V í c t o r M. Fernández
El Evangelio de cada día Comentario y oración
SAN PABLO
VÍCTOR MANUEL FERNÁNDEZ
El evangelio de cada día Comentario y oración
SAN PABLO
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PRESENTACIÓN
La obra que presentamos es un comentario al evangelio que se lee cada día en la Santa Misa. Cubre todos los días del año y los tres ciclos dominicales. El comentario pretende ser sencillo en su lenguaje, para que pueda ser rápidamente comprendido por cualquiera y pueda ayudarle a orar con el texto bíblico y a aplicarlo a su propia vida. Pero esa sencillez no le quita seriedad y profundidad, ya que el autor es especialista en Sagrada Escritura. Estudió en Roma y luego ha seguido profundizando la Sagrada Escritura. Además, ya ha escrito varios artículos y libros comentando la Biblia. Por eso este comentario simple es al mismo tiempo sólido, y puede ser utilizado también por los sacerdotes como auxiliar para su predicación. Las personas no habituadas a leer el evangelio de cada día pueden guiarse con un Calendario litúrgico para saber cuál es el texto que corresponde a cada día; o al menos para saber, por ejemplo, qué día comienza el Adviento, qué número de semana continúa luego de Pentecostés, etc. El Calendario litúrgico puede adquirirse en cualquier librería católica, pero también se puede consultar en las parroquias. 1
De todos modos, al final de este libro se ofrece una tabla válida hasta el año 2010, para que el lector pueda ubicar fácilmente las fechas de las grandes fiestas y tiempos litúrgicos y así pueda seguir el orden correspondiente. Y ya que el evangelio del domingo varía cada año, porque hay tres ciclos (A, B y C), también encontrará una tabla para saber qué ciclo corresponde a cada año. Además, si el lector tiene interés en un texto del evangelio que no corresponda a ese día, al final de este libro encontrará en el índice general la referencia de todos los textos evangélicos que se comentan, indicando en qué página del libro está el comentario a cada texto.
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Puede utilizarse también la agenda 365 días con Cristo , Año del Señor o La
día a día de editorial San Pablo.
Palabra
TIEMPO DE ADVIENTO
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Domingo 1° de Adviento AÑO A : MT 2 4 , 3 7 - 4 4
Este texto es una fuerte invitación a la vigilancia, es una exhortación a vivir intensamente, a no perder inútilmente el tiempo y las posibilidades de amar que nos brinda cada día. El ideal que se nos presenta aquí es el de dejar de sobrevivir, soportar las obligaciones y tratar de gozar algo a costa de lo que sea. Más que de sobrevivir como se pueda, se trata de vivir cada día a pleno, como si fuera el último, aun cuando tengamos que luchar. No es vivir en la superficialidad de un placer pasajero o de una costumbre, sino en la entrega libre y gozosa de nuestra vida en el servicio a Dios y a los demás. Es darle a cada día su peso y su valor. Porque esta vida no es un tiempo que hay que pasar como se pueda, luchando para evitar los problemas y buscando sólo satisfacer las necesidades primarias; esta vida es una gran oportunidad. Y ese es en realidad el sentido fundamental del texto de hoy, ya que no se detiene a dar descripciones catastróficas, no le interesa anunciar cómo será el fin del mundo. Sólo nos recuerda que verdaderamente este día puede ser el último, porque el fin llegará en la hora menos pensada, así como en la época de Noé, cuando la gente vivía como si su vida nunca fuera a terminar. Y de hecho este texto nos muestra que la voluntad de Dios es precisamente que no sepamos cuándo será el fin, para invitarnos así a estar atentos a cada día. ¡Cómo se simplificaría nuestra existencia, cómo nos preocuparíamos por las cosas realmente importantes si viviéramos cada día como si fuera el último! Porque es una posibilidad real; este día puede ser el final de tu vida.
Oración: "Señor, ayúdame a descubrir el inmenso valor de este día, dame la gracia de descubrirlo como una inmensa oportunidad que me estás regalando para llegar a la profundidad de la vida, para entregarme a tu amor".
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Domingo 1° de Adviento AÑO B: MC 1 3 , 3 3 - 3 7
"Ustedes no saben cuándo será el momento... ¡Velen!". Muchas veces nos equivocamos cuando creemos que las cosas importantes pueden esperar. Muchos han resuelto esperar un poco más para entregarse a Dios, para reconciliarse con los demás, para vivir como hermanos. Sobreviven como pueden, arrastrándose detrás de pequeños placeres que los dejan vacíos, viviendo en la superficie. Y así piensan que cuando dejen de trabajar, o cuando llegue la vejez, entonces se decidirán a vivir a otro nivel, con más profundidad. Pero olvidan que las cosas grandes no se improvisan, que después de toda una vida de mediocridad sólo nos queda un corazón anquilosado, cerrado, cómodo, egoísta, lleno de vicios enfermizos. Con ese estilo de vida sólo se va preparando un futuro peor, más triste y más enfermo. Por eso el evangelio nos insiste: no posterguen lo importante; este momento no se repite. Entonces no se duerman, vivan este día despiertos, vívanlo a pleno, encuentren al Señor ahora, amen hoy mismo. Este es el día de la salvación, precioso, único, irrepetible. Al decir "cuando vuelva el dueño de la casa" (v. 35) el evangelio nos invita a no sentirnos dueños absolutos de nuestro tiempo, de nuestra vida en la tierra, de nuestra misión, de lo que se nos encomienda, sino como administradores de algo que recibimos de su auténtico dueño, el Señor. Este texto nos recuerda también que la Iglesia no debe dejar de ser la comunidad de los que esperan. Debe estar consciente de que no es perfecta ni se basta a sí misma, y por eso debe esperar, siempre más, la llegada de su Señor.
Oración: "Aquí estoy en tu presencia, Señor. Tú eres el principio y el fin, tuyos son el tiempo y la eternidad. Tú eres el Señor de la historia. Por eso sé que no puedo tener en mis manos todo el control de mi vida, y quiero confiar en tus manos mi futuro. Dame la gracia de estar despierto hoy, de entregarme a ti hoy, de amar hoy como si fuera el único día de mi vida".
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Domingo 1° de Adviento AÑO C : LC 2 1 , 2 5 - 2 8 . 3 4 - 3 6
Cuando Lucas describe la segunda venida de Jesús, su objetivo no es satisfacer nuestra curiosidad haciéndonos conocer los detalles del fin del mundo, sino destacar la figura de Jesús, el Hijo del hombre, que vendrá glorioso. La descripción de los fenómenos llamativos sólo sirve para destacar la gloria de su venida. Esa venida será causa de temor para los que no le han dado un sentido a sus vidas, y por eso "desfallecerán de miedo". Pero para los verdaderos cristianos será un alivio y un regalo: "Ustedes levanten la cabeza, porque se acerca su liberación". Y el evangelio nos habla a todos nosotros para que estemos atentos, vigilantes. No atentos para ver los fenómenos aterradores, sino para no dejarnos esclavizar por los vicios y las preocupaciones de la vida. Estas cosas nos pueden atar de tal manera que nuestra mente y nuestro corazón pueden llegar a embotarse, a "embriagarse", a atontarse por el consumismo o las preocupaciones, a hacerse indiferentes ante el amor de Dios, olvidando su presencia, dejando morir el ideal del amor que debería iluminar todos nuestros actos. La Palabra de Dios no nos invita a despreciar las alegrías y todos los placeres de la vida que son un don del amor de Dios, ya que Dios "hizo todas las cosas para que las disfrutemos" (1 Tim 6, 17). Pero esta invitación a estar atentos nos recuerda que no son esos placeres el sentido de esta vida caduca, y que no tenemos que permitir que el consumismo triste e insatisfecho nos domine el corazón. El corazón humano debería estar ante todo en las cosas que no se acaban, que no se gastan, que no se terminan. Pensar en el fin nos ayuda a descubrir que algunas opciones de nuestra vida presente no tienen sentido, nos ayuda a ver que a veces le damos demasiado valor a cosas que finalmente tendremos que abandonar.
Oración: "Señor, ayúdame a recordar que todo se acaba, que debo gozar de las cosas sabiendo que no son eternas y que no son ellas el centro de mi corazón, porque fui creado para ti, y mi corazón sólo estará satisfecho cuando descanse en ti". 8
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Semana 1 de Adviento LUNES:
MT 8, 5 - 1 1
La misión de Jesús, que parecía reservada a los judíos, se abre a los paganos. De hecho el centurión que aparece en este relato es sólo un símbolo del mundo pagano en general, porque en el v . l l dice que "muchos vendrán de oriente y occidente" a sentarse al banquete del Reino. En este texto se destaca la actitud del centurión romano, que es de profunda humildad, pero al mismo tiempo de gran confianza: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa. Basta que digas una palabra". Jesús se admiró de la fe del centurión. Un pagano, que no tenía ninguna formación religiosa, que no conocía las Santas Escrituras, es capaz de suplicarle con una inmensa confianza, con una profunda y sincera humildad. Y Jesús, con su exquisita sensibilidad, se admira de la docilidad de ese corazón, así como se admiraba de la generosidad de la viuda pobre (Mc 12, 41-44) o de la atención que le prestaba su amiga María, cuando se sentaba a sus pies a escucharlo (Lc 10, 38-42). ¡Qué bueno es tener un Señor que ama a la gente, que mira con ternura esos pequeños gestos llenos de confianza de su pueblo simple, que valora hasta un vaso de agua que demos a otro! ¡Qué bueno saber que él ve en lo secreto y que no se le escapa ni el más pequeño gesto de bondad y de fe que pueda haber en nuestro corazón! Él, que es el Santo, es también capaz de admirarse de nosotros.
Oración: "Quiero darte gracias Señor mío, por tu mirada buena; nadie sabe mirarme así. Porque ante tu mirada sólo puedo encontrar un estímulo para ser mejor. Gracias porque todo lo que se escapa a la mirada del mundo está claro ante tus ojos compasivos, ante esos ojos que pueden descubrir una flor en medio de mis miserias. Mírame Señor con esos ojos".
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Semana 1 de Adviento MARTES: LC 1 0 , 2 1 - 2 4
La alegría es un tema típico del evangelio de Lucas, desde la anunciación hasta la Pascua, pasando por una especie de caravana de gente gozosa, entre los que se destaca María, que "se estremecía de gozo en Dios su salvador" (cf. Lc 2, 47). Pero aquí es Jesús el que se llena de alegría; no una alegría mundana, o una euforia psicológica, sino el gozo que procede del Espíritu Santo. Por eso nuestros corazones tristes necesitan invocar cada día al Espíritu Santo. Él es un verdadero manantial de alegría, que puede convertir en gozo nuestras amarguras más profundas. Pero el motivo de la alegría de Jesús es muy particular. Jesús se alegraba contemplando cómo los más pequeños y sencillos recibían la Buena Noticia y captaban los misterios más profundos del amor de Dios. Y Jesús se goza porque es su Padre amado el que manifiesta a los sencillos esas cosas profundas que permanecen ocultas para los sabios de este mundo. Jesús es quien nos lo revela, porque sólo él conoce íntimamente al Padre y puede revelar sus misterios. Todo el evangelio de Lucas es también un testimonio permanente de esta predilección del Padre y de Jesús por los pequeños, los olvidados, los despreciados de la sociedad, pero que albergan en medio de la sencillez de sus vidas un tesoro divino. Ellos están llenos de una riqueza misteriosa que procede de la acción de la gracia divina en sus corazones abiertos.
Oración: "Señor Jesús, que te alegrabas con los pobres, dame la gracia de contarme entre los simples de corazón, para que pueda recibir tu Palabra con docilidad y con gozo, para que no me resista a tu acción salvadora, aferrándome a las seguridades del mundo".
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Semana 1 de Adviento MIÉRCOLES:
MT 1 5 , 2 9 - 3 7
En este relato se destaca el corazón lleno de compasión de Jesús, que no podía dejar de apiadarse de las miserias humanas. En realidad el relato de la multiplicación de los panes ya había aparecido en Mt 14, pero en esta versión del capítulo 15 se destaca la tenacidad de la gente que permanece tres días con Jesús, convencida de que ha encontrado en él la respuesta que necesitaba. La gente de la época de Jesús es un verdadero símbolo de la búsqueda permanente del ser humano, siempre atento para tratar de reconocer a los verdaderos profetas, a los que traen mensajes de vida, de justicia y de esperanza. Y sobre todo el pueblo sencillo, cuando siente que ha encontrado a un verdadero profeta, abre su corazón lleno de confianza, y lo sigue espontáneamente. Esta docilidad contrasta con la actitud de los poderosos, que envidiaban a Jesús y por eso buscaron por todos los medios alejarlo del pueblo que lo amaba. El detalle de la compasión aparece también en Mt 14, 14, y hace que estos textos, junto con Juan 11, 33-38 sean los que mejor destacan los sentimientos humanos de solidaridad y ternura de Jesús ante el drama del hombre. Pero no hay que ignorar los detalles de los versículos 34-36 (los discípulos ofrecieron siete panes y luego, a través de ellos, se hace la distribución a la gente), porque nos muestran que ordinariamente Jesús responde a las necesidades humanas a través de instrumentos humanos. ¿Nosotros estaremos aceptando y cumpliendo nuestra función de instrumentos para que Dios pueda liberar a los demás de sus males y angustias?
Oración: "Te doy gracias Jesús, por tu corazón compasivo, capaz de comprender nuestro dolor y nuestras necesidades. Ayúdame a descubrir esos sentimientos tuyos en la hora de mi angustia. Pero te ruego también que toques mi corazón con tu gracia y lo hagas compasivo como el tuyo, para que pueda ser instrumento eficaz de tu misericordia". 11
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Semana 1 de Adviento JUEVES:
MT 7 , 2 1 . 2 4 - 2 7
El evangelio de Mateo es el que más insiste en el tipo de vida que debemos llevar para agradar a Dios, en la necesidad cumplir la Ley de Dios. El que se encuentra con el Señor no puede seguir actuando de la misma manera, porque el impacto de ese encuentro termina transformando las opciones concretas, las acciones, las reacciones externas, el estilo de vida del creyente. Aquí se nos invita a edificar la propia vida sobre la roca firme. En realidad es un deseo que habita en la profundidad del ser humano: el deseo de sentirse seguro, fuerte. Porque una de las sensaciones más molestas y dañinas es la de experimentar la fragilidad, la inseguridad. Pero cuando este texto explica cómo hacer para que la propia vida esté bien asentada sobre la roca, firme y segura, nos dice que no basta la devoción, nos recuerda que es insuficiente la oración, que ni siquiera es suficiente dejar las propias preocupaciones en las manos de Dios. Nos dice que es necesario también dejar que Dios transforme el propio estilo de vida, nuestra forma de obrar. Nos enseña que para que nuestra vida esté firme es necesario practicar su Palabra: amar, servir, compartir, ser fiel, intentar vivir como él vivió, Y así nos llama a crecer, de manera que alcancemos esa fortaleza y esa seguridad que deseamos para nuestra existencia. El que está firme es entonces "todo el que escucha la Palabra y la pone en práctica" (v.24). Pero quizás, antes de preguntarnos si la estamos poniendo en práctica, tendríamos que preguntarnos si no nos hemos salteado el primer paso, es decir, si realmente la escuchamos con atención e interés.
Oración: "Dame tu gracia Señor, para que pueda vivir tu Palabra, transforma mis actitudes, mis reacciones, mi forma de vivir, mi manera de actuar. Orienta mi vida por tu camino, para que toda mi existencia esté firme, asentada sobre tu roca".
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Semana 1 de Adviento VIERNES: MT 9 , 2 7 - 3 1
"Que se haga según la fe de ustedes". Eso significa que de alguna manera lo que nosotros llevamos dentro coopera con la obra del Señor. Es interesante advertir este modo cómo Jesús hace sus prodigios y reconocer su gran delicadeza con el ser humano. Jesús no quiere despertar admiración, e incluso pide secreto, porque no quiere ayudar al hombre de tal manera que el hombre sea sólo un admirador completamente pasivo, inútil, un simple espectador miserable e incapaz. Es cierto que sólo con su poder divino es posible el prodigio, pero él requiere que el hombre al menos ofrezca su confianza, una confianza que va creciendo por la acción de la gracia y la docilidad del hombre a su impulso. Jesús nos hace notar con claridad que él valora esas disposiciones humanas cuando pregunta: "¿Creen que puedo hacerlo?", y cuando sostiene que el prodigio se hará "según la medida de esa fe". Esto nos ayuda a explicarnos porqué muchas veces pedimos a Dios cosas que no conseguimos. Por eso quizá deberíamos comenzar siempre nuestra oración pidiendo al Señor que aumente nuestra fe. Esta fe que nos abre a la acción de Jesús no es en primer lugar la aceptación de las verdades de fe, no es ante todo un conocimiento de la doctrina de la Iglesia ni una capacidad intelectual; se trata sobre todo de la confianza en su amor y en su poder. Pero también es verdad que no se trata de una confianza ciega o irracional, como cuando alguien se confía en cualquiera, con tal que lo ayuden de alguna manera. La fe cristiana es más bien la que expresan estas palabras: "Yo sé en quién he puesto mi confianza" (2 Tim 1, 12).
Oración: "Señor, creo en tu poder y en tu amor, pero aumenta mi fe. Mi confianza es débil, porque muchas veces pongo mi apoyo sólo en los poderes naturales y humanos; pero me estás invitando a confiar sobre todo en tu fuerza. Pongo mi vida en tus manos, te presento mis enfermedades físicas y los males de mi corazón, Médico Divino".
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Semana 1 de Adviento
SÁBADO:
MT 9 , 3 5 - 1 0 , 1 . 6-8
"Vengan conmigo". Aquí está la primera invitación que Dios te hace, lo primero que te pide. Te invita a caminar con él, a estar con él. Te invita a salir del encierro de tu pequeño mundo para que no estés más solo, para que a su lado sientas cómo todo se te hace más interesante, más bello, menos duro. Esta invitación al seguimiento estaba muy presente en el antiguo libro del Deuteronomio (5, 33; 8, 6; 10, 12), que había alimentado toda una espiritualidad del seguimiento de Dios expresada en el cumplimiento de la Ley. Aquí el seguimiento no es tanto cumplir una ley; es más bien una relación personal, un "estar con él", pero invitándote a cumplir una misión que él te confía. En este texto Jesús convoca a sus discípulos y los envía a curar dolencias y a expulsar los demonios de la gente. Y en esta expresión se resumen todos los males del pueblo. La expresión "demonios" en aquella época resumía todo tipo de alteraciones que no tenían explicación natural en la medicina poco desarrollada de entonces, y abarcaba histerias, depresiones, epilepsias, iras enfermizas, etcétera. Al llamar "demonios" a esos males, se está indicando que no se envía a los discípulos como médicos, sino en la medida en que esas perturbaciones psicofísicas podían tener alguna raíz en los problemas del corazón: odios, desengaños, etc. Invitando a la conversión, los discípulos se preocupaban por el hombre entero, sabiendo que la apertura sincera a Dios nos abre el camino para resolver mejor las dificultades de nuestra vida en la tierra.
Oración: "Señor, dame tu fuerza y tu luz para poder ayudar a los demás a resolver sus problemas, sus angustias, sus perturbaciones. Dame la palabra justa y la actitud correcta para que mi vida sea fecunda en los hermanos, para que a través de mí pueda actuar mejor tu poder divino". 14
Domingo 2° de Adviento
AÑO A : MT 3, 1 - 1 2
Juan el Bautista se presenta en el desierto, y es la voz que clama en el desierto. Su vestidura de piel de camello y las langostas como alimento, indican que su vida transcurría en la austeridad del desierto, liberado de los atractivos de la ciudad, del consumismo, de la apariencia. En la Biblia el desierto simboliza el encuentro con Dios del corazón humano, que reconoce la vanidad de todo y descubre que sólo en Dios encuentra un sentido para su existencia. Por eso toda la Biblia está marcada por este símbolo del desierto. El pueblo judío viajó por el desierto para alcanzar una nueva vida, los profetas pasaban un período de purificación en el desierto antes de una misión, y algunos textos de profundo lirismo nos hablan de la necesidad de entrar en el desierto para seguir a Dios con un corazón liberado: "De ti recuerdo tu cariño juvenil... cuando me seguías por el desierto" (Jer 2, 2). "La llevaré al desierto y le hablaré al corazón" (Os 2, 16). Por eso mismo Juan el Bautista, que tiene que abrir paso a la llegada del Mesías, también se identifica con el desierto, y la gente acudía al desierto a recibir su sabiduría. No olvidemos que el mismo Jesús pasó cuarenta días en la soledad y la austeridad del desierto antes de salir a predicar. Por eso deberíamos pensar que cada uno de nosotros necesita del desierto, de un tiempo de liberación, de despojo interior, de soledad, para poner la propia vida bajo la luz de Dios y estar disponible sólo para él. Este tiempo de desierto libera el corazón, abre nuevos caminos, despeja la mirada, renueva la existencia. A veces es necesario entrar en el desierto para poder renacer.
Oración: "Señor, dame el deseo de pasar por el desierto, y de encontrar ese desierto en mi vida cotidiana, esos espacios de liberación que purifican mi vida manchada, que dan lugar a tu presencia luminosa, para que tú puedas invadir mi existencia". 15
Domingo 2° de Adviento
AÑO
B: Mc
1 , 1-8
El evangelio de Marcos no se detiene en la infancia del Señor, sino que comienza directamente con el inicio de su vida pública. Pero Marcos no quiere que Jesús aparezca desligado de la historia anterior, como si fuera un ser caído de otros planetas. Por eso presenta en primer lugar la figura de Juan el Bautista, que representa en su persona a todos los profetas del Antiguo Testamento que anunciaron la llegada del Mesías. Juan cumple los antiguos anuncios presentándose como el que "prepara" los caminos del Señor. Podríamos decir que Dios no necesitaba esta preparación para hacer su obra, que con su poder podía hacer lo que quisiera. Pero toda la Biblia nos muestra este modo divino tan respetuoso de los procesos humanos, esta pedagogía paciente y delicada que Dios ha usado siempre con sus criaturas. Y a Juan el Bautista se lo describe con las características típicas de los profetas del Antiguo Testamento: invitaba a la conversión, era un asceta (en oposición al consumismo de la sociedad), y evitaba que los demás se centraran en su propia persona: "Detrás de mí viene otro que es más fuerte que yo, y yo no soy digno de inclinarme a desatar sus cordones". Podríamos preguntarnos si nosotros tenemos también esas características de verdaderos profetas cuando queremos ayudar a otros, cuando intentamos acercar a otros a Dios, cuando hacemos el papel de Juan el Bautista y deseamos ser instrumentos del Señor para prepararle el camino. Porque muchas veces sucede que nuestras palabras dicen una cosa, pero nuestra vida concreta y nuestras actitudes están gritando todo lo contrario.
Oración: "Aquí estoy Señor, me ofrezco para ser tu humilde instrumento. Quisiera preparar tus caminos para que llegues a todos los corazones. Dame tu gracia para ser como Juan el Bautista en medio de mi gente".
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Domingo 2° de Adviento
AÑO C : LC 3 , 1-6
Toda la introducción que hace Lucas nos quiere indicar que estamos verdaderamente ante un hecho histórico; no se trata sólo de un símbolo sino de algo que realmente sucedió en la historia (en líneas generales). Jesús no fue un ser aislado de lo que sucedía en el mundo, sino que por ser verdaderamente hombre a él también le afectaba lo que le sucedía a su pueblo bajo el pesado dominio del imperio romano. Pero este texto comienza presentando la figura de el Bautista en el desierto, y esa misión aparece ante todo como una invitación al arrepentimiento, como un llamado a reconocer que la propia vida necesita un cambio. El cambio que pide Juan no es puramente externo, no es sólo un cambio de costumbres, sino una conversión del corazón que se expresa en el arrepentimiento sincero. Porque es en la intimidad del corazón donde debe prepararse el camino del Señor; sobre todo allí deben rellenarse los barrancos, enderezarse lo torcido y abajar los montes y las colinas. El hombre debe reconocer entonces lo que está vacío, lo que está necesitado, las carencias de su interior (barrancos); pero también lo que está de más, los sentimientos de orgullo, la vanidad y el odio (montañas), y los distintos comportamientos pecaminosos (caminos torcidos). Así quedará abierto el paso para el Mesías, de manera que "todo mortal verá la salvación de Dios". Cada uno de nosotros necesita invocar la gracia de Dios para poder despejar bien el camino a la acción de Dios, sabiendo que ni siquiera nuestra preparación interior es algo que podemos hacer con nuestras propias fuerzas humanas. Es necesario el auxilio del Espíritu Santo. Pero también es cierto lo que enseñaba San Agustín: "El Dios que te creó sin ti no te salvará sin ti".
Oración: "Señor, destruye las montañas de mi orgullo, llena con la luz y la vida de tu gracia todos los vacíos de mi interior y endereza el camino de mis proyectos y de mis acciones para que viva tu voluntad y camine por donde a ti te agrada". 17
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Semana 2 de Adviento LUNES:
LC 5, 1 7 - 2 6
En este texto aparecen los fariseos y los escribas o doctores de la ley, que eran laicos de buena posición, con mucha autoridad en la sociedad judía. Gozaban del poder que tenían sobre el pueblo y les gustaba aparecer como santos y cumplidores de la Ley. No significa que todos hayan sido así en aquella época; el evangelio se refiere a algunos de ellos que más permanentemente se dedicaban a recorrer los lugares públicos indicando lo que no se debía hacer, humillando a los que cometían algún error y presentándose como los especialistas en la ley de Dios. Sólo ellos podían decir lo que está bien y lo que está mal. Pero Jesús era particularmente odioso para los fariseos porque comenzaba a tener autoridad moral y prestigio en el pueblo, y podía desplazarlos del centro de la atención pública. Entonces buscaban descubrirlo en algún incumplimiento de la Ley para humillarlo públicamente. Le reprochaban, por ejemplo, que hiciera curaciones el día de descanso. Pero en este evangelio se los ve especialmente horrorizados, porque Jesús aparece perdonando pecados, y eso era exclusivo de Yavé. De hecho, San Mateo dice que la multitud estaba asombrada "de que Dios hubiera dado semejante poder a un ser humano" (Mt 9, 7). Porque realmente es así; Dios ha querido dar el perdón a cada ser humano a través de otro ser humano, y por eso mismo Jesús dijo a sus apóstoles: "A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedan perdonados" (Jn 20, 22). Sin embargo, como en aquella época se daba mucha importancia a los milagros, Jesús tapa la boca a los fariseos realizando la curación del paralítico. Ante la admiración de la gente, los fariseos prefieren callar, pero seguirán intentando eliminar a Jesús. Sería bueno preguntarnos si a veces la envidia no nos lleva a actuar de una manera semejante, tratando de quitar a otros su buena fama, su prestigio, su lugar en el corazón de los demás.
Oración: "Señor, concédeme un corazón humilde y compasivo, y líbrame del deseo de condenar a otros o de indicar permanentemente los errores ajenos. Dame un corazón sencillo que sepa dialogar y esté abierto a descubrirte en los demás, para que nunca busque eliminar a los que puedan dañar mis propios planes". 18
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Semana 2 de Adviento MARTES:
MT 1 8 , 1 2 - 1 4
Esta parábola de la oveja perdida aparece aquí y en el evangelio de Lucas. En Lucas se la encuentra entre las parábolas de la misericordia, y nos habla en primer lugar de la misericordia del Padre Dios que se refleja en la actitud de Jesús ante los pecadores. En el evangelio de Mateo, en cambio, está ubicada dentro del discurso comunitario, e invita a los cristianos a estar particularmente atentos ante el hermano descarriado. Por eso inmediatamente después de esta parábola se habla de la corrección fraterna. Porque corregir con amor al hermano que se desvía del buen camino es una forma de buscar la oveja perdida. Se destaca en esta parábola el aspecto personal del amor, que no se deposita genéricamente en la humanidad, sino en cada individuo, particularmente en el descarriado, en el que más necesita redención. Esa misma dedicación personal es la que se espera de los discípulos ante los hermanos que se alejan del buen camino; y también se espera de ellos un corazón capaz de alegrarse sinceramente por el hermano que retorna al rebaño del Señor. Este mensaje apunta contra la cómoda indiferencia de algunos cristianos, que miran impasibles cómo otros se hunden en la miseria. Pero también quiere hacernos ver que no bastan los lamentos y los buenos deseos. Se trata de abandonar la propia comodidad y de ponerse en camino hasta llegar a la oveja perdida para rescatarla.
Oración: "Dame tu gracia Señor, para no despreciar al hermano que se desvía del camino; ayúdame a dedicarle mi tiempo, mi delicadeza, mi ayuda fraterna para que vuelva al buen camino; y lléname del gozo celestial de ver al hermano en tus brazos".
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Semana 2 de Adviento MIÉRCOLES: MT 1 1 , 2 8 - 3 0
Jesús invita con ternura y compasión: "Vengan a mí". Pero su invitación se dirige sobre todo a los cansados y agobiados, a los que ya no saben qué hacer con el peso de sus vidas, a los que no pueden encontrarle el sabor a la existencia porque tienen demasiadas preocupaciones. Y Jesús, desde la infinita misericordia de su corazón ofrece descanso, ofrece alivio al agobiado. Él puede dar verdadero abrigo, calor, reposo, alivio y esperanza en medio de las duras pruebas de la vida. Pero para eso nos indica dos caminos: uno es el de tomar con él el peso, compartirlo con él, descubriendo su presencia de amor en medio de nuestros cansancios. Se trata de darle sentido a las preocupaciones y dolores de la vida uniéndonos místicamente a Jesús. El segundo camino es el de contemplarlo a él cargando su propia cruz sin lamentos ni quejas, ofreciendo su propia vida hasta el fin. Contemplándolo a él, que carga pacientemente su cruz sin odios ni rebeldías, podemos unirnos más íntimamente a él en el dolor, experimentando cómo místicamente nuestras propias llagas se unen a las suyas en la cruz. Es lo que experimentaba San Pablo al decir "estoy crucificado con Cristo, ya no soy yo el que vive" (Gál 2, 19-20), o al decir "llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús" (Gál 6, 17). Cuando Jesús dice que su carga es llevadera y liviana nos está haciendo ver que Dios no nos pide nada imposible. Pero si nos parece imposible, como decía San Agustín, entonces pidamos a Dios su gracia para que sea posible.
Oración: "Jesús, dame la gracia de unirme a ti en el dolor y en el cansancio; concédeme que pueda encontrar alivio en tu presencia, sintiendo cómo mis angustias se unen a tu pasión. Porque aunque estás resucitado, me concedes unirme a tu entrega suprema en la cruz".
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Semana 2 de Adviento JUEVES:
MT 1 1 , 1 1 - 1 5
Aparece el Bautista como el que resume todo el Antiguo Testamento y lo orienta a Cristo. Porque "hasta Juan todos los profetas y la ley eran un anuncio" (v.13), estaban diciendo que había que esperar un Salvador. Juan el Bautista está prestando la voz a todo el Antiguo Testamento para señalar a Jesús y decir: "¡Aquí está, éste es el esperado! ¡En él se cumplen las expectativas más profundas de tantos siglos y siglos de espera; por eso ahora ya no hay que esperar, sólo hay que aceptarlo!". Desde Juan el Bautista ya no se trata de una esperanza remota o de un anuncio lejano. Juan está anunciando un Reino que ya se hace presente con toda su fuerza, con toda su "violencia" (vv. 12-13), porque el Mesías ya está aquí. Este Reino está hecho para los valientes, los "violentos" (Lc 16, 16), no para los cobardes como el joven rico (Mt 19, 22), las autoridades miedosas (Jn 12, 42), o los fariseos instalados. Sin embargo, hay que reconocer que el Mesías que ya llegó, todavía no ha podido renovar plenamente este mundo en la justicia y la paz. Por eso seguimos esperando una nueva venida donde todo será llevado a su plenitud. Por eso, aunque él ya vino, podemos seguir diciendo: "¡Ven Señor!". Nuestra propia historia también podría mostrarnos cómo el Espíritu Santo nos fue preparando para el encuentro con Cristo, para reconocer que sólo en él está nuestra salvación. Pero además, una vez que lo encontramos descubrimos mejor el sentido de todo lo que vivimos antes. Sólo en el cielo tendremos una visión clara y una comprensión acabada del sentido de todo lo que nos ha sucedido, sólo en la gloria veremos el bien que Dios ha ido sacando también de nuestros males. Pero a la luz de nuestro encuentro con Cristo podemos vislumbrar algo de eso ya desde ahora. Por eso es bueno a veces detenerse serenamente a mirar para atrás y reconocer bajo la nueva luz de nuestro encuentro con Cristo el sentido de todo lo que nos ha sucedido en la vida, así como Juan el Bautista mostraba que el sentido del Antiguo Testamento y sus promesas se aclaraba mejor con la llegada de Jesús.
Oración: "Señor, dame un corazón abierto para descubrir cada día a Cristo que viene a mi vida, para reconocer que todo lo que he vivido es como una preparación para encontrarme con él que cada día viene a mi encuentro de una manera nueva". 21
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Semana 2 de Adviento
VIERNES:
MT 1 1 , 1 6 - 1 9
Aquí tenemos otro texto que nos muestra una característica importante de la vida terrena de Jesús. Él no era un asceta sacrificado, un modelo lejano de perfección, un profeta absorto en la presencia divina, como Juan el Bautista. Jesús era criticado más bien por ser un comilón y un borracho, y amigo de la gente despreciable. La figura de Jesús que nos muestra este texto es la de un Dios que no sólo se hace hombre, sino que se mete completamente en el mundo, que no tiene miedo de juntarse con cualquiera, que camina por los callejones de los pecadores, que trata con las prostitutas ante la mirada acusadora de los moralistas, que sale a comer y a beber con los rechazados por la sociedad. Es fascinante descubrir que el Hijo de Dios, que estaba por encima de todo, decidiera con amor hacerse uno más de nosotros, uno del montón, un hijo de nuestra tierra mezclado con cualquiera de nosotros. Para él todos somos importantes, no hay ninguno excluido de su visita; para él todos son dignos de que él se acerque a su casa y comparta su intimidad. Verdaderamente Jesús compartió y comparte nuestra vida pequeña en todo, menos en el pecado. No era una suerte de puritano que quería aparecer en la sociedad como modelo de pura sobriedad, de áspera renuncia y de perfección, sino un enamorado del ser humano, que quería vivir hasta el fondo la existencia del hombre y acercarse como nadie al hermano caído. Por eso no tiene sentido escapar de él cuando nos hemos sumergido en la miseria, precisamente cuando él más nos está buscando.
Oración: "Que admirable y qué maravilloso es ver que te acusaban de mezclarte con los despreciables. Qué golpe para nuestra preocupación enfermiza por la imagen y por el qué dirán. Dame Jesús, ese comprometido amor al pobre y al pecador que te llevaba a compartir sus vidas hasta el fondo para poder darles amor y acercarlos a la luz". 22
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Semana 2 de Adviento
SÁBADO:
MT 1 7 , 1 0 - 1 3
Juan el Bautista aparece como el nuevo profeta Elias, el gran profeta que invitaba a la conversión. Porque estaba anunciado que aquel gran profeta regresaría (Mal 3, 23; Eclo 48, 10); pero Jesús indica que era Juan el Bautista el que hacía las veces de Elias para preparar su camino. Jesús hace ver que así como las autoridades terminaron eliminando a Juan el Bautista por las exigencias que planteaba en su predicación, del mismo modo él iba a ser rechazado por las autoridades, que se negaban a todo cambio. El texto indica las resistencias que hay en el mundo frente a toda palabra profética que invita a modificar las cosas establecidas y a cambiar el estilo de vida; nos muestra cómo el hombre normalmente prefiere dejar las cosas como están y evita lanzarse a lo que todavía no sabe controlar. Por eso este texto nos invita también a que nos preguntemos permanentemente si nuestro deseo de tener todo bajo control no nos está cerrando el corazón a los nuevos caminos de Dios. Los maestros de la vida espiritual enseñan precisamente que una de las claves para crecer en el camino del Espíritu es ir abandonando la necesidad de tenerlo todo previsto, todo bajo control, para dejarnos conducir más dócilmente por el Espíritu Santo; hasta que estemos dispuestos a cualquier novedad y sea ante todo él quien lleve las riendas de nuestra vida. Al mismo tiempo, confiando más en los planes de Dios, el creyente renuncia a tener bajo su control la vida de los demás y permite que sea Dios el Señor de sus vidas.
Oración: "Señor, tu Palabra y tu ejemplo me invitan a una novedad permanente, a un cambio en mi forma de pensar y de vivir. Dame la gracia de no aferrarme a mis hábitos y a mi vida acomodada y concédeme escuchar el llamado a la conversión que me llega a través de los demás".
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Domingo 3° de Adviento AÑO A : MT 1 1 , 2 - 1 1
Juan el Bautista está en la cárcel y se entera de los prodigios que Jesús hacía. Y esa imagen de Jesús curando enfermos no parece responder a la que Juan se había hecho del Mesías. Si leemos Mt 3, 10-12 podemos constatar que Juan esperaba un Mesías vengador, que apareciera triunfante y dominador. En realidad, Juan tenía en su mente la figura del Mesías en su llegada al fin de los tiempos, un Mesías glorioso como el que presenta el Apocalipsis. Pero el Mesías de la primera venida se hizo presente más bien en la humildad, limitado y pobre, y finalmente cayó en manos de los pecadores y murió crucificado. En todo caso, él manifiestaba su poder haciendo el bien a los pobres, llevándoles la buena noticia de que eran amados por Dios. Ese Mesías desconcierta a Juan, y por eso manda a preguntar si él es realmente el Mesías o si hay que esperar a otro. El signo que Jesús da a Juan es precisamente lo que Juan había escuchado: el Mesías anda por las calles haciendo el bien a la gente, especialmente a los pobres. Jesús acude aquí al anuncio de Is 29, 18-19 que presentaba la llegada del que haría oír a los sordos, traería la vista a los ciegos y la alegría a los más pobres. Finalmente Jesús hace un elogio de Juan el Bautista, de los valores de ascesis y pobreza que eran muy apreciados y admirados por la gente; además Jesús muestra que Juan supera a todos los profetas porque su misión es la preparación inmediata para la llegada del Mesías. Sin embargo, Jesús también quiere relativizar el valor de Juan. Porque Juan no trae a la humanidad el Reino de los Cielos, él no es el Salvador, sino que necesita del Mesías para poder entrar en el Reino de los Cielos, y por eso dice Jesús que el menor en el Reino de los Cielos es superior a él.
Oración: "Señor mío, dame la gracia de reconocerte cada día como el Mesías que pasó su vida terrena haciendo el bien y sigue haciendo el bien a los pobres. Me reconozco necesitado ante ti Señor, porque tú eres el Salvador".
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Domingo 3° de Adviento AÑO B: JN 1 , 6 - 8 . 1 9 - 2 8
Una vez más nos encontramos con Juan el Bautista, que se nos presenta como testigo de la luz. Él era como el centinela que espera la salida del sol para anunciarlo a los demás (Jer 3 1 , 6 ) . Pero así se nos indica quién es el importante, quién es la luz, quién es la verdadera esperanza del hombre. Por más que tengamos que acudir muchas veces a instrumentos humanos que Dios utiliza para ayudarnos, el sentido de nuestra vida no se encuentra en ellos, sino en el trato personal con Cristo. Alcanzamos el sentido de nuestra existencia cuando aceptamos que de él viene nuestra salvación, que él es el camino, que él es vida para nosotros. Y ya que él es el único salvador, ninguna otra criatura es digna ni siquiera de reclinarse ante él, por más noble, santa y ejemplar que sea su vida. Por eso es conveniente revisar cada tanto nuestra vida y nuestro corazón, para ver si no estamos endiosando personas o cosas, si no estamos colocando en el lugar de Dios a una criatura limitada, que no puede ser el sentido de nuestra vida ni nuestra salvación. Sólo en Dios podemos apoyar nuestra existencia. Y afirmándonos en él se hace posible vivir con gozo y paz el amor a los demás, porque podemos amarlos con libertad, sin querer poseerlos, sin necesidad de perseguirlos constantemente o de aferramos enfermizamente a ellos. Juan era un hombre santo y atractivo, pero era sólo el lucero que anuncia el nacimiento del día, la llegada del sol; y frente al sol desaparece. El mismo, precisamente porque era santo, tenía el deseo de desaparecer para que pudiera brillar Jesús. Él se alegraba de saber que su pequeña luz desaparecía ante la llegada del verdadero sol (Jn 3, 29-30).
Oración: "Concédeme aceptarte como luz de mi vida, Señor Jesús, y reconocer que sólo en ti está mi salvación. Por eso quiero proclamar que tú eres el Señor de mi vida; y aunque no soy digno de tu presencia, te ruego que tomes posesión de todo mi ser con tu luz desbordante".
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Domingo 3° de Adviento AÑO C : LC 3 , 1 0 - 1 8
La gente que se acercaba a Juan el Bautista preguntaba qué debía hacer, porque ellos sentían que debían ofrecer algo a Dios en el camino de purificación que proponía Juan en su predicación. Y Juan podría haberles respondido que cumplieran la Ley de Dios, que respetaran los mandamientos, que hicieran ayunos y sacrificios. Pero la respuesta de Juan más bien resumía las exigencias de Dios en los deberes para con el prójimo: en la misericordia y la justicia. Al pueblo en general le hace una invitación a compartir los bienes con el pobre. Pero a los que tienen alguna autoridad en la sociedad les pide además honestidad y justicia en el desempeño de sus funciones públicas. El testimonio de vida y la enseñanza simple de Juan cautivaban a la gente, y el pueblo estaba esperando que Juan manifestara que él mismo era el Mesías. Por eso Juan aclara que el Mesías es mucho más poderoso que él, que su bautismo es sólo una preparación, pero el Bautismo que traerá el Mesías será una verdadera purificación, porque derramará el Espíritu Santo como fuego. El Mesías cumplirá aquel anuncio del profeta Ezequiel: "Los purificaré de toda inmundicia y de toda basura, y les daré un corazón nuevo... Infundiré mi Espíritu en ustedes y haré que caminen según mis preceptos" (Ez. 36, 25-27). Esto significa que la manifestación del poder del Mesías se realizará sobre todo en los corazones. Y esa obra interior del Mesías hará que los hombres puedan cumplir de verdad los sabios consejos del Bautista. Porque una predicación atractiva no es suficiente; es necesaria la acción secreta de la gracia de Dios en el interior del hombre.
Oración: "Derrama tu Espíritu en mi interior Jesús, derrámalo como fuego purificador que me limpie de toda inmundicia y de todos mis falsos ídolos. Derrámalo para que me dé un corazón generoso, capaz de compartir con el pobre y de vivir en la justicia".
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Semana 3 de Adviento LUNES: MT 2 1 , 2 3 - 2 7
Aquí aparece Jesús enseñando en el templo. Y todo profeta que comenzaba a enseñar en el templo sabía que eso podía traerle problemas, ya que el templo era un espacio donde dominaban los sacerdotes, y ellos controlaban a todo el que entrara a predicar allí. Por eso, a partir de ese momento comienza una especie de interrogatorio oficial para que Jesús demostrara que era un auténtico profeta, enviado por Dios. Pero como Jesús sabía que en realidad no lo toleraban porque su fama era grande en el pueblo, y que nada que les dijera podría convencerlos, entonces daba respuestas que desorientaban y le permitían, al menos por un tiempo, seguir enseñando. Se manifiesta así uno de los aspectos de la misión de Jesús: el de maestro, profeta y catequista. Y por eso es bueno que nos preguntemos cómo nos colocamos nosotros frente al Jesús que enseña, con qué actitud lo escuchamos, con qué deseos buscamos su enseñanza, con qué sinceridad tratamos de cumplir su Palabra. Para dejarnos enseñar por él en primer lugar tenemos que reconocer que no tenemos toda la verdad, que todavía tenemos algo que aprender, que el camino que ya hemos hecho en la vida cristiana todavía no es suficiente. Él, que es el Maestro, no tolera discípulos que ya no quieran hacer un camino, o que sienten que ya lo saben todo. Nadie que quiera seguir a Jesús puede creer que solamente tiene que enseñar a los demás, que ya no necesita recibir, porque ante él todos somos discípulos.
Oración: "Dame la gracia de reconocerte como Maestro, Señor, para que mi vida se transforme con tu Palabra. Moviliza mi corazón y todo mi ser con tu enseñanza, y no permitas que mis preguntas sean excusas para hacerte desaparecer de mi vida".
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Semana 3 de Adviento
MARTES: MT 2 1 , 2 8 - 3 2
En este texto Jesús muestra de una manera breve y directa las dos actitudes que puede haber ante la voluntad de Dios: la del que hace alarde de su entrega, de su perfección y de su generosidad, pero que cuando llega el momento no sabe reconocer ni cumplir lo que Dios concretamente le pide; y la del que reconoce su incapacidad, su fragilidad y su imperfección, pero que finalmente abre su corazón y se entrega. Dios siempre prefiere al que dice no, pero después va, antes que al que dice sí, pero luego no va. Pero Jesús muestra también cómo se concretizaban en su época esas dos actitudes, y se detiene a ejemplificarlo precisamente con los pecadores y prostitutas; porque ellos con sólo escuchar el anuncio de Juan el Bautista se habían convertido, mientras las personas consagradas a Dios que veían y escuchaban nada menos que al Mesías, eran incapaces de abrir el corazón; se creían profundamente religiosos y servían a Dios, pero al Dios que se adaptaba a sus ideas y tradiciones, un Dios creado por ellos a la medida de sus propias estructuras y costumbres. Muchas veces nos detenemos más a contemplar las estructuras y tradiciones que la acción de Dios en la vida de las personas. Por eso a veces nos conviene tratar de descubrir sinceramente cuáles son las cosas que nos apasionan para ver si nuestras opciones son las de Dios. A Jesús le apasiona sobre todo el corazón humano, mucho más que todo lo que pueda rodear al hombre, mucho más que las apariencias mundanas y religiosas.
Oración: "Ayúdame Señor, para que valore lo maravilloso que es conocerte, escuchar tu Palabra, recibirte en la Eucaristía, de manera que no me sienta tan perfecto en mi respuesta, que experimente mi pequeñez ante un don tan grande. Dame tu gracia, para que no te responda con promesas, sino que tu mismo poder oriente mi vida a una respuesta generosa y a una conversión real". 28
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Semana 3 de Adviento
MIÉRCOLES: LC 7, 1 9 - 2 3
"¿Eres tú el que tenía que venir?" Jesús se nos presenta aquí como el que tenía que venir, el esperado, el que necesitábamos. Él mismo quiso preparar a su pueblo para que su llegada fuera la, respuesta a una larga espera. Porque Dios no quiere responderle al hombre preguntas que el hombre no se hace, y por eso trata primero de entrar en la vida del hombre despertando en su corazón las preguntas más profundas, para poder así llegar a lo hondo de su corazón con la respuesta. Eso nos explica por qué existió el largo Antiguo Testamento, tiempo de preparación para el pueblo que iba a recibir a Jesús, el Mesías. Pero también en el corazón de los seres humanos de nuestra época hay una esperanza oculta, un sueño, una necesidad a la que sólo Jesús puede dar una respuesta. El futuro es una dimensión de nuestra vida a la que no podemos renunciar, y en todo ser humano hay una secreta esperanza de un futuro mejor y un cierto temor a lo que pueda pasar. Y también hoy el Mesías, Jesús, es nuestra mayor esperanza. Pero si bien en aquella época se esperaba que el Mesías se manifestara con prodigios y curaciones, Jesús indica que esos no son más que signos de otra misión más importante: "llevar a los pobres la buena noticia". Su misión es ante todo acercar el anuncio de la salvación a los que se sienten necesitados del Dios que puede salvarlos.
Oración: "Señor, dame un corazón pobre, para que pueda reconocer mi necesidad de ti, para aceptar que con mis fuerzas no puedo salvarme a mí mismo, que necesito depender de tu presencia, de tu fuerza, de tu amistad, como un pobre mendigo de ti".
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Semana 3 de Adviento JUEVES: LC 7, 2 4 - 3 0
Otra vez aparece la figura fuerte de Juan el Bautista. Llama mucho la atención el espacio importante que él ocupa en los evangelios. Y sabemos que en aquella época era un personaje admirado y respetado. Jesús destaca su austeridad, su sencillez y la grandeza de su misión. Juan no es una caña débil, agitada por el viento de un lugar para el otro (v. 24), sino un hombre grande y firme, un mensajero fiel; no es un amante de la opulencia, preocupado por los bienes, porque su vida está enteramente consagrada a su misión de mensajero (v. 25), ya que está dispuesto a desaparecer para que brille Jesús (Jn 3, 30). Y Juan era más que cualquier profeta del Antiguo Testamento, porque no anunciaba de lejos la llegada del Mesías, sino que debía presentarlo al mundo como el mensajero que pasa antes de su señor para indicar que ya está llegando. Sin embargo, justamente porque Juan era muy admirado, podía pensarse que él mismo era el Mesías esperado. De hecho, en el siglo primero surgió un grupo de seguidores de Juan el Bautista que lo consideraban más perfecto que Jesús. Por eso es importante que en este texto aparezca Jesús aclarando que en el Reino que él trae, el más pequeño es superior a Juan el Bautista. Sólo Jesús, con el Reino que él trae, nos permite pasar a otro nivel, al Reino prometido. Juan el Bautista es sólo el que indica una nueva dimensión a la que debemos pasar, un mundo de vida nueva donde él también desea entrar para alcanzar la vida verdadera. Y también hoy ningún instrumento, por más importante que sea, tiene el poder que sólo Cristo tiene: el poder de darnos la salvación.
Oración: "Mi Señor, concédeme valentía y entrega para saber indicar a los demás que tú estás presente, que tú traes otra vida, que tú nos ofreces un Reino que lo supera todo. Y dame la gracia de ser un simple mensajero, que renuncie a ocupar el centro para que seas tú el que se destaque, el que reine glorioso en este mundo". 30
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Semana 3 de Adviento VIERNES: JN 5, 3 3 - 3 6
En este texto Jesús hace notar que él no se apoya en testimonios que puedan dar de él los seres humanos; su única seguridad, su carta de pre sentación, está en el Padre que lo envía, de manera que el testimonio más perfecto que él tiene para mostrar la autenticidad de su misión serán sim plemente las obras que él haga con el mandato y el poder que viene del Padre amado. Al ver cumplida la misión de Jesús, esa misión que ha recibido del Padre, los hombres deberían reconocer con fe que él es realmente el Hijo de Dios; porque todas sus palabras, todas sus obras, y el conjunto de su preciosa vida en la tierra fueron una maravillosa manifestación de gloria y de hermosura, una belleza que sólo puede entenderse si lo que él decía de sí mismo era verdadero. En Jesús, más que en nadie, la verdad se ofrece respetuosa y delicada mente, tratando de convencernos por su propia belleza, como quien sirve un buen banquete donde nadie está obligado a participar, pero donde todos experimentan el deseo de acercarse a una mesa tan bien preparada. Por que, como suele decir Umberto Eco, aunque toda la historia de Jesús fuera falsa, un personaje de otros planetas quedaría extasiado ante los hombres de esta tierra por el solo hecho de haber creído en esa verdad tan maravi llosa, por el solo hecho de haber pensado que algo tan precioso, una entre ga tan grande de Dios hecho hombre, fuera realmente posible. A veces es necesario que nos detengamos simplemente a contemplar a Jesús, a mirar su vida, su entrega, su misión; porque mirándolo con los ojos bien abiertos nos nace el deseo de estar con él, de tener su amistad; y nuestra fe se fortalece, se agranda, se plenifica.
Oración: "Jesús, tú no dependías de la mirada ni de la aprobación de na die, no necesitabas buscar testigos que hablaran bien de tu perso na, sino que tenías tu segu ridad puesta en la mirada del Padre, y hacías siempre lo que a él le agrada. Contemplando tu vida, viendo tu forma de actuar, con siderando tu obra que culmina en la cruz, quiero confesar que tú eres el Hijo de Dios y mi salvador". 31
Ferias de Adviento DÍA 1 7 / 1 2 : MT 1 , 1 - 1 7
Algunas personas creen que es inútil leer estas genealogías, que no son más que listas de nombres. Quizá nosotros mismos alguna vez hemos tenido esa impresión negativa, cuando nos hemos angustiado escuchando esa monótona lista de generaciones y generaciones. En este caso, se trata de la lista de los antepasados de Jesús. Pero en realidad es la culminación de las genealogías que aparecen en el antiguo libro del Génesis, donde se nos narra la creación de todo el universo y del ser humano. ¿Qué puede enseñarnos esta genealogía? Nos muestra que Jesús no es alguien aislado de toda la historia anterior, sino que en él se cumplen las promesas de Dios, y que en Jesús logra su fruto más perfecto la bendición de Dios a la humanidad. En esta genealogía de Mateo, Jesús es el que viene a cumplir las promesas de Dios a su pueblo amado, a pesar de los pecados que hubo en la historia de ese pueblo (la prostitución de Tamar en v. 3 y el pecado de David en el v. 6); mientras que en la genealogía de Lucas, que se remonta a Adán, Jesús es el resultado más bello de la fecunda bendición que Dios dio al hombre cuando lo creó. Aquella bendición originaria de Dios, en los comienzos de la humanidad, alcanza su máxima expresión en Jesús, que es el fruto más precioso que Dios quiso producir cuando bendijo a la humanidad al principio de los tiempos. También con nuestra historia, llena de pecados e infidelidades, Dios puede terminar haciendo algo bello, si somos capaces de dejarlo entrar en nuestra vida con su luz y su poder.
Oración: "Señor, quisiera presentarte mi propia historia, la de mi familia, la de mi pueblo sufrido, y también los pecados que han manchado esa historia; para que te hagas presente, reines en esa historia y saques de allí frutos preciosos". 32
Ferias de Adviento DÍA 1 8 / 1 2 : MT 1 , 1 8 - 2 4
Este texto destaca la figura de José, su nobleza y su generosidad, ya que él, sin saber todavía cuáles eran los planes de Dios, al enterarse del embarazo de María, decide abandonarla en secreto. Este gesto de José significaba que, ante los ojos de la sociedad, él aparecería como un hombre deshonesto, que abandonaba a una mujer embarazada; pero así salvaría la vida y la imagen de María. Porque en aquella época, cuando un hombre no reconocía a un hijo y repudiaba a una mujer declarándose engañado, ella lo pagaba con la muerte, debía morir apedreada. José estaba desposado con María; y si bien los desposorios no eran todavía el matrimonio, eran ya un compromiso firme de pertenecerse uno a otro; por eso se le dice a José: "María, tu mujer" (v. 20). Sin embargo, el objetivo fundamental de este texto no es destacar la figura de José, sino más bien mostrar claramente que la maternidad de María era obra del Espíritu Santo y no de José. De hecho, se cita el texto de Isaías 7, 14 según la versión griega, donde aparecía la palabra "virgen". Esta concepción virginal era un signo de que Jesús era mucho más que un profeta, y mucho más que cualquier otro personaje, porque ninguno de los grandes profetas ha nacido de esa manera. Por eso mismo el texto explica también el sentido del nombre de Jesús ("Dios salva"), que expresa la misión de Salvador que él venía a cumplir, y nos indica cómo toda su existencia estaba marcada por esa misión.
Oración: "Señor, frente a esta imagen de María protegida por un hombre generoso y bueno, quiero pensar en todas las mujeres maltratadas, víctimas de la violencia, la injusticia, la maldad; y te ruego que derrames en los hogares un espíritu de respeto, de paz y de bondad".
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Ferias de Adviento
19/12: Lc 1, 5-25 Aquí nos encontramos con el anuncio del nacimiento de Juan el Bautista, y con este texto el evangelio de Lucas comienza a presentarnos la figura del precursor. En realidad este texto es parte de un gran paralelismo entre Juan y Jesús presente en todo el evangelio, donde Juan aparece como resumiendo todo el Antiguo Testamento para dar lugar al Mesías esperado, que es la verdadera luz y la salvación. Vemos así que la misión de Juan el Bautista, como la misión que cualquiera de nosotros pueda recibir, sólo se entiende desde la misión de Jesús. Él es el importante, él es el que ilumina el sentido de nuestro paso por esta tierra. Pero por otra parte, Juan el Bautista tiene un peso especial en los evangelios, porque su figura era cautivante para el pueblo; por eso mismo, su testimonio a favor de Jesús tenía un valor particular. También hoy, si nuestra vida brinda un testimonio real de entrega y de fidelidad, lo que digamos sobre Jesús será más fácilmente aceptado y amado por los demás. Decía Pablo VI que nuestro mundo necesita más testigos que maestros, que escucha más a los que dan testimonio que a los que enseñan. Por eso, si nuestra propia vida es un reflejo de la vida de Jesús, todo lo que digamos estará bellamente confirmado por nuestra existencia concreta. Así allanaremos el camino para que los demás puedan encontrarse con Jesús y hallar en él alegría y salvación.
Oración: "Señor, ayúdame a ver mi vida a la luz de la tuya, ayúdame a reconocer que mi misión en esta tierra tiene sentido si todo lo que hago se convierte en un testimonio de tu presencia".
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Ferias de Adviento
20/12: Lc 1, 26-38 Hoy leemos este texto para entrar en lo profundo del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, para que nos detengamos serenamente a contemplar ese momento sobrecogedor, y agradezcamos también el sí de María del cual dependió la venida del Redentor. Este es uno de los textos donde no interesa tanto comprender los detalles, ni preguntarnos si nos exige alguna respuesta, sino más bien detenernos sencillamente a contemplar la hermosura del misterio que se nos presenta para gozar en la adoración serena y silenciosa: se trata del instante en que el Hijo infinito de Dios tomó carne humana, se hizo hombre en el seno de María; lo divino se unió con lo humano de una manera insólita e inesperada. En esa contemplación desinteresada y sin prisas, toda nuestra vida se va sumergiendo en las profundidades de Jesús y toda nuestra existencia se va bañando de su luz. Es cierto que cuando nos entusiasmamos con alguna tarea, o cuando tenemos que correr alocadamente para poder cumplir con nuestras obligaciones, es difícil detenerse a contemplar la belleza de lo que creemos. Pero quizá no sean necesarios largos momentos, sino desarrollar la capacidad de levantar la mirada del corazón en medio de la actividad, o de hacer pequeñas pausas que nos ayuden a recordar que en medio de las cosas urgentes no hay que olvidar las cosas importantes. Nuestro corazón necesita de esa contemplación, tiene sed de adoración silenciosa; por eso, cuando faltan estos momentos, es muy posible que tarde o temprano se deje sentir esa angustia interior que nos reclama algo más.
Oración: "Intercede por nosotros María, para que nuestro corazón se admire ante el misterio del Hijo de Dios hecho hombre en tu seno santo, y se prepare para decir "sí" a los planes de Dios".
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Ferias de Adviento
21/12: Lc 1, 39-45 En la visita de María a Isabel la actitud de Isabel pasa a ser el modelo de la actitud de todo cristiano ante Jesús y ante su madre, ya que Isabel, llena del Espíritu Santo, se presenta como indigna de recibir esa visita: "¿Quién soy yo?". Pero es de destacar que Isabel se siente indigna también de la presencia de María, "la madre de mi Señor", y así nos invita a una actitud de profunda veneración, de gran admiración ante María. En este saludo encontramos también las palabras del Avemaria que brotaron de los labios de Isabel movida por el Espíritu Santo: "Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre". Es hermoso contemplar este encuentro entre María e Isabel, un encuentro lleno de vida y de amor. María, que llega presurosa a servir a su prima y no se queda encerrada en la contemplación de sus privilegios; Isabel, que agradece sinceramente la visita y expresa su admiración; la vida que se va gestando en el seno fecundo de las dos. Y es el Espíritu Santo el que ilumina el encuentro. También aparece en este texto un tema típico del evangelio de Lucas, la alegría desbordante que trae el Mesías; en este caso, es Juan el Bautista el que salta de alegría ante la presencia de Jesús y así nos invita a dejar por ún momento nuestras tristezas para compartir el gozo de la presencia de Jesús en nuestras vidas.
Oración: "Te doy gracias Jesús, porque contigo también está tu madre presente en mi vida. Dame la gracia de vivir con alegría esa presencia materna y de venerarla con ternura y humildad, con respeto y gratitud".
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Ferias de Adviento
22/12: Lc 1, 46-56 Este evangelio nos ofrece el sublime canto de María, que expresa su admiración y gratitud por la obra de Dios en su vida. Adora a Dios, pero reconoce también la presencia y la obra de Dios en su propia existencia de pequeña servidora. Todo su ser parece elevarse en este canto para manifestar su gratitud al Señor. Es un himno lleno de citas del Antiguo Testamento donde María aparece representando al pueblo piadoso que fue fiel a Dios y que confía en él, más que en sus propias fuerzas o en glorias humanas. Aquí se nos invita a liberar nuestro corazón en la oración de alabanza. Porque no sólo nos acercamos a Dios para satisfacer nuestras necesidades, ni para rendirle cuentas sobre nuestra vida, sino también, y sobre todo, para adorarlo con todo nuestro amor, para reconocer su belleza, su santidad, su gloria. Se trata de salir un poco de nosotros mismos y de nuestro mundo cerrado, para dejarnos admirar por la grandeza de Dios. Y eso mitiga maravillosamente nuestras angustias, nuestros miedos, nuestras insatisfacciones, porque nos recuerda que él es grande, que él es el importante. Una característica destacada de María en este texto es la felicidad, el gozo, el júbilo. A ella se aplica la figura de la hija de Jerusalén que desborda de gozo y grita de alegría en Sofonías 3, 14.17: "Lanza gritos de gozo, hija de Jerusalén... Alégrate y exulta de todo corazón... Yavé, tu Dios, está en medio de ti como un poderoso salvador". De hecho María dice: "Mi espíritu se estremece de alegría" (v. 47), y afirma: "todas las generaciones me llamarán feliz" (v. 48). Y si tenemos en cuenta que la felicidad en el evangelio de Lucas es también signo de santidad, de posesión del Reino (ver las bienaventuranzas de Lc 6, 20ss.), María se nos presenta aquí como el gran modelo de los hijos del Reino, llamados a conocer ese gozo que sólo Dios puede regalar al triste corazón humano.
Oración: "Ayúdanos María para que vivamos el gozo del Reino de Dios en nuestras vidas; para que adoremos con sencillez y gratitud al Dios que nos salva y realiza sus planes de amor en nuestras vidas". 37
Ferias de Adviento
23/12: Lc 1, 57-66 La concepción y el nacimiento de Juan el Bautista rebosan de maravillas. Todo aparece como un acontecimiento extraordinario, como signo elocuente de una obra única de Dios que Juan tendrá que anunciar. El anciano Zacarías muestra el valor de la palabra y la finalidad última de nuestras palabras, que es alabar a Dios. Porque cuando Zacarías dijo palabras de incredulidad: "¿Qué garantía me das?", perdió la capacidad de hablar (Lc 1, 18-20); pero la recuperó cuando está en condiciones de usar esa capacidad para alabar a Dios (1, 64). El canto de alabanza de Zacarías tiene dos grandes partes: en la primera glorifica a Dios por su permanente presencia salvadora en medio de su pueblo. Él, que muchas veces ha visitado a su pueblo liberándolo de sus enemigos, ahora lo visita enviando a su propio Hijo, que ya se ha hecho carne en el seno de María. En la segunda parte del canto se refiere a la misión de su hijo Juan, de ser testigo de la luz verdadera, anunciando la salvación que está llegando. Así Zacarías muestra que su propio hijo, Juan, no es el sol verdadero; es sólo un simple reflejo que anuncia, como la alborada anuncia la llegada del sol. Sólo Jesús trae la salvación, sólo él trae el perdón y la vida nueva que el hombre necesita.
Oración: "Te pido Señor que toques mi boca para que aprenda a alabarte por tu obra en mi vida, para que en medio de las cosas que no comprendo, pueda adorar tu presencia que termina iluminando todo".
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Domingo 4° de Adviento
AÑO A : MT 1 , 1 8 - 2 4
Este texto nos habla de la concepción virginal de Jesús, pero a través de la figura de José. Es interesante advertir que en esta descripción José es presentado como un hombre "justo", que en términos bíblicos es como decir "santo". Pero lo que caracteriza a esa "justicia" de José no es la venganza, no es el castigo de los pecadores. Si así fuera, José habría optado por descubrir y apedrear a una mujer que lo había engañado con otro hombre. Al contrario, la justicia de José era misericordiosa, y por eso, creyendo que María lo había engañado, prefiere abandonarla en secreto para salvarle la vida. José todavía no sabía que el niño había sido concebido por obra del Espíritu Santo, y por lo tanto sólo le cabía pensar que María había tenido relaciones con otro hombre. Pero por ser un hombre "justo", prefiere perjudicarse él antes que dañar a la mujer amada. Sin embargo, la finalidad principal de este texto no es destacar esta misericordia de José, ni su docilidad ante la voz de Dios. José, igual que Juan el Bautista, desaparece y se oculta para que brille la gloria de Dios. Por eso, la finalidad de este texto es presentar a la Mujer virgen que concibe un hijo sin perder la virginidad, ya que esa virginidad era un signo de que ese niño era el Mesías, porque así se cumplía el antiguo anuncio del profeta Isaías: "La virgen concebirá y dará a luz un hijo" (Is 7, 14). El nombre "Emmanuel" que aparece en el anuncio de Isaías significa "Dios con nosotros", para mostrar que el niño será la presencia de Dios en medio de su pueblo. Pero el nombre Jesús expresa mejor todavía el sentido del nacimiento de ese niño, porque significa "Dios salva". El niño será la presencia de Dios en medio de su pueblo, pero para traerle la salvación esperada.
Oración: "Jesús, tú eres también Dios en medio de mi vida, Dios salvando mi vida. Tú también respondes a todo lo que puede esperar el deseo más profundo de mi corazón humano. Tómame como instrumento Señor, para hacerte presente en medio de tu pueblo a través de mi vida". 39
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Domingo 4 de Adviento AÑO B: Lc 1, 26-38 Nada es imposible para Dios. Y este texto nos habla del poder de Dios que se manifestó en el seno de María cuando concibió a Jesús. Momento sublime en que el Hijo de Dios tomó un minúsculo pedacito de este mundo y se hizo verdaderamente hombre. Nosotros, que celebramos con fe el nacimiento de Jesús, tenemos que detenernos a celebrar también el momento en que el Hijo infinito de Dios entró en este mundo humano haciéndose carne en el seno de María, el instante en que lo divino se unió más que nunca con lo humano. Y en este texto bíblico se destaca la figura de la mujer, ya que el Padre Dios no quiso prescindir de su maternidad para realizar su plan de salvación, y en el diálogo del ángel con María se muestra la delicadeza de Dios con María, su criatura elegida para hacer presente en este mundo al Hijo amado. Dios quiso necesitar del "sí" de una mujer. En la primera respuesta de María se advierte que había en ella una opción por la virginidad (v. 34). En la segunda respuesta (v. 38), donde María no dice "cumpliré" sino "que se cumpla", se ve la convicción de que todo depende de la iniciativa divina, de su plan y de su poder, ya que el niño que nacerá estará por excelencia "consagrado" a los planes del Padre. Cuando el ángel saluda a María llamándola "llena de gracia" (kejaritomene), se trata de una palabra griega que no aparece en ninguna parte, lo cual significa que la gracia de Dios se hizo presente en María de un modo particular, único. Porque si leemos Hechos 6, 8, allí se dice que el diácono Esteban estaba "lleno de gracia", pero para eso se usa una expresión griega más común (pléres járitos). Cuando decimos que María estaba llena de gracia nos referimos a algo superior, y por eso se usa una expresión exclusiva que podríamos traducir más bien "la que está poseída por la gracia". La que tenía el privilegio único y exclusivo de engendrar a Jesús había sido tomada por la gracia para ser una morada digna de tanta grandeza.
Oración: "Señor, déjame admirar el momento de tu encarnación, el instante en que tú elevaste este mundo cuando tomaste nuestra carne humana. Y permite Señor, que mi corazón te adore por esa admirable pequeñez que hiciste tuya". 40
Domingo 4° de Adviento AÑO C: Lc 1, 39-45 La Virgen María aparece muy poco en los evangelios; su figura es muy discreta. De hecho, este es uno de los pocos textos donde podemos encontrar una motivación clara para la devoción a María. Porque aquí no se destaca sólo la servicialidad de María, que se acerca presurosa a socorrer a su prima Isabel. Lo que más se destaca es la actitud de Isabel ante María, una actitud de profunda veneración: "¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?" (v. 43). Y esta actitud de humilde veneración se expresa también dirigiendo a la madre el mismo elogio que se dirige a su hijo Jesús: "Bendita tú... y bendito él" (v. 42). Finalmente, lo que Isabel destaca de María no es sólo el hecho de su maternidad, sino su fe: "Feliz de ti porque has creído" (v. 45). Pero hay que destacar que esta actitud y estos elogios no proceden sólo de la sensibilidad de Isabel, no son reacciones meramente "humanas", sino que proceden de la inspiración del Espíritu Santo en ella, ya que Isabel dijo esas palabras "llena del Espíritu Santo" (v. 41). Por lo tanto, es la acción del Espíritu Santo la que provoca la devoción a María en la Iglesia. Y destaquemos también la alegría, el inmenso gozo que reina en esta escena. El niño de Isabel salta de alegría en el seno de su madre percibiendo la proximidad del Mesías, y María es declarada "feliz". Ella, representando a todo el pueblo fiel, es la virgen alegre que había vislumbrado el profeta Sofonías: "Lanza gritos de alegría hija de Sión, alégrate y clama de gozo hija de Jerusalén... Yavé tu Dios está en medio de ti" (Sof. 3, 14.17). En ella empiezan a cumplirse los antiguos anuncios de un júbilo inmenso.
Oración: "Espíritu Santo, ilumina mi mente y toca mi corazón para que pueda venerar a la madre de mi Señor y amarla con el amor que Jesús le tiene. Y hazme experimentar ese gozo que llena su corazón santo y feliz". 41
TIEMPO DE NAVIDAD
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Navidad NOCHEBUENA: LC 2 , 1 - 1 4
El texto de Lucas nos muestra al Hijo de Dios envuelto en pañales y acostado en un establo. Cuando los ángeles anuncian a los pobres pastores la buena Noticia del nacimiento del Salvador, indican como única señal a ese niño acostado en el establo. Si en el evangelio de Marcos Jesús aparece asumiendo la pobreza, y soportando los límites que le imponen los incrédulos de su época, en el evangelio de Mateo, y sobre todo en Lucas, se nos quiere mostrar cómo el Hijo de Dios asumió la sencillez, la pequeñez y la pobreza de nuestra vida terrena cuando fue un niño pequeño, recostado en un pobre establo de Belén. Ese es "el signo" por excelencia, más que sus prodigios y milagros. Por eso los pobres pastores de Belén no tuvieron temor de acercarse. ¿Cómo podían sentir temor o vergüenza si el que venía a salvarlos se presentaba pobre como ellos, y era un niño que acababa de nacer en uno de esos establos que eran parte de sus vidas? Así aparece el amor que Dios tiene a los pobres y simples, porque ante todo a ellos se dirige el anuncio de la salvación, y ellos son los que mejor pueden valorar los signos pobres y sencillos, la ternura del asombroso amor divino que se abaja hasta la mayor simplicidad posible. El canto de los ángeles indica que ese niño, ignorado por el mundo, hace que Dios reciba gloria en las alturas y que llegue a los hombres la verdadera paz. El es el príncipe de la paz, esa dulce y amable paz que se anuncia y se ofrece callada y discreta en el establo de Belén.
Oración: "Abre mis ojos Señor, para contemplar con serena alegría el misterio de la noche de Belén, el espectáculo admirable del Dios infinito hecho niño, del poderoso hecho frágil, del que es inmensamente rico y glorioso, hecho pobre y escondido en el pesebre".
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Navidad DÍA DE NAVIDAD: JN 1 , 1 - 1 8
El Hijo de Dios es presentado como una palabra, la Palabra que manifiesta la gloria del Padre Dios y que se hace hombre para manifestarnos la gloria y el amor divino del Padre -porque la palabra es expresión, manifestación de la intimidad de una persona. Este Hijo, que existía antes de la creación del mundo, ha estado realmente en la tierra como uno de nosotros, aunque ignorado por el mundo que no quiso recibirlo. Pero a los que lo reciben los hace participar de su dignidad y los convierte en hijos amados del Padre; los eleva así de una manera que los hombres ni siquiera podrían haber esperado. Él trae al mundo lo que ni Moisés ni los profetas antiguos podían darnos porque eran simples criaturas, mientras él es el Hijo único que está en el seno del Padre amado. Por eso el lleva el Antiguo Testamento a su plenitud. A la ternura de la escena del pesebre debe unirse entonces la admiración por el misterio infinito que se encierra en la simplicidad de Belén. Ese niño es el Hijo eterno del Padre, que viene a elevar lo terreno a un nivel divino, que hace entrar en este mundo la gloria sobrenatural de Dios. Él es la luz verdadera que viene a este mundo, no es sólo apariencia de luminosidad y de gloria, sino que en la sencillez y en la falta de brillo mundano nos permite encontrar la única claridad que puede disipar realmente las tinieblas de nuestra vida limitada. Jesús, que por ser el Hijo del Padre Dios es su reflejo perfecto, al hacerse hombre nos ha mostrado el verdadero rostro del Padre, un rostro de amor y donación, de cercanía y de verdadera paternidad.
Oración: "Señor Jesús, concédeme descubrir tu gloria de Hijo de Dios en tu humanidad santísima, dame la gracia de reconocerte como verdadero Dios, pero también como verdadero hombre que quisiste compartir en todo nuestra vida humana, poniendo tu carpa entre nosotros".
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La Sagrada Familia
AÑO A : MT 2 , 1 3 - 1 5 . 1 9 - 2 3
En este texto aparece la solicitud de José, su sensibilidad atenta a la voz de Dios, su prontitud para seguir las indicaciones divinas. Pero su figura está al servicio del misterio de Jesús. En este texto, Jesús se nos muestra, ya desde niño, perseguido y rechazado por los poderosos, parte de una familia pobre y sufrida que debe emigrar para escapar de la violencia y la persecución. José, que "tomó de noche al niño y a su madre y huyó a Egipto" no muestra ciertamente una familia poderosa, respetada por la sociedad, sino una familia que simboliza a todas las familias despreciadas y relegadas por el mundo del dinero y la apariencia, a todas las familias desamparadas y abandonadas. De hecho, este Jesús que debe huir a Egipto, exiliado ya desde niño, y desde allí vuelve a su tierra, está representando la suerte de todo su pueblo pobre, sufriente y peregrinante. Por eso Mateo aplica a Jesús la cita de Oseas 11,1 que se refería al pueblo judío: "De Egipto llamé a mi hijo". Jesús y su familia no se nos presentan entonces como un pequeño grupo de privilegiados que se aislan de la multitud para llevar una vida más serena y más fácil,'liberada de las perturbaciones del mundo, sino como una familia plenamente integrada en su pueblo, solidaria con los sufrimientos de los más pobres, corriendo la misma suerte angustiosa de ese pueblo oprimido. La vida familiar de Jesús ilumina nuestra vida en familia.
Oración: "Concede Señor para compartir para romper los del pueblo, para
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a las familias cristianas un espíritu solidario, la vida y las angustias de las demás familias, cercos de su pequeño mundo y abrirse a la vida caminar con los demás por esta historia".
La Sagrada Familia AÑO B: LC 2 , 2 2 - 4 0
Aquí se nos presenta a la familia más sagrada de la historia. María y José, judíos piadosos y fieles, se acercan al templo a ofrecer a Jesús, a entregárselo al Dios que ellos adoraban, a consagrarlo al Padre. Jesús no quiere presentarse a nosotros como un modelo aislado, sino que quiso darnos también un modelo familiar. Esa familia piadosa nos invita a preguntarnos si nosotros tratamos de vivir nuestra fe en familia, si tratamos de darle un sentido religioso a los momentos importantes que compartimos como familia. La ofrenda que ellos entregan junto con el niño, un par de palomitas, era la ofrenda de los más pobres, que no podían presentar una ofrenda mayor (Lev. 12, 8), y así se ve cómo Jesús quiso que también su familia viviera como las familias más pobres de su pueblo. Y se descubre en ellos la actitud de profunda docilidad (v. 27) y la capacidad de admiración (v. 33) propias de los pobres de Yavé. Ellos son los que presentan al niño a los hombres y mujeres de su pueblo para que el pueblo pueda descubrir su presencia. Y los piadosos del pueblo reaccionan con una alabanza donde muestran que ese niño venía a realizar las esperanzas del pueblo fiel. Con Jesús ya no había nada que esperar y las promesas alcanzaban su cumplimiento. Simeón proclama a Jesús como la luz que su pueblo estaba esperando, pero que también debe derramarse sobre los demás pueblos de la tierra. Pero anuncia que será rechazado por muchos en su mismo pueblo. Ese rechazo de su pueblo amado será como una espada traspasando el corazón de María, que contemplará a su hijo destrozado y muerto en la cruz por las autoridades de su propio pueblo querido.
Oración: "Señor Jesús, que quisiste pasar la mayor parte de tu vida en la intimidad de una familia pobre, pero embellecida con la piedad de tu pueblo, bendice a todas las familias para que en ellas pueda reinar también la fe, la paz y el amor".
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La Sagrada Familia AÑO C : LC 2 , 4 1 - 5 2 La familia de Jesús era ciertamente una familia piadosa, eran símbolo de los pobres de Yavé, ese resto fiel que Dios usa como instrumento para hacer llegar la salvación a su pueblo. Ellos iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Pero este texto nos presenta una situación conflictiva. Después de un día de camino de regreso se dan cuenta de que Jesús no estaba en la caravana, entre los parientes y conocidos. Este detalle nos muestra a una familia plenamente integrada, en la cual el niño podía pasarse un día entero entre la multitud de la caravana, paseando entre los parientes y conocidos. Así se nos invita a preguntarnos si nuestra vida en familia está abierta a la sociedad, o es sólo una pequeña isla que nos aleja y nos separa del mundo. Pero después de un día sin verlo, sus padres comienzan a buscarlo, y a los tres días lo encuentran en el templo, dialogando con los maestros judíos. De esta manera se manifiesta la sabiduría que Jesús recibía de su Padre celestial. María dirige a Jesús su reproche y le expresa su angustia, donde se revela como una mujer completamente normal, lo cual no contradice el profundo espíritu de fe que se manifiesta en 1, 39-55. Ella no necesita reprimir sus preguntas para ser una mujer de fe, de adoración y de obediencia. La respuesta de Jesús: "yo debía estar en la casa de mi Padre", muestra que Jesús debe cumplir una misión del Padre, con el cual tiene una relación única, aunque María todavía no pueda comprender-todo lo que implica esa misión. Por eso mismo "una espada atravesará su corazón" (2, 35). Sin embargo, hecha esta aclaración, Jesús no reniega de sus deberes de hijo, de miembro de una familia, de manera que "volvió a Nazaret y vivía sujeto a ellos" (2, 51). Y su madre, lejos de vivir superficialmente todo lo que iba sucediendo, "conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón".
Oración: "Enséñame Jesús a vivir en profundidad mi vida familiar, a guardar cuidadosamente en el corazón los acontecimientos de mi familia como lo hacía María. Ayúdame a darles un significado y un valor trascendente a las cosas que nos sucedan". 48
Día segundo de Navidad (san Esteban) 2 6 / 1 2 : MT 1 0 , 1 7 - 2 2 Jesús anuncia los conflictos que deberán sufrir los discípulos porque el mensaje del evangelio no siempre es bien recibido, provoca resistencia en los corazones aferrados al mal y a sus propios proyectos egoístas. En el v.16 usa símbolos de animales para indicar la actitud de los cristianos en medio del mundo hostil. Deben reconocer que son como ovejas en medio de lobos, por lo cual deben estar atentos, pero no reaccionar respondiendo al mal con mal. Él no les pide que, frente a los lobos, actúen también ellos como lobos y se arriesguen a ser destruidos. Algo semejante se quiere expresar en la invitación a ser astutos como las serpientes pero sencillos como las palomas. El creyente que está convencido profundamente del mensaje del evangelio debe jugarse por él, debe estar dispuesto a reconocerlo públicamente aun en medio de burlas, oposiciones y reacciones negativas. Pero eso no significa que deba colocarse frente a los demás con la actitud de un guerrero, ni que deba buscar la manera de adquirir poder para destruir a los enemigos de la fe. Debe vivir en medio del mundo adverso con la sencillez de una paloma y la mansedumbre de una oveja, sin aferrarse a poderes terrenos. De todos modos, la sencillez y la mansedumbre no implican que deba exponerse innecesariamente. Debe ser astuto, estar atento, debe usar su inteligencia y la luz que Dios le da para saber dónde y cuándo no es conveniente perder el tiempo para no "echar perlas a los cerdos" y arriesgarse sin necesidad. Sin embargo, la astucia nunca debe convertirse en falsedad o en ocultamiento. San Esteban, el primer mártir, se presenta como modelo de los que deben llegar hasta dar la sangre a causa de la oposición del mundo (Hech 7, 51-60).
Oración: "Señor, que quisiste que diera testimonio de ti en medio de un mundo que a veces rechaza tu mensaje y prefiere que todos vivan según sus criterios. Concédeme la astucia necesaria para no caer en las redes del mundo, pero también un corazón sereno que no responda con violencia". 49
Día tercero de Navidad (san Juan) 2 7 / 1 2 : JN 2 0 , 2 - 8
En este día dedicado al evangelista San Juan, el evangelio presenta la figura de Juan, el apóstol joven que pudo hablar de Jesús con gran profundidad porque había vivido muy de cerca los momentos más importantes del Maestro. Se recostaba sobre su pecho y le preguntaba sus dudas, y estuvo al pie de la cruz cuando todos se habían ido. Por eso es el modelo del discípulo fiel hasta las últimas consecuencias, con una fidelidad que brota de un amor invencible. Si bien algunos ponen en duda que el discípulo amado que escribió el cuarto evangelio sea el mismo apóstol Juan, la Iglesia tradicionalmente lo ha interpretado así. Y hay varios indicios que nos permiten pensar de esta manera: porque era uno de los íntimos de Jesús, que siempre lo acompañaban (Mc 5, 37; 9, 2; 14, 33; Lc 8, 51; Jn 13, 23-25; 2 1 , 20); porque acompañaba de cerca a Pedro (Hech 3, 1.11; 4, 13.19; 8, 14: Jn 13, 24; 20, 2; 2 1 , 20-23); porque tenía interés por los samaritanos (Hech 8, 14; Jn 4, 1-13; 8, 48), etc. En este texto Juan aparece como testigo privilegiado de la resurrección del Señor, porque no sólo fue el primer discípulo que vio el sepulcro vacío, sino que al verlo interpretó la Palabra de Dios (20, 9) y creyó en la resurrección de Jesús. Así nos enseña cómo los acontecimientos que aparentemente no dicen nada, si son iluminados por la Palabra de Dios pueden comunicarnos los mensajes más profundos. Todo lo que nos pasa puede enseñarnos algo grande si aprendemos a iluminarlo con la Palabra del Señor que lo aclara y lo explica. La Iglesia primitiva, sobre todo la comunidad de Juan, valoraba especialmente sus enseñanzas, porque estaban fundadas en su experiencia particular junto a Jesús, como "el discípulo al que Jesús amaba" de un modo especial, el que lo acompañó en todo momento.
Oración: "Señor, hazme crecer en la fe, para que pueda mirar las cosas que suceden a la luz de tu Palabra y pueda encontrar el sentido profundo de las cosas. Dame un corazón dócil como el de Juan para descubrirte resucitado en mi vida". 50
Día cuarto de Navidad(santos Inocentes) 2 8 / 1 2 : MT 2 , 1 3 - 1 8
Una vez más aparece la figura de José, que tiene que arriesgarse por María y por el niño. Vemos en él como una continuación de la figura noble de los grandes patriarcas del Antiguo Testamento. Pero en este texto aparece también el drama de la matanza de los niños, que se explica por el temor de Herodes, de que el niño terminara eclipsando su fama y quitándole poder. Efectivamente, el poder de Herodes era cuestionado por no ser descendiente de David, y el niño recién nacido, que sí lo era, aparecía como destinatario de los anuncios proféticos, según la interpretación de los magos venidos de Oriente. Herodes decide así liberarse de todo el que pudiera desplazarlo y manda matar a todos los menores de dos años. En ese contexto se ubica esta narración de la huida a Egipto, y así el niño reproduce la historia sufrida de su propio pueblo. Los niños inocentes, que mueren injustamente, son como un símbolo de todos los que son perseguidos y destruidos por la maldad de los que tienen el poder del dinero y de las armas. Jesús y su familia representan a todos los pobres que deben ir de un lugar a otro para poder salvar sus vidas, exiliados, rechazados. Por eso, este texto es también una invitación a orar por esas situaciones angustiosas. Pero también podemos preguntarnos si nosotros no hemos usado de alguna manera nuestro pequeño poder, nuestra lengua, nuestras influencias, para eliminar de nuestras vidas a las personas buenas que nos hacen sombra, que nos quitan autoridad y prestigio, que nos molestan o desagradan.
Oración: "Hoy quiero pedirte Señor, por todos los inocentes que sufren a causa de la desmedida sed de poder de los injustos. Toca con tu gracia los corazones crueles y despiadados, para que reconozcan su propia oscuridad y se abran a tu luz".
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Día quinto de Navidad 29/12: Lc 2, 22-35 La figura del anciano Simeón simboliza las esperanzas y los deseos más profundos del hombre que se realizan en el encuentro con la salvación. No se trata sólo del honor de ver la salvación que llega, sino del encuentro con alguien, que es el Salvador. Y no es sólo verlo, presenciar su llegada, sino también disfrutarlo, tenerlo entre los brazos, tocarlo. Simeón esperaba el "consuelo" para su pueblo, y en su encuentro con Jesús alcanza el consuelo más profundo de su corazón. Y así como "nadie puede ver a Dios y seguir viviendo", Simeón afirma que luego de haber visto la luz del Salvador, reflejo de la gloria divina, ya no tiene nada que esperar y puede morir en paz. El anciano Simeón nos hace recordar que el paso de los años no es necesariamente un puro desgaste, porque puede darnos una sabiduría y una luz que nos permiten ver lo que otros no advierten. Con el paso del tiempo Simeón se fue dejando poseer por el Espíritu Santo "que estaba en él" (v. 25), y así el Espíritu Santo le dio el privilegio de ver lo que muchos quisieron ver y no pudieron. Simeón se alegra por el niño, pero advierte que será "signo de contradiccción", y anuncia a María que "una espada atravesará su corazón" (2, 35). Porque ella, una mujer amante de su pueblo ( 1 , 54-55), tendrá que sufrir el tremendo dolor de ver a su hijo querido asesinado, y no precisamente por los extranjeros, sino por ese mismo pueblo. Ella, una mujer piadosa y cumplidora de la ley (2,22), deberá ver a su hijo perseguido por los sacerdotes y los jefes religiosos que ella respetaba religiosamente.
Oración: "Señor, dame la gracia de gozar en tu presencia, de reconocer que estás, pero también de experimentar el consuelo y el gozo de tenerte. Concede a todos los cristianos reconocer que la salvación tan esperada ya ha llegado, está verdaderamente entre nosotros".
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Día sexto de Navidad 30/12: Lc 2, 36-40 Luego de la presentación de Jesús en el templo, el evangelio nos dice que "el niño crecía y se fortalecía, llenándose de saber". Es un texto que nos confirma que el Hijo de Dios se hizo semejante a nosotros en todo, menos en el pecado (Heb 2, 17; 4, 15). Porque si bien él tenía un conocimiento y una fortaleza especiales, no dejaba de ser un ser humano como nosotros, y también experimentaba lo que es ir descubriendo cosas nuevas, aprendiendo, creciendo, llenándose de sabiduría. Él, siendo infinito y perfecto, quiso también experimentar lo que es hacer un camino como el que vamos haciendo nosotros en la historia de nuestra vida. Él asumió una vida humana, pero como toda vida humana en esta tierra, no nació plenamente acabado, sino que también tuvo que "hacerse" con el paso del tiempo. Si no fuera así, tendríamos que decir que Jesús es el Hijo de Dios que se hizo hombre, pero hombre celestial, y no un hombre terreno como nosotros. Pero la Palabra de Dios nos dice que "aunque era Hijo de Dios, aprendió por sus propios sufrimientos qué significa obedecer; de este modo, él alcanzó la perfección" (Heb 5, 8-9). Si bien su sabiduría superaba a la de cualquier otro ser humano, sin embargo podemos decir que cuando era un niño tenía la sabiduría que puede alcanzar un niño, sin llegar a tener, antes de tiempo, una psicología de adulto; cuando fue adolescente tuvo la plenitud de sabiduría que puede tener un adolescente, pero sin dejar de serlo. Hizo un camino, porque fue un hombre de esta tierra.
ORACIÓN: "Señor Jesús, tú asumiste el desafío de tener que crecer, no te clausuraste en una perfección acabada. Dame la gracia de reconocer y aceptar que mi vida no está acabada, que no tengo toda la verdad, que necesito crecer en fortaleza y en gracia. No permitas que me encierre en lo que ya he alcanzado o que niegue el dinamismo de la vida".
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Día séptimo de Navidad 3 1 / 1 2 : JN 1 , 1 - 1 8
Este sublime himno a la Palabra hecha carne nos introduce en lo más profundo del misterio de la Navidad, para que podamos mirar más allá de la sencillez del pesebre, y es una solemne introducción a todo el cuarto evangelio. Si el Génesis decía que "al principio creó Dios el cielo y la tierra", este himno sostiene que la Palabra, el Hijo de Dios, existía antes de ese principio (v. 1); y sin embargo nosotros hemos podido contemplar su gloria porque se hizo carne como nosotros y quiso vivir en medio de nosotros (v. 14). Ese es Jesús, el que caminó por nuestra tierra y fue presentado por Juan el Bautista (v. 15). El nombre de "Palabra" indica que Jesús es el reflejo del Padre Dios, el que ha venido a manifestarlo, a mostrarlo tal cual es, el que vino a decirle al mundo la inmensidad de su amor (v. 18). Gracias a él podemos llegar a conocer los íntimos y preciosos secretos que hay en la intimidad de Dios, cosas que nuestra pequeña mente humana jamás podría alcanzar con sus propias luces, si Jesús, la Palabra, no se las dijera. Jesús nos hace descubrir a un Dios que "nadie ha visto j a m á s " (v. 18). Mirando a Jesús, escuchándolo, se nos manifiesta cómo es realmente el Dios en quien creemos: un Padre que ama y lo da todo, un Padre que busca, que dialoga con sus criaturas, que quiere decirles lo que más necesitan escuchar. Si él es la Palabra, afinemos el oído interior para escuchar lo que tiene para decirnos, quizás sin palabras; hagamos silencio interior y liberémonos de las palabras inútiles que distraen nuestro corazón para que él reine con toda su potencia.
Oración: "Jesús, te pido que me concedas admirarme y alabarte por el misterio de tu Persona, remontarme más allá del tiempo para reconocerte como Hijo eterno del Padre, pero adorarte al mismo tiempo en tu verdadera humanidad, que fue frágil como la mía, pero que reflejó en su pequeñez el amor y la gloria del Padre".
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Santa María, Madre de Dios DÍA 1 DE ENERO: LC 2 , 1 6 - 2 1
Este trozo del evangelio, en el día mundial de la paz, presenta una escena que es como un modelo de paz. En la noche de Belén se respira el anhelo de un mundo en armonía: el niño pequeño en el pesebre, su madre serena meditando todo en su corazón, los pobres y humildes pastores admirando la escena. Parece un mundo donde la violencia y el odio no pueden tener lugar, es como un ideal del mundo soñado y anunciado por los profetas. Pero en realidad refleja también el sueño profundo de toda la humanidad, cansada de contrariedades, guerras, oposiciones, competencia, mentira e injusticia. Allí, en el pesebre, se hace realidad lo que Dios vio cuando creó al ser humano: que era "muy bueno" (Gén 1, 21). Allí, en una pequeña familia resguardada en una pobre cueva, se hacía realidad la humanidad que soñó el Padre Dios, un mundo en paz. Sería bueno también que pudiéramos detenernos un instante, que pudiéramos liberarnos por un momento de la fiebre de las distracciones, de la velocidad de nuestros pensamientos, del aturdimiento de nuestros proyectos, para detenernos a contemplar esta escena como si estuviéramos allí. Dejemos que la contemplación de esta escena pacifique nuestro interior y le devuelva a nuestro ser la serenidad perdida. Este día también se celebra a María como Madre de Dios, porque el niño que nació de su seno es Dios igual que el Padre.
Oración: "Señor, despierta en los corazones humanos el deseo de la verdadera paz, habita en esos corazones como en un pesebre para que veamos nacer el mundo nuevo que soñamos, el Reino de paz que nos prometiste".
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Segundo domingo después de Navidad JN 1 , 1 - 1 8
El Hijo de Dios es presentado como una palabra, la Palabra que manifiesta la gloria del Padre Dios y que se hace hombre para mostrarnos el amor del Padre. Este Hijo, que existía antes de la creación del mundo, ha estado realmente en la tierra como uno de nosotros, aunque ignorado por el mundo que no quiso recibirlo. El "vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron". Pero a los que lo reciben los convierte en hijos amados del Padre Dios, los hace participar de la dignidad infinita que él tiene como Hijo del Padre. Por eso, cuando alguien es bautizado alcanza la dignidad más grande que puede tener un ser humano. Él, Jesús, trae al mundo lo que ni Moisés ni los profetas antiguos podían darnos, porque eran simples criaturas. A la ternura de la escena del pesebre debe unirse entonces la admiración por el misterio infinito que se encierra en la simplicidad de Belén. Ese niño es el Hijo eterno del Padre, que viene a elevar lo terreno a un nivel divino, que hace entrar en este mundo la gloria sobrenatural de Dios. En el pesebre de Belén, en las callejuelas de Nazaret, en los caminos de su tierra querida, era el mismo Hijo de Dios el que se hacía presente, era el Eterno, que quiso manifestar su gloria en la misma sencillez de nuestra pequeña vida. Este himno nos invita a ver más allá, para reconocer que quien "puso su carpa entre nosotros" es el mismo Hijo de Dios. Pero también nos ayuda a recordar que esa Palabra que nos ha revelado la intimidad del Padre no es sólo una luz invisible que ilumina nuestro interior, sino que es alguien que se hizo verdaderamente uno de nosotros, uno de nuestra propia "carne" humana.
Oración: "Te doy gracias, Señor Jesús, por el inmenso amor que tienes a tu Pueblo, porque siendo el Hijo de Dios eternamente feliz, tu amor te llevó a compartir nuestra vida humana, a caminar por nuestros senderos, a sufrir nuestras angustias, a entregarte por nosotros hasta el fin". 56
Día 2 de enero JN 1 , 1 9 - 2 8
Nuevamente nos encontramos con la figura de Juan el Bautista, el precursor que invita a preparar el camino del Señor. Y esta insistencia en la preparación nos hace ver cómo actúa Dios. Si bien él tiene la iniciativa, también quiere motivar al hombre para que se disponga a recibir sus dones. Pero hay un detalle en este texto que merece ser rescatado, el de "desatar los cordones de las sandalias", porque éste es un símbolo matrimonial que indica que el Mesías es el esposo del Pueblo, el enamorado que mira con ternura y pasión a su Pueblo. Así lo muestran también otras expresiones del evangelio de Juan, como la del "novio" en Jn 3, 29 y el encuentro con la samaritana en el pozo. "La voz que clama en el desierto". Del desierto sale Juan el Bautista; allí había vivido su total entrega a Dios, su tiempo de profunda comunicación con el Señor. El desierto en la Biblia es el lugar del encuentro con Dios, porque no hay otras cosas que puedan distraer o encantar al hombre, y entonces puede escucharse la voz del Señor que habla al corazón. De hecho, el profeta Oseas presenta el desierto como el lugar de la seducción divina, donde Dios lleva a su pueblo para encontrarse con él a solas y así cautivarle el corazón (Os 2, 16). En el desierto Juan había estado atento a Dios, se había alimentado y enriquecido en el encuentro con él, había bebido palabras de sabiduría, y por eso al salir del desierto podía comunicar lo que había recibido, el anuncio de la salvación. Por eso puede ser testigo de algo que los demás no pueden alcanzar a descubrir: "En medio de ustedes hay alguien que ustedes no conocen" (v. 26).
Oración: "Dame la gracia, Señor, de aprender a entrar en el desierto; quisiera dedicarte algo de mi tiempo que sea sólo para ti, ser capaz de abandonarlo todo por un instante para escuchar tu voz con el corazón liberado".
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Día 3 de enero JN 1 , 2 9 - 3 4
Este texto da testimonio de la intensa experiencia espiritual de Juan Bautista, porque lo muestra completamente extasiado ante la figura de Jesús. Toda su existencia tiene sólo un sentido: anunciar al Mesías, dar lugar al Salvador, señalarlo para que las miradas se dirijan al único Señor: el Cordero que quita el pecado del mundo, el que existía desde antes, el que tiene el Espíritu Santo y lo comunica. Los judíos podían entender qué significaba eso de ser el "cordero", ya que ellos ofrecían corderos en sacrificio para implorar el perdón de Dios por sus pecados. Jesús, el Cordero, venía a entregarse a sí mismo por nosotros, para que ya no fuera necesario ofrecer animales en sacrificio, sino simplemente recibir el perdón que él trae generosamente, porque se entregó a sí mismo por nosotros. Y su sacrificio tiene valor, porque no es un cualquiera. Si bien Juan el Bautista fue engendrado antes que Jesús, sin embargo Juan dice que Jesús existía antes que él (v. 30); Juan da testimonio de que "él es el Hijo de Dios" (v. 34). Al mismo tiempo, se muestra que, a diferencia del bautismo de Juan, el bautismo de Jesús no derrama sólo agua, sino el mismo Espíritu Santo. El bautismo de Juan es sólo signo y preparación, pero el de Jesús es fuente de vida eterna. Jesús es el que bautiza con el Espíritu Santo, nos sumerge en la vida nueva, en la luz, en el poder del Espíritu Santo para que entremos en otra dimensión y nuestra vida se transforme completamente.
Oración: "Concédeme Señor que mis gestos, mis palabras y mis actitudes puedan dar testimonio de tu presencia; que todo mi ser sea como un anuncio para que los demás puedan reconocerte y encontrarte".
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Día 4 de enero JN 1 , 3 5 - 4 2
Este texto muestra cómo la misión de Juan el Bautista va cumpliendo su finalidad, porque Juan logra que sus propios discípulos lo abandonen y sigan a Jesús. Y mientras Juan simplemente indicaba el camino, Jesús aparece ofreciendo su intimidad, invita a "estar con él". Seguramente el autor del evangelio era uno de esos discípulos, porque no quiere dejar de indicar la hora de aquel sublime y dulce encuentro: "eran las cuatro de la tarde". Imposible olvidarlo. Pero al mismo tiempo este texto nos muestra la dinámica del encuentro con Jesús, que siempre nos impulsa a comunicarlo a otros, a compartirlo, a llevarlo a los demás. Uno de ellos encontró a su hermano "y lo condujo a Jesús" (v. 42). Es hermoso escuchar a Andrés diciendo: "¡Hemos encontrado al Mesías!". El Mesías, esperado por su pueblo durante siglos, ansiado por los pobres sufridos y desorientados, reclamado por los que necesitaban fuerza y consuelo. El Mesías prometido, el que traería la verdadera luz, el agua pura, el que podía cumplir las esperanzas más profundas, ése mismo había llegado, estaba caminando por ahí, y lo hemos encontrado. Podemos unirnos al apóstol Andrés para decir a los demás que también nosotros lo hemos encontrado, que es simple y bello, que es fuerte y fiel, que es bueno estar con él, que vale la pena dejarse encontrar por él.
Oración:
"Te doy gracias Jesús por los momentos en que te manifestaste a mi vida, por las veces que me ofreciste un encuentro de amor. Dame también la gracia de acercar a otros a tu vida, a tu luz, al encuentro con tu Palabra".
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Día 5 de enero JN 1 , 4 3 - 5 1
Este texto, que en realidad comienza en el versículo 35, narra bellamente el primer encuentro de Jesús con sus discípulos, encuentro que trasunta intimidad, alegría, entusiasmo, novedad. Pero en realidad estos encuentros son una excusa para hablar de Jesús y mostrar quién es él. El único importante en este texto es Jesús, que así como se encontró con sus primeros discípulos, hoy quiere encontrarse con nosotros. Porque de la boca de los discípulos van surgiendo distintos apelativos que describen la misión del Señor y van engrandeciendo su figura: Primero Juan lo llama "Cordero de Dios" (v. 36), luego lo llaman "Maestro" (v. 38), Andrés dice que es el Mesías (v. 41), Felipe lo presenta como el anunciado por Moisés y los profetas (v. 45), y finalmente Natanael lo confiesa como "Hijo de Dios, rey de Israel" (v. 49). Podríamos preguntarnos si nosotros lo reconocemos como "Cordero de Dios", si realmente nos interesa que él nos haya salvado con su propia sangre; podríamos mirar nuestro corazón para reconocer si lo hemos aceptado como Maestro, o si creemos que no tenemos nada que aprender; podríamos plantearnos si verdaderamente lo aceptamos como Mesías, porque advertimos que él es aquel a quien estaba esperando nuestro corazón necesitado; o si reconocemos que todo lo que hemos vivido nos ha estado hablando de él, si creemos de verdad que él no es uno más, sino el Hijo de Dios y el rey soberano de nuestras vidas.
Oración: "Te doy gracias Señor, porque has querido manifestarte a nosotros, y delicadamente te adaptas a cada uno para mostrarle algo de tu precioso misterio. Te doy gracias por la intimidad que me ofreces, con la cual me haces descubrir tu belleza y tu gloria".
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Día 6 de enero EPIFANÍA DEL SEÑOR: MT 2 , 1 - 1 2
Los magos de Oriente eran astrólogos, poseedores de una ciencia que enorgullecía a los habitantes de la zona del río Eufrates. Dios ha hablado su lenguaje y a través de un signo celestial les ha anunciado el nacimiento de un nuevo rey, un gran soberano que debía ser homenajeado. Mientras Herodes era un rey ilegítimo, Jesús aparecía así como el verdadero rey de Israel, descendiente de David. Pero la figura de los magos de Oriente en realidad simboliza a los pueblos paganos que acercan su homenaje al Mesías, y por eso en ellos estamos representados todos los creyentes, de todos los pueblos de la tierra, que conocimos a Jesús y lo adoramos. Cuando el texto nos dice que los magos "se llenaron de inmenso gozo", nos invita a preguntarnos si estamos viviendo con alegría nuestro encuentro personal y cotidiano con el Señor Jesús. De ahí la importancia de esta fiesta, donde cada uno de nosotros celebra que Cristo se ha manifestado a su propia vida. Él podría haberme salvado sin que yo lo conociera, sin que yo disfrutara de su amistad, pero además de eso ha querido revelarme su hermosura, ha querido regalarme su amistad, ha querido manifestarse a mi vida y ofrecerme un trato íntimo y personal. Celebremos íntimamente nuestro propio encuentro con él, descubramos una vez más que es bueno haberlo conocido; pero pidámosle también que nuestra vida sea una luz para los demás, de manera que otros puedan encontrarse con él.
Oración: "Te doy gracias Jesús, porque no solamente me das tu fuerza en mi interior y me ayudas en el camino de la vida, sino que también me has regalado el honor de poder conocerte, de adorarte, de contemplar tu misterio. Gracias por esa mirada de predilección de la cual no puedo ser digno. Y doy gloria a tu nombre porque te has manifestado a todos los pueblos de la tierra".
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Día 7 de enero MT 4, 1 2 - 1 7 . 2 3 - 2 5
Después del episodio de las tentaciones en el desierto, Jesús deja Nazaret y se establece en Cafarnaúm. Los estudios arqueológicos nos muestran que Cafarnaúm era una población muy pequeña, de unos trescientos metros de largo, ubicada al norte del lago de Galilea, entre el lago y una ruta romana. Pero a pesar de su pequeñez, Cafarnaúm tiene la importancia de ser el lugar donde Jesús vivía, seguramente en la casa de Pedro, durante su vida pública. A su pequeñez se debe que la gente y las autoridades se enteraban rápidamente de lo que Jesús hacía y decía. Este traslado a Cafarnaúm que marca el comienzo de la predicación de Jesús, es visto como el surgimiento de una gran luz para el pueblo. La palabra y la presencia de Jesús que se ofrece a todos, es para la despreciada región de Galilea como un bello amanecer. Así lo había anunciado Isaías 9,l ss: "El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una inmensa luz". Allí en Galilea Jesús comienza a llamar a sus discípulos; y los primeros elegidos son pobres y humildes pescadores del lago. Los relatos de llamado son muy simples y escuetos, pero en ellos se destaca la sencillez del llamado, la prontitud de la respuesta, y también que hay que dejar algo, porque se trata del llamado a una vida nueva, que no puede dejarnos igual. Ellos son llamados para un servicio, porque deben ser pescadores de hombres, que acompañarán a este Jesús que se dedicaba a "curar toda dolencia en el pueblo" (cf. v. 23). No son llamados para formar un pequeño grupo de selectos, aislados del mundo, sino para el servicio de los demás.
Oración: "Señor, abre mi oído interior para que pueda escuchar cada día tu llamado. Sácame de mi comodidad para que yo esté donde deba estar, donde mi presencia y mi palabra sean necesarias para hacer el bien".
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Día 8 de enero Mc 6, 34-44 Una vez más nos encontramos con Jesús que multiplica los panes y manifiesta la compasión de su corazón ante el hombre necesitado, pero respondiendo a esas necesidades a través de sus discípulos. Además, este texto nos muestra que el pan de Jesús es para todos, no sólo para algunos privilegiados. Es pan abundante, pan que sobra, y así nos preanuncia la abundancia del cielo, donde el egoísmo humano ya no podrá interferir en los planes de Dios, que creó bienes de sobra para ali mentar a sus hijos amados. Esta realidad aparece anticipada en la Eucaristía, donde Jesús reparte un pan que no es para una clase social o para los poderosos, sino pan para todos, sobreabundancia de una mesa divina. Mirando a Jesús que reparte alimento, se nos invita a reconocer a Jesús como el que viene a saciar nuestra vida necesitada. Pero él mismo se ha convertido en un pan para nosotros. Mirando nuestro corazón podemos advertir que esta lleno de ídolos, tristezas, recuerdos, proyectos, lleno de cosas que hemos guardado dentro para intentar saciar nuestras necesidades más hondas, pero nada de eso nos hace sentir verdaderamente satisfechos. Es hora de aceptar que sea él nuestro alimento, para que ninguna otra cosa sea capaz de quitarnos su alegría.
Oración: "Gracias Jesús por tu mirada que no discrimina, que no niega a nadie los auxilios del amor y la gracia. Gracias por tu mirada que se compadece de las miserias humanas, pero que ha querido socorrer esas miserias a través de nosotros. Libera del egoísmo a los que se resisten a la misión de compartir que tú nos das a todos, para que a nadie falte el pan de cada día".
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Domingo del Bautismo del Señor AÑO A : MT 3, 13-17; AÑO B: MC 1, 7-11; AÑO C : Lc 3, 15-16.21-22 La celebración del bautismo del Señor completa la celebración de la Epifanía, porque en el bautismo, que da inicio a su misión, Jesús es manifestado como el Hijo querido por el Padre, el amado con predilección. Jesús tuvo siempre la conciencia de ser el Hijo amado del Padre, y ese mismo amor es el que lo sostuvo en la cruz y le permitió morir encomendando su vida en las manos divinas del Padre. El Espíritu que desciende sobre él, no está significando que Jesús no poseyera el Espíritu antes del bautismo, sino que Jesús lo recibe de un modo nuevo, en orden a la misión que tiene que comenzar. El Espíritu que Jesús ya poseía, ahora se manifiesta capacitándolo para salir a predicar y hacer presente el Reino de Dios. En ese sentido se entienden las distintas "venidas del Espíritu" en la Escritura. Cuando los apóstoles recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés (Hech 2, 1-11), eso no significa que antes no lo tuvieran, sino que lo recibían para salir a evangelizar al mundo, capacitándolos para cumplir una misión. Lo mismo vale para el bautismo de Jesús, que desde su concepción ya estaba lleno del Espíritu Santo. Efectivamente, habiendo recibido una vez más el Espíritu Santo, y luego de cuarenta días de preparación en el desierto -típica de todo gran profeta-Jesús se dirige a Galilea a proclamar la buena noticia, porque "se ha cumplido el plazo" (Mc 1, 15). Así, en este relato del bautismo de Jesús aparece el cumplimiento de Is 1, 11; 64, 1. Podríamos preguntarnos si cada vez que tenemos que comenzar una nueva misión, o una tarea delicada, nos detenemos con fe a invocar el auxilio del Espíritu Santo. Pero también podríamos preguntarnos si somos c o n s c i e n t e s de q u e el b a u t i s m o que r e c i b i m o s , nos e x i g e ser evangelizadores, llevar a los demás el mensaje y el amor del Señor.
Oración: "Jesús, lleno del Espíritu Santo, te pido que me renueves con la fuerza de ese Espíritu y me capacites para cumplir mejor la misión que me has dado en esta tierra. Tú que te dejaste llevar a la entrega total por el impulso del Espíritu, concédeme que también yo pueda ser dócil a su dinamismo". 64
TIEMPO DURANTE EL AÑO
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Semana 1 durante el año LUNES: MC 1 , 1 4 - 2 0
Comenzamos el tiempo durante el año que nos propone una lectura continua del evangelio de Marcos, el primer evangelio escrito para que las nuevas comunidades pudieran conocer mejor a Jesús. Este evangelio todavía no contiene las narraciones sobre la infancia del Señor que aparecen en Mateo y Lucas, y comienza directamente con la vida pública de Jesús, anunciada por Juan el Bautista e iniciada solemnemente con el bautismo, cuya narración leímos ayer. Marcos quiere mostrar a Jesús actuando, manifestando su gloria, haciendo presente la potencia del Reino de Dios. El texto de hoy menciona escuetamente el arresto de Juan, y describe el comienzo de la predicación de Jesús en Galilea. Su predicación se resume en el anuncio de la cercanía del Reino de Dios y en una invitación al arrepentimiento y a recibir la novedad que Jesús trae, la "buena noticia". Cada uno de nosotros, al leer este texto, debería dejarse interpelar por esta invitación, e invocar la gracia de Dios para avanzar en el camino de conversión. Pero inmediatamente Jesús convoca a sus primeros discípulos. Desde el comienzo Jesús quiere crear una comunidad en torno a él. Los primeros llamados son pobres pescadores de Galilea, convocados para una misión superior: convertirse en "pescadores de hombres". El texto no deja de indicar que la aceptación de este llamado y de esta misión suponía renuncias: dejar las redes, dejar un tipo de vida al que uno se ha habituado, para entrar en la novedad que Jesús propone.
Oración: "Señor, quiero escuchar una vez más tu llamado a la conversión, y volver a aceptar tu presencia como una buena noticia para mí, siempre nueva. Dame la gracia de dejarme cautivar una vez más por tu persona, de reconocer la belleza de caminar contigo, para que pueda aceptar las renuncias que tengo que aceptar para seguirte cada día". 66
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Semana 1 durante el año MARTES: MC 1 , 2 1 - 2 8
Normalmente el evangelio de Marcos presenta relatos breves, sintéticos, muy ágiles. En esta narración, en cambio, Marcos se detiene un poco más, lo cual parece indicar que le da a este relato una importancia especial. Lo que sucede es que este texto quiere mostrar a Jesús actuando, para hacer ver que su predicación no consiste sólo en transmitir nociones, sino que él esta siempre lleno del poder de Dios, y de esa manera tiene la victoria sobre el mal que oprime y esclaviza a los hombres. Los espíritus impuros se le someten y lo proclaman como "consagrado". Llama la atención ver esta especie de alabanza en labios de los demonios. No hay que olvidar que los espíritus del mal no necesariamente niegan las verdades de fe (Stgo. 2, 19), pero evidentemente en ese caso no se trata de la fe salvífíca, que se hace activa por el amor (Gál 5, 6). Además, ya decía San Pablo que a veces "Satanás se disfraza de ángel luminoso" (2 Cor 11, 14). Por eso muchas veces las cosas religiosas nos engañan. Alguien puede ser aparentemente muy religioso pero estar luchando a favor del odio, la injusticia y los poderes del mal; su religiosidad puede ser vacía (Stgo. 1, 2 6 ) . Este relato nos muestra que los espíritus impuros no tienen poder alguno ante Jesús, no pueden resistirse a su presencia poderosa. Por eso la gente decía que Jesús "enseñaba con autoridad".
Oración: "Señor, yo reconozco que tienes poder para liberarnos de los males que nos oprimen, y que sobre todo quieres liberarnos de los males que atormentan el corazón, a veces trastornado. Por eso te ruego que manifiestes tu poder en mis seres queridos y reinen en sus vidas con tu fuerza liberadora".
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Semana 1 durante el año MIÉRCOLES: MC 1 , 2 9 - 3 9
La curación de la suegra de Simón (Pedro) destaca un detalle no despreciable; que apenas fue curada se puso a servir a los demás, con lo cual se indica que la obra de Jesús en nuestras vidas pide como respuesta una actitud de servicio. También es importante el detalle de la mano de Jesús que la toca para curarla, ya que hace referencia a "la mano fuerte de Dios" tan mencionada en el Antiguo Testamento (Sal 62, 9; 73, 23). Pero la narración de las curaciones es interrumpida para decir que Jesús se apartaba para orar. Esta mención de Jesús levantándose muy temprano para asegurarse ese tiempo de oración, destaca la necesidad de alimentarnos en el encuentro íntimo con el Padre en medio de la actividad y de las preocupaciones de la vida. Luego se indica que Jesús no quería clausurarse en un lugar porque tenía que llegar a todos. Del encuentro del Padre sacaba una libertad interior que le permitía no aferrarse a nada y lanzarse a lo que el Padre le indicara. Inmediatamente se aclara que la misión consistía también en "expulsar demonios", lo cual no se entiende de la manera restringida como suele interpretarse (como si fueran seres malignos), sino que esa expulsión está simbolizando la liberación de todo tipo de males, sobre todo de los males más profundos del corazón humano, a través de su palabra que es viva y eficaz.
Oración: "Señor, tócame con tu mano fuerte y libérame de los males más profundos de mi vida; libérame sobre todo del egoísmo, que no me permite servir a los demás, y de la indiferencia, que no me deja llevar tu Palabra con alegría".
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Semana 1 durante el año JUEVES: MC 1 , 4 0 - 4 5
El leproso no era un enfermo más, sino alguien completamente marginado de la vida social; su presencia era rechazada, producía asco y despertaba tremendos temores. El leproso era alguien de quien todos escapaban. La expresión "si quieres puedes curarme", muestra la profunda convicción sobre el poder de Jesús que había en el leproso, la misma actitud que Jesús espera de todos los que se acerquen a suplicar su auxilio. Y Jesús lo tocó, cosa que nadie se atrevía a hacer, porque todos tenían temor de contagiarse; y ese toque de Jesús no sólo sanaba al leproso de la perturbación física, sino que le hacía redescubrir su dignidad. Aquí aparece también un tema frecuente en el evangelio de Marcos: Jesús hace un prodigio deslumbrante, pero pide que se mantenga en secreto, porque no quiere que lo vean como una especie de curandero más, sino que se abran a su palabra y lo acepten como el Mesías que viene a salvarnos presentándose como un servidor humilde; el es el Siervo que terminará entregándose en la cruz. Sin embargo, si bien era rechazado por las autoridades, en el pueblo sencillo Jesús despertaba una irresistible admiración y tenía una un prestigio popular que se difundía cada vez más.
Oración: "Señor, ayúdame a buscarte ante todo como mi redentor, y no tanto para que soluciones todos los problemas de mi vida. Que sea sobre todo tu Persona, más que tus favores, lo que me atraiga de ti".
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Semana 1 durante el año VIERNES: MC 2,
1-12
En todo este capítulo Jesús se enfrenta a los fariseos y maestros de la ley, laicos fanáticos de las leyes judías, que controlaban permanentemente a la gente para ver si las cumplían o no. Los fariseos eran más políticos y los maestros de la ley más estudiosos, pero ambos se sentían perfectos, sabios, separados del resto de la gente. Boy sabemos que no todos los fariseos de aquella época eran así, sino que había un grupo fanatizado y muy poderoso que buscaba humillar a Jesús para que la gente no lo admirara tanto. En este texto los maestros de la Ley critican a Jesús porque perdonó los pecados al paralítico, y recordaban que el perdón sólo puede venir de Dios. Pero Jesús se presenta con el poder de dar el perdón del Padre, y cura al paralítico para dar un signo de la autenticidad de su misión. Porque en aquella época se consideraba que Dios no podía darle poder para hacer milagros a un hombre pecador. Por eso mismo, para evitar que la gente creyera en Jesús, algunos terminaban diciendo que el poder de Jesús venía del demonio (Lc 11, 14-15). En el paralítico podemos reconocer nuestras propias parálisis, causadas por sentimientos de inferioridad, por cansancios, por egoísmos, por viejas estructuras de nuestra propia vida. Jesús tiene el poder para dinamizar nuestra vida entumecida. Pero cuando Jesús dice: "Levántate y anda", está pidiendo al paralítico una decisión personal; ya ha sido tocado por el poder de Dios, que tuvo la iniciativa, pero debe responder con la decisión de iniciar una vida nueva.
Oración: "Señor, aunque muchas veces busco signos de tu poder, quiero reconocer desde la fe que tú perdonas mis pecados, que tú eres el liberador de las peores esclavitudes de mi vida, que vienen del pecado".
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Semana 1 durante el año SÁBADO: MC 2 , 1 3 - 1 7
Leví (Mateo) era un recaudador de impuestos cuando Jesús lo llamó. Los recaudadores de impuestos eran muy mal vistos porque cobraban impuestos para el imperio romano y tenían mucho trato con los romanos, que eran paganos y pecadores. En la época de Jesús las autoridades religiosas habían acentuado mucho el desprecio por todo lo que no fuera judío, y se consideraba impuro y detestable todo lo que fuera pagano o tuviera contacto cercano con los paganos. Sin embargo, Leví, que trabajaba para los paganos, y por lo tanto era considerado un hombre impuro y despreciable, fue capaz de dejar ese tipo de vida escuchando el "sigúeme" de Jesús. Los fariseos protestaban, profundamente indignados porque Jesús compartía la mesa con ese tipo de gente, pero Jesús aprovecha para presentarse como el médico que no ha venido a buscar a los sanos sino a los enfermos por el pecado; son los pecadores los que lo necesitan y con ellos, quiere compartir su vida. Luego Jesús se cansará de los reproches permanentes de los fariseos envidiosos, de la cerrazón de sus corazones egoístas, y terminará mostrando que los pecados de soberbia y de crueldad sin misericordia de los fariseos, son los más detestables a los ojos de Dios (Mt 23, 13-35), mucho más que los pecados que ellos denunciaban sin piedad.
Oración: "Señor, ayúdame a mirar a los demás con tus ojos de misericordia y compasión, a estar cerca de todos, o como San Pablo, hacerme débil con los débiles para ganar a los débiles (cf. 1 Cor 9, 22). Y concédeme reconocer mis propios pecados para no sentirme más santo que nadie".
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Domingo 2° durante el año AÑO A : JN 1 , 2 9 - 3 4
Este texto da testimonio de la intensa experiencia espiritual de Juan Bautista, porque lo muestra completamente extasiado ante la figura de Jesús. Toda su existencia tiene sólo un sentido: anunciar al Mesías, dar lugar al Salvador, señalarlo para que las miradas se dirijan al único Señor. Y Juan presenta a Jesús como el Cordero que quita el pecado del mundo, el que existía desde antes, el que tiene el Espíritu Santo y lo comunica. Los judíos podían entender qué significaba eso de ser el "Cordero", ya que ellos ofrecían corderos en sacrificio para implorar el perdón de Dios por sus pecados. Jesús, el Cordero, venía a entregarse a sí mismo por nosotros, para que ya no fuera necesario ofrecer animales en sacrificio, sino simplemente recibir el perdón que él trae generosamente; porque se entregó a sí mismo por nosotros, él fue el cordero que se inmoló en el altar de la cruz por los pecados de todos. Y su sacrificio tiene valor infinito, porque él no es un cualquiera. Si bien Juan el Bautista fue engendrado antes que Jesús, sin embargo Juan dice que Jesús existía antes que él (v. 30); Juan da testimonio de que "él es el Hijo de Dios" (v. 34). Al mismo tiempo, se muestra que, a diferencia del bautismo de Juan, el bautismo de Jesús no derrama sólo agua, sino el mismo Espíritu Santo. El bautismo de Juan es sólo signo y preparación, pero el de Jesús es fuente de vida eterna. Jesús es el que bautiza con el Espíritu Santo, nos sumerge en la vida nueva, en la luz, en el poder del Espíritu Santo para que entremos en otra dimensión y nuestra vida llegue a transformarse completamente.
Oración: "Concédeme Señor que mis gestos, mis palabras y mis actitudes puedan dar testimonio de tu presencia; que todo mi ser sea como un anuncio para que los demás puedan reconocerte y encontrarte". 72
Domingo 2° durante el año AÑO B: JN 1 , 3 5 - 4 2
Este precioso texto nos narra el encuentro de Jesús con sus primeros discípulos. Pero, a diferencia del llamado que aparece en los demás evangelios, presenta a unos discípulos que ya estaban preparados para escuchar el llamado. Habían sido ya instruidos por Juan el Bautista, o eran judíos piadosos, formados por sus padres con un corazón sensible a la espera del Mesías. El encuentro de Jesús con ellos tiene características personales, íntimas, destacando la mirada de Jesús que conoce a los que llama, les ofrece un trato directo, les regala la intimidad de su habitación, los seduce con su figura. Pero al mismo tiempo este texto nos muestra la dinámica del encuentro con Jesús, que siempre nos impulsa a comunicarlo a otros, a compartirlo, a llevarlo a los demás. Uno de ellos encontró a su hermano "y lo condujo a Jesús" (v. 42). Es hermoso escuchar a Andrés diciendo: "¡Hemos encontrado al Mesías!". El Mesías, esperado por su pueblo durante siglos, ansiado por los pobres sufridos y desorientados, reclamado por los que necesitaban fuerza y consuelo. El Mesías prometido, el que traería la verdadera luz, el agua pura, el que podía cumplir las esperanzas más profundas, ése mismo había llegado, estaba caminando por ahí, y lo hemos encontrado. Podemos unirnos al apóstol Andrés para decir a los demás que también nosotros lo hemos encontrado, que es simple y bello, que es fuerte y fiel, que es bueno estar con él, que vale la pena dejarse encontrar por él. La lectura de este texto siempre será una invitación para agradecer y reavivar el propio encuentro personal con el Señor.
Oración: "Te doy gracias Señor, por haberte dejado encontrar, porque un día te pusiste en mi camino, te metiste en mi historia y me deslumhraste con tu mirada. Te doy gracias porque no soy un extraño a tus ojos y porque quisiste compartir conmigo tu preciosa intimidad". 73
Domingo 2° durante el año AÑO C : JN 2 , 1 - 1 1
Este episodio de la boda de Caná abre una sección del evangelio donde Se narran los signos más maravillosos que Jesús realizó. Esta sección terminará en el capítulo 12, donde se muestra la incredulidad de aquellos que viendo tantas señales rechazaron a Jesús (12, 37). Se destaca aquí la intervención de la Madre del Señor que intercede indicando a Jesús que se acabó el vino. A pesar del aparente reproche de Jesús, él escuchó la súplica de María, resolvió el problema de los novios que se habían quedado sin vino para ofrecer, y así "manifestó su gloria y creyeron en él sus discípulos". Esto indica que la intervención de María tuvo finalmente un efecto positivo. Cuando Jesús explica a María que todavía no ha llegado su hora, se refiere a la cruz, donde María deberá ejercer una función destacada (Jn 19, 25-27), mucho más importante que interceder por los novios que no tienen vino. Junto a la cruz ella será la Madre de una nueva humanidad, redimida por Jesús; junto a la cruz ella aportará el aspecto femenino de la nueva creación, porque del costado abierto de Jesús nace una humanidad purificada, fortalecida, allí brotan las fuentes que nos pueden hacer renacer para una vida eterna. Y en todo nacimiento hay una madre. Ella no es la redentora, pero es la que Jesús, el único salvador, ha querido regalarnos como madre, para que nos acompañe con su fuerza materna y se compadezca de cada uno de nosotros como mostró su compasión en las bodas de Caná. Ella es la primera redimida por su propio hijo, porque él la preparó con su poder divino para acompañarlo siempre en su obra redentora, desde que fue engendrado hasta que entregó su sangre por nosotros.
Oración: "Te doy gracias María por tu presencia de Madre, atenta a mis necesidades y problemas. Te ruego hoy que hagas presente ante Jesús lo que más me preocupa, y consigas de su misericordia lo que más necesita mi corazón".
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Semana 2 durante el año LUNES: MC 2 , 1 8 - 2 2
En la época de Jesús se daba mucha importancia a determinadas prácticas religiosas, y los jefes religiosos controlaban que la gente las cumpliera. Los fariseos, por ejemplo, controlaban que la gente ayunara, y ellos mismos ayunaban dos veces por semana porque creían que así se aceleraba la llegada del Mesías; pero distraídos con esas prácticas que los hacían sentir superiores, no estuvieron atentos para descubrir que el Mesías estaba entre ellos. Por eso Jesús dice: "a vino nuevo, odres nuevos". Jesús quiere mostrar que el estilo de vida y la riqueza que él viene a traer es superior a las prácticas judías tradicionales, sin despreciarlas. El quiere mostrar que lo importante no es controlar que la gente cumpla con esas prácticas sino que reciba la nueva vida que trae el Mesías. Esto no significa que Jesús descalificara o anulara todas esas prácticas. Responde así porque los fariseos, que se sentían más importantes que el resto porque cumplían al pie de la letra el ayuno y otras prácticas, querían hacer aparecer a los discípulos de Jesús como imperfectos porque no ayunaban. Jesús se presenta como el novio que está celebrando sus bodas, de manera que no correspondía que sus amigos ayunaran en medio de esa fiesta, sino que gozaran de su presencia. Por eso para nosotros, que gozamos de la presencia de Jesús resucitado, el ayuno siempre será una práctica muy secundaria.
Oración: "Señor Jesús, dame la gracia de recordar que tu Persona es más importante que todas mis prácticas religiosas, que es tu presencia lo que le da sentido a todas esas prácticas, que tenerte como amigo es una fiesta en medio de todas las dificultades de la vida".
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Semana 2 durante el año MARTES: MC 2 , 2 3 - 2 8
"El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado". Jesús recuerda en esta frase que cuando Dios pide algo al hombre es en realidad para bien del hombre, no porque Él necesite imponer leyes. Todo lo que Dios pueda pedirnos responde a una necesidad que él mismo puso en el corazón humano cuando lo creó, y por lo tanto el cumplimiento de la voluntad de Dios siempre encamina al hombre a su realización, a su madurez y a su felicidad. Pero cuando esas leyes se absolutizan y las utilizamos para dominar a los demás y hacerlos sufrir, ya no cumplen la voluntad de Dios. Dios ama al hombre y desea su felicidad, su gozo, su plenitud. Por eso tendríamos que procurar que nuestras costumbres y prácticas religiosas no sean una obligación que debemos cumplir, sino un medio para encontrarnos con Dios, para recibir su gracia, para encontrar la paz y su presencia, y de esa manera prepararnos para buscar el bien de los hermanos. El día de descanso tenía el sentido de poder dedicar tiempo a Dios, descansando con él, pero no tenía el sentido de un sacrificio que angustiara al hombre, no debía ser un peso sino una verdadera liberación. Pero eso que debía significar un alivio para el hombre cansado se convirtió en un peso más, en una preocupación que se agregaba a todas las angustias que la gente ya sufría.
Oración: "Señor, te doy gracias por tu amor que sólo busca mi bien. Ayúdame a descubrir tu verdadera voluntad para mi vida en medio de todas mis costumbres, prácticas y leyes. Dame el gozo de descansar en tu presencia".
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Semana 2 durante el año MIÉRCOLES: Mc 3, 1-6
La mano, que simboliza el trabajo, la creatividad, la iniciativa, está atrofiada. Por eso Jesús, al curar a este enfermo, lo impulsa a moverse, a dar un paso a la vista de todos, y a extender su mano, y así no solamente sana la parálisis de su mano, sino su desconfianza ante la vida, su ensimismamiento, su inseguridad interior y sus miedos. Jesús indica que hacer el bien al hermano necesitado está por encima de las demás leyes, y se presenta como un amante de la vida, dador de vida para el hombre. Pero los fariseos, que debían buscar el bien del pueblo, son incapaces de alegrarse por el bien de la persona curada, como pide san Pablo: "alégrense con los que están alegres, lloren con los que lloran" (Rom 12, 15). Esta insensibilidad indigna a Jesús, que los mira lleno de dolor por la obstinación de sus corazones, encerrados en las propias ideas y permanentemente preocupados por su poder en la sociedad. Los fariseos advirtieron el cuestionamiento de la mirada de Jesús, y a partir de ese momento decidieron que esa mirada cuestionadora debía ser eliminada. No toleraban que alguien se atreviera a enseñarles algo. El hombre enfermo reconocía su necesidad de ser curado, y Jesús pudo liberarlo; pero los fariseos, enfermos de envidia y de egoísmo, que no se sentían necesitados de nadie, no pudieron ser curados. Jesús no obligaba a nadie a recibir su oferta de salvación.
Oración: "Señor, dame la gracia de dejarme cuestionar por tu mirada, sobre todo cuando mi corazón se vuelva indiferente ante el dolor de los hermanos, cuando ya no sea capaz de alegrarme por el bien ajeno, cuando la envidia me carcoma el alma. Mírame Señor".
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Semana 2 durante el año JUEVES: MC 3, 7 - 1 2
Después de mostrarnos la ceguera y la obstinación de los fariseos, el evangelio nos muestra un pueblo que se deja seducir por la irresistible atracción de Jesús. Los pobres no tenían motivos para envidiar a Jesús o tenerle miedo. Sólo sabían que lo necesitaban, y se le echaban encima llenos de confianza. Este texto muestra que no eran los miembros del pueblo sencillo, sino las autoridades celosas de su poder y de sus costumbres, los que buscaban la muerte de Cristo y rechazaban su misión. Eran fanáticos religiosos que en realidad usaban la religión para sus fines, como un instrumento de dominio social, y no querían abrir el corazón a la novedad de Dios. Este texto, rebosante de fervor popular y de confianza en Jesús, puede leerse junto con Juan 7, 44-49. Allí vemos que las autoridades religiosas mandan a sus guardias para que tomen preso a Jesús. Pero los guardias no lo toman preso y en cambio vuelven fascinados, y cuentan que la gente está maravillada con Jesús. Las autoridades responden entonces que esa multitud ignorante es la que cree en Jesús, pero que ninguna de las autoridades religiosas ha creído en él. Si bien en la Pasión estas autoridades utilizaron a un grupo de gente para pedir la muerte de Jesús, el pueblo indefenso no acompañaba esta decisión, y sentía que perdía una vez más, a alguien podía devolverle la esperanza.
Oración: "Dios mío, dame un corazón sencillo, abierto a tus planes siempre nuevos y muchas veces desconcertantes. No quiero aferrarme a mis planes, a mis costumbres, a mis decisiones, sino que Tú me ilumines y me guíes por tu camino con las manos abiertas a los hermanos. Libérame de encerrarme en mis esquemas, Espíritu Santo".
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Semana 2 durante el año VIERNES: MC 3, 1 3 - 1 9
Esta escena del llamado a los doce apóstoles nos muestra que la iniciativa es de él, ya que "llamó a los que él quiso". Nadie puede sentirse digno de este llamado, ni creer que es llamado porque ha cautivado a Dios con sus dotes personales, con su santidad o con sus obras. En ese pequeño grupo de elegidos podemos descubrir una gran variedad: conservadores y progresistas, vasallos de los romanos y revolucionarios. De esas historias variadas Jesús quiso hacer una comunidad que transformara el mundo, y a pesar de las diferencias logró unirlos en una misma misión. El sentido del llamado era enviarlos a predicar, pero también con poder para liberar a la gente de sus males. No se trataba sólo de predicar, sino de ser instrumentos de un poder divino que libera a la gente de sus angustias. Sin embargo, el texto dice en primer lugar que los llamó "para que estuvieran con él". Es la intimidad con él lo que da sentido y vigor a la tarea que les encomienda, intimidad que luego de su partida se convertirá en una presencia poderosa que seguirá actuando a través de ellos (Mc 16, 20). No se trata entonces de una relación afectuosa que se queda en la conciencia de los discípulos, sino de un encuentro de amor que impulsa a la misión, que debe ser comunicado a los demás. Podemos preguntarnos si en nuestras vidas están presentes estas dos dimensiones sin oponerlas entre sí: la contemplación íntima y la actividad. Más aún, tendríamos que intentar que el encuentro íntimo con Jesús nos ayude a descubrirlo presente en la actividad, a darle una "mística" a la actividad, a vivir una "espiritualidad en la acción".
Oración: "Quiero escuchar una vez más siasmarme llevando tu Palabra viviendo tu presencia sublime cotidiana, sabiendo que estás,
tu llamado Señor, y volver a entuy haciendo el bien con tu poder, en medio del trabajo y la lucha que siempre estás".
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Semana 2 durante el año SÁBADO: MC 3, 2 0 - 2 1
Este es uno de los textos donde aparece la riqueza de la personalidad de Jesús. Por un lado era tan atractivo que se amontonaban multitudes a su alrededor. Pero por otra parte, su modo de hablar y de actuar era desconcertante, y algunas personas, incluso dentro de su familia, lo consideraban fuera de sí, exaltado, loco. Sus familiares llegaban al punto de querer "sujetarlo". De este modo vemos al Hijo de Dios hecho semejante a nosotros en todo, hasta el punto de convertirse en blanco de todo tipo de acusaciones y de sospechas. Porque él no entraba en los cánones de la "normalidad" de la sociedad, y tampoco será normal la entrega total de su vida en la cruz, esa entrega que lo convertirá en "escándalo y locura" (1 Cor 1, 23). Quizás hoy nuestra fe no nos convierta en objeto de sangrientas persecuciones, aunque en algunos lugares del mundo todavía hay mártires. Lo más común entre nosotros es que tengamos que soportar otro tipo de persecuciones, que son como aguijones frecuentes para nuestro orgullo. Se trata de las burlas de los que intentan ridiculizar nuestra fe y hacerla pasar por tonta, irracional, atrasada, fuera de lugar. Pero si Cristo mismo tuvo que sufrir ese tipo de agresiones verbales, de comentarios y sospechas, si a él mismo lo consideraban un "loco", ninguno de sus discípulos puede pretender una vida más tranquila y un reconocimiento social.
Oración: "Señor Jesús, que siempre vas más allá de mis cálculos, de mis planes, de mi capacidad de comprensión, dame la gracia de no querer sujetarte, de no querer adaptarte a los límites de mi mentalidad, y tómame con tu loco amor".
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Domingo 3° durante el año AÑO A : MT 4 , 1 2 - 2 3
Después del episodio de las tentaciones en el desierto, Jesús deja Nazaret y se establece en Cafarnaúm. Los estudios arqueológicos nos muestran que Cafarnaúm era una población muy pequeña, de unos trescientos metros de largo, ubicada al norte del lago de Galilea, entre el lago y una ruta romana. Pero a pesar de su pequeñez, Cafarnaúm tiene la importancia de ser el lugar donde Jesús vivía, seguramente en la casa de Pedro, durante su vida pública. A su pequeñez se debe que la gente y las autoridades se enteraban rápidamente de lo que Jesús hacía y decía, nada podía quedar oculto. Este traslado a Cafarnaúm, que marca el comienzo de la predicación de Jesús, es visto como el surgimiento de una gran luz para el pueblo. La palabra y la presencia de Jesús que se ofrece a todos es para la despreciada región de Galilea como un bello amanecer. Así lo había anunciado Isaías 9,lss: "El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una inmensa luz". Allí en Galilea Jesús comienza a llamar a sus discípulos; y los primeros elegidos son pobres y humildes pescadores del lago. Los relatos de llamado son muy simples y escuetos, pero en ellos se destaca la sencillez del llamado, la prontitud de la respuesta, y también que hay que dejar algo, porque se trata del llamado a una vida nueva, que no puede dejarnos igual. Ellos son llamados para un servicio, porque deben ser pescadores de hombres, que acompañarán a este Jesús que se dedicaba a "curar toda dolencia en el pueblo" (v. 23). Eso significa que no son llamados para formar un pequeño grupo de selectos, aislados del mundo, sino para el servicio del pueblo.
Oración: "Señor, abre mi oído interior para que pueda escuchar cada día tu llamado. Sácame de mi comodidad para que yo esté donde deba estar, donde mi presencia y mi palabra sean necesarias para hacer el bien".
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Domingo 3° durante el año AÑO B:
Mc
1, 14-20
Jesús comienza su predicación, brilla la luz de su palabra. Y en esa predicación se destaca el anuncio del reinado de Dios que está cerca. Este reinado significa que Dios viene a ejercer su poder en nuestro mundo; pero no a la manera de los poderes políticos o militares, sino a través de Jesús manso y humilde. Se trata de un modo de reinar que es completamente distinto de los reinados de este mundo, porque se fundamenta en la acción de Dios que transforma los corazones pero sin violentarlos ni forzarlos. De hecho Jesús pidió a sus discípulos que no se relacionaran entre ellos a la manera de los poderosos, que hacen sentir el peso de su autoridad (Mt 20, 25-28). Si se acepta ese reinado de Dios, entonces allí donde había oscuridad comienza a hacerse presente la luz; donde el odio y los rencores perturbaban y dividían comienza a reinar la paz, el diálogo, la comunión; allí donde las tristezas, angustias y temores ejercían su dominio comienza a dominar la esperanza y el gozo. Jesús viene a hacer presente la salvación de Dios sobre todo en su entrega en la cruz, donde el poder no es imposición de la autoridad sino servicio humilde y despojado. Pero además, él elige unos pobres pescadores para que lo acompañen en esta misión de transformar el mundo con la presencia de Dios. Él no necesita seres poderosos, famosos, importantes, porque será su poder el que se manifestará a través de ellos. En Jesús viene a hacerse presente la vida, la fuerza, la paz de Dios en las personas y en la sociedad, pero para eso requiere también de un sí de los corazones humanos en el arrepentimiento y en la confianza: "Arrepiéntanse y crean".
Oración: "Señor Jesús, ayúdame a ser instrumento tuyo para que el Reino de Dios se haga más presente en esta tierra. Toca mi corazón con tu gracia, y enséñame a vivir de tal manera que pueda contagiar el deseo de tu presencia, la sed de fraternidad y de justicia, la paz que tu presencia entre nosotros nos puede regalar". 82
Domingo 3° durante el año AÑO C :
Lc 1, 1-4; 4, 14-21
Al comenzar el evangelio, Lucas quiere dejar en claro que él no improvisa, que él ha sido un instrumento responsable en las manos de Dios y se ha dedicado a investigar diligentemente para escribir una narración ordenada sobre Jesús, basándose en el testimonio de los testigos. Así Lucas muestra que estas narraciones no son producto de la fantasía o de la mitología, sino que se refieren a hechos que verdaderamente han ocurrido en la historia. La segunda parte de este texto nos muestra a Jesús predicando en la sinagoga. Allí Jesús, luego de leer el texto de Isaías 6 1 , 1-2 afirma "esta Escritura, que acaban de oír se ha cumplido hoy". Jesús se presenta así como el ungido del señor, el Mesías que viene a anunciar la buena noticia a los pobres, a devolver la vista a los ciegos, a liberar a los cautivos. Pero es sumamente interesante advertir que en este texto la cita del profeta Isaías está modificada. Porque el texto original dice al final "a proclamar un año de gracia del Señor, día de venganza de nuestro Dios", pero el evangelio sólo dice "un año de gracia del Señor" y omite "día de venganza". Jesús nos libera de la ira de Dios, de su justa venganza, nos libera de lo que mereceríamos en justicia por nuestro pecado, nuestra mediocridad, nuestro olvido de Dios, y viene a proclamar que Dios siempre nos da una nueva oportunidad. Con la venida de Jesús se inaugura un tiempo de gracia, de misericordia, y se nos ofrece una buena noticia que es luz para nuestros ojos y liberación de nuestras esclavitudes. Pero cabe recordar que este triunfo de la misericordia ya aparecía anunciado en varios textos proféticos, como el de Oseas 11, 1-9 donde en la lucha entre la misericordia y la justicia que se libra en el corazón de Dios, termina triunfando la misericordia: "Porque soy Dios, no un hombre; contigo soy el Santo, y no vendré con ira" (11,9). Jesús es la manifestación de ese triunfo de la misericordia en el corazón de Dios.
Oración: "Te doy gracias Jesús, que anunciaste la buena noticia a los pobres, que nos trajiste la verdadera libertad. Gracias porque en ti se manifiesta el rostro misericordioso del Padre, que ofrece gracia y perdón, que da una nueva oportunidad". 83
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Semana 3 durante el año LUNES: MC 3, 2 2 - 3 0
Como Jesús despertaba admiración con sus prodigios, los maestros de la Ley encontraron una forma de desacreditarlo: diciendo que lo que él hacía era obra del mismo Satanás. Aquí la blasfemia contra el Espíritu Santo es la actitud del que se cierra a la acción del Espíritu poniendo como excusa que esa acción viene de Satanás; es ver los signos que Dios le regala para que crea, pero terminar haciendo callar a Dios con excusas blasfemas con tal de no cambiar los propios planes. Este pecado contra el Espíritu Santo designa entonces al corazón cerrado que rechaza la Palabra de Dios, rechaza los signos de su amor, y en definitiva rechaza el perdón de Dios, y por eso no puede ser perdonado mientras persevere en esa actitud, ya que Dios no actúa en contra de las decisiones de la libertad humana. Libertad enferma, pero que nos permite hacer una historia, caer y volver a levantarnos, y también nos permite decir que, si seguimos el camino de Dios no es porque él nos haya forzado. La iniciativa siempre es suya, y él nos da su gracia para que podamos responderle; pero hay una respuesta que debe brotar de nuestra libre aceptación. Digamos también que este texto nos alerta contra el peligro de la división, porque Jesús asume un proverbio popular que decía que un lugar donde hay división no puede subsistir, que para la subsistencia de algo es necesaria la unidad. Así nos motiva a descubrir que es mejor luchar juntos para poder resistir a las tentaciones y seducciones del mal, como diciéndonos que si nos quedamos solos y nos aislamos somos mucho más vulnerables que si vivimos el ideal de la unidad.
Oración: "Espíritu Santo, toca los corazones que se han cerrado a tu gracia, que no pueden ver los signos de tu amor, y rechazan tu perdón; sedúcelos con la atracción de tu gracia, sigue invitándolos a tu amistad, no dejes de mostrarle la belleza de Jesús".
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Semana 3 durante el año MARTES: MC 3, 3 1 - 3 5
Jesús no desprecia a su familia, pero quiere mostrar que la fe crea también lazos familiares, que se rompen las paredes del círculo familiar para abrir el corazón también a otros que pasan a ser verdaderamente hermanos. El texto de Lucas 2, 41-51 muestra que Jesús respetaba a María y a José, pero que también debía abandonar esa intimidad de su pequeña familia para abrir su misión a todo el pueblo, porque esa era la voluntad de Padre, que él venía a cumplir. El no vino a este mundo para encerrarse un pequeño mundo de afectos, sino para llegar a todos con el poder de Dios. La expresión "hermanos" designaba en el lenguaje de aquella época a cualquier pariente próximo: tíos, primos, etc. Por eso la expresión "tu madre y tus hermanos" indicaba al conjunto de su círculo familiar más cercano. Por eso esta expresión no basta para decir que María tuvo otros hijos. El evangelio de Juan indicará que su madre, que siempre lo buscaba, en realidad debía cumplir una misión suprema junto a él en la cruz. Allí sí Jesús volvería a la intimidad con su madre para realizar juntos la suprema voluntad del Padre. Junto a la cruz él y su madre fiel serían el modelo supremo para todo hombre y mujer y abrirían el camino de una nueva humanidad: él como Dios y redentor, ella como criatura humilde y como madre perseverante.
Oración: "Señor, ayúdame a descubrir y regalas, y concédeme que pueda tigo, que no me evada en una fe ca a los hermanos que me has
valorar la nueva familia que me vivir en familia mi relación conindividualista, sino que reconozregalado".
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Semana 3 durante el año MIÉRCOLES: MC 4, 1 - 2 0
La parábola del sembrador quiere mostrar las distintas actitudes de los corazones humanos ante la Palabra de Dios. El camino, donde los pájaros se comen rápidamente la semilla, es una tierra que no deja entrar la Palabra, es un corazón que ya está ocupado en muchas cosas y no tiene espacio, de manera que la Palabra escuchada es inmediatamente olvidada, o sencillamente no es escuchada con interés. El terreno pedregoso, que tiene una capa fina de tierra, recibe la semilla, y la deja germinar, pero por la poca profundidad no retiene la humedad y el sol seca esa plantita que acaba de surgir a la vida. Representa los corazones que reciben la Palabra con gozo, pero que siempre están demasiado pendientes de las dificultades, y no aceptan tener que sufrir algo por amor a Dios; el dolor y los problemas hacen que la Palabra recibida con gozo no les alcance para tener paz, y puede más su necesidad de vivir tranquilos. La Palabra entre espinas no se refiere tanto a las dificultades, sino a los deseos; porque las espinas ahogan a la planta que está creciendo, y del mismo modo, cuando el mundo comienza a atraer el corazón con los bienes y los placeres, el corazón se preocupa por alcanzar estas cosas y la Palabra pierde su atractivo, deja de entusiasmar; el corazón parece aceptar todo lo que dice esa Palabra, pero la Palabra no puede dar frutos de generosidad, de servicio, de entrega. Vemos entonces que en estos tres ejemplos se da la progresión: escuchar, perseverar, dar fruto. En el corazón que es como la tierra fértil se cumplen las tres cosas.
Oración: "Toma Señor la tierra de mi vida, rómpela, desmenúzala, ábrela con tu gracia, para que en ella pueda germinar, crecer y dar fruto, tu Palabra de vida. Dame alegría, perseverancia y generosidad para vivir tu Palabra".
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Semana 3 durante el año JUEVES: MC 4, 2 1 - 2 5
Todo el capítulo 4 de Marcos sigue hablando de la semilla de la Palabra, pero ahora esa Palabra que los discípulos han recibido se presenta como una luz que no puede ser guardada en la intimidad del corazón sino que debe ser compartida, comunicada, ya que de otra manera pierde su sentido de luz; ninguna lámpara se enciende para ser guardada sino para irradiar, para comunicar su luz. Por eso se invita al discípulo a no medir su entrega a esa Palabra. La Palabra merece ser amada, vivida y compartida sin cálculos, para que de la misma manera, sin medida, Dios llene la vida de su luz y de su poder. De otro modo sucederá lo mismo que pasa con una semilla que se guarda: termina perdiendo la vida, termina podrida o estéril. Así se nos indica una ley de la vida espiritual: para crecer en lo que se posee, e incluso para no perderlo, es necesario comunicarlo. Lo que no se comunica deja de ser auténtico y se muere, aunque aparentemente siga estando presente. Por eso podemos hablar de una fe viva y de una fe muerta. La fe viva es la que "se hace activa por el amor" (Gál 5, 6). Del mismo modo, la única luz que tiene sentido y sirve para algo es la que ilumina, la que se comunica a los demás. Dando y comunicando no nos gastamos, no nos agotamos, no nos debilitamos, no nos empobrecemos, sino que nos enriquecemos y nos fortalecemos más todavía, porque Dios siempre nos gana en generosidad: "Den y se les dará, una medida buena... desbordante" (Lc 6, 38).
Oración: "Señor, dame la alegría de compartir la vida que me das, de llevar a otros esa Palabra que ha iluminado mi existencia. No permitas que muera dentro de mí esa luz preciosa que encendiste en mi interior".
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Semana 3 durante el año
VIERNES: MC 4, 2 6 - 3 4
Seguimos con las semillas. Aquí se nos ofrecen dos parábolas más, que tienen que ver con el mundo vegetal, y que por eso son aptas para explicar de qué manera va creciendo el Reino de Dios. El Reino de Dios, igual que una semilla, crece por el poder que el mismo Dios le infunde, más que por los planes y realizaciones del hombre. Por eso aun en medio del sueño del hombre, el Reino sigue creciendo. Esa acción invisible, que a veces comienza con la apariencia simple de una semilla de mostaza, termina produciendo algo grande, una realidad llena de vida que puede acoger a todos los hombres, así como una multitud de pájaros van a anidar entre las ramas que surgieron de la pequeña semilla de mostaza. Este texto es una invitación a la espiritualidad de la confianza, una confianza que nos lleva a suplicar al Señor que actúe con su gracia en lo secreto de nuestra vida, más allá de lo que nosotros podamos comprender o planificar. Su gracia divina nos sostiene y se anticipa a nuestras decisiones y esfuerzos. Y donde podamos encontrar algo bueno, bello y auténtico, si agudizamos nuestra mirada, podremos descubrir que allí está actuando la gracia de Dios. "Busca algo bueno y encontrarás gracia".
Oración: "Señor, ayúdame a confiar en el poder de tu gracia, a invocar tu ayuda que puede transformar secretamente mi vida, a reconocer los signos de la obra silenciosa que tú realizas por todas partes".
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Semana 3 durante el año
SÁBADO: MC 4, 3 5 - 4 1
Jesús calma una tormenta en el mar ante la mirada asombrada de los discípulos. El mar simbolizaba las fuerzas ocultas del mal, ante las cuales el hombre se siente impotente, porque superan su capacidad de comprensión y de acción. Pero en toda la Biblia Dios aparece dominante por encima del mar. Aquí Jesús duerme plácido en medio de la tormenta marina, y los discípulos lo despiertan indignados y llenos de temor. Y Jesús con su sola palabra, dando una orden, se manifiesta como dominador de las fuerzas misteriosas. Sobrevino una calma perfecta, total, símbolo de la paz divina que sólo puede traer el Mesías. El temor de los discípulos luego del prodigio es el temor que se siente ante lo sagrado, ese Misterio divino que despierta en nosotros respeto, admiración, y produce en nuestros corazones la sensación de pequeñez e indignidad. Así Jesús, tanto en el sueño como en la acción aparece como el verdadero Señor, el único dueño de la situación, lo cual contrasta con la angustiosa impotencia y el tremendo miedo de los discípulos. También en medio de nuestras tormentas puede manifestarse su gloria, pero tenemos que estar convencidos de que él tiene poder sobre las fuerzas del mal, para que creamos de verdad que con él todo terminará bien.
Oración: "Señor, pongo mi vida en tus manos, porque yo solo con mi fragilidad no puedo enfrentar los misterios de la vida ni puedo dominar los males que me amenazan, pero contigo tengo la seguridad que me permite enfrentarlo todo".
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Domingo 4° durante el año
AÑO A : MT 5, 1 - 1 2
Aquí se nos presenta a Jesús subiendo al monte para dar su enseñanza sobre el estilo de vida que deben llevar los cristianos. Nos recuerda a Moisés subiendo al monte para recibir la Ley que Dios quería dar a su pueblo. Pero aquí es Jesús mismo el que entrega la ley del evangelio. Jesús se sienta para enseñar, como todo maestro judío, pero lo hace luego de dirigir su mirada a la gente, mirada que indica su interés por las personas, su misericordia, su atención puesta en las necesidades de su pueblo. Aunque los discípulos se pusieron cerca de él, Jesús se dirige a toda la multitud que lo seguía, porque se puso a enseñar, luego de haber dirigido su mirada a esa multitud, y no directamente a los discípulos. Y el estilo de vida que Jesús enseña a la multitud es el de la sencillez, la mansedumbre, la lucha por la paz y la justicia; es la renuncia a los honores mundanos. Queda claro entonces que la felicidad que Jesús propone no es la misma que ofrece el mundo, es de otro nivel. A diferencia de Lucas, el evangelio de Mateo no se detiene a presentar la queja de Jesús contra los ricos, porque Mateo se dirige a gente pobre, que no tiene bienes a los que podría aferrarse, y entonces los exhorta a la pobreza "de espíritu", la actitud interior de apoyarse sólo en Dios. Además, por dirigirse a judíos, el evangelio de Mateo prefiere usar imágenes muy gratas a los judíos. Por eso la propuesta del Reino celestial se presenta como una promesa de poseer la tierra, y esto agradaba mucho a los judíos, que tanto habían sufrido para poder conquistar la tierra prometida.
Oración: "Jesús, quisiera desear esa felicidad que me ofreces, la felicidad de un corazón pobre, simple, manso, pero capaz de luchar por un mundo de paz y de justicia. Quisiera poder liberarme de mis deseos mundanos, de mis vanidades. Dame tu gracia para lograrlo". 90
Domingo 4° durante el año AÑO B: MC 1 , 2 1 - 2 8
Cafarnaúm era el pueblo adoptivo de Jesús. Allí se instaló cuando comenzó a predicar, y desde allí se movía hasta que llegó la hora de morir en Jerusalén. Según los estudios arqueológicos, Cafarnaúm era un pequeño pueblo de poco más de 300 metros de largo, y por eso todo lo que Jesús hacía o decía inmediatamente era sabido por todos, nada podía quedar en el secreto. A eso se debe que Jesús pagara el impuesto al templo y evitara todo lo que pudiera escandalizar o confundir a la gente de esa población. Este episodio nos narra la expulsión de un espíritu inmundo que sucedió en una de las visitas de Jesús a la sinagoga de Cafarnaúm. En este hombre poseído, dominado por el mal, se simbolizan todos los males que arruinan y degradan la vida del hombre, y Jesús aparece con poder frente a esos males, liberando y renovando al hombre. Difícilmente cualquiera de nosotros podrá pensar que sus males son peores que los de este hombre destruido. Por eso cada uno de nosotros puede presentarle a Jesús, con confianza, sus propios males. Pidiéndole a Jesús que nos auxilie y nos restaure con su gracia, podemos hacer un camino que nos permita superarlos. Dos veces en este texto se dice que Jesús enseñaba con autoridad, porque él no sólo decía las cosas con su Palabra, sino que con sus acciones mostraba que poseía el dominio y la autoridad para expulsar todo lo que pueda poseer al hombre y hacerle daño. Pero eso mismo nos hace ver que su Palabra es viva y eficaz, que si la dejamos actuar tiene el poder para producir frutos de paz y libertad en nuestras vidas.
Oración: "Señor, ayúdame a descubrir que mi vida sin ti se convierte en miseria, que sin tu presencia se apoderan de mí muchos males que escapan a mi control, pero contigo vuelve la armonía y la calma".
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Domingo 4° durante el año AÑO C : LC 4 , 2 1 - 3 0
Aquí se nos muestra toda la sencillez de Jesús, que por una parte es admirado, pero por otra parte es rechazado. La gente de Nazaret, la ciudad donde creció, estaba admirada por la belleza de su predicación, pero no podía aceptarlo como maestro, y mucho menos como el Mesías, porque era uno del montón, era el hijo del pobre José, pertenecía a una familia humilde del pueblo, no era un personaje prestigioso ni uno de los poderosos de la alta sociedad. Jesús compartió hasta tal punto la vida de los pobres que fue despreciado igual que ellos, que se lo relegaba igual que a ellos, que se le negaba un lugar en la sociedad igual que a ellos. Por más atractiva que fuera su persona y por más bellas que fueran sus palabras, eso no bastaba para que lo aceptaran. Y Jesús renunciaba a deslumbrarlos con su poder, porque sabía que si no creían en su palabra "no creerán aunque resucite un muerto" (Lc 16,31). Jesús imagina un reproche por esa ausencia de prodigios, suponiendo que le dicen el refrán "médico, cúrate a ti mismo", y les responde con otro refrán conocido en su pueblo "nadie es profeta en su tierra". A través de este refrán Jesús no está diciendo que los profetas siempre son rechazados en su tierra, como si fuera una ley inamovible; simplemente pretende mostrarles lo que de hecho estaba sucediendo con él a partir de ese refrán que ellos usaban frecuentemente en las conversaciones cotidianas. Pero en el fondo ese refrán está mostrando la dificultad que tenemos para descubrir la presencia de Dios en las cosas simples y normales de nuestra vida.
Oración: "Señor Jesús, libérame del orgullo y de la vanidad, de pretender convencer a los demás con manifestaciones de poder. Ayúdame a aceptar con sencillez mi lugar en el mundo buscando más el servicio humilde que las grandezas y el prestigio de la imagen".
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Semana 4 durante el año LUNES: MC 5, 1 - 2 0 Otra vez aparece un hombre dominado por el mal. Pero en este caso se hace más patética todavía la figura de un hombre deteriorado, destruido, devaluado. Habitaba entre los sepulcros, lo cual lo muestra como un muerto en vida, y el aislamiento a que estaba sometido se representa en las cadenas que lo atan. Además se dañaba a sí mismo golpeándose con piedras, y expresaba el dolor de su interior dando tremendos gritos. No puede estar mejor representado el hombre bajo el dominio del mal. La narración de los cerdos en realidad tiene un valor simbólico, porque los cerdos eran animales impuros para los judíos; pero el poder del mal que aqueja al hombre es superior a la temida impureza de esos animales, de tal manera que los cerdos impuros no pueden contener ese mal y por eso se precipitan desesperadamente al lago. Pero los habitantes del lugar se concentraron sólo en el episodio de los cerdos, incapaces de valorar la obra restauradora que Jesús había hecho en el hombre, y por eso le piden a Jesús que se vaya. Otro detalle interesante de la narración es que Jesús no acepta que el hombre liberado se una al grupo de sus discípulos. Jesús prefiere que vuelva con los suyos y dé testimonio en su propia casa. No todos son llamados a dejar la vida familiar para consagrarse a la predicación del evangelio. Algunos, después de encontrarse con Jesús, deben seguir en el lugar y en las ocupaciones que tenían, pero dando testimonio de lo que Jesús hizo en ellos para que esos lugares sean renovados con la presencia del Señor. Así lo expresa el Concilio Vaticano II: "Todos los cristianos, de cualquier estado y vocación, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección. Por esa santidad se promueve también en la sociedad un modo de vivir más humano" (LG 40).
Oración: "Dios mío, adoro tu poder capaz de reformar al hombre enfermo y abatido, tu gloria que rompe las cadenas y libera de toda esclavitud; adoro tu mirada de amor que sana, que purifica, que devuelve la paz". 93
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Semana 4 durante el año MARTES: MC 5, 2 1 - 4 3
Este texto nos presenta dos preciosos testimonios de fe, entendida como una confianza firme y espontánea que algunos tienen en Jesús y en su poder, mientras otros se ríen, se burlan de él. Esa fe tiene también la característica de una actitud humilde: el jefe de la sinagoga se echa a los pies de Jesús y también lo hace la mujer. Es destacable el interés de Jesús por mirar a la mujer que con su fe había atraído su fuerza sanadora. Jesús no se contenta con sanar a la mujer, también quiere tener un encuentro con ella frente a frente y elogiar su fe. Además, se percibe la delicadeza del Señor en el detalle de tomar a la niña de la mano y estimular su respuesta con las entrañables palabras arameas, y cuando pide inmediatamente a sus parientes que le den de comer. Todos estos detalles que Marcos no quiso dejar de mencionar nos ayudan a percibir la calidez humana del Señor, el modo delicado como cuidaba los detalles de amor en su relación con los demás. Se destaca también que la mujer con hemorragias, hacía doce años que luchaba por liberarse de ese mal, había sufrido mucho en manos de muchos médicos y había gastado todo inútilmente; sin embargo, no había perdido la confianza, y finalmente llegó la curación. Esto nos invita a pensar que nunca puede declararse irremediablemente perdida una persona, siempre queda alguna posibilidad, y cuando hay en el corazón una profunda confianza y en el momento oportuno esa confianza se encuentra con el poder del Señor, sucede lo que para muchos era ya imposible.
Oración: "Señor, toma mis ojos, mis manos, mi forma de actuar, y dame tu delicadeza, tu bondad, tu manera de tratar a los demás. Que a través de mis gestos puedan descubrirte a ti y reconozcan la ternura y el vigor de tu corazón". 94
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Semana 4 durante el año MIÉRCOLES: Mc 6, 1-6
Este texto muestra a Jesús como una verdadera paradoja; por una parte se manifestaban en sus prodigios y en sus palabras el poder y la sabiduría de Dios, pero por otra parte no tenía un reconocimiento en la sociedad, no ocupaba ningún puesto importante y pertenecía a una familia pobre y sencilla. ¿Podía ser el Mesías alguien que desde niño había caminado por sus calles y había compartido sus vidas simples, ocultas, ignoradas por todos? ¿Podía ser el Rey esperado alguien que era también uno más, uno cualquiera? Finalmente, estas preguntas se convierten en incredulidad, y Jesús ve limitado su poder a causa de esa falta de fe que no le permite hacer prodigios en su propia tierra. Es fascinante ver al mismo Hijo de Dios que "se extrañaba de la incredulidad de ellos". Cuando Jesús dice que un profeta es despreciado solamente en su tierra ("nadie es profeta en su tierra"), en realidad no estaba afirmando algo que sucede siempre de esa manera, sino que tomó un refrán popular para que se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo en ese momento: que lo despreciaban porque no eran capaces de descubrir las cosas grandes que a veces se presentan en medio de la sencillez de la vida y a través de las personas que uno se encuentra en el camino cotidiano. Igualmente, algunas personas no crecen en la vida espiritual porque están esperando ocasiones extraordinarias o llamativas para entregarse a Dios, como si él no se hiciera presente en lo sencillo y cotidiano. Vale la pena recordar esta exhortación de San Francisco de Sales: "Las grandes ocasiones de servir a Dios se presentan raramente, pero las pequeñas son de cada día. Si haces las cosas cotidianas en nombre de Dios todo estará bien. Sea que comas o duermas, te diviertas o trabajes, todo en unión con Dios está bien".
Oración: "Mi Salvador, quiero contemplar tu santa humanidad, admirarme por la sencillez que guardaba tu infinita gloria; reconocer que realmente te hiciste igual a mí, con los límites de mi pequeña existencia terrena". 95
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Semana 4 durante el año JUEVES: MC 6, 7 - 1 3
Jesús vuelve a llamar a los apóstoles y los envía de dos en dos, con lo cual se remarca el aspecto comunitario de la misión. En esta tarea Jesús capacita a los que envía confiriéndoles poder no sólo para predicar, sino también para liberar a los hombres de sus males más profundos, esos que no se resuelven con habilidades humanas. Pero este texto nos indica que Jesús quería algo más en sus discípulos: una vida desprendida y desinteresada; para que así como en Jesús se unieron la gloria y la pequeñez, eso mismo se reflejara en sus discípulos. Ellos estaban revestidos de su poder, pero no apoyados en riquezas ni seguridades de este mundo; él los quería libres frente a los bienes y a la apariencia, dependiendo humildemente de la generosidad de los demás. Debían dirigirse a todos los ambientes, pero evitando que los contagiaran las malas costumbres y la indiferencia de algunos lugares. Por eso Jesús los invitaba a sacudirse hasta el polvo que les quedara en las sandalias cuando en algún lugar la Palabra fuera despreciada. Pero este gesto de sacudir las sandalias no es sólo una metáfora. De hecho, Pablo lo realizaba para recordar mejor la exhortación del Señor y no perder el entusiasmo evangelizador por las contrariedades del mundo (Hch. 13, 51).
Oración: "Señor, toma mi vida y realiza en ella esa paradoja de tu gloria y tu poder unidos a la humildad y a la pequeñez. Te entrego Señor, todos mis deseos de poder, de prestigio y de dinero, para apoyarme sólo en tu poder y en tu amor".
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Semana 4 durante el año VIERNES: MC 6, 1 4 - 2 9
Este texto muestra que Jesús era verdaderamente admirado, y buscaban explicaciones para entender porqué hacía tantos prodigios. Por eso creían que era algún gran profeta que había resucitado o "un profeta como los grandes". Esta última explicación, que parece tan extraña, se debe a que los judíos estaban esperando la llegada de un gran profeta, anunciada en Deut 18, 15. Pero luego el texto se detiene a narrar la muerte de Juan el Bautista, donde se muestra que el poder de la apariencia social y de la vanidad es tal, que puede torcer las mejores intenciones. Herodes admiraba a Juan, lo protegía, lo consultaba y 1Q escuchaba, pero no podía negarse a entregar la cabeza de Juan para no quedar mal delante de los convidados. Y si en el Antiguo Testamento la figura de Judit llevando la cabeza de Holofernes simbolizaba el triunfo de Dios y sus elegidos, esta joven llevando la cabeza de Juan simboliza el triunfo de los ardides del mal. Hasta ese momento, Herodes respetaba a Juan. Quedaba perplejo cuando Juan le reprochaba que conviviera con la mujer de su hermano, pero a pesar de eso lo apreciaba y se sentía atraído por su predicación. Sin embargo, la palabra del profeta no había logrado llegar al corazón, donde se toman las decisiones más profundas. Allí tenían más poder las habilidades de una mujer, que conociendo las debilidades del rey, encontró la ocasión adecuada para acorralarlo, de manera que tuviera que optar entre su propia fama y la vida del hombre que admiraba. Ella sabía bien cuál era la escala de valores del hombre que compartía su lecho.
Oración: "Señor, concédeme la gracia de ser fiel a tu amor No permitas que las seducciones del mundo me arrastren y puedan más que la atracción del bien y de los bellos ideales. Quiero dar testimonio de mi fe en el mundo; no dejes que el respeto social y la apariencia puedan más que tú".
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Semana 4 durante el año SÁBADO: MC 6, 3 0 - 3 4
Los apóstoles cuentan a Jesús lo que han hecho, porque tienen clara conciencia de que están cumpliendo una misión recibida de él. Queda claro que el protagonista es Jesús y que de alguna manera hay que rendirle cuentas y dialogar con él sobre la obra evangelizadora. Luego Jesús hace notar la necesidad de que descansen con él, la importancia de apartarse juntos a un lugar solitario; porque al maestro le preocupa que sus discípulos no tengan el reposo necesario. Sin embargo, la compasión ante los reclamos de la gente puede más que la necesidad de relax y soledad. Jesús había llevado a los discípulos a descansar, pero termina pidiéndoles que repartan el pan a la gente. Jesús les hace descubrir así que ellos son sus instrumentos para el Reino de Dios, y que muchas veces deberán renunciar a sus propios planes, a la comodidad y al descanso planificado, si las urgencias de los demás así lo exigen. Jesús no niega la necesidad del descanso, pero quiere recordarnos que el amor al hermano siempre puede más que nuestras necesidades inmediatas. Testimonio de ello es la vida entregada de la Madre Teresa de Calcuta y de tantos otros que optaron por realizarse en el servicio generoso más que en el cuidado de sí mismos, y en el mismo gozo de servir hallaron su descanso. Esto nos invita a todos a tratar de no separar demasiado el trabajo del descanso y de la espiritualidad. Lo mejor será siempre intentar estar a gusto en el trabajo y en el servicio, y allí mismo encontrar el gozo, el amor y la fuerza de Dios
Oración: "Señor, concédeme el descanso necesario en medio de la actividad que a veces me supera, pero no permitas que mire demasiado mis necesidades y no sea capaz de compadecerme de los demás. Regálame un corazón como el tuyo, incapaz de cansarse de amar y de servir".
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Domingo 5° durante el año
AÑO A : MT 5, 1 3 - 1 6
Luego de las bienaventuranzas, San Mateo nos presenta estas palabras de Jesús sobre la sal y la luz, y así vemos que la sal y la luz que los discípulos deben ofrecer al mundo son ese testimonio de un estilo de vida diferente, el estilo de las bienaventuranzas. Al invitarnos a ser sal para el mundo y a no perder el sabor, Jesús nos muestra que debemos ofrecerle algo al mundo, que debe preocuparnos aportarle un poco de sabor a esta tierra, que no nos puede ser indiferente la sociedad. Los talentos que recibimos de Dios son para que dejemos este mundo mejor que como lo encontramos. Al invitarnos a ser una luz que brille para todos, una luz que no pretenda ocultarse, una luz que sea visible como una ciudad sobre una montaña, nos está diciendo que nuestra vida cristiana no puede reducirse a un pequeño grupo escondido y aislado del mundo; nos exhorta a no avergonzarnos de nuestra fe. De hecho, los que están sumergidos en el pecado, en la injusticia y en el odio, prefieren que los creyentes no los cuestionen con su estilo de vida, prefieren un cristianismo encerrado en los templos, que no moleste; y una manera de perseguir la fe es pretender relegarla a la oscuridad, al encierro, es impedir que tenga influencia en la sociedad. Pero ese testimonio de vida y de fe en medio de la sociedad no tiene como finalidad alcanzar poder, ganarle una batalla a los opositores, demostrar que somos más; la finalidad es darle gloria al Padre, permitir que su gracia y su luz se difundan en el mundo, lo iluminen y lo transformen.
Oración: "Señor, no dejes que pierda el sabor de tu evangelio, no dejes que esconda la luz que me regalas. Tú has salvado mi vida, tú me has iluminado, pero te ruego que me impulses para que pueda comunicar a los demás tu amor y tu luz".
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Domingo 5° durante el año AÑO B: Mc 1 , 2 9 - 3 9
Este texto resalta de distintas maneras el poder de Jesús que viene a hacer presente el Reino de Dios y a liberar al hombre del poder del mal. La mano de Jesús que sostiene y cura a la suegra de Pedro recuerda la figura de la mano fuerte de Dios, tan presente en el Antiguo Testamento. Esa mano divina da seguridad: "Tu mano me sostiene" (Sal 63, 9; 73, 23). Con ese mismo poder de su mano Jesús pasa por todas partes curando enfermos y expulsando demonios; el poder del mal se rinde ante su mano fuerte. Esa misma mano fuerte de Jesús es la que puede fortalecernos y liberarnos de nuestros males más profundos, esa misma mano que acaricia con ternura pero que tiene potencia divina puede sostenernos en la dificultad y arrancar de nuestras vidas los poderes del mal que a veces nos esclavizan. Pero en el encuentro con el Padre, muy de madrugada, Jesús bebía del poder que se manifestaba durante la jornada. De la intimidad con su Padre Jesús obtenía todo lo que comunicaba a los demás, la fuerza que transmitía. En la curación de la suegra de Pedro se destaca un detalle importante: que la mujer, inmediatamente después de ser curada, se pone a servir a los presentes. Esto indica que cuando buscamos a Dios con el deseo de ser curados de nuestras enfermedades, angustias y perturbaciones, debemos hacerlo con la intención de servir mejor a los demás y no solamente para gozar del bienestar, encerrados en nuestros propios intereses.
Oración: "Señor, pasa por mi vida con tu mano firme, no me dejes caer Señor, arráncame del abismo de la tristeza, de la indiferencia, del pecado, y cura mis enfermedades. Fortalece mi cuerpo, pero sobre todo dame la fuerza insuperable del amor".
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Domingo 5° durante el año AÑO C : LC 5, 1 - 1 1
Pedro con sus compañeros estaba limpiando las redes, triste porque no había logrado pescar nada en toda la noche, él que era un gran pescador, orgulloso de su humilde oficio y confiado en sus habilidades. Él conocía el lago como la palma de su mano y sabía lo que había que hacer para poder pescar. Y en ese momento pasa por la orilla un maestro, Jesús. Pedro era un judío piadoso, y respetaba a los maestros, los trataba con veneración. Por eso, cuando Jesús le dice que navegue mar adentro para pescar, Pedro le obedece sólo por respeto, pero no deja de hacerle notar que es inútil porque ya lo había intentado toda la noche. Pero acepta volver mar adentro, allí donde él se creía rey y señor y había fracasado. Pero obedeciendo al maestro pescó más que nunca, y entonces vuelve reconociendo su desconfianza y declarando a Jesús como "Señor". Pero Jesús no quiere que Pedro lo siga por temor, y le pide que abandone el miedo; él lo busca para confiarle la misión de pescar hombres para el Reino. Pedro y sus compañeros descubren que con un Señor tan poderoso a su lado no necesitan apoyarse en nada, no necesitan otras seguridades, y por eso lo dejan todo. Hay que destacar que si bien estaban también Santiago y Juan, sin embargo las palabras de Jesús se dirigen particularmente a Pedro, con lo cual ya se comienza a ver el lugar particular que él tendrá en la Iglesia.
Oración: "Señor, lléname de confianza en tu palabra para que me lance mar adentro. Ya no quiero confiar en mis seguridades humanas sino en tu poder que me guía y me sostiene. Y perdóname Señor por mis desconfianzas, porque soy un pobre pecador".
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Semana 5 durante el año LUNES: MC 6, 5 3 - 5 6
Viendo a Jesús curando tantos enfermos, los que creemos que Jesús está vivo nos preguntamos porqué no puede hacer hoy esos prodigios. La realidad es que también hoy puede hacerlos, y de hecho muchas personas se curan a través de la oración o creciendo en la vida espiritual. Pero así como Jesús no curó a todos los enfermos de su época tampoco hoy lo hace; porque lo más importante de su misión no es curar enfermedades físicas, sino salvar el corazón del hombre. En aquella época eran necesarios los muchos prodigios porque la gente exigía que un profeta confirmara su misión con milagros; pero su misión no era la de hacer milagros, sino la de salvar al hombre del pecado y liberarlo en la cruz, de sus males más hondos. Por eso mismo, el evangelio de Marcos nos cuenta insistentemente que Jesús pedía secreto luego de hacer un milagro (3, 12; 5, 43, etc.). Todos, tarde o temprano, por más que se curen muchas veces, terminan muriendo, porque no están hechos para este mundo. Pero pueden morir vacíos y enfermos por dentro, o pueden morir llenos del amor y la fuerza de Dios que serán su tesoro para toda la eternidad. De todos modos, Jesús resucitado sigue teniendo poder también para curar nuestras enfermedades físicas, sobre todo cuando se derivan de problemas interiores, de odios, de rencores, de enfermedades "del alma". Por eso nosotros podemos pedir con fe a Jesús que nos cure o que cure a nuestros seres queridos.
Oración: "Señor Jesús, te entrego mi cuerpo débil; sánalo y protégelo de la enfermedad. Pero sobre todo entra en mi corazón con tu gracia y libérame del rencor, de la tristeza, del egoísmo, y de todos los males profundos que no me permiten vivir cada día en paz, alegría y amor".
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Semana 5 durante el año MARTES: MC 7, 1 - 1 3
Este texto se detiene a explicar cuál era el problema de Jesús con los maestros de la ley y los fariseos. Ellos se dedicaban a estudiar la Ley de Dios, a enseñarla y a promover su práctica. Pero el problema es que habían agregado a esa Ley una cantidad innumerable de prácticas y normas que la hacían complicada y que producían un efecto negativo, ya que se olvidaba lo esencial por perderse en muchas cosas secundarias. Además, estos jefes religiosos se dedicaban a espiar y controlar a la gente para ver si cumplía o no esas tradiciones. Aquí acusan a los discípulos de Jesús por no lavarse las manos antes de comer. Jesús rechaza ese tipo de religión y quiere devolverle la simplicidad. Como ejemplo, acusa a los fariseos de ser poco atentos con sus padres y de no cumplir con el mandamiento divino que manda honrarlos, porque se han inventado una tradición que dice que las personas consagradas ya no tienen obligación de preocuparse por sus padres. Pero los mandamientos de Dios están antes que nuestras tradiciones. Por eso cada tanto es conveniente detenerse a mirar la propia vida, para ver si no la hemos complicado con demasiadas normas que nosotros mismos inventamos. No es necesario ofrecer a Dios esfuerzos innecesarios, sino aceptar y vivir generosamente las incomodidades y exigencias que la vida misma nos presenta: "Soporta con dulzura las pequeñas incomodidades de cada día. Ese dolor de cabeza o de muelas, la otra molestia de tu cuerpo, la palabra inoportuna de tu marido, un cristal que se rompe, un pañuelo que se te perdió, la molestia de tener que levantarse temprano para poder orar. Todo sufrimiento cotidiano recibido y aceptado con amor agrada mucho al amor divino" (Francisco de Sales).
Oración: "Mi Señor, tú quisiste resumir todas las leyes en el amor, para que no compliquemos nuestra vida con miles de exigencias y nos olvidemos de lo esencial Concédeme vivir en el amor, dame un corazón generoso. No permitas que busque falsas excusas en tradiciones humanas, ni que controle sin compasión los defectos de los hermanos". 103
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Semana 5 durante el año MIÉRCOLES: MC 7, 1 4 - 2 3
Jesús no se contenta con criticar las tradiciones y normas inventadas por los fariseos, sino que va mucho más allá, porque también quiere simplificar la Ley que estaba escrita en el Antiguo Testamento. En este texto, por ejemplo, Jesús declara sin valor las prohibiciones de comer algunos alimentos y declara que todos los alimentos se pueden comer, ya que no proviene de ellos el mal del hombre. Para Jesús el mal está en el corazón, en las intenciones ocultas que llevan al pecado. No hay que culpar a lo que está fuera de nosotros sino preguntar qué hay en nosotros que debe ser sanado. Cuando algo me perturba, no me detendré a mirar la negatividad de lo que me rodea, sino que me preguntaré qué hay dentro de mí que provoca esa perturbación. Cuando no se tiene la fortaleza de Dios todo lo externo se convierte en un enemigo. Hacernos buenos por dentro es liberarnos de los males que nos esclavizan desde el fondo, es aprender a amar con sinceridad, es descubrir con paz interior y dulzura la compañía de un Dios amante que nos hace fuertes, es arrancar los miedos y tristezas inútiles, las vanidades que nos enferman. Pero eso sólo es posible por el poder sanador del Espíritu Santo. Con ese poder divino podemos ir santificándonos en esa lucha cotidiana por matar el orgullo, el rencor, el egoísmo, la indiferencia. En la lista de pecados que Jesús presenta, no se pretenden resumir todos los pecados más graves; pero cabe advertir que la mayoría de los pecados que se mencionan se refieren a las relaciones con el prójimo, a pecados que atentan contra el amor al hermano.
Oración: "Jesús, te doy gracias por haber simplificado mi vida, porque me indicaste un camino claro y directo en tu mensaje de amor; pero tú sabes que mi corazón se deja dominar muchas veces por otros impulsos. Por eso te ruego que lo purifiques, lo sanes, lo liberes".
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Semana 5 durante el año JUEVES: MC 7, 2 4 - 3 0
Jesús sigue molestando a los fariseos fanáticos, porque además de querer modificar sus normas, se atreve a entrar en un territorio pagano. Y este trato con paganos era considerado como una contaminación. Jesús pone a prueba la confianza de la mujer cananea, pero se deja vencer por su humilde convicción y sana a su hija. Porque ella es capaz de ver más allá de las palabras aparentemente indiferentes de Jesús, y expresa una gran confianza en su misericordia. Jesús se deja cautivar por esa confianza y parece no poder resistirse a los deseos de los que se acercan a él con esa actitud. Es bella esta actitud del que sabe colocarse en su lugar cuando está frente a Dios, con una humildad que no lo anula, sino que lo llena de confianza. Vale el ejemplo de Santa Catalina de Siena. Ella había tenido un encuentro místico con Jesús que le decía: "Yo soy el que soy, tú eres la que no es". Pero esto, lejos de rebajarla o detenerla, la convirtió en una de las mujeres más fuertes, valientes y decididas de la historia. La expresión "perros" era comúnmente usada por los judíos para referirse a los paganos. Jesús la suaviza diciendo "perritos", pero no deja de mostrar la predilección por el pueblo judío; sin embargo, ya queda claro que el poder de Jesús comienza a romper las fronteras y su misión se abre al mundo pagano, a pesar del rechazo que esto provocaba en los poderosos judíos más fanáticos.
Oración: "Señor, no permitas que la soberbia y la vanidad se apoderen de mí; no quiero sentirme digno de tus dones, sino acercarme a ti con la simple confianza de la mujer cananea, con un corazón humilde y pequeño ante tu grandeza".
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Semana 5 durante el año
VIERNES: MC 7 , 3 1 - 3 7
Esta curación del sordomudo, donde se ve a Jesús dando varios pasos para poder curarlo, presenta visos de ser una narración histórica, ya que este procedimiento no sirve para resaltar el poder de Jesús, que se manifestaría mejor si lo hubiera curado sólo con una palabra o con un gesto. Pero estos detalles indican que Jesús prefería curar contando con la cooperación y la aceptación de la persona. Como el sordo no podía escuchar sus palabras, Jesús se comunica con él a través del tacto, tocando sus oídos y su lengua. Los dedos de Jesús expresaban la cercanía del amor que se hace íntimo. La saliva es expresión de gran ternura. Normalmente limpiamos con nuestra propia saliva las cosas que amamos con ternura y las personas (los niños) que son parte de nuestra vida y de nuestro corazón. Al levantar los ojos al cielo Jesús expresa que su poder viene del Padre. La expresión de la gente "todo lo hizo bien" muestra que en Jesús se manifiesta el poder creador de Dios, que al crear el mundo veía que "era bueno". Así se muestra que la obra de Jesús restauraba la bondad de la creación.
Oración: "Toca mis oídos, Señor, para que pueda escucharte; toca mi lengua para que pueda hablar de ti y comunicar tu amor a los demás; porque todo mi ser está hecho para el encuentro contigo y para reflejar tu amor".
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Semana 5 durante el año
SÁBADO: MC 8, 1 - 1 0
Otra vez nos encontramos con la narración de la multiplicación de los panes, porque este relato aparece dos veces en Mateo y dos veces en Marcos. Al multiplicar los panes Jesús aparece realizando la figura del Dios que "da de comer al hambriento" (Sal 107, 9; 146, 7), que tiene una particular mirada de amor hacia los pobres necesitados y los sacia de sus bienes. Pero al repartir los panes a través de los discípulos está indicando que la preocupación por las necesidades de la gente es también parte de la misión de ellos; los discípulos, igual que Jesús, no pueden dejar de compadecerse de la gente, y esa compasión debe ser activa y eficaz. Así se continúa la exigencia bíblica de escuchar el clamor de los pobres (Éx 22, 20-22.25-26; Deut 15, 7-9; Eclo 4, 4-6). Si leemos estos textos podremos descubrir que quien se hace instrumento de Dios para escuchar el clamor del pobre, se coloca así en el canal de la bendición divina, su vida se llena de la bendición de Dios; pero el que rechaza esa misión y se encierra en su comodidad y en sus propios intereses, se coloca fuera de la bendición divina y su vida queda fuera de la protección de Dios, de manera que nada de lo que haga tendrá verdadero sentido.
Oración: "Señor, dame un poco de tu inmensa compasión ante la miseria ajena, ayúdame a mirar a los pobres con tus ojos de misericordia, tómame como instrumento para ayudarlos en sus necesidades y no permitas que cierre mis oídos a su clamor".
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Domingo 6° durante el año AÑO A : MT 5, 1 7 - 3 7
Ya sabemos que Jesús se oponía a los fariseos que controlaban la conducta de la gente exigiéndole una multitud de prácticas, imponiendo todo tipo de normas y costumbres. Por eso algunos pensaban que Jesús estaba despreciando los escritos del Antiguo Testamento, que se solían llamar "la Ley y los Profetas". El evangelio de Mateo muestra que Jesús no rechaza las normas morales del Antiguo Testamento, que se resumen en los mandamientos, y que no propone una fe sin moral. Mateo muestra con claridad que Jesús exigía a sus discípulos un determinado comportamiento, un estilo de vida que era más simple, pero no menos exigente que el de los fariseos. Al contrario, el estilo de vida que Jesús espera de sus discípulos es más exigente que el de los fariseos: "Si la justicia de ustedes no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los cielos" (v. 19). ¿En qué sentido Jesús es más exigente que los fariseos legalistas? Porque Jesús espera que nuestro comportamiento no sea un cumplimiento exterior, sino que brote del corazón; no espera que hagamos el bien porque está mandado, sino porque brota de un amor sincero al hermano, de un afecto interior y real, y eso es más exigente que cumplir mil normas externas, porque en realidad es imposible si Dios no nos llena de su propio amor. Por eso, este texto nos dice que no es suficiente "no matar" para entrar en el Reino de Dios, porque cuando tratamos mal a un hermano ya estamos expresando la falta de amor de nuestro corazón. Por eso mismo, el acto exterior de llevar una ofrenda al altar es inútil si no estamos en paz con los demás.
Oración: "Señor, concédeme adorarte desde lo más profundo de mi ser, para que mis acciones sean expresión de un corazón bueno, liberado, sanado. Ayúdame a ver cuando mis acciones sean solamente un cumplimiento exterior, que no expresa un amor sincero".
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Domingo 6° durante el año AÑO B: Mc 1 , 4 0 - 4 5
Los leprosos en la época de Jesús estaban completamente relegados, excluidos de la vida social, no sólo por temor al contagio, sino porque se los consideraba impuros, de manera que quien tomaba contacto con un leproso no podía participar del culto. Por eso se les colocaba una campanita, de manera que los demás advirtieran su cercanía. Pero Jesús supera todo prejuicio, se compadece del leproso, y hasta se atreve a tocarlo. Así el leproso no solamente se cura, sino que vuelve a experimentar la dignidad que Dios le da, una dignidad que Jesús le devuelve con su mano, diciéndole con ese toque que él sigue siendo digno de un contacto humano, de un amor generoso. Ante la interpelación del leproso "si quieres", Jesús responde "lo quiero". Las palabras del leproso expresan su gran confianza, porque cree que a Jesús le basta quererlo para poder curarlo. Sería precioso que nuestra oración cotidiana fuera también la expresión de una confianza sincera, de un convencimiento firme y humilde que nos haga capaces de estar en su presencia sabiendo que con él todo puede ser resuelto. Las palabras de Jesús expresan la atención de su amor a la persona del leproso, su acercamiento íntimo y delicado. Frente a este texto no podemos olvidar aquel relato sobre San Francisco de Asís, cuando él, imitando al Maestro, superó su asco y regresó a besar al leproso que había encontrado en el camino. ¿No podríamos pensar que Jesús nos está invitando a reflejar su amor a través de alguna actitud semejante, acercándonos a alguna persona que nos repugna, que nos produce rechazo, a alguien que sea despreciado o ignorado por los demás?
Oración: "Señor, te doy gracias por tu amor, que es verdadero, cercano, que no se espanta de mis miserias, que no me mira con los ojos del mundo. Te doy gracias porque para ti soy realmente importante, y ante ti puedo expresar todo lo que me inquieta. Yo también te digo, Señor, que si quieres puedes curarme". 109
Domingo 6° durante el año AÑO C : LC 6, 1 7 . 2 0 - 2 6
A diferencia de Mateo, Lucas coloca este discurso en una llanura. Pero sabemos que Mateo habla de la montaña por el valor simbólico que tiene como lugar de encuentro con Dios. Lucas nos insiste en la gran cantidad de discípulos y en la multitud del pueblo que venía de todas partes buscando a Jesús, no sólo judíos, sino también los paganos de la zona de Tiro y Sidón (ver 10, 13-14). Las bienaventuranzas que nos presenta Lucas no se caracterizan tanto por actitudes interiores, como la mansedumbre, la pobreza de espíritu o la pureza de corazón, como en Mateo 5. Lucas se dirige más bien a los pobres a secas, los que pasan hambre y lloran en su miseria y su angustia, los desterrados y despreciados por la sociedad. A ellos se les promete un premio celestial abundante, se les ofrece una esperanza que puede darles alegría en medio de la angustia y los desprecios, porque pueden saberse especialmente amados. Al mismo tiempo, para que no queden dudas sobre esta preferencia de Dios por los pobres, Lucas menciona también los reproches a los ricos, satisfechos y aplaudidos por la sociedad, y se les dice que no pueden poner esperanza alguna en ese poder mundano, porque esas glorias humanas no valen nada a los ojos de Dios. De hecho todo el evangelio de Lucas insiste en esta predilección de Dios por los que no tienen dónde apoyarse y por los que tan sólo pueden recostarse en él.
Oración: "Ayúdame Señor, para que pueda bres, hambrientos y despreciados. se endurezca ante el dolor ajeno, cridad del egoísmo, de la vanidad
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mirar con tus ojos a los poNo permitas que mi corazón no me dejes caer en la medioy la indiferencia".
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Semana 6 durante el año LUNES: Mc 8, 1 1 - 1 3
Jesús se niega a dar una señal a los fariseos, porque en realidad él no hacía prodigios donde no había confianza en su persona. Además, a los incrédulos ninguna señal les basta para llegar a depositar su confianza en el Señor. En el evangelio de Lucas dice que si no escuchaban la Palabra de Dios no creerían "aunque resucite un muerto" (Lc 16, 31). Por eso Jesús no quiere "tirar perlas a los cerdos" y se niega a darles señales. El suspiro de Jesús muestra la profunda indignación que no podía ocultar ante la hipocresía de los fariseos, que en realidad estaban pidiendo algo que no deseaban. Porque la fama de Jesús los irritaba, despertaba en ellos envidias y celos, ya que la gente dejaba de tenerlos en cuenta a ellos por la admiración que despertaba Jesús. Estos fariseos nos llevan a preguntarnos cómo es posible que existan personas con una fe firme en Dios, pero incapaces de amar en serio a los demás. Y esto mismo nos invita a unir un poco más nuestra fe y nuestro amor a Dios con el amor al prójimo, a no separar ambas cosas, porque "el que dice que ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso" (1 Jn 4, 20). Si así lo dice la Palabra de Dios, entonces todo el que desee ser fiel a Dios debería poner especial cuidado en amar sincera y efectivamente a los hermanos.
Oración: "Señor, dame la gracia de confiar en ti, de creer en tu Palabra. No quisiera pedirte signos, exigirte cosas y reprocharte lo que no me das. Pero mi corazón es débil. Por eso te digo que creo en ti, pero te pido que aumentes mi poca fe".
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Semana 6 durante el año
MARTES: MC 8, 1 4 - 2 1
Los discípulos se han quedado sin pan para ellos, se olvidaron de aprovisionarse para el viaje. Esto nos muestra que la misión de saciar el hambre de la gente que Jesús les había dado los había tomado por entero, hasta el punto que al menos por un momento no pensaron en sí mismos y en sus propias necesidades. Pero ahora Jesús quiere hacerles ver que después de haber presenciado la multiplicación de los panes no deberían preocuparse por la falta de pan, ya que el maestro generoso y lleno de poder que los llamó a estar con él, no podría dejarlos sin el sustento necesario para sobrevivir. En el trasfondo, Jesús usa el lenguaje simbólico de la levadura del pan para referirse a los poderosos de su época: los fariseos y Herodes. La levadura de ellos es la incredulidad y el afán desmedido de poder que se convierte en envidia y en necesidad de controlarlo todo. Le llama "levadura" porque esa actitud oculta fermenta toda la masa, arruina la vida entera, mancha con su malicia y quita todo valor a lo que hagan. Jesús pide a sus discípulos que se cuiden de esa levadura venenosa que puede hacer fermentar una masa de pecado que termine dominándolo todo con su influjo nefasto. Vemos así cómo en este texto se dan dos niveles (el pan puede ser el pan bueno que da Jesús o el pan malo de los fariseos), recurso que está muy presente en todo el evangelio de Juan.
Oración: "Señor, concédeme que no olvide los signos de tu amor y de tu poder que he experimentado a lo largo de mi vida; dame la gracia de recordarlos en los momentos oscuros para que no pierda la confianza en ti".
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Semana 6 durante el año
MIÉRCOLES: Mc 8, 2 2 - 2 6
Otra vez nos encontramos con una narración donde se muestra el estilo propio de Jesús para tratar a las personas y liberarlas de sus males. A diferencia de los relatos griegos que narraban milagros llenos de detalles extraordinarios y llamativos, donde el sanador aparecía majestuoso y deslumbrante, vemos aquí a Jesús curando poco a poco, llevando al ciego fuera de la aldea, a la intimidad; lo vemos dialogando con él, tomándolo de la mano, tocando sus ojos, untándolos con su propia saliva. Nada en este texto muestra la intención de deslumhrar o admirar; sólo se quiere mostrar a Jesús haciendo el bien con su peculiar delicadeza, con toda la ternura y el cálido respeto de su amor. Jesús va creando lentamente un clima de confianza y cercanía para mostrar que el prodigio procede de su amor, que el amor sana. Quizás el ciego en el fondo no quería recuperar la vista, porque tenía miedo de encontrarse con la hostilidad del mundo; por eso Jesús respeta sus tiempos, y con su amor le va haciendo descubrir poco a poco que vale la pena abrir los ojos, porque hay otros ojos que vale la pena mirar.
Oración: "Señor, quiero darte gracias por tu modo de tratarnos. En un mundo de prisas, competencia y descontrol, donde no nos reconocemos fácilmente como hermanos, tú nos muestras otra manera de tratarnos. Dame la gracia de imitar tus gestos".
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Semana 6 durante el año JUEVES: MC 8, 2 7 - 3 3
Este es un texto clave. Podemos decir que es el centro del evangelio de Marcos, el eje donde gira toda la obra y marca el paso a la segunda parte del evangelio. Así como al comienzo del evangelio aparecía Juan el Bautista anunciando al que iba a venir, aquí es Pedro el que presenta a Cristo como el Mesías, y así da pie a Jesús para explicar que él iba a realizar su obra salvadora a través de la muerte. Hasta aquí Jesús se nos iba mostrando a través de sus gestos, y poco a poco nos ha ido manifestando su maravillosa persona; pero a partir de ahora Jesús se nos muestra encaminándose a la Muerte y a la Resurrección, y por eso anuncia repetidamente la Pasión. Así se entiende también el duro reproche que Jesús hace a Pedro. Pedro sólo deseaba la gloria para su maestro, y se negaba a aceptar que lo rechazaran y lo mataran. Pero Jesús quiere destacar que su obra debe pasar por la Pasión. A través de este texto, Jesús nos mira a los ojos y se dirige a cada uno de nosotros para preguntarnos: "Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?". Cada uno de nosotros debería sentirse interpelado por esta interrogación y preguntarse a sí mismo cuál es el lugar real que Jesús está ocupando en su vida, si sigue siendo el rey y el Señor, si todavía es fuente de alegría y de paz, si todavía nos está impulsando a entregar nuestras vidas, a amar, a servir con generosidad.
Oración: "Jesús, dame la gracia también en la pasión, y sión en mi propia vida. mí, quiero decirte una redimiste en la cruz".
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de no reconocerte sólo en la gloria, sino de compartir contigo lo que haya de paY hoy que me preguntas quién eres para vez más que eres mi salvador y que me
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Semana 6 durante el año VIERNES: MC 8, 3 4 - 9 , 1
Jesús pasa ahora de su persona a la vida de los discípulos. Como siempre, el evangelio de Marcos presenta un juego misterioso entre la vida de Jesús y la nuestra; al mismo tiempo que nos dice quién es Jesús, nos dice también quién es o debe ser el discípulo. Por eso, una vez que ha mostrado claramente que él debe pasar por la pasión, indica a los discípulos que ellos deben aceptar su parte de pasión, también ellos deben cargar la cruz. Pretendiendo una vida sin problemas en realidad se pierde la vida, pero aceptando perder la vida, en realidad se la está salvando, ya que son los valores más profundos los que le dan sentido, valores que a veces hay que defender con sangre y lágrimas. Pero al invitar a no avergonzarse de él, Jesús da a entender precisamente a qué sufrimientos, a qué cruz se refiere: la incomprensión, los rechazos, las burlas, los desprecios sociales. Identificarse con Cristo implica también aceptar esa incomprensión. En 9, 1 Jesús anuncia una inminente venida del Reino con poder. Es lo que presenciaron y vivieron los discípulos a partir de la Resurrección de Jesús. Pero digamos también que los primeros discípulos habían interpretado este anuncio como la llegada inminente de la Parusía. Luego, con el paso de los años, esa espera se fue atenuando, y se convirtió en el empeño por vivir a pleno cada día como si fuera el último.
Oración: "Jesús, dame la gracia de no avergonzarme de ti y de tu evangelio cuando llegue la incomprensión o el desprecio del mundo. Quiero unirme a tu pasión y cargar contigo mi cruz, viviendo cada día como si fuera el último de mi vida".
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Semana 6 durante el año SÁBADO: MC 9 , 2 - 1 3
Al comienzo de la primera parte del evangelio de Marcos tenemos el episodio del bautismo de Jesús, donde el Padre lo presenta como su Hijo querido, su predilecto, amado con un amor único y exclusivo ( 1 , 11). Del mismo modo aquí, al comienzo de la segunda parte del evangelio, tenemos el episodio de la Transfiguración de Jesús, donde el Padre confirma la misión que le ha dado presentándolo como su Hijo querido e invitando a escucharlo. Por un instante los tres apóstoles alcanzan a vislumbrar el misterio trascendente de Jesús, por un instante se abre el cielo, y se nos recuerda la gloria de la primera alianza en el Sinaí (Éx 24, 9-18). Pero aquí Moisés, junto con el profeta Elias, está simplemente acompañando a Jesús, el Hijo querido, el único. Los apóstoles quieren prolongar esa maravillosa experiencia, pero deben bajar de la montaña porque todavía falta hacer un camino en la tierra. También a nosotros, muchas veces, nos gustaría quedarnos en la montaña, en un lugar sereno y feliz, pero tenemos que bajar y seguir con las tareas cotidianas, y a veces tenemos que enfrentar momentos difíciles. Cuando bajamos a la fiebre de la ciudad, nos basta recordar que también existe la paz de la cima de los montes. Pero además, esa rutina cotidiana, y los sufrimientos propios de la vida también pueden ser ofrecidos, entregados con amor, y así se llenan de sentido. El solo hecho de levantarnos por la mañana y ofrecer a Dios con amor todo lo que vamos a vivir, es una manera de hacer que ese día se llene de gloria, aunque no estemos en la montaña.
Oración: "Te doy gracias Señor por los signos de tu gloria que me regalas en medio de las asperezas de esta vida. Pero no dejes que me evada en las experiencias bellas y dame la fortaleza y la luz para bajar de la montaña con el deseo de entregar mi vida".
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Domingo 7° durante el año AÑO A : MT 5, 3 8 - 4 8
Prosiguiendo con el discurso del domingo pasado, que nos invitaba a responder al Señor con un estilo de vida que brote de un corazón transformado, este texto nos presenta las mayores exigencias del evangelio, que tienen que ver con nuestra relación con los hermanos. De hecho, después de presentarnos estas exigencias, Jesús pide que seamos perfectos "como es perfecto el Padre celestial" (cf. v. 48). Así nos indica que estas exigencias marcan un camino de perfección, son un ideal que nunca alcanzamos del todo, como no podemos alcanzar la perfección del Padre, aunque intentemos imitarla lejanamente en nuestras acciones. Jesús quiere completar el "ojo por ojo, diente por diente" que enseñaba el Antiguo Testamento (Éx 2 1 , 24), porque en realidad con esa expresión se había querido limitar la costumbre de vengarse con creces, que existía en el mundo antiguo. Es decir, se le pedía a alguien a quien se le había quitado un ojo, que no reaccionara asesinando a la esposa y a los hijos del que lo había agredido. Lo que hace Jesús es profundizar ese paso que había dado el Antiguo Testamento y pide que ni siquiera se acuda a la venganza, que ni siquiera se acuda a la violencia para cobrarse el ojo perdido, sino que seamos capaces de reaccionar ante el mal con una respuesta generosa; no sólo nos pide que no entremos en la misma dinámica del que actúa con odio, sino que mostremos el comportamiento opuesto, que ofrezcamos al mundo el testimonio de otra manera de actuar. Pero eso no significa que no se pongan límites a los que actúan mal, ya que en el mismo evangelio de Mateo aparece la posibilidad de sancionar con dureza cuando es necesario (Mt 18, 15-17). Finalmente, este texto presenta el ideal del amor a los enemigos, como imitación perfecta de la forma de actuar de Dios, que llena de bienes también a los que lo rechazan.
Oración: "Padre Dios, rico en misericordia, infunde en mí tu Espíritu Santo para que ya no reaccione de manera puramente humana, sino que ponga amor donde hay odio, ponga perdón donde hay ofensas. Ayúdame a reaccionar amando, como Jesús". 117
Domingo 7° durante el año AÑO B: MC
2, 1-12
En todo este capítulo Jesús se enfrenta a los fariseos y maestros de la Ley, laicos fanáticos de las leyes judías que controlaban permanentemente a la gente para ver si las cumplían o no. Los fariseos eran más políticos y los maestros de la ley más estudiosos, pero ambos se sentían perfectos, sabios, separados del resto de la gente. En este texto los maestros de la Ley critican a Jesús porque perdonó los pecados al paralítico, y el perdón sólo puede venir de Dios. Pero Jesús se presenta como aquel que puede dar el perdón del Padre, y cura al paralítico para dar un signo de la autenticidad de su misión, porque en aquella época se consideraba que Dios no podía darle poder para hacer milagros a un hombre pecador. Por eso mismo, algunos terminan diciendo que el poder de Jesús venía del demonio (Lc 11, 14-15). En la parálisis del hombre curado podemos ver un símbolo de nuestras propias parálisis, de todo aquello que nos detiene, que nos frena, y no nos permite caminar para servir a los demás, para seguir el camino que el Señor nos indica, para avanzar. De esas parálisis él puede curarnos; pero nos pide que realmente lo deseemos, que no nos apeguemos al mal que nos detiene. Muchas veces las personas se apegan a sus enfermedades y límites porque sienten que así son tenidos en cuenta, o porque pueden llevar una vida cómoda, o porque se han acostumbrado a vivir así y sienten que no podrían vivir de otra manera. En esos casos Jesús no puede liberarlos de sus males, porque en el fondo ellos no quieren ser liberados. Por eso, cuando descubrimos que nuestra oración no es escuchada porque en realidad no queremos que Dios la escuche, deberíamos comenzar pidiendo a Dios que nos regale el deseo de ser liberados.
Oración: "Jesús, tú que pasaste la vida caminando para hacer el bien, no permitas que me encierre en mis males y me detenga paralizado. Dame el impulso de tu gracia para que pueda caminar decidido hacia el bien".
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Domingo 7 ° durante el año AÑO C : LC 6, 2 7 - 3 8
Con mucha insistencia y con palabras muy convincentes, Jesús presenta un ideal cristiano que no puede ser comprendido con criterios meramente humanos. El amor a los enemigos sólo se entiende desde la fe y sólo se vive con el amor que el Señor nos regala. Ese amor a los enemigos, a los que nos hacen daño y nos odian, se expresa fundamentalmente en tres actitudes: tratarlos bien, desearles el bien y rezar por ellos. Por lo tanto la actitud más opuesta al evangelio sería la de desearles el mal, la sed de venganza. En el fondo, este ideal consiste en tratarlos a ellos como desearíamos ser tratados por ellos. San Pablo expresaba este pedido de Jesús diciendo: "No te dejes vencer por el mal, mejor vence el mal con el bien" (Rom 12, 21). Cuando las pasiones nos sugieren venganza, los criterios del Reino nos dicen que responder con la misma moneda es crear una espiral de violencia que termina dañándonos a todos. Pero además, Jesús nos hace ver que este amor a los enemigos es el signo de que estamos viviendo a otro nivel, es lo que verdaderamente distingue a los cristianos de los que se mueven por criterios meramente humanos. En el fondo, se trata de "dar gratis", de no tratar a alguien basándonos en lo que recibimos de él, sino de dar sin esperar. Aquí se supera la mera justicia, se va más allá, más lejos y más profundo, y se comienza verdaderamente a ser hijos del Padre celestial, que es bueno también con los ingratos. Finalmente, este texto nos resume la imitación de Dios en la misericordia, que se expresa cuando no juzgamos y cuando hacemos el bien. Esa misericordia es lo que hace que nuestras acciones agraden al Padre, de manera que él usará con nosotros la misma medida que usemos nosotros con los demás (para juzgarlos y para dar). Y esta misericordia es la que hace posible una vida en comunidad. Decía el Padre Lucio Gera: "¿Qué es la vida comunitaria sino un entramado de recíprocas ofrendas?".
ORACIÓN: "Padre Dios, inmensamente misericordioso, que siempre das gratuitamente a buenos y malos, sin esperar nada, solamente que actuemos nosotros de la misma manera con los demás, toca mi corazón y llénalo de tu generosidad y de tu compasión". 119
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Semana 7 durante el año LUNES: MC 9 , 1 4 - 2 9
Esta narración está llena de riqueza, de variados detalles que nos hacen ver todo lo que Jesús movilizaba a su paso, cómo su persona brinda respuestas pero también obliga a plantearse nuevas preguntas. Jesús manifiesta su gloria y su autoridad liberando al niño con una orden soberana. Pero se lamenta por la falta de fe que no permitió que sus discípulos lo liberaran. Por eso se entiende que cuando Jesús habla de la necesidad de la oración para poder expulsar los males de la gente, eso supone que los que piden algo tengan una fe verdadera, una confianza firme. Porque pedir algo a Dios sin una verdadera confianza es una manera de rebajar a Dios, de pretender utilizarlo como un amuleto o como un objeto a nuestro servicio; y la súplica no debe ser sólo la expresión de una necesidad, sino un culto al poder de Dios, un reconocimiento de su amor, una confesión de fe. Por eso mismo Jesús reprocha al padre del niño que le dijo: "si puedes". Esta expresión contrasta con la del leproso de Mc 1,40: "Si tú quieres, puedes". Pero la fe débil del padre se compensa con su humildad, que le permite suplicar a Jesús que socorra su falta de fe. Esa súplica humilde bastó para que Jesús pudiera escuchar sus angustiados ruegos.
Oración: "Señor Jesús, yo creo en ti, pero muchas veces no confío firmemente en que tú puedes guiar mi vida y concederme lo que más necesito. Por eso te ruego que socorras la debilidad de mi fe".
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Semana 7 durante el año MARTES: MC 9 , 3 0 - 3 7
Jesús había advertido a sus discípulos que se cuidaran de la levadura de los fariseos y de Herodes, celosos de su poder a costa de todo. Sin embargo, la tentación del poder y la gloria se cierne también sobre la comunidad de los discípulos, y Jesús le sale al paso. De la misma manera que él renunció a un poder terreno y a una gloria mundana, los discípulos deben desprenderse de pretensiones de dominio. Todo deseo de alguna autoridad sobre los demás debe transformarse en un deseo de servir a todos desde el último lugar. Resulta grosero que, luego que Jesús anunciara una vez más su muerte y su resurrección, los discípulos, que no lograban entrar en esa lógica de entrega, se pusieran a discutir quién de ellos era el más grande. Pero Jesús les muestra que en la lógica del Reino el más grande es el que se hace el último, el que sirve. Por eso el niño representa a los preferidos, a los primeros. El discípulo, si realmente quiere ser agradable a los ojos de Jesús, deberá hacerse pequeño y humilde como un niño y aparecer ante los demás con la sencillez de un pequeño, porque no tendría sentido que él defendiera permanentemente su imagen cuando su Maestro renunció a la fama y al poder terreno.
Oración: "Cambia mi corazón Señor; sólo tú puedes liberarlo de sus deseos de gloria y de poder, sólo tú puedes sanar su orgullo y hacerlo simple y desprendido como el tuyo. Dame la gracia de amar el último lugar, ese que nadie desearía quitarme".
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Semana 7 durante el año MIÉRCOLES: Mc 9 , 3 8 - 4 0
Junto con la tentación del poder estaba la tentación propia de los fariseos, que buscaban controlarlo todo, tener bajo su mirada dominante todo lo que tuviera que ver con la religión y las costumbres. No podían tolerar que alguien hablara de Dios públicamente o hiciera algo en nombre de Dios sin estar bajo el control de ellos. Jesús había pedido a los discípulos que se cuidaran de no contagiarse. Pero este texto muestra que también los discípulos caían en la tentación de querer controlarlo todo. Por eso no podían aceptar que alguien expulsara demonios en nombre de Cristo sin pertenecer a su grupo de "selectos". Pero Jesús reacciona de otra manera, con una actitud amplia y tolerante; responde que es suficiente que esa persona no esté contra ellos. La misma actitud positiva y tolerante puede verse en Pablo, cuando dice en Flp 1,18: "¿Qué importa si predican a Cristo con falsedad o con autenticidad? Si predican a Cristo eso me alegra y me seguirá alegrando". Porque es verdad que "la Palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que una espada de doble filo; ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula" (Heb 4, 12).
Oración: "Jesús, no quisiera sentirme dueño de la verdad ni creerme digno de controlar a otros. Dame la gracia de descubrir y valorar tu acción en los demás, aunque no pertenezcan a mi grupo. Concédeme tu tolerancia y tu libertad de espíritu".
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Semana 7 durante el año JUEVES: MC 9 , 4 1 - 5 0
Jesús nos invita a revisar nuestra escala de valores y a descubrir que el Reino tiene tanto valor que justifica renuncias y sacrificios. El que busca la vida mejor que Jesús propone no puede dar rienda suelta a todas sus inclinaciones, sobre todo cuando las propias acciones hacen daño a los demás (v. 42). El evangelio exige un nuevo estilo de vida marcado sobre todo por una sincera preocupación por el bien del otro, por un delicado temor que nos lleva a revisar nuestras acciones para evitar que hagan daño a los demás. Vale la pena leer 1 Cor 8,8-13 para descubrir una vez más que nuestra libertad está al servicio del amor al hermano y de su bien. El mismo sentido aparece en el tema de la sal. La sal representa todo ese conjunto de características que distinguen a los cristianos y que deben contagiarse cada vez más al mundo (Mt 5, 13). Pero la sal también era usada en las alianzas como señal de amistad. Por eso el texto dice "tengan sal y estén en paz con todos". Esto implica que esas características distintivas de los cristianos son ante todo las actitudes buenas para con el prójimo. El amor al prójimo da sabor a la vida, hace que la existencia tenga un sentido luminoso y que valga la pena vivirla: "Con un poco de amor sobrevivo... Con un poco de amor yo me salvo. Sólo un poco de amor, y soy algo" (Silvio Rodríguez).
Oración: "Señor, no quiero que mi vida pierda su sabor; quiero una vida que valga la pena, un corazón abierto al hermano, cuidadoso para no dañar a nadie, deseoso de hacer el bien, amante de la paz y la unidad, generoso y paciente".
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Semana 7 durante el año VIERNES: Mc 10,
1-12
Jesús afirma que la práctica del divorcio no era una ley de Moisés (mandó), sino una permisión (permitió), como una tolerancia frente a una costumbre y una debilidad. Pero para Jesús eso no corresponde al plan original de Dios, que une a los esposos como una sola carne para que nunca se separen. Por eso Jesús reafirma el rechazo al adulterio, pero con una característica destacable: el varón no tiene derecho a repudiar a la mujer, y si lo hace no tiene derecho a una nueva unión. El texto antiguo (Deut 24, 1-3) daba amplios poderes al varón para liberarse de la mujer si luego de casado descubría en ella algo que no le agradaba, y así dejaba a la mujer a merced de los caprichos del varón. Jesús elimina esa superioridad despótica y arbitraria del varón y coloca las cosas en su lugar. Las exigencias son las mismas para los dos. Hoy en día, al mismo tiempo que se desarrollan tendencias feministas que quitan a la mujer las preciosas características que la distinguen para hacerla parecida al varón, también siguen en pie muchas formas de machismo, donde el varón pretende tener un dominio despótico sobre la mujer y se siente con el derecho de hacer cosas que de ninguna manera permitiría a su mujer. Especialmente a nivel sexual, el varón suele relativizar la importancia de sus infidelidades, mientras es absolutamente intolerante y celoso con la mujer en este ámbito. Muchos siglos atrás Jesús declaraba inválidas estas pretensiones injustas, pero todavía hoy, como en tantas otras cosas, el estilo de vida que Jesús propone está lejos de muchas costumbres sociales.
Oración: "Señor, da la gracia de la fidelidad a los que se han unido en matrimonio; concédeles que se sientan realmente una sola carne, que vivan el gozo de pertenecerse el uno al otro a pesar de todo y sepan superar las dificultades que amenazan al amor".
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Semana 7 - durante el año SÁBADO: MC 1 0 , 1 3 - 1 6
Este texto sobre los niños nos indica dos cosas; por un lado la mirada de amor que Dios dirige a los niños. No olvidemos que en aquella época se decía "tantas personas, sin contar las mujeres y los niños"; parecía como si mujeres y niños no fueran plenamente seres humanos. No era así para Jesús, que no sólo se detenía a acariciarlos y a bendecirlos, sino que además decía que el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Pero por otra parte el evangelio nos invita a recuperar la actitud de humilde confianza que caracteriza a los niños (Sal 131); el Reino de Dios debe ser recibido con esa confianza, propia del que sabe que solo no puede, que necesita del poder de Dios, que sin el Señor no tiene fuerza ni seguridad. Esta actitud de confianza plena, que puede llamarse "infancia espiritual" no es un infantilismo, y tampoco es una añoranza melancólica de la niñez. Es más bien una actitud adulta del que sabe colocarse frente a Dios como corresponde, con las manos vacías, sabiendo que ante su infinita grandeza y ante su amor de Padre sólo cabe una actitud de dependencia humilde y de sincera gratitud. Así lo expresaba Santa Teresa de Lisieux: "En el atardecer de esta vida me presentaré ante ti con las manos vacías Señor, porque no te pido que cuentes mis obras... Quiero recibir de tu amor la posesión eterna de ti".
Oración: "Señor, ayúdame a depender de ti como un niño, liberado de la soberbia y de las falsas seguridades; ayúdame a descubrir que sólo en ti está mi fortaleza, que sin ti no puedo, que sólo en tu poder mi vida se hace firme".
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Domingo 8° durante el año AÑO A : MT 6, 2 4 - 3 4
"Nadie puede servir a Dios y al dinero". Evidentemente la Palabra de Dios no nos está pidiendo que vivamos sin dinero, o que nos no nos ocupemos en trabajar para sostener nuestra vida y la de los seres queridos. Ni siquiera nos pide que tengamos poco dinero. De hecho en Lc 19, 8 se elogia a Zaqueo porque repartió la mitad de sus bienes, no todos. Y en Hechos 5, 4 podemos descubrir que no se exigía a todos vender todos sus bienes y ponerlos en común, sino que era una decisión libre. Por otra parte, en 1 Tim 6, 17 no se prohibe la posesión de riquezas ni el goce de los bienes terrenos, sino que se ponga la seguridad en ellos. Ese es exactamente el sentido de este texto de Mateo, porque no nos prohibe "poseer" sino "servir", hacernos esclavos del dinero. El dinero se coloca en el lugar de Dios cuando se convierte en un señor que domina los deseos, las inquietudes y los proyectos del hombre, cuando se convierte en rey de la propia vida y nos transforma en seres dependientes, en servidores suyos. En otros términos, el dinero no puede ser objeto de amor, y mucho menos del primer amor. Cuando es así se convierte en "la raíz de todos los males" (1 Tim 6, 10). Sólo Dios y el prójimo pueden ser objeto de amor, pero no los bienes materiales, que simplemente deben ser "usados" para el bien. Y al invitarnos al abandono en la providencia de Dios, a no "pre-ocuparnos" por el mañana, el evangelio nos invita más bien a "ocuparnos" de los problemas de cada día sin vivir pendientes de acumular para el futuro. No significa esto que no debamos tener alguna previsión para el futuro, sino que ante todo nos ocupemos del presente con la confianza puesta en Dios.
Oración: "Dios mío, ayúdame a liberarme de la idolatría del dinero y de las posesiones, para que seas tú mi único Señor Concédeme que pueda vivir plenamente cada día, ocupado en lo que deba hacer, y que no me obsesione por asegurar mi futuro".
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Domingo 8 ° durante el año AÑO B: MC 2 , 1 8 - 2 2
En la época de Jesús se daba mucha importancia a determinadas prácticas religiosas, y los jefes religiosos controlaban que la gente las cumpliera. Los fariseos, por ejemplo, controlaban que la gente ayunara, y ellos mismos ayunaban dos veces por semana porque creían que así se aceleraba la llegada del Mesías; pero distraídos con esas prácticas que los hacían sentir superiores, no estuvieron atentos para descubrir que el Mesías estaba entre ellos. Por eso Jesús dice: "a vino nuevo, odres nuevos". Jesús quiere mostrar que el estilo de vida y la riqueza que él viene a traer es superior a las prácticas judías tradicionales, sin despreciarlas. El quiere mostrar que lo importante no es dedicarse a controlar que la gente cumpla con esas prácticas, sino ayudarla a que abra su corazón para recibir la nueva vida que él trae como Mesías. Esto no significa que Jesús descalificara o anulara todas esas prácticas. Responde así porque los fariseos, que se sentían más importantes que el resto porque cumplían al pie de la letra el ayuno y otras prácticas, querían hacer aparecer a los discípulos de Jesús como imperfectos porque no ayunaban. Jesús se presenta como el novio que está celebrando sus bodas, de manera que no correspondía que sus amigos ayunaran en medio de esa fiesta, sino que gozaran de su presencia. Por eso para nosotros, que gozamos de la presencia de Jesús resucitado, el ayuno siempre será una práctica muy secundaria. Pero conviene revisar la propia vida para ver si es realmente una vida nueva, llena del gozo de la presencia de Cristo, o se ha convertido sólo en el triste y rutinario cumplimiento de prácticas que tranquilizan nuestra conciencia y así nos brindan una falsa seguridad.
Oración: "Señor, dame la gracia de vivir cada día una vida nueva, donde tu presencia sea siempre una novedad, y donde el deseo de agradarte sea una respuesta a tu fascinante presencia, más que el empeño por cumplir normas y leyes". 127
Domingo 8 ° durante el año AÑO C : LC 6, 3 9 - 4 5
En estos versículos Lucas aplica a los discípulos lo que en el evangelio de Mateo se aplica a los fariseos: la posibilidad de ser guías ciegos y árboles malos (Mt 15, 14, 7, 16-17). De esta manera se nos advierte que también nosotros podemos caer en la hipocresía que Jesús criticaba a los fariseos, también nosotros, a pesar de haber escuchado el mensaje del Señor y de haber gustado su Palabra, podemos caer en el culto de la apariencia, en el deseo de dominar a los demás, en el permanente control de los pecados y errores ajenos. Por eso aquí se nos invita a estar atentos para no convertirnos en jueces de los demás, pero incapaces de descubrir y reconocer los propios errores. Cabe destacar que estas palabras están a continuación de la invitación a ser compasivos, porque con la medida que usemos para medir a los demás seremos medidos nosotros (v. 38) Pero, por otra parte, se nos muestra también que esta capacidad de ser compasivos en el juicio sólo puede brotar de un corazón bueno, porque "de lo que rebosa el corazón habla la boca". Sólo de un corazón repleto de misericordia pueden salir palabras de compasión, sólo un corazón transformado por la misericordia de Dios puede evitar juzgar a los demás. El corazón en la Biblia es la sede de las decisiones más profundas, más auténticas, las verdaderas opciones y no las aparentes. Eso nos indica entonces que sólo puede evitarse el juicio sin misericordia cuando, con la gracia de Dios, y reconociendo la misericordia que Dios ha tenido con nosotros, tomamos una decisión clara, auténtica y sincera de ser compasivos con los demás, y no cuando sólo hacemos intentos voluntariosos sin estar realmente convencidos de que el prójimo debe ser mirado con los ojos compasivos de Dios.
Oración: "Sana Señor mi corazón duro, oscuro y negativo frente al hermano; libérame de ese impulso interior de señalar, comentar y resaltar todo lo negativo de la vida ajena. Enséñame a mirar a los demás como hermanos, hijos de tu amor, para ser comprensivo y paciente ante sus caídas". 128
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Semana 8 durante el año LUNES: MC 1 0 , 1 7 - 2 7
En este texto Jesús distingue lo necesario para heredar la vida eterna, que son los mandamientos, de lo que tiene como premio un tesoro especial en el cielo: la renuncia a todos los bienes, típica de los discípulos que se consagran al anuncio del evangelio. Esta invitación es más que una ascesis o un ideal de dominio de los deseos; es sobre todo la respuesta a una mirada de cariño que invita a entregarlo todo, dando felicidad a los pobres. El cariño de Jesús, su mirada que es cercana, íntima y generosa, busca promover a la persona amada, hacerle dar un paso más, y por eso, sin obligarla, le propone una entrega mayor. Pero a raíz de este episodio Jesús hace una reflexión sobre las riquezas que es válida para todo cristiano, porque a todo creyente se le pide "que no ponga su confianza en lo inseguro de las riquezas" (1 Tim 6, 17). Es difícil que el rico entre en el Reino de los cielos no porque posea bienes, sino porque al ser abundantes, los bienes llevan a poner en ellos la seguridad del corazón. La respuesta de los discípulos -¿quién podrá salvarse?- muestra que este apego a las riquezas no está sólo en los que poseen abundancia de bienes.
Oración: "Señor, dame un corazón generoso como el tuyo, concédeme la gracia de no vivir apegado a los bienes, de no depender tanto de ellos para estar en paz. Dame la gracia de compartir lo que tengo con un corazón liberado".
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Semana 8 durante el año MARTES: Mc 1 0 , 2 8 - 3 1
Pedro ha escuchado la invitación de Jesús a dejarlo todo y a no depositar la confianza en las riquezas. Entonces pregunta a Jesús cuál será su recompensa. Jesús se adapta a la mentalidad interesada de Pedro indicando que su entrega no quedará sin recompensa. La idea del ciento por uno evidentemente no puede tomarse al pie de la letra, como una cuestión matemática. Sólo quiere indicar que las necesidades del creyente quedarán satisfechas de un modo mucho más perfecto que si se apegara a las cosas del mundo alejándose de Dios. Sin embargo, Jesús no deja de poner límites a esta visión interesada de Pedro, diciéndole en primer lugar que el premio es la vida eterna, y que el premio en esta vida no consiste en poder, gloria humana o posición social. Esto se expresa en el anuncio de las persecuciones y en la invitación a hacerse el último. Sin embargo, aunque creamos que tenemos muchas obras buenas y sacrificios para ofrecerle a Dios, nunca podemos pensar que con nuestras obras compramos la amistad con Dios, que sólo puede ser un regalo gratuito, porque "esto no proviene de ustedes, sino que es don de Dios, y no es resultado de las obras, para que nadie se enorgullezca" (Ef 2, 8-9). Por la amistad que Dios nos regala gratuitamente y por la iniciativa de su gracia, nosotros podemos poner todo de nuestra parte para crecer y para agradar a Dios, y eso ciertamente produce efectos positivos en nuestra vida, y nos ayuda a vivir mejor, a ser más felices, a enfrentar mejor las dificultades de la existencia.
Oración: "Señor, dame fuerzas y generosidad para entregarte mi vida, sabiendo que entregarla a ti no es perderla ni desperdiciarla, porque en tu amor sabes premiar con abundante bondad, con una vida mejor, aunque muchas veces no consista en lo que nosotros planeamos. Gracias Señor".
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Semana 8 durante el año MIÉRCOLES: MC 1 0 , 3 2 - 4 5
Los discípulos comienzan a tomar conciencia de que Jesús está marchando hacia el final de su vida terrena. Perciben ya que la oposición a Jesús se va recrudeciendo, y por eso se sorprenden ante la decisión y el coraje de Jesús que marcha a la cabeza, y comienzan a sentir miedo. Jesús anuncia por tercera vez su pasión, confirmando la preocupación de los discípulos. Pero los discípulos piensan sobre todo en la gloria que Jesús alcanzará y la entienden como un reinado glorioso en la tierra. Por eso Santiago y Juan piden un lugar destacado en ese nuevo Reino. Jesús, con admirable paciencia, quiere hacerles notar que compartir su Reino implica también compartir los sufrimientos propios de la pasión, pero ellos responden que están dispuestos a acompañarlo en todo. Sin embargo, Jesús indica que eso no basta, porque el que asigna los puestos es el Padre. Además, en la nueva comunidad, la autoridad será más servicio que gloria, donde no se tratará de imponer la autoridad sino de usarla para servir como esclavo de los demás. Y al mismo tiempo que Jesús destaca ese nuevo estilo, lo contrapone a los poderes políticos, sobre todo imperiales, que dominan despóticamente y hacen sentir el rigor de la autoridad.
Oración: "Jesús, servicio puestos pojado
ayúdame humilde y lugares a servirte
a convencerme de que mi grandeza está en el y desinteresado; libérame de estar pendiente de de gloria, para entregarme con un corazón desen los hermanos".
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Semana 8 durante el año JUEVES: MC 1 0 , 4 6 - 5 2
Bartimeo, el mendigo ciego, estaba sentado junto al camino, sin esperanzas en la vida, despojado, humillado; ni siquiera podía pedir ayuda porque lo hacían callar. Era un excluido sin voz en la sociedad. Pero Jesús escucha el grito, y a aquellos mismos que lo hacían callar les ordena que lo llamen, como invitándolos a revertir su actitud despectiva e indiferente. La actitud de los discípulos, que contrasta con la de Jesús, no deja de ser una advertencia para nosotros. Porque cuando nos habituamos a una vida cómoda, o nos obsesionamos con los planes que queremos realizar, preferimos hacer callar a los que nos molestan, hacer desaparecer la voz de los que perturban nuestra falsa paz, eliminar el reclamo de los que pueden privarnos de la comodidad y de las estructuras que nos hemos creado para sobrevivir. El reclamo del ciego es una verdadera confesión de fe que reconoce a Jesús como el Mesías esperado, el descendiente de David que venía a reinar con justicia. Es más, todo el relato indica que el ciego estaba esperando a Jesús con el corazón confiado; y Jesús se acercó a él en actitud dialogante, a preguntarle qué quería de él. Además, Jesús declara que la fe del ciego ha tenido mucho que ver con su curación. Pero la fe del ciego se expresó luego de la curación, siguiendo a Jesús por el camino. Ese ciego que ansió tanto recobrar la vista, habría podido dedicarse a tantas cosas que podría haber soñado en su larga ceguera, y sin embargo su reacción es simplemente seguir a Jesús por el camino. Sabía que no había nadie ni nada más importante para sus ojos, que no valía la pena empeñarse en ver otras cosas cuando había encontrado al que le devolvía un sentido a su vida.
Oración: "Señor, yo también estoy un poco al borde del camino, ciego y solitario, necesitado y a oscuras. Yo también tengo mis cegueras y me cuesta ver la luz de tu verdad y el sentido de mi vida. Por eso te ruego que abras mis ojos y me hagas ver la luz". 132
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Semana 8 durante el año VIERNES: MC 1 1 , 1 1 - 2 6
No era la estación de los higos, pero sí la estación de las brevas (que aparecen antes que los higos propiamente dichos). Sin embargo, la higuera era sólo follaje, apariencia estéril. La higuera representaba al pueblo (Jer 8, 13; Os 9, 10), y una expresión de esa situación del pueblo es la que aparece a continuación: un templo donde nadie ora y donde todos se dedican al comercio, una casa de Dios donde no hay frutos de piedad sino sólo apariencia religiosa, porque en realidad era una cueva de ladrones preocupados por el dinero y transportando mercancías por el templo. Los sumos sacerdotes seguramente se beneficiaban con este comercio, porque cuando Jesús expresa su rechazo comienzan a buscar cómo acabar con él. Aquí también se advierte que el verdadero enemigo de Jesús no era tanto el pueblo sencillo, que se admiraba de su enseñanza, sino las autoridades religiosas que explotaban al pueblo a través de la devoción. Los discípulos se admiran al ver que la higuera que Jesús había maldecido estaba seca. Pero Jesús les dice que ellos mismos, si tienen fe, pueden hacer cosas mucho más admirables todavía. Para eso deben cumplirse dos condiciones: orar con confianza y asegurarse de haber perdonado a los demás antes de comenzar a orar.
Oración: "Señor, no permitas que mi devoción sea sólo apariencia, y muéstrame mis intenciones reales, las que verdaderamente reinan en mi corazón. Sana mis proyectos torcidos, mis proyectos vanos, y purifica mi corazón para que te regale frutos de amor sincero".
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Semana 8 durante el año SÁBADO: Mc 1 1 , 2 7 - 3 3
Las autoridades manifiestan su indignación y su preocupación por las cosas que Jesús ha hecho, y le indican que él no tiene ninguna autoridad para hacerlo. Por eso la pregunta de ellos en realidad no busca una respuesta, no es más que un reproche. De ahí que Jesús tampoco les responda. También nosotros a veces preguntamos cosas a Dios, planteamos nuestras quejas y dudas, pero en realidad no queremos recibir una respuesta que no esté de acuerdo con nuestros planes y esquemas. Pero Jesús acude a la figura de Juan el Bautista, una figura muy popular para el pueblo, que tampoco había recibido su misión de las autoridades oficiales. Ellos no podían desechar la autoridad de Juan porque el pueblo lo consideraba un profeta, pero tampoco podían decir que había recibido su autoridad directamente de Dios, porque si así fuera ellos deberían aceptar su testimonio sobre Jesús. De este modo se quedan sin palabras, y queda claro que los planes de Dios trascienden lo que ellos puedan pensar y controlar. Muy a menudo aparecen en los evangelios esos personajes que desearían tener a Jesús bajo su control. Será porque la tentación de pretender controlarlo todo es muy frecuente en los seres humanos. Se trata, en el fondo, de la tentación de "ser como dioses".
Oración: "Señor, muchas veces te hago preguntas, pero en realidad no quiero escuchar tus respuestas; yo tengo las mías y no acepto que me las modifiques. Libera mi corazón Señor, para que acepte tus desafíos".
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Domingo 9° durante el año AÑO A : MT 7 , 2 1 - 2 7
Como ya dijimos, el evangelio de Mateo nos insiste en el estilo de vida que el Señor quiere para nosotros. La entrega al Señor debe plasmarse en un determinado comportamiento, en una manera de actuar, porque no son en primer lugar las palabras las que dan gloria a Dios sino la manera de vivir que imita a Jesús. El cristianismo debe ser también un estilo de vida. Este texto nos muestra además que no son los carismas ni las obras extraordinarias lo que manifiesta nuestra entrega y nuestra adoración a Dios: ni las profecías, ni la expulsión de demonios, ni los milagros expresan nuestra adoración sincera a Dios, sino el poner en práctica las enseñanzas del Maestro. El que cumple esas enseñanzas es como el que construye su casa sobre la roca, y así está firme y seguro ante las dificultades de la vida y las tentaciones. Y eso nos indica que nuestra vida cristiana debe ser afirmada, fortalecida, asentada, arraigada, para lo cual son necesarias nuestras buenas acciones. La Iglesia siempre enseñó que nosotros debemos cooperar con la gracia de Dios para poder profundizar la vida en gracia. Dios tiene la iniciativa, pero para que el don de su amor se arraigue en nuestra vida y nos haga firmes, es necesario que le respondamos con obras de amor. Por eso, junto a las insistencias de San Pablo, que enseña que no nos justificamos por las obras, hay que recordar también que, una vez justificados, debemos responder con nuestras obras de amor a la iniciativa del amor de Dios. Y ese mensaje sobre el valor de las buenas obras y de la fidelidad a Dios está especialmente presente en el evangelio de Mateo.
Oración: "Quisiera responder mejor a tu amor, Señor, con una vida que te agrade; quisiera ofrecerte un comportamiento menos indigno de tu amor y de tu amistad. Impúlsame con tu gracia, para que mi vida interior se fortalezca en las buenas obras".
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Domingo 9° durante el año AÑO B: MC 2 , 2 3 - 3 8
"El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado". Jesús recuerda en esta frase que cuando Dios pide algo al hombre es en realidad para bien del hombre, no porque él necesite imponer leyes. Pero cuando esas leyes se absolutizan y las utilizamos para dominar a los demás y hacerlos sufrir, ya no cumplen la voluntad de Dios. Dios ama al hombre y desea su felicidad, su gozo, su plenitud. Por eso deberíamos buscar que nuestras costumbres y prácticas religiosas no sean una obligación que debemos cumplir, sino un medio para encontrarnos con Dios, para recibir su gracia, para encontrar la paz y su presencia. Las costumbres que no nos dejan vivir con alegría la fe y nos impiden servir a los demás con generosidad no son más que esclavitudes que en realidad nos alejan del camino de la libertad cristiana. Por eso decía San Pablo que Jesús nos ha liberado de la ley (Rom 7, 4). Cuando él toma nuestra vida, su gracia nos impulsa a realizar libremente lo que a él le agrada, nos impulsa a la alabanza gozosa y al servicio generoso. De esa manera, la voluntad de Dios no es un peso que nos agobia, no es una maraña de leyes que nos asfixian, sino una ayuda para saber por dónde tenemos que caminar para no desgastarnos inútilmente. En el fondo se trata de tener un deseo sincero de hacer su voluntad, y cuando lo vivimos en la entrega cotidiana ya no son las leyes lo que nos moviliza, sino su amor. Por eso decía San Agustín "ama y haz lo que quieras". Si alguien hace algo con el deseo sincero de amar a Dios y a los demás, sabe en su conciencia que está cumpliendo la voluntad de Dios para su vida. Por eso enseñaba Santo Tomás de Aquino que tanto el juez que sentencia a un criminal como la madre que busca salvarlo, ambos están en paz con la voluntad de Dios, porque están siendo fieles a la misión que Dios les ha dado.
Oración: "Señor, te doy gracias porque has puesto en el centro de todo la vida la felicidad del hombre, y no la ley. Gracias porque has simplificado nuestro camino resumiendo toda ley en el amor". 136
Domingo 9° durante el año AÑO C : LC 7 , 1 - 1 0
El evangelio de Lucas, llamado "el evangelio de la misericordia", merece sobradamente este calificativo, porque en él son abundantes las escenas de pecadores perdonados, la referencia al amor de Dios que perdona, a la predilección de Dios por los pobres, las exhortaciones a ser compasivos y generosos. Pero en general hay una mirada abierta a todo el que sea diferente, y por eso Lucas también tiene palabras positivas para los paganos, como en Lc 4, 25-27; 11,31 -32. En ese contexto tenemos que situar este relato sobre la curación del siervo del centurión romano. Se trata de un pagano, un representante del imperio romano que estaba oprimiendo al pueblo judío, y sin embargo se destaca aquí la exquisita bondad del centurión, que amaba al pueblo judío y hasta había construido una sinagoga en el pequeño pueblito de Cafarnaúm, y además se indica que quería mucho a su siervo, que había caído enfermo. Por otra parte, su actitud ante Jesús es de profunda humildad; en lugar de hacer valer su autoridad, se declara indigno de recibir la visita de Jesús; finalmente, hace un acto de profunda fe en el poder de Jesús, que le vale un elogio de Jesús: "Ni en Israel he encontrado una fe tan grande". Podemos decir entonces que el interés de Lucas, más que en relatar un milagro que apenas aparece mencionado, está en mostrar cómo un pagano podía tener un corazón bueno y abierto, más bueno que el corazón de los judíos "piadosos", orgullosos de su religión y de sus tradiciones. Y así se nos hace notar que no es bueno juzgar a los demás en bloque, porque en este caso el hecho de ser un centurión romano no implicaba que fuera una mala persona, y su confianza en Jesús fue más grande que la de los judíos que poseían la Palabra de Dios y eran el pueblo elegido.
Oración: "Señor Jesús, dame la gracia de mirar con buenos ojos al que es diferente; concédeme estar atento como tú a las cosas buenas que pueda descubrir en los otros. Libérame de los prejuicios tontos que me enceguecen y me vuelven oscuro y negativo".
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Semana 9 durante el año LUNES: Mc 12,
1-12
La viña, como de costumbre, simboliza al pueblo, y los cuidadores representan a las autoridades políticas y sobre todo religiosas. Los enviados son los distintos profetas que Dios ha suscitado en el pueblo para invitar a la conversión, pero que fueron despreciados. Finalmente, el propio hijo representa al mismo Jesús, que de este modo anuncia su propio fin. Las autoridades, al escuchar a Jesús, se dan cuenta que esta comparación iba dirigida a ellos, que estaban planeando la muerte de Jesús, pero no pueden arrestarlo por temor a la gente. Una vez más se ve que el problema de Jesús no era con el pueblo, sino con las autoridades. Y así vemos que el corazón de la gente sencilla suele estar más abierto a las novedades de Dios, pero los que tienen poder económico, intelectual o político suelen poner su seguridad en ese poder y se aferran tanto a esa seguridad falsa que no aceptan un cambio de planes aunque el mismo Dios lo esté proponiendo. Recordamos así que quien no tiene nada humano o terreno donde apoyarse, aprende más fácilmente a sostenerse en Dios, a sentirse firme en él, y sienten profunda y espontáneamente lo que en realidad vale para todos: que lo único firme que tenemos es el amor de Dios.
Oración: "Señor, libérame de mis falsas seguridades, no dejes que me quede envuelto y asfixiado en mis propios proyectos que no me dejan ver tu luz, que no me permiten escuchar esa palabra que me llama a la entrega, al cambio, a la vida nueva. No permitas que te elimine de mi vida para que no perturbes mis estructuras y mis planes".
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Semana 9 durante el año MARTES: MC 1 2 , 1 3 - 1 7
Las autoridades siguen buscando la manera de eliminar a Jesús, e intentan ponerlo en una encrucijada. Aquí le preguntan si hay que pagar o no el impuesto al emperador romano. Si contestaba que sí, lo acusaban de estar aliado con el poder extranjero que los oprimía, y así le ponían al pueblo en contra; pero si decía que no, lo acusaban de oponerse al emperador y los mismos romanos se encargarían de eliminarlo. Con su respuesta Jesús ponía en riesgo la continuidad de su ministerio, y no quería confundir a la gente. Debía quedar claro que la misión de Jesús iba más allá de los grupos políticos de aquel momento. Los mismos que aparentemente se oponían al poder romano, buscaban sus propios intereses y eran capaces de pactar con los romanos si eso era de su conveniencia. Por eso la respuesta de Jesús se limita a decir que las monedas acuñadas por el emperador romano debían volver a él. De hecho los judíos rechazaban ese rostro que parecía invitar a la idolatría, a endiosar a un ser humano. Sin embargo, la respuesta de Jesús es algo ambigua; lo libera del problema que se le plantea pero no es una invitación a no pagar el tributo. ¿Por qué? Jesús ha rechazado claramente todo dominio despótico (Mc 10, 42), pero está en la línea realista de los profetas del exilio, que invitaban a someterse momentáneamente porque una rebelión no podría lograr nada y traería males mayores para el pueblo. ¿Qué se podía hacer humanamente frente al tremendo poder del imperio romano? De hecho, la posterior rebelión de los zelotas provocó la tremenda crisis del incendio de Jerusalén y la dispersión de los judíos, una espantosa catástrofe para el pueblo. Jesús, para evitar males mayores a su pueblo, veía conveniente no motivar una rebelión, y si bien se oponía a los dominios despóticos, no quería promover una oposición irracional.
Oración: "Te adoramos Señor Jesús, porque estuviste siempre junto a tu pueblo y no quisiste darle respuestas falsas ni promesas vanas. Concede a los que gobiernan nuestra patria que sepan descubrir y realizar lo que nuestro pueblo necesita en este momento". 139
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Semana 9 durante el año MIÉRCOLES: MC 1 2 , 1 8 - 2 7
Los saduceos eran uno de los grupos del judaismo de la época de Jesús, permanentemente enfrentados con los fariseos. Ellos se atenían sólo a lo que enseñaban los primeros cinco libros de la Biblia y rechazaban todos los demás. Además, despreciaban todas las tradiciones populares que se comunicaban de manera oral. Por eso, ellos rechazaban muchas creencias populares defendidas por los fariseos. Por ejemplo, negaban que hubiera una vida después de la muerte, que hubiera una resurrección. Ellos seguían con una doctrina muy antigua que sostenía que el hombre era premiado o castigado en esta vida, y por eso los ricos eran los bendecidos por Dios. Ellos mismos pertenecían a las familias más ricas. En este texto ellos intentan ridiculizar la fe en una vida después de la muerte poniendo el caso de una mujer que se casó siete veces, y se imaginaban a los siete esposos en la vida eterna peleando por la mujer. Pero Jesús, que era tan duro con los defectos de los fariseos, esta vez se pone de su parte y defiende la fe en la vida eterna. Hace ver a los saduceos que en la vida eterna nadie necesita poseer nada ni tener una mujer como propia, porque allí vivimos liberados de todo dominio, ya que por el poder de Dios recibimos todo lo que necesitamos para ser felices. Y Jesús defiende la fe en la vida eterna a partir de la verdadera imagen de Dios: él es un Dios de vivos que comunica la vida permanentemente, y por eso él puede regalar a sus hijos amados una vida que nunca se acaba.
Oración: "Te adoro a ti Señor, tu que eres un Dios de vivos, lleno de vitalidad y poder, que te gozas comunicando la vida a tus hijos y no los abandonas en poder de la muerte. Concédenos que sepamos valorar ese llamado a la vida eterna".
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Semana 9 durante el año JUEVES: MC 1 2 , 2 8 - 3 4
Un maestro de la Ley judía pregunta a Jesús cuál es el mandamiento más importante. Porque las costumbres religiosas se habían complicado excesivamente a causa de la multitud de normas que exigían las tradiciones, y ni siquiera era posible recordar todas esas normas (los rabinos tenían 613 preceptos). La pregunta le sirve a Jesús para mostrar dónde debe estar nuestro principal empeño: en el amor, que es al mismo tiempo amor a Dios con todo el ser y amor al prójimo como a uno mismo. Jesús resalta esta síntesis al decir que "no hay mandamiento mayor que éstos", y el maestro de la Ley le da la razón diciendo que el amor "vale más que todos los holocaustos y sacrificios". Por lo tanto, no debemos poner nuestras mejores fuerzas y nuestras principales preocupaciones en ninguna otra cosa que no sea el amor. En el amor es donde principalmente cumplimos la voluntad de Dios y le agradamos. Este texto nos lleva a replantearnos cómo estamos orientando nuestro empeño para convertirnos y para crecer, dónde estamos poniendo el acento en nuestro plan de vida y en nuestras opciones cotidianas. La persona que no ama está como dividida en muchas partes, las distintas cosas que hace no le permiten sentir que está viviendo en serio. En cambio, la persona que siempre actúa por amor, o lo intenta, tiene una misma motivación en todo lo que hace, y eso le da una profunda unidad a su vida, porque todo apunta para el mismo lado, toda las energías se concentra en lo mismo: tratar de amar. De ese modo, aunque no todas las cosas resulten como uno las ha planeado, le queda en el corazón la satisfacción de saber una cosa: que en ese empeño puso un poco de amor, y eso es eterno (1 Cor 13, 8).
Oración: "Señor, infunde en mi corazón el ideal del amor, que mi sueño y mi anhelo principal sea amarte y expresar ese amor en el amor a los demás como me amo a mí mismo. Ayúdame a colocar todos mis proyectos por debajo de este ideal y dame tu gracia para vivirlo cada día más". 141
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Semana 9 durante el año VIERNES: MC 1 2 ,
35-37
En este texto Jesús utiliza a su favor la tradición judía según la cual los salmos habían sido compuestos por David, bajo el impulso del Espíritu Santo. En el salmo 110 David llama al Mesías "mi Señor", y eso significa que el Mesías es más que un descendiente de David; no es alguien que simplemente heredaría las prerrogativas de David y sería un gran rey, porque si así fuera David no le llamaría "mi Señor". Jesús quiere indicar así que él es mucho más que un nuevo David. El título de "Señor", aplicado tanto a Dios como al Mesías, indica que el Mesías tiene una cercanía particular a Dios Padre, sentado a su derecha para dominarlo todo junto con él. El Mesías participa del dominio que tiene el Padre por sobre todas las cosas. Es importante esta aclaración, porque el título de "Mesías" (ungido) destacaba más bien la humanidad de Jesús, sus lazos con la dinastía de David, con su linaje real. Jesús, con este uso del salmo, muestra que el Mesías es algo más, algo que rompe con los moldes y esquemas de la monarquía y los supera. El Mesías es también "el Señor". Es importante preguntarse entonces si es él quien está dominando nuestra vida, si es él quien tiene el poder en nuestros corazones, si él es realmente el Señor en nuestra existencia concreta.
Oración: "Jesús, tú eres el elegido, pero no para reinar en un territorio, sino para ser el Señor de todo lo que existe y tener dominio en nuestros corazones. Domina Señor, para que reinen el amor, el gozo, la verdad".
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Semana 9 durante el año SÁBADO: MC 1 2 ,
38-44
Los escribas buscaban aparentar frente a los demás, apareciendo como sabios y santos, pero al mismo tiempo se enriquecían apoderándose de los bienes de las viudas. Jesús despreciaba profundamente esa religiosidad que escondía egoísmos e injusticias. Por el contrario, Jesús se admiraba y se gozaba frente a la generosidad de los pobres, y lo subyugaba la religiosidad de los sencillos que se expresaba en gestos de desprendimiento. Por eso en este texto, luego de hablar de las injusticias que los falsos piadosos cometían con las viudas, se nos presenta el modelo de una de esas viudas pobres y explotadas. Cuando Jesús vio a la viuda pobre echando en la alcancía del templo las únicas monedas que tenía para sobrevivir, llamó a los discípulos para que valoraran ese gesto generoso. Y Jesús indica que el valor de una ofrenda no está en la cantidad sino en lo que significa de ofrenda generosa y de renuncia a sí mismo por amor. Las pocas monedas de aquella viuda no eran poco, porque para ella eran todo. Tendríamos que dejarnos motivar por la belleza de esta escena. El comentario de Jesús nos muestra que los gestos de generosidad cautivan sus ojos amantes. Sería bueno entonces que nos preguntáramos cuánto hace que no lo cautivamos con nuestras ofrendas.
Oración: "Mira Señor mi corazón egoísta, apegado a los bienes, y sánalo. Coloca en él algo de tu generosidad desbordante que te llevó a entregarlo todo en la cruz. Tú que sabes lo que es darse a sí mismo, enséñame Señor".
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Domingo 10° durante el año AÑO A :
MT 9 , 9 - 1 3
Jesús llama a Mateo. Por ser recaudador de impuestos era un personaje desagradable y odiado. También hoy los recaudadores de impuestos son mal vistos. Pero Mateo era especialmente odiado porque cobraba impuestos para el imperio romano que oprimía al pueblo y se llevaba una buena parte de lo poco que podían ganar los humildes pescadores de Galilea. Mateo era uno de esos pecadores que Jesús quería convertir, y por eso se acercaba a él y lo invitaba a seguirlo. Pero Jesús iba más allá, porque compartía la mesa con los amigos pecadores, y eso era una manera de incorporarse al círculo de esa gente de mala fama. De hecho en este texto nos encontramos con la escena de Jesús comiendo en la casa de Mateo, junto con los pecadores públicos. Los fariseos reprochaban esta actitud de Jesús de mezclarse con la gente "baja", y Jesús intentaba hacerles ver que, si pretendían ser religiosos y observantes de la voluntad de Dios, no debían olvidar que Dios quiere misericordia más que sacrificios. El mejor modo de rendirle culto es abrir el corazón al hermano, acercarse a él e intentar acercarlo a la vida de la fe. Hay que decir que el objetivo de Jesús no era simplemente mezclarse con los pecadores, compartir con ellos, sino también sanarlos de su pecado: él es el médico que se acerca a ellos para curar su enfermedad. Pero ellos, los pecadores que comían con Jesús, aceptaban su miseria y escuchaban a Jesús, mientras los fariseos padecían un mal mayor, porque no reconocían la necesidad de un médico para su propio mal. El breve relato del llamado de Mateo destaca la prontitud y la sencillez con que Mateo, ante el llamado de Jesús, dejó su mesa de trabajo y lo siguió. Ante los contrastes que nos presenta este texto podríamos preguntarnos si gastamos nuestras energías y nuestro tiempo en criticar los defectos y pecados ajenos, o si más bien, como Jesús, usamos ese tiempo y esas energías para acercarnos a ellos y hacer presente al Señor en sus vidas.
Oración: "Señor Jesús, tú que eres el médico, manifiesta más todavía tu poder sanador para liberar a este mundo del pecado; pero sobre todo toca los corazones de los que no reconocen su miseria y su necesidad de ser curados". 144
Domingo 1 0 ° durante el año AÑO B: MC 3 , 3 0 - 3 5 La madre y los hermanos de Jesús lo estaban buscando. Sabemos que en la Biblia la expresión "hermanos" no significa que fuesen hijos de la misma madre, ya que se usaba para designar a cualquier pariente cercano: primos, tíos, etc. Por eso Abraham llamaba "hermano" a Lot, que era hijo de su hermano (Gn 12, 5 y 13, 8). Este episodio le permite a Jesús hablar sobre los lazos de familiaridad espiritual que se crean entre los creyentes. Pero aquí se habla especialmente de los creyentes que buscan ser fieles a la voluntad de Dios. Y así se acentúan los lazos profundos que se producen entre los que cumplen la voluntad de Dios y el mismo Jesús. Esto indica que nuestra relación con Dios como Padre y con Jesús como hermano se van haciendo más fuertes cuando nuestras acciones se van asemejando a las de Jesús. Porque Jesús vino a cumplir la voluntad del Padre y ese era su mayor deseo: ver cumplida la voluntad de su Padre celestial. Por eso mismo nos enseñó a decir: "Padre nuestro... Santificado sea tu nombre... Hágase tu voluntad". Jesús quiere que compartamos con él ese deseo de que el Padre sea santificado y se cumpla su voluntad en esta tierra; y de este modo nos asociamos a Jesús en los deseos más hondos de su corazón, y así nos convertimos en "parientes" suyos, en seres cercanos a él. El deseo de ser mejores, de ser más fieles a Dios, es también una manera de unirnos a Jesús, porque es una expresión clara de nuestro amor sincero al Padre de Jesús, que es también nuestro Padre querido. Las palabras de Jesús en este texto no deberían tomarse como un desprecio de Jesús hacia su madre, ya que la intención era mostrar que Jesús ampliaba el círculo de sus íntimos para que en esa intimidad entraran todos los que buscaban hacer la voluntad del Padre en sus vidas.
Oración: "Jesús, tú conoces mi vida y sabes que me falta mucho para cumplir la voluntad del Padre en todo lo que hago, en todo lo que pienso, en todo lo que busco. Pero te ruego que derrames tu Espíritu para que él transforme todo mi ser y lo haga a la medida del proyecto del Padre". 145
Domingo 10° durante el año AÑO C : LC 7, 1 1 - 1 7
La escena que nos presenta este texto es profundamente triste y dolorosa. El lector no puede dejar de solidarizarse con la situación de esta mujer viuda, sobre todo si recordamos el desamparo y la pobreza en la que normalmente se encontraba una mujer viuda en aquella época. Pero lo más doloroso y cruel es que la viuda llevaba a enterrar a un joven que era su hijo único. Era la situación de alguien que no solamente estaba desprotegida, sino que perdía lo único que le quedaba en este mundo, el único fruto de sus entrañas, el único que podía darle consuelo y ayuda. Por eso podemos decir que esta viuda representa todo lo que puede sufrir un ser humano, el peor dolor, la angustia más honda de quien se queda sin ninguna ilusión en esta vida. Allí se hace presente Jesús. Allí siempre, de una manera o de otra, se hace presente el Señor para dar una respuesta. Y el prodigio que Jesús realiza no sólo manifiesta su poder, sino que lo muestra como la presencia bondadosa y liberadora de Dios en medio de su pueblo querido: "Dios ha visitado a su pueblo". Esta última frase indica que en esa viuda el pueblo mismo se veía reflejado, y en la viuda que recuperaba a su hijo, el pueblo despojado experimentaba consuelo, el pueblo mismo reconocía la visita de Dios. Y Jesús muestra así que él viene como instrumento del Padre Dios a buscar el bien de su pueblo. El temor de la gente es una reacción de admiración ante lo sagrado que se hace presente en este mundo limitado. La alabanza del pueblo ante lo que Jesús hace es una reacción destacada por Lucas en todo su evangelio, como invitándonos a reaccionar con la alabanza cada vez que podemos superar una dificultad, cada vez que reconocemos el auxilio de Dios.
Oración: "Señor, hazte presente también hoy en medio de las angustias de tu pueblo; ven a consolar a tus pobres. Tú que eres el Emmanuel, Dios con nosotros, manifiesta tu presencia llena de poder y misericordia". 146
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Semana 10 durante el año LUNES: MT 5, 1 - 1 2
Jesús sube a la montaña, lugar que simboliza el encuentro con Dios y donde Dios habla al hombre. Allí, en la montaña, Jesús nos explicó cuál es el estilo de vida que debe caracterizar a los cristianos. Las bienaventuranzas, al decir "felices", quieren indicarnos el camino de la verdadera felicidad, que no consiste en tener todo resuelto en el presente, sino en un estilo de vida que ya comienza a anticipar la felicidad del cielo. En primer lugar se declara felices a los pobres de espíritu, los que viven la pobreza no solamente como una situación social o exterior, sino que son pobres en su corazón, capaces de depender sólo de Dios, sin aferrarse a ninguna otra cosa para encontrar seguridad y apoyo. Pero no se trata simplemente de una pobreza elegida, de una ascesis, de una renuncia voluntaria al dinero o a los bienes. Porque esa ascesis puede estar motivada por la vanidad, el orgullo espiritual, el deseo de una especie de superioridad y distinción. Se trata más bien de un interior pobre, humilde; es la actitud sincera del que se reconoce necesitado de Dios y de los demás; es una pobreza auténtica, real, no aparente, porque reside en lo escondido del hombre donde sólo Dios puede ver. Pero es cierto que los que han nacido en la pobreza están mejor dispuestos para tener esa actitud, porque siempre han tenido pocas cosas a que aferrarse, porque aprendieron que sólo tenían a Dios para sentirse firmes y seguros.
Oración: "Señor, tu conoces todos los mecanismos de mi corazón que me llevan a buscar falsas seguridades, porque muchas veces me aferró a las cosas, a los logros humanos, a las vanidades del mundo. Dame un corazón pobre Señor, para que mi seguridad esté puesta sólo en ti".
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Semana 1 0 durante el año MARTES: MT 5, 1 3 - 1 6
Luego de las bienaventuranzas, San Mateo nos presenta estas palabras de Jesús sobre la sal y la luz, y así vemos que la sal y la luz que los discípulos deben ofrecer al mundo son ese testimonio de un estilo de vida diferente, el estilo de las bienaventuranzas. Al invitarnos a ser sal para el mundo, Jesús nos muestra que debemos ofrecerle algo al mundo, que debe preocuparnos aportarle un poco de sabor a esta tierra, que no nos puede ser indiferente la sociedad, que la fe no puede vivirse en el aislamiento, el resentimiento y la huida del mundo. Al invitarnos a ser una luz que brille para todos, una luz que no pretenda ocultarse, una luz que sea visible como una ciudad sobre una montaña, nos está diciendo que nuestra vida cristiana no puede reducirse a un pequeño grupo escondido y aislado del mundo y nos exhorta a no avergonzarnos de nuestra fe. De hecho, los que están sumergidos en el pecado, en la injusticia y en el odio, prefieren que los creyentes no los cuestionen con su estilo de vida, prefieren un cristianismo encerrado en los templos, que no moleste ni interpele; y una manera de perseguir la fe es pretender relegarla a la oscuridad, al encierro. Porque impedir que la fe tenga influencia en la sociedad es la mejor manera de debilitarla. Pero la sal y la luz no se inventan, se reciben del encuentro con Cristo. Por eso mismo, el testimonio de vida y de fe en medio de la sociedad no tiene como finalidad alcanzar poder, ganarle una batalla a los opositores, demostrar que somos más; la finalidad es darle gloria al Padre, permitir que su gracia y su luz se difundan en el mundo, lo iluminen y lo transformen. Decía también Tomas. Merton: "No se trata de ganar el mundo, sino de sumirnos en las profundidades de nuestra humildad con el fin de hallar a Cristo en todas partes y amarlo en todas las criaturas".
Oración: "Señor, no dejes que pierda el sabor de tu evangelio, no dejes que esconda la luz que me regalas. Tú has salvado mi vida, tú me has iluminado, pero te ruego que me impulses para que pueda comunicar a los demás tu amor y tu luz".
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Semana 10 durante el año MIÉRCOLES: MT 5, 1 7 - 1 9
Este evangelio nos muestra a Jesús aclarando una posible confusión. Si bien él no continúa con los sacrificios de la religión judía y con otras costumbres que fueron agregadas por las tradiciones de los fariseos, sin embargo de ninguna manera anula las exigencias de la Ley de Dios. Las cosas que Dios nos pide, sean pequeñas o grandes, deben ser cumplidas con delicadeza y amor; nada de lo que Dios nos pide es irrelevante o despreciable. Si bien Jesús rechaza la apariencia externa de perfección que ostentaban los fariseos, eso no significa que no le interese que nuestras acciones respondan a la voluntad del Padre, o que él anule los mandamientos. Pero Jesús no sólo pide que cada uno se empeñe en ser fiel a la Ley de Dios, sino que también enseñe esa Ley, que se identifique públicamente con ella y la transmita a los demás. Quien lo haga "será considerado grande en el Reino de Dios". Jesús mismo vino a cumplir esa Ley en su persona, y toda su vida es el testimonio personal y y el signo más bello de lo que significa amar la Ley de Dios y ser fiel a su sentido más profundo. Al referirse al "mayor" en el Reino de los Cielos lo que se busca es motivarnos a desear el crecimiento, a no pensar jamás que ya hemos logrado todo lo que Dios espera de nosotros. Mientras vivamos en esta tierra estamos siempre llamados a más, nunca se nos permite conformarnos en lo que ya hemos alcanzado como si ya hubiéramos entrado en la gloria celestial.
Oración: "Señor, coloca en mi corazón un profundo amor por tu Ley, un santo deseo de cumplir tu voluntad en las grandes y en las pequeñas cosas, la ilusión de agradarte con mi vida siguiendo el modelo perfecto de Jesús".
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Semana 10 durante el año JUEVES: MT 5, 2 0 - 2 6
El evangelio de Mateo-muestra con claridad que Jesús exigía a sus discípulos un determinado comportamiento, un estilo de vida que era más simple, pero no menos exigente que el de los fariseos. Al contrario, el estilo de vida que Jesús espera de sus discípulos es más exigente que el de los fariseos: "Si la justicia de ustedes no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos" (v. 19). ¿En qué sentido Jesús es más exigente que los fariseos legalistas? Porque Jesús espera que nuestro comportamiento no sea un cumplimiento exterior, sino que brote del corazón Aunque Jesús anula muchas normas del Antiguo Testamento, no elimina las exigencias esenciales; y esta simplificación tampoco implica que el seguimiento de Jesús sea menos comprometedor, ya que invita a poner todo nuestro ser, a empeñar todas nuestras fuerzas para vivir como a él le agrada. Cuando Jesús critica el legalismo de los fariseos, no está diciendo que sus discípulos se despreocupen de las exigencias del evangelio. Y particularmente en las exigencias con respecto al prójimo, Jesús espera que sus discípulos se destaquen más que los fariseos, y no se contenten sólo con no matar. Tratar a otro con ira, llamarlo inútil o loco (5, 22), bastaría para dejar sin sentido la propia existencia (para ser quemados). Porque insultar y maldecir a otro en realidad es una manera de querer anular su existencia y eliminarlo de nuestras vidas, contradiciendo así al Dios que lo ama y lo hace existir por amor. Y siguiendo la línea de los grandes profetas del Antiguo Testamento, Jesús indica que el culto a Dios pierde todo valor cuando el creyente está enemistado con un hermano, cuando ha hecho daño a un hijo de Dios ("si tu hermano tiene algo contra ti").
Oración: "Te entrego mi vida Señor, tú puedes renovarla con tu gracia para que te agrade más. Impúlsame con tu poder Señor, y no dejes que caiga en la mediocridad, que me conforme sólo con no matar y no sea capaz de vivir como hermano de todos".
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Semana 10 durante el año VIERNES: MT 5, 2 7 - 3 2
Ya sabemos que Jesús se oponía a los fariseos que controlaban la conducta de la gente exigiéndole una multitud de prácticas, imponiendo todo tipo de normas y costumbres. Por eso algunos pensaban que Jesús estaba despreciando los escritos del Antiguo Testamento, que se solían llamar "la Ley y los Profetas". El evangelio de Mateo muestra que Jesús no rechaza las normas morales del Antiguo Testamento, que se resumen en los mandamientos, y que no propone una fe sin moral ni exigencias. Pero sabemos que nuestro cumplimiento de la Ley de Dios debe ser más perfecto que el de los que sólo cuidan la apariencia externa. Por eso no se trata sólo de evitar el adulterio, sino de sanar el corazón para que no esté dominado por la intención de cometerlo. El corazón que hace planes, en realidad ya está cometiendo lo que planea, porque Dios mira el corazón. De esta manera, Jesús nos invita a preguntarnos qué es lo que realmente estamos buscando en la vida, aunque exteriormente nos cueste lograrlo. Esa intención profunda es lo que él quiere sanar y purificar. Pero al mismo tiempo nos invita a no juzgar con severidad a los adúlteros, porque podemos cometer lo mismo que criticamos, aunque no lo hagamos de manera visible sino con la intención oculta del corazón.
Oración: "Señor, yo quisiera tener un corazón libre de proyectos que te desagraden y experimentar la verdadera pureza interior, el gozo de buscar tu voluntad. Pero tú conoces mi debilidad. Sáname Señor".
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Semana 10 durante el año SÁBADO: MT
5, 33-37
Cuando Jesús quiere llevarnos a un cumplimiento perfecto de la voluntad de Dios no sólo nos pide un cambio del corazón o una "interiorización" de la ley. Pide también una forma de vivir y una manifestación exterior de lo que queremos y somos por dentro. Esa es una de las características del evangelio de Mateo. No se trata de oponer lo interior a lo exterior o de quedarnos solamente con las buenas intenciones de nuestro interior, se trata de lograr una armonía entre nuestra intimidad y nuestra forma de actuar. Este texto nos muestra que cuando Jesús nos invita a buscar la perfección, también nos propone un cambio en lo que hacemos y en lo que decimos. Por eso nos indica que no basta con evitar los juramentos falsos, sino que es necesario vivir de tal manera que no sea necesario jurar. Si cuando decimos "sí" luego es realmente sí, entonces los demás no necesitarán exigirnos juramentos para creer en nuestra palabra. Las personas que necesitan acudir a muchos testigos y jurar ampulosamente para lograr que crean en su palabra, tienen que preguntarse si no es necesario un cambio de fondo en su forma de actuar para que su palabra sea más digna de crédito. Y recordemos que hay un hermoso modelo de un "sí" que fue siempre sí, un sí verdaderamente fiel hasta permanecer de pie junto a la cruz de su hijo: el sí de María. Ella no necesitaba jurar.
Oración: "Señor, libérame de la falsedad y de las palabras mentirosas; concédeme la coherencia entre mis palabras y mi vida para que los demás puedan creer en mí y no necesite demostrar la verdad de lo que diga".
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Domingo 11° durante el año AÑO A : MT 9 , 3 6 - 1 0 , 8 Jesús amaba a su pueblo, lo contemplaba con la mirada de un verdadero salvador, dispuesto a dar la vida por amor. Y ante la multitud sentía compasión, porque reconocía profundamente las angustias, cansancios y dificultades de los demás. La multitud estaba sin pastor porque las mismas autoridades religiosas de aquella época explotaban a los pobres, se entretenían denunciando sus errores y se preocupaban sólo por su poder y su bienestar. En este texto Jesús da poder a sus discípulos, pero no es poder para dominar a la gente, sino para hacer el bien, para servir. Los envía a curar dolencias y a expulsar los demonios de la gente. Y en esta expresión se resumen todos los males del Pueblo. La expresión "demonios" en aquella época indicaba todo tipo de alteraciones que no tenían explicación natural en la medicina poco desarrollada de entonces, y abarcaba histerias, depresiones, epilepsias, iras enfermizas, etc. Al llamarle "demonios" se está indicando que no se los envía como médicos del cuerpo, sino en la medida en que esas perturbaciones psicofísicas podían tener alguna raíz en los problemas del corazón: odios, desengaños, etc. Invitando a la conversión, los discípulos se preocupaban por el hombre entero, sabiendo que la apertura a Dios abre el camino para resolver mejor las dificultades de la vida en la tierra. De esta manera ellos se convierten en instrumentos de Dios para aliviar a los fatigados y abatidos que no tienen pastor. Es bueno que cada uno, ante este evangelio, se pregunte si está cumpliendo su propia misión para aliviar de alguna manera a los demás, porque también hoy Jesús tiene compasión de la multitud y quiere ayudarla a través de nosotros.
Oración: "Señor, dame tu fuerza y tu luz para poder ayudar a los demás a resolver sus problemas, sus angustias, sus perturbaciones. Dame la palabra justa y la actitud correcta para que mi vida sea fecunda en los hermanos, para que a través de mí pueda actuar mejor tu poder divino". 153
Domingo 11° durante el año AÑO B: MC 4, 2 6 - 3 4
Jesús habla del Reino de Dios, que es la presencia divina reinando entre los hombres, derramando la fuerza de la justicia, el amor y la paz. Porque donde reina Dios no hay lugar para el mal. Ese Reino ya se hizo presente con la venida de Jesús, y sobre todo ahora, que él está resucitado, el Reino de Dios es una realidad presente. Pero el Reino de Dios también es algo futuro, algo que estamos esperando, porque este mundo todavía no alcanzó su plenitud, y eso sucederá sólo cuando Jesús regrese glorioso. Mientras tanto, el Reino está creciendo. Y las parábolas de las semillas, que leemos en este texto, hablan precisamente de ese Reino en crecimiento. La primera parábola se refiere al poder de la semilla que germina y crece por su propio poder, aun cuando el hombre duerma; porque el Reino de Dios tiene un poder divino que va actuando misteriosamente, más allá de las acciones del hombre, y nadie debe sentir que el Reino de Dios, para poder manifestarse, depende de su actividad. Cada uno de nosotros pasa, y sin embargo el Reino de Dios sigue desplegando su potencia y su luz. La segunda parábola destaca el crecimiento del Reino que comienza a manifestarse en cosas simples y pequeñas, pero que por el poder de Dios van creciendo hasta alcanzar grandes dimensiones. Nosotros creemos saber cómo se consiguen las cosas grandes, pero el evangelio nos invita a reconocer que no bastan nuestros esfuerzos, que también se trata de no ponerle obstáculos al Reino y de permitirle que él se desarrolle por su propio poder.
Oración: "Señor Jesús, quiero adorarte contemplando el poder divino que reina en tu humanidad glorificada, porque has resucitado lleno de fuerza y gloria celestial. Reina en este mundo Señor, transfórmalo y hazlo crecer con tu presencia".
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Domingo 11° durante el año AÑO C : LC 7 , 3 6 - 8, 3 Una mujer pecadora expresaba su amor a Jesús de una manera apasionada, con gestos de tremenda ternura y delicadeza. Mientras tanto, un fariseo se colocaba en la típica actitud de aquellos fanáticos que despertaban el rechazo de Jesús. Era uno de aquellos que se detenían a reprochar los pecados de los demás y a despreciar permanentemente a los que no eran "perfectos" como ellos. Jesús, reconociendo los pensamientos del fariseo, quiere hacerle descubrir que los gestos de amor de la mujer eran el resultado del perdón que ella había recibido por sus pecados. Pero ese perdón la había elevado a un grado de amor que el fariseo no tenía. Su aparente perfección en realidad ocultaba una falta de amor: era incapaz de amar a los pecadores y al mismo tiempo había sido incapaz de recibir a Cristo con ternura sincera. El ejemplo de Jesús muestra que el perdón era la causa del amor de la mujer, y no al revés. Porque la persona que tiene una gran deuda se siente más agradecida cuando es perdonada, que la persona que debe unas pocas monedas. Del mismo modo, la mujer expresó un agradecimiento amoroso tan intenso, porque se le habían perdonado muchos y graves pecados. Sin embargo, a veces los creyentes no aceptamos que el perdón de Dios elimine toda culpa del pasado. Dios perdona, pero muchas veces los hermanos no somos capaces de perdonar de corazón, y nos entretenemos comentando el pasado de los demás, como si fuera una mancha imborrable que pesará sobre los demás durante toda su vida. Pero la misericordia y el amor de Dios pueden más que nosotros, y aún cuando nosotros no somos capaces de aceptar el perdón de Dios, ese perdón es real, ese perdón borra toda culpa y nos devuelve la inmensa dignidad de ser amigos de Dios.
Oración: "Señor, te ruego que manifiestes tu amor en mi vida para que pueda amarte cada día más, y que no me detenga a mirar a los demás con juicios acusadores, sino que los ame con tu misericordia".
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Semana 1 1 durante el año LUNES: MT 5, 3 8 - 4 2
Este texto nos presenta las mayores exigencias del evangelio, que tienen que ver con nuestra relación con los hermanos. De hecho, después de presentarnos estas exigencias, Jesús pide que seamos perfectos "como es perfecto el Padre celestial" (v. 48). Así nos indica que estas exigencias marcan un camino de perfección, son un ideal que nunca alcanzamos del todo, como no podemos alcanzar la perfección del Padre, aunque intentemos imitarla lejanamente en nuestras acciones. Jesús quiere completar el "ojo por ojo, diente por diente" que enseñaba el Antiguo Testamento (Éx 2 1 , 24), porque en realidad con esa expresión se había querido limitar la costumbre de vengarse con creces que existía en el mundo antiguo. Es decir, se le pedía a alguien a quien se le había quitado un ojo, que no reaccionara asesinando a la esposa y a los hijos del que lo había agredido. Lo que hace Jesús es profundizar ese paso que había dado el Antiguo Testamento y pide que ni siquiera se acuda a la venganza, que ni siquiera se acuda a la violencia para cobrarse el ojo perdido, sino que seamos capaces de reaccionar ante el mal con una respuesta generosa. No sólo nos pide que no entremos en la misma dinámica del que actúa con odio, sino que además mostremos al que nos ofendió el comportamiento opuesto, que ofrezcamos al mundo el testimonio de otra manera de actuar. Pero eso no significa que no se pongan límites a los que actúan mal, que no se procure erradicar los malos ejemplos que dañan a la comunidad, ya que en el mismo evangelio de Mateo aparece la posibilidad de sancionar con dureza al que obra mal cuando es necesario hacerlo (Mt 18, 1517).
Oración: "Padre Dios, rico en misericordia, infunde en mí tu Espíritu Santo para que ya no reaccione de manera puramente humana, sino que ponga amor donde hay odio, ponga perdón donde hay ofensas. Ayúdame a reaccionar amando, como Jesús". 156
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Semana 11 durante el año MARTES: MT 5, 4 3 - 4 8
Jesús completa su profundización de la Ley de Dios con el precepto del amor a los enemigos. Si Dios hace salir su sol sobre todos, el cristiano no debe negar su amor a nadie. Amar sólo a un grupo selecto de amigos y de personas cercanas y no amar a los que nos desagradan o nos hacen daño es reducir el estilo de vida cristiano a la "normalidad", y quitarle lo que más debe distinguirlo: la capacidad de amar por encima de todo y más allá de todo, superando las normas de la conveniencia personal y mirando a todos con los ojos del Padre Dios. El texto concluye con la invitación a ser perfectos como el Padre celestial, mostrando así que la perfección está, sobre todo, en el amor al otro. San Lucas lo expresa modificando la expresión y diciendo sencillamente "sean compasivos como el Padre celestial es compasivo" (Lc 6, 36). Vale el testimonio de Martin Luther King. El, cuando llegó a su casa y la encontró destruida por los que lo odiaban, sólo reaccionó diciendo: "Vamos a amarlos de tal manera que les dé vergüenza habernos hecho esto". En los que reaccionan de esa manera está la profunda convicción de que sólo las luchas que se emprenden con amor - a m o r a pesar de todo y amor en contra de t o d o - son las que dan frutos profundos y duraderos; porque sólo esas luchas amantes están de acuerdo con lo que Dios espera de nosotros, están de acuerdo con la realidad de Dios, que " e s " amor (1 Jn 4, 8).
Oración: "Jesús, tú que eres modelo perfecto de amor que se entrega a todos y que perdona, dame la gracia de desear la perfección del amor para ser capaz de superar los rencores y los conflictos poniendo amor en contra de todo, respondiendo al mal con el bien".
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Semana 1 1 durante el año MIÉRCOLES: MT 6, 1-6, 1 6 - 1 8
Este texto da por supuesta la validez de esta triple práctica de la limosna, el ayuno y la oración, y no niega su valor; pero invita a purificar la intención con que se realizan estas prácticas. Hechas con el deseo de ser bien vistos por la sociedad, estas prácticas no tienen valor alguno a los ojos de Dios, y la única paga que merecen es el vano reconocimiento social, la alabanza vacía y efímera del mundo. En el caso de la limosna, el pedido de que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha es una invitación a la gratuidad total, a hacer el bien porque sí, sin detenerse siquiera en la autocomplacencia. En el caso del ayuno invita a hacer todo lo posible por disimularlo, perfumando la cabeza, de manera que se ofrezca una imagen de bienestar y no de privación, lo cual implica una completa renuncia a la apariencia, de manera que la renuncia a la vanidad, da al ayuno su auténtico valor. Y en el caso de la oración, invita a ofrecer un espacio interior exclusivo para Dios, sólo para su gloria, que pierde completamente su sentido si se busca ese tiempo de oración para ser bien visto. A esta renuncia total a la apariencia, el texto le atribuye un valor peculiar, y es esa renuncia lo que hace que se prometa una hermosa recompensa divina a la limosna, la oración o el ayuno.
Oración: "Señor, dame la gracia de renunciar al cuidado de la imagen, a la preocupación por la apariencia, y concédeme que pueda hacer obras buenas sólo para ti; purifícame de la vanidad y libérame de desgastar mis energías pensando en la mirada de los demás".
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Semana 11 durante el año JUEVES: MT 6, 7 - 1 5
Aquí se condena el modo de orar de los paganos que creían que debían dar mil explicaciones a los dioses para convencerlos de que tenían que escucharlos; porque en realidad consideraban que esos dioses limitados no eran capaces de conocer sus necesidades, y entonces había que elaborar un discurso atractivo y lleno de argumentos para convencerlos. Jesús nos dice que nuestro Padre Dios no necesita que lo convenzamos con argumentos, explicaciones detalladas y palabras seductoras, porque él conoce bien todas nuestras necesidades. Pero este texto no rechaza que oremos frecuentemente, ni que seamos insistentes en la súplica (Lc 11, 5-8; 18, 1). Luego Jesús enseña un modelo de oración, el Padrenuestro, donde se comienza adorando al Padre y pidiéndole lo principal, que es la venida de su Reino y el cumplimiento de su voluntad. Sólo después le suplicamos por nuestras necesidades. Pero en la súplica del Padrenuestro, esas necesidades se reducen a lo esencial, a lo indispensable, al pan de cada día. Además, hay que destacar que luego del Padrenuestro, donde pedimos ser perdonados así como nosotros perdonamos a los demás, se resalta esta necesidad de perdonar sinceramente a otros para poder suplicar el perdón de Dios.
Oración: "Señor, dame la gracia de ser simple en mi diálogo contigo, de suplicarte como un niño, dejando todo en tus manos con plena confianza. Pero concédeme que además de pedirte sea capaz de santificar tu nombre sobre todo en la misericordia y el perdón".
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Semana 1 1 durante el año VIERNES: MT 6, 1 9 - 2 3
Este trozo del evangelio nos invita a vivir el presente sin preocuparnos tanto por acumular para el futuro. La preocupación debe ser más bien acumular otros tesoros, formados por bienes celestiales. Por esos tesoros vale la pena luchar. Si leemos 1 Cor 13 veremos que el tesoro que no se acaba es el amor que damos a los demás. Cada acto de paciencia, de generosidad, de servicio, es un tesoro celestial que vale la pena acumular. Entregándose sobre todo al amor, y no tanto a la acumulación de bienes materiales, el discípulo confía en la providencia amorosa del Padre, que no le dejará faltar lo indispensable para sobrevivir. Recordemos que en 1 Tim 6, 17 no se prohibe la posesión de riquezas ni el gozo de los bienes terrenos, sino que se ponga la seguridad en ellos. En otros términos, el dinero no puede ser objeto de amor, y mucho menos del primer amor. Cuando es así se convierte en "la raíz de todos los males" (1 Tim 6, 10). Sólo Dios y el prójimo pueden ser objeto de amor, pero no los bienes materiales, que simplemente deben ser "usados" para el bien. Cuando los versículos 22-23 hablan del ojo enfermo y del ojo sano se refieren a la persona tacaña y a la persona generosa. Así lo confirmamos si leemos Deut 15, 9; Prov 22, 9; Eclo 14, 3.10; 3 1 , 13.23-24; 37, 11. Esto nos indica entonces que el egoísmo y la avaricia arrojan a la persona en la oscuridad total. Por el contrario, la Palabra de Dios promete muchas bendiciones a la persona generosa (Mt 25, 31-46; Lc 6, 38, etc.). Si todos tuvieran una mirada generosa, nadie tendría necesidad de angustiarse por la falta de pan.
Oración: "Libérame Señor de la preocupación por acumular dinero y cosas de este mundo. Dame el gozo de ganarme el pan sin angustia para poder compartirlo con generosidad. Regálame esa mirada generosa que todo lo ilumina". 160
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Semana 1 1 durante el año SÁBADO: MT 6, 2 4 - 3 4
Evidentemente la Palabra de Dios no nos pide que vivamos sin dinero, o que nos no nos ocupemos en trabajar para sostener nuestra vida y la de los seres queridos. De hecho en Lc 19, 8 se elogia a Zaqueo porque repartió la mitad de sus bienes, aunque no repartió todos sus bienes. Y en Hechos 5, 4 podemos descubrir que no se exigía a todos vender todos sus bienes y ponerlos en común, sino que era una decisión libre. San Pablo, por otra parte, exigía que los creyentes trabajaran con sus manos para ganarse el pan (2 Tes 3, 12). Lo que este texto nos pide es que no vivamos al servicio del dinero, como si fuera un señor en nuestra vida, un dominador que acapara nuestro tiempo, lo mejor de nuestros pensamientos y lo más valioso de nuestros afectos. Cuando el dinero ocupa el lugar del Señor, todo lo demás se somete a él, y así cada vez que haya que tomar una opción, se optará por él. La amistad, la familia, la honestidad, y hasta Dios deben colocarse bajo el poder supremo del dinero. Por eso es evidente que no se puede servir a Dios y al dinero. Nadie puede pretender que hasta Dios se someta a sus proyectos económicos. Por otra parte, a los que se someten al Reino de Dios, deseando que Dios sea el único Señor, se les asegura que el Padre los cuidará mejor que a las aves del cielo y a los lirios del campo. En cambio, al que se somete angustiado ante el señorío del dinero, se le hace ver que así le está dando más valor a las cosas que a su propia vida. Por eso se nos invita finalmente a vivir el presente, sin arruinar este presente por estar pendientes de acumular para el futuro: "a cada día le basta su propia ocupación" (6, 34). Se trata entonces de ocuparse, no de pre-ocuparse.
Oración: "Señor, libérame para que no esté pendiente de los bienes y para que mi corazón no adore al dinero. Concédeme un corazón lleno de confianza en tu amor, capaz de vivir cada momento sin estar pendiente del futuro". 161
Domingo 12° durante el año AÑO A : MT 1 0 , 2 6 - 3 3
Estas palabras son parte de un largo discurso donde Jesús anuncia a sus discípulos que deberán sufrir persecuciones y contrariedades, intentando prepararlos para que no dejen de anunciar la Palabra de Dios por miedo. Así se entiende la afirmación de que no hay nada oculto que no se descubra o se divulgue. Jesús quiere hacer descubrir a los discípulos que su mensaje no puede ser escondido, sino que necesariamente sale a la luz, de manera que si ellos quieren ser sus discípulos no les queda otra posibilidad más que anunciar ese mensaje, identificándose públicamente con él aunque haya que soportar desprecios. El verdadero discípulo de Jesús no puede ocultarse, no puede esconderse por mucho tiempo; de alguna manera se manifiesta. Y si no es así es sencillamente porque ha dejado de creer en el mensaje del Señor, porque ha perdido la gracia de amarlo con todo el corazón. Jesús recomienda a sus amigos que se cuiden de caer en el intento de disfrazar la propia realidad, porque "no hay nada escondido que no se descubra". Lo que ellos han recibido en la intimidad con Jesús no debe quedar en el privilegio de saber lo que otros no saben, sino que debe ser comunicado a todos. Y luego, para que los discípulos no caigan en el mecanismo de la apariencia como táctica para evitar persecuciones o burlas, Jesús los invita a confiar plenamente en el Padre Dios que no olvida ni siquiera a los pajaritos, y a mirar más el bien de la salvación que el de la vida misma. Pero aquí podríamos leer también una invitación a valorar la propia dignidad para que no caigamos en la indignidad de esconder las propias convicciones: "Ustedes valen más que muchos pájaros".
Oración: "Gracias Padre, porque ante tus ojos valgo más que muchos pájaros; mi vida y mi felicidad están en tus manos. Dame la gracia de confiar en ti cuando se burlen de mi fe o la desprecien, porque tú te ocupas de mí, Padre bueno".
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Domingo 12° durante el año AÑO B: MC 4 , 3 5 - 4 1
Jesús calma una tormenta en el mar ante la mirada asombrada de los discípulos. El mar simbolizaba las fuerzas ocultas del mal, ante las cuales el hombre se siente impotente, porque superan su capacidad de comprensión y de acción. Pero en toda la Biblia Dios siempre aparece dominante por encima del mar (Is 17, 13; Sal 18, 16; 104, 6-7), sobre todo en la experiencia del paso del Mar Rojo (Sal 106, 9; Is 63, 12). Aquí Jesús duerme plácido en medio de la tormenta marina, y los discípulos lo despiertan indignados y llenos de temor. Pero Jesús con su sola palabra, dando una orden, se manifiesta como dominador de las fuerzas misteriosas. Sobrevino una calma perfecta, símbolo de la paz que trae el Mesías. El temor de los discípulos luego del prodigio ya no es el miedo a la tormenta; es el temor que se siente ante lo sagrado, que despierta respeto, admiración, y produce en el hombre la sensación de pequeñez e indignidad. Aquí Jesús, tanto en el sueño como en la acción, aparece como el Señor, dueño de la situación, lo cual contrasta con la angustiosa impotencia y el tremendo miedo de los discípulos. A veces, cuando estamos angustiados, nos parece que Jesús duerme, que no presta atención a nuestras angustias; pero él está. Y dejando todo en sus manos, confiando en su poder y en su amor, a su tiempo llegará la luz. Basta creer que él está allí, en la misma barca, junto a nosotros.
Oración: "Señor, pongo mi vida en tus manos, porque yo solo con mi fragilidad no puedo enfrentar los misterios de la vida ni puedo dominar los males que me amenazan, pero contigo tengo la seguridad que me permite enfrentarlo todo".
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Domingo 12° durante el año AÑO C : LC 9 , 1 8 - 2 4
Después de mucho tiempo de convivencia y de enseñanza, Pedro reconoce que Jesús no es un profeta más, ni una especie de sucesor de Juan el Bautista, sino el Mesías esperado durante tantos siglos. Lucas nos narra muy brevemente este episodio y lo coloca en un contexto de oración. Es una forma de indicarnos que Jesús preparaba con su oración la confesión de Pedro. De hecho, en Lc 22, 31 Jesús dice a Pedro: "Yo he orado por ti para que tu fe no desfallezca". Pero Jesús quiere llevar a sus discípulos a descubrir que el Mesías necesariamente debe pasar por la cruz, y que ellos deberán estar dispuestos a imitarlo. Por eso, luego de anunciar su pasión y su resurrección, Jesús pide a los discípulos que acepten reproducir ese misterio en las propias vidas, cargando con la cruz. En las molestias, cansancios y renuncias de la vida se está compartiendo la pasión del Señor, pero de ese modo la vida no se arruina, sino que se salva, se la vive con mayor profundidad, con un gozo y un sentido más hondo. Jesús se refiere sobre todo a la cruz de la incomprensión y de las burlas del mundo; por eso pide a los discípulos que no se avergüencen de él y de sus palabras (v. 26), sino que se identifiquen públicamente con él y con su mensaje a pesar del desprecio y del rechazo del mundo. Pero en el evangelio de Lucas este texto tiene una característica peculiar, porque habla de cargar con la cruz "cada día", y eso significa que no se trata de buscar cruces llamativas o extraordinarias, sino de aceptar y cargar las cruces cotidianas, esas que nunca faltan. Se trata de vivir cada día esa unión mística con Cristo en su pasión, asumiendo cotidianamente las renuncias al propio yo.
Oración: "Señor, concédeme la gracia de aceptar la entrega que me pides cada día. No quiero ser esclavo de la comodidad y de la vanidad. Libérame Señor, para que pueda unirme a ti en las asperezas de cada día y no pretenda una vida sin límites o sin dificultades". 164
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Semana 1 2 durante el año LUNES: MT 7, 1-5
Cuando el evangelio nos dice que si no juzgamos no seremos juzgamos, está otorgando un inmenso valor a la compasión con el hermano. Cuando luego leemos que la misma medida que usemos para medir a otro se usará por nosotros, parece como si Dios quisiera tocar nuestro interés personal para que miremos al hermano con ojos misericordiosos. Un santo monje que conocí solía decir: "Si no somos santos, al menos seamos astutos", como invitando a cubrir el fuego de los propios pecados con la lluvia de la misericordia. Perdonando y comprendiendo generosamente los defectos y errores ajenos, lo mismo hará Dios con nuestra propia miseria. No desperdiciemos este remedio que Dios mismo nos ofrece. Sin embargo, no se trata aquí de motivarnos a una actitud negociadora. Simplemente se nos quiere mostrar el inmenso valor que tiene a los ojos del Señor la misericordia para juzgar al hermano. Y así, al que desea agradar a Dios, se lo invita a no buscar tanto la perfección en otros ámbitos de su ser y de su vida, sino sobre todo en la compasión y en la misericordia. Estas actitudes compasivas son la belleza que más cautiva a Dios y parece disimular un poco las sombras y defectos de nuestra vida. Luego el texto evangélico nos invita a tratar de descubrir nuestra propia miseria, esa que tantas veces nos escondemos a nosotros mismos, para que así podamos valorar esta exhortación a usar con el hermano la medida compasiva que esperamos que los demás usen con nosotros.
Oración: "Ilumíname Señor, tócame con el poder de tu gracia, para que reconozca mi propia miseria, la miseria de donde me has sacado y la miseria que muchas veces me escondo a mí mismo, para que así pueda mirar con ternura y compasión los defectos ajenos".
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Semana 1 2 durante el año MARTES: MT 7, 6. 1 2 - 1 4
El camino que lleva a la verdadera vida es estrecho, porque no responde a los parámetros del mundo, a lo que uno haría espontáneamente si Dios no lo ayudara. Pero el evangelio nos dice también qué es eso que no responde a los criterios del mundo: hacer a los demás lo que nos gustaría que nos hagan. Es romper ese círculo donde nos hemos encerrado, que sólo nos permite mirar nuestros propios intereses; es comenzar a pensar en el bien de los demás así como pensamos en nosotros mismos. Esta ley de oro, hacer al hermano lo que quiero que hagan conmigo, estaba presente en otras culturas pero sólo en negativo: no hacer a los demás lo que no quiero que me hagan. El evangelio nos pide ir más allá y tomar iniciativas para hacer feliz al hermano. Todos los grandes autores bíblicos tienen la convicción de que en la ley del amor al hermano se cumple y se plenifica toda la Ley de Dios (Mt 25, 31-46; Lc 6, 35-38; 1 Jn 2, 9-11; 3, 16-19; Sant 2, 8-9) que se expresa en la ley de oro. Pablo habla sólo del amor al prójimo como criterio para discernir si estamos en el camino de salvación, y no menciona las expresiones de amor a Dios en este resumen (Rom 13, 8-10; Gál 5, 14), como si hubiese olvidado el primer mandamiento. Porque Pablo, como todo el Nuevo Testamento, entiende que el amor interior a Dios se expresa inmediatamente y en primer lugar en los actos de amor al hermano, sin los cuales toda otra obra pierde sentido cristiano. Por esta misma convicción, santo Tomás de Aquino sostenía que la máxima de las virtudes en cuanto a las obras exteriores que dirige, es la misericordia (STh., II-IIae., 30, 4), superior incluso a los actos de culto de la religión (Ibid., ad 1). Lo mismo sostenía san Buenaventura, para quien «el que quiera ser perfecto amante de Dios primero debe ejercitarse en el amor al prójimo» (In III Sent., d. 27, a. 2, q. 4).
Oración: "Cambia Señor mi mentalidad, para que deje de dar vueltas alrededor de mí mismo, para que rompa mi castillo de egoísmo y comodidad y busque la felicidad del hermano así como deseo mi propio bien". 166
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Semana 1 2 durante el año MIÉRCOLES: MT 7 , 1 5 - 2 0
Los falsos profetas no son una novedad. Ya habían hablado de ellos Jeremías 23 y Ezequiel 13. Eran los que decían a los demás solamente lo que ellos deseaban escuchar y así adquirían fama y aplausos. No les preocupaba escuchar a Dios para descubrir lo que él quería decir a su pueblo. Por ejemplo, en la época de Jeremías, los falsos profetas entretenían a la gente anunciándole que pronto iban a regresas a su tierra. Jeremías en cambio, anunciaba que el exilio iba a ser largo, y por lo tanto había que adaptarse a la nueva situación. Este mensaje no agradaba, pero era la realidad. Con su anuncio, Jeremías renunciaba a convertirse en un personaje aplaudido, pero cumplía con su misión y ayudaba a su pueblo a que no viviera de ilusiones. Por otra parte, el exilio era también un instrumento que Dios usaba para purificar a su pueblo y llevarlo a una religiosidad más profunda; mientras los falsos profetas, entreteniendo al pueblo con anuncios mentirosos, lo distraían y lo sacaban de ese camino. Por eso Jesús pedía a los discípulos que se cuidaran de los falsos profetas. Parecen ovejas, pero en realidad son lobos que sólo buscan su propio interés. Por eso su predicación no produce frutos de conversión, de entrega a Dios, de amor, de generosidad. Quizás nosotros también preferimos escuchar a los falsos profetas, a los que nos permiten aferramos a nuestros intereses y a nuestros planes y escapar del proyecto de Dios para nuestra vida; pero buscando falsos profetas, que sólo nos dicen lo que queremos escuchar, no habrá buenos frutos en nuestra vida.
Oración: "Concédeme Señor, un corazón abierto a tu Palabra, aun cuando tu Palabra me lleve por caminos que yo no ha planeado, aun cuando me diga lo que no quiero escuchar. Hazme dócil Señor, para que mi vida produzca buenos frutos".
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Semana 12 durante el año JUEVES: MT 7 , 2 1 - 2 8
Como ya dijimos, el evangelio de Mateo nos insiste en el estilo de vida que el Señor quiere para nosotros. La entrega al Señor debe plasmarse en un determinado comportamiento, en una manera de actuar, porque no son en primer lugar las palabras las que dan gloria a Dios, sino una manera de vivir imitando a Jesús. Este texto nos muestra también que no son los carismas ni las obras extraordinarias lo que manifiesta nuestra entrega y nuestra adoración a Dios: ni las profecías, ni la expulsión de demonios, ni los milagros expresan nuestra adoración sincera a Dios, sino el poner en práctica las enseñanzas del Maestro. El que cumple esas enseñanzas es como el que construye su casa sobre la roca, y así está firme y seguro ante las dificultades de la vida y las tentaciones. Y eso nos indica que nuestra vida cristiana debe ser afirmada, fortalecida, asentada, arraigada, para lo cual son necesarias nuestras buenas acciones. Entonces no basta la oración para que nuestra vida se afirme en Dios, para sentirnos fuertes; es necesario que el encuentro con Dios nos movilice a un cambio de vida. Así, cuando nuestro encuentro con Dios termina produciendo buenas obras, entonces sí comenzamos a sentirnos verdaderamente fortalecidos por la gracia de Dios. La Iglesia siempre enseñó que nosotros debemos cooperar con la gracia de Dios para poder profundizar la vida en gracia. Dios tiene la iniciativa, pero para que el don de su amor se arraigue en nuestra vida y nos haga firmes, es necesario que le respondamos con obras de amor.
Oración: "Quisiera responder mejor a tu amor, Señor, con una vida que te agrade; quisiera ofrecerte un comportamiento menos indigno de tu amor y de tu amistad. Impúlsame con tu gracia, para que mi vida interior se fortalezca en las buenas obras".
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Semana 1 2 durante el año VIERNES: MT 8, 1 - 1 3
La misión de Jesús, que parecía reservada a los judíos, se abre a los paganos. De hecho, el centurión es sólo un símbolo del mundo pagano en general, porque en el v. 11 dice que "muchos vendrán de oriente y occidente" a sentarse al banquete del Reino. Pero en este texto se destaca la actitud del centurión romano, que no es sólo de humildad, sino también de confianza: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa. Basta que digas una palabra". Jesús se admiró de la fe del centurión. Un pagano, que no tenía ninguna formación religiosa, que no conocía las Santas Escrituras, es capaz de suplicarle a Cristo con una inmensa confianza, con una profunda y sincera humildad. Y Jesús, con su exquisita sensibilidad, se admira por la docilidad de ese corazón, como también se admiraba de la generosidad de la viuda pobre (Mc 12, 41-44) o de la atención que le prestaba su amiga María, cuando se sentaba a sus pies a escucharlo (Lc 10, 38-42). ¡Qué bueno es tener un Señor que ama a la gente, que mira con ternura esos pequeños gestos llenos de confianza de su pueblo simple, que valora hasta un vaso de agua que demos a otro! ¡Qué bueno saber que él ve en lo secreto y que no se le escapa ni el más pequeño gesto de bondad y de fe que pueda haber en nuestro corazón! Él, que es el Santo, se admira de nosotros.
Oración: "Quiero darte gracias Señor mío, por tu mirada buena; nadie sabe mirarme así. Porque ante tu mirada sólo puedo encontrar un estímulo para ser mejor. Gracias porque todo lo que se escapa a la mirada del mundo está claro ante tus ojos compasivos, ante ésos ojos que pueden descubrir una flor en medio de mis miserias. Mírame Señor con esos ojos".
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Semana 1 2 durante el año SÁBADO: MT 8, 1 4 - 1 7
Este texto resalta de distintas maneras el poder de Jesús que viene a hacer presente el Reino de Dios y a liberar al hombre del poder del mal. La mano de Jesús que sostiene y cura a la suegra de Pedro recuerda la figura de la mano fuerte de Dios tan presente en el Antiguo Testamento. Esa mano da seguridad: "Tu mano me sostiene" (Sal 63, 9; 73, 23). Con ese mismo poder de su mano Jesús pasa por todas partes curando enfermos y expulsando demonios; el poder del mal se rinde ante su mano fuerte. En el encuentro con el Padre, muy de madrugada, Jesús bebía del poder que se manifestaba luego durante la jornada. Esa misma mano fuerte de Jesús es la que puede fortalecernos y liberarnos de nuestros males más profundos, esa misma mano que acaricia con ternura pero que tiene potencia divina, puede sostenernos en la dificultad y arrancar de nuestras vidas los poderes del mal que a veces nos esclavizan: también hoy él toma nuestras debilidades y carga nuestras dolencias en sus hombros. En la curación de la suegra de Pedro se destaca un detalle importante: que la mujer, inmediatamente después de ser curada, se pone a servir a los presentes. Esto indica que cuando buscamos a Dios con el deseo de ser curados de nuestras enfermedades, angustias y perturbaciones, debemos hacerlo con la intención de servir mejor a los demás y no solamente para gozar del bienestar, encerrados en nuestros propios intereses.
Oración: "Señor, pasa por mi vida con tu mano firme, no me dejes caer Señor, arráncame del abismo de la tristeza, de la indiferencia, del pecado, y cura mis enfermedades. Fortalece mi cuerpo, pero sobre todo dame la fuerza insuperable del amor".
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Domingo 1 3 ° durante el año AÑO A : MT 1 0 , 3 7 - 4 2
Amar a Jesús es entregar lo más profundo del corazón al que derramó su sangre para purificarlo, al que puede darle sentido y luz, al que tiene el derecho de ser Señor de ese corazón. Ningún otro ser humano puede ejercer ese dominio santo, porque sólo Jesús es Dios. Por eso, ni siquiera nuestros padres pueden ocupar ese lugar. Ellos han sido instrumentos que el Señor ha usado para darnos la vida y deben ser amados y honrados, pero no pueden ocupar el lugar de Cristo, porque no pueden darnos lo que sólo él puede comunicar a nuestras vidas. Tampoco los hijos pueden ocupar ese lugar; no son ellos los que pueden darle a nuestra vida su último sentido, aun cuando podamos dar nuestra vida por amor a ellos. Jesús invita a tomar la cruz, como él la tomó. No se trata de buscar cruces, sino de aceptar la que haya que llevar por el Reino. Luego Jesús sintetiza todo lo que no es él en la expresión "vida". Todo lo que forma parte de la vida, todo lo que amamos, todo lo que nos entusiasma, todo lo que no es Dios, todo eso puede terminar, puede alejarse de nosotros dejándonos solos y vacíos. Todo eso, aunque sea muy valioso, cuando se lo endiosa se convierte en un veneno. Finalmente, aunque nos ha hablado del valor del encuentro con él, que es superior a cualquier cosa y a cualquier persona, nos dice también que a él podemos recibirlo cuando recibimos a los demás, a los que él envía para que expresemos a través de ellos nuestro amor y nuestra confianza en él: un profeta, alguien que nos habla de parte de él; un justo, alguien que simplemente refleja al Señor con su vida; los pequeños, esos que no se destacan en nada, pero son un reflejo simple de la presencia maravillosa de Jesús, porque son sus discípulos.
Oración: "Toma, Señor, el lugar que sólo a ti te corresponde en mi vida. Tú eres el único Señor; apodérate del espacio más íntimo y personal de mi corazón, para que así pueda amar a los demás con tu amor y reconocerte en los hermanos".
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Domingo 13° durante el año AÑO B: MC 5, 2 1 - 4 3
Este texto nos presenta dos preciosos testimonios de fe, pero de la fe entendida como una confianza firme y espontánea que algunos tienen en Jesús y en su poder. Esa confianza sencilla contrasta con la actitud de otros que se ríen de él. Y esa fe tiene también la característica de la humildad: el jefe de la sinagoga se echa a los pies de Jesús y también lo hace la mujer. Es destacable el interés de Jesús por mirar a la mujer que con su fe había atraído su fuerza sanadora. Eso significa que Jesús no se contenta con sanarla, quiere tener un encuentro con ella frente a frente, y además quiere detenerse a elogiar su fe. Porque esa fe, que es un regalo de Dios, supone también el sí, la acogida de la criatura. También se percibe la delicadeza de Jesús en el detalle de tomar a la niña de la mano y estimular su respuesta con las entrañables palabras arameas, y en su preocupación por ella al pedir inmediatamente a sus parientes que le den de comer. Todos estos detalles que Marcos no quiso dejar de mencionar nos ayudan a percibir la calidez humana del Señor, el modo delicado como cuidaba los detalles de amor en su relación con los demás. El Dios todopoderoso que manifiesta su gloria y su poder es también el que ama a sus criaturas, se acerca a ellas con respeto y ternura, y se preocupa también por los pequeños detalles. Es bueno tratar de descubrir y agradecer los pequeños detalles que Dios ha tenido con nosotros, e intentar actuar de la misma manera en nuestra relación con los que se acercan a pedirnos ayuda.
Oración: "Señor, toma mis ojos, mis manos, mi forma de actuar, y dame tu delicadeza, tu bondad, tu manera de tratar a los demás. Que a través de mis gestos puedan descubrirte a ti y reconozcan la ternura y el vigor de tu corazón".
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Domingo 13° durante el año AÑO C : LC 9 , 5 1 - 6 2
Jesús se encamina "decididamente" a Jerusalén. Recordemos que Lucas nos presenta toda la vida de Jesús como una subida a Jerusalén para entregarse en la cruz. Pero este detalle sobre la "decisión" de Cristo nos ayuda a redescubrir que él no era un esclavo de las circunstancias, arrastrado por la maldad de los hombres. Tampoco debía aceptar en contra de su voluntad un plan del Padre. Él mismo había decidido, en armonía con la voluntad del Padre, la entrega de su vida hasta las últimas consecuencias. Los discípulos tenían la tentación de desear otra cosa, de buscar un dominio violento, y que todos se sometieran a Jesús por la fuerza; querían apresurar el triunfo de Cristo en la tierra a través de manifestaciones destructivas del poder divino. Ellos creían que eso era posible porque habían experimentado el verdadero poder que Cristo les había concedido al enviarlos a predicar, ya que a través de ellos se habían realizado prodigios (9, 1). Y creían entonces que Dios también podría utilizarlos a ellos para destruir a los enemigos de Jesús. Pero Jesús rechaza firmemente esa actitud y los reprende. Él viene a reinar de otra manera, y el Padre no ha planeado para él un dominio violento, sino el que pasa por la entrega generosa en la cruz. Al mismo tiempo, Jesús quiere liberar a sus discípulos de toda pretensión de gloria humana: si quieren seguirlo deben renunciar a toda seguridad y lanzarse hacia delante, donde lo imprevisto del Reino de Dios quiera llevarlos. No hay donde reclinar la cabeza, no hay seguridades familiares. Se trata de poner la mano en el arado y no mirar más para atrás. Las urgencias del Reino de Dios que estaba llegando exigía discípulos dispuestos a la novedad y decididos a lanzarse hacia delante, así como Cristo se encaminaba "decididamente" hacia Jerusalén, porque había que dedicarse "a los asuntos del Padre" (Lc 2, 49).
Oración: "Señor, tu puedes liberarme de todas las ataduras que me retienen, que me frenan, que me complican. No permitas que me entretenga buscando glorias y seguridades que no me dejan entregarme, dispuesto a todo, a la aventura de tu Reino". 173
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Semana 13 durante el año LUNES: MT 8, 1 8 - 2 2
Un estudioso de la Ley de Dios había quedado impactado con la figura de Jesús y quería seguirlo a todas partes. Pero estos letrados estaban habituados a una vida muy estructurada y llena de comodidades, y Jesús le hace notar que para seguirlo es necesario desinstalarse y renunciar a ciertas seguridades. Otro discípulo quería seguirlo, pero no termina de decidirse; se trata de esos que siempre tienen alguna excusa, algo urgente e impostergable. Jesús lo alienta a seguirlo haciéndole descubrir que para las demás cosas nadie es indispensable, hay otros que pueden enterrar muertos. Pero cabe también entender aquí al padre muerto como el símbolo de todas las cosas que forman parte del pasado y que no terminamos de entregar a Dios para comenzar una vida nueva, de manera que nos morimos con ellas. Jesús quiere liberar a sus discípulos de toda esclavitud mundana: si quieren seguirlo deben renunciar a toda seguridad de este mundo. No hay donde reclinar la cabeza, no hay excusas válidas para demorarse y postergar la entrega. El Reino de Dios es cosa seria y lo exige todo; requiere discípulos decididos y dispuestos a la novedad. Porque cuando las cosas importantes apremian, no se puede perder el tiempo con los indecisos e inseguros. El que quiera entrar por el camino del Reino de Dios y desee entregarse a su servicio debe renunciar a tener todo asegurado, todo previsto, todo ordenado y bajo control. El timón lo lleva el Espíritu Santo.
Oración: "Arranca tu. Señor, esas falsas seguridades que me quitan decisión y dinamismo, esas excusas que no me dejan servirte con alegría y entrega. Con tu amor ayúdame a aceptar las renuncias necesarias para vivir una vida nueva".
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Semana 13 durante el año MARTES: MT 8, 2 3 - 2 7
Se nos ofrece aquí una de las escenas donde aparece la debilidad de los discípulos. Esos mismos discípulos serán los que luego se empeñarán valientemente en la predicación del evangelio, hasta dar la vida por Jesús. Pero aquí se los ve abrumados por el miedo, asustados, incrédulos. En el lago de Galilea no eran poco frecuentes estas tormentas violentas y repentinas. Y algunos de los discípulos eran pescadores, ya habituados a lidiar con esos imprevistos. Sin embargo, esta tormenta era diferente, y los había vencido. Jesús calma la tormenta en el mar ante la mirada asombrada de los discípulos. El mar simbolizaba las fuerzas ocultas del mal, ante las cuales el hombre se siente impotente, porque superan su capacidad de comprensión y de acción. Pero en toda la Biblia Dios aparece dominante por encima del mar. No hay poder que no pueda rendirse ante la majestuosa presencia de Dios. Aquí Jesús duerme plácido en medio de la tormenta marina, y los discípulos lo despiertan llenos de temor. Pero Jesús con su sola palabra, dando una orden, se manifiesta como dominador de las fuerzas misteriosas. Sobrevino una calma perfecta, símbolo de la paz que trae el Mesías. Jesús, tanto en el sueño como en la acción, aparece como el Señor, dueño de la situación, lo cual contrasta con la angustiosa impotencia y el tremendo miedo que experimentan los discípulos. La reacción de admiración de los discípulos no perduró cuando, en la pasión, abandonaron a Cristo por temor. Pero en este texto la admiración los lleva a reconocer a Jesús como Señor, digno de obediencia, porque a él se someten hasta las fuerzas misteriosas e incontrolables de la naturaleza.
Oración: "Señor, pongo mi vida en tus manos, porque yo solo con mi fragilidad no puedo enfrentar los misterios de la vida ni puedo dominar los males que me amenazan, pero contigo tengo la seguridad que me permite enfrentarlo todo".
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Semana 13 durante el año MIÉRCOLES: MT 8, 2 8 - 3 4
Dos hombres dominados por el mal, deteriorados y enfermos de violencia. Habitaban entre los sepulcros, lo cual los muestra como muertos en vida, y aislados del mundo. Todos escapaban de ellos porque tenían temor a la violencia que los dominaba. Representan así la muerte y la soledad de los que caen bajo el dominio del mal. La narración de los cerdos en realidad tiene un valor simbólico, porque los cerdos eran animales impuros para los judíos, considerados como peligrosos e inmundos. Los judíos no los comían porque estaba prohibido por la Ley, pero además sentían una espontánea aversión porque se temía que el contacto con los cerdos arruinara la propia vida. Pero en esta escena se quiere expresar que el poder del mal que aqueja al hombre es superior a la temida impureza de esos animales, de tal manera que los cerdos, siendo impuros, no pueden contener ese horrible mal y por eso se precipitan desesperadamente al lago. Ni siquiera su impureza puede tolerar el horrendo mal que se apodera del corazón humano. Jesús lo había expresado de otra manera al decir que no son las cosas externas las peligrosas, sino que lo que mancha al hombre es lo que él mismo lleva en su interior más profundo (Mt 15, 17-19). Pero los habitantes del lugar se concentraron en el episodio de los cerdos, incapaces de valorar la preciosa obra restauradora y pacificadora que Jesús había hecho en los hombres violentos. Esa misma obra de arte puede hacer en nuestros corazones, que a veces se dejan esclavizar y atormentar por tantas cosas.
Oración: "Señor, mira el mal y la violencia que llevo dentro de mí, mira todo lo que me separa de los hermanos y me hace desagradable para ellos. Y destruye ese mal de mi interior con tu poder sanador. Restáurame Señor, y a través de mí derrama tu paz en el mundo".
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Semana 13 durante el año JUEVES: MT 9 , 1-8
En este texto un escriba, especialista en la Ley de Dios, un teólogo de aquella época, critica a Jesús porque perdonó los pecados al paralítico, y el perdón sólo puede venir de Dios. Pero Jesús se presenta como instrumento del perdón del Padre, y cura al paralítico para dar un signo de la autenticidad de su misión, porque en aquella época se consideraba que Dios no podía darle poder para hacer milagros a un hombre pecador. Este prodigio de alguna manera confirmaba que la misión de Jesús venía de Dios. Por eso mismo, algunos terminaron diciendo que el poder de Jesús venía del demonio (Lc 11, 14-15). Aquí queda claro que, si bien es Dios el que perdona, él puede derramar su perdón a través de un instrumento humano, en este caso la humanidad de Jesús. Por eso, la gente daba gloria a Dios que había dado un poder tan grande a los hombres (v. 7). En la parálisis del hombre curado podemos ver un símbolo de nuestras propias parálisis y estancamientos, de todo aquello que nos detiene, que nos frena, y no nos permite caminar para servir a los demás, para seguir el camino que el Señor indica, para avanzar. De esas parálisis él puede curarnos, sobre todo porque tiene el poder para liberarnos de su raíz: el pecado.
Oración: "Jesús, tú que pasaste la vida caminando para hacer el bien, no permitas que me encierre en mis males y me detenga paralizado. Dame el impulso de tu gracia para que pueda caminar decidido hacia el bien".
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Semana 13 durante el año VIERNES: MT 9 , 9 - 1 3
Jesús llama a Mateo. Por ser recaudador de impuestos era un personaje desagradable y odiado. También hoy los recaudadores de impuestos son mal vistos. Pero Mateo era especialmente odiado porque cobraba impuestos para el imperio romano que oprimía al pueblo y se llevaba una buena parte de lo poco que podían ganar los humildes pescadores de Galilea. Vemos entonces que Jesús no eligió solamente gente humilde y oprimida para formar el grupo de sus apóstoles, sino que también llamó a uno que los explotaba en nombre de los romanos. Pero lo que tenían en común Mateo, el recaudador de impuestos, y Pedro, el pescador, es que ambos eran mal vistos por algunos fariseos, que los consideraban seres despreciables, ignorantes, bajos, mientras ellos se consideraban a sí mismos "separados" de la masa de imperfectos. Mateo era uno de esos pecadores que Jesús quería convertir, y por eso se acercaba a él y compartía la mesa con sus amigos pecadores. Por eso nos encontramos con la escena de Jesús comiendo en la casa de Mateo, junto con los pecadores públicos. Los fariseos reprochaban esta actitud de Jesús de mezclarse con la gente "baja", y Jesús intentaba hacerles ver que, si pretendían ser religiosos y observantes de la voluntad de Dios, no debían olvidar que Dios quiere misericordia más que sacrificios. Sin embargo, hay que decir también que el objetivo de Jesús no era simplemente mezclarse con los pecadores, compartir con ellos, sino también sanarlos de su pecado: él es el médico que se acerca a ellos para curar su enfermedad. Sin embargo ellos aceptaban su miseria, mientras los fariseos padecían un mal mayor, porque no reconocían la necesidad de un médico para su propio mal: la hipocresía.
Oración: "Señor Jesús, tú que eres el médico, manifiesta más todavía tu poder sanador para liberar a este mundo del pecado; pero sobre todo toca los corazones de los que no reconocen su miseria y su necesidad de ser curados".
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Semana 1 3 durante el año SÁBADO: MT 9 , 1 4 - 1 7
Los discípulos de Juan todavía estaban centrados en costumbres y prácticas ascéticas que para Jesús no son lo verdaderamente importante, porque habiendo llegado el Mesías, se trata de vivir una verdadera fiesta de amor, más que de buscar sacrificios. En todo caso basta con llevar la cruz de cada día, que se nos presenta sin que la busquemos, se trata de aceptar lo que nos toque soportar, de tolerar con serenidad y amor las molestias que forman parte de nuestra misión en esta tierra. Si aceptamos todo eso con amor, renunciando a ciertos placeres y comodidades, el Señor nos devolverá el ciento por uno; es decir, nos dará una plenitud interior, una sensación de realización humana que no tendríamos si solamente buscáramos nuestra comodidad. En este texto Jesús aparece como el novio que se casa con su pueblo, y que invita a sus amigos a vivir esa fiesta sublime. En medio de las privaciones normales de la vida, sin buscar sacrificios artificiales, tenemos que reconocer con gozo la presencia de Jesús. Sin embargo, Jesús no le quita valor a la práctica del ayuno ni la anula, pero la relega a los momentos de especial dificultad, ya que según una tradición judía hay ciertas dificultades que se superan gracias a la oración y el ayuno; pero leyendo los versículos que siguen (16-17) queda claro que en la nueva vida que trae Jesús lo más importante no son los ayunos, sino vivir la presencia del Señor reinando en nuestras vidas y compartir ese gozo con los demás. Gozo profundo y sereno, no euforia psicológica.
Oración: "Jesús, ayúdame a descubrirte como el amigo siempre presente en mi existencia; y que mi vida espiritual consista sobre todo en estar contigo y reconocerte en mi vida, más que en buscar sacrificios para sentir que me entrego a ti. Haz que mi corazón esté en ti más que en mi propia perfección".
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Domingo 14° durante el año AÑO A : MT 1 1 , 2 5 - 3 0
Jesús invita con ternura y compasión, con respeto y con fuerza: "Vengan a mí". Pero su invitación se dirige sobre todo a los cansados y agobiados, a los que ya no saben qué hacer con el tremendo peso de sus vidas, a los que no pueden encontarle el sabor a la existencia cotidiana porque tienen demasiadas preocupaciones, muchas dificultades que enfrentar. Y Jesús ofrece descanso, ofrece alivio al agobiado. Pero para eso nos indica dos caminos: uno es el de tomar con él el peso, el de compartirlo con él, descubriendo su presencia de amor en medio de nuestros cansancios. Se trata de darle sentido a las preocupaciones y dolores de la vida uniéndonos místicamente a Jesús. El segundo camino es el de contemplarlo a él cargando su propia cruz sin lamentos ni quejas, ofreciendo su propia vida hasta el fin. Si ni siquiera él, siendo el Hijo de Dios, se liberó de los límites y angustias de la vida humana. Contemplándolo a él que carga pacientemente su cruz sin odios ni rebeldías, podemos unirnos más íntimamente a él en el dolor, experimentando cómo, místicamente, nuestras propias llagas se unen a las suyas en la cruz. Es lo que experimentaba San Pablo al decir: "estoy crucificado con Cristo, ya no soy yo el que vive" (Gál 2, 19-20), o al decir: "llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús" (Gál 6, 17). De esta manera damos un sentido al peso que nos toca llevar cada día, pero ocupándonos de los problemas sin pre-ocuparnos; es decir, haciendo lo que está en nuestras manos para resolverlos, pero no angustiándonos antes de tiempo tratando de preverlo todo. Por eso el evangelio nos exhorta a estar más en el hoy que en el mañana: "No se inquieten por el día de mañana; el mañana tendrá sus propias preocupaciones. A cada día le basta su propia aflicción" (Mt 6, 33).
Oración: "Jesús, dame la gracia de unirme a ti en concédeme que pueda encontrar alivio cómo mis angustias se unen a tu pasión. citado, me concedes unirme a tu entrega 180
el dolor y en el cansancio; en tu presencia, sintiendo Porque aunque estás resusuprema en la cruz".
Domingo 14° durante el año AÑO B: MC 6, 1-6 Este texto muestra a Jesús como una verdadera paradoja; por una parte se manifestaban en sus prodigios y en sus palabras el poder y la sabiduría de Dios, pero por otra parte no tenía un reconocimiento en la sociedad, no ocupaba ningún puesto importante y pertenecía a una familia pobre y sencilla. ¿Podía ser el Mesías alguien que desde niño había caminado por sus calles y había compartido sus vidas simples, ocultas, ignoradas por todos? ¿Podía ser el Rey esperado alguien que era también uno más, uno cualquiera? Finalmente, estas preguntas se convierten en incredulidad, y Jesús ve limitado su poder a causa de esa falta de fe que no le permite hacer prodigios en su propia tierra. Es fascinante ver al mismo Hijo de Dios que "se extrañaba de la incredulidad de ellos". Cuando Jesús dice que un profeta es despreciado solamente en su tierra ("nadie es profeta en su tierra"), en realidad no estaba afirmando algo que sucede siempre de esa manera, sino que tomó un refrán popular para que se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo en ese momento: que lo despreciaban porque no eran capaces de descubrir las cosas grandes que a veces se presentan en medio de la sencillez de la vida y a través de las personas que uno se encuentra en el camino cotidiano. También en nuestras vidas el Señor puede manifestarse en signos simples, tan sencillos que nos cuesta reconocer que vienen de él. Agudicemos la sensibilidad del alma para mirar mejor las distintas formas con las que Dios se hace presente en nuestras vidas sin pretender encasillarlo en nuestra pobre perspectiva. Algunas personas no crecen en la vida espiritual porque están esperando ocasiones extraordinarias o llamativas para entregarse a Dios, como si él no se hiciera presente en lo sencillo y cotidiano. Decía San Francisco de Sales: "Las grandes ocasiones de servir a Dios se presentan raramente, pero las pequeñas son de cada día. Si haces las cosas cotidianas en nombre de Dios todo estará bien. Sea que comas o duermas, te diviertas o trabajes, todo en unión con Dios está bien".
Oración: "Mi Salvador, quiero contemplar tu santa humanidad, admirarme por la sencillez que guardaba tu infinita gloria; reconocer que realmente te hiciste igual a mí, con los límites de mi pequeña existencia terrena". 181
Domingo 1 4 ° durante el año AÑO C :
Lc
10, 1-12.
17-20
La misión que Jesús había dado a los doce apóstoles en Galilea (9, 1-6) ahora se amplía a los setenta discípulos; pero tampoco ellos son suficientes y hay que pedir al Padre que envíe más trabajadores a la cosecha. La mención de la cosecha y no de la siembra recuerda que en realidad el que siembra es Dios mismo. La Palabra que se transmite es suya y es suyo el poder que da crecimiento a esa semilla. Los trabajadores sólo deben cosechar con gozo, agradecidos y felices por la obra de Dios en el corazón de su pueblo. Y sin embargo, Dios quiso necesitar de esos cosechadores, quiso actuar a través de ellos. Para que sean instrumentos adecuados es necesario que sean pobres, desprendidos, que no se apoyen en la falsa seguridad que otorgan las cosas de este mundo, para que su verdadera fortaleza sea el amor del Padre. Ellos deben anunciar que el Reino de Dios ya está presente; sólo hay que dejarlo actuar sin oponerle resistencia, para que pueda dar sus frutos. Cuando se dice a los discípulos que se liberen hasta del polvo de los pies que se les haya pegado en la casa de los incrédulos, Jesús quiere decir que eviten contagiarse, que no permitan que esa incredulidad los afecte y los debilite. A pesar de ese rechazo, el Reino de Dios está presente y no puede ser destruido por la incredulidad de los corazones cerrados. De hecho, mientras los discípulos andaban por ahí anunciando el Reino, Jesús veía que Satanás se desplomaba como un rayo; es decir: se difundían las fuerzas de la fe, la paz, la justicia, y eran vencidas con el poder de Dios las fuerzas del odio, el egoísmo, la incredulidad. Pero ellos no deben estar pendientes de frutos visibles y maravillosos, sino gozarse sabiendo que están cumpliendo el deseo del Padre, y sus nombres están escritos en el cielo. Jesús los invita así a revisar las intenciones profundas de lo que hacen, el "para qué" de sus esfuerzos; y nos invita a nosotros, que a veces tenemos una sensación de vacío, a encontrarle un "para qué" a nuestras vidas, de manera que valga la pena seguir viviendo.
Oración: "Protégeme Señor, para que no me contagien la incredulidad, la indiferencia, la mediocridad. Permíteme estar en el mundo sin ser del mundo, y no dejes que me avergüence de tu evangelio". 182
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Semana 14 durante el año LUNES: MT 9 , 1 8 - 2 6
Los dos personajes que nos presenta este texto son testimonios de fe, entendida como una confianza firme y espontánea que algunos tienen en Jesús y en su poder. Esa fe tiene la característica de una actitud humilde: el funcionario se echa a los pies de Jesús y también lo hace la mujer. Según este texto de Mateo la niña estaba muerta cuando el funcionario se acerca a Jesús, mientras en Marcos 5, 23 se dice simplemente que la niña "se estaba muriendo". Mateo, al preferir la versión de la muerte previa a la súplica del funcionario, quiere destacar la inmensa confianza de este hombre. Este texto también destaca la delicadeza de Jesús en el detalle de tomar a la niña de la mano. Si bien Mateo abrevió bastante el relato, porque en el evangelio de Marcos es mucho más extenso (Mc 5, 21-43), sin embargo Mateo no quiso obviar este detalle que nos ayuda a percibir la calidez humana del Señor, el modo delicado como cuidaba los detalles de amor en su relación con los demás. El Dios todopoderoso que manifiesta su gloria y su poder es también el que ama a sus criaturas, se acerca a ellas con respeto y ternura, y se preocupa también por los pequeños detalles. Por eso mismo es destacable el interés de Jesús por mirar a la mujer que lo tocó buscando su fuerza sanadora. Jesús no se contenta con sanarla, quiere tener un encuentro con ella frente a frente, darle ánimo con sus palabras y elogiar su fe. Ese mismo estilo, respetuoso, delicado, cercano, es el que Jesús tiene con nosotros. Pero por eso mismo no le interesa tanto deslumbrarnos con prodigios sino cautivarnos con su persona, con el exquisito ofrecimiento de su amistad, con el regalo inestimable de su intimidad. Entonces sería bueno que tratáramos de descubrir y agradecer los pequeños detalles que el Señor ha tenido con nosotros, y también intentar actuar de la misma manera en nuestra relación con los demás.
Oración: "Señor, en medio de mis problemas, insatisfacciones y preocupaciones, muchas veces no puedo ver tus pequeños detalles de amor. Ayúdame a reconocerlos Señor, para que pueda darte gracias con alegría". 183
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Semana 14 durante el año MARTES: MT 9 , 3 2 - 3 8
Los que envidiaban a Jesús y querían manchar su imagen para evitar la admiración de la gente, ya no sabían qué decir frente a los prodigios que Jesús realizaba, sobre todo porque liberaba a la gente de sus males más profundos, que para los judíos eran "demonios", por el poder del mismo jefe de esos demonios: Satanás. Pero Jesús indica que si él mismo fuera el jefe de los demonios, entonces ellos estarían en guerra unos con otros, y así se destruirían, ya que ningún reino puede subsistir en la división. Es el poder de Dios el que actúa en Jesús para liberar a la gente de sus demonios, es la gloria de Dios la que se manifiesta en todos sus prodigios. Y Jesús explica que hacen falta instrumentos de Dios, personas dispuestas a dejarse llevar por Dios para ayudar a la gente a liberarse de sus angustias. Pero para eso, los instrumentos elegidos tienen que aprender a mirar a los demás con la mirada de Jesús, que es capaz de compadecerse de corazón al ver a los que sufren sin tener quien los auxilie. Por eso, cuando alguien está padeciendo, sin poder resolver sus necesidades más urgentes, no es porque Dios no desee liberarlo, sino porque alguno de los instrumentos humanos que podrían ayudarlo no está escuchando el llamado de Dios o no está cumpliendo con su función, o porque la misma persona angustiada no quiere utilizar los medios necesarios que Dios le da para salir adelante.
Oración: "Señor, tú conoces el egoísmo que reina muchas veces en este mundo, donde cada uno parece buscar sólo su propio interés. Ven Señor a reinar un poco más en esta tierra, para que cada uno haga lo que esté en sus manos para aliviar los males ajenos y así pueda nacer un mundo de justicia y de paz".
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Semana 14 durante el año MIÉRCOLES: MT 1 0 , 1-7
El grupo de los doce apóstoles, que Jesús formó para enviarlos llenos de poder espiritual, era una comunidad muy variada. Llama la atención ver reunidos a los que fueron pobres pescadores, con uno de los que les cobraban impuestos, explotándolos en nombre del imperio romano. Pero allí también había uno que había sido zelota, un revolucionario contrario al poder romano. Jesús fue capaz de hacer una comunidad con gente tan variada, porque él podía curar las heridas de un pasado que los enemistaba y los reunió con la misión de construir el Reino de Dios. Cada uno entregó algo, cada uno ofreció algo, cada uno renunció a algo por la gracia de Dios, y así se formó aquella pequeña comunidad, la primera comunidad con la que nació la Iglesia. Pero produce cierto dolor leer al final de la lista que allí también estaba Judas, el traidor. Un elegido, y capacitado con poder sobrenatural para expulsar los males de la gente y para curar y liberar, y sin embargo prefirió ser el traidor que llevó a la muerte al que con inmenso amor lo había llamado. Jesús envía a sus apóstoles solamente al pueblo judío, no a los paganos. El pueblo judío seguía siendo objeto de una elección especial a los ojos de Dios, porque Dios había hecho con él una alianza de amor y Dios no se retracta. Pero luego la misión se abre a todos los pueblos de la tierra. Los hombres de todas las razas y naciones son invitados a formar parte de la familia de Dios.
Oración: "Señor, tu que pudiste crear una comunidad con personas diferentes, derrama tu Espíritu en nosotros y ayúdanos a superar las diferencias que hay entre nosotros, para que podamos vivir una comunidad de amor".
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Semana 14 durante el año JUEVES: MT 1 0 , 7 - 1 5
Jesús envía a sus apóstoles a proclamar que el Reino de Dios está cerca, y a manifestar el poder de Dios curando enfermos y expulsando demonios. Ellos han recibido gratuitamente ese don, no se lo habían comprado a Dios, que los eligió sólo porque él quiso. Por lo tanto, con ese don deben servir a los demás gratuitamente, sin esperar nada a cambio. Cuando les pide que lleven poco equipaje para el camino, les recuerda que el obrero tiene derecho a su salario. En aquella época no había mensualidad, sino que el sueldo se iba pagando cada día. Ese salario cotidiano es el alimento que recibirían de la gente en cada lugar que visitaran. Los apóstoles, consagrados a la predicación, deben vivir al día, sin acumular para el futuro. Por eso mismo, Jesús enseñó a pedir el pan de cada día. Con eso basta para poder dedicarse de lleno al Reino de Dios. Si entendiéramos todo lo que significaba que había llegado el Mesías, y que era el mismo Hijo de Dios hecho hombre que venía a salvar a la humanidad, comprenderíamos porqué él pedía a sus discípulos vivir desprendidos de toda ambición y entregarse sin reservas a anunciar su llegada. Si bien es cierto que hoy el Señor no nos pide a todos ese tipo de vida, es cierto que espera de nosotros una mayor generosidad, una mayor confianza en Dios, una mayor libertad con respecto a los bienes y a las posesiones.
Oración: "Señor, ayúdame a reconocer que he recibido la vida gratuitamente, que todo es regalo de tu amor, para que aprenda también a dar gratuitamente, por el solo gozo de dar, sin esperar tanto a cambio".
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Semana 14 durante el año VIERNES: MT 1 0 , 1 6 - 2 3
Jesús anuncia los conflictos que deberán sufrir los discípulos porque el mensaje del evangelio no siempre es bien recibido, provoca resistencia en los corazones aferrados al mal y a sus propios proyectos egoístas. En el v.16 usa símbolos de animales para indicar la actitud de los cristianos en medio del mundo hostil. Deben reconocer que son como ovejas en medio de lobos, por lo cual deben estar atentos pero no responder al mal con mal; algo semejante se quiere expresar en la invitación a ser astutos como las serpientes pero sencillos como las palomas. Hay que estar dispuestos a llegar hasta dar la sangre a causa de la oposición del mundo; pero eso no significa que haya que ofrecerse como víctima sin necesidad. El Señor no anula las capacidades de sus discípulos, que deben usar su astucia para intentar liberarse del poder del enemigo, y que deben saber huir a tiempo, de quien pueda destruirlos de distintas maneras. Dios acepta con amor la ofrenda de sus hijos que entregaron su vida con amor en el martirio por no negar su fe; pero no se goza en la destrucción inútil de sus hijos amados cuando podría ser evitado. Por eso los grandes maestros espirituales siempre han enseñado que el martirio es un don que Dios da, pero nunca un sacrificio que deba ser buscado o provocado. Ni siquiera debe ser pedido temerariamente. La vida es un regalo divino que debe ser cuidado y nunca expuesto inútilmente. Esto, que vale para la entrega total, vale también para otras entregas que Dios puede pedir a sus hijos, pero que sólo tienen sentido si es él quien las pide. Porque si él las pide, entonces él mismo da la gracia necesaria para cumplirlas.
Oración: "Señor, que quisiste que diera testimonio de ti, en medio de un mundo que a veces rechaza tu mensaje y prefiere que todos vivan según sus criterios. Concédeme la astucia necesaria para no caer en las redes del mundo, pero también un corazón sereno que no responda con violencia". 187
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Semana 14 durante el año SÁBADO: MT 1 0 , 2 4 - 3 3
Jesús advierte a sus discípulos que deberán sufrir persecuciones y contrariedades, intentando prepararlos para que no dejen de anunciar la Palabra de Dios por causa del miedo. Así se entiende la afirmación de que no hay nada oculto que no se descubra o se divulgue. Jesús quiere hacer descubrir a los discípulos que su mensaje no puede ser escondido, sino que necesariamente sale a la luz, de manera que si ellos quieren ser sus discípulos no les queda otra posibilidad más que anunciar ese mensaje. El verdadero discípulo de Jesús no puede ocultarlo, no puede esconder el tesoro que alberga en su pecho. Su riqueza interior de alguna manera se manifiesta; y si no es así, es sencillamente porque ha dejado de creer en el mensaje del Señor. Jesús recomienda a sus amigos que se cuiden de caer en el intento de disfrazar la propia realidad, porque "no hay nada escondido que no se descubra". Y luego, para que no caigan en el mecanismo de la apariencia como táctica para evitar persecuciones o burlas, Jesús los invita a confiar en el Padre Dios que no olvida ni siquiera a los pajaritos, y a mirar el bien de la salvación más que el de la vida misma. Pero aquí podríamos leer también una invitación a valorar la propia dignidad para no caer en la indignidad de esconder las propias convicciones: "Ustedes valen más que muchos pájaros".
Oración: "Señor Jesús, si a ti te persiguieron yo no tengo derecho a pretender aplausos, reconocimientos y tranquilidad. Dame la gracia de descubrir mi dignidad como hijo del Padre Dios para no caer en la indignidad del que oculta sus convicciones en la mentira y la falsedad".
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Domingo 15° durante el año AÑO A : MT 1 3 , 1 - 2 3 En la época de Jesús era común que los maestros enseñaran utilizando ejemplos, comparaciones, narraciones. En un primer momento los que escuchaban no sabían qué era lo que el maestro quería decir, pero eso despertaba su curiosidad y los llevaba a querer descubrir el mensaje que estaba detrás de la narración. El problema es que en aquella época se usaban ejemplos tomados de la agricultura, de los animales, de la vida en la naturaleza, y hoy la mayoría de nosotros no estamos habituados a ese ambiente; por eso quizás los ejemplos que aparecen en el evangelio no nos atraen tanto. Pero también tenemos que reconocer que nuestra mente y nuestro corazón no están muy disponibles para escuchar la Palabra de Dios, porque estamos repletos de preocupaciones, de angustias y de pensamientos, de necesidades y deseos que nos absorben y nos distraen. Por eso quizás ni siquiera podemos estar atentos para escuchar con devoción los tres o cuatro minutos que dura la lectura del evangelio en una misa. Menos todavía podemos detenernos serenamente y con amor a dejar que esa Palabra de Dios penetre en nosotros y cambie algo en nuestras vidas. Eso quería decir Jesús con el ejemplo de la semilla. A veces somos como un camino duro, donde la semilla es arrebatada enseguida por los pájaros. Ni siquiera nos detenemos a escuchar a Dios. Otras veces somos como el terreno pedregoso, con poca profundidad. Allí puede entrar la Palabra de Dios, pero la persona no quiere tener problemas, prefiere llevar una vida tranquila, no quiere entregar nada por la Palabra, y entonces no la deja crecer. Otras veces somos como las espinas, porque permitimos que la Palabra crezca y comience a cambiar nuestras vidas, pero luego no le dedicamos ni tiempo ni espacio en nuestro interior, porque nos dejamos agobiar por muchas cosas y todo nos parece urgente. Jesús nos invita a ser tierra buena, blanda y generosa, abierta y dócil, para que la Palabra de Dios pueda transformarnos de verdad y llevarnos a un nivel de vida más alto, a una vida que valga la pena, a las cosas realmente importantes.
Oración: "Dame vida, Señor, con tu Palabra. Rompe esta tierra dura que es mi interior cerrado, penetra en medio de mis resistencias y mis distracciones, tómame con el poder de tu Palabra y renueva mi vida". 189
Domingo 15° durante el año AÑO B: MC 6, 7 - 1 3 Jesús vuelve a llamar a los apóstoles y los envía de dos en dos, con lo cual se remarca el aspecto comunitario de la misión. En esta tarea Jesús capacita a los que envía confiriéndoles poder para liberar a los hombres de sus males más profundos. Pero este texto nos indica que Jesús quería algo más en sus discípulos: una vida desprendida y desinteresada; para que así como en Jesús se unieron la gloria y la pequeñez, eso mismo se reflejara en sus discípulos: revestidos de su poder, pero no apoyados en riquezas ni seguridades de este mundo; libres frente a los bienes y a la apariencia, dependiendo humildemente de la providencia de Dios. Si bien Dios no pide este estilo de vida de una misma manera para todos, porque un padre de familia debe asegurar el sustento para sus hijos y ganarlo con su trabajo (2 Tes 3, 6-12), se nos pide a todos que no pongamos la confianza en los bienes sino en Dios, para entregarnos libremente a la misión que él nos confía. A veces sucede que una persona buena y responsable siente una especie de nudo en la garganta cuando no le falta nada para ser feliz, o que siente una sensación de vacío cuando está disfrutando de cosas lícitas. Lo que sucede es que a veces, también en medio del confort y los legítimos gozos, surge la pregunta: ¿para qué?. Es decir, el corazón se plantea para qué se está gastando la propia vida. Es entonces cuando cabe preguntarse si no sería mucho más bello y gozoso renunciar a algunos de esos gozos lícitos por amor, para hacer feliz a otro, para entregar algo más a Dios, para no vivir tan centrado en el propio bienestar. Esa angustia, esa crisis interior, es un llamado a entregar algo más, es el dinamismo de la vida misma que necesita liberarse. Porque, como decía San Francisco de Asís, "es dando como se recibe".
Oración: "Señor, toma mi vida y realiza en ella esa paradoja de tu gloria y tu poder unidos a la humildad y a la pequeñez. Te entrego Señor, todos mis deseos de poder, de prestigio y de dinero, para apoyarme sólo en tu poder y en tu amor". 190
Domingo 1 5 ° durante el año AÑO C : LC 1 0 , 2 5 - 3 7 Un doctor de la Ley preguntó a Jesús qué debía hacer para alcanzar la vida eterna. Pero en realidad él sabía cuál era la respuesta porque había estudiado la Palabra de Dios y las tradiciones judías, y no ignoraba que todo se resume en el amor a Dios y al prójimo. Pero para no quedar en ridículo por haber pedido una respuesta que era obvia, el doctor solicita una precisión: ¿quién es mi prójimo? Y lo que estaba preguntando era si había que considerar prójimo a cualquiera o sobre todo a los miembros del pueblo judío. Si leemos Prov 25, 17; 27, 14, veremos que allí el prójimo es el vecino; en Eclo 37, 1-6 o Prov 17, 17 es el amigo. Ese es el sentido que tiene la palabra en todo este texto: amigo. Por eso Jesús, después de poner el ejemplo del hombre herido y abandonado, pregunta: ¿quién se portó como prójimo de ese hombre?, o sea ¿quién se comportó como amigo de ese hombre? El doctor debió reconocer que fue un samaritano (que para un judío era un ser despreciable). Él fue el único que "se conmovió en sus entrañas" ante un judío apaleado, abandonado, destrozado. Y para rematar todo, Jesús le pide al doctor de la Ley que siga el ejemplo de ese samaritano y haga lo mismo. Era como si le dijera: "No te preguntes tanto por la interpretación de la Ley de Dios. Lo que Dios te pide es que actúes como amigo de cualquier ser humano, también con los que son de otra raza, y con los que te resultan despreciables. Reaccionar ante el dolor de cualquier ser humano como si fuera el dolor de un amigo. Eso es lo que tu Dios espera de ti". El doctor tiene que escuchar a Jesús que le dice: "Actúa, ama, reacciona como ese samaritano, que fue capaz de servir al otro espontáneamente sin preguntar nada". Jesús nos pide que no nos hagamos indiferentes e insensibles y que aportemos algo, que al menos acerquemos al hermano a un lugar donde pueda ser socorrido.
Oración: "Señor, yo que estoy pendiente de mí mismo, preocupado por tantas cosas de mi propia vida, no soy capaz de reaccionar espontáneamente cuando alguien necesita mi ayuda. Necesito el impulso de tu amor que me arranque de mi mundo de egoísmo. No permitas que me haga tantas preguntas Señor, ayúdame a reaccionar con amor". 191
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Semana 15 durante el año LUNES: MT 1 0 , 3 4 - 1 1 , 1 . Amar a Jesús es entregar lo más profundo del corazón al que derramó su sangre para purificarlo, al que puede darle sentido y luz, al único que tiene el derecho de ser Señor de ese corazón. Ningún otro ser humano puede ejercer ese dominio santo, porque sólo Jesús es Dios. Por eso, ni siquiera el padre o la madre pueden ocupar ese lugar. Ellos han sido instrumentos del Señor para darnos la vida y deben ser amados y honrados, pero no pueden ocupar el lugar de Cristo, porque no pueden darnos lo que sólo él puede comunicar a nuestras vidas. Tampoco los hijos pueden ocupar ese lugar; no son ellos los que pueden darle a nuestra vida su último sentido, aun cuando podamos dar nuestra vida por amor a ellos. Además, cuando ellos pretenden alejarnos del Señor, no podemos ceder a sus pretensiones para vivir en paz con ellos. Él vale más que esa falsa paz. Pero luego Jesús sintetiza todo lo que no es él en la expresión "vida". Todo lo que forma parte de la vida, todo lo que amamos, todo lo que nos entusiasma, todo lo que no es Dios, todo eso puede terminar, puede alejarse de nosotros dejándonos solos y vacíos. Por eso, aferrándonos a todo lo que la vida nos regala de algún modo estamos perdiendo la vida misma, que sólo en él encuentra firmeza, seguridad, estabilidad. Finalmente, aunque nos ha hablado de ese valor del encuentro con él, que es superior a cualquier cosa y a cualquier persona, nos dice también que a él podemos recibirlo cuando recibimos a los demás, a los que él envía para que expresemos a través de ellos nuestro amor y nuestra confianza en él: un profeta, un justo, o simplemente un pequeño discípulo. Amarlo a él más que a los demás no quiere decir que nos aislemos y que eliminemos a los demás de nuestra vida. En los demás podemos amarlo a él mismo.
Oración: "Toma, Señor, el lugar que sólo a ti te corresponde en mi vida. Tú eres el único Señor; apodérate del espacio más íntimo y personal de mi corazón, para que así pueda amar a los demás con tu amor y reconocerte en los hermanos". 192
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Semana 15 durante el año MARTES: MT 1 1 , 2 0 - 2 4 Jesús, que había crecido en Galilea, se lamenta amargamente de la incredulidad de algunas poblaciones de esa región. Él había intentado abrir el corazón de esa gente no sólo con su predicación, sino también con muchos milagros, ya que en esas poblaciones "había hecho la mayoría de sus milagros, pero no se arrepintieron" (v. 20). Y Jesús quiere hacerles notar que su incredulidad e indiferencia es peor que la de Tiro, Sidón y Sodoma. ¿A qué se debe esta comparación? Tiro y Sidón eran centros de comercio. Desde allí salían naves que surcaban todo el Mediterráneo y allí llegaba gran cantidad de productos que se comerciaban en Oriente. Representaban un poder comercial y, con él, la adoración a los bienes materiales. Se entendía entonces que Tiro y Sidón no eran el ambiente adecuado para el florecimiento de profundas actitudes religiosas, para la conversión del corazón. Sodoma era una ciudad que simbolizaba el pecado, una depravación moral que finalmente la llevó a la ruina (Gn 19). Sin embargo, Jesús se dirige a las poblaciones de Galilea que no se convertían para hacerles notar que no tienen nada que criticar a Tiro, Sidón o Sodoma, porque la dureza del corazón de ellos era superior a la de esas ciudades. Si esas ciudades hubieran presenciado los prodigios de Jesús, se habrían convertido rápidamente. La mención de la penitencia con sayal y ceniza recuerda la conversión de Nínive por la predicación de Jonás. Ante este texto cabe que nos preguntemos si todo lo que hemos recibido del Señor, todo lo que él nos ha manifestado, todos los regalos de su amor, no exigirían una mayor entrega de nuestras vidas, una conversión más profunda de nuestro corazón. En todo caso, no deberíamos escandalizarnos ante la incredulidad de otros, que quizás no han recibido del Señor tantos regalos como los que Dios y la vida nos han regalado a nosotros.
Oración: "Ayúdame Señor, con toques de tu gracia, con auxilios de tu Espíritu, para que pueda reconocer tus dones con un corazón agradecido, y así desee responder a tu amor con una conversión más profunda, con una vida y un corazón que sean de tu agrado". 193
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Semana 15 durante el año MIÉRCOLES: MT 1 1 , 2 5 - 2 7
El motivo del agradecimiento de Jesús es muy particular. Jesús se alegraba contemplando cómo los más pequeños y sencillos recibían la buena noticia y captaban los misterios más profundos del amor de Dios. Y Jesús se goza porque es su Padre amado el que manifiesta a los sencillos las cosas que permanecen ocultas para los sabios de este mundo. Toda la Palabra de Dios es también un testimonio permanente de esta predilección del Padre y de Jesús por los pequeños, los olvidados, los despreciados de la sociedad, pero que albergan en su sencillez un tesoro divino de sabiduría que el Padre les revela. Jesús es el instrumento de esta revelación, porque sólo él conoce íntimamente al Padre y puede revelar sus misterios. Este texto nos habla de la maravillosa intimidad que había, y hay, entre Jesús y el Padre. Por esa relación única que hay entre ellos, sólo Jesús nos puede revelar al Padre, para que nosotros podamos conocer su verdadero rostro y participar de esa intimidad preciosa. De hecho, si estamos atentos a la predicación de Jesús, veremos que su preocupación era que el Padre fuera amado y obedecido. Y por eso mismo, cuando quiso enseñarnos a orar nos dijo que debemos decir "Padre nuestro..."
Oración: "Seas adorado, Padre, por tu obra en los pequeños y simples, porque has manifestado los misterios más profundos de la vida a esos corazones bien dispuestos, que no están aferrados a nada, y que en su pequeñez saben confiar en tu amor y en tu poder. Ayúdame, Señor, para que me libere de mi autosuficiencia y también yo pueda recibir la verdadera sabiduría".
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Semana 15 durante el año JUEVES: MT 1 1 , 2 8 - 3 0
Jesús invita con ternura y compasión: "Vengan a mí". Pero su invitación se dirige sobre todo a los cansados y agobiados, a los que ya no saben qué hacer con el peso de sus vidas, a los que no pueden encontrarle el sabor a la existencia porque tienen demasiadas preocupaciones. Y Jesús ofrece descanso, ofrece alivio al agobiado. Pero para eso nos indica dos caminos: uno es el de tomar con él el peso, el de compartirlo con él, descubriendo su presencia de amor en medio de nuestros cansancios. Se trata de darle sentido a las preocupaciones y dolores de la vida uniéndonos místicamente a Jesús. El segundo camino es el de contemplarlo a él cargando su propia cruz sin lamentos ni quejas, ofreciendo su propia vida hasta el fin. Contemplándolo a él que carga pacientemente su cruz sin odios ni rebeldías, podemos unirnos más íntimamente a él en el dolor, experimentando cómo, místicamente, nuestras propias llagas se unen a las suyas en la cruz. Es lo que experimentaba San Pablo al decir: "Estoy crucificado con Cristo, ya no soy yo el que vive" (Gál 2, 19-20), o al decir "llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús" (Gál 6, 17).
Oración:
"Jesús, dame la gracia de unirme a ti en el dolor y en el cansancio; concédeme que pueda encontrar alivio en tu presencia, sintiendo cómo mis angustias se unen a tu pasión. Porque aunque estás resucitado, me concedes unirme a tu entrega suprema en la cruz".
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Semana 15 durante el año VIERNES: MT 1 2 , 1-8
Como siempre, algunos fariseos fanáticos se dedicaban a controlar a los demás para descubrirlos en alguna falta. Los discípulos de Jesús estaban arrancando espigas un sábado, que era día de descanso mandado por la Ley de Dios. Es cierto que encontramos en la Palabra de Dios este mandato, y que para la Ley de Dios violar el sábado era una falta gravísima (Núm 15, 32-36). Pero la Ley de Dios nunca había llegado a decir que arrancar algunas espigas para comer violaba este descanso sagrado; esas exageraciones eran agregados de las tradiciones que los fariseos defendían como si fuesen también Palabra de Dios. En realidad, la obligación de descansar era una forma de asegurar que el hombre viviera con dignidad, que no se convirtiera en esclavo del trabajo, y tuviera un tiempo de serenidad para encontrarse con Dios; pero eso no dejaba de cumplirse si se arrancaban unas espigas para poder alimentarse. Jesús acude a la misma Palabra de Dios para defender a sus discípulos y mostrar su inocencia. De hecho los sacerdotes ofrecen sacrificios el día sábado, y con esa actividad no quebrantan el descanso sagrado. Eso significa que no se trataba de una norma absoluta. Pero Jesús va más allá y muestra que ninguna norma es absoluta. Porque también estaba terminantemente prohibido comer los panes sagrados que se ofrecían a Dios en el templo (Lev 24, 5-9), y sin embargo David lo había hecho en un momento de necesidad (1 Sam 2 1 , 2-7). En Mc 2, 23-28 leemos que las leyes están al servicio del bien del hombre, y si no cumplen esa función pierden su sentido: "El sábado está hecho para el hombre". Finalmente, a los que criticaban a los discípulos por haber arrancado unas espigas para saciar su hambre, Jesús les recuerda un mandato bíblico más importante, que ellos no estaban cumpliendo: "Quiero misericordia y no sacrificios" (Os 6, 6).
Oración: "Señor, te doy gracias por tu amor que sólo busca mi bien. Ayúdame a descubrir tu verdadera voluntad para mi vida en medio de todas mis costumbres, prácticas y leyes, sin imponerlas cruelmente a los demás. Y dame el gozo de descansar en tu presencia". 196
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Semana 15 durante el año SÁBADO: MT 1 2 , 1 4 - 2 1
Mateo aplica a Jesús lo que se anunciaba en Isaías 42, 1-4, llamado "primer cántico del Siervo". Allí Isaías hablaba de un siervo elegido por Dios, mirado con un amor de predilección y enviado con una misión especial. Mateo muestra a Jesús curando los males de la gente y le aplica lo que Isaías decía sobre aquel siervo. Jesús aparece entonces como el elegido por Dios que viene a buscar el bien para el hombre. Además, el siervo que nos presentaba Isaías tenía características de humildad, paciencia, capacidad de soportar sufrimientos y persecuciones. Y así aparece también Jesús, soportando el acoso y la persecución de los poderosos de su pueblo. Cabe advertir que en el texto de Isaías se dice que ese siervo debía llegar a los paganos. ¿Qué sentido tiene eso en este texto del evangelio? Que a partir de esta perícopa Jesús aparecerá en una dura polémica con las autoridades judías, diciendo que están completamente cerrados a la Buena Noticia, y comenzará un acercamiento a los paganos. Ya en 12, 38-42 se habla de la mejor disposición de los paganos, en comparación con la cerrazón empecinada de las autoridades judías (13, 11-15). En 15, 21-28 comienza a concretarse el acercamiento a los paganos; en 2 1 , 33-43 se confirma esta apertura, y finalmente, en 28, 19 Jesús abrirá definitivamente el anuncio del evangelio a todos los pueblos. Hasta el capítulo 11 vemos a Jesús intentando abrirse camino en su tierra, pero ante la negativa de las autoridades religiosas, Jesús dejará de dar prioridad al anuncio en Israel para iniciar una apertura cada vez mayor a los pueblos paganos. Es bueno estar atentos al mensaje de este texto para preguntarnos si no estamos desperdiciando los dones que Dios nos está haciendo, con una mirada especial de amor, o si por encerrarnos en nuestros esquemas no nos estamos privando de una especial relación de amistad que él nos está ofreciendo.
Oración: "Señor, te doy gracias por tu amistad, por tu presencia en mi vida; porque tuve la oportunidad de conocerte y vivir en tu presencia. Pero dame la gracia de no instalarme en lo que ya he conseguido, para que no desaproveche las nuevas iniciativas de tu gracia, que quiere ofrecerme algo todavía más grande". 197
Domingo 16° durante el año AÑO A : MT 1 3 , 2 4 - 4 3 Si Jesús ha venido a traernos el Reino de Dios, si ha sembrado la buena semilla, ¿por qué en el mundo hay maldad, corrupción, injusticia? ¿Significa que es muy débil la potencia del Reino, la fuerza de la buena semilla? En la parábola del sembrador, en el mismo capítulo 13, Jesús ha explicado que la semilla tiene poder, pero que su acción es mayor o menor de acuerdo a las disposiciones del que la recibe. Eso significa que normalmente el Señor respeta la libertad del hombre, que puede rechazar su Palabra o encerrarse en sus proyectos. Pero en esta parábola del trigo y de la mala hierba Jesús agrega algo más. Hay hombres, tomados por las fuerzas del mal, enfermos por la maldad, el egoísmo, el odio, que están sembrando mala semilla en el mundo. Quiere decir que, además de nuestra debilidad, nuestras inclinaciones y nuestras costumbres, hay personas interesadas en sembrar el mal, y a veces se produce un contagio dañino. Así, el Señor nos invita a ser realistas y astutos, a estar atentos para reconocer cuando en medio de la buena semilla de Dios se hace presente la mala semilla de los que no quieren el reinado de Cristo y de su Palabra. Jesús pide a sus discípulos que tengan paciencia con los que están tomados por la mala semilla, porque el discernimiento no es fácil, y queriendo arrancar las cosas malas se corre el riesgo de arrancar también lo bueno. No todo es completamente negro o blanco, muchas veces podemos encontrarnos con una mezcla donde no podemos distinguir con claridad. Jesús prefiere la tolerancia. Nos enseña que en lugar de empeñarnos en arrancar de golpe todo lo malo, es mejor seguir sembrando el bien, porque la semilla de Dios es poderosa. Aunque parezca pequeña, poco a poco puede convertirse en algo grande, como la pequeña cantidad de levadura que termina fermentando toda la masa.
Oración: "Concédeme Señor, un espíritu positivo, más empeñado en sembrar que en hacer la guerra. Dame el entusiasmo por llevar tu Palabra y una gran confianza en el poder del bien, para que no me llene de deseos de destrucción y para que sepa luchar con las armas del amor". 198
Domingo 16° durante el año AÑO B: MC 6, 3 0 - 3 4 Los apóstoles cuentan a Jesús lo que han hecho, porque tienen clara conciencia de que están cumpliendo una misión recibida de él. Queda claro que el protagonista es Jesús y que de alguna manera hay que rendirle cuentas y dialogar con él sobre la misión que él ha encomendado. Luego Jesús hace notar la necesidad de que descansen con él, la importancia de apartarse juntos a un lugar solitario; le preocupa que sus discípulos no tengan el reposo necesario. Podemos reconocer esa mirada amorosa del Señor en medio de los cansancios de nuestra propia vida; allí, en nuestras tensiones y fatigas, Jesús nos ofrece un momento de compañía para aliviar nuestro agobio. Sin embargo, la compasión ante los reclamos de la gente puede más que la necesidad de relax y soledad. Jesús había llevado a los discípulos a descansar, pero, si avanzamos un poco más en la lectura de este texto, vemos que termina pidiéndoles que repartan el pan a la gente, porque deben reproducir en sus vidas la entrega de Cristo, que no vino a ser servido sino a servir. Esto nos invita a pensar que el servicio generoso a los demás y la tarea evangelizadora nunca deberían ser algo agobiante o insoportable, y menos aún podemos pensar que es algo que nos impide el encuentro con el Señor. Porque viviendo el servicio al hermano con amor y en presencia de Jesús, ese mismo servicio nos brinda satisfacción interior y se convierte en un encuentro con el Señor. Es lo que podríamos llamar una "espiritualidad en la acción", que nos impide separar demasiado la oración del servicio. Cuando nos indigna la injusticia y la corrupción, cuando nos duele la angustia de la gente sometida, marginada, excluida, mientras otros hacen fiesta y acumulan, cuando nos cansa la violencia y el egoísmo del ambiente, Dios nos invita a ofrecer lo poco que tenemos, nuestros cinco panes, nuestro tiempo, nuestro afecto, nuestras iniciativas. Con ese poco, entregado generosamente, Jesús puede comenzar a hacer algo grande.
Oración: "Señor, concédeme el descanso necesario en medio de la actividad que a veces me supera, pero no permitas que mire demasiado mis necesidades y no sea capaz de compadecerme de los demás. Regálame un corazón como el tuyo, incapaz de cansarse de amar y de servir". 199
Domingo 16° durante el año AÑO C : LC 1 0 , 3 8 - 4 2 "Marta, Marta". Reproche firme, pero cariñoso y paciente a la vez. Algunos han pensado que aquí se le da preferencia a la oración, representada por María, por encima de la acción, representada por Marta. Pero en realidad no es así, porque en todo el evangelio de Lucas encontramos una permanente invitación a las obras de misericordia, a la generosidad con el hermano, y son las buenas actitudes ante el hermano las que más agradan a Dios. En realidad, en este texto Jesús era un peregrino que se hacía presente en un hogar, y ponía a prueba la hospitalidad de las dos hermanas. María hizo lo más importante que hay que hacer ante un hermano que se hace presente: prestarle atención a su persona, escucharlo con atención. Marta, en cambio, con buena intención, estaba preocupada por servir a Jesús, pero haciendo muchas cosas para atenderlo bien. Entonces Jesús intenta hacer ver a Marta que lo que él quería era un momento de buena compañía, como diciendo: "Marta, yo no necesito tantas cosas, lo que quiero es que vengas un momento a estar conmigo, como tu hermana". Es como si Jesús dijera: "Podrán faltar muchas cosas, pero lo importante es que no faltes tú misma". No es tan necesario hacer cosas en torno a las personas para prestar un servicio, sino que lo más importante es estar atentos a las personas mismas, dedicarles nuestro interés, nuestro tiempo para estar con ellas amándolas y escuchando sus cosas. Eso es lo primero que se'espera de alguien que sabe amar. A partir de esa actitud podremos hacer muchas cosas para servir al hermano, sin olvidar lo más importante: su persona. Pero lo mismo podríamos decir de nuestra relación con Dios; podemos hacer muchas cosas por él, pero lo más importante será que le prestemos nuestra atención.
Oración: "Mira Señor mi mente acelerada, mi corazón distraído, y ayúdame para que pueda estar más atento a ti y a los hermanos. No dejes que me arrastre la actividad desbordaba, o que me entretenga haciendo cosas, sin detenerme a mirar a las personas, a escucharlas, a estar con ellas, que son más importantes que las obras". 200
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Semana 16 durante el año LUNES: MT 1 2 , 3 8 - 4 2
Los fariseos reclamaban señales a Jesús, pero en realidad no querían creer en él. Y Jesús dijo que los que no quieren creer en la palabra de Dios "tampoco creerán aunque resucite un muerto" (Lc 16, 31). Por eso en definitiva la única señal necesaria es la de Jonás. ¿Qué significa esto? Que los ninivitas, que eran un pueblo pagano, no le pidieron ninguna señal al profeta Jonás para aceptar su palabra; simplemente le creyeron y se convirtieron, se arrepintieron y pidieron perdón con un corazón dolorido; y esto a pesar de que Jonás predicaba sin deseos y sintiéndose forzado por Dios. En cambio, muchos judíos que se sentían orgullosos de su religiosidad, no eran capaces de escuchar a Jesús, que los invitaba a la conversión. Jesús se dirige aquí a esos judíos que se consideraban más que los paganos, porque se creían piadosos, muy creyentes y fieles a Dios, e intenta hacerles ver que sus corazones en realidad estaban cerrados a la Palabra, de manera que ninguna señal sería suficiente si ellos no cambiaban de actitud. La vida de Jesús, consagrada plenamente a la Palabra, su entrega total y sus numerosos prodigios no eran suficientes para abrir los corazones cerrados. Pero el gran signo era él mismo. Por eso, a los que cierran su corazón ante su palabra y su ejemplo, Jesús prefiere no cautivarlos con prodigios que desvíen la atención de lo que es realmente importante: él mismo, su persona, su amor. También les pone el ejemplo de la reina del sur, que siendo pagana tuvo la docilidad necesaria para escuchar la sabiduría del rey Salomón, docilidad que está descripta de un modo muy colorido en 1 Reyes 10, 110.
Oración: "Señor, toca mi corazón con tu gracia y no permitas que sea indiferente a tu Palabra. Concédeme que acepte tu amor sin exigirte más signos que tu misma presencia, santa y cautivante".
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Semana 16 durante el año MARTES: MT 1 2 , 4 6 - 5 0
Jesús no desprecia a su familia, pero quiere mostrar que la fe crea también lazos familiares, que se rompen las paredes del círculo familiar para abrir el corazón también a otros que pasan a ser verdaderamente hermanos. El texto de Lucas 2, 41-51 muestra que Jesús respetaba a su madre María y a José, pero que también debía abandonar esa bella intimidad de su pequeña familia para abrirse en una misión a todo el pueblo, porque esa era la voluntad de su Padre celestial que él venía a cumplir. La expresión "hermanos" designaba en el lenguaje de aquella época a cualquier pariente próximo: tíos, primos, etc. Por eso la expresión "tu madre y tus hermanos" indicaba al conjunto de su círculo familiar más cercano. El evangelio de Juan indicará que su madre, que siempre lo buscaba, en realidad debía cumplir una misión suprema junto a él en la cruz. Allí sí Jesús volvería a la intimidad con su madre para realizar juntos la suprema voluntad del Padre. El entregándose hasta el fin, y ella ofreciéndolo como mujer y como madre. Este texto, que nos hace descubrir que todos los que tratamos de cumplir la voluntad de Dios somos verdaderamente hermanos, nos invita a preguntarnos si no vivimos nuestra fe de una manera demasiado individualista, si no necesitamos crecer un poco más en esa convicción interior de ser parte de una gran familia; porque la fe y el deseo de cumplir la voluntad del Padre crean verdaderos lazos que son más importantes que nuestros intereses personales.
Oración: "Señor, ayúdame a descubrir y regalas, y concédeme que pueda tigo, que no me evada en una fe ca a los hermanos que me has
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valorar la nueva familia que me vivir en familia mi relación conindividualista, sino que reconozregalado".
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Semana 16 durante el año MIÉRCOLES: MT 1 3 , 1-9
La parábola del sembrador quiere mostrar las distintas actitudes de los corazones humanos ante la Palabra de Dios. El borde del camino, donde los pájaros se comen rápidamente la semilla, es una tierra que no deja entrar la Palabra, es un corazón que ya está ocupado en muchas cosas (endurecido) y no tiene espacio, de manera que la Palabra escuchada es inmediatamente olvidada, o sencillamente no es escuchada con interés. El terreno pedregoso, que tiene una capa fina de tierra, recibe la semilla, y la deja germinar, pero por la poca profundidad no retiene la humedad y el sol (agresiones) seca esa plantita que acaba de surgir a la vida. Representa los corazones que reciben la Palabra con gozo, pero que siempre están demasiado pendientes de las dificultades, y no aceptan tener que sufrir algo por amor a Dios; el dolor y los problemas hacen que la Palabra recibida con gozo no les alcance para tener paz, y puede más su necesidad de vivir tranquilos. La Palabra entre cardos no se refiere tanto a las dificultades, sino a los deseos, porque las espinas (distracciones) ahogan a la planta que está creciendo. Del mismo modo, cuando el mundo comienza a atraer el corazón con los bienes y los placeres, el corazón se preocupa por alcanzar estas cosas y la Palabra pierde su atractivo, deja de entusiasmar; el corazón parece aceptar todo lo que dice esa Palabra, pero la Palabra no puede dar frutos de generosidad, de servicio, de entrega.
Oración: "Toma Señor la tierra de mi vida, rómpela, desmenúzala, ábrela con tu gracia, para que en ella pueda germinar, crecer y dar fruto tu Palabra de vida. Dame alegría, perseverancia y generosidad para vivir tu Palabra".
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Semana 16 durante el año JUEVES: MT 1 3 , 1 0 - 1 7
Jesús hace notar a sus discípulos el inmenso valor de lo que está sucediendo en ellos, porque pueden conocer los secretos del Reino. Se trata de un privilegio que deben reconocer con gratitud y gozo. Durante muchos siglos los profetas y los justos ansiaron llegar a encontrarse con el Mesías y recibir la llegada del Reino de Dios, pero aunque sus corazones estaban dispuestos, no llegaron a verlo ni a escucharlo. Ahora, que llegaba el Reino esperado, muchos no eran capaces de reconocerlo. Por eso declara felices a los discípulos, que podían ver con sus ojos y escuchar con sus oídos. En sus vidas se unían maravillosamente la hermosura del Reino que llegaba y un corazón dispuesto para recibirlo. En sus corazones se realizaba lo que durante tantos siglos se estaba preparando. Porque el Reino de Dios se ofrece a todos, a todos se presenta el espectáculo del amor divino, de su luz, todos son convidados a beber del agua de paz que Cristo trae, a todos se les brinda el acceso a un poder divino que ayude a cambiar el mundo de injusticia y violencia. A todos se les propone un camino de vida nueva. Pero no todos lo aceptan. El texto de Is 6, 9-10 indica que la palabra del profeta puede producir un efecto contrario al que se espera, porque esa palabra fastidia a los que están apegados a un tipo de vida y no soportan nuevas propuestas. Esos corazones, ante la palabra del profeta, se molestan y se cierran más todavía. Las parábolas, que usan un lenguaje figurado, invitan a tratar de encontrar su significado; por lo tanto sólo pueden ser interpretadas por los corazones inquietos, que están abiertos a la novedad que Dios ofrece y así pueden detenerse a buscar el sentido de lo que Dios les dice en una comparación.
Oración: "Gracias Señor, por haberme invitado al banquete, la fiesta, la vida nueva de tu Reino que se hace presente. Y gracias también porque tu amor ha tocado mi corazón para que pudiera abrirse a tu invitación, y pude ver y escuchar Vence Señor, con tu poder, las resistencias que todavía hay dentro de mí". 204
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Semana 16 durante el año VIERNES: MT 1 3 , 1 8 - 2 3
Vemos que en los tres ejemplos se da la progresión: escuchar, entender, perseverar, dar fruto. En el corazón que es como la tierra fértil se cumplen las cuatro cosas. La semilla al borde del camino, inmediatamente comida por los pájaros, son los que escuchan la Palabra, pero ni siquiera la entienden. Tengamos en cuenta que "entender" en la Biblia no es simplemente una cuestión mental, sino una cuestión del corazón; es captar lo que algo significa, pero es también amarlo, aceptarlo, gustarlo. Del que es como la tierra pedregosa tampoco se dice que "entiende" la Palabra, sólo se dice que "la recibe con alegría", porque no es más que un entusiasmo superficial que no llega al corazón, que no termina de entrar al lugar de las decisiones profundas. Lo mismo podemos decir de la semilla que cae entre cardos. Allí tampoco se "entiende" de verdad la Palabra, porque los deseos y la atracción del mundo pueden más, y el crecimiento es abortado. Eso significa que la Palabra no ha llegado al corazón, ya que cuando algo se deja entrar verdaderamente en el corazón, eso se convierte en una profunda convicción interior, en una cuestión personal que vale más que cualquier otra cosa que puedan ofrecernos. Cuando algo llega realmente al corazón, ninguna otra cosa puede más que esa convicción amorosa. Sólo la tierra buena "entiende" la Palabra, porque es una tierra dispuesta, sin obstáculos, que deja que la semilla eche raíces y las haga penetrar en lo profundo. Es el corazón que no opone resistencias, que deja lugar a esas raíces que llegan a lo hondo; es un corazón que se deja cambiar, que se deja tomar, aunque la Palabra le diga o le pida cosas que no estaban en sus planes.
Oración: "Señor, tu tienes poder. Rompe mis durezas, destroza mis piedras, quema con tu fuego los cardos que ahogan tu Palabra; desmenuza mi corazón y conviértelo en tierra buena, para que tu Palabra pueda hacer su obra renovadora, y así experimente el gozo profundo de tu presencia". 205
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Semana 16 durante el año SÁBADO: MT 1 3 , 2 4 - 3 0
Si Jesús ha venido a traernos el Reino de Dios, si él ha sembrado la buena semilla, ¿por qué en el mundo hay maldad, corrupción, injusticia, crueldad? ¿Significa que es muy débil la potencia del Reino, que la fuerza de esa buena semilla es muy pequeña? En la parábola del sembrador, en el mismo capítulo 13, Jesús ha explicado que la semilla tiene poder, pero que su acción es mayor o menor de acuerdo a las disposiciones del que la recibe. Eso significa que normalmente el Señor respeta la libertad del hombre, que puede rechazar su Palabra o encerrarse en sus propios proyectos. Pero en esta parábola del trigo y de la mala hierba Jesús agrega algo más. Hay hombres, tomados por las fuerzas del mal, enfermos por la maldad, el egoísmo, el odio, que están sembrando mala semilla en el mundo. Eso significa que, además de nuestra debilidad, nuestras malas inclinaciones y nuestras malas costumbres, hay personas interesadas en sembrar el mal, y a veces se produce un contagio dañino. Así, el Señor nos invita a ser realistas y astutos, a estar atentos para reconocer cuando en medio de la buena semilla de Dios se hace presente la mala semilla de los que no quieren el reinado de Cristo y de su Palabra. Jesús pide a sus discípulos que tengan paciencia con los que están tomados por la mala semilla, porque el discernimiento no es fácil, y queriendo arrancar las cosas malas se corre el riesgo de arrancar también lo bueno. Jesús nos pide que seamos tolerantes, para que en lugar de empeñarnos en arrancar de golpe todo lo malo, sigamos sembrando el bien. Porque la semilla de Dios tiene verdadero poder, y actuará más allá de lo que podamos ver o comprobar.
Oración: "Concédeme Señor, un espíritu positivo, más empeñado en sembrar que en hacer la guerra. Dame el entusiasmo por llevar tu Palabra y una gran confianza en el poder del bien, para que no me llene de deseos de destrucción y para que sepa luchar con las armas del amor". 206
Domingo 17° durante el año AÑO A : MT 1 3 , 4 4 - 5 2
Aquí se nos ofrecen dos pequeñas parábolas unidas: la del tesoro' y la de la perla fina. Parecen iguales, y a simple vista el mensaje de las dos es el mismo, pero en realidad no es así, porque cada una muestra un aspecto diferente de nuestra relación con Dios. Miremos con atención. Se está hablando del Reino de Dios, que en realidad es Dios mismo reinando con su presencia en este mundo. La primera parábola dice que Dios es como algo muy valioso que nosotros podemos encontrar. Haberlo encontrado a él, por pura gracia, porque él se dejó encontrar, es hallar un tesoro; y si verdaderamente lo hemos encontrado, eso nos llena de gozo, y nos damos cuenta que vale la pena entregarlo todo por ese tesoro. Está escondido, pero escondido en medio de las cosas de nuestra vida. Parece oculto, pero está a mano. La segunda parábola, en cambio, dice que Dios es como un comerciante. Él no es la perla fina, sino un comerciante que anda buscando perlas finas. Pero ¿cuáles son las perlas finas? Evidentemente somos nosotros, que para sus ojos de Padre tenemos un inmenso valor. Por eso nos busca. Nos queda otra pregunta. ¿Qué es lo que él puede vender para comprarnos? La respuesta está en varios textos de la Biblia que lo expresan con claridad (Hch 20, 28; 1 Cor 6, 20; 1 Pedro 1, 18-19). El Padre Dios nos ha comprado con un alto precio, la sangre preciosa de su propio Hijo. Y eso debe hacernos descubrir que no podemos vendernos a cualquier cosa. Vemos entonces que las dos parábolas unidas nos invitan a dos actitudes diferentes: por una parte, a reconocer a Dios como el mayor tesoro y a amarlo con gozo y con todo el ser, y por otra parte, a dejarnos amar por él, a dejarnos encontrar, a experimentar con gozo su mirada de amor que nos valora tanto, que entregó a su propio Hijo amado por nosotros.
Oración: "Padre Dios, ayúdame a sacar mis ojos de las cosas que me absorben y dominan, para que pueda reconocerte a ti como el mayor tesoro; y enséñame a reconocer el valor que tiene mi vida, mirada y valorada con tanto amor". 207
Domingo 17° durante el año AÑO B: JN 6, 1 - 1 5
Este texto sobre la multiplicación de los panes nos muestra la verdadera voluntad de Dios: que no falte el pan para todos. Los apóstoles ofrecieron a Jesús los panes de un niño, y esa fue la base del prodigio. Así se nos enseña que cuando nos dejamos usar por la fuerza del amor y le ofrecemos lo poco que tenemos, hay pan para todos, y sobra. Pero cuando algunos se dejan llevar por el egoísmo, el pan se acumula en pocas manos y no hay pan para todos. Porque Dios actúa en nuestra historia a través de instrumentos humanos, y cuando esos instrumentos se resisten a cumplir su función y se encierran en la ambición y la comodidad, no se cumple la voluntad de Dios en nuestra tierra. Hasta ese punto se ha sometido Dios a nuestra libertad muchas veces mezquina, hasta el punto de aparecer impotente y débil frente a nuestros males. Tenemos que reconocer que los problemas económicos, sobre todo cuando hay marcadas diferencias sociales, son en realidad problemas de amor, son el reflejo de una gran incapacidad de amar y de compartir. Pero cuando el pan se comparte y se reparte, se convierte en una forma de encuentro que es un anticipo del cielo, y hay pan para todos. Además, estos panes son un símbolo de la Eucaristía, del pan espiritual del cual va a hablar Jesús más adelante. Y la Eucaristía siempre es pan para todos; nadie se ve privado de ella por falta de dinero; es pan sobreabundante tanto para ricos como para pobres, es pan que no hace distinción de personas. La relación entre el pan que se comparte y el pan de la Eucaristía aparece con mucha claridad en 1 Cor 11, 20-22.
Oración: "Señor, que eres generoso, que regalas tus dones en abundancia, toca los corazones humanos para que el egoísmo no deje a muchos de tus pobres sin el pan que necesitan para vivir Transforma este mundo de ambición e indiferencia, de manera que haya pan para todos". 208
Domingo 17° durante el año AÑO C :
Lc 11, 1-13
El evangelio nos cuenta que Jesús "oraba a solas" (Lc 9, 18), se apartaba en el silencio para encontrarse con el Padre. Y él ha querido que también nosotros tengamos esa intimidad y le llamemos "Padre". El mismo Espíritu Santo clama en nuestros corazones llamándole de esa manera (Gál 4, 6; Rom 8, 15). Decimos entonces que, por la obra y el impulso del Espíritu Santo, nosotros nos unimos a Jesús, y junto con él podemos clamar llenos de gozo y de confianza: "¡Padre!". Luego Jesús nos invita a expresar nuestro deseo de que el Nombre del Padre sea santificado. En el fondo era el gran deseo que llenaba el corazón de Jesús, porque él deseaba la adoración y la gloria de su Padre amado. Después nos invita a pedir la llegada del Reino, para despertar en nosotros el deseo sincero de esa llegada. Se trata de la plenitud que este mundo no nos puede dar, y que sólo llegará cuando el Reino de Dios se apodere de nosotros en toda su plenitud. Luego pedimos el pan, pero sólo el pan indispensable para seguir viviendo y entregándonos por el Reino de Dios: el pan cotidiano. A continuación pedimos perdón, pero sólo en la medida en que nosotros perdonamos, y así Jesús nos invita a recordar permanentemente la necesidad imperiosa de perdonar a los hermanos para poder estar en paz con el Padre de todos. Finalmente, rogamos al Padre que nos deje caer en la tentación, que no deje que el mal nos domine, y así reconocemos humildemente que solos no tenemos fuerzas para vencer el poder y el atractivo del mal. Luego de enseñarnos esta manera de orar, el evangelio de Lucas nos indica que la súplica debe ser insistente y confiada, pero que lo primero que tenemos que pedir, lo que más necesitamos, es el Espíritu Santo.
Oración: "Jesús, úneme a ti, tómame con tu gracia, para que pueda dirigirme a tu Padre amado con un corazón de hijo. Coloca en mi boca tus palabras, para que pueda adorarlo y dejar todas mis preocupaciones en sus manos divinas". 209
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Semana 17 durante el año LUNES: MT 1 3 , 3 1 - 3 5
El Reino de Dios está creciendo; no podemos exigir que todo sea perfecto, sino que tenemos que esperar con paciencia que ese crecimiento lento vaya alcanzando la plenitud. El Reino crece con los tiempos de Dios, que no son los nuestros. Además, a los que se desencantan si no ven resultados vistosos, y sólo se sienten importantes si pueden tener cargos de alto nivel o si reciben misiones llamativas, Jesús les indica que las cosas grandes comienzan con cosas insignificantes. El Reino es como una pequeña semilla que termina convirtiéndose en un árbol inmenso, o como una pequeña porción de levadura, que lentamente pero sin pausa, termina haciendo fermentar y produciendo una gran masa. Hay que confiar en el misterio de Dios que trabaja también cuando nosotros no lo vemos, y aprender a reconocer esa fuerza sobrenatural del Reino de Dios que crece en las cosas pequeñas. En el ejemplo del árbol es bello advertir que "los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas". Tendríamos que preguntarnos entonces si nuestras comunidades están convirtiéndose en ese espacio donde los demás puedan acercarse con gusto a recibir sombra y abrigo, protección y calor fraterno. Este Reino, cuando se hace realidad en las cosas cotidianas, es de una belleza tan grande que el hombre no puede captarla, supera los registros de su mente y de su corazón; pero el asombro se produce cuando esa mente y ese corazón son elevados por el Espíritu Santo. Las personas que se dejan transformar aprenden a mirar con los ojos de Dios y así pueden percibir gozosamente cómo el Reino de Dios realmente va creciendo, aunque los demás no lo reconozcan.
Oración: "Señor, bendíceme y bendice mi comunidad, para que dejemos penetrar en nosotros ese Reino que crece en los pequeños gestos, en las simples renuncias cotidianas por el otro, para que nos convirtamos en un árbol generoso y lleno de vida". 210
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Semana 17 durante el año MARTES: MT 1 3 , 3 6 - 4 3
Hay hombres, tomados por las fuerzas del mal, enfermos por la maldad, el egoísmo, el odio, que están sembrando mala semilla en el mundo. Eso significa que, además de nuestra debilidad, nuestras malas inclinaciones y nuestras malas costumbres, hay personas interesadas en sembrar el mal, y a veces se produce un contagio dañino. Así, el Señor nos invita a ser realistas y astutos, a estar atentos para reconocer cuándo, en medio de la buena semilla de Dios, se hace presente la mala semilla de los que no quieren el reinado de Cristo y de su Palabra, o también cuándo en nuestro propio corazón, en medio de muchas cosas buenas y bellas, se hace presente algo que nos inclina al desaliento, a bajar los brazos. Además, Jesús pide a sus discípulos que tengan paciencia con los que están tomados por la mala semilla, porque el discernimiento no es fácil, y queriendo arrancar las cosas malas se corre el riesgo de arrancar también lo bueno. No todo es completamente negro o completamente blanco, muchas veces podemos encontrarnos con una mezcla donde no podemos distinguir con suficiente claridad. Jesús prefiere que seamos tolerantes, para que en lugar de empeñarnos en arrancar de golpe todo lo malo, en nosotros mismos o en los demás, sigamos sembrando el bien. Porque la semilla de Dios es poderosa; y aunque parezca pequeña, poco a poco puede convertirse en algo grande, como la pequeña cantidad de levadura que termina fermentando toda la masa.
Oración: "Concédeme Señor, un espíritu positivo, más empeñado en sembrar que en hacer la guerra. Dame el entusiasmo por llevar tu Palabra y una gran confianza en el poder del bien, para que no me llene de deseos de destrucción y para que sepa luchar con las armas del amor".
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Semana 17- durante el año MIÉRCOLES: MT 1 3 , 4 4 - 4 6
Al igual que el domingo anterior, año A, se nos ofrecen dos pequeñas parábolas unidas: la del tesoro y la de la perla fina. Parecen iguales, y a simple vista el mensaje de las dos es el mismo, pero en realidad no es así, porque cada una muestra un aspecto diferente de nuestra relación con Dios. Miremos con atención. Se está hablando del Reino de Dios, que en realidad es Dios mismo reinando con su presencia en este mundo. La primera parábola dice que Dios es como algo muy valioso que nosotros podemos encontrar. Haberlo encontrado a él, por pura gracia, porque él se dejó encontrar, es hallar un tesoro; y si verdaderamente lo hemos encontrado, eso nos llena de gozo, y nos damos cuenta que vale la pena entregarlo todo por ese tesoro. Está escondido, pero escondido en medio de las cosas de nuestra vida. Parece oculto, pero está a mano. La segunda parábola, en cambio, dice que Dios es como un comerciante. Él no es la perla fina, sino un comerciante que anda buscando perlas finas. Pero ¿cuáles son las perlas finas? Evidentemente somos nosotros, que para sus ojos de Padre tenemos un inmenso valor. Por eso nos busca. Nos queda otra pregunta. ¿Qué es lo que él puede vender para comprarnos? La respuesta está en varios textos de la Biblia que lo expresan con claridad (Hch 2 0 , 2 8 ; 1 Cor 6, 20; 1 Pedro 1, 18-19). El Padre Dios nos ha comprado con un alto precio, la sangre preciosa de su propio Hijo. Y eso debe hacernos descubrir que no podemos vendernos a cualquier cosa. Vemos entonces que las dos parábolas unidas nos invitan a dos actitudes diferentes: por una parte, a reconocer a Dios como el mayor tesoro y a amarlo con gozo y con todo el ser, y por otra parte, a dejarnos amar por él, a dejarnos encontrar, a experimentar con gozo su mirada de amor que nos valora tanto, que entregó a su propio Hijo amado por nosotros.
Oración: "Padre Dios, ayúdame a sacar mis ojos de las cosas que me absorben y dominan, para que pueda reconocerte a ti como el mayor tesoro; y enséñame a reconocer el valor que tiene mi vida, mirada y valorada con tanto amor". 212
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Semana 17 durante el año JUEVES: MT 1 3 , 4 7 - 5 3
El Reino de los cielos es como una red que se arroja al mar para la pesca. La red no selecciona, y el que pesca con red no tiene pretensiones; sabe que a la red puede caer cualquier cosa, pero asume esa realidad. Sin embargo, luego hace la selección, y sólo se queda con lo que vale la pena. Así sucede con el Reino de Dios. El no quiere excluir a nadie, a todos dirige su invitación, pero el hecho de haber caído en la red no significa que de hecho tengamos asegurada la vida eterna. Se tendrá paciencia hasta el fin, pero a la presencia de Dios no llega nada impuro, nada que opaque la belleza y el amor que reinan en la gloria celestial. Del mismo modo, el hecho de pertenecer a la Iglesia no asegura nada, el hecho de contarse entre los discípulos de Cristo no asegura nada. Sólo el que ama ha comenzado a vivir lo que es eterno (1 Cor 13). Por eso, la mejor actitud es la de implorar la misericordia del Señor, pedir el don de la perseverancia, y decir con San Pablo: "Yo no pretendo haberlo alcanzado. Sólo digo que me olvido del camino recorrido y me lanzo hacia delante, y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial..." (Flp 3, 13-14). El versículo 52 es típico del evangelio de Mateo, que invita a valorar la riqueza de las tradiciones judías, que no son anuladas por Jesús en lo que tienen de válido. Del mismo modo, nos invita a no admirarnos solamente con lo que es novedoso, sino a valorar también las riquezas del pasado. La Iglesia tiene un caudal de dos mil años, además de la riqueza recibida del Antiguo Testamento. Ese tesoro no puede ser despreciado.
Oración: "Señor, que ñas tirado la red y me has atrapado, que me has invitado a la aventura de tu Reino, dame la gracia de agradarte con mi forma de vivir y de perseverar hasta el fin en tu camino".
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Semana 17 durante el año VIERNES: MT 1 3 , 5 4 - 5 8
Este texto muestra a Jesús como una verdadera paradoja. Por una parte se manifestaban en sus prodigios y en sus palabras el poder y la sabiduría de Dios, pero por otra parte no tenía un reconocimiento en la sociedad, no ocupaba ningún puesto importante y pertenecía a una familia pobre y sencilla. ¿Podía ser el Mesías alguien que desde niño había caminado por sus calles y había compartido sus vidas simples, ocultas, ignoradas por todos? ¿Podía ser el Rey esperado alguien que era también uno más del pueblo, uno cualquiera del montón? Finalmente, estas preguntas se convierten en incredulidad. Jesús ve limitado su poder a causa de esa falta de confianza que no le permite hacer prodigios en su propia tierra, en el lugar que lo vio crecer. Cuando Jesús dice que un profeta es despreciado solamente en su tierra ("nadie es profeta en su tierra"), en realidad no estaba afirmando algo que sucede siempre de esa manera, sino que tomó un refrán popular para que se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo en ese momento con su propia persona: que lo despreciaban porque no eran capaces de descubrir las cosas grandes que a veces se presentan en medio de la sencillez de la vida y a través de las personas que uno se encuentra en el camino cotidiano. Este texto debería estimularnos para agudizar nuestro oído y estar más atentos. Quizás Dios nos quiere hablar a través de personas que están cerca de nosotros, esos que vemos y escuchamos todos los días. Pero puede suceder que nos cueste escuchar a Dios a través de ellos.
Oración: "Mi Salvador, quiero contemplar tu santa humanidad, admirarme por la sencillez que guardaba tu infinita gloria; reconocer que realmente te hiciste igual a mí, con los límites de mi pequeña existencia terrena"
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Semana 17 durante el año SÁBADO: MT 1 4 , 1 - 1 2
La conciencia de Herodes le reprochaba lo que había hecho con Juan el Bautista; por eso, cuando oía hablar de Jesús, no podía dejar de asociarlo con Juan. Herodes admiraba a Juan, lo protegía, lo consultaba y lo escuchaba, pero no podía negarse a entregar la cabeza de Juan para no quedar mal delante de los convidados. Y si en el Antiguo Testamento la figura de Judit llevando la cabeza de Holofernes simbolizaba el triunfo de Dios y sus elegidos, esta joven llevando la cabeza de Juan simboliza el triunfo de los ardides del mal. Hasta ese momento, Herodes respetaba a Juan. Es cierto que quedaba perplejo cuando Juan le reprochaba que conviviera con la mujer de su hermano, pero a pesar de eso, igualmente lo apreciaba y se sentía atraído por su predicación. Sin embargo, la palabra del profeta no había logrado llegar al corazón, donde se toman las decisiones más profundas. Porque en los verdaderos intereses de Herodes, tenían mucho más poder las habilidades de una mujer astuta. Ella, conociendo las debilidades del rey, supo encontrar la ocasión adecuada para acorralarlo. Y el rey tuvo que optar entre su prestigio social, su fama tan acariciada, y la vida del amigo que admiraba. Aquella mujer sabía bien cuál era la escala de valores del hombre que compartía su lecho cada noche, y supo servirse de su miseria para destruir al profeta molesto. Quizás este texto nos esté invitando a descubrir si no nos dejamos usar por los que conocen nuestras miserias y debilidades, si no estamos permitiendo que nuestras esclavitudes interiores nos hagan presa de los que nos dominan y controlan para sus propios fines.
Oración: "Señor, concédeme la gracia de ser fiel a tu amor. No permitas que las seducciones del mundo me arrastren y puedan más que la atracción del bien y de los bellos ideales. Quiero dar testimonio de mi fe en el mundo; no dejes que el respeto social y la apariencia puedan más que tú". 215
Domingo 18° durante el año AÑO A : MT 1 4 , 1 3 - 2 1 Luego de sepultar a Juan el Bautista, Jesús se aleja en una barca para ir a un lugar solitario. El corazón de Jesús era verdaderamente humano, y por eso no podía dejar de conmoverse ante la muerte injusta de un profeta maravilloso, que además era de su propia familia. Sin embargo, la necesidad de la gente puede más. Las necesidades interiores de Jesús son perfectamente humanas, pero son las de una humanidad sana y liberada; por eso no lo limitan en su servicio a los demás. Cuando llega a la orilla en busca de su lugar solitario, allí lo espera una multitud. En esa multitud, que por escuchar a Jesús no advirtió que llegaba la noche y no tenían alimento, podemos reconocer la sed de Dios que hay en nuestro corazón. Pero Jesús se compadece también de sus cuerpos necesitados de alimento, y generosamente multiplica los panes para darles de comer. Podríamos preguntarnos porqué no actúa así también hoy, frente a las variadas necesidades de la gente. Un detalle de este texto nos da la respuesta: Jesús reparte los panes a través de sus discípulos. Dios normalmente actúa a través de los seres humanos, que deben ser instrumentos de justicia y de servicio. La injusticia, el hambre, la pobreza, sólo se explican por el pecado, por el egoísmo o la comodidad de muchos que no cumplen con su misión de distribuir, de compartir, de servir al hermano. El discípulo que quiere ser instrumento de Cristo debe tener la actitud de humildad que le permite reconocer la pequeñez de sus medios ("tenemos sólo cinco panes"); pero a la vez se espera de él la generosidad para entregar lo poco que tiene. Con ese poco Jesús hace maravillas. Por eso, cuando nos agobia la injusticia y nos hiere ver la pobreza de muchos, mientras algunos se pierden en el desenfreno de placeres, acumulación y robo; cuando nos parece que por causa de unos pocos infames y poderosos el mundo se hunde en la miseria, la violencia y la muerte, entonces se hace oír delicadamente en nuestra conciencia la pregunta de Jesús: ¿Dónde está tu ofrenda: tus bienes, tus actitudes, tu entrega generosa?
Oración: "Señor, aquí están mis cinco panes, lo poco que tengo frente a los problemas del mundo; aquí están las capacidades, los bienes, el tiempo que tú me das. Regálame un corazón generoso para entregarme y buscar con sinceridad el bien de los demás". 216
Domingo 18° durante el año AÑO B: JN 6, 24-35 Luego de multiplicar los panes para alimentar a la gente, aquí comienzan los discursos de Jesús sobre el tema del pan de vida para dar un mensaje más profundo. Y para llevar a la gente a otro nivel Jesús les dice: "Ustedes me buscan porque han comido los panes y se han saciado. No trabajen sólo por el alimento que se acaba, sino por el sustento que dura y da vida eterna". Jesús muestra así nuestra crasa realidad: somos necesitados, y buscamos permanentemente saciar nuestras necesidades, y corremos detrás de los que puedan satisfacer nuestros deseos, nuestras carencias. Esos hombres que buscaban a Cristo no se habían dejado cautivar por su enseñanza; simplemente habían descubierto que Jesús se preocupaba por ellos, los cuidaba y no les dejaba pasar necesidad; se compadecía realmente de sus angustias. Pero en esos gestos de Jesús llegaba a ellos el mensaje del amor de Dios. Más allá de las palabras, más allá de las doctrinas, la forma que Jesús tenía de tratarlos, les hablaba del amor de Dios. Jesús no desprecia esa confianza necesitada, pero aprovecha la ocasión para invitar a esos hombres agradecidos a pasar a un nivel más profundo. Hay otro pan, hay otro alimento, porque también hay otro hambre en el corazón humano, hay otra insatisfacción más honda que busca ser colmada. Y si bien hay que trabajar para ganarse el pan, para alcanzar este alimento superior no es necesario otro trabajo más que creer, más que abrir el corazón con confianza: "La obra del Padre es que ustedes crean (v. 29)".
Oración: "Señor, no dejes que me olvide de esas necesidades más profundas que sólo con la fe puedo saciar. No permitas que las angustias de cada día y las cosas urgentes me lleven a olvidar las cosas más importantes que sólo tú puedes dar". 217
Domingo 18° durante el año AÑO C : LC 1 2 , 1 3 - 2 1
Uno de los que se amontonaban cerca de Jesús para buscar solución a sus propios problemas, le pide al Señor que haga recapacitar a su hermano para que reparta con él la herencia. Jesús aclara que su misión no consiste en hacer de árbitro entre las personas que tienen conflictos económicos. Pero aprovecha la ocasión para ir a la raíz de todas los conflictos entre las personas, a la causa de todos los problemas económicos que se plantean muchas veces entre personas de una misma familia. De hecho, las discusiones por la herencia o los distanciamientos entre hermanos a causa de una herencia suelen ser frecuentes. A veces, cuando se trata de los bienes materiales, parece como si se colocara entre paréntesis el cariño, como si dejaran de existir por un instante los lazos de la sangre y de la historia compartida. Y para indicar dónde está la raíz de tantas dificultades, amarguras, rencores y divisiones entre las personas, Jesús pone el ejemplo del rico que había acumulado toda la vida, y sólo se siente satisfecho cuando ya no le queda tiempo para disfrutar de sus bienes. El texto no dice que se trate de una persona injusta, y tampoco reprocha que el hombre desee disfrutar de la vida. La advertencia de Jesús es precisamente: "Cuídense de toda avaricia" (v. 15). Esa desenfrenada preocupación por amontonar para el futuro no le permitía disfrutar de la vida (Prov 13, 12), y mucho menos detenerse a compartir con los demás. La invitación de Jesús es que tratemos de vivir el presente compartiendo la vida y los bienes con los hermanos, en lugar de estar pendientes de acumular para el futuro. El final del texto indica lo que sucede al que acumula riquezas para sí "y no es rico para Dios". Muchas veces la Biblia indica que compartir generosamente es la mejor manera de enriquecerse, lo cual implica estar en paz con Dios y recibir todo tipo de bendiciones (Prov 11, 25; 19, 17; 28, 27; Dn 4, 24; Tobías 12, 8-9; Eclo 3, 3 1 ; 7, 32; 29, 12).
Oración: "Derrama en mi interior tu generosidad divina, Señor, para que me goce en dar y en compartir, y de esa manera pueda vivir plenamente cada día sin estar pendiente de amontonar para el futuro". 218
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Semana 18 durante el año LUNES: MT 1 4 , 1 3 - 2 1 El Señor se compadece de la multitud también hoy, y también hoy reparte el pan de su Palabra, que a veces llega a los corazones por los caminos más insospechados derramando su luz. También reparte el pan de la Eucaristía, donde él mismo se convierte en alimento para los corazones cansados, inseguros y enfermos. Pero Jesús también se compadece de los pobres que pasan hambre y de todo hermano suyo que pueda sufrir alguna necesidad. Su mirada no deja de depositarse en los pobres, con misericordia y ternura. Por eso se hace más grave todavía la negligencia de los cristianos que podrían hacer algo más por los demás y no lo hacen, ya que Jesús ordinariamente actúa y hace el bien a través de nosotros. Ese es el camino que él ha querido para esta tierra, donde todavía no existe la justicia perfecta y la plenitud que hay en el cielo. Su misericordia se hace activa a través de los que deben ser sus instrumentos para resolver los problemas de la gente. Por eso en este texto Jesús dice a sus discípulos: "denles ustedes de comer" (14, 16), "tráiganme sus panes" (v. 18), "repartan" (v. 19). Si todos escucháramos ese llamado de Jesús la humanidad no tendría tantos problemas, y habría pan para todos, y de sobra. Cada uno de nosotros podrá al menos cambiar su pequeño mundo, si se hace instrumento de Cristo, y el bien que siembre siempre tendrá una fuerza contagiosa. Pero además, tendrá la paz interior de no haber reaccionado con egoísmo, indiferencia o comodidad, ya que ese es un modo más de ser cómplice de los corruptos e injustos. Por eso los obispos argentinos, en el documento "Jesucristo Señor de la historia" (mayo 2000), exhortaban a cada cristiano a revisar su corazón, sus opciones concretas y su forma de actuar "para preguntarse si no está participando también él, en mayor o menor grado, en la construcción de esa red de inmoralidad que conduce a la pobreza y favorece tantas formas de violencia y egoísmo".
Oración: "Señor, no dejes que caiga en lo mismo que critico encerrándome en mis propios intereses, en mi comodidad, en mis pequeños deseos. Ayúdame a tener una generosidad activa para aportar un poco de amor sincero frente al egoísmo y la injusticia". 219
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Semana 18 durante el año MARTES: MT 1 4 , 2 2 - 3 6
Después de la multiplicación de los panes, donde Jesús hizo descubrir a sus discípulos que ellos tenían que cooperar con su confianza y con su aporte para resolver los dramas de la gente, ahora Jesús quiere fortalecerlos en la confianza, quiere hacerles experimentar que en medio de las tormentas él se hace presente. Los envía solos, aparentemente solos, en medio del mar. Él les aseguraba con su envío que era posible llegar a la otra orilla, pero no les prometía una travesía fácil, serena o sencilla. Lanzarse mar adentro es siempre un desafío, donde puede hacerse presente lo inesperado, hasta encontrarse con Jesús caminando sobre las aguas embravecidas. Pero Pedro era un caso especial. A él le gustaban los desafíos si allí estaba presente la gloria, el poder, el triunfo. Ese Jesús dominante en medio de la furia de las olas era el líder que había soñado, y él quería compartir esa gloria: "Señor, si eres tú mándame ir a tu encuentro sobre el agua". Pero no bastaba el llamado de Jesús ni el poder que él podía darle; había que aceptar depender de él con una confianza que él todavía no tenía. Y por eso, ante la violencia de las olas, comenzó a hundirse. Allí, más que nunca, sólo le quedaba depender de la mano fuerte de Jesús que lo levantara. Luego, en la otra orilla, los discípulos vuelven a ver a Jesús entre la gente, haciendo el bien, respondiendo a la angustia del pueblo sufriente. Seguramente, después de haber pasado por la impotencia y el temor, y después de haber sido liberados, habrán podido contemplar con una mirada más profunda la obra liberadora de Jesús, y habrán comprendido mejor la angustia de la gente que acudía a Jesús.
Oración: "Yo también siento que me hundo muchas veces, que las tormentas de mi vida son más fuertes que yo, que no hay una salida clara en medio de la angustia. Por eso te pido que ahora y siempre extiendas tu mano y me salves".
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Semana 18 durante el año MIÉRCOLES: MT 1 5 , 2 1 - 2 8
Jesús sigue molestando a los fariseos fanáticos, porque además de querer modificar sus normas, se atreve a entrar en un territorio pagano. Este trato con paganos era considerado como una contaminación. Jesús pone a prueba la confianza de la mujer cananea, pero se deja vencer por su humilde convicción y la sana. Y no solamente la sana, sino que además elogia a la mujer por su gran fe, porque ella es capaz de ver más allá de las palabras aparentemente indiferentes de Jesús, y expresa una inmensa confianza en su misericordia. Jesús se deja cautivar por esa confianza y parece como si no pudiera resistirse a los deseos de los que se acercan a él con esa actitud. Es la actitud de los que, por la gracia de Dios, pueden descubrir serenamente su verdadero lugar ante Dios, ya que si tenemos al menos una lejana intuición de su infinita grandeza, no podemos más que sentirnos pequeños e indignos delante de él. Sin embargo, esa profunda humildad no disminuye la fortaleza ni el empeño de la persona, sino que le dan un coraje y un espíritu de iniciativa superior, como puede advertirse en la mujer cananea. La expresión "perros" era comúnmente usada por los judíos para referirse a los paganos. Jesús la suaviza diciendo "perritos", pero no deja de mostrar la predilección por el pueblo judío; sin embargo, ya queda claro que el poder de Jesús comienza a romper las fronteras y su misión se abre al mundo pagano, a pesar del rechazo que esto provocaba en los poderosos judíos más fanáticos.
Oración: "Señor, no permitas que la soberbia y la vanidad se apoderen de mí; no quiero sentirme digno de tus dones, sino acercarme a ti con la simple confianza de la mujer cananea, con un corazón humilde y pequeño ante tu grandeza".
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Semana 18 durante el año JUEVES: MT 1 6 , 1 3 - 2 3
Jesús hace un alto en su actividad entre la gente para dirigirse a los discípulos y hacerles descubrir algo más sobre los planes del Padre. Comienza preguntando qué decía la gente sobre él, quién era él para la gente. Ellos responden indicando que la gente en general estaba admirada con su persona, que lo consideraban un gran profeta. Pero el interés de Jesús estaba en la siguiente pregunta: "Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?". Es la misma pregunta que vuelve a dirigir a cada uno de nosotros muchas veces, para que advirtamos qué lugar está ocupando en nuestras vidas. Pedro toma la iniciativa, y es lo que Jesús estaba esperando. Y Pedro, iluminado por el Padre celestial, responde con una hermosa y profundísima confesión de fe: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús elogia a Pedro por haberse dejado iluminar de esa manera y le hace notar que su respuesta no viene de su inteligencia humana o de sus luces naturales. Pero al mismo tiempo, el Señor anuncia el lugar particular que ocupará Pedro en su Iglesia. El nombre de Pedro en griego (Pétros) significa una piedra que se usa para arrojar, pero Jesús lo convierte en "petra", que es una roca donde puede construirse un edificio firmemente asentado. Y para que quede claro que Jesús quiere que haya alguien en su Iglesia con ese lugar especial que los demás apóstoles no tienen, continúa diciéndole: "Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos, lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo". Los judíos usaban esta figura de las llaves en varios sentidos, pero significaba sobre todo la autoridad para juzgar y conceder perdón, y para aclarar discusiones en torno a la Ley de Dios. Pero a continuación Pedro actúa de una manera reprochable, porque se deja llevar por sus criterios humanos. Y así se muestra con claridad que Pedro no cumplirá esa función porque sea perfecto, sino porque tendrá una asistencia especial de Dios para conducir a la Iglesia.
Oración: "Señor, que fundaste la Iglesia y pusiste en ella pastores, porque quieres obrar a través de instrumentos humanos, pobres y limitados, ayúdame a confiar en tu acción a través de ellos y bendícelos para que sean dóciles a la acción de tu Espíritu". 222
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Semana 18 durante el año VIERNES: MT 1 6 , 2 4 - 2 8
Después que Jesús ha mostrado claramente que él debe pasar por la pasión, indica a los discípulos que también ellos deben aceptar su parte de pasión, también ellos deben cargar la cruz. Pretendiendo una vida sin problemas en realidad se pierde la vida, pero aceptando perder la vida en realidad se la está salvando. Para poder vivir esto es necesario aceptar que son los valores más profundos los que le dan sentido a nuestra vida, valores que a veces hay que defender con sangre y lágrimas. Sin esos valores ya no hay vida que valga realmente la pena. No se trata de cargar la cruz por amor al dolor o como si el sufrimiento fuera lo más importante. Se trata de cargar con la cruz que nos toca, la propia cruz, la que ya tenemos, pero para seguir a Cristo. Porque alguien que vive renegando de los problemas, de las dificultades y de las exigencias de la vida no puede seguir a Cristo, ya que gasta todas sus energías rechazando y despreciando la cruz que le toca llevar. En 16, 28 Jesús anuncia una inminente venida del Reino. Es lo que presenciaron y vivieron los discípulos a partir de la resurrección de Jesús. Pero digamos también que los primeros discípulos habían interpretado este anuncio como la llegada inminente de la Parusía, porque Jesús hablaba también del premio que recibiría cada uno por sus obras al fin de los tiempos (v. 27). Luego, con el paso de los años, esa espera del fin de los tiempos, como si fuera algo inminente se fue atenuando, y se convirtió en el empeño por vivir a pleno cada día como si fuera el último.
Oración: "Tomo mi cruz Señor; esa molestia que nunca falta, esas cosas que me cuesta aceptar en mis seres queridos, ese cansancio en medio del trabajo cotidiano, esa burla que recibo por ser tu discípulo. Acepto esa cruz Señor, te la ofrezco y la llevo contigo".
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Semana 18 durante el año SÁBADO: MT 1 7 , 1 4 - 2 0
Los discípulos no pudieron liberar a un epiléptico, y Jesús lo atribuye a la falta de fe. Esa fe es tan pequeña que un granito de mostaza podría considerarse más grande que ella. Una fe del tamaño de ese granito bastaría para mover montañas. Evidentemente se trata de una metáfora, pues ni Jesús ni sus discípulos luego de su resurrección movieron montañas. Jesús evitaba esos signos llamativos que no tuvieran relación con el bien del hombre y sólo realizaba prodigios para liberar a la gente de sus males o para dejar alguna enseñanza. Por lo tanto, Jesús no está invitando a sus discípulos a mover montañas, sino a buscar un crecimiento de su fe; ya que otros textos nos dicen que los discípulos habían expulsado demonios (Mc 6, 13; Lc 10, 17). En el caso del epiléptico podemos descubrir una nueva y especial dificultad, que requería una fe «mayor» e invitaba al crecimiento (cf. Mt 17, 14-20). La fe puede desarrollarse hasta alcanzar un poder extraordinario, así como del grano de mostaza puede originarse una planta de grandes dimensiones (Mt 13, 31-32). El texto expresa de modo didáctico la posibilidad, para el que cree, de realizar lo que humanamente parece imposible. Para el que cree nada es imposible (Mt 17, 20), así como nada es imposible para Dios (Lc 1, 37; Mc 10, 27), porque el creyente tiene una fuerza y una seguridad que le vienen de una especial participación en el poder divino. No olvidemos además que la imagen de la destrucción de las montañas para dejar camino libre (Is 40, 4; 49, 11; Zac 14, 10) se usaba para anunciar la llegada de los tiempos mesiánicos. Por eso es importante advertir que la referencia a «mover montañas» de Mt 17, está ligada a la imposibilidad de haber realizado la expulsión de un demonio, no un milagro cualquiera; y en esto hay una clara referencia al dominio sobre el mal, propio de la plenitud escatológica, propio del Reino que irrumpe (Lc 11, 20).
Oración: "Mira Señor mi fe pequeña, la quizás me he conformado con dejarme llevar por ti. Aumenta que actúes en mí con todo tu 224
debilidad de mi confianza, porque la mediocridad y no me atrevo a mi fe, Señor, para que te permita poder".
Domingo 19° durante el año AÑO A : MT 1 4 , 2 2 - 3 3
Jesús manda a los discípulos a la otra orilla, y luego de despedir a la gente, sube a la montaña para orar. Mientras tanto, una tormenta sorprendió a los discípulos en medio del mar, la barca era batida por las olas, y el viento contrario hacía difícil avanzar. Pero Jesús en ese momento estaba en íntimo diálogo con el Padre, y sus discípulos estaban protegidos. El mar, sobre todo el mar encrespado, es símbolo de las fuerzas amenazantes del mal. Por eso el Apocalipsis dice que en la Jerusalén celestial "el mar ya no existe" (Apoc 2 1 , 1). Luego Jesús se acerca a ellos caminando sobre el lago, pero no pueden reconocerlo y se llenan de temor. Cuando Jesús dice "Yo soy", nos recuerda el Nombre glorioso de Dios (Éx 3, 14). Pero en medio de esta escena vemos a Pedro con una reacción extraña. Él también quiere caminar sobre las aguas, experimentar esa libertad maravillosa en medio de la tormenta amenazadora. Y ante el espectáculo de Jesús sobre las aguas parece perder todo temor. Pero esta experiencia so bre las aguas le hace experimentar la misma fragilidad que luego lo llevará a negar cobardemente a Jesús. T
Mientras Pedro miraba a Jesús y confiaba en él, podía caminar sobre las aguas, pero al poner su atención en la tormenta que lo rodeaba, comienza a hundirse. Jesús lo acusa de desconfiado para que descubra que su fuerza no está en sí mismo, sino en el poder y la obra de Jesús a través de él. Pero a pesar de la falta de docilidad de Pedro, Jesús escucha su grito, extiende su mano llena del poder divino, lo toma, y lo levanta. También nosotros podemos pedir auxilio en momentos de extrema necesidad, exigiéndole a Dios una solución, pero puede suceder que nuestro corazón no esté lleno de confianza en él, que no permitamos que él lleve nuestra vida. Aún cuando le pedimos socorro, nuestra mirada está puesta en las dificultades, en las tormentas, pero no en él, en sus ojos, en su amor.
Oración: "Quisiera mirarte a ti, Señor, en medio de mis tormentas, quisiera que fueras realmente el centro de mi atención, de mi búsqueda, de mis sueños. Levanta mi mirada cuando me ahoguen las angustias y las tristezas, atráeme con tu presencia Dios mío". 225
Domingo 19° durante el año AÑO B: JN 6, 4 1 - 5 1
Quien come de este pan no muere, sino que vivirá siempre. Evidentemente Jesús no se refiere a la vida biológica, porque todos los que han escuchado su Palabra y han creído en él han muerto. ¿Qué significa entonces? Significa que hay otra vida diferente de la vida biológica, y esa vida no se sostiene con cosas materiales, sino que necesita un alimento sobrenatural. Porque hay una dimensión de nuestra vida que se mantiene y crece con comida, medicamentos, respiración; hay otra dimensión de nuestra vida que se alimenta y se desarrolla gracias a los libros, el estudio, las clases. Pero hay una dimensión de nuestra vida, la más profunda, la sobrenatural, que depende directamente de la gracia de Dios, que sin esa gracia desaparece, porque es la misma vida de Dios en lo hondo de nuestros corazones cuando son transformados por él. En esa dimensión de nuestro ser el verdadero alimento es la presencia de Jesús, su poder, su Palabra, su presencia en la Eucaristía. Cuando el evangelio nos dice que quien cree en Cristo no tendrá jamás hambre, o que quien lo recibe no muere, significa que unidos a él superamos nuestros límites humanos, saciamos nuestros deseos más profundos y nos liberamos de nuestros temores más terribles; significa que hallamos una plenitud de vida que nadie nos puede quitar, ni siquiera la muerte. El que vive de la gracia de Dios experimenta la muerte como una transformación, y no como una destrucción o un final. Pero eso supone que aceptemos depender de Jesús que nos alimenta por dentro. Podríamos preguntarnos si no estamos alimentando bien nuestro cuerpo y nuestra mente, pero olvidándonos de lo más profundo de nuestro ser, que también necesita alimentos. La falta de esos alimentos espirituales es lo que a veces nos lleva a sentir un vacío interior, una profunda angustia, un dolor interior.
Oración: "Señor, reconozco que tú eres mi vida, que tú eres el alimento que me da la vida verdadera, que sin ti mi existencia se enferma en la mediocridad, los miedos, la insatisfacción. Confío en ti Señor, Pan de Vida, voy a ti para escucharte y recibir tu alimento". 226
Domingo 19° durante el año AÑO C : Lc 1 2 , 3 2 - 4 8 Jesús mira al grupo pequeño y pobre de sus discípulos. Y parece como si al mirarlos depositara en ellos una luz de ternura, que envuelve todas sus palabras. Los invita a no tener miedo, los llama "rebañito pequeño", les dice que Dios es el padre de ellos y que ha querido darles su Reino. Pero después de estas palabras tan cálidas y consoladoras, Jesús les recuerda que el corazón de ellos puede apegarse a las cosas de la tierra, que el tesoro de ellos puede dejar de ser Dios. Por eso los exhorta a ser desprendidos y a dar limosna, para que el tesoro de ellos esté realmente en las cosas del Cielo. Porque cuando entramos en la lógica del Reino de Dios sucede que, mientras más damos, más nos enriquecemos de bienes celestiales. En el Antiguo Testamento encontramos muchas promesas de bendición para los generosos (Prov 11, 25; 19, 17; 28, 27; Dn 4, 24; Tobías 12, 8-9; Eclo 3, 3 1 ; 7, 32; 29, 12), pero esas promesas acentuaban una bendición en esta tierra, sobre todo en bienes materiales. Ahora, cuando Jesús habla de un tesoro en el cielo, pone el acento en otra riqueza: la paz de Dios, su amor, su poder. Sin embargo, esto no niega que sigue en pie la otra promesa: al que se entregue a Dios por el Reino no le faltará nada, no tiene que preocuparse por su futuro (12, 27-30), porque estará protegido y tendrá el auxilio de su Padre. Luego Jesús vuelve a pedir a sus discípulos que estén atentos, que no se duerman; el Señor puede volver en cualquier momento y encontrarnos viviendo como viven los incrédulos y malvados. Y en esa venida, el Señor exigirá una respuesta mayor a los que han recibido más. Los discípulos, que han sido privilegiados con la compañía de Jesús, con su Palabra, con su cariño cercano, tendrán que responder por el tesoro que se les ha confiado; por eso de ellos se espera una respuesta de amor mayor que la que se exige a los que no tienen el don de la fe.
Oración: "Inúndame con tu amor y tu poder, Señor, para que viva firme en tu camino, sabiendo que soy infinitamente amado, pero que tu mirada espera de mí una vida digna, bella, entregada con sinceridad al amor y a la justicia". 227
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Semana 19 durante el año LUNES: MT 1 7 , 2 2 - 2 7
Este episodio del impuesto para el templo nos ayuda a ver mejor la manera de actuar de Jesús y cómo él, siendo el Hijo de Dios, se adaptó a nosotros en todo, menos en el pecado. Estamos en Cafarnaúm que era un pueblo muy pequeño. Los descubrimientos arqueológicos nos indican que tenía poco más de trescientos metros de largo, de manera que todo lo que Jesús hacía era sabido inmediatamente por todos. Allí se acercaron a Pedro, que era un habitante de esa población, los que cobraban el impuesto para sostener el templo de Jerusalén. Querían saber si Jesús iba a pagar ese impuesto. No pagar ese impuesto era como rebelarse contra las tradiciones del pueblo y ser visto como una especie de ateo. Los habitantes de Cafarnaúm no verían esa actitud con agrado y les resultaría difícil aceptar a Jesús como maestro si se negaba a aportar una ayuda para el templo. Por otra parte, Jesús era el Hijo de Dios, y el templo la casa de su Padre, que lo había enviado; no estaba obligado a pagar. Además, allí se celebraba el culto judío, de sacrificios de animales, que él venía a declarar innecesario, ya que Jesús mismo entregará su propia vida en sacrificio (Heb 10, 4-10). Sin embargo, para no ser una causa de escándalo para la gente, Jesús pide a Pedro que pague el impuesto. Así Jesús somete su libertad al bien del pueblo, y piensa más en evitar hacerles daño que en imponerles una verdad que ellos todavía no podrían entender. Esa misma delicadeza se espera de nosotros en nuestro trato con los demás. Pueden ilustrar esta misma actitud las consideraciones de San Pablo en Rom 14 y en 1 Cor 8, donde Pablo concluye diciendo: "Si un alimento es ocasión de caída para mi hermano, nunca más lo comeré para evitar su caída" (1 Cor 8, 13).
Oración: "Señor Jesús, te adoro en tu delicadeza, en tu amable consideración ante el pueblo amado; contemplo tu misericordia, tu compasión y tu paciencia, tu capacidad de adaptarte a la pequeñez y a los límites humanos. Gracias Señor". 228
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Semana 19 durante el año MARTES: MT 1 8 , 1-5. 1 0 . 1 2 - 1 4
Además de expresar su amor por los pequeños, Jesús nos invita a hacernos como niños; es decir, a reconocernos necesitados y a confiar en el amor y en el poder del Padre más que en nosotros mismos. Pero al mismo tiempo Jesús responde así a una pregunta de los discípulos, que querían saber quién era el más importante. Ellos todavía creían que estaban haciendo una especie de carrera junto al maestro, y por lo tanto comenzaban a preguntarse cómo iba a repartir los puestos Jesús (ver Mt 20, 21-23; Lc 22, 24). Pero Jesús les hace ver que ellos no han sido elegidos para buscar poder, sino que tienen que recibir, aprender, ser dóciles como niños. La parábola de la oveja perdida aparece aquí y en el evangelio de Lucas. En Lucas se la encuentra entre las parábolas de la misericordia, y habla en primer lugar de la misericordia del Padre Dios que se refleja en la actitud de Jesús ante los pecadores. En el evangelio de Mateo, en cambio, la misma parábola está ubicada dentro del discurso comunitario, e invita a los cristianos a estar particularmente atentos ante el hermano descarriado. Es un discurso donde Jesús se detiene a explicar cómo debe ser la vida comunitaria de sus discípulos, y da ciertas normas para la convivencia. Por eso inmediatamente después de este texto habla de la corrección fraterna. Corregir al hermano que se está hundiendo en el pecado, si de verdad lo sentimos como un hermano, es una forma de actuar como el pastor que busca la oveja perdida. Se destaca en esta parábola el aspecto personal del amor, que no se deposita genéricamente en la humanidad, sino en cada individuo, particularmente en el descarriado, en el que más necesita redención. Esa misma dedicación personal, esa atención delicada puesta en cada uno, es la que se espera de los discípulos ante los hermanos que se alejan del camino.
Oración: "Dame tu gracia Señor, para no despreciar al hermano que se desvía del camino; ayúdame a dedicarle mi tiempo, mi delicadeza, mi ayuda fraterna para que vuelva al buen camino; y lléname del gozo celestial de ver al hermano en tus brazos". 229
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Semana 19 durante el año MIÉRCOLES: MT 1 8 , 1 5 - 2 0 Jesús invita a expresar nuestro amor al hermano corrigiéndolo. Pero no se trata aquí de corregirlo por un error o por una falta ocasional; se trata de un pecado persistente y público, cuando el hermano está cayendo reiteradamente en una falta grave y visible. Por eso, si es necesario, se pueden buscar testigos que hayan visto esos pecados y nos ayuden a convencer al hermano descarriado. Pero el primer paso es siempre una corrección en privado, íntima, personal y directa, cara a cara. Es importante leer esta invitación a la corrección en el contexto de lo que sigue. Por ejemplo, en los versículos 21-22 se invita a perdonar al hermano todas las veces que sea necesario. Por lo tanto, la corrección no se refiere a ofensas personales. Luego, en los versículos 23-35 se invita a una actitud de compasión, la misma que desearíamos que el Padre Dios tuviera ante nuestros pecados. Si el hermano pecador, luego de hablarlo entre dos o tres, y después de haber orado por él (18, 19-20), tampoco quiere reconocer su pecado y se obstina en ese mal comportamiento público, se puede hacer un planteo en la comunidad más amplia, para tratar de ayudarlo entre todos; pero si aún así se empecina en mantener su opción por el mal, la comunidad no puede identificarse con él y debe dejar en claro cuál es el estilo de vida que en ella se propone. La comunidad, en ese caso, al considerarlo como un pagano o un pecador público, no lo desprecia ni lo declara muerto, sino que comienza a verlo como alguien que debe ser nuevamente evangelizado, alguien a quien se debe hacer llegar una vez más el anuncio del Señor que lo invita a la conversión. Pero si al corregirlo advertimos que lo hacemos sin amor sincero, y más bien estamos descargando nuestro rencor e incomprensión, tendríamos que seguir el consejo de San Agustín: "reconocer nuestra propia miseria, abrazarnos a él, y llorar juntos la miseria de los dos".
Oración: "Señor, ayúdame a tomar en serio la vida de mi hermano, a no desentenderme cuando veo que se hunde en el mal y arruina su vida. Dame el amor necesario y la palabra justa para poder ayudarlo, pero ayúdame a hacerlo con humildad, reconociendo mi propia miseria". 230
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Semana 19 durante el año JUEVES: MT 1 8 , 2 1 - 1 9 , 1
La grandeza y el poder de Dios se manifiestan especialmente en su paciencia y en su compasión (Sab 12, 16-22), pero eso nos exige ser compasivos con los demás como el Padre celestial es compasivo con nosotros (Lc 6, 36-38). Es lo que expresamos cuando decimos en el Padrenuestro: "perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos". Pero esto plantea una exigencia muy seria a todo cristiano, ya que si no estamos dispuestos a perdonar, tampoco podemos esperar el perdón de Dios. Así lo muestra el ejemplo del evangelio de hoy, y es un modo de indicar el lugar preponderante que tienen la compasión y el perdón entre las actitudes que Dios espera de sus hijos. Quien quiera agradar a Dios o discernir si está en el camino del evangelio tendrá que preguntarse si no guarda rencores enfermizos en su corazón, si no hay una falta de perdón que esté perturbando la paz interior, o si no está buscando sutiles mecanismos para lograr alguna venganza. En todo caso, si el corazón está muy tomado por los malos recuerdos, al menos habrá que invocar la gracia de Dios para alcanzar el deseo de perdonar al otro y así iniciar un camino de liberación. La respuesta a Pedro, por otra parte, indica que no se trata de una actitud ocasional o esporádica, sino permanente. Setenta veces siete quiere decir siempre, en todas las ocasiones y todas las veces que se nos pida, porque Dios mismo perdona y da una nueva oportunidad "setenta veces siete", siempre.
Oración: "Señor, tú que eres compasivo y misericordioso, siempre dispuesto a perdonar, dame la gracia de comprender las miserias ajenas y perdonar con tu amor Sana las heridas que guardo en mi interior y que no me permiten perdonar. Libérame Señor".
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Semana 19 durante el año VIERNES: MT 1 9 , 3 - 1 2 Jesús afirma que la práctica del divorcio no era una ley de Moisés, sino una permisión (permitió), como una tolerancia frente a una costumbre y una debilidad. Pero para Jesús eso no corresponde al plan original de Dios, que une a los esposos como una sola carne para que nunca se separen. Por eso Jesús reafirma el rechazo al adulterio, pero con una característica destacable: el varón no tiene derecho a repudiar a la mujer, y si lo hace no tiene derecho a una nueva unión. El texto antiguo (Deut 24, 1-3) daba amplios poderes al varón para liberarse de la mujer si luego de casado descubría en ella algo que no le agradara, y así dejaba a la mujer a merced de los caprichos del varón. De hecho, la pregunta que le hacen a Jesús es si el varón puede repudiar a la mujer "por cualquier cosa" (v. 3). Jesús elimina esa superioridad despótica y arbitraria del varón y coloca las cosas en su lugar. Las exigencias son las mismas para los dos. El matrimonio para Jesús no es un simple acuerdo de dos que alegremente deciden convivir por una conveniencia egoísta y para satisfacer sus necesidades primarias; es mucho más que eso, porque es hacerse "una sola carne", y en el matrimonio es Dios mismo el que sella la unión. Al percibir en las palabras de Jesús la tremenda seriedad del matrimonio los discípulos se asombran, habituados como estaban a la realidad social de su época, donde el varón tenía amplias libertades para cambiar de mujer. Y llegan a decir que, si es así, es mejor no casarse. Pero Jesús responde que eso, que humanamente es difícil de comprender - u n a fidelidad para toda la v i d a - puede vivirse gracias a un "don de Dios" (v. 11). Y completa su explicación mostrando que esa fidelidad es posible puesto que también es posible que algunos renuncien a la sexualidad por el Reino de Dios, aunque también eso parezca difícil de aceptar (v. 12).
Oración: "Señor, otorga la gracia de la fidelidad a los que se han unido en matrimonio; concédeles que se sientan realmente una sola carne, que vivan el gozo de pertenecerse el uno al otro a pesar de todo y sepan superar las dificultades que amenazan al amor".
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Semana 19 durante el año SÁBADO: MT 1 9 , 1 3 - 1 5
Este texto sobre los niños nos indica dos cosas; por un lado la mirada de amor que Dios dirige a los niños. No olvidemos que en aquella época se decía "tantas personas, sin contar las mujeres y los niños"; parecía como si no fueran plenamente seres humanos. No era así para Jesús, que no sólo se detenía a acariciarlos y a bendecirlos, sino que además decía que el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Esta actitud de Jesús es importante, ya que lo diferencia de las autoridades religiosas de su época, preocupadas por su poder y su prestigio social. A ellos no podían interesarles los niños, porque ellos no contaban a nivel social, no opinaban, no tenían dinero, no eran consultados, no tenían peso político. Detenerse ante un niño era perder el tiempo. Pero Jesús prefería precisamente a los que no cuentan. En el evangelio de Marcos dice que se los llevaban a Jesús "para que los tocara" (Mc 10, 13); y como eso suena a magia o superstición, aquí Mateo prefiere aclarar que se los llevaban "para que les impusiera las manos e hiciera una oración por ellos" (v. 13), es decir, para que los bendijera. Y Jesús los bendijo con sus manos (v. 15). Pero por otra parte el evangelio nos invita a recuperar la actitud de humilde confianza que caracteriza a los niños (Sal 131); el Reino de Dios debe ser recibido con esa confianza, propia del que sabe que solo no puede. Así como un niño que en los momentos de temor reclama sinceramente la presencia de su padre, porque sin su padre no se siente seguro, de la misma manera el corazón tocado por Dios ha renunciado a su autonomía, sabe que necesita del poder de Dios, experimenta que sin el Señor no tiene fuerza ni seguridad. Pero los que han aprendido a acumular cosas, bienes, reconocimientos sociales, aplausos, logros mundanos, tienen una gran dificultad para apoyarse en Dios, porque ya han encontrado muchas falsas rocas donde sostenerse.
Oración: "Señor, ayúdame a depender de ti como un niño, liberado de la soberbia y de las falsas seguridades; ayúdame a descubrir que sólo en ti está mi fortaleza, que sin ti no puedo, que sólo en tu poder mi vida se hace firme". 233
Domingo 20° durante el año AÑO A : MT 1 5 , 2 1 - 2 8
Jesús sigue molestando a los fariseos fanáticos, porque además de querer modificar sus normas, se atreve a entrar en un territorio pagano. Los judíos más estrictos creían que este trato con paganos producía una contaminación. Jesús pone a prueba la confianza de la mujer cananea, pero se deja vencer por su humilde convicción y la sana. Y no solamente sana a la mujer, sino que además la elogia por su gran fe, porque ella es capaz de ver más allá de las palabras aparentemente indiferentes de Jesús, y expresa una inmensa confianza en su misericordia. Jesús se deja cautivar por esa confianza y parece como si no pudiera resistirse a los deseos de los que se acercan a él con esa actitud humilde. La expresión "perros" era comúnmente usada por los judíos para referirse a los paganos. Jesús la suaviza diciendo "perritos", pero no deja de mostrar la predilección por el pueblo judío; sin embargo, ya queda claro que el poder de Jesús comienza a romper las fronteras y su misión se abre al mundo pagano, a pesar del rechazo que esto provocaba en los poderosos judíos más fanáticos. Así como él no rechaza a los pecadores, a los pobres, a los niños y a ninguno de los despreciados, tampoco tiene temor de contaminarse con los paganos ni deja de hacerles el bien. Pero además el texto busca mostrar cómo en los paganos podían desarrollarse también actitudes de profunda humildad, de respeto y de fe, y así nos invita también a nosotros a reconocer mejor las maravillas que Dios hace en los corazones humanos que a veces no están en el camino que la Iglesia propone. El trabaja secretamente en todas partes, "por caminos que sólo él conoce" (Gaudium et Spes 22).
Oración: "Señor, no permitas que la soberbia y la vanidad se apoderen de mí; no quiero sentirme digno de tus dones, sino acercarme a ti con la simple confianza de la mujer cananea, con un corazón humilde y pequeño ante tu grandeza". 234
Domingo 20° durante el año AÑO B: JN
6, 51-59
Esta parte del discurso del pan de vida habla de comer y beber a Jesús; y el pan es reemplazado por la carne. Por lo tanto ya no se refiere a la Palabra que es recibida con la fe, sino a algo más, a un verdadero "comer" a Jesús. Es lo que sucede en la Eucaristía, donde Jesús se ofrece para ser comido. Los judíos se daban cuenta que ya no se refería al pan de la Palabra, que verdaderamente se trataba de "comerlo"; y por eso se impresionaban al escucharlo (6, 60). La expresión "comer la carne" se usaba para hablar de violencia y destrucción (Sal 27, 2; Job 19, 22). Además, beber sangre estaba terminantemente prohibido por las leyes judías. Ellos no advertían que no se trataba de una comida cruenta, de un canibalismo, sino que Jesús había inventado una forma maravillosa de comerlo, de recibirlo también con nuestra boca. A través de ese gesto sensible de comer, el Cristo entero entra en nuestra vida, porque en realidad "carne y sangre" indican al hombre entero. Los evangelios sinópticos, al narrar la institución de la Eucaristía, usan la palabra "cuerpo" (Mt 26, 26-28), que siempre designa al hombre entero que se abre a la comunicación y a la comunión. Entonces la Eucaristía no es sólo el cuerpo resucitado de Cristo, sino todo su ser: su mente, sus afectos, su divinidad. Al recibirlo entra en nosotros el Cristo entero y se realiza la unión más íntima que podamos esperar en esta vida. Pero esto supone que se lo coma con fe, que se lo reciba con un corazón bien dispuesto, que uno tenga la convicción de que realmente está recibiendo a su edentor y Señor que se entrega como alimento espiritual. La sangre, que en la Eucaristía se consagra por separado, nos recuerda cuánto le costó a Jesús nuestra redención cuando llegó hasta el derramamiento de sangre por nosotros (Heb 2, 14; 9, 22).
Oración: "Señor, toca mis ojos con la luz de tu Espíritu para que pueda reconocer tu presencia en la Eucaristía, para que cada vez que te coma me deje poseer por tu vida, por tu plenitud, por tu amor inmenso, por todo tu ser resucitado 235
Domingo 2 0 ° durante el año AÑO C : LC 1 2 , 4 9 - 5 3 Los evangelios suelen presentarnos un Jesús paciente, que habla de amor, que invita al perdón y a la comprensión. El mismo evangelio de Lucas, al que pertenece este texto, pone el acento en las delicadezas de Jesús y en su mensaje de misericordia. Pero esa sería una visión parcial, que podría llevarnos a imaginar a Cristo como un ser desprovisto de firmeza, como alguien sin decisión ni convicciones sólidas, y hasta poco masculino. Esa imagen no motiva ciertamente a una conversión seria, a tomar el camino de Dios como una opción que se apodera de toda la vida y que merece una decisión valiente y apasionada. Por eso este texto es sumamente importante. Jesús quiere derramar un fuego que purifique: él no resiste los egoísmos, las mediocridades, la falsedad, la falsa paz. El encuentro con Dios cuando es verdadero quema (Is 1, 25; 4, 4; 9, 17; Zac 13, 9), quiere quitarnos esa comodidad a la que nos aferramos cuando nos apegamos a nuestras imperfecciones. Pero una fe que rechaza las purificaciones y los desafíos no es más que un barniz de religiosidad, una apariencia piadosa que no alcanza ni siquiera para ocultar el vacío de una vida sin sentido. Y Jesús ansia recibir su bautismo, que es la Pasión (Mc 10, 38-39); porque la Pasión del Señor será causa de división. Unos no la tolerarán y tomarán a Cristo como un fracasado, y otros deberán aceptar al Cristo crucificado con todas las consecuencias que eso implique. En el evangelio de Lucas encontramos ese anuncio de Cristo como causa de contradicción (2, 34-35). Y habrá que optar por él aun cuando los lazos familiares exijan otra cosa. Él está por encima de una falsa paz familiar, y ningún discípulo puede avergonzarse de él y negarlo aun cuando los mismos parientes se opongan a su fe. La opción por Cristo es cosa seria.
Oración: "Derrama tu fuego Señor, quema los ídolos que dominan mi vida y la hunden en el vacío, y le quitan el gozo, y paralizan el dinamismo de la entrega. Infunde en los creyentes la decisión y el coraje para tomar en serio el mensaje del evangelio con todas sus consecuencias". 236
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Semana 2 0 durante el año LUNES: MT 1 9 , 1 6 - 2 2
Llega ante Jesús un hombre con actitud de discípulo, dispuesto a recibir la enseñanza, porque trata a Jesús de "maestro", y le plantea la inquietud que lo atormenta: "¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" La pregunta del hombre es en realidad una consulta tradicional que se dirigía a los maestros, y expresaba el deseo sincero de saber cuál es la mejor manera para crecer en el camino de Dios. La respuesta de Jesús apunta a los deberes de amor para con el prójimo, que ya se conocían en el Antiguo Testamento. Es más, en el postexilio se habían acentuado las exigencias fraternas y se había acuñado la ley de oro: "No hagas a nadie lo que no quieres que te hagan" (Tobías 4, 15). Sin embargo, el hombre quiere algo más, quiere un nuevo desafío para continuar avanzando en el camino de la ley de Dios y adquirir así una importante herencia de Dios. Pero como el joven quiere "hacer" más para alcanzar algo superior, Jesús accede a su pedido y le pide exactamente lo que él no es capaz de hacer: repartir todo lo que tiene entre los pobres. Al pedirle lo que no estaba dispuesto a dar Jesús desnuda el corazón del hombre mostrándole que sus intenciones de entrega total no son auténticas, y lo coloca en su justo y verdadero lugar. Por otra parte, Jesús no acepta repetir la expresión del hombre: "alcanzar la vida eterna"; simplemente le habla de un tesoro en el cielo para los que den ese paso, "si quieren alcanzar una perfección mayor". Nadie está obligado a dar ese paso despojándose de sus bienes; es sólo una propuesta para los que quieran una ayuda que facilita el crecimiento en el camino espiritual. Tampoco se trata de una propuesta para unos pocos elegidos, para una élite de "consagrados". La propuesta es para todos, porque Jesús apunta alto. No olvidemos que de hecho nos pide a todos algo que también parece imposible: que seamos perfectos "como el Padre celestial es perfecto" (Mt 5, 48), aunque el camino sea largo.
Oración: "Señor, tu sabes que mi corazón se apega y se aferra a cosas y personas como si fueran su Dios y salvador. Dame tu gracia para despojarme ante ti, para tener un corazón disponible para tu Reino". 237
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Semana 2 0 durante el año MARTES: MT 1 9 , 2 3 - 3 0
Para completar la narración del encuentro de Jesús con el hombre rico, Jesús resume la enseñanza de ese episodio diciendo que los ricos entran con mucha dificultad en el Reino de los Cielos; a los ricos fácilmente los domina el apego a los bienes y su confianza se deposita demasiado en los bienes que poseen, en el prestigio y el poder que brindan las riquezas. Por eso los que poseen muchos bienes difícilmente pueden tener un corazón desprendido, que confíe profundamente en Dios, que dependa completamente de él, y que sea capaz de pensar sinceramente en la felicidad de los demás. Y sólo cuando tenemos esas actitudes de dependencia y de generosidad podemos experimentar lo que significa estar dentro del Reino de Dios. Porque Dios no reina en la idolatría de las riquezas y en los corazones que sólo piensan en sí mismos. Los discípulos reaccionan diciendo: "Entonces ¿quién puede salvarse?" (v. 25). Queda claro que no se referían al abandono de las riquezas, porque ellos eran pobres y lo habían dejado todo, sino a la dificultad de despojarse por completo ante Dios. Jesús responde que eso es posible, no por las fuerzas humanas, sino gracias a la acción de Dios en los corazones. Al que acepte ese desafío, que incluye no sólo la renuncia a los bienes, sino a toda relación humana vivida como dominio y posesión, no se le promete únicamente la recompensa celestial, sino también una plenitud terrena; pero esa plenitud no es del orden del dominio, sino de la felicidad, de la realización humana.
Oración: "Señor, no es posible para mí, pero sí es posible cuando tú invades mi corazón con tu gracia. Libérame, Señor, del apego a los bienes; toca mi intimidad para que deje de estar pendiente de mí y de las cosas que necesito, para que pueda depender de ti y buscar el bien de los demás".
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Semana 2 0 durante el año MIÉRCOLES: MT 2 0 , 1 - 1 6
Este texto debe leerse a partir de 19, 30, porque así queda enmarcado en una frase que se repite al comienzo y al final: "los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos". Es una advertencia para los que ya han hecho un camino en la vida cristiana y pretenden ser los primeros; es una amonestación para los que sienten que tienen más derechos que los demás, como si en el Reino de Dios las cosas funcionaran a la manera de una empresa, como si el amor divino tuviera que someterse a la matemática. En esta parábola, los trabajadores convocados a la mañana recibieron la promesa de un pago determinado y estuvieron de acuerdo. Terminada la jornada, el dueño de la viña les pagó lo prometido. Pero el dueño de la viña quiso pagarles la misma suma a los que sólo habían estado una hora trabajando. Al hacerlo no fue injusto con los primeros, ya que les pagó lo que correspondía. Pero eran corazones egoístas, incapaces de alegrarse con el bien ajeno. Los que se han acercado a Dios y han trabajado para él, y se han esforzado por ser fíeles, reciben de Dios muchos bienes espirituales, y muchos dones de todo tipo; reciben de Dios la fuerza que necesitan para ser felices y para enfrentar las dificultades, y recibirán un premio de vida y de felicidad eternas. Pero Dios podría conceder lo mismo a los que se han acercado a él después de muchos años de pecado y de maldad, y podría ser generoso con ellos también si se acercarán a él en el último instante de sus vidas. En este caso, los servidores de Dios que de verdad tienen el corazón abierto, capaces de amar al hermano y de desear su felicidad, se alegrarían profundamente contemplando la generosidad de Dios, que se derrama gratuitamente. Pero no siempre sucede así. El egoísmo suele oscurecer tanto la mirada, que les lleva a pretender un Dios a la medida pequeña de esa incapacidad de amar.
Oración: "Ayúdame Señor, sana mi egoísmo, para que tenga siempre una mirada buena, capaz de desear el bien de los demás, capaz de alegrarme con su felicidad, deseoso de compartir gratuitamente con ellos lo que pude alcanzar en mi vida". 239
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Semana 20 durante el año JUEVES: MT 2 2 , 1 - 1 4 Jesús compara el Reino de los cielos con una fiesta, con un banquete de bodas; es el Reino de la alegría compartida. Es cierto que esta fiesta del Señor supone una experiencia personal, el encuentro con Cristo que "vive en mí" (Gál 2, 20); pero esa identificación espiritual con Cristo nos lleva a identificarnos con su sueño, que es el de reinar en toda la humanidad. Esta parábola se sitúa en el contexto del rechazo de los judíos, que eran los invitados especiales y rechazaron la invitación, y por eso la invitación se abre a todos los pueblos. Y si recordamos Mt 2 1 , 28-32, vemos que también se aplica a los fariseos y sumos sacerdotes de la época de Jesús, que teniendo toda la riqueza de su religiosidad no supieron aceptar al Redentor, y en cambio lo aceptaron los pecadores y las prostitutas. Pero la parábola aporta un detalle importante. Si bien todos son invitados y recibidos, se espera que cada uno se adapte a la importancia del banquete y se prepare adecuadamente. Es necesario al menos colocarse un traje de boda. Leyendo el Nuevo Testamento sabemos que ese traje de bodas, la condición indispensable para entrar al Reino, es el amor al prójimo (Mt 25, 34-36; Gál 5, 14; 1 Juan 2, 9; 3, 14). El que rechaza esta invitación al amor no tiene lugar en el banquete, porque el que tiene el corazón cerrado al hermano ni siquiera puede disfrutar de una fiesta comunitaria, simplemente no es su lugar, no tiene nada que hacer allí. De hecho, casi todos los textos bíblicos que hablan de una vida después de la muerte, la describen de una manera comunitaria: una fiesta, un banquete, una multitud feliz. Por eso, tenemos que pensar en una eternidad comunitaria, y nuestra esperanza debería ser siempre comunitaria, no individual. Pero por eso mismo, ya que nuestra vida cristiana es un anticipo del cielo, también ahora deberíamos vivir nuestro encuentro con el Señor, la fiesta de su amistad, de una manera comunitaria. A su banquete, tanto ahora como en la eternidad, no puede entrar el que no ame a los hermanos. Allí no hay lugar para el que quiera aislarse del resto.
Oración: "Señor, te doy gracias porque me invitas a vivir mi camino cristiano como una fiesta comunitaria, y porque la vida eterna será esa fiesta en plenitud. Pero te pido la gracia de aprender a amar, para que mi corazón sea capaz de abrirse a un gozo tan grande". 240
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Semana 2 0 durante el año VIERNES: MT 2 2 , 3 4 - 4 0 Era pesada la multitud de normas y preceptos que tenían los judíos, no sólo en la Sagrada Escritura, sino también en las tradiciones que habían impuesto los fariseos. Por eso se hacía sentir el deseo de una síntesis, las personas piadosas querían saber qué era lo más importante, qué era lo que no se podía descuidar. Pero en realidad también nosotros, en nuestra vida cotidiana, necesitamos una síntesis. Muchas veces nos perdemos en medio de una multitud de obligaciones morales que pesan en nuestra conciencia, y nos llenamos de escrúpulos, de autoreproches, de sentimientos de culpa. Y Jesús es muy claro: Lo primero que espera Dios de nosotros es que lo amemos. Puede suceder, de hecho, que una persona no cometa pecados evidentes, que su vida sea correcta y elogiable, pero que en realidad sólo se ame a sí misma y su propia perfección. Jesús nos dice que no es eso lo que Dios espera de nosotros, sino que en primer lugar espera que lo amemos, con un amor verdadero que brote de lo más profundo, del "corazón", con un amor que sea también deseo de su amor y de su presencia, es decir, con toda el "alma", y con un amor donde se integre también todo el dinamismo de nuestra vida, nuestros impulsos, nuestro trabajo, nuestras acciones, porque eso es el "espíritu" (pneuma: dinamismo); no porque tengamos que ser perfectos en todo lo que hagamos, sino porque lo hacemos presente a él en medio de todo lo que hacemos. Pero este amor debe manifestarse también en una forma de actuar semejante a la de Dios, es decir, en una vida compasiva con el hermano, para amarlo a él como Dios me ama, para perdonarlo como Dios me perdona, para desear su bien. Y amarlo como a mí mismo significa romper las paredes de mi propio yo, para que así como deseo mi felicidad pueda desear también la felicidad del hermano, para que así como me preocupo por mis problemas, también me preocupe por los problemas del hermano.
Oración: "Mi Señor, sin tu gracia yo no puedo salir de mis propios intereses, sin tu amor no puedo liberarme del egoísmo. Transfórmame Señor, para que pueda amarte con todo mi corazón, con toda mi mente y con todo mi espíritu, y para que pueda amar a los demás como me amo a mí mismo". 241
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Semana 2 0 durante el año SÁBADO: MT 2 3 , 1 - 1 2
La búsqueda de la apariencia, del reconocimiento social, el deseo del aplauso, de la alabanza. Jesús en este texto toca una de las debilidades más groseras del ser humano, un vicio muy presente en algunos fariseos. Y en quienes no pueden lograr tener un reconocimiento social, esta tendencia puede convertirse en resentimiento, en aislamiento y egoísmo. La actitud contraria es el servicio motivado por el deseo de responder al amor de Dios, o al menos por el anhelo de que la propia vida sea fecunda, útil, beneficiosa para los demás. Esta actitud del que hace las cosas sólo por amor es lo que llamamos "gratuidad"; es la actitud del que es capaz de entregarse "gratis", porque no puede hacerlo de otra manera, porque simplemente necesita hacer el bien, porque ama espontáneamente el bien y lo desea. Pero para lograrlo es necesario que nos sane y nos libere la "gracia" de Dios, el amor gratuito de Dios. Para que podamos obrar gratis, su fuerte ternura se derrama en nosotros sin necesitar nada de nosotros, porque él es plenitud de vida, de gozo y de felicidad. Solamente saciados por el amor de Dios podemos hacer el bien sin esperar recompensas, reconocimientos, aplausos o agradecimientos. Esta experiencia de no necesitar una aprobación permanente de los demás, esta vida puesta en las manos de Dios y no en la fuerza efímera de los elogios, brinda una sensación de profunda libertad. En cambio, la vida del que hace las cosas sólo "para ser bien visto" o para recibir reconocimientos, produce una sensación de tremenda esclavitud que es una verdadera humillación interior.
Oración: "Señor, libérame con la libertad de tu amor, para que sólo dependa de tu mirada que me comprende, me alienta y me estimula, y no viva pendiente de la mirada de los demás, del aplauso o de la aprobación".
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Domingo 21° durante el año AÑO A : MT 1 6 , 1 3 - 2 0 Jesús hace un alto en su actividad entre la gente para dirigirse a los discípulos y hacerles descubrir algo más sobre los planes del Padre. Comienza preguntándoles qué decía la gente sobre él, quién era él para la gente. Ellos responden indicando que la gente en general estaba admirada con su persona, que lo consideraban un gran profeta vuelto a la vida. Pero el interés de Jesús estaba sobre todo en la siguiente pregunta: "Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?". En realidad esta es la misma pregunta que vuelve a dirigir el Señor a cada uno de nosotros, para que revisemos qué lugar está ocupando él en este momento de nuestras vidas. Pedro toma la iniciativa, y es lo que Jesús estaba esperando. Y Pedro, iluminado por el Padre celestial, responde con una hermosa y profundísima confesión de fe: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús elogia a Pedro por haberse dejado iluminar de esa manera y le hace notar que su respuesta no viene de su inteligencia humana o de sus luces naturales. Su respuesta viene de Dios que lo ha iluminado. Pero al mismo tiempo, el Señor anuncia el lugar particular que ocupará Pedro en su Iglesia. El nombre de Pedro en griego (Pétros) significa una piedra que se usa para arrojar, pero Jesús lo convierte en "petra", que es una roca donde puede construirse un edificio firmemente asentado. Y para que quede claro que Jesús quiere que haya alguien en su Iglesia con ese lugar especial, continúa diciéndole: "Yo te daré las llaves del Reino de los cielos, lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo". Los judíos usaban la figura de las llaves en varios sentidos, pero significaba sobre todo la autoridad para juzgar y conceder perdón, y para aclarar discusiones en torno a la Ley. Ante este texto podemos cuestionarnos si miramos la autoridad de la Iglesia con ojos de fe, reconociendo que Jesús mismo ha querido actuar a través de seres humanos con autoridad, pero también podemos escuchar a Jesús que vuelve a preguntarnos: "¿quién soy yo para ustedes?"
Oración: "Señor, que fundaste la Iglesia y pusiste en ella pastores, porque quieres obrar a través de instrumentos humanos, pobres y limitados, ayúdame a confiar en tu acción a través de ellos y bendícelos para que sean dóciles a la acción de tu Espíritu". 243
Domingo 21° durante el año AÑO B: JN 6, 6 0 - 6 9 Muchos de los que oyeron el discurso de Jesús sobre el Pan de Vida se escandalizaron, quedaron desconcertados: "¡Qué forma desagradable de hablar!" (6, 60). Es más, como no entendían lo que Jesús quería decir, no soportaban escuchar esas palabras extrañas, y no se les ocurría pensar que esas palabras podían significar algo nuevo, algo que ellos todavía ni habían imaginado; no se les ocurría pensar que Dios podía ir más allá de lo que ellos conocían y que era capaz de inventar algo desconcertante. Jesús estaba diciendo que había que comerlo, y eso para los judíos era insoportable. Ellos sólo podían hablar de comer la carne de un enemigo o de alguien odiado (Sal 27, 2; Job 19, 22). Comer a Jesús era convertirlo en un objeto, humillarlo, y ellos lo querían poderoso y deslumbrante. Pero para Jesús comerlo a él era unirse profundamente a su vida recibiéndolo en la boca, era hacerlo entrar en sus corazones en la apariencia de un pedazo de pan, pero que en realidad él ha tomado y lo ha convertido en su maravillosa presencia. Pero también muchos de sus discípulos comprendieron mal sus palabras, se horrorizaron y abandonaron a Jesús (6, 66). Entonces, en una escena de intensa ternura, Jesús se dirige al pequeño puñado de apóstoles que todavía lo acompañaba: "¿También ustedes quieren irse?" Y aparece Pedro respondiendo con aparente seguridad: "¿Y dónde vamos a ir? Si en tus palabras hay vida eterna, y nosotros hemos creído en ti" (6, 68-69). Sin embargo, Pedro no será fiel a esta confesión de fe y de amor, y terminará negando a Cristo. Esto nos muestra cómo las seguridades humanas, también las seguridades religiosas, son frágiles, y por sí solas nunca son estables. Tenemos que pedir cada día el don de la perseverancia. Y así se acentúa también la soledad, el abandono, la desilusión que Jesús vivió en la cruz. Ni siquiera los más íntimos, salvo el discípulo amado, fueron fieles hasta el fin. Todos se fueron.
Oración: "Señor, enséñame a descubrir que puede haber una verdad profunda en aquellas cosas que yo no alcanzo a entender, en tus palabras que a veces me desconciertan. Quiero confiar en tu luz Señor, también cuando mi fe se llena de tinieblas". 244
Domingo 21° durante el año AÑO C : LC 1 3 , 2 2 - 3 0 Alguien le hace a Jesús una pregunta que hoy raramente se plantea: "¿Son pocos los que se salvan?". Lo que pueda suceder después de la muerte es algo que no parece interesar sinceramente ni siquiera a muchos cristianos. En la época de Jesús, en cambio, el tema de la salvación era muy importante y frecuente. A la persona religiosa le interesaba saber cómo alcanzar la salvación, cómo asegurar su entrada al cielo después de la muerte. Por eso en los evangelios se habla muchas veces sobre la salvación. Hoy llevamos una vida acelerada, pendientes de muchas cosas, llenos de distracciones, y habituados al cambio permanente; vivimos de lo inmediato. Nos interesa vivir bien ahora y evitamos las preguntas sobre lo que pueda suceder después, cuando llegue nuestra muerte. Por eso la pregunta más frecuente que se hacen creyentes y no creyentes suele ser: ¿Cómo puedo hacer para vivir bien? ¿Qué tengo que hacer para estar mejor? Pero no nos damos cuenta de que la respuesta para la vieja pregunta y la respuesta para las preguntas de hoy es la misma. Porque lo que Dios nos pide para que alcancemos la salvación es lo mismo que nos puede hacer sentir bien ahora, es lo único que puede darnos verdadera paz, lo único que puede hacernos sentir firmes, seguros, vivos (Deut 6, 24). Y lo que Dios pide es siempre que pongamos nuestra confianza en él y que tratemos de amar. Jesús dijo con tremenda claridad que para alcanzar la vida eterna lo que hace falta es amar a Dios y al hermano (Lc 10, 25-28). Pero la pregunta precisa que aparece en este texto es "¿son pocos los que se salvan?" Jesús prefiere no responder; más bien nos exhorta a no sentirnos tan seguros de que nuestra vida va por el camino correcto, y nos indica lo que podría suceder: que una multitud de patriarcas, profetas y gente de todas partes llegue a la mesa del Reino mientras nosotros no podamos entrar. Por eso, nos conviene tratar de entrar por la puerta estrecha y no elegir el camino fácil de la gloria humana.
Oración: "Señor, yo sé que en el fondo de mi corazón está presente esa vieja pregunta por la salvación, pero mi vida está demasiado acelerada como para detenerme en ese planteo. Ayúdame a entrar por la puerta estrecha, para que en el fondo de mi corazón pueda sentirme seguro y viva en tu paz". 245
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Semana 2 1 durante el año LUNES: MT 2 3 , 1 3 - 2 2
Este texto es la continuación de un largo reproche de Jesús contra los fariseos, que comienza en el primer versículo de este capítulo. Jesús dice a la gente que hagan lo que los fariseos enseñan, pero que no imiten su estilo de vida. Porque ellos en realidad no buscan hacer la voluntad de Dios; su interés es solamente aparentar, ofrecer una apariencia externa de perfección para ser admirados. Se gozan en enseñar a los demás lo que hay que hacer y les encanta oír que los demás los llamen "maestro". Y en este texto tenemos un ejemplo algo irónico que muestra cómo los fariseos complicaban la vida de los fíeles para hacer pensar que eran sabios y para que los demás dependieran de sus explicaciones y consejos. Los fariseos enseñaban insistentemente a la gente que no había que jurar por el templo sino por el oro del templo, que no había que jurar por el altar sino por la ofrenda que se colocaba sobre el altar. Jesús ridiculiza esta falsa enseñanza para invitar a la gente a no depender de esas explicaciones que hacen más complicada su devoción. Por eso leemos en el v. 15 que los fariseos, que pretenden ser evangelizadores, cuando logran encontrar prosélitos (discípulos que entren en el camino de Dios) los ponen en un camino tan complicado que luego no les facilitan la salvación, sino que la dificultan más todavía. Por eso mismo, a veces conviene detenerse a considerar cuál es la propia actitud ante los demás, sobre todo cuando son personas que dependen de nosotros. Porque a veces nosotros mismos, con las cosas que imponemos a los demás, les complicamos la vida en lugar de ayudarlos a vivir mejor.
Oración: "Señor, ayúdame a presentar a los demás fácil, pero es claro y simple. No permitas vida de los demás o que los haga depender ñame a acercarlos a ti, porque Tú eres el
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un camino que no es que yo complique la de mi persona. EnséMaestro".
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Semana 2 1 durante el año MARTES: MT 2 3 , 2 3 - 2 6
Los versículos anteriores reprochaban la pretensión que tenían los fariseos de ser maestros, cuando en realidad la falsa sabiduría que enseñaban complicaba la vida de la gente, en lugar de ayudarle a seguir el camino de Dios. Estos versículos, en cambio, ponen el acento en el cuidado de la apariencia a través del cumplimiento de pequeñas normas, escondiendo detrás de esa fachada toda una vida de pecado. Por ejemplo, una de las leyes judías era pagar la décima parte de lo que uno ganaba (el diezmo). Jesús comenta, con cierta ironía, que los fariseos, para aparecer como perfectos cumplidores de la Ley, pagaban la décima parte hasta de las especies y hierbas: la menta, el anís y el comino. Pero Jesús muestra también que esa minuciosidad no significaba que ellos fueran fieles a Dios, porque en realidad les faltaba cumplir lo esencial: no eran justos, porque se quedaban con bienes ajenos, y tampoco eran misericordiosos, porque vivían burlándose de los errores ajenos. Por eso Jesús los compara con las personas que limpian muy bien las copas por fuera, para cuidar la apariencia, pero se olvidan de limpiarlas por dentro, donde las copas deberían estar impecables para su uso, donde es realmente importante que estén bien limpias. Frente a estos reproches de Jesús convendría que cada uno se preguntara si no le sucede algo parecido. A veces gastamos muchas energías para cuidar nuestra imagen ante los demás, pero dedicamos poco tiempo y esfuerzo para cuidar lo verdaderamente importante, lo que realmente somos, nuestra verdad interior. Eso que sólo Dios ve, pero que es lo que realmente somos, se llama "corazón" (Sal 119, 11; 1 Sam 16,7; Eclo 42, 18; 1 Cor 4, 5; Rom 8, 27). Y la Biblia dice que es lo que más debe cuidar el hombre: "Por encima de todo cuida tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida" (Prov 4, 23).
Oración: "Tu sabes, Señor, cómo me desgasto por cuidar mi apariencia, y cómo me preocupa cuando soy mal visto por los demás; libérame Señor, porque lo que interesa es tu mirada, y tú no miras la apariencia sino el corazón". 247
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Semana 21 durante el año MIÉRCOLES: MT 2 3 , 2 7 - 3 2
Aquí Jesús muestra con claridad cuánto le indignaba la falsedad. Si a alguien le interesa saber qué es lo que más rechaza el corazón del Señor, puede leer este texto. Difícilmente podremos encontrar una imagen más clara y contundente que la que usa Jesús para expresar la superficialidad de los que cuidan sólo la apariencia y el prestigio social. Porque un sepulcro blanqueado sólo es bello en la superficie; por dentro son sólo cadáveres que se pudren. Luego Jesús muestra otra forma de la hipocresía de algunos fariseos: ellos se escandalizan por lo que hicieron sus antepasados y reconocen esos errores y pecados, pero no saben reconocer que ellos están haciendo lo mismo, aunque de otra manera. Los antepasados habían perseguido y matado a los profetas, pero ellos ahora tratan de eliminar a cualquiera que hable de parte de Dios para que no les quite poder sobre la gente, para no tener que modificar nada en sus vidas bien armadas. Es bueno estar atentos para descubrir cómo muchas veces cometemos lo mismo que criticamos. Es cierto que nuestros errores no son exactamente iguales a los que criticamos; porque el mal se disfraza para que creamos que es algo diferente, cuando en realidad estamos cometiendo lo mismo, aunque de otra manera. Nosotros mismos, para tener la conciencia tranquila, tratamos de convencernos de que somos diferentes, pero el mal está en todos, porque todos tenemos la misma humanidad herida por el pecado e inclinada al egoísmo. Todos de alguna manera somos sepulcros blanqueados. Ojalá no lo seamos de tal manera que tengamos que aplicarnos a nosotros mismos esta amarga queja de Jesús.
Oración: "Limpíame por dentro Señor, entra allí donde sólo tú puedes entrar. Devuélveles la vida a mis huesos muertos, embelléceme por dentro Señor, para que tu mirada pueda gozarse en lo que tú mismo has hecho Señor, en lo que sólo tú puedes hacer".
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Semana 2 1 durante el año JUEVES: MT 2 4 , 4 2 - 5 1
Este texto invita a la vigilancia, es una exhortación a vivir intensamente, a no perder inútilmente el tiempo y las posibilidades de amar que nos brinda cada día. Más que sobrevivir como se pueda, se trata de vivir cada día a pleno, porque esta vida en la tierra no es eterna. Pero no es vivir en la superficialidad de un placer pasajero o de una costumbre, sino en la entrega libre y gozosa de nuestra vida en el servicio a Dios y a los demás. Así se nos invita a descubrir el valor del tiempo. Estamos llamados a vivir una eternidad feliz, pero se nos regalan unos años en esta historia, donde el tiempo va pasando y se acaba. La oportunidad de entregarnos a Dios y de hacer un camino de crecimiento es un regalo que Dios nos hace en esta vida, pero el tiempo de esta vida es limitado. Podemos dejar pasar los minutos adormecidos, distraídos, o inmersos en una actividad desenfrenada y sin sentido; pero también podemos darle toda su importancia a cada momento, encontrarle un sentido profundo, y vivirlo a pleno, con todo nuestro ser y nuestro corazón en cada cosa que hagamos. Se nos invita entonces a ver si nuestras actividades cotidianas tienen un sentido de eternidad que nos permita vivirlas con hondura e intensidad, y no simplemente soportarlas. Porque todas las tareas, hasta las más insignificantes, pueden estar movidas por el egoísmo, y así están destinadas al fracaso, a perderse en el vacío. Si el Señor llegara en este momento, esas obras no servirían de nada. Pero aún cuando el Señor no viniera, esas obras carecen de significado, no brindan felicidad y sólo alimentan la enfermedad y el vacío interior. Por eso el texto de hoy no se detiene a dar descripciones catastróficas, no le interesa anunciar cómo será el fin del mundo. Sólo nos recuerda que el fin llegará en la hora menos pensada, y eso le da a este día una tremenda seriedad. La voluntad de Dios es que no sepamos cuándo será el fin, para invitarnos a estar atentos a cada día, que es una oportunidad única.
Oración: "Señor, ayúdame a descubrir el inmenso valor de este día, dame la gracia de descubrirlo como una inmensa oportunidad que me estás regalando para llegar a la profundidad de la vida, para entregarme a tu amor". 249
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Semana 2 1 durante el año VIERNES: MT 2 5 , 1 - 1 3
La parábola de las diez vírgenes que esperan al esposo nos recuerda toda la espiritualidad de la alianza, ya que en el Antiguo Testamento los profetas presentaban la relación del Pueblo con Dios como una alianza matrimonial, donde Dios era siempre fiel, pero el Pueblo se comportaba como una mujer infiel, incluso como una prostituta. Por ejemplo, todo el hermoso libro del profeta Oseas estaba marcado por esa imagen del amor defraudado, pero que no se deja vencer por todas las infidelidades de la mujer amada. Aquí se nos presenta el Reino de los Cielos como un banquete nupcial, donde el Señor es el novio y la esposa es la Iglesia amada (ver Apoc 2 1 , 2 ) , pero se nos invita a estar atentos para poder participar de esa fiesta. Es importante recordar que, al final de nuestra vida en la tierra, nos espera una fiesta, porque eso le da otro color a nuestra vida. No es lo mismo esta vida si al final está el vacío, la oscuridad, la nada, o si, en cambio, nos espera un abrazo, un encuentro de amor, una fiesta eterna. Las vírgenes prudentes representan a los que siempre están preparados para esa fiesta, de manera que nunca podrá tomarlos de sorpresa la llegada del novio. Las vírgenes necias son los que viven como si su vida fuera eterna, como si nunca se fuera a terminar, y entonces dejan siempre para después su conversión y su entrega. El aceite que mantiene la lámpara encendida es aquello que siempre hay que cuidar y que nunca puede faltar en la vida cristiana: el amor. Así lo vemos también en este mismo capítulo 25, cuando Jesús nos indica qué es lo que tendrá en cuenta para juzgar o evaluar nuestra vida: lo que hicimos o no hicimos por los hermanos (Mt 25, 31-46).
Oración: "Te pido Señor que derrames tu gracia en mi corazón para que mi lámpara no se apague, para que siga ardiendo el fuego del amor. Coloca en mí la fuerza de tu propio amor para que yo pueda derramarlo en los demás, porque en el atardecer de mi vida me preguntarás por el amor". 250
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Semana 2 1 durante el año SÁBADO: MT 2 5 , 1 4 - 3 0
El talento (tálanton) era una unidad de peso y una moneda. Pero hoy significa un don o una habilidad especial. En este texto del evangelio se unen esos dos significados. Alguien, que simboliza a Dios, reparte monedas entre sus servidores, pero no repartió a todos por igual; a unos dio cinco talentos, a otros dos, a otro solamente uno, pero a nadie dejó sin algún talento. Al regresar pide que sus servidores rindan cuentas por los talentos recibidos. El elogio que dirige al servidor que logró producir otros cinco talentos es particularmente bello: "Ven, servidor fiel y cumplidor; has sido fiel en lo pequeño, ahora te entregaré mucho más; entra en la alegría de tu Señor". Luego aparece el que tenía dos talentos y muestra otros dos que había ganado. Para éste el elogio no es tan bello, pero también se le dice que, aunque se le había encomendado poco, ahora se le entregará lo grande e importante. Finalmente, el que había recibido sólo un talento, expresa todo su resentimiento y cuenta que ha enterrado su talento. Es el servidor inútil que no supo advertir que con ese poquito podía producir mucho, y que así podía llegar a poseer los bienes más grandes, porque el Señor nunca se queda corto para premiar. En realidad la parábola va dirigida precisamente a los que creen haber recibido poco, a los que fácilmente se dejan llevar por la envidia o las comparaciones y así se hacen estériles, infecundos como una tierra reseca. El que renuncia a entregarle algo a Dios y a la vida, termina quedándose sin nada, termina vacío, incapaz de ser feliz. Porque todo lo que tenemos es para hacerlo producir frutos en bien de los demás para la gloria de Dios. Nadie tiene derecho a enterrar lo que ha recibido, porque, aunque aparentemente sea poco, no es suyo. Nuestra realidad es la de ser administradores, para que, a nuestro paso, dejemos algo mejor que lo que hemos encontrado, entreguemos más de lo que hemos recibido.
Oración: "Ayúdame a descubrir los dones que me has dado, Señor, y a recordar que no son míos, sino tuyos. Lléname de tu fuerza para que pueda hacerlos fructificar con alegría para servir a los demás y darte gloria". 251
Domingo 22° durante el año AÑO A : MT 1 6 , 2 1 - 2 7
En los versículos anteriores a este texto (16, 17-19) vimos que Jesús da a Pedro una autoridad especialísima en su Iglesia. Pero ahora vemos que Pedro actúa de una manera reprochable, porque se deja llevar por sus criterios humanos, queriendo apartar a Jesús del camino de la Pasión. Y así se muestra con claridad que Pedro no cumplirá esa función particular en la Iglesia porque sea perfecto, sino porque tendrá una asistencia especial de Dios para conducirla. Pero luego se recuerda a los discípulos que ellos tampoco deben buscar solamente la gloria, porque están llamados a participar de la misma suerte que le tocó a Cristo: es necesario aceptar la cruz. Los cristianos no estamos llamados a una vida cómoda, donde sólo busquemos una cierta paz interior pretendiendo vivir sin renuncias. Muchas veces hay que cansarse por los demás, renunciar al propio tiempo, ser generosos con el propio dinero, aceptar con paciencia que se burlen de nosotros por nuestra fe; y eso duele, eso es cruz, eso es participar de la Pasión del Señor para compartir con él la Resurrección. A esa participación en la Pasión no podemos renunciar si queremos vivir el evangelio con todas sus consecuencias. Toda la existencia es una mezcla misteriosa de cruz y de resurrección; en cada día se hacen presentes el dolor, el cansancio, la desilusión, y al mismo tiempo la esperanza, el gozo, el amor. Pretender vivir solamente en la resurrección es renunciar al único camino cristiano, que siempre pasa por la cruz. Si el mismo Hijo de Dios, al hacerse hombre, no se privó de los límites, los cansancios, las renuncias y el dolor, ningún discípulo suyo puede pretender un camino diferente. No hay verdadera imitación de Jesús sin estar dispuesto a todo, como él.
Oración: "Señor, concédeme que no me olvide de tu cruz, que no rechace tu Pasión que se hace presente también en mi vida, porque no estoy hecho para una gloria eterna en esta tierra, sino para entregar mi vida cada día, en la alegría y en el dolor, para alcanzar la felicidad perfecta en tu eternidad". 252
Domingo 2 2 ° durante el año AÑO B: MC 7, 1-8. 1 4 - 1 5 . 2 1 - 2 3 Este texto se detiene a explicar cuál era el problema de Jesús con los maestros de la ley y los fariseos. Ellos se dedicaban a estudiar la Ley de Dios, a enseñarla y a promover su práctica. Pero el problema es que habían agregado a esa Ley una cantidad innumerable de prácticas y normas que la hacían complicada y que producían un efecto negativo, ya que se olvidaba lo esencial por perderse en muchas cosas secundarias. Además, algunos fariseos se dedicaban a espiar y controlar a la gente para ver si cumplían o no esas tradiciones. Aquí vemos que acusan a los discípulos de Jesús por no lavarse las manos antes de comer. Pero Jesús rechaza ese tipo de religión y quiere devolverle la simplicidad. Y Jesús no se contenta con criticar las tradiciones y normas inventadas por los fariseos, sino que va mucho más allá, porque también quiere simplificar la Ley que estaba escrita en el Antiguo Testamento. En este texto, por ejemplo, Jesús declara sin valor las prohibiciones de comer algunos alimentos y declara que todos los alimentos se pueden comer, ya que no proviene de ellos el mal del hombre. Para Jesús el mal está en el corazón, en las intenciones ocultas que llevan al pecado. No hay que culpar a lo que está fuera de nosotros sino preguntar qué hay en nosotros que debe ser sanado. Cuando algo me perturba, no me detendré a mirar la negatividad de lo que me rodea, sino que me preguntaré qué hay dentro de mí que provoca esa perturbación. Porque cuando no se tiene la fortaleza de Dios todo lo externo se convierte en un enemigo, en un peligro para nuestra fragilidad. En la lista de pecados que Jesús presenta al final, no se pretenden resumir todos los pecados, sólo se mencionan algunos como ejemplo. Y cabe advertir que la mayoría de los que se mencionan se refieren a las relaciones con el prójimo, a pecados que atenían contra el amor al hermano.
Oración: "Señor Jesús, tú no quieres que me detenga en cosas secundarias, en un cumplimiento externo que puede ser pura apariencia. Tu quieres obras buenas que surjan de un corazón bueno, de un interior verdaderamente sano y liberado. Cambíame tú Señor, entra en mi interior y purifícalo con tu gracia". 253
Domingo 22° durante el año AÑO C :
Lc
14, 1 . 7 - 1 4
Jesús fue invitado a un banquete que organizaba un jefe de los fariseos. Si recordamos que entre los fariseos era frecuente la costumbre de cuidar la apariencia social y de buscar ser admirados y reconocidos, se nos hace evidente que el ambiente de ese banquete, lleno de fariseos preocupados por estar cerca del jefe, no era precisamente de humildad y sencillez. De hecho el evangelio dice claramente que "los invitados buscaban los primeros puestos" (v. 7). A ellos Jesús dirige una enseñanza: cuando uno busca el último lugar se evita problemas y tensiones; evita una carrera desgastante de vanidades, temores, competencias y humillaciones. En cambio el que busca el primer lugar se expone a fracasos dolorosos, situaciones humillantes, desengaños. Por eso decía Carlos de Foucauld: "Señor, te pido que me des el último lugar, ese lugar que nadie querrá quitarme". Pero luego Jesús se dirige al jefe que había organizado la cena, pidiéndole que rompa ese círculo de vanidades e intereses mundanos. Porque los que tienen intereses políticos, económicos, o ligados a la vanidad social, se invitan mutuamente, creando un mundillo donde no hay un deseo generoso de homenajear al amigo o de hacerlo feliz, sino solamente de alimentar el propio prestigio y los propios intereses. Por eso Jesús invita a dar un paso verdaderamente celestial: invitar a los pobres, a los ciegos, a los lisiados, a esos que son mirados con desprecio, que no tienen prestigio, que no pueden brindarnos ninguna retribución, ni económica, ni estética, ni sensual. Esa invitación sólo se puede hacer por amor. Obrando así, quien lo haga recibirá una recompensa eterna, de un valor y una belleza superiores a los reconocimientos mundanos; y de esa manera representará en su vida la forma de obrar de Jesús, que se entregó por nosotros sin necesitar de nosotros, por pura generosidad.
Oración: "Coloca en mí tus sentimientos y tu generosidad, Señor, para que aprenda a compartir mi vida con los pobres, y sobre todo a vivir con ellos la fiesta de la amistad. Libérame de actuar buscando siempre mis propios intereses, haciendo de las relaciones humanas un permanente comercio". 254
Semana 22- durante el año LUNES: LC 4, 1 6 - 3 0 Este texto nos muestra a Jesús predicando en la sinagoga. Allí Jesús, luego de leer el texto de Isaías 61, 1-2 afirma "esta Escritura que acabo de leer se ha cumplido hoy". Jesús se presenta así como el ungido del Señor, el Mesías que viene a anunciar la Buena Noticia a los pobres, a devolver la vista a los ciegos, a liberar a los cautivos. Y para nosotros, que tenemos a Jesús resucitado, esto es una realidad cotidiana, esto siempre se cumple "hoy"; él está presente con su amor y su poder para fortalecernos y alentarnos: "¡Ahora es el momento favorable, añora es el día de la salvación!" (2 Cor 6, 2). No sigamos dilatando y postergando lo que vale la pena. Pero es interesante advertir que en este texto la cita del profeta Isaías está modificada. El texto original dice al final "a proclamar un año de gracia del Señor, día de venganza de nuestro Dios", pero el evangelio sólo dice "un año de gracia del Señor" y omite "día de venganza". Jesús nos libera de la ira de Dios, de su justa venganza, nos libera de lo que mereceríamos en justicia por nuestro pecado, mediocridad, olvido de Dios, y viene a proclamar que Dios siempre nos da una nueva oportunidad. Con la venida de Jesús se inaugura un tiempo de gracia, de misericordia, y se nos ofrece una buena noticia que es luz para nuestros ojos y liberación de nuestras esclavitudes. Pero cabe recordar que este triunfo de la misericordia ya aparecía anunciado en varios textos proféticos, como el de Oseas 11, 1-9, donde en la lucha entre la misericordia y la justicia, termina triunfando la misericordia: "Porque soy Dios, no un hombre; contigo soy el Santo, y no vendré con ira" (11, 9). Jesús es la manifestación de ese triunfo de la misericordia en el corazón de Dios. Cuando Jesús dice que "nadie es profeta en su tierra" no pretende afirmar que todos los profetas son despreciados en su propio pueblo; simplemente acude a un refrán popular para expresar lo que estaba sucediendo con él en ese momento, cuando en su propia tierra no era bien recibido.
Oración: "Te doy gracias Jesús, que anunciaste la Buena Noticia a los pobres, que nos trajiste la verdadera libertad. Gracias porque en ti se manifiesta el rostro misericordioso del Padre, que ofrece gracia y perdón, que da una nueva oportunidad". 255
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Semana 2 2 durante el año MARTES: LC 4 , 3 1 - 3 7 Este texto quiere mostrar a Jesús actuando, para hacer ver que su predicación no consiste sólo en transmitir nociones, sino que él está lleno del poder de Dios. Su palabra poderosa tiene la victoria sobre el mal que oprime a los hombres. Por eso se dice que hablaba "con autoridad" (vv 32. 36). Los espíritus impuros se le someten y lo proclaman "consagrado". Llama la atención ver esta especie de alabanza en labios de los demonios. No hay que olvidar que los espíritus del mal no necesariamente niegan las verdades de fe (Sant 2, 19), pero evidentemente no se trata de la fe salvífica, que se hace activa por el amor (Gál 5, 6). Además, ya decía San Pablo que a veces "Satanás se disfraza de ángel luminoso" (2 Cor 11, 14). Por eso muchas veces las cosas religiosas nos engañan. Alguien puede ser aparentemente muy religioso pero estar luchando a favor del odio, la injusticia y los poderes del mal; su religiosidad puede ser vacía (Sant 1, 26). Sin embargo, esto no significa un desprecio a la oración de alabanza, ya que todo el evangelio de Lucas destaca la reacción de la gente piadosa, que alababa a Dios viendo lo que Jesús hacía. La alabanza es una reacción espontánea del que se deja amar por Dios y tiene un corazón sencillo, capaz de admirarse por las maravillas de Dios. El que alaba con sinceridad es el que sale de sí mismo por un instante para contemplar embelesado al Dios que lo supera, al Señor que está colmado de hermosura y de bondad. Un modelo de esta maravillosa experiencia es María, que reaccionó ante la iniciativa de Dios diciendo: "¡Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava!" (Lc 1, 46-48). Pero este relato nos muestra también que los espíritus impuros no tienen poder alguno ante Jesús, no pueden resistirse a su presencia poderosa, a su "autoridad".
Oración: "Señor, yo reconozco que tienes poder para liberarnos de los males que nos oprimen, y que sobre todo quieres liberamos de los males que atormentan el corazón, a veces trastornado. Por eso te ruego que manifiestes tu poder en mis seres queridos y reines en sus vidas con tu fuerza liberadora". 256
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Semana 22 durante el año MIÉRCOLES: Lc 4, 3 8 - 4 4
La curación de la suegra de Simón (Pedro) destaca un detalle no despreciable: que apenas fue curada se puso a servir a los demás, con lo cual se indica que la obra de Jesús en nuestras vidas pide como respuesta una actitud de servicio. También es importante el detalle de la mano de Jesús que la toca para curarla, ya que hace referencia a "la mano fuerte de Dios" tan mencionada en el Antiguo Testamento (Sal 62, 9; 73, 23). Este texto resalta de distintas maneras el poder de Jesús que viene a hacer presente el Reino de Dios y a liberar al hombre del poder del mal. La mano de Jesús que sostiene y cura a la suegra de Pedro recuerda la figura de la mano fuerte de Dios tan presente en el Antiguo Testamento. Esa mano da seguridad: "Tu mano me sostiene" (Sal 63, 9; 73, 23). Con ese mismo poder de su mano Jesús pasa por todas partes curando enfermos y expulsando demonios; el poder del mal se rinde ante su mano fuerte. En el encuentro con el Padre, muy de madrugada, Jesús bebía del poder que se manifestaba durante la jornada. Esa misma mano fuerte de Jesús es la que puede fortalecernos y liberarnos de nuestros males más profundos, esa misma mano que acaricia con ternura pero que tiene potencia divina, puede sostenernos en la dificultad y arrancar de nuestras vidas los poderes del mal que a veces nos esclavizan. Este texto indica también que Jesús no quería clausurarse en un lugar porque tenía que llegar a todos. Del encuentro del Padre sacaba una libertad interior que le permitía no aferrarse a nada y lanzarse a lo que el Padre le indicara.
Oración: "Sáname Señor, para que pueda servir mejor a los hermanos; libérame Señor, para que pueda ayudar a los demás en su camino de liberación; pacifica mi vida Señor, para que pueda llevar a los demás un poco de felicidad y de paz".
257
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Semana 2 2 durante el año JUEVES: LC 5,
1-11
Pedro con sus compañeros estaba limpiando las redes, triste porque no había logrado pescar nada en toda la noche; él, que era un gran pescador, orgulloso de su humilde oficio y confiado en sus habilidades. Él conocía el lago como la palma de su mano y sabía lo que había que hacer para poder pescar. Y en ese momento de frustración y de orgullo herido pasa por la orilla un maestro llamado Jesús. Pedro era un judío piadoso, y respetaba a los maestros, los trataba con veneración. Por eso, cuando Jesús le dice que navegue mar adentro para pescar, Pedro le obedece sólo por ese respeto, pero no deja de hacerle notar que es inútil porque ya lo había intentado toda la noche. Sin embargo acepta volver a navegar mar adentro, allí donde él se creía experto, rey y señor, pero había fracasado. Y así, obedeciendo al nuevo maestro, pescó más que nunca, y entonces volvió embelesado, reconociendo su desconfianza y declarando a Jesús como "Señor". Pero Jesús no quiere que Pedro lo siga por temor, y le pide que abandone el miedo; él lo busca para confiarle la misión de pescar hombres para el Reino, y esa misión no será sólo un peso y un esfuerzo, sino una verdadera aventura que le dará sentido y fuerza a su existencia. Pedro y sus compañeros descubren que con un Señor tan poderoso a su lado, ya no necesitan apoyarse en nada, no necesitan otras seguridades, y por eso pueden dejarlo todo. Hay que destacar que si bien estaban también Santiago y Juan, sin embargo las palabras de Jesús se dirigen particularmente a Pedro, con lo cual ya se comienza a ver el lugar particular que él tendrá en la Iglesia.
Oración: "Señor, lléname de confianza en tu palabra para que me lance mar adentro. Ya no quiero confiar en mis seguridades humanas sino en tu poder que me guía y me sostiene. Y perdóname Señor por mis desconfianzas, porque soy un pobre pecador".
258
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Semana 2 2 durante el año VIERNES: LC
5, 33-39
Los discípulos de Juan todavía estaban centrados en costumbres y prácticas ascéticas que para Jesús no son lo verdaderamente importante, porque habiendo llegado el Mesías se trata de vivir una verdadera fiesta de amor, más que de buscar sacrificios. En todo caso basta con llevar la cruz de cada día, que se nos presenta sin que la busquemos. En este texto Jesús aparece como el novio que se casa con su pueblo, y que invita a sus amigos a vivir esa fiesta sublime. Cuando Jesús dice "a vino nuevo, odres nuevos", quiere mostrar que el estilo de vida y la riqueza que él viene a traer es superior a las prácticas judías tradicionales, y que lo importante no es dedicarse a controlar que la gente cumpla con esas prácticas, sino desear que todos reciban la nueva vida, la gracia salvadora que trae el Mesías. Esto no significa que Jesús descalificara o anulara todas esas prácticas. Responde así porque los fariseos, que se sentían más importantes que el resto por cumplir al pie de la letra el ayuno y otras prácticas, querían hacer aparecer a los discípulos de Jesús como imperfectos porque no ayunaban. Aquí tampoco se le quita valor a la práctica del ayuno ni se la anula, pero se la relega a los momentos de especial dificultad, ya que según una tradición judía hay ciertas dificultades que se superan gracias a la oración y el ayuno. En realidad los discípulos tendrán que soportar persecuciones y angustias que serán sacrificios más intensos y valiosos que el ayuno. Leyendo los versículos 16-17 queda claro que en la nueva vida que trae Jesús lo más importante no son los ayunos, sino vivir la presencia del Señor en nuestras vidas, reconocer gozosamente que él está entre nosotros.
Oración: "Señor, ayúdame para que las cosas secundarias me lleven a las cosas verdaderamente importantes, y que mi vida no se construya sobre lo que no es esencial. Enséñame a vivir con gozo en tu presencia". 259
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Semana 2 2 durante el año SÁBADO: LC 6, 1-5 Cuando Dios pide algo al hombre es en realidad para bien del hombre, no porque él necesite imponer leyes. La Ley de Dios es liberadora, porque nos indica un camino para romper nuestras cadenas de esclavitud interior. Pero cuando esas leyes se absolutizan y las utilizamos para dominar a los demás y hacerlos sufrir, ya no cumplen la voluntad de Dios. Dios ama al hombre y desea su felicidad, su gozo, su plenitud. Por eso deberíamos buscar que nuestras costumbres y prácticas religiosas no sean una obligación que debemos cumplir, sino un medio para encontrarnos con Dios, para recibir su gracia, para encontrar la paz y su presencia. Las costumbres que no nos dejan vivir con alegría la fe y nos impiden servir a los demás con generosidad, no son más que esclavitudes que alejan del camino de la libertad. Es cierto que encontramos en la Palabra de Dios el mandato de respetar el sábado, y que para la Ley de Dios violar el día de descanso era una falta gravísima (Núm 15, 32-36). También hoy respetamos un día de descanso consagrado al Señor resucitado, que es el domingo. Pero la Ley de Dios nunca había llegado a decir que arrancar algunas espigas para comer violaba este descanso sagrado; esas exageraciones eran agregados de las tradiciones que los fariseos defendían como si fuesen también Palabra de Dios. La obligación de descansar era una forma de asegurar que el hombre viviera con dignidad, no se convirtiera en esclavo del trabajo, y tuviera un tiempo de serenidad para encontrarse con Dios en familia. Jesús acude a la misma Palabra de Dios para defender a sus discípulos y mostrar su inocencia, haciendo ver que ninguna norma es absoluta. Porque también estaba terminantemente prohibido comer los panes sagrados que se ofrecían a Dios en el templo (Lev 24, 5-9), y sin embargo David lo había hecho en un momento de necesidad (1 Sam 2 1 , 2-7).
Oración: "Señor, que me pediste que buscara el descanso para adorarte a ti y para reencontrar el sentido de mi trabajo, enséñame a trabajar con gozo en tu presencia y a quedarme descansando en tus brazos". 260
Domingo 23° durante el año AÑO A : MT 1 8 , 1 5 - 2 0
Jesús invita a expresar nuestro amor al hermano corrigiéndolo. Pero aquí no se trata solamente de un error; se trata de un pecado persistente, cuando el hermano está cayendo reiteradamente en una falta grave. Además, se trata de un pecado público, y por eso, si es necesario, se pueden buscar testigos que nos ayuden a convencer al hermano descarriado. Pero el primer paso es siempre una corrección en privado. Es importante leer esta invitación a la corrección en el contexto de lo que sigue. Por ejemplo, en los versículos 21-22 se invita a perdonar al hermano todas las veces que sea necesario. Por lo tanto, la corrección no se refiere a ofensas personales. Luego, en los versículos 23-35 se invita a una actitud de compasión, la misma que desearíamos que el Padre Dios tuviera ante nuestros propios pecados. Si el hermano pecador, luego de hablarlo entre dos o tres, y de haber orado por él (18, 19-20), tampoco quiere reconocer su pecado y se obstina en ese comportamiento público, se puede hacer un planteo en la comunidad más amplia, para tratar de ayudarlo entre todos. Pero si aún así se empecina en mantener su opción por el mal, la comunidad no puede identificarse con él y debe dejar en claro cuál es el estilo de vida que propone. La comunidad, en ese caso, no lo desprecia ni lo declara muerto, sino que comienza a considerarlo como alguien que debe ser nuevamente evangelizado, alguien a quien se debe hacer llegar una vez más el anuncio del Señor que lo invita a la conversión. Pero si al corregirlo advertimos que lo hacemos sin un amor sincero, y más bien estamos descargando nuestro rencor y nuestra incomprensión, tendríamos que seguir el consejo de San Agustín: "reconocer nuestras propias debilidades, abrazarnos a él, y llorar juntos la miseria de los dos".
Oración: "Señor, ayúdame a tomar en serio la vida de mi hermano, a no desentenderme cuando veo que se hunde en el mal y arruina su vida. Dame el amor necesario y la palabra justa para poder ayudarlo, pero ayúdame a hacerlo con humildad, reconociendo mi propia miseria". 261
Domingo 23° durante el año AÑO B: MC 7 , 3 1 - 3 7
Esta curación del sordomudo, donde se ve a Jesús dando varios pasos para poder curarlo, presenta visos de ser una narración histórica, ya que este procedimiento no sirve para resaltar el poder de Jesús, que se manifestaría mejor si lo hubiera curado sólo con una palabra. Pero estos detalles indican que Jesús prefería curar contando con la cooperación y la aceptación de la persona. Por su gran amor y delicadeza, él prefiere siempre obrar con nosotros, y no sin nosotros. Como el sordo no podía escuchar sus palabras, Jesús se comunica con él a través del tacto, tocando sus oídos y su lengua. Los dedos de Jesús expresaban la cercanía del amor que se hace íntimo. La saliva es expresión de gran ternura, porque normalmente limpiamos con nuestra saliva las cosas que amamos, las personas (los niños) que son parte de nuestra vida. Al levantar los ojos al cielo Jesús expresa que su poder viene del Padre. La expresión de la gente "todo lo hizo bien" muestra que en Jesús se manifiesta el poder creador de Dios, que al crear el mundo veía que "era bueno". Así se quería indicar que la obra de Jesús restauraba la bondad de la creación. Dios creó con mucha generosidad y creatividad un mundo bello para que el hombre habitara en él, le preparó al hombre un hogar fascinante. Pero es el hombre lo que a él más le interesa. Eso se manifestaba en todo lo que Jesús hacía, sanando y liberando al ser humano. También hoy Jesús puede restaurar nuestras vidas con su gracia, especialmente nuestra capacidad para escuchar, de manera que sepamos abrir nuestros oídos a su Palabra, y también nuestra capacidad de expresarnos, para que podamos decir palabras de amor, de aliento, de verdad.
Oración: "Toca mis oídos, Señor, para que pueda escucharte; toca mi lengua para que pueda hablar de ti y comunicar tu amor a los demás; porque todo mi ser está hecho para el encuentro contigo y para reflejar tu amor".
262
Domingo 23° durante el año AÑO C : LC 1 4 , 2 5 - 3 3
Amar a Jesús es entregar lo más profundo del corazón al que derramó su sangre para purificarlo, al que puede darle sentido y luz, al que tiene el derecho de ser Señor de ese corazón. Ningún otro ser humano puede ejercer ese dominio santo, porque sólo Jesús es Dios. Por eso, ni siquiera el padre o la madre pueden ocupar ese lugar. Ellos han sido instrumentos del Señor para darnos la vida y deben ser amados y honrados, pero no pueden ocupar el lugar de Cristo, porque no pueden darnos lo que sólo él puede comunicar a nuestras vidas. Tampoco los hijos pueden ocupar ese lugar; no son ellos los que pueden darle a nuestra vida su último sentido, ni otorgarnos la salvación, aun cuando podamos dar nuestra vida por amor a ellos. Y Jesús invita a tomar la cruz, como él la tomó. No se trata de buscar cruces, sino de aceptar la que haya que llevar por el Reino. Pero es tomar la cruz para seguirlo. Porque no es la cruz el centro de todo, sino el seguimiento de Cristo, su persona y la atracción de su amor. Luego este texto parece cambiar de tema, y nos presenta el ejemplo del que no calculó bien y no pudo terminar la torre, y del que calcula la cantidad de hombres que tiene, antes de ir a la guerra. Parece una invitación a ser previsores, pero la conclusión de estos dos ejemplos es: "de la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a sus bienes no puede ser mi discípulo". Eso significa que antes de colocarnos en el camino para seguir a Jesús, tenemos que tener la decisión clara de renunciar a nuestros bienes; antes de decirle a Jesús que queremos seguirlo, tenemos que hacer el cálculo y descubrir si verdaderamente estamos dispuestos a renunciar a todo. Porque si no es así, nuestra vida cristiana está enferma desde el principio, y no podrá desarrollarse; la torre no podrá ser completada y la batalla no podrá ser vencida.
Oración: "Señor, enséñame a no tomar con negligencia y superficialidad el camino que me propones; ayúdame a descubrir que ese camino no es una parte de mi vida, sino todo, y que para tomarlo en serio tengo que estar dispuesto a entregártelo todo". 263
a
Semana 2 3 durante el año LUNES: LC 6, 6 - 1 1
La mano, que simboliza el trabajo, la creatividad, la iniciativa, está atrofiada. Por eso Jesús, al curar a este enfermo, lo impulsa a moverse, a dar un paso a la vista de todos, y a extender su mano, y así no solamente sana la parálisis de su mano, sino su desconfianza ante la vida, su ensimismamiento, su inseguridad interior y sus miedos. Jesús indica que hacer el bien al hermano necesitado está por encima de las demás leyes, como la ley del descanso, y se presenta como un amante de la vida, dador de vida para el hombre. Pero los fariseos, que debían buscar el bien del pueblo, son incapaces de alegrarse por el bien de la persona curada. Para no caer en la misma insensibilidad, escuchemos la exhortación de San Pablo: "¡Alégrense con los que están alegres, lloren con los que lloran!" (Rom 12, 15). Haciendo esta curación dentro de la sinagoga, que era un lugar de enseñanza, Jesús quiere dejar un mensaje importante para que todos lo aprendan: el ser humano vale más que las costumbres y las leyes. Jesús mira a su alrededor a los fariseos, observa la obstinación de sus corazones, encerrados en las propias ideas y permanentemente preocupados por su poder en la sociedad. Los fariseos advirtieron el cuestionamiento de la mirada de Jesús, y a partir de ese momento decidieron que esa mirada cuestionadora debía ser eliminada. No toleraban que alguien se atreviera a enseñarles algo.
Oración: "Señor, sana mis parálisis, mis vergüenzas, mis miedos, todo lo que me limita en la acción y en el servicio, para que mi vida sea fecunda; y tómame como instrumento para liberar a los demás de sus parálisis".
264
a
Semana 2 3 durante el año MARTES: LC 6, 1 2 - 1 9
Jesús pasó la noche orando. No es raro que Lucas nos cuente esto, porque el tema de la contemplación es uno de los más presentes en todo su evangelio. A Lucas le gusta presentar a la madre de Jesús como una mujer contemplativa, le agrada destacar que la gente alababa a Dios por los prodigios de Jesús, etc. Es interesante este detalle, porque Lucas es al mismo tiempo el evangelio de la misericordia. Y así vemos que la contemplación y la acción no se oponen entre sí, sino que deben estar íntimamente unidas. La misericordia con el hermano no es puro activismo sin espíritu, y la oración no debe ser una forma de escaparse de los compromisos con el hermano. Y aquí es Jesús mismo el que ora, y se pasa toda la noche en diálogo íntimo con Dios Padre. Jesús mismo, en su corazón humano, necesitaba buscar ese tiempo de intimidad orante, y no le bastaba una hora. Toda la noche. Pero la importancia de esa noche de oración se advierte en lo que sucede después. Jesús "llamó a sus discípulos, y eligió entre ellos a doce". Los eligió. No los llamó al azar, no designó a doce porque sí; su llamado era el fruto de una elección que había sido madurada en toda una noche de encuentro con su Padre. Pero no eligió a los doce apóstoles para entretenerse con ellos, o para crear una élite privilegiada, porque inmediatamente Jesús baja con ellos a encontrarse con los demás discípulos y con una gran multitud, para enseñarles y curarlos de sus males. Es importante advertir que la gente no lo buscaba solamente para ser curados, sino también para escuchar su enseñanza.
Oración: "Jesús, enséñame a orar, enséñame a encontrarme con el Padre Dios, a dedicarle mi tiempo, a consultar con él mis decisiones importantes. Para que mi vida no transcurra en la superficialidad, sino en la profundidad".
265
a
Semana 2 3 durante el año MIÉRCOLES: Lc 6, 2 0 - 2 6
Las bienaventuranzas que nos presenta Lucas no se caracterizan tanto por actitudes interiores, como la mansedumbre, la pobreza de espíritu o la purera de corazón, que aparecen en la versión de Mateo 5. Lucas se dirige más bien a los pobres a secas, los que pasan hambre y lloran en su miseria y su angustia, los desterrados y despreciados por la sociedad. A ellos se les promete un premio celestial abundante, se les ofrece una esperanza que puede darles alegría en medio de la angustia y los desprecios, porque pueden saberse especialmente amados. Pero esto es también una exhortación a los destinatarios del evangelio de Lucas, que eran comunidades ricas del mundo griego; a esos ricos Lucas quiere hacerles descubrir que su conversión debe llevarlos necesariamente a cambiar también su actitud ante el dinero, a dejar de adorar al dinero, a compartir con los pobres sus riquezas, si quieren ser mirados con esa ternura especial que Dios tiene para los pobres. La conversión no puede quedarse en la intimidad de la persona, sino que tiene que producir un cambio en todas las dimensiones de la persona, también en su economía. Por eso San Pablo se preocupó tanto por organizar colectas para los pobres, y se dedicó con pasión a motivar esas colectas (ver 2 Cor 8-9). Luego de declarar bienaventurados a los pobres, para que no queden dudas sobre esta preferencia de Dios por ellos, Lucas menciona también los reproches a los ricos, satisfechos y aplaudidos por la sociedad, y se les dice que no pueden poner esperanza alguna en ese poder mundano, porque esas glorias humanas no valen nada a los ojos de Dios. De hecho todo el evangelio de Lucas insiste en esta predilección de Dios por los que no tienen dónde apoyarse y por lo tanto sólo pueden recostarse en él.
Oración: "Ayúdame Señor, para que pueda bres, hambrientos y despreciados. se endurezca ante el dolor ajeno, cridad del egoísmo, de la vanidad
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mirar con tus ojos a los poNo permitas que mi corazón no me dejes caer en la medioy la indiferencia".
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Semana 2 3 durante el año JUEVES: LC 6, 2 7 - 3 8
Con mucha insistencia y con palabras muy convincentes, Jesús presenta un ideal cristiano que no puede ser comprendido con criterios meramente humanos. El amor a los enemigos sólo se entiende desde la fe y sólo se vive con el amor que el Señor nos regala. Ese amor a los enemigos, a los que nos hacen daño y nos odian, se expresa fundamentalmente en tres actitudes: tratarlos bien, desearles el bien y rezar por ellos. Por lo tanto la actitud más opuesta al evangelio sería la de desearles el mal, la sed de venganza. En el fondo, este ideal consiste en tratarlos a ellos como desearíamos ser tratados por ellos. San Pablo expresaba este pedido de Jesús diciendo: "No te dejes vencer por el mal, mejor vence el mal con el bien" (Rom 12, 21). Cuando las pasiones nos sugieren venganza, los criterios del Reino nos dicen que responder con la misma moneda es crear una espiral de violencia que termina dañándonos a todos. Pero además, Jesús nos hace ver que este amor a los enemigos es el signo de que estamos viviendo a otro nivel, es lo que verdaderamente distingue a los cristianos, de los que se mueven por criterios meramente humanos. En el fondo, se trata de "dar gratis", de no tratar a alguien basándonos en lo que recibimos de él, sino de dar sin esperar. Aquí se supera la mera justicia, se va más allá, más lejos y más profundo, y se comienza verdaderamente a ser hijos del Padre celestial, que es bueno también con los ingratos. Finalmente, este texto nos resume la imitación de Dios en la misericordia, que se expresa cuando no juzgamos y cuando hacemos el bien. Esa misericordia es lo que hace que nuestras acciones agraden al Padre, de manera que él usará con nosotros la misma medida que usemos nosotros con los demás (para juzgarlos y para dar).
Oración: "Padre Dios, inmensamente misericordioso, que siempre das gratuitamente a buenos y malos, sin esperar nada, solamente que actuemos nosotros de la misma manera con los demás, toca mi corazón y llénalo de tu generosidad y de tu compasión". 267
Semana 23- durante el año VIERNES: LC 6, 3 9 - 4 2
Al que desea agradar a Dios, el evangelio lo invita a no buscar tanto la perfección en otros ámbitos de su ser y de su vida, sino sobre todo en la compasión y en la misericordia; ésa es la belleza que más cautiva a Dios y parece disimular un poco las sombras y defectos de nuestras acciones. Este texto evangélico nos invita a tratar de descubrir nuestra propia miseria, esa que tantas veces nos escondemos a nosotros mismos, para que así podamos valorar la exhortación a usar con el hermano la medida compasiva que esperamos que usen con nosotros. De este modo se nos indica que, cada vez que intentemos ayudar a otro, tratemos primero de tomar conciencia de nuestros propios pecados, de manera que nos acerquemos al hermano con una profunda humildad y con un deseo sincero de su bien, no como maestros o salvadores que se sienten dignos de señalar los defectos ajenos. Sólo reconociendo sinceramente nuestra propia pequeñez podemos mirar a los demás con la mirada limpia de Dios, que siempre es de misericordia. Dios no ha llamado a sus hijos a ser jueces implacables que miran a los demás con la medida de la ley y se fanatizan en un permanente moralismo. Porque de esa manera, violan lo más importante de la ley de Dios, la misericordia, cayendo en un pecado peor que los que critican. Impacientes con los defectos y errores ajenos, mirándolos con malos ojos y corazón amargo, deseando que se ajusten a los propios esquemas, de alguna manera se está declarando a los demás indignos de ser amados. Dios en cambio, es compasivo, infinitamente paciente, y es el creador de la diversidad, es el autor de esa variedad que tanto nos cuesta tolerar. Como exhorta San Pablo en Rom 14: "Sean comprensivos con el que es débil en la fe" (v. 1). "¿Con qué derecho juzgas a tu hermano y lo desprecias? Todos estaremos ante el tribunal de Dios" (v. 10).
Oración: "Ilumíname Señor, tócame con el poder de tu gracia, para que reconozca mi propia miseria, la miseria de donde me has sacado y la miseria que muchas veces me escondo a mí mismo; para que reconociéndola, pueda mirar con ternura y compasión los defectos ajenos". 268
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Semana 2 3 durante el año SÁBADO: LC
6, 43-49
El corazón tiene gran importancia en la Biblia, porque es la sede de las decisiones más profundas del hombre. En el corazón están las verdaderas intenciones, no lo que uno aparenta. Las acciones y palabras que son verdaderamente buenas y agradables a Dios son las que brotan de un corazón bueno, que realmente guarda amor, generosidad y es bien intencionado. El bien nace de adentro, cuando el interior fue renovado por la gracia de Dios. Sin embargo, el texto paralelo de Mt 12, 33-37 nos dice que tendremos que rendir cuentas no solamente de las intenciones del corazón, sino también de nuestras palabras. Si leemos Santiago 3, 1-12 podemos advertir el valor que tiene el cuidado de la lengua y el mal que se puede hacer con la lengua. El texto de Lucas no se refiere al valor de las palabras, pero tampoco se queda solamente en las intenciones del corazón, ya que indica que "cada árbol se reconoce por su fruto". Si bien lo más importante es el corazón, las obras exteriores ayudan a discernir lo que hay realmente en el corazón, porque las intenciones que no se traducen en obras buenas tampoco son auténticas. Por eso, a continuación, el texto nos recuerda que la Palabra de Dios debe ser puesta en práctica. En la Biblia aparece una profunda relación entre el corazón y la lengua, o entre el corazón y la mano; no hay un corazón bueno si no llega a expresar esa bondad en las palabras (lengua) y en las obras (mano). Aunque es cierto que puede haber palabras y obras aparentemente buenas, pero cuando el corazón es malo no nos sirven de nada. La relación que debe haber entre ambas cosas está bellamente expresada en el himno de 1 Cor 13; allí dice San Pablo que todo lo que hagamos no tiene valor, por más grande que sea, si no hay amor (13, 1-3), pero luego afirma que ese amor debe expresarse hacia fuera: debe ser paciente, servicial, etc. (13, 4-7).
Oración: "Señor, transforma de bondad y broten permitas que caiga buenas intenciones,
mi corazón con tu gracia para que se llene de él obras bellas que sean de tu agrado. No en la falsedad ni que me quede sólo con las sino que te adore con toda mi vida 269
Domingo 2 4 ° durante el año AÑO A : MT 1 8 , 2 1 - 3 5
La grandeza y el poder de Dios se manifiestan especialmente en su paciencia y en su compasión (Sab 12, 16-22), pero eso nos exige ser compasivos con los demás como el padre celestial es compasivo con nosotros (Lc 6, 36-38). Es lo que expresamos al decir "perdónanos como nosotros perdonamos". Pero esto plantea una exigencia muy seria a todo cristiano, ya que si no estamos dispuestos a perdonar tampoco podemos esperar el perdón de Dios. Así lo muestra el ejemplo del evangelio de hoy, y es un modo de indicar el lugar preponderante que tienen la compasión y el perdón entre las actitudes que Dios espera de sus hijos. Además de motivarnos considerando el perdón que Dios nos ha ofrecido siempre, podríamos leer los argumentos para perdonar que nos ofrece Eclesiástico 28, 1-7, y el mismo ejemplo de Jesús que buscaba una excusa, una explicación benévola, a los que le estaban haciendo daño (Lc 23, 34). La respuesta a Pedro, por otra parte, indica que no se trata de una actitud ocasional o esporádica, sino permanente. Setenta veces siete quiere decir siempre, en todas las ocasiones y todas las veces que se nos pida, porque Dios mismo perdona y da una nueva oportunidad "setenta veces siete". Decía San Pablo: "No devuelvan a nadie mal por mal" (Rom 12, 17). "Acéptense mutuamente como Dios los ha aceptado en Cristo" (15, 7). "No hagas justicia con tus propias manos... No te dejes vencer por el mal, mejor vence el mal haciendo el bien" (15, 19.21). Y nos recordaba que "cada uno tendrá que rendir cuentas de sus propios actos" (15, 12).
Oración: "Señor, tú que eres compasivo y misericordioso, siempre dispuesto a perdonar, dame la gracia de comprender las miserias ajenas y perdonar con tu amor. Sana las heridas que guardo en mi interior y que no me permiten perdonar. Libérame Señor".
270
Domingo 24° durante el año AÑO B: MC 8, 2 7 - 3 5
Este es un texto clave. Podemos decir que es el centro del evangelio de Marcos, el eje donde gira toda la obra y marca el paso a la segunda parte del evangelio. Así como al comienzo del evangelio aparecía Juan el Bautista anunciando al que iba a venir, aquí es Pedro el que presenta a Cristo como el Mesías, y así da pie al Señor para explicar que él debía realizar su obra salvadora a través de la muerte. Hasta aquí Jesús se nos iba mostrando a través de sus gestos, y poco a poco nos ha ido manifestando su maravillosa persona; pero a partir de ahora Jesús se nos presenta encaminándose a la muerte y a la resurrección, y por eso anuncia repetidamente la pasión. Así se entiende también el duro reproche que Jesús hace a Pedro, porque el apasionado Pedro sólo deseaba la gloria y los aplausos para su maestro, y se negaba a aceptar que lo rechazaran y lo mataran. Pero Jesús quiere destacar que su obra debe pasar por la pasión. Y este misterio no sólo es para ser contemplado o admirado, sino también para reproducirlo en nuestras propias vidas, aceptando la pasión y la cruz que nos toque vivir, porque si el maestro cargó con la cruz, el discípulo no puede pretender un camino sin cruz. Pero la forma como está estructurado este texto nos indica que el discípulo no aceptará de corazón llevar su propia cruz si primero no acepta contemplar a su Señor crucificado. Sólo mirándolo a él es posible imitarlo y seguirlo hasta el final. Porque cuando el discípulo carga la cruz, de una manera misteriosa es el mismo Cristo crucificado que se hace presente en su dolor, en su cansancio, en su fracaso. De esta manera, la cruz que tanto tememos se convierte en una experiencia de amor, el amor más grande que puede vivir un ser humano.
Oración: "Jesús, dame la gracia también en la pasión, y sión en mi propia vida. mí, quiero decirte una redimiste en la cruz".
de no reconocerte sólo en la gloria, sino de compartir contigo lo que haya de paY hoy que me preguntas quién eres para vez más que eres mi salvador y que me
271
Domingo 2 4 ° durante el año AÑO C : LC 1 5 , 1 - 3 2
Este capítulo presenta las tres parábolas de la misericordia: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo. Pero las tres van dirigidas a los fariseos, que eran incapaces de alegrarse por los pecadores que se acercaban a Jesús. Por eso, la parábola del hijo pródigo es ante todo la parábola del Padre misericordioso, pero también la del hermano envidioso e insensible, incapaz de comprender a su hermano y de alegrarse por su regreso. En las parábolas de la oveja y de la dracma perdida, se muestra que Dios busca todas las maneras posibles para hablarnos de su amor y de su misericordia. Además, las dos parábolas indican que el amor de Dios no es general, como si nos quisiera a todos en multitud, o de lejos, sino que su amor es particular, porque su afecto sin límites y su inteligencia infinita le permiten estar plenamente atento a todos y a cada uno en particular. El hijo, que había optado por la independencia, vuelve renunciando a sus derechos de hijo y pidiendo ser un empleado dependiente. Pero el Padre conmovido no es capaz de aceptar ese trato. La inmensidad de su amor no puede estrecharse dentro de límites mezquinos. El responde sobreabundantemente, ennoblece al hijo arrepentido y hace fiesta. Los detalles de esta parábola brindan una gran riqueza al relato: el deseo de independencia y lejanía, el derroche, la humillación y las privaciones, el recuerdo de la casa paterna y todo lo bueno que era, el arrepentimiento, el retorno, la espera del Padre, su compasión y su alegría, el festejo, la recuperación de la dignidad perdida y la vida nueva del hijo. El hijo que descansa en el pecho de su padre luego de haberse desgastado en el desenfreno y en el desorden, es una invitación a volver al Padre con confianza para sanar en él nuestras propias heridas y comenzar otra vez como nuevas criaturas.
Oración: "Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que hagas de mí te lo agradezco. Estoy dispuesto a todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí... tus manos sin medida, con una infinita confianza, mi Padre". 272
quieras. Lo que todo, lo acepto Me entrego en porque tú eres
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Semana 24 durante el año LUNES: LC 7 , 1 - 1 0
El evangelio de Lucas, llamado "el evangelio de la misericordia", merece sobradamente este calificativo, porque en él son abundantes las escenas de pecadores perdonados, la referencia al amor de Dios que perdona y tiene predilección de Dios por los pobres, las exhortaciones a ser compasivos y generosos. Pero en general hay una mirada abierta a todo el que sea diferente, y por eso Lucas también tiene palabras positivas para los paganos, como en Lc 4, 25-27; 11, 31-32. En ese contexto tenemos que situar este relato sobre la curación del siervo del centurión romano. Se trata de un pagano, un representante del imperio romano que estaba oprimiendo al pueblo judío, y sin embargo se destaca aquí la bondad y la generosidad del centurión, que amaba al pueblo judío y hasta había construido una sinagoga en el pequeño pueblito de Cafarnaúm, y además se indica que quería mucho a su siervo, que había caído enfermo. Por otra parte, su actitud ante Jesús es de profunda humildad; en lugar de hacer valer su autoridad, se declara indigno de recibir la visita de Jesús. Finalmente, hace un acto de profunda fe en el poder de Jesús, que le vale un elogio de Jesús: "Ni en Israel he encontrado una fe tan grande". Podemos decir entonces que el interés de Lucas, más que en relatar un milagro que apenas aparece mencionado, está en mostrar cómo un pagano podía tener un corazón bueno y abierto, más que el corazón de los judíos, orgullosos de su religión y de sus tradiciones. Así se nos hace notar que no es bueno juzgar a los demás en bloque, porque en este caso el hecho de ser un centurión romano no implicaba que fuera una mala persona; y su confianza en Jesús fue más grande que la de los judíos que poseían la Palabra de Dios y eran el pueblo elegido.
Oración: "Señor Jesús, dame la gracia de mirar con buenos ojos al que es diferente; concédeme estar atento como tú a las cosas buenas que pueda descubrir en los otros. Libérame de los prejuicios tontos que me enceguecen y me vuelven oscuro y negativo". 273
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Semana 24 durante el año MARTES: Lc 7 , 1 1 - 1 7
La escena que nos presenta este texto es profundamente triste y dolorosa. El lector no puede dejar de solidarizarse con la situación de esta mujer viuda, sobre todo si recordamos el desamparo y la pobreza en la que normalmente se encontraba una mujer viuda en aquella época. Pero lo más doloroso es que la pobre viuda llevaba a enterrar a un joven, que era su hijo único. Entonces se nos describe aquí la situación de alguien que no solamente estaba desprotegida, sino que perdía lo único que le quedaba, el único fruto de sus entrañas, que podía darle consuelo y ayuda. Por eso podemos decir que esta viuda con su hijo muerto representa todo lo que puede sufrir un ser humano, el peor dolor, la angustia más honda de quien se queda sin ninguna ilusión en la vida. Pero allí se hace presente Jesús. Y el prodigio que él realiza no sólo manifiesta el poder del Señor, sino que lo muestra como la presencia bondadosa y liberadora de Dios en medio de su pueblo: "Dios ha visitado a su pueblo". Esta última frase indica que en esa viuda el pueblo mismo se veía reflejado, y en la viuda que recuperaba a su hijo el pueblo despojado experimentaba consuelo. Jesús muestra así que él viene enviado por el Padre Dios a buscar el bien de su pueblo. El temor de la gente es la reacción de admiración que se produce ante lo sagrado, cuando el poder de Dios se hace presente. Esta alabanza del pueblo ante las acciones de Jesús es una reacción destacada por Lucas en todo su evangelio.
Oración: "Señor, hazte presente también hoy en medio de las angustias de tu pueblo; ven a consolar a tus pobres. Tú que eres el Emmanuel, Dios con nosotros, manifiesta tu presencia llena de poder y misericordia".
274
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Semana 2 4 durante el año MIÉRCOLES: LC 7 , 3 1 - 3 5 Aquí tenemos otro texto que nos muestra una característica importante de la vida terrena de Jesús. El no era un asceta sacrificado, un modelo lejano de perfección, un profeta absorto en la presencia divina, como Juan el Bautista. Jesús era criticado por ser un comilón y un borracho, y un amigo de la gente despreciable. Siempre hay alguna excusa para no entregarse a Dios. La figura de Jesús que nos muestra el texto es la de un Dios que no sólo se hace hombre, sino que se introduce completamente en el mundo, que no tiene miedo de juntarse con cualquiera, que camina por los callejones de los pecadores, que trata con las prostitutas ante la mirada acusadora de los moralistas, que come y bebe con los rechazados por la sociedad. Verdaderamente compartió y comparte nuestra vida en todo, menos en el pecado. No era un puritano que quería aparecer en la sociedad como modelo de sobriedad, de renuncia y de perfección. Él era un enamorado del ser humano, que jamás caía en el pecado, pero quería vivir hasta el fondo la existencia del hombre y acercarse como nadie al hermano caído. Por esto mismo, su vida es una exhortación a los cristianos para que se atrevan a insertarse en todos los ambientes, para que amen a la gente y no pretendan aislarse en grupos de "elegidos". Sin consentir el pecado ni justificarlo, todo lo que le preocupa a la gente es parte de sus preocupaciones, todos los anhelos de los corazones humanos son parte de sus anhelos. Si sólo por ser humanos, nada que sea humano nos es indiferente, con mayor razón será así si creemos realmente en un Dios hecho hombre, que quiso compartir en todo nuestra vida y nuestra historia. Por eso decía San Pablo: "Todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra... todo eso ténganlo en cuenta (Flp 4, 8).
Oración: "Qué admirable y qué maravilloso es ver que te acusaban de mezclarte con los despreciables. Qué golpe para nuestra preocupación enfermiza por la imagen y por el qué dirán. Dame Jesús, ese comprometido amor al pobre y al pecador que te llevaba a compartir sus vidas hasta elfondo para poder darles amor y acercarlos a la luz". 275
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Semana 24 durante el año JUEVES: LC 7, 3 6 - 5 0 Una mujer pecadora expresaba su amor a Jesús de manera apasionada, con gestos de tremenda ternura y delicadeza. Mientras tanto, un fariseo se colocaba en la típica actitud de aquellos fanáticos que despertaban el rechazo de Jesús. Era uno de aquellos que se detenían a reprochar los pecados de los demás y a despreciar a los que no eran "perfectos" como ellos. Jesús, reconociendo los pensamientos del fariseo, quiere hacerle descubrir que los gestos de amor de la mujer eran el resultado del perdón que ella había recibido por sus pecados. Pero ese perdón la había elevado a un grado de amor que el fariseo no tenía. Su aparente perfección ocultaba una falta de amor; por eso era incapaz de amar a los pecadores y había sido incapaz de recibir a Cristo con ternura sincera, con gestos de cariño. El ejemplo que Jesús expone muestra que el perdón era la causa del amor de la mujer, y no al revés. La mujer expresó un agradecimiento amoroso tan intenso porque se le habían perdonado muchos y graves pecados. Sin embargo, a veces los creyentes no aceptamos que el perdón de Dios elimine toda culpa del pasado. Dios perdona, pero muchas veces los hermanos no somos capaces de perdonar de corazón, y nos entretenemos comentando el pasado de los demás, como si fuera una mancha imborrable que pesará durante toda su vida. Por eso, cuando nos equivocamos o pecamos, no nos perdonamos a nosotros mismos, y sentimos que nuestros pecados pasados nunca serán borrados del todo. La misericordia y el amor de Dios pueden más que nosotros, y aún cuando no somos capaces de aceptar el perdón de Dios, ese perdón es real y borra toda culpa y nos devuelve la dignidad de ser amigos de Dios. No solamente borra los pecados, sino que infunde el dinamismo del amor en el corazón del que ha sido perdonado (ver Rom 5, 1.5), lo hace renacer: "El que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo..." (2 Cor 5, 17-18).
Oración: "Señor, yo no puedo hacer crecer mi amor solamente con mis fuerzas humanas si tú no me impulsas con tu gracia. Por eso te ruego, Señor, que manifiestes tu amor en mi vida para que pueda amarte cada día más, y así responda mejor a la misericordia conque tantas veces me has perdonado". 276
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Semana 2 4 durante el año VIERNES: LC 8, 1-3 Este texto comienza hablando de las mujeres que seguían a Jesús y lo ayudaban con sus bienes. En Mc 15, 41 se menciona que algunas mujeres "lo habían seguido y lo habían servido". En aquella época era un poco escandaloso que Jesús anduviera predicando por allí con un grupo de mujeres, sobre todo porque algunas de ellas habían estado poseídas por "malos espíritus". Pero esas mujeres habían recibido con fe la Palabra del Señor y querían seguir su camino. La parábola del sembrador, que se narra a continuación, nos lleva a pensar que esas mujeres generosas eran como la tierra fértil, que recibe la Palabra y la deja crecer y fructificar. San Pablo se refiere en sus cartas a las mujeres que colaboraban con él, no sólo con bienes materiales, sino como verdaderos apóstoles. Febe (Rom 16, 1), por ejemplo, era diaconisa de la iglesia de Cencreas. Y esto indica que en las primeras comunidades se daban ministerios importantes también a las mujeres. Posteriormente, el texto de 1 Tim 5, 3.9 indica que había un catálogo para registrar a las que hacían una consagración particular. Con respecto a Febe, cabe aclarar que el apelativo de "diaconisa" no tenía poca importancia. Pablo se llamaba a sí mismo "diácono" cuando defendía su autoridad (2 Cor 3, 6; 6, 4) y cuando mencionaba sus títulos de honor (2 Cor 11, 21-23). Además, Pablo se detiene a recomendar que reciban a Febe dignamente y que la asistan en todo, y se muestra agradecido de haber sido "protegido" por ella (Rom 16, 2). Pero Pablo también manda saludos a otras mujeres, elogiadas por sus fatigas: María, Trifena, Trifosa, Pérside (16, 2), la madre de Rufo (16, 13), Julia y la hermana de Nereo (16, 15). Inmersos en un mundo hostil, los cristianos de las primeras comunidades valoraban el apoyo de la fe compartida y el sentimiento de la mutua pertenencia. Cualquier obra buena, cualquier entrega era valorada y agradecida. Y las mujeres, lejos de ser discriminadas, en la práctica tenían amplias posibilidades de servir y de intervenir en la Iglesia; eran reconocidas en sus empeños y fatigas, y eran recordadas con afecto.
Oración: "Señor, concédenos que en todas las comunidades cristianas las mujeres sean respetadas, y que puedan ejercer libre y gozosamente los carismas que les regalaste para servir a la Iglesia". 277
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Semana 24 durante el año SÁBADO: LC 8, 4 - 1 5
En la época de Jesús los maestros usaban muchos ejemplos tomados de la agricultura, de los animales, de la vida en la naturaleza, y no hay mejor ejemplo que el de la tierra y la semilla para ejemplificar lo que sucede cuando la Palabra de Dios intenta penetrar en nuestros corazones. Es una Palabra que no penetra ni hace su obra por la fuerza. Porque a veces nosotros somos como el borde de un camino, donde la semilla es arrebatada enseguida por los pájaros. Ni siquiera nos detenemos a escuchar a Dios. Otras veces somos como el terreno pedregoso, con poca profundidad. Allí puede entrar la Palabra de Dios, pero la persona no quiere tener problemas, prefiere llevar una vida tranquila, no quiere entregar nada por la Palabra, y entonces no la deja crecer. Otras veces somos como las espinas, porque permitimos que la Palabra crezca y comience a cambiar nuestras vidas, pero luego no le dedicamos ni tiempo ni espacio en nuestro interior, porque nos dejamos agobiar por muchas cosas, todo nos distrae y nos seduce, y todo nos parece urgente. Jesús nos invita a ser tierra buena, blanda y generosa, abierta y dócil, para que la Palabra de Dios pueda transformarnos de verdad y llevarnos a un nivel de vida más alto, a una vida que valga la pena, a las cosas realmente importantes. Pero si nuestro corazón ni siquiera tiene el deseo de recibir la Palabra, tendremos que comenzar pidiendo al Espíritu Santo que despierte ese deseo. El deseo va rompiendo el corazón impenetrable para que por algún resquicio pueda entrar la semilla de la Palabra y producir su fruto. Sólo hace falta una tierra deseosa, dispuesta a recibirla en su profundidad. Y la oración alimenta el deseo, pero a su vez, cuando el deseo comienza a brotar, se convierte en una relación continua con Dios que permite que la Palabra escuchada siga creciendo y llegue a producir frutos. Y así, atrayéndola con nuestro deseo, la Palabra de Dios hace su obra.
Oración: "Espíritu Santo, infunde en mi corazón el deseo de la Palabra; rompe en mil pedazos mi tierra dura, mi autosuficiencia, mi desconfianza, mi indiferencia, y conviérteme en una tierra abierta, deseosa, bien dispuesta". 278
Domingo 25° durante el año AÑO A : MT 2 0 , 1 - 1 6 En esta parábola, los trabajadores convocados a la mañana recibieron la promesa de un pago determinado y ellos estuvieron de acuerdo. Terminada la jornada, el dueño de la viña les pagó lo que les había prometido. Pero el dueño de la viña quiso pagarles la misma suma a los que sólo habían estado una hora trabajando en la viña. Al hacerlo no fue injusto con los primeros, ya que a éstos les había pagado lo que correspondía. Pero eran corazones egoístas, incapaces de alegrarse con el bien ajeno. Cuando se escribió este texto, se dirigía sobre todo a los judíos que se habían hecho cristianos, y seguían sintiéndose orgullosos de sus viejas tradiciones, pero les costaba aceptar que a sus comunidades cristianas se agregaran paganos convertidos y de golpe tuvieran los mismos derechos que ellos. Pero ahora esta parábola tiene una enseñanza también para nosotros. Los que se han acercado a Dios y han trabajado para él, y se han esforzado por ser fíeles, reciben de Dios muchos bienes espirituales, y muchos dones de todo tipo; reciben de Dios la fuerza que necesitan para ser felices y para enfrentar las dificultades, y recibirán un premio de vida y de felicidad eternas. Pero Dios podría conceder lo mismo a los que se han acercado a él después de muchos años de pecado y de maldad, y podría ser generoso con ellos también si se acercarán a él en el último instante de sus vidas. En este caso, los servidores de Dios que de verdad tienen el corazón abierto, capaces de amar al hermano y de desear su felicidad, se alegrarían profundamente contemplando la generosidad de Dios, que se derrama gratuitamente. Pero no siempre sucede así. El egoísmo suele oscurecer tanto la mirada, que les lleva a pretender un Dios a la medida pequeña de esa incapacidad de amar. El reproche final de Dios pone el dedo en la llaga: "¿Por qué miras mi bondad con un ojo tan malo?" Esa mirada egoísta mancha de maldad y echa por tierra todo el camino que se ha hecho antes, porque "aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor no me sirve de nada" (1 Cor 13, 3).
Oración: "Ayúdame Señor, sana mi egoísmo, para que tenga siempre una mirada buena, capaz de desear el bien de los demás, capaz de alegrarme con su felicidad, deseoso de compartir gratuitamente con ellos lo que pude alcanzar en mi vida". 279
Domingo 25° durante el año AÑO B: Mc 9, 30-37 Jesús había advertido claramente a sus discípulos que se cuidaran de la levadura de los fariseos y de Herodes, celosos de su poder y capaces de defender ese poder a costa de todo. Sin embargo, la tentación del poder y la gloria se cierne también sobre la comunidad de los discípulos, y Jesús le sale al paso. Les enseña que así como él renunció a un poder terreno y a una gloria mundana, los discípulos deben también desprenderse de las pretensiones de dominio. Todo deseo de alguna autoridad sobre los demás, debe transformarse en un deseo de servir a todos desde el último lugar. Resulta grosero que, luego que Jesús anunciara una vez más su muerte y su resurrección, los discípulos, que no lograban entrar en esa lógica de entrega, se pusieran a discutir quién de ellos era el más grande. Pero Jesús les muestra que en la lógica del Reino el más grande es el que se hace el último, el que sirve. Por eso el niño representa a los preferidos, a los primeros. El discípulo, si quiere ser agradable a los ojos de Jesús, deberá hacerse pequeño como un niño y aparecer ante los demás con la sencillez de un pequeño. Esta actitud de Jesús es importante, ya que lo diferencia de las autoridades religiosas de su época, preocupadas por su poder y su prestigio social. A ellos no podían interesarles los niños, porque ellos no contaban a nivel social, no opinaban, no tenían dinero, no eran consultados, no tenían peso político. Detenerse ante un niño era perder el tiempo. Pero Jesús prefería precisamente a los que no cuentan. El Señor quiere que sus discípulos entren en otro estilo de vida, en otra forma de relacionarse. Jesús quiere liberarlos de esa dinámica social donde lo que más interesa es adquirir poder y los políticos buscan simplemente alcanzar el poder o mantenerlo, de manera que la principal preocupación deja de ser la búsqueda del bien común y el servicio a los demás.
Oración: "Cambia mi corazón Señor; sólo tú puedes liberarlo de sus deseos de gloria y de poder, sólo tú puedes sanar su orgullo y hacerlo simple y desprendido como el tuyo. Dame la gracia de amar el último lugar, ese que nadie desearía quitarme". 280
Domingo 25° durante el año AÑO C : LC 1 6 , 1 - 1 3 Este texto nos habla de un administrador deshonesto, que al saber que está por perder su puesto, se enfrenta a una situación angustiante que le exige decisiones astutas y urgentes. Está por quedarse en la calle, y necesita asegurar su futuro. Por eso, reduce parte de la deuda a los deudores de su jefe; de esa manera se gana su amistad para que luego lo reciban y lo auxilien cuando quede en la calle. El texto parece indicar que lo que hizo este administrador no era honesto. Muchos comentadores han hallado una salida: decir que el porcentaje de la deuda que el administrador perdonó a los deudores era en realidad lo que le correspondía a él como ganancia por lograr cobrar las deudas. También hoy, cuando algunas deudas parecen incobrables, se le ofrece al cobrador un porcentaje alto para estimularlo a buscar la manera de cobrar esas deudas, y a veces se concede hasta el 50 % de la deuda. En ese caso, este administrador no habría sido deshonesto, porque estaba disponiendo del porcentaje que le correspondía por el cobro. Tanto en esta parábola como en otras, no se trata de explicar los detalles, sino de captar la enseñanza de fondo. Aquí se nos invita a usar el dinero con inteligencia, haciendo el bien, compartiendo, dando limosna, porque de esa manera acumulamos un tesoro en el cielo: "El que se apiada del pobre presta dinero al Señor" (Prov 19, 17). Acumulando dinero no estamos obrando astutamente, porque el dinero acumulado, que nos encierra en nuestros propios intereses, no nos brinda ninguna riqueza sobrenatural y nos aleja del camino de la fraternidad. Es mejor usar el dinero para ganar amigos que nos recibirán en el cielo. Sólo así nuestro futuro está asegurado. Cabe recordar una anécdota. Dicen que cuando los herederos de Alejandro Magno, ante su muerte inminente, le preguntaban dónde había escondido sus tesoros, él respondía: "en los bolsillos de mis amigos".
Oración: "Señor, ilumíname para que no me engañe a mí mismo creyendo que es la acumulación de bienes lo que asegura mi futuro. Lo que tú me pagarás abundantemente es lo que yo haga entregado con generosidad. Por eso, Señor, enséñame a ver que lo que me queda para el futuro son mis obras de amor al hermano". 281
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Semana 2 5 durante el año LUNES: LC 8, 1 6 - 1 8
Luego de la parábola del sembrador se nos dice que esa Palabra que los discípulos han recibido se presenta como una luz que no puede ser guardada en la intimidad del corazón sino que debe ser compartida, comunicada, ya que de otra manera pierde su sentido de luz; ninguna lámpara se enciende para ser guardada. Por eso se invita al discípulo a no medir su entrega a esa Palabra. La Palabra merece ser amada, vivida y compartida sin cálculos, para que de la misma manera, sin medida, Dios llene la propia vida de su luz y de su poder. De otro modo sucederá lo mismo que pasa con una semilla que se guarda: termina perdiendo la vida, termina podrida o estéril. Así se nos indica una ley de la vida espiritual: para crecer en lo que se posee, e incluso para no perderlo, es necesario comunicarlo. Lo que no se comunica deja de ser auténtico y se muere, aunque aparentemente siga estando presente. Por eso podemos hablar de una fe viva y de una fe muerta. La fe viva es la que "se hace activa por el amor" (Gál 5, 6). Así se entiende lo que dice el final de este texto: "al que no tiene se le quitará aun lo que parece tener" (Lc 8, 18). Esta es la paradoja de las cosas de Dios, que no se aseguran reteniéndolas, sino regalándolas. Del mismo modo, la libertad cristiana es convertirse en esclavos de los demás (Gál 5, 13), porque el Espíritu Santo nos libera de nosotros mismos para hacernos uno con el hermano y ganarlo para Cristo: "Siendo libre, me hice esclavo de todos" (1 Cor 9, 19). Y así, en lugar de perderla, ganamos la más preciosa libertad, la liberación que produce el amor.
Oración: "Señor, dame la alegría de compartir la vida que me das, de llevar a otros esa Palabra que ha iluminado mi existencia. No permitas que muera dentro de mí esa luz preciosa que encendiste en mi interior".
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Semana 25- durante el año MARTES: LC 8, 1 9 - 2 1
Jesús no desprecia a su familia, e invita a los demás a no olvidarse de honrar a los padres (Mc 7, 1-13); pero no quiere dejar de mostrar que la fe crea también lazos familiares entre nosotros, que cuando encontramos a Dios como Padre se rompen las paredes del círculo familiar para abrir el corazón también a otros que pasan a ser verdaderamente hermanos. El texto de Lucas 2, 41-51 muestra que Jesús respetaba a María y a José, pero que también debía abandonar esa intimidad de su pequeña familia para abrir su misión a todo el pueblo, porque esa era la voluntad del Padre que él venía a cumplir. La expresión "hermanos" designaba en el lenguaje de aquella época a cualquier pariente próximo: tíos, primos, etc. Por eso la expresión "tu madre y tus hermanos" indicaba al conjunto de su círculo familiar más cercano. El evangelio de Juan enseña que la madre de Jesús, que siempre lo buscaba, en realidad debía cumplir una misión suprema junto a él en la cruz. Allí sí, Jesús volvería a la intimidad con su madre para realizar juntos la suprema voluntad del Padre (Jn 2, 4; 19, 25-27). En la cruz María alcanza su mayor fecundidad, porque uniéndose a Cristo en su pasión, con una espada atravesando su corazón (Lc 2, 35), ella se convirtió en madre de todos los discípulos. Jesús, en el momento más importante de su vida, cuando nos estaba redimiendo con su sangre, se detuvo a mirar a María para decirle: "Mujer, ahí tienes a tu hijo" (Jn 19, 26). Juan, que nos representaba a todos, la aceptó como madre. De este modo, los que tenemos un mismo Padre por la fe, y así formamos parte de una única familia, hemos recibido también una madre común, la madre que Jesús quiso compartir con nosotros.
Oración: "Señor, ayúdame a descubrir y regalas, y concédeme que pueda tigo, que no me evada en una fe ca a los hermanos que me has
valorar la nueva familia que me vivir en familia mi relación conindividualista, sino que reconozregalado".
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Semana 25 durante el año MIÉRCOLES: LC 9 , 1-6 Jesús vuelve a llamar a los apóstoles y los envía de dos en dos, con lo cual se remarca el aspecto comunitario de la misión. En esta tarea Jesús capacita a los que envía confiriéndoles poder no sólo para predicar, sino también para liberar a los hombres de sus males más profundos. Jesús quería algo más en sus discípulos: una vida desprendida y desinteresada; para que así como en Jesús se unieron la gloria y la pequeñez, eso mismo se reflejara en sus discípulos: revestidos de su poder, pero no apoyados en riquezas ni seguridades de este mundo, libres frente a los bienes y a la apariencia, dependiendo de la generosidad de los demás, viviendo en plena solidaridad con los más pobres y abandonados. Debían dirigirse a todos los ambientes, pero evitando que los contagiaran las malas costumbres y la indiferencia de algunos lugares. Por eso Jesús los invitaba a sacudirse hasta el polvo que les quedara en las sandalias cuando en algún lugar la Palabra fuera despreciada. Pero este gesto no es sólo una metáfora. De hecho, Pablo lo realizaba para recordar mejor la exhortación del Señor y no perder el entusiasmo evangelizador por las contrariedades del mundo (Hch 13, 51). El encuentro con Cristo tiene que plasmarse en el cumplimiento de una misión; y no existe un creyente que no tenga una misión que cumplir. Por eso es bueno que cada mañana nos preguntemos el "para qué" del día que comienza, que recordemos cuál es la misión que el Señor espera que cumplamos a lo largo del día. Las peores angustias e insatisfacciones se producen cuando uno no tiene un motivo para entregarse, para trabajar, para luchar, y entonces hay que recordar, que también a través de las pequeñas cosas, podemos vivir la profunda satisfacción de estar cumpliendo una misión. Pero eso no se inventa de golpe, no se improvisa; se va preparando con la oración y con las pequeñas opciones de cada día.
Oración: "Señor, toma mi vida y realiza en ella esa paradoja de tu gloria y tu poder unidos a la humildad y a la pequeñez. Dame tu gracia, Señor, para entregarte todos mis deseos de poder, de prestigio y de dinero, para apoyarme sólo en tu poder y en tu amor, y así cumplir la misión que tú me confias". 284
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Semana 2 5 durante el año JUEVES: LC 9,
7-9
En el relato de su evangelio, Lucas hace una interrupción para hablar de Herodes. No se trata de Herodes el grande, que aparece en la época del nacimiento de Jesús y en la matanza de los niños, sino de su hijo Herodes Antipas. Este Herodes Antipas era amigo de Juan el Bautista y lo escuchaba admirado; pero eso no impidió que lo encarcelara cuando la presencia del Bautista comenzaba a afectar sus intereses personales (Lc 3, 19-20). Ahora, por lo que escuchaba decir acerca de Jesús, Herodes no podía evitar asociarlo con Juan el Bautista, y quería verlo. Pero esto no significa que hubiera nacido en él algún arrepentimiento o que su corazón se estuviera abriendo a la invitación a la conversión, de Juan y de Jesús. De hecho Lucas nos cuenta que buscaba a Jesús para matarlo (13, 31-32); y luego nos narra (23, 8) que Herodes se alegró mucho cuando le llevaron a Jesús, pero el motivo de su alegría se debe a que "esperaba verlo hacer algún milagro". Como Jesús no accedió a sus deseos y ni siquiera contestó sus preguntas, comenzó a tratarlo con desprecio y burlas (23, 11). Así se manifiesta que su interés por Juan el Bautista y por Jesús sólo consistía en su afán de conocer gente interesante y presenciar prodigios, pero sólo en la medida en que no contrariaran sus intereses personales y no cuestionaran su vida. Lucas evita narrar detalladamente la historia de la muerte de Juan el Bautista, pero no quiere dejar de mencionar a Herodes en estos textos. Esta presencia de Herodes nos invita a pensar si nuestro corazón está verdaderamente abierto a Jesús, permitiéndole que cuestione nuestra vida, o si nuestra fe consiste sólo en un deseo de ver maravillas, pretendiendo que Jesús esté al servicio de los propios caprichos.
Oración: "Jesús, no quisiera que tú, mi Señor y mi apéndice en mi vida, una figura llamativa, al servicio de mis caprichos. Ayúdame a Palabra para que me deje interpelar por mi vida".
Salvador, seas sólo un un profeta milagroso abrir mi corazón a tu ella y acepte cambiar
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Semana 2 5 durante el año VIERNES: LC 9 , 1 8 - 2 2 Después de mucho tiempo de convivencia y de enseñanza, Pedro reconoce que Jesús no es un profeta más, ni una especie de sucesor del Bautista, sino el Mesías esperado. Pero Jesús quiere llevar a sus discípulos a descubrir que el Mesías debe pasar por la cruz. Luego de anunciar su pasión, en el versículo siguiente se pide a los discípulos que acepten reproducir ese misterio en las propias vidas, cargando con la cruz. En las molestias y renuncias de la vida se está compartiendo la pasión del Señor. Sin embargo, Jesús tampoco quiere presentar a sus discípulos una perspectiva negra, donde lo único que se ve en el horizonte es dolor y renuncia. Porque al anunciar la pasión Jesús anuncia también su resurrección. La cruz no es la última palabra. No sólo eso, sino que si leemos también el versículo 27, vemos que allí se anuncia a los discípulos que alcanzarían a ver la coronación de sus tribulaciones antes de su muerte, porque llegarían a ver el Reino de Dios. Aquí no se refiere al fin del mundo sino precisamente a la resurrección de Cristo, que se acaba de anunciar, y al derramamiento del Espíritu en la Iglesia, que los discípulos pudieron experimentar personalmente. Con Cristo resucitado y presente en la Iglesia por el poder del Espíritu ya ha comenzado realmente el fin de los tiempos, la última etapa de la historia. Por eso para nosotros no hay ninguna cruz que no tenga ya alguna luz de la resurrección. Así como Pedro pudo reconocer en Jesús el cumplimiento de las antiguas promesas, también nosotros estamos llamados a reconocer a Jesús que está presente entre nosotros. Sobre todo en la Eucaristía él se hace presente en nuestras vidas, y allí se cumplen las promesas de los profetas. Cada vez que celebramos la Eucaristía podemos decir que para nosotros el anuncio de la Palabra de Dios "se ha cumplido hoy" (Lc 4, 2 1 ; 2 Cor 6, 2).
Oración: "Señor, al contemplarte resucitado puedo ver todavía las señales de tu Pasión. Eres el Mesías que ha venido a reinar pasando por la cruz, compartiendo con la humanidad el dolor y la angustia de su crucifixión. Hazte presente Señor, con tu gloria y tu luz, en medio de mis tribulaciones". 286
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Semana 2 5 durante el año SÁBADO: LC
9, 43-45
Todos se admiraban de lo que Jesús hacía. Pero Jesús quiere hacer una advertencia a sus discípulos y les anuncia que él será entregado "en manos de los hombres". Eso significa que la admiración que él despertaba por los prodigios que hacía, la gloria que se manifestaba en sus acciones, no bastaría para evitar su muerte "en manos de los hombres". Esta expresión "en manos de los hombres" nos hace descubrir hasta qué punto el Hijo de Dios hecho hombre estuvo sometido a los límites humanos, hasta qué punto él quiso depender de la libertad humana, herida y enferma. Porque fue la libertad de los hombres, tomada por el poder del mal, lo que llevó a Jesús a la cruz. Pero también hoy, aunque Jesús está resucitado, él quiere someterse a los límites de nuestra libertad débil y pecadora. Porque, aunque él tiene la iniciativa y nos ofrece su gracia, nosotros siempre podemos decirle que no. Hoy Jesús podría manifestar el poder de su resurrección liberando a los pobres del hambre y la miseria, y sin embargo no lo hace, porque quiere lograrlo a través de nosotros, y mientras nosotros no le demos nuestro sí y aceptemos ser generosos, y nos entreguemos a la lucha por la justicia, él no podrá liberar al hambriento. Si en el mundo hay tantos problemas y angustias es porque todavía son demasiado pocos los que se ofrecen como instrumentos, generosa y sinceramente, para aliviar las angustias de los demás. Él tiene poder para liberar nuestros corazones del egoísmo, de la comodidad y de la indiferencia, pero no quiere hacerlo sin nuestro sí. Por eso, también hoy es realidad que el mismo Hijo de Dios quiso caer "en manos de los hombres".
Oración: "Señor Jesús, que has puesto en mis manos cosas tan grandes e importantes, que has querido usar mis manos para resolver los problemas del mundo, tómame Señor, vence mi egoísmo con tu gracia, irrumpe en mi vida con el poder del amor". 287
Domingo 26° durante el año AÑO A : MT 2 1 , 2 8 - 3 2 Jesús muestra de una manera breve y directa las dos actitudes que puede haber ante la voluntad de Dios: la del que hace alarde de su entrega, de su perfección y de su generosidad, pero que cuando llega el momento no sabe reconocer ni cumplir lo que Dios concretamente le pide. Y por otro lado, la actitud del que reconoce su incapacidad, su fragilidad y su imperfección, pero que finalmente abre su corazón y se entrega generosamente. Pero Jesús lo ejemplifica con los pecadores y prostitutas que con sólo escuchar el anuncio de Juan el Bautista se habían convertido, mientras las personas consagradas a Dios que veían y escuchaban nada menos que al Mesías, no eran capaces de abrir el corazón. Algunas personas servían a Dios, pero al Dios que se adaptaba a sus ideas y tradiciones, un Dios creado por ellos a la medida de sus estructuras. Podríamos relacionar este texto con la parábola del hijo pródigo y con todo el capítulo 15 de Lucas. Allí vemos que los fariseos no eran capaces de alegrarse con la conversión de los pecadores. También vemos que Jesús pone el ejemplo del hermano que se había quedado en la casa pero no supo alegrarse cuando su padre recibió al hermano extraviado de regreso. El hijo que se había quedado en la casa muestra que en realidad no amaba la voluntad de su padre, porque cuando el padre actuaba con misericordia él era incapaz de aceptarlo con gozo. Porque estaba en la casa del Padre, pero no vivía el espíritu de amor de la casa del Padre. Esto puede suceder también hoy, cuando las personas que creen haber entregado a Dios el corazón, en realidad están lejos de él, porque sólo buscan aprobación y adulaciones, pero no gozan buscando desinteresadamente el bien de los demás.
Oración: "Ayúdame Señor, para que valore lo maravilloso que es conocerte, escuchar tu Palabra, recibirte en la Eucaristía, de manera que no me sienta tan perfecto en mi respuesta y experimente mi pequeñez ante un don tan grande. Dame tu gracia, para que no te responda con promesas, sino que tu mismo poder oriente mi vida a una respuesta generosa y a una conversión real".
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Domingo 26° durante el año AÑO B: MC 9 , 3 8 - 4 3 . 4 5 . 4 7 - 4 8
Junto con la tentación del poder estaba la tentación propia de los fariseos, que buscaban controlarlo todo, tener bajo su mirada dominante todo lo que tuviera que ver con la religión y las costumbres. Jesús había pedido a los discípulos que se cuidaran de contagiarse. Pero este texto muestra que también los discípulos caían en la tentación de querer controlarlo todo. Por eso no podían aceptar que alguien expulsara demonios en nombre de Cristo sin pertenecer a su grupo de "selectos". Sin embargo Jesús prefiere ser tolerante, y responde que es suficiente que esa persona no esté contra ellos. La misma actitud positiva y tolerante puede verse en Pablo, cuando en Flp 1, 18 dice: "¿Qué importa si predican a Cristo con falsedad o con autenticidad? Si predican a Cristo eso me alegra y me alegrará". Luego Jesús invita a revisar nuestra escala de valores y a descubrir que el Reino tiene tanto valor que justifica renuncias y sacrificios. El que busca la vida mejor que Jesús propone no puede dar rienda suelta a todas sus inclinaciones, sobre todo cuando las propias acciones hacen daño a los demás. El evangelio exige un nuevo estilo de vida marcado sobre todo por una sincera preocupación por el bien del otro. El mismo sentido aparece en el tema de la sal. La sal simboliza esas características que distinguen a los cristianos y que deben contagiarse al mundo (Mt 5, 13). Pero también era usada en las alianzas como señal de amistad. Por eso el texto dice "tengan sal y estén en paz con todos". Esto implica que esas características distintivas de los cristianos son ante todo las buenas actitudes ante el prójimo. Una persona "con sal" es alguien que puede hacer felices a los demás, que les ayuda a llevar el peso de la vida, que crea a su alrededor un ambiente de amistad.
Oración: "Ilumíname Señor, sana mi mirada más profunda para que pueda descubrir el inmenso valor de tu Reino, de tu presencia, de tu camino; y fortaléceme para que sea capaz de entregarlo todo por ese Reino de vida verdadera" 289
Domingo 26° durante el año AÑO C : LC 1 6 , 1 9 - 3 1 Este episodio del rico y el pobre Lázaro es uno de los textos típicos del evangelio de Lucas, con un fuerte acento en la misericordia, donde aparece también la predilección de Dios por los pobres. De hecho, el único motivo que se da para que Lázaro sea llevado por los ángeles a un lugar de consuelo son los males que soportó durante su pobre vida, es decir, simplemente su pobreza. El evangelio invita a prestar atención a esas personas sumidas en la miseria y la angustia mientras estamos felices en nuestras comodidades y tratamos de no dejarnos cuestionar por su presencia. Y este texto nos muestra el lugar peculiar de la ayuda al hermano pobre en el camino de purificación y crecimiento. Aunque todo parezca estar bien, la indiferencia ante las necesidades del pobre nos coloca en un camino que lleva a la oscuridad y a la ruina. También es destacable en este texto la importancia que se da a la Palabra de Dios, ya que si no le prestamos atención a sus exigencias, ni siquiera la resurrección de un muerto nos hará renunciar a nuestros apegos y a nuestra indiferencia. No se trata entonces de esperar que Dios haga algo prodigioso para que cambiemos de vida. Se trata de detenerse a ver la realidad: la propia vida, el sentido de lo que estamos haciendo, las necesidades que hay a nuestro alrededor. De ese modo podremos reconocer que la vida cómoda y egoísta que llevamos es verdaderamente desagradable. De hecho, hay personas que luego de disfrutar varios días de comodidad y de confort, comienzan a recordar el sufrimiento de los demás y entonces surge en sus corazones la pregunta: "¿Para qué estoy viviendo? ¿Qué estoy haciendo con mi vida?" Pero la persona que se evade en las distracciones y escapa de las preguntas de su propio corazón, no cambia de vida aunque vea resucitar a un muerto.
Oración: "Ilumíname Señor y toca te en aquellos que pasan indiferencia. Purifícame encierran en mi pequeño 290
mi corazón, para que pueda descubrira mi lado y sólo se encuentran con mi del egoísmo y de la comodidad que me mundo, insensible y ciego".
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Semana 2 6 durante el año LUNES: LC 9 , 4 6 - 5 0
Este texto sobre los niños debe leerse en continuidad con lo que venía narrando el capítulo 9. En el versículo 43 vemos a la gente maravillada ante la "grandeza" de Dios que se manifestaba en los prodigios de Jesús. Luego Jesús anuncia que esa grandeza va a ser aparentemente opacada, porque se manifestará de otra manera en su muerte en manos de los hombres. Jesús tenía la potencia de Dios, y sin embargo se hizo impotente en la pasión. Del mismo modo ahora, en este texto, nos invita a descubrir la grandeza de Dios en los más pequeños, los niños, para que lleguemos a la grandeza de Dios haciéndonos pequeños como un niño. El evangelio nos invita así a recuperar la actitud de humilde confianza que caracteriza a los niños (Sal 131); el Reino de Dios debe ser recibido con esa confianza, propia del que sabe que solo no puede. Así como un niño que en los momentos de temor reclama sinceramente la presencia de su Padre, el corazón tocado por Dios ha renunciado a su autonomía, sabe que necesita del poder de Dios, que sin el Señor no tiene fuerza ni seguridad, que en él está la única verdadera fortaleza. El discípulo, si quiere ser agradable a los ojos de Jesús, deberá hacerse pequeño como un niño y aparecer ante los demás con la sencillez de un pequeño. Presentándose a Dios con las manos vacías se dispone a ser llenado con la misericordia infinita del Padre que lo ama de verdad. Presentándose ante los demás con la sencillez de un niño, queda claro que el poder que se manifiesta en su vida pequeña no es suyo, sino del Padre que lo sostiene permanentemente.
Oración: "Señor, ayúdame a depender de ti como un niño, liberado de la soberbia y de las falsas seguridades; ayúdame a descubrir que sólo en ti está mi fortaleza, que sin ti no puedo, que sólo en tu poder encuentro seguridad, que el primer lugar es tuyo y mi lugar está en tus brazos".
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Semana 2 6 durante el año MARTES: LC 9 , 5 1 - 5 6
Jesús se encamina "decididamente" a Jerusalén. Recordemos que Lucas nos presenta toda la vida de Jesús como una subida a Jerusalén para entregarse en la cruz. Pero este detalle sobre la "decisión" de Cristo nos ayuda a redescubrir que él no era un esclavo de las circunstancias, arrastrado por la maldad de los hombres. Tampoco debía aceptar en contra de su propia voluntad un plan del Padre, ya que él mismo había decidido libremente, en armonía con la voluntad del Padre, la entrega de su vida hasta las últimas consecuencias. Los discípulos tenían la tentación de desear otra cosa, de buscar un dominio violento, que todos se sometieran a Jesús por la fuerza; querían apresurar el triunfo de Cristo en la tierra a través de manifestaciones destructivas del poder divino. Ellos creían que eso era posible porque habían experimentado el verdadero poder que Cristo les había concedido al enviarlos a predicar, ya que a través de ellos se habían realizado prodigios (9, 1). Creían entonces que Dios también podría utilizarlos para destruir a los enemigos de Jesús. Pero Jesús rechaza firmemente esa actitud y los reprende. El viene a reinar de otra manera, y el Padre no ha planeado para él un dominio violento, sino el que pasa por la entrega generosa en la cruz. En el versículo 55, donde Jesús reprende a sus discípulos, algunos manuscritos colocan unas palabras del Señor donde dice que él no ha venido a destruir a los hombres sino a salvarlos. La mayoría de las traducciones no coloca estas palabras por considerarlas un agregado; pero de todos modos, reflejan que Jesús se oponía a la violencia y a la venganza, y prefería "vencer el mal con el bien" (Rom 12, 21). El vivía plenamente la tolerancia que pedía a sus discípulos.
Oración: "Señor Jesús, quiero adorarte admirando tu voluntad que se sometía a los planes del Padre con toda libertad y decisión. Concédeme Señor un poco más de generosidad, para entregarme decididamente al proyecto del Padre para mi vida". 292
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Semana 2 6 durante el año MIÉRCOLES: Lc 9 , 5 7 - 6 2
Después de rechazar las pretensiones de los discípulos, que habían propuesto destruir a los enemigos haciendo caer fuego del cielo, Jesús quiere liberar a sus discípulos de toda pretensión de gloria humana: si quieren seguirlo deben renunciar a toda seguridad de este mundo y lanzarse hacia delante, donde lo imprevisto del Reino de Dios quiera llevarlos. No hay dónde reclinar la cabeza, no hay seguridades familiares. Se trata de poner la mano en el arado y no mirar más para atrás. La urgencia del Reino de Dios que estaba llegando exigía discípulos dispuestos a la novedad y decididos a lanzarse hacia donde el Padre quisiera llevarlos, así como Cristo se encaminaba "decididamente" hacia Jerusalén, porque había que dedicarse "a los asuntos del Padre" (Lc 2, 49). Para arar el campo es necesaria esa decisión y se requiere mirar siempre hacia delante, aun cuando uno haya dejado atrás la comodidad de la estancia. Mirar para atrás es no estar en ninguna parte, es no vivir el presente, es aceptar a medias los nuevos desafíos y las nuevas posibilidades que Dios ofrece, es optar por la melancolía, es pretender tenerlo todo asegurado antes de tomar una decisión por el Reino de Dios. Como ejemplo de la fuerza destructiva que tiene esa nostalgia que nos tira para atrás, tenemos el relato sobre la mujer de Lot, que al mirar para atrás se convierte en un cúmulo de sal, sin vida ni esperanza (Gn 19, 26). Y como paradigma positivo tenemos la actitud que describe Pablo en Flp 3, 7-16. Pablo prefiere olvidarse del camino recorrido y lanzarse hacia delante, considerando que todo lo que queda atrás es una desventaja al lado de lo que es caminar con Cristo.
Oración: "Señor, tu Espíritu es viento que empuja, que lanza hacia adelante; derrámalo en mi vida para que no me quede anclado en el pasado y la comodidad, y acepte el desafío de cada misión que tú quieres confiarme".
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Semana 2 6 durante el año JUEVES: Lc 10,
1-12
Jesús envía a sus discípulos de dos en dos. Eso significa que la actividad misionera es comunitaria, y, en general, que nuestro servicio a Dios no puede ser individualista, no debe vivirse como una cuestión entre Dios y uno. El que quiere servir a Dios con el espíritu del evangelio, siempre tendrá que compartir con otro, consultar, rendir cuentas a alguien, respetar el estilo, los gustos y las inclinaciones de los compañeros de camino que Dios quiera poner a su lado. Además, los discípulos son enviados a preparar la llegada de Jesús, porque él es quien debe reinar en los corazones, y no los instrumentos que lo anuncian. El discípulo debe anunciar a Cristo sabiendo que deberá sufrir rechazos, burlas y persecuciones. No puede pretender una vida cómoda, sin contradicciones ni tensiones. Él es como una oveja en medio de lobos (v. 3). Pero no está solo, por dos motivos: porque Jesús lo envió con otro, que compartirá sus dificultades, y porque el que los envía es más fuerte que cualquier amenaza. Cuando lleguen a un lugar deben instalarse en una casa, sin cambiar de lugar, y allí pueden comer y beber con libertad todo lo que se les ofrezca (v. 8: todo lo de allí). Esto significa que los predicadores deben tener las comodidades mínimas para vivir dignamente. Jesús les pide libertad y desprendimiento, no miseria ni ascesis inhumanas. En los lugares hostiles, donde sean rechazados, deben evitar que ese rechazo los entristezca, los detenga o les quite entusiasmo. Sacudirse las sandalias para eliminar hasta el polvo de ese lugar es una manera simbólica de dejar todo atrás y seguir adelante con confianza y alegría. El discípulo es instrumento para comunicar esa paz que el mundo no puede dar, y por eso puede hacer suya la oración de San Francisco: "Señor, haz de mí un instrumento de tu paz. Que donde haya odio yo ponga el amor, donde haya ofensas yo ponga el perdón...".
Oración: "Señor, ayúdame a descubrir que también yo debo anunciar el evangelio, con coraje y alegría. Y te ruego que bendigas a los misioneros que llevan tu Palabra. Llénalos del poder de tu Espíritu para que experimenten tu presencia en sus vidas". 294
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Semana 2 6 durante el año VIERNES: LC 1 0 , 1 3 - 1 6 Jesús, que había crecido en Galilea, se lamenta amargamente de la incredulidad de algunas poblaciones de esa región. Él había intentado abrir el corazón de esa gente no sólo con su predicación, sino también con muchos milagros, pero ellos no se convirtieron.Y Jesús quiere hacerles notar que su incredulidad e indiferencia es peor que la de Tiro, Sidón y Sodoma. ¿A qué se debe esta comparación? Tiro y Sidón eran centros de comercio. Desde allí salían naves que surcaban el Mediterráneo y allí llegaban productos que se comerciaban en Oriente. Representaban un poder comercial y, con él, la adoración a los bienes materiales. Se entendía entonces que Tiro y Sidón no eran el ambiente adecuado para el florecimiento de profundas actitudes religiosas, para la conversión del corazón. Sodoma era una ciudad que simbolizaba el pecado, una depravación moral que finalmente la llevó a la ruina (Gn 19). Sin embargo, Jesús se dirige a las poblaciones de Galilea que no se convertían para hacerles notar que no tienen nada que criticar a Tiro, Sidón o Sodoma, porque la dureza del corazón de ellos era superior a la de esas ciudades. Si esas ciudades hubieran presenciado los prodigios de Jesús se habrían convertido rápidamente. Ante este texto cabe que nos preguntemos si todo lo que hemos recibido del Señor, todo lo que él nos ha manifestado, todos los regalos de su amor, no exigirían una mayor entrega de nuestras vidas, una conversión más profunda de nuestro corazón. En todo caso, no deberíamos escandalizarnos ante la incredulidad de otros, que quizás no han recibido del Señor tantos regalos como los que nosotros hemos experimentado. Cada uno debe sentirse interpelado por esta invitación a la conversión, porque el evangelio siempre nos pide más, siempre quiere llevarnos más alto. El evangelio nos dice: "Sean perfectos como el Padre celestial es perfecto" (Mt 5, 48).
Oración: "Ayúdame Señor, con toques de tu gracia, con auxilios de tu Espíritu, para que pueda reconocer tus dones con un corazón agradecido, y así desee responder a tu amor con una conversión más profunda, con una vida y un corazón que sean de tu agrado". 295
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Semana 2 6 durante el año SÁBADO: LC 1 0 , 1 7 - 2 4
Los discípulos se alegran porque los espíritus del mal se someten cuando invocan el nombre del Maestro. Se sienten poderosos. Pero Jesús les advierte que no pongan su mayor alegría en ese poder que han recibido, sino en las realidades celestiales que se les han prometido. La alegría es un tema típico del evangelio de Lucas, desde la anunciación hasta la Pascua, pasando por una especie de caravana de gente gozosa, entre los que se destaca María, que "se estremecía de gozo en Dios su salvador". Pero aquí es Jesús el que se llena de alegría; no una alegría mundana, o una euforia psicológica, sino el gozo que procede del Espíritu Santo. El motivo de la alegría de Jesús es muy particular. Jesús se alegraba contemplando cómo los más pequeños y sencillos recibían la buena noticia y captaban los misterios más profundos del amor de Dios. Y Jesús se goza porque es su Padre amado el que manifiesta a los sencillos las cosas que permanecen ocultas para los sabios de este mundo. Todo el evangelio de Lucas es también un testimonio permanente de esta predilección del Padre y de Jesús por los pequeños, los olvidados, los despreciados de la sociedad, pero que albergan en su sencillez un tesoro divino. Jesús es el que manifiesta esa misteriosa revelación, porque sólo él conoce íntimamente al Padre y puede revelar sus misterios.
Oración: "Señor Jesús, que te alegrabas con los pobres, dame la gracia de contarme entre los simples de corazón, para que pueda recibir tu Palabra con docilidad y con gozo, para que no me resista a tu acción salvadora, aferrándome a las seguridades del mundo".
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Domingo 27° durante el año AÑO A : MT 2 1 , 3 3 - 4 3 La viña, como de costumbre, simboliza al pueblo, y los cuidadores representan a las autoridades políticas y sobre todo religiosas. Los enviados son los distintos profetas que Dios ha suscitado en el pueblo para invitar a la conversión, pero que fueron despreciados. Finalmente, el propio hijo representa al mismo Jesús, que de este modo anuncia su propio fin. Es conmovedor reconocer que Dios regaló al hombre rebelde lo más precioso, su propio Hijo. El mismo Dios que detuvo a Abraham cuando estaba por sacrificar a su hijo Isaac, entregó a su propio Hijo en nuestras manos homicidas. El Hijo de Dios venía a buscar los frutos de la viña del Padre, ese pueblo que había sido preparado durante tantos siglos. Pero las autoridades, que se sentían dueñas del pueblo, no permiten al Hijo de Dios recoger los frutos de la fe de su pueblo. Las autoridades, al escuchar a Jesús, se dan cuenta que esta comparación iba dirigida precisamente a ellas, que estaban planeando la muerte de Jesús, pero no pueden arrestarlo por temor a la gente. Una vez más se ve que el problema de Jesús no era con el pueblo, sino con las autoridades. Y así vemos que el corazón de la gente sencilla suele estar más abierto a las novedades de Dios, pero los que tienen poder económico, intelectual o político suelen poner su seguridad en ese poder y se aferran tanto a esa seguridad falsa que no aceptan un cambio de planes, aunque el mismo Dios lo esté proponiendo. También nosotros, de alguna manera, podemos eliminar a Cristo de nuestras vidas, cuando percibimos que él se opone a nuestros planes, cuando tenemos alguna cosa humana a qué aferramos y no estamos dispuestos a perder esa seguridad para aferramos sólo a Dios.
Oración: "Señor, libérame de mis falsas seguridades, no dejes que me quede envuelto y asfixiado en mis propios proyectos que no me dejan ver tu luz, que no permiten escuchar esa palabra que me llama a la entrega, al cambio, a la vida nueva. No permitas que te elimine de mi vida para que no perturbes mis estructuras y mis planes". 297
Domingo 2 7 ° durante el año AÑO B: MC 1 0 , 2 - 1 6
Jesús afirma que la práctica del divorcio era sólo una permisión (permitió), como una tolerancia frente a una costumbre y a una debilidad. Pero para Jesús eso no corresponde al plan original de Dios, que une a los esposos como una sola carne para que nunca se separen. Que hoy sean tan comunes las rupturas no debe llevarnos a que nos burlemos de este deseo de Dios. Por eso Jesús reafirma el rechazo al adulterio, pero con una característica destacable: el varón no tiene derecho a repudiar a la mujer, y si lo hace no tiene derecho a una nueva unión. El texto antiguo (Deut 24, 1-3) daba amplios poderes al varón para liberarse de la mujer si luego de casado descubría en ella algo que no le agradaba, y así dejaba a la mujer a merced de los caprichos del varón. Jesús elimina esa superioridad despótica y arbitraria del varón y coloca las cosas en su lugar. Las exigencias son las mismas para los dos. El texto sobre los niños nos indica dos cosas; por un lado la mirada de amor que Dios dirige a los niños. No olvidemos que en aquella época se decía "tantas personas, sin contar las mujeres y los niños", parecía como si no fueran plenamente seres humanos. No era así para Jesús, que no sólo se detenía a acariciarlos y a bendecirlos, sino que además decía que el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Pero por otra parte el evangelio nos invita a recuperar la actitud de humilde confianza que caracteriza a los niños (Sal 131); el Reino de Dios debe ser recibido con esa confianza, propia del que sabe que solo no puede. Así, el corazón tocado por Dios ha renunciado a su autonomía, tiene la profunda convicción de que necesita de Dios y acepta espontáneamente depender de él.
Oración: "Señor, da la gracia de la fidelidad a los que se han unido en matrimonio; concédeles que se sientan realmente una sola carne, que vivan el gozo de pertenecerse el uno al otro a pesar de todo y sepan superar las dificultades que amenazan al amor". 298
Domingo 27° durante el año AÑO C : LC 1 7 , 5 - 1 0
Jesús dice a los discípulos que si tuvieran fe como un grano de mostaza, podrían trasladar un árbol sólo con darle una orden. Evidentemente se trata de una metáfora, porque ni Jesús ni sus discípulos, ni siquiera luego de la Resurrección, movieron árboles con una palabra. Jesús evitaba esos signos llamativos que no tuvieran relación con el bien del hombre y sólo realizaba prodigios para liberar a la gente de sus males o para dejar alguna enseñanza. Por lo tanto, Jesús no está invitando a sus discípulos a mover árboles con el pensamiento, sino a buscar un crecimiento de su fe. De hecho ellos mismos le habían pedido que les aumentara la fe. La fe puede desarrollarse poco a poco hasta alcanzar un poder extraordinario, así como del pequeño grano de mostaza puede originarse una planta de grandes dimensiones (Mt 13, 31-32). Este texto expresa de un modo didáctico la posibilidad para el que cree, de realizar lo que humanamente parece imposible. Para el que cree nada sería imposible (Mt 17, 20), así como nada es imposible para Dios (Lc 1, 37; Mc 10, 27), porque el creyente tiene una fuerza y una seguridad que le vienen de una especial participación en el poder divino. Pero este poder que Dios puede concederles no debe hacerles sentir que son grandes o admirables, ya que su poder viene de Dios para servirlo a él como siervos humildes que sólo cumplen con el deber de ser sus instrumentos. Es lo que el apóstol San Pablo expresaba al decir: "¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?" (1 Cor 4, 7). "Esta es la confianza que tenemos delante de Dios por Cristo. No somos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios" (2 Cor 3, 4-5).
Oración: "Fortalece mi fe, Dios mío, para que confíe en tu poder y crea verdaderamente que tú puedes intervenir en este mundo; y lléname de una confianza humilde, que sabe que el poder es tuyo, y que nosotros dependemos de ti". 299
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Semana 2 7 durante el año LUNES: LC 1 0 , 2 5 - 3 7 Un doctor de la Ley preguntó a Jesús qué debía hacer para alcanzar la vida eterna. Pero en realidad no era una pregunta sincera, ya que los doctores de la Ley y los fariseos sólo hacían preguntas para descubrir a Jesús en algún error o para poder acusarlo de algo. Por eso Jesús le devuelve la pregunta. El doctor de la Ley sabía cuál era la respuesta porque había estudiado la Palabra de Dios y las tradiciones judías, y no ignoraba que todo se resume en el amor a Dios y al prójimo. Pero para no quedar en ridículo por haber pedido una respuesta que era obvia, el doctor le pide a Jesús una precisión: ¿quién es mi prójimo? Y lo que estaba preguntando era si había que considerar prójimo a cualquiera o sólo a los miembros de pueblo judío. Jesús, después de poner el ejemplo del hombre herido y abandonado, pregunta: ¿quién se portó como prójimo de ese hombre?, o sea ¿quién se comportó como amigo de ese hombre? El doctor debió reconocer que el que se portó como un amigo del judío herido fue un samaritano, que para un judío era un ser despreciable. Y para rematar todo, Jesús le pide al doctor de la Ley que siga el ejemplo de ese samaritano y haga lo mismo. De esta manera, Jesús desarma la mente, las seguridades y las convicciones del doctor. Era como si le dijera: No te preguntes tanto por la interpretación de la Ley de Dios. Lo que Dios te pide es que actúes como amigo de cualquier ser humano, también con los que son de otra raza, y también con los samaritanos que te resultan despreciables. Reaccionar ante el dolor de cualquier ser humano como cuando uno reacciona ante el dolor de un amigo. Eso es lo que tu Dios espera de ti. El doctor de la Ley, que explicaba la Ley de Dios a los demás, y se preocupaba por la teoría, tiene que escuchar a Jesús que le dice: "Actúa, ama, reacciona como ese samaritano, que fue capaz de servir al otro espontáneamente sin pregunta nada. Eso es lo que tu necesitas para alcanzar la vida eterna".
Oración: "Señor, yo que estoy pendiente de mí mismo, preocupado por tantas cosas de mi propia vida, no soy capaz de reaccionar espontáneamente cuando alguien necesita mi ayuda. Necesito el impulso de tu amor que me arranque de mi egoísmo. No permitas que me haga tantas preguntas Señor, ayúdame a reaccionar con amor". 300
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Semana 2 7 durante el año MARTES: LC 1 0 , 3 8 - 4 2
"Marta, Marta". Reproche firme, pero cariñoso y paciente a la vez. Algunos han pensado que aquí se le da preferencia a la oración, representada por María, por encima de la acción, representada por Marta. Pero no es así, porque en todo el evangelio de Lucas encontramos una permanente invitación a las obras de misericordia, a la generosidad con el hermano, y son las buenas actitudes ante el hermano las que más agradan a Dios. Jesús era un peregrino que se hacía presente en un hogar, y ponía a prueba la hospitalidad de las dos hermanas. María hizo lo más importante que hay que hacer ante un hermano que se hace presente: prestarle atención a su persona, escucharlo. Marta, en cambio, con buena intención, estaba preocupada por servir a Jesús, pero haciendo muchas cosas para atenderlo bien. Entonces Jesús intenta hacer ver a Marta que lo que él quería era un momento de buena compañía, como diciendo: "Marta, yo no necesito tantas cosas, lo que quiero es que vengas un momento a estar conmigo, como tu hermana". Lo que en realidad nos quiere indicar este texto es que no es tan necesario hacer cosas en torno a las personas para prestar un servicio, sino que lo más importante es estar atentos a las personas mismas, dedicarles nuestro interés, nuestro tiempo para estar con ellas amándolas y escuchando sus cosas. Eso es lo primero que se espera de alguien que sabe amar. Pero lo mismo podríamos decir de nuestra relación con Dios; podemos hacer muchas cosas por él, pero lo más importante sería que le prestemos nuestra atención. A veces hasta los momentos de oración se convierten en un tiempo en que revisamos nuestra vida, planificamos cosas para servir a Dios, nos hacemos propósitos buenos para su gloria, pero no nos encontramos con él ni lo escuchamos.
Oración: "Mira Señor mi mente acelerada, mi corazón distraído, y ayúdame para que pueda estar más atento a ti y a los hermanos. No dejes que me arrastre la actividad desbordaba, o que me entretenga haciendo cosas, sin detenerme a mirar a las personas, a escucharlos, a estar con ellos, que son más importantes que las obras". 301
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Semana 2 7 durante ei año MIÉRCOLES: Lc 1 1 , 1-4 Cuando Jesús enseña a orar nos invita a tener ante Dios una actitud de ternura, de confianza, y al mismo tiempo de reconocimiento, aceptando que todo lo hemos recibido de él. Por eso nos pide que le llamemos simplemente "Padre". Así Jesús quiere compartir con nosotros el encuentro íntimo que él tiene con el Padre. De hecho, el evangelio nos cuenta que Jesús "oraba a solas" (Lc 9, 18), se apartaba en el silencio para encontrarse con el Padre. Para él era una necesidad de amor. Jesús ha querido que también nosotros tengamos esa intimidad con nuestro creador y que le llamemos "Padre". El mismo Espíritu Santo clama en nuestros corazones llamándole así (Gál 4, 6; Rom 8, 15). Decimos entonces que, por la obra y el impulso del Espíritu Santo, nosotros nos unimos a Jesús, y junto con él podemos clamar llenos de gozo y de confianza: "¡Padre!". Luego Jesús nos invita a expresar nuestro deseo de que el Nombre del Padre sea santificado. En el fondo era el gran deseo que llenaba el corazón de Jesús, porque él deseaba la adoración y la gloria de su Padre amado. Después nos invita a pedir la llegada del Reino, para despertar en nosotros el deseo sincero de esa llegada. Se trata de la plenitud que este mundo no nos puede dar, y que sólo llegará cuando el Reino de Dios se apodere de nosotros en toda su plenitud. Luego pedimos el pan, pero sólo el pan indispensable para seguir viviendo y entregándonos por el Reino de Dios; el pan cotidiano. A continuación pedimos perdón, pero sólo en la medida en que nosotros perdonamos, y así Jesús nos invita a recordar permanentemente la necesidad imperiosa de perdonar a los hermanos para poder estar en paz con el Padre de todos. Finalmente, rogamos al Padre que no nos deje caer en la tentación, que no deje que el mal nos domine, y así reconocemos humildemente que solos no tenemos fuerzas para vencer el poder y el atractivo del mal.
Oración: "Señor Jesús, enséñame a reconocer el amor del Padre Dios, a adorarlo, a presentarle con confianza mis necesidades. Ayúdame a decir la oración que tú nos enseñaste con profunda confianza y sinceridad". 302
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Semana 2 7 durante el año JUEVES: Lc 1 1 , 5 - 1 3 Es verdaderamente consolador escuchar estas promesas luminosas: "Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá", sobre todo porque estas promesas están fundadas en el amor del Padre Dios, que no puede desear el mal para sus hijos. Si un padre de esta tierra tiene compasión de sus hijos, no se puede pensar que el Padre Dios tenga menos capacidad de amor y de ternura. Otros textos bíblicos invitan también a esta súplica liberadora (1 Ped 5, 7; Stgo 5, 13; Flp 4, 6) y sin dudar (Mc 11, 24; Sant 1, 7-8). La oración de súplica no es sólo la expresión de nuestras necesidades, no es sólo una oración interesada; es también un culto a Dios. Porque cuando nos detenemos a pedir estamos expresando que solos no podemos, que necesitamos de Dios, y así reconocemos que el puede actuar, que él puede auxiliarnos con su poder y su amor. ¿Por qué entonces muchas veces nuestras súplicas no son escuchadas y Dios parece dejarnos solos con nuestras angustias? La Palabra de Dios nos indica que puede haber motivos que hacen que no consigamos lo que pedimos en la oración: cuando el que pide está obsesionado por sus necesidades pasionales (Sant 4, 2-3), o porque tiene un corazón cerrado a las necesidades ajenas (Is 1, 15-17; 58, 9-10), o porque Dios, el Padre bueno, tiene un plan mejor para él (2 Cor 12, 8-9). Leyendo este texto podríamos agregar otro motivo: a veces la súplica no es escuchada porque pedimos sin fuerza, sin ganas, sin verdaderos deseos; porque si recibiéramos eso que pedimos nuestra vida cambiaría y no estamos dispuestos al cambio, porque si Dios nos escuchara eso nos desinstalaría. Muchas veces pedimos, pero sin insistencia, sin poner nuestro corazón entero en la súplica. Cuando alguien está convencido de lo que necesita, golpea y golpea hasta que la puerta se abre. Lo más importante que tenemos que pedir al Padre, el don que nunca es negado, es el Espíritu Santo. Con él todo es posible.
Oración: "Padre Dios, quiero presentarme ante ti lleno de confianza, biendo que deseas mi bien como un padre bueno. Pongo en manos, Padre, todas mis preocupaciones, mis inquietudes, necesidades más profundas; pero te ruego sobre todo que no dejes faltar la fuerza y la luz de tu Espíritu Santo".
satus mis me
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Semana 2 7 durante el año VIERNES: Lc 1 1 , 1 5 - 2 6 Jesús provocaba admiración en la gente no sólo por sus palabras, sino también por sus prodigios, porque su presencia sanaba, liberaba, restablecía a los seres humanos enfermos y dominados por todo tipo de males. Los fariseos, envidiosos por el poder y el prestigio que Jesús tenía entre la gente, ya no sabían qué hacer para desacreditarlo; entonces se les ocurre decir que Jesús hacía prodigios porque tenía el poder de Satanás, y que expulsaba demonios con el mismo poder. Jesús responde que Satanás no puede expulsar a sus propios discípulos. Porque si en un reino hay división ese reino se viene abajo. Pero en realidad este texto quiere destacar que Jesús hace el bien y libera a los hombres con un poder divino, no demoníaco. El poder de Dios hace el bien, las fuerzas del mal sólo destruyen y enferman al hombre. Más adelante Jesús advierte a los que han sido liberados de algún mal que estén atentos para no volver a caer en lo mismo, porque es más difícil levantarse luego de una recaída. Alguien que acaba de ser liberado, alguien que acaba de convertirse o de cambiar de vida, tiene un entusiasmo que le ayuda a perseverar, pero cuando uno vuelve a caer, ya no siente el atractivo hacia el bien, que se le ha hecho rutinario. Otros textos de la Biblia advierten severamente a los que se sienten tentados de volver atrás. Vale la pena leer Heb 6, 4-6: "Es muy difícil que cuantos fueron una vez iluminados, gustaron el don celestial y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, saborearon las buenas nuevas de Dios y los prodigios del mundo futuro, y sin embargo cayeron, se renueven otra vez por la penitencia, porque crucifican de nuevo al Hijo de Dios". También puede leerse: Heb 10, 26; 12, 17. Pero no podemos ignorar las palabras claras y directas de 2 Ped 2, 21-22: "Hubiera sido mejor que no conocieran el camino de la justicia, antes que, después de conocerlo, volverse atrás del santo precepto que les fue transmitido. Les ha sucedido lo de aquel proverbio: el perro vuelve a su vómito y la cerda recién lavada vuelve a revolcarse en el barro'
Oración: "Señor, que conoces mi fragilidad y sabes cuánto me atrae el mal, dame la gracia de perseverar en tu camino, fortaléceme y muéstrame siempre la belleza y la atracción del bien para que no vuelva a revolearme en el barro". 304
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Semana 2 7 durante el año SÁBADO: Lc 1 1 , 2 7 - 2 8
Una mujer, feliz de escuchar las enseñanzas de Jesús, le grita: "Feliz el vientre que te llevó". Jesús responde que son más felices los que escuchan a Dios y viven su Palabra. ¿Hay que ver en esta respuesta una especie de desprecio a María, la madre de Jesús, una invitación a ignorarla? Si leemos Lucas 1, 48 veremos que María misma anuncia en su canto que todas las generaciones la llamarían "feliz", e Isabel, inspirada por el Espíritu Santo, también la llama "feliz" (1, 45). Así, el evangelio de Lucas nos está indicando que para Jesús la grandeza de su madre no está tanto en haberlo llevado en su vientre, sino en su santidad y en su fe; porque en el evangelio de Lucas los felices son los santos, los que viven como a Dios le agrada, los que ya poseen el Reino de Dios (6, 20). Por eso, si leemos bien las palabras de su prima Isabel, ella le dice: "Feliz de ti porque has creído" ( 1 , 45). Y Lucas nos cuenta también que María no vivía las cosas de Dios con superficialidad, sino que "conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón" (2, 19.51). Eso significa que María fue preparada por Dios para que no fuera una madre cualquiera, para que no ofreciera sólo su cuerpo, sino también su corazón entero. Entonces todos estamos llamados a compartir la felicidad de María; porque nosotros no podremos engendrar a Jesús en nuestro cuerpo, pero sí podemos engendrarlo en el corazón por la fe, imitando a María. La mujer que le gritó a Jesús estaba elogiando a su madre, pero ella no podía gozar de esa maternidad biológica, ya que "madre hay una sola". Lo que sí podía compartir esa mujer con María era el gozo que da la Palabra de Dios cuando es guardada y vivida.
Oración: "Señor Jesús, también yo quiero elogiar a tu madre querida, no sólo porque tuvo el privilegio de llevarte en su vientre, sino porque ella te recibió con una fe y una confianza inmensas, y por eso ella es modelo de los creyentes".
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Domingo 28° durante el año AÑO A : MT 2 2 , 1 - 1 4
Jesús compara el Reino de los cielos con una fiesta, con un banquete de bodas; es el Reino de la alegría compartida. Es cierto que esto supone una experiencia personal, el encuentro con Cristo que "vive en mí" (Gál 2 , 2 0 ) ; pero esa identificación espiritual con Cristo me lleva a identificarme con su sueño, que es el de reinar en toda la humanidad. Él quiere ser Señor en mi corazón, pero quiere verme unido a los demás en la alegría de la fiesta. Amando a Cristo comparto su sueño comunitario, y me uno a los demás para comenzar a vivir con gozo y gratitud la fiesta del Reino. Esta parábola del banquete se sitúa en el contexto del rechazo de los judíos, que eran los invitados especiales y rechazaron la invitación, y por eso la invitación se abre a todos los pueblos. Y si recordamos Mt 2 1 , 28-32, vemos que también se aplica a los fariseos y sumos sacerdotes de la época de Jesús, que teniendo toda la riqueza de su religiosidad no supieron aceptar al Redentor, y en cambio lo aceptaron los pecadores públicos y las prostitutas. Pero la parábola aporta un detalle importante. Si bien todos son invitados y recibidos, se espera que cada uno se adapte a la importancia del banquete y se prepare adecuadamente. Es necesario al menos colocarse un traje de boda. Leyendo el Nuevo Testamento podemos descubrir que ese traje de bodas, la condición indispensable para entrar al Reino, es el amor al prójimo (Mt 25, 34-36; Gál 5, 14; 1 Juan 2, 9; 3, 14). El que rechaza esta invitación al amor, el que se resiste al encuentro con el otro, no tiene lugar en el banquete, porque el que está cerrado al hermano ni siquiera puede disfrutar de una fiesta comunitaria, no tiene nada que hacer en esa celebración de amor y de unidad.
Oración: "Señor, te doy gracias tiano como una fiesta esa fiesta en plenitud. para poder participar
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porque me invitas a vivir mi camino criscomunitaria, y porque la vida eterna será Pero te pido la gracia de aprender a amar de ese maravilloso banquete".
Domingo 28° durante el año AÑO B: MC 1 0 , 1 7 - 3 0 Llega ante Jesús un hombre entusiasmado, llega corriendo, porque presiente que en Jesús puede encontrar la respuesta a sus cuestionamientos más profundos. Además, se acerca con actitud de discípulo, dispuesto a recibir la enseñanza, porque trata a Jesús de "maestro bueno", y le plantea la inquietud que lo atormenta: "¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" La pregunta del hombre es en realidad una pregunta tradicional que se dirigía al maestro, que implicaba el deseo de saber cuál es la mejor manera para crecer en el camino de Dios. La respuesta de Jesús apunta a los deberes de amor para con el prójimo que ya se conocían en el Antiguo Testamento. Es más, en el postexilio se habían acentuado las exigencias fraternas y se había acuñado la ley de oro: "no hagas a nadie lo que no quieres que te hagan" (Tobías 4, 15). Sin embargo, el hombre quiere algo más, quiere un nuevo desafío para continuar avanzando en el camino de la ley de Dios y adquirir así una importante herencia de Dios. Pero como el joven quiere "hacer" más para adquirir más, Jesús accede a su pedido y le pide exactamente lo que él no es capaz de hacer: repartir todo lo que tiene entre los pobres. Al pedirle lo que no estaba dispuesto a dar, Jesús desnuda el corazón del hombre mostrándole que sus intenciones de entrega total no son auténticas, y lo coloca en su justo y verdadero lugar. Por otra parte, Jesús no acepta repetir la expresión del hombre: "adquirir la vida eterna"; simplemente le habla de un tesoro en el cielo para los que den ese paso. Los discípulos reaccionan diciendo: "Entonces ¿quién puede salvarse?" (v. 26). Queda claro que no se referían al abandono de las riquezas, porque ellos eran pobres y lo habían dejado todo, sino a la dificultad de despojarse por completo ante Dios. Jesús responde que eso es posible por la acción de Dios. Al que acepte ese desafío, que incluye no sólo los bienes, sino toda relación humana vivida como dominio y posesión, se le promete no sólo la recompensa celestial, sino una plenitud terrena donde no falta nada de lo que se necesita para ser verdaderamente feliz.
Oración: "Señor, sabes que mi corazón se apega y se aferra a cosas y personas como si fueran su Dios y salvador. Dame tu gracia para despojarme ante ti, para tener un corazón disponible para tu Reino". 307
Domingo 28° durante el año AÑO C : LC 1 7 , 1 1 - 1 9
Sabemos que los leprosos en la antigüedad eran muertos en vida, destinados simplemente a esperar la muerte. El Levítico les impedía participar del culto y de la vida social, pero en realidad esto se entiende simplemente para proteger a los demás del contagio masivo, ya que se trataba de una enfermedad de difícil curación y muy desagradable. Por los mismos motivos, cuando alguno se consideraba curado, debía presentarse a los sacerdotes para que certificaran su curación y fuera admitido al culto, lo cual implicaba al mismo tiempo su reinserción en la sociedad. Por eso, la curación de la lepra era un poderoso signo de liberación y restauración del hombre, y cuando Jesús curaba leprosos simbolizaba de una manera luminosa que él venía a buscar el bien del hombre. Sin embargo, no se trata de curaciones mágicas. Para ser liberado por Jesús se requiere la fe (v. 19). Pero en este texto hay un detalle que nos ofrece otra pista de reflexión. Sólo uno de los diez leprosos que Jesús curó, volvió a glorificar a Dios por su curación. De modo muy plástico el texto muestra la actitud del hombre centrado solamente en sus propias necesidades, encerrado en la inmanencia y buscando una solución a sus dramas, pero sin advertir que hay algo más que su situación personal: un Dios que merece ser glorificado. Este texto nos invita así a revisar nuestro corazón para ver si es un corazón agradecido, que reconoce que todo lo recibe de Dios, que de él viene todo lo bueno, que la vida misma es un don gratuito. Las personas que creen que los demás están obligados a darles todo, son incapaces de agradecer; sienten que todo debe girar a su alrededor, y por eso les parece que nadie merece su gratitud, ni siquiera Dios. Entonces, nunca se detienen a orar para dar gracias.
Oración: "Dame, Dios mío, un corazón agradecido, capaz de salir de sí mismo para reconocer tu gloria y tu amor No permitas Señor, que viva sin sentido, pensando únicamente en mis necesidades y problemas. Dame la gracia de adorarte". 308
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Semana 2 8 durante el año LUNES: Lc 1 1 , 2 9 - 3 2
Los fariseos reclamaban señales a Jesús, pero en realidad no querían creer en él. Y Jesús dijo que los que no quieren creer en la palabra de Dios "no creerán aunque resucite un muerto" (Lc 16, 31). Por eso Jesús dice que en definitiva la única señal necesaria es la de Jonás. ¿Qué significa esto? Que los ninivitas, que eran un pueblo pagano, no le pidieron ninguna señal al profeta Jonás para aceptar su palabra; simplemente le creyeron y se convirtieron, se arrepintieron y pidieron perdón con un corazón dolorido, a pesar de que Jonás predicaba sin deseos y sintiéndose forzado por Dios. Jesús se dirigía aquí a judíos que se consideraban más que paganos, porque se creían piadosos, muy creyentes y fíeles a Dios, intentando hacerles ver que sus corazones en realidad estaban cerrados a la Palabra, de manera que ninguna señal sería suficiente si ellos no cambiaban de actitud. Jesús mismo era el gran signo. Su manera de actuar, su entrega, la belleza de su mensaje, son la mejor señal. Por eso predicar el evangelio es ofrecer una belleza, es servir una mesa, es presentar un espectáculo maravilloso. Hacer presente a Jesús es la gran señal, más que cualquier milagro. Pero es una señal que sólo se descubre y se valora desde la fe, y por eso no puede imponerse. La vida de Jesús, consagrada plenamente a la Palabra, su entrega total y sus numerosos prodigios nunca serán suficientes para abrir los corazones cerrados, porque ellos siempre tienen la posibilidad de rechazar la iniciativa de Dios.
Oración: "Señor, toca mi corazón con tu gracia y no permitas que sea indiferente a tu Palabra. Concédeme que acepte tu amor sin exigirte más signos que tu misma presencia, santa y cautivante".
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Semana 2 8 durante el año MARTES: Lc 1 1 , 3 7 - 4 1
Algunos fariseos, que amaban la ley de Dios y las tradiciones judías, aunque no siempre eran fíeles, olvidaban que las exigencias de la ley se resumían en las actitudes de amor a los hermanos. Por eso acostumbraban mirar permanentemente los defectos ajenos, y estaban atentos a lo que hacían los demás para descubrir cualquier error o cualquier violación de las tradiciones. Por eso mismo, este fariseo no podía pasar por alto que Jesús no se lavara antes de comer y comenzó a mirar con malos ojos a su huésped solamente por ese detalle insignificante. Jesús responde con fuerza, invitando a mirar un poco más las intenciones profundas del interior, que también es una obra de Dios que debe ser cuidada. El cuidado excesivo de los cumplimientos exteriores puede cubrir una horrible malicia en el corazón. Las obras externas, por más correctas que sean, pueden estar ocultando, en un detallismo superficial, el vacío del corazón, pueden ser también una forma de distraerse y atontarse con la aparente intención de cumplir la voluntad de Dios. Sin embargo, esto no significa que sólo haya que cuidar las intenciones interiores, sin preocuparse por traducirlas en buenas obras. Pero en la última frase Jesús hace notar que esas obras exteriores deben ser ante todo las que expresen el amor al hermano: la limosna es la expresión de un corazón liberado de la inmundicia, porque implica renunciar a uno mismo para hacer feliz al hermano.
Oración: "Purifica mi interior, Dios mío, tú que puedes actuar en lo profundo del corazón. Destruye todos mis egoísmos y malas intenciones y enséñame a mirar a los demás con amor y respeto".
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Semana 2 8 durante el año MIÉRCOLES: Lc 1 1 , 4 2 - 4 6
Jesús sigue recriminando a los fariseos su cuidado de las normas exteriores sin estar atentos a lo esencial. Esa apariencia interior podía hacer que la gente se confundiera y los creyera santos hombres de Dios, y así terminara cayendo en sus redes y entrando en esa misma actitud hipócrita. Por eso Jesús los define como esos sepulcros que no se ven, y uno pasa por encima sin darse cuenta que está pisando huesos de un muerto (Lc 42, 44). No es que Jesús rechazara las costumbres, las tradiciones o el cuidado de los cumplimientos externos. Si leemos bien el texto, dice "sin descuidar lo otro" (v. 42). Eso significa, por ejemplo, que no está mal preocuparse por pagar el diezmo de todo sin olvidar nada. El problema para Jesús consistía en que algunos fariseos se obsesionaban y se enredaban tanto en el cumplimiento de preceptos secundarios que olvidaban lo principal, lo que más le agrada a Dios: que lo amen y que practiquen la justicia. Ya los profetas se habían preocupado por sintetizar la ley de Dios recordando lo esencial: Por una parte, amar y adorar a Dios, sin poner la confianza en otros p o d e r e s e ídolos. Por otra p a r t e , ser j u s t o s y misericordiosos con el prójimo. Esta doble síntesis aparece, por ejemplo, en Miqueas 6, 8; Oseas 2, 21-22. Pero también es interesante leer Is 58, 112 para descubrir cómo la misericordia con el prójimo vale más que cualquier cumplimiento o sacrificio externo. Aquí Jesús se dirige a un maestro de la ley (v. 46), dedicado al estudio de la ley para enseñar lo que hay que hacer y lo que hay que evitar, y le hace notar que en realidad ni él mismo cumplía todo lo que sus detalladas normas le dictaban, y entonces pretendía hacer cumplir a los demás lo que tampoco para él era posible. Porque sabemos que las tradiciones de los maestros de la ley y fariseos se habían multiplicado y complicado tanto que ya ni siquiera era posible recordarlas a todas.
Oración: "Señor Jesús, ayúdame a simplificar mi vida. No dejes complique con mis propias tradiciones y costumbres y a estar más atento al bien de los demás. No permitas que te mis energías en las cosas secundarias y ayúdame a siempre lo que más te agrada".
que me ayúdame desgasrecordar
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Semana 2 8 durante el año JUEVES: Lc 1 1 , 4 7 - 5 4 Jesús continúa con sus duros reproches a los fariseos y a los que enseñaban la Ley, y los declara herederos de los que asesinaron a los grandes profetas. Porque así como en otras épocas el mensaje de los profetas desestabilizaba, molestaba, exigía cambios que no estaban dispuestos a hacer, y por eso decidían eliminarlos, lo mismo querían hacer los fariseos y maestros con Cristo. Su mensaje les exigía un cambio de mentalidad, y ellos estaban cómodos enseñando siempre lo mismo, sintiéndose superiores a los demás, y controlando la vida de la gente con el pretexto de un falso celo por la Ley. No querían perder esa seguridad vanidosa y el poder, y por eso miraban a Jesús con recelo, su mensaje les parecía peligroso. Y para ser todavía más directo, Jesús los compara con Caín, que mató a su propio hermano por envidia. Pero lo peor de estos corazones cerrados es que su mal no queda encerrado dentro de su pequeño círculo, sino que termina afectando al pueblo. El poder que ellos tenían hacía que la gente temiera acercarse a Cristo. El evangelio de Juan describe esta situación diciendo que muchos no confesaban abiertamente su fe en Cristo por temor de que los fariseos los expulsaran de la sinagoga (Jn 12, 42; 9, 22). Por eso Jesús dice en este texto: "No entraron ustedes y a los que están entrando se lo impiden". El efecto de estas palabras fue tremendo, porque los escribas y fariseos se sintieron descubiertos y humillados, y su reacción fue la de acosarlo para encontrar alguna manera decorosa de eliminarlo definitivamente. Pero, si Jesús dice que la historia, desde Caín y Abel, se sigue repitiendo, convendría que nos preguntemos si no la estamos repitiendo también nosotros de alguna manera. Quizás hayamos encontrado el modo de eliminar a Cristo de nuestras vidas cuando su Palabra nos cuestiona, o quizás intentemos eliminar de nuestras vidas a los hermanos que nos desestabilizan o con su sola existencia nos indican la necesidad de un cambio.
Oración: "Señor, tu Palabra nunca me deja igual, siempre me invita a renovar mi existencia, me llama a una conversión permanente. Dame la gracia de no frenar el poder de esa Palabra, de no eliminarla de mi existencia con falsos argumentos". 312
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Semana 2 8 durante el año VIERNES: LC 1 2 , 1-7
Jesús era acosado por una multitud que lo perseguía. Sin embargo, por un instante quiere dirigirse a sus discípulos y alertarlos contra la hipocresía. El sentido de esta palabra es el de representar un papel, actuar debajo de una máscara, aparentar lo que no se es. Los fariseos eran para Jesús el caso típico de la simulación, de la apariencia, de la gloria vacía de contenido; más aún, eran "sepulcros blanqueados" que bajo la apariencia de la pintura blanca escondían podredumbre (Mt 23, 27), porque sólo "parecen justos" (Mt 23, 28), pero no lo son; y hasta usan las cosas sagradas, como la oración, para aparentar y cubrir sus maldades: "Devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones" (Lc 20, 46). El hipócrita se oculta a sí mismo su propia verdad y pretende ser consejero de los demás (Lc 6, 42). Jesús recomienda a sus amigos que se cuiden de caer en esa obsesión por disfrazar la propia realidad, porque "no hay nada escondido que no se descubra" (12, 2). Y luego, para que no caigan en el mecanismo de la apariencia como táctica para evitar persecuciones, Jesús los invita a confiar en Dios que no olvida ni siquiera a los pajaritos, y a mirar más el bien de la salvación que el de la vida misma. Pero aquí podríamos leer también una invitación a valorar la propia dignidad para no caer en la indignidad de cuidar la apariencia y de seducir a los demás con engaños: "Ustedes valen más que muchos pájaros". Esta invitación de Jesús a dejar de lado el temor es también una invitación a convencernos del amor que Dios nos tiene y a confiarnos en ese amor, porque "en el amor no hay lugar para el temor; el amor perfecto elimina el temor" (1 Jn 4, 18). Sólo hay lugar para el "santo temor de Dios", que es el profundo respeto ante su santidad, y el temor de ofenderlo con nuestras acciones (Prov 14, 26-27).
Oración: "Señor Jesús, tú que sientes horror ante la hipocresía y no quieres que me engañe a mí mismo aparentando lo que no soy, ayúdame a ser transparente ante ti para que pueda reconocer mi propia verdad". 313
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Semana 2 8 durante el año SÁBADO: LC 1 2 , 8 - 1 2 Jesús está pidiendo valentía para confesarlo sin echarse atrás, como anunciando las tremendas persecuciones que sufrirían luego los primeros cristianos. Pero para no echarse atrás primero hay que liberarse del temor, dando más importancia a lo que no puede ser eliminado por la espada y poniéndose en las manos de Dios que quiere lo mejor para nosotros (12, 47). En los versículos 8 y 9 hace una promesa: el que tenga la valentía de confesar que es discípulo de Cristo, sin pretender ocultarlo, será confesado ante los ángeles de Dios, lo cual significa la seguridad de alcanzar la vida eterna. Pero para eso no bastan las fuerzas humanas, es necesario dejarse llevar por el Espíritu Santo, y permitirle también que él haga nuestra defensa ante los perseguidores. Y puesto que es el Espíritu Santo el que transforma nuestros corazones y nos permite cumplir la voluntad divina (Ez 36, 26-27), cuando rechazamos su acción interior nos autoexcluimos del perdón de Dios. Por eso este texto dice que quien blasfeme contra el Espíritu Santo no puede ser perdpnado; esto significa que no podemos recibir el perdón mientras nosotros mismos lo rechacemos. En Mc 3, 30 se nos indica claramente que, al mencionar este pecado contra el Espíritu Santo, Jesús "se refería a los que decían que estaba endemoniado". Así podemos precisar que la blasfemia contra el Espíritu Santo es la actitud del que se cierra a la acción del Espíritu poniendo como excusa que esa acción viene de Satanás; haciendo callar a Dios con excusas, con tal de no cambiar los propios planes. Este pecado contra el Espíritu Santo designa entonces al corazón cerrado que rechaza la Palabra de Dios, rechaza los signos de su amor, y en definitiva rechaza el perdón de Dios, y por eso no puede ser perdonado mientras persevere en esa actitud, ya que Dios no actúa en contra de las decisiones de la libertad humana. La iniciativa siempre es suya, y él nos da su gracia para que podamos responderle; pero hay una respuesta que debe brotar de nuestra libre aceptación.
Oración: "Señor, no permitas que me avergüence de ti cuando me sienta amenazado por mi fe, impúlsame con tu Espíritu para que reconozca a Jesús ante los demás y pueda dar testimonio de su amor". 314
Domingo 29° durante el año AÑO A : MT 2 2 , 1 5 - 2 1 Las autoridades siguen buscando la manera de eliminar a Jesús, e intentan ponerlo en una encrucijada. Aquí le piden que responda si hay que pagar o no el impuesto al emperador romano. Si Jesús contestaba que sí, lo acusaban de estar aliado con el poder extranjero que los oprimía, y así le ponían al pueblo en contra; pero si decía que no, lo acusaban de oponerse al emperador y los mismos romanos se encargarían de eliminarlo. Con su respuesta Jesús ponía en riesgo la continuidad de su ministerio, y no quería confundir a la gente. Debía quedar claro que su misión iba más allá de los grupos políticos de aquel momento. Porque los mismos que aparentemente se oponían al poder romano, buscaban sus propios intereses y eran capaces de pactar con los romanos si eso era de su conveniencia. Jesús se limita a decir que las monedas acuñadas por el emperador romano debían volver a él. De hecho los judíos rechazaban ese rostro que parecía invitar a la idolatría, a endiosar a un ser humano. Sin embargo, responde ambiguamente; lo libera del problema que se le plantea pero no es una clara invitación a rechazar la opresión romana. ¿Por qué? En realidad Jesús ha rechazado claramente todo dominio despótico (Mc 10, 42), pero su respuesta en este texto está en la línea realista de los profetas del exilio, que invitaban a someterse momentáneamente, porque una rebelión no lograría nada y traería males mayores para el pueblo. ¿Qué se podía hacer humanamente frente al poder del imperio? De hecho, la posterior rebelión de los zelotas provocó la tremenda crisis del incendio de Jerusalén y la dispersión de los judíos, una gran catástrofe para el pueblo. Jesús, para evitar males mayores a su pueblo, veía conveniente no motivar una rebelión, y si bien se oponía a los dominios despóticos, no quería promover una oposición irracional, un derramamiento inútil de la sangre de su pueblo.
Oración: "Te adoramos Señor Jesús, porque estuviste siempre junto a tu pueblo y no quisiste darle respuestas falsas ni promesas vanas. Concede a los que gobiernan nuestra patria que sepan descubrir y realizar lo que nuestro pueblo necesita en este momento 315
Domingo 29° durante el año AÑO B: MC 1 0 , 3 5 - 4 5
Jesús quiere que sus discípulos sean conscientes de que está marchando hacia el final de su vida terrena. Pero los discípulos piensan sobre todo en la gloria que Jesús alcanzará y la entienden como un reinado glorioso en la tierra. Por eso Santiago y Juan (los Zebedeos) piden un lugar destacado en ese nuevo Reino. Jesús, con admirable paciencia, quiere hacerles notar que compartir su Reino implica también compartir los sufrimientos propios de la pasión, pero ellos responden que están dispuestos a acompañarlo en todo. Sin embargo, Jesús indica que eso no basta, porque el que asigna los puestos es el Padre, de manera que el creyente debe renunciar a reconocimientos públicos o lugares de dominio. Además, en la nueva comunidad la autoridad será más servicio que gloria. Y al mismo tiempo que destaca ese nuevo estilo, Jesús lo contrapone a los poderes políticos paganos, donde la autoridad se imponía de maneras indeseables. Además ofrece como modelo de autoridad su propia vida entregada hasta el fin por los demás. El texto también nos invita a escuchar la pregunta que Jesús nos hace: "¿Estás dispuesto a beber el cáliz que yo beberé?" Pregunta molesta, porque nosotros desearíamos excluir de nuestra vida todo sufrimiento, todo contratiempo, todo límite. El cáliz simboliza la sangre derramada, la entrega de la pasión, el dolor de la cruz, y la sola palabra "dolor" es como un aguijón en nuestro interior. Pero si no enfrentamos esos miedos oscuros y no miramos nuestra vida limitada tal cual es, viviremos engañándonos a nosotros mismos y rechazando la misión que Dios nos da, misión que siempre exigirá renuncias, cansancios y momentos difíciles. Santiago y Juan contestaron que sí, que podían beber su cáliz, aunque todavía no entendían lo que eso significaba y estaban apegados al deseo de poder. Sin embargo, el amor a Jesús los sostuvo, los purificó, y ellos fueron capaces de renunciar a sus proyectos.
Oración: "Jesús, ayúdame a convencerme de que mi grandeza está en el servicio humilde y desinteresado; libérame de estar pendiente de puestos, reconocimientos humanos y lugares de gloria, para entregarme con un corazón despojado a servirte en los hermanos". 316
Domingo 29° durante el año AÑO C : LC 1 8 , 1-8 Ya en 11, 5-13 este evangelio de Lucas nos invitaba a orar con insistencia poniéndonos el ejemplo del hombre que va a pedir ayuda de noche y que es atendido por haber insistido tanto. En este texto se nos ofrece un ejemplo semejante: el de la viuda que ruega al juez que le haga justicia. Los detalles de este ejemplo nos ayudan a precisar su mensaje. Es importante que se trate de una viuda, porque en la época de Jesús las viudas, igual que los huérfanos, eran personas desprotegidas, eran el modelo de lo que significa estar completamente desamparado en el mundo. Por eso en la Biblia se insiste especialmente en la gravedad del pecado de aprovecharse de los huérfanos y de las viudas (Éx 22, 21-22; Jer 22, 3). También aparece en este texto un juez corrupto, incapaz de pensar en el bien de los demás. Dice que no solamente no temía a Dios, sino que además "no respetaba a los seres humanos" (v. 4). Ya el profeta Isaías hablaba de estos jueces que "aman el soborno y van tras regalos... el pleito de la viuda no llega hasta ellos" (Is 1, 23). Las pobres viudas, que no tenían nada para regalarles, no tenían ninguna importancia para ese tipo de jueces, que dejaban para más adelante a las viudas oprimidas y despojadas, de manera que las viudas indefensas morían sin ver la justicia. Jesús pone el ejemplo de una viuda que tiene que pedirle justicia a uno de esos jueces corruptos. Parece imposible que ese juez la escuche y la defienda. Sin embargo, la viuda insiste tanto que finalmente logra que el juez, por cansancio, le haga justicia. Jesús nos enseña que así debe ser nuestra oración: segura, insistente, perseverante, reiterada, apremiante. No se trata de repetir largas oraciones de la boca para afuera, como hacían los fariseos, sino de pedir con sencillez, pero sin cansarse, sin dudar. Una súplica débil es señal de una fe débil, que no cree profundamente en el poder y en el amor de Dios; pedir es una forma de confesar nuestra fe, de rendir culto a Dios. Además, una súplica poco frecuente muestra que en realidad lo que pedimos no es demasiado valioso para nosotros.
Oración: "Señor, regálame la fe inquebrantable y la confianza insistente de la viuda desamparada. Ayúdame a reconocer con humildad que eres tú el todopoderoso, que dependo de ti, que sin ti nada puedo, que lejos de ti soy débil y no tengo protección". 317
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Semana 2 9 durante el año LUNES: LC 1 2 , 1 3 - 2 1 Uno de los que se amontonaban cerca de Jesús para buscar solución a sus problemas le pide a Jesús que haga recapacitar a su hermano para que reparta con él la herencia. Jesús aclara que su misión no consiste en hacer de árbitro entre las personas que tienen conflictos económicos. Pero aprovecha la ocasión para ir a la raíz de todas los conflictos entre las personas, de todos los problemas económicos que se plantean muchas veces entre personas de una misma familia. De hecho, las discusiones por la herencia o los distanciamientos entre hermanos a causa de una herencia suelen ser frecuentes. Recuerdo que una familia, al día siguiente de la muerte de la abuela, estaba partiendo en varios trozos un antiquísimo collar de oro para poder repartirlo. Todos controlaban con suma atención para confirmar que las partes fueran exactamente iguales. Y se trataba de una familia donde ninguno pasaba hambre. Para indicar dónde está la raíz de tantas amarguras, rencores y divisiones entre las personas, Jesús pone el ejemplo del rico que había acumulado toda la vida, y sólo se siente satisfecho cuando ya no le queda tiempo para disfrutar de sus bienes. El texto no dice que se trata de una persona injusta, y tampoco reprocha que el hombre desee disfrutar de la vida. La advertencia de Jesús es precisamente: "Cuídense de toda avaricia" (v. 15). Y lo que caracteriza a este hombre es la preocupación por acumular y almacenar, sin descanso. Esa desenfrenada preocupación por amontonar para el futuro no le permitía disfrutar de la vida (Prov 13, 12), y mucho menos detenerse a compartir con los demás. La invitación de Jesús es que tratemos de vivir el presente compartiendo la vida y los bienes con los hermanos, en lugar de estar pendientes de acumular para el futuro. El final del texto indica lo que sucede al que acumula riquezas para sí "y no es rico para Dios". Muchas veces la Biblia indica que compartir generosamente es la mejor manera de enriquecerse, lo cual implica estar en paz con Dios y recibir todo tipo de bendiciones (Prov 11, 25; 19, 17; 28, 27; Dn 4, 24; Tobías 12, 8-9; Eclo 3, 3 1 ; 7, 32; 29, 12).
Oración: "Derrama en mi interior tu generosidad divina, Señor, para que me goce en dar y en compartir, y de esa manera pueda vivir plenamente cada día sin estar pendiente de amontonar para el futuro". 318
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Semana 2 9 durante el año MARTES: LC 1 2 , 3 5 - 3 8 Este texto es una fuerte invitación a la vigilancia, es una exhortación a vivir intensamente, a no perder inútilmente el tiempo y las posibilidades de amar que nos brinda cada día. El ideal que se nos presenta aquí es el de dejar de sobrevivir, soportando las obligaciones y tratando sólo de gozar. Más que sobrevivir como se pueda se trata de vivir cada día a pleno, como si fuera el último, aun cuando tengamos que luchar y cansarnos. No es vivir en la superficialidad del placer pasajero o de la costumbre, sino en la entrega libre y gozosa de nuestra vida en el servicio a Dios y a los demás. Este es en realidad el sentido fundamental del texto, ya que no se detiene a dar descripciones catastróficas, no le interesa anunciar cómo será el fin del mundo. Sólo nos recuerda que verdaderamente este día puede ser el último, porque el fin llegará a la hora menos pensada. ¡Cómo se simplificaría nuestra existencia, cómo nos preocuparíamos por las cosas realmente importantes si viviéramos cada día como si fuera el último! Porque es una posibilidad real; este día puede ser el último. Viviendo bien cada día el corazón se hace fuerte para enfrentar lo que sea, aunque se trate del fin del mundo, porque no hay mejor manera de preparar el futuro, que vivir bien el presente, y no hay mejor manera de debilitarse y de arruinar el futuro, que vivir pendientes de él. Sin embargo, hay que reconocer que este texto nos invita a la vigilancia, a la espera, a la vigilia con las lámparas encendidas. Pero se trata del amor que está siempre atento para reconocer al amado, para descubrir los signos de su presencia, para no dejar de ver los nuevos caminos que él va abriendo de manera que se produzca un nuevo encuentro. Porque el que ama siempre desea más y más del encuentro con el amado; el presente nunca es suficiente, hay sed de más: "Yo dormía, pero era mi corazón el que velaba" (Cantares 5, 2). Así será hasta que él aparezca clamando: "¡Levántate amada mía, y ven, hermosa mía" (2, 10).
Oración: "Señor, ayúdame a descubrir el inmenso valor de este día, dame la gracia de descubrirlo como una inmensa oportunidad que me estás regalando para llegar a la profundidad de la vida, para entregarme a tu amor". 319
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Semana 2 9 durante el año MIÉRCOLES: Lc 1 2 , 3 9 - 4 8
Este texto es una continuación de los versículos anteriores, donde Jesús invita a sus discípulos a estar atentos, porque no saben cuándo llegará el fin. Y este texto nos muestra que la voluntad de Dios es precisamente que no sepamos cuándo será el fin, para invitarnos a estar atentos cada día. La posibilidad de que este día sea el último le da más seriedad y consistencia a las horas que vivimos. Y es una ingenuidad vivir superficialmente como si esta vida en la tierra fuera eterna. Esta vida no es un tiempo que hay que pasar lo mejor que se pueda, buscando sólo satisfacer las necesidades primarias; esta vida es una gran oportunidad. Pero estos versículos nos aclaran un poco mejor en qué debería ser utilizado el tiempo que Dios nos regala: "el siervo bueno y fiel está puesto al frente de la servidumbre para distribuir las raciones a su tiempo" (v. 42). Esta vida se vive plenamente y es un anticipo del cielo cuando la usamos para servir a los demás y nos preocupamos por sus necesidades. En el cielo, donde todos seremos felices, no habrá oportunidad para socorrer al necesitado. Esa oportunidad es la que sólo esta vida nos brinda. Por el contrario, lo peor que puede sucederle a alguien es que el fin lo sorprenda tratando mal a los demás y pensando sólo en su propio placer (v. 45). Los que han recibido muchos dones para servir a los demás tendrán que rendir cuentas a Dios por esos regalos, porque del buen o mal uso de ellos depende algo serio: la felicidad de los demás; y con eso no se juega. "Al que más se le confió más se le reclamará". Esto no nos invita a mirar a Dios como a un patrón controlador, porque esta advertencia es un signo de que su amor nos toma en serio y nos impulsa a más, nos lanza hacia la madurez, nos invita a la fecundidad. El que ama en serio quiere promover al ser amado, desea verlo lleno de vida, fecundo, pleno. Y así ama Dios.
Oración: "Señor, muéstrame la ruina que yo mismo me voy preparando cuando pienso solamente en mí, cuando me encierro en mis propias necesidades y soy incapaz de mirar al costado. Dame tu gracia para que aprenda a socorrer al hermano y a compartir con él lo que me has regalado". 320
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Semana 2 9 durante el año JUEVES: LC 1 2 , 4 9 - 5 3
Los evangelios suelen presentarnos un Jesús paciente, que habla de amor, que invita al perdón y a la comprensión. El mismo evangelio de Lucas, al que pertenece este texto, pone el acento en las delicadezas de Jesús y en su mensaje de misericordia. Pero esa sería una visión parcial que podría llevarnos a imaginar a Cristo como un ser desprovisto de firmeza, de decisión, de convicciones sólidas, y hasta poco masculino. Esa imagen no motiva ciertamente a una conversión seria, a tomar firmemente el camino de Dios como una opción que toma toda la vida y que merece una decisión valiente y apasionada. Por eso este texto es sumamente importante. Jesús quiere derramar un fuego que purifique: él no resiste los egoísmos, las mediocridades, la falsedad, la falsa paz. El encuentro con Dios cuando es verdadero quema (Is 1, 25; 4, 4; 9, 17; Zac 13, 9), quiere quitarnos esa comodidad a la que nos aferramos cuando nos apegamos a nuestras imperfecciones. Una fe que rechaza las purificaciones y los desafíos no es más que un barniz de religiosidad que no alcanza ni para ocultar el vacío de una vida sin sentido. Y Jesús ansia recibir su bautismo, que es la Pasión (Mc 10, 38-39); porque la Pasión será causa de división. Unos no la tolerarán y tomarán a Cristo como un fracasado, y otros deberán aceptar al Cristo crucificado con todas las consecuencias que eso implique. En el mismo evangelio de Lucas encontramos ese anuncio de Cristo como causa de contradicción (2, 34-35). Y habrá que optar por él aun cuando los lazos familiares exijan otra cosa. Él está por encima de una falsa paz familiar, y ningún discípulo puede avergonzarse de él y negarlo cuando los mismos parientes se opongan a su fe. Las expresiones están tomadas de Miq 7, 6 e indican que la opción por Cristo es cosa seria.
Oración: "Derrama tu fuego Señor, quema los ídolos que dominan mi vida y la hunden en el vacío, y le quitan el gozo, y paralizan el dinamismo de la entrega. Infunde en los creyentes la decisión y el coraje para tomar en serio el mensaje del evangelio con todas sus consecuencias". 321
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Semana 2 9 durante el año VIERNES: LC 1 2 , 5 4 - 5 9 Jesús invita a los creyentes a descubrir los signos de Dios en las cosas que pasan, en la historia concreta que les toque vivir, porque Dios habla también a través de los acontecimientos, de las novedades que nos interpelan, de los nuevos desafíos que nos presenta la vida. Por medio de lo que nos va sucediendo el Señor nos pide que demos un paso más, que avancemos, que no nos quedemos anclados en el pasado. Los judíos estaban acostumbrados a escuchar la voz de Dios a través de la Biblia, y la gente acostumbrada a descubrir los signos de la naturaleza para anticipar los cambios de clima. Pero Jesús les pide que de la misma manera estén atentos a descubrir lo que Dios dice por medio de las cosas nuevas que suceden. El Padre Dios quería hablarles a través de su propio Hijo hecho hombre, que había entrado en esta historia humana. Y su presencia estaba acompañada por muchos y variados signos. También hoy Jesús se hace presente en nuestra propia historia para invitarnos a la conversión a través de muchos signos, pero cuando nos hemos aferrado a una forma de vivir y a determinadas costumbres, preferimos no mirar esos signos de Jesús que nos invitan a una vida nueva. También una crisis es una manera que tiene Dios para hacernos descubrir que lo que hemos hecho y vivido hasta ahora no es suficiente, que somos llamados a algo más. Las depresiones, desilusiones, fracasos, las cosas que se acaban, son como un grito de Dios que nos llama a crecer. Pero particularmente se trata de escuchar a Dios a través de los demás, ya que sus instrumentos preferidos son los seres humanos, la gente. Por eso decía Mons. Angelleli: "un oído en el pueblo y otro en el evangelio". Finalmente, con el ejemplo de un juicio, Jesús nos recuerda que son los años de esta vida los que nos permiten resolver lo que no está bien. La vida es un camino que hay que saber aprovechar, antes que sea demasiado tarde.
Oración: "Señor, ilumina mis ojos para que pueda ver lo que tú me dices a través de las cosas que me pasan, porque de todo lo que me suceda tú puedes sacar algo bueno, si yo acepto cada desafío que me presenta la vida. No permitas que mi corazón esté ciego e ignore los signos que tú le das". 322
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Semana 2 9 durante el año SÁBADO: LC 1 3 , 1-9
Los hombres asesinados, o muertos en catástrofes, no sufrieron esas situaciones terribles a causa de sus pecados, por el hecho de haber sido más pecadores que los que se libraron de esos sufrimientos. Así Jesús quiere explicar que Dios no está controlando los pecados de cada hombre para hacérselos pagar con sufrimientos proporcionados a la gravedad de esos pecados. Jesús niega la idea de un Dios que se dedique a medir lo que el hombre hace para castigarlo. Ya en el libro de Job advertimos que los amigos de Job, que querían convencerlo de que él sufría por los pecados que había cometido (4, 7-8; 5, 17) no hablaron correctamente, mientras Job, que negaba ese mecanismo de castigo terreno (13, 7-9; 2 1 , 30-31), dejaba a salvo la verdadera imagen de Dios. De hecho, Dios mismo dice a Elifaz y a los otros amigos acusadores: "Mi ira se ha encendido contra ti y contra tus dos amigos, porque no han dicho la verdad sobre mí, como mi siervo Job" (Job 42, 7). Sin embargo, esa no es toda la verdad; Jesús también dice que el pecado no es inofensivo: "Si no se arrepienten acabarán como ellos". El pecado daña nuestra vida y hace que nuestra existencia termine mal, no porque Dios se dedique a castigarnos, sino por la propia fuerza destructiva y venenosa que tiene el pecado. Cualquiera sabe que el que odia termina enfermándose y arruinando su vida de una forma o de otra, siempre termina siendo víctima de su propio veneno. Igualmente, el que se encierra en la búsqueda del placer termina probando la miseria de su propio egoísmo, arruina su vida no porque Dios le envía castigos, sino porque el mismo pecado debilita su corazón y toda su vida, lo hace vulnerable a todo tipo de males. Sin embargo, con el ejemplo de la higuera Jesús indica que Dios ofrece una oportunidad para rehacer la vida enferma por el pecado.
Oración: "Señor, protégeme para que el pecado no me domine, no dejes que caiga en las redes del mal y que mi vida se destruya por la fuerza seductora del pecado. Ayúdame a renacer Señor, con el poder de tu gracia, hazme fuerte frente a las tentaciones". 323
Domingo 30° durante el año AÑO A : MT 2 2 , 3 4 - 4 0 Era pesada la multitud de normas y preceptos que tenían los judíos, no sólo en la Sagrada Escritura, sino también en las tradiciones que habían impuesto los fariseos. Por eso se hacía sentir el deseo de una síntesis, las personas piadosas querían saber qué era lo más importante, qué era lo que no se podía descuidar. Pero en realidad también nosotros, en nuestra vida cotidiana, necesitamos una síntesis. Muchas veces nos perdemos en medio de una multitud de obligaciones morales que pesan en nuestra conciencia, y nos llenamos de escrúpulos, de autoreproches, de sentimientos de culpa. Por eso es sumamente importante escuchar a Jesús que nos dice qué es lo más importante, dónde tenemos que poner el acento para tener la tranquilidad de estar en el camino del Señor a pesar de nuestras debilidades. Lo primero que espera Dios de nosotros es que lo amemos. Puede suceder, de hecho, que una persona no cometa pecados evidentes, que su vida sea correcta y elogiable, pero que en realidad sólo se ame a sí misma y su propia perfección. Jesús nos dice que no es eso lo que Dios quiere, sino que en primer lugar espera que lo amemos con un amor verdadero que brote de lo más profundo, del "corazón", con un amor que sea también deseo de su amor y de su presencia, es decir, con toda el "alma", y con un amor donde se integre también todo el dinamismo de nuestra vida, nuestros impulsos, nuestro trabajo, nuestras acciones. Pero este amor debe manifestarse también en una forma de actuar semejante a la de Dios, es decir, en una vida compasiva con el hermano, para amarlo a él como Dios me ama, para perdonarlo como Dios me perdona, para desear su bien. Y amarlo como a mí mismo significa romper las paredes de mi propio yo, para que así como deseo mi felicidad pueda desear también la felicidad del hermano, para que así como me preocupo por mis problemas, también me preocupe por los problemas del hermano.
Oración: "Mi Señor, sin tu gracia yo no puedo salir de mis propios intereses, sin tu amor no puedo liberarme del egoísmo. Transfórmame Señor, para que pueda amarte con todo mi corazón, con toda mi mente y con todo mi espíritu, y para que pueda amar a los demás como me amo a mí mismo". 324
Domingo 30° durante el año AÑO B: MC 1 0 , 4 6 - 5 2
Bartimeo, el mendigo ciego, estaba sentado junto al camino, sin esperanzas en la vida, despojado, humillado; ni siquiera podía pedir ayuda porque lo hacían callar. Era un excluido sin voz en la sociedad. También hoy, quizás nosotros mismos, actuamos como los discípulos de Jesús, que intentaban hacer callar a los molestos. Pero Jesús escucha el grito, y a aquellos mismos que lo hacían callar les ordena que lo llamen, como invitándolos a revertir su actitud despectiva e indiferente. La actitud de los discípulos, que contrasta con la de Jesús, no deja de ser una advertencia para nosotros. Porque cuando nos habituamos a una vida cómoda, o nos obsesionamos con los planes que queremos realizar, preferimos hacer callar a los que interfieren en nuestra programación, intentamos hacer desaparecer la voz de los que perturban nuestra falsa paz, tratamos de eliminar el reclamo de los que pueden privarnos de la comodidad y de las estructuras que nos hemos creado para sobrevivir. El reclamo del ciego es una verdadera confesión de fe que reconoce a Jesús como el Mesías esperado, el descendiente de David que venía a reinar con justicia. Es más, todo el relato indica que el ciego estaba esperando a Jesús con el corazón confiado. Y Jesús, el único capaz de tenerlo en cuenta, se acerca a él en actitud dialogante, a preguntarle: "¿qué quieres que haga por ti?" Jesús declara luego que la fe del ciego ha tenido mucho que ver con su curación; y esa fe se expresó después del milagro siguiendo a Jesús por el camino. El ciego que había ansiado tanto recobrar la vista, habría podido dedicarse a muchas cosas hermosas que podría haber soñado en medio de su ceguera, y sin embargo su reacción fue simplemente seguir a Jesús. Su corazón le decía que no había nadie ni nada más importante para sus ojos.
Oración: "Señor, yo también estoy un poco al borde del camino, ciego y solitario, necesitado y a oscuras. Yo también tengo mis cegueras y me cuesta ver la luz de tu verdad y el sentido de mi vida. Por eso te ruego que abras mis ojos y me hagas ver la luz". 325
Domingo 30° durante el año AÑO C : LC 1 8 , 9 - 1 4 El evangelio no solamente habla de amor, sino que nos muestra las formas muy concretas como se expresa el amor, para que podamos discernir si nuestro corazón está realmente en Dios. En este texto se reprocha "a los que confían en su propia perfección y desprecian a los demás", de manera que contradicen el verdadero amor a Dios, que se expresa confiando más en él que en uno mismo, y contradice el amor al prójimo, que se expresa teniendo compasión y mirando al hermano con buenos ojos. El publicano, que reconocía su miseria humildemente ante Dios, volvió a su casa en paz con Dios a pesar de sus pecados. Su actitud humilde agradó a Dios por encima de sus pecados. San Juan Crisóstomo ponía el ejemplo de los dos carros: "Denme dos carros, uno tirado por un hombre perfecto, pero sin humildad, y otro tirado por un hombre pecador, pero humilde. Verán que el carro tirado por el hombre orgulloso termina atascándose y frenándose a causa del orgullo, mientras el carro del hombre humilde, aligerado por la humildad, comienza a avanzar y pasa adelante". Cuando el publicano pide perdón, reconoce sinceramente la misericordia de Dios; el centro de su plegaria no es tanto él mismo y su pecado, sino la súplica de misericordia: "Ten piedad de mí". Esta oración implica arrepentimiento, que es el dolor por no haber sido fiel al amor de Dios y el deseo de responderle mejor. Arrepentimiento que impulsa al cambio. Pero el fariseo, que sólo contemplaba su propia perfección, y se gozaba mirando con desprecio al pecador, no volvió a su casa en paz con Dios, aunque no hubiera cometido pecados externos, aunque cumpliera toda la ley de Dios, aunque ayunara y pagara el diezmo. Es lo que expresó San Pablo en el himno al amor: "aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve (1 Cor 13, 3). Así, en la humildad y en el amor compasivo con el hermano podemos descubrir las dos grandes claves para crecer en la vida de la gracia o para disponernos a esa vida.
Oración: "Libérame Señor de esa tonta vanidad que me lleva a poner mi seguridad en las obras externas y a despreciar a los demás por sus imperfecciones. Ayúdame a reconocer mi propia miseria y la grosera fealdad del orgullo". 326
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Semana 3 0 durante el año LUNES: LC 1 3 , 1 0 - 1 7 Una espalda encorvada simboliza el agobio de una persona que siente la vida como una carga. Ha sido tal el peso que ha llevado que no puede mantenerse erguido. En esos casos, la obra sanadora de Dios consiste en ayudar a la persona a mirar hacia adelante, a descubrir que no basta con soportar un peso inevitable, sino que estamos invitados a ampliar nuestro horizonte, a entusiasmarnos con el futuro. La mirada del Señor "siembra futuro". Los que caminamos erguidos tendríamos que preguntarnos si así también está nuestro espíritu, si nuestra mirada realmente está atenta a la amplitud del horizonte, o si hemos reducido nuestra vida al pequeño espacio que pisan nuestros pies porque no queremos tener más cargas. Jesús, con su evangelio, quiere ampliarnos el horizonte y fortalecer nuestra espalda. Y cuando se amplía la mirada, la reacción adecuada es la alabanza, porque podemos percibir mejor la gloria de Dios que supera ampliamente el ámbito reducido de nuestras preocupaciones. Cuando Jesús cura a la mujer aparece el típico reproche de los legalistas fanáticos: no se puede curar en día de descanso. Pero Jesús intenta que el cruel controlador de la vida ajena se compadezca de la mujer curada, que tenía la dignidad de ser una "hija de Abraham". Jesús la compara con un buey atado para mostrar que la mujer era digna de ser curada aunque fuera el día de descanso, ya que hasta un buey es liberado de sus cadenas para permitirle beber, no importa qué día sea. La compasión puede más que cualquier norma o tradición. El jefe de la sinagoga se indignaba con la gente: "Tienen seis días para curarse, pero tienen que venir a hacerse curar justamente hoy, que es el día de descanso" (v. 14). Jesús, en cambio, comprende el dolor de la gente que busca curarse, y trata de hipócritas a los legalistas, ya que también ellos buscan y defienden su propio bien. Así queda claro que debe ponerse más pasión en buscar el bien de los hermanos que en defender las leyes y las tradiciones, por más santas que sean.
Oración: "Señor, tu que miras el universo, que puedes verlo todo y comprender la inmensidad que nosotros no podemos siquiera imaginar, no permitas que mi mirada se encierre en un mundo pequeño y ayúdame a mirar los horizontes que tú quieres mostrarme". 327
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Semana 3 0 durante el año MARTES: LC 1 3 , 1 8 - 2 1 El Reino de Dios está creciendo. Y las parábolas que leemos en este texto, hablan precisamente de ese Reino en crecimiento, que comienza a manifestarse en cosas simples y pequeñas, pero que por el poder de Dios van creciendo hasta alcanzar grandes dimensiones. A los que se desencantan si no ven resultados vistosos, y sólo se sienten importantes si pueden tener cargos de alto nivel o si reciben misiones llamativas, Jesús les indica que las cosas grandes comienzan con cosas insignificantes. El Reino es como una pequeña semilla que termina convirtiéndose en un árbol inmenso, o como una pequeña porción de levadura, que lentamente pero sin pausa termina haciendo fermentar y produciendo una gran masa. Hay que confiar en el secreto de Dios, en su misteriosa acción que trabaja también cuando nosotros no lo vemos, y reconocer esa fuerza sobrenatural del Reino de Dios que va creciendo a través de lo que parece insignificante. En el ejemplo del árbol es bello advertir que "los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas". Tendríamos que preguntarnos entonces si nuestras comunidades están convirtiéndose en ese espacio donde los demás puedan acercarse con gusto a recibir sombra y abrigo, protección y calor fraterno; si nuestras comunidades son un ámbito de unidad y de amor, construido con gestos pequeños pero cotidianos que han ido creando ese espacio comunitario donde cualquiera que llega se siente acogido. Esos gestos de amor, de compasión y de paciencia, cada pequeña iniciativa para hacer feliz a otro, son como esa pequeña semilla que con el tiempo produce un árbol precioso y acogedor. Por eso conviene renunciar a veces a la fiebre de los grandes proyectos que no nos dejan tiempo para vivir y tratarnos como hermanos, recordando que Dios hace más con un gesto sincero de amor generoso que con mil proyectos aparentemente espectaculares. Así lo entendió San Maximiliano Kolbe cuando renunció a todos sus proyectos y ofreció su vida para salvar a un hermano.
Oración: "Señor Jesús, quiero adorarte contemplando el poder divino que reina en tu humanidad glorificada, porque has resucitado lleno de fuerza y gloria celestial. Reina en este mundo Señor, transfórmalo y hazlo crecer con tu presencia". 328
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Semana 30 durante el año MIÉRCOLES: LC 1 3 , 2 2 - 3 0
Alguien le hace a Jesús una pregunta que hoy no es muy frecuente: "¿son pocos los que se salvan? En la época de Jesús, en cambio, esta pregunta sobre la salvación era muy importante y frecuente. A cualquier persona religiosa le interesaba saber cómo alcanzar la salvación, como asegurar su entrada al cielo después de la muerte. Por eso en los evangelios se habla muchas veces sobre la salvación. Hoy llevamos una vida acelerada, pendientes de muchas cosas, llenos de distracciones, y habituados al cambio permanente. Nos interesa vivir bien ahora y evitamos las preguntas sobre lo que pueda suceder cuando llegue nuestra muerte. Por eso la pregunta más frecuente que se hacen las personas suele ser: ¿Cómo puedo hacer para vivir bien? ¿Qué tengo que hacer para estar mejor? Pero no nos damos cuenta que es la misma la respuesta para la vieja pregunta, porque lo que Dios nos pide para que alcancemos la salvación es lo mismo que nos puede hacer sentir bien, lo único que puede darnos verdadera paz, lo único que puede hacernos sentir firmes, seguros, vivos (Deut 6, 24). Y lo que Dios pide es siempre que pongamos nuestra confianza en él y que tratemos de amar. Pero la pregunta precisa que aparece en este texto es "¿son pocos los que se salvan?" Jesús prefiere no responder esa pregunta; más bien nos exhorta a no sentirnos tan seguros de que nuestra vida va por el camino correcto, y nos indica lo que podría suceder: que una multitud de patriarcas, profetas y gente de todas partes llegue a la mesa del Reino de Dios mientras nosotros no podamos entrar. Antes que estar haciéndonos esas preguntas nos conviene tratar de entrar por la puerta estrecha, no elegir el camino fácil de la gloria humana, del egoísmo, de la vanidad, creyendo que por esos caminos puede alcanzarse la verdadera vida.
Oración: "Señor, yo sé que en el fondo de mi corazón está presente esa vieja pregunta por la salvación, pero mi vida está demasiado acelerada como para detenerme en ese planteo. Ayúdame a entrar por la puerta estrecha, para que en el fondo de mi corazón pueda sentirme seguro y viva en tu paz".
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Semana 3 0 durante el año JUEVES: LC 1 3 , 3 1 - 3 5 Jesús se lamenta por Jerusalén, la ciudad amada. En su corazón de judío Jerusalén no podía dejar de ocupar un lugar importante, porque Jesús es heredero de una larga tradición que le cantaba a Jerusalén y a su templo: "¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, su monte santo, su altura preciosa, la alegría de toda la tierra!" (Sal 48, 2-3). "Tus ojos verán a Jerusalén... Allí Yavé será magnífico para nosotros!" (Is 33, 20.21). "¡Vístete tus ropas de gala Jerusalén, ciudad santa!" (Is 52, 1). "¡Qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa de Yavé! Nuestros pies ya tocan tus umbrales, Jerusalén!" (Sal 122, 1-2). Jerusalén era la ciudad amada (Sal 87, 2), la elegida por Dios (Sal 78, 68). Por eso Jesús defendió apasionadamente la santidad del templo de Jerusalén (Mc 11, 15-17; Jn 2, 17), y en este texto dice que "no corresponde que un profeta muera fuera de Jerusalén" (Lc 13, 33). Precisamente por ser la ciudad amada, Jesús experimentaba un profundo dolor por su rechazo. Era la ciudad que desde niño él amaba con ternura, la que ahora lo despreciaba y lo llevaría a la muerte. Por eso, Jesús lloró contemplándola (Lc 19, 41), y aquí se presenta como una gallina que siente la irresistible necesidad de reunir a los polluelos bajo sus alas y sufre tremendamente cuando no logra hacerlo. Todo el corazón humano de Jesús vibra con fuerza apasionada en este lamento y en estas lágrimas de amor herido. Esto debería invitarnos a amar también nosotros con ternura los lugares que son importantes para nuestra vida, la propia patria, que también es un don de Dios que no puede dejar de preocuparnos, un don de Dios que estamos llamados a cuidar y a mejorar, un regalo de su amor por el cual a veces deberíamos sufrir y llorar. La indiferencia no era la actitud de Jesús. Sin embargo, aunque se lamenta por Jerusalén, Jesús parece anunciar que la ciudad amada no cerrará su corazón para siempre (13, 35).
Oración: "Señor, tierra y amada. revelan 330
quiero contemplar tu corazón humano, enamorado de tu de tu pueblo, enternecido y conmovido por la ciudad Quiero contemplar esas lágrimas y ese lamento que nos tu verdadera humanidad, capaz de sufrir por amor".
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Semana 30 durante el año VIERNES: LC 1 4 , 1-6
Una persona enferma se pone delante de Jesús. Sería bueno que el lector se preguntara cuál es su actitud cuando se le presenta una persona enferma. El mundo de hoy, tan vitalista y consumista, busca el placer, la intensidad, ama la juventud y la fuerza, pero no tolera todo lo que le hable de debilidad, todo lo que le haga recordar los límites de esta vida. Por eso es normal que a un hombre de hoy le resulte profundamente desagradable que una persona débil y enferma se le ponga delante. Jesús en cambio, con un corazón sano y generoso, no podía sentir repulsión por las personas débiles, sólo podía amarlos; es más, eran sus preferidos, porque él quiere de verdad socorrer nuestra miseria. Por eso el evangelio no nos dice solamente curó al enfermo; nos dice también que Jesús "lo tomó". No basta decir que toleró su presencia, o que no intentó sacárselo de encima, sino que lo agarró, lo abrazó, así le hizo sentir que era importante para él, y sólo después lo curó. Jesús indica que hacer el bien al hermano necesitado está por encima de las demás leyes, como la ley del descanso, y se presenta como un amante de la vida, dador de vida para el ser humano. Pero los fariseos, que debían buscar el bien del pueblo, son incapaces de alegrarse por el bien de la persona curada. Ellos simplemente "lo vigilaban". Pero Jesús les hace saber que, así como un padre no puede dejar a su hijo dentro de un pozo, él no puede dejar solo al hermano enfermo sin aliviarlo. El celo por la ley de Dios debería expresarse ante todo en el celo por la felicidad del hermano, porque la primera ley es el amor.
Oración: "Señor, ayúdame a descubrir tu mano fuerte que me toma cuando estoy débil y abatido, pero regálame también fortaleza y generosidad para aliviar los angustias de los demás, para sostenerlos con mi amor Ama y fortalece tú a los demás a través de mis gestos". 331
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Semana 3 0 durante el año SÁBADO: Lc 1 4 , 1 . 7 - 1 1
Jesús fue invitado por un banquete que organizaba un jefe de los fariseos. Si recordamos que entre los fariseos era frecuente la costumbre de cuidar la apariencia social y de buscar ser admirados y reconocidos, se nos hace evidente que el ambiente de ese banquete, lleno de fariseos preocupados por estar cerca del jefe mayor, no era precisamente de humildad y sencillez. De hecho el evangelio narra que "los invitados andaban buscando los primeros puestos" (v. 7). A ellos Jesús dirige una enseñanza: cuando uno busca el último lugar se evita problemas y tensiones; evita una carrera desgastante de vanidades, temores, competencias y humillaciones. En cambio, el que busca el primer lugar se expone a fracasos dolorosos, situaciones humillantes, desengaños. Por eso decía Carlos de Foucauld: "Señor, te pido que me des el último lugar, ese lugar que nadie querrá quitarme". Pero para los que llevan años, o quizás toda la vida, pendientes de la mirada de los demás, es muy difícil liberarse de este verdadero vicio y reconocer que "somos lo que somos ante la mirada de Dios, y nada más". Es necesario pedir la luz de Dios para reconocer que la preocupación por ser bien vistos nos lleva a representar un personaje, de manera que finalmente ni nosotros mismos sabemos quiénes somos en realidad, y así perdemos la identidad que Dios quiso regalarnos. De esa manera, tampoco tenemos nada auténtico para ofrecer a los demás y no podremos amar a nadie en serio.
Oración: "Coloca en mí tus sentimientos y tu generosidad, Señor, para que aprenda a compartir mi vida con los pobres, y sobre todo a vivir con ellos la fiesta de la amistad. Libérame de actuar buscando siempre mis propios intereses, haciendo de las relaciones humanas un permanente comercio".
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Domingo 31° durante el año AÑO A : MT 2 3 , 1 - 1 2
La búsqueda de la apariencia, del reconocimiento social, el deseo del aplauso, de la alabanza. Jesús en este texto toca una de las debilidades más groseras del ser humano. Y en quienes no pueden tener ese reconocimiento, esta tendencia puede convertirse en resentimiento, aislamiento, egoísmo. La actitud contraria es el servicio motivado por el deseo de responder al amor de Dios, o al menos por el anhelo de que la propia vida sea fecunda, útil, beneficiosa para los demás. Jesús, tan tolerante, respeta la autoridad de los fariseos, y aunque reprocha sus actitudes, no pide a la gente que les desobedezcan; sólo les pide que no imiten su forma de vivir y de actuar. A diferencia del corazón interesado de los fariseos, que buscaban la gloria humana, la actitud del que hace las cosas sólo por amor es lo que llamamos "gratuidad"; es la actitud del que es capaz de entregarse "gratis", porque no puede hacerlo de otra manera, porque simplemente necesita hacer el bien, porque ama espontáneamente el bien. Pero para lograrlo es necesario que nos sane y nos libere la "gracia" de Dios, el amor gratuito de Dios que se derrama en nosotros sin necesitar nada de nosotros, porque él es plenitud de vida y de felicidad. Solamente saciados por el amor de Dios podemos hacer el bien sin esperar recompensas, reconocimientos, aplausos o agradecimientos. Esta experiencia de no necesitar una aprobación permanente de los demás, esta vida puesta en las manos de Dios y no en la fuerza efímera de los elogios, brinda una sensación de profunda libertad. En cambio, la vida del que hace las cosas sólo "para ser bien visto" produce una sensación de tremenda esclavitud que es una verdadera humillación interior.
Oración: "Señor, libérame con la libertad de tu amor, para que sólo dependa de tu mirada que me comprende, me alienta y me estimula, y no viva pendiente de la mirada de los demás, del aplauso o de la aprobación".
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Domingo 31° durante el año AÑO B: MC 1 2 , 2 8 - 3 4
Era pesada la multitud de normas y preceptos que tenían los judíos, no sólo en la Sagrada Escritura, sino sobre todo en las tradiciones que habían impuesto los fariseos. Nosotros también, muchas veces nos perdemos en medio de una multitud de obligaciones morales que pesan en nuestra conciencia, y nos llenamos de escrúpulos, de autoreproches, de sentimientos de culpa. Necesitamos que Jesús nos diga dónde tenemos que tratar de poner el acento para tener la tranquilidad de estar en su camino a pesar de nuestras debilidades. Y Jesús es muy claro; lo primero que espera Dios de nosotros es que lo amemos. Puede suceder, de hecho, que una persona no cometa pecados evidentes, que su vida sea correcta y elogiable, pero que en realidad sólo se ame a sí misma y su propia perfección. Jesús nos dice que no es eso lo que Dios espera de nosotros, sino que en primer lugar espera que lo amemos, con un amor verdadero que brote de lo más profundo, del "corazón", con un amor que sea también deseo de su amor y de su presencia, es decir, con toda el "alma", y con un amor donde se integre también todo el dinamismo de nuestra vida, nuestros impulsos, nuestro trabajo, nuestras acciones; no porque tengamos que ser perfectos en todo lo que hagamos, sino porque lo hacemos presente a él en medio de todo lo que hacemos. Pero este amor debe manifestarse también en una forma de actuar semejante a la de Dios, es decir, en una vida compasiva con el hermano, para amarlo a él como Dios me ama, para perdonarlo como Dios me perdona, para desear su bien. Y amarlo como a mí mismo significa romper las paredes de mi propio yo, para que así como deseo mi felicidad pueda desear también la felicidad del hermano, para que así como me preocupo por mis problemas, también me preocupe por los problemas del hermano.
Oración: "Mi Señor, sin tu gracia yo no puedo salir de mis propios intereses, sin tu amor no puedo liberarme del egoísmo. Transfórmame Señor, para que pueda amarte con todo mi corazón, con toda mi mente y con todo mi espíritu, y para que pueda amar a los demás como me amo a mí mismo". 334
Domingo 31° durante el año AÑO C : LC 1 9 , 1 - 1 0 Zaqueo era jefe de recaudadores de impuestos, que se enriquecían cobrando impuestos para el imperio romano. Su gran riqueza se debía a que los romanos permitían que los recaudadores cobraran un plus, con tal que entregaran para el imperio la suma que ellos les reclamaban. Y al ser jefe de recaudadores, Zaqueo tenía más posibilidades de acumular dinero. Llama la atención ver a un hombre rico trepado a un árbol. Pero la baja estatura se lo exigía. Y quizás esa misma estatura pequeña lo había llevado a acumular bienes para compensar su complejo de inferioridad. Zaqueo quería ver a Jesús, y su interés lo lleva a treparse al árbol sin vergüenza. Hay que advertir que su actitud contrasta con la de los fariseos, que no tenían interés en ver a Jesús o en escucharlo, sino simplemente en hacerlo desaparecer. Y la apertura de Zaqueo, que había sido tocado en su parte buena por el atractivo de Jesús, le permitió encontrar a Jesús no como un enemigo peligroso, sino como un verdadero liberador. Jesús se dirige a Zaqueo reconociendo su candidez interior, ese resquicio receptivo de su corazón, e invitándolo a bajar rápidamente. Y la reacción de Zaqueo fue inmediata y feliz, espontánea y alegre. Que Jesús lo mirara, se acercara exclusivamente a él y se hospedara en su casa, fue para Zaqueo lo que él necesitaba para superar su apego al dinero. El modo como Jesús lo trató, bastó para hacerle descubrir su propio valor y no dejarse ya dominar por el afán desenfrenado de dinero. La respuesta de Zaqueo al amor de Jesús fue devolver cuatro veces más de lo robado (2 Sam 12, 6) e ir más allá de lo exigido por la Ley repartiendo la mitad de sus bienes. Jesús no le pide nada más, no le exige el desprendimiento total que era propio de un llamado especial. La respuesta de Zaqueo bastaba para mostrar que a su corazón había llegado la salvación.
Oración: "Señor Jesús, tú conoces mi miseria y mi dificultad para cambiar Pero te ruego que toques esa parte buena que hay en mí para que pueda vencer mis desconfianzas y mis apegos, para que me atreva a ponerme ante ti y puedas terminar la obra que empezaste en mi vida". 335
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Semana 3 1 durante el año LUNES: LC 1 4 , 1 2 - 1 4 Jesús se dirige al jefe de los fariseos, que había organizado la cena, invitando sólo a personas de su "nivel" social y económico. Y Jesús le pide que rompa ese círculo de vanidades e intereses mundanos. Porque los que tienen intereses políticos, económicos, o ligados a la vanidad social, se invitan mutuamente, creando un mundillo donde no hay un deseo generoso de homenajear al amigo o de hacerlo feliz, sino solamente de alimentar el propio prestigio y los propios intereses. Por eso Jesús exhorta a dar un paso verdaderamente celestial: invitar a los pobres, a los ciegos, a los lisiados, a esos que son mirados con desprecio, que no tienen prestigio, que no pueden brindarnos ninguna retribución, ni económica, ni estética, ni sensual. Esto supone un corazón transformado por la gracia de Dios de tal manera que se ha hecho como el de Jesús, que siendo el Hijo de Dios quiso compartir su vida con los más pequeños, con los despreciados, con los olvidados, pero no por algún interés, sino por un amor verdaderamente gratuito. Esta "gratuidad" no le resulta fácil al corazón egoísta, y sólo invade al corazón que se deja transformar por el Espíritu Santo que Jesús nos regala. Obrando así, con gratuita generosidad, uno recibirá una recompensa eterna, de un valor y una belleza muy superiores, y representará en su vida la manera de obrar de Jesús, que se entregó por nosotros sin necesitar de nosotros, por pura generosidad. En este texto, Jesús nos muestra la verdadera actitud cristiana ante los pobres. No se trata sólo de dar limosna, de repartir los bienes, como quien, sintiéndose superior da una muestra de su grandeza ascética repartiendo cosas a los miserables. Por eso dice San Pablo: "Aunque yo repartiera todos mis bienes... si no tengo amor no me sirve de nada" (1 Cor 13, 3). Se trata más bien de compartir la vida con ellos, de sentarlos a la propia mesa, de compartir con ellos la propia fiesta; se trata de hacerse amigo de ellos sin avergonzarse de ser identificado con ellos.
Oración: "Señor, que aprenda a compartir mi vida con los pobres, y sobre todo a vivir con ellos la fiesta de la amistad. Libérame de actuar buscando siempre mis propios intereses, haciendo de las relaciones humanas un permanente comercio". 336
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Semana 3 1 durante el año MARTES: LC 1 4 , 1 5 - 2 4 Jesús compara el Reino de los Cielos con una fiesta, con un banquete de bodas; es el Reino de la alegría compartida. Es cierto que esto supone una experiencia personal, el encuentro con Cristo que "vive en mí" (Gál 2, 20); pero esa identificación espiritual con Cristo me lleva a identificarme también con su sueño, que es el de reinar en toda la humanidad. Amando a Cristo comparto su sueño comunitario, y me uno a los demás para comenzar a vivir con gozo y gratitud la fiesta del Reino. Esta parábola del banquete se sitúa en el contexto del rechazo de las autoridades religiosas del pueblo judío, que eran los invitados especiales y rechazaron la invitación, y por eso la fiesta se abre a todos los pueblos. A diferencia de Mateo 22, 1-10, esta narración de Lucas tiene una división en tres partes: primero se invita a los que están en el camino de la fe y practican la Ley de Dios. Estos, detrás de la apariencia de su religiosidad, tienen el corazón cerrado, no están preparados para vivir el Reino de Dios como una fiesta. Entonces se les da prioridad a los últimos, a los despreciados de la sociedad, a los que no tienen nada: los pobres, lisiados, ciegos y cojos. Ellos, detrás del espectáculo aparentemente grotesco de sus enfermedades y límites, pasan a ser los preferidos para vivir la alegría del Reino, que es superior a las seguridades de este mundo. Es interesante notar que en 14, 13 aparecen también los "pobres, lisiados, ciegos y cojos". A ellos tenemos que invitarlos a nuestras fiestas porque Dios los prefiere, y sus corazones aceptan fácilmente la invitación. Pero como en el Reino de Dios hay mucho espacio para todos, entonces se invita a todos los que andan por las calles y caminos, sin excepción. Los únicos que quedan excluidos son aquellos que, por considerarse más perfectos que todos, no se sienten necesitados de Dios y no se dejan transformar por él.
Oración: "Señor, te doy gracias tiano como una fiesta esa fiesta en plenitud. el corazón para poder
porque me invitas a vivir mi camino criscomunitaria, y porque la vida eterna será Pero te pido la gracia de aprender a abrir participar de ese maravilloso banquete". 337
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Semana 3 1 durante el año MIÉRCOLES: LC 1 4 , 2 5 - 3 3 Amar a Jesús es entregar lo más profundo del corazón al que derramó su sangre para purificarlo, al que puede darle sentido y luz, al que tiene el derecho de ser Señor de ese corazón. Ningún otro ser humano puede ejercer ese dominio santo, porque sólo Jesús es Dios. Jesús invita a tomar la cruz, como él la tomó. No se trata de buscar cruces, sino de aceptar la que haya que llevar por el Reino. Ante todo la cruz de la convivencia cotidiana, con todos los actos de paciencia y de generosidad que nos exige; también la cruz de las molestias propias de esta vida limitada, los cansancios, las inseguridades, las purificaciones que nos van madurando poco a poco. Así, en lo cotidiano puede vivirse con amor un martirio oculto, que es también el éxtasis de entregar la vida con humildad. Pero es tomar la cruz para seguirlo; no es la cruz el centro de todo, sino el seguimiento de Cristo, su persona y la atracción de su amor. Luego este texto parece cambiar de tema, y nos presenta el ejemplo del que no calculó bien y no puedo terminar la torre, y del que calcula la cantidad de hombres que tiene antes de ir a la guerra. Parece una invitación a ser previsores, pero la conclusión de estos dos ejemplos es: "de la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a sus bienes no puede ser mi discípulo". Eso significa que antes de colocarnos en el camino para seguir a Jesús, tenemos que tener la decisión clara de renunciar a nuestros bienes; antes de decirle a Jesús que queremos seguirlo, tenemos que hacer el cálculo y descubrir si verdaderamente estamos dispuestos a renunciar a todo. Porque si no es así, nuestra vida cristiana está enferma desde el principio, y no podrá desarrollarse; la torre no podrá ser completada y la batalla no podrá ser vencida. Necesariamente, el que se pone en el camino de Jesús tiene que estar dispuesto a entregarlo todo por él, si es necesario. No nos conviene, entonces, ocultar o disimular las exigencias del Reino de Dios. No pide algo; lo pide todo, o no vale la pena.
Oración: "Señor, enséñame a no tomar con negligencia y superficialidad el camino que me propones; ayúdame a descubrir que ese camino no es una parte de mi vida, sino todo, y que para tomarlo en serio tengo que estar dispuesto a entregártelo todo". 338
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Semana 3 1 durante el año JUEVES: Lc 1 5 , 1 - 1 0
Este capítulo presenta las tres parábolas de la misericordia: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo. Pero las tres van dirigidas a los fariseos que eran incapaces de alegrarse por los pecadores que se acercaban a Jesús. Por eso, la parábola del hijo pródigo es ante todo la parábola del Padre misericordioso, pero también la del hermano envidioso e insensible, incapaz de comprender a su hermano y de alegrarse por su regreso. En este texto tenemos las parábolas de la oveja y de la moneda perdida, donde se muestra que Dios busca todas las maneras posibles para hablarnos de su amor y de su misericordia. Además, las dos parábolas indican que el amor de Dios no es general, como si nos quisiera a todos en multitud, sino que su amor es particular, porque su amor y su inteligencia infinita le permiten estar plenamente atento a todos al mismo tiempo y a cada uno en particular. Por eso, da la impresión que al buscar la oveja perdida no hubiera en el mundo otra cosa más que ella. Por otra parte, las dos parábolas destacan la sinceridad de esta preocupación del Señor, porque nos hablan de la alegría, de la fiesta que hay en el corazón de Dios cuando recupera a un perdido. El pastor que recupera la oveja la pone sobre sus hombros "contento", y la mujer que recupera la moneda (que era como un anillo de casamiento) invita a sus vecinas para festejar. Algunos autores espirituales (Gregorio de Nisa, Taulero), al leer la parábola de la moneda, interpretan que esa moneda amada es lo más valioso del corazón del hombre, su centro más profundo y bello, muchas veces cubierto por el polvo de las preocupaciones y vanidades. La mujer es Dios, que limpia la casa, el interior del hombre, hasta que vuelve a relucir ese centro dorado que se había perdido bajo el polvo.
Oración: "Señor, te adoro por tu gran misericordia y te doy gracias porque me buscas con amor cuando ando perdido. Dame la gracia de mirar a los demás con tus ojos misericordiosos para que me alegre por su bien". 339
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Semana 3 1 durante el año VIERNES: LC 1 6 , 1-8
Este texto nos habla de un administrador deshonesto, que al saber que está por perder su puesto, se enfrenta a una situación angustiosa. Es hora de tomar decisiones astutas y urgentes para poder sobrevivir. Está por quedarse en la calle, y necesita asegurar su futuro. Por eso, reduce parte de la deuda a los deudores de su jefe; de esa manera se gana su amistad para que luego lo reciban y lo auxilien cuando quede en la calle. El texto parece indicar que lo que hizo este administrador no era honesto. Muchos comentadores han hallado una salida: decir que el porcentaje de la deuda que el administrador perdonó a los deudores era en realidad lo que le correspondía a él como ganancia por lograr cobrar las deudas. También hoy, cuando algunas deudas parecen incobrables, se le ofrece al cobrador un porcentaje alto para estimularlo a buscar la manera de cobrar esas deudas, y a veces se concede hasta el 50 % de la deuda. En ese caso, este administrador no habría sido deshonesto, porque estaba disponiendo del porcentaje que le correspondía a él por el cobro de las deudas. En ese caso, la astucia estaba en optar por acumular amigos, en lugar de acumular dinero. De cualquier manera, tanto en esta parábola como en cualquier otra, no se trata de explicar los detalles, sino de captar la enseñanza de fondo. Aquí simplemente se nos invita a usar el dinero con inteligencia, haciendo el bien, compartiendo, dando limosna, porque de esa manera acumulamos un tesoro en el cielo: "El que se apiada del pobre presta dinero al Señor" (Prov 19, 17).
Oración: "Señor, ilumíname para que no me engañe a mí mismo creyendo que es la acumulación de bienes lo que asegura mi futuro. Lo que tú me pagarás abundantemente es lo que yo haya entregado con generosidad. Por eso, Señor, enséñame a ver que lo que me queda para el futuro son las obras de amor que haya realizado".
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Semana 3 1 durante el año SÁBADO: LC 1 6 , 9 - 1 5 Acumulando dinero no estamos obrando astutamente, porque el dinero acumulado, que nos encierra en nuestros propios intereses, nos enferma el corazón, no nos brinda ninguna riqueza sobrenatural y nos aleja del camino de la fraternidad. El que se dedica a acumular posiblemente termine colocando al dinero en el lugar de Dios y por encima del estilo de vida que propone el evangelio: "No pueden estar al servicio de Dios y del dinero" (v. 13). Es mejor usar el dinero para ganar amigos que nos recibirán en el cielo. Sólo así nuestro futuro está asegurado. Pero este texto tampoco nos invita a usar alegremente el dinero y a despreocuparnos por el uso que damos a los bienes. Al contrario, el evangelio nos llama a ser fieles en el uso del dinero, a preocuparnos por usarlo bien. Y usarlo bien es compartirlo, es utilizarlo para brindar felicidad a otros. Si leemos el versículo 11 allí podemos descubrir la seriedad de esta misión: "Si en el uso del dinero sucio no saben ser fíeles ¿Quién les confiará los bienes verdaderos?" Dios quiere poner en nuestras manos cosas mucho más valiosas que el dinero, pero para eso tenemos que mostrar que podemos usar generosamente el dinero que se nos confía. Y así como la invitación a la castidad puede despertar la burla de los que viven pensando en el placer, esta exhortación de Jesús despertaba la burla de los que vivían pendientes del dinero. Tan obsesionados estaban por obtener ganancias, que les parecía tonto y utópico hablar de desprendimiento: "Oyeron estas cosas unos fariseos amantes del dinero, y se burlaban de él" (v. 14). También hoy suelen escucharse con una sonrisa irónica las enseñanzas de la Iglesia en su doctrina social, como si se tratara de algo poco realista, iluso y desconectado de la vida real. Pero es justamente ese olvido de la justicia, de la solidaridad y de la generosidad lo que provoca tanta miseria, tanto dolor y tanta desigualdad. La angustia del que vive sumergido en la desesperación, excluido de toda posibilidad de desarrollo humano, no puede ser mirada con una sonrisa irónica.
Oración: "Señor, que pusiste bienes en mis manos para que los administre generosamente, para que con ellos pueda brindar algo de felicidad a los hermanos, coloca en mi interior un poco de tu generosidad divina, para que me goce en la alegría de los demás". 341
Domingo 32° durante el año AÑO A : MT 2 5 , 1 - 1 3 La parábola de las diez vírgenes que esperan al esposo nos recuerda toda la espiritualidad de la alianza, ya que en el Antiguo Testamento los profetas presentaban la relación del pueblo con Dios como una alianza matrimonial, donde Dios era siempre fiel, pero el pueblo se comportaba como una mujer infiel, incluso como una prostituta. Todo el libro del profeta Oseas está marcado por esa imagen del amor defraudado, pero que no se deja vencer por las infidelidades de la mujer amada. Aquí se nos presenta el Reino de los Cielos como un banquete nupcial, donde el Señor es el novio y la esposa es la Iglesia amada (Apoc 2 1 , 2), y se nos invita a todos a estar atentos para poder participar de esa fiesta. La fiesta es una realidad comunitaria; es más que un encuentro personal con el amado, porque es un encuentro de hermanos que comparten la alegría. Por eso decía San Buenaventura que el amor a los hermanos aumentará nuestra capacidad de gozo, ya que los que aman no se alegran por su propio bien, sino también por la felicidad de los demás, y así cada hermano que tengan a su lado duplicará su propia alegría. Al final de nuestra vida en la tierra, nos espera una fiesta. No es lo mismo esta vida si al final está el vacío, la oscuridad, la nada, o si, en cambio, nos espera un abrazo, un encuentro de amor, una fiesta eterna. Las vírgenes prudentes representan a los que siempre están preparados para esa fiesta, de manera que nunca podrá tomarlos de sorpresa la llegada del novio. Las vírgenes necias son los que viven como si su vida fuera eterna, como si nunca se fuera a terminar, y entonces dejan siempre para después su conversión. El aceite que mantiene la lámpara encendida es aquello que siempre hay que cuidar y que nunca puede faltar en la vida cristiana: el amor. Así se ve en este mismo capítulo 25 cuando Jesús indica qué se tendrá en cuenta en el juicio sobre nuestra vida: lo que hicimos o no hicimos por los hermanos (Mt 25, 31-46).
Oración: "Te pido Señor que derrames tu gracia en mi corazón para que mi lámpara no se apague, para que siga ardiendo el fuego del amor. Coloca en mí la fuerza de tu propio amor para que yo pueda derramarlo en los demás, porque en el atardecer de mi vida me preguntarás por el amor". 342
Domingo 32° durante el año AÑO B: MC 1 2 , 3 8 - 4 4
Los escribas, que estudiaban la Ley de Dios, buscaban aparentar frente a los demás, apareciendo como sabios y santos, pero al mismo tiempo se enriquecían apoderándose de los bienes de las viudas. Jesús despreciaba profundamente esa religiosidad que escondía egoísmos e injusticias. Por el contrario, Jesús se admiraba y se gozaba frente a la generosidad de los pobres, y lo subyugaba la religiosidad de los sencillos que se expresaba en gestos de desprendimiento. Por eso en este texto, luego de hablar de las injusticias que los falsos piadosos cometían con las viudas, se nos presenta el modelo de una de esas viudas pobres y explotadas. Cuando Jesús vio a la viuda pobre echando en la alcancía del templo las únicas monedas que tenía para sobrevivir, llamó a los discípulos para que valoraran ese gesto generoso. Y Jesús indica que el valor de una ofrenda no está en la cantidad sino en lo que significa de ofrenda generosa y de renuncia a sí mismo. Las pocas monedas de aquella viuda no eran poco, porque para ella eran todo. Tendríamos que dejarnos motivar por la belleza de esta escena. El comentario de Jesús nos muestra que los gestos de generosidad cautivan sus ojos amantes. Sería bueno entonces que nos preguntáramos cuánto hace que no cautivamos al Señor con nuestras ofrendas. Y si en realidad esos gestos se nos hacen imposibles, porque en el fondo sólo somos capaces de pensar en nosotros mismos, tendremos que pedir la gracia de una generosidad sincera, para que podamos experimentar el éxtasis de salir de nosotros mismos, de vivir a otro nivel, para que podamos entrar en ese mundo maravilloso que se hace presente en nuestra vida cotidiana cuando logramos prolongar en nuestras vidas la entrega de Jesús, que no dio algo, sino que lo dio todo.
Oración: "Mira Señor mi corazón egoísta, apegado a los bienes, y sánalo. Coloca en él algo de tu generosidad desbordante que te llevó a entregarlo todo en la cruz. Tú que sabes lo que es darse a sí mismo, enséñame Señor". 343
Domingo 3 2 ° durante el año AÑO C : LC 2 0 , 2 7 - 3 8
Los saduceos eran uno de los grupos del judaismo de la época de Jesús, permanentemente enfrentados con los fariseos. Ellos se atenían sólo a lo que enseñaban los primeros cinco libros de la Biblia y rechazaban todos los demás. Además, despreciaban todas las tradiciones populares que se comunicaban de manera oral, que iban pasando de padres a hijos, de generación en generación. Por eso, ellos rechazaban muchas creencias populares defendidas por los fariseos. Por ejemplo, negaban que hubiera una vida después de la muerte, que hubiera una resurrección. Ellos seguían con una doctrina muy antigua que sostenía que el hombre era premiado o castigado en esta vida, y por eso los ricos eran los bendecidos por Dios. Y su interés por esta doctrina se explica porque ellos mismos pertenecían a las familias más ricas de Jerusalén. En este texto ellos intentan ridiculizar la fe en una vida después de la muerte poniendo el caso de una mujer que se casó siete veces, y se imaginaban a los siete esposos en la vida eterna peleando por la mujer. De allí concluían diciendo que no hay una vida después de la muerte. Pero Jesús, que era tan duro con los defectos de los fariseos, esta vez se pone de parte de ellos y defiende la fe en la vida eterna que ellos predicaban. Hace ver a los saduceos que en la vida eterna nadie necesita poseer nada ni tener una mujer como propia, porque allí vivimos completamente liberados de todo dominio, ya que por el poder de Dios recibimos todo lo que necesitamos para ser felices. La vida eterna no solamente es gozo, también es plena libertad. Y Jesús defiende la fe en la vida eterna a partir de la verdadera imagen de Dios: él es un Dios de vivos que comunica la vida permanentemente, y por eso él puede regalar a sus hijos amados una vida que nunca se acaba.
Oración: "Te adoro a ti Señor, tú que eres un Dios de vivos, lleno de vitalidad y poder, que te gozas comunicando la vida a tus hijos y no los abandonas en poder de la muerte. Concédenos que sepamos valorar ese llamado a la vida eterna". 344
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Semana 3 2 durante el año LUNES: LC 1 7 , 1-6 Este texto encierra varias instrucciones a los discípulos para que sus vidas cumplan la voluntad del Padre. En primer lugar les pide que eviten todo escándalo, es decir, todo lo que pueda hacer tropezar a los demás. Pero pide un cuidado especial por los pequeños, los que no tienen conocimientos, ni poder, ni algo a qué aferrarse, y sólo tienen su fe para que los sostenga. La grandeza y el poder de Dios se manifiestan especialmente en su paciencia y en su compasión (Sab 12, 16-22), pero eso nos exige ser compasivos con los demás como el Padre celestial es compasivo con nosotros (Lc 6, 36-38). Es lo que expresamos al decir "perdónanos como nosotros perdonamos". No hay que cansarse de perdonar, no hay un límite, porque el hermano siempre merece una nueva oportunidad: si vuelve siete veces al día, las siete veces debe ser perdonado. También San Pablo exhortaba: "No nos cansemos de hacer el bien, que a su tiempo tendremos una cosecha si no desfallecemos" (Gál 6, 9). Y vale la pena leer las motivaciones al perdón que nos ofrece el Eclesiástico en 28, 1-12: Dios aplicará con nosotros la misma medida de perdón que usemos con los demás (l-2); el que perdona se dispone mejor a ser curado por Dios (3); si nos acordamos del fin de nuestra vida no perderíamos energías en rencores (6); el perdón es un pedido que Dios nos hace (7); la venganza y las agresiones provocan daños peores (8-12). Pero sobre todo habría que mirar el modelo de Jesús, que cuando le cargaban la cruz buscaba una excusa para disculpar a los que le hacían daño: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23, 34). Finalmente, se nos invita a desear que nuestra fe crezca, porque todo lo que parece difícil y complejo puede ser alcanzado si se tiene fe. Bastaría una fe pequeñita como una semilla para que podamos hacer grandes prodigios. Por lo tanto, esa fe, esa confianza humilde en el poder de Dios, puede darnos fuerzas para perdonar, aun cuando parezca muy difícil.
Oración: "Señor, tu me mostraste un camino, me enseñaste un estilo de vida, pero necesito tu gracia para poder lograrlo. Tu propia vida es el mejor testimonio, tú eres el modelo, pero sin tu poder nada puede cambiar en mi existencia concreta. Ayúdame Señor". 345
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Semana 3 2 durante el año MARTES: LC 1 7 , 7 - 1 0 Los seres humanos, con nuestra visión limitada, muchas veces nos confundimos, nos desubicamos, porque perdemos la verdadera dimensión de las cosas. Somos criaturas pequeñas, limitadas, hemos recibido la vida como un regalo. Por eso nuestra actitud debe ser ante Dios la de un servidor generoso, humilde, siempre agradecido. La vida y todo lo que es parte de la vida es un don permanente; si Dios dejara de actuar en nosotros con su infinito poder, nos desvaneceríamos en la nada. Somos servidores, y está completamente fuera de lugar pretender que Dios esté a nuestro servicio por lo poco que nosotros podamos ofrecerle; como sería tonto pretender que, por nuestro trabajo, un patrón se pusiera a servirnos como si fuéramos su amo. Es simplemente sentido común, el cual a veces perdemos por centrarnos en nuestro propio yo. Sin embargo, Jesús mismo se arrodilló ante sus discípulos y les lavó los pies (Jn 13, 45), pero fue para que advirtieran que la misión que recibían era para servir, no para dominar (Jn 13, 15-16). El mismo nos dijo: "aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11, 29), porque él, siendo Dios, "se anonadó a sí mismo y tomó la condición del servidor" (Flp 2, 7). A nosotros, que dependemos permanentemente del auxilio de Dios, nos conviene recordar la reflexión de San Pablo: "¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?" (1 Cor 4, 7). "Esta es la confianza que tenemos delante de Dios por Cristo. No somos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios" (2 Cor 3, 4-5). Así lo explica el Catecismo de la Iglesia Católica: "Frente a Dios no hay, en el sentido de un derecho estricto, mérito alguno por parte del hombre. Entre él y nosotros la desigualdad no tiene medida, porque nosotros lo hemos recibido todo de él, nuestro creador... Los méritos de las obras buenas deben atribuirse a la gracia de Dios en primer lugar y al fiel seguidamente" (CATIC 2007-2008).
Oración: "Tu, Señor, que siendo infinito, quisiste hacerte un servidor humilde, sin reclamar glorias ni reconocimientos, renueva mi vida con tu luz, para que descubra mi realidad, para que no olvide que no soy más que tú, y que mi verdad es la de ser un simple servidor". 346
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Semana 3 2 durante el año MIÉRCOLES: Lc 1 7 , 1 1 - 1 9
Sabemos que los leprosos en la antigüedad eran muertos en vida, destinados simplemente a esperar la muerte. El Levítico les impedía participar del culto y de la vida social, pero en realidad esto se entiende simplemente para proteger a los demás del contagio masivo, ya que se trataba de una enfermedad de difícil curación y muy desagradable. Por los mismos motivos, cuando alguno se consideraba curado, debía presentarse a los sacerdotes para que certificaran su curación y fuera admitido al culto, lo cual implicaba al mismo tiempo su reinserción en la sociedad. Por eso, la curación de la lepra era un poderoso signo de liberación y restauración del hombre, y cuando Jesús curaba leprosos simbolizaba de una manera luminosa que él venía a buscar el bien del hombre. Para ser liberado por él se requiere fe (v. 19). En este texto hay un detalle que nos ofrece otra pista de reflexión. Sólo uno de los diez leprosos curados volvió a glorificar a Dios por su curación. De una manera muy plástica el texto muestra la actitud del hombre centrado solamente en sus propias necesidades, encerrado en sus intereses y buscando una solución a sus dramas personales, pero sin advertir que hay algo más que su situación personal: un Dios que merece ser glorificado. La oración de acción de gracias, así como la gratitud al hermano, suponen que uno no se crea el dueño del universo, como si los demás tuvieran la obligación de estar a nuestro servicio. Pero el que reconoce que el solo hecho de existir ya es un regalo gratuito, que uno no ha merecido, es capaz de ver detrás de todo lo bueno la mano de Dios y su amor de Padre, y entonces cualquier pequeña cosa se convierte en motivo para dar gracias: "Continuamente y por todo den gracias a Dios" (Ef 5, 20). Pero para acostumbrarse a ser agradecido con Dios hay un sano ejercicio: acostumbrarse a ser agradecido con los demás, acostumbrarse a decirle al hermano: "Te agradezco mucho".
Oración: "Dame, Dios mío, un corazón agradecido, capaz de salir de sí mismo para reconocer tu gloria y tu amor. No permitas Señor, que viva sin sentido, pensando únicamente en mis necesidades y problemas. Dame la gracia de adorarte". 347
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Semana 3 2 durante el año JUEVES: LC 1 7 , 2 0 - 2 5
Este texto nos exhorta a vivir intensamente, a no perder inútilmente el tiempo y las posibilidades de amar que nos brinda cada día. El ideal que se nos presenta aquí es el de dejar de sobrevivir, soportando las obligaciones y tratando de gozar algo a costa de lo que sea. Más que sobrevivir como se pueda, se trata de vivir cada día a pleno, como si fuera el último, aun cuando tengamos que luchar. La invitación a estar vigilantes en realidad es una exhortación a estar despiertos, a entrar en lo profundo de la vida, a vivir con intensidad. Es lo contrario de vivir adormecidos, cansados, desganados. Por eso este texto no es una invitación a buscar sufrimientos o a despreciar las pequeñas alegrías de la vida cotidiana, porque Dios, que nos ama, no es enemigo de nuestra felicidad. Se trata sí, de no vivir permanentemente en la superficialidad de un placer pasajero o de una costumbre, sino en la entrega libre y gozosa de nuestra vida en el servicio a Dios y a los demás, una entrega que sea una verdadera decisión de cada día, porque sabemos que no podremos retener eternamente nuestra vida en esta tierra, sino que la hemos recibido para entregarla. Cuando Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios, en realidad se refiere aquí a la resurrección. Así lo interpreta Lucas, porque de hecho nos hace notar que sucederá luego de la Pasión del Señor (v. 25). En otra parte de este evangelio se dice que "el fin no llegará tan pronto" (21, 9). De hecho, en la época en que Lucas escribía ya no se esperaba una venida inminente del fin del mundo como en la época de Marcos, y por eso Lucas muestra que la venida del Reino de Dios se produjo sobre todo en la resurrección de Jesús.
Oración: "Señor, ayúdame a descubrir el inmenso valor de este día, dame la gracia de descubrirlo como una inmensa oportunidad que me estás regalando para llegar a la profundidad de la vida, para entregarme a tu amor".
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Semana 3 2 durante el año VIERNES: LC 1 7 , 2 6 - 3 7 Esta vida no es un tiempo que hay que pasar como se pueda, luchando para evitar los problemas y buscando sólo satisfacer las necesidades primarias; esta vida es una gran oportunidad. Y ese es en realidad el sentido fundamental del texto de hoy, ya que no se detiene a dar descripciones catastróficas, no le interesa anunciar cómo será el fin del mundo. Sólo nos recuerda que verdaderamente este día puede ser el último, porque el fin llegará a la hora menos pensada. Será como en la época de Noé, cuando la gente vivía como si su vida nunca fuera a terminar, y sin embargo, el fin llegó, y todo lo que ellos creían eterno tuvo su final inesperado. Así, cuando llegue el fin, todo deberá ser abandonado para encontrar los tesoros del Reino celestial. Sólo el amor que llevemos dentro "no se acabará jamás" (1 Cor 13, 8), todo lo demás pasará, porque será "un mundo nuevo" (Apoc 2 1 , 1.5). No tiene sentido pretender establecer fechas o hacer cálculos, porque de hecho este texto nos muestra que la voluntad de Dios es precisamente que no sepamos cuándo será el fin, para invitarnos así a estar atentos a cada día. Así se simplifica nuestra existencia, y comenzamos a preocuparnos por las cosas realmente importantes, las que no se acaban. Llama la atención en este texto que se diga que de dos personas que están haciendo la misma tarea, una será llevada y la otra dejada. Eso significa que no son sólo las cosas externas las que definen nuestra situación ante Dios, sino la actitud con que las hacemos. Esa actitud puede hacer que una obra sea buena en el que actúa por amor, y mala en el que actúa por vanagloria o deseos de poder. Por eso, una misma cosa puede ser un bien para una persona buena y un mal para una persona mala (Eclo 39, 21). Hasta una aparente desgracia, para el bueno es un nuevo estímulo, una nueva oportunidad, una fuente de bendición, pero para el egoísta y cerrado sólo es una amargura y una angustia sin sentido.
Oración: "Dios mío, que quieres hacer un mundo nuevo, ayúdame a vivir cada cosa sin aferrarme a nada, sin engañarme creyendo que podré retenerla para siempre. Dame una mirada realista, para amar cada momento aceptando serenamente que llegue su final". 349
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Semana 3 2 durante el año SÁBADO: LC 1 8 , 1-8 Ya en 11, 5-13 este evangelio de Lucas nos invitaba a orar con insistencia poniéndonos el ejemplo del hombre que va a pedir ayuda de noche y que es atendido por haber insistido tanto. En este texto se nos ofrece un ejemplo semejante: el de la viuda que ruega al juez que le haga justicia. Es importante que se trate de una viuda, porque en la época de Jesús las viudas, igual que los huérfanos, eran personas desprotegidas, eran el modelo de lo que significa estar completamente desamparado en el mundo. Por eso en la Biblia se insiste especialmente en la gravedad del pecado de aprovecharse de los huérfanos y de las viudas (Éx 22, 21-22; Jer 22, 3). También aparece en este texto un juez corrupto, incapaz de pensar en el bien de los demás. Dice que no solamente no temía a Dios, sino que además "no respetaba a los seres humanos" (v. 4). Las pobres viudas, que no tenían nada para regalarles, no tenían ninguna importancia para ese tipo de jueces, que dejaban para más adelante a las viudas oprimidas y despojadas, de manera que las viudas indefensas morían sin ver la justicia. Jesús presenta el caso de una viuda que tiene que pedirle justicia a uno de esos jueces corruptos. Parece imposible que ese juez la escuche y la defienda. Sin embargo, la viuda insiste tanto que finalmente logra que el juez, por cansancio, le haga justicia. Jesús nos enseña que así debe ser nuestra oración: segura, insistente, perseverante, reiterada, apremiante. No se trata de repetir largas oraciones de la boca para afuera, sino de pedir con sencillez, pero sin cansarse, sin dudar. También en la súplica hay que ser generosos y poner todo el corazón. Una súplica débil es señal de una fe débil, que no cree profundamente en el poder y en el amor de Dios; pedir es una forma de confesar nuestra fe, de rendir culto a Dios. Finalmente, este texto nos recuerda que pidamos lo más importante: el Espíritu Santo. Su presencia no siempre resolverá nuestros problemas mundanos, pero siempre podrá darnos fortaleza, luz, amor, ganas de luchar y creatividad para enfrentarlo todo.
Oración: "Señor, regálame la fe inquebrantable y la confianza insistente de la viuda desamparada. Ayúdame a reconocer con humildad que eres tú el todopoderoso, que dependo de ti, que sin ti nada puedo, que lejos de ti soy débil y no tengo protección". 350
Domingo 33° durante el año AÑO A : M T 2 5 , 1 4 - 3 0 El talento (tálanton) era una unidad de peso y una moneda. Pero hoy significa un don o una habilidad especial. En este texto del evangelio se unen esos dos significados. Alguien, que simboliza a Dios, reparte monedas entre sus servidores, pero no repartió a todos por igual; a unos dio cinco talentos, a otros dos, a otro solamente uno, pero a nadie dejó sin algún talento. Al regresar pide que sus servidores rindan cuentas por los talentos recibidos. El elogio que dirige al servidor que logró producir otros cinco talentos es particularmente bello: "Ven, servidor fiel y cumplidor; has sido fiel en lo pequeño, ahora te entregaré mucho más; entra en la alegría de tu Señor". Luego aparece el que tenía dos talentos y muestra otros dos que había ganado. Para éste el elogio no es tan bello, pero también se le dice que, aunque se le había encomendado poco, ahora se le entregará lo grande e importante. Finalmente, el que había recibido sólo un talento, expresa todo su resentimiento y cuenta que ha enterrado su talento. Es el servidor inútil que no supo advertir que con ese poquito podía producir mucho, y que así podía llegar a poseer los bienes más grandes, porque el Señor nunca se queda corto para premiar. La parábola va dirigida precisamente a los que creen haber recibido poco, a los que fácilmente se dejan llevar por la envidia o las comparaciones y así se hacen estériles, infecundos como una tierra reseca. El que renuncia a entregarle algo a Dios y a la vida, termina quedándose sin nada, termina vacío, incapaz de ser feliz. Porque todo lo que tenemos es para hacerlo producir frutos en bien de los demás para la gloria de Dios, y entonces nuestra aparente precariedad será sólo pasajera, porque estamos llamados a entrar en la plenitud del Señor. Nadie tiene derecho a enterrar lo que ha recibido, porque, aunque aparentemente sea poco, no es suyo.
Oración: "Ayúdame a descubrir los dones que me has dado, Señor, y a recordar que no son míos, sino tuyos. Lléname de tu fuerza para que pueda hacerlos fructificar con alegría para servir a los demás y darte gloria". 351
Domingo 33° durante el año AÑO B: MC 1 3 , 2 4 - 3 2 La "Parusía" es al mismo tiempo el fin de este mundo y la venida de Jesús lleno de gloria. No vendrá como cuando nació en Belén, en la sencillez, la pobreza y el ocultamiento, sino que volverá deslumbrante, reinando con todo su poder y su gloria. Y ante tal maravilla el mundo no puede quedar igual, será transformado, perfeccionado, plenificado, y se convertirá en un puro reflejo de la gloria de Dios. Este texto suele despertar temor, pero si nos detenemos serenamente a percibir sus detalles podemos advertir que es bello y atractivo. Las estrellas que caen, los astros que tiemblan, el sol y la luna que cuyo brillo es opacado, no son fenómenos posteriores a la venida gloriosa de Jesús, sino anteriores. Es como si las criaturas, percibiendo esa llegada, no pudieran resistir y fueran abriéndole paso para que sólo él brille. Los astros mencionados se caracterizan por su irradiación de luz, pero ante tal gloria luminosa acercándose, ellos pierden todo sentido. Antes de la venida gloriosa de Jesús habrá necesariamente algunos signos que los creyentes podrán descubrir si miran las cosas desde la fe. Ahora mismo las criaturas nos están anunciando que todo se termina, que esta historia tiene un final. Luego se nos invita a descubrir esos signos, así como uno descubre la llegada de la primavera cuando se ve que las higueras comienzan a brotar. Advirtamos que el símbolo de la higuera no es negativo ni terrorífico. Así como los brotes anuncian la explosión de vida de la primavera, de la misma manera tenemos que imaginar la venida gloriosa de Jesús como una explosión de vida nueva y de luz (Is 18, 5), como un canto de esperanza. Pero por más que podamos ver signos, no conocemos el día ni la hora. Los signos nos sirven para prepararnos, para no vivir como si este mundo nunca fuera a terminar, pero no podemos tener certeza sobre el momento exacto de la venida del Señor. Todo anuncio que pretenda fijar fechas contradice al evangelio.
Oración: "Señor Jesús resucitado, maravilloso, deslumbrante, rodeado de luz y de gloria celestial, todas las criaturas anuncian tu regreso. Yo sé que estás presente en cada cosa, discretamente, delicadamente, pero espero que te manifiestes en toda tu hermosura". 352
Domingo 33° durante el año AÑO C : LC 2 1 , 5 - 1 9 Algunos judíos, sobre todo los sacerdotes, estaban apegados al templo, a su belleza y a sus adornos. Y por estar en el templo creían que estaban cerca de Dios, cuando sus corazones quizás estaban muy lejos de él, no lo amaban, no lo adoraban sinceramente. Jesús anunciaba que el templo sería destruido, que no quedaría piedra sobre piedra. El mayor orgullo de los habitantes de Jerusalén no iba a ser eterno, sino que su fin estaba cercano. Y a esos que contemplaban admirados el templo, les dice que finalmente todo se termina. No interesa saber cuándo. Lo importante es vivir con esa conciencia para no aferrarse a nada. Luego Jesús anuncia a sus discípulos que a ellos los espera un desafío particular: la incomprensión, los rechazos, las burlas, los desprecios sociales. Identificarse con Cristo implica también aceptar esa incomprensión. Porque la fe es creer en algo que no responde a la mentalidad del mundo, y por eso a veces el mundo reacciona tratando de eliminar o acallar la voz de los creyentes; a veces persiguiéndolos de las maneras más sutiles, a veces ridiculizando sus convicciones. Pero Jesús invita a los creyentes a descubrir que esas situaciones de oposición son ocasiones, son verdaderas oportunidades para anunciar la belleza de su fe, para exponer a otros lo que verdaderamente creen. Esa confesión de la propia fe en los momentos particularmente difíciles es ante todo obra de Dios; él sólo necesita un discípulo dispuesto y valiente. En estas persecuciones, a veces hay que estar preparado para soportar burlas que no vienen de extraños, sino del propio lugar que uno ama, de la propia familia, de los amigos que uno lleva en el corazón. En esas ocasiones hay que tener claro qué es lo que le da el sentido profundo a la propia vida. Manifestarles lo que creemos aunque ellos lo rechacen será una manera de amarlos en serio, sin ocultarles la verdad de nuestro corazón.
Oración: "Señor, Dios mío, no permitas que me aferré a las cosas del mundo como si tuvieran tu poder y como si de ellas viniera mi salvación. Quisiera que fueras tú el verdadero sentido de lo que hago y que nada ocupara tu lugar. Pero si tu poder no me auxilia yo soy débil frente a las contrariedades de la vida y mi fe parece flaquear. Fortaléceme Señor". 353
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Semana 3 3 durante el año LUNES: LC 1 8 , 3 5 - 4 3
Bartimeo, el mendigo ciego, estaba sentado junto al camino, sin esperanzas en la vida, despojado, humillado; ni siquiera podía pedir ayuda porque lo hacían callar. Era un excluido sin voz en la sociedad. Pero Jesús escucha el grito, y a aquellos mismos que lo hacían callar les ordena que lo llamen, como invitándolos a revertir su actitud despectiva e indiferente. El reclamo del ciego es una verdadera confesión de fe que reconoce a Jesús como el Mesías esperado, el descendiente de David que venía a reinar con justicia. Es más, todo el relato indica que el ciego estaba esperando a Jesús con el corazón confiado; y Jesús se acerca a él en actitud dialogante, a preguntarle qué quería de él. Jesús declara que la fe del ciego ha tenido mucho que ver con su curación, y esa fe se expresó luego siguiendo a Jesús por el camino. Ese ciego que ansió tanto recobrar la vista, habría podido dedicarse a tantas cosas que podría haber soñado en su ceguera, y sin embargo su reacción es simplemente seguir a Jesús. Su corazón sabía que no había nadie ni nada más importante para sus ojos. También hoy Jesús pasa por nuestras vidas y dirige a cada uno de nosotros esa pregunta cargada de amor y de esperanza: "¿Qué quieres que haga por ti?" Y cada uno de nosotros puede derramar en su presencia las preocupaciones más profundas de su vida. Aunque los demás a veces sean un obstáculo, porque, igual que los discípulos de Jesús, pretenden restarle importancia a nuestro encuentro con el Señor, o nos dan la imagen de un Señor lejano e inaccesible, este texto nos invita a gritarle con plena confianza, a buscar su auxilio con insistencia, para que podamos escuchar su hermosa pregunta: "¿Qué quieres que haga por ti?"
Oración: "Señor, yo también estoy un poco al borde del camino, ciego y solitario, necesitado y a oscuras. Yo también tengo mis cegueras y me cuesta ver la luz de tu verdad y el sentido de mi vida. Por eso te ruego que abras mis ojos y me hagas ver la luz".
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Semana 3 3 durante el año MARTES: Lc 1 9 , 1 - 1 0
Zaqueo, un hombre rico, quería ver a Jesús, y su interés lo lleva a treparse al árbol sin vergüenza. Hay que advertir que su actitud contrasta con la de los fariseos, que no tenían interés en ver a Jesús o en escucharlo, sino simplemente en hacerlo desaparecer. La apertura de Zaqueo, que había sido tocado en su parte buena por el atractivo de Jesús, le permitió encontrar a Jesús no como un enemigo peligroso, sino como un liberador. Jesús se dirige a Zaqueo reconociendo su candidez interior, ese resquicio receptivo de su corazón, e invitándolo a bajar rápidamente. Y la reacción de Zaqueo fue inmediata y feliz. Que Jesús lo mirara, se acercara exclusivamente a él y se hospedara en su casa, fue para Zaqueo lo que él necesitaba para superar su apego al dinero. El modo como Jesús lo trató bastó para hacerle descubrir su propio valor y no dejarse ya dominar por el afán desenfrenado de dinero. Al ser mirado de esa manera Zaqueo podía descubrir que él valía por sí mismo, no por su dinero. La respuesta de Zaqueo al amor de Jesús fue en primer lugar la justicia: devolver cuatro veces más de lo robado (2 Sam 12, 6). Pero también supo ir más allá de lo exigido por la Ley repartiendo la mitad de sus bienes. Jesús no le pide nada más, no le exige el desprendimiento que era propio de un llamado especial. Con la respuesta que Zaqueo libre y espontáneamente quiso dar ya bastaba para mostrar que a su corazón había llegado la salvación. La compasión del Señor y la respuesta de Zaqueo nos muestra de qué manera Jesús "vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido" (v. 10). Porque para el Señor no hay nadie que esté irremisiblemente perdido.
Oración: "Señor, muéstrame con tu presencia de amor lo que no está en orden en mi vida, para que me deje cautivar y acepte cambiar lo que te desagrade. Arranca mi egoísmo y dame un corazón capaz de compartir generosamente".
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Semana 3 3 durante el año MIÉRCOLES: LC 1 9 , 1 1 - 2 8
Las monedas de plata simbolizan los bienes y cualquier don o habilidad especial que Dios nos regala para que desarrollemos en bien de los demás. El relato nos muestra a alguien que, simbolizando a Dios, reparte monedas entre sus servidores. Aquí, a diferencia de Mt 25, 14-30, reparte a todos por igual. Al regresar pide que sus servidores rindan cuentas por los talentos recibidos. El servidor que logró multiplicar lo que había recibido recibe un bello elogio y una recompensa. Se le confían cosas mucho más grandes que las monedas de plata. Finalmente, se presenta uno expresando todo su resentimiento, y cuenta que ha guardado las monedas en un pañuelo porque no tenía interés en multiplicarlas. Es el servidor inútil que no supo advertir que con lo que había recibido podía producir mucho, y que así podía llegar a poseer los bienes más grandes, porque el Señor nunca se queda corto para premiar. En realidad la parábola va dirigida a los que fácilmente se dejan llevar por la desconfianza y los cálculos, y así se hacen estériles, inútiles, infecundos e insatisfechos como una tierra reseca. Porque el que renuncia a entregarle algo a Dios y a la vida, termina quedándose sin nada, termina vacío, incapaz de ser feliz. Porque todo lo que tenemos es para hacerlo producir frutos en bien de los demás para la gloria de Dios. De esa manera podremos recibir un regalo muy superior, porque estamos llamados a entrar en la plenitud del Señor. Nadie tiene derecho a enterrar lo que ha recibido, porque, aunque aparentemente sea poco, no es suyo; lo ha recibido para los demás.
Oración: "Ayúdame a descubrir los dones que me has dado, Señor, y a recordar que no son míos, sino tuyos. Lléname de tu fuerza para que pueda hacerlos fructificar con alegría para servir a los demás y darte gloria".
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Semana 3 3 durante el año JUEVES: LC 1 9 , 4 1 - 4 4
El mismo evangelio de Lucas, en 13, 31-35, nos mostraba cómo Jesús se lamenta por Jerusalén, la ciudad amada. En su corazón de judío Jerusalén no podía dejar de ocupar un lugar importante, porque Jesús es heredero de una larga tradición que le cantaba a Jerusalén y a su templo (Sal 48, 2-3 ; Is 33, 20.21; 52, 1; Sal 122, 1-2). Jerusalén era la ciudad amada (Sal 87, 2), la elegida por Dios (Sal 78, 68). Por eso Jesús defendió apasionadamente la santidad del templo de Jerusalén (Mc 11, 15-17; Jn 2, 17), y dijo que "no corresponde que un profeta muera fuera de Jerusalén" (Lc 13, 33). Precisamente por ser la ciudad amada, Jesús experimentaba un profundo dolor por el rechazo de sus habitantes. Era la ciudad que desde niño él amaba con ternura la que ahora lo despreciaba y lo llevaría a la muerte. Por eso, Jesús lloró contemplándola (Lc 19, 41), y este es uno de los textos donde mejor descubrimos el corazón humano de Jesús, capaz de enamorarse apasionadamente de un lugar y de sufrir amargamente por su caída y destrucción. Cuando Jesús anuncia la desgracia de Jerusalén no está anunciando un castigo que él ha decidido. Él no podía desear la ruina de la ciudad amada. Simplemente está indicando que rechazar la visita de Dios es privarse de su poder, de su protección, de su presencia liberadora. Las autoridades de Jerusalén probarán las consecuencias de sus propias decisiones. La exhortación de Jesús "¡si comprendieras en este día lo que puede traerte paz!", nos ayuda a comprender el sentido profundo de la paz de Jesús, que es fruto de su reinado de amor en nuestras vidas. Pero esa paz supone que aceptemos las novedades, los desafíos, el dinamismo que él quiere dar a nuestra vida. Su paz no es quietud, comodidad, inmovilismo. Su paz es vida.
Oración: "Señor, tierra y amada. revelan
quiero contemplar tu corazón humano, enamorado de tu de tu pueblo, enternecido y conmovido por la ciudad Quiero contemplar esas lágrimas y ese lamento que nos tu verdadera humanidad, capaz de sufrir por amor". 357
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Semana 3 3 durante el año VIERNES: LC 1 9 , 4 5 - 4 8
El evangelio de Lucas resume esta narración sobre la expulsión de los vendedores del templo; evita los detalles violentos pero no mitiga las expresiones fuertes de Jesús, indignado por lo que sucedía en la casa de su Padre. Jesús era el rey de Jerusalén (19, 38), y por eso le correspondía cuidar del templo (2 Cron. 29, 1-11; 34, 8). Es más, aquí aparece Jesús diciendo "mi casa", con la cita de Is 56, 7: "Los alegraré en mi casa de oración". Pero lo que Jesús veía en su casa no era la alegría de la fe y del encuentro con Dios, porque el templo se había convertido en un lugar de comercio. Pero, por qué Jesús dice "cueva de ladrones"? Porque los Sumos Sacerdotes y las autoridades religiosas de Jerusalén utilizaban el templo como una fuente de ingresos personales, y explotaban a la gente a través de las costumbres religiosas. Cumplir con los sacrificios que mandaba la Ley de Dios era sumamente costoso para los fieles, que en cada visita al templo debían dejar buena parte de lo poco que tenían. Este duro reproche de Jesús tocó a fondo el orgullo y los intereses de los Sumos Sacerdotes y de todos los que se beneficiaban con ese comercio. Por eso Lucas nos cuenta inmediatamente que "buscaban la forma de matarlo" (v. 47). Cada uno de nosotros podría preguntarse también si no convierte su fe en un comercio; porque a veces sucede que las personas buscan a Dios sólo para alcanzar algún beneficio, y sólo adoran a Dios cuando consiguen algo que les interesa. Van al templo, pero no viven la alegría de encontrarse con él, de alabarlo gratuitamente, sin esperar nada. Quizás Jesús, así como purificó el templo, tendría que entrar en nuestras vidas y limpiarlas de tantos intereses egoístas, para que no usemos a Dios según nuestros caprichos.
Oración: "Señor, derrama en mi corazón un espíritu de verdadera devoción, para que cada visita a tu casa de oración sea un momento de verdadero gozo interior, de encuentro con el Padre Dios, de alabanza y gratitud". 358
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Semana 3 3 durante el año SÁBADO: LC 2 0 , 2 7 - 4 0
Los saduceos eran un grupo de la época de Jesús que despreciaba todas las tradiciones populares y mantenían la fe judía más antigua. Por ejemplo, negaban que hubiera una vida después de la muerte, que hubiera una resurrección, porque eso no estaba desde el comienzo en la fe judía. De hecho, no aparece claramente en los primeros libros de la Biblia sino en los que fueron escritos más tarde. Ellos seguían con una doctrina muy antigua que sostenía que el hombre era premiado o castigado en esta vida, y por eso los ricos eran los bendecidos por Dios. Su interés por esta doctrina se explica porque ellos mismos pertenecían a las familias más ricas de Jerusalén. En este texto ellos intentan ridiculizar la fe en una vida después de la muerte poniendo el caso de una mujer que se casó siete veces, y se imaginaban a los siete esposos en la vida eterna peleando por la mujer. De allí concluían que no hay una vida después de la muerte. Pero Jesús defiende la fe en la vida eterna y hace ver a los saduceos que en la vida eterna nadie necesita poseer nada ni tener una mujer como propia, porque allí vivimos liberados de todo dominio, ya que por el poder de Dios recibimos todo lo que necesitamos para ser felices. La vida eterna no solamente es gozo, también es plena libertad. Y Jesús defiende la fe en la vida eterna a partir de la verdadera imagen de Dios: él es un Dios de vivos que comunica la vida permanentemente, y por eso él puede regalar a sus hijos amados una vida que nunca se acaba. Nosotros, que sabemos que en esta vida nada es perfecto, anhelamos una plenitud que Dios nos regalará cuando esta vida se nos termine, porque "si sólo para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, somos los más dignos de compasión" (1 Cor 15, 19).
Oración: "Te adoro a ti Señor, tu que eres un Dios de vivos, lleno de vitalidad y poder, que te gozas comunicando la vida a tus hijos y no los abandonas en poder de la muerte. Concédenos que sepamos valorar ese llamado a la vida eterna". 359
Domingo 34° durante el año CRISTO, REY DEL UNIVERSO: AÑO A : MT 2 5 , 3 1 - 4 6 Nuestras acciones no quedan ocultas en la oscuridad, nuestras opciones no son intrascendentes; todo es importante ante la mirada de Dios, que rechaza nuestro egoísmo y quiere premiar toda obra de generosidad que podamos hacer. Esta seriedad que tienen nuestras acciones cotidianas aparece reflejada con suma claridad en el relato sobre el juicio final, donde las únicas preguntas que se mencionan son las que tienen que ver con lo que hicimos o dejamos de hacer por los demás. Seremos juzgados en el amor. Y en estas acciones no se requiere que las hagamos pensando en el Señor, sino simplemente que las hagamos con el deseo sincero de hacer el bien. De hecho, los que son elogiados por sus obras de misericordia se asombran por ese elogio, porque ellos no las hicieron con una intención religiosa, sino que esas obran brotaron espontáneamente de su corazón generoso; no las habían hecho descubriendo a Cristo en los demás: ¿"Cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer?" Esto nos invita a tratar de reaccionar más espontáneamente frente a las necesidades ajenas, sin buscar tantas motivaciones, sabiendo que el Señor mira con agrado todo lo que hagamos con amor por las necesidades de los hermanos. Pero no se nos invita aquí a obrar por miedo, por temor a un juicio. Sólo se nos recuerda que la mejor manera de preparar un buen futuro es vivir bien el presente, en el amor. Viviendo en el amor nuestra vida tiene un sentido eterno, se hace agradable a los ojos de Dios y vale la pena vivirla hasta el fin.
Oración: "Señor, que cuando llegue a ti me vas a preguntar por el amor, dame la gracia de reaccionar con amor y generosidad ante las necesidades ajenas; abre mi corazón a los demás y no permitas que sea insensible ante sus angustias"
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Domingo 34° durante el año CRISTO, REY DEL UNIVERSO: AÑO B: JN 1 8 , 3 3 - 3 7 Después del diálogo con el sumo sacerdote, llevan a Jesús al pretorio, que era el tribunal de los romanos en Jerusalén. Allí estaba Pilato, que era el representante oficial del emperador romano. Este traslado se explica porque las autoridades religiosas judías en esa época no podían condenar a muerte a Cristo; los romanos lo prohibían para evitar problemas. Ellos permitían a los judíos tener su culto y practicar sus leyes religiosas, pero nunca condenar a muerte. Eso sólo podía ser decidido por el representante del emperador romano, que en aquel momento era Pilato. Las autoridades judías y sus seguidores buscan la condena de Jesús acusándolo de ser un revolucionario político contrario al emperador romano, que quería expulsar a los romanos haciéndose rey. Y Jesús se declara rey, pero no de este mundo, sino de ese mundo sobrenatural que se mete entre nosotros y reina invisiblemente en nuestros corazones. Así Jesús aparece como un rey que no gobierna con armas y soldados, sino con un poder distinto, de otro nivel (18, 36). Su poder es la verdad que él trae, la revelación (18, 37). Él reina en la humanidad haciendo entrar en el corazón del hombre la luz divina, manifestando al hombre el verdadero rostro de Dios y su auténtico destino. Pero Pilato, que no es capaz de descubrir el alcance de las palabras de Jesús, pregunta: ¿Qué es la verdad? (18, 38). También nosotros estamos invitados a aceptar el señorío de Jesús, su reinado en nuestras vidas; pero muchos de nosotros, que aceptamos a Jesús como amigo, lo rechazamos como rey; es decir, preferimos que sean otras cosas las que dominen nuestra vida, preferimos darle el cetro a otros poderes: el dinero, el prestigio, la apariencia social, etc. Olvidamos que sólo cuando reina Jesús en nuestras vidas, entonces sí pueden reinar la paz, la verdadera esperanza, la auténtica alegría.
Oración: "Señor Jesús, te proclamo rey, te acepto como Señor de mi vida y te abro mi mente y mi corazón para que ejerzas tu poder liberador. Reina en mi vida para que pueda conocer y amar la verdad que sólo tú puedes enseñarme". 361
Domingo 34° durante el año CRISTO, REY DEL UNIVERSO: AÑO C : LC 2 3 , 3 5 - 4 3
Los jefes del pueblo se burlan de Jesús crucificado. Finalmente han podido liberarse del hombre que los cuestionaba y les robaba la admiración y el respeto de la gente. Y le piden irónicamente que demuestre que es el Mesías salvándose a sí mismo, liberándose de su propia muerte. Uno de los criminales, que estaba crucificado a su lado, no aparece burlándose ni expresando revancha, pero sí reclamando desesperadamente una intervención, como una especie de ilusión que no brota de la fe y de la confianza sino de la angustia. Es el caso de los que no creen en nada, pero cuando les llega al agua al cuello son capaces de acudir a lo que sea con tal de liberarse de la angustia. Pero había otro crucificado a su lado, que no sólo reconoce la inocencia de Jesús, sino que reconoce la realeza de Jesús, lo acepta como Mesías, y le pide humildemente: "Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino". Él no se considera digno de ser liberado de la muerte y reconoce sus culpas (v. 41), pero confía en Jesús percibiendo en él no solamente la bondad y la misericordia, sino también el poder para rescatarlo después de la muerte. Y Jesús responde diciéndole que no falta mucho para ese rescate: "Hoy estarás conmigo en el paraíso" (v. 43). Es importante advertir que la promesa de Jesús no es sólo la de regalarle una felicidad celestial, sino "estar con él" (Flp 1, 23). Porque entre Jesús y el criminal, en medio del dolor y la angustia, ha nacido un encuentro de amor llamado a perpetuarse por toda la eternidad. Cuando él pidió a Jesús "acuérdate de mí", ya había sido tocado por el amor del Señor. Por eso "estar con él" es la promesa más hermosa que podía escuchar el criminal perdonado; y en el peor momento de su vida recibía lo que más necesitaba, lo que siempre había necesitado y no había encontrado jamás en su vida desorientada y pecadora: alguien que aceptara estar a su lado con amor.
Oración: "También yo, en medio de mis angustias y de mis pecados, quiero pedirte que te acuerdes de mí, porque reconozco que estoy hecho para ti, y que mi felicidad consiste en estar contigo, siempre contigo". 362
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Semana 3 4 durante el año LUNES: LC 2 1 , 1 - 4
Jesús se admiraba y se gozaba frente a la generosidad de los pobres, y lo subyugaba la religiosidad de los sencillos que se expresaba en gestos de desprendimiento. Por eso en este texto, luego de hablar de las injusticias que los falsos piadosos cometían con las viudas, se nos presenta el modelo de una de esas viudas pobres y explotadas por los "maestros" de su pueblo. Cuando Jesús vio a la viuda pobre echando en la alcancía del templo las únicas monedas que tenía para sobrevivir, llamó a los discípulos para que valoraran ese gesto generoso. Y así como invitó a sus discípulos a estar atentos ante esa acción, espera también que nosotros seamos capaces de valorar profundamente los valiosos gestos de devoción que hay en los pobres. Además Jesús nos indica aquí que el valor de una ofrenda no está en la cantidad sino en lo que significa de ofrenda generosa y de renuncia a sí mismo por amor. Las pocas monedas de aquella viuda no eran poco, porque para ella eran todo. Es fascinante ver al Hijo de Dios infinito admirado frente a la acción de una de sus propias criaturas, contemplando hasta dónde puede llegar un corazón humano que se deja tocar por el amor divino. Tendríamos que dejarnos motivar por la belleza de esta escena. El comentario de Jesús ante la ofrenda de la viuda pobre nos muestra que los gestos de generosidad cautivan sus ojos amantes. Entonces sería bueno que nos preguntáramos cuánto hace que no lo cautivamos con nuestras ofrendas generosas y sinceras.
Oración: "Mira Señor mi corazón egoísta, apegado a los bienes, y sánalo. Coloca en él algo de tu generosidad desbordante que te llevó a entregarlo todo en la cruz. Tú que sabes lo que es darse a sí mismo, enséñame Señor".
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Semana 34 durante el año MARTES: LC 2 1 , 5 - 1 1
Uno puede apegarse a cosas que terminan esclavizándolo. Eso se entiende fácilmente si hablamos del alcohol, de los bienes materiales, del sexo. Pero tenemos que decir también que a veces las cosas sagradas nos pueden esclavizar. De hecho, algunos judíos de la época de Jesús estaban atados a las leyes, y creían que por cumplir ciertas leyes ya eran agradables a Dios, pero olvidaban el amor, el servicio humilde a los demás y la justicia. De la misma manera, algunos, sobre todo los sacerdotes, estaban apegados al templo, a su belleza y a sus adornos. Y por estar en el templo creían que estaban cerca de Dios, cuando sus corazones quizás estaban muy lejos de él, no lo amaban, no lo adoraban sinceramente. Jesús anunciaba que el templo sería destruido, que no quedaría piedra sobre piedra. El mayor orgullo de los habitantes de Jerusalén no iba a ser eterno, sino que su fin estaba cercano. ¿Dónde se apoyaría entonces el corazón de los que olvidaban a Dios y sólo pensaban en el templo? Pero Jesús va más allá, y a esos que contemplaban admirados el templo, les dice que finalmente todo se termina, todo se acaba, nada de este mundo es eterno. No interesa saber cuándo. Lo importante es vivir con esa conciencia para no aferrarse a las cosas como si fueran el Dios infinito y eterno. El es el único que no pasa, que no se termina, que no se acaba, que no se desgasta con el paso del tiempo. El es el fin último del hombre, el sentido definitivo de su vida; y todo lo demás, por más importante que sea, debe orientarnos al encuentro definitivo con él.
Oración: "Señor, en mi vida hay muchas cosas bellas y santas que tú me regalas para que me encuentre contigo. Pero ayúdame para que no las confunda contigo, para que mi corazón no se quede en ellas, sino que llegue a ti, te ame y te adore por encima de todo".
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Semana 3 4 durante el año MIÉRCOLES: Lc 2 1 , 1 2 - 1 9
Jesús indica a los discípulos que ellos no deben prepararse tanto para sufrir pestes, guerras o terremotos. A ellos los espera sobre todo otro tipo de sufrimientos: la incomprensión, los rechazos, las burlas, los desprecios sociales. Identificarse con Cristo implica también aceptar esa incomprensión. Porque la fe es creer en algo que no responde a la mentalidad del mundo, y por eso a veces el mundo reacciona tratando de eliminar o acallar la voz de los creyentes; a veces persiguiéndolos de las maneras más sutiles, a veces ridiculizando sus convicciones. Pero Jesús invita a los creyentes a descubrir que esas situaciones de oposición son ocasiones, son verdaderas oportunidades para anunciar la belleza de su fe, para exponer a otros lo que verdaderamente creen. Esa confesión de la propia fe en los momentos particularmente difíciles es ante todo obra de Dios; él sólo necesita un discípulo dispuesto y valiente. En estas persecuciones, a veces hay que estar preparado para soportar burlas que no vienen de extraños, sino del propio lugar que uno ama, de la propia familia, de los amigos que uno lleva en el corazón. En esas ocasiones hay que tener claro qué es lo más importante, qué es lo que le da el sentido más profundo a la propia vida. Manifestarles lo que creemos aunque ellos lo rechacen será una manera de amarlos en serio, sin ocultarles la verdad de nuestro corazón. Y Jesús nos dice finalmente que en esas tormentas que debe soportar, el discípulo no debe temer que su vida sea destruida. A veces la propia vida se enferma y se destruye más bien cuando vivimos una falsa calma, escapando de la verdad y rechazando la entrega que se nos pide.
Oración: "Señor, dame un espíritu firme, regálame fortaleza y solidez interior, para que no me domine el miedo a las contrariedades, para que no me eche atrás cuando me contradigan, para que no niegue lo que creo cuando mis propios seres queridos desprecien mi fe y mi amor por ti". 365
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Semana 3 4 durante el año JUEVES: LC 2 1 , 2 0 - 2 8 Jesús anuncia la ruina de Jerusalén, intentando tocar así los corazones de los judíos, orgullosos de su capital y aferrados a las instituciones religiosas que residían en la ciudad capital. Allí estaba el templo y una organización religiosa que les daba seguridad. Al anunciar que todo eso puede ser destruido Jesús invita a los judíos a abrir el corazón a la novedad que él trae y a volver a lo esencial. Pero luego se nos habla de la venida gloriosa de Jesús que concierne no sólo a Jerusalén, sino a todos los pueblos. Y cuando Lucas describe la Parusía, su objetivo no es satisfacer nuestra curiosidad haciéndonos conocer los detalles del fin del mundo, sino destacar la figura de Jesús, el Hijo del hombre, que vendrá glorioso en medio de esos fenómenos llamativos, que sólo sirven para destacar su venida. Esa venida será causa de temor para los que no le han dado un sentido a sus vidas, y por eso "desfallecerán de miedo". Pero para los verdaderos cristianos será un alivio y un regalo: "levanten la cabeza, porque se acerca su liberación". Lo que parece destrucción y fin en realidad es liberación y crecimiento, como cuando la crisálida se convierte en mariposa, como cuando el feto sale del seno de su madre, como cuando se abandona la infancia o la adolescencia. Para el que cree, todo final es el comienzo de algo mejor. Pero hay que saber discernir, con la luz de Dios, cuándo algo debe terminar, cuándo algo debe morir para permitir un nuevo nacimiento. Las estrellas que caen, los astros que tiemblan, el sol y la luna que cuyo brillo es opacado, no son fenómenos posteriores a la venida gloriosa de Jesús, sino anteriores. Es como si las criaturas, percibiendo esa llegada, no pudieran resistir y fueran abriéndole paso para que sólo él brille. Los astros mencionados se caracterizan por su irradiación de luz, pero ante tal gloria luminosa acercándose ellos pierden todo sentido. El Apocalipsis dice que en el cielo "el mar ya no existe" (Apoc 2 1 , 1), donde el mar es tomado simbólicamente - c o m o símbolo del m a l - y no materialmente.
Oración: "Señor, ayúdame a recordar que todo es transitorio, todo termina, todo tendrá un final, para que no me aferré a nada como si fuera definitivo. Sólo tú mi Dios eres definitivo y eterno, tú eres el sentido inagotable de mi vida". 366
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Semana 3 4 durante el año VIERNES: LC 2 1 , 2 9 - 3 3
Este texto nos indica simplemente que antes de la venida gloriosa de Jesús habrá necesariamente algunos signos que los creyentes podrán descubrir si miran las cosas desde la fe. Ahora mismo las criaturas nos están anunciando que todo se termina, que esta historia tiene un final. Luego se nos invita a descubrir esos signos, así como uno descubre la llegada de la primavera cuando se ve que las higueras comienzan a brotar. Advirtamos que el símbolo de la higuera no es negativo ni terrorífico. Así como los brotes anuncian la explosión de vida de la primavera, de la misma manera tenemos que imaginar la venida gloriosa de Jesús como una explosión de vida nueva y de luz (Is 18, 5), como un canto de esperanza. Pero por más que podamos ver signos, no conocemos el día ni la hora. Los signos nos sirven para prepararnos, para no vivir como si este mundo nunca fuera a terminar, pero a través de ellos no podemos tener certeza sobre el momento exacto de la venida del Señor. Cuando Jesús dice que "no pasará esta generación (v. 32) no se refiere al fin del mundo, sino a la llegada del Reino de Dios con p o d e r que se produjo en su resurrección. Vemos así que en este capítulo 21 de Lucas se anuncia el triunfo de Jesús en su resurrección, la caída de Jerusalén, y la segunda venida de Jesús al fin de los tiempos. Las tres cosas entremezcladas. Esta unión de temas puede dar lugar a confusiones, porque estas tres cosas no se cumplen al mismo tiempo. De hecho Jerusalén cayó antes de que terminara el siglo primero, y sin embargo el mundo no se terminó. Y este texto nos dice que luego de la caída de Jerusalén la ciudad viviría un tiempo de dominación por los paganos (v. 24). Pero en general todo este capítulo 21 de Lucas nos quiere indicar que los sufrimientos son pasajeros, porque de alguna manera el bien siempre termina triunfando sobre el poder del mal. Dios siempre es más poderoso.
Oración: "Señor, ayúdame a recordar que todo se acaba, que debo gozar de las cosas sabiendo que no son eternas y que no son ellas el centro de mi corazón, porque fui creado para ti, y mi corazón sólo estará satisfecho cuando descanse en ti".
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Semana 34 durante el año SÁBADO: Lc 2 1 , 3 4 - 3 6
El evangelio nos habla a todos nosotros diciéndonos que la llegada del último día es una posibilidad real. Por eso debemos estar atentos, vigilantes. No se trata de estar atentos para ver los fenómenos aterradores, sino para no dejarnos esclavizar por los vicios y las preocupaciones de la vida. Estas cosas nos pueden atar de tal manera que nuestra mente y nuestro corazón pueden llegar a embotarse, a "embriagarse", a atontarse por el consumismo o las preocupaciones, indiferentes ante el amor de Dios, olvidando su presencia y el ideal del amor que debería iluminar todos nuestros actos. La Palabra de Dios no nos invita a despreciar las alegrías y todos los placeres de la vida que son un don del amor de Dios, ya que Dios "hizo todas las cosas para que las disfrutemos" (1 Tim 6, 17). Pero esta invitación a estar atentos nos recuerda que no son esos placeres el sentido de esta vida caduca, y que no tenemos que permitir que el consumismo triste e insatisfecho nos domine el corazón. Todo lo que enseña el capítulo 21 de Lucas nos invita a mirar el futuro, para recordar que todo se acaba, pero que estamos llamados a una vida sin fin junto a un Señor que nos ama. Esa convicción debería iluminar nuestro presente. Porque no es lo mismo el presente si pensamos que nada se va a terminar, o si creemos que al final no hay nada, o si creemos que todo se termina para que al final nos encontremos con Alguien que nos espera y nos ama.
Oración: "Señor, ayúdame a recordar que todo se acaba, que debo gozar de las cosas sabiendo que no son eternas y que no son ellas el centro de mi corazón, porque fui creado para ti, y mi corazón sólo estará satisfecho cuando descanse en ti".
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TIEMPO DE CUARESMA
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Miércoles de Ceniza M T 6, 1-6. 1 6 - 1 8 El texto da por supuesta la validez de esta triple práctica de la limosna, el ayuno y la oración, y no niega su valor; pero invita a purificar la intención con que se realizan estas prácticas. Hechas con el deseo de ser bien vistos por la sociedad no tienen valor a los ojos de Dios, y la única paga que merecen es el vano reconocimiento social, la alabanza del mundo. A esta renuncia a la apariencia el texto le atribuye un valor peculiar, y es esa renuncia lo que hace que se prometa una recompensa divina a la limosna, la oración o el ayuno. La insistencia de este texto nos indica que la actitud de querer complacer a los demás es muy fuerte y muy difícil de desarraigar. De hecho, muchas de las tristezas, insatisfacciones y angustias de la vida del hombre provienen de estar pendientes de las miradas ajenas, de necesitar ser aceptados y reconocidos, de no recibir de los demás la atención que necesitamos. Por eso, la propuesta que nos hace el evangelio de hacer algunas cosas sólo para ofrecerlas ante la mirada de Dios, es un llamado a la liberación. En el caso de la limosna, el pedido de que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha es una invitación a la gratuidad total, a hacer el bien porque sí, sin detenerse siquiera en la autocomplacencia. En el caso del ayuno invita incluso a hacer todo lo posible por disimularlo, perfumando la cabeza, de manera que se ofrezca una imagen de bienestar y no de privación, para que los demás no nos elogien por nuestro sacrificio. Esto implica una completa renuncia a la apariencia, de manera que la renuncia a la vanidad da al ayuno su auténtico valor. Y en el caso de la oración invita a ofrecer un espacio exclusivo para Dios, que pierde completamente su sentido si se lo busca para ser bien visto. Tiene que haber una oración donde sólo cuente Dios, donde sea su presencia la que inunde todo, sanando así toda necesidad de ser reconocidos, mimados, tenidos en cuenta. En esta oración liberadora sucede lo que decía Thomas Merton: "Cuando estoy a solas, dejo de ser un solitario".
Oración: "Señor, dame la gracia de renunciar al cuidado de la imagen, a la preocupación por la apariencia, y concédeme que pueda hacer obras buenas sólo para ti; purifícame de la vanidad y libérame de desgastar mis energías pensando en la mirada de los demás". 370
Después de Ceniza JUEVES: LC 9 , 2 2 - 2 5
Luego de anunciar su pasión y su resurrección Jesús pide a los discípulos que acepten reproducir ese misterio en las propias vidas, cargando con la cruz. En las molestias, cansancios y renuncias de la vida se está compartiendo la pasión del Señor, pero de ese modo la vida no se arruina, sino que se salva, se la vive con mayor profundidad, con un gozo y un sentido más hondo. Aquí no se trata de buscar el dolor por el dolor mismo, como si Dios se complaciera en vernos sufrir. Se trata de aceptar la misión que nos toque cumplir en la vida aceptando las incomodidades que la acompañan; y se trata también de dar testimonio de nuestra fe aunque nos traiga problemas. De hecho, Jesús se refiere sobre todo a la cruz de la incomprensión y de las burlas del mundo; por eso pide a los discípulos que no se avergüencen de él y de sus palabras, sino que se identifiquen públicamente con él y con su mensaje a pesar del desprecio y del rechazo del mundo. Esta actitud de desprendimiento que viven los que se han dejado cautivar por Jesús, es lo que hermosamente expresaba San Pablo: "Todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él he sacrificado todas las cosas, a las que considero como un desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a él" (Flp 3, 8-9). Pero en el evangelio de Lucas este texto tiene una característica peculiar que no aparece en Mateo, porque aquí se habla de cargar con la cruz "cada día", y eso significa que no se trata de buscar cruces llamativas o extraordinarias, sino de aceptar y cargar las cruces cotidianas, esas que nunca faltan; se trata de vivir cada día esa unión mística con Cristo en su pasión asumiendo cotidianamente las renuncias al propio yo.
Oración: "Señor, concédeme la gracia de aceptar la entrega que me pides cada día. No quiero ser esclavo de la comodidad y de la vanidad. Libérame Señor, para que pueda unirme a ti en las asperezas de cada día y no pretenda una vida sin límites o sin dificultades". 371
Después de Ceniza VIERNES: MT 9 , 1 4 - 1 5
Los discípulos de Juan todavía estaban centrados en costumbres y prácticas ascéticas que para Jesús no son lo verdaderamente importante, porque habiendo llegado el Mesías se trata de vivir una verdadera fiesta de amor, más que de buscar sacrificios. En todo caso basta con llevar la cruz de cada día, que se nos presenta sin que la busquemos, se trata de aceptar lo que nos toque soportar, de tolerar con serenidad y amor las molestias que forman parte de nuestra misión en esta tierra. Si aceptamos todo eso con amor, renunciando a ciertos placeres y comodidades, el Señor nos devolverá el ciento por uno; es decir, nos dará una plenitud interior, una sensación de realización humana que no tendríamos si solamente buscáramos nuestra comodidad. En este texto Jesús aparece como el novio que se casa con su pueblo, y que invita a sus amigos a vivir esa fiesta sublime. Jesús resucitado está realmente entre nosotros, porque él lo prometió: "Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20). Por eso la Iglesia Católica da poco espacio al ayuno en sus prácticas oficiales, reduciéndolo a dos días al año: el miércoles de ceniza y el viernes santo. Sin embargo, este texto no le quita valor a la práctica del ayuno ni la anula, pero la relega a los momentos de especial dificultad, ya que según una tradición judía hay ciertas dificultades que se superan gracias a la oración y el ayuno; pero leyendo los versículos que siguen (16-17) queda claro que en la nueva vida que trae Jesús lo más importante no son los ayunos, sino vivir la presencia del Señor en nuestras vidas.
Oración: "Jesús, ayúdame a descubrirte como el amigo siempre presente en mi existencia; y que mi vida espiritual consista sobre todo en estar contigo y reconocerte en mi vida, más que en buscar sacrificios para sentir que me entrego a ti. Haz que mi corazón esté en ti más que en mi propia perfección".
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Después de Ceniza SÁBADO: LC 5, 2 7 - 3 2 Leví (Mateo) era recaudador de impuestos, y se trataba de un cargo verdaderamente despreciable porque el recaudador estaba al servicio de los romanos, y se enriquecía cobrando impuestos para los explotadores. Eran gente de mundo, sin escrúpulos, dada a todo tipo de placeres. Sin embargo, Leví fue capaz de escuchar el llamado de Jesús y de abandonar ese mundo de intereses al que estaba apegado. La disponibilidad de su corazón pudo más que la atracción de las riquezas. Pero los fariseos y maestros de la Ley son incapaces de valorar esa renuncia, son incrédulos frente a las posibilidades de cambio que hay en el corazón del hombre. Leví hace una fiesta para despedirse de sus viejos colegas y dar testimonio de su nueva opción, pero los fariseos critican que Jesús se reúna a comer con esas personas públicamente conocidas como corruptos y pecadores. Jesús hace ver entonces que él no excluye a nadie de su preocupación de pastor, de su solicitud amorosa; muestra que él es capaz de inclinarse hacia la miseria para purificarla, para curarla y para elevarla. La actitud de Jesús no implica consentir esas miserias, sobre todo porque implican una situación de injusticia social; él se acerca a estos pecadores públicos "para que se conviertan". El que ama de verdad no puede renunciar al deseo de elevar más al ser amado, de llevarlo a un mejor nivel de vida, no sólo material, sino también moralmente. Buscarlo sólo para identificarse con él y recibir un reconocimiento cariñoso sería buscarlo pensando más en sí mismo que en el bien del otro. Buscarlo para compartir su vida y así promoverlo es amarlo. Pero hay que tener en cuenta que nosotros no somos Jesús, y por lo tanto no estamos ocupando su lugar. No se trata entonces de elevar al otro creyéndonos y sintiéndonos superiores a él, o creyéndonos los santos salvadores. Se trata de crear un espacio para el encuentro con el Santo, con el verdadero Redentor.
Oración: "Señor, enséñame a confiar en las posibilidades de cambio que hay en los corazones humanos, ayúdame a creer que con el poder de tu gracia puedes curar las miserias de los corazones más enfermos". 373
Domingo 1° de Cuaresma AÑO A : MT 4 , 1 - 1 1 Este relato de las tentaciones de Jesús muestra otro aspecto de la humanidad de Jesús, el Hijo de Dios que se hizo semejante a nosotros en todo, menos en el pecado. Porque, si bien Jesús no podía caer en la tentación, sin embargo experimentó lo que experimentamos nosotros cuando somos tentados, y por eso sabe bien lo que nos sucede por dentro cuando sufrimos la tentación. La primera tentación, de convertir las piedras en pan, expresa nuestra inclinación a querer liberarnos de todo límite (el obstáculo de las piedras), y de pretender vivir el paraíso en la tierra. Las piedras convertidas en pan nos brindan una imagen paradisíaca, donde tenemos a disposición inmediata lo que necesitamos y donde nada nos frena en el camino. La actitud contraria es la de aceptar y soportar serenamente los límites propios de nuestra existencia terrena y enfrentar los desafíos de la vida sorteando los obstáculos y asumiendo que siempre hay dificultades y carencias. La segunda tentación está relacionada con la anterior, y consiste en el fideísmo: pretender exigir a Dios un milagro permanente, que él solucione los problemas sin nuestro esfuerzo y cooperación. Eso se llama "tentar a Dios", ya que él puso en nosotros las capacidades que nos permiten encontrar soluciones, y él respeta esa capacidad que nos dio; por eso no interviene milagrosamente cuando somos nosotros los que podemos hallar una salida, aunque eso suponga a veces un camino duro y sacrificado. La tercera consiste en la búsqueda del poder y la gloria a costa de lo que sea. Y Jesús responde que hay un límite, porque sólo Dios puede ser adorado. Las tres son una inclinación a rechazar los límites de nuestra vida pequeña y pretender ser divinos, capaces de realizar lo que queremos con solo desearlo. En definitiva son una forma de expresar la antigua tentación de Satanás: "seréis como dioses" (Gn 3, 5). Jesús, siendo verdadero hombre, aceptó humildemente los límites y compartió las incomodidades y contrariedades que debe sufrir todo hombre en este mundo.
Oración: "Señor Jesús, que experimentaste lo que yo mismo siento cuando soy tentado, hazte presente en mi vida cuando me acosa la tentación y hazme fuerte con tu presencia, para que pueda mantenerme firme en tu camino". 374
Domingo 1° de Cuaresma AÑO B:
Mc 1, 12-15
Este texto de Marcos, escueto como siempre, menciona muy brevemente el paso de Jesús por el desierto donde sufrió la tentación de Satanás, cuarenta días que lo prepararon para comenzar a predicar. De allí toma la Iglesia la práctica anual de la cuaresma, un tiempo sagrado en que todos nos unimos en una especie de "desierto", porque tratamos de compartir las incomodidades que Jesús vivió en esa soledad, y tratamos de apartarnos un poco más para orar, de renunciar a ciertos placeres, y de compartir nuestros bienes con los necesitados. Así también intentamos prepararnos para unirnos más a Jesús resucitado y así, con su poder, cumplir mejor con nuestra misión en esta tierra. Luego el texto menciona escuetamente el arresto de Juan, y describe el comienzo de la predicación de Jesús en Galilea. La predicación del Señor se resume en el anuncio de la cercanía del Reino de Dios y en una invitación al arrepentimiento y a recibir la novedad que Jesús trae, la "buena noticia". Pero la buena noticia es precisamente que Dios viene a reinar, pero no como un monarca despótico, sino como una presencia salvadora, porque donde reina Dios hay amor, justicia, paz, alegría, fecundidad; el hombre es liberado de sus males y la vida se vive como debe ser vivida. Jesús, el Mesías, viene a traer al hombre la verdadera posibilidad de vivir de esa manera. Cada vez que intentamos purificar nuestra vida y entregarle algo más a Dios, no lo hacemos simplemente para alcanzar un estado espiritual que nos haga sentirnos bien. Así lo hacen quienes practican ejercicios esotéricos, técnicas de relajación, yoga, etc. Nosotros nos apartamos, oramos, y ofrecemos ciertas renuncias, como si entráramos con Jesús en el desierto, pero para tratar de ser instrumentos más dóciles en las manos de Jesús y cooperar para que el Reino de Dios se haga cada día más presente en esta tierra y el mundo alcance su perfección.
Oración: "Señor Jesús, quiero entrar contigo en el desierto, dejar un poco de lado mis distracciones y regalarte algo más de mi tiempo y de mi vida. Purifícame, Jesús, libérame de todo lo que me estorba, para que pueda trabajar contigo en la construcción de tu Reino". 375
Domingo 1° de Cuaresma AÑO C : LC 4 , 1 - 1 3 Es el mismo texto que el año A. Jesús muestra otro aspecto de su humanidad. Si bien Jesús no podía caer en la tentación, sin embargo experimentó lo que experimentamos nosotros cuando somos tentados, y por eso sabe bien lo que nos sucede por dentro cuando sufrimos la tentación. La primera tentación, de convertir las piedras en pan, expresa nuestra inclinación a querer liberarnos de todo límite y de pretender vivir el paraíso en la tierra. Las piedras convertidas en pan nos brindan una imagen paradisíaca, donde tenemos a disposición inmediata lo que necesitamos y donde nada nos frena en el camino. La actitud contraria es la de aceptar y soportar serenamente los límites propios de nuestra existencia terrena y enfrentar los desafíos de la vida sorteando los obstáculos y asumiendo que siempre hay dificultades y carencias. La segunda tentación consiste en el fideísmo: pretender exigir a Dios un milagro permanente, que él solucione los problemas sin nuestro esfuerzo y cooperación. Eso se llama "tentar a Dios", ya que él puso en nosotros las capacidades que nos permiten encontrar soluciones, y él respeta esa capacidad que nos dio; por eso no interviene milagrosamente cuando somos nosotros los que podemos hallar una salida, aunque eso suponga a veces un camino duro y sacrificado. La tercera consiste en la búsqueda del poder y la gloria a costa de lo que sea. Y Jesús responde que hay un límite, porque sólo Dios puede ser adorado. Las tres son una inclinación a rechazar los límites de nuestra vida pequeña y pretender ser divinos, capaces de realizar lo que queremos con solo desearlo. Jesús, siendo verdadero hombre, aceptó humildemente los límites y compartió las incomodidades y contrariedades que debe sufrir todo hombre en este mundo. Aquí Lucas agrega el detalle de que el Diablo se alejó de él hasta otra ocasión, refiriéndose seguramente a la gran tentación que Jesús sufrirá en la pasión.
Oración: "Señor Jesús, que experimentaste lo que yo mismo siento cuando soy tentado, hazte presente en mi vida cuando me acosa la tentación y hazme fuerte con tu presencia, para que pueda mantenerme firme en tu camino". 376
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Semana 1 de Cuaresma LUNES: MT 2 5 , 3 1 - 4 6
Nuestras acciones no quedan ocultas en la oscuridad, nuestras opciones no son intrascendentes; todo es importante ante la mirada de Dios, que rechaza nuestro egoísmo y quiere premiar toda obra de generosidad que podamos hacer. Esto aparece reflejado con suma claridad en el relato sobre el juicio final, donde las únicas preguntas que se mencionan son aquellas que tienen que ver con lo que hicimos o dejamos de hacer por los demás. Y en estas acciones no se requiere que las hagamos pensando en el Señor, sino simplemente que las hagamos con el deseo sincero de hacer el bien. Los que son elogiados por sus obras de misericordia se asombran por ese elogio, porque ellos no las hicieron con una intención religiosa, sino que esas obran brotaron espontáneamente de su corazón generoso, y no las habían hecho descubriendo a Cristo en los demás. Advirtamos que cuando Jesús felicitó a los buenos porque le habían dado de comer, ellos preguntaron "¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer?". Eso significa que ellos no hacían las obras buenas pensando que lo hacían por el Señor. Tampoco las hacían por obligación. Simplemente las hacían porque su corazón bueno, viendo a un hermano necesitado, no podía dejar de ayudarlo. Un corazón transformado por el Señor hace espontáneamente el bien, cumple sin que se lo pidan lo que sugería San Pablo: "Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas" (Gál 6, 2). Por eso, si tenemos que motivarnos o esforzarnos demasiado para lograr hacer una obra buena, preguntémonos si no tenemos que rogar al Señor cada día que cambie, que transforme nuestro corazón egoísta y cómodo con su gracia divina; porque que no hay verdadera fe sin misericordia.
Oración: "Señor, que cuando llegue a ti me vas a preguntar por el amor, dame la gracia de reaccionar con amor y generosidad ante las necesidades ajenas; abre mi corazón a los demás y no permitas que sea insensible ante sus angustias". 377
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Semana 1 de Cuaresma MARTES: MT 6, 7 - 1 5
Este texto rechaza el modo de orar de algunos paganos. Ellos creían que debían dar mil explicaciones a los dioses para convencerlos de que tenían que escucharlos, porque consideraban que esos dioses no eran capaces de conocer sus necesidades y entonces había que elaborar un discurso atractivo y lleno de argumentos para convencerlos. Jesús nos dice que nuestro Padre Dios no necesita que lo convenzamos con argumentos y palabras seductoras, porque conoce bien nuestras necesidades. Pero esto no significa que no oremos frecuentemente, ni que no debamos ser insistentes en la súplica (Lc 11, 5-8; 18, 1). Luego Jesús enseña un modelo de oración, el Padrenuestro, donde se comienza adorando al Padre y pidiéndole lo principal, que es la venida de su Reino y el cumplimiento de su voluntad. Sólo después le suplicamos por nuestras necesidades; pero en la súplica del Padrenuestro, esas necesidades se reducen a lo esencial, a lo indispensable, al pan de cada día. Además, hay que destacar que luego del Padrenuestro, donde pedimos ser perdonados así como nosotros perdonamos a los demás, se resalta esta necesidad de perdonar a otros para poder suplicar el perdón de Dios. Pero lo más importante es que Jesús nos invita a decir "Padre"; y eso significa que nos invita a unirnos a él en su relación con el Padre. También el Espíritu Santo, cuando habita en nuestros corazones, nos invita a clamar "Padre". De esta manera, se nos invita a expresar el anhelo más profundo de nuestro corazón necesitado, porque nosotros estamos hechos para ir al Padre. Por el bautismo, esa inclinación se convierte en la atracción de Jesús hacia su Padre amado, porque pasamos a ser "hijos en el Hijo". Por eso San Ignacio de Antioquía, cuando lo llevaban para ser comido por los leones, sentía en su interior un profundo gozo, que él expresaba diciendo: "Hay dentro de mí un manantial que clama y grita: ¡Ven al Padre!".
Oración: "Señor, dame la gracia de ser simple en mi diálogo contigo, de suplicarte como un niño, dejando todo en tus manos con plena confianza. Pero concédeme que además de pedirte sea capaz de santificar tu nombre sobre todo en la misericordia y el perdón". 378
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Semana 1 de Cuaresma MIÉRCOLES: Lc 1 1 , 2 9 - 3 2
Los fariseos reclamaban señales a Jesús, pero en realidad no querían creer en él. Y Jesús dijo que los que no quieren creer en la palabra de Dios "no creerán aunque resucite un muerto" (Lc 16, 31). Por eso Jesús dice que en definitiva la única señal necesaria es la de Jonás. ¿Qué significa esto? Que los ninivitas, que eran un pueblo pagano, no le pidieron ninguna señal al profeta Jonás para aceptar su palabra; simplemente le creyeron y se convirtieron, se arrepintieron y pidieron perdón con un corazón dolorido, a pesar de que Jonás predicaba sin deseos y sintiéndose forzado por Dios. Jesús se dirige aquí a judíos que se consideraban más que paganos, porque se creían piadosos, muy creyentes y fieles a Dios, para hacerles ver que sus corazones en realidad estaban cerrados a la Palabra, de manera que ninguna señal sería suficiente si ellos no cambiaban de actitud. La vida de Jesús, consagrada plenamente a la Palabra, su entrega total y sus numerosos prodigios no eran suficientes para abrir los corazones cerrados. Pero luego de su pasión, el mayor signo de su amor es él crucificado. Por eso decía San Pablo que "mientras los judíos piden señales... nosotros predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los j u d í o s . . . " (1 Cor 1,22). Este signo maravilloso de su propia vida era la señal que a Jesús le interesaba ofrecer. Y los milagros, que brotaban de su deseo de hacer el bien, no eran más que indicios de su amor generoso. Pero la multiplicación de prodigios podía desviar la atención de lo que Jesús quería mostrar. Por eso, a los corazones que se cierran a su palabra y a su ejemplo, Jesús prefiere no imponerse a fuerza de milagros.
Oración: "Señor, toca mi corazón con tu gracia y no permitas que sea indiferente a tu Palabra. Concédeme que acepte tu amor sin exigirte más signos que la misma hermosura de tu presencia santa y cautivante".
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Semana 1 de Cuaresma JUEVES: MT 7, 7 - 1 2
Este texto invita a orar con plena confianza, descargando las preocupaciones en la presencia del Padre. Otros textos bíblicos invitan también a esta súplica liberadora (1 Ped 5, 7; Sant 5, 13; Flp 4, 6) y sin dudar (Mc 11, 24; Sant 1, 7-8). Cuando suplico con un corazón sincero soy capaz de dejar mis preocupaciones en las manos de Dios, y así comienzo a sentir que ya no estoy solo con mis problemas, porque han comenzado a ser también una ocupación del Padre. Por lo tanto, ya no me interesa obsesionarme para que esa situación termine como yo lo he planeado. Lo importante es que terminará como al Padre le parezca mejor, y así estará bien, y así será mejor para mí, realmente mejor. Pero la Palabra de Dios también nos indica que puede haber motivos que hacen que no consigamos lo que pedimos en la oración: cuando el que pide está obsesionado por sus necesidades pasionales (Sant 4, 2-3), o porque tiene un corazón cerrado a las necesidades ajenas (Is 1, 15-17; 58, 910, o porque Dios tiene un plan mejor para él (2 Cor 12, 8-9). En el v. 12 aparece la ley de oro: que cada uno trate a los demás como quiere que lo traten a él. Esta expresión aparece en textos antiguos de otras religiones, pero de un modo negativo, invitando sólo a no hacer daño; aquí se invita a dar un paso más, buscando para los demás el bien que uno espera de ellos. Esto sólo puede ser obra de la gracia de Dios, porque se trata de un corazón que rompe sus propias paredes y amplía su pequeño mundo para dar cabida a los intereses de los demás, hasta el punto que uno comienza a buscar el bien de los demás de la misma manera que busca su propio bien, capaz de alegrarse con sus alegrías y de preocuparse con sus angustias.
Oración: "Señor mío, pongo ante ti todas mis preocupaciones, dejo en tus manos todo lo que me inquieta, y también todos mis sueños y anhelos, porque lo que está en tus manos termina bien. Confío en ti Señor, creo en tu amor y en tu poder. Y te pido también la gracia de actuar con los demás como desearía que actuaran conmigo". 380
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Semana 1 de Cuaresma VIERNES: MT 5, 2 0 - 2 6
Aunque Jesús anula muchas exigencias del Antiguo Testamento, no elimina las exigencias esenciales; y esta simplificación tampoco implica que el seguimiento de Jesús sea menos exigente, ya que invita a poner todo nuestro ser, a empeñar todas nuestras fuerzas para vivir como a él le agrada. Cuando Jesús critica el legalismo de los fariseos, no está diciendo que sus discípulos se despreocupen de las exigencias del evangelio. Y particularmente en las exigencias con respecto al prójimo, Jesús espera que sus discípulos se destaquen más que los fariseos, y no se contenten con no matar. Tratar a otro con ira, llamarlo inútil o loco, bastaría para dejar sin sentido la propia existencia (para ser quemados). Y siguiendo la línea de los grandes profetas del Antiguo Testamento, Jesús indica que el culto a Dios pierde todo valor cuando el creyente está enemistado con un hermano, especialmente cuando él ha hecho daño a alguien ("si tu hermano tiene algo contra ti"). Ya en Isaías 1,15 Dios nos decía: "Cuando ustedes levantan sus manos, me tapo los ojos para no verlos. Aunque multipliquen sus plegarias, yo no los oigo, porque sus manos están llenas de sangre". Y a esas oraciones de las personas que han hecho daño a un hermano Dios las considera "una pateadura en mis atrios" ( 1 , 12). El amor al hermano está antes que el culto, y el culto está al servicio de ese amor al hermano. Esto vale también para cualquier acto de culto, incluso para la celebración de la Eucaristía. De hecho, a los corintios ricos, que despreciaban a sus hermanos pobres y se reunían para celebrar la Eucaristía, San Pablo les decía: "Eso ya no es comer la cena del Señor" (1 Cor 11, 20). La Eucaristía es culmen y fuente de toda una vida cristiana; debe ser la culminación de una vida de amor, y al mismo tiempo la fuente donde vamos a buscar fuerzas para amar mejor a los hermanos.
Oración: "Te entrego mi vida Señor, tú puedes renovarla con tu gracia para que te agrade más. Impúlsame con tu poder Señor, y no dejes que caiga en la mediocridad, que me conforme sólo con no matar y no sea capaz de vivir como hermano de todos".
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Semana 1 de Cuaresma SÁBADO: MT 5, 4 3 - 4 8 Jesús completa su profundización de la Ley de Dios con el precepto del amor a los enemigos. Si Dios hace salir su sol sobre todos, sin excepción, el cristiano no debería negar su amor a nadie. Amar sólo a un grupo selecto de amigos y de personas cercanas, y no amar a los que nos desagradan o nos hacen daño es reducir el estilo de vida cristiano a la "normalidad", y quitarle lo que más debe distinguirlo: la capacidad de amar por encima de todo y más allá de todo, superando las normas de la conveniencia personal y mirando a todos con los ojos del Padre Dios. El texto concluye con la invitación a ser perfectos como el Padre celestial, mostrando así que la perfección está sobre todo en el amor al otro. San Lucas lo expresa modificando la expresión y diciendo sencillamente "sean compasivos como el Padre celestial es compasivo" (Lc 6, 36). No sería extraño encontrar personas capaces de ofrecer a Dios grandes sacrificios, soportando hambre, frío y todo tipo de renuncias y privaciones, pero al mismo tiempo llenas de rencor. Por algo decía san Pablo: "Si yo entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor no me sirve de nada" (1 Cor 13, 3). Y luego explica que ese amor es paciente, no tiene en cuenta el mal recibido, todo lo disculpa (v. 4). Los sacrificios corporales quedan sólo a un nivel superficial, y sólo pueden ser la demostración de una gran fuerza de voluntad, que a Dios no le interesa demasiado. Pero el perdón es algo mucho más grande, mucho más profundo, que no se logra con el esfuerzo de la voluntad, sino con la gracia de Dios, con mucha oración, y con profundas y repetidas motivaciones que apuntan al corazón. Llegar a amar a un enemigo, superando los deseos de venganza, y aceptando que también él tiene derecho a ser feliz, es una obra que supera todo esfuerzo y toda capacidad humana. Ser perfectos como el Padre Dios también es imposible para una criatura, pero se trata del llamado del Señor a participar de su vida divina, a entrar en la profundidad de su misterio, a dejarse llevar siempre más allá de los pequeños límites del propio corazón.
Oración: "Jesús, tú que eres modelo perfecto de amor que se entrega a todos y que perdona, dame la gracia de desear la perfección del amor para ser capaz de superar los rencores y los conflictos poniendo el amor sobre todo, respondiendo al mal con el bien". 382
Domingo 2° de Cuaresma AÑO A : MT 1 7 , 1-9; AÑO B: MC 9 , 2 - 1 0 ; AÑO C : Lc 9 , 2 8 - 3 6 En este episodio de la Transfiguración de Jesús, el Padre confirma su misión presentándolo como su Hijo querido e invitando a escucharlo. Por un instante los tres apóstoles alcanzan a vislumbrar el misterio trascendente de Jesús, por un instante se abre el cielo, y se nos recuerda la gloria de la primera alianza en el Sinaí (Éx 24, 9-18). Pero aquí Moisés, junto con el profeta Elias, está simplemente acompañando a Jesús, el Hijo querido. Ellos sólo están representando al Antiguo Testamento que da paso al misterio del Mesías, la gloria del que viene a cumplir las expectativas del pueblo de la primera Alianza. Los apóstoles quieren prolongar esa maravillosa experiencia, pero deben bajar de la montaña y caminar con Jesús hacia la pasión, porque lo más importante todavía no ha sucedido. Seguramente, a partir de esa experiencia mirarían a Jesús con otros ojos, percibiendo que detrás de la sencillez de su humanidad terrena, se escondía la majestuosidad de la gloria, la hermosura radiante que ellos por un instante alcanzaron a vislumbrar. Cuando tenemos una experiencia maravillosa en la cima del monte nos cuesta bajar a la fiebre de la ciudad; pero allí, en medio de las preocupaciones y tensiones de la vida cotidiana, nos basta recordar que existe la paz de la cima de los montes; esa paz existe, aunque ahora nosotros estemos inmersos en las preocupaciones y angustias de la vida cotidiana. Nosotros muchas veces tenemos experiencias maravillosas de encuentro con el Señor, y quisiéramos prolongarlas, pero él nos llama a bajar de esa m o n t a ñ a p a r a h a c e r un c a m i n o de s e r v i c i o y de e n t r e g a generosa.También es cierto que muchas veces, en medio de las pruebas, el solo recuerdo de esas hermosas experiencias de belleza y de amor nos da fuerzas para seguir adelante. Es importante tener en cuenta que el Padre Dios nos pide en este texto que escuchemos a Jesús. Jesús, que nos ha revelado la verdad, necesita un oído atento, un corazón abierto para escucharlo.
Oración: "Te doy gracias Señor por los signos de tu gloria que me regalas en medio de las asperezas de esta vida. Pero no dejes que me evada en las experiencias bellas y dame la fortaleza y la luz para bajar de la montaña con el deseo de entregar mi vida". 383
Semana 2 - de Cuaresma LUNES: LC 6, 3 6 - 3 8 Aquí Lucas resume claramente la perfección moral del cristiano en la misericordia, puesto que suple la expresión tradicional "sean perfectos", que utiliza Mateo, por "sean compasivos", y Dios mismo es caracterizado en primer lugar por esta compasión. De ahí que Santo Tomás diga que la máxima de las virtudes divinas es la misericordia. Y éste es en realidad un tema que surca todo el evangelio de Lucas, que suele llamarse "el evangelio de la misericordia". En el capítulo 15 Lucas nos ofrece las preciosas parábolas de la misericordia de Dios, y en el capítulo 10 la parábola del buen samaritano, que tuvo compasión del hombre caído. En este texto nos explica cuáles son las dos manifestaciones de esta misericordia: una es la bondad en el juicio, la comprensión de los errores ajenos, el perdón. La otra es la generosidad, la capacidad de dar, de compartir lo que tenemos. En los dos casos, la medida que usemos con los demás es la que usará Dios con nosotros para juzgarnos o para regalarnos la felicidad eterna. Cuando nosotros miramos al hermano con compasión, y tomamos con ternura y paciencia sus defectos y caídas, cuando tratamos de poner en la balanza sobre todo las cosas buenas que hemos tratado de descubrir en él, y le agregamos unas cuantas excusas que nos ayudan a comprenderlo, Dios hace lo mismo con nosotros. Cuando en lugar de pasar indiferentes ante un hermano, poniendo excusas para no ayudarlo, nos proponemos más bien tratar de hacerlo feliz y hacerle todo más llevadero, Dios también deja de mirar nuestras imperfecciones y pecados, y nos prepara una gran alegría. No significa que Dios esté midiendo matemáticamente cada una de nuestras acciones, sino que el perdón, la compasión y la generosidad abren el corazón, amplían su espacio, y lo disponen para recibir más abundantemente la alegría, la paz y la vida que Dios gratuitamente quiere regalar.
Oración: "Abre mi corazón cerrado Señor, sánalo de sus miserias, para que no mire a los demás con ojos crueles o indiferentes, sino comprensivos, generosos; así como tú me miras comprendiendo mi debilidad y llenándome de tus dones". 384
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Semana 2 de Cuaresma MARTES: MT 2 3 , 1 - 1 2
Todo este capítulo 23 de Mateo es un largo reproche a los fariseos, que quitaban la calma al manso Jesús. Nosotros, viendo lo que a Jesús tanto le molestaba de estos personajes, podemos descubrir también las actitudes negativas de las que más tendríamos que cuidarnos para no ser desagradables a sus ojos. Los fariseos estaban permanentemente pendientes de sus propias personas, particularmente de su fama, de la gloria humana, de su lugar en la sociedad. Y en esta obsesión por exhibirse usaban también la religión para aparentar piedad. Por eso mismo también les agradaba tener todos los títulos posibles: que los llamaran maestros, patriarcas, doctores. Pero una manera cruel de aparecer como los mejores de la sociedad era señalar permanentemente los defectos y los errores ajenos. Ellos, aunque estuvieran llenos de pecados ocultos, cuidaban mucho lo externo para aparecer como perfectos y hacer sentir pecadores a los que no seguían a la perfección las leyes y tradiciones que ellos inventaban y absolutizaban. En su fuerte rechazo de estas actitudes Jesús hace ver el poco valor que tiene esa perfección externa que alimenta la vanidad; y él prefiere invitarnos sobre todo a la humildad y al servicio. El texto no puede tomarse al pie de la letra para rechazar los apelativos afectuosos dirigidos a las autoridades, y para ser poco considerados y poco amables con ellos, o para creer que no debemos obediencia a nadie. De hecho, san Pablo pide que en sus comunidades lo consideren como padre (2 Cor 6, 11-13; 12, 14-15; 1 Tes 2, 11-12), y como el único padre de la comunidad (1 Cor 4, 14-16), y defiende ese lugar en la comunidad con uñas y dientes (2 Cor 7, 2-4; 10, 7-8; 11, 1-6. 16-19), aunque no buscaba la alabanza o la gloria humana, y por eso no le interesaba el juicio que los demás pudieran emitir sobre su persona, sino el juicio de Dios (1 Cor 4, 3-5).
Oración: "Libérame Señor del enfermizo cuidado de la apariencia, de la triste búsqueda de la gloria mundana, y coloca en mi corazón el profundo deseo de la humildad y la sencillez. Arranca de mí todo apego a los elogios y reconocimientos".
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Semana 2 de Cuaresma MIÉRCOLES: MT 2 0 , 1 7 - 2 8 Jesús quiere llevar a sus discípulos a tomar conciencia de que está marchando hacia el final de su vida terrena. Pero los discípulos piensan sobre todo en la gloria que Jesús alcanzará y la entienden como un reinado glorioso en la tierra. Por eso Santiago y Juan (los Zebedeos) piden un lugar destacado en ese nuevo Reino. Jesús, con admirable paciencia, quiere hacerles notar que compartir su Reino implica también compartir los sufrimientos propios de la pasión, pero ellos responden que están dispuestos a acompañarlo en todo. Sin embargo, Jesús indica que eso no basta, porque el que asigna los puestos es el Padre, de manera que el creyente debe renunciar a reconocimientos públicos o lugares de dominio. Además, en la nueva comunidad la autoridad será más servicio que gloria, donde no se tratará de exigir obediencia, sino de usar la autoridad para servir, como un esclavo de los demás. Y al mismo tiempo que destaca ese nuevo estilo, Jesús lo contrapone a los poderes políticos paganos, donde la autoridad se imponía de maneras indeseables. Pero además ofrece como modelo de la verdadera autoridad su propia vida entregada hasta el fin por los demás. Y este texto también nos invita a escuchar la pregunta que Jesús nos hace: "¿Estás dispuesto a beber el cáliz que yo beberé?" Pregunta molesta, porque nosotros desearíamos excluir de nuestra vida todo sufrimiento. El cáliz simboliza la sangre derramada, la entrega de la pasión, el dolor de la cruz, y la sola palabra "dolor" es como un aguijón en nuestro interior. Pero si no enfrentamos esos miedos oscuros y no miramos nuestra vida limitada tal cual es, viviremos engañándonos a nosotros mismos y rechazando la misión que Dios nos da, misión que siempre exigirá renuncias, cansancios y momentos difíciles. Santiago y Juan contestaron que sí, que podían beber su cáliz, aunque todavía no entendían lo que eso significaba y estaban apegados al deseo de poder. Sin embargo, el amor a Jesús los sostuvo, los purificó, y ellos fueron capaces de renunciar a sus proyectos.
Oración: "Jesús, ayúdame a convencerme de que mi grandeza está en el servicio humilde y desinteresado; libérame de estar pendiente de puestos y lugares de gloria, para entregarme con un corazón despojado a servirte en los hermanos". 386
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Semana 2 de Cuaresma JUEVES: LC 1 6 , 1 9 - 3 1 Este episodio del rico y el pobre Lázaro es uno de los textos típicos del evangelio de Lucas, con un fuerte acento en la misericordia, donde aparece también la predilección de Dios por los pobres. De hecho, el único motivo que se da para que Lázaro sea llevado por los ángeles a un lugar de consuelo son los males que soportó durante su pobre vida, es decir, simplemente su pobreza. El evangelio invita a prestar atención a esas personas sumidas en la miseria y la angustia mientras estamos felices en nuestras comodidades y tratamos de no dejarnos cuestionar por su presencia. Y este texto nos muestra el lugar peculiar de la ayuda al hermano pobre en el camino de purificación y crecimiento. Aunque todo parezca estar bien, la indiferencia ante las necesidades del pobre nos coloca en un camino que lleva a la oscuridad y a la ruina. También es destacable en este texto la importancia que se da a la Palabra de Dios, ya que si no le prestamos atención a sus exigencias, ni siquiera la resurrección de un muerto nos hará renunciar a nuestros apegos y a nuestra indiferencia. No se trata entonces de esperar que Dios haga algo prodigioso para que cambiemos de vida. Se trata de detenerse a ver la realidad: la propia vida, el sentido de lo que estamos haciendo, las necesidades que hay a nuestro alrededor. De ese modo podremos reconocer que la vida cómoda y egoísta que llevamos es verdaderamente desagradable. De hecho, hay personas que luego de disfrutar varios días de comodidad y de confort, comienzan a recordar el sufrimiento de los demás y entonces surge en sus corazones la pregunta: "¿Para qué estoy viviendo? ¿Qué estoy haciendo con mi vida?" De esa manera, el corazón se abre a la Palabra de Dios que le pide un compromiso de amor. Pero la persona que se evade en las distracciones y escapa de las preguntas de su propio corazón, no cambia de vida aunque vea resucitar a un muerto.
Oración: "Ilumíname Señor y toca mi corazón para que pueda descubrirte en aquellos que pasan a mi lado y sólo se encuentran con mi indiferencia. Purifícame del egoísmo y de la comodidad que me encierran en mi pequeño mundo". 387
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Semana 2 de Cuaresma VIERNES: MT 2 1 , 3 3 - 4 3 . 4 5 - 4 6 La viña, como de costumbre, simboliza al pueblo (Is 5, 1-7), y los cuidadores representan a las autoridades políticas y sobre todo religiosas. Los enviados son los distintos profetas que Dios ha suscitado en el pueblo para invitar a la conversión, pero que fueron despreciados. Finalmente, el propio hijo representa al mismo Jesús, que de este modo anuncia su fin. Los fariseos, al escuchar a Jesús, se dan cuenta de que esta comparación iba dirigida a ellos, que planeaban su muerte, pero no pueden arrestarlo por temor a la gente. Una vez más se ve que el problema de Jesús no era con el pueblo, sino con las autoridades. El corazón de la gente sencilla suele estar más abierto a las novedades de Dios, pero los que tienen poder económico, intelectual o político se aferran tanto a esa seguridad falsa que no aceptan un cambio de planes aunque el mismo Dios lo esté proponiendo. El propio Hijo, es lo más valioso que el Padre puede enviar para reclamar lo que es suyo, para pedirnos el amor que nuestros corazones humanos le deben. Pero en realidad, él mismo da lo que pide, porque Jesús quiere derramar en nuestros corazones su Espíritu Santo para que seamos capaces de amar al Padre, de darle la gloria que a él le corresponde. En la muerte de Cristo en la cruz, se realizó lo que describe la primera carta de Pedro: "Fueron rescatados de la vana conducta heredada de sus padres, no con bienes corruptibles, como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha y sin defecto" (1, 19-19). Nosotros que no aceptamos darle al Padre nuestros frutos de amor, recibimos de su propio Hijo muerto y resucitado la savia de vida que necesitamos para ser fecundos y darle gloria con nuestro corazón sanado y liberado. Pero no hay que olvidar que este texto no se dirige tanto a la viña, el pueblo amado que produce sus frutos, sino a los cuidadores, los que tienen otras personas a su cargo y prefieren ocupar el lugar del Redentor, y no aceptan que nadie sea amado más que ellos.
Oración: "Señor, libérame de mis falsas seguridades, no dejes que me quede envuelto y asfixiado en mis propios proyectos que no me dejan ver tu luz, que no me permiten escuchar esa palabra que me llama a la entrega, al cambio, a la vida nueva. No permitas que te elimine de mi vida para que no perturbes mis estructuras y mis planes". 388
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Semana 2 de Cuaresma SÁBADO: LC 1 5 , 1-3. 1 1 - 3 2 Los detalles de la parábola del hijo pródigo brindan una gran riqueza al relato: el deseo de independencia y lejanía, el derroche, la humillación y las privaciones, el recuerdo de la casa paterna y todo lo bueno que era, el arrepentimiento, el retorno, la espera del Padre, su compasión y su alegría, el festejo, la recuperación de la dignidad perdida y la vida nueva del hijo. El hijo que había optado por la independencia, descubre que esa falsa autopomía es miseria, vacío y esterilidad; por eso vuelve renunciando a sus derechos de hijo y pidiendo ser un empleado dependiente. Cualquier cosa será mejor que el desarraigo que lo hunde en la soledad y la indigencia. Ahora sabe con una convicción plena que depender del Padre es vivir en la libertad de su amor. Pero el Padre conmovido responde sobreabundantemente. Sus entrañas misericordiosas sólo pueden responder ennobleciendo al hijo arrepentido y haciendo fiesta. Cada vez que somos perdonados, cada vez que volvemos al amor de Dios luego de habernos alejado un poco, cada vez que le damos el primer lugar luego de haberlo desplazado, somos invitados gratuitamente a participar de esa fiesta en el cielo, y a vivirla en nuestro corazón de hijos. Pero si somos de los que nunca se han ido de la casa, de esos que nunca tienen conciencia de ofender gravemente al Padre, y entonces se sienten dignos de rechazar la presencia de los pecadores, entonces tendremos que acoger la amable exhortación que nos dirige el Padre, invitándonos a desear el regreso de los perdidos, a alegrarnos con su presencia, a participar de la misericordia que llena su corazón divino. Porque se puede permanecer en la casa del Padre y no alejarse nunca de ella con actitudes externas, con pecados visibles Pero el corazón de los envidiosos y egoístas está lejos del espíritu que reina en la casa del Padre, lejos del calor de la misericordia, lejos de la alegría del reencuentro, lejos de la fiesta del perdón.
Oración: "Te adoro Padre mío, por tu corazón abierto, dispuesto siempre a la misericordia y al perdón, tu corazón que me desea libre del pecado, pero que me espera con admirable paciencia; dame la gracia de tener un corazón compasivo con mis hermanos". 389
Domingo 3 ° de Cuaresma AÑO A : JN 4 , 5 - 4 2 Jesús, cansado del camino, apremiado por el calor del mediodía, se sienta en el pozo de los samaritanos y pide agua a la mujer. En la Biblia los encuentros junto a un pozo tienen un fuerte significado amoroso. Los mismos discípulos se asombran al ver a Jesús con la mujer. Leyendo los versículos 36-38 en relación con 3, 29 podemos ver una invitación a que los discípulos se alegren por la siembra que Jesús realiza en el corazón de la samaritana, siembra que termina en una feliz cosecha, con la conversión de los samaritanos. Jesús va cautivando lentamente el corazón de la mujer haciéndole tomar conciencia de la sed profunda de su corazón, sed que no se sacia con el agua del pozo y que sólo él como Mesías podía aplacar. Cuando Jesús se refiere a los maridos que tuvo la mujer, ella reacciona positivamente, porque Jesús toca de esa manera la herida y la necesidad profunda de amor que hay en el corazón de la samaritana; sed de afecto y de respeto que no había encontrado en ninguno de los hombres que tuvo. Cuando Jesús le dice que "la salvación viene de los judíos" está invitando a la samaritana a no despreciarlo a él como Salvador por el hecho de ser judío; pero luego le hace notar que tanto las instituciones judías como las samaritanas debían ser relativizadas, porque lo importante era el encuentro con Dios que se realiza en el corazón por el impulso del Espíritu divino. No sólo el monte santo de Samaría debía ser relativizado, también el templo de Jerusalén dejaba de ser lo más importante. Ella debía encontrarse con el Dios vivo que venía a salvarla y a saciar su sed más profunda. Adorarlo "en Espíritu" no se refiere a una adoración meramente interior, sin signos externos, sino a una adoración que brota de un corazón dócil al Espíritu Santo, Espíritu que nos impulsa a clamar "Padre" (Rom 8, 15). Adorar a Dios "en verdad" significa adorar al verdadero Dios, que es el Padre amante y misericordioso que nos ha revelado Jesucristo.
Oración: "Señor, habla a mi corazón, siéntate junto a mi pozo y sedúceme con tu Palabra. Tengo sed de ti Señor, y sólo tu agua viva puede saciar la intensa sed que hay en mi interior. Dame a beber de ti, para que nunca más tenga sed". 390
Domingo 3° de Cuaresma AÑO B: JN 2 , 1 3 - 2 5 Llama la atención que Jesús, tan sereno, lleno de ternura y paciencia, aparezca aquí cargado de violencia contra los vendedores del templo. ¿Acaso no se trataba de gente que se ganaba la vida, que con ese trabajo llevaba a la mesa el pan para sus hijos? ¿Por qué una reacción tan agresiva? El rechazo de Jesús no se dirigía tanto a los vendedores, que eran simples empleados, sino a los sumos sacerdotes, que explotaban a la gente a través del culto. Porque cuando la gente iba al templo a ofrecer un animal como ofrenda, los sumos sacerdotes lo rechazaban diciendo que no cumplía con todos los requisitos que ellos exigían. De esta manera la gente se veía obligada a comprar los animales, incluso las palomas, que vendían ellos a la entrada del templo. La devoción de la gente era utilizada entonces por estos falsos pastores para enriquecerse a costa del sacrificio de los pobres, que se sometían a sus exigencias. La reacción de Jesús se explica entonces como una santa indignación contra los poderosos que se enriquecían a costa de la fe del pueblo sencillo y piadoso. El evangelio de Juan da mucha importancia a esta escena, y la coloca al comienzo, ya en el capítulo 2. Esto llama la atención, porque los demás evangelios, que se habían escrito antes, la ponen hacia el final de la vida pública de Jesús. Pero el evangelio de Juan la coloca al comienzo porque el texto indica que Jesús está quitándole importancia a los sacrificios antiguos y está indicando que el encuentro con Dios no depende tanto de la visita al templo judío, sino de su persona, que es más importante que el templo material. Uniéndonos a Jesús resucitado damos más gloria a Dios que entrando en una construcción de piedras. Sin embargo, al llamar al templo "la casa de mi Padre", indica que tampoco se trata de un desprecio del templo como lugar de oración. Jesús precisamente reacciona "purificando" el templo, pidiendo que se lo respete, y buscando que vuelva a ser un lugar donde el pueblo pueda adorar a Dios con libertad.
Oración: "Ayúdame Señor para que mis visitas al templo sean un verdadero encuentro contigo, que mis sacrificios tengan valor porque al ofrecerlos me estoy encontrando contigo, porque sólo tú puedes salvar mi vida". 391
Domingo 3° de Cuaresma AÑO C : LC 1 3 , 1-9 Los hombres asesinados, o muertos en catástrofes, no debieron sufrir esas situaciones terribles a causa de sus pecados, por el hecho de haber sido más pecadores. Y los que se libraron de esos sufrimientos no se salvaron de la muerte porque hayan sido más santos que los demás. Así Jesús quiere explicar que Dios no está controlando los pecados de cada hombre para hacérselos pagar con sufrimientos proporcionados a la gravedad de esos pecados. Jesús niega la idea de un Dios que se dedique a castigar. Sin embargo, Jesús también dice que el pecado no es inofensivo: "Si no se arrepienten acabarán cómo ellos". El pecado daña nuestra vida y hace que nuestra existencia termine mal, no porque Dios se dedique a castigarnos, sino por la propia fuerza destructiva y venenosa que tiene el pecado. El que odia, por ejemplo, termina enfermándose y arruinando su vida de una forma o de otra, termina siendo víctima de su propio veneno; el que se encierra en la búsqueda del placer termina probando la miseria de su propio egoísmo, arruina su vida no porque Dios le envía castigos, sino porque el mismo pecado debilita su corazón y toda su vida, lo hace vulnerable a todo tipo de males. Por eso podemos decir que la mejor manera de amar la propia vida es evitar el pecado, y que la mejor manera de atentar contra la propia dignidad es entregarse ingenuamente en las garras del pecado que envenena y enferma. Dejarse llevar por las inclinaciones egoístas, violentas, sensuales, creyendo que de ellas puede surgir la verdadera vida, es una forma de vivir fuera de la realidad; es hacerse esclavo de los propios monstruos interiores y del propio egoísmo, que nunca estará satisfecho mientras busque satisfacción fuera del camino de Dios. Es, en definitiva, dejar de alimentar la verdadera vida, enfermarse poco a poco por dentro, y dejar morir las mejores capacidades que Dios puso en el corazón. Sin embargo, con el ejemplo de la higuera Jesús indica que Dios ofrece una oportunidad para rehacer la vida enferma por el pecado.
Oración: "Señor, protégeme para que el pecado no me domine, no dejes que caiga en las redes del mal y que mi vida se destruya por la fuerza seductora del pecado. Ayúdame a renacer Señor, con el poder de tu gracia, hazme fuerte frente a las tentaciones". 392
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Semana 3 de Cuaresma LUNES: LC 4, 2 4 - 3 0 Jesús recrimina la falta de fe de los habitantes de Nazaret, la ciudad donde creció, y muestra cómo nuestros ojos a veces se vuelven ciegos cuando tenemos la salvación entre nosotros, cómo nos cuesta descubrir la presencia de Dios que se esconde en la sencillez de las personas que tenemos cerca, en la vida cotidiana, en el lugar donde nos toca vivir. Por eso a veces se hace necesario que nos preguntemos para qué estamos viviendo, cómo estamos viviendo, pero también es importante preguntarnos dónde estamos viviendo. Porque a veces gastamos nuestra vida en un mundo irreal, o en un futuro que nunca llega, o en la nostalgia de un pasado dorado, o en la imaginación de un lugar especial. Pero el lugar donde Dios nos ha puesto también necesita alguien que ame, que se entregue, que crea, que busque la paz. Este lugar donde estoy es también una ocasión para crear algo nuevo, para descubrir la presencia de Dios, para recibir su luz y su poder. Y en este lugar hay personas concretas a través de las cuales Dios quiere decirme algo. Difícilmente Dios enviará un ángel para expresarme lo que él espera de mí; normalmente usará a las personas que me rodean para hacerme descubrir lo que él quiere pedirme. Por no aceptar que Dios podía hablarles a través de uno más, uno de ellos, los habitantes de Nazaret no quisieron escuchar a Jesús, no lo valoraron, y así no pudieron aceptar la maravillosa novedad que Dios les ofrecía. Y para mostrar esa insensatez Jesús compara la incredulidad de su ciudad con otras situaciones de la historia bíblica. Elias, por ejemplo, fue bien recibido por una viuda extranjera, y Elíseo pudo curar a un leproso sirio que demostró más fe que los judíos. Oyendo estos ejemplos, los oyentes se enfurecieron, ya que Jesús les estaba diciendo que los paganos podían tener el corazón más abierto que ellos, y tal fue la indignación que quisieron matarlo, pero no pudieron con Jesús, que fácilmente se liberó de ellos. No era todavía su hora.
Oración: "Señor, muchas veces el orgullo me impide descubrirte en mi propia vida, no me deja reconocer los signos de tu presencia y de tu amor, y espero pruebas extraordinarias de tu poder para abrirte mi interior Toca mis ojos Señor, para que te descubra, para que mi vida cotidiana se inunde de tu luz y se llene de tu misterio". 393
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Semana 3 de Cuaresma MARTES: MT 1 8 , 2 1 - 3 5 La grandeza y el poder de Dios se manifiestan especialmente en su paciencia y en su compasión (Sab 12, 16-22), ello nos exige ser compasivos con los demás como el Padre es compasivo con nosotros (Lc 6, 36-38). Es lo que expresamos al decir "perdónanos como nosotros perdonamos". Es una exigencia muy seria para todo cristiano, ya que si no estamos dispuestos a perdonar tampoco podemos esperar el perdón de Dios. Así lo muestra el ejemplo del evangelio de hoy, y es un modo de indicar el lugar preponderante que tienen la compasión y el perdón entre las actitudes que Dios espera de sus hijos. La respuesta a Pedro, indica que no se trata de una actitud ocasional o esporádica, sino permanente. Perdonar setenta veces siete quiere decir siempre, en todas las ocasiones y todas las veces que se nos pida, porque Dios mismo perdona y da una nueva oportunidad siempre. No se trata de esperar que el tiempo nos haga olvidar los malos recuerdos, ni de ignorar a la persona que nos ha hecho daño, haciéndola desaparecer de la memoria. Eso no es perdonar, sino enterrar, y es tener dentro de nosotros una especie de cadáver que ocupa espacio y perturba. Se trata de perdonar, de poder recordar a esa persona con compasión, sin odio ni deseos de venganza. La presencia de este texto en la Cuaresma indica la prioridad que tiene el perdón a los hermanos por encima de otros sacrificios que podamos ofrecer a Dios. Por eso, cuando no podamos perdonar, todos los sacrificios, ayunos, momentos de oración, deben ser un camino hacia el perdón, un intento de disponer nuestro interior para poder dar el paso del perdón. Pero, por encima de todas las prácticas piadosas, tendremos que clamar a Dios pidiendo su gracia, porque el perdón sincero y profundo sólo es posible con el impulso de la gracia de Dios. La voluntad de Dios es clara: hay que estar dispuesto al perdón "setenta veces siete". Y cuando Dios pide algo es porque él sabe que una falta de perdón nunca es buena para el corazón del hombre.
Oración: "Señor, tú que eres compasivo y misericordioso, siempre dispuesto a perdonar, dame la gracia de comprender las miserias ajenas y perdonar con tu amor. Sana las heridas que guardo en mi interior y que no me permiten perdonar. Libérame Señor". 394
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Semana 3 de Cuaresma MIÉRCOLES: MT 5, 1 7 - 1 9
Este evangelio nos muestra a Jesús aclarando una posible confusión. Si bien él no continúa con los sacrificios de la religión judía y con otras costumbres que fueron agregadas por las tradiciones de los fariseos, sin embargo de ninguna manera anula las exigencias de la Ley de Dios. Las cosas que Dios nos pide, sean pequeñas o grandes, deben ser cumplidas con delicadeza y amor; nada de lo que Dios nos pide es irrelevante o despreciable. Pero Jesús no sólo pide que cada uno se empeñe en ser fiel a la Ley de Dios, sino que también enseñe esa Ley, que se identifique públicamente con ella y la transmita a los demás. Quien lo haga "será considerado grande en el Reino de Dios". Jesús mismo vino a cumplir esa Ley en su persona, y su vida es el testimonio personal y bello de lo que significa ser fiel a la Ley de Dios. Porque es cierto que el cristianismo es también un camino, es también un estilo de vida. No es una moral que uno vive gracias a los esfuerzos de su voluntad, sino un crecimiento, una maduración de nuestra vida por la acción del Espíritu Santo que suscita nuestra libre respuesta y nuestra cooperación. Y en definitiva es un trabajo delicado del Espíritu Santo que nos va modelando según la imagen de Jesús, que va logrando poco a poco que empecemos a vivir como Jesús vivió, que podamos reaccionar como él, que reproduzcamos en nuestras acciones el estilo de vida de Jesús. Por eso la Ley de Dios, como Jesús la vivió, sigue siendo una exigencia para nosotros. Porque nadie puede amarlo de verdad sin llenarse de deseos de vivir como él vivió. No porque es una Ley externa que hay que cumplir por obligación, sino porque llega a convertirse en una necesidad, en ese anhelo interior que nace cuando alguien nos cautiva, cuando nos dejamos deslumbrar por la belleza del amado.
Oración: "Señor, coloca en mi corazón un profundo amor por tu Ley, un santo deseo de cumplir tu voluntad en las grandes y en las pequeñas cosas, la ilusión de agradarte con mi vida siguiendo el modelo perfecto de Jesús". 395
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Semana 3 de Cuaresma JUEVES: Lc 1 1 , 1 4 - 2 3 Los que envidiaban a Jesús y querían manchar su imagen para evitar la admiración de la gente, ya no sabían qué decir frente a los prodigios que Jesús realizaba, sobre todo porque liberaba de los males más profundos, que para los judíos eran "demonios". Llegaban a decir que Jesús expulsaba esos demonios con el poder del jefe de todos los demonios. Pero Jesús indica que si fuera así, entonces los demonios estarían en guerra unos con otros, y ningún reino puede subsistir en la división. Es el poder de Dios el que actúa en Jesús para liberar a la gente de sus demonios. Luego Jesús hace una advertencia a los que han sido liberados del mal, y los invita a estar atentos y vigilantes, porque cuando el hombre es liberado de un mal puede poco a poco ser nuevamente dominado por ese mal, y de una manera peor todavía. En Hebreos 6, 4-8 hay una dura advertencia sobre este punto, diciendo que cuando alguien se ha liberado y ha gustado la buena nueva de Dios, pero se deja seducir nuevamente, difícilmente podrá volver a levantarse, porque el mal lo toma con mayor fuerza y ha perdido el entusiasmo de los primeros tiempos. Por eso mismo en el Apocalipsis hay un reproche para los que han perdido el "primer amor" (2, 4), el amor fervoroso, alegre y feliz de los comienzos, del noviazgo, del primer enamoramiento; porque cuando se deja enfriar ese fervor, estamos más expuestos a dejarnos dominar por el atractivo del mal. Esto significa que, cuando hemos sido liberados, nuestra actitud no debe ser la de dejarnos estar, con una confianza ingenua. Una vez liberados por el Señor, tenemos que alimentar el fuego con nuestra entrega, con nuestra oración, con el apoyo de los hermanos, con las obras de amor. El corazón ocioso se expone a volver a caer, y tiene que estar siempre en camino, siempre mirando hacia delante, siempre buscando más. Porque en la vida espiritual no hay un punto muerto; o se avanza o se retrocede.
Oración: "Señor, no dejes de cautivarme con tu Palabra, con la fuerza de tu amor, con la hermosura de tu gracia, no permitas que el mal vuelva a dominar mi vida, que me confunda creyendo que después de conocerte a ti encontraré vida en las cosas que abandoné". 396
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Semana 3 de Cuaresma VIERNES: MC 1 2 , 2 8 - 3 4 Un especialista en la Ley judía pregunta a Jesús cuál es el mandamiento más importante. Porque las costumbres religiosas se habían complicado excesivamente a causa de la multitud de normas que exigían las tradiciones, y ni siquiera era posible recordar todas esas normas (los rabinos tenían 613 preceptos). Era una pregunta sincera, porque muchos maestros de la Ley de Dios estaban preocupados por simplificar sus vidas, y querían agradar a Dios; por eso eran capaces de consultar a todo nuevo maestro que aparecía. Querían llegar a descubrir qué era verdaderamente lo más importante, para no perderse en la multitud de preceptos y obligaciones descuidando lo más valioso. También nosotros, cuando estamos abrumados por muchas obligaciones y sentimos que las fuerzas no nos dan para cumplir bien con todo, en algún momento nos detenemos a preguntarnos si estamos haciendo las cosas correctamente y qué es lo que no tendríamos que descuidar. La pregunta le sirve a Jesús para mostrar dónde debe estar nuestro principal empeño; y su respuesta es clara y directa: en el amor, que es al mismo tiempo amor a Dios con todo el ser y amor al prójimo como a uno mismo. Jesús resalta esta síntesis al decir que "no hay mandamiento mayor que éstos", y el maestro de la Ley le da la razón diciendo que así lo confirma la Palabra de Dios, porque el amor "vale más que todos los holocaustos y sacrificios" (Cf. Is 1, 10-20; Eclo 34, 18-35, 12; Os 6, 6). Por lo tanto, donde más deberíamos poner nuestras fuerzas y nuestras preocupaciones es en el permanente intento de amar. En el amor es donde principalmente cumplimos la voluntad de Dios y le agradamos. En esta Cuaresma, el texto nos lleva a replantearnos cómo estamos orientando el empeño para convertirnos y para crecer, dónde estamos poniendo el acento. Es mejor ponerlo donde Dios nos indica, porque él no se equivoca.
Oración: "Señor, infunde en mi corazón el ideal del amor, que mi sueño y mi anhelo principal sea amarte y expresar ese amor en el amor a los demás como me amo a mí mismo. Ayúdame a colocar todos mis proyectos por debajo de este ideal y dame tu gracia para vivirlo cada día más". 397
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Semana 3 de Cuaresma SÁBADO: LC 1 8 , 9 - 1 4 El evangelio no solamente habla de amor, sino que nos muestra las formas muy concretas como se expresa el amor para que podamos discernir si nuestro corazón está realmente en Dios. En este texto se reprocha "a los que confían en su propia perfección y desprecian a los demás", de manera que contradicen el amor a Dios, que se expresa confiando más en él que en uno mismo. Cometían el tremendo error de creer que puede comprarse la amistad con Dios; habían perdido la conciencia de la infinita grandeza de Dios, la trascendencia de su amor. Y también contradicen el amor al prójimo, que se expresa teniendo compasión y mirándolo con buenos ojos (desprecian a los demás). El publicano, que reconocía su miseria humildemente ante Dios, volvió a su casa en paz con Dios a pesar de sus pecados, porque en realidad se había acercado al templo sabiendo que Dios ama y es capaz de perdonar. Lo que él miraba con los ojos del corazón es la misericordia de Dios. Por eso podemos decir que el centro de su plegaria no era tanto él mismo y su pecado, sino la súplica sincera de misericordia: "Ten piedad de mí". Esta oración del publicano se distingue del mero remordimiento que inmoviliza, porque el remordimiento es sólo una agresión contra uno mismo por no haber sido perfecto; es sólo una mirada a uno mismo. En cambio, esta oración sentida del pecador implica más bien el arrepentimiento, que es el dolor por no haber sido fiel al amor de Dios, y el deseo profundo de responderle mejor. Este arrepentimiento impulsa al cambio. Pero el fariseo, que contemplaba su propia perfección y miraba con desprecio al pecador, no volvió a su casa en paz con Dios, aunque no hubiera cometido pecados externos, aunque ayunara y pagara el diezmo. Es lo que expresó San Pablo en el maravilloso himno al amor: "aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor de nada me sirve (1 Cor 13, 3).
Oración: "Libérame Señor de esa tonta vanidad que me lleva a poner mi seguridad en las obras externas y a despreciar a los demás por sus imperfecciones. Ayúdame a reconocer mi propia miseria y la grosera fealdad del orgullo". 398
Domingo 4° de Cuaresma AÑO A : JN 9 , 1-41
Estamos ante uno de los milagros más llamativos de Jesús porque se trata de la curación de un ciego de nacimiento, alguien que nunca pudo ver la luz y los colores, alguien que ni siquiera sabía qué significa "ver". A los que preguntaban a qué pecado se debía esa ceguera Jesús les responde que no hay que buscar siempre la causa de un mal en los pecados de la persona; detrás de una enfermedad puede haber también un misterioso plan de Dios que los hombres no alcanzamos a descubrir. Desde el comienzo del capítulo se indica que este prodigio tiene un valor simbólico, es un signo que quiere mostrar a Jesús como luz del mundo. Jesús da algo de sí (saliva) y lo une al polvo de nuestra tierra para producir el milagro de la luz; el ciego también pone algo de su parte cuando va a lavarse. Pero la curación del ciego produce un gran revuelo, como todo lo que Jesús hacía. El nunca deja las cosas igual, siempre quiere trastocar nuestra comodidad y todas nuestras viejas seguridades. Son particularmente bellas las escenas de intimidad que Jesús tiene con el ciego, y el ciego parece descubrir su dignidad y su lugar en la sociedad (daba lecciones a los fariseos) gracias a este encuentro con el Señor. Y cuando el ciego insiste en que Jesús le abrió los ojos es fácil descubrir que no se refiere sólo a los ojos del cuerpo, sino a los ojos del corazón. Por eso, mientras el ciego se postra ante Jesús, los verdaderos ciegos son los fariseos, ofuscados por el orgullo y la envidia. Leyendo este texto, podemos escuchar interiormente la invitación que Jesús nos hace a reconocer nuestras oscuridades, nuestras cegueras, y a invocarlo a él como luz que viene a disipar nuestras sombras: las sombras de la tristeza, del temor, del odio, de la mediocridad.
Oración: "Señor, tu que eres la luz de mi vida, el que puede disipar mis peores oscuridades, toca mi mirada interior y devuélveme la luz. Haz que te vea Señor, y que vea lo que quieres para mí. Ilumina mi camino y sana mis cegueras".
399
Domingo 4 ° de Cuaresma AÑO B: JN 3, 1 4 - 2 1 Tenemos aquí una de las más grandes declaraciones de amor de la Palabra de Dios: amor del Padre a su Hijo, y sobre todo una declaración de amor a nosotros, ya que tanto nos amó que por nosotros entregó a su Hijo. Ese Hijo entregado es salvación, no es juicio. Ese Hijo entregado hasta el fin es un insuperable espectáculo de amor, es la gloria del amor divino que se manifiesta en la entrega total y definitiva. Basta mirarlo para ser salvado, así como Moisés levantaba la serpiente en el desierto para que con sólo mirarla se alcanzara la liberación. Mirarlo, sacar los ojos por un instante de nuestra maraña de cansancios, resentimientos, orgullos lastimados, insatisfacciones. Mirarlo, levantando los ojos más allá de la miseria sabiendo que hay algo más, que existe la luz de sus ojos que quiere bañar y transformar las tinieblas donde estamos sumergidos. Sólo levantar los ojos, para descubrir que no todo es negro y oscuro, que existe la luz. Pero nuestros ojos no se levantan por su propio poder. Es mucha la fuerza del pecado que nos ha ido lastimando y debilitando, como para pensar que con nuestro esfuerzo podemos levantar los ojos. Además, es tan grande la luz del amor de Dios, que los ojos del corazón humano no pueden percibirla si ese corazón no es elevado por la gracia de Dios. Por eso, en medio de la oscuridad, podemos reconocer el secreto impulso del Espíritu que nos invita a clamar: "Señor, ayúdame con tu gracia, para que pueda levantar mis ojos y verte". Podemos preferir la oscuridad antes que su luz, cuando queremos ser los únicos señores de nuestra vida, cuando confiamos absolutamente en nuestra propia claridad y creemos conocer solos, sin ayuda de nadie, el camino que nos conviene para ser felices. Entonces sentimos que no necesitamos un salvador, y ni siquiera queremos levantar los ojos verlo. Por eso no podemos ser liberados por la fuerza sanadora de su inmenso amor.
Oración: "Señor Jesús, levanto mis ojos a ti para adorarte en tu entrega total, para contemplar el misterio deslumbrante de tu amor que se da hasta el fin. Y mirándote Señor, puedo saber que estoy ante un Dios que no juzga, sino que salva". 400
Domingo 4° de Cuaresma AÑO C :
Lc
1 5 , 1-3. 1 1 - 3 2
El hijo que había optado por la independencia, vuelve renunciando a sus derechos de hijo y pidiendo ser un empleado dependiente. Renuncia a la autonomía que tanto había acariciado cuando abandonó la casa paterna. Pero el Padre conmovido responde sobreabundantemente, reacciona desde sus entrañas de misericordia. Por eso ennoblece al hijo arrepentido y hace fiesta. Los detalles de esta parábola brindan una gran riqueza al relato: el deseo de independencia y lejanía, el derroche, la humillación y las privaciones, el recuerdo de la casa paterna y todo lo bueno que era, el arrepentimiento, el retorno, la espera del Padre, su compasión y su alegría, el festejo, la recuperación de la dignidad perdida y la vida nueva del hijo. Frente a este texto deberían nacer en nuestros corazones estas preguntas: ¿En qué Dios estoy creyendo? ¿El Dios de mi vida y de mi corazón es realmente este Padre que espera, que comprende, que perdona, que hace fiesta? ¿O el Dios de mi corazón es el del hijo mayor, controlador, duro, inflexible, justiciero? Este texto nos invita a corregir aquellos aspectos de nuestra imagen de Dios que empañan la figura del Padre lleno de amor y compasión, el Dios que "es amor" (1 Juan 4, 8), y nos obliga a revisar nuestra actitud ante los errores ajenos. Podemos reaccionar ante los demás como el hermano que se había quedado en la casa, pero no se había contagiado del espíritu misericordioso de su padre, y entonces era incapaz de alegrarse por el hermano recuperado y se negaba a la fiesta del amor y el perdón. El hijo que descansa en el pecho de su padre luego de haberse desgastado en el desenfreno y en el desorden, es una invitación a volver al Padre con confianza para sanar en él nuestras propias heridas y comenzar siempre otra vez, como nuevas criaturas.
Oración: "Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que hagas de mí te lo agradezco. Estoy dispuesto a todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí... tus manos sin medida, con una infinita confianza, mi Padre".
quieras. Lo que todo, lo acepto Me entrego en porque tú eres
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Semana 4 de Cuaresma LUNES: JN
4, 43-54
Este relato es muy parecido a la narración de la curación del siervo del centurión romano (Mt 8, 5-13), pero aquí no se trata de un romano sino de un funcionario del rey Herodes, y no se trata de un siervo sino de un hijo. Lo interesante en este relato de Juan es que en las actitudes del funcionario ante Jesús podemos descubrir todo un proceso que nos muestra cómo va creciendo la fe, o cómo se va manifestando cada vez de un modo más perfecto. Primero se trata simplemente de una confianza en el poder especial que tenía Cristo, porque le habían llegado comentarios sobre sus prodigios, especialmente sobre la transformación del agua en vino en las bodas de Caná. Pero cuando Jesús reprocha que le reclamen milagros, el centurión reacciona con una confianza firme, porque insiste en su súplica. Luego cree en la palabra de Jesús que le dice que su hijo está vivo, y va a su casa sabiendo que lo encontrará sano. Y cuando comprueba el milagro de Jesús "creyó en él con toda su familia". Eso significa que de la confianza en el poder de Cristo se ha pasado a creer "en él", a una adhesión interior a su persona. Ya no se trata sólo de una gran confianza en su poder que puede solucionar nuestros problemas. Esto nos invita a reflexionar sobre el estado de nuestra propia fe y sobre los motivos por los que buscamos a Jesús. ¿Se trata solamente de una confianza imperfecta, que nos lleva a buscar a Jesús para resolver nuestros problemas y a rechazarlo cuando no nos escucha? ¿O se trata de una fe profunda, que nos lleva a adherirnos a la persona de Jesús, a buscarlo a él más que a su poder, a buscar su amistad más que sus dones, a desear el encuentro con él más que sus ayudas?
Oración: "Señor, también yo quiero presentarte a mis seres queridos para pedirte que manifiestes tu poder en ellos y los liberes de sus enfermedades, que te hagas presente con tu poder en sus momentos de muerte y de dolor y los levantes con tu gracia". 402
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Semana 4 de Cuaresma MARTES: JN 5, 1 - 1 6 "Una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos", un espectáculo triste y desolador: en esta escena está representado el hombre débil, disminuido, necesitado, está reflejada la fragilidad de la condición humana. Frente a ellos Jesús aparece en este texto como el que da vida, el que levanta el nivel de nuestras existencias sumergidas en el límite y el dolor. Pero como contrapartida aparecen los fariseos, celosos defensores de las leyes, más preocupados por el cumplimiento de la ley que por el bien del hermano. Por eso, cuando el paralítico dice a Jesús: "Señor, no tengo a nadie", se puede descubrir lo poco que se interesaban por los enfermos los creyentes de esa época. Sólo Jesús se acerca, se hace presente en esa dolorosa y amarga soledad. Cuando Jesús pide al paralítico que no vuelva a pecar para que no le suceda algo peor, está haciendo notar que hay otros males peores que la enfermedad del cuerpo y que son producidos por el pecado. Así lo invita a que no se conforme con poder caminar, sino que busque también los bienes más profundos. A veces puede sucedemos que, en medio de mucha gente, nos sentimos solos, y es como si el corazón dijera "Señor, no tengo a nadie". Parece que en el fondo cada uno buscara su propio interés y nadie fuera capaz de ofrecer una amistad sincera y generosa. Pero eso sucede porque les exigimos a las criaturas algo que no nos pueden dar. Sólo el Señor puede estar siempre presente, sólo él tiene la capacidad de estar permanentemente atento a nuestras palabras, escuchando nuestros reclamos más profundos; sólo él es compañía segura, que puede liberarnos de la soledad sin cansarse de nosotros, sin sentirse absorbido, y sin que nosotros podamos dominarlo. Por eso, cada vez que el corazón grita "Señor, no tengo a nadie", él está, invitándonos a descubrir que es el único que nunca se va, el único fiel, cuando parece que todo el mundo nos ha abandonado.
Oración: "Señor, hazte presente en mi profunda soledad interior, allí donde nadie puede llegar, y con tu poder cura todo lo que me detiene, lo que no me deja avanzar, todo lo que no me deja andar por tu camino de salvación". 403
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Semana 4 de Cuaresma MIÉRCOLES: JN 5, 1 7 - 3 0
En este discurso, que parece complejo y difícil, Jesús aparece como dador de vida, y en esto se presenta como igual al Padre. Tanto él como el Padre están permanentemente dando vida, sin pausa ni descanso. En todo el evangelio de Juan está presente el tema de la vida, y Jesús aparece como fuente de vida sobrenatural. Él puede dar el "agua viva" (cap. 4), es el "pan de vida" (cap. 6), es la "luz de la vida" (8, 15.51), es "el buen pastor" que da la vida en abundancia (10, 10.28). Pero aquí Jesús muestra que la fuente última de esa vida superior es el Padre, ya que él recibe del Padre ese poder de comunicar vida; y así "lo que hace el Padre lo hace igualmente el Hijo"(v. 19). Al decir esto, Jesús está presentándose como igual al Padre, y de hecho así lo entendieron las autoridades judías, que querían matarlo porque "se hacía a sí mismo igual a Dios" (v. 18). Cuando Jesús habla de "obras mayores" se refiere, al igual que en 14, 12, a la obra de Cristo después de su resurrección, que será mucho más importante que curar enfermedades físicas. Será la comunicación de la vida íntima de Dios a los corazones humanos, entrando en ellos con la gloria de su resurrección. A nosotros, que amamos la vida, aquí se nos invita a recordar que hay muchos niveles de vida. Es un engaño creer que sólo vive intensamente el que se entrega a los placeres sensuales o al consumismo. Eso es quedarse en un nivel muy superficial de la vida. El ser humano puede ser elevado a una vida superior, puede experimentar una vitalidad maravillosa de un orden más alto. Pero sólo Dios puede comunicarle esa intensidad maravillosa, porque es la misma vida íntima de Dios que se derrama en el corazón humano y lo hace capaz de amar como Jesús, hasta el vértigo supremo de entregar la vida en una cruz.
Oración: "Señor, derrama tu vida en todo mi ser, devuélvele lo bueno que sembraste en mi existencia y que yo mis miserias y pecados; arráncame del camino dame la gracia de sentirme vivo por tu presencia 404
la vida a todo dejé morir por de la muerte y en mí".
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Semana 4 de Cuaresma JUEVES: JN 5, 3 1 - 4 7 Jesús quiere mostrar que él no es un loco perdido, uno que exige que todos lo escuchen y lo sigan sin motivo. Por eso dice: "Si yo diera testimonio de mí mismo mi testimonio no sería válido" (v. 31). Y entonces explica cuáles son los testimonios que muestran que su misión es auténtica, para que vean que no es irracional aceptar su Palabra y creer en él. El "testimonio" es un tema muy presente en todo el evangelio de Juan. El primer testimonio que presenta Jesús a su favor es el de Juan el Bautista, que había sido un profeta reconocido y admirado por todo el pueblo. El segundo testimonio son sus obras, los prodigios que realiza y que son signos de la obra más grande que él viene a cumplir. Y el tercer testimonio es lo que el Padre ha enseñado en las Sagradas Escrituras, porque todo lo que había sido anunciado se estaba cumpliendo en su persona. Sin embargo, estos testimonios no son suficientes para los incrédulos, porque el testimonio no obliga a creer, no avasalla, no exige; es sólo una invitación respetuosa y delicada. Los corazones cerrados sólo aceptaban alabanzas y reconocimientos, pero no desafíos: "¿Cómo pueden creer si están rindiéndose honores unos a otros y ya no buscan la gloria que sólo viene de Dios?" (v. 44). En esos corazones, enfermos de vanidad, ningún testimonio era suficiente, porque en el fondo no les interesaba lo que Dios pudiera decir, sino lo que sirviera para acariciar esa vanidad enfermiza. Por eso Jesús reprocha: "ustedes no tienen el amor de Dios" (v. 42). Este texto nos invita a preguntarnos qué es lo que estamos buscando en la vida, qué es lo que queremos conseguir, qué es lo que nos preocupa desde que nos levantamos por la mañana hasta que nos vamos a dormir, cuáles son nuestros verdaderos intereses. ¿Nos mueve el amor de Dios o nos mueve el orgullo, la vanidad o el egoísmo?
Oración: "Dios mío, toca mi corazón con tu amor para que deje de preocuparme por cosas vanas y superficiales; sácame de los intereses torcidos, de las vanidades que me llevan a estar pendiente sólo de mí mismo. Habita en mí con la fuerza de tu amor, y enséñame a vivir por ese amor". 405
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Semana 4 de Cuaresma VIERNES: JN 7, 1 - 2 - 1 0 . 2 5 - 3 0
Los judíos creían saber de dónde venía Jesús, porque sabían que procedía de Galilea. Pero según sus tradiciones el Mesías vendría de un lugar secreto, nadie conocería su origen. Y con este argumento negaban que Jesús fuera el Mesías. En realidad el origen de Jesús está más allá de Galilea, porque está más allá de este mundo. Jesús procede del Padre Dios, él es su Hijo único que desde toda la eternidad recibe su vida del Padre, que comparte todo con el Padre amado. Por eso es Jesús el único que conoce al Padre, él único que capta toda la riqueza infinita del Padre Dios, el único que ha entrado en lo más profundo del Padre. Y por eso mismo, sólo Jesús puede revelarnos al Padre. Nosotros podemos conocer al Padre en la medida en que Cristo, el Hijo único, lo revela. Pero hay que tener en cuenta también que en la Biblia la palabra "conocer" no indica sólo un conocimiento intelectual, sino una experiencia personal, un encuentro profundo, una intimidad. Jesús no quiere revelarnos datos sobre el Padre para satisfacer nuestra curiosidad, sino para llevarnos a un encuentro personal con el Padre amado, para que nos dejemos atraer por él y entremos en su abismo de misericordia y poder. Y Jesús no nos revela al Padre solamente con sus palabras. Toda la vida de Jesús, todos sus gestos, todas sus acciones son un reflejo del amor del Padre, ese Padre que amó tanto al mundo que le entregó a su propio Hijo. Es bueno recordar esta santa obsesión de Jesús: mostrarnos al Padre, llevarnos al Padre, compartir con nosotros la intimidad que él tiene con el Padre. Y es bello advertir que somos invitados a eso, a un encuentro íntimo y profundo, a entrar en las profundidades de Dios.
Oración: "Señor Jesús, que vienes de la intimidad con el Padre, tú que lo conoces profundamente, llévanos al Padre. Enséñanos a conocerlo, muéstranos su amor, llévanos contigo a su presencia para que podamos descansar en sus brazos de amor". 406
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Semana 4 de Cuaresma SÁBADO: JN 7 , 4 0 - 5 3
En este texto vemos hasta dónde pueden llegar los prejuicios sociales. Algunos no podían aceptar que Jesús fuera el Mesías, y otros ni siquiera lo aceptaban como un profeta sólo porque venía de Galilea. Pero esto también nos muestra cómo Dios se identifica con los despreciados de la tierra, con los ignorados y excluidos. Por otra parte, este texto nos hace ver que eran los sumos sacerdotes y los fariseos, las autoridades religiosas, los que rechazaban a Jesús. No era el pueblo el que despreciaba la enseñanza de Jesús, porque ese pueblo sencillo se quedaba admirado escuchándolo. Por eso las autoridades judías tratan a la gente sencilla de ignorantes y malditos, y hacen notar que ninguno de los notables creía en Jesús. Esto nos invita también hoy a valorar la fe del pueblo sencillo, que está aferrado a pocas cosas de este mundo y por eso puede abrir el corazón espontáneamente a Dios y saber que necesita de su fuerza salvadora. Más allá de su formación doctrinal, el pueblo simple confía más en Dios que en los poderes humanos, en los títulos, en los honores sociales, y en medio de sus angustias levanta los ojos en silencio. Porque cuando alguien tiene dónde sostenerse, tiene algún poder humano que lo hace sentir seguro y apoyado, su relación con Dios tiende a ser sólo una parte secundaria de su vida, al corazón le cuesta apoyarse sinceramente en Dios y sólo en él, le cuesta más descubrir que lo necesita y que sin él no es nada. Pero el pueblo simple y pobre, con menos conocimientos, con un pobre lenguaje teológico, con muchas carencias, no necesita ser motivado para buscar a Dios, porque sabe profundamente que lo necesita. Más allá de su escasa participación en el culto dominical, toda su vida está marcada por una búsqueda de Dios que no es forzada ni superficial, sino que brota de un corazón abierto.
Oración: "Señor, dame la gracia de ser parte de esos corazones sencillos que alegran tu corazón, porque el Padre oculta las cosas más profundas a los sabios y entendidos y las revela a los pequeños". 407
Domingo 5° de Cuaresma AÑO A : JN 1 1 , 1-45 Aquí se nos presenta el último signo de Jesús, el más admirable, el más llamativo. ¿Qué puede ser más maravilloso que ver a un muerto recuperando la vida, saliendo vivo del sepulcro? Por eso este relato es la culminación de los signos que se narran en la primera mitad del evangelio de Juan (la sección de los signos). Pero al mismo tiempo, en este texto se nos manifiesta la auténtica humanidad de Jesús, sus afectos y emociones, su capacidad humana de ternura y de amistad. Cuando Lázaro se enferma mandan a decirle a Jesús: "Señor, el que tú amas está enfermo", y de hecho en los versículos 33-36 vemos la emoción del corazón de Jesús que sufre ante el amigo muerto. Sabemos que su llanto no era aparente, porque el evangelio dice que Jesús contenía su emoción hasta que estalló y se expresó en el llanto. Pero cuando Jesús devuelve la vida a Lázaro está manifestando que él ha venido a traer vida, y está anticipando su propia resurrección. Sin embargo, hay que distinguir la resurrección de Lázaro de la resurrección de Jesús. Lázaro simplemente volvió a la vida, pero luego volvió a morir. Además, la resurrección de Cristo es la transformación total de su humanidad, y a partir de su resurrección Jesús puede estar presente en lo más íntimo de nuestras vidas derramando la vida de su gracia, regalándonos una vida nueva. Nada de eso sucedió en la resurrección de Lázaro que era sólo un signo de algo mucho más importante. Cuando Jesús dice: "el que vive y cree en mí no morirá para siempre" (11, 26), y "aunque muera vivirá" (v. 25) no se refiere a la vida del cuerpo sino a la vida más profunda del corazón humano. El que tiene en su corazón el amor y la luz de Jesús, no pierde nada de eso cuando muere, sino que sigue viviendo para siempre ese maravilloso encuentro que es la vida del corazón humano. Seguirá unido a Jesús en el gozo y la paz del encuentro permanente con él.
Oración: "Señor, tu que eres la resurrección y la vida, lléname de la vida nueva de tu gracia, renueva mi ser, mata al hombre viejo que llevo dentro e inúndame con la vida del hombre nuevo que eres tú, Jesús resucitado". 408
Domingo 5° de Cuaresma AÑO B: JN 1 2 , 2 0 - 3 3 Jesús anuncia su muerte y explica el sentido de su pasión; él es como el grano de trigo que muere para dar nueva vida. La muerte de Jesús será fecunda porque él vino a comunicarnos vida abundante a través de su entrega hasta el fin. Pero en el evangelio de Juan la crucifixión de Jesús no aparece tanto como una debilidad, sino como un reinado en el trono de la cruz, como una elevación: "Cuando sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí". El evangelio mismo aclara que cuando habla de elevación se está refiriendo en primer lugar a la cruz: "Decía esto para indicar cómo iba a morir". Jesús es el rey, siempre dueño de la situación, incluso durante la pasión y la muerte, donde es glorificado. La cruz en el evangelio de Juan aparece como una especie de trono donde Jesús es Señor, lleno de gloria, expresando la grandeza de su amor al Padre y a la humanidad. La entrega libre de Jesús, que da la vida porque él lo decide así, nos invita a tomar también nosotros una decisión libre de no aferramos tanto a nuestra vida y a nuestros intereses personales, y de entregarnos para comunicar vida a los demás, porque "el que quiere salvar su vida la pierde". A veces no se trata de buscar alguna misión extraordinaria que nos haga sentir héroes o mártires, ni consiste en esperar que nos llegue alguna ocasión de sufrir algo grande que podamos ofrecer al Señor. Normalmente se trata de aceptar libremente la misión que nos toca cumplir, y de aceptar todas las molestias, cansancios e incomodidades que acompañan a esa misión. Algunos, por ejemplo, han soñado con tener hijos, pero cuando los han tenido no han aceptado los inconvenientes y renuncias que exige la paternidad, y así han perdido el gozo de ser padres. Jesús, con su ejemplo, invita a asumir esas fatigas y dificultades para que nos entreguemos de lleno a nuestra misión en esta tierra, con todas sus consecuencias. El nos invita a seguirlo también en ese camino de la entrega, a estar con él imitándolo también en la donación de sí hasta el fin.
Oración: "Ilumíname Señor, para que pueda descubrir la grandeza y la hermosura de tu reinado y tu glorificación en la cruz, para que pueda admirar tu entrega sublime; y dame la gracia de unirme a ti en la entrega de mi propia vida". 409
Domingo 5° de Cuaresma AÑO C : JN 8 , 1 - 1 1 Aparece ante nuestros ojos una mujer que tuvo la desgracia de ser sorprendida por los religiosos recalcitrantes cuando estaba cometiendo adulterio. Los escribas y fariseos, fanáticos del cumplimiento de las leyes, tenían bien presente que la Ley de Moisés ordenaba que se le quitara la vida (Lev 20, 10); pero como conocían la compasión de Jesús, quisieron aprovechar la ocasión para hacerle decir algo en contra de la Ley: "Lo decían para tentarlo, para tener de qué acusarlo" (v. 6). Sin embargo, podemos ver que no tenían la conciencia totalmente oscurecida, porque eran capaces de reconocer que ellos mismos, aunque no hubieran cometido ese pecado, no podían ser totalmente fieles a Dios. Por eso, comenzando por los más viejos, todos reconocieron que no habían sido capaces de cumplir totalmente esa ley que tanto defendían. Nadie tiró la primera piedra. Todos se fueron con la cabeza gacha. Finalmente, en una preciosa escena, quedan los dos solos. Jesús y la pecadora frente a frente. La miseria y la misericordia mirándose a los ojos. Solos, como si todo el mundo hubiera desaparecido para no interrumpir aquella intimidad sobrecogedora. Es el momento secreto en que cada corazón humano deja de poner obstáculos y permite que Dios lo descubra tal cual es, con toda su miseria humillante, con todo su dolor y su fracaso. Es el momento en que no tenemos nada a qué aferramos, y entonces bajamos los brazos, dejamos de defendernos del amor de Dios, renunciamos a seguir escapando, y nos dejamos mirar por él tal como somos. Y Jesús, que salvó a la mujer de la muerte y de una humillación peor, le muestra sus entrañas de misericordia; pero por ese mismo amor la invita a cambiar de vida, a vivir con mayor dignidad: "No peques más".
Oración: "Señor, libérame de controlar la vida ajena, deseando el castigo y la humillación para los que pecan y se equivocan, olvidando mi propia miseria. Transforma la dureza de mi corazón para comprender la debilidad ajena, que es también la mía". 410
Semana 5- de Cuaresma LUNES: JN 8, 1 2 - 2 0 Todo el evangelio de Juan usa mucho los simbolismos de la fiesta judía de las chozas. Un símbolo muy importante era el agua, otro era la luz. Porque durante la fiesta se encendían muchos candelabros en el templo. Por eso Jesús se presenta como luz del mundo y como luz de la vida. Los fariseos, en cambio, se privan de la luz, porque rechazan la salvación que Dios les envía y "no conocen al Padre". Ellos estaban tan aferrados a las costumbres y a las leyes, que ya no veían el amor del Padre. Dios era para ellos el que les daba las leyes para controlar la vida de la sociedad, ya no era el Padre que amaba y buscaba salvar al hombre, ya no era el que llamaba a una relación personal de amor y comunicaba esperanza y alegría al ser humano. Por eso Jesús viene a traer la verdadera luz, viene a revelar la verdad, para que los hombres vuelvan a reconocer el verdadero rostro del Padre que "tanto amó al mundo que le envió a su propio Hijo", el Padre amante que envió su propio Hijo al mundo no para condenarlo sino para salvarlo. También nosotros podemos preguntarnos si verdaderamente vivimos en la luz, si nuestra vida está iluminada por ese amor del Padre que da esperanza y gozo en medio de las dificultades, o si en realidad estamos sumergidos en las tinieblas de la incredulidad, el rencor, la tristeza, el miedo. Puede sucedemos que nuestra vida no tenga defectos ni pecados graves, que estemos cumpliendo la ley de Dios y nos sintamos correctos y fíeles, pero que ya no sepamos mirar al Padre con ternura y adoración, porque ya no vivimos envueltos en su amor. Hoy podemos pedirle a Jesús que él sea nuestra luz, que ilumine nuestros ojos para que volvamos a reconocer con alegría el amor del Padre bueno y poderoso que sostiene nuestra vida. (Hoy puede leerse también Jn 8, 1-11 si no se leyó el domingo. En ese caso, tomar el comentario del domingo, año C)
Oración: "Quiero poner toda mi vida bajo tu luz Señor, que no haya nada oculto ante ti, nada a oscuras. Con tu luz puedo descubrir mi verdadero camino y saber lo que más me conviene. No quiero confiar en mis luces sino en tu luz, Señor". 411
Semana 5- de Cuaresma MARTES: JN 8, 2 1 - 3 0 Poco a poco Jesús va mostrando quién es él, va revelando lo más profundo de su ser, aunque en los oyentes reinaba la confusión, la incomprensión y el rechazo. Jesús nos invita a descubrir que él no es un simple ser humano; que, sin dejar de ser verdadero hombre, él es "de arriba", él no es "de este mundo". Pero las palabras más importantes de este texto son las del versículo 28: "Cuando levanten al Hijo del Hombre, comprenderán que Yo soy". Porque esta expresión "Yo soy", a secas, era el nombre de Dios en el Antiguo Testamento (Éx 3, 14; Is 43, 10-12), y al expresarse así Jesús está hablando de su divinidad. En este capítulo Jesús usa tres veces este nombre divino ("Yo soy"), y cuando lo usa por tercera vez las autoridades judías toman conciencia de la seriedad de lo que estaba diciendo. Por eso reaccionan bruscamente tratando de apedrearlo (v. 59). Lo mismo sucede en 5, 18, donde se dice que querían matarlo porque "se hacía a sí mismo igual a Dios". Y si vamos a 20, 28, vemos que Tomás reconoce la divinidad de Jesús diciéndole: "Señor mío y Dios mío". Estos textos del evangelio de Juan nos muestran que Jesús no se presentaba sólo como una criatura celestial, como un "ser divino" creado por Dios. Así lo entendían los herejes llamados "arríanos", y así lo entienden hoy los "Testigos de Jehová", por ejemplo. Estos textos nos muestran que Jesús se presentaba como Dios igual que el Padre, como el Hijo que recibe del Padre su misma perfección divina. Así lo entendían claramente los judíos que querían matarlo por blasfemia, porque se hacía a sí mismo "igual" a Dios. Y así lo reconoce Tomás al decirle "Dios mío". Es más, el texto griego original del evangelio dice exactamente "el Dios mío", y al usar el artículo "el" está aplicando a Jesús la expresión que se usaba para hablar del Padre Dios en Juan 1,1.
Oración: "Adoro tu divinidad Jesús, te reconozco como verdadero hombre, pero también como mi Dios perfecto, Hijo único del Padre que compartes su misma gloria y su perfección divina. Gloria y alabanza a ti, Jesús, Dios verdadero". 412
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Semana 5 de Cuaresma MIÉRCOLES: JN 8, 3 1 - 4 2 La libertad no consiste en liberarse de toda obligación, de toda carga, de toda exigencia, no es poder hacer todo lo que se nos ocurra, o no tener que rendir cuentas a nadie. La libertad es obra de Cristo en nuestras vidas, porque es ante todo liberarse del pecado, de la esclavitud del mal, para poder llevar una vida nueva, con el poder de Dios reinando en nuestra existencia. Sin embargo, los que escuchaban a Jesús estaban tan aferrados a sus seguridades, a sus conocimientos, a sus leyes, que no descubrían la esclavitud de sus corazones. Orgullosos de ser hijos de Abraham, no reconocían que eso no bastaba para alcanzar la verdadera libertad, y por eso Jesús les dice con toda crudeza que en realidad se han convertido en hijos del diablo (v. 44). La Ley santa que Dios les había dado como camino de vida era usada por las fuerzas del mal para esclavizarlos y alejarlos del verdadero espíritu de esa Ley. Ellos, usando la Ley como máscara que ocultaba su maldad, y como instrumento para dominar a los demás, desvirtuaban el sentido profundo que Dios le había dado. Dios les había entregado esa Ley en el monte Sinaí cuando los había hecho libres de la esclavitud de Egipto, y a través de esa Ley quería liberarlos de las esclavitudes más profundas, que son las del odio, la mentira, la ambición. Pero ahora esa misma Ley los estaba esclavizando, porque se había convertido en un instrumento del odio y de la sed de poder. Podemos preguntarnos si a veces no nos sucede algo parecido. Porque puede suceder que empecemos, con buena intención, buscando algo santo y honesto, luchando por algo grande con amor e ilusión; pero luego nos dejamos tomar por la vanidad, la competencia, los rencores, y aquella hermosa lucha se convierte en una guerra de odios y envidias. Por eso hay que ponerse cada día bajo la luz de Dios y revisar sinceramente las verdaderas intenciones del corazón, para no permitir que los bellos propósitos se conviertan en excusas para el rencor y la división.
Oración: "Señor, quiero liberarme de mis esclavitudes y alcanzar la verdadera libertad, la que sólo tú me puedas dar. Libérame Señor con el poder de tu gracia para que pueda vivir como a ti te agrada, sin el peso de las cadenas del pecado". 413
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Semana 5 de Cuaresma JUEVES: JN 8, 5 1 - 5 9 Jesús quiere mostrar a las autoridades judías que todo el Antiguo Testamento era una preparación para su venida. Todos los personajes del Antiguo Testamento son pequeños al lado del Salvador, que es el mismísimo Hijo de Dios que existe desde siempre, antes que Abraham. El mismo Abraham, que los judíos consideran su padre, no fue más que un momento en esa larga historia que tiene como centro a Jesucristo. Por eso este texto nos presenta al antiguo Abraham que se alegraba pensando en el tiempo de la llegada de Jesús, y así Abraham aparece también como anunciando a Jesús, subordinado a Jesús, el único salvador. En realidad lo que Jesús dice sobre la alegría de Abraham no aparece en ningún texto del Antiguo Testamento. Es una interpretación judía de Génesis 17, 17, donde dice que Abraham se puso a reír cuando se le anunció que su esposa iba a tener un hijo. Abraham se reía porque consideraba que era una broma decir que su esposa anciana iba a tener un niño; pero las tradiciones judías lo interpretaron como la alegría de saber que de su descendencia iba a llegar el Mesías. Jesús recoge esas tradiciones para decir que Abraham se alegraba pensando en su venida. A nosotros este texto nos invita a la alegría, a gozar porque el Mesías ya ha venido, y es Jesús, nuestro Señor, nuestro amigo, nuestra fortaleza. Teniéndolo a él nuestra vida está a salvo, y siempre hay una esperanza. Por eso no podemos vivir en la tristeza y el desaliento, sino en la alegría espiritual. Es cierto que nuestro mundo está lleno de corrupción y de angustias, es cierto que no estamos en el cielo, porque este mundo sólo será plenamente transformado cuando el Mesías vuelva, cuando Jesús venga a crear una tierra nueva. Pero eso no significa que este mundo esté dominado por el mal. Jesús está verdaderamente presente para que los buenos puedan luchar y vencer con el poder y el amor que él les comunica; y eso es fuente de gozo y de esperanza.
Oración: "Señor, coloca en mi corazón una santa alegría, porque ya no tenemos que esperarte. Ya has venido, ya te has hecho presente en nuestro mundo, nos has salvado, y estás resucitado en nuestras vidas". 414
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Semana 5 de Cuaresma VIERNES: JN 1 0 , 3 1 - 4 2
Intentan apedrearlo, intentan arrestarlo, pero no pueden detenerlo, se les escapa de las manos. Lo acosan con acusaciones, pero Jesús los domina con su palabra. Porque él no es uno más, él es el Señor. Finalmente Jesús se aleja de Jerusalén, donde volverá más adelante para hacer su última entrada y entregarse a la pasión. Ahora vuelve al otro lado del Jordán, allí donde Juan bautizaba. Allí mismo había comenzado la misión pública de Jesús cuando, gracias al testimonio de Juan el Bautista, muchos creyeron en él. El texto muestra que, mientras muchos abren el corazón a Jesús, los fariseos ciegos están endurecidos y empecinados en destruirlo, decididos a eliminarlo de la escena. Así se ve hasta dónde puede llegar el endurecimiento del hombre cuando no quiere ver la luz, cuando prefiere salvar a toda costa sus propios proyectos y rechaza que otro, aunque sea Dios, se interponga en su camino y modifique sus planes. Es cierto que nosotros no podemos eliminar a Dios, ni podemos destruir a Jesús resucitado, pero sí podemos cauterizar nuestra conciencia para no escuchar su voz, porque hay algo que no queremos modificar en nuestras vidas, aunque sabemos que eso nos está quitando la alegría, nos está envenenando, nos está destruyendo. A veces se trata de un vicio, otras veces se trata de un rencor o de un plan que nos obsesiona. Y cuando esto sucede, tratamos de hacer desaparecer a las personas y a las cosas que nos hacen tomar conciencia de nuestro error. Ese también es un modo de eliminar a Dios de nuestras vidas, ya que él nos va hablando a través de los demás y a través de las cosas.
Oración: "Señor, no permitas que cierre mi mente y mi vida a las novedades que tú tienes para mí, que rechace la aventura de la vida donde siempre aparecen nuevos desafíos que me ayudan a crecer. No dejes que me endurezca y cierre mis oídos a tu Palabra".
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Semana 5 de Cuaresma SÁBADO: JN 1 1 , 4 5 - 5 7 Mientras las autoridades judías creen que es conveniente poner un freno a Jesús para evitar problemas, uno de ellos, que era sumo sacerdote, dice que Jesús tiene que morir por todos. El evangelio aclara que esas palabras proféticas no las dijo "por cuenta propia", sino que el Señor lo había inspirado para decir esas palabras porque era el sumo sacerdote. Esto nos hace pensar cómo Dios puede utilizar como instrumento a la autoridad de la comunidad más allá de sus capacidades humanas, más allá de su sabiduría o de su santidad, e incluso más allá de sus intenciones, buenas o malas. Y esto no debería llamar la atención si vemos que un apóstol, el sucesor de Judas, fue elegido echando suertes (Hech 1, 26). Dios tiene sus caminos, actúa como él quiere, siempre puede sorprendernos y hablarnos de maneras insólitas. Nosotros preferiríamos que los sacerdotes y todos los instrumentos que Dios utiliza sean santos o ángeles, personas que reflejen en todos sus actos la santidad de Dios. Pero Dios actúa utilizando los instrumentos que él quiere, a veces imperfectos, débiles y poco atractivos. De esa manera se muestra que la luz y la gracia proceden de Dios y no tanto de las capacidades del instrumento humano. Por eso cuanta san Pablo que él tenía una especie de "espina", algo que lo humillaba, y que pidió tres veces al Señor que lo liberara; pero el Señor le respondió: "Te basta mi gracia, porque mi poder se manifiesta en la debilidad" (2 Cor 12, 8). Y concluye diciendo que él se complace en sus debilidades, "porque cuando soy débil, entonces soy fuerte" (12, 10). Y Pablo también nos habla de algunos que predican a Cristo con malas intenciones; y sin embargo dice que él igualmente se alegra porque predican a Cristo (Flp 1, 18). Más allá de las intenciones de estos instrumentos deshonestos, Dios igualmente puede hacer el bien a través de su predicación. Porque Dios es libre y poderoso, siempre nos desconcierta, y tiene mil caminos para manifestar su gloria y su amor.
Oración: "Señor, ayúdame a valorar los instrumentos humanos que tú eliges, más allá de las capacidades humanas que puedan tener; ayúdame a descubrir tu voz que también me habla a través de ellos". 416
Domingo de Ramos 21, 1-11: AÑO B: AÑO C : Lc 19, 28-40
AÑO A : MT
MC
11, 1-10;
Jesús entra en Jerusalén, la ciudad amada, montado en un burrito, y así cumple la profecía de Isaías: "Mira a tu rey que está llegando, humilde, montado en un burrito" (Is 62, 11). Jesús es presentado como rey; por eso alfombraban el camino con sus mantos para que él pasara. Mateo y Marcos nos dicen también que lo recibieron aclamándolo con ramos, y ese era el modo tradicional de recibir a un rey en su entrada triunfal a una ciudad. Al llamarle hijo de David se ve que lo consideraban el rey Mesías, el esperado; y al llamarle profeta (según Mateo) se lo recibía como el gran profeta anunciado antiguamente (Deut 18, 15). El grito "hosanna" era una aclamación del Salmo 118, un salmo muy popular que se cantaba en la fiesta de las chozas. El evangelio de Lucas destaca esta alabanza alegre y entusiasta que Jesús debía recibir; por eso Jesús dice: "Si éstos callan gritarán las piedras" (Lc 19, 40). Pero el detalle de Mt 2 1 , 10 muestra que no era toda la ciudad la que lo esperaba y lo aclamaba, ya que muchos lo desconocían. El sentido profundo de estos textos en la celebración del domingo de Ramos es abrirnos espiritualmente a la Semana santa que comienza reconociendo a Jesús como el rey salvador que necesitamos, reconocer que es él quien debe tener dominio sobre nuestras vidas para que podamos sentirnos seguros, firmes, felices, serenos, para que nuestra vida esté verdaderamente a salvo. Debe reinar él, debe ejercer él su señorío, para que no nos domine el poder del pecado, el odio, el miedo, la injusticia, la tristeza. Los ramos, que son el símbolo de este día, deben recordarnos que Jesús es el rey de nuestras vidas, de nuestro hogar, de todo lo que somos y tenemos.
Oración: "Señor, también yo quiero bendecirte y proclamarte rey y señor. Y te acepto como rey de mis pensamientos, de mis afectos, de mis planes,
de mi familia,
de mis trabajos,
de todo lo que soy, de
todo
lo que tengo, de toda mi vida y de todo mi ser". 417
Semana Santa LUNES SANTO: JN 12,
1-11
Volvemos a encontrarnos con los amigos de Jesús que en el capítulo 11 estaban envueltos en la tragedia y el dolor, pero que ahora están en paz, reunidos con Jesús en torno a la mesa. Marta sirviendo, Lázaro vivo, y María perfumando los pies del Señor. Jesús no quiso privarse de la fiesta de la amistad. Pero aparece la mirada de un falso amigo, Judas, que miraba todo a través del cristal de su egoísmo y de su interés. Fingía estar indignado por el derroche, pero el evangelio dice que en realidad "no le interesaban los pobres" (v. 6). Y Jesús defiende el gesto de María como expresión de amor a su persona. Cuando Jesús dice "a los pobres los tendrán siempre entre ustedes" no está quitando importancia a la misericordia con los pobres; está diciendo precisamente que las cosas que dedicamos a la gloria de Dios nos exigen preocuparnos también por los pobres. De hecho Jesús está citando Deut 15, 11 que dice: "Nunca faltarán pobres en esta tierra; por eso deberás abrir tu mano al hermano". Jesús indicaba entonces que, estando él físicamente entre ellos, correspondía que tuvieran con él esos gestos de delicadeza y cariño; pero cuando él ya no estuviera presente físicamente, esos gestos generosos debían ser para los pobres. Así lo enseña con toda claridad Mt 25, 40: "Lo que hicieron a estos hermanos míos más pequeños me lo hicieron a mí". Y también lo confirma la primera carta de Juan: "¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve?" (4, 20). Nosotros no vemos a Jesús resucitado, no tenemos su presencia física entre nosotros, y por eso debemos dirigir a nuestros hermanos pobres los gestos que tendríamos con él si pudiéramos tenerlo físicamente, como lo tuvo su amiga María cuando perfumaba sus pies.
Oración: "Señor Jesús, ayúdame a llenar mi vida de actos de amor a ti y de actos de amor a los hermanos pobres. Ayúdame a descubrirte en la oración y también en los rostros de los hermanos necesitados". 418
Semana Santa MARTES SANTO: JN 1 3 , 2 1 - 3 3 . 3 6 - 3 8
En este texto ya nos encontramos con la pasión interior de Jesús, porque el Señor "se estremeció por dentro" al hablar de la traición de Judas. Eso significa que antes de sufrir la pasión en su cuerpo ya comenzaba a vivir íntimamente la angustia de la traición y el abandono de sus discípulos. Por eso el v. 31 dice que Jesús ya comienza a ser glorificado. Por eso nosotros no nos unimos a la pasión de Cristo sólo cuando tenemos dolores físicos, sino también cuando sufrimos todo tipo de angustias interiores, desilusiones, fracasos, etc. El texto también nos cuenta que Pedro, que hace alarde de dar la vida por el Señor, terminará negándolo, agregando un nuevo dolor al corazón de Jesús. Sólo mitiga la oscuridad de estas infidelidades la presencia del discípulo amado, que estará firme con Jesús hasta el fin, también acompañándolo junto a la cruz, sostenido por la fuerza del amor. Cuando Jesús pide a Judas que haga pronto lo que tiene planeado, lo invita a decidirse claramente, ya que no se puede estar "con Dios y con el diablo". Judas entonces cierra su corazón y decide firmemente traicionar al Señor. Así, comienza a reinar la noche en su vida derrochada. Y a partir del v. 31 comienzan los discursos de despedida de Jesús, que llegan hasta el capítulo 17. Son palabras llenas de expresiones de aliento y de motivos consoladores para hacer ver a los discípulos que la ausencia sería sólo pasajera, porque volverían a encontrarse con él de un modo nuevo: "No puedes seguirme por ahora, pero me seguirás más tarde"(v. 36). Eso se cumplirá después de la resurrección, cuando Pedro ya estará purificado y se someterá humildemente al Señor resucitado (21, 17).
Oración: "Perdona Señor mis propias traiciones, mi incapacidad de serte fiel y seguirte siempre, las veces que me avergüenzo de tu Palabra y no soy capaz de jugarme por mi fe. Fortaléceme Señor, para que pueda estar firme junto a la cruz como tu discípulo amado". 419
Semana Santa MIÉRCOLES SANTO: MT 2 6 , 1 4 - 2 5
Otra vez nos encontramos con la traición de Judas; pero en este texto vemos que es Judas quien tiene la iniciativa de traicionar a Jesús y que su móvil es fundamentalmente el dinero: ¿Qué me dan si lo entrego en sus manos? (v. 15). La oferta de los sumos sacerdotes, treinta monedas de plata, le parece suficiente, y comienza a buscar la ocasión para entregarlo. Podemos recordar aquí que "el amor al dinero es una raíz de todos los males" (1 Tim 6, 10), y vemos que en este caso el amor al dinero puede ser también la raíz de un mal tremendo, de la traición al mismo Redentor. Ese mismo móvil estaba presente en los aliados de Judas, los sumos sacerdotes. Pensemos que la expulsión de los vendedores del templo, que eran empleados de ellos, significaba una perturbación para la economía de los sumos sacerdotes, y entonces podemos ver que el deseo que ellos tenían de eliminar a Jesús también tenía que ver con su seguridad económica. De hecho, en Mc 11,18 vemos que a partir de ese episodio los sumos sacerdotes buscaban acabar con él. Sin embargo, vemos que a este motivo se unen también los celos, la envidia, los miedos, la obsesión por salvar sus estructuras intocables, etc. Pero en este texto sobre Judas llama la atención la falsedad, la hipocresía. Judas, con la decisión de entregar a Jesús, se hace presente en la mesa compartida, que es el lugar de la intimidad, de la amistad, del cariño. Por eso Jesús no deja de decir que el que lo entregará es precisamente uno de los que se sirven de su misma fuente. Este texto no deja de ser una advertencia para los creyentes, para los que se alimentan en la mesa de Jesús. Porque esa posibilidad tan grosera de negar a Jesús, siendo sus discípulos, suele estar más presente de lo que quisiéramos reconocer.
Oración: "Señor, ayúdame a descubrir cuáles son mis obsesiones, esas esclavitudes que me enceguecen y me llevan a cometer errores. Libérame para que no me deje absorber por el afán del dinero, por las cosas, por las seguridades mundanas". 420
Semana Santa JUEVES SANTO: JN 1 3 , 1 - 1 5 Este capítulo 13 del cuarto evangelio, que comienza a narrar la pasión, se abre con una maravillosa declaración de amor: "habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin". Y esta declaración de amor colorea con el reflejo de ese amor todo lo que se narra a continuación: la última cena, la sagrada despedida del Señor, pero destacando el episodio del lavatorio de los pies. El evangelio da una especial importancia a este hecho como expresión simbólica del amor del Señor. A Pedro le cuesta dejarse lavar los pies, dejarse amar por un Mesías humillado. El lo quería glorioso, soberano y poderoso, no quería ser discípulo de un hombre humillado y rebajado. Y este mesianismo mundano lo llevó a negar a Cristo. El lavado de pies simboliza algo muy hondo que Pedro no llega a descubrir: que Dios hecho hombre quiere abajarse humildemente, anonadarse al servicio del hombre, ponerse a los pies de su criatura para lavarla. Y es lo que cumplió plenamente cuando estuvo clavado en la cruz: "la sangre de Jesús nos purifica" (1 Jn 1,7). Pero a partir del v. 12 Jesús invita a sus discípulos a lavarse los pies unos a otros, a no ser líderes celosos de su poder y su gloria, sino humildes servidores, y en el v. 17 indicará que este servicio humilde es fuente de la verdadera felicidad. Los sinópticos narran en esta cena la institución de la Eucaristía,' donde Jesús da otro signo de su anonadamiento al hacerse presente en las apariencias simples del pan. El amor de Jesús hasta el fin se manifiesta también en el don de la Eucaristía. Así lo reconocía el Cura Brochero: "No importa todo esto, porque justamente entonces es cuando su amor se acrece, se vigoriza, se agiganta, se rebalsa por todas partes y se revienta, si puedo expresarme así, y hace entonces un milagro de amor que puso en admiración y espanto a los mismos ángeles. Y ese milagro fue instituir el sacramento de la Eucaristía. Porque la Eucaristía es un milagro de amor, es una maravilla de amor...".
Oración: "Recuérdame, Señor, el ejemplo de tu grandeza puesta de rodillas, y de tu simple presencia en la Eucaristía, para yo también me convierta en un servidor humilde que no esté pendiente de puestos y reconocimientos mundanos". 421
Semana Santa VIERNES SANTO: JN 1 8 , 1 - 1 9 , 4 2 Leer la Pasión del Señor es una experiencia de tremenda intensidad. Porque en esa lectura se despiertan nuestros dramas más profundos, nuestras resistencias al amor, nuestra dificultad para aceptar los límites de la vida, nuestro rechazo ante el sufrimiento, el recuerdo de nuestros pecados e infidelidades. Pero también, si lo hacemos en oración e invocando la ayuda del Espíritu Santo, puede ser una experiencia de purificación y de liberación interior. Pero leer la Pasión del Señor debe ser ante todo una experiencia de contemplación, porque él es el importante, él es el digno de ser contemplado, adorado, exaltado. La reflexión sobre nuestra vida y nuestra respuesta no debe opacar lo principal, que es el espectáculo de amor desbordante que él nos ofrece; y por eso la mirada debe estar más en él que en nosotros mismos. Esto vale especialmente si se trata del evangelio de Juan, donde es la gloria de Dios la que paradójicamente se manifiesta en la humillación de la pasión. Es en la entrega total donde el Señor muestra su señorío y su hermosura. El cuarto evangelio nos muestra a un Jesús fuerte y firme en la pasión. Y nos indica que él no quiere reinar en nuestras vidas porque es débil y necesitado de poder, sino para transmitir a nuestra vida algo de su gloria y hermosura. También aparece, al final del relato, la figura de la Madre, que en la gran hora de su hijo cumple lo más importante de su misión: ser madre de los discípulos, dar a luz a la nueva humanidad uniendo su dolor de madre a la entrega del Hijo en la cruz. A la luz de los relatos de la pasión podemos decir que Jesús soportó en la cruz no solamente el dolor físico, sino toda la variedad de angustias que suelen pasar por nuestro corazón humano: tristeza, miedo, desilusión, cansancio, abandono, etc. Pero para que en la cruz estuviera también el dolor de las madres cuando ven sufrir a sus hijos, para eso estaba María junto al crucificado con una espada traspasando su corazón materno.
Oración: "Lléname de tu gracia Señor, afiánzame con tu poder, para que también yo pueda estar a tu lado en la pasión y acompañarte también permaneciendo fiel junto a la cruz, contemplándote junto a la Madre". 422
TIEMPO DE PASCUA
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Octava de Pascua DOMINGO DE PASCUA: JN 2 0 , 1-9 (El Sábado Santo no tiene otra celebración litúrgica fuera de la Vigilia pascual. Por eso, no hay textos litúrgicos sobre el misterio de Jesús reposando en el sepulcro, sino sobre Jesús ya resucitado. La mañana del sábado ya está anunciando la resurrección. La tormenta ya ha pasado, Jesús ha muerto confiado en los brazos del Padre, y el Padre está por cumplir sus promesas). Los relatos de la Resurrección son bastante sobrios. El misterio glorioso trasciende todas las palabras que puedan contarlo. De hecho, el momento y la manera de la resurrección no aparecen en ninguno de los relatos evangélicos; nadie lo vio, nadie es testigo de ese instante glorioso. Jesús resucitado se va manifestando poco a poco y con distintos signos, para que puedan reconocerlo vivo. Lo importante es que la muerte no ha sido la última palabra y que su triunfo y su vida nueva le dan sentido a nuestra vida y a nuestra esperanza: "Si Cristo no resucitó vana es la fe de ustedes" (1 Cor 15, 17). Porque nuestra fe cristiana no depende tanto de una doctrina, de un código moral, de unas costumbres, sino de una Persona que nos comunica su vida. Se destaca la fe del primer discípulo que cree en la resurrección. Pedro vio que no estaba el cadáver, vio los lienzos y el sudario, pero no le bastó para creer. El otro discípulo, en cambio, dejó que esa escena fuera iluminada por la Palabra de Dios, por los anuncios que decían que el Redentor iba a triunfar (Is 52, 13; 53, 11) y por los anuncios de Jesús que hablaban de su resurrección. Por eso reconoció que el Señor había resucitado. Esto nos ayuda a descubrir que también los hechos aparentemente oscuros de nuestra vida, si los iluminamos con la Palabra del Señor, adquieren un significado de vida nueva, de resurrección, de esperanza; así como el sepulcro vacío, iluminado por la Palabra de Dios, anunciaba a gritos que Cristo venció a la muerte.
Oración: "Te adoro a ti, mi Señor resucitado, lleno de vida y de hermosura, vestido de luz y de gloria infinita. Derrama en todo mi ser esa vida resucitada, ese poder y esa luz de tu resurrección para que toda mi existencia se transfigure con tu presencia". 424
Octava de Pascua LUNES: MT 2 8 , 8 - 1 5 María Magdalena y otras mujeres son las primeras en ver a Jesús resucitado. Jesús sigue con su empeño de privilegiar a los pobres y despreciados, ya que en esa época el testimonio de una mujer no se consideraba válido. La mezcla de miedo y de gozo que embargaba a las mujeres es la experiencia del que se encuentra deslumhrado frente a lo sagrado; porque ellas descubrían la belleza y la gloria de lo divino y al mismo tiempo experimentaban más que nunca su pequeñez y su indignidad. En toda experiencia auténtica de la presencia de Dios la persona siente que está recibiendo un regalo gratuito, y de ninguna manera cree que lo haya merecido o que lo haya conquistado con sus esfuerzos. Esa presencia supera los límites de la propia pequeñez, que se siente colmada y desbordada. Eso es lo que el evangelio expresa con la palabra "temor". Pero también el temor debe ser vencido: "No teman". La propia pequeñez está más segura que nunca si se deja tomar por el amor y el poder de Dios. A las que han tenido el privilegio de encontrar al Señor resucitado, que se puso en su camino y las liberó del miedo, se les encomienda la misión de anunciar lo que han visto: "Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han palpado nuestras manos..." (1 Jn 1, 1). Todo el que se encuentra con el resucitado está llamado a comunicarlo, a compartirlo con los demás para que también ellos puedan encontrarlo. Los judíos inventan un pretexto para justificar su incredulidad frente a la resurrección de Jesús. También nosotros buscamos pretextos para no vivir la vida de resucitados, para seguir aferrados a la muerte. Porque cuando no nos atrevemos a la alegría y le tenemos miedo a la vida preferimos aferramos al Cristo muerto. Y siempre habrá alguna excusa para rechazar la resurrección.
Oración: "Impúlsame, Señor Jesús, con tu poder, para que me llene de deseos de llevarte a los demás, para que sienta el anhelo incontenible de compartirte con los hermanos, para que mi alegría sea transmitir esa vida nueva que ha llegado a mi existencia, de manera que tú seas todo en todos". 425
Octava de Pascua MARTES: JN 2 0 , 1 1 - 1 8
Así como se encontró a solas con la samaritana, Jesús, ahora resucitado, se encuentra a solas con otra mujer, María Magdalena. Ella no reconoce inmediatamente al Señor resucitado, que la eligió para ser la primera en verlo resucitado. Él está transfigurado y ella está perdida en su dolor. Hasta que él la llama por su nombre, con la manera y el tono que ha usado siempre para llamarla. La Magdalena no podía dejar de reconocer ese llamado personal y lo descubre una vez más como su buen pastor, que sabe llamar a las ovejas por su nombre, personalmente, directamente, íntimamente. Vemos así que para poder reconocer la presencia del Señor en nuestro trato con él, primero tenemos que descubrir que él nos reconoce a nosotros, nos mira, nos identifica, nos llama por nuestro nombre, porque nos conoce íntimamente tal como somos. La vida cristiana es un encuentro permanente con el Señor resucitado, es un trato cotidiano con alguien que vive y ha superado los límites del espacio, y por eso puede visitar con su luz la pobre existencia de cualquier ser humano, esté donde esté, no importa dónde; para que nadie pueda decir que no es tenido en cuenta, o que ha sido olvidado por Jesús. Luego Jesús rechaza que María lo abrace. El sentido de sus palabras es: "No me quieras retener, porque tengo que completar mi obra". María quiere retener su presencia física, pero Jesús quiere partir para hacerle descubrir la nueva forma de presencia que él prefiere tener dentro de ella, en lo más profundo de su ser. Además, ella debe ser testigo de su resurrección, debe transmitirlo, y por eso no debe apegarse a su encuentro íntimo con Jesús y pretender retenerlo sólo para ella.
Oración: "Señor, tu eres una permanente novedad y yo no puedo aferrarte. Dame la gracia de no encerrarme en las cosas muertas, saboreando la amargura de mi llanto, sino de abrirme permanentemente a los nuevos caminos, a las nuevas formas en que tu quieras manifestarte en mi vida". 426
Octava de Pascua MIÉRCOLES: LC 2 4 , 1 3 - 3 5
Otro relato cargado de emotividad, de intimidad, de amor y de deseo. Otro encuentro coloreado por la ternura, donde la luz del Resucitado poco a poco va disipando las tinieblas del dolor y la tristeza. Los dos discípulos caminaban, tristes, afligidos, desilusionados. Sentían que el final de Jesús era su propio fracaso, porque ellos esperaban que él fuera el liberador de Israel. Parece que todas las enseñanzas que habían recibido de Jesús no habían logrado quitarles sus falsas ideas sobre la obra que Cristo debía realizar. Y seguían tan enfrascados en esta sensación de fracaso que ni siquiera pudieron reconocer que el que se acercó a ellos y los acompañaba en el camino era el mismo Jesús. Ni siquiera el testimonio de las mujeres y de los otros discípulos que habían visto el sepulcro vacío les permitió reconocer que las Escrituras anunciaban su triunfo después del sufrimiento. Jesús pacientemente les explica las Escrituras, como lo había hecho ya muchas veces. Pero ahora, lleno del poder de su resurrección, podía llegar a sus corazones y hacerlos arder con su palabra: "¿No se quemaba nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino?" Por eso, sin entender demasiado, le piden que se quede con ellos a pasar la noche. Y allí Jesús repite lo que había hecho en la última cena. Entonces sí se abren sus ojos. En este proceso de la Palabra a la Eucaristía podemos ver la estructura de nuestra celebración de la Misa, que debería llevarnos, igual que a ellos, a anunciar a otros lo que celebramos. Pero todo el relato nos invita a descubrir a Jesús resucitado que se hace presente en nuestro propio camino, para disipar la oscuridad de nuestros miedos, de nuestras dudas, de nuestras tristezas.
Oración: "Quédate Jesús en la noche de mi vida, ilumíname con tu palabra y aliméntame con tu presencia. Abre mis ojos para reconocerte, para que también mi corazón arda con tu fuego y se ilumine con la luz de tu resurrección".
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Octava de Pascua JUEVES: LC 2 4 , 3 5 - 4 8
A pesar de todos los anuncios recibidos, de las experiencias y el testimonio de varios de ellos, cuando Jesús se aparece en medio del grupo de los discípulos son incapaces todavía de reconocer a Jesús resucitado. Más bien sospechan que se trate de una especie de fantasma, se espantan y tiemblan de miedo. Porque la resurrección de Jesús no es una simple revivificación, no se trata de un cuerpo muerto que recuperó su vida natural. Es mucho más que eso, porque la vida gloriosa de Dios ha llenado su humanidad. Jesús resucitado está transformado, desbordante de vida nueva. Jesús los tranquiliza con su palabra y los invita a tocarlo para que se convenzan y pierdan el miedo. Entonces, viendo sus manos y sus pies (que conservaban las llagas) el miedo se convierte en gozo y asombro. Cuando el texto dice que no acababan de creer está indicando que les parecía demasiado hermoso, demasiado grande, demasiado consolador. La poca fe consiste en la incapacidad de reconocer todavía de qué maravillas es capaz Dios cuando cumple sus promesas. Pero para terminar de convencerlos de que era un ser de carne y hueso, aunque estuviera transfigurado, come un pedazo de pescado. Finalmente, quiere mostrarles la armonía maravillosa del plan de Dios, porque las cosas no habían sucedido por casualidad, y les recuerda lo que él mismo les había anunciado y lo que las Escrituras habían anunciado desde antiguo. Pero el texto aclara que además de explicarles "les abrió la inteligencia", porque el Señor resucitado ahora puede actuar en el interior del hombre. Su resurrección le permite llegar a donde no podía llegar en su vida terrena, a lo profundo de las mentes y los corazones.
Oración: "Creo Señor, pero aumenta mi fe. Toca mi interior con tu luz para que pueda creerle más a tu Palabra y te reconozca resucitado en medio de mi vida. Dame el gozo de descubrirte glorioso y radiante, triunfante y feliz".
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Octava de Pascua VIERNES: JN 2 1 , 1 - 1 4
Los discípulos vuelven a tomar las redes. Si recordamos que muchos de ellos habían sido pescadores y habían dejado las redes para seguir a Cristo, esta vuelta a las redes es el símbolo de un volver atrás, del discípulo que quiere recuperar lo que le había entregado al Señor. Ya no vivían la presencia de Cristo en sus vidas, aunque sabían que estaba resucitado; al tirar las redes no lo invocan, y no son capaces todavía de reconocerlo. También en nosotros puede suceder esto. Hemos experimentado la presencia de Cristo, lleno de poder y de amor en nuestras vidas, hemos visto su gloria, pero pasa el tiempo, se debilita el entusiasmo, y se nos hace rutinario y pesado eso de creer sin ver. Entonces poco a poco empezamos a apoyarnos en otras seguridades, retomamos lentamente las cosas que habíamos abandonado para seguir a Cristo. Ya no soportamos vivir de lo invisible, y nos convertimos en esos tibios que Dios prefiere vomitar de su boca (Apoc 3, 16), o en esos que han perdido "su primer amor" (Apoc 2, 4). Pero él está presente en nuestra vida; aunque no advirtamos su presencia él está contemplándonos con amor y bendiciendo nuestra existencia cotidiana, siempre dispuesto a ofrecernos un renacimiento espiritual. En este relato, el primero que reconoce a Jesús resucitado es el discípulo amado (21, 7), que tenía un delicado instinto para descubrir la presencia del Señor, debido a la intimidad especialísima que lo había unido a Jesús. La pesca abundante simboliza la abundancia espiritual que trae el Mesías a su Iglesia; y así enseña a los discípulos que el éxito en su tarea evangelizadora dependerá de su docilidad al Resucitado más que de las habilidades humanas.
Oración: "Jesús, estás presente en mi vida contemplando mis esfuerzos, mis cansancios, mis preocupaciones, pero a veces olvido invocarte y dejarme iluminar por ti en mis tareas. No dejes que viva ignorando tu presencia amable, deslúmbrame con tu gracia". 429
Octava de Pascua SÁBADO: Mc 1 6 , 9 - 1 5
Después de presentar un resumen de las apariciones de Jesús, destacando la incredulidad de los discípulos ante los que les anunciaban su resurrección, Jesús envía a los discípulos a todo el mundo a anunciar la buena noticia. Aquí llaman la atención las señales que Jesús promete: agarrar serpientes, tomar veneno sin sufrir daño, etc. En realidad son signos tomados del Antiguo Testamento para mostrar que ya ha llegado el tiempo mesiánico. No se quiere decir que esos signos serían una realidad cotidiana para todo creyente, ni que siempre deban estar presentes precisamente esos signos concretos y no otros. De todos modos, tampoco podemos negar que Jesús regala a su Iglesia algunos signos peculiares de su poder y de su presencia. El evangelio dice que cuando los discípulos "salieron a predicar por todas partes, el Señor cooperaba y confirmaba el mensaje con las señales que los acompañaban". Si realmente Cristo ha resucitado y es siempre el mismo, con el mismo poder y la misma gloria, no podemos negar la posibilidad de que también hoy se manifieste algunas veces con signos peculiares que reavivan nuestra confianza. San Pablo relativizará la importancia de estos signos, recordando que el signo más grande, más bello y más importante es que Jesús haya dado su vida por nosotros, es su amor que llegó hasta el fin: "Mientras los judíos buscan signos... nosotros predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos" (1 Cor 1, 22-23). Esto significa que, aun después de la resurrección de Jesús, su entrega en la cruz no es un hecho del pasado que haya que olvidar, porque su vida clavada en la cruz sigue siendo el gran signo de su amor, el signo precioso de nuestra fe. Yo creo en alguien que "me amó y se entregó por mí" (Gál 2, 20).
Oración: "Señor Jesús, ayúdame también están presentes poder y de tu presencia; preocupa y te pido que 430
a reconocer los signos de tu amor que en mi vida. No quiero desconfiar de tu por eso pongo en tus manos lo que me te manifiestes en mi vida".
Domingo 2° de Pascua AÑO A Y AÑO C : JN 2 0 , 1 9 - 3 1 A pesar de la resurrección los discípulos se encierran, llenos de miedo. Porque todavía debían recibir la fuerza del Espíritu Santo. No significa esto que el Espíritu Santo no estuviera presente, ya que según el evangelio de Juan, Jesús derrama el Espíritu cuando muere en la cruz. Pero Jesús tenía reservada para el día de Pentecostés una efusión más plena y liberadora que produciría la explosión evangelizadora de la Iglesia naciente. Sólo con la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés la evangelización se convertiría en una necesidad de los discípulos, en un fuego imposible de ahogar o reprimir. Por eso, todo el que diga haber recibido el Espíritu Santo debería poder exclamar como San Pablo: "Es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no anunciara el evangelio!" (1 Cor 9, 16). Pero en este párrafo se destaca la incredulidad de Tomás, que se convierte en un elogio para los creyentes de hoy, que creen sin tener esa visión de Jesús resucitado: "Felices los que crean sin haber visto". Sin embargo, también hoy muchos de nosotros queremos ver para creer, le exigimos a Dios signos y prodigios como condición para creer, y entonces no tenemos nada que reprocharle al incrédulo Tomás. Hay que destacar que Tomás pudo abrir su corazón en el encuentro con el Resucitado gracias a que permaneció en la comunidad, no dejó de encontrarse con los hermanos. Así se nos recuerda la importancia de la vida comunitaria para perseverar en el bien, para ser contenidos, para dejar un espacio abierto que en el aislamiento se cierra más fácilmente. Finalmente, este texto nos dice que el evangelio no narra todo lo que Jesús hizo; hay "otras muchas señales" que no fueron escritas, pero que la Iglesia ha ido transmitiendo de boca en boca y de generación en generación; es la Tradición oral, de la cual también habla claramente san Pablo en 2 Tes 2, 15: "Conserven fielmente las tradiciones que recibieron de nosotros, oralmente o por carta".
Oración: "Dame Señor, la gracia de vencer mi desconfianza, de reconocer que permanentemente te haces presente en la vida de los demás, en el mundo, en la historia, aunque yo no lo vea con mis propios ojos. Ayúdame a confiar en el testimonio de los hermanos". 431
Domingo 2° de Pascua AÑO B: JN 5, 1 - 1 6 "Una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos", un espectáculo triste y desolador: el hombre débil, disminuido, necesitado. Frente a ellos Jesús aparece en el texto como el que da vida, el que levanta el nivel de nuestras existencias sumergidas en el límite y el dolor. Pero como contrapartida aparecen los fariseos, celosos defensores de las leyes, más preocupados por el cumplimiento de la ley que por el bien del hermano. Cuando el paralítico dice a Jesús "Señor, no tengo a nadie" se puede descubrir lo poco que se interesaban por los enfermos los creyentes de esa época. Sólo Jesús se acerca, sólo él se hace presente en esa dolorosa soledad. La mayor belleza de esta escena consiste en ver la delicadeza y la ternura que Jesús ofrece al enfermo y la libertad que gana el paralítico a partir del encuentro con Cristo. Evidentemente, no son sólo sus piernas las que se han liberado. Cuando Jesús pide al paralítico que no vuelva a pecar para que no le suceda algo peor, está haciendo notar que hay otros males peores que la enfermedad del cuerpo y que son producidos por el pecado, para que no se conforme con poder caminar, sino que busque los bienes más profundos. Puede sucedemos que, en medio de mucha gente, nos sintamos solos, y es como si el corazón dijera "Señor, no tengo a nadie". Pareciera que cada uno busca su propio interés y nadie es capaz de ofrecer una amistad sincera y generosa. Y es así porque le exigimos a las criaturas algo que no nos pueden dar. Sólo el Señor puede estar siempre presente, sólo él tiene la capacidad de estar siempre atento a nuestras palabras, escuchando nuestros reclamos; sólo él es compañía segura, que puede liberarnos de la soledad sin cansarse de nosotros, sin sentirse absorbido, y sin que nosotros podamos dominarlo. Por eso, cada vez que el corazón grita "Señor, no tengo a nadie", él está, invitándonos a descubrir que es el único que nunca se va, el único fiel cuando parece que todo el mundo nos ha abandonado.
Oración: "Señor, hazte presente en mi profunda soledad interior, allí donde nadie puede llegar, y con tu poder cura todo lo que me detiene, lo que no me deja avanzar, todo lo que no me deja andar por tu camino de salvación". 432
a
Semana 2 de Pascua LUNES: JN 3, 1-8
Ahora nos encontramos con un importante fariseo, una autoridad de Jerusalén, que también se sintió cautivado por Jesús y no quiso perder el gusto de tratarlo personalmente. Quizás Jesús tendría una respuesta para sus preguntas más profundas, quizás le revelaría el sentido más profundo de su vida. Pero, por otra parte, Nicodemo no quiso que lo identificaran con ese grupo de gente extraña. Lo vemos entonces escurriéndose en la oscuridad de la noche, que simboliza la desorientación, el pecado, el mal. Aquí están simbolizados entonces todos aquellos que, aferrados a sus tradiciones, tienen temor de abandonar esa seguridad y de lanzarse abiertamente detrás de Cristo. Nicodemo reconoce a Jesús como "maestro", pero en realidad lo que hace es aceptarlo como uno de su mismo rango, un colega. Por eso poco después Jesús le va a mostrar de un modo algo irónico que todavía tiene mucho que aprender: "¡Tú eres maestro en Israel y no sabes estas cosas!" (v. 10). Cuando Jesús dice a Nicodemo que debe renacer de lo alto, Nicodemo no entiende, o parece interpretarlo de un modo físico: "¿Cómo se puede nacer de nuevo cuando uno ya es viejo? ¿Hay que entrar otra vez dentro de la madre?" Pero en realidad el problema de Nicodemo es que él no aceptaba renacer, porque eso significaba renunciar a una vida ya armada, ya acomodada; siendo viejo, él creía que ya había logrado lo que necesitaba para vivir tranquilo, y no estaba dispuesto a dejar sus seguridades. Jesús le indica que para eso es necesario renacer plenamente por la obra del Espíritu Santo. Sin ese paso, es imposible que nos liberemos de las insatisfacciones y de las enfermedades más profundas del corazón.
Oración: "Señor, no quisiera instalarme cómodo en lo que ya he conseguido y olvidar que el Espíritu Santo con su dinamismo quiere permanentemente renovar mi vida y hacerme renacer cada día. Hazme dócil a tu Espíritu, Señor". 433
a
Semana 2 de Pascua MARTES: JN 3, 7 - 1 5
Así como el viento sopla donde quiere, así es el que nace del Espíritu. Está dispuesto a dejarse llevar, a dejarse movilizar sin pretender tenerlo todo bajo control, sin querer encasillarlo todo dentro de planes y esquemas rígidos que le den seguridad. Para el que nace del Espíritu la seguridad está simplemente en la confianza puesta en él. Este nacimiento no se refiere sólo al bautismo, porque el bautismo es un germen, un comienzo; se refiere al renacimiento que el Espíritu va realizando permanentemente en nosotros, hasta el último momento de nuestra vida, renacimiento que sólo será pleno y definitivo en la gloria celestial. Por eso, en 1 Juan 3, 9 leemos que "el que nació de Dios ya no peca". Evidentemente no se refiere simplemente al que ha sido bautizado, sino al que ha renacido plenamente por la acción del Espíritu. Así, este texto es una invitación a no conformarnos con haber recibido el bautismo, como si eso bastara, sino a dejarnos tomar por el Espíritu en un renacimiento permanente. Nicodemo sigue sin entender, porque mira a Jesús como si fuera uno más, que está dando una opinión como un maestro cualquiera. Por eso, antes de responderle, Jesús quiere hacerle notar que él no es un maestro cualquiera, sino el único que puede enseñar con verdadera autoridad, porque él viene del cielo y dice lo que "ha visto" en el cielo, en la presencia del Padre. Nadie más viene del cielo, porque nadie ha podido llegar allí para traer la verdad. Pero la serpiente elevada, a través de la cual se recuperaba la salud, es Cristo elevado en la cruz que trae la salvación al hombre. El que vino del cielo termina siendo elevado en una cruz para que lo contemplemos y tengamos vida.
Oración: "Señor, no quisiera considerarte un maestro más, o creer que tu Palabra es sólo una opinión. Dame la gracia de aceptarte como el único maestro perfecto, que conoces más que nadie la verdad de la vida". 434
a
Semana 2 de Pascua MIÉRCOLES: JN 3, 1 6 - 2 1 Nos encontramos ahora con la enseñanza más preciosa de toda la Sagrada Escritura, con el anuncio que nos devuelve la alegría y la paz: "¡Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único!" El Dios en quien creemos es un Dios que ama al mundo que él creó, y sobre todo que ama al ser humano, en quien él puso una capacidad para conocer y amar, una capacidad de entrar en un diálogo, en un encuentro de amistad. En la primera carta de Juan esta imagen de un Dios que ama se reafirma hasta llegar a decir simplemente que "Dios es amor", y por lo tanto sólo puede ser conocido por alguien que ame (1 Juan 4, 8). Y ese amor se manifestó plenamente cuando envió a su Hijo, que nos trae "vida eterna". Mirando a Cristo no morimos, es decir, nuestra vida no termina en fracaso y oscuridad, nuestra vida se salva. En medio de aparentes fracasos y de profundos dolores, estamos rescatados, y todo va a terminar en la plenitud de Dios. Y Cristo no vino para juzgar sino para salvar. Cuando el evangelio dice "el que no cree no es juzgado", se refiere al que verdaderamente ha puesto su confianza en el que lo salva, Cristo. Esa fe no es sólo aceptar la existencia de Dios o los dogmas, porque también el demonio tiene ese tipo de fe (Sant 2, 19). Este evangelio, al igual que San Pablo, se refiere a la fe viva, la fe que transforma toda la vida y se hace activa en el amor (Gál 5, 6). Es la apertura sincera y confiada al amor divino que le permite a Dios transformar nuestra vida concreta; y eso es lo que nos libera del juicio, porque gracias a esa fe toda nuestra vida se coloca bajo la luz de Dios y su luz va expulsando todas las tinieblas, todo lo que no le agrada.
Oración: "Te doy gracias, Padre, por tu inmenso amor; porque entregaste a tu propio Hijo para darnos la vida. Quiero confiar en la salvación que me trae Jesús, dejarme tomar por su vida, y permitirle que ilumine todo mi ser y toda mi existencia para liberarla de la oscuridad y de la muerte". 435
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Semana 2 de Pascua JUEVES: JN 3, 3 1 - 3 6
Este texto nos muestra cómo nuestra fe cristiana está completamente centrada en la Persona de Jesús. El Padre lo ama y ha puesto todo en sus manos, y su humanidad está repleta del Espíritu Santo, porque el Padre "le da el Espíritu sin medida" (v. 34). De esa humanidad del Hijo de Dios, llena del Espíritu, desborda para nosotros la fuerza de la vida divina. Por eso podemos decir que su Corazón Sagrado es la fuente del Espíritu Santo para nosotros, la fuente del amor divino, la fuente de la gracia. Y por eso mismo, "quien cree en el Hijo tiene vida eterna". El es el corazón de la Iglesia, él vive en el interior de la comunidad cristiana para llenarla del poder del Espíritu, de la fuerza del amor. Pero también en el interior de la vida de cada cristiano él es el corazón, él es la fuente de la vida nueva, de la verdadera vida. Así podemos entender por qué nuestra fe es vana si Cristo no ha resucitado, ya que el Padre ha querido que todos los dones de su gracia broten para nosotros de esa humanidad gloriosa de Cristo resucitado. Porque Dios ha querido salvar a la humanidad "desde adentro", haciéndose presente con su poder salvador en la entraña misma de nuestra vida humana, y derramar su Espíritu desde un corazón humano. Esto es tan bello que algunos doctores de la Iglesia, especialmente de la escuela franciscana, han sostenido que aunque el hombre no hubiera pecado, el Hijo de Dios igualmente se habría encarnado. Ya que no es sólo nuestro pecado lo que lo movió a encarnarse, sino su amor, que ha buscado acercarse a nosotros hasta el colmo de hacerse uno de nosotros.
Oración: "Señor Jesús, que estás repleto de la vida, del amor y de la luz del Espíritu Santo, abre tu Corazón Sagrado y derrama en mí el poder de tu Espíritu, llena a mi familia de tu Espíritu, transforma este mundo con la fuerza de amor del Espíritu Santo".
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Semana 2 de Pascua VIERNES: JN 6, 1 - 1 5
Este texto sobre la multiplicación de los panes nos muestra la verdadera voluntad de Dios: que no falte el pan para todos. Los apóstoles ofrecieron a Jesús los panes de un niño, que parecían poca cosa, pero fueron una ofrenda que le bastó a Jesús para hacer su prodigio. Porque cada vez que nosotros nos dejamos usar por la fuerza de su amor y le ofrecemos lo poco que tenemos, hay pan para todos, y sobra. Pero cuando algunos se dejan llevar por el egoísmo, el pan se acumula en pocas manos y no hay pan para todos. Porque Dios actúa en nuestra historia a través de instrumentos humanos, y cuando esos instrumentos se resisten a cumplir su función y se encierran en la ambición y la comodidad, no se cumple la voluntad de Dios en nuestra tierra. Hasta ese punto se ha sometido Dios a nuestra libertad, hasta el punto de aparecer impotente y débil frente a nuestros males. Frente a la seriedad de esta verdad no podemos dejar de preguntarnos qué estamos haciendo con los dones que Dios nos ha dado, en qué gastamos nuestras energías, en qué ocupamos nuestra mente, nuestro tiempo y nuestras capacidades. Porque está en juego algo sagrado: la felicidad de los demás. Por nuestra falta de entrega alguien puede quedarse sin el pan que necesita, sin un momento de alegría, sin una palabra que lo consuele. Pero además, estos panes son un símbolo de la Eucaristía, del pan espiritual del cual va a hablar Jesús más adelante. Y la Eucaristía siempre es pan para todos; nadie se ve privado de ella por falta de dinero; es pan sobreabundante tanto para ricos como para pobres, es pan que no hace distinción de personas.
Oración: "Señor, que eres generoso, que regalas tus dones en abundancia, toca los corazones humanos para que el egoísmo no deje a muchos de tus pobres sin el pan que necesitan para vivir. Transforma este mundo de ambición e indiferencia de manera que haya pan para todos".
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Semana 2 de Pascua SÁBADO: JN 6, 1 6 - 2 1
Al prodigio de la multiplicación de los panes se une el prodigio del caminar de Jesús sobre las aguas. El hecho de que los dos prodigios estén juntos tiene un significado especial. Porque si repasamos el Antiguo Testamento, podemos ver que la obra prodigiosa de Yavé, cuando liberó a su pueblo de la opresión egipcia, se resume en dos portentos: el "poder de Yavé sobre las aguas", que se manifestó cuando hizo pasar a su pueblo por el Mar Rojo, y el regalo del maná con el que alimentó a su pueblo a lo largo del desierto. Así lo vemos en Éx 12, 12; Sal 77, 20; 78, 24; 107, 45.23.25.27-30, etc. Por otra parte, al finalizar estas narraciones (6, 20), Jesús se presenta diciendo "Yo soy", lo que nos recuerda el nombre divino con el cual Yavé se presentaba y manifestaba su majestad. De este modo, el evangelio nos dice que así como Yavé manifestó su presencia poderosa en medio de su pueblo, así también Jesús manifestó su poder dominando el mar y alimentando a su pueblo. Jesús no es sólo el gran profeta anunciado (6, 14), el nuevo Moisés, sino Dios mismo en medio de su pueblo, alimentándolo y manifestándose poderoso. Cuando los discípulos estaban navegando, preocupados por la agitación del mar, no supieron descubrir la presencia de Jesús que se acercaba a ellos, dominante sobre las aguas, y al miedo por la tormenta se unió el miedo a Jesús. También a nosotros puede sucedemos que, teniendo a Jesús cerca de nosotros para liberarnos, nos dejamos llevar por el miedo a su presencia, a su poder; y preferimos seguir en nuestra vida miserable y enferma en lugar de darle a él las riendas de nuestra vida para ser liberados y salvados, para recuperar la calma.
Oración: "Señor, que te manifestaste poderoso, dominador y señor sobre las aguas, ayúdame a reconocer que en el fondo de tu corazón humano reina también la gloria infinita de tu divinidad, que tú, Jesús, eres el Hijo de Dios perfecto igual que el Padre". 438
Domingo 3° de Pascua AÑO A :
Lc 24, 13-35
Otro relato cargado de emotividad, de intimidad, de amor y de deseo. Otro encuentro coloreado por la ternura, donde la luz del Resucitado poco a poco va disipando las tinieblas del dolor y la tristeza. Los dos discípulos caminaban, tristes, afligidos, desilusionados. Sentían que el final de Jesús era su propio fracaso, porque ellos habían soñado que él sería el liberador de Israel. No se habían convencido de que Jesús no había venido para ser un jefe político, sino para algo mucho más grande. Y seguían tan enfrascados en esta sensación de fracaso que ni siquiera pudieron reconocer que el que se acercó a ellos y los acompañaba en el camino era el mismo Jesús. Ni siquiera el testimonio de las mujeres y de los otros discípulos que habían visto el sepulcro vacío les permitió reconocer que las Escrituras anunciaban su triunfo después del sufrimiento. Jesús pacientemente les explica las Escrituras, como lo había hecho ya muchas veces. Pero ahora, lleno del poder de su resurrección, podía llegar a sus corazones y hacerlos arder con su palabra: "¿No se quemaba nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino?" Por eso, sin entender demasiado, le piden que se quede con ellos a pasar la noche. Allí Jesús repite lo que había hecho en la última cena, y entonces se abren sus ojos. En este proceso de la Palabra a la Eucaristía podemos ver nuestra celebración de la Misa, que debería llevarnos, igual que a ellos, a anunciar a otros lo que celebramos. Pero todo el relato nos invita a descubrir a Jesús resucitado que se hace presente en nuestro propio camino, también cuando nos sentimos fracasados y desilusionados, para que comencemos con él una nueva etapa. El se hace presente ayudándonos a mirar también los momentos pasados bajo una nueva luz, de manera que podamos entender mejor el sentido de lo que hemos vivido y podamos ver cómo nuestro pasado nos ha ido preparando para el encuentro feliz con el Señor.
Oración: "Quédate Jesús en la noche de mi vida, ilumíname con tu palabra y aliméntame con tu presencia. Abre mis ojos para reconocerte, para que mi corazón arda con tu fuego y se ilumine con la luz de tu resurrección. Porque yo también tengo hambre de tu pan". 439
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Domingo 3 de Pascua AÑO B: LC 2 4 , 3 5 - 4 8
A pesar de todos los anuncios recibidos, de las experiencias y el testimonio de varios de ellos, cuando Jesús se aparece en medio del grupo de los discípulos, son incapaces todavía de reconocerlo resucitado. Más bien sospechan que se trata de una especie de fantasma, se espantan y tiemblan de miedo. Jesús los tranquiliza con su palabra y los invita a que lo toquen para que se convenzan y pierdan el temor. Porque "el amor perfecto echa fuera el temor" (1 Juan 4, 18). Entonces, viendo sus manos y sus pies (que conservaban las llagas) el miedo se convierte en gozo y asombro. Cuando el texto dice que no acababan de creer está indicando que les parecía demasiado hermoso, demasiado grande, demasiado consolador. La poca fe consiste en la incapacidad de reconocer todavía de qué maravillas es capaz Dios cuando cumple sus promesas. Pero para terminar de convencerlos de que era un ser de carne y hueso, aunque estuviera transfigurado, Jesús come un pedazo de pescado. Finalmente, quiere mostrarles la armonía maravillosa del plan de Dios, porque las cosas no habían sucedido por casualidad, y les recuerda todo lo que él les había anunciado y lo que las Escrituras habían predicho. Pero el texto aclara que además de explicarles "les abrió la inteligencia". No basta leer la Palabra de Dios si no le rogamos que nos abra la inteligencia para comprenderla. El Señor resucitado, que ya no está limitado a un tiempo y a un espacio, ahora puede actuar en el interior del hombre. El puede hacerse presente en la intimidad de cada ser humano para iluminarlo con su presencia, para llenarlo de su gozo y de su paz. Por eso, en el peor abandono, podemos liberarnos del miedo y de la soledad. El está.
Oración: "Creo Señor, pero aumenta mi fe. Toca mi interior con tu luz para que pueda creer más en tu Palabra y te reconozca resucitado en medio de mi vida. Dame el gozo de descubrirte glorioso y radiante, triunfante y feliz".
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Domingo 3° de Pascua AÑO C : JN 2 1 , 1 - 1 9
Los discípulos vuelven a tomar las redes. Si recordamos que muchos de ellos habían sido pescadores y habían dejado las redes para seguir a Cristo, esta vuelta a las redes es volver atrás. Ya no vivían la presencia de Cristo en sus vidas, aunque sabían que estaba resucitado; al tirar las redes no lo invocan, y no son capaces todavía de reconocerlo. También en nuestras vidas puede suceder esto. Hemos experimentado la presencia de Cristo, lleno de poder y de amor, hemos visto su gloria, pero pasa el tiempo, se debilita el entusiasmo, y se nos hace rutinario y pesado eso de creer sin ver. Entonces poco a poco empezamos a apoyarnos en otras seguridades, retomamos lentamente las cosas que habíamos abandonado para seguir a Cristo. Ya no soportamos vivir de lo invisible, y nos convertimos en esos tibios que Dios prefiere vomitar de su boca (Apoc 3, 16), o en esos que han perdido "su primer amor" (Apoc 2, 4). Pero él está presente en nuestra vida; aunque no advirtamos su presencia él está contemplándonos con amor y bendiciendo nuestra existencia. Pero después de haberle mostrado a Pedro que con sus solas capacidades humanas, sin invocarlo a él, ya no puede ni siquiera pescar, Jesús deja a Pedro la suprema misión de guiar a la Iglesia, de apacentar sus corderos. La triple pregunta recuerda la triple negación (13, 38), y eso explica la tristeza de Pedro luego de la tercera pregunta. Pero Pedro aprendió la lección y no hace alarde; sólo se somete a lo que Jesús conoce de su corazón. Después Jesús, a un Pedro ya purificado, le repite su primer "sígueme".
Oración: "Señor Jesús, te doy gracias por tu presencia en la Iglesia, porque tú la guiasen su debilidad, tú actúas a través de los hombres frágiles que la componen, tu mismo cuidas a tus ovejas por medio de los pastores limitados que quisiste elegir".
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Semana 3 de Pascua LUNES: JN 6, 2 2 - 2 9
Aquí comienzan los discursos de Jesús sobre el tema del pan, para dar un mensaje más profundo. Y para llevar a la gente a otro nivel les dice: "Ustedes me buscan porque han comido los panes y se han saciado. No trabajen sólo por el alimento que se acaba, sino por el sustento que dura y da vida eterna". Jesús muestra así nuestra crasa realidad: somos necesitados, y buscamos permanentemente saciar nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestras carencias. Esos hombres que buscaban a Cristo todavía no se habían dejado cautivar por su enseñanza; simplemente habían descubierto que Jesús se preocupaba sinceramente por ellos, los cuidaba y no les dejaba pasar necesidad, se compadecía realmente de sus angustias. Y Jesús no desprecia esa confianza simple, aprovecha la ocasión para invitar a esos hombres agradecidos a pasar a un nivel más profundo. Hay otro pan, hay otro alimento, porque también hay otro hambre en el corazón humano, hay otra insatisfacción más honda que busca ser colmada. Y si bien hay que trabajar para ganarse el pan, para alcanzar este alimento no es necesario otro trabajo más que creer, abrir el corazón: "La obra del Padre es que ustedes crean". Todos, con el paso del tiempo, podemos ir encerrándonos en nuestras necesidades, y buscar a Dios sólo en la medida en que él pueda resolver nuestras carencias interiores. Así Dios se convierte en un objeto más de consumo. Él comprende esa debilidad nuestra, pero quiere más de nosotros, quiere más para nuestra vida. Quiere alimentar nuestros corazones con su Palabra que nos invita a la intimidad con él, a su paz, al amor fraterno, al servicio, a la generosidad, a la libertad interior.
Oración: "Señor, no dejes que me olvide de esas necesidades más profundas que sólo con la fe puedo saciar No permitas que las angustias de cada día y las cosas urgentes me lleven a olvidar las cosas más importantes que sólo tú puedes dar". 442
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Semana 3 de Pascua MARTES: JN 6, 3 0 - 3 5 Jesús aquí aparece como un nuevo Moisés, porque alimenta al pueblo con la palabra y con el pan. De hecho, los judíos esperaban que llegara un nuevo Moisés, un profeta grande como Moisés, y luego del milagro de la multiplicación de los panes la gente decía: "Este es el profeta que debía venir al mundo" (6, 14). Pero Jesús quiere aclarar que se trata de algo muy diferente a Moisés. Primero muestra que no había sido Moisés, sino Dios el que los había alimentado en el desierto. Y además, el maná no era un verdadero pan celestial, sino una realidad terrena. Dios quiere dar ahora un pan verdaderamente celestial que da vida. Y ante la súplica espontánea de la gente que reclama ese pan de vida celestial Jesús responde: "Yo soy el pan de la vida". En Jesús mismo, en su persona, se recibe el alimento de vida celestial. El que recibe ese alimento ya nunca sufrirá de hambre y de sed; es decir, sus necesidades más profundas estarán siempre satisfechas, y en la persona de Jesús encontrará siempre la respuesta a sus insatisfacciones más hondas, sin temor a que se desgaste o se acabe. Muchas cosas se desgastan con el paso del tiempo, porque descubrimos sus imperfecciones y sus límites, pero la presencia de Jesús y su amistad nunca pueden desgastarse, porque él es fuente inagotable de vida y de novedad, a él no podemos encasillarlo ni abarcarlo, él siempre es más, siempre nos invita a más, siempre nos ofrece más. Por eso, no se trata de escuchar su Palabra para instruirnos, para aprender "religión", para entender nuestra fe. Su Palabra es alimento para toda nuestra vida, es alimento para nuestra capacidad de amar, es alimento para nuestra hambre de paz y de justicia, es alimento para nuestros sueños más genuinos y bellos, es alimento para seguir caminando por los senderos del bien.
Oración: "Señor, no dejes que me olvide de esas necesidades más profundas que sólo con la fe puedo saciar. No permitas que las angustias de cada día y las cosas urgentes me lleven a olvidar las cosas más importantes que sólo tú puedes dar". 443
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Semana 3 de Pascua MIÉRCOLES: JN 6, 3 5 - 4 0
Ahora Jesús comienza el largo discurso sobre el pan de vida indicándonos cómo recibimos ese pan espiritual. Este largo discurso tiene dos partes. La primera parte llega hasta el versículo 51 y la segunda comienza allí y llega hasta el final del discurso. En la primera parte el pan es sobre todo la Palabra, la enseñanza de Jesús que nos muestra la voluntad del Padre y que nosotros recibimos con la fe, aceptando esa Palabra y contemplando a Jesús a través de esa Palabra. Ya en el Antiguo Testamento se presentaba la Palabra como un alimento: "Yo mandaré hambre a la tierra... hambre de escuchar la Palabra de Yavé" (Am 8, 11). Por eso lo que se destaca en esta primera parte es la invitación a creer, aceptando su Palabra desde la fe, con esa fe que sabe descubrir lo que no se ve con los ojos del cuerpo: "Aunque me han visto, ustedes no creen" (v. 36). Y al que crea en él, Jesús le promete no echarlo fuera, le promete protegerlo para que no se pierda, le promete vida eterna y resucitarlo en el último día. Pero se habla aquí de una fe que es adhesión profunda a la persona de Jesús, no sólo una aceptación intelectual de verdades y doctrinas. Por eso muchas veces Jesús en lugar de decir "creer en mí" dice "venir a mí". El que va a Jesús es alimentado por él y alcanza vida celestial, vida que no se acaba.
Oración: "Concédeme Jesús la gracia de aprender a dialogar contigo, abriendo mi corazón a tu Palabra para recibir la vida que me ofreces. Quiero ir a ti Señor contemplar tu persona y tu verdad para poder vivir de verdad".
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Semana 3 de Pascua JUEVES: JN 6, 4 4 - 5 1
Quien come de este pan no muere, sino que vivirá siempre. Evidentemente Jesús no se refiere a la vida biológica, porque todos los que han escuchado su Palabra y han creído en él han muerto. ¿Qué significa entonces? Significa que hay otra vida, diferente de la vida biológica, que necesita un alimento sobrenatural. Hay una dimensión de nuestra vida que se mantiene con comida, medicamentos, respiración, gimnasia; hay otra dimensión de nuestra vida que se alimenta con los libros, el estudio, las clases. Pero hay una dimensión de nuestra vida, la más profunda, la sobrenatural, que depende directamente de la gracia de Dios, que sin esa gracia desaparece. Decir que quien cree en Cristo no tendrá jamás hambre, o que quien lo recibe no muere, significa que unidos a él superamos nuestros límites humanos, saciamos nuestros deseos más profundos y nos liberamos de nuestros temores más terribles; hallamos una plenitud de vida que nadie nos puede quitar, ni siquiera la muerte, con tal que aceptemos depender siempre de Jesús que nos alimenta por dentro. Reconozcamos que en lo más hondo de nuestro ser somos seres hambrientos, insatisfechos, necesitados; que allí no podemos llegar nosotros solos, sino Jesús; que sólo él tiene el alimento que puede fortalecer ese centro profundo de nuestra vida que puede estar raquítico, enfermo, frágil. Ese vacío y esa debilidad es lo que a veces nos hace sentir tristes también cuando no nos falta nada, esa falta de alimento en el fondo del corazón es lo que a veces nos hace sentir que nuestra vida no tiene sentido, cuando en realidad no tenemos graves problemas, cuando otros, en nuestra misma situación, pueden vivir alegres. Busquemos el alimento de eternidad.
Oración: "Señor, reconozco que tú eres mi vida, que tú eres el alimento que me da la vida verdadera, que sin ti mi vida se enferma en la mediocridad, los miedos, la insatisfacción. Confío en ti Señor, Pan de Vida, voy a ti para escucharte y recibir tu alimento". 445
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Semana 3 de Pascua VIERNES: JN 6, 5 2 - 5 9
Esta parte del discurso del pan de vida habla de comer y beber a Jesús; y el pan es reemplazado por la carne. Por lo tanto ya no se refiere a la Palabra que es recibida con la fe, sino a algo más, a un verdadero "comer" a Jesús. Es lo que sucede en la Eucaristía. Los judíos se daban cuenta de que ya no se refería al pan de la Palabra, y por eso se impresionan al escucharlo (6, 60). La expresión "comer la carne" se usaba para hablar de violencia y destrucción (Sal 27, 2; Job 19, 22). Además, beber sangre estaba terminantemente prohibido por las leyes judías. Ellos no advertían que no se trataba de una comida cruenta, de un canibalismo, sino que Jesús había inventado una forma maravillosa de comerlo, de recibirlo con nuestra boca. Es más que escucharlo, es más que recordarlo, es más que hablarle. A través de ese gesto sensible de comer, el Cristo entero entra en nuestra vida, porque en realidad "carne y sangre" indican al hombre entero. Los evangelios sinópticos, al narrar la institución de la Eucaristía, usan la palabra "cuerpo" (Mt 26, 26-28), que siempre designa al hombre entero que se abre a la comunicación y a la comunión. Entonces la Eucaristía no es sólo los miembros resucitados de Cristo, sino todo su ser: su mente, sus afectos, su divinidad. Al recibirlo entra en nosotros el Cristo entero y se realiza la unión más íntima que podamos esperar en esta vida. Pero esto supone que se lo coma con fe. La sangre, que en la celebración de la Eucaristía se consagra por separado, nos recuerda cuánto le costó a Jesús nuestra redención, cuando llegó hasta el derramamiento de sangre por nosotros (Heb 2, 14; 9, 22).
Oración: "Señor, toca mis ojos con la luz de tu Espíritu para que pueda reconocer tu presencia en la Eucaristía, para que cada vez que te coma me deje poseer por tu vida, por tu plenitud, por tu amor inmenso, por todo tu ser resucitado".
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Semana 3 de Pascua SÁBADO: JN 6, 6 0 - 6 9
Muchos de los que oyeron el discurso de Jesús sobre el pan de vida se escandalizaron, quedaron desconcertados: "¡Qué forma desagradable de hablar!" (6, 60). Es más, como no entendían claramente lo que Jesús quería decir, no soportaban escuchar esas palabras que herían su sensibilidad, y no se les ocurría pensar que esas palabras podían significar algo nuevo, algo que ellos todavía ni habían podido imaginar; no se les ocurría pensar que Dios podía ir más allá de lo que ellos conocían, y que era capaz de inventar algo desconcertante. Pero también muchos de sus discípulos se sintieron horrorizados y decidieron abandonarlo (6, 66). Entonces, en una escena de intensa ternura, Jesús se dirige al pequeño puñado de apóstoles que todavía lo acompañaban, habla al corazón de los que se habían quedado a su lado y les pregunta: "¿También ustedes quieren irse?" Entonces aparece Pedro respondiendo con seguridad: "¿Y dónde vamos a ir? Si en tus palabras hay vida eterna, y nosotros hemos creído en ti" (6, 68-69). Sin embargo, Pedro no será fiel a esta confesión de fe y de amor, y terminará negando a Cristo. Esto nos muestra cómo las seguridades humanas, también las seguridades religiosas, siempre son frágiles, y por sí solas nunca son estables. Y así se acentúa también la soledad, el abandono, la desilusión que Jesús vivió en la cruz. Ni siquiera los más íntimos fueron fieles hasta el fin. Sólo el discípulo amado permaneció con María junto a la cruz.
Oración: "Señor, enséñame a descubrir que puede haber una verdad profunda en aquellas cosas que yo no alcanzo a entender, en tus palabras que a veces me desconciertan. Quiero confiar en tu luz Señor, también cuando mi fe se llena de tinieblas".
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Domingo 4° de Pascua AÑO A : JN
10, 1-10
En este texto Jesús se presenta con dos imágenes que se entremezclan: En los versículos 1 y 2 aparece como la puerta, y del 3 al 5 como el pastor. Pero como los oyentes no comprendían estos ejemplos (v. 6), explica separadamente las dos parábolas. Del versículo 7 al 10 se presenta como la puerta, que no indica simplemente un lugar por donde se pasa, un lugar que se atraviesa y se abandona. Para los antiguos la puerta de una ciudad era un lugar importantísimo, un lugar de reunión, de encuentro, de compra y venta, de mucha vida; estar en la puerta era una verdadera fiesta, y ya era estar en la ciudad. Por eso, decir que Jesús es la puerta indica que en él, en su persona, hallamos los bienes de la salvación, la luz, el alimento, la vida abundante. Es como el abrazo de un amigo que mediante sus brazos nos comunica toda la riqueza de su amor, y no sólo sus brazos. Por eso Jesús no dice dónde vamos a parar cuando pasamos por él, ya que entramos en él mismo, y en él encontramos al Padre. De hecho, Jesús concluye estas palabras sobre la puerta diciendo que él vino para darnos vida en abundancia (v. 10). Nosotros muchas veces estamos buscando un lugar acogedor, un espacio donde podamos sentirnos cómodos, contenidos. Pero nunca vamos a encontrar un espacio físico o un grupo de amigos que nos deje del todo satisfechos. Necesitamos otro espacio de amor que sólo podemos encontrar en el Señor. Ese espacio son sus brazos, ese espacio es él mismo. Y a él lo encontramos en cualquier parte, porque podemos vivir en su presencia. En medio del trabajo, de la actividad más intensa, en medio de las preocupaciones y la lucha de cada día, podemos estar en su presencia, sumergidos en él; y así todo se hace más fácil, más llevadero.
Oración: "Señor Jesús, quiero lugar, en esa puerta encuentro y de fiesta; de vida, para recibir 448
entrar que es quiero la vida
en ti, y ser feliz en ese maravilloso un lugar de vida y de alegría, de entrar en ti para beber de tu agua abundante que me ofreces".
Domingo 4° de Pascua AÑO B: JN 1 0 , 1 1 - 1 8 Ahora Jesús se presenta como el buen pastor, y da dos motivos por los cuales él es el buen pastor: porque da la vida por sus ovejas (11-13), y porque las conoce íntimamente y se da a conocer, se une a ellas en una íntima comunión (14-16). Es interesante advertir que este capítulo habla repetidamente de los falsos y malos pastores. De hecho, Jesús pronuncia este discurso en la fiesta de la dedicación del templo (v. 22), donde se recordaba también a las malas autoridades judías que, por sus intereses personales, habían provocado la profanación del templo (2 Mac 4, 7). Esas autoridades judías se habían convertido en un símbolo de los jefes que no saben cuidar a las ovejas, que traicionan a su pueblo. En la época de Jesús esos falsos pastores eran sobre todo algunos fariseos, a los que Jesús llamaba ciegos (9, 3941). Ellos pretendían defender la Ley de Dios, pero en realidad sólo querían cuidar su poder y usar a la gente al servicio de sus necesidades. Jesús en cambio es el buen pastor, él no tiene más interés que dar la vida por las ovejas; él no las mira como una masa que puede dominar para saciar su ego, sino que conoce a cada una en particular, la llama por su nombre, tiene intimidad con cada una de ellas, porque todas son importantes y sagradas para él. Ningún ser humano podrá cuidarnos en todo sentido, en todo momento, en todo lo que nos toque vivir, ninguno puede llegar a nuestra vida interior para cuidarnos allí donde también se introducen tantas cosas que nos hacen daño. Por eso sólo Jesús puede ser el buen pastor de nuestras vidas siempre amenazadas. Y recordemos que la peor amenaza para nuestras vidas no viene de la inseguridad externa, de la violencia de las armas, sino de los rencores y envidias que nos dominan, de las tristezas, de los egoísmos, de los miedos, de los recuerdos que nos obsesionan, de los pensamientos vanos que nos atontan.
Oración: "Señor Jesús, tú eres mi buen pastor; tú me miras aprecio, me conoces personalmente y me tratas delicadeza. Para ti soy realmente importante, y por interés, por codicia o por vanidad. Gracias
con verdadero con respeto y no me buscas Señor". 449
Domingo 4° de Pascua AÑO C : JN 1 0 , 2 7 - 3 0
Cuando Jesús dice que él da la vida, a veces indica que él entrega su vida en la cruz por nosotros, pero otras veces se refiere a la vida sobrenatural, a la vida de la gracia que él derrama en nuestros corazones para purificarnos, para santificarnos, para liberarnos, para hacernos alcanzar el verdadero gozo, la verdadera paz, la verdadera vida que él quiere que vivamos. Pero a partir del v. 30 Jesús muestra que él no es simplemente un pastor más, un pastor humano, sino que es Dios, uno con el Padre. En realidad, si leemos Ezequiel 34, 11-12, allí Dios había anunciado que él mismo sería el buen pastor de su pueblo. Jesús es ese Dios que viene a cumplir su promesa para ser el buen pastor de su pueblo maltratado, para darle vida abundante. Esto no niega que pueda haber pastores humanos que Jesús utiliza como instrumentos para llegar a sus ovejas. Así lo leemos en 1 Ped 5, 2-4, donde se invita a los dirigentes de las comunidades a comportarse como verdaderos pastores, sometidos al supremo pastor, que es el verdadero dueño de las ovejas. También en Hechos 20, 28 se llama "pastores" a los que guían la comunidad, pero se les recuerda que la Iglesia es propiedad de Dios, que la compró con la sangre de Cristo. Todos en alguna medida somos pastores de los demás; un padre es pastor de sus hijos, un maestro es pastor de sus alumnos, y también de alguna manera somos pastores de nuestros amigos y parientes. Estamos llamados a cuidarnos unos a otros. Pero siempre recordando que el Pastor es sobre todo Jesús; él es el dueño de los corazones, él es el único Señor.
Oración: "Jesús, mi Señor y mi Dios, te adoro a ti, que me pastoreas con amor humano, con la ternura de tu corazón de carne, pero también con tu infinito amor divino. Te adoro a ti, mi pastor divino, que me sostienes con tu infinito poder y le das sentido a mi vida".
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Semana 4 de Pascua LUNES: JN 1 0 , 1 - 1 0 (AÑOS A ) , o JN 1 0 , 1 1 - 1 8 (AÑO B ) o
Ver domingo 4 de Pascua.
MARTES: JN 1 0 , 2 2 - 3 0
En esta discusión con las autoridades judías Jesús se presenta como Mesías y como Hijo de Dios. En realidad Jesús estaba diciendo que él es el buen pastor, pero eso no preocupaba a las autoridades judías, porque todo maestro que tuviera un grupito de discípulos podía ser considerado un pastor. Lo que ellos no podían aceptar es que Jesús se considerara el Mesías, y sabían que si Jesús lo decía públicamente eso preocuparía a las autoridades romanas, despertaría el temor a la revolución, y terminarían con él. Pero Jesús no sólo reconoce que es el Mesías, sino que además se presenta como Hijo del Padre Dios, y finalmente afirma "el Padre y yo somos uno". Esto era intolerable para los judíos, porque ellos no conocían el misterio de la Trinidad, un solo Dios en tres Personas, y entonces la afirmación de Jesús sonaba a politeísmo, era un insulto a su fe en un solo Dios, y el peor atrevimiento que podían escuchar es que un hombre se considerara Yavé. Por eso lo tratan de blasfemo e intentan apedrearlo. Sin embargo, a pesar de esta tremenda oposición de la mentalidad judía, que no podía tolerar una idea semejante, la fe en la divinidad de Jesús se fue extendiendo, y es la fe de la Iglesia extendida por toda la tierra. Nosotros no nos apoyamos en Jesús porque es un ser humano maravilloso, sino porque es el mismo Dios hecho hombre, y por eso puede ser el Señor de nuestras vidas y sostenernos con su gracia.
Oración: "Señor Jesús, que en tu corazón humano ofreces también tesoros infinitos de tu amor divino, quiero glorificarte, adorarte y enaltecerte como Hijo de Dios, perfecto igual que el Padre. Me postro ante ti mi Señor y mi Dios, mi Pastor divino". 451
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Semana 4 de Pascua MIÉRCOLES: JN 1 2 , 4 4 - 5 0
El evangelio de Juan está dividido en dos grandes partes. Con estos versículos concluye la primera parte del evangelio que se llama "sección de los signos", donde Jesús hace prodigios maravillosos. Pero esta conclusión de la primera parte es más bien negativa: a pesar de signos tan grandes, como dar la vista a un ciego de nacimiento y resucitar un muerto, no terminaban de aceptarlo y preferían quedarse en la oscuridad. Pero Jesús aclara que él no juzga a nadie, sino que los incrédulos son juzgados por las propias palabras de Jesús que son las que el Padre le indicó. Es decir: esas palabras tienen una profundidad, una verdad y una belleza tan grandes, son tan auténticas y profundas, que no hay excusa para rechazarlas. El que las rechaza se priva de la luz de Dios, de su vida divina, elige la oscuridad y la muerte, se autocondena privándose de tanta hermosura, y por eso no es necesario que Cristo lo juzgue. Porque el que se aparta de la luz no necesita ser enviado a las tinieblas como un castigo, ya que él mismo opta por privarse de la luz y sumergirse en las tinieblas. Sin embargo, cuando termina la segunda parte del evangelio (20, 3031 ) se dice que los signos que Jesús realizó habían despertado la fe, habían dado frutos. Y eso significa que es necesaria la fuerza de la resurrección de Jesús, su presencia resucitada en el corazón del hombre, para que el hombre pueda abrirse a la fe. No bastan las cosas externas, aunque sea la lectura de la Palabra de Dios, aunque sea una predicación bella y motivadora, porque es indispensable la acción del Señor en nuestros corazones. Por eso no basta hacer cosas para tratar de cambiar; también hay que invocar al Señor para que nos toque en nuestro interior con su divina gracia.
Oración: "Señor, toca mi corazón con la luz y el poder de tu resurrección para que yo pueda reconocer los signos de tu presencia en mi vida, para que pueda creer cada vez más en ti y llenar mi vida de tu resplandor". 452
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Semana 4 de Pascua JUEVES: JN 1 3 , 1 6 - 2 0 Jesús ha lavado los pies de sus Apóstoles, se ha inclinado humildemente ante sus servidores, se puso a los pies de sus criaturas para lavarlas. Él, que se dejó lavar los pies por su amiga María (12, 3), que se dejó amar y servir por sus amigos, no aparece como un rey que busca honores y comodidades, porque él mismo realizó el gesto de ponerse de rodillas ante los demás. El es un rey que reina sirviendo. Al terminar este gesto, Jesús les hace notar que si ellos son sus discípulos no pueden obrar de otra manera, no pueden pretender honores, gloria, puestos y lugares destacados. Su misión es la misma que la del Maestro, inclinarse a servir a los demás con humildad y sencillez. Lo dice claramente: "Les di ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes" (13, 15). Pero también enseña que esta humildad no produce tristeza, debilidad, no es anularse a sí mismo, sino que produce la verdadera felicidad, es una liberación, es gozo y vida nueva: "Si lo saben y lo cumplen, serán felices" (v. 17). Sin embargo uno de los apóstoles no acepta esa humillación, quiere un Mesías dominante, y quiere reinar al lado de un triunfador mundano, y por eso renuncia a ese camino de felicidad que Cristo propone. No basta admirar a Jesús, no basta ser sus discípulos; es necesario permitirle también que transforme nuestras opciones y nuestra forma de actuar, que sane nuestro deseo de dominio y de apariencia y nos infunda deseos de servir humildemente, que nos haga vivir esa alegría del servicio desinteresado que nunca podremos encontrar buscándonos a nosotros mismos. Por eso decía un pensador: "Si no tomamos la responsabilidad de servir a los demás, el sufrimiento será ilimitado. Pero cuando desarrollamos una mente amplia y sentimos compasión por los otros, eso es altamente beneficioso para nosotros mismos... Cuanto más nos ocupemos de la felicidad de los demás, mayor será nuestra sensación de bienestar".
Oración: "Jesús, te doy gracias por tu ejemplo de humildad y de servicio, porque no buscaste la gloria mundana, y me propones un camino de libertad interior y de alegría, sin las ataduras de la vanidad, la apariencia y la sed de poder". 453
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Semana 4 de Pascua VIERNES: JN 1 4 , 1-6
Este capítulo 14 está lleno de promesas consoladoras, es un verdadero discurso de despedida de Jesús que quiere dar ánimo a sus discípulos. El primer consuelo que les da es decirles que él se va, pero que volverá y los tomará para que estén con él en el lugar que él preparará. Para este evangelio, nuestra relación con Cristo es "estar con él", porque él es "Dios con nosotros". Pero este estar con Jesús no sucederá después de nuestra muerte; comienza ahora, en la vida de la comunidad que lo ha descubierto resucitado. La partida de Jesús ha sido desaparecer de un modo visible para entrar de un modo más profundo en lo íntimo de nuestras vidas. Los apóstoles sufrieron con la muerte de Jesús, pero luego de su resurrección tuvieron un encuentro mucho más bello e intenso con Jesús, porque comenzaron a experimentar su presencia en lo íntimo de sus corazones y en medio de la comunidad. Por eso, el anuncio de volver a tomarlos con él para estar juntos, no se refería a la muerte de los Apóstoles, sino a la nueva relación que iban a tener luego de la resurrección. Cuando los discípulos le preguntan dónde va y cómo harán para seguirlo, Jesús responde que él mismo es el camino, la verdad, y la vida; es decir, que simplemente deben dejarse tomar por él y que con él encontrarán todo. Creyendo en él encontrarán la verdad y la vida que anhelan. También nosotros deberíamos dejarnos consolar por estas palabras. Muchas cosas nos ha negado la vida, muchas cosas hemos perdido o nos han quitado, pero hay en nuestras vidas una presencia que nos permite superar toda ausencia, hay un gozo diferente que nos permite superar todo dolor y toda pérdida.
Oración: "Señor, quiero dejarme tomar por ti, que estás resucitado, que estás buscando entrar en mi vida para llenarla de tu vida y de tu verdad. Tómame Señor, tómame contigo, para que me libere de la soledad interior".
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Semana 4 de Pascua SÁBADO: JN 1 4 , 7 - 1 4
Jesús nos refleja la gloria del Padre, en él encontramos todo el amor y la luz del Padre Dios. Pero Jesús nos promete aquí algo desconcertante. Dice que los creyentes harán obras mayores que las que hizo él. ¿Cómo podemos entender esta promesa? ¿Acaso todos los creyentes podemos hacer algo más grande que resucitar muertos y curar ciegos? En realidad no, porque cuando el evangelio de Juan usa la palabra "mayores" se refiere a cosas de un nivel superior. ¿Pero qué sería un nivel superior que resucitar a un muerto? Hay algo superior a eso: comunicar a los demás algo sobrenatural. Porque la resurrección de Lázaro fue devolverle la vida física, natural; pero cuando una persona abre su corazón a Dios y recibe su gracia y su luz, entonces entra en otra dimensión, en la vida sobrenatural, en una vida que vale mucho más que la vida física y natural. De hecho, veamos que Jesús antes de su resurrección logró muy poco, porque pocos creyeron realmente en él, y lo abandonaron en la cruz. En cambio, luego de su resurrección la fe cristiana creció de una manera admirable, una multitud abrió el corazón a Jesús en poco tiempo. Por lo tanto, cuando Jesús antes de morir promete que los creyentes harán obras mayores que las que él hizo, está diciendo que los creyentes unidos a él, a partir de su resurrección lograrían difundir la fe y el amor de una manera admirable, pero no por su propio poder, sino por el poder de Cristo resucitado actuando a través de ellos. ¿Somos capaces de dejarnos tomar por Jesús resucitado para hacer esas obras superiores, o nos conformamos con poco?
Oración: "Señor, no quisiera encerrarme en una vida mediocre, sin fecundidad. Quisiera lograr algo maravilloso, algo grande con las fuerzas que me diste. Y tú me enseñaste que lo más grande que puedo hacer es llevarte a los demás, para que ellos te conozcan y te amen. Tómame con tu poder para cambiar el corazón de los que te rechazan". 455
Domingo 5° de Pascua AÑO A : JN 1 4 , 1 - 1 2 Ver viernes y sábado anteriores. AÑO B: JN 1 5 , 1-8 Jesús se compara a una vid, una parra, y los discípulos son las ramas; ellos son los sarmientos, que reciben de él la savia, la vida, el alimento que los sostiene. Por eso Jesús nos invita a permanecer en él, de manera que no terminemos secos y muertos. De él viene la vida espiritual, la vida sobrenatural. Pero en realidad la insistencia de este texto está en la invitación a dar frutos, a producir algo que valga la pena, y nos dice que sólo unidos al Señor podemos dar frutos. Jesús toca con estas palabras una de las necesidades más profundas del ser humano, que es el deseo de sentirse fecundo, de ser útil, el anhelo de desarrollar las propias capacidades para producir algo bueno en este mundo, para que nuestros años no vayan pasando sin que podamos regalarle algo bueno a este mundo. Esta fecundidad da gloria al Padre (15, 8), porque él ama que la vida se difunda, se multiplique, se derrame cada vez más. Él nos quiere vivos produciendo fruto, no muertos y estériles. Y este Padre que recibe gloria cuando damos frutos, es el viñador, el que poda las ramas para que produzcan más fruto. Y esa limpieza de las ramas se realiza a través de la palabra de Jesús (15, 3). Se trata de las purificaciones que debe recibir nuestro corazón cuando se está esclavizando, cuando se está apegando demasiado a las cosas y vanidades del mundo, y cuando al escuchar la palabra de Jesús descubre su miseria. Entonces puede entregar, dolorosamente, las cosas y los proyectos que lo esclavizaban. Pero ese dolor es liberador, y permitirá que la rama pueda ser fecunda, que pueda ofrecer fruto abundante de vida, de amor, de alegría para Dios y para los demás.
Oración: "Señor, dame la gracia de dejarme purificar con tu Palabra, de permitir que tú me purifiques y me limpies para que mi vida sea fecunda, para que no me encierre en una búsqueda egoísta de placer y comodidad que no me permite dar fruto". 456
Domingo 5 ° de Pascua AÑO C : JN 1 3 , 3 1 - 3 5
Aquí comienzan los discursos de despedida de Jesús. Llama la atención que Jesús diga que ya ha sido glorificado, porque tendríamos que decir que la glorificación de Jesús se produjo en su muerte y en su resurrección. Pero esto se explica porque la decisión firme de Judas de traicionarlo es como el comienzo de la pasión de Jesús, como si comenzara a cargar la cruz con su dolor interior. En la angustia de la traición de Judas, Jesús comienza a dar la vida para salvarnos. De hecho, en el versículo 32 se aclara que esta primera glorificación que se realiza por la traición de Judas es sólo una parte. Falta que se realice la glorificación plena, cuando el Padre lleve a Jesús con él después de su muerte, cuando finalmente pase "de este mundo al Padre" (13, 1). En el v. 33 Jesús anuncia su partida para ir allí donde nadie más puede ir: al Padre (14, 12). Sin embargo, dice a Pedro que podrá seguirlo más tarde (13, 36), porque Pedro también entregará su vida. Y en 13, 34-35 deja su mandamiento, el que nos identifica como discípulos suyos, la verdadera "señal de los cristianos". Sin embargo, como ese mandamiento ya aparecía en el Antiguo Testamento (Lev 19, 18), nos preguntamos por qué dice Jesús que es "nuevo". Y es nuevo por dos motivos: porque sólo gracias a Cristo, a su entrega total, podemos saber todo lo que significa amar al hermano, amarlo hasta las últimas consecuencias; y también es nuevo porque gracias a la vida interior que él nos comunica podemos tener la fuerza para cumplirlo sinceramente y de verdad.
Oración: "Señor, yo sé que sólo puedo amar a los demás como tú lo hiciste si tu amor sobrenatural se hace presente en mi vida, si me transformas y me movilizas con la fuerza de tu amor. Por eso te ruego, enséñame a cumplir tu mandamiento de amor".
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Semana 5 de Pascua LUNES: JN 1 4 , 2 1 - 2 6
Estas preciosas promesas nos hablan de la intimidad de Dios en nuestros corazones. Los que aman a Dios se convierten en verdaderos templos de la presencia del Padre y de Jesús amándolos. Sólo esa presencia de amor hace posible cumplir de verdad los mandamientos, vivir lo que el Señor nos pide. Pero luego aparece alguien más haciéndose presente en la intimidad de los creyentes: el Padre enviará el Espíritu Santo. El es el que enseñará todo a los discípulos para que puedan comprender las enseñanzas de Jesús. Y en realidad el Espíritu Santo no enseñará cosas que Jesús no haya dicho, sino que "recordará" y hará comprender en profundidad las palabras de Jesús. El nombre "Paráclito" es una expresión griega que significa "llamado junto a", es decir, el que uno invoca para que esté a su lado. Como cuando uno grita a un amigo para que lo ayude y acompañe. Llamarle "consolador" puede reducir su Santo viene a estar con nosotros no sólo para sino también para fortalecernos, enseñarnos, y especialmente para hacer presente a Jesús sentido de sus palabras.
función, ya que el Espíritu consolarnos en la aflicción, acompañarnos, renovarnos, y recordarnos el verdadero
El Paráclito es entonces el que viene a estar con nosotros para darnos lo que más necesitamos.
Oración: ' T e n Espíritu Santo, porque necesito recordar las palabras de Jesús para iluminar mi vida de cada día. Ven a estar conmigo porque sin esa luz mi vida pierde sentido, y se apaga la verdadera alegría".
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Semana 5 de Pascua MARTES: JN 1 4 , 2 7 - 3 1
Jesús ofrece su paz, y más adelante prometerá también la alegría (16, 22). La paz y la alegría son dos necesidades profundas del corazón humano: la seguridad y la intensidad, la serenidad y el entusiasmo. Pero no hay que confundir esta paz con un estado de ánimo en que nada nos inquieta, cuando en realidad no nos interesa nada de nadie, porque estamos cómodos en nuestro propio egoísmo. Esa es en realidad la paz de los cementerios, es la paz de los que han dejado morir su capacidad de amor, lo más valioso que llevaban dentro. No podemos pensar, por ejemplo, que una mujer angustiada por su hijo enfermo no tenga la paz de Jesús sólo porque le falta la serenidad psicológica. La paz de Jesús es otra cosa, es la seguridad que dan su presencia y su amor en medio de las angustias y preocupaciones. De hecho, el mismo Jesús experimentó angustia y alteraciones interiores (11, 33; 13, 21). Por eso Jesús aclara cómo nos da su paz: "No la doy como la da el mundo" (14, 27). Su paz es de otro nivel, más profundo y valioso, no brota de las seguridades del mundo, sino del amor: "Si me amaran..." (14, 28). El que se deja amar por Jesús y reacciona amándolo y sirviendo al prójimo, encuentra la verdadera paz de su corazón, la paz que los intereses del mundo no nos pueden dar, la paz del que siente que su vida vale la pena.
Oración: "Busco tu paz Señor, necesito tu paz, porque este mundo no me permite alcanzar armonía y fortaleza, sino temores, angustias, insatisfacción. Dame tu paz, Señor, la paz que brota de tu amor".
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Semana 5 de Pascua MIÉRCOLES: JN 1 5 , 1-8 o
Ver domingo 5 de Pascua. Año B. JUEVES: JN 1 5 , 9 - 1 1 Al igual que la paz, la alegría que Jesús ofrece brota del amor, del amor que llega a transformar la vida, que produce obras de amor, que hace nacer una vida de acuerdo a los mandamientos. Aquí queda claro que la fecundidad que obtiene el hombre si permanece unido a Cristo no se busca con un interés utilitarista o vanidoso. Es una realidad de diálogo y de amor, y los frutos son una respuesta de amor. De hecho, pocas veces Jesús declara su amor con tanta ternura como en este capítulo: "Como el Padre me amó, yo también los amé" (15, 9). El amor de Jesús hacia sus discípulos es inmenso, como el amor que el Padre le tiene a él. El amor de Jesús hacia nosotros es una prolongación del amor divino que viene del Padre Dios; por lo tanto es plenitud total de amor, desbordante, inimaginable. Y este amor de Jesús que se hace fecundo, que llega a producir fruto en nuestra vida, es la fuente de la verdadera alegría, una alegría que por ser espiritual no es menos intensa, porque es participar de la alegría de Jesús. Y él quiere que esa alegría sea plena, completa: "Les he dicho esto para que participen de mi alegría, y la alegría de ustedes sea colmada" (15, 11). ¡Qué hermoso es saber que estamos llamados a una alegría siempre más grande, a una alegría que no se desgasta sino que se agranda con los años, hasta que nos inundemos en la alegría celestial que nos desbordará por todas partes. El Concilio Vaticano II dijo que "La Iglesia es la verdadera juventud del mundo; posee lo que hace la fuerza y el encanto de la juventud: la capacidad de alegrarse con lo que comienza, de darse sin recompensa, de renovarse y de partir de nuevo hacia nuevas conquistas...".
Oración: "Dame tu alegría Señor, porque en ti está la alegría más perfecta del corazón humano, ese corazón que creaste para ti. Lléname de tu amor, para que ese amor se convierta en vida desbordante, en fecundidad, en gozo". 460
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Semana 5 de Pascua VIERNES: JN 1 5 , 1 2 - 1 7 El amor de Jesús además de ser grande, es realmente íntimo, como el amor del amigo que quiere compartirlo todo con el amigo del alma: "A ustedes los llamé amigos, porque todo lo que oí a mi Padre se lo comuniqué a ustedes". Jesús ya no quiere aparecer como el rey que exige sometimiento y obediencia, sino como el amigo del corazón que espera una respuesta de amor. Es cierto que Jesús pide algo a sus discípulos, les reclama una entrega, pero sus pedidos están unidos al dulce regalo de su intimidad. Y en realidad lo que él nos exige para seguir regalándonos su intimidad y su amistad no son mandamientos duros ni cargas pesadas. Sólo nos pide lo que puede hacernos felices, lo que nos conviene: que nos amemos. Ese es el fruto que él espera, esa es la fecundidad que produce su vida en nuestra vida. Nos pide que no dejemos clausurado su amor en nuestra intimidad, que dejemos en libertad el dinamismo de su amor y lo compartamos con los demás sin ponernos límites, hasta el punto de dar la vida por los amigos: "No hay amor más grande que dar la vida por los amigos" (15, 13). Pero el origen de nuestra capacidad de amar no está en nosotros, en nuestras iniciativas o en nuestras fuerzas naturales; está en su amor, que siempre tiene la iniciativa: "No me eligieron ustedes a mí, sino que yo los elegí a ustedes" (15, 16). No ignoremos la belleza de esta verdad: hemos sido amados antes de que pudiéramos hacer algo; hemos sido mirados con amor, hemos sido elegidos sin que nosotros hayamos tenido que comprar esa mirada de ternura. No lo conquistamos al Señor con algo bello que sea nuestro, sino que él mismo ha puesto en nosotros la hermosura que lo cautiva. No nos buscó porque necesitaba algo, simplemente nos eligió porque sí, porque quiso; nos eligió por puro amor.
Oración: "Coloca en mi corazón Señor, ese ideal supremo de dar la vida, de reproducir en mi existencia tu suprema entrega de amor. Te doy gracias, Señor, por el tesoro de tu amistad y te pido que destruyas todas las resistencias que pongo a ese amor inmenso". 461
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Semana 5 de Pascua SÁBADO: JN 1 5 , 1 8 - 2 1
Después de hablar de su amor y de su amistad, Jesús quiere decir toda la verdad a sus discípulos. Él no les promete una vida paradisíaca, sin dificultades, sin angustias, sin persecuciones; no promete éxitos, aplausos, reconocimientos sociales. La vida que él propone no se puede hacer coincidir con los ideales mundanos marcados por la vanidad, la apariencia, la fama. Jesús muestra con claridad que su ideal de amor debe estar ligado a la humildad, la sencillez, la ausencia de pretensiones mundanas. Por eso sus discípulos deben estar dispuestos más bien a la incomprensión, al desprecio, al rechazo; no pueden pretender que el mundo los consulte o les ofrezca poder y gloria, porque la presencia de Dios en sus vidas es el mejor premio, la mejor seguridad, la única fuerza que necesitan. El mundo no los va a aplaudir por su fe y por sus convicciones, porque la fe y las convicciones de un cristiano auténtico son un desafío a su comodidad, a su egoísmo, a su estrecho horizonte. Y las dificultades de los discípulos ante el mundo, el rechazo, la persecución, el desprecio, son un reflejo de la pasión del maestro, son una participación en la suerte de Jesús que el discípulo no puede evitar ni rechazar: "El siervo no es más que su señor; si a mí me han perseguido los perseguirán a ustedes" (15, 20). Por lo tanto no se puede renunciar a las burlas, los desprecios, los rechazos del mundo. Y entonces el ideal del cristiano no puede ser adaptarse a los demás de tal manera que a ellos no les moleste lo que Jesús nos pide. El evangelio es una buena noticia, pero también es una espina, es un llamado a la conversión, y ese llamado no siempre es recibido con apertura y gratitud.
Oración: "Señor, que elegiste la vida de los pobres, que no tienen un lugar en la sociedad, que son excluidos y olvidados, despreciados y abandonados. Ayúdame a aceptar que no me aplaudan por creer en ti, y concédeme que no me avergüence de tu amistad ante el desprecio del mundo". 462
Domingo 6° de Pascua AÑO A : JN 1 4 , 1 5 - 2 1
Vale la pena detenerse a meditar las hermosas palabras de despedida de Jesús que nos ofrece el evangelio de Juan. Aquí aparece Jesús reunido con sus discípulos para hablarles de amor antes de su partida. Él quiere que no se angustien demasiado por su muerte y sepan descubrir que tiene un plan maravilloso para ellos: "No los dejo huérfanos, volveré" (v. 18). Jesús anuncia que estará presente de una manera distinta, que sólo podrán descubrir con los ojos de la fe; por eso el mundo no lo podrá descubrir, pero ellos sí podrán reconocerlo: "ustedes sí me verán" (v. 19). ¿t
Y ese encuentro con Jesús será como una nueva vida para ellos: Yo vivo y ustedes vivirán" (v. 19). Aquel día no tendrán que llorar su ausencia; todo lo contrario, porque "comprenderán que yo estoy en el Padre, y ustedes en mí y yo en ustedes". Jesús anuncia que la intimidad divina se hará presente en el interior de los discípulos, que sabrán como nunca cómo los ama Jesús, y lo verán mejor que nunca: "Yo lo amaré y me manifestaré a él" (v. 21). Todo esto será posible por la acción del Espíritu Santo (v. 16-17). Pero para eso hay que estar dispuesto a cumplir el mandamiento de amor que Jesús deja a sus discípulos, porque nadie puede vivir la experiencia de su presencia si se aisla de los demás. Esa situación sublime que Jesús anuncia a sus discípulos es lo que sucedió después de su resurrección; por lo tanto es la situación que nosotros deberíamos vivir, reconociendo con gratitud y alegría la presencia amante de Jesús en nuestras vidas, y reaccionando ante ese amor con gestos de amor hacia los hermanos.
Oración: "Ilumíname Señor, para que pueda descubrir lo que no descubren los ojos mundanos, para que pueda ver que estás realmente presente en mi vida, manifestándote en mi vida y amándome. Derrama tu Espíritu para que él me haga reconocer tu presencia".
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Domingo 6° de Pascua AÑO B: JN 1 5 , 9 - 1 7 Aquí se nos habla de la fecundidad que obtiene el hombre si permanece unido a Cristo. Pero no es una invitación a buscarlo con un interés utilitarista o vanidoso. Es una realidad de diálogo y de amor, y los frutos son una respuesta de amor. De hecho, pocas veces Jesús declara su amor con tanta ternura como en este capítulo: "Como el Padre me amó, yo también los amé" (15, 9). El amor de Jesús hacia sus discípulos es inmenso, como el amor que el Padre le tiene a él, es una prolongación del amor divino que viene del Padre Dios; por lo tanto es plenitud total de amor, desbordante, inimaginable fuente de una alegría que colma el corazón. El amor de Jesús además de ser grande, es íntimo, como el amor del amigo que quiere compartirlo todo con el amigo del alma: "A ustedes los llamé amigos, porque todo lo que oí a mi Padre se los comuniqué". Y lo que él nos exige para seguir regalándonos su intimidad y su amistad no son mandamientos duros ni cargas pesadas. Nos pide simplemente lo que puede hacernos felices, lo que nos conviene: que nos amemos. Ese es el fruto que él espera, esa es la fecundidad que produce su vida en nuestra vida. Nos pide que no dejemos clausurado su amor en nuestra intimidad, que dejemos en libertad el dinamismo de su amor y lo compartamos con los demás sin ponernos límites, hasta el punto de dar la vida por los amigos: "No hay amor más grande que dar la vida por los amigos" (15, 13). El origen de nuestra capacidad de amar está en su amor, que siempre tiene la iniciativa: "No me eligieron ustedes a mí, sino que yo los elegí a ustedes" (15, 16). El es el que nos llama, el que nos busca cuando lo ignoramos y lo olvidamos, el que toca nuestros corazones con su amor cuando sólo nos estamos contemplando a nosotros mismos, el que da el primer paso antes de que nosotros hagamos algo. Él siempre ama primero.
Oración: "Coloca en mi corazón Señor, ese ideal supremo de dar la vida, de reproducir en mi existencia tu suprema entrega de amor. Te doy gracias Señor por el tesoro de tu amistad y te pido que destruyas todas las resistencias que pongo a ese amor inmenso". 464
Domingo 6° de Pascua AÑO C : JN 1 4 , 2 3 - 2 9
Jesús ofrece su paz, y más adelante prometerá también la alegría (16, 22). La paz y la alegría son dos necesidades profundas del corazón humano: la seguridad y la intensidad, la serenidad y el entusiasmo. Pero no hay que confundir esta paz con un estado de ánimo en que nada nos inquieta, porque en realidad no nos interesa nada de nadie, porque estamos cómodos en nuestro propio egoísmo. Esa es en realidad la paz de los cementerios, esa es la falsa paz de los que han dejado morir la capacidad de amor que Dios puso en sus corazones, los que mataron lo más valioso que llevaban dentro. La paz de Jesús no es la serenidad psicológica del que vive cómodo en su mundo y no se preocupa por nadie. La paz de Jesús es otra cosa, es la seguridad que dan su presencia y su amor en medio de las angustias y preocupaciones. De hecho, el mismo Jesús experimentó angustia y alteraciones interiores (11, 33; 13, 21). Por eso Jesús aclara cómo nos regala su paz divina: "No la doy como la da el mundo" (14, 27). La paz y la alegría que Jesús da son de otro nivel, más profundo y valioso; no brotan de las seguridades del mundo, sino del amor: "Si me amaran..." (14, 28). El que se deja amar por Jesús y reacciona amándolo y sirviendo al prójimo, encuentra la verdadera paz de su corazón, la paz que los intereses del mundo no nos pueden dar. Y esa paz que nosotros podemos vivir es superior a la que podían vivir los apóstoles antes de la muerte de Jesús; porque ahora nosotros podemos gozar de la presencia de Jesús resucitado en nuestra intimidad, derramando su gracia y la fuerza de su amor. Por eso Jesús decía a sus discípulos: "Si me amaran se alegrarían de que yo me fuera al Padre" (v. 28).
Oración: "Busco tu paz Señor, necesito tu paz, porque este mundo no me permite alcanzar armonía y fortaleza, sino temores, angustias, insatisfacción. Dame tu paz, Señor, la paz que brota de tu amor".
465
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Semana 6 de Pascua LUNES: JN, 1 5 , 2 6 - 1 6 , 4
Jesús promete a sus discípulos que cuando llegue a la presencia del Padre enviará al Paráclito, el Espíritu Santo: "El Paráclito que yo les enviaré de parte del Padre dará testimonio de mí" (15, 26). ¿Qué significado tiene este "testimonio"? El Espíritu Santo da testimonio de Cristo en nuestro interior, porque los discípulos deben soportar la persecución, el rechazo del mundo, y para mantenerse firmes en la prueba necesitan de la fortaleza interior que sólo el Espíritu Santo puede dar. El Espíritu hace presente el amor de Jesús y el recuerdo de sus palabras en el corazón de los discípulos, cuando todo el mundo está proclamando un mensaje diferente. Cuando la fe sea puesta a prueba, el Espíritu Santo defenderá a Cristo, luchará a su favor dentro de nuestro propio corazón, para que nos aferremos a su amor y no nos dejemos seducir por los atractivos del mundo que quieren ocupar el primer lugar en nuestros deseos y en nuestros planes. Pero más que pensar que el Espíritu Santo da argumentos en favor de Cristo, hay que pensar en la vida sobrenatural que él comunica a los creyentes, vida que es paz y alegría, fortaleza y valentía; y esa vida es Cristo mismo resucitado viviendo en el creyente. Con esa vida interior, el creyente puede atreverse a dar testimonio de Cristo en medio del mundo adverso, sin avergonzarse de su fe en Jesús: "Ustedes también darán testimonio de mí" (15, 27).
Oración: "Espíritu Santo, dame el gozo de reconocer a Cristo en mi interior, para que su amor y su hermosura me deslumhren, y pueda comprender de verdad que las ofertas del mundo son nada a su lado, para que pueda serle fiel en medio de la tentación".
466
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Semana 6 de Pascua MARTES: JN 1 6 , 5 - 1 1
Jesús quiere hacer ver a sus discípulos que no deben entristecerse por su partida, porque en realidad esa partida será un bien para ellos: "Les conviene que yo me vaya" (16, 7). Porque es necesario que Jesús sea glorificado, que pase por la cruz para liberarnos del pecado y resucite llegando glorioso a la presencia del Padre, para poder enviarnos así al Espíritu Santo: "Si no me voy no vendrá a ustedes el Paráclito" (16, 7). Y la presencia interior del Espíritu Santo es una riqueza y un tesoro que los discípulos no podían ni siquiera imaginar; porque es el Espíritu el que derrama la gracia divina en los corazones y hace presente la vida de Jesús en lo íntimo de los creyentes. Pero este texto describe la obra del Espíritu Santo de un modo extraño; dice que el Espíritu Santo convence a los creyentes "de un pecado, de una justicia, de una sentencia" (16, 8). En definitiva esto significa que el Espíritu saca a luz el error del mundo que no da a Cristo su lugar y que se mueve con falsos valores que no son su mensaje de amor. Y toda la miseria que el mundo trata de ocultar y disfrazar sale a la luz en toda su negrura gracias a la acción del Espíritu en nuestros corazones. El Espíritu hace ver el pecado de incredulidad del mundo, y así muestra cómo el camino que ofrece el mundo es ceguera, oscuridad, sinsentido. Hace ver la justicia, porque muestra que la verdadera justicia, la de Dios, está del lado de Cristo y no de las mentiras del mundo, y hace ver también una sentencia, porque Dios ya ha sentenciado a los poderes del mal, ya los ha condenado, aunque aparentemente ellos lleven las de ganar, aunque parezcan victoriosos.
Oración: "Convénceme Espíritu Santo, hazme ver la miseria de las vanidades del mundo, hazme ver el vacío de una vida sin Cristo, no permitas que olvide que la verdad está en el, aunque a veces el mundo me deslumbre con su apariencia".
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Semana 6 de Pascua MIÉRCOLES: JN 1 6 , 1 2 - 1 5
Jesús sabe que los discípulos no pueden comprender todas sus palabras, pero les promete que cuando llegue el Espíritu Santo él los hará alcanzar la verdad completa (16, 13). En realidad este texto dice "los conducirá en la Verdad completa". Y como en el evangelio de Juan la "Verdad" es el mismo Jesús, esto significa que el Espíritu Santo nos conduce dentro del misterio de Jesús para que podamos comprenderlo plenamente. No significa entonces que el Espíritu Santo nos da algo que Jesús no nos puede dar, o que nos enseña cosas que Jesús no nos enseñó. En realidad lo que él hace es recordarnos las enseñanzas de Jesús e introducirnos dentro del misterio de Jesús para que podamos comprender mejor sus palabras y amarlo más. El Espíritu Santo nos lleva a Jesús, nos acerca más a él, nos hace entrar en él. Y en cada momento de nuestra vida él nos recuerda las palabras de Jesús para que iluminen nuestra existencia y nos permitan seguir el buen camino. Por eso Jesús dice que el Espíritu Santo "no hablará por su cuenta" (16, 13). Y en todo lo que el Espíritu Santo hace está dando gloria a Jesús, ya que lo que él comunica es lo que recibe de Jesús (v. 14), así como Jesús comparte todo con el Padre amado (v. 15). Vemos así que en este texto está presente el Misterio de la Trinidad, donde las tres Personas divinas lo comparten todo, recibiendo una de la otra, pero compartiendo la misma y única divinidad.
Oración: "Condúceme, Espíritu Santo, dentro del misterio de Jesús, guíame en esa riqueza inabarcable de sus palabras, para que descubra en mi interior el sentido profundo de su enseñanza".
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Semana 6 de Pascua JUEVES: JN 1 6 , 1 6 - 2 0
Jesús dice "dentro de poco no me verán pero después me verán". Los discípulos no comprenden esas palabras. Pero en realidad si leemos todo el evangelio de Juan podemos advertir que permanentemente aparece esa incomprensión de los discípulos frente a las palabras de Jesús. Eso significa que los discípulos, que todavía no habían recibido toda la luz del Espíritu, no estaban capacitados para comprender las palabras del Señor; y así podemos descubrir la necesidad de invocar al Espíritu Santo para poder comprender la Sagrada Escritura que él ha inspirado. La Palabra de Dios no es un libro más, son palabras divinas que con las luces de nuestra mente no se captan en toda su profundidad. Es indispensable la luz del Espíritu Santo. Y Jesús anuncia que después de un breve período de dolor y oscuridad volverán a verlo y su tristeza se convertirá en alegría. Pero esa promesa no es tanto la de verlo con los ojos del cuerpo o con la inteligencia, sino con la mirada del amor que nos permite reconocer su presencia aun cuando todo parece estar oscuro. Eso es lo que podemos descubrir en el relato de la resurrección, porque al ver a Jesús resucitado "los discípulos se llenaron de alegría" (20, 20). Nosotros, que hemos conocido al Señor resucitado, que creemos que él está vivo entre nosotros, podríamos preguntarnos si de verdad estamos viviendo esa maravillosa alegría de Jesús, o si estamos tan sumergidos en nuestro pequeño mundo y en nuestros proyectos y problemas, que ya no tenemos un espacio en el corazón para esa alegría de la resurrección.
Oración: "Espíritu Santo, tú que inspiraste la Sagrada Escritura, abre mis ojos para que pueda comprenderla y gozarla, para que se haga carne en mi vida y pueda reflejarla en todas mis obras y actitudes".
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Semana 6 de Pascua VIERNES: JN 1 6 , 2 0 - 2 3
Jesús quiere vencer la tristeza de los discípulos, que saben que su final está cerca, que presienten el término de su vida compartida. En realidad no les niega el derecho a llorar cuando el mundo se alegre por su dolor y su aparente fracaso (v. 20). Pero Jesús anuncia que esa tristeza podrá convertirse en alegría. Como cuando la mujer, después del dolor, da a luz un hijo (v. 21), esa alegría inundará el corazón de los discípulos al descubrir que Cristo ha triunfado, ha regresado, y ha penetrado invisible y maravillosamente en su interior: "Volveré a verlos y se les alegrará el corazón. Y nadie les podrá quitar esa alegría" (v. 22). Pero el ejemplo del parto hace pensar que ese dolor tiene un valor especial. No sólo es algo que hay que tolerar, no es simplemente algo molesto, que no tiene sentido, que no sirve para nada, sino una especie de nuevo nacimiento. Así como el dolor del parto es necesario para que pueda nacer una vida nueva, del mismo modo el dolor de los discípulos es como una intensa y necesaria purificación que los capacita profundamente para poder descubrir mejor y gozar la presencia interior de Jesús resucitado. Es un dolor fecundo, que es transfigurado por la acción del Espíritu Santo, y que abre paso a la vida nueva de la resurrección. Por eso el consuelo de Jesús no es decir: "Aguanten, que ya pasa". Su consuelo más bien es decir: "Acepten ese dolor, porque producirá algo bello que los llenará de alegría". Toda purificación, cuando es aceptada, cuando se le vive en unión con el Señor, cuando se convierte en una ofrenda de amor, seguramente dará frutos, producirá una vida nueva y mejor. De hecho, después de pasar por un momento difícil, si uno lo ha vivido en la fe y en el amor, la vida se goza y se valora más que antes.
Oración: "Señor Jesús, enséñame a aceptar el dolor interior cuando me parece que estás ausente, cuando no siento tu fuerza y tu gozo y me agobian las dificultades y fracasos. Ayúdame a descubrir que, si lo uno a ti, ese dolor producirá vida y alegría". 470
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Semana 6 de Pascua SÁBADO: JN 1 6 , 2 3 - 2 8
Los discípulos podrán descubrir una vez más el poder y el amor de Dios cuando pidan en el nombre de Jesús y reciban lo que necesitan. En tonces, la alegría colmará totalmente su corazón, porque reconocerán que Jesús está vivo actuando en sus vidas: "Pidan y recibirán, para que la ale gría de ustedes sea colmada" (v. 24). Pero Jesús quiere despertar mejor la conciencia del amor del Padre diciéndoles que no es necesario que él interceda por ellos ante el Padre. Por el sólo hecho de creer en Cristo y amarlo, los discípulos son especial mente amados por el Padre y el Padre está delicadamente atento a sus súplicas. El solo hecho de presentarle al Padre el nombre de Cristo, su Hijo amado, hace que el Padre no pueda resistirse a nuestras súplicas: "No digo que yo pediré por ustedes, porque el Padre mismo los ama, ya que ustedes me han amado y han creído" (v. 27). Este texto nos muestra la relación de amor que hay entre el Padre y el Hijo, y que cuando nosotros nos dejamos amar por Dios y lo amamos, es como si nos insertáramos en esa mirada amorosa que hay del Padre al Hijo y del Hijo al Padre. La vida espiritual es entrar en ese movimiento de amor que hay en la Trinidad, donde el Espíritu Santo es el lazo de amor. Ese mismo Espíritu de amor se derrama en nosotros y nos une a la intimidad que hay entre Jesús y el Padre Dios: "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" (Rom 5, 5). Porque el Espíritu Santo es el que recibe del Padre y del Hijo y hace entrar en nosotros esa preciosa vida divina (Jn 16, 14-15).
Oración: "Te doy gracias Padre por tu inmenso amor; porque entregaste a tu propio Hijo para darnos la vida. Quiero confiar en la salva ción que me trae Jesús, dejarme tomar por su vida, y permitirle que ilumine todo mi ser y toda mi existencia para liberarla de la oscuridad y de la muerte con el poder del Espíritu Santo".
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Ascensión del Señor AÑO A : MT 2 8 , 1 6 - 2 0
Jesús, después de su resurrección, citó a sus apóstoles en un monte y allí se hizo presente. Ellos lo adoraron, porque reconocían en Jesús toda la presencia de la divinidad. Pero Jesús los ha reunido para encomendarles una misión. Él se acerca más a los apóstoles para mostrarles que no sólo quiere que lo adoren, sino que se unan a él en la intimidad; pero también quiere hacerles notar que esa experiencia no debe quedar encerrada en ese pequeño grupo, sino que debe ser comunicada a todos. Por eso los envía para que todos los hombres lleguen a ser sus discípulos a partir del bautismo y la enseñanza de su Palabra. Jesús no hace ninguna promesa, no ofrece ningún premio o recompensa por el cumplimiento de esa misión, porque en realidad el mejor premio, el mejor regalo, es su presencia entre ellos. Los apóstoles deben descubrir que ya no será necesario citarlos en ese monte para que puedan encontrarse con él; deben aprender a descubrir la misteriosa presencia de Jesús con ellos que es permanente e ininterrumpida. Jesús los invita así a realizar la misión que él les encomienda viviéndola en su presencia: "Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo". La promesa es "siempre". Ya no habrá momentos vacíos o abandonados, porque él es fiel, él nunca está ausente, nunca deja de ofrecerse como amigo y fortaleza de nuestras vidas. Y "hasta el fin del mundo", porque tampoco habrá una época en la cual Jesús no esté presente. El es el Señor del tiempo y de la historia, y no nos salva sacándonos de nuestro mundo y de la historia que nos toca vivir, sino entrando en nuestra historia para purificarla, para iluminarla, para salvarla.
Oración: "Señor, toca mi mente y mi corazón para que yo pueda reconocer tu presencia en mi vida. Enséñame a mirar con los ojos interiores para descubrir tu luz en la sencillez cotidiana, y que tu presencia me libere de encerrarme en mí mismo y me lance a llevar tu Palabra". 472
Ascensión del Señor AÑO B: MC 1 6 , 1 5 - 2 0 En el evangelio de Marcos el anuncio de la buena noticia va dirigido a toda la creación, porque la presencia de Jesús resucitado tiene dimensiones cósmicas. Todo el universo goza de su presencia luminosa. De hecho, el texto quiere mostrar que la resurrección de Jesús debe transfigurar todo lo creado, pero sobre todo debe llevarnos a nosotros a un nuevo modo de relacionarnos con la creación. Los detalles del texto, que parecen demasiado maravillosos al lado de la cruda realidad que vivimos, están tomados de profecías antiguas que anunciaban la llegada del tiempo mesiánico como una época maravillosa de armonía y de paz. Y nosotros creemos que estamos en esa época maravillosa aunque todavía la humanidad y su relación con el mundo no hayan llegado a esa armonía. Jesús resucitado no se ha ido, no subió al cielo para desaparecer, sino para hacerse presente en lo más íntimo de la realidad y para darnos la posibilidad de lograr un mundo nuevo con su poder de resucitado. En la medida en que podamos desterrar el pecado de la humanidad y demos más espacio a la acción del Señor, el mundo irá alcanzando una mayor armonía, y entonces sí podremos tomar serpientes en nuestras manos, beber veneno y liberarnos de la enfermedad y del dolor. Pero como el rechazo del hombre limita la acción de Dios, el poder de Cristo presente en el mundo no puede desplegarse plenamente y sufrimos en medio de la desarmonía y las angustias. Podemos entender la pregunta que hacen los judíos: "Si el Mesías ya llegó ¿en qué se nota? ¿qué ha cambiado en el mundo? Y nosotros respondemos que Jesús está; está ofreciéndonos su amistad, su fuerza, su luz, para que podamos mejorar este mundo. ¿Lo estamos haciendo? Pero la renovación total de este mundo sólo se realizará cuando él vuelva. Y por eso podemos decir que nosotros también estamos esperando al Mesías.
Oración: "Convierte nuestros corazones Señor, para que podamos ser instrumentos de ese maravilloso poder que haces presente en nuestras vidas, y así el mundo pueda alcanzar la libertad y la verdadera paz". 473
Ascensión del Señor AÑO C: Lc 24, 46-53 En esta narración de la Ascensión del Señor llama la atención que precisamente cuando Jesús se va los apóstoles vuelven "llenos de un gran gozo", y como consecuencia iban permanentemente al templo a alabar a Dios. ¿A qué se debe que la partida de Jesús sea causa de tanto gozo y alabanza? ¿Cómo puede provocar tanta felicidad su partida, si realmente los apóstoles lo amaban?. Está claro que la Ascensión del Señor en realidad no es una partida, sino el comienzo de una nueva forma de presencia. Jesús deja de estar presente de un modo visible para hacerse presente de un modo invisible en lo íntimo de los corazones de sus discípulos. Por eso el evangelio dice que subía al cielo "mientras los bendecía". Su partida es una verdadera bendición para los discípulos porque les permite un encuentro mucho más hondo, mucho más íntimo con Jesús. Pero sin embargo falta algo. Falta que ese encuentro íntimo se convierta en fuente de vida para el mundo. Falta que los apóstoles salgan del encierro y contagien a los demás, y comuniquen al mundo el gozo de ese fantástico encuentro. Por eso Jesús les dice que deben esperar la promesa del Padre. El libro de los Hechos, que continúa el evangelio de Lucas, nos relatará el cumplimiento de esa promesa, cuando el Espíritu Santo se derramó sobre los apóstoles, cuando fueron revestidos del poder de lo alto que los lanzó a la evangelización. Entonces el encuentro con Jesús se hizo pleno, porque sólo cuando nos decidimos a llevar a Jesús a los demás terminamos de entrar en la amistad con él. Pero para dar ese paso necesitamos el impulso del Espíritu Santo, tenemos que invocarlo, tenemos que rogarle que nos saque de la comodidad y nos regale el gozo de llevar a Jesús a los demás.
Oración: "Señor, necesito del poder de tu Espíritu, toda la Iglesia necesita más y más de su impulso, del entusiasmo y la generosidad que sólo el Espíritu Santo puede provocar. Penetra mi vida con ese poder que me libere del egoísmo y la comodidad" 474
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Semana 7 de Pascua LUNES: JN 1 6 , 2 9 - 3 3
Con estas palabras Jesús termina sus discursos de despedida y consuelo y da lugar a la oración del capítulo 17. Pero aquí se nos dice que los discípulos comenzaban a entender con más claridad las palabras del maestro: "Ahora sí que hablas claro" (v. 29). Jesús acababa de anunciar que llegaría el día en que ya no le preguntarían nada (16, 23), pero parece que ese día ha llegado: "Ahora sabemos que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte" (v. 30). Esto indica que la Palabra del Señor ha ido haciendo su obra lentamente en el interior de sus corazones, y el Espíritu Santo ya ha comenzado a actuar aunque todavía no llegó la hora de su efusión más plena. Por eso Jesús ya había dicho a sus apóstoles que el Espíritu Santo habitaba en ellos (14, 17). No obstante, para que la obra del Espíritu alcanzara su plenitud e hiciera nacer la Iglesia, para que pudiera actuar de una manera más plena y universal, era necesario que "todo se cumpliera" en la cruz (19, 30). Por eso Jesús hace notar a sus discípulos que la fe de ellos todavía no tiene fuerza como para mantenerse firme en la tentación, y anuncia que todos lo abandonarán (16, 32). Jesús ha logrado introducir algo de luz en sus discípulos, pero hace falta que se derrame más plenamente el Espíritu, ese Espíritu de vida que brotará de su corazón abierto en la cruz. Recibiéndolo, ellos puedan alcanzar la verdad completa: "el Espíritu de la verdad los llevará hasta la verdad completa" (16, 13).
Oración: "Señor, tu conoces las oscuridades de mi mente y de mi corazón, tú sabes que mi fe muchas veces es demasiado débil frente a la tentación. Por eso te ruego que una vez más derrames tu Santo Espíritu en mi vida para iluminarme y fortalecerme con su presencia".
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Semana 7 de Pascua MARTES: JN 1 7 , 1 - 1 1
Al terminar sus discursos de despedida Jesús eleva sus ojos al cielo. El cielo, más que un lugar físico o una "habitación" de Dios, es el símbolo de la presencia de Dios que supera todo lo terreno, que está por encima de todo. Nos ayuda a ampliar nuestra mirada para no creer que todo se reduce a nuestro pequeño mundo. Pero eso no significa que Dios esté lejos. De hecho Jesús promete a sus discípulos llevarlos al Padre (14, 3; 17, 24), pero también les anuncia que el Padre vendrá a vivir en ellos (14, 23). El cielo es entonces esa presencia de Dios que nos supera, pero que se hace presente en lo más íntimo de nosotros, elevándonos. Por eso Jesús dice aquí que él quiere glorificar al Padre comunicando vida eterna a los hombres (v. 2), pero luego explica que esa vida eterna es conocer al Padre (v.3). No se trata entonces de dejar este mundo para alcanzar la vida eterna; sólo se nos invita a descubrir que esa vida ya se hace presente cuando conocemos al Padre gracias a Jesús. Y Jesús dice que él lo ha dado a conocer a los discípulos (v. 6), y por eso ha sido glorificado en ellos (v. 10). Cuando escuchamos a Jesús, y le permitimos que él nos muestre el verdadero rostro del Padre y la fuerza de su amor paterno, entonces el cielo se hace presente en la tierra. Sin embargo, hay que aclarar que cuando el evangelio habla de "conocer" al Padre no se refiere sólo a un conocimiento intelectual, sino sobre todo a un encuentro íntimo, profundo, feliz, afectuoso. Eso es el cielo en la tierra, o mejor, el cielo en el corazón de los creyentes.
Oración: "Señor Jesús, enséñame a conocer al Padre. Derrama tu Espíritu para que mis ojos se eleven para reconocerlo por encima de mis cosas y en lo más íntimo de mi vida. Dame la gracia de vivir cada día trascendiendo cada cosa para reconocer en ella la presencia de Padre, el cielo que se anticipa".
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Semana 7 de Pascua MIÉRCOLES: JN 1 7 , 1 1 - 1 9
La palabra "mundo" suele tener un sentido negativo. Se refiere al mundo que no conoce a Cristo, que lo rechaza, o está sumergido en el poder del mal y de las tinieblas. En este sentido, los discípulos "no son del mundo, como Jesús no es del mundo" (v. 16). Sin embargo, eso no implica un aislamiento o una huida del mundo. Advirtamos que Jesús dice con claridad al Padre que él no quiere pedirle que los retire del mundo, sino que los cuide del Maligno (v. 15); y además los envía al mundo (v. 18), para que el mundo crea (v. 21). Está claro entonces que el deseo de Jesús no era crear un grupo de selectos, aislados del mundo para evitar todo tipo de contagio. Es cierto que Jesús quiere a sus discípulos libres del mal, y por eso ruega al Padre, pero su deseo es que estén insertos en el mundo, sumergidos en él para iluminarlo y rescatarlo. Porque Jesús no se detiene a contemplar el mal del hombre sino sus posibilidades de bien, para poder llenar al hombre de su poder de salvación a través de la acción de sus discípulos. Cuando Jesús dice "por ellos me santifico a mí mismo" (v. 19), no se refiere a una santidad moral, como si él necesitara ser santificado; se refiere a una consagración. Jesús consagra su vida para ofrecerla en sacrificio, para santificarnos a nosotros (Heb 10, 10.14). La comunidad podrá contagiar al mundo y comunicarle el bien divino por el poder de esa consagración de Cristo que se difunde.
Oración: "Señor, tu me enviaste al mundo, al mundo lleno de ofertas y atractivos que a veces parecen opacar el atractivo de tu luz. Pero confío en ti Señor, me lanzo a ese mundo donde quieres derramarte, sabiendo que has orado por mí al Padre".
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Semana 7 de Pascua JUEVES: JN 1 7 , 2 0 - 2 6
Jesús aclara que él no ruega sólo por sus discípulos, sino por todos los que lleguen a creer en él. Por eso podemos decir que todos los creyentes estábamos presentes en ese amor y en esa preocupación de Jesús. El tam bién oró por mí. Pero en esta oración se destaca especialmente una súplica. Jesús ruega que sus discípulos sean uno. Jesús dice que para eso les ha comunicado su gloria. Eso significa que la unidad de los creyentes se explica por la ac ción misteriosa de Jesús que se hace presente en ellos. Y ya que Jesús está siempre unido al Padre, cuando la comunidad vive en el amor, entra en el ámbito divino de la Trinidad, se inserta en la comu nión de las Personas divinas, en la intimidad trinitaria. Pero como el modelo de la unidad comunitaria es la unidad perfecta de la Trinidad, la comunidad está llamada a una unidad siempre más plena, ya que nunca alcanza esa inimitable unidad que hay entre el Padre y el Hijo. A esa unidad se le atribuye un efecto sobrenatural: "para que el mundo crea". La comunidad unida es el mejor signo para el mundo, una fuerza de atracción que invita a entrar en esa unidad sublime. En los momentos en que peligra la unidad de la comunidad, cuando comienzan a asomar divisiones que obstaculizan la tarea evangelizadora, más que buscar la unidad con los propios esfuerzos y proyectos, habría que confiar en la oración de Jesús y decir al Padre: "Escucha la oración de tu propio Hijo, que se consagró por nuestra unidad. Padre, que seamos uno".
Oración: "Jesús, que amaste nuestra unidad cuando se la pediste al Pa dre, que quieres complacerte cuando nos ves unidos, derrama el Espíritu de la unidad para que él nos haga uno como tú y el Pa dre son uno".
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Semana 7 de Pascua VIERNES: JN 2 1 , 1 5 - 1 9
Después de haberle mostrado a Pedro que con sus solas capacidades humanas, sin invocarlo a él, ya no puede ni siquiera pescar, Jesús lo lleva aparte y le deja la suprema misión de guiar a la Iglesia, de apacentar sus corderos. La triple pregunta recuerda la triple negación (13, 38), y eso explica la tristeza de Pedro luego de la tercera pregunta. Pero Pedro aprendió la lección y ya no hace alardes; sólo se somete a lo que Jesús conoce de su corazón. La pregunta "¿me amas?" indica que Jesús no necesita tanto de sus habilidades, de sus promesas y de sus energías, sino que le pide amor, adhesión a su Persona con todo el corazón; Jesús reclama la confianza íntima de Pedro puesta totalmente en él, y no en sus proyectos y glorias humanas. Porque Jesús sabe que un amor auténtico y apasionado es capaz de generar todo lo demás: el enamorado habla con valentía del ser amado, lo defiende; el enamorado es creativo, generoso, trata espontáneamente de agradar al ser amado, lo comunica a los demás. A partir del amor se crean las condiciones para ser un buen apóstol. Finalmente, Jesús advierte a Pedro que en este dejarse llevar por Cristo, deberá llegar hasta la entrega total, deberá caer en manos de los hombres y experimentar el aparente fracaso humano, igual que su maestro. Después del primer "sigúeme", y luego de pasar por la tentación, la angustia y la infidelidad, Pedro, humilde y purificado, vuelve a escuchar el "sigúeme" de Jesús. Y ahora dice que sí, como en el primer día, pero ahora ya no es un entusiasmo superficial o una palabra vacía; ahora su "sí" brota de un corazón convencido, que sabe que sin Jesús él no es nada, no vale nada, no puede nada.
Oración: "Señor Jesús, te doy gracias por tu presencia en la Iglesia, porque tú la guías en su debilidad, tú actúas a través de los hombres frágiles que la componen, tú mismo cuidas a tus ovejas por medio de los pastores limitados que quisiste elegir". 479
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Semana 7 de Pascua SÁBADO: JN 2 1 , 2 0 - 2 5 Pedro se asombra de que Jesús no eligiera al discípulo amado para guiar a su Iglesia. Juan era el más íntimo, el fiel, el que descubría rápidamente la presencia de Cristo. Él, en cambio, era más torpe, y había sido infiel. El discípulo amado tiene otra función en la Iglesia. En estos versículos se habla de una promesa de Jesús con respecto a Juan, donde se afirma que Juan permanecería hasta el regreso del Señor. Muchos pensaron que eso significaba que Juan no iba a morir, pero el evangelio mismo aclara que esa era una falsa interpretación de las palabras de Jesús a Pedro. Juan permaneció porque nos ha dejado su enseñanza, su testimonio de lo que él ha experimentado en su encuentro con el Señor. Él tuvo una intimidad única con Jesús y en 2 1 , 20 se insiste en esa intimidad exclusiva. Y precisamente el cuarto evangelio es el testimonio precioso de todo lo que Juan vio, escuchó y experimentó junto a Jesús (1 Jn 1, 1-3). Por eso, si Pedro queda como principal Pastor de la Iglesia, Juan queda con su evangelio como el testigo por excelencia (21, 24), aunque "no bastaría el mundo" para contener lo que se podría escribir sobre Jesús. Vemos entonces que no solamente la autoridad sostiene a la Iglesia; también la sostienen los místicos y los contemplativos. La sostienen los que evangelizan y también los que consagran su vida a la oración. La sostienen los que trabajan, pero también los que expresan su amor en la adoración. Sin embargo, cabe recordar que también los que se consagran a la oración viven su intimidad con Jesús con un fuerte deseo evangelizados Por eso Santa Teresa de Lisieux, que era contemplativa, es patrona de los misioneros. Ella sentía que, en el corazón de la Iglesia, debía alimentar el fuego del amor, para que ese fuego inflamara el corazón de los misioneros y los impulsara a evangelizar con entusiasmo.
Oración: "Ayúdame Jesús con la luz del Espíritu para que pueda comprender el evangelio, para que a través de las palabras de Juan y de los demás evangelistas pueda encontrar yo también una mayor intimidad contigo, pueda crecer en tu preciosa amistad".
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Pentecostés AÑO A : JN 2 0 , 1 9 - 2 3 A pesar de la resurrección los discípulos se encierran, llenos de miedo. Porque todavía debían recibir la fuerza del Espíritu Santo que los impulsara a la misión liberándolos del temor y la cobardía. No significa esto que el Espíritu Santo no estuviera presente de ninguna manera, ya que según el evangelio de Juan, Jesús derrama el Espíritu cuando muere en la cruz. Pero Jesús iba produciendo poco a poco una efusión cada vez más plena y liberadora en sus discípulos, que finalmente les haría vivir la explosión evangelizadora de la Iglesia naciente en Pentecostés. El Espíritu Santo nos saca del encierro, del aislamiento, y nos impulsa hacia fuera. Por eso tenemos que convencernos de que el Espíritu Santo nos quiere hacer vivir una espiritualidad en la acción. No tenemos que pensar que sólo tenemos espiritualidad cuando nos encerramos a orar, porque cuando estamos evangelizando, o cuando estamos prestando un servicio bajo el impulso del Espíritu Santo, eso es espiritualidad. Y esto vale sobre todo para los laicos, que están llamados a impregnar el mundo con la presencia del Espíritu. En este texto Jesús infunde en sus discípulos el poder de perdonar, derramando en ellos el Espíritu Santo. Porque si bien en la cruz Jesús nos obtuvo el perdón, es el Espíritu Santo el que derrama la fuerza de ese perdón en los corazones, liberándonos del pecado. Todo lo bueno que Jesús produce en nuestras vidas se realiza por la acción íntima y profunda del Espíritu Santo que él envía. Todo consuelo, toda luz interior, todo regalo de la gracia, todo carisma y todo impulso de amor, nos llegan por la acción interior del Espíritu Santo. Por eso, si queremos liberar y embellecer nuestras vidas, tenemos que pedirle a Jesús resucitado que derrame en nuestras vidas un poco más del poder del Espíritu Santo que llena su humanidad gloriosa.
Oración: "Señor Jesús, abre tu corazón resucitado, lleno del fuego de amor del Espíritu Santo, y derrámalo en mi vida, para que todo mi ser sea transformado con su presencia santa y puede vivir como a ti te agrada". 481
Pentecostés AÑO B: JN 1 5 , 2 6 - 2 7 ; 1 6 , 1 2 - 1 5
Jesús sabe que los discípulos no pueden comprender todas sus palabras, pero les promete que cuando llegue el Espíritu Santo él los hará alcanzar la verdad completa (16, 13). En realidad este texto dice "los conducirá en la Verdad completa". Y como en el evangelio de Juan la "Verdad" es el mismo Jesús, esto significa que el Espíritu Santo nos conduce dentro del misterio de Jesús para que podamos comprenderlo plenamente. No significa entonces que el Espíritu Santo nos da algo que Jesús no nos puede dar, o que nos enseña cosas que Jesús no nos enseñó, sino que nos recuerda las enseñanzas de Jesús y nos introduce dentro del misterio de Jesús para que podamos comprender mejor sus palabras y amarlo más. El Espíritu Santo nos lleva a Jesús, nos acerca más a él, nos hace entrar en él. Y en cada momento de nuestra vida él nos recuerda las palabras de Jesús para que iluminen nuestra existencia y nos permitan seguir el buen camino. Por eso Jesús dice que el Espíritu Santo "no hablará por su cuenta" (16, 13). Y en todo lo que el Espíritu Santo hace está dando gloria a Jesús, ya que lo que él comunica es lo que recibe de Jesús (v. 14), así como Jesús comparte todo con el Padre amado (v. 15). En 15, 26-27 se nos indica que la presencia del Espíritu Santo en la propia vida, dando testimonio a favor de Jesús, impulsa al creyente a dar testimonio de Cristo, a reconocer su fe ante los demás, a jugarse públicamente por el Señor resucitado. De hecho, eso es precisamente lo que pudieron lograr los apóstoles cuando en Pentecostés recibieron el Espíritu Santo. Salieron por todas partes a anunciar con coraje que Jesús está vivo y que él es el salvador.
Oración: "Condúceme, Espíritu Santo, dentro del misterio de Jesús, guíame en esa riqueza inabarcable de sus palabras, para que descubra en mi interior el sentido profundo de su enseñanza y no me avergüence de él ante los demás".
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Pentecostés AÑO C : JN 1 4 , 1 5 - 1 6 . 2 3 - 2 6
Estas preciosas promesas nos hablan de la intimidad de Dios en nuestros corazones. El evangelio nos enseña que los que aman a Dios se convierten en verdaderos templos de la presencia del Padre y de Jesús. Sólo esa presencia de amor poderoso hace posible cumplir de verdad los mandamientos de Dios. Pero luego aparece alguien más haciéndose presente en la intimidad de los creyentes: el Padre enviará el Espíritu Santo. Él es el que enseñará todo a los discípulos para que puedan comprender las enseñanzas de Jesús. Y en realidad él no enseñará cosas que Jesús no haya dicho, sino que "recordará" y hará comprender en profundidad las palabras de Jesús. El nombre "Paráclito" es una expresión griega que significa "llamado junto a", es decir, el que uno invoca para que esté a su lado. Como cuando uno grita a un amigo para que lo ayude y acompañe. Llamarle "consolador" puede reducir su función, ya que el Espíritu Santo viene a estar con nosotros no sólo para consolarnos en la aflicción, sino para fortalecernos, enseñarnos, acompañarnos, renovarnos, y especialmente para hacer presente a Jesús y recordarnos el verdadero sentido de su evangelio. Sin este fuego y esta luz del Espíritu Santo "no hay nada bueno en el hombre, nada que sea inocente". Sin su luz todo está manchado por la mentira, sin el impulso de su amor todo se enferma de egoísmo, sin su poder el hombre se aparta del verdadero camino y su corazón queda vacío.
Oración: "Ven Espíritu Santo, porque necesito recordar las palabras de Jesús para iluminar mi vida de cada día. Ven a estar conmigo porque sin esa luz mi vida pierde sentido, y se apaga la verdadera alegría".
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ALGUNAS SOLEMNIDADES Y FIESTAS DEL TIEMPO ORDINARIO
Los demás días que toque una celebración especial que tenga un texto propio (algún santo, los ángeles, otras celebraciones de María, etc.) puede buscarse el comentario a ese texto usando el índice al final del libro.
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Presentación del Señor (2 de febrero) Lc 2, 22-40 María y José, judíos piadosos y fieles, se acercan al templo a ofrecer a Jesús. La ofrenda que ellos entregan junto con el niño, un par de palomitas, era la ofrenda de los más pobres, que no podían presentar una ofrenda mayor. Y se descubre en ellos la actitud de profunda docilidad (v. 27) y la capacidad de admiración (v. 33) propias de los pobres de Yavé. Ellos son los que presentan al niño a los hombres y mujeres de su pueblo, y en su alabanza muestran que ese niño venía a realizar las esperanzas del pueblo piadoso. Con él ya no había nada que esperar y las promesas antiguas alcanzaban su cumplimiento. En su persona ya está cumplido lo esencial de los anuncios del Antiguo Testamento. Por eso podemos decir que ya estamos en "la plenitud de los tiempos". Simeón proclama a Jesús como la luz que su pueblo estaba esperando, pero que también debe derramarse sobre los demás pueblos de la tierra. Pero anuncia que será rechazado por muchos en su mismo pueblo. Ese rechazo de su pueblo amado será como una espada traspasando el corazón de María, que contemplará a su hijo traspasado por las autoridades de su propio pueblo. La figura del anciano Simeón simboliza las esperanzas y los deseos más profundos del hombre, que se realizan en el encuentro con la salvación. No se trata sólo del honor de ver la salvación que llega, sino del encuentro con alguien, que es el Salvador. Y no es sólo verlo, presenciar su llegada, sino también disfrutarlo, tenerlo entre los brazos, tocarlo. Simeón esperaba el "consuelo" para su pueblo, y en su encuentro con Jesús alcanza el consuelo más profundo de su corazón. Y así como "nadie puede ver a Dios y seguir viviendo", Simeón afirma que luego de haber visto la luz del Salvador, reflejo de la gloria divina, ya no tiene nada que esperar y puede morir en paz.
Oración: "Señor, dame la gracia de gozar en tu presencia, de reconocer que estás, pero también de experimentar el consuelo y el gozo de tenerte. Concede a todos los cristianos reconocer que la salvación tan esperada ya ha llegado, está verdaderamente entre nosotros". 485
La Anunciación del Señor (25 de marzo) Lc 1, 26-38 Nada es imposible para Dios. Y este texto nos habla del poder de Dios que se manifestó en el seno de María cuando concibió a Jesús. Momento sublime en que el Hijo de Dios tomó un minúsculo pedacito de este mundo y se hizo verdaderamente hombre. Es cautivante detenerse a contemplar este misterio del amor divino que llega a la misteriosa decisión de unirse al hombre, pero con un deseo tan grande que termina entrando en esta historia como verdadero hombre, haciéndose pequeño en el seno de una mujer de esta tierra. El anuncio del ángel muestra la delicadeza de Dios con María, como la tiene con todos sus hijos, ya que quiso prepararla para su maternidad y quiso contar con su respuesta libre. En este texto bíblico se destaca la figura de la mujer, ya que Dios no quiso prescindir de su maternidad para realizar su plan de salvación, y en el diálogo del ángel con María se muestra la delicadeza de Dios con su criatura elegida. En la primera respuesta de María se advierte que había en ella una opción por la virginidad (v. 34). En la segunda respuesta (v. 38), donde María no dice "cumpliré" sino "que se cumpla", se ve la convicción de que aquí todo depende de la iniciativa divina, de su plan y de su poder, ya que el niño que nacerá estará por excelencia "consagrado" a los planes del Padre Dios.
Oración: "Señor, déjame admirar el momento de tu encarnación, el instante en que tú elevaste este mundo cuando tomaste nuestra carne humana. Y permite Señor, que mi corazón te adore por esa admirable pequeñez que hiciste tuya".
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La Santísima Trinidad AÑO A : JN 3, 1 6 - 1 8
Nos encontramos ahora con la enseñanza más preciosa de toda la Sagrada Escritura, con el anuncio que nos devuelve la alegría y la paz: "¡Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único!" Y ese Hijo nos trae "vida eterna". Mirando a Cristo no morimos, es decir, nuestra vida no termina en fracaso y oscuridad, nuestra vida se salva. En medio de aparentes fracasos y de profundos dolores, estamos rescatados, y todo va a terminar en la plenitud de Dios. Cristo no vino para juzgar sino para salvar. Cuando el evangelio dice "el que no cree no es juzgado", se refiere al que verdaderamente ha puesto su confianza en el que lo salva, Cristo. Esa fe no es sólo aceptar la existencia de Dios o los dogmas, porque también el demonio tiene ese tipo de fe (Sant 2, 19). Este evangelio, al igual que San Pablo, se refiere a la fe viva, la fe que transforma toda la vida y se hace activa en el amor (Gál 5, 6). Nuestra apertura sincera y confiada al amor divino le permite a Dios transformar nuestra vida concreta, y eso es lo que nos libera del juicio, porque así toda nuestra vida está bajo la luz de Dios y su luz va expulsando toda tiniebla, todo lo que no le agrade.
El texto nos habla también de la vida íntima de Dios, de su misterio de amor infinito en el que el Padre comparte su vida con su Hijo único, pero en su amor a la humanidad lo entrega como fuente de salvación. Si bien no aparece en este texto el Espíritu Santo, tenemos que recordar que en Jn 16, 13 se nos muestra que la misión de Cristo se completa con la misión del Espíritu. El Espíritu nos hace penetrar plenamente en el misterio de Cristo. El inmenso amor del Padre que envió a su Hijo, se expresa también al enviarnos el Espíritu Santo, que nos lleva a la plenitud de Cristo.
Oración: " T e doy gracias Padre por tu inmenso amor; porque entregaste a tu propio Hijo para damos la vida. Quiero confiar en la salvación que me trae Jesús, dejarme tomar por su vida, y permitirle que ilumine todo mi ser y toda mi existencia para liberarla de la oscuridad y de la muerte con el poder del Espíritu Santo". 487
La Santísima Trinidad AÑO B: MT 2 8 , 1 6 - 2 0
Jesús resucitado cita a sus apóstoles en un monte y allí se hace presente. Ellos lo adoraron, porque reconocían en Jesús toda la presencia de la divinidad. Pero Jesús los ha reunido para encomendarles una misión. Jesús se acerca más a los apóstoles para mostrarles que no sólo quiere que lo adoren, sino que se unan a él en la intimidad. Pero también quiere hacerles notar que esa experiencia no debe quedar encerrada en ese pequeño grupo, sino que debe ser comunicada a todos. Por eso los envía para que todos los hombres lleguen a ser sus discípulos a partir del bautismo y la enseñanza de su Palabra. Jesús no hace ninguna promesa, no ofrece ningún premio o recompensa por el cumplimiento de esa misión, porque en realidad el mejor premio, el mejor regalo, es su presencia entre ellos. Los apóstoles deben descubrir que ya no será necesario citarlos en ese monte para que puedan encontrarse con él; deben aprender a descubrir la misteriosa presencia de Jesús con ellos que es permanente e ininterrumpida. Jesús los invita así a realizar la misión que él les encomienda viviéndola en su presencia: "Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo". Pero al enviarlos a bautizar, dice a sus discípulos que lo hagan en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que aparecen así con la misma perfección divina, las tres Personas al mismo nivel. Y esta mención de las tres Personas indica que el Misterio de Jesús debe llevarnos a otro Misterio que lo sostiene, que es el de la Trinidad divina, donde las tres Personas actúan en íntima y perfecta unidad.
Oración: "Te adoro a ti, Dios mío, que vives en una perfecta unidad de tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. A ti sea la gloria eternamente, a ti te adoren todas las criaturas y todos los corazones donde habitas".
488
La Santísima Trinidad AÑO C : JN 1 6 , 1 2 - 1 5
Jesús sabe que los discípulos no pueden comprender todas sus palabras, y que están un poco confundidos, pero les promete que cuando llegue el Espíritu Santo él los hará alcanzar la verdad completa (16, 13). En realidad este texto dice "los conducirá en la Verdad completa". Y como en el evangelio de Juan la "Verdad" es el mismo Jesús, esto significa que el Espíritu Santo nos conduce dentro del misterio de Jesús para que podamos comprenderlo plenamente. No significa entonces que el Espíritu Santo nos da algo que Jesús no nos puede dar, o que nos enseña cosas que Jesús no nos enseñó, sino que nos recuerda las enseñanzas de Jesús y nos introduce dentro del misterio de Jesús para que podamos comprender mejor sus palabras y amarlo más. El Espíritu Santo nos lleva a Jesús, nos acerca más a él, nos hace entrar en él. Y en cada momento de nuestra vida él nos recuerda las palabras de Jesús para que iluminen nuestra existencia y nos permitan seguir el buen camino. Por eso Jesús dice que el Espíritu Santo "no hablará por su cuenta" (16, 13). Y en todo lo que el Espíritu Santo hace está dando gloria a Jesús, ya que lo que él comunica es en realidad lo que él recibe de Jesús (v. 14), así como Jesús comparte todo con el Padre (v. 15). Vemos así que en este texto está presente el Misterio de la Trinidad, donde las tres Personas divinas lo comparten todo, recibiendo una de la otra, pero compartiendo la misma y única divinidad.
Oración: "Condúceme, Espíritu Santo, dentro del misterio de Jesús, guíame en esa riqueza inabarcable de sus palabras, para que descubra en mi interior el sentido profundo de su enseñanza".
489
Cuerpo y Sangre de Cristo AÑO A : JN 6, 5 1 - 5 8 Esta parte del discurso del pan de vida habla de comer y beber a Jesús; y el pan es reemplazado por la carne. Por lo tanto ya no se refiere a la Palabra que es recibida con la fe, sino a algo más, a un verdadero "comer" a Jesús. Es lo que sucede en la Eucaristía. Los judíos se daban cuenta que ya no se refería al pan de la Palabra, y por eso se impresionan al escucharlo (6, 60). La expresión "comer la carne" se usaba para hablar de violencia y destrucción (Sal 27, 2; Job 19, 22). Además, beber sangre estaba terminantemente prohibido por las leyes judías. Ellos no advertían que no se trataba de una comida cruenta, de un canibalismo, sino que Jesús había inventado una forma maravillosa de comerlo, de recibirlo con nuestra boca. A través de ese gesto sensible el Cristo entero entra en nuestra vida, porque en realidad "carne y sangre" indican al hombre entero. Los evangelios sinópticos, al narrar la institución de la Eucaristía, usan la palabra "cuerpo" (Mt 26, 26-28), que siempre designa al hombre entero que se abre a la comunicación y a la comunión. Entonces en la Eucaristía no sólo se hace presente el cuerpo resucitado de Cristo, sino todo su ser: su mente, sus afectos, su divinidad. Al recibirlo entra en nosotros Cristo entero y se realiza la unión más íntima que podamos esperar en esta vida. Pero ello supone que se lo coma con fe. Así lo expresaba el Cura Brochero: "He aquí la prueba infinita del infinito amor hacia el hombre: ¡Darse a sí mismo! ¡Identificarse con el hombre, hacerse una sola cosa con el hombre! Unirse para siempre con el hombre como se unen dos trozos de cera cuando ambos se derriten al fuego, o como se identifican y confunden dos pedazos de metal cuando se funden en el horno. Así dicen los Santos Padres cuando quieren explicar la unión íntima que hay entre Jesucristo y el que recibe dignamente la hostia consagrada".
Oración: "Seño/: toca mis ojos con la luz de tu Espíritu para que pueda reconocer tu presencia en la Eucaristía, para que cada vez que te coma me deje poseer por tu vida, por tu plenitud, por tu amor inmenso, por todo tu ser resucitado". 490
Cuerpo y Sangre de Cristo AÑO B: MC 1 4 , 1 2 - 1 6 , 2 2 - 2 6 Comer a Jesús, comerlo como se come cualquier alimento. Tragarlo, consumirlo, porque él mismo lo pidió: "Tomen y coman, esto es mi cuerpo". En la Biblia la palabra "cuerpo" no significa sólo los órganos físicos. Cuerpo es toda la persona cuando se comunica, cuando se entrega a los demás, cuando se relaciona con otros. Por eso, cuando Jesús nos pide que comamos su cuerpo, es una invitación a recibirlo a él todo entero, con sus sentimientos, su intimidad, sus pensamientos, su divinidad. No es sólo recibirlo de una manera espiritual, como cuando recordamos a un ser querido; y tampoco se trata de reconocer su presencia íntima en nuestro interior. Es verdaderamente comerlo. Este texto también nos dice que la copa que bebemos en la Eucaristía "es la sangre de la Alianza" (14, 24). Ya en el Antiguo Testamento Dios había prometido una renovación de su Alianza con el pueblo, estableciendo una alianza nueva y eterna: "Yo me acordaré de mi alianza contigo en los días de tu juventud y estableceré en tu favor una alianza eterna" (Ez 16, 60-62). Dios es fiel a su amor y vuelve a tomar la iniciativa, por encima y más allá de todos los desprecios y olvidos, pero esta vez encargándose él mismo de trabajar en el corazón para transformar su indiferencia en fidelidad amorosa: "Sobre sus corazones escribiré mi Ley. Yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo (Jer 31, 33). "Les daré un corazón nuevo, infundiré en ustedes un espíritu nuevo" (Ez 36, 26). Esa obra sublime de la Nueva Alianza es la que realizó Jesús en la cruz, sellando con su propia sangre el pacto eterno. Y esa Nueva Alianza se hace presente en la celebración de la Eucaristía, donde se actualiza la acción redentora de Cristo y él entra en el corazón de su pueblo para renovarlo y hacerlo capaz de una amorosa fidelidad. Participar de la Eucaristía es como subir al monte de la Alianza, que es la cima a la que llegamos luego de haber caminado por la vida, pero es también la fuente de la vida cristiana, porque allí recibimos a Jesús como alimento, medicina y alivio.
Oración: "Señor, sana mi fe débil y fortalécela, para que pueda venerar con profundo amor esa cena que se realiza en cada Misa, donde te ofreces como alimento y renuevas tu alianza de amor conmigo". 491
Cuerpo y Sangre de Cristo AÑO C : LC 9 , 1 1 - 1 7 Este relato sobre la multiplicación de los panes nos muestra la verdadera voluntad de Dios: que no falte el pan para todos. Los apóstoles ofrecieron a Jesús cinco panes. Así vemos que cuando nos dejamos usar por la fuerza de su amor y le ofrecemos lo poco que tenemos, hay pan para todos, y sobra. Pero cuando algunos se dejan llevar por el egoísmo, el pan se acumula en pocas manos y no hay pan para todos. Porque Dios actúa en nuestra historia a través de instrumentos humanos, y cuando esos instrumentos se resisten a cumplir su función y se encierran en la ambición y la comodidad, no se cumple la voluntad de Dios en nuestra tierra. Por eso tenemos que reconocer que los problemas económicos, sobre todo cuando hay marcadas diferencias sociales, son problemas de amor, son el reflejo de una gran incapacidad de amar y de compartir. Pero cuando el pan se comparte y se reparte, se convierte en una forma de encuentro que es un anticipo del cielo, y hay pan para todos. Pero además, estos panes son un símbolo de la Eucaristía, el pan espiritual del cual va a hablar Jesús más adelante. Y la Eucaristía siempre es pan para todos; nadie se ve privado de ella por falta de dinero; es pan sobreabundante tanto para ricos como para pobres, es pan que no hace distinción de personas. La relación entre el pan que se comparte y el pan de la Eucaristía aparece con mucha claridad en 1 Cor 11, 20-22. Pero es importante que en este texto del evangelio de Lucas, que es el evangelio de la misericordia, reconozcamos cómo el pan que Jesús nos reparte en la Eucaristía nos exige también compartir el pan de nuestras mesas para mostrar a los pobres el rostro de Jesús que los ama y los cuida a través de nosotros. La Eucaristía es el Sacramento del amor fraterno, de la unidad y de la generosidad. Por eso mismo decía San Juan Crisóstomo: "¿Quieren en verdad honrar el cuerpo de Cristo? No consientan que esté desnudo. No lo honren en el templo con manteles de seda mientras afuera lo dejan pasar frío y desnudez".
Oración: "Señor, que te acercas a mí con todo tu amor en cada Eucaristía, concédeme que la comunión haga crecer mis deseos de amar y aumente mi generosidad, para que pueda reconocer tu presencia en el hermano necesitado". 4 9 2
Sagrado Corazón de Jesús AÑO A : MT 1 1 , 2 5 - 3 0
Jesús invita con ternura y compasión: "Vengan a mí". Pero su invitación se dirige sobre todo a los cansados y agobiados, a los que ya no saben qué hacer con el peso de sus vidas, a los que no pueden encontarle el sabor a la existencia porque tienen demasiadas preocupaciones. Y Jesús ofrece descanso, ofrece alivio al agobiado con el amor que brota de su corazón. Pero para eso nos indica dos caminos: uno es el de tomar con él el peso, el de compartirlo con él, descubriendo su presencia de amor en medio de nuestros cansancios. Se trata de darle sentido a las preocupaciones y dolores de la vida uniéndonos místicamente a Jesús. El segundo camino es el de contemplarlo a él cargando su propia cruz sin lamentos ni quejas, ofreciendo su propia vida hasta el fin. Contemplándolo a él que carga pacientemente su cruz sin odios ni rebeldías, podemos unirnos más íntimamente a él en el dolor, experimentando cómo místicamente nuestras propias llagas se unen a las suyas en la cruz. Es lo que experimentaba San Pablo al decir "estoy crucificado con Cristo, ya no soy yo el que vive" (Gál 2, 19-20), o al decir "llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús" (Gál 6, 17). En este Jesús que nos mira con compasión y nos ofrece alivio, podemos ver reflejadas las palabras de amor que surcan toda la Biblia: "Yo te amé con un amor eterno" (Jer 3 1 , 3); "eres precioso a mis ojos, y yo te amo" (Is 43, 4); "mi amor no se apartará de tu lado" (Is 54, 10); "quise atraerte con sogas humanas, con lazos de amor... ¿cómo voy a olvidarte?" (Os 11,4.8).
Oración: "Jesús, dame la gracia de unirme a ti en el dolor y en el cansancio; concédeme que pueda encontrar alivio en tu presencia, sintiendo cómo mis angustias se unen a tu pasión. Porque aunque estás resucitado, me concedes unirme a tu entrega suprema en la cruz".
493
Sagrado Corazón de Jesús AÑO B: JN
19, 31-37
El costado traspasado es el corazón abierto del Señor, que nos muestra su Pasión como una entrega de amor. En este texto, igual que en Apoc 1, 7, se aplica a Cristo el texto de Zac. 12, 10.14: "Mirarán al que traspasaron". Mirándolo traspasado podemos descubrir cuánto nos amó, porque el costado abierto significa que Cristo nos abre el corazón, que es lo más íntimo, lo más personal que uno tiene. Cristo crucificado no se queda con nada propio, lo da todo, hasta el corazón, amante y lastimado. Cuando cada uno de nosotros lo contempla traspasado, y puede decir como Pablo: "Me amó y se entregó por mí" (Gál 2, 20). La sangre y el agua que brotan del corazón abierto tienen un precioso simbolismo. Sabemos que en el evangelio de Juan el agua es el Espíritu Santo (7, 37-39). La sangre simbolizaba la vida, y aquí indica que Jesús estaba cumpliendo la promesa de dar la vida (10, 11. 15) y de derramar vida en abundancia (10, 10). De su corazón abierto, entregado hasta la muerte, que quiere recibirnos en su intimidad, brota la vida nueva del Espíritu. El evangelio de Juan nos muestra así a un Cristo crucificado, pero al mismo tiempo lleno de poder, de gloria y de vida. Así él es un insulto para nuestras pretensiones de grandeza, y más bien quiere hacernos reconocer que detrás de nuestro orgullo se esconde una tremenda debilidad. Cristo, en cambio, reina y resplandece en la fragilidad de la cruz; y cuando no toleramos nuestra debilidad, nuestros miedos y nuestros límites, es como si él nos dijera desde la cruz: "No tengas miedo, pequeño gusano, yo te ayudo, yo soy tu salvador" (Is 4 1 , 14).
Oración: "Señor Jesús, que me muestras tu costado traspasado, ayúdame a reconocer en esa herida toda la grandeza y la fuerza de tu amor Dame el gozo de entrar en tu corazón santo para alcanzar allí las fuerzas y el aliento de tu Espíritu, que tanto necesito para vivir".
494
Sagrado Corazón de Jesús AÑO C : LC 1 5 , 3 - 7
Este capítulo 15 de San Lucas nos muestra que Dios busca todas las maneras posibles para hablarnos de su amor y de su misericordia. Las tres parábolas de la misericordia (la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo) indican que el amor de Dios no es general, como si nos quisiera a todos en multitud, sino que su amor es particular, porque su amor y su inteligencia infinita le permiten estar plenamente atento a todos al mismo tiempo y a cada uno en particular. Por eso, da la impresión de que al buscar la oveja perdida no hubiera en el mundo otra cosa más que ella. Por otra parte, esta parábola, igual que las otras dos, destaca la sinceridad de esta preocupación del Señor, porque nos habla de la alegría, de la fiesta que hay en el corazón de Dios cuando recupera a un perdido. El pastor que recupera la oveja la pone sobre sus hombros "contento", y la mujer que recupera la moneda (que era como un anillo de casamiento) invita a sus vecinas para festejar. Es la alegría de Dios la que se nos manifiesta de esta manera, una alegría de amor. Y así se nos habla de un amor divino lleno de dinamismo, de vida y de ternura. Ya lo había anunciado el profeta Sofonías cuando decía: "Tu Dios está en medio de ti, un poderoso salvador. El grita de alegría por ti, te renueva con su amor, y baila por ti con gritos de júbilo, como en los días de fiesta" (Sof 3, 17-18). Este amor es el que llena el corazón de Cristo, donde al infinito amor divino se unen la ternura y la pasión de un amor humano sano y maduro.
Oración: "Señor, tu que conoces las tristezas ocultas de mi vida, mis secretas melancolías y mis angustias escondidas, entra en mí con el gozo de tu amor, devuélveme la tremenda alegría de tu salvación, para que pueda manifestar cómo somos amados por ti".
495
Solemnidad de Todos los Santos (1 de noviembre) M T 5, 1 - 1 2
El estilo de vida que Jesús enseña a la multitud es el de la sencillez, la mansedumbre, la lucha por la paz y la justicia; es la renuncia a los honores mundanos. Queda claro entonces que la felicidad que Jesús propone no es la misma que ofrece el mundo, es de otro nivel. A diferencia de Lucas, el evangelio de Mateo no se detiene a presentar la queja de Jesús contra los ricos, porque Mateo se dirige a gente pobre, que no tiene bienes a los que podría aferrarse, y entonces los exhorta a la pobreza "de espíritu", la actitud interior de apoyarse sólo en Dios. Además, por dirigirse a judíos, el evangelio de Mateo prefiere usar imágenes muy gratas a los judíos. Por eso la promesa del Reino celestial se presenta como una promesa de poseer la tierra, y esto agradaba mucho a los judíos, que tanto habían sufrido para poder conquistar la tierra prometida. Jesús declara felices a los pacientes, a los afligidos, a los que buscan la justicia, a los misericordiosos, a los que luchan por la paz, a los que son perseguidos por hacer el bien. A todos ellos les dice que sus angustias, cansancios y renuncias no son inútiles, sino que son bien tenidas en cuenta por el Padre, y que implican una recompensa que supera todo lo terreno. Esta invitación quiere producir entonces la alegría de saber que la vida entregada por el Reino de Dios tiene un profundo sentido. Este texto es también una invitación a contemplar con cariño a los que, a lo largo de la historia, han vivido el espíritu de las bienaventuranzas, porque lo que en ellos se refleja es la misma vida de Cristo, y su entrega generosa es una alabanza a la gracia de Dios que los ha hecho semejantes al Señor.
Oración: "Jesús, quisiera desear esa felicidad que me ofreces, la felicidad de un corazón pobre, simple, manso, pero capaz de luchar por un mundo de paz y de justicia. Quisiera poder liberarme de mis deseos mundanos, de mis vanidades. Dame tu gracia para lograrlo". 496
Inmaculada Concepción (8 de diciembre) Lc 1, 26-38 Nada es imposible para Dios. Y este texto nos habla del poder de Dios que se manifestó en el seno de María cuando concibió a Jesús. Momento sublime en que el Hijo de Dios tomó un minúsculo pedacito de este mundo y se hizo verdaderamente hombre. En este texto bíblico se destaca la figura de la mujer, ya que Dios no quiso prescindir de su maternidad para realizar su plan de salvación, y en el diálogo del ángel con María se muestra la delicadeza de Dios con su criatura elegida. En la primera respuesta de María se advierte que había en ella una opción por la virginidad (v. 34). En la segunda respuesta (v. 38), donde María no dice "cumpliré" sino "que se cumpla", se puede apreciar la convicción de que aquí todo depende de la iniciativa divina, de su plan y de su poder, ya que el niño que nacerá estará por excelencia "consagrado" a los planes del Padre. María es la mejor alabanza femenina a la gracia de Dios, es el signo más perfecto de lo que puede hacer el Espíritu de Dios en el corazón de una mujer que se deja tomar con docilidad. Celebrar en esta fecha la Inmaculada Concepción de María significa reconocer la mirada de predilección de Dios hacia ella, que al elegirla como Madre de su Hijo la prepara con su gracia como una morada digna. Esa obra de su gracia la hizo plenamente disponible a Dios, liberada de las resistencias del orgullo humano y del deseo de autonomía frente a Dios. El evangelio de Lucas describe esta santidad de María presentándola como la "feliz" por excelencia (Lc 1, 45.47-48), es decir, la que vivió como nadie el espíritu de las bienaventuranzas, el estilo de vida que Jesús enseñó a sus discípulos.
Oración: "Señor, déjame admirar la belleza de María, liberada de todo pecado, déjame imaginar el instante en que tú elevaste este mundo cuando hiciste esa criatura maravillosa. Y permite Señor que mi corazón te adore por esa admirable pequeñez que preparaste para ti". 4 9 7
498 31 mar. 20 abr.
13 feb.
A
27 mar. 8 abr. 23 mar.
9 feb.
1 mar.
21 feb.
6 feb.
25 feb.
17 feb.
c
A
B
c
A
B
c
b
A
g
fe
d
c
2005
2006
2007
2008
2009
2010
29 nov. 28 nov. 8 16 feb.
13 may.
4 abr.
9 7 24 feb. 31 may. 23 may.
21 may.
12 abr.
1 jun.
12 may.
4 5 feb.
11 may.
1 may.
24 may.
28 may.
7 20 feb.
27 may.
30 nov.
3 dic.
6
5 jun.
8 28 feb.
4 jun.
25 may.
27 nov. 7 9
2 dic.
16 may.
5 8 feb.
15 may.
5 may.
28 nov. 9
1 dic. 3ünov.
7 10
8
31 may.
7
4 mar. 24 feb.
8 jun.
29 may. 30 may.
9jun.
8
20 may.
20 may.
5
12 feb.
19 may.
9 may.
2 DIC.
9
3 dic.
4jun.
11 jun.
28 nov. 8 10
primero de Adviento
| Domingo
12jun.
sem.
|
24 may.
8
7 mar. 27 feb.
6
16 feb.
23 may.
desde el día
3 jun.
sem.
hasta el día
Pentecostés
Semanas del tiempo durante el año antes de Cuaresma | después del T.P
24 may.
1 jun.
13 may.
Ascensión
|
17 may.
16 abr.
11 abr.
5 mar.
25 feb.
B
e
f
2002
15 abr.
28 feb.
c
de
g
2001
23 abr.
8 mar.
B
2004
bA
2000
4 abr.
Pascua
17 feb.
Miércoles de Ceniza
A
Ciclo dominical
2003
c
1999
Año
Letra dominical
TABLA TEMPORAL DE LAS PRINCIPALES CELEBRACIONES DEL ANO LITÚRGICO
índice general Presentación
3
TIEMPO DE ADVIENTO o
Domingo 1 de Adviento A Ñ O
A:
M T
A Ñ O
B :
Mc
A Ñ O
C:Lc
2 4 ,
5 6
3 7 - 4 4
6
1 3 , 3 3 - 3 7
7
2 1 ,
2 5 - 2 8 .
3 4 - 3 6
a
Semana 1 de Adviento
Lunes: Mt 8 , 5 - 1 1 Martes: Lc 1 0 , 2 1 - 2 4 Miércoles: Mt 1 5 , 2 9 - 3 7 Jueves: Mt 7 , 2 1 . 2 4 - 2 7 Viernes: Mt 9 , 2 7 - 3 1 Sábado: Mt 9 , 3 5 - 1 0 , 1 . 6 - 8 o
Domingo 2 de Adviento A Ñ O
A :
M T 3 ,
1 - 1 2
A Ñ O
B :
Mc
1-8
A Ñ O
C :
LC
1, 3,
8
9
9 1 0 11 1 2
1 3 1 4 1 5 1 5 1 6
1-6
1 7
a
Semana 2 de Adviento
Lunes: Lc 5 , 1 7 - 2 6 Martes: Mt 1 8 , 1 2 - 1 4 Miércoles: Mt 1 1 , 2 8 - 3 0 Jueves: Mt 11, 1 1 - 1 5 Viernes: Mt 11, 1 6 - 1 9 Sábado: Mt 1 7 , 1 0 - 1 3 o
Domingo 3 de Adviento: A Ñ O
A:
M T
1 1 , 2 - 1 1
A Ñ O
B :
JN
1 , 6 - 8 . 1 9 - 2 8
A Ñ O
C :
L C
3,
1 0 - 1 8
a
Semana 3 de Adviento
Lunes: Mt 2 1 , 2 3 - 2 7 Martes: Mt 2 1 , 2 8 - 3 2 Miércoles: Lc 7 , 1 9 - 2 3 Jueves: Lc 7 , 2 4 - 3 0 Viernes: Jn 5 , 3 3 - 3 6 Ferias de Adviento
1 8
1 8 1 9 2 0
2 1 2 2 2 3 2 4 2 4 2 5 2 6
2 7 2 7 2 8
2 9 3 0 3 1
3 2
Día
1 7 / 1 2 :
Mr
1,
1 - 1 7
3 2
Día
1 8 / 1 2 :
M T
1,
1 8 - 2 4
3 3
Día
1 9 / 1 2 :
Lc
1 , 5 - 2 5
3 4
Día
2 0 / 1 2 :
Lc
1 , 2 6 - 3 8
3 5
Día
2 1 / 1 2 :
Lc
1 , 3 9 - 4 5
3 6
Día
2 2 / 1 2 :
Lc
1 , 4 6 - 5 6
3 7
Día
2 3 / 1 2 :
Lc
1 , 5 7 - 6 6
3 8
4 9 9
Domingo 4° de Adviento A Ñ O A: M T 1, 18-24 A Ñ O B : L C 1,26-38 A Ñ O C: L C 1,39-45
39 39 40 41
TIEMPO DE NAVIDAD
43
Nochebuena: Lc 2, 1-14 Día de Navidad: Jn 1, 1 -18 La Sagrada Familia A Ñ O A: M T 2, 13-15. 19-23 A Ñ O B: L C 2, 22-40 A Ñ O C : Lc 2,41-52 Día segundo de Navidad 26/12 (san Esteban): Mt 10, 17-22 Día tercero de Navidad 27/12 (san Juan): Jn 20, 2-8 Día cuarto de Navidad 28/12 (Santos Inocentes): Mt 2, 13-18 Día quinto de Navidad 29/12: Lc 2, 22-35 Día sexto de Navidad 30/12: Lc 2, 36-40 Día séptimo de Navidad 31/12: Jn 1, 1-18 Santa María, Madre de Dios (1 de enero): Lc 2, 16-21 Segundo domingo después de Navidad: Jn 1, 1-18 Día 2 de enero: Jn 1, 19-28 Día 3 de enero: Jn 1, 29-34 Día 4 de enero: Jn 1, 35-42 Día 5 de enero: Jn 1, 43-51 Epifanía del Señor (Día 6 de enero): Mt 2, 1-12 Día 7 de enero: Mt 4, 12-17. 23-25 Día 8 de enero: Mc 6, 34-44 Domingo del Bautismo del Señor A Ñ O A : M T 3, 13-17; A Ñ O B : M C 1,7-11; A Ñ O C : Lc3, 15-16.21-22
44 45 46 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 64
TIEMPO DURANTE EL A Ñ O
65
a
Semana 1 durante el año Lunes: Mc 1, 14-20 Martes: Mc 1,21-28 Miércoles: Mc 1,29-39 Jueves: Mc 1,40-45 Viernes: Mc 2, 1-12 Sábado: Mc 2, 13-17 Domingo 2 durante el año A Ñ O A: J N 1,29-34 A Ñ O B : J N 1, 35-42 A Ñ O C : J N 2, 1-11 Semana 2 durante el año Lunes: Mc 2, 18-22 Martes: Mc 2, 23-28 o
a
500
66 66 67 68 69 70 71 72 72 73 74 75 75 76
Miércoles: Mc 3, 1-6 Jueves: Mc 3, 7-12 Viernes: Mc 3, 13-19 Sábado: Mc 3, 20-21 Domingo 3 durante el año A Ñ O A : M T 4, 12-23 A Ñ O B: M C 1, 14-20 A Ñ O C: L C 1, 1-4; 4, 14-21 Semana 3 durante el año Lunes: Mc 3, 22-30 Martes: Mc 3, 31-35 Miércoles: Mc 4, 1-20 Jueves: Mc 4, 21-25 Viernes: Mc 4, 26-34 Sábado: Mc 4, 35-41 Domingo 4 durante el año A Ñ O A : M T 5, 1-12 A Ñ O B : Mc 1,21-28 A Ñ O C : L C 4,21-30 Semana 4 durante el año Lunes: Mc 5, 1-20 Martes: Mc 5, 21-43 Miércoles: Mc 6, 1-6 Jueves: Mc 6, 7-13 Viernes: Mc 6, 14-29 Sábado: Mc 6, 30-34 Domingo 5 durante el año A Ñ O A : M T 5, 13-16 A Ñ O B : Mc 1,29-39 A Ñ O C : Lc 5, 1-11 Semana 5 durante el año Lunes: Mc 6,53-56 Martes: Mc 7, 1-13 Miércoles: Mc 7, 14-23 Jueves: Mc 7, 24-30 Viernes: Mc 7, 31-37 Sábado: Mc 8, 1-10 Domingo 6 durante el año A Ñ O A : M T 5, 17-37 A Ñ O B : M C 1,40-45 A Ñ O C : Lc 6, 17.20-26 Semana 6 durante el año Lunes: Mc 8, 11-13 Martes: Mc 8, 14-21 Miércoles: Mc 8, 22-26 o
a
o
a
o
a
o
a
77 78 79 80 81 81 82 83 84 84 85 86 87 88 89 90 90 91 92 93 93 94 95 96 97 98 99 99 100 101 102 102 103 104 105 106 107 108 108 109 110 111 111 112 113 501
Jueves: Mc 8, 27-33 Viernes: Mc 8, 34 - 9, 1 Sábado: Mc 9, 2-13 Domingo 7 durante el año A Ñ O A : M T 5, 38-48 A Ñ O B : Mc 2, 1-12 A Ñ O C : Lc 6, 27-38 Semana 7 durante el año Lunes: Mc 9, 14-29 Martes: Mc 9, 30-37 Miércoles: Mc 9,38-40 Jueves: Mc 9, 41-50 Viernes: Mc 10, 1-12 Sábado: Mc 10, 13-16 Domingo 8 durante el año A Ñ O A : M T 6, 24-34 A Ñ O B : Mc 2, 18-22 A Ñ O C : L C 6,39-45 Semana 8 durante el año Lunes: Mc 10, 17-27 Martes: Mc 10,28-31 Miércoles: Mc 10, 32-45 Jueves: Mc 10, 46-52 Viernes: Mc 11, 11-26 Sábado: Mc 11,27-33 Domingo 9° durante el año A Ñ O A : M T 7,21-27 A Ñ O B : Mc 2, 23-38 A Ñ O C : L C 7, 1-10 Semana 9 durante el año Lunes: Mc 12, 1-12 Martes: Mc 12, 13-17 Miércoles: Mc 12, 18-27 Jueves: Mc 12,28-34 Viernes: Mc 12, 35-37 Sábado: Mc 12, 38-44 Domingo 10° durante el año A Ñ O A : M T 9, 9-13 A Ñ O B : M C 3, 30-35 A Ñ O C : Lc 7, 11-17 Semana 10 durante el año Lunes: Mt 5, 1-12 Martes: Mt 5, 13-16 Miércoles: Mt 5, 17-19 Jueves: Mt 5, 20-26 o
a
o
a
a
a
502
114 115 116 117 117 118 119 120 120 121 122 123 124 125 126 126 127 128 129 129 130 131 132 133 134 135 135 136 137 138 138 139 140 141 142 143 144 144 145 146 147 147 148 149 150
Viernes: Mt 5, 27-32 Sábado: Mt 5, 33-37 Domingo
11° durante el año
A Ñ O A : M T 9,36-10,8 A Ñ O B : Mc 4, 26-34 A Ñ O C : LC 7,36-8,3 a
Semana 11 durante el año
Lunes: Mt 5, 38-42 Martes: Mt 5, 43-48 Miércoles: Mt 6, 1-6. 16-18 Jueves: Mt 6, 7-15 Viernes: Mt 6, 19-23 Sábado: Mt 6, 24-34 Domingo
12° durante el año
A Ñ O A : M T 10, 26-33 A Ñ O B : Mc 4, 35-41 A Ñ O C : L C 9, 18-24 a
151 152 153
153 154 155 156
156 157 158 159 160 161 162
162 163 164
Semana 12 durante el año
165
Lunes: Mt 7, 1-5 Martes: Mt 7, 6. 12-14 Miércoles: Mt 7, 15-20 Jueves: Mt 7,21-28 Viernes: Mt 8, 1-13 Sábado: Mt 8, 14-17
165 166 167 168 169 170
Domingo
13° durante el año
A Ñ O A : M T 10,37-42 A Ñ O B : Mc 5, 21-43 A Ñ O C : L C 9,51-62 a
171
171 172 173
Semana 13 durante el año
174
Lunes: Mt 8, 18-22 Martes: Mt 8, 23-27 Miércoles: Mt 8, 28-34 Jueves: Mt 9, 1-8 Viernes: Mt 9,9-13 Sábado: Mt 9, 14-17
174 175 176 177 178 179
Domingo
14° durante el año
A Ñ O A : M T 11,25-30 A Ñ O B : M C 6, 1-6 A Ñ O C : L C 10, 1-12. 17-20 a
Semana 14 durante el año
Lunes: Mt 9, 18-26 Martes: Mt 9, 32-38 Miércoles: Mt 10, 1-7 Jueves: Mt 10, 7-15 Viernes: Mt 10, 16-23
180
180 181 182 183
183 184 185 186 187 503
Sábado: Mt 10, 24-33 Domingo 15° durante el año A Ñ O A: M T 13, 1-23 A Ñ O B : M C 6, 7-13 A Ñ O C : L C 10, 25-37 Semana 15° durante el año Lunes: Mt 10, 3 4 - 1 1 , 1 Martes: Mt 11,20-24 Miércoles: Mt 11,25-27 Jueves: Mt 11, 28-30 Viernes: Mt 12, 1-8 Sábado: Mt 12, 14-21 Domingo 16° durante el año Año A: Mt 13,24-43 Año B : Mc 6, 30-34 Año C: Lc 10,38-42 Semana 16° durante el año Lunes: Mt 12,38-42 Martes: Mt 12, 46-50 Miércoles: Mt 13, 1-9 Jueves: Mt 13, 10-17 Viernes: Mt 13, 18-23 Sábado: Mt 13,24-30 Domingo 17° durante el año Año A: Mt 13,44-52 Año B: Jn 6, 1-15 Año C: Lc 11, 1-13 Semana 17 durante el año Lunes: Mt 13, 31-35 Martes: Mt 13, 36-43 Miércoles: Mt 13, 44-46 Jueves: Mt 13,47-53 Viernes: Mt 13, 54-58 Sábado: Mt 14, 1-12 Domingo 18° durante el año Año A: Mt 14, 13-21 Año B: Jn 6, 24-35 Año C: Lc 12, 13-21 Semana 18 durante el año Lunes: Mt 14, 13-21 Martes: Mt 14, 22-36 Miércoles: Mt 15, 21-28 Jueves: Mt 16, 13-23 Viernes: Mt 16, 24-28 Sábado: Mt 17, 14-20 a
a
504
188 189 189 190 191 192 192 193 194 195 196 197 198 198 199 200 201 201 202 203 204 205 206 207 207 208 209 210 210 211 212 213 214 215 216 216 217 218 219 219 220 221 222 223 224
Domingo 19° durante el año A Ñ O A : Mr 14, 22-33 A Ñ O B : J N 6, 41-51 A Ñ O C : L C 12, 32-48 Semana 19 durante el año Lunes: Mt 17, 22-27 Martes: Mt 18, 1-5. 10. 12-14 Miércoles: Mt 18, 15-20 Jueves: Mt 18,21 - 19, 1 Viernes: Mt 19, 3-12 Sábado: Mt 19, 13-15 Domingo 20° durante el año A Ñ O A : M T 15,21-28 A Ñ O B : J N 6,51-59 A Ñ O C : L C 12, 49-53 Semana 20 durante el año Lunes: Mt 19, 16-22 Martes: Mt 19, 23-30 Miércoles: Mt 20, 1-16 Jueves: Mt 22, 1-14 Viernes: Mt 22, 34-40 Sábado: Mt 23, 1-12 Domingo 21° durante el año A Ñ O A : M T 16, 13-20 A Ñ O B : J N 6, 60-69 A Ñ O C : Lc 13, 22-30 Semana 21 durante el año Lunes: Mt 23, 13-22 Martes: Mt 23,23-26 Miércoles: Mt 23, 27-32 Jueves: Mt 24, 42-51 Viernes: Mt 25, 1-13 Sábado: Mt 25, 14-30 Domingo 22° durante el año A Ñ O A : M T 16,21-27 A Ñ O B : M C 7, 1-8. 14-15. 21-23 A Ñ O C : L C 14, 1.7-14 Semana 22 durante el año Lunes: Lc 4, 16-30 Martes: Lc 4,31-37 Miércoles: Lc 4,38-44 Jueves: Lc 5, 1-11 Viernes: Lc 5, 33-39 Sábado: Lc 6, 1-5 a
a
a
a
225 225 226 227 228 228 229 230 231 232 233 234 234 235 236 237 237 238 239 240 241 242 243 243 244 245 246 246 247 248 249 250 251 252 252 253 254 255 255 256 257 258 259 260
505
Domingo 23° durante el año A Ñ O A : M T 18, 15-20 A Ñ O B : Mc 7, 31-37 A Ñ O C : Lc 14, 25-33 Semana 23 durante el año Lunes: Lc 6, 6-11 Martes: Lc 6, 12-19 Miércoles: Lc 6, 20-26 Jueves: Lc 6, 27-38 Viernes: Lc 6, 39-42 Sábado: Lc 6, 43-49 Domingo 24° durante el año A Ñ O A : M T 18,21-35 A Ñ O B : Mc 8,27-35 A Ñ O C : Lc 15, 1-32 Semana 24 durante el año Lunes: Lc 7, 1-10 Martes: Lc 7, 11-17 Miércoles: Lc 7, 31-35 Jueves: Lc 7, 36-50 Viernes: Lc 8, 1-3 Sábado: Lc 8,4-15 Domingo 25° durante el año A Ñ O A : M T 20, 1-16 A Ñ O B : Mc 9, 30-37 A Ñ O C : Lc 16, 1-13 Semana 25 durante el año Lunes: Lc 8, 16-18 Martes: Lc 8, 19-21 Miércoles: Lc 9, 1-6 Jueves: Lc 9, 7-9 Viernes: Lc 9, 18-22 Sábado: Lc 9, 43-45 Domingo 26° durante el año A Ñ O A : M T 21, 28-32 A Ñ O B : M C 9, 38-43. 45. 47-48 A Ñ O C : L C 16, 19-31 Semana 26 durante el año Lunes: Lc 9, 46-50 Martes: Lc 9,51-56 Miércoles: Lc 9, 57-62 Jueves: Lc 10, 1-12 Viernes: Lc 10, 13-16 Sábado: Lc 10, 17-24 a
a
a
a
506
261 261 262 263 264 264 265 266 267 268 269 270 270 271 272 273 274 274 275 276 277 278 279 279 280 281 282 282 283 284 285 286 287 288 288 289 290 291 291 292 293 294 295 296
Domingo 27° durante el año A Ñ O
A :
Mt
A Ñ O
B :
M C
A Ñ O
C :
L C
2 1 ,
3 3 - 4 3
1 0 , 2 - 1 6 17,
5 - 1 0
a
Semana 27 durante el año Lunes: Lc 1 0 , 2 5 - 3 7 Martes: Lc 1 0 , 3 8 - 4 2 Miércoles: Lc 1 1 , 1 - 4 Jueves: Lc 1 1 , 5 - 1 3 Viernes: Lc 1 1 , 1 5 - 2 6 Sábado: Lc 1 1 , 2 7 - 2 8 Domingo 28° durante el año
2 9 7 2 9 7 2 9 8 2 9 9
3 0 0 3 0 0 3 0 1
3 0 2 3 0 3
3 0 4 3 0 5
3 0 6
A Ñ O
A :
M T
2 2 ,
1 - 1 4
3 0 6
A Ñ O
B :
M C
10,
1 7 - 3 0
3 0 7
A Ñ O
C :
L C
17,
1 1 - 1 9
a
Semana 28 durante el año Lunes: Lc 1 1 , 2 9 - 3 2 Martes: Lc 1 1 , 3 7 - 4 1 Miércoles: Lc 1 1 , 4 2 - 4 6 Jueves: Lc 1 1 , 4 7 - 5 4 Viernes: Lc 1 2 , 1 - 7 Sábado: Lc 1 2 , 8 - 1 2 Domingo 29° durante el año A Ñ O
A :
Mt
2 2 ,
A Ñ O
B :
M C
1 0 , 3 5 - 4 5
A Ñ O
C :
LC
18,
1 5 - 2 1
1-8
a
Semana 29 durante el año Lunes: Lc 1 2 , 1 3 - 2 1 Martes: Lc 1 2 , 3 5 - 3 8 Miércoles: Lc 1 2 , 3 9 - 4 8 Jueves: Lc 1 2 , 4 9 - 5 3 Viernes: Lc 1 2 , 5 4 - 5 9 Sábado: Lc 1 3 , 1 - 9 Domingo 30° durante el año
3 0 8
3 0 8 3 0 9 3 1 0 3 1 1 3 1 2
3 1 3 3 1 4 3 1 5 3 1 5 3 1 6 3 1 7
3 1 8 3 1 8 3 1 9 3 2 0 3 2 1 3 2 2
3 2 3 3 2 4
A Ñ O
A :
M T
2 2 ,
3 4 - 4 0
3 2 4
A Ñ O
B:
M C
10,
4 6 - 5 2
3 2 5
A Ñ O
C :
L C a
1 8 , 9 - 1 4
Semana 30 durante el año Lunes: Lc 1 3 , 1 0 - 1 7 Martes: Lc 1 3 , 1 8 - 2 1 Miércoles: Lc 1 3 , 2 2 - 3 0 Jueves: Lc 1 3 , 3 1 - 3 5 Viernes: Lc 1 4 , 1 - 6 Sábado: Lc 1 4 , 1 . 7 - 1 1
3 2 6
3 2 7 3 2 7 3 2 8 3 2 9 3 3 0
3 3 1 3 3 2
507
Domingo 31° durante el año A Ñ O A : M T 23, 1-12 A Ñ O B: M C 12, 28-34 A Ñ O C : L C 19, 1-10 Semana 31 durante el año Lunes: Lc 14, 12-14 Martes: Lc 14, 15-24 Miércoles: Lc 14, 25-33 Jueves: Lc 15, 1-10 Viernes: Lc 16, 1-8 Sábado: Lc 16, 9-15 Domingo 32° durante el año A Ñ O A : M T 25, 1-13 A Ñ O B : M C 12,38-44 A Ñ O C : Lc 20, 27-38 Semana 32 durante el año Lunes: Lc 17, 1-6 Martes: Lc 17, 7-10 Miércoles: Lc 17, 11-19 Jueves: Lc 17, 20-25 Viernes: Lc 17,26-37 Sábado: Lc 18, 1-8 Domingo 33° durante el año A Ñ O A : M T 25, 14-30 A Ñ O B : M C 13,24-32 A Ñ O C : Lc 21, 5-19 Semana 33 durante el año L U N E S : L C 18,35-43 a
a
a
MARTES:
LC
19,
1-10
Miércoles: Lc 19, 11-28 Jueves: Lc 19,41-44 Viernes: Lc 19, 45-48 Sábado: Lc 20, 27-40 Domingo 34° durante el año: Cristo, Rey del Universo A Ñ O A : M T 25,31-46 A Ñ O B : J N 18,33-37 A Ñ O C : L C 23,35-43 Semana 34 durante el año Lunes: Lc 21, 1-4 Martes: Lc 21, 5-11 Miércoles: Lc 21, 12-19 Jueves: Lc 21, 20-28 Viernes: Lc 21, 29-33 Sábado: Lc 21, 34-36 a
508
333 333 334 335 336 336 337 338 339 340 341 342 342 343 344 345 346 346 347 348 349 350 351 351 352 353 354 354 355
356 357 358 359 360 360 361 362 363 363 364 365 366 367 368
TIEMPO DE CUARESMA
369
Miércoles de Ceniza: Mt 6, 1-6. 16-18 Jueves: Lc 9, 22-25 Viernes: Mt 9, 14-15 Sábado: Lc 5, 27-32 Domingo 1 de Cuaresma A Ñ O A: M T 4, 1-11 A Ñ O B : M C 1, 12-15 A Ñ O C : L C 4, 1-13 Semana 1 de Cuaresma Lunes: Mt 25,31-46 Martes: Mt 6, 7-15 Miércoles: Lc 11,29-32 Jueves: Mt 7, 7-12 Viernes: Mt 5, 20-26 Sábado: Mt 5, 43-48 Domingo 2° de Cuaresma A Ñ O A: M T 17, 1-9; A Ñ O B : M C 9, 2-10; A Ñ O C: L C 9, 28-36 Semana 2 de Cuaresma Lunes: Lc 6,36-38 Martes: Mt 23, 1-12 Miércoles: Mt 20, 17-28 Jueves: Lc 16, 19-31 Viernes: Mt 21, 33-43. 45-46 Sábado: Lc 1-3. 11-32 Domingo 3°de Cuaresma A Ñ O A: J N 4, 5-42 A Ñ O B : J N 2, 13-25 A Ñ O C : L C 13, 1-9 Semana 3 de Cuaresma Lunes: Lc 4, 24-30 Martes: Mt 18,21-35 Miércoles: Mt 5, 17-19 Jueves: Lc 11, 14-23 Viernes: Mc 12, 28-34 Sábado: Lc 18,9-14 Domingo 4 de Cuaresma A Ñ O A: J N 9, 1-41 A Ñ O B : J N 3, 14-21 A Ñ O C : Lc 15, 1-3.11-32 Semana 4 de Cuaresma Lunes: Jn 4, 43-54 Martes: Jn 5, 1-16 Miércoles: Jn 5, 17-30
370 371 372 373 374 374 375 376 377 377 378 379 380 381 382 383 383 384 384 385 386 387 388 389 390 390 391 392 393 393 394 395 396 397 398 399 399 400 401 402 402 403 404
o
a
a
a
o
a
509
Jueves: Jn 5, 31-47 Viernes: Jn 7, 1-2.10.25-30 Sábado: Jn 7, 40-53 Domingo 5 de Cuaresma A Ñ O A: J N 11, 1-45 A Ñ O B : J N 12, 20-33 A Ñ O C : J N 8, 1-11 Semana 5 de Cuaresma Lunes: Jn 8, 12-20 Martes: Jn 8,21-30 Miércoles: Jn 8, 31-42 Jueves: Jn 8, 51-59 Viernes: Jn 10,31-42 Sábado: Jn 11,45-57 Domingo de Ramos A Ñ O A: M T 21, 1-11: A Ñ O B : M C 11, 1-10; A Ñ O C: L C 19, 28-40 Semana Santa Lunes santo: Jn 12, 1-11 Martes santo: Jn 13, 21-33.36-38 Miércoles santo: Mt 26, 14-25 Jueves Santo: Jn 13, 1-15 Viernes Santo: Jn 18, 1 - 19, 42
405 406 407 408 408 409 410 411 411 412 413 414 415 416 417 417 418 418 419 420 421 422
TIEMPO PASCUAL
423
Domingo de Pascua: Jn 20, 1-9 Octava de Pascua Lunes: Mt 28, 8-15 Martes: Jn 20, 11-18 Miércoles: Lc 24, 13-35 Jueves: Lc 24, 35-48 Viernes: Jn 21, 1-14 Sábado: Mc 16, 9-15 Domingo 2 de Pascua A Ñ O A Y A Ñ O C: J N 20, 19-31 A Ñ O B : J N 5, 1-16 Semana 2 de Pascua Lunes: Jn 3, 1-8 Martes: Jn 3, 7b-15 Miércoles: Jn 3, 16-21 Jueves: Jn 3, 31-36 Viernes: Jn 6, 1-15 Sábado: Jn 6, 16-21 Domingo 3 de Pascua A Ñ O A: Lc 24, 13-35 A Ñ O B : L C 24, 35-48
424 425 425 426 427 428 429 430 431 431 432 433 433 434 435 436 437 438 439 439 440
o
a
o
a
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510
A Ñ O C : J N 21, 1-19 Semana 3 de Pascua Lunes: Jn 6, 22-29 Martes: Jn 6, 30-35 Miércoles: Jn 6, 35-40 Jueves: Jn 6, 44-51 Viernes: Jn 6, 52-59 Sábado: Jn 6, 60-69 Domingo 4° de Pascua A Ñ O A : J N 10, 1-10 A Ñ O B : J N 10, 11-18 A Ñ O C : J N 10, 27-30 Semana 4 de Pascua Lunes: Jn 10, 11-10 (año A ) , o Jn 10, 11-18 (año B ) Martes: Jn 10, 22-30 Miércoles: Jn 12,44-50 Jueves: Jn 13, 16-20 Viernes: Jn 14, 1-6 Sábado: Jn 14, 7-14 Domingo 5 de Pascua A Ñ O A : J N 14, 1-12; A Ñ O B : J N 15, 1-8 A Ñ O C : J N 13,31-35 Semana 5 de Pascua Lunes: Jn 14,21-26 Martes: Jn 14, 27-3la Miércoles: Jn 15, 1-8 Jueves: Jn 15,9-11 Viernes: Jn 15, 12-17 Sábado: Jn 15, 18-21 Domingo 6° de Pascua A Ñ O A : J N 14, 15-21 A Ñ O B : J N 15,9-17 A Ñ O C : J N 14, 23-29 Semana 6 de Pascua Lunes: Jn, 15,26 - 16,4 Martes: Jn 16, 5-11 Miércoles: Jn 16, 12-15 Jueves: Jn 16, 16-20 Viernes: Jn 16, 20-23a Sábado: Jn 16, 23b - 28 Ascensión del Señor A Ñ O A : M T 28, 16-20 A Ñ O B : M C 16, 15-20 A Ñ O C : Lc 24, 46-53 Semana 7 de Pascua a
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Lunes: Jn 16, 29-33 Martes: Jn 17, 1-11 Miércoles: Jn 17, 11-19 Jueves: Jn 17, 20-26 Viernes: Jn 21, 15-19 Sábado: Jn 21,20-25 Pentecostés A Ñ O A: J N 20, 19-23 A Ñ O B : J N 15,26-27; 16, 12-15 A Ñ O C : J N 14, 15-16. 23-26
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ALGUNAS SOLEMNIDADES Y FIESTAS DEL TIEMPO ORDINARIO: ... 484 Presentación del Señor (2 de febrero): Lc 2, 22-40 La Anunciación del Señor (25 de marzo): Lc 1, 26-38 La Santísima Trinidad: A Ñ O A: J N 3, 16-18 A Ñ O B : M T 28, 16-20 A Ñ O C : J N 16, 12-15 Cuerpo y Sangre de Cristo: A Ñ O A : J N 6, 51-58 A Ñ O B : Mc 14, 12-16. 22-26 A Ñ O C : L C 9, 11-17 Sagrado Corazón de Jesús A Ñ O A: M T 11,25-30 A Ñ O B : J N 19,31-37 A Ñ O C : L C 15,3-7 Solemnidad de todos los santos: Mt 5, 1-12 Inmaculada Concepción de María: Lc 1, 26-38 Tabla de las principales celebraciones del Año Litúrgico
Se t e r m i n ó de i m p r i m i r en Talleres Gráficos D ' A v e r s a e hijos S.A., Vicente López 318/24, B 1 8 7 8 D U Q Quilmes, Buenos Aires, Argentina
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Víctor M. Fernández
El Evangelio de cada día Comentario y oración
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l evangelio de cada día es un libro para orar y meditar la Palabra de Dios. Propone un comentario al texto evangélico que se lee diariamente en la Santa Misa cubriendo todos los días del año y los tres ciclos dominicales. El comentario es sencillo en su lenguaje, para que sea comprendido por cualquiera y pueda ayudarlo a orar con el texto bíblico y a aplicarlo a su propia vida. Como el título lo sugiere, el lector está invitado a orar y penetrar en el texto evangélico y a descubrir el amor de Dios manifestado en su Palabra. Víctor Manuel Fernández nació en 1962. Se ordenó sacerdote en 1986. Es doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura en la Pontificia Universidad de Roma. Actualmente, es párroco y director de catequesis y asesor de la Renovación Carismática de Río Cuarto. Profesor de Teología de la UCA.
SAN PABLO
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