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Diccionarios y Fraseología Margarita Alonso Ramos (ed.)
Anexos de Revista de Lexicografía, 3
A Coruña 2006
Servizo de Publicacións Universidade da Coruña
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Diccionarios y Fraseología Alonso Ramos, Margarita (ed.) A Coruña, 2006 Universidade da Coruña, Servizo de Publicacións Anexos de Revista de Lexicografía, 3
260 páxinas. 17 x 24 cm. Índice: páxinas 5-6 ISBN: 84-9749-221-8 Depósito legal: C 2805-2006 Materia: 801.3 Lexicografía. 806.0 Lingua española
Edición: Universidade da Coruña http://www.udc.es/publicaciones http://www.udc.es/snl ©Universidade da Coruña Distribución: Galicia: CONSORCIO EDITORIAL GALEGO. Estrada da Estación 70-A, 36818, A Portela. Redondela (Pontevedra). Tel. 986 405 051. Fax: 986 404 935. Correo electrónico:
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Índice
Presentación .............................................................................................................
PARTE I TRATAMIENTO
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LEXICOGRÁFICO DE LAS COLOCACIONES
IGOR MEL’ UK «Colocaciones en el diccionario» .......................................................................
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JOSEP ALBA-SALAS «Las colocaciones con nombre predicativo: consideraciones prácticas y metodológicas para su tratamiento lexicográfico» ....................................................
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MARGARITA ALONSO RAMOS «Glosas para las colocaciones en el Diccionario de Colocaciones del Español» .....
59
ALBERTO BUSTOS PLAZA «Combinaciones atributivas del tipo poner en movimiento y diccionario» ......
89
SUSANA CAMIÑA SALGADO y EVA MUÑIZ ÁLVAREZ «Sobre la necesidad de marcar las colocaciones en los diccionarios de uso» .....
101
VERÓNICA FERRANDO «Estructuración semántica de la fraseología de las lenguas de especialidad y su aplicación lexicográfica» ....................................................................................
111
LUIS LUQUE TORO «El concepto de colocación y su presencia en los diccionarios de uso del español actual» ...........................................................................................................
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BENEDIKT MODEL «Unidades fraseológicas en los diccionarios bilingües: un problema de colocación» ...................................................................................................................
133
BEGOÑA SANROMÁN VILAS «Observaciones sobre el uso de colocaciones en aprendices finlandeses de español: hacia una aplicación didáctica» ..............................................................
145
LEO WANNER «¿El Corpus como un Diccionario de Colocaciones?» ......................................
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PARTE II TRATAMIENTO LEXICOGRÁFICO
DE REFRANES Y OTRAS UNIDADES FRASEOLÓGICAS
JEAN CLAUDE ANSCOMBRE «Refranes, vulgatas y folclore» ..........................................................................
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Mª JESÚS BARSANTI VIGO «Problemática en torno al refrán y otras categorías paremiales: definición y delimitación» ......................................................................................................
197
MARIANO FRANCO FIGUEROA «Usos fraseológicos en el Diccionario de Terreros y Pando» ...........................
207
Mª ISABEL GONZÁLEZ AGUIAR «La definición lexicográfica de las unidades fraseológicas: la aplicación de modelos formales» ..............................................................................................
221
MARIA EUGÊNIA OLÍMPIO DE O. SILVA «Los ejemplos en el tratamiento lexicográfico de las unidades fraseológicas» ......
235
INMACULADA PENADÉS MARTÍNEZ «La información gramatical sobre la clasificación de las locuciones en los diccionarios» ............................................................................................................
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Presentación
Este volumen recoge una selección de las ponencias y comunicaciones presentadas al I Congreso Internacional de Lexicografía Hispánica, celebrado en A Coruña del 14 al 18 de septiembre de 2004. Este evento científico contó con el apoyo de las Consellerías de Innovación, Industria e Comercio, Educación e Ordenación Universitaria (Dirección Xeral de Universidades) y Cultura, Comunicación Social e Turismo (S. A. de Xestión do Plan Xacobeo) de la Xunta de Galicia, de los Vicerrectorados de Extensión Universitaria e Comunicación y de Investigación de la Universidade da Coruña, de la Real Academia Galega y de la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación del Ministerio de Educación y Ciencia (Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica 2004-2007, Acción complementaria HUM2004-21032-E). Quede constancia de nuestro agradecimiento a estas instituciones y al Servizo de Publicacións de la Universidade da Coruña.
MARGARITA ALONSO RAMOS
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PARTE I TRATAMIENTO LEXICOGRÁFICO DE LAS COLOCACIONES
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Colocaciones en el diccionario*
IGOR MEL’„ UK Observatorio de Lingüística Sentido-Texto Universidad de Montreal
Un bandeau Un mauvais sourire Des torrents de larmes De nombreux sentiers Des bosquets...
ceint crispe inondent sillonnent ombragent...
le front du malade. ce dur visage. ses joues. ce boisle terrain.... LEGRAND (1957: 18)
Para tratar el problema de la representación de colocaciones en el diccionario, debemos empezar por definir, primero, el concepto de colocación y, después, el de diccionario. Sólo entonces podremos concentrarnos en el medio propuesto para representar el primero en el segundo: las funciones léxicas. Como colofón, añadiremos algunas observaciones sobre la representación de las colocaciones en un diccionario bilingüe. La estructura del artículo resulta, pues, evidente: 1. Observaciones generales; 2. Colocaciones; 3. El diccionario: el Diccionario explicativo y combinatorio [DEC]; 4. Colocaciones en el DEC: Funciones léxicas; 5. Colocaciones y diccionario bilingüe.
* L. Iordanskaja, S. Kahane, y J. Miliƒeviƒ leyeron y criticaron las primeras versiones de este artículo; las observaciones de S. Kahane resultaron particularmente importantes. Me es grato expresar aquí mi profunda gratitud a todas estas personas por su inestimable ayuda. Agradezco especialmente a Xavier Blanco y a Margarita Alonso por haberse encargado de la versión española de este texto, traduciéndolo y adaptando los ejemplos del francés al español.
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IGOR MEL’„ UK
Abreviaciones y anotaciones A : actante ART : determinante cualquiera CO : complemento de objeto (dir/indir) DEC : Diccionario explicativo y combinatorio FL : función léxica L : lexema/unidad léxica particular L : una lengua particular ESem: estructura semántica
1. OBSERVACIONES
SintP : sintáctico profundo SintS : sintáctico superficial TST : teoría Sentido-Texto ~ : unidad léxica-lema I, II, ... : ASintP I, II, ... # X : una expresión X pragmáticamente deficiente r : operación de unión lingüística // : elemento fusionado del valor de una FL (vid. la nota 14)
GENERALES
La presentación se lleva a cabo en el marco de la teoría Sentido-Texto, que no podemos introducir aquí (vid., por ejemplo, Mel’…uk 1988a: 43-91, 1992, 1997). Nos limitaremos a formular dos tesis que son directamente pertinentes para la discusión: Tesis 1: Lengua como un sistema Sentido-Texto La lengua natural es un sistema de correspondencias entre los sentidos, modelizados por la Representación Semántica, y los textos, modelizados por la Representación Fonética. Simbólicamente: {‘Sentido’i} Z lengua Y {/Textos/j}. Tesis 2: Descripción de la lengua a partir del sentido hacia el texto Aun cuando las correspondencias entre los sentidos y los textos son bidireccionales y formalmente equivalentes en ambas orientaciones, nuestra descripción procede del sentido hacia el texto, siguiendo el recorrido onomasiológico. En otras palabras, sólo abordamos la síntesis o producción lingüística.1
La discusión subsiguiente presupone, pues, la producción del texto en dos etapas: El hablante parte de un contenido informativo C que desea expresar, en una situación particular, mediante un texto en lengua L. Construye, pues, para C una Representación Semántica ‘S’, es decir «realiza» la correspondencia C ] ‘S’; después construye para ‘S’ el texto /T/, «realizando» la correspondencia ‘S’ ] /T/.
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La producción del texto por parte del hablante a partir de un sentido dado es una actividad mucho más lingüística que la comprensión, por parte del destinatario, del sentido a partir de un texto dado.
COLOCACIONES EN EL DICCIONARIO
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2. COLOCACIONES Grosso modo, una colocación es un frasema, es decir un sintagma no libre.2 Necesitamos, por tanto, introducir en primer lugar el concepto de sintagma libre. Definición 1: Sintagma libre Un sintagma de la lengua L es libre si, y sólo si, puede construirse, a partir de un contenido informativo dado, de manera 1) regular y 2) no restringida.
De manera regular significa ‘exclusivamente según un diccionario de lexemas de L y las reglas generales de la gramática de L’ (hablamos aquí de un diccionario de L que no contenga ninguna expresión plurilexémica). De manera no restringida significa ‘utilizando cualquiera de las reglas que puedan aplicarse’, y en particular, permitiendo el uso de toda expresión sinónima; el término restringido ha de tomarse en un sentido muy amplio, que abarque cualquier tipo de carácter restringido. Las reglas de gramática de L describen la combinatoria de los signos de L. La acción de estas reglas no es nada más que la operación de unión, conocida también como composición, que nosotros llamamos unión lingüística; la representaremos con la notación r.3 Así pues, para todo sintagma libre AB con el sentido ‘S’ y formado por dos lexemas A y B con, respectivamente, los sentidos ‘A’ y ‘B’, podemos decir que los lexemas A y B son seleccionados (por el hablante) para el sentido ‘S’ de manera regular y no restringida, de modo que ‘S’ = ‘A’ r ‘B’ y AB = A r B. El sintagma libre AB ‘S’ es perfectamente composicional. Esto significa que el sentido de un sintagma libre es igual a la composición (mediante la operación r) de los sentidos de sus constituyentes y que su forma corresponde igualmente a la composición (siempre mediante la operación r) de las formas de sus constituyentes; la elección de A y de B no es restringida –el hablante puede optar, entre otras posibilidades, por utilizar cualquiera de los sinónimos de A y de B. Así, por ejemplo, el sentido ‘poner [los libros] sobre/ bajo/tras/... la mesa’ se expresa mediante el sintagma libre poner [los libros] sobre/bajo/ tras/ ... la mesa; se puede también utilizar cualquier (cuasi-)sinónimo de PONER y decir, por ejemplo, dejar/colocar/disponer [los libros] sobre/bajo/tras/ ... la mesa (en
2 En lo sucesivo, utilizamos los resultados presentados en diversas ocasiones en las publicaciones de los años 1967-1998; vid. sobre todo Mel’…uk (1995, 1996 y 1998). 3 Esta notación recuerda el símbolo «+» de adición aritmética, pero al mismo tiempo indica que la unión lingüística no es una simple adición o concatenación. Al reunir los signos de L, la operación r toma en cuenta todos los cambios concomitantes necesarios, tanto sintácticos como morfológicos.
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cambio, en poner [sus libros] en orden el sentido ‘ordenar’ se expresa mediante un sintagma no libre poner [N] en orden, cf. *dejar/colocar/disponer [N] en orden). Ahora, la definición de frasema resulta sencilla: se trata, simplemente, de un sintagma no libre. Definición 2: Sintagma no libre = frasema Un sintagma de L es no libre o un frasema si, y sólo si, no puede construirse, a partir de un contenido informativo dado, de manera regular y no restringida.
En otras palabras, un sintagma no libre o un frasema es un sintagma no composicional. Se dice muy a menudo que el ser humano habla con palabras; ello presupone que, para hablar bien una lengua, basta con dominar el léxico (= las palabras) y la gramática (= la sintaxis + la morfología). Pero es falso: el léxico y la gramática son necesarios pero distan mucho de ser suficientes. Consideremos el siguiente ejemplo: Suena el teléfono en casa. Mi mujer lo descuelga, escucha y me dice (1a) o (1b): (1) a. ¡Es para ti! b. Te llaman.
La expresión Es para ti o Te llaman está formada por palabras muy sencillas reunidas según las reglas sintácticas más obvias. Y, sin embargo, no es un sintagma libre. Es necesario saber que hay que decir (1a) o (1b) en español en esos casos, y no # Es por ti por quien preguntan, #Es por ti, etc. Estas últimas expresiones transmiten el sentido deseado y están bien construidas desde un punto de vista sintáctico. Y, no obstante, un hablante de español no las utilizará nunca. En cambio, un ruso no diría en esta situación #Èto dlja tebja, traducción literal de Es para ti, sino Èto tebja, lit. (‘Es a ti [en acusativo]’ (‘al que llaman’ sobreentendido, pero no expresado).4 En cambio, si me requieren en la puerta, la persona que abre tiene que decir en ruso Èto k tebe, lit. ‘Es a/hacia ti’, mientras que en español se podría seguir utilizando Es para ti. La expresión ¡Es para ti! (en la situación de una llamada telefónica) es una locución o un frasema del español. Este tipo de expresiones –que hay que conocer de memoria, porque no se pueden producir mediante reglas– tienen que ser inventariadas en la descripción de L, en nuestro ejemplo, el español, y son muy numerosas: centenares de miles.
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El símbolo # indica una expresión gramaticalmente correcta y semánticamente apropiada, pero que no puede usarse en una situación dada; indica, pues, una deficiencia pragmática.
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COLOCACIONES EN EL DICCIONARIO
En una sola página (30 líneas) de un texto de lingüística tomado al azar, encontramos los frasemas siguientes: (2) entrar en el meollo [de N] al menos ser el caso a la vez en cambio de donde (se deduce que...)
llevar una investigación tener en común por otra parte muy posible es decir más aún
En los textos literarios, la prensa y la lengua hablada, los frasemas son igualmente frecuentes (cf. los ejemplos franceses ofrecidos en el encabezamiento). De hecho, son la frecuencia y la calidad de su uso los que determinan la diferencia entre un hablante nativo y un extranjero que haya aprendido bien la lengua: UN NATIVO HABLA EN FRASEMAS. Si se acepta este postulado crucial, la descripción sistemática de todos los frasemas resulta indispensable; de ello se desprende la importancia de inventariar los frasemas en los diccionarios (monolingües y bilingües) de manera sistemática. Empezaremos por una tipología de los frasemas, lo que nos permitirá situar mejor las colocaciones, una subclase muy importante de frasemas. Si el hablante construye textos en dos etapas, C ] ‘S’ y ‘S’] /T/ (vid. arriba), la libertad de un sintagma puede infringirse en dos momentos: sea durante la construcción del sentido ‘S’ y del texto /T/ para un contenido informativo dado C, sea durante la construcción del texto /T/ para un sentido dado ‘S’. • Si un sintagma no es libre por la primera razón, se trata de un frasema pragmático, o pragmatema. Un pragmatema está rígidamente vinculado a un contenido informativo, o grosso modo, a una situación particular. Como hemos visto, cuando uno coge el teléfono y le preguntan por un miembro de la familia o por su colega, en español hay que decir Es para ti y en ruso Èto tebja. Otra expresión, aunque tenga el mismo sentido y sea sintácticamente correcta, no funciona. Los pragmatemas están en todas partes; veamos algunos ejemplos. (3) Prohibido aparcar Se despide atentamente …
Consumir antes de ... ¿Qué tal?
¡No cuelgue! El subrayado es mío
¡Buen provecho! Es para ti
A quien corresponda Le/La acompaño en el sentimiento
[en un texto científico]
¡Levanten armas! ¡A la salud de …!
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En lo sucesivo, ya no nos referiremos a este primer tipo de frasema. • Si un sintagma no es libre por la segunda razón, es un frasema semántico. El hablante construye libremente su sentido, pero el texto correspondiente no puede construirse de manera regular y no restringida, es decir, basándose exclusivamente en el diccionario de lexemas y en las reglas de la gramática de L. Un frasema semántico es un sintagma no libre que no es un pragmatema.5 Entre los frasemas semánticos, podemos distinguir tres subclases naturales: • Frasema completo o locución AB ‘S’, en donde y ‘S’ è ‘B’, 1) sea ‘S’ è ‘A’ 2) sea ‘S’ e ‘A’, pero ‘S’ è ‘B’ y ‘A’ no es el núcleo semántico de ‘S’.6 1) El sentido de una locución no incluye el sentido de ninguno de sus constituyentes: por ejemplo, garbanzo negro ‘persona mal considerada por sus condiciones morales’ [è‘garbanzo’ y è ‘negro’], ¡Naranjas de la China! ‘no me lo creo’, dar calabazas [a N] ‘rechazar un ofrecimiento amoroso [de N]’, en la cresta de la ola ‘en el momento de mayor apogeo’, pie de atleta ‘enfermedad cutánea en la planta del pie), tirar los tejos [a N] ‘insinuarse [a N] con intenciones amorosas’, poner [a N] por los suelos ‘difamar [a N] de manera extrema’, morder el polvo ‘ser vencido’, de un tirón ‘sin interrupción’...). Es el caso más corriente. 2) El sentido de una locución incluye el sentido literal de uno de sus constituyentes (pero no del otro), aunque de tal modo que dicho sentido no es el núcleo semántico del sentido global. Es, con mucho, el caso menos común. Un ejemplo podría ser la expresión inglesa private eye ‘detective privado’ [lit. ‘ojo privado’], en que el sentido de la locución incluye el sentido ‘privado’, pero no es el núcleo semántico. Una locución (= un frasema completo) AB ‘S’ es seleccionada por el hablante, para expresar el sentido ‘S’, como un todo prefabricado; los sentidos ‘A’ y ‘B’ de los lexemas A y B no están presentes. Es una unidad léxica de L, y como tal, una locución
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Por lo que sabemos, la distinción entre pragmatemas y frasemas semánticos fue explícitamente establecida por Morgan (1978). 6 El sentido ‘A’ es el núcleo semántico (ing. semantic pivot) del sentido ‘S’ si, y sólo si, sustrayendo de ‘S’ el sentido ‘A’ lo que queda es un predicado ‘B’ que se aplica a ‘A’; es decir ‘S’ = ‘B’(‘A’). Por ejemplo, en el sentido de la locución inglesa private eye ‘detective privado’, ‘A’ es ‘detective’ y el resto, es decir ‘B’, es ‘privado’, que se predica de ‘detective’. Es importante distinguir entre el concepto de núcleo semántico de un sentido complejo y el concepto de nudo comunicativamente dominante de un sentido. Así, por ejemplo, en las colocaciones del tipo conducir un coche, el sentido ‘coche’ constituye el núcleo semántico de la colocación, mientras que el nudo comunicativamente dominante es ‘conducir’ –porque el sentido entero de la colocación se reduce a ‘conducir’ sin alterar la información, aunque sí con pérdida de esta.
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debe ser representada por su propio artículo de diccionario. En inglés, a los frasemas completos se los llama idioms; en francés, se utiliza el término locution (figée). • Semi-frasema o colocación AB ‘S’, en donde ‘S’ e ‘A’, de modo que ‘A’ es comunicativamente dominante en ‘S’ y A se selecciona de manera regular y no restringida, mientras que B no se selecciona de manera regular y no restringida.
El sentido ‘S’ de una colocación incluye el sentido de uno de sus constituyentes en la posición del núcleo semántico, y dicho constituyente es seleccionado por el hablante de manera regular y no restringida; en cuanto al otro constituyente, su sentido puede estar o no incluido en el sentido de la expresión, pero, de todas maneras, ese otro constituyente es seleccionado de manera irregular y/o restringida –en función del primero. Por ejemplo, en la expresión café solo ‘café sin producto lácteo’, el adjetivo SOLO no tiene (en un diccionario de lexemas del español) el sentido ‘sin producto lácteo’ (aun cuando, por una razón u otra, decidamos incluir en nuestro diccionario el adjetivo SOLO ‘sin producto lácteo’, este lexema se selecciona de manera restringida: únicamente con CAFÉ). En la expresión año bisiesto ‘año de 366 días’, el adjetivo BISIESTO tiene el sentido ‘de 366 días’, pero sólo se combina con AÑO; se selecciona –debido a su sentido extremadamente preciso– de manera restringida. Como acabamos de decir, uno de los constituyentes de una colocación, digamos, A, se elige libremente, por su sentido; dicho constituyente se denomina base de la colocación (en nuestro ejemplo, sería café). El otro constituyente, es decir B –el colocativo– se selecciona en función del primero (en nuestro ejemplo, es solo). Otros ejemplos de colocaciones serían (la base está en versalitas): dar un GOLPE /una AUTORIZACIÓN /su APOYO, lanzar un LLAMAMIENTO/un GRITO, FIEBRE alta, coger la GRIPE, AMAR locamente, CREER a pies juntillas, DUCHA escocesa, SORDO como una tapia, IR como la seda, por ENFERMEDAD, etc. Una colocación está formada por unidades léxicas de L, pero la colocación en sí misma no es una unidad léxica de L. El conjunto de colocaciones controlado por la unidad léxica L (= colocaciones en que L es la base) se denomina la coocurrencia léxica restringida de L. • Cuasi-frasema o cuasi-locución AB ‘S’, en donde ‘S’ e ‘A’ y ‘S’ e ‘B’, pero ni ‘A’ ni ‘B’ es el núcleo semántico de ‘S’.
El sentido de una cuasi-locución incluye los sentidos de sus constituyentes; sin embargo, ninguno de estos sentidos es el núcleo en el sentido de una cuasi-locución. Por ejemplo, la expresión dar el pecho [a un bebé], que incluye los sentidos ‘dar’ y ‘pecho’, significa ante todo ‘alimentar –poniendo el pecho al alcance de la boca del
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bebé’–; su núcleo semántico ‘alimentar’ no es el de ninguno de sus constituyentes. Resulta, pues, imposible «reducir» semánticamente una cuasi-locución a uno de sus constituyentes, como puede hacerse con una colocación (café solo es café, hacer un favor es favor, y hablar fuerte es hablar): dar el pecho no es un caso particular de dar ni de pecho. En consecuencia, un cuasi-frasema es, al igual que un frasema completo, una unidad léxica de L. Citemos otros ejemplos de cuasi-locuciones: punto y coma ‘signo de puntuación formado por un punto y una coma situada encima del punto que...’ y dos puntos ‘signo de puntuación formado por dos puntos situados verticalmente que...’; fr. bande dessinée ‘publicación formada por una sucesión de dibujos dispuestos en tiras...’; ingl. [to] start a family, lit. ‘empezar una familia’ = ‘tener una pareja su primer hijo, fundando así una familia’, cuyo sentido incluye los sentidos ‘empezar’ y ‘familia’, pero no en una posición semántica dominante. Presentamos la tipología de los frasemas en la figura 1.7 En este trabajo, nos concentraremos en las colocaciones, dejando de lado los otros dos tipos de frasemas semánticos. Las cuatro observaciones siguientes concluirán nuestro pequeño panorama: 1) Selección restringida como carácter definitorio de los frasemas Al hablar de los frasemas, se insiste a menudo sobre el carácter no composicional (. opaco) de su semantismo; este carácter se toma incluso como rasgo definitorio del frasema en general. Es verdad que un sintagma cuyo sentido es no composicional es un frasema, pero lo contrario no es cierto: un número astronómico de sintagmas cuyo sentido es perfectamente composicional son frasemas. FIGURA 1. Tipología de los frasemas
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Para un panorama de los frasemas en francés, vid. Danlos (1988) y G. Gross (1996).
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Por ejemplo, los pragmatemas del tipo Prohibido aparcar (y no #Prohibición de aparcar, #Aparcamiento prohibido, etc.) o las colocaciones del tipo hacer esquí (y no *ocuparse del esquí o *ir/correr en esquí, como se dice en ruso). Es el carácter restringido de la selección de sus constituyentes lo que hace de un sintagma un frasema. Más concretamente, es la selección no libre de los significados (los pragmatemas) y/ o de los significantes (todos los frasemas) para un contenido informativo dado lo que determina el carácter fraseológico de una expresión. La opacidad del sentido es característica de algunos frasemas, pero no todos presentan esta propiedad. Debemos distinguir, pues, subclases de frasemas. En español o en francés, uno se cepilla o se lava los dientes [brosser o laver les dents], en inglés se deben ‘cepillar’ [brush the teeth], en serbio sólo se pueden ‘lavar’ [prati zube] y en ruso se deben ‘limpiar’ […istit´ zuby]. Estas expresiones son frasemas (= colocaciones del nombre que significa ‘dientes’), a pesar de su sentido completamente transparente. La no-composicionalidad del sentido es una condición suficiente, pero no necesaria para que un sintagma sea un frasema. La condición necesaria y suficiente es la ‘no-composicionalidad’ de selección de constituyentes de un frasema y de su combinatoria, lo que se observa sobre todo durante la síntesis de textos. Como puede verse, nuestro enfoque «Del sentido al texto», es decir, el recorrido onomasiológico, tiene un papel esencial en la definición del frasema. En efecto, desde el punto de vista de la comprensión, la expresión francesa très fatigué ‘muy cansado’ es perfectamente banal; pero no lo es desde el punto de vista de la producción: es preciso saber que se dice très fatigué, pero bien reposé ‘descansado’; igualmente, también en español tenemos gravemente herido [en el sentido de herida física], muy herido [en el sentido de herida moral]; muy quemado [en el sentido de descontento], pero tratamiento del gran quemado, etc. Es la selección restringida de uno de los dos constituyentes lo que convierte estas expresiones en colocaciones. 2) División neta entre tipos de frasemas Los tres tipos de frasemas semánticos arriba definidos se distinguen netamente entre ellos: no hay ni casos intermedios ni fronteras imprecisas. Si el parentesco semántico que puede ser percibido por los hablantes entre un frasema y sus constituyentes no está explícitamente expresado en la descripción del frasema (mediante componentes semánticos bien visibles), no se toma en consideración (podrá interesar a la psico(socio)logía, a la «etimología», etc., pero no a la semántica ni a la lexicografía). Por ejemplo, en tirarse los trastos a la cabeza ‘pelearse [dos o más personas]’) se observa claramente el aporte de los constituyentes; pero si no es posible expresar este aporte como parte explícita del sentido del frasema, debe ignorarse totalmente. Tirarse los trastos a la cabeza es, por tanto, un frasema completo, o sea, una locución.
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Ahora bien, la división neta entre las tres subclases de frasemas no quita el carácter gradual de su opacidad semántica. El grado de opacidad de un frasema viene dado por la importancia de los componentes comunes entre el sentido ‘S’ del frasema y los sentidos ‘A’ y ‘B’ de sus constituyentes. En efecto, las subclases (frasemas completos vs. semi-frasemas vs. cuasi-frasemas) se definen por inclusión «absoluta» (incluido/no incluido), mientras que el grado de opacidad depende de la intersección «relativa» (la parte común puede ser más o menos importante). 3) Grado de fijación El grado de fijación es una propiedad lógicamente independiente del carácter fraseológico y debe considerarse aparte. Así, las dos expresiones inglesas [to] pay attention [to N] ‘prestar atención [a N]’ y [to] turn one’s attention [to N] lit. ‘volver su atención [hacia N]’ son colocaciones, pero la primera es, con mucho, más fija que la segunda: en pay attention, el nombre no admite determinante (*He payed his attention to... vs. He turned his attention to...), tampoco admite modificadores, etc. En una descripción lexicográfica, todos los frasemas deben acompañarse de datos sobre su fijación, es decir, de una mención que explicite la o las restricciones particulares que sólo son válidas para el frasema en cuestión (del tipo «sin pasiva», «sin artículo», «sin modificador», «sin cambio de orden de las palabras», etc.). 4) La fraseologización se realiza también a niveles superiores e inferiores a los del lexema Todos los tipos de frasemas inventariados están formados, sobre todo, por lexemas; es el caso más típico. No obstante, un frasema también puede incluir constituyentes mayores que el lexema, es decir, otros frasemas, así como constituyentes menores que el lexema, es decir morfos (= afijos y radicales, estos últimos dentro de palabras compuestas). Por ejemplo, conocer como la palma de su mano es una colocación cuyo colocativo COMO LA PALMA DE SU MANO es, a su vez, un frasema completo; ingl. stone-deaf, lit. ‘[como] piedra sordo’ = ‘sordo como una tapia’ es un compuesto de tipo colocacional en que el colocativo es un radical. En lo sucesivo, no tomaremos en consideración los colocativos frasemas ni los colocativos morfos (aunque la fraseologización dentro de palabras derivadas y compuestas sea un tema muy importante).
3. EL DICCIONARIO El diccionario que nos servirá de punto de referencia es el Diccionario explicativo y combinatorio [DEC]. Teniendo en cuenta la vasta literatura que existe sobre el mismo (entre otros, cuatro volúmenes publicados del DEC francés; vid. Mel’…uk et
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al. 1982, 1984, 1992, 1999), no lo caracterizaremos en detalle, sino que nos limitaremos a presentar aquí las seis particularidades de este diccionario pertinentes para la discusión que sigue. • Un DEC es un léxico teórico, lo que implica, al menos, dos cuestiones importantes: – Se elabora sin tener en cuenta consideraciones económicas ni materiales (factores necesariamente predominantes en la planificación de los diccionarios comerciales orientados al gran público). Sólo se admiten consideraciones de verdad, de lógica y de coherencia. – Se elabora en el marco de una teoría lingüística bien desarrollada, la teoría Sentido-Texto, de la que se toman los conceptos de representación semántica, actante semántico y actante sintáctico profundo, régimen, etc., que se utilizan de manera clave en el DEC. Esta teoría hace hincapié en el léxico de la lengua; es, pues, particularmente apta para la elaboración de un diccionario. • Un DEC es un léxico activo: está completamente orientado hacia la producción de textos. Es, pues, un diccionario de síntesis (más que de análisis). El usuario busca en el DEC medios para expresar lo que quiere expresar y no interpretaciones de las expresiones que ha encontrado. • Un DEC es un léxico semántico: todas las entidades lingüísticas que se registran en un DEC van siempre provistas de descripciones semánticas elaboradas según normas rígidas, lo cual es natural en el enfoque «sentido Y texto»: siempre debe partirse de un sentido dado bien descrito. • Un DEC es un léxico combinatorio: debe presentar la coocurrencia léxica restringida de toda unidad léxica-lema L, es decir, sus colocaciones: bajo cada L, se encuentran, en teoría, todos sus colocativos. • Un DEC pretende ser un léxico formal, y ello, respecto a los dos aspectos siguientes: – Se organiza según los principios de presentación formal en el sentido matemático del término; de hecho, es una base de datos léxicos formalizada que utiliza una metalengua lexicográfica rigurosa e impone, tanto al lexicógrafo como al usuario, el respeto de la lógica por encima de todo. – Observa el principio de coherencia lógica en el tratamiento de las unidades léxicas de una lengua. Todas las unidades léxicas reciben el mismo tratamiento; todos los lexemas y todos los frasemas completos/los cuasi-frasemas –es decir, las (cuasi-)locuciones– de la lengua descrita L aparecen como lemas, con sus artículos uniformizados.8 8 Por el momento, se excluyen de esta afirmación las unidades léxicas únicas (que aparecen sólo en una combinación con otra unidad léxica) que son lexemas o frasemas que presentan otros lexemas/ frasemas en el mismo vocablo. Así, solo ‘sin producto lácteo’ [sólo con café] y como la palma de su
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• Un DEC debe ser un léxico exhaustivo, pero, contrariamente a los otros diccionarios, lo es solamente en cada entrada. Su nomenclatura puede estar incompleta, ya que no es esa la primera preocupación de un lexicógrafo Sentido-Texto. En cambio, debe indicarse, explícitamente, todo lo que es pertinente para los empleos de cada una de las unidades léxicas inventariadas. En resumen, un DEC es un diccionario teórico, activo, semántico, combinatorio, formal y exhaustivo (respecto a cada artículo). El soporte informático es el más indicado para un DEC. Debería poder servir de base para la construcción de diccionarios comerciales de todo tipo. Si se dispusiese de un DEC lo suficientemente completo, resultaría fácil extraer automáticamente cualquier tipo de diccionario orientado al gran público, adaptándolo, al mismo tiempo, para la tarea particular que le fuese asignada.
4. FUNCIONES
LÉXICAS
Para describir las colocaciones en un diccionario del tipo DEC, se propuso un concepto en ðolkovskij y Mel’…uk (1965) y (1967): las funciones léxicas (vid. las caracterizaciones detalladas de las FFLL en los volúmenes publicados del DEC, así como en Mel’…uk 1992, 1996 y 1998). 4.1. Concepto de función léxica En una colocación, el colocativo se selecciona en función de la base. Así pues, se impone la noción de función léxica. Una función léxica [= FL] es una función en el sentido matemático del término: una correspondencia f que asocia a una unidad léxica L, denominada el argumento de f, un conjunto de unidades léxicas f(L) — el valor de f. Dado que esta función sólo opera con unidades léxicas, es natural llamarla léxica. Cada FL f está asociada a un sentido ‘f’ muy general (que puede, incluso, ser cero) y, al mismo tiempo, a un papel sintáctico profundo. El argumento de una FL f es la unidad léxica L sobre la cual se aplica el sentido ‘f’; y el valor de la FL f para un argumento dado L es un conjunto de unidades léxicas o expresiones libres que pueden realizar f [es decir, expresar el sentido ‘f’] en lugar de L o junto a L. De manera más precisa, para que una correspondencia léxica f sea una función léxica, debe satisfacerse una de las dos condiciones particulares A y B.
mano ‘muy bien, con todo detalle’ [sólo con conocer] no tienen un artículo aparte en el DEC: estas expresiones están descritas en los artículos de CAFÉ y CONOCER. Por supuesto, esta política no tiene valor científico y puede cambiar tan pronto como exista una buena razón para ello.
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Definición 3: Función léxica Una correspondencia léxica f que asocia a una unidad léxica L de una lengua L un conjunto f(L) de unidades léxicas de L es una función léxica si, y sólo si, satisface una de las dos condiciones siguientes A y B: A. Bien f es aplicable a varias Li; en tal caso, sean cuales sean las unidades léxicas L1 y L2, si tanto f(L1) como f(L2) existen, entonces: 1. Dos elementos cualesquiera L’1 de f(L1) y L’2 de f(L2) mantienen con L1 y L2, respectivamente, la misma relación (aproximadamente) respecto al sentido y la función sintáctica profunda: L’1 ____
.
L’2 _____ L2
L1
2. Para dos elementos cualesquiera L’1 de f(L1) y L’2 de f(L2), tenemos: L’1 ____ L1
…
L’2 _____ L2
3. Al menos en algunos casos, f(L1) … f(L2), mientras f(L1) y f(L2) no pueden ser especificados sin mencionar las unidades léxicas individuales L1 y L2. B. O bien f sólo es aplicable a una sola L (o, tal vez, a dos o tres L semánticamente emparentadas).
Las FFLL del tipo A se denominan normales; las del tipo B, degeneradas. Para las FFLL normales, la condición A1 caracteriza una correspondencia léxica como una FL potencial; no hace referencia a los datos específicos de una lengua particular L. En cambio, la condición A3 caracteriza una correspondencia léxica como una FL actual; hace referencia a datos de L: significa que en L, los elementos del valor de f están fraseológicamente vinculados por su argumento. La condición A2 garantiza que una FL f «abarque» todos los pares de unidades léxicas que pueden describirse mediante f. Tomemos como ejemplo la FL f que expresa (aproximadamente) el sentido ‘muy’ . ‘intenso’ . ‘intensamente’, es decir, un intensificador. Ilustremos, en primer lugar, la condición A. Sea L1 = LLORAR y L2 = LLUVIA; entonces:
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f(LLORAR) = desconsoladamente, a moco tendido, como una Magdalena, a lágrima viva, como una criatura; f(LLOVER) = abundantemente, a cántaros, a raudales, torrencialmente, ...
Todo elemento del primer conjunto (por ejemplo, como una Magdalena) está, respecto a LLORAR, en una relación semántica y sintáctica que es idéntica a la relación que mantiene con LLOVER todo elemento del segundo conjunto (por ejemplo, a cántaros): como una Magdalena
a cántaros =
= ...
LLORAR
LLOVER
Obviamente, como una Magdalena y a cántaros no son semántica ni sintácticamente iguales. Sin embargo, la expresión como una Magdalena desempeña, respecto a LLORAR, (aproximadamente)9 el mismo papel que la expresión a cántaros respecto a LLOVER: ambas son modificadores sintácticos que significan en este contexto . ‘intensamente’. La proporción arriba presentada puede prolongarse ad libitum. Para ser una FL estándar (véase más abajo), una correspondencia léxica debe dar lugar a un gran número de proporciones de este tipo. No obstante, aunque necesaria, esta condición no es suficiente: es preciso que, además, la correspondencia léxica en cuestión respete la condición A3. La importancia de la condición A3 puede ilustrarse como sigue. Si la correspondencia f considerada da lugar a numerosas proporciones como la arriba mencionada (o sea, si f cumple la condición A1) pero tenemos siempre el mismo numerador para denominadores distintos, la correspondencia léxica f es trivial en L: no presenta ningún interés para nosotros, ya que el resultado de su aplicación no es una colocación; no deseamos que f sea calificada como FL, ya que no es más que un simple caso de significación léxica. Por ejemplo, el sentido ‘cuyo precio es elevado’ no corresponde a una FL en español, ya que con cualquier unidad léxica puede expresarse mediante el mismo lexema CARO. Ello significa que su expresión no depende fraseológicamente de la unidad léxica modificada: caro
caro =
COCHE
= ... VIAJE
9 No entramos en los detalles de la precisión semántica; es decir, del sentido exacto de este «aproximadamente». Sin embargo, más adelante, veremos cómo pueden expresarse las diferencias semánticas más sutiles mediante funciones léxicas no estándar.
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En cambio, el sentido ‘muy’ . ‘intenso’ determina una FL en español: ‘muy’(enfermo) = muy, gravemente, pero ‘muy’(herido) = gravemente ; ‘muy’(miedo)= atroz, fuerte, espantoso, pero ‘muy’(susto) = gran, morrocotudo, mayúsculo, de muerte... ; ‘muy’(luchar) = a brazo partido, pero ‘muy’(prohibir) = terminantemente; etc. Como puede verse, la expresión de ‘muy’ (es decir, de la idea de intensidad) depende de la unidad léxica modificada. La FL correspondiente a este sentido se denominará Magn (cf. infra). El argumento de una FL (enfermo, herido, miedo, susto, etc. respecto a ‘muy’) se denomina también palabra llave (para evitar, en algunos contextos, la molesta homonimia del término argumento: de una FL vs. de un predicado semántico). Como ya hemos dicho, las FFLL del tipo arriba presentado –las FFLL sintagmáticas– se introducen para describir las colocaciones; la palabra llave de una FL f que describe la colocación C corresponde a la base de C y el valor de f, al conjunto de colocativos de C; la FL f asocia, pues, a una base dada todos sus colocativos. Entre las FFLL normales (las de tipo A1), conviene distinguir una subclase importante, que denominaremos FL estándar. Estas FL cumplen dos condiciones suplementarias, dadas por la Definición 4. Definición 4: Función léxica estándar Una función léxica f se denomina estándar si, y sólo si, las dos condiciones siguientes se cumplen simultáneamente: 1. f está definida para un gran número de argumentos (dicho de otro modo, f tiene una amplia coocurrencia semántica: el sentido ‘f’ es lo suficientemente abstracto y general como para ser compatible con muchos otros sentidos). 2. f presenta un gran número de valores distintos (dicho de otro modo, el conjunto de todos los valores de f para todos los argumentos es suficientemente grande).
Paralelamente a la condición A1 de la Definición 3, la condición 1 de la Definición 4 caracteriza una FL como una FL estándar potencial; no hace referencia a datos específicos de L. Sin embargo, la condición 2 de la Definición 4 caracteriza una FL como una FL estándar actual; hace referencia a los datos de L. Ilustremos el papel de la condición 1 de la Definición 4 mediante el ejemplo siguiente. El sentido ‘sin producto lácteo’ se expresa de manera especial con el nombre en francés CAFÉ: noir; el té sin leche no puede llamarse *thé noir –hay que decir thé nature .10 Tampoco se dice *cacao noir con el sentido de ‘cacao sin producto lácteo’, ni *café seul, como se dice en español (café solo). Y eso no es
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Por lo demás, thé nature significa algo más que té sin leche: se trata de té sin ningún añadido «visible» (por ejemplo, sin limón, sin mermelada, etc.; no obstante, puede llevar azúcar).
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todo respecto a CAFÉ: ‘café con leche’ se dice en francés café au lait, pero ‘café con crema de leche’, se dice café crème (cf. las construcciones similares en italiano: caffelatte o caffè latte vs. caffè macchiatto); en francés ‘café con alcohol’ se dice café arrosé y ‘café con whisky’, café irlandais. Del mismo modo, el whisky sin soda, agua, hielo, etc. se llama whisky sec . Las expresiones de estos sentidos están léxicamente distribuidas: NOIR con CAFÉ, NATURE con THÉ, SEC con bebidas alcohólicas. Así pues, los sentidos . ‘sin añadido de producto que modifique el gusto’ satisfacen las condiciones A1 y A2 de la Definición 3: corresponden a FFLL. Pero incumplen la condición 1 de la Definición 4: estos sentidos son demasiado específicos, sólo son aplicables a los nombres de bebidas, y además, cada uno a «su» bebida (también incumplen la condición 2 de la Definición 4). Se trata de las FFLL no estándar. El papel de la condición 2 puede ilustrarse con un ejemplo en ruso: el sentido ‘de color marrón’. Este sentido tiene cinco expresiones distintas en función de lo que caracteriza: si se aplica a un objeto distinto de los ojos o cabellos humanos y de la piel de los caballos, ‘marrón’ es KORI„NEVYJ. Ahora bien, para decir ‘marrón’ hablando de los ojos, tenemos KARIJ: ‘ojos marrones’ = karie glaza ; para los cabellos, se dice TËMNORUSYJ o KAŠTANOVYJ (según el matiz): ‘cabellos castaños’ = tëmnorusye o kaštanovye volosy ; finalmente, para los caballos, se usa GNEDOJ: ‘un caballo zaino’ = gnedoj kon´/gnedaja lošad´ (para ser más precisos, GNEDOJ se aplica si el caballo tiene las crines y la cola negras). En consecuencia, el sentido ‘de color marrón’ da lugar en ruso a una correspondencia léxica que satisface las condiciones A1 y A2 de la Definición 3: es una FL. Además, contrariamente al sentido del tipo ‘sin añadido de un producto que modifique el gusto’, el sentido ‘de color marrón’ cumple también la condición 1 de la Definición 4: el número de cosas que pueden ser marrones es muy elevado. Sin embargo, este sentido no cumple la condición 2: tiene solamente cinco expresiones distintas, cuatro de las cuales (KARIJ, TËMNORUSYJ, KAŠTANOVYJ, y GNEDOJ) se utilizan con muy pocos argumentos, es decir, de manera restringida. Este sentido corresponde también a una función léxica no estándar. Las FFLL no estándar no se prestan bien a una organización sistemática. Son numerosas (probablemente decenas de miles para cada lengua), pero caprichosas e imprevisibles, de modo que el lexicógrafo se ve obligado a buscarlas empíricamente para poder consignarlas en las entradas léxicas correspondientes: vino tinto11 ; café solo ; noche en blanco; cinturón de seguridad; pagar al contado , marea alta/baja... El único consuelo
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Por ejemplo, en francés, vino tinto se dice vin rouge ‘rojo’, mientras que, en georgiano, en serbio y en catalán, se dice šavi gvino, crno vino, vi negre, lit. ‘vino negro’.
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para el lexicógrafo es que, normalmente, las FFLL no estándar son muy especializadas, presentan sentidos muy precisos y cada una de ellas sólo afecta a un ámbito léxico muy particular. Antes de continuar, nos gustaría subrayar que las FFLL, presentadas hasta aquí sobre todo como un medio de descripción de colocaciones, son al mismo tiempo una herramienta muy eficaz para la descripción de lo que podría llamarse, con un ligero abuso de lenguaje, las «derivaciones semánticas» de la palabra llave L: los sinónimos y los cuasi-sinónimos de L, sus antónimos y cuasi-antónimos, sus conversivos y cuasi-conversivos, sus derivados puramente sintácticos, así como los derivados actanciales y circunstanciales (nomen actionis o qualitatis, nomen agentis y patientis, nomen loci, nomen instrumenti/modi, adjetivalización, adverbialización...). Las FFLL de este último tipo son FL paradigmáticas, y las FFLL del tipo anterior, sintagmáticas; las abordaremos brevemente en la sección siguiente. Entre las FFLL estándar, tanto paradigmáticas como sintagmáticas, hemos establecido empíricamente un subconjunto de, aproximadamente, sesenta FFLL que ha resultado ser particularmente cómodo para la descripción de la derivación semántica, de la coocurrencia léxica restringida y de la paráfrasis. Cada FL se identifica mediante un nombre convencional y se trata como unidad última, es decir, indivisible. Estas FFLL constituyen el núcleo del sistema de las FFLL y se denominan FFLL estándar simples. Todas las otras FFLL estándar entran en la subclase de las estándar complejas. Se construyen a partir de las FFLL estándar simples, según algunas reglas generales. Nos concentraremos en las FFLL estándar simples, limitándonos a algunas ilustraciones de las FFLL complejas. Presentamos abajo tres ejemplos de FFLL estándar simples, escritas con la forma adoptada para la presentación de las FFLL en la teoría Sentido-Texto. • La FL S1 especifica la designación general del actante SintP I de la palabra llave (. nombre de agente): S1 (deuda) = deudor S1 (crimen) = autor [de ART ~] //criminal S1 (huelga) = huelguista
S1 (desesperación) = víctima [de ART ~] S1 (sobrevivir) = superviviente S1 (enseñar) = profesor
Respecto al símbolo « // » (elemento fusionado del valor fusionado de una FL), vid. la nota 14. • La FL Magn (los nombres de las FFLL vienen siempre del latín; en este caso, de magnus ‘grande’) es un intensificador:
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Magn (aplausos) = nutridos Magn (sordo) = como una tapia Magn (chillar) = como un descosido Magn (fuerte) = como un toro
Magn (borracho) = como una cuba Magn (apreciar) = enormemente Magn (vigilar) = estrechamente, de cerca Magn (prohibir) = terminantemente
• La FL Oper1 (lat. operari ‘trabajar’) es un verbo semánticamente vacío (o vaciado de su sentido en el contexto de su palabra llave) que toma: 1) la palabra llave [L] como su complemento de objeto directo (COdir) o principal (si el verbo no es transitivo), es decir como su actante Sint(áctico) P(rofundo) II;12 2) el actante SintP I potencial [X] de la palabra llave como su sujeto sintáctico, por tanto, como su actante SintP I:
en donde X es el actante SintP I potencial de L [por actante SintP potencial i de la unidad léxica L se entiende un actante SintP i que está especificado como tal en el régimen de L, pero que no aparece necesariamente en la frase como actante SintP i de L]. Veamos algunos ejemplos en español: Oper1 (denuncia) = presentar [ART ~]; consideremos la frase (4): (4) Juan [X] ha presentado [Oper1] una denuncia [L] contra el encargado, en donde JUAN es el actante SintP I del verbo PRESENTAR, mientras que DENUNCIA es el actante SintP II de este verbo; al mismo tiempo, JUAN es el actante I potencial de DENUNCIA (Juan es el que denuncia). Véanse otros ejemplos: Oper1 (grito) = lanzar [ART ~] Oper1 (gripe) = tener [ART ~] Oper1 (miedo) = sentir [~] Oper1 (esfuerzo) = desplegar [ART ~]
Oper1 (orden) = dar [ART ~ a N] Oper1 (supremacía) = tener, ejercer [ART ~ sobre N] Oper1 (mirada) = echar [ART ~ a N] Oper1 (precaución) = tomar [ART ~]
12 Lamentablemente, no podemos formular aquí el concepto crucial de actante SintP: ello exigiría una presentación del componente sintáctico del modelo Sentido-Texto, así como del modelo en sí. Una vez más, debemos remitir al lector a las referencias bibliográficas, sobre todo, Mel’…uk (2004a, b).
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La expresión entre corchetes que sigue al valor de Oper1 (así como al de cualquier FL presentada más adelante) constituye el Régimen del elemento en cuestión. La tilde « ~» reemplaza a la palabra llave y el símbolo ART significa que debe utilizarse un determinante (un artículo, un adjetivo posesivo o demostrativo, etc.) según las reglas de la gramática de la lengua en cuestión. Oper1 representa una familia de verbos que fueron descritos, para el inglés, por Jespersen (1909-1949, vol. 6: 117), que los bautizó light verbs. Recibieron el nombre de verbes supports en los trabajos de Gross y de su equipo (vid. Giry-Schneider 1978b, 1987, Gross 1981, Danlos 1988 y G. Gross 1990, donde pueden encontrarse otras referencias); los verbos soporte o verbos de apoyo reciben un tratamiento formal sistemático en términos de FFLL del tipo Operi/Funci/Laborij. Las FFLL desempeñan un doble papel en la descripción lingüística: • Por una parte, las FFLL sirven para describir las relaciones léxicas en el léxico de una lengua: las relaciones paradigmáticas y las relaciones sintagmáticas entre las unidades léxicas. • Por otra parte, las FFLL sirven para describir la sinonimia entre frases basada en las relaciones semánticas entre unidades léxicas, es decir, las paráfrasis léxicas (vid. Mel’…uk 1988b y 1992). El primer papel concierne directamente al diccionario, ya que supone, ante todo, un problema lexicográfico. El segundo afecta a la semántica y a la sintaxis profunda, y no será objeto aquí de un desarrollo particular. No obstante, cabe destacar que las reglas de paráfrasis (las ecuaciones semánticas entre FL) son de una importancia capital para la buena comprensión de las FFLL. Una propiedad importante de las FFLL estándar simples reside en su carácter universal: son válidas para todas las lenguas y son suficientes para la descripción de la derivación, de la coocurrencia léxica restringida y de la paráfrasis en la gran mayoría de los casos. Sin entrar en la enumeración sistemática de las FFLL, cabría hacer dos observaciones generales sobre las mismas.13 1. Nuestra definición de colocación admite expresiones muy poco fraseológicas –por así decir, fraseológicas como efecto secundario. Por ejemplo, si bien el adverbio MUY se combina con la mayoría de los adjetivos y adverbios (muy rojo, muy inteligente, muy lejos, muy cerca, muy concentrado...), no es posible con algunos de ellos: HERIDO (*muy herido en el sentido físico, pero muy herido por tus palabras ofensivas), ARMADO, INEDUCADO y muchos otros. Con nombres calificativos se dice el
13 La lista sistemática de FL puede consultarse, entre otros, en Mel’…uk (1982), Mel’…uk et al. (1984: 6-13, 1992: 127-131, 1995 y 1996) y con una adaptación de los ejemplos al español en Mel’…uk (2001).
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muy sinvergüenza o el muy embustero, pero no *un muy sinvergüenza/ embustero, sino un gran sinvergüenza o un embustero tremendo, etc. Esto nos lleva a considerar todas las expresiones con MUY como colocaciones. Sin embargo, no debe indicarse la posibilidad de MUY en el artículo de diccionario de toda expresión que presente Magn; basta con indicar los casos en que MUY no funciona; en los otros, MUY se utilizará como valor de Magn por defecto. De manera similar, la FL no estándar ‘de color marrón’ en ruso no debe repetirse para las designaciones de todos los objetos y sustancias que pueden ser marrones: se especifica únicamente para los ojos, el cabello y la piel de los caballos; en los restantes casos, tomará el valor por defecto, que es siempre el mismo (KORI„NEVYJ). 2. En numerosos casos, las FFLL admiten generalizaciones más o menos evidentes. Por ejemplo, las FFLL de RÍO se aplican a los nombres (propios) de afluente/ de río particulares: si un río DESEMBOCA en algún sitio [en un lago, por ejemplo], entonces el Sena, el Danubio, el San Lorenzo, el Jordán y el Amor DESEMBOCAN también; si una enfermedad MINA al enfermo, entonces la tuberculosis, el sida, el cáncer, etc. lo MINAN también. Podemos SENTIR cualquier sentimiento, y EFECTUAR muchas acciones. Estas generalizaciones constituyen una tarea especial que no podemos describir aquí en detalle. 4.2. Tipos de funciones léxicas Las FFLL se dividen en dos grandes clases: las FFLL paradigmáticas, que representan las relaciones paradigmáticas entre unidades léxicas y que recubren todos los valores «derivativos» (en sentido amplio) de una unidad léxica dada L; y las FFLL sintagmáticas, que representan las relaciones sintagmáticas entre unidades léxicas y que recubren todos los valores colocacionales de la unidad léxica L (su coocurrencia léxica restringida). Recuérdese que cada valor de una FL dada f de una palabra llave L puede contener muchos elementos léxicos, más o menos sinónimos entre sí. Por regla general, un elemento del valor de una FL paradigmática se utiliza en el texto en lugar de su palabra llave; en cambio, un elemento del valor de una FL sintagmática se utiliza habitualmente al lado de (= con) su palabra llave.14 No obstante, esta distinción sintáctica entre las dos clases no hace sino reflejar una distinción semántica más profunda: • Las FFLL paradigmáticas están enfocadas a la denominación/selección léxica; tienen que ayudarnos a responder a preguntas del tipo «¿Cómo se llama el objeto o la situación X vinculada a Y?» –cuando se quiere hablar de X, y no de Y.
14 Esta regularidad puede infringirse, lo cual se indica sistemáticamente en las entradas léxicas correspondientes; nos referimos a los denominados elementos fusionados del valor de la FL, que se señalan con dos barras inclinadas //. Si bien se trata de un tema importante, no podemos extendernos más sobre este punto.
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• Las FFLL sintagmáticas están enfocadas a la combinatoria léxica; tienen que ayudarnos a responder a preguntas del tipo «¿Cómo se llama la acción X de Y?» –cuando se quiere hablar de Y y de X al mismo tiempo. En el interior de las dos grandes divisiones indicadas, las FFLL se reagrupan (cuando es posible) por la categoría gramatical de su valor: FL nominales, FL adjetivales, FL verbales y FL adverbiales. Las FFLL simples se pueden combinar entre sí dando lugar a FL complejas y a configuraciones de FFLL. – Una FL compleja se escribe como una cadena de símbolos de las FFLL simples que la forman: IncepOper2, AntiReal3, IncepPredPlus, etc., es decir, como fgh(L). Es importante destacar que una FL compleja no es, de ningún modo, una composición de FFLL: fg(L) … f(g(L)) Así, IncepOper1 (fuego) = abrir [~]; no obstante, si Oper1(fuego) = hacer [~], Incep(hacer) … abrir (sino que Incep(hacer) = emprender). Por consiguiente, IncepOper1 (fuego) … Incep(Oper1 (fuego)). Un elemento específico del valor corresponde, de manera idiomática, a una FL compleja como un todo; este valor no puede calcularse por etapas (contrariamente a lo que sucede con la verdadera composición de funciones). – Se llama configuración a un conjunto de FFLL que no están sintácticamente vinculadas entre sí, pero que tienen la misma palabra llave. Dicho conjunto tiene un valor cuyos elementos expresan de manera inanalizable el sentido del conjunto entero. Me limitaré a un ejemplo que ayudará a clarificar el concepto: [Bon + Magn](alegría) = paradisíaca: «una intensa [Magn] alegría que es muy agradable [Bon]»
Las FFLL estándar tal como las hemos presentado, incluso añadiendo las FFLL complejas y las configuraciones, no recubren el inmenso conjunto de colocaciones. Existe, en efecto, un número imprevisible de colocaciones que, por una parte, son estrictamente del mismo tipo que las expresiones «léxico-funcionales», pero que, por otra parte, no pueden describirse mediante FL estándar, ya que su sentido es demasiado específico y, por lo tanto, no generalizable. Necesitamos FL no estándar. Anteriormente, hemos presentado las FFLL no estándar, en la subsección 4.1, de modo que aquí podemos contentarnos con algunas observaciones adicionales.
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Para el lexicólogo, las FFLL no estándar representan una seria molestia. Como, por su propia naturaleza, son muy específicas y no sistemáticas, las FFLL no estándar no son previsibles y no pueden extraerse e inventariarse de manera metódica; sin embargo, están muy extendidas y son muy importantes. La única manera de inventariarlas es encontrarlas en textos. Además, por las mismas razones, no pueden describirse mediante un formalismo predeterminado, sino que hay que formular el sentido de cada una de ellas en el DEC, una por una, en una lengua «tratada», del mismo modo que se hace con las definiciones lexicográficas. De hecho, cada descripción de una FL no estándar es una mini-definición. El siguiente ejemplo lo muestra con claridad. Sea el artículo de diccionario para el nombre francés STEAK; encontramos, entre otras, las FFLL no estándar siguientes: STEAK, nom, masc. casi crudo poco cocinado muy cocinado S. con patatas fritas S. con ensalada
: bleu lit. ‘azul’ : saignant lit. ‘sangriento’ : à point lit. ‘a punto’ : ~ frites : ~ salade
Señalemos que STEAK TARTARE es un caso completamente distinto. Como un steak tartare no es un steak ‘corte de ternera hecho a la plancha o a la parrilla’, esta expresión constituye un frasema completo, es decir una locución, que tiene un artículo de diccionario propio. Las FFLL no estándar son típicas, sobre todo, para palabras concretas, que están normalmente muy marcadas técnica o culturalmente: nombres de comidas (quesos, vinos...), de ropa, de transacciones financieras, de procedimientos médicos, de actividades culturales, políticas o religiosas, de armas, de partes del cuerpo... Estas funciones son numerosas en las lenguas especializadas (tecnología, enseñanza, derecho...). Su inventario y su descripción lexicográfica son una ardua tarea. No obstante, justamente a causa de su naturaleza especializada y no sistemática, las FFLL no estándar no están casi nunca implicadas en la estructura de la lengua. Se trata, en cierto modo, de nomenclaturas técnicas. Por suerte, pues, para el lexicólogo, la omisión o el añadido de una FL no estándar es una operación totalmente local, sin repercusiones sobre el conjunto de las unidades léxicas descritas ni, sobre todo, sobre el aparato descriptivo. Muy a menudo, puede resultar necesario utilizar las FFLL estándar en combinación con no estándar: ello da, como resultado, FFLL mixtas. Estas FL aparecen donde se necesitan elementos semánticos no estándar para distinguir las colocaciones que no son totalmente sinónimas, pero que queremos describir mediante FL estándar. Tomemos el adjetivo inglés OPPOSED ‘opuesto’; si nos limitamos a la FL estándar Magn, obtenemos lo siguiente:
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Magn(opposed) : adamantly, bitterly, consistently, deeply, resolutely, steadfastly, strongly, vehemently, vigorously
Sin embargo, todos los elementos en el valor de esta Magn no son sinónimos. Todos pueden utilizarse para intensificar el sentido de OPPOSED, pero considerando distintos aspectos. Estos adverbios tienen sus propias entradas en el DEC del inglés, de modo que, para elegir aquel que se necesite en un caso concreto, se podría consultar su definición. Ahora bien, para simplificar la labor del usuario, también pueden utilizarse distintivos semánticos, sea junto a los elementos del valor, sea distinguiendo varias FFLL mixtas: OPPOSED firmemente, Magn de manera coherente, Magn con convencimiento, Magn de manera constante, Magn de manera emotiva, Magn
: adamantly, bitterly : consistently : deeply, resolutely : steadfastly : strongly, vehemently, vigorously
4.3. Funciones léxicas y selección léxica colocacional La utilización de las FFLL para encontrar el colocativo adecuado en una colocación con una base dada parece evidente. Esta utilización es particularmente pertinente en el ámbito de la traducción; de ahí la importancia de las colocaciones en los diccionarios bilingües. Esto es aún más visible en Traducción Automática: las FFLL inventariadas en los diccionarios de la lengua de origen L1 y de la lengua meta L2 garantizan la selección correcta de los equivalentes de traducción. Así, por ejemplo, en un sistema de Traducción Automática que funcione en el nivel de la Estructura Sintáctica Profunda [ESintP] (es decir, sin pasar por la Estructura Semántica), basta, en un primer momento, reducir la colocación de L1 a su representación mediante FL, es decir a su ESintP; después sólo se traduce la palabra llave de la FL (= la base de la colocación); y, finalmente, se selecciona el valor de la FL en cuestión para el equivalente de la palabra llave en L2. Por ejemplo, la frase Juan me ha apartado de esta costumbre se representa –tras la etapa del análisis– mediante una ESintP como esta: (5) 1
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El análisis se realiza con ayuda de un diccionario monolingüe español del tipo DEC, que presenta los valores de todas las FFLL para todas los lemas;15 el DEC indica, pues, que APARTAR corresponde a LiquOper1 (COSTUMBRE). A continuación, en la etapa de transferencia, el árbol sintáctico (una ESintP) del español (5) se reemplaza por el árbol correspondiente al inglés (5’): (5’)
Esta transferencia se efectúa mediante un diccionario bilingüe español-inglés, que establece las correspondencias léxicas biunívocas del tipo JUAN ] JOHN, YO ] I y COSTUMBRE ] HABIT. Finalmente, en la etapa de síntesis en inglés, la estructura (5’) se realiza como John broke me of this habit. Destaquemos que, en el ejemplo (5), como en todos los casos del mismo tipo, sólo los nombres necesitan una verdadera transferencia, es decir la búsqueda de sus equivalentes ingleses en un diccionario bilingüe. Gracias al método propuesto, se evita por completo la búsqueda de correspondencias «extrañas» del tipo APARTAR ] [to] BREAK en el contexto de COSTUMBRE/HABIT: [to] BREAK se calculará como un elemento del valor de la FL LiquOper1(HABIT), especificada bajo la entrada HABIT en un diccionario monolingüe inglés (independientemente del lexema de partida APARTAR – o de cualquier otro lexema de partida de cualquier otra lengua). La misma entrada dará el régimen: BREAK [N of N: whom of what]. De este modo, la traducción multilingüe de colocaciones en todas las direcciones deseadas no exige varios diccionarios especiales organizados por pares de lenguas. Basta con tener diccionarios monolingües lo bastante detallados y rigurosos, que contengan los valores de las FFLL, así como toda la información pertinente (régi-
15 Aunque en este artículo presentamos el DEC como un diccionario de síntesis, nada impide utilizarlo para el análisis. En efecto, en este tipo de diccionario, todas las correspondencias se establecen de manera simétrica: si se dice que LiquOper1(costumbre) = apartar, este dato puede utilizarse para seleccionar la expresión correcta para LiquOper1(costumbre), es decir, en una perspectiva de síntesis, o bien establecer que apartar (a N de una costumbre) es un elemento con el valor LiquOper1 –en una perspectiva de análisis.
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men, etc.). Las FFLL constituyen, pues, una interlingua cómoda para la transferencia de las colocaciones. Para hacer más claro al lector el procedimiento de transferencia de las colocaciones, citaremos una serie de correspondencias inglés-español que resulta fácil expresar mediante FL: FIGURA 2. Correspondencias colocacionales expresadas mediante Funciones Léxicas (adaptado de Fontenelle 1992) inglés HABIT
]
español COSTUMBRE
IncepOper1
[to] acquire, develop, form [ART ~], get [into ART ~], take [to ART ~]
contraer, coger [ART ~]
FinOper1
[to] drop [ART ~], get out, get rid [of ART ~]
perder [ART ~]
LiquOper1
[to] break [N of ART ~], wean [N from ART ~]
alejar, apartar [a N de ART ~]
Liqu1Oper1
[to] break off, kick, shake off, throw off [ART ~]
abandonar [ART ~], romper [con ART ] deshacerse [de ART ~], renunciar [a ART ~]
CausFunc1
[to] instill [ART ~ in(to) N]
inculcar [ART ~ a N]
4.4. Funciones Léxicas, medio necesario y suficiente para la descripción de las colocaciones De vez en cuando, podemos leer, en la bibliografía sobre las colocaciones, que las FFLL, aunque en muchos casos son una herramienta muy cómoda, no son suficientes, no recubren todos los casos de colocativos y no garantizan una caracterización lo suficientemente precisa de sus sentidos. Por ejemplo, para traducir colocaciones de L1 a L2, las FFLL a menudo no permiten especificar los equivalentes de traducción de los colocativos con la precisión necesaria. Queremos dejar bien claro que esto es falso. Existen casos en que las FFLL estándar no bastan, pero el abanico completo de funciones, incluyendo las no estándar, complejas, mixtas y las configuraciones, siempre es suficiente: por definición.16 Cualquier distinción, por sutil que
16 Existe un único caso en que las FFLL (incluyendo las FFLL no estándar) no son aplicables para la descripción de las colocaciones: se trata de las colocaciones (bastante raras, según parece) descritas por medio del régimen del lema. Por ejemplo, consideremos la expresión seguro de enfermedad; es una
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sea, puede captarse mediante las FFLL, recurriendo, por ejemplo, a distintivos no estándar. Así, devorar con la mirada … desafiar con la mirada … seguir con la mirada; estas colocaciones tienen que describirse mediante FFLL mixtas distintas: manifestando deseo de X de Y manifestando desafío de X a Y Y desplazándose
+ Labor12(mirada) + Labor12(mirada) + Labor12(mirada)
: devorar [NY con ART ~] : desafiar [NY con ART ~] : seguir [NY con ART ~]
Una descripción de este tipo es del todo suficiente para garantizar la selección de los equivalentes de traducción rusos en el artículo del nombre VZGLJAD ] MIRADA: • Para devorar con la mirada, hay una correspondencia perfecta: manifestando deseo de X de Y
+ Labor12(vzgljad) : poñirat´ [NYac ~instr] (lit. ‘devorar’)
• Para desafiar con la mirada, no hay una correspondencia directa: VZGLJAD no tiene este Labor12, pero tiene un Oper1: Oper1(vzgljad) : brosit´ [~acc NYdat] (lit. ‘lanzar’)
Así pues, hay que vincular sintácticamente el adjetivo vyzyvajuš…ij –que corresponde a (manifestando desafío de X a Y)– a VZGLJAD, y el resultado será satisfactorio: brosit´ Y-u vyzyvajuš…ij vzgljad, lit. ‘lanzar a Y una mirada desafiante’. • Para seguir con la mirada, tampoco existe una correspondencia directa, pero VZGLJAD presenta un Labor12 mixto que tiene una intersección semántica con la FL correspondiente en español: Y yéndose + Labor12 (mirada) : provoñat´ [NYac ~instr]
colocación, porque el término enfermedad está seleccionado de manera restringida: no podemos decir *seguro de salud (en inglés, se dice exactamente eso: health insurance). Casos similares serían: peligro de muerte vs. alemán Lebensgefahr, lit. peligro para la vida; condenado a muerte, fr. condamné à vie; baja por enfermedad, fr. congé maladie, ingl. sick leave; etc. Así, ENFERMEDAD es un actante SintP de SEGURO, como MUERTE lo es de PELIGRO; las indicaciones correspondientes tienen que darse, por tanto, en el régimen de las unidades léxicas SEGURO y PELIGRO. La relación entre FFLL y colocaciones puede formularse del siguiente modo: por una parte, hay FFLL que no describen colocaciones: son las FFLL paradigmáticas. Por otra parte, hay colocaciones que no pueden describirse mediante FFLL: son las colocaciones de L controladas por el régimen de L. El conjunto de las expresiones definidas por las FFLL y el conjunto de colocaciones se hallan, pues, en relación de intersección. No obstante, dicha intersección es muy importante.
COLOCACIONES EN EL DICCIONARIO
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(lit. ‘acompañar’; lo que quiere decir ‘seguir Y con la mirada hasta que Y se vaya’). Si en el texto español se trata de un Y que se desplaza sin irse, este equivalente no es adecuado. En tal caso, la selección léxica se hace a través del sentido (la estructura semántica): ne spuskat´ s Y-a glaz, lit. ‘no separar los ojos de Y’ o, sencillamente, sledit´ za Y-om, lit. ‘observar, seguir a Y’. De una manera u otra, siempre que la traducción mediante una colocación sea, en principio, posible, las FFLL (más el sistema de paráfrasis) garantiza una buena selección léxica, con distinciones semánticas tan precisas como se desee.
5. COLOCACIONES EN EL DICCIONARIO BILINGÜE Nunca nos hemos ocupado del desarrollo de diccionarios bilingües, ni en particular de la descripción de colocaciones en tales diccionarios. Por lo tanto, las observaciones siguientes son más bien especulaciones que resultados de una investigación seria. Pueden considerarse dos grandes enfoques de las colocaciones en los diccionarios bilingües, que corresponden a los principios generales de construcción de estos diccionarios: enfoque unionista (tradicional) y enfoque divisionista (innovador). El enfoque unionista de diccionarios bilingües es bien conocido: todos los diccionarios bilingües existentes están estructurados con este enfoque. Es decir, en un artículo de diccionario L1 Y L2 (por ejemplo, inglés-español), se dan todas las colocaciones de la unidad léxica lema L de la lengua de origen (aquí, del inglés); después, se proponen equivalentes de traducción para L y sus colocaciones. Como ilustración, tomemos el nombre inglés ILLNESS. Esto es lo que puede encontrarse (más o menos) en los diccionarios inglés-español, inglés-alemán e inglés-ruso del tipo DEC, pero elaborados desde un enfoque unionista: vid. figura 3. Este método funciona bien si las colocaciones de ambas lenguas se corresponden más o menos bien entre ellas y no exigen demasiados comentarios adicionales. Algunos diccionarios de colocaciones bilingües se presentan exactamente así: Ilgenfritz et al. (1989). No obstante, en casos más complejos (y la mayor parte de casos son más complejos), el artículo de diccionario bilingüe unionista que incluye las colocaciones y sus equivalentes se vuelve demasiado largo y pesado. Por ejemplo, el artículo de diccionario inglés-francés TÊTEI.1a ‘parte superior del cuerpo humano’ en Meyer (1990) ocupa 14 páginas (pp. 200-213). Ahora bien, Meyer no considera todo esto suficiente, sino que añade un artículo de diccionario monolingüe inglés para HEAD1a, donde ofrece más detalles y comentarios respecto a las expresiones inglesas. De hecho, todos los comentarios que se encuentran en la parte inglesa del artículo bilingüe son redundantes –porque todos se retoman en el artículo monolingüe correspondiente.
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FIGURA 3. Correspondencias multilingües entre colocaciones expresadas en términos de FFLL (adaptado, con algunos cambios y añadidos, de Wanner 1999: 70) Inglés
Español
Alemán
Ruso
ILLNESS
ENFERMEDAD
KRANKHEIT
BOLEZN´
haben [ART ~acc], leiden [an ART ~acc]
stradat´ [~instr], bolet´ [~instr]
Oper1
have [ART ~], suffer [from ART ~]
tener, padecer [ART ~], sufrir [de ART ~]
IncepOper1
contract [ART ~], fall ill [with ART ~]
contraer, coger [ART ~], erkranken [an ART ~acc] zabolet´ [~instr], coll. podcepit´ //enfermar [ART ~acc]
FinOper1
recover [from ART ~] reponerse [de ART ~]
Generen [von ART ~dat]
vyzdorovet´, popravit´sja [ot ~gén]
LiquFunc1
cure, heal [ART ~]
curar [ART ~]
heilen [ART ~acc]
vyleèit´ [~acc]
—
aquejar [a N]
—
byt´ [u Ngén]
Func1
Esto último hace pensar en el enfoque divisionista para diccionarios bilingües, que propone una ruptura con la organización conocida de los diccionarios bilingües. En lugar de un diccionario bilingüe completo L1 Y L2, se elaboran, para el par L1 Y L2, tres diccionarios separados: 1) un diccionario monolingüe completo de L1 [= D(L1)] (es decir, con todas las colocaciones); 2) un diccionario monolingüe igualmente completo de L2, D(L2), también con todas las colocaciones de L2; y 3) un índice bilingüe L1 Y L2, en el que las colocaciones no están presentes (la metalengua lexicográfica utilizada en D(L1) y D(L2) depende de la orientación: si el usuario previsto es un hablante de L1, entonces la metalengua tiene que ser L1). El usuario podrá así identificar una colocación con ayuda de D(L1), después traducir la base de la colocación con el índice y, finalmente, encontrar un equivalente de la colocación en cuestión en D(L2). El enfoque divisionista es válido para todos los casos, incluso los más difíciles; de hecho, es la solución última, que soluciona teóricamente todos los problemas de traducción de colocaciones (el lado práctico, es decir pedagógico, es otra historia; vid. infra). Tomemos un ejemplo. Imaginemos un diccionario español-ruso para hablantes de español en tres partes, como acabamos de proponer. Detengámonos en el artículo del nombre SUPLICIO Y ruso KAZN´, lit. ‘ejecución’ (es uno de los equivalentes que se encuentran en todos los diccionarios español-ruso). Este artículo tiene que ayudar a un usuario a traducir al ruso las colocaciones que vemos en las frases (6): (6) Ha sufrido el suplicio de la rueda <del palo>.
COLOCACIONES EN EL DICCIONARIO
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Sufrir es un Oper2(suplicio); suplicio, a su vez, es un S0(ajusticiar); rueda y palo son Sinstr(ajusticiar); en (6), estos lexemas son el ASintP III de suplicio. La estructura sintáctica profunda de (6) es (6’): (6’)
Las frases en (6) tienen que traducirse en ruso de manera distinta: (6’’) a. Para RUEDA: Ego kolesovali, lit. ‘Lo han rodado’ = ‘Lo han puesto en la rueda’. b. Para PALO: Ego posadili na kol, lit. ‘Lo han sentado sobre un palo’.
No parece posible, sin recargar de manera desmesurada el artículo del diccionario bilingüe, dar las traducciones rusas de las colocaciones españolas en una parte «común» a ambos diccionarios. En cambio, si se separan las partes española y rusa, tendremos, en la parte rusa, lo que se especifica a continuación. En primer lugar, el nombre ruso KAZN´ no tiene Oper2, lo cual excluye una traducción más o menos directa. El lexema KAZN´ tiene, sin embargo, el verbo correspondiente V0 = KAZNIT´ ‘ejecutar, ajusticiar’ y los Sinstr: KOLESO ‘rueda’, KOL ‘palo’, TOPOR ‘hacha’, KOSTËR ‘hoguera’, VISELICA ‘patíbulo’, que son igualmente Sinstr de KAZNIT´; cada uno de estos Sinstr presenta –en su propio artículo de diccionario– la FL Labreal12 (. ‘someter a la acción de...’): Labreal12(koleso) = // kolesovat´ [NYac] | pasiva no aceptable, lit. ‘rodar’ = ‘poner sobre la rueda’ Labreal12(kol) = posadit´ [NYac] na [~ac], lit. ‘sentar sobre un palo’ Labreal12(topor) = // otrubit´ [NYdat] golovu | sin pasiva ‘cortar la cabeza [a N]’, obezglavit´ [NYac] | pasiva preferible ‘decapitar’ Labreal12(kostër) = sñe…´ [NYac (na ~e)] | activa preferible ‘quemar [a N] (en una hoguera)’ Labreal12(viselica) = vzdërnut´ [NYac na ~u | activa preferible, lit. ‘subir [a N] al patíbulo’ // povesit´ [NYac] ‘colgar’
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Esta descripción se necesita, de todas maneras, para el ruso y es sencilla de proporcionar, independientemente de las colocaciones en la lengua de origen. Cuando el usuario quiere traducir las frases (6), descubre que el nombre ruso KAZN´ no tiene Oper2 ni la construcción del tipo *kazn´ kolesa ‘de la rueda’ (*s kolesom ‘con la rueda’, *pri pomoš…i kolesa ‘mediante la rueda’,...). Deberá, pues, intentar parafrasear la construcción española de origen (presentada en (6’)): Oper2 (S0 (V))—IIS0(V)—IIIZ [Z = Sinstr(V)]
Las reglas de paráfrasis conocidas nos permiten efectuar las transformaciones siguientes: ¡
¡
(A) X I—Oper2(S0(V))—IIS0(V)—IIIZ ] X II—V—IIIZ ‘X sufre el suplicio por el instrumento de suplicio Z’ ] ‘Se ajusticia a X por el instrumento de suplicio Z’.
¡
¡
(B) X II—V—IIIZ ] X II—Labreal12(Z)—IIIZ | Z es Sinstr(V) ‘Se ajusticia a X por el instrumento de suplicio Z’ ] ‘Se somete a X al instrumento de suplicio Z’.
El resultado es la siguiente estructura rusa:
El nombre del instrumento de suplicio es fácilmente traducible: RUEDA ] KOLESO, PALO ] KOL, HACHA ] TOPOR, HOGUERA ] KOSTËR. La estructura ON¡I— Labreal12(Z) puede realizarse directamente en ruso –mediante la parte monolingüe rusa de nuestro diccionario (para los nombres KOLESO, KOL, TOPOR, KOSTËR, etc., donde se encuentran los verbos correspondientes con su régimen). Pensamos que los casos como éste son, con mucho, los más frecuentes y que nuestro tratamiento tiene que orientarse más bien hacia este tipo de correspondencias entre colocaciones. Siguiendo Iordanskaja y Mel’…uk (1997), proponemos, pues, solucionar el problema de las colocaciones en los diccionarios bilingües construyendo ¡
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diccionarios monolingües completos –de tipo DEC– y dotando el par de diccionarios pertinente con un índice bilingüe (para la traducción de las bases de colocaciones únicamente).17 Así pues, a modo de resumen, podemos formular una definición de DEC bilingüe: Un DEC bilingüe L1 Y L2 [= para los hablantes de L1] es la unión de dos DEC monolingües de L1 y de L2, cuya metalengua lexicográfica es L1, que contienen todos los comentarios necesarios en L1 y que están provistos de un índice léxico L1 Y L2; este índice permite al usuario el acceso al DEC de L2.
Es preciso reconocer que nuestro DEC bilingüe no es una herramienta de utilización fácil; presupone, por parte del usuario, una alta capacidad de análisis semántico de las expresiones de su lengua materna, es decir de Lde origen, para poder buscar las expresiones apropiadas en Lmeta. Conocemos únicamente tres diccionarios de colocaciones bilingües que han optado por el enfoque divisionista: Reum (1953), Reum (1965) y Ubin (1995). El último de ellos, por ejemplo, contiene una parte rusa, con las colocaciones correspondientes y los equivalentes de traducción ingleses para las palabras llave; y una parte inglesa, perfectamente simétrica, donde las palabras llave se dotan de equivalentes rusos, pero las colocaciones como tales no se traducen directamente. Pensamos que, para finalidades teóricas y en aplicaciones computacionales, el enfoque divisionista del tratamiento de las colocaciones es, con mucho, preferible. Respecto a los diccionarios «humanos», sobre todo los destinados al gran público, hay que dar prioridad a las consideraciones pedagógicas. La práctica lexicográfica mostrará las ventajas y los defectos de ambos enfoques; es posible que los dos sean útiles –en función de tareas y de públicos distintos. También es probable que una mezcla razonable de ambos enfoques sea la mejor solución.
17
Como ilustración del enfoque divisionista, en Iordanskaja y Mel’…uk (1997), puede consultarse un artículo de diccionario ruso de un DEC bilingüe francés-ruso para francófonos en donde se presentan las colocaciones del nombre ruso NOS ‘nariz’ descritas en francés.
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Las colocaciones con nombre predicativo: consideraciones prácticas y metodológicas para su tratamiento lexicográfico
JOSEP ALBA-SALAS College of the Holy Cross (Massachusetts, EEUU)
1. INTRODUCCIÓN Este trabajo se centra en las colocaciones con nombre predicativo (en adelante, CNP).1 Siguiendo a Alonso Ramos (2004), entiendo las colocaciones como casos de coocurrencia léxica restringida (cf. Mel’…uk 1995, Corpas Pastor 1996, Bosque 2001b, Iriarte 2001, Koike 2001, Castillo Carballo 2003). Específicamente, concibo las CNP como sintagmas formados por unidades léxicas autónomas, una de las cuales (la base) es un sustantivo predicativo que selecciona léxicamente el verbo con el que aparece (el verbo colocativo). Los ejemplos (1) y (2) ilustran el concepto de una CNP. A diferencia de casos como (3), cuyo núcleo semántico es el verbo, en (1) y (2) quien determina los participantes del evento es un sustantivo que designa una acción (visita) o un estado o condición (miedo). Así, por ejemplo, en (1) es visita, y no hacer, el que introduce los argumentos semánticos de la oración: Eva (la visitante) y Lola (la visitada). La naturaleza predicativa de visita se demuestra por el hecho de que este sustantivo puede encabezar un sintagma nominal con los mismos actantes que en (1), pero sin hacer (la visita de Eva a Lola). (1) Eva le hizo una visita a Lola. (2) A Lola le dan miedo las arañas. (3) a. Eva le hizo un pastel a Lola. b. A Lola le dieron un libro.
1
Quisiera expresar mi agradecimiento a Margarita Alonso y Alberto Bustos por sus comentarios y sugerencias respecto al contenido del trabajo. Obviamente, cualquier error que haya quedado es sólo mío.
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JOSEP ALBA-SALAS
A diferencia de oraciones como (4), que también contienen un nombre predicativo, en colocaciones como (1) y (2) el nombre predicativo (NP) selecciona léxicamente al verbo, y al menos uno de los argumentos semánticos del NP es un dependiente sintáctico del verbo. Por ejemplo, en (1) Eva (el agente de visita) es el sujeto gramatical de hacer, mientras que Lola es su objeto indirecto. Por el contrario, en (4) Eva y Lola aparecen dentro del sintagma nominal encabezado por visita, y por tanto no son dependientes directos del verbo. (4) Pedro criticó la visita de Eva a Lola.
Debido a su escaso peso semántico, predicados como hacer en (1) se conocen comúnmente como verbos de apoyo, livianos, soporte o funcionales, dependiendo de la tradición lingüística (e.g. Jespersen 1954, M. Gross 1981, Giry-Schneider 1987, Cattell 1984, Mirto 1990, Polenz 1987, Busch 1988, Grimshaw y Mester 1988, Dubinsky 1990, Büttner 1997, La Fauci 1997, Mendívil 1999, Alonso Ramos 2004, Alba-Salas 2002). Desafortunadamente, todavía no existe una definición de estos verbos aceptada universalmente fuera de la intuición básica sobre su semántica empobrecida y su función de actualizar el NP en una oración, de manera que lo que algunos investigadores denominan verbos de apoyo no lo son para otros. Por ejemplo, mientras que algunos sostienen que casos como (2) contienen un verbo causativo, pero no un verbo de apoyo en sentido semántico (Alonso Ramos 2004), otros consideran que ese verbo causativo puede definirse estructuralmente como un verbo de apoyo (AlbaSalas 2002, 2004). Para evitar confusiones, en lo que sigue utilizo el término CNP como una categoría global que incluye construcciones como (1) y (2). Las CNP presentan retos importantes tanto para la lingüística teórica como para la lexicografía a la hora de (i) formalizar sus propiedades semánticas, morfosintácticas y combinatorias, y (ii) distinguirlas de las expresiones idiomáticas y otras construcciones. El presente trabajo tiene dos objetivos: (i) presentar las principales generalizaciones empíricas sobre las CNP del español y otras lenguas recogidas en la investigación dentro de la lingüística teórica, enfatizando las implicaciones prácticas y metodológicas para su tratamiento lexicográfico, y (ii) esbozar una tipología parcial que distinga las CNP de los sintagmas libres, las expresiones idiomáticas y otras colocaciones.
2. PROPIEDADES COMBINATORIAS DE LAS CNP Como es bien sabido, en una CNP el significado del nombre predicativo no nos permite predecir con exactitud con qué verbo colocativo aparece (p. ej. La Fauci 1980, Abeillé 1988, De Angelis 1989, Danlos 1992, M. Gross 1996, Cicalese 1999, Štichauer
LAS COLOCACIONES CON NOMBRE PREDICATIVO
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2000, Alba-Salas 2002, Alonso Ramos 2004). Esto lo demuestran varios hechos. En primer lugar, las CNP varían de lengua a lengua. Un ejemplo citado comúnmente es que mientras que en español el NP paseo se combina con dar, su equivalente italiano (passeggiata) aparece con fare ‘hacer’, y su equivalente inglés (walk) se combina con take ‘tomar’. En segundo lugar, dentro de una misma lengua dos NP con sentido cercano pueden combinarse con verbos diferentes. Por ejemplo, en español decimos hacer una advertencia, pero dar un aviso (cf. *hacer un aviso), y prestar obediencia, pero mostrar sumisión (cf. *prestar sumisión) (ejemplos de Alonso Ramos 2004). En tercer lugar, desde una perspectiva diacrónica, un NP puede ser compatible con un verbo determinado en un cierto período histórico, pero no en otro (Dubský 1965, Chaurand 1983, Alba-Salas en preparación). Por ejemplo, sustantivos como miedo o envidia, que ahora aparecen obligatoriamente con dar, parecían combinarse preferentemente con hacer en el siglo XVII, como se ilustra en (5), tomado de Alba-Salas (en preparación). (5) Todo me hacía envidia y todo lástima por no tenerlo en mi casa. (Segunda parte de la vida de Lazarillo de Tormes, Juan de Luna, 1605)
Esta imprevisibilidad indica que en una CNP, a diferencia de otras construcciones, el NP selecciona léxicamente el verbo, de manera que la combinación de ambos elementos está determinada fundamentalmente por las restricciones de coocurrencia léxica de la base, no por la selección semántica (Abeillé 1988, Alonso Ramos 1997, 1998, 2004, Alba-Salas 2002, 2004). Como sugiere Alonso Ramos (2004), esta imprevisibilidad nos obliga a precisar en el artículo lexicográfico del NP con qué verbo(s) colocativo(s) se combina. Aunque dicha información debería incorporarse sistemáticamente a la microestructura de cualquier diccionario, su inclusión en diccionarios multilingües u orientados a hablantes no nativos resulta obligada (cf. Garriga 2003). Aun siendo impredecibles en última instancia, las CNP a veces muestran ciertas tendencias generales. Por ejemplo, en las lenguas románicas los sustantivos que designan golpes suelen aparecer con el verbo equivalente a dar, y aquellos que designan enfermedades, con tener (e.g. Abeillé 1988, M. Gross 1996, Alonso Ramos 2004). Esta correlación es productiva y nos permite predecir CNP de nuevo cuño (p. ej. dar un ordenadorazo). Claramente, en las CNP la selección léxica del verbo por parte del NP no excluye la posibilidad de que algunos verbos, sobre todo aquellos con mayor contenido semántico, también impongan ciertas restricciones semánticas generales al sustantivo (Alonso Ramos 1998, Alba-Salas 2002, Bustos Plaza 2005a). Aunque, como señala Alonso Ramos (2004), todavía carecemos de una tipología semántica de nombres predicativos que nos permita usar estas correlaciones de forma sistemática para contrarrestar la coocurrencia léxica restringida, podemos evitar redundancias de dos
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maneras: con artículos colocativos para el verbo que incluyan información sobre sus propiedades generales (por ejemplo, el tener de apoyo que aparece con nombres de enfermedades), y con lexemas genéricos para los NP hiperónimos de un campo semántico relevante para la selección del verbo colocativo –una ‘parte pública’ compartida por todos los miembros de ese campo semántico. Así, por ejemplo, la parte pública de enfermedad, compartida por todos los sustantivos que designan algún tipo de enfermedad, indicaría que estos nombres se combinan con tener, coger y contraer, entre otros verbos. Sin embargo, conviene recordar que esta parte pública sólo reflejaría tendencias generales que suelen tener excepciones. Por ejemplo, como señala Alonso Ramos (2004), catarro no acepta contraer –una restricción que deberíamos especificar en la entrada de este NP.
3. EL NOMBRE PREDICATIVO COMO PREDICADO Como es bien sabido, los argumentos semánticos de una CNP varían en función del NP. Por ejemplo, dar un suspiro tiene sólo un participante (quien suspira) porque suspiro sólo tiene un actante, mientras que hacer una visita tiene dos (el visitante y el visitado) porque visita es biactancial. Así, pues, la estructura argumental de una CNP no puede caracterizarse independientemente de la estructura actancial del NP. Los nombres predicativos tienen dependientes sintácticos, actantes semánticos y un régimen preposicional propios (p. ej. Grimshaw 1990, Pustejovsky 1995, Mendívil 1999, Alba-Salas 2002, Alonso Ramos 2004). La entrada del NP debería indicar qué actantes semánticos introduce y cómo se realizan sintácticamente, ya que dicha información suele ser idiosincrásica y se resiste a la equivalencia funcional entre definido y definidor. Tal y como propone Alonso Ramos (1997, 2003, 2004), podemos lograr este objetivo usando variables actanciales en el definido enlazadas con las variables usadas en el definiens (cf. Porto Dapena 2002, Medina 2003). Por ejemplo, como se ilustra en (6), la entrada de llamada nos indicaría explícitamente que este sustantivo tiene dos actantes: x (quien llama, introducido por la preposición de), e y (a quien se llama, introducido por a). Como también vemos en (6), a diferencia de llamada, los dos actantes de conversación (el núcleo del definidor) están introducidos por con y entre (por razones de espacio, ignoro la posibilidad de una conversación entre x e y). Si no indicásemos la diferencia de régimen preposicional entre definido y definidor, el usuario del diccionario podría concluir, erróneamente, que podemos hablar de *una llamada de una persona con otra. (6) llamada: (...) ~ de x a y: conversación telefónica iniciada por x con y
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La naturaleza predicativa de los NP es intrínseca. Aunque muchos NP suelen tener un verbo o adjetivo asociado morfológicamente (llamar/llamada), esto no siempre es así. Por ejemplo, para campaña y conferencia carecemos de *campañear o *conferenciar (ejemplos de Alba-Salas 2002). En aquellos casos en que el NP tiene un verbo relacionado, suele haber diferencias en las propiedades semánticas y sintácticas de sus actantes (Giry-Schneider 1987, Pivaut 1994, Mendívil 1999, Štichauer 2000, Alba-Salas 2002, Alonso Ramos 2004, Bustos Plaza 2005). Por ejemplo, ciertos NP imponen restricciones semánticas que el verbo correspondiente no impone. Así, entrar puede tener un sujeto inanimado (entraba mucho sol en la sala), pero entrada no (#la entrada de mucho sol en la sala, aceptable sólo como personificación). Además, como señalan varios autores, aun cuando un NP tiene un verbo asociado, la CNP formada con este sustantivo suele corresponder sólo a una de las acepciones del verbo (compárense dar un abrazo a alguien/*al socialismo frente a abrazar a alguien/el socialismo, ejemplo de Bustos Plaza 2005) y suele tener propiedades aspectuales diferentes (p. ej. dar una caricia implica un único toque, mientras que acariciar no; ejemplo de Alonso Ramos 2004). Los actantes de un NP pueden presentar características diferentes dependiendo de si el sustantivo aparece en una colocación o no (Giry-Schneider 1987, Alonso Ramos 2004). Por ejemplo, fuera de una colocación el actante de comienzo está introducido por de (el comienzo de algo), pero cuando se combina con dar está introducido por a (dar comienzo a algo; ejemplo de Alonso Ramos 1998). Por otra parte, los actantes del NP pueden presentar ciertas restricciones semánticas en una colocación, pero no fuera de la misma. Por ejemplo, como señala Alba-Salas (2004), en italiano, fuera de una colocación el único actante de caduta ‘caída’ puede ser animado o inanimado (la caduta di Leo/del muro di Berlino ‘la caída de Leo/del muro de Berlín’). Sin embargo, en la CNP fare una caduta (literalmente ‘hacer una caída’) el actante de caduta debe ser animado (Leo/#il muro di Berlino ha fatto una caduta ieri ‘Leo/el muro de Berlín se cayó ayer’). Todas estas particularidades deberían marcarse en el apartado de colocaciones del NP correspondiente.
4. PROPIEDADES LÉXICAS DEL VERBO COLOCATIVO Un verbo colocativo puede tener diversas variantes homófonas (Alonso Ramos 1997, 2004, Alba-Salas 2002, 2004). Por ejemplo, el dar de dar un paseo no es el mismo que el de darle miedo a alguien: este último tiene un sentido causativo y se combina con sustantivos que designan estados, mientras que el primero no tiene sentido causativo y aparece con nombres de acción. Esto implica no sólo que necesitamos varias entradas (o subentradas) para cada variante del verbo colocativo (dar
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causativo frente a dar no causativo), sino también que debemos especificar en la entrada léxica del NP exactamente qué variante selecciona dicho nombre. Los verbos colocativos muestran diferentes grados de desemantización (p. ej. Kearns 1989, Di Sciullo y Rosen 1990, Alonso Ramos 1998, Mendívil 1999, Bosque 2001a, Butt y Geuder 2001, Alba-Salas 2002). Por ejemplo, verbos como tener admiten sujetos inanimados y no imponen restricciones semánticas a los actantes del NP, mientras que perpetrar y cometer requieren un sujeto humano. Por eso tenemos la CNP Osama mismo perpetró/cometió el ataque contra el indefenso niño, pero no #el león mismo perpetró/cometió el ataque contra el indefenso niño (excepto como personificación). Que perpetrar y cometer son los que imponen esta restricción lo demuestra el hecho de que el NP ataque no requiere un sujeto animado (el ataque del león contra el indefenso niño, ejemplos de Alba-Salas 2002). Como señala Alonso Ramos (2004), los verbos colocativos pueden subdividirse en varias clases atendiendo a sus propiedades semánticas. Por una parte, tenemos los verbos de apoyo, que no están necesariamente vacíos de contenido léxico (es decir, en un sentido paradigmático), pero que sí están vacíos sintagmáticamente en el contexto de una CNP, ya que el sentido del NP hace redundante su significado léxico. Por ejemplo, cometer requiere que su objeto directo designe un crimen o acción negativa, por ejemplo cometer un asesinato/*un milagro. No obstante, en la CNP Juan cometió un asesinato, cometer está vacío en un sentido sintagmático porque asesinato introduce los participantes del evento y conlleva ya el sentido de crimen o acto negativo. Por tanto, se trata de una construcción con verbo de apoyo (CVA). Por otra parte, tenemos aquellos verbos colocativos que no están vacíos sintagmáticamente: los causativos, que añaden un sentido de causación (p. ej. darle miedo a alguien, frente a la CVA tener miedo); los verbos de realización, que implican la idea de llevar a cabo un objetivo inherente al significado del NP (cumplir una promesa, frente a la CVA hacer una promesa); y los verbos fásicos, que especifican la fase del estado de cosas designado por el NP, como su comienzo (tomar el control, frente a la CVA tener el control), continuación (mantener el control) o final (perder el control). Como señala Alba-Salas (2002), esta distinción es muy útil, pero muy pocos verbos de apoyo están totalmente vacíos en un sentido sintagmático. Por ejemplo, como ya hemos visto, en la CVA cometer/perpetrar un ataque el verbo impone una restricción semántica que el NP no exige, al requerir un sujeto humano. Además, los verbos de apoyo también pueden introducir diferencias estilísticas o de registro (compárese, por ejemplo, dar una bofetada con arrear una bofetada).
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5. PROPIEDADES MORFOSINTÁCTICAS
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Las CNP tienen diferentes grados de libertad sintáctica y lexicalización, sin mostrar una fijación completa (Giry-Schneider 1978b, 1987, Alonso Ramos 1998, 2004, Alba-Salas 2002, Bustos Plaza 2005). Como señala Alba-Salas (2002, 2004), en general, las CNP con nombres de acción (hacer una llamada) suelen tener las mismas propiedades que un sintagma verbo + objeto directo ordinario, mientras que las CNP con sustantivos que designan estados (darle miedo a alguien) tienen menos libertad sintáctica debido a sus propiedades aspectuales y al hecho de que incluyen un NP no contable. Sin embargo, incluso en este último caso el NP normalmente se puede modificar con un determinante, un adjetivo, un sintagma preposicional o una cláusula de relativo (Eva me da mucho miedo, no te imaginas el miedo que me da Eva) y, en lenguas como el catalán y el italiano, también se puede pronominalizar con un clítico partitivo (p. ej. en catalán Eva me’n fa tanta ‘Eva me da tanto [miedo]’). Estos ejemplos ilustran una generalización pan-románica esencial: si un NP admite un artículo indefinido, aunque sólo sea en combinación con un adjetivo (como en Eva me da un miedo increíble), la CNP tendrá las propiedades básicas de un sintagma verbo + objeto directo, sometida, eso sí, a otras restricciones generales de la lengua, como por ejemplo la imposibilidad de relativizar un objeto directo no determinado (Giry-Schneider 1987, Pivaut 1994, Alba-Salas 2002, 2004, Alonso Ramos 2004, cf. Mendívil 1999). Debido a su carácter lexicalizado, las CNP suelen mostrar ciertas propiedades idiosincrásicas (Giry-Schneider 1987, Alonso Ramos 2004, Bustos Plaza 2005). Por ejemplo, algunas exigen un NP en singular (hacer la competencia) y otras en plural (tomar represalias), mientras que otras requieren que el NP lleve un modificador obligatorio (Juan hizo una aparición espectacular).3 Como señala Alonso Ramos (1998), la mayoría de irregularidades tienen que ver con el determinante del NP. Por ejemplo, en algunos casos este determinante es opcional (tener (una) cita), en otros es obligatorio (hacer la competencia), y en otros, depende del verbo colocativo (perder la paciencia frente a tener Ø paciencia). Estas idiosincrasias deberían especificarse en el apartado de colocaciones del NP. El reto es incluir dicha información de forma sucinta, sin abrumar al usuario.
2 Por razones de espacio, dejo de lado el denominado double analyse de las CVA, en que el complemento preposicional de un NP puede analizarse bien como dependiente sintáctico del sustantivo, bien como dependiente directo del verbo (vid. M. Gross 1976, Giry-Schneider 1978a, 1978b, 1987, La Fauci 1980, Mirto 1986, Abeillé 1988, Mendívil Giró 1999, Alba-Salas 2004, Alonso Ramos 2004; véase también Alba-Salas 2002 para una discusión pormenorizada del fenómeno, así como una crítica de los diagnósticos empleados en la bibliografía). 3 Todos los ejemplos de este párrafo son de Alonso Ramos (1998).
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6. DISTINCIÓN ENTRE LAS CNP Y OTRAS CONSTRUCCIONES Como señalan varios autores, la distinción entre las CNP y otras construcciones, sobre todo las expresiones idiomáticas, resulta confusa debido a la falta de criterios y etiquetas uniformes. Tradicionalmente, la lingüística teórica ha caracterizado las expresiones idiomáticas como expresiones sin composicionalidad semántica ni libertad sintáctica. El problema es que estos dos criterios son graduales, y no categóricos (Nunberg, Sag y Wasow 1994, Jackendoff 1997, O’Grady 1998, Horn 2003). Así, mientras que algunas expresiones idiomáticas parecen completamente opacas en cuanto a su sentido (tomar el pelo), otras son susceptibles de un análisis semicomposicional metafórico (por ejemplo, un hablante puede, hasta cierto punto, establecer un vínculo conceptual entre la imagen evocada por estirar la pata y su significado de ‘morir’). Por otra parte, las expresiones idiomáticas, de forma similar a las CNP, también muestran diferentes grados de libertad sintáctica. Mientras algunas son completamente fijas, otras permiten ciertos procesos (por ejemplo, tomar el pelo permite pronominalizar pelo, como en yo le tomo el pelo a Eva y ella me lo toma a mí). Discutir la enorme variedad de propuestas planteadas en la bibliografía para contrastar las CNP con otras construcciones supera ampliamente el objetivo de este trabajo. Por ello, aquí me limitaré simplemente a esbozar una tipología parcial de construcciones con verbo + sustantivo que distinga las CNP de las expresiones idiomáticas y otras construcciones, basándome en algunos criterios elementales discutidos con más detalle en Alba-Salas (2002) (cf., entre otros, Mel’…uk 1995, Corpas Pastor1996, Mendívil 1999, Iriarte 2001, Castillo Carballo 2003, Alonso Ramos 2004, Bustos Plaza 2005). Las etiquetas no son importantes, pero sí la distinción conceptual que establecen. Mi propuesta distingue tres tipos básicos de construcciones. En primer lugar, tenemos los sintagmas libres, secuencias con significado composicional formadas por unidades léxicas autónomas (p. ej. escribir un libro). Aquí el verbo selecciona semánticamente al sustantivo en posición de objeto directo (por eso podemos escribir un libro, pero no #escribir una piedra). Conviene señalar que los sintagmas libres también pueden incluir un NP, como en (4), Pedro criticó la visita de Eva a Lola. Como vimos anteriormente, casos como (4) se distinguen de las CNP en dos aspectos clave: el NP no selecciona léxicamente el verbo, y ninguno de los actantes del NP es un dependiente sintáctico directo del verbo. En segundo lugar, tenemos las colocaciones, sintagmas semánticamente transparentes formados por unidades léxicas autónomas, una de las cuales (la base) selecciona léxicamente a otra (el colocativo). Las colocaciones donde la base es un sustantivo pueden ser de dos tipos: nuestras colocaciones con nombre predicativo, y las colocaciones semi-idiomáticas. En las CNP el nombre predicativo funciona como predicado independiente que introduce al menos uno de los participantes de la ora-
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ción (realizado usualmente como sujeto gramatical del verbo colocativo). El criterio esencial para distinguirlas de las colocaciones semi-idiomáticas y las expresiones idiomáticas es la capacidad del NP de encabezar un sintagma nominal con al menos uno de los actantes que encontramos en la colocación, pero sin el verbo (Alba-Salas 2002, cf. Labelle 1983, Danlos 1992). Según este criterio, por ejemplo, los labradores hacen un buen uso de la tierra es una CNP porque tenemos la nominalización el buen uso de la tierra por parte de los labradores. Otros ejemplos de CNP con hacer incluyen hacer uso, hacer ruido, hacer daño, hacer campaña, hacer alusión, hacer ademán y hacerse ilusiones.4 Las colocaciones semi-idiomáticas (como prender fuego) no tienen un significado estrictamente composicional, pero su sentido se puede deducir del significado del sustantivo. Lo esencial es que aquí el sustantivo mantiene su significado léxico básico (por ejemplo, fuego todavía conserva su sentido básico de combustión), pero, a diferencia de una CNP, no introduce ninguno de los participantes de la colocación. Esto lo demuestra el hecho de que colocaciones como Pacó le prendió fuego al periódico no tienen nominalizaciones como *el fuego (de Paco) al periódico. En otras palabras, Paco y el periódico no son actantes de fuego, sino de toda la expresión prender fuego. Al igual que las CNP, estas colocaciones semi-idiomáticas deberían aparecer en un apartado especial de la entrada del NP que indique qué argumentos sintácticos tiene y cómo se realizan, como se ilustra en (7). Otros ejemplos de colocaciones semi-idiomáticas con hacer incluyen hacer frente, hacer juego, hacerse eco y hacer mella. (7) fuego: [...]
x (le) prende ~ a y: x causa que y entre en combustión (Paco le prendió fuego al periódico). Nota: fuego es invariable y no se puede modificar.
COL. SEMI-IDIOM.:
Finalmente, las expresiones idiomáticas (como hacer novillos) son secuencias de significado típicamente no composicional que constituyen una unidad semántica completa (y, con frecuencia, aunque no necesariamente, también una unidad sintáctica). Al igual que en las colocaciones semi-idiomáticas, el sustantivo no actúa como predicado autónomo que introduzca los participantes, como lo demuestra la imposibilidad de nominalizaciones del tipo *los novillos de Pedro (con el sentido idiomático). Estas
4 Mi propuesta excluye otro criterio utilizado frecuentemente para distinguir las CNP de las expresiones idiomáticas (cf. Subirats 2001): la posibilidad de relativizar el NP, como en el buen uso de la tierra que hacen los labradores. La relativización no constituye un diagnóstico tan fiable como la nominalización, ya que está sometida a restricciones semánticas y sintácticas independientes de la naturaleza predicativa del NP (véase Alba-Salas 2002).
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expresiones deberían tener una entrada propia o aparecer en un apartado especial de la entrada del elemento menos frecuente o más «llamativo» (novillos). Como de costumbre, deberíamos incluir información sobre los actantes de la expresión, como se ilustra en (8). Otros ejemplos de expresiones idiomáticas con hacer incluyen hacérsele la boca agua a alguien, hacer puente y hacerle sombra a alguien. (8) novillo: [...] EXP. IDIOM. (col.): x hace novillos: x no asiste a una clase a la que debería ir (Pedro hizo novillos). Nota: novillos siempre va en plural y no se puede modificar.
Obviamente, esta tipología admite muchas matizaciones y expansiones. Por ejemplo, una taxonomía más exhaustiva debería incluir dentro de las CNP construcciones donde el NP aparece en función de sujeto o de objeto de preposición, y no sólo de objeto directo. Además, la tipología debería incluir también colocaciones donde la base es un verbo o un adjetivo (sordo como una tapia) o un NP que selecciona un colocativo no verbal (miedo atroz). Asimismo, también debería incluir entre las expresiones idiomáticas dos subtipos descritos por Castillo Carballo (2003): (i) las locuciones, que no constituyen enunciados completos ni contienen una variable actancial abierta (alma de cántaro), y (ii) los enunciados fraseológicos, que tampoco contienen una variable actancial abierta, pero que constituyen enunciados y actos de habla por sí mismos (las paredes oyen).
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Glosas para las colocaciones en el Diccionario de Colocaciones del Español*
MARGARITA ALONSO RAMOS Universidade da Coruña
1. INTRODUCCIÓN El presente trabajo tiene como objeto el establecimiento de pautas para la descripción lexicográfica de las colocaciones, más en particular, para su descripción semántica. Se trata de encontrar la mejor formulación para representar lexicográficamente el sentido de colocaciones verbales como granjearse la antipatía, despertar la admiración o colocaciones adjetivas como ferviente admiración, ganas locas, etc.1 Como es sabido, hasta ahora las colocaciones no han recibido una descripción rigurosa en los diccionarios actuales del español: unas veces aparecen tratadas como expresiones idiomáticas, otras, aparecen dispersas entre los ejemplos de una acepción dada, etc. (vid. entre otros, Bargalló et al. 1997-1998, Castillo Carballo 2002). Por esta razón, hemos emprendido la tarea de elaborar una base de datos colocacional, centrada por el momento en los nombres de sentimiento en español (Alonso Ramos 2003a, 2004). Nuestro proyecto del Diccionario de Colocaciones del Español (de ahora en adelante, DiCE) se enmarca dentro de la Lexicología explicativa y combinatoria (LEC, Mel’…uk et al. 1995), que es el componente léxico de la Teoría Sentido-Texto (Mel’…uk
* Quisiera aprovechar la oportunidad para agradecer a Leo Wanner y a Begoña Sanromán la lectura de las diferentes versiones de este texto. Mi agradecimiento también se dirige a Igor Mel’…uk por recordarme que todo se ha dicho ya hace cincuenta años. Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación HUM2005-08052-C02-02, financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia. 1 El término colocación no es interpretado del mismo modo por los distintos investigadores. Simplificando, hay dos interpretaciones: una como combinación frecuente de palabras, en el sentido estadístico (Sinclair 1991) y otra como una combinación en la que una palabra exige la presencia de otra para expresar un sentido dado, en el sentido más lexicográfico (Hausmann 1979). Aquí nos limitaremos a la segunda interpretación.
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1997, entre otros). En este marco teórico se dispone de una herramienta que permite codificar las relaciones colocacionales: las funciones léxicas (vid. Mel’…uk 1996, entre otros). Una función léxica (FL) modeliza la relación existente entre dos unidades léxicas en donde una de ellas, llamada base de la colocación, controla la elección léxica de la otra, llamada colocativo. Así, por ejemplo, la FL Magn codifica la relación existente entre los siguientes pares de nombres y adjetivos: honda pena, terrible vergüenza, ganas locas y ferviente admiración. En estas colocaciones, el colocativo expresa la intensificación de la base. En el DiCE, así como en todos los diccionarios enmarcados en la LEC,2 codificamos las colocaciones de cada uno de los lemas por medio de las FFLL. Con ello describimos tanto semántica como sintácticamente la colocación dado que una FL codifica simultáneamente información semántica e información sintáctica. A diferencia de otros diccionarios de colocaciones publicados como el BBI (Benson et al. 1986), el LTP (Hill y Lewis 1997) y el OCD (Crowther et al. 2002) en donde las colocaciones son simplemente agrupadas semánticamente por la proximidad del significado de los colocativos y clasificadas por la clase de palabras del colocativo, en el DiCE las colocaciones son objeto de una descripción más detallada, tanto desde un punto de vista semántico como sintáctico. Ahora bien, si el lenguaje formal constituido por las FFLL aporta sistematicidad y rigor a la descripción de la colocación, también eleva el grado de dificultad para el manejo del diccionario a los usuarios no familiarizados con este formalismo. Esta es una de las razones por las que en el DiCE proponemos también una codificación en metalengua natural que glose o parafrasee el sentido de la FL, siguiendo la práctica iniciada en el proyecto en curso Lexique actif du français (LAF, Polguère 2000). Así, por ejemplo, la glosa intenso acompañará a la FL Magn en las entradas correspondientes; o la glosa empezar a sentir será la paráfrasis en metalengua natural de la FL IncepOper1 de todo nombre de sentimiento.3 La glosa no es más que una somera indicación del significado del colocativo. Así, bajo la glosa intenso agrupamos diferentes adjetivos como cerval, atroz, visceral, fuerte, etc. que, en combinación con MIEDO, cumplen aproximadamente el mismo papel, lo que no quiere decir que tengan estrictamente el mismo significado. Como veremos, existen varias inter-
2 Vid. para el ruso Mel’…uk y Zholkovsky (1984) y para el francés, los cuatro volúmenes del Dictionnaire explicatif et combinatoire du français contemporain (DEC, Mel’…uk et al. 1984-1999), así como el proyecto Lexique actif du français. 3 A lo largo del trabajo irán apareciendo diferentes combinaciones de FFLL, sin más explicación que la glosa a su lado, ambas con la fuente Courier New. Puesto que ese trabajo se concentra más en las glosas que en las FFLL, creemos que el lector puede seguir el hilo de la argumentación sin entrar en el detalle del formalismo. El lector interesado en una presentación de las FFLL en español puede consultar Alonso Ramos (1993).
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pretaciones de glosa, según nos centremos en glosar el nombre de la FL o el colocativo; es decir, podemos parafrasear el sentido modelizado por el nombre de la FL o podemos parafrasear el colocativo. Mostraremos que para la correcta formulación de las glosas intervienen diversos factores que impiden la correspondencia automática entre una FL y una glosa. Por tanto, en ese trabajo nos proponemos establecer una serie de criterios para la formulación de las glosas. Se trata de ahondar en la teorización de las paráfrasis de las FFLL atendiendo simultáneamente a dos frentes. Uno, con finalidad esencialmente práctica, apunta a buscar la estandarización y la homogeneización de las glosas. Hay que evitar la inflación de glosas porque se pierde justamente la generalización ofrecida por la FL. Otro, con una finalidad más teórica aunque también con reflejos en la práctica, se dirige a reflexionar sobre la naturaleza teórica de lo que estamos llamando glosa de una función léxica. Antes de entrar de lleno en la descripción semántica de las colocaciones, necesitamos introducir brevemente el DiCE, tal y como aparece en su versión en Internet. En la siguiente sección presentaremos brevemente la estructura de un artículo lexicográfico y las posibilidades de consulta. A continuación, expondremos la noción de FL, intentando separarla de su «envoltorio» formal. Queremos subrayar que no ponemos en duda que el sistema de las FFLL ofrece la respuesta a cómo describir lexicográficamente las colocaciones, pero sí mostraremos que su envoltorio ha oscurecido esta respuesta. Pasaremos enseguida a centrarnos en la naturaleza teórica de la noción de glosa de una colocación, esbozando los criterios para una buena formulación. Asimismo, mostraremos el test de formulación de glosas distribuido a profesionales nativos y a aprendices de español y discutiremos los resultados. El último apartado estará dedicado a detallar cuál es el estado actual de nuestro proyecto lexicográfico y cuáles son nuestras futuras líneas de investigación.
2. PRESENTACIÓN DEL DICE EN INTERNET Podemos señalar tres características que hacen del DiCE un producto específico: 1) A diferencia de otros recursos lexicográficos que son una réplica electrónica de la versión en papel, el DiCE fue concebido desde el principio como una base de datos electrónica. Esta característica le permite proporcionar más información y sobre todo, un acceso más fácil a ella. 2) El proceso de redacción del DiCE está esencialmente basada en corpus. Cada colocación está atestiguada con varios ejemplos extraídos del corpus, la mayoría del Corpus de referencia del español actual (CREA). Puesto que cada registro de la base de datos tiene un campo con ejemplos, el diccionario en sí mismo contiene un
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corpus de colocaciones, corpus que puede ser separado del resto de la información incluida en el diccionario. 3) El DiCE lleva asociado un módulo didáctico que permite explotar las facilidades de un recurso electrónico y el gran conjunto de ejemplos (vid. Alonso Ramos 2005 y 2006). Existe una «demo» o prototipo de lo que puede ser un diccionario de colocaciones del español desde 2004.4 Así, en las siguientes direcciones electrónicas, o , se pueden consultar diez nombres de sentimiento, con sus diferentes sentidos: admiración, alegría, amistad, cariño, celos, dolor, enemistad, gana, orgullo y sospecha. Aunque la nomenclatura del DiCE se limita, por el momento, al campo semántico de los nombres de sentimiento, incluimos todas las acepciones del lema o palabra polisémica. Nuestra unidad lexicográfica es la unidad léxica (UL), es decir, una palabra tomada en una sola acepción determinada y provista de todas las informaciones que especifican su comportamiento cuando se utiliza en esa acepción. Así, al nombre pena le corresponderán diferentes entradas en donde se encontrarán las colocaciones relacionadas con la UL que refiere al ‘sentimiento’, así como las vinculadas a la UL con el sentido ‘sanción’. En el DiCE, se accede inicialmente a la información por la base de la colocación.5 Como en cualquier otro diccionario en línea o en CD, a la izquierda aparece la lista de lemas. Una vez que se selecciona uno de ellos con el ratón, se despliega la lista de UL asociadas a ese lema. Para cada una de las UL se recoge la siguiente información (vid. fig. 1): a) La etiqueta semántica, que representa su significado genérico.6 b) La forma proposicional, en la que aparecen los participantes de la situación designada por el nombre. Por ejemplo, en la situación designada por AMOR I.1a, hay siempre dos participantes: amor de alguien por alguien; el que siente el amor y el objeto del amor, que será también un individuo (amor por sus hijos, el amor del padre al hijo, su amor hacia María, etc.).
4 Los inicios del DiCE se remontan a 1999. Desde entonces, ha recibido financiación de diferentes proyectos de investigación: BFF2002-04226-C03-01 (Ministerio de Ciencia y Tecnología y Feder), PGDIT02PXIB30501PR y PGIDITPXIC101401PN (Xunta de Galicia). Actualmente, trabajamos en el marco del proyecto HUM2005-08052-C02-02 (Ministerio de Educación y Ciencia). 5 Aunque también es posible acceder por el colocativo, la información está introducida con una orientación de producción o codificación. 6 Sobre la noción de etiqueta semántica, vid. Miliƒeviƒ (1997) y Polguère (2003b).
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c) Ejemplos reales con la indicación de la fuente. Por defecto, la fuente es el CREA, si bien en algunos casos hemos recurrido al corpus Lexesp (), al Corpus del español desarrollado por M. Davies (), a la Web o a las principales obras lexicográficas del español. d) Los (cuasi-)sinónimos y (cuasi-)antónimos, que ayudarán al usuario a seleccionar el sentido. FIGURA 1. Vista de la zona semántica del DiCE
A partir de cada UL se puede escoger entre cinco tipos de consulta: 1) Atributos de los participantes: bajo esta rúbrica se agrupan los atributos que refieren a los participantes de la UL en cuestión. Algunos de los atributos se combinan con la UL, pero otros no. Así, por ejemplo, en la entrada para ADMIRACIÓN encontraremos aquí tanto digno de admiración como admirable ya que son dos modos de referirnos a uno de los participantes de la situación ‘admiración’, aquello que nos despierta admiración.
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2) UL+Adjetivo: aquí encontraremos adjetivos colocativos que se combinen con la UL, tanto antepuestos como pospuestos o en posición atributiva; por ejemplo: el aburrimiento es notable o notable antipatía o aversión notable. 3) Verbo+UL: agrupa los verbos colocativos con los que la UL funciona como complemento directo o como complemento de régimen preposicional, del tipo sentir, despertar, mostrar antipatía o gozar de respeto. 4) UL+Verbo: agrupa los verbos colocativos con los que la UL funciona como sujeto; por ejemplo, entrar, dar ganas. Obsérvese que el verbo concuerda con el nombre: me entraron ganas de salir. 5) Nombre de UL: se incluyen aquí nombres colocativos que preceden al lema introducidos por la preposición de, como por ejemplo, atisbo de esperanza, acceso de cólera o mirada de odio. De este modo, el usuario puede acceder a las colocaciones de cada UL, seleccionándolas en primer lugar por la clase de palabra del colocativo. Una vez que el usuario ha elegido una de estas combinaciones, se desplegará una lista de glosas asociadas a las FFLL de la entrada en cuestión. Así, por ejemplo, si el usuario quiere escoger un adjetivo que se combina con la UL alegría 1a, seleccionará ALEGRÍA+Adjetivo. Ahí aparece una lista de adjetivos, cada uno de los cuales aparece precedido de una glosa que apunta a describir someramente su significado; por ejemplo, intensa (que le llevará a desbordante, enorme, gran, impagable, indecible, inmensa, etc.), más intensa de lo conveniente (descontrolada, desmesurada), compartida por muchos (generalizada), que no se interrumpe (constante), que no dura (breve, efímera, pasajera), causada por un buen motivo (sana), causada por un mal ajeno (alevosa, maligna) y así un largo etcétera. El modo interactivo permite a los usuarios que conozcan la herramienta de las FFLL consultar cuál es la FL que describe cada colocación. Así, en el caso de la colocación incondicional admiración, la información completa se ofrece de la siguiente manera: intensa FL MAGN incondicional Orson Welles siempre profesó una incondicional admiración hacia John Ford.
Además de la glosa y de los ejemplos, en el caso de los nombres y en el de los verbos que se combinan con el lema como complemento, ofrecemos también una sucinta indicación del régimen de la colocación. Así, por ejemplo, la notación [ART ~]
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indica que el lema debe llevar un artículo u otro determinante equivalente en la colocación; o se indica cuál es la preposición que introduce un actante dado en compañía de un verbo colocativo. Así en el caso de le quitaron las ganas a Juan, el verbo quitar aparece seguido de este régimen: [ART ~ a X]. El DiCE es un diccionario concebido especialmente para la producción o codificación. El modo de acceder a la información contenida en él refleja la estrategia de la producción: si un usuario quiere saber qué otro verbo puede utilizar para decir que tiene esperanzas, lo encontrará a partir del nombre ESPERANZA y seleccionando Verbo+ESPERANZA, podrá escoger, por ejemplo, abrigar. Ahora bien, es posible también hacer una consulta inversa y encontrar a partir de abrigar con qué otros nombres se combina este verbo y cuál es su glosa. Si se pulsa sobre este verbo, se lanza la consulta inversa y encontraremos las colocaciones formadas por los siguientes nombres: confianza, desconfianza, deseo, hostilidad, ilusión, inquietud, miedo, odio, recelo, rencor, resquemor, sospecha y temor. Como vemos, en el DiCE no se concede a las FFLL mucha visibilidad, a pesar del papel crucial que desempeñan en el desarrollo de cada uno de los artículos lexicográficos. A continuación nos centraremos en la noción de FL intentando desvincularlas de su notación formal. Como ha señalado Polguère (2003a), la noción de FL debe ser considerada independientemente de su formalización actual, pues esta última no es apropiada como soporte para el aprendizaje de la noción y para su utilización.
3. NOCIÓN DE FUNCIÓN LÉXICA La noción de FL desempeña un papel primordial en el marco teórico de la Lexicología explicativa y combinatoria cuyos resultados se plasman en los diferentes volúmenes del Dictionnaire explicatif et combinatoire du français contemporain (DEC, Mel’…uk et al. 1984/ 1999), en el proyecto en curso del Lexique actif du français (LAF, Polguère 2000) y ahora también en español, en el DiCE (Alonso Ramos y Sanromán 2000). Existen ya varias presentaciones de la noción de FL.7 Aquí nos gustaría poner de relieve la noción misma de FL. 3.1. Cuestiones preliminares Grosso modo, una FL es un contenido semántico asociado a un esquema sintáctico, tal que su expresión depende de la UL a la que esta FL se aplica. En otras 7 Las primeras presentaciones se remontan a los años 60. Vid. ðolkovskij y Mel’…uk (1965, 1967). Mel’…uk (1982), Mel’…uk et al. (1995: 125-152), Mel’…uk (1996), Wanner (1996), así como Mel’…uk (en este volumen).
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palabras, una FL corresponde a un significado general y abstracto que puede ser expresado léxicamente en una gran variedad de modos, según la UL con la que este significado es expresado. En términos de FFLL, una colocación formada por L1 (= base) y L2 (= colocativo) se presenta como f(L1) = {L2}, en donde L1 es la palabra llave de la correspondiente FL y L2, su valor que es también una UL o un conjunto de UL cuasisinónimas. Así, por ejemplo, la FL Magn asocia la UL GANA(S) con un conjunto de adjetivos como terribles, enormes, locas, etc. que expresan el sentido ‘intenso’. La misma FL aplicada al nombre CARIÑO nos devuelve otro conjunto de adjetivos: grande, intenso, profundo. Creemos que las FFLL tienen ya una larga historia y que han demostrado ser la herramienta que modeliza la relación colocacional entre una base y un colocativo. Obsérvese que la característica principal de una colocación es la dependencia funcional del colocativo en relación con la base; es decir, a distintas bases, distintos colocativos para expresar aproximadamente el mismo sentido. Parece evidente entonces que para modelizar este tipo de relación, la noción de función se presente como la más adecuada. Sin querer ser exhaustivos, podemos especificar tres razones por las que las FFLL nos parecen la herramienta más adecuada para representar las colocaciones o, más en general, las elecciones controladas léxicamente. En primer lugar, la herramienta de las FFLL permite poner de manifiesto el vínculo conceptual que existe entre las relaciones como la sinonimia, la antonimia, etc., que funcionan en el nivel paradigmático y las colocaciones, que funcionan en el nivel sintagmático. Como Mel’…uk (1996: 38) ha subrayado, ambos tipos de relaciones son de una misma naturaleza lógica y pueden ser representadas por medio del mismo lenguaje. Tomemos un ejemplo. Si un hablante quiere hablar de ‘causar alegría’, puede optar por una UL que está en relación sintagmática con alegría como dar, o por un derivado como alegrar. La paráfrasis entre dar alegría y alegrar es una muestra de que ambas relaciones pueden ser codificadas por medio del mismo aparato conceptual (en términos de FFLL, CausFunc1): (1) a. Pocas cosas me daban más alegría que las colaboraciones de Borges. b. Pocas cosas me alegraban más que las colaboraciones de Borges.
Si queremos registrar en un diccionario las distintas maneras de expresar ‘causar alegría’, debemos incluir tanto la colocación verbal como el verbo relacionado paradigmáticamente. La FL permite, por tanto, codificar tanto uno como otro, independientemente de su relación paradigmática o sintagmática con la palabra llave. En segundo lugar, las FFLL constituyen un sistema estructurado de relaciones léxicas que permite al lexicógrafo abordar una descripción exhaustiva y sistemática de las posibles colocaciones controladas por una UL dada. Por tanto, las FFLL forman una especie de «rejilla» de análisis que permite prever, según el sentido de la
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palabra llave, qué FFLL debería tener. Así, por ejemplo, al redactar la entrada de un nombre predicativo, el lexicógrafo sabe que debe buscar un posible verbo de apoyo (codificado por la FL Oper; p. ej. dar un paseo, soltar un estornudo); si se trata de un nombre que designe un artefacto, debe proporcionar el colocativo verbal que designe su utilización (codificado por Real; p.ej. conducir un coche); si el significado del lema incluye algún componente semántico graduable, habrá que consignar los colocativos que expresan la intensificación (codificados por Magn; p.ej. ganas locas, profundo cariño). De esta manera, cuando el lexicógrafo acude al corpus en busca de colocaciones de una UL dada, tiene en mente ya una serie de FFLL, que le facilitarán la búsqueda.8 En tercer lugar, una FL posibilita la descripción completa de una colocación puesto que codifica simultáneamente información semántica e información sintáctica. Las FFLL permiten describir que, por ejemplo, tener respeto [por alguien] y tener el respeto [de alguien] son dos colocaciones verbales, próximas semánticamente pero en absoluto sinónimas: la primera equivale semánticamente al verbo asociado morfológicamente respetar, mientras que la segunda es próxima a la versión pasiva ser respetado. Las diátesis de estas dos colocaciones son distintas: en la primera, la expresión del experimentador de ‘respeto’ desempeña el papel de sujeto del verbo tener, mientras que en la segunda, el sujeto gramatical expresa el objeto del respeto. Igualmente, las FFLL facilitan la distinción entre dos colocaciones verbales como me dan ganas y me da vergüenza, desde el punto de vista semántico y desde el punto de vista sintáctico: para la primera, la FL codifica el contenido semántico ‘empezar en alguien’ y la relación sintáctica «palabra llave-sujeto del colocativo verbal»; en cambio, para la segunda, el contenido semántico codificado por la FL es ‘causar en alguien’ y la relación sintáctica «palabra llave-complemento del colocativo verbal». Acabamos de mostrar algunas razones que justifican la elección de las FFLL como herramienta de descripción de las colocaciones. Ahora bien, las FFLL, o mejor, el lenguaje de notación de las FFLL presenta varios problemas. Desde un punto de vista formal, las FFLL son demasiado vagas y poco explícitas para ser tratadas computacionalmente. La combinación de las FFLL simples en FFLL complejas y configuraciones de FFLL, de un lado, y los distintos ámbitos de los índices actanciales, de otro, dificultan en gran medida la inteligibilidad de las FFLL (vid. Alonso Ramos
8 Es necesario señalar que con frecuencia se encuentran en el corpus colocaciones para las que no hay FFLL estándar, es decir que no se aplican a muchas palabras llave ni tienen muchos valores como es el caso de las FFLL estándar. Se trata de casos como compartir la alegría: no hay una FL estándar que sirva para codificar el sentido ‘tener un sentimiento por simpatía con otro que también lo tiene’. Sin embargo, el colocativo compartir debe ser también registrado en el diccionario.
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2003a para los distintos problemas que presenta la codificación tradicional). En Alonso Ramos (1993), trazamos los primeros rasgos que deben tenerse en cuenta en la elaboración de la gramática de las FFLL. Posteriormente, Kahane y Polguère (2001) han desarrollado lo que llaman la codificación explícita, en donde representan separadamente la información semántica y la información sintáctica codificadas en la FL, haciendo más explícita esta información y más tratable computacionalmente. Desde el punto de vista del usuario, las FFLL son demasiado formales y oscuras para un usuario que prefiere, sin duda, una codificación en lengua natural, camino por el que hemos optado en el LAF (Polguère 2000) y en el DiCE con la formulación de las glosas. Con todo, nos gustaría subrayar aquí que independientemente del mayor o menor acierto con el lenguaje de notación con el que se codifiquen las FFLL, la noción de FL es inherentemente válida y corresponde a un hecho lingüístico universal, como veremos a continuación. 3.2. Las FFLL como universal lingüístico Recientemente, Polguère (2003a: 118) ha incidido en la idea, ya formulada previamente por Mel’…uk en otras ocasiones (por ejemplo, Mel’…uk 1996: 89) de que las FFLL no son una ficción teórica desarrollada en el marco de la Teoría SentidoTexto, sino que corresponden a un hecho lingüístico universal y que constituyen una parte esencial del conocimiento lingüístico. Su argumentación se basa en que al igual que todo hablante sabe, consciente o inconscientemente, que la sinonimia existe, que toda UL está potencialmente vinculada a otras cuyo sentido es aproximadamente equivalente, también sabe intuitivamente que hay elecciones léxicas condicionadas; es decir, un hablante sabe que hay algo extraño en una combinación como hacer un paseo, aunque no lo hay en hacer un viaje; igualmente, le chocará oír hondas ganas, aunque aceptará sin problemas honda pena. Un hablante de español tiene cognitivamente presente que a la UL PENA se le puede aplicar la FL Magn, desde el momento en que sabe que no puede intercambiar los adjetivos de honda pena y ganas locas, a pesar de que ambos significan ahí aproximadamente lo mismo. Al igual que un hablante reconoce como una violación de su lengua el silla, aunque no sepa conscientemente que existe una noción como el género gramatical de los nombres, asimismo rechazará hacer un paseo, aunque no esté informado de la noción de FL que codifica los verbos de apoyo. Por lo tanto, aprender una lengua consiste también en aprender que las FFLL existen. Al decir que una FL dada existe, por ejemplo Magn, queremos decir que existe como noción en sí, independientemente de los pares de UL vinculados por esa relación. Si al aprender una lengua, somos conscientes de que Magn existe, pondremos más atención a la hora de escoger un adjetivo intensificador porque sabremos que está léxicamente condicionado por el nombre del que se predica. Asimismo, si somos conscientes de que la FL Oper existe en las lenguas, sabremos que no basta aprender la traducción de un nombre predicativo en la lengua que
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estudiamos: al aprender la UL francesa promenade, debo aprender también cuál es su verbo de apoyo, faire y no donner, a diferencia del español. Las FFLL forman parte del conocimiento lingüístico de todo hablante y constituyen un universal lingüístico. Esta idea expresada explícitamente por Polguère (2003a) apunta a tratar cada FL como una meta unidad léxica, que existe en la competencia lingüística de los hablantes de toda lengua. Así, al igual que en toda lengua hay sinónimos, es decir UL relacionadas por la sinonimia, hay también «Oper», es decir verbos de apoyo seleccionados por un nombre predicativo; hay «Magn», es decir, modificadores de nombres o de verbos expresando la intensificación, etc. Como vemos, estamos entrando en la naturaleza profunda de las FFLL, su estatuto: ¿qué tipo de entidad es una FL? Para poder contestar a esta pregunta, debemos poner de relieve antes la triple naturaleza de las FFLL. 3.3. Triple naturaleza de las FFLL Cuando se habla de FFLL, no siempre se utilizan los términos con el mismo sentido. Igualmente, se es poco riguroso al utilizar las notaciones y no siempre se sabe a qué nos referimos con la notación f(L), es decir una FL dada aplicada a una palabra llave L. Esta notación se utiliza, en ocasiones, para referirse al hecho de aplicar una FL f a la palabra llave L o al resultado de la aplicación.9 Así, se puede decir que se accede al conjunto de colocativos formado por mortal, fuerte, encarnizado, etc. por medio de la aplicación de la FL Magn a la UL odio (cuya notación sería Magn(odio)); pero también se puede decir que Magn(odio) representa el conjunto formado por mortal, fuerte, encarnizado, etc. No se explicita claramente cuál es el objeto modelizado por una FL: la colocación, el colocativo o la meta unidad léxica, como hemos visto en la subsección anterior. La falta de claridad en el uso de los términos y las notaciones vinculadas a las FFLL no es casual, sino que está en clara relación con su triple naturaleza (vid. Wanner y Alonso Ramos 2005). Analicemos cada una de las facetas de esta triple naturaleza. En primer lugar, una FL f es una entidad en sí, que forma parte del léxico de todas las lenguas. En la bibliografía de la TST, es usual referirse a las FFLL como UL profundas (vid. Mel’…uk 1988). En ese sentido, una FL f opera en el mismo nivel de representación que cualquier otra UL plena. Así, una FL f ocupa un nodo en la representación sintáctica profunda de una oración dada, al igual que cualquier otra UL
9 Por ejemplo, Polguère (2003a: 125) utiliza en el mismo texto la palabra application y la notación f(L) en dos sentidos. En primer lugar, con el sentido de ‘hecho de aplicar una función’: «[...] une FL f est une entité en soi. C’est une information codée dans la mémoire du locuteur et qui lui sert à accéder à un petit ensemble de lexies données, retourné par l’application f(L)». En segundo lugar, con el sentido de ‘resultado de la aplicación’: «[...] accès à des ensembles spécifiques de lexies ou expressions linguistiques (les applications f(L))».
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libremente escogida.10 La diferencia entre esta última y una FL es que la FL es una UL generalizada, en el sentido de que todavía no se tiene la aplicación de la función y por lo tanto, no se sabe cómo se va a realizar una FL dada. Así, si en una representación sintáctica profunda, tenemos el nodo Magn modificando la UL odio, todavía no sabemos si lo que se va a generar en el nivel superficial será mortal o fuerte, por ejemplo. En segundo lugar, una FL es, como su nombre indica, una función f que se aplica a una UL L. Es durante el paso del nivel sintáctico profundo al nivel sintáctico superficial cuando se lleva a cabo la interpretación funcional de la notación f(L), ya que es en el nivel sintáctico superficial donde la FL f se lexicalizará por una UL colocativa dada. Por ejemplo, Magn(odio) representa el conjunto de colocativos que en sintaxis superficial pueden funcionar como modificadores de la UL odio, expresando su intensificación, como mortal, fuerte, entre otros. Por lo tanto, la notación f(L) representa el resultado de la aplicación, el valor de la función. En tercer lugar, una FL representa una colocación, una relación entre una base L y un colocativo L’, que forma parte del valor de f(L). Por ejemplo, Magn(odio) modeliza la relación entre una base odio y el colocativo mortal, que es un elemento del conjunto representado por Magn(L). Dado que el par (L, L’0 Magn(L)) representa la colocación, se puede decir que la FL Magn modeliza la colocación. Para responder por tanto a la pregunta de qué tipo de entidad es una FL, debemos concretar a qué interpretación nos estamos refiriendo: a su interpretación como UL generalizada (o meta UL), a su interpretación como resultado de aplicar la función, por lo tanto al conjunto de colocativos o a su interpretación como relación entre una base y un colocativo. Dado que nuestro interés se centra aquí en las glosas de las colocaciones, vamos a centrarnos en el contenido semántico de las FFLL. En tanto que UL generalizadas, la mayoría de las FFLL tienen un sentido vago. Como Kahane y Polguère (2001) han señalado, por ejemplo, la FL Magn es, en sí, una abstracción de la intensificación, pero en cuanto la «traducimos» a una paráfrasis lingüística le damos un colorido semántico que ella misma no tiene. La intensificación, en estado puro, nunca es expresada como tal ya que el valor de la FL siempre aporta su añadido particular. Desde este punto de vista, la FL Magn tiene un sentido vago que puede ser descrito por un conjunto alternativo de expresiones lingüísticas como ‘intenso’, ‘muy/mucho’ o ‘en alto grado’. Sin embargo, la aplicación de esta FL a una UL dada, como por ejemplo
10 En la TST se distinguen dos niveles sintácticos, uno profundo y otro superficial. En el nivel de representación sintáctica profunda, más orientado hacia la semántica, los nodos están ocupados por UL plenas o por FFLL. Así, la colocación odio mortal estará representada en ese nivel por el siguiente subárbol: ODIO—ATTR¡Magn. En cambio, en el nivel de representación sintáctica superficial, ya aparece como nodo el colocativo específico, que es un elemento del valor Magn(odio): ODIO— modif¡MORTAL.
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Magn(sospecha), sí puede recibir una paráfrasis bastante precisa. En el primer caso, siempre que optemos por una de las glosas por defecto de Magn, estamos ya sesgando la interpretación de la FL: no es exactamente lo mismo el sentido ‘intenso’ que el sentido ‘en alto grado’, por ejemplo.11 En el segundo caso, la glosa de uno de los valores no es necesariamente válida para todos los demás, dado que los valores de la aplicación de FL f a la UL L no son necesariamente sinónimos. Entre otras razones, los valores pueden diferir semánticamente porque pueden ser el resultado de aplicar la FL a diferentes componentes semánticos de la UL L. Así, por ejemplo, una vehemente sospecha y una sospecha grave son ambas colocaciones modelizadas por Magn, aunque no podamos decir que significan lo mismo.12 En el primer caso, se intensifica el componente semántico de ‘creencia’ incluido en ‘sospecha’, mientras que en el segundo, se intensifica el componente negativo del hecho sospechado: una sospecha es grave cuando aquello de lo que se sospecha es considerado muy malo, muy negativo moral o socialmente, como un crimen. Así, podemos tener la grave sospecha de que María ha cometido un crimen, pero no la grave sospecha de que María acaba de llegar (salvo que el hecho de que María llegue sea interpretado como algo negativo). Como veremos a continuación, las glosas de las colocaciones pueden ser interpretadas de diferentes maneras, debido en gran medida a la propia naturaleza de la noción de FL. De esta manera, una glosa puede representar: 1) el contenido semántico de la FL f como UL profunda; 2) el contenido semántico de los valores de la aplicación de la FL f a la UL L; o 3) el contenido semántico de la colocación al completo.
4. NOCIÓN DE GLOSA La noción de glosa no ha recibido, hasta el momento, ninguna definición explícita, aunque su práctica ya tiene cierta tradición tanto en el proyecto LAF como en el DiCE. Aunque quizás el concepto ‘glosa’ no esté todavía lo suficientemente delimitado, es conveniente formular ya una definición de la noción correspondiente para poder avanzar en su profundización. Por glosa de una FL, entendemos una fórmula en
11
Si no buscamos precisión semántica y no siempre tenemos que buscarla, la mejor forma de codificar el contenido semántico de la FL es por medio de su propio símbolo. Esta es la opción por la que han optado Kahane y Polguère (2001) en donde el nombre de la FL seguida de su estructura argumental entre corchetes es la codificación del contenido semántico. Así, Magn[#] representa el contenido semántico de la FL Magn que toma # como palabra llave. La traducción en metalengua natural de Magn[#] necesariamente nos obliga a optar entre sentidos específicos como ‘# es intenso’ o ‘# en alto grado’ o ‘muy #’. 12 La FL puede ser enriquecida con subíndices para indicar cuál es el componente semántico de la palabra llave afectado por la intensificación. Así, vehemente sería codificado por Magn[‘creencia’], mientras que grave sería codificado como Magn[‘malo’].
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metalengua natural controlada que permite identificar el sentido de la expresión lingüística modelizada por la FL. Dado que las colocaciones son esencialmente un fenómeno de codificación, las glosas no deben ser formuladas como una paráfrasis que analice el sentido de la colocación, sino como un elemento que sirva para identificar el sentido que se quiere expresar. Para poder analizar en profundidad el sentido de una colocación, necesitaríamos formular explícitamente la definición de la base y examinar cómo el sentido aportado por el colocativo interactúa con el sentido de la base, qué componentes semánticos de la base son afectados, etc. Aunque este procedimiento es factible, la descripción semántica en detalle no es la finalidad de un diccionario de codificación de colocaciones. Al igual que lo que ocurre con las FFLL, el objetivo de las glosas no es perseguir la precisión semántica: su deber es apuntar al conjunto de unidades léxicas que expresan el sentido identificado por la FL (vid. Mel’…uk 1996: 80). La glosa también pertenece a un metalenguaje; es decir, cuando decimos que la glosa de Magn es intenso, tomamos este adjetivo del español en su sentido más básico. La glosa intenso o cualquier otra pretende representar el sentido de la FL Magn o del colocativo representado por ella, pero en sí misma, la glosa no es un sentido del español, sino del meta-español controlado para identificar los sentidos de las colocaciones. Por esta razón, rechazamos glosas como por ejemplo grave para la FL Magn de los nombres etiquetados semánticamente como ‘enfermedad’ (vid. en cambio, Popoviƒ 2003: 14). Desde nuestro punto de vista, grave no puede ser propuesto como glosa ya que el sentido de este adjetivo impide que pueda pertenecer a una metalengua: se trata de un colocativo por excelencia que cambia su significado dependiendo de la base (cf. sospecha grave vs. enfermedad grave). Cuando es seleccionado por nombres que designan enfermedad, intensifica el componente semántico ‘consecuencias perjudiciales’ que posee el sentido ‘enfermedad’. Así, una enfermedad grave será aquella cuyas consecuencias son muy perjudiciales. Obsérvese que, por tanto, la pretendida glosa grave no explica el sentido de Magn si no se combina con la definición de ‘enfermedad’.13 Aunque acabemos de fijar la noción de glosa como una fórmula que identifica el sentido de la expresión lingüística que modeliza la FL, hemos visto que el objeto modelizado por las FFLL puede ser interpretado de diferentes maneras. A continuación, analizamos cómo la triple naturaleza de las FFLL coincide con tres posibles modos de entender las glosas.
13 Al ofrecer grave como paráfrasis de Magn(‘enfermedad’), Popoviƒ está optando por la glosa como valor por defecto de la FL, lo que en sí es válido pero el valor por defecto tiene que ser poco marcado idiomáticamente para poder tener alguna utilidad como glosa de la FL.
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Las colocaciones pueden recibir tres tipos distintos de glosa, dependiendo del grado de abstracción que podamos o que queramos atribuir a la glosa. Hay colocativos que admiten una glosa que puede ser interpretada como la traducción en metalengua natural del nombre de la FL. Así, por ejemplo, el colocativo de honda pena puede ser glosado por en alto grado, que sería una traducción de la FL Magn en metalengua natural. En cambio, sospecha vehemente, que sería codificada por la misma FL ya no admite fácilmente esa glosa, sino algo como en la que X está muy seguro de que Y es cierto, en donde se describe el sentido de la relación del colocativo con la base. Entre ambos extremos, podemos encontrar también colocativos que pueden ser glosados por el valor por defecto de la FL. Por ejemplo, el colocativo desvanecerse codificado por la FL compleja IncepPredMinus(miedo) puede glosarse por disminuir. Tenemos entonces glosas para la FL en tanto que UL generalizada, glosas para el valor de la FL y glosas para la relación del colocativo con la base, es decir, para la colocación al completo. Los tres tipos de glosas están jerarquizados en grados de abstracción. Así, las glosas más abstractas, vinculadas a la FL en tanto que UL generalizada pueden ser siempre reformuladas como la glosa más concreta de la colocación. Por ejemplo, es posible glosar el colocativo de honda pena como que hace sufrir mucho a X. La dirección contraria, de lo específico a lo general, no parece satisfacer siempre el grado de inteligibilidad: ¿hasta qué punto es comprensible sospecha en alto grado? Podríamos representar las glosas gráficamente por círculos concéntricos en donde el círculo central representa las glosas más específicas o idiosincrásicas y el último, a las glosas más genéricas. FIGURA 2. Tres tipos de glosas
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El primer tipo de glosa se relaciona con la FL como UL profunda y consiste en una paráfrasis en metalengua natural de la fórmula de la FL. La llamaremos paráfrasis de la fórmula FL. Así, por ejemplo, la FL compleja IncepPredMinus puede recibir siempre la siguiente glosa: empezar a ser menos, que es la traducción en metalengua natural del nombre de la FL. Independientemente de la semántica de las palabras llave a las que esta FL se aplique, la glosa siempre será válida, como se puede observar en las siguientes colocaciones: el miedo se desvanece, las dudas se disipan o su vitalidad ha mermado. El segundo tipo de glosa tiene más en cuenta la interpretación de la FL como aplicación de la función. Se trata del valor por defecto de una FL. En ocasiones, este valor puede ser escogido independientemente de la palabra llave. Por ejemplo, como acabamos de ver, el valor por defecto para IncepPredMinus es disminuir. En otras ocasiones, el valor por defecto de una FL depende de la naturaleza semántica de la palabra llave. Así, no tendremos la misma glosa para la misma FL y el mismo valor, pero distinta palabra llave si estas son de distinta naturaleza semántica; por ejemplo, para miedo atroz y crimen atroz, aunque en ambos casos sea Magn la FL que las represente, la glosa debe ser distinta: para el primer caso, sirve intenso como valor por defecto de Magn aplicado a los nombres de sentimiento. Sin embargo, para el segundo, crimen intenso no sería interpretable. Para casos más idiosincrásicos como el de crimen atroz, se puede proponer un tercer tipo de glosa: la pseudo-definición de la relación del colocativo con la base. Así, en lugar de escoger un valor comodín, el menos marcado idiomáticamente, como glosa de una función, se ofrece una definición abreviada del colocativo en la colocación; por ejemplo, atroz en crimen atroz sería glosado como que impresiona mucho. Los tres tipos de glosa tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Así, las paráfrasis de la fórmula FL presentan la ventaja de que son más cercanas a la representación semántica de la colocación y más adaptadas para un posible sistema de generación automática, pero tienen el inconveniente de que son menos legibles para un usuario humano. En cambio, los valores por defecto son más elegantes estilísticamente lo que los hace más legibles para el usuario (nativo, no necesariamente para el aprendiz). Por último, las pseudo-definiciones tienen a su favor la precisión semántica pero ésta trae consigo pérdida de generalización, con lo que le resta adaptación a los sistemas automáticos. Independientemente de los pros y los contras dependientes de la utilización final de las glosas, es necesario decir que, en ocasiones, los propios hechos de la lengua, es decir, las propias colocaciones piden en unos casos más un tipo de glosa que otro. Por ejemplo, un colocativo como grave, dicho de sospecha sólo puede ser descrito semánticamente por una pseudo-definición y no admite ni un valor por defecto ni la paráfrasis de la fórmula de la FL. Obsérvese que sospecha intensa o sospecha en alto grado no describen el significado de grave sospecha: a
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pesar de que se exprese una intensificación, el componente semántico sobre el que recae la intensificación no es el componente genérico de ‘sospecha’, por lo que rechaza la paráfrasis ‘sospecha intensa’. Por lo tanto, si se quiere identificar el sentido de la colocación en metalengua natural, no hay más solución que ofrecer una definición del colocativo en la colocación. En otras ocasiones, en cambio, el valor por defecto puede funcionar sin ninguna objeción como glosa. Es el caso de Magn(pena), que siempre puede ser glosada como intensa pena. Sea cual sea el tipo de glosa por el que optemos, es necesario establecer una serie de requisitos para su correcta formulación.
5. LA FORMULACIÓN DE LAS GLOSAS Comenzaremos por estipular los requisitos que debe cumplir una glosa. A continuación, propondremos una lista de factores que determinan la formulación de la glosa. Las dos últimas subsecciones se centrarán en el aspecto práctico: primero, ejemplificando la elección de un tipo de glosa según los distintos factores para colocaciones en concreto y segundo, validando diferentes glosas por medio de tests aplicados a profesionales y a hablantes nativos cualificados. 5.1. Requisitos Estipulamos los siguientes requisitos que deben cumplir las glosas. 1) Adaptación a su finalidad. Si la finalidad de las glosas es didáctica y orientada hacia estudiantes de español, se pondrá más énfasis en la claridad de las glosas que en su precisión. Por ejemplo, una colocación como despertar simpatía [en alguien] puede ser glosada bien como causar que alguien sienta simpatía, bien con una fórmula más cercana a la FL utilizando variables actanciales como Y causa que X sienta simpatía hacia Y. Si optamos por la finalidad didáctica, evitaremos las variables actanciales como X e Y y se tendrá en cuenta el nivel de dificultad del léxico. Así, por ejemplo, para la glosa de Able1 se rechazará propenso a por considerar este adjetivo de mayor nivel de dificultad que la glosa que tiende a. Si lo que perseguimos es un metalenguaje más científico y más cercano de las fórmulas de FFLL, la glosa será poco elegante estilísticamente, pero quizás más precisa. 2) Corrección idiomática. La formulación no debe violar el español. Aunque la glosa forma parte de un metalenguaje, se trata siempre de un meta-español controlado para describir expresiones colocativas del español. No aceptaremos, por tanto, ejecutar como glosa de Oper1(golpe) = dar (Morante Vallejo 2004). A pesar de que se
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pueden ejecutar acciones, no cualquier acción puede ser ejecutada: *ejecutar un golpe no respeta las normas del español y no puede ser propuesto como glosa. 3) Adecuación al patrón sintáctico de la colocación. En lo posible, la glosa debe reflejar el patrón sintáctico de la colocación, como lo hacen las FFLL. Según esto, una colocación verbal en donde la base funcione como sujeto y otra en donde funcione como complemento, no deberían tener la misma glosa, a pesar de expresar el mismo sentido. Esto es lo que ocurre con las colocaciones codificadas por las FFLL vacías Oper1 y Func1. Por ejemplo, tener miedo en Todos tenían miedo y reinar el miedo en Reinaba el miedo entre ellos, serán glosados respectivamente como sentir miedo y el miedo existe. Como vemos, este requisito de que la glosa sea paralela con el patrón sintáctico de la colocación resta naturalidad a la glosa y contribuye a su multiplicación. Por ejemplo, siguiendo estrictamente el patrón sintáctico, deberíamos proponer glosas diferentes para las colocaciones equivalentes semánticamente pero en donde los actantes funcionan como distintos complementos. Por ejemplo, proporcionar alegría [a alguien – O.Ind.] frente a llenar de alegría [a alguien – O.D.]. En cambio, si sólo tenemos en cuenta el criterio semántico, la siguiente glosa podría ser válida para ambas: causar alegría en alguien. El hecho de que el experimentador en una colocación funcione como complemento indirecto, mientras que en la otra funcione como complemento directo se describe por los subíndices actanciales de la FL y también por el esquema de régimen. 4) Nivel de precisión semántica. Con vistas a evitar una inflación de glosas y buscando ganar cierta generalización, es aconsejable también valorar hasta dónde pretendemos que abarque la glosa; es decir, si formulamos glosas muy precisas y orientadas más al valor de la FL que a la FL, no se ganaría ninguna generalización y se llegaría al punto de que todas las glosas serían diferentes. Por ejemplo, según Popoviƒ (2003: 59), en el LAF se propone la glosa (que nosotros traducimos al español) ser cliente en un restaurante para describir la colocación que designa la utilización de un establecimiento como restaurante (sortir au restaurant); mientras que la glosa para la utilización de clínica (se trouver dans une clinique) es ser paciente de una clínica. Popoviƒ indica que debido al diferente significado de las bases, a pesar de que compartan la misma etiqueta semántica ‘establecimiento’, las glosas tienen que ser distintas. Ahora bien, también podemos plantearnos si no es posible ganar alguna generalización. Efectivamente, también en español, un paciente es el que utiliza los servicios de una clínica o un hospital, mientras que un cliente es el que utiliza los servicios de un establecimiento en donde compra o consume. Obsérvese que para describir semánticamente los nombres paciente o cliente dentro de las entradas respectivas de clínica y de restaurante, necesitamos mencionar el sentido ‘utilizar’, como nosotros aquí lo acabamos de hacer. Por lo tanto, parece que ‘ser
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paciente’ es más complejo semánticamente que ‘utilizar los servicios’: es decir ‘paciente’ incluye semánticamente ‘utilizar los servicios’, pero no a la inversa.14 Si optamos por la glosa más simple semánticamente, podemos ganar una generalización y ofrecer la glosa utilizar los servicios tanto para clínica como para restaurante o cualquier otro establecimiento, dado que en definitiva, un establecimiento es siempre un lugar que ofrece servicios a personas que los utilizan. 5.2. Factores que determinan la formulación de la glosa Como ya hemos visto, en la formulación de una glosa intervienen diferentes factores o parámetros. Puesto que toda FL consta de tres elementos, analizaremos los diferentes factores desde tres perspectivas: factores que conciernen a la FL en sí, factores que conciernen a la palabra llave de la FL o base de la colocación y factores que atañen al valor de la FL o al colocativo. Empezaremos por los que conciernen a la FL. 5.2.1. Factores que conciernen a la FL 1. Glosa estándar para la FL Algunas FFLL pueden ser traducidas más fácilmente que otras a una metalengua natural. Así, no es posible asociar una glosa en metalengua a una FL vacía como Oper1 sin saber cuál es la naturaleza semántica de la palabra llave. Sin embargo, otras FFLL siempre tienen asociada una glosa, como es el caso de Manif con la glosa manifestarse. En este caso, diremos que la FL tiene una glosa estándar. 2. Glosa dependiente de la etiqueta semántica de la palabra llave Algunas FFLL tienen asociada una glosa dependiente de la etiqueta semántica de la palabra llave. Este es el caso de Oper1 y A1, por ejemplo. Si se aplican a nombres de sentimiento, la glosa será, respectivamente, sentir y que siente. Así, Oper1(alegría) = experimentar sería glosado como sentir y A1(alegría) = alegre, como que siente. Así, si el diccionario va siendo redactado por campos semánticos, se puede ir proponiendo una glosa prototípica para cada FL según la etiqueta semántica de la palabra llave. Por ejemplo, para la glosa de Oper1 aplicado a nombres de actos de habla como crítica, acusación o reproche podríamos proponer hacer que es el valor por defecto de esta FL con los nombres de este campo semántico; como glosa de Oper1 para nombres que designen sanción como pena, sanción o castigo, se puede proponer poner, etc. Pero también es verdad que no podemos esperar que todo Oper1 de un nombre pueda tener una glosa diferente a su valor. Así, habrá casos
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Glosar sortir au restaurant como ‘être client dans un restaurant’ es como glosar conducir un coche por ‘ser conductor de un coche’.
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como dar un paseo para los que la glosa hacer produciría una violación de las normas del español, a pesar de que ‘paseo’ designa una acción. Por lo tanto, hay que bloquear la herencia por defecto: se trata de evitar que Oper1(paseo) se glose como hacer, bloqueando la herencia a través de la etiqueta semántica de la palabra llave, y ofrecer como glosa, en este caso, el valor de la FL. Otras FFLL no tienen asociada una glosa dependiente de la etiqueta semántica de la palabra llave. Por ejemplo, el contenido semántico de Real no es fácilmente traducible a metalengua natural. En las descripciones teóricas de esta FL se le suele asociar la siguiente paráfrasis: ‘hacer con lo designado por la palabra llave aquello para lo que está destinado o lo que se supone que se debe hacer’. Ahora bien, no es siempre fácil determinar qué es aquello para lo que está destinado lo designado por la palabra llave, como ocurre en el caso de los nombres de sentimiento. Hay nombres como deseo cuyo objetivo es claro: la realización o el cumplimiento de ese deseo. Las colocaciones saciar, satisfacer, cumplir o realizar un deseo son fácilmente codificadas por la FL Real. Sin embargo, otros nombres como cariño o cólera designan un sentimiento que se realiza cuando su manifestación se vuelca sobre el referente del segundo actante (actante que funciona como Objeto, no como Causa). Así, por ejemplo, la colocación dar cariño debe ser codificada como Real1 ya que dar cariño no es lo mismo que sentir cariño (Oper1). Desde este punto de vista, un sentimiento como el cariño está destinado a ser demostrado con gestos o con palabras dirigidas hacia el objeto de cariño. Asimismo, el destino de un sentimiento como la cólera es manifestarla contra el objeto de cólera, de tal manera que al hacerlo, uno se libera del sentimiento. Por ese motivo, las colocaciones descargar o desahogar serán el valor de Real1(cólera). En ambos casos, la glosa de esta FL podría ser demostrar ~ hacia/contra Y, pero en este caso la glosa de Real se confunde con la de otra FL Caus1Manif.15 3. Glosa según la estructura actancial Algunas FFLL hacen referencia a un actante de la palabra llave. Evidentemente, la glosa de Oper1 no puede ser la misma que la de Oper2, ya que intervienen actantes distintos en la colocación. Así, para los sentimientos, la glosa de la primera FL es sentir, pero para Oper2, no se puede proponer ciegamente una glosa sin atender al papel semántico del actante Y. Si este actante es un Objeto, la glosa será ser objeto de, pero si se trata de una Causa, tendremos ser la causa de.
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En el LAF han optado por una formulación mixta Real1-manifestation para colocaciones como manifester la haine y tratan solo como Real1 la colocación déchaîner la haine, cuya glosa adaptada al español encajaría perfectamente para la colocación española: actuar en relación con Y bajo la influencia del odio.
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Así, dependiendo del papel semántico del actante que interviene en una colocación, la misma FL con el mismo índice actancial puede recibir diferentes glosas (Kahane y Polguère 2001). Por ejemplo, entre los nombres de sentimiento, los hay que tienen tres actantes, como rencor de X hacia Y por Z, y los hay de dos, como miedo de X por Y. Obsérvese que el segundo actante de rencor designa el blanco, la víctima que sufre el rencor de alguien. Sin embargo, el segundo actante de miedo designa más bien la causa que motiva el miedo. Por lo tanto, la glosa de Oper2 aplicada al nombre rencor no será la misma que aplicada a miedo, ya que el papel desempeñado por el segundo actante de los nombres no es igual: en el primer caso, será el objeto, la víctima del sentimiento, mientras que en el segundo, se trata de la causa del miedo. 5.2.2. Factores concernientes a la palabra llave de la FL Con respecto a la palabra llave o la base de la colocación, los factores a tener en cuenta para formular una glosa de la colocación son: 1. Glosa según la etiqueta semántica La naturaleza semántica de la base de la colocación es determinante para la formulación de la glosa. A propósito de atroz, ya hemos visto cómo un colocativo debe ser glosado de un modo diferente, dependiendo de la naturaleza semántica de la base. Popoviƒ (2003: 47) ha señalado que la influencia de la etiqueta semántica en la redacción de las glosas no es la misma según el contenido semántico de la FL. Parece bastante evidente que existe más correlación entre la etiqueta de la palabra llave y la glosa de una FL vacía como Oper que con una FL plena como Manif. Así, por ejemplo, la glosa de un verbo de apoyo seleccionado por un nombre de sentimiento no puede ser la misma que la glosa para un verbo de apoyo seleccionado por un nombre de acción (albergar un temor vs. dar un paseo). 2. Glosa según los componentes semánticos afectados Para la elección de la glosa no sólo intervienen la etiqueta semántica de la palabra llave sino también otros componentes semánticos que configuran su sentido. Esto hace que dos valores de la misma FL aplicada a la misma palabra llave no reciban la misma glosa. Así, dormir a pierna suelta y dormir como un lirón son ambas codificadas por la FL Magn, pero la intensificación recae sobre distintos componentes semánticos de ‘dormir’. En el primer caso, se intensifica el componente semántico ‘reposar’ incluido en el sentido ‘dormir’, mientras que en el segundo, se intensifica la duración del sueño.16 Así, de una persona que haya tenido pesadillas durante un sueño
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Como ya vimos en la nota 12, para indicar la diferencia, se añaden subíndices a la FL. La notación sería: Magn[‘reposar’] y Magn[‘tiempo’].
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que ha durado mucho, podríamos decir que ha dormido como un lirón, pero no que ha dormido a pierna suelta porque se supone que no habrá descansado. Así, en este caso, la glosa sería con completa despreocupación, mientras que como un lirón sería glosado como muchas horas. 5.3. Factores concernientes al valor de la FL Con respecto al valor de la FL o al colocativo, los factores a tener en cuenta para formular una glosa de la colocación son: 1. Glosa según la productividad del colocativo Cuando se trata de un colocativo muy productivo como intenso, que funciona como un valor de Magn de muchas palabras llave, la glosa entendida como valor por defecto coincidirá con él. En cambio, un colocativo especialmente idiomático como cerval, que sólo se combina con miedo, nunca coincidirá con una glosa precisamente por ser altamente idiomático. 2. Glosa según el grado de representatividad del colocativo En algunos casos, el sentido del colocativo expresa principalmente el sentido codificado por la FL, pero en otros, tiene algún añadido semántico. Así, según sea el sentido específico del colocativo, se podrá representar mejor o peor por la glosa de la FL. Por ejemplo, la FL Bon(alegría) codifica valores que pueden ser separados en dos grupos: de un lado, sana, pura y de otro, dulce, tranquila, sencilla. Los primeros adjetivos expresan una valoración positiva del sentido ‘alegría’: se trata de una alegría causada por un buen motivo. En cambio, el segundo grupo de adjetivos aporta un añadido semántico: no se modifica sólo el sentido ‘alegría’ sino que se añade una indicación sobre el comportamiento del experimentador. Así, en una sencilla alegría, el experimentador está tranquilo y no da muestras de excitación. En consecuencia, la glosa estándar de Bon será más adecuada para los colocativos que no aportan un añadido semántico. Diremos que sana es un buen representante de la FL Bon(alegría), mientras que el colocativo sencilla es peor representante en el sentido de que aporta un añadido semántico específico. 3. Glosa según la autonomía semántica del colocativo La naturaleza del sentido del colocativo desencadena un tipo u otro de glosa. Hay colocativos con más peso semántico que otros; es decir que tienen mayor autonomía con respecto a la base y constituyen una entrada lexicográfica con su propia definición (Alonso Ramos y Mantha 1996, Alonso Ramos 2003b). Así, frente a dominar, en por ejemplo, Le domina la envidia que ni siquiera figura en muchos diccionarios de la lengua, el verbo obedecer es más autónomo y su sentido es concebible sin ir
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necesariamente emparejado con una base que lo seleccione.17 De esta manera, a la hora de glosarlo en una colocación como obedecer una orden, este colocativo es más fácilmente definible que dominar seleccionado por envidia. 5.4. Puesta en práctica Como acabamos de ver, la formulación de una glosa para describir la aportación del colocativo al sentido de la colocación no es tarea fácil. Pensamos que los factores que deben primar a la hora de elegir la mejor formulación de una glosa son los que conciernen a la FL. A continuación, mostramos cómo se pueden combinar los distintos factores y cuál es al que le asignamos mayor peso: 1) ¿Tiene asignada la FL una glosa bien estándar (como Bon), bien dependiente de la etiqueta semántica (como Magn)? 2) ¿El colocativo es un buen representante de la FL en el sentido de que incide sobre el componente genérico de la palabra llave y no aporta un añadido semántico específico (sana alegría)? 3) ¿El colocativo es una UL autónoma semánticamente como UL (obedecer con orden)? 4) ¿Buscamos la precisión semántica o buscamos la generalización? Según sean las distintas respuestas a estas cuatro preguntas, optaremos por la glosa estándar de la FL o por una glosa del colocativo como valor por defecto o por la glosa de la relación del colocativo con la base. Pongamos en práctica estos criterios: Si se trata de glosar la colocación sana alegría, puesto que la FL Bon tiene asignada una glosa estándar y el colocativo es un buen representante de Bon, optaremos por la glosa de la FL: buena. En el caso de honda pena, puesto que la FL Magn tiene asignada una glosa dependiente de la etiqueta semántica y el colocativo es un buen representante de Magn, optaremos por la glosa del colocativo como valor por defecto: intensa. Para glosar la colocación sencilla alegría, la FL Bon tiene asignada una glosa estándar, pero el colocativo no es un buen representante ya que tiene un añadido semántico específico. Si buscamos la precisión semántica, optaremos por la glosa de la colocación: X no estando excitado, buena. Si pretendemos la generalización, elegiremos como en el caso anterior la glosa de la FL: buena.
17 En algunos diccionarios actuales del español, muchos de los colocativos no aparecen descritos semánticamente ni en la entrada de la base ni en la entrada de la colocación. Así, por ejemplo, en el Lema, el verbo dominar, muy frecuente con los nombres de sentimiento, no recibe ninguna descripción. No ocurre lo mismo en el DUE en donde se define como «ser tenido por alguien cierto estado de ánimo, sentimiento, pasión o vicio en tal medida que no puede sustraerse a ellos».
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Si se trata de glosar expresar alegría, puesto que la FL Caus1Manif tiene una glosa estándar y el colocativo es autónomo semánticamente, optaremos por la glosa de la FL: manifestar. Si el colocativo no es autónomo semánticamente, como en el caso de reina la alegría (Func0(alegría)), optaremos también por la glosa de la FL: existir. Examinemos ahora los casos en que la FL no tiene una glosa estándar ni dependiente de la etiqueta semántica de la palabra llave. Si se trata de un colocativo que es un buen representante de la FL, como es el caso de cumplir un deseo, la glosa será la del colocativo como valor por defecto: realizar. Si el colocativo no es un buen representante de la FL ya que aporta un añadido semántico específico, como es el caso de descargar la cólera, tendremos dos opciones: bien elegiremos la glosa del colocativo como valor por defecto si lo que buscamos es la generalización: demostrar; bien optamos por la glosa del colocativo en la colocación si buscamos más precisión semántica: hacer víctima a alguien de la ~. Cuando el colocativo es una UL autónoma semánticamente como obedecer, se elegirá la glosa de la colocación. Así, obedecer una orden sería codificada por la FL Real3(orden) con la siguiente glosa: hacer lo que X le manda. Lo mismo ocurre si la UL no es autónoma semánticamente, como dominar en la alegría domina.18 Optaremos por la glosa de la colocación, es decir por la relación del colocativo en interacción con la base: tan intensa que determina su manera de actuar. Dado que la etiqueta semántica de la palabra llave desempeña un papel primordial, como criterio operativo tendremos: a misma FL con misma palabra llave, misma glosa semántica; es decir, se procura glosar igual los distintos valores de la misma FL. Si algún elemento del valor de la FL incide sobre un componente semántico específico de la palabra llave o aporta algún añadido semántico, debemos valorar si queremos optar por la generalización o por la precisión semántica. En conclusión, primará siempre la glosa estándar de la FL. Si la FL no tiene asignada una glosa estándar, se optará por la glosa del colocativo, bien tomándolo como valor por defecto, bien definiéndolo en el contexto de la colocación. El factor de la autonomía semántica del colocativo está directamente vinculado al hecho de si la FL tiene o no una glosa estándar. Así, como hemos visto, colocativos más o menos autónomos serán glosados por la glosa de la FL o recibirán una pseudo-definición, según sea el tipo de FL que los codifique. Los diferentes caminos que se pueden seguir para elegir la glosa de una colocación pueden ser modelizados en el siguiente árbol de decisión (vid. fig. 3.):
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El ejemplo que figura en el DiCE es el siguiente: «Una alegría desconocida te dominaba, la juventud volvía a correr por tus venas, todo era aún posible».
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FIGURA 3. Modelización de la elección del tipo de glosa
5.5. Validación de las glosas por medio de tests Para poder validar nuestra manera de operar en el DiCE y verificar si estos criterios son operativos, hemos querido ponerlos a prueba por medio de dos tests, uno destinado a profesionales de Lexicografía y conocedores del fenómeno colocativo (test 1), y otro destinado a hablantes nativos cualificados (test 2). En el primero, la tarea consistía en elegir la glosa que a juicio del colaborador describiera mejor la colocación. Por ejemplo, ante el ejemplo siguiente Ese profesor le inspira una profunda admiración, debían elegir entre las glosas siguientes: 1. causa admiración en alguien 2. Y causa que X sienta admiración por Y 3. provoca en alguien admiración 4. Y causa que la admiración de X por Y exista
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El test constaba de 20 ejemplos en donde figuraba una colocación con un nombre de sentimiento. El resultado muestra gran desacuerdo entre los colaboradores. De los 20 ejemplos, sólo en dos casos hay coincidencia total, es decir que todos optan por la misma glosa. Así, la glosa propuesta para la FL CausFunc1, que codifica el ejemplo anterior, es mayoritariamente la (1), que podría ser considerada el valor por defecto. Sin embargo, en el caso de la glosa para la FL Caus2Func2, que codifica ganarse la admiración de alguien, no hay unanimidad: algunos optan por causar admiración hacia sí; otros por la glosa más técnica Y causa que la admiración de X se dirija a Y; y todavía, otros por un colocativo, provocar, que es sinónimo de despertar admiración, pero no de ganarse la admiración. Obsérvese que en el primer caso, son las cualidades de alguien las que hacen que otros sientan admiración por esa persona. Sin embargo, en el segundo, la persona tiene que hacer algo para que otros sientan admiración por ella; es algo buscado. El test dirigido a nativos no estaba destinado a valorar su competencia léxica sino la adecuación del DiCE entre glosas y colocativos. Por esta razón, fue pasado a profesionales o estudiantes de Filología, pero no especialmente avezados en el concepto de colocación. El test requería dos tareas. En la primera, se trata de elegir el colocativo que se adecue mejor a la glosa. Por ejemplo, «Si decimos que mi llegada causó que la alegría existiera en María, entonces es que 1. despertó alegría en ella 2. infundió alegría en ella 3. le quitó la alegría
La segunda tarea consistía en rellenar el hueco con el colocativo que se ajuste más a la glosa. Así, por ejemplo, «busca el verbo que exprese el sentido ‘causa admiración en alguien’ en El profesor le— una profunda admiración». Los resultados son mucho mejores en la tarea 1 que en la 2. Es curioso darse cuenta de que incluso al hablante nativo le supone mucho menos esfuerzo reconocer una UL que se ajuste a un sentido que encontrar esa UL. A pesar de lo reducido del test, no parece apreciarse una correlación entre el resultado con la glosa. Por ejemplo, el colocativo entrar en la colocación entrar ganas siempre es escogido con éxito independientemente de la glosa: una paralela al patrón sintáctico y próxima a la fórmula de la FL las ganas de algo han aparecido en alguien, pero menos natural; y otra, más natural pero más lejana de la fórmula FL empezar a sentir ganas de algo. Es necesario señalar que el grado de éxito o de error en los ejercicios sobre colocaciones tiene que ser matizado en muchas ocasiones. El criterio para determinar si una colocación es correcta o incorrecta es bastante escurridizo, especialmente con colocaciones de un nivel de lengua avanzado. Así, por ejemplo, algunos hablantes nativos eligieron el colocativo calmar para expresar el sentido
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‘causar que el enfado sea menor’, cuando el colocativo previsto como correcto era aplacar. En otro nivel de lengua, en cambio, un hablante nativo, evidentemente, no dudará entre hacer y dar al señalar el colocativo seleccionados por paseo. No hay duda de que para la buena formulación de glosas en un diccionario, hay que tener en cuenta si el diccionario está destinado a hablantes nativos o a aprendices de español. Aunque todavía hace falta idear tests más complejos y pasárselos a más personas, creemos que es posible ya afirmar que un hablante nativo prefiere la glosa que hemos llamado valor por defecto. Por ejemplo, preferirá encontrar como descripción semántica de la colocación paliar el desasosiego la glosa disminuir que la paráfrasis de la fórmula FL causar que el desasosiego sea menor. Sin embargo, esa preferencia no tiene por qué coincidir con la de un aprendiz de español. Es probable que un aprendiz desconozca el valor por defecto, pero pueda entender la paráfrasis dado que se trata de un metalenguaje muy simple semánticamente.19
6. CONCLUSIONES En el momento actual, el DiCE consta de 3600 relaciones codificadas por FFLL, de las cuales sólo una parte tiene asignada una glosa. El DiCE se va construyendo introduciendo primero las FFLL y buscando, después, las glosas adecuadas. Sin duda, este procedimiento es debido a que el metalenguaje de las FFLL está más rodado que el de las glosas, que todavía tienen un estatuto vago, pero nos pone de manifiesto la diferente manera de concebir las glosas. A modo de reflexión final, nos gustaría llamar la atención sobre la circularidad existente entre las FFLL, las colocaciones y las glosas. Veámoslo con un ejemplo. La representación del colocativo mortal por la fórmula Magn(odio) se comprende si se le asocia su paráfrasis lingüística intenso. Por lo tanto, estamos traduciendo una expresión lingüística por otra fórmula que, a su vez, recibe una traducción lingüística, que es lo que hemos venido llamando glosas. Esto nos lleva a plantear las glosas como la traducción en metalengua natural del contenido semántico de la FL, de tal modo que una vez ya codificada la colocación por medio de una FL, podemos reinterpretarla en metalengua natural. En este sentido, la glosa es la paráfrasis en metalengua natural del nombre de la FL. Así, la glosa en «meta-español» de Magn será intenso, en «meta-francés» será intense, en «meta-inglés»...
19 En mi experiencia al consultar el LAF, puedo decir que en ocasiones, la glosa de la FL, entendida como valor por defecto, me suscita más dificultad que el propio valor de la FL. Este es el caso de la glosa ‘concrétiser’ para la FL Real1(hostilité) = faire preuve de, manifester, montrer [ART ~].
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Sin embargo, es posible también concebir la glosa como un puente entre la colocación y la FL. El proceso natural que sigue un lexicógrafo a la hora de codificar colocaciones en un diccionario es formular una paráfrasis de su significado. Así, por ejemplo, ante la colocación perder la admiración [de alguien], el lexicógrafo la parafraseará por ‘ya no ser objeto de la admiración’ o por la equivalente ‘dejar de recibir la admiración’. Estas paráfrasis son directamente traducibles por FFLL: ‘ya no’ o ‘dejar de’ es el sentido de la FL Fin y ‘recibir’ o ‘ser objeto de’ es la traducción de la FL Oper2. Por lo tanto, la FL que codifica el colocativo perder en la entrada de admiración será FinOper2. Estas paráfrasis son las que nosotros proponemos como glosas. En algunos casos, se corresponden directamente a la traducción del nombre de la FL, mientras que en otros casos, la glosa está más próxima a la definición del colocativo. La formulación de las glosas tiene que ser rodada con más datos y probada con usuarios del DiCE para poder afinar las técnicas de homogeneización y generalización, pero creemos que estamos en el buen camino, aunque este sea largo.
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Combinaciones atributivas del tipo poner en movimiento y diccionario1
ALBERTO BUSTOS PLAZA Universidad Carlos III de Madrid
1. INTRODUCCIÓN Las combinaciones del tipo poner en movimiento presentan la estructura formal V + SP. Su verbo pertenece a un grupo de verbos atributivos o pseudocopulativos2 con significado originario de índole espacial: andar(se), caer, continuar, encontrarse, dejar, estar, hallarse, mantener(se), permanecer, poner(se), quedar(se), seguir, tener, etc. He aquí algunos ejemplos: (1) […] un apagón dejó la casa a oscuras […] (Marsé, Muchacha). (2) […] el ruido asusta y pone en movimiento a las reses […] (Vallejo Nájera, Rey). (3) […] me mantenía al acecho, como si mi atención evitase la presencia del otro (Torrente Ballester, Yo no soy yo). (4) […] ya saben que quedan a disposición del juzgado que se encargue del caso (Torrente Ballester, Filomeno).
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La investigación se ha financiado en parte con fondos asignados al proyecto BFF2002-04575C02-01 del Ministerio de Ciencia y Tecnología (Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica). Les doy las gracias a Margarita Alonso Ramos y Josep Alba-Salas por sus comentarios, que han contribuido no poco a mejorar el texto. La responsabilidad por las posibles carencias, naturalmente, me corresponde en exclusiva. 2 Respecto del concepto de verbo atributivo y de verbo pseudocopulativo pueden consultarse, entre otros, Ramos (2002), Fernández Leborans (1999), Gutiérrez Ordóñez (1986), Alcina y Blecua (1975). Utilizaré aquí el término atributivo por ser más abarcador que pseudocopulativo. Por el mismo motivo, preferiré complemento predicativo a atributo.
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Estas construcciones no han sido objeto preferente de atención en la tradición gramatical hispánica. Tampoco es habitual en los estudios lingüísticos de nuestro país tratar este grupo de manera unitaria, sino que, por lo general, las construcciones que abarca se han agrupado en conjuntos parciales bajo diferentes etiquetas que no contribuyen a poner de relieve lo mucho que tienen en común. Así, algunas combinaciones, como, por ejemplo, ponerse en movimiento, se adscribirían a las construcciones pseudocopulativas; otras, como poner en movimiento, se considerarían correlatos causativos de las construcciones anteriores; mientras que, por último, construcciones como tener la nariz roja, han llegado a incluirse entre las denominadas construcciones con verbo de apoyo. Algunos hispanistas alemanes, en cambio, sí han tratado de ofrecer una explicación global para estas combinaciones asimilándolas a las estructuras con verbo funcional alemanas (Funktionsverbgefüge) del tipo in Bewegung setzen ‘poner en movimiento’ (cf. Busch 1985, Büttner 1997).3 Las estructuras alemanas y las españolas presentan algunas semejanzas. En ambos casos, el verbo ha sufrido una considerable desemantización, por lo que es el sustantivo el que aporta el significado conceptual. Sin embargo, como se muestra en Bustos Plaza (2005), para las combinaciones españolas, resulta más aconsejable una explicación como estructuras atributivas o pseudocopulativas en las que el sintagma preposicional desempeña la función de complemento predicativo obligatorio.4 El centro del grupo lo constituye estar, pues las oraciones construidas con estos verbos implican una oración con estar. Así, para los ejemplos (1)-(4) tenemos: (5) La casa está a oscuras. (6) Las reses están en movimiento. (7) Yo estaba al acecho. (8) Ustedes están a disposición del juzgado.
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No obstante, dentro de la germanística, el concepto de estructura con verbo funcional no deja de ser problemático. Recientemente van Pottelberge (2001) ha puesto incluso en cuestión su validez. 4 En Bustos Plaza (2005), se muestra, fundamentalmente, que algunas de las características que se pueden traer a colación para considerar las combinaciones del tipo poner en movimiento construcciones con verbo funcional también las aproximan a las construcciones atributivas: el verbo ha perdido su significado originario espacial; es imposible sustituir el verbo por sinónimos del verbo pleno homófono; el verbo aporta un contenido de aspecto léxico o Aktionsart; el contenido semántico principal no reside en el verbo, sino en el sustantivo, por lo que no pueden aparecer el uno sin el otro; tanto el verbo como el sintagma preposicional forman series por conmutación. Por otra parte, todos los verbos de este grupo pueden combinarse con adjetivos en construcciones atributivas; asimismo, adjetivos y sintagmas preposicionales pueden aparecer coordinados como complementos predicativos de estos verbos.
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Cada uno de los verbos de este grupo realiza una aportación adicional en comparación con estar. Así, por ejemplo, continuar y seguir expresan valor continuativo, mientras que ponerse y quedarse expresan un evento de cambio (cf. Morimoto y Pavón 2004, 2005a, 2005b). El complemento predicativo es obligatorio, como podemos comprobar si eliminamos el de los ejemplos (1)-(4): (9) *Un apagón dejó la casa. (10) *El ruido pone a las reses. (11) *Me mantenía, como si mi atención evitase la presencia del otro. (12) *Ya saben que quedan del juzgado que se encargue del caso.
Si bien es sabido que un sintagma preposicional puede funcionar como atributo o complemento predicativo (Demonte y Masullo 1999, Fernández Leborans 1999), hasta el momento, se ha prestado atención preferente a las combinaciones con adjetivo. Sin embargo, las construcciones con sintagma preposicional, enormemente frecuentes, merecen por sus peculiaridades una reflexión más detenida, entre otros aspectos, en lo tocante a su lugar en el diccionario. El problema que se ha de abordar antes de enfrentarse a estas combinaciones en la práctica lexicográfica es doble: por un lado, el tratamiento de la combinación en su conjunto, y, por otro, el del sintagma preposicional. Como veremos a continuación, sería deseable que apareciesen listadas aquellas combinaciones atributivas que presentan un cierto grado de fijación. Esto mismo es aplicable a los sintagmas preposicionales. A continuación, iré examinando cada uno de estos problemas. Comenzaré fijándome en la combinación en su conjunto para ocuparme después de los sintagmas preposicionales en particular. Dentro de estos últimos, seleccionaré los encabezados por las preposiciones en y a. Este trabajo no pasa de ser una primera aproximación, por lo que, necesariamente, la prioridad consistirá más bien en plantear los problemas que suscita nuestro objeto de estudio que en proponer soluciones acabadas. Las consideraciones que siguen se basan en una muestra de 466 ejemplos de combinaciones atributivas extraídos de un corpus de narrativa. De estos, 240 ejemplos corresponden a combinaciones que incluyen un sintagma formado con la preposición en, 103 a combinaciones con la preposición a y 123 a combinaciones con las preposiciones de, con y sin. Al final del trabajo se incluyen en un apéndice los sintagmas formados con las preposiciones en y a que aparecen en el corpus.
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2. LA COMBINACIÓN DE VERBO Y SINTAGMA PREPOSICIONAL La combinatoria de una parte de los casos en que aparecen asociados un verbo atributivo del grupo indicado y un sintagma preposicional se podrá explicar probablemente por motivos semánticos (cf. Morimoto y Pavón 2004, 2005a, 2005b para combinaciones con adjetivo). No obstante, existen, como mínimo, dos grupos de combinaciones que han de figurar en el diccionario: a) expresiones fijas e idiomatizadas, b) combinaciones en fase incipiente de fijación, que se pueden considerar colocaciones.5 Las primeras son expresiones como poner en solfa, caer en gracia y andar a vueltas ‘reñir’, cuya forma ha sufrido una fijación y cuyo significado no es compositivo. De hecho, en la práctica lexicográfica se vienen teniendo en cuenta. El DRAE recoge los tres ejemplos anteriores en el artículo correspondiente al sustantivo. En principio, el criterio para reconocer tales expresiones ha de ser el de si resulta identificable la aportación del sintagma preposicional al significado de la combinación. No obstante, debido a la desemantización del verbo, no siempre será tarea fácil diferenciar la idiomaticidad de la combinación de la idiomaticidad del sintagma preposicional. Se puede recurrir a un criterio secundario: ¿podemos encontrar el sintagma preposicional en otros contextos con ese mismo significado? (cf. Pöll 2002: 86). Sin embargo, este criterio tampoco nos conducirá a resultados definitivos en muchos casos, ya que puede haber sintagmas preposicionales que aparezcan en un único contexto, pero que, sin embargo, realicen una aportación identificable al significado de la combinación, por lo que no se debería considerar propiamente que esta es una expresión idiomática (cf. Gaatone 1981: 53, Bosque 2001: 24). Otras combinaciones se encuentran en una fase incipiente de fijación que autoriza a considerarlas colocaciones. Así, por ejemplo, existe la combinación ponerse en viaje, pero no ponerse de viaje. Con el verbo estar, en cambio, tenemos estar de viaje y estar en viaje, pero esta última combinación solo es posible cuando está presente un modificador del sustantivo, como, por ejemplo, estar en viaje de negocios. Sería conveniente una reflexión sobre las causas de tales restricciones que permitiera aclarar hasta qué punto se pueden deber a motivos semánticos o venir dadas por fenómenos de fijación. Sería conveniente que el diccionario recogiese combinaciones como las indicadas, lo que resultaría de utilidad, por ejemplo, para el hablante de español como lengua extranjera, a quien se le plantean frecuentemente dudas sobre su uso. Teniendo en cuenta que, como veremos en el apartado siguiente, hay sintagmas preposicionales
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Respecto del concepto de colocación, pueden consultarse, entre otros, Alonso Ramos (19941995) y Koike (2001).
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que han alcanzado un grado de fijación suficiente como para ser incluidos también en el diccionario,6 podría ser una estrategia aconsejable, sobre todo para un diccionario electrónico, en el que las consideraciones de ahorro de espacio no desempeñan un papel tan importante, el proporcionar en el artículo correspondiente al verbo información sobre los sintagmas preposicionales con que se combina.7
3. EL SINTAGMA PREPOSICIONAL Me fijaré ahora en las peculiaridades que presentan sintagmas preposicionales como en movimiento,8 que contienen el sustantivo que realiza la aportación semántica principal a la combinación y constituye propiamente el predicado semántico. Encontramos, en función de complemento predicativo obligatorio, sintagmas formados con diferentes preposiciones, como a, en, de, con y sin:9 (13) Su camisa rosa […] dejaba al descubierto sus morenos muslos (Marsé, Teresa). (14) Durante unas horas, doña Eulalia quedó en entredicho (Torrente Ballester, Filomeno). (15) Entre el alba y la anochecida continuaba de merodeo por no se sabía qué rumbo (Caballero Bonald, Ágata). (16) Yo que usted andaría con cuidado (Torrente Ballester, Filomeno). (17) […] mi piedad no quedó sin premio (Ayala, Vaso).
6 Margarita Alonso Ramos (c. p.) me indica que un posible análisis, al menos para una parte de las construcciones que estudiamos, sería el de una colocación (la combinación en su conjunto) que incluye otra colocación (el sintagma preposicional). 7 Esta es solo la primera parte de la propuesta. Como expondré a continuación, esta información se tiene que complementar con la proporcionada en el artículo correspondiente al sustantivo. 8 La peculiaridad de sintagmas preposicionales como los que vamos a examinar la han señalado, entre otros, Zuluaga (1980: 155-160), Masullo (1996: 179 ss.), Pavón (1999: 9.3.3) y Ruiz Gurillo (1998: 23-31, 2001: 50-52, 54, 55 ss.). Sería necesario emprender un estudio más amplio para dar cuenta de tales sintagmas con todos los pormenores. 9 También podemos encontrar sintagmas preposicionales con diferentes grados de fijación en otros contextos, donde desempeñan otras funciones: como modificadores de sustantivos («¿Pero tú qué te crees que te cuestan los trajes a la medida en Madrid?» Ferlosio, Jarama), como modificadores de adjetivos («Una aventura con ella, tan apetecible en apariencia, puede acabar en quebraderos de cabeza […]» Vallejo Nájera, Rey) y como complementos predicativos de verbos diferentes de los indicados arriba («[…] lo mismo que decir que ha venido a disgusto» Ferlosio, Jarama). Sin embargo, haremos abstracción de todos estos casos y nos centraremos únicamente en aquellos sintagmas que funcionan como complemento predicativo obligatorio de los verbos indicados.
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Me centraré en aquellos sintagmas encabezados por las preposiciones en y a que desempeñan la función de complemento predicativo obligatorio en construcciones atributivas con el grupo de verbos indicado anteriormente. Las preposiciones en y a han perdido aquí su contenido espacial. Masullo (1996: 175) las considera preposiciones livianas cuya función consiste en convertir un nombre en adjetivo o adverbio (cf. Demonte y Masullo 1999: 38.1.3). Se ha producido, por tanto, una desmotivación que obliga a aprender el sintagma en bloque. Muchos de estos sintagmas preposicionales presentan un grado de fijación que invita a considerarlos, como mínimo, colocaciones. Intuitivamente, no es difícil percibir, por ejemplo, su carácter impredecible. Así, existe el sintagma en movimiento, pero no *en desplazamiento. Utilizamos de rodillas, con el sustantivo en plural, lo que se corresponde con la realidad dual designada, pero en cambio empleamos el singular en un sintagma comparable: de pie. No es de extrañar, por tanto, que en la práctica lexicográfica se hayan tenido en cuenta tradicionalmente tales sintagmas preposicionales. Si realizamos un pequeño muestreo en el DRAE, encontramos sintagmas como a oscuras, a ciegas, al corriente, en marcha, a solas, en pie, a la contra, en contra, a favor, a las órdenes, en orden, en espera, etc. No aparecen, en cambio, en movimiento, en busca, a la búsqueda,10 en deuda, en formación, en compañía de, a la espera, en camino y otras muchas. En cuanto al tratamiento lexicográfico, convendría listar por el sustantivo aquellos sintagmas preposicionales que presenten un cierto grado de fijación, indicando además con qué verbos se combinan. De esta forma, se complementa la propuesta del apartado anterior, que consiste en incluir en el artículo del verbo información sobre los sintagmas preposicionales con que se combina. 3.1. Sintagmas con la preposición en Los sintagmas formados con la preposición en presentan diferentes grados de fijación. Encontramos comportamientos diversos en cuanto a los determinantes del sustantivo. En algunos casos es obligatoria su ausencia (18). En otros, ha de aparecer necesariamente el artículo determinado (19). También puede darse una alternancia regular de determinante (20): (18) a. La casa contigua estaba en construcción (García Hortelano, Amistades). b. *La casa estaba en la construcción.
10 El par formado por en busca y a la búsqueda resulta interesante para ilustrar la fijación de estos sintagmas, pues, por lo general, cada forma del sustantivo se combina con una preposición diferente. Además, el sustantivo busca no se registra normalmente fuera de este sintagma preposicional.
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(19) a. […] las autoridades estaban en la obligación de procurar inducirlos a abandonarla (Ayala, Vaso). b. *Las autoridades estaban en {∅/ una} obligación {inexcusable} de procurar inducirlos a abandonarla. (20) a. No me ponga en un compromiso (Mendoza, Diluvio). b. Me pone usted en el compromiso terrible de tener que denunciarle. c. No me ponga usted en ese compromiso.
La modificación del sustantivo mediante adjetivos es posible en algunos casos. Así, en contacto puede aparecer sin adjetivo como en (21a) o con él como en (21b). En cambio, la aparición del adjetivo está bloqueada en el sintagma en cuclillas (22). En ocasiones se produce la fijación del adjetivo. Así, el adjetivo mortal puede aparecer o no en el sintagma en pecado, pero no puede ser sustituido por otro (23): (21) a. Pues que Isabel y Jovita también estén en contacto con ella hasta pasado mañana (García Hortelano, Amistades). b. Se está en perpetuo contacto con lo infinito […] (Delibes, Ciprés). (22) a. Un niño […] está en cuclillas […] (Cela, Alcarria). b. *Un niño está en incómodas cuclillas. (23) a. Pascualón, Elena, estáis en pecado mortal (Delibes, Camino). b. *Pascualón, Elena, estáis en pecado {grave/ capital}.
En cuanto al número, encontramos fijación en singular (24), en plural (25) o alternancia entre singular y plural (26): (24) a. En cuanto se te antoja eres capaz de poner en movimiento a media humanidad (Ferlosio, Jarama). b. *Eres capaz de poner en movimientos a media humanidad. (25) a. […] la chica esa de la «boutique» le habrá puesto en antecedentes […] (Torrente Ballester, Yo no soy yo). b. *Le habrá puesto en antecedente. (26) a. Acabó diciéndome que […] si alguna vez me hallaba en un apuro […] que contase con su amistad y su confianza (Torrente Ballester, Filomeno). b. Los países europeos no podían pagar sus deudas a Estados Unidos, y éste se hallaba en apuros (Torrente Ballester, Filomeno).
La relativización del sustantivo es posible únicamente si este admite determinación. Para (27) es posible una combinación El Júpiter y tú os halláis en un evidente desacuerdo, de ahí que resulte admisible la relativización. En cambio, para (28) no hay
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posibilidad de una construcción como *La casa estaba en una rápida construcción, lo que bloquea la relativización: (27) […] el evidente desacuerdo en que os halláis el Júpiter y tú […] implica sin embargo ciertas coincidencias fundamentales (Torrente Ballester, Yo no soy yo). (28) *La construcción en que estaba la casa.
Como vemos, los sintagmas formados con la preposición en presentan una considerable heterogeneidad en relación con las características examinadas. ¿Qué nos indica esto? Probablemente, nos encontramos ante un abanico que va desde las formaciones ocasionales hasta los sintagmas lexicalizados, pasando por un grupo intermedio de colocaciones. Aquellos sintagmas que han entrado en el proceso de fijación deberían listarse en el diccionario por el sustantivo. Sería útil, como mencioné arriba, que el artículo incluyera información adicional sobre los verbos con que se combina. 3.1. Sintagmas con la preposición a Los sintagmas formados con la preposición a son los que han alcanzado un mayor grado de fijación, lo que se corresponde con un mayor grado de idiosincrasia. El determinante, por lo general, es fijo, con dos posibilidades: el sustantivo carece obligatoriamente de determinante (29) o aparece necesariamente el artículo determinado (30): (29) a. […] tenemos los datos de los colegios pero andamos a falta de direcciones (Delibes, Señor Cayo). b. *Andamos a la falta de direcciones. (30) a. Pero yo […] andaba a la deriva […] (Torrente Ballester, Filomeno). b. *Andaba a deriva. c. *Andaba a una deriva fortísima.
Existen algunas excepciones, como a (la) disposición y a (su) favor. En el primer caso, el determinante es opcional; además, el artículo determinado puede alternar con el posesivo dependiendo de la realización sintáctica del argumento introducido por la preposición de: (31) a la disposición del público – a su disposición
En el caso de a favor, no puede aparecer el artículo determinado (*al favor), pero sí el posesivo (a {mi/ tu/ su…} favor). Por lo general, el sustantivo no admite la modificación mediante adjetivos (32), salvo en ciertos casos en que aparece un adjetivo estereotipado (33):
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(32) El general se puso al mando (*completo) de las tropas. (33) Detrás dejaba a buen recaudo mis afectos (Delibes, Ciprés).
Los sintagmas con a, al igual que los adjetivos, admiten intensificadores (cf. Danlos 1980 para el francés): (34) Pues hay que estar más al corriente, Mely (Ferlosio, Jarama). (35) […] los jardincitos estaban muy a la vista […] (Ferlosio, Jarama).
El número del sustantivo ha quedado fijado en singular (36) o plural (37): (36) a. Yo me enteré […] de que los dejaba a cargo del pazo […] (Torrente Ballester, Filomeno). b. *Los dejaba a (los) cargos del pazo. (37) a. […] un apagón dejó la casa a oscuras […] (Marsé, Muchacha). b. *Un apagón dejó la casa a oscura.
Se registran sustantivos plurales como oscuras y solas cuyo origen está en la nominalización de un adjetivo. Fernández Ramírez (1985-1991: vol. 3.1, 139 s.) llama la atención sobre la fijación en plural de ciertas locuciones, entre las que cita a oscuras y otros sintagmas preposicionales. Algunos sustantivos, como trasmano, solo pueden aparecer en el interior de estos sintagmas: 11 a trasmano (cf. Zuluaga 1980). Queda excluida la relativización del sustantivo, aun cuando este admite un determinante: (38) a. […] aquel complejo residencial, cuyos chalets […] todavía estaban a la venta (Mendoza, Diluvio). b. *La venta a la que estaban los chalets.
Basta con echar un vistazo al catálogo de sustantivos recogido abajo en el Apéndice para percibir que el número de sintagmas formados con la preposición a es sensiblemente inferior al de aquellos que incluyen en. Esto se explica, probablemente, por el mayor grado de fijación, que excluye formaciones ocasionales. Las características de los sintagmas formados con la preposición a apuntan a un grado avanzado de fijación que justifica su inclusión en el diccionario. Al igual
11 El DRAE registra el sustantivo trasmano como «segundo en orden en ciertos juegos», pero una búsqueda en CREA para el periodo 1954-2004 arroja 41 ejemplos, de los que ninguno corresponde a esta acepción, lo que concuerda con la intuición de que ha caído en desuso.
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que en el caso de los sintagmas formados con en, sería conveniente informar sobre los verbos con que se pueden combinar.
4. CONCLUSIONES Como hemos visto, al menos en un grupo de las combinaciones del tipo poner en movimiento, se detectan fenómenos de fijación en dos niveles: a) la combinación en su conjunto, y b) el sintagma preposicional. Por ello, como paso previo al tratamiento lexicográfico, se deberían identificar secuencias que presenten algún grado de fijación, a saber: a) combinaciones de verbo atributivo y sintagma preposicional, y b) sintagmas preposicionales. El artículo correspondiente al verbo debería informar sobre los sintagmas preposicionales con que se combina este. Los sintagmas preposicionales se deberían recoger en el artículo correspondiente al sustantivo, indicando con qué verbos aparecen.
APÉNDICE: SINTAGMAS PREPOSICIONALES REGISTRADOS EN EL CORPUS
en: abandono actividad acuerdo antecedentes apogeo aprieto apuro apuros arriendo aviso bancarrota brete callejeos campaña circulación claro coma combate compromiso conflicto consideración
construcción contacto contraposición conversación cuclillas cuenta decadencia decaimiento desacuerdo desamparo desbandada desesperación desgracia desuso disposición duda dudas ebullición entredicho estima evidencia
exhibición exilio expectación falta formación funcionamiento funciones guarda guardia guerra hora ignorancia imposibilidad indecisión inquietud juego libertad lo cierto marcha mayoría movimiento
necesidad negociaciones obligación oposición orden paz pecado (mortal) peligro pie pie de guerra plena cópula poder posesión posición práctica propiedad proyecto razón reacción regla relaciones
rendimiento reparación reposo ridículo riesgo salvo sazón seco silencio solfa sombra sospechas suspenso tela de juicio trance uso vacaciones vena viaje vigor vilo
COMBINACIONES ATRIBUTIVAS DEL TIPO PONER EN MOVIMIENTO Y DICCIONARIO
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a: acecho alcance búsqueda cabeza cargo caza corriente
cuidado deriva descubierto disposición escucha espera falta
favor habla mal mando margen merced mira
REFERENCIAS
oscuras prueba punto quite (buen) recaudo salvo servicio
solas venta vueltas
BIBLIOGRÁFICAS
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Sobre la necesidad de marcar las colocaciones en el diccionario de uso
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1. INTRODUCCIÓN El término colocación es empleado para designar combinaciones léxicas como trabar conversación, vago redomado, discutir acaloradamente, llevarse un disgusto o bandada de pájaros. La introducción de este concepto en la lingüística hispánica es tardía, pero ha sido recibida con notable interés por parte de la comunidad investigadora. A pesar de la gran cantidad de estudios sobre colocaciones publicados en los últimos años, los autores discrepan todavía en puntos esenciales, como son las características sustantivas de las colocaciones o su lugar en el mapa de las disciplinas lingüísticas. Por eso, sin pretender dar soluciones definitivas a estos amplios problemas, definiremos brevemente la idea de colocación con la que trabajamos y sus similitudes y diferencias respecto de las principales concepciones vigentes.1 A continuación, afrontaremos algunos aspectos relacionados con el tratamiento lexicográfico de las colocaciones. No son muchos los trabajos realizados sobre el tema hasta la fecha, al menos en el ámbito hispánico, y aun estos suelen limitarse a denunciar la escasez de colocaciones registradas y la asistematicidad de su inclusión.2 Sin embargo, más allá del mero incorporar nuevas expresiones al diccionario, conviene estudiar cuál es el mejor modo de presentar el aspecto colocacional, con el fin de
1 Dichas concepciones se encuentran recogidas en Aguilar-Amat (1993), Alonso Ramos (1993 y 2002), Corpas Pastor (1996 y 2001), Írsula (1992 y 1994), Koike (2001) y Wotjak (1992, 1996 y 1998), principalmente. 2 Cabe destacar el enfoque lexicográfico de la Teoría Sentido-Texto (cf. Alonso Ramos 1993 y 2002), además de las observaciones contenidas en Castillo Carballo (2002) y Corpas Pastor (1996).
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que la obra lexicográfica responda más fielmente a su vocación de diccionario de uso, es decir, con el objeto de atender tanto al proceso de descodificación, como al de codificación de textos. Como se desprende del título que precede a estas líneas, pretendemos poner de manifiesto la necesidad de señalar las variedades lingüísticas a las que pertenece cada colocación. Igual que las unidades léxicas tomadas aisladamente, las colocaciones se encuentran marcadas en función de los parámetros de diacronía, diatopía, diafasía, diastratía y otros muchos como el tipo y estilo de texto en que aparece o el canal comunicativo (oral o escrito). Como veremos, la pertenencia de una colocación a una u otra variedad puede venir determinada por las características de sus componentes o puede ser específica de la combinación. Así, por ejemplo, la expresión largar un discurso está marcada diafásicamente (pertenece a la variedad coloquial), ya que la combinación como un todo hereda la marca de su formante verbal (largar); mientras que la colocación agarrar el tren pertenece a la variedad americana, sin que esta pertenencia pueda explicarse a partir de las características de sus formantes. Con el fin de auxiliar al hablante en la tarea de producción, el diccionario ha de recoger el mayor número posible de colocaciones y, además, debe proporcionar al usuario la información necesaria para que éste sea capaz de introducirlas adecuadamente en su discurso. En definitiva, mostraremos que es preciso habilitar marcas lexicográficas que den cuenta de las características de las colocaciones e indicaremos en qué casos resultan imprescindibles dichas marcas.
2. NOTAS AL CONCEPTO DE COLOCACIÓN Hablamos de colocación para referirnos a una combinación sintagmática de dos unidades léxicas tales que, en el proceso de producción lingüística, una de ellas (la base) exige o prefiere a la otra (el colocativo) para expresar alguno de sus significados típicos. En consecuencia, entendemos que la noción de colocación se encuentra estrechamente vinculada a la síntesis o producción lingüística, por cuanto es sólo en el acto elocutivo cuando surgen preguntas del tipo de ¿qué se hace con la ayuda? (se presta/se recibe...) o de ¿qué pasa con la desconfianza? (reina/se confirma...): el hablante busca los colocativos movido por la conciencia de que existe una palabra justa para lo que pretende expresar. El ámbito de esa particular selección léxica es el objeto de estudio propio de la investigación colocacional. Desde esta óptica de producción, las colocaciones son siempre combinaciones orientadas, composicionales, típicas y restringidas. Veamos estas propiedades separadamente:
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a) Las colocaciones son expresiones orientadas, puesto que la selección léxica se ejerce siempre desde la base al colocativo, sin que dichos papeles puedan ser intercambiados. Por ejemplo, en la combinación prestar ayuda, es el sustantivo ayuda el que fuerza la selección léxica del verbo; mientras que en sentido inverso, del verbo al sustantivo, la relación posee naturaleza valencial, no colocacional. b) Son composicionales, ya que sus formantes mantienen entre sí una relación conceptual, frente a las expresiones fraseológicas, que constituyen una unidad de sentido. Los procesos de metaforización o desemantización del colocativo, lejos de comportar una prueba de la semiidiomaticidad de la colocación (Corpas Pastor 1996, Koike 2001 y Alonso Ramos 1993 y 2002, entre otros), se explican como parte del proceso de composicionalidad semántica en el que los formantes sufren un acoplamiento (tayloring, en la terminología de Allerton 1984) para dar lugar al significado del todo. Por ejemplo, en la colocación sofocar una rebelión se produce un intercambio de información semántica entre el verbo y el sustantivo que hace inteligente e inteligible la expresión: de un lado, rebelión adquiere cierta similitud con un incendio (por su irrupción, su capacidad de extenderse, su agresividad...) gracias al significado del verbo que le acompaña; y, de otro lado, sofocar se acopla al sustantivo estableciendo una relación de sinonimia contextual con verbos como reprimir o dominar: las rebeliones se apagan del mismo modo que se sofocan los incendios. c) La selección que lleva a cabo la base sobre el colocativo posee carácter léxico semántico: semántico, en tanto que busca la expresión de un determinado significado, y doblemente léxico, en la medida en que la preexistencia de la base léxica condiciona –e incluso en algunos casos determina– la elección de una determinada unidad léxica como colocativo (cf. Alonso Ramos 2002). A modo de ilustración, podemos observar la diferente selección léxica que ejercen los sustantivos relación y conversación: mientras que las relaciones se guardan y se mantienen, las conversaciones se mantienen, pero no *se guardan. Se percibe, por tanto, que los colocativos son elegidos en función de un determinado significado que se desea expresar (en los ejemplos propuestos, ‘tener, sostener’) y de la preferencia o condición que determine la base léxica.3
3 La existencia de lagunas colocacionales como *guardar una conversación pone de manifiesto la naturaleza léxica de las colocaciones. Esta constatación lleva a Alonso Ramos (2002: 69) a afirmar que la combinación gran dolor es una colocación porque las expresiones *gran fiebre o *gran hambre son imposibles. A nuestro modo de ver, aunque un colocativo se combine con todas las bases semánticamente próximas, no deja de estar seleccionado léxicamente por cada una de las bases; por consiguiente, el hecho de que un presunto colocativo se combine o no con todas las bases colocacionales semánticamente próximas es una cuestión ajena a la determinación de si existe o no colocación en cada combinación particular. Dicho de otro modo, la existencia de lagunas léxicas es una prueba de la naturaleza léxica del vínculo colocacional, pero no es condición imprescindible para poder etiquetar como colocación una combinación léxica determinada.
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d) Por último, las colocaciones son expresiones típicas, en un sentido próximo a los presupuestos cognitivos, de modo que el significado que se pretende expresar constituye un proceso o una cualidad típica de la base (o, mejor, de la realidad expresada por la base). Siguiendo con el sustantivo anterior, son combinaciones típicas provocar una rebelión, incitar a la rebelión, estallar una rebelión, concluir una rebelión o aplacar una rebelión, frente a combinaciones como imaginar una rebelión, describir una rebelión o desear una rebelión, en las que el vínculo sustantivo-verbal es atípico.4
3. COLOCACIONES Y VARIEDADES LINGÜÍSTICAS Como adelantábamos en la introducción, las colocaciones se encuentran marcadas en función de los tradicionales parámetros de diacronía, diafasía, diastratía y otros muchos como el tipo y estilo de texto en que aparece o el canal comunicativo (oral o escrito). Por razones de espacio, en estas páginas nos limitaremos a comentar algunos aspectos diatópicos, diafásicos y diastráticos que afectan a la combinatoria colocacional. En cuanto a la variación diatópica, cabe señalar la grandísima riqueza del español. Por ejemplo, en España, el profesor pone un examen y los alumnos lo hacen; en Argentina, Perú y Uruguay, los profesores toman y los alumnos dan o rinden examen; en Puerto Rico, los profesores dan examen y los estudiantes lo cogen o lo toman; en México, los maestros/profesores lo aplican y los alumnos lo presentan; en Venezuela, los docentes lo dan, administran, aplican o ponen; y los alumnos lo toman, responden, contestan o presentan. Además, en América los discentes pueden pasar o salvar un examen (con una selección claramente influida por el inglés), o bien perderlo; mientras que en España los alumnos aprueban o suspenden. Como se ve, la frontera isoglósica no siempre se encuentra en el Atlántico, ya que existen variantes que se utilizan en un único país, o que son propias de varias naciones, no necesariamente limítrofes. Más aún, hay selecciones léxicas regionales dentro de cada lengua nacional, como tirar una carta, propia de Valencia, u otras como hacer gasolina, que se encuentra generalizada en varias zonas de Galicia (hasta donde llega nuestro conocimiento, en Ferrol y en la península del Morrazo).
4 Írsula (1992) fue el primero en hablar de la tipicidad en el contexto de los estudios colocacionales, adaptando la teoría de Rosch (1975). Posteriormente, Írsula (1994) identifica las colocaciones con los virtuemas de Pottier (1975) en tanto que combinaciones típicas. En una línea próxima, Wotjak (1992: 121) recupera la noción de halo de Pottier (1975) e indica que el halo de «predicaciones admisibles para un determinado sustantivo se ve determinado por nuestro conocimiento procesual predicador y se nutre del conocimiento enciclopédico adquirido».
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De la misma manera, encontramos expresiones colocacionales que pertenecen a variedades diafásicas, como por ejemplo largar una leche o aducir un argumento, que son propias de la variedad coloquial y formal, respectivamente. Como norma básica, la coherencia del discurso exige que el registro de la base y el del colocativo sean idénticos o, al menos, no presenten una oposición extrema. Así, según la variedad a la que pertenezca la base, encontramos las siguientes tendencias: a) Si la base es coloquial (como soplamocos), tiende a combinarse con colocativos del registro coloquial (como soltar) o, en todo caso, no-marcados (como dar o pegar) y, como contrapartida, suele rechazar la combinatoria con colocativos formales o dar lugar a combinaciones ocasionales con efecto humorístico (como proporcionar, propinar, acomodar, arrimar un soplamocos). b) Si la base es formal (como animadversión), tiende a preferir colocativos formales (como granjearse) o, por lo menos, no-marcados (como ganarse). La combinación de una base formal y un colocativo coloquial no es frecuente. c) Si la base es no-marcada, el registro de la combinación depende del colocativo: será formal si el colocativo es formal (como en esgrimir un argumento); será neutro si el colocativo es neutro (como en dar un argumento) y será coloquial si el colocativo es coloquial (como en largar un argumento). En síntesis, podemos apreciar que las unidades léxicas marcadas tienden a combinarse con elementos pertenecientes a la misma variedad (o a la variedad neutra) y que la combinación de un elemento formal y otro coloquial da lugar a matices connotativos. Así, la combinatoria colocacional pone de manifiesto las fronteras entre unos y otros registros con más claridad que las unidades léxicas aisladas. Por último, la variedad diastrática muestra peculiaridades colocacionales, con idénticos problemas de sistematización que las unidades léxicas simples. De un lado, existen variantes diastráticas establecidas en relación con un patrón de corrección o estándar, habitualmente denominadas cultas, vulgares y no-marcadas (como sobrevenir la depauperación, largar una leche y dar una respuesta, respectivamente). De otro lado, pueden considerarse variedades diastráticas las combinaciones propias de los tecnolectos, como señalar un juicio y trasfundir sangre, frente a las no marcadas fechar un juicio y poner sangre.5 Cabe considerar que este tipo de lenguajes presentan variantes no sólo respecto de la lengua común o no-marcada, sino que en ocasiones las colocaciones técnicas carecen de equivalente, como heparinizar una
5 Acerca de las colocaciones de argot profesional, conviene no confundir el tema de la combinación con la variedad a la que ésta pertenece. Así, por ejemplo, Castillo Carballo (2001) aporta como ejemplos propios del lenguaje deportivo meter un gol o, como particular del argot informático, bajar un programa o abrir un archivo. A nuestro modo de ver, estas colocaciones se encuentran lo suficientemente extendidas como para ser consideradas parte del lenguaje común, no marcado, a pesar de que se refieran a un área determinada del saber.
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vía, informar una prueba o librar una guardia: se trata de combinaciones que designan realidades desconocidas para el hablante común, pero típicas para un especialista. Además, si bien los lenguajes profesionales suelen asociarse al registro formal, existen también variantes coloquiales como pinchar una analítica o hacer fiebre. De modo general, debe tenerse en cuenta que toda combinación pertenece a una lengua funcional y puede estar marcada en relación con más de un parámetro. Así, puesto que las variables se entrecruzan en el discurso, la identificación de la variedad a la que pertenece la colocación puede llegar a ser bastante compleja, como es el caso de brindar ayuda, coloquial en el español de América y formal en el español peninsular.
4. SOBRE EL ORIGEN DEL CARÁCTER MARCADO DE LA COLOCACIÓN El carácter marcado de la colocación puede tener diversos orígenes. Así, según sus causas, podemos agrupar las colocaciones marcadas en dos grandes bloques: uno, constituido por las colocaciones que heredan el carácter marcado de sus componentes y otro, formado por las colocaciones marcadas en sentido estricto, que poseen una selección léxica específica de una variedad o de un determinado lenguaje. Veamos cada bloque por separado: a) Colocaciones con componentes marcados. Pueden subclasificarse, a su vez, en los dos grupos siguientes: 1. Colocaciones con base marcada. Se trata de combinaciones léxicas como dar, tomar, preparar, hacer el tetero, que constituyen el correspondiente venezolano de las colocaciones españolas dar, tomar, preparar, hacer el biberón. El patrón colocacional o conjunto de colocativos de una base puede ser idéntico al de sus correspondientes en otras variedades, como es el caso de tetero y biberón, que presentan patrones perfectamente paralelos; o bien puede presentar diferencias más o menos importantes. Como ejemplo de este segundo caso tenemos el sustantivo correa, variante venezolana del cinturón español, que no sólo se desabrocha, sino que además se abre, se zafa, se desata, se suelta y se saca. 2. Colocaciones con colocativo marcado. Son combinaciones como esgrimir o largar un argumento, en las que el elemento seleccionado por la base se encuentra vinculado a una determinada variedad lingüística (formal y coloquial, respectivamente), de modo que la colocación ha de adscribirse necesariamente a la misma variedad. Por supuesto, existen casos híbridos, de base y colocativo marcado. Pueden ser colocaciones en las que los dos formantes pertenezcan, aisladamente, a una misma variedad, o bien pueden estar marcados respecto de un parámetro distinto. Como ejemplos del primer caso proponemos las combinaciones soltar una chorrada, expulsar una ventosidad o llenar una planilla poseen ambos componentes (base y colocativo)
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marcados respecto de la misma variedad (coloquial, formal y venezolana, respectivamente). Como ejemplos del segundo caso encontramos colocaciones como plantar un ósculo o cascar el menisco, que combinan un colocativo coloquial (plantar, cascar) y una base propia de un tecnolecto (literario y médico, respectivamente). b) Colocaciones marcadas propiamente dichas. Son combinaciones como agarrar el tren (español de Venezuela), señalar un juicio (tecnolecto jurídico) o colocar gasolina (español de Perú), que forman parte de una variedad determinada sin que ninguno de sus componentes sea específico de dicha variedad. Gráficamente, podemos representar la marcación como sigue: [agarrar (no-marcado) + tren (no-marcado)] Ven. [señalar (no-marcado) + juicio (no-marcado)] Der. [colocar (no-marcado) + gasolina (no-marcado)] Per.
En el caso de las colocaciones propias de lenguajes especiales, son frecuentes las colocaciones con verbos de contenido genérico (especialmente con hacer), que designan procesos muy típicos del tecnolecto; mientras que el lenguaje común, si posee colocaciones equivalentes, suele preferir colocativos de significado más intenso. Por ejemplo, el lenguaje común cuenta con las colocaciones marcar o meter un gol frente a la deportiva hacer un gol. Evidentemente, la pertenencia de una colocación a uno u otro grupo no es alternativa o, dicho de otro modo, es posible encontrar colocaciones propiamente dichas con componentes marcados en algún otro parámetro. Es el caso de agarrar el bus, cuya selección léxica es propia del español de América, al tiempo que cuenta con una base coloquial. De forma gráfica, podemos indicarlo así: [agarrar + bus (col.)] Am.
5. LAS COLOCACIONES EN EL DICCIONARIO DE USO Como avanzamos en las palabras preliminares, no existen demasiados trabajos dedicados al tratamiento lexicográfico de las colocaciones, si bien aquí y allá aparecen breves anotaciones acerca de si se encuentran o no recogidas las colocaciones o de por qué y cómo registrarlas en los diccionarios de uso. Los autores que han dedicado al menos unas líneas a este aspecto convienen en que las colocaciones aportan al diccionario parte de la información necesaria para que con rigor pueda ser calificado como de uso, tanto en el sentido de que «describe el uso actual» como de que «auxilia a quien usa la lengua». Por lo demás, la cuestión de si un diccionario incluye o no colocaciones se encuentra vinculada a la pregunta sobre dónde y cómo registrar las colocaciones en la obra de uso.
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Es opinión general entre los estudiosos que las colocaciones deben figurar en el artículo de la base, puesto que es el componente que se localiza antes (Hausmann 1998, Koike 2001 y Alonso Ramos 2002, entre otros). En efecto, frente a la práctica general de la lexicografía hispánica, el enfoque codificador que corresponde a la naturaleza de las colocaciones lleva a incluirlas en el artículo de la base y no en el del colocativo. Parece claro que la necesidad lexicográfica más imperiosa es la inclusión sistemática y ordenada de las colocaciones. Sin embargo, el registro de las colocaciones y su marcación no son asuntos que puedan afrontarse aisladamente: de nada serviría que incluyéramos todas las colocaciones del español en los diccionarios de uso, si no proporcionamos la información suficiente para que los usuarios sean capaces de seleccionar el colocativo adecuado a la variedad lingüística que está utilizando. Por ejemplo, el significado ‘dar’, referido a argumento, puede verbalizarse como aducir, esgrimir, proporcionar, dar, ofrecer, largar... pero la elección entre uno y otro colocativo se encuentra condicionada por el registro lingüístico que esté utilizando el hablante y, en última instancia, determinada por el contexto situacional comunicativo (cf. Koike 2001: 195 y ss.). Dicho de otro modo, la competencia lingüística codificadora implica no sólo la selección de una unidad léxica que responda al significado que se desea expresar en presencia de una base determinada, sino el discernimiento de la variedad lingüística a la que pertenece cada colocación. Sin embargo, el carácter marcado de la colocación admite distinto tratamiento lexicográfico según su origen. Así, si retomamos los bloques de colocaciones marcadas que describimos en el apartado anterior, podemos establecer lo siguiente: a) Puesto que las colocaciones figuran (o deben figurar) en la entrada de la base, no es necesario incluir ninguna indicación especial para las colocaciones con base marcada, puesto que la colocación hereda sistemáticamente el carácter marcado de la base: basta con la marca que encabeza el artículo o la acepción correspondiente. De hecho, en casos como dar el tetero, la marca de la colocación resultaría redundante. b) Las colocaciones de colocativo marcado necesitan una indicación expresa de la variedad a la que pertenecen, como es el caso de aducir un argumento. c) En coherencia con los dos postulados anteriores, las colocaciones con base y colocativo marcados no precisan indicación si la variedad del colocativo es idéntica a la de la base, como en expulsar una ventosidad, en la que la selección léxica de la base atrae o prefiere un colocativo del mismo registro. Sin embargo, la marcación lexicográfica es necesaria cuando el colocativo y la base se encuentren marcados respecto a parámetros distintos, como en las combinaciones cascar el menisco o plantar un ósculo. d) Por último, las colocaciones marcadas propiamente dichas deben ir acompañadas de una indicación específica, puesto que la preferencia de texto o de registro no se deduce de la restante información contenida en el artículo.
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De este modo, la práctica lexicográfica podría diferenciar dos tipos de colocaciones marcadas: de un lado, las colocaciones marcadas propiamente dichas (agarrar el tren) y las colocaciones de colocativo marcado (con base neutra como esgrimir un argumento o marcada respecto a otro parámetro lingüístico como plantar un ósculo), que precisan una indicación lexicográfica específica junto a cada combinación; y, de otro lado, las colocaciones de base marcada (como dar el tetero) o de base y colocativo marcados respecto del mismo parámetro lingüístico (como soltar una chorrada), que no exigen ninguna señal específica para cada colocación, puesto que su carácter marcado ya figura en la información general de la base.6
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XXIII,
1, pp.
6 A propósito de la variación diatópica, Koike (2001: 202) diferencia entre variación léxica (si la colocación tiene una base marcada) y variación colocacional (si cada variedad selecciona colocativos distintos, independientemente de si estos se encuentran marcados aisladamente o no). A nuestro modo de ver, el planteamiento de Koike resulta extremadamente reducido, al aplicarse sólo a la variación diatópica y oscurece las diferencias lexicológicas entre unas y otras colocaciones.
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SUSANA CAMIÑA SALGADO y EVA-MARÍA MUÑIZ ÁLVAREZ
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Estructuración semántica de la fraseología de las lenguas de especialidad y su aplicación lexicográfica
VERÓNICA FERRANDO Universitat de Rovira i Virgili
1. INTRODUCCIÓN A partir del análisis de una serie de obras lexicográficas que dan cuenta de las colocaciones de las lenguas de especialidad, esta comunicación pretende pasar revista al tratamiento de la información colocacional que ofrece la terminografía, y más concretamente, los diccionarios dedicados al fenómeno combinatorio en las lenguas de especialidad. Una vez analizada esta cuestión, se tratará de establecer qué tipo de estructuración resulta más adecuada para la representación lexicográfica de la fraseología de una lengua de especialidad determinada, concretamente la de los seguros, terminología sobre la que llevo algunos años investigando.1 Se trata de ahondar en las relaciones semánticas que se establecen entre las combinaciones léxicas de un mismo campo nocional en un intento de aplicar algún tipo de organización en forma de clases semánticas que facilite su representación lexicográfica.
2. EL TRATAMIENTO DE LAS COLOCACIONES EN LOS TRABAJOS TERMINOGRÁFICOS Como ya han puesto de relieve algunos estudiosos del fenómeno colocacional (Corpas Pastor 1997, Aguilar-Amat y Tuells 1994, entre otros), en toda lengua de especialidad encontramos, al igual que sucede en la lengua general, ciertas combina-
1 El presente estudio complementa el trabajo presentado en el I Simposio Internacional de Lexicografía, celebrado en Barcelona en mayo de 2002, que llevaba por título «Propuesta de un diccionario de colocaciones de la terminología aseguradora».
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ciones léxicas de carácter más o menos fijo. Así, existen colocaciones que tienen preferencia por determinados tipos de texto o registro.2 Por ejemplo, expresiones como satisfacer una prima o producirse un siniestro son colocaciones propias de la terminología aseguradora del español. Este tipo de colocaciones son muy importantes tanto para el traductor como para el redactor o corrector de textos especializados. Su dominio es indispensable para poder expresarse con claridad y precisión en el discurso especializado. Como han apuntado Bergenholtz y Tarp (1995), un conocimiento lingüístico insuficiente impide saber qué combinaciones son las correctas en un determinado campo del saber. Por ejemplo, dentro de la terminología aseguradora ¿cuál es la expresión típica para indicar la finalización de un seguro?: ¿acabar un seguro, cesar un seguro o expirar un seguro? Una persona no especialista en seguros podría tener cierta dificultad para determinar que la combinación más usual es expirar un seguro. Este tipo de problemas pone de relieve que los traductores y autores de textos técnicos deberían disponer de amplios repertorios colocacionales para los distintos sublenguajes. En respuesta a esta necesidad, cabe señalar que en los últimos tiempos han aparecido una serie de diccionarios combinatorios terminológicos, la mayoría de ellos para la lengua francesa. 2.1. El Lexique des coocurrents. Bourse – conjoncture économique El primer diccionario combinatorio para una lengua de especialidad en ver la luz fue el trabajo de Cohen: Lexique des coocurrents. Bourse – conjoncture économique (1986), obra en la que aparecen recogidas las colocaciones de más de un centenar de sustantivos de la lengua francesa de la bolsa, las cuales se presentan según una doble clasificación: en función de las fases de un proceso (inicio, crecimiento, declive y fin), y en función de la categoría de los colocativos (nombre, verbo o adjetivo). La estructuración nocional de las colocaciones en función de las fases temporales llevada a cabo por Cohen es el resultado de la adaptación al discurso especializado de la metodología propuesta por Mel’…uk y otros en la compilación del Dictionnaire
2 Ahora bien, cabe señalar que las colocaciones de las lenguas de especialidad presentan ciertas diferencias con respecto a las colocaciones de la lengua general. De hecho, L’Homme (2000: 105-106) ha optado por denominar a las colocaciones terminológicas specialized lexical combinations o SLC y emplear el término colocación sólo para las combinaciones del discurso general. Las colocaciones de la lengua general presentan un mayor grado de arbitrariedad, están determinadas idiosincráticamente, son la manifestación de una coocurrencia léxica restringida. En cambio, en el caso de las SLC, la descripción debe hacerse desde la coocurrencia léxica libre, porque 1) la ausencia de composicionalidad no parece ser un criterio relevante para identificarlas y 2) frecuentemente lexemas con rasgos semánticos comunes comparten colocativos; esto es, los colocativos de una SLC se combinan con determinados grupos de términos y estos términos se pueden agrupar en clases semánticas.
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explicatif et combinatoire du français contemporain (DEC), pues Cohen utiliza paráfrasis de un numero determinado de funciones léxicas (en adelante, FFLL)3 en lugar de éstas.4 Sin embargo, como ya ha apuntado Montero Martínez (2003), la estructuración de Cohen resulta a veces insuficiente. Además de las categorías temporales, algunas entradas presentan una sexta categoría denominada «otros». Se trata de una especie de cajón de sastre al que van a parar aquellas colocaciones que no expresan fases de un proceso. No existe, por tanto, una verdadera clasificación de todos los colocativos; la categoría «otros» da cabida a muchos tipos de colocaciones que deberían recibir alguna explicación. No obstante, hay que tener en cuenta que siempre habrá combinaciones que escapen a una determinada clasificación. De hecho, la categoría «otros» está presente también en el DAFA y en el DAFLES, diccionarios combinatorios de los que hablaré más adelante. En mi opinión, se trata de una categoría necesaria pero de la que no debe abusarse. 2.2. El Vocabulaire combinatoire de la CFAO mécanique Siguiendo la iniciativa de Cohen, algunos lingüistas del Module Canadien du Rint han realizado proyectos lexicográficos similares. Así, Claude Lainé (1993) es el autor del Vocabulaire combinatoire de la CFAO mécanique. Por lo que respecta al trabajo de Lainé, cabe señalar que registra colocaciones de la terminología utilizada en la creación y fabricación asistida por ordenador. Concretamente distingue los siguientes tipos de colocaciones: a) término + verbo (–ordonnancement connaître les ordres lancés); 2) verbo + término (choisir ordonnancement); 3) término + adjetivo (ordonnancement informatisé) 4) término + (preposición) + (artículo) + sustantivo (ordonnancement à buts multiples); y 5) sustantivo + (preposición) + (artículo) + término (l’art de l’ordonnancement).
3 Mel’…uk y sus colaboradores han ideado las FFLL para dar cuenta de las colocaciones. Las FFLL definen las relaciones semánticas que existen entre los dos componentes de una colocación. Una función léxica o FL es una especie de fórmula matemática que presenta la forma: F(x) = y, donde F es la FL (designada mediante una abreviatura latina), x es la palabra llave (lexema) de la FL e y su valor. En una FL, la palabra llave se corresponde con el lexema A de una colocación y el valor con el lexema B. Por ejemplo, la colocación fe ciega, sería descrita del modo siguiente: Magn (fe) = ciega. En esta formulación, Magn (‘intenso’, ‘grande’) es la FL, fe es la palabra llave y ciega, el valor de la FL. Nótese que la palabra llave y el valor de una FL equivalen, respectivamente, a los conceptos de Hausmann (1979 y 1989) de base y colocativo. 4 Según L’Homme (2004: 24), es posible establecer una clara correspondencia entre las categorías semánticas que emplea Cohen y las FFLL de Mel’…uk. Por ejemplo, en el caso de la unidad léxica capital, las FFLL serían las siguientes: Magn(capital) = apreciable, considérable, élevé, gros; IncepPredPlus(capital) = s’accroître, augmenter, croître; AntiMagn(capital) = petit; IncepPredMinus(capital) = baisser, diminuir; Oper1(capital) = avoir, posséder.
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Nótese que el término es siempre un sustantivo, éste se considera el núcleo o base de la colocación, mientras que los elementos que se combinan con él (verbos, adjetivos y otros sustantivos) son los colocativos. Los lemas del diccionario son las bases y en las distintas entradas se nos ofrecen los colocativos organizados en función de la estructura sintáctica de la colocación y en orden alfabético. No encontramos, pues, en el diccionario de Lainé una clasificación nocional de las colocaciones. Éstas aparecen agrupadas únicamente en función de la categoría gramatical de los elementos integrantes. Esta clasificación distribucionalista o estructural no aporta nada nuevo en lo que se refiere a la organización de las colocaciones. De hecho, es la que predomina en los diccionarios de colocaciones de la lengua general como el BBI, el LTP o el OCD, obras lexicográficas conservadoras desde el punto de vista metodológico y de interés fundamentalmente didáctico. 2.3. Los diccionarios pedagógicos del GRELEP: el DICOFE y el DAFA Mucho más innovadores y comprometidos metodológicamente son los diccionarios elaborados por el grupo de investigación en lexicografía pedagógica (GRELEP), formado por Jean Binon, Serge Verlinde y Thierry Selva, entre otros. Este grupo de investigadores belgas ha redactado dos obras lexicográficas que prestan una especial atención al fenómeno combinatorio en el discurso especializado: el DICOFE (Dictionnaire contextuel du français économique) y el DAFA (Dictionnaire d’apprentissage du français des affaires), ambos dedicados al francés de los negocios. El DICOFE es un pequeño diccionario de francés económico y comercial publicado en cuatro fascículos de carácter monotemático: la empresa, el comercio, las finanzas y el empleo. Se dirige a los estudiantes de nivel inicial o intermedio. Tal como advierten los autores en la introducción de la obra, ésta ofrece una descripción sistemática de los cuatro elementos léxicos considerados indispensables para poder producir un discurso fluido en L2 sobre cuestiones económicas: 1) el inventario de términos específicos del campo de la economía; 2) las combinaciones o colocaciones en las que intervienen dichos términos;5 3) las palabras emparentadas con los distin-
5 Cabe señalar que los autores toman el término colocación en sentido amplio, así incluyen en esta categoría tanto combinaciones idiosincrásicas del tipo monter un commerce como otras de naturaleza composicional tales como commerce indépendant o tribunal de commerce. De hecho, sobre estos dos últimos tipos de combinaciones cabe señalar que no existe unanimidad en la bibliografía: algunos estudiosos las consideran términos compuestos y otros colocaciones terminológicas. Lo cierto es que la diferencia entre colocaciones y compuestos sintagmáticos reside fundamentalmente en el grado de fijación y en el modo de significar. En nuestra opinión, la fraseología debe ser observada como un continuum, que iría desde las colocaciones a los enunciados fraseológicos (paremias y fórmulas rutinarias) pasando por los compuestos sintagmáticos y las locuciones o expresiones idiomáticas, no siendo posible en ocasiones establecer límites rígidos entre unas combinaciones y otras. Para más detalle véase Ferrando (2002).
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tos términos y 4) datos extralingüísticos sobre el mundo de los negocios (su funcionamiento, organización, etc.). Cada una de estas informaciones ocupa un lugar determinado dentro del DICOFE. En cuanto a la información colocacional, que es la que aquí nos ocupa, ésta se presenta en las páginas impares del diccionario, concretamente en los subapartados caracterizados como «1.1.» y siguientes. En algunos casos las colocaciones aparecen acompañadas de una breve definición o explicación. Las entradas están organizadas de forma onomasiológica, pues las distintas colocaciones se presentan según una progresión lógica que responde a la organización de la realidad económica. Por lo que respecta a los distintos subapartados, las colocaciones aparecen agrupadas según una doble clasificación: 1) en función de la categoría gramatical de los componentes: las colocaciones verbales6 y las nominales7 figuran en subapartados distintos;8 y 2) en función del significado: las colocaciones semánticamente relacionadas aparecen bajo un mismo subapartado. Cabe advertir que se trata de una organización semántica «exocéntrica», en el sentido de que no tiene en cuenta las relaciones de significado que se establecen entre los términos de la colocación sino únicamente las que se dan entre las distintas colocaciones. Las relaciones semánticas que se establecen entre los componentes de la colocación (la base y el colocativo) sí están en cambio explicitadas en el DAFA, que en este sentido supone un paso adelante con respecto al DICOFE. En el DAFA las colocaciones se registran bajo los lemas correspondientes a las bases y aparecen clasificadas no sólo en función de la forma sino también en función del significado. Desde el punto de vista formal, se diferencian cuatro tipos de colocaciones: 1) sustantivo + adjetivo (ej.: un prix abordable que aparece bajo prix); 2) sustantivo + (preposición) + sustantivo (ej.: le prix au kilo que aparece bajo prix); 3) adjetivo + adverbio (ej.: hautement compétitif que aparece bajo compétitif); y 4) verbo + sustantivo (ej.: déterminer un prix que aparece bajo prix). Por lo que respecta a la clasificación semántica, cabe señalar que las colocaciones nominales y las verbales reciben tratamientos diferenciados. Las colocaciones de adjetivo + sustantivo y sustantivo + (preposición) + sustantivo aparecen clasificadas bajo cinco etiquetas semánticas (o repères sémantiques): 1) Type (tipo): combinacio-
6 Son colocaciones verbales aquéllas que presentan la estructura verbo + sustantivo (objeto) y sustantivo (sujeto) + verbo. 7 Son colocaciones nominales aquéllas que presentan la estructura sustantivo + adjetivo y sustantivo + (preposición) + sustantivo. 8 Dado que la microestructura está organizada de forma onomasiológica, el orden en que aparecen los distintos tipos de colocaciones puede variar. Así, hay casos en que las colocaciones nominales preceden a las verbales. Otra posibilidad es que aparezcan intercaladas.
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nes que hacen referencia a conceptos técnicos y tienen un valor clasificativo, tal es el caso de prix nominal y le prix de vente. No pueden ser modificadas por un adverbio, así no es posible decir *un prix très nominal; 2) Caracterisation (caracterización): combinaciones con valor calificativo, en las que el colocativo está calificando a la base, como ocurre en un prix concurrentiel y le prix en vigueur. Pueden ser modificadas por un adverbio: un prix très concurrentiel; 3) Niveau (nivel): combinaciones que indican cantidad, importancia (rasgos cuantitativos), por ejemplo un prix élevé y le niveau des prix; 4) Localisation (localización): combinaciones que remiten a un lugar (real o ficticio) donde tiene lugar el concepto, tal es el caso de les prix intérieurs y les prix mondiaux; 5) Mesure (medida): combinaciones que remiten a una medida o dimensión (el tiempo, el volumen...), por ejemplo le prix unitaire y le prix au kilo. Además de estas cinco categorías semánticas, algunas entradas presentan una sexta categoría denominada autre (otro), donde se incluyen aquellas combinaciones que no tienen cabida en ninguna de las categorías precedentes. Las colocaciones verbales, en cambio, se presentan mediante tablas organizadas en función de los actantes (X, Y, Z)9 como respuesta a la pregunta «¿quién hace qué?». Las relaciones de significado que se dan entre el verbo y el sustantivo aparecen explicitadas mediante símbolos. Son fundamentalmente significados que hacen referencia a las distintas etapas de un proceso (el inicio, las fluctuaciones intermedias y el final).
3. LA APLICACIÓN DE LAS FFLL A LA DESCRIPCIÓN DE LAS COLOCACIONES DE LAS LENGUAS DE ESPECIALIDAD
Las clasificaciones semánticas empleadas en el DAFA parecen ser, como bien ha indicado L’Homme (2004: 20), una adaptación de las FFLL de Mel’…uk. Ahora bien, los autores del DAFA nada dicen sobre las FFLL en la introducción de la obra. Sin embargo, sí las mencionan en el DAFLES (Dictionnaire d’apprentissage du français langue étrangère ou seconde), un diccionario de francés L2 online, aparecido con posterioridad al DAFA, elaborado asimismo por los miembros del GRELEP y que aún está en fase de preparación. En el DAFLES las etiquetas semánticas y los símbolos han sido reformulados como FFLL, si bien presentadas en forma de etiquetas semánticas. Los autores del DAFLES dicen haber reducido y simplificado la lista de las FFLL de Mel’…uk dando lugar a etiquetas semánticas como intensificateur (Magn), atténuateur (AntiMagn), verbe support (Oper1), etc.10
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Los actantes aparecen especificados en la definición de los distintos lemas. Para más detalles véase J. Binon y otros (2001: 56-55).
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Lo cierto es que las FFLL constituyen una especie de interlengua que puede resultar esotérica para un público no especializado. De hecho, son varios los trabajos encaminados a popularizar las FFLL. Tal es el caso del proyecto LAF (Lexique active du français), dirigido por I. Mel’…uk y A. Polguère. El objetivo de dicho proyecto es elaborar un diccionario de colocaciones y derivados semánticos que sea accesible para un público no especializado. Así en el LAF, las distintas FFLL son sustituidas por paráfrasis formuladas en una especie de «meta-francés» (vid. el DICOUÈBE en línea). Otro ejemplo de popularización de las FFLL lo encontramos en el DiCE (Diccionario de colocaciones del español), proyecto dirigido por Margarita Alonso Ramos en la Universidad de A Coruña. En esta obra, las colocaciones están descritas no sólo por medio de FFLL sino también mediante glosas semánticas para facilitar el uso del diccionario a un público no familiarizado con la noción de FL. Si bien, como se ha dicho, existen ejemplos felices de popularización de las FFLL para describir las combinaciones de la lengua general (no hay que olvidar que las FFLL fueron diseñadas para la lengua general), en el caso de las lenguas de especialidad la cuestión no está tan clara. Algunos autores como Cohen (1986), Frawley (1988) y Laporte y L’Homme (1997), las han aplicado con éxito al campo de la economía, de la ciencia o de la medicina respectivamente. Sin embargo, tal como advierte L’Homme (2004: 38), es necesario llevar a cabo ciertas adaptaciones, en especial por lo que respecta a la descripción de las relaciones taxonómicas y meronímicas tan abundantes en las lenguas de especialidad. En este sentido, las etiquetas semánticas usadas en el DAFA y en el DAFLES podrían resultar muy útiles, si bien no agotan el problema.
4. CLASIFICACIÓN SEMÁNTICA DE LAS COLOCACIONES DE LA TERMINOLOGÍA ASEGURADORA Hasta aquí llega el análisis de las obras lexicográficas que dan cuenta de las colocaciones de las lenguas de especialidad. Tal como he indicado al principio de este trabajo, el objetivo último es proponer una clasificación semántica de las colocaciones de la terminología aseguradora del español que resulte útil en la redacción de un diccionario combinatorio de dicha lengua de especialidad. Se trata de una terminología con un grado de especialización bastante bajo, pues su uso está bastante generalizado. Por lo que respecta a la combinatoria léxica, cabe señalar que en la lengua de los seguros, al igual que en la mayoría de lenguas de especialidad del español, priman tres tipos de colocaciones: 1. Colocaciones sustantivo-verbales. Pertenecen a este tipo las siguientes estructuras categoriales: a) sustantivo (sujeto) + verbo: vencer una póliza, ocurrir un siniestro; b) verbo + sustantivo (objeto): ampliar una póliza, asegurar los daños; c) verbo + preposición + sustantivo: renunciar a un reaseguro, incurrir en negligencia.
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2. Colocaciones sustantivo-adjetivales. Pertenece a este tipo la estructura categorial sustantivo + adjetivo: póliza mixta, prima total. 3. Colocaciones sustantivo-nominales. Pertenecen a este tipo las siguientes estructuras categoriales: a) sustantivo + sustantivo: cláusula oro, prima base; b) sustantivo + preposición + sustantivo: póliza de cascos, seguro de vida. Cabe señalar que, dadas las características de la terminología aseguradora, las cinco etiquetas semánticas (tipo, caracterización, nivel, localización y medida) establecidas por el GRELEP para caracterizar las colocaciones de sustantivo + adjetivo y de sustantivo + preposición + sustantivo del francés de los negocios, se podrían emplear, si bien con algunas modificaciones, para describir las colocaciones sustantivonominales y sustantivo-adjetivales propias de la terminología de los seguros del español. Por lo que respecta a la descripción de las colocaciones verbales de la terminología aseguradora, resultaría muy útil agruparlas, siguiendo la propuesta del DAFA, a partir de los actantes. En el caso de los seguros, la respuesta a la pregunta ¿quién hace qué? daría lugar a una cuádruple división: 1) por un lado, tendríamos los procesos en los que interviene el asegurador (colocar un seguro, cargar una prima, renunciar al seguro); 2) por otro, los que lleva a cabo el asegurado (contratar un seguro, abonar las primas, cancelar un seguro); 3) por otro, los que afectan al objeto asegurado (ocurrir un siniestro, registrarse una pérdida, concluir un riesgo); y 4) por otro, los que tienen que ver con la acción aseguradora en sí misma (entrar en vigor un seguro, continuar un seguro, caducar la cobertura). Tras esta primera clasificación, sería pertinente establecer un segundo nivel de organización basado en la naturaleza de las relaciones semánticas existentes entre los componentes de las distintas colocaciones verbales. Esto nos llevaría a distinguir como mínimo tres momentos en el proceso asegurador: inicio (colocar un seguro, contratar un seguro), desarrollo (cargar una prima, abonar las primas) y finalización (renunciar al reaseguro, cancelar un seguro). Una vez agrupadas las distintas combinaciones en torno a estos tres momentos, serían posibles ulteriores subclasificaciones basadas en la naturaleza del proceso (positivo/negativo; intensificador/atenuador; modificador, etc.).
5. CONCLUSIÓN A modo de conclusión, quisiera poner de relieve que el análisis de los distintos productos terminográficos muestra que no basta con ofrecer un simple listado de las combinaciones de una determinada lengua de especialidad, sino que es necesario especificar la naturaleza semántica de la relación existente entre los componentes de las mismas. En este sentido, creo que la metodología de los diccionarios elaborados por el GRELEP se revela como una posible vía para dar cuenta de forma efectiva de la
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combinatoria de las lenguas de especialidad. Sin embargo, queda aún un largo camino por recorrer por lo que respecta al estudio de las relaciones semánticas que se establecen entre los términos de una colocación terminológica, pues dichas relaciones podrán ser más o menos variadas dependiendo de las características de cada lengua de especialidad.11
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Por lo que respecta a la estructuración semántica de la fraseología de la terminología aseguradora del español, confío en poder presentar un modelo detallado en mi tesis doctoral Las colocaciones en las lenguas de especialidad: propuesta de un diccionario de colocaciones de la terminología aseguradora, que en este momento se encuentra en fase avanzada de redacción.
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El concepto de colocación y su presencia en los diccionarios de uso del español actual
LUIS LUQUE TORO Universidad de Venecia
1. INTRODUCCIÓN En los años del estructuralismo se hacía notar que la praxis histórica de la lengua empezaba a desbordar ampliamente los cuadros morfológicos de la palabra creando unidades léxicas de tipo diferente (Greimas 1960: 50). De esta forma, no sólo se establecían directamente las bases para la evolución de las nuevas teorías lexicográficas en consonancia con el desarrollo de la lengua, sino que también se abrían las puertas a una presencia cada vez mayor del rigor científico en los estudios lingüísticos, lo cual significaba una sistematización de las investigaciones pero también el peligro de caer en continuas abstracciones. Este impulso en la investigación léxica tiene como una de sus piedras angulares el concepto de colocación del que son ya significativos los estudios realizados en inglés, francés y ruso ampliándose paulatinamente a otras lenguas. En lo que respecta al español, podemos decir que aún es largo el camino por recorrer, si tenemos en cuenta que lo realizado hasta ahora en estas lenguas será sólo un pilar sobre el que apoyarnos, ya que nunca podremos aplicar de forma paralela al existir con la nuestra notables diferencias que tienen su raíz en la distinta procedencia de cuadros mentales diferentes, de sistemas intelectuales dispares y en última instancia de filosofías diferentes (Ortega y Gasset 1970: 447). Estas divergencias, por otra parte, nos conducirán a un enfoque bien distinto en la distribución de las unidades fraseológicas, pues si debemos entender el concepto de fraseología como una modalidad de la lengua, en lo que respecta a colocación serán fraseológicas aquellas que presenten esta característica. Al ser pues recientes los estudios de estas unidades lingüísticas –concretamente nos referiremos aquí a las colocaciones léxicas– resulta escasa su presencia en los diccionarios de uso, sólo señalada a veces casualmente dentro del concepto de locu-
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LUIS LUQUE TORO
ción. En este estudio proponemos posibles muestras a través de unas reglas de interpretación que contribuyan a hacer más relevante su frecuencia y que al mismo tiempo sin necesidad de hablar de diccionarios específicos de carácter combinatorio, presenten aquellas agrupaciones que constituyan de forma clara y precisa el núcleo central de cada unidad, es decir, el conjunto de agrupaciones que más se acerca semánticamente al significado básico de la base de la colocación. Aportaremos de este modo un instrumento más en el campo de la traducción al ser éste uno de los que mayor interés presenta principalmente por la equivalencia o contraste entre sus constituyentes.1
2. EL CONCEPTO DE COLOCACIÓN El diccionario explicativo-combinatorio que proyectaron I. Mel’…uk y A. Zholkovskij en 1965 y uno de cuyos resultados fue el estudio de unos 250 vocablos rusos que aparecieron entre 1970 y 1976, representaba la descomposición de la palabra en sus múltiples valores semánticos y en consecuencia su aplicación en una serie compleja de combinaciones sintácticas (vid. entre otros Mel’…uk 1988 y Mel’…uk y Zholkovsky 1988). Una colocación sería un subconjunto dentro del amplio conjunto que presenta una determinada unidad léxica; una aplicación semántica de la palabra base o núcleo, con la restricción de que la acepción en la que se usa uno de los constituyentes viene determinada por el otro (Aisenstadt 1979: 71-74) pero precisando la autonomía semántica de una palabra núcleo sobre cualquier constituyente con el que se combine (Hausmann 1979: 187-195). Esta palabra núcleo que implica una limitación semántica de uso actuará como generador2 de las combinaciones que se formarán. Con el concepto de generador nos distanciamos de aquellas formaciones como locuciones y frasemas, que debido a su alto grado de especialización son consideradas como fijas. Tomando como base el conjunto de combinaciones centramos nuestra atención en una regla de dependencia en función del significado de la palabra núcleo. De gran importancia será en este caso en cualquier colocación que la definición lexicográfica aparezca exenta de ambigüedad y que comprenda el significado base que nos sirva para formar las posibles colocaciones delimitando de este modo su dominio y diferenciándolo de las combinaciones léxicas. En estructuras como lucha encarnizada, hambre voraz, régimen autoritario, insulto ofensivo o entablar una relación, desatar-
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Hemos escogido este término y no el de actante o colocativo por ser éste el que se adapta más a nuestra lengua. 2 El uso de este término aplicado a la palabra núcleo implicará no sólo que ésta sea el eje sobre el que se forman las colocaciones, sino al mismo tiempo que se mantenga su significado de forma constante.
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se una tempestad, ejercer una profesión la relación semántica entre la palabra núcleo, el sustantivo y los constituyentes, adjetivo o verbo, queda establecida fácilmente por la proximidad significativa de uno y otro elemento; serían éstas pues colocaciones que pertenecen al núcleo de las unidades léxicas seleccionadas. En un análisis de las colocaciones periféricas podríamos obtener entre otros los siguientes resultados: lucha desigual, hambre loca, régimen corrupto, insulto gratuito, o bien romper una relación, amainar una tempestad o tener una profesión. Sería ésta, la periférica, la que delimitaría el paso del concepto de colocación al de locución, ya que mientras en la colocación el constituyente núcleo mantiene su autonomía de significado, en la locución hablaremos de un significado no por unidades, sino en su conjunto y donde el núcleo se ve desprovisto de autonomía significativa; así con el término atención serían colocaciones nucleares las formadas con los verbos: absorber, acaparar, atraer, captar, despertar, polarizar, prestar, reclamar. De este modo la combinación llamar la atención que da la idea de ‘reprender, advertir o hacer que se repare algo’ sería una locución verbal y no una colocación al haber perdido la entrada su significado base. En efecto, en la frase El profesor llamó la atención a Juan por sus continuas faltas podemos sustituir la locución por un equivalente como reprender sin que se produzca ningún tipo de cambio. Si definimos la palabra duda como ‘inseguridad, vacilación o indeterminación ante opciones distintas o acerca de un hecho o de una información’, un conjunto de combinaciones daría lugar a una amplia tipología de formaciones con las siguientes soluciones: Colocación sustantivo-adjetivo o adjetivo-sustantivo: Amarga, angustiosa, cruel, deprimente, grande, horrible, indestructible, infundada, injusta, (in)justificada, insoportable, ligera, obsesiva, persistente, profunda, radical, razonable, repentina, seria. Colocación verbo-sustantivo: Abrigar, aclarar, acrecentar, admitir, ahuyentar, albergar, alimentar, alojar, apagar, arrojar, concebir, confirmar, conservar, constatar, crear, dejar, desatar, despejar, disipar, encontrarse con, esclarecer, expresar, hacer desaparecer, hacer nacer, formular, fortalecer, guardar, inspirar, levantar, ofrecer, plantear, presentar, quitar, reavivar, resolver, responder a, satisfacer, sembrar, sopesar, suscitar, tener. Colocación sustantivo-verbo: Aparecer, asaltar, deslizarse, desvanecerse, entrar, inquietar, invadir, persistir, planear, surgir.
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Colocación sustantivo-preposición-sustantivo: Un mar de dudas, un montón de dudas. Locuciones: No caber (haber) duda, no caberle a alguien la menor duda, poner algo en duda, salir de dudas, sin duda alguna, sin sombra de duda. Frasemas: ¡La duda ofende! Estableciendo que un conjunto que llamaremos nuclear será definido por el sema o conjunto de semas de la palabra núcleo, expresaremos dicho conjunto del siguiente modo: SN = {s1, s2, s3, ... sn} Esta expresión aplicada a la definición del núcleo en el que la idea predominante viene definida por los semas más característicos, comportaría esta representación: SN(N) = {inseguridad, vacilación, indeterminación} Las posibles colocaciones nucleares quedarían determinadas por la aproximación semántica de los constituyentes, donde el constituyente núcleo es el que ejerce su autonomía sobre los otros, siendo esta combinación muy frecuente con verbos semánticamente vacíos o con características propias de las formas de expresión de cada lengua. Un conjunto de semas derivados vendrá definido por los semas de sus constituyentes que se relacionen con los de la palabra núcleo, lo cual significa que estos semas son identificaciones o extensiones del sema núcleo. Una correspondencia entre el conjunto de semas de la palabra núcleo y los distintos conjuntos de las posibles combinaciones nos daría como resultado las colocaciones buscadas. Este conjunto lo expresaríamos del siguiente modo: S′ = {s′1, s′2, s′3, ... s′n} De tal forma la identificación o aproximación semántica entre uno y otro constituyente será la que determine el dominio de las colocaciones, así que cualquier término con un s′i podrá formar una colocación con otro si . Dentro de los semas derivados de los adjetivos dados tendríamos como posibles soluciones:
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S’(A) = {intranquilidad, abatimiento, preocupación}. Estos rasgos corresponderían a un conjunto de colocaciones nucleares CN,A que representaríamos: CN,A = {(duda, angustiosa), (duda, deprimente), (duda, obsesiva)} Por otra parte, la colocación verbo-sustantivo destaca por el uso figurativo de los verbos, con lo cual más que de identificación hablaríamos de relación y en la mayoría de los casos de implicación; en consecuencia obtendremos un número más limitado de soluciones. De esta manera, una posible combinación verbo-sustantivo se definiría principalmente en función del grado de autonomía de la palabra núcleo en una lengua dada. En el caso de duda hemos formado el siguiente conjunto: CN,V = {(plantear, duda), (resolver, duda), (suscitar, duda)}. Por el contrario, la colocación sustantivo-verbo al funcionar el sustantivo como sujeto presenta una relación semántica más representativa: CN,V = {(duda, asaltar), (duda, inquietar), (duda, invadir), (duda, surgir)}. El conjunto de colocaciones no incluido en las nucleares pertenecería a las periféricas, o sea, aquéllas que aparecen combinadas según los cuadros mentales de cada lengua o su forma mentis y que tanto por el número de formaciones como por el contraste del constituyente derivado con otras lenguas es de gran interés.
3. ANÁLISIS LEXICOGRÁFICO DE LAS COLOCACIONES EN LOS DICCIONARIOS DE USO ACTUALES Los dos diccionarios que han servido de base de este análisis han sido: Gran diccionario de uso del español actual (2001) bajo la dirección de Aquilino Sánchez y Diccionario de uso del español actual Clave (2003) dirigido por Concepción Maldonado González. Partiendo de la premisa de que no hablamos de conjuntos de combinaciones para cuyo estudio deben existir diccionarios específicos y sí de colocación como combinación nuclear, tenemos que decir que el término colocación no figura con marca alguna en uno y otro diccionario. En el diccionario de Aquilino Sánchez aparecen los conceptos de locución o voces de dos o más términos que sirven sólo para complementar el uso explicitado en las acepciones pero sin especificar de qué combinaciones se trata. En este tipo de distribución, por otra parte compleja, echamos en falta una
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tipología específica de las distintas formaciones. La localización de cualquier colocación queda supeditada a su presencia fortuita dentro de las acepciones o de las locuciones de cada lema, siendo prácticamente inexistente en los casos en los que aparece un verbo con adverbio o un adverbio con adjetivo o participio. Se aprecian algunas colocaciones cuando el constituyente núcleo es un sustantivo. Concretamente con medida, encontramos una amplia serie de locuciones adverbiales: a medida, en alguna / cierta medida, en amplia / buena / gran medida, en igual medida, en la medida de lo posible, en la misma medida, en mayor medida, en mayor o menor / menor o mayor medida, en menor medida, sin medida. Principalmente en la combinación con un verbo hemos localizado la referencia a la agrupación con los verbos adoptar y tomar dentro del uso figurativo cuando se habla de la acepción de medida como «disposición o actuación concreta que se toma ante una situación o un hecho determinado, para prevenirlos, enfrentarse a ellos o evitarlos», pero en ningún caso con un constituyente adjetivo. El diccionario de Concepción Maldonado bajo locución abarca igualmente toda una amplia serie de unidades sin ningún tipo de especificación. Cuando se habla de las características del diccionario se hace hincapié en la inclusión de las locuciones en el artículo de su primera palabra fuerte con el siguiente orden de prioridad: sustantivo, verbo, adjetivo, pronombre, adverbio. En este caso tampoco se hace referencia alguna al concepto de colocación ya que para encontrarla tenemos que recurrir a la marca locución. Basándonos igualmente en la entrada medida definida como «disposición o acción encaminadas a evitar que suceda algo» aparece una nota al final con la abreviatura «SINT.» (sintaxis) que hace referencia a la acepción incidiendo en el uso de este sustantivo con los verbos adoptar, tomar y equivalentes. Nuestra propuesta para la presencia de las colocaciones en el diccionario llevaría como entrada la palabra núcleo, es decir, el sustantivo en aquellas agrupaciones en las que éste aparece, el verbo en la formación de verbo y adverbio y un adjetivo o participio cuando se trata de la combinación de adverbio con estas categorías gramaticales. Su presencia con la marca correspondiente quedaría limitada a aquellas que hemos estudiado bajo la denominación de colocaciones nucleares. Partiendo de la acepción de medida (DRAE 1992: 1346) observaremos que lo genérico de esta definición implicará igualmente una cierta dificultad a la hora de establecer un dominio restringido en las colocaciones nucleares. Sin necesidad de recurrir a lo que hemos denominado colocaciones periféricas tendríamos en la combinación con verbos formulaciones como adoptar medidas, aplicar medidas, establecer medidas o tomar medidas, mientras que con adjetivo encontraríamos: medida drástica, medida excepcional o medida provisional. Una marca de este tipo en los diccionarios significa, además de una fijación del concepto, una valiosa contribución en el campo de la creación léxica.
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4. LA COLOCACIÓN EN LOS DICCIONARIOS Y SUS APORTACIONES A LA TRADUCCIÓN Uno de los puntos de interés de la presencia de las colocaciones en los diccionarios monolingües3 es precisamente el referente a la traducción y pensando en la pertenencia de ésta a la lingüística aplicada, no podemos olvidar que se habla de la gramática como la espina dorsal de un texto, de las colocaciones como los nervios y del léxico como la carne (Newmark 1992: 288). Sin entrar en el empleo de los diccionarios bilingües y centrándonos sólo en el uso de los monolingües, esta presencia principalmente en un nivel nuclear, resulta cada vez más necesaria por las diferencias existentes en las lenguas entre las formas de expresión y el contenido y, en consecuencia, su sintaxis. Como ya hemos citado anteriormente, las grandes diferencias entre las lenguas, incluso aquellas que son más afines, se centran en cuestiones de estructuración interna, lo cual implica una sensibilidad mucho más útil cuando se consideran las colocaciones de la lengua origen y se relacionan con las colocaciones transparentes de la lengua término. En este estudio vamos a tomar como ejemplo de traducción el italiano, lengua de gran afinidad con el español, pero también de no pocas diferencias, principalmente en el nivel de unidades léxicas; baste con pensar en el contraste existente entre los shifts o transposiciones entre una y otra lengua. Nuestro objetivo será traducir las colocaciones no literalmente sino en su conjunto, es decir, eligiendo el equivalente en la lengua término, de la misma manera que con las expresiones idiomáticas con lo que se sigue un razonable principio de reversibilidad (Eco 2003: 67). Hablando de colocaciones partiremos de una identificación entre las acepciones en la definición lexicológica en ambas lenguas o bien de una aproximación semántica. Si bien la equivalencia entre los constituyentes de las colocaciones nucleares es frecuente entre estas lenguas, observamos un significativo contraste entre las periféricas, siempre en función de la entrada seleccionada; un término como cheque da lugar a colocaciones periféricas del tipo cruzar un cheque o extender un cheque cuyos equivalentes italianos sbarrare un assegno y emettere un assegno presentan constituyentes derivados que se diferencian semánticamente de los usados en español. Por otra parte, no deja de ser notoria la frecuencia de términos que se prestan a confusión; así, la entrada compromiso, cuya traducción más adecuada al italiano es impegno, se caracteriza por ser un falso amigo con respecto al español, lo mismo que compromiso lo es para un hablante italiano. El traductor en este caso recurrirá a una identificación del equivalente a través de sus acepciones; en italiano las que presentan equivalencia con el español son: 1. obbligo, assunto nei confronti di qualcun altro o
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Sigue siendo el DUE de María Moliner el diccionario que ofrece una presencia más significativa de las colocaciones principalmente con la combinación verbo-sustantivo.
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di sè stessi; 2. atteggiamento di un intellettuale o un artista che prende posizione nei confronti dei problemi politici e sociali del suo tempo (De Mauro 2000: 1147-1148). La equivalencia en español con la primera acepción corresponde a «obligación contraída, palabra dada, fe empeñada» (DRAE 1992: 526). La segunda no la hemos encontrado ni en éste, ni en otros diccionarios de uso utilizados. Con esta equivalencia en la definición lexicológica el dominio de las colocaciones será el caballo de batalla para el traductor. Al tratarse de un sustantivo como palabra núcleo, serán las combinaciones semánticas con verbo o con adjetivo las que determinen las posibles colocaciones. En español encontramos como nucleares con verbo las siguientes: afrontar un compromiso, asumir un compromiso, contraer un compromiso, cumplir con un compromiso; mientras que con adjetivo, dentro también de la colocación nuclear, tendríamos: un compromiso expreso, un compromiso firme, un compromiso mutuo. En italiano el dominio del primer grupo sería respectivamente: far fronte agli impegni, assumere un impegno, prendersi un impegno, mantenere gli impegni; mientras que en las colocaciones con adjetivo tendríamos: un impegno esplicito, un impegno fisso, un impegno reciproco. Este tipo de traducción a través de las equivalencias nos permitirá, entre otros análisis, hacer hincapié en las diferencias culturales, así como en los distintos mecanismos que se usan para reflejar el carácter de una cultura y otra.
5. CONCLUSIONES La complejidad de la división de las unidades fraseológicas (Corpas Pastor 1996: 270-271) invita a su vez a un desarrollo analítico de cada una de sus partes, trabajo que en estos momentos podemos decir que está todavía en sus comienzos. El estudio aquí expuesto de las colocaciones, tanto en lo que se refiere al concepto como a su aplicación en el campo de la traducción y a su presencia en los diccionarios no deja de ser más que una propuesta basada en la lingüística aplicada. Aunque explícitamente hemos hecho referencia al italiano como lengua término, implícitamente a la hora de establecer los distintos dominios de las colocaciones se han tenido en cuenta trabajos en inglés y en francés como The BBI Combinatory Dictionary of English de Benson et al. (1986) y el Dictionnaire des Cooccurrences de Beauchesne (2001) respectivamente, con los que hemos intentado delimitar en cualquier caso el complejo conjunto de las combinaciones a partir de la definición lexicográfica en nuestra lengua, sin olvidar por otra parte que el dominio puede ampliarse siempre en función de la acepción que se tome, así como de su sentido figurativo.
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REFERENCIAS
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BIBLIOGRÁFICAS
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Unidades fraseológicas en los diccionarios bilingües: un problema de colocación
BENEDIKT A. MODEL Universidad de Salamanca
1. INTRODUCCIÓN Con Corpas Pastor (1996) disponemos en la fraseología española de una taxonomía ampliamente reconocida de las colocaciones. Esta tipología sigue dos criterios que organizan los seis tipos de colocaciones: la categoría verbal de sus componentes y –siempre que forme parte– la función que desempeña el sustantivo. Aunque queden sueltos casos de duda, tanto «hacia arriba» como «hacia abajo», es decir, hacia las unidades fraseológicas (UF) de la segunda esfera y hacia los sintagmas completamente libres, es posible distinguir las colocaciones por el grado de idiomaticidad que afecta a sus componentes (p. ej. una vaca pequeña – una vaca loca – las vacas flacas). Es bien sabido que las colocaciones causan muchos problemas cuando se quiere aprender una lengua extranjera, por lo que deben estar incluidas en los diccionarios bilingües. No obstante, parece que los diccionarios bilingües tienen otras prioridades con respecto a los criterios que sirven para describir las colocaciones, ya que ni la tipología fraseológica ni las propuestas desde la fraseografía se reflejan en el tratamiento lexicográfico. Debe de haber otros rasgos que las caracterizan y que son más relevantes para la lexicografía bilingüe. Son varios los posibles puntos de referencia para describir la inclusión de las colocaciones en los diccionarios bilingües. Aquí veremos que sirven para formar grupos de colocaciones desde el punto de vista lexicográfico.
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2. POSIBLES CRITERIOS PARA UNA CLASIFICACIÓN MERAMENTE LEXICOGRÁFICA DE LAS COLOCACIONES
Los grupos lexicográficos de las colocaciones se forman partiendo del diccionario y tomando como base el texto del diccionario mismo. Por eso, no es posible al principio un juicio sobre la adecuación de la presentación. Tampoco pueden formarse grupos exactos que sean válidos para todos los diccionarios, ya que cada diccionario es confeccionado por un equipo distinto de autores. Solamente podemos distinguir corrientes generales. Una cuestión muy debatida en la metalexicografía es cuál debe ser el lema que encabeza el artículo. En la mayoría de los casos se ofrecen cuatro posibles tipos de lemas para crear el acceso al artículo donde se encuentra la información. Analizando las colocaciones según las funciones de sus componentes (y no según otros principios como, por ejemplo, la posición de los elementos en la forma canónica o la clase verbal de los componentes) estos cuatro lemas son las bases y los colocativos de la lengua de partida y de la lengua de destino. Para hacer una clasificación según el tratamiento lexicográfico, se puede recurrir a la posición o combinación de posiciones en la que se encuentran las colocaciones. Otro punto en el que difieren las colocaciones es el modo de su presentación dentro del artículo. Como las locuciones, los refranes y los ejemplos del artículo lexicográfico, las colocaciones son unidades lexicográficas pluriverbales (ULP). Por esta razón, comparten muchos problemas y sus respectivas soluciones de presentación. Teniendo en cuenta tanto los artículos de la base como los artículos del colocativo son cuatro las formas que suelen adoptarse dentro del texto microestructural. Se pueden incluir como infralemas, como locuciones, dentro de ejemplos y por el cotexto, que tiene por su parte una amplia gama de posibles tipos de presentación. A diferencia de los diccionarios monolingües, en los diccionarios bilingües las colocaciones no son indicaciones meramente sintagmáticas. Bien es verdad que constituyen indicaciones sintagmáticas que se refieren al signo lemático, pero aparte de esto también poseen con sus equivalentes unas indicaciones. Por eso las colocaciones del diccionario bilingüe cumplen además la función de direcciones. El concepto de la equivalencia total, parcial y nula también afecta a las colocaciones. Influye en los dos planos de presentación expuestos arriba, por ejemplo, en los casos donde la idiomaticidad diferente entre colocación y el supuesto equivalente impide una inclusión de la unidad equivalente en el otro foco (p. ej. abiertamente hostil que carece de una colocación comparable en alemán). Otras unidades de trabajo bilingües influyen en la presentación sin que haya problemas de equivalencia semántica o de idiomaticidad, sino de equivalencia formal. Muchas colocaciones españolas corresponden en alemán a una sola palabra gráfica, sea o no un compuesto polilexemático (p. ej. soplo de viento – Windhauch; practicar la eutanasia –
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einschläfern, puntas abiertas – Spliss). En estos casos el equivalente ya no permite una distinción paralela entre base y colocativo con lo cual se reduce el numero teórico de lemas a tres. Las relaciones semánticas y formales entre los equivalentes no son, sin embargo, un problema primordialmente lexicográfico sino más bien un problema de traducción y de lingüística comparada. Por eso sirven para explicar ciertas formas de presentación pero no son criterios adecuados para una taxonomía lexicográfica. 2.1 El criterio macroestructural La cuestión de saber dónde alojar las colocaciones fue tratada por Hausmann (1985: 121-122). Ahí nace la idea de que los diccionarios de producción tienen que incluir las colocaciones bajo la base, mientras que en los diccionarios de recepción deben estar en el artículo del colocativo. Los diccionarios bifuncionales deben incluirlas por ende bajo ambos colocados. El diccionario bilingüe se caracteriza, sin embargo, por más aspectos. Ya que contiene dos lenguas objeto también dispone en la mayoría de los casos de dos nomenclaturas y de dos grupos potenciales de usuarios. Al criterio de la funcionalidad se unen los criterios del foco y de la direccionalidad. Estas tres categorías y sus respectivas subcategorías forman un conjunto de varios tipos de diccionarios bilingües, que exigen, siguiendo la premisa de que es el colocativo la parte problemática (Hausmann 1988: 150), a veces la base y a veces el colocativo como entrada. Ahora bien, los diccionarios que analizaremos solamente difieren en cuanto a la direccionalidad. Todos los diccionarios son bifocales y, como ninguno de ellos indica una eventual monofuncionalidad, se puede partir de la base de que están elaborados tanto para finalidades codificadoras como descodificadoras. Admitiendo el acceso onomasiológico por la base para encontrar la colocación, el diccionario bilingüe, bifocal, bidireccional y bifuncional debería ofrecer las colocaciones de una unidad de equivalencia bajo los cuatro lemas posibles. El diccionario bilingüe, bifocal, bifuncional pero monodireccional puede prescindir de la colocación bajo la base de la lengua materna del usuario. Éste puede acceder a la colocación extranjera directamente por vía del colocativo y no necesita un acceso onomasiológico al colocativo de su propia lengua. Es decir, los diccionarios monodirecionales deben incluirlas bajo ambos colocados en el foco lengua extranjera-lengua materna y bajo el colocativo en el foco lengua materna-lengua extranjera, mientras que con respecto a los diccionarios bidireccionales sería lo ideal incluir las colocaciones y sus equivalentes en ambos focos bajo ambos colocados (cf. Cop en HSK 5,3: 2777). Hay varias excepciones a esta regla. Los diccionarios que se contentan con cumplir solo funciones pasivas no tienen por qué integrar colocaciones transparentes como llorar amargamente – bitterlich weinen (Werner 1997: 120). Pero siguiendo la idea de la distribución de las funciones a los focos de Fuentes Morán (1997: 77),1 no hay dentro del diccionario bilingüe e incluso monodireccional un foco meramente
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pasivo, ya que es en el foco lengua extranjera-lengua materna, donde se pueden encontrar más fácilmente las indicaciones referidas a un signo lemático concreto. Otras excepciones obvias las constituyen los ya mencionados pares de equivalentes de forma diferente (colocación española – compuesto alemán) y las colocaciones para las que no existe equivalencia formal en la lengua de destino. En el primer caso, las colocaciones disponen por supuesto solamente de tres artículos potenciales para su inclusión, en el segundo de solo dos. A pesar de la propuesta metalexicográfica de incluir las colocaciones tanto bajo la base como bajo el colocativo, este caso es una gran excepción. Solamente dos diccionarios cumplen con esta exigencia, uno en dos y otro en tres de los 38 casos de equivalencia semántica y formal de nuestro corpus: PONS GW con las colocaciones dar miedo – Angst machen y asumir la responsabilidad – die Verantwortung übernehmen y SLGR con no cabe duda – es besteht kein Zweifel, perder de vista – aus den Augen verlieren y también asumir la responsabilidad. Tampoco las propuestas para diccionarios monodireccionales se reflejan en las obras. Justamente SLGR, el diccionario menos monodireccional, da uno de los tres ejemplos en total para una colocación, que se encuentra en tres artículos, a saber los cuatro posibles menos la base de la lengua materna del usuario (que sería en este caso el español): enarbolar una bandera – die Flagge hissen. Los otros dos ejemplos para un tal caso, los da PONS X con las colocaciones lucir el sol – die Sonne scheint y asumir la responsabilidad – die Verantwortung übernehmen, que faltan solamente bajo la base española. Esta integración contradice obviamente el hecho de que PONS X sea un diccionario declarado abiertamente como monodireccional para germanohablantes. Es evidente que los diccionarios no reflejan las propuestas metalexicográficas. Queda por verificar si se relevan otros modelos de inclusión en los diccionarios y si estos modelos contienen grupos de colocaciones que siguen teniendo, fuera de la lexicografía, otros rasgos comunes. Llaman la atención muchos casos de colocaciones equivalentes que se recogen o solamente bajo sus bases o solamente bajo sus colocativos. Esta integración de solo un lado afecta independientemente de la función (base/colocativo) de la cabecera a varios tipos de colocaciones, es decir que no hay coincidencia entre tipo de la colocación y función de la cabecera dentro de la colocación. Bajo los colocativos están incluidas las colocaciones siguientes:2 escapar una exclamación – ein Ausruf rutscht heraus, surgir un problema – ein Problem kommt
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Vid. también Alonso Ramos (2001: 14). Para una mayor claridad y para marcar las equivalencias que no figuran en ambos focos están subrayados los lemas que encabezan los artículos. 2
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auf, tra(n)scurrir un mes – ein Monat verstreicht (tipo 1); convocar elecciones – Wahlen ausschreiben, infringir una norma – gegen ein Gesetz verstoßen (tipo 2); cadena alimentaria – Nahrungskette (tipo 3); rueda de prensa – Pressekonferenz (tipo 4); completamente imposible – vollkommen unmöglich (tipo 6). Únicamente bajo las bases están puestas las colocaciones siguientes: poner en un aprieto – in Verlegenheit bringen, dar cobijo – Unterschlupf gewähren, hacer esquina – an der Ecke liegen, tender una trampa – eine Falle stellen (tipo 2); compañero sentimental – Lebensgefährte (tipo 3); bomba de relojería - Zeitbombe (tipo 4); pasar inadvertido – unbemerkt bleiben (tipo 5).3 Los dos grupos de inclusión por un solo lado contienen colocaciones de los tipos dos, tres y cuatro. La tipología de las colocaciones no influye probablemente en el modo de incluirlas. Como se trata de artículos exclusivamente correspondientes a bases o a colocativos se puede suponer que tampoco las funciones de los colocados han sido un criterio para el lugar de la inclusión. Por eso parece recomendable preguntarse cuáles son los rasgos por los que estos signos se prefieren como cabeceras. Dicho de otro modo, ya que su función como base o colocativo dentro de la colocación no parece ser el aspecto decisivo para darles el estatus de la cabecera, deben de tener otras caracertísticas que les proporcionan esta función. Excepto la colocación transcurrir un mes, cuya integración bajo el colocativo tiene una razón auténticamente colocacional (véase 2.2), se pueden nombrar para estos ejemplos razones semánticas, sintácticas, combinatorias y de la conciencia lingüística. El artículo del diccionario bilingüe debe estar organizado según la estructura de equivalencia que se le otorga al signo lemático (Baunebjerg Hansen 1990: 97). Esto explica que se incluyan escapar una exclamación, surgir un problema, convocar elecciones bajo sus respectivos verbos. Dependiendo de la colocación, exigen otro equivalente. La mención de infringir una norma tendrá una razón sintáctica. Mientras infringir es un verbo transitivo, su equivalente verstoßen necesita una preposición. Esta preposición carecería de sentido indicándola bajo el sustantivo norma, ley, etc., pues se trata de una preposición que va junto con el equivalente del verbo. Un argumento muy fecundo para la omisión del concepto base/colocativo lo constituye el criterio combinatorio. La restricción de ciertos lexemas a un lado y el amplio radio
3 Según las categorías verbales, todas estas colocaciones pertenecen a los tipos indicados. En cuanto al reparto de las funciones base/colocativo algunas no cumplen con la afirmación de que en los tipos 1-3 constituyen los sustantivos la base, y en los tipos 5 y 6 es siempre el adverbio el colocativo (Bahns 1996: 24 y Corpas Pastor 1996: 68, 71, 74). Algo menos estricto lo considera Blasco Mateo (2002: 44), mientras el colocativo del tipo 4 suele ser el primer sustantivo. También tenemos con inadvertido un adverbio colocacional que no termina –contrariamente a lo normal (García-Page 2001-2002: 104)– en -mente. Para una crítica de esta determinación en cuanto a la posición dentro de la colocación véase Penadés Martínez (2001: 71-74).
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colocacional de otros lexemas al otro lado tienen consecuencias importantes para la lexicografía. La restricción de cobijo le concede al signo lemático una estructura de equivalencia bastante clara y al lema un artículo muy breve. Por otro lado, la polisemia y el elevado radio colocacional de dar causan un artículo muy largo y de escasa usabilidad. Incluir las colocaciones bajo el colocado más restringido permite situarlas en el artículo más breve. Este no es un criterio formal, pero bastante frecuente.4 También puede ser ésta la razón para la elección de los artículos de las colocaciones poner en un aprieto, tender una trampa y pasar inadvertido. Las colocaciones cadena alimentaria, rueda de prensa, compañero sentimental, bomba de relojería, que corresponden a dos tipos distintos según Corpas Pastor (1996), son las que más claramente muestran que la distinción entre tipos de colocación y entre colocación y locución no tiene gran importancia para la lexicografía. Independientemente de su función, estas colocaciones se recogen bajo su primer sustantivo. Este modo de integración no las distingue de las locuciones nominales de la misma estructura. Probablemente no le importa al usuario (a no ser que sea lingüista), si la «palabra» que busca es una colocación, una locución o un compuesto –cuestión que no se plantea en estos ejemplos, ya que no se escriben juntos (Corpas Pastor 1996: 93). Por eso faltan, fuera de la fraseología, argumentos convincentes para tratar unidades formalmente idénticas como vaca loca, vacas flacas; punto cardinal, punto fuerte o guerra santa, guerra fría de manera diferente. El concepto de base y colocativo no está arraigado de manera muy profunda en la lexicografía; mientras la discusión metalexicográfica opta por tipologizar los dos elementos de una colocación así. El concepto base/colocativo tiene la ventaja de afectar realmente a todas las colocaciones, mientras las características que parecen tener más valor práctico para el acceso macroestructural son varias y de diferente importancia según la colocación en cuestión. Las preferencias por uno de los criterios expuestos (semántico, sintáctico, combinatorio y de conciencia lingüística) no se pueden explicar formalmente, lo que sería deseable para las instrucciones de uso, pero coinciden probablemente más con la intuición del usuario. 2.2 El criterio microestructural Hay varios procedimientos para presentar una colocación dentro del artículo lexicográfico. Los llamamos aquí el infralema, la locución, el ejemplo y el cotexto. Estas cuatro partes se presentan en el caso ideal de modo que se pueden distinguir por la tipografía, aunque no suele ser siempre el caso.
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Este criterio se aplica también para UF de otras esferas. El refrán el mundo es un pañuelo p. ej. se encuentra bajo pañuelo en HDA, LS DMA, PONS GW, PONS SW, PONS X, OP y SLGR.
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El infralema se puede reconocer siempre por la tipografía, puesto que la tipografía es una parte de la definición del mismo: Por ‘infralema’ debe entenderse el conjunto de signos que constituyen una unidad de la lengua de partida del diccionario, no caracterizada como la cabecera de artículo […] y que se presenta jerárquicamente subordinada a un lema cabecera de artículo o a otro infralema (Fuentes Morán 1997: 64).
Por locución, como una parte del artículo, no entendemos el concepto fraseológico que engloba la segunda esfera de la tipología de Corpas Pastor (1996), sino todas la unidades pluriverbales que están marcadas mediante una abreviatura o un símbolo como locución. En cierto modo es un caso especial del infralema, el del infralema marcado. La marcación se aplica o bien dentro de una acepción concreta o bien delante del bloque fraseológico al final del artículo. Como ejemplos se consideran aquí únicamente las unidades pluriverbales, neutralizadas o actualizadas, que pueden o no contener UF pero que no consisten en una sola UF, es decir que contienen a la vez elementos no fraseológicos. Los ejemplos se distinguen de los infralemas rara vez por el tipo de letra (p. ej. en OP). Para que el usuario sepa elegir en el foco lengua materna-lengua extranjera el equivalente acertado hay que poner indicaciones que monosemizan el significado de una voz. Estas indicaciones pueden pertenecer a alguna diasistemática o a la lengua misma. Un ejemplo de PONS SW:
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La marca diastrática «TEAT» y la glosa «(mostrar)» antes de los equivalentes del signo presentar explican cómo hay que entender las respectivas acepciones. Las glosas reproducen unidades paradigmáticas del signo lemático, mientras otro tipo de indicación, muchas veces igualmente representado, el cotexto5 ofrece elementos que forman junto con el signo lemático una unidad sintagmática. Los cotextos citan la base referida al lema colocativo. La marcación «(moda)» bajo el lema presentar forma la colocación del tipo 2 presentar moda. Los cotextos son una parte intrínseca para la presentación de colocaciones y pueden adoptar varias formas en cuanto a la lengua y al campo semántico que cubren. A diferencia del infralema, los cotextos no llevan traducción de la base. En principio, ésta no es necesaria ya que la base es semánticamente autónoma y puede encontrarse fácilmente en el mismo diccionario. Sin embargo, el hecho de que no estén traducidos implica que son únicamente indicación para la lengua de partida o para la lengua de destino según la lengua en la que están formulados (p. ej. «presentar […] Gesuch einreichen» en LS DMA vs. «presentar […] (instancia, dimisión, trabajo) einreichen» en PONS SW). Solamente sirven para identificar dentro del mismo artículo una parte de la equivalencia colocacional. En comparación con el infralema, tienen la gran ventaja de poder representar varias colocaciones a la vez. El radio colocacional de un colocativo puede englobar toda una clase de bases que el diccionario no llega a enumerar, pero que puede cubrir mediante un cotexto hiperonímico que nombra esta clase. En el artículo «transcurrir, trascurrir […] [tiempo] vergehen» (VM), la indicación tiempo representa todas las unidades de tiempo, es decir a muchas bases y a la vez a muchas colocaciones. También es posible una enumeración de diferentes bases representativas para un campo semántico que carece de hiperónimo o indicar mediante abreviaturas o signos de puntuación que la clase está abierta (p. ej. übernehmen […] Amt, Leitung, Verpflichtung, Verantwortung asumir»; «convocar […] Wettbewerb usw. ausschreiben» en LS DMA). Estos procedimientos podrían aplicarse en principio también en los infralemas, pero, haciendo esto, los infralemas perderían su estatus porque constituirían varias unidades de la lengua de partida y ya no una sola. Como el cotexto es un procedimiento únicamente para la presentación de colocaciones, se podría suponer que es el formato más corriente. Sin embargo, en realidad no se aplica mayoritariamente. El formato más usual es el infralema. Esto puede explicarse en parte por la estructura formal de la equivalencia. Cuando el equivalente alemán es una sola palabra gráfica, no tiene sentido traducir únicamente el colocativo español (p. ej. «mágico (varita) Zauber-»). El cotexto se aplica sobre todo en los tipos 1 y 2, donde puede aprovechar la ventaja de cubrir varias bases con un solo cotexto
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En alemán Kotext. Vid. Werner (1991: 2735-2737).
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(bajo escapar con los cotextos hiperonímicos «Wort» y «Name»; bajo transcurrir y verstreichen con «tiempo» y «Zeit»; bajo surgir con «dificultad» y «problema»; bajo infringir y verstoßen con «ley» y «Gesetz»). Como PONS X y espóradica pero no constantemente VM son los únicos diccionarios que distinguen las bases sujeto de las bases objeto, los tipos 1 y 2 coinciden lexicográficamente formando una unidad verbo + sustantivo. Incluso una distinción entre cotexto y glosa es muy rara, una distinción entre cotexto concreto y cotexto hiperonímino no existe en ninguno de los diccionarios examinados. Esto indica ya que los diccionarios no le conceden mucho valor al cotexto. El cotexto se usa casi exclusivamente para las colocaciones del tipo 1 y 2. Sin embargo, no todas las colocaciones de estos tipos están representadas por este formato. Aquí se puede observar una diferenciación lexicográfica más detallada de las colocaciones que la tipología fraseológica. Las colocaciones poner en un aprieto, infringir una ley y dar miedo pertenecen fraseológicamente al mismo tipo: verbo (+ preposición) + sustantivo (objeto). A pesar de cumplir con este modelo muestran diferencias que debe tener en cuenta el diccionario y que no puede expresar mediante un cotexto,6 sobre todo en cuanto al equivalente, que puede tener una estructura no paralela. Una exposición contrastiva de las dos colocaciones las necesita enteras. Por eso queda el infralema como el método más compacto para nombrar todo el conjunto de la unidad. En los otros tipos donde la equivalencia formal lo permitiría casi nunca se aplica. En vez de «llano (pueblo) gemein» se prefiere el infralema con la traducción entera. Esto suscitará otra vez la similitud con muchas locuciones y la conciencia de que se trata de un solo signo. Además, estos tipos de infralemas (sean colocaciones o locuciones) son fácilmente ordenables alfabéticamente dentro del artículo porque la posición del segundo elemento (sustantivo o adjetivo) no cambia en una frase actualizada. Las locuciones lexicográficas, es decir los infralemas que están marcados como locuciones, responden más a la metodología del diccionario que a las colocaciones en cuestión. Los diccionarios que tienen provistos apartados fraseológicos tienden a añadir las colocaciones ahí. Un gran tamaño favorece desde luego tal procedimiento porque cuanto más largo sea un artículo tanto más tienen que utilizarse los recursos de estructuración. Los ejemplos auténticos son muy raros en los diccionarios bilingües. Los ejemplos que contienen colocaciones casi nunca buscan la ejemplificación de una colocación antes mencionada. La colocación la tiene que aislar el usuario (p. ej. en OP: «dar
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Nada impide que el cotexto contenga también las preposiciones (p. ej. «verstoßen […] (gegen Gesetz) infringir» en PONS SW), pero estos ejemplos son muy raros y tienen el gran inconveniente de que no muestren si el equivalente exige o no una preposición o un determinante. Además el cotexto citado es problemático ya que omite el determinante obligatorio «gegen ein/das Gesetz verstoßen».
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[…] 3 machen, verursachen (causar): eso me da mucho miedo = das macht mir große Angst.»). Aunque no suele causar grandes problemas, a veces no queda claro cómo hay que entender una unidad, sobre todo si no está marcada expresamente, como por ejemplo en PONS SW «esquina […] casa que hace ~ Eckhaus nt». Contrariamente a farmacias, escuelas, supermercados ... que hacen esquina no existen en alemán *Eckapotheken, *Eckschulen, *Ecksupermärkte, ...
3. CONCLUSIÓN En cuanto a la macroestructura, hemos visto que la dicotomía base/colocativo no es el criterio principal según el cual los diccionarios bilingües insertan la colocación. Este principio se vuelve reconocible solamente en los casos donde la base puede expresarse bajo el colocativo mediante un cotexto hiperonímico. En la mayoría de las colocaciones, sin embargo, se decide la cuestión de la cabecera por la restricción de los colocados, por la necesidad de diferentes equivalentes o por las indicaciones sintácticas que deben acompañar a los colocados. En vez de seguir un solo concepto distinguiendo lexicográficamente las bases de los colocativos, un concepto que bien es verdad no causa demasiados problemas teóricos en la caracterización de las unidades, pero que contradice a veces la intuición, se aplican otros conceptos según la colocación. Esto puede complicar la búsqueda en la macroestructura pero la facilita en la microestructura. Los seis tipos fraseológicos de colocaciones no se reflejan en grupos del mismo tratamiento en la macrosestructura. Para la presentación en plan microestructural la colocación posee un formato intrínseco con el cotexto. No obstante, este formato no se adopta muchas veces en relación con los casos que lo permitirían. La menguada distinción tipográfica entre glosas, cotextos, cotextos hiperonímicos y función gramatical de los sustantivos atestigua el escaso uso de este procedimiento. Se aplica sobre todo en los casos donde la mención de un cotexto hiperonímico resulta muy económico. En algunos diccionarios existen bloques fraseológicos que están marcados por símbolos o abreviaturas que suelen indicar «locuciones» / «Wendungen». Pese a algunas menciones de colocaciones en las instrucciones de uso, nunca se tiene en cuenta la diferencia lingüística entre locución y colocación en el texto lexicográfico, aunque no sería muy costoso indicarla mediante las marcaciones.7 Las colocaciones que se parecen a otras unida-
7 En los instrucciones de uso HDA (p. 10 y 369) designa las ULP formalmente representadas como infralemas entre otros como palabras compuestas, colocaciones y expresiones idiomáticas. Otras expresiones idiómaticas (p. 7 y 393) van precedidas de ‚, sin que las colocaciones y locuciones estén separadas por estos dos formatos.
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des pluriverbales se tratan igual que éstas. En la microestructura pueden reconocerse grosso modo los rasgos de la tipología de Corpas Pastor (1996). Pero se advierte que las necesidades fraseológicas para tipologizar las colocaciones no corresponden a las necesidades lexicográficas para una descripción pertinente. Algunos criterios distintivos de la taxonomía parecen ser superfluos (p. ej. la distinción entre tipo 3 y 4) mientras otros tipos generalizan algunos criterios que la lexicografía tiene que diferenciar (p. ej. la conexión de los colocados del tipo 2). La tipología de Corpas Pastor (1996) no se adopta, y a veces no se puede adoptar, en los diccionarios bilingües. Aunque es un buen método para clasificar las colocaciones desde el punto de vista fraseológico, se necesita otra taxonomía para la fraseografía bilingüe.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
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OBRAS
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CITADAS
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Observaciones sobre el uso de colocaciones en aprendices finlandeses de español: hacia una aplicación didáctica*
BEGOÑA SANROMÁN VILAS Universidad de Helsinki (Finlandia)
1. INTRODUCCIÓN El dominio de una lengua extranjera lleva consigo el uso de multitud de colocaciones que generalmente pasan desapercibidas al hablante nativo. A pesar de ser ampliamente reconocida la importancia de este fenómeno léxico en la enseñanza de una lengua extranjera, no son muchos los autores que han abordado este tema desde una perspectiva didáctica (Lewis 2000), y menos todavía los que lo han hecho dentro del ámbito de la lengua española (Alonso Ramos 2002b y 2006, Higueras García 2005). En este trabajo ofreceremos un análisis de la producción de colocaciones por parte de aprendices finlandeses de español. Utilizaremos como punto de partida un test distribuido a nuestros estudiantes más avanzados y, como material adicional, nos valdremos de algunas composiciones realizadas por otro grupo de estudiantes. En particular, centraremos nuestra atención en las colocaciones formadas por un verbo de apoyo –el colocativo– seguido de un nombre predicativo –la base de la colocación–; así por ejemplo, dar un grito, correr peligro o llevarse un disgusto. En estas combinaciones, el verbo de apoyo, por ej. correr, pierde su significado básico como verbo pleno –aprox. ‘desplazarse con rapidez de un lugar a otro’– y es seleccionado por un nombre, aquí peligro, para verbalizar el sentido del nombre. En este ejemplo particular, correr peligro es equivalente a peligrar. Como es bien sabido, una
* Quisiera agradecer a Jarna Piippo y a Tom Lindahl la valiosa ayuda que me han prestado con la lengua finesa. Ni que decir tiene que todos los errores que puedan encontrarse en el trabajo son de mi entera responsabilidad. Este trabajo se inscribe dentro del marco del proyecto de investigación financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia: HUM2005-08052-C02-02.
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de las principales dificultades que presentan las colocaciones es que no pueden ser traducidas literalmente de una lengua a otra. Así, por ejemplo, mientras en español hacemos una pregunta, en inglés la pedimos (to ask a question), en francés la colocamos (poser une question) y en finés la presentamos (esittää kysymys).1 En el análisis de los datos emplearemos el marco teórico y metodológico proporcionado por la Lexicología explicativa y combinatoria (LEC, Mel’…uk et al. 1995), que se inscribe a su vez dentro de la teoría lingüística conocida como Teoría SentidoTexto (Mel’…uk 1997, entre otros). Los principales objetivos de este estudio pueden agruparse en dos puntos. El primero de ellos consistirá en presentar un inventario de los errores más frecuentes de nuestros estudiantes en materia de colocaciones. Añadiremos a este punto unas reflexiones acerca de algunas posibilidades de la lengua que no pueden ser fácilmente explotadas por hablantes no nativos, precisamente debido a la escasez de material didáctico especializado. Como segundo objetivo, trataremos de ofrecer una propuesta didáctica para mejorar la competencia colocacional de nuestros aprendices de español en cuanto a la producción y comprensión de colocaciones. Con vistas a cumplir este segundo objetivo, presentaremos brevemente el proyecto lexicográfico del Diccionario de Colocaciones del Español (DiCE, Alonso Ramos 2002a, 2003 y en este volumen) y mostraremos algunas de sus posibles aplicaciones a la enseñanza del español. La estructura del trabajo consta de los siguientes apartados. Tras esta introducción, analizaremos el uso de las colocaciones en nuestros aprendices finlandeses de español (apartado 2). A continuación, presentaremos una propuesta para el aprendizaje y la enseñanza de las colocaciones basada en la necesidad de elaborar material didáctico específico (apartado 3): en particular, un diccionario especializado, el DiCE, que presentaremos en el apartado 4, y un módulo de ejercicios que pueda extraerse del mismo (apartado 5). Finalizaremos nuestra exposición con unos comentarios a modo de conclusiones.
2. EL USO DE COLOCACIONES EN APRENDICES FINLANDESES DE ESPAÑOL A lo largo de nuestra experiencia con aprendices finlandeses de español, hemos constatado que incluso nuestros estudiantes más avanzados2 cometen errores en
1 En finés también es posible usar el colocativo hacer (tehdä) en combinación con el nombre pregunta (kysymys). 2 Debemos precisar que se trata de estudiantes de Filología española que han superado una prueba de acceso a la Universidad en donde se valoran sus conocimientos de español. Todos los estudiantes están habituados a leer, escribir y recibir clases en español. En la mayoría de los casos, ya han realizado una estancia en algún país de habla hispana.
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la producción de colocaciones (Sanromán Vilas, 2006). Nuestro interés por este fenómeno léxico nos ha llevado a tratar de comprobar qué tipo de errores son los que se repiten con mayor frecuencia. Con este propósito, distribuimos un test a catorce estudiantes en el que, a partir de treinta verbos (ej.: atender, gritar, firmar) contextualizados dentro de una oración, les pedimos que formasen una colocación del tipo verbo + nombre (ej.: prestar atención, dar un grito, echar/ poner una firma). Para facilitar la elaboración del test, incluimos los nombres deverbales al final de cada oración entre paréntesis (atención, grito, firma) de manera que el estudiante sólo tuviese que centrarse en la búsqueda del verbo colocativo (prestar, dar, echar/ poner). En ocasiones, se requerían pequeñas modificaciones en la oración como consecuencia del nuevo régimen verbal. Así por ejemplo, una oración como La admiro profundamente podía transformarse en Siento una admiración profunda por ella o Le tengo una profunda admiración. Desde el punto de vista cuantitativo, las 420 posibles respuestas quedaron reducidas a 319. En algunas ocasiones, los estudiantes no escribieron ninguna colocación; en otras, transformaron la oración evitando el uso de un verbo colocativo, por ejemplo, en la oración La policía lo arrestó justo después de robar en una farmacia, en lugar de realizar el cambio de robar por cometer un robo, un estudiante escribió (...) después del robo de una farmacia. Del total de respuestas obtenidas, 167 están escritas con absoluta corrección y 152 presentan algún tipo de error. Los errores más frecuentes (el 72% del total) son debidos a la elección de un verbo colocativo inadecuado. En particular, en la transformación de los verbos fotografiar, dudar, admirar, responder, enfatizar, robar y golpear a sus correspondientes colocaciones no hemos registrado ningún error. Cabe señalar que algunas de estas colocaciones en español pueden considerarse una traducción literal del finés, por ejemplo tomar una foto (ottaa valokuva) o algunas formadas con el colocativo dar (antaa): dar un golpe (antaa isku), dar énfasis (antaa pontta) o dar una respuesta (antaa vastaus). Entre las colocaciones que presentan mayor número de errores debidos al verbo colocativo, podemos citar las siguientes: para sustituir al verbo castigar no se ofreció ninguna colocación válida –como lo serían poner/ imponer un castigo– siendo la respuesta más frecuente *dar (un) castigo; en lugar de sacar una conclusión o llegar a una conclusión, la mayoría de los informantes escribió *hacer una conclusión, calco de la forma finlandesa tehdä johtopäätos. Otros colocativos incorrectos registrados son: *hacer (una) nota/ *dar nota (tomar nota), *dar caricias (hacer caricias), *hacer/ *dar revista (pasar revista), *darse un disgusto (llevarse un disgusto), *dar/ *hacer freno (poner freno), *hacer/ *tener un suspiro (dar un suspiro), etc. El segundo error más frecuente (el 43%) está relacionado con el uso del artículo –artículo indeterminado en vez de determinado, o viceversa, y ausencia total de artículo–. Hemos de tener en cuenta que el uso del artículo en el interior de una colo-
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cación no siempre se rige por las normas gramaticales (vid. Alonso Ramos 2004:197203). A este hecho hay que añadir que la lengua nativa de nuestros informantes, el finés, carece de artículo (Karlsson 1990: 82-83), de ahí la dificultad que se les presenta al tener que emplearlo en otras lenguas. En relación con el uso del artículo, debemos mencionar que a partir de soñar, los informantes han formado tanto la colocación tener un sueño3 (sueño con el sentido de ‘imagen que aparece cuando la persona duerme’), equivalente válido para dicho verbo, como *tener sueño (sueño ‘ganas de dormir’), colocación correcta pero inadecuada como paráfrasis del verbo soñar. Una proporción menor de errores está en relación con el uso de ciertas preposiciones (llegar *en la conclusión, poner *en castigo)4 y con el género de algunos nombres (*un foto, *un tos). Es indudable que a partir de un test como el que acabamos de presentar, el número de errores diferentes que se puede detectar es bastante limitado (vid. Nesselhauf 2003). Así pues, para complementar los resultados obtenidos, hemos reunido y analizado las composiciones escritas de unos 25 estudiantes. Debido a que las composiciones versan sobre temas diferentes, no haremos un análisis cuantitativo. En su lugar, nos referiremos brevemente a algunos tipos de errores que no surgieron en el test, por ejemplo, la creación de una colocación inexistente en español como *sacar diversión de él para expresar el sentido de los verbos divertirse a costa de él o burlarse de él. El fenómeno opuesto, la formación de un verbo inexistente en español, también lo hemos registrado, así el hipotético verbo *pausar aparecía en una composición en lugar de la colocación hacer una pausa. Otro tipo de error es el que se presenta en la oración *Él ha entrado en duda. En efecto, la combinación del verbo colocativo entrar con la base nominal duda es posible en español, pero, al contrario de lo que ocurre en el ejemplo recogido, en donde duda funciona como objeto verbal y el experimentador de la duda como sujeto gramatical, con el verbo entrar el nombre duda debería desempeñar la función de sujeto gramatical y el experimentador de la duda, la de objeto verbal ((A él) le han entrado dudas). Hemos registrado también *entrar en luto y *ponerse en negro como variantes de la colocación ponerse de luto. Aparte de los casos mencionados, en las composiciones se han repetido los mismos tipos de errores que se presentaban en el test, por ejemplo, los debidos al uso de un colocativo inadecuado: *dar comentarios (hacer comentarios), *hacerse enfermo (caer/ ponerse enfermo), *llevar o *tirar la conclusión (llegar a la conclusión) o el caso de *saltar obstáculos en lugar de salvar/ vencer obstáculos (del finés ylittää
3 En las composiciones libres de nuestros estudiantes, la colocación tener un sueño aparece expresada en ocasiones como *ver un sueño, calco directo del finés nähdä unta. 4 Un informante formó la colocación correr *en peligro a partir de correr peligro y estar en peligro. Esta última tiene un equivalente literal en finés (olla vaarassa).
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vaikeudet lit. ‘saltar dificultades’). Al lado de estos errores, también hemos encontrado varios casos de régimen preposicional incorrecto: dejar *en sombra (lit. del finés varjossa ‘en sombra’) en lugar de dejar a la sombra, llegar *de acuerdo en vez de llegar a un acuerdo, etc.
3. LA ENSEÑANZA Y EL APRENDIZAJE DE LAS COLOCACIONES En el apartado anterior, hemos tratado de ofrecer un muestrario de algunos de los errores más típicos que producen nuestros estudiantes. Ha podido observarse que parte de estos errores se debe a interferencias con su lengua materna; otros, en cambio, son más difíciles de predecir. Al igual que otros investigadores y profesores (vid. Lewis 2000), creemos que una de las primeras tareas del profesor a la hora de enseñar el uso de las colocaciones es hacer conscientes a los aprendices de la existencia de este fenómeno léxico. El profesor, en especial el dedicado a la enseñanza de una lengua extranjera, deberá hacer un esfuerzo en sus clases para llamar continuamente la atención sobre las combinaciones particulares de las palabras y su imposibilidad de ser traducidas directamente desde la lengua materna. Una vez realizado este primer paso, deberíamos contar con material didáctico especializado para que el aprendiz sea capaz de encontrar soluciones a sus dudas cuando produce un texto de manera independiente. Tanto la elaboración de un diccionario de colocaciones como la creación de material didáctico adicional son tareas que urgen en el ámbito de nuestra lengua (vid. Higueras García 2005). Desde el punto de vista de la lingüística teórica, las colocaciones han recibido en los últimos años considerable atención. Por ejemplo, las revistas Lingüística Española Actual (Alvar Ezquerra 2001, 2002) y Linguisticae Investigationes (Gross y Pontonx 2004) han publicado números monográficos dedicados al tema de las colocaciones.5 En lo que respecta al campo de la didáctica de las colocaciones, los trabajos no han sido tan numerosos. Hemos de destacar, con todo, la labor de la lexicografía en lengua inglesa, que cuenta ya con varios diccionarios de colocaciones, por ejemplo, The BBI Dictionary of English Word Combinations (BBI, Benson et al. 1997, 2ª ed.), el Dictionary of Selected Collocations (LTP, Hill y Lewis 1997) o el Oxford Collocations Dictionary (OCD, Crowther et al. 2002). A ello hay que añadir la monografía Teaching Collocations, editada por uno de los autores del diccionario LTP (Lewis 2000), en donde varios profesores de inglés explican cómo introducen el concepto
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Todo ello sin contar con los trabajos ya clásicos en materia de colocaciones como son Hausmann (1979) o Mel’…uk (1998), entre otros, o la reciente monografía de Grossman y Tutin (2003).
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colocación en sus clases y qué tipo de actividades utilizan para mejorar la competencia colocacional de sus estudiantes.6 El español, por el momento, sólo dispone de un diccionario combinatorio, el REDES (Bosque 2004). Este diccionario da acceso a la información a través del colocativo y ofrece una organización de las bases de las colocaciones en clases léxicas. No obstante, todavía no disponemos en el mercado de un diccionario de colocaciones orientado hacia la producción. Siguiendo a Alonso Ramos (2005, 2006), en este trabajo presentaremos como propuesta para mejorar la producción y comprensión de colocaciones en los aprendices de español la combinación de un diccionario de colocaciones del español y un módulo de ejercicios extraído del mismo, propuesta que desarrollaremos en los apartados que siguen. Debemos precisar que la idea de combinar diccionario y ejercicios no es original, el OCD contiene ya una propuesta de actividades en su interior. Con todo, el diccionario que presentamos se diferencia de este en que incluye no sólo relaciones léxicas sintagmáticas sino también paradigmáticas. Además, cada colocativo que se lista en el diccionario va acompañado de una glosa o paráfrasis7 que ayuda al usuario a discernir cuál es el colocativo adecuado, y de su régimen específico (preposiciones, presencia o ausencia del artículo, etc.).
4. PRESENTACIÓN DEL DICCIONARIO DE COLOCACIONES DEL ESPAÑOL (DICE) El DiCE es una base de datos en formación que se está llevando a cabo en la Universidad de La Coruña (Alonso Ramos 2002a, 2003).8 Para la elaboración de este diccionario seguimos el marco teórico y metodológico de la LEC (Mel’…uk et al. 1995). En la LEC, las colocaciones se describen por medio de funciones léxicas (FFLL, Wanner 1996). Una FL codifica la relación entre dos unidades léxicas (UULL) en la que una de ellas –la base de la colocación– controla la elección léxica de la otra –el colocativo–. Así, por ejemplo, la FL Magn codifica la relación entre los siguientes pares de nombre y adjetivo: alegría desbordante, ruido infernal y enemigo acérrimo. Cada uno de estos adjetivos –desbordante, infernal y acérrimo– es seleccionado por el nombre correspondiente –alegría, ruido y enemigo– para expresar el sentido ‘intenso’. Además de describir la relación semántica entre dos UULL, las FFLL también pueden dar cuenta de la estructura actancial de la colocación. Así, las colocaciones
6 Existen también varias publicaciones que analizan el uso de colocaciones por parte de aprendices de inglés, véanse, por ejemplo: Dechert y Lennon (1989), Hussein (1990), Biskup (1992), Bahns (1993), Bahns y Eldaw (1993), Granger (1998) y Nesselhauf (2003a y 2003b). 7 Al igual que ocurre en el Lexique actif du français (LAF, Polguère 2000). 8 Para una presentación más detallada del DiCE, véase Alonso Ramos (en este volumen).
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dar un consejo y recibir un consejo se codifican por medio de las FFLL Oper1 y Oper2. Oper hace referencia a un verbo vacío9 de significado10 –el colocativo– que toma la UL –base de la colocación– como su objeto directo. Los subíndices indican cuál es el sujeto gramatical de la colocación: el subíndice 1 se refiere al primer actante del nombre (X en el consejo de X a Y) y el subíndice 2, al segundo actante (Y en el consejo de X a Y). Las FFLL han sido usadas en los cuatro volúmenes del Dictionnaire explicatif et combinatoire (Mel’…uk et al. 1984-1999), y en el Lexique actif du français (LAF, Polguère 2000). Como veremos a continuación, el DiCE también contiene FFLL. No obstante, conscientes de la dificultad que esta herramienta lexicográfica supone para el manejo del diccionario, y siguiendo el LAF, hemos incluido una glosa o explicación11 con la finalidad de ayudar al usuario a seleccionar el colocativo adecuado. En este apartado describiremos brevemente el DiCE tomando como punto de referencia la demostración que se ofrece en Internet en las siguientes direcciones: y . En estas páginas se pueden encontrar diez nombres que denotan ‘sentimiento’ –admiración, alegría, amistad, cariño, celos, dolor, enemistad y gana–, el campo semántico que hemos seleccionado para comenzar la elaboración del DiCE. En el DiCE el acceso a la información se da principalmente a través de la base de la colocación, que es el lema. Por esta razón, decimos que el DiCE es un diccionario orientado hacia la codificación. Si el usuario quiere saber qué verbos se combinan con admiración para expresar el sentido completo ‘admirar’, encontrará los siguientes colocativos: sentir, tener, rendir, deber, dispensar, tributar o profesar. No obstante, también es posible acceder a la información por medio de los colocativos. El usuario puede escoger uno de los verbos anteriores, por ejemplo, rendir, y comprobar qué otras bases, además de admiración, se combinan este verbo. La búsqueda nos dará como resultado los nombres adoración, consideración y veneración.12 La unidad lexicográfica es la UL, es decir, una palabra tomada en una sola acepción. Si el lema es una palabra polisémica, se incluyen todas sus acepciones. Así, por ejemplo, para el nombre CARIÑO, el DiCE contiene cuatro entradas: cariño 1a, sinónimo de apego (Le tengo mucho cariño a este reloj), cariño 1b, sinónimo de carantoña (No paraba de hacerle cariños a su nieto), cariño 2, sinónimo de cuidado (Trátame con cariño estos libros) y cariño 3, sinónimo de cielo (Cariño, no llores, que aquí está mamá).
9 El término «vacío» es usado aquí en un sentido amplio. El lector interesado podrá encontrar una descripción más detallada acerca de estos verbos en Alonso Ramos (2004: 85-96). 10 También llamados verbos soporte, verbos de apoyo o light verbs. 11 La noción de glosa está ampliamente discutida en Alonso Ramos (en este volumen). 12 Como hemos mencionado en el apartado 3, este es el tipo de orientación descodificadora que se le ofrece al usuario en el REDES (Bosque 2004).
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Todas las UULL consignadas en el DiCE incluyen la siguiente información: 1) la etiqueta semántica o significado genérico de la UL (por ej. SENTIMIENTO para cariño 1a y MANIFESTACIÓN para cariño 1b); 2) la forma proposicional o estrucura de actantes (así en cariño 1a aparecen dos participantes: ‘cariño de individuo X por individuo u objeto Y); 3) uno o varios ejemplos procedentes en su mayoría del Corpus de la Real Academia Española (CREA) y 4) los (cuasi-) sinónimos y los (cuasi-) antónimos de la UL. Asimismo, dentro de cada una UL se han creado cinco grupos que recogen cinco tipos diferentes de colocativos (y derivados semánticos de la UL): 1) los atributos de los participantes (por ej. celoso 1 o muerto de celos para nombrar al experimentador de los celos 1a); 2) la UL en coocurrencia con un adjetivo (amistad estrecha, ganas rabiosas); 3) verbos que toman la UL como su objeto directo/ preposicional (ganarse la admiración (de alguien), levantar sospechas); 4) los verbos con los que la UL funciona como sujeto gramatical (la alegría reina, le entran celos); y 5) nombres que preceden a la UL introducidos por la preposición de (lazos de amistad, una sombra de sospecha). Cabe señalar que el DiCE incluye no solo las unidades que están en coocurrencia sintagmática con el lema sino también aquellas coocurrencia paradigmática, de tal modo que si el usuario quiere expresar el sentido ‘causar alegría’ podrá escoger bien una UL en relación sintagmática con alegría como dar o despertar bien un derivado como alegrar. Cada una de las secciones descritas se presenta en el DiCE en forma de listas de colocativos. Si el usuario busca un verbo que tome la UL sospecha como su primer objeto, seleccionará la sección Verbo + UL dentro de la entrada de sospecha. Inmediatamente, se desplegará una lista con una serie de glosas asociadas a una FL. El propósito de las glosas es el de ayudar al usuario a identificar el colocativo adecuado ofreciendo información semántica acerca del mismo. Tras la glosa y la FL aparecerá el colocativo, el régimen de la colocación y algunos ejemplos para ilustrar su uso. A continuación ofrecemos una muestra reducida de los colocativos verbales de sospecha: UL: SOSPECHA 1 + SOSPECHA TENER ~ Oper1 abrigar [ART ~] ¿Mintió usted a la policía cuando afirmó que no abrigaba sospecha alguna?
VERBO
~ Oper2 estar [bajo ~] Los deportistas españoles están bajo sospecha desde el positivo del esquiador... (web).
SER OBJETO DE
~ IncepOper1 caer [en ~] El marido, sin caer en sospecha, aun cuando era celoso y no se apartaba de su mujer un solo instante, accedió a la súplica.
EMPEZAR A TENER
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~ Real confirmar [(en) ART ~] La resonancia magnética confirmó la sospecha; Yo buscaba una confesión o un frío disimulo, una coartada, en suma, que, de haber sido minuciosamente preparada, me habría confirmado en mis sospechas.
PROBAR UNA
~ SEA MAYOR CausPredPlus fomentar [ART ~] [...] la sospecha, fomentada durante la campaña electoral de 1982 y las anteriores, de que una nueva victoria de los socialistas llevaría implícito un proceso de nacionalizaciones.
CAUSAR QUE LA
~ SEA MENOR CausPredMinus acallar [ART ~] Todo lo que se puede hacer es tratar de acallar sus sospechas [...]
CAUSAR QUE LA
~ SEÑALE A ALGUIEN CausFunc2 hacer caer [ART ~ sobre Y] El maletín del que hablamos, por ejemplo, hace caer sobre él una enorme sospecha, pero nada más.
CAUSAR QUE LA
~ EN ALGUIEN CausFunc1 despertar [~ en X] Una mujer metida aquí todo el día acabará despertando sospechas.
CAUSAR
~ DESAPAREZCA LiquFunc2 alejar [ART ~ de Y] Minnie, como para alejar toda sospecha, desplegaba una alegría y una animación que nunca hubiera esperado de ella.
CAUSAR QUE LA
~ LiquOper2 salvar [a Y de ART ~] Vázquez creyó ver claro y acudió a mi casa, pero mi torpeza me salvó de sus sospechas.
CAUSAR QUE ALGO O ALGUIEN NO SEA OBJETO DE
5. ELABORACIÓN DE EJERCICIOS A PARTIR DEL DICE En este apartado proponemos una pequeña muestra de ejercicios para mejorar la competencia colocacional de los aprendices de español. En el diseño de las diferentes actividades hemos partido de la información contenida en el DiCE con el propósito de que el estudiante, apoyado a su vez en el mismo diccionario, pueda resolver con éxito las tareas propuestas. Aunque las actividades que describiremos están fundamentalmente orientadas hacia la codificación o producción, ofreceremos también algunas muestras desde el punto de vista de la descodificación o comprensión.13
13 La demostración del DiCE en Internet (véase el apartado 4) incluye también dos módulos de ejercicios: uno de ellos orientado hacia la producción; el otro, hacia la comprensión. El programa corrige los ejercicios y al final ofrece el porcentaje de respuestas acertadas. En Sanromán Vilas y Alonso Ramos (en prensa), se encontrarán más modelos de ejercicios que pueden extraerse del DiCE.
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A continuación, comenzaremos por la descripción de los ejercicios de producción. En (1) presentamos un modelo de pregunta de selección múltiple con única respuesta: (1) Rodea la respuesta que mejor se corresponda con la glosa ‘que da motivo de sospecha’: a. a cubierto de sospecha; b. bajo sospecha; c. al abrigo de sospecha; d. por encima de toda sospecha.
Si el estudiante consulta la entrada sospecha 1, bajo la rúbrica «atributos de los participantes» descubrirá que la respuesta correcta es (b), es decir, la glosa ‘que da motivo de sospecha’ se expresa en español por medio de la colocación bajo sospecha. Una mirada atenta a la información contenida en esta sección permitirá observar que la misma glosa puede expresarse con un derivado de sospecha, sospechoso. Podrá observarse asimismo que las colocaciones que aparecen en (a), (c) y (d), incorrectas en este caso, aparecen glosadas en el DiCE como ‘que no es susceptible de ser objeto de sospecha’. El ejercicio (2) se centra en los diferentes colocativos que se utilizan para intensificar el sentido de los nombres de emoción: (2) Relaciona los nombres que aparecen en la columna de la izquierda con los adjetivos (o equivalentes) que aparecen a la derecha para formar colocaciones en las que el adjetivo aporta el sentido ‘intenso’: ODIO absoluto MIEDO visceral AFECTO de muerte ENTUSIASMO cerval RESPETO desbordante SUSTO profundo
Para la resolución de (2) el estudiante deberá comprobar, bajo la entrada de cada uno de los nombres propuestos, qué adjetivos se glosan con la fórmula ‘intenso’. Además, deberá tener en cuenta que algunos de los adjetivos dados se combinan con varios nombres, por ejemplo, profundo puede ser un colocativo de odio, afecto y respecto. No obstante, como sólo visceral puede combinarse con odio, y absoluto sólo admite como base respeto, la respuesta correcta será afecto profundo. Las restantes colocaciones son: miedo cerval, entusiasmo desbordante y susto de muerte.
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En (3) nos centramos en una las acepciones del nombre GANA y damos las glosas de diferentes tipos de colocativos verbales (a la izquierda) para que el estudiante proponga al menos un ejemplo de cada tipo. Ofrecemos una de las posibles respuestas en letra cursiva (a la derecha): (3) Teniendo en cuenta las glosas que se te ofrecen, completa el siguiente cuadro con un verbo que se combine con ganas: (PEDRO) DE (HACER ALGO) Pedro se muere de ganas de... Pedro se quedó con las ganas de... Pedro pierde las ganas de... Ana le da ganas de... Eso le quita las ganas de... Pedro reprime las ganas de...
GANAS DE
‘Pedro siente unas ganas intensas de...’ ‘A pesar de..., Pedro continuó sintiendo ganas de...’ ‘Pedro deja de sentir ganas de...’ ‘Ana causa ganas de hacer algo a Pedro’ ‘Eso causa que las ganas de Pedro desaparezcan’ ‘Pedro oculta las ganas de...’
Como último ejercicio de producción proponemos (4). Aquí el estudiante debe tener en cuenta las equivalencias entre relaciones paradigmáticas y sintagmáticas de los nombres. (4) Sustituye las palabras subrayadas por una colocación: a. La edición de la obra ha resultado una labor admirable. b. Estaba triste pero se ha alegrado con la noticia. c. Le escribía cartas cariñosas. d. Sus palabras en un primer momento asombraron al público. e. Nos saludó respetuosamente.
Para la resolución de este ejercicio, el aprendiz de español tendrá que relacionar los derivados admirable (4a), alegrarse (4b), cariñoso (4c), asombrar (4d) y respetuosamente (4e) con los nombres correspondientes –admiración, alegría, cariño, asombro y respeto–. A continuación, deberá consultar cada una de las entradas nominales en el DiCE y averiguar cómo se glosan cada uno de los derivados nominales. Como resultado obtendrá que admirable se parafrasea como ‘que merece admiración’, alegrarse como ‘sentir alegría’, cariñoso como ‘que denota cariño’, asombrar como ‘causar asombro’ y respetuosamente, ‘manifestando respeto’. Una vez realizadas estas tareas, el usuario del DiCE tendrá que buscar un colocativo que se glose del mismo modo que el derivado y proceder a la sustitución en cada una de las oraciones. Finalmente, una posible solución al ejercicio será: (4a) La edición de la obra ha resultado una labor digna de admiración, (4b) Estaba triste pero se ha llevado una alegría con la noticia, (4c) Le escribía cartas rebosantes de cariño,
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(4d) Sus palabras en un primer momento suscitaron asombro en el público y (4e) Nos saludó con respeto. En este tipo de ejercicio, además de combinar las unidades relacionadas paradigmática y sintagmáticamente, en ocasiones el estudiante deberá hacer algunas modificaciones en el régimen de la oración como sucede por ejemplo en (4d). A continuación propondremos algunas actividades orientadas hacia la descodificación o comprensión. Comenzaremos por un ejercicio de selección múltiple con única respuesta. (5) ¿Qué significa cariño en la oración El chico recibió el regalo como si de un juguete se tratara pero su madre lo guardó con especial cariño? a. es un vocativo como puede serlo cielo; b. es un tipo de sentimiento cercano al afecto; c. es una actitud como el esmero o la delicadeza; d. es una manifestación o muestra del cariño.
La respuesta al ejercicio (5) es (5c). El aprendiz podrá encontrar la solución al desplegar las diferentes acepciones que aparecen bajo la entrada del vocablo polisémico CARIÑO. Como señalamos en el apartado anterior, cada una de estas acepciones está provista de una etiqueta semántica y de varios sinónimos que ayudan al usuario a determinar el sentido considerado. En (6) presentamos de nuevo una pregunta de selección múltiple pero con respuesta múltiple. El objetivo del ejercicio es reconocer el colocativo polisémico tener –tener admiración por alguien equivale a admirar mientras que tener la admiración de alguien es equivalente a ser admirado– y averiguar qué sentido se utiliza en este contexto. (6) La oración El profesor tenía la admiración de sus alumnos es equivalente a: a. El profesor era admirado por sus alumnos. b. El profesor sentía admiración por sus alumnos. c. Los alumnos gozaban de la admiración de su profesor. d. Los alumnos rendían admiración a su profesor. Si a y b son correctas, marca A. Si c y d son correctas, marca B. Si a y c son correctas, marca C.
Si b y d son correctas, marca D. Si a y d son correctas, marca E. Si b y c son correctas, marca F.
La solución al ejercicio (6) es E, es decir, (6a) y (6d) son las dos respuestas correctas. Por último, proponemos la actividad (7), en la que el estudiante tiene que responder verdadero (V) o falso (F) tratando de identificar el significado de términos
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relacionados paradigmáticamente con el lema. Las soluciones se encuentran en la sección «atributos de los participantes» de cada uno de los lemas: los enunciados (7a), (7b) y (7e) son verdaderos, mientras que (7c) y (7d) son falsos. (7) Di si los siguientes enunciados son verdaderos (V) o falsos (F): a. desesperante se aplica a lo que causa desesperación; b. bochornoso se aplica a lo que causa bochorno; c. miedoso se aplica a lo que causa miedo; d. apreciado es el que siente aprecio; e. irritado es el que siente irritación.
6. CONCLUSIONES A partir de los resultados de un test realizado a aprendices finlandeses de español y del análisis de sus composiciones escritas, hemos mostrado que incluso los estudiantes más avanzados continúan cometiendo errores en la producción de colocaciones. Esta comprobación nos ha llevado a presentar, como propuesta didáctica para mejorar la competencia colocacional de nuestros estudiantes, la combinación de un diccionario de colocaciones y un módulo de ejercicios. Tanto para la elaboración de estos ejercicios como para la resolución de las dudas que les surjan en la producción de textos, los aprendices podrán ayudarse de las glosas o explicaciones sobre el sentido de los colocativos que se incluyen en el DiCE. Asimismo, otra de las metas para el futuro será la de adaptar los ejercicios a grupos particulares de aprendices teniendo en cuenta su lengua nativa.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
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¿El Corpus como un Diccionario de Colocaciones?*
LEO WANNER ICREA y Universitat Pompeu Fabra
1. INTRODUCCIÓN Las colocaciones están entre el tipo de información primordial a la que debe tener acceso un aprendiz de lenguas para hablar una lengua adecuadamente. Como Hausmann (1984) señala: «Language learning is collocation learning». Tanto el creciente número de diccionarios de colocaciones como el interés cada vez mayor de los lingüistas computacionales por desarrollar diccionarios usando técnicas para la extracción automática de colocaciones a partir del corpus, muestran que las colocaciones empiezan a recibir la atención debida de los profesionales. Sin embargo, ha llegado el momento de evaluar el potencial de los diccionarios de colocaciones tradicionales en papel (o las bases de datos lexicográficas que reflejan la estructura de este tipo de diccionarios) para verificar si son o no un recurso adecuado. Como es sabido, los diccionarios en papel sufren de fuertes restricciones de espacio y se ven obligados al acceso secuencial a la información. Estas limitaciones son inherentes al medio en papel; pueden ser paliadas, pero no superadas. Especialmente las restricciones de espacio constituyen un serio obstáculo, puesto que fuerzan a los autores del diccionario a omitir colocaciones consideradas menos comunes (o pertinentes), así como a limitarse a uno o dos ejemplos contextuales de uso de las colocaciones. Ahora bien, la frecuencia y la pertinencia de las colocaciones son cuestiones relativas. Por ejemplo, el Oxford Collocations Dictionary (OCD) no contiene ninguna colocación
* Agradezco a Margarita Alonso Ramos sus valiosos comentarios que han ayudado a mejorar considerablemente este artículo, así como su traducción del inglés al español. Por supuesto, cualquier error que haya podido quedar es sólo mío.
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LEO WANNER
verbo + nombre para la unidad léxica enforcement –aunque una búsqueda en Internet con Google muestra la combinación con el verbo to carry out: «to carry out enforcement of the legislation and regulations». Dada la naturaleza idiosincrásica de las colocaciones, la ilustración de su uso es absolutamente indispensable (especialmente si el diccionario no indica explícitamente el significado de la colocación, como es el caso de casi todos los principales diccionarios de colocaciones hasta la fecha).1 Idealmente sería aconsejable para un aprendiz que CADA colocación fuese ilustrada con ejemplos de uso. El medio electrónico, por el contrario, no tiene ninguna de estas limitaciones –siempre y cuando sea usado adecuadamente.2 Así, los diccionarios electrónicos ofrecen virtualmente capacidad ilimitada de almacenamiento y acceso selectivo rápido a cualquier información particular desde cualquier punto de vista. Más en particular, el soporte electrónico permite al lexicógrafo listar el número de ejemplos oracionales que considere adecuado. Dado que un corpus bien equilibrado es el punto de partida de toda empresa lexicográfica seria, la mayoría de los ejemplos pueden ser extraídos del corpus. Este es el enfoque seguido por los autores del Diccionario de colocaciones del español (DiCE) (Alonso Ramos 2003). Sin embargo, en lugar de extraer ejemplos del corpus, se puede idear otra posibilidad de desarrollar un «diccionario» de colocaciones (en lo que sigue, hablaremos de «recurso colocacional»): Se puede anotar e indizar un corpus bien equilibrado y con posibilidad de extensión (para asegurar la cobertura de todas las colocaciones que deben ser representadas en el recurso) de tal manera que se pueda acceder directamente por una interfaz a toda la información colocacional relevante relacionada con una unidad léxica dada.
Kilgarriff (2005) llama a este enfoque PDIC («Put the dictionary into the corpus»), mientras que el enfoque adoptado por la Lexicografía de corpus sería PCID («Put the corpus into the dictionary»). En este artículo defendemos que el enfoque PDIC tiene la ventaja de que (a) ilustra el uso de las colocaciones in vivo, es decir en un contexto textual que se puede extender en tantas oraciones como el usuario desee; (b) ofrece un recurso que puede ser enriquecido por otros tipos de información lingüística (especialmente, información semántica y sintáctica), conduciendo a un recurso «universal» que pueda ser usado tanto en lexicografía como en procesamiento automático de lengua natural (PLN).
1 Con la excepción de los diccionarios desarrollados en el marco de la Lexicología explicativa y combinatoria, como veremos en la sección 2.2. 2 Por ejemplo, las versiones en línea de los diccionarios en papel no usan el medio electrónico adecuadamente ya que reflejan la misma estructura y la misma información que los originales en papel (vid. Alonso Ramos 2006).
¿EL CORPUS COMO UN DICCIONARIO DE COLOCACIONES?
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Un corpus interpretado como un diccionario debería estar anotado con información semántica, sintáctica y colocacional y disponer de: 1) Una interfaz que permita al usuario especificar sus consultas sobre información colocacional y que presente los resultados de estas consultas de un modo similar a las interfaces que usamos en los diccionarios en línea. 2) Un índice que constituye una estructura de referencia externa a la información en el corpus, con el propósito de tener un acceso más rápido y eficiente. 3) Un programa que facilite el acceso al corpus por medio de la interfaz y del índice. En este trabajo vamos a diseñar un recurso de este tipo. La estructura es la siguiente. En la sección 2, presentamos la noción de colocación sobre la que basamos nuestro trabajo. La sección 3 se centra en la información de lo que consideramos necesario para un recurso de colocaciones eficaz. En la sección 4, nos detendremos en el concepto de corpus anotado y dejamos para la sección 5 las técnicas para la anotación automática. Por último, en la sección 6 extraeremos algunas conclusiones.
2. ¿QUÉ ES UNA COLOCACIÓN? Dado que la noción de colocación recibe en la bibliografía interpretaciones diferentes, parcialmente incompatibles, empezaremos por esbozar la base teórica que subyace a nuestro trabajo. Asimismo reseñaremos brevemente el contenido de los diccionarios de colocaciones más conocidos. Más tarde, entraremos en la discusión sobre los tipos de información que creemos deben ser cubiertos por un recurso de colocaciones. 2.1. Sobre la noción de colocación y su codificación en los diccionarios Una colocación es considerada como una combinación binaria idiosincrásica de unidades léxicas L1 + L2, tales que entre L1 y L2 se sostiene una relación léxicosemántica r, cuya selección es, a su vez, controlada por L1.3 Por ejemplo, entre dar y beso existe una relación con el significado ‘realizar’; esta relación se expresa como dar y es beso el que escoge el verbo. Entre empedernido y fumador, existe la relación
3
Obsérvese que la notación ‘L1 + L2’ no refleja el orden gramatical de L1 y L2.
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‘intenso’, que es expresado por empedernido. Esta interpretación del término colocación está enraizada en la tradición lexicológica tal y como propugnan, por ejemplo, Hausmann (1984), Cowie (1994) y Mel’…uk (1995). Sin embargo, no coincide con la definición de Firth y de Halliday: Collocation is the syntagmatic association of lexical items, quantifiable, textually, as the probability that there will occur, at n removes (a distance of n lexical items) from an item x, the items a, b, c, … (Halliday 1961: 276).
Como vemos, en términos de Firth y Halliday, una colocación es una noción estadística más que lexico-semántica. Dado que no implica información lingüística, esta interpretación es muy popular en la lingüística computacional orientada estadísticamente. El diccionario Collins Cobuild English Collocations (CCEC) sigue estrictamente esta interpretación.4 Otros diccionarios de colocaciones convencionales tales como, por ejemplo, The BBI Dictionary of English Word Combinations, BBI (Benson et al. 1986) y el Oxford Collocations Dictionary (OCD), aunque no siguen estrictamente la interpretación de Firth y Halliday, tienden a incluir información que, siendo estrictos, no es colocacional. Por ejemplo, en algunos casos (aunque no regularmente), el OCD incluye unidades multipalabra –especialmente formadas por adjetivo y nombre: auction: public | charity | art, cattle, furniture, etc. class: lower, lower-middle, middle, upper-middle, upper, working dysentery: amoebic
El BBI contiene también tales combinaciones como5 label: 4. adhesive, gummed lamp: 8. an electric; fluorescent; incandescent; neon ~. 9. a kerosene, paraffin; oil ~
El diccionario bilingüe Russian-English Dictionary of Verbal collocations (Benson et al. 1993) contiene información de subcategorización de verbos rusos y sus traducciones inglesas en vez de combinaciones de palabras:
4
Vid. también Kilgarriff (2006) sobre la argumentación a favor de esta interpretación en lexico-
grafía. 5
El número indica la clase de colocación en cuestión.
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krušit´ (nesov.) to demolish, smash: K. …to ‘que’ …em. ‘con que’ svodit´ II (sov.) to take (and bring back) S. kogo ‘quien’/…to ‘que’ kuda ‘a donde’
A pesar de que esta información es útil, no debería ser incluida en un diccionario especializado en colocaciones –en particular, si la construcción de las combinaciones listadas sigue las reglas de las combinaciones libres; cf. art/cattle/furniture/ … auction (una subasta puede ser de cualquier colección de objetos). Nuestra argumentación podría ser interpretada como si propugnáramos incluir en un diccionario de colocaciones sólo listas de colocaciones. Todo lo contrario. Más bien, defendemos que la información incluida en un diccionario de colocaciones debe contribuir a la descripción de las colocaciones –lo que obviamente no es el caso en los ejemplos citados. Ahora bien, incluso dando listas exhaustivas en las entradas tanto de las bases como en las de los colocativos, un usuario aprendiz no será capaz de escoger la colocación correcta (en el caso de codificar) o comprender la colocación (en el caso de descodificar), si no se asigna un significado detallado a las colocaciones listadas. Los diccionarios de colocaciones convencionales intentan codificar el significado de las colocaciones por agrupaciones explícitas o implícitas (vid. Alonso Ramos 2005). En el OCD, los grupos de colocativos con diferentes significados son separados por «|»; en el BBI, cada clase recibe su propio número. A modo de ilustración, consideremos la entrada de enforcement en el OCD: enforcement, noun •ADJ. effective, proper | rigorous, strict, stringent, tighter, tougher, vigorous MPs called for tougher enforcement of the existing laws on drugs | law | legal, police •ENFORCEMENT + NOUN agent, officer | authority, body law enforcement bodies | machinery, mechanism, powers, system The court is ineffective because it lacks the necessary enforcement machinery. | measures, methods, practices, procedures, proceedings
Así, consideran que effective y proper tienen en combinación con enforcement aproximadamente el mismo significado –que es diferente del de rigorous, strict stringent, etc., que forman a su vez un grupo semántico. Sin embargo, en contraste a esta presuposición implícita, los elementos que pertenecen al mismo grupo no pueden siempre ser sustituidos en un contexto; cf. unos pocos ejemplos extraídos de Internet para demostrar el uso de machinery, powers y system, los tres pertenecientes al mismo grupo:
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1. Research by Braver and others has undermined most justifications for the multibillion dollar criminal enforcement machinery / *powers. 2. Use of the enforcement powers / *machinery under the Food Safety Authority of Ireland Act, 1999. 3. Current work on reform of the civil enforcement system / *powers includes:[...] 4. Courts have reached differing conclusions about the availability of contempt as an enforcement mechanism / *system / ?machinery during the pendency of an appeal challenging a dissolution decree.
Estos ejemplos muestran que machinery, powers y system no son sustituibles. Por lo tanto, una clasificación que asigna el mismo significado a machinery y a powers es demasiado aproximada: no asegura el uso correcto de las combinaciones. Se asegura un uso correcto sólo cuando (a) la distinción de sus significados es suficientemente detallada, y (b), su significado es explícito. Un medio teórico probado para codificar la semántica (y la sintaxis) de las colocaciones son las funciones léxicas (FFLL), tal y como son introducidas en la Lexicología explicativa y combinatoria, LEC (Mel’…uk et al. 1995, Mel’…uk 1996). Las FFLL son usadas en diccionarios de francés (Mel’…uk et al. 1984-1999, Polguère 2000), ruso (Mel’…uk y Zolkovsky 1984), y español (Alonso Ramos y Sanromán 2000, Alonso Ramos 2003). En la sección siguente, esbozaremos el tipo de información que consideramos esencial para incluir en un recurso de colocaciones e introduciremos la noción de FL que proponemos utilizar para codificar la información colocacional en el corpus. 2.2. Funciones léxicas como un medio de codificar colocaciones Como acabamos de mencionar, las FFLL son un medio teórico adecuado para la codificación de colocaciones.6 Para comprender la noción de FL, necesitamos una interpretación más formal de la noción de colocación. Según Mel’…uk (1995), dos unidades léxicas L1 y L2 forman una colocación si L1+L2 es un frasema semántico, tal que el significado expresado por L1+L2 es construido del significado de L1 y el significado ‘C’, que es expresado por L2. Cómo será ‘C’ depende de L1: a menudo, no se corresponde con el significado de L2, sino más bien, con los rasgos semánticos específicos que son añadidos al significado de L1. Así, L1 es la base que conserva su significado, mientras que L2 es el colocativo. Por ejemplo, L1 = walk y L2 = take forman la
6
Limitaremos al mínimo la introducción de las FFLL necesaria para la comprensión del contenido del artículo. Para una presentación general, vid. Mel’…uk (1995 y 1996).
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colocación take + [a] walk con el significado ‘realizar + paseo’. Obviamente, solo en combinación con walk podemos decir que su significado es ‘realizar’. Cada significado abstracto expresado por un colocativo en relación con una base es denotado por una FL sintagmática distinta.7 Más precisamente, una FL sintagmática es una relación estándar, abstracta (dirigida) que se sostiene entre la base L1 y el colocativo L2 de la colocación L1 + L2 que significa ‘C’ en la composición ‘L1 + C’. Por estándar, queremos decir que esta relación se aplica a un gran número de colocaciones. Por ejemplo, la relación entre step y take en Mary takes a step es la misma que la que existe entre speech y deliver, suicide y commit, accident y have, etc. Es la misma en el sentido de que cada colocativo proporciona los mismos rasgos semánticos y sintácticos a su base (vid. Kahane y Polguère 2001). Por abstracta, nos referimos a que el significado de esta relación es suficientemente general y por lo tanto, puede ser explotada con fines de clasificación. Los nombres de las FFLL indican la relación sintáctica entre la base y el colocativo. Por ejemplo, la FL Oper representa colocaciones formadas por un verbo (el colocativo) y su complemento directo (la base), mientras que la FL Func codifica la relación entre el verbo (el colocativo) y su sujeto gramatical (la base). Asimismo, la información sintáctica se complementa con los índices actanciales de algunas FFLL, lo que permite distinguir entre la estructura actancial de give an advice (Oper1(advice)) y receive an advice (Oper3(advice)): en Oper1, el primer actante de advice (‘el consejero’) funciona como sujeto gramatical del verbo colocativo give, mientras que en Oper3 , es el tercer actante (‘el aconsejado’) el que funciona como sujeto de receive.
3. INFORMACIÓN EXHAUSTIVA SOBRE COLOCACIONES En la sección anterior criticamos los diccionarios de colocaciones convencionales por incluir información no relacionada con las colocaciones y no incluir, en cambio, información que sí se necesita. Esta sección trata sobre qué información consideramos relevante para la descripción de colocaciones. La inclusión de la información se justifica bien por necesidades de descodificación, bien por necesidades de codificación:
7 Vid. Mel’…uk (1996) y en este volumen, para una definición más detallada de la noción de FL y una panorámica de todos los tipos de FFLL, incluyendo las FFLL paradigmática que tratan los derivados semánticos de las unidades léxicas.
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1. Una lista (exhaustiva) de todos los colocativos de una base dada. 2. Una lista (exhaustiva) de todas las bases de un colocativo dado. 3. El significado de cada colocación. 4. La estructura de argumentos de los núcleos semánticos y sintácticos de una colocación. 5. Ejemplos contextuales para cada colocación listada en la entrada. Al codificar (o verbalizar) información, el usuario –con una base dada y un significado específico que quiere expresar en mente– busca un colocativo adecuado partiendo de la base. Por ejemplo, dado el nombre español beso o el catalán petó y la intención de expresar el significado ‘realizar’, un aprendiz no tiene otra opción que buscar a partir de beso o petó, en donde encontrará dar / fer: Juan da un beso a María / Joan fa un petó a María. Como ya ha sido señalado, el usuario no puede comenzar su búsqueda con dar / fer porque es precisamente esta información lo que está buscando. En cambio, al descodificar dar [un] beso, un aprendiz con un nivel bajo puede comenzar buscando la información a partir de dar. Por lo tanto, en un recurso de colocaciones «universal», una base debería estar provista de las referencias a todos sus colocativos y un colocativo debería apuntar a todas sus bases, especialmente si existe una agrupación significativa de las bases en clases motivadas semánticamente (Mel’…uk y Wanner 1996, Bosque 2004). Además de la información sobre las colocaciones aisladamente, el aprendiz necesita información sobre el uso de las colocaciones en contexto: un aprendiz no puede dominar completamente una colocación sin aprender los contextos sintagmáticos y discursivos en que se usa la colocación.
4. CODIFICANDO LA INFORMACIÓN COLOCACIONAL: EL CORPUS Y SU ANOTACIÓN Las principales limitaciones de los diccionarios convencionales que ya hemos comentado más arriba pueden ser subsanadas con un corpus, y en particular, con un corpus anotado con FFLL. Esta herramienta lexicográfica codifica toda la información sobre colocaciones que señalamos en la sección anterior. En Lingüística computacional, los corpus anotados desempeñan un papel cada vez más importante. Permiten un estudio in vivo de los fenómenos lingüísticos y además, sirven de fuente para el desarrollo de recursos de conocimiento léxico. Entre los diferentes tipos de anotaciones, las más extendidas son las etiquetas de clases de palabras y de árboles sintácticos, aunque cada vez se lleva más a cabo también la anotación del sentido de la palabra. En lo que concierne a la anotación de colocaciones, que
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nosotros sepamos, el único corpus es un fragmento del corpus español CLEF 2002 (Peters 2002) que ha sido anotado con funciones léxicas por el equipo del DiCE en el marco de un proyecto de investigación vinculado a la recuperación de la información (Wanner y Alonso 2006).8 La sintaxis de la anotación de un corpus con FFLL es muy simple e intuitiva. Sigue las convenciones estándar XML. Los elementos de la colocación son encerrados entre corchetes angulados (< >) con un número; elementos de la misma FL llevan el mismo número. La base es etiquetada con una etiqueta que abre, y el colocativo con una que cierra (el número es precedido por una barra «\»). La etiqueta de colocativo contiene el nombre de la FL en cuestión. Obsérvese que una unidad léxica puede servir como base de varios colocativos y, además, una unidad léxica puede funcionar simultáneamente en diferentes colocaciones como base y como colocativo. El siguiente ejemplo muestra un fragmento del corpus anotado, mencionado anteriormente: Los casos de corrupción Roldán y Rubio , a primeros de mayo de 1994, una de las peores políticas que ha tenido que el del , Felipe González, en sus doce años de gestión, y la posterior derrota del PSOE, el 12 de junio, en las elecciones europeas. En el que ahora , la estabilidad política y parlamentaria vino marcada por la colaboración entre Gobierno y PSOE con Convergencia i Unió y las reuniones de Felipe González y su aliado, el de la catalana, Jordi Pujol, para asegurar la gobernabilidad. La relaciones de Felipe González con sus rivales políticos fueron distantes con José María Aznar e inexistentes con Julio Anguita. Con el del , José María Aznar, se reunió dos veces, una pública en julio, que no se caracterizó por sus , y otra privada, en diciembre, que, a juzgar por las declaraciones de ambos, fue más positiva. Para el Gobierno y su presidente, el año 1994 empezó con una general, el 27 de enero, que fue , aunque sin llegar al nivel histórico del 14 de diciembre de 1988. Tras superar en marzo el listón del Congreso del PSOE con un acuerdo entre renovadores y guerristas, Felipe González no pudo, en primavera, las por el ex de la Luis Roldán, por un lado, y por el ex del Mariano Rubio, por otro.
8 El proyecto de investigación del que fui colaborador «Optimización de la indexación semántica por medio de información colocacional» recibió la subvención de la Xunta de Galicia del 2002 al 2004 (PGIDIT02PXIB30501PR).
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Es bastante común considerar que las etiquetas de las FFLL son opacas y no fáciles de comprender ni por el lexicógrafo ni por un aprendiz o un usuario ocasional del diccionario. Para hacer el significado de las FFLL individuales más explícito, Alonso Ramos (este volumen) y Polguère (2000) sugieren el uso de glosas semánticas. Dado que la relación de una FL con su glosa semántica es una relación biunívoca que puede ser tratada por una simple tabla, la sustitución de una etiqueta FL por su glosa en la interfaz del usuario puede ser directa9. De este modo, el usuario no necesita tener en cuenta la codificación formal de las colocaciones en términos de FFLL. Obsérvese que las glosas codifican la información semántica sobre las colocaciones cuya inclusión en un recurso colocacional era reclamada en la sección 1. Para facilitar el acceso directo de un usuario a la información colocacional en un corpus, hemos construido un índice. Este índice codifica la posición lineal de cada colocación en el corpus (en otras palabras, especifica el número ordinal de los elementos de cada colocación en el corpus, junto con su etiqueta FL). Por medio de tal índice no sólo se puede acceder a los contextos de cada colocación en el corpus, sino también todas las ocurrencias de una FL específica, todos los colocativos de una base dada, todas las bases de un colocativo dado, etc.
5. ANOTACIÓN AUTOMÁTICA DE UN CORPUS POR FFLL La disponibilidad de programas para la anotación automática de un corpus en términos de FFLL es una condición previa indispensable para la realización de nuestra propuesta. Tal programa es, en gran medida, un programa para el reconocimiento automático de instanciaciones de FFLL en el corpus. Se trata de reconocer el estatus colocacional de bigramas de lexemas específicos en el corpus y clasificar estos bigramas en términos de la tipología de FFLL. El desarrollo de tal programa está todavía en curso. Sin embargo, hemos implementado ya un prototipo de programa de aprendizaje automático para ambas tareas –reconocimiento de bigramas colocacionales en el corpus y su clasificación en términos de FFLL– que ha sido puesto en práctica con datos españoles.10 En esta sección, presentamos brevemente la metodología general que subyace al reconocimiento y clasificación de colocaciones en un corpus, basados en aprendizaje automático. El procedimiento general consta de tres fases: (i) la fase de procesamiento de corpus en que se extraen del corpus las combinaciones binarias (bigramas) de térmi-
9 Esta es la solución adoptada por el DiCE cuya interfaz gráfica puede consultarse en la siguiente dirección: http://dicesp.cesga.es. 10 El lector interesado puede consultar Wanner (2004) y Wanner et al. (2005 y 2006).
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nos candidatos; (ii) la fase de aprendizaje en que el programa aprende «qué significa para una combinación binaria de términos ser una instanciación de una FL dada»; y (iii) la fase de clasificación en la que los bigramas extraídos del corpus (y no usados en el material de entrenamiento) son clasificados según la tipología de FFLL o rechazados como una instanciación de FL. Situamos la fase de procesamiento antes de las otras dos porque es aconsejable recopilar el material de entrenamiento para la fase de aprendizaje de la lista de bigramas extraídos del corpus, en vez de usar el material de entrenamiento de otra fuente. Este procedimiento asegura que el aprendizaje es «sintonizado» con el dominio. La extracción de bigramas candidatos se hace analizando (parcialmente) el corpus. Dado que cada FL tiene una estructura sintáctica estable, basta comparar los rasgos de sólo aquellas FFLL cuya estructura sintáctica coincida con la estructura sintáctica del bigrama candidato obtenido durante el análisis automático (parsing). En otras palabras, el análisis sirve como un tipo de «preselección» de FFLL que son posibles etiquetas de clase para un bigrama candidato dado. La calidad de las técnicas de aprendizaje automático que reflejan esta metodología ha demostrado que son suficientes para una primera anotación de un corpus con FFLL. Para alcanzar la calidad de un diccionario, los lexicógrafos entrenados en Lexicología explicativa y combinatoria deben revisar la anotación en una fase de postedición manual. Sólo entonces se asegura que el corpus resultante pueda servir como una fuente fiable de información colocacional para todo usuario.
6. CONCLUSIONES En este artículo hemos defendido que un corpus anotado con FFLL y provisto de una interfaz con el usuario es más adecuado como un almacén de información colocacional que un diccionario convencional. Tal corpus tiene varias ventajas. En primer lugar, si ha sido compilado adecuadamente, tiene el potencial de contener un inventario de colocaciones siempre actualizado. En segundo lugar, proporciona la ilustración de uso de cada colocación en contexto, sin las rígidas restricciones de espacio de los diccionarios convencionales. En tercer lugar, permite la realización de un acceso flexible y dirigido a toda información deseada por el usuario. Aunque no disponemos de tal corpus todavía, los avances en el reconocimiento semántico y en la clasificación de colocaciones en un corpus en términos de FFLL hacen que nuestro objetivo sea verosímil en un futuro no muy lejano.
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REFERENCIAS
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PARTE II TRATAMIENTO LEXICOGRÁFICO DE REFRANES Y OTRAS UNIDADES FRASEOLÓGICAS
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Refranes, vulgatas y folclore
JEAN CLAUDE ANSCOMBRE CNRS-LLI, EHESS
1. INTRODUCCIÓN Mucho tiempo no ha que la investigación paremiológica ha vuelto a formar parte de los estudios lingüísticos, tras ser relegada durante un largo período al campo etnológico, filológico, o literario en el mejor caso. Este «renacimiento» del interés de los lingüistas por el mundo de las paremias es debido principalmente en mi opinión, al muy reciente interés por los fenómenos de doxa y de estereotipos, los cuales intervienen de una manera determinante en el análisis de la genericidad y de varios tipos de anáforas. Si el futuro paremiólogo decide adentrarse en este nuevo campo de investigación, tendrá que enfrentarse con el problema candente de la existencia de una tradición fuertemente arraigada en cuanto atañe a la naturaleza de las paremias. Y a lo largo de los años esta tradición ha ido creando y difundiendo toda una serie de vulgatas, tan familiares y comunes que han llegado a ser consideradas como innegables, como el indiscutible punto de partida de toda investigación paremiológica que se precie. Sabemos que la costumbre es una segunda naturaleza, como decían los romanos. Este trabajo se propone como objetivo cuestionar el valor científico de esas vulgatas, y contestar a la siguiente pregunta: ¿son las paremias un fenómeno lingüístico, y por tanto susceptible de un acercamiento en términos de sintaxis, semántica, léxico, pragmática, etc., o bien por el contrario, un remanente arcaico asimilable a los llamados fenómenos folclóricos?
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2. LAS VULGATAS Han sido ampliamente difundidas y retomadas por la mayoría de los paremiólogos. Una lista casi completa y abundantemente comentada se halla en Sevilla Muñoz (1988), y un análisis histórico así como estadístico de la aparición de los rasgos que constituyen las vulgatas forma buena parte de la tesis doctoral de Conde Tarrío (1997). De ahora en adelante, me centraré en las características del refrán propiamente dicho, sin contemplar no obstante el problema de la definición del mismo. Entre las principales propiedades figuran las siguientes: se considera frecuentemente que el refrán es de naturaleza folclórica, reflejo de una sabiduría popular (o sea una verdad universal o general de origen ancestral y experimental), de creación (oral) espontánea, y en cuyo enunciado han sido depositados objetos y costumbres pasados. Es visto como un dicho generalmente breve, a menudo metafórico, un argumento inapelable, y su fiel transmisión de generación en generación –salvo naturalmente las deformaciones debidas a una larga transmisión oral– se manifiesta en rasgos arcaicos que, según varios paremiólogos, abundan en este tipo de formas sentenciosas, que muchos autores ven como expresiones fijas.1 Además de una fuerte tendencia al bimembrismo, no es nada infrecuente que el refrán presente características métricas, siendo éstas meros recursos mnemotécnicos, tal como argumentado en Méndez Pérez (1996). Me propongo pues expresar mis propias opiniones y discrepancias sobre estas vulgatas a través del examen de los siguientes puntos: 1) El refrán es el reflejo de la sabiduría popular (o sea, una verdad universal o general de origen ancestral y experimental). 2) Es breve y a menudo metáforico. 3) Es de creación (oral) espontánea y, por tanto, tiende a ser vulgar.2 4) Se transmite fielmente de generación en generación (salvo, naturalmente, las deformaciones debidas a una larga transmisión oral), de donde una abundancia de rasgos arcaicos.
1
Véase por ejemplo sobre el tema Zuluaga (1980). Véase por ejemplo Littré, Dictionnaire, s. v. proverbe: «[…] le proverbe est une sentence, maxime exprimée en peu de mots, et devenue commune et vulgaire […]». Y la melancólica constatación de Kleiser: «...Los refranes no gozan de la consideración que merecen. Para unos, son mercadería intelectual de baratillo; para otros, pasatiempo banal; según estos, erudición plebeya; a los ojos de aquellos, guisote literario de figón; muchos sólo conocen, de oídas y de lejos, media docena de frases folklóricas, cuñas inevitables de la conversación corriente; y los más mantienen desterrado su empleo allende las fronteras del lenguaje culto...huelen a romero y tomillo, cuando no a los ajos y cebollas del plebeyo condumio; les falta empaque y distinción...» (1993: XIII). 2
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5) Los refranes son expresiones fijas. 6) Son bimembres. 7) Presentan características métricas, siendo éstas meros recursos mnemotécnicos. El problema de fondo es un problema general en lingüística, a saber, que términos como brevedad, sabiduría popular, legado de los antepasados, transmisión oral, verdad universal, bimembre, etc., son solamente palabras de la lengua, y de ninguna de las maneras conceptos de una metalengua controlable.
3. EL REFRÁN COMO REFLEJO DE LA SABIDURÍA POPULAR El refrán siempre ha sido considerado (y sigue siéndolo) como poseedor de la llamada sabiduría popular, o sea como encerrando una «filosofía de la vida» elaborada sobre la base de una experiencia diaria, garante de su naturaleza verdadera, ya que La experiencia es madre de la ciencia.3 Por esta misma razón, Refrán viejo nunca miente,4 y Hombre refranero, medido y certero, siendo la antigüedad del refrán el argumento supremo: Refranes antiguos, evangelios chicos. Dado que muchos refranes nacieron con errores o reflejan supersticiones, creencias (sobre todo religiosas), prejuicios, demostrar su inadecuación a la vida de cada día es entonces pan comido. Como recalca Conde Tarrío (1997, 1998), es muy discutible el carácter verdadero de refranes como: (1) Por Santa Lucía, mengua la noche y crece el día (13/21 de diciembre).
ya que el solsticio de invierno cae el 21 de diciembre cuando la festividad de Santa Lucía se celebra el 13 de diciembre, debido este desfase al cambio de calendario. Se sigue también diciendo (2), cuando dicho santo vio su festividad trasladada del 1 de octubre al 15 de enero: (2) A la Saint Rémy cueille tes fruits (1 de octubre/15 de enero).
En cuanto a las tres siguientes paremias, no tienen ninguna base lógica, y expresan creencias más bien que verdades:
3 4
Ya en Correas, La experiencia, madre es de la ciencia. Véase sobre el tema Pérez Martínez (1993).
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(3) A padre ahorrador, hijo gastador. (4) La suerte de la fea, la hermosa la desea. (5) A quelque chose malheur est bon/No hay mal que por bien no venga.
Para demostrar el carácter poco fiable de las «verdades» refranísticas, varios autores han hecho hincapié en que numerosos refranes poseen una contrapartida que asevera la verdad opuesta, como ilustrado en: (6) Una golondrina no hace verano/Cuando el río suena, agua lleva. (7) A quien madruga, Dios le ayuda/No por mucho madrugar amanece más temprano. (8) Por la boca muere el pez/Hablando se entiende la gente. (9) Quien no se arriesga, no pasa la mar/La prudencia es madre de la ciencia. (10) Abondance de biens ne nuit pas (‘lo que abunda no daña’) /Qui trop embrasse, mal étreint (‘quien mucho abarca, poco aprieta’).
A la vista de estas contradicciones, tenemos que concluir que el conocimiento que encierran los refranes carece totalmente de coherencia. Pero también que es falsa la afirmación según la cual los refranes reflejan una sabiduría popular, porque justamente se da el caso de que nuestro lenguaje manifiesta la misma incoherencia. En efecto, los refranes forman parte de la clase más general de las frases genéricas. Y buena parte de nuestros discursos se apoyan en frases genéricas, como por ejemplo: (11) Los coches tienen cuatro ruedas. (12) Los simios comen plátanos. (13) Los tomates son verduras. (14) Las palmeras son árboles. (15) El sol sale/El sol se pone.
Estas frases genéricas intervienen en varios fenómenos lingüísticos, empezando por las muy conocidas anáforas asociativas. He aquí un contraste que puede ser explicado mediante la frase (11): (16) El coche se había ido a la cuneta: (las + las cuatro + tres + *las tres) ruedas estaban reventadas.
No todos los coches tienen cuatro ruedas, pero (16) muestra que la lengua castellana ve el coche prototípico como provisto de cuatro ruedas, o sea acorde con (11). Lo interesante del caso es que buena parte de estas frases genéricas son falsas. Por ejemplo (13): los tomates no son verduras, son fruta. Pasa lo mismo con (14): las
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palmeras no son árboles, sino hierbas. En cuanto a (15), si no es falsa del todo, refleja una visión astronómica muy poco adecuada. Por otra parte, una subclase importante de frases genéricas admite excepciones,5 sin dejar de expresar una verdad «general». Así, el siguiente discurso es totalmente válido: (17) Los simios comen plátanos, menos el mío, que come zanahorias.
y no anula en absoluto la genericidad de (12). A la vista de estos fenómenos, podemos caracterizar el tipo de verdad que encierran los refranes: al igual que las mencionadas frases genéricas, remiten a una visión del mundo que está presente en el lenguaje, la cual puede ser falsa o errónea, puede no ser universal sino solamente general, y admitir posibles excepciones.
4. EL REFRÁN COMO DICHO BREVE Y METAFÓRICO Dejaré aquí el problema del rasgo metafórico como característico del refrán. Parece ser que los refranes de tipo meteorológico, agrícola, jurídico, no suelen ser metafóricos. Cuando un refrán comprende una metáfora, deja normalmente de ser meteorológico, agrícola, jurídico, como se puede ver en los ejemplos: (18) Una golondrina no hace verano. (19) Al perro flaco, todo son pulgas. (20) Mala hierba nunca muere. (21) Quien a hierro mata, a hierro muere.
El problema del rasgo metafórico reside en la total ausencia de un consenso mínimo en cuanto al concepto de metáfora. Por otra parte, los adagios presentan a veces rasgos de tipo metafórico sin dejar de ser adagios: es el caso de Más vale mal concierto que buen pleito, una de las variantes de Más vale mala avenencia que buena sentencia. Lo que sí puede afirmarse es que, desde un punto de vista meramente intuitivo, muchas paremias de tipo refrán presentan rasgos aparentemente metafóricos. Consideremos ahora el lema de la brevedad del refrán, ampliamente difundido y nunca puesto en tela de juicio. No existe ninguna definición de la brevedad de los refranes, por lo que se me alcanza, pero afirma Conde Tarrío que: «La brevedad constituye otra nota dominante del refrán, cuya concisión se logra casi siempre mediante
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Sobre el particular, véase Anscombre (1995-1996).
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la supresión de elementos sintácticos (determinantes, verbos, etc.), y la exclusión de oraciones excesivamente complejas ...» (1997: 326). Dejaré de lado por el momento el argumento de la supresión de elementos sintácticos, y me centraré en los dos argumentos de la brevedad y la exclusión de oraciones excesivamente complejas. a) Una primera observación es que, si bien hay refranes unimembres o bimembres, así: (22) En todas partes cuecen habas. (23) Cada maestrillo tiene su librillo. (24) Las cosas de palacio van despacio. (25) A buen hambre, no hay pan duro. (26) De tal palo, tal astilla. (27) Hecha la ley, hecha la trampa,
no forzosamente son breves, y pueden incluso llegar a ser frases largas: (28) Cuando veas las barbas de tu vecino pelar, echa las tuyas a remojar. (29) No es sabio el que más sabe, sino el que mejor sabe. (30) Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. (31) Cada uno cuenta de la feria como le va en ella. (32) Marzo ventoso y abril lluvioso, sacan a mayo florido y fermoso. (33) Más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena.
Incluso los hay con una estructura bastante compleja, como: (34) Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero. (35) Dijo la sartén a la caldera: quítate allá, culinegra. (36) El perro del hortelano, que no come ni deja comer.
b) La segunda observación tratará del número de sílabas de las que consta un refrán, por una parte, y una frase «normal», por otra. Los cuarenta primeros refranes de un corpus contemporáneo dieron un promedio de 10.96 sílabas –o sea un endecasílabo–, y van de un mínimo de 6 (Del mal, el menos), a un máximo de 19 (Dijo la sartén al caldera...). Por otra parte, la primera página de Los mares del Sur, si contamos como dos frases las coordinadas, dan un promedio de 10.56 sílabas. En breves términos, y dado el carácter aproximado del recuento, la supuesta brevedad del refrán, si es que la hay, no remite al número de sílabas, ya que, por lo visto, es el mismo que en el caso de frases no sapienciales.
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Se ha dicho a veces que la brevedad del refrán consistía en la densidad de contenido en comparación con el tamaño de la frase. Lo cual significa, si no entiendo mal, que de dos frases de idéntico contenido, la más corta es la que más carácter refranístico o sentencioso tiene. Por ejemplo, De tal palo, tal astilla (8 sílabas) sería un enunciado más sentencioso que Las obras se parecen a sus creadores (13 sílabas) de contenido semántico aproximadamente idéntico. Incluso haciendo caso omiso del terrible problema de los criterios de sinonimia entre dos enunciados, no hace falta buscar mucho para hallar casos donde acaece la distribución inversa. La forma sentenciosa francesa Chassez le naturel, il revient au galop (12 sílabas)6 tiene más sílabas que la frase «normal» La nature reprend toujours le dessus (10 sílabas).7 En español, Ojos que no ven, corazón que no siente tiene 12 sílabas, frente a La ausencia mata el amor de 8 sílabas. Veremos más adelante a qué se debe tan extraña tesis.
5. CREACIÓN (ORAL) ESPONTÁNEA Y VULGARIDAD DEL REFRÁN Es la vulgata la que atribuye la creación de los refranes a la inventiva popular, siendo por tanto vulgar el resultado: no olvidemos que vulgar viene de la palabra latina vulgus que significaba ‘pueblo’. Esta vulgata ampliamente difundida suscita dos dificultades: a) La primera reside en que es de sobra conocido que ha habido siempre unos importantes y recíprocos intercambios entre el pueblo y la literatura por lo que atañe a las fórmulas sapienciales. Hay más: los más ilustres autores han contribuido ampliamente a la formación y difusión del refranero. He aquí unos cuantos ejemplos: (37) Poderoso caballero es Don dinero (Quevedo). (38) El mejor alcalde, el rey (Lope de Vega). (39) Quien calla otorga (Tirso de Molina). (40) Cada loco con su tema (Calderón de la Barca). (41) Donde meno se piensa salta la liebre (Iriarte). (42) Juventud divino tesoro (Rubén Darío). (43) Autant en emporte le vent (Villon). (44) L’appétit vient en mangeant [et la soif s’en va en buvant] (Rabelais). (45) Il n’est pour voir que l’œil du maître (La Fontaine).
b) La segunda dificultad está en que este carácter popular de los refranes no permite explicar la presencia de figuras retóricas como el quiasmo: 6 7
Genio y figura, hasta la sepultura. La naturaleza siempre acaba llevándose la ventaja.
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(46) Aunque la mona/se vista de seda/mona se queda. (47) Quien esperar puede, alcanza lo que quiere.
o el asíndeton: (48) Ojos que no ven, corazón que no siente. (49) Aprendiz de mucho, maestro de nada,
ni tampoco que el sentimiento popular sea capaz de modificar un texto para conseguir por ejemplo el bimembrismo y el isosilabismo, como se ilustra en: (50) Perro ladrador, nunca buen mordedor (Correas, 6+7, -dor/-dor) → Perro ladrador, poco mordedor (común, 6+6, -dor/-dor). (51) A caballo regalado no le mires el diente (Academia, 8+7, -ado/-iente) → A caballo regalado, no le mires el dentado (zona este, 8+8, -ado/-ado). (52) Quien hurta a un ladrón, gana cien años de perdón (Academia, 7+9, -ón/ón)→ Quien roba a un ladrón, cien años de perdón (común, 7+7, -ón/-ón). (53) Le coeur a ses raisons que la raison ne connaît point (Pascal, 6+8, -õ/-« ) → Le cœur a ses raisons que la raison ignore (común, 6+6, -õ/-o).
Por lo que atañe a la vulgaridad, si bien en algunos refranes figuran groserías y palabras soeces, no difieren en este particular de textos literarios de buena calaña, como demuestran los siguientes ejemplos: (54) «...Santiago lo planteó claro: ella tendría voz y voto en lo del dinero. Ata más pelo de coño que cuerda de esparto, fue el diagnóstico del abogado cuando pudo cambiar impresiones con él a solas...» (Arturo Pérez-Reverte, La reina del Sur, Barcelona, Alfaguara, 2002, p. 172). (55) «...¡Hará linda pareja con nuestra infanta! ... Lástima que ese boquirrubio sea hereje. Pero eso lo arregla un buen confesor, y un bautismo a tiempo... ¡Pueden más dos mamellas que dos centellas!» (Arturo y Carlota Pérez-Reverte, El Capitán Alatriste, Barcelona, Alfaguara, 1998, p. 123).
6. REFRANES Y FIJACIÓN La tesis de la fijación de los refranes suele acompañar a otra tesis, a saber, la de su fiel transmisión de generación en generación. Cierto es, hay refranes que presentan las propiedades que suelen ser consideradas como típicas de las expresiones fijas, pero quisiera ahora defender la idea de que la fijación léxica no es un rasgo caracterís-
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tico de estas formas sapienciales. A favor de esta tesis pueden aducirse los siguientes argumentos: a) Los refranes no se transmiten tan fielmente como lo pretende la Vulgata; en realidad, cuando encierran palabras que dejan de ser comprendidas, por el motivo que sea, se producen modificaciones. Lo mismo pasa con las estructuras sintácticas: suelen ser modificadas para estar acordes con la sintaxis vigente. He aquí unos cuantos ejemplos: (56) Quien hurta al ladrón, ha cien años de perdón → Quien roba a un ladrón, cien años de perdón. (57) En casa del herrero, badil de madero → En casa del herrero, cuchillo de palo. (58) En consejas, las paredes han orejas → Las paredes oyen. (59) La experiencia, madre es de la ciencia → La experiencia es la madre de la ciencia. (60) Tout vient à point qui sait attendre → Tout vient à point à qui sait attendre8.
Así pues, los refranes difieren de las expresiones fijas, ya que muchas veces figuran en estas palabras que hoy en día son incomprensibles, o estructuras arcaizantes: (61) prometer montes y morenas, tener la mosca en la oreja, no hay tu tía, ser la madre del cordero, estar en el ajo, no ser moco de pavo, tomar el portante, tener mala pata, pagar con las setenas, etc.
b) La gran mayoría de los refranes admiten variantes en sincronía, lo cual es imposible con las expresiones fijas: (62) estirar la pata/*extender la pata/*estirar la pierna (63) sordo como un tapia/*sordo como una valla,
pero: (64) A caballo regalado, no le mires el diente/A caballo regalado, no le mires el dentado/A caballo regalado, no le mires el bocado/A caballo presentado, no hay que mirarle el diente/A caballo regalado, no le mires la boca.
Incluso pueden existir variantes para un mismo locutor; véanse los anteriores ejemplos (54) y (55) y el caso de la coexistencia en la zona este de:
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Quien esperar puede, alcanza lo que quiere.
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(65) Tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe (común). (66) Tanto rueda el cántaro al agua, hasta que al final se quiebra.
El siguiente ejemplo es el caso de un autor francés de novelas policíacas donde encontré tres variantes del mismo refrán: (67) «…Rien que pour elle, il devait tenter de réaliser son idée. En faisant de Sylvia son alliée involontaire. Le principe qui le guidait était dans la Bible: «Qui frappe par l’épée, périra par l’épée» (G. de Villiers, Objectif Reagan, París, Ed. Plon, 1993, p. 216). (68) «…Que nous devons agir avec la même brutalité qu’eux, dit Malko. Le Seigneur a dit que «celui qui se sert de l’épée périra par l’épée». Qu’ils meurent. Mes ennemis et les vôtres …» (G. de Villiers, Vengeance romaine, París, Ed. Plon, Col. SAS, 1998, p. 182). (69) «… Les comptes étaient réglés. Celui qui frappe par l’épée périra par l’épée, disent les Saintes Ecritures …» (G. de Villiers, Arnaque à Brunei, París, Ed. G. de Villiers, 1989, p. 245).
Algunos estudiosos de las paremias han intentado explicar este fenómeno mediante el concepto de «juego con la lengua». Los autores están perfectamente al tanto de la lección «normal» de una paremia, pero la modifican, la deforman, para alcanzar ‘efectos especiales’. Estas propuestas, sin embargo, son poco satisfactorias. Un primer punto es que el concepto de juego con la lengua supone un razonamiento circular con respecto a la fijación; en efecto, presupone una forma central, normal, siendo las variantes el resultado de manipulaciones conscientes de parte de su autor: ello viene a decir que las paremias son fijas porque sus variantes proceden de la transformación de una forma fija. Una segunda crítica es que en los textos aquí mencionados no parece haber ningún rastro de tal manipulación lúdica; ello nos lleva a otra crítica: la total ausencia de criterios adecuados para reconocer cuándo se juega o no con la lengua. Por otra parte, habría que admitir, del mismo modo, que las variantes orales, que son muy numerosas, también forman parte de este juego. Finalmente, esta tesis fracasa en explicar cómo puede ser que los autores, si tanto saben de jugar con la lengua, no jueguen también con las expresiones fijas no frásticas de la misma manera9.
9 Para un auténtico juego con la lengua en un autor conocido, véase Navarro Domínguez (2000). Por otra parte, los publicistas hacen amplio uso de paremias manipuladas, así como En abril, telepizzas a mil.
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Para finalizar, recordaré que, en el caso de los refranes, los criterios usuales de fijación no funcionan, como ya he argumentado en Anscombre (2000); así, por ejemplo, las referencias anafóricas, si bien son limitadas, no dejan de ser posibles: (70) Más tira mozai que soga, sobre todo si esi bonita. (71) Más vale mal concierto que buen pleitoi, por muy bueno que sea el abogadoi . (72) A quieni madruga, poco lei dura, y se lei va la olla, en mi opinión.
He aquí un caso auténtico: (73) «…Cette question de gain est un peu vulgaire, mais elle a son importance. L’argenti ne fait pas le bonheur. Mais on est tout de même bien content d’eni avoir …» (Marcel Pagnol, Topaze, Acte II, scène 6).
No hay tampoco invariabilidad de la forma, como se puede comprobar en: (74) Una golondrina nunca ha hecho verano. (75) «...que para un español –nosotros siempre hicimos, qué remedio, rancho con las desgracias– nunca ha habido mal que por bien no venga...» (Arturo Pérez Reverte, El sol de Breda, Madrid, Punto de lectura, 2003, p. 125). (76) «…Alors, ne te fie pas aux apparences, tu sais qu’elles sont souvent trompeuses…» (Marc Lévy, Sept jours pour une éternité, París, Éd. Robert Laffont, 2003, p.108). (77) C’est les cordonniers qui sont toujours les plus mal chaussés.10
Nótese en estos ejemplos la genericidad se conserva mediante la introducción de adverbios iterativos: nunca, souvent, toujours,... etc.
7. BIMEMBRISMO, RECURSOS MNEMOTÉCNICOS
Y PATRONES MÉTRICOS
Muchos autores destacan el bimembrismo de los refranes, viéndolo algunos como imprescindible para que el refrán pueda ser refrán; así, por ejemplo, Campos y Barella en su muy valioso Diccionario, Martín de Riquer en su Resumen de versificación española,11 o Lázaro Carreter en varias publicaciones sobre los refranes. Si bien existen muchos refranes con estructura bimembre: 10
En casa del herrero, cuchillo de palo. «…y de hecho innumerables refranes castellanos no son otra cosa que dos versos que, generalmente desiguales, forman un pareado...» (1950: 20). 11
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(78) Quien no llora, no mama,
también los hay con estructura aparentemente unimembre: (79) Cada loco con su tema,
o plurimembre: (80) En martes (trece), no te cases, ni te embarques,
estructuras que algunos, como Sevilla (1988), consideran como bimembres mediante una elipsis: (81) Cada loco con su tema [y cada lobo por su senda],
o una ampliación: (82) Quien tuvo, retuvo [y guardó para la vejez].
La tesis del bimembrismo incluye frecuentemente la presencia en los refranes de cierto ritmo, consonancias, asonancias, aliteraciones, etc., «...que los hace fáciles de retener...».12 Es la muy conocida tesis de la estructura rímica o rítmica de los refranes como recurso mnemotécnico. Como vamos a ver, estas aseveraciones plantean alguna que otra dificultad. a) La tesis de la presencia de rima o ritmo para facilitar el aprendizaje o la retención carece de fundamento. Un primer punto es que, si bien la presencia de tales elementos la favorece, eso no implica en absoluto que rima y ritmo siempre tengan como objetivo la memorización. En efecto, de ser así, toda la poesía no sería más que un inmenso catálogo de recursos mnemotécnicos, y bien sabemos que no es el caso. Un segundo punto es que el carácter imprescindible de tal métrica es discutible, ya que, por otra parte, la mera memoria nos hace capaces de almacenar miles de palabras y datos, sin necesidad de recurrir a tales procedimientos. Para terminar, si tan eficaces son estos recursos mnemotécnicos, ¿cómo es que los libros de matemáticas, física, química, e incluso lingüística no suelen escribirse en verso? b) Ahondemos en el tema de la métrica, partiendo de la base, ya examinada en Anscombre (1999, 2000), de que todo refrán es una estrofa, o sea que abarca un mínimo de dos versos, pero puede tener más de dos; hay versos cuando o bien existe
12
Vid. en el DUE (s.v. refrán).
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una estructura métrica regular, o bien un sistema de homofonías, incluyendo naturalmente en ellas las rimas totales y parciales, asonancias, pero también las repeticiones léxicas y las reiteraciones fonéticas, e incluso la presencia de términos antónimos. Según estas definiciones, la paremia Quien ríe el último, ríe dos veces es un enunciado estrófico, ya que presenta la estructura métrica a(5) b(5). El muy conocido Tanto va el cántaro a la fuente, que al final pierde el asa y la frente, no es un pareado con un problemático patrón 10+12, sino una quintilla: Tanto va el cántaro A la fuente Que al final Pierde el asa Y la frente
a(5) b(4) a(4) a(4) b(4)
Así mismo, el muy conocido refrán francés On n’est jamais si bien servi que par soimême (‘Si quieres ser bien servido, sírvete a tí mismo’) no es un pareado con la discutible estructura métrica On n’est jamais si bien servi/que par soi-même (8 + 4, -i/- ε), sino una tercerilla On n’est jamais/si bien servi/que par soi-même (4 + 4 + 4, -ε /-i/-ε). Vemos así que los patrones métricos que se encuentran en el campo paremiológico son muy similares a los de la poesía culta,13 y que no tienen nada que ver con la memorización. La tesis que defiendo –todo refrán es una estrofa de dos o más de dos versos– incluso permite explicar un curioso fenómeno, a saber, la sustitución en la zona este de España de la paremia A caballo regalado no le mires el diente por la variante A caballo regalado no le mires el dentado. En efecto, la palabra dentado, si bien existe en castellano, remite al conjunto de dientes de un objeto, y nunca a la dentadura de un ser vivo; se trata, en este caso concreto, de una influencia del catalán dentat ‘dentadura’, pero el fenómeno sobrepasa los límites de un simple calco lingüístico, sobre todo cuando se considera la posición dominante del castellano frente al catalán. Si se tratara de un simple préstamo léxico, coexistirían las dos formas como variantes, cuando no es el caso; la variante con dentado ha conseguido eliminar la variante con diente porque su métrica corresponde a un conocido patrón métrico, y la otra no. Veamos: A caballo regalado no le mires el diente se puede interpretar como una estrofa de dos versos A caballo regalado/no le mires el diente (8 + 7, -ado/-ente), o de cuatro A caballo/ regalado/no le mires/ el diente (4 + 4 + 4 + 3, -ado/-ado/-ir/ -en). En ambos casos se trata de una estructura que difícilmente se puede considerar
13
Mi opinión al respecto es que la poesía ‘culta’ tiene sus raíces en las estructuras métricas propias de una lengua, las cuales se manifiestan a través de las creaciones populares espontáneas.
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como métrica. La variante dentado, en cambio, es perfecta de un punto de vista métrico, se considere como un pareado A caballo regalado/no le mires el dentado (8 + 8, -ado/-ado), o bien como una cuarteta A caballo/regalado/no le mires/el dentado (4 + 4 + 4 + 4, -ado/-ado/-ir/-ado), o sea, un patrón métrico de forma aaba (cuarteta tirana). c) De hecho, la tesis del uni-, bi-, o plurimembrismo confunde las estructuras sintáctica, semántica, y métrica; y es que las apariencias engañan. Veamos. El refrán Tanto va el cántaro... tiene una estructura sintáctica bimembre, una estructura semántica también bimembre cántaro a la fuente → pierde el asa..., y una estructura métrica de quintilla. En cambio, Cada loco con su tema es de estructura sintáctica unimembre, de estructura semántica bimembre, y la presencia de una estructura métrica es posible, pero discutible (Cada loco/Con su tema, 4 + 4).14 Si admitimos que hay una elipsis (Cada loco con su tema, [y cada lobo por su senda]), la estructura sintáctica pasa a ser bimembre, la semántica dos veces bimembre, pero no cuatrimembre, y la estructura métrica es la de un pareado o de una cuarteta. Nótese de pasada que determinar la estructura semántica no es cosa fácil.
8. ORIGEN DE LAS VULGATAS Todo lo que acabamos de ver, sin embargo, por muy convincente que sea, deja sin respuesta por el momento una cuestión central: si tan evidente es que las usuales vulgatas son erróneas, ¿cómo es entonces que predominen tan fácilmente en el campo paremiológico? Partiremos de la observación de que cada uno levanta sus construcciones teóricas sobre anteriores cimientos. Ello significa, en nuestro caso, que antes de que existieran lingüistas «modernos», e incluso mucho antes, había ya lingüistas. Se llamaban (o los llamamos) gramáticos y les debemos un importante número de diccionarios, gramáticas y estudios gramaticales, cierto es, con valiosas observaciones, pero también con puntos de vista teóricos a menudo discutibles. Y esta tradición gramatical es la que, nos guste o no, estructura nuestras propias observaciones. Intentemos, pues, deslindar las principales características de nuestro legado gramatical. Según una tradición muy antigua que se remonta a Platón, la oración mínima combina un verbo y un sustantivo, de donde la idea de que las categorías «nobles» en una oración son la nominal y la verbal. Por lo tanto, una oración «normal» encierra un verbo: «...la oración [es una] forma sintáctica que expresa la relación entre sujeto y predicado...» (Real Academia 1973: 73); «...Considérée dans ses éléments essentiels,
14
Nótese, no obstante, el acento melódico en la tercera sílaba y la asonancia en C.
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la proposition comprend deux termes: un sujet et un verbe…» (Grevisse 1980: 172). Todo lo que no se pueda integrar dentro del grupo nominal o verbal es entonces considerado como marginal y, por tanto, marginado. Las preposiciones y los conectores/ marcadores del discurso sólo aparecen cuando se estudian las oraciones compuestas, y como elemento de tales oraciones, nunca como una categoría propia. En esto, las gramáticas modernas, como son las de Bosque en España y de Riegel en Francia, representan una verdadera revolución, ya que consideran, por ejemplo, los marcadores del discurso como una auténtica categoría lingüística. Otra característica de nuestras gramáticas es el llamado paralelismo lógico-gramatical, según el cual estructura sintáctica y contenido semántico son totalmente equiparables; esto implica que todo elemento semántico proviene de una unidad sintáctica y que, a la inversa, a toda unidad sintáctica se le afecta un contenido semántico. Si falla uno de los niveles se trata de un discurso defectuoso, ilógico y típico del vulgo. La hipotaxis es entonces culta, porque hay un nexo formal; la parataxis es, en cambio, inculta, ya que se basa en la ausencia de nexos formales: «...los niños y el habla vulgar y rústica usan muy pocas conjunciones en comparación con la riqueza del habla culta y literaria...» (Real Academia 1973: 502-503). Grevisse afirma que la hipotaxis es compleja y culta, típica de la lengua escrita y del pensamiento racional, cuando la parataxis caracteriza «...la langue parlée, la syntaxe affective qui désarticule l’expression de la pensée, et ne s’embarrasse guère de l’appareil complexe de la phrase périodique savamment cimentée de conjonctions...», y tanto menos cuanto que dispone de «...le geste y les inflexions de la voix...» (1980: 167 y ss.). Una vez esbozado a grandes rasgos este telón de fondo, el origen de las vulgatas que hemos estado estudiando aparece claramente. En efecto, ya que un gran número de refranes son frases nominales y carecen de verbo, son, por lo tanto, enunciados marginales. Recordemos que, hasta no hace mucho, se consideraba que la frase nominal era una frase con elipsis del verbo. Los refranes son, pues, anormales y también breves, ya que deben su existencia como refranes a la supresión de elementos. Suelen ser construcciones paratácticas, o sea, típicas del discurso oral y vulgar –al menos según la vulgata. Sirven para la retórica de cada día, una retórica borrosa que no puede compararse con la inapelable lógica de un esquema deductivo: los refranes pertenecen, en efecto, a una categoría de frases genéricas que no es la de los enunciados lógicos, ya que estos últimos no admiten excepciones. En cuanto a las asonancias, aliteraciones, repeticiones, no hacen sino confirmar el carácter poco lingüístico del refrán. En efecto, elementos muy similares se encuentran en las interjecciones y en las onomatopeyas, que Grevisse clasifica en la misma categoría: «...L’interjection est une sorte de cri qu’on jette dans le discours...les interjections sont généralement brèves...la langue populaire est féconde en interjections plus ou moins pittoresques et plus ou moins triviales…» (Grevisse 1980: 1270). Así pues, como las interjecciones y las onomatopeyas, los refranes no representan una categoría lingüística como las demás. Populares, vulgares, acuñados en el mundo rural o
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poco menos,15 ilógicos, y con cierto parecido con las interjecciones y onomatopeyas, forman parte de una memoria colectiva confusa, al igual que las cantinelas.16 No es entonces de extrañar que las vulgatas hayan conducido a clasificar los refranes con los fenómenos folclóricos, con las panderetas y la gaita.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
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15 Recuérdese que el refranero del Marqués de Santillana se titula Refranes que dicen las viejas tras el fuego. 16 Con las cuales comparten varias características, empezando por las estructuras métricas.
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Problemática en torno al refrán y otras categorías paremiales: definición y delimitación
MARÍA JESÚS BARSANTI VIGO Universidade de Vigo
1. INTRODUCCIÓN A pesar de que el origen de los refranes va ligado al nacimiento del propio idioma, la Paremiología o tratado de los refranes es un ciencia muy joven, ya que nació como tal en el siglo pasado. Sin embargo, el problema de la exacta definición de las diferentes expresiones paremiológicas surge con los primeros paremiólogos, hombres del siglo XV y XVI, quienes, no obstante, se limitaron sólo a hacer recopilaciones de las paremias existentes y en los títulos de sus obras queda reflejado el problema de la inexactitud de sus colecciones, donde aparecen recogidas todas las fórmulas paremiales sin distinción. Este problema afecta a todas las obras de paremiología, tanto antiguas como modernas porque nos ofrecen, sin ningún tipo de diferencia, todo tipo de fórmulas paremiológicas ya sean refranes, frases proverbiales o simples locuciones. Ya el maestro Correas trató de evitar esta confusión dividiendo su Vocabulario en dos partes, dedicada la primera al refrán propiamente dicho, y la segunda a las «frases más llenas y copiosas», pero no acertó o no fue consecuente con su propósito. El primer problema que se nos plantea es el de lograr por tanto una definición lo más exacta y más completa posible de refrán teniendo en cuenta que existen otras muchas categorías paremiológicas, cuya distinción se hace en muchos casos sumamente complicada. Este hecho provoca, por ejemplo, que una misma paremia para algunos autores sea refrán y en cambio para otros sea frase proverbial. Se acepta generalmente que los proverbios representan el más pequeño de los géneros folclóricos de índole verbal y por ello, podría pensarse que llegar a dar una definición será una tarea fácil; nada más lejos de la realidad. Existen diferentes intentos de definición desde Aristóteles hasta nuestros días, en que las más recientes des-
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cripciones lingüísticas consideran al proverbio como una manifestación distinta de otras existentes, en las cuales impera como una de las características fundamentales la brevedad. La variedad de términos empleados a lo largo de la historia para referirse a lo que genéricamente se denominan dichos puede dar idea de la vidriosa ambigüedad del terreno explorado: dichos, modismos, refranes, locuciones, frases hechas, sentencias, aforismos, tópicos, adagios, apotegmas, máximas son algunas de las palabras traídas y llevadas en los diccionarios y en la conversación ordinaria, sin fijar a cada una un contenido preciso, que tampoco los estudiosos han puesto mucho interés en deslindar, tal vez por la inasible condición de la materia a que se refieren. Las expresiones a las que atañen estos términos componen un vasto repertorio inclasificable no sólo desde el punto de vista formal, sino también desde el semántico. Además, es tan variada su procedencia y tan singular la historia de cada caso que para un análisis adecuado se requerirá del auxilio de la historia, la etnografía, la literatura, la sociolingüística y muchas otras disciplinas que la actual tendencia a la especialización se resiste a combinar. Los propios autores castellanos antiguos, con sus denominaciones, contribuyeron al debate y serán las corrientes humanistas del XVI las que aportarán los más valiosos trabajos en un momento de promoción de la lengua romance para usos cultos y la eclosión de otras investigaciones lingüísticas.
2. CARACTERÍSTICAS LINGÜÍSTICAS DE LOS REFRANES La condición de unidades lingüísticas fijas o estables de los refranes no se suele poner en duda, aunque no existe unanimidad absoluta en cuanto a la interpretación del grado de variabilidad admisible. Sin embargo, quizá habría que dejar de denominar a los refranes como expresiones fijas y, utilizando la expresión de Anscombre (1997: 43-54), hablar más bien de «expresiones codificadas»; ello conllevaría la existencia de reglas para la formación de paremias como las hay para otro tipo de construcciones. No existe, por tanto, fijación, sino más bien un determinado código que identifica dicha función y hace posible las transformaciones, siempre que no se altere la estructura paremiológica: en el caso de las paremias se puede observar que son posibles las alteraciones cuando se conserva el carácter genérico del enunciado. Asimismo, la mayoría de los investigadores coincide en considerar la brevedad como característica de estas manifestaciones lingüísticas existiendo un predominio de las estructuras bimembres integradas por dos componentes, no necesariamente simétricos, pero que sí presentan un cierto esquema rítmico, al que pueden ir adscritos otra serie de recursos. Se dice, por tanto, que la estructura bimembre con una pausa intermedia y sus cláusulas rimadas en consonante, asonante, isosilábicas o anisosilá-
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bicas es la típica de los refranes como se aprecia en A Dios rogando y con el mazo dando. El problema reside en que hay refranes que son aparentemente unimembres dada su tendencia a la elipsis y sin embargo están acordes con la métrica adecuada, como es el caso de Bien se está San Pedro en Roma. Por tanto el problema residiría quizá en la definición de unimembre. Hay que decir que estas estructuras también pueden ser plurimembres. Cuantos más miembros componen el refrán más difícil es que se confunda con otras fórmulas paremiológicas como, por ejemplo, la frase proverbial. Según Casares (1992: 194), el refrán lleva siempre visibles huellas de una elaboración estudiada y artificiosa, que aprovecha recursos tan variados como el metro, la rima, la aliteración, el paralelismo, la similicadencia, el dialogismo o wellerismo, el hipérbaton, la metáfora, la comparación, el retruécano, la anáfora, la reduplicación, la dilogía, la paronomasia, el calambur, la aliteración, la onomatopeya, los juegos de palabras y toda clase de figuras de dicción y licencias, sin excluir la deformación intencional de las palabras, ni la dislocación de la sintaxis. En muchos refranes, se atiende más a la rima que al metro. En aquellos en que la rima, la distribución acentual y el metro se dan a la vez, las combinaciones más frecuentes son las de tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho sílabas como por ejemplo en No se ganó Zamora en una hora, Del dicho al hecho hay gran trecho o El abad de donde canta yanta. En lo que se refiere a las características fónicas las más sobresalientes son la rima, la métrica, la aliteración, la asonancia o consonancia y el ripio. Hay que tener en cuenta la importancia del material fónico en la formación de paremias, ya que muchos fenómenos de orden léxico y sintáctico están subordinados a él de una u otra manera, sobre todo la importancia de la rima. Como apunta García-Page (1997: 275): «el refrán se erige no pocas veces en una hábil propuesta, por parte del autor, de fórmula mnemotécnica, fácil de captar y recordar, para garantizar que llega al receptor la moraleja o enseñanza didáctica». La deformación de vocablos para intentar encontrar una correspondencia rítmica aboca muchas veces a la formación de palabras extrañas e incluso inexistentes. Otras veces se utilizan lemas preexistentes pero se les dota de un nuevo significado; en algunas ocasiones se puede deducir etimológicamente el origen y significado del término, y en otras es absolutamente imposible. El uso de la rima trae consigo la aparición de ripios y muletillas tan detestados en otros géneros literarios. Cuando existen variantes de un mismo refrán, generalmente lo que se suele conservar como paradigma del mismo es la rima, que se repite como un esquema fijo consiguiendo así una similitud semántica, o incluso la formación de refranes antónimos.
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Todo ello quedaría reflejado en palabras de Hernando Cuadrado: La rima cumple una misión estructurante al servicio de la consolidación y autonomía del refrán, en cuanto mensaje literal, cuya primera cláusula constituye un movimiento tensivo, una petición de cierre, y la segunda, con su rima, consonante o asonante, un movimiento de vuelta a la anterior, concluyéndola y delimitando el todo como unidad independiente. El ripio, combatido en el verso, es un recurso normal en el refrán (1997: 328).
Asimismo, y debido a su permanencia a través de los siglos, los refranes aparecen cargados de arcaísmos, pero también aparecen regionalismos, dialectalismos y eventualmente, latinismos o voces procedentes de otras lenguas románicas, además de otras deformadas, de significado confuso o, incluso, inventadas como observamos en Allá van leyes do quieren reyes, Castígame mi madre y yo trómpogelas o El dar y el tener seso es menester. En cuanto a la sintaxis abundan los refranes en cuya estructura, sobre todo al comienzo, figura un nombre sin determinante o un relativo de generalización, bajo las formas el que o quien. La estructura de un gran número de refranes es la de una frase nominal, en la que, una vez elidido el verbo –generalmente copulativo o predicativo–, se consigue marcar el rasgo de intemporalidad, es decir, de universalidad del contenido del significado. Cuando existe la elipsis del verbo en forma personal se sustituye por una forma no personal del verbo, es decir, infinitivos, gerundios o participios. En aquellos refranes donde la estructura es oracional y por lo tanto el verbo aparece de forma explícita, para dar esa sensación de permanencia, el verbo va en presente de indicativo y cuando su contenido es fundamentalmente instructivo, es decir, se nos indica una forma de conducta, se sustituye el indicativo por el subjuntivo o por el futuro. El fenómeno de la topicalización, o selección de un constituyente del enunciado como tema de la predicación, situándolo al comienzo del esquema sintagmático y separándolo del resto del mismo mediante una pausa, está muy generalizado en este tipo de estructuras. Muchos refranes se ajustan a ciertos moldes sintácticos como más vale… que…, cuanto más… tanto más…, no hay tal… como…, a buen… buen…, a tal… tal…, etc., que se repiten con mayor o menor profusión a lo largo de todo el Refranero. El refrán posee un carácter eminentemente connotativo y por lo tanto, frente a la palabra como unidad referencial, adquiere una gran importancia no lo que se dice, sino cómo se dice y la suma de ambos factores es lo que da al refrán, a veces, ese carácter polivalente y ambiguo.
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Otras características del refrán son las siguientes: desde el punto de vista morfosintáctico, el refrán es una frase independiente con una estructura más o menos fija y más o menos cerrada. Suelen predominar los bimembres, aunque existen también los unimembres y plurimembres y constan, adhiriéndonos a la terminología de Alan Dundes (1975: 970), de un tópico –persona o cosa acerca de la cual se dice algo– y un comentario –lo que se dice acerca de esa persona o cosa. En cuanto a las características semánticas, «los refranes pertenecen a un sistema cerrado de significación, son como significantes de un significado global que corresponde a las normas de conducta de una sociedad determinada» (Colombí 1989: 21). Desde un punto de vista semántico, los refranes no pueden ser analizados a partir de sus componentes léxico-semánticos porque «los lexemas no están contenidos como tales ya que el sentido de las expresiones no es deducible de los significados de sus elementos» (Coseriu 1977: 114), es decir, ya que su significado global en el uso interno difiere del externo, en cuanto al uso libre de asociación de palabras. Las unidades que componen un refrán no pueden ser analizadas de forma individual ya que su significado viene dado por el conjunto y no por la suma de sus partes. Como ya hemos dicho anteriormente, no se trata de una creación individual del hablante sino de un código que se aprende y se transmite, es decir, se trata de un «sistema aprendido de convenciones supraindividuales» (Hendricks 1976: 103). Los refranes se heredan, pues, como tales, pero es indudable que históricamente son actos de habla situacionales motivados en relación con una intención comunicativa. Incluso, para demostrar que los refranes son exponentes de cultura, sus anónimos autores hacen gala de perspicaces conocimientos de prosodia, ortografía, gramática, léxico, aritmética, física, ciencias naturales, historia y hasta de latín. A pesar de que los refranes se encuadran, siguiendo la terminología de Coseriu, dentro del discurso repetido –«las unidades del discurso repetido son, como las citas explícitas, trozos de discurso ya hecho introducidos como tales en nuevos discursos» (Coseriu 1977: 113)– es preciso admitir que existe un cierto grado de variabilidad en lo que a los componentes léxicos se refiere, si bien restringida a la conmutación de un lexema o de uno de los grupos predicativos por otro semánticamente equivalente. Una de las características común a los refranes, aceptada por la mayoría de los autores, es la de la artificiosidad llevada a cabo a través de una serie inagotable de recursos de los que dispone la gramática y sobre todo la retórica; pero quizá, los fenómenos lingüísticos más predominantes sean los fónicos dentro de los cuales resalta de manera clara la rima, que es la que le imprime ese carácter lúdico presente en el Refranero.
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3. DIFERENCIAS ENTRE EL REFRÁN Y LA FRASE PROVERBIAL De todas las categorías paremiales, donde se encuentran las mayores dificultades es en la distinción entre el refrán y la frase proverbial y ésta a su vez de la frase hecha. Esta circunstancia es claramente visible, no sólo en los estudios teóricos que ven la luz sobre el tema, sino también en las colecciones paremiológicas que salen actualmente al mercado donde aparecen mezcladas todas las clases paremiales sin distinción: frases hechas, frases proverbiales, refranes, adagios, sentencias, máximas, adagios, generalmente recogidas bajo el genérico de refranes. Frase hecha es la que se presenta en sentido figurado y con forma inalterable, y no incluye sentencia alguna, a diferencia de la frase proverbial que sí expresa una sentencia a modo de proverbio. Es decir, básicamente dicho y frase hecha son sinónimos, pues ambos presuponen la expresión oral, bien en sentido real o figurado, que usa el pueblo para manifestar ocurrencias agudas y oportunas de modo inalterable a lo largo de la historia, si el uno y la otra obtienen el beneplácito popular. El refrán es definido de la siguiente manera por Julio Casares: Frase completa e independiente, que en sentido directo o alegórico, y por lo general en forma sentenciosa y elíptica, expresa un pensamiento –hecho de experiencia, enseñanza, admonición, etc.–, a manera de juicio, en el que se relacionan por lo menos dos ideas. En la mayoría de los casos las dos ideas están expresas (1992: 192).
A consecuencia de esta contraposición de ideas, la forma usual del refrán es bimembre o, por amplificación de conceptos, plurimembre. Cuantos más miembros componen el refrán más difícil es que se confunda con la frase proverbial. En cuanto a la definición de frase proverbial aparece expresada de esta manera por Casares: Es un dicho o un texto que se hizo famoso por el acontecimiento histórico que le dio origen, por la anécdota, real o imaginaria, a que se refiere, o bien por la persona o personaje a quien se atribuye el dicho o que se figura en él como agente o paciente (1992: 189).
Más adelante añade: «la frase proverbial es una entidad léxica autónoma que no se sometería sin violencia a servir de elemento sintáctico en el esquema de la oración; y ésta es otra característica que distingue a estas frases de las locuciones significantes, incluidas las adverbiales que tienen forma de oración subordinada» (Casares 1992: 190).
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Por eso es desde el punto de vista formal donde tenemos que agudizar la atención en aquellos casos en que el refrán presenta estructura de una oración simple, porque en eso coincide con la frase proverbial. Consideramos que la frase proverbial tiene el carácter de un dicho que arranca de un paso único y concreto, real o fingido, y que se sitúa en el pasado. El proceso lingüístico creador quedó cerrado una vez forjada la frase, y su aplicación tendrá siempre el valor de una cita. Ahora bien, el que inventa un refrán aspira a formular, en forma abstracta, es decir, no referida a un caso particular –frase proverbial–, una «verdad» valedera para toda la humanidad, sin distinción de tiempos ni lugares –se exceptúan, naturalmente, por lo que a los lugares se refiere, los refranes cuya aplicación se restringe a un territorio determinado. Poco importa que lo que se nos da como «verdad» sea una máxima moral, un consejo inmoral, una facecia maliciosa, un epigrama, una observación meteorológica o un precepto de higiene. El refrán, en general, como fruto de experiencias acumuladas, tiene su fundamento en el pasado, pero nace de cara al porvenir; es una enseñanza que se da en forma mnemotécnica para que se tenga en reserva hasta que llegue la ocasión de aplicarla. La frase proverbial, por el contrario, no adquiere el carácter de tal por voluntad del que la inventó, ni se destina a la posteridad; es ésta la que a fuerza de repetir y aplicar la frase acaba por darle el carácter proverbial.
4. CONCLUSIONES Habida cuenta que han sido numerosos los esfuerzos de los paremiólogos por lograr una descripción acertada y lo más completa posible de las peculiaridades que presentan los refranes y que hace que se diferencie de otras categorías paremiológicas, vamos a recapitular algunas de las características generales de los refranes. En cuanto a su configuración externa, el refrán tiene en principio una forma literal que no se puede tocar. Sin embargo, ya hemos observado que sí se pueden llevar a cabo una serie de transformaciones fundamentalmente desde el punto de vista semántico, pero también desde el punto de vista morfológico. Precisamente, en este grado de variabilidad estaría la clave para poder diferenciar el refrán de la frase proverbial que son las dos formas de paremia donde la línea de separación resulta más borrosa, ya que la frase proverbial presenta una estructura fija, inamovible, que hace que ninguno de sus elementos pueda ser alterado, sin que esto traiga consigo la destrucción de la estructura paremial y por lo tanto, se genere una construcción carente de sentido lingüístico. En cuanto a su contenido, el refrán es un ejemplo, un modelo en el sentido más amplio, pretendemos extraer de él una lección, una enseñanza o un principio moral a seguir. Pero no es sólo eso, sino que también puede convertirse en un modelo grama-
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tical, es decir, puede ser un modelo para enseñar las reglas gramaticales como ya hiciera en su momento, por ejemplo, Juan de Valdés en su Diálogo de la Lengua. Asimismo tiene un alto grado de poeticidad, con un ritmo propio y una serie de construcciones sintácticas y lingüísticas que personalizan al refrán y permiten reconocer si un enunciado es o no es refrán. Por último, el refrán es popular, entendiendo popular como contrario de sabio y de creación individual; enuncia una generalidad intemporal y no sirve para una enunciación de un evento o de acontecimiento concreto. Esta característica del sentido popular del refrán, es decir, el hecho de que su origen se deba al pueblo sin importar su naturaleza, fuente, procedencia o autor, es otra de las propiedades inherentes al refrán, fundamental para diferenciarlo de la frase proverbial, ya que en el nacimiento de ésta subyace un acontecimiento que se hizo famoso o un personaje al que se le atribuye. De toda la variedad de términos utilizados por los diferentes autores, de forma más o menos acertada, como sinónimos de refrán, nosotros sólo aceptamos como tales los vocablos proverbio y paremia como posibles sustitutos, a pesar de que incluso al lema proverbio se le puede dotar de poseer un carácter menos vulgar que el refrán –lo que a veces es difícil de apreciar– y a la voz paremia se le puede atribuir una naturaleza genérica, es decir, la función de archilexema que engloba a todos los miembros de la familia proverbial. En ningún caso consideramos, a pesar de la creencia y la confusión generalizada existente no sólo entre los usuarios habituales de una lengua –probablemente debido a la apariencia sinónima de los lemas–, sino incluso entre los paremiólogos, que se deba confundir el proverbio con la frase proverbial, ya que el primero de ellos, como sinónimo de refrán, responde a las mismas características morfosemánticas que éste y, por lo tanto, son las que lo diferencian sustancialmente de la frase proverbial. Finalmente, nos arriesgamos a dar nuestra propia definición de refrán al que consideramos un enunciado autónomo, generalmente breve, genérico, sentencioso, de carácter popular, que presenta en sentido directo o alegórico un pensamiento que puede recoger diferentes connotaciones –consejos, experiencias, admoniciones, exhortaciones–, tendente al bimembrismo y a la rima y susceptible de cambios morfológicos, semánticos y léxicos. Porque en el fondo, la auténtica verdad que subyace es que el refrán, la expresión paremial vaya de boca en boca sin que se preocupe el pueblo de su autor, ni de su origen, sino de transmitirla de siglo en siglo hasta hacerla tradicional y conseguir que pertenezca efectivamente a un colectivo cultural.
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Usos fraseológicos en el Diccionario de Terreros y Pando
MARIANO FRANCO FIGUEROA Universidad de Cádiz
1. INTRODUCCIÓN Muchos han sido los estudios que en los últimos años se han interesado por esta obra lexicográfica del siglo XVIII, con aportaciones generales y parciales que han subrayado la ingente labor del jesuita,1 representante señero de la lexicografía no académica. La determinación explícita de formar un diccionario de las artes y de las ciencias, con valor universal, no oculta la realidad del proyecto lexicográfico, inserto en el contexto lingüístico del siglo XVIII, que ofrece un diccionario general de lengua al que se le han sumado términos técnicos y científicos.2 A pesar del propósito de excluir del repertorio los varios idiomas de los que se compone nuestra lengua («cultilatino», «picaresca», «jerigonza o jerga jitanesca», «lengua bárbara», «provincial», «poético», y el que «usaron nuestros mayores»), para centrarse en el «castellano», Terreros da entrada a expresiones latinas, a voces germanescas, a gitanismos, términos dialectales peninsulares y americanos, a palabras con sentidos metafóricos y poéticos y a otras anticuadas.3 1
Véanse Alvar Ezquerra (1987 y 1993) y Álvarez de Miranda (1992). Alvar Ezquerra (1987: XII-XV) ofrece una apreciación general acerca de las disciplinas presentes en esta supuesta enciclopedia científica y de sus términos específicos. 3 Estas entradas han sido justificadas en el prólogo por su inclusión en otras obras lexicográficas de reconocida difusión y prestigio, incluyendo la labor de la Academia como fuente esencial. Las citas que siguen corroboran tales incorporaciones: «La tercera especie que se puede considerar en nuestro idioma es el lenguaje á que llaman jerigonza ó jerga jitanesca, particular de esta jente perdida, y que tiene no poca conexión con el precedente; pero que con todo eso ha merecido el desvelo de algunos sabios que nos enriquecen con la explicación de sus términos» (Pról., III); «No es menester pasar á las Indias, en las cuales, omitidos sus innumerables idiomas nativos en que casi se diferencian por lugares ó por mui pequeños distritos, dan en casi en cada Reino y Provincia diverso nombre á un mismo objeto» (Pról., IV). 2
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Un diccionario centrado en el denominado lenguaje castellano, que «fuese absolutamente universal», le lleva a decidir metodológicamente no «incluir en esta universalidad ni las voces anticuadas, ni los adajios, frases y alusiones peregrinas ó extraordinarias en nuestro lenguaje» (Pról., XI). El jesuita muestra la dificultad de una traducción literal entre las diferentes lenguas,4 con especial atención a la fraseología: «Prescindiendo también de los adajios y de la muchedumbre de delicadísimas alusiones en nuestra lengua, á que ciertamente apénas se halla correspondencia en lengua alguna de las extrañas» (Pról., VI). Confiesa que «no podemos tampoco llenar la significación de una voz extraña sin una explicación bien larga», porque no hay «equivalencia simple á nuestras alusiones y adajios» (Pról., IX). Así, ejemplifica la diversidad lingüística con frases que muestran no sólo la falta de equivalencia, sino también la distancia que existe entre lo material de las palabras que las componen y su sentido:5 «echar á alguno el gato á las barbas, por exponerle ó dejarle en algún riesgo ó trabajo, y el adajio ó frase correspondiente Francesa no es arrojar ó echar el gato á las barbas, sino a las piernas, jetter aux jambes, y decir a las barbas sería error. Dícese también en castellano: más ven quatro ojos que dos, y en Francia: más ven dos que uno» (Pról., X). Pero, de hecho, incorpora usos idiomáticos, con más prolijidad de la anunciada,6 justificados por el valor universal. Una muestra de las unidades fraseológicas,7 dentro de la parte castellana del diccionario, permite deslindar los enunciados fijos, las locuciones y localizar las denominadas colocaciones, y el modo en el que se lematizan en esta obra lexicográfica de pretensión bilingüe y universalista.
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Las advertencias no sólo aparecen en el prólogo, sino que se repiten en algunos de los artículos, como en el refrán al hijo de tu vecino, métele en casa, y dale vestido, en el que se dice «Sejourn. y otros Diccionarios Franceses, etc., traducen estos adajios, y los demás del Castellano, comúnmente como suenan; pero se debe atender al sentido y no a la corteza de las voces, que suele ser mui diversa, y en nuestro idioma está admitido, y determinado, lo cual no se halla en las voces que sustituyen los estranjeros; y así se ven en muchas traducciones, que han hecho, notables desvaríos». 5 Ridiculiza la traducción francesa del pasaje cervantino en el que se recoge la frase tomó las de villadiego, que «en nuestro modo de hablar quiere decir que solo que huyó, se ausentó ó escapó, el Traductor Francés puso que tomó el camino de Santiago de Galicia, versión tan ridícula y fuera del caso que no es dable desvarío ni descamino mayor» (Pról., X), y aconseja, en tales casos, hacer una traducción ajustada al sentido de la frase. 6 Reconocido el valor de norma y emulación con que cita al diccionario de la Academia en el prólogo, sigue el criterio de introducir los adagios, «que son pequeños Evangelios por la verdad ó moralidad que encierran, ó que se han de reverenciar como á los Ancianos por ser por lo común de un lenguaje mui antiguo, pasados de padres á hijos, y aprobados con la experiencia», pero justifica, a mismo tiempo, la ausencia de muchos: «se han omitido otros, ó por ser mui fáciles de entender [...] ó por ser fríos y ridí culos, ó tan obvios que cualquiera de mediano entendimiento los podrá entender» (Pról., XXXII). 7 Por razón de espacio, sólo se ofrecen algunos ejemplos, aunque se han revisado los tres tomos correspondientes a la parte castellana, con cerca de mil refranes y casi el doble de locuciones, además de cientos de esquemas oracionales con posibles rasgos de selección léxica.
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2. TRATAMIENTO DE LA FRASEOLOGÍA PAREMIOLÓGICA En la fraseología paremiológica,8 los registros se incorporan al diccionario como unidades léxicas independientes, justificadas por la utilidad general de buscar por el abecedario castellano o por el de las otras lenguas (francesa, latina e italiana). Esto facilita, por una parte, la búsqueda, al registrarse en diferentes entradas por las palabras plenas, y, por otra, el análisis de las variantes internas que contienen. Así, por ejemplo, el refrán a palabras locas, orejas sordas, se registra en tres entradas, con una variante, s. v. palabra, ‘ó a preguntas necias’. Terreros mantiene el contenido informativo con cambios en la redacción: a perro viejo no hai tus tus, con tres entradas que dicen ‘refrán que enseña que a la persona experimentada y cauta no se la engaña ni enlaza fácilmente’, ‘refrán que enseña que la experiencia libra de muchos engaños’, y ‘refrán que denota que no es fácil engañar al que es experimentado’. En dos entradas de a cuero ajeno, correa larga, la información es ‘adajio que satiriza la liberalidad de lo que es ajeno’ y ‘frase que declara que gastar lo ajeno no se siente’, en una tercera, de cuero ajeno, correas largas, sólo se dice ‘prodigar lo ajeno’. Las variantes internas las señala en multitud de ejemplos: á asno tonto/modorro, arriero loco, otros dicen á asno/macho lerdo, harriero loco; aún falta el rabo/la cola por desollar; de atrás/de casta le viene al galgo ser rabilargo, etc.9 Cambio gramatical y léxico aparece en díjole la sartén a la caldera, tirte allá, acri-negra/díjole la sartén al cazo, quítate allá, que me tizna. La variante léxica va más allá del recurso sinonímico y muestra adiciones y supresiones: á mujer con barba, de lejos, y a pedradas saludarla/a vieja barbuda de lejos la saluda;10 las paredes oyen, tienen ojos; busca cinco pies al gato, y él tiene cuatro/buscar cinco pies al gato. Cambios y alteración del orden de la frase, se observan en dio Dios habas á quien no tiene quijadas/Dios da habas á quien no tiene quijadas; encontrar ó dar Sancho con su rocín/Hallado ha Sancho su rocín.
8 Seguimos la clasificación general expuesta en Corpas Pastor (1996), en la que los enunciados fraseológicos engloban a los refranes, las citas, los enunciados específicos y las fórmulas rutinarias. 9 Véanse: la mujer y la sardina, de rostro en el fuego/los rostros en la ceniza; derramador/ desperdiciador de la harina y recojedor de la ceniza; pelitos a la mar/ echar pelillos a la mar; harrieros ó harrieritos somos, y nos encontraremos; en para cada puerco hai su san Martín/ á cada puerco le llega su san Martín, en quien bien tiene, y mal escoje, por mal que le venga, no se enoje/ quien bien tiene, y mal desea, en la galea vaya, y vuelva, o en vieja escarmentada, rezagada pasa el agua/ vieja escarmentada, pasó el vado arrezagada. 10 El jesuita se ampara en cita de autores para evitar sentidos ofensivos para las mujeres cuando en el primer caso dice textualmente «Juan bautista Porta trahe este refrán, dando malas señas de la mujeres que tienen barbas; pero no va mui fundado», en tanto que para el segundo mantiene la información de ‘refrán que enseña que á las mujeres que faltan á la condición de su naturaleza y sexo se las trate con reserva’.
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Aunque el diccionario académico es la fuente básica de sus refranes, con la copia literal (daca el gallo, toma el gallo, quedan las plumas en la mano; quien fue a Sevilla, perdió su silla), aparecen cambios: del agua mansa te libre Dios/de agua mansa me libre Dios; ea, sus tragó el avestruz ‘refrán que reprehende a los hipócritas’, que Autoridades cita ea sus, y traga el avestruz, dando por expresión interjectiva la voz sus; a veces se registra además otra alterada,11 a más priessa más vagar/a gran priesa, gran vagar; viejo está el alcacer para hacer zampoñas frente al académico ya está duro el alcacer para hacer zampoñas, o duro es ya el alcacel para çampoñas, de Covarrubias. También omite citas de la Academia: despacio estaba la zorra, y daba la teta al asno; al revés me vestí, y ándese assí; asno lerdo, tú dirás lo tuyo y lo ajeno; asno de Arcadia lleno de oro, y come paja; cuando menos se piensa, salta la liebre, etc.12 Mayores se muestran los cambios con el Tesoro lexicográfico de Covarrubias, del que se habla como repertorio consultado en el prólogo (IX), aunque no siempre los registra.13 Si la copia resulta evidente en a buen bocado, buen grito; a Dios rogando, y con el mazo dando; a la vejez, aladares de pez, a moro muerto gran lanzada; a otro perro con ese hueso; de rabo de puerco, nunca buen virote, etc., se revelan, además de cambios gráficos (oveja que bala/vala, bocado pierde –en los ejemplos, el registro segundo es de Covarrubias–, quien su carro unta/iunta, sus bueyes/bueies ayuda/ aiuda), diferente orden de palabras, al hombre por la palabra y al buei por el cuerno/ al buei por el cuerno y al hombre por la palabra. Hay casos de alteraciones gramaticales y cambios léxicos: quien bien quiere á Beltrán, bien quiere á su can/bien quiere su can; aún falta/está el rabo por desollar; cría cuervos y te sacarán los ojos/cría el cuervo y sacarte ha el ojo; ser como el sastre del Campillo, que ponía la aguja, y el ovillo/el sastre del Campillo o del Cantillo, que ponía de su casa el hilo;14 perro ladrador, poco mordedor/ caçador;15 del dicho al hecho, hai gran trecho/ al fato ay
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Autoridades registra díxole el cazo a la sartén, quítate allá, no me tiznes, y dixo la sartén a la caldera, tirte allá cal negra, Covarrubias, dixo la sartén a la caldera: quítate allá, negra, y Terreros, díjole la sartén á la caldera, tirte allá acri-negra y díjole la sartén al cazo, quítate allá, que me tiznas. 12 A veces se constata el repertorio académico en el artículo, como en la ocasión hace al ladrón, que se explica con el refrán en el arca o casa abierta, el justo peca, que registra Autoridades, pero que no recoge Terreros como lema. 13 Por ejemplificar, el buei cuando se cansa, firme sienta la pata, si quieres que te siga el can, dale pan, no aparecen en Terreros. 14 Iribarren (1996: 164) ofrece información acerca de la variante cantillo ‘esquina’, ‘pueblo’ o Campillo ‘población’. 15 Terreros registra la variante gato maullador, poco cazador.
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gran rato; el can/perro con rabia, á su amo traba/muerde, etc.16 También se observan adiciones: á esotra puerta, que esta no se abre/á essotra puerta. Prefiere el término refrán para la definición metalingüística, aunque usa también sus sinónimos: adajio en amor ciega razón; frase castellana en a mal dar, tomar tabaco; frase familiar en a secas, y sin llover; frase común para todo el mundo es país; como modo de hablar se cataloga de aquí a cien años, todos seremos calvos; locución o frase caracteriza al refrán ládreme el perro, y no me muerda; especie de proverbio define a si quieres paz, haz guerra, etc.17 Sin embargo, la definición de frase, modo de hablar o expresión suele emplearse para las unidades incluidas en las fórmulas rutinarias o de interacción social: ahí, que la juega un zurdo; a Dios te la depare buena; ajo, taita; allá se las campaneen; ande la moza; bueno va el óleo; ciertos son los toros; el se dará a conocer; toma, si purga; una, y no más; una, y buena; vaya usted a escaparrar; vaya, vaya de hai. En muchos casos repite un refrán como explicación de otro: el ojo del amo engorda el caballo, en una de las dos entradas remite a sol puesto, obrero suelto, y en esta indica ‘coincide con el otro el ojo del amo engorda el caballo’; topó el bretón con su compañón, ‘coincide con el que dice dio con la horma de su zapato, ó con el otro para en uno son entrambos’; quien quiere peces, el rabo se remoja ‘no se cojen truchas á bragas enjutas’.18 Otras veces, el refrán se recoge sólo dentro del artículo: a gran priesa, gran vagar ‘vísteme despacio que estoi de priesa’.19
16 Véanse: al/ á asno muerto, la cebada/ cevada al rabo; á perro viejo, no hai/ nunca tus tus, aunque, s. v. viejo, Covarrubias registra también cuz cuz; á do/ donde pensáis que hai/ ai tocinos, no hai/ ai estacas; donde/ á do no está su dueño, está su duelo; el juego de la corredera/ corregüela, cátala dentro, y cátala fuera; lo que ojos no ven, corazón no quiebra/ ojos que no ven, corazón no quebrantan; á mi padre llaman hogaza, y yo me muero de hambre/ y yo muero de hambre. 17 A veces, no ofrece caracterización alguna: llover sobre mojado; de cuero ajeno, correas largas. 18 Véanse: encontrar ó dar Sancho con su rocín ‘encontrar la horma de su zapato’; poner cuero y correas, ‘ó ser como el sastre del Campillo, que ponía aguja, y ovillo’, ser como el sastre del Campillo, ‘poner cuero y correas’; el perro flaco todo es pulga ‘á navío roto, etc.’; á buen bocado, buen grito ‘lo que mucho vale, mucho cuesta’; cállate y callemos, que sendas nos tenemos ‘coincide con el otro, de que el que tiene tejado de vidrio, no tira piedras al del vecino, y con el que dice: no hai en el mundo quien no tenga lunar, y defectos que le callen, y hagan callar’; parir los montes y nacer un ridículo ratón ‘mucho ruido y pocas nueces’; a Dios, que esquilan, ‘á Dios, que inflan, y nos obligan á marchar’; la suerte está echada ‘el dado está tirado’, el dado está tirado ‘la suerte está echada’; no deis por Dios al que tiene más que vos ‘ríese el diablo cuando el hambriento da al harto’. 19 Aparecen en la misma entrada de los enemigos los menos, para enemigo cualquiera basta; hombre prevenido, medio combatido, hombre prevenido vale por dos; la ocasión hace al ladrón ‘en el arca o casa abierta, el justo peca’; di tu secreto á tu amigo, y serás siempre su cautivo ‘mi secreto para mí; ó que coincide con otro dicho, que propagar un secreto, deja deudor al que estaba libre, y sin débito’; dio Dios habas á quien no tiene quijadas, ‘Dios da mocos á quien no tiene pañuelo’; s. v. destajar, se dice ‘de esta significación se toma el adajio, quien destaja, no baraja’; salir un río de madre ‘cuando la cólera sale de madre, no tiene la ira padre’.
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Muchos de los enunciados fraseológicos recogidos –cerca de mil–, son citas, estrechamente relacionadas con hechos y anécdotas.20 Suelen destacar aquellos que contienen topónimos o antropónimos popularizados, algunos como referentes rítmicos de la frase: a los pollos de Marta, piden pan y danles agua; bien canta Marta, después de harta; tan bueno es Pedro, como su amo; el habar de Cabra se secó lloviendo; quien lengua ha, a Roma va; todos somos hijos de Adán; en Castilla, el caballo lleva la silla; enero y febrero comen más que Madrid y Toledo; hasta el valle de Josafaf; mi hija hermosa, el lunes a Toro, y el martes a Zamora; mundo mundillo, nacer en Granada y morir en Bustillo.21 La artificiosidad22 y el carácter tradicional de la fraseología se confirman.23 Así, resultan arcaicos el mantenimiento de la f- inicial: que quiera te faré, mas casa con dos puertas no te guardaré; faré, faré, más vale un toma, que dos te daré; antes que te cases, cata lo que faces, que no es nudo, que así desates; al mal fecho, ruego y pecho; fíceme albardán y comime el pan; a fijo ajeno, mételo por la manga, y saldrá al seno; hadas malas me ficieron negra, que yo blanca era; hijo eres, padre serás, cual ficieres tal habrás; el grupo consonántico en cobdicia mala, saco rompe; el futu-
20 No siempre son deducibles las explicaciones históricas: al enemigo que huye, la puente de plata; vísteme despacio que estoi de priesa; manos blancas no ofenden, pero duelen. Iribarren ofrece una referencia histórica de los personajes involucrados en estas citas, el Gran Capitán, Fernando VII, anónimo, respectivamente (1996: 304, 243 y 238). 21 Marta la piadosa, que mascaba el vino a los dolientes; acertádole ha Pedro a la cogujada, que el rabo lleva tuerto; todo es menester, cuanto Marta hila y Pedro devana; caldo a los de Orgaz; el herrero de Arganda, el se lo fuella y él se lo macha; casó Pedro, casó mal y con tres tierras de mestal, que Autoridades, s. v. mestal, explica «Tenía tres tierras y estas eran de mestal, que dice el Comendador ser como valle, donde no nace otra cosa sino retama y escobas»; el ruin de Roma, al nombrarle, luego asoma; encontrar/dar Sancho con su rocín; horro Mahoma, y diez años por servir; jabón de palo, o de Palencia; la galga de Lucas, que se durmió al seguir la liebre; llueva ó no llueva, pan hai en Orihuela; los canes/perros de Zorita, pocos y mal avenidos; no se ganó Zamora en una hora; quien fue á Sevilla, perdió su silla; quien ruin en su villa, ruin será en Sevilla; ni rei ni Roque; no lo dijera Pateta, no lo hiciera Pateta; no lo entenderá Galván; ó César ó nada; ó todo á Flandes, o todo a fondo; ojo al Cristo, que es de plata; a cada puerco le llega su san Martín; preguntadlo a Muñoz, que miente más que yo; quien bien quiere a Beltrán, bien quiere a su can; san Juan es venido, mal haya quien quien bien nos hizo; si bien, Ibáñez; si no, pero, como antes; vaya usted a Jetulia. 22 Véase el juego de homófonos: al mal huso, quebrarle la huaca ‘refrán que, además de lo literal de deshacerse de un huso malo; no obstante el diverso modo de escribir huso, instrumento, y uso, moda, ó costumbre, puede tener el equívoco de romper con un uso, ó costumbre mala’, con otras dos entradas: al mal uso, quebrarle la pierna/huaca. 23 Basta ver el uso del futuro de subjuntivo, hoy obsoleto: a la mujer y a la picaza, lo que oyeres en la plaza; de la mujer y el queso, aquel será más sabio que tomare menos; donde quiera que fueres, haz como vieres; dure lo que durare como cuchara de pan; cuando la barba de tu vecino vieres pelar, echa la tuya a remojar; cuando te dieren la vaquilla, acude con la soguilla. O el mantenimiento del infinitivo asimilado: a mujer brava, dalle soga larga.
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ro analítico en muéstrame tu mujer, decirte he qué marido tien; el uso léxico de galduda (sardina que el gato lleba, galdudava), de forado (con ajena mano, saca la culebra del forado), de galea (quien bien tiene, y mal desea, en la galea vaya, y vuelva).24 En muchos casos estas reproducciones tienen voces latinas y préstamos de otras lenguas: día y victo; olla cave tizones, ha menester covertera, y la moza, do hai garzones, la madre sobre ella; morto jaz, que no rabeja, completamente en portugués. No faltan tampoco regionalismos: el herrero de Arganda, que él se lo fuella, y él se lo macha/ mazca.25 Terreros es consciente del uso y anota, en muchos casos, variantes y diferencias de registros: de aquellos ó de estos polvos vienen estos lodos; encontrar ó dar Sancho con su rocín; ni sábado sin sol, ni moza sin amor, ‘y otros ni vieja sin arrebol’; en casa del herrero, cuchillo mangorrero, ‘o según otros peor apero, ó comúnmente cuchillo de palo’; díjole la sartén al cazo, quítate allá, que me tiznas ‘algunos ponen al contrario, dijo el cazo a la sartén [...] pero lo regular es que la sartén esté más negra, y así viene mejor el adajio, y así se oye también comúnmente’; á río revuelto, ganancia de pescadores ‘otros dicen á río vuelto’; á falta ó mengua de pan, buenas son tortas; al cabo de los años mil, vuelven las aguas a su cubil, ‘ó como dicen otros, vuelven por donde solían ir’; más vale miz que zape ‘modo vulgar que denota que es mejor el halago que el desprecio’; cuca de aquí ‘frase vulgar’; con hombre interesal, no pongas tu caudal ‘refrán antiguo’; hueso que te queda en parte, róelo con sotil arte ‘refrán antiguo’, casó Pedro, y casó mal y con tres tierras de mestal, ‘refrán antiguo’, a secas y sin llover ‘frase familiar que vale lo mismo que sin preparación’; a gran seca, gran mojada ‘refrán que usan los labradores’.
3. TRATAMIENTO DE LAS LOCUCIONES Las locuciones son las construcciones fraseológicas más abundantes en la obra, con registros en diferentes entradas, como sin ton ni son; en un abrir y cerrar de ojos. A veces, omite las que recoge Autoridades, como a buena hora, que estaría en la génesis del refrán a buenas horas mangas verdes. Algunas de ellas, no obstante, aparecen dentro del artículo lexicográfico, como en lirondo, donde se indica ‘dícese comúnmente mondo y lirondo’ o se deducen de una entrada oracional, escapar en una
24 Denotan unos usos anticuados: hoy venido, y cras garrido, con el antiguo latinismo; vaste feria, y yo sin capa; haz mal, y guarte; no deis por Dios al que tiene más que vos; yo a vos por honrar, y vos a mí por encornudar. 25 Autoridades refiere el uso de machar ‘machacar’ a Galicia, y la presencia de follar ‘soplar’ indica también adscripción norteña.
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tabla ‘además de [...] salir de un peligro del mar, [...] se dice por salir de ellas como por milagro’, a la que Autoridades añade salvarse en una tabla, que origina tabla de salvación. También se observan reducciones y adiciones en las entradas diferentes: quedarse para tía por hacerse de rogar, y quedarse para tía; o en tomar las calzas de Villadiego y tomar las de Villadiego. Se encuentran representadas las diferentes clases de locuciones. Así, nominales, lágrimas de crocodilo, dar el santo y contraseña, que tendría cierto grado de restricción sintáctica, tira y afloja, verbales, meter las cabras en el corral ó meterle a alguno las cabras en el corral, cortar faldas, poner como un trapo, andarse á picos pardos, armar á alguno de punta en blanco, que da lugar a la adjetiva armado de punta en blanco, adverbiales, a ojo de buen cubero, poco á poco, poquito á poquito, adjetivas, como oro en paño, como un trapo detrás y otro delante, fino como un coral, etc. Las locuciones, como antes los refranes, se explican profusamente con otras: erre que erre ‘quedarse en sus trece’; faz a faz ‘cara á cara’; facha á facha ‘cara á cara’; más acá ‘más hacia acá’; esto es del tiempo del harpa ‘del tiempo de Maricastaña, del rey Wamba, del rey que rabió’, con reducción del tiempo del arpa; de cuerpo presente ‘lo mismo que difunto expuesto’; á trompa talega, ó á trompa y talega; á pie enjuto/á pie quedo; estar ó ser de recibo; estar ó andar en piernas. También se acogen variantes léxicas y gramaticales: mamarse ó chuparse el dedo; no nombrar ó mentar la soga en casa del ahorcado; más antiguo ó viejo que la sarna; no quedar títere con cara ó con cabeza; el popular dar gato por liebre aparece con vender (Autoridades), vender ó dar gato por libre; pasar, ‘y antiguamente’, sofrir cochura por hermosura; como perro con vejiga, con cencerro, ó con maza; ras con ras, ó ras en ras; por señas, por más señas; la locución dares y tomares se explica con andar en dares y tomares, tener dares y tomares; á empellones/empujones; á prima faz/facie; hacer el mondieu. El sentido arcaico actual de a salga lo que saliere, se aprecia en a pocas, ‘anticuado’, contino, de contino ‘voces jocosas y anticuadas’. Observamos asimismo los registros: en pinganitos ‘palabra vulgar, lo mismo que en elevación’; ensanchar el cuajo ‘frase vulgar, se dice cuando los niños lloran mucho’; de gratis ‘vulgarmente lo mismo que de valde’; hablar a tontas y a locas ‘en castellano y en francés es voz familiar y baja’; ahí, ahí esta el punto ‘es locución, que está en uso’. El lenguaje específico se señala en a plomo ‘Arquitectura’, tomar tierra, andar a corso, ir a todo trapo, con la especificación ‘Marina’; año y vez ‘frase de labradores’. Alusivos a citas y anécdotas, como explica Iribarren (1996: 116 y 96), son andar el diablo en Cantillana, ó suelto, y tomar las de Villadiego. También se registran antropónimos: hacer la gata ensogada, ó la gata de Mari Ramos, ó de Juan Ramos; estar en los espinos de Santa Lucía; tomar lías y Juan danzante; viñas y viñas, y Juan danzante; andar de Herodes á Pilatos; más conocido que la Ruda.
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COMBINACIONES COLOCACIONALES
Terreros conoce las posibles combinaciones de los términos y su funcionalidad contextual. Después de registrar diferentes acepciones, caerse de miedo, de susto, de risa, de vergüenza, caerse de sueño, caerse la sopa en la miel, caerse redondo, etc., en caérsele la casa a cuestas, dice «el verbo caér se usa asimismo en multitud de otras frases [...] por razón de las voces con que se juntan, declaran sus significados». Se interesa, entonces, no sólo por los usos fraseológicos, sino también por la restricción sintagmática que algunas conllevan, de ahí los continuos esquemas oracionales,26 es decir, remite a las combinaciones colocacionales. Estas combinaciones preferentes, que forman clichés léxicos con restricciones graduales,27 también aparecen en el diccionario. En la frase rutinaria tarde piache, Autoridades explicitaba que sólo podía relacionarse la voz piache con el término tarde. La misma coaparición se deduce de lesa majestad, s. v. lesa, «se dice en castellano en este modo de hablar Lesa-Majestad, delito de lesa-Majestad, por un delito cometido contra la persona del Rei, etc. y quiere decir Majestad ofendida» (el DEA también ofrece la locución con el contorno crimen o delito). La expresión de estas solidaridades entre la base y su colocativo suele aparecer en los diccionarios dentro del artículo, en el contorno (Seco 1979), con expresiones como «dícese de», «aplícase a», «referido especialmente a», generalmente en la entrada del colocativo, en el que se ha seleccionado una acepción especial, abstracta o figurada, determinada por la base, que presenta la autonomía semántica.28 Existe se-
26 Véanse: llevar a alguno por la barba; echar a alguno el gato a las barbas; cuadrarle a uno bien un vestido; no decir esta boca es mía, que el DEA señala con el uso frecuente de la negación. 27 El grado de motivación léxica justifica las denominaciones de combinaciones probables, usuales, restringidas, y provoca la disparidad de criterios definidores, porque, «a pesar de las distinciones señaladas, no siempre resulta fácil determinar si una construcción es una colocación o un sintagma de los llamados ‘libres’» (García-Page 2001: 92 y 94). No todos aceptan este concepto como parte de la fraseología. Así, Bosque (2001), apoyado en los criterios de selección léxica o el de solidaridad, en sentido coseriano, aboga por la defensa de una interpretación como casos particulares de predicados (ya verbales, adjetivales, adverbiales o preposicionales) que seleccionan a sus argumentos. Las unidades seleccionadas no son piezas léxicas aisladas, sino clases léxicas de mayor o menor intensión. Es decir, la colocación no se apoya tanto en la compatibilidad cuanto en la frecuencia y la preferencia, aunque recuerda que «la ‘frecuencia elevada’ de una construcción puede responder a factores tan diferentes (lingüísticos o no lingüísticos) que en sí misma no constituye un criterio definidor fiable. En cuanto a la preferencia, es muy posible –como vemos– que constituya el reflejo de tendencias, elecciones o hábitos cuya manifestación dista mucho de ser un rasgo exclusivamente lingüístico» (2001: 31). 28 Aunque los lexicógrafos difieren acerca del lugar en que se deben presentar las colocaciones, en el contorno de la base o en el del colocativo, muchos diccionarios, entre ellos el académico, eligen la entrada de la base y remiten a ella en la información dada en el colocativo (véase la expresión café solo, por ejemplo).
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lección léxica cuando, s. v. contante, informa del contorno lexicográfico, ‘dícese del dinero efectivo’ (el mismo que cita Autoridades, dinero contante, ú de contado, y el DEA), y añade la entrada siguiente pagar en dinero contante, que constituye una colocación compleja o modismo restringido (Koike 2001: 55). No se recogen, sin embargo, las locuciones echar en saco roto, el pro y el contra, con sus posibles bases consejo, sopesar, con lo que la elección restrictiva se presupone no frecuente, como revela el esquema oracional de una de estas: echar una cosa en saco roto. En la entrada a quema ropa se anota ‘se dice cuando se dispara alguna arma de fuego inmediata á aquel á quien se tira’, y se registran también tirar á quema ropa ‘con una arma de fuego’, tirar un pistoletazo á quema-ropa. Cuando cita hambre canina, comenta «del mismo modo se dice rabia canina, furia canina». La frase estar templada la guitarra muestra asimismo la selección, además de la locución que forma para referirse ‘al que está alegre’. La restricción léxica se percibe en multitud de casos29 y se constata en la combinatoria de algunos verbos con un sustantivo cuando se indica, por ejemplo, al terminar las entradas referidas al verbo andar, andar a vulto, a tientas, a ciegas, descaminado: ‘V. En sus lugares, como también otras voces con que se junta el verbo andar, y que determinan su significación’. La información del artículo precisa la restricción combinatoria: aullar ‘dar aullidos [...] como los perros, lechuzas, lobos [...]’, balar ‘dar balidos como lo hacen las ovejas’, bramar ‘voz del ganado vacuno’, cacarear ‘voz ó ruido que meten las gallinas’, croar ‘cantar la rana’, maullar o mayar ‘dar su voz el gato’, ladrar ‘dar su voz el perro’, relinchar ‘dar relinchos el caballo’, mujido ‘voz del buei, toro’, rebuzno ‘la voz del borrico’, palpitar ‘moverse el pulso ajitado por el movimiento del corazón’, zarpar ‘en la marina, es lo mismo que levar, ó levantar el ancla con que está dado fondo el navío’, enjambre ‘muchedumbre de abejas’, ovillo ‘pelota ó globo de hilo’, pastillas ‘hai asimismo pastillas de rosa, de naranja, de grosella, de canela, de violeta, de limón, de chocolate’, afilar ‘sacar el filo a un cuchillo’, etc. Esta misma posibilidad combinatoria30 se observa en la colocación compleja31 poner de vuelta y media, que remite a los verbos ‘tratar, maltratar, castigar, improperar’ y en la locución de par en par, que se refiere a sus posibilidades
29 Así, s. v. bruñido, indica que ‘el término de bruñir, etc., es casi común en todas las artes de encuadernar, labrar metales, y oras materias: como plata, oro, hierro, marfil, azabache, mármol, y toda piedra precisosa: el oro se bruñe con diente de pedernal [...]’; s. v. soplar, comenta: «se dice de la ajitación natural del ayre que se mueve», y s. v. apagar, comenta ‘dícese en orden á la luz, ó fuego que se extingue, ó ahoga’. Aunque no registra la expresión tostar el sol, sí recoge, s. v. tostar, la especificidad ‘se dice también del calor del sol, ú otro excesivo’. 30 No ocurre igual, sin embargo, cuando registra la expresión de cal y canto ‘mortero’, sin fijación idiomática alguna, o las locuciones a raja tabla, a toca teja, de sobra. 31 Son más abundantes con locuciones nominales y verbales (Corpas Pastor 1996: 118).
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combinatorias ‘se dice del corazón, o de una ventana, o puerta, etc. del todo abierta’. Las locuciones de puntillas y de carretilla, aparecen con estas entradas, y en las colocaciones complejas andar ó venir etc. de puntillas y saber de carretilla, que el DEA refiere al uso con ‘decir, recitar o saber’. Las colocaciones son manifiestas en las entradas llover a cántaros, llover chuzos, á chuzos (que revelan la doble construcción, simple y compleja, y que se registran en la entrada del sustantivo),32 caminar con pies de plomo, andar a paso de tortuga, defender á capa y espada (con la repetición del verbo en su definición, s. v. espada, ‘frase que equivale á defender de todos modos, con todas las fuerzas’), trabajar a destajo, poner en limpio, sacar en limpio.33 En la entrada dormir a pierna suelta, tendida, aparece la colocación compleja y se explicita la relación entre el verbo y el sustantivo base de la locución como un lirón, cuando se dice ‘a sueño suelto, como una piedra, como un lirón, etc. dormir sin cuidado, profundamente, mucho’. También se comprueba el carácter intensificador en dormir como un cepejón ‘dormir mucho’. Determinadas colocaciones se regirán por el tipo de contexto, como las militares, pasar a cuchillo, arriar la bandera, arraizar la artillería, las marineras, levantar velas, abonanzar el tiempo, arrizar el ancla, botar un navío al agua, administrativas, protestar una letra de cambio (el DEA indica hacer el protesto ‘de una letra de cambio’), etc. A veces, como hemos visto en las paremias, se citan dentro del artículo y no aparecen en ninguna entrada: despuntar el día ‘empezar a rayar el alba’. En esta obra encontramos ejemplos de los distintos tipos estructurales aceptados y confirman el uso de determinados verbos más propensos a colocabilidad,34 como poner, con 112 entradas, tomar, con 108, dar, con 107, etc. De sustantivo sujeto + verbo: cortarse la leche; desbocarse un caballo; romper el día; rayar el día; despuntar el día; encapotarse el cielo. Verbo + sustantivo objeto: tomar el pulso, con dos significados ‘pulsar’, que denota la colocación, y ‘tantear’, que presume el sentido idiomático; correr peligro, s. v. correr, ‘amenazar algún riesgo’, junto con correr fortuna ‘peligrar’; dar fe; darse priesa; trabar amistad; descabezar el sueño; derra-
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La primera es recogida por Autoridades, como ‘frase vulgar con que se pondera y explica que llueve con mucha fuerza y abundancia’. 33 El DEA indica la relación con paso, con defender y con sacar, respectivamente. 34 Son muchos los ejemplos de verbos con múltiples entradas, la mayoría en construcciones fraseológicas, que demuestran el conocimiento acerca del uso de la palabra y de su combinatoria, como en la voz dejar, de la que se recogen 32 artículos y en el último se indica que «se junta con otros muchos nombres, y verbos, tomando su significación, v. g. dejar en paz, en guerra, dejarse llevar, dejarse amar, etc., así equivale a permitir, cooperar, etc.». Muchas de las entradas, sobre todo locuciones verbales, pueden considerarse colocaciones (vid. Penadés Martínez 2001), a tenor de la información lexicológica: quebrantar ‘violar una lei, tratado, fuero’, darse buena vida, dejar con la miel en los labios, dejar en el tintero, dejar con la palabra en la boca, dejar con un palmo de narices, etc.
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mar lágrimas, que también se percibe al explicar llorar ‘derramar lágrimas’ y en la construcción llorar lágrimas de sangre. Los esquemas oracionales, recogidos en las entradas del sustantivo, tomar á alguno la medida ‘medirle’, tomarle la medida ‘sondearle’ y tomar cada uno sus medidas ‘premeditar las circunstancias’ evidencian la diferencia entre la sintaxis libre del discurso, la idiomática o locucional y la colocación, respectivamente. Registra tocar un instrumento, tocar la flauta, tocar el tambor, confirmando el uso general de este verbo, pero también aduce batir el tambor ‘tocarle’, rasgar la guitarra. De adjetivo + sustantivo: caballo bayo, caballo pío, caballo alazán. De sustantivo + preposición + sustantivo: cabeza de ajos, ramillete de flores, aunque añade el significado ‘se dice también en la moral por algún libro en que se recojen, ó juntan algunos pensamientos, ó afectos espirituales’, gajo de ubas, grano de trigo, tajada de melón, tajada de sandía, diente de ajo, sarta de perlas, copo de nieve, manada de vacas/toros/yeguas/cerdos/bestias silvestres/ganado, aunque también da entrada a manada de ganado mayor ‘como vacas, yeguas, etc.’. De verbo + adverbio no aparecen casos típicos, y los adverbios, herméticamente, fervientemente, elocuentemente, por ejemplo, se definen con la referencia ‘de un modo hermético’, ‘de un modo fervoroso’, ‘con elocuencia’, y habría que buscar en otras entradas para observar la coaparición léxica, como es el caso de sello hermético ‘se dice del modo de cerrar herméticamente’, o de elocuencia ‘arte de bien decir, ó de bien hablar’. No obstante, podemos considerar válidos la adverbialización jugar limpio, hablar paso, hablar gordo.
5. CONCLUSIONES De esta somera revisión, por razones lógicas de espacio, podemos deducir que los registros fraseológicos reflejan el interés de Terreros por mostrar el uso general de la expresión, con la introducción de las modificaciones que considera precisas para su entendimiento. La pretensión universalista de su obra justifica las reiteradas lematizaciones de las frases y las adiciones y omisiones con respecto a la base fundamental académica. Asimismo, las continuas entradas de esquemas oracionales confirman el objetivo de facilitar el aprendizaje de la construcción en el discurso, y es este método lexicográfico el que nos ha mostrado la estrecha relación entre las locuciones verbales y las colocaciones, con construcciones complejas de evidente restricción léxica.
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REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
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La definición lexicografía de las unidades fraseológicas: la aplicación de modelos formales
MARÍA ISABEL GONZÁLEZ AGUIAR Universidad de La Laguna
1. INTRODUCCIÓN El gran desarrollo de los estudios fraseológicos en los últimos años ha permitido no sólo precisar el concepto de unidad fraseológica (UF) sino también su clasificación, por lo que resulta razonable demandar que estos avances teóricos se vean reflejados en la tarea práctica de definir lexicográficamente este componente de la lengua. De hecho, en la última década han aparecido estudios que abordan problemas concretos de la descripción lexicográfica de este material (Tristá Pérez 1998, Wotjak 1998, Martínez Marín 2000, Castillo Carballo 2000, Déniz Hernández 2000, Ruiz Gurillo 2000), en los cuales se han planteado un conjunto de preocupaciones que ha hecho posible diferenciar una rama específica dentro de la lexicografía, la fraseografía, cuyo objetivo central es abordar los problemas teóricos y prácticos que plantea la elaboración de diccionarios fraseológicos o de diccionarios que incluyan fraseología. La consolidación de los estudios fraseográficos ha subrayado la importancia de la coherencia y de la sistematicidad en cuestiones tales como la delimitación del material fraseológico (Pascual 1996, González Aguiar 2002-2003), la lematización de las UF (Bustos Plaza 2002), la marcación gramatical de estas combinaciones (Castillo Carballo 2001-2002) y, en especial, cómo aplicar los distintos modelos de definición en los fraseologismos (Martínez Marín 2000). La definición de las UF ha sido hasta el momento un aspecto apenas considerado en los distintos manuales de lexicografía, a pesar de que es una cuestión que merece ser objeto de análisis. Grosso modo, lo que hasta el momento se ha dicho al respecto es que debe respetarse, siempre que sea posible, la identidad categorial y semántica con la unidad definida para cumplir la prueba de la sustituibilidad (en palabras de Seco, «el banco de pruebas de la definición»).
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2. DISTINCIÓN ENTRE EL PRIMER Y EL SEGUNDO ENUNCIADO Con la finalidad de analizar los modelos definicionales que se utilizan al describir las UF, comenzaré con un análisis breve de cómo se materializa en los fraseologismos la distinción entre primer y segundo enunciado (en concreto, observaré el DRAE), para luego centrarme en la definición lexicográfica propiamente dicha. En la separación de los dos elementos que componen el artículo del diccionario, se parte de la división hecha por Seco (1987: 15-34) en su artículo «Problemas formales de la definición», en el que establece una distinción básica en torno a la información que sobre la palabra entrada contiene el artículo lexicográfico. Esta información se puede dividir en: a) La información como signo: en este caso hablamos de primer enunciado. b) La información como contenido: lo que llamamos segundo enunciado. El primer enunciado se caracteriza por la normalización en la presentación de los datos (aparecen en un lugar fijo en el artículo y con un sistema gráfico preestablecido), que fundamentalmente se corresponden con información acerca de la etimología, la categoría de la voz y el resto de información gramatical, las marcas sobre transiciones semánticas, las marcas diasistemáticas (temporales o diacrónicas, las marcas geográficas, las marcas diastráticas y diafásicas, que englobarían entre otras las marcas temáticas o terminológicas, las marcas connotativas como irónico o despectivo), etc. En el caso de las UF incluidas en el DRAE, el primer enunciado (lo subrayo en los ejemplos para diferenciarlo) se ajusta a las reglas fijadas para el léxico simple: a marchas forzadas. 1. loc. adv. Mil. Caminando en determinado tiempo más de lo que se acostumbra, o haciendo jornadas más largas que las regulares. U. t. en sent. fig. ver alguien las estrellas. 1. (Por la especie de lucecillas que parecen verse cuando se recibe un gran golpe). fr. coloq. Sentir un dolor muy fuerte y vivo.
Del segundo enunciado, esto es, de la definición propiamente dicha se afirma que no está ni puede estar regulada por los mismos criterios de normativización que el primer enunciado. De hecho, los problemas lexicográficos más importantes se plantean en torno a la elaboración de la parte del artículo lexicográfico que informa sobre el contenido de los signos lingüísticos (Alvar Ezquerra 1976: 50).
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3. PRINCIPIOS Y REQUISITOS PARA CONSTRUIR UNA BUENA DEFINICIÓN Casares (1950: 162) ya advirtió de esta dificultad al afirmar: «Una definición verdaderamente lograda puede encerrar tanta belleza intelectual –al fin y al cabo se trata de una ecuación– como la resolución elegante de un difícil problema matemático». No obstante, en la redacción de las definiciones las dificultades se aminoran a través de la aplicación de dos principios fundamentales, cuya misión es encauzar esta difícil labor: 1) La palabra entrada o definiendum y la definición o definiens deben ser equivalentes tanto en su contenido como en su forma, para poder así realizar la conmutación. A partir de esta regla general, se ha establecido que la definición debe ser sinónima de la palabra definida, con lo que debe mantener la identidad categorial, si bien la sinonimia pocas veces es absoluta (de ahí que algunos autores prefieran el término de sinónimos referenciales o cognitivos). 2) La definición debe proporcionar datos suficientes sobre el contenido, pero sin olvidar, cuando sea necesario, informar sobre las posibilidades combinatorias. También es valorada positivamente por la técnica lexicográfica la utilización de un lenguaje sencillo, general y comprensible para el consultante, con el objetivo de que la descripción sea lo más clara posible. Este principio, al menos en el diccionario académico, se conculca en repetidas ocasiones, debido probablemente a que no se ha llevado a cabo hasta el momento una revisión de las definiciones de las UF (tampoco del léxico simple).1 Ejemplos de definiciones cuyo lenguaje puede ser mejorado son las dos siguientes, las cuales se han cotejado con la descripción del diccionario de María Moliner: DRAE: machacar, majar, o martillar, en hierro frío.1. frs. coloqs. Dicho de la corrección y doctrina: Ser inútil cuando el natural es duro y mal dispuesto a recibirla. DUE: MACHACAR [O MARTILLEAR] EN HIERRO FRÍO. Esforzarse inútilmente por educar o corregir a una persona que no es susceptible de ser mejorada. DRAE: a eso voy, o vamos.1. exprs. U. por aquel a quien recuerdan algo de que debía hablar en la conversación o discurso, y de la cual parecía haberse olvidado o distraído. DUE: A ESO VOY [VAMOS, etc.]. Expresión con que alguien muestra la intención de *hablar de una cosa que otro le insinúa suponiendo que la ha olvidado.
1 En la presentación de la última edición la Academia afirma que ha trabajado «sin poner en tela de juicio el contenido de las definiciones», a pesar de la sospecha de que muchas «no se corresponden con la realidad actual».
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Asimismo, cuando se valora el contenido de las definiciones lexicográficas, se valora negativamente la subjetividad o falta de imparcialidad que presentan muchas de ellas. Los principios lexicográficos generales apuestan por el empleo de un lenguaje neutro y lógico, en el que no se reflejen los sentimientos ni las valoraciones de quien redacta la definición; en este sentido, el DRAE ha sido uno de los diccionarios más reprendidos por este defecto en su técnica lexicográfica.2 Muchas UF que verbalizan sentimientos o sensaciones (los subrayo en las definiciones) pueden ilustrar la falta de objetividad, falta que se comprueba sobre todo al comparar cómo una misma entrada es definida por los distintos diccionarios: DRAE: abrírsele a alguien las carnes.1. fr. coloq. Estremecerse de horror. DUE: ABRÍRSELE a alguien LAS CARNES (inf.; gralm. en 1ª pers.). Sentir angustia o compasión por algo, especialmente por el sufrimiento de otros. DFEM: abrírsele las carnes a alguien (inf.). Experimentar miedo o emoción muy fuertes: «Cuando vemos esos reportajes en la televisión sobre los niños africanos que se mueren de hambre, se nos abren las carnes».
Otra de las cuestiones problemáticas en la elaboración de las definiciones lingüísticas de un diccionario de lengua es la definición enciclopédica (Porto 2002: 277-281). De ella se dice que el lexicógrafo no debe usarla preferentemente, y que en todo caso el enciclopedismo es un defecto que en un diccionario de lengua se debe evitar no sólo en las voces simples sino también en las complejas (en especial en los compuestos sintagmáticos y en las locuciones sustantivas). Ilustran casos de enciclopedismo las siguientes entradas: estrella de mar.1. f. Animal marino del filo de los Equinodermos, con el cuerpo deprimido en forma de estrella, generalmente de cinco puntas o brazos. Posee un dermatoesqueleto formado por placas calcáreas y se alimenta de invertebrados. a las ollas de Miguel.1. loc. sust. Juego que los muchachos hacen formando una rueda, y dadas las manos, dicen una coplilla que empieza: A las ollas de Miguel, que están cargadas de miel; y acabada, va volviendo uno de ellos la espalda hacia dentro de la rueda, y en acabándose de volver todos, repiten la copla, dándose unos a otros con las nalgas, sin soltarse las manos.
2 Ante la frecuencia de estas críticas, la propia Academia encargó una revisión a partir de la edición de 1992 a personal colaborador, con el fin de proponer a los académicos soluciones para evitar cualquier indicio de subjetividad y cualquier posible huella de tendencias ideológicas (distinciones sexistas, actitudes racistas, discriminación religiosa, etc.). Las encargadas de este trabajo fueron M.ª Ángeles Calero, Esther Forgas y Eulalia Lledó.
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Aunque se podrían plantear más problemas fraseográficos de diferente tipo, en lo que sigue me ceñiré al análisis de los modelos definicionales que utiliza el diccionario académico en su descripción.
4. MODELOS DEFINICIONALES UTILIZADOS POR EL DRAE De acuerdo con lo que se expresa en las Advertencias del DRAE, «entre los muchos tipos de texto definitorio» destacan tres modelos: 1. La definición perifrástica. 2. La definición sinonímica. 3. La definición impropia o explicativa.3 Tal y como se matiza en las Advertencias de esta obra (p. XLIX), es frecuente que la unidad descrita no pueda ser analizada perifrástica ni sinonímicamente, situación en la que es ineludible acudir a la definición impropia. En estos casos afirma que «más que definir, contiene una explicación de la acepción de que se trata, en la que puede indicarse, entre otros aspectos, qué es, cómo se trata, para qué sirve y cómo se utiliza». La clasificación que sigue la técnica académica es similar a la taxonomía que adoptó Seco (1978) y Bosque (1982), autores que parten de la distinción establecida entre definiciones impropias y definiciones propias (instituida por primera vez por Rey-Debove 1967). La ordenación de modelos es la siguiente: A. Las definiciones propias se clasifican a su vez en: A.1. Hiperonímicas o perifrásticas: describen una unidad a través de un término que expresa un grado mayor de abarcabilidad semántica: pata de gallo. [...] 4. f. Arruga con surcos divergentes que con los años se forma en el ángulo externo de cada ojo. corto de medios.1. loc. adj. Escaso de caudal.
A.2. Sinonímicas: expresan la dificultad de parafrasear los usos descritos. No todas las voces poseen un contenido semántico que pueda verbalizarse por medio de la descomposición léxica: a flor de piel.1. loc. adj. Sensible, fácil, pronto. por lo mismo.1. loc. conjunt. causal. A causa de ello, por esta razón. 3
El DRAE ha intentado en la última edición minimizar al máximo los casos de definición impropia, intentando separar tipográficamente los dos enunciados.
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A.3. Relacionales: propias de adjetivos y adverbios, inciden en la relación de lo definido con otra palabra del enunciado. Sólo es aplicable al adjetivo y al adverbio (y por ello a las locuciones adjetivas y a las adverbiales). Pueden ser de transformador relativo o de transformador preposicional: de guante blanco.1. loc. adj. Que actúa de modo elegante y sin emplear la violencia. de poca monta.1. loc. adj. De poca importancia.
En el caso de las definiciones impropias, éstas se utilizan cuando hay que definir unidades que, por su propia naturaleza semántica, no pueden ser analizadas a través de los modelos presentados. Se trata de palabras, como las gramaticales, que no pueden ser definidas sino explicadas, y en el caso de la fraseología es la fórmula que se destina para describir las locuciones preposicionales, conjuntivas, interjectivas y, además, para los enunciados: buenos días.1. expr. U. como salutación familiar durante la mañana.
Expuestos los distintos modelos de definición, veamos la clasificación de las UF para observar qué modelo presenta cada una de ellas. Parto de la ordenación de las UF que expone Corpas Pastor (1996), en la que diferencia tres grandes tipos: colocaciones, locuciones y enunciados. 4.1. Colocaciones en el DRAE Las colocaciones son sintagmas generados libremente a partir de las reglas sintácticas del español, pero que a la vez contienen «cierto grado de restricción combinatoria determinada por el uso» (Koike 2001: 14 y Corpas Pastor 1996: 53). Muchos trabajos recientes han optado por incluir las colocaciones en el ámbito de la fraseología, como un tipo más de unidad fraseológica. A pesar de ello, en la descripción lexicográfica de los diccionarios generales del español las restricciones contextuales de carácter semántico se documentan de forma bastante irregular, y cuando lo hacen se incluyen como propiedades del léxico simple. En la figura 1, he registrado la clasificación que propone Corpas Pastor (1996) y la información que sobre estas combinaciones proporciona el diccionario académico. 4.2. Locuciones en el DRAE La tipología del DRAE se basa en la catalogación realizada por Casares (1950), quien definió a la locución como «combinación estable de dos o más términos, que funciona como elemento oracional y cuyo sentido unitario consabido no se justifica, sin más, como una suma del significado normal de los componentes». La clasificación más frecuente de las locuciones, dado que son elementos oracionales, sigue la tipología tradicional de las partes de la oración para las palabras simples.
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FIGURA 1. Colocaciones en el DRAE Categoría de la colocación Verbal
Sustantiva Sustantiva Verbal Adjetiva
Corpas Pastor (1996)
DRAE
Sust. (sujeto) + verbo correr un rumor Verbo + sust. (objeto) desempeñar un cargo Adj. + sust. relación estrecha Sust. + prep. + sust. tableta de chocolate Verbo + adv. fracasar estrepitosamente Adj. + adv. firmemente convencido
correr. [...]9. intr. Dicho de una noticia, un rumor, etc.: Circular, propalarse, difundirse. U. t. c. tr. desempeñar. [...]3. tr. Cumplir las obligaciones inherentes a una profesión, cargo u oficio; ejercerlos.
NO APARECEN
En la tabla de la figura 2 (vid. más abajo), al igual que hicimos con las colocaciones, hemos contrastado cómo son descritas lexicográficamente (en el diccionario académico) las locuciones que Casares cita como ejemplos de su clasificación. Según la técnica lexicográfica, y en beneficio de la prueba de la sustituibilidad, las locuciones nominales, adjetivas, adverbiales y verbales pueden ser descritas mediante definiciones propias, mientras que el resto (pronominales, interjectivas, prepositivas y conjuntivas) a través de definiciones impropias. Si se toman como ejemplos los que proporciona Casares al elaborar su clasificación, se comprueba que lo que he formulado no se cumple metódicamente: 1. Es un hecho bastante frecuente que en las locuciones adverbiales y en las adjetivas se haga uso de la definición impropia para verbalizar el contenido de la entrada en cuestión. En varios casos es posible elaborar definiciones propias, sobre todo cuando se comparan cómo son descritas otras entradas que tienen entre sí una relación de proximidad referencial. Si se contrastan los siguientes ejemplos, se comprueba que b) y c) pueden ser definidas a través de definiciones propias, modificando previamente su lematización, a semejanza de a): a) ser de puntas alguien o algo.1. fr. Ser sobresaliente en su línea. b) de marca.1. loc. adj. U. para explicar que algo es sobresaliente en su línea. c) de tres al cuarto.1. loc. adj. U. para denotar y ponderar la poca estimación, aprecio y valor de algo.
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Conexivas
Significantes
FIGURA 2. Locuciones en el DRAE CASARES (1950)
DRAE
Nominales tren botijo, coser y cantar
tren botijo.1. m. coloq. El que en España, durante el verano, trasladaba, sin muchas comodidades, con destino a lugares de vacaciones. coser y cantar.1. expr. coloq. Denota que aquello que se ha de hacer no ofrece dificultad ninguna.
Adjetivales de brocha gorda
de brocha gorda.1. loc. adj. Se dice del pintor y de la pintura de puertas, ventanas, etc.2. loc. adj. coloq. Se dice del mal pintor.3. loc. adj. coloq. Dicho de una obra de ingenio: Despreciable por su tosquedad o mal gusto.
Verbales tomar el olivo
tomar el olivo.1. fr. Huir, escapar.2. fr. Despedirse, marcharse.3. fr. Taurom. Guarecerse en la barrera.
Adverbiales en un santiamén
santiamén.(De las palabras lats. Spiritus Sancti, Amen, con que suelen terminar algunas oraciones de la Iglesia). en un santiamén.1. loc. adv. coloq. En un instante.
Participiales hecho un brazo de mar
hecho un brazo de mar.1. loc. adj. coloq. Dicho de una persona: Ataviada con mucho lujo y lucimiento. Viene, está hecha un brazo de mar.
Pronominales cada quisque
cada quisque, o cada quisqui.1. locs. pronoms. coloqs. cada cual.
Interjectivas o exclamativas ¡Ancha es Castilla!
ancha, o ancha es, Castilla.1. exprs. coloqs. U. para alentarse alguien a sí mismo o para animar a otras personas para obrar libre y desembarazadamente.
Prepositivas en pos de
en pos.1. loc. adv. detrás.
Conjuntivas con tal que
con tal de que, o con tal que.1. locs. conjunts. condics. En el caso de que, con la precisa condición de que. Procuraré complacerte, con tal que no me pidas cosas imposibles.
2. En las locuciones verbales se utiliza de modo excepcional la definición impropia, en especial en locuciones que expresan un significado situacional muy marcado. DRAE: no habérsele perdido nada a alguien en algún lugar.1. fr. U. para justificar su ausencia o reprocharle su presencia.
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DUE: NO HABÉRSELE PERDIDO NADA a alguien en un sitio (inf.). No tener ningún interés por estar en él. También se emplea para reprocharle a alguien su presencia en un lugar: ‘No sé por qué has venido. Aquí no se te ha perdido nada’. DFEM: no perdérsele nada a alguien [en algún lugar] (inf.) No tener nada importante que hacer [en determinado lugar]: [...]
De hecho, algunas locuciones verbales que son descritas con definiciones propias parecen demandar una explicación y no una definición, puesto que su significado es referencial, es decir, la expresión lematizada se utiliza siempre que se esté ante una situación concreta, como el caso de la siguiente entrada del DRAE: DRAE: caérsele a alguien la baba.1. fr. coloq. U. para dar a entender, o que es bobo, o que experimenta gran complacencia viendo u oyendo cosa que le sea grata. DUE: CAÉRSELE LA BABA A ALGUIEN (inf.). Quedarse embelesado, sentir mucha *admiración o *cariño por alguien o algo: ‘Se le cae la baba viendo a su niño hacer monerías’. ⇒*Babear.
Aunque también se encuentran casos en los que el diccionario académico emplea un modelo propio cuando, por el tipo de significado de la expresión, lo más adecuado a su modo de significar es la definición impropia o explicación del fraseologismo. Es lo que sucede en la entrada: DRAE: zumbar los oídos a alguien.1. fr. coloq. Ser objeto de crítica o de comentarios sin estar presente. DUE: ZUMBARLE a alguien LOS OÍDOS. Se dice con referencia a alguien a quien se está *criticando: ¡Cómo deben de estarle zumbando los oídos! • Silbar los OÍDOS.
4.3. Enunciados en el DRAE Zuluaga (1980: 191) caracteriza los enunciados fraseológicos como «unidades comunicativas mínimas con sentido propio», que tienen autonomía en el habla pues «su enunciación se lleva a cabo en unidades de entonación distintas». En consecuencia, según la técnica lexicográfica caben dos modelos de definición: a) la definición impropia o, lo que es lo mismo, explicar cuándo se usa el enunciado. b) la definición propia a través de enunciados similares o de paráfrasis de la voz. Este último es el modelo menos habitual, y es el que aparece en entradas como:
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¿qué mundo corre?1. expr. ¿Qué hay de nuevo? si mal no me acuerdo.1. expr. coloq. Si no me engaño o equivoco, si no estoy trascordado.
Lo cierto es que en ocasiones resulta muy rentable, en cuanto al espacio y al carácter didáctico de la definición, elegir este mecanismo para explicar el valor de algunos enunciados. Si se comparan los dos modelos de la siguiente UF, se puede ver un buen ejemplo de lo indicado: DRAE: otro gallo me, te, le, etc., cantara.1. expr. coloq. Mejor sería mi, tu, su, etc., suerte. DUE: OTRO GALLO ME [TE, etc.] CANTARA. Frase con que se expresa que las cosas hubieran ocurrido mejor para la persona de que se trata de haberse realizado algo que se dice: ‘ Si me hubieras hecho caso, otro gallo te cantara’. ⇒*Desacertar.
En la última tabla (vid. más abajo fig. 3), al igual que en las anteriores, se adjunta una columna en la que se muestra el tratamiento que el DRAE proporciona a los enunciados que Corpas nombra como ejemplos en su clasificación. En los enunciados predomina la definición impropia, pues el significado de las fórmulas rutinarias no es referencial sino social o discursivo. No tienen autonomía textual por lo que vienen determinadas por situaciones y circunstancias concretas (existe una dependencia situacional). Son fórmulas de interacción social estereotipadas (esto es lo que ocurre también con algunas locuciones, que tienen un significado referencial).
5. CONCLUSIONES En líneas generales se puede afirmar que la naturaleza categorial y semántica del definiendum puede indicar qué modelo de definición es el más adecuado. Para ello es preciso que el lexicógrafo aclare previamente el concepto de fraseología del que parte y sepa catalogar la unidad que va a describir para adjudicarle el modelo de definición más idóneo a sus características. Si se toman los principios generales elaborados a propósito de las palabras simples y se aplican al tratamiento lexicográfico de las UF, se comprueba la disparidad de criterios que se suelen manejar y la necesidad de revisar en profundidad la descripción académica de las UF. Resulta útil contrastar cómo los distintos diccionarios definen la misma UF, en especial en los casos en que no coinciden los modelos elegidos.
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FIGURA 3. Enunciados en el DRAE RASGOS
TIPO DE ENUNCIADO
- Con significado referencial
- Con autonomía textual
PAREMIAS
CLASIFICACIÓN
DRAE
Enunciados con valor específico las paredes oyen
1. expr. U. para aconsejar que se tenga muy en cuenta dónde se dice algo que importa que sea secreto.
Citas el hombre es un lobo para el hombre NO APARECEN
FÓRMULAS DISCURSIVAS
Refranes por la boca muere el pez
- Sin significado referencial (es de tipo social o discursivo)
FÓRMULAS RUTINARIAS
FÓRMULAS PSICO-SOCIALES
- Sin autonomía textual
De apertura y cierre ¿Qué hay?
NO APARECE
De transición A eso voy
a eso voy, o vamos. 1. exprs. U. por aquel a quien recuerdan algo de que debía hablar en la conversación o discurso, y de la cual parecía haberse olvidado o distraído.
Expresivas ni hablar lo siento
ni hablar.1. expr. U. para rechazar o negar una propuesta. NO APARECE
Comisivas ya te apañaré
apañárselas.1. fr. coloq. Arreglárselas, componérselas, desenvolverse bien.
Directivas tú dirás
NO APARECE
Asertivas por mis muertos
NO APARECE
Rituales ¿qué es de tu vida?
¿qué es de tu, su, etc., vida? 1. exprs. coloqs. U. como fórmula de salutación con una persona a la que hace algún tiempo que no se ve.
Miscelánea pelillos a la mar
pelillos a la mar.1. expr. U. por los muchachos para afirmar que no faltarán a lo que han tratado y convenido, lo cual hacen arrancándose cada uno un pelo de la cabeza, y soplándolos dicen: Pelillos a la mar.2. expr. Olvido de agravios y restablecimiento del trato amistoso
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MARÍA ISABEL GONZÁLEZ AGUIAR
Es necesario adaptar los principios lexicográficos a la descripción del material fraseológico a partir de una clasificación aplicable. En este sentido, la catalogación de Corpas Pastor (1996) es de gran utilidad.
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Los ejemplos en el tratamiento lexicográfico de las unidades fraseológicas
MARÍA EUGÊNIA OLÍMPIO DE O. SILVA Universidade Federal da Bahia (Brasil) CAPES/Brasília
1. INTRODUCCIÓN Parece haber un consenso claro respecto a la importancia del empleo de los ejemplos en lexicografía. En efecto, no es fácil encontrar una sola opinión que ponga en duda el papel fundamental que juega esta parte del artículo lexicográfico, tanto en la lexicografía monolingüe como en la bilingüe. No obstante, la noción de ejemplo lexicográfico y su aplicación son aspectos complejos que se revelan de diversas formas, incluso en la falta de uniformidad en la aplicación del término ejemplo. La confusión en torno al concepto de ejemplo repercute, entre otras cosas, en considerar que una unidad fraseológica (UF) puede incluirse en un diccionario como ejemplo del lema en cuya entrada se inserta. Esto ocurre tanto en la lexicografía monolingüe (Santamaría Pérez 2000: 563, Ruiz Gurillo 2000: 262, Castillo Carballo 2001: 241), como en la bilingüe (Jacobsen et al. 1989: 2783, Corpas Pastor 1996: 173-175). Esta práctica de considerar las UF como un tipo de ejemplo se explica, asimismo, debido al carácter de representatividad que tienen los ejemplos: son un material rico en información gramatical, enciclopédica, pragmática o sobre combinatoria léxica. En consecuencia, como ha señalado Iriarte Sanromán (2002: 327), se transforman peligrosamente en una especie de cajón de sastre, donde va a parar todo lo que no se sabe tratar lexicográficamente.1
1 Por ello, Iriarte Sanromán (2002: 328) defiende que, para evitar el peligro de usar los ejemplos indiscriminadamente, sería importante establecer lo que denomina teoría del ejemplo lexicográfico, «delimitando (para o lexicógrafo) e explicando (ao utilizador) o seu uso e funções perante os outros elementos da microestructura».
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Como suele ocurrir con otros aspectos lexicográficos, la mayoría de las consideraciones que se han hecho respecto a los ejemplos se ha centrado en las unidades léxicas simples (ULS). Sin embargo, muchas de estas consideraciones tienen validez para las UF. Una reflexión sobre este asunto nos conduce a dos puntos: 1) La tendencia a incluir UF en los diccionarios en calidad de ejemplos. 2) La práctica de incluir ejemplos en el tratamiento lexicográfico de estas unidades. En este trabajo, reflexionaremos, pues, sobre estas dos cuestiones: por una parte, intentaremos averiguar por qué se suelen tratar las UF como ejemplos lexicográficos y, por otro lado, examinaremos el papel que los ejemplos pueden desempeñar en la descripción lexicográfica de estas unidades.
2. LA TENDENCIA A INCLUIR UF EN LOS DICCIONARIOS EN CALIDAD DE EJEMPLOS La inclusión de las UF en los diccionarios como ejemplos lexicográficos ha sido más examinada en la lexicografía bilingüe. Corpas Pastor (1996: 173) afirma que el procedimiento más usado para incluir la fraseología en los diccionarios bilingües es la ejemplificación. Se trata de una práctica tradicional y, por ende, comúnmente aceptada, hasta el punto de que se considera que una de las funciones de los ejemplos es justamente presentar la fraseología. No obstante, advierte esta autora que muchos no están de acuerdo con el procedimiento de considerar los ejemplos y la fraseología como fenómenos análogos. Recuerda que el ejemplo es una categoría formal de la microestructura del diccionario bilingüe y que por influencia de la lexicografía monolingüe se ha identificado con la fraseología. Lo que hace este procedimiento, en verdad, es complicar la localización de una unidad en el diccionario. El tratamiento de las UF como simples ejemplos puede entenderse como el resultado de la inexistencia de un acercamiento sistemático al tratamiento de estas unidades. Tanto Roberts (1996: 187) como Bogaards (1999: 117) relacionan este procedimiento con la cuestión del establecimiento del estatus de las UF. Se ha cuestionado principalmente si estas unidades deberían considerarse como un tipo especial de ejemplos o como subentradas. Para Bogaards, no existe consenso a este respecto.2
2 Un buen ejemplo de ello puede encontrarse en el análisis y comparación de los diccionarios. Así, mientras que las unidades un abrazo o hasta las narices son tratadas como UF en el Diccionario del español actual (DEA), en las entradas abrazo y nariz (respectivamente) en el CLAVE no lo son y figuran en un apartado dedicado a las ‘notas’, es decir, a las informaciones complementarias, las cuales, en alguna ocasión, han sido confundidas como un tipo de ejemplificación: abrazo […] USO La expresión un abrazo se usa mucho como fórmula de despedida: Terminó diciendo: ‘Hasta mañana, un abrazo’; y nariz […] USO Narices se usa como palabra comodín para formar locuciones eufemísticas: estar hasta las narices significa ‘estar muy harto’ (CLAVE).
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Roberts (1996: 187), no obstante, considera que, en algunas obras publicadas a partir de los años 80, se observa una cierta evolución respecto al tratamiento dado a las UF: si algunos diccionarios todavía las presentan como ejemplos dentro de un lema dado, otros ya las separan claramente de los ejemplos propiamente dichos y las ubican en una subdivisión independiente, identificada por una abreviatura, un signo gráfico o por un nombre. Para Roberts, el hecho de presentar una UF en una frase-ejemplo contribuye a ocultar su estatus, por lo que es mejor tratarla como una subentrada.3 Para Jacobsen et al. (1989) la solución a toda esta problemática pasa por la diferenciación entre los ejemplos y las UF en términos formales: los primeros se considerarían, así, categorías lexicográficas, mientras que los segundos serían categorías lexicológicas.4 Advertimos, no obstante, que no basta con reconocer las UF como una categoría lexicológica, para que tengan un tratamiento lexicográfico adecuado. Claro está que es necesario reconocer su estatus, como unidades léxicas (UL) que son, y discriminar sus diversos tipos, pero es fundamental que en la práctica lexicográfica, tanto en la lexicografía bilingüe como monolingüe, se lleve a cabo de modo sistemático lo que se establezca desde la teoría. Varios autores han hecho referencia a la práctica de tratar las UF como ejemplos y a los problemas que se derivan de ella. Quizás sean las colocaciones el tipo de UF que más suele figurar como ejemplos en los diccionarios.5 Aunque otros tipos de unidades, como las locuciones, las fórmulas y las paremias también suelen aparecer en los ejemplos (Corpas Pastor 1996: 172), parece haber, en el caso de las colocaciones, una asociación directa entre éstas y el ejemplo lexicográfico. Así, Drysdale (1987: 215 apud Castillo Carballo 2001: 402) incluye entre las funciones del ejemplo la de informar, aunque indirectamente, de las colocaciones típicas. De igual forma, Fox (1987: 146) opina que los ejemplos de textos reales sirven para suministrar colocaciones precisas. Svensén (1993: 100-102) va más allá y llega a afirmar que las colocaciones léxicas, puesto que se relacionan con el aspecto expresivo, deben incluirse en forma de ejemplos. Afirma, por otro lado, que las colocaciones semánticas se relacionan con el aspecto del contenido y, por tanto, no deberían registrarse como ejemplos.
3 Opina, no obstante, que su uso merece ser ilustrado con un ejemplo, sobre todo cuando la unidad puede sufrir algún tipo de variación. 4 Afirman, así, que «our use of example is based on the internal requirements of the entry: it is a lexicographical category. (We use lexicographical of the formal categories – the slots on the dictionary page for the insertion of information – in contrast to lexicological categories used to distinguish between e.g. idioms, collocations, and free syntagms)» (Jacobsen et al. 1989: 2784). 5 Sobre ello, ha comentado Castillo Carballo (2001: 401): «Y es que, en el caso de las colocaciones, hay que acudir a un seguimiento casi detectivesco para confirmar que, a pesar de la «ignorancia» que manifiestan los propios creadores de diccionarios, estas están presentes en la microestructura, ya que se pueden detectar, especialmente, en los ejemplos».
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En la práctica, es común encontrar UF en los ejemplos ofrecidos en los diccionarios; no obstante, alguna vez, puede resultar difícil interpretar el valor exacto de estos ejemplos, dado que en el prólogo de las obras no se suele explicar qué se entiende por colocación, locución, etc.6 En otras ocasiones, aunque en el prólogo del diccionario, en este caso el Diccionario del español actual (DEA), se definan los conceptos de las UF tratadas resulta difícil comprender por qué algunas se consideran simplemente construcciones, y no se clasifican como un tipo de UF. Consideremos el ejemplo que sigue, en el que las locuciones no se identifican como tales: cerviz f 1 Parte posterior del cuello o del pescuezo (…) b) (lit) A veces se usa para simbolizar el orgullo o la independencia, en constrs como BAJAR, o DOBLAR, LA ~, LEVANTAR LA ~, SER DE DURA ~. (DEA).
De acuerdo con lo que se explica en el prólogo del DEA, lo que aparece escrito arriba en cursiva y en letra versalita no puede entenderse como ejemplos, por cuanto en esta obra éstos se introducen mediante una barra vertical (|) y son, en su gran mayoría, citas breves, extraídas de los corpora consultados.7 Puede entenderse, en cambio, como una explicación complementaria a la definición, un tipo de indicación sintáctica, o sintáctico-semántica: «colocación o construcción preferente» (DEA: XXII), aunque no queda claro el estatus de los elementos que figuran en versalita. La problemática del tratamiento de las UF como ejemplos lexicográficos alcanza una gran trascendencia si consideramos la estrecha relación que tiene esta cuestión con la importancia didáctica que se concede a los ejemplos. En efecto, tomando en consideración todas las funciones que éstos pueden desempeñar, se hace evidente su aplicación didáctica.8 Según Fox (1987: 137), el uso de ejemplos forma parte integral del aprendizaje de una palabra: el aprendiz necesita tanto una explicación sobre su significado como uno o más ejemplos de la palabra en uso. En esta línea, Calderón Campos (1994: 111) y Castillo Carballo (2001: 402) opinan que, para que un diccionario cumpla una función codificadora, es necesario que todas las acepciones se acompañen de ejemplos. Así, considerando tanto el potencial didáctico de los ejemplos
6 Así, aunque en el prólogo del Diccionario Salamanca de la lengua española (DSLE) se exprese que «muchos ejemplos que aclaran las definiciones muestran muchas colocaciones habituales y sirven de modelo de construcción sintáctica» (DSLE: VI), que «se tienen en cuenta tanto las posibilidades o nivel de uso, como las colocaciones o contextos» (DSLE: XI), o que «en muchos casos el ejemplo no es una frase completa, sino una construcción que indica las colocaciones más frecuentes» (DSLE: XI), no se aclara, en ningún momento, qué es una colocación. 7 Los que no fueron sacados de los corpora figuran precedidos por un asterisco (DEA: XXIII). 8 En este sentido, se habla de una función didáctica, que ha sido, incluso, asociada a la definitoria (Orduña López 1999: 99), pero que, desde nuestro punto de vista, se intercala, asimismo, entre las demás funciones.
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como la importancia de las UF en el aprendizaje de un idioma, se puede comprender fácilmente por qué es inadecuado tratarlas como ejemplos lexicográficos.
3. LA PRÁCTICA DE INCLUIR EJEMPLOS EN EL TRATAMIENTO LEXICOGRÁFICO DE LAS UF Los ejemplos, por las funciones que pueden cumplir, son muy importantes en el tratamiento lexicográfico de las UF en cualquier tipo de diccionario y, principalmente, en las obras dirigidas al aprendizaje. Aunque mucho se ha hablado de sus beneficios en el tratamiento de las ULS, apenas se ha tenido en consideración el papel que éstos pueden desempeñar en la descripción lexicográfica de los elementos fraseológicos. No obstante, si se consideran los diversos tipos de función que se han atribuido a los ejemplos, se puede percibir la medida de esta importancia. Examinaremos, a continuación, algunas de estas funciones,9 relacionándolas con el tratamiento de las UF: a) La función definitoria. La capacidad definitoria de los ejemplos parece estar asociada a la propia concepción de ejemplo, por cuanto figura en gran parte de las definiciones o caracterizaciones que se han hecho sobre él10 y, además, aparece citada en el prólogo de muchas obras lexicográficas.11 Se suelen asociar los conceptos de ejemplo, contexto y definición lexicográfica. Orduña López (1989: 105), por ejemplo, opina que la capacidad del ejemplo para transmitir el significado de la entrada reside en el hecho de que la presenta en su contexto de uso.12 Esta asociación adquiere un matiz especial, si se considera la dificultad de definir determinadas UF, como las fórmulas: ya ves (ve, etc). b) Fórmula con que se llama la atención sobre una pers o cosa que se menciona inmediatamente. | (…) No son malos chicos… Ya ves Natalia, una niña y trabajando ya en una oficina (DEA).
9 Se atribuyen varias funciones a los ejemplos, según se ve en las definiciones que cada autor ofrece de éstos y en las propuestas en las que se presentan, de forma sistemática, estas funciones. Hemos intentado reunir aquí algunas de ellas, basándonos, principalmente, en las aportaciones de Martin (1989), Orduña López (1999) y Gutiérrez Cuadrado (1999). 10 Véase, por ejemplo, Haensch (1982: 509), Kpifer (1984: 69), Fox (1989: 137), Martin (1989: 601), Pérez Lagos (1998: 178), Gutiérrez Cuadrado (1999: 81) y Castillo Carballo (2001: 401). 11 Como en el CLAVE, el Diccionario de locuciones verbales para la enseñanza del español (DICLOCVER), el Diccionario para la enseñanza del español (DIPELE) o el Gran diccionario de la lengua española (GDLE). 12 Ésta es también la idea que está presente en Seco (1987: 233) cuando dice que, al presentar la palabra en contexto, «se restituye a la voz la realidad palpable de su significación, que en la definición escueta aparece descarnada y abstracta; y de esta manera definición y texto se ilustran mutuamente».
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Como bien ha señalado Gutiérrez Cuadrado (1999: 82), la inclusión de un ejemplo puede ser especialmente útil cuando la definición, como en el caso citado, comprende aspectos pragmáticos.13 Claro está que, tanto en el caso de las ULS como en el de las UF, los ejemplos sólo pueden cumplir correctamente su función definitoria si tienen un alto grado de adecuación. En el análisis de esta adecuación se pueden tener en cuenta, entre otros factores, el tipo de ejemplo de que se trata, la pertinencia del contenido lingüístico, es decir, si los ejemplos tienen una forma apropiada y son capaces de transmitir una situación de uso representativa, natural, etc. Considerando estas cuestiones, los ejemplos que siguen podrían ser inadecuados para un usuario, extranjero o nativo, que tenga un conocimiento escaso del español: tirar la piedra y esconder la mano, fam. obrar mal y ocultarlo: ese chico es de los que nunca dan la cara, tira la piedra y esconde la mano (DIPELE). echar alguien de, o por, aquella boca. 1. frs. coloqs. Decir contra alguien con imprudencia y enojo palabras injuriosas y ofensivas. Echaba por aquella boca sapos y culebras (Diccionario de la lengua española (DRAE). aguantar mecha COLOQUIAL. Soportar con paciencia una contrariedad o adversidad: Si te toman el pelo, pues aguanta mecha (DSLE),
por cuanto la inclusión de otra UF en el ejemplo puede comprometer la comprensión del significado de la locución definida. Asimismo, los ejemplos que se añaden a las entradas que se reproducen a continuación tampoco pueden cumplir plenamente su función definitoria, ya que no son una muestra efectiva de uso: en falso. Falsamente, engañosamente. Jurar en falso. Cerrarse una herida en falso. Sin la debida seguridad y resistencia: Dar un paso en falso (en sentido literal y figurado). (Larousse diccionario práctico de locuciones (LDPL). con la boca abierta, o con tanta boca abierta. 1. locs. advs. coloqs. Suspenso o admirado de algo que se ve o se oye. Estar, quedarse con la boca abierta. U. t. c. locs. adjs. (DRAE).
En ocasiones, el ejemplo puede perder parte de su eficacia debido a problemas formales en la propia definición, como en:
13
Recordemos, asimismo, toda la complejidad involucrada en la definición de las irónico (Penadés Martínez 1999).
UF
con valor
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bajar la cabeza; col. Obedecer sin réplica, humillarse o avergonzarse: No estaba de acuerdo con la orden, pero bajó la cabeza y la acató (CLAVE),
donde el ejemplo dado parece corresponder sólo a la primera parte de la definición de la locución. Podría ser más adecuado, así, separar las dos partes de la definición (‘obedecer sin réplica’ y ‘humillarse o avergonzarse’) en subentradas e incluir en cada una su correspondiente ejemplo. b) La función morfológica y sintáctica. Se ha señalado que los ejemplos tienen la propiedad de mostrar el funcionamiento del lema en combinación con otras UL (Zgusta 1971: 263), informar al usuario de las variantes funcionales de estas unidades (Pérez Lagos 1998: 178) y revelar su comportamiento sintáctico (Haensch 1982: 509, Calderón Campos 1994: 111, Pérez Lagos 1998: 178). Alvar Ezquerra (1993: 130) comenta que en un ejemplo aparece no sólo el lema tal como es, sino también sus variantes paradigmáticas. Esto le confiere «el carácter de modelo de uso donde se presentan muestras de habla y no el inmaculado lema del encabezamiento del artículo». Considera que se da, así, una información implícita, aunque no total, sobre la morfología y sintaxis del lema.14 Esta afirmación remite a la práctica tradicional, según la cual la información sintáctica o gramatical se presenta de dos formas: o bien por medio de comentarios anexados o bien de modo implícito, a través de ejemplos ilustrativos. Se establece, así, una oposición entre categoría implícita de información, representada por los ejemplos, y categoría explícita de información.15 En este sentido, debemos destacar la práctica adoptada en algunos diccionarios de uso, y en especial en los didácticos, en los que las llamadas informaciones explícitas son reforzadas con ejemplos. Sirvan de muestra: mano a mano; referido a la forma de hacer algo, entre dos personas que compiten o colaboran estrechamente (…) SINT. Mano a mano se usa también como sustantivo: Esta corrida es un mano a mano entre los dos mejores toreros de la temporada (CLAVE). faltar tiempo v. (a) [a alguien, para algo] Darse mucha prisa en hacer una cosa: Cuando le comunicaron que había sido seleccionado para ese trabajo, le faltó tiempo para decírnoslo. / El complemento [para algo] es un verbo en infinitivo: Le ha faltado tiempo para enseñarnos su nueva casa (DICLOCVER). 14 Esta misma información puede suministrarse a través de otros procedimientos como la colocación de las variantes en la microestructura, observaciones metalingüísticas en la microestructura, apéndice gramatical, etc. (Alvar Ezquerra 1993: 130). 15 Jacobsen et al. (1989: 2783) identifican esta categoría como: «gloses, meaning discrimination, sytatic/stylistic/cultural/encyclopaedic information».
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Creemos que estos ejemplos completan las informaciones gramaticales, en el sentido de que las ilustran y las hacen más claras. Queda, no obstante, una cuestión, la de si éstos de por sí serían suficientes para transmitir toda esta información. Consideremos, en este sentido, el ejemplo que viene a continuación, en el que una de las UF examinadas anteriormente se presenta sin la información gramatical: faltarle tiempo a alguien para [hacer] algo (inf.). Apresurarse en hacer algo: «Es un hombre muy chismoso y, tan pronto como se enteró de la noticia, le faltó tiempo para ir a contársela a todo el mundo» (Diccionario fraseológico del español moderno (DFEM).
Parece ser que la sola presentación del ejemplo exige del usuario una gran percepción lingüística para deducir las informaciones gramaticales pertinentes. Queda claro, por tanto, que los ejemplos funcionan como un apoyo en la comprensión, en este caso, de un dato gramatical pertinente al funcionamiento del lema. Es decir, ilustran ciertos puntos específicos, los cuales, no obstante, muy probablemente no serían deducidos por el usuario sin la ayuda de las notas gramaticales.16 c) Función pragmática. Esta función hace referencia a la propiedad que tienen los ejemplos de mostrar el lema en contexto, y, por ende, de informar del entorno semántico en el que suele usarse, así como de su connotación. De este modo, auxilian no sólo en la comprensión de la definición, sino también en la indicación de determinadas marcas lexicográficas. De este modo, Alvar Ezquerra (1993: 130), al incidir en la posibilidad de que los ejemplos expresen el ámbito de empleo o los valores estilísticos del lema, demuestra que éstos pueden complementar la marcación diatécnica y la connotativa. A este último tipo de marcación se refiere también Landau (1989: 166), al aludir al hecho de que los ejemplos pueden expresar implicaciones afectivas, y Fernández-Sevilla (1974: 80), cuando afirma que los ejemplos deben mostrar el aspecto expresivo de la lengua, «dando cuenta de la continuidad o de la ruptura de los usos». Asimismo, Gutiérrez Cuadrado (1999: 83) resalta que la ejemplificación facilita la comprensión del nivel o del registro, «al presentar una frase global con el funcionamiento discursivo de diferentes palabras y construcciones». Para él, es menor la capacidad explicativa de la definición y de la marca cuando no se acompañan de
16 En este sentido, cabe destacar un procedimiento adoptado en el DSLE, el cual, en cierto modo, sirve para ilustrar esta limitación de los ejemplos: en este diccionario, como no hay un sistema de notación gramatical, se destacan las preposiciones que forman el régimen de verbos, adjetivos y sustantivos, subrayándolas, en los ejemplos, con letra negrita, como en hacer (…) 24 Tener [una función o una profesión]: Hace de maestro en un colegio (DSLE). Este procedimiento se aplica únicamente a las ULS y sirve para indicar el régimen preposicional.
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ejemplos. En consecuencia, podemos considerar negativa su ausencia, como en los casos siguientes: exhalar el espíritu ELEVADO; EUFEMISMO. Morir (DSLE). casarse de penalti. Casarse por haber quedado la mujer embarazada (LDPL),
puesto que los ejemplos podrían aportar una serie de matices que aclararían el empleo de la UF. Por otra parte, en las entradas que presentamos a continuación, el contexto proporcionado por el ejemplo sirve para ratificar, en cierta forma, los rasgos característicos de la UF que se encuentran expresados en la definición y en la marcación: echar u. p. las puertas abajo (inf.). Llamar a la puerta muy fuerte o violentamente: «La próxima vez que llegues tan tarde procura no echar las puertas abajo, que hay gente durmiendo» (DFEM). enviar a hacer puñetas v. (II) vulg. [alguien, algo/a alguien] Despedir {a una persona}, rechazar con enojo {a una persona o una cosa}: Él la insultó y ella lo envió a hacer puñetas (DICLOCVER).
La función pragmática de los ejemplos cobra más importancia aún si tomamos en consideración el hecho de que éstos pueden funcionar como verdaderos modelos a partir de los cuales el usuario puede generar nuevas frases. Ahora bien, es necesario no perder de vista el concepto de lexicographic acceptability (Benson et al. 1986: 210), según el cual los ejemplos deben parecer naturales, es decir, pragmática y lingüísticamente apropiados para un nativo.17 d) Función práctica. Se ha hecho también referencia a la utilidad práctica de los ejemplos, ya que éstos pueden auxiliar al usuario a localizar y a distinguir acepciones (Fox 1987: 137, Gutiérrez Cuadrado 1999: 83). Esta función, claro está, es una derivación de la función definitoria y adquiere especial importancia para los extranjeros, por cuanto las ligeras diferencias de significado que presentan algunas UF, y que van casi siempre acompañadas de matices expresivos, pueden confundirles. La entrada que presentamos a continuación es una muestra de ello, ya que la presencia de los ejemplos parece fundamental para su comprensión:
17 Como recuerda Fox (1989: 139-140), es muy difícil determinar, en lingüística, qué es natural, pero, en todo caso, la noción de aceptabilidad debe usarse como una guía a la hora de elaborar o seleccionar ejemplos que expresen el uso de la unidad en cuestión.
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a partir de. Desde. | […] Si se computa el valor, se deberán los intereses legales del mismo a partir de aquel momento. b) a partir de [algo]. Tomándo[lo] como base. | […] Estos experimentos indican la existencia de un reloj interno localizado en el hipocampo (lóbulo temporal), donde neuronas específicas se disparan rítmicamente y responden a los impulsos sensoriales. A partir de ahí se ha establecido radiocomunicación entre computadores y el cerebro de primates en libertad (DEA).
Pero, los ejemplos también pueden tener una función práctica para los lexicógrafos, puesto que les permiten elucidar pequeñas alteraciones semánticas o cambios de categoría gramatical sufridos por una UF, eximiéndoles de presentar una nueva acepción o subacepción: loc adv 9 como está mandado, o como Dios manda. (col) Como debe ser. Tb adj. (…) En la taberna hay un grupo de carlistas que beben vino como Dios manda. (…) Una valenciana como está mandado, o sea, tetuda y opulenta (DEA). mano a mano b) Encuentro en que participan solo dos perss. compitiendo o discutiendo entre sí. Tb fig. (…) Hoy, tercer y último mano a mano televisado entre Ford y Carter. (…) Un mano a mano sinfónico de Bernaola y Bruckner (DEA).
En estos casos, como bien ha señalado Landau (1989:167), los ejemplos, más que dar soporte a la definición, indican también cuándo el lema se usa en sentido metafórico o literal.18 Por otra parte, como hemos visto en la función definitoria, es común que se reúnan varias acepciones en un enunciado como si de una única definición se tratara. En estos casos, casi siempre se ofrece sólo un ejemplo que corresponde a una de estas acepciones, como en de tomo y lomo. De mucho bulto y peso. De consideración e importancia. Es un frescales de tomo y lomo (LDPL).
Así, este procedimiento contraría no sólo la función definitoria de los ejemplos, como hemos señalado, sino también su función práctica. Otra cuestión que puede estorbar
18 En este sentido, podemos decir que los ejemplos cumplen, asimismo, una función retórica, como señala Martin (1989: 602). Para este autor, ciertos usos, principalmente los figurados, se prestan mal a la definición, de modo que los ejemplos pueden servir para ilustrar las tendencias de la derivación analógica y metonímica de las palabras.
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el carácter práctico de los ejemplos es la falta de diferenciación tipográfica entre éstos y el resto de los elementos del artículo, puesto que esto puede dificultar la localización del ejemplo dado: sacarse [algo] de la mano [a alguien]. Inventárse[lo], o hacer que surja como por arte de magia o por sorpresa. (…) Cuando todo está perdido se sacan de la manga un Decreto. (…) Le he recordado una gracia que teníamos que pagar de Hacienda. Una historia atrasada que se sacan ahora de la manga (DEA).
Por el contrario, la presentación de los ejemplos en cursiva, como se procede en muchas otras obras, parece facilitar su identificación. e) Función socio-cultural e ideológica. Muchos autores hacen referencia a los ejemplos como vehículos de elementos socio-culturales e ideológicos (Martin 1989: 604, Alvar Ezquerra 1993: 136-137, Gutiérrez Cuadrado 1999: 84-85, Orduña López 1999: 104, entre otros). Al igual que ocurre con otros tipos de función, el usuario puede no percibir fácilmente este tipo de información, aunque esté presente o no se suela incidir sobre su importancia.19 La posibilidad de expresar datos culturales hace que los ejemplos puedan expresar información enciclopédica.20 Gutiérrez Cuadrado (1999: 85) considera que los ejemplos son útiles para añadir una información enciclopédica complementaria, en lugar de incluirla en la definición, donde, de hacerlo, sobraría. En el caso de la fraseología, esto puede suceder con aquellas unidades en cuya formación intervienen determinados elementos que hacen referencia a aspectos culturales, acontecimientos históricos, obras literarias o anécdotas. No obstante, en los diccionarios consultados, no abundan casos en los que se introduzcan datos enciclopédicos en la ejemplificación. Son algunos ejemplos de ello: velar las/sus armas (…) Pasar la noche {el hombre que va a ser nombrado caballero} vigilando las armas: Don Quijote también veló las armas; Has pasado la noche en cubierta como un caballero velando sus armas (DICLOCVER).
19 De todos modos, como ya se ha afirmado: «Todo diccionario cumple a sabiendas o a ciegas (lo cual es muchísimo peor) un papel prescriptivo» (Gutiérrez Cuadrado 1999: 84), y esto se aplica especialmente a la ejemplificación. 20 Para Alvar Ezquerra (1993: 137), los ejemplos enciclopédicos, o falsamente enciclopédicos, son los que mayor información cultural e ideológica demuestran. Así, los refranes usados como ejemplos en el Diccionario de uso del español, de María Moliner, pese a «lo comprometidos que son como modelos sintácticos y semánticos de la lengua actual», son una buena muestra de ejemplos que manifiestan elementos ideológicos y reflejan una situación socio-cultural.
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cortarse la coleta 1 TAUROM Abandonar <el torero> su oficio: El número uno anuncia que se cortará la coleta después de la feria de San Isidro de Madrid (DSLE).
Esta práctica parece estar determinada, por lo menos en el caso de las UF, por el tipo de ejemplo, citado o inventado. En el primer caso, se registran más datos enciclopédicos y culturales, mientras que los ejemplos ad hoc tienden a ser más bien neutros, en lo que a la introducción de informaciones enciclopédicas se refiere.
4. CONSIDERACIONES
FINALES
Parece ser que tanto la inclusión de UF en los diccionarios, en calidad de ejemplos lexicográficos, como la propia práctica de incluir ejemplos en el tratamiento de estas unidades sufren la falta de una teoría lexicográfica general en la que los elementos fraseológicos reciban un tratamiento adecuado y, a la vez, la carencia de una teoría específica en la que se delimite el uso de los ejemplos. Queda claro, no obstante, que el artículo lexicográfico de una UF que quiera dar cuenta de sus características debe incluir, obligatoriamente, ejemplos de uso.
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La información gramatical sobre la clasificación de las locuciones en los diccionarios1
INMACULADA PENADÉS MARTÍNEZ Universidad de Alcalá
1. INTRODUCCIÓN Si partimos de la premisa de que el diccionario proporciona distintas informaciones sobre las unidades léxicas tratadas y de que una locución es una unidad léxica,2 habremos de concluir, necesariamente, que las mismas informaciones que se ofrecen de las unidades léxicas simples deben darse de las locuciones, incluida entre ellas la información gramatical.3 Significa eso que de estas unidades fraseológicas los diccionarios deberían contener, al menos, indicaciones sobre su clasificación, sobre su contorno y sobre su régimen preposicional. Ciñéndonos al primero de estos aspectos, la indicación mediante marcas de la clase de las locuciones, observamos que hasta muy recientemente no ha sido costumbre proporcionarla en la tradición lexicográfica española, tal vez por seguirse en esto, como en muchos otros aspectos, el modelo de la Academia.4 En efecto, los análisis de Azorín Fernández (2000: 188-192), Martínez Montoro (2002a) y Martínez Alcalde (2002), sobre la fraseología en diccionarios españoles anteriores al siglo XX –incluidos los académicos–, muestran que, si bien las locuciones se delimitan como una clase frente a los refranes, por ejemplo, no queda clara su separación en relación con los denominados modos de hablar y las llamadas frases ni su clasificación, excepción hecha de las locuciones adverbiales. 1 Esta comunicación se enmarca en el proyecto de I+D «Diccionario de locuciones para la enseñanza del español» (BFF2003-05486), financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología. 2 Véase Porto Dapena (2002: 137, 150-151, 155, 163). 3 Así lo cree también Ruiz Gurillo (2000: 264-265). 4 Ya lo señala Bargalló Escrivá (1999: 16) para las unidades léxicas simples correspondientes a palabras.
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La situación no es muy distinta en las obras lexicográficas más significativas del siglo pasado, aunque paulatinamente ha ido mejorando. La afirmación anterior se desprende de las revisiones llevadas a cabo por diferentes autores5 de donde se desprende que: 1) hay diccionarios (el DUE, el CLAVE) en los que no se indica la clase de unidad fraseológica registrada; 2) en algunos diccionarios (el SALAMANCA) se utiliza una única marca, la correspondiente a la abreviatura LOC., para cualquier clase de locución; 3) existen diccionarios (el DRAE, el DUE) en los que persiste la identificación «frase – locución», con la variante «expresión – locución», incluso para las posibles clases de locuciones: «modo adverbial – locución adverbial»; 4) continúa una llamativa deficiencia (en el DRAE) en la marcación de la clase de ciertas locuciones como son las nominales o sustantivas y las verbales,6 además del hecho de que no todas las locuciones son clasificadas correctamente, y 5) la mejora al indicar la información gramatical se ha producido, en el DRAE, fundamentalmente en la subclasificación de las locuciones adverbiales y conjuntivas, aunque a veces se cae en una cierta desmesura al fijar especificaciones del tipo: locución adverbial interrogativa o locución conjuntiva adversativa. Vemos, pues, que la propuesta de Casares (1969: 183-184) de utilizar las abreviaturas loc. nom., loc. adj., loc. verb., loc. adv., loc. excl., loc. conj., loc. prep. y loc. para las participiales y pronominales –con la finalidad de indicar la índole y la función de las respectivas locuciones en el diccionario– cae en saco roto hasta en la docta institución a la que este autor pertenecía. La situación empieza a cambiar a finales del XX. Es posible que el punto de inflexión lo haya marcado el Diccionario del español actual (DEA) de Seco, Andrés y
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Entre otros, vid. Ruiz Gurillo (2000: 265), Castillo Carballo (2000: 362-363), Déniz Hernández (2000: 384), Castillo Carballo (2001: 406-410), González Orejón (2002) y Martínez Montoro (2002b: 80-183). 6 De acuerdo con los datos aportados por Castillo Carballo (2001: 409), las locuciones sustantivas marcadas como tales en la 21ª edición del Diccionario de la Academia son sólo tres: el más allá, luz verde y el no va más, mientras que, según González Orejón, en esa misma edición sólo se registran 11 locuciones marcadas como verbales, en concreto armarla, cortarse solo, hacerla, liarlas, pagarla o pagarlas, pasarlo, pelárselas, picárselas, pintarla, pirárselas y vuelve por otra. Hay que precisar que, tanto en este caso como en el anterior, los datos se refieren a la edición en CD-ROM de la 21ª edición, que es del año 1995. Con todo, la consulta de la edición en papel (Real Academia Española 1992) muestra ya la presencia de las marcas loc. sustantiva y loc. verbal para todas esas unidades. No ocurre lo mismo, inexplicablemente, en la última edición, pues en la editada en papel (Real Academia 2001) las que antes eran locuciones verbales pasan a ser frases, a excepción de vuelve por otra, que es marcada ahora como «loc. interj.». Por su parte, luz verde presenta como única marca gramatical «f.», aunque el hecho de que aparezca en el primer bloque del artículo dedicado a las formas complejas hace pensar que para la Academia es ahora una combinación estable del lema con otro elemento y no una locución (Real Academia Española 2001: XLVII). Finalmente, es difícil deducir la clasificación de el más allá, que sólo tiene la marca «m.»; ahora bien, al estar situada entre una expresión y una locución adverbial, es decir, en el segundo bloque de las formas complejas, el dedicado a las locuciones, expresiones, frases e interjecciones, podría deducirse que es considerada una locución nominal.
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Ramos, aunque curiosamente no ha sido objeto de examen en las monografías citadas en el párrafo anterior, tal vez por coincidir, prácticamente, la redacción de éstas con la aparición de aquél. Como es de sobra conocido para quien maneje habitualmente este diccionario, el DEA asigna la marca de categoría a la locución sólo cuando su clase no coincide con la categoría de la palabra simple en cuya entrada está explicada. Siguiendo este principio, las locuciones verbales echar abajo, echar a perder o echar a rodar, por ejemplo, se incluyen en el diccionario sin marca especial, por estar integradas en la entrada echar, marcada con la categoría verbo. En cambio, las locuciones estar en el ajo, clamar al cielo o volver la espalda tienen asignada la marca loc v por aparecer en las entradas ajo, cielo y espalda, que son nombres. Sin embargo, de la misma manera que ocurre en otras muchas obras lexicográficas, la práctica real no coincide con lo anunciado en la «Guía del lector», y en el DEA (abominable) hombre de las nieves, el hombre de la calle, hombre del saco u hombre de paja son marcadas como loc n, aunque todas ellas figuran en la entrada hombre, que, claro está, es un sustantivo. Con todo, esta manera de proceder supone un incremento notable en la cantidad de la información gramatical sobre la clasificación de las locuciones, pues de las 3 marcadas como sustantivas en la 21ª edición del diccionario académico hemos pasado a 119 locuciones nominales, salvo error u omisión en el vaciado del DEA.7 Y ello a pesar de la restricción que los propios autores del diccionario se han impuesto, según lo explicado anteriormente. De manera análoga, las 11 locuciones verbales de la misma edición del Diccionario de la Academia contrastan con las algo más de 3000 del de Seco, Andrés y Ramos. Si nos detenemos ahora en el examen de la última edición del Diccionario de la Academia, pero en su versión en CD-ROM (Real Academia 2003), comprobamos que no existe ninguna unidad fraseológica marcada como locución verbal, las pocas que en ediciones anteriores así se registraban aparecen ahora como frases. Por otra parte, se ha producido un aumento notable de las unidades clasificadas como locuciones sustantivas, pues las 3 de la edición 21ª en formato electrónico son ahora 79, número más cercano al de locuciones nominales registradas en el DEA. Además, siguen las especificaciones para las clases de locuciones adverbiales y conjuntivas, así algunas (5 exactamente) se marcan como locución conjuntiva adversativa o como locución conjuntiva condicional (6 en total) y una sola (tanto por tanto) como locución adverbial comparativa, por lo que cabe plantearse la utilidad y necesidad de unas marcas que en
7 El vaciado de las locuciones marcadas como nominales, pronominales, adjetivas, verbales y adverbiales en el DEA ha sido llevado a cabo por Agathe Rakotojoelimaria, en su período de doctoranda del programa de Lingüística Aplicada de la Universidad de Alcalá y en calidad de becaria de apoyo a la investigación, asignada al proyecto de I+D «Diccionario de locuciones para la enseñanza del español» (BFF2003-05486), actualmente en fase de realización bajo mi dirección en la Universidad de Alcalá.
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todo el diccionario se usan en tan reducido número de ocasiones e incluso una sola vez, tanto más cuanto que el valor adversativo o condicional de la locución puede venir señalado en la propia definición.8 Finalmente, con las abreviaturas del tipo locs. adjs. y locs. advs., en plural, se marcan locuciones como al alcance, que presenta las variantes a mi/tu/su alcance, si bien el uso de la abreviatura en plural puede dar la falsa idea de que se trata de varias locuciones y no de distintas variantes de una misma locución. En resumen, el tratamiento de las locuciones, en cuanto a su marcación gramatical, no parece haber mejorado de manera sustancial en la última versión del diccionario de la Academia, especialmente en lo que se refiere a la clasificación de las verbales. Puede que esto esté en relación con su naturaleza verbal, frente a las otras clases, y con el hecho de haber modificado la Academia la definición de locución, que ya no corresponde a la que dio Casares (1969: 170), introducida en el DRAE en la edición 19ª de 1970. La parte de la definición relativa a lo que conocemos como significado idiomático ha sido suprimida de la acepción 4 de locución y aparece en una nueva acepción de frase, la 7, marcada como propia de la Lingüística,9 cuando actualmente en fraseología se tiende a no utilizar términos como frase para referirse a las unidades fraseológicas.10
2. RELEVANCIA DE LA ASIGNACIÓN DE CLASE A LAS LOCUCIONES La asignación de una clase a las locuciones no puede verse como una cuestión baladí, relacionada, sin más, con la reivindicación, desde la fraseología y la fraseografía, de un tratamiento idéntico para las unidades léxicas simples y para las locuciones. La razón estriba en el hecho de que considerar una locución como perteneciente a una u otra clase trae aparejado el establecimiento de lemas distintos y la redacción de
8 Examínese la definición de si acaso, marcada como «loc. conjunt. cond.»: «U. para expresar la posibilidad o contingencia de lo manifestado por el verbo». 9 Compárense las definiciones de locución en las dos últimas ediciones del diccionario académico (Real Academia 1992: 1268 y 2001: 1395) y véase la nueva acepción de frase (Real Academia 2001: 1086): «3. Gram. Combinación estable de dos o más palabras, que funciona como oración o como elemento oracional, y cuyo sentido unitario no siempre se justifica, como suma del significado normal de los componentes». «4. Gram. Combinación fija de varios vocablos que funciona como una determinada clase de palabras». «7. Ling. Expresión acuñada constituida generalmente por dos o más palabras cuyo significado conjunto no se deduce de los elementos que la componen». 10 De este modo, no se puede afirmar que exista la cercanía que Martínez Montoro (2002b: 183184) señala entre la concepción de Casares y la de la Academia.
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definiciones diferentes para la que tal vez podría ser la misma locución. Dicho de otro modo, esta cuestión afecta al significante y al significado de una locución, o sea, a la propia esencia de una unidad. Y, justamente, en este sentido, lo que nos encontramos al revisar los diccionarios no es la mejor de las situaciones. Por ejemplo, cerca de 290 locuciones verbales, a tenor del lema y la definición que de ellas ofrece el Diccionario SALAMANCA, son adverbiales, según los datos ofrecidos por el DEA.11 Asimismo, unas 90 locuciones, verbales en función del lema y de la definición del primero de estos diccionarios, son nominales de acuerdo con su tratamiento en el segundo.12 Y a estos datos, significativos por su importancia numérica, se añaden otros, menos relevantes cuantitativamente, pero no menos interesantes desde un punto de vista cualitativo. Así, por ejemplo, la locución (como) cosa de debe considerarse adverbial por su paráfrasis definitoria en el SALAMANCA, mientras que en el DEA se clasifica como preposicional bajo el lema cosa de. Para subsanar estos desajustes entre las distintas obras lexicográficas españolas es necesario establecer criterios y fijar procedimientos que, de manera objetiva, ayuden, a la hora de confeccionar un diccionario, en la tarea de informar sobre la clasificación de las locuciones. Los criterios, como no puede ser menos, deberán corresponder al comportamiento lingüístico de las unidades que hayan de ser clasificadas, mientras que los procedimientos pueden consistir en la consulta de corpus donde se registren las locuciones, con el fin de atestiguar su comportamiento lingüístico, pues éste es el que debe determinar su posterior clasificación como unidades estudiadas por la fraseología y como unidades tratadas por la lexicografía. 2.1. Análisis de locuciones en el corpus Sólo a título de ejemplo, en lo que resta voy a presentar los datos obtenidos del análisis de un grupo de locuciones en el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA). He elegido un subconjunto del total de las cerca de 90 locuciones verbales del SALAMANCA consideradas nominales por el DEA; en concreto, el constituido por aquellas que en su forma verbal presentan como uno de sus elementos constitutivos el verbo ser. Son 31 en total y figuran bajo su forma verbal y nominal, según el diccionario tomado como punto de referencia, en el apéndice situado al final.
11 González Aguiar (2002-2003: 40) también se hace eco de esta situación, al comparar el DRAE, el DUE y el Diccionario fraseológico de Varela y Kubarth. 12 Los datos obtenidos son el resultado de comparar cada una de las locuciones verbales incluidas en el Diccionario Salamanca con la locución posiblemente equivalente registrada en el DEA, a fin de obtener la nomenclatura del Diccionario de locuciones verbales para la enseñanza del español (Penadés 2002). El vaciado de las locuciones verbales del Diccionario Salamanca fue hecho por Mª Eugênia Olímpio de Oliveira Silva, en su período de doctoranda del programa de Lingüística Aplicada de la Universidad de Alcalá.
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Así pues, de la consulta del CREA en todos los medios, en España, se obtienen los siguientes resultados: 1) No existen casos que ilustren el uso de (ser) el chocolate del moro,13 (ser) la biblia en pasta, (ser) la reoca, (ser) la repanocha y (ser) un cacho de pan, por lo que nada se puede decir, a partir de la consulta del CREA, sobre la naturaleza verbal o nominal de esas locuciones.14 Asimismo, queda por ahora fuera del examen (ser) la leche, pues el gran número de casos obtenidos en la consulta de la secuencia la leche, 1285 en 440 documentos, no permite examinar los ejemplos. 2) Hay locuciones de las que el CREA sólo presenta un comportamiento que corresponde a su forma verbal: (ser) ave de paso, (ser el) garbanzo negro, (ser) el rigor de las desdichas, (ser) la caraba, (ser) la flor de la maravilla, (ser) la monda1, (ser) la monda2, (ser) la pera y (ser) un pedazo de pan. Ahora bien, dado que los ejemplos ofrecidos por el DEA para (ser el) garbanzo negro y (ser) el rigor de las desdichas muestran que pueden funcionar como lo hacen los sustantivos en función de objeto directo y de complemento del nombre, hay que aceptar la posibilidad de que sean, tal como las marcan Seco, Andrés y Ramos, locuciones nominales. De manera análoga, aunque de (ser) la caraba el CREA sólo incluya ejemplos que avalarían la forma verbal de la locución, el DEA ilustra su uso con un ejemplo en que la locución se construye con un verbo distinto de ser, por lo que puede ser marcada como nominal. Contrario es el caso de (ser) ave de paso, (ser) la monda1, (ser) la monda2 y (ser) la pera. Los ejemplos del CREA testimonian un comportamiento lingüístico de estas unidades que justificaría su clasificación como verbal (Un marino es un ave de paso ... rumbo a cualquier parte del mundo, La familia Trapisonda, un grupito que es la monda, Todavía te preocupa tu imagen, ¿eh? Sois la monda, Estos niños de divorciados son la pera), al igual que los propios ejemplos del DEA, por lo que en este caso la marcación del SALAMANCA sería la acertada. En lo que se refiere a (ser) la flor de la maravilla, los ejemplos del DEA van precedidos de un asterisco (*), que en este diccionario (Seco, Andrés y Ramos 1999: XXVII) indica que el texto que sigue es un ejemplo de procedencia no localizada; de hecho, *Tu madre es la flor de la maravilla y *Este tiesto es la flor de la maravilla parecen, más bien, ejemplos inventados por los autores del Diccionario del español actual. Pero la solución no estriba en afirmar que, si el CREA registra un caso con ser, la locución es verbal, tal como la marca el
13 Van entre paréntesis los elementos cuya aparición determina la forma verbal de la locución (la que registra el SALAMANCA) y cuya exclusión proporciona la forma nominal (la propia de la locución según el DEA). 14 No es el caso de las variantes (ser) la biblia en verso y (ser) un pedazo de pan, de manera que sí son analizadas a continuación. En cuanto a la variante ser un trozo de pan, incluida en el SALAMANCA, no se examina por no registrar el DEA una posible forma nominal equivalente.
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porque el ejemplo registrado en el CREA15 no parece corresponder a las definiciones que de esa locución, ya sea bajo su forma verbal ya sea bajo su forma nominal, figuran en el SALAMANCA y el DEA.16 Se hace necesario, pues, examinar más ejemplos de uso antes de asignar una clase a esta locución, pues es posible que el ejemplo recogido corresponda a una creación individual, al no ajustarse su interpretación a los rasgos de cambio y brusco que recogen las dos definiciones. Finalmente, dado que para (ser) un pedazo de pan todos los ejemplos documentados en el CREA (12 en total) aparecen con ser y el ejemplo del DEA podría ser inventado (*Es un pedazo de pan), la locución podría marcarse como verbal. 3) El mayor número de locuciones (18 del total de las 31 examinadas) corresponde a las que, de acuerdo con el comportamiento lingüístico atestiguado en el CREA, pueden ser marcadas como nominales –con lo que es el DEA el que está en lo cierto–, unas porque se construyen con verbos distintos de ser: SALAMANCA,
(1) el fin del mundo (el aplazamiento del euro que, en su opinión, no significaría el fin del mundo); (2) moco de pavo (Corneille no se consideraba moco de pavo); (3) plato de gusto (el apoyo de CIU al Gobierno [...] no constituye un plato de gusto); (4) trigo limpio (a ella no le parecía trigo limpio); (5) agua pasada (Los desbordamientos de ríos [...] se han convertido en agua pasada gracias al esfuerzo por encauzar los ríos); (6) el colmo (pero hacer el discurso antiaparato me parece el colmo de la falta de sentido político); (7) el espíritu de la golosina (para lo que tú comes da igual, que te estás quedando como el espíritu de la golosina); (8) el pan (nuestro) de cada día (su mandato [...] hizo de la purga constante e indiscriminada el pan nuestro de cada día); (9) pan comido (al flamenco [...], no le temo a ningún género, pero tampoco lo considero pan comido); (10) un cero a la izquierda (Goikoetxea se sintió como un cero a la izquierda);
15 El ejemplo del CREA es: Diríase que, con toreo así, Las Ventas sería un alboroto de entusiasmo, el Olimpo del arte, la flor de la maravilla. 16 El SALAMANCA (1996: 731) define ser la flor de la maravilla como ‘Cambiar < una persona > bruscamente’, mientras que para el DEA (1999: 2193) flor de la maravilla es ‘Pers. o cosa que cambia bruscamente de estado y que tan pronto está bien como mal’.
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otras porque funcionan de manera análoga a como lo hace un sustantivo en la oración: (11) el año de la polca (un chándal de Deportes Cóndor que estuvo de oferta en el año de la polca); (12) el ojo (u ojito) derecho (Aparte, claro está, de los servicios informativos, el ojo derecho del Régimen): (13) flor de un día (se tratara [...] de ese contacto bello como la flor de un día); (14) la biblia en verso (estaba fenomenal de todo: glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas, hematocritos, la biblia en verso); (15) un barril de pólvora (la economía mundial está sentada sobre un barril de pólvora); (16) pobre diablo (Esa es la diferencia entre un gran artista y un pobre diablo); (17) pera (o perita) en dulce (los promotores le buscaron una perita en dulce, [...], que como era su obligación cayó fulminado por K.O.); (18) verdad de Pero Grullo (o de Perogrullo) (Y este comentario que parecía dictado por la tenue hilaridad de una verdad de Perogrullo).
3. CONCLUSIONES De todo lo expuesto se pueden deducir conclusiones relativas, por una parte, a la praxis de la lexicografía española, en relación con la información gramatical facilitada sobre la clasificación de las locuciones, y, por otra, a las actuaciones que en el futuro se deben llevar a cabo sobre esta misma cuestión. En cuanto al primer aspecto, es posible afirmar que el DEA es, de todas las obras lexicográficas publicadas hasta el momento, la que ofrece más información sobre este tema y datos más veraces. Lo que no significa que haya dado con la solución al problema de la clasificación de las unidades fraseológicas. Piénsese, por ejemplo, en la conveniencia de que un diccionario de lengua diferencie explícitamente entre locuciones nominales, colocaciones en que la base sea un sustantivo y compuestos sintagmáticos, distinciones que no encontramos marcadas en ningún diccionario del español. Por lo que se refiere a cómo obtener las marcas que deben asignarse a las locuciones, ha quedado clara la necesidad de examinar su comportamiento lingüístico, y tal tarea sólo puede realizarse a partir de la consulta de corpus del español. En este sentido, el CREA se ha mostrado un instrumento útil, pero, a la vez, insuficiente, por no contener ocurrencias de todas las locuciones analizadas y por proporcionar en algunos casos muy pocos ejemplos de alguna locución. Hay que confiar, no obstante, en que el paulatino incremento del CREA y la consulta de otros corpus faciliten una tarea que, a pesar de los siglos de existencia de la lexicografía hispánica, está todavía en sus inicios.
LA INFORMACIÓN GRAMATICAL SOBRE LA CLASIFICACIÓN DE LAS LOCUCIONES
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APÉNDICE SALAMANCA
DEA
no ser el fin del mundo no ser moco de pavo no ser plato de gusto no ser trigo limpio ser agua pasada ser ave de paso ser del año de la polca
el fin del mundo b) moco de pavo plato de gusto trigo limpio agua pasada ave de paso b) el año catapún (o catapum), o de la polca, o de la pera, o de la nana (o nanita) el chocolate del loro el colmo el espíritu de la golosina garbanzo negro el ojo (u ojito) derecho el pan (nuestro) de cada día el rigor de las desdichas flor de un día la biblia en verso, o en pasta la caraba la flor de la maravilla la leche la monda1 la monda2 la pera la reoca la repanocha pan comido un barril de pólvora un cero a la izquierda un cacho de panun pedazo de pan pobre diablo pera (o perita) en dulce verdad de Pero Grullo (o de Perogrullo)
ser el chocolate del loro ser el colmo1 ser el espíritu de la golosina ser el garbanzo negro ser el ojo / ojito derecho ser el pan nuestro de cada día ser el rigor de las desdichas ser flor de un día ser la biblia en pasta / verso ser la caraba ser la flor de la maravilla ser la leche ser la monda1 ser la monda2 ser la pera ser la reoca ser la repanocha ser pan comido ser un barril de pólvora ser un cero a la izquierda ser un pedazo / trozo / cacho de pan ser un pobre diablo ser una pera / perita en dulce (ser) una verdad de Perogrullo
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