BmLIOTECA DE JURISPRUDENCIA, FILOSOFIA
:t HISTORIA
ENSAYO DE
SEMÁNTICA (CIENCIA DE LAS SIGNIFICACIONES) POR
MIGUEL B...
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BmLIOTECA DE JURISPRUDENCIA, FILOSOFIA
:t HISTORIA
ENSAYO DE
SEMÁNTICA (CIENCIA DE LAS SIGNIFICACIONES) POR
MIGUEL BRÉAL Miembro del InslÍtuto de Francia.
Precio: CINCO pesetas.
MADRID
LA ESPAÑA MODERNA Calle de Fomento, nOmo 7.
ENSAYO DE· -SEMÁNTICA
OBRAS PUBLICADAS per L..t. ESPAÑA HODERlW..t., qae le hallaD de "eDCa eD 110 AdmlDlstraclóD, FomeDto, '7, JIIadrld. y qoe recemeDdamoll especialmente á Doeslroll f."oreccdores.
AGUANNO.-La Génesis y la evolución del Derecho civil, 16 pesetas. GIURIATI.-Los Errores judiciales, 7 pesetas. GRAVE.-La Sociedad futura, 8 pesetas. GROSS.-Manual del Juez, 12 pesetas. KELLS-INGRAM.-Historia de la Economla polltica, 7 pesetas. KOCHS.-Higiene general, 3 pesetas. KRUGER.-Historia, fuentes y literatura del Derecho romano, 7 pesetas. LOMBROSO, FERRI, GAROFALO y FIORETTI.La Escuela criminológico-positivista, 7 pesetas. MARTENS.-Derecho internacional público y privado (3 tomos), 22 pesetas. MAX· MULLER.-Origen y desarrollo de la, religi~n, 7 pesetas. MOMMSEN.-Derecho público romano, 12 pesetas. ROGERS.--Sentido económico de la historia, 10 ptas. SOHM.-Historia é Instituciones de Derecho privado romano, 14 pesetas. STAHL.-Historia de la Filosofla del Derecho, 12 pesetas. SUMNER-MAINE.-EIAntiguo Derecho yLa Costumbre primitiva, 7 pesetaB.-La. Guerra, según el Derecho internacional, 4 pesetas.-Historia del Derecho, 8 ptas.-Las Instituciones primitivas, 7 ptas. WESTERMARCK.-El Matrimonio en la. especie humana, 12 pesetas. Obr•• de H. SpeDcer p.bllcadas por LA ESPAÑA 1I10DERlW..t.
Los Datol! de la Sociología (2 tomos), 12 pesetas.-La. Induooiones de la Sociologla y las Instituciones domésticas, 9 pesotas.-Las Instituciones sociales, 7 posotas.-Las Instituclonel poUticas (2 tomos), 12 pellet8s.-Laslnstituciones eclesilislicas, 6 pesetas.-Las Instituciones profesionales, 7 pesetas.-Las lnllUtuciones industriales. 8 pesetas.-La Justicia, 7 pesetas.-La Moral de los diversos pueblos y la moral personal, 7 pesetas.La Beneficencia, 6 pesetas.- El Organismo social, 7 pesetas.El Progreso, 7 pesetas.-Exceso de legislación, 7 pesetsll.-De las leyes en general, 8 pesetas.-Etica de las prisiones, 10 pesetas.
BmLIOTECA DE JURISPRUDENCIA, FILOSOFÍA É HISTORIA
ENSAYO DE
SEMÁNTICA (CIENCIA DE LAS SIGNIFICACIONES) POR
MIGUEL BREAL Miembro del Instituto de Francia.
-
MADRID
LA
ESPA~A
MODERNA
Calle de Fomento, ndm. 7.
ES PROPIEDAD
11758.-Imp. de Ga.briel L. Homo, Sa.n Berna.rdo, 99. Tel8f.3O'.i!S.
fJedico esle lihro ¡J
la memoria de mi 'luerida mujer
cuyo pensamienlo iza eslado presenie en lodas las izoras de mi lrah'!/o.
ENSAYO DE
SE:b.lI:·ANTIOA
IDEA DE ESTE TRABAJO
Silcédense los libros de gramática comparada, asl para aso de los estudiantes como del público en general; y, sin embargo, no creo que lo que ofrecen sea exactamente lo que importaba dar á conocer. Para quien sabe interrogarle, el lenguaje está lleno de lecciones, ya que en él deposita la especie humana desde hace tantos siglos las .adquisiciones de su vida material y moral; pero hay que tomarle, al efecto, por el lado que habla á la inteligencia. Si nos circunscribimosA los cambios de las vocales y de las consonantes, reducimos ese estudio á las proporciones de una rama secundaria de la acústica y de la fisiologla; si nos contentamos con la enumeración de las pérdidas que sufre el mecanismo gramatical, parece como si asistiésemos á la mera ruina de un edificio; si nos encerramos en vagas teorias sobre el origen del lenguaje, afiadimos, sin gran ventaja, un capitulo á la historia de los sistemas. En mi sentir, hay otra cosa que hacer. Extraer de la Lingüistica lo que de ella puede desprenderse como alimento para la reflexión, y-no temo
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afiadirlo-corno regla para nuestro propi~ lenguaje, puesto que cada uno de nosotros colaboramos, por nuestra parte, á la evolución de la palabra humana: he 'ahi lo que merece sacarse á luz; he ahi lo que yo he tratado de hacer en este volumen. ,No hace aún m':lcho, la Lingüistica hubiese creldo desmerecer confesando que pod(a servir para alguna cosa práctica. Presumia existir para si misma, y se ,preoc~paba tanto del beneficio que pudiese reportar al común de los hombres como el astrónomo de la previsión de laS mareas, cuando calcula la órbita de los cuerpos celestes. Au~que 'mi~ 'cole~as estimen que es rebajar nuestra ciE:incia, n~,creo'que,sean justificadas tales pretensiones. No éúadran al estudio de una obra humana como ~llengu~je,de una obra comenzada y proseguida en 'viSta de un'objetopráctico¡ y'~edonde, por consiguiente, no podría separarse 'en ningún momento la idea de la. utilidad. M~s aún: 'creo que,seria privar á estas investigaciones lo que constituye IIU valor. La LingUistica habla al hO,mbré de él mismo: le hace ver cómo ha construido, cómo ha perfeccionado lentamente, 'en medio de obstáculos de todas índoles, y á pesar de momentáneos retrocesos, el instrumentornAs indispensable de civilización. También la compete decir por qué medios se conserva ó se altera ~se instrumento que se nos confla y de que somos responsables ... Extrafia sorp,resa debe ser, para el lector que piense, oir decir que el hombre no entra para nada en el desarrollo del lenguaje, y que las palabrasforma y sentido-llevan una existencia que les es propia. El abusp de las abstracciones y de las metáforas: tal ha sido, tal 'es aún el peligro de nuestros estudios. llemos visto tratar á las lenguas como seres vivos: se
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nos ha dicho que las palabras nadan, trababan combates, se propagaban y morian. No habria nada que oponer á estas maneras de hablar, si no existiesen personas que las tomaran al pie de la letra. Pero, puesto que existen, no debe ~esarse de protestar contra una terminologia que, entre otros inconvenientes, tiene el de dispensarnos de inquirir las causas verdaderas (1). Las lenguas indo-europeas 'están condenadas al lenguaje figurado. Les es tan 'imposible librarse de él como al hombre, según el proverbio árabe, saltar fuera de su sombra. A ello las obliga la estructura de la frase: es una tentación perpetua á animar lo que no tfene vida, á convertir en actos lo que es un simple estado. Ni aun la seca gramática puede sustraerse á tal tentación: ¿qué otra cosa es que -un comienzo de, mito, cuando se dice que Myxw presta BUS tiempos á 'l'qx." 6 que clavo toma una 8 en el plural? Pero los lingüistas deberian estar más en guardia que nadie contra ese lazo ... No es sólo el hombre primitivo, el hombre de la na-turaleza, el que se toma á si propio por medida y por modelo de toda cosa, el que llena el cielo y el aire de seres semejantes á él. La ciencia no está exenta de ese error. Mirase el cuadro genealógico de las len(1) A.l escribir esto, pienso en toda una serie de libros y de artículos, tanto extranjeros como franceses. El lector francés se acordará sobre todo del librito de Arsenio Darmesteter, La Vida de las palabras. El autor ha prolongado y extremado IR comparación en tales términos que á veces parece creer en sus metáforas; defecto perdonable si se piensa en el calor de la redacción. Yo he sido amigo, mientras vivieron, de los dos Darmesteter. esos A!!vins de la filologra francesa; he tributado homenaje á su memoria, y sentiría decir nada que pudiera ofenderla. (Véase, al fin de este volumen, mi arUculo sobre La Vida de las palabra.v.)
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guas, según se describe y aun dibuja en más de una obra:, ¿no es produ~to del más puro antropomorfismo? ¿Qué no se ha escrito sobre la diferencia entre las lenguas madres y las lenguas hijas'! Las lenguas no tienen hijas; tampoco dan á luz dialectos. Hablar del protohelénico, ó del proto-ario es copiar un habito de pensamiento propio de otro orden de ideas, es ajustar las hipótesis de la lingülstica al mOd,elo de la zooiogla. Lo mismo acontece con esa lengua indC?-europea proétnica que no se cansan de construir y de reconstruir tantos lingüistas: es lo 'que hadan los griegos ,cuando, para dar: cuenta de las diferentes razas, imaginaban .1os antepasados Eolo, Doro, Ion y Aqueo, hijo ó nieto de Hellen(~). ' '. Pocos libro~ hay que, en 'reducido volumen, contengan tantas paradojas como el librito en que Schleicher expone sus ideas sobre el origen y el des~rrollo de las lenguas. Ese espiritu, tan claro y metódico por lo común, ese botánico, ese darwiniano, revela en tal obra ,hábitos de pensamiento que se hubiesen esperado más bien en algún disdpulo de la escuela mistica. Asi, segUn él, la-época de 'perf~cci6n de las lenguas pertenece á un pasado remoto, anterior á .toda historia: 6Rcuanto entra en la' historia un pueblo, y empieza á tener una literatura,'se declara una decadencia irreparable. El lenguaje se desarrolla en sentido contrario á los progresos del esp~ritu. i Ejemplo notable del poder que pueden ejerce'r las primeras impresiones, las ideas recibidas en la rnfancia (2)1 ,
,
(1) A.quf es ocasión de recordar este pensamiento de Gothe: Der,Menschbegreiftniemals wie anthropomorphisch er ist.Véase también el ,reciente trabajo de M. Victor Henry: Ántino· mies lingu,istiques. (2) .En UD principio Schleicher había estado -destinado al estado eclesiástico. Después habla sido hegeliano.
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Dejando á un lado los cambios de fonética, que son del dominio de la gramática fisiológica, yo estudio las causas intelectuales que han presidido á la transformación de nuestras lenguas. Para introducir orden en esta investigación, he clasificado los hechos bajo cierto número de leyes; más lejos se verá lo que entiendo por ley, expresión que no ha de tomarse en el sentido in;tperativo. No se trata tampoco de leyes sin excepción, de leyes ciegas, según reputan las de la fonética algunos escritores. Yo he procurado, á la inversa, selialar los l1mites en que se detiene cada ley. He puestode ~anifiesto que la historia del lenguaje, alIado de cámbios proseguidos con rara consecuencia, presenta también una porción de ·tenta.tivas esbozadas, que se han quedado á mitad de camino. Seria. la primera vez que se encontrase, en las cosas humanas, una marcha en linea recta, sin fluctuación ni rodeo: Las obras humanas, al contrario, se nos .presentan como cosa laboriosa, entorpecida de continuo, ya por las supervivencias de un pasado que es imposible anular, ya por empresas colaterales concebidas en otro sentido, ya por los efectos ine:lperado8 de las propias tentativas presentes . . .. Varias ,eces he empezadoY,dejado el libro que hoy me decido á entregar al público, y del cual anticipé, á titulo de ensayo, algunos fragmentos (1). ¡Cuántas veces, retrocediendo ante las dificultades del asullto, me prometi no volver sobre él! Y, sin embargo, no habrá sido inútil para la obra esta larga incuba.ción. Por lo menos, veo mAs claro ahora en el desarrollo del lenguaje que hace treinta alios. Mi progre(l) En mili Mélaf'lgts de mllthologie el de linguislique, en el Annuaire de Z'../lSlociation d~s éludes grecques, en las Métlloir. de la Société Ile linguistique, en el Journat des savants, etc.
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ha consistido 'en .dejar á un lado todas las causas segundas y fijarme en la única causa verdadera, que es la inteligencia y la voluntad humana. Hacer intervenir la voluntad en la historia_ del lenguaje parece casi una herejía: tal empen'o se ha puesto en apartarla y desterrarla de ella desde, hace- cincuenta afios. Pero, si se ha hecho bien en renunciar A la antigua ciencia, los investigadores, cayendo en el extremo opuesto", s~ han contentado con una' psicología demasiado sencilla. Entre los actos de una voluntad consciente, reflexiva, y el puro fenómeno instintivo, ha.y puesto de sobra para muchos estad~s intermedios, y ·nuestros· ~ngüistas habrían, aprovechado poco las leccion~sde la filosofía contemporánea; si continuasen impon!éndonos la elección entre los dos extremos de 6.se. f(lllema. Hay que cerrar lós ojos A la eviden~iap~r~'~9~;ver que Alos cambios del lenguaje preside una voluntad oscura, pero perseverante. ¿Cómo hay que representarse esa voluntad? , Creo que hay que representársela bajo la forma de millares, de millones,de miles de roillanesde ensayos emprendidos Atientas, las más de las veces desafortunados,· A veus seguidos de un éxito parcial, y que·, guiados, corregidos y perfeccionados de esa suerte, vinieron á precisarse en Cierta dirección. El objeto, en materia de lenguaje, es hacerse cqínprender. El nifio ejercita su lengua durante meses en proferir vocales y en articular consonantes; ¡cuántos abortos antes de llegar á pronunciar claramente una silaba I Las innovaciones gramaticales son de la misma índole, con la·di· ferencia de colaborar en ellas todo un pueblo. ¡Cuántas construcciones torpes, incorrectas, oscuras, hasta encontrar la expresión no adecuada (no la hay), pero, Al' menos, suficiente, del pensamiento! En ese largo 80
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trabajo no hay nada que no emane de la voluntad (1). Tal es el estudio á. que invito á. todos los lectores~ No se espere encontrar en él hechos de naturaleza muy complicada. Al contrario, como siempre ocurre alli donde está en juego el espiritu popular, sorprende la sencillez de los medios, sencillez que contrasta con la extensión y la entidad de los efectos obtenidos. He buscado deliberadamente mis ejemplos en las lenguas más generalmente conocidas; fácil será aumentar el número; fácil será. también sacarlos de regiones menos exploradas. Como las leyes que he tratado de indicar son más bien de orden psicológico, no dudo que se comprueben fuera de la familia indo·europea. Lo que he querido hacer es trazar algunas grandes lineas, marcar algunas divisiones y como un plano provisional en un terreno no explotado aún, y que reclama el trabajo mancomun'ado de varias gen-eraciones de lingüistas. Ruego, pues, al lector, que mire este libro como una simple Introducción á la ciencia que he propuesto llamar Semántica (2). (1) «Un soplo (exclama en alguna parte Herder) se trueca en la pintura del mundo, en el cuadro de nuestras ideas y de nuestros sentimientos _. Es presentar las cosas como filósofo prendado del misterio. Habla más verdad en el cuadro traudo por Lucrecio. ¡Siglos é infinidad de esfuerzos han sido menester psra que ese soplo produjese un pensamiento clara· mente formulado! (2) l:'l!-'4\1'tIXi¡ 't~Xvr¡, la ciencÍa de las significaciones, del verbo CfTlIJ4[~, «significar., en oposición á la Fon4ticCJ, la ciencia de los sonidos.
PRIMERA PARTE LAS LEYES INTELECTUALES DEL LE_GUAJE
CAPITULO PRIMERO LA LEY DE ESPEOIALIDAD
Definici6n de la palabra ley.-Falaa idea reinante aoerca de laa lenguaallamadas rintétictU y analttictU. - La especia lidad de la funoión es una de las cosas que caracterizan á las lenguas BnaUticaa,
Llamamos ley, tomando la palabra en el sentido filosófico, á la relación ,constante que se descubre en una serie de fenómenos. Se verá esto más claro con uno ó dos ejemplos. Si todos los cambios que se verifican en el gobierno y en los hábitos de un pueblo, se verifican en el sentido de la centralización, decimos que la centralización es la ley del gobierno y de los hábitos de ese pueblo. Si la literatura y las artes de una época 8e distinguen por cualidades de orden y de medida, decimos que el orden y la medida son la ley de las artes y de la literatura de esa época. De igual modo, si la gramática de una lengua tiende de una manera constante á simplificarse, podemos decir que la simplificación es la Zey de la gramática de esa lengua.. Y, para.. llegar á nuestro asunto, si ciertas modificaciones del pensa-
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miento, expresadas en un principio por todas las palabras, se reservan poco á. poco para un pequefio número de palabras, ó aun para una palabra, que asume la función P9r sI sola, decimos que la especialidad es' la ley que ha presidido á esos cambios. No podría pensarse en una ley previamente concertada, ni menos impuesta en nombre de una autoridad su~ perior.
'.
, Todo. el mundo conoce la. distinción, ya vulgar en fuerza deI repetfrse, eatre las lenguas llamadas 8intéti-. • ca, y Jas lenguas llamadasanaUticas. Todo el mundo puede .decir también más Ó menos completamente en· qué consiste la diferencia .. Pero cómo y por qué causas se ha realizado esa evolución es cosa.sobre la cual reinanaÚD las ideas más vagas y más inexactas. Nadie ha expresado mejor queJo J. Ampére, enun libro justamente criticado, pero· que, -'en este punto, representa todavia á la hora actual las. ideas de la mayoria, de' qué modo suele concebirse la relación existente entre el latín y las lenguas románicas. Cito' sus palabras: eLa antigua síntesis gramatical en cuya virtud estaba organizada la lengua que muere, esa síntesis se halla destruida; las flexiones gramaticales se han perdido; no se distinguen ya' suficientemente los casos de ios nombres ni los tiempos de los verbos. ¿Qué ha.cer para salir de esta confusión? Se discurre expresar por palabras separadas las relaciones que expresaban los signos gramaticales confundidos Ó abolidos; se suplen por preposiciones las ,terminaciones que distingulan 108 casos de los sustantivos; se reemplazan por auxiliares las que marca.ban los tiempos de los verbos.
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Se indican los géneros por articulas y las personas por pronombres .• c... En todas las lenguas se ha empleado el mismo remedio contra el mismo mal, se ha discurrido el mismo expediente en el mismo conflicto (1) .• De modo que se habrfan inventado procedimientos nuevos para reparar ruinas, para remediar un mal, para salir de la confusión. Presentar las cosas de este modo (y repito que la misma idea existe aún en la mayoria. de los lingüistas, aun en los que han sido mAs severos con ese libro) es desconocer la verdadera sucesión de los hechos, es hacer ininteligible la historia de las lenguas. En realidad no habido que reparar ruinas, puesto que las terminaciones desechadas habian llegado á ser inútiles hacia mucho tiempo. Las lenguas antiguas no conociero¡. ningún conflicto. En vez de esa historia inverosimil, seria tiempo de escribir otra· más sencilla y verdadera. A la cabeza de esa historia deberá colocarse la ley de especialidad. Una tendencia del espiritu, que se explica por la necesidad de claridad, es sustituir los exponentes variables, adheridos, por exponentes invariables, independientes: tendencia conforme con el fin general del lenguaje,_que es hacerse comprender con el menor trabajo posible. Pero, como las condiciones en que está colocado el lenguaje no permiten la creación ea:: nihilo, ese esfuerzo se realiza lentamente, por medio y á expensas de lo que antes existIa.
Un primer ejemplo, muy tangible, nos le proporcionan el comparativo y el superlativo. (1)
HistoirlJ de Za Zangue franfiaise, 2.- ecHo., págs. 3 y 10.
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En las lenguas antiguas, el adjetivo expresa la gradación por medio de sufijos. Esos sufijos empezaron por Ber numerosos y diversos. Así: el comparativo podía indic"arse por las sllábas ro (superu8~ inferus), te1'O (interus, ea:terus), ior (purior, lai'gior). El superlativo podía indicarse por las silabas mo (summus, infimus), timo (intimus, ea:timus) , issim() (dulcissimus). Ellatin, tal y como le conocemos" había renunciadp á. esa diversidad, no conservan"do para c~da. gradó más que 8010 sufijo .rior, issimus). Primera simplificación/ . . SiA~llat1ri .pasamos , al ~rancés, vemos /que tiene aún algunos comparativos' ál~ usanza antigua, herencia del latin::graignor,lo,!t;or, ~aut;or, ju"enor, gencior (1)., Tiene también. algunos'superlat~vos: pesme (pessimus), ~roisme ~roa:imusJ.., Pero ese mecanismo, privado ya de sIr verdadero sentido, acaba por desaparecer, y no, como se ha dicho; a. conSecuencia de la alteración fonética (porque esas palabras eran perfectamente viables), sino por la acción de la ley de espe-cialidad. Una sola palabra asume' en francés la función de tod~s esos comparativos y 8uperlati~os. Lo mismo en las demás lenguas romances. En francés, plusj en italiano, piuj en espafiol, más; en portugués, mais,~ en rumano, mai. Pero lo que hay que notar es.:que esa palabra privilegiada que sucede á todos los comparativos de otro tiempo es, á. su vez, un comparativo. Pl~s representa el antiguo latino ploius (= griego "ltAE!O'ol); el espafiol más y el portugués mais representan magis. Ese vocablo es, pues, el último superviviente de una especie ex.ting~ida (y extinguida no sin intención), que reem-
ya.
(1)
un
Comparativos de grand, forl, haut, jeune, gent.
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plaza por si solo á todos los otros. Las únicas excepciones son algunos comparativos como mejor, peor, menor, usados tan frecuentemente que no los ha suplantado el nuevo procedimiento, sobre el cual tenian, por otra parte, la ventaja de la brevedad. Ya por este primer ejemplo podemos yer en qué consiste la ~ey de ~specia1idad.Entre todas las palabras de cierta especie, marcadas con cierto sello gramatical, hay una que poco á poco se destaca" y se hace el exponente por excelencia de la noción gramatical que cifra; pero al mismo tiempo pierde sU,valor propio, y no es_ ya más que un instrumento gramatical, uno de los rodajes de la frase. Cuando decimos un temps plus long (un tiempo más largo),. une journée plus courte (un dia más corto), la 'palabra plus sirve para determinar el adjetivo á que precede; pero por si misma no tiene más contenido semántico que la desinencia ior (1). Se adivina al propio tiempo por qué la ley de especialidad ,necesita siglos para ejercer su influjo. Las palabras son demasiado significativas por si para prestarse de buenas á primeras á ese papel de auxiliares. Hace falta que un largo uso en asociaciones diversas haya preparado lentamente losesplritus á despojarlas de esa demas[a de valor. No es, pues, la calda de las desinencias, según se dice, lo que trajo, como una especie de remedio extremo, el empleo de plus y de magis; ese empleo principia en una época en que las desinencias eran de uso corriente. Hasta se encuentra el empleo simultáneo de (1) Eso no obsta para que continúe empleándose la palabra plus, en el sentido de 'ltAETOV, y con su plena é íntegra significaci6n. Ejemplo: ~ En voulez-IJous plus? (¿queréis más?) -Qui peut le plus peut le moins (quien puede lo más puede lo menos).) Tendrem03 en adelante numerosos ejemplos de esta segmentación de los sentidos.
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los dos procedimientos: Plauto escribe magis dulciu3, magis facilius, mollio1" magis. Estos ejemplos nos presentan la idea comparativa empezando ya á elegir domicilio muy particularmente en cierto adverbio, aunque siga' aún en pleno vigor el mecanismo-io1', issimus.
Vengamos ahora á la sustitución' de las antiguas declinaciones por las preposiciones. Se sabe que cada s~8tantivo denotaba al comienzo las relaciones de dependencia, de interioridad, de ins-. trumento,' ~tc., ~ediante 'modificaciones de su parte final. Pero ese medio de, expresión, era complicado é insuficient~ ,a 1a vez. Era complicado por la circunstancia de que los sustan~vos, no estando constituidos todos de igual manera; presentaban en un mismo caso formas diferentes (genitivo:, domini, 1'osae, arbo1'is, ·et· cétera) .. Era insuficiente, porque los casos de la declinación eran demasiado poco numerosos para expresar 'todas las relaciones que' el espiritu podia concebir (1). Tal fué la razón ~e, que alIado de esos casos se colocasen adverbios que servian para determinarlos. Pero la ~ostumbre de c'olocarel mismo adv.erbio alIado del mismo caso no podia menos de producir en los espiritus, á la larga, un efecto de que tendremos otros ejemplos mas en lo sucesivo: entre la ~exión, y la particula de lugar ó de tiempo la inte,ligencia creyó descubrir una relación especial, una relación de causa á efecto. En vez de mirar el adverbio como un simple determi(1) Los casos de la declinaci6n indicaban bien ellllgar adonde se va, el lagar de donde 80 viene. el lagar en donde BO está, Pero no habla desinencia para decir «81 través de', para docir «sobre'. para decir «con~, para decir «alrededor de», etc.
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nante del caso, la inteligencia popular vió en él la razón de ser del caso: paralogismo perfectamente conocido, que la filosofía designa con la fórmula cum hoe, ergo propter hoc. Pero, cuando el paralogismo es de todo el mundo, se sabe que dista muy poco de producir la impresión de una verdad. En materia de l~ngua je, lo que el pueblo cree percibir paea al estado de realidad. Los adverbios de lugar y de tiempo como cbt6, mp[, ht!,~, ...n«, 1tcrpá, después de servir de acompafiamiento al genitivo, al dativo ó al ac~sativo, vinieron á. ser la causa de estos casos: de adverbios, que eran, pasaron á. ser preposiciones. La mente los dotó de una fuerza transitiva (1). En la lengua homérica la transformación está ya realizada en sus tres cuartas partes (2). Lo está totalmente en los más· antiguos monumentos que nos han cORBervado la lengua latina. Al contrario, en los textos védicos vemos aún en el estado de adverbios las palabras que han pasado Asar las preposiciones tan conocidas pe,., ob, acl, sub, super, ab •.. A partir del día en que la lengua posee preposiciones, la existencia de la declinación está. amenazada. ¿A qué, en efecto, esos casos que no anaden nada al (1) En laSiotaxls de Delbrück se encontrarán numerosos ejemplos de este cambio de papel, de este tránsito de los antiguos adverbios á preposiciones. Pero, en punto al orden y al encadenamiento de los hechos, mi opinión no ooincide con la . del autor del Grundrias. (2) En esta frase: ~AEcpá¡x.¡II Curó &ixpuov '1jXEII (a palpebris lacri mam demisit), ami está acompanando al genitivo más bien que rigiéndole. Lo mismo pueda deoirse de E'It[ con el dativo: oTaI~ E'It[ ZE~ 6'1XE XCEXÓ" ....61'0" (quibus Jupiter imposuit malam sortem). O del acusativo con 'ltEP[: V'!aov 'l:T¡II 1tEpt 1t6,,1:0I0 ciTcdpI'toc; lqucpávcil'tcn (iosulam quam oircum pontusiotJnitus ambUlo Se 'podría suponer también, en estos ejemplos, que la partíoula dé -lugar determina los verbos.
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sentido? ¿No basta la preposición? Basta perfectamente, y aun bace mejor servicio, porque denota de una manera precisa y explicita relaciones que la flexión indica de una manera vaga y general. Además, es de uso más cómodo, porque es siempre semejante á si misma, fácil siempre de reconocer. Sin embargo, como nada se hace deprisa cuando se trata d('l hábitos seculares comunes A grandes masas de hombres, las desi-. nencias no desaparecen al punto y de una vez. PrinCipian por 'tornarse inciertas. Se usan con distracción, ~econf~deri unas con otras ... . Los. 'primeros síntomas. de esa transformación se remontan mucho mAs lejos de l~ que suele creerse. Se 'ba'citado fre9uentemente el pasaje de Suetonioen que, hablando de 'las costumbres ,del emperador Augusto, dice que éste, para mayor claridad, no teml'a afiadir preposic!ones A los nombres y conjunciones A los, verbos. El pasaje es ,interesante en si miSmo. Pero bay que Dotar sobre todo las últimas palabras: (praepositio1les) quae detractae afferunt aUqúit'obscuruátis, e~si gratiam augent (1). Era, pues, elegante, de buen tono, \ pasarse 'sin la ayuda de las preposiciones y de las corijunciones:'era el antiguo lenguaje :latino. Pero el emperador adoptó el Uso nuevo: se sabe que solia afectar hábitos rústicos. Deesa habla rústica tenemos otro testimonio contemporAneo: es la dedicación y el reglamento de un temo plo de la Sabinia, en el afio 67 antes de J. C. (2). Ese regla~ento prevé el caso en que se hiciesen donaciones altemplo: Si pecunia ad id templum data erit ... , Quod ad eam aedem donum datum erit ... En vez del dativo, tenemos la construccién moderna: cA este templo .• (1) (?)
Vida de Octavio AugUllto, 86.
C. I. L., IX, 3.513.
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Notemos que se trata de un documento oficial, jurídico y religioso á la vez. La lengua oficial tiende á ser arcaica, si no padece en nada la precisión; pero, desde el instante en que la precisión está en juego, no retrocede ante el neologismo. Ya poco tiempo después de Augusto asistimos á la decadencia de las desinencias de caso. En Pompeya se· escribe: Cum discentes, ccon sus discípulos-; eum collegas, ccon sus colegas •. En una inscripción de Misena, del afio 169 después de J. C., se lee: per multo tempore. En otra, casi del mismo tiempo: ex liUeras (1). Ellatin de Africa, des,de la época de Adriano, ofrece á menudo e~te género de defecto,. Un ingeniero de Lambese, que .sabe muy bien su lengua., se equivoca, no obstante, en este punto, y escribe: a rigorem, sine curam (2), Si descen~emos otros dos siglos, vemos más in~ierto cada vez el uso de las desinencias, más frecuentes cada vez el de las preposiciones. En la Peregrinaeión de Silvia (siglo IV) se hallan locuciones como éstas: Fundamenta de habitationibus ipsorum." Fallere vos super hane rem non possum... Valde instruetus ~e scriptw·is ... Y aún: Lecto omnia de libro Moysi, cleíao todo lo del libro de Moisés., AlIado de las preposici~ nes latinas se encuentra la preposición griega xa:o(~. Cata singul08 hymnos fit .oralio (3). En su libro sobre El laUn de Gregorio de Tours, M. Max Bonnet adv~erte que Gregorio se equivoca en el uso de los casos cuando van precedidos de una. preI
(1) C.1. L., VII, 10.5. . 0; X, 3.344. Boissier, ~urnal des Savants, 1896, p. e03. (3) Se sabe que esta preposición ha pallado después á las lenguas románicas: espai'lol, cada uno; italiano, caduno; antiguo francés, cha1Ln, cheün. 2 (2)
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posición (1). Y no es que no conofca. la declinación latina' y no sepa el valor de cadacp.so; es que, cuando emplea una de las prepoBicionescum, de, ad, per, in, ,ab, le es indiferente usa.r el acusativo ó el ablativo. No es, pues, por ignorancia, por desgaste de las formas, por imposibilidad de entenderse., por lo .que se recurrió, como en último extremo, una vez destruida la deciinación, á otro medio de representar las mismas ideas. No: los primeros ejemplos del cambio se encuentran en l.a cumbre de la jerarquiaromana yen el más bello m:omento de la literatura. La lengua de los negocios débió-ser la' que primero acogiese· 180 innovación, preparando asilas v:1as á ~n nuevo sistema gramatical. '. , El hecho más importante de la historia de nuestras lenguas, el que caracteriza singularmente el tránsito de la sintesis al análisis, entra, pues, en el dominio del principio de especíalidtrd. Hay, con todo,un empleo de los casos en que las preposiciones' nó ofrecen nin· gún auxilio: es en lo tocante á la distinci6n'del sujeto y el régimen: Por .eso la' distinción del nominativo y del acusativo es la que ha durado mé.stiempo. Vol:ve. remos sobre este punto al tratar deJa construcción. A medida que los antiguos adverbios se trocaban en preposiciones, prevaleció el uso de colocarlos regular· (1) P. 522. Hablando de la confusión de los casos, dice
~. Bonnet: «Licito es dlol.dar 'qUq haya entrado en ella por mu·
cho el desga~te de las formas. No hay que olvidar, en efecto que sí el acusativo singular no se distingue del ablativo, ]~ mayoria de las veces. más que por una m, que probablemente se articulaba con trabajo, no sucede lo mismo con el plural y con el singular neutro de la tercera declinación. Aquí las deIilinencias as é 1s,. os é i!, esLé ibus, es y ebu!¡usé. ibu.Y. us y ore, en é ine, eIC., hablan conservado sus sonidos perfectamente distintos. No 'se necesitaba tanto para ayudar á discernir los caS08.
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mente delante del sustantivo. Permitaseme hacer sobre este particular una observación que creo importante. Si no pareciese raro hablar asi, yo diría que jamt\s han sido más afortunadas nuestras lenguas, que jamás se han librado de mayor peligro que el dia. en que el latin tuvo la idea de transformar en preposiciones las partículas como in, ad, per, cum, que hasta alli era costumbre adherir á su régimen á manera de postposiciones. Formas como meCUln, tecum, vobiscum, sem.per, paulisper, quoad, atestiguan aún ese estado que atravesó.ellatfn, y de que no llegaron á li!alir nunca sus hermanos, el umbrío y el oseo. En umbrio, por ejemplo, no sólo cum, sino in, ad, peT, todas las antiguas locuciones de esta especie siguieron siendo postposiciones. «En el alta¡r, hacia el altar, sobre el altar-, se dice asacum, asamen, asamad, y á consecuencia de la negligencia de la pronuncia.ción, asaco; asame, asama. e En el limite, hacia el limite, sobre el limite-, se dice termnuco, termnume, termnu·ma. Y asl sueesiv&mente. Ya en el siglo 1 de la era cristiana, por las faltas que se cometen, se ve empezar la confusión. Entre el sustantivo y la. pequefta palabra que le sigue se hacen asociaciones viciosas. Si ellatln no se hubiese apartado de ese camino, su declinación hubiese tomado un giro muy diferente. En vez de empobrecerse, se hubiera enriquecido, porque se hubieran formado nuevos casos. En vez de conducir á las lenguas romances, ellatin hubiese conducido á un idioma semejante al vascuence. Por una justa apreciación de las exigencias de la claridad, las lenguas modernas se han hecho m's rigurosas cada vez sobre este punto. Han exigido que nada viniese á separar la preposición de su «régimen-.
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----------------Mientras el latin tolera aún algunas intercalaciones (1), el francés no admite excepciones á esta regla. -------------
En ninguna parte se ven tan bien como en inglés los efectos del principio de especialidad. El inglés no ha renunciado á. su genitivo; pero ha hegho del exponente del genitivo un uso ta'n libre, que obtiene de él los mismos servicios que si fuese un!!, ,palabra. independiente. Después de adoptar como desi· nencia uniforme de todos los' sustantivos una simple 8, lÍa movilizado esa,8 en términos de poder ponerla después de dos 6 de varios sustantivos. The queen of Great-Britain's n'avy.-Pope and Addison's age. Dé este modo el inglés ha sabido dotarse de dos var~eda des ~iferentes de genitivo: unacori s, otra con o{; una. progresiva,'otra. regresj.va. Ejemp~o cur~oso que deo, muestra cóino, por la flexibilidad, puede perfeccionarse el mecanismo y émlancharse los recursos de una' lengua (2). La. conjugación inglesa va ~ ofrecernos otro ejemplo de la l~y de especialidad. ,• Entre las lenguas modernas,'laI:lás anaUtica es sin ninguna duda el inglés. ~e ha solido decir que ese ca.(1) Por eso no podemos aprobar la moda nueva que se ha estableoido desda hace algunos afios con respecto á la preposi· ci6navec.' ' (2) Como advierte Mr. Jespersen, hay cierta elegancia matemática en esa sustitución de las desinencias tan variadas del latín por tina simple letra. Pero no cabe duda de que los anti· guos senUan cierta complacencia en esa variedad: era como una serie de acordes musicales cuya resonancia y mezcla les gustaba oir. El lenguaje se ha despojado de ese lujo un poco infantil.
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rácter anal1tico era debido á la mezcla de la gramática anglo-sajona y de la gramática francesa: explicación que, enunciada de ese modo, es inexacta. Lo que es cierto es que las clases superiores de la sociedad, sirviéndose del francés durante varios siglos, hablan abandonado el uso del inglés á las clases populares. Ahora, como acabamos de ver, la parte culta de la nación es la que amortigua la evolución del lenguaje. Allf donde las aristocracias no se preocupan de ]80 lengua nacional, esa ev~lución adquiere un movimiento acelerado. La conjugación germánica, con SI..S reglas complicadas, que son una gran dificultad para el extranjero, no deja de ser también bastante dificil para los indlgenas. Jacobo Grimm cuenta en alemán hasta doce ·clases de conjugación, de que se· encuentr:a.n igualmente en inglés ejemplares más ó meo·os bien conservados. Quiero hablar de verbos comq, 1 give, 1 gave¡ 1 bind, 1 bound¡ 1 dig, 1 dug¡ 1 hold, 1 held, etc. Se lIabe cómo remedia est~ dificultad el inglés moderno: en vez de esos presentes y pretéritos de forma· ciones múltiples, emplea, ó, por 10 menos, es duefio de emplear el presente 1 do y el pretérito 1 did, haciendo del verbo una palabra invariable. El cambi.o empezó. por los giros interrogativos y negativos. Luego el verbo do,.continuando sus progresos, se introdujo en las frases simplemente afirmativas. Supongamos que, por un nuevo paso hacia adelante, se impone á las frases afirmativas, llega á ser en ellas da un uso constante y obligatorio; el inglés habrá sustituido por su verbo auxiliar todos los. otros verbos. Élse encargará entonces de expresar las ideas de tiempo, de persona, de modo, asl como la de afirmación, que cada verbo denotaba hasta a11l por su cueñta. Desde ahora el.
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verbo do se halla tan dispuesto para todos los usos que pueda servirse de auxiliar á sI mismo. Pero la universalidad del uso tiene su reverso. Cuando do acompana á otro verbo, no es. ya más que un instrumento gramatical. Por una división que parece• riasumamente sutil, si se hubiese hecho desde un prin· cipio y con todo cálculo, el inglés pone en una'parte la expresión 'concreta del acto, y en otra parte las ideas de afirmación, de persona, de tiempo, de modo~ En un diálogo como éste: Does he consent' --':''He doesn't~' todo el movimiento de la acción, todo el apresto gramatical se acumula en el auxiliar: Pero es raro que el principio de especialidad triunfe . . , desde el primer momento. La histor~a de las lenguas está sembrada de intentos fa.llidos y de éxitos á medias .. Muchos siglos antes de que el inglés hubiese hecho de su verbo do un verbo auxiliarí se habia empleado ya ese verbo para_obviar ciertas dificuI'tades de la conjugación. Se habia e~timado más sencillo, para. construir el perfecto de ciertos verbos, uti,lizar el perfecto del verbo do. En gótico el aprovechamiento no puede ser mAs visible: s~ki-da, eyo busqué-, sóki-dédum, ' enosotros bUBcamos-, , Se sabe que·ese es el origen del pelfecto llamado eJébil-, El en~ayo no resultó mAs que á medias.Tenfa el inconveniente de llegar en un tiempo de slntesis.EL auxiliar se unió al verbo principal, y formó con él un t.) Oomparese, por ejemplo, frui, y {ructw, regere y re-
gio, etc. Véase m6s adelante el capitulo de las palabras abs-
tractas.
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dos. Ciertas lenguas de América pueden decir «mi. ca~ beza, tu cabeza., su cabeza.», pero no «cabeza» en ge~ neral. Eso es bárbaro seguramente. Sin embargo, noocurría otra cosa con el verbo indo-europeo, que podía. decir 'flpw, 'flpEI~, rpipu, pero no rpi{xIV. En el plan primitiVl', la acción era referida siempre á unlf. persona. Una forma como 81&!¡u, 818061, representa por si sola toda una. proposición: contiene á la vez el verbo y su sujeto. Nuestras lenguas no están, pues: tan lejos del estadollamado holofrástico, en que la palabra era por si sola una frase. El infinitivo es una conquista de la abstracción. Ha habido que buscarle fuera del verbo, entre los sustantivos. La elaboración del infinitivo estaba ya empezada, pero no terminada, en la época proétnica; se han necesitado siglos para que cada idioma fijase suelecciÓn en cierta forma de sustantivo, y para que esta forma fuese dotada, con exclusión de las demás ~ de algunas de las propiedades esenciales del verbo. Aqul es donde cabe apreciar las ventajas de lo que se Ila~a Ja.falta de transparencia ó la alteración foné· tica. Esa supuesta decadencia no ha contribuido poco é. dar toda su -utilidad al infinitivo. Es dificil saber con certidumbre á qué caso de la declinación perteneclan las formas griegas como ~EUyWfLEyal, lBE!.", 'fEpEaOal' Pero esa hidecisión ha. servido para hacerlas más fáciles de manejar. Lo mismo acontece con el infinitivo latino. Si lás formas por el estilo de videTe, audiTe, acabaron por sobreponerse á las formas del modelo de visum~ auditum, se debe quizá. á que alli la ~arca de la declinación es más oscura. Recordaré á este propósito un hecho que demuestra. perfectamente la importancia que el infinitivo ha adquirido en nuestras lenguas. Cuando en los siglos XIII
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_y XIV se enriqueció el alemán con una porción de ver· bos franceses, lo!! adoptó bajo la forma dfll infinitivo, sfiadiendo, de un modo bastante raro, las desinencias -alemanas. As! como se encuentra en Wolfram van Es· chenbach fischie1"en, «atar-; leischieren, «dejar-; los-chieren, «alojar-; parlieren, «hablar-, y otros muchos. De aqu! resulta. que al presente, cuando el alemán dice ich spaziere afia.de el infinitivo espacier, «es· 1 ·paciar -, la. desinencia de la primera persona . Nada prueba más claramente cómo la. idea del verbo, en -nuestras lenglla~ modernas, se ha encarnado en el infinitivo (1).
Se preguntará. cómo el griego, habiendo pose!do antiguamente el infinitivo, pudo dejarle caer en desuso en la Edad Media. Esa pérdida es, en efecto, uno de los fenómenos más sorprendentes de la lingüIstica indo-europea: porque decir, como se ha dicho hace poco, que el infinitivo griego se perdió porque se em'pleaba con demasiada frecuencia, es ·una explicación que excede del alcance de las inteligencias ordinarias. Pero hay que advertir que la fa.lta del infinitivo ha llegado á ser, sobre todo, una laguna dolorosa el dia en que el neo-griego, encontr~ndose en presencia de las (1) M. Leo Wiener (American JournaL 01 philology, 1895. pá.g. 330) ha discutido recientemente esta explicación de 101 verbos alemanes en ieren Opina este sabio que hay que buscar el origen de cales verbos en los nombres en ier, i~rre, como fl,CJitierre, de donde sale fl,oitieren_ Pero los hechos no parecen muy de acuerelo con esta explicación Los sustantivos que hay que suponer faltan las más de las veces. Además, en verbos como condewieren, franeés conduire, vemos claramente dos desinencias superpuestas; hay, pues, derecho para admitir en los otros una superposición aniloga.
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otras lenguas de la Europa moderna, h&r sentido 1& necesidad de igualar sus recursos sintáxicos. Hay quecreer que ni las liturgias de la Iglesia, ni los cantos populares, en su lenguaje breve y sencillo, hablan experimentado tai necesidad. Lo. locución Oa (OUEI TYCl) COn el subjuntivo supl1a. la falta. El instrumento intelectual se pierde con el desuso: uno. forma rara vez empleada se borra de la memoria (1). Por una extrafla inversión de las cosas, se creyó enotro tiempo que los verbos hablan empezado por el infinitivo. cLos hombres (dice un escritor de comienZOtl del siglo XIX) no se E7:x;presan en un principio más que de una manera general; sólo posteriormente llegan á analizar, á particularizar cada idea. Conforme las lenguas alcanzan su madurez, las formas infinitivas. desaparecen, pero con justa medida: sirven aún para. dar variedad al estilo, aunque ya se nota que van siendo menos frecuentes. - Es imposible ~errar.los ojos á la verdad de una manera mAs resuelta. El infinitivo resume siglo$ de esfuerzos: es la. más reciente delas formas verbales. Como el infinitivo, la. pasiva es del número de esos medios de expresión que se inclina uno á cleer mucho· más antiguos de lo que son en realidad. Silvestre de Sacy, que ha escrito para uso de sus hijos Principios de gramdtica general, presenta. la pasiva como una de las formas necesarias del verbo. Dilo tres razones. La pasiva es necesaria: 1. o, cuando se quiere expresar una acción sin nombrar el sujeto· agente: cYo soy afiigido-; 2. 0 , cuando se quiere hacer resaltar el objeto que sufre la acción más bien que el sujeto que la ejecuta: cEI imperio romano fué funda, (1) Se encuentra ya en IOB evangelio! apócrifos: imSouAWaIllfUY -DplTCEI iYCl Q.TCOa-tE[),lIlfLEY.
au.1Il
Yver..
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-do por Augusto~; 3.°, para variar el discurso é impedir la monotonia. Un lingüista de una e~cuela diferente, pero demasia,do inclinado, por su parte, á las teorias, Hartung (1), -explica. la activa y la ,pasiva reduciéndolas á direcciones en el espacio. La activa responde á la pregunta quo (de donde el acusativo); la pasiva responde á la pregunta unde (de donde el ablativo ó el genitivo). Inútil es mostrar lo artificioso de estas explicacio· nes. La pasiva no es una forma antigua: cabe adivi'narlo sólo con ver lo que difieren, en cuanto á las desinenéias, epÉp0(J4t y feror. La pasiva es una forma que las diversas lenguas indo-europeas se dieron mucho tiempo después de concluido en sus lineas generales el sistema de su conjugación. La mayor parte de ellas, y sobre todo ellatin y el griego, llegaron á. crearla apoderándose de la forma reflexiva. Para comprender cómo la forma reflexiva puede ,hacer veces de pasiva, me contentaré con citar algunas frases en que hoy aún nos servimos del mismo .giro: -Los grandes pesos se tr~nsportan mejor por la vía marítima.-Esta forma de vestido no se lleva ya.-Esos sucesos se han olvidado pronto.-El mundo de la naturaleza se divide en tres reinos.~ y en italiano: Dicesi, temesi. Y aún: avvenimenti compiutisi. No es que la idea de la pasiva fuese dificil de concebir: -yo soy golpeado- no es más dificil de comprender que -yo golpeo ... La dificultad procedía de otra parte: proced1a del plan de nuestras lenguas, que está (1)
Enciclopedia de Ersch y Gruber, III, t. XIII, pág. 172.
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en contradicción con la idea p~siva, porque las lenguas indo-europeas presentan la frase bajo la forma de un pequeflo drama en que el sujeto es siempre agente. Hoy aún, fieles á ese plan, dicen: cEl viento agita los árboles ... ~ El humo sube al cielo ... Una superficie pulimentada refleja la luz ... La cólera ciega al espiritu ... El tiempo pasa deprisa ... » Cada una de esas proposiciones contiene el enunciado de un acto atribuido al Bujeto de la frase. Era, pues, menester que la pa!,iva misma se imaginase bajo la forma de un acto. Es, en efecto, lo que han hecho mlestras lenguas. Han creado más ó menos tardlamente la pasiva presentándola bajo la forma de un acto que vuelve al sujeto. Pascitur significó cél se alimenta», antes de significar eél es alimentado». dl&iaxofU'1 significaba eyo me enseflo á mI mismo.• , antes de significar cyo soy enseflado». En este punto, las lenguas germánicas y eslavas son particularmente instructivas. Encontramos en ellas las etapas sucesivas de la metamorfosis_ En antiguo escandinavo, theirfinna sik quiere decir: cellos se encuentran [el uno al otro]». De ahi salió una forma their finnask, cellos se encuentran. [es decir: están, moran], y finalmente, eellos son encontrados» {es decir: inveniuntur]. Cosa parecida se ve en lituanio yen eslavo. Y aun la familia letto-eslava es, por la transparencia de sus formas, la que primero nos ha puesto sobre la via del origen de la pasiva. Tenemos, pues, aqui un nuevo ejemplo d~ la intención que preside á las evoluciones del lenguaje, al par que de la sellcillez casi infantil con que esa intención llegaásus fines. La pasiva parecia directamente opuesta á la idea expresada por nuestros verbos; y, sin embargo, en idiomas distantes unos de otros, la pasiva encontró su expresión por un medio idéntico.
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Quiero poner un ejemplo más de esa inteligencia oculta, pero tan atenta, que se aprovecha hasta de los menores accidentes para suministrar al pensamiento un nuevo recurso. Todo el mundo sabe que el adverbio es un antiguo adjetivo ó sustantivo procedente de los cuadros reguares de la declinación. Asl:primum, ceterum, potiuB, son antiguos acusativos; crebro, sUb,ito, vulgo, son antiguos ablativos. Pero, ¿de dónde proceden los adverbios en e, como pulchre, recte' Eso es lo que hasta ahora no se ha investigado bastante. Ellatin solla cambiar de declinación sus sustantivos, ó adjetivos, cuando recibian un prefijo ó entraban en un compuesto. Animus hace exanimis, fama hace in/amis, clivus hace proclivis, poena hace impuniB, y asi sucesivamente. El ablativo de estas palabras en il era eid ó e. En una época en que la lengua latina no se habia fijado aún, cabia, pues, elegir entre infirm1/,s ó infirmis, praeclarus ó praeclaris, cuyo ablativo era infirmo ó infirme, praeclaro ó prae¿lare. El uso no dejó de sacar partido de esta doble forma: dió la preferencia á la forma en e que se destacaba mejor de la declinación ordinaria. No sólo se prefirió esta forma para el adverbio, sino que se generalizó; de modo que se tuvo también firme, clareo El oseo amprufid, que corresponde allat~n improbe, es un testimonio que no permite ninguna duda sobre ese origen. La lengua latina entró asl en posesión de una desinencia propiamente adverbial, de que hizo, como se sabe, el más amplio uso (1). (1) Véase Mém. Soco ling'J VlI. 188.
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Una observación de una naturaleza algo diferente se nos presenta aqul. Acabamos de citar dos 6 tres ejemplos de las adquisiciones hechas por nuestras lenguas (1). Son, seguramente, preciosas é importantes. Sin embargo, por útiles que sean, no Se acercan, ni en valor, ni en número, á las adquisiciones capitalizadas anteriormente; es decir, á ese aparato gramatical que constituye el fondo común de las lenguas indo-europeas, y que era ya cosa antigua y perfectamente fijada en la época en que aparecen por primera vez el sánscrito, el griego, ellatin, el germánico, el eslavo y el céltico. Con eso se tiene, si no me engafio, un medio de medir con la mirada la antigüedad de las lenguas indo-europeas. Por antigüedad de las lenguas indo-Quropeas no entiendo la antigüedad de una raza, cosa dificil de concebir y de comprender, sino la antigüedad de una civilización. Para que una gramática y un sistema morfológico alcancen el grado de unidad y de fijeza que registramos desde un principio en las lenguas arias, se necesita cierta perpetuidad en la tradición. Esa perpetuidad supone, si no una literatura, al menos fórmulas, cantos, textos sagrados transmitidos de edad en edad. Como no hay ninguna razón para suponer que las cosas hayan seguido en esos antiguos tiempos una marcha más acelerada, eso nos permite estimar grosso modo la extensión del pasado. Se acaba de ver el tiem(1) Se podrla citar también, en las lenguas eslavas, la creación del (género animado., que descansa en una distinción morfológica entre los sustantivos que designan los seres dotados de vida y los que no la tienen. Esa distinción vino con el tiempo y gracias á un puro accidente de la lengna. Véase el trabajo de A. Meillet, en la Bibliothéque de t' Ecote des hautes études.
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po que se ha necesitado para que cada una de nuestras lenguas tenga un infinitivo, una pasiva y desinencias adverbiales. Y aun la elección no es cosa definitivamente resuelta sino después de largos siglos. Por otra parte, la adquisición de instrumentos nuevos, como el articulo y los verbos auxiliares, no ha exigido menos tiempo. Debemos, pues, conceder para el perlodo anterior, harto más importante, un número de siglos por lo menos equivalente. Puesto que la duración histórica que podemos abarcar con la mirada, desde los primeros cantos védicos hasta nuestros dJas, comprende unos tres mil afios, no es excesivo seguramente pedir otrQs tres mil afios para el periodo ~nte rior. N o se ha necesitado menos para fundar la separación del nombre y del verbo, para estab~ecer la conjugación y la declinación, para descargarlas de las partes inútiles, para crear el mecanismo de lk for"mación de los nombres, para constituir, alIado de la declinación sustantiva, una declinación pronominal, para dejar á la analogía asentar el comienzo de su imperio, para echar, en fin, los cimientos de la sintaxís. Si se admite para el pasado la medida de tiempo que suministra la observación de las épocas modernas, seis mil afios son el mínimum en que puede, calcularse el período de civiliza.ción representado por nuestra familia de lenguas.
CAPITULO VIII EXTINCIÓN DE LAS FORMAS INÚTILES
Dificultad d~ este estudio.-Formall superabundantes producidas por el mecanismo gramatical.-Ventajas de la extinci6n.-¿Hay formas fatalmente oondenadas á desaparecer?
La extinción de las formas inútiles debe entenderse, no sólo de las que, habiendo existido durante un tiempo más ó menos largo, quedan fuera de uso, sino también de las formas que, teniendo virtualmente derechos á la existencia, no se han realizado nunca. Se comprende que éste sea el reino de la hipótesis.- Sin embargo, esta especie de infanticidio verbal tiene su puesto en la historia del lenguaje. A considerar las cOl:las como simples estudios, se creerla inevitable el exceso de producción. Si el griego siguiese al través de todos los tiempos y de todos los modos los tres verbos Ad11:w, A[11:W y AI(.L11:cívw, que significan igualmente «abandonar~, Ó los tres verbos ~[~1l(J.I, !h['tiW y !3áaxw, que significan igualmente «marchar~, se tendrIa una abundancia de formas que abrumarla el esplritu. Pero todo el mundo sabe que no hay nada de eso: la sabidurla semiconsciente que preside á la elaboración del lenguaje cercena las formas inútiles. Lo que no sirve se suprime. De ahI las conjugaciones mixtas. De ahl paradigmas como h!11:w, OI11:0V; !3a1vw, 16Tjv; AavOávw, UaOOIl.
Aunque mixtas, esas conjugaciones no dejan de ser regulares. Como está en la naturaleza del esplritu po-
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pular proceder con orden, lleva el orden también á sus segregaciones. El aoristo segundo heredó siempre las formas·más cortas, en tanto que el presente conservó, por lo común, lo que quedaba de las formas más desenvueltas. El juego de la conjugación griega se debe, pues, á una sucesión de llenos y de vacios. No es que no queden aún riquezas inútiles. El sánscrito tiene hasta siete formaciones distintas del pretérito. Ciertos verbos griegos poseen dos aoristos, dos futuros, dos perfectos. Pero, á medida que las lenguas avanzan en edad, se desembarazan de sus superfluidades. La fluctuación que permite á la lengua homérica elegir entre tres. ó cuatro formas no· existe ya en el griego de Luciano (1). La extinción de las formas inútiles va tan lejos, que reune verbo:! diferentes en una sola y misma conjugación: fero, tuli; bP2lol, ET80\l; U)'w, ETTCOV, EYp'l\XCZ; yo voy, yo tul, yo iré. Nuestras gramáticas los presentan como verbos defectivos que se han completado recíprocamente; mas, para que se ajusten tan bien, ha sido necesario segregar primero todas las partes repetidas (2).
La supresión de ciertas voces permite OpOSIcIones más acentuadas. El femeni,no de eVI1\p era cX\lE!PCZ, que (1) Se ha supuesto, por otra parte, no sin verosimilitud, que la fluctuación de la lengua homérica serla menor si no hubieBe mezcla de diversas versiones de los textos (2) A veces la invención de un procedimiento muy sencillo entrega Ii la inteligencia popular más forP18i1 de las que puede utilizar. De ese número es el empleo de los verbos auxiliares, El dla en que se empezó á decir impruntatum habeo se inaugur6 un mecanismo más rico de lo que se crela y cuyos productos no han podido recibir siempre una aplicación determinada.
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subsiste en composición; pero, como palabra simple, ha desaparecido, dejando el puesto á ¡uv'¡. En alemán la oposición de Mann y Fraa es debida á la supresión del masculino Fro (1). En francés habla. un masculino dame (2), que ya no se emplea, pero que ha subsistido durante mucho tiempo en dame-Diea. A veces la supresión se verifica de otro modo. Rex. podla d8ol' un adjetivo reginas, como se tiene divinas. Pero, habiendo sido descartado ese masculino, quedó el par: rex regina (3). Cuando la lengua dispone de dos términos correlativos, como 'lt6~; 't6ao~, 'ItOt'~, 'tOt'~, como qaantas, tantas, caalis, talis, la supresión del-uno debe tener por. consecuencia el cambio de sentido del superviviente. Es lo que sucedió en latin con totas, que suponla un correlativo qaotas (4). Se debió decir en un principio: tota teTra, qaota esto Se ve asl cómo la lengua,latina, por vla de supresión, adquirió una palabra que significa ctodo~. Cosa análoga pasó en griego. A '2t~ debla responder en un principio un pronombre 't~. Esa clase de supresiones no son pérdidas; al contrario, la lengua gana con eso en rapidez y en energla. M~sculfno
que se encuentra aún en Frol1hof, «corte se«derecho sefioriab, Fronleichnam, «cnerpo de Duestro Sefior». (2) De donde vidame (vice dominus). (3) Estas especies de claros hechos en el vocabulario (alguDOS bastante recientemente) son más visibles aún en ciertos Dombres de animales, como toro y vaca. (4) No se confunda con quótus, derivado del nombre de número, quót. (1)
tl.orial~,·Fronrecht.
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Cabe juzgar los idiomas tanto por lo que pasan en silencio como por lo que expresan. Observando otras familias, se ve que los que echaron los cimientos de la gramática indo· europea fueron relativamente moderados. La declinación parece no haber tenido nunca' más que un número de casos bastante reducido. La conjugación, aunque más exuberante, no alcanzó, sin embargo, los desarrollos que en otras partes vemos. No marca el género; no distingue entre la acción momentáneay la acción continua; se guardó dEdas vanas distinciones honoríficas; no trató de encerrar demasiadas cosas en una misma palabra (1). _Nuestras lenguas, en general, se han abstenido de marcar muchas vanas distinciones que, no yendo al fondo de las cosas, son como un gasto frlvolo de inteligencia. En japonés, por ejemplo, cambian las palabras según se cuentan cuadrúpedos ó peces, días ó medidas, de longitud. En vascuence hay una conjngación ceremonial (2). Así como hay profundas diferencias en el arte de los diversos pueblos, complaciéndose 108 unos en los pormenores, mientras otros abarcan la naturaleza en sus lineas generales, puede haber también en el lenguaje superfluidad embarazosa. La extinción de las formas inútiles, ya las deje perecer por el abandono una razón más madura, ya las ataje la inteligencia antes de su copcepción, tiene, pue8, su papel necesario. (1) Dice, por ejemplo, en una sola palabra: 'law¡.l.cu, «yo me .coloco., 'la'tClaal, «tú te colocas», 'la'tCl'tCll, «él se coloca». Pero no ha tratado de decir en una sola palabra: eyo te coloco» 6 «él meeoloca•. (2)Sayee: Introduclion to the science 01 language, 1, 206 (3." odie.)
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Es interesante ver cómo, estando representada una misma idea por dos t6rminos sinónimos, la lengua. se desembaraza de uno de los dos, pero no tan completamente que no subsistan algunas huellas. El nombre del viejo ea rlpwv en griego, senex en latin; los dos términoscoexistlan el uno al lado del otro en un perIodo anterior, y vemos en sánscrito alIado de garan, que corresponde exactamente á r'pwv, la palabra sanas, cviejo», que es della familia de senex. El griego hizo su elección; ellatin lo-mismo; pero hicieron elección diferente. Sin embargo, el griego dice 'aún ~- tipXClI (por oposición á vial) para desjgnar á los magistrados salientes; dice también l'vOt xcz¡mol para designar los frutos del afio anterior. La lengua polltica y la lengua de la agricultura han conservado, pues, excepcionalmente el sinónimo caldo en desuso. Ellatin, á su ve-z, para designar un hombre gastado por la. edad, dice ae-ger (por aevi-ger), compuesto cuya segunda parte es la ralz de rÉflCllv (1). La composición salvó aqul el Idnónimo sacrifica.do. Eso no sirve sino para ver más claramente el arreglo hecho en las dos lenguas. Habiendo expresado ellatin la idea de oir por la lo~ cución perifrástica audiTe, que significa propiamente crecoger en la oreja (2)-, el antiguo verbo cluo se hacIa ya inútil y debla. desa.parecer. Pero lo que prueba que existió en un tiempo mt\s lejano, es el sustantivo eliens (compárese con el alemán der GehOrige). (1) En sáoscrito gar, «gastarse, envejecer». El participio gema se dice, por ejemplo, de vestidos usados.-La contracci6n del primer miembro es la misma que en ae-tas (por aevitas), ae-ternus (por aevi-ternus). (2) De a-us (griego o~), coreja», y dio (d_ con-dio), ccolocan. 8e puede unir el sinónimo aus-cultare.
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¿Hay extinciones de palabras ó de formas que sean impuestas por la fonética? Se ha sostenido muchás veces. Pero, cuando vemos lo poco que se'detiene el instinto popular para salvar lo que no quiere perder, llegamos á poner en duda esa supuesta necesidad. Si habia alguna palabra expuesta á desaparecer en el tránsito del la Un al francés, era la palabra avis. Y, no obstante, véase con qué facilidad se ha mantenido y multiplicado, bajo las formas oiseau (avicellus), oie (avica, auca), oison (aucio). Si se trata de un verbo, el frecuentativo viene á tomar el puesto de la forma simple: á premere, á pellere, les hubiese costado trabajo hacerse admitir en francés; pero decimos presser, pousser. El verbo fiare daba poca cosa; pero se han tomado los compuestos como su/fiare, csoufler., confia"e, cgonfler •. Parece que ellatin hubiese podido verse en un apuro para distinguir ciertos homónimos. Habia dos verbos luere, el uno con la significación de clavar., y el otro de un sentido opuesto, puesto que queria decir cmanchar- (lues, cla mancha-). Pero la lengua evitó sin dificultad el equivoco, por medio del compuesto polluere, que tomó por su cuenta el sentido del verbo simple. Aqu1 aún, como en todas las leyes que hemos estudiado en esta primera parte, vemos en acción un pensamiento inteligente, no una necesidad ciega. Dondequiera que fijamos los -ojos con atención, vemos desvanecerse esa supuesta fatalidad que seria, según se dice, la ley del lenguaje. Las leyes fónicas no reinan sin restricción; distan t3.nto de poder destruir una palabra indispensable, ó simplemente útil, como de poder salvar una palabra superflua.
SEGUNDA PARTE C6MO SE HA FIJADO EL SENTIDO DE LAS PALABRAS
CAPITULO IX LAS SUPUESTAS TENDENCIAS DE LAS PALABRAS
De d6nde procede la «tendencia peyorativa.• -La dendencia á debilitarse•. -Otras tendencias no menos imaginarias.
En esta segunda parte nos proponemos examinar qué causas .llevan á las palabras, una vez creadas y provistas de cierto sentido, á estrechar ese sentido, á extenderle, á transportarle de un orden de ideas á otro, á elevarle ó rebajarle en dignidad; en resumen: á cambiarle. Esta segunda parte es la que constituye propiamente la Semdntica, ó ciencia de las significaciones. Una ilusión contra la cual parece ociosa toda advertencia, y que, sin embargo, es frecuente, y hasta se cubre en ocasiones con una apariencia científica, es el error que se puede resumir bajo el nombre de tendencias de las palabras. Nada es más quimérico en el fondo. ¿Cómo podrían tener tendencias las palabras? Sin embargo, oimos hablar de tendencia cpeyorativa»
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de tendencia á debilitarse, etc. Un filólogo eminente ha publicado un trabajo, muy instructivo por lo demás, que se titula: Ein pessimistischer Zug in der Entwicklung der Wortbedeutungen (1). Otro escritor, Mr. Abel, en una memoria sobre ,los verbos ingleses que expresan una idea de mando, dice que to command tiene una tendencia á descender, pero que se inclina, no obstante, en el buen sentido. Hay que incluir esas tendencias entre las «fuerzas. de que poblaba la naturaleza la ciencia de la Edad Media. Equivaldria á tomar al pie de la letra la afirmación de nuestros economistas de que el metal plata tien,e una tendencia á bajar constantemente de valor. La supuesta tendencia «peyorativa» (2) es consecuencia de una disposición muy humana que nos lleva á velar, á atenuar, á disfrazar las ideas enojosas, ofensivas ó repulsivas .. Aulo Gelio advierte que antiguamente la palabra periculum podla tomarse en buen sentido; y, en efecto, significa literalmente «experien· cia. (3). Si ha llegado á un sentido desagradable, es por efecto de un puro eufemismo; nosotros decimos igualmente de un ejército 'en derrota que ha sido eprouvée (:de un pueblo permiten adivinar su genio. Es verd~d en lo tocante á algunas; pero hay que confesar que la mayoria apenas nos ensenan mt\s que lo que sabfamos; nos dan el espfritu de todo el mundo, que no varia mucho de una nación á otra. Vamos á citar algunos ejemplos, rogando de antemano al lector que perdone su sencillez. Se trata, no de hacer admirar esas imágenes, que ~r