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Equipo de Derecho Constitucional: Serie Lecturas Constitucionales
LA REGLA DE RECONOCIMIENTO*
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Equipo de Derecho Constitucional: Serie Lecturas Constitucionales
LA REGLA DE RECONOCIMIENTO*
M Atienza y J Ruiz Manero
l.
INTRODUCCIÓN
Hasta ahora nos hemos ocupado específicamente de los diversos tipos de enunciados jurídicos: se trataba, pues, de aclarar de qué tipos de piezas está compuesto el mecanismo del Derecho. En este capítulo nos proponemos más bien abordar el problema de dicho mecanismo como unidad. Como es bien sabido, en la teoría del Derecho de tradición positivista la unidad del sistema jurídico se ha visto como correlato de la posibilidad de remitir todas y cada una de sus disposiciones a una única «norma maestra» (por utilizar la expresión de Dworkin, 1978), situada más allá de las normas dictadas por las autoridades del sistema; se vincula tanto a contextos prácticos (de guía de conducta: «reconozco la autoridad de fulano)); de valoración: «expreso a mengano mi reconocimiento de la labor que ha realizado))) como teóricos («reconozco la verdad de esta proposición)); «reconozco este metal como cobre))). Desde esta perspectiva, la denominación de regla de reconocimiento para una
norma que, junto con la dimensión práctica (esto es, de guía de conducta y de criterio de valoración) que como talle es propia, proporciona también el criterio teórico último de identificación de las normas jurídicas, nos parece particularmente feliz. 7 La regla de reconocimiento, al remitir a una determinada fuente última, nos permite identificar las normas independientes de un determinado orden jurídico. En la teoría del Derecho se ha acuñado la expresión > para referirse a aquellas normas cuya validez o pertenencia a un orden jurídico se predica directamente a partir de la regla de reconocimiento, y no a partir de los criterios de validez o pertenencia suministrados por otras normas (cfr. Caracciolo, 1988). Pues bien: son normas independientes de un determinado orden jurídico las normas contenidas en la fuente última a la que la regla de reconocimiento de ese orden remite. Sobre esta base, la regla de reconocimiento de cualquier orden jurídico puede presentarse de acuerdo con una misma forma canónica. En cuanto guía de conducta rezaría así: (cfr. supra, nota 7). La expresión >subyacen normas (reglas de reconocimiento) distintas? Creemos que la respuesta a la cuestión depende de cuál sea el alcance de la divergencia en el contenido proposicional que unos y otros adscriben a ese enunciado (o a otro similar). Si el contenido proposicional es centralmente coincidente por parte de los miembros de la comunidad jurídica de que se trate, la situación puede describirse, al modo de Hart, diciendo que todos ellos comparten una misma regla de reconocimiento, la cual, como todas las normas, tiene, junto con un núcleo firme y bien establecido, una periferia de vaguedad o textura abierta. O, si se prefiere, puede usarse una descripción, alternativa (por la que últimamente ha mostrado su preferencia J. C. Bayón [1995]), a saber: que la regla de reconocimiento como norma social está formada por «el área de solapamiento o de convergencia» entre las reglas de reconocimiento que los diversos integrantes de la comunidad jurídica tienen (actual o potencialmente) en mente. En todo caso, es el hecho de que bien - conforme con la primera descripción- la regla de reconocimiento presente, junto a un núcleo de certeza, también una penumbra do duda, o bien -conforme a la segunda descripción-las reglas de reconocimiento aceptadas por los diversos integrantes de la comunidad jurídica presenten, junto a un solapamiento central, una periferia de divergencia, lo que explica que cuestiones últimas referentes a la identificación del Derecho formen parte, de cuando en cuando, de la discusión generada por ciertos casos difíciles.
IX. LA REGLA
En el apartado l señalábamos que la regla de reconocimiento proporciona los criterios últimos de validez jurídica y permite así identificar el Derecho por referencia a esos criterios. Indicábamos también (en nota a pie de página) que nuestra presentación se situaba básicamente en la línea de Hart. Hoy, varios años después de haber escrito esas líneas, seguimos pensando que la noción de regla de reconocimiento (nuestra reelaboración del concepto hartiano) sigue siendo una útil construcción teórica, pero nos parece que en la misma deberían hacerse algunas precisiones. Las tres que siguen nos parecen de particular importancia. La primera se refiere a que los criterios últimos de validez jurídica contenidos en la regla de reconocimiento no tienen por qué ser exclusivamente criterios autoritativos o de pedigrí, sino que -como ya indicara Carrió hace más de tres décadas y aceptara el propio Harten el Postcriptum a The Concept ofLaw-la regla de reconocimiento puede integrar asimismo criterios de naturaleza sustantiva
16 La entrada del Reino Unido en la Comunidad Europea trae consigo, naturalmente, un replanteamiento de esta problemática. Pero entrar en ello supera con mucho los límites de este libro.
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DE RECONOCIMIENTO Y EL DERECHO COMO SISTEMA Y COMO
PRÁCTICA
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y, en particular, criterios morales. Esta tesis es, como se sabe, el eje vertebrador de la nueva e influyente modalidad de positivismo jurídico que se conoce con el nombre de «positivismo incluyente». La segunda precisión es que las cadenas de validez no se limitan a los procedimientos de delegación, sino que vienen determinadas también por relaciones de deducibilidad y de coherencia. Las modificaciones de detalle a las que aludíamos al principio se refieren básicamente a ese punto. Así, una posible formulación del núcleo ce)1tral de la regla de reconocimiento del Derecho español actual sería: «Son normas del Derecho español (y deben ser obedecidas): l. las que figuran en la Constitución de 1978; 2. las establecidas conforme a las normas que confieren poderes contenidas en la Constitución o conforme a normas que confieren poderes o normas puramente constitutivas dictadas de acuerdo con las normas que confieren poderes contenidas en la Constitución; 3. las anteriores a la Constitución y que no resultan incoherentes con ella; 4. las que se derivan deductivamente de las anteriores; 5. las que se derivan de las anteriores por razones de coherencia». La tercera precisión es más compleja y presupone una distinción que nos parece de gran importancia entre el Derecho considerado como sistema o como práctica (o conjunto de prácticas). Por sistema jurídico entendemos un conjunto de enunciados de carácter normativo y no normativo (como es el caso de las definiciones legales) cuyos integrantes reúnen ciertos requisitos: 1) Se trata de enunciados normativos y no normativos bien independientes - aquellos a los que remite directamente una regla de reconocimiento--, bien derivados de los anteriores mediante procedimientos autoritativos -esto es, mediante el uso de reglas que confieren poderes de producción normativa- o mediante criterios de inferencia lógica o de coherencia axiológica; 2) tienen cierto carácter «productivo», esto es, pueden ser utilizados en un número potencialmente ilimitado de ocasiones: por ejemplo, tal norma del Código civil o de la Constitución contribuye a fundamentar un número potencialmente ilimitado de decisiones, de la misma manera que una regla gramatical contribuye a producir un número potencialmente ilimitado de actos gramaticalmente correctos (de actos consistentes en aplicar el código de la lengua), o una regla lógica, un número potencialmente ilimitado de argumentos (lógicamente válidos). Visto, sin embargo, como una práctica social compleja, el Derecho se concebiría como el conjunto de actividades que consisten en decidir casos, en justificar decisiones, en producir nuevas normas, en asesorar a alguien sobre cómo hacer para producir tal cambio normativo, etc. La práctica rebasa, naturalmente, al sistema, de la misma manera que ocurre con el habla respecto de la lengua, o con la práctica de la argumentación respecto a las reglas de la lógica. Así, la práctica de la justificación judicial utiliza-en cuanto ingredientes necesarios de la misma, en cuanto fundamentos justificativos-elementos como puede ser un determinado contrato, una norma de otro sistema jurídico o una generalización empírica proveniente de una determinada ciencia 132
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o conocimiento no científico que, naturalmente, no forman parte del sistema jurídico de referencia. Pues bien, la regla de reconocimiento es una noción pensada esencialmente para dar cuenta del Derecho visto como sistema, pero eso no significa que no juegue ningún papel cuando el Derecho se considera como práctica social; en la práctica de la justificación judicial --como hemos dicho-- cabe usar materiales que son Derecho válido pero no pertenecen al sistema (por ejemplo, un contrato) y materiales que no son Derecho válido en relación con el sistema de referencia (por ejemplo, una norma de un Derecho extranjero) o en relación con ningún sistema (por ejemplo, una generalización empírica) pero cuyo uso resulte obligatorio o permitido de acuerdo con la regla de reconocimiento del sistema. La regla de reconocimiento fija, pues, también en relación con el Derecho en cuanto práctica social, los límites de lo jurídico; hace posible la diferenciación del Derecho respecto de otros sistemas o prácticas sociales; hace posible distinguir, por ejemplo, entre una argumentación jurídica y una argumentación moral o política.
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