CS 80
Michel Gourgues
Rezar los himnos del Nuevo Testamento
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CS 80
Michel Gourgues
Rezar los himnos del Nuevo Testamento
EDITORIAL VERBO DIVINO Avda. de Pamplona, 41 31200 ESTELLA (Navarra) - España 1993
EZAR LOS HIMNOS DEL NUEVO TESTAMENTO... es algo así como entrar en una hermosa iglesia que nos es familiar, la de mi parroquia por ejemplo. Empujo la puerta sin fijarme demasiado en el pórtico o en el tímpano, ni me detengo al fondo de la nave para admirar la armonía del edificio, ni me paro tampoco ante las vidrieras. Sigo adelante. La costumbre ha embotado mi mirada. Pero cuando un día voy de viaje y me llego a visitar una iglesia desconocida, de nuevo sabré poner atención y asombrarme... El Magníficat, el Benedictus y los demás himnos que aparecen cada día o cada semana en la Oración de las Horas, acabamos sabiéndolos de memoria. ¿Pero los conocemos de veras? ¿Pueden alimentar nuestra oración? La rutina corre el peligro de empañar y de velar el esplendor de estas maravillas procedentes del siglo 1, de las primeras Iglesias. Ciertamente, es siempre la misma fe la que nos las pone en los labios, pero esas palabras nacieron en una cultura muy distinta de la nuestra. Una simple lectura no es suficiente para penetrar en estos textos tan ricos, tan densos. El padre Michel Gourgues, dominico de Ottawa, que nos ha guiado ya varias veces en nuestros estudios bíblicos de estos Cuadernos, nos propone esta «visita guiada» para descubrir de nuevo unos textos que quizás sepamos de memoria, pero no necesariamente «de corazón». Su lectura atenta, a veces minuciosa, de esas frases manoseadas, nos invita a detenemos, a maravillamos, a hacer descubrimientos. No se trata de analizar viejas fórmulas, sino de devolver a las palabras de la oración su juventud, su verdadero peso de fe y de alabanza. Es el Espíritu el que se las inspiró a los primeros cristianos y es él también el que las pone hoy en nuestros labios. Philippe GRUSON 4
«PARA ALABANZA DE SU GLORIA» LA ORACION ECLESIAL APARTIR DE EFESIOS 1,3-14
"Para alabanza de su gloria»: esta fórmula pone ritmo a la gran bendición, de aire majestuoso, con la que se abre la carta a los Efesios (1,3-14). Después de la restauración del Oficio divino en 1970, tras el concilio Vaticano 11, esta bendición se ha hecho familiar a todos los creyentes, cada vez más numerosos, que han adoptado como oración la Liturgia de las Horas. En efecto, Ef 1,3-14 figura entre los "cánticos del Nuevo Testamento», que se encuentran incorporados a la oración de la tarde de cada día. Es éste uno de los nuevos elementos introducidos cuando la restauración del Oficio. Según la antigua tradición romana, la oración de la mañana había dejado siempre sitio para un "cántico del Antiguo Testamento», que se intercalaba entre el tercero y el cuarto salmo del oficio de Laudes. En adelante, también la oración de la tarde deja sitio para cierto número de cánticos, sacados del Nuevo Testamento, bien de las epístolas o bien del Apocalipsis, y proclamados detrás
de los dos salmos. Son estos «cánticos» los que el texto de promulgación del nuevo Oficio calificaba de "perlas preciosas» 1, Esta designación se aplica especialmente a Ef 1,314, que se presenta como una lectura cristo lógica, particularmente rica, del conjunto del designio de Dios. Creo que de este texto tan denso se podrían deducir los ejes principales de una teología de la plegaria eclesial. Por eso, en un primer tiempo, incluso antes de dar una ojeada general al lugar del Nuevo Testamento y del misterio de Jesucristo en el Oficio divino, empezaremos por examinar más de cerca el himno de Ef 1,3-14, que nos permitirá captar de antemano su sentido y su alcance.
1 Constitución apostólica Laudis canticum (1970), Intr. 4. Véase el texto en La liturgia de las horas, Madrid 1979, 1, 19.
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LA GRAN BENDICION DE Ef 1,3-14 La mayor parte de las cartas de san Pablo se abren de la misma forma. Encontramos primero un saludo con tres elementos: a) indicación del o de los remitentes; b) de los destinatarios; c) buenos deseos. Esto se encuentra ya, de forma un tanto amazacotada -a continuación los saludos tenderán a desarrollarse-, en la carta más antigua de Pablo: a) Pablo, Silvano y Tímoteo, b) a la Iglesia de los tesalonicenses, que es la iglesia de Dios Padre y de Jesucristo, el Señor. c) A vosotros, gracia y paz (1 Tes 1,1). Luego, después de este primer saludo, viene de ordinario una acción de gracias, de la que también 1 Tes nos ofrece un modelo reducido: Damos gracias continuamente a Dios por todos vosotros y os recordamos en nuestras oraciones. Ante Dios, que es nuestro Padre, hacemos sin cesar memoria de la actividad de vuestra fe, del esfuerzo de vuestro amor y de la firme esperanza que habéis puesto en nuestro Señor Jesucristo (1 Tes 1,2s).
Saludos seguidos de la acción de gracias: el esquema es siempre el mismo 2. En todas partes, excepto en Ef 1, donde los saludos iniciales (v. 1-2) van separados de la acción de gracias (v. 15-23) por la bendición de los v. 3-14. Esta está compuesta de una sola frase, muy larga, que enumera las múltiples bendiciones recibidas de Dios: Bendito sea Dios porque nos ha bendecido...
VISION DE CONJUNTO
ces su forma propia de presentar las cosas. Al no tener la solución -¡hay que procurar no ser más sistemáticos que el propio autor de la bendición!-, consideraremos sin embargo una propuesta de «estructura». Sugerida por cierto número de indicios sacados de una lectura atenta del texto, esta proposición nos permitirá al menos tener una idea de conjunto de la arquitectura y del contenido de este último.
Arquitectura En el recuadro adjunto, el texto de Ef 1,3-14 está dispuesto en tres grandes divisiones que podemos justificar a partir de cierto número de datos.
La referencia cristológica El elemento más constante y llamativo en una primera lectura consiste en la repetición desde el principio hasta el fin de la bendición de la misma fórmula bajo una u otra forma: «en Cristo», «en él». En efecto, por once veces nos encontramos con la preposición griega en seguida del dativo 3 del pronombre personal ('. En las dos secciones siguientes, donde hemos advertido el ensanchamiento de las perspectivas, los 38
verbos que describen la conducta de Dios se presentan igualmente en pasado (aoristo): «Derribó a los poderosos, elevó a los humildes, levantó a Israel su siervo», etc. ¿A qué se debe este pasado? ¿No está todavía por venir la salvación de Dios en Jesucristo? Empecemos por la sección III (v. 54-55). El pasado puede muy bien comprenderse aquí como haciendo referencia a la intervención de Dios en María, a la que remite expresamente la sección l. En la escena de la anunciación, después del anuncio a María del nacimiento de un hijo, el ángel indicaba lo que iba a repre· sentar este acontecimiento para Israel: «El Señor Dios le dará el trono de David, su padre. Reinará sobre la casa de Jacob por 105 siglos y su reinado no tendrá fin» (Lc 1,32s). Lo mismo hace el Magníficat después de haber cantado las maravillas hechas por Dios en María (v. 46-49), indica lo que este acontecimiento representa para Israel: interviniendo en María, Dios ha venido a socorrer a su pueblo y ha manifestado que se acordaba de sus promesas (v. 54-55). ¿Pero no ocurre esto mismo en la sección II (v. 5053)? A través de lo que ha hecho en María, Dios ha revelado su «política» con los humildes. El pasado debe ser una generalización de todo ello: lo que Dios ha hecho con esta pobre, lo ha hecho por todos los pobres. En María, todos los humildes han sido de alguna forma tocados por Dios, ya que Dios ha manifestado a través de ella el interés que tiene por ellos y cómo son sus predilectos. Al obrar así, se mostró fiel a sí mismo. Al intervenir como lo ha hecho, se revela como el Dios de los humildes que siempre había sido: por eso los v. 52-53 pueden mantener el verbo en pasado en las citas que, como veremos, sacan del Antiguo Testamento. Así pues, proclama el Magníficat, la intervención maravillosa con María (v. 46-49) constituye un lugar de revelación de la «política» de Dios con los pobres (v. 50-53) y marca el cumplimiento decisivo de la salvación y de las promesas en favor de Israel (v. 54-55).
LO NUEVO Y LO ANTIGUO Una vez dicho esto, hay que señalar sin embargo que el Magníficat afirma con menos fuerza que el Benedictus el carácter único de la intervención de Dios en Jesucristo. Mientras que el Benedictus subrayaba la venida de la salvación mesiánica y la misión inédita de Juan Bautista, el Magníficat proclama solamente al final que por fin ha llegado el momento decisivo del cumplimiento de las promesas de Dios (1,54-55). Si no comprendiese más que las secciones I (v. 46-49) Y11 (v. 50-53), el cántico de María no se distinguiría mucho de la plegaria de los salmistas o d~ los otros personajes del Antiguo Testamento favorecidos por las bendiciones de Dios. De hecho, el Magníficat presenta no pocas afinidades con el cántico de Ana, la madre de Samuel, recogido en 1 Sm 2,1-10. Este comienza de un modo muy parecido:
Mi corazón exulta en el Señor, mi cuerno se eleva en mi Dios (1 Sm 2,1) En los dos casos, el cántico celebra ante todo la intervención particular de Dios en favor de la orante (Lc 1,46-49; 1 Sm 2,1), para pasar luego a recordar la conducta de Dios en general (Lc 1,50-55; 1 Sm 2,210). Así pues, las afinidades se sitúan ante todo a niv~1 de los temas y de las ideas, más que del vocabulario -desde este punto de vista, las semejanzas no son realmente muy numerosas-, pero no puede ponerse en duda el hecho de que el cántico de Ana sirvió de modelo al de María. La analogía de situaciones favorecía naturalmente esta relación: dos mujeres a las que Dios ha concedido en~endrar, en ~nas circ.u~~ tancias especiales, a un hiJO que tendra una mlslon particular que ejercer en su pueblo. De hecho, Lc 1,48 relaciona expresamente la situación de María con la de Ana: "Puso los ojos en la humildad de su esclava»
constituye una cita casi literal de 1 Sm 1,11: " ... si pusieras los ojos en la humildad de tu esclava». Sin embargo, no hay que ver en 1 Sm 1-2 la única fuente de influencia sobre el Magníficat. Este, a pesar de estar muy cerca del cántico de Ana por su estructura y sus ideas, presenta más afinidades con otros pasajes del Antiguo Testamento en lo que atañe al vocabulario y a la formulación. Todo pasa como si Lucas se inspirase en el cántico de Ana para la estructura y el contenido teológico, pero formulando este contenido en sus propios términos o en los de la Escritura. Unas veces se trata de citas o de préstamos más o menos claros. Ya hemos señalado en esta línea la referencia al salmo 103, que puede observarse en tres versículos por lo menos (v. 46.49.50). También se advierte por una y otra parte la influencia de otros salmos. Así, en el v. 51, "desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los orgullosos» parece hacer eco al Sal 89,11. También en el v. 53, "a los hambrientos los sació de bienes» parece remitir al Sal 107,9. En otros lugares parece acordarse más bien de los profetas: así, en el v. 47, "mi espíritu exulta en Dios mi salvador» tiene mucho parecido con un pasaje de Habacuc (3,18), mientras que el v. 54a, "levantó a Israel su siervo», saca su terminología de Is 41,8. Muchas veces se trata menos de citas literales que de estilo, de reminiscencias, de formulaciones inspiradas en la Escritura. Por ejemplo, la expresión "de generaciones y generaciones» en el v. 50, "despedir con las manos vacías» en el v. 53 '2 , "acordarse de su miericordia» del v. 54 '3 . Desde este punto de vista, el Magníficat, lo mismo que el Benedictus, se parece a las oraciones judías como el Qaddish o el Shemoné Esré, entretejidas también de reminiscencias bíblicas. Pero el Magníficat, como el Benedictus, lleva por otra parte las huellas de la redacción de Lucas. Así, en el v. 48 "dirán dichosa», como ya hemos indicado, 12 13
Cf. Dt 15,3; 1 Sm 6,3; Job 22,9; etc. Cf. Sal 98,3; Eclo 51,8; Hab 3,8; etc.
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quiere, sin duda, hacer eco a la proclamación de Isabel: "Dichosa la que ha creído» (1,45). En el v. 49, el vocabulario de Lucas se deja reconocer en la fórmula: «El Poderoso ha hecho por mí grandes cosas», así como en el v. 55: «como había dicho a nuestros padres». Además, el contenido de las antítesis de los v. 52-53 se conjugan perfectamente con la teología de Lucas. Los hambrientos saciados, los ricos despojados: estas ideas volverán a aparecer en las Bienaventuranzas (6,20-23) y en las lamentaciones que las siguen (6,2426), Yencontrarán una ilustración en la parábola, propia de Lucas, de Lázaro y el rico (16,23-25).
EL DIOS DE MARIA (v. 46-49) Tras esta visión de conjunto del Magníficat, nos falta considerar el contenido de cada una de las tres partes que hemos distinguido en él. La sección I (v. 46-49), como hemos visto, está encuadrada por una inclusión: al verbo «engrandecer» (v. 46) responden las «cosas grandes» (v. 49). Los v. 48 y 49 enuncian a continuación los motivos de la alabanza y el v. 48b hace mención en particular del hecho de que todas las generaciones venideras proclamarán bienaventurada a María. Así pues, la proclamación de la felicidad de María por Isabel (1,45) no hacía más que anticipar la de todos los futuros creyentes. Se advierte, sin embargo, una diferencia importante. Isabel situaba la felicidad en relación con las disposiciones de María: «Dichosa tú porque has creído». María, por su parte, sitúa su felicidad en relación con las disposiciones y la intervención de Dios: «porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava» (v. 48a), «porque el Poderoso ha hecho por mí grandes cosas» (v. 49a). Esto hace pensar en las bienaventuranzas: mientras que en Mateo la bienaventuranza de los pobres, por ejemplo, acentúa la disposición de los creyentes (los «pobres de espíritu») respecto a Dios
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(Mt 4,3), en Lucas pone de relieve la de Dios respecto a los creyentes (Lc 6,20). Por otra parte quizás el Magníficat anticipa la proclamación de las bienaventuranzas. ¿No será la intervención de Dios en favor de María, a los ojos de Lucas, una ilustración de lo que Jesús proclamará que constituye la felicidad de los pobres? Las generaciones venideras reconocerán en María el tipo de los bienaventurados según el evangelio: ¿no es esto lo que sugiere el Magníficat al utilizar en el v. 48 el verbo «proclamar dichosa» (makarizó) que corresponde a los «dichosos» (makarioi) de las bienaventuranzas? Igualmente, como éstas, el cántico pone la felicidad de los pobres y de los hambrientos en oposición con la desgracia de los ricos y saciados. Esto nos lleva al examen de las antítesis de la sección 11 (v. 50-53).
EL DIOS DE LOS HUMILDES (v. 50-53) Como hemos visto, estas antítesis son tres y caracterizan por contraste la conducta de Dios con las diversas categorías de personas: • los que temen a Dios, por oposición a los orgullosos (v. 50-51); • los poderosos, por oposición a los humildes (v. 52); • los hambrientos, por oposición a los ricos (v. 53). Mirando más de cerca las cosas, nos damos cuanta de que estas antítesis se sitúan en tres registros diferentes 14. 14 J. Dupont habla de tres «campos semánticos»: el religioso (v. 50-51), el socio-político (v. 52-53) y el ético (v. 54) (Études sur les évangiles synoptiques, Lovaina 1985, 967971). Pero, por un lado, el v. 54 no forma parte de las «antítesis» propiamente dichas; por otro, los v. 52-53 presentan dos antítesis dIstintas que pertenecen a dos «campos semánticos» diferentes, como vamos a intentar demostrar.
EL ORIGEN DEL MAGNIFICAT Los datos que hemos recogido plantean la cuestión del origen del Magníficat. Desde este punto de vista, es objeto casi de las mismas hipótesis que el Benedictus. Así, para algunos, el cántico de María se lo habría transmitido a Lucas una fuente judeo-cristiana. Si Lucas hubiera compuesto él mismo este cántico -dicen-, no habría utilizado el lenguaje «guerrero» de los v. 5153 que no se muestra muy de acuerdo con el contexto y que refleja más bien una mentalidad judía. Igualmente -argumentan-, aparte el v. 48, no hay nada en el Magnificat que se refiera a la situación específica de María. Así pues, Lucas debió de copiar esta oración, a la que añadió quizás el v. 48. Estos argumentos no me parecen convincentes. a) ¿Se puede hablar realmente de lenguaje guerrero en los v. 51-53? De todas formas, el tono del Benedictus, con sus menciones repetidas de los enemigos, es más belicoso. En la sección 11 del Magnificat, se trata de antítesis que caracterizan por contraste la predilección de Dios con diferentes tipos de pobres. b) Si Lucas tomó de un ambiente cristiano de origen judío el cántico de María, esto supondría, si no una devoción, sí al menos un interés marcado por ella en la tradición cristiana anterior a Lucas. Pues bien, no tenemos ningún testimonio de ello. A no ser que la oración guarde relación con otro personaje y que Lucas la haya adaptado a María en el v. 48. c) En realidad, todo indica que, si hay adaptación, ésta concierne no sólo al versículo 48. En efecto, he-
mos visto que, sobre todo en la sección 11, pero también en parte en las demás, el cántico refleja el estilo y la teología de Lucas. ¿Puede determinarse dónde se detiene la reproducción y dónde comienza la adaptación? d) Finalmente, no es exacto afirmar que el Magníficat constituya una oración polivalente, por así decirlo, en el sentido de que no se refiere específicamente a María y a su situación, sino que podría convenir a cualquier creyente que haya gozado de los beneficios de Dios. La sección I (v. 46-49), tal como se presenta, se refiere realmente a María y, como hemos visto, hace eco a las escenas de la anunciación y de la visitación. La sección 11 (v. 50-53) generaliza las cosas, ciertamente, pero puede leerse muy bien en relación con María: interviniendo en su favor, Dios ha puesto de manifiesto su «política» para con los humildes de corazón abierto. Del mismo modo, la sección III (v. 54-55) se muestra coherente con la primera en cuanto que explicita el significado que tiene para Israel la intervención de Dios en María. Estos argumentos van igualmente en contra de la hipótesis según la cual Lucas habría insertado simplemente en su relato un himno sacado del judaísmo. El conjunto de los datos señalados ¿no invita más bien a ver en el Magnificat una composición de Lucas inspirada principalmente en el cántico de Ana (l Sm 2,110) Y que adopta, a la manera de las oraciones judías, un estilo y una formulación bíblicas?
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El creer, o el registro religioso (Y. 50-51) La primera antítesis (1,
RECONCILIARLO TODO POR EL (v. 19-20) Los v. 19-20 utilizan a propósito de la obra de Cristo en orden a la reconciliación las mismas fórmulas que figuraban en los v. 16-17 a propósito de su obra en la creación. Lo mismo que el universo entero (