones impersonales con se también pueden tener interpretación de propiedad (la autora las denomina medioimpersonales) : (60)a. En ese tiempo se sobornó a muchos políticos. b. A los políticos se les soborna fácilmente.
Las mismas características semánticas y sintácticas (interpretación de propiedad, proposición no eventiva, anteposición del argumento interno, tiempo genérico, presencia de adverbios de modo) diferencian la interpretación medio-impersonal de (60b) de la puramente impersonal de (60a). Ahora bien, que esté implícito ese argumento externo no quiere decir, frente a Stroik (1992) y Hoekstra y Roberts (1993), que la formación de las construcciones medio-pasivas se produzca por movimiento. Al contrario, Mendikoetxea supone que el elemento del que se predica la oración media se genera en la posición inicial de base y no hay movimiento.
3. LAs CONSTRucaONES MEDIAS CON SEI 3.1. Usos paradigmáticos de se. El
se medio' y las construcciones
reflexivas
Las construcciones con se analizadas hasta ahora comparten el rasgo gramatical de exigir un sujeto de tercera persona (singular, en el caso de las impersonales, singular o plural en el de las pasivas). Por esta razón la tradición gramatical las ha denominado de se no paradigmático (Suñer, 1973) o exclusivas de la no persona (Otero, en este vol.). Frente a ellas, una serie de construcciones que estudiaremos en este apartado no presentan esta restricción, de manera que se alterna con los pronombres átonos de primera y segunda persona (tanto singular como plural). Se trata de construcciones con verbos de cambio de estado o posición (como (61a,b», con verbos de reac71 Recuérdese lo que decíamos en las notas 4 y 58 acerca de la ambigüedad dd término 'medio'. Aquí lo usamos con d sentido que tiene en la tradici6n gramatical espaftola, como denominaci6n de los predicados que denotan procesos internos al sujeto que tienen en él su origen y su culminaci6n. Se opone, por tanto, al pasivo-reflejo y al medio de propiedad.
72
,i6n emocional (cf. (61c», así como con los llamados verbos pronominales puros o propiamente reflexivos de (61d), que no pueden en lIingún caso prescindir del c1ítico: (61)a. b. c. d.
La ropa se secó. El barco se hunde. No debe entristecerse con la noticia. Pronto se arrepentirá de haber tomado esa decisión.
Todas ellas comparten dos propiedades que permiten considerarlas una clase uniforme aunque heterogénea: en primer lugar, el c1ítini ha de tener los mismos rasgos gramaticales que el sujeto, es decir, son obligatoriamente 'reflexivas'72 ; en segundo lugar, el sujeto caren' de valor agentivo y se interpreta como un objeto afectado o un ('xperimentante (detallaremos más adelante las matizaciones a esta ~cneralización) de tal manera que la oración denota un proceso que I iene su origen y su desarrollo en él. Antes de estudiar con detalle las propiedades argumentales y aspectuales de estas oraciones y de establecer algunas subclases, es preciso determinar cuál es su relación con las construcciones tamhién reflexivas que aparecen en (62): (62)a. Juan se odia. b. Juan se regaló un coche nuevo. Tanto en (61) como en (62) el c1ítico es correferente con el sujeto, luego, si consideramos ésta la propiedad definitoria de la reflexi-
vidad, ambas pueden considerarse exponentes de ella. Son numerosos los autores que han partido de esta constatación para proponer un análisis unitario de ambos tipos de construcciones73 • Sin embargo, existen diferencias que permiten trazar una línea divisoria entre 72 Esta propiedad se ha reflejado en las denominaciones que los pronombres de (61) han recibido dentro de la tradici6n gramatical: Alarcos (1968) y Álvarez Martina (1989) los denominan incrementos reflexivos; para el Esbozo son reflexivos propios; Luján (1977) los llama reflexivos incoativos y G6mez Torrego (1992) los caracteriza como reflexivos sin funci6n nominal; mantienen el término incluso los autores que diferencian netamente entre eUas y las construcciones reflexivas no medias, como Vera Luján (1996), que los llama ergativos reflexivos, u Otero (1999), que los llama reflexivos intrlnsecos. 73 Entre ellos, Roldán (1971), Napoli (l976b) o Martín Zorraquino (1979: 126-146). Véase también Schroten (1972), quien supone una misma estructura básica para todas las construcciones con se, incluidas las reflexivas.
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ambas. Estas diferencias atañen a la función del clítico, concretamente a la posibilidad de ser duplicado con otra anáfora o sustituido por un elemento no anafórico, y a la estructura argumental y funcional de la oración. Lógicamente, todos estos aspectos están íntimamente relacionados. Veamos cómo. En primer lugar, se ha sefialado repetidamente 74 que en las construcciones de (62) los clíticos reflexivos puedan alternar con los que no lo son (63a,b), mientras que en las de (61), en cambio, esta alternancia está vedada (63c) o bien altera sustancialmente su significado, como en (63d): (63)a. Juan {sello} lava. b. Juan {selle} regaló un coche nuevo. c. {Te/*le} has olvidado de su cumpleaños. d. La ropa {se I #nos} secó. Esta diferencia se debe a que la correferencia entre el clítico y el sujeto esconde dos tipos de relaciones semánticas distintas. Mientras que en (63a,b) puede diferenciarse la participación del referente como agente y paciente, las oraciones de (63c,d) denotan procesos que tienen lugar en el sujeto, del que parten y en el que se desarrollan, sin que puedan diferenciarse con nitidez dos funciones semánticas distintas para él y el clítico. En otras palabras, el pronombre no encarna un argumento independiente del sujeto. Esto ha hecho que se consideren típicamente intransitivas las construcciones de (61)75, mientras que las de (62) serían un caso especial de construcciones transitivas en las que el complemento (directo o indirecto) es, circunstancialmente, correferente con el sujeto. El bajo grado de diferenciación de sujeto y complemento está relacionado con el escaso o nulo control que el sujeto ejerce sobre el proceso denotado por el predicado. En las construcciones de (62) el sujeto es un agente que controla no sólo la acción sino también el objeto sobre el que ésta se proyecta. En cambio, las de (61) tienen
Véase Luján (1977) Y Lázaro Mora (1983: 305), entre otros muchos. En efecto, hay acuerdo entre la mayoría de los especialistas en considerar se como un elemento intransitivizador. Véanse, por ejemplo, Reichenkron (1933), Oca (1914), 8abcock (1970), Lázaro Mora (1983), Cano Aguilar (1981). Otros autores, como Vera (1996) suponen que también las construcciones reflexivas de (62) son intransitivas porque el ditico impide la expansi6n de un SN previsto. Volveremos más adelante sobre el alcance te6rico que tiene esta consideraci6n. 74
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sujetos no agentivos que sufren procesos o cambios que ellos mismos no pueden controlar. La a~sencia de agentividad, destacada por Luján (1977) y Lázaro Mora (1983: 305) como diferencia fundamental entre las construcciones medias y las verdaderamente reflexivas, se manifiesta en el rechazo de expresiones adverbiales como deliberadamente, por voluntad propia, etc., que sí pueden aparecer en construcciones reflexivas como las de (62)76: (64)a. Juan se lava por voluntad propia. b. Juan se regaló un coche nuevo deliberadamente. b. #Te has olvidado de su cumpleaños a propósito. c. #Se maravilló deliberadamente con aquella obra tan hermosa. El proceso sufrido por el sujeto, ajeno a la intervención directa de un agente, puede o no estar desencadenado por una causa externa (compárese la ropa se secó con el viento con *se arrepintió de sus crimenes con su dolor), pero en cualquier caso parece independiente de acción alguna. Volveremos a esta cuestión en el apartado siguiente. Finalmente, en las oraciones de (62) el clítico reflexivo puede ser duplicado por otro sintagma que contenga el también reflexivo si (mismo) precedido por la preposición a, como se muestra en (63). En las de (61), en cambio, la presencia de este segundo reflexivo es controvertida y en cualquier caso siempre impone la de la preposición por, como se ve en (66): (65)a. Juan se odia a sí mismo. b. Juan se regaló a sí mismo un coche nuevo. (66)a. La ropa se secó {la sí misma! por sí misma/por sí sola}. b. Juan se olvidó de tu cumpleaños {*a sí mismo ! *por sí mismo! ?por sí solo}. Las diferencias entre ambos grupos de ejemplos no sólo indican que si mismo es complemento directo o indirecto en (65), pero no
76 Lógicamente, las construcciones reflexivas con verbos de cambio y sujetos de cosa no admiten este tipo de modificadores adverbiales porque no puede atribuirse voluntad a los objetos (cf. #Ia ropa se secó por voluntad propia).
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en (66). También sugieren, y creemos que esto es lo más relevante, que sólo en (65) si mismo puede considerarse una duplicación del clítico, mientras que en (66) se trata de un adjunto cuya presencia es independiente de la de éste. Podemos dar dos argumentos a favor de esta independencia. En primer lugar, se ha observado repetidamente en la bibliografía al respecto que la presencia de un complemento argumental que contenga una anáfora hace obligatoria la presencia de un clítico reflexivo junto al verbo (cf. (67a». Podemos afiadir a esta generalización que, por el contrario, si la anáfora aparece en un adjunto, el clítico no sólo no es obligatorio sino que es inadmisible (cf. (67b,c»: (67)a. Pedro sólo *(se) ve a si mismo. b. Pedro (*se) trabaja para si mismo. c. Pedro (*se) aprobó las matemáticas por sí mismo. Repárese en que lo que hace agramatical (67b) es precisamente la coaparición de se con para si mismo, como se deduce de la gramaticalidad de Pedro se trabaja a sus clientes, por un lado, y de Pedro trabaja para si mismo, por otro. Y lo mismo vale para (67c). Obsérvese, además, que este tipo de complementos pueda aparecer con gran cantidad de predicados, que no exigen la presencia del clítico (puede
pensar por si mismo; aprobó las matemáticas por si mismo...etc.). En segundo lugar, los sintagmas por si mismo de (66) son sinónimos de por si solo, de manera que el significado que afiaden a la oración es que el evento tuvo lugar sin la intervención de ningún causante externo. De ahí que lo admitan sólo los predicados que permitan presuponer la posibilidad de que exista tal causante externo; según esto, el contraste entre (66a) y (66b) se debería a que puede existir una causa externa para que algo se seque, pero no se precisa ayuda para olvidarse de las cosas?? Si esto es así, cabría pensar que en (66a) el complemento por si mismo no sólo no está reduplicando al clítico sino que su presencia es hasta cierto punto independiente?8.
n Sobre este asunto, puede verse Sánchez L6pez (1996), donde se estudian las propiedades de solo y mismo cuando funcionan como adjuntos, asf como las condiciones aspectuales y semánticas que deben satisfacer los predicados para poder aceptarlos. 78 Véase Stroik (1999), quien se basa en la teorfa de la reflexividad de Reinhart y Reuth1and (1993) para delimitar el carácter argumental o adjunto de cienos complementos
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Las diferencias anteriores permiten distinguir, en la línea de Otero (1999), dos tipos de construcciones reflexivas: las reflexivas sintácticas o extrínsecas, que lo son en virtud de la (opcional) correIcrencia de dos argumentos independientes, y las reflexivas inherenles o intrínsecas, en las que la reflexividad es obligatoria y deriva de las propiedades semánticas de los verbos. Al primer tipo pertenecerfan los ejemplos de (62), al segundo los de (61). Dos propiedades íntimamente relacionadas definen las reflexivas inherentes: el dítico no parece desempeñar ninguna función semánI ica autónoma y el sujeto no es un agente sino que sufre un proceso que escapa a su control efectivo. Esta forma de participación del sujeto en la acción verbal, como sede de un proceso (escenario de un cambio, según Fernández Ramírez (1987: 391» que tiene su origen y su final en el sujeto mismo, es lo que ha caracterizado tradicionalmente la llamada voz media, categoría gramatical de inmediata intuición pero límites difusos y escasa formalización 79 • Las construcciones pronominales caracterizadas por este modo de participación del sujeto han sido consideradas, pues, 'medias' y el se que aparece en ellas 'se medio', denominación utilizada por Fernández Ramírez (1987), Molina Redondo (1974), Lázaro Mora (1982) y que manrendremos aquí80 • Desde los estudios más antiguos hasta los intentos recientes más rigurosos de abordar esta categoría (Kemmer, 1993, Maldonado, 1999, entre otros) se mantiene la caracterización de la voz media como modo de participación del sujeto en el proceso denotado por el predicado, en el que interviene como iniciador y punto final 81 • Es este modo de participación, cuya naturaleza y consecuencias sintácticas detallaremos en los siguientes apartados, lo que permite trazar la frontera entre construcciones reflexivas extrínsecas y las medias.
79 Según Lyons (1968) el término fue introducido por Gamillscheg en 1933 para denominar un evento que afecta al sujeto o tiene su sede en él. Lo utilizan también Reichenkron (1933), Larochette (1939, 1943), Vendreys (1948) y Benveniste (1950). Los estudios recientes más elaborados corresponden a Kemmer (1993 y 1994). Son fundamentales los libros de García (1975) y de Geniusiene (1987). 80 Recuérdese, no obstante, que esta denominación se utiliza para aludir a otras construcciones diferentes. Véanse las notas 4 y 58. 81 Cf. Vendreys (1948), Hernández Sacristán (1985) y Oliva (1988), entre otros.
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Ahora bien, no conviene perder de vista que los límites entre ambos tipos de construcciones reflexivas (extrínsecas e intrínsecas) no sólo resultan difusos sino que se desdibujan para dejar vías de trasvase de una a otra. Desde un punto de vista histórico, las relaciones entre ambas resultan evidentes. Fernández Ramírez (1987) considera que es el hecho de que la acción revierta en cierto modo en el sujeto lo que emparenta ambos tipo de construcciones, y lo que explica que históricamente haya sido la forma refleja la utilizada como medio de expresión de voz media; en ambos casos, afirma, «la acción representada por el verbo actúa en cierto modo sobre el sujeto, incide de alguna manera en la esfera de su interés» (pág. 390). De hecho, los estudios más recientes sobre voz media consideran las reflexivas sintácticas e inherentes eslabones de una misma cadena. Kemmer (1993, 1994) muestra cómo las marcas explícitas de voz media en muchas lenguas coinciden con las marcas de reflexividad, lo que hace que ambas constituyan una categoría coherente, aunque compleja. El vínculo que las une es, según esta autora, la propiedad semántica de la «elaboración relativa de eventos)). Se trata de un parámetro respecto del cual la reflexiva y la media pueden situarse como categorías semánticas intermedias entre aquellos eventos complejos en los que intervienen dos participantes independientes y aquellos en los que interviene uno solo. La reflexividad sintáctica es el primer paso en el que se desdibuja la existencia de tales dos participantes al existir una relación de correferencia entre ellos; las construcciones reflexivas inherentes serían un paso más en ese desdibujarse del evento dividido al tratarse de eventos concebidos como procesos que ni siquiera pueden «salin) del único participante que interviene en ellos. El resultado es un evento menos elaborado que si fuera un evento transitivo en el que participan dos entidades. Desde el punto de vista de la gramática cognitiva82 , Maldonado (1999) analiza las diferencias entre las construcciones medias y las reflexivas. Parte de la idea de que la transitividad no es una propiedad absoluta, sino gradual. Los predicados pueden ser más o menos transitivos en función de dos parámetros: el grado de individuación del objeto y el nivel de control que el sujeto ejerce sobre la acción. Este autor llama la atención sobre el hecho de que la reflexividad, en cualquiera de sus manifestaciones, implica una disminución de
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Cf. Langacker (1987, 1991).
ambos niveles, y, en consecuencia, también de la transitividad de la construcci6n. Así, en una construcci6n reflexiva como Daniel se rompió el brazo, el evento es visto como accidental, en tanto que en Daniel le rompió el brazo a Vérónica (ejemplos de Maldonado 0999: 83» hay una lectura intencional. Según Garda (1975: 136), el contraste anterior se debe a una inferencia natural, según la cual la gente normalmente no es masoquista. Tuggy (1981) va más allá y afirma que la reducci6n de la volicionalidad es general en las construcciones reflexivas y se debe a que los actos reflexivos pueden adquirir un valor rutinario en virtud del cual requieren un menor cuidado y atenci6n que si se proyectasen sobre otro individuo distinto del sujet083 • A continuaci6n estudiaremos dos tipos de construcciones medias que comparten un particular modo de acci6n -denotan eventos que se originan y desarrollan en un sujeto no agentivo- y una marca formal --el clítico reflexivo--. El primer tipo lo constituyen las construcciones con verbos de cambio (físico o psicoI6gico), que se caracterizan por tener variantes transitivas de interpretaci6n causativa; en su uso reflexivo, estos verbos tienen las propiedades de los inacusativos. El segundo tipo lo constituyen las construcciones que no tienen variante transitiva (son los verbos pronominales puros), o hien sí la tienen pero no implica ningún cambio funcional en el sujeto. 83 Maldonado (1999) atribuye a la misma disminución de la transitividad el hecho de que sólo en las construcciones reflexivas puedan aparecer adjuntos cuya interpretación se acerca a la de un 'sujeto secundario', esto es, un adjunto en la que el sujeto delega parte de su volición. Así sucede, según él, en una oración como Dino Lipati se educó con los mejores músicos europeos, donde la acción de educar no es realizada por el sujeto, sino por el adjunto introducido por con, y aquel se interpreta como mero controlador externo del evento. El problema que plantea este ripo de ejemplos es hasta qué punto un sujeto agente ha de interpretarse como realizador efectivo de la acción y no como un mero desencadenante. Tal problema dio lugar a una larga polémica en los años setenta a propósito de la oración Juan se afeita en la barberla y sus dos posibles interpretaciones (se afeita él mismo o se hace afeitar por otra persona), y que puede verse en Alcaraz (1976, 1977), Sabatini (1977) y Graupera (1977). También lo trata, en relación con los valores causativos del resto de construcciones pronominales, López Garda (1975). Creemos que, pese al interés que pueda tener este tipo de construcciones, no dependen del clítico, puesto que la doble interpretación también aparece en oraciones no reflexivas, como Carlos [11 construyó la Puerta de Alcalá, sobre las que puede verse con más detalle Sánchez López (1996).
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3.2. Los verbos de cambio y las construcciones inacusativas con se medio 3.2.1. Los verbos de cambio de estado o posición. Las construcciones anticawativllS.
El grupo más extenso 'de verbos con se medio es el que forman los verbos de cambio, en los que se incluyen los que implican un cambio de estado físico (secar, mojar) o un cambio de posición (hundir, elevar. .. )84. Estos verbos se caracterizan por poder dar lugar a dos tipos de construcciones. Por una parte, pueden funcionar como verbos transitivos que toman dos argumentos: un sujeto que se interpreta como una 'causa' y un complemento directo con la función semántica de 'objeto afectado' (68a,c). Por otra, pueden aparecer en construcciones pronominales cuyo sujeto es el objeto afectado; el argumento interpretado como 'causa' puede aparecer opcionalmente en forma de adjunto (68b,d): (68)a. b. c. d.
El viento secó la ropa. La ropa se secó (con el viento). El temporal hundió toda la flota. Toda la flota se hundió (con el temporal).
Las construcciones transitivas de (68a,c) tienen una interpretación causativa: el sujeto se interpreta como causa desencadenante de un proceso de cambi085 ; el complemento es un objeto afectado que sufre dicho proceso. La interpretación causativa hace que los verbos equivalgan a la perífrasis hacer+infinitivo, equivalencia que convierte en redundante la presencia del verbo factivo (69a,b), y 84 Entre los numerosos estudios dedicados a la delimitación y caracterización de esta clase de verbos, el más completo el de Levin y Rappapon-Hovav (1995), que ofrece en forma de apéndice una lista de los principales verbos que integran cada clase. Sobre el espafiol el estudio más detallado es el de Mendikoetxea (1999a: 1588-1607), basado en gran medida en el anterior. 85 Algunos verbos de cambio, como hundirs~, pueden tener también interpretación agentiva, en cuyo caso la construcción pronominal se corresponde con una pasiva refleja: ~¡ capitán hundió su barco/ S~ hundió ~¡ barco para evitar q~ /o atrapaS~ ~¡ memigo. Detallaremos las diferencias entre las medias y las pasivas reflejas más adelante. Salvo advenencia, de aquí en adelante obviaremos la interpretación agentiva de los verbos de cambio,
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explica la imposibilidad de afiadir complementos o adjuntos orientados a un agente que controle intencionadamente la acción o el proceso (69c, d): (69)a. b. c. d.
??El viento hizo secarse la ropa. ??El temporal hizo hundirse la flota. #El viento secó la ropa deliberadamente. #El temporal hundió la flota para hacerla desaparecer.
La variante pronominal de (68b,d) tiene como sujeto el objeto .,fectado, en tanto que la causa puede aparecer opcionalmente en forma de adjunto. La doble construcción está prevista por la estructura léxico-conceptual de estos verbos, concebidos como predicados con una estructura léxico-semántica compleja que incluye dos subeventos, cada uno relacionado con un argumento del verbo. El argumento externo es un evento causante, o por metonimia uno de los participantes en el evento causante; el argumento interno es un tema afectado o paciente y representa a la entidad que sufre un cambio de estado. La relación que existe entre ellos es de causa. El significado de un verbo de cambio como secar puede representarse formalmente como (70), (70) secar: [[ X-HACE ALGO]
CAUSA
[y RESULTE SECO]]
que significa: secar implica que un evento en el que participa x causa o motiva que y resulte seco. Esta estructura léxico-conceptual puede encarnarse en una construcción transitiva, si cada una de las variables X e y se encarnará en un argumento, o bien en una construcción inacusativa o ergativa si la variable x no se asocia con ningún argumento, mientras que aquel argumento asociado a h variable y resulta ser el sujeto de la construcción. Los verbos que presentan ambas posibilidades se denominan 'verbos de alternancia causativa'86. Ambas posibilidades están relacionadas derivacionalmente, de manera que las segundas se supone que derivan de las primeras: de
86 Aunque este análisis es defendido por numerosos autores, como veremos, utiliza por primera vez, que sepamos, el término de 'diátesis anticawativa' Moreno Cabrera (1984) y lo recoge Vázquez (1997).
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ahí la denominaci6n de anticausativas. Como en el caso de las pasivas, dicho proceso derivativo parece asociado íntimamente a la presencia del clítico, que actúa como elemento intransitivizador o 'anulador' de uno de los argumentos previstos en elléxic0 87 . La construcci6n anticausativa implica una diátesis recesiva o recensi6n valencial (en términos de Tesniere (1976» en el verbo: el argumento externo de la variante transitiva se elimina y el objeto nocional pasa a ser sujeto. Según este análisis, defendido para el español por Suñer (1982),Vera (1996) y Mendikoetxea (1999a)88 los sujetos de las construcciones pronominales son sujetos derivados, y las estructuras inacusativas. Pueden aducirse algunas pruebas a favor de é189 : a) Una prueba clásica de inacusatividad consiste en la posibilidad de que su participio funcione como un modificador adjetival9o . Los panicipios de los verbos transitivos pueden usarse como predicados de nombres que corresponden con su argumento interno; así, se dice el trabajo hecho, una edición revisada, otra casa derruida ... Muchos verbos psico16gicos o de afecci6n (como preocuparse, espantarse, etc.) y de cambio físico (estado o locaci6n) admiten este tipo de consuucci6n; se dice, por ejemplo, una persona preocupada por su trabajo, la ropa seca, un barco hundido. Los intransitivos, en cambio,
87 El estatuto inacusativo de los verbos de cambio de estado es planteado en Perlmutter (1978), aunque lo desarrollan Chierchia (1989), Pustejovsky (1995: §9.2), Levin y Rapaport-Hovav (1995), Reinhart (1996) y Mendikoetxea (1999a), entre otros. 88 Puede verse un análisis similar para las construcciones paraldas dd ingles en Keyser y Roeper (1984); Burzio (1986) lo aplica al si ergativo dd italiano y ZribiHertz (1987) y Zubizarreta (1985) al francés, desarrollado después por Labelle (1992: 387-389) y Authier y Reed (1996). Un enfoque así es asumido por Levin y Rappaport-Hovav (1995). 89 En francés e italiano los verbos pronominales toman d auxiliar que usan los inacusativos (etre y essere 'ser', respectivamente). Este test, que sirve como argumento a Labelle (1990, 1992) para incluir los usos medios en la clase de los inacusativos, no los diferencia, sin embargo, de los reflexivos. Ni esta ni otras pruebas utilizadas en esta lenguas (como las construcciones impersonales, la sustitución por d clítico adverbial en o la posibilidad de aparecer en una subordinada de rdativo en infinitivo) pueden aplicarse en espatíol. Véase, no obstante, Labelle (1992: 379385). 90 Véase Levin y Rappaport (1986), Doron y Rappaport (1991) y Massullo (1992:188).
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no la admiten (*una persona sonrelda)91. Esto sugiere que el sujeto de las construcciones medias con se tiene las propiedades de un objeto básico o subyacente92 • b) Como veíamos en el §1.1, los sujetos de tercera persona de plural de algunos verbos transitivos e intransitivos pueden ser ambiguos entre una interpretación referencial y definida y una indefinida, como se muestra en (71a,b). Los sujetos de construcciones pasivas y de verbos inacusativos únicamente pueden interpretarse como definidos (cf. (?lc,d». Los sujetos de las construcciones pronominales con verbos de cambio presentan la misma ausencia de ambigüedad que estos últimos (cf. (?le»: (71) a. b. c. d. e.
llaman a la puerta. dicen que se convocará una huelga. son detenidos por la policía. nacieron el martes pasado. prO¡+defl se secan con el sol rápidamente. prO¡±def) prO¡±def) pro[+def) pro[+def)
Si, como sugiere Jaeggli (1986), la ausencia de ambigüedad de los sujetos de verbos inacusativos y pasivos se debe a una restricción que impide a los sujetos derivados recibir interpretación inespecífica, la imposibilidad de tener esa lectura con verbos de cambio podría ser argüida como prueba de inacusatividad. 91 Es cierto que algunos verbos intransitivos admiten este tipo de construcci6n si se interpretan no como acciones sino como procesos que tienen lugar en el único argumento, y éste se concibe como una entidad afectada por dicho proceso. Creemos que este es el sentido que tienen frases como una persona muy leida. o. en ciertos registros un obrero muy trabajado. cuyo sujeto no se interpreta precisamente como el agente que realiza reiteradamente una acci6n. sino como el experimentante que sufre las consecuencias de un proceso continuado. Obsérvese. además. que los participios adjetivales en este caso tienen necesariamente un valor perfectivo. 92 En este caso es también necesariamente un objeto afectado. pero posiblemente como consecuencia de las propiedades específicas de las construcciones con verbos de cambio. Aunque se asume generalmente que los sujetos de las pasivas adjetivales son objetos afectados. Doron y Rappaport (1991) muestran que hay participios con valor adjetival derivados de verbos que no tienen objetos afectados. si estos verbos son estativos; en estos la forma no personal denota el mismo estado denotado por el verbo flexivo. Se trata de construcciones como a loved child. the feared repercussions. an assumed permise. an admirer writer.
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c) Como es sabido, muchos verbos inacusativos admiten sujetos sin determinante en posición postverbal. Esta propiedad, que les opone a los transitivos e inergativos, se ha atribuido a la posibilidad de asignar un caso especial -partitivo- bajo rección (cf. Belletti, 1987), y explica el contraste entre surgieron problemas, de un lado y *durmieron invitados o *hicieron alumnos el trabajo, de otro. Masullo (1992: 188-189) afirma que existe un contraste paralelo entre estos ejemplos y oraciones con sujetos determinados: también para los sujetos determinados de los verbos inacusativos la posición no marcada es la postverbal, mientras que para los transitivos e inergativos, tal lugar sólo es ocupado por el sujeto si ello obedece a la voluntad de dotar a la oración de una estructura informativa marcada. Pues bien, los verbos pronominales con contrapartida transitiva parecen comportarse a este respecto como los inacusativos, de manera que, frente a se alegró todo el mundo de las noticias o se han marchitado las flores, ambas con verbos pronominales de cambio, la intransitiva se durmió todo el mundo tendría un orden marcado. d) La naturaleza e interpretación del objeto nocional de estos verbos ofrece un último argumento, este de carácter semántico, a favor del análisis derivacional. Algunos estudios (por ejemplo, Seco (1972: 104 Y ss» han subrayado que el proceso de cambio denotado por las construcciones anticausativas puede surgir de forma espontánea, sin que sea siempre precisa la interpretación de una causa eficiente, de ahí la denominación de 'se espontáneo' que se ha dado al que aparece en ellas (Sufier, 1982). Esta interpretación se debe a que el sujeto, pese a tener un papel semántico de objeto afectado, es también en parte responsable del proceso puesto que son sus propiedades inherentes las que de alguna forma permiten que tal proceso tenga lugar. 93 Esto explica que no
93En términos de Levin y Rappaport-Hovav (1995), sufren procesos que tienen una causa interna. Los eventos internamente causados se originan de forma espontánea propiciados por las propiedades inherentes de los objetos que los sufren; los externamente causados en cambio se desencadenan por la actuación efectiva de una causa ajena al objeto afectado. Según las autoras, sólo los eventos externamente causados pueden dar lugar a construcciones anticausativas; Mendikoetxea (1999) supone en el mismo sentido que las construcciones anticausativas pronominales corresponden siempre a eventos externamente causados. Véase §4.2.1. para más detalles sobre esta distinción.
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lodos los objetos posibles de las construcciones causativas puedan ser sujetos de las anticausativas: (72)a. Antonia rompi6 {el vaso/la ventana/el papel/su compromiso/la promesa}. b. El vaso/la ventana/el papel se rompi6. c. #Su compromiso/ la promesa se rompi6 Mientras que en las oraciones de (72b) pueden considerarse ambiguas entre una lectura media o anticausativa ('el vaso se rompi6 por sí mismo') y otra agentiva o pasiva refleja ('el vaso fue roto deliheradamente'), las de (72c) únicamente pueden interpretarse como pasivas, esto es, con un agente sobrentendido ('la promesa fue rota deliberadamente por alguien', pero no 'la promesa se rompi6 por sí mismá. Estas restricciones, aducidas por Levin y Rappaport-Hovav (1995: 85ss), se deben a que s610 los sujetos de (72b) poseen (frente a los de (72c» las propiedades inherentes que les permiten ser ellos mismos el origen del event094 • En este sentido, es relevante el uso del adjetivo solo en tales construcciones. Como se observa en Sánl:hez L6pez (1993 y 1996), este adjetivo es ambiguo entre una lectura comitativa ('sin compañía de nadie') y una lectura instrumental ('sin ayuda de nadie'). Cuando aparece como predicado secundario del sujeto de un verbo de cambio s610 esta segunda lectura es posihle; compárese el barco se hundió solo, esto es, sin intervenci6n de nadie, con el barco foe hundido solo, donde significa sin compañía de ningún otro barco. La primera interpretaci6n es la que tendría si lo afiadimos a (72b). A la naturaleza inacusativa de las construcciones pronominales con verbos de cambio de estado o posici6n hay que añadir su naturaleza aspectual. El proceso de cambio descrito por las construcciones anticausativas con se incluye una fase inicial y una fase final o estado resul-
94 El hecho de que sean las propiedades inherentes de los objetos afectados lo que desencadena la acción no convierte a estas estructwas en medio-pasivas aunque muchos autores (en especial los de tradición anglosajona) incluyan ambas en la misma categoría de construcciones 'medias'. La diferencia está en que las mediopasivas denotan predicados de propiedad mientras que las anticausativas denotan predicados de estado. Véase Rapoport (1999) sobre la delimitación de ambas clases en inglés. Respecto a las relaciones entre ambas subclases véase el §5.
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tanteo Según se ponga mayor énfasis en destacar la repercusión de uno u otro, se considerará que estas construcciones tienen aspecto incoativo (Larrochette (1944), Manoliu-Manea (1976), Napoli (1976a) o Luján (1977), por ejemplo) o perfectivo (Femández Lagunilla y De Miguel, 2000). Para los primeros, estos verbos denotan el comienzo de un proceso que desembocará en un nuevo estado. Luján encuentra un argumento fundamental a favor de este análisis en el hecho, observado por Roldán (1971), de que estos verbos en presente no denoten acción en curso sino inicio de la acción: se arrepiente significa algo así como ((comienza ahora a arrepentirse». Hay que observar, sin embargo, que este valor incoativo puede resultar oscurecido al combinarse con el aspecto gramatical. Así, una oración como el barco se hundió puede significar tanto que el barco empezó a hundirse, como que está hundido ahora; sin embargo, se secó no significa que comenzó a secarse. Que el aspecto incoativo parezca desdibujarse en algunos contextos sugiere que la incoatividad no es realmente una propiedad definitoria del aspecto léxico de estos verbos, sino una consecuencia de su particular estructura eventiva, es decir, del hecho de que denoten un cambio que tiene un inicio y un final. De ser esto así, es posible que tengan razón Fernández Lagunilla y De Miguel (2000) cuando consideran que estas construcciones denotan fundamentalmente un cambio de estado de carácter culminativo y focalizan el estado resultante. Las consideran,· pues, perfectivas. El argumento fundamental es que la mayoría de los verbos que toman se en este caso admiten construcciones estativas resultativas: estd hundido, estd arrepentido, estd seco... La naturaleza resultativa o perfectiva de los verbos de cambio se pone de manifiesto en la existencia de verbos de cambio que seleccionan un complemento predicativo que hace explícito el estado resultante. Es el caso de quedarse, hacerse, volverse; no todos tienen contrapartida transitiva; la tienen hacer, volver, o poner pero no quedarse, que forma doblete léxico con dejar: (73)a. b. c. d.
Las circunstancias lo volvieron desconfiado. Se volvió desconfiado por las circunstancias. Se quedó ciego por el accidente. El accidente lo {*quedóldejó} cieg095 •
95 Hay que notar, sin embargo, que algunos hablantes utilizan qued4r como transitivo, de la misma forma que caer y dicen Juan cayó la botella o el accidente /o
quedó ciego.
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Así pues, podemos resumir las propiedades de las construcciones medias con se con verbos de cambio de estado o posición. Estos verbos denotan procesos de cambio sufridos por un objeto afectado que es complemento directo en la construcción no pronominal (transitiva) y que se convierte en sujeto en la construcción pronominal (inacusativa o ergativa). Esta última se considera anticausativa porque se origina por la pérdida del argumento 'causa' que el verbo de cambio roma como sujeto en la construcción transitiva. Aspectualmente, se rrata de construcciones perfectivas o resultativas. Como decíamos más arriba, este mecanismo derivacional es idénrico al que da lugar a las construcciones pasivas. En este sentido, pasivas y medias con se comparten el ser construcciones inacusativas cuyo sujeto gramatical es un objeto profundo y coinciden en presentar el evento desde el punto de vista del resultado de la acción. Difieren, en cambio, en su estructura argumental: mientras que las construcciones pasivas son agentivas y omiten o presuponen un agente, las medias, en cambio, se conciben como eventos que pueden ser causados externamente, pero en los que no interviene ningún agente que participe o actúe intencionadamente en el proceso. El evento surge espontáneamente merced a las propiedades inherentes del objeto afectado, con o sin intervención de una causa desencadenante96• Cabe la posibilidad, no obstante, de que exista ambigüedad entre interpretaciones pasivas y medias con verbos que permitan una doble interpretación causativa y agentiva de su argumento externo. Esta ambigüedad se deshará si está explícito un adjunto que fuerce la interpretación agentiva, esto es, pasiva (como en (74b» o la media o anticausativa (como en (74a». Obsérvese asimismo que los verbos de efectuación únicamente podrán interpretarse como pasivos, ya que el objeto no existe independientemente del proceso; de ahí la inadecuación de (74c) frente a (74d), que sí es posible en su lectura pasiva: (74)a. La ropa se secó por sí sola con aquel calor tan asfixiante. b. La ropa se secó inmediatamente para poder plancharla y guardarla en los armarios antes de que llegasen los invitados. 96 Siewierska (1984: cap. 2) incluye las anticausacivas en las pasivas: se trata del mismo procedimiento sintáctico de promoción de un objeto a sujeto, con independencia de que el argumento eliminado sea agente, beneficiario, causa o recipiente.
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c. #La valla se pintó por sí sola con aquella pintura tan fluida97 • d. La valla se pintó en un santiamén con la ayuda de todos. Finalmente, pasivas y anticausativas se diferencian en la posibilidad de tener sujetos pospuestos sin determinante. Mientras que nada parece restringir este tipo de sujetos en las pasivas con se (cf. (75», las anticausativas con se presentan los contrastes de (76): (75)a. Se pintaron casas de color verde. b. Se buscan camareros con experiencia. c. No se encontraron restos del naufragio. (76)a. *Con el sol se seca ropa / *se hunden barcos durante la época de lluvias. b. Se produjeron incendios/se levantó aire 98 /se originaron tormentas. Atribuir a la interferencia del clítico con la capacidad del predicado para asignar caso partitivo inherente (como hace Rigau (1988» dejaría sin explicar los contrastes de (76). Parece, más bien, que lo que motiva el diferente componamiento de los verbos de (76a) y (76b) reside en el carácter existencial de los segundos frente al no existencial de los primeros. Mientras que los verbos secar o hundir afectan a un objeto que existe con independencia del proceso de
97 Obsérvese, sin embargo, que ciertos verbos de efectuación pueden dar lugar a construcciones medias muy cercanas a las medio-pasivas o pasivas genéricas, como en los siguientes ejemplos:
(i) No te preocupes, ya verás como el libro se escribirá solo. (ii) La pintura era tan fluida y teníamos tanta ayuda que la valla se pintó sola.
Estas oraciones difieren de las medio-pasivas en que no necesitan un contexto temporal genérico y se refieren a eventos puntuales. Sin embargo, son, como ellas, agentivas; en ambos casos se puede suponer la existencia de un argumento implícito que no es causa, sino agente efectivo. No hay tampoco en ellas la interpretación de proceso espontáneo que caracteriza a las medias, sino la de facilidad o dificultad propia de las pasivas genéricas. Así pues, se trata de construcciones a medio camino entre ambas clases, que vienen a probar el estrecho y poroso límite que las separa. 98 Ejemplos tomados de Bosque (1996: 33).
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cambio denotado por ellos, los de (76b) denotan un cambio de estado que consiste precisamente en que surge un objeto afectado inexistente antes de dicho cambio. En este sentido, estos verbos se asemejan a las construcciones existenciales con haber. Si esto es correcto, las restricciones de (76) pueden deducirse de principios más ~enerales acerca de la legitimación de sintagmas nominales sin determinante 99.
3.2.2. Construcciones causativas sin se
Del análisis esbozado antes se sigue que la presencia de se en las construcciones ergativas con verbos de cambio está relacionada con el hecho de que estos verbos permitan una alternancia causativa y pierdan uno de sus argumentos en la construcción pronominal. Ahora bien, existe un reducido número de verbos que tienen esta alternancia pero no son pronominales. La tradición gramatical los denomina 'neutros' o 'diatéticamente neutros'. En ellos, la diátesis no está marcada formalmente: (77) a. La inflación aumenta el paro. b. El paro aumenta (con la inflación). No son muchos los verbos neutros en español. Levy (1994) recoge un corpus de verbos inacusativos con alternancia sujeto-verboobjeto I verbo-objeto del que únicamente 25 de unos 300 forman la anticausativa sin se. Estos verbos penenecen a ciertas clases semánti-
99 Véase Bosque (1996. especialmente d §1.3.). Es interesante destacar que los verbos inacusaovos que admiten la construcción reflexiva de forma opcional. a los que nos referiremos en §4.2.• rechazan en la construcción reflexiva los sujetos sin determinante que sí admiten. en cambio. en la no reflexiva; los ejemplos son de Masullo (1996: 187):
(i) (ii)
Cayeron piedras I ·se cayeron piedras. Murieron niños I ·se murieron niños.
Si la posibilidad de tener sujetos sin determinante está rdacionada con el carácter existencial de los predicados. como supone Bosque (1996). habría que suponer que d clítico altera de alguna forma las propiedades dd predicado de los verbos inacusativos. Volveremos sobre esta cuestión en d §4.2.
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cas: cambios de estado interno de seres animados (enloquecer), cambios internos o externos de animados o no animados (mejorar, hervir, rejuvenecer, envejecer); cambios de forma o dimensión (menguar, engordar, adelgazar crecer); cambio de posición o configuración física o de punto de vista (ascender); cambio social o institucional (enviudar. emparentar); dimensión en el tiempo (empezar, finalizar), actividades humanas de lengua, sentido o relación social. En apariencia no hay ninguna diferencia semántica entre ellos y los que forman la anticausativa con se. De hecho, no es infrecuente hallar sinónimos de verbos neutros que tienen anticausativa con se: empezar/acabar{se), enrojecer/ruborizar{se), ascender/elevar{se}, los dos miembros de las parejas anteriores permiten construcciones causativas-transitivas y anticausativas-ergativas, pero sólo en el segundo esta alternancia se marca con la presencia del pronombre 1oo• Esto podría hacer pensar que las diferencias entre estos verbos obedecen a idiosincrasias léxicas no regularizables, opinión que parece defenderse en Lázaro Mora (1983: 305). No obstante, se puede llegar algo más lejos en la caracterización del se medio si tratamos de averiguar si hay diferencias y de qué naturaleza entre las anticausativas con y sin se. En primer lugar, parece haber divergencias en cuanto a la naturaleza causativa de la construcción transitiva. Zribi-Herzt (1987: 42) observa que los verbos neutros, al contrario que los que toman se, pueden formar perífrasis causativas (cf.(78». Esto muestra, según la autora, que no son realmente causativos sino agentivos: (78)a. b. c. d.
El viento cerró la ventana. "'El viento hizo cerrar la ventana. La inflación subió los precios. La inflación hiw subir los precios.
La razón de este contraste, según la autora citada, es que el argumento externo de los verbos neutros no es una causa real sino una causa ficticia, y que el proceso denotado por ellos no implica un cambio de estado real sino una transformación atribuida al paciente desde un punto de vista externo. Obsérvese, por ejemplo, que es posible considerar fomar como la causa de un proceso como adelga-
100
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Otras veces, la alternancia está marcada léxicamente: dejar/quedarse.
¡',IIr (79a); sin embargo una oración como (79c) es más aceptable '1"C la de (79b):
(79)a. Fumar adelgaza. b. ??Fumar tanto le adelgazó más de diez kilos. c. Fumar tanto le hizo adelgazar más de diez kilos. Que el argumento externo de la variante transitiva de los verbos IIl'utros no sea una causa eficiente y que la construcción admita tamhién una causativa con el verbo hacer invita a pensar que no se trata tilo construcciones con una auténtica alternancia causativa ,ol . El priIlIcr aspecto puede explicarse si admitimos la diferencia establecida por Levin y Rappaport-Hovav (1995) entre eventos externamente ,-a usados y eventos internamente causados (véase la nota 93). Sólo los segundos admiten la existencia de una causa eficiente distinta del ilrgumento que sufre el proceso y presentan típicamente construc(iones de alternancia causativa. Los primeros, en cambio, no presenI¡m esta alternancia. Mendikoetxea (1999a) aplica esta diferencia al ("s pañol y concluye que los verbos que se construyen con se en la variante no transitiva coinciden con aquellos que denotan procesos tlue admiten la existencia de una causa externa. Esta diferencia semántica tiene consecuencias sintácticas interesantes. En algunas lenguas, los verbos neutros manifiestan de forma muy clara las propiedades de los intransitivos cuando se construyen mn un único argumento lO2 • En español, este comportamiento no es tan evidente, lo que dificulta su clasificación. Según la definición tlue Mendikoetxea (1999a) da de inacusatividad tanto los verbos neutros como los pronominales lo son, puesto que su sujeto es un objeto nocional. Ahora bien, difieren en otras propiedades. Al contrario de los inacusativos, los verbos neutros admiten sin dificultad sujetos no específicos (80):
101 De hecho existe una nutrida clase de verbos, la mayoría derivados de adjetivos, que indican un cambio pero no admiten la construcción causativa, como rnrojecer, rocanecer, rotristecer, ensordecer. Se dice Juan rorojeció de vergüenza. pero no */a vergüenza rorojeció a Juan. 102 En las lenguas con doble sistema de auxiliaridad se construyen con el verbo correspondiente a haber, como en italiano yen francés (cf. Zribi-Hem, 1987). En vasco, por otra pane, se forman con un nombre más el verbo egin, procedimiento común a todos los intransitivos.
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(80)
Aquí {adelgazan / enrojecen /emparentan} con gran facilidad. [+/- def.]
En cambio, una prueba clásica de inacusatividad, la posibilidad de formar participios que funcionen como adjetivos, no da unos resultados claros. De un lado, no son posibles construcciones como
*el chico estaba {ascendido / adelgazado / encanecido / enviudado I engordado}. De otro, los verbos que sí parecen admitir esta construccf el chico estaba {enloquecido. mejorado. rejuvenecido. envejececido, menguado. crecido. emparentado. empezado. finalizado. enrojecido}. el agua estaba hervida- parecen tener propiedades aspectuales
ción -
distintas a las de los participios adjetivales de los verbos pronominales. Mientras que éstas denotan un estado resultante, las de los verbos neutros no tienen un valor culminativo o perfectivo. Con la excepción de hervido. el resto de los participios de verbos neutros no tienen carácter resultativo. Masullo (1996) afirma que las diferencias se deben a que los verbos neutros son verbos de cambio de compleción gradual: el evento denotado por ellos no implica un proceso completo sino un movimiento en una escala que no llega nunca a culminar en un cambio de estado \03. Podemos ahora recapitular. Los verbos neutros presentan una suerte de alternancia causativa, si bien con algunas especificidades semánticas relativas al estatuto de su argumento causa. Desde un punto de vista formal. presentan propiedades mixtas de intransitivos e inacusativos, lo que podría deberse a su posición a caballo entre las construcciones causativas y las agentivas. Lo que sí parece trazar una clara frontera entre ellos y las construcciones anticausativas pronominales son sus propiedades aspectuales: sólo los segundos son culminativos o perfectivos. lo que permite establecer un
103 Las diferencias aspectuales parecen tener paralelo en otras lenguas: en frarlcés hay un extenso grupo de verbos uarlsitivos que admiten tarlto la construcción arlticausativa con se (i) como sin él (ii). Según Zribi-Henz (1987) las primeras se caracterizan por tener aspecto perfectivo; las segundas en cambio son imperfectivas:
(i) (ii)
La poulet se cuit. La poulet cuit.
Sobre esta cuestión pueden verse Labelle (1992) y Comips y HuIk (1996).
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vínculo especialmente interesante entre la presencia de se y las propiedades aspectuales del predicado que volverán a salir en otras mnstrucciones 104• .1.2.3. Los verbos de reacción emocional
Existe un grupo de verbos que presentan alternancia causativa y tlue se caracterizan como clase frente a los verbos de cambio porque sus objetos nocionales son experimentantes. Se trata de los verbos de reacción emocional, denominación que utiliza Maldonado (1999) Y tlue mantendremos aquí. Estos verbos presentan un doble uso transitivo y ergativo, y este segundo está marcado pronominalmente: (Bl)a. Aquella situación enfadó muchísimo a los estudiantes. b. Los estudiantes se enfadaron muchísimo con aquella situación. Como enfadarse se comportan entristecer(se), afligir(se}, contentar(se}, escandalizar(se}, equivocar(se}, interesar{se}, sorprender{se}, a/egrar{se}, complacer(se}, burlar{se}, cansar{se}, preocupar{se}, entre otros muchos. Se asemejan a los verbos de cambio de estado o locación en que denotan un proceso de cambio de carácter perfectivo, como demuestra el que todos ellos admitan participios resultativos: se estd
104 El caso del ponugués es especialmente curioso. Según Kliffer (I982), en portugués brasileño (en particular en los extremos none y sur) los verbos medios l"On se tienden a perderlo, con lo que pasa a ser como el inglés, que no marca formalmente el cambio de diátesis:
(i)
A lampada quebrou. 'la lámpara rompi6' (La lámpara se rompi6). (ii) Meu irmio operou. 'mi hermano oper6' (Mi hermano se opero). Este proceso va acompañado, además, de la pérdida de se en las construcciones impersonales: (ii) Nesse país sempre come arroz e feijo no almo~o e jantar. 'en ese país siempre come arroz y pescado en el almuerzo y en la cena' (En ese país siempre se come arroz.... ).
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{enfadado, entristecido, deprimido, contento, etc.} Además, al igual que los verbos de cambio, en la construcción pronominal tienen las propiedades de los verbos inacusativos o ergativos105• Se diferencian de ellos, en cambio, en que su objeto nocional no es tanto un paciente como un experimentante, es decir, un ente animado que no controla106 el proceso que se produce en él, pero sobre el que tiene un cierto nivel de responsabilidad. Maldonado (1999) afirma que el sujeto de los verbos de reacción emocional es pasivo, y en ello difiere del de los verbos intransitivos activos como caminar, trabajar, mentir o meditar, por su incapacidad para inducir el acto mental o emocional que sufre. Ahora bien, difiere del sujeto de otros intransitivos como llorar o solloMr en que tiene un nivel intermedio de responsabilidad respecto de la emoción que sufre. Esto explica los siguientes contrastes de Maldonado (1999:115): (82)a. Ese hombre es de los que {se quejan/*lloran/*sollozan} poco a poco. b. Los políticos {se quejan/*lloran/*sollozan} cuidadosamente/ agresivamente.
105 Masullo (1992) contrasta los verbos de cambio con los pronominales (incluidos aquí los psicol6gicos o de afecci6n y los pronominales puros) para mostrar el carácter inacusativo de los primeros e intransitivo de los segundos; curiosamente, de estos últimos siempre ha de destacar la excepcionalidad de un pequefio grupo, que coincide con los verbos psicol6gicos o de reacci6n emocional que admiten también construcciones transitivas. En definitiva, lo que viene a demostrar es que estos verbos se comportan como los verbos de cambio de estado o locaci6n y satisfacen todas las pruebas de inacusatividad. I06La posibilidad de controlar el evento diferencia, según Maldonado (I999) los experimentantes activos de los experimentantes pasivos, y, a su vez, permite trazar una línea fronteriza entre los verbos de reacci6n emocional, que seleccionan experimentantes pasivos, de los de percepci6n (ver, mirar, oir, escuchar) cognici6n (entender, resolver, considerar, conocer, ignorar) o emoci6n (amar, odiar, querer, temer), que tienen experimentantes activos. Para mostrar el carácter activo de estos verbos el autor utiliza pruebas como la posibilidad de encabezar 6rdenes directas, de tener subordinadas finales, de aceptar adverbios como deliberadamente y nominalizaciones, si bien parece haber sutiles divergencias entre las diferentes piezas léxicas respecto a algunas de ellas. En lo que a nosotros concierne, lo más interesante es que el alto nivel de control que los verbos de cognici6n, percepci6n y emoci6n exigen en sus sujetos hace que las construcciones reflejas correspondientes no tengan valor medio sino reflexivo: (i) Juan se {mira I conoce I teme} a sí mismo.
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Maldonado (1999) subraya el hecho curioso de que la construcción pronominal active la participación de un experimentan te que es pasivo en la construcción transitiva: al convertirse en sujeto, pasa a ocupar un nivel intermedio de control sobre la acción. De ahí que usados pronominalmente estos verbos admitan imperativos: (83)a. *Relaja. Ya pasó todo. b. Relájate. Ya pasó todo. A diferencia de los verbos de cambio físico, los verbos de cambio psicológico no pueden aparecer en construcciones pasivas, lo que impide que se dé en las construcciones pronominales la misma ambigüedad entre media y pasiva que sí existe en los primeros107 • La imposibilidad de tener pasivas con se puede atribuirse a la restricción de animacidad: el objeto nocional de las pasivas reflejas no puede ser definido y humano, y al mismo tiempo, el experimentante seleccionado por los verbos de cambio psicológico no puede ser más que humano. Según esto, la razón de una oración como (84a) no se pueda interpretar como pasiva sería la misma que explica la ausencia de esta lectura en (84b): (84)a. Los amigos entristecen a Juan I #Juan se entristece (por sus amigos) b. La policía detiene a los ladrones I #Los ladrones se detienen (por la policía). Ahora bien, la cuestión parece más compleja porque los verbos de cambio psicológico tampoco admiten pasivas perifrásticas: (85)a. *Juan es entristecido (por sus amigos). b. Los ladrones son detenidos (por la policía).
107 De hecho, tampoco admiten la pasiva a pesar de ser transitivos en su uso no pronominal:
(i) Aquella actirud de sus empleados enfureci6 al director. (ii) El director se enfureci6 por aquella actitud de sus empleados (media /
*pasiva). (iii) "El director fue enfurecido por aquella actirud de sus empleados (pasiva).
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La razón parece estar en la relaci6n entre la jerarquía de animacidad y la de actividad que se da en las construcciones con verbos de cambio psicol6gico. En palabras de Maldonado (1999: 95) se puede afirmar que la estructura argumental de los verbos de reacci6n emocional está invertida: un impulso no activo, sin volici6n ni agentividad, induce un cambio mental en un experimentante pasivo. 3.3. Los verbos pronominales puros Incluimos en esta clase los verbos que no presentan alternancia causativa. Podemos diferenciar dos grupos de verbos inherentemente reflexivos. En primer lugar, existe una serie de verbos que no pueden prescindir del pronombre, lo que les ha valido denominaciones como 'intrínsecamente reflexivos', 'reflexivos propios', 'pronominales puros', entre otras. Pertenecen a este grupo verbos que carecen de régimen verbal, como acalambrarse, acatarrarse, acurrucarse, afiebrarse, (a)gangrenarse, agolparse, contonearse, desgañitarse, enfadarse, enforruñarse, ensañarse, ensimismarse, fogarse, portarse, rebelarse, vanagloriarse, suicidarse, repantingarse, y también otros que exigen un complemento de régimen: atenerse a, arrepentirse de, atreverse {a1con/contra}, dignarse a, abstenerse de, esforzarse len/por}, incautarse de, jactarse de, querellarse (con), quejarse de, obstinarse en. Todos ellos comparten la propiedad de carecer de usos transitivos no reflexivos10 8• En segundo lugar, hay una serie de verbos que son transitivos si se usan sin pronombre (cf. (86a», pero se hacen intransitivos en su uso reflexivo; cuando esto sucede, siguen exigiendo un argumento interno, pero éste ha de ir precedido de una preposici6n (cf. (86b». Entre ellos están olvidar(se), acordar(se), confesar(se), decidir(se), despedir(se), disponer(se), acostumbrar{se), aprovechar{se), burlar{se), compadecer(se), negar(se), resolver(se), disponer(se), empeñar(seY09. A todos es común la alternancia que muestra olvidar(se):
Estudia este tipo de verbos Martina Martín (1989). Las relaciones entre las dos clases de verbos son estrechas. Hernández Sacristán (1986) muestra que están documentados muchos verbos no reflexivos que corresponden hoy con los obligatoriamente reflejos. Al mismo tiempo, señala la productividad de las creaciones directamente reflejas mediante el proceso morfo16gico de la paraslntesis a partir de bases verbales o adjetivales con preverbios como 108
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a-, des-, en-: repantingarse, transparentarse, traslucirse, desgañitarse.
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(86)a. El portero 01vid6 cerrar la puerta. b. El portero se 01vid6 de cerrar la puerta. La mayoría de las gramáticas salvan el análisis de estos predicados l'n pocas líneas atribuyendo al pronombre la naturaleza de un morfema que forma parte del verbo y carece de significado 11 0. Sin embargo, \;¡ cuesti6n puede ser más compleja si intentamos encajarlos dentro del ~istema de las construcciones pronominales. En tal caso, es obligado preguntarse si hay algo que pueda explicar el uso obligatorio del pronombre y que, a un tiempo, los identifique como clase frente a los no pronominales; así mismo, será preciso dilucidar si existe alguna relad6n, y si la hay de qué tipo es, entre estos verbos y los que toman se romo marca de una diátesis recesiva. A estas cuestiones nos enfrentamos ahora, aunque es muy escasa la bibliograHa que se ha planteado "StaS preguntas y menor la que ha intentado responderlas!!!. Una de las cuestiones más complejas planteada por los verbos pronomin3.les puros, y que los diferencia claramente de los verbos de cambio, radica en su naturaleza intransitiva o inacusativa. En el apartado anterior, veíamos que los verbos de cambio en su uso reflexivo pueden analizarse como estructuras inacusativas que pierden su argumento externo 'causa' y convierten al argumento interno 'objeto afectado' en sujeto. Dábamos allí una serie de argumentos a favor de la consideraci6n de estos verbos como inacusativos, esto es, como un (ipo especial de verbos intransitivos que toman como sujeto a su argumento interno. Ninguna de estas pruebas resulta concluyente, sin embargo, para decidir a qué tipo de estructuras intransitivas per(enecen los verbos pronominales. Como decíamos en el apartado anterior, se ha considerado una prueba clásica de inacusatividad la posibilidad de formar participios con valor adjetival. Dado que la existencia de un argumento interno es condici6n necesaria para la formaci6n de este tipo de participios, el hecho de que algunos pronominales los admitan sugiere que son verbos inacusativos y que sus sujetos tienen, por tanto, las propiedades de un objeto profundo o subyacente. Damos a continuaci6n una lista de estos participios: Salvo excepciones. como Otero (1999: 1467-1472). Véase Labelle (1992) sobre la relaci6n de los verbos pronominales y de cambio en francés. Sobre el espafiol, puede consultarse Maldonado (1999: 113123). 110
1II
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(87)a. Acalambrado, acatarrado, acurrucado, afiebrado, (a)gangrenado, agolpado, desgañitado, enfadado, enfurrufíado, ensimismado, fugado, arrepentido, querellado, obstinado, repantingado. b. Decidido, empefíado, confeso, decidido, dispuesto, acostumbrado, compadecido, negado, resuelto, dispuesto. Los participios de (87a) corresponden a verbos pronominales que no tienen variante transitiva, y que toman por tanto un único argumento, que es el mismo al que estos participios adjetivales modifican (cf. el hombre (se acatarrólestd acatarrado}). Los de (87b) corresponden a verbos del tipo 'olvidar' que tienen un uso transitivo no pronominal y otro intransitivo pronominal; los participios adjetivales que listamos modifican al argumento externo (cf. el hombre (se decidió a responder I estd decidido a responder/) 112. Estos datos sugieren que los verbos pronominales, al menos los que admiten este tipo de formaciones, no son intransitivos inergativos sino inacusativos, y que su sujeto tiene propiedades de argumento interno. Sin embargo, no faltan argumentos en contra de la caracterizaci6n de estos verbos como inacusativos. En primer lugar, si es cierto que admitir lecturas inespedficas de los sujetos de tercera persona de plural es una prueba de inergatividad, estos verbos habrán de ser considerados así, puesto que la mayoría de ellos lo hacen: (88)a. Nunca se acuerdan de apagar las luces. b. Se acostumbran a mentir y terminan olvidando que mienten. c. Por fin se decidieron a solucionar el problema de la emigraci6n. En segundo lugar, muchos verbos pronominales toman sujetos no agentivos, cuya funci6n semántica parece la de experimentan112 Excluirnos de la lista de (87b), en cambio, los participios despeditio, olvidado, acordado, burlado, aprovechado, que modifican al argumento interno (se dice: un asunto olvidado, pero no *una persona olvidada de algo); otros panicipios de este
grupo son ambiguos: pueden modificar tanto al argumento externo como al argumento interno, así sucede con deciditio, (Juan está deciditio a hacer el trabajo / el asunto está decidido) o acostumbrado en ciertos usos muy marcados (Juan está acostumbrado a ser rápitio / con la rapidez acostumbrada}, finalmente, algunos panicipios se usan con un claro valor nominal cuando modifican al argumento externo:
ser un negado, un aprovechado.
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le. Así sucede con arrepentirse, olvidarse, enfurruñarse, etc. En rstos casos, parece indudable el carácter medio de la cQnstrucción, puesto que el predicado denota un proceso que se desarrolla denI ro del sujeto sin la intervención de ningún agente. Sin embargo, 110 todos los verbos pronominales son tan claramente no agentivos. De un lado, muchos comportan como parte de su significado léxico el valor de intencionalidad que caracteriza a los agentes (disponerse a, empeñarse en, dedicarse a, negarse a, etc.). De otro, los que no lo hacen parecen admitir también complementos agenlivos:
(89)a. Se fuga de la cárcel para asistir a la procesión del Gran Poder. b. Los manifestantes se agolparon deliberadamente delante del ministerio para no dejar salir al ministro. Otero (1999: 1470-1) cuestiona, creemos que con razón, que puedan considerarse inacusativos los verbos inherentemente reflexivos cuyo argumento externo tiene papel semántico de agente. Parece que, pese a la relativa independencia entre la asignación de papeles semánticos y funciones sintácticas, existe una suerte de jerarquizadón entre unos y otros, de modo que si un verbo subcategoriza un argumento agente y es capaz de asignar la función de sujeto a uno de sus argumentos, ambos habrán de corresponderse ll3. También resulta problemática para la consideración de estos verbos como inacusativos el tipo de alternancia que muestran con las correspondientes construcciones transitivas. Mientras que en los verbos de cambio, el sujeto de la construcción pronominal es objeto en la transitiva (recuérdese: el sol secó la ropa / la ropa se secó con el so4, en los verbos pronominales no parece haber ninguna alteración en la función de ese argumento, que es sujeto en los dos casos (el reo (confesó sus crlmenes / se confesó de sus crlmenesj). Ciertamente, la presencia del reflexivo convierte el verbo en intransitivo e impide que pueda legitimar a su argumento interno con la marca de acusativo, de ahí que sea necesaria la preposición
113 Pero véase Bogard (I999: 45-48) para una justificaci6n independiente del carácter agentivo de las construcciones con verbos pronominales puros.
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para legitimar a tal argumento 1l4• Sin embargo, este cambio en las propiedades formales del verbo no va acompafiado (al contrario de lo que sucede en las construcciones pasivas y en las medias con verbos de cambio) de una diátesis recesiva que implique la pérdida de un argumento y la promoción de otro. Este tipo de proceso se conoce con el término de 'antipasivá y es frecuente en las lenguas ergativas 1l5 , aunque Postal (1977) lo encuentra también en las lenguas acusativas (concretamente, analiza como antipasivas las oraciones causativas del francés). La consideración de las estructuras pronominales que venimos analizando como antipasivas se desarrolla en Masullo (1992), Arce Arenales, AIxelrod y Fox (1994) y Bogard (1999), aunque el primero que introduce este análisis es Deguchi (1978, 1982). El procedimiento de la antipasiva va acompañado, en ocasiones, de un cambio de significado que no se da, sin embargo, en los verbos de alternancia causativa. Verbos como deshacer(se), despedir(se), acordar(se), arriesgar(se), burlar(se), resolver(se), detener(se), 114 Es un hecho reconocido en la tradición gramatical que el pronombre de estos verbos está asociado con la necesaria presencia de una preposición para legitimar el argumento interno puesto que ellos se comportan como intransitivos incapaces de asignarle caso acwativo. Ello ha hecho que se analice el pronombre reflexivo como «intransitivizador.. , caracterización en la que están de acuerdo todos los estudiosos aunque difieran en la explicación formal. En general, se supone que el clítico absorbe el caso acusativo, -hipótesis planteada en Contreras (1982) y sostenida en numerosos estudios posteriores-, por lo que la única forma de legitimar el argumento interno es mediante una preposición. En catalán, la absorción del caso acusativo va acompafiada de la obligatoriedad de un pronombre partitivo, que según Rigau (1990) representa el tema:
(i)
*En Pepe es dol. 'Pere se lamentá (ii) En Pere se'n dol 'Pere se lamenta de eso'. I15Se conoce como lenguas ergativas aquellas que marcan de una forma especial -sea por medio de morfemas, de preposiciones o mediante el orden- al argumento más activo de los verbos con dos argumentos (el que en las lenguas acusativas es su sujeto), en tanto que el menos activo (el complemento directo de las acusativas) tiene las mismas marcas formales que el argumento de los verbos que no tienen más que uno. Frente a eUas, las lenguas acusativas asignan las mismas marcas formales al sujeto de los verbos, con independencia del número de argumentos que tengan. Sobre ergatividad pueden consultarse, entre otros, Givon (1984) y Dixon (1994).
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disponer(se) tienen significados diferentes, aunque relacionados, según se usen con o sin pronombre. Los matices semánticos y sus implicaciones son diversos; en algunos casos, cambia el tipo de selección léxica del complemento, que parece ser concreto en la variante rransitiva y abstracto o proposicional en la pronominal (resolver un problema / resolverse a hacer algo); pero también se da el caso contrario (burlar la vigilancia/burlarse de los vigilantes). Este cambio es especialmente significativo en verbos de existencia y apariencia hallar(se) y encontrar(se), que toman como argumento un objeto en la variante transitiva pero seleccionan un predicado (de estado o ubicación) en la pronominal (hallar el libro/hallarse cansadoJl16. Obsérvese que, en todos los casos, la función sintáctica del sujeto de estos verbos no cambia, pero sí podría decirse que se altera su función semántica desde el momento en que el predicado ve modificadas sus propiedades semánticas y seleccionales. Deguchi (1982) encuentra que esa diferencia semántica se da incluso cuando no hay cambio de significado del verbo. Parte de la idea de que un sujeto típico o fuerte y completo ha de actuar bajo su propio 'poder' sobre algo o alguien de manera concreta. Basándose en el estudio del verbo olvidar(se), llega a la conclusión de que las variantes pronominales de los verbos inherentemente reflexivos denotan procesos psicológicos cuyos sujetos no son responsables de la acción y son sentidos como demasiado débiles para tener la función sintáctica más prominente. Por eso son 'rebajados' a la función de complemento directo en forma de pronombre reflexivo y desplazan de esta función al complemento directo. Tampoco éste es un objeto afectado, como los demás complementos de verbos transitivos ordinarios con relación agente-paciente. Así pues, según Deguchi, es la 'inertnesl del argumento sujeto lo que desencadena los dos procesos de detransitivización. Está de acuerdo con este análisis Maldonado (1999), que caracteriza los sujetos de los verbos pronomina-
116 Tal va esto explique la especificidad de estos verbos frente a otros de existencia o apariencia. Según Mendikoetxea (1999a), los verbos de apariencia y existencia se caracterizan por ser ergativos y, salvo los citados, no pronominales. La presencia del pronombre en este pequeño grupo no está prevista según la teoría de Levin y Rappaport-Hovav (1995) sobre inacusatividad: al no ser verbos externamente causados no deberfan tener lo que ellas consideran una marca de construcción anticausativa. Sin embargo, la presencia del pronombre deja de ser misteriosa si se considera la relación de estos con los transitivos correspondientes.
101
les puros como experimentan tes medios o semi-activos, con un bajo o nulo control sobre el proceso que les afecta. De ser cierta esta intuición, podría explicarse la existencia del pequeño grupo de predicados inherentemente pronominales que enumeramos a continuación: (90)Saltarse (un semáforo), ganarse (la vida), jugarse (la vida, el tipo), dejarse (las llaves), llevarse (el dinero), perderse (el final de la película). Sobre estos predicados llama la atención Gómez Torrego (1992). Observa que se trata de usos transitivos (a diferencia del resto de verbos pronominales puros), pero que toman el pronombre, como ellos, obligatoriamente. En todos los casos, el verbo adquiere un sentido figurado o abstracto a partir del sentido concreto del verbo transitivo originario; así jugarse no significa 'jugar' sino 'arriesgar', dejarse no es 'abandonar' sino 'olvidar', y así sucesivamente. En algunos casos, el sentido figurado del verbo va acompañado de una pérdida o disminución del grado de agentividad o responsabilidad del sujeto en el evento (así sucede con dejarse, o perderse), sin embargo, ello no es siempre así: saltarse es tan agentivo como saltar, aunque indique un tipo de evento diferente. Ese tipo de construcciones tiene un estatuto particular dentro del cuadro general de las construcciones medias y parece el más claro ejemplo de la relación entre la reflexividad y la voz media. Se trata, creemos, de construcciones que teniendo las propiedades formales de las reflexivas sintácticas han comenzado a adquirir las propiedades semánticas de las medias. Siendo un grupo limitado y, aparentemente, en creación, falta por saber la productividad de este tipo de formaciones y el futuro que les aguarda. Así pues, hemos visto tres tipos de verbos pronominales en este apartado: aquellos inherentemente reflexivos que no pueden prescindir del clítico, los que lo toman y se convierten en intransitivos y los que siguen siendo transitivos en su uso pronominal pero adquieren un significado diferente. ¿Qué tienen en común para que en todas ellas aparezca la misma marca formal? Probablemente el modo de acción, esto es, la consideración del evento como un proceso interno al sujeto, incluso en los casos en que éste parece tener valor agentivo. La definición de la voz media ha de seguir siendo, pues, esencialmente semántica. 102
3.4. Construcciones doblemente pronominales Tanto los verbos de cambio de estado o posición como los de cambio de estado psicológico y algunos pronominales admiten los llamados 'reflexivos gratuitos', según la denominación que les da Babcock (1970: 52 y ss), que se ejemplifican en (91): (91)a. b. c. d.
Se me cayó el dinero. Se me ha perdido un pendiente. Se me olvidó la cartera. A Pepe se le ha estropeado el coche por segunda vez.
Estas construcciones, escasamente estudiadas en la tradición gramatical, se han considerado doblemente pronominales (Gómez Molina, 1974) o bipersonales (Gómez Torrego, 1982), por la necesaria presencia de los dos clíticos: el primero, reflexivo, es correferente con el sujeto de la oración; el segundo, no reflexivo, es un dativo cuyas propiedades alteran las de la construcción. En efecto, la presencia del dativo hace que el orden de constituyentes no marcado sea 'dativo-verbo-sujeto' y que el sujeto preverbal resulte informativamente marcado, como ya observó Babcock (1970); compárese (92a) y (92b,c): (92)a. A mí se me olvidó la hora de la cita. b. La hora de la cita se me olvidó a mí. c. Se me olvidó a mí la hora de la cita. En algunos casos, la presencia del dativo es obligatoria; obsérvese, por ejemplo, que en se olvidó la hora de la cita, la cita ya no es sujeto -frente a los ejemplos de (92)- sino complemento directo; otro tanto sucede con olvidar(se)l17. En otros, en cambio, es opcional. Aunque dativos, estos argumentos no pueden considerarse benefactivos, sino que representan un argumento que es en cierto modo responsable del proceso sin intervenir en él directamente. Contreras
117 Véase Ariyoshi (1982). Otros estudios acerca de las secuencias de clíticos con verbos medios son Davis (1967), Kovacci (1971) y Schmitz (1966). Sobre dativos, véase Freyre (1979), Strozer (1975) Demonte (1994) y Gutiérrez Ordófíez (1999).
103
(1974: 54-58) observa que la entidad denotada por este argumentQ no asume la responsabilidad directa de la acción (no es, por tanto, un agente intencional) 118: (93)
Aunque me costó mucho, ... a. ... por fin logré olvidar a María. b. . .. logré olvidarme de María. c. ... *logré que María se me olvidara.
Ahora bien, aun no siendo un agente intencional, tiene cierta responsabilidad en el proceso, lo que hace que sean curiosamente incompatibles con la expresión de una causa externa 119 y también con el adjetivo solo: (94)a. A ese capitán se le hunden todos los barcos (??con las tormentas). b. Se me secó rápidamente la ropa (??por sí misma). c. La comida se me quemó (??sola). Fernández Soriano (1999) analiza estos argumentos como sujetos dativos que ocupan la posición de argumento externo y en los que recae de alguna forma el papel semántico de causa previsto en la estructura argumental de los verbos de cambio. La presencia del dativo haría que el objeto afectado no pasase a ocupar la posición de sujeto y permaneciese en la posición interna al SV a la que se asigna su papel temático. Esto explicaría, según la autora, que se comportasen como sujetos en construcciones con el verbo parecer (95a, b), así
118 Observa este mismo autor el distinto valor que tiene el dativo en las construcciones causativas y en las correspondientes transitivas; en el siguiente contraste
(i) (ii)
Me perdlla película. La película se me perdi6.
el cambio de significado en el verbo -que en (i) tiene un sentido figurado- invita a pensar que no se trata del mismo dativo en ambos casos. 119 No es incompatible con los verbos de cambio que no toman se, sin embargo: (i)
104
Me subi6 la temperatura por el calor.
"omo el hecho de que puedan tener cuantificadores que liguen una yariable en el sujeto interno (95c,d): (95)a. b. c. d.
A Juan parece habérsele roto el coche. ??E1 coche parece habérsele roto a Juan. A cada cocinero se le quemó su pescado. *Cada pescado se le quemó a su cocinero.
El hecho de que sea el dativo el que pueda contener un cuandistributivo quiere decir que es jerárquicamente más prominente que el sujeto de la oración, que se encontrada en \lila posición más interna al SV, probablemente en la posición de ohjeto en que se genera. En las construcciones pronominales el objeto nocional se convierte en sujeto y pasa a ocupar la posición prevista para este argumento porque no se realiza sintácticamente rl argumento causa previsto en el léxico. Como en las construcdones bipronominales sí hay un argumento en cierto modo ligado a ese argumento, eso provoca que no se externalice el objeto. Esto da lugar a ciertas diferencias entre las construcciones con se medio que tienen estos dativos y las que no lo tienen, que estudia Fernández Soriano (1999). Una de las más interesantes es 'Iue, al contrario de las pronominales, permiten sujetos sin determinante: I iIIcador
(96)a. *Se rompen vasos con el calor. b. A Juan se le rompen vasos a todas horas. La oración (96a) resulta gramatical si se interpreta como pasiva, esto es, sobrentendiendo la existencia de un agente implícito; pero es inaceptable como media, esto es, como denotación de un proceso espontáneo. Obsérvese que esta segunda lectura sí es posible para (96b); además, ésta podría también interpretarse como pasiva, pero entonces Juan ya no sería un argumento con responsabilidad en el evento, sino que tendría un mero valor de benefactivo (compárese: a Juan se le rompen vasos por parte de los clientes menos cuidadosos, pero es sin intención). Además, los clíticos han de aparecer en posición proclítica (97). Presentan, además, una alternancia de orden que, si bien es incorrec-
105
ta, resulta ilustrativa al no surgir con ninguna ~ de clíticos1 20: (97) a. b. c. d.
El canario se me intent6 escapar. *EI canario intent6 escapárseme. [*]Me se escap6 el canario. [*] Me se ha perdido el billete del tren.
El asterisco entre corchetes de (97c,d) significa que estos ejemplos son variantes lingüísticas consideradas vulgares y rechazadas por la norma, pero existentes. Resultan ilustrativas porque parecen darse especialmente en este tipo de construcciones y no en otras en las que pueden coincidir los dos clíticos. Ambos datos, la proclisis obligatoria y la existencia de esa variante considerada vulgar, parecen indicar que el clítico me está relacionado con la posici6n de argumento
120 Ninguna otra combinación parece sufrir el tipo de incorrección que, en cambio, es tan frecuente cuando se trata de verbos doblemente pronominales; no alteran su posición ni el se impersonal (i), ni los cUticos de eD y el (ii), ni siquiera el se medio más un dativo ético (iü):
(i) *euando me se dicen mentiras me enfado. (ii) *El coche, Juan lo se ha comprado ya. (iii) *No me se burle usted. Con todo, han de tomarse con cautela los datos sobre esta variante lingüística. Según me hace observar Oiga Fernández Soriano, las personas que la utilizan tienden a alterar cualquier secuencia de díticos, de forma que dicen me se perdió el libro y también me se vio por la tele. De forma paralela, lenguas como el italiano en las que el orden canónico es el que se da en la variante vulgar del espafiol, también utilizan este orden en las impersonales. Los ejemplos están tomados de Napoli (1976: 30) -pero véase también Cinque (1995)-: (i)
(ii)
Mi si e perso illibro I me ne accorgo 'Me se ha perdido el libro' I 'me de eso acuerdo' Lo si compra 110 si dice I se ne parla 'Lo se compra 110 se dice I se de eso habla
Obsérvese que en español, en cambio, no es posible, ni siquiera en la variante vulgar, la secuencia . Los auxi-
151 Defienden la existencia de ese valor en latín Castro (1918), Grangent (1922) y Lapesa (1971, §17.5), pero la discute Müller (1924), con el que está de acuerdo Monge (1955 yen este vol.). No faltan, además, autores que suponen que las construcciones pasivas reflejas proceden directamente de las construcciones reflexivas con sujetos de persona. Esta es la opini6n de Castro (1918), que la atribuye a un proceso de vitalizaci6n de las cosas y de Casares (1941), que supone en cambio una 'cosificaci6n' del sujeto personal de las reflexivas debido a una pérdida de actividad.
132
liares más frecuentes son los de carácter modal: deber, poder, etc., 'Iue, según Monge, añaden al infinitivo una noci6n de (im)posibilidad u obligaci6n. Incluso las construcciones con infinitivo, mucho más tardías y no documentadas hasta bien avanzada la época medieval, tienen este matiz de posibilidad o propiedad ('Las famosas hazafias mías, dignas de tallarse en bronce, exculpirse en mármoles, pintarse en tablas [Quijote, 1, 108, 8; citado en Monge, en este volumen]. Cuando estas acciones de carácter durativo e interpretaci6n generalizadora son tratadas como acciones perfectivas o momentáneas pierden el valor medio-pasivo y pasan a denotar eventos auténticamente pasivos. Monge afirma que el grado en que se produce esta pérdida del valor medio-pasivo sustituido por una lectura eventiva depende de la intervenci6n de varios factores: significado del verbo, cualidad de la acci6n verbal, tiempo del verbo, necesidad de un agente exterior, carácter del sujeto y grado de concreci6n de la acci6n. El valor pasivo se hace inequívoco, finalmente, cuando se expresa el agente. Aunque éste siempre repugn6 a la pasiva refleja en español, no faltan ejemplos de su presencia a partir de los siglos XV y XVI. Por analogía con las frases pasivas con sujetos de cosa surgen las pasivas con sujeto animado, mucho más tardías y sometidas a restricciones similares a las que actúan hoy en día. Según Monge, la raz6n es que una construcci6n media con sujeto animado es mucho más resistente a perder el valor medio, en la que el sujeto es participante activo en la acci6n. De hecho los ejemplos que aduce tienen sujetos con rasgos de tipo, indeterminados o cuantificados y poco concretos 152. Precisamente en esta renuencia de las construcciones
152 Sepúlveda Barrios (1988: 273ss) ofrece datos relevantes que permiten afirmar la tendencia a la construcci6n pasiva refleja con sujetos de cosa. Las estadísticas sobre textos del s. XVII son concluyentes: frente a un 95,7% con sujetos inanimados s610 un 4,3% tiene sujetos de persona. De éstos, además, algunos pueden ser considerados medios --en particular los que se construyen con el verbo llamarse; otros son pospuestos e indeterminados. como (i). o tienen como sujetos nombres abstractos (ii):
(i)
(ii)
La primera calidad. Sefior, es la Patria. y en ella se incluyen padres. y lugar de nacimiento [1620. Pedraza. Discurso ¡v, (01. 28r; Sepúlveda (1988: 280)]. Pues como el Amor Divino se llama Espíritu por antonomasia... [1682. Ron. 91; Sepúlveda (1988: 278)].
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pasivas con se a admitir sujetos animados hallan la mayoría de loí autores el origen de las construcciones impersonales. 5.1.3. El origen de la impersonalidaJ de se .'~
En el proceso de desarrollo de las construcciones impersonales con se cabe diferenciar dos aspectos íntimamente relacionados perO cuya evolución diacrónica difiere en ciertos aspectos. Por una parte~ desde el punto de vista del significado, las construcciones impersa. nales con se no suponen una innovación respecto de las pasivas. lA razón es que éstas son ya construcciones impersonales, pues se el agente exigido por el verbo y se presenta la acción únicament' desde el punto de vista del objeto afectado por ella -razón por ~ cual repulsa la presencia del complemento agente-. El uso de l. construcción con se para indicar la inexistencia o irrelevancia del, agente no suponía, pues, una novedad para el sistema gramatical. De; hecho, como afirma Monge, numerosos ejemplos de pasivas con SI difícilmente permiten determinar si prevalece el sentido activo( impersonal o el pasivo. Autores como Mendikoetxea (en este volu-i men) y Otero (en este volumen) coinciden en afirmar que desde es~ punto de vista las construcciones impersonales y pasivas con se son dos caras de la misma moneda. Por otra parte, la forma gramatical que tomó este modo de' expresión sí supuso, por contra, una notable innovación. Se producen dos cambios sustanciales. El primero atafie a las marcas formales de identificación del único argumento de la construcción impersonal. Éste pasa a ser complemento y ello se manifiesta en tres rasgos: pérdida de la concordancia con el verbo, presencia de la preposición' y posibilidad de pronominalizarse con un pronombre oblicuo. La segunda consistió en la extensión de la construcción a verbos no transitivos. Veamos cuál es la historia de cada uno de estos procesos. La pérdida de concordancia del único argumento de la pasiva refleja con el verbo -sefíal inequívoca de que es considerado como complemento, no como sujeto- se documenta por primera vez en el s. XIII en este ejemplo:
cal.
(110)
134
E si se cree los mágicos, expellen las tempestades con el cerco de aquesta e contrastan a los relámpagos y rayos [L:zpidario, 5, 14; tomado de Monge (1955, en este vol, pág. 373)].
Pero hasta el s. XVI no puede considerarse completamente acepEs en la primera mitad de esta centuria cuando, según Monge (1955, en este vol.) las construcciones impersonales cuyo complemento va precedido por a o es un pronombre dativo se hacen presentes de forma casi explosiva. Supone este autor que su existencia l'n la lengua había de ser bastante más antigua, pero no aparecen hasta que en un momento dado se rompe la interdicción que pesaba sobre ellas. No obstante, los datos recogidos por Sepúlveda Barrios (1988: 347ss.) sobre la frecuencia de estas construcciones en el XVII hace poner en duda que tal eclosión se hubiera producido. Según ('ste autor, la impersonal activa es muy poco frecuente todavía en ese siglo. En el extenso corpus consultado no encuentra más que 15 l:asos claros y en algunos de ellos la preposición es necesaria para evitar anfibologías. Esta escasa presencia de la construcción con preposición en los textos coincide con la de la construcción pronominal (a pesar del muy citado ejemplo de Cervantes: ''Al rucio se le dará recado a pedir de boca y descuide, Sancho, que se le tratará como a su mesma persona" [Quijote, 11, 31; Sepúlveda (1988: 351)]. ¿Quiere esto decir que se trata de un proceso todavía en desarrollo? Sí y no. Es probable que este tipo de construcción fuese usual en la lengua hablada y no encontrase eco o aceptación en la escrita; y también que estemos en una fase inicial, en la que no se ha logrado el reconocimiento o la carta de naturaleza en la lengua que les haga aparecer en los textos literarios. Sea cual sea el momento exacto en que las impersonales con se pueden considerarse plenamente asentadas, el problema crucial es cómo y por qué se produce el cambio formal que da lugar a estas construcciones. Podemos diferenciar dos hipótesis. La más común consiste en suponer que las construcciones impersonales derivan de las pasivas. Quienes la defienden hallan en la posible confusión de éstas con las reflexivas o recíprocas cuando el sujeto es animado la razón de que se arbitrara un procedimiento formal para evitar la anfibología; ese procedimiento formal fue marcar al sujeto paciente como si de un complemento se tratase. Según esto, las primeras construcciones impersonales serían también transitivas, precisamente aquellas cuyo objeto fuese un agente potencial. A partir de ellas se extendería el uso de se como marca de impersonalidad a construcciones intransitivas. La otra hipótesis consiste en derivar las construcciones impersonales directamente de las medias. La defiende Monge (1955, en este I "da.
13S
vol.). Como hemos visto, para él el valor pasivo surge cuando d sujeto medio pierde todo rasgo de participante activo en el procesa verbal y se conviene en un participante pasivo ---> (1982:364). Una vez más, si nos planteamos la pregunta acerca de esta FNo, la respuesta es la misma: es [+indeter· minada]. En efecto, aun cuando pueda ser decodificada como usted, ese usted no constituye una 2a persona [+específica]; tiene el valor de un pronombre [+indeterminado]22 equivalente en este sentido a todo
el mundo. Cf.: (84')
(85')
Usted debe beberlo(me) frío. I Todo el mundo debe beberlo(me) frío. I Ustes, como todo el mundo, lo(me) bebe frío. Usted puede tomarla{me) caliente o fría, con o sin crema. ITodo el mundo puede tomarla(me} caliente o fría, con o sin crema.! Usted, como todo el mundo, puede tomarla(me) caliente o fría, con o sin crema.
Otro tanto podría decirse de la FNo de (86) que debe ser decodi· ficada como un «yo ampliado» o como un ((flOsotros[+genérico, +indeterminado]». En efecto, su referente no es el locutor del enun· ciado sino, de hecho, todos los consumidores y ello porque ellocu· tor es presentado en la puesta en escena publicitaria como su pona· voz, de modo que estos se ven obligados a aceptar el punto de vista presentado en el enunciado: (86')
3.
Yo, como de hecho todo el mundo, laCte) guardo en cualquier rincón.! La(te} podemos guardar en cualquier rincón.
CoNCLUSIONES
En este trabajo, he intentado demostrar que la construcción SM en español tiene propiedades que le son específicas y que permiten
22 Este empleo [+indetcrminado] de la 2 a persona dd singular no es exclusivo de la FNo de SM en 1a persona. Cf. por ejemplo, Te compras un fltStitúJ asl y pareces una reina; En Buenos Aires, se te va el dinero como el agua, donde d tú no es una 2a persona sino que desempeña d rol de una 3 a impersonal [+indeterminada): Una se compra un vestitúJ asI y parece una reina; En buenos Aires, a uno se le va el dinero como el agua. Es imponante resaltar que estos enunciados con agente [+indeterminado] están también sometidos a la misma restricci6n aspectual de SM (cf. Lyons, 1989).
304
distinguirla de las otras construcciones con el clitico reflexivo en 3a persona. En particular, dichas propiedades la diferencian de SP con quien SM comparte muchas propiedades sintácticas. En ambos casos: a)
la construcci6n contiene siempre una FN ¡ en funci6n de sujeto formal; b) esa FN¡ corresponde al objeto seleccional del verbo; c) cuando se la pronominaliza, se transforma en el pronombre objeto del verbo inmovilizado entonces en 3a persona del singular; d) el verbo está en voz activa; e) el verbo es transitivo; f) el complemento agente ( FNo ) jamás aparece expresado en espaftol moderno. Pero la interpretaci6n de SM siempre pone en juego un agente elíptico no solo [+humano] -es el caso de SP- sino también [+indeterminado] y esta propiedad introduce una divergencia esencial entre estas dos construcciones con se. Las otras dos propiedades específicas de SM a saber, a) la necesidad del adverbio de modo para ciertos verbos en SM y b) los valores genéricos o normativos que esta construcci6n puede tomar como consecuencia de la restricci6n aspectual a la que está sometida y que explican por qué puede ser clasificada entre los procedimientos que permiten pasar de un proceso a una propiedad, pueden estar relacionadas con la presencia sobrentendida de esta FNo [+humana, +indeterminada]. En cuanto a las propiedades en común con SI -la otra construcci6n con se y con una FNo [+humana]- si desde el punto de vista formal son menos numerosas, ellas permiten fundamentar un cierto acercamiento entre las dos construcciones en la medida en que el se de SI puede ser analizado ya sea como un pronombre sujeto [+humano, +indeterminado] ya sea como un indicador de indeterminaci6n de la FNo [+humana]. Como ya se señal6, el SI no está restringido temporalmente; la construcci6n es posible sin FN¡; cuando la FN¡ aparece, esta no funciona como sujeto formal sino como objeto directo; la construcci6n no toma los valores genéricos o normativos característicos de SM y su verbo, que puede ser intransitivo, está inmovilizado en la 3a
30S
persona del singular. Sin embargo, bajo ciertas condiciones sintácticas (es decir, cuando la construcci6n tiene la forma FN) [+animada
tematizada y retomada por un pronombre objeto 23J + se + V en un tiempo no puntuafZ4 y en empleo transitivo + adverbio de modo), SI puede ser interpretado como afectando una propiedad atemporal a una entidad: (87) (88) (89)
A Juan y a Pedro se los satisface fácilmente. A la gente se la dispersa con dificultad. A la policía se la corrompe con facilidad.
Quizás sea posible imaginar que a partir del SI se produjo la formaci6n de otra construcci6n especializada en desencadenar exclusivamente una interpretaci6n de tipo propiedad y, en consecuencia, más restringida aspectualmente: la construcci6n SM. Así, aunque sintácticamente cercana de SP, en especial en lo que respecta a la presencia de una FN 1 que en tanto sujeto formal concuerda con el verbo, transitivo, SM está desde el punto de vista semántico más cerca de SI. Y ello, no s6lo porque provoca una interpretaci6n de tipo propiedad (al igual que puede hacerlo también SI bajo ciertas condiciones muy específicas), sino también y sobre todo, porque su interpretaci6n obliga a reconstruir una FNo que, aunque necesariamente elíptica, es del mismo tipo que la de SI: [+humana, +indeterminada].
23 En efecto, si no está tematizada y retomada, la FN I tiende a ser analizada como la FN o de una construcción reflexiva o reciproca o como la FN I de una construcción ergativa. así, Juan y Pedro se satisfacen fácilmente puede ser interpretado como reflexiva o reciproca; La gente se dispersa con dificultad tiene una interpretación ergativa; y La policla se corrompe con facilidad recibe una interpretación reflexiva. Por otra parte, el orden típico de SI (Le. Se V +X) no desencadena una interpretación de tipo propiedad sino una de tipo proceso (cf. por ejemplo., Para
este caso, se corrompe a la policla y el asunto está resuelto; Se dispersó a la gente con mucha facilidad). 24 Como a diferencia de SM, la construcción SI no está restringida aspectualmente, SI puede admitir los tiempos puntuales, la forma progresiva y los adverbios temporales que remiten a momentos precisos en el tiempo. Desencadena así interpretaciones temporales (cf. A Juan ya Pedro se los satisfizo fácilmente el último fin de
semana; a la genre se la está dispersando con dificultad; No hay dudas de que a la policla se la corrompió en ocasión de este juicio. Tal como puede observarse, estos ejemplos tienen una interpretación de tipo proceso.
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VI. ORACIONES TRANSI1WAS CON SE: EL MODO DE ACCIÓN EN LA SINTAXIS Montserrat Sauz
Kobe City University 01Fo1'eÍgn StlUÜeslUnivemty 01Arizotul lruar Laka Universü1tul del Paú VllSco-Euskal Herriko Unibertsitlltea INTRODUCCIÓN
El concepto de Aktionsart o modo de acción ha ocupado en las últimas décadas un lugar central en las investigaciones sobre la interfase sintaxis/semántica. Este interés se debe a que el modo de acción de una oración es una propiedad semántica que no radica únicamente en la entrada léxica del verbo ni en el verbo y su morfología. El modo de acción es el resultado de la combinación del verbo y sus complementos: por ser una propiedad composicional, su estudio atafíe tanto a la sintaxis como a la semántical. Vendler (1967) adoptó el término Aktionsart para designar un aspecto de la entrada léxica del verbo, similar al número de complementos y al tipo de participantes en la acción verbal especificados en su subcategorización. En las últimas décadas, sin embargo, diversos autores han utilizado el término Aktionsan para referirse a una propiedad composicional del verbo y sus complementos (Dowty 1979, Tenny 1987, 1992, entre otros). Al mismo tiempo que Vendler exploraba la noción de Aktionsart, Davidson (1967) propuso que 1 Para una excelente panorámica de cuestiones relacionadas con aspecto y modo de acción, véase Bosque (1990).
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entre los participantes en una oraci6n existía un argumento eventivo que recogía las propiedades del modo de acci6n de la oraci6n. Este ((argumento davidsoniano» ha sido aceptado en numerosos estudios contemporáneos de semántica y es utilizado de manera recurrente para dar cuenta de fen6menos sintácticos y semánticos relacionados con diferentes tipos de predicados (Kratzer (1989) Y Diesing (1992), entre otros). Sin embargo, la naturaleza y comportamiento sintáctico de este argumento no han sido satisfactoriamente explicados. El presente trabajo se engloba, de forma general, dentro de los esfuerzos por dilucidar la naturaleza de la interfase entre la sintaxis y la semántica. Nuestro enfoque combina la teoría de Aktionsart y las propuestas de Davidson sobre la importancia del evento, con un análisis sintáctico en el que las categorías funcionales actúan de (~ngrudo» de los elementos léxicos de una oraci6n para articular y determinar el significado global de la proposici6n que expresa. Este estudio se integra naturalmente dentro de cualquier teoría sintáctica que acepte las diferencias entre categorías léxicas y categorías funcionales, otorgando a estas últimas el peso de la variaci6n lingüística y la posibilidad de manifestaci6n en la morfología flexiva. Exploramos aquí aspectos de la relaci6n entre eventos y modo de acci6n en el ámbito de la gramática del espafiol, y proponemos que estas relaciones se construyen en la sintaxis por medio de una categoría funcional que llamamos Evento, la cual proyecta un Sintagma Evento (similar al Sintagma Aspecto, o Sintagma Tiempo). Así pues, a diferencia de Davidson (1967), y sus implementaciones en el paradigma generativo ilustradas por Kratzer (1989) y Diesing (1992), entre otros, no consideramos al evento como un argumento verbal. Como discutiremos en detalle, es err6neo considerar 'argumento' al evento, ya que el evento es una relaci6n de varios componentes de la oraci6n y muy poco tiene en común con los argumentos subcategorizados por el verbo (en particular, los argumentos de un verbo no varían según la construcci6n). Pero, además de esta consideraci6n de carácter conceptual hay consideraciones de carácter empírico, ya que existen en la gramática del español manifestaciones morfol6gicas que reflejan directamente las peculiaridades de ciertos eventos: en particular, el fen6meno objeto de nuestro estudio, la aparici6n del clítico se en construcciones transitivas, del tipo ejemplificado en (1). (1) a. Pedro (se) comi6 una paella. b. Mi hermano (se) ley6 un libro. 310
c. d. e. f.
Juan (se) lavó todos los platos. Pepe (se) regó el jardín de arriba abajo. Mi padre (se) cortó el césped él solito. Pedro (se) cruzó el desierto (de norte a sur).
En este artículo mostraremos que el clítico se es una marca sintáctica de la telicidad de un determinado tipo de evento, las realizaciones. Dado que los clíticos son morfemas verbales, una posibilidad de unificar su análisis con la presencia de otros morfemas flexivos es articularlos dentro de la estructura funcional de la oración (Franco (1993), Torrego (1995) entre otros); ésta es la hipótesis que asumimos en el presente trabajo, más aún dado que el clítico objeto de nuestro estudio no corresponde, como veremos, a ningún argumento del predicado, y no establece por tanto ninguna relación temática con el verbo. El ámbito funcional al que pertenece este clítico, si nuestra tesis es correcta, es el de las relaciones aspectuales, y su manifestación en la sintaxis (Nishida, 1995; Zagona, 1996). El presente trabajo, por consecuencia, se enmarca dentro de la línea de trabajos como Tenny (1992, 1995), quien defiende que los rasgos aspectuales son la base de la proyección de la semántica en la sintaxis, y de Borer (1994), quien propone un análisis de los fenómenos de Aktionsart basado en una proyección funcional relacionada con el objeto. 1.
MODOS DE ACCIÓN
La tabla 1. (Sanz y Bever, en prensa) recoge los diferentes modos de acción o Aktionsarten. Esta tabla es una simplificación de la literatura sobre el tema (Vendler (1967), Verkuyl (1972, 1989), Dowcy (1979, 1991), Tenny (1987, 1992, 1994), Davidson (1967), Carlson (1978), Luján (1981), van Voorst (1988), Parsons (1990), Kratzer (1995) y Higgimbotham (1996), entre otros). Algunos de estos autores cuestionan la división cuatripartita que aquí presentamos, y otros proponen clases intermedias; sus argumentos requieren un nivel de especialización de análisis que excede al presente trabajo, por lo que nos limitamos a ofrecer la clasificación que creemos más extendida y que esperamos sirva a los lectores para entender el análisis basado en modo de acción que propondremos para las construcciones transitivas con se en espafíol: 311
EVENTOS [+eventivo]
[-puntual]
Escribir una ami beber una cerveza
Rea1ización
[+puntual]
Cruzar la metal reconocer a Juan
Logro
Correr/beber cerveza
Actividad!
Saber matemáticas/ser alto
Propiedad individual -Individual -lcvel propcny»
[+t8ico]
[-télico] NOEVENTOS [-cventivo]
[-estado perfectivo]
[+cstado perfectivo]
Estar cansado/ cstar aquí
Propiedad temporal _Stage-lcvel propcrty»
Tabla l. Clasificación de las oraciones stgún su tipo de acción2.
Los estudios de Tenny (1987, 1991, 1994) Y Dowty (1979, 1991), entre otros, recogen la tradición vendleriana y revelan que las propiedades de los complementos son cruciales a la hora de determinar el modo de acción de una oración: un mismo verbo puede expresar diferentes modos de acción, dependiendo de los complementos que lo acompañen. Este fenómeno queda ilustrado en los ejemplos en (2): (2) a. Bebí cerveza. b. Bebí un vaso de cerveza. Así, mientras que la oración de (2a) expresa una actividad atélica, sin un final especificado en el tiempo, el ejemplo de (2b) se refiere a un proceso constituido por sub-eventos del tipo indicado por el verbo, que culmina en un final del que se deriva un cambio 2
312
Algunos autores (Smitb. 1991) afiaden los 'scmelfactivos·.
de estado. Ninguno de los sub-eventos de (2b) puede ser expresado por medio de la oración (2b). Este segundo modo de acción se denomina realización. Una realización es por tanto un modo de acción complejo, compuesto por diferentes sub-eventos, ninguno de los cuales es equivalente al evento principal. El modo de acción de una oración es una propiedad sintáctica del predicado completo. Por lo tanto, una construcción transitiva expresa un modo de acción diferente a una oración intransitiva, ya que la primera incluye al menos un argumento en posición de complemento del verbo, que está ausente en la segunda3• Es decir, el modo de acción de una oración intransitiva como (3a) corresponde a una actividad, mientra que el de (3b) (en que el mismo verbo aparece en una construcción transitiva) es una realización. (3) a. Mi hermano corre todos los días. b. Mi hermano corre ocho kilómetros todos los dIas. Un evento télico es un evento con un final en el tiempo expresado lingüísticamente. La telicidad no se aplica a los no eventos, ya que éstos no son acciones en el tiempo. El uso de ciertas expresiones de tiempo distingue los eventos télicos como (3b) de los atélicos como (3a). Así, es posible añadir ciertos complementos adverbiales a los eventos télicos, pero no a los atélicos. (4) a. Mi hermano corre (*en una hora). b. Mi hermano corre ocho kilómetros en una hora.
3 Téngase en cuenta, sin embatgo, que la correlación entre transitividad sintáctica y uansitividad semántica no depende únicamente de la presencia o ausencia de un complemento verbal, sino también de las propiedades semánticas de dicho objeto. En algunas lenguas, los predicados inergativos se manifiestan sintácticamente como transitivos, en construcciones de verbos ligeros, aunque su interpretación semántica no difiere de la de lenguas en las que estos predicados se manifiestan como intransitivos en la sintaxis, ya que ambos tipos son actividades en cuanto a su modo de acción (Laka, 1993; Laka, en prensa). Así pues, mientras la transitividad sintáctica no altera necesatiamente el modo de acción de una proposición, la transitividad semántica, que implica la presencia de complementos determinados y delimitadores, sí conlleva neceSatiamente un cambio de modo de acción con respecto al uso intransitivo del mismo predicado verbal. Un ejemplo de esta divergencia entre transitividad sintáctica y transitividad semántica en espafiol, lo constituyen los sustantivos escuetos (Bosque, 1996).
313
Determinados tipos de verbos admiten esta dualidad de modo de acción. En particular, los verbos que expresan creación, consumo, realización/actuación, los verbos de cambio de estado y los verbos de modo, de movimiento y recorrido (Tenny 1992, 1994). Estos verbos siempre pueden ser delimitados por un complemento capaz de ser medido de alguna manera, es decir, un complemento directo que aporta una escala con la cual medir el progreso del evento. Una vez delimitados, estos predicados expresan realizaciones y no actividades. En las siguientes oraciones en (5), por ejemplo, se asume que es la naturaleza del complemento directo la que 'mide' el progreso de la acción del verbo hasta que ésta está completa: Juan construyó una casa. Los actores interpretaron una obra de Shakespeare. Pedro aclaró la fotografia. María derritió el helado. Juana encogió la camisa al ponerla en la secadora. f. María corrió diez kilómetros. g. María cruzó el desierto.
(5) a. b. c. d. e.
Tenny denomina a los predicados de (5a), (5b) y (5e) verbos de
tema incremental (siguiendo la terminología de Dowty (1991». Los ejemplos de (5d) y (5e) ilustran verbos de cambio de estado, mientras que las oraciones (50 y (5g) ejemplifican verbos de movimiento o recorrido. En todos estos casos, es posible dilucidar el punto en el que se encuentra la acción del verbo (comienzo, mitad o final), observando el progreso del objeto. Los objetos de 'medida' pueden serlo por sus dimensiones físicas o temporales, o bien por poseer una propiedad modificable como en el caso de (5c). Mientras que el papel del objeto es primordial en la telicidad de las realizaciones, hay otro modo de acción denominado logro, que se refiere a un evento puntual en el que el objeto no experimenta un cambio ni mide el progreso del evento. Así, por ejemplo, la oración cruzó la meta en dos horas no significa que el acto de cruzar la meta durara dos horas, sino que transcurrieron dos horas hasta que el agente llegó al momento de cruzar la meta. En este caso, el objeto la meta, no es afectado por la acción ni sufre modificación alguna cuando el sujeto la cruza, al contrario de lo que sucede con los complementos de las oraciones ilustradas en (5). 314
Existen verbos obligatoriamente transitivos que expresan logros. Se podría decir que en estos casos, el evento no puede completarse hasta que el objeto no es alcanzado (en el ejemplo que nos ocupa, hasta que la meta es cruzada). ¿Cuál es el papel del objeto en estas construcciones? En estos casos se podría hablar de delimitación sin medida por parte del objeto directo (Sanz y Bever, en prensa). Tenny (I992) establece la distinción entre los conceptos de medida y delimitación. Las siguientes expresiones contienen todas ellas argumentos de medida: (6) a. b. c. d.
Destruir la ciudad. Interpretar una obra. Oscurecer la fotograRa. Empujar el carrito.
Sin embargo, mientras que las tres primeras están además delimitadas por sus argumentos de medida, la oración (6d) no lo está. Es posible delimitar esta oración por medio de otro argumento interno (aunque no directo), como por ejemplo un Sintagma Preposicional que denota una meta espacial (goal phrase), como ilustrarnos en el ejemplo de (7): (7) Empujar el carrito hasta la puerta. Podemos, pues, extraer las siguientes conclusiones de este repaso a los modos de acción: 1
Las propiedades de los eventos difieren de manera sustancial de las de los no eventos. Dentro de los eventos, las oraciones télicas muestran un comportamiento sintáctico distinto a las atélicas.
11 Las realizaciones tienen dos componentes: un proceso y un final en el que se da un estado nuevo, un cambio de estado que afecta a uno de los participantes en la acción.
III La telicidad de las realizaciones es diferente a la de los logros. En el último caso existe delimitación pero no medida, mientras que en el primero el objeto mide y delimita al verbo. 315
I1I. El ejemplo (6d) nos conduce a otra observación sobre los datos de la Tabla 1, que ejemplifica la tercera alternativa: existen construcciones transitivas (como empujar el carrito) que no expresan realizaciones, sino actividades. El objeto mide pero no delimita. En otros casos, como en beber cerveza, el objeto ni siquiera es un objeto de medida. Por lo tanto, podemos concluir que aunque las realizaciones son siempre oraciones transitivas, no todas las oraciones con complemento directo expresan realizaciones (Cf. nota número 2). Existe una relación unidireccional entre el modo de acción y el tipo de predicado sintáctico. A ella volveremos más adelante. En este trabajo, estudiamos las oraciones transitivas con el clítico se en español. Es el nuestro un estudio del modo de acción, y en particular de la telicidad de los eventos con delimitación y medida, es decir, de las realizaciones. En español, existe la peculiaridad de que un evento télico transitivo puede manifestar una marca de delimitación puramente morfológica: el tlítico se. Las oraciones transitivas con se en español expresan siempre realizaciones. Por tanto, el estudio de estas construcciones puede iluminar de forma crucial nuestro entendimiento del papel que desempefia el modo de acción en la sintaxis de las lenguas.
2.
ORAQONES TRANSITIVAS CON SE
2.1. Análisis previos En español existen oraciones transitivas del tipo ejemplificado en (1), repetidas aquí como (8): (8) a. b. c. d. e. f.
Pedro (se) comió una paella. Mi hermano (se) leyÓ un libro. Juan (se) lavó todos los platos. Pepe (se) regó el jardín de arriba abajo. Mi padre (se) cortó el césped él solito. Pedro (se) cruz6 el desierto (de norte a sur).
Estas oraciones son, con mucho, las menos estudiadas dentro de las extensas investigaciones dedicadas a los usos del clitico se en espa316
fíot. En general, se han visto reducidas a escuetas menciones por parte de la mayoría de los autores, que han tendido a considerarlas como un fenómeno marginal y difícilmente unificable. Tres son los problemas fundamentales que se aprecian en un repaso de los análisis previos sobre estas construcciones: El primero es terminológico: denominar al clítico se de estas oraciones transitivas reflexivo (Fernández Ramírez, 1986; De Molina Redondo, 1974; Strozer, 1976; Nishida, 1994) crea confusión entre la concepción tradicional de pronombre reflexivo como argumento, recipiente de un papel temático y portador de caso, por un lado, y, por otro, el hecho patente de que en las construcciones que nos ocupan todos los argumentos del verbo se encuentran satisfechos por sintagmas nominaleS. El segundo problema que se manifiesta es que muchos de los estudios de se que incluyen las construcciones transitivas, no encuentran una generalización semántica aplicable a todo el ámbito de esta construcción. La solución a este problema varía según los autores. Un grupo de trabajos acaba por situar las diferencias entre un mismo verbo con se y sin se en el léxico (Babcock, 1970; Schroten, 1972; De Molina Redondo, 1974; Fernández Ramírez, 1986); para estos autores, las entrada léxicas de comer y comme son diferentes. Otro grupo de propuestas apela a la estructura temática del predicado, como es el caso de Rigau (1994), en cuya hipótesis el clítico recibe un papel temático benefactivo asignado por el verbo. Finalmente, algunos autores, como Arce-Arenales (1989), arguyen que la legitimación del clítico depende fundamentalmente de que el sujeto de la oración esté en alguna medida afectado por la acción. Como intentaremos mostrar, estos dos últimos tipos de propuestas tienen problemas de cobertura empírica, bien por exceso o bien por defecto: la posibilidad de asignación de un papel temático benefactivo no debería estar sujeto a las variaciones en el modo de acción, y el hecho de que el sujeto se vea afectado por la acción del verbo es una propiedad accesoria, aunque frecuente, en este tipo de construcción, pero no necesaria ni condicionante. El tercer problema que observamos, en el repaso de la mayoría de la literatura previa, es que a menudo, incluso en los estudios más recientes, se considera que el fenómeno está restringido a verbos de consumo, destrucción y construcción (Babcock, 1970; Schroten, 1972; Zagona, 1996), lo cual, como veremos, no parece corresponderse con la extensión de esta construcción. 317
En definitiva, de los estudios anteriores se pueden extraer las siguientes generalizaciones sobre estas construcciones: (9) a. El clítico sólo se legitima si aparece un objeto definido o referencial (Strozer, 1976; Fernández Ramírez, 1986; Arce-Arenales, 1989; Rigau, 1994). b. La oración con el clítico expresa una acción perfectiva (Strozer, 1976; Fernández Ramírez, 1986; Arce-Arenales, 1989). c. El clítico seflala una relación 'especial' entre el sujeto y el objeto: Zagona (1996) interpreta esto como una relación de predicación, en la que los dos argumentos se sitúan en el mismo lugar tras el evento. Otros autores hablan de sujeto afectado por la acción (Arce-Arenales, 1989), y otros de benefactivo y absorción de caso (Rigau, 1994). Otros, como Schroten (1972), opinan que hay una relación 'más estrecha' entre el sujeto y el objeto en oraciones con el clítico que en la versión sin él, y para otros (De Molina Redondo, 1974; Fernández Ramírez, 1986; Strozer, 1976), esta relación especial es indefinible. Propuestas recientes como las de Nishida (1994) y Zagona (1996) han apreciado el valor aspectual de la presencia del clítico en oraciones transitivas; nuestro estudio, que considera al clítico una manifestación morfológica de las realizaciones, se enmarca dentro de ésta última línea de investigación, aunque presente algunas divergencias sustanciales con estos trabajos precursores. 2.2. Un enfoque nuevo Nuestro enfoque difiere de los anteriores en dos aspectos fundamentales: en primer lugar, los ejemplos de (8) demuestran que éste es un proceso totalmente productivo en la lengua, no limitado a ningún ripo semántico de verbo en especial. Esto nos lleva al punto de partida de nuestro análisis (punto de partida que, como ya se ha dicho, comparten algunos de los estudios anteriores, como el de Nishida (1994) y el de Zagona (1996»: la aparición del clítico se en oraciones transitivas es un fenómeno sintáctico y no exclusivamente 318
léxico. Por otro lado, consideramos al clftico se como una categoría funcional, y no como la manifestación de un argumento del verbo. En este sentido, la presente propuesta se sitúa en la linea de los trabajos de Mendikoetxea (1992) y De Miguel (1992), que consideran al clftico se como un elemento funcional (si bien la propuesta de Mendikoetxea no extiende este tratamiento a todos los usos de se). Una vez asumida la naturaleza no argumental del clítico, el siguiente paso es establecer su función sintáctica y explicar el hecho de que su presencia en la oración sea opcional. El problema de encontrar una semántica unificada para estas oraciones transitivas con se arranca de la tendencia a analizar su significado desde un punto de vista interpretativo o basado exclusivamente en la noción de papel temático. Esta tendencia, a su vez, refleja una concepción de la interfase sintaxis/semántica basada en una correspondencia entre papeles temáticos y funciones gramaticales (propuestas como la hipótesis de Asignación Uniforme de Papel Temático -UTAH- (Baker, 1988) han dominado la literatura en los últimos años), que puede presentar obstáculos a la hora de unificar ciertos fenómenos gramaticales, ya que los papeles temáticos parecen reproducirse para dar cuenta de cada matiz semántico, lo cual hace dificil llegar a encontrar las generalizaciones que subyacen a distintos grupos de verbos, dada una misma manifestación sintáctica. Partimos de la hipótesis de que los papeles temáticos no son primitivos de la teoría sintáctica, como han defendido varios autores en propuestas relativamente independientes (Tenny 1988, 1992; Hale y Keyser, 1992; Borer, 1994). En la concepción de la interfase sintaxis/semántica que asumimos, la información de modo de acción es máximamente relevante para la sintaxis (Tenny 1988, 1992). Esta alternativa permite unificar todos los casos ejemplificados anteriormente: la uniformidad semántica de todos ellos radica en su Aktionsart, y no en su estructura temática. Así, podemos caracterizar la generalizazción que subyace a este uso del clítico, mostrando que todas las oraciones transitivas con se expresan realizaciones, y proponiendo que las realizaciones implican una determinada configuración funcional en la sintaxis. En la sección anterior vimos cómo un mismo verbo puede expresar diferentes modos de acción dependiendo de las características aspectuales de sus complementos. La opcionalidad del clítico en estas construcciones es coherente con esta dualidad de posibilidades dentro de un mismo verbo, y por lo tanto no es necesario postular 319
que el verbo con clítico es una entrada léxica separada del verbo sin
se. Como ya hemos dicho, la presente propuesta participa, junto con Nishida (1994) y Zagona (1996), de la idea central de que la presencia del clítico se relaciona directamente con el carácter aspectual de la oración. Sin embargo, la generalización aspectual que aquí proponemos presenta cienas discrepancias tanto con el trabajo de Nishida como con el de Zagona, que discutimos a continuación. Nishida (1994) argumenta que el clítico es compatible no sólo con sujetos agentivos, sino también con sujetos de verbos estativos, es decir, no eventivos, lo cual, de ser empíricamente correcto, contradiría nuestra propuesta. Esto es así porque las realizaciones, que es el modo de acción en el que se legitima el clitico en nuestra hipótesis, son necesariamente eventos. Consideraremos la evidencia aponada por Nishida e intentaremos mostrar que no se trata de predicados estativos en ningún caso, aunque una primera consideración de los datos pueda parecer llevarnos a esta conclusión. La evidencia presentada por Nishida la constituyen oraciones como la ilustrada en (10), donde un verbo estativo como saber admite la presencia del cliuco: (10)José Yyo ya nos sabemos toda la lección. Si bien es cierto que el predicado saber se considera generalmente como estativo, es preciso considerar las diferentes interpretaciones semánticas a las que da lugar para comprobar que, como hemos expuesto en la discusión sobre la naturaleza de los modos de acción, éstos no dependen únicamente de un elemento léxico como el verbo, sino de la configuración sintáctica y las propiedades aspectuales de la oración en la que el verbo se imbrica. En este caso, como veremos, saber no resulta un predicado estativo; son única y exclusivamente las propiedades del modo de acción de la oración en la que se inserta el predicado, las. que sancionan la aparición o no del clítico. Para comprobar este hecho, obsérvese el contraste ejemplificado mediante las oraciones en (11): (1 1) a. Pedro se sabe la lección. b. *Pedro se sabe que Luis llegará mañana. El contraste entre (lla) y (llb) está directamente relacionado con el modo de acción de la oración, pese a que el verbo principal,
320
saber, se mantiene constante. Mientras que (Ila) es una realización, (llb) expresa un no-evento. El complemento de (lla) la lección es un tema incremental, y tiene por tanto capacidad de delimitación del evento. Por el contrario, un complemento oracional como que Luis llegard mañana no puede medir el evento, no delimita en ningún sentido el alcance del saber de Pedro. Esta imposibilidad no está relacionada con la categoría sintáctica del objeto (sintagma determinante frente a sintagma complementante)j el mismo contraste puede darse manteniendo constante el tipo sintáctico del complemento. Imaginemos que Luis sabe la respuesta a la pregunta de dónde se esconde un determinado criminal. Imaginemos también que Luis ha estado estudiando y conoce la respuesta a un problema concreto de matemáticas. Obsérvense ahora los contrastes entre las siguientes oraclones: (l2)a. -¿Dónde se esconde el criminal? -Pregúntale a Luis. Él (*se) sabe la respuesta b. -¿Cuál es la solución a este problema de matemáticas? -Pregúntale a Luis. Él (se) sabe la respuesta Este contraste confirma, una vez más, que el clítico sólo puede aparecer en oraciones que expresan eventos. En otras palabras, la distribución del clítico se es sensible a la diferencia entre un evento y un no-evento, contra el argumento de Nishida. Una vez determinado que la presencia del clítico depende del carácter eventivo de la oración, la siguiente pregunta que se nos plantea es: ¿qué tipo de evento legitima la aparición del clítico se? La respuesta a esta pregunta nos lleva a una discusión de la propuesta de Zagona (1996), en relación con la que presentamos en este trabajo. Zagona (1996) defiende que el clítico se sólo aparece en eventos llamados transiciones (que son equivalentes a nuestras realizaciones a todos los efectos), o con predicados que indican cambio de estado. El análisis de Zagona se basa en una representación sintáctica de los sub-eventos. Las realizaciones expresan la culminación de un evento porque el objeto se ve modificado de alguna manera. Es decir, el evento finaliza cuando el objeto experimenta un cambio de estado. El clítico es una marca secundaria opcional de esta culminación del evento, ya que las oraciones son gramaticales sin él y se interpretan igualmente como transiciones. Zagona (1996) 321
restringe la distribución del clítico a verbos de consumo y movimiento, y presenta como evidencia de ello, la agramaticalidad de ejemplos como (13): (13)
*Pepe se lavó los platos.
En este ejemplo, el significado de la proposición expresada no es que los platos estén completamente limpios al final de la acción del verbo, y ésta es la razón para rechazarlo como un evento de transición. Sin embargo, obsérvese que ejemplos como éste son gramaticales bajo la interpretación de que todos y cada uno de los platos de un conjunto determinado han sido lavados. En esta lectura, el complemento verbal es efectivamente incremental, y la oración expresa una realización. La gramaticalidad del siguiente ejemplo hace patente la posibilidad de esta interpretación: (14)
Pepe se lavó los platos de la cena en una hora.
En cuanto a la relación entre el objeto yel sujeto de estas oraciones, Zagona propone que el sujeto también debe sufrir una transición, lo cual es patente en el caso de verbos de movimiento (e.g. Pepe se cayó al suelo). Creemos sin embargo que esta última generalización es espúrea, y que la correcta caracterización del ámbito semántico de este uso del se incluye todos los verbos que potencialmente expresan realizaciones, y no sólo los de movimiento y consumo. Si nuestra hipótesis es adecuada, la generalización sobre la necesidad de un proceso de transición del sujeto postulada por Zagona no debería serlo. Consideremos de nuevo el ejemplo en (14): no parece plausible que el sujeto sufra en este caso ninguna transformación tras la acción, pese a la gramaticalidad del clítico. Siendo esto así, podemos concluir que e1\sujeto puede, pero no debe, sufrir una transición cuando el clítico se manifiesta. Considerando todos los casos de legitimación del clítico, concluimos que la única propiedad del sujeto relevante para el análisis de estas construcciones es el hecho de que el clítico, que tiene rasgos de persona y número, ha de concordar con él. Respecto a la posible relación temática o semántica entre el sujeto del evento y el clítico, postulada por algunas propuestas anteriores, creemos que no hay tal, porque las características semánticas y temáticas del sujeto son irrelevantes para la presencia del clítico. Así, por ejemplo, en los siguien-
322
tes ejemplos, el sujeto puede ser agente o mero originador de la acción verbal (Laka y Sanz, 1995): (15)a. Me he hecho/construido un chalet en la playa. b. Me he hecho un traje en Bangkok. c. Me he cortado el pelo. La dificultad de observar la independencia semántica del sujeto con respecto del clftico estriba en que muchos de los verbos que pueden manifestarse con el se aspectual imponen sus propias restricciones semánticas. Obsérvese, por ejemplo, que la variación de relaciones temáticas del sujeto ilustrada en (15) no es posible en el siguiente ejemplo: (16)
Me he cosido un vestido en Bangkok.
La oración anterior sólo puede significar que el agente de la acción es el sujeto mismo. Por 10 tanto, el hecho de que en algunas ocasiones se pueda interpretar la oración como una situación en la que alguien diferente del sujeto realiza la acción por el sujeto (en la interpretación en la que el sujeto hace que le cosan un vestido en Bangkok, por ejemplo), parece deberse a la idiosincrasia de ciertos verbos, que expresan acciones que normalmente requieren la participación de varias personas o al menos de una persona exterior al agente (como cortarse el pelo). Es nuestro conocimiento del mundo el que nos hace preferir una interpretación en la que alguien ha construido la casa por nosotros o nos ha cortado el pelo. En Laka y Sanz (1995), concluimos que los sujetos de las oraciones transitivas con se deben ser agentes u originadores, pero nunca pacientes o receptores, como ilustramos en los ejemplos de (17): (17)a. Rosa se vio el video de la boda entero. [agente = ok] b. *Claudio se vio un pájaro que pasaba por alli. [experimentante = *] c. *La folk1órica se recibió tres mil regalos. [receptor = *] d. *La pareja se fue vitoreada por todas partes. [sujeto pasivo = *] Sin embargo, de esta observación no se sigue necesariamente que exista una relación semántica privilegiada entre el sujeto del evento y
323
el clítico. Esta generalización se deriva mecánicamente del hecho de que los eventos télicos del tipo realización siempre tienen un sujeto agente. Es el predicado (la combinación del verbo y su complemento de medida) el que determina este papel temático del argumento externo. Este fenómeno queda ejemplificado en las oraciones anteriormente ilustradas en (11). En resumen, hemos formulado la hipótesis de que los eventos denotados por las oraciones transitivas con clitico se son siempre realizaciones. Por tanto, su objeto debe ser capaz de medir la acción y delimitar el verbo, en el sentido de Tenny (1988, 1992). De la dis~ cusión previa se concluye que las características que identifican a estas construcciones son las siguientes: (18)a El clftico sólo puede aparecer en oraciones en las que el verbo es delimitado por un complemento de medida. Nociones como objeto definido, referencial o específico son irrelevantes. b. Estas oraciones son realizaciones. El clítico deshace la ambigüedad de modo de acción que se da en las oraciones sin él. c. La relación entre el clítico y el sujeto se limita a una concordancia de rasgos de persona y número debida a una configuración sintáctica de especificación. Nociones como sujeto afectado, benefactivo, agentivo, originador, etc. son irrelevantes a la hora de determinar si la presencia del clitico es legítima o no. En esta sección hemos presentado argumentos en favor de la generalización (18c). La sección siguiente está dedicada al estudio de los tipos de objetos que pueden aparecer en estas construcciones, en un intento de probar las generalizaciones (18a) y (18b). 2.3. Complementos y modo de acci6n de las oraciones con se Un análisis de los tipos de complemento que aparecen en estas construcciones revela que se trata de complementos de medida, sobre los que hemos hablado anteriormente (Sanz, 1996). Así, obsérvese la agramaticalidad de las siguientes oraciones, que contienen complementos que no pueden ser medidos en una escala: 324
(19)a. b. c. d. e.
*Pedro se comió paella. *Mi hermano se leyó libros. *Juan se lavó platos/coninas. *Pepe se regó hierba. *Mi padre se cortó césped.
Todas las oraciones anteriores serían gramaticales sin la presencia de se. Esto quiere decir que se sólo puede aparecer en aquellos casos en que el complemento mide y delimita al verbo, convirtiendo así la oración en una realización. A esto añadimos los ejemplos siguientes, en los que se pone de manifiesto la función desambiguadora de se. Las mismas oraciones sin el clítico son ambiguas en su modo de acción: pueden considerarse actividades o realizaciones, como demuestra el uso de las expresiones adverbiales. Pedro comió una paella (toda la tarde/en una hora). Mi hermano leyó un libro (toda la tarde/en una hora). Juan lavó (todos) los platos (toda la tarde/en una hora). Pepe regó el jardín de arriba abajo (toda la tarde/en una hora). e. Mi padre cortó el césped él solito (toda la tarde/en una hora).
(20)a. b. c. d.
Por el contrario, las oraciones con clítico sólo son compatibles con los modificadores de tiempo de las oraciones télicas. (21)
Mi hermano se leyó un libro (*toda la tarde/en una hora).
La presencia del clítico sólo es posible si el verbo ha sido delimitado por medio de un objeto de medida. La oración con el clítico es pues indiscutiblemente télica. En Laka y Sanz (1995) y Sanz (1996) este clítico se denomina c!itico tilico. Las realizaciones, que son eventos con un modo de acción complejo (compuesto de actividad y cambio de estado) se marcan explícitamente en español por medio del clítico se. El clítico es la marca sintáctica de la delimitación por parte del objeto que se da en estas oraciones. Recuérdense los ejemplos que propone Tenny de oración transitiva con objeto de medida pero sin delimitación, que repetimos aquí como (22a):
325
(22)a. Empujar el carrito. b. Empujar el carrito hasta la puerta. Si nuestra hipótesis es correcta, la oración en (22a) debería rechazar el dítico, mientras que éste debería ser gramatical en (22b). Esa predicción se cumple: (23)a. *Empujarse el carrito (*María se empujó el carrito). b. Empujarse el carrito hasta la puerta (María se empujó el carrito hasta la puerta). De nuevo, si la hipótesis de que el dítico sólo aparece en oraciones que expresan realizaciones es adecuada, el uso de se debería ser incompatible con oraciones que expresan otros modos de acción, como los no-eventos y los procesos, que son modos atélicos. La predicción con respecto al díuco es que no podrá aparecer en oraciones que denotan este tipo de Aktionsart. Los siguientes ejemplos manifiestan la validez de esta hipótesis: (24)a. *Rodo se odia las acelgas. b. *Rodo se olió la rosa.
(estado) (proceso)
Como prueba de que el Aktionsart es composicional, y depende de las propiedades del verbo junto con las de sus complementos, obsérvese lo que ocurre cuando se sustituye el objeto por uno incremental como en (25). / (25)
Rodo se olió veinte rosas (en un minuto).
En cuanto a las oraciones que expresan logros, recuérdese que su verbo está delimitado pero no medido por el objeto. En consecuencia, la presencia del ditico se debería ser agramatical, como lo es, de hecho, y como muestran los ejemplos en (26): (26)a. *Pedro se cruzó la meta. b. *Pedro se reconoció a María en la calle. Hemos defendido que existe una correlación entre el modo de acción denominado realización y la transitividad de la oración. En este sentido, merecen mención especial las oraciones de verbo intran326
sitivo. Dentro de los verbos intransitivos, distinguimos dos tipos: inergativos e inacusativos. Los primeros pueden formar construcciones transitivas; en este caso, la presencia del clítico es gramatical, siempre y cuando el objeto cumpla las características de delimitador. (27)
José se anduvo 1000 Kms en tres meses.
Los verbos tradicionalmente considerados inacusativos, por su parte, pueden expresar estados o eventos télicos; el clítico es gramatical sólo con inacusativos del segundo tipo y si el argumento es uno de los ejemplificados en (6). (28)a. *Se existieron muchos contratiempos. b. La tarta se derritió. c. Pedro se cayó de una higuera.
(estado) (media) (trayectoria)
Sanz (1996) redefine la inacusatividad como la propiedad de aquellos verbos que, siendo monádicos, expresan un evento télico. En algunas lenguas, la telicidad debe marcarse en la sintaxis y esto sólo puede realizarse por medio de un objeto delimitador, por lo que esto verbos contienen un argumento interno. En este sentido, el ejemplo (28b) no es un verbo inacusativo sino transitivo, ya que puede llevar dos argumentos. El ejemplo (28c), sin embargo, es interesante desde el punto de vista del argumento principal de este trabajo, porque es un verbo monádico y la presencia del clítico es opcional. (29)a. Las hojas cayeron de la higuera. b. Las hojas se cayeron de la higuera. Sin embargo, el modo de acción del segundo ejemplo no es igual al del primero. En el segundo caso es una realización, mientras que el primero expresa un proceso o actividad. Para comprobar esto, utilizamos un argumento que es potencialmente un argumento de medida, como las hojas. Así, por ejemplo, imagínese una escena en la que una persona ve una estrella cayendo del cielo. De las siguientes oraciones, sólo la primera sería apropiada. (30)a. Vio una estrella cayendo. b. *Vio una estrella cayéndose. 327
Esto es porque mientras que la forma sin se expresa una actividad o proceso, la forma con el clítico es una realización. De los verbos inacusativos, los únicos que admiten se son caer y morir. En ambos casos, estas acciones pueden considerarse realizaciones con argumento de medida. Todos los demás inacusativos expresan logros, yel clítico es imposible con ellos (llegar, aparecer, etc.). Para resumir, en esta primera parte hemos propuesto que el cliuco télico sefíala el modo de acción verbal denominado realización. Pasamos ahora a la propuesta sobre la sintaxis de estas construcciones.
3. LA SINTAXIS DE LAS REALIZACIONES CON
SE
3. l. El modo de acción es una categoría funcional Hemos defendido a lo largo de estas páginas que el modo de acción no es sólo un componente semántico de la oración, sino que se integra en la sintaxis en forma de morfemas funcionales (Sanz 1996; Sanz y Bever, en prensa). En particular, el clítico se en espafíol sefíala la telicidad de los eventos delimitados por un objeto de medida. Es decir, el modo de acción se refleja en la sintaxis de la misma manera que lo hacen el tiempo, la voz, la persona, el número, etc. Todas estas propiedades de la oración son categorías funcionales. Las categorías funcionales actúan de cohesivo entre los elementos léxicos de la oración y aportan parte del spificado de ésta, la parte que es variable según cada evento y que río está incluida en la idiosincrasia léxico~emántica del verbo (por ejemplo, el tiempo en el que aparece un verbo, que depende de la oración, y que se manifiesta en la categoría funcional de TIempo). De la misma manera, la propiedad de ciertos eventos de ser actividades o realizaciones, está sub-especificada en la entrada léxica del verbo, y depende de las especificaciones funcionales de la construcción en la que se encuentren, es decir, que estas propiedades aspectuales se determinan en la composición del sintagma verbal y la categoría funcional responsable del modo de acción. En espafíol, los eventos que expresan una realización, presentan la combinación del verbo con el clítico se, que encabeza el sintagma responsable del modo verbal; este sintagma es el Sintagma Evento. En el marco generativista, dentro del marco de la teoría de Principios y Parámetros y sus desarrollos, como el Programa Minimalista, las categorías funcionales se incorporan al análisis sin-
328
táctico por medio de proyecciones que se sitúan generalmente fuera del Sintagma Verbal. Dentro de los estudios minimalistas, cuando dos elementos se unen para formar una unidad, se producen operaciones de cotejo de rasgos entre ellos con el fin de determinar si los rasgos de ambos son compatibles. Esta operación asegura una estructura derivacional: el cotejo de rasgos permite dar paso a la siguiente operación de unión (Chomsky, 1995). Pero el cotejo sólo es relevante en el caso de los rasgos de las proyecciones funcionales, que deben ser cotejados por las categorías léxicas. De este modo, las proyecciones funcionales se convierten en el aglutinante de los elementos léxicos de una oración. Es decir, este cotejo de rasgos entre categorías funcionales y léxicas explica que el significado global de una oración se derive de la unión de ambos tipos de elementos. Los rasgos de las proyecciones funcionales pueden tener un valor «+» o ((-». El valor se determina en el momento de seleccionar la numeración o conjunto de elementos del léxico que configurarán la oración. Este marco teórico atribuye rasgos semánticos a las proyecciones funcionales (por ejemplo, la proyección Sintagma Tiempo, además de poseer el rasgo [+Nominativo], posee los rasgos semánticos de persona y número), que han de ser finalmente interpretados en el componente conceptual-intensional. El verbo debe cotejar rasgos de tiempo y aspecto, por ejemplo, para convertirse en el predicado de una oración. En nuestra propuesta, el verbo debe cotejar asimismo rasgos de Aktionsart. Estos rasgos están contenidos en la proyección que llamaremos Sintagma Evento. Un verbo que ha sido medido por un objeto, por ejemplo, adquiere el rasgo necesario para cotejar un rasgo [Hélico] especificado en el Sintagma Evento. Si el verbo no es medido por su objeto, no puede cotejar dicho rasgo, ya que, como hemos especificado en las secciones anteriores, el hecho de expresar una realización no es parte de la entrada léxica del verbo. El clítico se que se manifiesta en los eventos de tipo realización, ocupa el núcleo del Sintagma Evento. Un clítico es un morfema verbal, y la clitización es un mecanismo para cotejar rasgos como los de Aktionsart sin necesidad de que la entrada léxica del verbo ascienda. Esta propuesta aúna las observaciones de Vendler, Davidson, Tenny y Dowty al considerar que el tipo de evento es parte de la estructura oracional (aunque no en forma de argumento del verbo, sino como elemento funcional capaz de proyectar su propio sintagma), y al presentar un mecanismo sintáctico composicional, que explica la com-
329
posicionalidad semántica del fenómeno, observada repetidamente en la literatura. El Sintagma Evento, en la presente propuesta, se genera en la parte superior de la estructura sintáctica. Ello está motivado por dos razones: una es estrictamente sintáctica, a saber, la concordancia de rasgos de persona y número entre el sujeto y el clítico, que requiere que en algún punto de la derivación el sujeto y el núcleo del Sintagma Evento entren en una relación de cotejo de rasgos; la segunda es semántica, y refleja el hecho de que el tipo de evento es una propiedad de toda la oración y no sólo del verbo. Mínimamente, el Sintagma Evento puede no ser una proyección más que añadir a la estructura, sino ser el correlato configuracional de 10 que en propuestas recientes, desde Pollock (1989), se denomina Sintagma Tiempo, y ésta es la hipótesis que adoptamos. A diferencia de la propuesta original de Pollock (1989), donde los rasgos «1> de persona y número se generaban separados de la proyección temporal, en un sintagma de concordancia, asumimos aquí la propuesta de Chomsky (1995) de que los rasgos de número y persona se cotejan en el Sintagma Tiempo. Creemos que los rasgos de tiempo, número y persona, Caso nominativo y modo de acción pueden englobarse todos dentro del Sintagma Evento, sin que sea preciso proponer proyecciones independientes. El sujeto se sitúa en el especificador del Sintagma Evento: de ahí la concordancia de rasgos de persona y número con el clítico. Nuestra propuesta se il~tra en la estructura en (31): J
(31)
S Evento
/~
----- ----Evento'
Evento se
S Transitividad
----- ----- ----Transitividad'
/
Transitividad
SV
/~
mi hermano
Y'
/~ Y SN
leyó 330
un libro
Propuestas recientes sobre la naturaleza de los diticos dativos en español, asumen que éstos se generan en la proyección que domina inmediatamente al Sv. Así, por ejemplo, Fernández Soriano (1998) defiende que el cítico ligado a los sujetos dativos encabeza un Sintagma Evento, que se proyecta directamente sobre el Sintagma Verbal (Harley, 1995)4. Como se puede observar en la estructura en (31), nuestra hipótesis es que la proyección funcional que domina inmediatamente al SV es un Sintagma Transitivo (Murasugi, 1992, 1997; Collins, 1997), equivalente a la proyección de verbo ligero en Larson (1988) y Chomsky (1995), o al Sintagma Aspectual en Laka (en prensa). El Sintagma Evento es jerárquicamente superior a esta proyección, siguiendo los argumentos ofrecidos en Sanz (1996). Cabe la posibilidad de que las divergencias entre las propuestas citadas y la que aquí presentamos tengan un carácter más terminológico que conceptual, y que obviando las diferentes denominaciones de las proyecciones, el esquema estructural sea compatible para todas ellas; en todo caso, dirimir esta cuestión queda fuera de los límites del presente artículo, y aun subrayando su relevancia para la viabilidad de nuestra hipótesis, la postpondremos para trabajos posteriores. 3.2. Otros efectos de la telicidad en la sintaxis Hoekstra y Mulder (1990) observan que la inacusatividad de un verbo puede ser variable, dependiendo de sus complementos y su naturaleza aspectual. Así, en holandés o italiano, donde la selección de auxiliar se considera como un criterio para determinar la naturaleza de un determinado verbo con respecto a la inacusatividad, el auxiliar de un verbo puede variar dependiendo de si la lectura del verbo es inacusativa o inergativa. Así pues, hay verbos que manifiestan síntomas de inacusatividad o de inergatividad, dependiendo de su interpretación, como mostramos en (32): (32)
Dat Jan in de sloot gesprongen is/heeft. «que Juan a la zanja/en la zanja ha saltado))
4 Torrego (1998), a su vez, propone que los clfticos dativos en espaftol se generan como núcleos de un Sintagma Preposicional que domina inmediatamente alSV.
331
Cuando la oraci6n adquiere una lectura télica, se utiliza el auxiliar zijn y el predicado presenta un comportamiento inacusativo. En este caso, el verbo indica un cambio de lugar, y el Sintagma Preposicional denota el término de ese cambio de lugar. La traducci6n más adecuada en espafiol sería Juan ha saltado a la zanja. Cuando el evento no es télico, se utiliza el auxiliar hebben, sin embargo, y por lo tanto el comportamiento del verbo es inergativo. En este caso, el evento denota una actividad que se realiza en la zanja, y no un cambio de lugar. Es decir, cuando el evento es télico por la combinaci6n de verbo y sus complementos, ciertos verbos intransitivos variables entre inacusativos e inergativos, se comportan como inacusativos. Borer (1994) toma el trabajo de Hoekstra y Mulder como punto de partida para su propuesta sobre la proyecci6n de los argumentos. Partiendo de la hip6tesis central de que la inacusatividad de los predicados no es una cuesti6n puramente léxica, sino un fen6meno más complejo, de carácter composicional, directamente relacionado con las propiedades aspectuales del predicado completo, Borer propone una proyecci6n funcional llamada SASP (de medida del evento, event measure), que es equivalente al AgrO de Pollock (1989), o Chomsky (1991)5. Este sintagma puede o no estar proyectado, y su especificador es una posici6n suceptible de asignar Caso Acusativo. En el caso de los inacusativos, el SASP de medida está especificado, pero no asigna Caso acusativo. Sanz (1996) desarrolla un)! propuesta para explicar la naturaleza de la inacusatividad basada en las observaciones presentadas en este trabajo: la delimitaci6n está correlacionada con la transitividad. Si un verbo expresa una acci6n inherentemente télica (como llegar), es decir, un logro, deberá estar delimitado por un objeto (que no es de medida). Esto es lo que sucede con los verbos denominados inacusativos: todos ellos expresan eventos télicos pero no realizaciones. Por lo tanto, el verbo necesita un argumento interno en el que tenga lugar la acci6n (al igual que la meta es un complemento obligatorio de cruzar en los ejemplos de la Tabla 1). Es ésta la razón de la existencia de la inacusatividad. Al ser estos eventos logros, los argumen5 La proyección aspectual propuesta por Borer es equivalente al Sintagma Aspectual propuesto en Laka (1988) para explicar la relación entre la morfología flexiva y la estructura funcional de la oración en el caso del euskera. En Laka (en prensa), se explora la relevancia de esta proyección para los sistemas ergativos y acusativos.
332
tos internos no pueden ser argumentos de medida, lo cual explica la imposibilidad de la presencia del clítico se. Las únicas excepciones a esta generalización son los verbos caer y morir, porque estas acciones pueden ser concebidas como realizaciones en lugar de logros. Como hemos visto en las secciones anteriores, cuando el clítico está presente, la oración con caer o morir se interpreta como realización, a juzgar por su comportamiento con expresiones adverbiales y con el tiempo progresivo. En el análisis de Sanz (1996), sólo una lengua donde el rasgo [+télico) del Sintagma Evento sea foerte (es decir, requiera cotejo por medio de una operación sintáctica visible) mostrará el fenómeno de la inacusatividad. El inglés contrasta con el español en que la delimitación no se marca sintácticamente, lo cual explica el comportamiento de los verbos supuestamente inacusativos en esta lengua: sintácticamente, no difieren de los inergativos. En resumen, la existencia de los verbos inacusativos es un efecto de la telicidad en la sintaxis, de la misma manera que lo es el clítico se en oraciones transitivas.
4.
CONCLUSIONES
En este artículo, hemos defendido que el modo de acción tiene un papel central en la sintaxis de las lenguas naturales. En particular, hemos mostrado que la gramática del español es sensible a los diferentes tipos de eventos, y que su morfología flexiva se regula en parte según criterios que ataflen directamente a este aspecto de la interfaz entre semántica y sintaxis. El fenómeno que hemos explorado, la distribución del clítico se en oraciones transitivas, recibe una explicación empíricamente adecuada, según hemos argüido, bajo la generalización de que sólo puede manifestarse en aquellos eventos que sean realizaciones. La naturaleza de este clítico, que ha sido con gran diferencia el uso de se menos estudiado el la literatura, escapa, como hemos intentado mostrar, a las propuestas que han intentado dar cuenta de su legitimación en términos de idiosincrasia léxica, o mediante la postulación de papeles temáticos específicos a recibir por el dítico, o en términos de relaciones de afectación o implicación del sujeto. La distribución de este clítico es un fenómeno sintáctico y productivo, y por tanto no puede explicarse por medio de especificaciones léxi333
cas de determinados verbos. La generalizaci6n empírica más adecuada para explicar el componamiento del clítico se en oraciones transitivas, atañe al ámbito de los modos de acci6n, y no a la estructura temática del verbo, o al grado de afectaci6n o implicaci6n del sujeto en la acci6n verbal. Así pues, hemos defendido que la presencia del clítico se en oraciones transitivas en español es una marca sintáctica de la telicidad de un determinado tipo de evento; en panicular, de la telicidad de los eventos con delimitaci6n y medida, es decir, de los eventos denominados realizaciones. Dado que las oraciones transitivas con se en español expresan siempre realizaciones, el estudio de estas construcciones contribuye a iluminar sustancialmente el papel que desempeña el modo de acci6n, y las relaciones aspectuales en general, en la sintaxis de las lenguas, una cuesti6n que ha comenzado a recibir una creciente atenci6n en los últimos años dentro del marco de la gramática generativa. El papel de los modos de acci6n en la gramática, según la presente propuesta, se articula por medio de una categoría funcional que denominamos Evento. Así, el evento no sería un argumento verbal, sino una cabeza funcional, que entra en una relaci6n de cotejo con el sujeto de la oraci6n, produciéndose así la concordancia de rasgos de persona entre el sujeto de la oraci6n y el clítico aspectual. Tentativamente, hemos asumido que la proyecci6n eventiva es el correlato configuracional del Sintagma Tiempo, y no una proyecci6n a añadir en la arquitectura functional. Nuestra hip6tesis y enfoque general se enmarcan dentro de la línea de investigaci6n de trabajos como Tenny (1992, 1994), quien defiende que los rasgos aspectuales son la base de la proyecci6n de la semántica en la sintaxis, y de Borer (1994), quien propone un análisis de los fen6menos de Aktionsart basado en una proyecci6n funcional relacionada con el objeto.
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VIII. PARA UNA CARACTERIZACIÓN DIACRÓNICA DE LAS ORACIONES
PASIVAS REFLEXIVAS! Agustín Vera Luján Un;versúltuJ de Murcia-Instituto Cervantes
INTRODUCCiÓN
Los estudios dedicados, desde una perspectiva sincrónica, al análisis de las construcciones pronominales2, reflejas3 o pseudorreflejas 4, en su conjunto, o a algunos de los tipos que albergan son relativamente numerosos en la actualidad5• La dimensión diacróni1 El presente trabajo supone una actualización y desarrollo del titulado «Sobre el origen de las construcciones pasivas reflejas», publicado en J. A. Bartol Hemández, J. F. Garda Santos y J. de Santiago Guervós (Eds.), Estudios filológicos en homenaje a Eugenio de Bustos Tovar, 11, Salamanca, Ediciones de la Universidad de Salamanca, 1992, págs. 957-970. 2 Tal denominación es, por ejemplo, utilizada por Lázaro Carreter (1964: 387ss), Seco (1966: §8.7), Moliner (1966), RAE (1970) (en los mismos términos la edición del Diccionario académico de 1992). 3 Así, entre otros, Hernández Alonso (1966), Molina Redondo (1974), Hadlich (1973) o Contreras (1966). 4 Cfr. Bello (1847: 100-101) y Manacorda de Roseni (1969). 5 Cfr. entre otros, además de los trabajos ya citados, Alarcos (1973), Babcock (1960), Bobes Naves (1974), Cartagena (1972), Garela (1975), Hernández Sacristán (1985, 1986), Jordan (1973), López Garda (1977), Lozano (1970), Manoliu Manea (1985), Martín Zorraquino (1979), Moreno Cabrera (1984), Otero (1973), Schroten (1972), Stéfanini (1962), Vera Luján (1990), Westfal (1979).
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ca de estas construcciones, por el contrario, parece suscitar un interés mucho menor. Como consecuencia de ello, la caracterización diacrónica de las oraciones reflexivas de sentido pasivo pasa aún hoy por la referencia obligada a planteamientos idealistas como los formulados por E. Richter (1909) y, sobre todo, a la hipótesis explicativa elaborada por F. Monge (1955 Y en este vol.) en un trabajo fundamental al respecto y que constituye, a nuestro modo de ver, el análisis más satisfactorio de cuantos pueden encontrarse al respecto. El nacimiento de las oraciones pasivas reflejas ha sido puesto en relación con la desaparición de la pasiva flexional latina, originado tempranamente por la coincidencia de significantes entre los verbos propiamente pasivos y los deponentes --estos últimos portadores de sentidos medios e impersonales- con la consiguiente ambigüedad y dificultad de empleo de un sistema así caracterizado en su expresión6• Es en este contexto en el que habrían surgido las construcciones reflexivas de sentido pasivo, cuyo nacimiento se explica, desde la perspectiva idealista que sostiene E. Richter, como resultado de un proceso metafórico que, a partir de las estructuras propiamente reflexivas, desemboca en las pasivas reflejas. De las primeras, caracterizadas por la presencia de sujetos humanos como en (1), se habría pasado, en virtud de un recurso animizador o personificador, a empleos como los de (2), inicialmente, pues, extensivos -y, por consiguiente, reflexivos-, que una vez perdido su valor metafórico por el uso dejarían paso a la concurrencia del agente característico de verbos como (<scribere», surgiendo así, finalmente, el sentido pasivo de tales enunciados. (1) Se quisque diligit. (2) Littera(e) se scribit(unt) [tomado de Monge (1955: 21)].
La personificación de sujetos no paradigmáticamente propios de las construcciones reflexivas, como mecanismo que estaría en el origen de las construcciones de sentido pasivo, es criterio frecuentemente aducido por diferentes lingüistas. Así, para W. von Wanburg (1966: 145) «Se trata aquí de una verdadera personificación de la acción". En opinión de Américo Castro (1922: 40), (( ... la pasiva refleja fue producida por un deseo de vitalizar las cosas, y únicamente el
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Cfr. Iordan y Manoliu (1972: 329ss).
análisis descubre el carácter pasivo, dando una explicaci6n psicol6gica a lo que 16gica y objetivamente no la tiene.» Según él, oraciones como (2) 6 (3) serían producto de la asimilaci6n a esquemas oracionales reflexivos como (4), suponiendo que los objetos son capaces de la misma actividad que las personas. (3) Hoc se dicit [tomado de Castro (1922: 41)]. (4) Él se lava. En una línea de argumentaci6n semejante, B. Terracini se ha referido a estos mecanismos de animizaci6n o personificaci6n, cuyo uso estudia en Eteria, como la expresi6n de ((... un sentimiento nuevo de la realidad, inherente a lo que podemos llamar mentalidad románica)) (Terracini, 1945: 17), manifestando la coincidencia de sus planteamientos con los de Reichenkron (1933: 45). No obstante, semejante análisis puede ser considerado adecuado tan s610 en un plano meramente objetual o descriptiv07 ; es decir, en el estadio más elemental o menos exigente de adecuaci6n que puede pedirse a cualquier análisis lingüístico: plantea, simplemente, la existencia de un cierto vínculo entre estas construcciones diferentes. No alcanza, sin embargo, el más elemental estadio de adecuaci6n metalingüística. Para ello sería imprescindible que los supuestos usos personificativos o animizadores de enunciados con sujetos no humanos, como (2) o (3), respondieran exactamente a las características metalingüísticas que definen estructuralmente a los enunciados propiamente reflexivos; es decir, que los supuestos enunciados personificativos presentasen la identidad de referentes «SujetoSE)) que caracteriza a las oraciones reflexivas. Sin embargo, esta característica, que concurre en verdaderas personificaciones como (5), no puede postularse de (2) o (3) -véanse (2i) y (3i)-, por lo que su categorizaci6n como esquemas reflexivos, aun metaf6ricos, es inadecuada. (5) Este coche se conduce solo. (2i) *Littera(e) se ipsam(s) scribit(unt). (3i) *Hoc se ipsum dicit.
7 Para los niveles o grados de adecuación del análisis lingüístico, efe. Heger (1974). En sentido similar, Chomsky (1975: 26-45).
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La propuesta formulada por F. Monge nos parece más adecuada desde un punto de vista explicativo. Según él, la aparición del reflexivo en latín en usos distintos de los paradigmáticos se da en verbos de significación media como resultado de un proceso metafórico de personificación o animización que, por el uso de tales construcciones, acabaría por dejar de ser percibido, instaurándose en su lugar un valor meramente intransitivo o medio. En este punto -que coincidiría con el estadio evolutivo alcanzado en latín- surgiría el valor pasivo, ya en las lenguas románicas, cuando resulta posible identificar un agente exterior. En consecuencia, las estructuras pasivas reflexivas no habrían surgido de las propiamente reflexivas por extensión. sino en virtud de un proceso de gramaticalización independiente de la forma refleja de tercera persona, que se daba ya en latín clásico (cf. Monge (1955 yen este vol., §1.3). Este punto de vista plantea diferentes propuestas que, en nuestra opinión, deben ser valoradas muy positivamente. En primer lugar, la negación de la existencia de un vínculo directo entre construcciones reflexivas propias-reflexivas pasivas, difícilmente justificable, como ya mostramos. En segundo, la atención a los valores medios de muchas de estas construcciones, efectivamente existentes y no advertidos o no convenientemente explicados en las posiciones antes mencionadas. De otra parte, la explicitación de la idea de que, para la forma del pronombre reflexivo de tercera persona, se produce un proceso paulatino de gramaticalización que origina, independientemente, los nuevos valores medio y pasivo. Este último punto es, a nuestro modo de ver, realmente el esencial de la hipótesis explicativa de Monge y refleja, en nuestra opinión, el verdadero fundamento y razón de la aparición de la forma SE, no sólo en las construcciones reflejas pasivas o medias, sino en general en todas las demás estructuras oracionales que cuentan con el reflexivo de tercera persona como elemento funcional característico. La aceptación absoluta o literal del modelo evolutivo construido por F. Monge no nos parece, con todo, posible por su recurso al criterio tradicional de personificación I animización como medio para explicar la evidente vinculación existente en latín entre los esquemas reflexivos y los medios con SE pues supone reconocer un valor reflexivo inicial para tales construcciones que, aunque metafórico, no parece estar de acuerdo con los hechos lingüísticos: enunciados interpretables como medios, del tipo de (2), (3) ó (6) no parecen admitir su procesamiento como personificaciones o animizaciones 396
reflexivas en las que, por lo tanto, sería obligada la identidad referencial entre los denotata del sujeto oracional y de SE -véanse (2i), (3i) y (6i)-. (6) .. .facit se hora quinta [Eteria, XXVII, 3; tomado de Monge (1955: 17)]. (6i) *...facit se ipsam hora quinta. El problema que se plantea en los intentos reseñados de clarificar
el proceso que conduce al nacimiento de las oraciones pasivas reflejas (y, de manera general, al del resto de construcciones pronominales o pseudorreflexivas) deriva de la necesidad de armonizar dos hechos aparentemente contradictorios: la reiteradamente advertida conexión existente entre las estructuras propiamente reflexivas y el resto de esquemas oracionales en los que encontramos a la forma refleja de tercera persona, de una parte, y, de otra, el hecho innegable de los diferentes valores gramaticales de uno y otro tipo. El análisis, en efecto, de SE en el nivel de la palabra muestra un comportamiento diferente según se trate de los empleos paradigmáticamente reflexivos o -por referirnos exclusivamente a los que aquí nos ocupan- de los medios y pasivos. El primero presenta, junto a contenidos morfemáticos casuales (en lo que a las construcciones que estudiamos se refiere, de acusativo), un núcleo lexemático que lo faculta para contraer autónomamente funciones sintácticas oracionales. Tal es el caso de SE en (1), oración en la que incardina la relación sintáctica ((complemento directo». Por lo que a la naturaleza de la significación de tal elemento se refiere, se trata de una forma deíctica; es decir, carente de significación simbólica, y cuyo contenido se agota en la mera mostración, en el señalamiento de un punto específico dentro de la dimensión conceptual a la que pertenece: la relativa al circuito comunicativo, en la que le corresponde, según el modelo hegerianoS, el papel de forma 'OE', frente a EGO ('O', punto inicial del circuIto comunicativo, o coordenada fundamental a partir de la cual éste se establece necesariamente), y frente a TU ('OE', punto no inicial -no yo--, pero participante en la relación comunicativa). Se trata, pues, de una forma de significado máximamente inespecificado: la indicación de
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Cfr. Heger (1974: 33-51).
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su no condición de punto inicial ('O') y de no-participante en el circulto comunicativo ('E'), con la única particularidad positiva de la restricción que evidencian enunciados como (1): la presencia del rasgo [+animado] o [+humano]. El SE de las construcciones propiamente reflexivas presenta también como propiedad distintiva la ausencia de lo que podemos denominar una 'referencia definida', una característica no denotación de entidad extensional específica alguna. Ésta es necesariamente idéntica a la del sujeto de su oración, de manera que, desde el punto de vista referencial, puede en verdad afirmarse que dicho elemento posee una función recesiva9, al reducir en uno el número de entidades extensionales denotadas por una oración. Como consecuencia de su necesaria coincidencia extensional con el sujeto oracional, el SE reflexivo se identifica, pues, como elemento referencialmente limitado al ámbito de la oración en que se actUaliza, diferenci;indose así de otras formas (ede tercera persona» como ILLE (definible también como 'OE'; es decir, simplificadamente, como ceno YO», «no TU»), con una referencia también máximamente genérica pero que puede concretarse no sólo gracias al contexto oracional, sino también a la situación comunicativa. Esta forma presenta, pues, un comportamiento categorial como el representado en (7): (7) a) b) c) d) e)
Lexema Deíctico 'OE' [+animado] Ausencia de referencia definida f) Dominio de referencia en su oración g) Referencia idéntica a la del sujeto h) Morfema de caso acusativo
El SE presente en las estructuras de significación media no satisf.tce exactamente este conjunto de propiedades. En primer lugar, no es clara su capacidad para contraer relaciones lexemáticas. &ta, en el caso de serie atribuida, implicaría el reconocimiento de una capacidad para contraer autónomamente funciones sintácticas oracionales que dicho elemento no
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Cfr. Tesniere (1976: 272).
posee, a no ser en una interpretación reflexiva que supondría apelar de nuevo al ya criticado recurso a su consideración como enunciados personificativos o a.nirrtiudores. Antes al contrario, esta forma parece comportarse ya en estos casos en modo muy similar a las reflexivas átonas románicas, reducidas a una funcionalidad morfernática que las incorpora al verbo, al margen del cual no gozan de autonomía lO • No parece tampoco que pueda postularse del SE medio la operatividad del morfema de caso acusativo notado en (7a), toda vez que, como hemos indicado, el SE de las construcciones medias no desempeña función sintáctica oracional autónoma alguna, y por lo tanto tampoco la de complemento directo característica de la forma propiamente reflexiva. Los rasgos (7b, c) pueden ser postulados del SE medio con algunas particularidades. Mientras, en efecto, puede no resultar inadecuado caracterizar la significación de esta forma como mostrativa o deíctica, la validez de los rasgos 'OE' para este elemento debe ser al menos matizada pues, si bien es cieno que su contenido no puede ser identificado con 'O' (YO) o 'OE' (TU), pareciendo, pues, lógica su definición como forma especificada negativamente respecto de los parámetros centrales del circuito comunicativo, dicha definición podría ser aceptada tan sólo precisando que se trataría en su caso de un contenido fijado, gramaticalizado, al margen de la serie paradigmática personal o, más exactamente, que no es producto de la oposición de esta forma a otras dentro de un paradigma. Como muestran (2ii),(3ii) ó (6ii), la conmutación del SE medio por otras formas pronominales, cuando no se traduce en un enunciado agramatical, no permite conservar el sentido medio de la construcción, a diferencia de lo que sucede en las estructuras reflexivas propias con SE, en las que dicha conmutación puede ser realizada (desapareciendo, naturalmente, la condición reflexiva de los enunciados, pero manteniéndose en todo caso el sentido diatético activo que caracteriza a las oraciones reflexivas propias) -véanse (li-ii)-.
10 Cfr. Vera Luján (1990: 77). En el mismo sentido, L6pez Garda (1977: 117-126). El mismo planteamiento de base subyace a la consideraci6n de este elemento, en las lenguas románicas, como formando parte de lo que se ha denominado 'conjugaci6n objetiva'. Cfr. Heger (1974: 87-106) y Llorente y Mondéjar (1974). El paralelo que puede establecerse entre las construcciones medias latinas y la serie general de las reflexivas en espafiol actual no puede ir más allá de subrayar la morfematizaci6n de SE en las oraciones medias latinas.
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(li) Me quisque diligit. (lii)Te quisque diligit. (2ii)*Littera me scribit. (3ii) Hoc me dicit. (6ii)*Facit me hora quinta. De ello parece, pues, obligado deducir que, como indicábamos, la significación de esta forma «de no persona» estaría afectada por un proceso de fijación o gramaticalización que la habría apartado del paradigma general de las formas deíctico-personales con las que no establece ya oposiciones distintivas. No afecta tampoco al SE medio la restricción observada en (7d) sobre la condición necesariamente [+animado] de su referente, identificado como vimos por medio del correspondiente a su sujeto. En las construcciones a que nos referimos ahora, los sujetos pueden ser también [-animado], como sucede con (2), (3) ó (6). (7e, f) no resultan inapropiados para caracterizar el funcionamiento del SE medio, pues éste carece de cualquier referencia definida y su condición máximamente genérica no puede ser paliada por la situación comunicativa, de forma que se mantiene siempre en los enunciados oracionales de esta naturaleza su no-extensionalidad característica. Por último, resulta evidente la singularidad de la forma que analizamos respecto de (7g). Como prueba lo anómalo de enunciados como (6i), no hay en su caso coincidencia con el referente del sujeto oracional. Del conjunto de propiedades recogidas en (7), por consiguiente, sólo algunas pueden ser postuladas como válidas para el SE presente en las construcciones medias: b, c, e, f: (8) b) Deíctico c) "OE' e) Ausencia de referencia definida f) Dominio de referencia en su oración Dando por supuesto que el valor pasivo esté presente en algunas de las construcciones con SE ya en latín 11, aunque pudiera ser
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Cf. Monge (1955. en este vol. 351).
en modo aún no plenamente sistemático, el análisis de la forma SE actualizado en ellas arroja resultados semejantes a los ya notados en (8). Esta forma carece de autonomía para contraer funciones lexemáticas, y en consecuencia está imposibilitada también para incardinar funciones sintácticas oracionales, siendo un monema regido por el verbo en el que se integra, de modo similar a como funciona en espafiol actual la forma átona correspondiente 12• Es evidente también en su caso la no operatividad del contenido morfemático de acusativo presente en (7), incompatible por definición con estructuras de tipo pasivo, que no admiten la presencia de la relación sintáctica oracional ((complemento directo)). Como indicábamos en (8), la significación deíctica del SE propiamente reflexivo parece postulable también en el caso de las estructuras de tipo pasivo, en las que SE carece de significación simb6lica alguna, pudiendo suponerse adecuada su consideración como elemento mostrativo o deíctico de la serie personal, dentro de la cual, como en el caso anterior, su definición como forma 'DE' requeriría la salvedad de que dicho significado resultaría un contenido fijado, gramaticalizado, y no sujeto, por tanto, a las oposiciones sistemáticas que afectan al significado 'DE' de la forma propiamente reflexiva reflejado en (7). Por ello, a diferencia de las conmutaciones posibles de la forma reflexiva propia por otras formas pronominales -véanse (1) y (1i1ii)-, éstas son inaceptables en el caso de las estructuras de tipo pasivo -véanse en este sentido algunos de los ejemplos anteriormente citados susceptibles de interpretación pasiva: (2) vs. (2ii) y (3) vs. (3ii). El carácter [+humano] de los referentes del SE de (7) es un requisito en el caso de las estructuras pasivas. Así podría ser interpretada la particularidad de tales estructuras oracionales de ser incompatibles con núcleos predicativos que no admitan relaciones con agentes o experimentadores 13 • Encontramos tales esquemas oracionales con verbos como scribere o dicere (que se construyen con agentes), mientras que no son aceptables, por ejemplo, latrare o pipiare, cuyos sujetos no pertenecen a las categorías relacionales mencionadas.
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Cf. Vera Luján (1990: 98). Cf. Schroten (1972: 44), y Martín Zorraquino (1979: 140ss.).
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Los rasgos notados (7e, f) resultan también de aplicación en este caso. Ha sido reiteradamente advertida la condición de impersonales de estas estructuras en romance, y esta misma particularidad funcional puede ser postulada también para los posibles casos latinos, entendiendo por tal, naturalmente, no la inexistencia de sujeto, sino la indeterminación de persona (agente o experimentador). Esta condición, que se acomodaría perfectamente al significado máximamente inespecificado de SE ('OE') y a su contenido virtualmente [+humano], estaría garantizada por la imposibilidad de encontrar la referencia de SE fuera del ámbito de su oración, en el contexto extralingüístico. La no coinciencia referencial entre sujeto oracional y SE, por último, resulta manifiesta a la luz de virtuales estructuras pasivas latinas como (2) o (3), claramente no transformables en (2i) y (3i), lo que sería posible si tal coincidencia tuviera lugar. El SE presente en las construcciones pasivas habría, en consecuencia, de ser definido en los términos reflejados en (9): (9) b) Deíctico c) 'OE'
d) [+humano] e) Ausencia de referencia definida f) Dominio de referencia en su oración
La comparación de (7), (8) Y (9) muestra con claridad lo diferente de los comportamientos gramaticales de la forma SE en las tres construcciones que estudiamos. Parece, por ello, difícil no concluir que se trata de tres elementos gramaticales distintos, a no ser recu:" rriendo a un criterio como el ya mencionado de los usos personificativos o animizadores en los dos últimos casos; recurso con el que los valores medio y pasivo coincidirían inicialmente con el reflexivo, y que permitiría soslayar el aparentemente inaceptable contrasentido de adscribir a una misma categoría a tres elementos que muestran comportamientos no idénticos. La dificultad mencionada, y el modo en que tradicionalmente es resuelta, es tan sólo producto de una muy concreta visión lógicometodológica según la cual una categoría es siempre un conjunto de propiedades bien definidas que se establecen por inducción a partir de la realidad-objeto considerada. Ésta permite advertir en las entidades-objeto determinadas características comunes cuyo con402
junto define, precisamente, una categoría. Desde esta perspectiva, la pertenencia de una entidad a una categoría es cuestión que se resuelve positivamente si aquélla posee la totalidad de rasgos que definen a ésta, o negativamente en caso contrario. Se ha hecho notar, sin embargo, que los procesos de categorización no tienen, necesariamente, lugar de este modo, sino que las categorías se elaboran tomando para ello en consideración a elementos singularmente representativos por su especial relevancia y/o por ser los más claramente diferentes de los que constituyen el centro o núcleo de otra categoría diferente, trayendo ello como consecuencia el carácter estructurado de las categorías, que incluyen no sólo a dichos elementos centrales, o prototípicos, sino a otros que se alejan parcialmente de la imagen de aquél y que están, por tanto, en correspondencia parcial con el prototipo categorial, y que son, pues, miembros de la categoría en diferente medida -o en menor grado- que el prototipo. Se habría diseñado así una imagen de lo categorial como esfera respecto de la que son posibles grados diferentes de pertenencial4 • Semejantes planteamientos metodológicos, que entran en conflicto con los manejados habitualmente en la investigación lingüística, ya sea implícitamente, o en forma explícita, como sucede cuando en el ámbito del estructuralismo lingüístico se declara la condición discreta de las unidades l 5, han sido ((validados» en campos científicos diferentes. Desde una perspectiva metodológica como la prototípica las diferencias entre los SE reflexivo, medio y pasivo, reflejadas en (7), (8) Y (9), no impiden, pues, considerar a estos elementos como miembros de una misma categoría, cuyo prototipo coincidiría con (7) -el SE comúnmente reconocido como reflexivo propio- por ser tal conjunto de propiedades el que más claramente permite diferenciar a SE de los restantes elementos de la serie deíctica, con los que establece, como vimos, oposiciones plenamente funcionales (como
14 Sobre los planteamientos generales de la denominada 'teoría de prototipos'. véanse nuestro trabajo de (I986). M:ls recientemente, en Vera Luján (I997) podrá encontrarse una bibliograffa detallada y actualizada de diferentes aspectos relacionados con tales planteamientos, desde los m:ls generales a los que tienen que ver con la posibilidades explicativas de semejante punto de vista respecto de distintas cuestiones de orden morfo-fonológico, semántico o sintáctico. 15 Cf. Jakobson. Fant y Halle (I951).
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'OE', con las formas 'O' y 'OE'; como coincidente referencialmente con el sujeto, con ILLE; como acusativo con las formas de nominativo, genitivo ... , etc.). Respecto de dicho prototipo, (8) y (9), tan solo parcialmente coincidentes con aquél, pueden ser considerados, a diferencia de lo que sucede en los planteamientos metodológicos de carácter discreto, miembros de la misma categoría, aunque en correspondencia parcial, cumpliendo en menor grado las propiedades que la definen. En virtud de los planteamientos metodológicos que adoptamos habremos de concluir, por consiguiente, que lo que hemos venido denominando SE reflexivo, SE medio y SE pasivo constituye una única categoría de palabras, que, en consonancia con lo expuesto, habremos de denominar SE-reflexivo (toda vez que la delimitación de una categoría se realiza atendiendo a los elementos prototípicos, en este caso los reflexivos) y que dicha categoría es sometida a utilizaciones parciales como las que muestran (8) y (9) para el latín y, en general, los diferentes tipos de construcciones «pseudorreflejas)) de las lenguas románicas. En esta forma es posible, por consiguiente, establecer un nexo entre los aparentemente diferentes tipos de SE, sin que sea necesario recurrir a mecanismos de difícil justificación descriptiva y metalingüística como los de personificación o animización. La adopción de la perspectiva de prototipicidad que proponemos permite, en nuestra opinión, explicar de forma adecuada las peculiaridades de las distintas estructuras oracionales en que la categoría única de palabras ((reflexivo de tercera persona)) concurre; básicamente, entender la naturaleza de la función precisa cumplida por SE en las estructuras oracionales medias y pasivas, y el por qué de la utilización en ellas de estas actualizaciones parciales del prototipo reflexivo, y no de otra forma distinta. Nuestras consideraciones sobre el reflexivo de tercera persona se han centrado hasta el momento exclusivamente en el nivellingüístico de la palabra. Tal caracterización, aunque en modo alguno irrelevante, sí es, no obstante, independiente de aquella de la que ha de ser objeto en el nivel oracional. El nivel oracional se constituye como tal por ser el ámbito operativo de la unidad 'oración', la menor unidad de predicación gramatical, estructurada en virtud de relaciones sintácticas que pueden, como toda relación sintáctica, ser caracterizadas como categorías (