Néstor Dickinson
© STALKER, 2001
[email protected] www.editorialstalker.com.ar
Ilustración de tapa: Gabriel Cebrián.
2
Oculta la solitaria aurora
Néstor Dickinson
Oculta la solitaria aurora
3
Néstor Dickinson
4
Oculta la solitaria aurora
Relojes vacíos simulando ser esclavos del tiempo La tolerancia me permite presentarlos. He aquí sentados junto a usted, lector: mis fantasmas. El que ahora se encuentra a mi izquierda hablará despacio, y no se esfuerce en comprender qué dice, pero por favor no lo ignore. A mi derecha está la adorada y querida ausencia; está bonita, mírela, se ha vestido y retocado para usted. Enfrente tiene a la muerte que le sonríe… ¡no se asuste!, es la mía. Le permito compartir el milagro para dejar de lado mi egoísmo. ¿Percibe el rostro de aquel timorato e incómodo espectro que ahora se esconde? ¡Sorpréndalo! Asústelo, ¡pruebe el gusto de espantarlo! Escapará por los rincones. No maltrate a la dama que gira a su alrededor, es sumamente peligrosa, tratará de seducirlo. Pero recuerde que es mía. ¿Qué hace? ¿No le dije que es mía? Sus ilusiones se están mezclando con las mías y esto no me está gustando nada, mejor me llevo todo. Otro día más soleado compartiré mejor mis creaciones. Discúlpeme.
5
Néstor Dickinson
Canción de cuna Pastores de la indecencia, busquen el territorio de los que no son la única esposa. Recuerden el silencio de las tortugas, amigas del odio y la cordura. Imagino lo que imaginas que imagino que imaginas y es un gran laberinto lo que teje la fantasía. En mi última canción diré tu nombre, escondido en alguna convencional metáfora alusiva, pero no despertaré el más mínimo interés. Recuerden el silencio de las tortugas, amigas del odio y la cordura. Se confunden en el paisaje tu silueta y la mía, qué imagen despreciable lo que uno imagina. Recuerden el silencio de las tortugas, amigas del odio y la cordura.
6
Oculta la solitaria aurora
Principios del desorden Soy el tímido intruso de tu silueta. Soy la luz, la furiosa presencia. Soy todo un dios en el sepulcro y en la cal. Hoy los bosques están perdidos, y las ausentes mariposas no reposan, son espera. La memoria del infante se confunde con la intriga del palacio donde encontraré Abrigo. En la nobleza del elegido tendré confianza. Seré yo elegido entre la nebulosa y oscura transparencia Tendré el tiempo a mi antojo y reinaré para el desorden la ausencia y la nada. Derramé tanto fuego en tu oquedad que me quedé sin frío, solté mis brazos un solo día y las costuras amarillas ahora son espejo de un nuevo cristal que refleja el espectro proyectado en la vereda tomando el tiempo, viviendo el aire tan cotidiano, cercano a los perros, cercano al estigma de estar dormido, aburrido… Pero en este sillón las cosas son distintas, los cristales cambian, la locura no es la misma. Aparece tenue una brisa salvadora, un golpe fuerte en mi ventana, que derrumban los perros, el aire cotidiano y siembra la duda, aumenta las grietas donde empieza el principio del desorden. 7
Néstor Dickinson
Llevo el cadáver Vuelvo del espanto y rezongo de tu carencia. Los hombros se me han hundido en interminables imposturas. Me resuelvo en una melodía y soy la palabra que no empieza. Una fórmula escondida. Entre la sangre de aquél que fui y éste que estoy siendo advierto diferencia. No hay resta, ni suma, ni algoritmo que salve mi existencia. Soy tus ojos. Soy lo que de vos han hecho tus pasados, soy el que imaginás cuando estoy dormido, soy la estúpida costumbre de estar entrometido en la imagen que me es devuelta. No soy nada. O peor aún, soy todo lo que ESPEras. Llevo el cadáver a mi casa, lo siento, lo acuesto, lo levanto y le obligo la cotidiana jornada y después lo miro, tan cadáver sin sangre, tan cadáver sin tiempo. El universo está empobrecido. ¡Un espacio para el cadáver!, un sitio.
8
Oculta la solitaria aurora
Sin escaleras Soy la esperanza en tus ojos. Entre ladrillos de culpa contengo la ira de no quedar atrapado en tu imagen de ser libre de promesas. Quizá tus ojos desventurados muestren el afán simpático y ordinario de querer vivir todas las vidas. ¿Hay un camino? No hay fines en el desierto. No hay escaleras en la desolada ausencia.
9
Néstor Dickinson
La espera de la nada Desde el centro yacen los caminos. Auroras de tierra y sal alimentan la jornada, ¿encontraré el encanto? Seducen fríamente como los anticiclones, los golfos, los meridianos, aullando antes de dormir. Será la imprudente liebre que salve el devenir, camino. No todos los pecados estarán libres de estética. Se prepara este cuerpo, alegre, para el sueño angélico que será la nerviosa compulsión al infinito, a la devastada ausencia. La nada está esperando. La espera está siendo nada.
10
Oculta la solitaria aurora
Sin entierro
Al salir del infierno contempló su indiferencia indicó a sus fieles hacer tronar al mundo no fue cauto ni distinto corrió de forma extraordinaria sin por eso haber sido detenido nadie habitaba su instinto nada acababa la magia luego murió entero sin entierro sino bajo la tierra prometida se sucedió a sí mismo mas nunca obtuvo nada nuevo solo suelo
11
Néstor Dickinson
De mi consideración: At / Al más inoportuno de los allegados:
En este atardecer en llanto, a la señorita que ostenta todos los colores. Que nos pinte el alma después de habernos sacrificado. Que no emita aullidos de ardilla, pero no se resigne ante el Rey. No todos podemos salir con la más hermosa de las flores. Estamos reunidos para condenar al sufrimiento. Mociono por el Dr. al que ya no le quedan palabras. Aplaudo el silencio de los que todavía no pudieron disuadir, persuadir, combatir, el crimen de los resultados matemáticos en un álgebra en la que Dios está jugando a los dados. -¡Pero no todo está dicho! –Repuso el Rey-, todavía quedan algunas bebidas que ya probamos. ¿Por qué no hacemos un brindis existencial? Lamentablemente la señorita que ostenta todos los colores aceptó de inmediato, indagándonos uno a uno buscando aprobación y entusiasmo. El Dr., con una mano sosteniendo su mentón y arqueando las cejas, moduló su voz y dijo casi no existiendo: -Yo no me opongo… si ustedes quieren… Por lo que me vi obligado a efectuar el brindis, después de haber asesinado a la señorita, al Dr. y al Rey. Era realmente incoherente corromper de forma tan abusiva la creación.
12
Oculta la solitaria aurora
La espera Juego en alquitaras donde la magia está en mis cadenas. El infierno es vasto, prolongado, húmedo. El Sr. Mandinga ordenando papeles y muy ocupado me dirá: -Esperáme, ya estoy con vos. Una cola enorme de silenciosos y timoratos avanza un paso. Se oye una queja. Todos avanzan. Despacio, y en un olvido colectivo estamos esperando. El Sr. Belcebú acomoda y abrocha papeles, está aturdido, desencantado, tiene trabajo y orden. Cumple. El Sr. Astaroth no recuerda adónde dejó el formulario. ¡Lo encuentra!, y sonríe estúpidamente como aquél que acaba de ganar una tormenta. Nuevamente dice ansioso y ruborizado: -Ya estoy con ustedes. El infierno es vasto y repetitivo, otra vez estoy en la cola enorme. El señor Mefistófeles me dice mientras acomoda papeles: -Ya estoy con vos, y la espera es cíclica, la espera en la memoria. La espera en la piel de los desanimados.
13
Néstor Dickinson
Camina sobre la cima de la acústica tormenta. Y en el infierno de su vientre está el murmullo de aquél que sabe que será muerto. Las luces ahora lo acompañan decentemente con un atisbo de galantería impuesta, ¡pero fue varón! Y además conoce el clima de los que desaparecen. No seré el único. Pero solo conozco ser único. Seré el caminante que golpea su estigma. ¡Nació varón! Y por supuesto alegre de corazón y alma. Seré prudente a la hora del llanto. Será una traición hundirse en esas letanías impropias del miedo. Seré la luz, brillaré para el Norte y mi destino golpeará las puertas de mi sino, y encontrará vacío y ausencias, pero… ¡bienvenidos al circo! Donde el último en marchar no dirá a Dios.
14
Oculta la solitaria aurora
Existencia Existir en los demás como una leyenda que no se difunde. Trascender las fronteras del invierno, aunque más no sea por una sola eternidad. Existir deshecho, astillado, con angustias de niño maltratado, con soledades de viejos paseando plazas. Sabemos que nuestra vida depende de otro, si el otro no es un semejante al fin y al cabo estaremos en la misericordia, de esperar la señal, el milagro.
15
Néstor Dickinson
Desesperada suerte Una mañana envuelta, etiquetada, acompasada. Una espera sucesiva que horroriza al descuido. Un sobresalto, una sombra, la inexistencia me desvela, la nada y la misteriosa causa de mi primera palabra. Se concatena un dolor detrás de otro, hacen fila y me golpean, se suman, se mezclan y hasta juro que entre ellos se justifican.
16
Oculta la solitaria aurora
La vuelta del engaño se transpone en dimensiones y claustros. Donde la mímica libere los sentidos oprimidos de tanto descansar. Vengo muerto desde hace tiempo no consigo colocarme una sonrisa lo siniestro me persigue y el bien tan efímero será la partida. ¿Ni siquiera Èl estará atento?
17
Néstor Dickinson
Oculta la solitaria aurora Hay un cuento de mil páginas que sé relatar. Encontré la sombra y la oscura tristeza de no mirarte. Unas hojas manchadas en piel de búfalo y lejanías de frío. Una luz que invita al encuentro. Dioses que ya no resisten. Oculta la solitaria aurora para desocupar el corazón ingrato. Roto fragmentado como un trueno, como un crepúsculo que no acaba.
18
Oculta la solitaria aurora
La función Atesora los cristales de tu ausencia. La barrera no está terminada. Es un circo joven que marchó. Es la luz en tus ojos encandilada. "Todo lo cubrió el olvido con su manto triste para no volver…" "No tengo ni rencor ni veneno ni maldad, son ganas de olvidar, terror al porvenir…" Es un circo inmenso el que decidió mudar su destino. La plaza está vacía, pero yo, este frágil y endeble vertebrado procuraré secuestrar todos mis recuerdos… vendrán uno a uno. Como en una cola de jubilados se asomarán timoratos, y una vez más darán por lo menos su última función.
19
Néstor Dickinson
Desdichado orden ¡El laberinto cerró sus puertas! La culpa se ciñe en el olvido. Los miedos se acomodan y etiquetan. Y seré la prudencia, la tontería ambulante. Una puntada más en el pecho de siempre. Unos ojos desviados y los relojes vacíosUnos caramelos escondidos simulando ser esclavos. Entra la dama. Vestida de princesa. Y yo en pijama recibiré su sonrisa, pero será para otro.
20
Oculta la solitaria aurora
Orden 1) No ahuyentar las ilusiones, reconocerlas. 2) Atesorar paradojas y cumplir con el deber de atravesarlas. 3) No desenmascarar jamás a aquel que lleva consigo un estigma. 4) Registrar en los demás lo que no son, lo que jamás serán 5) Recuperar del infierno en alma para venderla nuevamente. 6) Torturarse con el futuro, que será inevitable. 7) No evadirse jamás del desorden. 8) No matarse. 9) Imaginar lo imposible, los animales deformes no servirán de ayuda. 10) Convertir la historia.
21
Néstor Dickinson
Espejo Hoy el espejo no repite a nadie. Hoy volví a mi ataúd, sombría luna me acompaña dulce y traidora. Inalcanzable tu alma como la luna, te miro, siento tu paciencia, cierro los ojos y te encuentro robándome el destino de oro, de mármol. Abro los ojos y miro lo terreno tan firme, tan sólido de vendedores de conejos, de penumbras, de interminables des-cuentos. Entonces decanso, me duermo bajo la luna. Dulce y traidora… …bajo tu encierro.
22
Oculta la solitaria aurora
La antisoledad En su mística aparición descubrí que se trataba de un hombre muy diferente a mí. Tenía el pelo blanco y la cintura redonda. Dobló su boca y con tono de confesión mafiosa dijo: -Es tan cruel la soledad como la antisoledad. Renuncié inmediatamente a la pregunta: ¿qué era la antisoledad?, para responderle que llevaba mucha razón en su discurso. Luego le repliqué queriendo aceptar el desafío insólito de su afirmación, que la antisoledad era estar acompañado todo el día y hasta por seres de nuestro desagrado, así que se parecía mucho a la soledad y por tanto: la soledad es una paradoja insalvable. Tomó su campera de cuero negro y mientras se retiraba, adquiriendo una soberbia sospechosa, me manifestó: -Me voy porque usted no sabe quién soy y además me están esperando unos amigos, ¿no voy a estar solo ni antisolo!
23
Néstor Dickinson
Es evidente su malicia, detrás de aquella coraza de bondad.
24
Oculta la solitaria aurora
Musa El camino se expande desventurado en tus lágrimas que no conozco, y la secuencia de tu imagen me está invadiendo los posibles destinos. El porvenir se declara incompetente de sufridos desengaños, pero tu alegría, tu alegre satisfacción eterna y sin cambio en la partida desecho tu fastidio, tu sino impenetrable, se convierte en la efigie con secretos, te encuentro en el misterio, musa de esta efímera partida, me arrepiento, no te desecho, me dejo invadir de tu único momento, te tomo en mis contagiosos impulsos y resuelvo hacerte mía, en esta efímera vida.
25
Néstor Dickinson
Nos gritan Se cierra el círculo infinito de mi regreso. Y el reflejo en el espejo es distinto, distingo claramente el buitre y los cipreses. Pero hoy no son iguales, el que está siendo igual soy yo. La soberana estructura de mi silbido, lánguido en la esperanza. La ilusión de mi carreta reduciendo el límite nos acompaña. Chau… adiós… nos gritan, a mí, por supuesto, y a mi soledad.
26
Oculta la solitaria aurora
Entre el espacio que existe en tu cuerpo, almendra de sol alimentas el espiral hacia el infinito no sabiendo que tu estigma no reposa en el odio, tendrás el veneno de imagen marchita, tendrás la luz en tu ojo izquierdo, tendrás el mar, y en la solitaria noche tu ocaso. Para redimirlo en llantos, tendrás mi calma. Tu ausencia otra vez te embellece, te pinta con los colores de la luz.
27
Néstor Dickinson
Desde la luna más próxima se acercan los cíclopes Te torturan en su estado de un solo ojo ¡No reclames! No desperdicies tiempo para mentir La muerte está acorralando tus recuerdos La muerte nos apura Tus porvenires y tus tiempos No detengas tu mirada en proyectos de nada y nadie Ya hay muchos que se sienten igual
28
Oculta la solitaria aurora
La durmiente sombra que te espera Será de tierra y encanto Para tus vientres eternos La llegada, el llanto Las dolientes musas te darán un baño En lágrimas precisas y te dirán excusas En la torre los desalmados están cuerdos En la muñeca embarazada de nada está tu cuento No soportes el llamado de los pájaros No quieras la nada No desintegres tu sonrisa Ya pronto serás polvo y esperanza
29
Néstor Dickinson
Hoy los bosques no están perdidos, la belleza está luciendo el recuerdo. La mentira de un justo, o la sonrisa del enamorado, o la visión temerosa, o el horror del tirano. Hoy, la música del sirviente de los ausentes desengaños, de nadie y almas. Hoy la aterradora fiebre, o la mística de un esclavo. Hoy el hombre encadena el miedo, encadena su sonrisa… y libera el llanto.
30
Oculta la solitaria aurora
¿Por qué las tormentas acaban tan pronto? El hijo del sepulcro olvidará mi agonía. ¿Por qué Él está en todas partes y en ninguna? El temblor de tu mano izquierda saludará mi sonrisa Y en el vasto paraíso estará el ocaso Y la noche eterna se convertirá en tornado ¡Por una vez! ¡Sólo una! Visita atemporal o casual de aquél que no tuvo descanso ¡Por un tiempo sin medida! El cielo robará las hojas de tu árbol Pero se irá el sol despacio Y una tenue luz iluminará la partida.
31
Néstor Dickinson
¡Encomienda servida! Si la sangre me respeta tendré el agrado de sentir.
32
Oculta la solitaria aurora
Donde el alma recuperada De aquel semejante que es amigo Y que después de una música de invierno Nos salva El caminante que esconde su cuchillo La inmaculada mentira compartida Será la prudente luz que cristalice Cambiará la pluma entre la lluvia Y ayudará la música, entre los silencios Donde el paraíso es confidente Donde las cenizas no son otras Que el despertar a la ilusión El milagro nos espera, la traición Será no darle tiempo a que suceda.
33
Néstor Dickinson
¿Qué extraña plenitud al atardecer? ¡El universo soy yo! Las sombras dejan lugar al vuelo No hay arco iris, pero llevo la gloria de haber sentido. ¿Qué extraños ojos deslumbran mi fantasía? Desde la diferencia exacta me arrodillo en tu voz. Descubro un horizonte merecido Y aparece lejana otra esperanza. ¿Qué extraña convulsión me sumerge en el tiempo? ¡El tiempo soy yo! Sin dejar de acariciar el recuerdo.
34