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HU, ü,fJnU¡", d le !emp.," (Tomo ll)
tl BernflTd Stiegler © "Editiom Galil~,," 1996
LA TÉCNICA Y EL TIEMPO 2 La desorientación
cultura Libre © de la tmducóún: Beatriz Mornles Bastos
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Argimlet~e
Hiru, S.I., Apflrlado Correos N° 184 20281.1 Hondarribia (Gipuzkoa) e-mail,
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BernardStiegler
Traducción: Beatriz Morales Bastos
Introducción
Para saludar la carrera de Hassiba Boulmerka, una mlfjer argelina El hombre común de hace dos siglos moría en la misma cama en la que habia venido al mundo. Consumía unos alimentos muy poco variados en una escudilla que legaba a sus nietos. Al filo de las estaciones, de los años, de las generaciones, paisajes, objetos y modos de vida permanecían decididamente idénticos. Todo parecía esencialmente estable. Excepcional, el cambio no era más que ilusión. Es en este mundo donde se han forjado las categorías en las que aún tratamos de pensar otro mundo, aparecido a principios del S. XIX, en el que es patente que la estabilidad se ha convertido en la excepción y el cambio en la regla. La técnica, como tecnología y tecncciencia, es el principal factor de esa inversión. Hoy sabemos que las civilizaciones son históricas, es decir, mortales, y que todo es proceso. Lo sabemos, o creemos saberlo científicamente, y la filosofía lo ha empezado a pensar a partir de la dialéctica y, sobre
todo, a partir de Nietzsche. Pero esos saberes y pensamientos siguen siendo abstractos y, en cierto modo, fallan en lo fundamental, pues la invención de un nuevo
mundo al que hasta hace muy poco llamábamos "progreso" no sólo no parece en la actualidad portadora de futuro sino que, para la mqY0r7a de la pob/anón mundial, occidental u oriental, no conduce a ninguna parte (cuando no es una pesadilla). Respecto a quienes tratan de dirigirla, cada día experImentan más su impotencia. F:sta es la actual desorientación. La ambición de El pecada de Epimeteo era, sin embargo, mostrar que la desorientación es originaria. La historia del hombre es la de la técnica como proceso de exteriorización en el que la evolución técnica está dominada por unas tendencias con las que las sociedades humanas deben negociar constantemente. El "sistema técnico" entra regularmente en evolución y hace caducar a los "otros sistemas" que estructuran la cohesión social. El devenir técnico es orh,"¡nariamente un desgarramiento y la sociogénesis es lo que esta tecnogénesis se reapropia. Pero la recnogénesis va estructuralmente por delante de la sociogéncsis -la técnica es invención y la invención es novedad-, y el ajuste entre evolución técnica y tradición social siempre conoce momentos de resistencia porque, dependiendo de su alcance, el cambio técnico conmociona más o menos los parámttros definidores de toda cultura. La técnica puede entonces parecer opuesta al "espíritu", a la "civili«ación", a lo "humano", aun cuando sea el destino mismo del hombre: ligados el uno a la otra por medio de una relación que Simondon denomina transductiva (una relación que constituye sus términos, donde un término no puede existir sin el otro, donde los términos son co-ronstituyenres). hombre y técnica son indisociables. Pero esta relación es un "equilibrio metaesrable" que atraviesa una irreductible tensión. Esta tensión es el tiempo. El avance técnico abre la extensión temporal como tal.
Quienes oponen técnica y civilización no soportan que, como ensenan las versiones del mito de Prometeo y de Epimereo procedentes de Hesíodo, de Esquilo y de Prótagoras, el hombre sea un ser proteico, sin cualidad, y que la temporalidad (como eípis, espera en la esperanza y el temor) proceda de esa carencia originaria, de esta desorientación originarla. No 10 soportan porque, en efecto, a veces es muy difícil de soportar y porque entonces es necesario tener una coraza lo suficientemente dura. No lo soportan además porque la desorientación ha llegado hoya su punto culminante: lo que actualmente experimentamos es único, casi insoportable, y hay que tener una coraza mtfY dura -y sin embargo, curiosamente también hay que ser muy sensible, hipersensible, y, quizá..
cambiar de coraza. Originariamente, la desorientación se ha constituido siempre en cardinalidades que dibujan los confines, que indican el norte y el sur, que apuntan a oriente y occidente. Oriente y occidente se dan en la desorientación, y n:) son simplemente "datos" geográficos. Oriente y occidente designan experiencias singulares de la desorientación. Los puntos cardinales, en tanto que abren el horizonte del sentido y configuran el motivo de todo móvil, sólo toman cuerpo a través de una experiencia del mundo. Observado en una muy larga duración, el establecimiento de una cardinalidad es 10 que "ajusta" tecnogénesis y sociogénesis. En ese establecimiento, la desorientación abre una diferencia entre aquí y allí, público y privado, profano y sagrado, ajeno r familiar, etc. El ajuste orienta y la desorientación originaria es acondicionada, si no ocultada. Si ella sigue siendo el motor de todo móvil y si es necesario orientarse, es que oriente falla. A partir de esto otro que falla la cardinalidad produce unaftgurll (un motivo que es un objetivo) en la que quien sr orienta, se refleja -oriecrc es este espe;ismo. 9
Esta cardinalidad es hoy aquello que no llega a constituirse y que nos impone el sufrimiento de la desorientación como tal. Eso se debe en gran parte a la r'e/ocidad que el desarrollo técnico ha ido adquiriendo desde la revolución industrial y que no deja de aumentar, ahondando dramáticamente el retraso entre sistema técnico y organizaciones sociales como si, al parecer imposible la negociación, tuviera que consumarse la separación. Los media, el "directo" y el "tiempo real" desempeñan un papel preponderante en esta crisis. En El pecado de Epimete() he señalado que el sistema de información planetario se ha puesto en marcha para afrontar las nuevas necesidades engendradas por el proceso de innovación permanente en que consiste la revolución industrial; sistema de información del que, por medio de los desarrollos del telégrafo, del teléfono, de la fotografía, de la fonografía, del cinc, de la radiodifusión, de la televisión y de la informática, cuya fusión se lleva a cabo ante nuestros ojos, resulta que la memoria mundial ha sido finalmente sometida ella misma a una Industrialización que afecta directamente a los procesos psíquicos y colectivos de identificaciones y de diferenciaciones, es decir, de individuación.
un proceso de "liberación de la memoria" que consiste en una exreriorización de los prog-ramas de lo vivo en programas artificiales que constituyen una .ruplementariedad oni;inan'a de esta forma de vida. L() que está extm"on"zad() se ronstitu.ye en el curso de .fU misma exteriorización y no va precedido por ninguna interioridad: esa es la "lógica del suplemento". La "diferencia" es el juego del proceso en el curso del cual lo programático, qlle no cesa de diferenciarse, continúa la vida (en tanto que evolución y diferenciación) por otros medios que la vida. En Elpecado deIipimeteo me he esforzado por mostrar que el suplemento es una huella siempre ya materializada (aunque sólo fuera como materia fónica, y por muy efímera que pudiera parecer) y no sólo una entidad formal cuyo análisis podría ser absolutizado fuera de su génesis material misma. La lógica del suplemento es la lógica diferencial de la materia siempre ya~ formada: una lógica anterior a la oposición de la materia y la forma. i"La lógica del suplemento que es siempre ya la historia del suplemento es un teeno-lógica mediante la cual la materia inorgánica se organtza' r afecta al organismo vivo del que ella es· el suplemento orizinario.iEsta "lógica", en tanto que sólo es comprensible a través de su historia, ~ una dinámica. El motor de esta dinámica es la diferanCIa.
] .a industrialización de la memoria se ha realizado plenamente por medio de las tecnologías analógicas y numéricas. Estas tecnologías, con las muy recientes biotecnologías, son muestra de las industrias de programas. Este devenir industrial de la memoria es el término de lo que De la gramatología llamaba una historia delsuplemento.
jacques Derrida ha analizado "la vida que se hace consciente de sí misma" como caso singular de una economía general del pro!!,rama, cuyas industrias de rrogramas son la época actual. La vida en general es programática, pero 'la vida que economiza su muerte ("el hombre") es 10
Si es cierto que, desde la biología molecular, el ser vivo sexuado se define pot la memoria somática de la ep!jilogenitica y la memoria germinal, incomunicadas entre sí por principio (lo que consagra a Darwin contra Lamarck), el proceso de exteriorización es una ruptura en la historia de la vida del que resulta la aparición de esa tercera memoria que he denominado epifilogenética. La memoria epifilogenética, esencial para el ser vivo humano, es técnica: inscrita en la muerte. Es una ruptura con la "ley de la vida" en el sentido de que, teniendo en cuenta la conrigiiidad entre somático y germinal, la experiencia epigcnérica de un animal 11
se pierde para la especie cuando éste muere, mientras que en la vida que continúa por otros medios gue la vida, la experiencia del ser vivo, inscrita en el utillqje (en el oije/o), se hace transmisible y acumulable: así es como se constituye la posibilidad de una herencia. Heidegger es quien ha hecho entrar en la filosofía la cuestión de la herencia en tanto tal --cuestión preparada por Hegel y Nietzsche. Discípulo de Husserl, quien define la filosofía trascendental como análisis de las experiencias vividas en el presente vivo de la conciencia, Heidegger disiente de la fenomenología precisamente en este punto: en la analítica existencial del bl sery el tiempo, el pasado que el Dasein no ha vivido, del que hereda, es un carácter existencial de su temporalidad originaria (esencial para su existencia). La cuestión ya no es la experiencia vivida, sino elfuturo de la experiencia no-vivida pasada: un "pasado del Daseúi" es )'a-ahí antes que él, pero sólo es su pasado en la medida en que este Dasein tiene que serlo, en la medida en que puede mtmenir en ese pasado gue todasia no es el slf)'o, pero que puede llegar a ser suyo. Este Dasein no es nada sin ese pasado; y, sin embargo, este pasado todavía no es .fU pasado puesto que no lo ha vivido: este pasado ya-ahí antes que él no es todavia su pasado mientras que el Dasein no lo haya sido (no 10 haya heredado) como su propio futuro: como aquello que se resemaha; en este pasado, para este Dasein; como lo que,fruto de la herencia, quedaba por llegar del acontecimiento de este pasado, por llegar a través de ese Dasein al acontecimiento de su singularidad. Pero al no hacerse posible el acceso a ese ya-ahí más que en la medida en que sólo el hecho de su extenorización garantiza su conservación (lo que constituye el fenómeno técnico desde el origen mismo de la epifiJogénesis}, mi planteamiento es que las especificidades de las técnicas como soportes de registro del pasado condicionan para cada época las modalidades según las cuales el Dasein accede a su pasado. 12
En los parágrafos 73 a 75 de El ser_y el tiempo Heidegger se pregunta qué estatuto hay que conceder a 10 que él denomina la We!tgeschichtlichkeit (historicidad-mundana), que no es otro que la definición existencial de los entes intramundanos en tanto que son testimonio de un pasado legado por los desaparecidos -desaparecídos que no son simplcmcnee "pasado" puesto que precisamente esas huellas todavía les conceden una especie de presencia, la presencia resucitada de épocas pasadas cuyo testimonio material es un médium. Ahora bien, tras una duda vacilación, Heidegger priva a estos entes de valor originario; no son constitutivos de la temporalidad originaria, y el análisis existencial no tiene gue dar cuenta de sus especificidades epokhales: apartando esos fenómenos en lo que tienen dc irreductiblemente empinco, El sery el tiempo permanece en la metafísica como discurso trascendental. Retrocediendo ante la consecuencia más radical de El ser)' el tiempo, que por primera vez había liberado filosóficamente lo que he denominado el "qué" (el ente intramundano, siempre ya técnico, [nasible como oarbandme y que debe ser pensado, por tanto, como zuhandene), Heidegger se mantiene en una profunda continuidad con el análisis husserliana del tiempo, aun c_uando El ser)' el tiempo pretendiera rompcr con lo que en él sigue privllegiando al presente. Husserl define como temporal el objeto que se consnruvc en su duración como flujo y C1!)'o flujo coincide con elfl~jo de la conciencia del gue es objeto. Husserl identifica en ese flujo una retención primaria que pertencce al ahora del objeto, que es su "pasado muy reciente", y el ahora de un objeto temporal se revela así como siendo originariamente extendido, es un "gran ahora'". Husserl distingue radicalmente esta retención primaria de la retención secundaria que es el rerrecuerdo o recuerdo secundario. A [ortion, excluye lo que él llama la conciencia de imag-en, huella del pasado no-vivido por la conciencia, en el sentido de que ésta no per, 13
tenece, precisamente, a la experiencia vivida, que para Husserl es la única esfera originaria y constitutiva. La exclusión de la Weltgeschichtlichkeit de la esfera originaria repite en El ser)' el tiempo el gesto husserliana de las Lecciones para unafenomenologia de la conciencia intima del tiempo mediante la cuál la conciencia de imagen (que he denominado recuerdo terciario, soporte de la epifilogéne. sis, testimonio del pasado de los desaparecidos) es pura y simplemente eliminada de la dinámica del ol!Jdo temporal (Zeit-oijekl) que analiza entonces Husserl'. Si Heidegger aparta finalmente el recuerdo terciario de la esfera constitutiva es porque el devenir-suyo del pasado no-vívido es una posibilidad de la que e! Dasein puede siempre huir: se refugia entonces en la intratemporalidad, que Heidegger asimila en bloque al cálculo, y a la que pertenece la Wdtgechichtlirhkeit. Ahora bien, la posibilidad del pasado es el futuro del Dasein y ese futuro, en su extremidad, es la muerte del Dasein. La muerte, como ser-para-el-fin anticipado en toda proyección de! Dasein hacia e! futuro, es 10 que permanece radicalmente indeterminado y, en tanto tal, la extremidad de toda posibilidad. Este Dasein puede tratar de determinar esta indeterminación, que desorienta originariamente al Dasein al dejarlo solo y sin referencias preparadas sobre las que le bastaría poder apoyarse. Entonces trata dc "calcular" el futuro, quiere "determinar lo indeterminado". "Decae" así en la "temporalidad inauréntica". El factor de la determinación cs la tecnicidad como fondo intratemporal de toda medida instrumental. Por esa razón Heidegger asimila finalmente tecnicidad e inautenticidad y por ello, más generalmente, separa lo histórico-mundano (el recuerdo terciario) de la analítica existencial. 14
Sin embargo, en este volumen mostraré como la tecnicidad es también 10 que abre lo indeterminado, no sólo como carencia originaria de origen, desorientación primordial sobre cuyo fondo puede darse un oriente, sino porque oriente sólo se da, en la indeterminación, en la experiencia del acceso protético al ya-ahí. He denominado el quién a lo que anticipa, quiere, puede, piensa y conoce. El suplemento del quién, su pró-tesis, es su qué. El quién no es nada sin el qué porque están en relación transdectioa en e! proceso de exteriorización que continúa la vida, es decir, la diferenciación, por otros medios que la vida. El qUIén no es el qué: sólo hay relación transductiva entre términos diferentes. Hay una dinámica del qué, irreductible a la del quién (la lógica del suplemento no es simplemente antropológica), pero quc tiene necesidad de la del quién como poder de anticipación. Sin embargo, el poder de anticipación del qUfén presupone el ya-ahí de! qué que le da acceso a su pasado no-vivido. En la relación transductiva del quién y de! qué, cuya dinámica está dirigida por el anance delqué (en tanto que es)'a ahí, y en tanto que tiende espontáneamente a diferenciarse con anticipación sobre la diferenciación del qUIén, porque siempre está inscrito en un sistema de qué sobredeterminado por las tendencias técnicas) son, por lo tanto, do's I~ dinámicas que negocian: una, bio-antropológica; otra tecno-lógica. La dinámica del quién mismo repite la del qué: condicionada por él, es igualmente condicionante para él: hay una co-indil'Iduación en la negpciación transduaiua de los términos. En El pecado de J-<j>imeteo he mostrado que la realización de la tendencia técnica o de un haz de tendencias, que desemboca en un cambio de sistema técnico, es lo que suspende los programas comportamentales por medio de los cuales forma cuerpo una sociedad, lo que es un forma de epokhé objetiva a la que el cuerpo social tiende a resistir de entrada. Hay ajuste cuando se produce una repetición epokhal, que es la 15
realización plenaria de la epokhé en el curso de la cual el quién se apropia de la efectividad de la suspensión, es decir, de la indeterminación programática. El desarrollo técnico es un desgarramíemo de los programas en vigor que, por su repetición, engendra una nueva programática. Esta nueva programática es un proceso de individuación psíquica y colectiva. La actual desorientación es la experiencia de una incapacidad para realizar la repetición epokhal. Está relacionada con la velocidad, con la industrialización de la memoria que resulta de la lucha por la velocidad y con las especificidades de las tecnologías que han sido puestas en marcha en esta lucha. El análisis que aquí propongo es una contribución a la e1ab?ración de lo que aparecerá como la cuestión de una política de la
memona. En Elpecado de f'jimeteo he tratado de establecer por qué el análisis de la constitución temporal debe tomar acta de las especificidades protéticas que condicionan el acceso al ya-ahí. En La desorientacián trato de mostrar cómo tiene efectivamente lugar, en cada época, ese condicionamiento, y por qué la proteticidad actual obstaculiza esa repetición. Todo suplemento es técnica y todatécnica suplementaria esun soporte de memoria "que exterioriza" un programa. Pcro todo Juplemento tecnico no es, sin embargo, una técnica de seemorieacián: los suplementos específicamente nemo-técnicos no aparecen hasta después del neolítico. Y la "historia del ser" (la época propiamente histórica de la historicidad) empieza con la historia de la letra. En el primer capítulo, 14 época Orlográjica, señalo que proteticidad literal que es la escritura orto-gráfica constituve un suelo de creencia singular -que abre el espacio político dando un acceso al pasado tal como éste se hace propiamente bistotico. 1\1 leer un escrito, de Platón o J(,
de Heidegger, no examino la fiabilidad de ese ya-ahí. Ka me pregunto: ¿estoy bien seguro de tener aquí algo que ver con el pensamiento de Platón o de Heidegger que, sin embargo, están muertos y enterrados? Creo, y lo creo de entrada, tener que ver con esos pensamientos. aunque pudiera existir la posibilidad efectiva de que haya habido erratas o interpolaciones. Es competencia de la filología establecer la fiabilidad de las fuentes; una vez establecidas éstas, no dudo de que yo tenga acceso, como Ji estuvieran ahí, a los pensamientos orto-gráficos de Platón o de Heidegger, que se han constituido en Idposibilidad misma de esta re-constitu-
ción posterior. Toda creencia colectiva se constituye desde este estado de la suplementariedad que condiciona la memoria colectiva. Durante siglos la racionalidad)' el monoteúmo, bajo todas las formas de religión del Libro, han constituido un suelo de creencia. Ese suelo es 10 que la nueva suplernentariedad destruye en la medida en que no es a-propiada, y la cuestión es saber en qué medida es a-propiable. Si la memoria puede industrializarse, es porque es tecno-lógicamente sintetizada, y si esta síntesis es originaria, es porque lo que define el qmén es su finitud rrtencionat: al ser su memoria limitada, al fallar esencialmente, al ser radicalmente olvidadiza 00 que significa d~ entrada la figura de Epimeteo) debe ser reemplazada por soportes que no son sólo los medios de conservarla, sino las condiciones mismas de su e-Iaboracion. Con la escritura orto-gráfica se lleva a cabo un proceso de separación riel contexto que intensifica todavía la industrialización de la memoria (la desorientación es esta deseenrextualización, esta desaparición delluga!'), pero que se había establecido desde el principio de la epiftlogénesis (y que, por lo tanto, paradójicamente es también lo que da luga!'). El segundo capítulo, Génesis de la deson"entación, describe ese proceso, analiza las condiciones en las que se constituyen la programatología de las calendaricdades y de la cardinali17
dad, los ritmos y las memorias, las técnicas suspensivas, los estilos y las diferenciaciones idiomáticas, y pone en evidencia que toda territorialización (toda conquista del espacio) es, de entrada, desterritorialización; todo establecimiento de comunidad, descomunización; toda orientación, época dc la desorientación.
cognitivas que han situado la prótesis informática en el corazón de su heurística no conceptualizan en nada la finitud retencional y, al mismo tiempo, no comprenden el sentido de la intencionalidad husserliana a la que se refieren, sentido que sólo se revela plenamente en el análisis del objeto temporal.
La memoria siempre es objeto de una política, es decir, de una criteriología por medio de la cual selecciona los acontecimientos como teniendo que ser retenidos. La industrialización de la memoria, que es el tema y el título del tercer capítulo, es la síntesis índustrialde lafinitud retenaonal, sometida, como pre·juício, a la criterología específica del crédito calculable como operador económico del desarrollo, al que se oponen el descrédito teológico-político y las compulsiones integristas (tanto laicas como religiosas) que engendra la industrialización del ya-ahí. Las industrias de programas, operadoras de la industrialización de la memoria, explotan las posibilidades de síntesis de la memoria abiertas por las tecnologías analógicas, numéricas y biológicas. Este conjunto modifica radicalmente la estructura del acontecimiento bajo todas sus formas, por medio de la comunicación en directo, del tratamiento de los datos en tiempo real, de la manipulación genética que transgrede la discontinuidad entre lo somático y lo germinal. La mediación técnica contemporánea destruye los procesos de establecimiento de comunidad que habían constituido la escritura orto-gráfica. Así se plantea la cuestión de la política de la memoria. Hoy más que nunca la cuestión política es la memoria en la medida en que la industrialización es lo que pone al día la cuestión de la selección, de los pre-juicios, de los criterios de juicio y de las decisiones que hay que tomar en el posible más-allá de lo real mismo, al no ser ya la tecnocíencía lo que describe deforma constatada el ser de lo real, sino lo que explora e inscribe ahí comtetitiuamente nuevas posibilidades. Este capítulo muestra finalmente que, paradójicamente, las ciencias
Finalmente, estos tres primeros capítulos constituyen un esbozo de la historia del recuerdo terciario. Y en el tercer capítulo, O!¿jeto temporalJ'finitud raenaonal; se vuelve a abrir la cuestión del papel del recuerdo terciario en la temporalizaeión, debido a dos razones: - Por un lado, como ya lo he recordado antes, Heidegger no consigve pensar la constirutividad del qué, aunque rompe con el privilegio husserliana de la experiencia vivida y de! presente vivo, rechaza la consecuencia de esta ruptura, que expondré aquí con detalle: la imposibilidad dc aislar los recuerdos primario, secundario y terciario -t el análisis heideggeriano de la técnica moderna no puede dar cuenta qe la técnica contemporánea porque no ha analizado nunca la finitud retencional. - Por otro, la cuestión de Luciones para una fenomenología de la conciencia íntima del tiempo es Ia temporalidad de la sintesis en la conciencia trascendental, y en la medida tIl que esta época es ella misma la de la ,gmeralización de los objetos temporales mdustn"ales (ya que los flujos de conciencia de la colectividad mundial se efectúan cada vez más en coincidencia con los flujos de esos o!¿jetos temporalu que son los productos de las industrias de programas en todas sus formas), la industrialización de la memoria debe ser pensada a la vez desde la cuestión filosrifica de la síntesis y en ruptura con lo que, en ella, nopurde pensar la stntesrs que es)'a la prótesis como recuerdo terciario.
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En Elpecado de EpimetM he propuesto interpretar el Schu!dipein, gue es el objeto del principio de la segunda sección de El ser] el tiempo, como ser-en-carencia mejor que como ser-culpable. Y sin embargo, el primer volumen de La t¿cmm] el tiempo habla efectivamente del pecado de Epimeeeo-. Pero, de hecho, este pecado es el de rjJimeteo y no el de los mortales que sólo a causa de ese pecado son mortales. No hay un pecado de los mortales sino una carencia originaria del origen, que abre, como carencia de comunidad, la comunidad de una carencia. El poner al margen de la Weltt,eschichtlíchkeil está en estrecha correlación con 10 que queda de la teología de la culpabilidad en Heidegger, y es también por esto por 10 que falla su lectura del profundo pensador de la potencia, es decir, de la técnica, que es Nietzsche. Este escribe a propósito de la experiencia griega del crimen:
"'¿Cómo es posible siquiera [eHa perturbación]? ¿de dónde puede haber venido a cabeza8 como las de nosotros, hombres d", procedencia aristocrática, de la fortuna, de buena constitución, de la mejor sociedad, de la nobleza, de la virtud?' -a~í se preguntó durante siglos el noble griego a la vista del horror)' de crimen, incomprensibles para él, con los que se había manchado uno de sus iguales. 'Un dios, sin duda, tiene qu~ haberlo trastornado, deda finalmente, moviendo la cabe7.a...Esta salida es típica de los griegos... Y así los dioses servían para justificar basta cierto punto al hombre, incluso en el mal; ,en'ían como causas del mal -enronccs los dioses no asumían la pena, sino, romo es máJ nobif, la culpa...)'
Lo que el monoteísmo denomina pccado o pecado original no es, en el mito de Epimereo, un hecho de los mortales sino, coma olvido, del titán Epimereo, hermano de Prometeo guc 10 repite. Es lo que nuestra época todavía no sabe pensar'. 20
¿Significa eso, como se me ha dicho, que Elpecado de t'pimetM podia hacer pensar que hay que sustituir la infinitud de Dios por la velocidad y que, a partir de entonces, la técnica se convertiría en la infinitud retencional (es decir, la memoria de Dios, en efecto) frente a la finitud de los que fracasan? Al principio de esta introducción he recordado el papel primordial de la velocidad en la experiencia actual de la desorientación. Además y sobre todo en Elpecado de Epímeteo he planteado que el aumento de la velocidad está en el corazón del proceso de exteriorización como conquista de la movilidad, que caracterizaría también la diferenciación vital en general, constituyendo así la velocidad el "pasado absoluto" de todo presente, es decir, ese pasado gue nunca ha estado presente en la temporalidad de la "vida consciente de ella misma", Pero no hay que comprender en un sentido sustancialuta 10 que denomino aquí velocidad. La velocidad es la experiencia que tenemos de una diJerenda defuerzas: la velocidad en sí no es nada. "Velocidad" expresa la prueba y el acto de un potencial constituido por la negociación de tendencias. En la desorientación originaria, esta diferencia de fuerzas como potencial es la diferencia de los ritmos entre ser vivo humano y ser inorgánico organizado (técnico), y el desfase eng-endrad,o por el avance fJ/rurlum! de la técnica, en su diferenciación, respecto al ser vivo que ella constituye y diferencia a la vez. Por otra parte, la velocidad expresa más generalmente en ] .eroi-Gourhan la movilidad como diferencia de potencial entre especies rivales. Entonces hay que pensar la relación (transductiva) entre especies rivales, y no se puede menos que constatar que esta relación desemboca necesariamente en un aumento general de la movilidad, en el que las estrategias locales muy bien pueden consistir en disminuciones de velocidad, incluso en casi-inmovilidades. Pero la disminución de 21
la velocidad sigue siendo una imagen de la velocidad como la inmovilidad es una imagen del movimiento. Un vez afirmado esto, el suplemento técnico, sea cual sea su avance, está él mismo acabado. En tanto que suplemento, ahonda una desviación quc puede ser experimentada como in-finita, pero lo que es no infinito, sino propiamente indefinido (principio de indeterminación) r respecto a la finitud rerencional, casi-infinito, es la cantidad de la relación transductiva entre el quien y el qué tal como ésta se distribuye en lugares que constituyen singularidades irreductibles: acontecimientos. La velocidad es la efectividad de la negociación entre lo muerto r lo vivo -enrre la retención primaria y el recuerdo terciario. Pensar, por tanto, la época a partir de la velocidad es pensar, antes que la descomposición en espacio y tiempo, antes que la oposición de la forma y la materia, la modificación de la aconrecimienrización en general que se opera ante nuestros in-crédulos ojos para poder examinar así las condiciones de una repetición epokhal.
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es aquí una actitud del blanco ni rpedfica del nacimiento en el hombre. [...] El fstadio del apejo C'> un drama cuyo empuje se precipita desde la insuficiencia a la anticipación -y "lue para el sujeto, atrapado en el señuelo de la identificación espacial, maquina los fantasmas que se suceden desde una imagen parcelada del cuerpo hasta una forma 'lue denominamos orftJj>MÜ(l de su totalidad".
12. El precio del ser, carrera del pensamiento, cristología, cristalografía Hay un retraso que se invierte en adelanto en la simetría del espejismo, constitutivo del sujeto (de su temporalidad), de su espacialidad), marcado en el nacimiento como relación con el fin (al transformarse la insuficiencia en anticipación). Esta dinámica, procedente de una exterioridad primaria (que no se opone a ninguna interioridad, puesto yue la constituye, "señuelo" que sólo refleja imágenes de estatuas, de fantasma y de autómatas yue modelan una forma "ortopédica"), es soportada en la vida como proteticidad: el estadio del espejo es el incumplimiento esencial, el espejismo es deformación. Sólo hay espejos deformantes y otras tantas tectmai de la mirada y del ticmpo. Sólo hay memorias torcidas", especialmente cuando son rectas. La reflexión es desorientación. La cuestión sería entonces orientarse a pesar de todo en lo impensado: identificar y especificar esta proteticidad y las ortopedias que produce cuando se vuelve ortorérica y como afecto tecno-lógico. Desde el sílex tallado y esa piedra pulida después que desnuda la super46
ficic, línea, el punto en su idealidad ortográfica, hasta la realidad virtual v esta muy enigmática telepresencia que protetiza hoy los cuerpos privándolos de su propiedad. La historia del qué sería la historia (de los estadios) del espejo. La historicidad del ser no seria más que la marcha de un bípedo sin plumas calzado con suelas ortopédicas, aun cuando se trate de un pies-descalzos tatuado, mientras que la actual contracción de la mano, dc la que hablan Benjamín, Focillon y Leroi-Gourhan, es desde hace ya tiempo la de los pies. ¿Qué tipo dc suela es, por ejemplo, para esta carrera de autcmovilidad que es sin remedio la reflexión narcisista, el caucho acuadinámicamcntc nérveo de un neumático Afiche/in? Habría que hacer una fenomenología de este corredor automóvil -y se podría disertar hasta el infinito a partir del espectáculo mortal de su soledad como a partir de cualquier otra carrera de fondo. Quien no corre, quien no baila, ignora algo del pensamiento. Sólo existe nacimiento como espejo del ser-para-la-muerte a partir del hecho de una prematuridad. La facticidad del ya-ahí podría traducirse en el análisis biológico de la neorenia. Desde ese hecho, ¿es el quién un quién? Pero este hecho no es biológico. es tecnológico comenzando por las técnicas mismas del cucrpo, marcha, danza o natación: una biología no puede bastarnos. :;\Ji un viralo-cspiritualismo bergsoniano, ni siquiera sus magníficas prolongaciones en ] .eroi-Gourhan y Simondon. La prematuridad es la prometiea, y como estadio del espejo, su azogue refleja la imagenftnomenal de Epimeteo como constitución del quién en el qué. Respecto al fenómeno como fenómeno, antes de toda separación del quién y del qué, antes de toda objetivación del quién, antes de toda subjetivación del qué (de ese azogue que Artaud denomina subjectil, esa pared de hierro que Van Gogh tiene que limar) es un diferencia tecnológica. 47
Lcwis Pavne pagó el pecado dc Epimereo. Ese es el precio del ser. ¿Puede Lewis resucitar? ¿Qué cristología, discurso dc la salvación desde (la herencia de) el pecado se encuentra inscrita en la cristalografía ortopédica de todos los azogues, desde el sílex a los cristales líquidos, pasando por los nitratos de plata?
13. El accidente de occidente o la paradoja del suplemento
huella: toda la x!amatología es una prevención conrra una l-"dbula quc cucnta esta psique que es la escritura. El triple exergo (un escriba, Rous . seau, Hegel) que abre De la /!,ramatología empieza por "llamar la arención sobre el etnoeenrr\smo que tuvo gue dominar siernpre y en todas partes, al concepto de escritura b sobre] [...] el logocentrismo [...] que no ha sido, fundamentalmente, otra cosa que 1...1 el , casi indescifrahles rodavía por 10 cerca que están del simple prontuario qu~ c"n>tituia ~n primer lugar su escritura, se han encontrado ya, entre centenares de docurnentos de contabilidad, algunas Usfa'·l...J (cuyo) objetivo era, en resumen, seriar los objetos, hacer inventarios lo más completos posible y, sobre todo, mzonrJdoJ, de los múltiples sectores del mundo extramental.";!
¿De qué razón se trata aquí? ¿Permanece exterior e independiente del "prontuario"? Refiriéndose a Goody, Bottero plantea que no se puede aislar de la escritura ese momento prororracional y, sin embargo, devuelve esta escritura al estadio de simple prontuario, de suplemento desdeñable, sin Otro papel que el de medio en el movimiento de invención descrito: plantea qu~ la escritura "pictográfica" no es la buena escritura, la auténtica, ya que una auténtica escritura no es un simple 71
prontuario; y que en la medida en que antes de la escritura verdadera la escritura no es más que un prontuario, en la medida en que no habrá habido enprimerJu.gar, en otras palabras, escritura, se habrá podido pasar en primer lugar de la escritura razonando, y la prororracinnalidad habrá podido constituirse antes de toda escritura "verdadera". En otras palabras, la escritura verdadera habrá sido producida por el razonamiento, por el "genio" de los mesopotámicos que no debía nada a la escritura verdadera porque éstos estaban antes que ella. Pero tampoco nada habrán debido al prontuario por la misma razón de que éste no habrá sido más que un prontuario. Por lo tanto la escritura, que nunca habrá sido -buena o mala, verdadera o falsa- en sí misma productiva, habrá seguido siendo siempre, en lo más profundo de las cosas, un mero prontuario: lo esencial habrá sucedido en otra parte. Para explicar e! nacimiento de la protrorracionalidad Bottero 00 duda en hablar de una cientijicidad de ca.wirtiCtlJ mesopotámicas con un concepto de ciencia muy ingenuo, totalmente inadmisible en una perspectiva husserliana. Sin embargo, yeso es lo que nos interesa de esta lectura, pone de relieve las consecuencias del regiJtro de una sucesión de casos singulares: son los acontecimientos, es decir, desvíos, o incluso diferencias, respec· ro a los programas, que son registrados y desencadenan procesos de anticipación. Cuestión que ya habíamos visto evocada por \X'ittfogel a propósito de las inundaciones de! Nilo. En el caso mesopotámico tiene el interés de aparecer como registro de variaciones con el objetivo de un cálculo, una previsión, y e! de una interpretación:
"La "escritura de los diost's" eran las propias cosas que ellos producian haciendo marchar el mlInd". Cuando ~sta, eran conformes a la rurina, como era Jo más frecuente y regular, SlI menSaj" era tamhi~n "normal" 72
y at:Ípico, es decir, anunciaba una decisión conforme a la rutina: en otras palabras,una no-decisión especial, una afirmación sin interés, ya ":lue las cosas no harían más que scguir su marcha conocida)' esperada. Pero cuando los dioses producían un ser no conforme a >U modelo, o un acontecimiento sinb'1.Ilar, inopinado, exc~ntnco, manifestaban con ello ~u voluntad de anunciar un destino igualmente inhahitual y que, por lo tanto, se podía conocer si se sabíadescifrarlo a través de la presentación misma del fenómeno anormal en cuestión, como se descifraban pictogramas e ideogramas de la t',cntura."""
Bottcro pondría así en evidencia (pata nosotros Sl no para él) e! yaahí como pro-tesis sujeta a unas transformaciones que la orientan a esta modalidad orro-tética que él aborda (para nosotros) como si fuese la escritura propiamente dicha y e! factor dinámico constitutivo -mediante tales transformaciones (para nosotros)- de todo proceso de anticipación.
"Seria nróneo negarse a ver ("n las listas) otra cosa 'jue tristes y vacías enumeraciones descuidando de est" modo los documento, más preciosos 'jue nos permir~n sorprender, por así d,,2-138. [Una traducción ya disica de "s¡,l obra .1 castellano es la de Alianza Editorial] 22. 'n10ma, Mann, L1 M(ml,,-~ne magique, Le hvre de poche. pp. 401-425. [Traducción al castell.no, Út "mnlafia mágiw, Pl~,a y janés, 1996.]
*** :-..r de la t.: ¡""go de palabras con
lo~ componcntc~
dd verbo 1'eg",der ,:!ue Sliegler descompone en (rejga1'd,1', literalmente, "(vol"," a) guardar. 23. 1.cques Derrida, De la gr",mn"lolol.i" lI,'¡inuit, 1967, p. 20-21. [¡"raducción al cascellano: V, la y,rama/ologl", Siglo XXl, 1971] 24. Lacan, "lA stade 4. 28. Mauriee ll1"nchm., [.L> l¡iI, de LJHa".~; Fata ;\'¡organa, 1Y~2, p. 13. [lbdueciún al ca"ellano: l.a be,.tia d, U'-W1/x. El ,,!limoen h"{¡¡a', TecTlos, 1999]. 29. :\huricc J:llanchnt, ¡. 'entrrfim ¡njin¡, Gallimard, 196'J, p. J% [Traducción al castellano: el diálogo ¡nconcl"so. Monte Avila, 1970.J 30. Jaques DeTri¡ja, M,moireJp01/1' l'iml d. Man,Galilee, 198i:!, pp. 108-109. [Traducción al castellano, M""OIúu Pilm Pa,,1 de .\Jan, Gedisa, 19119.] 31 Heidegger, "La doctrine de Plawn Sllr la \'erité", 2"fJlion, lf, Gallimard, 1%~, p. 153. _ 02. lbid, pp. J53-1 W 33.1kidegger,Q"estion,-1l. G~llim"rd, 197(" pp. 136-137 34. lbid., p. 74. 35. \1arlene Zarader,Ii,id'yy'ful le! pamlef de /'on'gi"', Vtin, 1986, pp. 143-144. 36. Jac,-!ues Derrida, Infr'od"t:lion á l'On'gi", d, lill.'omifrte, PlT, 1962, p. H7 [Traducción "1 caSo telhno: [nlr(Jdu,á'¡lI a "PI or(~m de 18geomema de lI"-,.,,rl", \1ananti"l, 2000.] 37 Jac,-\lles Derrida, 1), laxramnl(ltolot.ie,,,p. cit., p. 12. 3H.Jacques Derrida, 1''),.N, p. 299 39.lbid., p. 291 40. Jacquc, Derrida, f"lrodurtüm á.. , op. cit.. p. 23. 41 lbld., p. 35. 42. Mared Detiennc, op. ál., p. 10. 43. Ibid., p. 12. 44. [bid., p. 17.
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.• "". ele la t.' Dc nncvo Stiegler haee un iut'go de palabras entre 10' significados de drúilf (dere cha, recto) y kiUt:he (iZ,-!llierda, torcido, torpe) 45. f{¡id.. p. 39. 46. HusserL L -.,~wne de ¡"//en/lme, p. 187. 4~ Poul Rieoellr, T'mp.r ti 1',dtlIJ, Le SeuiJ, 198\ p 91) \. siguientes. [Traducción al "am,ll.no: Túmpr'J 11am..i6" fU, Si~o XXI editores, 1Y%]. 48 Jacques lktrid", llllr.dac/ion..., "/l. ti/., p. 45. 49 JIJld. ."11 .kan Bottero, L1 MhúpMamie, (-;allim"rd, 1Y87 51 l/lid., p. 42. 52. Husserl, L 'On:~im de la l.'O""lrú, p. 186. 53. Bottero, op. ál., p 45. 54. 1",iI.. p. 49. Xl. l{¡id., p. S-, 56. Husserl. r. '''r(~in' d, 18gMm,me, p. 178. 5~ J,c'-jues Derrida, lnlrod1/{tion..., "p. til., p. ," ,. \;. de h t.: Jucgo de palabras en el que intetviimples, el de la mecanografía y el de la seriación electrónica [...] [mientras que] el cuerpo de conocimientos de un grupo es el elemento fundamental de su unidad y de '>U pnsonalidad y la transmisión de ese capital e, la condición necesariá para la supervivencia material} social.':"
Con la aparición de la imprenta
"no sólo se pone al kcror en presencia de una memoria colectiva enorme cuya mareria no riene medio de fijar íntegramente, ~ino que frecumtemente se le pone en situación de ser capaz de explotar nuevos escritos. Se asiste enmnces a la exteriorización progresiva de la mcmoria individual; el rraba¡o de orientación en lo escrito se hace por lo exterior, [...] El siglo XVIII europco marca el fin del mundo antit,'llo ranto en la imprenta como en las técnicas. [...]En unos decenios, la memoria social engulle en los Iihf(l5 toda la Antigüedad, la historia de los grande~ putazo, el observador percibe que el coche es, "desde luego, inglés.'''-
El estilo soporta la experiencia del sentido y por esa razón el mundo enloquece cuando se borra la etnicidad: el estilo siempre ha sido conocido como caso de una territorialidad étnica, aunque sea constituyéndose en contra de semejante ernicidad. La industrialización, permeabiIización del mundo respecto a la tendencia técnica universal, destructora de la diversidad étnica, ¿será acaso el fin del estilo, del sentido, del mundo? Habría entonces que comprender por qué el estilo, como la tendmaa, permeabiliza y se disemina. En realidad, por 10 que hay que guardar luto es por la territorialidad. Que no quiere decir: la localidad. Porque el estilo puede tener luppr fuera del territorio. Se trata de acoger un
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lluevo estilo de estilo. Tener Iu.r,ar, no es tener una paternidad, una raíz, un lugar de nacimiento certificado en la tierra y en la sangre, es dar lugar a lo meio. Y lo nuevo precisamente es el luto de la territorialidad. Puede haber estilo como experiencia de la localidad porque la espaciotemporalidad se constituye programáticamente: hay articulación de los programas y con ello, integración de los tres niveles de memoria del quién, por intermediarion del qué, y, en primer lugar, articulación con los programas cosmo-fisiológico s:
"I.a manifestación más importante de la sensibilidad visceral esrá ligada a los ritmos. La alternancia de tiempos de sueño y de vigilia, de digestión )' de apetito, todas las cadcndas fisiológicas forman una trama sobre la lJue se inscribe toda actividad. "Esto, ritmos generalmente c,tán ligados a una trama más amplia que es la alternancia de los días \- las noches, las de los cambios merereológicos y e~tadonales."" .
Esta base estable, informada por los programas étnicos elementales, es aquello sobre cuyo fondo se desprenden la, prácticas religiosas y estéticas, técnicas suspensivas que ponen en marcha prolf,ramas de lo improbable -de la "vida a contra-ritmo": es el domingo de la vida indispensable para todo equilibrio programático. Es sobre el fondo de esos mecanismos, ya técnicos, que pertenecen primordialmente a la contingencia de la repetición, donde pueden constituirse tanto la fe como la admiración. Ahora bien, la sociedad de producción industrial sistematiza la separación de las prácticas suspensivas religiosas y estéticas de las del común de los mortales, asumidas a su vez por los especialistas -pero este proceso se crea mucho antes de la industrialización (la edad clásica pre133
gunta: ¿se sigue participando en una misa si se la observa a través de un telescopio?), porque lleva de entrada a la marginalizaeión de los idiotas:
"Las rupturas del ritmo natural, las vigilias, la inversión del día V de la noche, la abstinencia ,exual, evocan más el dominio religioso gue el de la estética, simplemente porque la separación entre uno y otro se ha casi consumido en la cultura muderna, pero eso es una consecuencia reciente de la evolución del organismo social, el resultado de un proceso de racionalización del que redes somos promotores. [...) Evitar romper los ritmos vitales aislando lo t~ligi",o de lo estético pone al individuo en una situación favorable al buen funcionamiento de! dispositivo suciotécnico." '"
El ayuno del sabio está inscrito en una suspcnsividad constitutiva de la vida histórico-técnica, como separación de los programas cómicos, pero que radicaliza llevándola a su grado de carácter absoluto:
"Para el sahio, la desinscr~ión cósmica empieza a nivel del rubo digestivo, en un proceso de puriiicación inicial que le lleva progresivamente a mantener su existencia tragando simplemente aire",
Esta "búsqueda" de lo improbable por medio de la exasperación o de la contradicción de los ritmos corporales se expresa también en la danza, una de las últimas prácticas de "suspensión" que todavía hoy se preserva colectivamente:
"I.a acrobacia, lo> ejercicios de equilibrio, la danza materializan en gran m~dida el esfuerzo de sustraed/m a las cadenas operatorias normales, la
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búsqueda de una ncadún que rompa el ciclo cotidiano de las posiciones en el espacio",
8. Pasión por el espacio y el tiempo, tendencia técnica, ritmo Hay una patología del lugar, una pasión por la finitud, por la corporeidad inruicionanrc de la que Hólderlin es el resurgimiento poético como experiencia de la fisura y de la retirada de lo divino. Es la patología de la carencia que no remedia ningún programa porque, por el contrario, todo programa es su expresión -y por esa razón, al suspender, será suspendido a su vez. En esa carencia se constituyen los tiempos y el espacio como articulación del cuerpo y de los programas que es una "obsesión" dc11ugar:
"Visto por los animales, " por scre~ fundamentalmente diferentes a nosotros, el hombre patece estar obsesionado por el espacio y el tiempo [..,] La ~ongui~ta marerial del espacio geográfico, cósmico después, la knra destrucción del tiempo por parte de la velocidad y los esftler7.os de la investigación médica tejen su vida práctica; las espcClllaei()ne~ sobre la astronomía y la luz, sobre la meteorología y la física del átomo acunan su sueñe filosófico y científico; la conguisra de la eternidad y de las esferas celestes alimenta su sueño espirituaL Su gran interpretación desde hace milenios es la de organizador del riempo y del espacio en el ritmo, el calendario, la arquitectura. [...] Y ,i se retira al desierto para inmovilizarse en la contemplación es para separarse del siglo, es decir, a la vez del tiempo y el espacio en I()~ que se inscriben los ritmos dtético-
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funcional la mayoría de las veces sólo es la medida de la aproximación funcional".
y en la medida en que la historia de los soportes epifilogenéticos -dc los objetos técnicos en general- es la de la constitución de la tlJJtll;(¡, esta aproximación seria el foco en el que se articulan prmapio de placer)'
prinapio de realidad. Si la instrumcntalización del cuerpo en que consiste su experiencia finita del espacio y del tiempo es una "domesticación" de estos, desemboca en su desmitificación: "En el momento actual los individuos están impregnados, condicionados, por una ritmicidad que ha alcanzado el estadio de una mecanizaci(,o (más que de una humanización) casi roral. La crisis de! figurativismo e, el corolario de la empn:sa del maquinismo \' los próximo> capítulos abordarán urias veces el problema de la supervivencia de un tiempo y de un espacio desmirificados.">
es decir, des temporalizado y desterrirorializado -c-una crisis (una decisión) de la diferancia como remporalización y espaciamiento. Pero la irisrrumcntalización industrial del territorio sólo es el término de una irisrrumenralizacion originaria del espacio y sobre ese fondo es donde es comprensible la constitución del medio asociado que descubre Simondon: con la urbanización
"el ritmo de las cadencias y de los intervalos regularizados sustituve a la ritmicidad caótica de! mundo natural y se convicn", cn el elemento principal de la socialización humana, la imagen misma de la inserción social
ni
hasta el punto de que la sociedad triunfante ya sólo tiene como marco una cuadricula de ciudade, y de carretera, sobre la que la hora dirige el movimiento de los individuos.""
9. La velocidad, los programas y el ritmo El ritmo es el que marca la puesta en marcha de la insrrumentalixación como Xlama de /a oelocidad antes de su descomposición en tiempo y espacio abstractos. Como el ritmo está condicionado por los programas, las cuestiones de la velocidad y del programa son indisociables:
"La separación del cspacio y del tiempo es una convención puramente técnica o científica y cuando ~e dice 'lUto l\foscú está situado a tres horas y media de avión desde París, se da cuenta de una realidad más rica que haciendo alusión a los 2,500 kilómetros que las sepatan,""
La articulación de programas es la de ritmos heterogéneos puestos en coherencia -de espacioremporalidades cosmo-geográficas, fisiológicas v estilísticas:
"Como ritmos regulares, el mund" natural apLna, ofrece otros que el de las estrellas, el de las estaciones \' los días, el de la marcha y el del COTazón que, en distintos grados, dan prioridad a la noci,'m de riempo sobre la del espacio. A esos ritm", dados se superpone la imagen dinámica del ritmo gue el hombre crea y da forma en sus gestos \' en sus emisiones de voz, y después, finalmente, la huella gráfica lijada por la mano sobre la piedra" el oro".
LlR
Esta superposición a los programas cósmicos, que también es 10 que suspende su efectividad, es un principio primordial de separación del contexto condenado a llevarse a cabo en la dcsrcalización misma del espacio y del tiempo, y Leroi-Gourhan esboza aquí una descripción del "tiempo real" industrial: la exteriorización que conduce al "perfeccionamiento acelerado, no del individuo como tal, sino del individuo como elemento del supra-organismo social" tiene como consecuencia igualmente la exteriorización del tiempo que se transforma en "la reja tras la cual los individuo, están bloqueados en el momento en
el gUto d sistema de relación reduce el pia70 de transmisión a horas, después a minuto, y finalm r su lugar de acción son instantáneas".
10. Hábitat, tendencia técnica y descomunidación Instrumental, el hábitat sometido a la tendencia técnica compete a la estética funcional:
"La organización del e8paeio habitado no es sólo una comodidad técnica, es, al mismo título que el lenguaje, la expresión simbólica de un comportamiento globalmente humano, [._.1 El hábitat responde a una triple necesidad: la de crear un medio récnicamente dicaz, la de asegu 139
rar un marco al sistema social y la de poner orden en el universo circundante a partir de un punto. La primera de esas circunstancias ciudades todavía sale de su itinerario vital para asistir a un partido, ir a pescar, ver un desfile: todavía posee una vida de relación, restringida, pero qu diferentes capitulo, se ofreciera simultáneamente bajo todas sus incidencias, los autot~s y su, usuari"" hallanan una ventaja considerable en ello. [...1 [Las] nuevas formas [...] serán r~,pccto a las antiguas como el acero al sílex, no sólo un instrumento indmlablemenre mh cortante sino también más manejable."'"
Es decir, ante todo más rápido. Si el pensamiento es experiencia de lo abierto, es decir, del tiempo como indeterminación escondida en la decadencia esencial de ya-ahí, el pensamiento es "pérdida de tiempo" en tanto que no-determinación del tiempo y, como dice Calcino, "si el ahorro de tiempo es bueno, es que cuanto más tiempo ganemos más nos 144
será dado perderlo". Para poder perder el tiempo hay que disponer de él: hace falta nobleza, poder, gasto sin cuento, sin cálculos. Pero el cálculo es necesario para poder eximirse del cálculo. El alfabeto es ya una tal máquina de calcular y de acelerar, y también, lo hemos demostrado, de diferir. La velocidad mental, de otra naturaleza que la velocidad instrumental (alfabética o numérica), procede sin embargo completamcnte de él.
12. La nueva desviación La memoria)' los ritmos expone sistemáticamente los principios dinámicos de las memorias y su historia razonada en los que com'ergen proceso de exteriorización, tendencia técnica y estética como dinámica tanto de identificación como de suspensión, donde e! concepto de programa permite articular los ritmos corporales y simbólicos sobre los pr[lgramas cásrmcos en que consiste la rotación de planetas y astros. Esto constituye la programática calendaria, sostiene la experiencia local de lo indeterminado y nos abre a un devenir-retencional de la espacio-temporalidad como astronomía y como geometría después que conduce finalmente a la exteriorización de! sistema nervioso y de lo imaginario. Se trata siempre de articulación de un nivel con otro: fisiológico con cósmico, funcional con fisiológico, simbólico con funcional, figurativo con simbólico ún el criterio de la oportunidad en atención a las mejores posibilidades de beneficios inmediatos. Desde ese punto de vista la industria prosigue a ciegas con su desarrollo -ceguera que además puede resultar absolutamente eficaz para un desarrollo máximo, en tanto que en el fondo siempre se trata del desarrollo de la setcadad.
mismo
En todo esto, si hay cálculo, frecuentemente es bajo la forma de una apuesta en la que trivialmente se juega con lo incalculable. La aceleración imprevisible de la máquina es sin cesar más inminente y probable. Dominique ]anicaud señala esta paradoja en el interior de todo el siste111a tecnocienrífico conremporáneo:
"Catástrofe, ya sobrevenidas y riesgos pot". Esta consiste en imaginar un cuerpo humano amOl'ibk: entra en conflicto con esta otra posibilidad de variación que libera por el con229
trario un eidos del hombre en el que el propio cuerpo constituye un atributo esencial. Propio cuerpo quiere decir, en efecto, inamovible, y así se plantea toda una cuestión del lugar;'. ¿Qué ocurre con e! lugar cuando se hace posible hablar de telepresenda? El primer momento del argumento de Minskv plantea que la rea-
lidad rú1ualdescribe el mismo funcionamiento de las relaciono entre el cerebro)' el resto del organismo. Por lo tanto, separa a los dos a pn'on: un cerebro podría dirigir otro cuerpo, cualquier cuerpo y, por 10 tanto, no hay pro~ plO cuerpo. Las prótesis de realidad virtual están compuestas de una "luneta pantalla de visualización" y de un "guante de datos". En la luneta se representa e! espacio virtual que, o no existe en absoluto y se simula en e! conjunto de sus características físicas, o bien existe en otra parte, pero es reproducido virtualmente ahí donde se encuentra realmente e! usuario de la luneta y el guante. Por ejemplo, éste puede pilotar un robot a distancia y, en ese caso, se habla de tele-presencia. Entonces, 10 que ve es lo que "ve" el robot que está efectivamente en el espacio. Al estar sincrnnizados el guante de datos y la mano de! robot, cualquier gesto efectuado por el usuario sólo será efectuado realmente por el robot, pero el usuario experimentará todos sus efectos. Si, por ejemplo, se te!edirige al robot para que ajuste un perno con una llave inglesa, el usuario del guante sentirá el peso de la Ilave y la resistencia del perno, visuali7.ados en su espacio virtual. Si la propiedad de mi cuerpo es su inamol'ilidad, si sólo en ese sentido es mío, la cuestión es la mismidad. ¿Qué posibilidad dejaría a la "mismidad", a la ipscidad, al idioma una ausencia de propio cuerpo? ¿O bien la posibilidad de la "mismidad", de la ipseidad y del idioma acaso no 230
reside, no tiene una complicidad absoluta con la posibilidad de la telepresencia y de la realidad virtual? Según Minskv, al no ser realidad rútual y teiepresenaa más que puesta en evidencia de la estructura modular del espíritu y de la organización del cerebro, en amseacencia, podríamos y deberíamos disponernos a proscguir el utillaje humano por medio de un equipamiento industrial del interior de nuestros cráneos. Como en el caso de las manipulaciones genéticas, la recnificación aquí ya no es una exteriorización S100 una interiorización por reorganización de organismos. Debemos citar por extenso la variación de Minskv:
"Tmaginemo~, pues,
que denrrc de alguno> dc(eni(J~ un per~ona compra un Interfaz cerehro-directo, fundado en una nanot,:,cfl más estables que neuronas v sinapsis. Consolida y completa un conjunto ya grande de acontecimientos y "objetos culturales", de 8imbolu'>, de c(J~tumhres y de tradiciones reaprendidos con cada generación y pnf'etuado, sin estar inscritos en los genes. A causa de eso, imágenes mentak, () conceptos adyuicren una duración de vida mucho más larga que la del cerebro qu", un buen día, en l1l10S segundm, los produjo. ¿Cómo se efectúa esta memorización cultural? La respuesta [...] toca el dominio fascinante pero poco explorado todavía de los vínculos que unen las neurociencias con la antropología ,ucial y la etnología.'"
Que Jos conceptos adquieran "una duración de vida mucho más larga que la del cerebro" significa quc se conservan, se transmiten, se transforman y sobreviven más allá de su "inventor", de su memoria nerviosa (epigenérica) e independientemente de la memoria genética de la especie legada por el germen. Es preciso que con el organismo humano aparezca un nuevo tipo de memona en la historia de la vida: la cuestión que 255
se plantea es saber dónde y eómo se conservan, se reproducen y se diferencian los "conceptos" o las "imágenes mentales". Desde luego, se trata efectivamente de explorar los vínculos entre neurociencias, antropologia y etiología. Pero esto significa de entrada comprender la incidencia del acontecimiento técnico en la historia de la vida. Y entonces hay que preguntarse: ¿efectivamente es el cerebro "el que un buen día [...] produjo" conceptos e imágenes mentales? En otras palabras, ¿la cuestión es propiamente "neuronal"? ¿O bien las neuronas no son más que un caso particular de soporte de memoria, que sólo funcionan, cuando se trata de las del "hombre neuronal", en un eomplrjo originario de memorias siempre ya orgánicas y a la vez inorgánicas"? ¿Cuál es la relación del productor con el producto? Una interacción antes que una acción. Un proceso complq'o y parado/ieo en el que, contra toda apariencia, no es seguro que el productor preceda al producto. En ese sentido se plantea la cuestión de saber "cómo se efectúa esta memorización cultural". Lo que es cieno de la escritura en cierto modo lo es ya del utillaje más arcaico. Por esa razón, antes que de h escritura se trata aquí de preguntarse por el sentido de la aparición del utillaje como desarrollo de la memoria extra-cerebral. La cuestión de la memoria extra-cerebral, hoy concebida según nuevas figuras de la síntesis de la finitud, precisamente las producidas por la prótesis que fascinan a las ciencia, y a cuyo desarrollo contribuyen, es la de la invención misma;'. Si se trata de comprcnder e! conocimiento no sólo como una comunidad sino como una génesis, un devenir, e! producto de un trabajo activador de novedad en un proceso acumulativo, la sociox/nfJú de los conocimientos debe ser una ternop/nesi.r. El conocimiento en acto se prodace. no es simplemente movilizado, ejecutado como un dato preconstiruido, es el proceso mismo de su transformación. Ln "conocimiento" que sólo 2S6
fuera un conjunto de reglas incapaz de engendrar nuevas reglas no sería un ccnccrnuento,
"d r",ultado [...] no es el todo efectivamente real; lo es solamente con Su devenir; por sí el objdivo es lo universal sin vida, lo mismo que la tendencia es solamente "el impulso al quc aún k falta su realidad efecriva y el resultado desnudo es el cadáver que la tendencia ba dcjado tras de si". Con mucha más fa;,ón no se consideraría un geómetra a quien supiera (de memoria), exteriormente, los reoremas de Euclides, sin conocer sus demostraciones, sin conocerlos, por decirlo por contraste, interiormente. Se consideraría igualmente insausfacrorio el conocimiento de la bien conocida relación de los lados de un triángulo rectángulo, adquirida por medio dc la medida de muchos rriángulos renánf,'Ulos.""
Existe el trabq¡O del concepto porque este saber demostrativo entrafia una contradicción. El conocimiento es un trabajo. Ahora bien, el trabajo se efectúa con instrumentos, herramientas de trabajo, técnicas y "la verdad no es como el producto en el que ya no se encuentra ninguna huella de la herramienta", la verdad conserva la memoria del "trabajo del concepto" y de las herramientas que ello implica. Desde luego, este utillaje no es aprehendido por Hegel como técnica, sino como muestra de una ciencia de la lógica que ha reconsiderado el estatuto- de la proposición. Sin duda, una instanciación esencial del saber en el instrumento, en el accidente, significaría una aprehensión diferente de aquello en lo que consisten tanto la contradicción como la especulación. Una definición esencialmente individualista del conocimiento puede evidentemente ignorar la constitutividad de los soportes técnicos del saber: no tiene que dar cuenta de! hecho de que el saber es lo que se 257
transmite de individuo a individuo, de generación en generación, que es una memoria siempre ya exterior en relación al "sapiente" que enlaza en un ya-ahí. Por el contrario, cuestionar la sociogénesis de los conocimientos es plantear como previa a cualquier definición del conocer la pre¡,,'unta sobre la naturaleza de la memoria movilizada por cualquier conocer. Enfoque tanto más legítimo cuanto que respeta el imperativo cognirivisra, a saber, que la mgnirión debe ser aprehendida antes de la división entre animal, hombre y máquina, como se ha cntrevisto con la modelización de los comportamientos de animales sociales. Conocer es esencialmente organi7.ar lo inorgánico y reorganizar lo orgánico (intervenir sobre la presión de la selección). La cuestión es el órgano inorgánico como organización de la finitud retenciona!. A partir de entonces, el fondo de la cuestión de las ciencias de la cognición es la finitud. en artículo de joélle Proust demuestra perfectamente cómo la cuestión es la finitud y cómo esta cuestión no es aprehendida como tal (como retencional) por las ciencias de la cognición: se trata de analizar en el lenguaje de la filosofía las cuestiones abiertas por la inteligencia artificial, poniendo en evidencia un paralelismo entre los procederes de Kant y Newell. Después de haber recordado, en contra de D. Dennett, que "todo el dominio de los conceptos puros a priori, que no pueden ser, hablando con propiedad, observados en una génesis empírica", escapa a la sicología, demuestra que una modelización informática del tipo de la emprendida por Newell
"supone que se acepta la perrinencia de la oposición entre dementas "sicológicos" y componentes "f"rmales" de la implicamos."·'-
A partir de entonces, la tecnología numérica se acantona en su horizonte de urensilidad confundida ella misma masivamente con el proyccto, la temporalidad "originaria" -la fimlud- como (Hu/ión que desaparece ahí. Lo que no puede ser comprendido es laperfommtitidad del qué como instanciación del ya-ahí constitutivo del quién -pcrformatividad considerada en el lenguaje, pero limitada a él:
"Los ordenadores son fundamentalroenrc herramientas para la acción humana. Su poder en tanto que herramienta, para la acción lingüística deriva de su capacidad para combinar elementos formales del tipo de los que constituyen los dementos fundam mismos no plleden entrar en ellcnguaje".
¿Qué quiere decir "comprometerse"? ¿Y "entrar en el lenguaje"? ¿Es el lenguaje el que "establece compromisos" o el emisarque "utiliza" 262
el lenguaje? Winograd y Flores comprendieron bien que el emisor no uti¡iZtJ ellcnguaje. En cierto modo 10 es, como una modalidad del acoplamiento estructural con su mundo. Pero además, ¿acaso no es en cierto modo ese mundo? O mejor dicho, ¿acaso no se trata de pensar antes la distinción entre emisor y lenguaje, entre lenguaje y mundo, además de entre quién y que? Pero entonces se trataría también de situar antes la distinción entre lenguaje y escritura y, al mismo tiempo, entre ordenador y lenguaje, al ser el ordenador una modalidad mecánica particular de la escritura. Se aborda superficialmente, aunque de forma fallida, la necesidad de pensar una relación distinta entre el quién y el qué. Y en especial fracasa la voluntad de comprender la esencia de las máquinas numéricas:
"en .w{hwrf no es un experto, aunque pueda ser un medio muy sofisticado de comunicación entre expertos.":"
Debido a que semejante afirmación 00 presenta interés alguno, para nosotros tiene el interés de mostrar que la uerdadera cuestión no ha sido planteada y que \,\:'inograd y Itlores en el fondo no han logrado deshacerse de un prejuicio al que no escapan ni Turing, ni los "cognitivistas ortodoxos" tras él, ni J Ieidegger antes que ellos, mucho después de Platón: en el funcionamiento de una máquina informática,
"desde luego hay un compromiso, pero es el del programador, no el del programa. Si yo :ón-, 10 que se encuentra consumado es el elemento lógico, en el más amplio sentido del término -afectado por lo que debería ser una conquista de la autonomía del quién, ya buscada por vías liberales o sociales y abocada, al parecer, a no tener que proporcionar otra cosa que autonomía del qué: una "autonomizacion del sistema técnico". Sin embargo, hablando con propiedad, no existe "exteriorización" de la memoria --eso supondría con todo rigor una exteriorización precedente-, ni por 10 tanto "autonornización" del sistema técnico. Existe realización de la memoria en la forma de una serie de desrealizaciones sucesivas (suspensiones) de las épocas del quién que nos han sobrevenido de un modo en general inadvertido, sin duda desde el siglo XIX, de un modo brutal en el XX, igual que a gran velocidad el aire adquiere una consistencia líquida. Realización consumada en una complicación tecnológica de la que hoy sólo parece que Jos individuos son instancias que sólo pueden ser pensadas a partir del complejo y no a la inversa. Entonces, el medio tecno-lógico parece en su desarrollo un vasto polipero surgido de una inversión del espíritu en materia, inversión por medio de la cual el espíritu sólo se realiza v se hace efectivo del mismo modo que uno se quita un guante y libera la 278
mano, una mano que (nunca) ha sido (nada más que) su ¡..,'Uante, herramienta, hábito, hábitat y costumbre tecno-lógicos. El nuevo hombre tecnológico se afilia y se afiliará a redes, a distintos agrupamientos que ya no tienen nada de la tranquilizadora naturalidad que conservaba la colectividad establecida a partir de una tierra común. Ya no se sale de un marco étnico establecido para afirmarse como individuo porque ya no existe semejante marco. Lo que progresa ya no es la memoria étnica: se desarrollan todo tipo de memorias. Lo que se teme es que el idioma mismo sea arrastrado, con la diftrendadón étnica, con la diferenciación cspaciorcmporal territorial, y la cuestión (i/OJ1fim es: ¿qué hay del idioma, de la diferenciación idiomática, en ese nuevo horizonte tiempo-luz del que no emanan luces algunas? La cuestión del idioma es la de las relaciones entre e! quién y el qué convertida en cuestión de las relaciones entre 10 improbable y el programa como desgarramiento de cualquier contexto dado. Hofsradter perdía el concepto de programa al adoptar un punto de vista subcognitivo inspirado en modelos conexionistas, criticando precisamente el concepto de información. También es cierto de Varcla. Que no haya programa comportamemal del hormiguero no significa que no haya "engramajes" (eso es 10 que hace evidente el papel de las feromonas) y que no haya información que venga a dirigir un comportamiento del exterior significa que si hay programa, nada obliga a comprender la relación con el programa como una determinación: nada obliga a pensar que un "programa" sólo pueda producir lo programable, que no pueda producir 10 improbable. H'!)' programa. No existe memoria "natural" de! ser vivo epifilogenético que no sea siempre ya artificial: producida por programas que son otras tantas prótesis de la memoria. Sólo hav eso. Y el quién, en su 279
indeterminación, JI' programa. ¿QUién programa qué? ¿Qui programa a quién? ¿El quiin programa el qué programándose? ¿Se auto-programa proréricarnente el lector, el espectador o el oyente cuando lee un libro, ve una película o escucha un disco? ¿O bien es él quien trata los datos conservados en el soporte a partir de un prog-rama (o varios) que sería él mismo? ¿Esos datos nemotécnicos constituyen, por el contrario, programas que le permiten "tratar" los datos de su "propia" memoria y cuya ejecución programaría? ¿Cuál es el órgano (instrumento) puesto en funcionamiento por un disco fonográfico: el electrófono, el sentido del oído del oyente, ambos o algo totalmente distinto? ¿Cn libro es un interfaz de traducción (al mismo tiempo que de producción) entre el lector y la literatura que constituye una vasta memoria colectiva? ¿Cn srif1U'are hace funcionar ese equipo? Nos damos perfecta cuenta de que estas cuestiones deben ser planteadas de otra manera. Pasando por la cuestión de la intencionalidad, en la que encontraremos la aporía de la síntesis pasiva en la temporalidad del objeto temporal cuya estructura es totalmente parecida a la aporía abierta por la cuestión "¿quién programa qué o qué programa a qmén?", veremos que los programas son objetos temporales en el sentido fenomenológico, pero imponen la superación de los análisis fenomenclógicos del tiempo. Cuando decíamos que "los media cuentan cotidianamente la vida anticipándola, con una fuerza tal que el relato de la vida parece preceder ineluctablernenre a la vida misma", significaba que la vida pública es producida masivamente por estos programas, todo tipo de interfaces se introducen en la omcienaa íntima de!tiempo de cada vida de tal manera que la distinción entre público y privado se vuelve problemática al tiempo que parea resultar de ello un privilegio exorbitante del se impersonal. 2~(J
Con las ortoresis analógicas, numéricas y biológicas hay un deienir objeto temporal de cnaiquier objeto, desde las secuenciaciones rnediáricas a los tripletes del ser vivo, el análisis de los procesos de duplicación y el dominio de los tiempos de trasplantes y de hibridaciones, por no hablar de la aceleración y, por lo tanto, de la gestión que se anuncia de la ewluáón dd ser r'ÚJo y en que consiste la pcrformadvidad de la biología con"Vertida en tecnología industrial. Lo que se descubre a finales del siglo XX es la ejectitidad de la síntesis de todas las cosas (el devenir-sintéticas y seriales de las cosas) descubrimiento que lleva a cualquier análisis a ser el análisis temporal de un proceso. Por esa razón nuestro último capitulo estará consagrado a un examen del análisis fenomenológico del objeto temporal y, más allá, al desarrollo de las aporías contenidas en el pensamiento de Husserl para llegar a la cuestión de la constitutividad de un "l\T()f()troJ' en la historia trascendental. La orrorcsis literal quizá ya había producido nuevamente una seruencialidad del objeto temporal en la lengua al abrirla a un trabajo distinto de ella misma, del que resulta la lógica. El carácter masivamente secuencial \' proposicional del lenguaje posiblemente es sólo muy reciente. Incluso en occidente, hace algunos siglos el campesino tenía sin duda una noción del enunciado mucho más CIrcular que secuencial o lineal. Algunas palabras volvían cada día, otras sólo los domingos, otras una vez al año, incluso una vez en la vida: en el nacimiento, el día de la boda, justo antes de la muerte. El acontecimiento era un plinto, el centro de un círculo. ).;0 estaba atrapado en un fltyo. La conciencia de flujo estaba en ciernes, aún no se había discernido".
2RI
1'\OTAS 1.r:leideggn, "I.a fin de la philo,ophle et la tache de h pemée",Qurstoin,r
[v~
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Gall;'nJrd, I Tú,
p.116. 2, Simon Nora, Alaln :'I.'Lnc, L Jtrp""la'lisalion de /r; J/"¡¡¡I, Senil, 19n. [Tradllcción al ca>tdlano,
La infhrmahz"áótr dr h ,,,,údad, FCE, Implela de 1m texto' latino,. l.'na parte de las l'wdueóo1l'" d" la pr"ma c,c.rira, \' n, ,k la prensa tadiofónica .,. tele"i"da, se ha hecho "le¡óble"
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c'ta, wndiciom'S.
S" trata, de"le ah,)ta, de '''e:;Joizar el "l"ido: c,,'¡ por in'Tm"r toda un" nonomía del ""Ce >O selectivo, de la jerar'luin\'",rido "n ,inónimo de "contTa",iia" n"gatl\'a, d" raogo ,k id"ntidad irreductible, 5.' cr.Jacques D"rrida, S,hibboM!J pour Pa:¡¡' CdalJ, Galilee, 198(,. 54, Y "ta cuestión técnica cid idiom", dC'la diferencl, idiomática)" única es una cuestión política 'lUto dirige todos Jos anili,is de lk,rida desde el origen ---desJe Jlllrfdllcl'úl ti rOri-
2R5
ginr di' la gá""'lá,' rr",duccjón al castelbno: Jlllrodutdón " "1:) ""im d, la ,~,omdda", ;\hnantial, :W(llll, "Cuando se quiere asumir c in/m'ofitaf la memoria dc una cultura, en especie dc L::,in",'ru",~ (en el ,e11lido hegeliano) 1...1 ,c puede eleg-irentre dos tcntativa" l~na ,e parece a la d".IO\'(e 1,..1.1' recupera el wlorpoúko de la pasividad. [,..] El
l1\ p. 341. [Traducción al castdhno: El
siv~mente hasta el exrremo. S~ re.duce a la proposición: la lengua es información." Ibid., p.35. 106. "Pensemos en la, ,ena1cs e.n mor'e, que se limitan al puntn y ~l guión, y cuyo número)'
homb" llturOlla/, ;\1adrld, E'pa'a-Calp~, 1985.1 88. Resulta ,orpr"ndente a'lllí la falta de atención pre'tada " los trabajos de Vygmsky o Luria. 89. Es la cUl'>tión dd hombre como cuestión de la invención o, ,egú.n Blanchot, de la obra. La herramicnta dd prim", homhre es ya y esencialmente memoria: la memoria de sus
orden S,,¡Ie ("en v¡'peras") y ",,,,iI/i ("despabila·
Capítulo cuatro
do", "de,pertado").
Objeto temporal y finitud retencional
"Es necesario que la temporalidad de lo vivido inmanente sea el comienzo absoluto de la aparición del tiempo, pero precisamente ésta se manifiesta como comienzo absoluto gracias a una "retención"; sólo inaugura en la tradición; sólo crea porqut' tiene una herencia histórica"
jacques Derrida
1. Intencionalidad, conciencia de imagen y finitud
de la "cognición" La inteneionalidad es un concepto central por medio del cual las ciencias de la cognición tratan de teorizar -sin verlo- el proceso tecnotá-
Jiro de un derenir-objeto-temporal. Puesto que las cuestiones que plantean son la punta más incisiva del complejo rccno-cpistcmico que realiza la tendencia técnica y con ello la ifectipidad de la episteme; y puesto que esas cuestiones incluso son incluso la punta de cualquier cuestión hol'. hay que experimentarlas, ponerlas a prueba. 290
291
El devenir-objeta-temporal de todo "10 que sucede", operado por los media y mucho más allá, por la omnipotencia de la nueva programatología que ritma y trama el espacio-tiempo-luz, es también el fenómeno primordial que adviene con el cálculo informático. Las identidades difirientes analógicas y numéricas remporalixan sistemáticamente todo lo retenido (en tanto que seleccionado) en la nueva configuración de las instancias constitutivas de toda acontecimientización. La cognición sintética se constituye como secuencialización algorítmica de un desarrollo de instrucciones o de operaciones, cuyos bucles de regulación determinan los momentos recurrentes como fted-back*, y esta sucesividad se encuentra en las arquitecturas de procesos masivamente paralelos (conexionisras) y en los modelos no-lineales extremadamente recurrentes: es evidente que la estructura de cualquier objeto que emerge de una red de autómatas neuronales es (intra)temporal en la medida en que todo cambio de estado de la red viene a fijarse, como cambio de conjunto, en el "ahora" determinado por las pulsaciones de un reloj.
A! aprehender la cognición desde el modelo de la información y del programa como cálculo que ejecuta unas instrucciones algorítmicas, las ciencias de la cognición "ortodoxas", que se inspiran en ese modelo para el estudio de la cognición en general, tropiezan con una dificultad capital de la intencionalidad: la estructura longitudinal del "gran ahora" que descubre el fenomenólogo en todo objeto temporal y las aporías hilemórficas que se derivan de ahí. Al no poder resolver esta dificultad (suponiendo que la perciban), no pueden conceptuar la sucesividad ni aprehender el carácter temporal de los objetos numéricos. La dificultad fenomenológica se debe a que desde que la íntencionalidad se convierte en longitudinal, la retención debe ser finitud retencional y, al mismo tiempo, síntesis pasiva. Y como Husserl no puede acoger la síntesis pasiva sin contradecir el proyecto de las Ladones para 292
unafenomenología de la conciencia íntima del tiempo, está constreñido a las mismas idealizaciones que Turing respecto a la finitud de la memoria: esta memoria es infinita en el diagrama del tiempo. Que las ciencias de la cognición no consigan pensar la inrencionalidad significa que en la fenomenología de Husserl y en la concepción de la intencionalidad no consiguen criticar la exclusión de la finitud ramaana/: sería necesario que s(;: criticaran a ellas mismas en su uso del concepto de máquina abstracta. Es tanto más extraño que lo que excluye el concepto cognitivista de intencionalidad sea husserliano; es la cuestión de la conciencia de imagen o de lo que hemos denominado el recuerdo terciario: la intencionalidad husserliana es totalmente incompatible con una intencionalidad mecánica porque para Husserl ésta sólo podría ser un flujo "de imágenes", de cifras o de gramas sin conciencia, de registros ---excepto si se considera una máquina viva, pero no es el caso en las ciencias de la cognición de las que estamos hablando aquí-, es decir, una síntesis pasiva esencialmente no intencional, privada de cualquier vida del presente y de cualquier presencia de la vida, de ese presente vivo que es el gran ahora donde aparece el objeto temporal. En otras palabras, la selección no podría ser una retención en el sentido husserliana. Pero esto puede querer decir dos cosas: - O bien el modelo informático no puede darcuenta de la cognición humana porque es finito -y alterando la "cognición humana" como cualquier dispositivo de intratemporalidad que disimula la "diferencia ontológica", el modelo informático como selecdán es una modalidad más
de producción de conciencia de imagen. - O bien la retención está esencialmente afectada por la accidentalidad de la conciencia de imagen y, por lo tanto, está afectada h())' por la selección de la síntesis pasiva industrial y las tecnologías cognitivas 293
ponen de manifiesto (quieran o no) que la temporalidad es un acoplamiento originario entre el ser vivo y el ser no-vivo, en el que el ser vivo, como Presente Vivo, no es nada sin el muerto -yeso que en las Ideen se convertirá en la esfera trascendental egológica acaba por sufrir sus consecuencias. Porque si el recuerdo terciario contamina la retención, su alteración también es la de la identidad originaria que sólo aparcce como diferaneia de una carencia de origeo. Y también es cierto cuando 10 que se ve afectado como conciencia de imagen es la misma secuencia genética, que viene a mermar lo que parecía inmutable en el ya-ahí: la estructura del cuerpo propio. La primera cuestión de las ciencias cognitivas se convierte entonces en la oida artificiaL Y la idea de esta vida artificial vuelve a cuestionar los análisis fenomenológicos cn la medida en que estos suponen tanto la posibilidad de liberar un nudo eidctico como el arraigo de la temporalidad de la conciencia en un presente vivo protegido de toda finitud retencicnal por la oposición entre el recuerdo primario y los recuerdos secundario y terciario. Como Husserl, las ciencias de la cognición ignoran la finitud retencional y borran al mismo tiempo la idiornaticidad del lenguaje en su referencia a una lingüística chomskiana. Pero porque por otro lado comprenden la intencionalidad husserliana únicamente a partir de la teoría de las actitudes proposicionales, totalmente homogénea con un aspecto, pero sólo un aspecto, de intencionalidad expucsta en las lmesligaciones...', las ciencias de la cognición no soportan la aporía de la temporalidad en la que lo trascendente se vuelve irreductible, aporía a la que la fenomenología se ve abocada sin remedio, por la que se ve siempre acosada y que renueva una y otra vez hasta el hasta el final.
294
2. El origen en Lecciones sobre el tiempo en las Investigaciones lógicas En la época en que se instala el devenir-objeto-temporal de cualquier acontecimiento en la síntesis Industrial de la finitud rctcncicnal, Husserl piensa la epokhé v soporta la dificultad de dar cuenta de la estructura temporal de un objeto como una melodía desde el punto de vista de la intencionalidad fuera del cual no puede haber constitución fenomenológica de la temporalidad de la conciencia como flujo. Trataremos de demostrar que esta fenomenología termina en un fracaso que lleva al esbozo de una concepción efectiuamentefinita de la retención, al introducir la pasividad en una síntesis temporal convertida al mismo tiempo en historia trascendental. De esa manera, la constitución sena siempre ya el)'a como tal, sólo sería una (re)constitución. Recordemos de entrada que, tal y como desarrollamos en Elpecado de Epimeteo, situamos el origen de la cuestión trascendental en la aporía de Menón: es imposible buscar lo que ya no se conoce, porque o bien no se podría reconocer aunque se diera con ello por casualidad, o bien, al reconocerlo, le vendría J'a dado y así se engañaría al otro o se engañaría a si mismo declarando haberlo encontrado. Esa es la aporía de Menón. Respuesta de Sócrates: en efecto, se debe haberloya conocido. Cualquier conocimiento es sólo un re-conocimiento, una anamnesia. El saber es memoria. El alma puede acordarse de los eidé porque es inmortal.
Alenón es la primera versión de un pensamiento de la apriotidad. Para que la diversidad de casos que el joven ateniense presenta como respuestas a la pre6'Unta de Sócrates, ¿qué esla rirtud?, se pueda reunir en la 295
identidad que organiza la serie de estos ejemplos, para unificar estos datos empíricos bajo un concepto, hay que tener en cuenta por anticipado qué es la virtud -su eidos. Una visión eidética de la virtud condiciona toda la experiencia de una virtud particular. I.4 virtud no existe. Sólo existe Hna virtud. Pero sin la irrealidad de la virtud, no podrían aparecer ningunas virtudes reales. A través de la serie de todas las virtudes existentes, la virtud consiste e insiste sin existir. Vuelve a ello: es un espíri-
mundo: es un objeto ideal. Pero tampoco está en la conciencia: si se encontrara en ella)'a, ésta no lo abordaría como objetivo en un proceso de cumplimiento que siempre puede fracasar -y que, quizá, siempre fracase. Este cumplimiento se realiza como Jltgá de la conciencia, que es la temporalidad misma -10 que expone programáticamente el parágrafo 6 de la quinta Investigación.
tu.
La cuestión es entonces: ¿dónde están los fidé, dado que no existe otra cosa que la conciencia constituyente y el mundo constituido-P
Después de Fedro, Platón hará propia esa su filosofía que la tradición denominará el realismo de las Ideas. Alma y cuerpo, inteligible y sensible, anamnesia e hipomnesia se opondrán solidariamente corno circunstancias de la oposición más englobante del ser v del devenir.
El origen de la problemática de las Lecciones para unafenomenología de la conciencia íntima del tiempo es la quinta de las Investigaciones Lógicas, titulada De las expenenaas uoidas intencionales)' de sus "contenidos".
El reto del diálogo en el origen de estas divisiones no es otro que la posibilidad misma de juzgar. Y la aporía, que está presente en toda filosofia, está en el centro del concepto husserliana de intencionalidad. Las In~'eStigacione.r lógicas de Husserl (1901) plantean que toda conciencia es una conciencia-de-algo constituyente de aquello de lo que es conciencia. El fenomenólogo, que no puede proporcionarse por anticipado lo constituido, debe neutralizar cualquier tesis de existencia de sus objetos. El fenómeno se constituye en una experiencia vi/ida cuyo objetivo intencional es siempre el de un sidos. Esa palabra griega se sude traducir por "esencia". Sin embargo, debemos abstenernos aquí de toda traducción: sería ya reducir la aporía que esta palabra contiene en sí desde Sócrates, de la que la fenomenología de 1901 no es otra que su reactivación y de la que queremos demostrar aquí que se reconstituye ahí como cuestión del tiempo. El objeto no podría ser)'a dado por anticipado, sino a través del objeto, lo que se aborda es por anticipado un eidos. El eidos no está en el 296
Estas Lecciones afrontan el centro mismo de la cuestión fenomenológica: la temporalidad de las "experiencias vividas" que tiene por objetivo una idealidad ella misma no-temporal. La fenomenología es una eidética trascendental en la medida en que considera los objetos desde su idealidad, es decir, su unidad, la cual no existe en el mundo (no más que el punto geométrico) pero que es necesario abordar como la condición constituyente de lo real existente constituido así por y para la conciencia. A diferencia de una filosofía trascendental tal como la de Kant que, a ojos de Husserl, sólo planteaftrmalmente la cuestión de las condiciones de la posibilidad de cualquier experiencia, la fenomenología observa los fenómenos en las experiencias vividas, neutralizando su relación con lo real (prohibiéndose cualquier referencia a lo constituido, que es precisamente aquello de lo que hay que dar cuenta), para acceder a unas evidencias de esencias puras (aprióricas). Agarrarse a la experiencia vivida sólo en su inmanencia es el único medio de descubrir las regulan"dades ideales antes de toda referencia a una existencia, a fin de que dirijan la constitución -neutralización que permite desocultar la relación 297
con lo real en que consiste la idealidad abordada. Esta relación se oculta siempre a la conciencia en la actitud natural por mucho que se proponga la idealidad como objeto, lo mismo que Aristóteles puede decir que el agua es precisamente lo que no se hace visible a un pez, el cual, sin embargo, sólo ve a través de ella. Considerar e! fenómeno es distinguir e! aparecer de lo que aparece, la experiencia vivida de! objeto del objeto mismo: "Vivimos los fenómenoJ como pertenecienteJ a la trama de la conciencia, mientras que las cosas se nos aparecen como pertenecientes al mundo fenoménico. Losfenomenos mismOJ no se nos aparecen, son experiencias t'it'idaJ"~ no hay que confundir la relación sujeto/objeto, ella misma fenoménica, con la relación del contenido de conciencia vis.r. ido actualmente "en la conciencia en el sentido de la unidad dr los contenidos de conciencia". Porque "en el primer caso se trata de la relación entre dos cosas fenoménicas; en el segundo, de la relación entre un experiencia vivida singular y la complexión de las experiencias vúidaj' en que consiste la conciencia aprehendida desde un punto de vista fenomenológico: el fenomenólogo sustituye al objeto y al sujeto lo sustituyen elfenómeno y elf/ujo de conciencia en el que se constituye -flujo que constituye también la unidad de esta conciencia, que es el poder de unificación de ias experiencias vividas. El parágrafo 4 plantea que el fenomenólogo no tiene en absoluto necesidad de sustancializar una instancia de! tipo ego para dar cuenta de la unidad de la conciencia. Lo que da unidad a la conciencia es su carácter de f/,!!O...El ego sería una manera de cosificar el flujo, le quitaría su carácter propiamente f/1!yente, lo establecería como continente independiente de sus contenidos: una caja en la que se podrían introducir las experiencias vividas y que se podría considerar independientemente de ellas. Ahora bien, la fenomenología, que comienza por la experiencia vivida y se debe a ella, no puede plantear la conciencia como un marco que
lOR
precede a sus contenidos: debe encontrarla en los contenidos mismos. La cosificación del flujo perdería necesariamente la primacía de la presencia oira de la conciencia que es la experiencia oiuda. La neutralización fenomenológica reduce e! yo a la unidad de la conciencia como una complexión de experiencias vividas que cada uno de nosotros encuentra en sí mismo, que en parte nos es dada con absoluta evidencia y que "respecto de laparte restante tenemos buenas razones para admitirla'". Todas las cuestiones de lasuccioneJ sobre el tiempo tratarán de esta parte restante. Este resto es la cuestión del tiempo. Es decir, del encadenamiento de los fenómenos: la experiencia vivida no necesita un principio de unidad de la conciencia distinto del encadenamiento de las experiencias vividas entre las que viene a ocupar un lugar, y el "yo fenomenológico reducido no es por lo tanto [...] algo específico que estaría por encima de las múltiples experiencias vividas, sino que es simplemente idéntico a la unidad propia de su conexión". Las leyes de este encadenamiento son unas regularidades ideales para las que se satisfacen las condiaones de cumplimiento de una experiencia vivida. La cuestión es comprender qué hace o da la unidad en y por la cual las experiencias vividas se encadenan unas con otras, el paso de una experiencia vivida que sc da cn un presente vivo a otra experiencia vivida que constituye un nuevo presente vivo en el que la anterior experiencia vivida se ha transformado en pasado:
"Fn la naturaleza de lo, conrenido~ v- en las leves que lo> regulan se fun· dan determinadas manera> de conexiones, T:.sras progresan de muchas maneras de comenido en contenido, de complexión de contenidos en compkxión de contenido>, v así e> como se constituye finalmente una totalidad unificada de contenidos que 00 es otra C08a que el yo reducido él mismo feoomenolúbricamente, Los contenido> tienen [...] su
maneras, determinadas según unas leyes, de reunirse entre ellos, de fundirse en unidades más vastas y debido a que se unifican de esta manera y forman una unidad, el yo fenomenológico o unidad de la conciencia se encuentra ya constituido sin que haya necesidad, por añadidura, de un principio egológico (lchprinZip) propio que soporte todos los contcnidos y los unifique a todos una segunda vez,"
Existen dos dominios de regularidades: eidéticas y de flujo como encadenamientofs) de experiencias vividas. Dos estructuras de ajuste: del lado omnitempora/-eidético, unos ndésespecíficos (species) en los géneros; y del lado del flujo temporal, unos contenidos en las conexiones o complexiones de contenidos. Las articulaciones íntimas de estos ajustes, que forman el tejido mismo del fenómeno (su cumplimiento unitario) constituyen el mundo como posibilidad ideal del mundo. Se trata de la posibilidad del mundo qu~ este mundo, en tanto que real-existente, determina espacio-temporalmente. Asegurar la coherencia recíproca de las experiencias vividas en su mismo ¡I'!io, a través de todos los objetivos ideales que permiten ellos
mismos las experiencias vividas empíricas es constituir el aparecer del mundo y, al mismo tiempo, constituir la unidad de la conciencia fenomenológica. La unidad de la conciencia es la del mundo --en su posibilidad. En todo caso, podemos entonces preguntarnos si el yo no es él mismo un objetit'O ideal, un centro de perspectiva siempre cambiante y, a la vez, siempre idéntico en su objetivo almO la me/adía de la que hablarán las Lecciones -que organizaría todos los objetivos de todas las experiencias vividas asegurando su coherencia según unas leyes que serían las de una convergencia de todas las experiencias vividas. Hay que sustituir la relación sujet%bjeto por la relación 300
Jl1!joj (contenido real --> contenido
idea~
El objeto es aquí una experiencia vivida del objeto donde el contenido ideal concernido se distingue en efecto del flujo en el que se inserta el contenida real. El flujo es una unidad cerrada en sí misma que, sin embargo, encuentra en sí misma unos "horizontes eidéticos" que pf"t!Yectan la unidad¡uera de ella. Si no están ni en la conciencia que los tiene por objetivo ni en el mundo constituido por este objetivo, ¿DÓNDE Esr..4:v LOS EIDÉ? Es la cuestión de un hueco o de una carencia en el seno mismo de un flujo que se desdobla y se proyecta él mismo como unidad ideal futura. Este fuera de sí eidética, que no es una trascendencia, sería una inadecuación ene!seno de! mismo¡Ifijo. Si el flujo unitario fuera él mismo un objetivo, ardn-procesa de un cumplimiento que tiene por objetivo la unidad de un yo a través del encadenamiento de todas sus experiencias vividas, en cierto modo sería inadecuado para sí y entonces habría que describir la relación completa
[llfijo/ (contenido real--> contenido idealj] --> unidad idealdeljl1!JO. Todo sucede como si el no-cumplimiento de esta idealidad unitaria del flujo le proporcionara su carácter propiamente fluyente, su movimiento, es decir, su ¡alta de acabamiento fuente de su dinamismo -pero, en ese caso, el 'Jl1!J'o de conciencia" se transforma en e!Dasein de la analítica tras-
cendental heideggeriana, como ser-pere-ta-muerte. El parágrafo 5 aporta precisiones esenciales sobre esta cuestión de la inadecuación, es dear; de! cumplimiento. Toda percepción adecuada es 301
una percepción Interna. Pero toda percepción interna no es una percepción adecuada. Entre percepción interna inadecuada y percepción interna adecuada existe la tendencia al cumplimiento -que siempre puede fracasar. La percepción interna es la percepción de mis propias experiencias vividas. La percepción interna adecuada es la percepción de una evidencia en mi experiencia vivida, de mi experiencia vivida como experiencia vivida de evidencia: tuda experiencia vivida es evidente, pero tuda experiencia vivida no es una experiencia vivida de evidencia. Puesto que el psicólogo no 10 ve, confunde percepción interna y adecuación. Ahora bien, su distinción permite eliminarpura y simplemente, desde elpunto de oista fenomenológico, la percepción externa. Ésta ya no tiene lugar de ser: el o/!Jétit'o delpsicólo,go en ella era la inadecuación delslgeto al o~ie to, el hecho de que algo del objeto, en toda percepción externa, escape siempre al sujeto. l..o que debe ser estudiado no es la inadecuación del sujeto al o/jeto, sinola inadecuación de la percepción siempre interna que es la extetienaa oioida, que constitl')'e ei ohieto externo Ji por lo tanto, la percepción externa, con la idealidad concernida en el seno de las experiencias sioidas. La inadecuación del sujeto como esfera de percepciones internas al objeto como fuente de percepciones externas se convierte así en la inadecuación del contenido real de la experiencia vivida "por esencia percepción interna" con el contenido ideal de esa experiencia vivida -que no es interna ni externa: ¿dónde está? Lo que rosatros leéis de lo que)'o escribo no es 10 que yo arribo, es lo que vosotros leéis de lo que yo escribo: la realidad de vuestras "percepciones externas", de lo que vosotros percibís de mis escritos, no son mis escritos, son las producciones de vuestro flujo de conciencia, es el sentido puramente interno a vuestro flujo de conciencia que engendráis a partir de mis escritos. Si nuestras percepciones internas pueden coincidir, eliminando así la exterioridad (lo que constituye la comunidad cien302
rifica ideal que Husserl más adelante llamará un Nosotros trascendmtat¡ es porque mis expresiones escritas tienen por objetivo un sentido ideal que vosotros tenéis-leéis también y que tratamos de completar juntos "Iivisibilizándolo'". La cuestión sería: ¿en qué condiciones podemos rellenar juntos una inrencionalidad>
Mantenernos que esas condiciones, temporales, son tecno-lógicas. Demostrando que la cuestión no es la oposición entre interno y externo, sino la diferencia entre adecuado e inadecuado, Husserl inscribe en el centro mismo de la conciencia una inadecuaaon que no es otra que la temporalidad. El parágrafo 6 aborda como talla cuestión de la temporalidad delj7/~jo de conciencia, y con ello la relación del tiempo con las idealidades omnitemporales -que mantienen su identidad en cualquier tiempo. Se trata también de la cuestión del cumplimiento, como relación entre lo inadecuado )' lo adecuado en una temporalidad Inmanente -y no en la temporalidad que constata, experimenta y sufre el hecho de que el mundo existente devenga, qUt el sol decline, que los días se sucedan. La evidencia de la percepción interna, o percepción interna adecuada, es el primer lugar la dclje, como)'o sqy Aunque este),o sea "inefable", se da con evidencia en toda experiencia vivida qUt es siempre mi experiencia vivida. La diferencia entre eoideruia de la experiencia rivida y experiencia vivida de una evidencia se da en el borioonte de eudencia previa del )'0 como horizonte de unidad que se trama a través del flujo de experiencias vividas, que se mantiene, como abora, a través de ellas, y que siempre parece ser ro-concernida con ellas. Acompaña a todas las formas de juicio del tipo ,yopercibo, o a toda afirmación del típoje deseo. etc. Un ')0 pienso acompaña a todas mis representaciones" --excepto por el hecho de que para Husserl, sin embargo, en ningún caso se trata de oponer el Yo 303
pienso como sujeto a los objetos, ni de hipostasiar el yo, sino, por el contrario, de reducirlo a la unidad de un flujo en un gesto más próximo a Nietzsche que a la Critica de la razónpura. La conciencia puede tratar de tener por objetivo elyo por sí mismo como centro de perspectiva en toda experiencia vivida particular y, entonces, éste se transforma a su vez en contenido intencional, es decir: una tension entre un contenido real y un contenido ideal. ¿No es ese]o una idealidad del yo? ¿Y ello en toda experiencia vivida, como ca-concernida? ¿Qué es su "contenido real"? ¿Cuál es la naturaleza de esta tensión entre reale ideal y de su posibilidadde cumplimiento? Heidegger dirá: la muerte es el acabamiento del cumplimiento, el fin de la conciencia concernida en e! vivir como diferir-e! acabamiento, realizarlo difiriéndolo y como diferente: como otro. Pero este gesto habrá requerido el abandono delprivilegio de la experiencia árida y la introducción de un no-cindo históneo. Como todo "lo que aparece '', el núcleo que es el)'o remite a un correlato eidética (existe un eidos que es la condición de su síntesis). El yo es cambiante, constituido por su historia. sólo es el flujo de sus experiencias vividas sucesivas y, a la vez, como remitente a ese correlato, debe ser ideal. ¿En que puede, efectivamente, consistir semejante idealidad? Este yo puro es una identidad ideal concernida que confiere su unidad a todos los objetivos de identidades y, en ese sentido, los "transciende", pero no es una trascendencia ni real ni formal, es una trascendencia constituida ellamisma en la unidaddeljlt!jo, una "trascendencia en la . - " inmanencia . La experiencia vivida es la unidadgranularde1 flujo que es la unidad genérica de las experiencias vividas en el sentido de que, como cumplimiento, la experiencia vivida es temporal, una unidad que se desarrotia. 304
y que, desarrollándose, enlaza con otra experiencia vivida y da paso a una
experiencia vivida que se encadenará con ella. El tiempo del desarrollo es el tiempo del cumplimiento como ocasión de un archi-cumplimitnto del ¡lujo en tanto que imcraon de las experiencias vividas entre ellas, presentes vivos engastados en un anillo archi-unitario. El)'o sO)' es la evidenci~ percibida adecuadamente, pero "inefable", que constituye "el dominio primero y absolutamente cierto de lo que nos proporciona [...] la reducción del yo fenomenal empírico a su contenido captable de una manera puramente fenomenológica". Por esa razón "en el juicio je S¡¡y, lo que bajo el Yó es percibido adecuadamente constituye precisamente el único núcleo que hace posible la evidencia y la funda". Pero, ¿acaso esta experiencia no es "inefable" porque nopuede ser percibida adecuadamente? ¿Acaso el núcleo no está en el origen de la inadecuaaon como evidencia paradójicamente inadecuada, como evidencia de Hila inadecuaci6n paradójica que caracteriza la intencionalidad -la intmsío- como distensio irreductible, es decir como temporalidad? Porque al dominio de las evidencias, de las percepciones adecuadas, "se añade otro", el dominio - de las retenciones: dc lo que en la experiencia vivida presente compona, sin embargo, un especie de pasado primano, un pasado inmediato, el mismo que hace posible el carácter dinámico del cumplimiento (como proceso que supone un transcurso); - de la rememoración, es decir, de las experiencias vividas anteriores accesibles por medio de la memona y ligadas a las experiencias vividas actuales -v la posibilidad de que un cumplimiento no realizado en una experiencia vivida continúe en otra experiencia vivida suponr; evidentemente la posibilidad de semejantes retenciones secundarias, lo que cons31)5
tituye propiamente la trama '/ la unidad del fiujo de las experiencias vividas en tanto que" contenido fenomenológico del)'o". Solidario con el presente vivo que es la experiencia vivida, existe un pasado inmediato retcncional y un pasado realizado, acabado, de las experiencias vividas anteriores con las que se encadena la experiencia vivida presente. Pero, por otra pane, también existen unas relaciones de solidaridad entre experiencias vividas actuales o pasadas, unidades que "fusionan constantemente de instante en instante", solidaridades inscritas en la dinámica de un flujo que, a la vez, no deja de cambiar y se encuentra sometido a su propia permanencia apriáristica que no es otra que el tiempo como "forma continuamente idéntica". El tiempo es la unidad de la corricnte de las experiencias vividas y la reducción fenomenológica del yo. Con dlo, el concepto de e:.;pen"encta vúida "se ha ampliado". El yo es lo que se mantiene como identidad en toda experiencia vivida (experiencia vivida de este yo, siempre mío), pero de modo que se confunde con la temporalidad de toda experiencia vivida: tal como adhiere a unas retenciones, unas rememoraciones y unas relaciones de coexistencia que imponen razonar en términos de encadenamientos de experiencias vividas ligadas unas a otras en un flujo temporal siempre idéntico aun cuando sus contenidos no dejen de cambiar. Fenomenológicamente reducido, el yo se convierte en el tiempo de las experiencias vividas}' en ninguna otra cosa. El concepto de experiencia vivida se ha ampliado porquc sólo es aprehensiblc inserto en un flujo temporal que condiciona la unidad de todo fenómcno.
3. Análisis [enomenológico del Zeitobjekt y descubrimiento de la intimidad del paso en la inmanencia de la Zeitbewufstsein En 1905 la cuestión de la temporalidad de/fenómeno se convierte en la de1ftnómeno temporal como fenomenología de la conciencia íntima del tiempo. Toda conciencia es conciencia de algo y esta estructura intencional prohibe hablar por extenso de la conciencia sin experimentar la aparición de un objeto. ¿Cómo acceder al flujo a traoés de un ol¿;do? A través de un objeto temporal: al referirse al objeto temporal (Zeitobjckt), la intencionalidad coincide con la fluidez temporal de la conciencia misma como flujo. Al estar suspendido el tiempo objetivo,
"que la conciencia de un proceso sonoro, de una melodía que estoy escuchando muestre una sucesión, eso, para n'H'otros, es el objeto de una evidencia que hace CJue la duda y la negación, sean cuales sean, parezcan vacías de sentido,"!.
En la percepción de un objeto temporal, percepción de la duración y duración de la percepción "se pegan", en cierto modo, la una a la otra:
"l"'., e"id~nt~ qu~ la percepción de un objeto temporal comporta ella mi,ma la temporalidad, CJue la percepción de la duración presupone ella
misma una duración dc la percepción, que la percepción de una forma temporal cualquiera posee ella misma una forma temp()ral. Y ,i haccmas ahsrraccion de todas la, trascendcncias, la percepción C()n'>erva en todos sus constituyentes fcnornenclópicos su temporalidad fenomenológica, que pertenece a su esencia irreductible, [...] en análisis fenomenológico del tiempo no puede [...[esclarecer la constitución del tiempo 30 ú
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sin considerar la constitución de los obidos temporales" Entendemos por objetos temporales, en el sentido especial del término, objetos que no son sólo unidades en el tiempo, sino que tamhién conuenen ~n ellos mismos la extensión tempotaL'"
El análisis de la conciencia de tiempo es la cuestión del pasocomo tal. En efecto, Husserl descubre que el ahora es lo que pasa, que siempre ya c inmediatamente estápasando)' espasado: todavía presente,-J'a ha pasado (retención). Y al mismo tiempo ya es futuro (protención). Esta es la evidencia, e! datum fenomenológico que proporciona el análisis de! tiempo en la fenomenidad del objeto temporal. Este recién-pasado del ahora de un objeto temporal presente, que transcurre actualmente y percibido como tal, esta retención que Husserl llama también recuerdo primario, se opone al recuerdo secundario, que es el rcrrecuerdo de un objeto temporal gue ha cesado y que puedo recordar. Y esta diferencia radical entre la secundariedad del rerrecuerdo v la circunstancia primordial de la retención hace que para 1Iusserl ésta no tenga afortiori nada que ver con el ya-ahí, asociado más bien al recuerdo terciario u objetivo, al que Husserl denomina conciencia de imagen. Sin embargo, toda la crítica de Derrida y de Ricoeur, a saber, la precedencia de una síntesis pasiva, perturba el carácter estanco de esta oposición. Queremos demostrar que si esta crítica está justificada, el recuerdo primario no puede ser más opuesto al recuerdo terciario que al recuerdo secundario: e! ya-ahí como qué, el tercero histórico-mundano sería omstittaioo de una temporalidad que sale siempre ya de su estricta intimidad. El parágrafo 1 expone la necesidad de la reducción del tiempo objetivo para poder dar cuenta de la intimidad de la conciencia temporal al margen de toda psicología y de roda historia manteniéndose en la esfe30::!
ra de una percepción inmanente que puede ser absolutamente adecuada a su objeto. Hay que liberar del tiempo del mundo y de la duración cósica "el tiempo que aparece, la duración que aparece en tanto que tales, [...1 el tiempo inmanente del curso de la conciencia". La intimidad del tiempo re~peeto de la conciencia que se revela así en la fenomenología del objeto temporal es una "ausencia de intervalo": .,' Íntimo ~(inneres). En ese único adjenvo se conjugan el descubrimiento y la aporía de toda la fenomenología de la candencia del tiempo [... 1 (la lengua alemana expresa perfectamente, por medio del sustantivo compuesto 1'.átbewtlssfsúlI, la ausencia de intervalo entre conciencia y tiempo).'"
Si "miramos un trozo de tiza" después de "cenar los ojos y volverJos a abrir, tenemos dos percepciones" y tenemos que constatar que "en el objeto hay duración; en el fenómeno, cambio". Por el contrario, en el objeto temporal como, por ejemplo, la audición de una melodía, el cambio en la conciencia sólo puede ser el cambio en su objeto. Al tratarse de un objeto no temporal, sentimos "subjetivamente una sucesión temporal en la que, objetivamente, lo que hay que constatar es una coexistencia'". Al tratarse de un objeto temporal, elpaslJ de la conciencia es el del objaa. Los análisis sicológicos del tiempo no ven que
"del hecho de que la excitación [e-crema] dure no se deduce que la sensad'lll se sienta como teniendo una duradón, sino sólo que la sensaci,m rambién dura. Dutación de la sensación y sensación de la durapera pre-visora. P "Del fenómeno dd transcurso sabemos qu~ e8 una continuidad de mutaciones incesantes que forma una unidad indivisible: indivisible en fragmentos que podrían existir por dio> mismos e indivisible cn fa~es qUe podrían existir por ella, mi~ma" en puntos de la continuidad""
Lo que es cierto de los fragmentos y de las frases, ¿no lo es de los sonidos de la melodía en tanto que sorudos-de-Ia-me1odía?
"Los fragmentos, que separaremos por abstracción, sólo pueden exi8rir en e! conjullto de! transcurso, e igualmente las fases, los puntos de la continuidad de transcurso. [...) Esta continuidad [...[es inmutable en su forma. [...1 Igual que cada instante (1 cada lapso de tiempo) es di,tinto, por a"j decirlo, "individualmente", de cada uno de los orros, e igual que ninguno puede tener lugar do, veces del mismo modo ningún modo de transcurso puede tener lugar dos veces"
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En efecto, una conciencia de tiempo sólo puede tener lugar una sola vez y el enigma es, efectivamente, que la repetición de un mismo sonido ofrece cada vez una conacmia-de-sonido di[l'renle, pero este enigma de la repeti¡;¡"o'l/ precisamente no preocupa precisamente a Husserl, precúamente, para él '10 constituye un enigma. Yeso se debe a que la "individualidad", incluso entre comillas, contradice 10 que se acaba de decir, el "recién pasado" del razonamiento, como si sólo dándose la "individualidad" de antemano pudiera constituirse la temporalidad como proceso de individuación. Simondon centrará su crítica del concepto hilemórfica de individuo sobre este tipo de artificio.
"Los modos de transcurso de un objero temporal inmanente tienen un comi"nzo, un punto fuente, por así decirlo. E, el modo de transcurso pOI medio del cual el objeto inmanente empieza a ser. Fstá caracterizado como presente. [...J Cada fase ulterior de transcurso es ella misma una continuidad, y una continuidad en continuo crecimiento, una continuidad de pasados. Situemos frente a la continuidad de los modos de transcurso de la duración del objeto la continuidad de los modos de transcurso de cada punto ,l