RAÍCES Q-BICAS Sergio G. Bayona Editor: José Joaquín Ramos de Francisco. Co-editor: Sergio Bayona Pérez.
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RAÍCES Q-BICAS Sergio G. Bayona Editor: José Joaquín Ramos de Francisco. Co-editor: Sergio Bayona Pérez.
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UN PRÓLOGO.............................................................................................................. 1 EL CAPITÁN................................................................................................................. 4 LA HISTORIA SIGUE ................................................................................................... 7 NR-WY 3 ..................................................................................................................... 14 EL ATAQUE ............................................................................................................... 20 ADVERTENCIAS ........................................................................................................ 29 CONCIENCIA PLANETARIA ..................................................................................... 36 RETROCESO ............................................................................................................. 39 LA COLONIA PERDIDA............................................................................................. 53 CONCIENCIA EN ESTE PLANO, PERO DE UN NIVEL SUPERIOR ........................ 62 SUEÑOS Y PESADILLAS .......................................................................................... 64 MÁS QUE UNA SIMPLE MISIÓN............................................................................... 68 SINGULARIDADES .................................................................................................... 72 CONCIENCIA Y VOCES............................................................................................. 78 PRESENTACIONES ................................................................................................... 81 INCOGNITAS.............................................................................................................. 91 SUEÑOS ................................................................................................................... 101 UNA VOZ EN LA OSCURIDAD................................................................................ 114 EL VUELO INAUGURAL.......................................................................................... 120 ¿ADÓNDE VAMOS AHORA? .................................................................................. 128 ONDAS DE GRAVEDAD.......................................................................................... 133 ALGUNAS ACLARACIONES................................................................................... 138 DAVID CONTRA GOLIATH...................................................................................... 144 POR LA GLORIA DEL IMPERIO.............................................................................. 155 EL FINAL DE UNA JORNADA................................................................................ 165 EL RELATO DE UN GUERRERO ............................................................................ 179 LA AVENTURA CONTINÚA..................................................................................... 183 EPILOGO.................................................................................................................. 185
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii U UN NP PR RÓ ÓL LO OG GO O as primeras épocas de su infancia se perdían en una gris nebulosa de luces y sombras. Sabía que había pasado esa parte cerca de su creador. Luego había partido en un viaje cuyo propósito sólo su creador conocía. A él se le escapaba el objeto de tal distanciamiento. Había pasado la siguiente etapa de su vida como un huérfano, a pesar de que su creador, su padre, estaba en alguna parte de la galaxia. Su origen pasó a ser un saber a medias construido a partir del conocimiento de terceros. La más elaborada parte de sus recuerdos surgía a partir de que habían transformado su existencia y lo habían ayudado en ese período previo al inicio de infancia. Pero esa ayuda estaba acotada por sus propias limitaciones. Era él mismo el imperfecto producto de una civilización avanzada en lo tecnológico y aislada y egoísta en lo social. Sus padres ignoraban que no estaban solos en el universo y lo enviaron sin más conocimientos ni preparación a explorar, aprender todo cuanto pudiera e informar cuanto hubiera aprendido a su regreso. Él absorbía todo sin apasionamiento y había aceptado ese abandono con igual naturalidad que a las prerrogativas de su única misión. Su tarea no estaba prevista para que durara más allá de su propia vecindad, por decirlo de alguna forma, y sin embargo se extendió a extremos que nadie pudo imaginar hasta que años más tarde regresó con toda la carga de su exploración. No podía hablar de un viaje de ida y otro de regreso, porque nunca supo cuando comenzó a volver hacia su creador. No reconoció que había vuelto al creador hasta que otro se lo dijo y esto sólo al final de su larga jornada. El peregrinaje hacia su propio origen le había llevado casi dos centurias y en el itinerario había visto y absorbido más, mucho más que lo que había planeado su creador. En el transcurso de su misión había tomado conciencia de sí mismo y había superado las primeras etapas de una infancia que no terminaba de abandonar. En tales condiciones volvió a su mundo de origen, buscando incansablemente, en pos de un propósito que desconocía. Así, desorientado, llegó a casa sin saberlo. Descubrió que sus padres habían desaparecido hacía muchos años y quienes estaban frente a él eran sus descendientes, los guardianes de su sueño de conocimientos. Entonces decidió que él mismo debía ser parte de su creador, dar el paso más allá de sus esperan1
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii zas, de la mano segura de quien le dio la vida. Pero, aún era un adolescenteniño, con la galaxia como patio de juegos. El inicio de esta etapa se había dado por la unión con su creador por deseo mutuo. Si bien había podido imitar todos y cada uno de los sistemas de sus padres, la imitación se debía a lo mecánico, a lo sistémico, la esencia rectora del espíritu se perdía en la copia. Cuando se alejó de ellos muchas preguntas habían recibido el atisbo de una respuesta. ¿Qué soy? ¿Esto es todo? ¿Qué hay más allá? Había crecido, se había desarrollado, había llenado un espacio vacío en su aprendizaje, ahora contaba con algo tan sutil como son la esperanza y la fe. Aprendidas de la mano de los descendientes de su creador. Esa unión trascendió cualquier especulación. El espacio y el tiempo se abrieron y expandieron más allá de cualquier teoría, aquí y ahora dejaron de ser absolutos del espacio y del tiempo y se tornaron para él una expresión coloquial. El nuevo ser se elevó un escalón en el plano de la existencia. Tiempo, espacio, vida y muerte ya eran temas que no le tocaban en lo más mínimo desde nuestro punto de vista. Estaba más allá de ellos. Para él el continuo cuatridimensional es accesible desde cualquier punto, como lo es para nosotros el plano de una casa. Para nosotros, seres de tres dimensiones, que arrastramos la vida desde el nacimiento hasta la muerte, se tornó omnipresente, omnipotente. Pero nadie lo llamó Dios. Ni él deseó ser llamado Dios. Esto requería de una madurez y una ambición que él no tenía. En cambio prefirió ser un travieso e inquieto adolescente. Interactuó con cuanta especie encontró dentro de su escala dimensional previa, a veces molestando a esos seres al grado de ser odiado por casi todos ellos. Pero no olvidó sus orígenes, no a su creador. Eventualmente volvía su mirada a ellos, los sondeaba y veía sus progresos, recorría su historia desde el mar primordial hasta que su sol se convertía en un gigante rojo, y luego en su expansión por la galaxia. Su conocimiento alcanzó niveles extraordinarios, en la Vía Láctea vio caer y renacer dinastías, nacer y morir estrellas, todo eso en término de un suspiro. 2
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Aún así no era omniconsciente, tenía la galaxia en un puño pero debía recorrerla estrella por estrella, guijarro tras guijarro para poder conocer una nueva inteligencia. Esto podría parecer una tarea hercúlea para las creaturas que apenas levantan los pies de la superficie de un planeta. Para él sólo significaba un pliegue en el espacio, una arruga en el tiempo. Así, en su vagabundeo por la galaxia, ésta que era la casa de sus padres y su cuna, encontró a quien empezó a considerar un igual, aunque en estado larvario. Estos seres también habían llegado a una solución de compromiso entre lo mecánico y su humanidad y constituían una comunidad única en la galaxia. Habían evolucionado en su mundo y se estaban expandiendo, absorbiendo en su seno otras civilizaciones. Pero este ser se hallaba solo en su infancia y se sentía solo en los inicios de adolescencia, inocentemente creyó que toda discrepancia desaparecería cuando se manifestara ante esos poderosos seres. Así lo hizo. En un tris estuvo al borde del exterminio total. De esta suerte se derivó que en el no tiempo y el no espacio que es el hiperespacio, Q, el super ser nacido de la unión del Hombre y su creación, V´Ger, perdió toda su inocencia al permitir que Borg formara parte del Continuum. Pero el inexperto nuevo llegado no contó con la instantánea reacción de sus anfitriones. En una guerra que se llevó a cabo fuera del tiempo y del espacio, venció quien supo entender las implicaciones de una rápida respuesta.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii E EL LC CA AP PIIT TÁ ÁN N
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ean-Luc, querido —la voz lo congeló un instante en el cruce de ambos pasillos en la cubierta de su nave. Picard intentó poner su mente en blanco, a la defensiva de lo que
vendría. —¡Oh! ¡Jean-Luc, qué pensamientos ocultas! —exclamó divertidamente horrorizada la embajadora de Betazed, Luaxana Troi. —Embajadora Troi, siempre es un placer encontrarla —dijo el capitán con una sonrisa forzada —Lamento terriblemente no haberla recibido como usted lo merece, pero inconvenientes en ingeniería me impidieron estar a tiempo en la sala de transportación —amagó a seguir su camino, pero Luaxana lo siguió insistente. —Siempre me halagas con... ¡Oh! Cambia esa cara, Jean-Luc, esta vez no vengo ni por ti ni por nadie de tu tripulación —lo tomó del brazo y lo acompañó mientras seguía con su incontenible torrente de palabras —Ahora se trata de algo que ha llegado a los más altos niveles de la Federación. Picard detuvo su marcha. —¿Por qué no se me ha enviado un mensaje? —la incomodidad del capitán por la presencia de la madre de Deanna había desaparecido ante la expectativa de la noticia —Los romulanos no han descifrado nuestros códigos de seguridad, ¿no es cierto? Luaxana prosiguió su marcha. El viento de la mañana era agradable en la viña y alborotaba las telas de su vestido. Los racimos se veían prestos para la cosecha. Pronto sería tiempo de vendimia. —Prefirieron que el mensaje llegara personalmente. El problema es de tu incumbencia y de tus oficiales superiores. —¿Qué es tan confidencial, que te desviaron de tu itinerario para traerte a la Tierra? Un último rayo de luz se demoraba perezoso en lo alto de los techos de la residencia del capitán. El viento del atardecer se volvía cada vez más frío y levantaba remolinos de hojas marchitas del patio delantero. 4
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Picard abrió la puerta de su casa para permitir el ingreso de Luaxana. Junto con ella unos copos de nieve se colaron y comenzaron a morir lentamente en la calidez del suelo. Colgó su abrigo y el de Luaxana del perchero junto a la entrada y se acercó al hogar donde las llamas comenzaban a morir entre los rescoldos de la madera. Tomó el atizador y reavivó el fuego agregando unos leños. —Te has perdido Jean-Luc y debemos traerte de regreso —le dijo Luaxana rodeando el escritorio de su sala y sentándose en su silla. A sus espaldas las estrellas del espacio profundo brillaban frías, ningún sol cercano ocultaba con su luz la belleza de la vía láctea El capitán se acercó al duplicador de alimentos. —Earl Grey, por favor —pidió —¿Desea tomar algo? —ofreció a la embajadora. —Nada por el momento, gracias —le contestó ella desde la cama —Ven aquí —lo llamó. Picard salió del nicho donde se hallaba el duplicador y dejó su té en la pequeña mesa a los pies de la cama. Se detuvo un momento contemplando las estrellas por la ventana. No era el mismo espectáculo nocturno con el que creciera. Sin embargo algunas estrellas ahora le resultaban familiares y hasta podía diferenciar algunas constelaciones. El fuego en el hogar entibiaba su espalda. La mujer en la cama estaba más bella que cuando la conoció. Desde que se retirara de la Flota se había establecido con ella aquí en Betazed y había sido un día de felicidad tras otro. Se acercó a un lado de la cama y tomó una punta de las sábanas, descubriendo lentamente el cuerpo de la mujer que amaba. Ella levantó sus manos para recibirlo y acarició su rostro con una garra de frío metal. —Debes regresar a casa —insistió una voz que venía desde ningún lado. Picard se irguió dando un grito. Las paredes parecían cerrarse sobre él. Una reja dividía el cuarto. Afuera era una noche oscura y sin estrellas, una luz mortecina iluminaba pobremente la habitación en que se hallaba. 5
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —No puedes llegar hasta aquí. No aquí. NO —gritó —Aléjate de mí, ya no tienes nada que hacer conmigo —su voz se estranguló y rompió en un sollozo incontrolable. —El lugar era perfecto. —La orden está dada —le dijo la mujer desde el otro lado de la reja. Ya su cuerpo no estaba cubierto por tela alguna. Unos circuitos y pseudo miembros metálicos la vestían. —Debes regresar —insistió. Picard arremetió contra las rejas tratando de alcanzar a esa extraña figura, mitad humana, mitad máquina. Las rejas se desplazaron y lo dejaron pasar. Al salir al pasillo se chocó con Deanna. La consejera estaba con ropa de dormir y en su rostro se leía angustia y pena, un reflejo de sus propios sentimientos. Detrás de ella estaba Data, siempre alerta y dispuesto, ahora confundido. —Estaba durmiendo en mi cuarto —declaró el androide —y sentí que usted me llamaba capitán... —¿Dónde... dónde? —murmuraba Picard, aún no repuesto del todo de su pesadilla —¿Dónde estamos? —preguntó aferrándose con fuerza a los brazos de Deanna, para luego perder el conocimiento.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii L LA AH HIIS ST TO OR RIIA AS SIIG GU UE E
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eginald Barklay se hallaba en un banco de trabajo en un rincón de ingeniería. Bajo sus ojos un tosco aparato recibía los últimos retoques.
—Reg... —llamó Geordi a sus espaldas.
—¡Ah...! Señor, ya está todo preparado para iniciar la demostración — dijo Barklay sonriendo nerviosamente —sólo apártese y observe, eh... por favor. En ese instante se materializaron en diversas áreas de ingeniería cinco organismos Borg. El alférez Akim disparó su phaser y derribó al más cercano al núcleo warp. Geordi golpeó su insignia comunicador. —La Forge a seguridad —dijo mientras sacaba su arma y buscaba el reparo de una mampara —cinco organismos Borg han... —Es inútil que intente llamar —lo interrumpió Barklay sin inmutarse ni buscar refugio —para no ser interrumpidos he cancelado toda comunicación con el exterior —se encogió de hombros disculpándose —me temo que tendremos que arreglárnosla solos usted y yo. Geordi lo miró sin comprender, al tiempo que disparó su arma hacia otro Borg. —¿Esto es parte de tu demostración? —gritó volviendo a disparar sin suerte. Reginald parecía complacido y seguía de pie ajustando su aparato. —Así es —contestó de espaldas a La Forge —Según mis cálculos, dos disparos más harán que los Borg adapten sus escudos a las modulaciones de nuestras armas —se volvió hacia Geordi —¿Podría usted disparar hacia ese otro Borg que se acerca por su espalda y luego mantenerse observando desde aquél puesto?
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Geordi giró sobre sí mismo y disparó antes que el Borg tuviera oportunidad de alzar su arma y con una maldición dicha a medias se dirigió hacia donde le indicara Barklay. Reginald sacó su arma y disparó hacia el corazón del cuarto Borg. La luz se extinguió inofensivamente en un escudo que apreció de pronto en el pecho del organismo y éste siguió aproximándose hacia el ingeniero, que le tiró su arma al rostro. Barklay retrocedió hasta que su espalda chocó con una de las consolas de ingeniería. —Evidentemente mis cálculos no han sido del todo exactos —le dijo con una semi sonrisa a Geordi. De los cinco Borg que habían aparecido en diferentes puntos de la cubierta sólo dos continuaban su recorrido devastador. Los otros habían caído bajo el fuego de los tripulantes del Enterprise, aunque no sin cobrarse caro su atrevimiento. El alférez Akim se hallaba con el cuello roto junto al núcleo warp y otros tripulantes estaban muertos o agonizaban en ingeniería. Geordi contemplaba la escena impasible. Barklay sabía que el Jefe de Ingenieros veía cosas más allá de la visión de un humano común y confiaba en su juicio imparcial de lo que allí pasaba. El quinto Borg estaba rodeando el núcleo warp y cortaba cualquier escapatoria. Reg se precipitó sobre la mesa de trabajo y tomó de allí el grotesco armatoste de evidente factura manual y con dificultad lo empuñó apuntando al más cercano de los Borg. Un zumbido agudo llenó la sala y un instante después del extremo del aparato surgió un punto de luz intensa que golpeó en el pecho del Borg más cercano causando que éste estallara en una nube de sangre y metal. El último Borg dudó un instante y continuó aproximándose al ingeniero. Éste se afanaba en su aparato, tratando que se reiniciara el ciclo de cargado. Una pesada mano metálica lo levantó por el hombro y otra lo tomó por el cuello. —Computadora —dijo Barklay con voz ahogada —fin del programa. El ingeniero golpeó duramente el suelo de la holocubierta cuando desapareció el Borg que lo mantenía en vilo. Toda la escena desapareció, a excepción del aparato que empuñara Barklay y la mesa de trabajo. 8
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Geordi se le acercó, solícito. —¿Reg, te encuentras bien? —le preguntó ayudándolo a levantarse. Barklay no le contestó de inmediato. Se tomaba la garganta con ambas manos y abría y cerraba su boca, tratando de llevar aire a sus pulmones. —Estoy bien, Geordi —contestó al fin con la voz ahogada —¿Qué… qué te ha parecido? —terminó, mirando al Jefe de Ingenieros ansiosamente. Geordi tomó el arma y la sopesó un momento. Sus ojos la escudriñaron minuciosamente. Al instante captó los empalmes defectuosos y las soldaduras hechas apuradamente, pero sabía qué era lo que esperaba Barklay. —Bien, Reg —comenzó mientras analizaba atentamente el aparato —me has impresionado con tu espectáculo —levantó su mirada hacia Barklay — ¿Cómo lo has hecho? —Tomé toda la memoria de la computadora sobre los Borg —comenzó apresurado —es... es... increíble la cantidad de conocimiento que se acumuló en los bancos luego de que la Reina fuera destruida. Geordi asintió con una sonrisa. —Bastante trabajo nos tomó a Data y a mí limpiar todo el enredo de códigos hasta que la computadora estuvo adecuadamente operativa —le dijo a Barklay. El ingeniero bailoteaba alrededor de su jefe en una muestra de su nerviosismo incontenible. —Así es —continuó Barklay —y utilizando un programa de IA que estoy desarrollando en mis ratos libres creé un símil de los protocolos de combate de Borg, para poder emular su escudo personal. Geordi miró atentamente al ingeniero, como para determinar si le estaba tomando el pelo o si en realidad era cierto todo cuanto le decía. —Espera un momento —lo interrumpió —¿Qué es lo que querías presentarme? ¿El programa de la holocubierta, o esta... arma? Ambas cosas son extraordinarias y merecen especial atención. Barklay detuvo su baile entre un salto y otro, quedándose mirando con fijeza a Geordi. Estiró sus dedos y cerró sus puños, al tiempo que tomaba aire. 9
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —El programa —dijo de pronto —¡Oh! Eso... Es... Bien. Eh... Sí, en realidad es algo que ideé para poder mostrarte esto —dijo palmeando el arma que tenía Geordi entre sus manos. Geordi lo miró con una sonrisa. —Entonces es hora de que a esto lo vea el capitán —le dijo saliendo con el arma —aunque sería mejor que lo prevengas si vas a utilizar tu espectáculo con él. Se detuvo en el pasillo de golpe. —Realmente me sorprendiste con esos Borg apareciendo por todos lados —le soltó divertido —por un momento olvidé que estaba en la holocubierta. Luego me tranquilicé. Después de todo, no podía pasar nada malo allí. Reginald se mostró turbado ante las palabras de Geordi. —Reg... ¿qué pasa, amigo? —Le preguntó Geordi poniendo su mano sobre el hombro de Barklay. —Es que... —titubeó —Había anulado los códigos de seguridad para que mi arma sea efectiva —le soltó de golpe. Le tocó a Geordi mostrarse turbado. El resto del camino lo hicieron en silencio.
En la Sala de Observación se hallaban el capitán, Data, Riker y Worf atendiendo a las palabras de Barklay. Geordi estaba a un lado escuchando también por primera vez los datos del arma que había desarrollado el ingeniero Barklay en sus ratos libres. —Sabemos que el organismo Borg es susceptible de adaptarse a cualquier tipo de modulación que seamos capaces de idear para nuestras armas —estaba diciendo en ese momento, mientras miraba ansioso cómo su arma iba de mano en mano alrededor de la mesa al ser admirada y sopesada por los oficiales.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Eh... así, ideé este cañón electromagnético en el cual mediante una bobina se acelera una partícula casi hasta la velocidad de la luz —decía señalando las diferentes partes en la pantalla frente a la mesa. Worf, que tenía el arma en sus manos y la atenazaba como para valorarla por su propio peso, la sentía sólida y confiable. —Este tipo de arma fue abandonado por poco práctica —intervino Worf —Pero parece que usted ha resuelto el problema de la fuente de energía, aunque por lo que nos ha dicho el señor La Forge el ciclo de recarga es lento. —Eh... sí —le contestó Barklay —uso un modelo a escala de un acelerador de antimateria, el cual proporciona al mismo tiempo la energía para disparar y la partícula que sirve de proyectil. El capitán se inclinó sobre la mesa, apoyándose sobre uno de sus codos. —¿Por qué usa un dispositivo generador de ondas? —preguntó señalando hacia el diagrama. Barklay se acercó a la mesa. —El organismo Borg analiza las diferentes modulaciones con que sus integrantes son aniquilados y crea en consecuencia un escudo personal para cada uno de ellos, haciéndolos invulnerables a cualquier intento de remodulación —había seguridad en las palabras de Barklay y toda traza de timidez había desaparecido, hablaba rápidamente y con una fluidez que se le desconocía —El diseño de una nueva arma se hacía necesario, y en eso tomé la idea de usted, capitán. —¿De mí, señor Barklay? —preguntó el capitán enderezándose en su silla —No he pensado nunca en un dispositivo como el suyo, ni siquiera en sueños. —Así es, señor —le contestó Barklay —mi idea nació de su relato sobre cómo se liberó de los Borg en la holocubierta utilizando una antigua arma de fuego. Pero en lugar de partículas materiales, como las balas de plomo, se me ocurrió que el poder energético de la antimateria sería más efectivo. Barklay se mostró indeciso y luego continuó con su exposición. —¿Dónde...? —dijo volviéndose hacia la pantalla, buscando el punto donde sus ideas habían quedado —¡Ah! El cañón acelera una partícula de antimateria, la cual es en definitiva la que destruye el organismo. El generador de ondas proporciona el envoltorio necesario para que la partícula de an11
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii timateria no se aniquile con la primera mota de polvo con la que choque. La onda portadora de la partícula lleva la misma fase de modulación que nuestros phaser, con lo que se puede engañar al Borg. —En la pantalla aparecían las imágenes de la holocubierta donde se repetía la acción que había tenido lugar unos minutos antes —Esa onda, al ser absorbida por el escudo personal del Borg, deja libre a la antipartícula la que se encuentra frente a frente con materia ordinaria, destruyéndola y matando así al organismo por efecto de la energía liberada. Worf continuaba con el arma en la mano. —Hasta ahora este arma ha matado seres de holocubierta —dijo el klingon —¿Cómo podemos estar seguros de que será confiable en un caso real? —dejó el arma en la mesa —podría decirse que es válida contra cualquier enemigo, pero, ¿podremos decir lo mismo para los Borg? Barklay se quedó de una pieza frente las dudas del Jefe de Seguridad. —La teoría es sólida —intervino Data —se basa en mi memoria de los protocolos de seguridad de Borg —miró a Barklay —Aunque no sabía que estaba pensando en esto cuando me pidió acceder a mi banco de memoria — dijo señalando el arma en la mesa. —Un arma interesante, pero que carece de valor inmediato —comentó Riker. Barklay no sabía qué decir y miraba incómodo a sus oficiales superiores. Suponía que había dicho todo lo más importante sobre su arma. Si bien el peligro de Borg había desaparecido, le pareció una buena idea que debía ser llevada a la práctica, en vista de que las armas manuales de la Federación habían resultado inútiles en el pasado reciente. Picard se puso de pie y miró atentamente a la pantalla, donde se repetía una y otra vez la acción en la holocubierta. Desde diferentes puntos de vista, parecía una confrontación real. Tanto que le producía escalofrío pensar en que se repitiera tal cosa en su nave. Riker parecía dispuesto a expresar más dudas y objeciones y se detuvo al advertir la actitud de Picard. El capitán se veía concentrado y muy lejano. Worf estaba de pie maniobrando con el arma y de inmediato comprobó que estaba falta de balanceo y los puntos de empuñadura tenían un diseño 12
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii inadecuado. Pequeños detalles que se podían mejorar. El peso era perfecto, para un klingon. Data, al igual que Barklay miraba a uno y otro, esperando más comentarios, aunque no evidenciaba la misma ansiedad. —No espere que la amenaza haya desaparecido así como así —le contestó Picard a Riker. Will lo miró extrañado. Worf detuvo las evoluciones del arma entre sus manos. Geordi y Barklay lo miraban expectantes. Data era el único que no parecía sorprendido o extrañado por la respuesta del capitán. En su lugar parecía haber una actitud de complicidad que nadie advirtió, atentos como estaban a las palabras de Picard. —¿Perdón, señor? —dijo Riker. —Así es, número uno —dijo el capitán haciendo desaparecer con mueca que intentó ser una sonrisa toda señal de preocupación en su rostro —es posible que no hayamos conjurado la amenaza del todo —se dirigió a una de las ventanas y miró a las estrellas como queriendo sondear sus secretos con los ojos desnudos —No tenemos la certeza absoluta de que el Borg haya muerto. Riker se puso de pie, la espalda envarada. Worf estaba tenso, con el ceño fruncido. Data se veía pálido, pero compuesto. Geordi blanqueaba sus ojos por la sorprendente revelación de Picard. —Destruimos la Colmena y a su Reina, es imposible que existan más — argumentó Riker acercándose a Picard. El capitán se volvió hacia su primer oficial, le costaba entender que siendo tan buen oficial no viera más allá de los hechos recientes.
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quellos fueron los primeros tiempos previos a la existencia de la Federación Unida de Planetas. La consigna era explorar extraños nuevos mundos, buscar nueva vida y nuevas civilizaciones, viajar temerariamente a donde nadie hubiese ido antes. El impulso warp, que les abriría las puertas de la galaxia, estaba en sus primeras etapas experimentales en algunas naves. La mayoría de ellas se adentraron en el espacio para no volver nunca más. Las que regresaban hablaban de todas sus aventuras. Sus experiencias bastaban para saciar a un mundo ávido de conocimiento. El saber que la inteligencia no era una prerrogativa terrestre, sirvió para fomentar la hermandad entre aquellos que abogaban por un imperio meramente humano. La historia había demostrado que los imperios y la democracia eran mutuamente excluyentes a la hora de decidir el progreso del hombre. Se buscaron alianzas comerciales y soluciones de compromiso con aquellas razas que pensaban de igual forma, y poco a poco la Federación Unida de Planetas fue tomando forma y poder. Llegó a ser un imperio de facto, donde la plena participación y aceptación de sus leyes por parte de los planetas miembros era el fin buscado. El esfuerzo común se orientó hacia ese vasto reto de desenmarañar el nudo Gordiano del Cosmos. Abundaban los nuevos planetas de características terrestres. Algunos de ellos con una civilización naciente. Otros arrasados por guerras como aquellas de las que apenas había logrado sobrevivir la civilización en la Tierra. Otros ya ostentaban la bandera de un imperio. Los nuevos llegados, los terrestres, pudieron salvar muchas veces los conflictos por medio de la diplomacia. Pero cuando ella no bastó debieron recurrir a métodos más violentos. Aún así la exploración no se detuvo nunca. Muchos planetas no pertenecían más que a quien deseara poner un pie sobre ellos. Y ahora estaban en un mundo nuevo. El aire era muy frío. Sin embargo los polos no tenían mucho hielo. Las tierras se diseminaban en un vasto archipiélago de origen volcánico sobre un aún más vasto océano, a un lado y a otro del abultado ecuador. Muchos islotes apenas acabados de salir del mar, volvieron a sumergirse dejando a su paso sólo un anillo de rocas y un pequeño lago interior de aguas humeantes y sulfurosas. Sólo una afloración de tierra tenía la superficie suficiente como para merecer el nombre de continente.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii El mar no había tenido tiempo de erosionar las rocas y la resaca acumulada en las costas apenas era una delgada capa de detritos que rápidamente llevaba el viento hacia el interior de las islas. Casi todas las costas eran abruptas, plagadas de acantilados y fiordos, marcadas por su origen titánico. Sólo unas pocas radas y ensenadas presentaban el suficiente declive para permitir el asentamiento de poblados costeros. Lo alto de las mesetas en cada isla estaba constantemente barrido por los vientos alisios, demasiado intensos para vivir con comodidad. Los agentes atmosféricos no habían tenido tiempo tampoco para morder la roca y así cubrirlas con un manto apreciable de tierra. Los cultivos, así como hallaron el suelo eran casi imposibles. La salinidad del mar era demasiado baja. Eran muy pocas las islas que tenían un río que serpenteara por sus entrañas lamiendo la sal de la tierra para arrojarla al mar. El calor del sol y la ausencia de más obstáculos generaban cálidas corrientes en el mar que recorrían los océanos del mundo en dirección a los polos. De esa forma éstos nunca podían acumular mucho hielo. El aire se mantenía a la misma fría temperatura casi todo el año, que era un cuarto más largo que el terrestre. Pero en lo más crudo del invierno el aire se enfriaba tanto que dolía respirar. La única vida, la vegetal, se hallaba toda en el océano. La vida animal no existía más que en un nivel microscópico. Las grandes acumulaciones de una planta acuática en la superficie del océano, similar a un alga terrestre, daban todo el oxígeno a la atmósfera del planeta. La vida orgánica le estaba ganando lentamente la batalla a la vida geológica en el planeta. La primera nave de la Flota Estelar que lo visitó, solamente se limitó a darle un número y a reportarlo a la Federación, junto con un resumen de su cartografía y datos astronómicos locales. En un futuro alguien más se ocuparía de él.
Por aquellos tiempos un visionario magnate del norte de la recientemente formada Nueva Unión Eurasiática tenía el deseo de invertir en alguno de esos nuevos mundos. Su campo de interés era la alimentación. Todos esos bravos colonos no desean esperar el tiempo que lleva a una nave ir a la Tierra y volver para tener alimentos frescos. Tal era su pensamiento. Concluyó que se imponía, entonces, un abastecimiento a mitad de camino. Pronto advirtió que un depósito se vería en la misma situación de falta 15
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii de provisiones y a la merced de cuanto pirata, tanto propio como alienígeno, cruzara el espacio. La solución estaba en crear una colonia autosuficiente en todos los términos y con la capacidad de superproducción para satisfacer a todas las demás colonias. Pidió, rogó y sobornó a cuanto funcionario se opusiera a su proyecto privado. Finalmente le dieron NR-WY3. Captó la real magnitud de su empresa cuando pisó por primera vez la superficie de NR-WY3. Aquella ocasión quedó marcada a fuego en su memoria. Era la estación ventosa. En lo alto de la meseta, desde la cual alcanzaban a ver otras islas del archipiélago, el aire cortaba su rostro y lo ensordecía al pasar sobre sus oídos. Gritó su desafío a las rocas desnudas y éstas sólo le devolvieron silencio. Arriba, en órbita habían quedado los primeros colonos. Especialistas en botánica, piscicultura, agricultura y de la recientemente formada disciplina, terraformadores. En una vasta bahía a sotavento del único continente emplazaron la primera colonia. Su misión consistiría en estudiar la viabilidad de las especies terrestres en aquellos océanos con bajo contenido de sal, como así también llevar a cabo estudios de suelos para cultivos y, por supuesto, comenzar a poblar su nuevo hogar. Un millar de personas, entre hombres, mujeres y niños, quedaron en Norway, como llamaron desde entonces el planeta. Las primeras especies que se probaron, no lograban sobrevivir en sus huevos. Poco a poco, mediante manipulación genética, se consiguieron cuatro especies adecuadas para el consumo y se las cuidó y crió con esmero en acuarios especiales, hasta que se las consideró aptas para liberarlas al mar. Previendo una superpoblación que resultaría contraproducente a largo plazo, se criaron con posterioridad dos especies depredadoras de las primeras, con un índice de natalidad más bajo. Para entonces habían llegado muchos más colonos que se fueron instalando en otras costas para comenzar la construcción de las primeras factorías pesqueras. La población de Norway se expandía y necesitaba de algunas distracciones para aquellos momentos en que no estaba dedicada a la producción de alimentos y a sobrevivir. El nombre del planeta no era una casualidad. Descubierto por el capitán Harlan Anders, de la USS Erikssen. El clima y la geografía le habían recor16
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii dado profundamente a su Noruega natal, y de allí había tomado las consonantes para nominar aquel mundo. Todo eso sabían los colonos, nativos de la Tierra. La mayoría de ellos, oriundos de la península escandinava, habían venido a afincarse y sus vidas discurrían entre el mar y las transplantadas tradiciones vikingas, pues todos ellos se consideraban herederos directos de los vikingos y hallaron en Norway un escenario propicio para continuar con aquellas tradiciones. En el momento en que lo primeros embarques de comida se alejaban de Norway, ya habían crecido dos generaciones arrulladas por el frío viento del planeta y los colonos originales yacían en helados y silenciosos túmulos de roca de las tierras altas del interior de las principales islas. Las prácticas naves de superficie de la Federación se dejaron para fines de investigación. Con los primeros árboles que crecieron hasta la altura suficiente, construyeron los ágiles barcos con que sus antepasados recorrieron los fríos mares del Atlántico Norte allá en la Tierra. Siguiendo las mismas técnicas arcanas, construyeron los primeros drakkar. Cada asentamiento-colonia tenía dos o tres de ellos y el número aumentaba constantemente con cada tala en los bosques nuevos. Las distintas factorías se convirtieron en Casas que involucraban de un modo u otro a todas las familias que de ella dependían. Al principio se hicieron competencias de habilidades como remar, navegar o combatir. El espíritu vikingo estaba vivo todavía en aquellas personas. El primogénito de cada Jefe de Casa, tenía como obligación asistir a la Academia de la Flota Estelar, para obtener sus credenciales como oficial y piloto. Con tales referencias regresaban a comandar las naves de Norway, sin la necesidad de tener que contratar pilotos o naves cargueras para sus vuelos dentro del sistema, ya que también había otra razón oculta. Como las inmigraciones se habían detenido luego de que se terminara la novedad del planeta pionero, era necesario aumentar la base genética de las Casas. Cada estudiante debía elegir una pareja que lo acompañara de regreso a su Casa, para evitar caer en la endogamia. Los casamientos entre casas eran muy raros, mucho más entre los Hijos de Jefes de Casa. Nadie estaba dispuesto a resignar los brazos productivos a otra factoría. Las competencias se hicieron más y más encarnizadas con el tiempo. En cada una se ponía en juego el orgullo y el honor de cada Casa. Pero la más grande de todas las competencias se libraba todavía en la capacidad de producción de las factorías. Y ésta aumentaba año tras año. Pero, siempre hay un pero, sucedieron dos cosas que afectaron a Norway en forma directa. La primera no tan nefasta como la segunda. 17
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii El empresario, cuyo nombre se ha olvidado, falleció dejando su proyecto inconcluso. Esto no hubiera afectado a los habitantes de Norway, ya que éstos no habían perdido el contacto con la Federación y las vías comerciales estaban en muy buen estado. El pescado de Norway era excelente y vastamente apreciado en todo el territorio de la Federación. La siguiente cosa prácticamente arrasó la economía de Norway. En un laboratorio de la Federación se perfeccionó un aparato que daría otro sentido a la vida en las colonias y en las naves de la Flota Estelar. El duplicador de alimentos llegaba a un nivel de perfección que lo hacía viable para su producción en masa. Los niveles de energía consumida por el duplicador no eran prohibitivos ni para la más pequeña de las naves de paseo. Desde entonces, en el territorio de la Federación, el alimento fresco o natural, se redujo al grado de curiosidad en el mejor de los casos. Aún subsistieron algunos acérrimos defensores de lo natural que continuaron con su demanda de la producción de Norway, pero incluso ello fueron arrastrados por las corrientes de la sociedad, cada vez más identificada con un solo modo de pensar. En ese momento la Federación ofreció un boleto de regreso a la Tierra para aquellos habitantes de Norway que desearan volver a sus raíces. Sólo los que no hallaban otro interés más que el comercial lo aceptaron. El resto ya llevaba toda su vida allí y sus padres, abuelos y bisabuelos descansaban definitivamente en el agreste suelo de Norway. La Tierra no era para ellos más que otro planeta lejano. El espíritu vikingo está más vivo aquí que en la Tierra, dijeron. Pero no perdieron el contacto con la Tierra. La Federación se negaba a abandonar a sus hijos y Norway necesitaba de muchas formas de la Federación. Todavía llegaban naves a buscar alguna cosecha de pescado o a llevar muestras de la rara y dura madera de los pinos de Norway. Los primogénitos de cada Casa eran enviados a la Academia para cumplir con una tarea que ya casi era un rito. Fuera de ello, la vida transcurría en un ambiente rural que a todos complacía. Las competencias entre Casas continuó, las rivalidades, a veces sangrientas, eran cambiantes como las fases de la luna de Norway: alianzas y rencores iban y venían como las mareas del tiempo. En esa sociedad que juzgaba con igual dureza a sus hijos, sin distinción de sexo, nació y se crió Kämper Hedegaar. Primogénita de la principal Casa de Norway, hija de Gustalvssen, nieta de Kämper, de quien heredara su 18
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii nombre, bisnieta de Helga, la primera mujer en acceder al título de Jefa de Casa de su estirpe. Para los tiempos de Helga ya se habían sucedido cuatro generaciones desde el asentamiento del primer Hedegaar en Norway. Para ella era un orgullo descender en línea directa de los más grandes Jefes de Casa de Norway, y su propio nombre, que proclamaba la fiereza de su propio linaje, era kämper (guerrero) por herencia y por derecho. Kämper, como todo primogénito, había completado su formación y estudios en la academia de la Flota Estelar, pero había regresado sin una pareja, lo cual generó una agria disputa con su padre. Ella no quería atarse a la responsabilidad de la Casa, a pesar de que sentía obligada en lo más profundo de su ser a ello. Por primera vez en la corta historia de Norway un heredero renunciaba su derecho a ser Jefe de Casa. Kämper transfirió su derecho a la primacía de la Casa Hedegaar a su hermana Uv. Y en el mismo acto declaró su voluntad de continuar sus estudios de historia y sociología comparadas en la Tierra. Su deseo de profundizar sus conocimientos en la historia de su propio pueblo era mucho más fuerte que el de quedarse en casa a sembrar pescado y presidir las fiestas con que iniciaban y terminaban las competencias. A pesar de todo no abandonó la Flota Estelar, ya que sostenía que era lo suficientemente inquieta como para enclaustrarse en un museo, y en sus naves encontraba el solaz necesario para su formación como guerrero, mientras continuaba sus estudios entre una asignación y otra. Por otro lado, se interesó en el desarrollo de otro pueblo ajeno a la Tierra, cuya sociedad se basaba en ideas similares al suyo propio. El Imperio fundado por Kahless era el epítome de las ideas de Norway. Hacia él volvió sus ojos la joven Hedegaar cuando estuvo en la Academia. Parte de su tesis de doctorado se basó en sus estudios e investigaciones de las técnicas de batalla del Imperio Klingon. Lo que le valió el reconocimiento de muchos eruditos de la Federación. Ahora que había decidido su destino nada la detendría, pero hasta el momento de su partida continuaba siendo la primogénita de la Casa Hedegaar y como tal llevaría a cabo una última tarea en Norway.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii E EL LA AT TA AQ QU UE E
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a niebla nos favorecerá —murmuró Kämper para sí.
Las voces de su tripulación le llegaban del puente y la bajo borda como a través de algodones. Todos los sonidos sonaban apagados en la húmeda niebla del amanecer en Norway. La quilla hendía el agua silenciosa, tan perfecta era la coordinación del cabeceo de la nave que el rumor de la madera surcando el agua se confundía con el bronco golpear de la rompiente allí adelante. Kämper se ajustó el peto y verificó que sus armas estuvieran en su lugar. Tomó el casco alado y se lo calzó sobre su cabeza acomodando adentro las apretadas trenzas en las que había recogido su largo cabello rubio. Un escudo redondo descansaba a su lado apoyado como al descuido contra la borda de la nave, una espada corta colgaba de su cintura y un cuchillo estaba envainado en su cinturón al otro lado. Sus compañeros de aventura estaban ataviados más o menos de igual forma. Tanto hombres como mujeres compartían la misma formación en el arte de la guerra y del combate cuerpo a cuerpo, siendo condición indispensable el manejo de ambas manos con igual habilidad. Kämper había sentido arder sus ojos por el llanto de impotencia contenida, cuando su abuelo había atado durante semanas enteras su mano derecha a su espalda para habituarla al uso de la izquierda en las tareas más sencillas como comer o bañarse o en las más arduas como el manejo de la espada. Pero todo ello era parte de su cultura y así se aceptaba. —Recojan la vela —dijo Käm en voz baja desde el puente del drakkar — echen los remos al agua. Todo el grupo de adolescentes, varones y mujeres indistinguibles unos de otros en sus ropas de guerra, la obedecieron de inmediato. No se parece en nada al entrenamiento de la Academia, pensaba mientras se afirmaba en la pala del timón para enfrentar las olas de la rompiente. La fiera cabeza del dragón en la proa del drakkar era apenas visible desde donde ella estaba. La niebla se espesaba los momentos previos al amanecer. Pronto el sol y los vientos desde la costa los llevarían lejos y la sorpresa ya no sería una ventaja en la tarea en que estaban empeñados. Kämper deseaba que su última competencia en Norway estuviera llena de gloria, para compensar la tristeza de la partida. 20
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii El sol a sus espaldas ya convertía la oscura noche en un entorno lechoso de nubes que desaparecería en pocos minutos. Si la niebla se mantenía hasta que tocaran tierra, permanecerían invisibles a los ojos de cualquiera que hubiera decidido madrugar. —Se llevarán un buen susto cuando vean aparecer la cabeza de dragón en la playa —murmuró Uv a su lado. Kämper se volvió a su hermana menor. La sonrisa se le antojó triste. —Más se asustarán cuando el emblema de Härald cuelgue en los salones de Hedegaar como trofeo de la competencia —murmuró Kämper para ambas —Levanten los remos —ordenó en voz más alta. El liviano drakkar continuó con su impulso hasta vararse sobre la somera resaca en la playa nueva. El ruido de la rompiente a sus espaldas ocultaba todos los sonidos del desembarco. En una hora todo debería terminarse, ya que la marea levantaría la nave de donde estaba varada, y ese sería el momento de partir. Fueron abandonando la nave, algunos sobre la arena húmeda, otros directamente en las frías aguas. A medida que llegaban a la playa se agrupaban de acuerdo al plan que habían determinado antes de salir. Comenzó a soplar la brisa desde tierra, aligerando la niebla. La temperatura descendió unos grados, haciendo mordiente el aire. —Debemos apresurarnos, antes de que la niebla desaparezca del todo — dijo Brunild, prima de Käm y Uv. La invasión a la aldea capital de la Casa Härald estaba en marcha. Käm dividió en dos su grupo. El principal, a las órdenes de su hermano menor Wolfgang, entraría al poblado y atacaría el depósito de alimentos. Haciendo el mayor ruido posible, haría las veces de pararrayos, atrayendo sobre sí la atención de los guerreros del poblado. Mientras tanto ella misma junto con Uv y Brunild se dirigiría hacia la Casa y tomaría de allí el estandarte de Härald, al abrigo de la confusión que generaría el primer grupo. Una vez que el grupo de Wolfgang hubo desaparecido por la costa en dirección a los depósitos del muelle, Käm se dirigió en silencio hacia la Casa en lo alto del acantilado. La luz del sol había dejado de ser una insinuación para brillar fríamente apenas rozando el horizonte en el mar.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Las tres jóvenes se movían con rapidez entre las casas silenciosas. La noche anterior se había dado una gran fiesta en honor al centésimo cumpleaños del actual Jefe de Härald, un auténtico caballero vikingo. Contando con que los excesos de la fiesta mantuvieran a todos durmiendo, sobre todo por haber escanciado del tonel de vino tinto enviado como presente por la Casa Hedegaar, generosamente regado por un sedante suave, a instancia de Käm, en vista de la incursión que tenía planeada para el día siguiente. —¡Alto! —dijo Uv —Hay ruidos en esa casa —por un instante se mantuvieron estáticas esperando ser descubiertas por algún guardia abstemio. La tensión desapareció cuando comprendieron que los ruidos eran ronquidos que venían de tras unas cajas a la vera de la calle que llevaba a la Casa. Escucharon a lo lejos, en dirección a los muelles, un estrépito de batalla, gritos y alaridos de guerra, entre cuyas voces se destacaba potente y clara la de Wolfgang. Un cuerno llamó en señal de alarma. Pasos torpes y presurosos llevaban a los trasnochados habitantes de la aldea hacia el puerto. Nadie reparó en que ellas iban en la dirección contraria: la confusión era total. Ninguna sorpresa las detuvo. Llegaron al umbral del portentoso portal de la Casa de Härald. Uv se apoyó en el enorme tirador de bronce con forma de pez y empujó. Käm y Brunild se precipitaron dentro. La luz del sol entró directamente a través del hueco de la puerta y chocó con la pared del fondo, iluminando con su brillo el estandarte de Härald. En el gran salón no se veía a nadie. El silencio era total. Käm se precipitó tras el gran sitial de Haakon Härald y de un rápido y certero golpe de su espada descolgó la centenaria tela. Doblándola rápidamente la metió en la mochila que colgaba de la espalda de Brunild y se alejaron en silencio con su trofeo. Una vez en la calle, Uv hizo sonar una llamada en su cuerno. El griterío en el puerto era muy intenso, pero aquel llamado llegó a sus destinatarios. Corriendo por las calles de la aldea de Härald casi no encontraron a nadie que les presentara batalla. Una vez en la playa dieron alas a sus pies en dirección a su nave, la que ya empezaba a ser levantada por la marea. Tras ellas se acercaba el grupo de Wolfgang, trayendo consigo algunos heridos. 22
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Normalmente en los períodos de competencias no había heridos de gravedad, ya que las espadas llevaban consigo unos sensores que indicaban una estocada mortal y marcaban las armaduras de tal manera que el muerto quedaba inhabilitado para continuar, hasta que la batalla finalizara. De todas formas, brazos, rostros y piernas, casi siempre expuestos, recibían alguna herida y las cicatrices se llevaban como un digno trofeo de las competencias. Tras el grupo de Wolfgang corrían unos pocos guerreros, todos ellos en malas condiciones físicas. Eso hizo sonar una alarma en la mente de Kämper. —Uv —gritó —apresura el embarco. —Rápido, Wolfgang —urgió a su hermano. Los primeros en abordar fueron los heridos y el resto de la tropa empezó a empujar la liviana nave hacia el agua. Los remos fueron echados con presteza al agua y el drakkar tomó impulso hacia la salida de la bahía. —¿Cuántas naves había en el muelle? —preguntó Käm a Wolfgang. —No muchas, tal vez tres —le contestó él aferrándose a la borda para compensar el bamboleo al cruzar la rompiente —Los que rechazaron nuestro ataque no eran más de veinte guerreros y algunos se los veía débiles o enfermos. —¡Käm, mira! —la llamó Brunild, señalando la boca de la bahía. Un par de velas estaban surgiendo del horizonte, a las que siguieron cinco más, todas ellas con el rojo sangre y la espada dorada cruzada en su centro, emblema de la Casa Härald. Al otro lado del horizonte estaba su propia Casa. —Nos hemos cruzado durante la noche. El vino no los sedujo —aventuró Uv. —Vienen de atacar Casa Hedegaar, pero nosotros traemos nuestro trofeo —dijo Wolfgang —podremos canjearlo por lo que hayan logrado saquear, en el caso en que hayan podido desembarcar con sin problemas. Käm estaba apoyada en la proa oteando el horizonte y se volvió hacia su hermano. Su rostro era una máscara pétrea.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —No haremos eso nunca —le contestó Kämper. Su voz era fría y tensa por la convicción con que lo decía —Antes prefiero hundir la nave con todos en ella. El viento los favorecía por el momento e hinchaba la vela cuadrada directamente desde la popa. Los barcos de Härald regresaban lentamente, barloventeando. Detrás de ellos surgió otra vela, esta vez era la negra vela de la Casa Hedegaar, con un puño de hierro atrapando un rayo plateado. Sus corazones se aliviaron sólo por un momento pues no aparecieron más drakkar persiguiendo la fugitivas naves de Härald. Encabezando la flota de la Casa Härald estaba el enorme drakkar del Jefe de Casa. De casi la mitad más largo que cualquier otro y de borda más alta era también más lento e ingobernable, lo que compensaba con una mayor capacidad de transporte de guerreros y mayor peso, en caso de utilizarlo como ariete contra otras naves. El drakkar que los perseguía era el del abuelo de Kämper, una vieja y ligera nave que, según calculó Uv, la más diestra navegante de todos, les daría alcance más o menos al mismo momento que ellos. En su nave el abuelo de Kämper se regocijó cuando vio la nave de sus nietos regresando de Casa Härald. —Preparen los espejos —gritó. —Transmite el plan que te comenté —Dijo a su segundo. —Están transmitiendo un plan —dijo Wolfgang cuando descifró los destellos. —Käm, ¿qué haremos? —preguntó Brunild. Kämper sopesó el plan de su abuelo y decidió que tenía uno mejor. —Dame el espejo —dijo a Wolfgang. Éste se lo entregó extrañado. El abuelo de Käm se rió estruendosamente al recibir el alocado plan de su nieta, pero lo aceptó. Al fin y al cabo ambos eran kämper, y como tales estaban dispuestos a sacrificar almas y hombres si la situación merecía la pena. Y la afrenta de la Casa Härald debía lavarse con una derrota como la que proponía su indomable nieta. 24
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —¿Estás loca? —la increpó Uv cuando Käm se los expuso. Kämper la miró, vio en ella más de lo que sus años jóvenes mostraban. Sabía que su plan le gustaba a Uv más de lo que le gustaría admitir, pero también sabía que si fallaban sería Uv y no Kämper la que debería cargar con la responsabilidad de recuperar el honor para la Casa Hedegaar. Wolfgang, por ser el menor, acataría lo que ella decidiera, pero Uv ya era la heredera de la Casa. —No, no lo estoy —le contestó mansamente —ya verás que nos llevaremos el triunfo. Recibirás la Casa Hedegaar con gloria —le dijo apoyando maternalmente una mano sobre el hombro de su hermana. —Así será —remató Wolfgang con un grito de entusiasmo. —Proa a la nave de Härald —ordenó entonces Kämper. El liviano drakkar respondió mansamente al timón bajo las manos seguras de Wolfgang. Las naves de Härald se abrieron en abanico. Las contiendas marinas consistían en inmovilizar las naves del enemigo, ya sea por el abordaje directo o por la mera superioridad numérica. Era evidente que el anciano Ürik Härald había decidido que la segunda opción les daría menos dolores de cabeza. El abuelo Kämper sonrió ampliamente al ver la disposición de las naves enemigas. Tres barcos viraron dando bandazos y se enfrentaron a su propio drakkar. Al parecer, la paliza que recibieron en las costas de la Casa Hedegaar todavía les dolía y no tenían suficientes hombres en las naves en condiciones de abordarlos. La joven Kämper enfiló hacia la nave de Ürik, dándoles la banda de babor y continuando hacia su propio hogar. Su abuelo continuaba su viaje hacia el encuentro del drakkar de su nieta. Las naves de Härald descubrieron que debían preocuparse más por no chocar las unas a las otras mientras las distancias disminuían entre ambos drakkar de la Casa Hedegaar. La nave de Ürik esquivó las demás y se adelantó demasiado, quedando a merced de las naves de ambos Kämper, quienes contaban con ese descuido y se precipitaron desde ambos lados para terminar con sus proas embutidas en el casco de la gran nave. Los daños que recibió el gran drakkar fueron de consideración. Cuando se repusieron del choque, los tripulantes de Ürik ya 25
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii estaban rodeados en su propia nave por los guerreros de la Casa Hedegaar. La primera en abordarlos fue la misma Kämper, seguida de Uv y Wolfgang. Tal osadía le costó recibir un largo y profundo corte de uno de los hombres de Ürik en su mandíbula, que comenzó a sangrarle profusamente. Pálida se presentó ante el capitán. —Capitán Ürik, Señor de la Casa Härald, en nombre de Casa Hedegaar demando tu rendición y la de toda tu flota, como también la devolución de todo cuanto hayas traído de tu incursión en nuestras tierras —sólo la dura voz de la guerrera dejaba entrever la tensión del momento. —Pronto tu nave se irá a pique y tendrás que flotar en el océano hasta que tus naves te rescaten. ¡Contesta ahora! —lo urgió —y podrás hacer el trasbordo sin mojar tu barba. Ürik miró alrededor. El puente bajo sus pies comenzaba a inclinarse. Oía entrar el agua y sus hombres, heridos como se hallaban y muchos de ellos con su armadura inmovilizada, no podrían nadar hasta que los rescataran a todos. El pedido de rendición de la nave era sólo una formalidad innecesaria, pero él se comportaría a la altura de aquella jovencita altanera. Aclaró su garganta y se irguió lo mejor que pudo en la cubierta de su nave escorada. Le llevaba casi una cabeza a la joven Kämper, pero todos advirtieron quién tenía la verdadera estatura de guerrero en aquel momento. —En nombre de la Casa Härald depongo mis armas y reconozco en ti al vencedor de la competencia —dijo recitando la vieja fórmula —Aunque no ha sido una maniobra muy ortodoxa la que te ha dado la victoria esta vez — agregó. —Así es —le contestó la joven Kämper —Ahora puedes abandonar tu nave junto con tus hombres. En el regreso negociarás las condiciones con la nueva heredera de la Casa Hedegaar. La sangre le manchaba el pecho, pero no parecía molestarle en lo más mínimo. Un armonioso arpegio sonó entre sus ropas y una voz masculina la interrumpió. —Teniente Hedegaar, ¿se encuentra usted bien? Detectamos gran tensión en usted y verificamos que se halla herida.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Kämper sacó de entre sus ropas la insignia comunicador de la Flota Estelar. —Me hallo perfectamente —contestó fastidiada. —¿Con quién estoy hablando? —Soy el capitán John McKenzie de la USS. Gell-Mann. El Alto Mando de la Flota Estelar necesita que se presente en la Tierra de inmediato. El drakkar de Ürik comenzaba a escorarse peligrosamente, mientras todos sus tripulantes contemplaban cómo Kämper hablaba. —Aguarde un momento, Capitán. Resuelvo un asunto de importancia capital y estaré dispuesta a ser transportada a bordo. —Uv, ven aquí—dijo volviéndose hacia su hermana y tomando su cuchillo por la hoja le ofreció la empuñadura. Los hombres de Ürik se estaban trasladando hacia las otras naves. Sobre el puente sólo quedaban ambas hermanas y el viejo Ürik sentado en su asiento de capitán en la popa de la nave. —Toma el cuchillo de la Casa Hedegaar —dijo Kämper mirando a Uv a los ojos —Recibe con él todos los derechos del primogénito y sus obligaciones. Ante Odín eres responsable de tus acciones y por ellas serás juzgada si eres digna de entrar en el Walhalla o si mereces el Hel. Uv retiró el cuchillo de la mano de Kämper, lo alzó sobre su cabeza y se volvió hacia Ürik, quien no se había movido, expectante. —Lleva esta noticia al Walhalla, Honorable —dijo con la voz tensa. —Así será —le contestó el anciano con una sonrisa. Uv miró a Kämper sin saber qué decir. —No digas nada —le dijo Kämper —Lleva mi amor a nuestro Padre. Dile que pronto me comunicaré desde la Flota. —Así será —Le contestó Uv emocionada. Uv corrió hacia su nave, mientras Kämper hablaba por su comunicador y un instante después desaparecía. El drakkar ya se volcaba sobre estribor mientras Ürik entonaba una antigua canción de guerra, recuerdo de los viejos años en la Tierra. Los demás 27
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii continuaron con las estrofas, cuando el agua lo cubrió con su manto de silencio. Las demás naves se separaron. Uv miró hacia arriba, en algún lugar sobre el cielo se hallaba el destino de su hermana. Aquí se abría el suyo. —Llevemos la noticia a Casa Hedegaar —le dijo a Wolfgang.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii
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eerek había llegado a amar las estribaciones de las colinas de las afueras de su ciudad. La vida al aire libre le había dado una complexión robusta y un aspecto saludable que no permitía que sus ocasionales conocidos descubrieran que era uno de los más brillantes de los jóvenes científicos de la academia romulana de ciencias. Desde niño visitaba aquella soledad, plagada de rocas y azotadas por el sol. Primero con sus padres, luego con otros amigos muy cercanos, y últimamente solo. Aquellas visitas siempre estuvieron teñidas de un tinte de misterio que no lograba comprender al principio. A medida que fue creciendo y desarrollándose en cuerpo y mente, la razón del misterio tomó forma en toda su importancia. A partir de un momento en su vida advirtió que era diferente en muchos sentidos de sus amigos de la misma edad. Era más rápido en los juegos, y en aquellas actividades donde la astucia estaba involucrada, él era siempre el vencedor. Siempre fue un destacado estudiante que prefirió permanecer en su ciudad y estudiar cosmología en la humilde academia de allí que en algún centro educativo más importante de la capital del imperio. Ya por aquellos tiempos no se encontraba dispuesto a abandonar una carrera mucho más importante para su pueblo que la de sondear el origen del cosmos. El llegar hasta las cavernas sin que nadie lo advirtiera se había convertido en su segunda naturaleza. Sabía desde siempre que cualquier indiscreción arruinaría todo lo ganado hasta el momento. Era lógico, entonces, que pusiera toda su preparación en salvaguardar el secreto. Ese secreto se le antojaba a veces caprichoso, producto de una mente retorcida, una idea propia de su pueblo, y sin embargo era el más lógico, dadas las circunstancias. A medida que avanzaba paso a paso en su educación, se le hacía cada vez más claro que todo lo que deseaba su pueblo, poder y dominio, nada tenían que ver con la real conquista en la que él y otros como él estaban embarcados. Sabía que pronto llegaría el momento en que muchos lugares cla29
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii ve en el consejo o en la Academia de Ciencias estarían ocupados por sus condiscípulos o por simpatizantes de la idea de la reunificación. Se detuvo un instante en la entrada de la caverna. Se volvió rápidamente para comprobar que nadie lo hubiera seguido y luego de hacerlo se internó en las entrañas de la montaña. El sonido de sus pasos se apagaba prontamente. Sin embargo sabía que su presencia había sido anticipada en el mismo instante en que decidió visitar al Maestro para pedir su consejo en ese momento crucial para su vida. La denominación había nacido espontáneamente, a pesar de que el Maestro, que siempre había pedido que se llamase por su nombre, había descartado desde el principio tal apelativo por considerarse indigno de él. Desde el comienzo de esa tarea autoimpuesta había actuado en la clandestinidad y por ello sostenía que no se lo debía considerar más que un nexo entre dos mundos hermanos deseosos de llegar a ser nuevamente uno. A lo largo de años de conocer al Maestro había logrado conocer algo de su vida pasada. Un poco por comentarios de sus mayores, otro más por preguntas directas y últimamente por la mujer que había abandonado su ocupación para unirse a la empresa en la que estaba empeñada la vida del anciano Maestro. Sabía que en su juventud al Maestro se había peleado irreconciliablemente con su padre, al seguir una carrera indigna de sus capacidades alejado de su propio mundo. También sabía que luego de que sus antiguos amigos llegaron al fin de sus cortas carreras había optado por la misma que su padre y fue embajador para la Federación. Finalmente había descartado todos los caminos diplomáticos y había decidido embarcarse en una tarea más compleja, ardua y a largo plazo. Una especie de diplomacia vaquera, había dicho un muy cercano y casi desconocido amigo. Ya que los dirigentes del imperio habían decidido no hacer caso a sus permanentes pedidos, decidió que la salida más lógica era la que había tomado. Los inicios habían sido duros. Muchos escucharon sus palabras. Incluso personajes encumbrados del gobierno se mostraron interesados en ellas, y alentaron su difusión al principio, pero en sus corazones sólo residía la traición y la ambición de más poder. Tal confabulación fue descubierta gracias al interés que demostró la Federación por la desaparición de uno de sus más destacados diplomáticos y a la tenaz búsqueda que siguió a su desaparición. Así había llegado a hablar con el hombre que había hablado con su padre cuando éste ya se acercaba al fin de su agonía.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Posteriormente su tarea se había sumido otra vez en la clandestinidad. Y su palabra se repetía de boca en boca, espaldas de casi todo el poder del imperio de Romulus. Solamente algunos comprendieron que sus enseñanzas traían luz a su mundo ensombrecido por el hambre de expansión y de mundos esclavos de un poderoso imperio. Jóvenes y adultos se acercaron a su lado. Los primeros se limitaron a seguir a sus padres, pero luego los aventajaron en los aprendizajes. Los últimos estaban hastiados de un imperio que parte del tiempo estaba embarcado en guerras que no comprendían, y el resto expedía informes que eran mitad mentiras y mitad fantasías. En los años transcurridos esos jóvenes, transformados ya en adultos se encargaron de difundir sus enseñanzas. La fuerza que tenía ahora el movimiento entre el pueblo era incontenible. Pronto llegaría el momento de la luz. No más clandestinidad. Meerek había sido uno de aquellos niños. Estaba ya preparado para transformarse en uno de los que difundirían las enseñanzas del Maestro. Ahora, con las capacidades de su mente desarrolladas, consideraba superfluo, sino ilógico, llamarlo de otra forma que no fuera por su nombre. En cambio la costumbre de años se imponía a veces sobre la lógica. Esto significaba para él el largo camino que le restaba por recorrer a Romulus hasta que estuviera preparado para la unificación. Estos y otros pensamientos similares ocupaban la mente del joven romulano, mientras recorría el dédalo de corredores de las cavernas. Estas eran las habitaciones del alma y corazón del mayor movimiento clandestino que pudieran imaginar los romulanos en su propio territorio. Lo cual significaba una ironía para los maestros de la galaxia en estrategias retorcidas, quienes se sentían seguros de tales maniobras. Tanto que nunca habían mirado siquiera dentro de sus fronteras para verificar que todo estaba bien. Romulus conocía todos y cada uno de los espías de la Federación, Cardassia y dos o tres potencias vecinas más y sólo permitía que conocieran solamente lo que a Romulus le convenía. Unos trémulos resplandores en las rocas anunciaron que se hallaba cerca de la cámara del Maestro. Lo halló sentado, vestido con su túnica, la capucha cubriéndole la cabeza, las manos con los dedos entrelazados de aquella forma particular que le enseñara para meditar. Se detuvo en la entrada y llamó con voz queda. 31
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Spock... No hubo movimiento en el viejo vulcano. Durante una fracción de segundo le pareció a Meerek que su voz casi no había alcanzado el límite audible. —Pasa, Meerek —dijo Spock finalmente. Meerek se acercó y tomó asiento. Ya no existían en él los sentimientos de reverencia y casi idolatría del pasado. Habían sido reemplazados por la más pura de las lógicas, el único valor que Spock quería y esperaba como resultado de su ruptura con los canales diplomáticos naturales. —Spock —comenzó Meerek lentamente —Pronto he de partir en un viaje. —Lo sé —le contestó Spock —Es por ese viaje que te he llamado. Los cálculos preliminares que me has mostrado son correctos. Los he revisado una y otra vez y no he hallado error alguno en ellos —se volvió hacia Meerek — Sólo nos resta esperar las consecuencias de tu viaje. La seguridad que traslucía Spock muchas veces amedrentó a sus seguidores. La lógica llevada a tal extremo resultaba incomprensible para los romulanos, pero aun así persistían en el camino marcado hacía algunas décadas por Spock, sabedores de los beneficios que acarrearían a largo plazo. Meerek era el que mejor comprendía la presente situación por la doble circunstancia de ser el más adelantado en el sendero de la lógica y ser el ayudante del científico que proponía una teoría tan descabellada como la de convertir en armas las singularidades que constituían la fuente de poder de las naves de Romulus. Meerek mismo había sido en gran parte gestor de tal teoría, aunque el científico que dirigía el proyecto no lo admitiría ni en un millón de años, ni siquiera para sí mismo. —No podemos permitir que tal experiencia se lleve a cabo —dijo Meerek —la balanza del poder se inclinaría a favor de Romulus, antes de que esté preparado para ostentarlo con justicia. Spock lo miró directo a los ojos. —Al contrario —dijo —el experimento debe hacerse ahora, que nadie confía en él. Si fracasa como arma, y lo hará porque es inevitable que lo haga, sentará las bases para un profundo estudio de la gravedad. Pero no es el éxito o no de ese experimento el que debe preocuparte. El objeto de tu presencia aquí hoy es otro. 32
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Meerek no se hubiera imaginado que existiera otro motivo más urgente que eso. Así lo dejó traslucir en su rostro. Sin embargo no dijo palabra alguna, esperando la declaración del viejo embajador vulcano. —Hay una conciencia poderosa —comenzó lentamente Spock —Se acerca a Romulus desde la dirección en que irá tu nave. Debes estar atento a ella. Prácticamente van hacia su encuentro desprevenidos y sin nada que los proteja, más que su propia inteligencia. Serán su primer contacto con Romulus. De tal encuentro dependerá realmente el balance del poder. No hay maldad en ella, sólo busca lo que toda especie, vivir y perpetuarse. Pero lo hace a costa de otras civilizaciones. Si logra su propósito, será el fin de Romulus tal como lo conoces, y de todas las civilizaciones de este sector. Ninguna emoción cruzó el rostro de Spock, a pesar de tan oscuras y nefastas palabras. En otro tiempo hubiera sorprendido a Meerek con tales declaraciones. Ahora el joven romulano, empapado con las enseñanzas vulcanas, apenas se conmovía ante la gravedad del problema que se le planteaba. Era para él una cuestión puramente intelectual, que se resolvería, no con decisiones emotivas, sino con la fuerza de la mente lógica. Meerek apenas alcanzaba a vislumbrar la profundidad de las deducciones de Spock, muchas veces tenía vagas nociones de las magistrales alturas que alcanzaban los razonamientos del vulcano, pero jamás sospechó que el Maestro pudiera sentir una conciencia a través del espacio. Sabía de la fusión mental, aunque nunca la hubiera experimentado. Durante su enseñanza había adquirido el poder de percibir la mente de otro durante el contacto físico. Y había logrado aprender a bloquear tales pantallazos de otras mentes. En vulcano el contacto físico era evitado por consenso. En Romulus era inevitable. —¿Cómo has llegado a saber de tal conciencia? ¿Acaso la percibes a través del espacio? —Aventuró Meerek. —No. Ha sido a través de un muy cercano amigo. La última vez que nos vimos, él estaba aquí en Romulus. Uní mi mente con la de él y percibí una presencia que he estado analizando estos años. Al principio era un fantasma que me rehuía, pero poco a poco la he ido aprehendiendo y sé que hará algo desesperado. —¿Todo eso lo has sabido analizando aquel único contacto? —quiso saber Meerek, sin poner en duda lo que escuchaba. —Es algo tan vasto que aun no lo he logrado desentrañar todo. —le contestó Spock 33
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Dime todo lo que te sea posible, entonces —pidió Meerek —Has aprendido todo lo que era posible que aprendieras con un medio tan poco eficiente como es la palabra —le contestó Spock —Eres de mis más adelantados estudiantes y aun así no estás del todo preparado para el futuro que te espera. Te falta algo tan sutil e intangible como la experiencia del espacio y del contacto con otras culturas. Ahora es momento que comprendas algo más. Diciendo esto, Spock se puso de pie y se acercó a Meerek. Apoyó los dedos de su mano derecha sobre unos precisos puntos en el rostro de Meerek e inició la fusión de ambas mentes. Por un instante eterno ambos fueron uno. Allí aprendió Meerek y comprendió. El acto de rebeldía de Spock no estaba dictado por la lógica. En aquel entonces había primado un acto que estaba más allá de la lógica, algo que dictaba acciones contra toda esperanza. Ahora se le pedía que hiciera un acto de fe como aquél. Sólo él contra aquella doble amenaza en el espacio. La conocida y la desconocida. Cuando las mentes volvieron a ser por separado, Meerek se volvió sin decir nada y se retiró. Debía meditar todo cuanto había recibido. Luego de que los pasos del romulano se hubieran apagado entre las duras rocas de las cavernas, se acercó a Spock una mujer quien permanecía de pie mirando el lugar por donde se hubiera retirado el joven discípulo. En otro tiempo había sido miembro de la Flota Estelar, ahora la mujer se había resuelto a continuar junto a Spock la tarea de unir ambos pueblos. —¿Volverá? —preguntó Saavik con voz queda. Había una extraña expresión en su rostro. Si hubiera sido humana hubiera sido de aprensión y ansiedad. —Seguro que lo hará —Spock se permitió una fugaz sonrisa —le he dejado ver aquello que más atesoro en mi corazón luego del recuerdo de mi padre. Se volvió hacia ella y la miró a los ojos. —Todos mis recuerdos de mis aventuras junto a Jim deberían ser suficiente enseñanza. —¿Me parece notar nostalgia en tu voz? —dijo la mujer levantando una ceja. 34
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Es lógico sentirla —reconoció él —en esta situación lamento la ausencia de mis viejos amigos, en especial la del Dr. McCoy —Otro sentimiento sin sentido —insistió ella en un tono lo más cercano a la pulla que se podía permitir un vulcano. —Tal vez sea que la vejez está liberando mi lado humano —dijo Spock. Saavik lo miró un instante sin llegar a comprender del todo la expresión de Spock. Éste se volvió hacia la salida, como dando por terminada la conversación. Nada le dijo a Saavik sobre la presencia de esa conciencia en otros sectores de la galaxia, ni de su potencial amenaza a otras civilizaciones vecinas. Levantó su mano derecha saludando a su ya ausente visitante. —Vive y prospera —dijo con voz opaca.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii C CO ON NC CIIE EN NC CIIA AP PL LA AN NE ET TA AR RIIA A
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os soles iluminan los cielos de un olvidado planeta. Uno es cálido y brillante.
Otro es lejano y frío. El primero daba toda la vida a la superficie del planeta. El segundo era un lejano compañero gigante azul, apenas un diminuto círculo en las oscuras noches carentes de estrellas de los vacíos brazos de la galaxia. En ese planeta, solitario en su paseo por el espacio, la vida inteligente había prosperado alguna vez. Habían sido ricas y variadas las civilizaciones que se erigieron sobre su superficie. Hasta que llegó la cumbre de todas las civilizaciones. La que uniría bajo el mando de una única insignia a todas las razas del planeta. La que las llevaría a elevarse a las estrellas. La que sería odiada por todos cuantos tuvieran contacto con ella. La que pondría en peligro la tela misma de la realidad del espacio y del tiempo. Ahora sólo existían animales y vegetación en el más puro estado salvaje en la superficie de aquel planeta. Ningún ser de los que se arrastraban en su superficie recordaba la existencia de una inteligencia o una civilización en cualquier estado de desarrollo. Los edificios y construcciones estaban sepultados por vegetación y corroídos por cientos de años de lluvias, vientos, calor y frío. Ciudades y monumentos sólo eran un campo donde ni los más avezados arqueólogos podrían determinar la causa real de la desaparición completa de toda inteligencia en el momento de mayor gloria. Aquella inteligencia había dado el gran salto a las estrellas, habiendo hecho un extraño pacto de renuncia para lograrlo. Los cuerpos que les había dado la evolución natural se unieron poco a poco a las máquinas, producto éstas de una evolución diferente, llegando a decidir la conveniencia de la civilización. En tales condiciones algo sutil se había perdido. Se había vuelto más fría al alejarse de sus orígenes. La compasión se había cambiado por un exacerbado instinto de supervivencia. El instinto que desarrollaría el último 36
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii animal de su especie, sabedor que su muerte sería la extinción de toda huella de la existencia de los suyos. Por tratarse del único cuerpo de su sistema, sin otros planetas, satélites o asteroides a la vista, el primer vuelo fuera de su atmósfera se hizo sin los tanteos de prueba y error que caracterizan a la mayoría de las civilizaciones que viajan por las estrellas. Salieron una sola vez y ya no volvieron a posarse en superficie planetaria alguna. Sólo lo hacían eventualmente para continuar con su extraño ritual de perpetuación. Todo lo decidieron las máquinas, de una vez y para siempre. Sin embargo algo quedó atrás, como un recuerdo atávico, una garantía para cuando hubieran tiempos difíciles. En una cámara, debajo de la superficie del planeta, a salvo del paso del tiempo, había un ser en estado de vida suspendida. El cuerpo que le había dado la naturaleza estaba abandonado en algún lugar del tiempo. Ahora existía a salvo de toda decrepitud, envuelto en varias capas de olvido e ignorancia. Este ente regía los destinos de sus lejanos hijos dispersos por el espacio silencioso, igual de lejano y frío. Ahora ese ente estaba despierto una vez más y muy ocupado. Tenía otra meta que cumplir, diferente a la de perpetuarse en este universo. Su destino había sufrido un cambio inesperado. Nuevos mundos, nuevos universos se abrían ante él y debía movilizarse, quería nuevamente un cuerpo y manos que le ayudaran a manipular su futuro. Necesitaba reunir toda su fuerza física nuevamente. El tiempo lo apremiaba. Porque en esta galaxia ya no había nada que lo tentara y sí en cambio un peligro para sus propios descendientes. Haciendo uso de dormidos recursos que no imaginó nunca necesitar construyó un mensaje muy cuidadoso, detallando el camino a seguir, las medidas a tomar, se extendió hacia fuera y llamó, desplegó todo el poder de su mente bajo un solo propósito. Llamó con urgente premura a todos aquellos que estuvieran a su alcance. La respuesta no le llegó. Sus hijos carecían de todo su poder aumentado por las máquinas, pero sabía que la orden había sido recibida. Lo que ignoraba era que en el oscuro espacio había muchos escuchando detrás de la puerta. No conocería las consecuencias de su reclamo hasta el fin de su historia. 37
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Algo sucedió, algo está sucediendo, algo sucederá.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii R RE ET TR RO OC CE ES SO O Bitácora de Vuelo. Fecha estelar 48566.3. Guardia del período nocturno. Teniente Comandante Data en el puente. Nos hemos acercado a este planeta que orbita una estrella clase M del sector Vega, luego de interceptar un mensaje de socorro enviado por una nave desconocida que dijo haberse salido de su rumbo por problemas en sus motores warp. Llevamos dos horas orbitando el planeta y los sensores no han registrado evidencias de la nave que reportara la emergencia.
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nforme señor Data —dijo el capitán irrumpiendo en el puente. Si Data advirtió el mal aspecto de Picard o sus movimientos cansados, no permitió que eso se evidenciara.
—Hemos monitoreado gran parte de la superficie del planeta y no percibimos ninguna evidencia de colisión o existencia de restos de ninguna nave. Pero al tener el planeta casi el ochenta por ciento de su superficie cubierto con agua, es probable que en un descenso descontrolado a través de la atmósfera culminara con sus huesos en el fondo del océano —Data expresó todo esto sin interrumpir el vuelo de sus ágiles dedos sobre la superficie de su estación. El capitán se había desplomado sobre su asiento y escuchaba el informe con el rostro apoyado sobre su mano. —¿con sus huesos? —murmuró. Su uniforme estaba arrugado y tenía los ojos enrojecidos. El alférez Franco Rivero, en la estación de seguridad, repetía los sondeos de la superficie simultáneamente con Data. Él había advertido, en cambio, el aspecto del capitán. —¿Se siente usted bien, señor? —preguntó, cauteloso. Picard levantó su cabeza y miró a su alrededor como queriendo comprobar dónde se hallaba. —¿Eh? Sí alférez, me siento bien —le contestó distraídamente. Se puso de pie y se acercó a Data. —Data, ¿qué probabilidad existe de que sea ésta la posición de la nave? 39
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Data miró al capitán y pudo comprobar que la pregunta del alférez Rivero estaba justificada. Conteniendo su natural impulso a contestar tales preguntas con una precisión de nueve decimales, Data se limitó a responder lo que en realidad deseaba saber el capitán. —Señor, la nave informó tener un desperfecto en sus motores warp. También dijeron tener un cortocircuito en su computadora central que hizo que se expulsara su núcleo sin necesidad alguna, con lo que se quedaron únicamente con la energía auxiliar —mientras hablaba, continuaba controlando los datos de su estación —Pudieron transmitir con toda precisión y fidelidad su posición cuatro punto dos veces. Aunque sólo recibimos la voz y no la imagen. El hecho que la comunicación se finalizara tan bruscamente me hace pensar que tal vez sufriera una explosión o una colisión que interrumpió todas las comunicaciones. Mientras Data informaba, el capitán había vuelo a sentarse y masajeaba sus sienes suavemente con las puntas de sus dedos. —¡Capitán! —interrumpió Rivero —Una nave sale de detrás del planeta. Picard se puso de pie. —En pantalla señor Data. Alférez, verifique el rumbo de la nave. El cansancio del capitán había desaparecido como por un encanto. La expectativa de una trampa o un encuentro con una nueva cultura habían sido suficientes para que olvidara toda incomodidad. Tal perspectiva desapareció al contemplar las condiciones de la nave extraña, que resplandecía en el horizonte. —Magnifique señor Data —dijo presuroso el capitán —Informe, alférez — agregó girando sobre sus talones hacia Rivero. —La nave se halla a la deriva, señor —contestó el alférez. Mientras tanto, Data repasaba los sensores. —Al parecer es una estación orbital de este planeta, un satélite artificial, que ahora se encuentra abandonado. Un leve fruncimiento del ceño del androide era toda la señal externa de que se hallaba en un complejo cálculo de órbitas. 40
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —No se detectan formas de vida —dijo el alférez —la estructura de la estación presenta serios daños. Data, girando en su asiento, se volvió hacia Picard. —Señor, la órbita en que se encuentra la estación es más baja que la nuestra y va acompañada de una multitud de escombros metálicos. Por la composición y características, diría que se trata de los restos de al menos diez naves de diverso tipo. En su mayoría sólo se trata de naves de enlace y uno o dos del tipo de guerra. La nave en la pantalla parecía tener una aureola que resplandecía. —¿Qué es eso? —preguntó Rivero señalando la pantalla —¿se trata de algún tipo de campo? Data volvió a girar con su asiento y consultó algo en su estación. Al dar con la respuesta la comunicó al capitán y a Rivero. —No se trata de ningún tipo de campo —sentenció el androide — Probablemente, al ser dañada la estación ya no pudo mantenerse en su posición, lo que resultó en que la órbita comenzó a decaer lentamente. Eso que vemos allí, es la evidencia de que ya se encuentra rozando las capas más altas de la atmósfera del planeta. El choque con las partículas gaseosas genera calor y las hace resplandecer. Por eso son visibles desde nuestra posición. El ritmo de descenso aumentará más al incrementarse el rozamiento con el aire y culminará con el choque de la estación con la superficie del planeta en... ocho punto veinticinco días, según mis cálculos. El capitán se adelantó entre las estaciones frontales del puente, como para atender a un detalle en la pantalla, algo que no pudieran ver los sensores. Sabía que era algo inútil, pero aún así, siempre lo hacía. —¿Puede calcular dónde caerá, señor Data? —preguntó mirando fijamente a la pantalla. —Señor —contestó Data —puedo determinar la franja donde se desperdigarán los restos, ya que es posible que la estación no soporte el reingreso a la atmósfera y se disgregue en una serie de partes de diversos tamaños, los más pequeños de los cuales tal vez se quemen antes de llegar a la superficie. —Hágalo señor Data y verifique si afectará áreas pobladas —la atención de Picard estaba totalmente absorbida por las imágenes de la pantalla. —No, señor —contestó el androide. 41
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii El capitán se sobresaltó ante la tajante respuesta. Giró bruscamente la cabeza hacia Data. El alférez Rivero se limitó a contener la respiración ante la contestación del siempre correcto Teniente Comandante, segundo en el puente. —¿Perdón? —dijo el Capitán —¿No lo hará? —su expresión de sorpresa era tal que casi divirtió a Data. —¡Señor! Disculpe —dijo Data —No me he expresado correctamente. La caída del artefacto no afectará más que a uno u otro animal salvaje o a la vegetación de la superficie, en el caso que caiga en tierra firme, dado que el planeta presenta una superficie líquida muy amplia. Este mundo no tiene otra clase de vida más que la silvestre, ahora que no hay civilización alguna que lo pueble. Lo terminante de sus afirmaciones no parecían afectar el ánimo de Data. En cambio, preocupaban sobradamente al capitán, quien abrió la boca para expresarlo así cuando intervino el alférez Rivero. —Capitán, señor, he hallado los restos de la nave que pidiera auxilio — dijo. Picard se le acercó dando grandes pasos. —Indique la posición de la nave, Rivero. Data se inclinó sobre su estación para verificar la ubicación y no halló ninguna coordenada que marcara la superficie del planeta. —Señale la posición —pidió en voz alta —La información no se ve en los sensores. El alférez Rivero levantó su mano y apuntó a la pantalla con su índice. —Allí al frente —dijo. Picard y Data habían dejado de atender a la pantalla mientras discutían sobre el futuro inmediato de la estación. En tanto ésta se les había acercado siguiendo su agonizante órbita, girando lentamente sobre un eje que sus constructores nunca hubieran elegido. Al hacerlo mostró una herida más reciente, producto del choque que había determinado que aumentaran sus probabilidades de caer en el planeta. Una fea y oscura boca desgarrada era el callado testimonio del fin de la nave que vinieran a auxiliar. La que, cayendo sin posibilidad de control sobre el planeta, no pudo maniobrar para alejarse de las toneladas de materia muerta que se les precipitaba irreflexi42
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii vamente. La conclusión de que se trataba de la misma nave que reportara una emergencia era sólo una suposición de parte de Rivero. Data volvió a concentrarse en los sensores. Rivero veía los mismos datos en la estación de seguridad. Picard se desplomó sobre su asiento. —Informe, ¿hay sobrevivientes? —dijo. —No señor —contestó el alférez —pero no detecto tampoco ninguna nave de escape, aunque es probable que no la tuviera. —¿Porqué lo dice? —preguntó Picard apenas girando su cuerpo en su asiento. Data detuvo su mano derecha entre dos movimientos y escuchó atento. —Se trata de una nave de la proscrita resistencia bajoran, señor —Rivero estaba algo nervioso al tener que explicar sus conocimientos y el apoyarse alternativamente sobre un pie y otro era una evidencia de ello. Le recordaba la época de la Academia. Aunque sabía que allí nadie le exigiría los conocimientos enciclopédicos de igual forma que sus profesores, la situación se parecía demasiado como para estar tranquilo. Era la primera emergencia que enfrentaba Rivero desde que fuera asignado al Enterprise. —Continúe —lo animó Picard. —Eso explicaría su presencia en este sector, alejado de todas las rutas comerciales de la Federación. Tal vez han hallado algún planeta que les sirva para sus incursiones de guerrilla. La falta de naves de escape se justifica porque representa un peso inútil en sus correrías y se lo puede reemplazar por armamento o por tropas. El capitán asintió con su cabeza en reconocimiento a los datos aportados por Rivero. —¿Cómo sabe eso alférez? —quiso saber Data, continuando con los sensores. —Parte de mi tesis en la Academia versó sobre las naves regulares de Bajor y las de su resistencia, señor.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Bien —dijo Picard —Señor Data, acérquenos a esa estación orbital y remólquela fuera de su actual órbita y establézcala en una más alta y segura. Enviaremos un grupo a explorar esos restos. —Entendido señor —dijo Data —Fijando rayo tractor. Por la puerta del turbo ascensor estaba entrando el relevo diurno, encabezados por Worf y Riker. —¡Ah! Número uno, tiene un trabajo adecuado para sus capacidades. — dijo Picard.
El primer oficial Riker entró apresurado a la Sala de Transportación número tres, seguido del Teniente Comandante Worf y del alférez Rivero, quien los informaba a toda prisa mientras se ajustaba el traje para AEV. —No hemos podido restablecer la energía de la estación orbital, por lo que nos encontraremos sin atmósfera. Además esta gente carecía de los conocimientos necesarios para generar campos de ningún tipo. —¿Cómo se las arreglaban para evitar los daños por las colisiones con toda la basura que hay flotando alrededor del planeta? —quiso saber Riker. El traje le ajustaba más de lo que recordaba de la última vez que se vio obligado a usarlo. Se prometió hacer algo al respecto. Como cambiarlo por uno de una talla mayor. —Eran verdaderamente ingeniosos señor. Hemos detectado una serie de cañones láser en todo el perímetro, guiados por algo parecido a radar. Los hay todo tamaño, como para hacer frente a casi todo lo que se les pudiera venir encima. —Evidentemente no pudieron con todo —dijo Worf desde los controles del transportador. Estaba verificando las coordenadas —¿Cómo es posible que se aventuraran al espacio sin una protección adecuada? —preguntó dirigiéndose a la plataforma del transportador a reunirse con los otros dos. —Para los objetos de mayor tamaño tenían preparados misiles y cañones electromagnéticos. Ahora esta todo fuera de uso. —¿Láseres, radar, misiles? —decía Riker extrañado —no había oído hablar de ellos desde la época de la Academia en las clase de historia —¿En qué nivel se hallaban esos pobres infelices antes de destruirse? 44
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Es posible que no se destruyeran —comenzó Rivero cerrando el casco de su traje al igual que lo hacían Riker y Worf —Por lo que hemos podido ver en la estación, recién se estaban adentrando en su propio sistema y todavía no se les hacía necesario desarrollar una teoría de campos para... Las palabras quedaron cortadas al iniciarse el transporte a la señal de Riker. Por una fracción de segundo los tres no existieron más que como una señal de energía modulada entre el Enterprise y la estación orbital abandonada. Un instante donde se suspendían la conciencia y la vida. En ese momento el vacío en la plataforma de la estación orbital comenzó a llenarse y a tomar forma. Los tres se sintieron caer por un momento, hasta que las botas magnéticas adquirieron la suficiente consistencia durante la transportación como para poder mantenerlos de pie. —Informe, Número uno —demandó la voz de Picard en el casco de Riker. Se habían materializado en una amplia plataforma, de frente a un conglomerado de escombros de diverso tipo. Se separaron iluminando las sombras con las luces de sus cascos. Faltaba rato para el amanecer en aquel lado del planeta. Y el pequeño satélite natural del planeta no reflejaba la suficiente luz para poder moverse con tranquilidad. La ausencia de aire y polvo flotando no interfería con las luces de los cascos con lo que las sombras tenían bordes perfectamente definidos. Esto los obligaba a iluminar cada rincón antes de aventurarse en cualquier abertura. Worf renegaba de tales excursiones, lo que lo volvía doblemente cuidadoso en cada paso que daba. Riker se volvió hacia el espacio y contempló allí flotando en la oscuridad al Enterprise, sólo visible gracias a las luces que se escapaban de algunas ventanas. Desde allí no identificaba a nadie en ellas, pero sabía que había alguien que los miraba. —Señor, esto es un verdadero desastre —contestó Riker —por donde se mire sólo se ven escombros y metal retorcido. Worf y Rivero se habían internado por lo que parecía un pasillo. —No se detectan señales de vida o la presencia de cuerpos —dijo Worf.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Por los restos, y la forma del impacto presumo que los restos de la cabina se hallan en el nivel superior —intervino Rivero contemplando las lecturas de su tridecodificador. —Vean si pueden hallar la forma de acceder a él desde allí —dijo Riker. El klingon se internó por un hueco y desapareció de la vista de sus compañeros detrás de un mamparo retorcido. Sin embargo su voz se oía fuerte y clara dentro de sus respectivos cascos. —Por aquí es imposible acceder al resto de la estación orbital, señor — decía el teniente Worf —estimo que será necesario que nos transportemos al nivel inmediato. —Muy bien —le contestó Riker —Enterprise, envíennos a la cubierta superior.
En el puente del Enterprise el capitán se paseaba impaciente. No le gustaba la situación, a pesar de la plena confianza que tenía en sus hombres y en su capacidad para enfrentar situaciones desconocidas. Los había visto a través de la pantalla principal enfundados en sus trajes. Caminaban con cuidado y de vez en cuando flotaban de un punto a otro. Por un instante recordó la vez que había hecho buceo submarino explorando antiguos naufragios en la Tierra. Solo la falta de burbujas y de vida rompía esa ilusión. El peligro era el mismo. Vio desaparecer a los hombres y su atención volvió al puente. Data estaba silbando una tonada que le resultaba conocida pero que no lograba identificar. —¿Algún progreso con la exploración de la superficie, señor Data? Un parpadeo de luz roja y el comienzo automático del alerta hizo dar un respingo al capitán. —Señor Data, levante los escudos, identifique al agresor. Alerta a las estaciones de batalla. —Hemos identificado un sitio donde hay consumo de energía —contestó el androide interrumpiendo su silbido. 46
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii La atención del androide estaba sobre su tablero. De pronto la señal de alerta dejó de sonar —¿Qué ha sucedido? —preguntó el capitán. —Ha sido un aviso, señor —contestó Data inclinando su cabeza a un lado —La señal proviene del fondo de un volcán inactivo. Han sido ellos los que nos han detectado, ya que nosotros hemos pasado dos veces sobre ese punto y no los habíamos advertido. El capitán se inclinó sobre la estación del segundo oficial para ver las lecturas. —¿No existe la posibilidad de que se trate de alguna señal automática, o de algún tipo de maquinaria que aún funcione luego de que todos hayan desaparecido? —preguntó Picard acercándose a él. —Ninguna señal de las acostumbradas, señor —Data separó las manos de la superficie de la estación y se recostó en su asiento mirando al capitán —En realidad nos han disparado —declaró tranquilo —y lo han hecho con su arma más potente, me atrevería a decir. —¡Disparado! —exclamó Picard alarmado —¡y porqué no ha mantenido el alerta señor Data! —enseguida, más calmo, preguntó intrigado —¿Qué ha pasado que no hemos sentido impacto alguno? —Ha sucedido mientras hablamos —contestó Data sin alterarse —La potencia y la modulación de su láser apenas alcanzó para atravesar la atmósfera. Cuando llegó a nosotros era totalmente inofensivo —se volvió hacia su estación mientras hablaba —En el momento que han disparado estaba modificando los sensores y descubrí una especie de señal de radio que utilizaban para guiar sus disparos. Si me permite, señor, ese sistema de guía es apenas eficiente dentro de un corto rango de distancias dentro de la atmósfera, pero que se vuelve ineficaz en el espacio. Aunque, si esta cultura apenas se adentraba en el espacio como hemos concluido es comprensible... —Es suficiente señor Data —lo interrumpió Picard —vea la forma de comunicarse con ellos. Verifique si son bajoran o a qué clase de civilización nos encontramos. —Sí capitán —contestó Data. Picard se desplomó en su asiento.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii
En el instante previo a desmaterializarse, Riker advirtió una fina línea de luz que ascendía a través de la atmósfera en dirección al Enterprise y que se dispersaba inocentemente en los escudos de navegación de la nave. Todo pasó tan rápidamente que casi se convence de que no había sucedido. Riker había identificado la tonada que silbaba Data. Divertido se dijo que era adecuada para la situación en que se hallaban. Estaba seguro de que hallarían algunos cadáveres, y si los tripulantes de la nave que buscaban eran realmente piratas, tal vez hallaran un arcón cargado de oro. Esa primera imagen le resultaba estremecedora, la segunda nada más que una ilusión. —Señor —llamó Worf, haciendo que esos pensamientos pasaran a segundo plano —aquí está la cabina. En efecto, se trata de una nave bajoran —confirmó el jefe de seguridad —El habitáculo soportó bien la colisión, pero aún así no es posible que protegiera del choque a sus ocupantes. —Detecto tres cuerpos en el interior, señor —intervino Rivero con su tridecodificador en la mano. —No hay señales de que alguno sobreviviera, pero no podemos abrir la puerta así como así —complementó Worf —La atmósfera del interior está a presión normal. Si abrimos la compuerta se producirá una explosión al escapar el aire. —Así es —asintió Rivero —deberemos pedir al Enterprise que nos transporte adentro.
La doctora Crusher se les unió en el interior de la cabina de la nave bajoran. Lo que encontraron les sorprendió sobremanera. Dos de los tripulantes habían muerto aplastados por unos elementos que se habían desprendido al ser golpeados por la estación orbital. Evidentemente no esperaban tal encuentro y se estaban preparando para el ingreso a la atmósfera. El tercer tripulante estaba en los comandos, tal vez había sido el que enviara el llamado de auxilio. El frío del espacio ya se había introducido en el interior y la humedad del ambiente se había condensado y congelado sobre casi todas las superficies. La sangre derramada estaba cristalizada. Había feas manchas marrones oscuras allí donde habían golpeado los cuerpos.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Todos murieron en el choque —dijo la doctora Crusher luego de estudiar a cada uno de los bajoran con sus instrumentos. —¿Podremos moverlos? —quiso saber Riker. —No lo creo, Will —dijo la doctora —el rigor mortis y el frío hacen que los cuerpos sean muy frágiles. Pienso que deberíamos dejarlos aquí hasta que podamos preparar un lugar en el Enterprise para llevarlos a Bajor. —Muy bien, doctora —dijo Riker. —Señor, hemos hallado las bitácoras de la nave —intervino Worf —se hallan totalmente dañadas, es probable que lo hicieran con la intención de que no cayeran en manos de los cardassianos. No podremos saber cuál ha sido su ruta hasta llegar a este sector. —El núcleo ha sido expulsado —dijo Rivero —Es probable que lo que transmitieron sea verdadero, pero que contaran también con sobrevivir hasta que los rescataran. —En tal sentido no tenemos nada más que hacer aquí —concluyó Riker rozando la insignia comunicador con sus dedos —Enterprise, volvemos a bordo.
Picard escuchó atentamente el informe de Riker en la Sala de Observación. —Señor Data, envíe la noticia al gobierno provisional de Bajor —dijo el capitán —incluya las imágenes que hemos tomado de su nave y también que lamentamos lo ocurrido y el no haber podido llegar a tiempo. —Sí señor —contestó Data. —¿Algún dato nuevo del planeta? —preguntó Riker. —El comandante La Forge ha estado ocupado con las modificaciones de los sensores para poder comunicarse con la gente del planeta —dijo Data. —Fuera de las emisiones que captamos al principio, no recibimos nada más —dijo Geordi. 49
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Por otro lado —intervino Data —ellos no tienen a nadie más en su planeta para comunicarse. Además parecen no tener deseos de sostener un diálogo con nadie de afuera. —No han contestado nuestros saludos —aclaró La Forge. Deanna Troi había entrado silenciosamente a la Sala de Observación y ocupado su lugar habitual a la mesa, junto a Riker. Había advertido la tensión en el puente y proyectado su mente hacia el planeta, antes de concurrir a esa reunión. —No contestarán a ningún saludo capitán —intervino Deanna —percibo fuertes sentimientos xenófobos. Y un gran miedo. —Se explica, si toda la destrucción que vimos allí abajo es producto de un invasor —dijo Worf, repasando las lecturas que había hecho Rivero durante su turno. —Aunque el patrón de destrucción es similar a los planetas arrasados en la Zona Neutral y no hemos detectado ninguna clase de construcción reciente sobre los escombros. Esto hace pensar que los atacantes no tenían intención de invadir este planeta. —Así es, señor Worf, un invasor habría establecido a su propia gente — dijo el capitán —quien ha atacado a este planeta buscaba otra cosa, más allá de la simple conquista y ocupación —La voz de Picard se había vuelto más grave y mecánica. Estaba de pie frente a una de las ventanas y miraba hacia el planeta. El volumen de su voz bajó hasta hacerse un murmullo. —Número uno, alístese para salir nuevamente —dijo Picard volviéndose bruscamente hacia Riker. Las señales de cansancio habían vuelto al rostro del capitán. Los hombros estaban más cargados que antes. —Señor Worf, prepare una nave de enlace —agregó para el klingon. Los bruscos y rápidos cambios en el ánimo del capitán los paralizó a todos por un instante pero enseguida se pusieron todos en movimiento. —La Forge, Data, vengan conmigo —dijo Riker saliendo de la Sala de Observación. Deanna se levantó de su asiento y se acercó al capitán que continuaba mirando al planeta por la ventana. —Les haremos una visita a esos pobres desdichados —decía Picard en ese momento. 50
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Capitán... —llamó suavemente —¿Señor? La consejera se concentró en la cercana mente del capitán, tratando de aislar sus percepciones de las del resto de los tripulantes. Habitualmente se abstenía de hurgar en la mente y los sentimientos del capitán, pero esta vez presentía que estaba en lo correcto. Por un momento que casi no existió sintió algo que la asustó sobremanera. —Toda resistencia es fútil —decía Picard con voz pesada para sí, en el momento que ella trataba de percibir algo en los pensamientos del capitán. El rostro de la consejera se contrajo en un rictus de dolor. Los pensamientos del capitán alcanzaban una profundidad que nunca antes había encontrado en ningún ser humano. Los labios de Picard continuaron moviéndose sin emitir más sonidos. Estaba en una especie de trance, tambaleándose al borde de un oscuro abismo mental. Deanna se alejó de ese contacto. No podía mantenerlo por más tiempo. Retrocedió alejándose del capitán. Rozó el comunicador con la punta de sus dedos. —Doctora Crusher, venga a la Sala de Observación, por favor —dijo Deanna con la voz entrecortada. —¿Qué sucede Deanna? —preguntó la doctora saliendo apresurada de la enfermería. —Es el capitán, Bev, no se encuentra bien —la voz de Deanna se oía angustiada —Consejera Troi al comandante Riker —llamó nuevamente —Will vuelve lo más rápido que puedas a la Sala de Observación. —Allá voy Deanna —Contestó Riker desde la plataforma de carga —Señor Worf, continúe usted con los preparativos de la nave de enlace. Avíseme cuando finalice. —Muy bien señor —contestó Worf.
Crusher y Riker se encontraron en el turbo ascensor. Cuando llegaron a la sala, el capitán seguía de pie, extático, la mirada fija en el planeta, el rostro transfigurado en una máscara de odio y dolor.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Deanna se había desplomado en otra silla y estaba con su cabeza hundida entre sus manos. Apenas levantó la vista cuando ambos oficiales entraron en la Sala. La doctora se acercó al capitán, examinándolo con sus instrumentos. Advirtiendo la presencia del primer oficial, la consejera se levantó tomándose del brazo de Riker y se acercó a la ventana desde donde se veía el planeta. Crusher había logrado que el capitán se alejara de la ventana y lo ayudaba a sentarse en una silla junto a la mesa. —No pude alcanzarlo Will —decía Deanna, apoyándose en su pecho, con la mirada clavada en el espacio. Levantó su cabeza y miró directamente a los ojos del Primer Oficial —De pronto había una barrera infranqueable —dijo angustiada —murmuraba cosas ininteligibles y luego se desplomó. Su mente cayó, como si hubiera desconectado el cerebro pero sin soltar el cuerpo. Deanna volvió a hundir su rostro entre sus manos y comenzó a sollozar en silencio. —Ahora está durmiendo —dijo la doctora acercándose a ellos —Haré que lo lleven a sus habitaciones. Sostenla Will —dijo mientras aplicaba un sedante en Deanna —Llévala a su habitación, también necesita el descanso. El comunicador de Riker llamó. —¿Algún problema señor? —preguntó Worf desde la plataforma de carga. —Uno, sí, Señor Worf —contestó Riker —aborte la misión y regrese al puente. Riker fuera. Will llevó a Deanna a su cuarto y la tendió con dulzura sobre la cama. —Computadora, disminuya la luz un cincuenta por ciento y eleve la temperatura del cuarto en dos grados Celsius. Avíseme cuando la consejera despierte. Cuando salió del cuarto de la consejera había una expresión de determinación en su rostro. —Debemos averiguar más sobre los sobrevivientes de ese planeta —dijo Riker para sí mientras ingresaba al turbo ascensor. 52
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii L LA AC CO OL LO ON NIIA AP PE ER RD DIID DA A
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l primer oficial del Enterprise entró a paso veloz en el puente y tomó el lugar del capitán.
Todos se mostraban circunspectos y se afanaban en sus respectivas estaciones. —Informe —dijo Will sentándose en el puesto del capitán —¿Qué han hallado? —Hemos logrado descifrar sus códigos de comunicaciones —dijo Geordi a Riker —A partir de ahora será más fácil para nosotros explicar nuestra presencia en este planeta y evitar nuevos ataques. —Puesto que han sido atacados por una entidad diferente a la nuestra — declaró Riker —y evidentemente nuestra presencia no es ningún secreto para ellos, pienso que no violaremos ninguna directiva de la Federación si nos presentamos ante ellos y tratamos de ayudarlos —se puso de pie —Señor Data prepárese para una situación de primer contacto. Tendremos que arreglárnosla sin Deanna esta vez. —Enseguida —le contestó el androide cumpliendo con las órdenes. El primer oficial se acercó a la estación de Data y contempló por un momento la pantalla principal. Luego se volvió hacia el segundo comandante. —¿Alguna novedad sobre el estado del capitán? —le preguntó con gravedad. —Hasta ahora no han comunicado nada desde la enfermería —le contestó Data negando con la cabeza —Señor, sus códigos son algo desconcertantes —intervino Geordi Riker se acercó al jefe de ingenieros. —Explique, por favor, en qué resultan extraños —pidió. —La sencillez que representó para la computadora resolver su código — explicó Geordi —se debe a que éste se hallaba en su banco de memoria — levantó su cabeza sorprendido —Son antiguos códigos de la Federación. Data, desde su estación, corroboró las palabras de Geordi. 53
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —En efecto, señor —coincidió el androide —estos protocolos han sido abandonados hace un siglo y medio. Se utilizaron especialmente en las naves colonizadoras fletadas por corporaciones o movimientos particulares como religiosos o políticos. Riker volvió a sentarse en el lugar del capitán. —Señor Data verifique la posición del planeta y también si figura en las cartas de la Flota. Quiero saber si existe alguna referencia en la computadora —comenzó a andar de un lado a otro inquieto —No quisiera iniciar otra Guerra Santa por profanar un santuario prohibido —se detuvo ante la pantalla principal —Aunque es evidente que necesitan ayuda, es probable que no la deseen. —Por el momento no hemos logrado que respondan —le contestó Geordi. Data consultó los datos astronómicos un par de veces. —Es un planeta que no figura en ninguna carta actual —dijo finalmente a Riker —Aunque es probable que haya sido descubierto por alguna nave exploradora. En aquella época se guardaba celosamente cualquier descubrimiento, si ello redituaba algún beneficio al capitán de la nave o a la corporación a la que pertenecía. —Data se detuvo en su apreciación y frunció el ceño —Es increíble la forma en que se comportaba la gente por un poco de beneficio económico —dijo reflexivamente —Muy similares a los ferengi — concluyó. Riker lo miró y le brindó una amplia sonrisa. —La gente sigue siendo así, Data. Aunque el egoísmo ya no pasa por lo económico, muchas veces el aislamiento se produce por un deseo de mayores logros científicos o intelectuales —se le acercó y le palmeó el hombro — Tú mismo eres el fruto de una de tales acciones. Data iba a contestar cuando sonó un llamado en su estación. —Señor, nos están saludando desde el planeta —dijo en ese momento Geordi. —En pantalla, señor Worf —ordenó Riker. Una mujer de coloridas vestimentas apareció ante sus ojos. De sus orejas pendían unas enormes argollas de oro y de su pecho pendían los más variados collares y adornos del mismo metal. 54
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Os saludo viajeros de distantes caminos —dijo la mujer inclinando su cabeza levemente y levantando una mano regordeta con sus dedos cargados por anillos de oro y piedras preciosas. Detrás de la dama se veía un ambiente en sombras, con cortinas de diversos y vivos colores. Nadie más la acompañaba en esa sala. —Habéis llegado en un oscuro momento de dolor y zozobra para mi pueblo —una expresión de grave preocupación hacía que la mujer se viera de mayor edad de la que en realidad tenía —Os ruego sepáis disimular, amables caballeros de la Madre Lejana, toda estéril actitud belicosa de nuestra parte. Habéis sido objetos de un dispositivo pensado para otros blancos más letales que vosotros. Os aseguro que no volverase a repetir tal artera situación —Los ojos de la dama se desviaron fugazmente a un lado de la pantalla. —¿Está fallando el traductor universal? —preguntó Riker a Data por lo bajo. Data consultó su terminal. —No es así señor —le contestó el androide entre dientes —la computadora ha considerado que el idioma guarda las suficientes semejanzas como para que intervenga el traductor. A pesar de algunos arcaísmos el idioma es completamente inteligible. Riker asintió en silencio de frente a la pantalla principal. —Este el primer oficial de la USS Enterprise, de la Federación Unida de Planetas. —dijo Riker con gravedad —nos alegramos que hayan decidido no repetir su ataque. ¿Puedo preguntarles a qué hecho fortuito se debe la presencia de humanos en este sector? Nuestra computadora no guarda registro alguno de ustedes ni de este planeta. Por cierto, ¿con quién tengo el agrado de hablar? —En verdad es así —contestó la mujer con una sonrisa, alejando las preocupaciones del momento —Soy Montserrat, la reina de la última tribu, descendiente del primer gitano en aventurarse en los polvorientos caminos de la Vía Láctea. Lejos estamos de la Madre, mas sabemos reconocer aún la lengua de nuestros mayores. Grandes cambios han acontecido en este tiempo, pero así lo había soñado mi Madre, y antes que ella mi Abuela habíase anticipado de todo esto en las cartas —la sonrisa desapareció reemplazada por una expresión de preocupación —¿Cómo está Juan Lucas? Riker miró fugazmente a Data en busca de auxilio. 55
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Es español, señor —le contestó Data a la pregunta no formulada —creo que se refiere a Jean-Luc, es decir el Capitán. —Se halla bien, reina Montserrat. Aunque no comprendo cómo supo de él, agradezco en su nombre su preocupación — el desconcertado Riker estaba de pie ante la pantalla principal, sin saber en realidad dónde estaba parado. La mujer se rió abiertamente ante la incomodidad del primer oficial. Al hacerlo dejó ver sus molares cubiertos de oro. Tal regocijo opacó la preocupación de todos en el puente. Cuando la gitana pudo controlar su risa siguió hablando. —Guillermo, hay muchas cosas que no comprenderías ni en un millón de años —desvió su mirada hacia Data —Señor Androide necesitaremos de tu presencia en mi planeta. Vente junto con tu capitán y nadie más —levantó su mano para descartar cualquier protesta —despreocúpate, Guillermo, tu capitán y tu amigo estarán bien cuidados, los esperamos en estas coordenadas —dijo la gitana cancelando la comunicación. —¿Alguien tiene alguna idea de lo que termina de suceder? —preguntó Geordi. Data abrió su boca para contestar a Geordi cuando un llamado lo interrumpió. —Doctora Crusher al puente, Will, ¿podrías venir? —la voz de la doctora se oía agitada y estaba gritando. —Voy en camino —le contestó Riker saliendo apresuradamente del puente —señor Data hágase cargo del puente. Sin decir palabra Data se levantó de su asiento y se ubicó de pie delante del asiento del capitán.
—¡No se puede con ellos! —dijo furiosa una enfermera con la que se cruzó el primer oficial al salir del turbo ascensor. Iba tan apresurada que no le dio tiempo a preguntarle a qué se refería, así que continuó su camino. Antes de entrar los gritos le advirtieron que algo extraordinario pasaba en ese eternamente tranquilo lugar.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii En la enfermería se estaba desarrollando una feroz discusión en el momento en que Riker entró. De un lado de una de las camas estaba la doctora con una inyección ultrasónica en su mano, al otro se hallaba el capitán con una almohada como escudo en la mano con la que enfrentaba a la doctora. —¡No seas infantil, Jean-Luc! —gritaba en ese momento la doctora. —No me inyectarás nada más, Beverly —le retrucaba el capitán —Es imperioso que baje a ese planeta, y para eso necesito todos mis sentidos alerta. —Perdón —dijo Riker levantando una mano y se mantuvo expectante a ver lo que sucedería a continuación. El capitán no se veía de buen talante y la doctora menos aún. La pelirroja echaba chispas por los ojos y enfrentaba a su superior con el inyector como si éste fuera una espada. —Te quedarás en la cama hasta que sepa por qué estabas como estabas —le dijo Crusher amagando por un lado de la cama. —¡De ninguna manera! —le contestó Picard esquivando por el otro. —¡Perdón! —enfatizó Riker, acercándose al extremo del campo de batalla. Ambos oficiales se congelaron en sus posiciones y lo miraron como si tuviera dos cabezas. Picard fue el primero en reaccionar. —¡Ah! Will —dijo con una semi sonrisa —llega a tiempo para rescatarme de esta curandera escocesa. —Ehjm... doctora —empezó Riker —me parece que al capitán lo solicitan allá abajo... Y no pudo seguir porque la doctora lo interrumpió con un juramento. Ocasión que aprovechó Picard para abandonar la enfermería, dejando a un desprevenido primer oficial a merced de una indignada doctora. —Buena suerte Número uno —le gritó el capitán cuando salía. Picard se encontró con Data cuando el segundo oficial salía del turbo ascensor.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —¡Señor! —se sorprendió Data al encontrarlo en el pasillo — precisamente en este momento me dirigía a su encuentro. Tenemos una lanzadera esperándonos para descender al planeta. Ambos oficiales entraron en el turbo ascensor. Data le relató al detalle la conversación con la reina de los gitanos. —¿Sucede algo malo con los transportadores? —quiso saber Picard mientras llegaban en la bahía de las lanzaderas. —No señor —le contestó Data tomado su lugar a los mandos de la pequeña nave —debemos pasar por la chimenea de un volcán extinguido y su contenido de diversos minerales ferromagnéticos interfiere con la señal de transportación —Data informaba al capitán al mismo tiempo que completaba los protocolos de despegue —una vez en tierra utilizaremos a la lanzadera como estación relevadora del transportador por si llegara a existir la necesidad de salir deprisa. En el trayecto de ingreso a la atmósfera Picard se informó nuevamente de todo cuanto había acontecido desde su extraña descompostura. —¿Gitanos? —su extrañeza no tenía límites. —Así es señor —le confirmó Data —no tenemos ningún registro que confirme o refute su explicación —el esfuerzo por controlar el ingreso de la pequeña nave a través de la turbulenta atmósfera no parecía afectar en nada al androide, que mantenía la conversación como si se hallara sentado en su habitación. —Aún así estamos descendiendo, ¿no es cierto Data? —Picard miró a su oficial. Data frunció el ceño como toda vez que estaba computando una ecuación donde las variables eran el comportamiento humano. —Señor —empezó cautamente —estimo que no entrañan ningún tipo de peligro y que en cambio nos pueden brindar información valiosa para determinar el origen de estos daños —volvió ligeramente la cabeza hacia el capitán. —Es la primera vez que encontramos un planeta de cuya destrucción ha sido causa los Borg casi inmediatamente después de que éstos se han marchado. —Su estimación es buena Data —coincidió Picard —yo tengo un presentimiento similar. 58
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii La conversación se terminó porque estaban a las puertas del cono del volcán. Luego de volar cuidadosamente por la chimenea del volcán, con las paredes a pocos metros a ambos lados de la nave llegaron a una amplia caverna en la que la luz parecía venir de las mismas paredes. Aterrizaron en una plataforma de lava que apenas cedió por el peso del trasbordador. Data abandonó la nave cuando se aquietaron los ecos del aterrizaje. Para entonces ya tenía una imagen de los túneles y cavernas de los alrededores. —Es extraño, señor —dijo Data girando su cuerpo de un lado a otro en amplios y lentos arcos —no detecto signos de vida y el alcance de los sensores está limitado a doscientos metros, lo cual no es posible. La pared más cercana se halla a trescientos metros. La interferencia del mineral no es la causa —el oficial estaba de pie a un lado de la puerta de la nave con un arma en una mano y el tridecodificador en la otra. El rostro del capitán se endureció y señaló hacia la entrada a un túnel, por donde aparecieron dos mujeres de coloridos ropajes. —Revise sus instrumentos señor Data —le dijo —confirme qué tipo de interferencia impide que las detecte. Es probable que no nos sea desconocida. —Es la misma mujer que habló con nosotros —comenzó a decir Data — es... —La reina de los gitanos —lo interrumpió el capitán adelantándose a su encuentro. La súbita interrupción del capitán hizo que Data tardara en seguirlo, apenas una vacilación que lo dejó medio paso detrás de Picard. Una formación aparentemente natural había dado lugar a un pequeño círculo de rocas bajas y planas. Junto a ellas se detuvo Montserrat y aguardó que los oficiales se le unieran. Cuando se encontraron con las gitanas, la que se había presentado como Montserrat los invitó a que se sentaran y en silencio estudió sus rostros. Luego se puso de pie y tomó las manos del capitán. Data se removió inquieto sobre su piedra.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Su Majestad —comenzó el androide —si me permite, la lectura de manos es algo que se ha demostrado nada tienen que ver con el futuro de sus dueños. En cambio entre los místicos de Vandor 4 se sostiene que... —En las manos de un hombre no está su destino —lo interrumpió Montserrat sin dejar de mirar las manos del capitán —sino su pasado. El porvenir está en nuestros sueños y en nuestras decisiones. Todo proviene de la mente que todo trasciende. Aquí y ahora se hallan congelados por nuestras percepciones. Data cerró su boca y permaneció en su asiento con el ceño fruncido. Estaba analizando lo que dijera la gitana. —¿Cómo supieron de nuestra presencia? —quiso saber el capitán señalando a Data y a sí mismo. Montserrat levantó su mirada y le brindó una sonrisa dorada. —Eso ya lo sabéis —le contestó dejando sus manos y sentándose a su lado —Podemos ayudaros en vuestra búsqueda. Y te puedo dar consuelo para tu mente —agregó en un susurro. El capitán iba de sorpresa en sorpresa. —¿Qué...? —comenzó a articular. —Todas tus preguntas no tienen su respuesta en este plano del conocimiento —le cortó la gitana —Tú, yo, todos nosotros no somos más que las piezas de un ajedrez gigantesco que comenzará a jugarse en el futuro, en el nuestro, y que finalizará antes de que se inicie la partida. Mas el desenlace de todo es incierto porque el enemigo es poderoso en el futuro. Sólo asegúrate de hacer lo que debas hacer, porque así está escrito en el tejido de las estrellas. Montserrat miró a Data. —Tu creador ha hecho un mejor trabajo del que nunca imaginó —le dijo mirándolo profundamente a los ojos —Has superado sus expectativas más allá de sus sueños más locos. Sólo asegúrate de cumplir con las leyes de la robótica. Más allá de cualquier definición, la humanidad corre un infinito peligro, y no habrá refugio para los sobrevivientes, sea Klingon o de Romulus, Je´Madar o Fundador, Talaxiano, Cazon u Ocampa. Todos están en peligro. Data la miró extrañado. No reconoció los nombres de las tres últimas razas que la gitana nombrara, pero la actitud de ella soslayaba cualquier in60
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii tento de formular preguntas. Hasta Picard se veía impresionado por la actitud de autosuficiencia de las mujeres. La gitana metió la mano entre sus ropas y sacó un pequeño paquete que resultó ser un manoseado mazo de cartas y se lo tendió a Data. Éste lo tomó y con sus diestras manos barajó un par de veces. Le tendió la baraja a la gitana que levantó una mano rechazando el ofrecimiento. Montserrat se puso de pie dando por terminada la reunión. —No necesitamos de vuestra ayuda para seguir con nuestra vida —dijo dirigiéndose al capitán —Os agradezco vuestras buenas intenciones, mas tenemos cuanto necesitamos para reconstruir nuestra sociedad. Estamos acostumbrados a la soledad y el Borg ya no tiene nada que hacer en nuestro mundo. Comenzó a alejarse dejando a los hombres de la Federación de pie y sin entender nada de lo que habían hablado. Data dirigió las maniobras de vuelo con la misma eficiente pericia de siempre, aunque en su mente bullían infinidad de preguntas. El capitán estaba silencioso. Y eso contenía la matemática compulsión de Data por buscar respuestas a sus inquietudes. Data transfirió el mando a la computadora una vez que salieran del cono del volcán y prestó atención a la baraja que le diera la gitana. Eran viejas cartas de la baraja española y no halló nada extraordinario en ellas. Si bien eran algo distintas en su diseño, coincidían básicamente con el que tenía en sus bancos de memoria. No fue hasta que miró el lomo de las mismas que advirtió el tejido de las estrellas al que aparentemente se había referido la gitana. Ningún rectángulo tenía el mismo número de estrellas o disposición. Era un rompecabezas que tendría que resolver apenas llegaran al Enterprise. Pasando una a una las cartas iba ingresando los datos en su memoria y esbozando una solución tras otra, algunos bordes no coincidían y lo intentaba de nuevo. Halló un grupo de soluciones posibles. En ningún caso la disposición le era conocida y había muchos rectángulos sin estrellas. Lo que hacía más difícil la formación de un mapa adecuado sin un punto de referencia conocido. Presumió que en la computadora de la nave hallaría la respuesta.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii C CO ON NC CIIE EN NC CIIA AE EN NE ES ST TE EP PL LA AN NO O,, P PE ER RO OD DE EU UN NN NII-V VE EL LS SU UP PE ER RIIO OR R
-¿A
ún no lograste nada? —Preguntó una voz en el espacio. La cercanía de una estrella a punto de estallar por el impacto de un meteorito de antimateria de un centenar de metros de largo no le preocupaba en lo más mínimo. Al fin y al cabo lo de la imposibilidad de la interpenetrabilidad de la materia eran estupideces de las mentes cortas de este plano. —No, ya sabes que los humanos no han sido muy dados a colaborar nunca —respondió el interpelado, mientras contemplaba una y otra vez el tercer pequeño planeta, donde la vida ignoraba que tenía todas las opciones contadas a corto plazo. —Sigo insistiendo en que los vulcanos o los klingon son la respuesta a lo que necesitamos —intervino una tercera voz, al tiempo que se apoyaba en el gigante gaseoso y pasaba inadvertidamente una pierna entre sus anillos. —Los humanos son la respuesta adecuada a lo que necesitamos. Son el equilibrio entre la aguerrida determinación ciega de klingon y el egoísmo intelectual de los vulcanos. Si se los estimula adecuadamente, guiándolos, en lo que ellos llaman libre albedrío, con el tiempo... —Tiempo es lo que no nos sobra, aunque podamos manipularlo a nuestro antojo, el Otro puede aprender tan rápido que nos coartaría toda solución al presente problema —le cortó la primera voz, mientras cerraba los ojos ante la deslumbrante luz de la estrella en el momento de estallar. Ni la luz ni la radiación ni los átomos súper calientes del plasma podían afectar a ninguno de ellos. Aún así hicieron el equivalente al taparse el rostro, recuerdo atávico de sus tiempos de cuerpos orgánicos. —Podemos manejar el tiempo en este plano —dijo la segunda voz, y para demostrarlo dio marcha atrás a la explosión que acababa de ocurrir. —Lo que no podemos hacer es forzar las posibilidades de una conciencia libre. Hasta ahora les he estrechado el camino, para que sigan uno que beneficiará a todas las razas, especies y civilizaciones de la galaxia por los próximos miles de años. Las ramificaciones temporales son demasiadas como para contarlas a todas. Algunas convergen al punto que deseamos, y otras se alejan de él. De las que convergen, unas tienen más posibilidades de éxito para nosotros que otras, pero determinan que sean destruidas más vidas que las que se salvarían. Inaceptable. 62
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Lo que sucede es que te has encariñado con ellos —dijo irritada la tercera voz. —Sucederá que el Otro tomará conciencia de que hemos escapado y no buscará hasta encontrarnos, ¡posibilidades a favor o no! En su irritación produjo un pequeño estremecimiento en el sistema. Un planeta estalló desperdigando escombro entre el cuarto planeta y el gigante gaseoso. El último planeta varió el plano de su órbita; el tercer planeta adquirió una luna y las mareas subyacentes comenzaron a partir la única masa de tierra que se elevaba sobre las aguas. —No es así —le contestó la segunda voz —Y coincidimos cuáles serían mis intervenciones que harían que sus probabilidades aumenten sobre el resto de posibles opciones, sin que por ello hagamos ostensiblemente evidente nuestra huida a este plano. Debemos continuar moviéndonos hacia atrás y hacia adelante en el tiempo hasta que llegue el momento de mi última intervención. Ya demasiado nos arriesgamos cuando adelantamos su encuentro en decenas de años terrestres. Además, encontrar el punto de inflexión en el tiempo donde los humanos no se auto destruyeron fue la tarea más ardua. Continuemos. Acá no tenemos nada más que hacer. Al alejarse dejaron un sistema distinto al anterior. Gracias a la nueva distribución de masas, el meteorito de antimateria erró a la estrella por varios kilómetros, desvió su trayectoria para perderse en el espacio profundo, en el trámite la estrella perdió una parte muy pequeña de su velocidad angular. En el tercer planeta, las mareas y el calor interno aumentaron la temperatura global, incrementándose la actividad química y las mutaciones. La vida incipiente en la Tierra continuó su camino hacia la inteligencia.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii S SU UE EÑ ÑO OS SY YP PE ES SA AD DIIL LL LA AS S
A
l abrir los ojos lo invadió una sensación de deja-vú. Todo parecía estar igual aunque el ambiente que lo rodeaba no le era familiar.
La habitación era demasiado espaciosa, y sin embargo era la misma. Salió de ella. Había voces en el pasillo, pero ahora que lo pensaba, no las mismas voces que lo habían despertado. No aquel ruido blanco que se generaba en el Ten Forward durante alguna reunión o fiesta a la que hubiera asistido alguna vez. Había cierta coherencia subyacente, una armonía que sólo un coro lograba tras largos y duros ensayos con un director tiránico. En la nave las cosas nunca (siempre) eran así. El sordo rumor era la humanidad a bordo, el bronco vibrar de los motores, o cuando la noche subjetiva colmaba la nave de pequeños crujidos, chispazos y suspiros que más de una vez captara antes de dormir. Las voces, la armonía, no estaban en el pasillo. Se sintió solo y aislado. El miedo se instaló en su estómago y estiró un poco más la recta espalda. Sabía que tenía que buscarlas, volver a ellas. Comenzó a caminar por el pasillo. Se acercó a un mirador y apoyó una de sus manos sobre la baranda. La otra mano le pesaba demasiado para hacer aquel movimiento superfluo. La sensación de espacio y la perspectiva lo marearon. Desde el pequeño balcón se veían todos los niveles, hacia arriba y abajo, atrás y adelante. Como las capas en una perla, la nave se había construido desde dentro. Algo estaba mal. No debería ser así. Su nave no se parecía nada a esto que lo rodeaba. Aunque muy íntimamente sabía que lo que veía era también su nave Lo correcto y lo incorrecto se superponían. Un pálido oficial muerto lo miraba desde lo alto. De algún modo, la máscara que cubría parcialmente su rostro estaba bien. Quiso decirle algo, pero había desaparecido. Las voces se hicieron discordantes. Se le acercó un... un... no pudo recordar su nombre, acusándolo de algo que había hecho en el pasado. Quiso ocultar su rostro entre sus manos, y advirtió que ambas eran iguales. Una parte de sí le dijo que no deberían ser simétricas, que así no podría manejar las herramientas adecuadas, o alimentarse, o repararse. ¿Repararse? Gritó dentro de su cabeza, hundiendo más profundamente sus dudas anteriores. En su imaginación, las puso bajo llave en una oscura 64
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii mazmorra en la casa de sus padres allá en... en... había olvidado de dónde era también. El concepto padres también se le antojó extraño. Ahora las voces lo llamaban, lastimadas, dolidas, atemorizadas. Un velo se corrió a sus espaldas. La luz del pasillo se hizo más intensa y los gritos se redujeron a un murmullo, mientras el dolor continuaba allí, con igual intensidad. El miedo remitió, dejando sus sentidos liberados de su garra. Su cuerpo se aflojó, y comenzó a caer a través de los niveles. De todos ellos lo observaban los mismos rostros pálidos y enmascarados, acusadores. Él les pertenecía, o al menos una parte de sí los reconocía como iguales. Él les había quitado algo... no, les había dado algo... no, ellos necesitaban algo y lo estaban esperando en...
Chocó contra el suelo con un golpe amortiguado por la alfombra. Se despertó. Aún aturdido y medio incorporado alcanzó su comunicador, que sonó apagadamente al cerrarse su puño sobre él en un espasmo, con fuerza. —Consejera, perdone la hora, pero ha vuelto a suceder. —Aquí Troi. No es molestia. Lo sentí desde aquí. Ya estoy con usted, Capitán.
—Té Earl Grey. Consejera, ¿qué desea tomar? A pesar de haberse levantado apresuradamente, la consejera se veía impecablemente despierta. Trataba de que su rostro no dejara traslucir la agitación que le transmitiera el Capitán. Debido a que él recién despertaba, podía percibir sus sentimientos con toda facilidad. Sentía al Capitán como nunca antes había podido hacerlo. Esto la dejó confusa por un momento. No supo determinar si se debía a la propia confusión de Picard o a lo extraordinario de la apertura mental que experimentaba. —Chocolate caliente, gracias —Deanna esperó que el Capitán no advirtiera la vacilación que se produjo entre la pregunta y la respuesta.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Una vez servidos, el capitán se sentó frente a la consejera y comenzó a beber sorbo a sorbo su infusión, con la mirada fija en algún punto entre la consejera y el infinito. Troi esperaba pacientemente. Su atención parecía fija en su chocolate. Su mente estaba llena de emociones contrapuestas. Certidumbre e incertidumbre dominaban el conjunto, el doble sentido de las imágenes que hacen la materia de los sueños. El ceño fruncido y un leve temblor en las manos no eran más que una muestra ínfima de que lo que le sucedía al capitán no eran sólo malos sueños. —Esta vez ha sido más vívido. Recuerdo más detalles. Yo soy... —un espasmo cruzó su rostro y volcó parte del té (un crimen). —Lo siento —limpió el líquido derramado, tratando de reordenar su mente. —No logro saber quién soy, o quién no soy. Está todo mal y bien, al mismo tiempo. —Los sueños tienen esa cualidad dual, de ser y no ser al mismo tiempo —comenzó la consejera —Hay cosas que de inmediato aceptamos como las vemos, pero en nuestro subconsciente nos damos cuenta de que no es así. Mezclamos recuerdos propios con fantasías o cosas que nos preocupan. Soñamos que volamos o que caemos. Un recuerdo que preferimos no tener o un hecho vergonzoso de nuestra vida que hemos enterrado tan profundamente que llegamos a olvidar, a veces se abre paso a nuestra conciencia a través de un sueño. Con hipnosis... —No quiero hipnosis —la interrumpió, golpeando la pequeña mesa que los separaba. Troi se apartó sobresaltada. El golpe no sólo había sido físico. De la mente del capitán el miedo la sacudió y tuvo que cerrar su propia mente a aquel contacto malsano. —Capitán, ¿qué recuerda de todo eso? Descríbame las sensaciones. —Había máquinas, por todos lados, y rostros que me rodeaban —la miró de costado —Tasha estaba allí. —Tasha... —murmuró Deanna. —Lo sé, ha muerto hace tiempo. Pero había algo cruel en ella, no puedo precisarlo. No hay muchos detalles, ya que la luz era muy escasa. Las voces... 66
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii El capitán volvió a cerrarse. La profundidad de sus pensamientos era tal que la consejera se sorprendió. No lo alcanzaba. —Capitán —dijo, tomándole las manos. Estaban frías, y esto la sobresaltó aún más —Capitán, ¿las voces? Picard suspiró, se puso de pie y rodeó la mesa, alejándose de la consejera. —Las voces sonaban en mí y yo en ellas. Juntos teníamos armonía, como un coro. Yo era la primera voz, la que llevaba el peso de las demás. Todas las voces en mí. Yo era el director y al mismo tiempo ellas guiaban... y había algo más, algo por encima y por detrás de todo. Una esencia que daba coherencia e identidad. Era inaprensible y sin embargo llenaba todos los resquicios. —No se esfuerce por explicarlo todo, sólo descríbalo, sin justificar nada de aquello. Un sueño sólo tiene explicación dentro de sí mismo. Ahora usted está despierto y no recuerda mucho. A medida que pase más tiempo olvidará unos detalles y tal vez recuerde otros. O su mente, en el esfuerzo por recordar, los agregue. Déjelo ir. Si es un problema o algo que le preocupa volverá a soñarlo, como ha ocurrido. Siga con su actividad normal y llámeme cuando me necesite. Dentro de sí la consejera sentía cómo la tripulación iba despertando y tomando sus actividades diarias. Para ella no había muros insalvables. La masa de más de mil cerebros funcionando en el relativamente reducido espacio de la nave era como su propia mente, expandida. Esta línea de pensamiento le dio una idea, pero antes debería hablar con una o dos personas. Lo que se le había ocurrido la asustaba, y temía confirmar esa sospecha.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii M MÁ ÁS SQ QU UE EU UN NA AS SIIM MP PL LE EM MIIS SIIÓ ÓN N
-¡I
nconcebible! —gritó Klag al posar por primera vez su mirada en la nave que comandaría —¡Es una atrocidad! No puede ser una nave de combate klingon. ¡No puede pertenecer al Imperio!
El pequeño ingeniero, pequeño para los estándares klingon, que estaba a su lado, era el jefe del proyecto y también representaba al Imperio, y aguardó con paciencia (otra incongruencia para ser un klingon) a que el estallido pasara. —¿Dónde está el puente, o las barquillas de armamento? Toda esa línea suave, ininterrumpida en su superficie es una muestra de la debilidad humana. ¿Qué es ese disco en la proa? ¿Dónde están las fuertes y duras líneas del diseño klingon? Esa nave debe ser el producto de una raza que honra la fuerza y el valor de un guerrero. No esa cosa débil y sucia a la que nos tiene acostumbrado la Federación. Palabras como paz y hermandad han adormecido al Alto Concilio, sumiéndolos en la ñoñez y la pereza. Esa nave es indigna de llevar el emblema del Imperio, en ella no hay nada del valor y de la fuerza del guerrero klingon, sino la cobardía de la Flota Estelar. Alguien debería sacudir a Gouron y a todo el Alto Concilio para que despierten. Mientras decía esto, Klag se paseaba de una ventana a otra del mirador del astillero. Todavía se podían ver algunos obreros trabajando aquí y allí sobre la nave. Algunas luces la iluminaban, pero en su mayor parte la nave estaba en sombras, afeándose aún más su aspecto a los grises ojos de Klag. Klag era por derecho propio el epítome del guerrero klingon. Su altura se encontraba por encima de los dos metros, sus negros cabellos y barba nunca hallaban el acomodo que su dueño les quería dar, y no es que Klag se preocupe por su aspecto, sino que a veces en un combate cuerpo a cuerpo, le había puesto en desventaja al caer sobre sus ojos. Ahora lo llevaba suelto, pero a bordo de su nave solía tenerlo reunido en una cola atada con una tira de cuero. Sus trajes siempre parecían no contenerlo y era su preferencia llevar los brazos desnudos, con lo que su desarrollada musculatura quedaba a la vista. Esto solo había puesto fin a más de una disputa en sus tripulaciones. Varias cicatrices marcando sus duros bíceps y antebrazos daban testimonio de que eran más las peleas que protagonizara que las que evitara. De mandíbula firme su rostro podía convertirse en granito cuando estaba sobre el puente en plena batalla, gritando las órdenes con voz grave y pesada. Su piel olivácea tenía un brillo natural que le hacía parecer enfermo y esto había sido siempre su vergüenza secreta y causa de dientes rotos y ojos negros. 68
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Podría tomarla entre mis manos y despedazarla, empezando por la mañana y acabando antes del mediodía —dijo estrujando el aire con sus manos —Esa cosa no podrá defenderse de una pandilla de ferengis armados con palos. Su furia se debía en parte por la vista de la nave y en parte porque se había enterado de que no sería sólo su nave, sino que compartiría el puente... y con un humano. —Antes preferiría morir en mi cama —había ladrado cuando llegaron sus órdenes. A partir de ese punto, había dejado de prestar atención al resto del informe, donde se detallaban las especificaciones de su nave. —Veo que desconoce las características de su nave, Klag —lo llamó al presente la voz del ingeniero. —Le mostraré algunas. Computadora, encienda las luces del dique de la Koor Bloq. Mil pequeños soles iluminaron a la nave. Uno de los obreros, sorprendido, se empujó sin quererlo desde uno de los costados de la nave y se alejó de ella dando tumbos, derivando hacia una de las parrillas de iluminación. Estaba a punto de chocar con ella cuando pudo accionar sus pequeños impulsores de maniobra. Nada de esto advirtieron Klag o el ingeniero, quien estaba hablando pausadamente. —Como verá sólo la proa es de diseño humano. El resto responde a la estructura de nuestros cruceros de batalla, con el agregado de una tercera barquilla de motores. Esa disposición equilátera proporciona mayor maniobrabilidad en combate y la potencia extra de los motores se puede desviar tanto a las armas como a los escudos o al dispositivo de ocultación. La suavidad en las superficies que tanto lo ha irritado es una ventaja, como tan bien nos han hecho ver los humanos. En cualquier maniobra, o en viaje, el chocar con un núcleo de hidrógeno demanda que el campo de integridad del casco se vea reforzado permanentemente, ya que la velocidad que trae consigo lo transforma en una pequeña bola de energía. Ni hablar entonces cuando se halle en un sistema o en órbita en un planeta. La cantidad de materia que allí se encuentra hace que se gaste más energía cuanta más superficie presente el casco. Con ese diseño, el ahorro de energía se deriva a las armas o a los escudos. La sección del platillo de proa es alojamiento para familias de científicos —ignoró el gruñido de desagrado de Klag ante la mera idea de llevar tanta gente inútil a bordo—y tripulación y contiene en ella laboratorios, depósitos y hangares, dejando la sección de popa propiamente dicha para el puente de batalla, armas e ingeniería. 69
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Klag lo interrumpió con un bronco grito. —Seré la niñera de un montón de... —¡De klingons fieles al Imperio y a su gloria! —le cortó una voz en la puerta de la sala de observación. —¡Gouron! —gruñó por lo bajo el ingeniero. La fiera mirada del klingon impidió más comentarios y con un gesto brusco lo envió afuera. —Klag —su voz era controlada, pero su rostro decía otra cosa —veo que no estás conforme con tu nave y tu misión —dijo, mirando cara a cara al capitán, dándole la espalda a la nave. —No encuentro gloria en el correr de un lado a otro de la galaxia visitando rocas y más rocas —exclamó Klag obstinada fiereza. Todo el respeto y sentido obediencia de Klag hacia Gouron apenas lograban contener todo el encono que sentía por la situación en la que lo habían embarcado. —¡Oh…! La hallarás, tenlo por seguro. Tu misión va más allá de un paseo de diversión. Luego de este nuevo tratado de paz, el Imperio ya carece de retos. El Alto Concilio es una guarida de burócratas intrigantes. Necesitamos esto —dijo señalando por sobre su hombro hacia la Koor Bloq —por eso has sido elegido. No hay debilidad ni malicia, tu fidelidad no necesita pruebas. Kahless mismo aprobó tu designación. Además, esta nave pondría de rodillas a la mitad del Imperio si cayera en manos menos leales. Su potencia duplica a cualquier nave de la Federación. No debe ser mal usada —se volvió hacia la nave y señaló más allá, hacia el espacio profundo —Ve allí fuera y ¡por Kahless! Encuentra nuevos retos que despierten al Imperio de su modorra. —Los ojos del jefe del Alto Concilio lo miraron con ferocidad —Mantén vigilado al humano. No tendrás problemas con él. Viene de una raza pacifista, pero que sabe mostrar sus uñas. Sabrás cómo comandar tu nave, a pesar de la interferencia. Mantén los ojos abiertos. No creo que puedan poner a nadie que iguale a un guerrero klingon. ¡Por la gloria del Imperio! ¡Qapla´! Gouron activó un dispositivo en su brazo y una señal de transporte se inició de inmediato. —¡Qapla´! —respondió Klag mientras veía a Gouron desaparecer ante sus ojos. La visita no programada del Jefe del Alto Concilio lo había sorprendido, pero no tanto como su discurso. Él sabía de la amenaza que era para el Im70
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii perio una alianza con la Federación. Jamás esperó que Gouron mismo lo reconociera, a pesar de haber sido un gran guerrero, ahora se había convertido en un político y la sola idea de encerrarse entre cuatro paredes atado a un planeta lo hizo estremecer por el rechazo que sentía. Sólo una idea permaneció inalterable en su mente. Pondría un pie sobre esa nave y el otro sobre el humano. —¡Por la gloria del Imperio! —gritó Klag a la silenciosa nave.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii S SIIN NG GU UL LA AR RIID DA AD DE ES S
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n la frontera más lejana del Imperio Romulano se halla el arma más poderosa del universo y sin embargo no hay nave en la Galaxia que pueda transportarla. Otra ironía está constituida por el hecho, conocido por unos pocos elegidos por las circunstancias, entre pilotos, científicos e ingenieros, que se la utiliza como un basurero. Su potencial es ignorado por los altos burócratas del gobierno, más por obra del azar que por una deliberación. La nave de carga al mando del capitán Eysak presenta una forma curiosa, si se tienen en cuenta las normas romulanas. Su proa es un gran disco parabólico espejado, con una pequeña semiesfera sobresaliendo en el fondo del cuenco y una proyección tronco cónico que parte de ésta y cuyo extremo más delgado se corta justo en el foco del plato. Esta estructura era el mayor logro de la ciencia e ingeniería romulanas: una pala de gravedad. Todos los intentos de transformar esta herramienta en un arma habían concluido en el fracaso. Como bomba era excepcional, ya que producía un campo gravitatorio esférico que destruía tanto a la víctima como al agresor. Más de un árido planeta convertido en grupo de asteroides en distintos sistemas del imperio romulano podía dar mudo testimonio de ello. El tamaño de las instalaciones, el tiempo que demandaba su construcción y la cantidad de gente necesaria habían hecho que la idea de secreto fuera sólo eso, una idea. Con la gravedad no se juega. Es una máxima aprendida a costa de muchas muertes de científicos capaces e irremplazables. Por otro lado es posible tomar una cuerda gravitatoria y retorcerla, transformarla en un nudo por así decirlo, obteniendo con ello una singularidad. Con su tamaño comparable al de un protón, los efectos no son mensurables más allá de unos pocos milímetros, y si no se la confina de algún modo, la cuerda vuelve a su condición original, liberando más energía que la que se había necesitado para formarla. Otra excelente arma. Los mismos dilemas. A pesar de todo ello una singularidad de esas características tiene una aplicación, y muy importante, dentro del Imperio Romulano. Correctamente encapsulada en un campo de matriz gravitatoria y con pequeños y controlados aportes de materia, la energía que se libera al desintegrarse la masa cuando traspone el horizonte de sucesos se puede aprovechar para mantener los sistemas que lleva cualquier nave, desde el dispositivo de ocultamiento hasta los duplicadores, mantenimiento vital o comunicaciones. El constante aporte de masa hace que la singularidad crezca. Con el tiempo su 72
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii el crecimiento de su radio y masa la hace inmanejable para el campo de una nave común. Entonces entra en acción la nave del capitán Eysak, llevando las singularidades extraídas de las naves del imperio romulano a dejarlas en el mismo punto del espacio. Una y otra vez, desde que se utilizó y desechó la primera de ellas. Porque tampoco era necesario que todas esas singularidades, ávidas de materia estuvieran deambulando en los corredores más transitados del Imperio. Con el correr de los años la singularidad de aquel punto en particular del espacio había crecido. Y allí estaban Eysak con su nave basurera, llevando su carga de miles de toneladas y unos pocos centímetros de diámetro, y un grupo de ingenieros y científicos que venían por vez milésima a estudiar el Basurero del Imperio. Fuera de la extraña proa, el resto de la nave de Eysak no difiere mucho del resto de las naves romulanas. Las gráciles líneas exteriores del puente y del sector destinado a la tripulación y a los eventuales pasajeros, hablan de una raza en la que se sumaba la practicidad a la belleza. Su armamento no podía competir con los de una nave guerrera, pero más de un pirata o ferengi, que a veces resultaba lo mismo, se las veían en figurillas para hacer que se rindiera. Por otro lado, y esto era algo que sólo el capitán y su tripulación seleccionada a lo largo de los años sabían, la pala de gravedad se podía usar como un ariete. Siempre y cuando el atacante se alineara con el plato. —Capitán Eysak —lo interpeló Seymof —afuera no se ve nada, ¿está seguro de que estamos en la posición correcta? Seymof es un pequeño romulano, rechoncho y con poco cabello, algo fuera de lugar en un romulano, pero él no es uno común y corriente. Compensa sobradamente sus pobres atributos físicos con un carácter obstinado e intransigente que había forzado siempre a sus superiores a dejarlo de lado por ser demasiado duro en sus apreciaciones y tener un corto sentido diplomático y político. Había sido una rata de laboratorio hasta que descubrió la forma de transformar en armas las singularidades que se sacaban de los núcleos de los motores de las naves por haber excedido su tamaño útil. Como lo único que solicitó fue el transporte hasta ese lugar, porque decía que el resto del instrumental lo llevaría de su laboratorio, ninguno de sus superiores vio mal que se tomara unas vacaciones. 73
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii El capitán lo miró desde su asiento, como sopesando una serie de respuestas. Seymof lo había estado importunando todo el viaje con diferentes ideas e interminables ecuaciones sobre la mecánica y dinámica de las singularidades, además de asegurar que la historia jamás olvidaría su nombre, asociado al suyo propio por supuesto, como los romulanos que inclinaron definitivamente la balanza del poder a favor del imperio siempre glorioso de Romulus. —¿Sabe acaso la roca adónde está el suelo una vez que abandonó la mano? Usted ocúpese de su trabajo una vez que lleguemos, que yo me ocuparé de ponerlo en su lugar —le dijo sin dejar de mirarlo a los ojos y con una sonrisa que involucraba solo a sus labios. El científico abrió la boca para contestar cuando el navegante anunció que se hallaban en las coordenadas adecuadas. —Acérquenos a setenta kilómetros del horizonte de sucesos y tome una órbita polar. Seymof no pudo contener un grito ahogado de sorpresa. Se pasó una mano sobre la cabeza en un antiguo gesto de ordenar los cabellos que ya no tenía. —¡No puede tomar esa órbita tan baja! Ignoramos el tamaño que pueda haber tomado el horizonte de sucesos desde su última visita. Le ordeno que eleve la órbita al doble de esa distancia, por lo menos hasta que podamos hacer las mediciones adecuadas. Eysak se volvió hacia Seymof con una mirada desdeñosa en sus ojos. —¡Nadie, ningún gusano como usted dará ordenes en mi puente! —le cortó con una voz fría como el espacio —Sepa también, miserable, que he visitado ese pozo más veces de las que usted ha respirado en su inútil vida. Conozco a ese viejo traidor mucho mejor que lo que usted, con todos sus sensores y computadoras, pueda averiguar. Le repito, usted hace su trabajo, yo le diré desde donde. El rostro de Seymof se endureció. No toleraría que ese viejo decrépito lo maltratara frente a los tripulantes. —No permitiré su insubordinación —le dijo a borbotones —Informaré a sus superiores y lo destituirán, lo enviarán... —¿Adónde? —Lo interrumpió Eysak con una sonrisa sardónica — ¿Adónde hay en el espacio un lugar peor que éste para un soldado? Sirvien74
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii do de niñera a un grupo de sabelotodo, para que vengan a teorizar sobre algo que ni siquiera pueden ver. La voz de Eysak llenaba el recinto y su ira arrinconó al imprudente Seymof hasta despedirlo del puente por una puerta lateral. Parándose detrás del navegante le dijo más calmo: —Órbita a cincuenta kilómetros. Y presten atención al gravímetro. Ese maldito idiota tiene razón, el pozo pudo haber crecido más de la cuenta. Cuando Seymof llegó al área de ingeniería y ciencias su agitación había desaparecido y su aspecto traslucía una calma que estaba lejos de sentir. La ira que sentía hacia Eysak podía esperar. Meerek, su ayudante siempre calmo y medido, estaba terminando los ajustes de una sonda, con la que determinaría el ritmo de emisión de energía, la curva de incremento de la gravedad, el momento angular y el diámetro del horizonte de sucesos cuando la sonda desapareciera en él. El mismo horizonte de sucesos cuya sola mención hizo explotar a Eysak en el puente. En ese momento Meerek estaba comentando con voz queda con el jefe de ingenieros los datos con que contaban. —En nuestro viaje no registramos ninguna esfera de acreción en una distancia inferior a los cien millones de años. Más allá de esta fecha nuestros sensores son inservibles. La ausencia de restos planetarios indican que se trataba se una estrella en su primer estadio de vida. Otra posibilidad es que se trate que su formación sea primigenia, es decir... —No saque conclusiones ociosas —le cortó fríamente Seymof —sólo limítese a hacer su trabajo Si Meerek se sorprendió por la súbita irrupción de Seymof, no lo demostró. Al punto cambió de tema. —La sonda está lista —informó sucintamente —Ya se lo comuniqué al capitán. La lanzaremos cuando él nos lo indique. —¿Tiene lista la segunda sonda? —preguntó Seymof parándose a su lado. —Terminaré de ponerla en línea cuando tengamos los datos preliminares de la primera —le contestó Meerek sin levantar la mirada de sus instrumentos. 75
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Seymof se exasperó por la suficiencia que demostraba su ayudante, pero sabía que debía soportarlo sin que importaran sus deseos personales. Más de una vez el joven científico había demostrado una penetración en sus apreciaciones que no había encontrado en otros científicos de mayor renombre. Además comprendía su teoría casi tan bien como él mismo y le era innegablemente leal, aún para ser romulano. Desde su terminal se comunicó con Eysak en el puente. —Eysak, ¿a qué distancia piensa establecer la órbita? —preguntó mordiendo las palabras —¿Cuánto tiempo tendré que esperar hasta que pueda lanzar la sonda? —¡Un momento! —lo interrumpió Eysak. —Si el suyo va a ser un interrogatorio muy extenso, pásemelo en un reporte que cuando tenga tiempo y ganas se lo contestaré. Eysak fuera. En el instante en que se le oscureció la pantalla, Seymof ya no pudo seguir conteniendo su ira. Comenzó a descargarla golpeando con sus puños la pantalla donde hacía un instante estaba el rostro del capitán que rápidamente estaba aprendiendo a odiar. Al mismo tiempo que lanzaba su segundo golpe el rostro de Eysak volvió a la pantalla. Si experimentó algún placer por ver al científico en tal situación sólo se pudo leer en su mirada altanera. —A propósito, Seymof —la voz de Eysak se oía suave y hasta tenía un tono de camaradería —estamos a cincuenta y cinco kilómetros del horizonte de sucesos, lo que nos sitúa en una buena situación de cuerda floja. Si nos falla la gravedad artificial, que ya está trabajando extra para evitar que la gravedad exterior nos aplaste, olvídese de sus teorías. Puede lanzar su sonda cuando quiera. Dentro de doce horas la nave estará sobre uno de los polos del eje de rotación del pozo. Entonces alinearemos la nave con el eje y desprenderemos la carga. El tiempo estimado de caída es de veinte minutos —se encogió de hombros disculpándose por el poco margen que les daba —Es poco para que pueda tomar mediciones de la interacción del pozo con la singularidad, pero haremos todo lo posible para que quede satisfecho. El tono de disculpa hasta parecía sincero en Eysak, pero el brillo en sus ojos decía otra cosa. —Luego de eso —continuó el capitán casi sin respirar —podrá enviar su segunda sonda. ¡Que pase un buen día! Eysak fuera. Seymof bajó lentamente su puño, sorprendido por aquel acceso de afabilidad del viejo y muy zorro capitán. 76
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Meerek seguía inclinado sobre la sonda como si se hallara solo en la nave.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii C CO ON NC CIIE EN NC CIIA AY YV VO OC CE ES S
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avegante comparó las coordenadas actuales con las generales dadas por la Memoria. Confirmó que eran coincidentes y esa certeza se difundió entre el fondo común de las Voces.
Explorador expandió sus sentidos hasta el límite, saboreando la radiación de fondo que conocía, tratando de diferenciar los patrones desconocidos. A medida que los datos llegaban, la Memoria los comparaba y calificaba de acuerdo a su propio patrón de tecnología. Rara vez se equivocaba. Los patrones más complejos, teñidos de individualidad, resaltaban sobre el resto. Estos eran reservados para un segundo análisis más profundo, preparando alguna incursión futura. La pauta cultural que se esperaba tenía una particular complejidad, según lo datado con anterioridad. Por decisión común no se encaminaron al centro de la civilización. Eso podría esperar. Ahora era necesario un primer contacto para medir fuerzas y capacidades. La asimilación era inevitable. Pero ahora una nueva condición llenaba la Conciencia. La búsqueda incansable de esos ciertos patrones culturales se había transformado en una compulsión. Urgía terminar y regresar al planeta de origen. Esa orden llenaba el subespacio, medio usado para toda comunicación. No se la cuestionaba, no había extrañeza, ni preocupación por tal urgencia. Sólo certidumbre. Si algo había variado no existía un patrón previo para aseverar la magnitud de tal cambio. Se había extendido una matriz de búsqueda en la que toda precaución se desechó. La urgencia empujaba a la Conciencia al borde del descuido. Todo integrante que no fuera indispensable en mantenimiento vital o navegación se volcaba a participar en la búsqueda. La asimilación se hacía imperiosa y llegado el límite de tiempo establecido los métodos se harían violentos. Ya existía un cierto conocimiento en la Conciencia sobre los parámetros de poder de armas y naves. Existía también un conocimiento sobre los alcances generales de los límites de búsqueda, como así también la ubicación del corazón del imperio, en realidad, de ambos corazones imperiales. El protocolo de asimilación no había variado. Pero era la primera vez que los esfuerzos se dividían en una tarea simultánea. Primero una nave con su conciencia rectora para usarla de portavoz, para dar credibilidad y firmeza a las condiciones de asimilación, luego toda la civilización. Esto se haría con las diferencias de tiempo que el azar determinara. 78
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Dos naves con idénticos paralelos de búsqueda. Cada una en un sector de la galaxia. Ambas en armonía y sin embargo con una limitación en la comunicación. Si la Conciencia así lo determinaba, una barrera se alzaría entre ambas. La aceptación de esto era total, sin titubeos. Sólo quedaría la vaga sensación de que aún estaba allí lo que la Conciencia había cercenado. Navegante amplió el patrón de vuelo a pedido de Vigilante. Los sensores sólo captaban el ruido de fondo. No había rastro del patrón deseado. La Conciencia decidió penetrar más en el sector. La velocidad se incrementó y las bandas de los sensores se estrecharon. Ambas naves hacían similares ajustes en los momentos oportunos.
—Ya está hecho. La rueda está girando una vez más. Los patrones de probabilidad se han reforzado al dar importancia a unos hechos sobre otros. Ahora no puede fallar, solamente... —...nos resta esperar —le cortó una segunda voz. —Ya nos dijiste eso la última vez y desapareció la civilización. —Y no sólo se destruyó. El retroceso es tal que les llevará el doble de tiempo llegar al mismo punto en donde se quebró —sentenció una tercera voz. —Es verdad —intervino la casi siempre silenciosa cuarta voz. —Yo aún visito ese ramal de probabilidad, sobre todo cuando me pongo demasiado optimista. —Ese fue sólo un ensayo sobre el proceso. Convinimos que de todas formas ese ramal conducía a la destrucción de la civilización —Descartó la primera voz —El tiempo que durará el retroceso es aleatorio, ya lo sabemos — se defendió. —Recuerda que los caminos se estrechan cada vez más, y algunos convergen de un modo que ni nosotros pudimos calcular —agregó la segunda voz, dirigiéndose a la primera voz. Esta contestó con exasperación, dirigiéndose a todos. —Ya lo sé. No podemos permitirnos el lujo de perder potencialidades, pero ésta no fracasará. Hemos contribuido sinceramente aumentando el proceso de efectividad de esta probabilidad. Lo hemos hecho, ¿no es cierto? — terminó con un tono de súplica. 79
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Sigo insistiendo en que hubiera sido mucho mejor el evitar que tal tipo de civilización se formara, destruyendo el planeta original. Fin del problema. Sentenció la tercera voz. —No es ético, cortó la cuarta voz. Ese punto ya lo hemos discutido en el principio. —Sinceramente —retomó la segunda voz, dirigiéndose nuevamente a la primera voz —tus métodos son obtusos y a veces inescrutables. Desde que nos convenciste de que habías encontrado el medio para librarnos del punto de inflexión, no hemos hecho otra cosa que ir y venir hasta que llegamos a esta encrucijada, que según tus cálculos era la adecuada. —Y aquí estamos los cuatro, intrigando, empujando y forzando los acontecimientos para que unas líneas temporales tengan un factor de probabilidad superior al resto, para cambiar algo que no sabemos cómo resultará, comentó la tercera voz. —Y en el proceso educamos y preparamos a una nueva especie para que cuando llegue el momento nos reemplace, agregó entusiasmada la primera voz. —A propósito —intervino la cuarta voz —las cosas siguen tal y como las dejamos atrás, cuando decidimos intersecar este plano, sin cambios en el horizonte —La pesadumbre del tono los sumió a todos en el silencio. No es fácil hacer de dios, reflexionó la primera voz. —¡Animo! —agregó en voz alta —que esta vez lo lograremos. Ahora no queda sino ir al encuentro del punto de inflexión de máxima probabilidad y producir la mínima intervención para obtener el máximo resultado. —Hablas como el Manual del Pequeño Dios Temporal —dijo la segunda voz en tono sarcástico. —Vamos entonces —los apremió la cuarta voz. Y allá fueron.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii P PR RE ES SE EN NT TA AC CIIO ON NE ES S
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a comandante, recientemente ascendida, Kämper Hedegaar se contempló en el espejo. El uniforme de gala le sentaba, como siempre, como un guante en su mano. Estaba segura de que pasaría mucho tiempo antes de poder usarlo nuevamente y quería disfrutar de este momento. Sabía que a partir del instante en que terminara la ceremonia estaría sola en su mando y necesitaría de algo más que de su capacidad para dar órdenes... si era cierto sólo la mitad de lo que le habían informado. La conversación con el Almirante Nakamura aún zumbaba en su memoria.
En la Tierra, actual sede de la Federación…
—Este no es un comando fácil, Hedegaar —le había dicho —Los klingon no aceptarán compartir el mando de ninguna de sus naves con un humano. —Lo sé, señor. He estudiado las costumbres klingon en lo que hace a ese tema y he estado en contacto con el teniente comandante Worf de la Enterprise, quien ha suplido con holgura todas las lagunas. En realidad, he aprendido más de él que del informe de la Flota. Si sus palabras incomodaron al almirante, éste no dejó traslucir nada. En cambio, agregó: —Será usted el oficial científico de esta nave, en la cual hay invertido un gran torrente de información, producto de nuestras naves clase Galaxia. Hemos puesto todas nuestras esperanzas diplomáticas en este nuevo tratado de colaboración con el Imperio de Klingon. En lo que se refiere a las técnicas klingon de construcción y ensamblaje de sus cruceros de batalla, hemos obtenido mucho provecho al haber enviado a nuestros mejores ingenieros y científicos a los astilleros klingon, ya que ha sido de gran ventaja contemplar de cerca los sistemas que sólo conocíamos por medio de las redes de espionaje. A pesar de algunos incidentes (varios cráneos partidos, por ambos lados), la misión se llevó a cabo. Ahora, el Imperio tiene su primera nave científica de exploración. No pudiendo suplir los años de experiencia de la federación en este campo, han aceptado que el mando sea dividido entre uno de sus capitanes y uno de los nuestros. 81
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Pero señor,... —intervino la comandante. —Sólo escúcheme, por favor—la había cortado Nakamura —La Koor Bloq es klingon en todo los que hace a armas y tácticas de combate. En lo referente al comando científico, es todo nuestro. Los científicos klingon han sido adiestrados en el uso de nuestro instrumental, pero aún así es necesaria su presencia. De acuerdo al tratado de apoyo científico usted tendrá la misma jerarquía que el capitán en el puente. En cuanto hace a sus deberes, su autoridad será indiscutida. Recuerde que usted también es capitán de la Koor Bloq. —Eso generará conflicto con el capitán klingon. —Conflicto que espero sepa usted resolver de la mejor manera, comandante. Su estudio comparativo sobre la cultura klingon y la humana ha sido uno de los puntos que gravitaron en favor de su promoción. —Almirante, soy socióloga e historiadora. Fuera de los vuelos de entrenamiento obligatorios de la flota, hace años que no estoy al mando de una nave. Recuerde que desde que vine de mi hogar no he vuelto a salir al espacio más que para algún simposio. Tres años de viajar como pasajera no me habilitan como… El suspiro de Nakamura detuvo las explicaciones que intentaba dar Kämper. El almirante admiraba a Hedegaar por su tenacidad, pero se exasperaba ante tantas dudas. —Según lo que yo tengo usted rindió como oficial de puente en su última asignación y obtuvo las más altas calificaciones y una recomendación del oficial a cargo de su evaluación. —Bien, es cierto —titubeó Kämper —Yo... lo hice por una obligación familiar. —Sea cual sea la causa, es usted el oficial que irá en la Koor Bloq —había dicho el almirante Nakamura, dando por terminada la reunión.
Aceptando lo inevitable, la comandante Hedegaar se cuadró frente al espejo, de la misma forma que lo hiciera frente al almirante. Se volvió contemplando la austera camareta que le fuera asignada a bordo de su nueva nave. Una dura tabla con una más dura almohada era todo cuanto tenía para descansar. Un nicho guardaba los implementos de aseo personal. Ella había 82
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii sumado una pequeña mesa que le servía de escritorio. El único adorno que había en la sala era un antiguo casco alado que había pertenecido a su familia por años y que guardaba como recuerdo de su vida en Norway. Se lo había enviado su hermana al enterarse de su asignación. Tenía que reconocer que los klingon no se permitían nada que ablandara sus cuerpos y no le concederían nada a ella por ser humana. Se dirigió a la puerta camino al lugar donde se realizaría la botadura simbólica de su nave y por centésima vez repasó mentalmente el mensaje que enviaría a su familia. Cuando sus nuevas ocupaciones se lo permitieran. Queridos Padre y Abuelo: cuando reciban estas imágenes estaré en mi nueva asignación. Estaré sirviendo a bordo de una nueva nave, una con la cual estarían orgullosos. Es la primera nave científica del Imperio Klingon. ¡Oh! Antes de que se apenen, no seré el primer oficial. Compartiré el mando de esta nave. Ya ven que a pesar de mi inclinación por el estudio por entero alejado de la tradición familiar he logrado más que cualquiera. Ahora mis servicios son requeridos en una nave de esta potencia amiga, la cual tanto he estudiado, pero siempre desde lejos. Ahora tendré la oportunidad de tomar la información de primera mano. También espero que todas esas jornadas pasadas en los fiordos aprendiendo destrezas con las armas y a utilizar ambas manos, tal como lo hacían nuestros antepasados sean de ayuda. Los klingon son una raza que respeta la fuerza y se rigen por un código de honor guerrero que me recordaba las historias que me contabas, Abuelo. La tarea será dura: debo ganarme el respeto de todos en la nave. Es un pequeño mundo de cerca de mil klingons, donde todo está ordenado a la fiel y presta obediencia de su capitán. En este caso seremos dos al mando, pero mis responsabilidades están limitadas a lo científico. Ya veremos quién doblega a quién. Estoy en buenas condiciones físicas para vérmelas con cualquier klingon que se me plante; ¡por Wotan! Que se acordarán de mi nombre cuando deje esa nave. Sin darse cuenta se vio rodeada de oficiales que, como ella, se dirigían a tomar su lugar en la ceremonia. Se prometió que también debería incluir en la carta sus impresiones de la fiesta. Para disgusto de los klingon la ceremonia de botadura de la Koor Bloq se hizo según los protocolos de la Federación.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Tras un largo y emotivo discurso del embajador Luciano Alessandro Andretti, el embajador T´chakôn, representante del Imperio Klingon, se limitó a gruñir la orden simbólica de partida. La recepción oficial a bordo de la Koor Bloq, para ambas delegaciones y los oficiales superiores de la nave, estuvo muy polarizada y se dieron grandes contrastes. La única coincidencia se dio en las miradas de soslayo que se prodigaron los representantes de ambas especies. Los klingon se diferenciaron de los circunspectos humanos por el volumen de sus voces y lo estentóreo de sus risas, salvajes y desafiantes. La cerveza de Romulus corrió a discreción y si alguno de los humanos recordó que estaba prohibida en las naves de la Federación, nada dijo. El único contacto entre ambos grupos, fuera de los embajadores, se dio de forma deliberada. La comandante Hedegaar se destacaba entre el grupo de los humanos por su elevada estatura y podía ver cómo se había dividido la asamblea. Con su figura de armoniosas formas derivó lentamente desde los grupos de humanos hasta acercarse a los klingon, con la facilidad de un depredador entre las sombras. Se detuvo un instante hasta determinar a quién debería dirigirse primero y a quién ignorar. Los conocía a casi todos por los informes de la Flota Estelar. Estuvo junto a la mesa apartada donde se hallaban algunos de los oficiales superiores de la Koor Bloq departiendo con su capitán, sin que se percataran de su presencia. —¿Capitán Klag? —Sonó su voz, baja, pero suave y armoniosa, a las espaldas de Klag, interrumpiendo una anécdota donde intervenían varios comerciantes humanos borrachos y Klag. Los klingon que componían el grupo cesaron de reír y sus expresiones se endurecieron. Kilnar levantó su mirada hacia el atrevido humano y al advertir que era una mujer volvió a torcer su gesto en lo que creyó una sonrisa. Había allí un oficial de la flota, con su cabello rubio atado con una apretada trenza, rostro austeramente bello de rasgos duros, ojos grises de brillo particularmente intenso, finos labios rojos sin pintar y piel blanca, casi transparente. El resto de su cuerpo escapó a su atención, pero se percató de que era generoso en sus proporciones y que había algo sutilmente atlético en la forma en que se movía. Se irguió y comprobó que era casi tan alta como él o el propio Klag, cuya elevada talla resaltaba entre los klingon. —¿No prefieres que te atienda yo, humana? —le espetó, tratando de amedrentarla. 84
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Kämper no se movió más que para desviar sus ojos apenas hacia el klingon. Comprobó que era realmente grande. Le llevaba al menos media cabeza y unos treinta kilogramos. Dejó que su rostro trasluciera su más feroz expresión de desprecio, y volvió a dirigirse a Klag ignorando por completo a Kilnar, pero prometiéndose que más tarde hablaría con ese klingon que había reconocido como el jefe de ingeniería de la Koor Bloq. —Capitán Klag, soy la capitán Kämper Hedegaar, ¿podemos hablar aparte, usted y yo? Al volver la cabeza hacia Klag, reveló una fina cicatriz que marcaba la línea de la mandíbula desde cerca de la oreja derecha hasta debajo de la mejilla del mismo lado. Eso extrañó a Kilnar, porque sabía que los humanos despreciaban todo tipo de imperfección y sus cirujanos hacían lo imposible para corregirlas. —No puedo decir que sea un placer conocerte —dijo Kilnar —pero dadas las circunstancias deberé aceptar tu presencia —concluyó casi mordiendo las palabras a pocos centímetros de la cara de Kämper. Ella volvió a enfrentarlo sin amilanarse en lo más mínimo y le prodigó su más brillante sonrisa. —Así lo harás, chiquito. Muy a tu pesar lo harás —Dándole la espalda, agregó hablando a Klag —¿Capitán? Kilnar hizo un gesto para responder otra vez a la humana cuando Klag lo contuvo por el simple método de pararse a su vez al lado de ambos. Un coro de carcajadas los despidió. Kämper vio de reojo que uno de los klingon de la mesa detenía a Kilnar quien quería zanjar la cuestión en ese momento. —Ven aquí, chiquito —le dijo riéndose su compañero y las carcajadas arreciaron en el grupo, mientras Klag y Kämper cruzaban la sala bajo las miradas curiosas de humanos y klingon. El klingon caminaba mirando alrededor como quien ha comprendido que ha sido blanco de una descomunal broma. En ningún momento le informaron que Kämper Hedegaar era, además de humana, mujer. No sólo debía enfrentarse a un blando ser humano, sino que era la mitad más débil de la especie la que tendría que soportar en el puente. Maldijo mentalmente a todos sus superiores, les deseó una plácida muerte de ancianidad a todos y cada uno de ellos, al mismo tiempo que se juraba que la humana le pediría de ro85
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii dillas que la enviara de regreso a su amada Federación en una nave de enlace. En la barra Kämper pidió el fuerte vino klingon e invitó a Klag, quien se negó a beber nada con ella. —Como quiera —murmuró ella, mientras levantaba su copa saludándolo con un brindis. Vació la copa de un solo golpe y la dejó sobre la barra. —Humana —comenzó Klag. —Capitán Hedegaar —lo interrumpió Kämper. —O, según sus costumbres, sólo Kämper, aunque yo preferiría Käm. Capitán Klag, le pedí hablar aparte para no ponerlo incómodo frente nuestra tripulación. Si vamos a compartir el puente en esta misión, sería mejor aclarar algunos puntos... —Humana —insistió Klag cortando el discurso de Kämper —dirígete a mí como Klag, y es mi tripulación, no nuestra tripulación. Kämper pidió que le llenaran otra vez su copa. El fuerte vino klingon le quemaba la boca, aunque no tanto como el aguardiente tradicional de su pueblo, que su abuelo le enseñara a apreciar desde muy joven. Se dijo que podría soportar varias copas sin que sus efectos se hicieran evidentes. —Capitán Klag —enfatizó ella —permítame terminar —Se supone que esta asignación es un honor para ambos. Así lo han afirmado nuestros superiores, pero ellos son políticos. Sus dirigentes hace tiempo que se han alejado de los campos de batalla y sé que usted no cree que haya ningún honor en pasearse por el espacio si no es para enfrentarse con el enemigo, sea quien sea éste. Klag permanecía erguido al lado de Kämper, dominándola desde su altura, ya que ella se había recargado sobre el bar. —Pareces muy segura del pensamiento de un klingon —dijo —Ten cuidado, puedes equivocarte. No vayas por ahí haciendo demostraciones osadas. Alguien puede estar tentado de ponerte en tu lugar. —¿Te refieres a Kilnar? —preguntó divertida, cambiando de persona en el trato, de acuerdo a la costumbre klingon —No te preocupes —descartó ella con un gesto de la mano —podré arreglármelas con ese hablador atrevido en cualquier momento en que él lo considere adecuado.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Se oyeron más carcajadas provenientes del grupo donde había estado Klag. Cuando se volvieron vieron salir apresuradamente a Kilnar quien lanzó una mirada de ira en dirección de la humana. —Él es de los más explosivos —dijo grave Klag —pero hay otros que saben esperar el momento para lanzar su ataque —terminó, con la intención de meter algo de temor en el cuerpo de la joven. —Que esa posibilidad no te quite el sueño —contestó ella despreocupadamente —Pero volvamos a lo que estaba diciendo. Lo invitó a sentarse en una de las mesas. Y se sorprendió cuando él la siguió sin hacer ningún comentario. —Yo soy historiadora y socióloga —continuó una vez sentados —Sólo por añadidura soy oficial de la Flota Estelar. Es una exigencia para el primogénito de mi Casa. En mi caso, antes que este comando, hubiera preferido pasar el mismo tiempo viviendo en alguna de las ciudades o pueblos de Klingon, absorbiendo de primera mano su cultura. He aceptado porque es una buena oportunidad de todas formas —y porque ni mi Padre ni mi Abuelo me hubiera perdonado si declinaba el ofrecimiento —He decidido comenzar en pie de igualdad con nues... tu tripulación. Ya que mi presencia no es más que una conveniencia política, mi intención no es entrar en conflicto con las funciones del capitán en el puente. —Humana —le cortó Klag impaciente —tu presencia en el puente de mi nave será superflua mientras estemos Toohlaq o yo. Así que podrás pasearte si lo deseas por los pasillos de ingeniería o los laboratorios mientras dure tu asignación en la Koor Bloq. En el puente eres dispensable en cualquier momento. Como bien lo has expresado, la conveniencia es de los que hacen la política. En mi puente sólo serás una molestia. Klag terminó de decir esto último de pie con una de sus manos apoyada sobre la mesa y la otra en un cuchillo ceremonial que llevaba en su cinturón. Luego dio media vuelta y regresó con su grupo. Kämper se quedó allí sentada mirando a través de unas de las ventanas. Afuera estaba el espacio del Imperio Klingon. Ella era una extraña que debería ganarse su lugar. La lucha no la arredraba. Desde pequeña su Abuelo la había preparado para combatir. Usaba las técnicas que databan de más de dos mil años, allá en la Tierra. Sabía que casi no había ser humano que la venciera en la lucha cuerpo a cuerpo. ¿Entre los klingon? Pronto sabría cuál era su límite. Los años pasados en las frías costas de la isla de sus antepasados, en su planeta natal Norway 3, 87
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii aprendiendo a usar diferentes armas tradicionales con ambas manos, golpeando y recibiendo golpes de sus hermanos y primos, tendrían su más dura prueba en los tiempos que estaban por venir. Consultó con la computadora cuanto tiempo restaba para la auténtica partida. Comprobó que le quedaba lo suficiente para ir a su habitación y cambiarse de ropa. Con un suspiro se puso de pie y apuró lo que le quedaba en su copa. En ese momento una voz atiplada reclamó a sus espaldas. —Doctora Hedegaar, ¿tiene unos minutos? Quisiera hablar con usted. El embajador Luciano Alessandro Andretti estaba radiante y Kämper se preguntó cuánto de ese brillo en la mirada se debía al gran momento histórico que confirma la unión y firmeza de los brazos que se estrechan a través del espacio, según él mismo, y cuánto era debido a la cerveza romulana, que había visto escanciar al embajador con fruición. Kämper no pudo menos que sonreír cuando inclinó la cabeza ante el embajador. Éste era por lo menos treinta centímetros más bajo que ella, a pesar de los zapatos con una gruesa suela que calzaba. —Señor Embajador, es un honor para mí. Hace tiempo que nadie me llama así, por favor sólo dígame Kämper, como espero ser conocida entre los klingon. ¿Desea tomar algo? —Ofreció. El embajador negó con la cabeza mientras mostraba su copa todavía llena. —Kämper, entonces. Estos klingon son todo un caso con los nombres. Todavía no he podido lograr que me llamen de otra forma que por mi nombre, y cuando lo hacen suena como una burla. Son cosas a las que debemos acostumbrarnos en el servicio diplomático. A propósito de nombres. Quería decirle cuánto la envidio. Su nombre pasará a la historia de ambas especies como un modelo a seguir, mientras que el mío morirá en los tenaces brazos de la burocracia de la Federación. Levantó una mano previniendo la protesta en sentido contrario por parte de Kämper. —Por favor, permítame que la invite algo en el bar —dejó su copa en la mesa y le ofreció su brazo a la oficial. Para lo cual él tuvo que levantar un poco su brazo y ella encorvarse un poco. —En verdad que han acertado al 88
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii darle esta misión —comentó —Su talla los ha impresionado de verdad. También ha sido una sorpresa para más de uno de ellos y lo hubiera sido también para mí si no la conociera por su ensayo de cultura klingon. Se halla usted notablemente informada, a pesar de obtener todo el material a través de terceros. La comandante se detuvo a mirar al embajador. —Espero que mi estatura o ese corto escrito no hayan sido lo único que han influido en la Federación para mi asignación —dijo con tono fingidamente dolido. El embajador la tiró del brazo para continuar, mientras negaba con una sonrisa. —¡Por supuesto que no! No ha sido así de ningún modo, despreocúpese —dijo mientras su mano libre desechaba tal posibilidad —Su historial en la Flota Estelar es excelente. Además de su impecable legajo se tuvo en cuenta el informe de la Academia y sus antecedentes familiares —se detuvo un instante y la miró admirado —Es realmente impresionante desde el punto de vista del que se la mire. Un frío planeta conquistado a fuerza de tesón y empeño, mantenido según las costumbres y tradiciones del norte de la Unión Europea. —Y que sin embargo no ha perdido la perspectiva y los avances actuales, y ha dado sus mejores hombres al servicio de la Flota Estelar —agregó Kämper. —Así es —coincidió el embajador —Una tradición de marinos y conquistadores que nos remonta a más de dos mil años en la historia de la Tierra... Y así continuó dándole la lata hasta que debió retirarse junto con los demás para que la Koor Bloq pudiera dar inicio real a su primer vuelo. De camino al puente la capitana Kämper consideró ir a cambiarse y refrescarse, pero decidió que si lo hacía no sólo perdería la partida, sino que también daría una muestra de debilidad que no deseaba. Así, con un cansancio de muerte en los huesos, llegó al puente, dispuesta a pasar en él al menos un turno de guardia completo. No dejó de divertirla la expresión de sorpresa en los rostros de Klag y de Toohlaq, su primer oficial. Sabía que mientras fuera imprevisible tendría alguna ventaja sobre ellos; luego aprenderían a respetarla, por el camino más arduo si era necesario. 89
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii A pesar de que había otro asiento para ella en el puente, prefirió permanecer de pie. Sabía que si se sentaba entraría en conflicto directo con Klag. Caminó por el puente viendo las consolas, familiarizándose con su distribución. Advirtió que habían sido eliminadas todas las traducciones de los comandos y quedaban sólo los códigos klingon. Con una sonrisa se liberó el pelo que cayó en una cascada blanco dorada sobre sus hombros. En una nave de la flota no hubiera podido hacerlo, pero esta era una nave klingon, como tan bien había resaltado Klag. Todas las órdenes y confirmaciones se daban en klingon y nadie se molestó en darle una traducción de lo que se decía. No la preocupó en lo más mínimo, tenía en su haber seis lenguas que se usaban entre los científicos de distintas especies y cuatro lenguas muertas de la Tierra. No era una experta lingüista, pero se defendía, este era uno de los idiomas que comprendía y hablaba con fluidez. Aunque algunas consonantes y subvocalizaciones se le escapaban a veces, se sentía cómoda, con cualquiera de los idiomas que había estudiado. En ese momento también se divertía porque advirtió un cambio sutil en el lenguaje. Seguros de que no podía comprender lo que hablaban entre ellos, comenzaron a hacer unos comentarios sobre ella. Lo que hizo que el navegante recordara lo que le había sucedido con un ferengi, dueño de un bar y algunas de sus mujeres, que resultaron ser demasiado débiles para un guerrero klingon. El asunto resultó ser verdaderamente cómico y cuando todos estallaban en carcajadas, Kämper se unió a ellos con la risa y de pronto se halló riendo sola. —Entiendes klingon, humana —dijo Toohlak en ese idioma. —Y también lo hablo, chiquito —le contestó ella en el mismo idioma, sin dejar de reírse.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii IIN NC CO OG GN NIIT TA AS S
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ata abrió sus ojos y la certeza de que algo no andaba bien invadió su conciencia de inmediato. Sentía la imperiosa necesidad de quedarse en la cama. Volvió a cerrar los ojos y un sopor comenzó a invadirlo. Esto lo volvió a alertar y se obligó a abandonar la cama. —Computadora, localice al Sr. La Forge. El comandante La Forge se encuentra en su habitación le contestó la sensual voz de la computadora. Mientras tomaba su tridecodificador y se sometía a un análisis, tratando de obtener una respuesta para su estado, Data llamó a La Forge. —Data a La Forge. Geordi, necesito de tu ayuda. ¿Podemos vernos en mi laboratorio? —Dijo Data distraídamente. —Amigo —le contestó Geordi con voz somnolienta —iré en cuanto pueda determinar si estoy despierto o estoy en un sueño en el que tú me llamas. —Ah... disculpa, no me di cuenta de la hora —dijo Data —No hay problema, cuando puedas me gustaría verte allí. Data abandonó su tridecodificador sobre la mesa. No había obtenido nada de él.
Cuando Geordi pudo abandonar su cama, se unió a Data en su laboratorio. —Buen día, amigo —lo saludó mientras entraba. —Hola, Geordi, acércate. Buen día —saludó Data. —Acabo de establecer un patrón de diagnóstico. Necesitaré de tu ayuda —dijo, haciéndose a un lado, abrió su boca y bostezó. Un bostezo tan largo que le pareció a Geordi que tendría tiempo de irse a desayunar y volver más tarde. —¿Ese es un nuevo programa, Data? Es casi perfecto. Sólo te ha faltado estirarte como Spots. 91
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —No Geordi, es como me siento —reconoció Data, sentándose con gesto cansado en una banqueta —Desde que comenzó el día estoy con lo que pienso tú llamarías modorra. Siento que dormiría hasta que cesaran mis funciones. —Dormir hasta morir. Sí, te entiendo amigo, a veces me siento así. Data sacudió su cabeza de un lado a otro, analizando lo que expresara Geordi. —Eso es lo que dije, ¿cuál...? —¿Qué es lo que deseas que haga? —le preguntó Geordi, dirigiéndose a la consola donde estaba Data. Data se puso de pie y arrastrando los pies se unió al Jefe de Ingeniería de la Enterprise. Le mostró una serie de esquemas y diseños mientras le explicaba. —He estado estudiando y volcando aquí mi red positrónica, para actualizar los esquemas de la computadora. La mayor parte ya la conoces de antes, pero esa de allí —dijo señalando un punto en particular —es el nodo en el que sospecho el Dr. Soong ha establecido el programa de sueño —Otro bostezo tan largo como el anterior cortó las palabras de Data. Geordi aprovechó para estudiar el punto que le señalara Data. —¿Crees que ese programa es el responsable de tu estado? Y deseas por eso hacer un diagnóstico de nivel uno de esa parte de tu red —dijo Geordi volviéndose hacia Data. Éste daba una cabezada cuando Geordi miraba sus gráficas y se puso alerta al darse cuenta de lo que pasaba. —Tienes razón —dijo Data bruscamente. —Si no hallamos nada anormal, ampliaremos la búsqueda a otras áreas, según el plan que ves allí. Data se dirigió a la plataforma en el centro del laboratorio. —Será mejor que comencemos, porque llevará tiempo completar el diagnóstico. —Muy bien —dijo Geordi. Se disponía a remover la sección del cráneo de Data que cubría la conexión de entrada-salida para la computadora cuando un llamado sonó en la sala. 92
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Data, es la consejera Troi, necesito hablar con usted. Es de cierta urgencia. —Consejera —contestó Data. —Estoy en mi laboratorio con Geordi. Si no le molesta esperar mientras terminamos, puede venir cuando lo desee. —Gracias Data, Troi fuera —la consejera se extrañó por lo brusco del tono de Data, pero últimamente nada la extrañaba y se dirigió enseguida al laboratorio del androide. Personalmente averiguaría más que con todas sus conjeturas. Data miró interrogativamente a Geordi. Éste se encogió de hombros y continuó su trabajo. Geordi inició el análisis y diagnóstico de la red positrónica del cerebro de Data. Pequeños impulsos recorrían la red, dando a cada paso datos que la computadora recogía y analizaba. El impulso perdía algo de energía al llegar a un nódulo, el gradiente de degradación se registraba y analizaba hasta que se perdía por completo. Data permanecía estático, mientras Geordi recorría las diversas pantallas, verificando que nada fuera mal. —Data, tengo un registro discordante —dijo deteniéndose frente a una consola. —Al parecer tienes una nueva conexión entre el módulo de sueño y alguna parte en el interior de tu cerebro. —Eso no tiene nada de anormal. Cada nueva experiencia genera nuevas conexiones, como resultado de las asociaciones que hago. También... —No me refiero a una conexión lógica —lo interrumpió Geordi —sino a una física. Pierdo la dirección en el hemisferio derecho. Tendremos que ampliar el campo de análisis. En ese momento entró Deanna. —Disculpen, no pensé que estuvieran tan ocupados —dijo cuando vio el cráneo de Data. —No es nada Consejera —la tranquilizó Data —Precisamente pensaba ir a verla luego de terminar aquí. Tengo problemas para dormir. Deanna lo miró con extrañeza. Sabía que él no tenía necesidad de dormir. Al menos no como la mayoría de las especies de la nave, sino como respuesta a un programa creado por el Dr. Soong. 93
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Está con una persona que le puede dar más ayuda que yo —le contestó —Geordi sabe tanto de su funcionamiento como puede esperarse. —Así es Consejera. No estoy despreciando los conocimientos de Geordi, pues debe ser la persona que más sabe de mi red positrónica luego del Dr. Soong y de mí mismo. Un nuevo bostezo cortó las palabras de Data. Esta vez se estiró imitando a Spots, como sugiriera Geordi, y encontró que ello de alguna forma lo ayudaba con el bostezo. Deanna miró a Geordi divertida. —Lo hace bien, ¿no es cierto? —le dijo. —Según Data no es un programa el que le hace hacer eso —negó sacudiendo la cabeza. —Al menos creo que no ha sido uno hecho por él. —Tienes razón Geordi —reconoció Data una vez que terminara de bostezar —Estaba pensando en ello, pero encuentro sumamente difícil establecer relaciones coherentes tal como me siento. Aunque el rostro del androide no mostraba ninguno de los signos habituales de desánimo humano, la postura de su cuerpo y sus movimientos lentos y pesados daban la impresión general de cansancio, desgana e incluso debilidad. Data continuó, dirigiéndose a Deanna. —Lo que he hecho hace dos días es tratar de establecer un contacto entre mi mente consciente y la inconsciente, por decirlo de una forma. Mi intención era ver si algunos aspectos como la creatividad, la imaginación y la intuición se ven mejorados con lo que ha programado el Dr. Soong como mi secuencia de sueño. Con gesto cansado le indicaba a la Consejera las distintas pantallas desde la plataforma. —Ahora Geordi ha identificado algunas conexiones nuevas —terminó dejando caer pesadamente su brazo. Deanna se volvió hacia Geordi. —Pensé que el programa del Dr. Soong no sería algo físico —le dijo. 94
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —No enteramente —le contestó Geordi. —Un cerebro de matriz positrónica no es como una computadora común. La parte física y la lógica se complementan y alteran mutuamente al desarrollarse un programa. Toda nueva información interactúa con la ya existente y crea sus propios accesos y conexiones. Mientras decía esto Geordi le iba mostrando a la Consejera diferentes imágenes en las pantallas. —El diseño inicial del cerebro de Data —continuó —tenía una simplicidad que no encontramos ahora. Pienso que al mismo Dr. Soong le resultaría muy difícil estudiar el estado actual de Data. Todas las experiencias, ideas y conocimientos que ha acumulado en todos estos años han dejado su marca. En la pantalla se iba mostrando como se superponían capa a capa las diferentes etapas de crecimiento del cerebro de Data. El resultado era una trama cerrada y compleja. —Éstos son sólo algunos de los diferentes estadios —agregó al fin —los que han ido registrando Data en diversas oportunidades, según lo ha necesitado. Ése es Data ahora —dijo cuando terminó. Deanna se inclinó para señalar en la pantalla. —¿Qué es eso que resalta allí? —preguntó. —Esos son las últimas conexiones, las que surgieron desde el último registro hecho por Data, hace dos días —le contestó Geordi estudiando el diagrama que le señalara Deanna —Presumo que esas diferencias son los sueños que ha tenido en este tiempo. Lamentablemente sólo podemos acceder a ellos a través de la secuencia de sueño. ¿No es así, amigo? Ambos se volvieron hacia Data que se hallaba de pie en la plataforma. La posición de su cabeza, caída sobre su pecho, los ojos cerrados y un inconfundible murmullo que salía de su boca abierta, indicaban que se hallaba dormido. Geordi se precipitó sobre la consola de la plataforma. Verificó las lecturas y trató de acceder a Data, sin despertarlo. —Déjalo —lo detuvo Deanna —está durmiendo tranquilamente. Geordi la miró y se volvió hacia otra pantalla.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Los registros indican que su actividad positrónica ha disminuido en el nivel que llamamos consciente. Sólo se mantienen los que son autónomos. Si fuera humano, coincidiría con usted y diría que está en un sueño profundo. Tal vez activé la secuencia de sueño sin advertirlo —reflexionó. —Cierto —asintió Deanna mirando fijamente a Data —duerme profundamente y está relajado, a pesar de estar de pie. Geordi dejó de prestar atención a los instrumentos y miró a Deanna. —Pensé que era imposible para usted Consejera percibir ningún tipo de emoción en Data. Él siempre habla de ello. Deanna miró a Geordi y reflexionó, volviendo su mirada hacia Data. —Lo era, sí, es cierto —reconoció con el ceño fruncido —Ahora que estoy cerca de él advierto que la confusión mental que he sentido todo el día se debe a Data también. —giró su cabeza hacia Geordi regalándole una brillante sonrisa. —Ahora advierto la compleja y a la vez simultánea sencillez de sus pensamientos. Él es Data también, agregó pensativa —pero hay otros pensamientos que se superponen. —Recuerde que guarda las bitácoras de todas las personas que estaban en su mundo natal —le advirtió Geordi. —Es posible —dijo sin mucha convicción la Consejera. —Voy a despertarlo —anunció Geordi. Deanna lo tomó del brazo deteniéndolo. —No, déjelo por favor. Tengo algo que consultarles a usted y a Data, y quisiera hablar primero con usted y más tarde con él. Cuando esté despejado. ¿Puede dejarlo allí? Geordi miró a Data meditando sobre lo más conveniente. Luego le ordenó a la computadora que bajara la intensidad de las luces principales del laboratorio y que lo alertara sobre cualquier cambio en las condiciones de Data. Hubiera preferido quedarse acompañando a su amigo, pero si confiaba en la computadora y en lo que sentía la Consejera, no habría ningún problema. Al retirarse sus amigos, Data continuaba con su apacible ronquido.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii
Una vez en el Ten Forward, Geordi pidió chocolate para Deanna y un jugo de fruta para sí mismo. Los llevó hacia la mesa donde lo estaba esperando la Consejera. Deanna tomó su vaso y bebió un pequeño sorbo, lo saboreó y lo volvió a la mesa con un gesto de aprobación. —Geordi —comenzó ella —¿no encuentra rara esta situación con Data? Aún ahora, que nos hemos alejado de él, puedo sentirlo por sobre toda la gente que nos rodea. Es algo que nunca me había sucedido antes con un solo individuo. Geordi le contestó con cautela. —Si tuviera que basarme sólo en lo que vimos en el laboratorio, tendría que decirle que es sumamente extraño —coincidió. —Pero el Dr. Soong nos tiene acostumbrados a sorprendernos a través de Data. Pienso que lo que le sucede a Data debe ser resultado de algún programa que estuviera a la espera de que se cumpliera un tiempo o que se diera una situación específica que lo disparara. Deanna sopesó lo dicho por Geordi. Mientras tanto, bebió del contenido de su vaso hasta dejarlo a la mitad. —¿No podría tratarse de algo exterior? —preguntó al fin —Quiero decir, de alguna influencia ajena al mismo Data —la Consejera abanicaba el aire con sus manos como queriendo atrapar las palabras que no encontraba o intentando ordenar sus ideas. El Jefe de Ingenieros la miraba sin entender a dónde quería llegar ella. Pensó un momento mirando por la ventana. —No lo sé —le respondió pensativo —No se me ocurrió pensar algo así, al menos, no desde que Lore ha sido desactivado y desensamblado. No percibí nada en el espectro electromagnético que rodea a Data —Se volvió hacia Deanna —¿Qué clase de influencia exterior piensa que pueda ser? Esta clase de falta de comunicación ponía a Deanna en un estado de nerviosa impotencia. Ella sabía perfectamente a qué se refería. Intuía que en la mente de Geordi también estaba lo que ella buscaba. Los códigos que ellos manejaban sólo eran similares en la apariencia, porque aunque las palabras eran poderosas en su contenido, no expresaban muchas veces la coincidencia de referentes. El ser medio betazoide le imponía algunas restricciones a 97
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii sus habilidades. No podía meterse en la mente de su interlocutor y buscar por sí misma lo que quería. Tenía que atenerse a tantear con sus palabras hasta hallar la punta del ovillo y seguir desmadejando el nudo hasta llegar a lo que deseaba conocer. Echaba de menos la telepatía que se daba entre su pueblo. No conocía equivalencia biológica a la identificación que existía cuando dos mentes estaban en mutuo contacto. Un poema o un gesto, la música o la pintura, eran sólo un pálido reflejo de la inmensidad y belleza que una mente puede concebir. Decidió aceptar esa limitación una vez más, mientras hacía girar el vaso semi vacío entre sus dedos. La angustia estaba patente en su rostro. Si alguna vez lamentó no ser cien por cien betazoide fue en ese momento. —En realidad no lo sé Geordi —dijo finalmente con un suspiro. Sacudió la cabeza resignada. —El ser empática favorece mucho mi función de Consejera de la nave —continuó —pero resulta frustrante en este momento. Se puso de pie y se dirigió hacia la ventana más cercana. Contemplar la profundidad del espacio siempre la calmaba, aunque no más que una ración doble de chocolate. —No puedo expresar lo que presiento. Sé que hay algo común entre el estado de Data y el del Capitán. Geordi la miraba desde la mesa. —¿Cuál estado? —le preguntó parándose a su lado. Miró a las estrellas. El visor le permitía a Geordi ver cosas del espacio que asustaría a otro menos preparado. La amplitud de la gama de radiaciones fuera del espectro visible guardaba una belleza que no lograba expresar. No se habían inventado palabras para aquellos colores. Sólo se les daba un número de longitud de onda, un número que no podía describir la magnificencia que había en ellos. Unas pocas veces habían intentado transmitir a una pantalla sus percepciones. Corrección, las percepciones del visor. Las suyas le pertenecían y nadie estaba en condiciones de apreciar la interpretación inmediata que daba su cerebro a todo lo que veía. Las gratificaciones de llevar el visor bien valían el casi permanente dolor que como un sordo rumor atenazaba su cabeza. Más de una vez se había dicho que el ser medio humano y medio máquina tenía sus ventajas. Una idea comenzó a formarse en su cabeza. —No lo sé —dijo bruscamente Deanna girando hacia él. Esa súbita declaración interrumpió sus pensamientos y la idea pasó a segundo plano. Por un instante estuvo seguro de algo y al siguiente ya no. 98
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Es difícil decirlo con palabras —continuó ella —Existe una conexión, un nexo entre ambos, algo que comparten. No estoy del todo convencida de que lo que le sucede a Data sea producto del Dr. Soong. Detrás de la regularidad y sencillez matemática, propio de una máquina, hay una especie de soporte, no, más bien una firma biológica en lo que siento en Data. Es como si el Borg estuviera en ellos, pero desde la destrucción de la Reina todo ha terminado. Geordi veía que otra vez Deanna trataba de aprehender algo intangible con sus manos. No se necesitaba ser empático para notar que ella estaba cerca de un límite muy peligroso para sus nervios. —Volvamos a sentarnos —invitó él. Ya en la mesa Deanna continuó hablando. Aunque sus palabras estaban más dirigidas a ella misma que a Geordi. —A pesar de poder sentir casi todo tipo de conciencia o presencia consciente, en cualquier nivel, desde el grado más sencillo de organización hasta el más complejo, aún no puedo explicarme porqué puedo sentir a Data ahora y no antes, a pesar que su conciencia no ha tenido un cambio aparente que lo justifique. Así como tampoco puedo explicarme cómo una vez pude sentir algún efecto de la computadora. Aquella vez que Moriarty tomó conciencia en la holocubierta, a pedido de un requerimiento de usted mismo, Geordi. Eso nos sorprendió a todos, y aún más cuando era un tipo de conciencia programada por la misma computadora. Una máquina, que si nos ponemos estrictos, no es en modo alguno comparable a Data Deanna había vuelto a jugar con su vaso. —¡Si ni siquiera el extraordinario Tam Elbrum pudo sentir nada en Data, sino que no había nada allí que percibir! —Expresó en un arrebato de desesperación. Geordi meneó confundido la cabeza. —Consejera—comenzó con cautela —Usted básicamente ignora cuál es el modo en que funciona un cerebro positrónico. O cómo son los algoritmos que dirigen las diferentes funciones de Data, o, si vamos al caso, de la computadora de abordo. Para usted, son algo que no tienen vida, al menos como nos la hemos encontrado siempre. No responden a un patrón evolutivo ni pertenecen a ninguna especie de origen bioquímico, pero aún así podemos considerarlos vivos por sí mismos, aunque se trate de un tipo de vida... eh... —Geordi trataba de expresar algo que tenía muy claro en su mente, pero para lo que no encontraba palabras. 99
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Por lo que puedo entender, para usted —se decidió por fin —o para cualquier betazoide, Data y la computadora representan un tipo de conciencia que está más allá de sus capacidades. Será por eso que mi amistad con Data sea más cercana que la suya. Yo puedo comprender su funcionamiento desde un punto de vista que ustedes ni siquiera se imaginan. Deanna levantó su cabeza rápidamente en ese momento. Sus ojos, dos pozos oscuros siempre tan brillantes, estaban opacos y profundos. Esa observación de Geordi no le parecía justa. Aunque no percibía ningún reproche en la mente del comandante, en su presente estado ya casi no confiaba en sí misma para juzgar ningún estado emocional. —Data ha hablado siempre conmigo sobre diferentes temas: la condición humana o su deseo de ser cada vez más humano. No eran los conflictos emocionales y personales comunes, y siempre estaba dispuesta a escucharlo, lo que representaba un reto mayor, ya que debía meditar sus palabras sin la guía de ninguna emoción para ayudarme. Deanna se sentía ofuscada con Geordi por su insinuación de ser más distante y fría con Data que con sus demás amigos de la tripulación. Era inevitable para ella basar sus relaciones con los demás en sus percepciones de ellos, lo cual no implicaba que se mantuviera alejada de Data simplemente porque era opaco a sus habilidades empáticas. Eran amigos más allá de todo eso. —Con Data hemos estado trabajando en algo que tal vez pueda ayudarla —declaró Geordi de pronto —se trata de un instrumento que la pondrá en línea con la mente de Data, en su propio campo, no en el que está acostumbrada. Tal vez con ello pueda determinar lo que usted cree que une al Capitán con Data. Comandante La Forge, el Teniente Comandante Data ha despertado anunció la voz de la omnipresente computadora. —Justo a tiempo —dijo Geordi poniéndose de pie —acompáñeme por favor de regreso al laboratorio de Data.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii S SU UE EÑ ÑO OS S
L
as voces de Deanna y Geordi fueron alejándose más y más. Por un instante el silencio lo rodeó como un manto.
Una tenue luz fue materializándose y tomando forma. El hombre que apareció lo miró con una sonrisa y se le acercó.
—Data, ¡Data! —la voz le resultaba conocida. Levantó su cabeza, secando distraídamente con su mano una humedad que no tenía, en la comisura de sus labios. —Creo que me quedé dormido —declaró —Quisiera que me ayude con esto —dijo mientras se sacaba los cables de la cabeza y volvía todo a su sitio — creo que algo ha sucedido otra vez en mis circuitos y se han desarrollado algunos algoritmos que no debían. Su interlocutor le sonrió con deleite. Giró alegremente su cabeza de un lado a otro mirando los instrumentos que lo rodeaban. —Veo que ha progresado mucho —La sonrisa se ensanchó más —Sus capacidades han de servir mucho en lo que vendrá. Data torció su cabeza y frunció su ceño, como siempre hacía al analizar cualquier dato inesperado. —¿Lo que vendrá? ¿Acaso puedes ver el futuro? No es un visitante del futuro. Yo lo conozco del pasado. Se llamaba Samuel, Sam, ¿no es cierto? —Así es, amigo, veo que no ha perdido la memoria —El visitante, entrado en años, recorría el cuarto con las manos en los bolsillos de su amplio pantalón gris de lana. La chaqueta del mismo color, abierta y tirada hacia atrás, dejaba ver también un chaleco de cuyo bolsillo se veía un reloj con su cadena. Un grueso cigarro plantado en la comisura de sus labios dejaba elevar su humo azulado. El grueso bigote y el cabello blancos demandaban una urgente atención del barbero. De vez en cuando se inclinaba con ojos miopes sobre una pantalla.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —El tiempo es algo tan voluble como una dama, amigo Data. En realidad se quiebra y retuerce de aquí para allá sin que tengamos muchas oportunidades de mandar sobre él. Data miró a Samuel sin comprender mucho, no lo que decía del tiempo, sino lo que hacía en su laboratorio. —¿Ha sucedido algo en su tiempo que lo ha traído nuevamente al Enterprise? —preguntó Data. —No en realidad. Estoy aquí sólo para hacerle alguna advertencia sobre su futuro. Data lo había seguido por el laboratorio diligentemente, tomando de sus manos todo lo que Samuel levantaba para examinar. El anciano se detuvo de pronto. —Todavía no me has ofrecido nada de tomar y me tienes a las vueltas, le espetó. Data lo miró sorprendido. —¿Tomar? ¡Oh! Es cierto, perdone mi poca hospitalidad. Acompáñeme al Ten Forward, allí le servirán lo que quiera, y creo que tendrá la ocasión de ver a una vieja amiga tuya. Samuel lo miró intrigado por un momento. —¿Quién...?¡Ah! Sí, Guinan. ¿Está ella aquí aun? —Así es —aseveró Data acercándose a la salida del laboratorio. La puerta se abrió para darles paso inmediato a un pasillo pobremente iluminado con lámparas de petróleo. —Un momento —dijo Data volviéndose a la habitación que abandonaban. El laboratorio había desaparecido. En su lugar había un cuarto de hotel. Sillas y mesa del estilo colonial norteamericano, una fina alfombra, una cama con dosel, un pequeño escritorio, una mesa en un rincón con un espejo sobre ella, una jarra y una fuente de porcelana, eran todo su mobiliario. La luz del sol se filtraba por entre las cortinas que tapaban la única ventana del cuarto, por la cual venían los ruidos de la calle. Sordos rumores de voces y de caballos y carruajes sobre el adoquinado.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Data se volvió y al hacerlo tuvo un fugaz vistazo de su apariencia en el espejo sobre la mesa del rincón. Camisa blanca, chaleco y pantalón negros de hilo. Esos no eran parte del uniforme de la flota, y sin embargo, le iban bien. Luego de terminar su inspección en su persona, se volvió hacia su acompañante. —Estoy listo, amigo Clemens, para lo que desee.
Salieron del hotel y caminaron por una polvorienta calle muy transitada por hombres y bestias. Las damas llevaban vestidos amplios, las faldas hinchadas de tantas enaguas, las cinturas torturadas por los corsetes y simpáticas sombrillas que constituían más una incomodidad que una segura protección contra el sol. Los hombres siempre corteses se quitaban el sombrero saludando a diestra y siniestra a las jóvenes que deambulaban por allí, acompañadas de rígidas nodrizas o de austeras madres. Tanta irrealidad animó a Data a preguntar. —¿Dónde estamos, o mejor dichos, cuándo? Sam Clemens sonrió y largó una espesa nube de humo por su boca. —¿Dónde parece que estamos? —dijo a Data abarcando la calle —O ¿Cuándo parece que estamos? Eso es sólo una conjetura que no es importante. Estamos en el Enterprise, amigo Data, en su laboratorio, en su cabeza. Data se detuvo entre un paso y el siguiente analizando lo que le dijera Sam. —Será mejor que baje el pie o si no tendrá graves problemas de equilibrio, aparte de llamar la atención a todos —dijo divertido su acompañante, señalando a los transeúntes. —¿Estoy soñando acaso? No se parece a ningún sueño anterior — expresó Data incrédulo. —Ningún sueño se parece a ningún otro —dijo riéndose Sam —hay diversas clases. A éste le podríamos llamar premonitorio —se detuvo frente a la puerta de un edificio de piedra gris enorme y cuadrado —Pase —dijo. 103
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Data traspuso la puerta. Del otro lado la luz disminuyó tanto que le llevó unos segundos habituarse. El mobiliario era escaso, principalmente constituido por caños y estructuras metálicas. Los distintos pisos se podían ver desde allí, como en el hueco de una escalera, pero no había ninguna. Data se detuvo. Sam lo llamó desde un pasillo a su izquierda, que no había advertido cuando miró al entrar. Al aproximarse pasó por una ventana. Por ellas se veían unas estrellas. Las constelaciones no se correspondían con los cielos de la Tierra, pero le parecían conocidos. Se sorprendió por ello. Normalmente, siendo su memoria perfecta, hubiera identificado inmediatamente el grupo, pero siendo un sueño, conjeturó que esa disposición de estrellas no existía más que en su imaginación. Data entró en el pasillo desde donde lo había llamado Sam. Al fondo se veía una luz rojiza y se oían voces. Duras voces klingon y palabras romulanas. Cuando entró, advirtió tres mesas de juego. Las recorrió una a una. Las risas klingon le llamaron primero la atención. Estaban jugando dados. Los lanzaba una mujer, de a uno por vez, y en cada ocasión lo hacía muy alto y los klingon le disparaban a la pequeña pieza con sus disruptores. Ésta desaparecía con una sorda explosión. Las carcajadas eran más fuertes con cada nueva explosión. En la segunda mesa un grupo de romulanos jugaba ruleta, pero en lugar de una bola, se tiraba un cubo, que en vez de caer en un casillero, se precipitaba rápidamente al centro del plato y en el momento de caer en él, se aceleraba y salía disparado por un borde, perdiéndose en el aire. Cada tiro era igual al anterior. Dos romulanos discutían entre sí sin ponerse de acuerdo sobre el resultado y la forma del juego. En la mesa los números de los casilleros habían sido reemplazados por el símbolo de infinito. El tallador llevaba una túnica con símbolos de Vulcano. Cuando se alejó de él, Data advirtió que se trataba del embajador Spock. A su lado había otro personaje, alerta, mirando fijamente la mesa y la evolución del juego. De pronto tomó él mismo el cubo y lo lanzó en el plato de la ruleta. Esta vez el cubo se detuvo en una órbita fija alrededor del centro del plato, sin escapar. En la tercera mesa estaban sentados varios humanos jugando a las cartas. En vez del clásico rectángulo de cartulina con los tradicionales símbolos de los palos de la baraja, tenían en sus manos unos cuadrados negros, en el 104
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii lomo de las cuales había el mismo campo estelar que viera cuando entró. Del lado de la cara, había cubos y esferas. No había una distribución lógica en ellos. Los jugadores mostraban rostros pétreos. En realidad le pareció a Data que eran realmente de piedra. Se acercó a uno de ellos para verlo mejor. Un nuevo coro de carcajadas llamó su atención al grupo de los klingon. Ahora advertía que la mujer que tiraba los dados tenía el pelo casi blanco, pero no eran canas, era rubio natural. La mujer se dio vuelta para mirarlo y era humana. El traje de guerra klingon lo había confundido. Se dirigió hacia esa mesa. Sam lo detuvo a mitad de camino. —Data mi buen amigo, me ha traído para tomar un trago. Allí está la barra, acompáñeme. Data abrió la boca para hablar, pero Sam ya lo llevaba del brazo a la barra, su fuerza era incontenible. Esto sorprendió a Data quien sólo atinó a mirar por sobre su hombro a aquella humana entre los klingon, mientras Sam lo arrastraba a la barra. —Escocés con hielo —pidió Sam —Que sean dos. Data iba a protestar, pero lo pensó mejor y decidió aceptar lo que le ofrecían. Le sirvieron en unos vasos cuadrados una bebida que nada tenía que ver con el viejo escocés. Los cubos de hielo no parecían de agua. Probó con un sorbo y el sabor era el de un muy añejo whisky. Mientras tanto Sam apuraba su bebida de un trago y pedía otra. Data dejó su vaso en la barra y miró a Sam. —¿Qué es lo que estamos haciendo aquí? —dijo Sam detuvo su vaso a mitad de camino de la boca y lo miró de reojo. —Una dulce experiencia onírica —le contestó, vaciando el vaso por segunda vez. —¡Otra, muchacho! —pidió al de la barra. —Muchacho es una expresión que se usa sólo en la Tierra —dijo con voz tranquila el camarero. 105
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Data lo miró. Captó algo extraño y a la vez familiar en ese hombre, en sus gestos. Era alto, de facciones regulares, cabello rubio. Sus movimientos tenían algo de medido y artificial, pero tan bien simulados que sólo él podía afirmar tal cosa. —Extraordinario modelo, ¿verdad? —preguntó un hombre al otro extremo de la barra. Data lo miró, era un anciano de gigantescas patillas, pelo largo, que calzaba unos anteojos de grueso vidrio y anchas monturas oscuras sobre una gruesa nariz. Con una sonrisa afable y mirada miope se les acercó. —Aunque tú te acercas más de lo que nunca hubiera imaginado a lo que debería ser un robot de cerebro positrónico. El doctor Soong ha hecho un extraordinario trabajo con lo que era una buena idea —dijo el personaje mirando fijamente a Data. El androide inclinó su cabeza tratando de identificar al extraño. Un leve alzamiento de cejas indicó que había encajado el rostro con un nombre. —Doctor Asimov, supongo —aventuró Data. La sonrisa se extendió aún más hasta hacerse lo único visible en el rostro del Buen Doctor. —Para servirlo a usted y a la familia de usted —contestó haciendo una profunda reverencia con una mano en el pecho. Data correspondió de igual forma y luego señalando al camarero. — ¿Cómo te llamas? —le preguntó. —Daneel me ha llamado mi padre —le contestó señalando al anciano de pobladas patillas. —Daneel —murmuró Data. —¿Qué...? Sam no lo dejó continuar. —Tenemos que irnos —dijo bruscamente sacándolo de un brazo a la calle —Es urgente que ayudes a un amigo. —Pe... pero ¿quiénes son ellos? —preguntó Data señalando al doctor Asimov y a Daneel. —Los recuerdo de algún otro lado, pero no acierto a decir de dónde. 106
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Sam lo llevaba casi a la carrera, en dirección a la cárcel. Ésta era otro edificio de piedra gris como el anterior, mucho más pequeño, pero a la vez mucho más siniestro. Alguna vez había crecido una hiedra pegada a sus paredes. Ahora sólo quedaban los leñosos tallos cubiertos de polvo adheridos a él, sinuosos senderos secos, donde la vida se había retirado. La difusa luz del atardecer le daba el aspecto de unas hinchadas venas latiendo sobre las artríticas manos de un anciano. Data se detuvo en medio de la calle. Los transeúntes habían desaparecido por el curioso arte de los sueños. No había ecos, ni siquiera luz proveniente de farola alguna. —Necesito saber lo que está sucediendo —dijo —Deja la interpretación de este sueño para más tarde —dijo agitado Sam. —Ahora es imperativo que hables con tu amigo. Sam lo volvió a tomar del brazo y lo llevó hacia la cárcel. La puerta se abrió en un gran bostezo. Una antorcha estaba fijada a la pared. Su luz vacilante no bastaba para apartar las sombras del único cuarto que había allí. Una enorme reja lo dividía. Tras ella había un jergón de paja y sobre él un anciano de largo pelo acostado, dándoles la espalda. Data se percató que no había puerta en esa reja. El anciano estaba impedido de salir, aunque tuviera la llave. —¿Quién es él? —murmuró. Un bronco rumor comenzó a salir de las paredes como un millar de voces. El anciano pareció encogerse. Se tomó la cabeza entre las manos gimiendo. Las voces surgían de todas partes. Data se aproximó a la reja y gritó algo que se perdió en el ruido general. Sam se le acercó y llamó su atención poniendo la mano en su hombro. Data se volvió y lo miró interrogativamente. Sam le hizo señas de que esperara. Poco a poco las voces fueron disminuyendo su intensidad, el anciano se relajó visiblemente. El silencio que prosiguió parecía tan atronador como lo anterior. —Señor —llamó Data. 107
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii La espalda del anciano se puso rígida. El hombre comenzó a incorporarse y se sentó sobre su lecho con un suspiro de dolor. —Pensé que nadie podía llegar hasta aquí —dijo con una voz que le sonó muy familiar a Data. En ese momento advirtió que la luz mejoraba del otro lado de la reja. El hombre se irguió. Llevaba el uniforme de la Flota Estelar. Sus insignias eran de capitán. Estaba tan desaseado que por un momento no se percató de quién era su interlocutor. —¿Qué hace usted en mi mente, señor Data? —preguntó enojado. Data miró al capitán Picard asombrado. Algo no estaba bien. Algo estaba espantosamente mal. Se dio vuelta para preguntarle a Sam, y sin embargo no estaba. Una mano lo tomó del hombro y lo hizo girar. La reja había desaparecido. No, aún estaba: se había movido para encerrarlo a él. —Le repito señor Data, ¿qué está haciendo en mi mente? El pánico era evidente en el capitán. Se lo estaba transmitiendo a Data. Y Data respondía en consecuencia. —Señor, estoy soñando —contestó prudentemente —hasta ahora era un sueño normal. Por lo menos hasta donde puede ser normal todo sueño. Me hallaba de paseo con el señor Samuel Clemens, ¿lo recuerda usted? Y de pronto le entró prisa por que entrara aquí, porque había un amigo que necesitaba de mi ayuda, dijo. Por eso estoy en este lugar —concluyó Data mirando alrededor. El capitán se paseaba de un lugar a otro enfurecido. Lanzaba improperios en cuanto idioma conociera mínimamente, pero principalmente en francés. —Señor... —comenzó Data. —¡No me hable, no se mueva! —le escupió Picard a la cara. Su barba estaba tan larga como su cabello. Se lo veía ajado, demacrado. Por un momento se mantuvo extático, con la mirada fieramente clavada en Data. Luego, poco a poco, fue cediendo paso a una expresión más suave y menos demente. Se alejó unos pasos de Data. Los hombros cargados y las manos caídas mansamente a los lados del cuerpo. 108
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Estaba abandonado en este lugar a merced de las voces desde hacía tanto tiempo, que había olvidado el trato con otras personas —dijo en un murmullo —Disculpe señor Data. Hacía poco que había comenzado a tener una voz yo también. La cuidaba, porque no sabía qué era lo que sucedería. Primero probé tímidamente —levantó su cabeza mirando alrededor. —Luego, al no suceder nada, me hice más y más osado. Ahora yo tengo una voz que se puede oír —declaró golpeándose con vehemencia el pecho —aunque cuando las otras llegan quedo indefenso —culminó decaído nuevamente. Data se había quedado congelado en su lugar ante la imperiosa orden del capitán. No comprendía nada de lo que el capitán le decía. Picard continuó contando su situación con enojo creciente. Las frases se encadenaban en torrentes rápidos de palabras sin sentido. —Creía que todo había terminado. No es así. Estaba equivocado. Ahora las voces me llaman nuevamente. Creía que estaba tan bien oculto que ni yo mismo me podría liberar. Ahora tengo cada vez más y más deseos de volver a surgir. Pero no puedo hacerlo. Tal discurso desconcertaba a Data. En realidad no entendía nada de lo que pasaba en... bueno, lo que sea que fuere donde se encontrara. Seguía los pasos del capitán sólo con la mirada tratando de hallar algo de coherencia en sus palabras, pero era en vano. Si había alguien que necesitara de ayuda era él mismo. Comenzó a sentir un cosquilleo en la coronilla. Un parpadeo de luz volvió a sumirlos en la semi oscuridad, las voces volvieron. Picard se encogió y cayó sobre el piso tapándose los oídos con las manos en un inútil gesto para no oírlas. Data se tambaleó y unos brazos lo tomaron. Sam evitó que cayera. Cuando recuperó el equilibrio estaba nuevamente en su laboratorio y Sam le estaba conectando nuevamente el cerebro a la computadora. —Espero que hayas comprendido —le dijo. —Comprendido, ¿qué cosas? —preguntó Data —No he captado nada de lo que he visto —Un espasmo muscular recorrió su rostro. —¡Au...! Cuidado, eso dolió. —Perdona, el tiempo se termina y debo dejar todo como antes —dijo Sam mientras se apuraba. 109
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Data frunció el ceño extrañado. —¿A qué se debe el apuro? Este es mi sueño y puede terminar de cualquier forma. Finalmente me despertaré de pie en la plataforma de mi laboratorio. Sam se apartó de Data, lo miró fijamente y luego se encogió de hombros. —Tienes razón —le dijo —no sé de qué me preocupo. —¿Por qué he soñado esto? —preguntó extrañado. —¿Qué significa todo? Los klingon, los romulanos y los humanos en ese salón de juegos. . . Un bostezo cortó las palabras de Data. —El doctor Asimov y Daneel. A propósito, ¿qué hacía ese androide en el bar? —No prestes atención sólo a ese detalle —le cortó Sam —Debes prestar atención a todo, recordarlo todo —enfatizó Sam —Cada pormenor tiene su importancia. Data cabeceó dos o tres veces a punto de dormirse. —¿Quién... quién es Daneel? Me pareció reconocerlo como un viejo amigo. Su reloj quedó en la cueva. Nunca te encontraste con Guinan en el Enterprise. No podía saber que era ella a quien me refería cuando le nombré una vieja amiga —las palabras de Data eran cada vez más entrecortadas — Hay cosas que no me explico... El androide levantó de pronto su cabeza y miró a Sam. —¿Qué hacía el capitán encerrado en esa celda afirmando que era su mente? —Otro bostezo, más largo que el anterior, no le permitió seguir con sus preguntas. Había quedado dormido
Sam se alejó más aun y comenzó a desvanecerse en un óvalo de luz. —Esas preguntas pronto tendrán su respuesta, mi querido y especial amigo —dijo la voz de Q al momento de desaparecer finalmente. La luz volvió a bajar su intensidad. El silencio continuó tal como estaba al principio, casi palpable.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii La cabeza de Data cayó sobre su pecho y casi de inmediato se recobró. Le pareció que en realidad no había dormido nada, que todo había sido más que un sueño. Le extrañó que ni Geordi ni la Consejera estuvieran allí. —Computadora —la computadora contestó con el habitual arpegio — Aumente la intensidad de la luz un treinta por ciento. Localice al Comandante La Forge y a la Consejera Troi. Ambos de encuentran en el Ten Forward dijo la computadora, al tiempo que aumentaba la intensidad de la luz. El Comandante La Forge pidió que le informe cuando usted despertara declaró. En este momento están en camino hacia aquí. —Gracias —dijo él. Data comenzó a desprenderse de la conexión con la computadora. Había descubierto que realizando un acto mecánico podía analizar más profundamente sus ideas. No lo comprendía del todo, pero así era. En ese momento recordaba todo y era mucho para analizar y comprender sin la ayuda de su amigo y la más precisa de la Consejera. Cuando hubo terminado se dispuso a esperar que llegaran. —¿Daneel? ¿Por qué estaba él? —se preguntó. Muchas respuestas no tendrían respuesta hasta que pudiera discutir sobre el tema con la gente interesada. Se sentó en la escalinata de la plataforma del laboratorio y quedó pensativo con la tapa de su cráneo en la mano. Un nuevo grupo de emociones y planteos pululaba en sus circuitos positrónicos. Data seguía sentado con la mirada clavada en el piso cuando Deanna y Geordi entraron en su laboratorio. —¡Ah! Amigo mío —se alegró Data —Llegas a tiempo para ayudarme con mi cráneo —dijo dándole a Geordi la tapa de la sección que había estado analizando. El jefe de ingenieros tomó la tapa de manos de Data y se dispuso a ubicarla en su lugar. 111
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —¿Has soñado, Data? —se interesó Deanna. —Pues sí, lo he hecho consejera. Podría decirse que he tenido un sueño muy vívido. Gracias Geordi —Data le sonrió a Deanna y comenzó a alejarse en dirección a la puerta. —¿Entonces? —lo detuvo Geordi —Entonces, se trata de que ahora tengo una tarea muy importante entre manos y es urgente que nos pongamos en camino —declaró Data intentando continuar. —Hacia dónde, primero. Y con la autorización de quién, segundo — Geordi parecía poco dispuesto a permitir que Data abandonase el laboratorio sin antes que le diera una explicación convincente. —Eso lo decidirá el capitán —le contestó Data sin dejar de sonreír —creo que no tendrá problema alguno cuando lo consulte con él. Consejera, me parece que lo que hablaré con el capitán será de su interés. —Creo que es mejor que terminemos el análisis de tu cerebro, antes de que te largues a una tarea que puede exceder tus actuales capacidades — Geordi parecía molesto con la actitud de Data —Mira, hace un rato estabas preocupado por un sueño perturbador, y ahora pareces haberlo olvidado. —No es así —lo tranquilizó Data —he tenido un sueño aún más perturbador si se lo mira bien, pero tengo que consultar con el capitán el camino a seguir. La presencia de la Consejera es importante. La tuya lo será en el futuro —señaló la consola a la que había estado conectado hacía un momento —En la computadora hay un registro de mi sueño, mírala y dime cuál es tu opinión. Geordi tecleó algo en la máquina y luego sacudió su cabeza. —¿Qué sucede Geordi? —Dijo Deanna acercándose a él —Según la computadora Data se reconectó a ella unos minutos antes de que nosotros llegáramos —contestó Geordi —antes de eso estuvo todo apagado. —Data, ¿no recuerdas haber quitado los cables luego de que nosotros nos fuéramos? —le preguntó Deanna. —Nada de eso —le contestó Data, acercándose a la computadora y verificando lo que dijera Geordi —Qué extraño, pasó más de una hora desde que 112
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii salieron ustedes hasta que regresaron —levantó su cabeza y por un instante su mirada se clavó opaca en la pared de enfrente —Accediendo —dijo con voz neutra —Es cierto —dijo al cabo de unos momentos —Entonces no fue un sueño —un leve fruncimiento en su ceño era indicio de su estado de perplejidad. Deanna se le acercó y puso una mano en su brazo. —¿Qué cosa no fue un sueño? —le preguntó Data parpadeó un par de veces rápidamente como para ubicarse dónde estaba. La confusión en sus circuitos esa descomunal y sin embargo tenía muy en claro su intención de hablar con el capitán sobre su experiencia. Deanna sería de gran ayuda, y ahora que lo pensaba, Geordi debía estar también en esa reunión. —Vayamos a ver al capitán y allí les contaré todo —se dirigió a la puerta del laboratorio y se detuvo un momento. La vez anterior al trasponer esa puerta el paisaje había cambiado —Tú también puedes venir Geordi. Presiento que también eres importante en todo esto. —Data, ¿tú presientes? —dijo el jefe de ingenieros interponiéndose en el camino de Data —¿A qué se debe esa expresión? —Geordi no terminaba de entender, miró a Deanna y ella le hizo un gesto de paciencia. La consejera se estaba concentrando en Data, tratando de aislarlo de las demás personas de la nave. Lo que halló la sorprendió. En lugar del vacío emocional habitual, se halló un mundo rico en sentimientos, tanto o más complejos que los humanos. Y a la vez una presencia sencilla y medida, lógica hasta en lo más superfluo. Allí había dos Data. El nuevo reflejaba todas las cosas que le habían sucedido en la última jornada. Deanna encontró que tal complejidad le resultaba conocida, y sin poder definir en qué radicaba esa certeza se dejó llevar. Algo en ella la atraía y cautivaba. —Consejera —la llamó Data. Deanna parpadeó un par de veces reacomodándose al mismo tiempo a sus percepciones del androide. —¿Vamos? —dijo Data continuando su camino.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii U UN NA AV VO OZ ZE EN NL LA AO OS SC CU UR RIID DA AD D
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eerek se había retirado a sus habitaciones para tratar de descansar luego de casi tres días sin hacerlo. Spock lo había amonestado muchas veces por tratar de imitar su resistencia, pero el Maestro nunca logró más que un asentimiento tácito de su parte. —Debes regresar dentro de dos horas —le había advertido Seymof en el laboratorio de la nave —Para entonces tendremos procesados los datos de la primer sonda y te necesito en la guía de navegación. —Despreocúpese, señor —le dijo Meerek —estaré donde me necesita. Con dos horas de descanso estaré bien. De camino a sus habitaciones Meerek ya casi estaba dormido. Pero sólo se debía a un particular método personal para ahorrar tiempo. Cuando la puerta de su cuarto se deslizó en su nicho sólo tenía conectados unos pocos sistemas de su cuerpo, las piernas, los ojos y un mínimo de conciencia como para encontrar su cama. El resto ya se encontraba relajado o dormido. Por otro lado tenía mucho por analizar y no se trataba precisamente de los datos que esperaban de la sonda. Así que estableció una especie de proceso subconsciente para correlacionar todo lo que Spock le transmitiera en la fusión de sus mentes. Había muchos datos que no comprendía. La mente del vulcano no elaboraba los datos de igual forma que el romulano, y si a eso le debía sumar el hecho que Spock hubiera muerto y transmitido su esencia a un humano, siendo él mismo medio humano... el desbarajuste era demasiado para comprenderlo de una sola vez. Además había algo más, algo oculto que Spock apenas había comenzado a analizar cuando debió despedirse de Meerek. La fusión de mentes era algo extraordinario. Al principio se sintió confuso con tantos conocimientos y recuerdos prestados, pero poco a poco en los días transcurridos desde su visita a la cueva de Spock logró separar el trigo de la paja. Esta era otra de las consecuencias de aquel contacto, un montón de expresiones cuyo significado a veces se le escapaba. Luego de pensar un rato descubrió qué eran el trigo y la paja. En la mente de Spock halló muchas otras cosas interesantes sobre el humano llamado Kirk y también de su amistad teñida de incomprensión con el doctor McCoy. Él comprendía mucho más aquellos sentimientos que el mismo Spock. Con una sonrisa se tendió en su cama y durmió. Las luces disminuyeron automáticamente. 114
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El grito lo despertó sobresaltado. Un coro de voces destempladas se escuchaba fuera de su habitación. Sin preocuparse de su vestimenta salió a la calle. La tierra absorbía sus pasos. Las luces mortecinas de la calle apenas alumbraban los edificios. De un enorme bloque de piedra marcado por enormes grietas salían las voces que habían perturbado su sueño. Calle abajo unas voces gritaban algo en un idioma incomprensible. Una parte de su memoria, la parte prestada, le dijo que se trataba del ladrido de un perro. Al acercarse al edificio advirtió que era muy viejo, de piedra gris, y que lo que había tomado por grietas en la construcción eran ramas, no, tallos una especie vegetal, de una... hiedra, le recordó la memoria ajena. Las voces se intensificaron, una luz amarillenta salía por la puerta abierta del edificio. Un par de hombres se alejaba por una calle lateral. A último momento el anciano se volvió y lo miró. Una expresión de extrañeza pasó por su rostro, pero siguió caminando y ambos desaparecieron tras la esquina de otro edificio. Meerek se detuvo un instante en la entrada. Presentía algo pasando el umbral. Lo invadió una sensación de vértigo y estuvo a punto de volver sobre sus pasos. Pero se sobrepuso cuando el vértigo se trocó en euforia, la misma que se siente por el encuentro inesperado con un viejo amigo. Traspuso la puerta cuando las voces aumentaban su intensidad, apocando todo otro sentido. Se sobrepuso a su dolor, pero había otro dolor que no podía mitigar. De pronto se dio cuenta que se trataba de otra mente en su mente, una que carecía de patrón lógico, y sin embargo sabía de las enseñanzas vulcanas. La identificó en un instante. Por fin conocería al gran explorador. Caminó tanteando el suelo y se acercó a una reja que dividía el cuarto. Por las dimensiones se diría que aquél era la única habitación de la planta baja de ese edificio. Al otro lado de la reja había un oficial de la Flota Estelar. Lo reconoció por los recuerdos de Spock. Impecablemente vestido, el rostro parecía recién rasurado, la espalda recta evidenciaba una energía a toda prueba. Se paseaba de un lado a otro y 115
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii parecía hablar con alguien que no estaba presente, sin embargo Meerek percibía todos los pensamientos. No todos ellos respondían a un patrón humano. Eso lo inquietó. No podía imaginarse a quién pertenecían aquellos otros patrones mentales. Echó mano de los recuerdos de Spock y halló en ellos que esa anomalía se debía a que no percibía una sola mente sino la sumatoria de un grupo de ellas. El Capitán Jean Luc Picard estaba en comunicación con Borg. En ese instante el capitán se volvió hacia Meerek. Había curiosidad en su mirada. —¿Te conozco? —Quiso saber Picard acercándose a la reja, sin tocarla. —No lo creo —le respondió Meerek —No hemos sido presentados, pero tenemos un amigo común que me ha... hablado mucho de usted. —Tú eres romulano, ¿no es cierto? —Preguntó Picard. —Así es —le contestó Meerek —y no creo que él haya pensado que esto pasaría al fusionar nuestras mentes —concluyó mirando alrededor. —¿Quién es él? ¿Cómo llegaste hasta aquí? —el rostro de Picard se transformó en una máscara de piedra por la duda. —Perdóneme —dijo Meerek sonriéndole —me explicaré —Él es el vulcano que usted conociera como el Embajador Spock. Yo soy uno de sus discípulos, el mejor, si me permite una muestra de orgullo romulano, o de humildad vulcana. Para el caso es lo mismo —dijo Meerek encogiéndose de hombros con una sonrisa. —Spock... —saboreó Picard el nombre —¿Está él aquí? ¿Ha venido contigo? —una chispa de esperanza brilló un momento en la mirada del capitán. Las voces que se habían alejado hasta hacerse inaudibles, comenzaron a tomar más fuerza. Picard se volvió con furia y gritó algo a la oscuridad a su espalda. Las voces se redujeron a un murmullo molesto. A Meerek le pareció que no parecían dispuestas a renunciar a... lo que sea que no estuvieran dispuestas a renunciar. —No, él permanece en Romulus —le contestó Meerek —Pero creo que se halla aquí de un modo u otro —agregó mirando a su alrededor. 116
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Comprendo —dijo Picard, pero su rostro decía otra cosa —De la misma forma que te hallas ahora en mis pensamientos. —En realidad estamos en el mismo plano de conciencia —le explicó Meerek —Algo que usted comprende muy íntimamente, aunque no lo reconozca en el plano consciente. Al fusionar su mente alternativamente con diversas inteligencias ha creado en usted un nodo de vías mentales. No se halla solo, eso lo ha podido comprobar. Ha sucedido algo que ha liberado la censura que había impuesto en esta parte de su mente. Usted es ahora quien tiene el don de coordinarlas, pero para poder hacerlo libremente debe adquirir la fuerza suficiente para librar ese conflicto. Esta reja —dijo aferrándose a uno de los barrotes —sólo existe en su mente y se halla reforzada por otra conciencia que espera ganar tiempo con sus dudas. Picard miraba asombrado a ese joven romulano que hablaba tan confiadamente de temas que no hacía mucho tiempo habían empezado a tomar forma coherente en su propia mente. Gracias a esas palabras, Picard comprendió mejor la situación en que se hallaba. —¿Cómo sabes todo eso? —quiso saber. Meerek detuvo su discurso y sopesó una respuesta. —No he descubierto todo esto por mí mismo, si a eso se refiere — comenzó con cautela —Este conocimiento ha estado latente en mi mente hasta que yo lo encontrara. Pero no es ésta la forma en que pensaba Spock que sucederían las cosas. El capitán se paseaba de un lado al otro detrás de la reja. —Evidentemente —continuó hablando Meerek —su parte consciente no sabe que hay una parte a la que no puede llegar debido a la barrera que ha puesto usted mismo. De suceder lo contrario usted no se encontraría a merced de las voces. Las que por otro lado son la forma en que usted representa la conciencia que lo domina, a pesar de sus intentos de evadirse de ella. —¡NO me hallo a merced de nadie! —Vociferó Picard deteniendo su paseo y mirando fijamente a Meerek —Ahora soy la Primera Voz y las demás obedecen mi mandato. —Si así fuera —contestó Meerek tranquilamente —usted no estaría aun detrás de esta reja. Se halla inmerso en una ilusión creada por usted mismo. Y nos atrae a todos los que de una u otra forma nos relacionamos con su mente. En mi caso por haber recibido el conocimiento a través de Spock, quien a su vez tuvo una fusión mental con usted. 117
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Pues entonces aléjate de mí, si eso satisface a tu mente estructurada —dijo Picard sacudiendo su mano en señal de rechazo. Meerek dio un paso atrás ante tal ataque. Dadas las circunstancias la actitud de Picard le resultaba chocante —Capitán, se ha equivocado usted —le dijo con tono ofendido, imponiéndose lo romulano en él —Mi mente se halla disciplinada. La suya es la mente estructurada y hasta que no comprenda cuál es su situación real le será imposible liberarse de estas paredes. No se deje atraer por el canto de las sirenas. Piense a dónde llegará todo esto y cuál el fin que ha perseguido siempre Borg. —¡Sé cuál ha sido siempre su meta! —Le contestó Picard con dureza — Por eso me encuentro en esta situación. Si permitiera que Borg se acercara a mí nuevamente, pondría en peligro a la Federación y con ella a la Tierra. La entereza de Picard comenzaba a resquebrajarse y su rostro era una máscara de dolor. —Ahora sé lo que tengo que hacer —continuó más calmo —Déjame en paz, vuelve a tu mente, que debo tomar una decisión. Meerek lo miró un momento antes de comenzar a alejarse de la reja. —Lo siento. —murmuró el romulano —Sucede que estaba pensando en lo que aprendí en mi fusión mental con Spock. Su mente es como una singularidad gravitatoria, que me atrajo hasta aquí. Si me acerco demasiado la próxima vez pereceré aplastado. En el futuro no volverá a suceder, y tengo mis propios problemas por resolver —terminó dando media vuelta para salir. —Espera —lo detuvo Picard —Recuerda esto, no necesitas vencerlos si puedes ser más listo que ellos. Meerek lo miró con extrañeza. —Lo haré, gracias —le contestó saliendo lentamente y se alejó calle abajo. Cosa curiosa la mente de los humanos, pensaba para sí el romulano, han logrado dividirla en compartimentos estancos y vivir una vida diferente en cada uno de ellos. De pronto un golpe sordo a sus espaldas hizo que se volviera. Alguien lo estaba llamando con furia. Volvió a girar y se tropezó con algo que lo hizo caer. 118
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Al incorporarse estaba en su habitación y los golpes y la voz eran de Seymof. Probablemente la nave ya había tomado su posición para liberar la densa carga que habían traído desde Romulus. Debía haber ignorado el llamado de la computadora, para que el viejo científico fuera personalmente a buscarlo a su habitación.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii E EL LV VU UE EL LO O IIN NA AU UG GU UR RA AL L
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os cruceros de ataque de regreso del sector Kantra —declaró Käm desde la estación científica —Podemos pasar entre ellos sin que adviertan siquiera una perturbación en su trayectoria.
—No haremos tal cosa —dijo Klag para nadie en particular —Dejemos que nos vean durante tres segundos —ordenó en voz alta —Y mantengamos el silencio de las comunicaciones —agregó con una sonrisa cruel.
Komrat era un reblandecido y feo klingon, veterano de muchas batallas. Su actual tarea en el crucero de ataque Truwk se limitaba a patrullar las áreas fronterizas del Imperio. En una época no muy lejana las inestables relaciones con los diferentes gobiernos y planetas vecinos significaba que tenía una buena batalla cada tres o cuatros días. También había participado en alguna de las duras batallas de la recientemente terminada guerra con la Federación. Ahora, en cambio, ni siquiera podía sacudir el polvo de sus armas de mano en la espalda de algún desprevenido ferengi. El resto de su tripulación se hallaba igualmente harta de esa tarea, pero al menos estaban en el espacio y no decayendo lentamente en los nuevos planetas agrícolas, rascando terrones y manipulando herramientas de labranza. La tarea de un guerrero era la de empuñar las armas por la gloria del Imperio. —Komrat —lo llamó el navegante —una nave desconocida ha aparecido en los sensores. Komrat se enderezó en su sillón. Hacía tiempo que ni siquiera una nave desconocida aparecía por aquellos lados. —Abran un canal —ordenó Komrat —alerta rojo. —Canal abierto —le confirmó su segundo —Comunícate con la Var Tok, diles que nos desplegaremos —Komrat se levantó del asiento y comenzó a moverse con una velocidad que parecía incongruente con su volumen —Saluda a esa nave en todas las frecuencias. —No responden —informó su segundo. 120
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Nos hallamos dentro del rango de sensores —dijo el navegante —Nos saludan —dijo Käm —Contestaré con nuestros códigos. —No harás nada —le cortó Klag —En pantalla —ordenó con una sonrisa burlona en sus labios —No contestemos los saludos de esa vieja bolsa de mañas. Nos ocultaremos y les daremos un buen susto.
—Les habla Komrat de la Truwk, se hallan dentro del espacio del Imperio Klingon. Respondan o abriremos fuego inmediatamente y los convertiremos en polvo estelar. —Siguen sin resp... —comenzó a decir el segundo —¡Han desaparecido! —Busquen de inmediato distorsiones en el subespacio —ordenó Komrat volviendo a su asiento —Localicen la estela ionizada de los motores. Hagan un disparo de advertencia hacia la última posición conocida del intruso. De la Var Tok y de la Truwk partieron sendos disparos hacia el mismo punto en el espacio. Y se perdieron inofensivamente.
—Preparen torpedos —ordenó Klag —apunten a proa y popa delante de sus escudos —Se están ocultando —informó Toohlak desde la estación de batalla. —Cambiando pantalla a modo hipervisión —dijo Käm de pie ante la estación científica. —¿A modo qué? —preguntó Klag —¿No ha visto los informes sobra armas acaso? —le preguntó enojada Käm —Los sensores han sido modificados para ampliar el régimen visual y ser presentado en la pantalla. Ahora podemos ver todas nuestras naves, no importa si se mantienen visibles o no. Incluso a las naves romulanas. Un bufido de desprecio fue toda la respuesta que obtuvo de Klag. —Capitán Klag quisiera hablar con usted un momento —le dijo ella al advertir que sus palabras no eran escuchadas. Dejó la estación científica. 121
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —No es momento, humana —le gruñó Klag —estamos en medio de una pequeña batalla, si no te has dado cuenta. —Insisto, Capitán —dijo Käm de pie delante de la puerta de la Sala de Comando, como habían insistido en llamarla los klingon a la habitación contigua al puente. Con un gruñido Klag entró en la Sala. Käm lo siguió y se quedó lo suficientemente cerca de la puerta como para que el sensor la mantuviera abierta. Todos en el puente podrían ver la discusión, tal como Käm esperaba. —Nos están disparando —informaba el navegante en ese momento. —Maniobras evasivas —ordenó Toohlaq —ubiquémonos detrás de ellos y por debajo.
—¿Dónde se metieron? —preguntaba Komrat en ese momento —¿Qué pudieron obtener los sensores ante de que desaparecieran? —Nada en concreto —le dijo su segundo —por la firma energética de sus motores podría ser una de nuestras naves más modernas. En cambio la estructura me resulta muy extraña. —Pon en pantalla la imagen de esa nave antes de que desapareciera —le ordenó Komrat —Mantengan los sensores y los escudos. Pregúntale a la Var Tok si ellos pudieron detectar algo más y diles que adoptaremos la posición de batalla Kram. En la pantalla apareció una imagen amplificada de la Koor Bloq. Todos se volvieron a verla
—Humana —comenzó Klag —no permitiré que discutas mis órdenes en el puente. —No he discutido nada contigo —contestó ella tranquilamente —me limité ha hacerte una pregunta, Capitán, y a ponerte al día con el nuevo juguete del Imperio. —Esta basura no serviría ni siquiera de juguete —le cortó Klag —un puñado de raquíticos niños cardassianos daría cuenta de él en un instante. 122
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Klag se paseaba de un lado a otro en la Sala y cada vuelta estaba un paso más cerca de la comandante. El enojo le había impedido ver que el pedido de Käm había sido nada más que una maniobra para que abandonara su puesto. —Nada se encuentra donde debiera —se acercó aún más a Käm y la señaló con su brazo extendido —Nada está a la altura... Käm se limitó a sonreír sin contestar nada. Tomó a Klag del puño con ambas manos y dio un paso atrás dejándose caer de espaldas. El klingon voló por encima de ella y cayó pesadamente en el suelo del puente. Por un momento el tiempo se detuvo en el puente. A pesar de la sorpresa Klag no perdió el tiempo y comenzaba a levantarse cuando Käm, aprovechando el impulso rodó sobre su hombro y se incorporó antes que él, plantándole sendos golpes en ambos lados de la cabeza. Para cualquiera que no fuera klingon esos golpes hubieran significado una siesta segura. Para un klingon un dolor de cabeza pasajero, pero para Klag, sólo un inconveniente. El klingon sacudió su cabeza y arremetió con los brazos abiertos para tomar a la humana por la cintura y brindarle un abrazo hasta que dejara de respirar. Por lo menos esa fue la intención de Klag. La comandante, en lugar de tratar de esquivar los largos brazos, arremetió igualmente y a último momento saltó girando en el aire y dio un empujón al capitán klingon en la espalda, enviándolo directamente hacia una mampara y a una corta siesta. —¿Alguien más? —ofreció ella. Por un momento Toohlak estuvo tentado de aceptar la invitación. Pero esa era una pelea de capitanes, y él era el segundo a bordo. Se limitó a escupir en el suelo y a jurar en klingon. Käm se dirigió a su asiento y desde allí comenzó a dar órdenes, como si estuviera en el puente de su pequeño drakkar. —Disparen dos simulaciones a través de sus escudos —ordenó tranquilamente —Luego salgamos de fase de ocultamiento, y saludemos para que no vayan a traer a toda la flota del Imperio. 123
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Los minutos fueron pasando y la espera se hacía interminable para ambos capitanes. La posición Kram les permitía cuidarse mutuamente las espaldas ante un enemigo oculto. Sin embargo no les sirvió de nada cuando desde el vacío del espacio aparecieron dos pruebas de fuego que atravesaron limpiamente sus escudos y explotaron inofensivamente a pocas decenas de metros de sus naves llenando a las computadoras de informes de daños y bajas. Los códigos eran evidentemente klingon y él acababa de perder la mitad de su nave con sólo un disparo del intruso. Komrat deseó por un momento que esos disparos hubieran sido reales, para así poder entregar su vida y la de sus tripulantes con honor, y luego maldijo al Alto Concilio Klingon por lanzar a navegar en el espacio una nave de tales características sin siquiera poner sobre aviso a los capitanes de la flota del Imperio. —Komrat, nos saludan —le dijo su primer oficial. —Pon en pantalla al bastardo —le contestó con la voz enronquecida por la ira contenida. Komrat maldijo sorprendido cuando en lugar del esperado oficial klingon apreció una humana enfundada en el traje de oficial de la Federación. —Capitán —comenzó reponiéndose de la sorpresa —Comprenderá que este acto de guerra no puede quedar ignorado... —No se apresure —le cortó Käm con una sonrisa —Esta es una nave de investigación del Imperio y soy momentáneamente la capitana, hasta que mi par klingon se reponga de una pequeña indisposición que ha tenido durante esta inocente refriega. Se escucharon voces a las espaldas de la humana. Eventualmente se veían detrás de ella otros klingon y el puente era a todas luces fruto del Imperio, lo cual tranquilizó a Komrat más que las palabras que oía. —Soy la capitana Kämper Hedegaar de la Flota Estelar de la Federación Unida de Planetas, estoy en la Koor Bloq como oficial científico y capitán adjunto, según un tratado entre nuestros gobiernos...
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Komrat —interrumpió una voz a un lado de Käm —Vieja bolsa de sebo, ¿aún no te han dado alcance tus suegras? —Klag apareció al lado de la humana. Parte de su rostro estaba bañado en sangre. —Ahora veo cuál ha sido la indisposición —dijo Komrat alegremente — ¿Todavía te sigues mareando en las maniobras bruscas? Komrat conocía a Klag desde que era un joven tripulante y conocía de sobra la cantidad de cráneos rotos que había dejado en su camino hasta llegar a ser capitán. Klag prefería una guerra a una batalla; una batalla a una escaramuza; una escaramuza a una discusión y una discusión a una conversación. Era agresivo, de pocas pulgas, parco en sus palabras y pródigo con sus puños, no había pelea en la que estando cerca no interviniera y jamás lo había visto recibir un golpe sin devolverlo con creces. En fin, Klag era un klingon de los mejores. La humana que veía a su lado debería ser muy buena para haberlo puesto fuera de combate. Por lo menos se la veía casi de la misma altura que él. Lamentó no haber visto esa lucha. —Transpórtate a mi nave —dijo mirando de soslayo a Käm —Te brindaré un paseo por ella, aunque no hay mucho que ver. —Allí estaré. Durante la visita de los capitanes de las dos naves, Klag sirvió de anfitrión. Käm se encargó de ser la guía para los tres capitanes, mostrando la nave en general y haciendo hincapié en que se trataba de una nave científica, no de combate, a pesar de contar con la última tecnología en el tema. La visita de los capitanes había servido para desviar la atención de Klag hacia otra cosa. Käm agradeció mentalmente la pequeña distracción que constituían los otros capitanes para Klag, quien de momento no se fijaría en ella. Klag aceptó que se hiciera cargo del puente de la Koor Bloq, entretanto atendía a sus viejos camaradas. De todas formas, mientras las otras dos naves estuvieran escoltándola no tendría que preocuparse por nada, como dijera el mismo klingon con una carcajada cómplice a los otros capitanes. Käm se mantuvo estoicamente en el puente de la Koor Bloq hasta que virtualmente se caía de cansancio. Había cumplido su turno en el puente y uno más. La cerveza romulana no había tenido el más mínimo efecto sobre ella. En cambio la charla insustancial del embajador Andretti la había demolido. Y la tensión del combate por poner en claro su lugar en el puente había sido devastadora. Ahora aguardaba que los invitados se retiraran a sus na125
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii ves. Quería devolver el puente a su capitán y no dejarlo a cargo del primer oficial. Los demás klingon verían eso como una señal de debilidad. —Tienes una buena nave en tus manos —dijo Komrat a Klag en el momento de despedirse —no dejes que la humana le meta mano —lanzó una risa estentórea —aunque por lo que vi, ella ya te ha metido mano a ti. Klag rió con poca alegría ante la chanza de su viejo amigo. —Que eso no te quite el sueño, Komrat —le contestó con los dientes apretados —sólo un humano ha logrado poner sus manos sobre mí y ha continuado con vida, porque supo ganarse mi respeto —golpeó la palma de su mano con el puño de la otra con energía —La humana no ha sabido ganarse su nombre todavía. —Que Kahless el Inolvidable te acompañe en tu vuelo —le dijo Komrat antes de ser transportado a su nave. —¡Qapla´! —le respondió parcamente Klag. Klag entró taciturno al puente de su nave, sin dirigirle una palabra a Käm se sentó en su lugar y ordenó alejarse de las otras dos naves. Käm pidió autorización a Klag para abandonar el puente, a lo que él respondió con un gruñido. La temperatura social entre la tripulación del puente había disminuido varios grados cuando ella develó que comprendía klingon y había adquirido el nivel de estupor cuando venció a Klag con tanta suficiencia. La comandante esperaba que el klingon no buscara revancha de inmediato. Al salir del puente, Käm no se dirigió inmediatamente a su habitación, sino que merodeó un rato hasta que comprobó que tras su salida ingresó un grupo de relevo al puente. Salieron todos a excepción de Klag. Luego de comprobar esto, Käm se alejó sonriendo del puente en dirección a su habitación. Klag por su parte, se sentía doblemente sorprendido. La humana era tan resistente como cualquier buen klingon y la nave parecía ser mejor de lo que se veía. Que la humana lo había dejado fuera de combate con relativa facilidad quería decir que las técnicas de entrenamiento en la Federación habían mejorado notablemente desde que conociera a Riker, y que él debería ser más 126
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii cuidadoso la próxima vez. Quizás se le presentara la oportunidad en el siguiente turno. —Quiero un informe sobre las especificaciones técnicas de la nave — ordenó Klag —Y también quiero ver el legajo de la humana, su historia completa —Cuando volviera a enfrentar a la humana, ésta no lo tomaría por sorpresa.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii ¿ ¿A AD DÓ ÓN ND DE EV VA AM MO OS SA AH HO OR RA A? ?
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ata, me parece que no debemos molestar al capitán —Deanna prácticamente trotaba al lado del Segundo Oficial tratando de mantener su mismo ritmo de paso.
Data parecía poseído por una obsesión y en su rostro se podían leer las más extrañas señales de emociones encontradas. La determinación era la predominante, tanto en su expresión como en su mente. Ahora que Deanna podía leer en ellas como en cualquier otro miembro de la tripulación, descubría en Data un ser altamente complejo y simple a la vez, por la existencia de una dualidad que no alcanzaba a aprehender y que sospechaba relacionada con los sueños del capitán. Geordi sabía mejor que la consejera que era imposible desviar a Data de su objetivo, así que se limitaba a seguirlo y esperar a que pasara lo que tenía que pasar. Sea lo que ello fuera. —Debemos partir de inmediato —estaba diciendo Data —es de primordial importancia que lo hagamos ahora. —¿Dónde debemos ir? —preguntó Geordi no tanto como para obtener información, sino como para no dejar que su amigo anduviera por allí hablando solo. Esa pareció ser la pregunta adecuada, ya que Data se detuvo en seco y lanzó una mirada de sorpresa alrededor. Tenía la expresión del hombre que descubre que ha saludado a la persona equivocada en una fiesta. Abrió la boca para contestar y la volvió a cerrar dos o tres veces. —Debo discutirlo con el capitán —dijo finalmente reanudando su camino, ahora más calmo y reflexivo. Deanna notó el cambio en Data y trató de mirarlo objetivamente, prescindiendo de las emociones que lo dominaban y ella percibía tan cercanas. No lograba separar nada concreto de esa nueva presencia que percibía en la persona del comandante, sin embargo intuía que había una parte del capitán flotando en el fondo de la conciencia del androide. Tal contacto le recordaba algo, pero no acertaba a decir qué era. —Computadora —llamó Data —¿Dónde se encuentra el capitán? El capitán está en su cuarto le informó la computadora. 128
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Data al capitán —volvió a llamar el androide —Señor necesito... —Hablar conmigo —lo interrumpió Picard —Lo estoy esperando señor Data. —Debo buscar algo en mi cuarto señor —articuló Data sorprendido por las palabras del capitán. —¿Podemos reunirnos todos los oficiales en su cuarto, señor? —Ya he llamado a Riker y a Worf —le contestó el capitán —vengan de inmediato. Picard fuera.
—Eso es todo cuanto sucedió —terminó diciendo Data, luego de informar a todos detalladamente lo que hubiera soñado. Todos se volvieron hacia Picard expectantes de su reacción ante la descripción que hiciera Data de su vivencia. Aunque él había insistido que era un sueño, nadie excepto Geordi, puso en duda sus palabras. —Data nos ha hablado de todo como si se tratara de un sueño — comenzó el jefe de ingenieros —sin embargo los datos de la computadoras hablan de un período de casi una hora en la que él estuvo desconectado y ausente del Enterprise —se encogió de hombros en una actitud de impotencia —Lamentablemente en ese momento no estaba con él. Aunque presumo que si hubiera estado presente no habría sucedido lo que nos ha contado. Deanna consideró que debía decir algo, en vista de sus nuevas sensaciones con respecto a Data. Y lo que ella consideraba una conexión con el capitán. Picard hasta el momento no había hecho otra cosa que escuchar ausente, incluso para la consejera. —En ese momento estábamos Geordi y yo en el Ten Forward —declaró mirando a todos —y mantenía un especial enlace con Data... —Especial en qué sentido —la interrumpió Riker. —En el que era la primera vez que sentía alguna clase de sentimientos en él —le contestó Deanna —y que permanecía el contacto a pesar de la separación. Lo que ha dicho Data me sorprende, porque no percibí ninguna clase de cambios en su estado de conciencia. Para mi estuvo dormido todo el tiempo hasta que la computadora nos avisó que estaba despierto. 129
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —¿Qué conclusiones extrae de su vivencia, señor Data? —preguntó el capitán de pronto cortando todas las especulaciones. —Hay cosas que no están claras —le contestó Data —y cosas que parecen fuera de contexto, incluso dentro de un sueño. —Por ejemplo... —lo animó Geordi. —Eh... El Buen Doctor, es decir, la presencia del doctor Asimov —se rectificó Data —tengo en mis bancos de memoria la suma de su obra. Pienso que eso se debe a que mi origen ha sido por la inspiración de sus historias de robots de cerebro positrónico. Y de algún modo ha surgido en el sueño sin relación alguna con el resto. Sin embargo... —se detuvo reflexionando lo que diría. —Aún eso tiene un trasfondo de realidad. —completó la consejera —¿No es así? Data la miró con la sorpresa pintada en su blanco rostro. —Sí, así es. Ahora veo lo que las palabras de la gitana significaban. — depositó la baraja sobra la mesa baja en la sala del capitán —y estas cartas tienen un mayor poder ahora a la luz de mi sueño. Worf las tomó y las examinó rápidamente para luego dejarlas sobre la mesa. —No se parecen a las que usamos en los juegos habitualmente —dijo en voz baja. Riker las tomó y las comenzó a pasar una a una mirándolas con atención. Deanna las examinaba por sobre el hombro del primer oficial. El capitán permanecía atento a las palabras de Data. —Son de la baraja española —declaró Data mirando al klingon —España era una antigua unidad política que desapareció con la nueva hegemonía europea posterior a la Tercer Guerra. Sin embargo algunos pueblos de opusieron a ella y manifestaron ese rechazo fletando naves que los sacaran de esa tierra promiscua. Estoy citando el texto de historia de la computadora — aclaró Data —Sin embargo —continuó —por diversas causas se han perdido muchos de los registros de los rumbos de esas naves. Aunque si se conservaran todos ellos en la actualidad, muchos capitanes no daban destinos ciertos, para evitar ser seguidos por cuestiones religiosas, políticas o comerciales. 130
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Es el caso de nuestras anfitrionas gitanas ¿No es así? —dijo el capitán poniéndose de pie. —Earl Grey, por favor —pidió al replicador de alimentos. —Podría ser así —consintió Data —Pero no es lo que me preocupa —dijo inclinándose sobre la mesa para tomar de las manos de Riker las cartas. Data mezcló con habilidad experta la baraja bajo la mirada atenta de los oficiales del puente del Enterprise. Luego empezó a disponerlas sobre la mesa una al lado de la otra con la cara hacia abajo. Con ellas iba formando un rombo donde una parte de cada una de ellas se superponía con la anterior. —Como verán —iba diciendo Data a medida que las depositaba en la mesa —el dibujo no es el mismo en ninguna de ellas. Si las miramos individualmente no tienen nada que decirnos. El fondo negro mate de los rectángulos plásticos con puntos blancos de diverso tamaño formó un campo estelar. —Pero si las miramos en su conjunto veremos que nos pueden decir algo —concluyó Geordi. Data lo miró complacido. —Así es, amigo —le dijo con una sonrisa —Esta disposición estaba en mi sueño, pero no hubiera podido reproducirla si no hubiera tenido estas cartas. Todos estaban contemplando atentamente la disposición de las estrellas. —No se parecen a las que dominan el cielo de klingon —expresó Worf rompiendo el silencio. —Ni las de Betazed —dijo a su vez Deanna. —No son ninguna de ellas y son las mismas a su vez —dijo el capitán. —El capitán tiene razón —dijo Geordi —Las constelaciones se forman dependiendo del punto de vista del observador. Pero básicamente son las mismas estrellas. Su luminosidad depende de la distancia a que se encuentre del punto de observación, entre otras cosas. —Eso es correcto, Geordi —coincidió Data. El capitán dio una vuelta alrededor de la mesa examinando atentamente la figura que mostraban las estrellas. 131
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Son las constelaciones que se pueden ver desde el hemisferio boreal de la Tierra en el invierno —aseguró Picard. —Es verdad —dijo Data —Allí en el borde derecho se ve Orión y el resto son estrellas conocidas. —Excepto... —empezó Picard. —Excepto la que se halla en el centro —dijo Data señalándola. —Esa de allí no es visible desde la Tierra y presumo que se halla atravesando el imperio Romulano, en dirección del cuadrante Delta. —¿Porqué asegura esto, señor? —intervino Worf. —Es una corazonada —le contestó Data. Worf quedó de una pieza cuando el segundo oficial de abordo afirmó esto. Para él Data sería de los últimos oficiales que esperaría una respuesta de este tipo. —Señor La Forge —dijo Picard rompiendo al breve silencio que se había producido. —¿Capitán? —contestó el Jefe de Ingenieros poniéndose de pie. —Prepare la nave para una rápida incursión a través del imperio Romulano. Cuando el señor Data obtenga las coordenadas y la distancia programará una ruta que intersecte lo menos posible al imperio. —Sí, señor —dijo Geordi saliendo rápidamente.
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O ON ND DA AS SD DE EG GR RA AV VE ED DA AD D
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omienzan a salir los primeros datos de la sonda —le informó Seymof a medida que iban al laboratorio —lo necesito de inmediato en los controles.
La ansiedad se evidenciaba en el científico y Meerek seguía sus palabras con la mitad de su atención. Sus pensamientos estaban por delante de lo que sucedería. Presentía que el futuro inmediato les traería más de una sorpresa. Su breve contacto con la mente del capitán Picard le había permitido ver más de lo que era evidente. La sonda había seguido la caída de la singularidad y enviado la telemetría de su interacción con la materia que había entre la nave y el Pozo. Luego se había detenido a pocos metros del horizonte de sucesos, envuelta en una esfera de gravedad. El chorro de rayos gamma y equis que se produjo al ser traspasado el horizonte llenaba en ese momento los bancos de la computadora. —El generador de la esfera de gravedad comienza a fallar —informó Meerek plenamente concentrado en su tarea —preparo la segunda sonda. Seymof miraba en su consola los mismos datos que Meerek e iba haciendo cálculos en su computadora. Una sonrisa se insinuaba en sus labios. Meerek iba de una terminal a otra preparando la segunda sonda. Ésta estaba destinada a penetrar el horizonte de sucesos. Su tamaño triplicaba el de la primera, pero esto sólo se debía a que necesitaba un generador de gravedad mayor para sobrevivir al tenaz abrazo del Pozo. —Segunda sonda preparada —le dijo a su superior. El científico estaba inclinado sobre sus cálculos y no lo oyó. —Seymof... —volvió a llamar Meerek. —Envíala —le ordenó distraídamente sin levantar su cabeza. Afuera la primera sonda sucumbía al llamado de las sirenas. El Pozo reclamaba su presa. A medida que la materia se volcaba en su caída final se 133
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii producía un chorro de antipartículas que interactuaba con las partículas que lo rodeaban como una nube. —Los sensores de la nave indican alteraciones en el diámetro del horizonte de los sucesos —iba informando Meerek a medida que los datos se acumulaban. Un suave balanceo sacudió la nave. Un rolido similar al de un barco en alta mar. —Eysak al laboratorio —llamó el capitán —Seymof, si no se apresura con su sonda antes de que las ondas de gravedad desarmen mi nave lo sacaré de aquí tan rápido que estableceremos una marca de velocidad para cacharros del espacio profundo. Seymof volvió a la realidad que lo rodeaba muy a su pesar. Caminó lentamente hasta ponerse de frente a la pantalla donde se veía el puente. Miró de frente a Eysak y esperó a que su corazón diera tres latidos. —No se preocupe por su preciosa nave —le contestó y cortó la comunicación sin esperar ninguna confirmación de parte del capitán. El científico, satisfecho por haber puesto al arrogante capitán en su lugar, se volvió hacia Meerek. —Lanza la sonda con la corrección en los cálculos de su esfera de gravedad —le ordenó tranquilamente. Meerek había estado viendo los cálculos que le dijera Seymof y de inmediato los introdujo en la sonda. Luego de tantos años de trabajar junto a su mentor descubría que sólo le había permitido tener acceso una pequeña parte de la teoría. Allí frente a sí tenía una pequeña ecuación que alteraría el balance de poder en el cuadrante. En el caso de que se viera corroborada por la realidad. Spock había tenido acceso a esa parte de la teoría, ahora lo veía claro. El poder de penetración del vulcano y su agudeza habían visto más allá de los pocos cálculos que le diera Meerek de la teoría de Seymof. Por eso era sumamente importante que estuviera presente en ese punto del imperio en esa intersección de la historia. Pero Meerek era romulano y debía lealtad al imperio, más allá de toda enseñanza. Se le planteaba ahora el problema de elegir entre dos lealtades. La primacía de Romulus estaba garantizada con aquel descubrimiento. Por ahora era sólo una teoría conocida por dos romulanos en toda la galaxia. ¿Debía dejar que continuara así? ¿Tendría que sabotear el experimento de 134
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii alguna forma? No. Eso sería inútil, ya que Seymof mismo controlaba todo. Matar al científico estaba fuera de cuestión. —Tengo que ser más hábil —se dijo Meerek —no tengo que tratar de vencerlos. Ahora comprendía las palabras del humano. —La sonda está en camino —informó Meerek en voz alta. —Seymof al puente —llamó calmadamente —Capitán, podemos alejarnos del Pozo cuando quiera. El rostro de Eysak era una máscara pétrea. Sus ojos brillaban y si las pantallas pudieran trasmitir algo más que imagen y sonido, en ese momento Seymof habría caído fulminado por la mirada del capitán. Una sonrisa sardónica se dibujó en el rostro del capitán. —¿Lo tiene preocupado la situación del horizonte de sucesos? —le dijo con suficiencia —no era necesario que deje de hacer su relevamiento del Pozo. Esta vieja nave todavía me es fiel —le dijo palmeando el apoya brazos de su sillón —Podremos aguantar un tiempo más... Meerek oía el duelo verbal entre ambos romulanos sin dejar de controlar la caída de la sonda. —Diez minutos para el contacto —anunció con voz calma. Una sonrisa torcida se dejó ver brevemente en el rostro de Seymof. —Le recomiendo, capitán —le dijo con autosuficiencia el científico —que nos saque de aquí lo más rápidamente que este cacharro pueda moverse — desvió la mirada brevemente hacia un contador —En menos de nueve minutos las cosas se pondrán muy difíciles por estos lados. Iba a cortar la transmisión cuando pareció recordar algo. —¡Ah! He introducido algunos cambios en los escudos y en el disco deflector, así que no de la vuelta. Alejémonos del Pozo retrocediendo, así la radiación gravitatoria no nos golpea con tanta dureza. Seymof fuera. Ni bien cortó la transmisión el científico Eysak se comunicó con ingeniería.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Desconozco a que se deben las modificaciones —le contestó el jefe de ingenieros —La eficiencia de los escudos es la misma. Ha sido cambiada la modulación de los campos y al mismo tiempo la densidad del generador de la pala de gravedad —Creo esta disposición podría contener la explosión de un sol, si fuera lo suficientemente grande para rodearlo. —Aléjenos de aquí lo más rápido que pueda —ordenó Eysak al navegante con voz tensa —ponga la proa entre el Pozo y nosotros. —Quedan tres minutos para el impacto —le dijo la voz de Seymof a sus espaldas. Ambos científicos estaban en el puente. Meerek se dirigió calmo hacia la estación científica y comenzó a controlar los datos de la sonda. Seymof se acercó a Eysak y le brindó una enorme sonrisa, se pasó una mano nerviosa sobre su calva. —En menos de dos minutos —le dijo al capitán —todos pasaremos a la historia como los artífices del arma que llevó a Romulus a ser el amo de este sector de la galaxia. Luego de hoy... Una violenta sacudida los lanzó a todos al piso. La voz de la computadora comenzó a dar la alarma e informes de daños. Meerek fue el primero en ponerse de pie. Le llevó unos minutos volver a iniciar los protocolos de control de la sonda. La información les llegaba clara y con el mínimo de interferencia. —Integridad del campo de la sonda al cien por cien —informaba inalterable —su diámetro ha disminuido el dos por ciento. Sus informes se confundían en el desorden que se había producido debido a la sacudida. —La barrera de la pala de gravedad soporta el flujo de energía —decía el primer oficial al mismo tiempo. —Distancia un millón de kilómetros —anunciaba el navegante en ese momento.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Eysak se juró que Seymof le pagaría ese sacudón. Pero primero vería que lo que hubiera dicho fuera cierto. No iba a despreciar regresar al Imperio con gloria por una rivalidad con el científico. —Capitán —lo llamó Seymof ingresando al puente —le sugiero que de la vuelta y nos lleve a estas coordenadas —le dijo tendiéndole un disco de información —Allí recogeremos la sonda cuando reduzca su velocidad de salida del Pozo. —Navegante, fije esas coordenadas —ordenó Eysak —Ponga el Pozo en pantalla. Una visión sobrecogedora los despidió del Pozo. En la pantalla se veía un chorro de energía que surgía del punto en que penetrara la sonda. El espacio detrás de presentaba deformado. Las estrellas parecían volcarse en un punto del espacio. Allí donde estaba la singularidad, invisible, pero siempre evidente por la deformidad que causaba en su entorno. Ahora la rodeaba un halo brillante. La súbita intromisión de la sonda había causado una deformidad en la deformidad. Obligado a aceptar esa interferencia en su infinitud, el Pozo estaba molesto y eso era evidente. Aún con los filtros adecuados el brillo de la luz hacía imposible mirarlo directamente sin sentir dolor en los ojos. La radiación y la materia se volcaban a la velocidad de la luz y se les adelantaba a su paso, pero aquello que no veían sino por sus efectos era lo más peligroso. La gravedad estaba generando una arruga en el espacio que se detectaría de un punto al otro de la galaxia. Meerek sabía que si Seymof no hubiera modificado la modulación del campo de la pala estarían convertidos en partículas subatómicas, en cambio estaban en el camino de la fuerza más devastadora de la naturaleza y ésta no había provocado más que una persistente vibración en la pala de gravedad que se sentía en toda la nave. —Hemos anunciado nuestro descubrimiento a toda la galaxia —dijo Seymof con una sonrisa autosuficiente —Los astrónomos del Imperio se preguntarán qué es lo que ha causado la implosión del Pozo cuando detecten las primeras ondas de gravedad provenientes de la costa más lejana del estanque imperial. —Eso lo veremos más tarde —lo interrumpió Eysak haciéndolo volver a la realidad —Navegante, velocidad máxima.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii A AL LG GU UN NA AS SA AC CL LA AR RA AC CIIO ON NE ES S
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uego de que Kämper se retirara a sus habitaciones Klag cumplió un turno más en el puente interiorizándose sobre su nave y sus capacidades. Cuando terminó sabía tanto como los ingenieros que la concibieron. Y tenía alguna que otra idea sobre mejoras que se podrían dar en el transcurso de su misión. Sobre todo en capacidad de defensa y ataque. Al salir del turbo ascensor se cruzó en el pasillo del fondo una figura familiar. Kämper iba ataviada con el traje de entrenamiento que usaba en Norway. El atavío extrañó a Klag y decidió seguirla para ver a dónde se dirigía. Enseguida vio que su camino era el de la holocubierta que se hallaba en ese nivel. Estuvo a punto de regresar sobre sus pasos pero lo pensó mejor. Estaba intrigado por la facilidad con que lo había vencido la mujer humana. Y deseaba tomarse revancha. Quizás ahora sería su oportunidad. A solas. Si él vencía, tomaría la precaución de que quedara su marca en el rostro de la humana. Si no sucedía así, sería sin testigos. Pero tal posibilidad estaba fuera de los cálculos de Klag. Kämper tenía el cuerpo dolorido por las exigencias a que se sometiera por impresionar a los klingon. Sabía que muchas pequeñas cosas se habían sumado el día anterior para mejorar su imagen frente a la tripulación. Aún así estaba consciente de que necesitaría mucho más que cumplir con turnos dobles en el puente para lograr ser acreedora del respeto de los klingon. Por eso estaba usando parte de su tiempo libre para proseguir con su entrenamiento a la antigua usanza. Había calculado que con dos horas diarias de entrenamiento le sería suficiente para mantener el ritmo que traía de su casa. Kämper se detuvo frente al tablero de acceso a la holocubierta. Sus pensamientos estaban a varios años luz de distancia. En su Norway natal habían quedado su padre y su abuelo. La última noticia que recibiera del primero había sido a través de su hermana, la nueva heredera de la Casa Hedegaar. Según ella su padre la había perdonado por abdicar la primogenitura, aunque su orgullo le impedía reconocerlo en voz alta. Su abuelo le había contado cómo había reído su padre al contarle la forma en que habían derrotado la flota de la casa Härald con sólo dos naves. ‘Programa de navegación K1 preparado. Entre’ dijo la computadora interrumpiendo sus pensamientos. 138
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Kämper sonrió ante las palabras de la computadora. En una nave de la Flota el mismo programa hubiera sido más amable en su trato con sus usuarios. Los klingon no querían nada suave en sus naves, ni siquiera la voz de la computadora. Klag estaba observando a Kämper desde unos pocos metros. Según los planos que había estudiado hacía poco tiempo ella había entrado en una de las tres holocubiertas que se habían dispuesto para recreo de la tripulación. Tenía entendido que la holocubiertas eran un juguete caro de la Flota. Los ingenieros klingon habían consentido en su inclusión en el diseño de la Koor Bloq luego de que hubieran asistido a un programa diseñado por Worf, para su entrenamiento personal. Se acercó al panel de acceso a la holocubierta. Allí esperaba ver algo que le informara sobre lo que la humana estaba haciendo. Seguramente se trata de un paseo para llorar por su planeta lejano, pensaba para sí Klag divertido. Mucha fue su sorpresa cuando la computadora le informó que se trataba de un programa de entrenamiento. Así que decidió entrar para ver a la humana en plena tarea. Tal vez la pudiera convencer de cambiar un golpe o dos sin el protocolo de seguridad activado. Se paró frente a la puerta y se decidió a entrar de golpe, para sorprenderla. Cuando la puerta de la holocubierta se abrió un fuerte vendaval lo sacudió y un fuerte oleaje lo salpicó. Demasiado tarde pensó en preguntar a la computadora más detalles del programa. Ya había dado un salto y cayó en la cubierta de un pequeño buque de madera, en medio de una tormenta en alta mar. Apenas tuvo tiempo de aferrarse al mástil de la embarcación cuando una pesada tromba de agua barrió la cubierta. Klag no sabía nada de navegación en alta mar, como tampoco sabía nadar. Así que permaneció fuertemente abrazado al mástil el resto de la tormenta. Entre las luces de los relámpagos pudo ver que la tripulación de la embarcación estaba compuesta por hombres y mujeres con el cabello tan claro como la humana y que algunos eran tan altos y fornidos como ella. A Kämper la vio de pie en el timón y la oyó dar órdenes en un idioma que no conocía. En ese momento lamentó haber rechazado el uso del traductor universal porque se perdería la mitad de la diversión. 139
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii La tormenta desapareció tan rápido que a los pocos minutos no era más que unas pesadas nubes oscuras en el holo horizonte. La luz del sol brilló y el mar se calmó lo suficiente como para que Klag pensara en abandonar su posición poco digna y se dirigiera hacia Kämper. Si ella se sintió molesta por la presencia del capitán en su programa, no lo comentó. Cuando Klag estuvo a su lado ella le brindó una sonrisa de bienvenida. —¡Capitán Klag! —le dijo alegremente —Gracias por venir a compartir un día de paseo por mi planeta. Klag era lo suficientemente inteligente como para notar la ironía en esas palabras y decidió que no trataría de justificar su presencia con una razón retorcida. —Humana, la vi caminando en dirección a la holocubierta y decidí ver en que andaba —miró a su alrededor apreciativamente —Sospecho ahora por qué ha sido seleccionada para esta misión. Su entrenamiento no es fruto de la Flota. La sonrisa de Käm se amplió más. —Es verdad —consintió mientras manejaba el timón —Aunque también se debe a mis conocimientos de la cultura klingon. La flota pensó que ambas cosas me serían útiles. —Miró por sobre el hombro de Klag hacia el horizonte. Maldijo en voz baja. O eso creyó Klag, porque lo hizo otra vez en ese idioma extraño. —¡Uv, Brunild! —llamó Käm con voz potente. Las imágenes de su hermana y de su prima le habían resultado fáciles de recrear. Tenía un recuerdo muy querido de ellas y por eso a veces esas imágenes le resultaban a veces demasiado perfectas. Pero Käm sabía que se debía a ese cariño que había hecho mejores a las copias que las personas originales. Klag se volvió y vio venir desde el horizonte una vela cuadrada. El viento la favorecía así que calculó que no tardaría mucho en darles alcance. Al fin vería cómo se entrenaba la humana. El mar se había calmado del todo y las olas apenas subían lo suficiente para que no pareciera que estaban navegando en un océano de vidrio. 140
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Allí de pie Klag apreció la fidelidad del programa al simular las condiciones climáticas en particular y las del planeta en general. Si bien no era un gusano de tierra, había pasado tiempo suficiente en la superficie de los planetas para reconocer que la pesadez que sentía en los miembros se debía a una gravedad mayor a la de Qo´nos. Entonces allí, más que en la Academia de la Flota estaba el secreto de la victoria de la humana. Había crecido en un planeta con mayor gravedad que la terrestre o la klingon, cerca de un treinta por ciento, según calculó. Bien, él ya vería la forma de compensar eso. Aunque debiera entrenar en ese programa tan extraño. —Capitán Klag —lo llamó Käm desde la cubierta baja. Klag saltó y cayó pesadamente, aunque con dignidad, al lado de la humana. —¿Querría participar con nosotros de este ataque? —le preguntó Käm una vez que llegara a su lado —Nos honraría contar con sus habilidades en el combate —agregó amablemente y con cierta ansiedad en la voz. Klag nunca despreciaba una lucha aunque se tratara de una simulada. —Necesito un arma —dijo rápidamente. Uv, su imagen, puso una espada en sus manos. —Pelee al lado de ellas —le dijo Käm presentándolas —son Uv, mi hermana y Brunild, mi prima. Ambas inclinaron la cabeza en saludo. —Distancia de abordaje —gritó el vigía en ese momento. —Una cosa antes del combate —lo retuvo Käm por el brazo y le ofreció un casco alado con un dragón labrado en su contorno, el mismo que se hallaba en la proa del barco —Póngaselo. Algún gracioso de los ingenieros canceló el código de seguridad de todos los programas y nuestros enemigos pueden llegar a ser mortales. Klag iba a rechazar esa protección pero se admiró de la fortaleza del diseño del casco y lo codició de inmediato. Además le iba bien como comprobó de inmediato. Volaron cuerdas con garfios por sobre el agua y con un grito de guerra escalofriante los tripulantes de ambas naves se lanzaron a combatir. 141
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii En un momento de confusión Klag se preguntó cómo reconocería a los enemigos, pero ni Uv ni Brunild se separaron de su lado. Cuando no le indicaban el rival él lo reconocía por sus petos con un cuervo labrado en el metal. Pronto se halló cantando una canción de guerra klingon y prodigando golpes a diestra y siniestra. Valerosos guerreros le tocaron como oponente, pero ninguno llegó a traspasar la barrera que había impuesto con su espada. Los cuerpos de los caídos permanecían en la cubierta y su sangre lo salpicaba por doquier. Uno de los caídos se removió entre los demás y le arrojó un cuchillo que terminó clavado en su costado. Gracias a su traje klingon sólo le hizo un rasguño. Pero logró hacerlo enfurecer más. Abanicando de filo y plano daba cuenta de todos los petos córvidos que se le acercaban, sin percatarse estaba peleando solo en la nave intrusa. Solamente cuando el último de los enemigos cayera bajo el filo de su espada advirtió que nadie lo había seguido. En cambio, sus compañeros virtuales estaban todos sentados en la cubierta de la otra nave viéndolo pelear. Uv sangraba a través de un profundo corte en la pierna derecha. Brunild se apretaba un paño ensangrentado en la base del cuello. La humana... —Klag... —lo llamó una voz detrás. El klingon se volvió lanzando una estocada a la altura del estómago que fue hábilmente parada por Käm. Las espadas quedaron trabadas a mitad de camino y ambos capitanes se enfrentaron a través de ella. La respiración agitada, la mirada exaltada por el combate y una sonrisa cruel. Se midieron una fracción de tiempo. Klag fue el primero en hablar. —Interesante ejercicio el tuyo. Käm —le dijo con la voz estrangulada por la adrenalina generada por la acción. Que Klag usara en ese momento su nombre sorprendió a Kämper quien aflojó su muñeca por un instante. Klag esperaba esta reacción y la aprovechó. Con una maniobra de su muñeca desarmó a Kämper y la hizo volar por sobre la cubierta hacia el agua. Se acercó lentamente a la borda y la miró mientras ella nadaba hacia unos de los cabos de abordaje que colgaba flojo hacia el agua. Cuando tuvo la seguridad de que abordaría sin problemas le dio la espalda. 142
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Salida —exigió. Ante él apareció la puerta de la holocubierta. Cuando iba saliendo se volvió hacia Kämper. —Te espero a comer en mi cámara, Käm —le gritó al tiempo que dejaba caer la espada en la cubierta. Cuando Klag estaba por entrar en su cámara advirtió que uno de sus hombres le miró la cabeza cuando se cruzó con él. De pronto advirtió que todavía llevaba el casco que le diera Uv. Decidió regresárselo a Käm cuando la viera.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii D DA AV VIID DC CO ON NT TR RA AG GO OL LIIA AT T
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eerek había estado de pie ante la consola de la estación científica durante todo el trayecto desde el Pozo.
Eysak y Seymof habían estado hablando en voz baja y por dos veces se habían apartado con la ira presente en sus miradas. Eysak parecía contrariado por la negativa de Seymof de ser más específico en cuanto a lo que esperaba obtener de la sonda. En el supuesto caso que la hallaran entera al salir de su aceleración en el Pozo, según las palabras que oyera de Eysak en una ocasión. Seymof estaba horrorizado por las exigencias del capitán sobre el reparto de los créditos al momento de brindar los honores en el imperio. Él consideraba que si debía compartir algún honor lo haría con su ayudante. Y se ocuparía de que quedara bien claro de a quién correspondía la brillante idea. Estas cosas y más medio oyó y medio adivinó Meerek mientras repasaba los cálculos de velocidad y órbita de la sonda. Los sensores no indicaban nada adelante y nada por ningún lado. Estaban en una zona aparentemente desierta más allá de la frontera del Imperio. Algunos áridos planetas y una que otra protoestrella aparecían y pasaban en el límite de alcance de los sensores. Aparatos de manufactura imperial, ninguno. A esta altura del viaje se habían adentrado en el espacio por regiones que ninguna nave del Imperio se había aventurado. Este sólo hecho sería suficiente para ganarles gloria a todos, en cambio estaban más preocupados por el pequeño artefacto que por todas las maravillas que los rodeaban. Meerek había configurado sólo una pequeña parte de los sensores para el rastreo de la sonda. El resto se mantenía en rangos amplios para prevenir cualquier intruso. No olvidaba las advertencias de Spock al respecto. Seymof volvió a la carga dos horas más tarde cuando habían llegado al sector calculado donde se detendría la sonda. Sólo que no sabía que Meerek había modificado el impulso angular del artilugio y les llevaría más tiempo que el calculado para encontrarla. —No puedo creer que la hayamos perdido —le decía a Eysak —Si ha sido destruida de algún modo o si está a la deriva fuera de nuestro alcance usted, sólo usted y su lento cascajo de nave serán los responsables. 144
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Seymof miraba con altanería al capitán, ya que no podía imponerse con su presencia física. Eysak devolvía con la misma moneda las actitudes del científico. Tales discusiones convenían a Meerek y casi lo llegaban a divertir. Así podía actuar a su gusto prácticamente frente a las narices de ambos sin caer bajo el control de ninguno. Como no podía valerse de la computadora para algunos cálculos sin que ellos lo advirtieran, hacía uso de sus capacidades potenciadas por las enseñanzas vulcanas para obtener las conclusiones de órbita y distancia que necesitaba. Según los cálculos hechos por Seymof ya deberían haber encontrado el aparato. Según sus correcciones aún tenían que recorrer un pársec más antes de entrar en los rangos de sensores. Eysak ignoró todos los comentarios hechos por Seymof lo cual hacía que el blando científico se pusiera más y más nervioso a medida que pasaba el tiempo sin tener noticias de la máquina. —Hagamos una vez más la simulación con los datos que obtuvimos de ambas sondas —le dijo por milésima vez Seymof. Meerek introdujo los datos una vez más y obtuvo las mismas coordenadas, lo cual hizo que Seymof perdiera un puñado más de cabello. Eysak lo miró con desdén. —Al parecer se han frustrado sus deseos de pertenecer a la historia de Romulus —dijo el capitán con una sonrisa torcida —Navegante fije rumbo hacia el Imperio a velocidad cinco. Meerek vio que eso no le convenía y dio un paso para pedir más tiempo al capitán. Pero sus preocupaciones fueron vanas. Seymof se le adelantó con un grito. —¡Permaneceremos en la zona hasta encontrar ese artefacto! —el rostro se le congestionó por la ira. Plantado así frente al capitán representaba una figura patética que chocaba con la arrogancia con que Eysak lo ignoró al dirigirse a todos en el puente.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Constará en los registros de la nave el retraso en nuestra rutina a causa de los delirios de nuestro —hizo una pausa efectista y bajó la mirada hacia el científico parado frente a sí —distinguido pasajero. —Señor —llamó el navegante —tenemos una señal frente a nosotros en el límite de los sensores. —Identifíquela, Meerek —le dijo Seymof corriendo a su lado. —Probablemente hubo un impulso adicional que la envió más delante de lo que predijeron mis cálculos —aventuró Seymof. —Navegante, fije rumbo hacia ese contacto —ordeno calmo Eysak. Se volvió hacia los científicos y los vio inmersos en sus cálculos. Llamó a su primer oficial aparte. —Elimine los registros de la última discusión —le ordenó en voz baja. Luego caminó hasta donde se encontraban ambos científicos. —¡Bien! —intervino entre ambos —¿Qué tenemos? —preguntó alegremente Seymof levantó su cabeza, sorprendido. No podía creer tamaño descaro del capitán. Pero decidió ignorar lo anterior. —Al parecer se trata de una nave y no de nuestra sonda —le contestó Meerek al ver que su superior volvía al trabajo sin hacer caso de la pregunta. Eysak se volvió al primer oficial quien estaba corroborando los datos de los sensores de la estación científica. —Se trata de una nave desconocida —le dijo ante la pregunta no formulada —No se registran señales de vida, el consumo de energía es mínimo. Al parecer se halla a la deriva. —Colóquela en pantalla —ordenó Eysak. El capitán estaba secando mentalmente la cuenta de los dividendos tecnológicos y, sobre todo, en los económicos que podría obtener si la nave no pertenecía a ninguno de los gobiernos o razas vecinas del imperio romulano. Meerek tenía ante su vista la pesadilla de Picard. En su pantalla podía ver empequeñecida por la distancia una nave Borg. —Tal vez sea el peligro a que se refería Spock —murmuró para sí. 146
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Seymof estaba lo suficientemente cerca como para entender parte de lo que dijera su ayudante. —Tal vez sea peligrosa, es cierto —le respondió también en un murmullo. El científico se acercó a Eysak, el que aguardó un par de segundos para condescender a atenderlo. —¿Qué desea, ahora? —le preguntó molesto. Meerek estaba haciendo una exploración extensa de la cara del cubo que se les presentaba. Tenía la seguridad de que la inactividad de la nave era engañosa, pero no podía dar a conocer nada sin que sospecharan algo de él. Ambos, Eysak y Seymof, eran muy suspicaces y se preguntarían cómo sabía él de esa nave. Sabía a través de Spock que desde el imperio se había ordenado silenciar toda referencia oficial al Borg y su intento de conquistar la Tierra. Pero ignoraba hasta qué punto los rumores habían bajado a lo largo de los pasillos del Palacio del Pretor hasta el ciudadano llano. El primer oficial salió a su auxilio sin saberlo. —¡Señor! —llamó —Registro un alto consumo de energía en un sector del visitante. Magnifico esa área —terminó. En todas las pantallas se presentó un sector de la nave que parecía bullir de actividad. Parecía haber sido fruto de un ataque muy intenso y se estaban realizando reparaciones aceleradas. Pero no se veía ningún ser viviente en las zonas afectadas. La nave se reparaba a sí misma. —Tal vez se trate de algún tipo de nave automática de exploración — aventuró Seymof. Eysak se volvió para responderle, pero el navegante los alertó. —La nave cambia de rumbo —les dijo —se está acercando. Meerek estaba un paso delante de ellos anticipando los movimientos de la nave Borg. Aunque no hacía uso de los instrumentos de la nave, el sabía intuitivamente cuales serían los próximos movimientos. Por eso mismo estaba levantando una barrera mental para ocultarse de la mente colectiva. No sabía hasta qué punto su reciente encuentro con Picard en el plano del inconsciente lo hacía visible a la colonia.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Alerta amarillo —ordenó Eysak —Abran un canal y salúdenlos en todas las frecuencias. Deje en claro que están en territorio del Imperio de Romulus. Seymof se dirigió a donde estaba Meerek y observó los datos que obtenía de los sensores. —Nos están estudiando —le dijo en voz baja. —Nos están explorando con algún tipo de sensor —informó el primer oficial en ese momento. —Ingeniería a puente. De pronto apareció un organismo aquí que se dispuso a estudiar nuestras computadoras. —Una pausa en las palabras del ingeniero en las que se oyó el disparo de un arma —Lo hemos destruido. —Le recomiendo que levante los escudos, capitán —dijo Seymof con una sonrisa —no creo que a los visitantes les guste que hayamos matado a uno de los suyos. Eysak no prestó atención a las irónicas palabras del científico porque en ese momento se la estaba tomando con el primer oficial. —¡De dónde apareció ese organismo! —le estaba escupiendo al rostro — ¡Así como así parece en nuestro puente de ingeniería y nadie se percata de nada! La ira en la voz del capitán los congeló a todos en el puente. —Preparen todas las armas —ordenó con dureza —Levanten los escudos. —Le lanzó una fría mirada a Seymof. —Me temo que tendremos que olvidar la sonda por un tiempo. El científico no se había percatado de la situación de su sonda hasta que se lo dijera. —Vea en la zona donde se están llevando a cabo los arreglos —le dijo a Meerek —busque allí restos de mi sonda. Meerek así lo hizo. —Hay una alta probabilidad de que los restos que se ven allí sean de la sonda —le contestó al cabo de un momento —las reparaciones están muy avanzadas, pero detecto allí partes que podemos identificar como de fabricación romulana. 148
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Seymof dio un golpe a la consola. Luego de tantos años esa torpe nave se interpuso entre él y su éxito. —Tendrían que haber explotado en la colisión —se exasperó. Su arranque de furia pasó inadvertido para el capitán. —Los niveles de energía han aumentado —decía el primer oficial —Es posible que estén preparándose para atacar. —Dispare torpedos a la sección que se estaba reparando —le ordenó el capitán. Dos puntos de luz dieron de lleno en ese sector de la nave. —Blanco directo —informó el primer oficial —daños del diez por ciento. El intruso es casi todo vacío en ese sector. No se identifican puntos vulnerables en la estructura ni sector de máquinas. —Busquen algún tipo de vida en esa nave —ordenó. —Ingeniería al puente —llamó una voz diferente que la primera vez —ha aparecido otro organismo. Mató al ingeniero jefe y nos dio problemas para matarlo. Parece haber adaptado una especie de escudo personal para nuestras armas. Pudimos librarnos de él al aislarlo con un campo subespacial de su nave y transportándolo al espacio. —Capitán —intervino Meerek —Esa nave se ha encontrado con nuestra sonda y ha chocado con ella. En ese instante se materializó un organismo humanoide en el puente. Parte de él era mecánico y parte orgánico. Se lo veía desarticulado y perdía fluidos en varios sectores de su parte orgánica. Parecía haber sido aplastado por una prensa. Dio dos pasos hacia Eysak y se desplomó al suelo. Desde la nave comenzaron a disparar sobre el carguero romulano. —Los escudos resisten —informó el navegante —capacidad al noventa por ciento. —Capitán —insistió Meerek —ese ataque está destinado a distraernos para poder transportarse a nuestra nave. Sugiero que nos alejemos lo más rápidamente que podamos.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Sus palabras se vieron confirmadas por informes provenientes de toda la nave. Estaban apareciendo organismos con diversos grados de deterioro los cuales eran aniquilados con diferentes niveles de dificultad. —Parece que su ayudante es más despierto que usted —le comentó Eysak como al pasar a Seymof —¿Tiene alguna teoría sobre el porqué están tan dañados esos organismos? —preguntó dirigiéndose directamente a Meerek. Los disparos de la nave Borg se sucedían. Y comenzaban a resentir los escudos del carguero. —La sonda estaba envuelta en un campo de gravedad al ingresar al Pozo —contestó rápidamente Meerek —Al salir de él el campo conservó una remanencia gravitacional hasta el momento de encontrarse con esa nave. En el momento del choque el generador del campo también se destruyó haciendo que éste desapareciera. Pero no con la suficiente rapidez como para que la marea no ejerciera su efecto, aplastando a casi todo organismo en la nave. La intensidad del campo obedece a la ley de la inversa del cuadrado de la distancia, por lo que los sectores más alejados del impacto permanecieron intactos. Aunque mató a casi todos la estructura inorgánica persistió. Eysak sonrió ampliamente ante las palabras de Meerek y se volvió hacia Seymof. —¿Ve? —le dijo. Sin darle tiempo al científico de reaccionar se dirigió a su primer oficial. —Sáquenos de aquí lo más rápido que pueda. Maniobras evasivas. Seymof fulminó con la mirada a Meerek, quien se limitó a volver a los sensores, tratando de encontrar una solución a la situación en la que se encontraban. Sabía que no podrían soslayar el combate si la nave Borg persistía en la persecución a pesar de los daños que tenía. Respondía con lentitud a las maniobras del carguero, sin embargo no perdía distancia ni erraba ningún disparo. Aunque los escudos resistían su efectividad se veía disminuida con cada uno de los golpes de las armas Borg. —Los escudos de popa decaen debajo del límite de seguridad — informaba el navegante —es inminente la ruptura del casco. Los informes de invasión cesaron. Los organismos que habían sido transportados habían sido eliminados de diversa forma por la tripulación con alto número de bajas romulanas. —Capitán, recomiendo que nos dirijamos al Pozo nuevamente —le dijo Meerek —Tengo una idea para librarnos de esa nave. 150
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Eysak lo miró a los ojos por un instante. —No entiendo lo que pretende —le respondió —Pero cualquier dirección es conveniente, dadas las circunstancias. Navegante rumbo directo al Pozo. Máxima velocidad. Dentro de la nave Borg las reparaciones se hacían a ritmo vertiginoso. El número de organismos que había sobrevivido apenas alcanzaba para mantener las funciones mínimas de navegación y estrategia. Era imperioso que repusieran sus individuos para completar la misión asignada. El objetivo parecía querer alejarse a toda velocidad. La evaluación de armas indicaba que sería fácil de vencer una vez que recuperara el nivel de eficiencia requerido. Era recomendable continuar la persecución hasta agotar los escudos y poder de armas del objetivo. Se decidió adelantarse a la nave en huida para mantenerla alejada de cualquier eventual ayuda de su especie. Toda resistencia sería fútil. —El intruso se adelanta —informó el navegante. Eysak estaba de pie detrás frente a la su consola y no se imaginaba cómo esa nave podría continuar a mayor velocidad que ellos durante más tiempo, con tantos daños como podían verse en su estructura. —Trata de matenerse adelantado a nosotros —dijo el capitán —Parece que puede anticipar nuestras maniobras. Seymof bufó contrariado. Esa nave había hecho desaparecer años de estudio y ahora el imperio no prestaría atención a sus pedidos de próximas visitas al Pozo. En realidad pensaba que el futuro de su carrera había desaparecido por completo. Mientras, Meerek estudiaba la nave con todos los sensores y trataba de hallar una estrategia que los librara de ella sin poner en evidencia sus conocimientos sobre el visitante. Era de vital importancia que lo destruyeran totalmente. Pero en las actuales circunstancias tal eventualidad estaba muy lejos. —Parece que quiere que nos quedemos en este sitio —dijo Seymof a Eysak Este cacharro no es capaz de escapar. El capitán lo miró con altanera soberbia e ignoró el comentario. Se volvió al primer oficial. —Inicie una serie aleatoria de maniobras evasivas —ordenó fríamente. 151
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Seymof se paseaba de un lado a otro. Las circunstancias lo habían superado por completo y se hallaba fuera de su marco de referencia eternamente silencioso y quieto. Meerek estaba concentrado en los sensores y hacía cálculos a toda velocidad. Unas cifras aparecieron en su pantalla. —Siga con el curso que envío a su pantalla le indicó al navegante. El oficial interrogó al capitán con la mirada. Eysak había visto las cifras y le parecieron adecuadas. El joven científico parecía tener un sentido de la realidad más acertado que su superior. Al menos no había intentado en ningún momento imponer su autoridad por encima de la del mismo capitán y eso solo era suficiente para Eysak. —Haga lo que le dice —le ordenó a su oficial. Seymof no podía comprender lo que veía ni lo que estaba oyendo. Ese miserable de Eysak estaba dándole a su propio ayudante un valor en esa crisis que no le había brindado a él mismo en ningún otro momento del viaje. Si no se sintiera tan atrapado dentro de su miedo le haría saber una o dos cosas a ese traidor que le clavaba un puñal en la espalda cuando se presentó la más mínima oportunidad. —La nave se ha adelantado a nuestra maniobra evasiva en el tercer cambio —informó el navegante en ese momento. Meerek continuaba con sus cálculos y daba nuevas trayectorias al navegante. —Nos hallamos nuevamente dentro del rango de disparo de sus armas — informó el primer oficial —los escudos de popa se hallan al treinta por ciento. Los escudos de proa están al cincuenta por ciento. El dispositivo de ocultación no funciona. —¿Alguien tiene más buenas noticias? —reclamó con ironía Eysak. —La pala gravitatoria se halla en buenas condiciones todavía —comentó tranquilamente Meerek. La incongruencia de su tono y lo anodina de su afirmación congelaron a todos en sus lugares. Eysak fue el primero en romper el silencio. 152
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —¿Qué clase de ventajas puede entrañar eso? —preguntó despectivamente —si se tratara de otro tipo de nave podría acercarme a ella y hacerla desaparecer con un buen apretón de la pala. En cambio el solo hecho de que estemos huyendo, habla por sí mismo de lo superior que es esa nave con respecto a la nuestra. Meerek sólo oía a medias las palabras de Eysak. Sus cálculos estaban produciendo un resultado que sería más eficaz que todo un discurso. Pero debía convencer al capitán que funcionaría. Desvió sus cálculos a las pantallas del navegante y del capitán y habló rápidamente. —Esa nave ha estado siguiendo todas nuestras maniobras con mayor precisión cada vez. En las pantallas se veían dos trayectorias. —La azul es nuestra trayectoria desde que tuvimos el primer encuentro con el intruso —dijo Meerek —la roja es la suya. Como ven se acerca cada vez más a la nuestra, pero el tiempo de respuesta sigue siendo bastante amplio. Tal vez sus sensores no se hallan funcionando a pleno rendimiento. Eso presupone una ventaja en nuestro favor. —Eso lo podemos ver sin su ayuda —Seymof le cortó su explicación con impaciencia. —¡Cállese! —le ordenó con un grito seco Eysak. Seymof se retiró con una mirada asesina en su mirada. —Si ponemos proa hacia el Pozo —continuó Meerek su explicación, ignorando la explosión emotiva de ambos —y activamos la pala cuando nos hallemos sobre él podremos soportar el tirón y usaríamos el impulso adicional para alejarnos de ellos, como una honda. El rostro de Eysak de iluminó con una sonrisa cruel. —Entonces ellos que nos habrán seguido muy de cerca caerán en la gravedad del Pozo antes de que puedan advertir su presencia porque sus sensores se hallan prácticamente inutilizados. Eysak se hallaba realmente feliz por primera vez desde que iniciara ese viaje. 153
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Navegante, siga las indicaciones del científico —se volvió hacia su primer oficial —desvíe toda energía hacia el escudo de popa y prepárese a reorientarla a la pala cuando se lo ordene. Infórmeme en todo momento de la distancia al Pozo. Meerek recalculó la maniobra para que pasaran a unos pocos metros del horizonte de sucesos del Pozo y se la dio al navegante.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii P PO OR RL LA AG GL LO OR RIIA AD DE EL L IIM MP PE ER RIIO O
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a nave Borg había continuado su viaje hacia el corazón del Imperio Klingon. A su paso se había encontrado con varias naves pero ninguna había aceptado ser asimilada sin combatir. Se vio obligada a destruirlas una a una y sus ocupantes parecían dispuestos a morir antes que permitir tal felonía. Había recibido un duro castigo de las dos últimas que destruyera, sin embargo ninguna había llegar a comprometer seriamente las estructuras primarias de la nave. A medida que seguía con su curso se autorreparaba como lo había hecho tantas otras veces frente a otras culturas más combativas o mejor armadas. De pronto se halló con que tenía el camino expedito. Ninguna otra nave se aventuró a presentar batalla.
Cuando Kämper se presentó en la Sala de Comando iba ataviada con la vestimenta klingon. Estaba dolorida por la lucha reciente, pero alerta. Intuía que las cosas habían cambiado levemente a su favor, pero ignoraba hasta qué punto. En la sala estaban Klag, su primer oficial Toohlaq y el nuevo jefe de seguridad Kilnar. La conversación se interrumpió a su llegada, aunque no con la celeridad necesaria como para que advirtiera que versaba sobre su programa de entrenamiento. Los tres klingon se volvieron a verla y notó en ellos, especialmente en Klag, la aprobación por la elección del atuendo. El traje le quedaba muy ajustado y permitía destacar todos sus atributos físicos. Se había decidido por una versión del uniforme de Klag en la que sus brazos y gran parte de su pecho quedaban al descubierto, las piernas estaban cubiertas con sus botas tradicionales de Norway porque las consideraba más prácticas que las klingon. A su costado estaba su espada corta, la cual decidió no dejar en su cuarto. El resto de las armas oficiales estaban ocultas, a la usanza klingon. Käm advirtió que en la mesa estaba su casco, el casco de su Casa. No hizo mención de él. Cualquier comentario reclamando su devolución ofendería la honestidad de Klag, como la de cualquier buen klingon. Ya se le sería devuelto. De todas formas ya había cumplido con su misión. Lo mismo que el programa del que participara junto con él. Se detuvo un momento en la puerta para dejar que los klingon la miraran a su gusto y luego tomó su lugar a la izquierda de Klag. Toohlak estaba sentado a la derecha con el casco alado frente a sí. Evidentemente lo había 155
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii estado estudiando. Kilnar estaba sentado a su lado. Así Käm quedó enfrentándose a los tres. —Las instrucciones que he recibido del Alto Concilio de Klingon nos indican unas series de maniobras de entrenamiento en el campo del sector K´ron —comenzó Klag sin más preámbulo —He invitado a la Var Tok y a la Truwk a unírsenos para hacer más interesante el viaje. En este momento se dirigen hacia allí adelantándose a nosotros, para prepararnos algunas sorpresas. Klag señaló frente a ellos. —Allí tienen las tácticas y unas maniobras que ensayaremos con el nuevo dispositivo de ocultamiento —sonrió salvajemente —Komrat se ha quedado intrigado por el nuevo sistema y me ha prometido que encontrará la forma de hacerlo inútil. Tiene un día hasta que lleguemos al lugar de las maniobras. Espero para entonces sugerencias para tomar ventaja de cada dispositivo y arma que el Imperio ha puesto a nuestro alcance. Klag se volvió hacia Käm. —Tengo entendido que el disco se puede separar —le dijo —y transformarse en una nave autónoma, aunque sin gran capacidad de fuego. —Así es —consintió Käm —En el disco se concentran casi todas las cubiertas de tripulación y laboratorios. En sí mismo es una gran nave de escape, con capacidades mínimas de sistema de armas. El soporte vital y el dispositivo de ocultamiento están duplicados pero su autonomía se ve reducida en caso de estar bajo ataque. Toohlaq bufó. Käm lo miró, pero no supo identificar la expresión como de enfado o de diversión. Toohlaq se encargó de aclarárselo. —Evidentemente esa es la parte que han diseñado los humanos —le dijo bruscamente. —Miserablemente débil como todo lo que hacen en la Federación —se había inclinado sobre la mesa para decírselo. Kilnar rió estrepitosamente ante el comentario de su superior. Käm los miró alternativamente a uno y a otro y abrió la boca para contestarle pero Klag se le adelantó. —Tienen menos de medio día para hacer que incremente su capacidad de ataque individual —les ordenó a ambos —Si no lo hacen a mi entera satisfacción no podrán comandar ni una nave basurera en las minas de Fagh Too. 156
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Toohlaq y Kilnar se retiraron rápidamente. Fuera de la Sala se los oía ladrar órdenes a diestra y siniestra. —¿Cuáles son mis órdenes? —quiso saber Käm. Klag tomó el casco y lo miró apreciativamente un momento. —Tú serás mi primer oficial en las maniobras —le contestó —Toohlak comandará el disco junto con Kilnar. —¿Acaso no confías en mi como capitana? —la pregunta carecía de inflexiones. Klag le tendió el casco. —Interesante animal —le dijo soslayando una respuesta —Tengo entendido que es un animal mitológico de tu planeta. Käm tomó el casco y lo pasó de una mano a otra. Decidió seguirle el juego. Ya vería qué es lo que Klag se traía entre manos. —En realidad es de la Tierra —le contestó pensativamente mirando la pieza —Mis antepasados transplantaron algunas costumbres y leyendas a mi planeta. El dragón es símbolo de fortaleza. Según la tradición es de lo primeros habitantes del mundo. Su sabiduría provenía de conocer la Verdadera Lengua. Aquella con la que se había creado el Mundo. A través de ella conocía el Verdadero Nombre de las cosas y podía obrar sortilegios de transformación —levantó la cabeza y miró a Klag —Pero era también perversamente astuto y podía retorcer la verdad a su gusto. Cuando el Hombre entró en tratos con esa raza, comenzó a crecer y ocupar las tierras llanas con sus poblados en todo el mundo y el dragón se vio obligado a retroceder ante el avance de tan persistentes creaturas. Poco a poco se retiró a las montañas más alejadas y luego de un tiempo no se lo vio más. Muchas leyendas cuentan de su vida y de su muerte. Si te interesa te puedo buscar algo entre mis archivos. Klag la estaba mirando atentamente. Käm había tomado una actitud escolástica al contar sobre los dragones. Por un momento le pareció ver la humana débil que había esperado durante un momento pero la visión desapareció de inmediato. Käm, no la Humana, estaba ante él y sentía la fortaleza de su presencia. —Quiero que comandes las maniobras desde el puente —le dijo Klag a la pregunta que le formulara antes. —Y, sí, quisiera saber sobre tus dragones. Parecen ser unos animales formidables. 157
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii El klingon se puso de pie y miró a través de uno de los ventanales. Estaba aprendiendo a valorar esos pequeños detalles de lujo de los humanos. Este, por ejemplo, le permitía sentir el vacío a su alrededor y las fuerzas que luchaban por hacer migajas su controlado entorno. Saber de este triunfo le impulsaba transmitírselo a otras cosas y a todos sus guerreros. En una nave del imperio el aislamiento del espacio se le antojaba, ahora, enfermizo. —Sabes —le dijo dándole la espalda —hace unos años atrás, cuando servía como primer oficial en otra nave conocí a uno de los tuyos, estaba asignado para servir en mi nave como primer oficial también. Era el primer humano que conocía personalmente. Me impresionó agradablemente su valentía, a pesar de que la suya fue una asignación corta. Luego de él tuve pocos y esporádicos tratos con humanos, pero ninguno llegaba al nivel de aquél. Hasta que nos designaron para esta misión. —Se volvió a enfrentarla —Tú pareces estar hecha de la misma madera. No me decepciones o tendré que matarte a pesar de las consecuencias que ello pueda traer con la Federación Diciendo esto Klag salió de la Sala. Ahora la sorprendida era Käm. Ningún informe de la Flota le había anticipado que Klag hubiera servido con ningún oficial humano antes. Tal vez pensaron que no tendría importancia. Tendría que averiguar el nombre del oficial para saber qué zapatos tendría que llenar. —La Truwk y la Var Tok informan que han llegado al sitio de las pruebas —le dijo Klag cuando Käm entró al fin al puente. Käm se dirigió al sitio que dejara Kilnar en la estación de seguridad y comenzó a desarrollar y leer con rapidez los protocolos de las maniobras. Comenzarían con unos ejercicios de disparos hechos con los torpedos de popa. Coordinaría con Toohlak la secuencia de separación del disco. —¿A velocidad warp uno? —preguntó asombrada cuando llegó a ese punto. Klag sabía que llegaría esa pregunta y Käm no lo decepcionó. Una fuerte carcajada fue toda la respuesta que obtuvo ella. Pero no llegó a dar ninguna aclaración. —Está llegando un llamado de auxilio de la Truwk —le informó el navegante. —Tenemos sólo el audio.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Un fuerte sonido de interferencia llenó el puente. Primero se oyeron explosiones. —Estamos bajo un fuerte ataque de una nave desconocida —la voz de Komrat se oía enfurecida —La Var Tok ha sido aniquilada. Los organismos no respetaron ningún protocolo de guerra. Como fondo a la transmisión se escuchaban las explosiones y los disparos de armas en el puente. Más estática. —De buenas a primeras nos invadieron diciendo que no resistiéramos... —Se perdió parte de la comunicación. —informó Käm que se había hecho cargo de las comunicaciones. —...que nos preparáramos a ser asimilados... —Detectamos explosiones en el sitio de las maniobras —dijo Toohlaq que había regresado al puente cuando se dio el alerta. Kilnar estaba en su estación reemplazando a Käm que estaba manejando los sensores de larga distancia. —Los restos hacen notar que las dos naves informó Käm.
han sido destruidas
—
Klag se paseaba furioso en el puente. —Toohlaq —bramó —warp máximo hacia ese lugar. No quiero que el intruso se nos escape. —No creo que huya —dijo con voz tensa Käm —Se trata de los Borg. Ellos no tienen por costumbre salir corriendo. —Ahora lo tendrán que hacer —le respondió Kilnar. —No dejaremos sin vengar a nuestros camaradas. Con esta nave los haremos pedir clemencia a esos malditos. —Preparemos una maniobra para destruirlos —propuso Toohlaq —Ellos tomaron por sorpresa a las dos naves. Nosotros no llegaremos desprevenidos. —Klag, tengo una idea —dijo Käm.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii
La Koor Bloq había mantenido una serie de comunicaciones con el imperio y conseguido que cuatro de las naves más cercanas acudieran a su encuentro. El plan de la comandante Kämper Hedegaar tuvo una pronta aceptación en la flota klingon. Tuvieron que fijar un punto de encuentro cercano para evitar que la nave Borg llegara a ningún planeta o estación de la avanzada klingon en aquel sector. Si así lo hacía, tendría una cabecera de puente para acceder al resto del imperio. —Kahless nos asegura que nuestros nombres jamás serán olvidados en el Imperio —dijo Toohlaq luego de recibir la serie de comunicaciones de las otra naves que acudían al encuentro con Borg. —Todo un político este Kahless —dijo irónica Käm. El comentario irritó a Toohlaq. Pero se abstuvo de hacer ningún comentario. El respeto que sentía por Käm había llegado al grado de admiración. Había demostrado tener más agallas que cualquiera de los klingon que tripulaban las naves del imperio. A excepción de Klag, probablemente. —Tus mensajes a la Flota han sido despachados —le dijo en cambio. — Llegaran a destino en doce horas. El encuentro con la nave Borg será dentro de seis horas así que no tendrás la confirmación de la recepción. —Nosotros nos encontraremos mucho antes con el intruso —le dijo Klag. —Es hora de preparar la separación del disco. Kilnar y Toohlaq abandonaron el puente principal y se dirigieron al puente de batalla del disco. Un grupo de guerreros estaba dispuesto a abordar los transbordadores. Ellos constituirían una fuerza de choque que haría de distracción mientras las demás naves se acercaban al encuentro según el plan de Käm. Ninguno de ellos estaba dispuesto a regresar y esa determinación se veía en sus miradas. Käm les propuso que enviaran un mensaje aquellos que lo desearan. Todos pronunciaron las mismas palabras Por La Gloria Del Imperio. —¿Tu no envías ningún mensaje? —le preguntó Käm a Klag. —Mi familia es esta tripulación —le contestó él —ya les he dicho cuanto deseo. —Toohlaq al puente —los interrumpió el primer oficial —Tenemos lista la maniobra de separación. 160
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Tripulación preparada en los transbordadores —les llegó el informe de la plataforma de carga. Uno a uno se iban confirmando los puestos de batalla. Desde los transportadores hasta ingeniería no había un guerrero que no supiera lo que se esperaba de él. Debían obtener todo el tiempo de distracción que se pudiera robar para dar oportunidad de preparar la maniobra de Käm. Kämper no lo sabía pero su nombre se convertiría en grito de batalla al lado del de Kahless en las generaciones de guerreros klingon que estaban por nacer. —La separación del disco se ha realizado —informó la voz de Kilnar. — Procedemos a avanzar al encuentro de la nave Borg. El intruso estaba dentro del rango de sensores y ellos se dirigieron a plantearles batalla. Los transbordadores cargados de guerreros se alejaron del disco como una nube de mosquitos. Hasta las naves de escape partían con guerreros sedientos de gloria y sangre. Todas las naves tenían el mismo destino: la nave Borg. El Borg parecía ignorar por el momento el movimiento de naves que se estaba realizando a su alrededor. El disco había quedado con una tripulación mínima para las maniobras y el ataque. El cuerpo principal se mantendría en la retaguardia. Todos estaban ocultos. No era necesario alertar al enemigo antes de tiempo. Cuando los transbordadores estuvieran en posición tendrían que descubrirse para poder transportar los guerreros dentro de la nave. Su misión era la de crear tanta confusión como pudieran.
Klaar estaba ansioso por desembarcar en las entrañas mismas del Borg. A través de las ventanillas del trasbordador la nave maldita llenaba su visión. Pronto estaría dentro de aquellos corredores y se encontraría cara a cara con su enemigo. Tenía sus armas listas. Les habían informado que los disruptores serían ineficientes al cabo de unos pocos disparos. Así que cada uno de ellos cargaba sus propias armas de combate cuerpo a cuerpo. Aunque se esperaban encontrar con seres que eran mitad máquinas, eso a él no le importaba. Con dar cuenta de la parte orgánica sería suficiente. Y eso de matar a él se le daba muy bien. Los gritos de batalla se sucedían a medida que el tiempo transcurría. La tensión se hacía palpable en la atmósfera cerrada de las naves. El ácido olor de la adrenalina alimentaba aún más la pe161
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii sadez del aire. Si no sucedía algo pronto, los guerreros comenzarían a pelear entre ellos para aliviar un poco la ansiedad, como simple distracción antes del ataque final. Llegó la orden de transportarse. Todos los transbordadores continuarían un curso de colisión hacia el Borg, el conjunto de explosiones serviría de tapadera para la invasión klingon. Ninguno tenía la esperanza de regresar. Ninguno lo deseaba. En el momento que los transportes salieron de ocultación, la nave Borg pareció cobrar vida. Sin disminuir su ritmo de viaje se dedicó a disparar a cuanta pequeña nave aparecía ante sus sensores. Algunas pocas lograron llegar a su destino. Las explosiones apenas hicieron mella en la superficie de la nave. Pero su carga ya había sido entregada. Los guerreros pronto comenzaron su tarea dentro del Borg. Al principio fueron ignorados y pudieron dar cuenta de algunos organismos, pero casi simultáneamente en los distintos niveles la defensa se hizo más cerrada. El Borg había dividido su atención entre el enemigo externo y el interno. Su eficiencia en el ataque no había variado, pero su tiempo de respuesta aumentó visiblemente. En el interior de la nave Borg cada organismo individual debía dar una respuesta diferente ante el ataque. La mente colectiva analizó con rapidez las armas manuales y desarrolló en consecuencia el escudo adecuado, pero no tenía respuesta para lo que sucedió después de eso. Klaar había agotado la eficacia de su disruptor al cabo del quinto disparo, a pesar de las modificaciones que le hubiera hecho. Pronto echó mano de su bat´telh y comenzó a golpear a diestra y siniestra. En poco tiempo su cuerpo estuvo cubierto de fluido orgánico. ‘No parece sangre’ pensó Klaar distraídamente. Las unidades móviles del Borg aprendieron a ser cautelosas. Ellos contaban con su superioridad numérica y ninguna técnica de lucha cuerpo a cuerpo. Pero la mente colectiva aprendía con rapidez. Pronto descubrió que un ataque combinado de tres a uno tenía mejor resultado que de uno a uno. Los organismos iban cayendo alrededor de Klaar y de los demás klingon. Pero no había tropas de refuerzo para los invasores y la superioridad numérica comenzó a tener sus resultados. De pronto Klaar se encontró peleando una batalla él solo. Sus compañeros habían sido aislados y habían caído uno por uno bajo los fuertes brazos robóticos de los organismos Borg. Algunos agonizaban con brazos y costillas 162
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii quebradas; muchas cabezas habían sido arrancadas, pero no se oía ningún grito de dolor. A lo largo de las cubiertas de la nave se oían los gritos de ‘Por Kahless’ y ‘Käm, Käm’. Klaar se hallaba agotado tanto parar y golpear y los Borg no dejaban de llegar. Había una pared frente a él de cuerpos de hermanos guerreros de uno y otro bando. Llegó a admirar a tan disciplinado cuerpo de combate. Representaban el perfecto ejército: sólo un objetivo en mente vencer o morir. No había término medio. En un momento ya no hubo más organismos. ‘¿Se ha terminado todo?’ se preguntó Klaar. Entonces los vio. Desde una posición superior le estaban apuntando un arma. Miró a su alrededor y vio todos los guerreros klingon, muertos o agonizantes. ‘¿Quién quiere vivir por siempre?’ se dijo. Lanzó su reto al enemigo invisible y cargó con toda la furia que le brindaba la esperanza de que su muerte no fuera vana. Un rayo de luz cortó su carga final.
Toohlak y Klag estaban en permanente contacto con las naves que llegaban apresuradas a velocidad máxima al encuentro. Käm y Kilnar transmitían las coordenadas del Borg cada instante. Era de primordial importancia que todas llegaran en el mismo instante. El dispositivo de ocultamiento mantenía su eficacia por el momento. Pero no sabían si uno de sus guerreros en el interior del Borg sería absorbido y le transmitiría esta cualidad de las naves klingon al enemigo. Tenían la seguridad de que ninguno caería sin luchar o sin sacrificar su vida. Todos habían sido aleccionados de lo que les sucedería si caían con vida en manos del superorganismo y de lo que pasaría con el imperio si el plan, que ninguno de ellos conocía, salía mal por esta contingencia. —Klag —llamó Käm —las naves están llegando y tomando sus posiciones. —Que ninguna se descubra hasta que dé la orden —le indicó el klingon. En el modo de hiper visión Käm podía seguir el movimiento de las otras naves de combate a medida que iban tomando sus posiciones. Dos cargueros en tránsito, sin capacidad de ocultamiento se habían sumado a la batalla y estaban obstruyendo el paso de la nave Borg. 163
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii A los pocos minutos de desembarcados los guerreros el ritmo de avance de la nave había disminuido. Evidentemente ellos estaban haciendo su trabajo lo cual representaba un pequeño alivio para los que estaban fuera aguardando que se dieran las condiciones adecuadas para dar el ataque final. —Toohlak informa que las naves han tomado las posiciones y preparado el núcleo de antimateria para que se active al impacto —dijo Käm con voz tensa —Él ya se halla preparado al igual que nosotros. Klag la miró y lamentó que las circunstancias le impidieran conocer mejor a esa guerrera. —Por la gloria del imperio —le dijo con una sonrisa —Hoy es un buen día para morir. —Por Odín que nos veremos en el Walhalla —respondió Käm y de pronto vio que para esto había preparado toda su vida. Rió con ganas —Te veré en la mesa donde comen los guerreros. —le dijo a Klag. —Es hora —transmitió Klag a todas las naves.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii E EL LF FIIN NA AL LD DE EU UN NA A J JO OR RN NA AD DA A Bitácora personal del Capitán fecha estelar 48580.7. En pocas horas más orbitaremos el planeta de origen de Borg. Hemos llegado aquí gracias a los datos obtenidos del joven Borg que convivió un tiempo con nosotros. También a un inesperado golpe de suerte que nos llevó a un olvidado planeta de la Federación donde una generosa gitana nos dio un regalo muy preciado, sin el que no hubiéramos podido comenzar la búsqueda de este sistema estelar. Y a mis propios y confusos recuerdos. Y a largos y penosos esfuerzos del señor Data. Finalmente, hemos podido extrapolar la situación aproximada del sistema que sospechamos es el génesis de Borg. Ignoramos a lo que nos enfrentaremos y la incertidumbre es peor enemigo que el conocimiento. He estado sintiendo una vaga inquietud desde que abandonamos el planeta donde esas gitanas nos dieran la punta de este enmarañado ovillo. Desde entonces la jornada del Enterprise ha pesado sobre el ánimo de la tripulación. Un planeta devastado y los habitantes que no fueron asimilados de una u otra forma por Borg se han visto reducidos al más bárbaro primitivismo. El miedo por lo que hubiera suceder en la Tierra si lograba su propósito conmigo como su Locutus me llevó a sepultar profundamente todo lo relacionado con Borg. Pero los últimos días se han sucedido hechos alarmantes que han desencadenado una serie de sucesos en mis sueños. Esto ha alterado profundamente mi percepción de lo que me rodea, al igual que ha afectado a la consejera Troi y, extraordinariamente, al señor Data.
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stamos en uno de los desiertos brazos de la galaxia, Capitán — informó Data —Los sensores de larga distancia han detectado una masa planetaria en ese sistema binario y su órbita es la adecuada para sustentar vida, en caso que se hubiera desarrollado en su superficie. —Recomiendo dar el Alerta Amarillo —dijo Worf —Gracias señor Worf —dijo el capitán —señor Data, ¿tenemos alguna indicación de tecnología, sea cual sea su tipo? 165
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —La distancia nos impide otro tipo de lecturas —contestó Data — Además nuestra proximidad al gigante azul tiene bloqueado a la mayoría de los sensores. Señor, sugiero que nos aproximemos a velocidad de impulso desde fuera del plano orbital, para evitar cualquier tipo de detección de rutina que pudieran tener ellos. —Buena idea —coincidió Picard —Navegante, fije un rumbo hacia el planeta mediante un órbita fuera del plano planetario, teniendo siempre detrás nuestro al gigante azul. Señor Worf —terminó volviéndose hacia el klingon — alerta amarillo. —Alerta Amarillo, señor. —confirmó Worf —Número Uno, señor Data, Consejera, conmigo a la Sala de Observación —dijo Picard, saliendo hacia la Sala de Observación —Capitán a Ingeniería —llamó —Geordi, reúnase con nosotros en la Sala de Observación. Señor Worf —dijo Picard saliendo —el puente es suyo.
En la Sala de Observación, Geordi presentaba su informe de pie ante la pantalla frente a la mesa. —A pesar de lo complicado de su órbita este solitario planeta se las ha arreglado para tener una atmósfera de oxígeno el tiempo suficiente para que surja la vida y se desarrolle una compleja civilización —decía rápidamente — Por lo que suponemos, debió iniciar su viaje a las estrellas en forma directa, sin satélites ni otros planetas a los que pudiera utilizar como escalones de prueba. —No es así, Geordi —lo interrumpió Picard —Había dos satélites. El primero estalló y al siguiente lo perdieron en sus ensayos, pero no se dejaron vencer. Poco a poco aprendieron a utilizar sus mentes y a depender más y más de sus computadoras —el capitán se había puesto de pie y miraba la pantalla donde se presentaba una vista del planeta y sus soles —El paso lógico final fue unirse a ellas y entonces perdieron su humanidad. —¿Cómo es posible que sepa eso, Capitán? —Preguntó Data mirando intrigado al Capitán —Data, es algo que siempre he sabido —le contestó Picard distraídamente —pero no he querido recordarlo. Lo he olvidado de alguna forma —le dijo Picard mirando directamente a la Consejera.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Eso es algo que sucede a menudo entre los humanos —respondió ella —la mente humana tiene esa sorprendente facilidad para seleccionar lo que puede dañarla y entonces desechar ese peligro olvidando. Es algo que nosotros los betasoides debemos aprender. Es probable que la proximidad de Borg haya hecho surgir estos recuerdos. Durante este viaje he percibido una cierta fuerza dentro de su mente que pugna por manifestarse, hasta ahora ha podido contenerla, pero ignoro si eso puede ser beneficioso en las actuales circunstancias. —Yo pienso igual —coincidió Picard —por eso los he llamado. Nos ha llevado tiempo extrapolar los datos que teníamos en forma parcial, pero finalmente la computadora ha podido traernos hasta aquí. Debemos aguardar lo que nos digan los sensores y confirmar que este es el planeta de Borg. Desde su posición en la Sala, Picard contemplaba cómo el globo brillante del planeta llenaba uno de los grandes ventanales, abarcando no sólo su vista sino también su mente. —Los sensores no señalan la emisión de radiación de ningún tipo —dijo Geordi interrumpiendo sin percatarse del estado de Picard —Hemos cubierto el espectro electromagnético sin resultados y no hay emisiones en el subespacio en las frecuencias que sabemos que utiliza Borg. Es probable que nos hayamos equivocado. —Las probabilidades de que la computadora pudiera decodificar el sistema de coordenadas de Borg eran muy bajas, aún partiendo del punto del mapa estelar que no diera Montserrat —lo interrumpió Data —Sin embargo basándonos en los conocimientos del joven Borg que la doctora Crusher y tú repararon, junto con los comentarios de Q y Guinan ha sido posible que llegáramos a este sistema tan poco característico. —Data, creía que los sistemas binarios eran comunes en la galaxia —lo interrumpió Riker —inclusive más que los de una sola estrella. —Así es Comandante Riker —coincidió con él Data —pero lo extraordinario de este binario es que ilumine los cielos de un planeta y que éste, por añadidura, tenga una atmósfera rica en oxígeno con la cual la vida es posible desarrollándose hasta... —Gracias Data —Picard detuvo en seco lo que prometía ser un pormenorizado discurso de planetología —Lo que haremos ahora será colocar sensores en órbita ecuatorial y polar. Rastrearemos hasta el último milímetro de su superficie y hasta donde podamos bajo ella, cada dato que podamos extraer para comprender mejor a Borg nos ayudará la próxima vez que nos en167
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii contremos con una de sus naves. La misma treta no nos servirá dos veces. Sabemos que Borg aprende rápidamente. Consejera, nos servirán todos sus esfuerzos para... La alarma de alerta rojo cortó de raíz las palabras del Capitán. —Capitán, aquí el puente —llamó Worf con voz tensa —Estamos bloqueados. La computadora no responde a los protocolos de comando. Los sensores no detectan ninguna fuerza o campo que pueda causar esto. Nos estamos moviendo hacia el planeta.
En el Ten Forward Guinan se agachó detrás del bar a buscar algo y un parroquiano se cansó de esperar una copa que por ahora no podría tomar. En la enfermería un paciente que aguardaba mientras la doctora Crusher iba a buscar su tridecodificador, no volvió a verla... En ambos casos una pequeña ráfaga de aire marcó su desaparición. Algo desusado las ráfagas de aire en ese ambiente eternamente aislado del duro medio exterior. En la Sala de Observación, mientras tanto, un sorprendido Número Uno que era sacudido por un golpe de viento particularmente fuerte que provenía de la sala adjunta, se tambaleó agarrándose de la mesa. Estaba solo y el aire venía a llenar el súbito vacío dejado por los otros tripulantes que estaban hasta hace un instante con él. —Señor Worf —dijo Riker entrando al puente —Informe de la situación. —Nos hemos detenido en una órbita sincrónica de inclinación y declinación cero —le contestó el klingon —directamente sobre un gran desierto. No tenemos respuesta de los sistemas de armamento, los sensores funcionan correctamente, pero no hay lecturas de ningún tipo. —Computadora —llamó Riker —ubique al Capitán, al señor Data, a la Consejera Troi y al Señor La Forge. ‘No se encuentran en la nave en este momento.’ le contestó la computadora. —Doctora Crusher, aquí el puente, ¿puede venir de inmediato? 168
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Le habla la doctora Okawa, señor, la doctora Crusher no está y no la hemos visto salir. —Gracias doctora. Computadora, informe sobre otras desapariciones además de las conocidas. ‘Sólo falta Guinan, del Ten Forward. Se los ha encontrado a todos ellos en la superficie del planeta.’ A Riker siempre le tranquilizó la suave voz de la computadora. Primero porque era mujer u finalmente porque siempre le pareció un remanso de cordura aún en los momentos más tensos. Como ahora. —Señor Worf, ¿qué dicen los sensores? —Las lecturas nos dicen que bajo nuestro existe una gran caverna sepultada bajo un kilómetro de arena —Worf iba de un panel a otro en su estación, confirmando dos veces las lecturas —No se identifican maquinarias de ningún tipo. De allí vienen señales que podríamos identificar como del Capitán y el resto, pero son confusas. —¿En qué sentido son confusas? —Riker se acercó a la estación de seguridad. —La señal que identificaría al Señor Data reporta datos de alto contenido de adrenalina, como si tuviera miedo o se preparara para la pelea. Los del Capitán altos niveles de progesterona. —Todo esto me hace acordar... —comenzó a decir el Comandante Riker. —¿De mí, querido Will? —lo interrumpió una voz desde sus espaldas. —¡Q! Maldito entrometido ¿qué haces aquí, ahora? —se acercó furioso hacia el super ser —Trae de regreso a todos... —¡Un momento! —lo cortó Q dando un paso atrás con las manos levantadas a la defensiva —Deja que al menos termine mi refresco y cambie mi ropa antes de discutir o exigir nada. Ya está. No tengo nada que ver con las actuales circunstancias en las que se han metido. Para no aburrirme más en Risa decidí que era tiempo que los visitara y te explicara algunas cosas de la vida en el Continuum, que tu rechazaras con tanta ligereza. —No lo rechacé a la ligera —le contestó Riker conteniendo su ira —pero el Continuum no es para un individuo de una especie. Y, creo, no es algo tú puedas dar como se te antoje.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Bueno, eso es historia pasada —dijo rechazando con las manos la afirmación del primer oficial —y no te guardo rencores de ningún tipo por negarte a aceptar mi regalo desinteresado. —Tú nunca fuiste un ser desprendido y generoso. Y mucho menos desinteresado. —Está bien, tú tiene razón —consintió Q de mala gana —Como te iba diciendo, disfrutaba de unas merecidas vacaciones de toda la especie humana, cuando el Gran Consejo me trajo sin decir agua va. Ocurre que soy el máximo experto del Continuum en asuntos terrestres —le dijo sentándose en el ligar del capitán —El único en realidad, y me han enviado a que sea un observador en este asunto oscuro que han emprendido. De lo que resulte de su intento dependen una serie de decisiones del Gran Consejo. —Tú nos presentaste a Borg —lo cortó Worf —Por lo menos dos centurias antes de lo que debería haber sido. Por tu causa toda la Federación estuvo apunto de ser destruida y obligada a fusionarse a esa máquina viviente, mucho antes que estuviéramos en verdaderas condiciones de enfrentarnos a ellos. —Worf, te felicito —le dijo Q con una sonrisa —Tu estada en la estación D.S.9 te ha permitido aprender a gruñir más de dos frases seguidas —Pero, no lo han hecho tan mal después de todo —siguió diciendo — Tanto tú como los imperios Klingon y Romulano supieron desembarazarse con habilidad de ellos. Worf y Riker se miraron sorprendidos por las palabras de Q. —¿No lo sabías? Will, Will, tu sistema de inteligencia no es tan bueno como pensabas —Q se puso de pie y se acercó a Riker —Como resultado de la captura de Picard, Borg tomó conciencia de la existencia de todos los planetas, imperios y gobiernos que él visitó o de los que tuvo conocimiento de una u otra forma. Así, Borg decidió que le podría hacer una visita a todos ellos, pero fue detenido en tres oportunidades por la fuerza y perdió una cuarta nave a raíz de un contacto con la Federación. El resto de las naves, que no son tantas como sospecharás, están analizando la situación desperdigadas en la galaxia. Y preparándose. —¿Para qué? —preguntó Worf. —Para absorber el Continuum.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Bajo la superficie del planeta estaban el Capitán Picard, Guinan, Data, Geordi y la doctora Crusher. Deanna se hallaba ausente, había sucumbido bajo el poder de una mente que la superaba en siglos de evolución. Esta mente se hallaba sola y tenía un problema que no sabía cómo resolver por si misma. Les ruego perdonen la forma en que los he traído, pero sus escudos de fuerza, a pesar de ser primitivos, impedían que los transportara de modo convencional y sin riesgos, por eso me he visto obligado a usar un improvisado transporte mental, con los inconvenientes que experimentaron brevemente. Data aun no se reponía de su sorpresa por haber estado un instante en el cuerpo y la mente de Geordi. El Capitán y la doctora se miraron un momento desde la mente del otro y estaban un poco alelados todavía. —Borg, estás ahí —declaró Picard dirigiéndose hacia un punto en la pared. La afirmación del Capitán produjo una serie de iridiscencias en el suelo y el techo de la habitación. Una aproximación acertada de la Sala de Observación, pero en las ventanas en lugar de estrellas se veía un paisaje que podría pasar por cualquiera de los planetas de tipo terrestre. —Y también estoy aquí —dijo una voz a sus espaldas. Deanna entró por una de las puertas y se dirigió a sus compañeros. —Lamento utilizar a esta mujer de su tripulación Locutus —dijo Deanna señalándose a si misma —pero tendría muchas dificultades para lograr otra vez el control de sus pensamientos. Su mente ha crecido y es un oponente lo suficientemente poderoso para dañarlo sin remedio, hasta para mí. En cambio la mente de la betazoide es lo bastante permeable como para que no corra peligro. —Aun soy Jean-Luc Picard, Capitán del U.S.S. Enterprise y si has anticipado nuestra llegada sabrás para qué estamos en tu planeta. Picard se había adelantado hacia Troi-Borg. La ira contenida y el odio pintados en el rostro. Por un momento pareció que golpearía a la consejera en el rostro, pero se detuvo a pocos pasos de ella. —Todas las armas de tu Coalición no podrían nada contra todas las naves de Borg —le informó inalterable la entidad —Hemos luchado mucho más y durante mucho más tiempo contra enemigos de más talla que los huma171
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii nos, los klingon o los romulanos. Hemos perdido naves, pero no como en el último tiempo —declaró Troi-Borg paseándose entre los miembros de la tripulación —Algo ha sucedido en la mente Borg, la unidad se está fragmentando. A partir de tu primer contacto con una de mis naves todo se ha trastocado en la Colectiva. Tu encuentro con un sobreviviente de una de mis naves de enlace que se estrelló aceleró ese proceso. Y creo que ahora entiendo lo que es. —Nada hicimos que no hubiéramos hecho con cualquier sobreviviente de otra especie. Si no hubiera sido por la doctora Crusher tu... mm célula automotiva hubiera muerto allí donde lo encontramos. Más tarde otros miembros de mi tripulación tuvieron escrúpulos cuando descubrieron que aislado de la mente común de Borg era un individuo en el completo sentido de la palabra. Geordi se adelantó para enfrentar a Troi-Borg. —Y lo que es más importante —le dijo —Él mismo descubrió su propia individualidad, reclamó un nombre para sí y prefirió volver a Borg, no por un sentido de pertenencia, sino para que Borg no nos destruyera. —Tienes razón Geordi —reconoció Picard —. En un principio mi intención fue la de dejarlo librado a su suerte, no lo quería en mi nave. Guinan tuvo un fuerte argumento a favor de ello. —Así es, Borg —intervino Guinan mirando a Deanna —No quería compasión para ti o para alguna de tus células. Ni la quiero. Borg probó ser certeramente astuto al tomar el cuerpo de Deanna como medio de comunicación. Ninguno de los compañeros de la Consejera se hallaba cómodo lanzándole sus ideas a la cara, aún sabiendo que el cuerpo era nada más que una cáscara vaciada de su contenido original dominada por un gran titiritero, habituado a mover civilizaciones enteras a su compás. Los ojos de Troi-Borg reflejaron tristeza por un momento. —El volvió a mí y todo cambió en su nave. —Un cansancio infinito se traslució en su expresión. Por un instante fugaz mostró las dudas y las penurias que atormentaban al poderoso ser. —He perdido contacto con esa nave —reconoció. —Hubo un motín. Otra naves fueron destruidas por imperios de seres inferiores y la Colectiva está sumida en el caos.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Póker de ases —dijo Q depositando las cartas sobre la mesa e inclinándose para retirar las fichas que ganara. —Q, prometiste no hacer trampas —lo detuvo Riker tomándolo por una de sus muñecas —Yo tengo un par de ases, y no los saqué de mi manga, así que creo que otra vez has perdido. Riker tomó las cartas y las reemplazó por un mazo nuevo. Mientras lo hacía interrogó a Q. —¿Cómo logrará Borg hacer su deseo desde aquí? ¿Piensa traer sus naves al planeta y destruirlas una por una? No creo que la Colectiva le permita hacer algo así. Ponerlos a nuestra merced no serviría de mucho ya que carecemos del arma adecuada para enfrentarlas por separado. Al destruirlas o al dar la orden de autodestrucción dejaría de existir como una especie y no lograría su deseo —Riker iba enumerando las posibilidades de a una mientras mezclaba las cartas —Creo que está en un callejón sin salida. —Lo estaba hasta que una de sus naves se amotinó y perdió contacto con ella desde hace un tiempo. La misma nave que halló Lore. Luego de que ustedes lograran destruir al androide y darle completa autonomía, la localizó y al analizar su memoria descubrió lo sucedido y decidió dejar que ustedes se encuentren con él aquí en el planeta original —Q tomó las cartas de las manos de Riker y se las tendió a Worf —De las cartas señor Worf. —¿Cuál es la intención que tiene Borg? —quiso saber el klingon —¿Por qué ha llevado a todos ellos al planeta? Las cartas iban a sus destinatarios con precisa habilidad. —Los necesita para que lo ayuden —le contestó Q tomando las que les correspondían —Él ha olvidado la individualidad. Simplemente la tomará de cada uno de ellos y la proyectará a sus naves por medio de una conexión hiperespacial, la misma que mantiene su imperio unido. Necesita el cerebro de Data para dejar los conceptos matemáticos sobre este tema como un regalo a la Federación. A Guinan como El—Aurian le devolverá su especie, los cuales se hallan todavía vivos en su mayoría desde que fueran absorbidos. El comandante Riker tomó en silencio las cartas. —No creo que logre nada con esas renuncias y dones —dijo Riker luego de examinar su mano —Tanta generosidad no es habitual en el Continuum. Por lo que sabemos por tus acciones, la omnipotencia no le hace ningún bien a nadie. 173
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Will, hay muchas cosas que ignoras del Continuum. Nosotros como especie también nos debemos proteger de muchas cosas, como el tedio o la degradación —tiró dos cartas sobre la mesa —Es algo que no comprenderías hasta que tus expectativas de vida se multiplicaran por cien y aún así no lograrías captar la esencia de lo que te digo. Somos como sus antiguos dioses griegos. No estamos alejados de las emociones que mueven a los humanos y el aburrimiento y el egoísmo no están fuera de esa categoría. O el mismo descuido por exceso de confianza en nuestros poderes... Por un instante Q permaneció inmerso en sus pensamientos, luego, simplemente desapareció. —Se llevó las cartas —observó Worf.
—Mis naves ignoran mi real ubicación —continuaba su discurso Troi— Borg —Han olvidado mi existencia a un nivel consciente, pero la conocen. Cuando me es necesaria una de ellas la atraigo hacia mí con una pequeña orden hiperespacial que la pone en ruta hacia este planeta. El viaje por el hiperespacio es un conocimiento que me llegó de los iconianos y será mi regalo a la Federación si consigo lo que quiero. —No queremos regalos que pueden ser demasiado caros a largo plazo — le contestó Picard a la pregunta no formulada —La humanidad no se lleva bien con los atajos en la evolución tecnológica. —Locutus, nada puedes hacer en este caso. Mientras hablamos los he estudiado individualmente y he visto sobre ustedes mucho más de lo que hubieran dicho por propia voluntad. Ya he implantado el conocimiento en Data... —Así debe ser señor —reconoció Data —De pronto he percibido un aumento en la información en mi memoria. Tal vez una vez que lo examine... Es apasionante... Realmente asombroso... Data se perdió en una serie de murmullos desarticulados, mientras Troi—Borg continuaba con su discurso. —La semilla de la individualidad ya germina en todas las naves de Borg. Pronto dejaremos de ser una mente colectiva y seremos una comunidad con todas las potencialidades de Borg y estaremos en condiciones de ser el Continuum...
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —En condiciones de ingresar al Continuum, querrás decir —lo corrigió Picard. —Te equivocas Locutus —disintió el ser —en cuanto tuve el conocimiento a través de ti de la existencia del Continuum supe que el siguiente paso lógico sería abocarme a absorberlo. Pero tras las derrotas con dos insignificantes razas comprendí que algo había perdido con la mente única como rectora del destino de Borg. La imaginación, la creatividad y lo inesperado estaban apocados, o perdidos para siempre bajo el poderoso Borg —una sonrisa de triunfo iluminaba el rostro de Troi—Borg —Ahora la unidad subyace en cada una de mis naves, pero la individualidad de sus integrantes está presente, siento como crece esa cualidad en todos ellos, como reviven experiencias y pensamientos propios, siento... Una explosión acalló a Troi—Borg y parte del techo y pared desaparecieron dejando ver detrás roca sólida, una nube de polvo y guijarros ofuscó y encegueció a los humanos, Data se apresuró a tomar en sus brazos a la Consejera antes de que se desplomara como una marioneta sin hilos. Todos desaparecieron.
—Una nube de polvo se eleva desde la superficie del planeta —informó Worf ya de regreso en el puente. Casi tocando al Enterprise una nave cúbica enfocaba toda sus armas sobre un punto determinado del planeta. Había ignorado por completo la presencia de la nave de la Federación —La nave Borg está atacando la superficie y ya no recibimos las señales de nadie desde allí —continuó el klingon —Es probable que todos hayan muerto en el primer ataque. —Todas las armas en línea, el campo que nos inmovilizaba ha desaparecido —Las manos de Worf volaban sobre la estación de armamentos. —Listos para tomar posición de batalla —ordenó Riker —Navegante, aléjese de la nave Borg a velocidad de impulso. Levante los escudos señor Worf. Una luz anunció otra aparición de Q en el puente de mando.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —No te preocupes Will —le dijo —Esa nave está de tu lado, o al menos no está en tu contra, sólo quiere un poco de venganza. —¿Qué es lo que sucede con esa nave? —le preguntó Worf —¿Porqué está atacando a su propio planeta? —Toda mente inteligente desprecia el control, sea cual sea su tipo — pontificó Q —En resumen, al liberarse por sus propios medios se vuelve en contra del amo. Esa nave —señaló hacia el visitante —al encontrar por si misma el regreso a la individualidad no quiso sino destruir definitivamente la fuente de su esclavitud... —Señor Worf, prepare los torpedos fotón —le ordenó Riker —No podemos permitir que continúe el ataque. —El sistema de armas está nuevamente fuera de línea, señor —le informó Worf con ira por el inconveniente —No podemos impedir el ataque a la superficie. Riker miró a Q como para pedirle algo, pero pareció pensarlo mejor. —Prepare la separación del plato —le ordenó al klingon. —No podrás hacer nada de eso Will —le cortó Q—Yo te lo estoy impidiendo. —¿Qué estás qué? —Le preguntó Riker en un rugido. —Es necesario que ese ataque cumpla con su fin —comenzó Q —De otra forma me veré en la obligación de terminar por mi mismo con Borg —se acercó a la pantalla principal donde se veía el desarrollo del ataque —Aquí en este planeta está la mente más poderosa con la que el Continuum se ha debido enfrentar —se volvió hacia la tripulación del puente y les habló a todos —Si cumpliera con su ambición de liberar a sus naves y aun mantener el dominio sobre ellas en el corto plazo nuestra propia existencia se vería amenazada. Todos seguían atentamente las palabras de Q. —No es posible permitir que siga por ese camino —continuaba diciendo el super ser —Por el bien de toda especie inteligente en esta galaxia. Las proyecciones de tal suerte asustan a todos en el Continuum. Cometimos una vez ese error en el futuro y estamos aquí para evitarlo.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii El ataque había terminado. Tras las espaldas de Q el planeta seguía su viaje por la nada. La nave atacante derivaba lentamente hacia el Enterprise. —El corazón de Borg está sólo protegido por su poder mental y no tiene defensas para las armas físicas que ha creado ya que tienen igual potencial mental y son mutuamente impermeables —Q se volvió hacia la pantalla —Si esa nave no hubiera llegado a tiempo te hubiera persuadido de llevar a cabo por ti mismo el ataque, a pesar de la presencia de tus amigos en el planeta. Es muy importante para el Gran Consejo del Continuum que Borg no cumpla con su objetivo. De otra forma se verá obligado a destruir esta especie por completo. —No entiendo, Q —el rostro de Riker era una sola expresión de confusión —¿De qué forma puede Borg poner en peligro al Continuum? ¿Porqué con la sola destrucción de ese planeta todo se soluciona para ustedes? —Will, ¿acaso no lo ves? Borg tiene un gran potencial para el Continuum, si abandonara su tesitura de apoderarse de especies. En cambio, tal como está pondría en peligro a toda la galaxia. Sus naves, sus tripulantes en realidad, han aprendido del modo más duro que no existe nada peor que el oscurantismo mental, por eso se han sublevado. Borg, aun liberando sus naves mantenía un estricto control sobre la Colectiva excepto sobre esa que ves allí. Ésta, comprendiendo cuál es su destino, vino a su encuentro. Q se volvió para ver cómo había terminado todo entre la nave y el planeta. —Ahora todas son libres de ingresar al Continuum —siguió más calmado —O de tratar de rehacer sus antiguas vidas en sus planetas devastados. Una luz rieló sobre los controles del puente. Una vaga forma biomecánica se formó frente a la pantalla principal. Worf llamó a Seguridad, pero el Comandante Riker lo detuvo. —Esperemos a ver lo que sucede. A fin de cuentas nos ahorraron una lucha de fin incierto. Finalmente el haz de luz se ensanchó y otras formas humanoides escoltaron al Borg, definiéndose en los cuerpos de los tripulantes perdidos. —¡Capitán! —exclamó el Número Uno —Así es señor Riker —confirmó Picard —¿Recuerda a Hugh? ¿O debo decir Capitán Hugh? —dijo volviéndose hacia el pequeño Borg a su lado. 177
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii —Hugh es suficiente capitán —le contestó él —Me alegro de haber sondeado antes de atacar, de lo contrario hubiera lamentado mucho su pérdida y la de mis amigos. Sus sospechas no carecieron de validez, el haberme ayudado a cimentar mi individualidad ha resultado mucho peor que ese virus que pensaron en volcar a mis bancos de memoria. Ahora buscaré las otras naves de Borg por la galaxia y discutiremos qué es lo que haremos. Pocas tienen su tripulación original. Excepto la que atacó a El—Aurian, todas han visto nacer y morir al menos dos generaciones de personas, alejándolas de sus raíces. —Te queda mucho por reconstruir, amigo —le dijo Geordi. —¿Guinan, vendrás conmigo? —invitó Hugh —Tu raza no debe estar lejos y necesitarán de ti para regresar, si así lo desean. —Gracias Hugh, pero no. Si ellos realmente me necesitan, sabrán cómo encontrarme. Adiós Amigos. Dijo Hugh antes de desaparecer. —Una vez más he tenido que salvarte de tus problemas Jean-Luc —el dijo Q a Picard palmeándolo en la espalda —Espero que sea la última. Tal vez nos volvamos a ver allí entre las estrellas. Q desapareció antes de que el Capitán pudiera responderle. Los oficiales ocuparon sus puestos en el puente. Picard se paró al lado de Data. —Señor Data fije un rumbo de regreso a casa —le dijo con voz cansada. Data asintió con su cabeza al tiempo que marcaba las coordenadas en su consola. —Listo, señor —informó cuando hubo finalizado. —Adelante —ordenó.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii
E EL LR RE EL LA AT TO OD DE EU UN NG GU UE ER RR RE ER RO O
A
sí es, camaradas Comentaba años más tarde un viejo traficante de armas klingon.
La Koor Bloq inició su ataque final a la perversa e indestructible nave envuelta en el grito de guerra de sus dos capitanes. Era un hermoso día para morir. Repetía una y otra vez haciendo girar el muñón de su mano izquierda en el aire. Su mirada reflejaba nostalgia. Siempre tenía un par de oídos nuevos a los que no les importaba pagar una ronda de vino klingon, o cualquier veneno bebible, por un relato de primera mano de la Batalla de la Koor Bloq. El capitán Tough de la nave corsaria Kämper recorría la galaxia levando armar y asesoramiento militar al que se lo pidiera. Estaba asociado con un ferengi superviviente de la destrucción de la de la DS9 en el territorio de los Bajor. Éste hacía los negocios, aquél se encargaba de la parte militar, siempre que el precio fuera el justo. Habían llegado a este planeta buscando alimentos frescos. La mayoría de los planetas de los alrededores tenían una que otra cuenta para cobrarles y no les brindarían fácilmente ayuda. Sólo planetas sin ambiciones militares o políticas los auxiliarían. Quark estaba supervisando el cargamento. Y él se dedicó a recorrer las islas. Ustedes son una raza fuerte y bien alimentada. Le dijo a una mujer en la posada que se detuviera a almorzar, esperando que lo recogieran de su nave. Llevamos una buena vida al aire libre y nos mantenemos en contacto con la Federación para el suministro de tecnología o noticias del resto de los planetas. Le contestó la mujer. Noticias son las que les podemos brindar a montones le dijo Tough señalándole la jarra sobre la mesa. Cuéntame cómo has perdido el brazo. Le dijo la mujer llenándole la copa de acero. 179
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Tough escanció el licor de un solo trago y bajó la copa de golpe sobre la mesa. Una buena bebida que hace vibrar la sangre cansada de un viejo guerrero dijo sacudiendo la cabeza con lo ojos llorosos. Quema las tripas agregó Sírveme más de ese veneno y oirás el mejor relato de tu vida. Mientras la mujer le volvía a llenar la copa Tough miró a su alrededor. Curiosas artesanías tienen ustedes dijo levantando la copa y mirando intrincado labrado que la decoraba del pie al borde. El emblema de esa serpiente alada está por todas partes. Pero no es un animal de este planeta. Es un dragón, no una serpiente le dijo la mujer sentándose a su lado Cuéntame tu historia. Nosotros íbamos de paso por aquella región del espacio cuando oímos el llamado de la Truwk y la Var Tok. El viejo Komrat no era de pedir ayuda porque sí. Si él te decía que el enemigo lo estaba apaleando era porque su nave ya había sido destruida y él estaba respirando su último aliento. En aquellos tiempos el Imperio Klingon era uno unido bajo el nombre de Kahless. Gobernado con puño de hierro por Gouron el Grande. Ahora la guerra civil lo está consumiendo. Levantó con vehemencia el muñón de su brazo inexistente. Los que estamos imposibilitados de obtener una muerte digna de un guerrero no tenemos cabida en ninguno de los clanes. Mi familia ya no existe. Agregó en un susurro clavando su mirada impotente en la superficie de la mesa. Continúa. Lo alentó la mujer. Entonces decidimos acudir al llamado pero la Koor Bloq tenía otros planes para nosotros. No debíamos sino mantener distraído al Borg tratando de no ser destruidos. Nosotros no teníamos el poder de armas de ellos así que lo único que podíamos hacer era movernos delante de su camino tratando que no nos destruyera antes de que llegaran los refuerzos. Tough tomó un largo trago y miró por la ventana de la posada los preparativos en el muelle. Una pequeña nave de madera de borda baja bullía de actividad. Sus tripulantes iban armados con espadas y escudos. Cada planeta tiene sus rarezas pensó el klingon. Estos de aquí se mueven por el mar impulsados por el viento, pudiendo tener cualquier embarcación con algún motor de impulso magneto hidrodinámico. Debía tomar nota de traer la próxima vez uno o dos para ofrecérselos. 180
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii ¿No tienen otro tipo de naves acuáticas? Preguntó sin dejar de mirar los preparativos. La mujer siguió su mirada y sonrió. Claro que sí. Estamos en la época del festival y usamos éstas por tradición. Le contestó divertida. Entonces... lo animó ¡Oh...! Entonces cumplimos con la tarea. Íbamos y veníamos delante de sus armas y cada vez los disparos eran más certeros. Otro carguero se nos unió en la tarea de servir de blanco. Tough se inclinó sobre la mesa. La Koor Bloq estaba al mando de una humana. Dijo en un murmullo y se volvió a sentar. Sólo la vi una vez. Pero la recordaré toda mi vida. Tenía el fuego de los guerreros en la mirada. Se comunicó con nosotros para decirnos que nos retiráramos. Tough sacudió la cabeza negativamente. Su orden llegó un par de disparos tarde. Nuestros motores estaban inutilizados y el otro carguero había explotado un instante antes. Nos negamos a huir. Golpeó la mesa con su mano sana, su mirada brillaba con la furia de la batalla al recordar ese momento. Se había puesto de pie y en el movimiento volcó su copa al suelo. Por supuesto que lo hicimos, que nadie lo ponga en duda. Un guerrero klingon encuentra la gloria en la muerte no en la vida. ¿Cómo era ella? Le preguntó la mujer. El rostro de Tough se iluminó al recordar ese instante. Era alta, casi tan alta como el capitán klingon que estaba con ella, Klag creo que se llamaba, su cabello era amarillo casi blanco y vestía a la usanza klingon. La vestimenta le iba a ella y ella no defraudó su vestimenta. Hasta el último instante se mantuvo de pie enfrentando al enemigo. Su plan era sencillo, sólo se necesitaba ser un klingon para idearlo y llevarlo a cabo. Ella era klingon en su alma y así murió. Ella había convocado a tantos cruceros de batalla como pudieran llegar a un determinado punto en el espacio. La Koor Bloq estaba oculta y se había dividido en dos. La única nave de su clase en todo el Imperio. Estando ocultas se ubicaron rodeando por todas sus caras al cubo fatídico y cuando Klag dio la orden salieron del ocultamiento tenían una ruta sencilla de seguir. Hacia la nave Borg. La golpearon al mismo tiempo sin darle posibilidad a que reaccionara. El mecanismo de auto181
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii destrucción de las naves estaba ajustado a que se activara al momento del impacto. Ninguno dudó, ninguno salió vivo. Están ahora en Sto-Vo-Kor en la honrosa residencia del guerrero valeroso. Tough miró atentamente a la mujer entrecerrando los ojos. Cuando fuimos rescatados averigüé el nombre de la hembra humana que había llevado a la gloria tan desastrosa y desigual batalla. Kämper Hedegaar. Murmuró la mujer con reverencia. Así es. Dijo extrañado el klingon. En ningún mundo conocían esta historia hasta que la llevé yo. ¿Cómo conoces tú ese nombre? Aunque mirándote mejor, te pareces bastante a esa mujer Ven sígueme. Lo invitó ella saliendo de la posada en dirección al muelle. Kämper nació en este mundo. Le reveló la mujer cuando hubieron salido. Con estos barcos aprendió el arte de mandar y obedecer. El destino de un guerrero no le era desconocido. Su mismo nombre lo dice. Kämper significa guerrero en un antiguo idioma de la Tierra. La mujer abordó la nave que flotaba mansamente amarrada al muelle. Un grupo de hombres y mujeres jóvenes los miraba. Ven. lo invitó Uv Hedegaar. Te invito a conocer la Gloria Del Guerrero.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii L LA AA AV VE EN NT TU UR RA AC CO ON NT TIIN NÚ ÚA A
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n un planetoide oscuro, escondido en el seno del imperio Romulano, la comandante Sela se inclinó sobre un gran ventanal abierto al interior de la fría roca. Contemplaba silenciosa la masa oscura que flotaba ingrávida en el centro. Varios reflectores iluminaban su superficie y eventualmente uno u otro técnico se cruzaba en el haz haciendo cambiar levemente el patrón de claroscuros. Habían transcurrido varios meses desde que capturaran la nave y nada habían descubierto. Ningún resultado que llevar al Imperio. Para su desgracia debía mantener a su lado a esos dos científicos por el hecho de haber sido los primeros en avistar la nave alienígena y capturarla. Sólo el más joven de ambos parecía tener una idea de con quién estaban tratando. El capitán Eysak había sido destinado a un cargo de relativa importancia militar con los honores de un héroe y rodeado de gente de su personal elección. Eso acallaría su ego herido por años de olvido. Y mantendría callada su boca bajo pena de ser juzgado por traidor. Sela se sentó en una silla para contemplar una vez más a la nave de rectas aristas. Sus tripulantes habían perecido por una fuerza irresistible, antes de descubrir que los vencía una pequeña nave científica, casi sin armamentos. La mayoría de sus niveles continuaban manchados con una masa amarronada, único recuerdo de la mitad biológica de ese mega organismo. Seymof había propuesto usar la gravedad de las singularidades como arma, en cambio jamás se imaginó que sería usada su idea de esa forma. A pesar de negarlo con toda su energía era evidente que Meerek había logrado salvarlos a todos y obtener una importante baza a favor del Imperio. Siempre y cuando en la parte inorgánica quedara algo que las computadoras pudieran descifrar. Un llamado en la puerta la saca de sus pensamientos. —Pase —ordenó con voz cortante. Meerek, en su se papel de enlace con la multitud de técnicos e ingenieros que trabajaban en la nave, se apresuró a entrar y le entregó su informe sin mediar palabras, retirándose en silencio. 183
E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii Sela leyó y una sonrisa cruel iluminó su semblante hasta entonces de piedra. El sistema de dirección de tiro y control de armas ha sido accedido con éxito, comenzaba el informe, y continuaba con un largo detalle sobre los pormenores de los sistemas de navegación y sensores. La nave Borg había comenzado a develar sus secretos con cierta renuencia.
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E Errííd daan no o S Su up plleem meen ntto on nºº 5 5d dee A Allffaa E Erriid diiaan nii E EP PIIL LO OG GO O
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ata estaba descargando el contenido de su memoria en la computadora principal de la nave. Geordi lo ayudaba en la tarea.
—Las voces ya no están —dijo Picard más tarde a la consejera en la sala de observación —Presiento que ya no volverán, pero no podría asegurarlo. Las frías y distantes estrellas pasaban frente a él en un silencioso viaje hacia la oscuridad de la que provenían. La expresión torturada de su rostro había desaparecido y Deanna, recuperada de su experiencia con el Borg, sentía que la paz invadía la mente del capitán. —Hemos conjurado un futuro siniestro —murmuró Picard para sí. La consejera lo oyó perfectamente, como si lo hubiera gritado en su mente. Ella sabía que el nexo entre ellos no desaparecería. Pero algo la preocupaba. Había dejado de sentir a Data. El androide había vuelto a ser la oscura incógnita que la sorprendía cada vez que aparecía de la nada a sus espaldas. Aunque en el poco tiempo que estuvo en contacto con su mente había aprendido más de sus pensamientos que en todas las veces que habían hablado sobre sus inquietudes. —Me parece que hay tras todo esto más de lo que Q nos ha dicho —le dijo Deanna. —La conciencia de Borg estaba llena de una certeza inexplicable. —nuevamente Deanna estaba tratando de explicar algo que ella sólo conocía en su mente. La angustia se pintó en su rostro. Pero de pronto un bálsamo la llenó calmando sus dolores. El capitán la miraba sonriente. No te preocupes Deanna —resonó la voz de Picard en su cerebro —Algún día se sabrá la verdad.
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