Economla libidinal
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IDU!P!Cf!1 D!WOUO:>3 OHV10A1 SIOJNVHiI-NV3f
Primera edici6n en frances, 1975 Primera edici6n e...
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Economla libidinal
I
IDU!P!Cf!1 D!WOUO:>3 OHV10A1 SIOJNVHiI-NV3f
Primera edici6n en frances, 1975 Primera edici6n en espat\.ol, 1990
LA GRAN PELICULA EFIMERA
'I'RADUCC ION:
Tununa Mercado
TITULO OR IGINAL:
Economie Libidinale @1974,LesEditionsdeMinuit,Pans
@1990, FONOO DE CULTURA ECONOMICA. S. A Av. de la Universidad 975; 03100 Mexico S uipacha 617; 1008 Buenos Aires
DE C. V.
ISBN: 950-557-100-3
IMPRF,so EN ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTJNA
Hecho cl dcp6sito que previene la ley 11 .723
ABERTURA A LA SUPERFICIE LffiIDINAL
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AnItA et presunto cuerpo y exponga todas sus superficies: la piel con cada uno de sus pliegues, arrugas, cicatrices, con sus grandes pIanos aterciopelados Y. junto a ena, el cuero y su ve1l6n de cabellos, el abrigo suave del pubis, los pezones, las Ulias, los cascos transparenl;es del tal6n, la leve ropavejerfa poblada de pestalias de los plirpados; pera no sola mente eso: abra y extienda, explicite los Isbias mayores, los pequei'ios labios con su red azul, ban ados de mucosidad; dilate el diafragma del esfinter anal, corte longitudinal mente y aplane el negro conclucto del recto, Iuego del colon, Iuega del ciego; a partir de ese momento 18 banda sera una superficie compJetamente estriada y contaminada de mierda; como si con sus tijeras de modista abriera las piernas de un pantal6n, andele, ponga en descubierto el presunto interior del intestino delgado, el yeyuno, el ileon, el duodeno 0 bien, en la otra punta, suelte la boca de las comisuras 0 arranque la lengua hasta su rafz distante y partala, extienda las alas de murcielagos del paladar y de sus humedos subsuelos; abra Ia td.quea y conviertala en el armaz6n de un casco en construcci6n; provisto de bisturies y de las pinzas mas agudas, desmantele y deposite los haces y los cuerpos del encefalo; luego extienda toda la red sanguinea intacta sobre un inmenso jerg6n, y la red Iinfatica, y las delicadas piezas 6seas de Ia muneca y del tobillo; desm6ntelas y co16quelas de punta a punta con todas las capas del tejido nervioso que recubre el humor acueo y con el cuerpo cavernoso de la verga, y extraiga los musculos mayores, los grandes filetes dorsales, extiendalos como Esos delfines durmientes. Haga el mismo trabajo que hace el sol, 0 la hierba, sobre su cuerpo cuando usted se asolea. Pero no se crea que alIi termina todo: habria que conectar a esos labios una segunda boca, una tercera, una gran cantidad de bocas, una boca, y tambien vulvas, pezones. Y contiguas a la pie] del extrema de los dedas, rascada por las urias, serfa necesario quizas unas grandes playas de piel sedosa, extraidas de la cara interna de muslos 0 de la base de nucas, 0 unas cuerdas de guitarra. Y contra la palma de la mana, llena de nervaduras y de pliegues como una hoja marchita, tal vez h aya que depositar arcilla, 0 bien baculos de madera dura con incrustaciones de plata, 0 un volante de autom6vil, 0 la escota de u na mesana. No se olvide de agregar a la lengua y a las partes del aparato fonador, todos los sonidos de que disponen y, adem as, toda esa red selectiva de sonidos que constituye un sistema fonol6gico puesto que ella tam bien pertenece al "cuerpo" libidinal, asf como los colores que tendra que anadir a las retinas, ciertas texturas a las epidermis y ciertos olores que habra elegido 9
ECONOMIA LIBIDINAL
ECONOMIA LIBIDINAL
n las paredes nasales, paIabras y sintaxis preferidas a las boens que las dicen y a las manos que las escriben. Y no es suficiente decir, como Bellmer, que el pliegue de 18 axila de la nina apoyada distraidamente, eJ codo sobre In mesa y el ment6n en In palma de su mano, podia ser equivalente al pli cgue de 18 iogl e 0 incluso a Ia comisura de los Iahios del se· )Co. No nos apresuremos a plantear la cuesti6n de seT equiva1ente a, Y menos aun a resolverla. No es una parte del cuerpo i.de cuLiI cuerpo?: cuerpo orgnnico, organizado para su propia supervivencia ante 10 que a muerte 10 conmueve, asegurado contra In conmoci6n y 18 emoci6n; no una parle Que sustituya a otTa como en e] caso de la nina (la morbidez del brazo a In del muslo y un pliegue sutil a una bendidura mds intravagante), no es ese desplazamiento de partes, reconocibles en In econom(a poWica del cuerpo orgdnico (el mismo en principio provisto de partes difcrcnciadas y apropiadas que no podrian ir sin e1) 10 que hay que comenzar por tomar en consideraci6n. Un desplazamiento semejante, cuya funci6n es de representaci6n, vicaria, supone una unidad corporal sobre la cual se inscribe como transgresi6n. No hay que comenzar por Is transgresi6n, hay que ir de inmediato hasta ellimite de la crueldad, hacor 10 anatomic. de In pervcrsi6n polimorfa, desplegar la inmensa membrana del "cuerpo" libidinal, que es todo 10 contrario de un armaz6n. Ella esta hechs de las texturas mas heterogeneas: huesos, epitelios, hojas en blanco, tonadas que h acen vibrar, aceros, cristalerias, pueblos, hierbas, telas para pintar. Todas esas zonas se empalman en una banda sin dorso, banda de Moebius, que no interesa porque este ceTrada, sino por tener una sola cara, piel moebiana que no fuera lisa sino (lacaso seria esto posible topo16gicamente?), por el conlrario, que estuviera cubierta de asperezas, recovecos, repliegues, cavernas que ]0 seran en la ~primera" vuelta, pero que e n la "segunda" seran quiza. protuberancias. Pero nadie sabe ni sabrd en cutil "vuelta" estamos: en la vuelta eterna. La banda interminable de variada geometria (puesto que nada obliga a que una excavaci6n siga siendo concavidad mds alla de haber side forzosamente convexidad e n la "segunda" vuelta, si esta al menos persiste) no tiene dos caras sino una sola y, en consecuencia, carece de exterior e interior. No se trata, por 10 tanto y sin duda, de teatro libidinal: no hayesposor, las intensidades corren por doquier, posandose, escapandose, sin {IUO nunca puedan ser aprcsndas en un volumen sala/cscena. Ln teatralidud-rcpl'esen taci6n, lejos de que pueda tomarsela como un dato libidinal (L fortiori metofisico, resulta de cicl'lo trabajo sabre la banda laberintica y mocuiana, trabajo que imprime estos pliegues y replieg ues especialos cuyo ofoclo as una cajn que, cerrada sobre sf misma, filtra los impulsos y ndmito que aparezca en oscenn s610 nquolto que, provenienlo cl o 10 quo do nhom cn ndolunto se Itamoni 01 ext('rior, salisfaga las concJieionoi' do
la interioridad. La camara representativa es un dispositivo energetico. Describirlo y seguir su funcionamiento es la tares. Ninguna necesidad de criticar Ia metafis ica (0 la economia politica, que viene a ser 10 mis_ rno); puesto que la critica supone y reerea sin cesar esta teatraHdad misrna, mas vale estar dentro de ella y oluidarla: es la posici6n de la puJsi6n de muerte, y mejor describir eso, sus pliegues y adherencias, sus trasmisiones energelicas que determinan sabre la superficie Unica y heterogenea el cubo teatral con sus seis caras homogeneas. Ir de la pulsi6n a la representaci6n, pero sin permitirse, para descrihir esta implanlaci6n, esta sedentarizaci6n de los influjos, sin permitirse ]a sospechosa facilidad del concepto de falta, la facilidad del cuento de una A1teridad vacia, de un Cera en cuyo silencio viene a choc8r y a romperse la demanda (demanda, ipalabra, ya, por 10 tanto?, lpalabra ya dirigida y hacia algo?, si, a esc Otro y por algo, iacaso ~I tambi~n ya sabe hablar?, sf, aunque sea mediante gestos, llantos, furias, torpores de lactante atragantado, interjecciones, que Ie dicen), aun cuando con esc cuento de la demanda y del silencio del Cero no quedaria otra cosa que inaugurar y echar a andar el teatro y el poder, el tentro de poder en el que habran de representarse las satisfacciooes del deseo oneido de la misma presunta falta. Muy par el contrario, y 10 veremos ml1s adelante, hay que describir la cuesti6n del cuba n partir de la banda del cuerpo libidinal abierto y extendido en su unica cara sin reverso , cara que nada oculta. Mds aun, no hay que confundir tam poco In clausum de la reprcsentaci6n, ese hallazgo sarclistico, ese falso desengafio de los pensadores Que nos dicen: 10 que esta en el exterior en realidad es el interior, no hay exterioridad, la exterioridad del teatro es tambien su interioridad; ni mezclar esta triste noticia, este kagangile que no es sino el converso del evangelio, este miserable anuncio de que los cargadoTes de artefactos que recorren su pequeil.o mura detras de las espa]das de esclavos sentados y maniatados a l fondo de su cavern a en realidad no existen 0, 10 que es 10 mismo: que ellos mismos son sombras en la caverna del mundo soleado, reduplicaci6n de lristeza; Que no se confund a, entonces, esle mensaje despechado y esta representaci6n de un teatro total mente clausurado con nuestra pelicuJa moebiana-laberintica, patchwork de una sola cara de todos los 6rganos (inorga nicos e inorganizados) que la libido puede atl'8vesar: por mds que este cerrada sobre sf misma, ella tambien, como una buena banda de Moebius, de ningtin modo 10 esta. en el sentido de un volumen; por oposici6n al cubo representativo es infinita; las intensiduces conen en olla si n encontrar termino, sin chocar jamas con el muro do 1lI1n auscncia, con un limite que seria la marca de una falta; no, a la libido vQrdll.doromonto no Ie fnlta nada, y menos aun regiones a ocupar;'"
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• IlHw,tir,/"urNI'lflfI1I11Nj/ (lJfflitl/IUIIH o n rllomdn>, !lOrd" ~rnd\lcidOIl como QCllpor, oell' l)(/fj,jU; tMJI',r, fMII", flr.(·IIIN"r, tlr/fCorNr.: mvrrlir. I'WI'fllid" (rlcoonpnllndn. do divCMllnll
ECONOMIA LIBIDINAL
LA GRAN PELICULA EFIMERA
cl dedo fino y muy moreno de 18 mana izquierda que en una conversaciOn paso 18 joven sobre su ceja -inquieta poT 10 que supone es eJ saber del olro--, mientrBS que con 18 derecha sostiene un cigan-o: i!sa es una verdlldera regiOn a oeupar. se puede perder la vida en e11o, uno puede entregllr loda su organicidad, su cuerpo en orden, su alineamiento funcional de Organos, su estntuto socio-profesional, su presunto pasado y su pre8unto futuro por eso, su memento y su teatro intimo: uno puede lJegar a queTer pagar muy caro, fuera de precio, ese dedo que es como una gubia y todo eJ espacio orbital craneano, vaginal, que engendra alrededor del ojo. jY no es porque este prohibido que se 10 ocupa, oi porque sea repreIIcntado fuera de escena 0 porque no se tenga derecho a ponerlo en escena que uno desea montarlo y apropiarse de ell A 18 libido no Ie faltan regiones a ocupar y no ocupa bajo 18 condici6n de Ia falta y de Ia apropiaci6n. Ocupa sin condici6n. Condici6n es regIa y saber. Pero el toque de emoci6n en la mano que alisa la ceja, i,importa que obedezca a reglas, a lcyes de In emoci6n y otras necedadcs?, i,importa que se conozca 10 que la motivn, la timidez de esa mujer nnte su presunto personnje Cevidentemente paternaL)?, i,qu~ importa todo eso, ese farrago de palabras que van a dar cuenta y a rendir cuentas? Son esns palabras las que ponen en representaci6n ese gesto y 10 producen en Ia exterioridad interior de todo discurso, y la ley que van a inventar para explicar la exterioridad y el espectaculo es su ley propia como saber. Muy lejos de tomar el gran Cero como el ontol6gico motivo, impuesto al deseo, de diferir todo siempre, de re-presentar y simular en una pr6rroga sin fin, nosotros, economistas libidina1es, afirmamos que ese cero es en sf mismo una figura, la pieza de un dispositivo potente, sanguinario como el Dios de los Judios y plilido como el Vado de Lao-Ts~; dispositivo de la circunversi6n en el cual, ciertamente, varias posiciones libidinales son afirmadas en conjunto, y al cual nos complacerli desenmarai'iar y desmontar con tacto, despejar sin violencia, en japones, como se separan las varillas entremezcladas en el juego de los palillos; y vamos a mostrar que no solamente es necesario pasar por 61 para seguir el recorrido de las intensidades en ellaberinto, sino que, incluso, el paso por el cero es propiamente un recorrido libidinal de canicter especial, que la posici6n del Significante 0 del Otro ocupa en el dispositivo de la circun-
versi6n una posici6n en sf misma de goce, que el "rigor de la ley" excita a mas de uno, y que esa Nada no remite a una necesidad onto16gica, sino a una fantasia religiosa, libidinal por 10 tanto y, como tal, perfectamente aceptable, vale la pen a decirlo, si no fuera, por desgracia, terrorista y de6ntica. Necesitamos modelar una idea af'irmativa de] Cero. Recomenzo.mos, en consecuencia, la critica de la religi6n, recornenzamos, en consecuencia, la destrucci6n de la piedad; buscamos incluso el ateismo: muy inteligentes, heroos comprendido que la reintroducci6n del Cero, es decir de 10 negativo, en la economia del deseo, es simplemente 10. reintroducci6n de 10. contabilidad en las materias libidinales, es la economia politica, es decir el capital, llevada hasta la esfera de las pasiones, y con esta economfa del capital, hemos comprendido necesariamente otra vez mas que ]a piedad es 10 que prosigue, el dispositivo pulsional y pasional de la religiosidad, en la medida en que ~sta es identificada como la fuerza de la falta, In religiosidad capitalista, que es la de la moneda que se engendra a sf misma, causa sui. Y, en consecuencia, "'hacemos polftien", deseamos que la fuerza de 10. falta periclite, degenere; amamos y queremos lodo ]0 que alirma que ese cero no solamente no se engendTa a sf mismo, ni tampoco es engendrado por otra fuena (Ia fuena de trabajo, supone Marx, perc justamente y una vez mas. en tanto faltante, borrada en superficie de la escena socia!), sino que las cuestiones de engendramien to tienen trampas, conllevan el saber y sus "respuestas" (las cuales se Ie rien a usted en la cara); no, no subordinamos nuestra politica antirreligiosa, es decir anticapitalista, al saber de 10 que es de verdad el origen del sentido, es decir de 10. plusvaUa, menos aun la subordinamos al saber de 10 que verdaderamente no tiene origEm y de 10 que carece no en tanto de esto 0 de aquello, sino en tanto origen; queremos y hacemos una politica desmembrada, no con table, impla para con las politicas y, en ese sentido, ]a cr{tica de la religi6n que recomenzamos no es yo. una critica, no esM yo. en la esfera (es decir el volum en te4trico, advi~rtase) de 10 que critica, puesto que Ia critica descansa a su vez en Ja fuerza de Ja faJta, y puesto que la crftica es la religi6n todau{a.
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propolicionC8 IICgUn 101 callOa), y aun a vccca como inl)tstir (conrerir un carnctcr, un cargo 0 dignidad. una inlJestidu.ro, a also 0 a alguien, que de esc modo quedarAn inlHlstidoB), 0 des· tncando olacnlido do l itinr, /iilio; c::trc::nr, Ctrco do la lc rminologfa militllr reapccto do unR plQza, ciudod 0 territorio. E stos opc::ioneH 10 horan teniendo en cuentll 01 contexte, sin per_ der In acepc::iOn liwrRl de el108 lCrmin08 en psiconnAlisis, cconomla politico 0 eslratcgtn. miIIlar. Sc ha prererido eeta variedad par. eviler en 10 posible 109 ncologismos inl)tstir, inIItstimitnto, rospctBndo III mismo tiempo UIlOS ya consagrad08 por 0\ Diccionorio do Laplanc.ho y PontaHI y otral lraduccionel reconoc::idaa. (N. de III 1r.)
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TEATRICA PAGANA
Deseamos el atefsmo de la banda libidinal y si no puede ser crftico, es decir religioso, debe ser entonces pagano, es decir atirmativo. Tenemos que saltar asf por encima de dos fronteras, la que separa la politica de la a-politica, perc tambien la que separa 10 religioso de 10 laico; diremos por ejemplo que b ay quid mas ateismo (afirmativo) en esta religi6n del Bajo Imperio que Agustin detestaba y zaheria, ~eligj6n en la que por el menor hipo, la mas minima sandalia, por un coito de nada, un parto , un pip~ una· decisi6n militar,.habia un dios, una diosa, varios dloses y diosas CLue asistlan..al-acto, al paciente y al agente, no para redllpliCarlos en un espectaculo imltil ---(:omo Agustin tinge creer-"ni tampoco para ocu1tarle la responsabiHdad al presunto sujeto implicado en el acto en cuesti6n, sino ef>rgue de esa mane,a todos estes gestos, todas eSJ tas situaciones, aqueUos y aquellas de Ia 1lamada (despues) vida cotiaiana-(co~i-hub i era...otra~ por una parte empezaban a valer como inten sidncfes, no odion decaeun utilidades y, por la otra, no teniao que volver a atarse meaiante un vinculo parad6jico, dialectico, arbitrario, terrorista, a una Ley a a un Sentido ausentes, sino que, por el contrario, no dejaban de ponerse a prueba como singu.1aridades que se basta ban en la afirmaci6n de si mismas, Lo divino era simpl emente esta autoatirmaci6n. Quiza nada este mas cerca de 10 que sucede sobre Ja banda libidinal que In parodia que obtiene la "teologia tdtrica" de esta religi6n popular semi-esceptica, semi-estoica de la ultima Roma. En todo caso, aun cuando seamos injustos en su beneficio, e11a es bastante mds atea que el discurso de ciencia, de politica y de critica de nuestros contemporaneos ahastecedores de deseo, mujeres, homosexuales, Negros, Indios, espacios y pToietarios -abastecedores que amamos y que, por 10 demas, tambien somos-. Entre la teologia teatrica y la judeo-cristiana que todavia hoy gobierna la critica de la re1igi6n y de la economia politica, no bay oposici6n entre un elogio de 10 divino en el mundo y una alabanza de Dios a expensas del mundo e in absentia, sino diferencia entre dos dispositivos del pathos. Aqui comienza K1ossowski. Siguiendo su consejo, escuchemos a Agustin discutir la disyunci6n que establece Varron entre una teologia fabulosa 0 miticn y una teologia civil 0 politi ca. EI cristiano toma el ejcmplo dcl ncoplnmiento nupcinl: "8i hay una diosa Virginensis para dosntnr oJ cinLur'o n do In jovon, un dios Subigus para que se entregue a IlU l11or·ido. ~llIn dilllur Pr'{'lIlfl plll"lI qu c, unu vcz subyugadu, no se mucva y 80 ,k.j(l oprillllr, I,fjlll ' hrll'c', IlIItonC('s, In dio80 PCI'Lunda? iQuc se rubo-
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LA GRAN PELICULA EFIMERA
rice, que se vaya! iQue Ie deje hacer alga al marido! Es muy inconvenieote que otto satisfaga en su lugar la tarea que conHev8 este nambre. Tal vez se la tolera porque es una diosa y no un dios (...). Pero, i.qu~ dio go? "No hay aeaso alii tambien un dios demasiado viril: Priapo? iSobre su rniernbro giganteseo y repugnante In recien casada fue invitada a sentarse, segUn 18 muy decente y muy religiosa costumbre de las matronas! I iQue todavfa se pueda distinguiT, con gran refuerzo de sutilezas, entr e Ia teologia civil y la teologia fabulosa, entre las ciudades y el teatra, entre los templos y Ia escena, entre los ritos de los pontifices y los versos de los poetas como se distingue entre ]a decencia y 18 impureza, 18 verdad y In mentira, las cosas graves y las frivolas, las serias y las bufonas, 10 que hay que buscar y 10 que hay que recbaza r! .. (Ciuitas Dei,
ble, suplica y orden -oh cosa poderosa entre todas las cosas- que los atraviesa: haz 10 que el deseo desee, se su esc]avo, su conexi6n, yo te de· signo. Y por cada conexi6n, un nombre divino; por cada grito, intensidad y conexi6n que sportan los encuentros esperados e inesperados, un pequeno dios, una pequena dios8, que tiene el aire de no servir para nada cuando se la mira con los globulosos ojos tristes plat6nico-cristianos, que en efecto no sirue para nada. pero que es un nombre para el paso de emociones, As! torlos los encuentros dan lqgar a dlVlrudad, todas las conexlOnes a i'nilndaci6n de afectos. Pero Agustin, que se ha pasaao al . campo del gran Cero, no comprende ya nada de todo eso, qUlere y convoea la resignaci6n, abandonen la banda libidinal, dice, s610 una cosa merece afedo, mi Cero, el mio, mi Otro, es a traves de el que todas las emociones Uegan a ustedes, a el se las deben, cuidenselas, devuelvanselas, el las redimini, el redentor. iQu~ quiere el cristiano? Ignorar la cone· xi6n, pretende casi la desconexi6n: el pr6jimo, ique palabra chistosa! El otro estli situado en la atm6sfera del alejamiento afectivo, despues muy cerca por un esfuerzo particular y parad6jico llamado earitas porque cuesta caro (se da sin retorno, se dan distancias de alejamiento, es el Cero quien recibe las donaciones y las hace fructificar). Con esa desconex:i6n se acaban las singularidades. Caritas tiene respuestas para todo. Es por eso que todo se encuenlra desva]orizado, escindido; en su apariencia, como dios a ntiguo, Virginensis, Prfapo, bufon y, en su esencia, como el dios nuevo, el Cero central, el director de teatro. En su apariencia, el delirio 0 la locura y, en su esencia, las intenciones divinas. Escuchen al padre de la Iglesia en su afan de eseindir las intensidades: uSe ha querido que el nombre de Liber venga de Liberamentum, liberaci6n, porque en la uni6n sexual los varones se liberan gracias a el del semen que derraman (... ). Se anade que a Llber se Ie asigoan las mujeres y el vino a fin de excitar el deseo. De ahi que las Bacanales se celebraran en medio de una locura furiosa desencadenada. Varron mismo confiesa que las Bacantes no habrian podido hacer 10 que hacian sin estar presas de delirio, nisi mente commoia (. .. ). Hay algo seguro, y es que semejantes cosas no sucedfan en los teatros. Alli se juega, no se delira; aunque tener dioses que se complacen con tales juegos se parece a la locura furiosa, simile furoris." As! es como prepara el excelente Padre (Civitas Dei, VI, 9) el encierro generalizado de las apariencias bajo el nombre de sintomas. La desvalorizaci6n de 10 dado fun ciona en plenitud, es decir en el vacio: el movimiento de fuerzas se vuelve conmoci6n del espiritu y muy pronto dementia y amentia. Los paganos 10 llnmabon OionisoB y Boca, nombres de aingularidades inestimables. Adviol'Lnn oJ pnrnlor,isrno do "gustin, mancra bnlbuccllnte de hacer hoMr', no oblllo.nto, n 10 1\10,..1.(\ do iW LodLl'icl1: 11)15 DlICllllLCI! eran p'rCSllS del
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VI, 6.)
Y Agustin, como buen ap6stol, argumenta asf: si Varron se las arregla de tal manera para decir que las representaciones respectivas de 10 divino e n la escena teatral y en la escena social son en definitiva indiscernibIes, es porque ya ha bita en este pagano la certeza de que s610 es verdadera la teoIogia natural, la de los fil6sofos, enti~ndase: la de Plat6n y. por 10 tanto, Ia de Agustin, entiendase: Ia de Cristo. 'Thdos los simulacros, sean de histriones 0 de sacerdotes, vienen a caer juntos de un Iado, dellado mentiroso, ilusorio, impuro; eJ nuevo lfmite viene a aeparar todo eso, que es apariencia, de 10 esencial, que es puro y veridico, Y, i,qu~ hace Agustin de esta manera? Cree ponerle fin con el teatro; 10 inventa, 10 reinventa despues de P1at6n y los otros, r estaura 10 que los fieles de 8ubigus, Prema y Pertunda habian demolido, es dedr 18 desvalorizaci6n del aqui y el ahora, su subordinaci6n al Otro; reforma la teatralidad voluminosa y repite el dispositivo mediante el cualla sala es ignorada en beneficio del escenario y el escenario consagrado a representar una Exterioridad dejada a las puertas del teatro, y juzgada -ellade una vet: para siempre no teatral. Pues bien, 1a tetttrica varroniana y popular no presentaba de ningUn modo esta distribuci6n de fundones en su escenografia. 8i el joven esposo incitaba a Virginensis a que desatara el cintur6n de la joven que el iba a desflorar, i,c6mo imaginar que 10 hacia por indecencia. bufoneria y mentira? i,No es acaso evidente que Virginensis es el nombre que nevan tanto la impacie ncia del vir desiderans como la espera no menos fuera de ena, pero m4s sorprendida de la virgo, y el desanudamiento del cintur6n a punto de soltarse y, en sobreimpreso, la disposici6n de otro nudo a punto de hacerse entre brazos, hombros, vientres, muslos, iTttroitus y exitus? Virginensis es un grito que lanza todo eso a la vez, grito hecho de vanos gritos incomposibles: que ena se abra, que el me tome, que ella resista, que el apriete, que ella se afloje, que 111 comience y que el cese, que ella obedezca y ordene, que eso se pueda y sen como imposi-
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LA GRAN PELICULA EFIMERA
furor; eso no se ve en el teatro, donde 86lo hay Que representar; auoque las representaciones del teatro sean juegos que 5610 puedan gustar a dioses atacados tambi~n de furor. La implicaci6n es directa, y pagana: el furor es divino, 10 divino es el furor, tanto en los ritos sagrados como en los juegos escenicos, no hay nada que pueda eotTar con un nombre singular en el recorrido de las impulsiones, y no hay nada que se mantenga fueTa de ese recorrido. Aqui sorprendemos a Agustin a punto de valver 18 banda libidinal sobre sf misma con el objeto de producir alli volumen y camara de presencia/ausencia. Sera necesario filtrar y otorgar las intensidades 81 activo del gran Cero, para saldar cualquier cuenta. Y veremos entonces que no se 11ega, que 18 diferencia entre el juego y el furor, el simulacro y]a verdad, la payasada y la seriedad no logra ubicarse. Esto, esta afirmaci6n de banda, e:;te bandidaje, se escribe con tanto dolor que hace temblar la mano. Escuchemoslo, seguramente es mas importante Que 10 que se dice. Este dolor no es tristeza 0 perdida de fuerza, sino 10 contrario: esta marcado par un derroche de cantidades importantes de energia que se utilizan para hacer soportable aJgo que no 10 es, que quiza sea esta acumulaci6n misma de potencias. Llorar, aullar, estan al alcance de la mana. Las figuras -aunque la mano siga avanzando su pluma en los bosquecillos de Dionisos-, las flguras de vida y de muerte se acumulan, Agoras que son esa energia misma captada en un instante y en una eternidad, y que, amantes de fleras, la devoran. Figura egipcia, melenas del Neguev, andr6gino bistre, nino femenino intratable. Can este dolor, quizlis en el centro, esta nueva situaci6n verdaderamente terrible: ese mismo rostro egipcio que mira no se sabe hacia d6nde can su impasibilidad, ayer, anoche, se volvi6 negro. La cara de mujer joven devine la mascara mortuoria de un joven cuyo cuerpo ocultaron los tiras que 10 vigilaban y golpeaban, desde hacia dos anos, en la carcel de una isla bordeando ellitoral africano, cuando su padre se neg6 a admitir, despues de examinarlo. su versi6n de muerte por suicidio. Es el mismo rostro, la misma frente estrecha, la gran nariz un poco curva y et gran vertice mediano del m6dulo abisinio, la misma delicadeza de maxi lares. Y cl hablaba, todo el tiempo, mientras que ella se calla, el flexible, escapando a IOU muerte y buscandoln. mediante torrentes de palahra~; hahlnba como un negro, multiplicaba las emboscadas de palabras, pero sus palab ras eran tan suaves e imperiosas que producfan efectos absolutamente visibles, como si fueran acciones nsicas. iSi su muerte pudiera estall ar en transformaciones palpables, como estallaban sus palabras, cuando el era su cuerpo! Hacer incluso de su muerte su cuerpo activo, transformadol'. Roma, Amor eran anagramas de su nomen. Y esta tensi6n, obstlicul0 e intolerancia ante todo, ests ligada a la in composibilidad de todas estns figuras simultaneas. Habria que ser
muy cristiano y muy pendejo para imaginar esos Romanos y esos negros como mensos libidinosos, inocentes sumidos en e1 estupro. Este sufrimiento por exceso es el de las bacantes, procede de la incomposibilidad de las figuras, de las mascaras juntas que ocupan el mismo espaciotiempo y revelan por ese hecho la banda libidinal, ya que una incomposibilidad semejante en la que se afirman a la vez partes, diferentes sin embargo del presunto cuerpo organico, 0 bien, sl se prefiere, en 1£1 que se aruman a la vez secciones del aparato psiquico y social que s610 deberian ser afirmadas separada 0 sucesivamente, es insoportable. lAcaso porque ella es la disoluci6n de la unidad, de la presunta sintesis? Lo que se hunde en la teologia teatrica -para nosotros que venimos mucho despues, que tenemos siglos, casi dos miIenios de costumbres cicatrizantes mantcnidas por las religiones, 1£1 metafisica. el capital-, es Ia identidad. lEs posible que 1£1 intensidad sea sufrimiento s610 por el hecho de que somos religiosos, religiosos del Cero? Incluso decirnos eso tal vez sea un consuelo. Lo que a nosotros, economistas libidinales, nos amenaza es que lleguemos a fabricar una nueva moral con este consuelo, a proclamar y difundir Que la banda libidinal es buena, que la circulaci6n de afectos es alegr{a, que el anonimato y In incomposibilidad de figuras son impresionantes y libres, que todo dolor es reaccionario y encubre el veneno de una formaci6n surgida del gran Cera -10 que acabo de decir-. Ahora bien, 10 que se necesita. no es una Hica, esta 0 aquella. Quizlis un ars uitae, joven, pero en el que convendria ser los artistas y no los propagadores, los aventureros y no los te6ricos, los forjadores de hip6lesis y no los censores. No tenemos ni siquiera que decirlo: jeste gran Cero, que porqueria! Despues de todo, es una flgura del deseo y, id6nde iremos a inslularnos para negarle esa cualidad? lEn que otro Cero no menos terrorista? Uno no se puede instalar sobre la banda laberintica retorcida clectrizada sismiada. Hay que compenetrarse de esto: que determinar In instancia* de las intensidades sobre una Nada de origen, sobre un Equilibrio, y el repliegue de partes en teras de la banda libidinal moebinna, en forma de volumen teatral, no procedc de un error, de una 11u8i6n, de una maldad, de un contraoprincipio, sino fundamentalmente del deseo. Que 1£1 puesta en representaci6n es deseo; que la puesta en cacena, en jaula, en prisi6n, en flibrica, en familia, la puesta en caja son
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- En (lJ orlHinnl frnnc~8 dice b'l/i(1I1Ci(1/ioll; pnrn ovitnr cI ncologiBmo sc prcfiri6 bus· cprlo un giro: Iktl:rmlll(lr, cstl.blcc.cr 0 troor uno iru;lantio (til (0 sobreJ, BCgUn cl C860; inst(IIW:U( En estn jerarquia de la similitud se situa la teatralidad de la representaci6n nihilista. La uerdad. puesto que habra entonces que hablar asi, de un seT tornado como signo, se encuentra situada fuera de ~l, e incluso, puesto que Agustin concibe el signa bajo la categoria de la metafora, par encima de ~l. Este ser significa atra casa que 10 que es: significa aquello cuyo simulacro es, pero, por el hech? de que no es 10 que significa, significa tambi~n In distancia que 10 manttene aparte, la desemejanza, 1a falta de ser que 10 sepnra. (Es por eso que los Victorinos, y en primer lugar la tradici6n herm~tica, pod ran decir que la fealdad, que at.estigua esta separaci6n, es precisamente 10 que mas honor hace 0 la omnipotencia divino.) EI nihilismo aparece a n i de cuerpo cntero: sentido diferido y, en ese aplazamiento, falta que se desliza. La misma con strucci6n en Hegel : entre una formaci6n (Gestaltung) y la otra, separaci6n de identidad-alteridad, otros nombres para semejanzadesemejanza, y conciencia de su indi sociabilidad en la Aufhebung. EI teo rna trinitario se da de entrada en el pen samiento greco-cristiano. Despu~s 5610 se tratarn de variaciones sobre 10 misrno. Comparen por ejemplo el trinitarisrno agustino tal como aparece en el De trinitate (X.I, 8, 14), donde se dice: "Sensus accipit speciem ab eo corpore quod sent,· mus, el a sensu memoria, a memoria vera acies cogitantis", can Ia renexi6n joven-hogeliana que se encuentrll p.n el manuscrito de 1803-1~04, en el cua l el maestro diaIectico escribe: "EI color en sus tres PotenC13s: en la sensaci6n -posibilidad de determinar el azul, par ejemplo-, y luego como concepto -refenda a los demns [colo res] y opuesto a esos colores e igual a elias; (el color consiste par 10 tanto) en que los colores son colores y existen par eso de una manera simple y universal como color".ul Par 10 tanto: 12 ese azul, como singularidad = sensus agustiniano; z.z el azul, como opuesto al raja, como referenda opositiva respecto de otr08 nombres = la memoria; 39 el color, meta-unidad del azul, rojo, etc. = el acres de Agustin. La cosa estA alli en lugar de otra y es menos que 10 que ella repre· senta. Para que sea 10 que es ha hnbido p~rdida de ser. Lo que nos es da-
110, en la medida en que no es la similitud misma, es potencialmente de(/(>;cnte. La teatralidad de la representaci6n impIica esta deficiencia, esta dllpresi6n. Es en ella donde se organiza In figura de la alienaci6n. E. de NOb'Til1 vuelve a trazar la genealogfa de este tkrmino: Pablo escribe solire la encarnaci6n que Cristo use despoj6 a si mismo tomando forma de ItIMVO" (Filip., II, 6-7); ~Mn6s~n, dice el griego, que la Vulgata traduce por exinanivit, "se vaci6, se agot6". A trav~s de Lut.ero -qui en traduce: '' (It sick selbs geeussert ("Jesus se puso en el exterior de s1"')-, Hegel red bc esta tradici6n nihilista que trasrnitira a Marx y a los politicos con el llilmbre de alienaci6n. De manera parecida que aquel a quien se ofrece el signa metonimilot). Lo que me es dado a trav~s del signo, a ~I par eso mismo Ie es negado, v flO constituirn como compendio de memorias de signos que habrnn de It l l ~nificar y de anticipaciones de sign ificaci6n que habnin de presentarse ru rno signos. Formara su ser semiol6gico como encuentro entre dos naIlns, pasado y futuro. Este ser semio16gico Ham ado conciencia desarrolla.,1 lI sf 10 que se denomina temporalidad, sabre la base del nihilismo consIll.uLivo del signa: "La muerte que el alma debe vencer no es tanto la uniI'U rnuerte que pone fin a la vida como la muert.e que padece sin cesar el ulmll mientras vive en el tiempo".l8 Sujeto ausente, vida muerta, signifi"lIoi6n fa ltante, signos marcas de incompletud, ternporalidad negativ8, tHltcrte liberaci6n, aplazamiento de la verdader a vida al mas alia: serni6Ilell metafisica can todos sus diversos pormenores, y teologia nihilista. 11:11 sobre yean esta falta generalizada que se construye el gran Ml rrnificante, el gran Dios, ausent.e tambien, pero supuesto principio de Iddu presencia y significaci6n. Selior de los signos en su ek-sistencia, Iln\~n, ;.Advierten c6mo el a mor por la lingiiistics, el arnor par el psicoa11l1 li sis, y SU conjllgnci6n, puenen mnrcar la menor rllptnra en relttci6n (·un esta teologia? iNo advierten mas bien que se bata mas bien de vashlHOS 0 resurgimientos de esta teologfa, de la misma teologia, del mismo 1IIliquilamiento del cuerpo pulsional en un discurso de denegaci6n? Y frente a eso, al fantasma, en el sentido de Klossowski. No la pequ cna puesta en escena, el day dream a el 7}aum; la pequelia historia (lli C uno se cuenta, a que se cuenta sola, por ejemplo, en el ataque hisleI ll'O, el argumento; y tampoco la matriz que pone en escena- tal como lU ll cntiende Freud, a uno y otro, y que son, una vez mas, sustituoos de IIII'1t coso, que estan alli para remplazar un cumplimiento de deseo prohihldo, para vicariar un lIenado de senti do libidinal imposible, y que como
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1'7 "L,'olnborn1.lono hClj:olinnn di t.cmi 1l1j:08liniani", RClJue intcrnatUmale de phi/owphie, 15 1R uero. rtligume, XXXII, 60. 16 La prtmitrt Philooophie d~ i'esprit (1803-1804), lr. [r., P.U,P" l!.lCiV, pp.87-88,
VI. 11)112, 1,10, PII, 62·78. 114 n.lllllwrl(l/jl(l/~ ali/maO); cilndn por P. Lnnd"bcrg, "Du concop~ do veriL4 che. ~nint A UIIU ~lrn·. J:kllcnl/IIII, :1, nel. 1050.
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un signo semiol6gico cualquiera estsn h echos de falta. 1.0 que 100ssowski entiende pOT fantasma habria mas bien Que concebirlo. tal como ~1 mismo ]0 sugiere, como un objeto que seria fabricado con 18 ruerzs
pu1sional desviada de su uso "normal", generador; al menos si se trata del fantasma "perverso", tal como aperece en 18 obr a de Sade (y tambien en 18 de K]ossowski). Dejemos por un instante la cuesti6n que suscita es-
te "desvto", en el cual evidentemente rnuy pronto se reconocert1. el mismo nihili smo Que scaba de ser denunciado en In teoda del simulacro, y por 10 tanto 18 persistencia en Klossowski y sin duda en Sade mism o, bajo 18
idea de perversi6n, de una teologia de 18 disimilitud que pertenece necesariamente a In de ]a Similitudo agustiniana. Dejemos ests discusi6n un instante, r etengamos en primer tennino que la posici6n sugerida del fantasma, Que h ace de ~ I algo asf como un objeto fabri cado, como un producto cuyo "con sumo" seria Ia emoci6n voluptuosa misma, es, a1 menos a este r especto, p1enamente afirmativa: los pedazos de cuerpo en postura Que produce la fuerza pulsional y que se consumen van amente como inten sidades gozosas son ahora concebidos como sustitutos de nada, son incluso aquello mi smo que la impu]si6n en gendra por su intensificaci6n y su circulaci6n, pedazos "inventados" y agregados como patchwork en la banda Jibidinal. Y del mismo modo en que es necesario entonces, si se mantiene la analogta sugerida en la Monnaie uiuante entr e la fantasm~ tica y la producci6n, concebir aquelJa con el mismo titulo que ~sta, como metamorfosis perpetua, habrli que conduir que no hay en la transformsci6n perpetua de las energfas libidinales mas objetos y sujetos que en la de todas las energfas posibles en el seno del proceso Hamado de producci6n en un sentido amplio. Por cierto, n osotr os no h scemos nuestro tal anal isis, y Klossowski esta Iejos de adherir completamente a ~ I ; pero ~ I tiene al menos esa ventaja de hacer imaginar a espfritus modern os, convencidos de la positividad de la economia poHtica, 10 Que puede ser la positividad de Ia economia libidinal. EI fantasma no es en este caso una irrealidad 0 una desr ealidad, es "algo" de 10 que se apoder a la agitaci6n 10ca de la libido, que ella invents como objeto inca ndescente y Que ella adjunta un instante a Ia banda trazada por ella en su r ecorrido. Del mi smo modo un producto, cosas todas iguales. Y en esas condiciones no es legltimo -siempre en la condici6n de prescindir del tema sado-klossowskiano del desvfo de fuerzas- investigar una verdad dc este "objeto"-fantasma fuera de ~ l mismo, determinar la in stancia de 8 U significaci6n en un gran Significante. A decir verdad simplemente no se trata de su significaci6n. (Pero sabemos que no podemos manten emos ahi, 10 sabemos .. .) Como no hay semi6tica ni signo inteligente sin memoria, aun TUdimcnta~ ria, Ia "semi6tica" de las intensidades, aQuella que Klossowski dOBpcja una vcz mas al final de Nietzsche et ie cercie uicieux, no funcl on" .. ill Am~ ncsio, (Aquf t.nmbi~n, por cicrto, en la palabra misma am" •• I.. IIU .C' r l\
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!lincil advertir, en to Que comporta de negativo, que se recurre a .una r efnrcncia secreta a un cuerpo que recuerda, a un cuerpo orgamco. lEs Iluestra falta que tengamos Que disociar, Hnea tras linea, paciente (e i~u li lmente), 10 que pertenece al e ntendimiento de 10 que pertenece a la mtonsidad?}. Asi, dice el Bsphomet, "1a memoria es el domini o del crcador, 1~1 mio es el olvido de sf en aquellos que r enacen en mf'. E incluso a ese 1I0mbre propio de Baphomet, "no se.lo puede r ecordar mientras uno n? rcgrese a sf mismo".19 Nombre proplo del regreso, que no es volver. a. s~, Mino recorrido a1eatorio e instsntaneo, ni siquiera sobre un cuerpo libldilIul preexistente a ese r ecorrido, sino form ando pedazos de ese cuerpo, /lerdido en el instante mismo en que es formado. Es por eso que el Bophomet puede d ecir: "Yo no soy un creado r que esclaviza el ser a 10 lIue el crea 10 que ~1 crea 0 un solo yo [moi], y ese yo a un solo cuerpo C.. ). No soy'un amo que cosech a, como El,lo que no ha sembrado".2o EI h echo enronces de que con estn extrona "semi6tica" estemos 10 mas cerca posible d e la banda laberfntica evanescente que trazan las inlcnsidades, K1 ossowski 10 atestigua a1 fOljar Ja fantasia de la compenelraci6n 0 invasi6n inmedi ata de "intenciones", unas en otras, en jus espfritus privados de cuerpo, y se comprendera sin esfuc:zo que esle c~erpo priuado asf de sus "alientos" es precisamente el OdIOSO, pe.sad"o, mepto cucrpo organico del habeas corpus, del haber y de la memona: Desde el momento en que se designaba cualquier cosa que fuere, comenzando por III hecho de poder prescindir del cuerpo, todo se modificaba al modificar· IIC el 'interlocutor': se modificaba uno nti smo en el senti do en que aque} Que se expresa sin cuerpo pasa inm ediatamente al interior de la ~osa que ~l express; y se modificaba al mis mo liempo aquello que se design a como la cosa expresada, en el sentido en que aquel que recibe esta expre8i6n de un a cosa --que sin embargo ya conoce y ve para sus adentrosRoports en su comprensi6n misma la manera de ver de aquel Que. se la dcclara (... ). Ningdn limite establ ecido por el cuerpo entre sus IOtendones r cspectivas se man tiene: ~stas se invaden mutuamente" .21 La cuesti6n de la uiolencia se plantea entonces con una singular suavidad, uflstante nueva, para tran sformarse en indiferente y tierna crueidad : "Mas, lqu~ diremos nosotros ahora, cuando ha habido violencia de u~ nliento sabre otro aliento? lLe guardarfi ~ste rencor por h aberle destrUldo su fragil habiUiculo, por haber sido liberado de permanccer ~l ~ismo (. . .)? Aliviados de este pretexto de permanecer los mismos, los ahentos vfctimas van a c()Ofundirse con los alientos verdugos desde el momento 10 U 8aphomel, Mercure de France, 1965, pp. 139 Y 188. Tr. esp.: El Baphomel, Fundamcntol. ~ Ibid., pp. 185 Y 136. :n I bid"pp.1l9y120.
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en q~e los yen veniT. Estos no quieTen exponcrse a 18 vergi.l.enza de seT acogtdos por aquellos. Ni acusaci6n ni quejas de una y olTa parte tampoeo per~6n (.:.). Ninguna satisfacci6n moral que no hays sido re~uerida. Una vlOlen,cJa,de o~ orden nace en ~uestra condici6n: ella se ejerce con una tota l IOd,ferencI8. Ell a es esta mdiferencia misma: y. al no dejaT hucUas, jes In pe~r de las ~oJencias!"'22 La supresi6n de los cuerpos me. morables y mn6s1cos permlte Is compenetraci6n de las intenciones es decir ,su a~ol ici6n ,en ben~fici o de intensidades an6nimas de las qU~ ya no eXlste mnguna mstanCI8 para responder y para crear Umite. La indiferencia. de ninglin modo se trata de frialdad, es como 18 del fuego, que quema lodo 10 que es inflamable. Como la barra que gira sobre Sl misma, no deja hueUa -si es verdad que la gran pelfcula no se da ~da ~n~era junta-, y, en ese senti do, no hay nadie, no hay cuerpo, ni lnscrlpcL6n puesto que no hay sitio de inscripci6n asignable. Solamente incandescencias puntuaIes, si n instancia. Se ve esto: la misma palma que un momento antes alisaba eI adorno de los pechos y bordeaba la playa blanca de los pronadores, tensa hasta el punto de la ruptura, golpea con unes palmadas secas entre los muslos, sobre la vulva. Se va esto: el que goIpcn (18 aI primcr sorprcndido. Sa ve cslo: las superficies fustigadns se encogen, los dedos antes abandonados entre los muslos todavla mojados con los licores de Ia hendidur a. forman un enrejado an~ los ojos p~ra protegerlos y para que puedan seguir viendo. Se ve por doqu.ier el rm.ed~ ante 10 absurdo de este acontecimiento. Se comprendera que deba eJ:lsbr. entre ests fantaSia de una indiferencia suprema por eltceso de compenetraci6n por una parte y. por la otra, la teoria, mtis bien sad ian a, del fantasma, una suerte de vacilaci6n, y acaso de incompatibilidad. Tanto la invasi6n indiferente de intensidades se inscribe necesariamente en un,a vuelta elema en la que se pierden las identidades y, por 10 tanto, en primer Iuga~ Ios.vohimenes corporales propios, como, por el contrario, el fantasma e"-Ige, IgtJal que un producto de la industria, el universo de 18 apropiaci6n y de la r eserva. La emoci6n que puede suscitar el fantasma y ~n l~ cual ~e con~ume no procede de ninguna manera de la compenetracl6n mmedlata, vlOlenta, an6nima, efimera de los alientos es decir de las impulsiones libidinales; por el contra rio, resu lta de y se a~reci enta por la existencia de un cuerpo, el de la "victima", en cuya superficie las maniobras irrita ntes de la perversi6n van a suscitar aflujos de desorden y cuyos desarraigo y desasimiento van a regresar, bajo Ia forma de flujos volupt~osos. para asaltar las superfi cies del Cuerpo del "verdugo". SI, como h ablamos adivinado, el fantasma edrae su fuerza del desVIO de las energIas lejos de los fines reputados naturales, es porque supo12 Ibid., p.l50.
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lie y mantiene referencia a una unidad. es porque intensifica la voiuptuosidad, no pOT plirdida de las identidades, sino sola mente por su I rnnsgresi6n. La perversi6n, dice KJossowski al comentar a Sade, es 10 "{Jue se requiere para descomponer 10 que el tlirmino de sexualidad reulie de manera genlirica, 0 sea por una parte en la emoci6n voluptuosa previa al acto de procreaci6n y, por la otra, en e1 instinto de procreaci6n Ilspeciflco, dos propensiones cuya confusi6n funda la unidad apropiada riel individuo para reproducirse".23 Aqui se entiende bien todo 10 que l}Uede haber qucdado de cristiano y de nihilista en una fl1osofia s610 perversa: que la intensidad pr ocede de la descomposici6n de Ia sexualidad ronsiderada natural 0 divinamente propagadora; habra que concluir que ulla e,,-iste en virtud de eso natural y de eso divino. en suma del cuerpo nusente del significado. Casi todo Sade, una vez mtis, tiene que ser vertido en el expediente, comenzando por eJ uso de la blasfemia que recomienda para intensificar el goce y que muestra 10 suficiente el papel que I)ios sigue teniendo en su formaci6n. El fantasma klossowskiano quiere, un alguna parte, al menos un cuerpo para transgredir, porque el consiste precisamente en un uso parcelario del cuerpo de la victima; en el cual serli ocasi6n de vo!uptuosidad el acto de hacer caso omiso de su destino de rcproductor, cuando tal 0 cual fragmcnto de su superficie sea arrebatado. por asf decirlo. de su volum en total. No habria aJ1f creencia en Dios, y eso ya deber1a ser nombrado sacrilegio. Todo tratamiento de un volumen esferico como si fucr8 una superlicie finita es blasfemin. Cuando, en lu!jar de ayudar al miembro viril a penetrar en su asilo vaginal, la palma 8e distrae en circunscribir y alisar una axiJa, una nalga. 0 una oreja, blasfema. Pues bien, lise es precisamente para Klossowski el fantasma: no ciert8mente el sustituto de una "realidad" imposible, como pen saba "'reud sino recorte sobre el cuerpo del olro de una fracci6n de sus superficies, ~ anexi6n de list8 al cuerpo del sujeto fantasmante.
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La Monn(lic vil)(lntc. L<Jafcld, 1970, n.p., (pp.19.20).
LA SINTAXIS COMO PlEL
Se puede veT que no es facil seguir 18 linea de falla entre signo inteligen-
te y signa intenso. En el centro del fantasma klossowskiano, fuertemente afirmativo sin embargo, se vuelve sUn a encontrar 18 determinaci6n de instancias, 18 rernisi6n de 18 ernoci6n a un cuerpo total, que dara su medida. Tanto como decir, en el Mxico de Is tetitrica pagana, que los nombres divinos de los que Agustfn se mofa ya son nombres funcionales, nombres de funciones, que de este modo verdaderamente no valen 10 mismo que ese nombre propio an6nimo que se trat6 de alcanzar en Flechsig. pOT ejemplo, sino mas bien como c1ases de actantes en una estructura narrativa. 1.0 que se dibuja con 18 funci6n actancial del fragmento de cuerpo en juego en el fantasma klossowskiano, es inc1uso algo asi como la moneda libidinal, 0 mas bien como Ia libido en caUdad de amonedable, si es verdad que el fantasma de deseo, inintercambiable consigo mismo, encuentra no obstante en su referencia constitutiva al presunto Cuerpo que, el, es un "universal" (como "el color" de Hegel), su poder de cosa negociable. Prostituci6n institutiva; enseguida Tasca (i,Usted creia que ella fomicaba muy genitalmente a Caravadossi?). Agustin al acecho obtiene su ventaja de nuestro r(1troceso: admitir que Pertunda y los otros son ya abstracciones comunicables e intercambiables no es todo, dira el, reconoced ademas que mi Dios se hizo carne, que el engendramiento del hijo, en buena teoda de Ia Similitudo, es movimiento hacia la singularidad y la desemejanza, hacia Ia intensidad del dolor y de la voluptuosidad. i,Lo que tambien volvemos a encontrar aqui es eJ principia invertido de los indiscernibles, al cual Freud ya nos habla conducido cuando se trataba de Eros y de las puJsiones de muerte? No vayamos demasiado rapido, distingamos, refinemos todavia. Hayen Klossowski una teorla del simulacra, diferente a La de Agusttn. No dice: tado es simulacra, sustituto en espeeie mas pobre de una riqueza infinita, residuo caido de un Cuerpo divino; no es plat6nica; ella dice: nparte hay fantasmas y, no menos reales que el10s (K1ossowskijamas duda de 10 rean, transeripeiones habladas, pllisticas 0 eseritas de esos fantasmas, hay cosas artistas que valen por fantasmas inintereambiables. Ahora bien, veamos cual es la relaei6n de exclusi6n que Klossowski admite entre el objeto de la voluptuosidad y su simulacra: "Si el fantasma flO cada uno es 10 que 10 haee un caso singular -para defenderse contra 1(1 .;gn ificnei6n institucional que Ie da el grupo gregario-, el caso singu1M no pucde sino reeurrir al simulacra: 0 sea un valer por su fantasma ltd como para un intercambio fraudulento entre el caso singular y la ge-
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neralidad gregaria C.. ). El caso singular desaparece com~ t~l. desde el momento en que signi{ica 10 que es para sf; no hay cn elmdlVlduo m d.s que su caso de espede, que Ie asegure su inteligibilidad. No solam.cnte desaparece como tal a partir del momento en que se formula ~ sf ml ~mo SU fantasma -puesto que 8610 puede h acerlo a traviis de los Slgnos mstituidos _ sino Que 5610 se reconstituye a lraviis de esos signos excluy~ndose a1'mismo tiempo de 10 que deviene en iii inteligible, int.eTeambiablc",24 El simulacro puesto que es comunicable (aunque esM destinado a comunicnr 10 intr~nsmisible del fantasm a), introduce 18 int.ercambiabilidad: aSl, es moneda, signo, vale por otra cosa que pOT sus materiales y arregJos propios, y e8M consagrado a 10. circulnei6n. Examin~mos ah o~a 10. uni6n del fantas ma y del simulacro que supone tanto una coherencl8 adultera" como un "intercambio fraudulento", ~sas son las palabras de Klossowski: coher encia adultera porque para que e1 intelecto transcriba el fan tas ma en signos comunicables, es n ecesari~ que tome part.ido por ~ a intensidad en contra del cuerpo unificado del sUJeto y de ]0. socledad. sm 10 cual el simul acro Que forja no simu la ria nada. La inteligencia de Sade "e ngana" la instituci6n con In singularidad pasional intr~nsmis~ble. Pero intercambio fraudulento: los signos empleados pa ra fODar el slmulacro, para contar las historias. pintar los cuadros vivos, no pueden dejar. de tr aicionar y de t ravestir ]aintensidad inane, por 10 demlis ya perdldo. desde el momento en Que es declarada. Punto de divergencia de la economia libidinal por la coherencia adtiltera que demanda al intelecto, y de la economfa libidinal por el intercambio fraudulento con los signos insLituidos que autoriza, el simul acro rcpite In duplicidad Que no hemos dejado de advertir en los signos: es a la vez signo vano pasionai y signo inLercambiable racional; a 10. vez querer en el sentido de la Wille, y querer decir en el sent ido del sentido. Sin embar go, cste acuerdo, tranQuilizador, merece ser deshecho . Hagamos de discipulos todavfa ml1s puntillosos del maestro de cuadros vivos y empujemos con e] mlis adelante el principio de duplicidad. Ellenguaje, si se trata de simu1acros del lenguaje, no. es sola~ ent~ ~I intercambio aun fraudulento, del fan tasma, es tamblen el m,smo mmtercambiabil;dnd y si ngula ridad intensa: "Pues 8i r ecurrimos allenguaje es porque en virtud del carliclcr fijo de los signos, ofrece tambien el equivalenLe de nuestro sin gularidad obstinada".25 La r elaci6n del si mulacro propio del lenguaje con el fantasma no es sola mente de sus~ilt~ci6n, de valer pOl', de signo inteligente; es, ademlis, 10. de un recubrtmzento, de 24 Nietuche et ie c~rclfl uiciflWC, Mercure de France, 1969, p. 367. Tr. o.p.: Nietzsche y tel clreulo uickno, Valencia, ed. Fundnmcntol. 25 /bCd.
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una usurpaci6n; uno y el otro son de la misma calana, uno no oculta 0.1 otro, s~ ~a lo r?o es s610 un poder mediAto de intercambio (de compra), de posposlcl6n, smo ~e una palencia actual de con mover. EI libro, por su texto, es como ]0. plel de un cuerpo. At comienzo de Le lois de l'hospita. lite~ Klosso~wski escri~e: :'9 ~pidermi~ de Roberta, puesto que mi sintaKJS constltuye s u teJldo.. . SI 8 los OJOS de Klossowski el texto es un fantasma, 10 es por su rigidez propia. Las exclusiones de los posibles si ntd.ct~cos y s~mlinticos que forman el estilo producen sobre la pie] del lengllaJe l?s mlsmo~ efectos de intensidad, de carga y de derrame que puede produc~r sobre Clertas superficies de came el severo rigor de un dispositivo er6tico. i,Volvemos a encontrar asi 18 condici6n propia del fantasma klos8Owskiano de valer en terminos de afecto s610 en tanto y en cuanto sea referido a una instancia unitaria? No, es algo mas todavla se trata de una acepci6n distinta, muy diferente y a la vez plenament; confundida con la Que la precede del "intcrcambio fraudulento" que hace un momento presentamos como traici6n de 10. intensidad por el intclecto y que ahora habria q.ue ente~der como ocupaci6n del comercio inteligente mismo por los afl uJos emoclOnal~s. El fraude consiste en este caso en Que bajo el p.retex~o de hacer comumcable el fa ntasma y de traducirlo en signos y en SlOtaX I S, son estas figuras de lenguaje las Que vienen a su vez a recibir carga libidinal. La capacidad nihilista de 1a posposici 6n y la oposici6n reguladas, es eso ahora 10 Que va a ser ocupado por el deseo en el simulncro,y 10 Q~e va ~ ~ar a. e"ste til~imo la consistencia de fantasma: la Figura de lengunJe, In smtaXlS, no bene valor entonces sola mente como sustituto de In s superficies de carne abordndas y anexadas en la consumaci6n del fantasma, sino que es tal superficie. Los signos que traza 10. pluma sabre el pa~el no son sola mente medios de comunicar una emoci6n que les es exterIOr y que se habrfa, POl' nsf decirlo, perdido pOl' el hecho mi smo ~e .s~r escrita On escriturn serfa asf entendidn de maners pro pia mente mhdlst~, como 10 ha~e Blanchot, "escribir: matar, iQu~ tanto'''), sino que esos SlgnOS de escntura son simult!1neamente en sf mismos no a pesar, sino en raz6n y en proporci6n de su rigidez ; in vnriabilidad pro' ductos de consumo fantasmatico. . Aq~r parece. dibu~arse 10 que nos importa nnte todo: la posibilidad de lmag'lnar 10. smtax..is, la ley del valor, el negocio, en suma, y por 10 tanto .ese m.etanegocio .~ ue es el capit.al, como regiones intensiuas, y no 8610 dlstenslVas, como Jlrones de patchwork anadidos por la vertiginosa rotaci6n de la barra disyuntiva. Se percibe esta monstruosidad: esta baI'm que d~sune, que delimita en consecuencia propiedades (cuerpos, biencs, Sf mlsmo), y ordena las trnnsferencias de una a la otra, Que es POl' 10 Lanto el soporte de 10. ley misma de los in tercambios Il a mada ley del vn lor 0 precio de producci6n- si ella misma es "ocupad~", si ella rnisma
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es el objeto de la atrBcci6n de las pulsiones, eS,necesario
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11 y distingue y por eso mlsmo, quem tiempo q.ue cd a sep~r~ I estados d~ reserva que administr8, es necesasu rotac16n cmenCI8 as . E 'dentemente . fria ldad "sintactican sea Sll incandesce n C18. 5 eV l 'b' TIO que su '6 d tar su a1canee como pOSt 1a l precio de admitiT esta imaginacl nyc :~:~bir y negociaT Y capitaliz8r tidad que podremos c~:-pr:d:;ure~t;Ues decir intelecto intenso, negocio pueden hacer gozar. ~"jone . • de 10 inestimable, raz6n paslOnal. d r ' d d del signo sabre In que ahora Por consiguiente, de nuevo up I,CI a d In emoci6n (fantas ma) . . t g amos en estos terrmnos: cuan 0 podrlamos ~n elTo ). t ndria que habeT ahf adulterio 0 prostituci6n? se habla (simulacra. (,no e . tensidades en detrimento del concepto, Adul:.~riO.~~ i:\~bt:anss~~dS:n'~eneficio de los intercambio.s. ~i p~ra ~~:slo:~~i el arte hacedor de s~rnula:ros debe c~ asificarse b:J~eela:Udi':~ ey del adulterio puesto que la .t :::ertigO, para
1::
slO~a:t~~~i~~ ~ue ~~~~ ~
yunciones, es 10 qu~ con~ertel e .6 artists de traslaci6n de fantssBaudelaire hay que Ident! en: a. acci n . ".Que es el amor? -In nemas a simulacros con la prosbtuCl6n. Se sabe. (. ft ·6n" Y "·Que es cesidad de aatir de sl (.. J. Tambien: todo arnor es pr~s I UCl. • • (. rimera ? Prosft ci6n" "EI dia en que el joven escntor comge su p . 01 arte. I u . mo un escoJar que acaba de pcscarse su pTimera prueba esta orgul1oso co 1 . t ncia del goce reside en la universalizasifilis."2:6 En cl dan d ysmo, a lOS a ·t te de toda emoci6n cloci6n del negocio "'! en l~ltestru~ci~~i~o~~o~~~;t; es la fr isldad d.el sisteCilente, como decla Batm e a p .p bl" lenamente despoJadas de rna encarna~o. en la~ n~~vas ~~I;:sleuo~:S;i~OS, "despiadadas Sabias~,
~~~;~:"i~c~~~~la: c~n ap~~isi6n el p:ecio de c~al,,::~er~e'"aa;::as:~~l da del cHente. y que p~ep~ran ~~:s ~:;~o:~:o:-~~~~o e consumo comente, m qulOas . I
:nt~le, muy lejos
dec~::; ~eta~~'t~~i:x~~d~~:~:,~~~ :~~;mplo en Les lois de l'hospitalite, a~entaja ~~ d~ l~a P:;~~!U~;!~~sS~:ls:~:~~~~, V:oe~vse ::ro::~
de
nCif de su. ;ut=r~:;r~a nli~idinal vaya a convertirse en mon~da que el en a ocasl n 1 . os tensor es de la emocl6n perverh.bdr~ de lrecoger'l~: :i~~~~~~el~:e~r;s del negocio de los ru.fi.anes, si~o SEl eJen ugar a. . . i n a Roberta. para mtroduclr, pnra. apreciar .el )Impos~~~ea pr:~:s~~: ~sef;ensamiento en III impensable on consecuenCla, a me 1 . , dazos de cuerpo-su mujer. En la pros~ desmesura de 10 ~ue 10 b ga . a los. p~ r nte (la moneda muorta) tomn el iiiuci6n baudelerlana, e1 signa m e 1ge ;16 RIlMpCCllvnmo ntc : ML corcazthl pllcfllO al del/lIlHlo, COIiG/flll, /ofl ("orMIII' Imfll1. tor, 60gUo Poulantzas (Podl!r polf/jetl:Y (',)m·j",,..i,. fill d",,,,), 'lIiO hnbrf/\
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hco::ho lambicn 10 nccORario para atracT8C la oolcrn de Baudrillard. Fuc objclo de nUCfltro oRludlo hncc uoe 0 tree ai\os. ij I.e Miruir de ta prcx/UCtiOfl, p. 38.
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que c8pi~liza los afectos en Ia instancia del OtTO, una figura del deseo. Y Baudnllard tendria el derecho de decir que es nuestro economfa Iibidinallo que forcluye Is castraci6n y, por consiguiente, ef deseo. iSostenemos nosotros 10 contrario? Ni siquiera. Thmemos un caso preciso. Cuando BaudriUard dIce: "No hay modo de produccidn ni produccidn en las soci~dades ~rimitivas. no hay dialectica en las sociedades primitiv8S, no hay mconscumte en las sociedades primitivas",9 nosotros decimos: no hay soeiedades primitiv8s. En primer lugar, metodol6gicamente (y sf... ), esta sociedad de donaci6n y de contra-donaci6n desempefia eo eI pensamiento de Baudrillard e1 papel de una referencia (perdida. por supuesto), de un atenuante (inhalJable) a au critics del capital. BaudriIJard no quiere oir hablar de natura.lezR y de naturaJidad.lO lC6mo no alcanza a Vel" que toda la problematica de 1a ~onaci6n, del intercambia simb6lico, tal como la recibe de Mauss, con 0 sm los agregados y desyfos de Bataille, Caillois Lacan pertenece de !Ieno al imperialismo y racismo occidental; que ~s tOdarla el buen salv8Je de la etnologla, un poco libidinalizado, 10 que hereda con este con 7epto? Aq~ serfa necesario hacer un rodeo, examinar 18 critica de Baudnllard a la Idea de naturaleza, refutar la dicotomia que el propane entre la "naturaleza buena", que serfa )a que se deja "civilizar" es decir dominar y explotar, y una "naturaleUl mala", que serfa la rebeld~. Definido c~mo esta c~ntra el materialismo de las fuerzas y relaciones de produccl6n, que eXlge en efecto ese desempate, olvida que en el pensamiento polftico, es decir tam?ien sociol6gico y etnol6gico de OCcidente, al menos desde .el Plat6n de Timeo que va a buscar los depositarios de su utopia 8.tlantica e? los muy antiguos "salvajes" egipcios, y en el pensamiento soclo-econ6mlco de Marx can seguridad, hay la referencia, totaImente inversa, de ~na naturalaa buena rebelde, de una naturaleza que es buena en la .medlda en qu~ es rebelde y, por 10 tanto, en la medida en que ha sido deJ~da fuera, oluldada, forcluida. La etnologia en su totalidad, tanto la de LeV1~Strauss como la de Jaulin, emana de esta fantasia (que a su vez no cs ~mo un caso entre otros de la puesla en representaci6n propia de Occldente, que .procede ~e su logo?lia). La mostraremos en Marx, no para con~encer.a qUlen sea, smo mas bIen por una especie de placer, por afecta hacla esa Joven que es ~I, que suena con la reconciliaci6n y cree, por otro lado, que esta ya ha temdo lugar en alguna Parte y en otros tiempos, y de In cual ella, ella y su amante, el pro letar iado , han sido privados. M~st:arem.os que para hablar del trabajador arcaico, este Marx de 18 femmeldad bene acentos en Surna bastante parientes de los de Baudrillard cunndo forja su mito del intercambio simb6Iico. 9 Ibid., p. 38 (I ubrnylldo en el tcxtc). Ibid., cap. II.
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Ocune que quien no quiera reconocer que Ia economia polftica es libidinal, reproducid con otras palabras la misma fantas!a de una :e~6n exterior en Ia eual el deseo estaria al abrigo de eualqUler trans~pc16n inf'iel como producci6n, trabajo y ley del valor. FantaSIa de una regJ6n no aHenada. Metodol6gicamente, rehacer el movimiento de Marx, aun pro10ngIDldolo hacia la posici6n deseante, es rec~menzar la ~eligi6n; de manera que hay algo de casi trttgico en la parodia de Bau~r:nard al celebre enunciado de 1843: "Para Alemania, la critica de la rehgJ6n est8 e~ sustancia tenninada", cuando escribe: "La critica de la economia politlC8 esut en sustancia terminada". Ya que en ese texto de 1843, que .supo?e. comenzar otra cosa, una politica que no sea filos6fica, es d?Cl: religJos~, Marx deja sa1ir su amor muy religioso por una consu~tanC1ah?ad perdi· da de los hombres entre sf y con la naturaleza: es alIi en particular que su deseo de retorno, tan semejante al de Rousseau, tiene. curso tram~da el gui6n absolutarnente cristiano del mttrtir del proletal"lado como eplsodio sacrificial necesario para la salvaci6n final: flEs neeesario formar una clase con cadenas radicales, una clase de In sociedad burguesa que no sea una clase de la sociedad burguesa, una c1ase que sea ]a disoluci6n de todas las clases C.. ), una esfero que sea ]a perdida completa de} hombre y no pueda conquistarse a sf misma sino por la renovaci6n completa del hombre",11 etcetera. . No digo que ese gui6n esW en Baudrillard, leJos de. eso; pero hay. forzosamente, la reproducci6n de eso mismo que I? subtJende y qu~ el desao de Marx requeria ("es neeesario ..."), una regI6n. que no estuVle:8 en la sociedad y que fuera: "Gener8ciones puestas 0 deJadas fuer~ de Cll"cuita, off limits, por el desarrollo mismo de las ~uel"Za~ prod~ctivas"; y de esta producci6n de los marginaJes de hoy en dla se ~r.tt, aSl como decia Marx de los proletarios de ayer: "Nuevas contradlcClones nacen de 0111".12 Una vez mas: nuestra intenci6n no es reducir aqueJ~o a esta; no deja de complacernos la c61era del antieconomjs~ y ni un ms~nte hemos dejado de sop]ar sobre ella. Por otro lado, el bene much"o ~wda~o d"e mostrar que estes contradiceiones no son de ningtin modo dlaJeC~Cas. y de oponer a las reivindicaciones ~ue son s~lo elementos d~I Juego que eJ capitaJ juega consigo mismo-,. la subversl6n. que ?e por SI no e~ tra en et orden de la economfa polftlca. No hay dlalectlca en Bau~TlI lard, y no la hay porque la referenda subuers~u.a, la del huen sal~aJe y del buen hippie, a sus ojos esM presente posttwamente en la socledad moderna, no negatiuamente como Marx imaginaba respecto del .proletariado. Los marginales son afirmaciones libidina1es, los proletano~ eran negaciones de negaci6n en un periplo y en un relevo. Nosotros sImpleII Contribuci6n a 10 crftico --,I& en el sentido de la economia libidinal freudiana, de la Metapsicoiog!a 0 del Ello y el Yo, les que eso no puede dar lugar a vertiginosas intensidades? lLas invenciones mas preciosas de Einstein no mudaban tambien por cste mismo deseo, por esta convicci6n de que Dios, como el decfa, no juega modo conocido desde Hegel y sin duda desde Jesus, de no ser alienado-. "Nueva" reli~6n, en consecuencia, el hombre se hace dios, reJigi6n f4ustica, que ya incluso delataba su vejez, como nos 10 hizo notar una vez un casto amigo, en In inconsistencia de la expresi6n misma de "poder obrero". PorQue decir "obrero" deberfa haber sido la consideraci6n de la potencia mi sma de 10 Que es dominado, y no ofrecerle entonces la infamia del poder como un paliativo pa ra con solarIa 0 curarI a: no solamente porQue nadie puede juzgarJa (y no digo siquiera: si no 10 hacen los interesados mismos -ellos no mtis que otros, sin duda-); sino, ademtis, porque eramos nosotros, politicos, Qu!enes tendrfamos Que haber arriado bandera ante ella, Quienes tendriamos que haberla considerado cabalmente, y haber abandonado entonces el punto de vista del poder; no habra Que comenzar, apenas la percibiamos, y la percibfamos en su extensi6n, a comprend~r1a negativamente, como nihilista s, rehusando lIamarJa potencia, potencla de sostener 10 insostenibl e, y tambibl potencia de no sostenerl0 y de hacer saltar todo, incJuido uno mismo -apresurtindonos, por el contatiV8S
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trado, a Il amarla privatizaci6n, pasividad, alienaci6n, perdida de creatividad. es decir opresurltndonos a situarla como falta y a presentar 10 neno como aQuello Que habra que hacer venir 0 regresar. En fin, no era necesario decir: r ecomencemos la revoluci6n, habra Que decir, y esc habria sido el agujero: eliminemos tambien la idea de revoluci6n Que ha devenido, y Que tal vez siempre 10 haya sido. una peQuei'ia idea de nada, la idea de una cafda de posici6n en la esfera del poder econ6mico politico y por 10 tanto 1a idea de un mantenimiento de esa esfera, 0 incluso, para ser m4s justos respecto de CasLoriadis, la idea de una caida de posici6n en todas las esferas; aun este pensamiento de una cruda generalizada, habia a su vez Que atravesarlo, ya Que era de nuevo un muro, el mismo muro del mismo callej6n sin salida, puesto Que donde hay pensnmiento de la caida, hay teoria de In alienaci6n, nihilismo y te6ricos-salvadores, cabezas deposiLarias del saber. "Las cabezas pensnntes estan siempre Iigadas por hilos invisibles a1 body del pueblo", escribe encantado Marx a Meyer (21 de cnere de 1871). Ese era mi odio: se segufa en el saber, se creia tener el buen saber -joh, muy sofisticado! saber sabiendo no saber, saber presentandose sinceramente como no sabiendo, saber a ser construido, abierto, no promovido, promotor, saber de analista en ultima instancia-; y, como gracias a esLa sofisticaci6n, se esperaba escapar al adulterio -no a los esponsales muy legales y muy autorizados- de este saber con el poder, se decia: somos militantes que ya no son mas militanles, no traemos 10 buena nueva, nos ponemos al servicio de la genLe cuando desea hacer algo, huelga, boicot, ocupaci6n,etc., cuya forma no ha sido instituida; seremos sus agentes, sus go-between , fabricaremos sus pan fle tos, los difundiremos, casi no existiremos; y debo decir que era bastante bonito ver en h ombres nacidos amos este deseo de una posici6n de esclavos, esta busQueda de la hi steria, diria Lacon, en estos militantes basicamente paranoicos. Pero se continuaba 01 saber, porque el espfritu absoluto puede convertirse en esclavo; debe convertirse en el esclavo dia1ectico de todas las formaciones Que atraviesa; las palabras Que pronuncia no dicen 10 que ellas dicen, son equivocas, no en el sentido del disimulo, eQufvocas por el contrario porQue son intercambiables, la pinche pequei'ia ambivalen cia, el amo que se convierle en esclavo y que por ese hecho se convierte 0 vuelve a ser el verdadero amo, y el militante Que se suprime como jefe (0 incluso como soldadito de la revoluci6n) y Que por ese hecho sigue siendo el verdadero jefe; las palabras de la boca humildemente dirigida h acia el suelo ya eran las palabras del poder Que vendria, lanzadas desde la tribuna porQue son las del saber, la nueva revoluci6n recomenzada debia entonces girar como las precedentes si estos nuevos servidores se convorUlln en sus porta voces. Odlo IHH' osLo fllcsimi1. lQu~ imports ]0 que so digll si 10 posici6n del
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discurso sigue siendo 18 misma? (Eso 5610 10 comprendi6 Philippe Guillaume muy 81 cornienzo, en el seno del grupo.) Recomenzar Ia revoluci6n no ,es recomenz8rla. es dejar de veT el mundo alienado y 18 gente que se qUiere salvar 0 ayudar 0 aun servir, es abandonar la posici6n viTil entender 18 femjn~idad. la tonteria, la locura de una manera diferente' que como males. Odio por el padrote que se disfraza de puta sin deseaT serlo siniestra caricatura viTiI del noble travesti • Fin del parentesis. Renunciar, en consecuencia. a criticar y a consolar. Se puede investir 18 cantidad como tal, yeso no es una alienac~n (y, por ai'iadidura, ya existfa en el consumo "de prestigio" de las socledades lIamadas precapitalistas -pero Baudril1ard 10 sabe mejor que n~sotro.s-). Se puede investir la parcelaridad como tal, y eso no es una ahenacl6n. Es una fantasfa -no simplemente reaccionaria, sino constitutiva de la teatralidad occidental-: creer que bubo sociedades en las que el cuerpo no fue parcelizado. No hay cuerpo orgtinico para 18 economfa libidinal; y no hay tampoco cuerpo libidinal, exuaiio compromiso de un concepto proveniente de la medicina y de la fisiologia occidental con ~a idea de la libido como energfa sometida a los regimenes indiscermbles de Eros y de la muerte. Fran~ois Guery, en su comentario a la cuarta secci6n dellibro I de El Capital,22 sen ala que las protestas hurnanistas, tales como las de Friedman 0 de Marcuse, contra el trabajo fragn:entado desc~nsan en un error de Ioca1izaci6n de la escisidn del cuerpo: c~ert.amente, dice, el cuerpo del capital, al apoderarse del cuerpo prOOuc~lVO en ~a man.ufactura~ tal como Marx 10 describe, y a fortiori en la gran l~dustna s~r~uautomatica, rom~e el cuerpo organico en partes independlentes, eXlgtendo de tal 0 cual una sutileza casi sobrehumana" que '"va 8 la par de una mecanizaci6n cada vez mas intensa del gesto virtuoso'" pero, agrega, eso no es mas "que un fen6meno anacr6nico que afecta ei n~tiguo mixto de cuerpo biol6gico y productivo. La verdadera gran escisl~n del cuerpo no ests alIi. Se apoya sobre otra, practicada en el sene mlsmo del cuerpo bio16gico, aquella que esM entre el cuerpo, reducido entonces a una maquinaria, y las fuerzas intelectuales de la producci6n, In cabeza, los sesos, y cuyo estado actual es el software de los informatiCOS".23 i,C6mo entender que la linea de corte verdaderamente pertinente sen, para Guery, esta y no la primera? Lo que pasa es que el admite ciert.n imagen de la corporaci6n medieval 0 mas bien de la corporaci6n etern~, cfectiva "d~ toda antigiiedad", hasta la Edad Media, imagen que es la mlsma que forJa Marx, la de un "cuerpo que maquina fuerzas" Que son "las fucrzas organicas del cuerpo hurnano, incluida la cabeza". Y Guery 22 Didier n;1~.ultl.y. Fra~~i~ Gul!ry, u Corps productif, Marne, 1972, en partkvlar la Prl~a(lrll purto, L IOdlVlduoluJotion du corps productif", por Frnnp>ia Gul!ry. Ibid., pp. 37-39.
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insiste: "Eso tiene su importancia: la cabeza es maquinada por la corporaci6n, pero como una parle orga.nica del cuerpo: No se ~ata ento~ce~ de una jerarquia interna en la que la cabeza est8rla espaclal y cuahtabvamente colocada en la cima, mas arriba que la fuerza de las manos, de los pulmones, de los brazos, de los dedos, de las piemas, de los pies".~ Admitamos que en el campo del trabajo productivo la corporscl6n sea ese cuerpo no jedrquico; pero sucede que una caracterizaci6n semej&:nte no vale sino a condici6n de aislar ese campo, de separarlo de la orgamzaci6n polltica en la cual estS apresada, ya sea el despotismo orienta).o la ciudad abierla 0 la ciudad 0 el imperio y -para referirse 5610 a GreC18-, a condici6n de no tomar en cuenta la aparici6n de la paJabra como techne polUico, que, a cosas iguaJes, equivaJe a un proceso de cefaJizaci6n y ~un de capitalizaci6n que reduce cada oficio manual a una parcela su~rdma da del cuerpo politico. Pnra decirlo de oua manera, la cabeza ya exJ.ste en la era de 18 corporaci6n, no en 18 corporaci6n quizA. pero seguramente e,n el "cuerpo socia1". El cuerpo social no es tal vcz eJ cuerpo de la economlll politica en esta epoca, y el cuerpo productivo tal vez no reviste la forma. de circunversi6n de las pulsiones parciales (puesto que de elIas se trata), smo que es el cuerpo politico el que efectua esta circunversi6n, pero no par eso esta existe en menor medida, y la reducci6n sobre el Cero central, que no es necesariamente Ia moneda (en Esparta, por ejemplo), sino sicmpre el centro de la palabra y de Ia espada, no suscita en menor medida una jerarQuizaci6n de esas pulsiones y de las entidades sociales en las cuales estas tienen curso de manera privilegiada. Pod ria decirse 10 mismo de una sociedad no politica, por 10 tanto "primitiva" 0 salvaje, teniendo en cuents que 18 circunversion no se produce alii sobre la guerra y el discurso. al menos no sistematicamente. Lo que hay que enfOC8r aqui, mas a1la de un "error" que parecera de detalle, es la fantasia, tan poderosa y con stante en la mejor herencia marxista, de un estado dichoso del cuerpo que trabaja, una felicidad que serfa pensada (en la pura tradici6n de Occidente) como unidad consigo misma en todas sus partes. Ahora bien, esta fantasia, si se la examina, se vera que no es otra en distintos exteriores, que la de la sociedad primWva de Baudrillard. EI intercambio "simb6lico" es tambien un intercambio econ6mico politico, asi como la ley de la palabra cfvica en Atenas y del tetra10gos25 es tambien una ley de la mercantilizaci6n del discurso y, complementariamente, como la minuciosa parcelizaci6n de las tareas en los oficios reglamentados implica su subordinaci6n a un Cero central que, no siendo (quid) profesional, no es por eso menos el caput del presunto cucrpo social. 24 Ibid., pp. 23·24
26 Inubsistencia y co-
mo medio de producci6n (alimentaci6n de los trabajadores); 10 mismo para el hierro. EI valor, dice Sraffa, sera la proporci6n en 18 cual x quintales de tTigo se cambia ran pOT y toneladas de hierro de manera que uno y el otTO se redistribuyen enteramente entre T y H como 5i estuvieran al comienzo. 0 sea, por ejernpJo, el sistema de pToducci6n siguiente organizado en dos ramas: (T) 280 qx de trigo + 12 t de hierro> 400 qx de trigo CH) 120 qx de trigo + 8 t de hierro> 20 t de hierro
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ECONOMIA LIBIDINAL
EL DESEO LLAMADO MARX
trucci6n de un modelo te6rico que totaHza y articula los datos. La oposici6n meta-econ6mica del valor de usc y del valor de cambio, 0 mejor diche del valor de usc y del valor a secas, desaparece aqui oompletamente: no hay mas que valores de usa-cambia, que son los precios en su dependencia rec(proca 0 las relaciones cuantitativas de las mercandas. . lA qu~ tendriamos aceeso, en definitiv8, con el enfoQue de STaffa? A un discurso de tecds propiamente clicho, que expulsa de sf tode recurso a una exterioridad y a una dialectica del derrocamiento de 18 realidad econ6mica, que 8610 pone en juego las distancias, reguladas por Jeyes de transformaci6n, entre dos term inos de los cusles ninguno liene privilegio referencial, sin que importe cual mercanda del sistema pueda ser tomada como patr6n, y la mercancia compuesta descritn hace un momento s610 siendo, en el modelo te6rico, el equivalente mas saturado de 10 que efectivamente regu la los intercambios en el dominio de referencia 0 sistema empirico. Es ~ste un a c1ase de discurso analogo en todos sus puntos de vista al que Saussure ha elaborado par a el lenguaje, es la misma toma de partido epistemol6gica (lingi.iistica de la lengua mds que del habla, econ6mica del sistema de mercancias mas que de los sujetos 0 de los bienes). yes por 10 tanto el mismo concepto del valor como suma regulada puesta en ellugar de la significaci6n-designaci6n. Punto de vista pIenamenle sintactico. AI lado de Sraffa, el intento fallido lIevado a cabo por Marx de cerrar el sistema (y su libro sobre el sistema... ) s610 puede parccer bastardo, por mas que hagan los althuserianos: 10 que prohibe a Marx una tal descripci6n ucientifica", es que necesita cumplir la funci6n de fiscal que Ie asigoa su deseo de una integraci6n de los bienes, de los medios y de las personas en un solo cuerpo, su deseo de genitalidad armoniosa. EI "cuerpo" de Sraffa es inasible como el del capital, las mercancias mismas no estan alii presentes mas que como los terminos de una metamorfosis sin fin; 10 cual sugiere la congruencia del funcionamienro del capital con aquel de un sistema te6rico. De una aproximaci6n semejante se deduce evidentcmente que toda perspectiva de catastrofe estS exc1u ida: la muerte del capital no podria Il egarle desde adenlro, de una contradicci6n cualquiera, allf no hay contradicci6n, hay cuanto mas desequilibr ios, no hay muerte por rompim ienlo. E n el vocabulario de la pequefia Marx, Sraffa define el campo propio y la estrategia del grupo de los grandes rufianes: ideologfa econom icista que oculta bajo la exterioridad del r igor In prostituci6n de la gente y de las cosas en beneficio de los proxenetas. lHabIariamos nosotros asf? En la terminologia de Baudrillard, la acusaci6n estaria dirigida al felichismo completo de esta puesta en estructur a: ocultam iento de la castraci6n y de la ambivalencia en la posici6n del anonimato de bienes neutros. Nosol-ros tnmpoco diremos eso. Nosotros decimos: he olll uno sinl.llxis es·
tructural de la lengua que hablan los intercambios de mercancias; es, al parecer, una de las mas estrietas (pero no somos economistas para juzgarlo .. .). i,Deja algo fuera de sf misma? lLe reprochamos, como 10 hace S. Latouche,68 desconocer la heterogeneidad de la mercancia-fuerza de trabajo a cualquier otra mercancfa? Seria volver sobre nuestros pasos, buscar de nuevo una exterioridad, una sustancia, proseguir la teologfa (humanista, atea). Nos gusts, por e1 contrario, la maldad del sistema y su falta absoluta de elocuencia: el cuerpo del capital en un sentido 5610 habla ratio, corte y cuenta, tautologia. Si algo Ie falta a Ia descripci6n de Sraffa a este respecto, es eso mismo que la sostiene, sentar inslancia sobre esta ratio, la incandescencia que se obtiene de segrnentar el continuo llamado pelicula efimera y de permutar tautol6gicamente sus segmentos y, por fin: gozar del ualor, es decir de la suma, y de su anulaci6n algebraica. EI discurso de teoria no es menos gozoso que otro; 10 que ~ I goza se situa en la frialdad misma del modelo que construye y que, por hip6tesis, es un modelo de equilibrio (equi librio estatico 0 dinamico), 0 sea el maximo de relaci6n supuesto en el objeto del que habla, pero sobre todo obtenido efectivamente en su propia disposici6n de discurso. Palabra sin viscosidad, fljada a S1 misma por las tuercas de una axiomatica infalible, que se dirige por 10 tanto hacia un cuerpo de lenguaje inmovilizado 0 que se inmoviliza, cuerpo sobre el que podria debatirse infinitsmente si es de muerte 0 de vida, 10 cual es indecidible. Pero aun esta apreciaci6n del discurso de clausura, positivista, sigue siendo muy imperfecla para el punto de vista libidinal. La instancia del deseo en Is taut.ologia est! Jejos de ser la mas importnnte de las formaciones del deseo en dispositivo capitalista. Se produce alii Ia extrafia operaci6n que Marx llamaba acumulaci6n ampliada, la cual plantea a los economistas el problema Ham ado del crecimiento. Las dificultades que ofrece a la teoria econ6mica en su tautologia parecen exactamente aquellas que puede suscitar la presencia de un excedente de valor en un sistema regulado por homeostasia. "C6mo puede obtener un sistema, al cabo de un cicio, mas de 10 que ha obtenido durante el proceso de producci6n? En el fondo, la respuesta a esta pregunta h a sido siempre del tipo: el sistema no estd aislado, toma 0 recibe del exterior suplementos de energia que tra nsforms, integra a sus circuitos, y que Ie permiten diferenciarse aun mas. La exterioridad de los fisi6cratas se ll ama naturaleza, la de Marx fue rza de trabajo, la de much os marx istas 0 keynesia· nos 01 Tercer Mundo 0 el intercambio desigua1. 69 Pero de todas maneras
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611 Epillfdmolvolc et tc:onomle, pp. 547·560. S. Lnt.ouche es el lrnduclor del libro de Srtlrrn. 00 Rob", ()lito punto S, LAlouc:ho (pp. 500·1151) rompo unn V~ ,"II_ con Srnffn: lllle, he·
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es necesario introducir el concepto de una orilla que ponga en contacto el sistema en su tautologia con una reserva exterior de energias captables. DispositivQ de conquista, por 10 tanto de viaje mas aIM de las r eglas de tautologia, que no hay que imaginar solamente bajo exteriores evidentes del imperialismo militar 0 corneTcial, sino tambien en una mas sutH y mas interesante conquista del tiempo. Pueslo que la conquista misma no es un procese propio al capitalismo,los grandes estados desp6ticos siempre la han practicado, y sin duda ya la practicaban los n6madas; perc, para estos, no podia seT amenazante puesto que no era mas que pillaje de energfa pasajero, deducci6n discontioua Y. de esta manera, regulada-reguladora; en cuaota a aquellos, por el contrario, siempre les rue fatal porque creaba un rompimiento entre las cantidades de energia conquistadas y las cantidades de energia asimil ables: siempre demasiado mucho 0 demasiado poco de las primeras relativamente respecto de la s segund as. EI capitalismo incluye, por el contrario. bajo el nombre de acumulaci6n ampliada, de crecimiento, de desarrollo, etc., un dispositiva de regulaci6n de La conquista, dispositivo de conquista permanente. Este dispositivo tiene como pieza maestra cierto uso de la moneda, que es un juego sobre el tiempo. De este u so, h abria que captar la funci6 n libidinal; el examen del mercanWismo y, en primer lugar, del negocio, permite acercarse a el.
redero de Ricardo y de ·cierto Marx~ (aqu~l mismo quc sc ontroga a glnar ere la !Ir~ma, ROflI.ln nosotros), omitc, ·olvida~ Ip nccesidad, para que 01 Bistcma crelca, de cnrontrar "morcndos previo8~. E, nccosnrio, e n consecucncia, volver nllntcrcnmbio dC81gunl, declnrn Llltoucho.
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EROTICA A NICOMACO
No ESPEREMOS que los historiadores atestigiien el siguiente acontedmiento (tanto rotb cuanto que quids ya 10 han hecho .. ,) para hacer de el un nueleo de las cuestiones que nos preocupan, a n050t1'05, economistas libidinales: el meson que Detienne, Vidal-Naquet, Vernant, Finley colocan en el centro vado del colectivo de guerreros-habladores de la GTecia nreaiea, ese Iugar de dep6sito del OOtin de la razzia conjunta, esa tribuna cn el media del rnWldo civico, ese geometraI de Is isonom(a de los ciudadanos, ese eje en el que todos los rayos politicos se emplazan y todos los dilimetros del intercamhio se neutralizan, pues bien, ese cero, en suma, os el mismo que Arist6teles, con el nombre de moneda, instituye como el juez de los intercarnbios econ6micos. Su justicia, distributiva, consiste en primer lugar en anular los terminos del intercambio, asi como los pro· pios cambistas, en la medida en que uno quiere ("desea", tiene necesidad de, tiene ganas de, es motivado a adquirir, est8 interesado por) 10 que tiene el otro. Cuando Marx relee los textos de la Etica a Nic6maco estos Ie inducen 1a convicci6n de que una teOrla del intercambio, que en parti. cular se atiene a los precios y a las necesidades, es incapaz de compren· der por que habra que ofrecer dos sillas por una mesa, y no tres. Y dira: as necesario un valor objetivo, un elemente mensurable corntin a los dos t6nninos, es preciso par 10 tanto descender debajo del esccnario deJ mercado y encontrar en el subsuelo la maquinaria completamente objetiva y nccesaria de los intercambios subjetivos y contingentes. Al hacer esto, desualoriza el sitio del precio, evidentemente de manera intencional, haciendo de su superficie, Japiel del cuerpo econlimico, casi una ilusilin. Ahora bien, si se parte del cero de la moneda-juez, de su funci6n de anulacilin como la entendia Aristliteles (sin preocuparse, hay que repetirlo, por saber climo, y mucho menos todavia por que, la figura del circu10 isonlimico guerrero-politico se encuentra, 0 no, desplazada en la esfera econ6mica 0, mejor dicho, c6mo y por que en ellugar de los hombres por· tadores de annas y de palabras vienen, en el mundo aristotelico, mercaderes y mercancias), se toma absolutamente en serio esta pieJ del cuerpo justamente porque se dice: en economia libidinal no hay mas que piel en oJ interior yen el exterior, no hay mas que una superficie. la maquinaria no existe. no hay mas que una superficie de una sola cara, el cuerpo libidinal es una banda moebiana, y un dispositivo como este del meson no es unn maquinaria debajo del escenario 0 de los bastidores; muy par el cantrnrio, 01 ordena que se instancien eiertas impulsiones libidinales sobre I'll cucrpo-bnnda y detormina el bloqueo y 18 exc1usi6n de ciertas regio-
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nes: 881108 guerreros charlatanes y pederastas no muestran oi siquiera el culo a las mujeres, 8 los esclavos, a los metecos, a IQs niiles, a los extranjeros, a 1£1 naturaleza. si no su perfil, preocupados como estan pOT el cfrculo loco acumulador de deudas int.ernas en muertes, en vidas, en producci6n y en palabras, fascinados exclusivamente por la perecuaci6n de todo eso y su compensaci6n y su mantenimiento en el cero regulador. sin captar ya ninguna fuerza "exterior" sino en 18 medida en que ests va 8 poder encontrar en el mundo de los ciudadanos-calculadores su expre5160, Sll lugar y su neutraJizaci6n. De este modo el arreglo "politico" -y el nrreglo mercantil en el sentide mas lato de 18 palabra, aqueJ del mercado en el que los intercambios se hacen por moneda de pago-- no es tornado por nosotros como la expresi6n de otra cosa, por ejemplo de relaciones de produeci6n oeultas, de un orden subterraneo a deseribir, no, 10 tomamos como una modaJidad, una figura, un dispositivo por el cual Jas pulsiones que corren en la superficie de los "cuerposn j6ve nes y viejos, masculinos y fcmeninos, griegos y no griegos, se encuentran ya sea aplastadas hacia este centro, 0 se agregan, se combinan, conspiran y siempre deben por fin anularse, 0 sea, son primeramente rechazadas "al exterior". Esto entraila, sin metAfora, muchas cosas, entre otras la siguiente: el "cuerpo" del ciudadano, el famoso cuerpo griego, es un fragmento muy pequeno de la cinta polimorfa Oa banda con una cara), y In ciudad, la politeia, consiste en no hacer util, utilizable, mas que ese pequeno fragmento de la banda. La totalidad armoniosa voluminosa dcl aUeta es una parcialidad en relaci6n a los pedazos de superficie libidinal. ~Que es un cuerpo-ciudadano? La earga de las pulsiones sobre el pene y sobre el logos. Pero la verga y el lenguaje son aqui desuiados de los sitios de cargn que les ofrece la configuracion de otras sociedadcs. Muy ]ejos de reservar su semen para Ia matriz fernenina y por 10 tanto para la propagaci6n de In especie, los pederastas pitag6ricos se la reparten. Fecundaran por supuesto a su) mujeres, ese no serli mas que cl precio que hay que pagar para proveer a la ciudad de j6venes para cducar, annar, introducir y anular en el circulo homosexual. Una parte de esperma para la propagaci6n , una parte para el comercio viri!. Ellos invierten extranamente los termin os de un dispositivo que se podia creer natura]; es cuando se acuestan con sus mujeres cuando se prostituyen, porque la prostituta transforma el goce del cliente en dinero y convierte, por 10 tanto, flematicamente, la libido perversa 0 simplemente su empleo, el excedente de energia pulsional disperso en la sociedad, y peligroso para esta, morlifera porque es capaz de hacerla salir en todos los sentidos sin ninglin mirarniento por su unidad organica; ella convierte en consecuencia esas perversiones 0 desvios de energiD on moneda, y cstn en mcrcancfas (cs dccir en capitol), velando osf "Or In Nntvllt-,TtJnrdn dol
conjunto social, asumiendo la maldici6n sagrada de la esterilidad genital, pero provocando simultaneamente el regreso de esos gastos "8 perdida" al circuito de los intercambios sociales. La prostituta rescata por consiguiente la perversi6n (el desvfo de las pulsiones) reintroduciendo su producto, no el semen mismo, sino su equivalente, el dinero, en el canal, no de su utero, el cual estA necesariamente clausurado durante la frecuentaci6n de la clientela peniana, sino del mercado de bienes y, por 10 tanto, de ]a sociedad. Ahara bien, nuestro guerrero, cuando Ie hace hijos a su mujer, no actua de manera diferente que la prostituta puesto que esta Ie hace dinero 8 18 sociedad con la esWril perversi6n de su cliente. Y 8si como el cliente paga con dinero 18 esterilidad de su goce, rindiendo as! homenaje, a pesar suyo, a1 Eros social, del mismo modo el ciudadano paga con el semen dejo.do en 10. genitalidad de la mujer este verdadero goce esteril que s610 Ie procura ademc\s ]a realizaci6n de la homo-er6ti ca de 106 ciudadanos. No sa trata cntonccs de In cnpturn de In energfa marUfera bajo una fonna moneta ria, sino de su regulaci6n bajo la fonna ge· nital, pero esta aparece a partir de ese momento -y ese es el inmenso vuelco griego-, como la nueva y verdadera prostituci6n, la prostituci6n al reyes; a partir de entonces cualquier mujer, y ya no mas como esMril, sino como fecundoda, como maquina que transforma el espenna en hijo, en guerrero potencial, cua]quier mujer aparece por este hecho como un apendice detestable pero necesario al solo funcionamiento autorizado de goce que es aquf 10 sociedad de los ciudadanos locunces, pederastas y guerreros, para quienes es la propagaci6n 10 que deviene prostituci6n, es decir el rescate de las intensidades esWriles de] goce homosexual para 10. reproducci6n de hijos. ElIos pagan con el desvio del semen. Tienen por 10 tanto dos vergas, una para ese pago, 18 otra para el goce ciudadano. ~Que ocurre ahora con este en el interior del circulo de hombres y no ya del pago en sus fronteras? "Que es 10 que aquf se intercambia si yo no son mas hijos, es decir medios de reproducci6n? ~C6mo se organizan los acoplamientos de los cuerpos-bandas libidinales en el circulo de los guerreros? La identidad absoluta exigida de los miembros de este cfrcu10, 10 que se denomina la igualdad de los ciudadanos, la isonom£a, la distancia igual respecto del centro, en el meson, el hecho de que sean igualmente machos y habladores de lengua atica y hoplitas, que cada uno pueda venir al centro , a esta tribuna vacia que sin embargo nadie debe pader ocupar 0 apropiarse de ella de manera durable, el hecho de que las palabras de la decisi6n politica deban seguir la singular regIa del tetraLogos (yo habla, tu respondes, yo te respondo, tU me respondes) despues de 10 cual uno resuelve (buieusis), todes esos rasgos hacen de 10. politeia un cxtrailo dispositivo de La anulaci6n de las diferencias. Esta anulaci6n opera desde inicios del juego puesto Que este circulo de ciudadanos s610 noccsita de machos; y opera como regIa de todas las reglas de la admi-
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nistraci6n politica, caducidad de los aficios, elegibilidad de los respons~ bles revocabilidad de los cargos, deliberaci6n publica de todas las decIsion~s, recuento de los votos: en todo caso, retorno al cero, neutralizaci6n pOT el cera. Esta democracia, puede decirse. descansa sobre la ocultaci6n de la diferencia de los sexos y del trabajo. Pero ella impliea en su seno, por afiadidura, Ia configuraci6n geometriea de los cuerpos pulsionales. y mas atin, exige el algebra de las pulsiones, su contabilidad, su intercambiabilidad y su anulabilidad por media de algdn elemento neutro. La imposible relaci6n peligrosa de Alcibiades con S6crates (al menos la que PlaMo cuenta en El Banquete) no prueba solamente 10 que ya sabemos. hasta que punto es Eros 10 que esta en juego entre los ciudadanos nos ensena sabre todo que la organizaci6n circular de los cuerpos desea~tes en Ia politeia los inscribe necesariamente en un intercambio en paridad, en la equivalencia. Alcibfades se ofrece a S6crates para que este goce de su juventud y de su belleza, pero es para obtener a cambio el secreto de la sabiduria de los Viejos. Hay alli un mercado que supone, por 10 tanto la intercambiabilidad de los terminos que aqui son la regi6n pene-ano ~or una parte (Alcibiades) y, por la otra (Socrates), la regi6n boca discursiva. Es preciso ver bien en esta oferts de negocio una suerte particular de insinuaci6n amorosa. EI goce en su perversidad econ6mica politica cuenta con un ingreso y descuenta 10 que adelanla: descarguemos a 10 mas rentable y con la menor perdida. Alcibfades por 10 tanto calcula y S6crates, justificando su aparente rechazo de hacer negocio, de hecho sienta la teoria de todo mercado (en el mercantilismo simple que es politico) que es que no hay nada que ganar, que todo se intercambia, y que el s~ldo de cualquier cuenta es nulo. EI oro de mi sabiduria, dice S6crates, es cero. Esa es la virtud que la politeia exige: mantenerse derecho en el cero de los intercambios de impulsiones, vivir sin haber perdido ni ganado, regular la circulaci6n de las energias 1ibidi~ales al mCni,!"ax, al minimo de las perdidas y al rob-imo de las gananclas que permlte a una y otra de las partes un juego de sumn nula (las cantidades intercambiables son constantes) y con informaci6n completa (cada uno sabe 10 que el otro viene a pedir al centro): la partida nula de ajedrez, por ejemplo. Por consiguiente, esterilizaci6n de las vergas y compensaci6n del semen; y tambh~n limitaci6n en numero de los ciudadanos cambista.s y, ademas erotizacion de la palabra mediante la cual se haeen, en esos Jue