El chamán de los cuatro vientos

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He aquí una historia moderna en torno a lo práctica secular del

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católico y chamán peruano. Má� que una biografía, éste es un

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!

curanderismo, y al mismo tiempo un retrato de un individuo ex­ traordinario, Eduardo Calderón Palomino,

escultor y maestro,

agudo análisis de la visión del mundo de un curandero contem­ poráneo, de su arte, de sus bregas y de su búsqueda personal de sentidos. Douglas Sharon, antropólogo de lo Universidad de California,a lo largo de cuatro años vivió con Eduardo, lo interrogó largamente y hasta fue su aprendiz. Pocos chomanes han aceptado exponer así su saber esotérico y dejar presenciar sus ritos a los no inicio­

e o 'ro ..c. (/) en ro ·O) :::::J o Cl

El Chamán de los Cuatro Vientos Douglas Sharon

1

1

3a. edición

1

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dos. El resultado de esto labor es la revelación de un sincretismo, pues Eduardo y sus pacientes se tienen por católicos devotos, pero no ven contradicción entre su religión y lo práctica del cu­ ronderismo. Con ayudo de datos comparativos, Sharon muestro que los chomanes de todo América latino emplean análogos objetos de poder y comporten uno cosmología notablemente similar, de gran antigüedad: los creencias y técnicas de Eduardo el chamán acaso se remonten a tres mil años atrás.

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s�lo vemtiuno editores

968-23-1006-7

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tr111lu�úún dt.:

01\VIU HUERTA

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EL CHAMAN DE LOS CUATRO.VIENTOS por

DOUGLAS SHARO�

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Siglo vei'1tiuno editOfes

siglo ventiuno editores, s.a. de c.v.

CERRO DEL

lNDICE

AGUA 148, DELEGACION C OYOACÁN, 04310 M80CO, D.F.

siglo veintiuno de españa editores, s.a.

PRINCIPE DE VERGARA, 78

1•

DCHA., MADRID, ESPAÑA

Prefacio

11

Agr:�dccimien tos

17

l . APERTURA D E L A "CUENTA"

2.

3.

19

GERMINACIÓN: LOS INICIOS ESPIRITUALES DE EDUARDO EL CH....MÁN . Regreso de la muerte:

ches de magia, 35

SEi\ULLAS DE DESCOi'ITENTO: EL CONTEXTO SOCIAL DE LA BRUJEÚA ���

La envidia institucionalizada, 43; El "daño": la amarga cosecha, 47; El punto de vista de Eduardo sobre su papel social, 51 4. FLORA MÁGICA: EL SABER DEL CURANDERO ACERCA DE LAS PLANTAS

Yerb a s encan t adas y tahaco del halcón, 55; La historia de una planta mágica, 60; San Pedro visionario, 66

5. SAVIA ASCENDENTE: PODER

portada de anhelo hemández

30

la "llamada" y el "pacto", 30; Nueve no-

Y

ESENCIA EN EL UNIVERSO CHAMÁNICO



55

tercera edición en esparlol, 1998

10siglo xxi editores, s.a. de c.v.

isbn 968-23-1006-7

6.

ESPACIO SAGRADO:

7.

t::L

DUALIDAD

Y

LOS CUATRO VIENTOS

TERRENO CÓSMICO: RAÍCES ABORÍGENES DE LA :Mt::SA

© copyright 1978 by douglas sharon

all rights rcservcd. no part of th is book m ay be

72

87

101

8 TIF.MPO SAGRADO: LAS ESTACIONES DE LA SESIÓN

Apocalipsis: mito básico para el equilib rio del poder, 134; El reloj metafísico, 139

reproduced or trasmitted in any form or by

photocopying, recording, or by any information

9.

storage and rctrieval system, without permission

a shaman 's stoiy

publtcado por the free prcss, new york-london

derechos reservados con forme a la ley impreso y hecho en méxico

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134

)

any means, electronic or mechanical, including

in writing from the publishc::r

)

Moche, 101; Quechua, 104; Aymará, 112; Inca, 122

primera edición en i nglé s, 1978

título o riginal: w1:r�rd ofthefour winds,

)

)

Conceptos de poder: :•magnetismo" y "cuenta", 72; Piedras sagra· das, 83

primera edición en espai1ol, 1980

) )

10.

PLEJS'O FLORECER: f:XTASIS

Y

DESPLIEGUE PSÍQUICO

"Vuelo mágico" y "v isión" extáticos, 146; La espiral del despliegue psíquico, 152 METAMORFOSIS: REGENERACIÓN EN LAS LAGUNAS SAGRADAS

El valle de los guardianes, !58; El curandero de la laguna Shimbe, 161 ; Peregrinación al lugar de poder, 16-+; La serpiente dorada, 167; Pachamama y metamorfosis, 170 (5]

146

)

157

)

INOIC!.

6 11. EQUILIBRIO

M ETAI'ÍSJr.O:

TRASCF.NOF:R LOS OPUF.STOS

La dialéctica del bien y del mal, 175; El tr�s y el cuatro, 178; La mesa como isla dd tonal, 1fl2

12.

CIF.RRE OF. !.A "CUF.NTA"

175

188 FIGURA 4-1.

APf:NOICES

A. Artefactos de la mesa

200

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B. Actos de la mesa

212

C. Mesas aborígenes

217

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Actos cer('monialcs, 213; Actos curativos, 215

Huastecos, 218; Mazatecos, 218; Mayas Tzotziles, 219 ; Mayas Mames, 221; Mayas Tzutuhiles, 222; Warao, 223; Indígenas ecuato­ ri.¡mos, 225; Atacameños, 227; Otros �>:jemplos, 227 D. Cosmologías aborígenes

Aztecas, 229; Mayas, 230; Hopi, 231 ; Mayas Tzotziles: Zinacantán, 232; Mayas Tzotziles: Larráinzar;-,233; Mayas Tzotziles: Cha­ mulas, 234; Mayas Tzutuhiles, 235; Mayas Chortis, 236; Kogi, 23(3; W::�rao, 240; Desan:1, 241 ; Siona, 242

Eiblio�rafb

Eduardo ohsfrva altos tallos del cacto d� San Pedro, t>n la costa

p ��1�> Jihro

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(11]

de

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mismo aiio. [T.)

12

PREFACIO

amistad con el curandero. E;te vínculo se vio fortalecido más tarde cuando me volví padrino de uno de sus hijos, en el verano de 1970; en la sociedad latinoamericana, esto inicia un parentesco ritual entre el padrino y los padres del niño. Mi estadía como huésped en el hogar de Eduardo no sólo estableció mi pertenencia a la comunidad sino que también me dio oportunidad de observar la corriente constante de pacientes y de otras personas que buscaban el consejo de Eduardo. .Mi aprendizaje incluyó participación -así como observación­ en las sesiones de cura de toda la noche. Pasé el primer período de investigación (julio y agosto de 1970) más como observador que como participante; sin embargo, durante la segunda temporada (septiem­ bre y octubre de 1971), me convertí en uno de los dos asistentes de Eduardo y de mí se esperaba que tomara parte muy activa en todos los rituales ceremoniales y curativos. Además de aprender a través de la práctica y la observación, elaboré también una serie de cuestionarios muy abiertos p:ua Eduardo, que surgieron de la experiencia del apren­ dizaje, de modo opuesto a lo que hubiera sido llevarle un conjunto de preguntas preconcebidas. Mi interés básico era la versión de Eduardo del curanderismo. Yo sentía que si mi preocupación principal era probar una teoría antro­ pológica que ya había sido conceptualizada, me perdería aspectos vi­ tales del trabajo. Así pues, en el trabajo de campo fue aplicada una técnica inductiva, exploratoria. Las entrevistas se desarrollaban fre­ cuentemente como diálogos, en el sentido socrático, con una pregunta que llevaba espontáneamente a una nueva. Para dar al lector una imagen clara de la interacción de Eduardo y yo, las transcripciones cte nuestras conversaciones en las páginas que siguen incluyen a me­ nudo el diálogo completo q'Je surgió de cada cuestión. Siento que mu­ cho material útil se descubrió por medio de esta técnica. Mi metodología de campo estuvo influida por una premisa básica de la antropología. Es la idea de poner a un lado los propios juicios de valor e intentar registrar las categorías y los significados del nativo por los actos y artefactos de su mundo. Por ejemplo, al seguir el ejemplo de Eduardo de tratar sus ceremonias de cura y sus utensilios rituales1 como "dominios simból:cos", o vehículos de un signifi­ cac!o, fui capaz de descubrir los principios de organización que go­ biernan su sistema terapéutico. Este acercamiento me proporcionó una gran comprensión de la dinámica de la terapia y de la visión de Eduar1 Ambos -l:u ceremonias y los objetos rituales- son llamados en conjun· to con el mismo término: la mesa. Una mesa es un arreglo, ¡¡arecido a un al!ar, de los objetos de poder que yacen en el suelo para su uso en los rituales de caración, fertilidad y adivinación. En el Perú moderno, el término también se aplica a los rituales efecJUados con los objttos de podC"r.

13

PREFACIO

do -consciente e inconsciente- acerca del mundo. Las nociones cos­ mológicas que subyacen al sistema de Eduardo demuestran la gran antigüedad y continuidad de sus creencias y prácticas, cuando son situadas en un marco histórico y comparativo. Me doy cuenta de que los datos sacados de un solo informante sus­ citan la cuestión de la confiabiiidad: ¿información semejante refleja adecuadamente el contexto social global? Si uno intenta determinar la estructura social o ponderar la conducta grupal, ésta puede ser una consideración válida. Sin embargo, cuando se trata con algo tan subje­ tivo como el curanderismo, que involucra a ciertos individuos únicos con los cuales es a menudo tan difícil establecer una relación, el in­ vestigador no llegará demasiado lejos a menos que él -o ella- enfo­ que su atención, intensivamente, en el especialista que conoce mejor la profesión. Esta metodología del "informante único" puede propor­ cionar información valiosa, como lo atestiguan varias obras sobre cha­ manismo latinoamericano, de manera notable: Furst (1965, 1967, 1968a, 1968b, 1968-1969, 1972, 1973), Furst y Myerhoff (1966), y Myerhoff (1968, 1970, 1974), quienes trabajaron con un chamán hui­ chol; Castaneda (1968, 1971, 1972, 1974), quien trabajó con un cha­ mán yaqui; y Wilbert (1972b), quien trabajó con un chamán warao. Reichel-Dolmatoff (1971) tuvo gran éxito para interpretar el simbo­ lismo religioso tukano al trabajar con un miembro aculturado de esta tribu colombiana selvática. En África, el trabajo de Griaule ( 1965) con un anciano dogón es un ejemplo clásico de información religiosa en profundidad obtenida de un solo individuo. Eliade (1958: 5-6) defiende bien el uso de individuos conocedores en el estudio de las religiones de otras culturas; Spiro dice (1951: 43): "Personalidad y cultura no son denominaciones diferentes o mutuamente excluyen­ tes; son parte y parcela del mismo proceso de interacción. Ambos, personalidad y cultura, residen en el individuo , y hay tanw cultu­ ras como personalidades." Al observar y reportar las creencias y prácticas de Eduardo he intentado 6er lo más objetivo posible. Las partes del arte de Eduardo que parecen prestar�e al análisis objetivo son presentadas en un estilo etnográfico convencional. Sin emba�go, puesto que la comprensión de ciertos aspectos de la vida y el arte de Eduardo requirieron una ex­ periencia personal de mi parte, escogí trasmitir mis propias experien­ cirenatu ral. La "trasnrisión hereditar ia·· de las aptitudes chamánicas de los abuelos es también muy frecuente (Eliade, 1964 : 20-23). En cualq uier caso, Eduardo se recuperó de su enfermedad. Esta experienc ia. personal lo capacitó para, final mente, curar enfermedades y padecimie ntos similares, sufridos por aque llos que compartían su medio cultural. En aquella época, Eduardo no entendió lo que habb pasa do, pero sintió apremio de aprender curandcrisrno. Ya había asist ido a unas pocas se�iones cuando un ar11ig o, que sentía que sufría un hechh:o de amor, decidió ir en busca de un especialista capaz de desh acer d enredo. Eduardo �e ofreció a aco1 11paíiarlo. En el pueblo de Moc upe fueron a la "clínica" de una famosa curandera. Sin embargo , se ha­ vía vuelto alcohólica y ya no poseía poder. A�í que Eduardo y w amigo fueron a Chiclayo en busca de un curandero. .\hí se encontraron con un bruj o, reputado como buen engu ayun­ chero ( h acedor de filtros de amo r), que usaba una guitarra con su mesa. Pero también quitaba hechizos -si le llegaban al precio. El amigo de Eduardo e�taba dc�e sperado y quería intentarlo todo. .\�í t¡ue lo!> dos :11nigo) !>C arreglaron para una sesión. La terapia d!.'l enguayancher o tuvo éxito. Durante la sesió n se hizo evidente que Eduardo tenía buena "visión" y penetra ción psicológica, lo cuU asistente, pero Edu ardo no aceptó. Aunque sin experiencia en el curanderismo, sabía insti ntivamente que su temperam ento no se inclinaba por el camino de la oscuridad y la truculencia. De vuelta en Trujillo una vez más, Eduardo empezó a experimen­ tarrol! ó �U!> po-

LA

"LLAMADA..

Y

' 33

EL "PACTO"

deres a 1 Punto de que• durante una importante sesión, sintió súbita, · para efectuar una mente que e 1 '·Cristo de la mesa" lo habra escogrdo parte del ritual curativo: Una vez l.a mes a me llamó a la "cuenta".l Me llamó. Cristo me llamó; Bl me . ·· . "Ven acá." y me hizo tomar la sonaja y el puna - 1 en rrus manos y sendiJ tar e en el lugar del maestro [el curandero]. Y los ayudantes del c��an �ro . notaron c¡ue la cuenta me llevaba. En otras palabras, ésta fue la mlctaclOn: . · i stancia suprema en la cual me llevó el Juez nlvmo. la n

:

?

Después de esa sesión, Eduardo decidió que había superad? a su maes­ tro. Pcro aún no se sentía listo para establecer su prop1a mesa. En de eso

e

se

fue al norte para trabajar con curanderos famosos en

��iclayo, Mocupe ferreñafe. El relat? d.e _su e�trenamiento en e.stos ueblos revela la naturaleza altamente mdrvtdualista de esta expenen. Como �ia iniciática en el norte de Perú, reflejo de una cultura meshza. drá verse en lo que sigue, esto contrasta. marcadame�te con el en­ fr�namiento Ja iniciación indígenas, en las cuales un s st � co�moi mitológico -�e�ativamente no al�e��d� 1� pr lógico o�orcJOna a a . y

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y

e

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a

maestro un bagaje defmtdo para su trasmtston al m tcrado.

donde de veras me inicié fue cori un maestro, también del norte, un

p

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bre de Ferrcñafe. . . Él me inició. Ya tenia yo algunos artefactos, y m: e gustaba el curanderismo desde que fui jalado por la !"e�a. · · Per · . � creando mis propias cuentas porque él fue el que me m�CIÓ y me 1 . J conseJO muy bueno· Di"o· "El que quiera entrar en b vida de curandero,

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que le gus te el arte, debe ser franco y, más que nada, de be crear sus prop·as l aest ro le cosas Nada que sea de otro [debe ser suyo] porque cuando un

fi

ense a a otro es como seguir la misma línea sin crear. Con

.

7

m� a cuenta,

y / � e�:�;:

ellas (l:!.s fuerzas dirigidas por un brujo al que se le opone) lo

su

omman,

los

j

otros (sus estudiantes] se van también. Sin embargo, tú, s�blen o que t� cuen �n e ta es tuya, nadie te conoce, nadie pue e alcanzarte, nadie se t ..� camino porque tú ya tienes algo propio, que no has tomado e ( Pre nta: ¿Cuánto tiempo estuviste con ��te homb�e de Ferrenafe.: ) ' . oche, ll baJe Trab e con él en los altos, trabajé en TruJtllo, trabaJé en







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t

�:

varios sitios. Estuve con él como seis meses, no fu� mucho �e po l él i ició en el sentido iniciático, que es cuando uno e e arte ac os n "ajusta" por medio de su cuenta dentro del campo e curandero. É'l ajustó

en

��



mi sonaja, él aju:.tó mis dos varas y mi puñal, y con esto empece a tra-

bajar

Éi ·,�izo el signo de la



· "6 en e m ·illiCI cruz sobre mí; en otras palabras, '1 esto bendicíéndome. Me bendijo enfrente de su mesa, enfrent� e sus a�­ . tdacto�, junto a mis artefactos como iniciado. Luego yo segu¡ mi propia 1

Ver el capítulo 5 para una explicación completa

del

término.

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34

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INJ.11 1nas. · un IIIU· ehac1a 1 que estaba en la última etapa . . a · de un pad ec1m1ent o que 1a 1'ba a e Ioca por las calles. Y mi tío char ., estab a en ' mala .· . SJt u a cJon econó . tuve que mterven1r porq m1·ca . EJllonccs ue me lo suP11co, . c - . . . po1qu . . yo no quena Y empece, a hacer la prim mterfcrir. era cura de mi VI.d a. N �-recue talles de la enfermed rdo todos lO$ dead de la muchacha, p ero ocurno en Ch!Cama, · blo do�de un puecantidad de brujos. Ahí llc é ara c ,. �rarl� no. pod1a m1rar los espejos mu hacha porque veía en , llo � al ·

.

· ·

�ay

veJa monstruos y una serie de cosa · s

� ;



n,ablo, ve•a _ animales,

. como 51 hub'•eran · con �u pelo, cosa común en trabaJado bruJ'ería. Enlonce$ . . , eu , C ' h i c ama, mesas para mJ co1oquc do� · ma la curé. Ahí fue dond e cm

pn

puñado de artefactos.

Parec1a

y

·35

CliAMÁN

inic.:iativa y desde entonces c111pc cé a traba · r sol ·r �, creando mis cosas y es tu ­ diando mis libros, etc. Mis sue ños me reve aron Ciertas cosas acerca de obtencr mis artefactos' cómo hace cómo r m·15 varas; Y de esta manera, poco a poc crecí en el arte. o,

pece Y fui iniciado con un

Así es como dio principi o la carrera de Edua rd0 como trabajando con su propia curandero' . a . c.n mes L' g-ra t• tu d a Dios h' de nunca abusar de sus , ·• 17.0 1a prome�a poderes y de trab . aJar solo para el servicio de la humanidad . bien, al Esto es lo que t1ene . . . · · que deCtr postenor crecJmtento: acerca de su •

En tonces empecé con fuerz a en mi vida en es· t· a rama d e estos ritos, lo fue creciendo más y más conf que orme beb'•a yo estos brebaJes · problema de los famosos Y entraba en el "encanto ' · s" -como se le llama al cu . ría1a bCUJe . randensmn hasta que parecía que m . y e ha blaban en l s Fui, así, adquiriendo con � noches, en suei1os. ocimientos cada vez que mampulaba tos, de noche, adquiriendo "•tos a rtefac,_, mucho m á•., conoci. . , miento supenor · -y mas y cada vez más, hasta hoy, ahora que me ves rvr · co�t�ndo estas ('OS;)s QIIC los artef cosas. Sé tantas r actos me han ense ñado . . JS cnoso ¿no? Pero existe. Ahora

t:on e l pa�o d•: lus a1io•. . . h e llegado ..1 una condusión : 1'1 conocumento se adquiere por medio dt· la práctica . Una cosa lógica y si mple ¿no? Nadi& puede entender esto. Sin embargo, uno llega a algo tau simple, tan sencillo. es que pr�cticat do, pr:.11;ticaudo, uno alcanza el en tendimiento. Eso es � Jo qur me paso a 1111.

r¡ue

,1\hora, luego de casi veinte años como curandero enteramente madu­

ro, Eduardo aún sigue aprendiendo y creciendo. Su conocimiento y su poder aumentan con la práctica y la experiencia. Él lo atribuye al he­

cho de que nunca ha abandonado su "pacto". Sabe que está tratando

con fuer.:as peligrosas, pero su fe lo mantiene alerta y fuerte. Por

añadidura, su activa mente está constantemente probando y buscando nuevos problemas, como cu rso de enfermería.

)U

se

evidencia por sus copiosas lecturas y por

Pero �u erudición únicamente complementa su sabiduría acerca

de la naturaleza humana, ganada en s u vasta experiencia en el mun­ do c.otidiano. Es abierto, directo y sincero en el trato con sus seme­ jantes. �o cree en mantener su conocimiento como un secreto y gus­ tosamente comparte sus ideas con cualquier persona sincera que le

pregunte sobre curandcrismo. Para Eduardo, el curanderismo es sim­ plemente una cuestión de "visión" ganada por aquellos que tienen un

sincero deseo de aprender y que practican regularmente. Pero, aunque el curanderismo requiere una labor ardua y una práctica constante, �ospecho que los curanderos nacen, no

se

hacen;

son

los miembros in­

habituales, dotados y perceptivos, de sus comunidades. Como quiera

que fuere, Ed u ardo mismo no es una persona común y corriente. Él resume su filosofía muy sencillamente :

Trabajo bajo una fe ruás que nada, una promc�a que hice cuando fui ini­ ciado como curandero -pues uno debe h at:er una promesa, por su puesto-: la promesa de servir al hombre sin Sfntimientos de lucro, quienquiera que sea el hombre, sean cualc� fueren la� circunstancias.

N u·:vE NOC!-n:s nP.

MAGIA

Durante los períodos de investigación cubiertos en este libro (el verano 1970, el otoño de 1971, el otoño de 1973 y el invierno de 1974), participé en nueve sesiones nocturnas dirigidas por Eduardo. Ofrezco a continuat.:ión un breve sumario de estas sesiones, para ayudar al de

lector a conceptualizar las prácticas de Eduardo como curandero . Asistí a tres �e�ione) con Eduardo durante el verano de 1970. La primera no of•eció lllayores acontecimientos. Se desarrolló en el patio de un taller de reparaciones automotrice�, entre herramientns,

36

' 37

INICIOS .ESPIRITUALES I>E EIJUARLJO EL CH¡.MÁN

llantas y camiones desmantelados. El propietario del taller sufría de un dolor de espalda, que él sentía causado por una maldición lanzada

un cliente disgustado. ( ¡ Me recuerdo deseando semejante recurso contra los mecánicos chapuceros, por

que tuviéramos en los

Estados

Unidos ! ) Estaba acompaíiado por un amigo que llegó para darle su

apoyo

moral.

Durante el segmento adivinatorio de la sesión, Eduardo,

inopinadamente, ofreció una descripción del criminal, que se avenía con la del hombre del

sospe�haba el

cual

paciente.

Eduardo

hizo notar

que había buena cantidad de mala fe de por medio, pero insistió en que

no era un caso de brujería; era la angustia mental causada por el

incidente lo que estaba afectando la salud del mecánico. Eduardo le

dio al paciente algú n el taller.

Cuando llegó

mi

consejo y

ejecutó _un

rito

de purificac ión para

turno ante la mesa, Eduardo adivinó una serie de

acontecimientos en mi vida. En primer lugar, vio a

mi

a mi

ella quería un hijo.

derecha, llevando un bebé en brazos. Dijo que Luego vio a mi hermano, e hizo notar que estaba

esposa aparecer

preocupado por el

envío de una balsa peruana de cañas y que tenía la garganta dolorida.

En relación con mi trabajo, dijo que mi estudio sería muy exitoso y que éste no sería mi último viaje a en cinta todo lo

una

suma

que me en el

Perú;

añadió que debía yo grabar

fuera posible. También me vio recibiendo

de dinero

futuro y estudiando maneras de invertirlo.

Le pregunté sobre un antiguo empleador, que había anunciado su

retiro de la exploración arqueológica, y Eduardo lo vio planeando una

nueva expedición. En los meses mó.

En

siguientes,

cada

la época de la sesión,

mi

una

de estas adivinaciones se confir­

esposa había estado visitando a unos

amigos que tenían

un hijo recién nacido y había tenido en sus brazos hijo nuestro nació cuatro aiios más tarde. Cuando visité a mi hermaro, supe que efectivamente había estado pensando mucho en una balsa de cañas que había conseguido para entreaarla a un mu­ al bebé. Un

sco canadiense, y había sufrido una infección de la �araanta en la

época de

(Puesto que Eduardo era quien habí� h�cho la bar­ la preocupación de m i hermano no era tan discernir ; pero la adivinación de la garganta enferma se salía de lo ordinario.) En relación con mi trabajo, ese primer la

sesión.

ca, su conocimiento de

difícil de un poco

veran? con Eduardo me llevó a hacer varias publicaciones, una di­ sertactón, la presente obra y tres visitas más a Perú. Tres meses desputs de mi

suma

regreso

en cuenta de

ese primer

viaje, recibí efectivamente una inesperada

ahorros. Cuatro meses más tarde me encontré a mí mí�mo esa bonificación e invirtiendo el dinero, luego de considerar maneras de hacerlo. ( Dcsgraci:�damcnte, no le pedí a Eduardo

contando

varias

de

de dinero en forma de una bonificación, que rápidamente puse

pérdida su tancial!) E� cuantq ningún consejo; ¡ a l final sufrí una � despues de esa pnmera. se­ semanas algunas or, a mi antiguo emplead amigo me informaba de una nueva sión con Eduardo, la carta de un s de los periódic ?s poc� expedición, que fue confirmada por informe pn­ ses16n esta de la secuela tiempo después. Y así por el estilo, con ". imientos mera que "no ofreció mayores acontec descrita en Sharon, La segunda sesión a la que asistí (primeramente una familia en­ de ento tratami el para da conveni 1972b: 43-44) fue s, de espíritu práctico, que negocio de hombre un era padre El tera. sus negocios iban mal, había tenido mucho éxito en el pasado. Ahora camin�r. La. atención y estaba postr�do en. cama, in�a ilitado para . Al mtsmo tiempo sus estado. su médica no habia explicado 01 ahv1ado ando la ;scue­ abandon estado habían bles, hijos, normalmente responsa . ses10n del segunda la Era ear. haragan para empleos la 0 dejando sus de nuevo, aún hombre con Eduardo, y aunque ya empezaba a caminar ro para curande d del se encontraba muy escéptico acerca de la habilida Eduar­ con r consulta ayudarlo. No creía en la brujería y había decidido pues mucho, apremió lo s negocio do sólo después de que un socio de



él había sido ayudado. terapéutica En el curso de esta segunda sesión, la manipulación atmósfera la o principi Al clara. de artefactos y rituales se hizo muy tomó familia la de o miembr cada e Conform estaba cargada de tensión. ellos de acerca ciones adivina hizo o su turno ante la mesa y Eduard obvio. hizo se e crecient asombro su vidas, sus de y sobre acontecimientos r la vara" -esto Luego de la adivinación, un paciente debe "levanta de San Pedro y cacto de cocido brebaje un o perfume un es, inhalar Eduardo por de mágicas varas las de una sostiene s tabaco, mientra encima de su cabeza. Eduardo define la operación de la "levantada" s y los pacientes (que es efectuada por el curandero, sus dos asistente o tributo varias veces durante la sesión) corno una "libación, ofrenda al cosmos, para aclarar el espíritu". Durante esta sesión particular, cada persona tuvo un momento de

de la adivinación: signo cierto bles de de que había brujería involucrada y de que las fuerzas responsa o, una moment cierto un tal brujería estaban resistiendo la terapia. En grito un escapar lechuza voló por encima de nuestras cabezas y dejó le­ la que puesto mo, nerviosis misterioso. Con ello aumentó nuestro re­ malo damente extrema chuza está considerada como un augurio Entonces la lacionado con la magia ne�ra y h hechicería maligna. cedió, sesión, la ría transcur capota de un camión, en el patio donde sión pre ejercido hubiera alguien si repentinamente doblada, como ión explicac una había ente m ble a b o r P metal. y lur�o �oltado d dificult.ad al levantar la vara

después

38

INICIO�

f.SPIIUTI'AI.I'l< I>P. EPI'AIIIJO Y.L

natural para este sonido, pero todos saltamos. Para entonces, teníamos

una sensación de oscuros presagios. En este punto una hija de la familia tomó su turno ante la mesa. Cuando estaba adivinando, Eduardo le advirtió sobre ciertos ami..,os envidiosos que le querían hacer mal. Lo� hechos se sucedieron norr��l­ mente hasta que ella trató de levantar la vara. Después de varios intentos y mucha tos y accesos, empezó a salirle el brebaje por la n:l­ ri;r. La tensión aumentó. No parerí:1 que ella pudiera conserruir rete­

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ner en la nariz el flujo de la mezcla de San Pedro y tabaco· Empezó a inclinarse enloquecidamcnte hacia atr-ás. Se hizo el pánico, y al.,.uien exclamó que un monstruo estaba jalando el cabello de la much cha

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desde atrás, para llevársela. Repentin::�mente, sin avisar, Eduardo ayu­ dó a la muchacha con el brebaje, agarró una de las espadas que esta­ ban en la cabecera de la mesa, y cargó contra el área abierta. a espaldas de ella. Antes de que pudiéramos darnos cuenta, ya estaba enfrascado

en un furiosa batalla de espada, tirando reveses y b landiendo el am13 como un bucanero. Entonces, r.cn increíble agilidad y gracia, ejecutó : . s1ete saltos suces1vos y fulgurantes, sosteniendo la espada sobre su cabeza con la hoja hacia afuera al principio de rada vuelta. La dirección de movimientos sobre el piso formó una cruz. El espectáculo entero había casi terminado antes d.. que entendirramos lo que estaba pa­ sando, y Eduardo regresó a su asiento en la mcs:1 respirando agita­ damente.

sus



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d �ardo �ecobró el al ento y reinició la rutina de la cura, pasando al s1gu1ente ntual como SI nada ubiera pasado. L:� te nsión se aplacó, y desde

ese



momento ha�ta el fmal de la se�ión todo prog-resó



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vemente. Posterio ;nente, 1� mu�hacha le pidió a Eduardo que le explic�ua r lo q�e h;).bta suc 1do. En el colmo del paternalismo positivo y la . _ confianza en m1smo, se no y le dijo simplemente que se había en­ frentado con fuerzas c?n las qu� no estaba famili:�rizada, pero que,

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como con todo lo ciernas en la vada, uno podía vérsclas con ellas una

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vez ue h biera entendido su �nció n. Más tarde yo le pedí una expli­ � .� rac1on �as completa, � me que el hechicero responsable por las . desgrac1as de la famtha hab1a atacado la sesión, haciendo necesaria una acción urgente. La batalla con la rspada y los saltos (llamados siete

mortales), adem;Ís de romper el hrrhii'o del brujo, se efectuaban pcubrir no sé qué hecho, uno de ellos dijo: "Tú te comiste a mi hijo." "Es verdad", contcMÓ el otro, "ya se Jo dije al vbitador. Me lo comí porque tú me quitaste mi parcela."

E)tt.: episodio ocurrió casi un siglo después de la conquista. En el in­ tc:rvalo, las políticas coloniales españolas, que incluían el abuso y el maltrato de los indígenas, tuvieron tiempo de hacer sentir todo su efecto. Hemos hecho notar que ya tan tempranamente como a media­ dos del siglo xvr la pobreza indígena y el desmoronamiento social ha­ bían causado un enorme aumento en la cantidad de hechiceros. La pmecución religiosa sólo exacerbó las condiciones sociales que estimu­ lal:an la práctica de la magia maligna. Así, hacia el siglo xvu las semi­ llas del descontento habían sido sembradas y estaban dando fruto ; la bruje ría se había vuelto parte de la vida en los pueblos costero�, en e'pecial la variedad que provenía de la. baja Edad Media cristiana, la c:ual a su vez había �ido fomentada por la opresión, la intolerancia religiosa, la ignorant:ia y la pobreza. :\ lo largo del período colonial, el norte de Perú permaneció en la pe1 iferia de todas las revueltas importantes y de los hechos que ocu­ rrían en las regiones del centro y el sur, alrededor de los grandes centros mineros. Los datos históricos que tenemos del período colo11ial tardío en el norte nos dan una clave de las raíces de la quietud allí. .\demás del hecho de que la rique..:a mi11eral del norte no era tan gran..... , , de como la de las rcgione� central y �ureña, apenas había pueblos nativos que quedaran para la leva laboral en gran e�cala o la rebelión.

EL "vAÑO" : LA ,\MARGA COSECHA

47

El hecho de que el despoblamiento observado por Cieza de León en 1548 no se haya superado hacia 1760 está verificado en los escritos del corregidor de Trujillo, Feyjoo y Sosa. Von Hagen ( 1 964: 17, 19) resume así sus observaciones: Aquí lee uno que la provincia estaba casi vacía de gente. Había solamente 2 513 indígenas en los muchos valles que formaban el área, y estaban em­

pleados en la agricultura, sobre todo azucarera, y en los valles altos trabajaban en factorías de vestidos. El lector fue informado de las grandes haciendas en Jos valles vecinos, con vasta� extcmionc� dt' vaciedad desértica entre una y otra. . . [La] población de estos valles desiertos del norte había disminuido, y la tierra era mantenida en vastos latifundios por sólo una pizca de la aris­ tocracia, mientras que la gente, en su mayoría descendientes indios o mestizos de Jos imperios Chimu y Mochica, vivían al borde mismo de la penuria.

Von Hagen ( 1964: 18) observa más adelante que "las guerra�, la en­ fermedad y los servicios médicos inadecuados diezmaron la pobla­ ción. . . los recursos naturales habían sido reducidos al punto de la desaparición" . Así pues, la indigencia y la marginalidad social, nu­ trientes de la brujería. reinaban todavía en los valles costeros del norte de Perú durante el último período colonial.

EL

"DAÑO":

LA AMARGA COSECHA

Al principio, la independencia de España y el establecimiento de una república en la década de 1820 hizo poco para cambiar el estatus de la vasta mayoría de la gente del Perú. Tributos al estilo de la en­ comienda siguieron cobrándose hasta 1895. La minería declinó durante el siglo xvm y no se reanimó hasta fines del XJX, pero el trabajo forzado se siguió utilizando para (;"s haciendas y para las obras públicas. Un fenómeno similar al sistema de la encomienda del siglo XVI fue el rápido crecimiento de las grandes propiedades de tierras (latifundios) , hecho posible cuando los señores, libres de las restricciones comerciales de la Colonia impuestas por España, empezaron a producir cosechas es­ pecializadas de exportación para el mercado mundial. �luchas comu­ nidades corporativas tradicionales, atraídas por esas operaciones mo­ netarias, empezaron a producir también cosechas de ganancia fácil. Esto condujo a menudo a la individualización de la tenencia de la tierra, lo cual, además de erosionar la consistencia de la comunidad a través de la competencia, causó pérdidas de tierras porque el pequeño propietario no podía competir con los grandes hacendados. Como en el período colonial, el norte figuraba apenas en la polí­ tica de los caudillos que dominaron el temprano período republicano.

..

48

:'CI::X.TV SOCIAl. OE I.A 8RUJ

EKLA PEKUANA

No obstante, en la década de 11.l80 varias corporaciones propiedad de extranjeros empezaron a comprar tierras y a mejorar los sistemas de irrigación de los valles co�teros del norte para plantar y procesar caña de azúcar para exportación. E�to aceleró los cambios socioeco­ nómicos y la modernización iniciados por el latifundismo. Como resul­ tado de la participación creciente en el mercado mundial, la natura­ leza "cerraC!a-corporativa" de la estructura social le abrió paso a un tipo "abierto" de comunidad campesina, lo cual preparó el camino para la predominancia de la clase media en e l siglo xx.

vez mayores innovaciones tecnolóaicas las me;:, ' e1 transporte y los medios de comunicación, la mayor participación en u na moderna economía de mercado y la educación pública, _ la clase medta es hoy el segmento dominante de la población de la región �astera del ?orte. Así pues, la mayoría de la gente vive ahora, y trabap, en amb1entes urbanos, o participa en una red económica intcrdependiente que regula el flujo de bienes y servicios. La inver­

.

A causa de las cada

JOras

en

sión de capital está concentrada, en gran escala, en el azúcar, el al­ godón y las industrias pesqueras. La mayor parte de las pequeñas haciendas azucareras se han consolidado y convertido en !!'Tandes· fueron propiedad de intereses norteamericanos, ingleses / alema� nes, rusta la nacionalización en 1969. Aparte de la clase media

urbana, existe ahora un proletariado rural que trabaja y vive en las haciendas, así como una pequeña población campesina que vive en \Jnas pocas "comunidades indígenas" marginales que se han preser­ vado para mantener cierta producción alimentaria para los mercados locales.



Otr� su cul�ura que ha empezad a crecer es la compuesta por � c:unpesmos mm1grantes de las comumdades "corporativas" de las tie­ rras altas, que viven en pueblos de chozas que se levantan, rápida­ mente, en los bordes no productivos de los oasis de los valles norteños. Esta gente llega a la costa con la esperanza de hallar mejores oportu­ _ mdades de trabajo, pero la falta de suficiente diversificación industrial

y de medios educativos impide la creación de empleos nuevos y pro­ gramas de entrenamiento para el trabajo. El azúcar y el algodón {y, en

menor grado, la pesca) han monopolizado a tal punto la economía que ya sólo hay espacio para la diversificación en el empleo de los servicios. Además, ha habido poca movilización ascendente en las in­ dustrias del azúcar y el algodón. Como resultado de ello, las ciudades del norte, como tantas ciudades latinoamericanas, sufren un exceso de servicios alzados sobre una base industrial limitada -lo cual causa mucha duplicación y re�tricciones graves a la expansión de oportuni­

dades para la mayor demanda de trabajo por parte de todos los estratos de la sociedad. �i qué decir tiene, hay gran competencia

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49

""IJA�v'": I.A A�IAI· no dcJ .tlo n dor ull le ntos l'S· ' en tos (jUC des . . rril¡,·' t·an ·•·· uS. pct:ie de boba individuo ha almacenado todos sus recuerdos, todos sus valores. . . Uno debe tratar. . . de hacer que el individuo "salte por encima" de su mente consciente. esa es la tar..:a principal del curandrrismo. Por medio de las plantas mágicas y de los cantos y de la bú,qucda de las raÍles del p�o­ blemJ, el Sllbconsciente dd individuo se abn: como una flor, y liber-a estos bloqueos. Por sí mismo cuenta las �:osas. Una manera muy práctica. . . que era conocida por los antiguos.

donde l"l

Una y otra vez Eduardo reQ:n::�aba al logro de la visión por parte del curandero como el foco principal de l.l sesión de cura. La visión no implica solamente ver problem::ts ''a gran distancia" sino que se refie­ re a�imismo a experiencias en viajrs t•xtá ticos, en trances producidos por el San Pedro ;

)

Cuando un padecimiento ha sido producido por la maquinación de un hechicero, la visión inducida por el vuelo en Eduardo lo ayuda a ver que el espíritu de la maquinación

En algunos casos graves, se cree que las fuerzas causantes de la enfer­ medad son lo bastante poderosas para atacar al paciente durante la se�ión de cura en curso, en un esfuerzo para frustrar las medidas te­ rapéu ticas del curandero. Esta situación es extremadamente crítica y requiere una vigorosa acción de emergencia. El curandero lleva adelan­ te una feroz batalla con las fuerzas atacantes (que sólo él puede ver, en su visión de trance con San Pedro) . Entonces ejecuta sus siete m()rtaler mientras aferra la espada horizontalmente, con las dos ma­ nos, el filo d irigido hac:ia afuera; la dirección de sus movimientos sobre el suelo forma una cruz. Esto se hace para ahuyentar a los espíritus atacantes e im presiona r al hechicero que los diri¡;e.

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70

PLORA MÁClCA

Si las fuerzas hostiles son lo suficientemente fuertes, pueden incluso atacar al curandero mismo. En tal caso, éste debe confiarse a la ayuda y l:l protección de seres más altos : En algunos trances, por caminos cerrados a la mayoría de los hombres, bes­

tias extrañas se me han enfrentado con intenciones dañosas. Y la presencia Señor y su poderosa luz me hao ayudado a salir ileso de esos lugares.

del

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Y siempre he salido ileso porque hay seres en la otra "mansión" (reinol como· grandes curanderos. . . [Al) llamar a estos espíritus por medio de las plegarias que sé, vienen y ayudan en cualquiu trance.

Tal como han sido descritas -visitas a lagos sagrados u ojos de agua, entrada en la tierra o en colinas, proyección del espíritu, combate físico contra demonios de la enfermedad y animales feroces que obe­ decen a hechiceros, la introducción mágica de objetos ajenos en el cuerpo para provocar enfermedad y ayuda de chamanes muertos y espíritus sobrenaturales benevolentes-, todas estas experiencias de trance son típicamente chamánicas (véase Furst, 1973-1974 ) . Los saltos mortales son también un fenómeno chamánico común, utilizado para propósitos de transformación. En la vecina Bolivia, por ejemplo, los chamanes de Tacana ejecutan saltos en una dirección para con­ vertirse en jaguares (sus alter ego) y en la dirección contraria para volver a tomar forma humana (véase Hissink y Hahn, 1961). La infusión alucinógena de San Pedro, pues, es la sustancia mágica que activa los poderes interiores del curandero, así como aquellos po­ deres inherentes a los objetos de su mesa. Para el paciente, abre el sub­ consciente "como una flor" y manifiesta las fuerzas que lo han puesto enfermo, susceptibles a los poderes terapéuticos del curandero. Por medio del San Pedro el curandero despierta todos sus sentidos, inclu­ so un vital sexto sentido, y por la interacción de éstos alcanza la visión : el auténtico objetivo de la sesión curativa y el logro supremo del curandero. Para su ayuda, su guía y su protección durante estas arduas y peligrosas sesiones, el curandero pone su fe en seres espiri­ tuales, superiores, incluidos los de la fe cristiana así como los del pan­ teón indígena aborigen. Quizás el más importante aspecto aislado de la terapia del curan­ dero es el elemento simbólico de la utilización de San Pedro. El San Pedro produce hermosas flores aromáticas que florecen aproximada­ mente hacia la medianoche. El objetivo de bs sesiones nocturnas de cura es hacer que la mesa, sus artefactos -y por extensión el curan­ dero, sus ayudantes, sus pacientes y sus amigos- florezcan. Cuando ocurre, el momento cumbre es a la medianoche. De entonces en ade­ lante, hasta que la sesión finaliz:l, rl podr acumubdo por medio de

sAN P.EURO VISIONARIO

71

tal acción simbólica se aplica a la terapi:l mágica. /\si pues, en esencia, lo que hace un curandero durante una sesión es imitar simbólicamente el ciclo de crecimiento del San Pedro, el cual proporciona el prototipo para el curanderismo tradicional. (Tendremos m::ís que decir acerca de este aspecto en el capítulo 8.) Como resultado de ello, el contexto simbólico de la utilización del San Pedro -perpetuada por una tra­ dición· cultural de más de tres mil años y manipulada por los curan­ deros carismáticos- es tan totalmente vital para la terapia afortunada como el factor alucinógeno. Pues, como ha apuntado el estudioso pe­ ruano Tamayo Herrera ( 1 970: 253 ) , el hombre andino se ve a sí mismo como "una planta más en el campo, fijada a la tierra y depen­ diente de ella". Respecto de esto, Castaneda ( 1972: 7-8) reconoce como "errónea" su primera suposición de que los aspectos alucinógenos de las enseñanzas de su chamán mentor representaban "la única vía para comunicar aquel saber que don Juan trataba de enseñarme". Finalmente, para situar la metáfora de la planta precisamente a nues­ tra puerta, es extremadamente interesante observar que aparecían "cac­ tos que florecían de noche" en las visiones de un paciente norteameri­ cano luego de culminar en él, con éxito, la psicoterapia junguiana (véasc Jung, l972: 6'�, n. 172).

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5.

73

OS OE PODER cONCEPT

SAVIA ASCENDENTE: PODER Y ESENCIA EN EL UNIVERSO CHAMANICO

wa1eS Puede ser descrito. Las ideas para la siguiente descripción. de· n de lo que se sabe acerca del concepto de poder en el chamantsmo nva

1 h b do en el d í uena de California. Corresponden a lo que e o serva Cast�ne­ por concepto del descripció la a y Eduardo de smo ani � ;a . _ da ( 1974). De acuerdo con esta ormulacton (que he amphado ltge­ ·

:�

ramente), los aspectos del poder

CONCEPTOS Dr. PODER : "MACNETISMO " Y "CUENTA"

Acaso el concepto central del chamanismo, en cualesq uiera lugares don. de se le encuentre, es la idea de poder. Dicho sencillamente, se trata de la noción de que subyacente a todas las formas visibles en el mun­ do, animado e inanimado, existe una esencia vital de la cual emeraen y por la cual son nutridas. A fin de cuenta s todo regresa a este a ao · desconocido inefable, misterioso e impersonal. Las diversas expresion s religiosas de la humanidad son intentos para alcanzar una relación significativa yfo práctica con este poder. Los antiguos chinos lo lla­ maban fuerza de l a vida o energía vital; los antiguos hindúes se refe­ rían a él como prana; entre los polinesios es conocido como mana. Su manifestación en el universo es descrit a por la moderna ciencia física por medio de conceptos como la ecuaci ón masa-eneraía y el . � contmuum espacio-tiempo. El psicoanálisis moderno se refiere a su manifestación en la psique humana como libido. Pero únicamente el chamán y el místico se identifican con el poder a través de la experien­ cia personal directa. Aparentemente, toda la humanidad tiene el po­ tencial para tal identificación, pero sólo muy pocos entienden este potencial; acaso porque la mayoría no se da cuenta de ello o no sa­ ben cómo desarrollarlo. Quizás la mejor definición del poder chamá nico es la que le dio a Carlos Castaneda ( 1968: 213) su charnán mentor yaqui, don Juan. Al describir al "aliado", postulado princip al de sus enseñanzas, don Juan lo define como "un poder capaz de transportar a un hombre más allá de los límites de sí mismo". Esto concuerda muy bien con la definición de chamanismo proporcionada por .:VIircea Eliade ( 196+: 4). Sobre la base de un análisis cultural transversal de la literatura sobre el chamanismo, Eliade lo define como una "técnica de éxtasis". El diccionario Webster define el éxtasis como un "estado en el que está uno fuera de uno mismo", lo cual paralelo a la definición de don Juan. Aunque el �xtasis y el poder están íntimamente relacionados, pospondremos la discusión del primero hasta el capítulo 9. El elusivo concepto de poder queda como el eje del chamanismo. Aunque no hay sustituto para la experiencia personal cuando se trata de este tema, parece haber algunas caract erísticas observables por las

l �

es

(72]



meluyen:

l] Conocimiento, en especial el conocimiento ritual, y una �er�epción co­ rrecta de la realidad, los a ugurios y los símbolos. El conoctm1cnto es la sabiduría acerca de la verdadera ·naturaleza de las cosas, la capacidad para "ver" -expuesta extensamente por Castaneda ( 197 1 ) . . , 2] Destino. El poder puede ser buscado, pero la busqueda no garant11a que uno vaya a alcanzarlo. Los modos �e bus�rl? incluyen dr�gas� ,ayuno. mortificación de la carne, sueños, pleganas o suplicas, .Y la . mednacw� o 1� concentración. Pero el destino, o la propia naturaleza mtenor, det�rmma SI . puede uno o no recibir efectivamente el poder. Con mayor frecuencta, rectbe uno una "llamada" o sufre una "enfermedad vocacional" (como en el caso , de Eduardo) . El verdadero poder busca al chaman. 3] Individualidad, es decir, que llega solamente a in��viduos, y sólo a aquellos que lo merecen o están prP.parados. No se mamftesta a grupos, Y no puede ser dado por un chamán a otro (aunque los chamanes pueden trasmitirlo parcialmente por medio del intercambio de objetos de poder). Tratar de hacerlo es peligroso para el dador y el recipiendario. Los que lo han alcanzado, saben; se muestra en sus personalidades carismáticas. 4] Variabilidad. Todo mundo tiene algún poder, pero su cantidad e in­ tensidad varían de persona a persona. Puede aumentar o decrecer a lo largo _ de la vida. Los chamanes tienen más que el individuo medio, y hay dife­ rentes grados entre los chamanes. Nadie nace con un poder c�amánico. Drbe adquirirse por medio de un esfuerzo tenaz, aunque el destino deter­ minará su recepción. Se considera que los chamanes más viejos tienen mayor poder, puesto que han tenido mayores oportunidades de reci�irlo. 5} Éxito. Sin poder, una persona e�tá desamparada. �on el, uno alc?nza t"l éxito, especialmente al curar o al pr:�cticar la. mag1a c?ntra e�e�mgos. El chamán puede garantiz:lr buena fortuna (que tncluye dmcro, St este es un valor sustentado por su sociedad). 6] Enfoque. Aunque el poder lo invade todo, está enfocado en ciertos individuos (los chamanes), en los objetos de poder (especialmente cristales, sonajas y báculos o varas), en 1:\s plantas (especialmente las alucinógenas) y los pais:1jcs n:lturales (en especial las montañas y los ojos de agua). 7} Ambivalencia. El poder puede ser usado para el bien o para el mal -sea como fuere que se los defina rn la sociedad del rh:'lmán-; ello d en relación

con los objetos de poder de una mt>sa y denota su relación mágica

especial con los poderes del chamán.

Eduardo explica el magnt'lismo como "est nci a

l

e

importante" :

La fuerza magnética es una de las esencias innata� en el individuo, en d hombre. Para la persona que no la pone a tr:1bajar en su cuerpo, la esencia se manifiesta casi automáticamente sin que uno se dé cuenta. Pero quien aplica esta esencia con principios, c0n �abiduría, C'On conoC'imiento, es una persona cuyos actos conducen a un triunfo esenl.'ial, profundo. La mayoría de los curanderos -pues ello� conocen rstos principios naturales de l a fuer­ za magnérira ,;,-¡ hnmhrl' y dr lo� r(¡·m,.urno;- lo� aplir:m d!' un mndo rm·

CONCEPTOS

75

DE PODER

, · 0 sin conocimiento científico. Pero ellos saben que est o es bueno, que p1nc ' acer este · acto es bueno· Si supieran, cómo aplicar. estos principios de una científica o semicientHica, sena mucho meJor. anera m El magnetismo opera en todo aquello que concierne a los elemento� naturales.· el hombre el lugar por donde carnina, la misma tierra. La tierra · está atravesada por redes de agua que s�� buenos �ond�ctore� de la cor�1cnte . t terrestre que gobierna al ind1v1duo. El m s p1e rn�s do dlv Iene Iduo magnética . . . y dos manos. La. . . corriente magnética sube por 1a pierna tzquterda Y bap , por la derecha. . . Es lo mis�o con Ias man.o�. . . Ast pues, hay casos en el tra. . · del curandero que requteren la 1mposicwn baJO de las manos. La fuerza mag­ . . . ' de una mano de· nética del individuo es muy fuerte. Así que la lmpOSICIOn

h



-:

pende de cuál se coloque- sobre un lugar donde hay �lor prov?':a la hhe. . . 'n 0 el alivio del dolor por la fuerza de la mtutcJOn magneuca. . La racw , . mente corresponde al campo [magnético o] electromagnet1CO y actua como · uempo e1 acumu 1ador · la batería general. La cavidad encefálica es al m1smo el generador de las corrientes que gobiernan est.1s cosas. . . Las manos, las untas de los dedos, son las antenas de las cuales emana o chisporrotea la corriente magnética.



,

·



Eduardo menciona frecuentemente un sexto sentido que juega. un

papel clave en la terapia del curandero. He aquí cómo se relaciona. con

el magnetismo:

El magnetismo es la fuerza eléctrica artivadora del individuo para qu; se . . una con los demt.s. Todos tienen un punto magnéuc:o, una fu�rza m::��neuca vinculada con la tierra, puesto que todos son elementos de la tierra. As1 pues, . al formar una cadena magnética, la atracción de los indiv1duos, la fuerza telepática, el esfuerzo intelectual, unifica a todos �os seres a 1� largo de �ste nexo, de un modo magnético. Esto es, el magnetismo es el hilo � la fuerza telepática es la trasmisión de la fuerza elemental a lo largo del h1lo. Los objetos de poder de la. mesa. no son mer�me�te una colección . . azarosa. de cosas, reunidas cuando el curandero lfliCta su trabaJO. An­

tes bien, han sido gradualmente acumulados durant� los años de s� práctica. El curandero empieza apenas con los esenctales: sus ute�SI­ . lios y unos artefactos cl:\ve. A tr:wés d: los años aum�nta la col�cc10n. . Cada objeto es cuidadosamente selecc10nado o adqumdo en ctrcuns­

tanC'ias especiales ; por ejemplo, como un regalo de u� curandero co­ . lega o de un paciente agradecido, o co�o un desc�b�rmtento en el l�cho de un río, en una montaiia, o en un SttlO arqueologtco. ada uno ttene



C:

una significación especial p:ua e curande:o, e� su pro� t� cuenta, que , , es activada por la. acción cataht1ca de la. tnfus10n aluc10ogena de San Pedro. Muchos artefactos

son

hechos p0r el curandero de materiales

cuidadosamente seleccionados de acuerdo con la in�pira.ción recibida en suriios.

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dr! marro simhóliro ronvrnrional que pa�a de cu-

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76

POIIF.R

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f:SF.NC:IA

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�:1.

I'NlVt:RSO CHAMÁNICO

randero a iniciado, queda espario para la elaboración personal una vez que se ha ganado maestría en el arte curativo. Lo mismo es verdad de los tarjos del curandero, .o sea los cantos rituales. El iniciado aprende los ritmos tradicionales pero, como con los variados objetos de poder

-positivo y

también

negativo-, él elabora sobre el complejo básico

con sus propios talentos particulares y d e acuerdo con la inspiración que recibe de variadas fuentes extrapersonales y sobrenaturales.

Para entender cómo funcionan los artefactos es importante recor­ dar que para el curandero no son objetos sin vida. Cosmológicamente,

cada uno representa una fuerza particular de la naturaleza. Psicológi­

camente, cada uno es una proyección del propio poder interior del curandero, que se activa cada vez que la mesa y sus cuentas son mani­ pulados en conjunción con la bebida de la infusión de San Pedro.2 Según Eduardo, Ja cuenta de un artefacto es

su relación con el mundo, con el mund o mágico [yJ el mundo. . . real en el que uno vive. Tomemos, por ejemplo, la cuenta de San Cipriano [una estatu a que es uno de los objetos de la mesa de Eduardo y que se considera "gobe r­ nador" de una importante zona simb ólica relacionada con sus poderes cu­ rativos]. San Cipriano le hace recor dar a uno, por medio de la cuen ta, cómo actuaba dentro del campo de los "encantos" mágicos. El está muer to, pero su espíritu persiste, vive. Así, por medi o de la cuenta uno hace una espec ie de "llamada" al campo espiritual. Cuando activa uno la cuenta de San Cipriano, su espíritu empieza dentro de uno. (Pregunta : En otras palabras, ¿cada artefacto tiene una cuenta que uno debe invocar cuando la mesa está trabajando ?) Sí. Por ejemplo, la cuenta de un artef acto, de un objeto que tenemos sobre la mesa, está relacionada con el sitio del cual fue traído. En realid ad, la cuenta es todo lo concerniente a la historia, los puntos geográfico s y, más que nada, el poder que contiene. Si uno "cuenta" un artefacto para cierto fin mágico, el espíritu de uno tiMe que impregnar poco a poco el artef acto, r.l material del artefacto, el instrumento. Por ejemplo, tenem os· una vara, una chonta [hecha de la madera tropical dura de ese nombre], que es una madera especial que se va impregna ndo -por me-dio del espíritu de uno, de su potencia- con la forma espir itual del curandero, el mago, de modo que este artefacto tenga todas las características inherentes del espír itu de quien lo prepara. Entonces, de una sola vez, la cuenta se convierte en toda la memoria esencial de aquel que haya formado esa plegaria, esa histo ria, esa referencia. Y por medio de esto, todo el tiempo que sea mani pulad o, contiene mayor cantidad de potencia -esto es, de magia- dentro del campo de su aplicación; por ejemplo, para una enfermedad, para algo que anda buscando uno, en relación con un robo, en relación con un encantam iento de amor, y así por el estilo. El artefacto proyecta su cuenta para lo quP. 2 Aqui está la implicació n de ser uno con el cosmo�, la cual es dr::rmatizada ' en la sesión, como v�rrm os t'n lm capít11los fl y 8.

77

coNCEPTO� DE POOER ·

110 hay cuenta, nu hay natla . Los artcfados se muesea qu_e se lt: de�tine. Si . . eo 1 : d' . o el maestro que los hace moverse con su 1 . 1 su manuca, uenen , ven . fuerta magnética. Todo esto mfluye. . . (Pregunta: ¿El artefacto tiene que tener una espec1e de cuenta, o h'tstoria personal, para el curandero?) . ., Sí. Cad:1 curandero tiene su propia cuenta. Tambren hay cuentas adqm. -esto es, cuentas descubiertas o cuentas dadas como �egalos. Por rr.das _ eJ n lo un artefacto que me dio el señor X.; este artefacto ha Sido contado tr . Entonces se añade a Jos otros artefactos, pero es contado de �n p: m�d0 personal con la vieja cuenta y la nueva cuenta de su nuevo propte­ o Uno tiene que dominarlo. Uno debe tratar de "llamar" al artefacto : u propia cuenta. En otras palabras, uno debe darle la fuerza profunda de la persona que va a poseerlo. . su (Pregunta: ¿El curandero empieza con pocos artefactos y aumenta . dotación de ellos durante su v1da?) Sí. En mi opinión esto es de lo más esen�i�l. Pero hay cur � ero que han adquirido el arte de sus padre , de su famtl1a; que lo han re'-1brdo como · do· y puesto que están acostumbrados a la cuenta del clan, del grupo un 1ega de curanderos, entonces es más probable que ya sepan y pe�tenez�an a la llene uuo fanll·¡·ra. . . s ·l uno halla un artefacto con una cuenta desconoc1da, . . ' d el arteracto que somete!·1o a Ul1a "localización" o un "trazo" [acl!vacwn . . ' sobre la mesa con los otros artefactos]. Y, por medw de esta locaL1zac1o�, uno descubre para qué es, de dónde es y por qué; todo se revela por medw de la localización.

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La descripción de Eduardo de lo que s�cedió cuando encontró u . .



anti"UO equipo de hechicero (una ceram1ca precolombma que con

) ) )

� piedras en forma de ani��les, seres hu�anos, ¡;artes del cuerpo,

tení

y demás) en un sitio arqueologtco, y lo llevo a �asa con la espera�za .

de "dominar sus cuentas" para usarlo en su propto trabaJO' demuestra . . 1a 1'mportancia ' para el curandero, de localizar nuevos Objet?s de po­ •

der para asegurarse de que sus cuentas armomzan con su propro poder· ·

Lo recogí para localizarflu] y para ver de qué tip? era. Como resul�ado, estos artefactos se rebelaron. Animales raros y best1as monstruosas sahe r n de .ah'1, e0n hambre y con el deseo de agarrar a la gente. Entonces, cuan o use el equipo en la mc:,a, wdo se distorst·�no y se puso negro. · .Lo·s arteactos empezaron a sangrar. Varios personaJeS con gra� es colmtllos cho ; rrcando sangre salieron y pidieron a mi esposa y mr_� htJOS. Entonces trate . de expulsarlos. Purifiqué el equipo con agua be�dna Y 1? queme, pm­ cue d día que ¡0 traje a casa habb empezado tar�b1én un rurdo en el techo, lomo de animales salvajes galopando. Y no me depron �n paz asta que h1ce p·l' scs cabalísticos con mis espadas y contrarre:.te_ estas mfluenc1a . . · Para mí [el equipo] no tenía utilidad. Era un a ne acto negr�o, un _ artefacto de hechicería. Esto es, fue utilizado en hech1cen . . . en _epocas . . pa1a destrUir parremotas, ancestrales, por los puebl os mochrca o chrmu

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· celas., cosechas, ór¡;;mos [humano)), cte. Y toúo el mal había sido preservado . por siglos por una razón, que es que é�te (el equipo] está diseñado, o con. tado, bajo l a influencia de una persona con esta personalidad. . . Cuando es contado, el objeto absorbe la potencialidad, digamos, la potencialidad inte­ lectual del hombre que lo manipula y se queda impregnado para siempre.l

Uno de los más importan tes objetos de poder de Eduardo activado por 1� infusión alucinógena de San Pedro y utilizado en ci rtos casos es�eci �lme nt e, Virulentos de brujería o hechicería, es "el gato" Su des­



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C�JpcJOn de como lo ob t uvo y cómo lo usó es de particular interés, no s� o por el papel de los · a t s" en el saber mágico europeo, sino tam­ � � . b �t:n � causa de la relacJOn mt1ma de los felinos con el chamanismo . tradJcwnal sudamen.cano y el considerable simbolismo felino que se encuentra en el antiguo arte ritual de Perú.' La descripción de Eduar­ .

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dem uestra también cómo algo de la ideología cazadora del nJsmo arcaico persiste hoy en día:

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chama­

T�ngo al�nos talismanes que he preparado por medio de mis propias ideas . e dumi�a?�o es que h tenid? en sueños. El g-..t to juega un papel principal � � en la bruJena y su m1 ada llene un gran poder. Cuando un gato muere. . . � . los OJOS permanecen abiertos. Entonces ahi se refleja todo lo concernien te a 1� tragedia que ha ocurrido en la hora de su mucne. Y lleva en sus pu­ prlas el momento de [su] rapto hacia la tumba . . .



sí pue�, preparé deliberadamente este talismán. Agarré un gato y Jo . mate Y bebi tres vece� la sangre y luego le saqué los ojos. Luego que saqué . , I los OJOS, le corte a garra derecha, la zarpa derecha. Junté todo esto y Jo _ puse en un receptaculo con agua cananga [perfume rojo] durante un rielo completo de la luna. . . Después de eso añadí agua rlorida. Y despué� del . agua flonda añadí alcohol de caña al final, para darle a este felino valentía Y poder para embriagar con su mirada. Cosí juntos los ojos con hilo de seda verde Y roja y los até a una cabeza de fletha de pedernal que hallé en . una ant1gua tumba. Llevo este talismán conmigo, y lo uso de noche, cuando quiero contra­ r:estar el poder de un gato, de un felino, de algún espíritu atacante del exte­ rror usado por un hechicero que quiere atacarme o perturbarme. Todo Jo que hago es lanzar mi gato salvaje por medio de una� pocas chi,pas sacadas con la punta de pedernal de la flecha. Y tieuc su pud cr. El gato se va por . las colmas, gnt:mdo y �:hillandu. . . Lo uso en un. bloque de cristal. Este uluquc de �:ristul es como un espejo, Y :1 ga o ve que se mu ve en este o:spcjo. Para la [perturbación] que sea, : . esta alu, mrrando. Los OJOS se encicudcn corno si fueran focos. :este es uno

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incident� fue pri�eramente descrito en Sharon 1972a: t 27). Para e l .Papel del fd1no en el ch.1manismo sudamericano, véase Furst ( 1968c) y Re1Chel-DolmatofC 1975). Para este simbolismo en el arte perua· no ¡m•colombino, \· éase Tello (1923). J

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PODER Y ESENCIA EN El, UNIVERSO CHAMÁNICO

Este

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tali�u1aues dclibcrada1ncntc pre¡K1radus por uusutrus CJI concordancia de Jos idea que uuo tiene, o la inspiración de un sueño, o la intuición.s la ,011

agen vívida de la sig­ Los ejemplos de Eduardo proporcionan una im sobre su mesa. puestos s individuale er d po de los objetos de nificación

mesa, tomados en conjunto, Por aiiadidura, dice él, los objetos de la cosmo un micro uyen constit

lo de los poderes y misterios de la natu­ en el cual está representado todo sus varas, con todas esas cosas. raleza situados en ese pequeño espacio con y trasmiten radiaciones. emiten y atraen que antenas como son Las varas de los lugares del universo -esto ones representaci como n o s piedras las y

mundo, la tierra. . . ' el (Pregunta: En otras palabras, ¿tenemos la tierra y también el espacio o

es

l Por supuesto, la tierra (o materia), el planeta, el espacio y en genera del curandero, con las ¡0 agreg::�do -todo con el espíritu del individuo, inherentes ahí. Armonizan con o. . . componen potencial idades físicns, etc., 1 . • un mrcrocosmo. cosmos, E pequcno s un rosmos. el (Pregunta: Supongo que el curandero emite una influencia sobre este mi­ crocosmo para poder ser capaz de influir sobre el macrocosmo.) Sí, por supuesto. ti es como un pequeño receptor y trasmisor que c�tpla

el óelo?)

estado de sue­ y emite. Por eso yo digo que cuando un individuo está en un sí mismo. . . En­ ño o adormecido, el subconsciente se abre por él, se abre a o proaea­ ton )O, por ejemplo- que están a tono

( Prc¡.,rr mta: En olr:ls pal,,bra�. ¿tr;�bajar con el "reme�io'' y las cuentas la mt••a e� romo tener un poder consciente sobre el sub­

este trabajo.

. tt·fa.:tos de y lo� u cun�riente y t0das

la�

fut>rt:ls del uuiHrso � )

t·�.tnamcnte. Con

(•1 rt'lllt'C io, e l rspíritu - o más correct:Jmente, las más farult;u.ks fí�ira�·- �e vut.l ..Jt,�l ip�ión

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