REVISIONES DE HISTORIA ANTIGUA II
TEORÍA Y PRACTICA DEL ORDENAMIENTO MUNICIPAL EN HISPANIA ACTAS DEL SYMPOSIUM DE VTTOR...
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REVISIONES DE HISTORIA ANTIGUA II
TEORÍA Y PRACTICA DEL ORDENAMIENTO MUNICIPAL EN HISPANIA ACTAS DEL SYMPOSIUM DE VTTORIA-GASTEIZ (22 a 24 de Noviembre de 1993) ESTTBALIZ ORTIZ DE URBINA Y JUAN SANTOS (EDS.)
INSTITUTO DE CIENCIAS DE LA ANTIGÜEDAD AINTZINATE-ZIENTZIEN INSTITUTUA Servicio Editorial UNIVERSIDAD DEL PAIS VASCO
VITORIA
T f ^
1996
Argitalpen Zerbitzua EUSKAL HERRIKO UNIBERTSITATEA
GAZTEIZ
VELEIÂ REVISTA DE PREHISTORIA, HISTORIA ANTIGUA, ARQUEOLOGÍA Y FILOLOGÍA CLÁSICAS
Comité de Redacción: I. BARANDIARÁN
J. L. MELENA
J. SANTOS
V. VALCÁRCEL
Secretano: J. GORROCHATEGUI
ANEJOS SERIES ACTA 3
Torso thoracatus hallado en Iruña, Álava, la antigua Veleta
VITORIA
1996
GASTEIZ
REVISIONES de Historia Antigua / Editadas por Estíbaliz Ortiz de Urbina y Juan Santos. — Vitoria-Gasteiz : Instituto de Ciencias de la Antigüedad = Aintzinate-Zientzien Institutoa, 1996.— v. — 24 cm. — (Veleia : Revista de Prehistoria, Historia Antigua, Arqueología y Filología Clásicas. Anejos. Acta) II : Teoria y práctica del ordenamiento municipal en Hispania. — p. 321 D.L. BI. - 1.917-96" ISBN: 84-7585-856-2 1. Historia antigua — Discursos, ensayos, conferencias, I. Ortiz de Urbina, Estíbaliz. II. Santos Yanguas, Juan. IlI.Serie
Esta publicación ha sido subvencionada por: —El Ministerio de Educación y Ciencia —El Departamento de Educación del Gobierno Vasco —La Diputación Forai de Alava (Convenio Diputación-UPV/EHU)
Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua I.S.B.N.: 84-7585-856-2 Depósito legal/Lege gordailua: BI- 1.917-96 Fotocomposición/Fotokonposaketa: Ipar, S. Coop. Particular de Zurbaran, 2-4 - 48007 Bilbao Impresión/Imprimaketa: Itxaropena, S.A. Araba Kalea, 45 - 20800 Zarautz (Gipuzkoa)
INDICE
INDICE
5
PRESENTACIÓN
7
PROGRAMA DEL SYMPOSIUM
11
POUVOIR ET PROVINCES: REMARQUES SUR LA POLITIQUE DE COLONISATION ET DE MUNICIPALISATION DE ROME DANS LA PENINSULE IBERIQUE ENTRE CESAR ET AUGUSTE por JEAN-MICHEL RODDAZ
13
CONQUISTA Y COLONIZACIÓN EN LA B ETICA EN EPOCA REPUBLICANA por JOSE MANUEL ROLDAN
27
LA ACCIÓN COLONIZADORA DE AUGUSTO EN LA BETICA por FERNANDO WULFF ;
41
CONQUEST AND COLONIES IN LUSETANIA IN THE LATE REPUBLIC AND EARLY EMPIRE por JOHN S. RICHARDSON
53
CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DEL VALLE DEL EBRO EN EPOCA TARDORREPUBLICANA Y PRINCIPADO por JUAN JOSE SAYAS
63
I COLOQUIO
83
ORGANIZZAZIONE MUNICIPALE E 1US LATI! NELL'ITALIA TRANSPADANA por GINO BANDELU
97
INDICE
6
LATINISCHES RECHT UND MUNICIPALISIERUNG IN GALLEEN UND GERMANIE* por BRIGITTE GALSTERER-KRÒLL
117
Ü COLOQUIO
131
;
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN VIRTUAL EN HISPANIA, AFRICA Y GALLIA por ESTIBAUZ ORTIZ DE URBINA
137
MECANISMOS BUROCRÁTICOS E INSTITUCIONES MUNICIPALES EN HISPANIA por JUAN FRANCISCO RODRIGUEZ NEILA
155
TESTIMONIOS RECIENTES CON REFERENCIA A MUNICIPIOS por ANTONIO CABALLOS
175
DIRITTO LATINO E MUNICIPALIZZAZIONE NELLA BETICA por HARTMUT GALSTERER
211
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN EN LA MESETA SUPERIOR por J UUO MANGAS
223
DROIT LATIN ET MUNICIPALISATION EN LUSITANIE SOUS L'EMPIRE por PATRICK LE ROUX
239
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN EN LEVANTE Y CATALUÑA por JUAN MANUEL ABASCAL
255
l u COLOQUIO
285
ABREVIATURAS INDICES
311 315
PRESENTACIÓN
La presente obra recoge las comunicaciones y coloquios que tuvieron lugar en la segunda edición de REVISIONES DE HISTORIA ANTIGUA, celebrada en Vitoria en la Facultad de Filología y Geografía e Historia del 22 al 24 de Noviembre de 1993. Algunos miembros del Departamento de Estudios Clásicos de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (sección Historia Antigua) iniciamos la convocatoria de estas reuniones científicas, en principio con carácter bienal, movidos por el interés de potenciar, entre los investigadores de diversas universidades nacionales y extranjeras, diferentes debates sobre algunos de los temas actualmente relevantes en el ámbito de los estudios referidos a la Antigüedad1. De acuerdo a estos presupuestos nos pareció adecuado ocuparnos en esta segunda convocatoria de la TEORIA Y PRACTICA DE LA ORGANIZACIÓN MUNICIPAL EN HÍSPANLA. Los recientes hallazgos epigráficos de cartas legislativas de municipios hispanos (como el de la comunidad de Imi y, posteriormente de Villo), así como la importante concentración de leyes colonial y municipales documentadas en la Bélica2, y prácticamente inexistentes en otros ámbitos provinciales a excepción de Italia, contribuyeron favorablemente en esta elección. Asimismo la publicación en los últimos años de estudios relativos al urbanismo romano en la Península Ibérica^, que están dando a la información escrita el 1 Ma C. González, J. Santos (eds.), Revisiones de Historia Antigua I. Las estructuras sociales indígenas del Norte de la Península ibérica, Vitoria 1994, p. 7. 2 J. González (ed.), Bronces jurídicos romanos de Andalucía, Sevilla 1990; F. Fernández, M. del Amo, La lex Imitana y su contexto arqueológico, Sevilla 1990; F. Fernández, "Nuevos fragmentos de leyes municipales y otros bronces epigráficos de la Bética en el Museo Arqueológico de Sevilla", ZPE 86, 1991, pp. 121-136. 3 Entre otros estudios: J. L. Jiménez, Arquitectura forense en la Hispania romana, Zaragoza 1987; A.A.V.V., Los foros romanos de las provincias occidentales, en : Actas de la Mesa Redonda celebrada en la Universidad de Valencia del 27 al 31 de Enero de 1986, Madrid 1987; W. Trillmich, P. Zanker (eds.), Stadtbild und Ideologie. Die Monumentalisierung hispanischer Stàdte zwischen Republik und Kaiserzeit, Munich 1990; A.A.V.V., Conquista romana y modos de intervención en la organización urbana y territorial , en: Primer Congreso histérico-arqueológico hispano- italiano. Elche 1989, D. Arch. 10, 1992.
8
PRESENTACIÓN
necesario aporte documental de la arqueología, influyeron también en nuestra decisión. No en vano esta renovación del aporte documental ha impulsado el desarrollo de trabajos de investigación, monografías, coloquios que se han ocupado del análisis de la ciudad hispanoromana4 y de los procesos de colonización y de municipalización en la Península Ibérica a partir de la conquista romana^. Nuestro interés se centró en ocuparnos, en profundidad, de diversos aspectos jurídicos y político-administrativos relativos a los procesos de integración de las comunidades hispanas en los modelos romanos de organización local (colonias y municipios), una de las líneas de investigación que se desarrolla actualmente en nuestro Departamento. Dentro de este estudio perseguimos tres objetivos. En primer lugar, y comenzando por las coordenadas espaciotemporales, consideramos fundamental que las diferentes comunicaciones y debates permitieran un análisis histórico amplio. Para ello el ámbito cronológico se estableció desde finales de la época republicana hasta principios del siglo III. De este modo se inició el estudio con el término del proceso de conquista romano -por lo tanto, el término de la segunda Guerra Púnica- y con las fundaciones coloniales en la Península Ibérica, cuando se documentan en Hispania las primeras comunidades organizadas al modo romano. Asimismo, las deducciones coloniales y promociones municipales en época de César y de Augusto formaron parte de las intervenciones inaugurales de los asistentes al simposio. En este sentido destacan las comunicaciones de J. S. Richardson, J. M. Roldan, J. J. Sayas y F. Wulff que se ocuparon de esta fase inicial en los procesos de integración de las comunidades de Lusitania, Bélica y, dentro de la provincia Tarraconense, de las comunidades localizadas en el Valle del Ebro en los modelos de organización local romana. J.-M Roddaz completó estas participaciones con un análisis centrado en la política de colonización y de municipalización de la Península Ibérica en época de César y de Augusto. La Constitutio Anîoniniana a principios del siglo III cierra prácticamente, como lo demuestran el resto de las comunicaciones, este ámbito cronológico, aunque se tienen en cuenta diversos procesos históricos posteriores que aportan una mayor claridad al análisis de la documentación de época alto imperial. A partir de este momento, la concesión de la ciudadanía Romana a todos los hombres libres del Imperio por el emperador Caracalla se sitúa paralela al progresivo empleo del término civitas en la documentación escrita y a la desaparición de las distinciones políticas locales En el marco espacial consideramos interesante ,y necesario para una adecuada perspectiva 4
Entre otros estudios: J. M. Abascal, U. Espinosa, La ciudad hispano-romana. Privilegio y poder, Logroño 1989; M. Bendala (ed.), La ciudad hispanorromana, Tarragona 1993; A.A.V.V., Ciudad y comunidad cívica en Hispania (siglo II y III d. C), en : Actes du colloque organisé par la Cas de Velazquez et par le Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid 25-27 janvier 1990, Madrid 1993 o la reciente síntesis de P. Le Roux, Romains d'Espagne. Cités et politique dans les provinces, Ile. siècle av. J.-C - IHe. siècle ap. J.-C, Paris 1995. Un exhaustivo repertorio bibliográfico sobre estos estudios se encuentra en J. M. Abascal; "Veinticinco años de estudios sobre la ciudad hispano-romana", Tempus 10, 1995, pp. 19-84. -* Entre otros estudios: M" A. Marín Díaz, Emigración, colonización y municipalización en la Hispania republicana, Granada 1988; A.A.V.V., Aspectos de la colonización y municipalización de Hispania. Actas del curso dirigido por J. Mangas en Mérida del 20 al 21 de Enero de 1989, Mérida 1989
PRESENTACIÓN
9
histórica, incluir en este estudio centrado en las comunidades hispanas la información proporcionada por otras comunidades del Occidente romano (Italia Transpadana, Gallia, Germania y Africa). El análisis de estas comunidades permite completar y precisar, en sus elementos comunes y diversos, los estudios sobre los procesos de integración de comunidades de Bética, Lusitania y de la provincia Tarraconense, particularmente en relación con la concesión del derecho latino a las tres provincias hispanas por Vespasiano y a comunidades de las provincias mencionadas con posterioridad a la Guerra Social. En este apartado se sitúan las comunicaciones de G. Bandelli, B. Galsterer-Kroll y E. Ortiz de Urbina. En segundo lugar, y teniendo en cuenta los presupuestos en los que se fundamentan estas revisiones, estábamos interesados en que el contenido de las intervenciones reflejara los avances de la investigación y todos los aspectos del conocimiento actual en relación con el tema propuesto. En este sentido no fuimos ajenos en la elección del tema al debate historiográfico que, fundamentalmente a partir de la década de los ochenta, ha conducido a algunos investigadores a cuestionar, desde una revisión del aporte documental, la consideración de la colonia y, particularmente, del municipio como estatutos políticos ampliamente documentados enei Occidente Romano6. Dentro de las provincias hispanas la diversa y creciente información transmitida por los testimonios escritos y restos arqueológicos, como quedó reflejado en la comunicación de A. Caballos, invita al estudio detenido de la información contenida en las leyes municipales de época flavia y en la ley colonial de Vrso, que nos permite aproximarnos, de forma bastante completa, al modelo de funcionamiento de las comunidades hispanas con una concepción organizativa romana. En este sentido se sitúa la participación de J. F. Rodríguez Neila, relativa a los mecanismos burocráticos e instituciones municipales en Hispania. Asimismo esta amplia información propicia un nuevo examen del funcionamiento y de la estructuración interna de las comunidades hispanas que documentan testimonios jurídicos y político-adniinistrativos asociados a la concepción organizativa de municipios y colonias. Las comunicaciones de J. M. Abascal, H. Galsterer, P. Le Roux, J. Mangas y J. Santos7 se ocuparon de este análisis, centrado en la concesión de la Latinidad a diversas comunidades peninsulares desde época de César y de Augusto y a universa Hispania -utilizando la expresión pliniana- en época flavia y en los procesos de municipalización documentados en diversas áreas de la provincia tarraconense (Levante y Cataluña, la Meseta Superior y la zona septentrional) y en las comunidades de la Bética y de Lusitania. En tercer lugar hemos tenido la fortuna de contar en esta segunda edición con la presencia de destacados investigadores nacionales e internacionales, especialistas en esta campo de la investigación tanto desde el ámbito de la Historia Antigua como del Derecho Romano. A su participación activa en la presidencia, en las comunicaciones y en los coloquios debemos el haber podido llevar a la práctica los dos objetivos anteriormente expuestos. Sin su colaboración científica los organizadores y convocantes de esta reunión8 no hubiéramos pasado de la teoría en nuestro proyecto. 6
Como se comprueba, particularmente, en las sesiones segunda, tercera y cuarta del simposio. Comunicación que no ha sido incluida en las actas de este simposio. ° Los editores de estas actas y la Dra. C. González Rodríguez, a quien agradecemos desde estas líneas su imprescindible colaboración. 7
10
PRESENTACIÓN
Por último, deseamos dejar constancia del apoyo económico del Ministerio de-Educación y Ciencia, el Gobierno Vasco, la Universidad del País Vasco, la Diputación Forai de Alava, el Ayuntamiento de Vitoria y la Delegación en el País Vasco de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, que nos ha permitido la celebración de esta segunda edición de Revisiones de Historia Antigua y la publicación de sus actas. Asimismo agradecemos la colaboración y asistencia a este simposio de los miembros del área de Historia Antigua del Departamento de Estudios Clásicos de esta Universidad. LOS EDITORES. Vitoria-Gasteiz, Mayo de 1996.
PROGRAMA DEL
SYMPOSIUM
I a Jornada: 22 de Noviembre 9,30
Inauguración del Symposium 1* Sesión Presidente: R. Teja Universidad de Cantabria
10,00
POUVOIR ET PROVINCES: REMARQUES SUR LA POLITIQUE DE COLONISATION ET DE MUNICIPALI S ATI ON DE ROME DANS LA PENINSULE IBERIQUE ENTRE CESAR ET AUGUSTE
J.-M. Roddaz. Centre Pierre Paris. Université Michel de Montaigne. Bordeaux lu 10,30
CONQUISTA Y COLONIZACIÓN EN LA BETICA EN EPOCA REPUBLICANA
J. M. Roldan. Universidad Complutense. Madrid 11,00
LA ACCIÓN COLONIZADORA DE AUGUSTO EN LA BETICA
11,30
F. Wulff. Universidad de Málaga DESCANSO
11,45
CONQUEST AND COLONIES IN LUSITANI A IN THE LATE REPUBLIC AND EARLY EMPIRE
J. S. Richardson. University of Edinburgh 12,15
13,00
CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DEL VALLE DEL EBRO EN EPOCA TARDORREPUBLICANA Y PRINCIPADO
J. J. Sayas. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Madrid LUNCH INAUGURAL T Sesión Presidente: A. Prieto. Universidad Autónoma de Barcelona
16,00
COLOQUIO
18,00
ORGANIZZAZIONE MUNICIPALE TRANSPADANA
E
WS LATH
NELL' ITALIA
G. Bandelli. Università di Verona 18,30
LATINISCHES RECHT UND MUNICIPALISIERUNG IN GALLIEN UND GERMANIEN
B. Galsterer-Kròll. Kòln
12
PROGRAMA DEL SYMPOSIUM
19,00
COLOQUIO
2 a Jornada: 23 de Noviembre 3 a Sesión Presidente: G. Pereira" Menaut. Universidad de Santiago de Compostela 9,30
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN VIRTUAL EN HISPANIA, AFRICA Y GALLIA
E. Ortiz de Urbina. Universidad del País Vasco 10,00
MECANISMOS BUROCRÁTICOS E INSTITUCIONES MUNICIPALES EN HISPANIA
10,30
TESTIMONIOS RECIENTES CON REFERENCIA A MUNICIPIOS
11,00
A. Caballos. Universidad de Sevilla DESCANSO
J. F. Rodríguez Neila. Universidad de Córdoba
11,30
DIRITTO LATINO E MUNICIPALIZZAZIONE NELLA BETICA
H. Galsterer. Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universitàt. Bonn 12,00
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN EN LA MESETA SUPERIOR
J. Mangas. Universidad Complutense. Madrid 12,30
DROIT LATIN ET MUNICIPALI S ATION EN LUSITANIE SOUS L'EMPIRE
P. Le Roux. Université de Toulouse 4 a Sesión Presidente: R. Mentxaka. Universidad del País Vasco 16,00
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN EN LEVANTE Y CATALUÑA
J.M. Abascal. Universidad de Alicante 16,30
DERECHO LATINO Y MUNICIPALIZACIÓN EN EL NORTE DE HISPANIA
17,00 17,15
J. Santos. Universidad del País Vasco DESCANSO COLOQUIO
3 a Jornada: 24 de Noviembre 11,00 12,00
VISITA AL OPPIDUM DE IRUÑA (TRESPUENTES, ALAVA) VISITA AL POBLADO DE LA HOYA (LAGUARDIA, ALAVA)
POUVOIR ET PROVINCES: REMARQUES SUR LA POLITIQUE DE COLONISATION ET DE MUNICIPALISATION DE ROME DANS LA PENINSULE IBERIQUE ENTRE CESAR ET AUGUSTE JEAN-MICHEL RODDAZ Centre Pierre Paris Université Michel de Montaigne. Bordeaux III ABSTRACT Spain constituted a particular field of application of the urbanization and romanization politics instituted by Caesar and continued by Augustus. It is interesting to wonder about the reasons of this phenomenon, but also about his limits. On that last point, only archeology can allow us to progress; however our knowledge romains partial, for if progress is being made in the understanding of the public and religious areas organization, the level of transformation of numerous indigenous centers is still underestimated. RESUME La Péninsule Ibérique a constitué un champ d'application privilégié de la politique d'urbanisation et de romanisation engagée par César et poursuivie par Auguste. Il est intéressant de s'interroger sur les raisons de ce phénomène, mais aussi sur ses limites. Sur ce dernier point, seule l'archéologie peut nous permettre aujourd'hui de progresser: nos connaissances n'en demeurent pas moins inégales, car si elles se sont amplifiées dans la compréhension de l'organisation des aires politiques et religieuses, le degré de transformation de nombreux centres indigènes demeure encore mal apprécié.
La période comprise entre la dictature de César et la mort d'Auguste constitue une phase décisive dans le processus de romanisation des provinces; l'urbanisation et la municipalisation sont les corollaires de ce phénomène et, en ce qui concerne la péninsule ibérique, elles ont déjà été largement étudiées1. Cette communication qui est la première du colloque, est surtout l'occasion pour moi de mettre en évidence un certain nombre de 1 Voir en dernier heu, W. Trillmich, P. Zanker (éd.), Sîadtbild und Ideologie, Die Monumentalisierung hispanischer Stadie zwischen Republik und Kaiserzeit, Kolloquium in Madrid vom 19. bis 23. Oktober 1987\ Munich 1990 (=Stadtbild)\ A.A. V. V., Aspectos de la colonización y municipalización de Hispaniay Mérida 1989 (=Aspectos).
14
JEAN-MICHEL RODDAZ
questions et s'inscrit dans une réflexion plus large qui concerne les relations entre pouvoir et provinces pendant le Ile triumvirat. Les fondations coloniales ou les promotions au statut municipal de certaines communautés traduisent d'abord une volonté politique de Rome, qui s'exprime dans un contexte historique particulier et dans un cadre institutionnel sur lesquels je voudrais d'abord m'arrêter. Force est de constater, ensuite, que la péninsule ibérique a constitué un champ d'application privilégié de cette politique ; il est intéressant de s'interroger sur les raisons, mais aussi de tenter de préciser les limites de l'intervention de Rome, en gardant à l'esprit que notre appréciation est elle-même conditionnée par les limites de nos connaissances, bien sûr, en ce qui concerne les fondations coloniales et les promotions municipales, les résultats acquis sont importants, même si demeurent certains problèmes de chronologie. Enfin, les transformations urbaines apparaissent comme la conséquence de décisions politiques, mais témoignent aussi de la volonté des communautés et plus précisément de leurs élites. Dans ce domaine, grâce à l'archéologie et notamment aux recherches menées par nos collègues espagnols sur les sites des principales cités de la péninsule, nos connaissances ont considérablement progressé depuis une vingtaine d'années, en particulier dans la compréhension de l'organisation des aires publiques et religieuses. En revanche, le degré de transformation de nombreux centres indigènes demeure mal apprécié et seules des études systématiques sur le terrain pourront fournir une meilleure image des réalités. I. Sur le premier point, la difficulté essentielle porte sur la période triumvirale étant donné que pour la dictature de César ou le principat d'Auguste, l'origine des initiatives en matière de déduction coloniale est bien identifiée. En effet, à propos des décisions prises pendant la période comprise entre la fin 43 et les années 31-28, deux questions se posent, liées à la nature et à la définition du système institutionnel mis en place : quelle est la part du sénat et du peuple dans les décisions et quelles sont les relations entre les triumvirs et leurs 'légats"? La période du Hé triumvirat constitue une phase de turbulence dans l'histoire de la fin de la République et la question essentielle est celle de sa place entre la République dont elle peut apparaître comme un simple épilogue et le Principat augustéen dont on peut aussi la considérer comme un prologue2. Au plan des institutions, c'est bien en termes de continuité ou de rupture qu'il faut envisager l'ultime épisode des guerres civiles, épisode qui a duré presque quinze ans et dont le terme ne peut être fixé sûrement ni par les sources anciennes, ni par l'historiographie moderne3. Un domaine où la continuité ne paraît poser aucun problème est bien celui de l'administration des provinces, les triumvirs apparaissant comme les héritiers de César et celui d'entre eux qui en définitive parvient à s'imposer étant lui-même le fondateur de l'Empire. Mais précisons d'abord ce point. Le triumvirat a été fondé pour une période de cinq ans par la lex Titia, plébiscite proposé par le tribun de la plèbe, P. Titius, et voté immédiatement après la rogatio sans qu'ait été observé le trinundinum d'usage, le 27 novembre 43 av. J.-C. La loi fixait les pouvoirs constitutionnels de portée générale de la nouvelle magistrature collégiale et les compétences spécifiques des nouveaux magistrats: en fait, il ne s'agit pas d'une magistrature traditionnelle, mais d'un nouveau type de magistrature et il est d'abord
2 D'une manière générale, voir J. Bleicken, Zwischen Republik und Prinzipat-Zum Charakîer des Zweiten Triumviratsy Gôttingen 1990 (=Bleicken). 3 M.-L. Freyburger, J.-M. Roddaz, Dion Cassius, Histoire Romaine, Livres 50 et 51, CUF, Paris 1991, pp. XLHI-XLVI.
POUVOIR ET PROVL .¿S: REMARQUES SUR LA POLITIQUE DE COLONISATION...
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nécessaire de voir, pour notre propos, quelles sont les implications pour le gouvernement des provinces. Parmi les pouvoirs extraordinaires que les trois chefs d'armée décident d'exercer collégialement en tant que triumviri reipublicae çonstîtuendae, il y a la répartition des commandements provinciaux: la lex Titia partage l'Occident entre les triumvirs, en accordant à chacun d'eux deux ou trois provinces, en attendant qu'ils mettent la main sur l'Orient, us s'attribuent donc toutes les prérogatives de l'imperium proconsulaire avec un pouvoir extraordinaire sans limite de temps ni d'espace et impliquant une supériorité de commandement sur tout autre gouverneur, à l'image des attributions qui avaient été auparavant conférées à Pompée par les leges Pompeia Licinia et Trebonia ; l'imperium sur les provinces est d'ailleurs octroyé aux seuls triumvirs par la lex Titia et la grande différence par rapport aux précédentes est que les modifications successives de la répartition des provinces entre les "dynastes" en 42, 40, 39-37 ou 36 av. J.-C. n'ont jamais été sanctionnées par des lois 4 . En principe, les mesures prises par les triumvirs dans les provinces ne sont pas différentes de celles d'un gouverneur de la fin de la République dans sa province et l'administration provinciale comprend aussi bien les villes et les districts ruraux avec les habitants peregrins ou les citoyens romains que la défense des provinces. La décision de fonder une colonie et le choix du lieu de fondation appartenaient dès l'origine au peuple romain et, pour cette raison, toute déduction coloniale était précédée par une lex coloniae émanant du concilium plebis^. En pratique, l'initiative et la réelle responsabilité des fondations reviennent pendant l'époque médio-républicaine au sénat, puis aux tribuns de la plèbe, enfin au 1er siècle, à partir de Sylla, aux imperatores dont l'empereur est l'héritier^. Dans le cas de la colonisation césarienne, nous n'avons pas, hormis la lex Iulia agraria de 59, de mention de loi agraire ni de projet global de déduction de colonies, mais le pouvoir de déduire des colonies s'appuie, au point de vue de la formalité juridique, sur les prérogatives conférées au dictateur par les différentes lois de dicîatore creando de 49 et cfe 48, comme cela avait déjà été le cas pour Sylla avec la lex Valeria. La partie du texte conservé de la lex Coloniae Genetivae luliae Urbanorum ou plus exactement du statut de la colonie d'Urso est assez éclairante sur le processus: la déduction est effectuée "iussu C. Caesaris", mais effectivement réalisée à la suite du vote d'une lex Antonia, probablement la lex Antonia de colonis deducendis d'avril 44, elle-même consécutive à une autre lex Antonia confirmant les actaCaesaris. Suivent un senatus consulte et un plébiscite qui ne font que ratifier les décisions prises7. On voit très bien où se situe l'initiative et si, en 44 il y a une lex Antonia, c'est parce que, pour un temps, il convient de donner l'impression de la restauration de l'ancien ordre des choses. On peut d'ailleurs penser que cette lex Antonia
4 Bleicken, pp. 21 ss. Voir en dernier lieu U. Laffi, "Poteri triumvirali e organi repubblicani", in: // triumvirato costituente alla fine della Repubblica romana. Scritti in onore di Mario Attilio Levi, Come 1963, pp. 37-65 (=Laffi). 5 Tite-Live, 8, 16, 14; 9, 26, 3; 9, 28, 8; 10, 21, 9; 32, 29, 3; 34, 53, 2; 37, 46, 10; 43, 17, 1; Cic, De Leg. agr., 2, 17; 2, 31; Vel. Pat., 1, 14, 1. 6 E. T. Salmon, Roman colonization under the Republic, Londres 1969, p. 19. 7 Sur la loi d'Urso, la bibliographie est importante; voir notamment H. Galsterer, "La loi municipale des Romains. Chimère ou réalité", RHDE, 1987, pp. 181-203; E. Gabba, "Reflessioni sulla lex Coloniae Genetivae luliae", in: J. Gonzalez, J. Arce (ed.), Estudios sobre la Tabula Siarensis, AAEA 9, 1988, pp. 157-168. Sur la législation antonienne, Cic, Phil., 13, 31.
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JEAN-MICHEL RODDAZ
régularise l'ensemble des déductions effectuées "iussu Caesaris" dans les provinces entre mars 44 et la fin de 43. Même si dans la titulature de la fonction triumvirale, l'attribution legibus scribundis n'apparaît pas, il est fort possible que les triumvirs aient eu la possibilité de donner unilatéralement des lois et surtout de prendre des dispositions qui avaient force de loi. S'il est faux d'affirmer que l'activité des comices et du Sénat a été mise en sommeil pendant l'époque triumvirale, et la loi entendue au sens propre comme norme juridique votée par les comices populaires non seulement ne disparaît pas et touche aux sujets les plus variés, mais demeure proposée {rogata) parles magistrats ordinaires (tribuns et consuls) et non par les triumvirs, ceux-ci ont le pouvoir de gouverner l'état et notamment les provinces sans le concours du sénat et du peuple, même si à posteriori, dans un souci autant de propagande quede légitimité, ils demandent la ratification de leurs acta. C'est sans le concours du peuple qui avait pourtant en ce domaine des compétences exclusives que les triumvirs exproprient des terres des citoyens romains et les distribuent à d'autres et déduisent des colonies aussi bien dans les provinces qu'en Italie8. Dans la fondation d'une colonie, les textes distinguent deux fonctions qui ne coïncident pas nécessairement dans le temps et ne concernent pas toujours la même personne; l'assignation des terres et la déduction d'une colonie sont des activités distinctes. Le texte de la loi d'Urso le fait apparaître et l'inscription funèbre de L. Munatius Plancus à Gaéte le met bien en évidence qui distingue son activité en Gaule où "colonias dédiait Lugudunwn et Rauricam", et à Bénévent où "agros divisi^9. Mais si à Urso, on distingue bien deux phases chronologiquement -et l'on peut toujours installer de nouveaux contingents de vétérans sur le territoire d'une colonie déjà déduite, c'est probablement le cas àMérida1 °- à Bénévent, déduction de la colonia Concordia Felix et assignation des terres aux vétérans ont probablement été concommi tantes, mais Plancus n'avait pas autorité pour le faire, parce qu'il n'était pas revêtu de l'imperium adéquat. Il dispose en revanche cfe l'imperium sur la Gaule qui l'autorise à fonder Lyon, comme Lèpide quasiment au même moment, fonde Celsa. Cela nous amène à poser une autre question, celui des surnoms des colonies et du lien avec le détenteur de rimperium. Une analyse et un inventaire complets ont déjà été réalisés sur ce sujet, mais je voudrais faire quelques remarques. D'abord, en ce qui concerne l'Italie, pour les colonies déduites entre la bataille de Philippes et les lendemains de celle d'Actium (42-30/29), je suis d'accord pour reconnaître que le fait d'avoir servi sous tel ou tel général peut conduire certaines troupes à revendiquer son nom dans la titulature de la colonie de la même manière qu'elles font apparaître le nom de leurs légions 11 , mais cela ne s'applique à mon avis qu'à César. En vertu de la lex Titia, les triumvirs possèdent un imperium domi sur l'Italie, mais leur autorité s'y exerce collectivement; je ne crois donc pas à l'existence de colonia Antonia} 2 . En revanche, il en est autrement dans les provinces. Entre mars 44 et novembre 43, entre autres, Plancus a pu donner son nomen à la colonia Copia Felix Munatia et peut-être aussi à la colonia Raurica à Augst, comme Lèpide donne son nom comme cognomentum à la colonia Victrix lulia Lepida. Pourquoi dans ce cas là le cognomen et non le nomen Aemilia? Tout simplement 8 Laffi, p. 40. 9 ILS 886; CIL X, 6087. 10 J. M. Roddaz, "Agrippa et la Péninsule Ibérique", in: // bimillenario di Agrippa, Gènes 1990, p. 72. 11 Sur Tensemble de cette question, voir L. Keppie, Colonisation and veteran settlement in Italy, 47-14 B.C., Rome 1983, pp. 49-86. 12 Déjà E. Gabba, "Sulle colonie triumvirale di Antonio in Italia", in: Esercito e società nella tarderepubblicaromana, Florence 1973, pp. 459-471 (=Gabba, Esercito).
POUVOIR ET PROVINv.¿S: REMARQUES SUR LA POLITIQUE DE COLONISATION...
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parce qu'il s'agit de vétérans de César qui ont probablement combattu à Munda (Victrix) et nui démobilisés en 44, attendent au mois de mars qu'on leur assigne des terres. En vertu de la lex Antonia mentionnée supra, le iussus C. Caesaris prend effet et Lèpide conduit un certain nombre de vétérans à Celsa où il déduit avant la fin 44 une colonie dont la titulature évoque à travers le rappel de la gens, le souvenir de César, les campagnes qu'il a menées dans la péninsule et le nom du véritable fondateur qui dispose à ce moment là de l'imperium sur l'Espagne. Cette pratique se perpétue après la fondation du triumvirat. Les triumvirs administrent en partie leur domaine par l'intermédiaire de leurs légats, ce qui avait déjà été le cas de Pompée en 55 pour l'Espagne. Comme le légat de l'année, ce lé la colonia Patricia Corduba?'71 la colonia lulia Romula HispaP*, la de
á4 Sobre el tema véanse J.J. Sayas, art. cit., pp. 33 y ss. y C. González Román, "Las colonias romanas de la Hispania meridional en sus aspectos socio-jurídicos", en: C. González Román (éd.), op. cit., pp. 87 ss. 35 H. Galsterer, op. cit., nota 16.; B. Galsterer-Kroll, "Untersuchungen zu den Beinamen der Stàdte des Imperium Romanum", Epigraphische Studien 9, 1972, pp. 44 ss.; Eadem, "Zu den spanischen Stadtelisten des Plinius", AEA AS, 1975, pp. 120 ss.; E.D. Hoyos, "Pliny the Elder's titled Baetican towns: obscurities errors and origins", Historia 28, 1979, pp. 439 ss.; M. A. Marín Díaz, op. cit., pp. 200 ss. 00 Sobre la misma, además de la bibliografía general citada en notas 33, 34 y 35, véanse, J.M. Santero, "Colonia lulia Gemella Acci", Habis 3, 1972, pp. 203 ss.; C. González Román, "La Colonia lulia Gemella Acci y evolución de la Bastetania", Conquista romana y modos de intervención en la organización urbana y territorial, Dialoghi di Archeologia, 1992, pp. 155 ss. 37 Sobre Corduba véanse J.F. Rodríguez Neila, "Corduba", Conquista romana y modos de intervención en la organización urbana y territorial, Dialoghi di Archeologia, 1992, pp. 177 ss.; Idem, Historia de Córdoba.!. Del amanecer prehistórico al ocaso visigodo, Córdoba 1988; R C. Knapp, Roman Córdoba, Berkeley 1983; A. Ibáñez Castro, Córdoba hispano-romana, Córdoba 1983.
CONQUISTA . COLONIZACIÓN DE LA BETICA EN EPOCA REPUBLICANA
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Hasta Regia, la colonia Ituci Virtus lulia? ^y la colonia Claritas lulia Ucubfi® y la colonia Genetiva lulia Urbanorum Ursoy a las que se añaden en los límites de la Ulterior Norba, Metellinum y Praesidium lulium Scallabis. En cualquier caso, César sentó las líneas sobre las que se desenvolvería el programa colonizador de las provincias de Hispania a lo largo del Imperio, apenas rectificadas, si no es en una mayor ampliación, por Augusto, siguiendo precisamente las directrices del dictador. Los territorios situados fuera de la línea de colonización propuesta por César nunca llegarían a integrarse por completo en las formas de vida romanas y, con ello, la Península quedó para siempre enmarcada en dos ámbitos muy distintos: el colonizado romano de la Bética, con la cuña lusitana, la costa oriental y el valle del Ebro, por un lado; el sometido, simple fuente de explotación y mucho menos urbanizado, con el resto de la Península, por el otro. En resumen, pues, la colonización de época republicana marcó las directrices de la propia romanización y con su mayor o menor extensión por el ámbito peninsular influyó en grados distintos en la trasformación de las estructuras socio-económicas indígenas. En concreto, por lo que respecta al sur peninsular, la larga colonización que hemos contemplado, sobre la que se superpone la acción sucesiva de César y Augusto en la provincia republicana de Hispania Ulterior, o mejor, sobre parte de su territorio, hasta cierto punto excepcional en el conjunto del Imperio, como consecuencia de unos presupuestos también excepcionales durante la República, será la causa de la fundamental diferenciación de la región bética con respecto al resto de los territorios de Hispania, cuyo reconocimiento será elevado al estado de derecho por el propio Augusto con la creación de la provincia Baetica, adscrita al número de las provincias senatoriales y una de las más romanizadas del Imperio.
^° A. Blanco, Historia de Sevilla. La ciudad antigua, de la Prehistoria a los visigodos, Sevilla 19842. 39 A. Caballos, "Iptuci, civitas stipendiaria del Conventos Gaditanus", Gadesl, 1981, pp. 38 ss. 40 A. Caballos, "Colonia Claritas lulia Ucubi", Habis 9, 1978, pp. 283 ss.; P.J. Lacort, "Colonia Claritas lulia Ucubi, actual Espejo (Córdoba)", Conquista romana y modos de intervención en la organización urbana y territorial, Dialoghi di Archeologia, 1992, pp. 195 ss.
LA ACCIÓN COLONIZADORA DE AUGUSTO EN LA BETICA FERNANDO WULFF Universidad de Málaga ABSTRACT This paper analyzes the consequences of the activities of Caesar and Augustus in the Baetica province. A study of both together is more useful because of the difficulties to discriminate between their activities and the perspectives of the colloquium. After an evaluation of the meaning of the different status for the communities, a spacial evaluation of the impact is looked for. The situation around the Baetis river, full of Roman and Latin comunities, is not to be confounded with other areas, specially the zone from this to the Mediterranean shore. The organization and structuration made by both politicians implies no future revolutionary change in adrninistrative perspectives, but strong changes in other realms.
RESUMEN El autor trata de evaluar el impacto de César y Augusto en la Bética. El análisis conjunto se hace necesario dada la dificultad de discriminar con seguridad entre las actuaciones de uno y otro y resulta a la vez conveniente en la perspectiva de las propias necesidades del coloquio. Después de analizarlos diferentes estatus jurídicos en la Provincia y sus implicaciones, trata de sacar conclusiones sobre el impacto de los procesos en las diferentes zonas, a fin de no confundir el núcleo central con fuerte presencia de romanos y comunidades privilegiadas con latinidad en el Valle del Guadalquivir, y otros ámbitos, especialmente el importante territorio desde éste hasta las actuales provincias de Málaga y Granada. Se recalca el papel organizador y estructurador de la nueva realidad provincial que no implica perspectivas de cambios revolucionarios en lo administrativo en el futuro, pero sí procesos importantes en otros ámbitos.
A nadie se le escapa la existencia de problemas iniciales básicos que deberían ser planteados antes de entrar en el tema propuesto, surgidos de la propia definición de qué entender en la Bética por propiamente augusteo, qué como cesariano e incluso qué cosas que adscribimos a ambos podrían ser adscritas a otras actuaciones posteriores. La información que nos daDión Casio (43, 39, 5) sobre el papel de las recompensas y castigos que lleva adelante César tras su triunfo militar forma parte de un topos retórico con una información interesante, pero francamente vaga. Las referencias plinianas (3,1, 6 ss.) sobre las ciudades béticas están cargadas de dudas no sólo referidas a la dificultad de averiguar de cuándo y dónde (e incluso a veces desde dónde) proceden sus datos, sino también, como es bien
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sabido, a la de concretar los números globales que ofrece relacionándolos con seguridad con nombres concretos. Los nombres honoríficos de las ciudades que nos son citadas por este autor han servido para formular interesantes hipótesis sobre su adscripción a uno u otro que, con todo lo meritorias que son, no ofrecen grandes seguridades. La pertenencia de ambos a la misma familia, entre otros elementos, puede servir para que sean adscritos a cualquiera (fe los dos algunas de las titulaciones. Por otro lado, es claro que cabe suponer desde deducciones augusteas y nuevas denominaciones donde César ya había actuado, lo mismo que otros cambios más o menos ambiciosos en lo realizado. Adicionalmente, no es imposible pensar que algún nombre honorífico no suponga un estatus beneficiado en los términos en que se tiende a suponer. Parece claro, además, que resulta imposible no relacionar las políticas de ambos aquí con la imagen que se tenga de la política individual de cada uno de los dos y de la relación entre sus respectivos proyectos, según el planteamiento de cada investigador sobre las diferencias radicales o la continuidad entre ellos. Esta cuestión podría complicarse con el problema nada menor de la posible existencia de dos políticas augusteas. Es difícil en este contexto diferenciar entre los posibles planes de fondo y las coyunturas concretas. Por poner un ejemplo, César parece manifestar un interés mayor por beneficiar a comunidades indígenas, pero parece claro también que las necesidades de control estratégico en época de Augusto son distintas y que pueden ser cubiertas de otra manera: ¿coyuntura o concepciones de fondo? Hasta el uso de la palabra "continuidad" exigiría matizaciones importantes. La polémica sobre la legislación municipal de uno y otro añade dificultades adicionales. Incluso admitiendo, como parece razonable, la adscripción a Augusto de la ley Julia Municipal, esta sistematización no puede hacer olvidar la existencia previa de un modelo acumulativo y adaptable de legislación municipal que difícilmente pudo dejar de ser replanteado en alguna medida por César. Vuelve a ser difícil discriminar políticas, perspectivas, intereses. Parece prudente tratar, entonces, de plantear lo que, en conjunto, nos aparece en época augustea, la globalidad de realidades acumulada sobre este territorio y reestructurada con la propia política de ambos. La situación Según la información de Plinio hay en la Bética 9 colonias romanas, 10 municipios, 27 municipios latinos, 6 ciudades libres, 3 federadas, 120 estipendiarías. Lamentablemente, como sabemos demasiado bien, no identifica más que una pequeña parte del conjunto, de tal manera que nuestra provincia es en este sentido la peor tratada de las hispanas. Oama la atención en una primera mirada la desaparición de las colonias latinas; esto resulta en cierta forma más chocante, en cuanto que la primera colonia latina constatada de forma fehaciente en las provincias es Carteya, ese extraño ejemplo de la plasticidad del concepto de latino. Parece que las necesidades que en otras zonas llevan a utilizar esta denominación no existen aquí o se oponen a otras más fuertes. No es descartable que la existencia de colonias romanas haga que se exclusivice el título, aparte de otras consideraciones, pongamos por ejemplo, el que la labor de privilegiación de comunidades indígenas tenga aquí rasgos más específicos dada la propia existencia de las vigilantes y estratégicas colonias romanas. El tránsito de Carteya y otras más o menos posibles colonias latinas a otro estatus, junto con una concesión de latinidad ligada desde su origen a lo municipal o un rápido paso desde concesiones coloniales latinas a esta última son de suponer. Volveremos a ello más tarde.
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Federados, libres y estipendiarios La información de Plinio sobre la existencia de 6 comunidades libres, 3 federadas y 120 estipendiarias no sorprende demasiado. El número de libres es inusualmente alto, pero el conjunto mayoritario de estipendiarias es acorde con otras informaciones provinciales. No me resisto a señalar que quizás estas cifras y estatus pueden no tener que ser adscritas necesariamente, tal como suele hacerse, a las posiciones de las ciudades en el proceso de conquista y sometimiento romano. Caben, y hay, rebeliones posteriores que pueden dar lugar a cambios. Y en el texto citado de Dión Casio se nos cuenta cómo César, tras vencer, quita tierras y aumenta tributos a los derrotados, y a sus fieles les da tierras, inmunidad o hace que cuenten entre las colonias romanas. No me parece que esto pueda no implicar cambios posibles en el estatus de comunidades indígenas y no sólo para bien. La típica ecuación entre enemistad con César y enemistad con Roma, unida a la propaganda cesariana (Bell. Hisp. 40, 1, 7) sobre la hostilidad desagradecida de la provincia (que no se constata claramente en los hechos bélicos), pueden ayudar a entender la posibilidad de esto, independientemente de la concreción geográfica de los enfrentamientos concretos. Sea como fuere, estas colectividades, que nos aparecerán en buena parte tras la concesión flavia de la latinidad, son el fondo real sobre el que se dibujan los privilegios de las otras. Latinos A lo largo de la historia de Roma y hasta César la denominación "latina" había significado para una comunidad diferentes cosas. Permítaseme un resumen: 1) Pertenecer a la Liga Latina primitiva; si se quiere, ser una comunidad ligada a otras con acuerdos y ciertos elementos comunes de derecho inter-comunitario. 2) Ser una de las colonias fundadas por esta federación a partir de miembros individuales de las distintas comunidades de la liga citada, constituyendo una entidad nueva e independiente con lazos con ésta y ciertos elementos comunes de derecho inter-comunitario. 3) Miembros de la comunidad romana (quizás también en menor medida de otras ciudades latinas) que pasan a constituir una tercera, como en el caso anterior, en ti erras arrebatadas a terceros, con autonomía pero bajo la hegemonía romana. De nuevo hay que contar con conexiones en términos de derecho. No es imposible que en 2) y 3) intervinieran miembros de alguna comunidad preexistente en el lugar de la deducción. 4) Miembros de una o varias comunidades, pero hijos de romanos y de mujeres pertenecientes a colectivos provinciales sin conübium pasan a ser esclavos para ser inmediatamente manumitidos y constituir una comunidad distinta, dependiente en última instancia de Roma, en tierras arrebatadas a terceros y en provincias. Conviene recordar que algo parecido ocurría cuando se constituía una comunidad latina: el que fuera a participar en ella tenía que ser liberado de la patriapotestas, porque un romano no podía legalmente tener bajo su poder en este sentido a un no romano ni viceversa. Es el extraño caso de Carteya. 5) Los miembros de una o varias comunidades no latinas, no romanas e incluso eventualmente no poliadas, pasan a formar parte de otra formalmente distinta, dependiente en última instancia de Roma también, existente o no como "ciudad". Es la latinidad concedida por Pompeyo en la Transpadana. Aquí es claro que junto con elementos de comunidad de derecho tenemos con seguridad el rasgo definitorio de que los miembros de las oligarquías locales que ostenten determinados cargos obtendrán la ciudadanía romana. Podríamos eventualmente, aunque creo que faltan evidencias para sostenerlo, añadir otra más: comunidades en las provincias formadas fundamentalmente con romanos o, al menos con una fuerte presencia de éstos, como Itálica o Córdoba, recibirían un estatus
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latino en el s. II a.C. Por supuesto que un problema adicional, en el caso de aceptar esta hipótesis, sería el de delimitar qué significa la latinidad en ese caso, no solamente en términos legales, sino también en lo referente a la doble ciudadanía imprescindible, a mi juicio, si se admite una concesión formal de latinidad a la ciudad y el carácter de romanos de una parte de sus habitantes. Un romano, salvo que se pruebe, y no creo que se haya probado para el s. II a.C, no podría ser ciudadano de una ciudad latina y de Roma a la vez, ni participar, por tanto, de los cargos públicos en esa ciudad latina, en el mejor de los casos de alguna votación si aceptáramos la idea del derecho al voto de los latinos (residentes) en Roma como general y mutuo. Mirar a Italia puede ser, de nuevo, clarificador; permítaseme recordar la extraña situación de la Capua romana, desestructurada tras la II Guerra Púnica, precisamente durante una época muy ligada a la de debatidas fundaciones hispanas. Pero, en todo caso, este es un problema menor aquí. Cuando (desde mi punto de vista, por primera vez en la concesión de Pompeyo a la Transpadana y no tras Fregella como quería Tibiletti, pero desde luego no antes de la destrucción de esta ciudad) se conceda el derecho de acceso a la ciudadanía romana con la ostentación de magistraturas en una comunidad "latina" el problema sí será evidente y la solución de la doble ciudadanía se hará tendencialmente imprescindible, si no se quiere liquidar la comunidad por la vía de privarle de sus élites. Está claro que, con independencia de consideraciones legales, la latinidad tras la Guerra Social es otra cosa. La división esencial anterior entre el colectivo dominante, los ciudadanos romanos, y los dominados adquiere otro carácter. Antes los itálicos aportaban soldados y su mantenimiento a los ejércitos romanos, diferenciándose de los subditos provinciales que aportaban impuestos y, eventualmente, soldados. Los itálicos serían un escalón en el sistema de sometimiento, un escalón con diferencias internas (latinos y latinos coloniales/federados, por ejemplo), derivadas de la historia y de la propia constitución del mundo romano-latino, un mundo y una cultura cargado de elementos comunes e interrelaciones a lo largo de los siglos, básicos por otra parte para la propia pervivencia de las comunidades latinas coloniales en contextos ajenos y potencialmente hostiles. Ahora, tras la Guerra, desaparece este tipo de subditos y se integran en el mundo de los ciudadanos sin ambigüedad. La sistematización de las exigencias militares a los provinciales se hará una necesidad aún mayor, por un lado. Por otro, nuevos soldados romanos para los ejércitos y nuevas élites compitiendo por el poder ayudarán a complicar el panorama de la agonizante república. Este proceso de simplificación de la situación italiana va ligado ciertamente a nuevas definiciones estatuarias, aunque sea mínimas, y a una resurrección y reestructuración inusitadas de los papeles del municipio. Ya desde antes lo que yo he dado en llamar "la romanización de los romanos", la constitución cada vez mayor de un colectivo aislado de los sometidos, privilegiado y cohesionado, había producido la unificación de estatus de las comunidades ciudadanas en Italia. Los viejos municipios sin plenos derechos, los últimos restos del origen de lo municipal en el sometimiento y absorción de unidades anteriores, parecen desaparecer para constituirse en entidades con plenos derechos en el s. II a.C, en un proceso ligado, al parecer, al propio desarrollo de la autonomía municipal por un lado y, por otro, al propio orgullo de la romanidad. Cuando se acaba fundando colonias masivas de ciudadanos (ya no "latinas") en este mismo siglo, esto nos habla entre otras cosas de la importancia de llamarse romanos. El desarrollo de lo municipal ahora conecta, pues, con la tendencia anterior en la misma dirección y en el mundo de los romanos en Italia. Cuando Pompeyo Estrabón da otro golpe de tuerca en el concepto de latinidad concediéndola en la Transpadana en los términos que hemos señalado, se abre claramente un ámbito nuevo, pronto presidido al fondo por la inclusión de los viejos itálicos en la ciudanía, el de una latinidad como recompensa, incluso descargada de los elementos culturales, en el sentido amplio y antropológico de la palabra, anteriores. Ahora sí que la
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latinidad es una escalera hacia la ciudadanía romana, aunque una escalera restringida a las élites. Ahora sí que se hace imprescindible replantearla desde aquí. Cuando se produce el acercamiento de las organizaciones de los estados de los itálicos a los modelos romanos en el período anterior, priman, desde mi punto de vista, las necesidades que sobre ellos sitúa el sistema romano, particularmente desde la perspectiva militar: se hacen necesarios diferentes magistrados y/o funciones, por ejemplo, un jefe de contingente militar, un pagadorintendente, un realizador de censos, uno o varios más que se hagan cargo de la comunidad durante el tiempo en el que el contingente esté fuera. Ahora la necesidad es más romana y más "política": si los cargos públicos van a resultar ciudadanos romanos, Roma tendrá que controlar el proceso, tiene que articular un sistema de magistraturas y elecciones, ciertas garantías, y, si se diera por supuesto que los magistrados van a pertenecer a las dos comunidades, Roma y la nueva comunidad "latina", las diferencias de legislación no podrían ser grandes, también por exigencias del guión. El premio de la ciudanía garantiza, además, fidelidades y evergetismos, romanidad aplicada. Si es cierto esto, la concesión de la latinidad implica una reestructuración importante de la comunidad, incluso probablemente en términos del control de las propiedades inmuebles de la ciudad y sus habitantes. Por otro lado, tenemos por primera vez en la historia de Roma la organización de un sistema permanente de acceso a la ciudadanía romana con este objetivo explícito. Ninguno de los procedimientos anteriores lo había sido. Las concesiones de ciudadanía romana a comunidades en Italia, paradas desde siglos antes, habían sido medidas coyunturales e individuales y más formas de castigo o control que otra cosa; las colonias latinas jamás habían sido entendidas como tránsitos a ningún sitio. Las concesiones individuales dependían, y con problemas a veces, de la voluntad individual de los magistrados, prácticamente igual que la que se implica en la inclusión como romanos en colonias romanas. Todo ello viene a parar a los municipios latinos que nos encontramos aquí, inseparables de una organización que distingue netamente ciudadanos romanos en Italia, el núcleo demográfico aún esencial, y en las provincias de todos los demás, pero que deja un camino abierto a las élites provinciales de las comunidades privilegiadas con la latinidad. Frente a las 19 comunidades romanas de la provincia, estas 27 comunidades suponen una cantidad respetable, aunque ciertamente resulten ambas cifras minimizadas en comparación con las 120 estipendiarías. Es un número también respetable en términos comparativos. Aparte de los posibles problemas de identificación o de a quién corresponde la concesión, o de si hay dos concepciones distintas del tema en César y Augusto, ya señalados, hay otros más, como es bien sabido, obviamente relacionados con estos de una manera o de otra. Parece que podemos contar con un cierto acuerdo en que no se trata de falsas ciudades, también en que se trata de recompensas y no de castigos. Más difícil es saber si implican una mayoría previa de ciudadanos romanos; caben múltiples posibilidades, tantas como casos, pero cabe suponer, desde mi punto de vista, una cierta cantidad de romanos en casi todos, no creo que mayoría demográfica en casi ninguno, aunque sí probablemente romanos en situación de preeminencia parcial como mínimo, hybridae, asentamientos de veteranos procedentes de auxilia y, desde luego, indígenas sin más. No estoy convencido de que los estudios epigráficos sean decisivos en sentido contrario hasta el momento. Los intereses estratégicos y económicos no surgen ahora y han ido haciendo su efecto desde los comienzos del siglo anterior y las zonas más ricas y romanizadas que se ponen de parte del lado correcto recibirían su premio. La denominación de municipio y no de colonia, de la que ya hemos hablado, da la impresión de que puede ser puesta en relación con el propio hecho de la orgullosa existencia, al lado, de las colonias romanas, también quizás con el más evidente de que no sabemos que se produzcan fundaciones nuevas reales o virtuales, sino concesiones a viejas ciudades.
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Es claro que las élites pro-romanas que pasan a ser romanas, o que lo esperan, que surgen del conjunto y que organizan la vida social y las relaciones con Roma en términos impositivos y demás, ofrecen claras ventajas a ésta. Es obvio su propio beneficio en dos dimensiones por lo menos, por un lado, sus ventajas al pasar ellos y sus familias a formar parte del colectivo dominante, con lo que implica a todos los niveles en términos de protección, promoción y demás. Por otro, la no inclusión del conjunto de la comunidad en la ciudadanía romana -y ya hemos dicho que el sistema está muy lejos de pretenderloimplica algo muy distinto de lo que hubiera implicado para las élites itálicas en el siglo anterior. A éstas les interesaba la ciudadanía para sus comunidades por diversas razones, una de ellas para poder contar con votos para utilizar o vender en la almoneda de los comicios romanos, lo que les hubiera permitido jugar un papel menos subordinado en la política de la Ciudad; no creo que haya razones similares aquí. Incluso puede funcionar en un sentido contrario, al poder resultar útiles las diferencias para el control político y social. A dos magistrados por año es claro que una parte importante de las élites se hacen romanas, aunque el control de los cargos debe tender, como siempre a jugarse en las mismas familias, a restringirse, y puede que al jugarse también la ciudadanía romana con el cargo la restricción sea mayor incluso que en otras circunstancias y no al revés. Sólo si creemos que la vida política local carece de importancia, lo que iría contra buena parte de las informaciones que tenemos, que a alguien que busque un cargo sólo le va a interesar ser ciudadano romano y no lo que supone, podemos implicar laxitud en los cargos y las concesiones unidas a ellos. En otro sentido, como ya hemos señalado, sólo la doble ciudadanía impide que una comunidad se desangre en general y particularmente en lo referido a élites, precisamente uno de los peligros que se intenta evitar con las medidas contra la inclusión fraudulenta ds itálicos en la ciudadanía romana en el siglo anterior, cuando la doble ciudadanía es imposible. No es necesario ni señalar, por último, que la situación en la Transpadana, donde no mucho después César concederá la ciudadanía romana a todos, es lo bastante aislada y particular como para que no se vea en ningún caso las concesiones de latinidad héticas o de otros lugares como partes de un plan que acabaría en la universalidad de la ciudadanía romana. Hay dos puntos más que me gustaría apuntar para después: la latinidad debe implicar no sólo progresiva similitud entre los indígenas y los romanos en general, sino que también posibilita, por los procesos que conlleva, un marco de relaciones con el mundo de los ciudadanos romanos en la provincia mucho más allá de lo jurídico. Estamos hablando de constituir y apoyar un mundo, una cultura en el sentido antropológico de la palabra. Los municipios latinos suponen, por otro lado, un marco político donde pueden competir ciudadanos romanos y no romanos. Me pregunto, y creo que la respuesta es bien distinta y pone claros límites a la extensión de la doble ciudadanía, si esto es tan posible en ciudades no romanas y no latinas. Municipios romanos Los datos que tenemos nos llevan a pensar que Gades resulta un ejemplo excepcional entre este grupo, tan excepcional en esto como en otros muchos aspectos. Por los casos que podemos conocer, parece razonable pensar que se trata de ciudades habitadas mayoritariamente por romanos civiles, provengan del estatus anterior que se prefiera. No cabe excluir ni que se incluyan romanos que no son de esa ciudad, ni que puedan recibir aportes de soldados. Tampoco que determinados indígenas sean recompensados aquí o que se regularice la situación de al menos determinados grupos de éstos, residentes en el municipio, o la propia inclusión de hybridae. Puede resultar interesante recalcar el valor
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práctico de esta última inclusión reforzado por los evidentes aspectos emocionales de ellos y de sus parientes. Los municipios romanos forman un núcleo esencial de la romanidad provincial y suponen la regularización definitiva de situaciones anteriores confusas o no suficientemente clarificadoras de la condición de romanos, la legalización-estructuración efe situaciones de hecho. Colonias Romanas Las colonias de soldados romanos son la manifestación más clara, después de la propia experiencia de la guerra civil, en las provincias de los intentos de resolver los conflictos generados por el sistema romano republicano. La instalación de soldados en tierras provinciales es la gran fórmula que tan bien enseña a usar César y que combina la eliminación del peligro inmediato de los soldados, los intereses estratégicos y demográficos de Roma y los derivados de la fidelidad para el fundador, tan claves frente a los oponentes militares o el senado mismo. En este caso, como en parte en el anterior pero en mayor medida, incide la existencia previa de ciudadanos romanos en cantidad suficiente como para que tomen partido de forma significativa en las propias guerras civiles, así como de comunidades locales que se ven más o menos forzadas a hacer lo mismo. Estas colonias de soldados, y en algún caso probablemente de proletarios, que se sitúan sobre ciudades preexistentes y en los mejores terrenos agrícolas, pueden asumir en el caso de César un papel de castigo de una ciudad enemiga o de lo contrario, por ejemplo, una destruida por el enemigo a cuyos habitantes se pueda invitar a participar. Desgraciadamente nuestra información tampoco es buena aquí, no sabemos bien más que en algún caso qué ciudades están de su parte y cuáles no. Pero la cosa parece ser más compleja; el caso de Hasta, por ejemplo, podría permitir suponer el uso de los estatus de sometimiento procedentes de la conquista para la instalación de colonias, por ejemplo. Una mirada a su distribución apunta a intereses estratégicos más globales, como veremos después. No cabe descartar la inclusión en estas colonias de indígenas en mayor o menor medida, independientemente de habitantes anteriores que puedan serlo -particularmente en ciudades fieles o sectores fieles en ciudades hostiles-, de miembros individuales de otras colectividades con presencia real o nominal (podrían darse casos como el que aparece en Estrabón 5,213 C en otro ámbito geográfico). Una mirada de conjunto Ya Vittinghoff se sorprendía hace tiempo de la impresionante concentración al sur del río Guadalquivir de colonias y municipios tan juntos como en ningún otro lugar del imperio. Los dos núcleos centrales, de Hispalis hasta la desembocadura del Guadalquivir y de Córdoba hacia las fuentes del río, controlan claramente la zona central de la Bética, en términos estratégicos y en términos económicos; son buena parte de las mejores tierras, controlan la producción minera y sus vías de salida. Al norte, en la Betulia, priman probablemente más los intereses estratégicos. El proceso de implantación de los romanos allí, ya con alrededor de siglo y medio de antigüedad, puede desarrollarse ahora sin límites. Es un mundo romano sin problemas de supervivencia ni económicos ni ideológicos ni culturales, ni siquiera en términos de intercambios matrimoniales en el seno de la civitas (recordemos el problema de Carteya). Si se me permite una frase descriptiva, todo ello implica la presencia de una auténtica bomba de romanización y romanidad, donde los propios municipios latinos tienen un importante papel y deben recibir un impacto contundente, especialmente si la latinidad, como parece razonable, implica ciertos niveles de igualdad legal en el campo privado, posibilidades de conexión comercial en general y en lo
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tocante a propiedades, e incluso contactos matrimoniales. Parece claro que este impacto se transmitirá de una manera evidente a los restantes provinciales. Todo esto está cargado de múltiples implicaciones. En primer lugar, territoriales. Por un lado, ya con César, como hemos visto, se quitantierrasa una ciudad y pasan a propiedad pública o se dan a otra u otras. La implantación colonial, la propia constitución de municipios romanos e incluso probablemente latinos, todos los procesos ligados a la redefinición estatuaria, no digamos ya las posibles confiscaciones individuales y reconcesiones, van necesariamente ligados al control archivistico y la reestructuración del territorio; esos procesos, cargados siempre de las connotaciones más imperialistas, en este caso son probablemente ayudados en determinadas zonas por procesos previos de medición y control a la romana que parecen constatarse a partir de la evidencia arqueológica. Y todo esto debe suponer también procesos de control territorial de las comunidades no beneficiadas, propugnados por estas mismas, deseosas de evitar conflictos territoriales en general y con las comunidades privilegiadas en particular, y también por Roma que no puede quedar ajena a la reestructuración impositiva ligada a la tenritorial. Si se producen revisiones o utilización por Roma de posibilidades dormidas en los viejos tratados de sometimiento a ésta, el proceso sería aún mayor (del tipo de lastierrasdejadas en manos de una comunidad hasta que el senado tenga a bien otra cosa). El conjunto de procesos administrativos ligados a la ordenación del imperio por Augusto inciden en el mismo sentido, desde la constitución de la nueva provincia, a los controles y censos cara a tributos y demás, la posible articulación de los convenais por él, o, en las zonas afectadas, la reestructuración de fronteras provinciales. Esto implica revisiones del territorio y del catastro, unidas a nuevas vias de comunicación, carreteras, vías fluviales, puertos, acueductos, una paulatina (y bien diferenciada zonalmente en sus ritmos) implantación del sistema funduslpagi con su característica unión de lo fiscal, lo censal y lo catastral. Y el conjunto estará presidido por un papel nuevo o redimensionado de las ciudades, una unidad ahora bien diferente del viejo oppidum como centro político, administrativo, cultural y religioso de la realidad social. E implica inversiones masivas en construcción estatal, ciudadana, evergética y particular, todo un proceso económico complejo e intenso, cargado también de consecuencias; no es de extrañar que la primera sigilata hispana se encuentre precisamente en esta zona. La potenciación de una economía agrícola con fuerte impronta esclavista dirigida al interior y el exterior, con salida rápida vía Cádiz o los viejos y nuevos puertos fluviales, va a implicar también la introducción de nuevas técnicas y plantas, llevadas adelante, además, no por gentes recién llegadas, como había ocurrido a comienzos del siglo anterior, sino tras una experiencia de romanos en estas tierras y climas más que centenaria. Las espléndidas tierras en manos de las comunidades romanas y latinas, así como otras cuestiones como la obvia ventaja para los ciudadanos a la hora de contratas públicas, van a ayudar sin duda entre otros muchos factores a la preeminencia de este mundo, minoritario respecto al conjunto de la provincia, frente al provincial en su conjunto. Las nuevas realidades que se ofrecen a los no privilegiados o no romanos pueden ser bien diferentes, quizás en buena parte incluso el otro lado de la moneda. No es necesario recalcar los peligros en confiscaciones viejas o nuevas, de ruptura de viejas formas de explotación del territorio, de las exigencias de la tributación romana, de las resoluciones romanas de los conflictos territoriales, de las ventajas que suponen para unos romanos que pueden instalarse y se instalan en sus territorios y ciudades su acceso a las contratas públicas romanas o al propio poder romano provincial. Las posibilidades de adaptación a las nuevas condiciones en términos administrativos, económicos y demás, existen pero no dejan de presentar dificultades y desigualdades comparativas. Las nuevas necesidades a cubrir, desde la de reestructurar el sistema de magistraturas en adelante, serán más o menos urgentes
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o intensas de acuerdo con la proximidad al núcleo central de romanidad, los intereses de Roma o de romanos en las diferentes zonas, o el papel de la élites locales, entre otros factores. Conviene recalcar todo esto porque corremos el riesgo de creer que toda la Bética es la zona de choque que representa el Guadalquivir. Allí los procesos son intensos para romanos, subditos privilegiados y subditos sin más. Pero hay otras zonas donde todo esto afecta db forma bien diferente. Ni los territorios entre el Guadalquivir y el Guadiana, ni hacia el sur debajo de la curva que, siempre aproximadamente, podrían formar Tucci, Urso y Asido (o Hasta) hay nada parecido en intensidad. Esta última resulta especialmente resaltable por abarcar entre otras dos zonas claves, por un lado los territorios cercanos al surco intrabético y este mismo, desde Acinipo hasta Iliberri o Acci, de una fertilidad y extensión más que razonable, y, por otro, la zona costera desde Cádiz hacia el Levante, nada despreciable en lo referente a las poblaciones que sustentaba en relación con pesca, navegación y valles litorales. Las viejas poblaciones de tradición ibérica o púnica de estos lugares forman la parte esencial del otro ritmo de la romanización, ese ritmo que en los últimos años hemos aprendido a distanciar de la imagen tan homogeneizante que trasmite el texto de Estrabón y que, entre otros muchos factores, puede venir marcado, y en un sentido bien contrario, más que por la capacidad de resistencia, por la capacidad de adaptación derivada de los caminos previamente andados. Cuando Málaga, la vieja ciudad feno-púnica que se beneficia secularmente del mar, de las vegas fluviales costeras y de las importantes conexiones hacia el interior vía el Guadalhorce, edifica un teatro en época augústea en las laderas del barrio alto de la ciudad, no deja por ello de continuar con la escritura púnica, tal como nos muestran restos hallados prácticamente en el mismo recinto de éste. Sea como fuere, es aquí donde el impacto flavio es más fuerte, también donde probablemente éste lleve a procesos comparables en términos urbanísticos y demás, con seguridad a partir de un camino ya trazado anteriormente. Frente a las tablas de Urso, a una jornada de viaje, se hierguen las de Irni.
Algunas notas
finales
Hoy en día sería ya retórico preguntarnos si César y/o Augusto con las concesiones de latinidad o con su política de ciudadanía en general tenían como objetivo final la extensión de la ciudadanía romana al conjunto del Imperio. Un poco menos retórico sería preguntarse por si el proceso que ellos lanzan acaba provocándolo finalmente, o cuál es el efecto de su política sobre la propia concepción de la ciudadanía romana. Se entenderá que no vayamos aquí a plantearnos esto con demasiada ambición, dado además lo mucho y bueno que hay publicado sobre ello. Pero quizás podamos, desde la Bética, apuntar alguna cosa. Por un lado, el resultado de la actuación de César y Augusto es que quedan clarificadas las situaciones posibles en las que pueden encontrarse los romanos organizados comunitariamente en el exterior, una organización que viene a situar al romano provincial en una situación delimitada y equiparable a la del romano en Italia, tal como había tendido a ocurrir con el romano fuera de Roma y en la Península Itálica antes, y con los itálicos devenidos romanos después. Constituyen ambos, y particularmente Augusto, la organización provincial en estructuras ciudadanas fijas que articulan al colectivo dominante del imperio, el de los ciudadanos romanos, en un proceso ligado de forma evidente al de la definitiva ruptura del modelo de ciudad-estado, substituido ahora no por el de la ciudadmundial, sino por el de un poder único sobre el conjunto imperial a partir del control de ese colectivo, estructurado tal como Augusto acostumbra a hacerlo. Si hubiera que decidirse a
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optar entre situar el adjetivo "revolucionario" o "radical" a las actuaciones respecto a los romanos o respecto a los subditos, yo no dudaría en hacerlo para las primeras. Más allá de la mera colocación de soldados frente a oponentes políticos o un Senado que será el señor nominal de la Provincia, la constitución de esta romanidad compacta y bien estructurada en un lugar tan significativo es la verdadera demostración del signo de los tiempos nuevos. Por otro, la latinidad supone mucho para una reducida cantidad de colectividades provinciales y, sobre todo, para sus élites. Pero conviene no olvidar que ni van a implicar concesiones masivas, ni vamos a conocer promociones posteriores desde ellas ni fuera de ellas. El camino a la ciudadanía romana será el exiguo e individual que vaya por la vía de los honores cívicos, las concesiones del emperador o, en su momento, el servicio militar profesional, ese otro gran desactivador de los peligros inherentes a los ciudadanos-soldados afectados por la crisis esclavista. La coyuntura y las necesidades que dan lugar a las concesiones de latinidad desaparecen pronto del juego. La latinización y romanización de las provincias puede muy bien tener como resultado la restricción política de la romanidad. Otras intervenciones nos hablarán de si cuando los Flavios extiendan el juego serán otras las perspectivas y las miras, de si priman o no conceptos más globalizadores. La obra de Augusto y César en este campo no implica procesos masivos en términos tendenciales, sus actuaciones son de una cierta masividad coyuntural pero elitistas y estructuradoras tendencialmente. BIBLIOGRAFÍA A. A. V. V., 1989, Aspectos de la colonización y municipalización de Hispania, Mérida. AQUILUE ABADÍAS, J.M., 1984, "Las reformas augústeas y su repercusión en los asentamientos urbanos del nordeste peninsular" en ArqueologíaEspacial 5, pp. 95-113. ATENCIA PÁEZ, R., 1988, La ciudad romana de Singilia Barba (Antequera, Málaga), Málaga. BLANCO, A., CORZO, R., 1976, "El urbanismo romano en la Bética", en: Symposium de ciudades augústeas. I, Zaragoza., pp. 137-70. BLÁZQUEZ, J.M., 1978, Historia Económica de la Hispania Romana, Madrid BLÁZQUEZ, J.M., 1989, Nuevos estudios sobre la romanización, Madrid. BLÁZQUEZ, J.M., 1991, Urbanismo y sociedad en Hispania, Madrid BLÁZQUEZ, J.M., GARCÍA GELABERT, M. P., 1992, "Castulo", Dialoghi di Archeologia 10, pp. 165-175. BRUNT, P.A., 1971, Italian Manpower (225 B.C.-A.D. 14), Oxford CABALLOS RUFINO, A., 1978, "Colonia Claritas Iulia Ucubi", Habis 9, pp. 273-291. CABALLOS RUFINO, A., 1981, "Iptuci, civitas stipendiaria del Conventus Gaditanus", Gadesl, pp. 37-46. CABALLOS RUFINO, A., 1987-8, "M. Trahius, C F . , magistrado de la Itálica tardorepublicana",Hate 17-19, pp. 299-317. CASTRO LÓPEZ, M., 1989, "H poblamiento romano de la Campiña Occidental del Alto Guadalquivir. El Imperio" en: G. Pereira Menaut (ed.), / Congreso Peninsular de Historia Antigua, Santiago de Compostela, II, pp. 315-324. CHIC GARCÍA, G., 1985, "Aspectos económicos de la política de Augusto en la Bética", Habis 16, pp. 277-299. COARELLI, F., 1992, "Colonizzazione e municipalizzazione: Tempi e Modi", Dialoghi di Archeologia 10, pp. 21-30. COARELLI, F., TORELLI, M., UROZ, J. (ed.), 1992, Conquista romana y modos de intervención en la organización urbana y territorial, monográfico de Dialoghi di Archeologia 10, 1-2.
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CONQUEST AND COLONIES IN LUSITANIA IN THE LATE REPUBLIC AND EARLY EMPIRE* JOHN S. RICHARDSON University of Edinburgh ABSTRACT The five coloniae of Lusitania were all founded before the establishment of the provincia of Lusitania itself, and probably all but one {Emerita Augusta) belong to the period of the late republic. From the point of view of their topography (so far as it can be determined) the earlier four (Metellinum Norba Caesarina, Pax Mia and Scallabis) appear to have been sited in order to maximise their defensive capability, while Emerita seems to be intended to display the power of the Roman empire and to control the routes by road and river, running north-south and east-west, rather than to be an easily defensible site. The foundation of the provincia of Lusitania indicates a parallel change in Roman attitudes. Whereas under the republic, provinciae were established initially in order to make possible the fighting of wars, Lusitania was set up after the Augustan wars in Spain were over, and was from the beginning essentially an administrative entity rather than a military command. These two Augustan developments indicate a fundamental shift in the idea of what coloniae and provinciae were for, which became apparent in the course of Augustus' reign.
Compared with the other provinces of the Iberian peninsula in the late republican and early imperial period, Lusitania presents an odd picture with regard to its conquest and the establishment of Roman coloniae within its area. The primary reason for this is so obvious that it would not be worth stating, were it not that it forms the basis of the few observations that I wish to make in this paper. When Pliny the Elder set down his list of the towns of Lusitania in his Historia Naturalisa he listed five coloniae: Augusta Emerita, Metellinensis, Pax Iulia, Norba colonia Caesarina and Scallabis . This is a smaller number than the comparable listings for the other two provinces, Baetica and Tarraconensis (or, more properly for this period, Hispania ulterior and citerior*), but that is not the point I
* I would like to record my especial thanks to Professor Michael Crawford of London and Mrs Beryl Jenkins of Edinburgh for bibliographical assistence with this paper. 1 Pliny, NH 4, 117. 2 The nearer province is normally called provincia Hispania citerior (abbreviated to p.H.c.) in inscriptions of this period, though literary sources sometimes use Hispania Tarraconensis (so Suetonius, Galba 8, 1). Baetica is occasionally still called Hispania citerior in
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wish to make. The real oddity, in comparison with the other two, is that, so far as can be told, all of them were established before the provincia Lusitania itself came into existence. As this rather obvious point is to be of importance for what I have to say, I pause here to establish its truth. It is probable that the earliest of these coloniae is Caecilia Metellinum (modern Medellin), which is generally reckoned to have been established by Q. Caecilius Metellus during the Sertorian wars of the 70s BC. There is no direct evidence for this suggestion, but it seems likely, given the relative rarity of members of the Caecilii Metelli in this part of Spain. Vittinghof has argued that it was not originally established as a colonia civium Romanorum, and that it received this rank under Caesar . If so, it was probably upgraded at about the same time as the foundation of the second colony, Norba Caesarina, at Cáceres, if the second of its names does indeed indicate a Caesarian origin. Alternatively it may owe its foundation to C. Norbanus, who celebrated a triumph ex Hispaniam October 34 . Of the remaining three colonies, two appear by their names to have been Caesarian in origin, the colonia Pax lulia (modern Beja) and the colonia Scalabitana, almost certainly covered by modern Santarém, which Pliny records as also being called praesidium Iuliunft. Even then there are uncertainties. Pax lulia is called Pax Augusta by Strabo, though this may be a simple error, influenced by his mention of Emerita Augusta and Caesaraugusta in the same sentence7. The additional name for Scallabis is not known apart from Pliny, but, assuming that he is right, it is still not clear why the colony was so called. It has been suggested that this hill above the Tagus was used as a base by Julius Caesar during his campaigns in Lusitania in 61 BC, and later, as may have been the case at Metellinum, became the site of a settlement of a veteran colony . If, in all probability, the first four of Pliny's coloniae are pre-Augustan, the case of the fifth, Emerita Augusta, is different. A well-known passage in Cassius Dio states that at the end of the first bout of the Cantabrian wars, Augustus discharged the more elderly of his soldiers, and allowed them to found a city in Lusitania, which was called Augusta Emerita . This would seem to fix the foundation of Emerita in 25 BC. In a recent paper, Alicia Maria Canto has argued that there may have been a garrison-town placed by Julius
literary sources (as in Tacitus, Ann. 4, 13) and this appears as the name of the province in inscriptions throughout the first century AD, sometimes linked with the name Baetica (so AE 1926, 126, 11. 8-9, cf. G. Alfòldy, Fasti Hispanienses, Wiesbaden 1969, pp. 160-161; AE 1967, 287, 11.4-5, cf. G. Alfòldy, Fasti Hispanienses, Wiesbaden 1969, pp. 182-183). 3 So, for example, A. Schulten, RE 13, 1927, p. 1872. 4 F. Vittinghoff, Rômische Kolonisation und Biirgerrechtspolitik unter Caesar und Augustus, Abh. Akad. Mainz 1951, p. 77. * A. Degrassi, Inscr. It. 13.1, Rome 1947, p. 87 and 569. For this suggestion, see H. Galsterer, Untersuchungen turn rômische Stadtewesen aufder iberischen HalbinseI, Berlin 1971, pp. 23-24. 6 CIL II,.47. Beja; CIL II..35 and Pliny, NH 4, 117. 7
Strabo 3, 2, 15: ca T€ VQV wvupKio \XAVCOL noàaç, rf T€ kv TOCÇ KCATIKOÎÇ
naÇcaiyouVra KCÙ r\ kv TOIÇ ToupSoiiAoïç AOyouaTa 'Eu,€pÍTct Koà r\ nepl TOÙÇ KeATifiipaç Kcaaapauvouara KOÎ aAàca evtca Kocrouaca... . o
° So A. Tranoy, "L'organisation urbaine dans le conventus Scallabitanusn, in: J.G. Gorges (éd.), Les villes de Lusitanie romaine, Paris 1990, pp. 11-20, at 15-16; P. Le Roux, Varmée romaine et Inorganisation des provinces ibériques dAuguste à ^invasion de 409, Paris 1982, p. 51, n.148. 9 Dio 53, 26, 1.
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Caesar at Emerita, just as has been suggested for Scallabis, and she argues that this view is supported by the full name of the colony, as given in abbreviated form on a number of brick- and tile-stamps and a piece of lead-piping: C(olonia) I(ulia) A(ugusia) E(merita)11. However, Dio's notice and the early coins of Emerita, which link together Augustus himself and P. Carisius, the commander who had been based at Emerita from 26 to 22 BC during the Cantabrian war, all suggest that the effective foundation of the colony was 1 (AE 1986, p. 89). Sul problema in generale: Tibiletti, 1953, pp. 50-51; Luraschi, 1979, pp. 301-329. Da ultimo: Humbert, 1981, pp. 217-218, 220-221. 41 Lejeune, 1978. 42 Bandelli, 1992, pp. 34-35. Inoltre: Cassola, 1991, pp. 18-19, 22-23. 43 Lejeune, 1978, pp. 137-142; Galsterer-Kròll, 1983, p. 147; Bandelli, 1992, p. 34. Per fenomeni simili di ambito extra-italico: Badián, 1958, pp. 309-321 (Spagna, Gallia, Africa); Christol, 1989, pp. 68-70 (Narbonense); Christol, 1992, pp. 187-189, 191-192 (Narbonense). 44 Bibliografia recente su questo problema in Bandelli, 1992, p. 35, nt. 59. 5 Da Cic, Pro Balbo, 11, 28, risulta chiaramente che la cittadinanza romana era incompatibile con quella di un altro stato: "Duarum civitatum civis noster esse iure civili nemo potest: non esse huius civitatis qui se alii civitati dicarit potesf. Fu solo a partire dalla Lex Pompeia che, nelle colonie latine "fittizie", intese come organismi politici, si trovarono a coesistere cives Romani privilegiati e Latini: cfr. infra, nt. 48. 4 " Non è forse un caso che nelle attestazioni più antiche di magistrati locali ricorrano soltanto dei nomi indigeni (YAkisios arkatokomaterekos di un'iscrizione di Vercellae: CIL I , 3403a; terminus ante quem il 49, se non 1*89 a. C: Cassola 1991, pp. 21-22) o di indigeni romanizzati (il Kuitos lekatos dell'iscrizione di S. Bernardino di Briona, presso Novaria; seconda
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Pompeia dell'89 cambiò la situazione. L'ipotesi che faccio è che, a partire da quel momento, un numero sempre crescente di cittadini romani di solido status economico, gl'interessi prevalenti dei quali erano concentrati ormai nella Cisalpina, mutassero la propria cittadinanza in quella di una delle nuove colonie latine "fittizie1"*', calcolando che nel giro di qualche anno, attraverso l'esercizio delle magistrature locali, avrebbero potuto recuperare la condizione giuridica originaria, vale a dire la civitas, mantenendo nel contempo, quale privilegio, l'elettorato passivo nella comunità locale^. In altre parole, a mio giudizio, la Lex Pompeia venne incontro non soltanto alle esigenze delle aristocrazie indigene romanizzate, maTpure a quelle dei cittadini romani "risalpinizzati". Abbiamo j^a^sto cfiéunó dei problemi più discussi dagli studiosi è se il diritto latino fosse concesso a tutta la popolazione cisalpina o circoscritto alle comunità politicamente organizzate. A favore della seconda teoria potrebbe considerarsi quel passo dell'orazione Pro Balbo,risalenteal 56 a. C , nel quale Cicerone si riferisce all'esistenza di alcunifoederacon popolazioni cisalpine, alpine e illiriche ("Etenim quaedam foedera exstant, ut Cenomanorum, Insubrium, Helvetiorum, Iapydum, non nullorum item ex Gallia barbaronon ecc. ecc.")^". L'interpretazione più ovvia di tale brano è che nel 56 a. C. "continuassero a sussistere" anche deifoederacon gli Insubri e con i Cenomani, cioè con quei gruppi marginali delle due gentes, ed eventualmente di altre cui si allude in modo generico ("...non nullorum item ex Gallia barbarorum..."), i quali, non facendo parte della cittadinanza di Mediolanium insubre, di Brixia cenomana, e così via, erano stati esclusi dalla promozione allo ius Latii. Ma nulla vieta d'intendere quélV" exstant" come "si ha notizia della (passata) esistenza", o in modo analogo^. Comunque stiano le cose,ritengoprobabile che dopo le due Leges del 90 e dell'89 le condizioni giuridiche all'interno della provinciarimanesserotre: a) quella delle comunità di cittadini romani (colonie o municipio); 2) quella delle colonie latine "fittizie"; 3) quella dei semplici peregrini. Il problema del riconoscimento di questi ultimi si connette, e forse coincide, col problema dell' adtributio. Sviluppando e precisando una teoria formulata da Theodor Mommsen, Umberto Laffi dà la seguente definizione dell'istituto: "si tratta...di comunità in cui non si era stabilmente organizzato un ordinamento di tipo cittadino, che dallo stato romano erano aggregate ammimstrativamente e giurisdizionalmente ad un centro urbano viciniore", "di diritto latino o romano, colonia o municipium",rispettoal quale si venivano a trovare in una condizione
metà del II secolo a. C: ibid., pp. 19-21). Altra bibliografia: Bandelli, 1992, ntt 47-48. 47 I magistrati municipali documentati a Brixia, Verona e Patavium da iscrizioni degli Anni Quaranta non potevano discendere che da famiglie radicate nella classe politica locale da qualche tempo: Bandelli, 1992, p. 35. 4 ° Tibiletti, 1953, p. 51: "Esclusa la doppia cittadinanza, la più naturale soluzione sembra essere questa: come [nella Lex Sempronia iudiciaria] si dava il caso di cittadini di un cantone latino i quali, a' termini del capitolo De provocatione ecc., acquistavano taluni diritti propri dei cittadini romani e privilegi che nemmeno la generalità dei cittadini romani avevano, così si dava il caso di cittadini romani i quali, in una determinata città latina, godevano del privilegio dell'elettorato passivo...". 4 9 cfr. supra, nL 18. Non è chiaro se i n nonnulli...ex Gallia barbari" fossero cisalpini o transalpini: a favore della prima ipotesi, Luraschi, 1979, pp. 24-25; contra, Wolff, 1985, p. 554, nt. 11. 50 Wolff, 1985, pp. 553-554; Bandelli, 1986, pp. 48-49.
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giuridica "sempre inferiore"^. A tale definizione, accettata dalla maggioranza degli studiosi, possiamo continuare ad attenerci, visto che le critiche rivoltele di recente^ n 0 n la toccano. Piuttosto, rimane aperta la questione cronologica: poiché la Lex Pompeia {de adtributione) cui acenna Plinio-3-5 vieneriferitadai più a Gneo Pompeo S trabone, cioè all'89 a. (Tremía Lily Ross Taylor a Gneo Pompeo Magno, cioè al 70 a. C ; mentre un'agguerrita minoranza, che va da Friedrich Cari von Savigny a Giorgio Luraschi, propone di collegarla a questo o quello dei Pompei attestati fra gli ultimi anni del dominio cesariano e la conclusione del principato augusteo (45, 35, 31" 5 a. C , 14 d. C ) , con preferenza, da ultimo, per Cn. Pompeius Q.f., cos. suff. 31 a. C. . Ancora una volta i limiti fissati al mio contributo non permettono di esaminare a fondo il problema. Dirò quindi solamente che un eventualeriferimentodi questa Lex a Gneo Pompeo Strabone ed un'eventuale interpretazione del termine pliniano municipio, in senso anche atecnico, vale a dire in quello di "municipio, o altri centri dotati di autonomia amministrativa", consentirebbero non solo diriprenderele vecchie ipotesi di una precoce adtributio dei Sabini e dei Benacenses a Brixiar^ e dei Dripsinates a Vicetiar^, ma anche di chiarire alla luce dell'istituto una serie di testimonianze epigrafiche e letterarie acquisite o valorizzate di recente. Per quanto riguarda le prime, si tratta di due frammenti (d'epoca precesariana?), scoperti ai confini tra la Cisalpina e lTUiric , l'uno dei quali menziona un municipium^ l'altro una lexdata?°. Ricollegandosi ad un'interpretazione che identifica il municipium con quello di Aquileia^", Ruggero F. Rossi propone di vedere nella comunità locale interessata dai provvedimenti riflessi nei testi epigrafici una civitas adtribuía al municipium di Aquüeia60.
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Mommsen, 1870; Mommsen, StR3, III, 2, pp. 765-772; Laffi, 1966, pp. 89-90, 9192. Cfr. Laffi, 1975-1976, pp. 392-394. Da ultimo: Luraschi, 1979, pp. 161, 189-207; Ramilli, 1983-1984; Chastagnol, 1987, pp. 19-22; Galsterer, 1988, pp. 83-89; Luraschi, 1988; Luraschi, 1989; Galsterer, 1991, pp. 175-176; Zaccaria, 1991b, pp. 62-63; Galsterer (1993) e. s., ntt. 34-36. 52 Bertrand, 1987; Bertrand, 1991. " Plin., N. H., 3, 20, 138: "Non sunt adiectae Cottianae civitates XV quae non fuerant hostiles, item adtributae municipiis lege Pompeia". 54 Gneo Pompeo Strabone: cfr. supra, nt. 51 (esclusi i vani contributi di G. Luraschi). Gneo Pompeo Magno: Taylor, 1960, p. 128. Altri Pompei: Savigny, 1838, p. 310, nt. 2; Cn. Pompeius Q. /., cos. suff. 31 a. C: Luraschi, 1979, p. 201; Luraschi, 1988, p. 68; Luraschi, 1989, p. 258. 55 Laffi, 1966, pp. 54-55 (Sabini e Benacenses), pp. 30-31 (Anauni, Sinduni e Tulliasses); Laffi, 1974-1975, p. 393. Per altra bibliografia, di varia tendenza: Gregori, 1990b, p. 22, nt. 24 (Sabini e Benacenses); Buonopane, 1990, p. 188 (Anauni, Sinduni e Tulliasses). 56 Laffi, 1966, p. 55. 5' Su tale confine in epoca repubblicana, da ultimo: Zaccaria, 1992, p. 152. 58 Zaccaria, 1992, pp. 240-243, nrr. 1-2. 59 Zaccaria, 1991a, pp. 426-427; Rossi, 1991, pp. 506-507. 60 Rossi, 1991, pp. 506-507, 513-514. A giudizio di Galsterer, 1991, pp. 180-181, lo stato precario dei documenti non permette di raggiungere alcuna conclusione certa. Alla presenza di civitates adtributae nell'entroterra aquileiese potrebberiferirsianche App., B. C, 3, 98, dal qualerisultache nella sua fuga dall'Italia uno dei cesaricidi, D. Giunio Bruto Albino, cos. desig. 42, fu trucidato da un gruppo di "ladroni", guidati da un certo Kàmilos: dell'episodio, la cui
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La fonte letteraria è invece un oscuro passo di una lettera scritta da Decimo Bruto a Cicerone il 21 maggio del 43 a. C , nella quale si paria dello scontro in atto a Vicetia fra i cittadini del municipium (costituito nel 49 a. C.) e un gruppo sociale composto da individui che l'autore definisce "vernae" "1. Poiché l'accezione comune di vernae, cioè quella di "schiavi nati in casa", non ha senso nel contesto, Emilio Gabba suggerisce l'ipotesi che nella categoria così definita possano riconoscersi elementi di una civitas adtributa, prima del 49, alla colonia latina "fittizia" di Vicetia, i quaE7"dôpo la sua trasformaió5è~ in municipium civiümi Ròmànorum, tentavano, in quegli anni convulsi di guerra civile, di acquistare la cittadinanza . IV. Durante gli Anni Quaranta una serie di leggi cambiò radicalmente la situazione finora delineata. Nel 49 a. C , per iniziativa di Cesare"^, tutte le comunità organizzate della Gallia Cisalpina che ancora non godevano della cittadinanza romana, la ricevettero: in particolare, le colonie latine "fittizie" della Transpadana divennero anch'esse municipia civium Ròmànorum^e pure alcuni centri da poco istituiti, quali Novum Comum^, Forum Iulifi6 e altri, ottennero lo statuto municipale. Una rapida introduzione del quattuorvirato risulta dairepi grafia di Brixia e Verona®', che analizzai qualche anno fa68. Tra il 4 2 e il 41 (forse I'll marzo del 41) il paradosso di una provincia composta quasi esclusivamente da popolazioni di diritto romano cessò: una Lex, probabilmente Roscia, inglobava i suoi territori neh" Italia 6 9 . Qualche mese più tardi, un'altra Lex, probabilmente Rubria, cui sono attribuibili tanto il fragmentum Veleiate quanto il fragmentunfÁtestiñüm, come ribadiscono Umberto Laffì e Hartmut Galsterer, fissava i limiti delle competenze giurisdizionali dei magistrati dei nuovi municipia'®.
localizzazione rimane però discussa, parlerò in un mio prossimo lavoro. 61 Cic, Adfam., 11, 19, 2 (ed. Shackleton Bailey, II, p. 260, nr. 399): "Vicenni me et M. Brutum praecipue observant. His ne quam panare iniuriam fieri in senatu vernarum causa a te peto. Causam habent optimam, officium in re<m> publicam summum, genus hominum adversariorum seditiosum et incertissimum. XII K. Iun. Vercellis". 62 Gabba, 1983, pp. 42-43; Gabba, 1989, p. 335; Galsterer, 1988, p. 89; Galsterer, 1991, p. 181 (con formulazioni "aperte" delle rispettive teorie). Da tale punto di vista sono di notevole interesse le considerazioni svolte in Frézouls, 1981, pp. 245-247, circa Yusurpatio della cittadinanza romana da parte di Anauni, Sinduni eTulliasses. 63 Sul problema del rogator del provvedimento cfr. Luraschi, 1979, pp. 394-399. Altra bibliografia: Bandelli, 1992, p. 38, nt. 97. 6 4 Bandelli, 1990, pp. 266-267. "^ Sulla fondazione cesariana di Novum Comum (58-57 a. C.) cfr. la rassegna di Bandelli, 1992, p. 38, nt. 95. Da ultimo: Luraschi, 1994, pp. 43-44 (che ribadisce l'originario status latino della colonia). "" Per un riesame delle questioni relative all'origine (56 a. C?) e allo sviluppo di Forum Iulii Transpadanorwn cfr. Rossi, 1975. Il controverso problema di una datazione precoce (ante 52 a. C?) della colonia civium Romanorum di Tergeste viene riesaminato in Rossi, 1991, pp. 496503, Zaccaria, 1992, pp. 151-152. 67 Brixia: In. It., X, 5, 205, 905. Verona: CILl2, 3404. 68 Bandelli, 1990, pp. 266-267; Bandelli, 1992, pp. 34-35, ntt 95, 97. 6 9 Laffì, 1986, pp. 13-17; Laffì, 1992, pp. 11-12. ™ Laffì, 1986 (una recensione favorevole in Simshàuser, 1988); Laffi, 1990; Galsterer,
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Da ultimo, nel suddividere l'Italia in undici distretti (circa il 16 a. C.?) 7 *, Augusto v'incluse pure gran parte della penisola istriana, spostando il confine orientale, coincidente con quello della Decima Regio, al fiume Arsia'^. Nell'Italia transpadana il pervasivo incremento numerico delle comunità di cives non eliminò dapprima l'eventuale presenza (qualora si accolga una datazióne alta per il sorgere dell'istituto) e non impedì successivamente il diffuso proliferare di gruppi sottoposti alla condizione, giuridicamente inferiore, dell , adtributio. Come questi, legati a città dell'Italia, potessero far parte non di essa 7 ^, ma di qualche provincia alpina o transalpina 7 ^ mi riesce infatti completamente oscuro. Ignoriamo quante e quali fossero le civitatesadtributae. Le attestazioni esplicite delle fonti si riducono a sette casi, cioè, da ovest a est, quelli dei Camunni e dei Trumplini, afferenti a Brixia'^, degli Anauni, dei Sinduni e dei Tulliasses, a Tridentum'^, dei Carni e dei Calali, a Tergeste^. Ma il fenomeno doveva essere molto più consistente. Plinio, che non menziona gli Anauni, i Sinduni e i Tulliasses, forse perché nel frattempo avevano conseguito la cittadinanza, e ricorda i Carni e i Catali, ma non in quanto sottoposti a Tergeste, afferma che nell'ambito euganeo, vale a dire in una parte delle Alpi centrali, erano adtrìbuti, oltre che i Camunni e i Trumplini, parecchi altri populi {"compluresque similes")\ e che nella stessa condizione si trovavano, ad occidente, quindici Cottianae civitates'*. Il totale ammontava dunque ad alcune decine di comunità. Anche secondo me lo status d'inferiorità giuridica, rispetto al centro amministrativo
1992; Laffì, 1992, p. 23. Diversamente, Crawford, 1989, pp. 194-198 {terminus ante quern del fragmentum Atestinum il 76 a. C). 7 * Un bilancio sul problema in Zaccaria, 1986, pp. 73-78. 7 2 Da ultimo: Zaccaria, 1986, p. 72. 7 3 Come sostiene invece, con buoni argomenti, Thomsen, 1947, pp. 131-132. Nel caso particolare della zona tridentina il dibattito è continuato: Frézouls, 1981, p. 244; Buonopane, 1990, p. 189. Sull'eventuale provenienza da regioni alpine del versante italico dei cives Lfajt(ini) negotiator es) Brig[ajntiens(es) (pare questa la corretta lettura di CIL III, 13542, p. 2288; ma Weber, 1991, p. 545, nt 24 riapre la questione) cfr. Alfòldy, 1986, p. 205. 7 ^ A giudizio di Chastagnol, 1987, pp. 20-21, sia i Trumplini e i Camunni, attribuiti a Brescia, che gli Anauni, i Sinduni e i Tulliasses, attribuiti a Trento, facevano parte della Rezia! Questo può concedersi per quella parte soltanto degli Anauni, Sinduni e Tulliasses che dalla Tabula Clesiana risulta non adtrïbuta {CIL V, 5050, 11. 23-24: "...quorum partem delator adtributam Tridentinis, partem ne adtributam quidem arguisse dicitur...m). Discutibile per delle popolazioni abitanti a ridosso dello spartiacque alpino, la teoria diventa paradossale quando viene applicata (Chastagnol, 1987, p. 22), se intendo bene, a gruppi insediati nel territorio di Eporedia (o di Vercellae: cfr. infra, nt. 86), cioè a decine di chilometri, in linea d'aria, dal medesimo spartiacque. 7 5 Plin., N. K, 3, 134: "Ex his Trumplini..., dein Camunni compluresque similes finitimis adtributi municipiis". 76 CIL V, 5050, ILS 206, Chisté, 1971, nr. 128. Un'importante analisi di questo documento in Frézouls, 1981. Da ultimo: Buonopane, 1990, pp. 188-190, 194-195. 77 CIL V, 532, ILS 6680, In. It., X, 4, 31, Lettich, 1973. Da ultimo: Zaccaria, 1992, pp. 155, 215-216. Sulla posizione geografica dei due popoli, siti comunque all'interno della Decima Regio, e dunque dell'Italia, cfr., da ultimo, Margetic', 1979-1980, pp. 84-86 (fig. [3], p. 78) = Margetic', 1988, pp. 778-779; Rossi, 1992, pp. 161-162, 165-166; Vedaldi Iasbez, 1994, pp. 237-239, 240-241. 78 Plin., N. H., 3, 134 (cfr. supra, nt 75) e 138 (cfr. supra, nt 53).
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dal quale dipendevano, era comune a tutte. Da Plinio risulta che le Euganeae gentes e le Cottianaecivitates godevano, da un certo momento in poi, dello ius Latir™. Un editto di Claudio (15 marzo del 46), restituitoci dalla Tabula Clesiana, fa chiaramente comprendere che Anauni, Sinduni e Tulliasses mancavano, in teoria, dello ius commercii e dello ius connubi™. Nel decreto municipale tergestino relativo a Lucio Fabio Severo sembra di leggere che i Carni e i Catali non disponevano ancora, prima di Antonino Pio, dello ius Latii (né "minus" né maius)^. E neppure il caso di Nemausus costituisce, probabilmente, un'eccezione^. Solo più tardi una parte di queste comunità raggiunse la cittadinanza romana: in séguito alla decisione di Claudio, gli Anauni, i Sinduni e i Tulliasses furono accolti nel municipio di Tridentum (tribù Papiria); probabilmente sotto la dinastia flavia i Camunni costituirono una res publica indipendente (tribù Quirino), i Trumplini vennero inglobati da Brixia (tribù Fabia). Ma talune gentes, come appunto i Carni e i Catali, rimasero adtributae per lungo tempo ancora. Ad una condizione giuridica inferiore alla civitas corrispondono, in linea di massima, dei sistemi onomastici diversi da quelli dei cives. E studi recenti di André Chastagnol °^ e Michel Christol 84 hanno dimostrato che in talune province (Narbonense, Norico) un individuo di condizione latina può avere un nome di aspetto peregrino. Ciò risulta di notevole interesse anche in rapporto alla situazione dell'Italia settentrionale. Se infatti non disponiamo ancora di repertori generali delle denominazioni epicorie, i dati emergenti da parecchie indagini settoriali, condotte in zone vicine ad Augusta Taurinorwrr^, Eporedia°®, Brinar', Iulium Carnicum°™, Tergeste™\ Parentium e Pietas
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Plin., N. H., 3, 133 ("...Latini ìuris Euganeae gentes...") e 135 ("Suntpraeterea Latio donati incolae, ut...Cottianae civitates...1"). 8 ^ CIL V, 5050, 11. 34-37: "Quod beneficami is ita tribuo, utquaecumque tanquam (!) cives Romani gesserunt egeruntque out inter se out cum Tridentini^ alisve, ratam (!) esse iute at (!) nominaque ea, quae habuerunt antea tanquam (!) cives Romani, ita habere is permitíame. 81 CIL V, 532, e. II, 11. 3-7: n...uti Carni Catalique attributi a divo Augusto rei publicae nostrae, prout qui meruissent vita atque censu, per aedilitatis gradum ad curiam nostram admit[te]rentur ac per hoc civitatem Romanam adipiscerentur..*. Circa la condizione giuridica delle due comunità dopo l'intervento del notabile tergestino cfr., da ultimo, Laffi, 1966, p. 38, nt 89 (una specie di Latium maius), Margetic', 1979-1980, p. 82 = Margetic', 1988, p. 776 (esclusa la minoranza privilegiata, i Carni e i Catali restano peregrini), Galsterer, 1988, p. 88 (una forma non precisabile di ius Latii). 8 ^ Appendice. 83 Chastagnol, 1987, pp. 12-19; Chastagnol, 1990, pp. 362-363. 84 Christol, 1989, pp. 68-73. 85 Cresci Marrone, Culasso Gastaldi, 1988, passim] Cresci Marrone, 1988, pp. 84-85; Cresci Marrone, 1991, pp. 69-70. 86 Brecciaroli Taborelli, 1988; Chastagnol, 1987, p. 22. A giudizio di Galsterer, 1993, p. 87, nt 3, il sito dirinvenimentodelle iscrizioni avrebbe fatto parte dell'agro di Vercellae. 87 Paci, 1988, pp. [5-6]; Gregori, 1990a, II, pp. 444-448, 453 ("poco meno del 10%" di onomastica peregrina); Gregori, 1990b, pp. 250-269. Per l'area benacense e quella tridentina cfr., ora, Mosca, 1992, passim. 88 Mainardis, 1990 (un solo caso evidente, quello di una Volta Veroparis f.). 89 Tergeste: Degrassi, 1954, p. 14, nt. 7 (passim), p. 48, nt 19 {passim); Degrassi, 1965, p. 52, nr. 57; Degrassi, 1966; Degrassi, 1967, p. 91. Per altre indicazioni cfr. Zaccaria, 1992, p. 156. Sui caratteri generali dell'onomastica indigena: Krizman, 1991, pp. 97-179.
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lidiad , sembrano comporsi in un quadro unico, se non unitario. Chi sono questi individui dall'onomastica peregrina che vivono, tra il I e il II s_ecolo, in prossimità di colonie e municipia civium Romanoruml Quelli documentati prima dell'epoca flavia nella zona di Brixia facevano parte, con buona probabilità, delle civitates adtributae alla colonia. E la medesima spiegazione viene data per i casi di Tergeste, Parentium e Pietas Mia. Io suggerirei che questa teoria possa valere anche, non certo in generale, ma forse in prevalenza, per ciascuno degli altri"*. E credo che nuove indagini permetteranno di ampliare e definire le nostre cognizioni su tali presenze aliene^. Per il momento, basti aver confermato che non in lontane province ma nell'Italia imperiale continuarono ad esistere, anche dopo la metà del II secolo (esempio accertato dei Carni e dei Caìali) e probabilmente fino alla Constitutio Antoniniana, delle comunità non assimilate, originariamente peregrine, da ultimo giunte (non senza esclusioni?) allo ius Laüi ("minus" o maius). APPENDICE Nemausus e gli oppida
adtributa
degli Arecomici
E opinione di vari autori che, a differenza delle civitates adtributae dell'Italia augustea, di rango sempre inferiore (peregrinitas o Latium) rispetto ai capoluoghi egemoni (abitati da cives Romani), quelle della Gallia narbonense legate a Nemausus, di cui parlano Strabone^ e Plinio^, godessero del diritto latino come il centro dal quale dipendevano.
yu Parentium: Tassaux, 1986, pp. 159-161 (passim), pp. 162-164 (passim). Pietas Iulia: Tassaux, 1992, pp. 136-137 (passim). Sulla presenza di adtributi fra Parentium e Pietas Iulia (Fecusses, Menoncaleni, ecc.): Degrassi, 1954, p. 82; Margetic', 1979-1980, pp. 83-84 = Margetic', 1988, pp. 776-778 (in merito a In. It. X, 1, 35). Fecusses, Menoncaleni: Vedaldi Iasbez, 1994, pp. 244, 270. 91 Non dobbiamo escludere, ovviamente, altre ipotesi di lavoro: cfr., da ultimo, Cresci Marrone, 1988, p. 85, dove, in una prospettiva non giuridica ma socio-culturale, si attribuisce il persistere dell'onomastica indigena alle "forti resistenze dell'elemento locale, ostinatamente fedele alle proprie tradizioni...". In generale, condivido l'orientamento plurimo della ricerca suggerito da Galsterer, 1993, p. 87: "Handelt es sich bei den Tràgern dieser Namen also um Peregrine, um Latiner oder vielleicht auch um Tornisene Burger, die sich aus unbekannten Griinden nur mit einem Individualnamen bezeichneten, nicht mit dem dreiteiligen ròmischen?". 92 per delle "considerazioni preliminari" sul rapporto fra onomastica e romanizzazione, con riferimento particolare all'Italia nord-orientale, cfr., da ultimo, Zaccaria, 1991. 93 Strab., 4, 1, 12 [CM87] (ed. Aly): (xrrTponoAig Sk TWV 'AOJ^O|1IKÜ)V €