UN LLAMADO AL MAESTRO INTERIOR Martín R. Díaz Introducción Según la Doctrina Tradicional de los ciclos cósmicos, el peío...
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UN LLAMADO AL MAESTRO INTERIOR Martín R. Díaz Introducción Según la Doctrina Tradicional de los ciclos cósmicos, el peíodo en que nos encontramos actualmente se denomina Kali-Yuga o Edad Sombría, y es el último de los cuatro períodos en que el ciclo se divide, correspondiéndose perfectamente con las cuatro “Edades” ( Oro, Plata, Bronce, Hierro) de la civilización grecolatina. Este fin de ciclo se caracteriza por un alejamiento cada vez mayor de la humanidad con respecto a su Origen o Principio y, por consiguiente, de un alejamiento del Conocimiento de las Verdad Suprema, es decir, de las respuestas a las preguntas con las que solemos chocar, a saber : ¿Quiénes sómos, de dónde venimos, adónde vamos? Decíamos entonces que en este período la Verdad se halla oculta, disponible sólo para unos pócos, pero no porque desee replegarse en sí mísma, sino porque el común de los hombres se niega a verla, dándole la espalda y quedándosa en la superficie de las cosas, sin importarle su esencia e interioridad. Durante el Kali-Yuga es mucho más fácil perderse, estando a merced de los errores e ilusiones que se manifiestan a causa de la ignorancia reinante, siendo mucho más difícil encontrar un camino que nos lleve a la Verdad que, originalmente, estuvo accesible a todos por igual.En esta “era del desacuerdo”, nos preguntamos lo siguiente: ¿Dónde hallar un verdadro Maestro? ¿Qué camino debemos seguir? A lo que el Evangelio podría respondernos: “Buscad y hallaréis.Golpead y se os abrirá” Todo individuo lleva en sí cierta predisposición o tendencia, un “ir hacia”, que constituye el “motor” de todas las acciones que pueda llagar a realizar a lo largo de su existencia; digamos entonces que este motor es su “centro”y, si no nos dejamos arrastrar por la aparente absurdidad e ignorancia de todo lo esencial que parecen reinar en el mundo actual, podremos, movidos por este centro interior, percibir la Luz de la linterna del Ermitaño, que ilumina nuestro camino desde la cumbre más alta. I Si observamos la Clave 5 del Tarot, llamada el Papa o Hierofante, veremos la imagen del Sumo Pontífice (pontifex : hacedor de puentes), frente al cual se hallan dos monjes recibiendo su bendición o “influencia espiritual”. Este Arcano representa al Oído o Maestro Interior, nuestro revelador de misterios, por medio del cual obtenemos el conocimiento trascendental. Ahora bien ¿Qué y quién es este Maestro Interior? A esto me referiré a continuación, tomando como base el conocimiento transmitido por René Guénon, y mostrando algunas correspondencias entre diversas tradiciones que, en tanto tales, no son sino distintas adaptaciones de la Tradición Primordial. La verdad última que nos llega a través de este Gurú Interior, es el reconocimiento de nuestra Identidad Suprema, que nos lleva desde nuestra existencia individual - en el dominio de la manifestación formal -, hasta la universalización del Ser, en donde todas las posibilidades y potencialidades se encuentran inmanifestadas e indiferenciadas, hasta llegar al término de nuestro viaje que es la Identificación con el Principio Supremo. Esta Unión es lo que se denomina Yoga en la tradición hindú, y se llega a ella por medio del Conocimiento.
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Recordemos que en la India “conocer es ser”, es decir que conocedor, conocimiento y objeto conocido se tornan uno. Por lo tanto, aquél individuo que obtiene el conocimiento del Principio Supremo se torna Uno con Él. Aunque convendría hacer aquí una aclaración con respecto al térmno “unión”, ya que es sólo desde el punto de vista en el cual consideramos al individuo como poseedor de una existencia independiente, que por algún motivo es diferente de la existencia de su Principio, en donde se puede decir que se realiza la unión. Pero esto equivaldría a decir que hay cosa que existen independientemente o que son distintas a la Unidad Primordial. Teniendo en cuenta esto , es interesante observar lo que dice al respecto Muhyi-d-din Ibn `Arabî: “La idea de unión o de llegada comporta necesariamente la existencia de dos cosas al menos, análogos o no. Si son análogas, son semejantes. Si no son análogas, forman oposición. Pero Allâh está exento de toda semejanza, así como de todo rival, contraste u oposición. Lo que se llama ordinariamente “unión”, proximidad o alejamiento, no son tales cosas en el sentido propio de la palabra. Hay unión sin unificación, aproximación sin proximidad y alejamiento sin idea alguna de distancia.” ... “Quiero decir que en el estado que llamas “proximidad” no eres distinto de Él. Tú no eres distinto de Él, pero no conoces tu propium ; no sabes que eres Él y no tú.”(1) Puede que con esto nos hallamos adelantado un poco y hallamos llegado demasiado pronto al final del viaje; volveremos entonces, a continuación, con nuestro Maestro Interior. II Introduciremos aquí las nociones de Guru y Upaguru. De ellas dice Guénon: “Hay que entender por upaguru todo ser, se cual sea, cuyo encuentro es para alguien ocasión o punto de partida de un cierto desarrollo espiritual ... no hace falta que dicho ser tenga consciencia del papel que así desempeña.” (2) “La denominación de upaguru indica que éste no tiene más que un papel accesorio y subordinado, que, en el fondo, podría considerarse como el de un auxiliar del verdadero Guru...” (3) Añade también : “...el mismo Guru humano no es, en el fondo, sino la representación exteriorizada y como “materializada” del verdadero Guru interior...” (4) “Haya o no un Guru humano, el Guru interior se halla siempre presente, en todos los casos, pues él y el “Sí mismo” son una misma cosa...”(5) Este es también el verdadero significado de la sentencia: Conócete a tí mismo y conocerás el Universo, atribuída a Sócrates. Si tomamos el símbolo del punto y la circunferencia, podemos ver representado allí al Principio y al mundo respectivamente. En éste último es en donde nos encontramos todos los seres manifestados, siendo nuestro punto de apoyo desde el cual podemos elevarnos hasta alcanzar el conocimiento Supremo; es el hámbito de la multiplicidad, que obtiene su existencia del punto original o “motor inmóvil” y que se halla subordinado a éste. El Sendero del Retorno nos conduce desde el lugar que, como seres con una aparente existencia individual, tenemos en la circunferencia o mundo, hasta el Centro u Origen, pasando a través de un radio que comunica los dos estados; aunque no deberíamos hablar de estado más que en el primer término, ya que no podemos determinar o condicionar al Principio Supremo, que es infinito e inmutable. El Maestro Interior es el que posibilita a los seres ese pasaje del exterior (la multiplicidad) al interior ( el Uno), es decir, si retomamos el simbolismo geométrico, de la circunferencia al centro.
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Es, tambien, “Cristo morando en el corazón de sus fieles”. Por otro lado, encontramos esta imagen de mediador en el Hemes-Trismegisto de la civilización griega (que había sido llamado Toth por los egipcios), y en el Mercurio de la ciencia hermética, que no es sino el mensajero de los dioses, el intermediario entre el hombre y su creador o principio. En la doctrina hindú esta particular función está a cargo del intelecto trascendente, que es denominado Buddhi. Por medio de este el individuo es capaz de percibir o contemplar las verdades trascendentes: “El intelecto trascendente, para aprehender directamente los principios universales, debe ser él mismo de orden universal; ya no es una facultad individual, y considerarle como tal sería contradictorio, ya que no puede estar en las posibilidades del individuo rebasar sus propios límites, salir de las condiciones que le definen en tanto que individuo. La razón es una facultad propia y específicamente humana, pero lo que está más allá de la razón es verdaderamente <no humano>...”(6). Bueno, espero que los temas aquí expuestos, de una manera bastante general, puedan servir de soporte para un desarrollo más profundo por parte de aquellos que estén interesados en ello. Sin más que decir por el momento, salvo el anelo de que todos encontremos y recibamos la guía de este Maestro Interior, que limpiará el espejo de nuestra alma, para que podamos contemplar el Rostro Divino, es decir, el Único y Absoluto. Notas 1. Tratado de la unidad. 2. “Guru y upaguru”, capítulo XX de Initiation et Réalisation Spirituelle. 3. ibid. 4. ibid. 5. ibid. 6. René Guénon, La metafísica oriental.
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