Julio C. Gambina
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INFORME SOBRE LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES EN ARGENTINA (24 DE OCTUBRE DE 1999)
JULIO C. GAMBINA ...
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Julio C. Gambina
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INFORME SOBRE LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES EN ARGENTINA (24 DE OCTUBRE DE 1999)
JULIO C. GAMBINA
CUADERNO Nº 1 (2º SERIE)
C UAD ER NO S
D E LA
F IS Y P
F U N D A C IÓ N D E IN V E S T IG A C IO N E S S O C IA L E S Y P O L ÍT IC A S
2
Informe sobre las elecciones presidenciales en Argentina
ÍNDICE GENERAL I - Introducción
3
II - 1983/1999
5
III - La herencia menemista y el futuro cercano
8
IV- ¿Se votó por un cambio?
9
V- ¿Qué pasó con la Centro Izquierda y la Izquierda?
10
VI- Elecciones en Capital
11
VII- Las primeras medidas del gobierno nacional
12
VIII- los tres escenarios posibles
14
Postdata
15 El triunfador previsible
15
La dispersión del voto peronista
15
Izquierda visible
15
Perspectivas de gobernabilidad en la Ciudad
16
Julio C. Gambina
3
I - INTRODUCCIÓN Muchos se interrogan en torno a si el cambio de siglo significa el fin del ciclo hegemonizado por el neoliberalismo, entendiendo como tal en América Latina la combinación de las políticas de ajuste fiscal, de reestructuración regresiva del capitalismo y la instalación de democracias fuertemente restringidas y de carácter presidencialista, con delegación de los poderes legislativos y judiciales en los ejecutivos. La «restricción» a que aludimos tiene que ver con la funcionalidad de las formas constitucionales de gobierno vigentes en la región con la forma dominante y regresiva que adquiere la acumulación de capitales. En ese sentido, la democracia no está vinculada con procesos de distribución progresiva de la riqueza, ni garantiza el acceso a la ciudadanía y derechos integrales consagrados en las constituciones, ni promueve la mayor participación en la toma de decisiones, más allá de algunos «programas» que inducen al protagonismo y que dependen de la orientación política del gobierno que la sustenta1.
INFORME
SOBRE LAS ELECCIONES
PRESIDENCIALES EN
ARGENTINA
24 1999
DEL
DE OCTUBRE DE
POR JULIO C. GAMBINA*
El interrogante resulta válido al plantearse similitudes entre procesos complejos y diferentes que ocurren en la región, que marcarían una tendencia transformadora: la emergencia zapatista en Chiapas en 1994 y la actual insurgencia colombiana; el fenómeno de Chávez en Venezuela, el agotamiento de los partidos tradicionales y la importante presencia electoral de la izquierda, del centro izquierda e incluso centristas en distintos países de la región (México, Uruguay, Brasil, Nicaragua); por otra parte, debemos considerar la visibilidad que adquieren algunos movimientos sociales que interpelan la política desde la resistencia y desde nuevas formas de organización popular2. El fenómeno está vinculado a las nuevas tendencias que aparecen a escala global, en sus distintas variantes: la adecuación al orden dominante de la «tercera vía» (con todos sus matices); las múltiples críticas al «salvajismo» neoliberal por parte de sus beneficiarios o impulsores, como por ejem1. Se destaca la experiencia que desarrolla el Estado de Río Grande do Sul en Brasil, que está impulsando el Presupuesto Participativo con base en la experiencia acumulada en la Administración del PT en Porto Alegre por más de una década. El interrogante que algunos se plantean tiene que ver con aquellas localidades del Estado que no son administradas por el PT y por ende, la real voluntad de su implementación para promover la participación y el protagonismo popular en la toma de decisiones. En la Argentina, el tema está incluido en la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y tras muy pocas reuniones que intentaron implementarlo, el programa se suspendió ante las dificultades de «control» de la experiencia.
* Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales Y Políticas -FISYP. Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Miembro del Consejo de Dirección del Instituto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores Argentinos - IEF-CTA. Colaboró en búsqueda de información estadística y elaboración de cuadros José Luis Bournasell.
2 En un reciente Seminario organizado por CLACSO sobre el impacto social del Ajuste Estructural en América Latina (Porto Alegre, 1 al 3 de diciembre de 1999), junto a los análisis de economistas y profesionales se escuchó la opinión de los organismos internacionales y la visión que al respecto tienen los movimientos sociales. Para ese efecto se invitó a exponer las experiencias y visiones del Movimiento Zapatista, del Movimiento sin Tierra y la Central de Trabajadores Argentinos. Todos movimientos que emergieron con visibilidad en los 90 y son expresión de nuevas formas de representación y acción.
plo Kissinger o Soros, funcionarios del Banco Mundial, desde Stiglitz hasta el mismo Wolfhenson. Pero también la aparición de movimientos que intentan una resistencia global, tal el caso de ATTAC (Asociación por la Tax Tobin de Ayuda a los Ciudadanos) surgida en Francia en 1998 y que se extiende en todo el mundo bajo la consigna de enfrentar la «Dictadura de los Mercados»3, como los que se hicieron visibles a la opinión pública mundial en Seattle, USA, en oportunidad de celebrarse la reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que debía lanzar la Ronda del Milenio para liberalizar el comercio mundial. En materia de cambios económicos, políticos y sociales en la Argentina a partir de la sucesión presidencial de octubre 99, existe mucha más expectativa en el exterior que en el interior del país. Tiene que ver con la profundidad de la reestructuración operada en la Argentina en la década del 90. Es más, muchos extranjeros asociaron en un calificativo de izquierda o centro izquierda al Frente Amplio uruguayo y a la Concertación chilena con la Alianza UCR–Frepaso de la Argentina. La asimilación puede extenderse en ciertos análisis al propio PT de Brasil. En general se hace muy dificultoso (creemos que imposible) encontrar similitudes entre procesos sociales y políticos de tanta diversidad en la región, donde la izquierda sólo puede considerarse contenida en las coaliciones que disputan el gobierno en Brasil y Uruguay. Cada caso tiene un propio punto de partida totalmente distinto, lo que nos obliga a hacer un análisis específico de cada país, para luego intentar identificar los puntos comunes que presenta la realidad política en la región. El punto de partida para comprender la realidad en la Argentina está determinado por el Terrorismo de Estado ejercido por la Dictadura Militar (1976/1983), ya que fue la forma asumida para lograr el disciplinamiento social y político e inducir los regresivos cambios que se consolidaron en los 80/90 bajo administraciones constitucionales (1983/1999). El efecto «miedo» se potenció en los 80 al amparo del fenómeno hiperinflacionario y en los 90 por el hiperdesempleo, con impacto en el crecimiento de la marginalidad, la criminalidad y la inseguridad. Puede decirse que el «miedo» cumplió el rol de ordenador de la sociedad, en un proceso de destrucción de sujetos, especialmente de sus identidades, «recompuestos» luego como individuos-cosas de fácil manipulación por la ideología dominante a través de sus mecanismos culturales, de los medios de comunicación y su proceso de privatización, el intento de anulación de la memoria y de los proyectos alternativos, de las utopías, etc. Aunque subsiste una relativa organización sindical en Argentina, los trabajadores tienen temor a realizar denuncias judiciales por la impunidad y el matonaje por parte de la pa3 Pierre Bordieu sugirió que ATTAC puede encarnar «una nueva internacional de los pueblos».4 Una de las bases es la actual liquidez del sistema internacional; por eso cualquier dificultad en cualquier mercado repercute en Argentina como una tremenda explosión. No se puede creer que el peso argentino tenga una perdurabilidad en el tiempo similar al dólar de EEUU.
tronal y de los propios sindicatos; no consiguen que un compañero atestigüe en su favor por el miedo a perder el salario de hambre que recibe. Así, 1. la transferencia de ingresos desde los trabajadores y sectores populares a los capitales más concentrados; 2. la pérdida de garantías que otorgaba el derecho protectorio del trabajo; 3. las privatizaciones de empresas públicas y la asunción de nuevas funciones del Estado favorables al restablecimiento de la dinámica de valorización de los capitales; 4. la apertura y desregulación de la economía que induce a la hegemonía del capital financiero y a la dependencia del ingreso externo de capitales, en el caso argentino de tipo fundamentalmente especulativo,4 son las formas de funcionamiento de la actual variante del capitalismo argentino, que para ser instalado necesitó de la eliminación de las formas de resistencia que se habían constituido a lo largo del siglo. Remitimos a la constitución de sujetos y sus formas de representación social (principalmente los sindicatos) y política (partidos). En este sentido, el siglo XX estuvo atravesado principalmente por la emergencia de dos sectores sociales que le imprimen su impronta al siglo, y por dos partidos políticos. Nos referimos al empresariado surgido del proceso de «industrialización» en distintos momentos del desarrollo capitalista hasta la crisis de mediados de los 70: la burguesía local, y los denominados «sectores medios». Estos últimos, estudiantes, profesionales, pequeños productores y empresarios, artesanos, etc., adquieren una fuerte presencia social y política en los primeros gobiernos del radicalismo (1916/30), mientras que la burguesía local adquiere identidad como tal en el marco del proceso de industrialización sustitutiva a fines de los 30 y los años 40 y será una parte constitutiva del proyecto político de «pacto-social» sustentado por el peronismo (46/55). Desde otro ángulo, nos referimos a los trabajadores y a su emergencia con una fuerte identidad en el terreno político en la posguerra, que dejará de lado la hegemonía anarquista, socialista y comunista reemplazada por el peronismo. Las expresiones políticas de esos movimientos y fenómenos a que aludimos fueron el radicalismo y el peronismo, el primero hegemónico a comienzo de siglo y el segundo desde su aparición en 1945. Sin lugar a dudas que en el periodo existen otros actores políticos, con mayor o menor peso en determinados momentos de la historia, como la izquierda y la derecha tradicional y por supuesto el llamado «par4 Una de las bases es la actual liquidez del sistema internacional; por eso cualquier dificultad en cualquier mercado repercute en Argentina como una tremenda explosión. No se puede creer que el peso argentino tenga una perdurabilidad en el tiempo similar al dólar de EEUU.
tido militar», pero no es el caso de analizarlos ahora. La reconversión del capitalismo argentino tiene que ver con la clausura de esas formas construidas a lo largo de un siglo y la transformación (resignificación) del sistema de partidos políticos, la que se opera en los últimos 16 años. Para ser más claro, la tesis que sustentamos es que el fenómeno de la reconversión del capitalismo en curso desde la crisis de los 70 se corresponde con un complejo proceso de reestructuración de la «democracia», del Estado, de la sociedad y de los propios partidos políticos, que aún manteniendo sus nombres y en algunos casos su ritualidad, no expresan necesariamente el contenido esencial instalado en la memoria de los adherentes históricos de dichas identidades. Esto nos lleva a sostener que existe una «crisis en las identidades políticas», y que ante la no-emergencia de una nueva política alternativa, la crisis se procesa con la transformación de las estructuras existentes en el marco de la forma de funcionamiento del sistema político. En Argentina se consolida la democracia como procedimiento. Ante la crisis de representación política, nunca hubo en el país tanta propaganda a favor del voto en blanco; se formó una agrupación, la «501», para justificar el no voto de quienes viajaban a más de 500 Km. de su residencia electoral; incluso promovieron el turismo a Sierra de la Ventana (Provincia de Buenos Aires) para reunirlos de manera visible. La campaña electoral se basó en promover el voto por la Alianza UCR-Frepaso, el PJ y por Acción por la República (Domingo Cavallo), pero también por el voto en blanco, el no voto, el discurso de la inutilidad de los partidos políticos. Sin embargo, nunca salió tan fortalecido el sistema de partidos, la democracia formal, procedimental; por supuesto, no la democracia sustantiva. En Argentina el concepto democracia estaba vinculado a la distribución de la riqueza a favor de los trabajadores y los sectores populares, al desarrollo del mercado interno y la satisfacción de las demandas sociales. Los golpes de Estado y las dictaduras militares se correspondían con la concentración de la riqueza y la restricción de las libertades públicas y políticas. En las dos últimas décadas esto ya no es así. Muchas de las tesis sustentadas en la década del 80 están hoy en discusión, lo que nos obliga a definir que tipo de democracia tenemos. Se discute la categoría Estado, su administración; además un Estado que cambió de función. Aparece un Estado real muy distinto al que pensamos. En Argentina y quizá en América Latina, está instalada una concepción de un inexistente Estado keynesiano (el Estado benefactor 5 El modelo de acumulación favorecido en el período 1946/52 (primera etapa de los gobiernos de Juan D. Perón) se basaba en una fuerte acción del Estado para industrializar y urbanizar el país; protección aduanera, extensión del mercado interno, mejora de los salarios y legislación social, que junto a consumidores aseguraba consenso político. A partir de 1952, se pone el centro en el «desarrollo», basado en la explotación de las fuentes de materias primas (particularmente el petróleo) y la adquisición de nuevas tecnologías en asociación con los capitales extranjeros, a los que se otorgan concesiones cada vez más importantes.
europeo). Es frecuente calificar con esa categoría a las políticas vinculadas al desarrollo de actividades y sectores que favorecieron la acumulación de capitales en franjas de la burguesía local y que fueron acompañadas con formas populistas y/o desarrollistas5, en el marco de una inestabilidad de gobiernos constitucionales y dictaduras militares. Lo que históricamente fue pensado como un elemento de soberanía (el Estado) hoy es un tema en discusión. En la actualidad pareciera que la principal función del Estado sea disputar con otros Estados por ofrecer mejores condiciones para atraer inversiones extranjeras o para el mercado especulativo. Es claro comprobar la disputa que al respecto enfrenta a la Argentina con el Brasil6. Al interior de los países se discuten las prerrogativas que cada estado subnacional les ofrece.
II - 1983/1999 En Argentina los partidos políticos tradicionales mayoritarios (la UCR y el PJ) han dejado de representar lo que históricamente representaban. Se trata de un proceso de transformación iniciado con la dictadura militar, pero que empieza a tomar encarnadura social como resultado de la crisis de mediados de 19857 y empieza a visibilizarse ampliamente en los últimos tiempos. La resistencia/oposición a la dictadura incluía como propuestas alternativas aquellas que eran clásicas del modelo de acumulación anterior. El programa de la reestructuración capitalista de corte concentrador era sólo asumido explícitamente por el gobierno militar y la derecha tradicional. Entre el 85 y el 90 se va a operar la transformación en los dos principales partidos políticos del siglo en la Argentina: la UCR y el PJ. La dictadura no consiguió imponer totalmente sus planes; el Alfonsinismo (83/89), constituyendo una indudable ruptura en la forma de gobierno respecto de la dictadura militar previa, en su última etapa (85/89) retomará el rumbo que define las formas de funcionamiento del capitalismo argentino para superar la crisis de mediados de los 70. Vale considerar que en buena parte, el intento fue trabado por la acción de una CGT entonces «combativa», que impulsó mecanismos de resistencia. Junto a la burocracia política opo6 Tema acelerado con la devaluación del Real en enero de 1999 y que ha significado la transferencia de empresas argentinas al Brasil, junto a un privilegio de nuevas inversiones radicadas en el socio mayor del Mercosur, por ventajas ostensibles para la rentabilidad del capital que ofrece la política definida por el Estado brasileño. 7 Entre 1983/85 la UCR intenta aplicar una política clásica de contenido «mercadointernista», particularmente con Grinspun en el Ministerio de Economía. A partir de allí modifica sustancialmente su política económica, autodenominada «heterodoxa», con el Plan Austral y la adecuación a los condicionantes de los Organismos Financieros Internacionales. Luego, en 1989, el PJ gana las elecciones con una propaganda clásica cuyos lemas eran «el salariazo y la revolución productiva», aspectos sustanciales de políticas inspiradas en la promoción del mercado interno. Sin embargo, la política económica del gobierno de Menem asumió rápidamente las recomendaciones que luego se popularizarían como «neoliberales».
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sitora del PJ en el Parlamento se impidió el avance de las privatizaciones. Al asumir el PJ el nuevo gobierno (89/95), «Menem pudo» (frase de propaganda permanente del PJ), disciplinó a la burocracia sindical (no a los trabajadores, que resistieron junto a los sectores populares durante la década, incluso por fuera de los sindicatos), para lo que contó con la absoluta complicidad de la CGT en la desmovilización popular y avanzó en la remodelación del capitalismo local. Una de las consecuencias/respuesta fue la emergencia de una nueva central de trabajadores, la CTA, producto de la década de los 90. Se inscribe en los nuevos movimientos sociales que no disputan de manera institucional, por lo menos por ahora; como el Movimiento Sin Tierra en Brasil, o el Movimiento Zapatista en México. Estos movimientos no disputan institucionalmente pero inciden en la modificación de las condiciones de funcionamiento del sistema político. Son buenos ejemplos para no cometer el error de reducir el debate sobre la democracia del sistema político a lo electoral. La CTA rompe con la tradición de la unicidad de la representación sindical; tiene una clara definición política de una parte del activismo sindical de los sectores más combativos, con fuerte presencia entre los trabajadores del Estado, con la intención de hacer emerger una nueva representación sindical y política de los trabajadores, con características de autonomía e independencia de los factores de poder; tema ratificado8 en su último Congreso (Mar del Plata, mayo de 1999). Un fenómeno contenido en la CTA es que una parte considerable de su activismo sigue de cerca y con simpatía las experiencias sociales y políticas de América Latina, especialmente el Partido de los Trabajadores de Brasil y el Frente Amplio de Uruguay. Un tema importante para analizar también, son los nuevos actores que van reconfigurando el escenario social y político de Argentina, muchos de los cuales articulan su actividad con la nueva Central: derechos humanos, movimientos de género, ecologistas, hábitat y vivienda, culturales, etc. El análisis de los resultados electorales del ciclo constitucional más largo de la historia argentina (desde 1930) (ver los gráficos nºs 1 a 3) nos muestra el predominio, casi excluyente, de dos agrupaciones políticas, el radicalismo y el peronismo. Sólo se interrumpe esa situación en la elección del 95 ante la emergencia del Frepaso, agrupación que terminará siendo absorbida, sí bien en una coalición, por la UCR. Este último partido logró definir su hegemonía en la Alianza en las recientes elecciones presidenciales del 99. En las elecciones presidenciales del periodo, (ver el gráfico nº 1) la UCR y el PJ sumaron más del 90% en 1983, casi el 80% en 1989 y cerca del 90% en 1999; solamente en 1995 el Frepaso puso en duda ésta hegemonía de esos dos partidos en el gobierno, logrando casi el 30% de las adhesiones. La disidencia del 95 fue contenida o reabsorbida por los dos partidos o coaliciones resultantes hegemonizadas por la UCR 8 En ciertos ámbitos se asocia a la CTA con el Frepaso.
Informe sobre las elecciones presidenciales en Argentina
o el PJ: Bordón, candidato a presidente por el Frepaso en 1995 se pasó al PJ y hoy es ministro de educación en la Pcia. De Buenos Aires, y Alvarez, candidato a Vicepresidente por el Frepaso en 1995, ocupa la Vicepresidencia en la formula de la Alianza que encabezó De la Rúa Las terceras fuerzas y sobre todo los «otros» han quedado muy lejos en cada oportunidad, con una presencia de centro izquierda al comienzo del ciclo (Partido Intransigente/ 83) y de derecha al finalizar (Unión del Centro Democrático/ 89; Acción por la República/99). El centro izquierda fue absorbido, como ya anotamos, por la UCR en la Alianza UCRFrepaso en un proceso iniciado en 1997. La UCD de Alsogaray, derecha liberal – conservadora, absorbida de hecho por el PJ menemista desde 1989/90, tras transfundirle la concepción ideológica sustentada por los liberales, el «neoliberalismo», surgiendo así una «nueva derecha».9 Por su parte, Alianza por la República es un desprendimiento de sectores neoliberales «modernos» del PJ encabezados por uno de los principales referentes del establishment argentino, como es Cavallo (ver el gráfico nº 2). Analicemos la composición de la Cámara de Diputados Nacionales en el período (ver el gráfico nº 3). El gráfico muestra que el máximo de representación institucional por fuera de ambas coaliciones alcanzó escasamente el 20%, dando cuenta de una alternancia que parecía agotarse en 1995 y que sin embargo fue rápidamente absorbida. Los diputados pertenecieron y pertenecen mayoritariamente al bloque UCR/PJ; el 96% en 1983, el 92% en 1985, 87% en 1987, 79% en 1989, 79% en 1991, 80% en 1993, 76% en 1995, 87% en 1997 y 88% desde 1999. Los diputados restantes pertenecieron mayoritariamente a partidos provinciales, de marcado corte conservador, o nacionales de derecha (UCD, Acción por la República). En «otros» existen variantes a izquierda y derecha con escasa capacidad de acción parlamentaria y política al margen de las hegemonías de las coaliciones resultantes en la actualidad. Destacamos los casos del PI en 1983 y 1985 y del Frepaso en 1995, que parecían romper con esa hegemonía. También la presencia de Antonio Domingo Bussi, Palacios, Roberto Ulloa, Luis Patti o Aldo Rico10, todos ellos antiguos o nuevos represores. Todas esas propuestas «por fuera» resultarían finalmente incorporadas a las coaliciones política que define el bloque UCR/PJ, por medio de alianzas electorales o en el funcionamiento de ambas cámaras del Congreso. Es interesante destacar que en las últimas elecciones la coalición triunfante en la Pcia. de Buenos Aires (PJ/UCD/AR), 9 Alsogaray diría: «por años traté de hacer política desde un partido testimonial; tenía dos opciones: hacerme popular y cambiar mis ideas o hacer al revés, ir a un partido popular, dotarlo de ideología liberal, etc.; logré lo que quería, que un partido mayoritario me haga caso». Logró lo que por años los conservadores intentaron sin éxito: consenso social; desde los‘30, sólo habían logrado imponerse con base en las alianzas con los militares. 10 Todos miembros en distintas funciones del gobierno militar (1976/83) y legitimados por votación en diferentes momentos pos-dictadura.
Julio C. Gambina
no pudo materializarse en el ámbito nacional. De haberlo hecho podría haber habido un final muy parejo, si bien en política no cuentan las matemáticas. El hecho de no-conformación de la coalición tiene más que ver con el proyecto político nacional a futuro de Cavallo y no con la ausencia acuerdos políticos esenciales. La situación que describimos presenta algunas singularidades en las provincias, con algunos casos de gobiernos locales que no se incluyen en las coaliciones hegemónicas en el ámbito nacional. De todos modos, a los fines de la gobernabilidad, siempre tuvieron que negociar con la coalición hegemónica en cada momento histórico. Es el caso de Neuquén, Tierra del Fuego, Corrientes, San Juan, Salta, entre otras. El detalle a remarcar para el análisis en las Provincias deviene de los cambios de hegemonía derivados de algún acontecimiento resonante. Es el caso del asesinato de María Soledad Morales en Catamarca, que determina el cambio gubernamental desde el PJ a la UCR, aunque con tendencia a la convergencia en cantidad de votos entre una y otra coalición (ver el gráfico nº 4) En Córdoba, el cuarto distrito por el número de electores, el cambio es resultado del desgaste y la asociación del gobierno de la UCR con la corrupción (ver el gráfico nº 5). En la provincia no existen grandes acontecimientos de criminalidad cotidiana, pero la UCR la gobernó en forma continuada desde 1983, con mecanismos de corrupción similares a los del PJ en el ámbito nacional. El partido de oposición gobernante en la provincia (UCR) sufrió el mismo proceso de descrédito que el PJ en el ámbito nacional; el tema de poner fin a la corrupción fue una de las demandas principales de la sociedad argentina en las elecciones de 1999. La Rioja (ver el gráfico nº 6), donde Menem nació y fue gobernante en varios períodos, da cuenta de la fuerte hegemonía del PJ durante la gestión nacional de Menem y una tendencia leve a la reversión sobre el final de periodo. Es importante destacar que esta provincia estuvo recibiendo discrecionalmente fondos extraordinarios del tesoro nacional, distribuido a través de un sistema de lealtades y clientelismo político. Santa Fe (ver el gráfico nº 7) afirma el liderazgo peronista, de la mano de un referente de «afuera» de la política partidaria. Santa Fe es el tercer distrito en cuanto a cantidad de electores. Es uno de los ocho distritos que el PJ gobierna sin interrupciones desde 1983. Una de las razones del mantenimiento de dicha hegemonía en los últimos tiempos está en la presencia de Carlos Reuteman, uno de los personajes con más perspectivas de futuro en la resolución de la gobernabilidad en Argentina, proveniente de las carreras automovilísticas de «Fórmula 1» y sin tradición en la política. Esto expresa la crisis de una época en que surgen numerosas dificultades para continuar con el mismo modelo de funcionamiento político. Los cambios que se registran en la economía, en la política y en la sociedad repercuten en los partidos políticos, desgastando a sus figuras y las formas
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clásicas de acceso al liderazgo político dejan de funcionar y aparecen los «out-siders» o «extrapartidarios». El caso paradigmático lo da Santiago del Estero (ver el gráfico nº 8), donde y pese a un estallido popular (1993), la incapacidad de generar alternativa determina la presencia hegemónica del PJ. Es una provincia de pocos habitantes, con una imagen hacia el resto del país de «tranquilos», donde parece que «nunca va a suceder nada»; el clima, caluroso y seco, llevó a la costumbre de la «siesta» de todas las tardes. En ese momento se asistía a la cima de la argentina neoliberal con fuerte consumo, tras la ola de privatizaciones de 1992 y 1993. En ese marco, ni la «siesta» pudo impedir la primera gran rebelión popular de los noventa, con destrucción de la casa de gobierno, de la sede del poder legislativo y la del poder judicial, junto con las casas de los principales caudillos políticos de la región, incluido Carlos Juárez, quien sería reelecto gobernador por quinta vez. El estallido estuvo originado en la falta de pago de los magros sueldos de los empleados estatales, en tanto altos funcionarios del estado aumentaban sus sueldos desproporcionadamente. El gobierno nacional intervino la provincia y envió importantes recursos financieros. Con eso estableció mecanismos de clientelismo político, algo bastante común en Argentina, basamento de la continuación del control político. Este ejemplo muestra que la crisis de representación política es tan grande que incluso revueltas populares tan cruentas al carecer de formas de contención política generan grandes movimientos de tipo espasmódico y rápidamente vuelven al cauce normal de la dominación. En la mitad de los distritos provinciales se mantienen las hegemonías políticas desde 1983 y hubo cambios en los otros once.11 En los dos nuevos distritos, cambió en Tierra del Fuego y desde la primer elección en la Ciudad de Buenos Aires (96) se mantiene la Alianza. (ver el gráfico nº 9) El cuadro político nacional presenta una hegemonía compartida por ambas coaliciones, con claro dominio de la UCR en la votación a Presidente, aún en las Provincias gobernadas por el PJ. Ello determina lo que algunos llaman un «empate institucional», con mayoría de provincias gobernadas por el PJ, particularmente aquellas de mayor peso económico, político y de concentración de la mayor parte de electores: Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba (casi 7 millones de electores sobre 12 millones). Esos tres distritos junto a la Ciudad e Buenos Aires, gobernada por la Alianza, representan 2/3 de los electores (ver cuadro 10) y del producto bruto interno.
11 Hegemonía permanente PJ en 8 provincias (Jujuy, Formosa, La Rioja, S. Estero, S. Fe, Santa Cruz, La Pampa, San Luís). De la UCR en 1 (Río Negro). De los partidos provinciales en 2 (Neuquén y Corrientes). Se produjeron cambios en 11 (San Juan, Mendoza, E. Ríos, Misiones, Córdoba, Chaco, Chubut, Catamarca, Tucumán, Salta y Buenos Aires)
La gobernabilidad del capitalismo en la Argentina combina un P.E.N. en manos de la coalición liderada por la UCR y provincias con ejecutivos del PJ. Una Cámara de Diputados nacionales con mayor presencia de la Alianza sobre el PJ (ver el gráfico nº 11) y una Cámara de Senadores claramente hegemonizada por el PJ (cuadro 12) A su vez, la Corte Suprema de Justicia es mayoritariamente influida por el PJ. Esta situación se reproduce, incluso en sentido inverso en algunas provincias (p.e. en Buenos Aires, donde el PJ ganó la gobernación y el Parlamento está hegemonizado por la Alianza).
III - LA HERENCIA MENEMISTA Y EL FUTURO CERCANO Al comienzo del gobierno de Menem aparecían como problemas a resolver la inflación y el estancamiento. Tanto a los analistas políticos, como en el imaginario social, se le adjudica al menemismo la «resolución» de ambos aspectos. El régimen de convertibilidad (un peso = un dólar) que rige desde abril de 1991, es el instrumento privilegiado para explicar la contención inflacionaria y el crecimiento del PBI. Sin embargo, es bueno destacar que el crecimiento económico no es tal si se considera la década, que parte de un piso muy bajo del bienio 89/90 y que desde la recesión del 95/96 luego del efecto tequila ha tenido serios problemas para recuperar los niveles de expansión de la primera mitad de la década del 90. En el ámbito de la producción industrial Argentina recién en 1999 se ha recuperado el importante nivel alcanzado en 1974. El otro dato es la importante afluencia de capitales externos que sostuvo el financiamiento de la expansión del crédito interno y el consumo en la primera mitad del periodo presidencial de Menem, y que le valiera la reelección presidencial en el marco de la primera gran recesión (95/96). Esos capitales ingresaron para financiar el déficit fiscal y externo y tentados por las excelentes condiciones que les aseguraron las privatizaciones de las empresas públicas y los altos rendimientos financieros que ofrecían las condiciones económicas locales. Sin duda, el menemismo significó la coronación de un cambio de la economía, el Estado y la sociedad, tarea que inició el golpe militar en 1976. Un nuevo bloque de poder se consolidó en el periodo: los acreedores externos, las transnacionales y los grandes grupos económicos locales. Las ganancias acumuladas por el bloque en el poder le permitieron independizar su ciclo expansivo de los avances o retrocesos de la economía. La curva de rentabilidad no ceja ante la recesión. La economía argentina crece con base al desarrollo de los servicios. En los últimos 10 años, mientras el sector productivo baja del 45% al 35%, el sector servicios crece del 55% al 65%. La Argentina se fue transformando de un país capitalista con un fuerte perfil productivo en otro país que privilegia los servicios (que además puso en manos privadas, en condiciones de monopolio, con nulas posibilidades de ejer-
cer sobre ellos el control público), con fuerte concentración de la riqueza y un gran polo de desigualdad. Culturalmente se ha transformado la sociedad, donde el consumismo y el individualismo aparecen como los valores a sustentar. La ostentación de la riqueza fuertemente concentrada constituye un valor asumido por los sectores pudientes. Con ello convive la pobreza y marginación más extrema. La derrota cultural sufrida por los valores solidarios se transitó por las armas y la manipulación del consenso social, donde los medios de comunicación jugaron un papel muy importante. En todo caso, en ese ámbito es donde se conjuga el poder económico y el ideológico, tanto por el dominio privado del satélite (telefónicas) como de los principales multimedia (diarios, radios y TV) en la Argentina. El Estado modificó el destinatario de su función y sus actuales políticas tienden a beneficiar a los detentadores del poder económico, abandonando la pretensión de ‘compensar’ las desigualdades que emergen del juego del mercado. Ha reducido su función a la de competidor de otros estados en la región para atraer los capitales externos. Esta es la base de la conflictividad que en los últimos años se vislumbra en el Mercosur, particularmente en la relación con el Brasil. Más allá de la imagen favorable en la contención de la inflación, se asocia en el legado menemista la explosión del desempleo y subempleo, los que sumados alcanzan el 30%; la caída de los salarios, el crecimiento de la informalidad y la precariedad del empleo; pero también las penurias de otros sectores populares, tales como los pequeños y medianos productores y empresarios del campo y la ciudad. Desempleo en un país que históricamente no lo sufrió. Solamente el 40% de los trabajadores tienen contratos normales de trabajo, en «blanco»; el resto son empleos informales, precarios e irregulares. La deuda externa pública se duplica y la privada se decuplica a lo largo de la década. Los intereses de la deuda externa pública consumen el 18% del gasto público y el déficit fiscal y externo constituyen datos de complejo abordaje ante la incapacidad recaudadora acrecentada por niveles alarmantes de evasión y elusión fiscal, y falta de aptitud exportadora ante la destrucción de buena parte del aparato industrial local (salvo sectores como el alimentario, la agroindustria y las extractivas) y los límites de la política cambiaria y económica en general derivada de la convertibilidad. Además, debe adicionarse en el imaginario social la idea de que la corrupción está extendida en todos los poderes de la República: ejecutivo, legislativo y judicial. Son muchos los casos en la Justicia vinculados al tráfico de armas, al narcotráfico, al cohecho y negocios diversos que asocian a grandes empresas con funcionarios y personalidades, como los conocidos casos de los negociados entre IBM y el gobierno nacional, algunos provinciales y la Dirección General Impositiva (DGI), ahora Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Son pocos los casos esclarecidos, aunque la sociedad ya
tiene el veredicto. Son acontecimientos que van desde asesinatos de periodistas a la voladura de un arsenal, incluyendo los atentados contra edificios de la comunidad judía. Argentina vendió armas a Ecuador durante su conflicto con Perú, y a Croacia. Para destruir las pruebas volaron un arsenal completo, afectando al pueblo de Río Tercero (provincia de Córdoba), con gravísimos costos en vidas, económicos y sociales. El problema de la seguridad no está planteado desde los esenciales derechos humanos de educación, salud y trabajo, sino desde el punto de vista del robo. La inseguridad derivada de la situación de explotación y marginación, constituye otro de los problemas centrales que acusa la sociedad. Es un problema fuertemente asociado a la delincuencia policial. Según las estadísticas, proporcionalmente existen más sentencias y condenas a personal policial que al conjunto de la criminalidad extra policial. Corrupción y delincuencia aparecen así, asociados a la policía y a su poder de represión y organización del crimen. En síntesis, más allá de las opiniones o críticas existe una importante valoración de la «estabilidad» monetaria y el control inflacionario y del tipo de cambio y a la vez, una demanda por modificar la situación compleja del Desempleo, la Inseguridad y la Corrupción. En éstos tres aspectos se pueden centrar los principales datos del triunfo electoral de la Alianza en el ámbito nacional, e incluso explica los triunfos del PJ en algunas provincias, particularmente en Buenos Aires. Ruckauf (PJ) levantó como consigna de campaña la «mano dura» en la represión de la delincuencia y ahora nombró, como secretario de Seguridad de su gobierno, al militar golpista Aldo Rico, que había obtenido el 62% de los votos en la candidatura a Intendente (alcalde) en su localidad. Durante la campaña electoral habíamos creído que los discursos de mano dura resultarían negativos, luego de lo que había representado la dictadura militar; pero buena parte de la población12 fue captada por el discurso de la seguridad reducido al control de la criminalidad; incluso en los últimos años han adquirido relieve político conocidos personajes de la dictadura militar. Es necesario poner en claro que durante la campaña electoral las tres fuerzas que la monopolizaron pusieron en el centro el tema de la corrupción, dejando en segundo plano otros temas como la desocupación, que según las encuestas figura como una de las preocupaciones principales de la gente; por otra parte, el tema de la seguridad fue reducido al de la delincuencia de marginales, sin tomar la problemática de los abusos policiales y las operaciones de diferentes «mafias». El sujeto más sospechado de corrupción en Argentina es la policía, particularmente la de la provincia de Buenos Aires y 12 No solo los sectores medios, sino también entre los propios trabajadores, en un juego de pobres con trabajo contra otros más pobres sin perspectivas, marginados por su situación de desocupados estructurales.
la Federal; sus componentes tienen una proporción demasiado alta de condenas, procesos judiciales y sentencias en firme. Sin embargo, son ellos quienes tienen el encargo de controlar la seguridad ciudadana.
IV- ¿SE VOTÓ POR UN CAMBIO? El vencedor de las elecciones, Fernando de la Rúa, es antimenemista, pero su campaña electoral y sus primeros anuncios de gobierno aseguran la absoluta continuidad con los elementos esenciales de la política económica del gobierno anterior, que encuentra continuidad en el proyecto de reestructuración regresiva del capitalismo local instalado durante la dictadura militar (76/83). El elemento diferenciador pasa por las promesas de transparencia y honestidad en la administración y el combate anunciado contra la corrupción. Es difícil determinar el alcance de esos cambios demandados. Existen encuestas que señalan la inconformidad económica de la población y al mismo tiempo el temor que suscita toda posibilidad de que se modifique el régimen cambiario. Desde el gobierno, la idea de cambio parece limitarse, a lo sumo, a la gestión de políticas cuyos grandes ejes no se alterarán. El tema aparece muy claro en el primer mensaje presidencial al hablar de transparencia y honestidad en la gestión. No habrá cambios en el modelo de políticas de apertura, desregulación, privatización y favoritismo al gran capital. Esto está afirmado en la campaña electoral de la Alianza y en la designación de cuatro economistas fuertemente identificados con las concepciones emanadas del Consenso de Washington al comienzo de la década del 90. Todos ellos son confiables ante los organismos financieros internacionales y los capitales más concentrados que definen el bloque de poder en la Argentina. Todas las señales emanadas del discurso inaugural del nuevo Presidente apuntan a mantener el rumbo económico e impulsar medidas para combatir la inseguridad derivada de la criminalidad y en un marco de no-corrupción. Cabe señalar que el predominio de la iniciativa privada de carácter monopólico conlleva la marginación social; su resultante es el aumento de la delincuencia; además favorece los negocios espúreos con ámbitos del Estado. El bloque de poder logró sus objetivos a través de Menem, quien dejó de serles funcional, luego de la más feroz transferencia de ingresos del siglo. Hoy las exigencias pasan por la llamada «seguridad jurídica» (respeto de las privatizaciones) y la depuración de los estamentos estatales (además de su reducción, la «2º Reforma»). Un interrogante válido es si Menem perdió. Baste decir, que al no haber sido candidato es difícil afirmarlo, aunque las encuestas mostraban que se encontraba en un bajísimo nivel de popularidad y alto rechazo. Lo cierto es que ha lanzado ya su candidatura para volver en el próximo turno de renovación presidencial para el 2003. El que perdió fue el PJ y su candidato, Eduardo Duhalde (boicoteado por el propio Menem), luego de intentar despegarse de las políticas del gobierno, retomando algunas de las banderas históricas del
peronismo, en especial la de ‘justicia social’. Incluso llegó a plantear el no pago de la deuda externa, creíble para un candidato de la izquierda pero no para quien fue parte principal de las negociaciones con los organismos internacionales. Puede decirse que el menemismo no tuvo candidatos en la elección presidencial, aunque las propuestas de gobierno de los tres principales candidatos puedan considerarse de corte menemista, en tanto sustentadores del «modelo», palabra que identifica a la convertibilidad, que ninguno quiere abandonar. Pese a que la inmensa mayoría votó por las propuestas que explícitamente se definieron por mantener la política económica, una encuesta poco antes de las elecciones muestra que la mayoría de la población consideraba que la economía estaba muy mal en el ámbito de su bolsillo individual; pero a la pregunta sobre la necesidad de modificar la política económica, la estabilidad y la convertibilidad eran contestadas de manera negativa. No se identifica lo que sucede en el ámbito individual como resultado directo de las políticas estatales. Podríamos definir el que se trata de una sociedad disciplinada, sin capacidad para diagnosticar e identificar el problema individual y sectorial con el contexto más general, lo que traba todo intento de respuesta a través de una propuesta alternativa, que por otra parte no existe. Lo que desde el 10 de diciembre funciona como «oposición» controlará la Corte Suprema de Justicia y el Senado Nacional. Para determinar el escenario futuro puede ser útil dar un ejemplo curioso; según la última reforma constitucional, la Auditoría de la Nación debe ser presidida por un funcionario designado por el principal partido de la oposición. El PJ designó a un personaje nefasto de la década, que transitó por la Corte Suprema, por el Parlamento, por la Secretaría de la Presidencia y que actuó en las privatizaciones; además, en ocasión de la reforma constitucional, encabezó las negociaciones previas y luego el bloque del PJ en su funcionamiento; luego desarrolló una (fallida) teoría sui generis para fundamentar la re-reelección de Menem. En su juventud fue activo militante de los grupos nazis y fascistas en Argentina. La Alianza intentó trabar su designación, pero esta cumplía las normas constitucionales; al oficialismo solo le quedó no concurrir a la ceremonia de asunción. Al asumir, el Dr. Barra declararía que «Yo soy el jefe de la Auditoría desde ahora. Todo lo que ocurrió en el gobierno anterior ya fue auditado por la auditoría anterior. Yo empiezo a auditar desde este gobierno. Mis funciones empiezan el 10 de diciembre». Es decir, lo pasado pisado. Un signo más de la época: el contrasentido de un auditor que deberá auditar sus propios actos durante el gobierno anterior. De paso, digamos que las presentaciones judiciales acusándolo de distintos delitos no son recientes, se iniciaron durante la gestión del presidente Menem. La Alianza gobierna, pero la oposición cuenta con amplios instrumentos parlamentarios, jurídicos y constitucionales que le facilitan un fuerte poder político; la Alianza puede tener el gobierno pero no tiene el poder.
El tercero en danza, Domingo Cavallo, deberá ser muy observado y tenido en cuenta en el futuro, por lo que representa ideológicamente en cuanto corpus de ideas en los debates académicos en Argentina y en América Latina. Sabe que no puede esperar llegar a la presidencia con el 10% de los votos que logró, pero tendrá un rol de primera importancia; no debe descartarse que trabaje para apropiarse (a la manera de Alsogaray) de alguna de las estructuras partidarias clásicas. La fuerte concentración de poder durante la década se afirma en una votación que supera el 90% para los tres primeros candidatos: De la Rúa, Duhalde y Cavallo. La asociación de los dos últimos determinó el triunfo en la prov. de Buenos Aires y la suma nacional prácticamente iguala a la fórmula ganadora. Es difícil arriesgar que en Argentina perdió el menemismo. ¿Puede decirse que en Argentina la población votó por un cambio? ¿Hubo en realidad una modificación en la paridad de fuerzas políticas? En principio, la Alianza de un lado y el PJ y el partido de Cavallo por el otro muestran una paridad; ambas coaliciones suman más del 90% del consenso por el voto. Suponiendo que se votó por un cambio, tendríamos que definir a que cambio nos referimos. El país tiene graves problemas y reclama por tres tipos de medidas: contra el desempleo, la corrupción y por mayor seguridad. Las últimas elecciones muestran resurgimiento de la UCR y de Alfonsín luego de la crisis resultante del Pacto de Olivos. El radicalismo logró en 1999 la elección más importante desde 1983. Solamente Alfonsín en 1983 logró superar la barrera del 50% de los votos, ni siquiera Menem en su mejor momento. En 1989 la UCR baja a poco más del 30% y al 17% en 1995, tras la firma del Pacto de Olivos. Muchos creyeron muerto al radicalismo, pero del 95 al 99 hegemoniza la fórmula de la Alianza. El histórico dirigente radical, De la Rúa, se acerca al 50% y Alfonsín aparece en las mediciones de popularidad como uno de los principales políticos de la Argentina. De su supuesta inexistencia tras la crisis política con hiperinflación que hizo anticipar su salida del gobierno en 1989 y del descrédito por el Pacto de Olivos, no solo se ha restituido la credibilidad de la UCR sino que ganó la presidencia. Desde el radicalismo, el gestor de la Alianza fue Alfonsín. Ahora seguramente se potenciará la figura de De la Rúa. Curiosamente, la reforma constitucional de 1994 tuvo entre sus objetivos restarle poder al Presidente, reducirle poder al presidencialismo; pero los planes de reforma del Estado que se están discutiendo fortalecerían la figura presidencial en el sistema político.
V- ¿QUÉ PASÓ CON LA CENTRO IZQUIERDA Y LA IZQUIERDA? En Argentina hubo un ciclo de ascenso de las luchas populares, cuyo punto culminante fue la «Marcha Federal» de junio de 1994, realizada sobre la Capital Federal. Involucró a todas las provincias, desde donde partieron multitudinarias caravanas de activistas sociales, fuerzas políticas, sindicatos de trabajadores y otros sectores sociales. Entre 1993 y
1994, en el marco de esa resistencia y pretendiendo nuevas formas de hacer política, es fundado el Frente Grande. El Frente Grande era la confluencia del Partido Comunista y otros sectores de la izquierda, varios de centroizquierda13 y sectores de la disidencia peronista,14 presentándose como un partido político capaz de contener la resistencia que se estaba desarrollando. Generó importantes expectativas en un amplio espacio de la resistencia popular y del activismo social y político. Incluso obtuvo éxitos electorales, que se expresaron con cierta fuerza y visibilidad en la Asamblea Nacional Constituyente de 1994. En el momento más alto de la lucha social, los principales líderes declararon que «nosotros no somos la expresión política de esta resistencia popular»; no se querían hacer cargo ni de dirigir ni de representar políticamente a la Marcha Federal de 1994. Entonces se produce un viraje hacia la «gobernabilidad» con un accionar en dos movimientos al interior del Frente Grande hasta culminar en lo que es hoy. Uno de ellos es la expulsión del seno del Frente Grande del Partido Comunista y de los dirigentes peronistas más radicalizados. El otro, simultáneo, fue la configuración de lo que sería el Frepaso, convergencia con los partidos de la Unidad Socialista y un sector escindido del PJ encabezado por Bordón, quien ganaría las internas y participarían en las elecciones de 1995 con la fórmula Bordón – Alvarez. Esta reorientación quedará afirmada en el acuerdo con la UCR en 1997 al conformarse la Alianza para disputarle el gobierno al PJ, completando el progresivo abandono de sus posiciones iniciales de izquierda para convertirse en «partido de gobierno». Uno de los grandes interrogantes de la política argentina es el destino del Frepaso y los sectores de centro izquierda que contiene en su seno. De segunda fuerza política en las presidenciales de 1995, quedó absorbido por la UCR al perder la elección interna para dirimir la fórmula presidencial. La precandidata presidencial del Frepaso, Graciela Fernández Meijide, jugó su destino en la candidatura a gobernadora por Buenos Aires, donde perdió a manos del PJ, mientras en las legislativas provinciales de 1997 había arrasado. Hoy ocupa un lugar en el Gabinete de Ministros del Presidente De la Rúa. El objetivo central (y único) de desplazar al menemismo del gobierno, logró aquietar a los sectores más radicalizados del Frepaso. Las primeras decisiones en el gobierno de la Alianza y la forma en que se resuelva la conflictividad social y la satisfacción de las demandas populares determinará las posibilidades de crisis y/o superación de la expresión y contención de la centroizquierda y el «progresismo» dentro de la Alianza y del propio Frepaso. 13 Por ejemplo Graciela Fernández Meijide, su figura más conocida. 14 Originalmente un grupo de diputados del PJ que se habían organizado en bloque aparte. Su figura más conocida es el Vice Presidente Carlos «Chacho» Alvarez.
La izquierda hace décadas que soporta una fuerte marginalidad en Argentina. En las últimas elecciones se presentó en seis fórmulas que en su conjunto acumulan el 3% de los votos. Ninguna de ellas alcanzó el 1% en el ámbito nacional. Alguien dijo por ahí el síndrome del «0» para la izquierda clásica, tradicional, que levanta las mismas banderas que se pueden levantar en Chile, en Uruguay, en Brasil y otros países, con la importante diferencia de sus hegemonía en el movimiento popular de esos países. Pero curiosamente en la ciudad de Buenos Aires, con hegemonía de la Alianza, la izquierda en conjunto (6 listas) obtuvo el 7%. De haber concurrido unificada, podría haber colocado algún diputado nacional, lo que le hubiese dado un nivel de visibilidad muy grande. La falta de unidad de la izquierda no se origina en disputas entre dirigentes por cargos sino en distintas visiones sobre cómo se está recomponiendo la dinámica social, política, cultural en Argentina, donde la izquierda hace décadas que no tiene la hegemonía del movimiento popular. La hegemonía del movimiento popular ha estado en manos del radicalismo o del peronismo, lo que implica un gran desafío para lograr su reconstitución.
VI- ELECCIONES EN CAPITAL La próxima elección en la Ciudad de Buenos Aires (7/5/2000) se dará en un escenario político modificado. Se pone en discusión la hegemonía de la Alianza. El peronismo se presentó en 1999 en este distrito con siete listas. Para esta oportunidad, tres ex ministros de Menem intentarán la reunificación bajo su hegemonía: Cavallo, Béliz y Granillo Ocampo, aunque puede sumarse a esa tarea de articulación el Senador Antonio Cafiero (por encima de ellos). Esta situación puede llevar a polarizar las fuerzas políticas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con la particularidad que el peso de la campaña recaerá por la Alianza en un dirigente del Frepaso. El caso de las próximas elecciones en la Capital Federal es un buen ejemplo de cómo pueden actuar los «outsiders» de la política, de peso muy importante en las condiciones de la presencia de partidos resignificados (La UCR y el PJ). La resignificación puede darse a través de personajes como Cavallo, funcionario de la dictadura militar,15 que llegó de la mano del PJ de la provincia de Córdoba a la Cámara de Diputados de la Nación (87) y logró ocupar el rol de gran árbitro de la política nacional en las últimas elecciones de renovación presidencial (99). La izquierda puede alcanzar un espacio institucional si no avanza una reforma electoral contraria al ingreso de las minorías en la legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En ese caso deberá intensificar los esfuerzos de una unidad que el presente muestra lejana. En todo caso, puede ser tributaria del descontento de sectores de izquierda con las medidas del gobierno nacional hasta el momento del 5 Fue principal responsable de la transformación de la deuda privada en estatal como Presidente del Banco Central en 1982 durante el gobierno militar.
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comicio entre marzo y mayo de 2000. Es cierto que el problema de la izquierda va más allá de su lugar institucional y se proyecta en su inserción en la dinámica social y política.
VII- LAS PRIMERAS MEDIDAS DEL GOBIERNO NACIONAL Respecto del desempleo, no hay vocación, ni voluntad en producir modificaciones en la política económica. En cuanto a la corrupción, la Auditoría Nacional será presidida por uno de los personajes más denunciados del gobierno anterior. La seguridad será atendida por el camino de profundizar los elementos represivos, sin atender la situación de fondo. Queda muy poco lugar para avanzar en las expectativas de cambio, con un panorama bastante complejo e incierto y la posibilidad de generar elementos de resistencia en la dinámica social, y la posibilidad (no inevitable) de que pueda aparecer una alternativa política con un tercero en discordia. Recién asumido el nuevo gobierno ya empieza a delinearse el sentido principal de las orientaciones en política económica. En la campaña electoral quedó bien claro que no deben esperarse cambios profundos en lo que dio en llamarse el «modelo», es decir, el régimen de convertibilidad, la apertura de la economía, la desregulación y el nuevo papel del Estado, que claramente redefinió los benefactores a favor de la concentración económica. El primer mensaje presidencial pone el acento en la «gravedad» de la situación fiscal legada por el gobierno saliente, que justificaría el «ajuste» y el paquete impositivo. Al mismo tiempo se plantea la necesidad de avanzar en un camino de honestidad y transparencia, como forma de erradicar del imaginario social la fuerte vinculación entre acción de gobierno y corrupción. Tanto el mensaje presidencial del 10 de diciembre, como los anuncios del ministro de Economía coinciden con el contenido de la campaña electoral. Puede recordarse que ya entonces José Luis Machinea se refería a la necesidad de profundizar el ajuste por el déficit fiscal, que ubicaba entre 5.000 y 10.000 millones.16 Más allá de las cifras, en sus primeros anuncios como ministro confirmó la magnitud del déficit fiscal para el 2.000 en el orden de los 11.000 millones. Como indicamos más adelante, este diagnóstico implica la reducción del gasto público en sus áreas sociales y la elevación de la presión fiscal para en conjunto contribuir a ajustar las cuentas fiscales a las demandas de los organismos internacionales y la dinámica económica que requiere el poder concentrado. Además de Machinea, fueron designados en el Gabinete de Ministros otros tres economistas que sostuvieron y sostienen en múltiples foros locales e internacionales los «beneficios» del modelo económico que privilegia la hegemonía 16 Por Ley de Responsabilidad fiscal o de «convertibilidad fiscal» existe una pauta máxima de déficit fiscal, ubicada en 4.500 millones en el 2000. Es el mismo monto suscrito en los acuerdos con el FMI para liberar recursos del Fondo de Facilidades Extendidas.
de la «iniciativa privada»; entre ellos hay pocos matices al instrumentar la política. Entre ellos, en el ámbito comparativo, a Machinea podríamos calificarlo como el ala «izquierda» del gabinete, pese a sus compromisos con los organismos internacionales, con la apertura de la economía, la desregulación y las privatizaciones. Ricardo López Murphy, militante tradicional de la UCR, es Ministro de Defensa, constituyó una sorpresa; se lo consideraba excluido por sus declaraciones: decía que para sostener la competitividad argentina debían ser reducidos los salarios, que luego restringió a los ingresos de los trabajadores estatales.17 Su pecado era sostener públicamente lo que está implícito en todas las discusiones del gobierno con los organismos financieros internacionales e inversores: la «reforma laboral». Fue uno de los temas centrales en la agenda de debates realizado en los EEUU, entre el anterior Ministro de Economía y los ministeriables del PJ, la Alianza y Acción por la República, con banqueros e inversores norteamericanos, por otra parte con amplia difusión en los medios de comunicación. Adalberto Rodríguez Giavarini fue designado en Relaciones Exteriores y uno de sus primeros actos apuntaron a confirmar el cargo otorgado por el menemismo en la cancillería a la fuerte empresaria Amalia Lacroze de Fortabat. Suena a un acto de poca transparencia, pero positiva «señal a los mercados», a favor de una de las personas que simboliza el poder económico construido al amparo de la política hegemónica en la Argentina. En general, siempre se destacaron los fluidos lazos establecidos entre el economista y los organismos internacionales, los que cimentó en sus funciones de vínculo financiero con esos entes desde el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en la Administración de Fernando De la Rúa (1996/99). En el ministerio de Educación se designó a Juan José Llach, quien secundara a Domingo Cavallo en el ministerio de Economía entre 1991 y 1996, con fuertes vínculos con la Iglesia. No hay dudas de su vínculo estrecho con la política menemista; debe agregarse que en la agenda instalada por el Banco Mundial, por ejemplo, se insiste en avanzar en las reformas de «segunda generación»: en educación, salud, justicia y relaciones laborales. Esos fueron los temas que Cavallo y Llach plantearon como principales cuando renunciaron a sus funciones durante el gobierno de Menem. En un libro de reciente edición, Llach plantea un programa completo de privatización educativa, coherente con la demanda de mercantilización que atravie17 Comparte un diagnóstico generalizado entre los economistas del poder, en torno a que los salarios argentinos en términos de dólar, son elevados. Por otra parte, las tarifas las fijan empresas privadas monopólicas; las tasas de interés bancarias son altas, están estandarizadas y el principal usuario de crédito es el Estado, además de pagador riguroso. Siendo el costo tarifario y financiero establecido por el capital transnacional hegemónico, la variable de ajuste que empujan las patronales pasan por el salario.
sa a las diferentes propuestas del tandem FMI-BM. Por encima del Gabinete se menciona un Consejo Asesor integrado con personajes del mundo empresario y coordinado por Fernando de Santibañes. Es un economista formado junto a Machinea en el Banco Central y beneficiario de la política de facilidades otorgadas por dicha entidad, lo que le permitió asegurarse condiciones inmejorables para adueñarse de una entidad financiera y negociarla en la crisis del «tequila». Es decir, hablamos de un «empresario» modelo de los emergentes durante el poder menemista de los 90. Días antes de asumir, Machinea pedía perdón por el paquete impositivo para equilibrar las cuentas, en debate parlamentario. Los incrementos de impuestos se presentan como «progresivos» pero no afectan al sector más enriquecido de la sociedad, sino a los sectores medios, y en particular a los asalariados y por extensión impactará sobre la franja poblacional de menores ingresos reduciéndolos aún más. La «progresividad» del paquete tributario se mide por el incremento de las alícuotas y las reducciones de los mínimos no imponibles en el Impuesto a las Ganancias. Afectará a los sueldos que superen los $ 2.000 mensuales con un plus de 3% para los ingresos anuales superiores a los $ 120.000 anuales. ¿Qué ocurrió con la posibilidad de aplicar un tributo a las grandes ganancias de las empresas de servicios públicos privatizadas? ¿Acaso sólo fue un comentario radial y marginal del entonces electo Presidente? Ese comentario fue rápidamente desmentido para calmar a los «mercados», eufemismo para designar a los inversores externos, las corporaciones transnacionales y los grandes grupos económicos que usufructúan los beneficios de la política económica vigente. La misma que hizo de la Argentina el país con mayor crecimiento de la desigualdad en la década del 90. Ante los primeros anuncios concretos poco se puede avanzar en el análisis y aún resta saber cuál será la actitud en definitiva del Parlamento. En lo atinente al poder ejecutivo falta saber sobre quién recaerá la responsabilidad de combatir la evasión fiscal. Sólo en ganancias se podría duplicar la recaudación eliminando la evasión estimada en 9.000 millones; debe compararse con el déficit cercano a los 10.000 millones anunciado por el gobierno para el año 1999. ¿Cómo se cubre el déficit? ¿Quién lo paga? La cifra podría cubrirse enfrentando la gran evasión en un país que acusa pocos grandes beneficiarios de riquezas y poder acrecentados en los últimos años. Debe pensarse que sólo el 2,5% (1.300 empresas) de las empresas registradas en la AFIP (59.000) declaran ganancia neta imponible superior al millón de pesos, y que la mitad de las presentaciones de personas físicas (746.000) denuncian no obtener ganancias imponibles. En Bienes personales hay 420.000 que dicen tener bienes por más de $ 102.300, declarando sólo 241.000 automóviles. Cifras poco creíbles con una venta de automotores anuales que
supera las 400.000 unidades y cuando se estima en más de 2 millones aquellos que debieran ingresar el tributo a la riqueza. Todo indica que la ecuación beneficiario-perjudicado no se verá afectada por las primeras iniciativas de política económica del nuevo gobierno. Ni siquiera se utiliza el envión del primer tiempo para legitimar el aporte fiscal de los sectores más concentrados de la economía, quienes han sido hasta ahora los grandes ganadores de los cambios económicos impulsados por el menemismo. Por el lado fiscal no aparece el nuevo rumbo que propagandísticamente se agita. Transparencia en la gestión, reactivación y demandas sociales es la otra parte sobre la que se recuesta el mensaje inaugural de Fernando De la Rúa. Ha sido habilitada en el Congreso Nacional la reforma que favoreció la existencia de dos nuevos ministerios. Uno que tiene que ver con el desarrollo de la infraestructura y la obra pública y puede asociarse su accionar a una función reactivadora del ciclo económico, atravesado por una larga y profunda recesión. El otro se vincula con la «cuestión social» y se lo debe asociar a la creciente demanda popular por resolver la problemática del empleo. Problema que trasciende el elevado índice de desempleo o subempleo, para proyectarse sobre alarmantes indicadores de pobreza e indigencia, que son las formas que asume la explotación capitalista en este tiempo histórico. ¿Existen partidas presupuestarias para asignar a la inversión pública e inducir una reactivación de tipo clásica? Dicho esto más allá de las demoras en la aprobación del presupuesto 2.000. ¿O se está pensando en hacer funcional el aparato de Estado a las demandas de negocios inmobiliarios emanados de la iniciativa privada, con «obras a la vista» y recreación de la variable beneficiaria en una ecuación desigual para trabajadores y otros sectores populares?. Del mismo modo, ¿existen esas partidas para atender la prioridad de la «cuestión social»? La inelasticidad del gasto público, con un 18% (casi uno de cada cinco) destinado a intereses de la deuda, sugiere que todo pasa por capturar mayor recaudación de sectores medios que aún mantienen capacidad de pago, para seguir fogoneando los intereses de muy pocos. ¿Alcanza con transparencia y honestidad para resolver empleo e ingresos que dinamicen el retraído mercado interno? ¿No se debiera pensar, por el contrario, que para satisfacer las demandas sociales de cambio, se requiere la modificación del patrón de acumulación que define la política económica en Argentina? Es importante resolver el tema de la corrupción, que tendríamos que inscribir entre las obviedades de cualquier administración, pero cuesta identificar nuevos senderos sin cambios sustanciales en las políticas de Estado en materia económica. Además, los organismos financieros internacionales, de fuerte injerencia en la definición de políticas al condicionar los préstamos, empujan la profundización de las reformas iniciadas por la administración del PJ (89/99). Curiosamente, desde el Banco Mundial se intenta eludir su responsabili-
dad en materia de efectos sociales producidos por el ajuste estructural que ellos alimentaron intelectualmente en los últimos veinticinco años, en tanto «remedios» sugeridos para superar la crisis de rentabilidad de mediados de los años 70. James D. Wolfhensohn, presidente del Banco Mundial, hace su «mea culpa» por el impacto regresivo que la política económica hegemónica descargó sobre gran parte de los pueblos del mundo y promueve atender la «cuestión social», concentrando en temas como empleo, salud, educación y justicia, promoviendo así reformas de segunda generación para hacer realidad la extensión del desarrollo al conjunto de la sociedad. El asunto es que al traducir las sugerencias nos encontramos con la clásica receta de la «mercantilización» de la vida cotidiana y así, la segunda generación es liberalización de la contratación de empleo profundizando la regresividad en la relación entre el capital y el trabajo; la privatización de la salud y de la educación y el otorgamiento de seguridad jurídica a las inversiones externas. ¿Es este el nuevo camino a seguir, ahora con transparencia y honestidad? ¿Qué agrega al combate contra la pobreza y demás formas que asume «lo social» con un gabinete plagado de ministros con sobrada profesión de fe en las concepciones hegemónicas que instaló la administración saliente? Si el PJ tuvo como misión disciplinar la resistencia de los trabajadores al proyecto de reestructuración del capitalismo local, ¿será función de la Alianza avanzar en el mismo sentido con la base social y política que le da sustento (profesionales, docentes, pequeños y medianos empresarios, etc.)? Es un interrogante que no sólo se contesta desde el discurso de gobierno o de sus políticas. Resta conocer cuál será la respuesta de la sociedad en términos de resistencia y principalmente, en materia de emergencia de una alternativa política, que sigue siendo la asignatura pendiente.
VIII- LOS TRES ESCENARIOS POSIBLES Con esta elección se generan cambios de escenario en la Argentina que darían motivo a una discusión mucho más amplia. Pero en principio será de continuidad y profundización de las actuales políticas, un escenario pesimista. No debemos descartar que las presiones por cambios sociales sean tan grandes que logren expresarse en resistencia activa del movimiento popular, que se ponga en marcha un mecanismo de cambio a la uruguaya, lento, acumulativo y que termine configurando en un mediano plazo un escenario distinto en Argentina. El tercer escenario, el más probable, es una mezcla de los anteriores, con mucho dinamismo. Esta posibilidad es la que entusiasma, eso sería lo nuevo que puede aparecer en Argentina, en varios países de América Latina y del mundo donde se abren condiciones para que las sociedades no
sigan soportando esta situación de inequidad, de profundización de la desigualdad que gestaron las políticas hegemónicas en los últimos veinte años. Esto tiene que ver con debates, con cuáles son los sucesos, qué van a hacer los sujetos que serán los portadores de esta transformación, es decir los sujetos sociales y políticos, los entramados de alianzas, las reestructuraciones de las proyecciones sociales y políticas. Debemos atender los fenómenos de nueva emergencia, como por ejemplo, la Central de Trabajadores Argentinos en mi país, el Movimiento Sin Tierra en Brasil, que son distintas formas de expresión de sujetos viejos y de sujetos nuevos, para tratar de encontrar la nueva dinámica del futuro de organización institucional y social. Buenos Aires, 11 de Diciembre de 1999.
POSTDATA Los resultados de las recientes elecciones a legisladores de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, llevados a cabo el 7 de mayo de 2000, nos impulsan a adicionar el presente texto para ampliar y precisar algunos de los elementos del escenario político que surge de la renovación presidencial de fines de 1999. Esencialmente se mantienen los análisis que habíamos anticipado. Puede decirse que ganó el que estaba previsto, la Alianza, aunque con menos votos que en las elecciones anteriores. Además, la derrota del PJ superó todas las previsiones y que se consolidó un bloque hegemonizado por las dos coaliciones mencionadas anteriormente. Una es la oficial (Alianza) con eje en la UCR y el Frepaso, que a diferencia de lo que ocurre en el orden nacional, el poder ejecutivo recae en un miembro del Frepaso, y el apoyo de otras agrupaciones políticas menores. La otra expresada por Acción por la República (Cavallo) y Nueva Dirigencia (Béliz) y apoyado por agrupaciones menores, varias de ellas escindidas del PJ. El tercero votado es un desprendimiento del PJ, que podría volcar su apoyo a una u otra de las coaliciones hegemónicas. La novedad viene por izquierda, ya que en conjunto y con el 10,19% de los votos a legisladores de la Ciudad logran una representación del 10% (6 diputados sobre 60) de los legisladores que asumen su mandato desde agosto 2000.
El triunfador previsible La duda era si alcanzaba con la primera vuelta y aunque no se llegó al 50% requerido, por deserción del segundo en disputa, el triunfo correspondió a la Alianza entre la UCR y el Frepaso. Era lo previsible y lo que anticipaban las encuestas. Aunque debe consignarse la sustancial reducción de la votación obtenida con relación a anteriores actos eleccionarios. El parámetro a considerar es la evolución de los resultados electorales en el distrito desde 1996, por coincidir con un ciclo político relativamente homogéneo y ser el periodo de constitución de la Alianza y de su hegemonía de gobierno en el ámbito local e incluso nacional. Si bien son elecciones distintas y que generan diferentes expectativas y motivaciones en el electorado, dan cuenta de los fenómenos que se presentan en la disputa del consenso social. Si en 1997 la Alianza obtuvo el 56% para la elección de la primera legislatura porteña, logrando una mayoría propia de 37 diputados, en las recientes elecciones bajó al 35% y logró 24 bancas, perdiendo 13 escaños (ver el gráfico nº 13). Si se compara la tendencia de la renovación de la Cámara de Diputados de la Nación se percibe que en el distrito de la Ciudad la Alianza parte del pico máximo del 97 con el 56,8% y se reduce en el 99 al 52,4%. Se puede ver que este guarismo es superior a lo obtenido para Jefe de Gobierno y legisladores en el 2000. Si la comparación se hiciera hacia atrás y se mide la votación agregada de la UCR y el Frepaso en 1996 para elecciones de Jefe de Gobierno y Estatuyentes, la diferencia se agranda aún
más, ya que en dicha oportunidad la suma asciende al 62 y 70% respectivamente, notablemente superior a los valores menores al 50% de la última elección en mayo 2000. La elección del 7 de mayo da cuenta de una dispersión en la composición del cuerpo legislativo y una importante polarización en la disputa por el Poder Ejecutivo local. La fórmula ganadora, Ibarra-Felgueras (Alianza) obtiene el 49,3% de los votos y quién le sigue, Cavallo-Béliz (Encuentro por la Ciudad) el 33,2%, quedando el tercero muy atrás con el 4,6% (Irma Roy – Castiñeira de Dios, PAIS). Entre las dos fórmulas que polarizaron la elección se suma el 82,5% de la voluntad electiva y resultaba muy dificil encontrar diferencias sustantivas desde la lectura de las propuestas programáticas y sus discursos electorales. Recién en la cuarta fórmula y con el 3% (Walsh – Schiller, IU) puede encontrarse una propuesta claramente diferenciada (ver el gráfico nº 14) El triunfo de la Alianza se inscribe en la continuidad de la administración local de De la Rúa (1996/1999) y Olivera (99/00). Claro que ahora con una gran dispersión entre los diputados que exigirá de la capacidad negociadora del ejecutivo para darle gobernabilidad al nuevo periodo y además, con una presencia importante de la izquierda en el Parlamento porteño.
La dispersión del voto peronista
El gran perdedor fue el PJ, que sólo colectó menos del 2% de la votación. Los votantes peronistas se dispersaron en varias de las fórmulas, recibiendo el principal caudal de votos el cavallismo y en menor medida los seguidores de Irma Roy (PAIS) y otros agrupamientos menores. ¿Quién se queda con el legado del peronismo en la Ciudad? Hoy se lo disputan, a la luz de éstos resultados, entre el deprimido aparato partidario, la renovación intentada por vía de la candidatura de Irma Roy y principalmente por los 2 ex ministros de Menem: Béliz y Cavallo. Ambos contaron con el apoyo de Duhalde y Ruckauf, dos ex vice presidentes de Menem y doble ex gobernador de Buenos Aires el primero y actual gobernador el segundo. Estos cuatro son aspirantes a integrar la fórmula de sucesión presidencial en el 2003. Debe recordarse que en el orden nacional viene conformándose una coalición con mayor o menor grado de acuerdo entre el peronismo en su expresión partidaria oficial o disidente con la vieja y la nueva derecha (Alsogaray y Cavallo) para captar el voto tradicional del PJ y asociarlo a la voluntad conservadora y reaccionaria. Este proyecto no pudo imponerse en la compulsa electoral capitalina y sin embargo debe prestársele atención, ya que no existen elementos para confirmar un corrimiento de la tendencia principal hacia la izquierda, aún cuando ésta pueda crecer en la Ciudad, en otros distritos y en el ámbito nacional.
Izquierda visible Una de las novedades del escenario postelectoral está dado por los seis diputados logrados por la Izquierda, un hecho que no puede encontrarse en la historia institucional del
país, particularmente en la ciudad vidriera de la Argentina. Dos de ellos por Izquierda Unida, uno del Partido Comunista y una del Movimiento Socialista de los Trabajadores; uno del Partido Socialista Auténtico y otro por el agrupamiento liderado por el Ex Ombudsman Antonio Cartaná; uno por el Partido Obrero y otra por el Partido Humanista. Esta situación es demostración de una fuga de votantes, particularmente de la Alianza en elecciones anteriores hacia la izquierda. Prácticamente todas las expresiones de ésta franja incrementaron sus adhesiones en esta oportunidad, especialmente a sus listas de diputados. Con ello se privilegió el carácter plural de la Legislatura y el aliento a las propuestas más radicalizadas de la oposición.
Perspectivas de gobernabilidad en la Ciudad Decíamos que el nuevo Gobierno de la Ciudad necesita del consenso dentro del cuerpo legislativo para avanzar en sus tareas de gobierno. El desafío es para una administración encabezada por primera vez por un dirigente del Frepaso. No existe una experiencia «ejecutiva» previa, salvo que quiera considerarse en ese caso al Vicepresidente en ejercicio. Los anuncios del Gabinete que asumirá a partir de agosto de 2000 muestra un equilibrio entre los designados por uno y otro de los componentes de la coalición y agrega la designación de dos secretarios que provienen del peronismo. Es un intento por demostrar una búsqueda más allá de las fronteras previsibles de la coalición UCR-Frepaso. Hay que consignar el ruido que generó la ausencia de mujeres en la primera línea del gabinete. En la búsqueda de consenso debe anotarse el dialogo iniciado antes de la asunción con la segunda fuerza, para ir limando las asperezas y confrontaciones producidas durante la campaña electoral. Ese privilegio al diálogo por derecha es un anticipo que da cuenta por donde transitarán los acuerdos para hacer gobernable el distrito. Otro de los indicadores a considerar en el futuro accionar del gobierno deviene de las relaciones de éste con el Gobierno Nacional y con otras gobernaciones, particularmente con la Provincia de Buenos Aires, que tienen en común la problemática del conurbano bonaerense, que nuclea buena parte de la circulación de personas y la actividad económica de la Ciudad y de la de la Provincia.
1999 48,5 38,1 10,1
1995 17,1 49,8 29,2
32,4 47,3 6,3
51,9 40,2 2,3
UCR
PJ
Tercero
A.R EPUB LICA
ALIANZA
1989
UC D
FREPA SO
Gráfico 1 - Elecciones presidenciales (%)
1983 PI
0
10
20
30
40
50
60
5,8
6 3,2
2,8
PI
Modin
FG/Frepaso
UCD
2
34,1
38,4
PJ
41,5
37,3
42,9
48,1
UCR
1987
1985
1983
0
10
20
30
40
50
60
9,5
44,6
28,8
1989
3,4
5,19
0,02
40,22
29,03
1991
1,7
21
3,6 5,8
3
43,1
21,9
1995
2,7
43,1
30,2
1993
Gráfico 2 - VOTOS PARA DIPUTADOS NACIONALES (%)
0,9
2,4
36,2
43,2
1997
UCR/Aliados
FG-Frepaso
PJ/Aliados
Acc República
Otros
0
50
129
129
103
22
10 115
1985
1983
114
106
34
1987
90
112
52
1989
85
119
53
1991
UCR/Aliados
69
26
3 83
132
30
1995
124
47
193
106
119
32
1997
1
Ac
FG-Frepaso
Gráfico 3 - Composición de la Cámara de Diputados 1983 1985Gráfico 19873 -1989 1991 de 193la Cámara 1995 de 1997 1999 Composición Diputados Otros 10 22 34 52 53 47 30 32 17 250 Acc República Otros 12 PJ/Aliados 200 115 103 106 112 119 124 132 119 101 FG-Frepaso 3 26 UCR/Aliados 150 129 129 114 90 85 PJ/Aliados 83 69 106 127 Elaboración propia en base a datos del Ministerio de Interior 100
300
53,9 41,4 0,2
40,3 36,6 16,7
PJ
UCR
Tercero
IU
1987
MP
1983
0
10
20
30
40
1,4
35
57,9
1988
MP
11,7
49
37,8
1991
FE
PJ 40,3 53,9 57,9 37,8 42,7 43,8 70 36,6 41,4 UCR 35 49 54 51,5 60 16,7 Tercero 0,2 1,4 11,7 1,2 1,8 aboración propia 50 en base a datos del Ministerio de Inter
1,2
54
42,7
1995
UC
Gráfico 4 - Votos a Gobernador - Pcia de Catamarca Gráfico 4 - Votos de Catamarca 1983 1987 1988a gobernador. 1991 1995 Prov 1999
5
4
1
Fr
199 40 49 5
1995 47,2 40 5,1
51,6 36,7 2,2
48,1 43,7 2,6
55,8 39,2 0,9
UCR
PJ
tercero
UCD
1991
UCD
A. REPUB
1987
PI
FREPASO
1983
0
10
20
30
40
50
60
Cuadro 5 - Votos gobernador - Pcia de Cordoba (%)
UCR PJ Tercero
33,5 61,7 0,4
40,9 57,7 0,6
UCR
PJ
Tercero
UCD 1987
PDC
33,5 61,7 0,4
1983
0
20
40
60
80
100
40,9 57,7 0,6
79
18,8
1991
18,8 79
1,3
82,4
15,8
1995
Frepaso
15,8 82,4 1,3
Cuadro 5 - Votos a Gobernador - Pcia de La Rioja Gráfico gobernador, 1991 Pcia de La Rioja 19836 - Votos a1987 1995
66,1
28,4
1999
1999 28,4 66,1
28 43,6 13,4
40,9 41,9 10,6
UCR/Alianza
PJ
Tercero
PDP
1987
PDP
1983
0
10
20
30
40
8,3
46,2
39
1991
US
47,8
44,6
1995
Votos a Gobernador - Pcia de S. Fé Gráfico Gobernador, Pcia Fe 19837 - Votos a1987 1991de Santa 1995 UCR/Alianza 40,9 28 39 44,6 60 41,9 PJ 43,6 46,2 47,8 50 10,6 Tercero 13,4 8,3
54,5
39,2
1999
1999 39,2 54,5
Gráfico 6 - Votos a Gobernador, Pcia de Sgo del Estero Gráfico 8 - Votos a1987 Gobernador, Pcia 1983 1991de S. Estero 1995 UCR/Alianza 30,9 43,5 42 19,8 80 PJ 48,8 50,5 56,5 66,5 13,6 2,4 Tres Bandera 60 Frepaso 1,6 40
1999 13,9 52,1 26,5
20 0
1983
1987
1991
1995
1999
UCR/Alianza
30,9
43,5
42
19,8
13,9
PJ
48,8
50,5
56,5
66,5
52,1
Tres Banderas
13,6
2,4 1,6
26,5
Frepaso
C u a dro 9 - C am bios en los go b ie rn o s p ro vin ciales Pa rtido gobe rna nte e n provinc ia 1 9 83 1 9 87 1 9 91 1 9 95 1 9 99 Juju y PJ PJ PJ PJ PJ Sa lta PJ PJ Pro v. PJ PJ Fo rm o s a PJ PJ PJ PJ PJ C h a co PJ PJ Pro v. U C R Alia n za C a ta m a rca PJ PJ UCR UCR UCR Tu cu m á n PJ PJ PJ Pro v. PJ Sg o de l Es te ro PJ PJ PJ PJ PJ C o rrie nte s Pro v. Pro v. Pro v. Pro v. Pro v. Mis io n e s L a R io ja Sa nta Fe Sa n Ju a n C ó rd o ba En tre R ío s Me n do za Sa n Lu is L a Pam pa Bu en o s Aires N e u qu é n R ío N e g ro C h u bu t Sa nta C ru z T. d e l Fu e g o C . de Bs . Aire s
UCR PJ PJ Pro v. UCR UCR UCR PJ PJ UCR Pro v. UCR UCR PJ -
PJ PJ PJ Pro v. UCR PJ PJ PJ PJ PJ Pro v. UCR PJ PJ -
PJ PJ PJ PJ UCR PJ PJ PJ PJ PJ Pro v. UCR UCR PJ Pro v. -
PJ PJ PJ PJ UCR PJ PJ PJ PJ PJ Pro v. UCR UCR PJ Pro v. UCR
PJ PJ PJ Alia n za PJ Alia n za Alia n za PJ PJ PJ Pro v. Alia n za Alia n za PJ PJ UCR
Gráfico 9 - Distrib de electores en tres grupos de distritos según población Distribución de los distritos segñún cantidad de 16 menores Gráfico 10 - 20 electores 4 intermedias 13 4 principales 67 16 menores 4 principales 67%
20%
4 intermedias 13%
0%
20%
40%
60%
45
4
51
80%
100%
45
U CR /aliados
UCR/aliados51
PJ/aliados
A cc. R epubl FG/Frepaso
FG /Frepaso
PJ/aliados
otros
4
Acc. Republ1983
0%
otros
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
80%
90%
100%
51
45
4
1983
51
45
4
51
41
9
1985
51
41
9
C uad ro 1 1 - C am ara d e D ip utad o s
51
41
9
1985
51
41
9
45
42
13
45
42
13
45
42
13
1987
1987
45
42
13
35
44
20
35
44
20
35
44
20
1989
1989
35
44
20
33
46
21
33
46
21
33
46
1991
21
1991 33
46
21
32
32
1
48 48
1
18
1993
18
1993 32
32
1
48 48
1
18
18
27
10
51
51
10
12
12
51 27 27
51
10
10
12
1995
12
1995 27
Gráfico 11 - Composicion Camara de Diputados (%)
41 41
46
46
12
1997
12
1997
41
41
46 46
12
12
3
44
3
5 19
7
19
4
4
33
7 5
Cua dr o 1 2 - CO M P O S ICIO N DE LA CAM ARA DE S ENADO RES 80
70 10
C AN TID AD D E S E N AD O R
60
50 21 6
40
30
11
18 14
20
36 22
21
1983
1989
1999
o tro s
6
11
10
UCR
18
14
21
P J/a lia d o s
22
21
36
10
0
Cuadro 13 Comparación de votantes (en %) y bancas obtenidas por la Alianza, Legislatura de la Ciudad 60 50 40 30 20 10 0
1997
2000
votos
56
34,9
bancas
37
24
49,3 33,2 4,6 3,4 9,5
Cavallo - Béliz
Roy - Castiñeira
Walsh - Schiller
Resto
2000
Ibarra - Felgueras
0
10
20
30
40
50
60
Cuadro 14 - Resultad o de la elección a Jefe de Gobierno, 7 de mayo de 2000