ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Soy hijo del camino, la caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía. Amin Maalouf, "León el Africano"
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
0
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Índice Carmen Nube..................................................2 Crema de Oro .................................................3 Manchas, manchas y más manchas ..............4 El hombre que sueña II ..................................5 Borrachera de tristeza ....................................6 Horas flacas y muertas ...................................7 Hormonas .......................................................8 Semana Santa ................................................9 Yo no quisiera decir nada .............................10 Una educación.............................................. 11 Concha, que te quiero, concha ....................12 La Caracola ..................................................13 Un Casino ....................................................14 El Oficio de escribir........................................15 Gris ...............................................................16 Igual que en los cuentos ...............................19 Un Polvorón ..................................................22 A Tí ...............................................................23 Un escritor pobre ..........................................24 Algo más allá ................................................25 La Tuerca .....................................................26 La perra ........................................................27 Temporada Alta ............................................28 Un colgao .....................................................29 Un tonto gusano ...........................................30
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
1
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Carmen Nube Suspiran las palmeras por un amor que no termina de llegar, abanican la brisa con sus suspiros lentos y tenues, sutiles y persistentes. Un amor de isla virgen e ignota, desconocida y que gime como rota. Digamos que te llamas Carmen Nube, que vives donde tu apellido, que comienzas a ver el mar y cansada te posas en esa isla ignota. La brisa te atrapa, te ha estado esperando para darle sentido a su suspiro, para dar forma a la belleza, para respirar sobre tu piel desnuda. Carmen Nube sueña por un amor que no llega y no sabe si llegará. Suspira entre, sobre y bajo las palmeras. Gime y desespera. Carmen se abate y la niebla se levanta, desaparece. Carmen es un misterio para el hombre que la aguarda, no sabe como acercarse sin que ella se desvanezca. Allí donde su calor se acerca, se levantará la niebla. Cuando el va, la otra se desvanece. Carmen Nube no se da cuenta, ya no se da cuenta de que suspira a cada hora, que respira suspiros hora detrás de hora. Carmen Nube, te quiero como un náufrago que solo tiene su isla. Un enamorado perdido en el océano y que te oye tumbado bajo la sombra de las palmeras, y, sin moverme, oigo esa melodía de suspiros que emanan de tu garganta rota, y no me duermo, si no que lloro, porque siento lo que tú reclamas y no puedo darte, porque no sé. Somos un ritmo y un corazón descompasados, faltos el uno del otro.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
2
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Crema de oro Te crees que lo sabes todo y resulta que no sabes nada. Conocimientos académicos, técnicos, conocimientos de vida transcurrida en setos, bosques y selvas. Conocimientos informes y fundamentalmente sin cimientos. Años transcurridos de memoria, recopilando datos, sembrando tiempo y cosechando ideas. Años en que acaparamos saber como quien gana dinero, poquito a poco, poco a poquito, en los que segundo mas oro igual a oro más segundo. Años que forman una vida que se desprende, escapándose irremediablemente en segundos que se gastan, que se malgastan. Tiempo de tornillo, de engranaje de máquina. Vida funcional. Nos ahogamos en ruido y oro, polucionando nuestra traquea. Quemamos las jornadas que transcurren hasta el fin de semana. Asfixiamos ese algo que algunos llaman alma. Vida muerta, asfixiada, ahogada, a cuyo funeral acuden los salarios. Un mes tras otro se sientan en las sillas vacías que recorren la vida de un hombre y esperan el suceso: ha muerto. Entonces, los salarios ríen cuando antes parecían ostras y poniendo fin a la mascarada, se incorporan de canto, se quitan el luto de cuajo y exhiben un cuerpo de oro macizo, un yogurt de crema de oro. Salarios que ahora se dispersan, rompiendo los grilletes que antes formaban una cadena revuelta alrededor del cuerpo que yace muerto, sin vida, sin saber que ha vivido y sin saber que ha muerto. Hombre tornillo muerto en obsolescencia. Salarios que ahora son parte de otro collar. No fumo, pero hilvano las ideas como si lo hiciera, despacio, a bocanadas. Pausa. Agobios que marchitan el tiempo, que lo aceleran, que lo malgastan. ¡Qué las monedas no acudan a tu entierro!.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
3
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Manchas, manchas y más manchas. Cueva de trenes. Refugio y morada de polvo. Ecosistema de ratas. Rieles higiénicos de tanto machacados. Piedras y paredes cubiertas de alquitrán y de miseria. Suciedad que puebla la estación. Paso cerca y lo veo, desde el otro lado, tras un cristal transparente, siento las capas de suciedad sobre el fondo negro y oscuro. Cueva de trenes, cueva en donde defecan los trenes. Ya no veo nada. Miras por la ventana y la propia luz del tren te impide ver realidades, solo manchas. Viajamos por una tubería urbana en donde se alojan, viven y comen deshechos, y más deshechos. Reino de ratas y de pobres. Silencio desierto y al que el tren sacude con su eco, llevando más polvo y levantando más mierda. Cueva de trenes en donde nace y muere la estación. El reflejo de tu sonrisa ilumina el tren de noche que recorre la ciudad oscura y a tus ojos muerta. Los plafones que cada noche limpian los empleados de la RENFE, languidecen cuando te iluminan. Tu mirada provoca tristeza, tus ojos indican soledad, incomprensión inacabada. Mirándote te escribo y, a lo mejor, algún día, si logras leer estas frases, tal vez te identifiques en un viaje como este, en una vuelta del trabajo de un domingo cualquiera, cansada, viviendo sin sentido y sola. Tiñes tu pelo de ocre amarillo y no deberías, pues toda tú, eres mirada. Tus labios entonan una mueca que deja oír la música rota y derrotada que se desborda sucesivamente en compases desde los altavoces del tren. Es domingo, está oscuro, estás sola, la música clásica gime y tu mirada me recorre de tristeza. Sigues sin mirar a otra cosa que no sean manchas y, a la que tus sueños, supongo, colorearán de amarillo. Si, finalmente, lees esto, nunca sabrás que lo escribí pensando en ti.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
4
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
El hombre que sueña II El sol adormece a las flores en el campo en siesta de belleza, en pólenes de silencio, en un ir y venir de ventolina sigilosa. Toda la mágica insurrección de las palabras en la indefinible descripción de este sopor de campo. Entre las hierbas a media altura, un hombre oculto, tumbado sobre los pliegues de la tierra, sueña hablando en alto entre susurros. Un soliloquio que se mece armónicamente en el paisaje. Da un paso, o tal vez dos; y corre. Desaparece. Olvídate de nosotros y vive. Sueña corriendo. Cabalga a lomos de quimeras. Condensa lo que eres en un paso o en medio; y no sumes sino que vuela. Enfréntate al aire y avanza. Navega con y contra el viento; corre hacia donde tu quieras. Pilota tus deseos, barre las montañas, masajea tus dedos entre los árboles, seca tu piel a ráfagas y sigue volando. Vuela hasta Australia y no duermas. No despertaras nunca sino duermes. No duermas y vuela. Sigue soñando. Sigue volando. Unta el pan con aire, bebe de la lluvia directamente, vístete de las nubes pero déjame verte un poco, no te tapes tanto, súbete la nube. Ahí, ese algodón te sienta muy bien. Viento de Italia, ¿verdad?. ¿No te has mareado?, ¿Has ido y vuelto a Australia varias veces?. ¡Qué bien volver a verte!, ¡Sabes a tantas cosas!, hueles a Internet. ¿Qué querría decir este hombre que sueña II?; quizá nada o quizá nada, soñar tal vez, soñar tal vez, pensemos quizás que las cosas no tienen el sentido que ellas piensan. En el preludio de la siesta en el campo todo está permitido, hasta los párpados que luchan por abrirse y se entrecierran.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
5
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Borrachera de tristeza No te escribí por no hacerte daño, por no simular una esperanza, por no herir tus sueños. No te escribí porque no te quería, por eso, por nada más que eso. Hay momentos en los que es mejor pararse a llorar. Quedarse quieto y mirar a la acera que está oscura porque es de noche. Si, existen momentos como ese, en donde él animo se achica y las lágrimas afloran pero no terminan de caer, se quedan ahí como esperando y se evaporan en lugar de caer. Lloran los pulmones y se entrecorta el aire, pesan los pasos y la vista inmóvil sigue en el suelo como esperando, hasta que un relámpago de conciencia levanta la barbilla del pecho y te das cuenta de la luz que irradia la farola y de los faros de las motos y de los coches escasos, que rompen con ruido el silencio de las calles. Es tanta la pena que no puedes llorar, es una tristeza de años que guardas en la mochila porque no quiere irse. Si fuera por ti ya se hubiera ido, pero no, sigue ahí, de vez en cuando vuelve para hacerse notar, reclamando su presencia. Si pudieses llenar de agua salada los surcos de la acera, lo harías, te dejarías dominar por el llanto. Son ganas de sufrir, piensas cuando la pena se va, ¿por qué dramatizas?, te preguntas, y entonces te ríes como para escapar y lo consigues, solo que las lágrimas vuelven e igual que los relojes marcan las horas, los ojos han de llorar emulando el sudor del cuerpo, regulando la temperatura. La tristeza es parte de la vida, lo pienses por donde lo pienses, el problema viene cuando la congoja es tan intensa que tiembla la cabeza y nada más. La tristeza no se va, se queda y vuelve, presentándose a cualquier hora sin llamar. ¿Quién sabe por qué o por quien lloran tus amigos o tus hermanos?, ¿qué guardaran en la mochila?. ¡Cuánto más viejos!, mayor es el peligro de que se desborde la presa retenida no se sabe durante cuanto tiempo. Tormentas de lamentos que romperán el lagrimal a fuerza de no haberlo usado, rayos que agitaran la columna vertebral en un movimiento espasmódico, repentino, sideral. Tensión húmeda que contiene el ambiente y que se descargará en un momento inesperado, sin saber cuando, entonces, de repente, nos pondremos a llorar a saco, sacos y más sacos de lágrimas almacenadas y que finalmente encontraran su sentido reencontrándose con el mundo; escapando a otros ojos necesitados de tristeza. Finalmente has llorado tanto que lo inundas todo y la gente no te comprende y no sabe porque lloras, pues allí no-pasa nada y piensan que exageras, no saben porque lloras y es normal, tu tampoco lo has sabido hasta que dejas de llorar y entonces te das cuenta de todo y el aire se limpia después de la tormenta y se vuelve relativamente respirable. En ese momento, ves la pena que se escapa y que ya no volverá sino disfrazada de otras penas, pero, esa, ya no volverá.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
6
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Horas muertas y flacas Oigo la apesadumbrada penuria de tu voz y la insastifacción de tu mirada viene a clavarme el rostro de tu alma. Las sigo sintiendo en el acantilado, perdiéndome en el gris del mar, dejándome azotar, impasible, sin sentir la fuerza del viendo que corta mi cara. En las horas muertas cuando miro al horizonte y diviso la niebla de mi memoria. En las horas flacas en que me llevo las manos a mis bolsillos vacíos, esperando hallar una esperanza en forma de moneda, es, en esos momentos, cuanto más cerca estoy del mundo, cuando noto su presión en forma de silueta y me corporal iza y me cerca, dando forma a mi sombra y por ende a mi persona. No sé por qué, mirar al horizonte me divide en dos; aquel que fuí en las profundidades del ayer y esa posibilidad etérea en forma de mil nubes que contienen mil proyectos. A lo mejor, esa línea recta y curva que llamamos horizonte, solo se ve a ciertas horas flacas y muertas cuando el mundo nos vulnera y asola. En otros días más alegres, e igual de auténticos, solo vemos la belleza del crepúsculo que comienza o que termina, y la presión del mundo se transforma en armonía. Así ha de ser, me digo, pues ni el horizonte tiene forma en una tierra que gira y rota, ni la vida presente. Es todo tan ambiguo como el tiempo.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
7
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Hormonas Un tren estornudo en la niebla, tenía catarro y estaba perdido. Entre pitido y chirrío desplazaba el hierro al aire y rodaba sobre los rieles. El maquinista regulaba la velocidad a cada curva, en cada nube. Una mano accionó la bomba del WC y regó de pis las traviesas: la mujer, porque la vi, salió al pasillo. Comencé sobre las medias de seda que su falda también negra recortaba en las rodillas, el resto melena negra y también su espalda negras. Ella, volvía a su asiento acompasando el ritmo de sus tacones al bamboleo imprevisible que el súbito acelerar o el repentino frenar imprimía la humedad en la estructura del Wagon - Lits. El estornudo del tren movía el culo de la mujer más bruscamente para regocijo de mi imaginación y mis sentidos. Me levanté de mi observatorio sin ninguna intención concreta, casi por instinto, rozando el límite de mis deseos. ¡Ojalá el tren vuelva a vibrar y que ella caiga y nuestros cuerpos se revuelquen accidentalmente!, o casi. A mis quince años, estaba tan salido como un perro ante una perra en celo. No diría que había olfateado su orina pero me la había imaginado y eso ya era bastante. La mujer con veinte años en cada tacón caminaba con la profesionalidad de un equilibrista sobre el alambre. Su bamboleo era rotundo, oscilantemente perfecto. Ya notaba su perfume, nuestra distancia se acortaba como en los anuncios, la acosaba por detrás; el pasillo era estrecho y mi andar era de persecución; mi barbilla a la altura de su clavícula, aún no le había visto el rostro. Sin darme cuenta, de repente, el tren se disparó hacia delante y la mujer, clavó tacones, se amarró al pasamanos y sin ceder un centímetro, me ofreció sus nalgas y aprovechó mi tímida erección de quince años. Al recobrar el equilibrio, se volvió sonriendo y me dijo: ¡majo, salao!. No pude responder. Ella era un travesti.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
8
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Semana Santa Luces de cristal mueven el mar, reflejos de crema de oro sobre la superficie de cristal. Gelatina líquida que sube y baja, aspira rocas y expira espuma blanca. Masa informe que viste fondos y sirve de manta a los peces. Moda azul y verde, en contraste con los tonos del cielo. Agua. Las drizas paliquean los palos, extraen ruidos de las rachas. Latigazos fuertes como el viento, ruido seco, continuo, monocorde, indicativo de la fuerza y dirección del viento. Cada barco tiene al menos una driza y algunos, como en el que duermo, muchas. Las piolas separan las drizas del palo amarrándolas al obenque, pero en los barcos de fin de semana, a los que nadie mima, ni los roza a diario, las drizas friegan con ruido su soledad, se flagelan en abandono, a merced de los mástiles duros, salvajemente duros. Pasa siempre, en verano y en semana santa. Drizas que parecen cilicios y que rasgan con saetas la soledad.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
9
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Yo no quisiera decir nada Yo no quisiera decir nada, y sin embargo, tengo que decirlo, porque la lengua se me anudaría sino hablara. Silencio que guardan las montañas y que erupciona lavándome el habla con lava, quemándome a fuerza de querer, arrastrando vida que se escapa. Volcán de palabras graníticas que envuelven pensamientos vestidos con un tul de sentimientos. Voz que hablas, que hablas y no te escondes. Voz que silabea parafraseando un susurro, hasta que crece, rompe, desborda y quiebra rocas de estaño y cobre que cubren el corazón de tanto fumigarlo, de tanto comprarlo. Se me escapa el alma y de tanto que corre no la alcanzó. Huye de mi cuerpo y quiere flotar corriendo, y va, donde ya no hay tierra, donde caracolean los caminos y desaparecen las calles, donde solo hay lava, lava y más lava. Espectáculo de fuego, espectáculo de palabras. Artificios de una búsqueda inacabada en la que me rompo el alma a fuerza de palabras.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
10
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Una educación En aquella clase había un niño que soñaba con ser mayor, sobre el pupitre nada más que los sueños y una mirada perdida que atravesaba la ventana y recorría el patio buscando, buscando... ¡Plaff, plaff!, cachete de ida y vuelta, el profesor había estado tentado de lanzarle el borrador de la pizarra a la cabeza pero al cogerlo, le tentó la idea del tortazo, y dicho y hecho, uno tras otro como dando la vuelta a la tortilla. El niño, no hace falta decirlo, lloró como se llora a esa edad, no por el dolor físico sino por la sinrazón del alma. Sus compañeros que con el sopapo se habían reído, ahora callaban, y el profesor le daba un pañuelo al niño para que secase sus lagrimas, no sin antes advertirle, que la próxima vez que mirase por la ventana le estamparía el borrador en la cabeza, se lo decía como buscando un pretexto para hacerlo, no porque quisiera que el niño estuviese atento sino para justificarse antes del lanzamiento. Aquel niño era huérfano, no tenía hermanos, solo vivía el sueño de un alma y en el colegio no había nada más que le interesara mas que la ventana. Oía las historias de literatura y las ideas del mundo y sobre como compilarlas, pero como un oyente, su mirada enfocaba al patio, veía el viento arrastrar las hojas, levantar el polvo y posarse en la rama para luego levantar al pájaro hasta aprender el vuelo..., se imagino a sí mismo en el patio con unos cuantos años más, pero no se reconoció y pasó de largo..., hasta que el borrador le impacto de pleno en la sien y sin llorar se dejó morir mirando a la ventana buscándose sin encontrarse y sintió que un arco iris blanco lo cubría con su manto y apretujándolo sin dañarlo le protegía del frío y del llanto. El viento le envolvía en un halo y él caminaba con paso de armiño, con su mirada de niño y sin dejar rastro. La nieve caía y hacía frío, un frío de espanto.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
11
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Concha, que te quiero, concha Ayer mi hermano me contó, que el otro día, una mujer le regaló una concha en el fondo del mar, la posó, ofreciéndola como un regalo, sobre su blanca mano. La miró a su rostro también blanco, ausente del rojo que emerge en superficie y que trató, inútilmente, de compensar con su rubor. Dejando fluir la sensación turbadora de que una mujer regale flores a un hombre una mañana cualquiera. Siguieron aleteando juntos un rato, coqueteando con las rocas, acompañados de meros, congrios y langostas. Cardúmenes de peces les seguían por la popa, alimentándose del polvo que arrancaban las aletas. En ningún momento, dejó caer la pequeña concha que se abrazaba a su mano desnuda, sin guante, sabiendo su falta de bolsillos. Treinta y siete minutos después subieron a la escalerilla del barco y no perdió la concha a pesar de los intentos de las olas por devolverla al mar. La concha ahora granate y rosa, no más grande que el tamaño de un tímpano, con minúsculos agujeros en el seno, en curva invertida y rosa que se queda inmóvil, petrificada, surfeando perennemente en forma de concha. Ella, era francesa, tenía los ojos verdes y los dientes blancos. Esbelta, pequeña y morena, pesaba cincuenta kilos y su cinturón de plomos resaltaba su cintura estrecha. Cada vez que miraba su pelo corto y su dentadura perfecta, algo nuevo sentía, algo que se siente después de que una mujer regale a un hombre una concha en el fondo del mar, posándola sobre su mano con una coquetería perfecta. Sin testigos. Sin ruido. Dentro del mar, rodeados por su complicidad inmensa y densa como la sal del deseo, insomne como el mundo que te aguarda y que te espera a que inventes tu vida sobre realidades o quimeras
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
12
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
La caracola El mar gemía, desperezándose, aburrido de su quietud. Las olas viejas al llegar a la orilla blandían sus canas en un deje exangüe, iban a su entierro. El mar se rejuvenecía enterrando a sus olas viejas en la orilla. Todo estaba en calma, el mar era un plano, un plano finito, un horizonte. En ausencia de viento el sol de la mañana calentaba tímidamente el aire. También él retozaba, se dejaba querer por el mar, compartían lecho en una estela con un abrazo inextinguible, inabarcable, universal. Era un amor infinito hasta el final del mundo, de ese que llamamos nuestro mundo. Sol, aire y agua; y allá a lo lejos: tierra. La tierra sostenía el mar como un ancla. Una gaviota surcaba el aire en línea recta, desgarrándolo, interponiéndose entre la mirada y las nubes. No había viento y la gaviota no dejaba de crearse el suyo batiendo sus alas, persiguiendo la línea recta, minimizando el esfuerzo. El sol se dejaba sentir en forma de halo, coronando unas nubes altas, estratificadas, cirrus les llaman. La gaviota terca blandía el aire, lo turbaba. Era una gaviota terca que volaba en línea recta. Quiero morir en el mar como una ola vieja y exangüe; quiero sentir ese rumor de réquiem, solemne como un diapasón y sus silencios. Igual que cada ola tiene su homenaje, su funeral, su oda y su compás, igual que ellas, quiero morir en el mar y oír el suspiro exangüe de la caracola.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
13
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Un casino El cuento que sigue me lo publicaron con pseudónimo. Pero para tenerlos todos juntos, allá va. En un casino de Madrid toreé el tiempo como hago normalmente, con hábito, engañándolo y respirando humo y voces, me divertía con un boli y un papel pequeño y cuadriculado. Cogí el pulso a la primera frase: veinte puros oreaban la sala, y continué. Treinta y siete hombres jugaban al mus. Veinticinco mesas con sus sillas. Dos camareros y una barra. Afuera bullía el mundo, un universo en expansión y dentro, el aire viciado por el humo de los puros, por la colonia de barbería vieja, por el carraspeo de las gargantas, por los gritos reclamando, proclamando, anunciando, amagando, ajusticiando la jugada. Veinte puros y treinta y siete personas y un universo en expansión. Aquí acabé porque la historia no daba para más y además el café estaba malo, terriblemente amargo, sin leche.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
14
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
El oficio de escribir Surqué de palabras el cielo y nadie me entendió. Sola en medio de la estación y rodeada de personas, me imaginé a una de ellas que pasaba por mi lado y durante breves segundos, la retuve y la estoqué: - ¿Sabes cual es la mayor afición?. - No, logré apenas oír. - La mayor afición es la vida, le respondí, el oscurantismo de su misterio y la exasperación de su sentido. No sé si me escuchó, pues el personaje trotó y saltó dentro del tren. Se evaporó tanto que no recuerdo sus rasgos. Suspiré y arremangué mi falda, limpié de pliegues su tacto y cruzando las piernas, aspiré una bocanada de aire mitad turbio y mitad fresco. Mece mi pelo a la vez que prendía en mi boli nuevamente el desarrollo de una nueva esperanza, que apenas vislumbrada, era sutilmente encubierta como si fuera a hablar de algo o de alguien y, solo se me ofreciese una puerta entreabierta con una sombra de luz hacia la que mi oscuridad me dirigía. Solo había que dejarse arrastrar y percibir el aliento mágico del universo, soñar las dudas y arroparse con las quimeras. Fue entonces, cuando dejé de percibir los trenes, me olvidé del banco y de mi falda, y me acordé del pueblo de una playa y comencé a enterarme de la historia de una muchacha llamada Aurora, y si pudiese transcribir a la velocidad de mis neuronas, podría escribir diez libros en un año o no terminar ninguno; pero olvidémonos de mí y encadenemos, como en las películas, mi soberbia disfrazada con la soberbia que alumbraba a las alondras en aquellos tiempos en que transcurre esta historia. He avanzado parte de la historia que hoy no viene al caso y desencadeno la acción y otra vez vuelvo al banco de la estación. Mientras me levanto, me recreo en el sabor del chocolate extrafino que ni es mazacote ni una hemorragia de sabores en cápsulas de chocolate. Es un sabor que me anima y me centra de nuevo en la estación del tren de una forma agradable. Vuelvo a casa, a cenar, he escrito estas líneas y aunque la tarde parecía detenida, ya es tarde, y el estómago reclama atención. Camino suave, alguien me mira, estoy todavía un poco borracha, absorta, no sé lo que dirá ahora Aurora (el personaje protagonista) y eso se nota. Cierro el cuaderno y rectifico mis pasos, intentando hacerlos más rectos, no tan desordenados. Vivo sola. Tengo veintiocho años y creo que voy para soltera. Esto nunca se sabe, pero es así. Novios, pocos, quizá uno y, además, lo perdí. Me acuerdo que una vez me dijo: - Creo que la única forma de que llegues al orgasmo es a través de las palabras.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
15
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
No me hago muchas ilusiones, el amor que escribo no es para mí, lo regalo, lo difundo; ojalá otros lo prueben y les salga bien; un beso para vosotros. El amor es tan flexible, rico, áspero y falaz como verdadera es la vida. En el cabe de todo, hasta el amor bueno. Por eso, me digo, no le des mas importancia a la vida que la que tiene. Me dejo llevar con la curiosidad de no saber a donde me conduce y me visto de historias con la compulsión de la temporada de rebajas y mientras camino hasta mi casa, de la cual estoy ya cerca, y veo las tiendas cerrarse, percibir el cansancio del día en el rostro de quien baja la persiana metálica de su comercio, surgen nuevas frases que me asolan y que vierto en el cuaderno. No sé si las utilizaré pero las apunto porque lo que sí sé es que mi memoria es tan frágil como el fino hilo de tragedia que es nuestra vida. Apunto. Quisiera encontrar un sueño en la memoria y me digo que no vale nada y, de repente, surge una variante: quisiera transfigurar el rostro de las olas y esta ya me gusta mas porque intuyo el suave color aterciopelado, entre mandarina y naranja, que ayer vi al ponerse el sol mientras navegaba con unos conocidos. Y me acuerdo que uno de ellos dijo: el barco suda, refiriéndose a la condensación de la humedad en el interior del casco y otra dijo, el mar se queja cuando vimos unas nubes grises en forma de tormenta. Hay muchas personas que cuando hablan, escriben, dejan desbordar su imaginación y se estremecen. Al igual que en los cuentos, las personas cobran vida con la fuerza de su imaginación. Me hago una tortilla y me duermo que mañana me levantaré nuevamente y como todos los días, con la Aurora. Continúa, avanza, no tengas miedo. Cógele el ritmo a la historia. Desentráñala. Hazla tuya. Haz que la historia viva a través de los personajes, haz que sean personas. Evita los dogmas, no categóricas, y a la vez haz lo que quieras, lo que te dé la gana, di lo que piensas con el corazón y la cabeza; y recuerda lo que te decía un gallego decide con la cabeza y no con el corazón porque la cabeza está por encima del corazón. Y recuerda también que te has reído de eso como también de tantas otras cosas, a pesar de lo práctico y lleno de sentido común del consejo; tu quieres pensar con el corazón y a ratos con la cabeza ya que sientes al igual que piensas. Continua, no seas perezosa, no te importen los folios aún vírgenes, blancos y puros. Alcanza el punto del himeneo, culmina el casamiento y vierte tu alma en el papel. ¡Viértela y escribe!. No sé quien ha escrito esto pero lo he leído de un tirón; Me voy a colgar la ropa para que mañana esté seca. Sucedieron cosas como suceden todos los días. Pasaron las horas como pasan los minutos. Mis dos tiempos se entremezclaban; a ratos escritora y a ratos ama de casa, y en todos soltera. Podía rellenar una frase en la ducha mientras la espuma se desbordaba en un pecho, la repetía mentalmente hasta que mis manos mojadas agarraban el cuaderno al lado del espejo dejado allí para estos casos. Cuando hacía la compra, llevaba un cuadernillo pequeñito que cabía en todos mis bolsos y si un relámpago venía a mí, lo agarraba y lo convertía en tinta y en papel.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
16
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
. Vivía dos tiempos y en los dos, pasaban las horas como pasan los minutos con rapidez o con calma. Inmovilizada, a veces, no sabiendo a donde me dirigía, ni que hacer con las palabras, me entraba la depre y comenzaba a dudar de mi calidad como escritora y de cómo enfocaba la vida. Abría la nevera y comía chocolate. Quería contar el germen de una sociedad nueva, de un nuevo comienzo partiendo desde cero. Humanizar las nuevas tecnologías para dignificar al hombre y no para esclavizarlo aún mas, pero no quería que sonara a panfleto radical, a sonrisa verde. Quería decir que las naciones pueden ya no significar nada. Quería decir que el control de las redes es el continente nuevo de nuestro siglo. Quería decir que el estado y la democracia deben renovarse, definir escuetamente sus funciones y trasladar el pueblo al parlamento, no con representaciones no representativas de parlamentarios llenos de ambiciones que habiendo vivido y nacido en Cataluña se presentan por Melilla, sino un parlamento virtual, actualizado. Un estado en la red y un parlamento en la red. Quería decir que lo más importante debe ser el conocimiento y que los pobres pueden ver disminuida su injusticia gracias a la red; ¿quiénes serán la naciente aristocracia del conocimiento?. Tengo tantas cosas que decir o por lo menos deseos de contarlas. Paciencia, me digo, hilvana las ideas en historias, da forma al vapor, condensa tus miedos y habla de burbujas, de sueños y de esperanza. Pienso que lo que escribo sale solo, como un grifo abierto que llena jarras con folios, un agua de vida que permite limpiarme y dar mínimamente sentido a mi vida. Cuando escribo soy yo; es tan sencillo como eso. Cuando hablo, soy otra, ni mejor ni peor, otra, distinta, y, tal vez, menos sincera.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
17
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Gris Mi abuelo decían que era tímido, tanto que cuando le llamaban Fernando el no aclaraba que su nombre era Federico. Bueno, pues Federico se llamaba mi abuelo y esto fue lo que escribió. Por alguna razón se oculta entre las sombras y finge no ser quien es. En arrebatos se viste y se alimenta de misterio. Disfraza la vida y esconde sus talentos. Ruge el mundo y clama la palabra ensordecida por la falta de silencio. El personaje se alimenta de palabras; regurgitándolas. Ante el caos, antepone sus relatos y plasma sus sueños, uno tras otro, uno detrás de otro. Hay bandidos, ladrones y también esperanzas, pero sobre todo hay trenes y coches y aviones, lugares de reunión, oficinas, trabajo; y también gente que se esconde igual que él y que, por alguna razón, se oculta entre las sombras y finge no ser quien es, escondiendo sus talentos. Un señor con abrigo gris y cara afeitada, el pelo corto y con gafas, mas cerca de la jubilación que de un contrato en prácticas, mira entretenido a otros y les ofrece su nudo de corbata bajo un fondo de camisa color crema. Es un señor de apellido gris y apodado el abrigo. Enhiesto, sentado enhiesto quiero decir, mueve la cabeza girándola como un faro, tantos destellos cada x personajes. Ya le falta poco tiempo en el vagón para volver a sus papeles, a la rutina de sus cosas. Una mueca esconde esa curiosidad innata con la que todos nacemos y que progresivamente se puede perder, mutilada por heridas de vida, con el sufrimiento de la incomprensión, del ver que tus talentos no sirven para nada. Por eso, por alguna razón, se oculta entre las sombras y finge no ser quien es. Gris se levanta al tiempo que su abrigo, sus cejas abundantes y crecidas podrían repoblar su calva. Su abrigo es su coraza y el nudo de su corbata, su escudo. Un vagón lleno de náufragos que miran como faros antes de llegar al trabajo y una vez allí, se apagan. Adormecidos, entran en los cementarios de los grandes edificios de vinilo color piedra. Gris, embutido ahora con su uniforme también gris de empleado de seguridad, no le hace falta encender su linterna para usarla como antorcha e iluminar con fogonazos la cara de quien cruza el vestíbulo, sabe que ese con prisa o aquella otra superbien arreglada se dirigen al piso veintiocho cerca del treinta, el ático. Aquel otro, en cambio, que cede su sitio en el ascensor a los otros dos y a quien ha visto relajarse momentáneamente en la entrada mientras inspiraba el aire hiperventilándose para capear el día. Ese, se dice, se quedará en el 15 y yo estoy en el bajo, se recuerda. Edificaciones verticales que quieren rascar el cielo. Orden y mandato bajo el punto veintitrés del día. Ya no se construyen pirámides aunque se dan estructuras con ese nombre. ¿Qué dirían los jefes?, ¿qué sentirían, si sus hermosos master, sus gafas de sol o su lencería fina dejaran hablar a los abrigos
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
18
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
grises, a las personas que naciendo en Getafe o en Calella o en la India o en Mozambique sienten los colores del sol y de la luna bajo los abrigos grises. Una mueca de lamento recorre tu misterio y, Gris, dejas pasar a otro que luego te llama tonto por creerse el tan listo de atravesar la entrada sin que le parases pidiendo la acreditación, ¡cómo si no supieses a que piso se dirigía y que tu sueldo es una miseria!. Soberbia disfrazada de notas académicas, de calificaciones histriónicas, de curriculum vitae de papá y de mamá, de actos y de gestos que mueven a la risa sino fuera porque hay quien los padece y quien entierra sus talentos. Pregúntale a Elisa, aquella con un cubo y una escoba, pregúntale, ella ya nada espera y de esa forma, vive dejándose arrastrar por los días con la paz de saber que no somos nada. Y, mientras tanto, la gente persigue la felicidad de piso en piso, subiendo a un ascensor de aire y de tristeza, asustados de su mediocridad y todavía sin saber que no somos nada. Asistiendo inanes ante su calificación de grado de persona en función de su sueldo, de su número de sillas, de teléfonos, de perros, de casas, de coches si tienes mas, eres más; impepinablemente. No es si trabajas tanto, tal número de horas, ganarás esto sino que además tendrás x grado de calificación social. Un pobre es menos persona que un rico. Su alma no cuenta. No hace clink, clink?.. clink. Eso no debería importar al pobre pero la sociedad trabaja cada día en recordarselo, en mantener la presión social que salvaguarda las formas, las risas y los gestos maquillados. Todo por mantener la bomba que chupa y chupa siempre en la misma dirección. ¿Qué dirían los jefes?, ¿qué sentirían?, si alguna vez ellos fregasen suelos y vivieran de ello hasta final de mes. Clamarían contra el dios que habita en la pirámide y lo destruirían. Lo barrerían. No hay mas jefe/a que uno/a. No lo hay. La aparente seguridad de los contratos de trabajo es una forma de esclavitud moderna. Te pago entonces haz esto, te pago poco entonces me debes tu libertad.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
19
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Igual que en los cuentos La invención de la vida es la clave de la felicidad. El mundo, la pretérita costa de Devonshire es a mis ojos una plantación tornasolada de sombrillas amarillas y blancas que riman con la arena beige y el azul celeste del mar sobre el que ligeras nubes blancas tiñen de boceto una realidad aprehendida durante los miles de segundos que tardó en pintarse el cuadro. Separadores de viento donde encontrar un refugio a sotavento, a socaire de la arena que como un siroco húmedo portaba el viento. En esos días escasos en los que se veía el sol en las playas de Devonshire y a la que se acudía como una excursión a una montaña donde sopla el viento. Esos días, son tan reales como los ves, igual que yo los veo, con una cesta cargada de "packet lunch" y a la vera de una inglesa blanca y flácida como la celulitis que se le escapa por el traje de baño de Marks & Spencer. En esa playa estás tu también. El mundo real y tu imaginación no son sino colores a utilizar en la paleta con que pintas el cuadro de tu vida. Realismo, idealismo son solo materiales con los que inventar tu vida. Igual que en los cuentos, las personas cobran vida con la fuerza de su imaginación; lo demás, es una excusa, recursos para inventar la vida. Igual que en los cuentos, las personas cobran vida con la fuerza de la imaginación. Una persona sin misterio no es persona; quizás lo que nos defina es el conjunto de archivos emocionales que guardamos en la memoria y las rutas de esperanza que seguimos igual que ficheros de un disco duro de ordenador. Ordenadores y personas hay a miles, a millones; y sin embargo, igual que en los cuentos, las personas cobran vida con la fuerza de la imaginación. La vida se repite en bucles informáticos, en reiteraciones continuas, en ciclos if --then --- else (condiciones que trazan caminos si sucede esta o aquella otra cosa) cada vez a mayor velocidad y con mayor memoria histórica. La humanidad se coloca a niveles filosóficos mas altos, descubriendo poco a poco infinitesimales presencias del misterio. La vida se repite como sale el sol todos los días o como la rutina de nuestros hábitos; y sin embargo, igual que en los cuentos, las personas cobran vida con la fuerza de la imaginación.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
20
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Un Polvorón - ¡Eres tan simple como una gallina verde y además, eres un rancio!, le dijo ella cortándole el teléfono Parado, de piedra, quieto como una estatua, sin mover un dedo e inmóvil como el vacío se petrificaron sus pensamientos. No articulaba palabra. Nada podía hacer por el resto de sus días, era una condena, un mal de ojo de efectos instantáneos como el Nescafé. Ella había hablado con toda la lógica femenina de que era capaz, no dijo eres tan raro como un perro verde sino simple como una gallina verde, al menos, las frases conjuntaban en el color. No había vuelta de hoja. Las mujeres son así, te confunden, te marean, te ningunean, te echan un polvo y luego, van, y de sopetón, te dejan tirao. No hay quien lo entienda. ¡Cómo podemos ser tan tontos!. Estaba rancio como un polvorón en verano.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
21
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
A Ti Hubo un tiempo en que el Amor era tan claro para mí como el aire a la atmósfera o el agua al océano; indisoluble, formaba parte de mí. Fue un continuo shock del alma, un silencio irrefrenable que conducía mi vida, lo fue todo para mí. Y digo bien, todo, no sé si volveré a posar los labios sobre el alma pero la poca que tenía, se fue en la tormenta. Ahora, en un estado de catalepsia en la memoria, puedo atreverme a volver a pensar en ella. El carbón cuando se tiñe de ceniza y espolvorea el viento, ya no puede dar calor y mucho menos fuego. Puedo decir que mi alma, antes de marcharse, fue una brasa ardiendo consumiéndose como el Sol. Lo más curioso es que querer sin reflexión solo se puede dar a una edad inmadura y lo pienso con toda la lógica del tiempo. De todas formas, envidio a quienes hoy lo sufren, desearía ser ellos solo un fugaz instante, sin pensar y aún haciéndolo, con los criterios informes, con la audacia del pecado. Revivir mi alma en un sorbo. El Amor, el alma, el pecado, la ausencia pueden ser; y de hecho lo fueron para mí: un infierno. Ojalá encontrara una palabra que profundizara en el infierno. Ahora, en este momento, cuando escribo estas líneas, sé que mi vida se reducía a amar sin alma, pues son tan graves mis imperfecciones que nunca hubiera sido digno de mi alma. Hubiésemos sufrido mucho juntos, crucificados para siempre por un amor imposible, ¿qué se puede esperar de una religión sin fe?; nada, absolutamente nada, salvo el pecado. Mi vida dejó de creer en el pecado cuando condenaron a mi alma. A Ti. Hoy creo que nos sentenciamos solos y no hay una religión más grande que el Amor verdadero, dime lector, ¿lo has sentido alguna vez?, si tu respuesta es si, sabrás que solo ese tiempo fue vida, lo demás es televisión basura que se consume sin sentido, o al menos, es lo que pienso.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
22
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Un escritor pobre El elogio me destruye; solo el sincero y breve me fortifica. Por eso, disfrazo las fiestas de noctámbulos y me siento siempre en la última fila, a resguardo de miradas e intenciones. No quiero hablar. Tan solo escribo. Dime tú, lector que me lees ahora, ¿sabes que cuando rozas estos párrafos siento tu aliento en mi tobillo?. Pues así es, en estas líneas, enrocado en las curvas de estas mismas letras, caracterizado en estos párrafos, viviendo en las palabras, te siento como tú a mí. Un texto plano que no necesita criptografía, imperecedero y al que los elogios destruirían. Palpito al ritmo que te escribo. Solo quiero que me leas, te ruego que lo hagas porque un escritor sin lectores no es nada, pero no hace falta que me aplaudas y si lo haces, que solo yo lo oiga. Si el ego se me escapa y si tu no me leyeses, no sería nada. Viviría muerto como muchas veces lo he hecho. A cada nueva resurrección mas me identifico con los aplausos del silencio, con el alimento que ofrecen las compras sigilosas, con las respuestas arcanas. Dime tú, lector que me lees ahora, ¿sabes que cuando rozas estos párrafos siento tu aliento en mi tobillo?. El escritor debe ser pobre para poder robar los sueños, por eso regalo estos cuentos entonando una cultura abierta y me acuerdo en bits de los hackers y les dedico la palabra libertad. De todas formas, no estaría mal encontrar un premio en forma de metal porque para poder seguir soñando tengo que seguir viviendo..
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
23
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Algo más allá No tenía prisa y sin embrago corría, andaba rápido adelantando entre la gente y regateando en las esquinas. Al cruzar los semáforos apretaba el paso y llegaba el primero al otro lado de la calle, siempre al límite, toreando los coches. Andaba muchos más de 10 kilómetros al día entre las calles, sería difícil medirlo. ¿Qué buscaba aquel hombre?. Un trabajo decían unos, una vida pensaban otros. Con cincuenta años marchaba como un olímpico por los barrios de Madrid, desconectado del mundo y con el cansancio en las piernas, al final del día, dormía; solo era eso, respiraron los que le conocían, se cansaba para poder dormir. Con setenta años ya no volvía a casa, no tenía fuerzas, las ahorraba para el día siguiente y dormía en el metro o en un banco. Y, por la mañana, ponía de nuevo la marcha y andaba, andaba, siempre con prisa, siempre corriendo. Murió en mis brazos, en una acera de Madrid, vestía un abrigo gris castigado por el cemento, agitando la mano como reclamando tiempo, me pregunto: ¿de qué color saben los besos?.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
24
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
La Tuerca Una tuerca simple y normal de las que hay a puñados en las ferreterías se coló de rondó en una caja que no era la de su familia sino de un rango superior, de mas valor, más caras. ¿Qué hacía una tuerca así en la caja de las autoblocantes?, pero mientras se lo preguntaba el cerrajero, la dejaba hacer y no la cambiaba de caja sino para tocarla un poco, manoseándola con sus heridas y rallándola con sus callos. El cerrajero construyó mil cercas, otras tantas puertas y gastó muchos monos de trabajo. La tuerca siempre viajaba con él en su furgoneta sucia y deshecha, tirada y vapuleada por el camino escuchaba lo que le decía el cerrajero, sin abrir la boca, sin decir ni mu, iba con él a todas horas. La furgoneta se rompió cuando daba marcha atrás y nunca volvió a arrancar, así que el cerrajero para poder comer vendió sus herramientas, su taller y todo aquello que le pertenecía por derecho. Antes de perderlo todo se quedó con la tuerca y acariciándola, esta vez con deseo, la abrió un poco, la ensanchó por el centro; y, desde entonces, se les puede ver en los bares sentados en la barra tomando un café y leyendo? El Marca? Y al pasar la página del periódico relumbra el dedo, es el guiño de la tuerca. Hoy, reposan ya los restos del cerrajero en el cementerio y con ellos la tuerca, quien esconde incorruptible el recuerdo del cerrajero.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
25
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
La perra Una perra estaba perdida en medio del parque, olía la césped buscando un rastro, un olor familiar que le recordase algo con que encontrar a su dueña. Un montón de aromas nuevos rodeaban su hocico reclamando un rato, perdida, se tumbaba en el hierba y no sabía si era bueno estar con o sin su dueña. Lo cierto es que aún pasando hambre corría sin correa a todas partes. Por otro lado, echaba de menos sus caricias pero también había otras cosas, seguro que existían y que ella no conocía, se reafirmaba. Libertaba los días en su nueva condición y se sentía sola pero más centrada. Se fue alejando del parque hasta que llegó al campo y allí conoció a un perro y a un pastor, pero esa es otra historia y yo no sabría contarla, perdónenme pero dejemos a esa perrita en paz y que bastante confusa vivió en un balcón de una calle de Madrid.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
26
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Temporada alta En cuclillas, tres extremidades sobre tres flotadores y una mano agarrando un paño, un viejo pulía el mar como un espejo. Escupía la sal en su espalda como un apaño. En temporada alta no hay lugar para la improvisación, calidad total, cero defectos, gritaba el gerente del hotel andando entre sus empleados. Hay que sacarle brillo al mar para que vengan mas turistas y se lleven una buena impresión. El mar contento, reía gustoso, remoloneaba, se dejaba querer en el verano y retozaba como cuando te dan un masaje en la espalda con esas tres bolitas que corren y que vuelan. Lo vi todo desde la terraza del hotel y quedé muy satisfecho por el servicio prestado y escribí a la sede central de la compañía contándoles el caso, aconsejando una gratificación, un plus, para aquel general de la gestión; nunca más volví a ese hotel pero me quedé a gusto cuando mandé el sobre por correo, casi igual que el mar. No se me ocurrió decir nada sobre aquel viejo que arremangado y con un pañuelo en la cabeza, mordiéndose su barba blanca, rascaba el mar como una garrapata y se ganaba el jornal mientras fingía pulir el mar como un espejo.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
27
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Un colgao Estoy cansado, significativamente exhausto, probablemente casi muerto, ya no puedo más. YA NO PUEDO MÁS. Quiero dejar de sufrir y no se como, estoy enfermo y no sé como curarme. ¿Qué hago?, ¿Adónde voy?. Nadie me ayuda, nadie se fía de mí. Soy una voz perdida ahogada en la basura. ¡Dios mío, dame sopa, dime como he de vestirme para encontrar trabajo, como he de hablar para mantenerlo!. ¡Socorro!. Estoy en las esquinas y en las bocas del metro, me drogo en los descampados y me tiro en los portales. ME HE PERDIDO; eso sí que lo sé, que me he perdido. Dame pasta, me faltan veinte duros para coger el autobús, digo a la gente abordándola en la calle, dame para el teléfono, para mi hijo enfermo. Cuando desbarro mas de lo habitual me lanzo en picado como un bombardero en formación de ataque: ¡crucé el Vietnam a nado y respiré el Napal!, y con el mono voy dando saltos a la pata coja al lado del peatón a quien reclamo en ese momento. Me dan ganas de cogerlos por la solapa y ¡darles unas hostias,... buaah, les daría unas hostias!; cuidado me advierte Chonchi: la pasma. Vuelvo a andar con las dos piernas y me callo, reculo y marcho en dirección contraria. A la Chonchi le digo que quien ríe el último ríe mejor, lo digo porque lo digo, porque lo digo todos los días; ¡que pasaa!, ¡a qué te doy un par de hostias! No tengo nada, ni para la pensión, ya ni siento que no me ducho, la tronca de la pensión ya no me traga, me echa a la calle y me dice que yo a ella no la engaño; que me va a dar un par de hostias.
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
28
ZZZ F\EHUOHWUDV QHW H OLEURV BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB
Un tonto gusano ¡Eres tan inmundamente tonto que me olvidé de ti!, me angustiaban tanto tus frases que se me atragantaba el tiempo. ¡No me mires más que vomito, vete, largo, desaparece, eres tonto! Arrastrando sus piernas como un jorobado sin su prótesis, moviendo la cabeza con el ritmo de sus pasos y babeando, inundó los charcos. Su boca estaba mellada, cartografiada por la caries. Su mandíbula siempre descolgada no cerraba nunca el labio y de sus comisuras brotaban afluentes de saliva. Su rostro rojo le confundía con un borracho y no lo era; llevaba las manos a sus ojos para ocultarse y los frotaba y arañaba su pelo como un tic, como quien friega un suelo. Estaba sereno, no había bebido ni estaba drogado. Estaba limpio, recién duchado. Era un tonto bueno, un tonto sano, alguien que buscaba consuelo. Un tonto gusano. Durante meses circumnavegaba las calles ofreciendo presupuestos pero nadie los leía. Cuarenta años derramando saliva y nadie se la bebía. Hoy, quiere ser fuente de cartón piedra en un decorado de película y mirar durmiendo el mundo, llorando, llorando, llo...
Autor:
Carlos Giménez Gil Pamplona (España)
[email protected] - Libro publicado en el Cyber LETRAS http://www.cyberletras.net
octubre de 2001
‹ &DUORV *LO
( PDLO FJJW
#\DKRR HV
29