TERCER
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EL SER-PARA-S1 EN EL ser-para-sí está cumplido el ser cualitativo; es el ser infinito. El ser del comi...
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TERCER
CAPÍTULO
EL SER-PARA-S1 EN EL ser-para-sí está cumplido el ser cualitativo; es el ser infinito. El ser del comienzo se halla carente de determinación. El ser determinado es el ser eliminado, pero eliminado sólo de manera inmediata. Contiene por lo tanto, ante todo, sólo la negación primera, inmediata ella misma; sin duda que el ser se halla igualmente conservado, y los dos se unifican en el ser determinado en una unidad simple, pero precisamente por esto son en sí todavía desiguales uno respecto al otro, y su unidad no está puesta todavía. El ser determinado, por ende, es la esfera de la diferencia, del dualismo, el campo de la finitud. La determinación es la determinación como tal, un ser determinado relativo, no absoluto. En el ser-para-sí la diferencia entre el ser y la determinación o negación se halla puesta e igualada; cualidad, ser otro, término, tal como realidad, ser-en-sí, deber ser, etc. —son las figuraciones imperfectas de la negación en el ser, como aquéllas donde se halla todavía en la base la diferencia de los dos. Pero en cuanto en la finitud la negación ha traspasado a la infinitud, en la puesta negación de la negación, ella es la simple referencia a sí misma y por lo tanto es en sí misma la igualación con el ser— el absoluto ser determinado. El ser-para-sí es en primer lugar un inmediato existentepara-sí, un Uno. En segundo lugar el Uno traspasa en la multiplicidad de los unos —lo cual es repulsión, y este serotro de lo uno se elimina en la idealidad del mismo— lo cual es atracción.
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En tercer lugar la determinación recíproca de la repulsión y atracción, por la que ellas se derrumban en el equilibrio, y la cualidad, que en el ser-para-sí se había impulsado hasta su extremo, traspasan a la cantidad. A. EL SER-PARA-SÍ COMO TAL
El concepto universal del ser-para-sí se ha manifestado. Sólo habría que mostrar que a aquel concepto corresponde la representación que nosotros vinculamos con la expresión ser-para-sí, a fin de vernos autorizados a utilizarla para aquel concepto. Y así aparece exactamente; decimos, pues, que algo está para sí, en cuanto que elimina el ser-otro, su relación y comunidad con el otro, esto es, las ha rechazado y ha abstraído de ellas. El otro existe para él sólo como un eliminado, como un momento suyo; el ser-para-sí consiste en esto: que se ha salido más allá del límite, más allá de su propio ser otro, de modo que, en cuanto es esta negación, es el retorno infinito en sí. La conciencia contiene ya como tal en sí misma la determinación del ser-para-sí, en cuanto que se representa un objeto que siente, intuye, etc., vale decir, cuyo contenido tiene en sí; y de tal manera este contenido existe como ideal. La conciencia en su mismo intuir y, en general, en su complicarse con su negativo, esto es, con el otro, permanece en sí misma. El ser-para-sí es el comportamiento polémico, negativo contra el otro que limita; y por medio de esta negación de él es el ser-reflejadodentro-de-sí, aun cuando, al lado de este retorno de la conciencia en sí y de la idealidad del objeto, se conserva también todavía la realidad de este objeto, en cuanto se lo conoce a la vez como una existencia exterior. La conciencia es de este modo la que aparece o sea el dualismo de conocer por un lado un objeto diferente de ella y exterior y, por otro lado, de estar por sí misma, de tener el objeto en ella idealmente, de estar no sólo en tal otro, sino también en sí misma dentro de este otro. La autoconciencia, al contrario, es el ser-para-sí como cumplido y puesto; aquel aspecto de
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la relación hacia un otro, o sea hacia un objeto exterior, se halla alejado. La autoconciencia, de este modo, es el ejemplo más próximo de la presencia de la infinitud —de una infinitud, por cierto, siempte abstracta, que sin embargo posee a la vez por todo otro respecto una determinación más concreta que la del ser-para-sí en general, cuya infinitud tiene todavía en todo respecto una determinación sólo cualitativa. a) Ser-determinado y ser-para-sí. El ser-para-sí, tal como ya se recordó, es la infinitud que se ha derrumbado en el simple ser; es un ser-determinado, en cuanto que la naturaleza negativa de la infinitud, que es negación de la negación, se halla, en la forma ya puesta de la inmediación del ser, sólo como negación en general, como simple determinación cualitativa. Pero el ser, en tal determinación, donde es ser determinado, se halla en seguida también distinto del mismo ser-para-sí, que es sólo serpara-sí, en cuanto su determinación es aquélla infinita. Sin embargo, el ser determinado es a la vez un momento del serpara-sí, pues éste contiene de todos modos también el ser afectado por la negación. De esta manera la determinación, que en el ser determinado como tal, es un otro y un serpara-otro, se ha replegado en la unidad infinita del ser-parasí, y el momento del ser determinado se presenta en el serpara-sí como ser-para-uno. b) Ser-para-mo. Este momento expresa cómo lo finito está en su unidad con el infinito, o sea como ideal. El ser-para-sí no tiene en él la negación como una determinación o un término, y por lo tanto tampoco la tiene como referencia a un ser determinado diferente de él. En cuanto este momerito ha sido indicado ahora como ser-para-uno, no está todavía presente nada para lo cual existiese —no está el uno, del cual sería un momento. No se halla en efecto todavía fijado algo
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por el estilo en el ser-para-sí; aquello para el cual algo sería (—y aquí no hay ningún algo—), y que debería en general ser el otro lado, es de igual manera, un momento, es él mismo sólo un ser-para-uno, no es todavía un uno. —De este modo se presenta todavía una indiferencia entre los dos aspectos que podían ofrecerse en el ser-para-uno; hay sólo un único ser-para-otro, y porque hay sólo un único ser-para-otro éste es también sólo ser-para-uno; hay sólo una única idealidad, de aquello para lo cual o en lo cual una determinación debería existir como momento, y de aquello que debería ser momento en él. Así el ser-para-uno y el ser-para-sí no constituyen de ningún modo determinaciones verdaderas una contra la otra. En cuanto la diferencia es admitida por un instante y se habla aquí de un existente-para-sí, este existente-para-sí mismo es aquel que, como ser-eliminado desde el ser-otro, se refiere a sí como al otro eliminado, y por lo tanto es pora-uno; en su otro se refiere sólo a sí. Lo ideal es necesariamente pora-uno, pero no es para un otro; lo uno, para el cual es, es sólo él mismo. —Por lo tanto el yo, o el espíritu en general, o Dios, son. ideales, porque son infinitos; pero como existentes-para-sí, no son idealmente distintos de lo que es para-uno. De este modo, en efecto, serían sólo inmediatos, o, de manera más exacta, serían un ser determinado y un ser-para-otro, pues lo que sería para ellos no sería ellos mismos, sino un otro si el momento del ser-parauno no debiese compelerles. Dios, por lo tanto, es para-si, en cuanto que es él mismo lo que es para-él. El ser-para-sí y el ser-para-uno no son, pues, significados diferentes de la idealidad, sino que son momentos esenciales e inseparables de ella. NOTA1
La expresión de nuestro idioma [alemán], que al comienzo aparece asombrosa, para la pregunta referente a la cua1 Eli titulo que esta nota lleva en el índice: La expresión: ¿cuál para tato? tiene su explicación en el primer párrafo, suprimido por el traductor francés como muchos otros párrafos del texto hegeliano,
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lidad: qué para una cosa es algo, destaca el momento aquí considerado, en su reflexión-dentro-de-sí. Esta expresión en su origen es idealista pues uno no pregunta qué es esta cosa A para otra B, ni qué es este hombre para otro hombre; sino qué es esto para una cosa, para un hombre, así que este ser-para-uno ha vuelto a la vez a esta cosa a este hombre mismo, y aquello que es y aquello para lo cual es, son uno solo y lo mismo —una identidad tal como la que debe considerarse también la idealidad. La idealidad compete ante todo a las determinaciones eliminadas, en tanto diferentes de aquello donde son eliminadas, y que puede al contrario considerarse como real. Pero de este modo lo ideal vuelve a ser uno de los momentos y lo real el otro, pero la idealidad consiste en esto: que ambas determinaciones son de igual manera sólo para uno, y valen sólo para uno, la cual única idealidad es por lo tanto indistintamente realidad. En este sentido la autoconciencia, el espíritu, Dios, son lo ideal, como infinita referencia puramente a sí. —El yo está para el yo, ambos son lo mismo, el yo se halla mencionado dos veces, pero así cada uno de los dos está sólo para-uno, es ideal; el espíritu está sólo para el espíritu, Dios sólo para Dios, y sólo esta unidad es Dios, Dios como espíritu. —Pero la autoconciencia entra como conciencia en la distinción de sí y de un otro —o sea [en la distinción] de su idealidad, donde es representativa, y de su realidad, en cuanto su representación tiene un contenido determinado, que tiene todavía el aspecto de ser conocido como lo negativo no eliminado, o sea como una existencia. Sin embargo el llamar al pensamiento, al espíritu, o a Dios sólo un ideal, presupone el punto de vista, desde el cual la y suprimido también por el traductor italiano, quien sin embargo justifica su decisión alegando que para el lector italiano no tiene ninguna utilidad esta observación idiomática, relativa a una locución alemana. Sin embargo, la supresión del párrafo impide al lector la comprensión del título dado en el índice; además —lo que más importa— Hegel busca en el idioma confirmaciones y pruebas de sus conceptos. Por lo tanto para el conocimiento de sus ideas y de su método tienen su importancia también estos párrafos eliminados en las otras traducciones. [N. del T.]
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existencia finita vale como lo real y lo ideal o el ser-parauno tiene sólo un sentido unilateral. En una nota anterior (2^ del cap. 2