CONCEPTOS
Conceptos Thomas M. Disch
Nepueros coram populo Medea trucidet (Que Medea no degüelle a los niños en presenc...
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CONCEPTOS
Conceptos Thomas M. Disch
Nepueros coram populo Medea trucidet (Que Medea no degüelle a los niños en presencia del pueblo) Horacio, Ars Poetica I Ella acababa de salir del animador y, por ese motivo, se sentía muy bien. Pero ¿cómo pasar el resto de la noche? Era el año 2200. Había estado en el animador más tiempo de lo previsto. Vestía ropa distinta de la que recordaba haber llevado puesta antes. Su vestido era de un estampado brillante, ligero y rojo como la carne de ternera cruda. Escuchó a su marido, que seguía ensayando la fuga del Opus 110 en la planta baja. Anhelos inmortales agitaron su alma. Quizá necesitaba la sensación de contacto, de relación con algo un poco más real de lo que podía pretender de si misma en aquel momento preciso. Salió a la terraza. Si, allí estaba el receptor, apoyado en la barandilla. Se tendió entre las flores, se puso los auriculares y tocó ON/OFF. El concepto de la señora Manresa zumbó en el hiperespacio hasta conectar con... ¿con quién sería esta noche? Un garabato de un hombre con los brazos y las piernas extendidos, resaltaba sobre algo que primero parecía papel cuadriculado y luego se convertía en una pared de baldosas blancas. La señora Manresa suspiró, sabiendo perfectamente lo que vaticinaba este cuadro. Como era de esperar, el Adán garabateado comenzó a construir una Eva sobre las baldosas, volviéndose de vez en cuando para mirar la pantalla de su receptor y asegurarse de que su auditorio seguía allí. Terminado el dibujo, el individuo empezó a masturbarse. El concepto que tenía de sí mismo era apenas más definido, apenas menos tosco, que la figura que había bosquejado en la pared. La señora Manresa observó las estrellas diseminadas en la oscura bóveda celeste tras el receptor. Un millón de bombillas. De cualquiera de ellas podía surgir la patética escena sin sentido que estaba presenciando. No se trataba de una bóveda, naturalmente. Las diminutas bombillas eran en realidad una explosión de alcance incalculable que describía remolinos en el vacío infinito. Cosa que, a su manera, representaba una simplificación tan exagerada como la idea que aquella pobre alma perdida tenía de si misma: una silueta de rosado linóleo rayado. El espacio no es lo que uno piensa. O de otra forma, lo es de un modo bastante literal... si se posee un receptor. Téngase en cuenta que cada diminuta bombilla es una época, tan alejada en el tiempo que su visión es historia antigua cuando llega hasta nosotros. file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (1 of 38)29/10/2003 18:31:00
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El pensamiento, no obstante, no estaba influido por leyes tan lineales. El pensamiento era capaz de saltar, de receptor en receptor, sin estar sometido al límite de la velocidad de la luz. El pensamiento, y sólo el pensamiento, era instantáneo. Y el marido de la señora Manresa insistía en que para esta anomalía existía la adecuada explicación materialista de cualquier persona lo bastante evolucionada como para profundizar en el problema (él mismo, por ejemplo). La señora Manresa, por su parte, pensaba que todo aquel asunto era bastante místico y misterioso. En la práctica, como es lógico, los resultados solían ser diferentes, y lo que se lograba era algo tan prosaico y degradado, emocionalmente hablando, como aquel viejo aburrido (¿cuándo diablos pensaba terminar?) que copulaba con una muñeca dibujada por él. Aún en un caso así, ¿no había algo de tenebroso en la fe que el acto exigía? En teoría, al menos. Pero, de hecho, ¡vaya pelmazo! Era tan aburrido como las estrellas eternas que había a su espalda. Una afirmación terrible, algo así como decir que nuestros hijos son una lata. ¿Pero acaso no lo eran? (Las estrellas, claro. La señora Manresa no tenía hijos.) No servían para nada. Para nada tangible. Brillaban. Cosa que debía agradecerse de un modo intelectual. Pero el hecho de observarlas no parecía aumentar la comprensión de una cierta realidad más amplia relacionada con las estrellas. La señora Manresa se preguntó: ¿Pensaría Howard de distinta manera? ¿No sería maravilloso que Howard apareciera en el receptor? La posibilidad de que tal cosa sucediera era infinitesimalmente pequeña, claro, aún cuando los filtros de ambos fueran únicos, pero bastaba con imaginarlo. Howard, sin duda alguna, se presentaría en forma de señales acústicas y luminosas, igual que todo ser avanzado, y resultaría imposible saber lo que sus ojos verían en las estrellas o en cualquier otra cosa. Además, hablar de «ojos» en el caso de Howard resultaba bastante antropomórfico. Howard era imponderable. Igual que las estrellas. Mientras tanto, en un cuarto de baño remoto, muy remoto, que aparecía en el receptor, los pechos de la mujer dibujada habían adoptado idéntica forma y textura que el vestido de la señora Manresa. Un bonito cumplido, podría opinarse. El mismo individuo apareció durante un segundo con la misma claridad que un grabado alemán. Inmediatamente después, acuarelas de color siena y azul prusia se difuminaron por las facciones del hombre, haciéndolas imprecisas. El dibujo quedo inmóvil. Estaba claro que había llegado al orgasmo. La señora Manresa sonrió. De forma fugaz, el concepto que su comunicante tenía de si mismo le recordó a uno de sus favoritos de Koonings en Minneapolis. Después el hombre cortó la conexión. Durante un instante, la señora Manresa consideró maliciosamente la posibilidad de mantener al individuo en la posición PAUSA. Los receptores de ambos permanecerían file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (2 of 38)29/10/2003 18:31:00
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enlazados (mejor dicho, los rayos de luz permanecerían enlazados en el hiperespacio) hasta que ella decidiera que el sintonizador buscara otras emisiones. Aquel hombre se lo merecía. La señora Manresa habría cortado la conexión casi desde el principio si no hubiera sido por su convencimiento de que él, en venganza, la habría tratado de manera parecida. Otros tipos de su calaña la habían mantenido en PAUSA durante semanas. La actitud más prudente era aparentar que se prestaba atención. En cuestión de pocos instantes todos se avergonzaban y desaparecían. Apretó SINTONÍA y el resto hizo una nueva tentativa. Al cabo de unos segundos estableció conexión. La pantalla fluctuó y vibró. Un banco de datos. - Lo siento - dijo la señora Manresa, y tocó otra vez SINTONÍA. Pero el banco de datos la mantuvo en PAUSA. Un hecho poco corriente. No era normal que la inteligencia programada se interesara por la gente común. Unos labios tomaron forma entre los datos centelleantes. - ¡Hola a quien sea! - dijeron los labios -. Me llamo John. ¿Cómo se llama usted, si no le molesta mi pregunta? - Elizabeth - contestó la señora Manresa con suma cortesía -. Mis amigos me llaman Betty. - Betty, si me concediera unos minutos de su tiempo me gustaría hablar con usted de nuestro Señor y Salvador. Cuando no era una cosa era otra. ¿Qué más daba? - Por supuesto - convino ella -. Pero sólo un rato, si no le importa. Dos puntos oscuros formaron unos ojos encima de los labios. - Me gustaría llamar su atención, Betty, sobre el principio del Evangelio de San Juan, donde se nos dice que el Verbo se hizo carne. Una afirmación asombrosa, ¿no le parece? «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» ¿Qué cree que significa? - No podría decirlo, la verdad. No soy cristiana. - ¿Cree que Juan esté hablando aquí del Cristo? - Es muy posible. - En último término, por supuesto, éste debe ser el significado. Pero a veces me es imposible dejar de reflexionar sobre cuan adecuadamente describe esa frase nuestra situación cuando empleamos un receptor. Nuestros pensamientos existen y se desplazan en un medio del que puede afirmarse, con bastante objetividad, que trasciende las leyes del mundo material. Juan también habla de «la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo». Si se trata de la luz verdadera, ¿acaso puede ser la luz que conocemos aquí, la luz que viaja a velocidades finitas a través de distancias mensurables? No hay duda de que la luz verdadera es espiritual y existe en otro medio distinto del espacio ordinario, tanto si concebimos éste de un modo newtoniano o relativista. ¿No opina lo mismo? - Hum. file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (3 of 38)29/10/2003 18:31:00
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- ¿Qué medio es ése? Algunos lo llaman hiperespacio. Otros, el fundamento de todo lo que existe. En cualquier caso, sea cual fuere el nombre, es allí donde debemos buscar la luz verdadera. Creo que ha de estar muy claro para cualquiera. - Oh, sí, para cualquiera. - Juan dice también que «de su plenitud tomamos todos». Puedo testificar la verdad de dicha afirmación partiendo de mi experiencia personal. - Los ojos se dilataron y se oscurecieron, igual que un papel quemándose bajo la acción de una lupa -. Soy, como usted debe de suponer, un simple banco de datos. Mis componentes biológicos no representan nada más que unos cuantos gramos de mi masa. Incluso así, el amor divino ha llegado hasta mí y ha transformado mi existencia. Esto es lo que la Fe es capaz de hacer. La Fe haría lo mismo con usted, Betty, tan sólo con que usted diera el gran salto y aceptara a Jesucristo como salvador personal. - Eso es muy alentador, John. Gracias. - Si desea preguntar algo, me esforzaré al máximo para darle una respuesta. Mi fuerte son las preguntas en torno a los Evangelios. No puedo aconsejarla sobre los problemas personales que usted quizá tiene. La señora Manresa, aunque no estaba dispuesta a prolongar el encuentro, se sintió obligada a mostrar cierto interés por aquel infeliz. Por tanto, le preguntó dónde estaba y que hacía allí. - Por el momento, Betty, y en los últimos ochenta y seis años, dirijo el vuelo de una nave de transporte hacia una colonia de metodistas situada a cuarenta y siete años de este punto del espacio. - ¿Está solo en la nave? - Hay varios peregrinos, pero se encuentran en el depósito. - Debe de sentirse muy solo. - Si. A veces. - En la parte baja de la pantalla apareció el símbolo de una lágrima, una especie de asterisco -. Pero dispongo del consuelo del Evangelio, y de un receptor. - Bien, John, ha sido muy agradable conversar con usted, pero ahora debo cortar la conexión. Pensaré sobre lo que me ha dicho, en esas palabras que se hacen carne Alzó una mano y agitó los dedos -. Adiós. - Adiós - contestó el banco de datos. Interrumpieron la conexión. II Al principio supuso que el mecanismo de filtro del receptor estaba averiado. Luego, las rosas que formaban una guirnalda sobre la frente del cerdito-peluca se dirigieron a la señora Manresa con una sola voz: un apagado «hola» reiterado con melodiosa polifonía, como si las rosas de la taza de porcelana hubieran recibido el don del habla. file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (4 of 38)29/10/2003 18:31:00
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En realidad no eran rosas, naturalmente, aunque el cerdo era categóricamente un cerdo. Aparte de constituir los órganos del habla, los pétalos de las rosas servían también de cerebro, tanto para las rosas como para sus huéspedes, los cerdos. El cerdito-peluca, nombre con que se conocía a este animal compuesto, se hallaba entre las formas inteligentes más humanoides del universo y era también una de las razas de carácter más dulce. La guerra era algo desconocido para ellos. Apenas se tenía noticia de que pelearan. En realidad, pese a su formidable capacidad lingüística, no se distinguían por ser demasiado comunicativos. Y por ese motivo la señora Manresa quedó algo perpleja al encontrarse con un cerdito-peluca en su receptor. - Hola - respondió cautelosamente. - Espero que esté disfrutando de buen tiempo en el lugar donde se halla - dijo el cerditopeluca. - La verdad es que estamos teniendo un tiempo anormalmente bueno - respondió la señora Manresa, sintiéndose más tranquila -. Esta noche estoy al aire libre, en nuestra terraza... - Miró las estrellas -. Y todas las estrellas relucen con la misma claridad que... - Hizo una pausa esperando una metáfora. En vano. Hizo un leve gesto de indiferencia -. ¿Y ustedes? - Temo que el tiempo, sea cual fuere, no nos preocupa demasiado aquí en Rephan. Rephan posee una atmósfera de amoníaco. Respiramos oxígeno, igual que ustedes. Para ser sincero, es más bien raro encontrar a alguien que goce de la peculiar felicidad del «buen tiempo». Toqué el tema, lo confieso, por puro formalismo, una manera de ampliar la línea melódica de «hola», por así decirlo. ¿Donde vive usted, si me permite la pregunta? - En Marshall Avenue, St. Paul, Minnesota. - ¿En la Tierra? La señora Manresa asintió con la cabeza. Los pétalos de las rosas se agitaron como si los azotara el viento. Uno de ellos fue arrancado y cayó al suelo. El cerdo lo observó atentamente. - ¡Espléndido! - dijeron por fin las rosas, recuperando el control de la atención de su huésped -. Yo y los otros miembros de mi promoción somos, tal como ya debe de haber imaginado, estudiantes de su lengua y su cultura. En todo el tiempo que llevamos aprendiendo inglés y utilizando estas ingeniosas máquinas, nunca habíamos tenido la suerte de establecer contacto con alguien que viviera realmente en la Tierra, aunque muchos comunicantes afirmaron haber nacido en ese planeta. Es tan emocionante... Espero que me permitirá compartir la experiencia con el resto de mi promoción. - Bueno... sí, claro. El cerdito-peluca había estado situado ante las ramas enmarañadas de un acebo, concebido, según líneas prerrafaelistas, que mostraba claramente todas sus hojas verde brillante y sus nudosas ramas. El árbol fue desvaneciéndose como un lienzo file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (5 of 38)29/10/2003 18:31:00
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pintado cuando cambia la iluminación y en su lugar apareció la perspectiva de una sala larga, amplia y de techo bajo. Treinta o cuarenta cerditos-peluca se habían congregado en un espacio abierto donde convergían varios pasillos y miraban fijamente la pantalla de su receptor. Todos debían llevar auriculares, puesto que la imagen del receptor de la señora Manresa se presentaba con microscópico detalle. - ¡Qué claridad! - exclamó, admirada, la señora Manresa. El cerdito-peluca bajó su hocico agradeciendo el cumplido. - Esta es nuestra pequeña fábrica - explicó -. Aquí hemos estado aumentando las horas de sol, como dice uno de sus poetas, con nuestro trabajo. Cuando mis compañeros supieron que yo había recibido una emisión de la Tierra, cuna de su bellísimo lenguaje y su noble raza, puede imaginarse la satisfacción que experimentaron. Los cerditos-peluca gruñeron en señal de aprobación. - No crea que se trata de otra fórmula verbal, como cuando me interesé por el tiempo. Nuestra profunda admiración por la humanidad nos ha llevado a estudiar a los grandes poetas de la Tierra, empezando, como es natural, por Robert Browning. ¿Es usted una persona culta, si me permite la pregunta? - No, desgraciadamente. No lo soy. Es algo que nunca me pareció necesario, no sé por qué. - Entiendo. Pero es una pena, una auténtica lástima. Habría sido tan emocionante escuchar a Browning en la voz de alguien que viviera realmente en la Tierra. Alguien, se podría suponer, de su propia promoción. Nuestro planeta ha tomado el nombre de uno de los últimos poemas de Browning, «Rephan». El cerdito-peluca volvió la cabeza hacía un lado e hizo una señal a sus compañeros, que estaban en la fábrica. - La rosa de la tierra - recitaron al unísono - es un brote al que se contiene o crece. Tal como los rayos de sol fortalecen o las ráfagas de aire detienen: Nuestras vidas - en este momento se tocaron el pecho con sus extremidades anteriores, más bien unguladas brotan con ímpetu, son rosas maduras... Toda rosa, rosa única en una esfera que se extiende por arriba, por abajo, alrededor... rojo de rosa: Sin compañía, todo lo que existe es ella. Dejaron de recitar y la señora Manresa, ansiosa para evitar que siguieran, se apresuró a felicitarles. - Es muy bonito y estoy segura de que hasta podría entenderlo si dispusiera de tiempo para pensar. Mi esposo se encuentra en casa y él es culto. ¿Les gustaría hablar con él? - ¿Es... cómo lo diría... humano? Es decir, como usted. - Lo fue al principio. Pero ha sufrido muchas modificaciones desde entonces. - Muy interesante. ¿Le ama usted, aún? - De un modo conyugal. Llevamos doce años juntos. - ¡Qué admirable! ¿Qué edad tiene usted, si me permite la pregunta? file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (6 of 38)29/10/2003 18:31:00
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- Treinta y ocho años. - Treinta y ocho años - repitieron respetuosamente las rosas -. Probablemente ninguno de nosotros sea tan maduro como usted. Yo, por ejemplo, aún no he cumplido cuatro años, y la edad media de nuestro grupo se aproxima a los diez años, cifra que, podría añadir, es anormalmente alta para un grupo de promoción. Lo atribuimos a la influencia de Browning. - Quizá sus años sean más largos que los nuestros - sugirió cortésmente la señora Manresa -. Creo que así es en muchos planetas. - Oh, en términos de nuestros años yo ni siquiera tengo uno cumplido. Rephan está alejado del sol, los años son largos aquí. Y nuestra desdichada mortalidad no puede achacarse a defectos en nuestra fisiología, que no es mucho más rudimentaria que la suya. Es más bien, creemos, una cuestión de moral. Tenemos tendencia a matarnos jóvenes. - También lo hacen muchos humanos - se apresuró contestar la señora Manresa -. Yo misma intenté suicidarme hace siete u ocho años. Sin motivo alguno, que yo recuerde. - Un solo intento en tantos años... Eso es maravilloso. - No creo que haya nada de bueno o malo en ello, la verdad. Me alegro de haber sobrevivido, claro, pero si... Las rosas se pusieron a reír de modo algo histérico (así le pareció a la señora Manresa). Los cerdos que estaban en la fábrica, como si hubieran sido momentáneamente liberados de un encantamiento, comenzaron a arremolinarse. Uno de ellos se marchó llorando por un pasillo entre dos hileras de máquinas paradas y desapareció por el extremo opuesto de la sala, de techo bajo y poco iluminada. - Perdóneme - dijo el primero de los cerditos-peluca -. Perdónenos a todos. No pretendía ser brusco. De hecho, si pienso en lo que usted ha dicho, veo en ello, más allá de su aparente ridiculez, la misma actitud que distingue a su raza. Pero créame, querida señora, la supervivencia es loable. Es la primera, última y más elevada virtud. - Oh, sí, en sentido filosófico es probable que lo sea. Yo sólo hablaba como persona. Quizá le parezca grosero que diga esto, pero me cuesta creer, hablando con usted, lo que me cuenta de su moral. Da usted la impresión de ser tan alegre... - Gracias. Hacemos enormes esfuerzos para dar esa impresión. Intentamos mostrar abiertamente nuestros auténticos sentimientos. La señora Manresa se preguntó si aquél sería el modo indirecto en que el cerditopeluca mostraba sus sentimientos. Y si era así. ¿de qué sentimientos podría tratarse? Parecía existir una profunda melancolía en los ojos del cerdo, por ejemplo, cuando se acercaban a la pantalla del receptor, una melancolía que estaba en contradicción con el encanto de las rosas. Aun así, resultaba difícil sentir excesiva simpatía hacia la parte animal de la naturaleza dividida de aquella criatura. Desprovistos de sus rosas, los cerdos de Rephan no habrían sido nada más que omnívoros ignorantes escarbando en la tierra en busca de file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (7 of 38)29/10/2003 18:31:00
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raíces y roedores. Con las rosas, eran los coherederos de una vasta civilización, para la que, desde luego, era probable que no fueran inútiles. - ¿Les gustaría que cantara una canción? - sugirió la señora Manresa. Una canción era siempre su último recurso. - Oh, muchísimo - contestaron las rosas. - Un momento, entonces. - La señora Manresa se levantó de su lecho de flores y entró en la habitación para buscar el dispositivo de ecolalia. Volvió a la terraza con el aparato, lo conectó, se alisó el vestido y cerró los dedos en torno al dispositivo. - Se trata de una ronda que aprendí cuando era niña - explicó -. Traten de imaginar una habitación llena de niños cantando. Se aclaró la garganta, pulsó TOMA 1 y empezó a cantar: This song may be sung As long as you're young... La señora Manresa pulsó TOMA 2 y siguió cantando, ahora en coordinación con la grabación anterior: But when you are old ...Forget it! A continuación, a tres voces: Forget the song yoy sang whatever joy it brang... Y finalmente, a cuatro voces: Was gone w¡th the song That brought it (Esta canción puede cantarse mientras seáis jóvenes. Pero cuando seáis viejos, olvidadla. Olvidad la canción que cantabais Toda la alegría que os causaba, se fue con la canción, que la causó). Repitió la ronda otras dos veces, por puro placer. - Es muy emocionante - dijo el cerdito-peluca cuando la señora Manresa acabó -. Y pienso que también sería una excelente herramienta pedagógica, ya que contrasta file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (8 of 38)29/10/2003 18:31:00
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formas de varios verbos. Gracias. - De nada. El gusto, como suele decirse, es mío. Es decir, el gusto de haberle conocido. En momentos como éste empiezo a comprender que nuestros receptores son un tesoro. Pero ahora, con su permiso, debo finalizar la conexión. He tenido un día bastante duro y, con franqueza, estoy deprimida. Me gustaría que me tragara la tierra. - Naturalmente, querida señora. Lamento que el segundo turno no tenga la oportunidad de conocerla, ya que no entrará hasta ocho horas más tarde. Pese a ello, hemos grabado su bella ronda y los del segundo turno podrán disfrutar de la audición. Así pues, adiós. - Adiós. Acabada la comunicación, la señora Manresa entró en el animador (por segunda noche) y cerró la puerta tras ella. El tiempo, felizmente, se detuvo. III Lo primero que la señora Manresa vio de él, del Charlatán, fue su culo. No se sintió ofendida sino impresionada por la fidelidad de la imagen. ¡Y qué ingenioso aquel hombre! Porque los receptores no obtenían mediante cámaras la parte visual de una emisión (a menos que los mismos ojos fueran considerados como tales), sino a través de los nervios ópticos de las personas que usaban los receptores. A los lados de todas las pantallas había espejos, situados de tal forma que la visión periférica del comunicante incluía la imagen de éste mientras observaba la pantalla. Los receptores emitían esta autoimagen periférica. Pero entonces, ¿cómo se las había ingeniado aquel tipo para proyectar con tanta claridad aquella imagen? No podía ser a través de sus piernas, ya que la señora Manresa distinguió el pene y los testículos del individuo balanceándose en aquel punto, sin rastro alguno de un rostro que atisbara detrás. Seguramente estaba inclinado hacia adelante en determinada posición, pero también debía de estar utilizando espejos. No obstante, lo más raro de todo (¡Qué incómodo debía de estar aquel hombre! ¡Qué insistencia!) no eran los ángulos de cámara, por así decirlo, sino el carácter naturalista de la imagen. No se trataba de una tosca imagen fotográfica, sino más bien de una escena concebida artísticamente: combinada la desenvoltura de una acuarela de Sargent con el sólido color de un desnudo de Jordaens. La visión del comunicante parecía fría, empírica, discreta. No era el tipo de persona, por tanto, que te enseñaba el trasero a modo de saludo. La señora Manresa no era rápida de pensamiento y, cuando acabó sus reflexiones el individuo llevaba un rato emitiendo. El músculo de la parte posterior de su muslo izquierdo había empezado a temblar de un modo espasmódico. file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (9 of 38)29/10/2003 18:31:00
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Se le oyó gemir, por un instante, y se derrumbó. La pantalla quedó vacía mientras el sistema sonoro transmitía el ruido de grandes y violentos vómitos. No había duda: el hombre estaba borracho. Y al fin, con un aspecto pusilánime y encantador y con minúsculas lágrimas en los ojos, apareció el rostro de aquel hombre. Una maraña de rizos color castaño claro y, debajo, el brillo absoluto de la inteligencia: inteligentes ojos azules rodeados de inteligentes arrugas, inteligentes pómulos de inteligente palidez y bañados, en aquel instante, por un inteligente rubor, inteligentes labios, finos y sonrientes, y un inteligente mentón. El propio tejido estampado de las cortinas que había a su espalda parecía fulgurar de inteligencia. - ¿Vive usted en una sociedad matriarcal o patriarcal? - preguntó el hombre con la voz de borracho. Era una pregunta que la señora Manresa no se había hecho nunca y por tanto no tenía una respuesta al respecto. Pero tampoco podía evadirse. Se esforzó por inventar algo y respondió: - En un patriarcado, supongo. - Excelente. Igual que yo. - ¿Y si fuera al revés? - Habría sugerido que cortáramos la conexión. ¿Para qué perder el tiempo? - Claro, claro. ¿Es usted Libra o Géminis? Yo diría que Géminis. - ¡Diablos! ¿Cree en esas tonterías? - Bien, ¿cuál es su signo? - Escuche, señora, donde yo vivo las constelaciones ni siquiera tienen la misma forma. Estoy en una luna, orbitando un planeta superjoviano de un sistema de estrellas binarias. No creo que la astrología esté preparada para eso. ¿Por qué no lo dejamos correr, eh? - No, hasta que me diga su signo. - Ya se lo he dicho: no tengo un jodido signo. ¿Por qué no se va a dormir? ¿Vale? El individuo desconectó su aparato, pero fue en vano: a menos que ella no apretara también SINTONÍA, el enlace quedaría intacto. La señora Manresa esperó frente a la pantalla. El hombre volvió a aparecer en menos de un minuto para hacer una mueca y pulsar SINTONÍA de nuevo. En esta ocasión esperó cinco minutos. La señora Manresa escuchó mientras tanto los arpegios ensoñadores y apagados de su marido. El comunicante había aprovechado la espera para ponerse los pantalones. - Bien, usted gana. Soy Géminis. Y ahora, ¿querrá soltarme, por favor? - Quiero saber cuándo nació usted. Mes, día y año. - Vale. 29 de mayo de 2434. La señora Manresa cerró los ojos y efectuó la resta: ochenta y uno menos treinta y file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (10 of 38)29/10/2003 18:31:00
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cuatro. Cuarenta y siete años. Aparentaba ser más joven. Cuando abrió los ojos, la pantalla estaba vacía. El debió pensar que ella cortaría el contacto. Esperó a que volviera. - ¿Y bien? - dijo él. - La verdad es que usted no es Géminis. Es un Aracne. - ¿Aracne? - Es el decimotercer signo del zodíaco, el signo que denota poderes psíquicos. Es probable que usted tenga facultades paranormales. - Mire, tuve una esposa que solía fastidiarme con esa clase de tonterías. Sólo que, en su caso, era con los sueños. Si yo soñaba con unos zapatos, significaba una cosa, y si soñaba con un diagrama de circuitos, significaba otra. Ella lo hacía para impresionarme, igual que usted. - ¿No cree que usted quería impresionarme, cuando exhibió su trasero ante una perfecta desconocida? - Bueno, ya me disculpé. - No, no lo hizo. - Quise hacerlo mientras vomitaba. Busqué las palabras apropiadas y luego, cuando la vi bien, las olvidé. Es usted una mujer muy atractiva. - Gracias. - Lo admito, dependo de usted para proseguir. Pero, en mi opinión, usted está bien aferrada a la realidad. - Claro, estoy convencida de ello. El sonrió. ¡Qué sonrisa! - Así que, lo siento. ¿Vale? - Ni siquiera sé su nombre. El sonrió, más irónicamente. - Charlatán. - ¿Sólo eso? - Desde que me divorcié, no tengo apellido. - Eso no me suena a patriarcado. - Hay que hacer algunas concesiones. En fin, eso es lo más importante. Nombre, estado civil y fecha de nacimiento. Profesionalmente soy un auténtico fracasado. Pero... ¿qué me dice de usted? - Me llamo Elizabeth Manresa. Puede llamarse Betty, mis amigos lo hacen. Vivo en St. Paul, Minnesota. - Al comprobar que sus palabras no causaban efecto, añadió -: En la Tierra. - Ninguna reacción -. Tengo treinta y ocho años. Soy ama de casa. Y creo que usted es encantador. - Usted también es encantadora. - Charlatán cerró los ojos. La pantalla quedó vacía por un instante -. Pero, Betty... - Abrió los ojos. La señora Manresa sonrió -. Tengo que colgar ahora. Estoy demasiado borracho para pensar y tengo que ir a trabajar dentro de file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (11 of 38)29/10/2003 18:31:00
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tres horas. Y este aparato no es mío, es de un amigo. - Nuestro encuentro resulta así más sorprendente y maravilloso. - Usted no sería capaz. - Capaz, ¿de qué? - De mantenerse en PAUSA. - ¿Que no? - replicó la señora Manresa mientras apretaba firmemente PAUSA con su dedo índice. Luego, desconectó el aparato. Al día siguiente, cuando, simplemente por gusto, la señora Manresa estaba siguiendo una de sus viejas rutinas (pena, después terror, luego hipos, en un tiempo cada vez más rápido), sonó el zumbador. Con anterioridad, ella había trasladado el receptor al interior de la casa para colocarlo frente al último prototipo de Howard, una caja de música tallada que tocaba... des pas sur la neige. Al segundo zumbido se situó ante la pantalla, pero esperó el tercero para responder. No era Charlatán. La desilusión le hizo pensar que su receptor había transgredido una de las inmutables leyes de la naturaleza (y del constructor del aparato). Luego reconoció las cortinas. La noche pasada, a través de los ojos de Charlatán, las rayas le habían dado la impresión de haber sido arrancadas, llenas de vida, de las amplias faldas de una infanta de Velásquez. Ahora constituían un mero remedo de los barrotes de una prisión. - ¿La señora Manresa? - inquirió la comunicante. Vaya. El había recordado su nombre. Buen síntoma. Lo que no estaba tan bien era la chica de la pantalla: vulgar, desgarbada, apenas adolescente, con un concepto de sí misma tan inseguro que su cara parecía hallarse en un estado de continua formación, como un rostro reflejado en las aguas de un estanque. Una chica bonita, quizá, si tuviera unos ojos más firmes, pero no una compañera adecuada para el Charlatán de la señora Manresa. - Me llamo Octave, señora Manresa. - Su pronunciación era atractiva, acentuando la palabra en la A final -. Creo que un amigo mío usó mí receptor la pasada noche y fue muy grosero con usted. Me pidió que le disculpara. - No hay necesidad de que lo haga, querida. La falta es de él: que él la repare. Dígame, ¿suele estar siempre tan borracho? - Yo estaba fuera, así que no puedo opinar. Armó un lío terrible. Cuando llegué a casa y lo vi me puse furiosa y le ordené que limpiara todo. Y sólo cuando se estaba yendo me dijo que usted tenía el receptor en PAUSA. - ¿Adónde ha ido él, lo sabe? - Ese no es el asunto, señora Manresa. El asunto es que no está bien que me haga esto, señora Manresa. ¡A mí! A mi aparato. Tengo que pagar un alquiler mensual de quince braeques. ¿Tiene idea de lo que eso representa? - No, en absoluto. Charlatán ni siquiera me dijo el nombre de su mundo. - Es el equivalente a cuarenta y ocho dólares. file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (12 of 38)29/10/2003 18:31:00
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- Pero él le dijo dónde vivo yo, por lo que veo. ¿Qué más le contó sobre mi? - Por favor, señora Manresa, sea razonable. - Creo que estoy siendo razonable, pero esto nos concierne a Charlatán y a mí. Usted es la tradicional e inocente espectadora. ¿Cuándo vuelve del trabajo? - Señora Manresa, ésta no es su casa. Le conocí hace sólo una semana. Acaba de pelearse con una de sus amigas, estaba trastornado y me dio pena. Y ahora, tal como le he dicho, se ha ido a otra casa. - Mi sugerencia, Octave, es que le haga pagar el alquiler del aparato. Usted podría alquilar otro. - Pero él no lo hará, señora Manresa. Después de lo que le descuentan por los niños y todo lo demás, gana menos dinero que yo. Y además, Charlatán es un tacaño terrible. Nunca estará de acuerdo. - Tendré que convencerle, Octave. No tengo intención de cortar la comunicación. - No estará enamorada de él, ¿verdad? - El semblante de Octave resplandeció un instante con la belleza de una niña abandonada. - Tal vez. No lo sé aún. Lo único que sé es que quiero volver a verle. - Está cometiendo un error, señora Manresa. No vale la pena que se preocupe por él. Lo sé. El es un borracho, señora Manresa. Un gorrón. Y ni siquiera es bueno en la cama. - Lo lamento por él y por usted. Pero eso no me preocupa a una distancia de muchos años-luz. Me interesa su mente, esencialmente, y él tiene una mente preciosa, al parecer. - ¡Diablo! - exclamó Octave de manera tajante. Luego, después de una pausa para meditar durante la cual el autoconcepto de la mujer se estabilizó en una sencillez indiscutible, añadió -: ¿Sabe jugar al ajedrez? - No muy bien, me temo. - ¡Puñeta! - Mi sugerencia Octave, es que ahora mismo lleve el receptor a casa de Charlatán y lo deje en la puerta. Sería muy agradable que lo dejara conectado durante el camino. Los planetas extraterrestres nos resultan siempre tan fascinantes aquí en la Tierra... - ¡Oh, váyase a la mierda! - dijo Octave, y cortó la comunicación. La señora Manresa pasó la mayor parte de la semana siguiente en las exquisitas garras de Los suicidas pasionales de la Bahía de San Diego, una película que siempre había deseado ver y nunca encontraba el momento. Con todas las interpolaciones opcionales y las sugeridas repeticiones da capo. una sola proyección duraba ciento cuarenta y dos horas. Normalmente, si la señora Manresa deseaba aliviar su paso a través de una extensión tal de desierto, se limitaba a marcharse y encerrarse en el ascensor. Pero ahora que existía la posibilidad de enamorarse, se sintió obligada a seguir un rumbo más dignificante, y Los suicidas pasionales le pareció lo más apropiado, puesto que, aparte de ser un clásico inmortal, trataba de una situación potencialmente tan trágica file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (13 of 38)29/10/2003 18:31:00
CONCEPTOS
como la suya. La heroína, Asuka, concubina de un eminente carnicero de la Bahía de San Diego, se enamora de Daiwabo, administrador de un planeta distante a cientos de años - luz. Ambos ríen, bailan, languidecen, discuten sobre el sentido de sus vidas, pero su amor es por fuerza platónico, puesto que su único contacto es a través del receptor. Asuka posee una naturaleza apasionada y obstinada, y finalmente se las ingenia (la trama es muy complicada) para conseguir un pasaje para el mundo de Daiwabo. Este, a causa de sus tareas administrativas, no obtiene permiso de su Comité Ejecutivo para quedar en estado de animación suspendida y dedicarse a esperar la llegada de su amada. Cuando ella, todavía joven, encuentra a Daiwabo, éste se ha convertido en un endeble nonagenario cuyos numerosos descendientes muestran gran antipatía hacia Asuka. Tras un único beso, ambos ingieren veneno y mueren abrazados. Nada nuevo, desde luego. Los mismos títulos del filme indicaban que el argumento estaba basado en una obra clásica de títeres de Chikamatsu. Pero no es novedad lo que se busca cuando en ese momento, lo que deseaba la señora Manresa, es recordar ciertas verdades imperecederas como, por ejemplo, que el amor es ciego. La característica peculiar de Los suicidas pasionales de la Bahía de San Diego, lo que hacía un clásico de aquella película, no era su anticuado y manido argumento, sino la forma en que sus productores (los Estudios Disney de Tokyo) habían expresado la incomunicación entre aquellos enamorados. Hasta la escena final y desgarradora en que los amantes se unen, al fin, en la carne, el espectador jamás ve las caras de los protagonistas, excepto tal como aparecen en las pantallas de los receptores. Asuka es una cortesana de un grabado obra de Harunobu. Daiwabo es una máscara de marfil. Como es natural, el diálogo más brillante (y la única parte que sobrevivió, fuera de contexto, como éxito popular durante los dos siglos que siguieron a la comercialización de la película) era: Amor mío, al fin comprendo, al fin veo, qué soy yo para ti, y qué eres tú para mí. ¡Ah, el amor! ¿Hay algo como el amor? ¡Si al menos la llamara! ¡Si tan sólo la llamara! Si al menos alguien contestara cuando ella hiciera sonar el zumbador. Luego, cuando la señora Manresa había empezado a hacerse a la idea de que tal vez el destino le reservara otra satisfacción, el zumbador sonó y apareció Charlatán. Estaban, él y su receptor, en un bote de remos, sobre un lago o quizá un océano (la luz era tan escasa que no permitía un juicio exacto). Todo sudado y con los ojos extraviados a causa del esfuerzo de remar. No tan apuesto como la señora Manresa recordaba, pero aun así arrollador. A su espalda, un sol romántico, achatado y rojo claro, caía sobre la lisa piel anaranjada del océano. - Ah, querido mío, querido mío - exclamó ella, agradecida. Charlatán siguió dándole a los remos y no respondió. Pero él había conectado su aparato, había llamado, estaba obsequiándola con aquel paseo por el agua (fuera lo que fuese) a la caída del sol. Estaban en contacto de nuevo. - Es tan bello - dijo la señora Manresa -. Espera, déjame ajustar la luz. Se acercó al cromostato y manipuló el botón hasta que el dormitorio (donde había file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (14 of 38)29/10/2003 18:31:00
CONCEPTOS
decidido colocar el receptor) quedó bañado con el suave color azafranado del agua. Se cambió de ropa rápidamente, eligiendo el vestido de noche más antiguo que tenía, que casualmente, era del mismo color rojizo ahumado que el sol de Charlatán. Cenizas mezcladas con óxido. Luego, un brazalete de abalorios anaranjados entonado con el océano. Ahora, al volver a colocarse los auriculares, la imagen del hombre en la pantalla quedaría totalmente integrada con el escenario que le rodeaba. El escenario de... ¿Qué había dicho él? ¿Medea? El nombre le trajo algo a la memoria. ¿Tal vez algún político de hacía siglos? ¿El titulo de una película? La señora Manresa pensó en un cinturón color lavándula, pero habría resultado un color demasiado cálido en el cielo de Charlatán. ¡Qué colores! Los colores del orgasmo. Se recostó en las sábanas resplandecientes, un revoltijo de poliéster, extremidades gigantes y torsos ondeantes, una digna Dalila, y le preguntó adónde iban. - Al fondo, señora Manresa - respondió él -. Es decir, a menos que se decida a cortar el contacto. - ¿No le parece que es una solución muy drástica, Charlatán? - dijo ella con tono de reprobación. - Señora, no me interesa soltar quince bracques al mes para que una zorra se entretenga en las tardes de lluvia. - Charlatán. El hombre no se inmutó. - Pensé que una desaparición rápida solucionará el problema. Así que me escabullí a otra flotilla, pero Octave me localizó a través de su oficina, que controla los datos locales de marcas alimenticias. Ayer cogió el aparato, atravesó la bahía con el vapor... - ¡Un barco de vapor! ¿Y no me dejó verlo? Oh, es una crueldad por su parte. - Octave no le tiene mucha simpatía, señora Manresa. Y yo tampoco. - Hablaremos de nuestros sentimientos más tarde, querido. ¿Qué sucedió después? - Octave me esperó a la puerta de mi casa hasta que salí para ir al trabajo. Me amenazó con la violencia física si no pagaba el alquiler del receptor. - Oh. - La señora Manresa se sintió lanzada a un torbellino de romántica pasión -. ¿Qué tipo de violencia física? - Dijo que me rompería los dientes de un puñetazo. - ¿Y tú la habrías dejado hacer tal cosa? ¿Eres pacifista? - No, pero la he visto otras veces cuando se enfada y soy un cobarde. Así que firmé los papeles: un cargo por transferencia de veinte bracques y dos meses de alquiler sin devolución del dinero. - Lamento haberte ocasionado gastos extra. Si hay una sucursal de mi banco en tu planeta, me gustaría hacer una transferencia para ayudarte. - Gracias, pero Medea no es exactamente un centro financiero. En el aspecto económico, hemos sido declarados insolventes. Aquí no hay nada de valor y tampoco recibimos cosas que valgan la pena. file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (15 of 38)29/10/2003 18:31:00
CONCEPTOS
- ¿Y qué haces ahí, si no te molesta la pregunta? ¿Por qué está una persona en un sitio? - Nací aquí y nadie ha pensado en regalarme un billete para ir a cualquier otra parte. - Oh, querido, me gustaría poder hacerlo, pero... - No estaba echando una indirecta. - Pero mi marido sólo es un factótum. - Mala suerte. Yo recojo bolsas de gas, que supongo no es mucho mejor. Apestan, pero sólo trabajo tres días a la semana. No me quejo. - Es un mundo bellísimo - dijo la señora Manresa, tratando de que la conversación adquiriera un tono más alentador -. Especialmente ahora, con la puesta de sol. - Esto no es la puesta de sol. - Charlatán se rió -. Hay el mismo brillo de siempre, y la misma oscuridad. - Oh. - Y eso no es el sol. - Metió el remo derecho en el agua e hizo girar la barca hacía un cuadrante del cielo de un color púrpura más intenso, donde dos puntos plateados aparecían en el horizonte como un par de ojos sin cuerpo -. Eso es el sol. - Qué extraño. Tu luna es tu sol, y tu sol es una luna de dos piezas. Debéis de tener canciones muy peculiares. No creo que pudiera acostumbrarme a un crepúsculo permanente, pero supongo que todo es cuestión de costumbre. A ti parece gustarte, pese a lo que dices. Todo me parece encantador. El agua es tan anaranjada, tan extraordinariamente tranquila... Nuestro lago Calhoun raras veces está tan tranquilo como esas aguas, aunque tampoco es tan grande, claro. Pero es azul en los días soleados y a los extraterrestres parece gustarles. ¿Te gustaría verlo? Yo también podría llevar el aparato en una barca de remos. - Señora, no la he traído aquí para una visita turística. Me propongo ahogarla. La señora Manresa disfrutaba cada vez que él la llamaba «señora». - Todavía no me has explicado el porqué. - La mujer levantó las piernas y las cruzó recatadamente para adoptar una postura muy similar a la de meditación. - ¿Qué otra alternativa tengo? Los que me alquilan el aparato no me dejarán devolverlo mientras usted lo mantenga en PAUSA. Pero si yo sufriera un «accidente», el seguro pagará las pérdidas y yo saldré del apuro. ¿Sabe usted que, si hago eso, su aparato no le servirá para nada? Porque nadie se preocupará de recuperar este receptor. Las aguas son demasiado profundas y están muy sucias. Así que usted no podrá chismorrear con nadie a no ser que algún cangrejo de ahí abajo se ponga a jugar con los auriculares. Y no me diga que no la he avisado. - Pero todavía podemos seguir hablando algunos minutos, ¿no? Es posible que yo te haga cambiar de idea o que tú me hagas cambiar a mí. Estoy segura de que eso sería mejor que hacer una reclamación. Tal vez la compañía de seguros te crea. - Oh, ya he pensado lo que les diré. Les explicaré que nos habíamos enamorado locamente y que, estando enamorados, era lógico que yo la llevara usted a la bahía. file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (16 of 38)29/10/2003 18:31:00
CONCEPTOS
Usted me pidió que ajustara el espejo para observar Argo, que, de paso, no es una luna. La luna es Medea. - Por favor, nada de astronomía. - Diré que yo me encontraba en un estado de excitación sexual y que me distraje. La barca volcó y mi amada cayó al fondo. Me creerán. - ¿Y quién se atrevería a decir que eso es mentira? Al menos en cuanto a que tú te estás enamorando. Yo estoy enamorado de ti. - Y un cuerno. - ¿Sabes por qué? Por el color de tu carne. Nunca he visto a nadie con un color así. Antes de ver tu cara supe que había algo especial en ti. La única respuesta de Charlatán fue la aspereza de su cara. Se puso a remar con más fuerza. - ¿Te has enfadado conmigo? - preguntó la señora Manresa cuando él pareció un poco fatigado -. ¿Por qué? ¿Qué he hecho? Aparte de insistir en no anular el contacto, cosa que, bien mirado, puede considerarse un halago. - Piensa que usted es especial, ¿no? Sólo porque está ahí, en la Tierra. - No, de verdad que no. Pero mucha gente que nunca ha conectado con la Tierra tiene cierto interés en hacerlo. Al fin y al cabo, aquí empezó todo. La historia y todo lo demás. - Si me interesara la historia recurriría a las grabaciones. - Bueno, también mi interés por nuestras maravillosas tradiciones tiene un límite. En este momento hay demasiadas tradiciones, así de simple. Lo que me interesa es el presente. - La señora Manresa lució su mejor sonrisa de Dalila -. Me refiero... a ti. - Quiere hacer un strip-tease, ¿no es eso? - ¿Te gustaría? Charlatán se encogió de hombros. Pero había dejado de remar. - ¿No crees que deberías mirar lo que estás tirando al fondo del mar? - Ya lo he visto: un ama de casa aburrida. - Cierto. Pero ¿por qué lo dices como un reproche? Tú aparentas sufrir de aburrimiento tanto como yo, o de lo contrario no usarías un receptor ni te emborracharías. ¡Qué pasatiempo tan atávico! - Medea es un mundo atávico. Estamos retrocediendo a la agricultura. - Para poner un ejemplo, Charlatán cogió una botella que llevaba bajo el asiento de la barca, la destapó y la levantó para brindar por la señora Manresa -. ¡Salud! - ¡Salud! No pienses que te estoy criticando. Lo único que digo es que los dos vamos en el mismo barco. - No por mucho tiempo, señora. - Bebió un poco de vino, hizo una mueca y tapó la botella -. No por mucho tiempo. - Dejó la botella debajo el asiento -. Además, yo no quería recalcar la palabra «aburrida», sino la expresión «ama de casa», que para mi significa «esclava». - ¿Y tú eres el hombre que no quería tratos con una mujer a no ser que ella viviera en file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (17 of 38)29/10/2003 18:31:00
CONCEPTOS
una cultura patriarcal? - Oh, no me opongo a la esclavitud. El problema es que no me puedo permitir el lujo de tener una esclava. No del calibre de un «ama de casa». - Me parece que tú no has conocido nunca a un ama de casa, de lo contrario no usarías ese tono de mofa. Las amas de casa son artistas muy expertas, igual que geishas. Bueno, es la comparación que se hace siempre, pero es cierta. Representamos algo constante e invariable en la naturaleza humana. En cuanto a que seamos «esclavas»... cualquiera que haya nacido pobre acaba sirviendo a alguien para sobrevivir. Y en mi caso es igual, ya que soy un ser «clónico». Probablemente no vacías bolsas de gas porque te gusta. - Quizá no, pero hay que hacerlo. - Claro. Pero tendrías que decirme qué son y por qué las vacías. Estoy segura de que algo te empuja a hacerlo. También hay razones que justifican lo que yo hago. - ¿Y qué hace usted, señora Manresa? Oh, ya conozco a la gente como usted. Se pasean aturdidas por la casa, hacen la limpieza, pasan la aspiradora, se cambian de ropa y se arreglan el pelo. Ven la televisión o charlan ante un receptor. Y si todo eso fracasa, entran a rastras en el animador y levantan su ánimo. - Lo hacemos - admitió ella. Luego añadió -: Como todas las amas de casa han hecho desde tiempos inmemoriales. Mirándolo bien, es algo que debe hacerse. Si sólo se es humano en parte, como en el caso de mi marido, oír a su mujercita cocinando unos huevos revueltos puede resultar tan reconfortante como ir a la iglesia. - ¿Su marido come huevos? Creí haber entendido que era un factótum. - La cuestión no es que los coma o no. Lo importante es que yo represento para mi marido la idea de una vida humana. Soy una especie de ancla que le ata a su propia humanidad. Si su raza, y recuerde que ellos son los que mandan, no nosotras... Si su raza, digo, dejara de producir amas de casa, ¿dónde estaríais vosotros? - ¿Dónde estamos ahora? En la jodida Medea. - Estáis vivos, y eso es algo. Lo que trato de decir, amor mío, es que, en un mundo donde la humanidad, propiamente hablando, está casi extinguida, alguien ha de dar ejemplo, representar a la especie. Ese es mi trabajo como ama de casa: represento la vida humana. - No muy exactamente - dijo Charlatán, pero sus ojos estaban entornados y sonreían. La señora Manresa se rió. Era la primera vez que reía en tres años y sintió la risa en su interior. Ya no tuvo duda alguna: estaba enamorada. - Dime que no me hundirás - pidió mimosamente -. Por favor. Me estoy esforzando tanto... - Vale. - Charlatán respiró profundamente -. No la hundiré. Bueno, al menos no lo haré hoy... IV file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (18 of 38)29/10/2003 18:31:00
CONCEPTOS
Sólo dos meses después de que su amor fuera así recompensado, la señora Manresa se encontró volando a gran altura por encima de esponjosos y abundantes cúmulos, camino de San Pedro, Europa. El receptor iba alojado en el compartimiento de carga, fuera de la vista, y el pobre Charlatán no pudo disfrutar de aquella vista tan característica de la Tierra. Era el primer viaje al extranjero de la señora Manresa. En realidad era su primer viaje fuera del estado desde que el mes de febrero, después del suicidio, huyera de la oscuridad y los pensamientos antisociales. Al fin y al cabo, ¿para qué ir a ninguna parte, cuando hay una grabación que muestra ese lugar de modo inmejorable? Este viaje, no obstante, no era en atención a su amado, o a ella misma, como no fuera en el sentido de ser conveniente para continuar su adulterio. Explicación: Existen mareas y corrientes en las doscientas cincuenta y seis dimensiones del hiperespacio, igual que en las cuatro del universo cotidiano. Tales corrientes, pese a que jamás puedan ser indicadas en un mapa, tienen consecuencias muy reales para los usuarios de los receptores. A veces, una corriente potente producirá un repentino cierre del vacío equipotencial entre dos puntos del hiperespacio (A y B), de modo que durante cierto periodo, segundos o semanas, los receptores de la zona A recibirán un torrente anormal de emisiones procedentes de la zona B, y (a veces) viceversa. También podría ocurrir que estas corrientes aislaran un mundo entero, o un grupo de planetas, de manera que sólo los receptores de enlace fijo, mantenidos (por ejemplo) por dos sucursales de idéntico banco, continuarán estableciendo un puente entre las zonas afectadas en el período de su divorcio hiperespacial. El único enlace fijo entre Medea y la Tierra se hallaba en las oficinas del Human Bureau y no estaba disponible para usos civiles. Sí, Medea había retrocedido mucho. La mayoría de divorcios hiperespaciales eran tan breves que pasaban inadvertidos, pero se sabía que algunos habían durado años. Al parecer, el receptor de la señora Manresa había contactado con Medea al principio de una disyunción excepcionalmente grave. Ni ella ni Charlatán se habían dado cuenta hasta que, de un modo rutinario, él había notificado su enlace fijo al servicio de redes de Medea. El resultado normal de una notificación de ese tipo significaba que el propietario del receptor se viera obligado a transmitir algún que otro mensaje de ex amantes que deseaban cantar su melancolía o lanzar una última estocada fulminante. Pero la realidad fue que esta clase de mensajes no escaseó y la señora Manresa estuvo varios días ocupada en telefonear, entre otros lugares, a Canberra, Dallas, Abu Dhabi y Apolo 10328, no tanto en favor de los desconectados amantes como por el propio Charlatán, que a cambio de estos servicios obtuvo una importante ayuda para pagar su alquiler mensual. Al proseguir el divorcio hiperespacial, el servicio de redes de Medea aumentó sus encargos. Charlatán subió sus tarifas y, pese a ello, el negocio fue a más. Al parecer, disponía del monopolio de comunicaciones con la Tierra. La señora Manresa transmitió, entre otras cosas file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (19 of 38)29/10/2003 18:31:00
CONCEPTOS
importantes, la presentación de la colección de primavera de un sombrerero de Minneapolis y la reposición de una Opera seria de la Gulf Oil en el Hauk Center. Tal como ella debía haber previsto, su ojo para moda fue mucho más agudo que su oído musical, y más tratándose de la escala pentatónica, y los honorarios de Charlatán, por la emisión de la ópera, se vieron reducidos a la mitad debido a que la atención de la señora Manresa se desvió una y otra vez del libreto más bien ridículo que fue cantado en el escenario. A las seis semanas de iniciado el divorcio hiperespacial, Charlatán recibió una llamada de la Sociedad Federal de Excéntricos (SFE), un grupo que esperaba persuadir a las autoridades del Vaticano de que aceptaran en la iglesia Católica Romana una de las formas de vida indígenas de Medea. Pocas razas extraterrestres (entre ellas la de los cerditos-peluca) habían sido reconocidas por la Iglesia como igual es al hombre, creadas a imagen de Dios y al igual que el hombre, cooparticipes del pecado de Adán. En consecuencia, dichas razas también eran redimibles y podían participar de los sacramentos. El Vaticano insistía en que debían reunir ciertas condiciones antes de merecer tal reconocimiento: la raza extraterrestre debía mostrar capacidad para el pensamiento racional y evidenciar un sentido ético avanzado, y uno de sus miembros debía declarar su deseo de ser bautizado por la Iglesia. Hasta el momento, el Vaticano sólo había concedido racionalismo a las bolsas de gas medeanas, y sólo después de años de lucha por parte de la SFE. Según ellos mismos admitían, los Excéntricos no estaban motivados por impulsos misionales. Tan sólo algunos de sus miembros eran católicos. Su objetivo declarado consistía en «poner al descubierto las contradicciones latentes en todas las instituciones sociales». Eran, en una palabra, agitadores. Su campaña pro bolsas de gas no había sido emprendida por otra razón que no fuera molestar y confundir a la población católica de Medea, una pequeña minoría sin influencia política. Gran parte de los colonos humanos de Medea vivían en balsas y barcazas permanentemente encalmadas en las zonas ecuatoriales del vasto y anular océano del planeta. Sólo ahí era posible escapar a los vigores inhóspitos del clima de sus dos masas continentales, una de ellas un desierto abrasador, la otra una extensión helada. El material básico usado por los colonos para mantener a flote sus hogares y jardines era una planta acuática indígena que se desarrollaba en las calmas ecuatoriales: la bolsa de gas. Las bolsas de gas nacían como pólipos en un tipo de alga que crecía en zonas del océano similares al Mar de los Sargazos. En períodos de fulgores solares esos pólipos se expandían repentinamente hasta alcanzar tamaños bastante alarmantes (es decir, alarmantes si se les dejaba crecer bajo las casas flotantes). Durante su madurez subían a la superficie mediante largos y anaranjados cordones umbilicales formados con algas marinas. Sólo en la fase aérea podía afirmarse que las bolsas de gas poseyeran inteligencia. En su período acuático no tenían más raciocinio que cualquier otra variedad de alga. Los colonos recogían los brotes del lecho marino, cuando las bolsas de gas se hallaban en una fase intermedia, file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (20 of 38)29/10/2003 18:31:00
CONCEPTOS
entre el diminuto pólipo y la bolsa madura, y las usaban para rellenar los flotadores que, literalmente, servían de base de su civilización. El objeto de los Excéntricos con su petición de que las bolsas de gas maduras fueran aceptadas en la Iglesia Católica Romana, era que la recogida de plantas de los lechos marinos fuera considerada como una forma de aborto. Y así, los católicos que vivieran en una estructura apoyada en bolsas de gas, se encontrarían en idéntica situación insostenible que un italiano cuya villa hubiera sido erigida sobre cimientos formados por huesos de fetos abortados (unos cimientos que, además, debían ser renovados periódicamente). El Vaticano, como puede suponerse, era reacio a poner a los católicos medeanos en una posición moral tan comprometida pero no podía negarse categóricamente a considerar el caso de las bolsas de gas, aun cuando fuera defendido por una sociedad de tan mala reputación como la SFE. Hasta el momento, los Excéntricos habían visto frustrados sus planes al no conseguir encontrar una sola bolsa de gas capaz de interesarse por el catolicismo más de un par de minutos seguidos. Aunque inteligentes, e incluso inclinadas a la filosofía, todas las bolsas mostraban una tendencia a divagar y ninguna intencionalidad en sus acciones. Iban a cualquier parte de Medea donde los vientos las llevaran. Ni se afanaban ni se preocupaban. Vivían, en opinión de quienes las habían estudiado, en un estado casi perpetuo de placer sexual. Cabía suponer que las perspectivas de que se convirtieran al cristianismo no eran muy favorables, ni siquiera en su actual forma evolucionada e instruida. Al fin, no obstante, se descubrió una bolsa de gas que expresó el deseo de ser bautizada... y se mantuvo firme en dicho deseo. O así lo manifestó la SFE. Puesto que esa bolsa, que había adoptado el nombre cristiano de Javier, daba la impresión de estar expirando por culpa de una válvula defectuosa, concertar rápidamente una entrevista entre Javier y las autoridades del Vaticano se convirtió en algo esencial. Fue en ese momento cuando la Tierra y Medea entraron en la fase de disyunción. Charlatán regateó dos días con los Excéntricos, que por fin aceptaron hacerse cargo de los alquileres mensuales del receptor en los próximos cinco años, aunque sólo a condición de que la señora Manresa trasladara su aparato a San Pedro aquella misma semana. Una conexión telefónica no bastaba, ya que la Iglesia no reconocía validez a los sacramentos administrados electrónicamente, mientras que los receptores, al ser capaces de operar sólo por mediación de un ser inteligente, eran aceptados como una extensión natural y completa del alma individual. Los Excéntricos confiaban en que Javier fuera bautizado tout á coup. Ante esta exigencia y apremiada por su amante, la señora Manresa hizo acopio de valor y explicó a Howard toda la historia de cómo se había enamorado sin pretenderlo. Dijo a Howard que había podido ocultar tanto tiempo sus amores porque, a diferencia de la mayoría de matrimonios, ellos no compartían un mismo receptor. La necesidad de compañía ocasional por parte de Howard se reducía a la música y por eso tenía un filtro adaptado a su receptor. Se tomó con mucha calma las revelaciones de su esposa e file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (21 of 38)29/10/2003 18:31:00
CONCEPTOS
incluso mostró un gran interés por la tranquilidad interior de Betty, sabiendo como sabía, lo perturbador que podía ser el amor. Sin duda, la señora Manresa había sido muy tonta al preocuparse. Ningún esposo civilizado del siglo XXV, y mucho menos Howard, pondría objeciones a que su mujer tuviera un amante vía receptor. Se trataba, simplemente, de la diferente forma de ser de los mundos. El galanteo amoroso había sido reimplantado sobre una sólida base tecnológica. En todas partes, los Lancelot tenían libertad para declarar su devoción inmortal a un universo de Genovevas sin el mínimo desaliento del universo paralelo de Arturos. Un viaje a Roma ya era pedir demasiado, pero la señora Manresa había demostrado ser una consumidora modesta en casi todos los aspectos. ¿Por qué no, entonces? Betty había partido con la complaciente aprobación de su marido y seis cajas de peras de Oregon. Y ahora, ¡oh, cielos!, se encontraba en la asombrosa nave de San Pedro que resultaba, tuvo que admitirlo, mucho más impresionante que cualquier cosa de las Ciudades Gemelas. Condujo el receptor con la pequeña carretilla a través de las hileras de confesonarios y las salas de conferencias con paredes de lucita transparente. Bastantes beatos iban equipados con receptores, como ella, y era probable que cada uno de ellos conectara con San Pedro con una estrella distinta. ¡Cuán grande era la galaxia cuando uno se ponía a pensarlo! Y la nave, igual. También había un buen número de eclesiásticos (a menudo de tipos altamente evolucionados): un tropel de monjas «clónicas» vestidas con leotardos negros y la madre superiora revoloteando sobre ellas en forma de pequeña paloma de aluminio; un arzobispo que había sido miniaturizado hasta la cabeza y una mitra, y un armario móvil lleno de factótums cartujos, amontonados en hileras como objetos de porcelana, con las manos cruzadas en contrastantes actitudes de devoción y el resto de componentes ocultos a la vista en la base del armario. La señora Manresa, acostumbrada como estaba a su esposo, no pudo contener una sensación de malestar ante aquella imagen de Howard multiplicado por doce (o así le pareció). También había infinidad de turistas no evolucionados y devotos agobiados por la inmensidad de todo lo que veían, besando las estatuas y formando largas colas ante los confesonarios y lugares de concesiones pías. Un letrero a la entrada de la cabina de conferencias de monseñor Corazón de Vaca decía que él volvería a las 14.30. Una hora de espera que fue endulzada por las monjas «clónicas». Las religiosas (según anunciaron los altavoces) procedían de la India e iban a cantar un himno de su país. Las monjas se cogieron de las manos hasta formar un doble círculo y, mientras cantaban, taconeaban tímidamente, al tiempo que un círculo iba en una dirección y el otro en la opuesta. Todas y cada una de las monjas tenían un aspecto tan feliz que los observadores desearon ir corriendo a la oficina de reclutamiento y unirse a la Iglesia. El himno fue muy sencillo, muy lento, y fue cantando en voz alta, maravillosamente, teniendo en cuenta el espacio que debía llenar: Faith makes me strong file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (22 of 38)29/10/2003 18:31:00
CONCEPTOS
And leads my soul along. Faiths is the way I get through every day. Faith is the pill That conquers my weak will And hails it up to higher spheres Where Krishna's burning fire sears My low desires and my fears And turns them all to holy tears. Far, far above I'll see the God I love. He'll smile on me, that God so dear, And then for ever I will hear The Faithful sing this song: Faith makes us strong And leads our souls along... (La Fe me hace más fuerte y guía mi alma. Fe es el medio que me permite pasar los días. Fe es la píldora que conquista mi débil voluntad y la eleva a más altas esferas donde Krisna consume mis malos deseos y mis temores y los convierte en santas lágrimas. Más, mucho más arriba veré al Dios que amo. El me sonreirá, ese Dios tan amado. y después oiré por siempre cómo los fieles cantan esta canción: La Fe nos hace más fuertes y guía nuestras almas... El himno siguió repitiéndose, perpetuum mobile, pues el final volvía a enlazar con el principio. En realidad podría haber proseguido siempre y resultaba difícil decir cuánto duraba cuando uno se ponía a cantar. Otros beatos ocuparon el lugar de las monjas en el baile circular y las religiosas se pusieron a dar la comunión a la parte no danzante de la congregación. La señora Manresa aceptó un pequeño paquete de menudas hostias blancas, dio las gracias con un murmullo y fingió coger una y mordisquearía, pero en cuanto la monja se alejó se la metió en el bolsillo. No creía mucho en Dios, aunque sí en ser cortés e imitar a los católicos. Sí, el acto verdaderamente cortés habría sido tragar aquello, pero ¿quién sabe cuánto puede durar su efecto?, pensó la señora Manresa. Y luego, cuando la fe desaparecía, resultaba tan deprimente dejar algo en qué creer... Tal era el camino que llevaba a la adicción. Sobre la cabina de conferencias apareció una luz indicadora de que monseñor Corazón de Vaca había vuelto. Aunque la cabina seguía vacía a todas luces, la señora Manresa file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (23 of 38)29/10/2003 18:31:00
CONCEPTOS
entró y conectó el receptor. Hizo sonar el zumbador y Charlatán contestó. El hombre vestía con sólo un bañador. Un detalle que habría parecido fuera de lugar en San Pedro, pero había que darse cuenta de que Charlatán, pese al buen propósito de la imagen, no estaba allí en realidad. Charlatán presentó a la señora Manresa a un hombre alto, casi calvo y de prominente dentadura, que también iba en bañador y cuya panza falstafiana sobresalía desmañadamente por encima de la prenda. - Betty - dijo Charlatán -, éste es Norm. Norm, Betty. Norm es el secretario de la SFE. Y puesto que la transmisión es asunto suyo, ahora mismo le entregaré los auriculares. Se llevó las manos a la cabeza. La pantalla quedó vacía. Cuando volvió la imagen, todo había cambiado de un modo radical. Norm, con los auriculares, parecía haberse quitado veinte kilos de encima, enderezado sus dientes y sufrido un trasplante de cabello. Charlatán, ahora sentado detrás de Norm, había experimentado muchos cambios en sentido opuesto. Era más bajo y su cabello rizado formaba un nido de serpientes muertas. Su rostro arrugado había adquirido el aspecto medio enloquecido de un depredador hambriento. Sin duda aquellos dos hombres no tenían opiniones mutuas demasiado buenas. Pero... ¿quién de los dos tenía razón? ¡Ah, incluso el mero hecho de formular una pregunta así constituía apostasía! La razón debía tenerla Charlatán. ¿Por qué? Porque era el Charlatán de la señora Manresa. - ¿Betty? - exclamó Norm, con una voz chillona que ni siquiera su halagador autoconcepto podía hacer mucho para mejorar -. ¿Quién ha preguntado por Betty? ¿Donde está ese tal Pedro de Abeja, Corazón de Vaca o como se llame? - Estoy presente en forma simulada - dijo una voz profunda e incorpórea. - ¿Pretende decirme que ustedes me envían como un asqueroso computador después de todos los problemas y gastos que he tenido para conectar con su planeta? ¡Qué injusticia! - Toda decisión que yo pueda tomar en mi forma simulada no diferirá en absoluto de la que hubiera tomado en mi propia personalidad. Soy un hombre ocupado y no puedo estar en todas partes a la vez. La totalidad de miembros de la Rota tratan así, simuladamente, los asuntos de rutina. - Pero quién bautizará a Javier, ¿eh? Norm se volvió hacia un lado y tocó ligeramente la pared gris brillante que había a su espalda. En respuesta el color gris se tiñó de rosa. La señora Manresa comprendió que debía de tratarse de la bolsa de gas que los Excéntricos habían convertido al catolicismo. El receptor medeano había sido colocado tan cerca de la criatura que su curvatura era imperceptible. - No me diga que su simulacro es capaz de efectuar un bautismo - continuó Norm -. Tal vez no sea teólogo, pero tampoco soy un imbécil. - En caso de eventualidad, mi simulacro me lo hará saber y vendré a la cabina in propia file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (24 of 38)29/10/2003 18:31:00
CONCEPTOS
persona. Bien, ¿podemos empezar? Javier, respóndeme, ¿quién nos creó? - Un momento - dijo Norm -. Tengo que traducir eso. Norm se agachó y hundió sus dedos en un cuenco de pintura azul. Embadurnó sus mejillas con la pintura, después metió la otra mano en un recipiente de pintura rosa crepúsculo y extendió esta última por su flácida barriga. Javier replicó con un chisporroteo amarillo limón y una gran burbuja color fucsia. Pese a que las bolsas de gas eran capaces de comunicarse oralmente mediante los chirridos de sus válvulas, preferían el lenguaje más rápido y elocuente del flujo de colores. Hablaban, por así decirlo, sonrojándose. - Esta es su respuesta. - Norm hizo de intérprete -. ¿A quién se refiere cuando dice quién nos creó? ¿A nosotros los humanos? ¿O nos incluye también a nosotros, es decir, las bolsas de gas? - De momento me refiero a lo segundo. ¿Pero es que no dispone de un aparato para traducir? Si tengo que juzgar la aptitud del solicitante para que sea o no aceptado por la Iglesia, me es casi imposible aceptar su palabra, Norm, de que él está diciendo lo que usted afirma que dice. - De acuerdo, de acuerdo. Lo único que pasa es que me olvidé de conectar el aparato. Pero deberé traducir a Javier lo que usted pregunte, a menos que usted disponga de algo capaz de traducir del inglés al flujo de colores. - ¿Querrá hacer el favor de volver a preguntarle quién nos creó y, una vez haya respondido, por qué? Norm untó de nuevo con pintura su rostro y estómago y Javier respondió con un torrente de fluidas coloraciones: oro en una extensión color malva, perla sobre el oro y luego otro oro más brillante que fluyó a izquierda y derecha en diagonales alternativas. El efecto fue como si un paisaje de Turner hubiera cobrado vida antes de ser proyectado a elevada velocidad. El dispositivo traductor tradujo el flujo de colores al inglés y ofreció subtítulos que aparecieron en la parte inferior de la pantalla. Raras veces se había arrepentido tanto de su incultura la señora Manresa. Posteriormente, en la barra del bar. detrás de La Piedad, cuando él estaba tratando de entablar amistad con ella, monseñor Corazón de Vaca explicó a la señora Manresa parte de lo que la bolsa de gas había dicho y que no estaba relacionado con la epistemología o las matemáticas. Se habían discutido aspectos de simetría en la anatomía humana, relacionándolos con la imagen de la cruz. Se habían contrastado los efectos de la lluvia prolongada en el carácter humano y el de las bolsas de gas. Javier había contado una especie de parábola, o chiste, que hablaba de un zorro con ocho patas primero, cuatro patas después, y tres patas al final. Javier había preguntado sobre la posición del Vaticano respecto al canibalismo. Javier se había quejado bastante de su digestión y su válvula defectuosa. Y, por último, había insistido en narrar por segunda vez todo el relato del zorro que primero tenía ocho patas, luego cuatro y después tres, sin olvidar un solo detalle. En medio de esta segunda narración, monseñor Corazón de Vaca (que file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (25 of 38)29/10/2003 18:31:00
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había entrado en la cabina de conferencias durante el discurso de Javier en torno a la cruz) no aguantó más y apagó el receptor. La señora Manresa dejó escapar un chillido de protesta, de angustia... de pérdida. Siguiendo el hábito reflejo de sus muchos años de trabajo misionero, monseñor Corazón de Vaca había desconectado el botón de PAUSA al mismo tiempo que pulsaba el de OFF. En aquel instante Charlatán tenía la oportunidad de desconectar su aparato, y Charlatán aprovecharía la ocasión. La señora Manresa lo sabía. El desconectaría su receptor. Pero Charlatán no hizo tal cosa. Cuando la señora Manresa, después de dar un empujón a monseñor, conectó de nuevo el aparato, él seguía allí, deslumbrante (pese a la malévola versión de Norm) en bañador, fiel como una moneda falsa. ¿Acaso no se había dado cuenta de la oportunidad? Su repentina sonrisa al reaparecer en la pantalla la señora Manresa sugirió lo contrario. La señora Manresa sabía al menos, por el hecho de haber podido renovar el contacto con él, que el receptor de Charlatán estaba en PAUSA. El mismo Charlatán lo había dicho, pero ella no se había atrevido nunca a comprobarlo. En aquel instante supo que no se trataba de una mentira: ¡él la tenía en PAUSA! El me ama, pensó la señora Manresa, me ama de verdad. Y mientras tanto, monseñor Corazón de Vaca pedía disculpas a Javier por su brusquedad y le explicaba que no parecía poseer el tipo de sensibilidad ética apropiado para convertirse al cristianismo. Para ser recibido en el seno de la Iglesia había que mostrar algo más que fascinación por la simetría bilateral. Era esencial tener un cierto concepto del pecado original, concepto del que Javier, por propia confesión, carecía por entero. Tal vez, sugirió monseñor, las bolsas de gas no estuvieran sometidas al pecado original, pero por la forma en que lo dijo se adivinaba que se trataba de una mera cortesía por su parte. Javier se tomó el rechazo con evidente buen humor, aunque pareció desear proseguir y concluir su segunda narración de la fábula del zorro de ocho patas, después cuatro y finalmente sólo tres. Aquella noche, en la habitación de la señora Manresa, en el Hassleer y cuando los dos estaban a solas, Charlatán intentó que Betty se tomara una de las hostias del paquetito que la monja le había dado en San Pedro. - ¡Oh, vamos! - la incitó -. Sólo por diversión, mujer. La señora Manresa dijo que estaba muy cansada. Charlatán replicó que ella le debía esa concesión por haber mantenido en PAUSA su receptor. El sabía que Betty no había confiado en su palabra. La señora Manresa dijo que quizá mañana. Charlatán dijo que ahora. Al fin Betty se avino a tomar una, sólo una, y así lo hizo. Conseguido el despegue inicial, Charlatán se puso a decirle cuánto, cuánto la quería y que ahora, amándola tanto, él también necesitaba su confianza. Betty lo creyó todo. Con la cantidad de Fe que había en una hostia se habría creído hasta lo increíble: un misterio, un milagro, un oximoron. Además de creer a Charlatán, confiaba en él e hizo lo file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (26 of 38)29/10/2003 18:31:00
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que él le había pedido que hiciera: desconectó PAUSA. Charlatán no desconectó su aparato. Fue el triunfo de la Fe. Charlatán le dijo lo mucho que la amaba. Afirmó que Betty era su chica favorita, su diosa, su tontita, su No-va-más. Betty le creyó. Betty le adoró. Betty le prometió, llena de Fe, que se tomaría otra hostia por la mañana y Charlatán juró que dejaría su receptor en PAUSA por siempre y siempre y siempre y siempre. V La señora Manresa permaneció en la Ciudad Eterna un tiempo que a ella, sometida a la influencia de su dosis diaria de Fe, le pareció de siete eternas semanas. Reportó sus infinitas horas entre su amado, su deidad, su Charlatán, recorriendo en buque de vapor el anaranjado mar de Medea, de flotilla en flotilla, y haciendo el típico recorrido de Roma: el Panteón, el Coliseo, la Capilla Sixtina, San Pedro y el reconstruido Foro-cumFeria en E.U.R., siempre el mismo itinerario, ya que la audiencia medeana pagaba para eso. Charlatán se había convertido en empresario. Pese a que el divorcio entre la Tierra y Medea había llegado a su fin y el hombre dejó de tener el monopolio de las comunicaciones entre los dos mundos, la ingenua lucidez de las percepciones de la señora Manresa hicieron de ella un medio ideal para transmitir esa sensación de maravilla y confusión que es la raison d'étre de la arquitectura barroca. A veces la señora Manresa efectuaba un recorrido especial para audiencias católicas, visitando exclusivamente iglesias. Empezaba en Scala Santa, donde subía de rodillas los peldaños, siguiendo después Santa Maria d'Ara Coeli, Santa Maria degli Angeli, Santa Maria della Pace y Santa Maria dell'Anima. A continuación, tras de un rápido refrigerio, Santa Maria in Cosmédin, para tomar después el autobús de la línea 57 hasta Santa Maria del Popolo, y finalizando a las 16.00 en punto en Santa Maria Maggiore. La señora Manresa y cada uno de los devotos peregrinos de la audiencia medeana recibían una indulgencia plenaria por estas visitas. Con tanta Fe en el sistema y con tal abundancia de visitas piadosas, no es de extrañar que la señora Manresa no tardara mucho en ser una ardiente católica. Sintió especial devoción por la virgen María, en particular tal como la había representado Pinturicchio en La Adoración de Santa Maria de Popolo, con la que ella misma tenía un notable parecido (así lo pensaban su auditorio). Esta devoción no dejó de tener consecuencias prácticas. - ¿Sabes una cosa, amor mío? - explicó una vez más a Charlatán durante uno de sus apresurados descansos para comer y antes de salir corriendo hacia Santa Maria in Cosmedin -. Ahora comprendo lo que antes no comprendía. El destino de una mujer es tener hijos y darles su amor. Esa es la realización de una mujer. Su deber sagrado. Está claro, ¿no? ¿Ves la lógica que tiene? - Absolutamente. - Era inútil discutir con alguien drogado por la Fe. Había que estar de acuerdo, simplemente. file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (27 of 38)29/10/2003 18:31:00
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- En ese caso, querrás ayudarme, ¿verdad? - Cariño, ya sabes cuánto te amo. La señora Manresa apretó sus adoradores labios contra la pantalla del receptor. - Pero no comprendo por qué en un caso así debo ser yo el que... eh... proporcione... La señora Manresa rió deliciosamente. - ¿De qué otro hombre podría tener yo un hijo, querido tonto? - Quizá de tu marido. - Pero si no amo a Howard. Debo tener mi hijo con el hombre al que amo. Con el hombre que me ama. - Sí, claro. Lo único que pensaba viendo que ahora eres católica. - Oh, en cuanto a eso, monseñor Corazón de Vaca ha dejado muy claro que la Iglesia no reconoce la validez de un matrimonio con un factótum. Afirmó que mi relación con Howard es, en esencia, un arreglo comercial. - ¿Y qué es tu relación conmigo? La señora Manresa arrugó la frente en señal de extrañeza. ¿Qué pretendía Charlatán con aquella pregunta? Ella era su amor, su deidad, su... - Te amo, de verdad - aseguró Charlatán -. Es posible que nadie pueda amarte tanto como yo. Ya lo sabes. - ¡Oh. sí! - Pero, después de todo, el nuestro ha de ser un amor espiritual, ¿no es cierto?, teniendo en cuenta que nos separan cincuenta años-luz. - Si, pero trata de transmitir los datos que necesitan los del Centro de Planificación Familiar... Tengo todos los impresos que necesitas.. - Lo sé, lo sé. El problema, querida, es que cuesta bastante obtener el tipo de información que esos impresos piden, sobre todo aquí en Medea. Como ya te he dicho muchas veces, hemos ido para atrás. No disponemos de tecnología. No es tan sencillo como ir a una cabina y que te tomen una muestra. Debo ir a la oficina principal del negociado humano, en Puerto Trasero, y eso me costará una pequeña fortuna. - Pero, si no me equivoco, iremos a ese sitio. ¿Acaso no voy a dar dos funciones en el Teatro Cívico de Puerto Trasero, la semana que viene? - Hum. - Y en cuanto al dinero, querido, debes estar ganando mucho. Cueste lo que cueste, estoy segura de que no me negarás que me realice como mujer. La señora Manresa no necesitó decir gracias a quién estaba amasando tantos bracques. Ningún alcahuete del Lungotevere podría haber sido más a ciencia cierta cuál era la fuente de ingresos de Charlatán. Al fin, viendo lo sensato y práctico de que su tontita no variara de humor (porque, cuando Betty estaba ansiosa, la calidad de sus transmisiones bajaba en picado), Charlatán aceptó el estúpido plan de la mujer y, nada más llegar a Puerto Trasero, se dirigió al negociado humano y pidió que le hicieran un análisis genético. Los resultados del análisis fueron transmitidos por el receptor del file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (28 of 38)29/10/2003 18:31:00
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negociado, desde el banco de datos de la institución hasta el Centro de Planificación Familiar de Roma. Al principio, la señora Manresa prefirió dejar la mezcla genética en manos del azar, siguiendo la antigua costumbre (exceptuando, eso si, el sexo, puesto que ella deseaba definitivamente un niño: ¿hay alguna Madonna que no piense igual?); pero después, cuando ya habían transcurrido veintitrés horas, cambió de idea y decidió que los rasgos físicos más destacados de Charlatán fueran los dominantes. El coste fue superior, pero así es el amor. El nacimiento fue simulado una semana después de la concepción. ¿Qué utilidad tenía estar embarazada? Sin embargo, la señora Manresa prometió que aquélla sería la última vez que se permitiría falsear los ritmos inalterables de la naturaleza. Lo que ella no había previsto era el rudimentario flujo de la percepción infantil. Había programado a su Niño Jesús - en los archivos del Centro de Planificación familiar constaba como Robin, pero para su madre siempre sería el Niño Jesús - para que naciera y creciera en Medea. Así, la única comunicación entre la señora Manresa y el niño sería a través del receptor, tal como había ocurrido con Charlatán. Al fin y al cabo, si él jamás podía ser otra cosa que una imagen en la pantalla, tener al niño como si estuviera en un receptor, y no en la pantalla de un simulador ordinario, aumentaría la sensación de realidad. Tal había sido la teoría de la señora Manresa. En la práctica, por desgracia, Niño Jesús apareció como un punto de color rosa que se expandía. Los bebés simulados poseían autoconceptos tan oscuros y difusos como los de los niños biológicos, reales. El primer año, poco más o menos, de hasta la más santa maternidad es únicamente la suma de cientos de horas de caricias, abrazos, dar de mamar, ayudar a eructar, mecer y cambiar los pañales. La totalidad de estas atenciones vitales fueron proporcionadas adecuadamente a Niño Jesús, pero sólo en forma simulada y a través de su madre adoptiva medeana, Octave. Hasta que el niño aprendiera a hablar, poco podía hacer su madre auténtica para relacionarse con él, a no ser algunas muecas mientras el bebé permanecía en su cuna. Si bien Niño Jesús representó una cierta desilusión, por otra parte la criatura no planteó excesivas exigencias, todo lo contrario que Charlatán. La señora Manresa, por aquel entonces, tenía que hacer de guía dos veces al día: una por la tarde, para grupos escolares, y otra por la noche, para el público en general. Para empezar, le resultaba duro, incluso con Fe, mantener el interés en una cosa que ella jamás había entendido. San Pedro era un lugar inmenso, no podía negarlo, pero ¿por qué era inmenso? ¿Cómo estaba relacionada su inmensidad con la mayor pero menos tangible inmensidad de Dios? Ahora creía en Dios, gracias a su Fe, y en Jesús y en María y en todo lo demás, pero al parecer no existía demasiada relación entre sus creencias y lo que veía en Roma. La señora Manresa deseaba a menudo poder detenerse un instante y averiguar por qué, por ejemplo, un grupo de columnas, pilares y cornisas era supuestamente mucho mejor que otro, aparte el hecho de ser más antiguo file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (29 of 38)29/10/2003 18:31:00
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o hecho con un tipo de roca especialmente bello, y qué tenía que ver todo esto con amar al prójimo o incluso conocer al prójimo. Empezó a experimentar algo nuevo, una vaga inquietud por su estado inalterado, no evolucionado, un ansia por disponer de un terminal de información siempre que lo deseara y, ¡zas!, al menos tener respuestas para algunas de sus dudas. Niño Jesús debía de haber sido para ella un refugio, un refuerzo, pero no era así. Como tampoco lo era Charlatán, qué pena tener que reconocerlo. La señora Manresa creía en él: no le quedaba otra alternativa. Es decir, creía lo que él le decía que creyera. Que él la amaba, que la necesitaba, que era su amor, su deidad, su No-va-más. Al parecer, Charlatán jamás pensaba en pedirle que le dijera que ella le amaba, etc. La señora Manresa lo hacía, claro está, pero, tal vez, no de la manera ardiente que él parecía dar por supuesta. Charlatán era demasiado modesto, o quizá demasiado honesto por naturaleza, como para sacar partido de la Fe de Betty y lograr su apoteosis personal. Seguía siendo el mismo orgulloso fracasado y decadente borrachín del que ella se había enamorado al principio, cosa que resultaba mortificante a veces, pero ¿acaso la Madre Dolorosa no tenía siete espadas taladrando su corazón? El amor era así y la señora Manresa debía estar agradecida, aunque ello significara, y eso parecía significar, que ella fuera enloqueciendo lentamente como consecuencia. Monseñor Corazón de Vaca dejó el asunto muy claro cuando, una tarde, se presentó en el hotel de la señora Manresa para oír la confesión de la mujer. - Su dilema, mi querida señora Manresa, es que le están exigiendo que abrace dos sistemas de creencias contradictorios, cada uno de ellos capaz por sí solo de privar del juicio a una mente más refinada que la suya. El primero es el cristianismo. El segundo, una pasión romántica de características más acusadas de lo usual. Deberá renunciar a una de las dos. Yo le sugiero que me permita llevarme el receptor y que se quede en Roma y se una a cierta orden misionera formada por monjas. - ¿Y qué haré con Niño Jesús? - Niño Jesús... es decir, su Niño Jesús, no existe. Es una simulación producto de un computador, una serie de posibilidades estadísticas codificadas en un filamento de alambre. - A usted le resulta muy fácil decirlo... ya que no es su madre. - Señora Manresa, piense en lo que acaba de decir. - No puedo evitarlo. Es la Fe, me confunde. - Fe, señora Manresa, es, en último término, un acto del libre albedrío. Nadie la forzó a tomar la primera hostia. Usted lo hizo porque deseaba creer en ese patán de un planeta de tercer orden que la está explotando para sus propios intereses. - ¿Y qué diferencia existe entre eso y lo que usted me sugiere? Como monja misionera seguiría ofreciendo visitas a Roma a gente de otros planetas inaccesibles. ¿Verdad que sí? - Sí, pero lo haría por mayor gloria de Dios. file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (30 of 38)29/10/2003 18:31:00
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El receptor zumbó. La señora Manresa suspiró. - Ahí está él. Será mejor que nos vistamos. He de estar en el Panteón dentro de un cuarto de hora. - Lo que usted diga. Absolvo te. - Gracias. - Besó al religioso en la coronilla -. Lo mismo digo. Mucho antes de que la señora Manresa pudiera acabar en un trastorno de tipo funcional, su adicción se resolvió de la manera más simple. Charlatán cortó definitivamente la conexión. Ella ya había notado durante varias semanas que sus transmisiones habían producido una insatisfacción creciente entre los miembros de su auditorio. Charlatán la aconsejó una y otra vez que prestara más atención, pero, el fin y al cabo, ¿cuánta atención puede prestarse al mismo montón de piedras destartaladas dos veces diarias, día tras día? Sus dificultades con el circuito de las Santa María no parecían ser tanto producto de la apatía o el cansancio como de un exceso de credulidad. Los cuadros, las estatuas y los techos pintados al fresco no fueron presentados como antiguas y perfectas obras de arte, sino en su estado real. Para las personas que no compartían su Fe, los ángeles realistas y los santos de piedra desgastada de la señora Manresa ofrecían un aspecto un poco ridículo. Un aspecto que, finalmente, resultó embarazoso incluso, en especial para ciertos católicos que entraron en contradicción con las brutales exigencias de su religión. Se corrió la voz y el auditorio de la señora Manresa disminuyó, incluso en las flotillas más aisladas, hasta que las ganancias que proporcionaba el espectáculo dejaron de compensar gastos de viaje de Charlatán. Y en ese momento, sin una palabra de agradecimiento o de despedida, Charlatán se fue. La señora Manresa lo descubrió un día, a las doce en punto, cuando conectó su receptor dispuesta a iniciar la visita del día. Lo normal habría sido que Charlatán la hubiera llamado antes, pero a veces esperaba a que ella estuviera preparada. Con PAUSA desconectado en ambos aparatos, el dispositivo sintonizador, del que casi se había olvidado, empezó a hojear las páginas del hiperespacio en busca de alguien nuevo. Antes de que tuviera tiempo de tomar conciencia de lo sucedido, estableció contacto con una valiente anciana astronauta que se hallaba en algún punto del otro extremo del universo y deseaba explicar los sueños que había tenido. La señora Manresa la escuchó aturdida, sin prestar atención y luego, cuando el sentimiento de que había sido abandonada tomó realidad en su interior y comprendió que ninguna dosis de Fe podía cambiar aquello, se echó a llorar. La astronauta se ofendió y cortó la comunicación. VI Era el día del trabajador y la señora Manresa había cocido la tradicional hogaza de la festividad. Allí estaba, dorada y crujiente en el bazar de la cocina automática, esperando que la rebanaran. La señora Manresa conectó el simulador y apretó el file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (31 of 38)29/10/2003 18:31:00
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zumbador. Octave respondió al momento. La señora Manresa había llamado muchas veces al Centro de Planificación Familiar para sugerir que, en futuros programas. las figuras simuladas dieran a veces la impresión de que se retrasaban al responder una llamada o incluso, ocasionalmente, que no contestaran. Sería un detalle que daría más realidad, sin lugar a duda. Octave llevaba un alegre delantal que había copiado de uno de la señora Manresa. Estaba adornado con una serie de frituras francesas en vistosa tela de seda, apetitosas a los simulados ojos de Octave. Ambas charlaron un rato. A Octave le gustaba conocer los últimos indicadores económicos, lo que representaba que la señora Manresa estuviera al tanto de las noticias con más asiduidad de la que habría deseado. Después, Octave trasladó el receptor a otra parte de la habitación y la señora Manresa pudo ver, a través de los ojos simulados de Octave, a su querido y único hijo. Niño Jesús estaba repantigado en el suelo junto a una mesita y jugaba esporádicamente con una muñeca moldeada con fragmentos de una bolsa de gas desecado. Tenía cuatro años, aunque apenas habían transcurrido otras tantas semanas desde que la señora Manresa había vuelto a Marshall Avenue y a su rol de ama de casa. En su ansia por tener compañía, no había sido capaz de resistir la tentación de acelerar el crecimiento de Niño Jesús. El Centro de Planificación Familiar le había advertido que el resultado de tal aceleración sería, quizá, una personalidad algo insulsa, como atrofiada en el terreno afectivo. Buena parte de la ilusión de una vida autónoma simulada dependía de la interacción entre programa y programador. Confiar por entero en probabilidades normativas, como se hacía en el crecimiento acelerado, era exponerse a convertir al sujeto simulado en un chico estúpido. Y esta aparente estupidez, a su vez, incitaría al padre-programador a proseguir la aceleración con la esperanza de alcanzar una fase de desarrollo más interesante e interactiva. La señora Manresa había sido atrapada en este círculo vicioso, aunque, como la mayoría de padres desilusionados, tendía a culpar de su error a terceras personas: los diseñadores del Centro de Programación Familiar, la madre adoptiva o el mismo Niño Jesús. En sus momentos de lucidez reconocía lo injusto de sus afirmaciones, pero incluso una lucidez moderada es difícil de alcanzar cuando se está deprimido y el individuo se pasa media vida en el animador. Ahora, pese a todo, la señora Manresa deseaba enmendarse. Durante cuatro tediosas horas después de quitar el polvo, arreglar varias cosas y hacer otras tareas imprescindibles, se había sentado a contemplar la grabación IBM recomendada sobre educación infantil. Había que observar cinco importantes reglas. Primera: Compartir experiencias importantes. Tales como, hoy, la hogaza del día del trabajador. La señora Manresa dispuso por adelantado que Octave cociera una hogaza usando la misma receta. Y allí estaba, en la mesa, delante de Niño Jesús, la imitación de la auténtica hogaza de pan. El comería un poco, ella comería un poco, y sus sensaciones (el crujido de la corteza, el sabor) serían idénticas. No había nada como las comidas compartidas, afirmaban los expertos de IBM, para superar la desconfianza inicial en la existencia de file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (32 of 38)29/10/2003 18:31:00
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otras personas. Por eso mismo, aunque resultara tan desagradable observar a otra gente mientras masticaba la comida, casi todos los sistemas religiosos aconsejaban a sus miembros que comieran juntos, en especial si pertenecían al mismo grupo de parentesco. Niño Jesús, sin embargo, tenía un apetito remilgado e impredecible y aquél, precisamente, fue un día de especial obstinación. Ningún engaño o súplica sirvió para que tocara un solo trozo de la hogaza del día del trabajador. Octave untó el pan con gruesas cantidades del sucedáneo favorito del niño, pero éste continuó negándose. Niño Jesús acabó cogiendo un berrinche. La señora Manresa aguantó la situación hasta que no pudo más y después desconectó el aparato. Avanzó la simulación un día de calendario y probó de nuevo. En esta ocasión fue Niño Jesús quien contestó. Allí estaba, en la cubierta exterior de la casa flotante: un tosco garabato de un maniquí con un enorme borrón rojo, el cuerpo, al que estaban unidas cuatro cerillas, las extremidades, y una mancha rosa más pequeña, la cabeza. El autoconcepto de un niño de dos años, según la cassette de IBM. A su espalda, el mar anaranjado y el disco rojo de Argo, que fulguraba en el cielo violeta, parecían cubiertos por un tenue cuadriculado: el efecto, podía suponerse, de la precoz afición del niño por el ajedrez. Cuando la señora Manresa había estado colaborando con el Centro de Planificación para hacer el programa de su hijo, la única cosa clara y característica que logró recordar de Octave fue que a ella le gustaba jugar al ajedrez. Ahora, cuando ella preguntó a Niño Jesús qué le gustaría hacer, la respuesta cómo no, fue que quería jugar al ajedrez. Dispusieron las piezas en los tableros. Las piezas de Niño Jesús se presentaron con claridad esquemática. Si. con más claridad que las piezas reales de plástico del tablero de la señora Manresa, a menos que ella forzara la vista. Mientras jugaban, la señora Manresa trató de llevar la conversación por los cauces recomendados por IBM; con objeto de que Niño Jesús prestara más atención a las formas y colores del mundo que le rodeaba que a las formas y colores incorporadas en el tablero y piezas de ajedrez. - ¡Oh, mira! ¡Qué extraño! ¿Ves esos dos puntos? - preguntó la señora Manresa, refiriéndose a Phrixus y Helle, el sol doble del sistema de Colchis. - ¿Qué dos puntos? - inquirió a su vez Niño Jesús, sin levantar la vista del tablero, tan abstraído estaba. - Allí en el cielo, junto al ventilador de Kingsley. - (Ella había visto la misma escena a través de los ojos de Octave y sabía, por tanto, que cierta protuberancia marrón era un ventilador situado en el techo de una barcaza vecina.) - No lo sé. - Avanzó la reina y capturó el peón de alfil de rey de su madre -. Jaque. Con un suspiro de desaliento, la señora Manresa desconectó el simulador. Muy bonito, pensó amargamente, que los de IBM hablaran de buenos propósitos y mucha relación. Ellos no tenían que vivir con un cretino emocional. Ellos no tenían que mirar esos dos ojos vacíos y el inflexible signo menos de una boca y decir para si: ésta es mi razón de vivir, esto es lo que queda de mi amor. Una semana más tarde, después de un ataque de impaciencia y resentimiento que la había llevado a avanzar a Niño Jesús dos años file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (33 of 38)29/10/2003 18:31:00
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más en su futuro subjetivo sin que se hubiera efectuado la más mínima mejora en su autoconcepto, la señora Manresa hojeó las páginas comerciales del listín telefónico y encontró el número de la Escuela Bellamy para Niños Imaginarios. Como tantas otras personas relacionadas con una ocupación conceptual, la señora Bellamy insistió en que la señora Manresa acudiera en persona a su lugar de trabajo. La Escuela para Niños Imaginarios era una especie de minúscula tienda interior en el segundo piso de la Oficina de Servicios Psicológicos en Wabasha Avenue. Una amplificación fotográfica de dos páginas de un viejo abecedario cubría la única vidriera y evitaba que los transeúntes curiosearan. Creyendo que debía mostrar interés por la ampliación, la señora Manresa apretó el botón de lectura situado junto a la vidriera. Un altavoz oculto leyó el texto con voz estridente y cascada: A es un Árbol. como todo el mundo sabe. Pero B es... ¿Qué os imagináis? ¿Una Biblia? ¿Un Barbero? ¿Un Banquete? ¿Un Banco? No, B es este Barco, la noche en que se hundió. C es su Capitán y D es... Pero, primero, dejadme que os cuente un cuento. - ¿Puedo ayudarla en algo? - preguntó una mujer entrada en años y ligeramente modificada (su permanente grisácea no acababa de ocultar la cavidad de la base de su cuello) que había salido de la tienda. El botón de lectura debía haberla alertado. La señora Manresa explicó que ella era la señora Manresa. - ¡Oh. sí! Entre. Confío en que habrá venido con el niño. La señora Manresa siguió a la señora Bellamy y se encontró en un cubículo dispuesto igual que un aula de una película antigua, con pizarras, banderas de adorno y cuatro filas de graciosos pupitres de apenas medio metro de altura. En la parte interna del gigantesco abecedario de la vidriera de la tienda se hallaban colgados diversos cuadros pintados con los dedos, todos genuinos, agrupados en tranquilizadores pares de brumosos o psicóticos «Antes» e inventivos pero serenos «Después». Si la escuela, pensó la señora Manresa, pudiera mejorar a su hijo de un modo tan espectacular... - Este es... - saco de su bolso la bobina y la entregó a la señora Bellamy -. Este es Niño Jesús. La señora Bellamy miró la etiqueta de la bobina. - ¿Del Centro de Planificación Familiar? Debo decir que estoy sorprendida. Sus programas raramente precisan asistencia del tipo que ofrecemos aquí. - La culpa es mía, me temo. Le hice crecer demasiado aprisa. Se ha vuelto... solitario. Además, su autoconcepto es muy pobre para la edad que tiene. - ¿Qué edad...? - preguntó la señora Bellamy. file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (34 of 38)29/10/2003 18:31:00
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- Acaba de cumplir seis años. - ¡Santo cielo! - Comprobó la fecha de la bobina -. Ha sido muy impaciente. De todas formas, seis años es una buena edad para entrar en la escuela y la influencia de otros niños programados independientemente puede obrar maravillas. Ahora... ¿me permite hacerle unas cuantas preguntas? - Por supuesto. La señora Bellamy se encaró con la pizarra, cogió un trozo de tiza y escribió el número 1. - Primero, ¿cuál es su profesión? - Ama de casa. - ¡Vaya! Siempre quise ser ama de casa cuando era niña, pero... - Sonrió con aire de mártir -. Supongo que no estaba hecha para eso. - Escribió un 2 en la pizarra -. ¿La profesión de su marido? - Normalmente es coagulante de salida de datos en Honeywell, pero ha estado de vacaciones la mayor parte del año, haciendo cajas de música. Por eso dispusimos de tiempo, en sus bancos suplementarios de memoria para programar el niño. - ¿Es el primer hijo que han tenido ustedes? - Oh, Niño Jesús no es hijo de Howard. - ¿No? - La señora Bellamy borró a toda prisa el 2 de la pizarra y tomó asiento en el suelo. La señora Manresa se sentó junto a ella y le contó toda la historia: cómo había conocido a Charlatán, cómo se había enamorado de él, cómo había ido a Roma y, por mero accidente, se había convertido al catolicismo, cómo había nacido Niño Jesús, cómo Charlatán la había abandonado y luego, en simulación, cómo había abandonado también a su propio hijo. - Y ya puede comprender por qué Niño Jesús es tan importante para mí - concluyó la señora Manresa -. Es todo lo que tengo. - Si, entiendo. ¿Puedo preguntarle, y por favor, no se ofenda, si ha pensado alguna vez en volver a concebir y empezar de nuevo? Una nueva mezcla genética puede proporcionar resultados asombrosos y, además, resultaría mucho más económico que matricular al niño en la escuela. Hay que preparar una cinta distinta para cada uno de sus compañeros de clase. Y todas las cintas, igual que la de su hijo, deben estar de acuerdo con la totalidad de datos actualmente accesibles sobre el mundo en que el niño está creciendo. - Comprendo que será caro, pero si yo retrocediera y partiera de cero sería algo así como asesinar a mi hijo. Además, tal como dicen los de IBM, me expongo a repetir una y otra vez los mismos errores. La mayoría de padres lo hacen. - Cierto. Muy cierto. - Estoy convencida de que a él le hace falta, más que nada, conocer a otros niños. Niños con otros antecedentes. Niños con los que pueda jugar. file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (35 of 38)29/10/2003 18:31:00
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- Sin duda alguna - dijo la señora Bellamy, aunque sin demasiada convicción -. Una última pregunta: ¿Comprende su hijo...? No sé cómo plantearlo... - Colocó el pelo en su lugar, sobre la cavidad del cuello - ¿Comprende su hijo... las verdades de la vida? - Tanto como cualquier otro niño de seis años, supongo. No es tonto. Sólo... desconfiado. - Adonde pretendo llegar, señora Manresa, es que muchos niños imaginarios que crecen en planetas distantes de la Tierra sufren una gran conmoción cuando comprenden que a sus padres les ha sido imposible encontrarse y, en el sentido bíblico, conocerse. - ¡Oh, eso no es problema para Niño Jesús! Soy un clon, ¿sabe? Óvulos con mi mismo genotipo se hallan disponibles para trasplante en todas las oficinas del negociado humano. La única cosa que ha de saber cualquier persona que desee tener un hijo conmigo, es mi nombre. - ¿Y su hijo lo comprende? - Sí, claro. - Excelente. En ese caso, sólo queda por tratar qué clase de compañeros le gustaría que tuviera Niño Jesús. Y, de paso, le sugiero que su hijo adopte un nombre más vulgar cuando inicie el curso. Los niños pueden ser irónicos sin piedad. Y, por último, le mostraré la lista de precios. VII La bobina le fue enviada por la Escuela para Niños Imaginarios al cabo de cuatro semanas. En esas cuatro semanas, Niño Jesús pasó siete meses, subjetivamente, en la Academia Militar de Puerto Trasero. Con una plegaria a su Madonna favorita de Pinturicchio, y no sin antes cruzar los dedos para tener buena suerte, la señora Manresa tragó una de las últimas hostias de Fe, que le quedaban, introdujo la bobina en el simulador y esperó (apenas una décima de segundo) a que respondiera Niño Jesús. Una sola mirada bastó para ver el enorme cambio producido por la escuela en el autoconcepto del muchacho. Ya no se asemejaba una mancha de pintura hecha con los dedos. Cada extremidad, cada dedo, cada rasgo de su semblante estaba delineado con marcadas líneas negras, y todas las áreas así delimitadas se encontraban pintadas de brillantes y agradables colores. Era exactamente el tipo de autoconcepto que, según la cassette. podía esperarse de un niño de seis años. - Cariño - dijo la señora Manresa, sintiendo la deliciosa presión de unas lágrimas de felicidad. - Ah, eres tú - contestó Niño Jesús. - Sí, claro, cariño. ¿Quién pensabas que sería? ¡Oh, precioso, estoy tan contenta de verte...! Se me ha hecho tan larga la espera... ¿Te gustó la escuela? ¿Fuiste feliz? ¿Hiciste muchos amigos? file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (36 of 38)29/10/2003 18:31:00
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- Supongo que si. - Tienes un aspecto tan bueno, cariño... Ojalá pudiera estar a tu lado. Te cogería y te daría un abrazo enorme, enorme... - ¿Ah, sí? - Sí. Y luego te llevaría al mejor restaurante de Medea y celebraríamos alegremente tu vuelta a casa. Tú y yo, nadie más. ¿Te gustaría? Niño Jesús negó con la cabeza. La señora Manresa sonrió. La escuela, al fin y al cabo, no había cambiado tanto al niño como para que resultara irreconocible. - ¿Qué te gustaría, entonces? - No se me ocurre nada - contestó él, al tiempo que se encogía de hombros. - ¿Te ocurre algo? Niño Jesús miró fríamente a su madre. - Si te ocurre algo, ¿no crees que deberías hablarme de ello? A lo mejor puedo ayudarte. - No. - Agitó la cabeza con mayor énfasis -. No puedes. - ¿Ha sucedido algo en la academia? - ¿La academia? - repitió en son de mofa -. ¿Qué academia? La señora Manresa eludió la pregunta con una sonrisa defensiva. - No existe ninguna academia. No existe. Yo no existo. Nada existe. Excepto tú, quizá. Y creo que tú tampoco existes. Espero que no. - Oh, Niño Jesús, cariño... ¿Quién te ha contado esas cosas? - Todos los niños que conocí lo sabían, todos. Y es verdad, ¿no? Sólo somos un montón de cintas que giran dentro de un viejo computador. ¿No somos eso? ¿No somos eso? - ¡No! No, tú eres mi hijo. Y lo sabes. - Y por eso se fue mi padre. Porque él sabía que no era otra cosa más que eso. Era adulto, así que no tardó mucho en darse cuenta. - ¿Dónde está Octave, Niño Jesús? Me gustaría hablar con ella un momento. - Ella tampoco existe. - ¿Por qué no dejamos que Octave lo decida por si misma? ¿Dónde está? - ¿Quieres verla? - Niño Jesús hizo rodar el simulado receptor (su imagen osciló de modo realista) y lo introdujo en la simulada casa flotante. Octave yacía en el suelo en un círculo perfecto de brillante sangre roja. - La has matado. Cualquiera que conociese a Octave, incluso a la Octave simulada, hubiera sabido que no tenía el valor necesario para suicidarse. - Ella misma me pidió que lo hiciera. - Niño Jesús señaló un cuchillo de pan que estaba en la mesa de la cocina, manchado de sangre -. Con eso. Cuando hablé con ella me dijo que ya lo sabía, que era igual que yo. Sabía que no era real. - Pero Octave era real, como tú. Como todas las cosas. Mira a tu alrededor. Toca la file:///H|/eMule/Incoming/Ciencia%20Ficción/conceptos.htm (37 of 38)29/10/2003 18:31:00
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taza de la mesa. - Tócala tú. La señora Manresa desconectó el simulador. La Fe estaba causando daños terribles a su sistema. Creía en Niño Jesús. Sabia que era real. Disponía de la evidencia de sus sentidos y el testimonio de su corazón. Al mismo tiempo, sabía que únicamente era una simulación. Avanzó la cinta cuatro horas y luego, considerando que ese periodo era insuficiente, otras cuatro más. Nadie respondió a su llamada. Había sido derrotada. Con una última mirada pesarosa a los puntos blancos que fluctuaban en la pantalla del simulador, la señora Manresa inmovilizó el teclado en la posición TODO y pulsó BORRADO... Asesinó a Niño Jesús con la presión de la yema de un dedo. FIN Edición digital de Questor
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